Mascar chicle Steven Fisher está ligado desde hace mucho al mundo del espectáculo, además de haber ganado un Oscar hace dos años por producir el documental The Cove, tiene una larga trayectoria como actor de cine y televisión, y también se animó alguna vez a dirigir: algunas veces documentales, otras veces cortos, un film llamado Just a Kiss, que le valió algunas poco rutilantes nominaciones que fue protagonizado por Kyra Sedgwick y Marisa Tomei en el año 2002. Tres Tipos Duros...
Las mañas no se pierden Los códigos entre viejas amistades del mundo mafioso es uno de los motores de este film dirigido por Fisher Stevens que reúne a verdaderos monstruos de la actuación: Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin. Val (Pacino) sale de la cárcel luego de cumplir una condena de veintiocho años, su mejor amigo Doc (Walken) está firme para recogerlo y ambos se unen con Hirsch (Arkin) para volver a las andadas. Las mañas están intactas a pesar de los achaques de la edad. Val sigue con sus adicciones, toma Viagra para rendir sexualmente con las prostitutas que visita, le pide dinero a Doc, y nada parece denerlo cuando tiene que forzar las cerraduras de negocios para robar o apoderarse de autos ajenos. Sin embargo, uno de ellos guarda un peligroso secreto a raíz del encargo de un antiguo jefe de la mafia. Tres tipos duros funciona porque tiene en su elenco a intérpretes de lujo que con su sola presencia justifican el precio de la entrada. Posiblemente no hubiese resultado con otras figuras. La trama crece al promediar el metraje y se sostiene por los momentos de humor, algunos (pocos) de violencia y una tensión permanente que se establece entre Val y Doc, con un arma que amenaza con disparar en cualquier instante. El vínculo que une a los personajes es muy fuerte más allá de que se trate de criminales que ya están en el ocaso de sus carreras y de sus vidas. La aparición de una chica violada, de una nieta recuperada por Doc y de un jefe que se hace escuchar por el teléfono, hacen de esta propuesta un entretenimiento válido y con un desenlace resuelto de manera original.
Tres tipos duros es un agradable mix de comedia, acción, camaradería, sentimentalismo, thriller y amistad que seguramente van a disfrutar mucho en el cine todos aquellos que crecieron junto a estos grandes actores viendo sus películas. Por eso el atractivo principal es verlos encarnando a unos mafiosos en el...
Dejen de darle viagra a Pacino Que tristeza. Que desconsuelo. Si habría que hacer un recuento de las mejores escenas de actuación pura de la historia del cine estadounidense, Pacino tendría varias en un Top Ten. Esa mirada iracunda, pero reprimida en la cena con Bonasera antes de pegarle el tiro en El Padrino; la llamada de Sonny a su pareja en medio del asalto de Tarde de Perros; la consternación de la injusticia de un tribunal en Justicia para Todos… Sérpico, Sérpico, Sérpico… la transformación en Cruising… Que animal era Al Pacino. Pasaron 30 años. Si bien no es novedad que Al es solo una caricatura de sí mismo, un imitador de sus lugares comunes, de Tony Montana – acaso el único personaje desbordado que vale rescatar, junto al villano de Dick Tracy, pero se trata de películas de por sí caricaturescas – verlo en una camilla desorbitado con una erección, hace pensar que ya está definitivamente para el retiro. Tuvo algunas interpretaciones decentes en los últimos años – principalmente en televisión – que vale la pena resaltar como las que hizo para Michael Mann en El Informante y Fuego contra Fuego, pero esa sutileza, esa expresividad y creatividad para hacer fácil lo difícil, para transformar lo sentimental en un juego, en algo genuino y no caer en el tic, en la mueca… ha desaparecido. Pacino tiene 72 años, pero aparenta 10 más. Está destruido. Su cara, curtida por los excesos está peor que la de cualquier personaje envilecido. Tres Tipos Duros, es una demostración de lo poco que duran los últimos galanes en Hollywood. No quiero recordar los trabajos que tuvo que interpretar Brando antes de quedar completamente en la vía, pero Pacino parece seguir su camino. La nueva película de Fisher Stevens, un gran actor secundario, que tuvo un gran momento en la serie de culto Early Edition, es una obra completamente ausente de ideas, que pretende generar humor a partir de situaciones inverosímiles que se repiten constantemente hasta llegar al punto absurdo de que los personajes se cuestionen como pueden seguir despiertos, seguir comiendo o seguir cogiendo. Esta autoconciencia, que en otro contexto podría resultar divertida, acá solo demuestra los huecos narrativos de un guión viejo, aburrido, ávido de ideas, que acude al humor vulgar, escatológico con el uso menos ingenioso que se pudo llegar a inventar. Tan previsible es la resolución de los chistes que ni siquiera se puede hablar de una bizarreada, de una comedia pasada de rosca, de espíritu retro. No, porque lo que Tres Tipos Duros pretende ser es una comedia dramática sobre personajes en el ocaso de su vida. Y si a eso sumamos subtramas acerca de la reconciliación familiar que encallan de manera tan forzada como imposible, entonces solo tenemos una buddy movie, que funciona por momentos. Es que si Pacino está pasadísimo de rosca - ¿hacia falta verlo aspirar cualquier medicamento como si fuera un Tony Montana de geriátrico o hacerle decir Uja hasta el cansancio? – es Christopher Walken el que le da un poco de coherencia a esta ridiculez. Walken esta vez está contenido, más austero, transmite ternura. Tiene esa templeza y calidez, genera esa empatía que producía con el personaje de Atrápame si Puedes: el padre que fue por el mal camino y necesita redención. La química con Pacino existe y en ese sentido, hay que reconocerle sus méritos a Stevens. La relación entre ambos personajes es el eje del film, y al menos eso no es ridículo. Alan Arkin, en su reducida participación también le aporta un poco de calidez, pero su interpretación está en piloto automático. Siempre es un placer verlo, pero esta vez, al igual que Pacino recurre a varios tics conocidos. Es una pena que Mark Margolis, actor de la escena under neoyorkina tenga una participación tan intrascendente. Al menos se podría haber armado alguna escena con Pacino con un chiste interno, teniendo en cuenta que Margolis tiene una corta pero recordada participación en Caracortada y Tony le volaba la cabeza en medio de un auto. Ver a Julianne Margulies nuevamente vestida como doctora pretende generar alguna nostalgia posiblemente, pero realmente no es un chiste muy inspirado, y en ese sentido, de las actrices secundarias que participan en la película lo más destacable es lo de Lucy Punch, la británica que ya había tenido una interpretación soberbia Conocerás al Hombre de tus Sueños, una fallida comedia de Woody Allen, demuestra su habilidad humorística una vez más, aprovechando la frialdad e ingenuidad del personaje que le toca interpretar. Tres Tipos Duros es una película tan rústica, tan convencional y previsible, tan erróneamente construida desde la narración que tanto sea para bien o para mal, de lo único que me interesa hablar es de las actuaciones. Ya sea por la decepción que me provocaron o por el brillo de algunos artistas que se salen de lo ordinario. Y sin duda, que la banda sonora contenga temas “nuevos” de Bon Jovi – de voz irreconocible prácticamente – demuestra que el film de Fisher Stevens debería haberse estrenado hace 25 años, cuando todos sus integrantes tenían un presente un poco más digno. Hoy en día, ni los nostálgicos podemos hacerles el aguante.
Parece que ya no hay proyectos para viejos actores más que los autoparódicos regresos de la "Vieja Guardia". Aquí, Pacino -cuyo personaje sale de la cárcel después de cumplir una condena de 28 años-, su amigo Walken (que está obligado a matarlo para cumplir con la venganza de un mafioso) y Arkin (que aparece bastante poco en pantalla) son los antihéroes del relato (apenas llevadero) en el que tomarán Viagra para tener sexo con prostitutas, robarán un auto deportivo y andarán a los tiros por allí. Hay algo orgullosamente grasa (bienvenido sea) en la propuesta, que no se atiene a los dictados del buen gusto, pero la cosa no va mucho más allá del "concepto" de los veteranos retomando la acción. Los tres aportan lo suyo con la profesionalidad de siempre y por allí deambulan las actrices en papeles menores y estereotipados. Es que esto es cosa de hombres (viejos). Los buenos muchachos están vivitos y coleando.
El actor y director Fisher Stevens aterriza en nuestros cines de la mano de tres grandes actores, Al Pacino, Alan Arkin y Christopher Walken, quienes interpretan a tres amigos complicados, cuyo momento de gloria fue hace 30 años, protagonizando algunos negocios turbios que incluían robos, tiros y algún que otro fiambre. Aquí y ahora Pasaron 28 años desde la última vez que Val (Al Pacino) y Doc (Christopher Walken) se vieron sin una reja de por medio; todos esos años no lograron atenuar la amistad que se profesaban cuando ambos eran hombres libres y jóvenes, tal es así que Doc lo espera a la puerta de la cárcel y se lo lleva a vivir con él. Lo que luego nos enteramos es que las intenciones de Doc no son gratuitas sino que, a pesar de ser honestas, sus reales intenciones tienen que ver con matar a su amigo Val, por razones justificadas que a medida que corre el film vamos descubriendo, A esta dupla sagaz se le suma el tercero en cuestión de la mano de Alan Arkin, quien interpreta a Hirsch, un dulce viejecito que luego de la muerte de su mujer terminó hospedado en un asilo por recomendación de su hija. Mientras los otros dos de la pandilla se dedicaban a las armas y las amenazas, la tarea de Hirsch era la de un simple espectador que en el momento adecuado arrancaba el coche y se dedicaba a perder a los policías o malhechores que los seguían. Un naif. El humor de lo patético Ante este panorama, la película recrea las aventuras de este grupo de aventureros venidos a menos, desde lo cómico y en solo 24 horas, conocemos toda la intimidad de esa extraña relación que los une después de tantos años. Lo interesante de esta película es en parte eso, en un tiempo límite conocer a fondo tres historias distintas, está bien logrado y se nota un muy buen trabajo de guión, a pesar de caer en algunos chistes obvios y chabacanos, podemos destacar que se logra un muy buen clima en toda la película y se mantiene al espectador constantemente entretenido. Lo malo es, como ya mencioné, lo obvio, lo esperable, el chiste verde americano del que ya estamos un poco cansados, la falta de originalidad en el sentido más cómico del film. Igualmente este no es motivo para dejar de ver esta obra, tenemos a tres grandes actores que dan sus mejores toques de comedia a un drama verdadero. Walken, Pacino y Arkin, aunque sobretodo los dos primeros, conquistan al público en los primeros 15 minutos, gracias a sus personajes malos pero humanos y con un dejo de justicia; digamos que ladrones y asesinos eran los de antes. Conclusión Tres tipos duros es una película chiquita, con grandes actores y pocas expectativas, que probablemente pase por nuestros cines sin pena ni gloria, eso no quita que los que la vayan a ver pasen un buen rato, de humor efectivo, con una moraleja típica pero esperada, y ese final feliz amargo.
Códigos eran los de antes Sostenida en las actuaciones de Christopher Walken y Al Pacino, Tres tipos duros (Stand Up Guys, 2012) vuelve sobre la redención de tres ladrones en el epílogo de sus vidas. Divertida, por momentos genial, la historia tiene su punto fuerte en la construcción de los atractivos personajes más que en las escenas de acción. Val (Al Pacino) sale de la cárcel luego de una larga condena. Ya anciano se reencuentra con su compañero de andanzas Doc (Christopher Walken) ahora retirado del crimen. Pronto, se reunirán con Hirsch, el tercero en discordia (Alan Arkin), y no tardarán en recuperar los viejos hábitos. Tener en una misma película a Christopher Walken y a Al Pacino juntos ya es una buena propuesta para acercarse al cine a ver esta película. Más aún, si ellos componen a los personajes que los llevaron a la gloria en sus respectivas carreras. Pero aún más, si la película los ubica en el fin de sus vidas, para hablar de los códigos y valores que los llevaron a ser amigos, por más malandras sean. Es difícil en el cine de hoy en día encontrar personajes queribles. Y lo es porque es difícil encontrar desarrollo dramático de los personajes. Todo parece centrarse en la acción y el despliegue visual. Por la vereda opuesta marcha firme Tres tipos duros, centrando su acción en sus protagonistas y en las decisiones trascendentales que deben tomar. Y siempre lejos del drama, con humor y simpatía. La película plantea toda una declaración de principios al respecto de los tiempos que corren: los personajes están del lado de la resistencia, a la vanguardia de lo moderno. Y ahí el chiste del argumento, deberán mostrar –y demostrarse- si todavía son capaces de hacer valer sus viejos códigos en el ambiente delictivo.
Tres tipos duros es una película que ya vimos en el pasado. Primero en Dos tipos duros (1985), con Kirk Douglas y Burt Lancaster y luego en The Crew (2000), también conocida como Una banda de cuidado, con Burt Reynolds y Richard Dreyfuss. El punto en común que tienen estos filmes es que fueron protagonizados por actores legendarios de Hollywood que interpretaron a mafiosos jubilados que después de mucho tiempo volvían a las andadas nuevamente. En el caso de este estreno la propuesta sigue la misma línea y termina siendo una película que se disfruta principalmente por el trabajo de los protagonistas. La dirección estuvo a cargo del actor Fisher Stevens, recordado protagonista de los clásicos ochentosos, Cortocircuito 1 y 2, quien hace poco se llevó el Oscar por ese tremendo y durísimo documental que fue The Cove, sobre el desastre que están haciendo los japoneses con la caza de delfines. Si bien Tres tipos duros presenta una historia muy similar a los filmes citados lo que la diferencia de esas producciones es el enfoque que eligió el director para contar este relato. Esta película brinda un retrato más melancólico y dramático de este grupo de amigos gángsters. Aunque el título hace referencia a tres personajes el film se concentra principalmente en Al Pacino y Christopher Walken quienes son los que sostienen el relato por completo. La presencia de ellos dos es lo que hace que esta producción valga la pena porque forman una gran dupla. Tres tipos duros es una película para disfrutar el trabajo de ellos. La manera en que Pacino, especialmente, compone el personaje del mafioso Val a través de la expresión corporal es extraordinario. La trama tal vez no te cuenta muchas cosas del pasado de este hombre pero en la interpretación de Pacino, sus movimientos y el modo de expresarse es donde encontrás la historia del personaje. Por eso tanto él como Walken siguen siendo esa clase de actores de los que quedan pocos y uno no se cansa de disfrutarlos aunque la película no sea memorable.
Este es uno de los films en donde los actores son todo, dado a que si los papeles los hubiesen interpretado otros nos encontraríamos ante algo diferente. Por ello, en la química entre Al Pacino y Chritopher Walken radica lo genial de la película y como el espectador se encariña y se mete con los personajes. Estos dos viejos sabuesos junto a otro grande, Alan Arkin, realizan un viaje de redención para limpiar sus pecados del pasado (a su manera) y generar unos nuevos pero con un deadline. Y es ahí cuando, a través de ricos diálogos, nos enteramos de sus miserias y bondades. Humor bien puesto y alguna escena de acción acertada resaltan el trabajo del actor devenido en director, Fisher Steven, quien genera un clima muy disfrutable y aprovecha esa nueva tendencia nostálgica que parece que se está asentando en Hollywood sobre los viejos estandartes que todavía pueden estar vigentes y no solo eso, sino que también pueden ser mejores que antes. Tres tipos duros es una película para disfrutar donde la nostalgia abunda y donde los personajes logran compartir algo muy bueno con el público: una buena aventura más.
Tres tipos viejos Cuando estaba viendo Tres Tipos Duros (Stand up Guys) me fue difícil no pensar en Clint Eastwood, aunque a la película le queda un poco grande la comparación. Me fue difícil porque me recordó mucho a Jinetes del Espacio (Space Cowboys) y a Gran Torino. La idea de despedida está dando vuelta en toda la película, la de último viaje, la de sacrificio final. La vejez consciente de un grupo de personas que en una época fueron respetados y hasta temidos. Lo que en Jinetes del Espacio hicieron Clint Eastwood, Tommy Lee Jones, Donald Sutherland y James Garner; en Tres Tipos Duros lo hacen Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin. Incluso se puede hacer un paralelismo entre las historias de Tommy Lee Jones y Alan Arkin, que son dos hombres que, al haber perdido a su mujer, viven pensando en el más allá desde el más acá. Las similitudes están, pero no escasean las diferencias tampoco. Fisher Stevens, un actor devenido director, todavía no alcanza los 50 años de edad, y se dispuso a hacer una película mostrando a un grupo de veteranos en el declive de su vida. El resultado es una mirada mucho menos respetuosa y más paródica que la de Eastwood. Lo que Clint muestra como un hombre que no encaja con el mundo actual, pero que no pierde su postura, su rigidez (100% autobiográfico), y es incluso heroico; Stevens lo hace más para el lado de la parodia, mostrando las miserias y el patetismo, además de esa reivindicación necesaria. Miseria y patetismo que pueden dar gracia, pero que no es del todo justo con el personaje. Es que, convengamos una cosa, Clint Eastwood es un director de cine, y Fisher Stevens no. Para colmo el guionista de la película es Noah Haidle (¿Quién?), que según IMDb es un principiante. Al ver la película te queda la idea de que los actores fueron desperdiciados. Por momentos es difícil no disfrutar a estos actores, al menos no sonreír al escuchar un diálogo, al ver un gesto. Es que las caras de estos tipos te ocupan toda la pantalla, y cuando están los tres juntos es como que no hay nada más ahí, porque no entra. Quizás ya no por lo que hacen, sino porque uno es consciente de lo que hicieron. La estructura de la película es demasiado simple. Es tan simple que parece una excusa para ponerlos a ellos tres en pantalla. El eje principal son ellos y su "viaje", y en el medio se le engancharán pequeñas historias no muy desarrolladas, incluso algo improvisadas y desganadas; como la historia de la nieta de Christopher Walken, que es cerrada a las apuradas y que pasa desapercibida. Tres Tipos Duros es una película que dentro de un tiempo no recordaremos, y si no la recordaremos no puede ser una despedida. Así que ya saben, nos deben una de verdad...
Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin. Tres grandes nombres, tres actorazos que vienen desde hace décadas trabajando y cada uno tiene en Hollywood un lugar privilegiado que han sabido ganarse. Pero si hay algo que nadie puede vencer, es el paso del tiempo. La película en cuestión, dirigida por Fisher Stevens, sucede toda en un día, un día largo y muy especial para cada uno de los tres protagonistas. Al Pacino es Val, quien acaba de salir de la cárcel tras 28 años preso por un crimen del cual no fue del todo culpable, y es recogido por su gran amigo, Doc (Christopher Walken), quien tiene la tarea de asesinarlo ya que lo consideran culpable de la muerte del hijo de la cabeza del "negocio", y es por eso que intentará hacerle pasar unos buenos últimos momentos. Entre los caprichos de Val está el sexo, la bebida, la comida y claro, los problemas, que pueden ir desde los propios de su edad hasta aquellos en los que decide meterse él y a sus amigos. Y es que entre sus planes, también está el revivir los viejos (¿y buenos?) tiempos, y para ello también tienen que contar con Hirsch (Arkin), que está internado en un asilo y lo liberan de allí, y es quizás el más interesante de los tres a nivel de construcción. El film, una comedia de acción, comedia dramática, buddy movie, con varios gags (algunos más efectivos que otros), se va "enterneciendo" a medida que llega al final, para caer en una resolución edulcorada. Walken está correcto, tranquilo, en su personaje. Pero lo acompaña un Al Pacino ya casi ridículo y una banda sonora con temas "originales" de Bon Jovi. Arkin sobresale por el corazón que le pone a su papel y acompaña también una Julianna Margulies enfundada en el delantal de enfermera (¿les suena?). Supongo que últimamente nos gusta sentir nostalgia y por eso se la pasan haciendo programas y películas que, o nos trasladan directamente a aquellas épocas, o pretenden homenajearlas, por ejemplo acá, con estos actores que ya supieron pasar sus mejores momentos. Quizás con un guión más parejo y menos trillado, se podría haber logrado un producto más redondo.
Quemar los últimos cartuchos ¿Qué ver cuando uno ve Tres tipos duros? ¿El medio vaso lleno o el medio vaso vacío? Medio vaso lleno: al menos actúan Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin. Medio vaso vacío: ni ellos pueden salvar la película. Aclaremos: esta comedia de acción, que procura la autoparodia y jugar con los anacronismos, no es bochornosa. Parte de una idea divertida: el reencuentro de tres ex delincuentes de la tercera edad que queman sus últimos cartuchos de descontrol. Una pena que el guión sea tan chato, carente -salvo en unas pocas de secuencias- de ingenio, adocenado. Al comienzo, Val (Pacino) sale de una prisión en la que estuvo más de un cuarto de siglo. Doc (Walken) lo espera afuera: con emoción y con la orden de asesinarlo. De ahí se van a un prostíbulo, regenteado por la hija de la madama que conocían. Val no logra levar anclas; por eso asaltan una farmacia: Val se pega un descomunal viagrazo, mientras Doc roba medicamentos para la presión y las cataratas. ¿Suena gracioso? Bueno, de ahí en adelante se sucede una picaresca -más que previsible- centrada en la erección perenne del personaje de Pacino. Algo así como ver a los adolescentes de Porky’s comportándose igual, pero después de los 70 años. Bien lejos de los cirujanos y de los buenos ajedrecistas, desde la inevitable imprecisión de la subjetividad, digamos que en ciertas escenas uno siente que no sólo los personajes incurren en el patetismo y el ridículo. No se trata, desde luego, de un problema de interpretación. Tampoco de un rechazo a reírse de uno mismo, actitud saludable en la ficción y en la vida. El tema es ser ocurrente, y esta película no lo es; una falla insalvable incluso para los grandes actores. Tres tipos... tampoco es verosímil; algo que, en este tipo de productos, no tiene mayor importancia. Pero, ya que se tira el corsé de la verosimilitud, ¿por qué no desatarse y ser irreverente? La trama -a la que se sumará Arkin, rescatado por sus amigos de un geriátrico- apenas resulta tímidamente simpática. Peor: a medida que avanza, va poniéndose más sentimentaloide, con por un tufillo redentor/moralista: aquello de los delincuentes con viejos códigos. Pero bueno, ahí van nuestros héroes/antihéroes de buddy movie , entre chicas que podrían ser sus nietas, drogas prescriptas y balaceras. Quien quiera ver, que vea.
A la vejez, humor El cine norteamericano, parece, ha decidido tomarse la vejez (o, mejor, la madurez) con humor. Sin ir más lejos, hoy coinciden tres estrenos en los que sus protagonistas (Arnold Schwarzenegger y Billy Crystal, en el caso de las otras dos novedades) se burlan de sus propias dificultades, sobre todo de las físicas. En este reino de la autoparodia, Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin se llevan todos los lauros con una comedia que no sólo no le tiene miedo al ridículo sino que hace de la sátira sobre los problemas de la edad su bandera y emblema. Ellos son los tres tipos duros a los que alude el título local, gángsters de poca monta que -por distintos vericuetos de la trama que es mejor no adelantar- están ya bastante jugados, sin demasiado que perder. Después de mucho tiempo (el Val de Pacino acaba de salir de la cárcel luego de purgar una pena de 28 años), los tres amigos se reencuentran y pronto volverán a las andadas. Claro que no sin inconvenientes: entrarán en una farmacia para robar medicamentos para sus múltiples achaques y deberán apelar a pastillas vigorizantes cuando visiten a unas atractivas prostitutas. Por supuesto, tratándose de una historia ambientado en el submundo de la mafia hay amenazas, riesgos y tiros, pero ni al guionista Noah Haidle ni al director Fisher Stevens parecen importarle demasiado las escenas de acción (la catarata de enredos remite a películas como Después de hora , de Martin Scorsese). Tampoco hay aquí demasiado vuelo a la hora de las escenas más dramáticas, ya que resulta bastante superficial, torpe y sentimental la forma en que los realizadores plantean las relaciones entre padres e hijas. Por lo tanto, el placer queda limitado aquí a disfrutar del histrionismo de los dos protagonistas (Arkin está poco tiempo en pantalla). En este sentido, tanto Pacino como Walken (se) divierten con situaciones muchas veces extremas, absurdas, tan inverosímiles como simpáticas a la vez. Lejos de los personajes "importantes", de las películas prestigiosas que han hecho muchas veces en sus largas carreras, aquí Pacino y Walken deben apelar al humor simple y efectivo para redondear una comedia liviana y en varios pasajes bastante eficaz. Los buenos actores, los verdaderamente generosos, son aquellos que logran sortear con dignidad y hasta lucirse en pequeñas, previsibles y efímeras películas como Tres tipos duros .
Viejos, gruñones y armados al por mayor Un trío de ex muchachos de avería vuelve a reunirse, con intereses encontrados. Tanto como que a uno le encargaron, por ejemplo, asesinar al otro. Nueva “comedia geriátrica”, esa bolsa de trabajo para viejas glorias de la actuación. Se la llama “comedia geriátrica” y tal vez se trate, más que de un género cinematográfico, de una bolsa de trabajo para grandes glorias de la actuación. Jack Lemmon y Walter Matthau, en Dos viejos gruñones (1993). Clint Eastwood, Tommy Lee Jones, Donald Sutherland y el gran James Garner, en Jinetes del espacio (2000). Jack Nicholson y Morgan Freeman, en Antes de partir (2007). Maggie Smith, Judi Dench, Tom Wilkinson y Bill Nighy en la reciente El exótico Hotel Marigold (2012). Ahora les toca el turno a Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin. Cae de maduro (con perdón por la expresión) que, siendo la edad todo un tema, el motivo de la última misión y el del regreso y despedida tienen que preponderar en esta corriente de películas. Es lo que sucede en Tres tipos duros, donde un trío de ex muchachos de avería vuelve a reunirse, con intereses digamos que encontrados. Como que a uno le encargaron... eh... asesinar al otro. “No se te ve muy bien”, le dice Doc (Walken) a Val (Pacino), cuando lo va a buscar a la salida de la prisión. “Bueno, a vos parece como si se te hubiera caído la cara”, retruca el otro, no sin razón. Allá lejos y hace tiempo, Doc era el especialista en abrir cerraduras. Val, el hombre de acción. Falta el chofer, que ya va a aparecer, pasada la mitad del metraje. Se trata de Hirsch (Alan Arkin), a quien los otros dos van a rescatar literalmente del geriátrico, con intención de concretar el nunca bien ponderado “último plan”. Pero sucede que cierto temible mafioso llamado Claphands (el igualmente notable Mike Margolis, conocido sobre todo como sádico asesino de Scarface o gurú judío de Pi) lo tiene agarrado de... digamos que lo tiene bien agarrado a Doc, a quien le pidió uno de esos “favores que no pueden rechazarse”, para decirlo en términos Corleone. ¿O no fue acaso alguna vez Pacino Michael Corleone? Antes de pasar 28 años en prisión, Val dejó sin hijo a Claphands, y ahora Claphands quiere dejar sin Val a Val. Doc es el encargado de hacerlo. Vista con más amabilidad, la razón de ser de la comedia geriátrica tal vez sea, en verdad, el simple y bello placer de volver a ver en escena a esos tipos tan queridos. Así que es cuestión de arrellanarse en la butaca y disfrutar de las cargadas mutuas, el juego de oposiciones: la altura de Walken, el escaso metraje de Pacino; la explosividad de este último y la infinita tristeza del otro; el empilche cuasi menemista de Val y la sencillez de jubilado de Doc. Disfrutar, claro, de las largas conversaciones, que en manos de Tarantino hubieran sido perladas y aquí son... largas conversaciones. Sostenidas por dos tipos que desde hace siglos saben de memoria qué significa “estar en escena”. Tres tipos: falta Alan Arkin. Los tres hacen de sí mismos. Pacino gesticula mucho y habla fuerte y cascado. Walken parece un vampiro viejo (desde hace más de veinte años que parece un vampiro). Arkin luce jovial y tristón al mismo tiempo. Alrededor de esas tres presencias, el guión escande fórmulas (la tristeza de Doc por su larga separación de hija y nieta; la obvia inminencia de un reencuentro) y gruesas costuras (la enfermera que atiende a un Val que se pasó de Viagra resulta ser la hija del tercer compinche; la camarera que atiende a Val y Doc resulta ser... bueno, se supone que esto no debe revelarse, aunque cualquiera se dé cuenta). Secundario de esos que uno vio en un montón de películas y series (comedias, sobre todo) sin saber cómo se llama, en su segundo trabajo como realizador, Fisher Stevens hace básicamente eso: trabajar. Ponerse detrás de cámara como quien se pone el overall. Lo más divertido de Tres tipos duros son seguramente las tres visitas al burdel capitaneado por la muy simpática Lucy Punch (la call girl semianalfabeta de Conocerás al hombre de tus sueños), con Pacino bajándose un frasco de Viagra y Arkin revelando insospechadas dotes amatorias. Lo peor, el maldito amor de los yanquis por las armas, que hace que todo resulte chupado por una suerte de aspiradora argumental que lleva fatalmente a un final con sangre y fuego. Final destinado a convertir a los tres simpáticos viejitos en la clase de feroces justicieros en los que al público de allá le gusta reflejarse.
Una lucha contra el paso del tiempo Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin, grandes actores de épocas mejores, protagonizan un film inofensivo, con una historia débil que apenas se sostiene por las actuaciones, algunos chistes y los momentos autoparódicos. A esta altura de sus trayectorias parece ser que a algunos actores no les queda otro camino que protegerse en la autoparodia. Fiera venganza del tiempo –los últimos films de Marlon Brando valen como ejemplo–, el sistema Hollywood deja lugar a esas leyendas solamente para que aborden papeles de compromiso, sólo redituables para su cuenta bancaria que terminará en manos de sus herederos. Tres tipos duros es una muestra de esta clase de cine y allí están Al Pacino, Christopher Walken y el más veterano Alan Arkin, acaso recordando mejores épocas y notables films donde ofrecieron su talento durante dos o tres décadas. La película de Fisher Stevens es inofensiva y no provoca molestia alguna debido a su perfil bajo y a su mínima historia que transcurre en pocas horas, donde Val (Pacino) sale de la cárcel y se reencuentra con Doc (Walken), quien tiene la misión de asesinarlo. En efecto, se está en el terreno de la buddy movie (casi) geriátrica, con algunos chistes felices y otros no tanto, con momentos autoparódicos que remiten a Scarface y Carlito’s Way de Brian De Palma y a El rey de Nueva York de Abel Ferrara, donde los personajes centrales ya están en época de retiro y necesitan consumir viagra para potenciar sus alicaídas destrezas sexuales. En esa debilidad argumental se debate el film, que sólo se sostiene por la dupla actoral (Walken más controlado que Pacino), ya que el tercero al que invoca la traducción del título original (el personaje de Alan Arkin), sólo tiene una intervención episódica, acaso el segmento más digno de una película inestable. En realidad, la estructura de Tres tipos duros es exclusivamente capitular, ya que el recorrido alter hour de Val y Doc se manifiesta a través del encuentro con personajes secundarios, en su mayoría mujeres. Por allí aparecen Lucy Punch (Conocerás al hombre de tus sueños) y Vanessa Ferlito (Death Proof, capítulo de Tarantino) en performances que requerían de mayor intensidad. Pero otra novedad –y acá retorna el recuerdo de un mejor cine del pasado– es la breve intervención de un tal Mark Margolis, como enemigo de Val y Doc y hace 30 años en la piel del siniestro personaje al que Tony Montana le volaba los sesos en Scarface! dentro de un auto. En Tres tipos duros se establece más de una vez la siguiente prédica: mascar chicle o patear culos. En la película hay demasiada goma de mascar y casi nada de lo segundo.
De códigos y lealtades Luego de 28 años a la sombra, Val (Al Pacino) sale de prisión y es su viejo amigo y secuaz Doc (Christopher Walken) quien lo espera para darle la bienvenida a la libertad y ofrecerle su hospitalidad. Ambos formaban parte de un trío delictivo que trabajaba para un capo mafia que aún controla los movimientos de Doc, y hasta le exige que lleve adelante un "trabajo" muy especial. El otro miembro es Hirsch (Alan Arkin), actualmente internado en un asilo de ancianos. Los tres viejos compinches no tardan en reunirse y rememorar viejos tiempos, en burdeles, a bordo de autos y perseguidos por la policía y hasta a dar algunos tiros para salvar el honor de una dama. Con varios elementos que remiten al clásico "The Blues Brothers", pero sin números musicales mas sí buenas canciones de soul y blues, estos "Tres Tipos Duros" ofrecen, en principio: dos grandes actuaciones por parte de Pacino y Walken, este último genial en su rol de tipo agobiado por la carga de una labor por hacer, y también por lo hecho. Paino sencillamente luce formidable, esta vez dándole una vuelta más al personaje de un pistolero de poca monta, pero con códigos inquebrantables. Ágil, divertida y con destacadas actuaciones en general, esta película no es precisamente original, pero entretiene con calidad, que no es poco.
No es una gran película. Apenas el soporte para que tres leyendas del cine se reúnan. Tres exmuchachos duros, gansters en decadencia. Uno sale de la cárcel después de 28 años sin vender a sus compañeros. Otro va a buscarlo pero tiene el encargo de matarlo. Un tercero esta en un geriátrico. Solo tienen una noche donde quieren pasarla bien, no son finos, no piden mucho. Pero están Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin. Por ellos vale.
Así como en LOS INDESTRUCTIBLES los héroes de acción de los ochenta se rendían un auto homenaje, en esta oportunidad parece ocurrir algo similar pero con un terceto de veteranos ganadores del Oscar. El resultado: una comedia geriátrica, con toques de thriller de acción, artificial, trillada y con pocos momentos realmente divertidos. De todas formas, encontrarse con este trío de enormes actores compartiendo la pantalla es un aliciente, que los buscadores del cine pasatista, sabrán apreciar.
Tiempos mejores Hay más de un problema de tono en Tres Tipos Duros. Los que esperen una comedia apenas si van a encontrarla. Los que esperen una película de acción (aunque no sé cuántos podían esperarlo) no van a encontrar mucho de eso. Los que tenían ganas de ver una película en la que tres próceres arrugados de la pantalla se juntan con una excusa no muy interesante para pasarla bien juntos podrían llegar a encontrar algo de eso, pero no explotado a fondo. Una película, por supuesto, puede mezclar tonos y explorar, pero en más de un caso la sensación que deja Tres Tipos Duros es la de una película que planea sobre la superficie de dos o tres posibilidades para finalmente decidirse por el corte más simple. Lo cual, si uno llega hasta el final, puede rendir sus frutos. Vamos a desterrar el primer error de esta película: Tres tipos duros (a pesar de su título de estreno local) no es una película sobre tres amigos vejetes que se vuelven a reunir. Alan Arkin, el tercer amigo, en realidad apenas si aparece unos 20 minutos y es más bien un secundario. Ese posiblemente sea el peor error de la película: mostrar poco su mejor atributo. Cuando Arkin está en pantalla, los diálogos chispean, la fotogenia estalla y la comedia sobre la tercera edad toma cuerpo verdadero. Pero dura poco. La mayor parte pasa entre dos tipos duros: Walken y Pacino, que parecen haberse alejado ya demasiado de los tiempos en los que sabían cómo decir una frase. Por si a alguien le quedaba alguna duda (después de su breve paso por Jack y Jill), queda definitivamente comprobado: Al Pacino no funciona en la comedia. No sabe cómo llevarla. No puede manejar el timing. Es demasiado Al Pacino todo el tiempo (o, más bien, esa versión desmejorada de sí mismo en la que se ha convertido): el bronceado fosilizado, el gel en el pelo, la voz rasposa. Los chistes caen como piedras en el piso. A eso se suma un Christopher Walken retraído, ausente, probablemente como medio para construir su personaje. El resultado de ese trabajo es prácticamente una ausencia que atraviesa la película y que estalla por el costado emotivo hacia el final: un cálculo virado hacia el relato clásico. Cuando Tres Tipos Duros asume finalmente la historia que quiere narrar (y deja de preocuparse por mostrar que los viejos también pueden ser adolescentes), encuentra su justificación. Todo lo que lleva hasta ese momento es un poco lento, como momentos de una historia/trámite que tenemos que atravesar para descubrir finalmente por qué era que tenían que importarnos estos personajes: no son los chistes, no es la posibilidad de volver a ver a estos actores (en un sistema del cine preocupado por esconder a los viejos), es la historia sincera de un hombre arrepentido y viejo. Los lugares comunes y cierta corrección político/amable (que, paradójicamente, incluye chistes sobre el viagra) rondan a esta película que, con todo, existe como una anomalía dentro del cine de hoy. A lo mejor por eso busca a los tumbos su tono. El homenaje a décadas pasadas (explícito desde la música) choca con la tortuosa construcción de chistes al estilo Nueva Comedia Americana (la cual, se sabe, no sobrevive fuera de la juventud y la velocidad). El resultado puede llegar a ser interesante.
Anexo de crítica: -Lo que parece una excusa para reunir a grandes actores de la talla de Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin, aunque es justo decir éste último con una fugaz aparición en pantalla, tiene muy poco de película y mucho de telefilm en el que los actores apelan a la auto parodia y al uso de sus cualidades interpretativas para enriquecer un guión con muy poco material interesante. La fórmula que dio sus frutos a los viejos héroes de acción con las dos Expendables aquí parece quedarse a medio camino y tal vez eso se hubiese reparado con un mejor director.
Magnífica trama policial con tres pistoleros del atardecer Una pelicula en la que dos actores formidables como Al Pacino y Christopher Walken aparecen juntos en más del 90 por ciento de las escenas es algo para ver, y sobre todo si en varios momentos culminantes están acompañados por otro talentoso, nada menos que Alan Arkin. Pero, aunque esta comedia policial empiece dando la sensación de que se trata de un film más o menos común, con el trío estelar como único punto de interés, es todo lo contrario. Una de las grandes cualidades de esta memorable película es su sencillez y absoluta falta de pretenciones, lo que hace entrar al espectador en una trampa preparada con astucia para bajarle la guardia antes de meterlo en un vertiginoso, divertido y emocionante viaje por la última noche de tres viejos amigos que no se ven desde hace un cuarto de siglo, y que sin embargo sólo al reunirse comprenden que su amistad es lo que verdaderamente le dio sentido a sus vidas. La historia comienza con Al Pacino saliendo de la cárcel para ser recibido por su amigo y ex secuaz Christopher Walken. Ambos se dicen que lucen horribles, se dan un abrazo que les da un poco de asco, y luego el recién liberado se queja del auto viejo y el departamento barato donde su colega ofrece alojarlo. El dueño de casa tiene siempre lista una pistola cargada y pronto, mientras su amigo insiste en salir de juerga, el espectador entiende que el amigo de la pistola tiene el encargo de matarlo esa misma noche, con una dead line que no puede pasar más allá de las 10 de la mañana del dia siguiente. Durante la juerga, que comienza con varias visitas a un burdel gerenteado por la hija de la madame del antro que alguna vez frecuentaban (la joven prostibularia, Lucy Lux, también aporta una actuación extraordinaria) y el robo a una farmacia para conseguir Viagra para volver al burdel mejor armado, además de remedios varios para la tercera edad, el argumento también revela que Pacino tiene totalmente claro que su muerte es inminente y que su verdugo sin dudas será su mejor amigo. Mientras víctima y victimario aclaran la situación, sin rencores, aplastando las pastilla contra la hipertensión en la barra de un bar para aspirarlas como si fueran las líneas de cocaína de sus viejos buenos tiempos, el argumento sigue revelando más cosas, como que Pacino pasó los 28 años en la cárcel sin delatar nunca a sus amigos y cómplices, seguro de que el jefe mafioso que organizó el fallido golpe por el que lo encarcelaron pide por su cabeza al culparlo de la muerte de su inexperto hijo durante el asalto, que por otra lado el muerto se encargó de arruinar. Dado que quedan algunas horas para matar antes de la matanza propiamente dicha, los dos viejos amigos deciden ir a buscar a su tercer camarada y cómplice, Alan Arkin, moribundo y conectado a una especie de pulmotor en un deprimente lugar para ancianos con un pie en la tumba. Allí todo cambia, dado que el trío, una vez completo, se convierte en una especie de espejismo real de lo que alguna vez fueron. El argumento sigue dando revelación tras revelación, transformando lo que parece una comedia policial ordinaria con gangsters fisurados en una extraordinaria película existencialista. Como actor que es, el director Fisher Stevens supo cómo sacar el rango exacto de los tres protagonistas (increíble ver a un Walken haciendo del tipo moderado, por ejemplo) además de saber incluir en el momento perfecto al elenco secundario, con exactas actuaciones de Mark Margolis (un villano abominable a tope), una dulce Addison Timlin y una castigada y lista para castigar Vanessa Ferlito. Como auténticos pistoleros del atardecer, estos antihéroes partirán hacia una puesta de sol increíblemente iluminada por Michael Grady. En medio de todo esto, el espectador no tendrá tiempo de reflexionar demasiado entre las carcajadas desaforadas, la emoción incontenibe o la brutalidad de las palizas y tiroteos. Esa es precisamente la gracia de esta pequeña obra maestra, que recomendamos firmemente ver en cine antes de no poder dejar de verla empezada cada vez que la pasen en el cable.
El "revival" resulta efectivo "Tres tipos duros" es un revival nostálgico de viejos héroes en decadencia, con buena química entre sus actores estrellas -Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin-. Pasar casi un cuarto de siglo en la cárcel, recuperar la libertad y empezar de nuevo, no es algo fácil. Quizás esto es lo que piensa Val (Al Pacino) cuando abandona la prisión y encuentra a su amigo Doc (Christopher Walken) esperándolo. El no sabe que algo pasó y la presencia del amigo, no tiene la seguridad de los viejos tiempos. Aunque no lo sepa, lo que sigue, será, evocar el pasado, los viejos negocios ilegales y mostrar las "nuevas adquisiciones". En el caso de Doc (Christopher Walken), un decrépito departamento, eso sí, con televisor por cable y nuevos cuadros nacidos de su afición por la pintura, o recordarle que el "otro" del terceto que conformaban en otra época, Hirsch (Alan Arkin) está en un geriátrico. A pesar de todo habrá tiempo para todo, chicas, tiros, autos ultramodernos y enfrentamientos con viejos enemigos. CON BUENA QUIMICA "Tres tipos duros" es un revival nostálgico de viejos héroes en decadencia, con buena química entre sus actores estrellas -Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin-. Un tanto lenta en el comienzo, pero que se rehabilita y entretiene a medida que avanza en su desarrollo, es un filme que trae el recuerdo de viejas películas de gángsters, en las que la acción era lo principal. Hay buenas actuaciones de sus protagonistas. Un Alan Arkin que sale de la casa de ancianos para manejar a alta velocidad y formar tercetos eróticos con sus viejos compañeros. La presencia de una simpática Lucy Punch, como Wendy, la joven que regentea la "casa de citas" del barrio, una promisoria Addison Timlin, que hace el papel Alex y es la nieta de Hirsch (Alan Arkin) y atractiva música que incluye temas de Jon Bon Jovi, hacen de éste un filme para disfrutar. En el final se incluye una dedicatoria a Bingham Ray, uno de sus productores, que fomentara el cine independiente permitiendo que el gran público accediera a grandes producciones de bajo presupuesto.
Stand Up Guys es un ejemplo de como la industria, a la hora de pensar en protagónicos para adultos mayores, no sólo tiene pocas ideas, sino que de un tiempo a esta parte hay fundamentalmente una que se destaca. Aún con Christopher Walken, quien recientemente tuvo un rol de peso en Seven Psychopaths, y Alan Arkin, nominado al Oscar por su papel de reparto en la gran Argo, es posible sostener que se prioriza la autoparodia y la comicidad de la vejez. Las casualidades de la distribución llevan a que, en la misma fecha, se estrenen otras dos películas que ponen en evidencia esta situación: Parental Guidance, con los abuelos "copados" de Billy Crystal y Bette Midler, y The Last Stand, western que, si bien se ríe de la edad de Arnold Schwarzenegger, funciona sobre todo por no hacer del chiste una constante en clave The Expendables. Desde luego que esto no supone necesariamente un problema, pero cuando se tiene una dupla de intérpretes como los arriba mencionados junto a Al Pacino –que hace más de una década que no encabeza un film digno de su carrera- y la humorada no funciona, es imposible no llegar a la conclusión de que se ha desaprovechado un talento que raramente se vuelva a juntar. El actor Fisher Stevens es quien se pone detrás de cámaras para un trabajo que se sostiene fundamentalmente por su plana principal, un trío mayor que se dispone a dar vuelta la mesa y volver, por una última noche, a los viejos tiempos. Las posibilidades de estar frente a una buena comedia que, por la sola premisa, podría tener fuertes dosis de emoción, se diluyen a medida que esta avanza, con una notable carencia de ritmo. El director les da a sus personajes alcohol, drogas sin receta, Viagra, armas y un auto veloz con el objetivo de hacer que esa vuelta al pasado sea tan dinámica y excesiva como sea posible, no obstante si bien ellos se mueven y cumplen, es él quien nunca pasa de primera por miedo a quebrar el tempo geriátrico. Es Noah Haidle, desde su guión, quien termina de dictaminar la suerte de Stand Up Guys. Lo que debió haber sido una emotiva noche de despedida en clave humorística, hace agua por ambos costados. El impacto dramático del castigo que se impuso sobre Val y Doc es menor y no termina de convencer del todo, más allá de que la excelente banda sonora ayude en determinados momentos de inspiración. Sin embargo, es su faceta cómica la que recibe el golpe de un libreto cómodo que teme traspasar la barrera de lo banal, y necesita ofrecerle a sus protagonistas "aditivos juveniles" para evitar que entren en contacto con sus sentimientos y entreguen una comedia más profunda. Al autor parecería no importarle que Alan Arkin no hace tanto se haya hecho de un premio de la Academia como un abuelo cocainómano o que Christopher Walken aún pueda calzarse la cartuchera y entregar a un genial delincuente psicópata. En la consideración de lo que escribió, si se le da drogas y armas a un anciano, eso es gracioso. Para Haidle y Stevens, este no es un país para viejos.
Irse con poco estilo Allá por 1979 se estrenaba Going in style, con los veteranísimos George Burns, Art Carney y Lee Strasberg, quienes interpretaban a tres amigos que decidían ponerle un poco de emoción a ese instante de parón en la vida que es el de la vejez, robando un banco. Era, también, una forma de homenajear al pasado: en el cine el pasado siempre es el cine; esas imágenes que como ninguna han estampado la leyenda, y la leyenda se construye, obviamente, con tiempo. Y el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, y se ve que la mezcla de comedia y policial es la que ha elegido Hollywood para que algunas viejas glorias decidan expresar una forma de estar vivos. La comedia, que es la de mostrarse un poco patéticos y reírse de sí mismos, y el policial, o ese amor por las armas que tienen los norteamericanos y con las que de demuestran que aún son hombres de acción. Curiosidad: si la película en vez de estar protagonizada por viejos es protagonizada por viejas, las mujeres descubrirán su potencialidad para el sexo maduro y en vez de andar a los tiros. Tres tipos duros (que en verdad son dos: Alan Arkin no tiene más que una participación) es como una reactualización de aquel irse con estilo: a la comedia geriátrica con elementos de policial se le agregan drogas, prostitutas, justicia por mano propia, entre otros componentes más de estos tiempos del cine. El ex criminal Val (Pacino) sale de la cárcel luego de cumplir 28 años en prisión y lo espera Doc (Walken) uno de sus viejos cómplices, quien además de la hospitalidad tiene un trabajo: debe asesinarlo. Lo que hace el director Fisher Stevens es plantear esto como un drama crepuscular, con elementos de comedia y violencia que van puntuando una travesía nocturna como en Después de hora: ambos compartirán la noche y, cuando amanezca, el trabajo debe sellarse. Pero como Val sabe lo que le espera, el juego sobre el suspenso pasará por ver cómo cada uno se hace cargo de su rol, con sus códigos intactos. Más allá de lo que cuente el film, o de lo que intente hablar (el paso del tiempo, la pauperización de los códigos del pasado), hay que decir que el centro del relato es indudablemente lo extra-cinematográfico: es la autoconsciencia de un grupo de veteranos de la industria del cine que deciden resignarse a ser material de descarte y demostrar que, aún viejos, pueden entretener a las masas. Suponemos que hay en ese movimiento una crítica a un sistema, que es el del negocio del séptimo arte, que no le otorga un lugar a los veteranos. Y esto es, convengamos, una verdad a medias: por ejemplo tipos como Clint Eastwood han sabido ocupar su lugar con una mirada universal y a la vez personal. Cualquier película de los 90’s de Eastwood, cuando protagonizaba y tenía la edad que ahora tienen los Pacino y los Walken, era más interesante que esta comedia policial que apenas puede rankear como simpática. Pensemos también en los héroes de acción que hoy integran Los indestructibles: pero Pacino, actor del método como es, no aceptaría tal ejercicio de autoconsciencia. Es decir, lo que sobresale (en el caso de Pacino más que en el de Walken, seamos honestos) es la impericia del actor por encontrarse un lugar digno en el presente de la industria cinematográfica. Pero de esto, hace ya tiempo: ¿cuánto hace que Pacino no deja una actuación destacada? ¿Que no participa de un proyecto atractivo? Con Pacino pasa algo curioso: gran estrella del pasado, actor de los directores más interesantes, con el tiempo se volvió una caricatura de sí mismo. Y eso ocurrió por sus propias decisiones. Tres tipos duros, entonces, es atractiva cuando explicita su transcurrir casi de letargo, en esa madrugada de charlas y comidas que terminará sangrienta con el amanecer: hay en su narración casi un ritmo de blues, y la tristeza surge esporádicamente aportándole verdad a la imagen. Pero encuentra sus límites cuando apela a momentos de humor vulgar mal manejados, con viagra y erecciones y demás, y también a un sentimentalismo algo básico sobre segundas oportunidades familiares. Digamos que la vulgaridad la aporta un Pacino desbordado, como casi siempre, y la emoción un Walken preciso al que sólo le alcanza con poner su cara para hacerse cargo del personaje más interesante: aquel que esperó 28 años para cumplir un trabajo y al final quedar libre. En todo caso si de algo no podemos cuestionar al director y al elenco, es que Tres tipos duros intente ser mucho más que lo que es: dos viejas glorias haciéndose un poco los monigotes. En las expectativas que depositemos como espectadores quedará cifrado el resultado del film, y tenemos que reconocer que más allá de todo, la película fluye, entretiene, despierta algunas risas y el final hace justicia, aunque de manera poco elegante, a los personajes.
Otro film sobre envejecer: dos criminales buscan a un gran amigo que acaba de salir de la cárcel porque deben matarlo, pero le ofrecen una última noche de amistad y cariño. Lo que rescata la película de la cantidad de trivialidades que superpone el guión es que Al Pacino, Alan Arkin y Christopher Walken son tres tipos a los que uno no puede dejar de mirar. Ellos proveen a una fórmula mínima su pequeño pero visible capital explosivo.
Viejos son los trapos Val (Al Pacino) acaba de salir de la cárcel después de cumplir una condena de 28 años. Allí lo espera Doc (Christopher Walken), un viejo compañero de andanzas ya retirado del mundo del crimen. El tema es que Doc tiene apenas unas horas para asesinar a Val por encargo y, como si esto fuera poco, los amigos irán en busca de otro antiguo socio (Alan Arkin) para recuperar la adrenalina de otros tiempos. “Tres tipos duros” parte de una buena idea, y con grandes actores, pero termina abusando de la autoparodia: puede resultar simpático verlo a Al Pacino con una sobredosis de Viagra, pero el resto de las situaciones que juegan con el ridículo distan de ser graciosas. El planteo original, que mantiene la tensión durante la primera hora, después se diluye. A medida que avanza la película empiezan a confundirse la comedia picaresca con un drama edulcorado y algo de acción y violencia. Y de esta mezcolanza no se saca nada en limpio, más allá de la mirada perdida de un impagable Christopher Walken. Su compañero Pacino hace un poco más de sí mismo, lo que no está mal para este papel de viejo zorro que quema sus últimos cartuchos, y el personaje de Alan Arkin está muy poco desarrollado.
La gran ventaja de contar con un buen presupuesto para hacer una película, aún ante un guión como el de “Tres tipos duros”, es la de saber invertir bien el dinero. No es que no sea tentador contar la historia de un convicto que al salir de la cárcel, luego de cumplir su condena de 28 años, es recibido por su cómplice y amigo, cuya misión es matarlo ante el apriete/extorsión del “cerebro” de un golpe fallido hace tanto tiempo. Puede resultar algo interesante si se pone la mirada en aspectos más profundos de las relaciones humanas, pero a esta altura creo que eso es inherente a otro estilo de cinematografía, e incluso a otros géneros. De hecho ya casi no se escriben historias de este tipo. Como si pertenecieran a una época en la que la amistad en este contexto estaba cobijada por otros valores. Por caso, el título original, “Stand up guys”, se puede traducir mejor como “hombres de ley”, esos que mueren con la suya sin traicionar los códigos. Decía entonces, la buena inversión pasa por depositar el dinero en las cuentas bancarias de actores de renombre que puedan darle a la historia un plus. Un sello distintivo a la hora de interpretar cualquier papel. Aquí tenemos a Val (Al Pacino) y a Doc (Christopher Walken). Antes de las 10 am este último deberá matar al primero, no sin antes reencontrarse, hablar de tiempos perdidos, fidelidad, códigos entre pares, mientras pasan una última noche de reviente como si los años no hubiera transcurrido. Esto de recuperar lo perdido sirve de aliciente para que el espectador pueda conocer en profundidad a los personajes. Lo suficiente como para generar empatía con ellos, acaso quererlos, aunque no representen exactamente lo mejor de la vida en sociedad. En este aspecto la cosa sigue por un andarivel tradicional bien conocido. O acaso no nos enamoramos de personajes como Roy Earle (Humphrey Bogart) en “Altas sierras” (1941); de “Bonnie and Clyde” (1967) o de Joss Baumont (Jean Paul Belmondo) en “El Profesional” (1982). Asesinos, ladrones o gángsteres que de alguna manera representaban cierta rebelión “romántica” contra cualquier sistema. De esa materia están hechos los personajes de “Tres tipos duros”, y de nuevo la felicitación por la inversión en el elenco porque de alguna forma también representa esa suerte de último round para estos actores (en este género, claro está). Los que vamos al cine desde hace algunas décadas (y cualquiera con sensibilidad ante el talento) reconocemos en los grandes artistas la capacidad para manejar de taquito estos roles, y nos hacemos un poco cómplices aunque la trama descuide el verosímil. Salvando las distancias, algo parecido sucedió con el regreso de los héroes de acción en “Los indestructibles 2” (2012). No se trata de medirlos con la vara rígida del análisis solemne y frío que suelen tener algunos eruditos del arte, sino de disfrutar un poco más de lo que todavía pueden entregar a los fans del cine de otras épocas.
Maratón de una noche Hablar de códigos y lealtades en un ambiente donde la traición sucede como moneda corriente es el desafío de esta comedia atípica que reúne a tres secuaces retirados -o casi- que vuelven a las andadas para rememorar viejos tiempos en burdeles, persecuciones automovilísticas y enredos a tiros. Los viejos compañeros de andanzas son nada menos que: Doc (Christopher Walken); Val (Al Pacino), recién salido de la cárcel luego de una larga condena, y Hirsch (Alan Arkin), confinado en un geriátrico, de donde lo rescatarán sus antiguos colegas. La singularidad de “Tres tipos duros” reside en que el acento no está puesto en el humor -aunque sea una comedia- sino en la tensión de un problema crucial: una muerte por encargo. Porque lo que es moneda corriente en la dura vida de cualquier gángster, se transforma cuando implica la cabeza del mejor amigo. Entonces, el dilema ético y con plazo fijo atormentará a uno de ellos durante una jornada completa que incluirá fundamentalmente el desenfreno de una última noche en compañía. El film comienza en el austero departamento de Doc/Walken, con un oscuro pasado que le ha permitido llenar una valija de dólares arrumbados en un rincón de su pequeña vivienda y cuya principal actividad del presente es la pintura de paisajes. Precisamente, la película se inicia y concluye en un amanecer o crepúsculo (según como se lo mire) sobre un puente neoyorquino. Gangsters sentimentales Es difícil en el cine de hoy en día encontrar personajes queribles, porque las expectativas se corren del desarrollo dramático hacia el acento en la acción, cada vez más reforzada con efectos visuales. Pero éste no es el caso de “Tres tipos duros” que se focaliza en los protagonistas y sus decisiones trascendentales. Este trío no exento de humor, aún marcado por el presente desencantado y acorralado por la decadencia física, remite lejanamente a “El Dorado”, penúltimo film de Howard Hawks en 1967, con los veteranos Mitchum y Wayne como expertos tiradores en bandos opuestos pero unidos por una gran amistad en el pasado. La fotografía tiene abundantes secuencias rodadas en interiores y en escenarios nocturnos que subrayan el tono oscuro y nostálgico -pero también cómico- del relato, como la secuencia más alta filmada en el cementerio donde la dupla de amigos crea un momento de ojos humedecidos y palabras memorables. La música tiene su momento especial, porque ni el alcohol, las pastillas o los achaques impiden desembocar en una escena romántica y sentimental como la que recuerda a “Perfume de mujer” en la pieza bailada por Al Pacino y una bella desconocida en una discoteca. Nominada a los Globos de Oro 2012 también por su mejor canción original, la peli ofrece más de un soul y blues afines como un traje a medida. Aspirando al cielo Un aire zumbonamente redentor sobrevuela entre estos bandidos que citan a la Biblia y van al confesionario. En la heterogeneidad de esta comedia, siempre circula una fuerte tensión dramática por debajo de las risas, con un tono distendido, divertido y sarcástico, por momentos patético. Más allá de los chistes algo burdos y escatológicos, el tema central es una emocionante historia de lucha interna y ética. A pesar de sus transgresiones, el film cumple con constantes esenciales del género: exaltación de la amistad, lucha por la dignidad, defensa de los débiles (la reivindicación de la prostituta agredida), la relación con la joven nieta de Doc/Walker que recuerda la de la adolescente y Mastroianni en “La Dolce Vita”, en tanto contraste de mundos opuestos que a pesar de todo pueden en algún punto conectarse y entenderse.
El reencuentro con la aventura de otros tiempos El relato paralelo inicial marca indicios, provoca incertidumbre, expectativas, de cara al encuentro entre quien sale de la cárcel (Al Pacino) y quien va a recibirle (Christopher Walken). Dos ¿amigos? que se confunden en un abrazo raro, forzado, o como dirán ellos mismos, "extraño". Qué es lo que esconden, cuál el pasado que los vincula, qué les ha separado, será motivo para proseguir con la atención predispuesta. Porque el sólo hecho de reparar en estos gestos pequeños, de dos intérpretes como Walken (que interpreta a Doc) y Pacino (como Val), ya es buena manera de recibir al espectador. Hay un encargo de por medio ?-que aquí no se revelará?-, bisagra entre la obediencia a la orden impartida y el recuerdo de los buenos viejos tiempos. Han pasado veintiocho años de estadía en la cárcel. Muchas cosas han sucedido paredes afuera para el viejo de Val. Pero el recibimiento en el sofá/cama del apartamento de paredes grises de Doc, amontonado y sin más vida que unos cuadros de amanecer, no marca demasiada ruptura. Uno estuvo entre rejas, pero el otro sin más que la rutina del día a día. Y hay un tercero: Hirsch (Alan Arkin) es quien descansa sonámbulo en un sueño eterno de geriátrico, con respirador adosado. Cuando ve llegar a sus antiguos camaradas, sabe que vienen a rescatarle para que, ahora sí, la aventura reinicie. En este sentido, no sólo se celebra el disfrute de a poquito mayor con el que los personajes se sumergen en lo que siempre han hecho -?bandidos de armas tomar, con códigos internalizados-?, sino también con la forma que la película tiene de inyectar al espectador adrenalina justa: tanto desde el viagra consumido impulsivamente como desde el acelerar veloz del auto robado. Pero, eso sí, sin golpes de efecto que hagan olvidar que lo que se está viendo es, justamente, una historia de tres amigos, por lo menos, melancólicos. En esta travesía habrá lugar, entonces, para un juego de engaño suficiente al espectador. Hay una hora señalada, y es en virtud del avanzar del reloj cómo el argumento deviene. En una noche/día que, mientras sea el primero de los casos, podrá durar tanto como se quiera, pero que invariablemente se trastoca cuando el sol aparece. Tanto como para explicar qué es lo que hace una empleada de bar sin haber conciliado sueño. Como así también para devolver la atención a los cuadros con color de amanecer que Doc gusta de pintar. Persecuciones, entierros, balas, aire western, amores perdidos, chicas alegres, para el reencuentro feliz de estos bandoleros que gustan de repetir sus frases muletilla, conscientes de que el tiempo puede haber pasado pero sin haberse llevado las ganas de vivirlo como se quiso.
La Mafia nunca se jubila Reunir a tres actores como Al Pacino (72), Christopher Walken (69) y Alan Arkin (78), es juntar a tres glorias del cine que han dado excelentes y meritorias perfomances actorales en la mayoría de los casos. Hoy veteranos de oficio encabezan esta propuesta acerca de unos jovatos gángsters que curiosamente han sobrevivido y se hallan más cercanos a las medicinas y achaques de la edad que a los platos fuertes de la acción por la cual alguna vez pasaron. Pacino sale de la cárcel después de 28 años, lo recibe su amigo Walken, y más tarde se reunirán con Arkin que se halla al cuidado en un geriátrico, en pocas horas de convivencia se robarán un súper auto, ayudarán a un chica a vengarse de unos malandras que la atacaron, comerán, alguno de ellos tendrá su frustado encuentro amoroso y recurrirá al viagra -desconociendo que no se puede abusar de este-, apalearán a otros malvivientes, y demases. Quienes crean que se hallarán frente a una comedia reidera, o a un filme de acciones diversas y letales -como otros casos tipo "Los Indestructibles", o "Red"- se equivocan, aquí el director/actor Fisher Stevens ha dotado a la propuesta de cierto dejo melancólico, crepuscular, que instala lo meritorio del filme -ejemplo: el caso de la nieta del personaje de Walken-, y lo que tambíen realza es ver a estos actores que hoy por hoy no tienen protagonismo absoluto en cualquier peli "Made-in-Hollywood", pero sin serlos hoy es notable la actuación secundaria de Arkin en "Argo" de Ben Affleck, Walken en "7 Psicópatas" y no en cambio la de Pacino en el reciente bodrio medular "Jack y Jill", es decir aún con intervenciones medianas en gran caso, dan calificada presencia actoral al producto. Unirlos ha sido bueno, en parte recuerda y mucho a aquella "Dos tipos duros" (Tough guys, 1986, Jeff Kanew) donde salian de la cárcel: los viejos Kirk Douglas y Burt Lancaster para darse cuenta que ya nada sería igual.
Todo comienza cuando sale de prisión Val (Al Pacino) después de haber cumplido una condena de veintiocho años por negarse a entregar a uno de sus socios en el crimen, su mejor amigo Doc (Christopher Walken), pasa a buscarlo. De ahí lo lleva a su casa, intenta que se sienta cómodo en su departamento algo desordenado, pero Val tiene la necesidad de ir a tomar un café, la idea es salir un poco después de tanto encierro, y surge el dialogo, el recuerdo de aquellos años y ahora intentan recuperar el tiempo perdido. Son sus primeras horas en libertad y necesita pasar un rato con alguna mujer. Es cuando se dirigen a una vieja conocida de Doc, la señorita Wendy (Lucy Punch). Val se relaciona con Oxana (Katheryn Winnick) pero las cosas no resultan (mucha abstinencia y ya es un veterano), y comienzan a suceder una serie de hechos divertidos e interesantes. A lo largo de toda una noche cometen todo tipo de locuras, escenas muy chifladas, ingresan a una farmacia forzando la cerradura para robar viagra y medicamentos para otros achaques y el”… por las dudas me llevo tal”. Val sigue con su adicción a las drogas. Van a tomar unas copas, llega el momento de bailar con Lisa (Courtney Galiano) una joven casual desconocida y un momento similar a la maravillosa película “Perfume de mujer”, quien se puede negar acompañarlo cuando tiene tanto estilo. Surge un momento picaresco que se centra en la erección de Val muy divertida y dolorosa cuando deben concurrir más tarde al hospital; pero allí se encuentran con el pasado Nina Hirsch (Julianna Margulies) la hija de su viejo amigo Hirsch (Alan Arkin); hasta roban un auto y continúan las locuras. Pasan a buscar a su amigo Hirsch (Alan Arkin) que se encuentra en un geriátrico, este sale del lugar manejando a alta velocidad, por esto son perseguidos por la policía, a toda acción, hasta salvan a una desconocida Sylvia que fue encerrada en el baúl del auto, tiene también su toque dramático, pero el humor no descansa, hasta Val va al confesionario de una iglesia para limpiar sus pecados del pasado. En medio de esto, Doc guarda un peligroso secreto, es un encargo de un antiguo jefe de la mafia. No es una gran historia, un flojo guión, resulta un poco lento al principio y es algo previsible, tiene tiros, tensión y violencia. Se sostiene por el humor y la buena química Al Pacino, Christopher Walken, ellos este tipo de situaciones ya la realizaron juntos o separados y además se suma Alan Arkin (aunque este actúa pocos minutos), hacen un trió increíble. Tocan el tema de las relaciones entre padres e hijas, y redondeando la entrada vale para ver a estas grandes estrellas, y atractiva música que incluye temas de Jon Bon Jovi, hacen de éste un filme para disfrutar.
Tipos duros y melancólicos En 1986 Jeff Kanew dirigió Dos tipos duros (Tough guys ), sobre dos gangsters ex convictos interpretados por Burt Lancaster y Kirk Douglas, que fueron condenados a treinta años de prisión por asaltar el tren de lujo "Gold Coast Flyer" y al recuperar la libertad, pretenden aprobar lo que consideran su asignatura pendiente. En 2000 Michael Dinner realizó Los mafiosos (The crew ), sobre cuatro gangsters "jubilados" que no aceptan abandonar el hotel donde viven, cuyo dueño decidió modernizarlo, y para ahuyentar a los potenciales nuevos pasajeros roban un cadáver de una funeraria, lo acribillan a balazos y lo colocan en el lobby del edificio. En 2012 el actor y director Fisher Stevens, de recordada participación en la saga Circuito 1 y 2 , convocó a otros tres gangsters veteranos y de poca monta, y los sigue con su cámara durante toda una noche que, quizás, puede ser la última. El más equilibrado es Doc (Walken), que habita un departamento, posee un automóvil y con él va a buscar a Valentine, apodado Val (Pacino), quien luego de veintiocho años de cárcel recupera la libertad. Luego van a buscar a Hirsch (Arkin), que vive en un asilo y en los "buenos viejos tiempos" oficiaba de chofer de la banda. Para ellos ninguna puerta es inviolable. Pasan por una farmacia para hacerse de medicamentos y algo más, también por un prostíbulo y auxilian a una prostituta que fue violada por varios maleantes y tiene debilidad --dice-- por la música de Cascanueces. Aunque se trata de una comedia policial, el acento no está puesto en el humor, sino en la tensión emergente de una amenaza que desde el inicio de la historia pende sobre sus cabezas, cuando un capomafia exige a uno de ellos ejecutar a otro, para cobrarse una deuda de sangre. En el filme de Dinner, uno de los personajes afirmaba muy suelto de cuerpo que "los mafiosos siempre arruinan todo". Algo similar ocurre en este filme, aunque ellos procuran defender su dignidad, a balazos si es necesario, ayudan a los más débiles y hacen de la amistad un culto. Hay mucho de melancolía crepuscular y de nostalgia por una época de gangsterismo que los había hecho "felices" y prodigado reservas para subsistir en la vejez. Pero parece que los tres están dispuestos a rifar todo su pasado en una sola noche. El principal crédito de este filme, de modestas pretensiones, es la presencia de los tres actores, cuyos personajes se permiten parodiar sus debilidades físicas y su decadencia como delincuentes. Resulta gracioso observar la disposición a la aventura de Arkin, las observaciones cargadas de ironía de Walken y las gesticulaciones de Pacino, que a pesar que su personaje transita un estado calamitoso, conserva la suficiente cordura para aconsejar bien a su gran amigo Doc. Como dato adicional, cabe decir que Fisher Stevens ganó en 2010 un premio Oscar de la Academia de Hollywood por su documental The Cove, donde fustiga a los japoneses por la descarada matanza de delfines.
La noche dejo de ser joven Fallida comedia dramática en donde un viejo trió de mafiosos se reúnen para revivir viejos tiempos. A pesar de contar con un elenco envidiable, la historia no logra generar ni risas ni lagrimas para terminar desarrollándose de forma lenta y pesada. Si bien hay hilarantes desaventuras, la trama intenta mezclar situaciones de un ridículo extremo con un intenso y profundo drama, lo cual nunca termina de encajar y, por ende, la indiferencia sobrevuela a toda la película. Cuando uno ve "Tres tipos duros" enseguida nota que no hay un sendero claro. Tanto los protagonistas como los realizadores detrás de cámara no tienen idea que van a hacer con la trama. De esta manera la película se vuelve increíblemente repetitiva, carece de cualquier tipo de tensión y agobia notablemente al nunca dar señales de que el relato avanza. En sus continuas visitas a un restaurante, ingresos a locales cerrados (como si nada) y recurrentes idas a un prostíbulo, se encierra una historia en la cual nada sucede y tampoco importa. Recién con la aparición de Alan Arkin la trama parece encaminarse. Ahora, el trío se completa y la nostalgia de recordar viejas andanzas le da un tono verdaderamente dramático y divertido a la película. Aquí es donde Vanessa Ferlito entra en escena con su problemático pasado y los tres mafiosos se unen para ayudarla. Es en este momento donde hay sucesos realmente importantes en la trama y para los personajes. Los tres amigos tienen su última misión y como bien dice uno de ellos "Ahora que son viejos pueden disfrutar de la experiencia". Una gran secuencia que lamentablemente dura muy poco (escasos minutos) para una trama que necesitaba de estas emociones tan desesperadamente. En definitiva, "Tres tipos duros" no logra lo que se propone. Intenta ser un drama, pero carece de relevancia, y prueba ser una comedia, sin embargo le falta el tono para la misma. Al Pacino y Christopher Walken podrán tener cuentas que saldar, no obstante, aquí lo único que hacen es deambular por unas calles que los rechazan y una noche para la cual ya están demasiado viejos.
Una peli fofa "Tres tipos duros" es una peli que se estrenó en un muy mal momento en Argentina, en plena temporada de tanques nominados a los próximos premios Oscars, por lo cual recibió poca atención durante su corto tiempo en cartelera. La propuesta de movida resultaba interesante, con tres actorasos ganadores de premios de la Academia como Al Pacino ("El Padrino", "Scarface"), Christopher Walken ("El francotirador", "Atrápame si puedes") y Alan Arkin ("Pequeña Miss Sunshine", "Argo"). El planteo nos presenta a tres criminales de la vieja escuela, retirados por su avanzada edad, que se juntan una noche más para formar equipo y recordar los viejos tiempos. En su último encuentro se reconciliarán con la vida que han llevado y hasta arreglarán algunos asuntos que tenían pendientes desde hace años. Hasta acá todo parece venir viento en popa, sobretodo con la trama y el trío interpretativo, pero el problema grande surge con la dinámica real que presenta el film. Hay algunas secuencias innecesarias que sólo fueron creadas para lucir la parte humorística de los protagonistas que no estuvo en su mejor timing, un hilo conductor que se corta en varios tramos y es atado con nudos desprolijos y una falta de carisma que le da un color gris desgastado a una película que podría haber sido mucho más interesante. Básicamente la trama se sostiene por el talento de sus protagonistas, dentro de los cuales, el gran Alan Arkin fue bastante desaprovechado. El actor/director Fisher Stevens no logra sacar el mejor brillo de sus recursos (que no eran pocos) y ofrece una comedia de acción mediocre, que deja una sensación en el espectador de haber visto algo incompleto, realizado a los ponchasos para cumplir con alguna productora impaciente. Es una lástima porque si se hubieran afinado algunos aspectos de la historia y se le hubiera dado una dinámica más movida, el resultado podría haber sido mucho más satisfactorio. Se podría de decir que es una pequeña caída en la carrera de Arkin, una de esos films mediocres que le gusta filmar a Walken de vez en cuando, pero al que no entiendo realmente es a Al Pacino... es como si se hubiera resignado a pasar sus últimos años en películas de poca monta. "Jack & Jill" con Adam Sandler (un desastre), "La dos caras de la ley", "The son of no one"... todos títulos para el olvido, con aspecto de film televisivo de relleno y que muy lejos están de las importantes producciones de las que participaba hace no más de 10 años. Ojalá repunte y se retire con alguna joyita más de esas que filmaba con Francis Ford Coppola.
Tres abuelos bastante “cool” Virando entre la comedia y el thriller (con más del primer género que del segundo), Stand up guys nos ofrece una hora y media amena, entretenida, con la particularidad y distinción que se nos permite visualizar y apreciar en cada escena gracias a la presencia de actores de tamaña importancia, como lo son Christopher Walken, Al Pacino y Alan Arkin. Y allí radican los puntos fuertes del film, lo demás peca de intrascendente. La historia nos remite a la amistad de dos asesinos a sueldo retirados. Uno de ellos sale bajo libertad condicional después de 28 años tras las rejas, y al reunirse con quien supo ser su compañero de andanzas deciden disfrutar de una última noche de fiesta. El problema radica en que uno de los dos, ha sido contratado para aniquilar al otro. Sin mucho que analizar, Stand up guys es más bien una pieza humorística, de a ratos vulgar pero con muy buenas interpretaciones, como no podía ser de otra manera dado el reparto que posee, pero falla en el intento de ser algo más que un rejunte de excelentes actores. Si bien los diálogos son divertidos y posee alguna que otra secuencia graciosa, el guión queda boyando en el aire por no salirse de lo tradicional o de algo que nos sorprenda por su estructura. LO MEJOR: el reparto, un par de escenas graciosas. LO PEOR: el guión, la historia no ofrece nada distinto. PUNTAJE: 6
En Tres Tipos Duros (Stand Up Guys, 2012) Al Pacino y Christopher Walken interpretan a ex ladrones que vuelven a verse la cara 28 años después de que un trabajo saliera mal. Aunque la premisa es atractiva, el principal problema se encuentra en el guión y el resultado es una película menor en la filmografía de los protagonistas. Cuando Val (Al Pacino) es liberado de la prisión, su amigo Doc (Christopher Walken) lo espera para darle la bienvenida de una manera un poco particular: debe asesinarlo para saldar una deuda pendiente que Val tiene con un jefe mafioso. Antes de cumplir su objetivo acuerdan disfrutar de la última noche en la que no faltará el alcohol, las mujeres y un auto robado. Tres Tipos Duros está dirigida por Fisher Stevens, un reconocido actor secundario de cine y de televisión, ganador de un Oscar como productor del documental The Cove (2009). Y aunque no es su primera vez como director, ya que estuvo al frente de varios cortos y documentales, esta es su primera incursión en la dirección formal y para ello contó con un sólido elenco. El principal problema es el guión escrito por Noah Haidle. Si bien hay un par de momentos rescatables entre el personaje de Al Pacino y Christopher Walken, la mayoría de los gags caen en lugares comunes y cosas tan triviales, como asaltar una farmacia en busca de viagra o que uno de los dos protagonistas deba ser internado por abusar de dicha droga. La narración se vuelve obvia y deja poco lugar para la sorpresa. Sin embargo el mayor atractivo del film es la relación entre Val y Doc. Christopher Walken plasma de una forma impecable el conflicto que afronta al tener que matar a su mejor amigo y eso se ve en cada gesto y en cada llamado que realiza para pedir por la vida de Val. Por otro lado, Allan Arkin es la tercera pata en esta relación y aunque su participación se reduce a unos pocos minutos en pantalla, ayuda a entender un poco mejor la relación entre los tres amigos. Tres Tipos Duros parte con una idea prometedora pero el relato no logra sostenerse en el tiempo ante la falta de un guión bien construido. Y si bien la dirección de Fisher Stevens es correcta y las actuaciones de sus protagonistas son muy buenas, se hace evidente la falta de una narración que ahonde más en el conflicto planteado al principio del film. 2/5 NE Ficha técnica: Título Original: Stand Up Guys Dirección: Fisher Stevens Guión: Noah Haidle Estreno (Argentina): 24 de Enero de 2013 Género: Drama, Comedia. Origen: Estados Unidos Duración: 94 minutos Clasificación: AM 16 Distribuidora: Diamond Films. Reparto: Al Pacino, Christopher Walken, Alan Arkin, Julianna Margulies, Addison Timlin, Lucy Punch, Mark Margolis, Vanessa Ferlito.
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El trío tan mentado Cada gesto de Christopher Walken sube el puntaje de cualquier producción, y en el caso de Tres tipos duros (Stand up Guys, algo así como “tipos confiables”, vaya y pase) hacen saltar la banca. Walken es tan talentoso que ni siquiera incomoda el ego de Al Pacino; por el contrario, su expresividad de gestos mínimos es el balance ideal para la desmesura calabresa de Pacino. Y en este diálogo de opuestos, especie de extraña pareja gangsteril, con escenas tan cómicas como chabacanas, radica lo mejor de la película. Tras 28 años de prisión, Val (Pacino) sale en libertad y lo recibe Doc (Walken), su mejor amigo que, paradójicamente, tiene la misión de liquidarlo por orden de un mafioso para el que ambos trabajaban. Entre la espada y la pared, Doc tiene plazo hasta las diez de la mañana, y durante la noche pasa de todo: visitan un prostíbulo que los obliga a robar una farmacia, que deriva en la hospitalización de Val por sobredosis de viagra, y finalmente van al rescate de Hirsch, internado en un geriátrico. Y ahí está, el trío tan mentado. Sin mayor pretensión que vehiculizar grandes actuaciones, Fisher Stevens (coproductor del documental The Cove) cumple con un filme modesto y entretenido.