Entretener, entretiene, y te hace pasar un rato ameno y divertido, pero te quedás con ganas de haberte reído más. El elenco es muy bueno, pero por culpa de un guión con altibajos queda bastante desaprovechado. Tiene buenos gags y secuencias de acción muy bien filmadas, sobre todo las que tienen que ver con el coche. El comienzo se hace bastante lento hasta que aparece ....
Quiero robar a mi jefe Ben Stiller, Eddie Murphy y Casey Affleck encabezan la buena comedia dirigida por Brett Ratner (X-Men: La Batalla Final) que logra explotar al máximo las bondades que representaban a priori su gran reparto y su graciosa historia. Robo en las Alturas nos contará cómo un grupo de empleados de un lujoso y seguro edificio, comandados por su encargado, deciden robarle a su adinerado jefe la plata proveniente de su fondo de jubilación, luego de que éste los haya estafado. En un plan similar al de la regular comedia Quiero Matar a mi Jefe, estrenada el año pasado, Robo en las Alturas aprovecha a pleno las humoradas que se generan cuando unos seres comunes y silvestres (como podría ser cualquiera de nosotros) decide robar un pomposo penthouse equipado con la mejor tecnología en seguridad. Es allí donde Ratner consigue sacarle todo el jugo a la trama, utilizando originales gags y chistes en el planeamiento del robo y en la ejecución del mismo que terminan levantando una obra que sorprende por sus buenos momentos cómicos (si, ya sé que es una comedia, pero no esperaba que sea tan divertida) y también por dedicarle buena parte de su metraje al planeamiento y desarrollo del golpe maestro, algo que en definitiva la convierte en una especie de mezcla entre la mencionada y desaprovechada comedia Quiero Matar a mi Jefe y La Gran Estafa. Si bien el Ben Stiller que más me gusta es el irónico y ácido de Zoolander o Una Guerra de Película, en Robo en las Alturas se lo puede ver en muy buena forma representando a un responsable y, fundamentalmente, creíble Josh Kovacs, alejándose de sus caricaturezcas caracterizaciones de Los Fockers y acercándose más a lo que necesitaba su personaje. Por otro lado tenemos el regreso, también en muy buena forma, de Eddie Murphy que vendría a ser el encargado de contrastar la graciosa seriedad de Stiller, con una labor contenida y llena de buenos momentos. Completando el elenco tenemos a Matthew Broderick, Casey Affleck, Alan Alda, Gabourey Sidibe y Michael Peña, donde todos cumplen a la perfección con sus roles y con lo que demandaba la trama, aunque son Peña y Affleck los encargados de llevarse los mejores momentos de la cinta. Robo en las Alturas resultó ser una muy buena propuesta por exprimir a más no poder su historia y su gran elenco, sin dejar en ningún momento de lado a la comedia.
It’s showtime ¿Qué pasa cuando dos maestros en su oficio, contemporáneos pero circunscritos a dos líneas humorísticas diferentes, convergen en un espacio común? En ocasiones los realizadores reposan su esfuerzo y esperanza en la potencial convocatoria que sugieren dos estrellas de renombre juntas. En otras, más fortuitas y cobijantes, los realizadores exprimen la cantidad exacta de talento e hilvanan con ritmo lo mejor de sus cualidades. Robo en las alturas (Tower Heist, 2011), por fortuna, es uno de esos casos. Josh Kovacs (Ben Stiller) es el administrador de un exclusivo edificio residencial en Manhattan. Monitorea arduamente toda la actividad del complejo con la ayuda del portero, Lester (Stephen Henderson), y su cuñado y recepcionista Charlie (Casey Affleck). Es cuando el dueño de la torre (Alan Alda) es aprisionado por fraude financiero que los trabajadores toman conciencia de que habían sido estafados. Sin nada que perder, Kovacs, junto a habitantes y empleados, deciden contactar a Slide (Eddie Murphy) un ladrón de poca monta, para idear un robo que les conceda su anhelada retribución. Juntos, Murphy y Stiller conviven con una dinámica inopinada y complementan mutuamente sus estilos. La consideración comedida de los personajes más populares de Stiller que ocultan intemperancia a flor de piel y la elocuencia de Murphy, con sus respuestas ingeniosas, su lengua incontenible y sus bocadillos lunfardistas componen una mezcolanza expresiva muy divertida. En Robo en las alturas, adicionado a los papeles de Murphy y Stiller, se destaca un aspecto notable; la elección del elenco secundario. Casey Affleck como un recepcionista distraído, Matthew Broderick como un accionista frustrado, Michael Peña como un adorable novato y Téa Leoni como una cínica agente de F.B.I. Todos encajan a la perfección en sus respectivos papeles. Brett Ratner, fiel a su historial, entrega otra comedia cargada de acción y humor físico. Como espectador, lo único que resta es sentarse, respirar hondo y pagar tributo a dos de los más avispados actores de humor.
Por todos es sabido que el género de la comedia se encuentra en horas demasiado mediocres. Desde hace bastante tiempo el porcentaje de productos que se destacan es ínfimo. Apenas ¿Qué Paso Ayer?, Un Loco Viaje al Pasado, Todo un Parto y 50/50 se distinguieron en estos últimos años. Las películas se estrenan de a montones, incluyendo secuelas innecesarias como la de la mencionada ¿Qué Paso Ayer?. Por todo esto, las expectativas a la hora de entrar a la sala para reírse a carcajadas son cada vez menores. Quizá considerando este panorama Robo en las Alturas termine por soprender al espectador...
El gran golpe(cito) Seamos claros y concisos: este película de Brett Ratner es un entretenimiento disfrutable, pero menor, efímero, que se sostiene sobre todo por la categoría de un elenco que está muy por encima de la creatividad del guión en cuestión. Típica película de robo "ingenioso", esta vez con algo de comedia y de "crítica" social sobre los estragos de la crisis financiera, la propuesta de Rattner (con antecedentes en las sagas de X-Men y Rush Hour) se queda a considerable distancia de otros exponentes recientes del género como El gran golpe, de Roger Donaldson; El plan perfecto, de Spike Lee; Atracción peligrosa, de Ben Affleck y siguen las firmas (no olvidemos, claro, la filmografía del gran David Mamet). Un grupo de empleados que trabaja en el mantenimiento de un megaedificio de lujo en Manhattan (tipo Trump Tower) es víctima de los fraudes comeditos por un multimillonario financista a-la-Madoff (Alan Alda). Liderados por el jefe (Ben Stiller) y un ladrón que los entrena (Eddie Murphy), los antihéroes (Michael Pepa, Matthew Broderick, Casey Affleck y compañía) se lanzan a concretar un golpe delirante: robar al ladrón en la mismísima torre, que para más detalles está custodiada hasta por el FBI. Hay alguna vueltas de tuerca medianamente sorpresivas e ingeniosas, una narración profesional (e impersonal) y unos muy buenos actores, de esos que sacan a flote (y realzan) diálogos y situaciones que en otras manos caerían en lo anodino. No sé si eso alcanza para recomendar la película, pero Stiller, Murphy y el resto la hacen al menos bastante más disfrutable.
Hace varios años que esta producción venía dando vueltas en Hollywood sin poder concretarse. Originalmente nació como un proyecto personal de Eddie Murphy que iba a ser interpretado por un elenco de actores negros donde iban a formar parte, entre otros, Chris Rock y Martin Lawrence. Por distintos motivos nunca se llegó a concretar. Luego el director Brett Ratner (Rush Tour) tomó las riendas del proyecto e hizo regresar a Murphy cuando consiguió incorporar a Ben Stiller, Matthew Broderick y Alan Alda. Robo en las alturas al final resultó una película decepcionante teniendo en cuenta las figuras que protagonizan esta historia. Stiller y Murphy, especialmente son dos grandes indiscutidos de la comedia, pero en este estreno fueron desaprovechados por completo con una historia tonta donde el humor brilla por su ausencia. Eso tal vez es lo más loco del film. Por los actores que tenía uno hubiera esperado encontrarse con una propuesta desopilante pero la realidad es que son bastante escasos los momentos graciosos que se presentan en la trama. Lo que hace Eddie Murphy es realmente pobre. No porque él esté mal en su personaje, por el contrario, creo que es lo mejor de esta producción, pero es bastante poco el tiempo que se lo ve en pantalla. Es una lástima porque el ladrón que compone en esta historia remite muchísimo a esos personajes carismáticos que interpretó en sus primeros trabajos a comienzos de los ´80. A esta altura uno ya sabe que no va a encontrar un gran espectáculo cuando se trata de un film de Brett Rattner, pero por los actores que habían reunido se podía esperar mucho más. La película recién se vuelve entretenida cuando comienza la ejecución del robo, para lo que hay que esperar un tortuoso primer acto de casi una hora hasta que se presentan los personajes. Para ver una buen film de acción con buenos momentos de humor, Misión Imposible 4 sigue siendo la mejor opción que tiene la cartelera por estos días. La de Ben Stiller se puede esperar en el cable.
La venganza será terrible Una grata comedia llega a los cines de la mano del realizador Brett Ratner, el mismo de El dragón rojo (2002), X-men 3 - La batalla final (2006) y Una pareja explosiva 3 (2007) entre otras. En este caso, el cineasta ofrece una historia humorística en la que Josh Kovacs (Ben Stiller) es el encargado de uno de los edificios más lujosos y seguros de Nueva York. Y además de conocer perfectamente las necesidades de sus habitantes, también domina los movimientos de la torre. Pero todo se sale de sus rieles cuando uno de los dueños de los pisos más lujosos, Arthur Shaw (Alan Alda), es acusado de una estafa millonaria y recibe arresto domiciliario. Ahí es donde comienza la acción, ya que Josh quiere hacer justicia porque que muchos empleados también fueron robados al confiar su dinero al magnate Arthur. Con muy buenos momentos de humor, enredos y acción, el film resulta llevadero y disfrutable. Robo en las alturas posee como ingrediente especial un gran elenco integrado por Eddie Murphy, Matthew Broderick (Los productores), Tea Leoni (Las locuras de Dick y Jane, Espanglish), Casey Affleck (El diablo bajo la piel) y el gran paso por la comedia de la ya consagrada Gabourey Sidibe (Preciosa 2010). Tower Heist, tal su título original, tiene más de una razón para ser vista, más aún considerando la falta de buenas comedias en la cartelera nacional.
Un grupo de jóvenes trabajadores descubre que ha caído en las redes de un empresario muy poderoso que elaboró un plan para estafarlos. Para vengarse, planean saquear su lujosa residencia. La crisis económica, que atraviesa la vida de millones a lo largo de todo el mundo, abre una serie de posibilidades para la comedia que en cine aún están por florecer. Si bien títulos como Larry Crowne, y en bastante menor medida Bridesmaids o Horrible Bosses, tocan este tema evidentemente delicado, todo indica que en verdad se prefiere mirar hacia otro lado y pretender que la realidad no es tal. En El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Marx sostiene que la historia se vive dos veces: una vez como tragedia y la otra como farsa. Tower Heist recupera así la figura del infame Bernie Madoff, aquí Arthur Shaw, y le brinda a un grupo de empleados estafados la posibilidad de recuperar aquello que les pertenece, con una comedia similar a las de los '80, pero inscripta en la época actual de los Ocean's de Soderbergh o de las Rush Hour del propio Brett Ratner. El principal logro de la propuesta reside no solo en el importante grupo de nombres que logra ensamblar, sino en hacer que funcionen como conjunto. Seguramente Robo en las alturas quedará en el recuerdo como una película digna de Eddie Murphy tras una década para el olvido. La verdad es que otros como Matthew Broderick y Téa Leoni, con films cada vez más espaciados y de menor calidad, también se ven beneficiados con una exposición de mayores luces. Para tratarse de una apuesta que no teme hiperbolizarse hasta el absurdo a la hora de llevar a cabo el ya mencionado asalto, es bastante moderada en lo que a sus dosis de humor respecta. Del mismo modo se puede hablar del ritmo a la hora de la esperada venganza de los trabajadores, secuencias que no brillan por su originalidad y en las que se manifiesta el trabajo relajado con que Ratner acaba conduciendo sus proyectos. Más allá de que recupere a glorias pasadas y las ponga palmo a palmo con uno de los grandes de la actualidad como es Ben Stiller (quien a excepción de Greenberg tampoco viene ocupándose de buenas comedias), la sensación que persiste es la de que se pudo haber explotado más el potencial de algunos actores hambrientos de éxitos ochenteros.
Una parodia de corta altura Robo en las alturas es la nueva incursión de Ben Stiller, luego de algunos pasos en falso como la tercera parte de Little Fockers y la irregular Greenberg (2010), en el género de la comedia liviana y también marca el retorno del alicaído Eddie Murphy a un terreno donde en un pasado supiese sacar lustre de su comicidad e histrionismo. El film dirigido por Brett Ratner (responsable de X-men 3), con guión de Ted Griffin y Jeff Nathanson, explora desde el recurso de la parodia el tópico de las películas de robos sofisticados en el contexto de la crisis económica de 2008, el cual tuvo como epicentro la ciudad de Nueva York y como principales responsables a los hombres de negocios que dilapidaron el patrimonio de hombres y mujeres que perdieron los ahorros por confiar en ellos e intentar sacar tajada de una burbuja financiera a punto de estallar. Ese es el eje de un relato bastante sencillo que no se toma demasiado en serio el plan ejecutor a manos de un grupo de inexpertos ex empleados de un lujoso edificio llamado La Torre del cual Josh Kovacs (Ben Stiller) fuera administrador antes de enterarse de que su patrón Arthur Shaw (Alan Alda) se quedara con la pensión de todos e intentara escapar en un secuestro simulado que el propio protagonista frustra y así descubre las oscuras intenciones del millonario. Detrás de los pasos del estafador se encuentra la agente del FBI Claire Denham (Téa Leoni), quien además de tener la responsabilidad de llevar a declarar al escurridizo Shaw debe encontrar dónde escondió el dinero robado para poder finalmente entregarlo a la justicia. Sin embargo, más allá de la necesidad de recuperar esos fondos la poca experiencia de Kovacs y sus secuaces de turno, entre quienes se encuentran Mr. Fitzhugh (Matthew Broderick), inquilino en bancarrota; su pariente Charlie (Casey Affleck), quien ahora ocupa su lugar, lo lleva a tomar contacto con un ex convicto Slide (Eddie Murphy), conocedor de todo lo referido a robos de poca monta. Sin dejar de lado el elemental esquema de todo film sobre robos con los planes de preparación y el reclutamiento del grupo, el mayor atractivo de este olvidable film lo constituye el insólito plan para hacerse del botín (por razones obvias no se revelará aquí), sumando unas buenas actuaciones de Eddie Murphy -con su verborragia característica- en contraste con la seriedad y parquedad de Ben Stiller, quien no aporta nada nuevo a su personaje pero eso no significa que esté mal. La trama resulta bastante despareja y por momentos las situaciones donde debería explotar el humor se quedan sin aire y eso tal vez se deba a la poco feliz dirección de Brett Ratner, quien hace lo que debe hacer pero nada más. Robo en las alturas entretiene aunque podría haber estado mucho mejor planificada como parodia sin dejar cabos sueltos -los hay en demasía- y aprovechando la ductilidad de dos buenos comediantes.
La fábula de los ladrones justicieros No es una fórmula precisamente nueva, pero funciona a la perfección. Ben Stiller y Eddie Murphy encabezan un equipo de inexpertos que debe recuperar el dinero que ocultó un estafador financiero, exacta representación del condenado Bernie Madoff. Comedia populista de justicia por mano propia, Robo en las alturas es como un cruce imposible entre Los desconocidos de siempre, Once a la medianoche, El golpe y Misión: Imposible 4. Del clásico de Mario Monicelli toma la idea de los ladrones cochambrosos. Aunque los de ésta –héroes hollywoodenses, al fin y al cabo– aprenden rápido. Tan rápido, que se convierten en unos capos del robo. De Once a la medianoche (y de un montón más, incluyendo la de Monicelli), el esquema del grupo heterogéneo, que se arma para dar un gran golpe. La diferencia con la impávida remake de aquella película del clan Sinatra, filmada por Steven Soderbergh, es que ésta es divertida. De El golpe, lo que subyace a toda película de fulleros: el refrán aquel sobre lo que le pasa al que roba a un ladrón. Finalmente, en lo que Robo en las alturas se parece a la última Misión: Imposible (aunque en Estados Unidos se estrenó antes) es en la gran escena de vértigo, en uno de los pisos más altos de un edificio torre. Escena que por pura convicción de todos los involucrados también aquí se vive con las nueces en la garganta. Por más que se sepa de sobra que nadie se va a caer: esas cosas no pasan en las comedias. Más clásica que canchera, la película dirigida por el multiservicio Brett Ratner (conocido sobre todo por la serie Rush Hour) es una de esas que ya antes de arrancar tienen al público de su lado, por la sencilla razón de que el villano es “el que usted ama odiar” (como promocionaba el Hollywood de los años ’30 a Erich Von Stroheim). Paráfrasis viviente del nunca bien ponderado Bernard Madoff, Arthur Shaw (Alan Alda) es un respetadísimo financista de Wall Street, a quien un día el FBI le descubre una estafa de decenas de millones de dólares. Con la particularidad de que además de todos los multimillonarios habidos y por haber, el tipo clavó también a los empleados del edificio en que vive, que pusieron sus jubilaciones en sus manos. Incluyendo el viejo y buen portero, que estaba por retirarse. Todo, por idea del administrador del edificio (una torre de Manhattan que es, según se lo presenta, “la más cara de Estados Unidos”), a quien no se le ocurrió nada mejor y sin consultar al resto. Como el FBI no logra hallar los 20 millones verdes que el bueno de Shaw escondió en algún lado, lo máximo que pueden hacer es dictarle la prisión domiciliaria. Es allí que Josh Kovacs, el administrador en cuestión (Ben Stiller) decide robarle al ladrón, en compañía de otros damnificados y con la agente del FBI (Téa Leoni) haciendo la vista gorda. Con guión escrito por un par de especialistas (Ted Griffin participó de Once a la medianoche, Los tramposos y El engaño; Jeff Nathanson, de Atrápame si puedes), Robo en las alturas es una de esas películas que serían pura fórmula, si no fuera porque todos los que participan de ella parecen creerse todo lo que pasa. Los guionistas, que tuvieron a bien escribir escenas tan graciosas como ésa en la que el ladrón “experimentado” (que resulta ser un mero chorrito callejero, como era de esperarse) les toma una prueba de shoplifting a sus inexpertísimos socios. O la de la borrachera terminal de Téa Leoni, que vaya a saber por qué malvenido puritanismo no se va a la cama con Ben Stiller. Tuvieron también la gentileza de escribir personajes como el de Matthew Broderick, un venido a menos que pasa del edificio más caro de EE.UU. a la calle. O diálogos como los que Eddie Murphy (milagrosamente regresado a los tiempos de 48 horas) escupe a mil por hora, sin perder una sola letra en el camino. Siguiendo por los actores, todos excelentes (lo de Broderick y Murphy es resucitación lisa y llana). E incluyendo al mismísimo Mr. Ratner, que nunca había filmado algo que valiera más o menos la pena y aquí le compite plano a plano al Brad Bird de Protocolo fantasma, con una Ferrari roja colgando de una ventana y luego del hueco de un ascensor, con cuatro tipos subidos o intentando subirse a ella.
Pandilla de antihéroes Un grupo de hombres estafados por un millonario decide vengarse robándole su casa. Podría pensarse a Robo en las alturas como la contracara de Misión: Imposible 4 : donde el muñecazo de acción Cruise –dicho con todo respeto- funciona como núcleo y número 10 de un universo efectivamente imposible (chiches superlativos en su ironía y tecnología, desafíos acrobáticos tipo Batman, épica que le queda grande incluso a 007), Robo en las alturas apela a lo concreto, a lo posible, a la humanidad, a la jugada en equipo para narrar un robo gigantón, pero palpable físicamente. Obviamente es la contracara de misma monedota, el tanque hollywoodense, pero la película decide poner los pies en la tierra -bah, en Nueva York-, y más específicamente en un edificio de categoría que, aunque no se diga, se parece demasiado a la Trump Tower. En ese edificio, Ben Stiller no solo es el líder de los empleados, sino cumpa de los residentes, especialmente de un financista que la va de amigazo y que es interpretado con esa maldad buenísima que solo Alan Alda, veterano de la escuela Woody Allen, puede construir. Será ese financista quien sea detenido por estafa. El problema: parte de los estafados son Stiller y compañía, quienes deciden tomar el asunto en sus manos (junto al vecino criminal de Queens, interpretado por Eddie Murphy y un financista caído en desgracia, el siempre dientudo y eficiente Matthew Broderick). Armada la pandilla de héroes de la clase trabajadora, sólo queda programar el reviente del penthouse con vista al Central Park que posee, en su living, una memorabilia cinéfila: la Ferrari de Steve McQueen. Ratner es, como sus personajes, un laburante (de hecho renunció a su changa como director de los próximos Oscar). Un director de esos que parecen llamados usando la guía telefónica pero que, como buena mula, saben cómo arrastrar y llevar a destino aquello que Hollywood convierte en carreta. Pero, ouch, al mismo tiempo Ratner ya mostró varias veces su Mr. Hyde (la saga Rush Hour ). En Robo en la alturas , Ratner logra desactivar estereotipos para activar personajes o, incluso, hacer creíble la ciudad increíble: la comedia radica antes que en explotar el lugar común Stiller –el incómodo Focker que se reprime- o Murphy –la risota, entre otros vientos-, en darle tiempo a la interacción verbal no realista pero tampoco sobreescrita de sus personajes. Robo en las alturas tiene sus abolladas de Ratner cuando se pone Hyde (sobre todo en la secuencia final, donde se roba la memorabilia bajándola por toda la torre), pero puede, a fuerza de trabajo, hacer un filme de algo que podría haber sido un Grandes Exitos soso, autómata y superpoblado.
Inexpertos acometen un robo desopilante Es un placer volver a encontrarse con el Eddie Murphy de sus mejores tiempos, esos de películas formidables como «De mendigo a millonario» o «48 horas». Justamente, su personaje en aquel film de Walter Hill es una especie de pariente sofisticado del ratero que interpreta en esta divertida «Robo en las alturas», un chorro de bajo vuelo que nunca robó más de mil dólares para no meterse en líos demasiado complicados, pero que ahora es convocado por unos amateurs para robar veinte millones en el lujoso penthouse de una custodiada torre de departamentos neoyorquina. Ben Stiller es un gran actor absolutamente perfecto en esta comedia policial hecha a su medida. Él es el administrador de la torre que, un mal día, tiene la idea de pedirle al magnate de Wall Street que personifica Alan Alda, y que vive en dicho penthouse, que administre los fondos de pensión de él y de todos los empleados del edificio. El millonario hace un terrible desfalco y, en medio del desastre, por supuesto caen los fondos de estos trabajadores, que en algunos casos, como el del portero, también le dieron los ahorros de toda su vida al tiburón de la bolsa para que los ayudara a invertirlos. El protagonista indignado (y justamente esta es una comedia de indignados) le rompe el parabrisas de la Ferrari que el millonario tiene a modo de adorno excéntrco en el living, por lo que es despedido con la prohibición expresa de volver a entrar al edificio Ese gesto de indignación provoca la solidaridad de la agente del FBI Tea Leoni, que le invita unos tragos y le dice la verdad del asunto: que la única manera de que recuperen el dinero de las pensiones es que directamene vayan y roben el penthouse, ya que estos sujetos siempre se guardan unos cuantos millones a pesar de que supuestamente sus cuentas estén en rojo. El hombre se toma el consejo literalmente y empieza a asociarse con algunos empleados y hasta un vecino (Matthew Broderick, con quien tiene escenas hilarantes), que jamás robaron nada en su vida, y que ahora se proponen dar ese gran golpe justiciero, dirigido por un ratero del barrio, Eddie Murphy desde ya, que en realidad tiene tan poca idea como todos los demas. La película tiene algún pequeño guiño a esa obra maestra del cine italiano «Los desconocidos de siempre», y si bien no llega a semejante altura, realmente tiene muy buen ritmo y una batería de gags que logran que el público no pare de reír a lo largo de todo el film. El director Bratt Ratner logra algunas imágenes realmente impactantes durante los momentos culminantes del robo, y también excelentes actuaciones. A Murphy, Stiller y Broderick hay que agregar al siempre talentoso Alan Alda haciendo un retrato realmente minucioso de un terrible hijo de perra que hace que Gordon Gekko parezca un boy scout. Las actuaciones de estos cuatro actores son más que un buen motivo para recomendar esta vertiginosa y muy reidera versión cómica de la vida en tiempos de crisis.
Justicieros de azotea Cuando los empleados de un edificio de lujo neoyorquino se enteran de la pérdida de sus seguros de retiro a manos de un estafador, el gerente (Stiller) junto a otros perjudicados organizan un plan para recuperar lo suyo. El estafador es nada menos que un magnate de las finanzas quien además es el administrador del edificio, personaje inspirado abiertamente en Bernard Madoff, que es magistralmente interpretado por Alan Alda. El leit motiv musical del filme es marchoso, un beat pegadizo con el que Ratner procura emparejar el relato. Ben Stiller al frente, secundado por un Eddie Murphy decidido a volver a las pistas y los siempre eficaces Matthew Broderick, Casey Affleck y Téa Leoni dan el soporte necesario para que la comedia funcione. En cuanto a la acción y la parte más "seria", la película hace agua, por predecible y poco rigurosa. De todas formas lo que los protagonistas prometen desde la promo es otra cosa, y en eso cumplen.
Expertos en pochoclo con poco riesgo Ben Stiller y Eddie Murphy llevan adelante este film dirigido por Brett Ratner, con soltura pero sin novedad. Una comedia de acción con interesantes recursos que no defrauda pero que tampoco logra salir de los límites del género. No es la originalidad lo que convierte a Robo en las alturas en una película aceptable. Tampoco un guión fuerte, ya que en más de un momento la película se empantana y no parece saber muy bien cuál es su rumbo. Lo que en realidad sostiene a esta película de Brett Ratner es el carisma de sus protagonistas, la grandeza de su elenco y los medios de producción que hoy en día una película cuenta cuando es clase A. Y un ingrediente extra: el malestar de la gente con respecto al sistema capitalista. De un tiempo a esta parte Hollywood ha trabajado bastante el odio hacia las injusticias del sistema, las traiciones a los trabajadores y el enriquecimiento ilimitado de los poderosos. Aunque a priori uno pueda imaginar que una variable de La gran estafa (a su vez una remake, no lo olvidemos), Robo en las alturas apuesta más a la torpe rebelión de un grupo de improvisados que al trabajo profesional y brillante de un conjunto de profesionales. Esta comedia de acción, como ocurría con Quiero matar a mi jefe, es más interesante y rica en la mirada que tiene sobre el sufrimiento de los personajes que con respecto a las acciones que llevan luego ellos cuando se rebelan. Eddie Murphy –legendario actor que logró vencer los prejuicios raciales en el cine mainstream– vuelve sobre el personaje de delincuente que lo hizo famoso en 48 hs y Ben Stiller retoma a su clásico personaje neurótico y tenso que lo convirtió en uno de los cómicos más famosos del mundo. Pero hay que decir que el elenco tiene luz propia, y que Casey Affleck, Alan Alda, Matthew Broderick, Téa Leoni, Michel Peña y Judd Hirsch aportan algo más que su gran profesionalismo. Tanto los veteranos –Alda y Broderick y Hirsch– como los dos más jóvenes –Leoni, Affleck y Peña– con su presencia les sacan peso a los dos protagonistas cuando estos ya agotan sus recursos. Mención aparte para Gabourey Sidibe, la recordada protagonista de Preciosa, que aquí demuestra que tiene una carrera por delante. Efectiva, prolija en lo técnico, pero algo limitada en guión y como comedia, la combinación de elementos proporciona en Robo en las alturas un entretenimiento aceptable sin demasiado vuelo. Brett Ratner, director, entre otras cosas, de comedias de acción como Una pareja explosiva, está al nivel del proyecto. Es decir que cumple con lo justo y entrega una película que no hace la diferencia pero no decepciona.
Tan recién nacidas, tan llenas de futuro, la mayoría de las películas son prometedoras cuando empiezan. En sus primeros minutos, también Robo en las alturas lanza una serie de promesas. Comienzo musical con un bajo fuerte, ritmo de funk, luz opaca y bien definida del experto Spinotti, muchos personajes interpretados por actores conocidos, velocidad, una increíble pileta en una terraza, horizonte de entretenimiento estilo años ochenta con Alan Alda, Eddie Murphy y Matthew Broderick. Y Ben Stiller como protagonista, en el papel de un empleado ultra- profesional, leal y obsesivo, encargado de un edificio-torre de lujo de Nueva York, en donde viven ricos muy ricos. Muchos personajes, muchas relaciones, un espacio privilegiado. Buena base para que un buen director haga una buena película. No es el caso de Brett Ratner, director de desastres y mediocridades como Dragón rojo y Hombre de familia. Y llega el conflicto, "lo que desata la acción": el ricachón mago de las finanzas interpretado -con cierto cansancio- por Alda es detenido por el FBI. Otra vez estafas de gente de Wall Street en el cine de los Estados Unidos de hoy. Esta estafa, además, afecta a los trabajadores del edificio. Pero esta película no piensa la crisis. No piensa, no duda: apenas hace demagogia. Los que no son malos son buenos, y ya. Y se lanza desguarnecida (eso es no pensar: no tener defensas) a la mezcla de acción con comedia bajo el paraguas del formato plan-para-robo-justiciero. Entonces pasan muchas cosas, todas malas. Con la excepción de la irrupción de Téa Leoni, con hermosas arrugas, sentido del humor y andar de botas firmes. Pero (también) la línea de romance se corta en cualquier lado. Y se suceden acciones o se encuentran objetos cuya explicación se hace verbalmente a posteriori, porque la narración avanza a ponchazos que dejan agujeros incomprensibles (¿la audiencia judicial adelantada?). La acumulación de personajes es tal que en el momento del "gran robo" a varios no se les encuentran tareas para hacer, como cuando en un asado hay demasiada gente dando vueltas por la parrilla. Las arbitrariedades del plan, de las suposiciones, de las habilidades de los personajes se acumulan y revelan una película desorganizada, desajustada, chapucera; se nos oculta información o se nos la da a lo bruto; no hay línea, no hay forma. Eso sí, hay plata para contratar actores. También hay comparaciones posibles con otras películas de robos, como con El plan perfecto de Spike Lee. En ese film había ritmo, precisión e intriga, aquí ausentes. Y con la reciente Misión: Imposible, porque hay gente colgando del lado de afuera de una torre. Pero el "robo en las alturas" de Robo en las alturas está contado con un desgano digno de un caso promedio de carteristas en el subte.
Una venganza bien justificada El filme parece una ironía a la crisis que vive actualmente la tierra del presidente Barack Obama. Por eso el tema que enfoca la película ha tocado a fondo a la sociedad norteamericana, lo que despierta un interés extra. Ben Stiller y Eddie Murphy son dos comediantes de efecto seguro en la platea. Ellos saben muy bien que su misión es divertir y entretener. Y con esta fórmula como meta, protagonizan esta comedia, que resulta original al elegir como telón de fondo, lo que se esconde en una de las torres más lujosas de Nueva York, en la que habitan no pocos excéntricos millonarios. "Robo en las alturas" parece una ironía a la crisis que vive actualmente la tierra del presidente Barack Obama. Por eso el tema que enfoca la película ha tocado a fondo a la sociedad norteamericana, lo que despierta un interés extra. Aunque cabe aclarar que Brett Ratner, el director, dio todo para que el mecanismo de la comedia funcionara a la perfección, aunque si se la mira bien, lo que sucede tiene su cuota de tragedia. A MAL TIEMPO... Pero como se dice vulgarmente "al mal tiempo buena cara", acá todos se confabulan y demuestran lo que puede hacer un grupo de "indignados" para recuperar el dinero que un estafador disfrazado de elegante señor, les ha sustraído en plena cara. La historia tiene un núcleo central interesante. Un financista millonario de Wall Street vive en una torre de Manhattan, que bien podría ser la Trump Tower. De ese edificio se encarga un gerente que sabe estar en todo y complacer a los extravagantes millonarios que lo ocupan. Entre estos se ubica Arthur Shaw, quien en apariencia es una persona amable, que todos aprecian, pero luego terminarán odiándolo. Como el hombre conoce de finanzas, el gerente del consorcio y hasta el portero que todos los días le abre la puerta, le confían sus ahorros para descubrir más tarde que el hombre, como en un pase de magia, hizo desaparecer todo el dinero. GERENTE Y LADRON A partir de esa mala noticia interviene el FBI, hay un arresto domiciliario en la torre para el estafador y es llamado a escena un ladrón de vuelo corto, que es amigo de infancia del gerente... Porque los empleados y el gerente tratarán de recuperar lo que puedan del dinero que les fue robado que podría estar en la torre. Desde entonces lo que pasa parece una versión modernizada de "Los desconocidos de siempre", la película de Mario Monicelli que diera fama a Mastroianni y Gassman. Con buenos recursos narrativos, un ritmo que no declina y teniendo como fondo el famoso desfile neoyorquino del Día de Acción de Gracias, se suceden disparatadas secuencias que invitan a la diversión, junto a un equipo actoral de primer nivel. Porque además de Eddie Murphy y Ben Stiller, están Alan Alda, Casey Affleck, Matthew Broderick, Téa Leoni y hasta la famosa actriz de "Preciosa", Gabourey Sidibe, como una experta en abrir resistentes cajas de caudales.
Había mucha expectativa por ver el regreso a la comedia mainstream de Eddie Murphy. Tanto, que originalmente, la idea de los productores era armar una especie de "Ocean's eleven" con actores de color... Cosa que finalmente no se dio y nos apena bastante. Nos gustan los comediantes ochentosos (crecimos en esa generación viendo "48 hours" o "Beverly Hills Cop") y nos parece que hay lugar para él en la industria del cine familiar actual, género carente de gente talentosa, me atrevo a decir. Algo sucedió cuando se armó el cast (un amalgama de dentista pobre que se te cae en cuanto salís del consultorio) porque las malas elecciones potenciaron las falencias de un guión chiquito, demasiado básico para la envergadura de tipos que jugarían sus roles. Y si... sabemos que buenos libretos es lo que Hollywood necesita. En "Tower heist" esta sensación se hace presente de manera muy vívida. Los primeros cuarenta minutos son para el bostezo. Y en ellos, curiosamente, no está Murphy, quien se animó como secundario pero cedió el protagonismo a otro grande de la comedia que factura mucho pero actúa poco, el ingenioso Ben Stiller. La trama recae sobre sus hombros y debemos decir que se la toma demasiado en serio para lo que es: no es una aventura pura y esperamos reirnos, cosa que extrañamente no pasa durante mucho, mucho tiempo en la proyección. Brett Rattner (el director) no era garantía de calidad, ya lo sabemos, pero habiendo reunido un elenco potable y con dos grandes como los que encabezan debería haber hecho algo mejor. Sin dudas. La historia nos ubica en una lujosa torre en New York. Allí conoceremos a Josh (Stiller), un atento y servil (en el sentido obsesivo) manager que se encarga de que todos los inquilinos del lugar la pasen bien y tengan todo lo que necesitan. Su vida es bastante monótona y sabemos que su trabajo le lleva muchas horas, pero parece disfrutarlo, aunque mucho no se le note. En el penthouse de tamaño edificio vive Arthur Shaw (Alan Alda), un millonario de las finanzas que se dedica a la especulación y al que le va de primera. Cierto día, irrumpe el FBI en masa (encabezado por la eficiente Tea Leoni como oficial a cargo) en la torre y el universo de los empleados del lugar cambia para siempre: Shaw es denunciado por desfalco y trasciende que no tiene dinero, al parecer ha vaciado los fondos de sus cuentas. Y aquí es donde la cosa se pone peor: Josh había confiado el dinero de las jubilaciones y retiros al sujeto este, de manera que todos han sido estafados y no hay manera de recuperar esos ahorros. Luego de una serie de incidentes que no develaremos, nuestro protagonista se dará cuenta de que la única manera de acceder al fondo de reserva que el millonario tiene es robar su piso en la torre. Planeará el golpe junto a otros asalariados como él, dentro de los que se encuentran, Casey Affleck, Matthew Broderick (un ex-inquilino especialista en finanzas), Gabourey Sibide (la carismática actriz de "Precious") con la clara idea de saldar la deuda moral que tiene con su grupo. Ustedes se preguntarán... dónde entra Murphy? Como el grupo no tiene experiencia, necesitan un hombre de color que sepa robar. Y ahí aparece el hombre en cuestión: les enseñará (rudimentariamente) lo básico del oficio y de ahí en más deberán lanzarse al ruedo sin red (robar 40 millones de dólares -el botín- no parece poca cosa). Problemas que se dan en "Robo en las alturas": poca química entre los personajes, cero ingenio para generar situaciones divertidas, escasa espectacularidad en las escenas del robo (y no me hablen del desfile, piensen en el presupuesto que se maneja con este nivel de estrellas) y lento devenir de los acontecimientos. Para los fans, hay algún contrapunto entre Stiller y Murphy (dónde este último juega a homenajear aquellos roles que lo hicieron famoso en sus años mozos!) pero no alcanza para dar volumen al film. "Tower heist" es un producto fallido que seguramente podrías ver sin mayores expectativas algún sábado o domingo por la tarde en el cable. Lejos, muy lejos, de lo esperado.
Anexo de crítica: Brett Ratner es el más impersonal de los directores de Hollywood pero para productos inocuos como Robo en las alturas con su profesionalismo le alcanza y sobra para entregar un típico pasatiempo de verano. Ben Stiller no está en plan gracioso pero se pone la película al hombro; Eddie Murphy, además uno de los productores, tiene curiosamente pocos minutos de pantalla y te logra sacar un par de sonrisas a puro carisma pese a estar desaprovechado en un 100%. Alan Alda compone de taquito al villano de turno y los demás actores parecieran divertirse con los papeles que le tocaron en suerte. Como comedia es modesta a más no poder pero si no le prestan demasiado atención a los agujeros de la historia se puede pasar un rato ameno (¡¡¡ameno que sean exigentes, claro!!!).-
Los empleados del mes Empieza despacio y después gana en vértigo y espectacularidad. Ese sería el radiograma de Robo en las alturas, una comedia de acción a la norteamericana, bien hecha, con buenos actores y buenas escenas de acción. La trama se desenvuelve alrededor de un magnate acusado de una estafa millonaria. Hasta tanto la justicia se expida acerca de la honorabilidad o no de este hombre, unos empleados de su rascacielos neoyorquino deciden cobrarse una deuda propia: el tipo se quedó con todo el dinero de las pensiones del personal, y ellos van a recuperarlo. El problema es que un conserje, un administrador y un abrepuertas tienen pocas probabilidades de robar 20 millones de dólares de un moderno edificio súper vigilado, sin ser atrapados. Por eso recurren a un ladrón de medio pelo, que no sabe si ayudarlos o mandarlos a rendir la materia, para que los lidere en la comisión del citado crimen. Brett Ratner es un director con reconocidos antecedentes en el género acción con comedia. Mencionar que comandó Una pareja explosiva (Rush hour) y sus dos secuelas, con Chris Tucker y el incomparable Jackie Chan haciendo de dos graciosos policías con métodos opuestos, es suficiente para acreditarlo. Robo en las alturas vuelve a usar varios de los elementos del género, sin llegar a tanta inspiración, aunque de manera pasable. El contrapunto entre Eddie Murphy y la pandilla de cacos amateurs liderada por Ben Stiller, funciona. Se crean varias situaciones cómicas, y los diálogos buscan entretener todo el tiempo con las respuestas rápidas e irónicas. Las escenas de acción, aunque demoran un poco en llegar, son muy efectivas. En el clímax de la historia, a la típica manera hollywoodense, mezclan un desfile de gran factura por las populosas calles de Manhattan, con un engaño a los agentes del FBI que vigilan el edificio del millonario, y el robo de un botín difícil de imaginar, haciendo equilibrio para precipitarse a tierra desde una altura comparable a la de un avión haciendo su vuelo previo sobre la metrópoli, buscando su lugar de aterrizaje.
VideoComentario (ver link).
Problema: Brett Rattner. Si tuvo una película más o menos buena (la tercera X-Men), se debió a que casi todo el trabajo estaba hecho previamente por otro director (Bryan Synger). El resto de su filmografía tiene como único atractivo la búsqueda del impacto a cualquier precio. Aquí hay un buen conjunto de comediantes -la dupla Ben Stiller-Eddie Murphy funciona- tratando de llevar a cabo un robo imposible. El film no se decide por ir o bien decididamente a la farsa o bien decididamente a la aventura, y esa diletancia lo hiere. Ni chicha, pues, ni limonada.
Como Larry Crowne, Robo en las alturas es cine hecho en y para tiempos de crisis. Solo que, a diferencia de aquella, la película dirigida por Brett Ratner es mucho más oscura y amarga. Las dos comparten un logro: pueden comentar la sociedad estadounidense actual apelando a la comedia y escapándole al sermón y la solemnidad. Robo en las alturas apuesta a la construcción de un micromundo donde casi no hay metáforas porque todo es más o menos literal: un edificio de lujo; un contingente de empleados (mayormente inmigrantes) que trabajan en la sombra para cumplir los deseos de los inquilinos acaudalados; uno de ellos que (parece) es responsable de un fraude millonario que dejaría sin jubilación a los trabajadores de la torre; una justicia capaz de acusar pero no de encarcelar a los criminales de alta alcurnia; un magnate cínico que se sabe impune ante la ley. No hace falta ensayar ninguna lectura en clave, ningún reemplazo; a las cosas se las llama por su nombre. Todo eso, que caído en las manos equivocadas podría dar lugar a un discurso aburrido sobre las desigualdades sociales, en Robo en las alturas da paso a la comedia y a la aventura, sin por eso restarle peso al trasfondo de crítica que subyace (cuando directamente no está en la superficie de manera evidente). Una pregunta sobre la película podría ser: ¿tiene algo nuevo para decir sobre la crisis? Robo en las alturas afirma lo que los documentales de Pino Solanas nunca se atreven a sugerir: una buena parte de la responsabilidad por el caos que viven los trabajadores de la torre la tienen ellos mismos. Josh, el encargado principal del edificio, le confía al multimillonario Shaw la caja jubilatoria suya y de sus empleados con la promesa de triplicar su valor pero sin consultarlo con ellos; cuando uno de los personajes recupera su trabajo en el edificio con un puesto más alto, se olvida automáticamente de ayudar a sus compañeros; uno de los empleados de más baja jerarquía (Lester, el portero) le pide a Shaw que invierta los ahorros de toda su vida. En Robo a las alturas se señalan las responsabilidades individuales; el mal no se encarna de buenas a primeras en los ricos, la corrupción o los políticos. Así, no es una película demagógica: no acaricia el ego del espectador postulando que la culpa la tienen solo los poderosos. Algo extraño es que no se habla de política: al revés que Secretos de Estado, otro estreno (paupérrimo) de la semana, la película de Ratner no apela a un nihilismo cómodo para limitarse a señalar lo mal que están las cosas (antes que espetar las mismas obviedades y lugares comunes que la película de George Clooney, Ratner elude el tema). Esa responsabilidad compartida y la ausencia de canales de protesta políticos son, probablemente, los motivos por los que los protagonistas encuentran, como única respuesta a sus problemas, una solución criminal: el robo del departamento de Shaw. Parodia de un caper film, Robo en las alturas reemplaza a los expertos por inútiles y a los duros por grises empleados de clase media y los envía a una misión para la que no están preparados. Ese desajuste se balancea con la nobleza de la empresa: quitarle a Shaw el suficiente dinero como para recuperar el fondo de las jubilaciones y los ahorros de Lester. Como si el componente criminal no quedara lo suficientemente a la vista, Josh le pide ayuda a Slide, un ladrón de poca monta de su barrio que nada tiene que ver con el resto del grupo. Durante y después del robo, llama la atención el papel que cumple la ley: el FBI tiene en custodia a Shaw al tiempo que vela por sus intereses cuando atrapan a los ladrones; la agente especial Claire detesta al millonario y a veces es cómplice de Josh pero no puede dejar de cumplir con su trabajo. Trabajo esforzado que, por otra parte, nunca alcanza para condenar y encarcelar a Shaw: el FBI que se muestra en Robo a las alturas es incompetente con magnates como Shaw pero expeditivo con ciudadanos arruinados e inmigrantes pobres como los que componen el grupo comandado por Ben Stiller. Al final, sin herramientas políticas de por medio, con una justicia negligente y la conciencia de saberse en parte responsables de sus tragedias personales, a los protagonistas no les queda otra opción que recurrir al delito para obtener alguna reparación económica y moral. La caída de Shaw (que se condensa en el plano en que se lo encierra en un pabellón común; ya no cuenta con el arresto domiciliario en su penthouse) se debe solamente al doble trabajo de Josh y sus compañeros: cometen un crimen al tiempo que desenmascaran los fraudes del millonario. Pero, como bien se sabe, el cine manistream nunca soporta una impunidad absoluta: el castigo puede ser repartido o recaer en alguien en particular, pero no puede no haber castigo, sea por medios legales o no. Al final, el éxito del plan, la restitución de las jubilaciones y la condena de Shaw podrían ser los signos de algo muy parecido a un final feliz, si no fuera porque uno de los personajes carga él solo con la pena de todos. Ese inmolarse como único camino para conseguir justicia es el signo más fuerte del desánimo de la película de Ratner. Su gran mérito es el atreverse a decir eso esquivando la seriedad y la grandilocuencia, apostando al humor muchas veces tonto, incluso escatológico y hasta políticamente incorrecto. Por eso, a pesar de todos los problemas narrativos y formales que se le puedan achacar, Robo en las alturas es una película mucho más política, madura y lúcida que un bodoque como Secretos de Estado.
Robo a la altura de las circunstancias La premisa de Robo en las alturas es un lugar común de la comedia en general. Esto es, pongamos a los personajes más incompetentes a realizar una tarea excesivamente compleja. Y ya lo dijo (o lo repitió) Alejandro Dolina: el humor es básicamente poner una cosa donde no va. El irregular Brett Ratner no olvida nunca estos preceptos durante el desarrollo de su película, por lo que las cosas funcionan bastante bien. Robo en las alturas es otro film sobre un robo absurdamente complejo realizado por gente que no ha robado más que un kiosco en su vida. Retoma elementos de Ladrones de medio pelo de Woody Allen y también de Las locuras de Dick y Jane (de esta última no sólo a Téa Leoni, sino también algún detalle importante del argumento). Puntualmente, Josh Kovacs (Ben Stiller) planea robar a su propio jefe, Arthur Shaw (Alan Alda), quien es acusado de estafa y ha perdido el dinero de la jubilación de todos sus empleados. Para esto reúne un grupo de gente inexperta pero con rencores hacia Shaw, y a su vecino, un ladrón semi-profesional llamado Slide (Eddie Murphy). Más allá de la participación de Matthew Broderick en este film, las obvias estrellas de la comedia en el elenco son Stiller y Murphy. El bueno de Ben está como siempre, o al menos, con su forma de hacer personajes de los últimos años. A esta altura, si no te gusta, es difícil que lo puedas soportar, y así como a veces sostiene films flojos, aquí encaja bastante bien con sus gags típicos. Hay un chiste que siempre hace muy bien, cuando sus personajes están nerviosos o enojados e intentan explicar algo y no encuentran las palabras, para terminar dando vueltas en círculos con sus discursos o inventando absurdos neologismos para al final no decir nada. Si Will Ferrell es el rey de estos monólogos disparatados, Ben Stiller es el príncipe, mientras por estas tierras seguimos con el “a comerla…” de Guille Francella. Por el otro lado, tenemos a Eddie Murphy que por fin está excelente. Hace un personaje ingrato y traidor como Slide, exagerando lo que tiene que exagerar para lograr la parodia, pero conteniéndose lo suficiente como para no volverse insoportable. Está en gran forma para sus 50 años y además, no está fuera de registro, todo lo contrario, encaja perfecto en la estructura del film. Por último, decir que Ratner nunca deja de lado la premisa inicial y juega todo el tiempo con el desmoronamiento de un plan hecho para fallar. Y aunque por momentos pierda la capacidad de sorpresa, el buen ritmo y las buenas actuaciones convierten a Robo en las alturas en un film digno y entretenido. Me permito un comentario al margen sobre un tema tratado en este film y que contantemente aparece en el cine norteamericano, sobre todo luego de la crisis de 2008. Uno nunca termina de sorprenderse de lo hijo de putas que son los sistema de vida estadounidenses. Me refiero a salud, educación, jubilación, etcétera. Si estudiás en la universidad, debés sacar un pesado préstamo para costearlo; si no pagás el seguro médico, te pueden dejar morir en un hospital; si te atrasás un par de cuotas de la hipoteca, hay muchas posibilidades de perder la casa; y si cometés ciertos errores probables con el dinero de tu jubilación, vas a morir pobre o en la miseria. No es este el momento ni el espacio para hacer un análisis socioeconómico de estos temas, ni para escribir un panfleto berreta estilo Marcos Aguinis. Tampoco es nada nuevo, sólo que sorprende la recurrente aparición de estos tópicos en el cine estadounidense, y no sólo en los documentales de Michael Moore o en el cine indie.
Stiller y Murphy: modernos Robin Hood's Brett Ratner es el director de la saga de "Rush Hour" y, entre otros productos, de la comedia con Nicholas Cage "Hombre de Familia". Es productor de exitosas series televisivas, por lo que tiene más que claro el ritmo que hay que imprimirle a un guión para que pueda ser una receta apetecible para el público en general. "Robo en las alturas" ("Tower Heist" en el original) obviamente no se escapa de esta regla y Ratner sabe como manejar los hilos para que la película esté narrada siempre en un tono liviano de comedia y sobre ese tono poder sostener algunos apuntes de acción, suspenso y que todo el elenco pueda lucirse, cada uno en su justa medida. Josh Kovacs (Ben Stiller) es el gerente a cargo de uno de los edificios más lujosos y seguros de Nueva York y lleva a cabo esta inmensa tarea desde hace más de diez años. Dentro de este edificio, en el piso más alto y más lujos que pueda imaginarse, vive Arthur Shaw (otro trabajo interesante de Alan Alda) que tras ser acusado de una estafa mutilmillonaria con los fondos de sus inversores, este magnate de Wall Street debe permanecer por orden del FBI bajo arresto domiciliario. La historia se complica un poco más aún cuando Josh le termine confesando a todos los empleados del edificio que están a su cargo, que los fondos de pensiones de todos ellos estaban en manos de Shaw, quien les había dado la promesa de triplicarlos en la bolsa... pero con todos los sucesos recientes queda más que claro que lo han perdido todo. Ante las decisiones que toman los empleados, sobre todo de ellos que estaba muy cercano a jubilarse, Josh reacciona y quiere hacer justicia por sus propias manos. Y como el plan "A" para salvar todo -que incluía una charla personal con el Sr. Shaw- sale mal, e impensadamente Josh pierde su trabajo, deberán rapidamente armar un plan "B". Un plan muchísimo más osado, incierto, casi imposible, pero divertido. Basándose en la famosa historia de Robin Hood de robarle a los ricos para repartir entre los pobres, ha llegado la hora que, en nombre de todos ellos, Josh tome revancha sobre el multimillonario estafador. Con una primera parte en donde el guión se toma el tiempo de irnos presentando a cada uno de los personajes centrales que confluyen en el plan de Josh, la película toma un ritmo más interesante en la segunda mitad ya cuando este plan comienza a ponerse en acción, aunque no pierde en ningún momento ni el suspenso ni el ritmo de comedia. Quizás como espectador se hubiese agradecido que el guión se "jugara" con trazos de humor un poco más delirante y desenfrenado porque las situaciones daban para ese registro. Sin embargo, opta por algo más convencional dentro de los cánones de la comedia para todo público y conduce un elenco coral en donde cada uno en su momento tiene su lucimiento. Acompañan a Josh / Ben Stiller en el plan, Eddie Murphy como el ladrón "profesional" al que requieren ayuda (una vez más Murphy haciendo un papel que remite permanentemente a "De mendigo a millonario" o más aún a "Un detective suelto en Hollywood"), su cuñado Charlie (Casey Affleck de "Gone baby Gone" y "La gran estafa") y el recientemente desalojado del edificio por problemas financieros Mr Fitzhugh (Matthew Broderick, si! el de las ochentosas "Juegos de Guerra" y "Un experto en diversión"). Serán también de la partida, algunos empleados y ex-empleados de la torre (la nominada al Oscar por "Preciosa" Gabourey Sibide, el ascendente Michael Peña) y completa el elenco la Agente Especial e investigadora del FBI que persigue al estafador y termina involucrada en los planes de esta pandilla interpretada por Téa Leoni (de "Spanglish", "Las locuras de Dick y Jane" con Jim Carrey y la mencionada "Hombre de Familia"). Un guión dinámico aunque poco novedoso, entretiene y permite que cada uno de las estrellas del elenco pueda mostrar lo que sabe hacer. Aún cuando para que el plan "B" del equipo pueda ir saliendo airoso, el guión plantea demasiadas convenciones a las que tenemos que pasar por alto (en este importantísimo edificio lleno de cámaras todo el mundo parece "distraido" y poco atento a su trabajo, como detalle mínimo...), "Robo en las alturas" termina constituyéndose en un producto bien hecho y que logra cumplir con el objetivo del mero entretenimiento. De todos modos, si no fuera porque cortaron la luz en casa y fue la excusa para tener un par de horas de aire acondicionado, se puede esperar a verla en DVD y juro que no pasaría nada...
Algunos momentos destacables de la sinergia entre Stiller / Murphy y algunos pocos logros más. Robo en las alturas cuenta la historia de Josh Kovaks (Ben Stiller), el encargado de “The Tower”, uno de los edificios más lujosos y vigilados de Nueva York. Él es detallista y meticuloso, nada de lo que ocurre en el edificio se escapa de su mirada. Pero existe otro personaje, un magnate de Wall Street, Arthur Shaw (Alan Alda) quien está acusado de robar a dos mil millones de dólares a sus inversores, incluidos los fondos de pensión de los empleados del edificio. Estos sucesos acabarán con la vida a la que Kovaks estaba acostumbrado. Él perderá su empleo y empezará a planear un robo en el edificio que permita a los empleados recuperar sus jubilaciones. Robo en las alturas es una comedia de acción y por ello cuenta con la dirección de Brett Ratner, responsable de la trilogía Una Pareja Explosiva, y la dupla actoral Ben Stiller / Eddie Murphy, quien interpreta a un ladrón de muy poca monta en el que piensa Kovaks a la hora de planificar el robo. Pese al esfuerzo por tener nombres probados en la comedia el filme no resulta especialmente risible, ni tiene mayores logros para destacar. A tal punto que, personalmente creo que lo mejor de Robo en las alturas está en su primera media hora en la que Ratner describe la cotidianeidad de Kovacs al frente del edificio y su relación tanto con los habitantes como con el resto de los empleados, a la vez que presenta al resto de los personajes que serán importantes para la evolución de la trama. Luego de ello, algunos momentos destacables de la sinergia entre Stiller / Murphy, la interesante participación de Tea Leoni, el eterno robo imposible llevado a cabo por novatos y la simple y previsible fábula a lo Robín Hood. Nada innovador ni sorprendente, solo un digno entretenimiento que funciona pero que no recordaremos especialmente.
Cuando comenzamos a ver los créditos al principio de “Robo en las alturas” nos encontramos con una serie de nombres familiares, pertenecientes al cine norteamericano de los 80, con Matthew Brodderick y Eddie Murphy a la cabeza. Si tuviéramos que abrir un juicio de valor aplicando a rajatabla lo aprendido en estos años, no habría mucho para decir sobre esta producción. Más bien es una invitación a dejarse llevar (otra vez) por una trama bastante básica, que se apoya fundamentalmente en la sapiencia de todo el elenco para llevar adelante una comedia que se parece mucho a lo que solíamos ver en este género en épocas de la presidencia de Ronald Reagan. Brett Ratner, director de “X-Men III” (2006) y productor de la serie Prision Break” (2005/2009), abordó el guión de Ted Griffin con la acertada decisión de no tomárselo en serio. Esto es, dejar el discurso de lado, o mejor dicho contextualizar la historia fuera del mismo. Josh Kovaks (Ben Stiller) es el supervisor de un edificio al estilo Donald Trump donde vive gente de muy alto nivel económico, a la vez que es considerado como una suerte de líder del grupo de trabajadores, integrados por mucamas, ascensoristas, cocineros, etc., todos de etnias diferentes, para servir a los popes de las finanzas. Entre estos últimos se encuentra Arthur Shaw (Alan Alda), a quien todos quieren y respetan hasta que se enteran de la pérdida de todos los ahorros, que fueron acumulando con sacrificio, a manos del bueno de Arthur, quien perdió todo en la bolsa de valores. El sistema se comió a la clase trabajadora, incluyendo a un ex agente de bolsa que también lo perdió todo y espera por el desalojo por orden del banco Parece no haber salida, al menos dentro del marco legal, por lo que Josh y compañía deciden robar al ladrón, ayudados por Slide (Eddie Murphy), un ladrón de poca monta, también cliente al fracaso en lo suyo. Todo lo que pasa a partir de allí bordea la ruptura del verosímil pero funciona, por obra y gracia de un elenco que sabe a qué juega. No se puede afirmar que es el gran regreso de ninguno de ellos, pero puede que hayan subido algún escalón hacia ese objetivo. En todo caso “Robo en las alturas” es un buen entretenimiento para quien quiera cambiar el estado de ánimo por un rato.
Y con altura La anécdota central de esta película parte de una temática sensible y candente para la sociedad estadounidense, algo curioso considerando que se trata de una divertida comedia de acción de Hollywood, protagonizada por Ben Stiller y Eddie Murphy. La extendida situación que se dio durante y después de la crisis bursátil del 2008, en la que muchos ciudadanos de las clases medias se vieron estafados por empresas especuladoras, ya sea perdiendo sus casas luego de haberse retrasado en apenas un par de cuotas hipotecarias o viendo desaparecer de la noche a la mañana todos sus ahorros, invertidos en bonos u acciones volátiles. Aquí la acción se centra en uno de los edificios más seguros y lujosos de Nueva York, en pleno Columbus Circle. En la ostentosa suite del último piso vive un magnate de Wall Street, que queda en arresto domiciliario por haberse llevado cifras millonarias de sus inversores, además de haber estafado a muchos de los trabajadores del edificio, quedándose con sus jubilaciones y arrojándolos a la pobreza. Es así que un pequeño grupo de ascensoristas, mucamas, porteros y limpiadoras, sin mucho que perder, deciden hacerse de una revancha. Quizá no tengan experiencia en robos, pero conocen al detalle todos los rincones del edificio, más las rutinas del estafador en cuestión, y despliegan un plan con el objetivo de robarle una gran suma de dinero de su caja fuerte. Habrá que ingeniárselas para entrar al edificio sin ser advertidos, y saltarse los mecanismos de seguridad, más una custodia del FBI que lo vigila las 24 horas. Y aquí hay un doble acierto: el primero es que Alan Alda -veterano de la escuela de Woody Allen- está impecable en su rol de estafador de cuello blanco; es el perfecto empresario amable, sonriente y cordial al que es necesario rascar un poquito para encontrarle un costado soberbio, petulante y desagradable. Un villano odioso como pocos. Por otra parte, es notable ver a este grupo de incompetentes, arrojados al emprendimiento más grande de sus vidas y acudiendo a un supuesto profesional (Eddie Murphy), en definitiva, no más que un descuidista de poca monta. Se dispara un humor casi siempre efectivo en donde abundan los diálogos absurdos e inconducentes, la burla socarrona y el gag disparatado -la secuencia de acción que involucra a varios de los personajes y al auto de Steve Mc Queen, colgado a un centenar de metros de altura desborda originalidad-. El guión tiene sus huecos -sobre todo al final; hay un par de elementos resolutivos que parecen muy traídos de los pelos- pero está escrito por gente experimentada que ya había logrado entretenimientos sólidos; los guionistas Ted Griffin (La gran estafa) y Jeff Nathason (Atrápame si puedes). Y no deja de ser atractivo reencontrarse con un par de actores como Matthew Broderick y Eddie Murphy dando lo mejor de sí, reflotados luego de un buen tiempo de no vérselos en producciones de calidad. Robo en las alturas es una efectiva película de género que logra lo que se propone, que se nutre de gente talentosa y que tiene el poder de cambiarle el semblante al espectador. Es mucho más de lo que uno viene acostumbrando recibir en las salas.
Comedia divertida, disparatada e irreal que, con un elenco que se luce, algunos chistes muy bien pensados, y un relato que en ningún momento trata de encontrarle justificaciones razonables a los hechos, logra convertirse en una entretenida propuesta, pese a sus inconvenientes.
Pocas Nueces Supuestamente "Robo en la Alturas" iba a ser la gran comedia del verano con su estreno que ya lleva más de 1 mes y medio en cartelera (inexplicablemente para mí). No me pareció muy divertida en absoluto, de hecho me fastidió bastante el fallido intento de hacer una Misión Imposible con comediantes. A Ben Stiller y Eddie Murphy los voy a ver al cine para que me hagan reír, me diviertan con su talento vocal y físico, no para que intenten imitar a Tom Cruise con algunos chistes de por medio. Algunas escenas lograban entretener un poco, pero la dicha culminaba a la velocidad del rayo para sumergirme otra vez en una parodia de acción que me sacó varios bostezos. El film comienza bien, con ritmo, introduciendo una comedia que parece va a ser algo distinto, ¡y lo fue!, el tema es que fue "distinto malo" y no "distinto bueno" como había imaginado en mi cabeza. La trama no fue el problema, sino que le pifiaron en la definición del género y la composición de la historia, es decir, por momentos no sabía cuando era una película de acción y cuando era comedia, si estaba tratando de sorprenderme con lo vertiginoso de la escena o si en realidad quería hacerme reír con lo que estaba viendo. Eddie Murphy tiene apariciones sin sentido durante todo el film, que no me resultaron gratas en ningún momento y no me daban ni un poquito de gracia. Lo de Casey Affleck también fue bastante pobre y desordenado. No había casi nada de química entre los protagonistas y daba la sensación de haber varios actores que sólo figuran para justificar la entrada al cine, aunque para mí claramente no lograron que me quede con esa percepción. Un film pretencioso que terminó siendo insípido y poco entretenido, que no logró capturar mi empatía y que tiene uno de los peores desenlaces que he visto últimamente. No recomendable.
Uno imagina que Ben Stiller (ademas productor) junto a Eddie Murphy son sinónimo de un humor muy característico, pero aquí se trata de un thriller en tono de comedia. Un robo con fines solidarios, con momentos delirantes para estos ladrones principiantes, con más posibilidades de torpeza y fracaso que inteligencia. Un buen entretenimiento
The Tower es el edificio residencial más lujoso ubicado frente al Central Park. Kovaks, el administrador del complejo, es el responsable de hacer cumplir todos los deseos y caprichos de los propietarios. Después de más de una década de estar al servicio de algunas de las personas más poderosas de la ciudad, Kovaks decide pedirle a Arthur Shaw, el magnate de Wall Street que vive en el Penthouse, que invierta los fondos de pensión de todos los empleados de la torre. Cuando Shaw es arrestado por estafas multimillonarias, los sueños de viajes exóticos y seguridad económica del staff del edificio quedan desechos. En ese momento, Kovaks decide tomar la solución en sus propias manos y robar los veinte millones de dólares que se encuentran escondidos en el departamento del inversionista. El FBI y un equipo para nada habiloso complicarán un poco las cosas. Bajo la dirección de Brett Ratner (Una Pareja Explosiva, Dragón Rojo) y con el espíritu de Bernard Madoff dando vueltas en el aire, los personajes de esta historia justifican su decisión de tomar al edificio por asalto como una versión actual de Robin Hood, donde los “pobres” están avalados para robarle a los “ricos”. Chistes racistas y xenófobos mediante, esta cinta es un claro ejemplo de que un nutrido y talentoso elenco (Ben Stiller, Eddie Murphy, Téa Leoni, Alan Alda, Casey Affleck, Matthew Broderick) no son garantía de calidad cuando no hay una verdadera historia que contar.