Tumulto en el Amazonas. En el Hollywood contemporáneo son prácticamente nulos los proyectos de animación destinados al gran público que reflejen el ideario y/ o la sensibilidad de los responsables circunstanciales. Si bien es necesario señalar que este es el patrón estándar y que la maquinaria industrial por momentos nos colma la paciencia con su andanada de productos genéricos y clones disfuncionales, también debemos destacar la labor de cineastas como Carlos Saldanha, un brasileño que pudiendo haberse quedado en la apuesta a seguro de fórmulas patentadas, por el contrario decidió torcer el volante y probar suerte con una realización tan exitosa a nivel artístico como en lo que respecta a su desempeño en taquilla. La carrera del susodicho por ahora se reduce a dos franquicias y una propuesta deficitaria, la bienintencionada pero olvidable Robots (2005), y precisamente en el primer escalafón radican los méritos del caso en cuestión: utilizando los “capitales simbólicos” adquiridos a partir de la saga de La Era de Hielo (Ice Age), convenció a los popes de Blue Sky Studios y Twentieth Century Fox para que le financien esa oda encantadora a su patria intitulada Rio (2011). Hoy la secuela cae apenas por debajo de la original, principalmente porque desapareció el inefable “factor sorpresa”, aunque ramifica el devenir con lucidez, ofrece una estructura por demás inesperada y continúa manteniendo un muy buen nivel general. Mientras que la primera era un verdadero festín visual con un “núcleo tierno” basado en la configuración narrativa de las “parejas desparejas”, este nuevo eslabón retoma también un engranaje prototípico de las comedias clásicas: en esta oportunidad se opta por una mixtura entre un cambio abrupto de localización y un viaje colectivo/ en paralelo con vistas a un mega encuentro final. Así las cosas, un tumulto de animales antropomorfizados abandonan las playas cariocas para dirigirse al corazón del Amazonas con motivo del hallazgo de una bandada de guacamayos azules, considerados extintos hasta ese momento, y de paso detener la tala indiscriminada de árboles a lo largo de toda la extensión de la selva virgen. Resultan prodigiosos los mecanismos que el guión pone en juego para edificar un “caos controlado” que acumula planteos cada vez más jocosos: Linda y Tulio son secuestrados por el villano humano de turno luego de aparecer en televisión anunciando su gran descubrimiento, Perla arrastra a Blu y su familia en pos de reencontrarse con su “tribu”, Pedro y Nico están obsesionados con organizar un casting para hallar a la futura estrella del próximo carnaval, la cacatúa Nigel quiere vengarse de Blu y a la vez soporta el “amor a la distancia” de la ranita venenosa Gabi, y para colmo Eduardo, el padre de Perla, no confía demasiado en su yerno, un amante de los sanguinarios hombres al que acusa de “mascota”. Una fotografía de colores pasteles, fondos exquisitamente construidos, una estética de caricatura y canciones mordaces constituyen el marco de un relato de raigambre ecologista, en el que el desfasaje entre el atolondrado protagonista y su entorno inmediato vuelve a ser la vedette dramática. Superponiendo subtramas y apilando personajes a diestra y siniestra, Saldanha consigue una obra osada y querible que escapa a la tradicional “mediocridad prolija” de las continuaciones mainstream. Aquí los verdes furiosos y la comedia de situaciones se dan la mano con la farsa descabellada, los toques de crisis conyugal, el homenaje al terruño del director y las ironías varias sobre los arquetipos involucrados…
Lo primero es la familia Perdonen la infidencia personal, pero vi esta película escapándome un rato de la maratón del BAFICI (¡si bien incluso este tanque animado formó parte de la sección Baficito del festival porteño!) y en una versión subtitulada que nos exhibieron en el microcine de Fox (el público la verá doblada al castellano); es decir, con las voces originales de Jesse Eisenberg (como Blu) y Anne Hathaway (como Jewel). Por eso, puede que mi visión de esta secuela haya estado un poco “distorsionada” luego de días enteros de tanto cine experimental, extremo, vanguardista, autoral o como quieran llamarlo y, claro, no habrá aquí comentarios sobre la pertinencia o no del doblaje y esas cuestiones que suelen incluirse en este tipo de reseñas de films familiares de consumo masivo. Esta secuela del inmenso éxito comercial de 2011 (recaudó 486 millones de dólares, 341 de ellos fuera de los Estados Unidos) retoma a los personajes de Blu y Jewel. La acción arranca en las playas de Río de Janeiro, en pleno festejo del fin de año, pero pronto se trasladará al Amazonas, donde la pareja de guacamayos azules y sus tres traviesos hijos (Bia, Tiago y Carla) descubrirán que no están solos. Sumarán fuerzas con el matrimonio de científicos conservacionistas que fueron sus dueños anteriores (Leslie Mann y Rodrigo Santoro) frente a los malvados de turno, que incluyen desde animalitos (el papagayo Nigel que busca venganza y la rana venenosa Gabi) hasta mercenarios y depredadores de la selva. Todo servido en bandeja, por lo tanto, para una reivindicación de la familia y la comunidad, por un lado; y para un mensaje ecologista y políticamente correcto en favor del cuidado del medio ambiente y el respeto por la diversidad de la naturaleza salvaje, por el otro. El director Carlos Saldanha (vinculado a la primera entrega y también a la aún más exitosa franquicia de La Era de Hielo) hace las cosas con profesionalismo absoluto: colores impactantes, un fascinante diseño concebido para el despliegue de los efectos 3D, mucha música (desde temas interpretados por Carlinhos Brown, Sergio Mendes y Milton Nascimento que combinan samba y hip hop hasta covers de temas populares como I Will Survive de Gloria Gaynor) y esa alegría un poco forzada que Brasil ha sabido exportar al mundo. Hay escenas a puro vértido de esas que devuelven el precio de la entrada (como un viaje en bote por un río torrentoso que desemboca en una catarata), coreografías para quienes gusten de los números musicales y un humor omnipresente que en muchos casos no funciona demasiado bien. Hay bastante de fórmula y piloto automático en el desarrollo de la trama, pero así y todo el resultado (sobre todo en términos de una animación deslumbrante) es poco menos que incuestionable.
Hay películas que tienen tanto que no les importa desperdiciar. Rio 2 desperdicia personajes, música y los colores más variados y llamativos. Con el éxito global que fue la primera (del director, brasileño, de varias La era de hielo) no hubo en esta secuela muchos límites a la hora de gastar en animación, en un reparto multiestelar para las voces, en canciones, en lo que fuera. Por eso la pena es doble, o triple, al ver a los personajes que deambulan en una sucesión de secuencias que no se integran. La definición de película-trailer podría aplicarse a Rio 2, pero no sería exacta. Para ser una película-trailer cada pieza debería tener conciencia de la totalidad, y aquí estamos ante otra cosa: la película parece recomenzar a cada rato, con lo cual nada se arma, nada se suma, nada permanece. La falta de emoción se hace notoria. Los motores de la narración son apenas puntapiés argumentales que nunca se amalgaman. Para ejemplo basta ver la presentación del malo (o del malo humano): un señor que es malo porque, bueno, odia la selva y además quiere convertirla en madera, un personaje que es apenas una tuerca en un mecanismo. Sin identidad, está ahí para que el ecologismo salga gratis: ese señor es malo, la ecología es buena. El plano en el que se nos deja saber que su mono mascota es malo es de una haraganería notable: una de esas imágenes pueriles que muestran una mueca que nos señala una mera información maniquea. La cacatúa vengativa Nigel (interpretada por Jemaine Clement, de Flight of the Conchords) es claramente el personaje que se destaca, por el trabajo en los matices vocales y porque le toca el mejor número musical con una versión creativa de "I Will Survive". Pero salvo ese momento cuesta encontrar efectividad en los chistes -si hasta parecen meras pausas-, cuesta ver algo de gracia genuina, cuesta dejarse llevar. El relato se pierde entre múltiples adornos y concesiones para vender algunas entradas más, como un partido de fútbol que se injerta y se define con una arbitrariedad que provoca escozor. El éxito de la primera Rio podría haber dado alas a Saldanha y compañía para hacer algo mucho menos mecánico con este viaje al Amazonas de Blu, Jewel, hijos y amigos. No estamos pidiendo una maravilla oscura y poco exitosa como Babe 2 ni una maravilla exitosa como Toy Story 2. Ni nos rasgamos las vestiduras ante las películas hechas para ganar mucho dinero. El problema con Rio 2 es que quiere ganarlo sin contarnos ningún cuento que nos haga soñar, emocionarnos o divertirnos. Es especialmente frustrante ver tantos simpáticos pajaritos de colores animados con la mejor técnica desperdiciados en una narración que desconoce por completo la noción de cohesión, y que incluso como relato episódico carece de variaciones, osadía, sorpresa y gracia.
Apenas una superficie de colores brillantes Rio 2 no es otra cosa que el previsible regreso, en más de un sentido, de los personajes creados por el director brasileño Carlos Saldanha para su exitosa película Rio (2011), ambientada en la “exótica” ciudad carioca y producida por los poderosos estudios Fox. En primer lugar porque desde hace un tiempo el cine infantil se ha convertido en un espacio de franquicias eternas, aunque ésta es una costumbre (o vicio) que abarca casi todos los rincones del cine industrial. El caso de La era de hielo, serie también producida por Fox, es emblemático: recaudó con la película original 383 millones de dólares, duplicando ese número en su segunda entrega cuatro años después, llegando casi a triplicarlo en la tercera, de 2009. Según esta lógica empresaria, Rio 2 debería (y necesita) superar los casi 500 millones que hizo la primera parte y ése es el único objeto que parece justificar su existencia. Es que esta segunda también es predecible en lo narrativo. Construido sobre una base demasiado esquemática, tanto en la progresión de los hechos y circunstancias que motivan la acción como en la creación de nuevos personajes, el guión de Rio 2 parece obra de un software de escritura automatizada. Así de rígido y reiterado es todo. No por nada la historia recuerda en sus detalles a productos similares (incluidas las cuatro entregas de la mencionada La era de hielo, en la que el propio Saldanha también fue director), o a situaciones ya vistas en otras películas como La familia de mi novia (Jay Roach, 2000), a cuyo cuarteto de personajes principales parecen remedar los protagonistas de Rio 2. La pareja de guacamayos azules de la primera película, últimos ejemplares de una especie casi desaparecida, debe viajar ahora al Amazonas, donde al parecer acaba de avistarse a algún otro de su especie. Allá descubrirán que una bandada de los suyos ha sobrevivido a la extinción ocultándose en un santuario natural, fuera del alcance humano. No será una sorpresa enterarse que el jefe de la bandada y su mano derecha son el padre y el ex novio de ella. El juego de reemplazar a los cuatro guacamayos por Ben Stiller, Teri Polo, Robert De Niro y Owen Wilson es muy sencillo. Aunque la animación es inobjetable, también debe decirse que el film realiza una representación muy primaria de aquellos lugares comunes por los que puede identificarse al Brasil. Si en la primera el Carnaval ocupaba el centro de la escena, acá ese lugar le queda, de manera no menos previsible, al fútbol: ¿qué otra cosa podía ser en el año del Mundial? Creada y dirigida por un brasileño, Rio 2 podía aspirar a algo más de profundidad y no este quedarse en una superficie de colores brillantes, en donde hasta las favelas son de un pintoresquismo for export y no uno de los lugares más miserables y peligrosos del mundo. En medio de todo eso, el mensaje ecologista representa la no menos esperable corrección política y no mucho más.
Música y colores para un rato Las nuevas aventuras de los pajarracos animados los vuelve a encontrar en Brasil para el despliegue de un universo natural donde conviven y sortean las amenazas al planeta. No hay grandes misteRíos detrás del éxito de Río y tampoco lo habrá detrás de Río 2. Brasil se ha vuelto un punto clave para el cine y el deporte mundial en estos últimos años. Hollywood claramente elige sistemáticamente este país para ambientar sus películas o para colocar en ellas puntos clave de las historias. Algunos directores nacidos en Brasil han logrado hacer carreras de fama mundial también. En el caso de los dos films de Río el espíritu de Brasil es todavía más fuerte que en otras producciones. No sólo por la importancia del país en todo el imaginaRío y el argumento, sino que hasta el experto en animación que dirigió ambas es también originaRío de dicho país. Carlos Saldanha dirigió los primeros tres films de La era del hielo y también Robots. Aunque su cine no pasa para muchos de la medianía, hay que decir que ha sabido tener mucho éxito con sus películas. Río vuelve con los personajes de la primera entrega y los embarca en una nueva aventura llena de sorpresas. El despliegue de colores y música que fue el punto más fuerte del primer film se repite aquí con fuerza y sin duda es su mayor encanto. Un viaje al corazón de la selva amazónica será también la excusa para conseguir que la paleta de colores y los bellos fondos tengan un protagonismo indiscutible. Pero también hay que decir que no hay mucho más detrás. Al parecer solo Pixar y Disney consiguen, en mayor o menor medida, darle a los films de animación norteamericanos ese toque extra que las convierte en obras mayores. Pero a su vez fuera de ese ámbito poderoso se respira un poco más de humor absurdo y disparate, algo que también le sirve al cine de animación y al cine en general. En Río y también en Río 2 el humor absurdo juega un papel clave, sin tampoco pasarse de osadía, claro está. Finalmente, y con derecho, un film ambientado en el Amazonas no puede pasar por alto conceptos ecologistas. Está bien que así sea, en tanto no parezca una bajada de línea forzada y sin sentido. Estas aves con conductas humanas siguen siendo animales y es evidente que su ambiente natural está amenazado. Tal vez esa es una idea no del todo aprovechada, los pájaros y los humanos son lo mismo: habitantes de un planeta amenazado. Pero siempre Río 2 se mantiene a una prudente distancia de las ideas complejas. Tal vez ese sea su encanto y su límite.
Fiesta carioca con aire Broadway Volvió a la pantalla la parejita de ararinhas azules, acá rebautizadas como guacamayos, él siempre pegado a las herramientas y comodidades de la civilización, ella muy cambiada, dulcificada (se nota que el matrimonio le hizo bien), pero siempre inclinada a la vida salvaje. Ya tienen tres hijos, y está en discusión la vida que han de llevar. Justo ahí, una noticia parece decidirlos. Como sabemos, se los consideraba casi únicos en su especie. Pero ahora la parejita de humanos (la chica de Minnesota y el ornitólogo carioca) ha encontrado evidencias de más guacamayos azules en una zona perdida del Amazonas. Pues bien, allá va nuestra familia. Allá van también el canario y el cardenal, buscando nuevas voces y talentos para el espectáculo. Allá están los buenos, soñando convertir esa zona en un santuario de aves. Pero también va el peligroso dueño de una empresa de desmonte, para quien lo del santuario suena sacrílego. Y encima se agrega el vanidoso y "shakespeárico" cacatúo australiano, ansioso de venganza. Lo acompañan una rana venenosa y un oso hormiguero bailarin de tap. ¿Más peligros? Si: los mosquitos, las víboras, un suegro y un competidor canchero. Quien no sufre peligro alguno, es Carlos Saldanha, el director de estas películas. Si alguien le dijo que las segundas partes nunca son buenas, él demuestra lo contrario. "Rio 2" no tiene las sorpresas ni el encanto de la primera, pero tiene igual simpatía, humorismo, ingenio, colorido y riqueza musical. Claro, se trata de música brasileña a la norteamericana, y los grandes números coreográficos parecen una especie de sambódromo a lo Busby Berkeley, pero suena lindo, y los números tienen todo el despliegue de un Año Nuevo en la playa de Río, un festejo en la selva, o un final "por toda la compañía". Amén de un número a lo musical de Broadway a cargo de la ranita, y otra sorpresa a cargo del cacatúo. Y un partido de fútbol en el aire, una batalla campal contra los depredadores humanos, digna de algún cuento de Horacio Quiroga, y otras atracciones. Cabeza de animación, Joseph Antonuccio, el mismo de la primera. Argumento inicial, Don Rhymer, a cuya memoria está dedicada esta película. La anterior estaba dedicada a la madre de Saldanha.
Salven a los loros De Río al Amazonas: en la nueva entrega de la aventura infantil/turística, Carlos Saldanha traslada la acción a la selva, le sube el volumen a la samba y refuerza el mensaje ecologista. Como la inmensa mayoría de las películas infantiles de esta década, Río tiene su secuela. La historia de amor entre Blue, un pájaro de Minnesota y Jewel, de Brasil, que se corona en el final de la primera parte, dió como resultado tres hijos, que perpetúan la especie al borde de la extinción. Sin embargo, las diferencias entre ambos se mantienen: mientras Jewel desayuna nueces, Blue come hotcakes. Blue es un pájaro yanqui, aburguesado. Sus hijos también: miran tele, escuchan música en iPod, actividades más bien excéntricas para ser pájaros. En eso, en la televisión aparecen Linda y Tulio, los ornitólogos que cuidaron de la pareja de pájaros en la primera parte, con una noticia: parece que en el Amazonas hay más guacamayos azules, por lo que ellos dejarían de ser los últimos de la especie. Ansiosa por la noticia, Jewel agarra a su familia y se los lleva al Amazonas, a ayudar a los científicos (notablemente parecidos a la pareja que protagoniza las publicidades del banco) a salvar a su especie. Por supuesto, en la aventura los acompañarán Nico y Pedro, pareja de pájaros artistas que van al Amazonas a buscar nuevos talentos para el carnaval. Al igual que la primera parte, la apuesta fuerte de Rio 2 (2014) son los musicales: samba, hip hop, y hasta ópera se mezclan con referencias que van de Flashdance a Miley Cyrus, en medio de un remolino de colores y vértigo tridimensional. Sin embargo, por momentos parece que Carlos Saldanha abusa del recurso, y no hay sensación más opresiva para el espectador que tener que hacerle frente a una canción cuando la última pasó hace menos de tres minutos. Al llegar al Amazonas, el grupo se encontrará con una sorpresa: los guacamayos azules son muchos más de los que esperaban, y entre ellos está Eduardo, el padre de Jewel. A partir de allí, la trama se divide en dos: por un lado aparece el drama familiar símil La familia de mi novia debido a la imposibilidad de Blue- pájaro de costumbres, digamos, urbanas – para encajar con la tribu. Por otro, el drama ecológico, con los malos talando árboles. Aunque no esté a la altura de su antecesora, Rio 2 despliega una interesante cantidad de recursos de animación que, sumados a la música, hacen que uno quiera pararse de la silla y empezar a bailar samba. Esperemos que Carlos Saldanha no repita lo que hizo con la saga de La era de hielo 2 (cuatro películas, y una quinta anunciada para dentro de unos años) y deje descansar en paz a sus personajes cariocas. Porque hoy en día, la extinción no es la desaparición de las pantallas, sino la sobreexposición. Pregúntenle a Shrek si no me creen.
En esta segunda parte de la que fuera gran éxito de taquilla en 2011 nos reencontrarnos con la pareja de guacamayos azules, ahora con una familia asentada y numerosa, que vive demasiada humanizada en el parque natural de Río de Janeiro. Tras un descubrimiento por parte de sus dueños de una colonia de guacamayos azules en el Amazonas, Blue y su familia deciden emprenden un viaje rumbo a plena selva amazónica para intentar ayudar a sus dueños y encontrarse con los otros ejemplares de su especie. Aventura en la que también se embarcaran sus amigos, Rafael, Nico y Pedro, y a la que luego se sumarán varios enemigos. Rio 2 decide ajustarse lo más fielmente posible al modelo que funciona en taquilla, nutriéndose de una historia muy sencilla y predecible, personajes arquetípicos y un diseño de producción espectacular, que explota al máximo el colorido diseño de los personajes y el Amazonas como escenario principal, cediendo el protagonismo a un festival de sensacionales coreografías al ritmo de samba y bossa nova compuesta y producida por John Powell (Cómo entrenar a tu dragón). Incluyendo un espectacular homenaje coreográfico al mejor estilo Broadway a ''Priscila la Reina del Desierto'' y las inolvidables películas de Esther Williams, la sirena de Hollywood. Y respecto al diseño de producción resultan curiosas las similitudes visuales con Avatar, de James Cameron, tanto en el espacio que ocupa la comunidad de guacamayos (los cañones con las cascadas, las flores colgantes de color rosa) como el espectáculo que brindan las aves azules durante sus vuelos. A diferencia de Río, donde los personajes humanos conformaban el punto más flojo (tanto técnico como en desarrollo), esta segunda parte opta por deshacerse bastante del universo humano para explotar a fondo el carisma de los mejores personajes de la saga y proponer nuevas e ingeniosas incorporaciones. Un trío de villanos adorables conformados por un oso hormiguero mudo que tiene los mejores gag de la película, junto a una rana venenosa y coqueta perdida de amor por Nigel, la malvada cacatúa de la anterior entrega que pareciera salir de una obra de Shakespeare y jura venganza hacia Blue, se suman a la presentación de todo tipo de personajes secundarios carismáticos en una especie de audición en la selva para el Carnaval de Río, siendo éste uno de los momentos cómicos más inspirados de la película. A lo largo de la trama se plantean varios temas, como la salvaguarda de la naturaleza, la típica relación conflictiva entre suegro y yerno, la civilización versus naturaleza y los celos e inseguridad de un macho que ya no es el único de su especie, pero todos tratados muy superficialmente. Con un argumento totalmente entendible por los más pequeños, en definitiva a quien va dirigido, y un gran despliegue técnico y visual, Rio 2 resulta una película simpática, dinámica y entretenida con un toque ecológico y humor demasiado infantil, donde las coreografías y la música son protagonistas absolutos.
Vuelo bajo Los protagonistas de esta historia, Blu y Perla, se encuentran ahora en una reserva protegida junto a su familia -en Río de Janeiro-, mientras quienes los rescataron están en la Amazonia intentando hallar más especies de guacamayos. La pareja de aves decide aventurarse al encuentro de sus amigos y es así como descubren que no son los únicos de su especie. Se presenta así el conflicto entre quien se crió en la selva y quien creció rodeado de humanos, y todo en el Amazonas le es novedoso. A diferencia de la primera entrega, donde la trama era original y la moraleja se presentaba con sutileza, en esta oportunidad la fórmula resulta demasiado tosca, los animales se comportan de forma humanamente burda y la moraleja es obvia y poco profunda. Es muy naif mostrar a un solo individuo como responsable de la tala de árboles y destrucción de todo un ecosistema, y a dos personas y un conjunto de pájaros como únicos salvadores. Basta comparar el relato con el filme anterior para notar que aquel conflicto era verosímil, dentro de lo que es una propuesta que pretende crear conciencia medioambiental. Al final, el filme parece una excusa para poner a los bichos a bailar y cantar casi como gag humorístico excluyente, pero sin lograr ser todo lo entretenida que se propone.
La primera escena de Río 2 ya nos marca la identidad del film: una maravillosa fiesta de fin de año en las playas brasileras con una explosión de colores y música que tanto caracteriza al feliz (a veces hasta demasiado) pueblo carioca. Allí en medio de la multitud están Blu y Perla , los eternos enamorados jurándose amor eterno. Pero no están solos ya que han formado una familia compuesta por ellos dos y tres pichones de guacamayos azules : Carla ,Tiago y Bia. Juntos han logrado que la amenaza de extinción de su raza se desdibuje. Aunque tal vez el costo sea polémico: Blu está tan aburguesado como cómodo en su nueva vida y casi ha perdido todo instinto salvaje, es por ello que cuando Perla escucha la noticia que se han descubierto una parvada de guacamayos no lo duda: es hora de una excursión familiar Así es como parten junto hacia una nueva aventura familiar, pero no estarán solos en esta travesía sino que los acompañarán Nico y Pedro quienes tratarán de buscar nuevos talentos en la selva amazónica. Una vez que todo el grupo llegue allí un nuevo mundo se abrirá para ellos: la vida silvestre y la inserción en la comunidad serán el tópico imperante. Perla se reencuentra con un viejo amor y con su padre, a la vez que Blu deberá adaptarse a una vida sin tantas comodidades. Sobrevendrán escenas de casting al mejor estilo American Idol ( con una hilarante escena homenaje a los musicales con guiños a Flashdance a cargo del histriónico Nigel) , partidos de futbol y escenarios donde el colorido y la música darán un espectáculo divertido para la familia con gran despliegue visual Carlos Saldanha nos entrega un producto de factura impecable que respeta todos los elementos del género de animación, tal vez sin aventurarse demasiado en encontrar guiños para el público adulto. Una interesante banda sonora a cargo de Carlinhos Brown, Bruno Mars, Sergio Mendes , Milton Nascimento , Janelle Monáe completa esta interesante oferta para el público infantil. A su vez diversas subtramas ayudan a que el relato fluya: el amor imposible de Nigel y Gabi, la venganza de Nigel hacia Blu , el triángulo amoroso entre Blu, Perla y su viejo amor Roberto todo suma a la hora de dar un vértigo narrativo al relato. Como Blu Rio 2 abre sus alas para permitirnos dejar las pesadas urbes y alejarnos aunque sea por un rato de la rutina adentrándonos en un universo de color y fantasía. Sin olvidar que todo ese universo natural está siendo amenazado día a día por la avaricia del hombre y su falta de respeto por la naturaleza. Tal vez todos los niños que hoy son testigos de esta historia familiar plumífera aprendan a respetar el planeta de una forma más activa y eso ya es un gran aporte que el cine está realizando al futuro.
Vuelven los pajaritos de Blue Sky Studios a la pantalla grande para una segunda aventura, ahora vamos a pensar si esta secuela era necesaria. Brasil, Próximo Mundial. En Rio 2 nos encontramos con Blu (voz de Jesse Eisenberg) y Perla (voz de Anne Hathaway) ya en pareja y con tres adorables pequeños, cada uno con una personalidad muy diferente. Ellos viven tranquilamente en Rio de Janeiro después de la gran aventura que les resulto la primer película. En paralelo Tulio y Linda se encuentran en el Amazonas liberando una especie que rescataron, pero sin querer se encuentran con ejemplares de la raza de Blu y Perla que creían que estaban extintos. Al enterarse de esto a través de las noticias Perla convence a Blu de llevar a los pequeños al Amazonas y ayudar a Tulio y Linda a buscar a su familia y su lugar en el mundo. Mientras tanto aparece nuevamente Nigel el pajarraco enemigo de la pareja en la primer entrega y se le suman a él dos personajes muy particulares que lo ayudaran en su venganza, un oso hormiguero y una ranita venenosa llamada Gabi. La película arranca bien arriba, mucha música y secuencias multicolores que se disfrutan muy bien con el 3D, si el film está en 3D obviamente, estas secuencias nos van a mostrar que paso con los personajes mientras no estábamos cerca. ¿Pero que podemos decir realmente de la historia que encierra esta película? Mejor bueno conocido. Rio 2 peca por conocido, aunque sea una historia para los mas chiquitos. Cuando estaba viendo la película me dió la sensación de que esto ya lo había vivido, era como un deja vu, pero no por lo previsible sino porque el film utiliza una estructura muy parecida de dos películas. La parte cómica de “La Familia de mi Novia” (Meet the Parents, 2000) y la parte dramática de Avatar, otra película con mucho 3D del genio James Cameron. La parte cómica está obviamente cuando Blu tiene que conocer a la familia de Perla y tratar de encajar en esa estructura (Blu tiene mucho de Ben Stiller en aquella película del 2000 y en consecuencia mucho del gran Woody Allen) y la parte dramática esta dada por la deforestación del Amazonas que los personajes tienen que detener. El punto alto de Rio 2 está en su arte, las tecnologías 3D han aumentado considerablemente, tanto en la parte de los fluidos (agua, barro, etc) así como el pelaje de todos los animales. Todo es muy cuidado y cada cuadro es mas colorido que el anterior, una cosa muy importante cuando se trata de un film que va a dirigido al publico mas pequeño. Conclusión Rio 2 definitivamente no es una gran película, inclusive tiene algunas partes aburridas, la mejor parte definitivamente es cuando Blu juega al fútbol para ganar el territorio en la selva, los mas pequeños la van a disfrutar, pero no te olvides a la hora de sacar la entrada de que quizás en algún momento de la película digas esto ya lo vi y la verdad no lo quiero ver de nuevo.
La segunda mejor que la primera Segundas partes, a veces, son mejores, y la secuela de Río lo demuestra. Montándose, eso sí, en el éxito y los personajes de aquel éxito suyo de 2011, el carioca Carlos Saldanha -responsable también de la saga de La Era de hielo- sorprende gratamente con una historia llena de subtramas, que irán congeniando y aunándose. Y que revela que aquí no subestimó la inteligencia de los más chicos con una historia lineal. Todo lo contrario. El protagonista es el mismo guacamayo azul de la primera, Blu, que tuvo tres hijos algo traviesos con su mujer, y que en familia dejarán la costa de Río de Janeiro hasta adentrarse en el Amazonas, donde la pareja de científicos que los había cobijado parece que encontró más pájaros de su especie perdida. Como saben hasta los más pequeños, toda segunda parte se basa en una venganza, y aquí está el papagayo desairado en la primera, ayudado por un oso hormiguero y una rana presumiblemente venenosa, pero habrá más malvados -la tala del Amazonas no podía faltar-, y muchos personajes coloridos, caminen en dos o cuatro patas o vuelen. La proyección es como una fiesta de imagen y sonido, con una banda musical bien brasileña, que incluye a Milton Nascimento y Sergio Mendes, entre otros, mucha alegría y, claro, en el año del Mundial de Fútbol en Brasil, alguna disputa que se dirima en un partido animal. El mensaje ecologista no entra a la fuerza, sino que acompaña la historia, y son tantos los personajes que rodean a la familia que siempre hay espacio para un sorpresa o una nueva broma. Un tema aparte es el doblaje, con modismos y acentos que no dejan de alejar en vez de aproximar a los personajes al público. Pero los ganchos son tantos, incluido un 3D muy bien aprovechado, que bien podemos esperar la edición en DVD para escuchar a Jesse Eisenberg, Anne Hathaway o Andy García.
El regreso de esa famosa y querible pareja de Blu y Jewel, en otro ámbito, abandonar Río para que sus chicos conozcan el Amazonas, una selva que incomoda a Blu: la gran sorpresa es descubrir a su suegro, que lo desprecia, y a muchos de su especie. La película tiene un despliegue técnico increíble, con escenas de vértigo, muy buena música y musicales y un mensaje ecológico políticamente correcto. Pero por sobre todo, está la diversión y el placer.
Río 2 es entretenida y los chicos la van a pasar muy bien con los colores y la música de la película. Pero la realidad es que en un análisis de padre hay que decir que está por debajo de la original. Desde el vamos de "Río" tiene sólo 10 minutos, y todo el resto pasa en el Amazonas. Pero además el malo de la anterior tiene poco peso y hasta es injustificable que aparezca porque luego la maldad viene por otro lado. No me parece una secuela sólida por esos dos aspectos del guión en si. Pero en cuanto a la producción general es impecable y está muy bien como entretenimiento general. Claramente va a suceder lo de siempre con las secuelas, que como el personaje ya está instalado genera mucha más atención de los chicos por ir a verla. Pero como historia prevalecerá en sus memorias la primera entrega por sobre esta nueva.
Los tópicos del carnaval, el futbol y la música de samba, están presentes y harán las delicias de grandes y chicos. RIO 2 aprovecha el éxito de la primera, pero no se conforma con ser una mera secuela para facturar, redobla la apuesta y va por más. Con un claro trasfondo ecologista, con referencias a la conservación de las especies y los peligros de la deforestación, esta secuela vuelve a valerse de los coloridos personajes de la original, la cautivante banda de sonido, que fusiona con pericia el ritmo carioca con el hip hop, rap y la música industrial americana y sobre todo el carisma de sus protagonistas, pájaros cargados de alma. Y si la familia de guacamayos cautiva por su impronta, también merece un párrafo aparte PEPILLO un villano de antología, una cacatúa shakesperiana, que traba relación con una ranita venenosa que se luce en cada secuencia que lo toca interpretar. Para espectadores grandes, medianos y chicos.
Espíritu de esta selva Sin dudas los más de 480 millones de dólares de recaudación de Río en el 2011 dejaban ver que la secuela de este film que cuenta con la dirección de Carlos Saldanha era inevitable. Y ahora, el futuro llegó y Río 2 ya está en el cine más cercano de tu barrio (?). Blu y Perla terminaron juntos en la primera entrega y ahora comienzan la segunda con tres pequeños guacamayos en la hermosa y colorida Río de Janeiro. Todos parecen felices allí, asentados en la gran ciudad brasilera y aprovechando las instalaciones que han construido Linda y Roberto. Si bien Blu ahora vuela y se parece más en su comportamiento a un lindo loro (Randolf Mc Clain dixit) que a un gato con plumas, sigue con sus costumbres de “loro de ciudad”. Preocupada porque esos hábitos sean traspasados a sus hijos (de hecho ya los tienen) su pareja cotorra propone que todos vayan de viaje al Amazonas. “No somos personas, somos aves” exclama la buena de Perla. Y tiene razón, entonces el pájaro que podría ser la mascota de Jake Sully en las secuelas de Avatar y su familia deciden emprender el viaje hacía la selva brasilera en búsqueda de más guacamayos azules y para que de paso sus hijos aprendan a vivir como como auténticas aves. Cuando llegan a destino, guiados por un GPS que Blu lleva en su monona riñonera, se encuentran con cientos de su especie que son liderados por el padre de Perla. Albricias, la familia reunida delante del televisor para disfrutar de un programa de Discovery Channel. Ah, no… En la selva no poseen las comodidades “humanas” del parque ubicado en la carnavalesca ciudad del Cristo Redentor y de hecho las prohíben. Entonces Blu deberá acomodarse a los nuevos estándartes de vida que llevan ese grupo de loritos: comer barro en lugar de potentes waffles, levantarse temprano, obedecer al patriarca loro, odiar a los humanos y demás cosas que alteran su estadía en la selva. La cuestión no es solamente que el pájaro que vino de Minnesota consiga instalarse y ser feliz porque las verdaderas amenazas para la tropa de guacamayos son la vuelta del cacatúa Pepillo (Nigel en el idioma original) dispuesto a todo por vengar su “accidente” de la primera parte y un malvado humano, de nulo desarrollo y explicación, que se encuentra talando los árboles del amazonas. El laburo de Carlos Saldanha, creador y director de las tres primeras partes de la exitosísima saga La Era del Hielo, es de una pereza llamativa. Sí Río 2 funciona es en parte por un puñado de gags (las tortugas haciendo capoiera es genial), por alguna que otra pieza musical (la que abre el film y la tan graciosa como potente I Will Survive) y principalmente por las apariciones de esa cacatúa de voz rasposa llamada Nigel. No hay un enemigo sentible, el Big Boss (que no es Bruce Springsteen, o sea cualquiera!) no posee ningún tipo de ilustración a su cometido. ¿Cuál es su motivación, qué lo llevó a arrasar la selva y ser tan malo? Sin desarrollo de su personalidad se hace imposible sentir el peligro que acecha en la selva. Después las coreografías musicales son vistosas, tienen unos colores hermosos y un buen vértigo en las piezas de baile, pero terminan resultando totalmente estériles ante la flojera narrativa en su invocación por parte de Saldanha. El suceso de la primera parte le dio alas a Saldanha, pero apostó por emperifollar su producto con más números musicales, más “alegría brasilera” (terriblemente impostada), más un partido de fútbol que es originado y concluido torpemente, dejando a Río 2 como una fórmula sin cohesión. Sí no fuera por las apariciones del groso de Pepinillo, un par de canciones, los bellísimos colores y algún que otro chiste que funciona con efectividad el resultado sería catastrófico. El éxito está asegurado de esta secuela pero podrían haberlo generado con una película que tuviese un mínimo espíritu de osadía, sorpresa o gracia.
Rio 2 es una gran secuela. La historia tiene un contenido ecologista, pero sin exagerar. A lo largo del filme hay momentos muy entretenidos, humor, acción, buenos mensajes y una galería de personajes secundarios que renuevan la saga. Hay un mensaje ecologista, pero sin bajada de línea; hay una intencionalidad por mostrar el paisaje humano y geográfico de Brasil, también; pero, básicamente, Rio 2 es una gran película de aventuras, con muchos toques de comedia, que pueden disfrutar los grandes y los chicos. En el primer filme, el guacamayo Blu dejó de ser una mascota “humanizada”, se sumergió en la naturaleza salvaje de Brasil y en el color del carnaval de Río de Janeiro, aprendió a volar y a encontrar el amor con Perla, el último ejemplar de su especie. Ahora, él ya está casado y tiene tres hijos (Bia, Carla y Tiago), y aunque creen que están llamados a ser los que preserven a los guacamayos de la extinción total, la realidad les mostará algo muy distinto cuando se internen en el peligroso Amazonas, amenazado por los que talan árboles. Tampoco entre las aves los matrimonios parecen perfectos y aparecen las diferencias entre Blu y Perla: él no pierde las mañas y le enseña a sus hijos cosas de humanos; a ella le tira más la libertad y el salvajismo. Es por eso que ella le plantea una aventura, un viaje, un contacto cercano con la naturaleza lejos de la gran ciudad. Lo que allí van a encontrar es una sorpresa, algo que los llevará a vivir una aventura que no da respiro, con situaciones humorísticas exquisitas, personajes exagerados en sus características que funcionan con pinceladas eventuales (hay dos tortugas que se reservan un par de gags muy eficaces) o con los que tienen un protagonismo mayor (aunque Blu y Perla sigan siendo las estrellas). El eje del mensaje ecologista es permanente, pero no hay bajada de línea y funciona en el marco de un argumento que en realidad está centrado en las relaciones humanas (aunque en piel y pluma de pájaros), desde el matrimonio (el mensaje “esposa feliz, vida feliz” queda claro en su intencionalidad) a la relación con los hijos, los romances, o cómo educar a los pequeños. Nada que decir de la impecable factura técnica, algo que ya es parte de un estándar de la industria de animación internacional que se perfecciona hasta los detalles más pequeños pero que ya no sorprenden. El Brasil turístico, el Brasil salvaje, el Brasil cultural, están retratados como una pintura perfecta, con imágenes encantadoras y realistas. Pero sobre todo Río 2 tiene condimentos para convertirse en un exitazo por su historia divertida y con momentos de buena acción, que puede disfrutarse con toda la atención del espectador y no sólo con una mirada a vuelo de pájaro.
Retomando los personajes de su primer largo en solitario, el realizador Carlos Saldanha decide redoblar la apuesta gráfica aunque no invierta demasiado en historia. Pero la verdad es que no hace demasiada falta: algo bueno se logró y es que los personajes vivan por sí mismos, que nos parezcan interesantes y queramos seguirlos sin importar a dónde vayan. En este caso, la película es la historia de la familia de Blue (él, su pareja y sus hijos) en viaje por el Amazonas. El primer contraste es –nuevamente– entre lo urbano y lo selvático. Luego aparece el suegro de Blue, que es en sí mismo un gran personaje, y en base a estos elementos se construye una trama que, si bien previsible, no deja de atraernos durante todo el metraje. Porque la cuestión no es qué se narra sino cómo, y Saldanha y su equipo han decidido redoblar la apuesta humorística e inventar todo lo posible en el campo de lo visual. Uno de los grandes triunfos de la película –que en otros sentidos es ligera y liviana como una pluma– consiste en la inventiva, en contagiarnos el ritmo con secuencias diseñadas especialmente para ser vistas en 3D, como si la nueva tecnología redescubriera el viejo musical. Son momentos al mismo tiempo cómicos y abstractos, donde la emoción proviene de la pura forma, y los que realmente justifican el film. Hay además bastante humor “para adultos” (una asignatura obligatoria en la animación de hoy) pero es casi un agregado cosmético. Lo mejor es el color.
Para toda la familia, esta segunda parte que supera a la primera. Vuelven a la pantalla grande los guacamayos azules que debutaron con la primera parte en 2011: Blu (Jesse Eisenberg) y Perla (Anne Hathaway). Ahora este simpático matrimonio tiene tres hijos muy traviesos. Una gran fiesta de fin de año, samba, lindas canciones, fuegos artificiales, baile, coreografías, mostrando la gran ciudad, las playas como Copacabana, el Pan de Azúcar, el Cristo Redentor y lugares emblemáticos; todo lleno de color, mucho ritmo, un carnaval constante, humor, varios gags y nunca decae. Blu se siente muy cómodo viviendo en la casa de los ornitólogos Linda (Leslie Mann) y Tulio (Rodrigo Santoro), pero Perla comienza a sentir que necesitan organizar algunos cambios, para sacar a sus tres hijos de algunos vicios, Carla (cantante/actriz/comediante Rachel Crow) la mayor, es adicta a la tecnología y quiere su espacio; la estudiosa Bia (Amandla Stenberg de “The Hunger Games”) quien vive con su pico en un libro y a la que le gusta parlotear hechos y cifras, justo como su padre y el más joven y revoltoso Tiago (Pierce Gagnon),quien considera que ya es hora que se relacionen con la naturaleza. Esa posibilidad se la da cuando salen en el noticiero los científicos Linda y Tulio, dicen que hay guacamayos azules en el Amazonas, y todos deciden trasladarse para reencontrarse con su especie y lo hacen junto a sus amigos (Rafael, Nico, Pedro y Luiz). Pero ellos no están solos, los siguen con sed de venganza La cacatúa vengativa Nigel (interpretada por Jemaine Clement, de”Flight of the Conchords”) despreciado en la primera parte, ayudado por un oso hormiguero Charlie es mudo pero baila tap, genial y una rana venenosa Gabi (Kristin Chenoweth), enamorada perdidamente de Nigel, además un humano malvado acompañado por su mono que junto a otros quiere destruir el Amazonas talando árboles. Una vez allí Perla se reencuentra con su familia, la cual creía perdida, su padre Eduardo (Andy Garcia), muy rígido y a quien no le gusta la amistad con los humanos, Tía Mimi (Rita Moreno), Roberto (el cantautor-productor musical Bruno Mars), un viejo amigo de la infancia de Perla, entre otros y a medida que corre la cinta surgen distintos conflictos. El film contiene un claro mensaje ecologista, sobre el cuidado del medioambiente y la familia. Es visualmente esplendoroso viendo: los árboles, las plantas, cataratas y animales del Amazonas, mucho más colorida que la anterior, mucha samba y bossa nova, un gran despliegue, el buen uso del 3D aporta nitidez de imágenes, claridad, varios efectos para el espectador, entre otros. Todos sabemos que se acerca el Mundial por lo tanto no puede quedar afuera, aquí se ve una batalla entre los guacamayos azules y loros rojos el líder Felipe (John Leguizamo), a través de un partidito de fútbol. La banda sonora es una combinación de sonidos brasileños y música pop contemporánea; el soundtrack presentaba un reparto musical estelar, bajo la guía del compositor John Powell y Sergio Mendes, temas como: "What Is Love"; "Rio Rio"; Beautiful Creatures"; "Ô Vida"; "Batucada Familia"; entre otros. Todo indica que se viene “Río 3” por lo tanto la aguardamos con ansiedad.
La familia se agranda El que llega a ver “Río 2” viene, generalmente, de dos circunstancias. O le gustó muchísimo “Río” o bien le hablaron maravillas de esa película y quiere saber de qué se trata la segunda. Como sea, el espectador saldrá de la sala con la sensación de haber visto una buena película de animación. Quizá el principal objetivo de Blue Sky Studios y Carlos Saldanha, el director de este filme. Aquí Perla, Blu y sus tres hijos irrumpirán en el Amazonas con el fin de buscar sus raíces, algo cansados de la vida urbana en Río de Janeiro. Al meter el pico en la selva comprobarán que no son los únicos guacamayos azules que hay en el mundo. Y allí comienza la sensación ambigua de los personajes, quizá no tan explotada por el director, pero al menos sobrevuela la trama: y es que la libertad de descubrir el costado más salvaje que tiene el hecho de vivir en medio del verde total se enfrenta con la dificultad de soportar a los parientes. Es aquí donde hay algunas perlitas de humor, que impactan mayormente en los niños, aunque uno de los platos fuertes de “Río 2” son los números musicales, especialmente “I will survive”, que deleitará especialmente a los papás. Con un inevitable mensaje ecologista, “Río 2” no alcanza el registro de calidad del guión de la primera, pero invita a irse del cine con una sonrisa. No es poco, tampoco demasiado, pero vale verla, con o sin 3D.
Después de las continuaciones de La era de hielo y la fallida Robots, la película Río se destacó en el 2011 como el proyecto más inspirado del director Carlos Saldanha. Una propuesta original que sobresalió por toda la recreación que brindaba de la famosa ciudad de Brasil y su cultura a través de la animación. Río 2 (cuyo conflicto en realidad se desarrolla en la región del Amazonas) es una secuela que fue forzada por el estudio Fox para explotar un poco más a estos personajes en los cines. No sería raro que Saldanha se hubiera hecho cargo de la dirección con el único propósito de evitar que otro realizador arruinara el recuerdo del film original que había sido un proyecto personal para él. Se nota que desde lo argumental no tuvo la misma dedicación que la primera entrega y en este caso presentaron una trama que es un collage de situaciones graciosas. El guión es un caos. Tiene demasiados personajes y no queda claro que querían hacer con el conflicto. Por momentos se concentra en brindar un mensaje de respeto a la naturaleza y luego aparecen de la nada interludios musicales y enredos humorísticos que no tienen mucho sostén argumental. Son escenas que están en la película porque algún productor consideró que podrían ser graciosas. Pese a todo, el director Saldanha se preocupó al menos en brindar un producto decente desde los aspectos más técnicos, que es donde parece haber enfocado su atención. Toda la ambientación detallada de la región del Amazonas está muy bien lograda y la fotografía de la película es fabulosa. Para los más chicos es una buena opción que funciona para entretenerlos un rato, ya que el humor está claramente orientado al público infantil. Con este film me quedó la sensación que el director Saldanha remó la secuela por compromisos comerciales pero no le puso la misma pasión que a su proyecto original. Río 2 si bien es una película que tiene sus méritos en los aspectos visuales, frente a estrenos de animación recientes como Lego o El Señor Peabody y Sherman, resulta una propuesta menor.
Samba ecologista Río 2 es el caso de una película que de alguna forma hemos visto con otros personajes una innumerable cantidad de veces. Parcialmente conocemos estos conflictos y la forma en que se van a desarrollar, todo transmite una sensación de deja vú hasta avanzada más de la mitad de la película, cuando hay un cambio brusco en la temática y en el personaje de Blu. Esta sensación que transmite el film responde a algo bastante simple: es difícil superar en una secuela a los conflictos de identidad y superación que tenía el protagonista en la primera parte que, sin ser tan redonda, fluía en su desarrollo con naturalidad permitiéndose una analogía ingeniosa entre el amor y la capacidad de volar del personaje. Carlos Saldanha, que indudablemente es un director con talento más allá de resultar irregular, cae en su propia trampa al darle integridad al personaje y llevándolo a confrontar una realidad que está por fuera de sí mismo. Esto que puede resultar irónico es una de las principales faltas de la película: la integridad del personaje y su aburguesamiento llevan a que sus inseguridades en otros aspectos no sean tan interesantes. De alguna forma lo mismo sucede con Shrek, por mencionar un caso aislado donde la progresión dramática del personaje se torna chata y poco interesante en sus secuelas. Por supuesto, no se habla de la segunda parte, que aún conserva un timing y un conflicto que se enlaza directamente con lo que sucede en la primera entrega, sino de la tercera y la cuarta. Pero volviendo a Río, la cuestión es que el personaje ya es feliz y se encuentra afincado en Río de Janeiro con Perlita (Jewel en el original) y su familia compuesta por tres guacamayitos. Como es de esperar entre animales simpáticos antropomorfos, hay una familia tradicional con problemas ordinarios que obviamente pretenden generar empatía con el público “familiar”. Pero esta felicidad transitoria se verá amenazada cuando descubran que no son, como se planteaba en Río, los únicos guacamayos azules que quedan. Esto los llevará a la búsqueda de ese santuario oculto en el Amazonas para encontrarse con sus pares, donde encontrarán un lazo familiar que se creía perdido y serán perseguidos por el antagonista de la primera parte, al que creían desaparecido. A esto se suma la trama ecologista, que en este caso apunta a la preservación del Amazonas con un trazo muy grueso y un tanto naif (y claro, planteo todo esto entendiendo que se trata de una película infantil). Es hacia la conclusión que Blu sufre un ataque de heroísmo brusco que desvirtúa al personaje, en particular porque es un giro que no está manejado con la misma fluidez con la que, por ejemplo, el personaje emprende el vuelo al final de la primera parte. Pero por fuera del guión uno se anima a ver el singular talento de Saldanha en pinceladas como la explosiva introducción que ilustra el fin de año en Río de Janeiro (una fiesta como pocas en el mundo) o las audiciones de los animales de la selva amazónica, donde se puede ver no sólo la habilidad para el comic relief sino también para el diseño de personajes. Es en este punto donde brilla incluso más que la primera, en particular con el disparatado trío de antagonistas que persiguen a Blu por el Amazonas (genial el oso hormiguero chaplinesco). Es en el diseño y secuencias aisladas donde uno encuentra el talento de Saldanha, al que aún le falta la película “consagratoria” pero que ha demostrado en no pocas veces que es uno de los directores más efectivos cuando hablamos de animación.
Lindos colores, poca sustancia El relato está realizado con la dignidad suficiente como para no adormecer al público e incluso divertirlo moderadamente. Pero más allá de estas condiciones básicas el relato presenta poca originalidad en la propuesta, desarrollados demasiado lineales en los personajes y proliferación de líneas narrativas que lejos de sumar a la dramaticidad de la trama, la entorpecen y la desdibujan. Siendo Saldanha uno de los directores responsables de la saga La era del hielo, llama la atención la poca creatividad que ha podido volcar en el diseño de la propuesta que básicamente es un calco exacto de la película La Familia de mi Novia (con Robert De Niro, Ben Stiller y Owen Wilson). Aquí, igual que en aquel film, encontramos al héroe conociendo al padre de su pareja y develándose como inadecuado en ese mundo en que su suegro vive; también encontramos la figura de un ex-novio, que no sólo fascina a la esposa de Blue con sus habilidades performáticas y su belleza física, sino que es la mano derecha del suegro de Blue. Por otra parte, creo que hay un gran desaprovechamiento del componente exótico que se tematiza, pero que al mismo tiempo no se cristaliza en ninguna de las características de los personajes de la trama. Se extraña la presencia de buenos personajes secundarios que contrapesen la superfluidad de los caracteres que encarnan los personajes principales. En cuanto a las situaciones de conflicto que plantea el film, pienso que el relato se ha excedido en una proliferación innecesaria de situaciones, que no sólo no colaboran a la dramaticidad de conjunto, sino que da toda la impresión de que la sumatoria de los problemas que se presentan (el empresario inescrupuloso, la disputa de terreno con los guacamayos rojos) sólo se justifica como una estrategia de escape de la instancia enunciativa que aparentemente no ha sabido desarrollar ni resolver orgánicamente ninguna de las tramas en particular, y mucho menos la conjunción de todas ellas en ese apoteótico manifiesto que significa la resolución por efecto dominó (resuelta mínimamente una de las tramas, se resuelven mágicamente las restantes). Hurgando en los créditos del film se advierte que entre la saga de La era del hielo y el film que nos ocupa ha habido cambios significativos en la producción: sólo uno de los tres productores participa en esta última película animada (Donkin); Lori Forte, por otra parte, es la única productora ausente en esta última producción (ni en Río; 2011) habiendo participando de las 4 Eras del hielo. Concluir, sin embargo, que determinados rasgos (positivos o negativos) se deben únicamente a la presencia/ausencia de una persona es probablemente una hipótesis desmedida, pero no deja de ser cierto que en general el rol de los productores suele abarcar bastante más que la mera gestión de recursos, teniendo a su cargo decisiones sobre el producto que terminan finalmente influyendo -para bien o para mal- en el resultado visual y narrativo.
"Rio 2 no deslumbra y estos pajaritos vuelan en piloto automático, pero es muy divertida..." Escuchá el comentario. (ver link).
"...Un film que no me entusiamó pero que a muchos les puede gustar. Una cosa que no me gustó, es como un film con muy poco humor..." Escuchá la crítica radial completa en el reproductor (hacé click en el link).
Cuentos de la selva Con familia extendida, el guacamayo domesticado Blu y su pareja Jewel vuelven, a tres años de la original Rio, y demuestran el potencial de Blue Sky Studios (La Era del Hielo) para crear infalibles largos de animación. Mientras Tulio, el veterinario brasileño, y Linda, la norteamericana que crió a Blu en Minnesota, son ahora una pareja dedicada a la ecología, Blu y Jewel viven con sus tres pichones en una reserva cercana a Río de Janeiro; cuentan con una casa y todas las comodidades, y así descubren a Tulio hablando por televisión (por bizarro que parezca, no desentona). Tulio y Linda son noticia; creen que la especie de guacamayo azul a la que pertenecen Blue y Jewel no corre riesgo de extinguirse; existiría una gran familia de guacamayos en el Amazonas y Jewel convence a su familia para volar hacia allá. Claro que en el camino aparecen peligros. No hay cazadores furtivos, como en la primera Rio, sino un empresario maderero dispuesto a limpiar el hábitat de aves. Y por supuesto, reaparece la cacatúa Nigel, imposibilitada de volar tras la última pelea con Blu. Sediento de venganza, a Nigel lo acompañan un oso hormiguero y una rana venenosa, perdidamente enamorada de él. En teoría, el fuerte de Rio 2 ocurre cuando Flu y su familia vuelven a los orígenes al encontrar la reserva de guacamayos del Amazonas; allí viven Eduardo, el severo padre de Jewel, y Roberto, su antiguo pretendiente, y la aparente segregación que sufre Flu trae recuerdos de El padre de la novia. En la práctica, los guiños y la recurrencia al musical resultan más bien remedos de algo que pudo resolverse mejor. Sin el encanto de la primera Rio, esta secuela no carece de ingenio ni escenas desopilantes, como los flashbacks de Nigel hospitalizado, cuando una enfermera le anuncia que no podrá volver a volar: una pequeña joya del cine de animación.
Rio 2 es una agradable aventura ecológica para pasar un rato ameno en familia. Si bien su gran colorido y los simpáticos personajes van a atraer a los chicos, esta segunda entrega no tiene una historia tan atrapante como la primera, ya que si bien tiene un buen arranque enseguida se estanca y todo comienza a girar sobre lo mismo. De todas formas el ritmo es bueno, las...
En el 2011 nos encontramos en la selva tropical disfrutando de las aventuras de los personajes que formaban parte de "Rio"... Era clarísimo que no podía quedar ahí, y este 2014 volvemos a adentrarnos en Rio de Janeiro y a disfrutar de más aventuras y personajes en "Rio 2". Una película repleta de colores (hipnótica para los niños), momentos musicales desopilantes y una animación en 3D que te va a encantar. Todo juega a favor de la peli y el resultado es un festín para toda la familia. Los malos de la historia son tan queribles que uno va a querer conseguir los muñequitos a la salida del cine. Una lindísima película que seguramente sea un éxito y quizás tenemos una tercera entrega... ¡¡¡ojalá!!! ¡¡¡Anda a verla!!!
Buena secuela del ya clásico cuento de los guacamayos azules. La familia se agrandó, vuelven viejos villanos y nuevos peligros con bajada de línea ecologista.
CLIMA BRASILEÑO Cada uno es de cada lugar. Y la migración, aunque sea exitosa, siempre tiene sus riesgos. El hogar es clave y darle la espalda, duele. Sobre estas cosas aletean estos loros de “Rio 2”, secuela inevitable del simpático opus inicial, un filme que vuelve a a tener como protagonistas a esta pareja de guacamayos que ahora anda con cría. El planteo inicial es: ella quiere volver al Amazonas, donde quedaron los suyos; y el guacamayo macho se acostumbró tanto a las calles de Río que para volver a la selva se lleva un GPS. Son, como se sabe, los últimos ejemplares de una especie (¡otra!) en peligro de extinción. Y allá van, hacia la selva, que al final resulta tan peligrosa como la ciudad: hay cazadores, tipos que talan árboles y encima la interna de los pajarracos (azules contra colorados) es casi como la que conocemos. El filme enseña que el destino impone el rumbo y que el mejor lugar para ejercer de guacamayo es en medio de la naturaleza. Está bien, pero no agrega nada a un género con mejores exponentes. Sobran los números musicales y hay mucho colorido brasileño (música, paisaje, fútbol), aunque el mensaje ecológico y su moraleja a favor de la familia, están bien resueltas.
“Río 2” redobla la apuesta con un magnífico espectáculo visual La esperada secuela de este filme animado, que ya pinta para saga, es super entretenida y los chicos la van a pasar muy bien con los magníficos colores y la pegadiza música del Brasil. La película Río 2 da continuidad argumental a la inicial de 2011, producida por Blue Sky Studios y dirigida también por Carlos Saldanha. En esta secuela podremos ver a Blu (el guacamayo azul que vivió parte de su existencia como mascota de Linda) y Perla (la hembra resguardada en la reserva de pájaros del Parque Botánico de Río de Janeiro) con sus pequeños hijos disfrutando de una vida cómoda, alegre y perfecta en la ciudad de Rio de Janeiro, Brasil. Pero Perla tiene muy claro que sus hijos deben aprender a vivir como los pájaros libres y salvajes que son, y para ello está convencida de que lo mejor es trasladarse al Amazonas. Una vez allí, Perla se reencuentra con sus raíces y descubre que, como familia, ella, Blu y sus pequeños ya no están solos. Nuevos congéneres y vecinos; Nigel, la cacatúa, que regresa con otros cómplices para cobrarse venganza, más algún antiguo admirador de Perla hacen temblar una vez más a Blu. Pero en ese paraíso natural el peligro acecha, y los enemigos naturales ya no son los de siempre. Uno más grande y poderoso, el hombre, se erige como una gran amenaza sobre todos. Pero Linda y Julio están allí para demostrar nuevamente que los seres humanos también podemos ser respetuosos y conscientes del valor de mantener saludables los ecosistemas. A las presencias de Blu, Perla y Nigel; Nico, el jilguero dorado; Pedro, el cardenal de cresta roja; Rafael, el tucán; y Luiz ,el bulldog, a la variada fauna de Río 2 se agregan las trillizas Carla, Tiago y Bia; Eduardo, el líder de la tribu de los guacamayos azules; Mimi, la hermana mayor de Eduardo y la única que se atreve a desafiarlo; y Roberto, el galán de los azules. También están Felipe, líder de la tribu de guacamayos rojos; Charlie, un oso hormiguero ladero de Nigel, junto con Gabi, la rana del dardo. Como en la primera entrega, en ésta se coteja un trabajo de ambientación y animación preciosistas. Blue Sky sigue la marca de Pixar, a la hora de perfilar los personajes, cuyas conductas humanizadas no son aleatorias, sino que responden a características naturales de las especies de origen, como preconceptos acerca de ellas. Un ejemplo es el caso de Gabi, enamorada hasta la locura de Nigel, pero imposibilitada de tocarlo por temor a envenenarlo con el roce de su viscosa piel. La trama depara situaciones de lo más diversas y oscila entre el humor y el drama con fluidez maestra. Son de maravilla los retratos selváticos, con infinidad de capaz y sorpresas inimaginables, conforme avanza la cámara, y la imaginación de los creadores de este cuento parece no encontrar límite. De hecho, ya se anuncia una tercera cinta. Mientras tanto, esta aprovecha la ocasión para insistir sobre las bondades de Brasil como destino turístico y, por supuesto, como sede del próximo Mundial de Fútbol --la FIFA World Cup 2014--, puesto que allí, hasta las aves son "las más grandes del mundo" con un esférico entre sus alas. El ritmo y color del carnaval también están presentes, en coreografías dignas del sambódromo. Vale verla hasta el final.
Está claro que hay películas que aprovechan un momento o moda particular, y son lanzadas con un timing casi perfecto. En el caso de “Río 2” (USA, 2014),se aprovecha a Brasil como epicentro cultural y deportivo y con la copa mundial de fútbol ya en cuenta regresiva. Durante los 101 minutos del filme, dirigido por Carlos Saldanha (“La era de hielo”) asistiremos a, no sólo un reencuentro con los entrañables Blue (el alterado Jesse Eisenberg) y Perla (Anne Hathaway, y compañía), sino a una esperada muestra sobre las particularidades del país vecino con el carnaval, el amazonas y el fútbol como vector de la acción. La trama, bien simple, acompaña a los guacamayos azules a un cambio de vida cuando se enteran, que, aparentemente, no son los últimos de su especie. Se dirigirán hacia el amazonas en busca de sus hermanos y al llegar allí y detectar Perla que se trata de su familia la que vive allí el tour de force se iniciará. Lucha por un cambio de vida, Perla, convencida que esta modificación de hábitat los favorecerá, querrá permanecer en medio del amazonas, respetando su vida anterior a la “humanización” de su familia y particularmente la de Blue, un pájaro que utiliza GPS, come hotcakes y nueces de lata. Blue seguirá pensando, testarudo como siempre, que su vida al lado de Julio y Linda (los dos ecologistas que los acogían en su hogar), llena de objetos y artificialidad, debe ser recuperada hasta que todo se complejizará. Se verá de un momento a otro en medio de una competencia con su suegro (voz de Andy García) y con un exnovio de Perla llamado Roberto (Bruno Mars), ambos participes de los cambios que Perla irá sumando a su rutina y que también transformarán lentamente todas las creencias y fundamentos de Blue sobre la civilización. Eterna lucha entre opuestos, obviamente habrá lugar para el mal, aquel que en Pepillo (Jemaine Clementel), la cacatúa blanca que terminó mal en la primera parte, está encarnado y que ahora buscará venganza junto a Gaby (Kristin Chenoweth) una rana venenosa que está completamente enamorada y perdida por su compañero (aunque él no lo sepa, atención al número musical que protagoniza, digno de Brodway –aunque desentona con el total del film). El conjunto de “Río 2” se completa con un sinfín de pegadizas melodías en las que destacan Carlinhos Brown, Bruno Mars y Janelle Monáe, entre otros, y que explotan no sólo en ritmo y música, sino en imágenes coloridas que funcionarán como digresión, aunque, paradójicamente, dinamizarán las escenas. El trío de amigos inseparables de Perla y Blue (y sus hijos), es decir Luis, Nico, Pedro y Rafa, además de adentrarse en el amazonas, aprovecharan su estadía en ese paraíso natural para protagonizar una suerte de reality talent en el que intentarán descubrir a la próxima estrella del carnaval (atentos a las tortugas capoeira, uno de los mejores gags de la película). El resultado de esta combinación de temas, tramas, texturas y melodías, por momentos abruma, principalmente porque la extensión del filme no acompaña a agilizar la progresión, ni aún con con algunos chistes y números musicales. La utilización del 3D es uno de los puntos más fuertes de un filme dispar y desprolijo y que sólo será disfrutado en su versión original con las particularidades que Eisenberg, García, Hathaway y Rita Moreno (Mimí, tía de Perla) dotan en cada gesto a sus versiones animadas.
VideoComentario (ver link).
Con las alitas arriba Río 2 trae de regreso a los guacamayos azules y a un camión de personajes para continuar con esta historia apta para grandes y chicos. Casi tres años después del estreno y enorme éxito comercial de Río, llega la segunda entrega de este producto de animación que, ya de arranque, tiene elementos como para ubicarse por fuera de los esquemas que habitualmente ofrecen los grandes tanques de este cada vez más prolífico rubro de la industria cinematográfica. Para empezar, un realizador brasileño detrás de todo como Carlos Saldanha, que supo darle forma a una historia donde se combina la esencia de su hogar, una mirada ecologista sin caer en el discurso aleccionador y protagonistas que tienen esa chispa sudamericana (brasuca, bah) que obviamente no se ve en los demás filmes del género. En segundo lugar, estas películas ganan precisamente por las características de sus criaturas, excesivas en sus particularidades. Y finalmente, las tramas y subtramas que, bien acompañadas por su fondo musical y el color, hacen de Río 2 un regalo disfrutable tanto para los grandes como para los chicos. Blu, su pareja y sus tres hijos, Bia, Carla y Tiago, más una camionada de personajes como compañía, vuelven a las andadas. En esta oportunidad la excusa para la aventura es el descubrimiento de un grupo de guacamayos azules, que hasta ese momento se encontraban en la lista de animales extintos. Como ya se mencionó, la lectura conservacionista también está presente bajo la forma de una lucha para evitar la tala de árboles en ese corazón del mundo que es el Amazonas. Esa es una de las virtudes que tiene esta franquicia y que es bien manejada por su director: las ideas de este tipo que en otras películas son mostradas en forma tosca y a los ponchazos, o bien en el otro extremo, es decir demasiado melosas, aquí van pasando naturalmente y en función de la locura de los personajes. La selva y la ciudad. En esta segunda parte hay una contraposición que toma forma en la idea del regreso al lugar de pertenencia o bien la de convivir como buenos domesticados en esa otra jungla que está hecha de cemento. Los tres hijos de Blu constituyen parte del foco de todo esto, porque como ya se sabe su pareja y gran amor encarna el espíritu de libertad, que choca con la actitud sociable de él. La pretensión es que sus críos pasen por lo que un ave debe vivenciar en su entorno natural y allá se van al Amazonas. Sin nada que reprocharle en los aspectos técnicos, al igual que la cinta debut la película se desarrolla ofreciendo a cada paso más personajes e historias conexas, y no pierde el hilo de la narración. Para los más pequeños, es la fiesta de colores el principal atractivo que se pone a disposición, con una estética cuidada y un poco más sutil que la de su antecesora. Claro que esos son detalles que poco les puede interesar a hijos y papás, mientras la historia funcione medianamente bien. En ese sentido, Río 2 es una buena oportunidad para quedar bien con los primeros y de paso pasar un rato entretenido en el cine con ellos. Casi tres años después del estreno y enorme éxito comercial de Río, llega la segunda entrega de este producto de animación que, ya de arranque, tiene elementos como para ubicarse por fuera de los esquemas que habitualmente ofrecen los grandes tanques de este cada vez más prolífico rubro de la industria cinematográfica. Para empezar, un realizador brasileño detrás de todo como Carlos Saldanha, que supo darle forma a una historia donde se combina la esencia de su hogar, una mirada ecologista sin caer en el discurso aleccionador y protagonistas que tienen esa chispa sudamericana (brasuca, bah) que obviamente no se ve en los demás filmes del género. En segundo lugar, estas películas ganan precisamente por las características de sus criaturas, excesivas en sus particularidades. Y finalmente, las tramas y subtramas que, bien acompañadas por su fondo musical y el color, hacen de Río 2 un regalo disfrutable tanto para los grandes como para los chicos. Blu, su pareja y sus tres hijos, Bia, Carla y Tiago, más una camionada de personajes como compañía, vuelven a las andadas. En esta oportunidad la excusa para la aventura es el descubrimiento de un grupo de guacamayos azules, que hasta ese momento se encontraban en la lista de animales extintos. Como ya se mencionó, la lectura conservacionista también está presente bajo la forma de una lucha para evitar la tala de árboles en ese corazón del mundo que es el Amazonas. Esa es una de las virtudes que tiene esta franquicia y que es bien manejada por su director: las ideas de este tipo que en otras películas son mostradas en forma tosca y a los ponchazos, o bien en el otro extremo, es decir demasiado melosas, aquí van pasando naturalmente y en función de la locura de los personajes. La selva y la ciudad. En esta segunda parte hay una contraposición que toma forma en la idea del regreso al lugar de pertenencia o bien la de convivir como buenos domesticados en esa otra jungla que está hecha de cemento. Los tres hijos de Blu constituyen parte del foco de todo esto, porque como ya se sabe su pareja y gran amor encarna el espíritu de libertad, que choca con la actitud sociable de él. La pretensión es que sus críos pasen por lo que un ave debe vivenciar en su entorno natural y allá se van al Amazonas. Sin nada que reprocharle en los aspectos técnicos, al igual que la cinta debut la película se desarrolla ofreciendo a cada paso más personajes e historias conexas, y no pierde el hilo de la narración. Para los más pequeños, es la fiesta de colores el principal atractivo que se pone a disposición, con una estética cuidada y un poco más sutil que la de su antecesora. Claro que esos son detalles que poco les puede interesar a hijos y papás, mientras la historia funcione medianamente bien. En ese sentido, Río 2 es una buena oportunidad para quedar bien con los primeros y de paso pasar un rato entretenido en el cine con ellos.
Rio 2: al ritmo de Copacabana Blu es un pájaro de ciudad. Le gusta la música, el ruido y el estilo de Copacabana y de las calles de Río. Pero cuando su mujer, Perla, le implora ir a la jungla del Amazonas para buscar a los que quedan de su especie, accede a regañadientes. Así, acompañados de sus tres hijos y sus amigos, Nico Pedro y el tucán Rafael. En Río 2, con las voces de Jesse Eisenberg (Red Social), los ganadores del Oscar Anne Hathaway (Los Miserables) y Jamie Foxx (Django Desencadenado), los cantantes Bruno Mars, Will-I-Am, y los comediantes George López y Tracy Morgan, se agrega una especial vivacidad al grupo de animales que conforman esta bandada de elenco animado. En abril de 2011, Twentieth Century Fox estrenó la película animada Río, de Fox Animation y Blue Sky Studio, que llevó a recaudar en taquilla un total de $486 millones de dólares a escala global. Y ahora, tres años después, llega la segunda parte del exitoso film infantil, que se animó a cruzar la frontera y ubicar su historia en Brasil, y, más precisamente, en Río de Janeiro. Puede que esta película no sea el mejor logro en animación de los últimos tiempos –especialmente luego del gran éxito de Frozen de Disney- pero canciones alegres y coloridas, y coreografías divertidas hacen de Río 2 una buena opción para disfrutar en familia. Con música pop contemporánea y ritmos brasileños, los realizadores del film logran combinar bastante bien sonidos pegadizos con un elenco estelar, así salvando que la trama de la película se desmorone completamente. Además, nunca viene mal una moraleja, especialmente la de cuidar el medioambiente y proteger a los animales, como se ve en esta película. Con villanos tala-árboles y en busca de venganza –"Vamos a atacar a la Medianoche porque es más malvado", dice un personaje- , y ranas venenosas perdidamente enamoradas, se construye una historia que, a pesar de varios problemas aquí y allá, va a lograr entretener, sin lugar a dudas, al público infantil.