The Iceman es un sólido film para disfrutar de punta a punta. El guión es sumamente dinámico, está muy bien construido y presenta ricos diálogos, logrando que el espectador no quite los ojos de la pantalla ni un segundo. La excelente edición y dirección son otras cualidades que terminar de redondear esta notable producción. La actuación de Michael Shannon es brillante...
Atrapados en el hielo Vromen se basa en el sicario estadounidense Richard Kuklinski, quien asesinó a más de cien personas durante décadas -desde deudores de apuestas a jefes de la mafia, incluyendo al suyo- para realizar su tercer largometraje. Kuklinski fue apodado el “hombre de hielo” por su técnica de congelar los cuerpos de sus víctimas, aunque en la película no lo hace él mismo sino otro asesino vocacional, conocido como Freezy, un Chris Evans irreconocible que recorre los barrios manejando un camión de helados. Lo que está pendiendo de un hilo a lo largo de la película es la motivación del protagonista. ¿Por qué de un momento a otro decide convertirse en un asesino a sueldo y por qué como prueba de iniciación accede a matar a un vagabundo como si lo hubiese hecho toda la vida? La respuesta parecería ser, porque sí. Ninguna de sus acciones están justificadas desde una lógica interna del personaje. Si bien antes de que asesinar se convierta en su trabajo ya había matado a sangre fría a un hombre porque dijo algo inapropiado de su futura esposa, tampoco sabemos qué lo lleva a cometer semejante acto de salvajismo. Si bien al personaje lo rodea un aire de extrañeza, eso no alcanza para justificar su accionar. Puede suceder en la vida real, pero no alcanza para adquirir verosimilitud a nivel relato...
El director israelí Arien Vromen es una joven promesa del cine industrial actual, ha hecho videoclips, producciones para diferentes estudios (First Look Films, Lightning Entertainment, Screen Media Universal, Film Colony, Next Wave Films), viene del mundo de la música, originalmente y ha tenido dos films promisorios en su carrera, "Jewel of the Sahara" y "Rx". Llegó entonces la hora de jugar fuerte en su carrera y traer una biopic cruda sobre un asesino a sueldo que ya es leyenda en su tierra. "The Iceman" es Richard Kuklinski (Michael Shannon, brillante), un matón silencioso que trabaja en un taller donde se trabaja con la industria de la pornografía barata. Hombre de pocas palabras, se enamora y busca un horizonte nuevo en su vida (ha tenido y verán, en algún momento, ráfagas de su pasado infantil) cuando su pequeño mundo tambalea... Cierto día, luego de que presenciaramos como resuelve sus diferencias con un conocido (no es bueno desafiarlo ni insultarlo, les digo), recibe la noticia de que su patrón (jugado por Ray Liotta) no podrá darle más empleo. Bueno, en realidad, cierra el espacio físico. Pero hay reconversión laboral, tranquilos: le ofrece un cambio de rubro que puede ser útil a ámbas partes. Cuál es la tarea? Convertirse en un matador profesional de alto rango. De más está decir que Kuklinski está sobrecalificado para la tarea que le asignan. Y hasta aquí ustedes dirán... "y cuál es el interés de la historia?". La cuestión que domina la película es la división que hace el asesino entre su trabajo y lo diferente y opuesto que es, como cabeza de una familia, perfecta. Hay una escisión instrumental descarnada y brutal, entre un killer a sangre fría que no se detiene ante nada, y el bondadoso y amable esposo de Deborah (Winona Ryder, en altísimo despliegue), padre de dos nenas, que lucha por resguardar a los suyos y colmarlos de cuidado y atención. Vromen conduce muy bien un thriller cargado de violencia, en el que las actuaciones de los protagonistas, lucen. Hay un desfile de cameos muy interesantes (James Franco, David Schwimmer, Stephen Dorff) y algunos secundarios sólidos (Chris Evans -que sorprende con su Mr Freeze y el viejo y querido Robert Davi, gran actor de clase B de los 80) pero Shannon y Winona se roban la película. Un relato oscuro, violento e interesante que si vas predispuesto, te va a gustar mucho. No descolla en los rubros técnicos (el aspecto sonoro y la edición podrían ofrecer más) pero cumple con lo que promete. Quizás su "tempo" sea un poco lento y se tome demasiado del relato para desarrollar pequeños conflictos que no van a la historia central, pero eso es lo de menos. Si lo tuyo es disfrutar del género policial y bucear en la psicología de un tremendo criminal, probablemente esta sea una más que aceptable opción.
Abominable Estados Unidos tiene una larga historia de asesinos famosos (psicópatas, seriales, profesionales) y su cine tiene una larga historia retratándolos. Se fascina con ellos, o mejor dicho, con sus motivaciones. La eterna pregunta es, ¿qué lleva a matar? Hay tantas películas posiblemente porque hay tantas respuestas. The Iceman (2012) es la historia de Richard Kuklinski, un hombre de familia que llevó una vida doble como asesino a sueldo supuestamente sin que su mujer y sus dos hijas lo supieran hasta su arresto 20 años más tarde. Kuklinski ha sido objeto de estudio de por lo menos tres documentales acerca de su trabajo para las mafias Gambino/DeMeo en los ‘60s y ‘70s. Fue convicto por tres asesinatos, aunque él se acreditó centenares de muertos. The Iceman está más interesada en sus alegatos que en los hechos confirmados entorno a su vida, así que el subtítulo bien podría decir “Basado en las fantasías de una persona real” en vez de “Basado en una historia real”. Imaginen Confesiones de una mente peligrosa (Confessions of a DangerousMind, 2002) tomada en serio. La historia comienza a mitad de una cita entre Kuklinski (Michael Shannon) y una chica catolicona llamada Deborah (Winona Ryder, en uno de sus mejores papeles en tiempos recientes). Él muestra una calma y compostura que claramente no posee, aun cuando la mantiene mientras asesina por capricho más adelante esa misma noche. El matrimonio que contraen más tarde está destinado al fracaso: es obvio desde la primera escena que se están mintiendo mutuamente, y que están dispuestos a mentirse a sí mismos para llevar una vida cómoda y estable. Michael Shannon es un actorazo cuya enigmática presencia llena cualquier hoyo que tenga el traje de su personaje.Su interpretación consiste en reprimir una bruta furia y concentrarla en miradas gélidas e intensas, estallando violentamente en momentos clave. Su carácter impresiona al mafioso interpretado por Ray Liotta, que le da trabajo de asesino y el apodo de "The Iceman" (El hombre de hielo). Cuando Kuklinski comienza a congelar a sus víctimas para enmascarar las fechas de sus muertes, el apodo se vuelve literal. La película nunca pierde la fascinación por su protagonista, ni Shannon deja de tener una presencia magnética en el papel de un asesino por naturaleza que intenta equilibrar su vida con una familia y una casa en los suburbios. Las escenas que comparte con su mujer, sus hijas y sus amigos burgueses son tanto más tensas e interesantes que las partes de mafia, que son la parte floja y genérica del film. ¿Cuántas veces han visto a Ray Liotta de mafioso? La única novedad es ver a Ross de la serie Friends como su mano derecha, y su actuación consiste en usar bigote postizo. Otras participaciones igual de inexplicables y distractoras incluyen a James Franco como bolo. El guión del escritor/director Ariel Vromen es algo inconsistente de a momentos, pero presenta un protagonista interesante y cuenta con la excelente participación de Shannon, que saca a flote la película por sobre sus defectos. No podrían haber elegido mejor actor. Ha hecho carrera con personajes patéticos con un profundo desprecio por sí mismos que sin embargo buscan engrandecerse con rudeza y machismo. El papel le cabe como un guante.
The Iceman: real-life sociopath and loving family man The Iceman, from Israeli-born director Ariel Vromen, deals with the story of Richard Kuklinski, the infamous contract killer who murdered more than 100 people over the span of two decades until his arrest in 1986. Dubbed “the iceman” for his method of freezing his victim’s bodies in order to erase the time of death, Kuklinski was repetitively involved with a large number of East Coast crime families in the late 1950s. In practically no time, Kuklinki’s criminal career turned him into a successful man, so what followed was moving his wife Deborah and their two daughters (whom he adored) into a new house in a welcoming New Jersey suburb, where they all led a happy existence (truly). In fact, for a contract killer with a family who was unaware of his doings, Kuklinski did very well, in all regards, for quite a long time. Unfortunately, he also gained some very dangerous enemies along the road, including those who once were his friends. Based on Anthony Bruno’s reality-based crime novel and a HBO documentary, Vromen and co-writer Morgan’s loosely fictionalized screenplay is more concerned with Kuklinki’s personality, with the man, if you will, than with his criminal activities and his status as a serial killer. Which is a good thing, since there’s plenty of potentially rich material to delve into here. Most outstanding is Kuklinki’s firm resolve not to kill women or children, not even harm them in the slightest way. Above all, we’re talking about a man who only experiences feelings of affection when it comes to his family. For everybody else, he’s just a coldblooded killer. Yet this potentially rich material is not fully explored by a screenplay that goes for the basics and nothing but. Or, better said, it pretends to go somewhere, but when you think you are about to go deeper into Kuklinki’s mind, actions and reactions, scenes are cut off somewhat abruptly, and soon the next anecdote enters the story. It’s too rushed, there’s not enough development, hence expect little dramatic drive. The drama here is in a strong need of a better set-up but the screenplay only scratches the surface. For a character study, it lacks the kind of insight that would have turned the infamous assassin into a complex character with hidden depths. Even if this merciless killer was inscrutable, the script could have accounted for that, which it does not. It just depicts what you can see at first sight. On the other side, what the script fails to do for Kuklinski, Michael Shannon (Revolutionary Road, The Greatest) does it for him — and very well indeed. His performance is to be celebrated for its imposing aura of underground tension and affective dissociation. I mean, you really get to see two Kuklinskis — and in a very subtle fashion too. The family manis tender, warm, respectful and loving — and unafraid to show it. But when it comes to the rest of the world (literally) what you get is a block of ice, a killing machine (unemotional as all machines) who never misses his target. The complexity of such a persona is clearly understood by Michael Shannon, with his stern looks, restrained facial expressions and imposing body language that speak volumes. This is, indeed, why the film is alive. To a lesser degree, other cast members add their personal imprint to otherwise formulaic characters. Chris Evans is remarkable as Kiklinki’s ace partner-in-crime, as fierce as they come; David Schwimmer delivers a nuanced performance as Roy Demeo’s sloppy thug — whereas Demeo is played by Ray Liotta, with expertise but not much heart. For that matter, Robert Davi as a high-ranking criminal is surely more convincing. As for Kuklinski’s naive and adorable wife, expect a more than watchable Winona Ryder, but not more. Come to think of it, the production design that mirrors different time periods is also a modest asset — mainly the alluring cinematography of sombre, gloomy colour shades and unsettling shadows. But the main thing, the intricacy of the Iceman's mind and heart is left pretty much unexplored.
La distancia entre familia y trabajo El cine de vez en cuando nos ofrece sorpresas más que agradables y así podemos encontrar una obra interesante donde hasta entonces no había demasiado para destacar. El tercer opus de Ariel Vromen definitivamente sigue este derrotero singular, posicionándose muy por encima de sus películas anteriores y abriéndose camino hasta formar parte del ranking cinematográfico de lo mejor del año que comienza a desaparecer. Si bien The Iceman (2012) es en términos prácticos otro exponente vintage de esos que pueblan la cartelera por períodos, aquí la faena cualitativa sobrepasa con creces al promedio habitual gracias al talento involucrado en lo que hace a la administración de los muchos recursos disponibles. La trama analiza lo que podríamos denominar la carrera profesional de Richard Kuklinski, un sicario real que asesinó a más de 100 personas bajo contrato de la mafia y que hoy es interpretado por un excelente Michael Shannon. El desempeño del norteamericano no deja de maravillar ya que consigue la proeza de construir un personaje muy difícil, taciturno, con un pasado intrincado y que además debe establecer una distancia relativa entre su trabajo y la familia que forjó en paralelo. De hecho, ni su esposa Deborah (Winona Ryder) ni sus dos hijas conocen sus actividades aunque -por supuesto- a veces las sospechas se confunden con una complicidad pasiva latente, llamativos silencios incluidos. Para aquellos que no lo sepan, el título del film proviene del apodo que recibió durante la etapa final de su trayectoria, cuando trabajó codo a codo junto a un colega conocido como Mr. Freezy (Chris Evans), quien le transmitió los detalles de esa técnica basada en congelar los cadáveres para entorpecer la investigación policial. Ya independizado de su antiguo empleador Roy Demeo (Ray Liotta), Kuklinski disfrutó de una suerte de gloria como cuentapropista de la muerte, a partir de la cual pudo atesorar un estilo de vida suntuoso. En esencia estamos ante un psicópata con una pulsión homicida que le genera vergüenza, así cualquier pobre diablo ocasional que represente un estorbo rápidamente será despachado. Sin dudas el guión está apuntalado sobre la ambivalencia del protagonista, un exquisito desarrollo de personajes y la sutiliza en la construcción de las situaciones. Con un elenco envidiable, Vromen se luce en la dirección de actores y le permite a Shannon ejecutar un verdadero unipersonal de la tragedia. The Iceman es un drama criminal lúgubre y setentoso, a esta altura todo un subgénero del devenir retro: la violencia continua, un código de ética bastante particular, la dualidad existencial y la escasez de palabras son factores centrales en esta denuncia contra el sueño americano y sus ribetes más despiadados, ya no sólo a nivel del individuo sino también en lo que respecta a una sociedad de cadencia sadomasoquista…
Nostálgica y desoladora Mucho después de su estreno en su país de origen llega a nuestros cines The Iceman, el thriller basado en la vida de Richard Kuklinski, un sicario de la mafia. El film podría catalogarse (si fuera necesario) dentro de la denominada estética Neo Noir y guarda en este aspecto muchos puntos en contacto con esa joya que resultó Drive de Nicolas Winding Refn. Desde la dirección Ariel Vromen crea un clima tan nostálgico como desolador en donde la violencia parece ir por un camino paralelo al resto de la sociedad. El tratamiento desde la iluminación y los encuadres, una corrección de color que vira levemente al sepia y sutiles movimientos de cámara sirven de marco para las grandes actuaciones de Michael Shannon (a la cabeza del reparto), Winona Ryder, Ray Liotta y hasta Chris Evans mostrando con esta faceta que puede ser un actor todoterreno. Estos elementos unidos a la banda de sonido y el montaje aportan muchísimo a la sensación de desconexión que parte del personaje de Kuklinski (Shannon) e inunda el resto de la película. The_Iceman_EntradaSi bien en El Hombre de Acero ya habíamos visto que Shannon podía encarnar a un tipo totalmente desatado, el desafío que le propone The Iceman es manejar este carácter con extrema sutileza y vender esa desconexión con la realidad que Ryan Gosling en la citada Drive hace de taquito quizás porque es muy cercana a su personalidad. Que la obra esté “Inspirada en hechos reales” es algo que como en el 99% del cine estadounidense no hay que tomar muy en serio. Si a alguien le interesa la vida de este tal Kuklinski y leyó los libros sobre su caso o vió algún que otro documental posiblemente reciba de mala manera esta película. Si por el contrario entienden que el cine no es más (ni nada menos) que cine van a pasar un buen rato viendo este thriller. Personalmente no había visto nada hasta el momento de Vromen pero con esta cinta demuestra grandes virtudes desde la dirección y se convierte en un nombre a tener en cuenta. The Iceman es un film disfrutable de esos que con una focalización eficaz en su narración nos ponen del lado del malo en más de una ocasión. El cine también es esa catarsis.
The Iceman es una película supuestamente "basada" en la historia real de Richard Kuklinski, un psicópata y asesino a sueldo que trabajó para la Mafia en los Estados Unidos. Un tipo que se hizo conocido principalmente por haber declarado en los medios que habría matado a cerca de 200 personas a lo largo de su vida, entre ellos al sindicalista Jimmy Hoffa y los jefes mafiosos Paul Castellano y Carmine Galante. Casos con los que Kuklinski jamás estuvo involucrado oficialmente, a tal punto que ni siquiera lo investigaron por esos hechos. En los últimos años salieron varios libros, uno de ellos es la fuente que utilizaron para hacer este film, que no hicieron otra cosa que inflar de manera exagerada la imagen de este delincuente. Kuklinski derrapó por completo cuando se adjudicó el asesinato de Hoffa y muchísimas otras muertes que son completamente incomprobables y algunos periodistas para vender libros dieron por hecho todo lo que este sujeto decía. The Iceman no era precisamente el Dalai Lama y fue un criminal que estuvo relacionado con causas de homicidio pero no estuvo ni cerca de haber matado la cantidad de víctimas que él mismo y algunos trasnochados le adjudicaron. El 90 por ciento de los testimonios de Kuklinski son incomprobables y exagerados por eso este film debe ser visto como una entretenida propuesta de ficción que no hace otra cosa que seguir inflando la imagen de un delincuente mitómano. Dejando de lado la cuestión que la frase "basada en una historia real" la tenés que tomar con pinzas, The Iceman es una propuesta que se disfruta por la tremenda interpretación de Michael Shannon, quien este año también se destacó en el último fin de Superman, como el General Zod. Acá esta rodeado de un gran reparto donde se destacan también Ray Liotta, Stephen Dorff , James Franco, Winona Ryder y un irreconocible Chris Evans (Capitán América). En este punto encontramos el único elemento decente del film que con otro reparto no hubiera conseguido distribución internacional y terminaba directo en el cable. El director Ariel Vromen tomó como fuente también para esta producción el documental de HBO,"Conversaciones con un asesino" pero tampoco supo aprovecharlo, ya que su enfoque de la historia se esfuerza demasiado en tratar de mostrar a Kuklinski como un muchacho violento, que en el fondo era un devoto esposo y padre de familia y no el psicópata que apareció en las entrevistas. Tampoco explora los motivos que lo llevaron al delincuente a terminar cometiendo homicidios y es otra de las debilidades de la película que afectan la historia que se propusieron contar. Zafa más que nada por el trabajo de los actores que es muy bueno. A lo que les interese las historias de la Mafia aprovecho para recomendarles una gran película que merecía llegar a los cines más que este estreno. Kill The Irishman (2011), con Ray Stevenson, que narra la vida del gángster Danny Green, quien fue bastante célebre en los años ´70. Una tremenda historia real en serio, cuyos hechos por los menos fueron documentados a diferencia del chamuyero Iceman Kuklinski.
Un policial negro que elige un camino poco transitado y consigue brillar por el nivel interpretativo de sus actores. Tomar un biopic, cualquier biopic, como la versión absoluta y verdadera de la vida de una persona es algo peligroso. Lo más racional es tomar a dicha película como un punto de partida para que hagamos nuestra investigación y saquemos nuestras conclusiones. Esto obviamente se duplica cuando se trata de un asesino a sueldo de la vida real; donde los detractores, mas seguido que no, afilan sus cuchillos ante la primera señal de una visión romantizada. ¿Cómo está en el papel? The Iceman está basada en la vida de Richard Kuklinski, asesino a sueldo de la mafia italiana de Nueva York. Hasta su arresto en 1986, fue responsable de la muerte de más de 100 hombres; todo esto sin que su esposa e hijas se enterasen de nada. Este guion tiene dos grandes aciertos. Primero, no cuenta los inicios de Kuklinski como un pobre tipo que no le quedo otra y empezó a matar gente. Cuando esta historia empieza, ya estaba loco y mataba gente; el punto de partida, el catalizador de la trama principal, radica mas en cuando empezó a hacerlo por plata. El segundo acierto fue que la narración puso más el acento en la vida familiar de Kuklinski, y como este le oculta su doble vida a la misma, eso sí sin descuidar el aspecto policial (sangre y violencia en grandes cantidades) que es el gancho de venta de la película. El intento por hacer convivir a estos dos mundos completamente irreconciliables entre sí, y el intento y posterior frustración del protagonista por no lograr ese balance es lo que hace a la película tan disfrutable, más allá de lo pintorescas que sean las escenas de asesinato. ¿Cómo está en la pantalla? La factura técnica es bastante decente, y deudora en muchos casos del mejor cine de los 70. Aunque comete algunos excesos en el color en post-producción que no suman nada a nivel narrativo, la peli tiene un buen trabajo de fotografía y un montaje con mucho pulso. El nivel actoral de esta película es lejos lo mejor que tiene para ofrecer. No solo brilla Michael Shannon por su pensada, trabajada e intensa interpretación de Kuklinski, sino todo el reparto: Winona Ryder, Ray Liotta, James Franco en un brevísimo cameo, David Schwimmer (Si, señora, Ross de Friends actuó en un policial negro; yo tampoco lo pude creer) y un verdaderamente sorprendente Chris Evans como uno de los socios ocasionales de Kuklinski, que se roba la película por como encara el inusual humor negro inherente a su personaje. Conclusión No esperen la típica película de mafiosos. Este título se atreve a narrar una historia que habitualmente quedaría relegada a una subtrama, y al darle su justo lugar a escenas esperables en una película del género, el saldo final termina llegando a muy buen puerto. The Iceman llega a ser una película de gran calidad, producto de un guion claro en sus ideas, una dirección cabal, y por encima de todo, un descollante trabajo interpretativo de todos los miembros de su plantel actoral. - See more at: http://altapeli.com/review-iceman/#sthash.RUQMWo1o.dpuf
A sangre fría Como el nombre de esta película lo indica -en inglés, aunque estemos en la Argentina-, The Iceman se centra en un hombre frío. Con una doble vida un tanto extrema. Por un lado, es un buen padre; por otro, un asesino a sueldo, que existió, se llamó Richard Kuklinski, mató a muchísimas personas sin que su esposa ni sus hijas lo supieran, usó hielo para congelar a algunas víctimas y confundir a los investigadores, y fue objeto de varios documentales. the iceman drama/thriller EE.UU., 2012. 102’ Sam 18dea. Vromencon. Shannon, w. ryder salasVillage recoleta, Showcase belgrano buena GGG crítica michael shannonbuen padre e implacable sicario. gran trabajo. Un tipo que se preocupa por su familia y liquida sin piedad. Nada nuevo, si pensamos en personajes de la mafia, empezando por la saga El padrino. Pero Kuklinski, que se mueve en ese ambiente, es abordado por el realizador Ariel Vromen de unmodo muy distinto. Lo central, enThe Iceman, parece ser la múltiple condición de un mismo hombre. Jekyll y Hyde; la certeza de que, más allá de lo patológico, el ser humano tiene zonas oscuras, inaccesibles incluso para sí mismo. Si le quitáramos a esta película toda su trama “policial”, perdería poco. En un principio, The Iceman muestra a Kuklinsi (gran interpretación de Michael Shannon) en sus vínculos con su esposa Deborah (Winona Ryder), una mujer que no quiere ver lo que tiene enfrente, y con Roy (Ray Liotta), un capomafia que constata la sangre gélida de Kuklinski y lo contrata como su sicario. El acierto de Vromen, en este tramo, es no dar explicaciones psicológicas ni abrir juicios morales: se limita a mostrar -de un modo seco, como le corresponde al personaje- los actos de su protagonista. Pero luego el filme comienza a perder fuerza, a no definirse entre el retrato y la acción, que va ganando espacio pero no contundencia. Los personajes, salvo el de Shannon, se vuelven esquemáticos y chatos; también la trama. w
Matar para vivir Richard “The Iceman” Kuklinski fue uno de los asesinos a sueldo más “prolíficos” y sanguinarios de la mafia estadounidense. Durante 20 años (desde mediados de la década del ’60 hasta mediados de los ’80) mató a unas 200 personas, desde pequeños estafadores o deudores hasta varios gangsters de primera línea. Si bien su vida ya había inspirado libros y documentales, el director israelí Ariel Vromen concretó una ficción sobre este hombre de familia polaca (interpretado por el gran Michael Shannon) capaz de liquidar a sangre fría, de la manera más brutal, y, a la vez, de ser un marido y padre modelo. De hecho, su esposa, sus dos hijas y varios de sus amigos y vecinos no sabían nada de su “doble vida” cuando confesó sus aberrantes crímenes. El film, por supuesto, genera inmediatas comparaciones con Buenos muchachos, Los Soprano y, sobre todo, con los primeros trabajos de James Gray (Cuestión de sangre, La traición, Los dueños de la noche), pero Vromen le imprime un sello propio que lo distingue de los Coppola o los Scorsese, aunque tampoco lo lleva a brillar. Estamos ante un thriller correcto -por momentos algo abrumador porque acumula situaciones, pero no siempre logra crecer en intensidad- sostenido por un Shannon que -gracias al cine de Jeff Nichols (Shotgun Stories, Atormentado/Take Shelter y Mud- dejó de ser un eterno secundario para convertirse en una máscara tan desoladora como conmovedora cuando deja aflorar esos brotes de ira o amor. Por él, por la recuperada Winona, por los buenos aportes en papeles secundarios (algunos casi cameos) de figuras como Ray Liotta (el jefe de Kuklinski), Chris Evans, David Schwimmer, James Franco y Stephen Dorff; y por la solvencia formal de Vroman, The Iceman resulta una más que digna alternativa.
De no ser por la brillante y temeraria actuación de Michael Shannon, The Iceman sería una biografía criminal que pasaría de largo en muchos casos. El film del irsaelí Ariel Vromen es una mirada muy artesanal y casi íntima sobre las andanzas del notorio asesino Richard Kuklinski, apodado por la prensa "El Hombre de Hielo" por la frialdad con la que, en su carrera laboral, se despachó a más de cien personas. Sin engañar a nadie, el guión de Vromen junto con Morgan Land es algo que se ha visto y escuchado muchas veces tanto en cines como en series, pero que les sirve como lineamiento general para desarrollar a la figura del asesino con una familia que no sabe que el patriarca mata gente para mantener su rutinario coste de vida. El digno trabajador de doblaje pornográfico que se ve metido en una mafia -a la cabeza de un interesante Ray Liotta- para ir escalando de posición, hundiéndose más y más en la vorágine de la adrenalina que conlleva quitarle la vida a otro. Shannon es el amo y señor de la película en todo momento, demostrando que es uno de esos actores camaleónicos que tanto hacen falta en las pantallas. Implacable e imparable, su reputación como un artista en el asesinato crece con cada golpe dado, empujándolo hacia un inevitable final. Dentro de la trama, hay varias escenas que destacan por la inquietud que generan o por el simple hecho de estar bien filmadas, como la muerte de un joven cineasta porno o el crimen en la pista de baile al ritmo de Heart of Glass de Blondie. Vromen utiliza una muy fría e intensa fotografía de Bobby Bukowski para transportar al espectador a los años '60, '70 y '80 en donde transcurre la acción, y también para generar un sobrio contraste con el ambiente en donde se maneja su protagonista, el gélido Sr. Kuklinski, y sus socios en el crimen. Aparte de Shannon y Liotta, podemos encontrar más sorpresas en la adición de un -en principio- irreconocible Chris Evans, dejando a un lado el traje de Capitán América y convirtiéndose en un heladero que le agrega una pizca de humor -negro, obviamente- a la acción, y que resulta un soplo de aire fresco en la carrera del joven actor. También podemos ver el costado dramático de David Schwimmer como el protegido de un jefe mafioso o el convincente retorno de Winona Ryder como la abnegada y sencilla esposa del asesino. The Iceman no aburre en ningún momento y no pretende pasar a la historia con su retrato completo de la psiquis de un asesino y el movimiento criminal mafioso de Nueva York, pero trabaja con el material a disposición de una manera correcta y entretenida, exprimiendo al máximo a su laureado elenco.
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Hubo un tiempo en el cine estadounidense en el cual películas como The Iceman solían hacerse con notable maestría. Y no era necesario convocar a los grandes nombres, a los directores de primerísima línea. Había algo en el ambiente -un saber de época- que combinaba la herencia clásica con una condición irrevocablemente contemporánea: el cine de los setenta fue una época de especial solidez en la narrativa, con numerosos ejemplos de destacables acercamientos cinematográficos a una sociedad en crisis. The Iceman transcurre en parte allí (la acción abarca desde los sesenta hasta los ochenta) y orienta su búsqueda estética hacia el cine de esos años para contar la vida de un asesino a sueldo de Nueva Jersey, especialmente frío (de ahí el título, El hombre de hielo), llamado Richard Kuklinski, un hombretón gigante y parco de origen polaco. La película cuenta su vida criminal y pivotea también sobre su vida de pareja y familiar. En cuanto a su vida laboral, su ascenso como contratado por la mafia y sus vaivenes (hoy un juramento, mañana una traición, o dos), la película tiene una bienvenida sobriedad incluso en los momentos más cruentos y revulsivos: se ven cadáveres congelados y desmembrados y bastante sangre, pero no hay excesivo regodeo. Los fragmentos familiares son mucho menos logrados: son más obvios, lucen más necesitados de un verosímil que no tiene tiempo de desarrollarse y se ven notoriamente afectados por una de las actuaciones menos convincentes que se recuerden de Winona Ryder, que distrae constantemente con un chirriante énfasis en la mirada y en la expresión de su boca. Richard Kuklinski está interpretado por Michael Shannon (el malo de El h ombre de acero) que aprovecha perfectamente su 1,92 m de estatura y su rostro cadavérico y macizo para hacer creíble su personaje. Cuando Kuklinski procede en su raid criminal, la película se acerca al espíritu del cine de los setenta que intenta convocar: relato seco, sin adornos, en el que reverbera la violencia de una sociedad en crisis. Cuando está con su familia -que ignora cuál es su trabajo- la película, como se dijo, se ve dañada. En el resto del elenco, con varios nombres conocidos, se repite lo desparejo: el eficaz y tenso Ray Liotta (claro, como mafioso), pero también la comicidad involuntaria de David Schwimmer (Ross de Friends ) con un aspecto imposible (bigotón, equipo de gimnasia y pelo largo) y un tono de voz farsesco. La presencia de James Franco en un cameo es otro elemento que distrae, que no ayuda a cohesionar la película prometida y lograda a medias desde el ambiente y el personaje principal. Esos que parecen añorar épocas en que estas pinturas desesperanzadas podían encontrar una visión y una industria que las abordaran con menor dispersión y mayor filo.
Larga carrera de un sicario Richard Kuklinski (Michael Shannon) seguramente no pensó que sería famoso. Era un simple inmigrante polaco que trabajaba en el negocio de la carne, tenía dos padres abusadores y quería mejorar en su trabajo. La vida le dio una esposa, tres hijos, un buen status económico y entre cien y doscientos cincuenta víctimas, resultante de su carrera de sicario. El récord lo hizo famoso cuando lo descubrieron. Esa es la historia que vemos en pantalla, los detalles de sus trabajos para mafiosos, la continuidad de su carrera de asesino frío, no sólo por la carencia de remordimientos, sino porque acostumbraba a guardar los cadáveres en congeladores, hasta hacerlos desaparecer, o desmembrarlos con algún cómplice. De Kuklinski observamos sus crímenes y su devoción como esposo y padre, aunque la devoción no era para tanto, porque en la vida real su mujer sufrió varios ataques, pero al director israelí Ariel Vromen le debe haber parecido más atractivo hacerlo pasar por una suerte de Doctor Jekyll y Mr. Hyde con doble personalidad bien definida, el asesino malo y el marido y padre bueno. Carrera peligrosa si las hay y prolongada a lo largo de más de veinticinco años. RELACIONES MAFIOSAS El filme se basa en "El hombre de hielo. La verdadera historia de un asesino a sangre fría", de Anthony Bruno. Es una película de género, clásica, negra, no demasiado sangrienta y para nada "gore". Sólo algún difunto de vez en cuando, destinado a algún frigorífico casero. Hay acción moderada, uno que otro enfrentamiento, relaciones mafiosas, momentos familiares tranquilos. Los actores son buenos, empezando por Michael Shannon (Richard Kublinski), siguiendo por Ray Liotta (Roy Demeo), como un jefe mafioso y la reaparecida Winona Ryder (Deborah Pellicotti), con voz mimosa e imagen de buena esposa, capaz de disfrutar una vida de primer nivel en un hogar con tres niños, sin preguntar demasiado sobre los trabajos de un marido casi siempre ausente. "The iceman" tiene un correcto nivel formal, es medianamente entretenida y sin mayores sorpresas, incluye una narración tradicional.
A “Breaking Bad” le salía mejor “Yo no mato ni mujeres ni chicos”, reta Richard Kuklinsky a un colega, que sí lo hace. Aun siendo uno de los asesinos por contrato con cifras más altas, Kuklinsky era un family man. Un hombre de familia que –como el espía de Mentiras verdaderas– logró ser killer despiadado de día y padre y marido proveedor de noche. Basada en un libro que cuenta su historia, The Iceman narra el ascenso y desgracia de este señor para quien matar gente era como para otros administrar una empresa. De allí que, ya en prisión y con una barba digna del último Jim Morrison, asegure no arrepentirse. Que con un tema semejante puede hacerse una gran película (o serie) lo demuestra Breaking Bad, con su patriarca químico. Que puede hacerse una no tan buena lo confirma The Iceman, cuyas escasas pretensiones de originalidad quedan probadas con la elección de Ray Liotta, que debe toda su fama a Buenos muchachos, para hacer de... mafioso. “Este tipo es una heladera”, comenta Roy Demeo (Liotta) un día de los ’60, tras ponerle a Kuklinsky (Michael Shannon) una pistola en la cabeza y ver cómo el otro no acusa recibo, por más que hasta ese momento no es todavía un wiseguy. Por eso Demeo lo contrata como liquidador: Kuklinsky trabajaba en una productora de cine porno. De allí en más, “El Polaco” degollará, acuchillará, estrangulará y ejecutará a quienes su jefe señale. Hasta que una teenager lo hará chocar contra sus principios: proscripción para él de allí en más. Tercera película en Hollywood del israelí Ariel Vromen, la veta más interesante de The Iceman es mostrar cómo se puede despanzurrar gente sin ser un psicópata. Basta que a uno le hagan una de esas ofertas que no se pueden rechazar, que uno se habitúe a liquidar como el cirujano a cortar, y se trabajará de hitman todo lo que el cuerpo aguante. El problema de The Iceman es que su eje narrativo es el mismo de Buenos muchachos, trocando la exuberancia de Scorsese por el rutinario oficio de este Vromen. Michael Shannon se confirma como the number one del cine actual para toda clase de perversos. Siempre es una alegría reencontrarse con Winona Ryder, que hace de la esposa. Aparece Robert Davi, uno de esos insuperables secundarios, y Vromen se da el lujo de conseguir para un par de papelitos a actores como Stephen Dorff o James Franco.
Marido, padre y psicópata. Cuesta no ver a Michael Shannon como el ser atrapado en el medio de la transformación del doctor Jekyll al señor Hyde. Hay una dualidad plasmada sobre su físico: su mandíbula expectante, su postura mecánica, su mirada falta de control, son todos elementos que lo vuelven una bomba de tiempo, que en cualquier momento puede desgarrarse el traje de hombre para revelar el sadismo de una bestia. En los últimos años, las cámaras supieron aprovechar su figura, con notables roles en films como Sólo un Sueño y Take Shelter, así como en la serie Boardwalk Empire. En The Iceman (2012), Shannon regresa a su juego favorito, metiéndose en la piel de un típico padre modelo de clase media internado en los suburbios de Nueva Jersey. Padre que, por supuesto, logra esconder de su familia el hecho de que es el más infame asesino a sueldo en la historia de la mafia estadounidense. El nombre del empleado de la muerte es Richard Kuklinski, y su leyenda crece aún años después de su extinción. Después de todo, su existencia tuvo problemas desde el inicio: nacido en 1935 gracias a la unión de un explosivo inmigrante polaco y una fanática religiosa descendiente de irlandeses católicos, él pasó su juventud bajo el abuso paternal, que costó la vida de su hermano mayor Florian, así como la sanidad de su otro hermano, Joseph, que luego violaría y mataría a una joven de 12 años. Ya crecido, Dick se volvió popular por su reputación como irascible matón en la mesa de pool, que incluso asesinó gente por tan sólo mirarlo de manera equivocada. Como era de esperarse, esto captó la atención del inframundo de Jersey, dando inicio a una larga e infame carrera donde él dejaría su marca bajo distintos métodos, el más popular siendo congelar los cadáveres de sus víctimas y evitar delatar el tiempo de sus finales. Así, “The Iceman” (“El Hombre de Hielo”, apodo de la prensa) atemorizó el estado jardín hasta su arresto, en 1986. Serían los años posteriores los que lo harían un mito. Por un lado, se estimó que él se encargó de entre 100 y 250 personas (Kuklinski dijo que había perdido la cuenta). En otra parte, flotó por la atención pública que John Gotti lo había contratado para encargarse de torturar y terminar con el vecino que había atropellado a su hijo por accidente. E, incluso en su lecho de muerte, en 2006, el sicario se jactó de haber sido quien acabó con el sindicalista Jimmy Hoffa. Con un individuo de semejante riqueza, las expectativas para su paso al celuloide eran altas. Sin embargo, en el enfoque del director y co-escritor Ariel Vromen, la resolución no se puede acercar a estar a la altura de su protagonista. Es que, para su tercer film, el israelí sólo parece estar enamorado con la superficie de la propuesta. En primera instancia, su mirada permite establecer las bases de una historia épica de delito, pero el contexto en el que sitúa la película (que, fuera del constante cambio de cabello facial de Shannon y el reemplazo de actrices para hacer de sus hijas, no se distancia bastante en el trabajo de época) no es más que un collage de recortes con los grandes puntos de su biografía, unidos por la repetición de la premisa externa de “este hombre de familia es un asesino sin resentimientos”, que no se diferencia de otros films de buenos muchachos. The-Iceman-4 La relación con su esposa (interpretada por la adorable Winona Ryder) y sus hijas es aplastada para darle tiempo a escenas anecdóticas de asesinato, como cuando tortura mentalmente a un pedófilo James Franco (en uno de sus varios cameos anuales obligatorios en films indie). A su vez, aparece una subtrama sin sentido ni interés sobre Roy DeMeo (Ray Liotta, que a esta altura ya tiene memorizado este tipo de papeles) y los problemas generados con otros capos debido a su subordinado Josh Rosenthal (el ex-Friends David Schwimmer, en un rol claramente fuera de su liga), que chupa tiempo sin resolución, y entra en los típicos estereotipos del género, con gangsters que se juntan a molestarse como amigos en oficinas oscuras para luego mandarse a matar al instante. Es una producción que se baña en ese libro de clichés. Pero, aún con todo eso, la gran falla de la película es la falta de cualquier tipo de exploración en la mente de Kuklinski. Constantemente, los personajes dentro de su vida personal y laboral repiten una y otra vez, respectivamente, “es un gran padre” o “es un tipo sin culpa alguna”. Sin embargo, Vromen y el co-guionista Morgan Land jamás se paran a preguntar cómo fue que se formó esta monstruosidad, ni tratan de encontrar las pistas de violencia en su vida suburbana. Esto queda obvio en un fragmento donde Richard visita a su hermano Joseph (cameo de Stephen Dorff) en prisión. Enfrentado con la única persona que sabe todo lo que hizo, ¿qué se hace? Una mención a la infancia, flashes de su padre abusivo (en su única mención durante todo el film), un choque breve, y listo. La idea de que este corto melodrama sumado a una simple llamada al pasado (llanamente, explicando las cosas con “tuvo un mal papá”) son suficientes para profundizar décadas de trauma es ilusa y frustrante a la vez. Es por eso que el único sostén del film es Shannon, quien logra encontrar la textura en ambas caras de su personaje, creando a través de los antes mencionados detalles físicos una conexión entre padre y parca. Pero aún así, las ganas de The Iceman por abandonarse para llegar a las partes jugosas lo deja a la merced de un material que no lo merece. Quizás ese sea el peor crimen de todos.
Crudo retrato de un desalmado asesino real Michael Shannon es el actor perfecto para interpretar a uno de los más temibles asesinos por encargo en la historia del crimen organizado, al que llamabam "The iceman" (el hombre de hielo) no sólo por su frialdad inhumana, sino también por la costumbre de congelar los cadáveres de algunas de sus víctimas para confundir a la policía y a los expertos forenses. Lo interesante del guión basado en sucesos reales es la perspectiva que ofrece sobre la vida familiar de un asesino profesional cuya esposa comparte toda su vida con él sin sospechar la verdadera naturaleza de su trabajo. La película toma al personaje a mediados de la década de 1960 y lo acompaña durante dos décadas más de crímenes de todo tipo. Al principio, el protagonista es un empleado en el laboratorio de un estudio de películas porno para la mafia, lo que no le impide liquidar a alguien por motivos personales, como una venganza por un comentario molesto durante una partida de billar. Pero un atraso en la entrega de las películas lo pone en contacto con un temible e iracundo jefe mafioso interpretado por Ray Liotta, que rápidamente intuye las cualidades de este hombre para el homicidio y lo pone a trabajar como killer luego de hacerle una pequeña prueba: debe matar porque sí a un linyera que le acaba de pedir una moneda. Con el paso de los años las maneras de matar se van volviendo más sofisticadas, y aquí es donde aparece otro espeluznante personaje de la historia, un heladero asesino que esconde cuerpos congelados en el mismo camión donde reparte golosinas a los niños. Mr Freeze, el heladero asesino pronto se asocia con The Iceman para cometer asesinatos de manera más segura y protegerse mutuamente de los mafiosos italianos, ya que ellos por su ascendencia polaca e irlandesa no son en realidad parte de la Cosa Nostra. El trabajo actoral de Chris Evans ("Capitán América") es absolutamente increíble, y es uno de los motivos para ver este crudísimo policial negro que también cuenta con una sobria interpretación de Winona Ryder como la esposa el asesino protagónico.
Doble vida sangrienta Parte de un hecho real: La historia de Richard Kuklinski, un famoso asesino a sueldo y buen padre de familia. La película va desde sus primeros días hasta su arresto por el asesinato de más de 100 hombres. Su menú de víctimas fue variado. Y su doble vida sorprendió a los suyos y a sus amistades, que ignoraban el revés tortuoso de este despiadado verdugo. El tema de la doble vida siempre interesa. Es fascinante cómo en un hombre pueden convivir sin molestarse demasiado personajes tan antagónicos. Está ambientada en los años 70 y 80, y el film lo retrata en sus dos lugares, en la calle y en la casa, con su parquedad, su frialdad y sus códigos. Es cierto que la realización evita los detalles morbosos, pero su mirada es menos profunda y menos sugerente cuando lo vemos como padre, esposo y amigo. La buena presencia Michael Shannon le da realismo a este asesino implacable y frío. Lo detuvieron en 1986, ni su esposa ni sus hijas tenían ninguna pista su verdadera profesión. Y jamás su familia fue a la prisión a visitarlo. El film es convencional y retrata sumariamente la soledad profunda de estos criminales atormentados que a pura sangre quieren librarse de sus demonios. Tiene buenos momentos, pero una realización rutinaria, sin fuerza ni densidad para retratar tanta desesperación y tantos contrastes, no aprovecha a fondo las aristas filosas de una historia espeluznante.
En la oscuridad Michael Shannon saca a relucir sus capacidades actorales para meterse de lleno en la piel de Richard Kuklinski, un asesino a sueldo que supo recibir encargos de la mafia en su larga trayectoria criminal. “El hombre de hielo”, como lo apodaban, se muestra un tipo seco, de pocas y justas palabras, pero con un demonio dentro que se exterioriza sobre todo cuando quieren acercarse con malas intenciones a su familia, a quien nuestro protagonista adora con locura. He aquí lo interesante y tenso del relato: cómo puede convivir un sujeto manteniendo oculta una doble vida. Sicario desalmado de día y tarde; padre y esposo modelo de noche. Con un arranque prometedor, The Iceman parece nos va a cautivar, sin embargo la línea narrativa nunca encuentra el componente exacto que permita que nos enfoquemos de lleno en lo que va transcurriendo. De todos modos y más allá de un andar manso, el producto se deja ver, tomando gran partido en el asunto la encarnación de quien no podría haber sido elegido mejor para el papel. Shannon convence y es creíble a partir de cada maniobra, gesto y expresión. En el bando opuesto en cuanto a méritos en el film, Ray Liotta concibe un personaje que pasa sin pena ni gloria, incluso en el ámbito de gángsters que tan brillantemente supo manejar en la memorable Goodfellas de Scorsese. El predominio de filtros opacos, oscuros, con una iluminación baja y circunstancias que hallan un mejor emplazamiento en la noche ayudan a reflejar lo que Ariel Vromen quiere destacar, aquellos aires siniestros y sombríos que van de la mano con quien oficia de esbirro. Interesante, con buen reparto aunque olvidable, The Iceman acaba siendo una buena propuesta con altibajos. LO MEJOR: Shannon. Bien rodada. LO PEOR: narrativamente irregular. PUNTAJE: 6
Asesino por naturaleza Richard "The Iceman" Kuklinski fue uno de los asesinos a sueldo más brutales de la mafia de EEUU. Se cree que entre mediados de los años 60 y mediados de los 80, cuando fue arrestado, mató a más de 100 personas. Lo curioso, sin embargo, era la "doble vida" que llevaba Kuklinski, quien supo ser un esposo y padre modelo mientras liquidaba a sangre fría a deudores y gangsters. Con esta jugosa historia, el director israelí Ariel Vromen construyó un thriller convencional, que nunca llega a brillar pero que tampoco decepciona. La película tiene un estilo seco, frío y duro, como su mismo protagonista, y se apoya en gran parte en el trabajo de Michael Shannon, que se luce en la piel de este asesino por naturaleza. El director no cae en la tentación de justificar al personaje, pero también es cierto que se queda a mitad de camino entre contar una historia de gangsters y hurgar en el perfil psicológico de Kuklinski, algo que finalmente no aparece. Aunque los personajes secundarios rara vez vibran, el elenco que los interpreta es notable. Ahí se destacan una recuperada Winona Ryder, el siempre efectivo Ray Liotta y un irreconocible Chris Evans, que deja por un momento el traje de Capitán América para convertirse en un asesino entre pintoresco y abominable.
Buenos muchachos Basta decirlo desde el principio: lo que sostiene casi todo el filme es la actuación de Michael Shannon, por supuesto que muy bien secundado por los demás integrantes del elenco. Pero si fuera esto sólo la producción se caería al poco tiempo de iniciado. Si bien no es del orden de la maestría, la forma de presentar el relato, la construcción de los cuadros, las acciones de los personajes, la sordidez toda, logra mostrar una violencia inusitada que no cae nunca en el glamour excitante, y esto se agradece. Basada en una historia real, la verdadera vida de Richard Kuklinski (Michael Shannon), un famoso asesino a sueldo al mismo tiempo que hombre de familia. La diferencia con “Buenos Muchachos” es que en éste caso la familia del protagonista arma otra trama, queda fuera, nada sabe del actuar y del doble rostro del asesino, La historia se inicia con un primer plano del sicario diciendo que no se arrepiente de nada, con la excepción de haber lastimado a sus seres queridos: su mujer Deborah (Wynona Ryder) y sus hijas Annabel y Betsy. La narración comienza con sus primeros días de vida en pareja, que trabajaba en una productora de cine porno, hasta sus últimos días, cuando termina siendo el responsable y autor de la muerte de más de 100 personas (un dato curioso al margen, por problemas de subtitulado aparece indicado 250 personas cuando se escucha y se entiende el “one hundred”). Aunque en apariencia parecía estar viviendo el sueño americano como esposo y padre ejemplar, Kuklinski en realidad fue un despiadado asesino a sueldo. Su vida presenta un giro. Hasta ese momento se lo podía ver como un hombre de pocas palabras, casi incapaz de mostrar algún sentimiento, de actuar correcto, haciendo lo que le dicen que debe hacer, sin parámetros morales ni éticos. El quiebre se produce cuando su jefe, el dueño de la productora, el mafioso Roy Demeo (Ray LIotta) decide dejar sin trabajo a Richard Éste ni pestañea, lo amenaza con un arma pues sabe de sus turbios negocios, y lo hace como si le estuviese hablando del clima. La expresión que acuña Roy es “éste tipo es de hielo”, y decide contratarlo como asesino. Lo pone a prueba y estamos frente a una de las escenas más escalofriantes y perversas del film, casi equiparable a la escena de la estación de servicios de “No es país para viejos” (2007) de los Hermanos Coen jugada por el personaje de Anton Chigurth (Javier Bardem), repito, casi comparable, ya que de ahí se desprende el resto de la construcción del personaje, que no es un psicópata, ni se le puede dar categoría de enfermo, es otra cosa, es la falta de moral y de barreras sociales hecha persona, y en esto reside el pánico impuesto por el texto no en las imágenes de desmembramientos de seres humanos, que sí las hay. Es una realización que en su esencia, y desde lo formal, cumple, aunque posiblemente no sea del agrado de todo tipo de público, por ejemplo románticos abstenerse. El director conjuga los elementos del lenguaje, la dirección de arte, la fotografía, el sonido, con mucha capacidad, sobre todo técnica, al servicio de un relato que aparece como distante, calculado, despojado de ornamentos superfluos que permitan un momento de calma en el publico, en el queda reflejada la decadencia de una sociedad enferma, al mismo tiempo es utilizado para el lucimiento de los personajes principales.
Yo era un hombre bueno Cuenta la historia oficial que Richard Kuklinski -The Iceman- fue un asesino despiadado que mató a más de cien personas, entre los años sesentas y 1986. Cuando lo detuvieron -y ahí culminó su raid criminal- su esposa y sus hijas desconocían las actividades que llevaba adelante el padre de familia. Pero no hablamos del típico asesino serial de la cultura norteamericana que ha explotado el cine, sino más bien de un hombre de negocios: alguien que hace lo que hace para sostener precisamente ese estatus que demanda la vida familiar, y que básicamente es el mejor en lo suyo: cortar pescuezos, clavar cuchillos, balear gente, asfixiar, descuartizar, todo para la mafia o por fuera. The Iceman, el film de Ariel Vromen, es entonces la descripción de un mundo de éxito social, de encumbramiento económico y de doble vida perverso, con posterior descenso. No deja de ser encantador, en este sentido, que Kuklinski encubriera sus acciones hacia su entorno como negocios vinculados con el intercambio de divisas: es que la carroña del mundo del capital está más aceptada que la de andar matando gente por ahí. The Iceman se sostiene sobre dos pilares fundamentales: por un lado la propia sobriedad del director, que se aleja del sensacionalismo en el que hubiera caído otro realizador al regodearse con los varios cadáveres congelados y “faenados” que se ven por ahí, y que recurre a la violencia como un crescendo dramático, en secuencias de montaje que se parecen mucho al propio ascenso del protagonista; hay un sentido práctico en cómo Vromen maneja los momentos de tensión, alejándose del suspenso habitual y haciendo tangible ese mundo de deudas que se pagan con sangre. Y por el otro lado, la película vive -aún cuando por momentos se vuelva bastante intrascendente o fragmentada- gracias a la gran actuación de Michael Shannon. El actor -al que actualmente vemos en la notable serie Boardwalk Empire- suele ser dueño de una intensidad un poco nociva para cualquier película que le pongan delante. Sin embargo, aquí está contenido por la mano del director y también llega a un grado muy interesante de compenetración con el personaje: su rostro no es el rostro de un asesino despiadado y frío, sino el de un tipo que hace un trabajo peculiar, inconfesable, imposible de combinar con sus acciones de buen padre y esposo, pero que no comprende la real dimensión de esa incompatibilidad. Cuando finalmente lo capturen y consulten sobre sus acciones: él dirá que hacía todo por su familia. Así nomás, como quien labura en un taller mecánico. Es verdad también que más allá de la sobriedad expositiva setentista del director y de la gran actuación de Shannon, The Iceman no tiene mucho más para ofrecer. El film no se diferencia mucho de otras películas del estilo, tipo Donnie Brasco, que cuentan historias dramáticas de gángsters poco glamorosos, alejándose del noir clásico o del romanticismo operístico del Coppola de El padrino. La película recorre la vida de Kuklinski, puntúa algunos eventos de su historia, todo un poco fragmentado y sin lograr construir personajes por fuera del protagonista (aparecen Winona Ryder, Ray Liotta, David Schwimmer, Chris Evans, Elias Koteas, Stephen Dorff, James Franco, Robert Davi, pero sus personajes no son más que esbozos, estereotipos que logran una rápida identificación con el espectador). La decisión más sabia por fuera de esto es la de poner en pantalla el año donde ocurren las cosas, para luego ir abandonando ese detalle a medida que avanza el film: en un momento comprendemos que estamos en los 80’s pero ninguna escritura nos avisa de eso. Así, la película identifica la espiral de violencia en la que Kuklinski se introduce, se mezcla en ella, se confunde y nos dice que no hay forma de escapar. La única es -como The Iceman- perdiendo progresivamente la capacidad de comprender.
Nacido para Matar Si bien no está comprobado la verdad acerca de que Mr. Richard Kuklinski hubiese aniquilado a tanta cantidad de gente como se le adjudica, el caso es real, este inmigrante polaco que fué apresado después de cometer incontables crímenes entre los años 60 y 80. Igualmente atroz si tenemos en cuenta que en 20 años el tipo nunca había sido ni detenido ni sospechado, ocultando su oscuridad demencial con la fachada familiar de una esposa e hijos, esto es un sólido padre de familia. El mote de "Iceman" tenía que ver con la costumbre de congelar los cadáveres de algunas de sus víctimas para confundir a la policía y a los forenses. Un filme de naturaleza violenta sobre un personaje psicótico y feroz no podía tener otra actuación protagónica que la de un estupendo rostro y talento, y ahí esta un férreo Michael Shannon (el desequilibrado de "Solo un sueño" (2008) que confunde a Di Caprio Y la Winslet, o también perturbado constructor de un refugio en el campo para una catástrofe que preanuncia en "Take Shelter" (2011), o más reciente aún el despiadado General Zod de "El Hombre de Acero" (2013)), es decir un actor con todas las letras, lo cual sostiene de manera genial la trama, la cual se ajusta al cine "Noir", un thriller de a ratos tremendo, bien contado y filmado, y que también trae en su elenco a otros nombres que conforman la redondez de la propuesta; una reaparecida Wynona Ryder en el rol de la abnegada esposa, mas Chris Evans ("El Capitán América"), Robert Davi, Stephen Dorff, James Franco y un siempre al borde del exceso: Ray Liotta. A los degustadores de los platos fuertes, les atraerá conocer las andanzas de este frío asesino que aseguraba siempre "No mato ni mujeres ni niños".
Relata la vida de un psicópata y asesino a sueldo norteamericano conocido como “El hombre de hielo”- Richard Leonard Kuklinski (1935-2006). Se basa en una historia real ocurrida en New Jersey en 1964 .Un asesino a sueldo, Richard Kuklinski (Michael Shannon) apodado como "El hombre de hielo" asesinó a más de 100 personas, un ser grandote, tosco, enigmático, despiadado, salvaje y frio, que solo cumplía con su trabajo, pero sin embargo en su vida familiar es delicado, vive en los suburbios con Deborah Pellicotti (Winona Ryder) y sus dos hijas Anabel (McKaley Miller) y Betsy (Megan Sherrill) que lo aman y lo ven un hombre noble. La historia expone como un ser humano puede transformarse en un monstruo, un ser super violento y sin ningún escrúpulo, vemos como trabaja la mafia, los negocios oscuros y la corrupción, pero por otra parte Kuklinski en su casa es un buen esposo, un tierno padre de familia. Otros personajes de la historia son: Freezy (Chris Evans), es un terrible criminal, que maneja un camión (una buena composición de su personaje, bastante jugado), Josh Rosenthal (David Schwimmer, con un aspecto distinto con bigotes y pelo largo); Roy Demeo (Ray Liotta como jefe de la mafia); Joey Kuklinski (Stephen Dorff, que es el hermano del protagonista se encuentra en la cárcel); Leonard Marks (Robert Davi, su cara da miedo ) y un cameo de James Franco como Marty Freeman . Nos encontramos con un film sólido que muestra una gran interpretación de Michael Shannon (Fue nominado al Oscar como mejor actor de reparto por “Revolutionary Road”-2008), se destaca tanto en lo actoral como en lo físico, es muy convincente y muy parecido al personaje real. Posee un muy buen guión, bien construido, con una narración ágil y dinámica, se encuentra bien ambientada, con buenos diálogos, nunca decae y mantiene al espectador atento a cada secuencia, tiene tensión, suspenso e intriga, una buena edición de montaje y dirección de actores. Pero hay algunos datos que faltan, por ejemplo: porque llego a transformarse en un monstruo, hablar más de sus orígenes, entre otros datos. Algunos espectadores le pueden encontrar alguna similitud con otros film “Buenos muchachos” (1990) y “Sin lugar para los débiles” (2007), entre otros.
Un hombre con hielo en las venas El título alude a Richard Leonard Kublinski (1935-2006), también conocido por sus apodos de Ritchie y Polack. Fue un asesino a sueldo de la mafia. "Soy polaco solía decir-, trabajo para todos. Pero no mato a mujeres ni a niños". Estaba casado y tenía dos hijas. El relato lo asume desde el momento que conoce a quien luego sería su esposa, a comienzos de la década de 1960, y lo sigue hasta 1986. No es estrictamente un biopic, es decir, un filme biográfico, porque las pretensiones del director israelí Ariel Vromen son otras. Vromen se propuso describir el modus operandi criminal de Kublinski, la relación con su familia (aparentemente fue un buen esposo y padre de familia) y, fundamentalmente, explicar cómo ingresó a la mafia y por qué procuró mantenerse dentro de sus cuadros como asesino. Previamente trabajó en un taller de reproducción de filmes pornográficos, lo que fue durante un tiempo, antes que la piratería se generalizara, un lucrativo negocio dominado por la mafia. Quien primero contrató a Kublinski fue Roy DeMeo, un capomafia de tercera categoría. En la película se menciona tangencialmente a la Familia Gambino, pero sin profundizar sobre los contactos de Kublinski con ese grupo mafioso, que debe su nombre a Carlo Gambino, más conocido como "el capo de los capos", que inspiró al escritor Mario Puzo para dar vida a Don Corleone. Sin embargo, algunos textos biográficos sobre Kublinski y un documental realizado por la televisión, sostienen que trabajó como matón a sueldo de la Familia Gambino y que habría intervenido en los asesinatos de Paul Castellano y su segundo Thomas Bilotti, el 16 de diciembre de 1985, ordenados por John "Don Teflón" Gotti. Ese doble crimen habría sido uno de sus últimos trabajos. Pero también fue el ejecutor de Carmine Galante y del famoso dirigente sindical Jimmy Hoffa. Sin embargo, estos datos no aparecen en el filme, porque nunca pudieron ser confirmados fehacientemente. Además de exponer los rasgos caracterológicos de Kublinski, el director se propuso responder una pregunta tan compleja como urticante: ¿puede un asesino a sueldo, que mata sin piedad y con absoluta sangre fría (por eso lo llamaban El Hombre de Hielo) no ser un psicópata? El director apela a lo que se conoce como "estética sucia" o "realismo sucio", porque la propia historia lo reclama. En las imágenes predomina el tono oscuro y no sólo porque muchas secuencias se desarrollan de noche, sino para remarcar el carácter macabro de la trama. Por la misma razón, y por las características del protagonista, The Iceman no es un espectáculo agradable de ver. Tampoco resulta muy convincente. Winona Ryder hace esfuerzos por componer a una mujer inocentona que, supuestamente, desconocía las actividades criminales de su esposo. Pero el que da perfecto el fisic du rol es el gigantón Michael Shannon, que seguramente seguirá interpretando a villanos y matones, porque se podría decir que lo hace sin mayor esfuerzo.
Pecho Frío “Míralo. El maldito es frío como hielo. Vamos, debes sentir algo por alguien”, le dice Roy DeMeo (Ray Liotta haciendo, sí, otra vez, de mafioso) a Richard Kuklinski (el siempre intenso Michael Shannon). Es que Ritchie es imperturbable cuando de trabajo se trata, y su trabajo consiste en matar gente por encargo, de ahí su bien merecido apodo. Pero nuestro asesino a sueldo tiene sentimientos, al menos para con su familia. E incluso tiene códigos: no mata niños o mujeres. Y es leal a su empleador y amigos, al menos hasta que se sienta traicionado. Entonces, este hombre, ¿es frío o no? Esta última pregunta también se puede aplicar a The Iceman. Ariel Vromen moldea una película scorsesiana en forma y contenido (Goodfellas, en particular), jugando con el mismo tipo de elipsis temporal, abrevando en el nuevo cine norteamericano de los setenta, aquel de De Palma, Coppola, Friedkin y el ya mencionado Scorsese, donde la violencia seca, parca, era una marca de estilo y no un regodeo gratuito, donde los personajes de moral ambigua eran retratados solapadamente. Pero esto no quiere decir que aquel cine fuera frío, todo lo contrario, eran películas calientes, viscerales y, sobretodo, estaban vivas. The Iceman retoma aquel espíritu (inclusive transcurre entre la década del sesenta y la del ochenta) pero se queda en medianías, propone seguir el derrotero de Ritchie, su ascenso y caída como sicario dentro del mundo del hampa, y sin embargo elige mostrar su costado más “amable”, su vida familiar y algún breve flashback que pudiera dar a entender los móviles psicológicos del matón, debilitando los puntos fuertes del argumento. En este sentido, quizás, The Iceman se empariente más con Chopper (Andrew Dominik, 2000) o Bronson (Nicolas Winding Refn, 2008), donde el submundo del crimen sirve de contexto para describir a un sociópata (dice Wikipedia al respecto: “la sociopatía (…) deriva en que las personas que la padecen pierden la noción de la importancia de las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales. (…) Se estima que los síntomas y características vienen desarrollándose desde la adolescencia (…). Es común que se confunda (…) con otras patologías de la misma clase, como podrían ser la conducta criminal, la antisocial o la psicopatía.”). No es casualidad que en todas estas películas las historias de estos individuos retratados estén basadas en hechos reales. Ahora, este detalle, en lugar de sumar, resta, ya que lo sobreentendido se hace explícito, perdiendo en potencia y subrayando lo obvio. De más está decir que Michael Shannon es uno de los rostros más particulares del cine norteamericano actual. Con una mirada inescrutable, esos ojos impenetrables que irradian fuego y su metro noventa bordeando la locura, siempre está punto del sobresalto, de la explosión, pero también, es justo decirlo, sabe contenerse a tiempo. Vromen aprovecha esta cualidad y la utiliza, convirtiéndola en el caballito de batalla de la película, ya que los papeles secundarios pecan de flojos o de mal elegidos. Por caso, David Schwimmer (sí, ¡Ross de Friends!) como un tonto matón que pone a todos en problemas, o James Franco en un breve cameo que más que ser funcional a la trama distrae y obstruye el avance de la historia. Sin mencionar a Winona Ryder, a años luz de sus mejores interpretaciones, o Chris Evans (sí, ¡el Capitán América!) como otro sicario despiadado. Finalmente, The Iceman falla, aunque tiene un arranque potente y una premisa interesante, sumada a una más que correcta ambientación de época y un montaje clásico que bien predisponen al espectador. Pero tanto quiere hacerse pasar por una película del setenta que da como resultado, indefectiblemente, otro film sintomático de esta época: un artefacto retro sin vida, frío, inerte. Como esos cadáveres congelados que guardan Ritchie y Mr. Freezy en ese depósito desvencijado.
Padre, esposo, mercenario "The Iceman" es un drama biográfico basado en la vida real de Richard Kuklinski, un frío asesino a sueldo que mantenía una doble vida, por un lado como brazo ejecutor de la mafia y por otro como un ejemplar padre de familia que supuestamente trabajaba en el mercado de acciones. Lo interesante de esta historia está justamente en esta dualidad, ciudadano común - asesino a sueldo, un tipo que con todos sus problemas formó una familia, la quiso, le dio todo lo que un padre podría darle a su esposa e hijos, pero por otro lado mataba a sangre fría a cuanto tipo le señalara el mafioso Roy Demeo, interpretado por Ray Liotta. Una de las grandes virtudes del film tiene que ver con su protagonista; el ascendente Michael Shannon compone a un personaje bien atormentado, conflictuado por su doble personalidad pero a la vez tan frío que el título de la película no podría haber sido mejor. Su actuación es creíble y logra que el espectador se pueda conectar con un personaje tan difícil como un tipo inexpresivo, frío y de pocas palabras. Winona Ryder, casi desaparecida de la gran pantalla actualmente, también hace un buen papel como la esposa inocente de Kuklinski, y también se puede ver a un irreconocible Chris Evans dando vida a un personaje bien alejado de los que suele interpretar habitualmente. Con respecto a lo no tan interesante de este producto, podemos señalar el clima aletargado que le imprimió el director Ariel Vromen. Si bien el trabajo sobre los personajes es fabuloso y se buscó darle realismo al relato con respecto a los hechos que verdaderamente tuvieron lugar, le faltó un toque más de dinamismo, no en el sentido hollywoodense bruto, sino en el avance de las secuencias y en las sensaciones que produce el trabajo. Me percaté de que había momentos donde se suponía que el pavor o el asombro invadieran mi cerebro, pero en lugar de esto los asimilaba con la misma frialdad que exponía su personaje principal. En este sentido creo que a Vromen se le fue un poco la mano con el frío que proyectaba desde la pantalla y debió darle alguna vuelta de tuerca más a la relación trama - espectador. De todas maneras es un film disfrutable, de buena calidad interpretativa y de un realismo bien trabajado. A los que son muy impacientes en cuanto al ritmo de una película, tengan cuidado ya que no es lo más dinámico que van a ver en sus vidas.
En The Iceman, Michael Shannon interpreta a Richard Kuklinski, un asesino a sangre fría que prestó sus servicios a la mafia durante casi veinte años sin que su familia lo supiera. El director Ariel Vromen hizo un gran trabajo en la elección del protagonista pero no llega a plasmar la brutalidad de este hombre hacia su círculo más íntimo y termina por brindar una imagen de Kuklinski muy diferente de la real. Kuklinski no fue un asesino común y corriente. Se le atribuyen más de doscientas muertes y estuvo involucrado en el asesinato de Carmine Galante, jefe de la familia Bonanno y Paul Castellano, líder del clan Gambino, dos de las familias mafiosas más importantes de Estados Unidos. Se hizo célebre por sus extraños métodos, entre los que se destacaba dejar a sus víctimas atadas de pies y manos y esperar a que las ratas se las comieran vivas. Kuklinski filmaba esto con una cámara super 8 para que luego lo vieran sus contratistas y comprobaran que había hecho un buen trabajo. Vromen tenía una gran tarea al condensar en 90 minutos la historia de este hombre, quien cometió su primer asesinato a los 13 años de edad. Junto a Morgan Land tomó el período de tiempo en el que Kuklinski trabajó bajo las ordenes de Roy DeMeo (Ray Liotta), un miembro de la familia Gambino, que era conocido por cometer brutales crímenes en un bar de su propiedad. Director y guionista enfatizan las dos caras de este hombre que podía pasar de padre amoroso a asesino a sueldo en un abrir y cerrar de ojos. Pero en el camino dejaron de lado la violencia doméstica que sufría Debora, la esposa de Kuklinski, interpretada por Winona Ryder, quien ayer estuvo cumpliendo años. Sólo se limitaron a mostrar una explosión de rabia que finaliza con unos platos rotos y una pelea con un automovilista imprudente. Si bien no se logra plasmar esa violencia hacia su familia, sí se evidencia su crueldad hacia sus víctimas con sus complejos métodos para matar. Métodos que afina cuando se encuentra por casualidad con otro asesino a sueldo conocido como Mr. Freezy (Chris Evans) que usa como fachada un camión de helados. Vromen logra dotar a este film de un realismo no visto en otros del género y sería injusto encasillarla como una película más sobre la mafia. The Iceman es un drama sobre un hombre que debía hacer equilibrio entre dos mundos y no desmoronarse en el camino. Además hay pequeñas participaciones de James Franco y Stephen Dorff pero el que sobresale es David Schwimmer como un matón de la banda de DeMeo. El ex Friends vuelve a demostrar que no sólo es capaz de interpretar papeles cómicos. En conclusión, The Iceman es un drama que trata de alejarse de la clásica película sobre mafiosos para centrarse en la vida de este hombre que se hizo un lugar en el mundo utilizando la violencia y el asesinato para resolver cualquier problema que se le presentara. 3/5 SI Ficha técnica: Dirección: Ariel Vromen Guión: Ariel Vromen & Morgan Land Año: 2012 Género: Acción, drama Reparto: Michael Shannon, Winona Ryder, Chris Evans, Ray Liotta, David Schwimmer, John Ventimiglia, James Franco, Stephen Dorff.
Mi sicario favorito Ahora que la palabra sicario está de moda, hasta como si pronunciarla tuviera cierto charme, aquí está la historia de Richard Kuklinski, un verdadero adelantado del rubro. En los Estados Unidos, entre los años sesenta y ochenta, mató a más de cien personas y la “facultad” de que no le temblara el pulso (que matara gente como moscas, digamos) le valió el apodo de Iceman, o sea, “hombre de hielo”. Para quienes creen que este patrón viene con los genes, Ariel Vromen, director y guionista, caló unos vagos recuerdos de Iceman mientras era azotado por su padre con un garrote; no se trata de un gran aporte a la criminología, claro, pero vale como atisbo de Vromen para explicarse tamaño desorden mental. La película, en cambio, es mucho más que un manotón improvisado. Todo empieza por el gran, enorme Michael Shannon y otro protagónico de un alma atormentada. A esta altura, es tiempo de dudar sobre la salud del propio Shannon, el único capaz de competirle a Joaquin Phoenix en papeles extremos. Pero Shannon compone cada personaje de un modo único, irrepetible. La acción arranca en los años sesenta, cuando Kuklinski conoce a Deborah, su futura esposa (excelente Winona Ryder), y calibra sutilmente el desbarranque de este hombre hacia el descontrol total, como si el monstruo estuviera agazapado en el cándido inicio sin que nadie, especialmente Deborah, pueda notarlo. Vromen retrata con maestría digna de Coppola la insólita, inexplicable (y sí, repudiable) doble moral del asesino, impiadoso en sus vínculos con la mafia y protector con su familia, al tiempo que marca con dardos la ingenuidad de Deborah, hasta desnudarla en el desenlace, durante el arresto de Kuklinski en 1986. The Iceman es gran film que renueva la fe en un cine norteamericano honesto, intenso y sin artilugios.
El 23 de Marzo del año 2006 Richard Kuklinski murió en prisión de causas naturales. Pero si hay algo que no es natural fue su estilo de vida y profesión. Durante las décadas del setenta y ochenta se cree que asesinó a más de 200 personas convirtiéndose así en uno de los asesinos a sueldo más prolíficos de la historia de los Estados Unidos. Kuklinski utilizaba métodos muy particulares que involucraban desde picahielos, mazos, pistolas, ballestas y veneno (cianuro sobre todo) hasta roedores. En su biografía "El hombre de hielo" se cuenta la anécdota de que en una ocasión Kuklinski concurrió a una reunión en un yate con uno de los jefes mafiosos para quien trabajaba y presenció cómo éste arrojaba a una víctima al mar infestado de tiburones que lo devoraron vivo. Esto despertó la idea de trabajar con animales que terminaran el trabajo sucio por él. Pero como vivía en New Jersey, en vez de tiburones se hizo de una suerte de ejercito de ratas. Muchas veces enviaba a sus clientes filmaciones de sus ratas masticando los cuerpos aun con vida de las víctimas, pero ni siquiera ellos podían soportarlo, mientras que él confesó que podía pasarse horas viéndolas sin inmutarse. Con el tiempo sus ratas aumentaron de peso y tamaño (hasta como de gatos según cuenta en su biografía) logrando que él mismo les temiera, lo cual lo obligó a abandonar este método. Por este tipo de acciones y porque en muchas oportunidades congelaba los cadáveres de sus víctimas en freezers durante meses para que la policía no pudiera identificar la fecha de la muerte, se ganó el apodo de "The Iceman" (el hombre de hielo). A pesar de todo, Kuklinski era un excelente padre de familia que adoraba a su esposa e hijas quienes jamás sospecharon de su profesión hasta su aprensión varios años más tarde de su primera ejecución. Y de eso se trata The Iceman principalmente. La película comienza cuando Kuklinski (Michael Shannon en otra solida y convincente interpretación) conoce a su mujer y se muestra como un tímido sujeto que trabaja en la industria del porno como técnico de un laboratorio que se dedica a piratear negativos para la Mafia. Una de las virtudes del film es mostrar a un personaje con semejante dicotomía en su identidad. Conforme avanza la historia se puede observar cómo este hombre de familia siempre intenta estar para sus allegados, a la vez que su carrera como sicario se profundiza con crimenes cada vez más horribles, sangrientos y frívolos. Al principio de la película con Kuklinski ya tras las rejas y avejentado, uno de los carceleros le pregunta si se arrepiente de sus crimenes, a lo que él no contesta y da comienzo a la narración. A decir verdad no pareciera que estuviera arrepentido de lo que ha hecho ya que al final explica que (contrario a muchos otros asesinos seriales a tipo) él lo hacía por el dinero y para ofrecerle a su familia la vida que siempre quiso. Dicho esto, el único reclamo que se le podría llegar a hacer al novato pero (al menos aquí) sobrio director (Ariel Vromen) es que luego de lograr interesar al espectador con una contenida caracterización sujeta unicamente a necesarias escenas cruentas y revulsivas sin excesivos regodeos gore, provoca una inquietud de averiguar más sobre este sádico sujeto, lo cual indudablemente hará que se consulte en libros e internet y descubriremos que la historia real es aun mucho más sádica y suculenta que la película. Esto no significa que el tono en que Vromen cuenta su historia sea erroneo, sino que al contenerse y elegir este enfoque parecería como si hubiera dejado fuera otra importante y no menos real parte sin contar.