SERVIDOR-VERSO O: APRENDER A DEJAR DE PREOCUPARSE POR LA CANCELACIÓN Y AMAR LA NEUTRALIDAD En la década anterior hubo una inquietud que atravesó a las generaciones nacidas en los 80s y 90s por igual. Y esta es: Pensar si los buenos recuerdos que tenemos de Space Jam vienen acompañados de una película buena o simplemente de una nostálgica. Hoy parecería que eso importa poco o nada. El espacio que ocupa la aventura de Michael Jordan jugando al básquet con los Looney Tunes en la memoria de sus públicos juveniles de aquellos tiempos comprende una suerte de entelequia particular por caso. En el mío, está mi cumpleaños de cuatro años, cuando mi tío me regaló el VHS editado por AVH con caja transparente. Un presente que impuso su ahijada (mi hermana) y al que hemos repasado hasta el hartazgo. Como resultado, todavía en la actualidad nos sabemos todos los diálogos del doblaje en español latino, a pesar de haber perdido todo souvenir del momento: como el casete mencionado y todos los muñecos que venían con los comestibles de una famosa empresa argentina productora de fiambres. Por el lado del conciente colectivo, cada tanto emerge lo anecdótico de la ficha técnica, que el director de fotografía de esta película es el mismo que el de Taxi Driver y Toro salvaje. Con respecto a su -primera- secuela, Looney Tunes – De nuevo en acción solo contaba con un cameo de Jordan (recuperado por banco de imágenes) para establecer algo de continuidad con su antecesora. De ella a veces se destaca que el director es Joe Dante, quien fue anticipado como un inminente director de estos personajes al tener una escena con Chuck Jones en su currículum, con Gremlins. Yo, personalmente, recuerdo que me la perdí en cines y que alquilé su DVD en el Blockbuster de Wilde apenas había salido, en marzo de 2004. Tengo que admitir que siempre me gustó y la sigo admirando más que a la otra. Es una película que anticipó el cariño masivo por las celebridades ex interpretantes de James Bond que no fueran Sean Connery y Roger Moore, algo que se terminaría de consolidar a fines de 2006, con la llegada de “La colección definitiva” de 007 en DVD. Su tema central, el de explorar el rol de los personajes secundarios -en esta ocasión el del Pato Lucas y el de Brendan Fraser encarnando al doble de riesgo de Brendan Fraser-, que son desplazados por el favoritismo de las audiencias, está abordado a la perfección de principio a fin y determinar si es una buena película, o no, me interesa poco. Es también la que me impuso en el radar a Timothy Dalton como Bond, quien paulatinamente se convertiría en mi encarnación preferida del espía británico y sus películas no harían más que subir de rango en mi insulso -pero revisado cada año- ranking bondiano. Entonces llega esta -segunda- secuela, meses antes del 25° aniversario de la primera y se enfrenta, por lo menos, a dos murallas. Una prematura, la siempre ridícula pregunta de si “¿es necesaria…?” porque ya sabemos que el concepto de secuela no se define por necesidad, salvo que nuestros ingresos dependan de las billeteras de las compañías productoras, distribuidoras y/o exhibidoras. La segunda muralla, la que me intriga de verdad, es el poco tiempo que ocupan Bugs Bunny y sus colegas en la vida de los niños en la actualidad. Buena parte de las ya aludidas generaciones nacidas en los 80s y 90s ha conocido a estos personajes por cable. En ese entonces, la Warner Brothers posicionaba a estos relatos en varios lugares de la grilla de programación, por lo que veíamos al conejo y al pato tanto a la mañana como a la noche a lo largo de todas las semanas. Esto ha dejado de ser así desde hace décadas. Claro que los personajes todavía siguen siendo reconocidos por todas las edades, pero las infancias de hoy no cuentan con el mismo nivel de acompañamiento que las de antes, salvo que tengan padres y madres que conserven alguna colección tangible o digital que las compartan con sus descendientes. Volviendo a la -ahora autoproclamada- secuela de Space Jam. Nadie duda que esta va a hacer lo mismo que hizo con Michael Jordan, pero con LeBron James, quienes se interpretaron a ellos mismos, con una diferencia notable. Jordan fue representado durante su primer retiro del deporte en el que se destacó. Sin embargo, la crisis que combate el Rey LeBron no es profesional, sino familiar. La película -no tan pronto- lo pondrá en el camino de Bugs Bunny, quien simétricamente padece de un trance simétrico. En el medio hay un villano que sacude a la vida de ambos, un algoritmo de Warner (encarnado por Don Cheadle) de un proyecto que fue descartado por sus ejecutivos, el Servidor-verso Warner 3000, para escanear celebridades e incorporar sus avatares en producciones apropiadas por la compañía. Lógicamente, con el problema que impone esta Inteligencia Artificial, de nombre Al-G Rhythm, vendrá la solución personal que tanto anhelará el dúo protagónico. Criticar el modo en el que nos revelan los planes del antagonista sería un despropósito, ya que esto se ha manejado de la misma manera en la primera película y en la de Joe Dante. Space Jam: Una nueva era dispone de un mensaje muy resaltado sobre la importancia de la familia, uno que también lo ha sido en los últimos dos estrenos de carteleras globales y no escapará del comentario del listillo de turno que lo destaque en sus redes sociales como si hubiera encontrado la lectura estética del Hollywood actual que definirá un futuro tedioso en el cine. Tampoco nos interesa ahondar en esto. LeBron encaja perfectamente con los personajes animados. Está muy bien sostenido en el estilo de la película su reconocimiento hacia ellos. A diferencia de Jordan, LeBron sí se convierte en un dibujo cuando le llega la hora de conocer a sus compañeros en el Mundo Tunes. La supuesta controversia en redes sociales de que a los personajes tradicionales los convierten en animación 3D es una tontería. En el propio relato esto es un conflicto, los personajes no quieren ser “actualizados”. Aunque simétricas, hay mucha divergencia en el modo que las vicisitudes de LeBron y Bugs son presentadas, continuadas y resueltas. La presentación es el plato más fuerte, con un montaje de reclutamiento extraordinario en el que visitan a los otros Looney Tunes en distintas películas de Warner Bros y New Line Cinema. Las diferentes maneras en las que convencen a cada integrante son muy ingeniosas –en particular la protagonizada por Lola Bunny- y, por supuesto, no se repara en gastos a la hora de explotar los derechos que tienen de las obras aludidas. Posiblemente este sea el momento más celebrado de la película, este y el chiste en el entretiempo del partido. Sobre la continuidad, siempre estamos al tanto de los riesgos del basquetbolista, pero parecería que Bugs Bunny carece de conflictos una vez que se reencuentra con sus amigos y no termina de sentirse el peso de todas las amenazas que le siguen a la historia, descartando el momento en el que es transformado a 3D, donde se lo ve brevemente molesto. En cuanto al partido del título, hay situaciones repetidas del film de 1996. Esto no es necesariamente un problema y en algún punto era inevitable (incluso le pasó a Terminator 2: El juicio final). Sí es un problema que en la primera se siente el peso y la necesidad de resolver el conflicto, cuando Jordan asume por primera vez su condición de caricatura y marca el último tanto, mientras que en esta termina pasando lo opuesto. No entraremos en detalles, diremos que hay un cambio de roles -repetimos- muy bien sostenido a lo largo de la película, pero que es desestimado al final. Algo parecido a lo que siempre se le cuestionó a X-Men 3: La batalla final y sus decisiones no tan definitivas. Haciendo un balance, los arcos narrativos de LeBron James y Bugs Bunny son resueltos desproporcionadamente. LeBron tiene el carisma, sus modos de afrontar sus conflictos son entrañables, pero los de su copiloto terminan reduciéndose a decorados, con deslices gratuitos de drama y neutralizando casi todo valor trágico. Cerraremos con el elefante de la habitación, que es la tan discutida cancelación de Pepe Le Pew. Tratar de justificarla por los motivos de la empresa sería torpe y en la película es tratada con un compromiso nulo. El primer punto de giro surge con un comentario de la siempre carismática Sarah Silverman, que interpreta a la ejecutiva que “cancela” a Al-G Rhythm porque a LeBron no le interesó su propuesta. Con dicha propuesta se comprenden las escenas más divertidas de esta secuela, cuyo resultado puede sintetizarse así: un personaje de carne y hueso resuelve sus problemas, rodeado de dibujos animados que nos divierten en sobremanera, aunque aisladamente, en una película que se queda a medio camino de hacerse cargo de la recuperación de los valores del pasado para redimir al presente. ¿Tendrá esta Space Jam alguna trascendencia segmentada para recuperar en el futuro o solo vino para ser graciosa un rato e irse? Si lo tiene, puede aparecer del lado de LeBron James. Por el lado técnico-animado y su estilo, no hay nada que Steven Spielberg no haya hecho mejor en Ready Player One.
Entretenimiento que los fans de la película de Michael Jordan no podrán perderse Dirigida por Malcolm D. Lee, llega a los cines la secuela de Space Jam tras 25 años del estreno de su exitosa antecesora. Si bien la continuación no es para nada fundamental, logra entretener gracias a un carismático LeBron James, varios gags que funcionan y el regreso de los olvidados Looney Tunes. Años antes de su debut en el cine, la figura de Michael Jordan no solo representaba un éxito deportivo, sino también un éxito comercial. Algunas emblemáticas publicidades que protagonizó la ex estrella de los Chicago Bulls hasta supieron contar con la participación del emblemático líder de los Looney Tunes, Bugs Bunny, que comenzó a consolidar en los comerciales dirigidos por Joe Pytka una curiosa sociedad, principalmente favorable para el conejo y sus amigos, que no estaban pasando por un gran momento televisivo. Posteriormente, el polémico retiro profesional del astro deportivo en 1993 para comenzar una breve carrera en el beisbol (la decisión duró tan solo dos años), la necesidad desesperada de Hollywood porque Jordan llegue a la pantalla grande y las exitosas publicidades protagonizadas por el basquetbolista y la alocada caricatura concluyeron en Space Jam, el segundo -y último- largometraje dirigido por el mismísimo Pytka, que unía a Jordan junto con los Looney Tunes para enfrentarse a una amenaza extraterrestre en un partido de básquet. Si bien la película de Warner Bros. no fue del agrado de la crítica, se convirtió en un éxito de taquilla luego de lograr una recaudación mundial de 230 millones de dólares. 25 años después, la nueva película de Space Jam no llega ni por cuestiones nostálgicas ni novedosas para desarrollar, sino más bien para demostrar. Y aunque el producto funcione positivamente en sus rasgos generales, simplemente termina redoblando las intenciones publicitarias que poseía el film original. ¿A qué nos referimos? Michael Jordan ha funcionado en Hollywood como una condición sine qua non. Es decir, más allá de la idea de insertar a los Looney Tunes en una aventura hollywoodense, el foco principal estaba puesto en que Jordan tenga su película. Ese era el negocio y si el deportista hubiese optado por obtener una nominación al Oscar, probablemente el destino de Bugs Bunny, El Pato Lucas y compañía hubiese sido otro. De esta idea surge la primera particularidad de la nueva película de Space Jam. LeBron James, a pesar de su más que aceptable labor, es la excusa para rememorar un viejo clásico y punto. El factor sorpresa ya no reside en el protagonista, que también podía haber sido Stephen Curry a los fines de esta producción. Por otra parte, el contexto también es completamente distinto en relación a lo que significaba Warner en la década de los 90 y lo que significa, junto a toda la industria del entretenimiento, en el día de hoy. Mientras en el primer film podía resultar hilarante suponer que debajo de la tierra habitaban las emblemáticas caricaturas, orgullosas de ser propiedad del estudio en cuestión, hoy no resulta sorprendente el hecho de imaginar ese “submundo” pero rodeado de algoritmos y servidores que representan en distintos universos a las franquicias más importantes de la compañía. Bajo estos parámetros, ya introducidos en Ready Player One (Steven Spielberg, 2018), Space Jam: Una nueva era busca demostrar el poderío de Warner y todo el contenido que tiene por ofrecer, puntualmente en la flamante plataforma de streaming, HBO Max. Dicho esto, más allá de la abrumadora publicidad (camuflada bajo simpáticas referencias) en la que se desenvuelve la película de Malcolm D. Lee, hay un entretenimiento más que correcto e ideal para la pantalla grande, que hasta se anima a potenciar falencias de su predecesora, puntualmente en lo atinente a las relaciones humanas. Mientras en la película de Pytka Jordan limitaba casi todo su protagonismo a la interacción con los Looney Tunes, ahora existe un conflicto familiar alrededor de LeBron y su hijo (Cedric Joe), sobre el cual se construye gran parte de la trama. Por otro lado, la narración funciona de manera más pausada y se toma su tiempo para desarrollar a sus protagonistas, al histriónico villano (Don Cheadle) y el partido final, en el que la lograda opulencia visual adquiere un peso absoluto. En cuanto a los Looney Tunes, no hay grandes diferencias en cuanto a la participación que han tenido en la primera película, siendo que el homenaje a las caricaturas se construye fundamentalmente sobre las bases del film de Pytka más que sobre el extenso universo televisivo que los ha consagrado. En ese sentido, la injustamente vapuleada Looney Tunes: Back in Action (Joe Dante, 2003) ha sido la producción que más se ha preocupado por homenajear de manera absoluta a estos icónicos personajes. Sin lugar a dudas, limitándonos a la relación con la película protagonizada por Michael Jordan, Space Jam: una nueva era resulta una propuesta superior en términos generales pero que carece del contexto que ha hecho tan especial a su antecesora, hecho que probablemente influya negativamente en su recuerdo a lo largo del tiempo. De todas maneras, el nuevo reclutamiento de los Looney Tunes logra ser un entretenimiento más que satisfactorio gracias a un conveniente y fresco LeBron James, logrados efectos visuales y gags que suelen funcionar (es clave ignorar los cargados trailers, puesto que anticipan muy buenos momentos), aún en los momentos en los que el poderoso marketing es un protagonista más.
En 1996 Warner Bros. estrenó «Space Jam: El juego del siglo», un film que nos muestra como los famosos Looney Tunes reclutan a la superestrella de baloncesto Michael Jordan para jugar un partido de dicho juego contra un grupo de extraterrestres que busca esclavizarlos. Una obra que, más allá de tener una gran cantidad de reseñas negativas entre los críticos, fue un éxito en taquilla y se convirtió en una de las películas favoritas de los más pequeños en esa época, incluyendo al en ese entonces chico de 11 años, LeBron James. Un cuarto de siglo después, aquel joven, ahora adulto y transformado en uno de los mejores basquetbolistas de la actualidad, es quien acompañará a Bugs Bunny y sus amigos en una nueva aventura que no podrá evitar que nos preguntemos si será mejor que su predecesora. En esta «nueva era» los papeles se invierten, haciendo que sea LeBron James quien busque reclutar a los ya conocidos Looney Tunes para ganar su libertad en un juego de básquetbol, cuando él, junto a su hijo Dom (Cedric Joe), es atrapado en el universo de los servidores de Warner por la inteligencia artificial Al G. Rhythm (Don Cheadle). A grandes rasgos, el director Malcolm D. Lee («Girls Trip», 2017) y los seis escritores detrás de esta secuela decidieron mantener la misma fórmula de la anterior: famoso basquetbolista juega junto a los Looney Tunes en un partido de alto riesgo. Sin embargo, lo que en muchos casos puede tornarse repetitivo, aquí, ya pasados 25 años de la primera entrega, logra generar nostalgia en los más grandes y consigue retener la atención de los más pequeños por la simpleza de su trama y su alta dosis de entretenimiento. Enfocándonos en los detalles, el film no escatima en el uso del CGI (efectos especiales), ni del maquillaje o vestuario, presentándonos distintos tipos de animación en paralelo con personajes de carne y hueso mientras que se hace un recorrido por el amplio portfolio de Warner, generándote la sensación de ver simultáneamente una película realista, animada y hasta un videojuego. No obstante, en ocasiones esto llega a ser contraproducente al formarse muchos focos de atención a la vez, haciendo que, al querer apreciar todo lo que está en pantalla, nos distraigamos fácilmente de los personajes centrales. A diferencia de la película de los 90, que mostraba a Jordan como un deportista estrella por sobre todas las cosas, este largometraje tiene más enfoque en LeBron como padre que como basquetbolista, poniendo la diversión y el juego por debajo de la moraleja paternal que se quiere transmitir. La inexperiencia de James en el rubro, quien mostró un poco de sus habilidades actorales en «Esta chica es un desastre» (2015), logra pasar desapercibida al compartir protagonismo con el joven Cedric Joe, el cual representa correctamente su papel del hijo del jugador de la NBA, y con el reconocido Don Cheadle («Iron Man 2,» 2010), que interpreta más que bien el papel antagonista de la obra, con una personalidad digna de los villanos más famosos de Disney. Aunque todos muy por debajo de Bugs Bunny quien, con más de 80 años de carrera, aún logra hacernos reír hasta con los mismos chistes, algo que muy pocos pueden lograr. En síntesis, «Space Jam: Una nueva era» es una comedia que le traerá recuerdos a los más grandes y le encantará a los más pequeños. Una obra que, aunque no destaca por su guion o grandes actuaciones, logra trasmitirnos un mensaje familiar, sin dejar de representar un homenaje a la trayectoria, no solo de LeBron James sino también de la compañía Warner Bros. con los Looney Tunes a la cabeza, quienes, aunque pasen los años, logran mantenerse frescos, sin olvidar sus raíces y haciendo que nos sigamos preguntando: ¿es temporada de Patos o temporada de Conejos?
Se acuerdan de Space Jam? Era aquella película que contaba una crisis universal en la que los Looney Tunes se veían obligados a secuestrar a Michael Jordan -que en aquella época era la estrella indiscutida de la NBA-, para jugar un partido de básquet contra unos extraterrestres que amenazaban al planeta. La película que fue un hitazo para la Warner, también fue una buena excusa para exportar a la NBA y a su figura principal, con el apoyo del gran Bill Murray. Si existe una enciclopedia total del cine, aquella película seguramente debe tener lugar en alguna especie de volumen adicional contando rarezas cinematográficas. La mezcla de dibujos animados con actores reales ni siquiera era demasiado original, pero seguramente quienes impulsaron la realización no estaban pensando en cambiar la historia del cine sino en hacer estallar la taquilla y vender mucho pochoclos. Con el tiempo Space Jam quedó como una bizarrada propia de los ´90. Veinticinco años después llegó a los cines el reboot de aquella película llamada muy perspicazmente Space Jam 2, por seguramente los productores habrán dicho algo así como ‘no nos vamos a hacer los originales’. ¿Qué propone esta segunda película que apela a los centenarios Looney Tunes? Lo mismo que la primera, promover la NBA y a su estrella del momento, que ahora es LeBron James. La excusa esta vez es un algoritmo que se corporiza dentro de las computadoras de la Warner y planea no se entiende muy bien que cosa pero básicamente secuestra a LeBron y a uno de sus hijos que tendrán que enfrentarse en un partido de basquet convertido en juego de video. Como argumento es medio ramplón, pero tampoco en la película anterior se habían esforzado demasiado y nadie espera demasiado de esta segunda entrega de la ¿saga?, así que no hay nada que reprochar en ese aspecto. Lo cierto es que tenemos a LeBron James y a uno de sus hijos, algunos cameos, Don Cheadle (que sería el Bill Murray de esta película) y los Looney Tunes en pantalla luchando contra un equipo compuesto por otros jugadores de la NBA a los que se les agregó algunos poderes. Cinematográficamente la película es la nada misma, pero es interesante como síntoma de algo que está pasando afuera de las pantallas de cine donde se está llevado adelante una batalla por el control del mundo del entretenimiento. Por desgracia para Bugs Bunny, el Pato Lucas y todo el resto de la banda, la empresa decidió que era un buen momento para mostrar todas sus franquicias. En un punto lo que se ve en pantalla parece un homenaje a Ready Player One pero lejos del talento de Spielberg, la pantalla tiene tantos cameos y tantos easter eggs que la historia central queda a un costado. Space Jam 2 llega un poco tarde a las salas argentinas, no tiene mucho más para ofrecer que un entretenimiento liviano en el que chocan por un lado la ñoñez de la comedia familiar de los LeBron y el delirio caótico y anarquista de los Looney Tunes y esa coalición se produce en el medio de una especie de demostración de poder la Warner diciéndole a Disney que hay otros universos además de los que ellos poseen. No adelantamos nada si decimos que ninguno de los que participaron en la primera parte aparecen en esta, aunque hay un chiste para Michael Jordan y dando un poco de vueltas por las redes, es fácil enterarse del disgusto de Murray con aquella experiencia y que Jordan se negó a participar de una segunda parte pero volvió a filmar en cine como invitado en un comedia musical. SPACE JAM: UNA NUEVA ERA Space Jam: A New Legacy. Estados Unidos, 2021. Dirección: Malcolm D. Lee. Guion: Sev Ohanian, Ryan Coogler. Intérpretes: LeBron James, Sonequa Martin-Green, Don Cheadle, Martin Klebba, Xosha Roquemore, Khris Davis, Katie McCabe, Anna Sofie Christensen, Chris Paul, Skyler Bible, Peter Cornell, Mike Strong, Erin Flannery, Derrick Gilbert, G. Lane Hillman, Daria Johns, Gerald ‘Slink’ Johnson, Miles Quincy Martin, Eric Shackelford, Cassandra Starr, Harrison White. Música: Kris Bowers. Fotografía: Animación, Salvatore Totino. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 120 minutos.
"Space Jam" fue una novedad en 1996 cuando mezcló la animación de WB con el mundo del básquet y la actuación de Michael Jordan. El estreno de esta semana es "Space Jam: A New Legacy" con LeBron James como protagonista. El guion, escrito por varias personas, pone énfasis en la relación entre un padre y su hijo. Eso nos lleva a la juventud de James, cuando deja su GameBoy para tomarse el básquet con seriedad. En el presente, él ya es una superestrella, vive feliz con su esposa (Sonequa Martin-Green) y tres hijos. Su hijo Dom (Cedric Jose) quiere dedicarse a inventar videojuegos y su padre intenta imponerle el deporte y la disciplina, así como él fue educado. Luego de una visita a Warner Bros. donde se ve una pequeña participación de Sarah Silverman y Steven Yeun como dos ejecutivos, padre e hijo son engañados y digitalizados y Dom es "secuestrado" por la inteligencia artificial Al-g Rhythm que se manifiesta a través del villano interpretado por Don Cheadle. Para rescatarlo deberá someterse a un juego al que se llega después de muchos minutos (demasiados) pero no puede hacerlo solo...es así como recurre a los famosos Looney Tunes, integrados por Bugs Bunny, Lola Bunny (la voz de Zendaya en la versión original), Pato Lucas, Grandpa, Tweety, Penguin, Pennywise, Speedy y King Kong entre muchos otros. La pandilla necesita ganar el juego para evitar que James sea encarcelado y los Cartoons, borrados. Algo para destacar es la tecnología empleada, tiene muy buenos efectos y colores vibrantes. En su parte lúdica, entretiene de a ratos, cuando intenta llegar a la emoción , no lo consigue. DIRECCIÓN: Malcom D Lee. ACTORES: LeBron James, Don Cheadle. ACTORES SECUNDARIOS: Sonequa Martin-Green. GUION: Sev Ohanian, Ryan Coogler. FOTOGRAFIA: Salvatore Totino. MÚSICA: Hans Zimmer. GENERO: Aventuras . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 115 Minutos CALIFICACION: Apta todo público DISTRIBUIDORA: Warner Bros FORMATOS: 2D. ESTRENO: 15 de Julio de 2021 ESTRENO EN USA: 16 de Julio de 2021
“Space Jam: Una nueva era”. Crítica Space Jam trae devuelta a los Looney Tunes y a LeBron James a un nuevo y desafiante partido. La nueva película de los Looney Tunes y LeBron James explora todo el mundo de Warner y llena de referencias, jugarán uno de los partidos más difíciles luego de El juego del siglo. Dirigida por Malcom D. Lee y escrita por Juel Taylor & Tony Rettenmaier & Keenan Coogler & Terence Nance. Los productores son Ryan Coogler, LeBron James, Maverick Carter y Duncan Henderson y los productores ejecutivos son Sev Ohanian, Zinzi Coogler, Allison Abbate, Jesse Ehrman, Jamal Henderson, Spencer Beighley, Justin Lin, Terence Nance e Ivan Reitman. Protagonizada por LeBron James, Don Cheadle, Sonequa Martin-Green, Cedric Joe, Ceyair Wright, John Bauman, Jeff Bergman, Eric Bauza, Bob Bergen, Zendaya, Gabriel Iglesias, Candi Milo, Maurice LaMarche, Billy West, Fred Tatasciore, Jim Cummings y J.P. Karilak. Además del elenco, también prestan sus voces jugadores de la NBA, tales como Klay Thompson, Anthony Davis, Damian Lillard, Chris Paul y Kyle Kazum. También estarán las jugadoras de la WNBA, Diana Turasi, Nneka Ogwumike y Chiney Ogwumike. King Kong no tiene nada de mí Durante el reclutamiento de Bugs Bunny y LeBron ambos recorren todo el mundo de Warner Media, desde la tierra de los Tunes, pasan por el mundo de la Liga de la Justicia, Game of Thrones y otras tantas películas y/o series de la compañía. No solo hacen referencias, y también usan frases, sino que lo muestran y hablan sobre el tema siendo un añadido en varias escenas. Además, el público que apoya a los Goone Squad son todo el producto de Warner Media, miembros de películas como Matrix, King Kong, La Máscara, etc. Adaptándose
Definir a Una nueva era solamente como la secuela oficial de Space Jam: el juego del siglo no alcanza. Es cierto que aquí está de nuevo la clásica pandilla animada de la Warner encabezada por Bugs Bunny para interactuar con una estrella del básquet y que la esencia del relato vuelve a ser la convivencia entre el mundo dibujado del cartoon y la acción real con personajes de carne y hueso, al servicio de una historia de fantasía para toda la familia. Pero esta película, en esencia, se mira mucho más en el espejo de la casi olvidada Looney Tunes: de nuevo en acción (2003). De esta producción toma Space Jam 2 algunas de sus líneas fundamentales. Y sobre todo su autorreferencialidad. Como aquella, Una nueva era transcurre casi de principio a fin en el interior de los estudios que la hicieron posible. No solo es una película producida por Warner. Es de Warner, pasa en Warner y habla de Warner en el más amplio sentido, como si en el fondo se tratara de una gigantesca declaración de principios que sostiene, entre otras cosas, que no solo de Disney vive la historia (y el presente) de la animación en Hollywood. Además, la aventura no transcurre en cualquier lugar del estudio. Estamos en el corazón de su archivo digital, el llamado server-verse, donde habita la memoria virtual de ese mundo. Y no deja de ser un chiste muy apropiado para estos tiempos que el villano de turno resulte ser un algoritmo con rostro humano. Encarnado en la figura y la voz de Don Cheadle buscará convertirse en amo y señor de ese universo secuestrando al astro de la NBA LeBron James (bastante desenvuelto interpretándose a sí mismo) para obligarlo a enfrentar a su propio hijo en un épico partido situado en una realidad paralela. Los aliados de LeBron serán los personajes de Looney Tunes, reclutados en distintos clásicos del estudio (de Casablanca a Matrix) con los mejores chistes de toda la película. Luego, todos ellos compartirán la batalla a través de una extensa suma (casi dos largas horas) de secuencias desaforadas, en las que queda claro el sentido de acumulación que tiene la película. Con seis guionistas y una multitud de artistas digitales no podría esperarse otra cosa. Los momentos más logrados coinciden con el tributo a la mejor tradición animada del estudio. Otros, en cambio, funcionan nada más que como vacío alarde digital mezclado con inevitables mensajes aleccionadores.
Luego de 25 años de espera, regresaron los LOONEY TUNES a la gran pantalla. Esta vez llegan junto a la superestrella de la NBA, el mismísimo LeBron James. No hace falta aclarar que esta producción de Warner Bros apunta a los chicos y a los nostálgicos que disfrutamos de aquella primera entrega con Michael Jordan como protagonista. LeBron James se une a la simpática banda de los Looney Tunes para derrotar en un partido de basquetbol al Goon Squad, liderado por el malvado Al-G Rhythm (Don Cheadle). Todo esto tiene como objetivo salvar al hijo de LeBron y evitar la extinción de los Looney ́ s. Warner nuevamente apuesta por realizar una superproducción acorde a lo que merecen estos míticos personajes. Es muy complejo desapegarse de lo que fue la película original, creo que lograron hacerlo y traer una trama similar a la actualidad. El principal objetivo de este film es acercar a las nuevas generaciones estos personajes que quedaron un poco olvidados con el avance de las tecnologías. Es por eso que optaron por traer la temática “Videojuegos” a la cinta, porque así lograrán atraer a la generación actual de niños. Me gustó que haya un enfoque que apunte directamente a este público. Lo interesante es que además de seducir a nuevos espectadores, también apelaron a la nostalgia de los viejos con grandes referencias a la primera producción y a los años 90'. El máximo poder que tiene esta película es el de referenciar muchas de las producciones pertenecientes a Warner y a HBO. Podemos encontrar varios guiños a las grandes franquicias que poseen estos estudios. Como por ejemplo: Game Of Thrones, DC, Harry Potter, películas clásicas y series actuales como Rick Y Morty. Esto me gustó pero también trae algunas contras. Como espectador me sentí distraído por encontrar todas las referencias que sucedían en la trama y eso hace que la historia se me haya vuelto dispersa, porque hay una sobreinformación de cosas externas al hilo de la historia principal. En cuanto a las actuaciones no hay mucho que decir. LeBron estuvo muy correcto, teniendo en cuenta que no es actor, siento que lo hizo bastante bien. Don Cheadle construye un enemigo un poco verborrágico pero que es funcional a esta historia infantil. La estética es interesante, con los colores típicos que siempre rodearon a Space Jam pero con el agregado de estar enfocados en una ambientación más tecnológica y computarizada que aquella primera entrega. Las texturas que logran con los personajes animados dan cuenta de una innovación necesaria para renovar y actualizar a estos personajes. Las cuotas de humor son buenas. A una película donde aparecen los Looney Tunes no le podía faltar el humor característico de las caricaturas, y además logra ser genuinamente divertida. Teniendo en cuenta que su predecesora es parte de la historia cinematográfica y esta segunda entrega tenía la vara muy alta, siento que estuvo bastante aceptable en muchos aspectos. Por partes quisieron abarcar demasiado para superar a la original y eso le jugó en contra. Además, agregar tantas referencias hace que el espectador se sienta en una gran publicidad del estudio. De todos modos y a nivel general, este film funciona por el simple hecho de que está armada pura y exclusivamente para el disfrute auténtico de ver a los Looney´s y sus locuras. Es entretenida, divertida y llamativa a la vista, ideal para ver en familia y/o para rememorar grandes momentos de aquella Space Jam protagonizada por el gran Michael Jordan. Por Leandro Gioia
Crítica publicada en YouTube
El avance tecnológico que hubo en el cine entre 1996 y 2021 es lo único que vale la pena destacar de este aparatoso evento llamado Space Jam 2: Una nueva era. Más que una secuela es una remake de la que seguramente en veinticinco años harán una nueva versión. No, corrijo, los tiempos han cambiado, harán un reinicio en dos años y de ese harán varias secuelas y una serie, solo para empezar. El protagonista humano de esta película es LeBron James, cuyo estatus de estrella es el único equiparable al que tuvo Michael Jordan cuando hizo el film anterior. Su talento es indiscutible y lo mejor de la película son los fragmentos de archivo que aparecen al comienzo. Cuando tiene que actuar la cosa es complica un poco, pero nada grave, cualquier admirador de semejante figura se sentirá agradecido por verlo en pantalla grande. Acá la excusa para el partido está relacionada con el hijo de LeBron. Fanático de los videojuegos, es también un brillante diseñador. Una creación suya es usada entonces por un algoritmo malo de Warner Brothers (el mismo que decidió hacer esta película, ahora que lo pienso) que mete al padre y al hijo en un mundo virtual a competir entre sí. Al joven lo acompaña un grupo de jugadores rediseñados para el mundo digital y a LeBron las estrellas de los Looney Tunes, con Bugs Bunny a la cabeza. Un chiste gracioso. Uno solo. Nadie le pide a los que hicieron esta película que estén a la altura de los Hermanos Marx, o Ben Hecht, o Billy Wilder. Nadie los obliga a ponerse a la altura de Jerry Lewis o de Ernst Lubitsch. Sí hubiera sido digno que se hubieran acercado al humor de los dibujos de la Warner que exprimen sin sacar nada de jugo. Un esfuerzo sobre humano en el aspecto visual asegura espectacularidad y grandilocuencia, pero ni una sola risa. Y el mundo digital, tan avanzado como está, tampoco es capaz de dar una sola imagen bella. El broche de oro es el uso y abuso de los films y series en poder de Warner. Como empleados cansados y obligados por el jefe, ahí están conviviendo todo aquello sobre lo que Warner tiene derechos. Puede ser Matrix, Mad Max, pero también Casablanca y El mago de Oz. Citas que quieren ser ingeniosas, pero son ofensivas. Alguna méritos de la digitalización impecable, otros extras disfrazados al lado de la cancha. Por cierto: todos los vean el film coincidirán que la película tiene los peores extras en la historia de Hollywood, algo insólito pero notorio. Uno puede ver a Penélope Glamour junto al Pingüino de Tim Burton y el Batman de Adam West, pero también a los secuaces del protagonista de La naranja mecánica. Así, todos ellos, apilados, haciendo de hinchas, tirando morisquetas y festejando la muerte del cine. Algunos dicen que es un homenaje, para mi es una burla que, como el resto del film, no produce gracia alguna.
Hoy se estrenó en los cines argentinos SPACE JAM 2: Una nueva era, secuela de la recordada Space Jam (1996), protagonizada por Michael Jordan. Una vez más, el universo disparatado de los Looney Tunes tiene como protagonista a un célebre basquetbolista, LeBron James. La mezcla en pantalla de animación e intérpretes reales, ya sido utilizada en varias películas como Who Framed Roger Rabbit, la cual sin dudas es la que mejor resiste el paso del tiempo. Se observa que desde los '90, hay un retorno a este recurso estético en donde se destacó Space Jam, aunque hay que admitir que no resiste tan bien el paso de los años, y logra mantenerse vigente debido al recuerdo simpático de quienes de niñxs pudimos verla en una sala de cine. Retomando la película en cuestión, lamentablemente no alcanza a cubrir las expectativas. El problema principal es que el conflicto planteado no resulta ni coherente, ni sólido. Esto llama poderosamente la atención , puesto que es un proyecto en el que se viene trabajando desde el 2014. En esta ocasión una Inteligencia Artificial, corporizada mediante el actor Don Cheadle, decide vengarse, en una suerte de "rebelión de las máquinas" de James -quien actúa de si mismo- por rechazar un contrato laboral. Lo que nunca es profundizado en la película (además de la obvia fama y talento del jugador) es por qué esta IA está obsesionada con el basquetbolista, ya desde allí el villano resulta inanimado y nada es verosímil narrativamente. Al igual que su predecesora, la película inicia con un prólogo que narra la niñez de LeBron y su vínculo con el básquet, pero también con los video juegos. Y aquí, lo que se interpreta, da título al filme "un nuevo legado", porque en sintonía con el contexto actual la película reflexiona sobre el pasaje de los juegos físicos a la era tecnológica, virtual y de la hiper-imagen. Si bien la película tiene algunos momentos estéticos logrados como el pasaje por varios contenidos del universo WB, que van desde la película clásica Casablanca hasta Wonder Woman, es una lástima que a pesar del trabajo técnico, el guión es paupérrimo. Incluso, James resulta sobreactuado y prácticamente ni lo vemos jugar al básquet.
Mismo concepto, más diversión. En 1996 llegó a los cines un filme de baloncesto bajo el slogan del “juego del siglo”. La novedad era Michael Jordan interactuando con los Looney Tunes, algo que para aquel entonces se había visto poco (por ejemplo en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?). La película fue un éxito en taquilla, aunque no de crítica. Aun así los planes de una secuela estaban en marcha pero fueron siendo descartados; en sus enfoques se tantearon otras disciplinas como el fútbol, el skate o el golf. Algo que luego decantó en 2003 con Looney Tunes: de nuevo en acción donde la trama nada tenía que ver con los deportes. En 2014 al anunciarse su secuela, esta vez con LeBron James, la expectativa era enorme. ¿Cómo sorprender a un nuevo público? ¿Cómo contentar a los fans de la primera entrega? La respuesta fue sencilla: si en la primera entrega nos deleitaron con la interacción entre Jordan y Bugs Bunny junto a sus amigos, en esta la vara se amplió más a un multiverso en el que icónicos personajes de Warner Bros. viven en un mismo universo. Ya no se trata de un mundo subterráneo sino de un mundo virtual al mejor estilo Ready Player One. La película no solo se encargó de amplificar su universo abriendo un abanico de posibilidades sino otras tramas como la de LeBron James con su familia o la del villano, algo que en el filme anterior apenas se trabajó. La propuesta resulta entretenida y visualmente me atrajo, pero algo que no me terminó de convencer del todo es el hecho que fuera una secuela independiente. Tal vez el hecho de volver a ver de nuevo la misma premisa contada de otra forma fue lo que me molestó más. Pero ese detalle comparativo es el que hace que las secuelas no funcionaran y analizando desde otro punto tal vez fue independiente sí (indagando un poco, los cortos de los Looney Tunes nunca se rigieron por una continuidad) pero como detalle antes a su vez se encargó de ampliar el concepto y corregir otros. Sumado a Space Jam, tenemos también un filme animado con los Teen Titans Go, que interactúan con los Monstars (algo que compensa su ausencia en este filme). En definitiva, Space Jam 2: una nueva era es una entrega para disfrutar sin caer tanto en las odiosas comparaciones y recordándonos que hay dando vueltas otras cintas de los Looney Tunes con humanos.
Más que una continuación Space Jam 2 presenta una remake mejorada de la obra de John Pytka, que en 1996 reunió a Michael Jordan con los personajes de los Looney Tunes. En un momento de este film hay un chiste de Bugs Bunny al respecto donde blanquean de entrada esta cuestión y aunque la premisa es la misma, la idea se abordó con una mayor prolijidad. Dentro de las propuestas infantiles esta película es lo mejor que llegó a los cines en los últimos meses y cuenta con el condimento adicional que también es más entretenida para los adultos que acompañen a los chicos. A diferencia del film anterior, el deportista LeBron James tuvo la enorme ventaja de contar con un guión que tiene un desarrollo superior de los personajes, el conflicto central y el concepto general de lo que fue Space Jam. En la película del ´96 por ejemplo había toda una subtrama con el hijo de Jordan que quedaba en la nada y nunca se explicaba por qué el chico volvía triste de la escuela. Todo se enfocaba en la aventura del basquetbolista y la comedia y no había espacio para explorar otro tipo de conflicto. Por el contrario, en esta producción la relación de LeBron con su hijo es el corazón principal del film y todo el arco argumental que tienen estos dos personajes cuenta con un mejor desarrollo. El jugador de los Lakers se desenvuelve con mucha espontaneidad y carisma en la interacción con los dibujos animados y transmite la sensación que disfrutó más la filmación que Jordan en la original. A diferencia de la entrega anterior que fue realizada por un especialista en efectos especiales, la dirección en este caso quedó en manos de Malcom D.Lee (Undercover Brother), un cineasta experimentado en la comedia que supo trabajar mejor este aspecto de la historia. Con la supervisión de Ryan Coogler (Creed, Black Panther) en la producción ejecutiva consiguieron armar un entretenimiento familiar que no deja afuera a los adultos y tiene guiños humorísticos fantásticos. La gran adición y novedad de esta propuesta pasa por el modo en que expandió el concepto de fantasía, que ya no se limita al mundo de los Looney Tunes sino a todas las franquicias populares del estudio Warner. Al abrir el campo de juego en esta cuestión tenemos la posibilidad de disfrutar a LeBron y los compañeros de de Bugs Bunny en la interacción con otros clásicos de la cultura geek y el cine. La secuencia de reclutamiento de los Looney Tunes, que en mi opinión reúne los mejores momentos del film, incluye algunas sorpresas magníficas que no se quemaron en los trailers promocionales. Motivo por el cual recomiendo en lo posible evitar a los resumidores y explicadores seriales de películas en You Tube que arruinarán como siempre la experiencia. Space Jam 2 presenta una combinación de secuencias de animación tradicional con el CGI que estuvieron muy bien equilibradas en la trama. La animación digital toma protagonismo en el partido central, que en esta oportunidad cuenta entre los espectadores con numerosos íconos famosos del cine pochoclero y la televisión. Una idea que probablemente tomaron de Ready Player One que tenía ese tipo de cameos. Con los visionados posteriores probablemente descubramos personajes que se nos pasaron la primera vez porque la atención tiende a recaer en los protagonistas. Entre las celebridades llegué a notar casi al 80 por ciento de los clásicos de Hanna-Barbera (incluidos los Herculoides y Mighty Thor) y los Thundercats entre otros. No obstante, las secuencias de animación tradicional previas al partido son las que ofrecen los mejores momentos, muy especialmente para los adultos. Si tuviera que objetarle algo al film es que con todo el entretenimiento que brinda no deja de ser también un zarpado y obsceno autobombo de Warner para publicitar sus productos. Faltó que a la salida del cine repartieran cupones de descuento para la plataforma HBO Max y la hacían completa. Salvo por ese detalle el balance es más que positivo y reitero Space Jam 2 es la mejor propuesta que surgió para chicos en mucho tiempo.
La fiesta continúa LeBron James, en lugar de Michael Jordan, juega con Bugs Bunny y -casi- todas las estrellas de los Looney Tunes. Hace siete años que se anunció que LeBron James iba a protagonizar la secuela de Space Jam. El basquetbolista ya era una figura mítica, tenía millones de fans en todo el mundo, y la pregunta era si tenía el mismo carisma de Michael Jordan. Es que Space Jam, hace 25 años, fue una fiesta. Chicos y grandes disfrutamos de la simbiosis de personajes en vivo y dibujos animados, al estilo de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988). Space Jam 2: Una nueva era viene con todos los avances tecnológicos, por un lado, y con todo el embalaje de las redes sociales y los videogames a cuestas. Bugs Bunny tiene un nuevo compañero de equipo: LeBron James. Foto WB Bugs Bunny tiene un nuevo compañero de equipo: LeBron James. Foto WB En la trama, el alero, hoy, en Los Angeles Lakers, tiene tres hijos (igual que en su vida real). El del medio, Dom (Cedric Joe), es un apasionado de los videojuegos, y está creando uno propio… sobre básquetbol. Su padre le insiste en que practique y practique el juego de verdad, y el chico siente que papá James no lo apoya. Justo, pero justo cuando llaman a LeBron a una reunión en la Warner Brothers, para ofrecerle ser protagonista de una serie de proyectos en los que combatirá con, por ejemplo, Batman. A él no le cierra lo que le ofrecen, y ahí entra en juego el ego de Al G. Ritmo (Don Cheadle), precisamente el algoritmo que ingenió esas ideas, y que está en el subsuelo, en las computadoras de la Warner. El Pato Lucas le da instrucciones al alero de Los Angeles Lakers... Foto WB El Pato Lucas le da instrucciones al alero de Los Angeles Lakers... Foto WB Hasta allí llegan LeBron y Dom, y, sin más vueltas: quedan atrapados en una suerte de realidad virtual, creada por Al G. Ritmo, y la estrella deberá jugar un partido de básquet y ganarle al team que presentará Al G, si quiere recuperar a su hijo. Tampoco hay que ponerse dramáticos, porque no es que Dom esté siendo torturado. Peor la estará pasando LeBron, cuando deba reunir a su equipo entre los Looney Tunes, con -por supuesto- Bugs Bunny a la cabeza. El Tune Squad, a pleno. Sin Pepe Le Pew... Foto WB El Tune Squad, a pleno. Sin Pepe Le Pew... Foto WB No puede hablarse de chivos dentro de una película de un estudio major en la que personajes de otros filmes, o series aparezcan en distintos “planetas” del multiverso. Y se logra un crossover, en el que Robin, el payaso de It, Gatúbela, Pedro Picapiedras o algún malvado de Game of Thrones hinchen por un equipo o por otro. El humor es el alocado de los dibujitos de la Warner Bros., y en el plantel de los Tune Squad no falta casi nadie (Pepe Le Pew, que estaba en la original, ausente con aviso). El filme es dirigido por Malcolm D. Lee, un realizador que suele hacer comedias por lo general con elenco de afroamericanos, como él. El Coyote hace de las suyas para sumar muchos puntos. Foto WB El Coyote hace de las suyas para sumar muchos puntos. Foto WB Lo que sí, no hay, tampoco, estrellas de la NBA que le hagan sombra a James, como sí acompañaban a Michael Jordan en la película original de 1996 (Patrick Ewin, Larry Johnson, Charles Barkley, Larry Bird). Y ojo al cameo de un tal Michael Jordan… Kath Soucie, una de las mejores y más reconocidas doblistas, ya no le pone la voz a Lola Bunny, que ahora tiene el timbre de Zendaya. Cuestión de marketing, que le dicen. Zendaya le pone la voz a Lola Bunny. Foto WB Zendaya le pone la voz a Lola Bunny. Foto WB En cuanto a lo del carisma, el propio LeBron James se ríe de sí mismo al decir, casi al pasar, que los deportistas no suelen ser buenos actores… No importa, porque está muy, pero muy bien acompañado por dibujitos que no jugarán tan bien al básquet, pero la rompen igual.
“Movilizame el algoritmo” En 1996, creímos que era posible que un astro del básquet viajara al mundo de los Looney Tunes y jugase con dibujos animados con el objetivo de salvar el mundo. Bebiendo de las fuentes de Who Framed Roger Rabbit (1988), Space Jam nos hizo saltar de la butaca, bailar el tema musical y conseguir la mayor cantidad de los muñecos disponibles. 25 años después llega su continuación… ¿De qué va? ¡Bienvenido al partido del siglo! El campeón de la NBA e ícono mundial LeBron James se embarca en una aventura épica junto al Tune Bugs Bunny en el evento animado / de acción en vivo “Space Jam: Una Nueva Era”. Este viaje de transformación es el resultado de una mezcla maníaca entre dos mundos que, al final, revela hasta dónde están dispuestos a llegar algunos padres para conectar con sus hijos. Cuando LeBron y su pequeño hijo Dom quedan atrapados en un espacio digital por una IA (inteligencia artificial) deshonesta, LeBron debe regresarlos a casa sanos y salvos guiado por Bugs, Lola Bunny y a toda la banda de indisciplinados Looney Tunes hacia la victoria sobre los campeones digitalizados de la IA en la cancha: una lista mejorada de estrellas profesionales del basquetbol como nunca antes lo habías visto. Son Tunes versus Goons en el desafío más importante de su vida, que redefinirá el vínculo de LeBron con su hijo y arrojará luz sobre el poder de ser uno mismo. Muchos recordamos con cariño los 90´s, el menemismo, el 1 a 1, el inicio del videoclub y el VHS, la llegada del cable, el cambio en el paradigma del cine de entretenimiento con Jurassic Park… y la búsqueda de los muñecos de Space Jam para completar toda la colección. Algunas décadas después (y en concordancia con el mercado actual) vuelve en forma de fichas, con LeBron James a la cabeza y la cartera de propiedades de Warner Bros. Space Jam: Una Nueva Era es una suerte de Frankestein malnacido que se configura como el anti-cine: no quiere contar nada, no tiene nada que contar tampoco; es el sueño húmedo de los directivos (no lo pongo en inclusivo porque seguramente sean todos varones) de WB que encontraron la manera de vender su plataforma de streaming con la publicidad más cara del mundo. El branded content es una técnica de marketing que consiste en crear contenidos vinculados a una marca que permitan conectar a esa marca con el consumidor. En tiempos donde la publicidad en redes es tan específica pero a la vez el público es tan diverso, hay pocos unicornios que sean efectivos en hablarles a un espectro grande… ¿ y qué mejor que utilizar TODA la biblioteca de contenidos de AT&T y ponerla porque sí en una cinta de 2 horas para mostrar el poderío del nuevo servicio de streaming HBO Max? Eso es Space Jam: Una Nueva Era. No se preocupa por la historia (que es inconsistente, sin sentido, y algo torpe en su desarrollo), ni por las actuaciones (Sebastián Estevanez se retiró de la actuación luego de encontrar en LeBron James un sustituto superior) ni en los efectos visuales (la transformación final del villano está al nivel de las películas de SyFy). La película estuvo en desarrollo durante años, lo que hace más inentendible la situación. Su primera parte era incoherente también (¿o acaso olvidaríamos todo lo que sucede con Bill Murray?), pero era consciente de eso, y no temía exponerse en sus debilidades. En este caso, quienes la “escribieron” se nota que no saben ni de algoritmos, ni de videojuegos, ni de programación… simplemente tiran palabras técnicas al aire para parecer informados de conceptos que en su desarrollo demuestran desconocer completamente. Porque es una historia sobre la conexión de un padre con su hijo, un vástago que no quiere jugar al básquet como su padre, en realidad quiere ir al campamento de E3 (hay que hacer publicidad para tener lugar en las próximas ediciones de la feria) y ante la negativa mal actuada del protagonista, termina siendo engatusado por el villano (un Don Cheadle que esperamos se haya podido comprar una isla al lado de Nicolas Cage) para competir contra su padre en las arenas digitales. ¿Si tenes a tantos personajes, por qué no buscar otro acercamiento? Mi generación vivió ese evento multi-marca llamado Cartoon All-Stars to the Rescue (1990) en donde muchos personajes (los Looney, ALF, Alvin y las Ardillas, los Muppets, Los Pitufos, Los cazafantasmas, Donald y sus sobrinos) se unían para algo de bien: discutir sobre el uso de las drogas. ¿Era acaso una buena historia? Absolutamente no, pero en su génesis buscaba un bien superior, no vender nada. Podía no contar con un gran relato, pero era poco “nociva” en sus intenciones. Space Jam: Una Nueva Era merecía otro acercamiento, aprovechar todo para contar algo nuevo, diferente, disruptivo y más cercano a una nueva generación más deconstruida. Pero bueno… no. Algunos cruces entre propiedades funcionan muy bien (lo de Lola y Wonder Woman), algunos cameos son divertidos (y otros dan MUCHO cringe), tiene un chistazo que remite directamente a la primera película y casi es lo único que vale la pena del tercer acto… porque no olvidemos lo principal: Space Jam es una historia para chicos y chicas, que aprovecha las oportunidades creativas de la locura de los dibujos animados. Debería ser despojada, alocada, fresca, imperfecta, divertida… tiene todos los elementos para serlo, pero decidieron ir por la opción más machista de todas: mostrar abiertamente quien la tiene más larga. Y si bien es cierto que la biblioteca de contenidos de Warner es amplia, vasta y heterogénea, en lugar de utilizarla para contar algo, se termina mostrando todo sólo por mostrar, volviendo la situación más burda y expulsando el poco involucramiento que podría lograr. Seguiremos jugando con nuestros muñecos de hace 25 años atrás, sufriendo por una oportunidad desperdiciada.
Ni con los avances tecnológicos recupera el mito En esta nueva era, la película sólo sirve para exponer el poderío del estudio productor como una gran publicidad desabrida y sin gracia. Con algunas comedias en su haber, y un parentesco con Spike Lee, Malcom D. Lee es el encargado de recuperar la saga que cruzó animación, personajes clásicos, y el básquet, hace más de 20 años. Sale Michael Jordan y entra Lebron James para acompañar a los clásicos Looney Toones en una nueva vuelta de tuerca al match espacial que podría definir el futuro del mundo. En este caso, el basquetbolista en cuestión debe lidiar con su hijo adolescente, quien se las ingenió para especializarse en un videojuego con características muy similares a la del juego del que su padre es una estrella y en el que, caprichosamente, y sin mucha explicación, terminarán dentro lidiando con un siniestro villano de turno, encarnado por Don Cheadle, quien exigirá que para salir de ese espacio virtual deban batirse a duelo en una partida, para la cual los “humanos” contarán con la ayuda de los entrañables personajes animados. Allí están todos, o casi, los cancelados recientemente por Hollywood brillan por su ausencia, como también las ideas para lograr un relato original dentro de los parámetros que establecía la predecesora. Entonces la película en vez de lanzar nuevas líneas argumentales, recupera casi de manera calcada, la necesidad de generar una dupla entre jugador/caricaturas, para así viabilizar su narrativa, la que, además, y excesivamente, apunta a valerse del universo de los estudios Warner, toda su sinergia, para promocionar y publicitar sus productos previos y venideros. Que Space Jam: Una nueva era (Space Jam: A New Legacy, 2021) llegue a días del arribo a la región de la plataforma HBO MAX, tampoco es casualidad, convirtiendo a la película, en un eterno y aburridísimo aviso publicitario que carece de la originalidad y la gracia de su predecesora, la que, aun en sus limitaciones tecnológicas, en comparación, termina saliendo victoriosa al contrastarla con esta copia burda y sin sentido. Algunos gags, humor, pero también mucha, mucha publicidad, terminan debilitando una propuesta que bien podría haberse valido de la nostalgia por la original y los icónicos personajes, pero tal como el villano de turno, Al G. Ritmo, Malcom D. Lee, sólo se puso a responder a los intereses de una industria que expulsa las ideas y pretende ir siempre a la zona de confort de lo probado, el éxito garantizado, sin darse el permiso para explorar nuevas opciones ante franquicias que tienen un lugar en el corazón de los fanáticos, a quienes, una vez más, termina por defraudar.
Lo primero que hay que tener en cuenta antes de ver Space Jam: una nueva Era, sobre todo si estás en tus 30s, es que es una película para chicos. O sea, no hay que intentar revivir lo que sentiste cuando la viste por primera vez porque ahí -justamente- eras un niño o niña y este estreno está apuntado para ese público. Hago esta aclaración porque leí varios comentarios sobre que “Space Jam había perdido su magia”. Lo cual es inentendible porque es básicamente lo mismo y, además, un chico jamás diría eso. El film es inocente y punto. Hay que juzgarlo por lo que pretende ser. Y obvio que no es una película perfecta, pero cumple con su objetivo. Pasa que llega 25 años más tarde. En mi gusto particular, prefiero a Jordan, pero seguro que es porque soy contemporáneo a su figura. LeBron James hace un trabajo decente. actúa mal, es verdad. Pero no es actor. En cuanto a la historia, el guión podría haber sido un poco más ingenioso y gracioso (apenas te saca dos risas en dos escenas muy puntuales). Y el film peca de ser todo el tiempo una gran publicidad de toda la galería de Warner. Faltaba que diga “Disponible en HBOMAX” y listo. Lo único bueno de eso es que brinda entretenimiento para los cinéfilos queriendo ver (e identificar) a todos los personajes que aparecen. No hay mucho más para agregar. No suma hablar de Zendaya como Lola Bunny, cualquiera podría haberlo hecho. Space Jam: una nueva Era es buen entretenimiento para los más chicos, tal vez más si les gusta el básquet.
La nostalgia siempre está presente, incluso dependiendo de la época se podría decir que es cíclica. Acabamos de pasar una década que le rendía homenajes sin fin a los 80s con la música, la ropa y la masiva corrección política. Y aún que no terminó siendo así, hubiera apostado que con Trump los 70s se acercarían con alguna nueva versión de Watergate. Sin embargo, hoy estamos más adelantados. Volvió el pelo corto y está desapareciendo la barba. La televisión está pasando su peor momento. Parece que va a volver el Rock y, volvimos a tener en el radar a Britney. Los videojuegos volvieron a ser algo cool para todos, y sí estas en TikTok sabrás que existe una nueva movida llamada indie kid. Incluso hace menos de un año el mundo entero siguió semana tras semana un documental de baloncesto. Sí, estamos volviendo a los 90s. Y siendo realistas, no pueden existir los 90s sin una de las Feel Good Movies más especiales de nuestra infancia: Space Jam. Luego de firmar un acuerdo en el 2014, se le encomendó a LeBron James seguir el legado que dejó Space Jam en 1996, una de las mejores películas para toda la familia de esa década. Teniendo así una doble tarea. No solo estar a la altura de Michael Jordan, sino de ayudar a reviví la franquicia de los Looney Tunes que tras varios intentos fallidos de Warner no han terminado de colarse en las nuevas generaciones. Luego de algunos años en los cuales el estudio no pudo conseguir una idea perfecta para esta nueva entrega, decidieron jugar a lo seguro, explotando no solo las licencias de los amigos de Bugs Bunny sino todas las posibles en su haber. En la película LeBron James es la gran estrella que conocemos, sin embargo como padre deja que desear. Presiona a su hijo Dom (Cedric Joe) a estar 100% concentrado en el baloncesto lo cual ocasiona problemas de comunicación entre ellos. Dom realmente desea ser un programador de videojuegos, cosa que no entra en los planes de su padre. Esto, y muchas otra razones que a la película no le interesa explicar a fondo, los lleva a ser absorbidos por el servidor de Warner Bros., que es manejado por Al-G Rhythm (Don Cheadle), un algoritmo malvado que está cansado de vivir en la sombras. Al-G secuestra a Dom y reta a LeBron a jugar un partido para recuperarlo. Él acepta pero es enviado a donde están los fracasados y olvidados. Así llega al Tune World donde deberá reunir a su nuevo equipo con la ayuda del Bugs Bunny. ‘Space Jam: una nueva era’ no cuenta con un argumento sólido. Su historia es el eslabón más débil y funciona como un simple pretexto para poder a ver otro partido de baloncesto entre varios de los personajes más queridos de nuestra infancia y el rey del deporte. Y, aunque por algunos momentos empiezas a cuestionarte si fue una buena idea volver a traer a la vida a esta franquicia, a veces la nostalgia mata al guión. Volver a ver a los Looney Tunes fue muy gratificante, apenas los ves en pantalla reconectas con ellos y con tu infancia. Literalmente conozco más al Pato Lucas que a muchas personas de mi familia. Incluso viendo como trascurría la historia no dejaba de pensar en qué les había pasado. La película por un momento es cociente de ello ya que son tomados como personajes olvidados. Sin embargo, lastimosamente, no terminan explorando ese pasaje. LeBron es un GOAT total del baloncesto, pero siendo realista no está ni cerca de ser el fenómeno cultural que fue Michael Jordan. Sin embargo hace un buen papel, actúa hasta donde puede y es carismático. Con la ayuda de su familia (actores de verdad) cumple con una historia de padre e hijo con un buen arco. Al igual que el anterior protagonista se relaciona muy bien con los Looney Tunes. Especialmente en la escena en la que junto a Bugs Bunny debe buscar por el Universo Warner a todos sus compañeros. Pasando así por Metropolis, la Matrix, Max Mad y más. Claramente esta película funciona como una publicidad de 2 horas de HBO Max, sin embargo permitamente dudar de su escencia. El villano, que no tiene muy clara sus motivaciones y es un algoritmo. Literalmente lo que está intentando promocionar Warner y todas las demás compañías. Incluso él mismo es el responsable a que no se hagan más cosas sobre estos personajes en la vida real. No quiero aventurarme mucho, pero si Martin Scorsese tuviera que hacer un film sobre un algoritmo probablemente sea parecido al personaje de Don Cheadle. Solo digo. El momento cumbre es el partido que con unas muy buenas versiones 3D de los Looney Tunes, y gran chiste sobre Michael Jordan, es un total disfrute. Si debemos comparar, la primera entrega es muy superior a esta. Sin embargo es de esas películas que debes tener cerca para ver cuando estés desanimado. Cumpliendo asi con el estatus de una Feel Good Movie. No me importa si vuelven los 90s, lo que le pido a Dios es que de alguna manera vuelvan los Looney Tunes.
READY PLAYER ¡¿WHAT?! Había en 1996 múltiples motivos por los que un producto como Space Jam llegaba a concretarse: el recuerdo cercano de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, la nostalgia por los Looney Tunes de un público que entraba en la adultez, la presencia magnética de Michael Jordan y la NBA como sello que gozaba por entonces de una gran popularidad a partir de la extensión en todo el mundo de las señales deportivas y la televisión por cable. Como dice Rodrigo Seijas en su texto sobre la película (acá) no se entiende muy bien la nostalgia por aquel film, ya que los resultados fueron bastante fallidos, pero sí al menos podemos entender qué motivó a sus creadores. Ahora bien, que 25 años después el mismo concepto vuelva a desarrollarse es ya un misterio de la industria cinematográfica norteamericana y su voracidad por extender franquicias que puedan gozar de un público cautivo. O, también, cierta necesidad comercial y empresarial por parte de Warner. Space Jam 2: Una nueva era más que una nueva era es una repetición de aquella película, pero rehecha con los códigos del presente. La estrella del básquet en cuestión es ahora LeBron James, los Looney Tunes vuelven pero ya en plan animación digital y el concepto no es tanto el mundo animado sino el de los videojuegos, que es donde se termina jugando el partido en cuestión. Tenemos un conflicto paterno-filial de lo más básico, entre un padre que quiere que su hijo se dedique al deporte y un hijo que en verdad quiere ser desarrollador de videojuegos. Lo básico del conflicto es lo de menos, porque en verdad lo interesante aquí debería ser cómo se relacionan los humanos con las animaciones y cómo ese mundo cartoon impone sus reglas absolutamente disparatadas. Pero la película de Malcolm D. Lee no solo es torpe para generar humor, es muy poco disparatada y confunde caos y vértigo con ritmo narrativo. Space Jam 2: Una nueva era son dos cansadoras horas sin una idea más o menos atractiva. De todos modos no deja de ser curiosa la premisa: un algoritmo de Warner (interpretado insoportablemente por Don Cheadle) se enoja porque LeBron James no quiere participar de un experimento de virtualidad y lo secuestra junto a su hijo. Perfecto: ¿El villano es un algoritmo de Warner? ¿De Warner, la compañía productora de la película? Sí. Uno supone que hay un chiste ahí dentro, una ironía, pero no, nada es gracioso, salvo un chiste que involucra un error con el nombre de Michael Jordan. Lo que sí hay, aprovechando que se meten en una suerte de servidor de Warner, es una exposición del amplio catálogo con el que cuenta la compañía. Entonces como en una versión confusa de Ready Player One aparecen cientos de personajes y referencias, que no cumplen otra tarea que la de la prepotencia corporativa: porque tenemos las franquicias de DC, de Game of thrones, de Harry Potter; y a King Kong, y al Gigante de Hierro, y al payaso de It. Y más. Y todos los personajes hacen cameos absolutamente arbitrarios. Aunque en el fondo todo tiene su objetivo: Space Jam 2: Una nueva era parece un largo spot de lanzamiento de la plataforma streaming HBO Max. ¡Eso es todo amigos!.
Seguramente todos recordando aquella película de los años 90′ (Precisamente 1996) en la que los reconocidos Looney Tunes realiyan un partido junto al basquetbolista Michael Jordan, en un film que mezcla la animación con el live action. Sin ser una maravilla , la película se convirtió en un clásico divertido para ver seguramente los domingos a la tarde en algún canal de TV. Cómo siempre, en algún momento llegaría la secuela, ahora de la mano de Lebron James, con un aire renovado a las tiempos actuales, si bien no llegará a ser tan recordable como la primera entrega, nos ofrece momentos divertidos, por lo que al menos podremos pasar un buen rato con un nuevo partido de basquetbol. Mientras en la primera entrega los enemigos eran unos alienígenas que querían secuestrar al basquetbolista Michael Jordan y tener de esclavos a los Looney Tunes. En esta entrega es una tecnología la que quiere a un basquetbolista estrella para ejecutar sus planes. Una diferencia que podemos notar en esta entrega es que Warner hace uso de todas sus franquicias en la historia, además de los reconocidos dibujos animados. Es así como los personajes se encuentran dispersos en el mundo de WB y deben ir a buscarlos. Es ahí cuando vemos los mejores momentos de la película dentro de films como Mad Max, Casablanca, Matrix, entre otros. La historia es simple y algo boba, pero aún así logra entretenernos con sus chistes y sin fin de referencias. Algo más que llamaba la atención en esta entrega es la incorporación de LeBron James en el film. Había que traer una estrella más actual y que tenga el peso suficiente como lo fue Jordan en su momento, y la verdad podemos decir que no ha estado mal. El personaje denota carisma, también cuenta con un momento animado, que para que no se asusten, dura algunos minutos. Es así también como se juega con el diseño de los personajes animados, que se presentan en un principio a través de una animación más clásica, pero que a la hora del partido se busca una excusa para que veamos a los Looney tunes con una característica más realista, aunque manteniendo la escencia de caricatura. Space Jam 2 no es una película memorable que quizá veamos en unos años con cariño, pero si es un entretenimiento que cumple. Volvemos a ver a los personajes animados de forma entrañable, y a sus vez nos entretienen con su sin fin de referencias, con DC cómics incluído. Una buena opción familiar para ver en cines. Calificación 7/10
DIVERTIDO JUEGO "Maravillosa y entretenida película para disfrutar en las vacaciones, dirigida al público infantil. Sin embargo y gracias a sus bellos mensajes, la familia también la disfrutará y se emocionará." Space Jam: A New Legacy, 2021. ¡Bienvenido al Jam! Campeón de la NBA e ícono planetario, LeBron James se embarca en una increíble aventura junto a Bugs Bunny en SPACE JAM - NEW ERA. LeBron y su pequeño hijo Dom están cautivos en un espacio digital por inteligencia artificial maliciosa. El jugador de baloncesto debe llevar a su pequeño a casa sano y salvo, triunfando sobre Bugs, Lola Bunny y sus compañeros Looney Tunes contra los campeones digitalizados de la inteligencia artificial: un escuadrón de estrellas hinchadas de la NBA y la WNBA. Film digitalizado, azucarado y con reiterativos consejos. La primer Space Jam, tuvo un éxito para los adultos expectantes en obtener la misma magia en esta nueva entrega. Sin embargo, esta información, no es interesante para los niños. Por lo tanto, considero un error, criticarla dese ese lugar. El guion es previsible y su ritmo el acertado para los más pequeños. Si esto no fuese así, se perdería el encanto buscado para que funcione y la sorpresa que provoca. Los personajes están bien construidos, son divertidos y tienen personalidad. Quizás la duración sea algo extensa para cierto sector del público. Los diálogos son abrumantes. Si bien, la interpretación de James LeBron, no es la esperada, juzgarlo desde un lugar de actuación, no resulte justo, ya que es un excelente jugador de baloncesto, no un actor. Pero esa es una elección del Director. Los niños, no se detienen en esos detalles, les resulta divertido y mágico, la transformación entre ambos universos, y la interacción con cada uno de los personajes Looney Tunes. Por otra parte, la animación funciona, aportando la cuota necesaria del hechizo esperado, para jugar e incentivar el vínculo con los personajes en ese espacio virtual bien construido. Una de sus debilidades, es la evidente venta y promoción de los productos Warner, pero una vez más, esto es lo que más le interesa a los pequeños y no es novedoso para los adultos. Space Jam 2: Una Nueva Era, a pesar de ser una película saturada de referencias al cine y al baloncesto, confluye en una comedia de entretenimiento familiar. La música cobra un papel importante, estimulando la imaginación y lo sensorial. "El film Puede no ser lo esperado por los mayores, pero si por el público hacia quien está dirigido y eso es lo importante. La nostalgia por la primer versión, solo le interesa al adulto. De manera que pretender lo mismo, es una pérdida de energía. Los niños se entretienen, ríen, se sumergen en ambos universos y eso es lo que cuenta. Quienes tuvimos la oportunidad de ver la película junto a los más pequeños, damos fe de esto. Sus risas, gritos y sorpresa cada vez que aparece un nuevo personaje animado y entusiasmo por jugar es lo que impera, y es por eso que la recomiendo. La premisa es sencilla y hermosa: -lo que más importa es la familia y la amistad que elegimos, se puede transformar, en un lazo fraternal, siempre y cuando aceptemos al otro como es-, se mantiene durante todo el film y está relatado como el cuento que esperan los infantes. Espero que los grandes no arruinen esa ilusión y logren divertirse junto a ellos, recordando nuestra niñez y conectando con esa inocencia."
Directo a la nostalgia de la generación millennial, llega la secuela de aquella película que unió al gran Michael Jordan con los desfachatados Looney Tunes. En ese 1996 las taquillas dieron cuenta de un gran éxito comercial para toda la familia. Y aunque si bien, la unión entre el plano real y animado había sido introducida años atrás en "¿Quién engañó a Roger Rabbit?, la propuesta resultó muchísimo más ambiciosa que la película de Zemeckis. • Pero Space Jam ¿era tan buena como creemos que era?. Eso es difícil de responder. El cine tiene mucho de experiencia emocional, por lo que si logra esa conexión espiritual con el espectador, podríamos concluir que su tarea es totalmente satisfactoria. Parte de eso seguramente haya estado influenciado por la introducción del primer retiro de Jordan y su posterior regreso al basket. Haber anclado la película allí, como una experiencia bisagra en su carrera profesional fue un gran acierto para seguir reconociendo a una figura tan particular como lo fue el jugador neoyorquino. Todo esto nos sirve para contextualizar y dimensionar los motivos que hacen de "Space Jam: Una nueva era" una experiencia completamente fallida. En primer lugar porque Lebron no es Jordan. Y no hablamos de cuestiones estrictamente deportivas, sino respecto a su personalidad. Y en segundo, porque 2021 no es 1996 y muchos de los trucos que pudieron ser innovadores resultan gastados y aburridos. Se puede creer en las buenas intenciones que hacen que Lebron y Bugs luchen contra un villano algorítmico personificado por Don Cheadle, casi como un intento de modernizar ideas de forma informatizada. Pero no se puede consentir que un guión esté más preocupado por introducir referencias culturales a personajes de Warner, que en desarrollar una historia interesante. * "Space Jam: Una nueva era" va derechito hacia el club de las secuelas fallidas, incapaces de recuperar siquiera algo de su propuesta original. Una suerte de caricaturización sin gracia, de algo que quizás no era necesario revisionar.
La súper estrella del básquet LeBron James pareciera tener todo lo que un hombre podría desear; salvo una buena relación con su hijo menor. Mientras James intenta inculcarle a su retoño el amor por el deporte, el chico quiere desarrollar videojuegos. Esta diferencia es la que será aprovechada por una inteligencia artificial de Warner para obligar a padre e hijo a competir en un partido de básquet. Una secuela de Space Jam fue casi que una leyenda urbana por varios años; pero finalmente Warner apretó el acelerador, y concretó el proyecto, con LeBron James tomando el relevo de Michael Jordan ¿Es una digna secuela Space Jam 2: Una Nueva Era? Teniendo en cuenta que la primera tampoco era una joya, y que solo buscaba entretener a los más chicos de la casa mientras se colgaba de un deportista de fama internacional, podemos decir que estamos ante una más que digna secuela; que sabe lo absurdo de su argumento y se regodea en eso. Así que vayamos por parte. El mayor logro de esta película, es saber que los Looney Toons como tales, ya no atraen a tanta gente como antaño, ya que los chicos, en la mayoría de los casos, ni los conocen. Es por esto que, en lugar de aceptar la naturaleza absurda del programa, decidieron centrarse en las posibilidades que da un videojuego (ya que el hijo de LeBron es programador), para poder hacer todos los gags en pleno partido. Aparte que, a nivel visual, se ve muy bien, pese a recordar casi de forma constante, a Ready Player One. Otro acierto es que, en gran parte de la cinta, LeBron James no actúa, pese a salir en pantalla. Lo vemos en su versión cartoon, y así nos ahorramos el dolor de ojos de intentar verlo actuar (e incluso hacen un chiste sobre eso). Pero tenemos que decir que la película es por demás extensa, llegando a las dos horas; una duración que nos hace dudar si los más chicos (el público al que apuntan) lo van a aguantar en el cine, sentados, con el barbijo puesto… A esto hay que sumar que muchos de los gags, parecieran apuntados a los adultos; sobre todo los que son en base a mostrar todas las franquicias que tiene Warner. Estamos seguros que un nene de cinco años no tiene ni idea que es Games of Thrones, y que al tener muchísimos de estos chistes, se va a terminar aburriendo. Space Jam 2: Una Nueva Era no es el desastre que muchos pensaban, pero tampoco podemos decir que es una buena película. Si, nos saca algunas risas, pero su extensa duración, así como las nulas habilidades interpretativas de LeBron James y unos gags que no se deciden si apuntar a los adultos o a los chicos, la hace quedar como un film promedio y ya.
El pequeño LeBron James no nació siendo el mejor basquetbolista de su generación, debió dedicar años de entrenamiento y disciplina para llegar a ocupar ese lugar en el panteón del deporte. En el camino, perdió parte de su capacidad de disfrute y será su hijo Dom (Cedric Joe) quien lo ayude a recuperarla. Aunque su padre asume que va a seguir sus pasos en el deporte y lo presiona para dejar de lado otras distracciones como él tuvo que hacer, Dom ya demuestra un gran talento para el diseño de videojuegos y sueña con hacer su propio camino. Su primer proyecto avanzado es justamente un juego de basketball que reformula las reglas básicas del deporte, algo que resulta prácticamente ofensivo para LeBron, quien se toma muy en serio todo lo relacionado a su profesión. Mientras tanto, en los servidores de Warner Bros una nueva entidad lleva tiempo ganando poder en las sombras y está lista para dar el salto que le otorgue el reconocimiento que cree merecer. Al G. Rhythm (si, se llama “algoritmo”) es el rey indiscutido del mundo virtual donde habitan todas las propiedades intelectuales de Warner y ya controla o manipula muchas de las decisiones que toman los ejecutivos humanos en la empresa, creando y modificando proyectos en base a sus estudios sobre lo que el público consume. Para Al G. Rhythm (Don Cheadle), LeBron James es el candidato ideal para una alianza que le permita colgarse de su llegada a millones de personas y lograr por fin salir de las sombras. Pero LeBron no tiene interés en nada que lo distraiga de su juego, empujando a Al G. a secuestrar a su hijo para tratar de que cambie de idea. Space Jam: Una nueva Era para centennials Es inevitable la comparación entre Space Jam: Una nueva Era (A New Legacy) y la primera versión de esta película protagonizada por Michael Jordan (en 1996) para la generación de niños que hoy tienen la edad de LeBron James, de la que es al mismo tiempo una secuela y una remake. Una secuela porque, aunque no se vinculan con el presente, todo parece indicar que esos eventos sucedieron (o como mínimo, existió la película y eso alcanza para que sea parte del mundo virtual donde sucede Space Jam: Una nueva Era); es también remake porque la estructura es básicamente la misma: un deportista estrella es forzado dentro del mundo animado para formar un equipo de basket junto a los Looney Toones y enfrentarse a unos monstruosos rivales basados en otros jugadores reales. Hay algunas diferencias que terminan resultando relevantes pues le dan más consistencia a la trama de Space Jam: Una nueva Era por sobre la casi inexistente de la anterior. Esta vez hay un villano (aunque su plan no sea del todo claro) y hay una progresión en los personajes, que salen de la historia diferente a como entraron. Ayuda que LeBron se defienda bastante mejor que Jordan frente a la cámara, pero antes que nada importa que cada uno por su lado, Bugs Bunny y Lebron tienen la motivación de recomponer esa familia que no supieron sostener y el partido finalmente es la culminación de ese proceso más que el fin en sí. Space Jam: Una nueva Era no deja de ser una película apuntada al público infantil, diseñada para explotar la fama de un deportista y algunas de las propiedades intelectuales más importantes de Warner, pero todas esas referencias no son el chiste central de la película. Es cierto que durante la primera parte, Bugs y Lebron recorren varios clásicos de WB reclutando al resto de los Toons en secuencias que no funcionan siempre con la misma contundencia o que parecen errarle a la generación objetivo (nunca está de más darle algo a los adultos que acompañan, lo demostró Pixar hace rato), pero por fuera de eso Space Jam: Una nueva Era no se trata de andar buscando avatares reconocibles pasando por el fondo para distraernos de que no hay nada sucediendo en primer plano o que no nos importan los personajes (lo siento Esteban, nadie hace todas bien). Aunque también hay algunos de esos, si pasan de largo sin que los veamos no nos perdemos de nada porque hay algo más interesante adelante. No será una obra maestra, pero Space Jam: Una nueva Era conserva el espíritu de las películas familiares que veíamos en los 90s a la vez que le agrega conceptos del mundo de internet y los videojuegos que ya son naturales para cualquier preadolescente que hoy es su público objetivo. Y no es mucho más lo que deberíamos pedirle.
Después de la exitosa película de 1996 protagonizada por Michael Jordan, aquí es el turno del gigantesco Lebron James dispuesto a mezclarse no solo con todo el universo de Looney Tune sino también con todos los personajes que hayan aparecido en una película de Warner ( King Kong, The Matrix, Willy Wonka, Austin Powers, Harry Potter, y hasta una escena de Casablanca) .El resultado de humanos, la historia del basquetbolista con su hijo secuestrado con el villano de turno, un algoritmo enloquecido encarnado por Don Cheadle, más la acumulación de personajes del mítico estudio, sumado a las versiones digitalizadas de jugadores famosos para formar el equipo “enemigo” se siente un tanto abrumador. Demasiados datos en una historia donde el partido en cuestión se lleva casi toda la película. Con los aciertos como la evocación de Jordan en un momento realmente gracioso. Aparentemente dedicada a los chicos, que posiblemente no estén familiarizados con Bugs Bunny y sus amigos, aunque pueden ser conquistados nuevamente, quizás para los fanáticos del básquet sea más atractiva, o para cinéfilos empedernidos en descubrir entre el público asistente a personajes de todos los films del estudio. Colores brillantes, mucha acción, y los toques para dar ternura, se ven más como una receta y una acumulación de situaciones que un entretenimiento redondo.
"Space Jam: Una nueva era", superhéroes, pero sin gracia. El film retoma las bases de la película de 1996 reuniendo nuevamente a los Looney Tunes con un basquetbolista de elite. La pandemia no cambió la costumbre de los grandes estudios de intentar monopolizar la venta de entradas durante las vacaciones de invierno con películas blancas, inofensivas y pensadas para el consumo familiar. La principal apuesta de este año es Space Jam: Una nueva era, que retoma las bases de la película de 1996 reuniendo nuevamente a los Looney Tunes con un basquetbolista de elite. Antes fue Michael Jordan, por entonces en el pico de su fama mundial gracias a los títulos Chicago Bulls y la expansión de las transmisiones de la NBA, sistemas de cable mediante, por todo el mundo. Ahora le toca a LeBron James, actual estrella de Los Ángeles Lakers, entrar al rectángulo junto a Bugs Bunny, el pato Lucas, el gato Silvestre, el Demonio de Tasmania y el resto de la troupe, para un partido feo y deslucido, jugado sin ganas ni emoción, como si fuera un equipo descendido cumpliendo con el calendario. El que falta es el zorrino Pepe Le Pew, borrado luego de que el columnista del New York Times Charles M. Blow lo señalara como un personaje “normalizador de la cultura de la violación”, en tanto tenía por costumbre “intentar besar a Penelope Pussycat sin su consentimiento”. Falta también la gracia, perdida en algún momento de un proceso creativo durante el que nadie parece haberse esforzado demasiado. Así lo demuestra una introducción que muestra a LeBron llevándose no muy bien con un hijo preadolescente más interesado en la programación y las pantallas que en embocar la pelota naranja en el aro. LeBron, como diez de cada papás en Hollywood, quiere que el nene siga sus pasos, pero al final terminará aprendiendo que cada quien tiene la potestad de elegir su propio camino. Una de sus creaciones es un videojuego parecido al básquet pero con reglas propias que incluyen tiros que valen cientos de puntos, plus por espectacularidad y diversos trucos para lograr saltos más altos. Ese juego, con reglas tan caprichosas como la película, se materializará cuando LeBron y su hijo terminen “secuestrados” dentro de los servidores de Warner, encendiendo la mecha de una trama que, como Tron, transcurre íntegramente “dentro” del software, donde un algoritmo (¿?) hace las veces de villano. Ese papel le toca a Don Cheadle, el único cooptado por un espíritu caricaturesco en medio de un entorno desangelado y mayormente digital. La propuesta de Al G. Ritmo (tal como se llama) es un partido para definir la libertad de los James, quienes contarán con la ayuda de Bugs Bunny y la banda. En la primera mitad de la película, casi todos los dibujos son 2D. En la segunda, cambian a un diseño tridimensional volcado a un realismo por el que se notan hasta las texturas de los pelos. De cualquiera de las dos maneras, funcionan como vehículos para mencionar al estudio Warner cada vez que sea posible, un caso de product placement –o chivo, como se diría en criollo– que haría sonrojar al cine industrial argentino de fines de los ’90. Hay mil referencias a películas y series pertenecientes al conglomerado mediático, una invitación para el desfile de, entre otros, Batman, Superman, Mujer Maravilla y varios personajes de Mad Max y Game of Thrones. Solo falta una placa negra con información para suscribirse a HBO Max.
Reseña emitida al aire
Crítica publicada en Youtube
Critica emitida en radio. Escuchar en link.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
Pienso romper una lanza por Space Jam: A New Legacy: no es ni por asomo el engendro que todos dicen. Sip, es un flagrante paseo por todo el catálogo de la Warner – hay cameos de Batman, Superman, Harry Potter, Matrix… y la lista sigue – pero la franquicia siempre fue así. La Warner como centro de este universo metaficticio y todo girando a su alrededor. Si pasaba en The Lego Batman Movie entonces… ¿por qué enojarse / sorprenderse aquí?. No soy fan de la primera Space Jam – disfruté muchísimo mas Looney Tunes: Back in Action a pesar que todo el mundo la bastardeó – y disfruté bastante Space Jam 2 por dos razones: Bugs Bunny… y Don Cheadle. Iron Patriot es una fuente inagotable de carisma y gracia, se nota que el tipo goza como loco el rol y termina por devorarse el filme. ¡En tu cara, LeBron!. Por supuesto el problema principal es que LeBron James es un tronco. Monótono, sólo podemos esperar algunos chistes con gracia cuando al tipo lo convierten en una caricatura. Al lado de él, Michael Jordan es Anthony Hopkins – hay un chiste muy gracioso sobre su nombre! -. La cuestión ahora es padre contra hijo: el tipo, enfermizo con su profesión / deporte que quiere que practique su retoño y el flaco… definitivamente metido en otras cosas como el diseño de videojuegos. Al tipo lo llaman de la Warner y la Inteligencia Artificial Warner 3000 le presenta un catalogo de filmes y series donde puede participar – ahora los estudios hacen libretos en base a la inteligencia artificial de computadoras, vaya chiste sobre la falta de creatividad prevalente en Hollywood -. A LeBron eso le parece una abominación y Warner 3000 – encarnado por Don Cheadle como Al. G. Ritmo (!) – se enoja y va en busca de venganza. No le cuesta demasiado convencer al pibe de que el server puede mejorar su videojuego y, de paso, darle un cachetazo en el rostro al pedante de su viejo. Mientras tanto LeBron debe armar un equipo para la batalla final y termina cayendo en Mundo Toon, en donde sólo queda Bugs ya que el resto fue seducido por Ritmo con promesas de mejores caricaturas. En vez de ser el chiflado descolgado de la primera Space Jam – que metía chistes locos sin importar la circunstancia que estuviera ocurriendo -, ahora Bugs dispone de una auténtica causa – recuperar sus amigos / su familia – y vencer a Ritmo en su propia cancha. En sí el proceso de reclutamiento de candidatos es delirante. LeBron quiere a Superman, Bugs quiere a Duffy y Elmer. Los cameos se suceden con infinita gracia y es lo mejor del filme. Es cierto que el drama padre / hijo es pesado a veces pero, rayos, al menos no está el zoquete de Bill Murray fastidiando las cosas. Don Cheadle tiene su cuota de momentos graciosos y el filme es un sólido espectáculo familiar, sólo que sigue un formato harto conocido. ¿Ese es acaso el mayor pecado de Space Jam: Una Nueva Era?. Yo la recomiendo porque no me pareció atroz. Si, cuando LeBron está en pantalla es un bajón por mas que sea una hiper estrella digna de admiración – al tipo le falta chispa cómica (donde está The Rock cuando mas se lo necesita?) -, pero los Toons y Cheadle se dan maña para que el show sea redivertido. Y por el contrario, el paseo por el catálogo Warner da lugar a cameos y licuados de personajes que de otro modo resultaría impensable por lo resulta muy gracioso (el “tócala de nuevo, Sam” se me viene a la mente). Es un espectáculo liviano, sin pretensiones y que me resulta mas satisfactorio que Viuda Negra. ¿Basta decir algo mas?.
Una Nueva Era con LeBron James, el Rey del Basketball El mundo del baloncesto y las caricaturas se vuelven a cruzar en la nueva Space Jam. Difícil empezar a escribir sobre esta película sin caer en la interminable cuestión de sí lo de antes era mejor o es simplemente un efecto nostalgia que genera esa idea e ilusión que aún conservamos y que seguirá pasando en el futuro. En 1996 con Michael Jordan, Space Jam se convirtió en un clásico inmediato para millones de niñas y niños que vieron como el universo de los Looney Tunes se combinaban con el mejor basket del mundo. En una era sin redes sociales, con MJ brillando en Chicago Bulls (ver The Last Dance, Episodio VIII en Netflix) y esa sensación de que todo brillaba más en los 90s, hicieron que Space Jam se quedará como una joya única y sin secuelas. Pero como dice el título, Una Nueva Era en Space Jam es una realidad. 25 años tuvieron que pasar del primer juego del Tune Squad para volverlos a juntar en la cancha. En el medio, muchísimos jugadores que podrían tranquilamente seguir con el legado de Jordan y protagonizar una secuela como Kobe o el mega carismático de Shaq, incluso hubo ideas del estudio para hacer otra peli con Air Jordan, una con Tiger Woods y hasta el skater Tony Hawk estuvo en los borradores, pero no, el elegido, quien cargará con esto será King James. Con la 23 en la espalda ya demostró que con ese número se ganan anillos en diferentes equipos y Warner Bros. no dudó en elegirlo como el sucesor de Michael. LeBron, uno de los mejores jugadores de la historia y todavía actual campeón de la NBA, llega para coronar con esta película su temporada gloriosa en Los Angeles Lakers, su última gran decisión luego de coleccionar gemas por Cleveland y Miami. El Rey además de protagonizar, produce la nueva Space Jam que se estrena en cines de todo el mundo, como así también por HBO Max en exclusiva para USA. LEER Space Jam: A New Legacy de LeBron y Bugs La película, al igual que Space Jam del 96, es un largometraje que funciona como una mega publicidad de muchas cosas, en este caso, las franquicias de Warner Bros. El enfoque desde un principio nada tiene que ver con lo visto en la de Jordan, así que se experimenta algo totalmente nuevo. El protagonista es LeBron y a pesar de ser un jugador que despierta admiración total por su juego, a la hora de actuar deja mucho que desear. Quizás uno de los problemas sea la poca y casi nula química que tiene con su «familia», completamente ficticia, con actores que nada tienen que ver con el atleta. La diferencia entre éste método en la película de Jordan y la actualidad, es que con googlear o mirar las redes sociales de Bron, es fácil darse cuenta quiénes son sus hijos y su esposa, por lo cual, desde el vamos la idea de reemplazarlos por actores y que además terminen restando en lugar de elevar las interpretaciones, es un error importante. El concepto Space Jam sigue siendo el mismo, el mejor jugador de basket de la actualidad se une con los Looney Tunes para disputar un partido fundamental en sus vidas con absolutamente todas las de perder. Mientras que los que acompañan a LeBron son Bugs Bunny, El Pato Lucas y los personajes más famosos de este grupo, enfrente tendrán que vencer a un Dream Team conformado por Anthony Davis, Damian Lillard, Diana Taurasi, Klay Thompson y Nneka Ogwumike mejorados con habilidades de videojuegos. AD, el socio perfecto para LeBron en el último anillo que conquistaron con Lakers El director de la película no tiene el mejor historial que uno pueda imaginar, Malcolm D. Lee entre sus títulos destacados se encuentran Scary Movie 5 (2013) y Night School en 2018 con Kevin Hart. Produce y la escribe Ryan Coogler (Black Panther) junto con Sev Ohanian. Sorprende por lo que significa el nombre Coogler para el cine, se nota que acá estuvo en modo relax y no hizo su mejor trabajo como escritor. Si bien estamos hablando de una historia en donde LeBron James hace equipo con Bugs y sus colegas, claro que mucho no se puede pedir, pero cuando una película es regular para abajo se nota y Space Jam 2 no termina de convencer en absoluto. LEER Space Jam: A New Legacy de LeBron y Bugs Momentos buenos se encuentran aislados a lo largo de sus 116 minutos en secuencias como los créditos iniciales que rinden tributo al film original con highlights de la carrera deportiva de LeBron que nos dejan preparados para algo épico. Por más ridículo que sea, el plato fuerte en cuestión, es el partido Tune Squad vs Goon Squad que entretiene mucho y se encuentra cargado de guiños en varias jugadas. La sobre-explotación del concepto multiverso que se viene apoderando del entretenimiento en general no está del todo bien aprovechada, y solamente en casos muy especiales, los momentos «Warner» son divertidos. Todo lo bueno que hizo por ej Ready Player One (2018), en esta idea de querer imitarlo, la película fracasa y lo que pintaba como algo épico, se queda muy por debajo de las expectativas. A pesar de todo, la carisma y la buena onda de LeBron sumado a los Looney Tunes que son leyendas que resisten el paso del tiempo, la película es una entretenida aventura para cruzarse un domingo de flojera por la tarde. No cumple con las expectativas de un mega tanque que haga explotar las salas, pero sí para mirarla con cariño y por qué no, hacer una doble función con la de Jordan. Finalmente, los puntos positivos se pueden repartir entre algunos momentos cliché de Don Cheadle como el villano de turno, casi al borde de lo ridículo, algo típico en las películas de Looney Tunes; Los aportes actorales de Zendaya, Lil Rel Howery o Wood Harris y también los divertidos cameos que son los fuertes de la película. Visualmente no hay nada para reprochar, al contrario, se agradece que uno de los estudios más importantes del mundo no haya dudado en poner la mejor animación ni a los mejores para los efectos visuales. Por último, el soundtrack está dentro de todo en algo aceptable, pero ni cerca de ser legendario, se podría esperar algo más sabiendo que era cuestión de Bron active un par de WhatsApp. LEER Space Jam: A New Legacy de LeBron y Bugs La verdad es que pueden estar tranquilos que Space Jam: A New Legacy no choca ninguna ferrari y por momentos no se olvida que gracias a la original, existe. Aunque no se detenga mucho en compararse ni en verse reflejada con la original, ésta película entiende que las cosas son diferentes con un público renovado 25 años y que claramente el mundo del 2021 no es 1996. Sí quizás le quedará debiendo algo a los siempre exigentes, a ese grupo de nostálgicos y a esos adultos que en su infancia vieron la primera Space Jam, pese a todo, no tengo dudas de que venderá muchos juguetes, las campañas serán un éxito y que una nueva generación crecerá con esta película de LeBron junto a los Looney Tunes.
25 años después llega Space Jam: Una Nueva Era, secuela que esta vez cuenta con LeBron James. ¿Cómo se compara con la original? París, Francia, 1967. Un teórico del cine de formación marxista se despierta de una pesadilla sudando frio. En su sueño, que lo atormentaría por el resto de su vida, era obligado a ver una película tan claramente creada con fines puramente pecuniarios que borraba la línea que separa al cine, incluso en sus versiones más pochocleras y mercenarias, de una publicidad de 30 segundos que interrumpe un video de Youtube. Si bien el crítico no llegó a ver concretada tan ominosa premonición, nosotros no tenemos tanta suerte. Esa película existe entre nosotros, y se llama Space Jam: Una nueva era. ¿En qué momento de la producción de esta secuela a la comedia híbrida entre live-action y animación noventosa se convirtió en un institucional de casi dos horas para la marca Warner Bros. y sus servicios de streaming? Por ahora solo podemos especular al respecto, aunque si fracasa estrepitosamente en la taquilla de seguro en el juego de la culpa irán emergiendo los detalles. Lo que es seguro es que no fue un proceso limpio, como indica la suma de seis firmas entre los guionistas (Juel Taylor, Tony Rettenmaier, Keenan Coogler, Terence Nance, Jesse Gordon, Celeste Ballard). La desfachatez con la que se autopromociona al estudio y sus franquicias, la caradurez con que se venden otros productos y servicios en lugar de contar una historia, es tanta que hasta diría que es admirable en su honestidad. Todo está en la superficie, el subtexto es texto en Space Jam, una película que no se gasta en disimular para qué fue hecha. Porque si bien hay una semblanza de conflicto humano en la historia, con las moralejas de siempre asomando desde el minuto uno (trabaja duro y vas a progresar, la familia es importante y todo el biribiri), el verdadero nudo de la historia, lo que motoriza la trama es el problema de la marca, su promoción y el negocio del entretenimiento en tiempos de digitalización acelerada. El conflicto central de Space Jam: Una nueva era enfrenta a un algoritmo megalómano, interpretado por Don Cheadle (quien espero, por lo menos haya cambiado la Ferrari con el sueldo), quien abduce a LeBron James al mundo virtual del Serververso Warner 3000 y lo obliga a enfrentarlo e un partido de básquet a cambio de liberar a su hijo ficticio (Cedric Joe). El desafío es una retaliación porque la estrella de la NBA se niega a su plan de negocio para potenciar los dividendos del estudio mediante su digitalización e inserción en cada una de las películas. (Una idea explorada de manera mucho más interesante en el film de Ari Folman, The Congress). Space Jam La obligada secuencia de “armar el equipo” pasea a James y Bugs Bunny por varias de las franquicias más rendidoras de WB, con cameos a patadas. Pensá en la empalagosa pelea final de Ready Player One, pero sin el nombre de Spielberg que eche un manto de piedad sobre el asunto. Un par de referencias te sacan una sonrisa, como explorar al DCverso en su versión Bruce Timm, o soltar al Coyote y el Correcaminos en la persecución de Mad Max: Fury Road. Pero realmente ningún chiste te hace reír tanto como el hecho que se presente la distribución digital de Warner como un mundo de ciencia ficción, cuando HBO Max no es capaz de generar subtítulos como la gente. No ayuda tampoco que el intento de conflicto emotivo que hace esta secuela de Space Jam dependa de las dotes actorales de un muy duro LeBron James. No es que Michael Jordan fuera un gran actor, pero su carisma natural lo hacía llevar con más solvencia todo el asunto. Además, en la original de 1996, Jordan solo debía “actuar” de un jugador de básquet que participa de un partido con dibujos animados. Aquí se espera más de James, quien debe hacer de padre un niño actor y brindar carnadura a una relación familiar de ficción, lo cual claramente no está capacitado a hacer. En la decisión del estudio de reemplazar a LeBron durante media película con una versión de dibujo animado se vuelve evidente que esta incomodidad del basquetbolista para dar el salto a la actuación era un hecho reconocido por todos los partícipes. En cuanto a los efectos, la verdad que ya ni sé que decir. Lo más interesante quizás sea la búsqueda de diferentes “texturas”, mezclando animación, live-action, CGI y hasta una secuencia símil comic. Los Looney Toons en tres dimensiones personalmente no me ofenden, aunque seguro habrá voces críticas de esto, así como sobre el resto de trabajo de FX. Lo que es seguro es que la digievolución final de Cheadle vive en el “uncanny valley”. Quiero aclarar que yo no quería odiar esta película. En 1996 yo tenía 9 años, jugaba al básquet y, por alguna razón, pensaba que Taz era cool, así que Space Jam parecía estar dirigida precisamente a mí. Recuerdo hasta los muñecos que venían con una marca de salchichas, y la frustración que me dio no poder conseguirlos a todos. Space Jam Esta vez, sin embargo, me es difícil imaginar que algún niño se sienta interpelado de esa manera, al punto que me hace preguntarme ¿Para quién es esta película? Los chistes sobre MC Hammer y referencia a dibujos animados de principio de los noventa parece señalar que se corteja a los espectadores de la original de 1996, pero estimo que solo aquel adulto que se ponga a jugar a ¿Dónde está Wally? con las referencias en segundo plano saldrá realmente entretenido de estas dos horas de cine. Por otro lado, es explicita la búsqueda por apelar al público infantojuvenil, introduciendo el ribete del videojuego dentro del cual se desarrolla el partido. Pero la película está tan claramente escrita por gente que no entiende nada de cómo funcionan ni cómo se hacen estos, por lo que dudo que alguna chica o chico pique el anzuelo. Los pseudodiálogos sobre programación suenan tan falsos que parecen sacados de una de hackers de los noventa. Ni hablemos del rap de Porky, una salida tan cringe como ver a tu papá y mamá haciendo el bailecito de moda en Tik Tok. Se aprecian algunos cambios producto de la época como, por ejemplo, la inclusión de jugadoras de la WNBA. (Ni voy a entrar en el debate por el “rediseño” de Lola Rabbit). Más allá de eso, no le veo mucho más aporte a esta secuela que nadie estaba esperando. Sigan jugando al Fortnite tranquilos, no vale la pena salir de casa e ir al cine por esto.
Totalmente innecesaria y sin gracia LeBron James no tiene el carisma de Michael Jordan y eso se padece en las casi dos horas de esta aventura soporífera. Nadie pidió una nueva película de Space Jam, no hacía falta. Aún así los intereses monetarios con los que funciona Hollywood presionaron para llevarla a cabo y lo que se ve en pantalla es -en materia cinematográfica- uno de los grandes errores del año. LeBron James no tiene el carisma de Michael Jordan y eso se padece durante toda la predecible aventura que trae a los Looney Tunes de nuevo en acción. Dirigida por Malcolm D. Lee el argumento de la secuela es completamente independiente a la original aunque el desenlace sea el mismo: un partido de básquetbol. El jugador de Los Ángeles Lakers y su hijo Dom -interpretado por Cedric Joe-, quien sueña con ser desarrollador de videojuegos, quedan atrapados en una realidad virtual por un algoritmo malvado llamado Al-G Ritmo (Don Cheadle). Para librarse, James deberá jugar un partido de básquet con la ayuda del Tune Squad, conformado por recordados personajes de caricaturas, con Bugs Bunny como líder. Lo más divertido (tomando con pinzas el calificativo) es el proceso de reclutamiento de la pandilla de Bugs en un recorrido desenfrenado por los sets de grandes éxitos de la compañía -Casablanca, Matrix y hasta la reciente Wonder Woman son algunas de las referencias que despiertan un dejo de simpatía en el auditorio adulto- en un derroche de efectos digitales sin una verdadera razón de ser. Pero no todo es tan tortuoso como el climax de la cinta, el esperadísimo partido de basquet que debería hacer valer la historia. Simplemente no mantiene el ritmo emocionante de su antecesora. A Space Jam 2 le sobran al menos 30 minutos y lo único francamente rescatable es la labor disparatada de Don Cheadle, quien se divierte y logra transmitir un histrionismo agradable. No alcanzan los guiños al Universo de películas de Warner Bros para salvar a los adorables dibujos animados, encorsetados en un pésimo guión de estereotipos mal definidos y gags sin ninguna pizca de humor. Preocupante.
No fue únicamente la búsqueda de la gloria deportiva lo que llevó a LeBron James a fichar por Los Angeles Lakers, durante la off season de la campaña 2018-2019. Sus negocios en el mundo cinematográfico lo acercaron a la meca Hollywoodense, en cercanía geográfica de una de las franquicias más exitosas en la historia de la NBA. LeBron sabía de su potencial en el celuloide. La secuela de “Space Jam” fue un proyecto demorado por la contingencia pandémica y un objetivo muy personal que ‘El Rey’ James se trajera entre manos desde hace años. Otro eslabón que se agrega a la interminable cadena de hitos que pretenden emular las andanzas deportivas (y extra deportivas) de su admirado Michael Jordan. El tránsito del estelar LeBron por la gran pantalla no es una novedad, hace algunos años protagonizó la comedia “Trainwreck” (2015, en tiempos de Cleveland Cavaliers). Aquí, junto a la grata compañía de los Looney Tunes (la serie creada por Warner Bros. en 1940), lleva su quimera hacia terrenos más ambiciosos. Para quienes crecimos viendo en una sala de cine la “Space Jam” original, y luego coleccionándola en imperecedero VHS, el presente estreno posee un condimento extra más allá del espectáculo visual en sí: estar a la altura de un ícono del cine juvenil de los años ’90. El magnetismo y el carisma de una personalidad arrolladora como la de Michael Jordan convirtió a aquella película en un fenómeno cultural. Jamás el básquetbol y los mundos de ensueño del género infantil cruzaron sus caminos de forma más fabulosa. Poco rastro queda, de aquel fulgor aquí. Si a mediados de los ’90 el auge tecnológico hacía convivir, en un rectángulo de juego, a Bugs Bunny junto a MJ, rastros de historias de carne y hueso prevalecían, en el espíritu de competitividad y en la esencia del juego en equipo. A ‘Su Majestad’ lo acompañaban grandes figuras de la NBA de aquellos años, rivales en la competencia y compinches fuera de ella: Patrick Ewing, Charles Barkley, Shawn Bradley, Mugssy Bogues, Larry Johnson y Larry Bird. Un auténtico all star. Inclusive, la película daba un giro de metaficción para bromear acerca del inminente retorno a la práctica deportiva por parte de Mike, retirado prematuramente en 1993. La nostalgia no nos engaña. Dos décadas y media después, no hay rastros de aquel aura de pureza y frescura. Inmersa en una era ultra digitalizada, la renacida “Space Jam” es hija de su tiempo. Pantallas que proyectan pantallas, consolas que reemplazan todo factor humano incidente, recreación computarizada y vida posible en una matriz cibernética. Sin atisbos de un juego medianamente tomado en serio, las hazañas acometidas se remiten a un cúmulo de destrezas dignas de superhéroes de otra galaxia y con la mínima intención de practicar baloncesto. Los rostros familiares que acompañan a Bron también perdieron su condición humana: las facciones de Anthony Davis, Damian Lillard, Draymond Green y Klay Thompson se perdieron tras el maquillaje virtual. Un amoral y robótico Don Cheadle busca aportar algo de color sin hacer el ridículo. La estrella central del banquete animado sabe de memoria su papel: es tan magnífico dentro de la cancha como hombre de familia fuera de ella. La aventura pergeñada por Malcolm Lee se disfruta con liviandad. James, marketinero rostro de la NBA del nuevo milenio, merecía mejor suerte. Algunos guiños al ámbito del baloncesto serán comprendidos solo por fieles entendidos. La canasta final encestada coloca el resultado final en el lugar esperado. No hubiéramos resistido un overtime. El sabor es insuficiente y chato. La evolución gamer. El chip implantado. No resiste análisis. Balón dividido.