Teddy Beer Con su ya característico humor proveniente de Padre de familia, Seth MacFarlane se anima a hacer un poco más de lo que venía haciendo y también a arriesgar. El resultado es una película que cuenta con un osito de peluche malhablado que fuma marihuana, toma cerveza y -¿por qué no decir algo más específico sobre él?- es putañero. Además, tiene buen corazón y es adorable. Todo eso nos recuerda a otro personaje reciente: Paul, el simpático extraterrestre de la película dirigida por Greg Mottola...
Primera producción cinematográfica de Seth MacFarlane, creador de la serie televisiva "Padre de Familia", que, con el humor que lo caracteriza, siendo polémico y vulgar, y con una narración que toca una premisa repetida y poco original, se convierte en una entretenida propuesta por momentos, y en una deslucida, con chistes que no funcionan y previsible comedia para adultos.
La primera película de Seth MacFarlane con actores “en vida real” es una historia sencilla con una serie de gags para reir un rato y no mucho más. Seth MacFarlane ya estrenó su película el pasado Junio en USA. De la mano del BAFICI Animado recibimos la primera proyección oficial en nuestro país en el cierre esperando por su estreno el 4 de octubre en nuestro país. La película generó risas, muchas por momentos y luego es una meseta donde no sucede nada nuevo, lo cual a priori no es algo necesariamente malo. Otra cosa que no entendí es por qué el oso sostiene un cartel que dice que la peli es para mayores de 18 años. Para mí, tranquilamente la pueden ver jóvenes en los albores de la pubertad. Ya me parece un tanto ridículo prohibir películas para mayores de esa edad, es simplemente absurdo. En el caso de esta peli, no tiene ningún sentido más que el absurdo que puedan encontrarle los polémicos y generalmente contraproducentes censores. O quizá sea una vuelta marketinera en donde quieran mostrarla como “prohibida”, buuuu. Argumento John Bennett, (Mark Wahlberg) era un niño solitario y sin amigos hasta que su oso de felpa cobró vida propia y se volvieron inseparables. A los treinta y cinco años John sigue siendo amigo de Ted y su novia de hace diez años, Lori (Mila Kunis). El conflicto pasa porque Lori quiere avanzar hacia una relación más comprometida pero esto no es posible en la medida en que John siga apegado a su osito de la infancia y no se haga cargo de nada. Entonces Mark tiene que decidir entre Ted y Lori. Él quiere estar con su novia y hace los cambios necesarios pero con altibajos, sin comprometerse del todo. La resolución pasa ya no por tener a Ted cerca sino por entender que el crecimiento es personal y no está atado con quien se relaciona sino cómo. ¿Humor ácido? Sí, ponele. Como espectadores de Family Guy esperás chistes de esa índole y ahí están. Tiene momentos muy buenos que causan mucha gracia aunque por momentos abusa de los gags y nada más. Eso no está mal, me parece que si es una comedia no tiene porque respetar en forma marcial la línea argumental o tener sentido siempre. Así funcionan las últimas temporadas de Family Guy también. A veces abusa de los chistes de judíos no siendo gracioso, buscando que sea gracioso nada más por nombrarlo. Me gustó la inclusión de Sam Jones (Flash Gordon), como el héroe de la infancia de John y Ted que aparece y forma parte del delirio general de la peli. Un detalle del director que es consistente con Family Guy son las escenas de pelea y persecución que se parodian en la serie. John y Lori tienen que rescatar a Ted en el final a medida que la tensión va subiendo y el oso se escapa de su captor y termina escalando una torre en el estadio de baseball. Conclusión Por un lado pienso que se buscó con esta película hacer hincapié en el humor que “va más allá”, que busca romper fronteras morales con el sexo, la droga, los excesos en sí. Todo eso es moneda corriente que quizá romper los valores de nuestra sociedad hiperreal y excesivamente mediatizada sea volver a las películas de Mel Brooks o Monty Python que pecaban de graciosas y sutiles. Acá es donde me pregunto si recomendaría esta peli a alguien que va a pagar $40 para verla, tan sólo de la entrada. Hoy ir a un cine comercial con otra persona puede llegar a salir $100 tranquilamente con descuento en la entrada y la compra de un combo para dos. En ese caso, yo les recomendaría otros planes. No es un gran película sino una más para pasar el rato y listo. Es probable que si Seth MacFarlane hace otra peli sea mucho mejor pero esta, para mí no vale $40 en el cine. Por eso pagué $10 en el Bafici, All right! Pero no se desanimen, reír van a reír, un rato, y nada más.
El Muñeco atrevido El film narra la historia de John (Mark Wahlberg, quien, cuando era un niño, carecía de amistades y no lograba ser el más aceptado del barrio. Pero, como bien dice la voz en off de Patrick Stewart, “Lo que deseas puede hacerse realidad”, John pidió que su osito de peluche (con voz de MacFarlane) se volviera real. Con este disparatado y tierno comienzo, el realizador Seth MacFarlane, el creador de la serie de televisión Padre de familia, lanza su artillería pesada y cuenta que le sucede a estos inseparables amigos veinticinco años después. Seth MacFarlane, quien se caracteriza por el humor ácido y directo, vierte en la pantalla las andanzas de este osito algo peculiar, que no se priva de fiestas nocturnas, alcohol y mujeres. Aunque el foco de narración gira unos grados hacia las dificultades que tiene John con su pareja (Mila Kunis, la actriz de Amigos con Beneficios) en consecuencia del aprecio del protagonista por Ted, nada empaña al humor y las ramificaciones de esta historia. Bifurcaciones que van desde un psicópata secuestrador (el siempre creíble Giovanni Ribisi) con su hijo, hasta la vuelta al cine de Sam J. Jones, el legendario actor rubio de Flash Gordon. Pero este exótico menú no se termina acá y se ven pasar artistas de la talla de Ted Danson, Joel McHale, la cantante Norah Jones, Tom Skerritt y Ryan Reynolds en un papel muy original. Con buen ritmo, banda sonora genialmente seleccionada, correctas actuaciones y un cierre perfecto del relato, Ted es irreverente y creativa, pero antes que nada, es el osito que muchos “no” quisieran tener.
Ted es una entretenida película que van a disfrutar mucho los jóvenes, adolescentes y todos aquellos que gusten del humor irreverente, agresivo y escatológico. Si estás seguro que una película repleta de gags de este estilo no te va a incomodar, vas a pasar un muy buen rato en el cine. Y si sos un fan del film de 1980 de Flash Gordon, no te la podés perder. La premisa está buena pero...
El Mejor Amigo del Oso Seth MacFarlane ha cambiado la televisión estadounidense. El humor de MacFarlane, influenciado sin duda por Los Simpsons, pero mucho más cínico, ácido, crítico y políticamente incorrecto debía ser llevado al cine cuanto antes. Y para eso apareció Ted, una película que lleva el sello de uno de los autores más interesantes de los últimos diez años. Lo primero que hay que decir es MacFarlane se mantiene fiel a una ideología política y una estética narrativa y temática. El traspaso de formato (televisión a cine, animación a personajes de carne y hueso) no han modificado el sello del realizador, sino al contrario, confirmar su status como tal. Aunque sea muy irreverente y provocador, MacFarlane es un defensor de los valores más básicos del ser humano. Cree en los modelos familiares y en la importancia de la amistad. A pesar de que sus series parten de familias que representan lo peor de la sociedad estadounidense, ya sea por su falta de cultura, su snobismo, conservadurismo político y religioso, xenofobia, racismo, etc, también defiende esos modelos. En su mensaje crítico y satírico se filtra una moraleja a favor de aquellos valores e incluso se burla de las fobias liberales. En el lenguaje de MacFarlane existe un tono anarquista por defender cierto clasismo “capriano” pero al mismo tiempo desestabilizar el orden. Idealizar a personajes fofos, fascistas, energúmenos, permitiendo que sus contradicciones sean atractivas y empalicen con el espectador, en cierta manera. Además que las series cuentan con gran número de guiños a la cultura pop, la historia y el presente estadounidense, por lo cuál siempre es más divertido entender las referencias a nombres y personajes reales nombrados, o películas a las que satiriza. MacFarlane es muy cinéfilo, ha consumido las series y películas de los 70 y 80. Ted es una obra ochentosa pura. Desde que se propone ser una suerte de fábula moderna con narrador incorporado (como Una Historia de Navidad, 1983) o citar más de una vez y con propósito de evolución narrativa, a Flash Gordon. Desde la música hasta la estética, la autoconciencia y referencialidad es inagotable. Pero más allá de eso, es un cuento sobre la amistad. El humor escatológico (más zafado que el televisivo) se justifica desde la intención del director de tirar palos continuamente, pero también para hablar acerca de la madurez de dos amigos que deben enfrentarse a grandes cambios en su vida: casarse, conseguir un trabajo serie, vivir en forma independiente uno del otro. Porque Ted es humano, muy humano. De hecho, la voz de MacFarlane le agrega una verosimilitud y expresividad que por momentos no le dan Mark Wahlberg ni Mila Kunis, y eso que ambos se sienten muy cómodos con sus personajes, pero lo real, es que Ted es una gran personaje. MacFarlane no descuida ninguna de las subtramas, especialmente, la familia que quiere adoptar a Ted cuando John decide separarse, nuevamente criticando la estupidez del estadounidense medio (gran interpretación de Giovanni Ribisi). Los lugares comunes de la estructura dramática son necesarios para profundizar la relación con los personajes, y al mismo tiempo para romper estereotipos dramáticos. Las reacciones de Ted y John son verosimiles en su contexto. MacFarlane, no exprime lo emotividad a menos que se quiera burlar de eso mismo. Nuevamente, la forma de encarar la autoconciencia no llega a convertir a Ted en una comedia estilo Y Donde Está el Piloto (a la que le roba una escena literalmente y meticulosamente, que a la vez es una sátira de otro clásico de los años ’70), pero tampoco adquiere el nivel de seriedad que presentan los productos de Apatow que también hablan sobre la inmadurez a los treinta y pico de años. Aquellos que seguimos las series de MacFarlane vamos a encontrar en Ted a un Brian, a un Stewie, a un Roger, un personaje imposible de encontrar en la vida real, pero tiene comportamientos propios de cualquier ciudadano de clase media, vago, fiestero, cinéfilo y culto al mismo tiempo. Ted como todos los anteriores previamente es más ingenioso, moralista e inteligente que los humanos. La crítica a los que critican a los conservadores se presenta en la ironía del humor y el doble lenguaje que apela el creador. Incluso hay una autorreferencia, y numerosas citas a productos de los que el director es verdadero fanático (La Guerra de las Galaxias, Indiana Jones, ET). El toque de MacFarlane al mismo tiempo está implícito en la creación de mundo de los personajes, de crearle un contexto a John, Ted y Lori (Kunis). Es fundamental mostrar la relación de cada uno con sus jefes, sus compañeros de trabajo, la crianza de cada uno en la forma de hablar. Todo aporta al relato. Incluso los flashbacks o fantasías incorporadas en la mitad de un diálogo (muy propio de Padre de Familia) ayudan a crear el universo de la historia, de que aún en su absurdo, lo que sucede dentro de la ficción (y ciencia ficción) sea creíble y no ridículo. La narración es fluida, inteligente, entretenida, muy divertida, ácido, crítica y a su vez, sensible, Ted es una obra que va a trascender la comedia pendenciera y sirve de ejemplo claro para mostrar, que en un género bastante bastardeado, pero a la vez sobrestimado a veces (casos Apatow y NCA) hay autores que no se casan con nadie excepto con ellos mismos… y quizás con su oso de peluche.
Oso de familia Seth MacFarlane, creador de la serie televisiva Padre de Familia, debuta en las grandes ligas con Ted. Esta comedia nos contará como un solitario niño desea que su osito de peluche tome vida para al fin poder tener un amigo con quien compartir su infancia. A medida que fueron pasando los años John y Ted entablaron una amistad inquebrantable, aunque para comenzar una nueva vida junto a su novia Lori, John deberá dejar atrás a su compañero de aventuras de toda la vida. Ted era uno de los estrenos más importantes del año simplemente por tener la presencia de MacFarlane en la dirección. Había mucha expectativa sobre si este interesante director/escritor/productor de series televisivas con una marca bien definida en su humor lograba trasladar ese sello característico a la gran pantalla y puedo asegurar tranquilamente que luego de su visionado que Ted es uno de los estrenos del año, una película que no debe dejarse pasar con indiferencia por nuestras carteleras. MacFarlane logró realizar una irreverente fábula para adultos sobre la amistad cargándola con su humor negro, ácido e incorrecto. Jamás en sus 106 minutos, esta comedia pierde la línea autoral e incluso a medida que va avanzando en su metraje sube la apuesta en cuanto a sus estandartes de incorrección y escatología, siempre bordeando el límite del mal gusto aunque jamás superándolo. Arriba mencioné las cuestiones que MacFarlane debía reafirmar en este film y que sin dudas considero fundamentales, pero el valor agregado de Ted es como este creador consigue que este cuento no se caiga ningún pasaje del relato para dejar lugar al ingreso del aburrimiento. Es que MacFarlane no impone la amistad de los personajes principales, la construye, la edifica, la pone en contexto y principalmente la desarrolla sin dejar de lado su conocido sentido del humor, generando una inquebrantable empatía y creencia con Ted y también con la pareja compuesta por John y Lori. Mark Wahlberg, Mila Kunis y el mismísimo Seth MacFarlane componen el trío protagonista, destacando que el director de American Dad! es el encargado de darle la voz al querido osito. Si bien Ted es la figura del partido y la voz de MacFarlane es un golazo que influye directamente en entender, justificar y fundamentalmente creer el trámite del partido, Wahlberg sigue en su evolución como actor de toda la cancha y reafirma que la comedia es un puesto que le queda muy cómodo. De hecho en la brillante Policías de Repuesto que lamentablemente acá fue directo a DVD ya había demostrado sus capacidades para el humor acompañando en gran forma a Will Ferrell. Kunis (que participa en Padre de Familia poniendo la voz a Meg Griffin) es dueña de una belleza exótica y tiene como principal virtud actoral la naturalidad, creando en cada actuación una atmosfera que la hace amorosa y querible pero a la vez indescifrable y sensual, tornándola una excelente partenaire para este tipo de propuestas. Amigos con Beneficios, Cómo Sobrevivir a mi Novia o su escasa pero efectiva participación junto a James Franco en Una Noche Fuera de Serie demuestran que la muy buena la labor de Mila en Ted no es ninguna casualidad. Ah, y no quiero dejar de mencionar las excelentes apariciones de un trastornado Giovanni Ribisi como el villano de la cinta, destacando esa contorsionada danza al ritmo de I Think We're Alone Now cantada por Tiffany. A fuerza de un gran humor ácido, políticamente incorrecto, desenfadado y principalmente crítico, Ted, el debut de Seth MacFarlane se convierte sin ninguna duda en la comedia del año.
El niño es padre del hombre Al margen de ser una serie televisiva de culto -y un grupo de hip hop igual de fugaz y aún menos conocido-, la expresión “arrested development” tiene una traducción más o menos definida: viene a ser algo así como “desarrollo detenido”. Históricamente, es un término de la medicina y se refiere a cuando un niño deja de desarrollarse físicamente. En la terminología psicológica se utiliza más concretamente para una detención o retraso en el desarrollo mental. El término se fue popularizando y hoy, en el léxico normal estadounidense, se lo usa para hablar de aquellas personas que parecen haberse quedado -mentalmente- en el pasado, que no quieren dejar nunca la adolescencia. Ese tipo de personaje -el treintañero que sigue actuando como si tuviera 18- es el prototipo de la comedia hollywoodense de los últimos años: el hombre que se rehúsa a crecer, a formalizar con una pareja, a conseguir un “trabajo serio” y que prefiere seguir apegado a sus referencias -íconos, amigos, héroes, programas de TV, costumbres, bebidas y drogas- de la adolescencia. Los vemos en las películas y circulan alrededor nuestro. Tan sólo tienen que mirar alrededor suyo y buscar a alguno con una remera de Volver al futuro o con la melodía de Star Wars sonando en el celular. Bueno, ése. Y sus amigos… Ese “hombre/niño” tiene otras particularidades, muchas de las cuales salen a la luz en Ted, la muy divertida comedia dirigida por el creador de Padre de familia / Family Guy, Seth MacFarlane, y protagonizada por Mark Wahlberg y por Ted, un oso de peluche que vive y habla como cualquiera de nosotros (sólo que con un cerrado acento de Boston) y que es su “hermano del alma”. Según narran en esa especie de negro cuentito de Navidad que abre la película, John Bennet era, en 1985, un niño solitario, ignorado por todos los chicos de su barrio. Cuando sus padres le regalan un gigante oso de peluche para Navidad, lo único que John quiere es que el oso cobre vida y sea su amigo. A la mañana siguiente, su deseo se cumple: Ted vive, habla y camina. La película salta de allí a algo que se parece a la actualidad, y lo hace con un detalle narrativo inteligentísimo: Ted no es mantenido en secreto por la familia de John, sino que se transforma en una celebridad que sale en los diarios y en TV (un muy gracioso clip lo muestra en el talk show de Johnny Carson) hasta que, con el tiempo, la novedad pasa y todo Boston se acostumbra a que entre ellos hay un oso que habla. Y ya casi nadie le presta demasiada atención… No es otra cosa que una algo decadente estrella infantil en el olvido. Pero en el presente Ted ya no es ese osito dulce y tierno de los ‘80, sino un tipo que no hace más que mirar la tele, comer, beber, consumir drogas, putear de todas las formas posibles y mantenerse siempre cerca su amigo John, igualmente “detenido” en esa adolescencia permanente, con un horrible trabajo que no le importa mucho. Pero John está de novio con Lori (Mila Kunis, nada menos) y, después de cuatro años de relación, la chica ya quiere que empezar a formalizar, por lo que -si bien ella tiene una buena relación con Ted- le pide a John que empiece a dejarlo de frecuentar tanto. Forzado por la situación, Ted se muda, consigue un trabajo en un supermercado y será ése el eje de la narración: ¿Deberá John abandonar al osito para “crecer” y casarse con Lori? ¿Deberá ser fiel a su “amigo de por vida” y dejar a la chica que intenta separarlos? ¿O habrá alguna manera de hacer congeniar las dos cosas? El chiste de Ted -lo han dicho muchos- es uno solo: un oso que habla, bebe, se droga y se enfiesta cual jefe de la barra brava de Chacarita. Pero lo cierto es que MacFarlane (que le da la voz al oso) ha logrado armar alrededor de ese “concepto” una película no sólo muy graciosa y políticamente incorrecta por donde se la mire, sino, finalmente, una serie de personajes tiernos y queribles con los que el espectador se sentirá -es raro decirlo tratándose de un oso de juguete- bastante identificado. Su estructura en extremo convencional (a la que se suma un padre e hijo fans de Ted que intentan secuestrarlo) es parte de ese juego paródico: Ted es una comedia romántica clásica, pero también es pariente del ciclo de comedias irreverentes de la factoría Apatow, plagada de personajes (los Seth Rogen y Jonah Hill de años atrás) que responden al mismo modelo “slacker” que John y Ted. Y a eso le suma un tercer subgénero: la comedia animada. Es que, en el fondo, por su estructura y humor, Ted podría ser un film de animación (de hecho el proyecto se inició de esa manera) y por momentos la sombra de Toy Story (junto a la idea de crecer y deshacerse de los juguetes, el niño malo que los maltrata y la persecución posterior) ronda la película. Todos esos elementos -y el humor físico, inesperado, que la película tiene- podrían convertirla en un verdadero clásico de la comedia (hace mucho tiempo que no me reía tanto en un cine). Pero hay algo que, en mi opinión, le impide transformarse en eso: el uso de un humor “referencial” permanente. Como todos los treintañeros que añoran el pasado, las charlas de Ted y John están plagadas de referencias a la cultura pop, especialmente a sus zonas más bajas de los años ’80 (su héroe y un personaje clave en la trama no es otro que el Flash Gordon de la película de 1980 y el actor que lo interpreta, Sam Jones), citas que a esta altura podrían ser consideradas casi clásicas. Pero MacFarlane no frena ahí y sus chistes abarcan situaciones, celebridades, actores y películas de los últimos años, con lo cual la broma se queda en un facilismo que algunos podrían llamar televisivo (en Saturday Night Live o cualquier talk show funcionarían bien, pero una película debería apostar a hacer chistes con asuntos algo más duraderos que Justin Bieber, las películas Jack & Jill o Diario de una pasión, Taylor Lautner o Susan Boyle), y ya me imagino en una edición 25° aniversario alguno cambiando las referencias para usar unas nuevas. Esas dudas, claro, se apreciarán luego de un tiempo, o aún después de ver la película, ya que lo que Ted logra es montar al espectador en una cadena de risas imparable que no da tiempo para ponerse a analizar la estructura de ese humor. Lo que sí queda muy claro viéndola es que, más allá de la broma tipo one-liner que tiene casi todo el tiempo (dos escenas de violencia física muy graciosas apuestan por otro lado), el film no sería lo que es si la pareja y el oso en cuestión no lograran transformarse en personajes adorables. Con sus trucos y trampas para no perder a su amigo, Ted termina siendo igual a los juguetes de Toy Story, un muñeco que hará lo imposible por evitar que su dueño/amigo crezca y deje de lado al niño que todavía sigue siendo. A lo que MacFarlane apuesta es a que John sea esa persona adulta que logra llegar a algo con Lori, pero que ni él -ni ella, ni los espectadores- pierdan del todo esa capacidad de ser idiotas cuando quieran o puedan.
Mi oso favorito No hay mejor ocasión que ver una comedia ácida, casi difícil de clasificar y ampliamente divertida. Así es Ted (2012), película dirigida por Seth MacFarlane creador de Family guy. Una comedia que juega con polos opuestos, como aquellos que son propios del género romántico y el humor más hilarante de la televisión norteamericana. Sin negar su valor provocador, es además una comedia sobre la infancia y la amistad, Eso sí, con un estilo peculiar. Todo aquello que pase por la boca y las acciones del pequeño osito que fuma, se droga, bebe y disfruta de las mujeres fáciles, puede volverse risible y quedar mal parado. La película inicia con la voz en off de Patrick Stewart contando de cómo un niño recibió de regalo un oso de peluche (un osito Ted) y pidió el deseo de que este cobrara vida. Entonces, mágicamente, el oso comenzó a hablar y a moverse por sí solo. Lo que al comienzo parece ser una historia salida de Disney o Pixar, se convierte en pleno desenfreno donde el niño llamado John Bennett ya tiene 35 años (interpretado por Mark Wahlberg) y su oso Ted también ha crecido. Los dos pasan el tiempo juntos dedicados a ver programas viejos de televisión (como Flash Gordon) fumando y bebiendo sin parar. Eso pone en riesgo la relación de John con su novia Lori (Mila Kunis) que ya no soporta la idea de que su novio siga atrapado, a causa de Ted, en la infancia, y aun peor comportándose como un niño rebelde. Ahí la película se irá convirtiendo en un tira y afloja entre las ganas de madurar de John y su peluche que siempre acarrea problemas. Con gags traídos desde Family Guy y hasta de Springfield, el humor (basado en las cuestiones actuales como la homosexualidad, el sexo y demás vicios) no llega a ser exagerado ni perverso, ya que mantiene mesura dentro de su doble sentido, porque hay imágenes que deberían causar ternura pero que en el dialogo sucede todo lo contrario. Ese mismo humor se infiltra en los demás elementos presentes en la película, pues hay comedia, romanticismo, suspenso, acción y burla. Una mezcla que terminan por hacer un film que cierra sobre sí atractivamente. Ted a pesar de su apariencia (y siendo éticamente correcto) no está dirigido para niños. Su público son los adultos principalmente, o los adolescentes que están en etapas de maduración, pues este film está hecho para los que disfrutan comedias con personajes entregados a las respuestas directas sin tapujos ni frenos de ningún tipo, que son libres a la inmoralidad porque gozan justamente de libertad plena. Es interesante el vínculo bien construido entre Ted y Mark Wahlberg (muy acertado en este papel a pesar de no ser muy conocido por sus dotes en comedia) que manejan un humor directo y natural. Y si bien ambos tienen que pasar por puntos de giro, puestos ahí en la historia para causar emoción, el peluche se lleva toda la película.
¿Cómo se puede crecer cuando todavía se es amigo de un oso de peluche? Cuando un personaje trascendente de los medios como Seth McFarlane, creador de Padre de Familia, American Dad y The Cleveland Show, da su primer paso a la pantalla grande, y no en el formato que le es familiar y cómodo, las miradas se posan sobre él. Se espera el deslíz, el error o lo que sea para montarse en una cadena de críticas que lo condene, de alguna forma, a volver a lo que sabe hacer. Este no es el caso de Ted, ya que con su primer trabajo como director, McFarlane logró hacer una comedia inteligente y ácida, pero al mismo tiempo con una sutil ternura que termina llegando al espectador. La historia de Ted comienza cuando el pequeño John Bennet (interpretado por Bretton Manley), cansado de sentirse solo, desea que su inseparable oso de peluche cobre vida. Su deseo se realizó en el mismo instante que una estrella fugaz cruzaba el cielo, y todos sabemos lo que eso significa. Al día siguiente, Ted (voz de Seth McFarlane) camina, habla e interactúa con el que será su mejor amigo para siempre. Pero eso no es todo, ya que este hecho no quedó en el anonimato: Ted se convierte en una estrella mediática y logra acaparar la atención de todo el mundo. Años después, Ted fue olvidado, una especie de one hit wonder mediático que duró lo que duró y, luego de los típicos escándalos del ocaso de las estrellas, volvió a su vida en casa, mirando televisión y fumando marihuana. Con él, y haciendo casi lo mismo, también nos encontramos a un John adulto (Mark Whalberg), un empleado irresponsable de una tienda de alquileres de autos. Con ellos vive Lori (Mila Kunis), una chica con un gran futuro profesional, locamente enamorada de John, pero un poco molesta por su inmadurez y, sobre todo, por Ted, al que ve como el áncla que no le permite avanzar a John. Luego de muchos ultimatums, John decide dar el paso, y le anuncia a Ted que debe mudarse. Así, intentarán mantener la amistad a distancia, pero las ganas de estar juntos parece ganar siempre, con lo que Lori vive relegada. Este conflicto, más la aparición de un padre soltero y un chico malcriado (Giovanni Ribisi y Aedin Mincks respectivamente) que desean poseer a Ted a cualquier precio, son los ejes de la cuestión. Ted derrocha humor, y de todos los tipos: humor bobo, humor de actualidad, humor inocente y humor políticamente incorrecto. Y la conjunción funciona, aunque por momentos (y este es el mayor defecto de la película) los chistes parecen gags más que una parte de una película con un argumento estable. De todas formas, esto no hace de Ted una mala película, sino que parece más el error de un cineasta novato acostumbrado a los tiempos de la Tv que lo único que necesita es experiencia. La próxima película de McFarlane, sospecho, va a ser una verdadera bomba. En cuanto a las actuaciones, es más que obvio que Ted se lleva las palmas. Pero todo el elenco en general está bien, destacando tal vez al psicópata que interpreta Ribisi, tan delirante como patético, que vive gracias a su fanatismo por este oso ex-mediático. Y no voy a adelantar los dos cameos que brillan en la película, pero definitivamente ahí están los puntos más fuertes. En definitiva, Ted es una muy buena comedia, efectiva y que solo cae en momentos por simple inexperiencia de McFarlane, y que tampoco son caídas muy bruscas. Sencillamente, tropezones que entorpecen un poco el relato, pero que no quitan ni una de las risas garantizadas en el film. @JuanCampos85
El tiempo le dio la razón a Seth MacFarlane. Once años atrás, cuando Los Simpson empezaban su caída libre y Matt Groening se dedicaba a la cada vez mejor Futurama, Fox apagaba las luces de su creación, Padre de Familia, luego de tres temporadas. Pero como soñar no hace daño y, como demuestra John Bennett, a veces lo que uno más desea se cumple, los fanáticos de la primera hora no sólo vieron cómo Peter y el resto de los Griffin volvían a la vida, sino que recibieron como premio a American Dad! y The Cleveland Show, credenciales suficientes como para que su creador, más de una década después de haber empezado, pudiera dar su bienvenido salto al cine. El mismo lo hace dentro de un terreno que conoce, con las precauciones suficientes como para no estrellarse, con un personaje como Ted, bicho raro dentro de un grupo de "normales" que, al igual que Stewie, Brian o Roger, se convierte en vocero del humor corrosivo del realizador. Si Buzz y Woody le hubieran hablado a Andy cuando este era un niño, seguramente Toy Story 3 habría tenido un resultado diferente, quizás más cerca de Ted, otra fábula sobre la amistad y el amor de un juguete hacia su dueño. Como es lógico, un peluche que habla inmediatamente se vuelve una sensación, pero como suele ocurrir con las estrellas fugaces, los años posteriores distan de ser glamorosos. El oso se droga, no sólo la fuma sino que es el que la consigue, se rodea de prostitutas, organiza fiestas, vive como lo podría hacer cualquier otro residente de Boston si quisiera hacerlo. Su comportamiento irresponsable es un cepo pesado que impide que John despegue hacia la madurez, es un muñeco de apego, con funciones prohibidas para menores, que hace que este mantenga un trabajo sin mucho futuro, cuyo único horizonte es la pipa que espera en el sillón. Ted no es sólo una película para aquellos familiarizados con el trabajo de MacFarlane, curtidos en la irreverencia de su director, pero da un felpudo puñetazo en la nariz de quienes durante años han tildado su humor de vulgar e inmaduro, como si la comedia fuera sólo de un tipo. Fiel a su estilo, puede ahondar en un lenguaje que la televisión no permite y disparar contra todo aquel que se le plazca, sin necesidad de justificarse. El realizador es cultor de un humor muy particular que, si bien presenta sus diferencias con las series, es perfectamente identificable en su primera película. Malas palabras, personajes extravagantes (el raro personificado por Giovanni Ribisi como el ejemplo más claro), secuencias que se sostienen más de la cuenta, diálogos triviales de mucha efectividad, cameos o intervenciones inesperadas y la habilidad de encontrarle la gracia a cualquier aspecto de la vida, son recursos suficientes como para llevar una película de 106 minutos casi sin pérdida de ritmo y sin necesitar el "como aquella vez que…", tan utilizado por los Griffin. Previo al desenlace es que la duración comienza a sentirse, con el humor que pierde algo de su intensidad cuando la interacción de los protagonistas disminuye en favor de la trama. Al oso creado con CGI hay que sumar a Mila Kunis, siempre cómoda en este tipo de realizaciones aunque no le toque hacer reír, y a Mark Wahlberg, a quien el humor le sienta igual de bien que en The Other Guys. MacFarlane dispone de los elementos para ofrecer una comedia contundente y no escatima a la hora de dosificarlos por el argumento. Regala así otro sencillo relato sobre la amistad, el tópico por excelencia de los últimos cinco años en las mejores producciones humorísticas, y se abre un lugar en el cine de comedia, el género más sólido de la actualidad.
El deseo de un niño Desde fines de la década del 90 hasta nuestros días, con una por hoy mítica cancelación de por medio a manos de la Fox, Padre de Familia (Family Guy) ha representado algo así como la superación -tanto temática como formal- de Los Simpsons (The Simpsons), la tira por antonomasia de la posmodernidad cosmopolita. Lamentablemente con la partida de Matt Groening para el desarrollo de Futurama luego de muchos años de un arduo derrotero ascendente, el show entró en una profunda decadencia que arrastra hasta la actualidad: aquella progresión centrada en tramas inteligentes de raigambre moralista fue dejando paso a colecciones de gags huecos desperdigados entre estereotipos y cameos de celebridades. Fue en ese período en que apareció Seth MacFarlane, el otro gran responsable de que la animación para adultos no desapareciera del mapa televisivo: Padre de Familia y su correlato directo, American Dad!, propusieron un esquema mucho más corrosivo y críptico en donde el devenir narrativo es continuamente interrumpido por pequeñas escenas que constituyen “notas al pie” irónicas en lo que se conoce como el recurso del “cutaway”. De a poco sus creaciones ganaron el estatuto “de culto” y se aseguraron un espacio en la grilla, lo que a su vez derivó en la generación de una enorme expectativa cuando se supo que el estadounidense había decidido incursionar en el terreno cinematográfico con una comedia. Conviene aclarar que Ted (2012), el resultado final de semejante aventura, funciona en términos prácticos como un capítulo estándar de sus producciones aunque extendido a un poco más de una hora y media de duración, circunstancia que establece desde el vamos un criterio singular de representación dramática: la obra en cuestión mantiene una perspectiva por demás sardónica que combina con sagacidad elementos diversos como un ritmo pausado, una estética naturalista, múltiples citas culturales, un humor irreverente y una actitud de permanente confrontación. Como era de esperar tratándose de MacFarlane, el film deja entrever una fuerte obsesión con la década del 80 y su querida ciencia ficción. La historia es por demás simple y gira alrededor de la amistad entre John Bennett y un oso de peluche llamado Ted: todo comienza cuando John, siendo apenas un niño, recibe como obsequio de navidad a Ted y pide un deseo que de inmediato se hace realidad gracias a la mágica intervención de una estrella fugaz. Así es como el amasijo de felpa cobra vida y se transforma en su mejor amigo, lo que nadie podía presagiar era que el dúo, llegada la supuesta “adultez”, se volcaría hacia un hedonismo drogón carente de responsabilidad y sentido común, el coletazo del renombre que en su momento les trajo aparejado el milagro. Desde ya que su novia Lori no ve con buenos ojos tanta procacidad, vagancia e inmadurez. Aunando los inter-sketchs de Padre de Familia y una estructura relajada símil American Dad!, la película se sustenta en la sátira para con el “american way of life” haciendo eje en los hilarantes diálogos entre Mark Wahlberg y MacFarlane (John y Ted, respectivamente). El director y guionista construyó una propuesta caótica pero eficiente, capaz de despertar carcajadas en determinados instantes de crudeza freak (en especial está muy lograda la secuencia de la fiesta con un Sam J. Jones cocainómano). Mientras John se comporta como Peter Griffin y Ted como una versión chabacana del inefable Brian, el convite se luce en lo que respecta al desarrollo de personajes y la ejecución concreta de la premisa principal…
Yo soy tu amigo fiel Mark Wahlberg y un oso animado protagonizan una comedia de lo más incorrecta. Hay que tener hombría o ser un soberano lelo para pedir que el osito que tus papis te regalaron cierta Navidad se convierta en tu mejor amigo por siempre jamás, que hable y te acompañe por el resto de tus días, amén. John Bennett lo hizo. Chico impopular en su barrio, si le pidió un deseo a una estrella, mejor que después se haga cargo. Y si Ted termina hablando y creciendo -es una manera de decir, porque John será un eterno adolescente con su compinche de peluche- y es su amigo inseparable, al fin y al cabo, John lo deseó. Y al fin y al cabo es su vida. El asunto con John es que en su vida, cuando crezca y tenga 35 años y un trabajo por el que nadie pelearía, estará Lori (Mila Kunis), su novia, esperando que él termine por comprometerse con ella, le pida matrimonio, dé un paso adelante. Cuando Lori advierta que Ted es un osito bárbaro, pero también el amigote al que su novio sigue pegoteado, le llegará al muchacho el ultimátum. No es o él o yo, pero casi. La comedia hollywoodense más exitosa, en términos de cantidad de público, del siglo que corre, tiene en su trama, por lo general, a personajes como John. Si no son adolescentes en su documento de identidad, nítidamente lo son en su adultez, y se niegan a crecer. Las películas de Judd Apatow lo testimonian. Y esta opera prima de Seth MacFarlane (38), creador de American Dad! y Family Guy ( Padre de familia ), dos irreverentes comedias animadas de la televisión estadounidense, se sube a la ola. Y al adosarle un personaje animado (no dibujado: se utilizó la técnica de motion capture , se lo agregó después por computadora), redobla la apuesta. Ted es una comedia todo lo políticamente incorrecta que cabía esperar de McFarlane, que en el cine no se puso límites. Ted (con la voz del propio MacFarlane, quien también lo hace con sus famosos protagonistas animados en TV) se enfiesta, se droga con John, recibe prostitutas (cuatro) y hablando podrá parecer inteligente, pero es una letrina. El guión de Ted tira un par de premisas (la amistad incuestionable, y la necesidad de crecer, como persona y con su pareja) y les da una y otra vuelta, con gags graciosísimos y otros pasados de rosca. Los treintañeros o cuarentones con nostalgia -otro tópico del Hollywood de hoy-, con guiños y homenajes del otro lado de la pantalla, también estarán complacidos y satisfechos con esta película. Hay mucha mención a Flash Gordon (el filme de los años ‘80 con música de Queen), a Indiana Jones y más. Mark Wahlberg, en el personaje de John Bennet, da ese típico adolescente -un Ralph Macchio, ¿qué será de la vida del actor de Karate Kid ?- y parece embobado cuando debe parecerlo, e irresoluto y simpático casi siempre. Kunis (que trabaja con MacFarlane desde Padre de familia ) es la compinche ideal para la trama. Y Ted es un personaje al que no se le puede discutir nada. A ver si contesta.
Tan irreverente como creativa Es Seth MacFarlane de esos artistas que dividen aguas, que generan legiones de incondicionales seguidores, pero al mismo tiempo no pocos detractores. A sus fans, no habrá que explicarles quién es el creador de shows televisivos como The Cleveland Show, American Dad o Family Guy (Padre de familia), pero quienes no lo conocen deberán saber que sus propuestas animadas se ubican entre lo más provocativo y políticamente incorrecto del panorama actual. Con semejantes antecedentes, este referente insoslayable de la cultura pop contemporánea incursionó por primera vez en el cine con Ted, película que combina actores reales con un pequeño personaje construido con la técnica de captura de movimiento: se trata del osito del título -con voz y "gestos" a cargo del propio MacFarlane-, que se transformó en una de las revelaciones del año. Tal es así que el film ya se convirtió en la comedia para adultos más exitosa de todos los tiempos en el mercado norteamericano. El film arranca como una suerte de cuento navideño con solemne voz en off a cargo de Patrick Stewart. Vemos a John Bennett, un niño de ocho años segregado (y hasta maltratado) por sus compañeros de escuela. En el seno de su familia disfuncional, recibe de regalo para las fiestas al muñeco Ted y, milagro mediante, su deseo de que se vuelva su amigo "real" e "inseparable" se convierte en realidad. En ese falso documental (brillante la secuencia de la participación de Ted en el talk show de Johnny Carson), apreciaremos también el oso pasa de fugaz celebridad mediática a un antihéroe con todas las letras: borracho, drogadicto, mujeriego, haragán... Lo único que no cambia (27 años más tarde) es su lealtad a John (Mark Wahlberg). La película tiene en su comienzo algo de la reciente Los Muppets y poco después remite a Toy Story a la hora de elaborar la relación entre Ted y John, aunque también maneja elementos y situaciones típicas de la nueva comedia americana sobre personajes adultos con dificultad para dejar de ser eternos adolescentes y comprometerse afectivamente (su novia, la hermosa Mila Kunis, lo conmina a separarse del muñeco y apostar a la pareja) y por momentos está más cerca del delirio y del descontrol de la saga de ¿Qué pasó ayer? Los críticos de MacFarlane hablan de un solo chiste (el osito que cobra vida) explotado durante toda la película. No es cierto: ése es el punto de partida, la plataforma de lanzamiento para una película que quizás exagera en las referencias nostálgicas (como la de Flash Gordon) o en las burlas algo obvias a las estrellas juveniles del momento, pero que funciona casi siempre muy bien como buddy-movie, como exponente del humor físico (brillante la escena de lucha entre los dos protagonistas) o incluso como comedia romántica. Hasta los habituales cameos (como el de Norah Jones) son ingeniosos. Estamos lejos de un film revolucionario. Ni siquiera es ciento por ciento eficaz, pero entretiene y divierte con un espíritu irreverente y creativo, que genera por momentos un mar de carcajadas en la platea. ¿Se puede pedir más en el adocenado y previsible panorama del Hollywood actual.
Un osito de peluche como mejor amigo Comedia sobre la ilusión de eterna adolescencia y sobre el mundo adulto como tragedia, la película se balancea entre ambos mundos. En su debut cinematográfico, el creador de la serie animada Family Guy pinta una América poblada de psychos. En La doble vida de Walter, Jodie Foster jugaba una carta brava: el protagonista, un cincuentón con serios problemas, adoptaba como muleta frente al mundo a un castor de peluche. Lo difícil era hacer de eso algo creíble, tratándose, como se trataba, de un drama adusto y reconcentrado. Resultado: apuesta audaz, pero fallida. En Ted, su primera película, Seth McFarlane –creador de la serie animada Family Guy– hace una apuesta parecida, dándole a su también complicado protagonista un osito de peluche como mejor y único amigo. Un osito que en un momento dado se larga a hablar. Pero ahora no se trata de un drama, sino de una comedia. Una comedia tan zarpada (tan libre) como suelen serlo las nuevas comedias estadounidenses (de aquí en más, NCE). A diferencia de Mel Gibson en la película de Foster, que lo hacía ya de grande, el protagonista de Ted adopta al muñeco siendo niño. El chico pide que hable, el osito habla, y a otra cosa. Otra cosa que, como suele suceder con la NCE, es más de lo que aparenta. Aunque también algo menos de lo que podría. “¡Ojalá hablaras!”, ruega John Bennett al osito al que está abrazado, la noche de Navidad de 1985. Dicho y hecho: a la mañana siguiente, Ted baja de la cama, va a la cocina y les desea feliz Navidad a los papás de su amigo. “¡Traé la pistola!”, tiembla, horrorizado, papá. “¡Es un milagro de Navidad!”, prefiere pensar mamá. En dos segundos y sin el menor subrayado, McFarlane acaba de pintar, como lo viene haciendo en la televisión desde hace años, al típico family guy y la típica family gal. Ante una situación que se sale del esquema, lo primero que piensa papá es en su arma, mientras que mamá prefiere la variante religiosa. Armas y religión: América. En la primera escena, John ofrece ayuda a un chico al que una patotita está moliendo a palos (“Navidad, el momento del año en el que todos se unen para joder a los chicos judíos”, dice el off con deliberada pompa). Ante el ofrecimiento, todos los demás lo echan a patadas... ¡incluyendo el propio chico al que están apaleando! Si hay alguna forma más elocuente y desternillante de pintar a un chico rechazado, el autor de esta nota no la conoce. Ted es algo así como la variante-peluche de la corriente de películas a las que se llama (los yanquis tienen neologismos para todo) bromantic comedies. El nombre viene de bromance, contracción de brother y romance. Son películas o series sobre amigos inseparables, aunque no gays (no en lo manifiesto, al menos). Tampoco necesariamente adolescentes y a veces ni siquiera jóvenes. Hay bromances de dos (Beavis & Butthead, Mike Myers y Dana Carvey en El mundo según Wayne, Will Ferrell y John C. Reilly en Hermanastros, los protagonistas de la reciente 50/50) o de a más (Supercool, Old School, ambas ¿Qué pasó ayer?). Hay una serie que se llama Bromance, una película de título I Love You, Man y otra, True Bromance. Si hay una presencia temida, rechazada o conflictiva en una bromantic comedy es, claro, la novia de uno de los protagonistas. En 50/50, la película la trataba horriblemente. En Ted, al contrario, se adopta su punto de vista. La chica, Lori (Mila Kunis, con unos ojos que parecen crecerle de película en película), es la novia de John Bennett cuando el muchacho, de 35, es lo que en la calle llamarían “boludo grande”. Ted tiene 27. Porque uno de los aciertos de la película es que el muñeco crece. Por eso putea, se la pasa con una pipa de hachís, arma partuzas y, claro, arrastra a John a (casi) todo ello. John trata de llevar vida de adulto (trabaja en una firma de autos de alquiler, tiene novia), pero cada vez que el otro menciona la palabra “porro” (cosa que ocurre muy seguido) larga todo y va. Cosa que Lori (que no está pintada como la bruja, ni la jodida, ni la celosa, sino sólo como la chica que quiere armar una vida con el novio) no mira con buenos ojos. Comedia sobre la ilusión de eterna adolescencia, sobre el mundo adulto como tragedia, la propia película se balancea entre ambos mundos, cayendo a veces en algunos chistontos y abusando de referencias a celebrities. Pero McFarlane saca muy buen partido de la resucitación de Sam Jones, tronquísimo protagonista de la pésima Flash Gordon, simpatiquísimo aquí. En sus mejores momentos y más allá de algunos golpes de genio muy propios de la NCE (el tipo que no sabe si es gay o no, el dueño del supermercado, que contrata o asciende a los peores candidatos, la antológica pelea a trompadas entre hombre y muñeco), Ted pinta una América poblada de psychos (el padre e hijo que secuestran al peluche), de un culto enfermizo por la fama (lo secuestran por ser famoso), de niños-monstruo, de jefes abusadores, de treintañeros que se niegan a crecer, de solitarios cuyo único amigo lleva la marca Hasbro, de mamás chupacirios y padres que andan calzados. Nada demasiado distinto de lo que suele mostrar Todd Solondz, y de modo igualmente sucio y desprolijo. Pero más gracioso.
Inteligencia y humor ácido y divertido El anuncio de que Seth MacFarlane iba finalmente a realizar un largometraje provocó en los admiradores de su obra una inmensa alegría. El resultado es sin dudas la comedia del año, con ideas, humor y entretenimiento. Seth MacFarlane es uno de los grandes nombres de la comedia televisiva y posiblemente el creador de series mejor pago del momento. En 1999 creó nada menos que Padre de familia (Family Guy), una increíble comedia de animación que funciona como la versión adulta y transgresora de Los Simpsons. Luego le siguieron American Dad y The Cleveland Show. Finalmente llegó el momento de pasar al cine, con actores y con un único elemento de animación ?pero digital? que el oso que le da nombre al título del film. Recordemos que MacFarlane siempre pone animales en sus series y que esa marca de fábrica no podía faltar acá. El humor del realizador de Ted no es un humor cualquiera, sus chistes son fuertes y la comedia que él hace no se queda sólo en la transgresión por la transgresión misma. MacFarlane tiene un humor muy inteligente y veloz, que supera ampliamente la incorrección política. En su cine hay una constante crítica a los valores de la sociedad contemporánea, así como también un retrato generacional impecable. La cultura popular de fines de los '70 y principios de los '80 aparece de una u otra manera en su obra y Ted no es la excepción. No hay que adelantar nada, es mejor que el espectador se sorprenda, pero quienes se hayan criado con esa cultura, esta película es memorable. Para los demás, todo funcional igual e incluso para quienes nunca hayan visto Family Guy, luego de los primeros golpes, el humor se entiende y se disfruta plenamente. Porque además de ser una crítica al puritanismo y la doble moral, Ted es también una comedia para reírse en serio. Es verdaderamente graciosa y auténticamente inteligente. Ver a un oso de peluche que cobra vida y que cuando su amiguito de la infancia ya tiene 35 años él sigue siendo igual, pero convertido en un atorrante absoluto, puede parecer un punto de partida un tanto brutal, pero sin duda es efectivo. Y la maestría con la que el director –quien también hace la voz de Ted? integra al oso a la historia, habla también de un dominio de la narración cinematográfica, no sólo de los guiones brillantes. Ted es la comedia del año, difícil encontrar tan buena combinación entre ideas, humor y entretenimiento. Mark Wahlberg y Mila Kunis, así como un elenco de secundarios provenientes de la televisión de MacFarlane, le entregan a la película una convicción que se ve fácil, pero no lo es. No hay fallas en esta ópera prima y tampoco hay traición a la carrera previa del director.
Un malhablado oso de peluche Muy bien Mark Wahlberg (John Bennett), encantadora Mila Kunis (Lori Collins) y refrescante la presencia del peluche mal hablado, capaz de insultar al jefe de turno y seducir a una chica que le gusta. Hay una excelente banda sonora con temas de Rita Coolidge, Queen y Walter Murphy. El director Seth MacFarlane, es un exitoso guionista, animador, dibujante y actor. Creador de exitosas comedias televisivas como "Padre de familia", en este caso, creó un personaje original que se come el filme con su intervención y trasmuta lo tradicional en diferente. John (Mark Wahlberg) es un niño que recibe un osito de peluche de cierto tamaño en Navidad. Desea que esté vivo para que sea su compañero y el deseo se le cumple. Lo disparatado se transforma en cotidianidad cuando el oso alcanza fama, se convierte en una especie de actor de moda, firma autógrafos y cumple su misión de ser el mejor amigo de John. Pero el problema llega cuando el dueño se convierte en adulto y decide no crecer, o no asumir la responsabilidad de ser adulto. INSEPARABLES Ted (al que le presta su voz el mismo director Seth MacFarlane), el oso, en cambio, creció, perdió un poco su gracia infantil y se convirtió en un espécimen medio grosero, amante de la marihuana, las fiestas vulgares y por supuesto compañero inseparable de John. Un John al que se le complica la vida cuando se pone de novio con Lori Collins (Mila Kunis), que quiere lo mejor para él. Fundamentalmente la madurez y el compromiso. Y Ted es un ejemplo negativo para su compañero. Comedia lunática, abundante en equívocos y disparates, alusiones al cine y la televisión de los "80, con personajes de esa época, "Ted" se convierte en una parodia a ciertos hechos y actitudes de la sociedad americana media y baja, dispara algunas transgresiones y se ríe de convenciones convirtiendo al joven Ted en un ser delicioso e insoportable. En síntesis, es una extraña mezcla de película de "nerds" con reflexiones a lo Woody Allen. Muy bien Mark Wahlberg (John Bennett), encantadora Mila Kunis (Lori Collins) y refrescante la presencia del peluche mal hablado, capaz de insultar al jefe de turno y seducir a una chica que le gusta. Una curiosidad es que aparece Norah Jones y se presenta como una ex relación del simpático Ted. Hay una excelente banda sonora con temas de Rita Coolidge, Queen y Walter Murphy.
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Vulgar copia Efectista es un buen término para describir este filme basado en humor sexista, escatológico y racista disfrazado de incorrección política, pero que en realidad es solo estúpido, sin riesgo alguno. Y no está mal que sea estúpido, eso siempre causa gracia, como un nene que putea. Seguramente, la historia de un joven adulto que vive con un muñeco desde su infancia les suena, y que la novia del joven lo intime a decidir entre una relación adulta o seguir atado a su niñez, también. Es que eso ya se vió recientemente en la nueva película de los Muppets. De manera que "Ted" no propone nada original, solo el hecho que el osito -a diferencia de Walter- es un guarro drogón y su amigo humano es un perdedor absoluto. Para asegurarse el favor de los snobs de risa generosa, el filme ofrece retazos de "Y, Donde está el Piloto?" y un homenaje burlón al "Flash Gordon" de 1981, además de numerosos chistes que hacen blanco en famosos y películas que ya fueron debidamente castigadas por la crítica. Con un guión inconsistente el chiste se agota rápido y el filme solo levanta durante una escena -la mejor- donde el reviente manda y lo desopilante se impone. Queda muy claro que ni para Mark Wahlberg, ni para Mila Kunis, este filme les ha representado desafío actoral alguno más que en el aspecto técnico de tener que lidiar con una animación, muy bien lograda por cierto.
Seth MacFarlane creó este osito para adultos. Una historia que se inicia como una fantasía, que de inmediato instala que es una comedia para adultos con muchos hallazgos, y todos los ingredientes para el entretenimiento, Humor zafado, negro, tierno e ingenioso. Película para divertirse.
Dice la Real Academia Española sobre este término: desopilante. (Del ant. part. act. de desopilar). 1. adj. Festivo, divertido, que produce mucha risa. Pero le deberían agregar un "ver Ted". En muchas comedias se pone el calificativo "desopiltante", pero si se aplica para esta película, será dificil poder asociarla a otras, que dudo que lleguen a esta locura. Ted es divertida, produce mucha risa y es un festejo del cine ochentoso. Su guión es implacable en muchas situaciones, los diálogos tienen momentos muy estudiados y sus personajes lo ejecutan de manera maravillosa. Mark Wahlberg toma la comedia con gran seriedad y su trabajo es brillante. Mila Kunis... hermosa como siempre le pone mucho a su personaje. Todos los cameos o pequeñas participaciones son increíbles. Es brillante lo que destaca Hugo en su crítica de Flash Gordon. Pero lo mejor de la película para quien escribe y demuestra el grado de locura de sus realizadores, como así también que películas marcaron su vida, es lo de Y donde está el piloto. Ya con eso uno se puede retirar de la sala contento. Igual hay otros momentos de pelis de los 80 para festejar. Tiene muchos momentos "WTF" y hacen pasar un momento... "desopilante" Gran tarea del director, que además es la voz de TED. Tiene un par de baches, pero entre tanta risa se disimula. Para ir un miércoles, donde uno se asegure que haya muchos con la risa fácil. Sin lugar a dudas será uno de los mejores momentos para pasar en un cine en este 2012.
Ted es un interesante debut de Seth MacFarlane (el creador de Family Guy) en el cine con una película que le debe bastante a Alf. El concepto de este film básicamente es eso. Alf para adultos con el humor de este artista que está repleto de referencias a la cultura popular. Si te gustan las series animadas de MacFarlane vas a disfrutar de esta producción ya que están en la misma sintonía y en ese sentido no decepciona para nada. La diferencia con el extraterrestre de Melmac es que en la trama todo el mundo conoce a Ted y dentro del cuento que un oso de peluche hable y tenga vida se toma como algo natural. Un astuto recurso argumental, ya que le permitió a MacFarlane desarrollar más situaciones graciosas que no hubiera podido concretar si a Ted lo mantenían escondido como hacían con Alf. La película ofrece momentos fabulosos y otros que no tanto. Por ejemplo, los chistes de fumones que ya vimos en las películas de Cheech y Chong en los años ´70 están como demasiado tirado de los pelos y hoy ya dejaron de ser irreverentes. Sin embargo, el film tiene también sus momentos brillantes. Las mejores escenas de Ted son por lejos la que brindan el memorable regreso a la pantalla grande de Sam Jones, al actor que interpretó a Flash Gordon en el film de 1981. Junto con el retorno de Chuck Norris en Expendables 2 creo que esas escenas representan uno de los grandes momentos desopilantes del año en el cine. En materia de humor son imbatibles. Jones, que hoy trabaja como guardaespaldas, no aparecía en la pantalla grande desde aquella recordada producción de Dino De Laurentis y su presencia en esta historia brinda una experiencia absolutamente bizarra. El problema con Ted es que Macfarlane no puede sostener ese nivel de locura durante todo la trama y hay partes en que la historia decae un poco. El tercer actor, por ejemplo, donde secuestran al peluche y se producen unas persecuciones es absolutamente débil y queda la sensación que improvisaron esas escenas porque no tenían idea de cómo cerrar la historia. Pese a todo, Ted es una muy buena comedia que te saca más de una carcajada y eso ya de por si amerita su visión en el cine.
Divierte un oso de peluche juerguista En el clásico «Harvey», James Stewart se iba de juerga con su amigo imaginario, un conejo parlante. Pero en «Ted», el osito de peluche viviente que lleva por el mal camino a Mark Wahlberg no sólo es percibido por todo el mundo, sino que incluso tuvo sus quince minutos de fama y, además. es un milagro navideño (a los 8 años el protagonista humano pidió que el osito que le regalaron pudiera hablar y ser su mejor amigo para siempre). El osito Ted tiene la voz de Seth MacFarlane, creador del cartoon televisivo «Family Guy» y director de esta divertida y realmente demente comedia sobre un peluche lo suficientemente vicioso, drogadicto, sexualmente depravado y políticamente incorrecto a todo nivel como para ser el principal responsable de que el film merezca la calificacion «sólo apto para mayores de 16 años». En este sentido hay que reconocer que, interpretándose a sí mismo, Sam J. Jones, olvidado protagonista de la superproducción de Dino de Laurentiis con musica de Queen «Flash Gordon», quizá comparta la responsabilidad por protagonizar las escenas más salvajes, en las que contamina a todo el mundo, incluyendo al osito depravado. con su mala influencia, prode un ex famoso de su calibre, Es una comedia ciento por ciento original y llena de gags eficaces que pueden hacer reír aun a quien no comulgue en absoluto con su estilo de humor ultra-guarro, por momentos directamente contracultural. Pero, lo mejor de «Ted» es la decisión de MacFarlane de no acobardarse al momento de acceder al cine, sino más bien todo lo contrario, aprovechando un presupuesto mayor que el de una serie del cable y, sobre todo, la mayor libertad que puede dar un largometraje si no se lo entiende como un mero subproducto de una fórmula exitosa previa (está claro que hay una relación entre «Family Guy» y este film, pero tambien es evidente que nadie encontrará este tipo de chistes en la pantalla chica). La película demora un poco en arrancar de verdad, y al principio se notan demasiado algunos tics televisivos que lucen un poco raros en pantalla grande. También da demasiadas vueltas para arribar a un desenlace, bastante más previsible que las hilarantes, aberrantes ocurrencias previas del osito y su mejor amigo. Mark Wahlberg toma un riesgo para demostrar que no sólo puede actuar en películas de acción o dramas de gente de clase baja. Esto a pesar de que el argumento tiene momentos bastante dramáticos, ya que hay una chica (Mila Kunis), destinada a separar a estos dos mejores amigos. También hay un villano increíble: Giovanni Ribisi interpreta a un obsesivo fan del oso desde sus tiempos de celebridad mediática, y lo hace de modo tan siniestro como para que al menos en un par de escenas el bastardo peludo pueda lucir como el inocente protagonista de alguna típica superproducción de Disney o Spielberg con ositos cariñosos animados.
Muchos titularon a ésta como la comedia del año. Yo no iría tan lejos. Recuerdo que la primera vez que vi el tráiler fue porque me lo pasó un amigo y me dijo “es la Paul de este año”. Ahí te creo un poco más. Ted es una comedia un poco pava un poco nerd que sólo funciona cuando apagás la cabeza y dejás de pensar que todo tiene que tener una gran base o justificación. Y, sobre todo, cuando conocés a alguien que se resiste tanto a crecer en la vida real. Esta es la historia de un chico al que nadie le daba demasiada bola y desea que su oso de peluche cobre vida para poder tener un amigo. A medida que el tiempo pasa, la relación con el oso también al punto de que es su conexión con ser chico y su excusa para no avanzar. En el medio el peluche fuma marihuana todo el día, hace comentarios racistas y misóginos y aún así es el gurú de John (Mark Walhberg). Lori (Kunis), su novia hace cuatro años pretende que él avance de una vez y emancipe al oso porque siente que no puede terminar de construir nada con él. El argumento es, básicamente ese. No hay demasiado más pero en el interín vamos conociendo algunos personajes y situaciones que condimentan muy bien esta idea principal. Es para reírse sin prejuicios, pero no me animaría a decir que le terminaron de sacar el jugo a Ted tampoco. Hasta él que estaba vivo por un milagro tenía más cerebro que John y me lo imaginaba haciendo cosas un poco más crueles o jugadas de las que termina haciendo. La película, de todas formas, dura lo justo y necesario para una película como ésta. No, no hay grandes puestas ni vestuarios y por momentos el humor se hace muy escatológico pero aún así creo que es para morirse de risa un rato. La dirección y el guión estuvieron a cargo de Seth McFarlane, el creador de Family Guy y mucho de su humor se ve acá. No dota al personaje de una construcción demasiado característica, ni siquiera desde la impronta de la voz, lo que por momentos funciona y por otros da lo mismo quién lo está diciendo. Creo que es de esas pelis que terminás viendo mil veces porque te reís mucho, porque conocés gente así de ajenos a la idea de sentar cabeza (o porque saliste con ellos y te viste como Lori, dándote cuenta que lo mejor es salir de ahí). Sea como sea la niñez parece arrastrarnos a todos de vuelta, aunque sólo sea a la sala.
(Anexo de crítica) Salí de la sala un poco desilusionado. En la cabeza me resonaba mucho la conexión entre la última película de los Muppets, y Ted. Ustedes dirán... es tan así...? Y... el protagonista, está atado a un muñeco, es decir, en el caso del personaje de Jason Segel (Gary), es su hermano. Aquí, John (Walhberg) tiene un conflicto muy similar... Creció con su osito que habla, y ahora, que tiene que enfrentar el mundo adulto (Man or Muppet? recuerdan el tema?), flaquea. Los dos tienen novias divinas, pero cansadas de armar parejas triples para todo...Durante ámbas cintas, los protagonistas intentan crecer. De una buena vez y para siempre. No quiero seguir esa línea pero creo que ya entendieron a donde voy... "Ted" llevaba una alta carga de expectativas entre los cinéfilos que esperaban humor a raduales, fina ironía y escenas escatológicas. Bueno, de esto último hay, del resto, es para discutirlo. Potencialmente, la figura del osito prometía. Y de hecho, es lo más divertido del film. El personaje de John es bastante esquemático (igual que el de Mila, quien cada día está más linda) y empalidece frente a las líneas que el guionista puso en boca de Ted. Pero tampoco es que este pequeño muñequito la rompe, no, para nada... Sus movimientos son lentos y se toma su tiempo para preparar sus gags. A mí, en particular, me pareció que el tema de la voz no está muy logrado (quizás algún actor más... expresivo o con mayor colorido en sus cuerdas vocales hubiese ayudado) y que si bien hay algunas escenas divertidas, lo cierto es que uno esperaba más de esta película. Creo que se apostó al carisma del personaje central, ante todo y eso condicionó un guión que podría haber sido mejor trabajado. Es un film apenas correcto (y tal vez un poquito menos) pero no deja de ser una alternativa potable, si buscan comedia (aunque insistimos, esperabamos más).
¿Te gusta "Padre de Familia"? ¿Te gusta "American Dad"? ¿Te gusta "El Show de Cleveland"?... Si respondiste que 'si' categóricamente a todas íesas preguntas, entonces "Ted"... ¡te va a encantar! De principio a fin, esta película está realizada como si fuera un capítulo de estas series anteriormente mencionadas -especialmente "Padre de Familia" (Family Guy)- pero con personajes de carne y hueso, utilizando los mismos códigos, lenguaje, música swing y hasta es protagonizada, en mayor o menor medida, por alguno de los actores que prestan sus voces a estas producciones animadas, como lo son el mismísimo Seth MacFarlane, Mila Kunis, Patrick Warburton, Patrick Stewart o Alex Borstein por nombrar a algunos. El film, escrito (junto a Alec Sulkin y Wellesley Wild) dirigido y protagonizado por MacFarlane, trata sobre John Bennett (Mark Wahlberg), un niño solitario que -allá por la Navidad de 1985- deseó que su osito Ted (MacFarlane) cobrara vida y fuese su mejor amigo para siempre. Claro que su deseo se hizo realidad. Treinta años más tarde, John es un adulto -aunque no tanto- que convive desde hace cuatro años con su novia Lori (Kunis) y su -no tan tierno- osito de peluche adicto a las drogas, al alcohol, a las fiestas y al sexo, por lo que alguna vez fue una mágica criatura adorable que hasta tuvo su propio programa infantil de televisión, ahora es una irreverente y sarcástica pesadilla. Estos dos mejores amigos no quieren madurar, cosa que exaspera cada vez más más a Lori, que además de convivir con un osito de peluche parlante y una persona completamente inmadura, tiene que soportar las insinuaciones diarias de su isnoportable jefe, interpretado por Joel McHale (de la serie "Community"). Decisiones irresponsables por parte de John pondrán en peligro la relación con su novia y éste, deberá aprender a comportarse como adulto para poder recuperarla. Hilarante y ácida, "Ted" es una de esas comedias dirigidas a un público específico que la pasará genial.
Seth McFarlane es un nombre importante en la cultura popular contemporánea: el creador de la serie de animación para adultos “Padre de familia”, algo así como el eslabón perdido entre la amabilidad oscura de Los Simpson y la crueldad surrealista de South Park. “Ted” es su primer largometraje: un niño de diez años desea que su osito de peluche cobre vida. Cobra vida, son famosos un tiempo y luego crecen, y cuando crecen, el niño quiere irse a vivir con la novia y el oso es un adolescente que no quiere crecer (su dueño, en realidad, tampoco del todo). Es decir: por un lado tenemos una película del tipo “el otro lado de…”, que satiriza las fantasías de adolescencia de los `80. Por el otro, un mecanismo cómico para hacer crítica social ácida sin ser del todo ácidos. Hay grandes momentos cómicos (la pelea a golpes entre oso y dueño) y mucho humor sexual y escatológico (aunque en realidad hay más diálogo picante que imágenes perturbadoras: ¡esto es una comedia comercial, amigos!) y Mark Wahlberg está muy bien. El problema es que se trata de un largometraje: la idea de base se agota más o menos en el minuto doce y después es cuestión de esperar una secuencia que tenga gracia. Por suerte las hay, pero lo que uno termina descubriendo es que se trata de un film mucho menos radical –formal y temáticamente– de lo que promete: apenas otro cuento de amistad hiperrealista, apenas disfrazado con un buen efecto especial.
Quisiera ser oso No soy un incondicional de Seth MacFarlane, más bien todo lo contrario. Particularmente Padre de familia, que vendría a ser su gran obra y aporte a la cultura contemporánea, me parece un producto totalmente sobrevalorado, una sucesión de chistes a cuál más ingenioso, que es como un campeonato mundial del guionista canchero, con personajes (salvo el perro y algo del bebé) irritantes y escasamente empáticos. Padre de familia es como un clon malo de Los Simpsons que, paradójicamente, terminó teniendo tanto suceso e influencia que contaminó el humor de Los Simpsons hasta convertir también a esa enorme e inigualable serie de Matt Groening en un disparate carente de toda humanidad. Porque ese es el mayor problema que veo en la producción animada de MacFarlane: un tipo únicamente cínico, incapaz de conectar con la parte emocional de sus personajes y preocupado más en la acidez por la acidez misma que en construir un universo coherente y complejo. Padre de familia es el dibujito que seguramente amen los hermanos Coen. Y si bien algo de eso se llega a intuir en Ted, hay que reconocer que su debut en el largometraje con actores de carne y hueso (y con un oso animado) sorprende y resulta muy agradable, incluso para alguien alejado de su universo como quien suscribe. Porque ese es el verdadero acierto de Ted: sin nunca traicionar al incondicional de MacFarlane, permite que aquellos que no congeniamos con su mundo disfrutemos de una gran comedia sobre la amistad masculina. Lo primero que hay que destacar de Ted es que cumple con lo que una comedia debe ser: es sumamente divertida, muy ocurrente, inteligente y graciosa. Uno de los problemas de la corrección política hoy es que anula muchas de las posibilidades del humor: el bienpensante primero piensa y luego ríe, porque básicamente no está bien reírse de determinadas cosas. Y eso es fatal para el género. Ted, por el contrario, avanza a puro humor: de hecho la primera línea humorística del film dice que la Navidad es esa época del año en que los niños salen a golpear judíos. Ted apunta a hacer reír, sin temor a que el moralista la señale con el dedo. Pero también la película elude uno de sus probables inconvenientes: quien piensa que se trata de una película de un solo chiste, el del oso que habla y dice cosas ocurrentes, se equivoca. Eso está más o menos implícito en sus primeros minutos (el film abre y cierra como un cuento, y el prólogo con espíritu navideño es excelente), pero luego la película ahonda en sus temas aprovechando como superficie para deslizarse el humor instalado en sus primeros minutos. Ted habla del hombre de 30, ese que está atrapado entre la adolescencia y la necesidad de madurez, ese que Linklater trabajó desde la independencia y Apatow construyó desde la comedia mainstream del Hollywood actual. Pero esa comedia tiene modelos preexistentes, son derivaciones del cine que hacía John Hughes en los 80’s. Esa es la mayor novedad del film de MacFarlane: el cínico de campeonato le dio lugar al hombre más sensible, ese que no tiene necesariamente que cerrar cada situación con un chiste (aunque a veces se le escapa) y que se anima a la emoción. MacFarlane, impensadamente, captura del cine de Hollywood de los 80’s su esencia, su espíritu, es como Súper 8, pero mientras aquella tomaba el modelo ET o Los Gonnies, esta va hacia aquellas comedias infantiles con elemento mágico. Como me decía Gabriel Piquet a la salida de la función, hay algo de Quisiera ser grande en esta película: está el chico que pide algo extraordinario, y está el toque fantástico que le aporta otro nivel a la película. Aquí hay un chico que pide un deseo, que el oso de peluche que le regalaron para Navidad hable y lo acompañe por el resto de su vida, y un deseo que se convierte primero en bendición y luego en maldición. Porque el John Bennett de Mark Wahlberg a sus treinta y pico de años ya está un poco grandecito para vivir con su oso, un oso que simboliza, de alguna forma, lo que los muñecos en sus empaques originales de Virgen a los 40: un paso tardío a la adultez, al mundo de las responsabilidades, a la vida con obligaciones. Y si de muñecos, peluches, infancia, adolescencia, madurez hablamos, Ted se refleja en esa obra maestra reciente que fue Toy story 3. Ted puede ser graciosa, salvajemente divertida, inteligente para meter sus referencias culturales de los 80’s (aunque a veces excede con las referencias al presente, volviéndose un poco perecedera con sus Justin Bieber y sus Taylor Lautner y sus Susan Boyle), pero también emocionante en ese momento crucial que atraviesa el protagonista, entre el osito y su chica (Mila Kunis), una mujer que a diferencia de tanta comedia sobre la amistad masculina no es histérica ni estúpida, sino que quiere construir un mundo con su pareja y John, para ser sinceros, no está preparado para tal reto. Es muy posible que mucho público festeje a Ted por sus guarradas, su humor escatológico, su virulencia constante, sus diálogos escritos con una navaja pop, pero no será culpa del film: MacFarlane, a diferencia de toda su obra anterior, se permite aquí caer en algunas sensiblerías, en una emoción real y tangible. Y no estamos celebrando la emoción por la emoción misma, sino que en este tipo de autores, siempre tan cómodos en su pose cínica y canchera, apostar a un tipo de sensibilidad es un reto y un riesgo. Todo esto es muy válido, además de su mirada sobre la sordidez de la sociedad americana y su adicción a la fama y las celebridades, pero igualmente podemos recomendarla sólo por el hecho de ser una de las comedias más graciosas del año.
I love you Seth MacFarlane el creador de la serie animada del momento 'Padre de familia', asume el desafío de dirigir su primer largometraje con actores reales y honestamente el resultado no pudo haber sido más satisfactorio. 'Ted' es una comedia totalmente desopilante y atrevida, donde un osito completamente fuera de control realiza y dice todo tipo de perversiones con el menor pudor posible. Como ya es habitual en casi todas las comedias americanas de los últimos tiempos, el personaje principal es un adulto de 35 años que se ha detenido en el tiempo y es incapaz de madurar. Donde gran parte de la culpa la tiene su mejor amigo, aquel oso de peluche que lo ha acompañado incansablemente durante 27 años y cuyo único objetivo en la vida es divertirse. Sin embargo su amistad ahora corre peligro cuando su novia le exige que se deshaga del oso, para así de una vez por todas poder continuar con sus vidas. Por lo tanto, el conflicto de esta película no puede ser más interesante. Ted, un oso de peluche, cuya única existencia y motivo de vida es la de estar al lado de su amigo, ahora tiene la terrible noticia de tener que separarse. Obviamente no nos encontramos ante un drama(ni cerca), pero si es el perfecto hilo conductor para unir los innumerables y deliciosos gags de la película. Claramente todo el potencial de la trama recae en Ted, quien durante la película hace de todo: insulta, bebe, se droga e incluso, quien sabe como, tiene sexo con mujeres. Encima él es quien se encarga de todo: realiza las fiestas, consigue la marihuana y paga por prostitutas. Él es el alma de la fiesta. Mark Wahlberg, Mila Kunis y todo el resto del reparto, están excelentes en la película y aunque hay personajes más logrados que otros, cada uno cumple su rol a la perfección. Mark Wahlberg claramente sabe cual es el camino de la trama y consigue hacer de su personaje alguien sumamente querible quien aunque quisiera no puede tener control sobre su vida. Lamentablemente no todo es positivo en la trama y hay ciertos puntos que no fueron del todo logrados, donde muy probablemente la influencia de los shows televisivos hayan tenido su influencia negativa en el director. Tal vez, la pelea entre el oso y Mark Wahlberg sea el mejor ejemplo. Ya que imitando las peleas ocurridas en sus series, todo se silencia para solamente oír golpes y observar una coreografía elaborada llena puñetazos, caída y dolor. Sin embargo, el director consciente de que no estamos ante una película animada, evita los excesos que hicieron tan populares a aquellos combates de sus series y, por lo tanto, aquí deliberadamente la escena no funciona. Con solo ser observadores sabríamos entender que el oso es incapaz de sentir dolor ya que esta hecho de felpa y, por ende, la pelea carece de pasión. Igualmente, por otro lado, la película tiene la mejor secuencia del año. Una fiesta en la casa de Ted, donde por sorpresa cae de invitado nada menos que Sam Jones su idolo de la infancia y juntos con Mark Wahlberg pasaran uno de los mejores momentos de sus vidas. El mismo disfrute que uno experimenta cuando ve "Ted". En conclusión, la película es mucho más que un oso que dice y hace barbaridades es también un relato sobre la amistad y el crecimiento de las personas.
La primera cuestión que nos plantea este filme, luego de verlo y haberse reído un poco, es cuan serio debemos ser en su lectura primaria y cuanto en la analítica que demanda el texto a continuación directa. De mirada solaz, este sería un puro entretenimiento, apoyado en una supuesta incorrección política, pero de ser así se cuestionaría a quien va dirigida. Calificada entre nosotros como “sólo apta para mayores de 16 años” parecería ser entonces que la rebeldía estaría enmarcada por la estupidez disfrazada de la historia de un hombre que no ha podido dejara atrás su niñez, espacio y tiempo de seguridad que le dio un osito de peluche, que por acto de magia o por magia navideña, se convierte en su amigo fiel. El deseo del chico es que ese osito cobrarse vida. No sólo se le cumple, sino que el osito, además, habla. Es en esos primeros minutos donde la descripción metonímica del discurso se pone en juego, donde el realizador hace una descripción acabada de lo que él cree que es la típica familia media estadounidense, pero que luego abandona rápidamente y se desbarranca inexorablemente. El osito cobro vida, es navidad. Ted baja y saluda a los padre de John, la reacción no se hace esperar,. El Padre busca solucionar la cosa con un arma de fuego, la Madre se asusta sin poder reaccionar, y sólo la presencia de John diciendo que es su nuevo mejor amigo “calma” al padre, y la madre recurre a la protección de la religión por considerar que “es un milagro de navidad” Ted se hace famoso, ¿cómo no? Cobra protagonismo sin esfuerzo, tal cual le sucede de manera reinante desde hace más o menos dos décadas. Pero ahora, al pasar los años, nos encontramos con un John Bennett (Mark Walberg) adulto, con una novia, Lori Collins (Mila Kunis), que lo tiene subyugado, enamorado y sumiso, sólo que Ted no deja de interponerse entre ambos. Bennett será forzado por Lori a una decisión de vida, una elección difícil para él, hacerse cargo como adulto y mantener a su novia o continuar en soledad, pero en compañía de su osito “agente contrafóbico”. Este osito lejos de la inocencia de Heidi, es un drogon, mal hablado, sexista, jugador, pero todo no es más que una gran pantalla que oculta en realidad la falta de originalidad de un texto que plantea situaciones fricciónales, con intentos metafóricos, ya visto en infinidad de oportunidades, por lo que termina siendo sólo un pretexto para mostrarse realmente como escatológico, procaz, discriminador, racista, pero, en definitiva, descerebrado. La mera utilización de la intertextualidad, esto es la de recurrir a filmes producidos con anterioridad para limitarse a originar la risa magnánima a partir de la burla fácil, a saber títulos como “¿Donde está el piloto?” (1980), o al personaje y al actor Sam J. Jones de “Flash Gordon” (1981). Pero en “Ted” ese carcajeo desaparece rápidamente pues el acto principal, y fundacional, está mal desde sus cimientos. El guión es paupérrimo. Si a la incorrección política esta enmarcada en el insulto, en la palabra soez, y no en enfrentarse al poder despótico, estamos con un muy mal pronóstico a nivel de sociedad. El director Seth MacFarlane es el responsable de la serie de animación “Padre de Familia”, serie televisiva que data de 1999, que cuenta con muchos adeptos, yo no la vi nunca, pero si me debo guiar por lo expuesto en su primera incursión en el cine debo confesar que no me tienta verla. Si vamos a ser justos hay que decir que la manufactura del filme es esplendida, sobre todo en relaciona a los efectos especiales, también son correctas la dirección de fotografía, por otro lado, tanto el diseño de sonido como el montaje, de lo mejor de la producción, cosa que no revalida sus atributos en casi nada. A veces lo intuitivo no falla, cuando ví el trailer no me llamo al atención ni remotamente, no me dieron ganas de ir a verla, y este vaticinio se cumplió, esto es así definitivamente, nada nuevo bajo el sol. Sólo para reírse un rato, no mucho, sabiendo que su discurso termina por ser peligroso, en las antípodas de lo que parece pretender.
Algo del revuelo que ha generado en cierto sector de la cinefilia el estreno de esta película recuerda lo ocurrido poco tiempo atrás con Batman – El caballero de la noche asciende (2012). Si en ese caso era la devoción por el director Christopher Nolan y por el legendario comic, ahora es Seth McFarlane (Kent, EEUU, 1973) –el exitoso creador de Padre de familia y otras paródicas series animadas– quien vuelve a generar excitación y una evidente predisposición a ver en el producto final algo más acorde a las expectativas que a los logros ciertos. El fragmento de espectadores-consumidores al que apunta es similar: varones ansiosos de diversión cool proveniente del cine estadounidense, barnizada con promesas de algo perspicaz y transgresor. Ted es, en realidad, una de esas películas hechas en base a una idea de guión única, que se explota agregando personajes y conflictos laterales, conocida antes de entrar a la sala y cuyo final es lo de menos. ¿O alguien recuerda cómo terminaban Quisiera ser grande (1988, Penny Marshall) o Mi pobre angelito (1990, Chris Columbus)? En este caso, se trata de un osito de peluche que cobra vida cuando su pequeño dueño se lo pide, y que, una vez que éste llega a ser un treintañero inmaduro (Mark Wahlberg), lo acompaña en sus juergas como un cómplice ideal para postergar indefinidamente la asunción de responsabilidades acordes a su edad. Desarrollando esta premisa, en los primeros tramos se suceden momentos saludablemente burlones, con los padres alarmados al ver cobrar vida al juguete y a éste convirtiéndose en un personaje mediático o acudiendo prontamente a calmar al grandulón cuando oye truenos durante una tormenta. Pero el humor a veces es cáustico y otras simplemente escatológico. Por otra parte, si el punto de partida permitía conducir el relato al delirio, arriesgándose con interpretaciones psicoanalíticas y situaciones absurdas, la gracia se agota en ver a un oso de felpa insultando, drogándose y levantándose chicas. Aunque se cuenta algo anómalo, en general (más allá de la caracterización algo gruesa de algunos personajes) se los ve a todos demasiado normales. El muñeco en cuestión podría ser una suerte de materialización de la conciencia o un doble sin culpa, pero el film lo convierte en un Alf reventado, un freak sobrador que trabaja en un supermercado y anda por las calles, de traje y corbata, como el más común de los mortales. Convengamos que no a todos nos causan gracia las mismas cosas, por lo que el tipo de comicidad utilizada en Ted (entre infantil y guarra, con más chistes verbales que gags) no es la principal objeción que puede hacérsele. Sus problemas pasan por otro lado. En principio, juega a ser una cosa y es otra. Promete desmontar en forma disparatada hábitos de la sociedad estadounidense a lo Monty Python y termina recurriendo a los lugares comunes más conservadores: un secuestro que da lugar a planes de salvataje y persecuciones automovilísticas, separaciones y reencuentros con música sensiblera, y hasta el casamiento por iglesia del protagonista con su paciente novia (quienes, en la piel de Wahlberg y de Mila Kunis, no tienen el aspecto de perdedores desmañados que hubiera sido esperable). Por otra parte, no se percibe inventiva en el tono, primando una opacidad que hace difícil, sino imposible, encontrar una solución formal interesante. Las numerosas referencias a personajes célebres del mundo del espectáculo y a íconos culturales de los ’80 (Top Gun, Flash Gordon y muchos más), no sólo tienen valor únicamente para espectadores de determinada edad y con información al respecto, sino que, además, plantean un módico dilema: ¿hasta qué punto pueden celebrarse este tipo de fetiches sin mediar reflexiones o ironías que, aunque sea mínimamente, contengan un juicio de valor? Cuando, por ejemplo, Mel Brooks se burlaba de los tópicos del cine de terror gótico en El joven Frankenstein (1974) lo hacía sabiendo que barajaba códigos de riqueza innegable, reconocibles para espectadores de distintas generaciones. Claro que el ejemplo remite a otra época del cine de Hollywood: hoy la comedia, en cine al menos (de eso estamos hablando), atraviesa una etapa de innegable estrechez creativa, atribuible a diferentes causas. Nombres como los de Wes Anderson y Michel Gondry pueden considerarse, precisamente, excepciones que confirman la regla. Por Fernando Varea
Nostalgia incorrecta Insólita como su protagónico oso de peluche zafado que habla y putea, el debut de Seth MacFarlane (Family guy) corre el riesgo de morir bajo el propio peso de su chiste ¿surreal? ¿Bizarro? ¿Fumado? en el que hombre y juguete comparten una longeva e inseparable amistad, sumado al hecho de que el osito en cuestión maneja autos, sale con chicas y se pasea por las calles como un humano más, sin que nadie se sorprenda. Pero es ese eje creíblemente inverosímil el que justamente salva a Ted de caer en una comedia (norteamericana) más, convirtiéndola en otra cosa: una inclasificable mezcla de película fantástica, comedia de amigotes y comedia romántica que oscila pero no desbarranca, segura en su artificialidad de muñeco de peluche Hasbro-frankensteniano. A lo que hay que sumar un dramatismo y una oscuridad incipiente en la figura de ese treintañero John Bennett (Mark Wahlberg) que se niega a crecer, a quien le llega el ultimátum de parte de su novia Lori (Mila Kunis) de que le dé vía libre al oso parlanchín antes de que sea demasiado tarde. Conflicto que deriva en escenas como la de la pelea entre John y Ted en el hotel o el destino trágico del osito tras la persecución final; graciosas, sí, pero también terribles y amargas: hay algo triste en Ted, algo incómodo. Que no tiene nada que ver con los innumerables gags dedicados al sexo, la religión o la cultura norteamericana más o menos hilarantes, más o menos escatológicos, más o menos incorrectos (Ted actuando una eyaculación facial, Ted con la nariz empolvada de cocaína), que sumidos en el aura irreal de la película se vuelven amenos y esporádicos. Ted, por el contrario, atrae en su extrañeza de sueño realista pergeñado por un niño-grande (¿Bennett? ¿MacFarlane?), de a ratos desesperado en esa obsesiva cita nostálgica a Star Wars, Top Gun y otros íconos ochenteros. Mirar atrás que se hace delirio en el cameo fiestero y cósmico de Sam “Flash Gordon” Jones, gran momento del filme en el que se hace real su propósito a la vez tierno, jocoso y perdidamente retro, opuesto a la aparición innecesaria de Norah Jones, más acorde a la típica comedia sin osito de peluche.
UN OSITO MOLESTO Mal gusto, chapucerías, payasadas. Otra historia irreverente, zafada y sin gracia que retrata (¡una vez mas!) el mundo tonto y extravagante de un treintañero que se niega a crecer y prefiere seguir divirtiéndose con su osito en lugar de empezar a jugar con su linda y tenaz noviecita. Chistes de estudiantina, humor escatológico, situaciones imposibles, personajes tontos, gags repetidos.
Al fin una película de Hollywood original y con varios hallazgos Cuando se repasan los títulos del cine norteamericano que llega a nuestras pantallas se observa un sello característico en la producción de Hollywood más reciente. La falta de originalidad, el abuso en la realización de “remakes” y nuevos capítulos que no parecen tener fin y la proliferación de muestras del género fantástico (terror, ciencia ficción, etc), films de animación y comedias “tontas” hacen al grueso de lo que suele exhibirse en las salas de cine últimamente. Por ello debe saludarse el estreno de “Ted”, al apartarse de los géneros más usualmente frecuentados por la cinematografía del país del norte. ¿Quién es Ted?: apenas un oso de peluche que es ofrecido a John Bennett, cuando aún es un niño algo introvertido, como regalo de Navidad a los ocho años. Hasta allí nada novedoso hasta que un día John y familia serán sorprendidos al revelarse que el muñeco milagrosamente habla y se desplaza como cualquier otro ser vivo. El espectador deberá desde el inicio aceptar que en Boston, donde transcurre la historia, este fenómeno o milagro de la naturaleza ocurra y no sea objeto de estudio de las autoridades norteamericanas, que no lo capturarán privándolo de su libertad. Transcurridas varias décadas reencontramos a John (Mark Wahlberg) y a Ted “adultos” y siempre juntos. El primero está ahora de novio con la bonita Lori (Mila Kunis de “El cine negro”). El oso conserva su tamaño pero lo que ha cambiado diametralmente es su comportamiento. Lo demuestra su predilección por las prostitutas y las drogas, estas últimas a menudo compartidas con su amigo del alma. He aquí el conflicto central del film, ante el cual se debate John al no lograr elegir entre su pareja femenina y su mascota. Y pese a las reiteradas promesas a su novia, Ted siempre logrará atraerlo como en una escena, una de las más divertidas del film, en que John escapará de una recepción en casa del jefe de Lori. Al llegar a lo de Ted se encontrará con una fiesta donde uno de los invitados es el mismísimo Flash Gordon (Sam J. Jones), que demostrará su fuerza haciendo un boquete en casa de un vecino. Claro que lo que no esperaba era encontrar del otro lado de la pared a un oriental airado, especie de reencarnación del emperador Ming, con un amenazante pato en la mano. Otra de las escenas más graciosas aunque algo violentas del film es la pelea entre John y Ted, donde el espectador asistirá maravillado a lo que la técnica puede lograr hoy en día. Entre varios cameos uno será protagonizado por la hija de Ravi Shankar, Norah Jones, en un imponente recital al que Lori, separada de su novio, asistirá en compañía de su jefe seductor. La sorpresa vendrá durante la interpretación de la canción de Rita Coolidge del film “Octopussy”. Hacia el final la trama adquirirá cierto dramatismo cuando Ted sea raptado por un padre (Giovanni Ribisi), ansioso de satisfacer el sueño de su obeso hijito de tener un oso parlante. Habrá una clásica persecución en auto hasta un enorme estadio y un final algo previsible pero refrescante. La película abunda en imágenes no aptas para los niños y de hecho su visión está limitada a los mayores de dieciséis años. Cierta escatología, muy habitual en comedias del cine norteamericano, aparece también aquí así como escenas de sexo de tono subido pero todo bastante medido y justificado por la trama. Lo que es notable es el nivel de la tecnología que hace de Ted un personaje más al que, en este caso no se le puede aplicar el famoso refrán que dice “sólo falta que hable” ya que lo hace y muy locuazmente. Quien le presta su voz es Seth MacFarlane (la serie “Family Guy”), el director debutante mientras que el relator no es otro que Patrick Stewart. La banda sonora contiene varios éxitos de Queen y son muchas las referencias a otros films, personajes famosos (John Lennon, Susan Boyle, Sinnead O’Connor, etc) y una divertida parodia de “Fiebre de sábado a la noche”.
Una comedia sobre la amistad bastante disparatada y repleta de complicaciones. Esta es la ópera prima de Seth MacFarlane (38), creador de “American Dad” y “Family Guy” (Padre de familia). Los protagonistas de esta historia son: Mark Wahlberg, Mila Kunis y el osito de pelucheTed (con la voz de MacFarlane). Hay muchos chicos que muchas veces pasan momentos de soledad, y a veces no es por su decisión, sino porque no son incluidos por el resto de sus compañeros o vecinos del barrio. Este es el caso de John Bennet (Bretton Manley) en Boston en 1985, no puede conseguir amigos, hasta que un día en navidad recibe un regalo que será muy especial para él. Un osito de peluche; y ¿quién no tuvo alguna vez algún peluche con quien compartió muchos momentos? Este es el caso de John que tiene 8 años y es tanto el amor que siente por este peluche “Teddy”, que una noche justo en el momento que pasa una estrella fugaz pide un deseo, el mismo se le cumple y Ted cobra vida, hasta se hace famoso, porque es el primer juguete que habla y tiene comportamientos que lo asemejan a una persona. Pasan los años, y John Bennet (Mark Wahlberg), tiene 35 años y vive como un adolescente con este amigo inseparable e incondicional. Ese fue su deseo y él decidió vivir asi, fuera de que existen muchas personas inmaduras a esa edad y más grandes también. Como es de esperar todo se complica cuando John se enamora de Lori Collins (Mila Kunis -"El cisne negro", "Amigos con beneficios"). El tema es que Lori no está dispuesta a compartir su cama en una noche de truenos, ni tampoco que vivan de fiesta en fiesta, se droguen, y la última gota que rebalsa el vaso,es que reciba a cuatro prostitutas hagan de todo y hasta que defequen en medio del living. El guión tiene algunos mensajes interesantes y otros no tanto. Es una comedia que habla sobre la importancia de la amistad y de la madurez, el crecer y sus dificultades, el amor, la soledad, entre otros temas. El film tiene humor, varios gags, algunos se sobrepasan, situaciones escatológicas, guiños y varios homenajes. Un lugar para la nostalgia para aquellos que ronden los treinta y cuarenta y tantos, porque tienen una participación muy especial: “Flash Gordon”, su protagonista, Sam Jones, varios filmes de los años ‘80 con música de Queen y John Travolta, referencia de la “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal”, entre otras.
Un desesperado deseo de Navidad, transforma al oso de peluche de John en un ser con vida propia. Convertido en el primer juguete que habla, piensa y se comporta como humano, Ted se transforma en una sensación mediática. Pero la fama siempre se termina y el ostracismo empuja al tierno oso a una vida de excesos, drogas, alcohol y prostitutas. Lo único que se mantiene intacto es su amor y amistad por John. Veintisiete años después, nada parece haber cambiado demasiado, hasta que la novia del ya adulto encarnado por Mark Wahlberg entrega su ultimátum: una vida madura junto a ella o la adolescencia eterna al lado de Ted. Seth MacFarlane, creador de la serie “Padre de familia”, escribió, dirigió y puso su voz al personaje que da nombre a esta película. Humor irreverente, escatológico, con explícitas alusiones a las drogas e innumerables referencias a la cultura hollywoodense actual (convirtiéndolo en un film que perderá actualidad en algún tiempo), Ted funciona en casi toda su extensión. La inclusión de un posible secuestro y su resolución quitan brillo y dinamismo a una historia que podría haber prescindido perfectamente de esa última media hora.
Mundo McFarlane "Ted" marca el exitoso debut como director de largometrajes del alocado Seth McFarland, responsable de famosas series animadas como "Hombre de Familia" y "American Dad". Si alguna vez han visto capítulos de estas series, sabrán cómo es el humor irreverente y super ácido que le gusta hacer a McFarlane, usando chistes de tipo escatológicos, racistas y por supuesto, de tipo sexuales. Personalmente, tengo sentimientos encontrados en cuanto a este tipo de humor, ya que hay cuestiones que me hacen llorar de la risa y otras que directamente me caen mal, me parecen estúpidas... como que sobrepasan la línea entre lo zafado y lo realmente descerebrado. Por ejemplo, el humor que se hace con los clichés raciales y que tienen un toque de maldad suelen parecerme muy graciosos al igual que la comedia física relacionada al sexo. Los insultos y las malas palabras fuertes usadas en los momentos precisos, también son fundamentales para armar un buen producto irreverente. Ahora, el humor relacionado con personas hablando gansadas producto de estar muy drogados, me parece de lo más idiota y poco divertido que se puede pagar para ver en un cine. Esta es una tendencia cada vez más creciente en la comedia americana y la verdad es que no me hace reír ni un poco... Dos o más personas poniendo cara de chino en celo mientras dicen incoherencias no valen una entrada al cine en mi opinión. El boludón que tampoco quiere madurar a pesar de tener como 35 años, también me cae pesado y tedioso. En "Ted" hay una mezcla muy variada de este tipo de situaciones, algunas para reír muchísimo y otras para aburrirse bastante. De cualquier manera, este tipo de humor está claro que llegó para quedarse y tiene su buen número de seguidores, 400 millones de dólares en recaudación no pueden estar equivocados. Le doy algunos puntos extras por manejar muy bien una situación tan inverosímil como un oso de peluche calentón que cobra vida y hacer de eso un entretenimiento para millones, pero ¡ojo!, si no sos de los que disfrutan de las series animadas de McFarlane, quizás no disfrutes para nada esta película.
"UN OSITO DE PELUCHE TAN GROSERO COMO ENCANTADOR" Si pudiésemos pedir un deseo, seguramente el de muchos sería retornar a la época de la infancia, a esos años en los que construíamos mundos imaginarios e interactuábamos con nuestros muñecos. Para John Bennet no es necesario hacer ese viaje al pasado, luego de pedirle un deseo a una estrella fugaz, hace 27 años su osito de peluche Ted ha cobrado vida. Pero, así como John ha crecido y hoy tiene 35 años, Ted también creció a la par de él, y hoy tiene las ganas y necesidades de un adulto. El estilo de vida alocado de Ted empieza a crear un conflicto en la vida de John, porque el peluche se resiste a abandonar a su dueño y saca de quicio a Lori, la novia de éste, que empieza a perder la paciencia. Resultan muy divertidas las andanzas de este dúo de “amigos especiales”. Desde el comienzo de la cinta, Ted “se pone en el bolsillo” al espectador con su desparpajo, simpatía y humor políticamente incorrecto. Protagonizada por Mark Wahlberg, Mila Kunis y Seth MacFarlane doblando la voz del osito (además de dirigir el filme), el guión tiene una estructura general bastante convencional, pero resultan originales los gags y situaciones por las que atraviesan estos tres protagonistas. La inclusión del actor Sam Jones, de la ochentosa “Flash Gordon”, entre otras cosas, es un fiel homenaje a los años 80, reflejándose también en los diálogos de los protagonistas, y en las escenas que parodian las grandes películas de esa época (“¿Y dónde está el piloto?” por ejemplo). Como una sitcom, “Ted” avanza a ritmo alocado y divierte sin pausas; para ser su ópera prima, McFarlane no lo hace para nada mal, seguramente por lo acostumbrado que está a los tiempos que exige la televisión. Como si fuera poco, a toda la cuestión cómica y desenfadada, se incluye una subtrama semi-policial, con un lunático (Giovanni Ribisi) que quiere raptar a Ted para regalárselo a su hijo. Si bien el clímax y el final no están a la altura de la originalidad de los gags (por lo obvio y edulcorado), no llegan a desdibujarse las risas estampadas en los rostros de los espectadores; seguramente, los primeros agradecidos en que Ted haya cobrado vida, y tenga cuerda para rato…
Hablando de los recientes estrenos de la semana, Ted es el más esperado por varios de nosotros, al grado que nuestra administradora lo hizo foto de portada de la página. y es que, en el debut de Seth McFarlane en la pantalla grande (como director, habrá que aclarar), con una historia que muchos piensan que es una historia para niños por ver al osito parlanchín en los posters, no podrían estar más equivocados, no por irse con esa finta, sino por no conocer al creador de la serie animada Padre de Familia, que maneja un humor irreverente, ácido y hasta cierto punto para algunos ofensivo. Pero no pueden ir a la sala de cine y a los 5 minutos de iniciado el filme, con el primer chiste ácido, salir de la sala y exigir la devolución de su dinero. Están advertidos. John Bennett es un niño solitario, y una noche pide un deseo: que su osito de peluche, su único amigo, se vuelva de verdad. Si, la premisa es para niños. Pero desde el inicio mismo de la película se hace presente el humor irreverente americano. Muy voluntario. Y empezamos con una serie de situaciones, diálogos e imágenes para partirse de risa. No hay desnudos o cosas explícitas, pero sí mas de una muy sugerente, no apto para mentes castas. Y alguna que otra palabrota. Obviamente, tenemos el típico conflicto entre crecer y seguir siendo niño irresponsable. Pero como buen niño Geek, McFarlane aprovecha su oportunidad en pantalla grande, no sólo para traer algunos cameos: Norah Jones, Ryan reynolds, Tom Skerrit y algunas de las personas que prestan su voz para los personajes de su serie animada. Y los protagonistas Mark Wahlberg y Mila Kunis, quienes logran una buena química en pantalla, pero se quedan como secundarios. Obviamente nuestro protagonista es el oso parlanchín; pero decía que McFarlane aprovecha su oportunidad para hacer un tribuo a una película de culto que a veces pasa desapercibida en esos chistes Geek que todos hacemos: Flash Gordon y Tom Jones. Y en serio, si no saben quien es Flash Gordon, se perderán la mitad de los chistes de la película. Brindis con... Tom Jones!!! Puede ser que la trama, hacia el final, abuse de los clichés románticos. Y que en todo momento, el guión pueda sentirse ciertamente flojo, sin mucha historia que contar. Pero la historia es lo de menos con las risas que muchos de ustedes habrán de pasar. No sólo por la hilarante presencia del oso, cuya mayoría de gags memorables se los lleva (por ahí mención especial al pato del vecino chino), sino porque en general, la historia fue escrita para eso, para reír, para divertirse. Y lo cumple con creces. uno recuerda más los chistes que la misma historia y es para agradecer que el cine nos distraiga un rato de los problemas de la vida cotidiana. Y obviamente, para aquellos mayores de 20 o 30 años, recordar a sus ositos de peluche nunca estará de más. ¿O acaso alguno de ustedes no deseó tener de mejor amigo para toda la vida a algún muñeco de su infancia?
DE LA SERIE AL CINE Doble filo El problema de una película como Ted no es sólo que haya un director sin conciencia ética con un discurso siempre dudoso entre “humor” y racismo e intolerancia. En realidad el problema es como se subestima al público dándole como única oferta en los complejos cinematográficos este tipo de comedia, normalizando la basura industrial sin la posibilidad de una contraoferta y otro estilo de películas. Esta comedia, con ambiciones de parecer ácida y moderna, sólo reproduce la ideología más simplista norteamericana. Llegué al cine ya que tenía tres horas libres y estaba lejos de casa, muy cerca del shopping del Abasto. Pensé que sería divertido tomar la situación como un Oulipo o la teoría à la derive, (de los escritores D’ Abord o Pérec) recordando que hace más de dos años no iba al cine sin saber la cartelera ni los horarios....y esta podía ser una buena señal. Intenté relajarme, aceptarla sin prejuicios cuando ya se podía adivinar una introducción básica y poco prometedora. La película parte con una narración en voz en off y omnisciente tipo Walt Disney (pero mal hecha) y cuenta, en resumen, como este osito (Ted) llegó a manos de un niño y como se juraron amistad, intentando generar una ternura forzada y burda. La fotografía nota un buen presupuesto: grúas, eiluminación nocturna, y la animación del osito (lamentablemente desperdiciada). En esta introducción se podía intuir una mala actuación y personajes binarios. Me dije paciencia, quizá me sorprendo mas adelante y sea entretenido. Quiero decir, cada uno de estos elementos bien tratados puede generar algo bueno, pero acá solo había la repetición de una formula sin inspiración, simple y cliché. Mark Wahlberg y Ted, cuya voz es del mismísimo MacFarlane. A medida que avanzaba la película empeoró; en ello veo dos razones: por un lado la película en si misma, desde el guión hasta la copia final, por otro el tema ético. De la película en si podemos partir hablando de lo mas grave que es el tema del ritmo. No tiene continuidad, tenemos secuencias aisladas que no se unen con la siguiente, como si el director no hubiera podido ir mas allá del formato serie (creador de Family guy) acostumbrado a crear capítulos de 30 minutos y no de hora y media. Son pitchs separados, que son usados en el montaje solo como función narrativa, aunque no aporte ni diga nada a la película en general, sino solo tedio. Los actores dan vueltas alrededor de una escena sin contenido ni humor; una escena vacía, calculando segundos para tirar uno u otro diálogo pero todo superficialmente, sin compromiso, dejando extraños e inentendibles baches. En relación al humor tenemos un osito poco carismático que solo piensa en fumar marihuana y hablar de pedos; a la tercera vez que se repite es totalmente aburrido. Por momentos la película intenta parecer intelectual citando por ejemplo a Pink Floyd o criticando el arte moderno sin decir nada interesante o constructivo al respecto, más bien enmascarando el humor burdo al que se somete. La actuación al pensar el ritmo de una película, es pésima, ningún actor se cree que le habla a un osito, ninguno se cree la relación de pareja, es como si los actores -hablamos de actores porque hablar de personajes ya implica una idea de otro, de un nuevo ser encarnado en la cara de un actor- pensaran todo el tiempo qué están haciendo frente a una pantalla. Ted y sus mujeres. Todo esto podría aceptarse si no fuera porque hay un problema ético detrás, y para peor pareciera que nadie se diera cuenta (es cosa de oír las risas en la sala). Esta comedia tiene un doble filo, donde la segunda línea narrativa es muy compleja y demuestra una gran parte de las ideas intolerantes de la población norteamericana y su copia en el resto del mundo. Por mas que el director intenta ir contra la moral típica yankie (haciendo que Ted se drogue o teniendo sexo en el supermercado), repite un modelo estándar, haciendo un humor básico y sin ironía: el protagonista tiene una prueba en su vida que lo hace crecer emocionalmente para casarse por la iglesia, donde la novia lleva un vestido blanco y al final dicen “fueron felices para siempre”. Es una película que quiere hacer ver graciosa la cultura y la forma de ser de los pobres, de los chinos, de los judíos, siempre estando al limite de ser racista: un padre con un hijo obeso y un poco tonto que no tuvo la oportunidad de tener un “osito mágico” que no sabe como relacionarse con Ted, porque nunca le enseñaron. El padre pobre tambien le ofrece a Ted todo lo que tiene; unos ticket de comida de ferrocarril o vivir en su casa, y sin embargo Ted lo repele. También toma a los chinos en su chiste mas básico; en la fiesta en la casa de Ted rompen la pared del vecino, el chino aparece con un palo haciendo sonidos estilo pelea con ganas de pegarle al responsable, como un animalito brusco y básico. O cuando se ríe de los judíos con el tema del dinero. Todos estos discursos intolerantes y básicos se pueden escuchar cotidianamente en nuestra vida: con un vecino, con un encargado de edificio, con el kioskero, con algún profesor, con alguna vieja facha en la calle. Pero cuando uno va al cine espera ver algo diferente, con ideas nuevas, algo vitalizante. Si bien muchas películas logran reírse de algún tipo de cultura o sociedad, esta lo logra dudosamente, generando un humor disfrazado de básico pero consciente de la ideología transmitida (porque cada acto transmite ideología) o peor, no se da cuenta de su discurso. Una opción triste porque se invierte dinero y trabajo en obras que nos hacen retroceder como sociedad más que avanzar.
Ted, el mejor amigo del hombre Cuando de comedias se trata, no soy una persona fácil de complacer. Estoy en la edad en que recién comienzo a relajarme con las comedias de Judd Apatow; sin embargo nunca le di chances a los productos de Seth MacFarlane, como The Cleveland Show, American Dad o Family Guy. ¿Conservadora? Puede ser. Sin embargo en Ted, la opera prima de McFarlane en el séptimo arte, encontré una comedia que me hizo reír hasta llorar y quedarme sin aliento. Ted, cuenta la historia de cómo John Bennett pidió a los 8 años que su regalo de navidad, un tierno Teddy Bear, se convirtiera en su mejor amigo. Dicho y hecho, Ted cobra vida. Bajo la promesa de “best thunder buddies for life” el vinculo que une a John y Ted dura por los siguientes 25 años de vida, en los que ambos, ya adultos, prefieren evitar las responsabilidades y seguir en un estado de inmadurez absoluto. Pero John (Mark Wahlberg) tiene una hermosa novia Lori (Mila Kunis) que, a pesar de querer mucho a Ted, necesita que se aleje de su novio para que éste madure de una vez por todas. Es que estos dos amigos son tan inseparables como holgazanes; viven bajos los efectos de las drogas, miran “Flash Gordon” cuantas veces pueden y no tienen nada por qué preocuparse realmente. Una trama sencilla hasta lo descripto, entonces ¿por qué habría de considerar Ted como una de las mejores comedias vistas en años? Sencillo. A pesar de no ser simpatizante del humor televisivo de MacFarlane, la aplicación de ese condimento fue exactamente lo que hizo que Ted me resultara desopilante. El personaje de Ted es una mezcla de ternura e insolencia en su máxima expresión, que combina a personajes como Stewie y Alf, en un ambiente que venera a grandes iconos de los años 70-80, como Indiana Jones, Garfield, Tintin, Star Wars, Flash Gordon y E.T. Ted no podría haber sido más creíble sino fuese porque el mismo MacFarlane es quien le da la voz al oso, que a veces hasta posee más expresividad que el resto de los actores. Sin embargo, el oso sin su mejor amigo, Wahlberg, no podría ser tan bueno (o malo). Es que el actor quien no tiene muchas comedias en su filmografía, aún cuando demostró ser muy bueno en The Other Guys (2010), se encuentra muy cómodo en su papel de eterno adolescente, que adolece la idea de poder perder el amor de su vida o tener que separarse de su eterno mejor amigo. Además Marky Mark trabaja muy naturalmente con la idea de un objeto que será animado por CGI. La mayor parte del mérito es del guión y de MacFarlane, por grabar su voz en cada escena, detrás de cámara y no en post producción, lo que ayuda a la interacción que tiene con Wahlberg y el resto de los personajes. ¿La prueba? Yace en una de las mejores peleas que verán entre un oso y un hombre. Párrafo aparte, otra buena decisión del director fue elegir a Giovanni Ribisi para interpretar al “villano” de la comedia, con una personificación que combina lo ridículo con lo tétrico. Aún cuando su papel es pequeño, siempre es un placer ver la gran capacidad actoral de Giovanni. Siendo políticamente incorrecta, tan honesta como irreverente, Ted y su director se dan el gusto de criticar sin escrúpulos a todo aspecto estúpido de la vida norteamericana. Sin miedo a pasarse de la raya, incluso con chistes referentes al 11-S, Ted exprime chistes de cada situación con una insolencia y vulgaridad que traspasa fronteras. Ted no es cualquier comedia. Su clave del éxito está en su originalidad que parte de animar lo inanimado, mezclar el humor chocante con la ternura de una verdadera amistad, y añadir pequeños detalles que hacen al todo, como el relato de Patrick Stewart (cuidate Morgan Freeman!), los constantes flashbacks, la adhesión de efectos sonoros que solo funcionaban en televisión. Es trascendental y creativa por sobre todas las cosas. Sin ser una admiradora del humor de MacFarlane, hay que reconocerle que como director, escritor e intérprete tiene una gran capacidad por igual. Su humor acido en este caso es realmente excéntrico, acompañado por una narrativa muy inteligente que no descuida sus subtramas y que fluyen al igual que la amistad de Ted y John, y su amor por Lori. Con Ted ha logrado una comedia que va a permanecer y a pertenecer a esta generación, haciendo reír a todo el mundo sin excepciones, inclusive hasta los más conservadores.
Una vez más escribo una crítica libre de spoilers, y esta vez no solo porque me guste espoilearles, sinó también porque acá no hace falta ahondar en la trama, ya que es un film de comedia clásico. Me gusta mucho el trabajo de Seth MacFarlane en Family Guy, y esperaba algo bueno yendo a ver esta película al cine. Lo bueno es que superó mis expectativas dejando como resultado una comedia simple, directa y super efectiva. MacFarlane escribe, dirige y hasta dá la voz al personaje principal, el osito Ted que solo vive para pasarla bien. Protagonizan Mark Wahlberg y Mila Kunis, con apariciones especiales de varios actores conocidos de distintos lugares, algunas bastante sorpresivas e interesantes. A Wahlberg se lo vé, una vez más, muy cómodo en lo que es comedia, no se luce desmedidamente pero funciona y encaja muy bien, si bien "no es lo suyo", no está lejos de serlo. Kunis también está cómoda pero en esta peli simplemente cumple el rol de mujer (así, general) y rinde por ser preciosa, obviamente. Que se puede contar si entrar en la historia? Tenemos una seguidilla infinita de chistes y gags constantes, con un ritmo excelente que casi no te da tiempo de terminar de reirte del anterior que ya viene otro. Muchas situaciones sin sentido que derivan en una carcajada. El manejo de tiempos, idas, venidas y viajes al recuerdo ficticio, a esta altura son situaciones clásicas de MacFarlane, las vimos miles de veces en Family Guy y en otras series animadas suyas. Verlas actuadas y funcionales, es genial. El resto también es muy clásico de MacFarlane, la música de principio a fin te recuerda a la música de sus series animadas, sobretodo a Family Guy, pasa lo mismo con los palos teledirigídos hacia figuras conocidas mundialmente, agrediéndolas gratuitamente pero generando un complicismo con el espectador. Las apariciones especiales y sorpresivas, tanto de actores de renombre, como de viejas glorias, son un grato plus que trae esta comedia. No son muchas, ni son largas pero al estar bien manejadas logran su cometido. Si no saben que ir a ver al cine y tienen un ratito, vayan a ver TED que la van a pasar bomba.
Entre la irreverencia y la cursilería Cuando Seth MacFarlane creó Padre de familia su tarea era difícil: pelear palmo a palmo, capítulo a capítulo, con una serie animada con un público cautivo y contento desde hacía casi diez años. Su programa era superficialmente similar a The Simpsons, la historia de una familia norteamericana tipo (en ambos casos, matrimonio con tres hijos) cuyo padre es un perfecto idiota. Fueron los condimentos lo que la diferenciaron (el perro parlante que es el único bastión de la sensatez dentro de la casa, el niño que tiene planes para matar a su madre y, por qué no, dominar el mundo, la joven adolescente que es el chivo expiatorio de todo lo malo que le sucede a la familia) pero fue más que nada su personalidad lo que llevó a crear su público propio: esa cuestión de irreverencia permanente, de chiste grueso, de humor negro, de reír sobre absolutamente todo y más. Si el chiste más cínico de Los Simpsons es hablar de abandonar a la gente mayor y mostrar al abuelo en soledad atendiendo un teléfono que nunca sonó, Padre de familia redobla la apuesta y se ríe de las hambrunas, la pedofilia, las enfermedades sin el menor resquemor. Así también fue American Dad: misma estructura familiar, pero metidos de lleno en temas políticos, con un protagonista agente de la CIA, autoritario y bien republicano. Ese fue el tono particular que adoptó MacFarlane, un cinismo extremo, escandaloso, brutal, sin miedo al qué dirán. Ted es la primera película con actores en pantalla dirigida por el creador de Padre de familia y American Dad. Cuenta la historia de un niño y su mejor amigo, un osito de peluche que cobra vida milagrosamente y lo acompaña fielmente hasta que se vuelve un muchacho grande. Con ya 35 años, John Bennet (Mark Wahlberg) tiene una relación de varios años con su novia Lori (Mila Kunis) y las cosas se van tornando más serias. El problema es que John es demasiado apegado a su oso Ted, que a pesar de ser su mejor amigo en el mundo, parece no ser una buena influencia. Desde el aspecto técnico, Ted es deslumbrante. El osito (cuya voz interpreta el propio MacFarlane) es protagonista del filme, por lo que aparece en pantalla, interactuando con el resto de los personajes durante el 90% del metraje. El oso digital es capaz de hablar, moverse, abrazar, destapar una cerveza, hacer el amor con una rubia en un galpón de un mercado y hasta matarse a golpes sin que haya en ningún momento algo que suene raro a la vista o haga descreer de la situación. Ted es un filme que logra su propósito de entretener. Las risas comienzan desde bien temprano, con una voz en off que nos cuenta la historia del niñito y su oso y dice cosas como: "y sabemos que nada es más poderoso que el deseo de un pequeño... excepto un helicóptero Apache. El helicóptero tiene ametralladoras y misiles. Es una tremenda máquina de matar". Pero si Ted tiene un problema es que la historia sólo sirve para vehiculizar algunos gags. En algún punto del proceso creativo, MacFarlane no se decidió si quería hacer una película de fantasía infantil o una comedia irreverente y sin filtro. El resultado final es ambas cosas, es decir, un pastiche extraño en donde chistes sobre el cáncer del ciclista Lance Armstrong, sobre prostitutas que defecan fuera del baño y sobre el actor que interpretó a Flash Gordon esnifando cocaína en una fiesta quedan enmarcadas en una innecesaria historia de milagros, llantos, amistades duraderas y estrellas fugaces que no tienen ton ni son dentro de lo que el filme viene mostrando, en un cuentito muy formal y muy serio que está a años luz de la parodia y bien empapado en la cursilería de una película infantil de un sábado a la tarde. Toda la subtrama protagonizada por Giovanni Ribisi, absolutamente rebuscada y ridícula, también hace su aporta hacia ese costado de fantasía que es claramente opuesto al espíritu de la película. Al igual que Días de vinilo, Ted también está lleno de referencias culturales, en este caso más orientadas todavía hacia algunos clásicos de culto de los años ochenta, como la mencionada Flash Gordon (con una memorable participación de Sam Jones, protagonista de aquel extraño filme) y Top Gun, pero también hacia otras iconografías más modernas, como algunos cameos sorpresivos de artistas un poco más actuales. Mark Wahlberg trabaja aquí del mismo modo que en aquel papel que interpretó junto con Will Ferrel en The other guys (Adam McKey, 2010) o acompañado por Steve Carell y Tina Fey en Date Night (Shawn Levy, 2010), es decir, en piloto automático, haciéndose el tonto, lento, exagerado, gritón. Muchas de sus actuaciones dejan mucho que desear, como aquella espantosa interpretación en El fin de los tiempos, la película que comenzó la debacle definitiva de M. Night Shyamalan. Pero también lo hemos visto bastante bien en papeles serios como en El luchador (David O. Russel, 2010), Los infiltrados (Martin Scorsese, 2006) o Dueños de la noche (James Gray, 2007). Se ve que con Wahlberg nunca sabremos qué esperar, aunque en este papel logra generar algunas risas a pesar de que cansa con la repetición de sus pocas herramientas. Pensar que el mismo MacFarlane se burlaba de su actuación en Padre de familia ("Ahora volvemos con Mark Wahlberg en "Molesto y confundido"). El resto del elenco acompaña correctamente, siendo Ribisi quien se destaque un poco más, pero con un papel que no estuvo bien desarrollado por el guión. Es innegable que Ted es una película divertida y ese es su objetivo: entretener, hacer reír. Lo que es cuestionable es si las risas que genera este filme son más o de mejor calidad que las que provoca un capítulo al azar de alguna serie de Seth MacFarlane. Lo que no se puede discutir es que si el creador de Padre de familia tenía tantas ganas de contar una historia con un osito y meter toda esa batería de gags bien metidos, podría haberle puesto más atención al hilo argumental y mantener el espíritu irreverente y cínico que tantos réditos le ha generado en vez de volcarse a fantasías bobas, milagritos de estrellas fugaces y vueltas de tuerca en nombre del amor y la amistad.
Ted, el mejor amigo del hombre Gracias a algún Dios con resaca existe en este mundo un creativo director y guionista como Seth MacFarlane. Es que sin él en la TV o el Cine, no habría excusas para reírse de la discriminación, las discapacidades o lo escatológico (Esa frase en lenguaje Ted sería algo así como “reírse de los judíos y de la puta mierda maloliente en el living”) El cine necesitaba un personaje y una película como Ted, que nos salven de las comedias moralistas de Adam Sandler, que nos recuerden por momentos a las grandes parodias como The Naked Gun o Airplane y que le enseñen a Jim Carrey que un texto desopilante es mejor que una cara graciosa. A su vez, lo caricaturesco de la historia logra su cometido. Cumple con las moralejas necesarias, no traiciona al espectador con el final y le convida de su bendita droga a cada momento. Absolutamente todas las líneas que enuncia ese fucking oso son graciosas. John (Mark Wahlberg) y su hermosa (?) novia Lori (Mila Kunis) sobran. Para los fanáticos de Family Guy este peluche marihuanero quedará en la historia de los íconos culturales. Agresivo, desopilante, ocurrente, libidinoso, drogado, algo nerd o miedoso, irritante, sucio y mejor amigo. Todo lo que se necesita para no crecer y ser feliz.
Publicada en la edición digital #243 de la revista.
Siempre Fuimos Compañeros Las comedias yanquis ya poco y nada sorprenden, es más existe una carencia en todas de efectividad cómica, son una mera repetición y cuando un gag es festejado, esto suele ser tan llamativo como escaso. "Ted" es una creación de Seth Mac Farlane -el mismo de la exitosa serie de TV: Family guy-, qué llega al cine con un producto que podría ser pensado como más de lo mismo, sin embargo hay convencionalismos si, pero también originalidad en algún sentido. Todo comienza con la voz majestuosa del gran Patrick Stewart en el relato en off, e imágenes sobre el deseo cumplido de un niño que obtiene la vida de su mascota de peluche como regalo navideño. Así será éste su mejor amigo y llegarán ambos a la madurez aún compartiendo travesuras y jodas continuas, hasta que una situación motivada por la bella novia del muchacho pondrá en la picota la separación de su osito crecido y ya un fumón, bebedor y putañero empedernido. Comedia impensable para niñitos menores de 16 años, de temàtica repleta de referencias a las drogas y al sexo, politicamente incorrecta, y si bien hoy ya nadie se asusta de nada y hasta puede parecer obsoleto, está plagada de momentos irreverentes y escatológicos, siempre bordeando lo vulgar, pero sus creadores han sido inteligentes como para no caer en la redundancia y la repetición de cosas. El protagonista Mark Walbergh hace un trabajo sobrio y para nada desmedido, Mila Kunis pone su belleza plus, y Ted se lleva claro todas las palmas. También hay en la trama una revalorización de lo "ochentoso" (modas, homenajes, guiños, música, gustos, etc) pero como para no dejar afuera a una platea juvenil actual, se habla a su vez de personajes de hoy. Entre esos ratos de guiños aparece el olvidado Sam J. Jones (otrora ícono del Flash Gordon de 1980), y esta participación hace algunos momentos muy desopilantes de la comedia, por otro lado le patea en contra el final medio arrastrado de los pelos: secuestro, etc.
THE MACFARLANE SHOW Solo a alguien tan hilarante e irreverente como Seth MacFarlane (creador de “Padre de Familia”, “American Dad” y “The Cleveland Show”) podía ocurrírsele algo como TED (2012). Su historia es una de las más raras, frescas y desquiciadas que hayan transitado la cartelera en los últimos meses, y el zarpadísimo sentido del humor que emplea tiene su sello en cada chiste. Y chistes hay muchos. Repetidamente y sin descanso, TED logra sacar sonrisas y carcajadas al no limitarse en cuanto a que tan loca, ofensiva, escatológica o políticamente incorrecta puede llegar a ser. Tal vez enfade a varios y tal vez divierta a muchos, pero de seguro maravillará a los fieles seguidores de la obra de MacFarlane, que aquí da un salto triunfal al cine con su primer film. No es una película perfecta, pero sí una muy original comedia para ver sin prejuicios, sin exigencias y, definitivamente, sin niños. Porque aunque es la historia de un oso de peluche que revive por el deseo de un pequeño solitario, también narra cómo, 27 años después, ambos siguen siendo tan inseparables como inmaduros. Consiente o inconscientemente, el realizador volcó en TED todo lo amado y odiado de sus series animadas. Hay muchísimas referencias a la cultura pop norteamericana (algunas demasiado yankees, que los espectadores argentinos no sabrán disfrutar); varios cameos de celebridades (Ryan Reynolds, la cantante Norah Jones, Tom Skerritt, Sam J. Jones y Patrick “Profesor X/Capitán Picard” Stewart como el narrador); incontables chistes que muchos considerarían ofensivos o asquerosos; escenas de pelea 100% MacFarlane y un uso de flashbacks o momentos de alucinaciones que funcionan muy bien en “Padre de Familia”, pero que aquí desentonan con el formato cinematográfico. Sin embargo, lo que más caracteriza a TED como parte de la obra del mismo realizador es la relación de amistad entre un personaje fantástico y un hombre inmaduro (sí, al mejor estilo Peter-Brian o Stan-Roger). Esto no solo le da al film una elevada cuota de frescura que trasciende a lo bizarro, sino que permite contar una entrañable (pero para nada cursi) historia sobre mejores amigos (o Thunder Buddies for Life!) y, porque no, sobre el paso a la vida adulta. Los geniales diálogos, los protagonistas y las descabelladas situaciones no fallan. Lo que falla es la estructura del film. TED puede ser verdaderamente única, pero si la analizamos en profundidad encontraremos que es un relato clásico predecible, con una dirección poco trabajada (que se evidencia en las escenas “de acción” del final) y personajes o sub-tramas algo débiles (ejemplo: el jefe de Lori o la bizarra historia del padre psicópata - interpretado magistralmente Giovanni Ribisi - y su hijo gordito). Pero en ese mismo análisis, seguramente nos encontraremos también con lo que esta película realmente es: una verdadera fiesta. Apoyada por eficientes efectos digitales que nunca ponen en duda el verosímil, y un graciosísimo trío protagonista (Mark Wahlberg, Mila Kunis y la voz de MacFarlane), TED es salvaje, ridícula y alocadamente divertida. Con grandes momentos de humor y un gran corazón, MacFarlane demuestra aquí que no hay nada más poderoso que la risa, la amistad y el deseo de un niño... excepto un helicóptero Apache, claro.
Publicada en la edición digital #3 de la revista.
Publicada en la edición digital #3 de la revista.
Ted es el debut en la pantalla grande de Seth MacFarlane, el humorista responsable de las exitosas series animadas Padre de Familia, American Dad y The Cleveland Show. Acá MacFarlane se ha despachado con el concepto propio de una sitcom, y lo ha expandido al formato de largometraje. Ciertamente Ted tiene sus momentos divertidos, pero la historia de fondo es corta y rutinaria, y toda la premisa se ve innecesariamente estirada. A eso se suman problemas de casting y el ego del creador, lo cual termina por opacar la efectividad de la propuesta. No soy un gran fan de Seth MacFarlane. He visto sus series animadas - y su trilogía de especiales que parodian a la saga Star Wars - y las encuentro divertidas... hasta que el mismo MacFarlane decide tomar el centro de la escena y se vuelve denso y plomizo. Es como una versión malhablada y descontrolada de Vince Vaughn - habla por demás y se despacha con las peores guarradas que puedan existir, vomitándolas por toneladas -. Como he dicho cientos de veces no tengo problemas con el humor procaz o políticamente incorrecto, pero pareciera que la procacidad fuera el único recurso que dispone MacFarlane. Los hermanos Farrelly, por ejemplo, son excelentes narradores de historias y tienen momentos inspirados en los que pueden emocionar; en el medio está South Park, el cual bombardea ácido sobre la típica moralina estadounidense; y, yendo al otro extremo, uno puede mencionar a John Waters con su pornografía naif cargada de ridiculeces cómicas. Pero lo de MacFarlane parece restringirse a pirotecnia verbal y nada más que eso (no hay otra idea de fondo ni otra intención); y, lo que es peor, el tipo insiste en acaparar pantalla la mayor parte del tiempo, en vez de repartir bocadillos por igual al resto de personajes e intérpretes. Pasa con sus series (en donde le pone la voz a los personajes principales), pasó con Blue Harvest (en donde su Han Solo / Peter Griffin ocupa más tiempo que el rechoncho Luke Skywalker, y arruina las bondades de la parodia), y pasa con Ted. El oso de peluche dispara cataratas de guarradas - el 50% de las cuales tiene su gracia; el resto, la pifia feo -, y apenas le deja algún que otro momento cómico al resto de los personajes, la mayoría de los cuales están interpretados por tipos con mucha más gracia que el mismo MacFarlane. Pero aparte de eso, el filme tiene otros detalles importantes. Comenzando por el protagónico de Mark Wahlberg, un tipo que definitivamente no sirve para la comedia (bah, tampoco es que Wahlberg sea muy efectivo para el drama, o siquiera como héroe de acción). Wahlberg es blando y anodino, y uno piensa seriamente que su elección de casting depende de una cuestión egocéntrica del mismo MacFarlane, quien buscó a un actor no cómico para que no le cuestionara sus decisiones creativas (y para cortarle cualquier posibilidad de aporte personal); pero el rol de Wahlberg merecía haber caído en otras manos, tipo las de James Franco, Seth Rogen, Kevin Reynolds... cómicos de carrera que podían haberle dado más lustre al rol. Wahlberg es opacado por casi todo el mundo en el filme (el cual se supone que es su show) y, en especial, por Mila Kunis, la cual posee un rango interpretativo enorme y se despacha con una perfomance propia de una película infinitamente superior a ésta. El otro punto es que la historia de fondo es sosa y estirada. MacFarlane tira por la borda las reglas de la premisa - "el pez fuera del agua"; la inclusión en una situación standard de un tipo que posee su propio (y bizarro) punto de vista sobre el mundo, y que ha sido la base de cientos de sitcoms, que van desde Mi Marciano Favorito hasta Tercera Roca del Sol, Alf o incluso The Big Bang Theory -, y nunca hace que Ted llegue a alguna conclusión interesante en vista de su situación inusual. Dejando de lado algunos chistes gruesos sobre un oso de peluche revolcándose con una rubia infernal, el resto de la comedia es bastante standard, algo así como una version bizarra y políticamente incorrecta de Tu, Yo y Dupree. ¿Cuál es el sentido de meter un oso de peluche parlante en el relato?. Todo lo que sigue lo podría haber hecho un amigote humano, un fumón mujeriego de esos que es preferible perder a encontrar. A lo sumo MacFarlane atina a disparar algunas bromas sobre la decadencia de las celebridades, empardando a Ted con algunas estrellas infantiles que terminaron en el tacho - cuando Ted termina trabajando en un supermercado, no es dificil relacionarlo con Gary Coleman empleado como guardia de seguridad en un Mall -. Quizás el momento más gracioso del filme sea el encuentro con Sam Jones - el pétreo protagonista de Flash Gordon, convertido aquí en objeto de culto trash -, en donde Jones entra a full en el modo de autoparodia (similar a lo que ha venido haciendo últimamente David Hasselhoff, y con lo cual se ha creado su propio nicho). Pero el resto del tiempo es MacFarlane haciendo de MacFarlane y robándole aire de pantalla a un cast costoso, reducido a roles cuasi decorativos. Como comedia procaz, Ted es bastante potable, pero hay filmes mejores. Acá hay una trama rutinaria que sirve de excusa para que el responsable de esto se despache con una caterva de chistes zarpados, y no hay mucho más que eso. El problema es que no todo lo zarpado tiene gracia, e incluso hay un par de situaciones chocantes - como la pelea entre Wahlberg y Ted, que es excesivamente violenta - que sólo contribuyen a desmerecer el esfuerzo, y muestran las limitaciones de la propuesta.
No tan cariñoso Tiene un solo chiste, pero funciona. Un osito de peluche cobra vida por el deseo de un niño y lo idílico y naif de la premisa muy pronto se transforma en un una montaña rusa de sarcasmo al ver que casi 30 años después ambos se han transformado en en un par de adultos sumamente irresponsables, lo que que genera carcajadas como pocas veces se ha escuchado en el cine, por lo menos en los últimos tiempos. Si bien la primer película no animada de Seth Mc Farlane tiene un punto de partida que recuerda a Los Muppets o Toy Story, su apuesta por combinar un humor físico efectivo (gran escena la de la pelea) con una catarata de referencias la termina acercando a las series animadas de su creador, en particular a Padre de familia, con la que comparte tanto el ritmo y la eficacia de los chistes como el vicio televisivo de sus efímeras citas a personajes de la actualidad, que se suma a la nostalgia por el espíritu clase b de algunas películas de los 80 (en particular el excesivo, divertido y enfermizo apego por Flash Gordon). La incorrección que ya no escandaliza a nadie la conecta a su vez con “El dictador”, con la que comparte un falso sentido de la transgresión y un final convencional que debilita la propuesta. Una tenue apuesta por explorar géneros, pasando de la comedia a la acción, el terror y en mucha menor medida el drama no termina nunca de explotarse y queda como un amague que tiene más de gesto que de verdadera experimentación. Cambiar algo para que nada cambie y todo siga su curso circular y vicioso. Tiene un solo chiste. Pero funciona.
Había una vez un osito único... Por fin una película que logra combinar irreverencia y buena narrativa. Por fin alguien que se libera creativamete sin restricciones artísticas (la verosimilitud acá no tiene jurisdicción) pero respeta el conjunto de elementos que hacen al relato cinematográfico. Y, por qué no, por fin Seth MacFarlane dio el salto de calidad y debutó como cineasta. Ted (2012) es un antes y un después en la comedia hollywoodense. MacFarlane (artífice de las ácidas series animadas Family Guy, The Cleveland Show y American Dad) es ese realizador todo terreno que se pone delante, detrás y al costado de la cámara para pasarla bien, y el resultado es esta divertida película que está atestada de gags filosísimos como sólo este director sabe hacer. Por eso no es exagerado pensar que esta película sea un hito en el género dentro de ese país. En la película nos encontramos con un osito de peluche que cobra vida de forma mágica por el pedido navideño de un niño con problemas para tener amigos. Hasta aquí una catarata incontenible de clichés. ¿Por qué, entonces, es tan buena Ted? Porque MacFarlane continúa en esa línea durante toda la película y se ríe en nuestra cara por seguirle el juego en semejante estupidez. El que se toma en serio este film, sencillamente no entendió nada. El único momento en que puede costar un poco separar el dramatismo (si se quiere) del relato con la constante parodia hacia su propia historia es en el clímax, quizás el momento más flojito de los 106 minutos que dura, pero aún en ese momento pareciera que MacFarlane está por decir eso. Y ese constante suspenso por esperar un nuevo gag hace que la película sea un disfrute completo (la última palabra del guión es un gag, y uno de los mejores, imagínense). Mientras nos hace reir y nos introduce de lleno en el desarrollo de la película, MacFarlane despliega un abanico de referencias cinéfilas, que van desde las constantes citas a Star Wars (1977) hasta el cine de Spielberg, y que tienen su súmum en la inspiración para los personajes que implica Flash Gordon (1980). La trama no da respiro en un constante descontrol frente a cámara y todo tipo de situaciones (que saben medirse en el momento justo, para dar descanso a la narración), pero eso sí: hay que saber reirse con este tipo de películas. Están advertidos, acá no hay momento para pensar en xenofobia, antisemitismo o racismo. En el universo de MacFarlane vale todo. Y así como vale todo, también vale aplaudir grandes aciertos, como la secuencia de créditos, que a su vez es una secuencia de montaje en el que vemos el crecimiento de Ted y John Bennet (Mark Wahlberg, versátil pero irreconocible en este tipo de papeles, todo un hallazgo) mientras Norah Jones canta la bellísima canción "Everybody needs a best friend" (el jazz juega un papel importante dentro de toda la excelente banda sonora del film). Ted es una gran película. Los más metódicos van a apreciar la precisión con la cámara de MacFarlane, sin dudas un gran debut como director. Los más pochocleros la van a encontrar como una locura de película. Y los otros... probablemente no estén hechos para este tipo de humor, lo cual es entendible también.
Mezclar animación con personajes de carne y hueso no es algo nuevo en el cine de Hollywood, tampoco es novedoso en términos de un filme para adolescentes y adultos (convengamos que Ted no es precisamente un osito cariñoso). Lo novedoso de TED es el humor y la idea de convertir a un oso de peluche (con toda la ternura que eso evoca) en un personaje fiestero, drogón y putañero. John Bennett (Mark Wahlberg) siempre soñó con tener un mejor amigo. Cuando era chico sus compañeros lo despreciaban y siempre estaba solo. Todo cambia cuando en una navidad recibe un oso de peluche y él, prometiendo que van a ser inseparables, pide que cobre vida. Su deseo se hace realidad y con el pasar de los años ellos conformarán una dupla fiel a su amistad. Ya pasados los 30, John conoce a una hermosa mujer, con quien quiere pasar el resto de su vida. Debe tomar una decisión difícil: continuar con su vida de locura y despreocupación junto a Ted, o asumir la responsabilidad de construir una familia. En esta primera película de Seth MacFarlane, la historia no se enreda demasiado. El guion es simple y la propuesta también: la elección entre un amigo o el amor de su vida, la fiesta y vida loca o la responsabilidad de formar una familia. Si bien es entretenida, muchas veces se torna repetitiva y, hasta extensa. Sin embargo sirve para pasar un buen rato y distenderse admirando lo bien lograda que está la interacción entre los personajes y lo bizarro que representa este osito. Los chistes irónicos, xenófobos, sexistas y contemporáneos son de esperar, viniendo del creador de “Padre de Familia”. Sin embargo, este recurso funciona mucho mejor en TV y no en una película que morirá en el tiempo. Lo más destacable de la película es la propuesta de un Mark Wahlberg distinto al que estamos acostumbrados a ver. En este filme nos encontramos con un personaje bastante inocente, con tintes de estupidez, e inmaduro. Los diálogos con TED y con su novia, y la reconstrucción de algunos recuerdos y fantasías lo pintan a la claridad. Un gran acierto de la producción. A su vez, la escena de pelea entre TED y Mark es imperdible, excelentemente lograda. Por otra parte, la compañera de Mark, Mila Kunis, no se destaca, salvo por su belleza y la voz de TED rompe, armoniosamente, con la esperada. La elección de Seth MacFarlane, como la voz del oso, le aporta la personalidad final y ayuda a la construcción de la imagen pervertida de TED. Como decíamos, estos chistes que llevan la marca de MacFarlane tienen fecha de caducidad y restan en magnitud popular. Esto condena al filme a una simple sucesión de buenos momentos, con escenas muy graciosas y otras muy TEDiosas.