Mel Gibson vuelve a la acción en una película ambientada en un corrupto y turbulento México. Por un segundo vamos a ser buenos y vamos a omitir todos y cada uno de los clichés racistas en los que Vacaciones explosivas cae. Para Mel Gibson, co-autor de la película junto al director Adrian Grunberg (famoso por ser director de segunda unidad en Amores perros, entre otras), México es algo así como el infierno en la tierra, y prácticamente todos los personajes de la película que cargan con esa nacionalidad son sucios, corruptos, delincuentes y quién sabe cuantas cosas más. Pero vamos a dejar una brecha abierta a la tolerancia (algo que la película no hace) ya que de alguna forma estamos (mal) acostumbrados a los lugares comunes en los que las películas de acción norteamericanas caen cuando se habla del sur de su país. Es difícil, ya se, y un mexicano podría no sentirse feliz. Pero sin sacarse este velo, sería imposible dar una crítica objetiva de Atrapen al gringo. El gringo (no sabemos su nombre) acaba de dar un golpe en los Estados Unidos y, perseguido por la policía (liderada por Bill -Dean Norris, que hace un papel similar como Hank en Breaking Bad-) decide huír cruzando (literalmente) el muro que separa México de los Estados Unidos. Allí la policía local decide tomarlo como prisionero para quedarse con su botín, y es encerrado en El Pueblito, un establecimiento carcelario inmenso, que parece una pequeña ciudadela marginal. Allí El gringo deberá aprender a vivir en ese entorno, utilizando su inteligencia como bribón y la ayuda de un pequeño de 9 años, que vive allí con su madre, luego de que su padre (un traficante de drogas) fuera asesinado por uno de los tipos más poderosos de El Pueblito. El problema mayor es que hay algo grande que los poderosos cocinan dentro de las paredes de esa institución, y el chico tiene algo que los líderes desean con todo su corazón. Entonces, el equipo formado por el estadounidense y el pequeño se convertirá en lo más valioso que ambos tienen para sobrevivir en ese infierno en la tierra. Vacaciones explosivas (Get the Gringo, 2012) es una película netamente divertida, que nos hace acordar un poco a esa temporada de Prision Break en donde Scofield es confinado a la prisión de Sona, en Panamá, pero con más humor, del típico que caracteriza a Mel Gibson en sus películas de acción. Aquí el actor vuelve a hacer lo que mejor le sale: un tipo duro, cínico, sarcástico y siempre con un as bajo la manga. Sobreanalizar Atrapen al gringo es quitarle todo lo que tiene de bueno, ya que como aquellas películas ochentosas en donde el héroe cargaba armas con municiones ilimitadas, esta cinta no nos deja hacer más que sentarnos, reirnos y disfrutar como animales con cada plan y enfrentamiento de nuestro antihéroe.
Mel Gibson is back, cabrones Get the Gringo marca el regreso de Mel Gibson a la pantalla grande como héroe de acción. Además, es la ópera prima de Adrian Grunberg, conocido por su trabajo como asistente de dirección en Jarhead, The Mask of Zorro y Traffic (las tres filmadas en México). Grunberg ya había trabajado como asistente también en Apocalypto de 2006, junto a Mel...
Vacaciones explosivas es una película de acción bastante buena que no pasará a la historia pero que cumple con su cometido de entretener. Aquellos espectadores que crean que van a ver a Gibson en los clásicos films de acción Hollywoodenses que filmó es posible que se desilucionen un poco, ya que todo el peso de la historia está en lo que sucede dentro de la cárcel-ciudad
“Apoyo la moción, con toda violencia” Driver (Mel Gibson) viene escapando de una patrulla fronteriza estadounidense luego de hacerse con unos cuantos millones de dólares. En su afán por cruzar aquel nefasto muro que divide los dos países, Driver vuelca su auto al atravesar la pared, cayendo del lado mexicano. Allí es arrestado por las autoridades de ese país y se lo traslada a una cárcel de máxima seguridad llamada “El Pueblito”, donde deberá adaptarse y sobrevivir como gringo. De esta manera comienza “Vacaciones Explosivas”, una película de acción clásica de los ’90 como hacía mucho no veía y en la cual no se espera de ella más que puro entretenimiento. El guión lo logra ya que es una película lineal, ágil, que flaquea muy pocas veces, con algunas situaciones de humor y violencia medida. En la ópera prima de Adrian Grunberg, nos vamos a encontrar con un Mel interpretando un típico héroe de acción en un personaje que acarrea algunas similitudes con Martin Riggs en Arma Mortal –aunque en la vereda opuesta a la ley- y caben destacar también las actuaciones de los habitantes de El Pueblito ya que hablan tanto en inglés como en español y en ambos casos no pierden la credibilidad. ¡Pobrecito México! Tan lejos de Dios… … y tan cerca de Estados Unidos, se decía en otros tiempos por tierras aztecas, y tan errados no estaban. La película cuenta con absolutamente todos los estereotipos que el mundo, en especial el país del norte, se encargó de crear sobre los mexicanos, hasta se escucha un bolero de antaño que, al igual que acá con el tango, no suele oírse normalmente y menos en los extractos más bajos de la sociedad, como es una cárcel. Estética y otras yerbas En lo que respecta a técnica, la película no ofrece nada nuevo, es completamente clásica, con una cámara imperceptible y un montaje completamente lineal. Lo que cabe destacar es la banda sonora, no porque sea algo del otro mundo, sino porque resulta al menos extraño ver a Mel Gibson y una película hablada mayormente en inglés con boleros, cumbia mexicana y hasta un tema de Los Fabulosos Cadillacs. Conclusión “Vacaciones Explosivas” es una película que vuelve al género de acción clásico al estilo de “Sábados de Súper Acción”, con toques de humor, sin sorpresas, buenas actuaciones bilingües, con algunas flaquezas, pero tiene lo principal sobre todo cuando uno elige este tipo de películas, entretenimiento.
Mel Gibson tras las rejas Get the Gringo o como se titula en nuestro país, Vacaciones Explosivas, encaja perfectamente para un intérprete como Mel Gibson, quien se encargó de co producir y escribir el film. Sin lugar a dudas, el ámbito de la acción y la supervivencia son escenarios que le vienen cómodo a Gibson, aunque esta vez se encuentre más del lado de los villanos en proceso de redención. Driver (Gibson), luego de una muy bien lograda persecución policial, cae en las tierras del buen tequila y con un botín de varios millones de dólares, es trasladado a la prisión de máxima seguridad de México, conocida bajo el nombre de El pueblito. Allí las leyes son otras y sobrevivir para un gringo, no es tarea fácil. El personaje central se une a un pequeño de diez años y tratará de entender las movidas internas del penal. Su misión es salir vivo de ese infierno; salvar la vida del chico y recuperar el dinero. Con mucho ritmo, logradas escenas de riesgo, toques de humor y música apropiada (incluso de Vicentico), el realizador argentino Adrian Grunberg supo amalgamar las situaciones y generar un clima presidiario, donde la escala de poderes no es tan distinta a la que existen fuera de El Pueblito. Las buenas interpretaciones, la trama y el correcto cierre de la historia, hacen que Vacaciones Explosivas se disfrute y acomode efectivamente al actor en su regreso a la acción.
Sólo falta Don Ramón Después de su vuelta a la pantalla con el thriller para la Warner Al Filo de la Oscuridad (Edge of darkness, 2010) y la intimista La doble vida de Walter (The Beaver, 2011) dirigida por Jodie Foster, Mel Gibson vuelve al personaje que mejor le sienta con Vacaciones explosivas (Get the Gringo, 2012), realizada por su propia productora Icon y filmada en México. Apodado “driver” primero y “gringo” después, el personaje de Mel Gibson es un ladrón que huye en su auto cargado de dinero por la frontera con México. La persecución termina literalmente del otro lado del muro y Mel, un tipo medio loco y medio violento, cae en una prisión mexicana apodada “El pueblito”. En ella conocerá toda una fauna de malandras donde entablará relación con un niño y su madre en medio de un ambiente dominado por un salvaje gangster. La vuelta al Gibson productor, detrás de Icon, empresa que produjera sus films como director, nos trae una película despareja. Vacaciones explosivas tiene por un lado al personaje clásico de Mel, una mezcla de Martín Riggs de Arma Mortal (Lethal Weapon, 1987) con Porter de Revancha (Payback, 1999), un tipo un tanto malvado que sólo será bueno en un contexto cargado de violencia y corrupción que lo contraste. Por otro lado, es una producción ultra económica para los parámetros de Hollywood y se nota en su estética “tercermundista”. La película está filmada en México, mayormente en la supuesta cárcel, con equipo técnico y artístico mexicano. No quiere decir que esto sea malo per se, pero la idea de personajes estereotipados donde no faltarán el policía gordo y corrupto, el matón grandote y tonto, el villano que gusta de las prostituas y las torturas sádicas, pregonan una idiosincracia mexicana for export tan previsible y redundante como el color marrón que tiñe todo el film. La banda sonora es lo mejor de la película, por tener temas musicales “latinos” pasados por mexicanos (inclusive una cumbia del argentino Vicentico), lo que aporta la dosis de mundo ajeno –y trillado- de toda película de acción simple y llana, como lo es Vacaciones explosivas. Para los fanáticos de Mel Gibson, el actor de Corazón Valiente (Braveheart, 1995) vuelve a las bases sin correr ningún riesgo y abaratando costos con una película que, en definitiva, podría estar mucho mejor de lo que está.
El primer pensamiento que aterrizó en mi cabeza cuando terminé de ver "Get the Gringo", e incluso antes de que finalizara, fué: Gracias Mel Gibson por volver a interpretar a un personaje que te hemos visto hacer muchas veces, en tus inicios, y que ya estábamos extrañando. Un personaje que puede ser bueno, malo, loco, cínico, irónico, pero por sobre todo, un personaje que a lo largo de la hora y media que dura el film, se hace querer. Esto no quiere decir que la película sea perfecta, porque no lo es y dista mucho de serlo. Pero a la hora de poner en la balanza pro y contra, terminamos por ver un producto que entretiene, no aburre, con mucha acción y grandes dosis de humor. Dirigida por Adrian Grunberg (quien ya había asistido al propio Mel Gibson en la dirección de Apocalypto) y co-escrita y producida por el mismo Mel ( sin estreno comercial en los Estados Unidos y lanzada directamente al mercado hogareño mediante el sistema PPV ), el film comienza con una espectacular persecución, muy bien filmada, en la frontera entre Estados Unidos y Mexico. La policía (de ambos lados del metálico muro que divide los países) persigue a dos delincuentes, disfrazados de payasos, que escapan con un millonario botín. Una maniobra peligrosa hace que los fugitivos vuelquen, terminen del lado Mexicano, y los agentes con su dinero. Es así como nuestro protagonista termina en una carcel-pueblo (llamada El Pueblito), altamente vigilada, donde no hay reglas y solo rige la ley del más fuerte. Con mucha astucia y picardía, este anti heroe se va haciendo un lugar, mientras que no para de pensar en como recuperar el dinero que le quitaron. Hasta que conoce a un níno de diez años que dice ser especial (en cierto modo lo es, sinó que haria un niño en un lugar así?), Y todo cambia. Todo esto en los primeros veinte minutos del film, así que imagínen todo lo que puede llegar a pasar en los noventa que dura? El ritmo es muy acelerado y no decae en ningún momento. Una impecable edición y un trabajo de fotografía con unos colores fuertes, entre amarillo y anaranjado, (que recuerdan a Traffic de Steven Soderberg e intentan transmitir ese aspecto de viejo, sucio, hasta sentimos que podemos oler la suciedad que habita el lugar) son los puntos fuertes del film. Al igual que la exquisita banda de sonido, que incluye desde "Padre nuestro" de Los Fabulosos Cadillacs, hasta "Sabor a mí" en la hermosa versión del Trío Los Panchos a dúo con Eydie Gormé y grabada hace casi medio siglo. El por momentos excesivo uso de cámara lenta y congelamiento de la imagen (con relato en off incluído), convierten al film en un producto más cercano al estilo de Tarantino y Robert Rodriguez que al que Icon (Productora de Mel Gibson) acostumbra a producir. Si esto es bueno o malo, depende de cada espectador. Así como también le puede jugar en contra que, siendo corto el film, muchos sean los personajes que entran y salen se escena, pudiendo confundir por momentos y hacer que nos preguntemos (si no se está muy atento) quién era o que fué de tal o cual personaje. Así y todo el resultado final es una película no va a ser un hito, pero que se disfruta de principio a fin y es técnicamente impecable . Hoy en día, eso, es mucho más que suficiente para salir satisfechos del cine y con la sensación de haber asistido al regreso del mejor Mel Gibson en años.
Keep it Basic Vacaciones explosivas (título absurdo/ridículo si los hay para un thriller carcelario como Get the Gringo) marca el regreso de Mel Gibson al cine de acción puro, efímero y eficaz. Luego de sus conflictos personales y con la industria (sin ir más lejos, esta película ni siquiera pasó por los cines norteamericanos y en mayo último fue directo al VOD y luego al DVD/Blu-ray), el actor de Mad Max, Arma mortal y Revancha incursiona en tierra mexicana y, más aún, en sintonía con el espíritu de cierto cine de Sam Peckinpah, Sergio Leone, Clint Eastwood, Quentin Tarantino, Robert Rodriguez y los hermanos Coen (aunque las comparaciones le queden algo grandes). Opera prima de Adrian Grunberg (nacido en Puerto Rico de padres argentinos), un experimentado asistente de dirección de muchos realizadores, incluido el propio Gibson en Apocalypto, Vacaciones explosivas arranca con una persecución automovilística cerca de la frontera entre México y Estados Unidos. Mel es un ladrón de bancos con un botín que no le corresponde y termina estrellándose del lado azteca. De allí, a una sórdida e inmensa prisión en El Pueblito, Tijuana (en verdad, se filmó en una cárcel clausurada de Veracruz). En ese contexto de extrema violencia (y en el que un estadounidense no es precisamente bienvenido), Gibson terminará ayudando a un niño de 10 años al que le quieren extirpar el hígado para trasplantárselo a un mafioso local (Daniel Giménez Cacho). Como se podrá apreciar en esta breve sinopsis, el guión coescrito por Gibson y Grunberg no es un dechado de creatividad, pero el director hace un excelente uso de las locaciones, construye una narración a pura adrenalina/testosterona y con toques de humor negro en la línea del western spaghetti, y se apoya en la excelente fotografía en pantalla ancha del belga Benoît Debie (habitual colaborador del franco-argentino Gaspar Noé). Que nadie espere grandes hallazgos, pero como exponente de cine de género básico Vacaciones explosivas cumple y dignifica.
Un bárbaro en América Vacaciones Explosivas (Get The Gringo) iba a llamarse Como Pasé Mis Vacaciones en México pero este título fue cambiado al de Get the Gringo porque aquel título original iba a ser un tanto ofensivo para el pueblo mexicano. ¿Ofensivo? Bienvenidos al mundo de Mel Gibson. Aquel sex symbol de los 90 y director estrella de Hollywood se transformó en un paria luego de una cadena de eventos (borracheras, antisemitismo, violencia doméstica) que lo dejaron mal parado en el mercado tan decente como el del gran país del norte. ¿Pero como llegó este australiano desde el desierto salvaje a Estados unidos? Vía Mad Max, cruda y salvaje distopía de carretera. Años después desde un lugar de excluido de a poco intenta volver al ruedo. Primero desde un policial llamado Al Filo de la Oscuridad y luego de la mano de su amiga Jodie Foster con la sombría y extraña La Doble Vida de Walter. Parece que ahora es tiempo de tirar todo e irse a México. ¿Como pasó sus vacaciones en México el loco de Gibson? En una prisión que se llama El Pueblito. Un lugar donde los criminales gobiernan y donde familias enteras conviven dentro del lugar. Y el porque este gringo termina en México es uno de esos momentos puramente cinematográficos. Driver (Mel Gibson) junto a su compañero, ambos disfrazados de payasos y con un millón de dólares como botín, deben escapar de la jurisdicción americana pero tienen un obstáculo, una inmensa pared que separa México de EEUU. Driver lo resuelve con una rampa para entregar un gran escape estrellándose contra la misma. Desabocadísimo. De ahí en más, el paradero del dinero será la única razón por la que lo mantengan vivo. Vivo pero dentro de la peor prisión mexicana. Dentro de ese lugar conocerá a un chico de diez años que siempre anda pidiendo cigarrillos y a su madre, prostituta al servicio del capo de la cárcel. En medio habrá tiroteos (uno dentro de la prisión es una insolente carnicería) y una amenaza que agobia como ese calor que se palpa y asfixia. Otro de los grandes aciertos del film es encerrarnos en esa prisión para tener que descifrar un mundo nuevo que es mezcla de villa miseria y cárcel. Ahí Driver jugará sus cartas sabiendo que él es el blanco pero que también es al que respetan por gringo. Y porque sigue vivo. Mel Gibson hace de está película (que en Estados Unidos fue directo a televisión paga) un vehículo de desenfreno e incorrección de las que no abundan hoy en el mercado. No esperen solo al héroe Mel, él está hundido en su miseria y se ríe de ella. ¿Políticamente incorrecto? Gibson saca su sonrisa y se divierte en medio de una ola de violencia y desamparo de la que si resulta el héroe es solo para beneficio propio. El señor de ojos azules parece abrazar esa oscuridad que tanto le cargan y disfrutarla en el camino, sabiéndose paria se deja llevar en una “de acción” que funciona de punta a punta. Este tipo será un jodido, pero de cine, la sabe lunga.
Cárcel a la mexicana Son habituales las veces en las que no se comprende en función de qué circunstancia creativa a alguien se le ocurrió “traducir” el título de una película cambiándolo en un cien por cien, por otro que poco y nada tiene que ver con lo que se va a ver. Ésta es una de esas veces. Algo de explosiones hay, sí, pero olvídense de las vacaciones, a menos que consideren que una cárcel de Tijuana pueda compararse con un all-inclusive. El personaje de Mel Gibson no tiene nombre, es, simplemente para los títulos, el “conductor”. Dentro de la cárcel será, por razones obvias, el “Gringo”. Llega allí tras atravesar el muro que separa los Estados Unidos con México, y la gran suma de dinero que lleva encima hace que termine prisionero de los mexicanos en lugar de ser devuelto a los Marshalls que lo persiguen. Si bien nadie lo sabe, no es ningún improvisado en el ámbito delictivo, y mucho menos el carcelario, sólo que aquí deberá adaptarse, ya que las reglas de juego son distintas a las que conoce. “El Pueblito”, tal el nombre del presidio, más que pueblo es un mundo en sí donde reina la corrupción, regido por el más poderoso de sus internos. Un niño que vive allí (interpretado por Kevin Hernández) le servirá como “guía turístico”, asesorándolo sobre las jerarquías, y otros aspectos útiles para la supervivencia en el lugar. Con la locura y algunos guiños del teniente Riggs, su personaje de Arma Mortal, a Gibson le calza bien esta historia, dirigida por Adrian Grunberg. Lo complementan los delincuentes más variados, ya sea internos, policías, empleados de la embajada o matones a sueldo. Todos quieren el botín que él robó. Mucha acción, disparos y muertos por doquier son los demás ingredientes de esta película que logra entretener, y es lo suficientemente honesta como para no pretender más que eso. Si se busca una denuncia o estudio sociológico de una cárcel mexicana, se está en el film equivocado. Lo cuestionable es el planteo moral, que la misma película blanquea en un mensaje al final, ya que aquí la división “buenos – malos” implica delincuentes en ambos casos, el dinero que todos persiguen no deja de ser robado, y si se cuenta la cantidad de personas que dejan la vida en el transcurso del film, el costo es caro. A menos que, como son delincuentes o corruptos, sus vidas no valgan tanto.
Un mundo violento Filme de mucha acción y humor negro, con Mel Gibson interpretando a un delincuente preso en una increíble cárcel mexicana. Si nos pusiéramos serios -si estuviéramos dispuestos a aburrir y aburrirnos- podríamos elaborar una larga lista de denuestos a Mel Gibson, protagonista, coguionista y coproductor de Vacaciones explosivas . Pero ahorrémonos la corrección política: hablamos de un entretenidísimo thriller carcelario, en el que Gibson muestra lo mejor de su repertorio: un héroe/antihéroe, violento e irónico, que vive en plena acción y no se toma en serio a sí mismo. Lo “acompaña”, como si fuera la coprotagonista, una cárcel mexicana que reproduce -según el director del filme, Adrián Grunberg- lo que ocurría en la prisión El Pueblito, en Tijuana: un sitio alucinante, en más de un sentido. La película empieza con una persecución en la frontera entre los EE.UU. y México. En un auto, dos tipos disfrazados de payasos: mezcla de Ronald McDonald y Krusty. Uno maneja; el otro, baleado, boquea en el asiento trasero, hundido en un mar de dólares y sangre. La policía los tiene paragolpes a paragolpes. El payaso herido vomita rojo. Imagen congelada. Voz en off de Driver (Gibson), el conductor/clown: “No hay nada peor que un payaso triste, salvo uno que tenga una hemorragia interna y sangre sobre tu dinero”. La secuencia termina del lado mexicano, con el auto volcado y policías de ambos países -a cual más corrupto- disputándose la jurisdicción del caso... tras haber visto los billetes robados. Ya tenemos el tono, cínico, y el ritmo, frenético, de Vacaciones... También su estética: una fotografía que oscila entre lo ocre, lo anaranjado y lo amarillo. Efecto “suciedad” que se acrecentará en la prisión en la que terminará Drive. Gran parte del filme, la mejor, nos entrega la mirada -menos angustiada que cautivada, excesivamente lúcida e indolente- del forastero detenido en El Pueblito. Ahí funciona un mundo dentro de otro: negocios de todo tipo, un casino, una moderna sala de operaciones. Obvio, en medio de la decadencia absoluta: muchas escenas oscilan entro lo revulsivo y lo esperpéntico, atenuadas por las ironías de Gibson. La trama gira en torno de un chico de diez años y su madre, acaso los únicos personajes “limpios”, que viven odiando a un jefe mafioso que maneja el presidio (el siempre sólido Daniel Giménez Cacho). El montaje vertiginoso, la banda sonora (que incluye Padre Nuestro , de Los Fabulosos Cadillacs) en primer plano, la voz en off del protagonista, la ralentización y el congelamiento de imágenes remiten no sólo a otros filmes de y con Gibson sino al cine de Sam Peckimpah, Quentin Tarantino, Clint Eastwood (que es mencionado con humor) o Sergio Leone. Vacaciones... puede ser vista como un noble spaghetti western. En los Estados Unidos fue lanzada en DVD. Gibson, que tuvo problemas con los grandes estudios, prefirió trabajar en forma independiente: una clara ventaja para todos.
Con un título que no parece el más tentador para amantes del cine de acción, ahí está otra vez Mel Gibson haciendo lo que mejor sabe hacer: un vertiginoso festival de violencia con venganzas, persecuciones, disparos, matanzas, delincuentes de toda laya y sangre, mucha sangre. Cuando aparece, bajo la máscara de un payaso, conduce un auto a toda velocidad junto a la frontera de México, mientras es perseguido por las policías de los dos países a uno y otro lado del escandaloso muro. Tiene por qué. Como en un film de Tarantino, el robo ya se ha consumado cuando la acción se inicia, los ladrones están en plena huida y hay un compinche herido cuya sangre está ensuciando los verdes billetes (muchos) que traen como botín. Claro que el muro es interminable e infranqueable, de modo que lo único que queda es elegir de qué lado de la frontera es preferible ser atrapado. Ya se verá cómo pasar al otro lado. Pura adrenalina desde el principio, pues. Y del otro lado, un destino seguro: la cárcel. Pero no cualquier cárcel: ésta se llama El Pueblito, porque a su natural superpoblación suma cantidad de inquilinos, generalmente familiares de los presos, y también porque todo transcurre ahí como en un pueblo amurallado, del que algunos privilegiados pueden salir a veces con permisos no autorizados por juez alguno ni con la promesa de asistir a algún acto cultural, pero con el compromiso de volver bajo pena de ejecución inmediata. En fin, un miserable infierno carcelario con sus jefes propios, sus jerarquías bien establecidas, sus personajes temibles, su abundante provisión de armas y con toda la sordidez que pueda imaginarse. No hace falta decir que antes de encerrarlo en el pueblito del caso, algún pícaro agente de la ley le birló los dólares, y ahora el gringo sin nombre (¿homenaje a Clint Eastwood, a quien también le regala una graciosa parodia?), sin identidad y sin huellas digitales tendrá que arreglárselas para escapar, encontrar al corrupto y recuperar los billetes. De paso, también podrá aprovechar para saldar otra cuenta pendiente: sueña cada noche con matar al hombre que le robó la mujer. Pero a un bandido tan completo, tan experimentado y tan astuto como Mel Gibson le sobra energía, inteligencia y valor para afrontar una misión más, así que no demora en hacerse cargo de la protección de un chico de 10 años con el que traba relación, que alguien tiene en la mira como posible donante de un órgano y en quien descubre un alma bastante gemela. Con la ventaja de que es hijo de una mexicana brava pero linda, sexy y viuda. Todo listo para que se arme el alboroto, al cabo del cual, tras unos cuantos apuntes de humor, muchísima pólvora e infinidad de cadáveres, el héroe salga indemne a disfrutar por fin de las vacaciones, orgulloso del deber cumplido. Y para que los fans que prefieren al viejo Mel como héroe de acción y están dispuestos a festejarle tretas y proezas (por muy increíbles y repetidas que parezcan) se vayan del cine satisfechos de haber pasado un rato entretenido gracias a una película que habrán olvidado apenas lleguen a casa.
Brutal, canchera, podrida y negrísima Absurdamente titulada para su estreno local (no hay quien se tome nada ni remotamente parecido a unas vacaciones aquí), Get the Gringo es una película brutal, canchera, podrida, negrísima y autoconsciente. Todo lo cual la hace interesante. Pero también es, ay, una de acción del montón, llena de fórmulas, parches, convencionalismos y rutinas de género. Vehículo para el regreso de Mel Gibson a la clase de película (y de personaje) que hizo de él quien es, Get the Gringo tiene por director y coguionista a un casi-argentino. Hijo de compatriotas expatriados, Adrian (Adrián, más precisamente) Grunberg nació en España, trasladándose más tarde a México junto con sus padres. Tras una larga y atendible carrera en la asistencia de dirección (en películas como Trafic, Capitán de mar y guerra, Hombre en llamas y hasta Los límites del control, de Jim Jarmusch), Grunberg trabajó para Gibson en Apocalypto y Al filo de la oscuridad (protagonizada, pero no dirigida por el neoyorquino-australiano). Get the Gringo es su debut en la dirección. ¿Que qué tal lo hace? Con seguridad y mano firme, dando a pensar que está para más. Una cínica voz en off, un auto a mil, unos tipos con máscaras de payaso, una persecución bien filmada y unos canas (un yanqui, un mexicano) que se pelean para ver quién se queda con el botín ponen la película en modo post-Tarantino. Por más que la camisa roja le calce como sólo a una estrella, Gibson es creíble como tipo duro y descreído. El off parece salido de un film noir en estado de pudrición y el mundo en el que transcurre Get the Gringo y los personajes que lo habitan, también. La cárcel mexicana a la que el protagonista-chorro va a parar es la enésima potencia de la visión yanqui del sur del río Grande: un sucio y maldito infierno, sin orden ni ley. Pero como tampoco aparece ningún yanqui virtuoso, se puede pensar que la película transpira, más que racismo, una misantropía sin fronteras. Y eso es bueno para una película que se quiere negra. Como en todo film de cárcel, el recién llegado deberá demostrar que no es un perejil a los pesados que mandan ahí. A la manera de Sam Spade en Cosecha roja, Gibson (el personaje no tiene nombre) echa leña al fuego de la interna carcelaria, para que se trencen entre sí tipo hinchada de Boca, y salirse con la suya. Detalle interesante, el arma de la que se vale es, antes que el músculo, el ojo. Lo cual pone al espectador en posición de cazador visual. Pero –¡problema en puerta!– al mismo tiempo se hace amigo de un chico mexicano, con cuentas pendientes con el “poronga” de la cárcel (Daniel Giménez Cacho, el de Profundo carmesí). Y más amigo todavía de su mamá-viuda. Peligro de love story, matizada apenas por el hecho de que la señora es capaz de zurrar a Gibson a tortazos (cuestión de que no lo acusen de machista). De la mano de este trío de héroes-víctimas, lo que empezó podrido se va higienizando, en la misma medida en que se definen los “malos” de la película. De allí en más la cosa se pone cada vez más rutinaria, salvada apenas por la presencia de Peter Gerety, secundario buenísimo, al que no hay jabón o champú de guión que puedan lavar del todo.
Mel Gibson debe ser una de las pocas figuras de Hollywood que hace literalmente lo que se le da la gana. Le pinta hacer un film de acción sobre cárceles mexicanas, va al banco toma el dinero que necesita y financia su propio proyecto, contratando a la gente con la que desea trabajar. El tipo tiene control absoluto de sus producciones. Vacaciones explosivas (Get the Gringo) es un film independiente que en Estados Unidos se estrenó de manera muy limitada en algunas ciudades. Como hizo Emilio Estévez con su película El Camino, Gibson contrató un micro y junto con otros dos actores del reparto y el director salieron a la ruta de gira a promocionar la película en distintas localidades. En este caso brinda un film de acción bastante violento que está en clara sintonía con lo que fue Revancha años atrás. El personaje principal inclusive tiene la misma personalidad y el look físico que el recordado Porter. Si Revancha era un film que evocaba los policiales negros de Richard Stark, Vacaciones explosivas parece estar influenciada por las historias de Jim Thompson (La huída). De hecho, tiene varios elementos típicos de la obra de Thompson donde la violencia es absolutamente zarpada y los personajes viven situaciones miserables. Lo interesante de este estreno es que Gibson eligió un tema absolutamente apasionante, que a ningún cineasta latino se le ocurrió trabajar antes. Las historias de cárceles abundan y son prácticamente un subgénero aparte en el mundo del cine, pero lo que hace especial a este film es que la trama se desarrolla en la infame penitenciaria mexicana de la ciudad de Tijuana conocida como “El Pueblito” (ver Dato Loco) que nunca había sido retratada en la pantalla grande. Desde hace unos años ya no existe más esa cárcel pero hoy se convirtió en una leyenda por las cosas que ocurrieron en ese lugar, que funcionaba como una ciudad paralela que tenía sus propias leyes. Un tema que sin duda daba para una película y de hecho muchas escenas de este film que parecen absurdas o exageradas están inspiradas en situaciones reales. Eso en parte es lo que hace diferente a este estreno. Si ya de por si es bizarro ver una película de Mel Gibson con música de Los Auténticos Decadentes y Manu Chao, mucho más raro todavía es una propuesta que tiene como escenario principal a “El Pueblito”. El director Adrian Grunberg, quien tiene un estilo narrativo influenciado por el cine de Tony Sctoy, hizo un muy trabajo con las secuencias de acción y consiguió una gran interpretación del protagonista. Grunberg previamente había sido asistente de Gibson en Apocalipto. Todo el trabajo que hicieron también con la recreación de “El Pueblito” es impresionante y claramente la cárcel se convierte en un protagonista más de esta historia. Este es el verdadero regreso de Mel Gibson al género de acción después de la decepcionante Al filo de la oscuridad de Warner. El espectador que disfrutó de Revancha no quedará decepcionado, ya que es una propuesta similar, pero con locaciones mucho más atractivas para esta clase de relatos. Vacaciones explosivas es una muy buena producción independiente que tiene todos los ingredientes necesarios para entretener a los amantes de los policiales negros.
¿Quién es ese gringo? La Pasión de Cristo (2004), vista en retrospectiva, representó tanto la fortuna como la ruina para Mel Gibson. El actor y director de Corazón valiente se jugó una patriada al financiar la producción con dinero de su propio bolsillo y pese al tono gore desmedido y a estar hablada en arameo con subtítulos (los yanquis detestan leer subtítulos es la eterna cantinela), su apuesta fue un éxito rotundo en donde se haya exhibido. En ese aspecto Mel no se puede quejar. El conflicto se disparó por el lado de su siempre controvertido antisemitismo que le granjeó la etiqueta de persona no grata en Hollywood. A los poderosos de la meca del cine (obviamente asociados con el judaísmo) no debería tomárselos a la ligera. Gibson comenzó a ser objeto de escarnio en los medios de comunicación que incineraron su imagen en un abrir y cerrar de ojos. Claro que el creador de Apocalypto tampoco es una carmelita descalza y aportó sus propios escándalos a una sopa ya de por sí espesa. Entre su alcoholismo, algunos incidentes con la policía y todo lo que trascendió de la tumultuosa relación con su segunda esposa, la rusa Oksana Grigorieva, su nombre empezó a asociarse cada vez más con episodios ajenos a lo puramente cinematográfico. Ausente de la pantalla grande como intérprete por casi siete años, de a poco el hombre está retornando a la actividad que lo convirtó en una celebridad. Tras estrenar dos filmes en las antípodas como el thriller Al filo de la oscuridad (2010) y el drama un tanto bizarro La doble vida de Walter (2011), Gibson confió en su asistente de dirección en Apocalypto (el boricua hijo de argentinos, Adrian Grunberg) para que co-escriba y debute como realizador con la curiosa y no del todo descartable Vacaciones explosivas que en Estados Unidos ni siquiera pasó por las salas comerciales. Algo impensado en otras épocas… Lo cierto es que la credibilidad del temperamental protagonista de Arma mortal todavía no ha sido instaurada. Mientras tanto ha regresado a un tipo de cine de acción más afín a su gusto personal. En Vacaciones explosivas interpreta a un delincuente que tras ser perseguido por la policía en la frontera de Texas con México termina siendo aprehendido por las autoridades del país azteca y encerrado en una cárcel de lo más atípica denominada El Pueblito. Allí conviven presos con familiares en condiciones casi inhumanas pero al menos, de acuerdo a la muy particular forma de administrar el lugar, no se requiere el confinamiento de los prisioneros en las celdas clásicas del género carcelario (¡y de la vida real!). Todo el mundo anda suelto y es “libre” de hacer lo que quiera. Siempre y cuando no se abandone la instalación que en apariencia está manejada por un recio director (Fernando Becerril) que pronto se revela como un mero fantoche. Tras bambalinas el que en verdad manda es el mafioso Javi (Daniel Giménez Cacho, el más destacado de los actores aportados por México) que tiene entre ceja y ceja a un pequeño (Kevin Hernández) que podría salvarle la vida de transplantarle su hígado, el único compatible en muchos kilómetros a la redonda. El chico y luego su mamá (Dolores Heredia) se vinculan afectivamente con el gringo al que alude el título original de la obra. A este personaje se le notan varias características ya marcadas en otros antihéroes animados por Mel. La diferencia es que el gringo de Vacaciones explosivas no da la sensación de estar tan desquiciado como el vengador de Revancha ni sufre de los habituales vejámenes a los que suele someter a sus criaturas este actor. Recordemos las escenas de tortura en Arma mortal, Corazón valiente, El complot, etc. Si bien el gringo es un terrible HDP sabe serle leal a sus amigos y sale en su defensa cuando las papas queman. Digamos que es una variación sobre un personaje que Gibson ha ido construyendo durante toda su carrera. El uso de la voz en off, muy escaso, parece sobrar pero el papel le permite lucirse ampliamente. Pese a que los años son indisimulables, como así también las consecuencias de la bebida, éste es el Mel que todos queremos ver. Con claras reminiscencias del spaghetti western y oblicuas referencias al cine de Tarantino y Rodriguez (los hermanos Macana), el guión escrito por Gibson, Grunberg y Stacy Perskie no ahorra peripecias ni incoherencias ni escenas de violencia zarpada que sólo un alma cándida y frágil es capaz de tomarse en serio. Vacaciones explosivas es tan hueca como uno se imaginaba que sería. La buena noticia es que además es levemente divertida aunque el sadismo de Gibson sigue estando presente: en esta oportunidad ni las mujeres se salvan de ser martirizadas. ¿Será una sutil revancha contra su ex o un abierto ataque al género? Un psicólogo ahí, por favor…
Original film carcelario con Gibson Resulta curioso que con la complicada imagen que tiene Mel Gibson debido a sus problemas personales que lo han convertido en algo así como el ogro favorito de los medios y la opinión pública estadounidenses, el actor de «Mad Max» siga haciendo películas tan políticamente incorrectas como esta «Get the gringo». Un extraño policial carcelario que en verdad no se parece a nada conocido. Hay muchas películas carcelarias muy buenas, y por supuesto hay muchas mejores que ésta, pero a su favor se puede decir que jamás se vio este tipo de descripción de una corrupta, ruinosa, siniestra y miserable prisión mexicana llamada El Pueblito. Allí va a caer el gringo encarnado por Gibson, un delincuente norteamericano que se roba varios millones de dólares vestido de payaso pero que es atrapado por la policía mexicana cuando intenta cruzar la frontera. No es porque los policías mexicanos sean más corruptos que sus colegas del norte, sino que como los millones cayeron en sus manos, en vez de arrestar legalmente al gringo, les parece oportuno mandarlo como criminal anónimo al Pueblito, un agujero negro que toma su nombre del famoso dicho «pueblo chico, infierno grande». El lugar permite a los convictos tener a sus familias viviendo con ellos, y también facilita sórdidos negocios y abusos de los criminales con dinero a los pobres diablos que cayeron ahí por algún delito menor. El más poderoso de los zares de la droga directamente dirige el lugar, y como no lleva una vida especialmente sana, les hace análisis de sangre a todos los reclusos para ver quién puede ser posible donante cuando necesite el nuevo transplante de hígado (ya se hizo uno hace algún tiempo, pero como no lo cuidó mucho, en cualquier momento necesitará uno más nuevito). La descripción de esa penitenciaría es pesadillesca pero también bastante pintoresca y divertida, sólo que las escenas de comedia negra a veces funcionan, a veces no, y muchas veces se repiten demasiado. Las escenas de acción son variadas y bastante buenas, aunque la reducción al escenario de la cárcel limita un poco su impacto. Mel Gibson hace un poco lo mismo de siempre, sólo que con el toque menos heroico y más siniestro que tiene su personaje, un maleante contradictorio que a veces le convida cigarrillos a un chico de 10 años, aunque luego lo trata de convencer de que fume menos.
Con la impronta de Mel Gibson El filme comienza con una persecución loca, que termina mal para alguien que acompañado por un compañero herido, lleva un botín de más de dos millones de dólares. La persecución acaba con el auto estrellado en la frontera mexicana y con unos policías que cambiarán de actitud cuando vean lo que contiene el auto. El caso es que Driver (Mel Gibson), así se llama el dueño del botín, es llevado a una cárcel muy particular llamada "El pueblito". Una suerte de ciudad dentro de la cárcel en la que conviven ladrones y asesinos con sus familias, y en la que los pequeños negocios se dan la mano con un casino modesto y todo tipo de garitos. La droga circula sin control. Dicen que "El pueblito" existió en México pero no se sabe si en la misma Veracruz, donde sucede la acción. UN NIÑO AYUDANTE En la cárcel Driver (Gibson), llamado por los mexicanos "El gringo", trata de sobrevivir con un sorpresivo ayudante, conocido como "el chico" (Kevin Hernandez), de nueve años y muy apreciado por la "elite" de los malandras, por razones que se saben al final del filme. Se trata de una típica película de acción muy a la manera de Gibson ("Arma mortal", "Corazón valiente"), en la que "El gringo" es el clásico violento de corazón justiciero, enfrentado a otros malos, muy malos, que sólo piensan en delinquir. La película tiene un atractivo, la descripción de "El pueblito", una cárcel a la mexicana, con señores amigos de los enfrentamientos, en la que hay que pagar derecho de piso y la vida siempre está en peligro. Espacio de maleantes muy pobres y maleantes muy poderosos, que conviven sólo separados por casuchas de chapa en el llano y viviendas de cierto lujo en el alto. Con mucha acción en el comienzo y en la presentación de la cárcel y su gente, la película se estereotipa, carga las tintas, exagera y termina con poca verosimilitud y mucha desmesura. Mel Gibson es Mel Gibson y hay un chico de familia mexicana que se roba las escenas en que interviene y se llama Kevin Hernández. Es buena y divertida la música de Los Cadillacs.
Mel Gibson vuelve a ser estrella de una de acción extrema en una cárcel violenta y surrealista donde sobrevive con mohines y esquivando las balas. Donde unos mexicanos malísimos quieren destrozarlo y sobrevivir a cualquier precio. Intensa, mucha acción.
Mel Gibson regresa a lo que mejor sabe hacer: interpretar a un héroe de acción (aunque en este caso, antihéroe). En este film realizado por su propia productora Icon, la misma con la que encaró sus proyectos como director ("La Pasión de Cristo" y "Apocalypto"), el actor de "Arma Mortal" se pone en la piel de un ladrón que -al principio del film- se encuentra escapando de las autoridades norteamericanas tras hacerse de unos cuantos millones de dólares que podrían darle unas más que agradables vacaciones. Pero durante la persecución a alta velocidad con una patrulla fronteriza, y cargando un payaso malherido en el asiento de atrás, este personaje que el espectador conocerá sólo como "Conductor" -y más adelante como el "gringo" al que hace alusión el título de la película- termina literalmente incrustado en el famoso muro que delimita la frontera entre los Estados Unidos y México, país que lo recibe con oficiales corruptos que lo envían a "El pueblito", una inmunda prisión repleta de malhechores que viven con sus familias. Una vez allí dentro, el protagonista pone en marcha un plan para recuperar el botín mientras conoce el extraño y peligroso mundo de esa especie de mini ciudad carcelaria donde entabla una relación con un niño de diez años (Kevin Hernandez) y su madre (Dolores Heredia), a quienes debe proteger del peligroso Javi (Daniel Giménez Cacho), el líder criminal que controla el lugar. Dirigida por el debutante Adrian Grunberg, un realizador de padres argentinos, criado en España y radicado en México que ya había trabajado en producciones de Gibson como asistente, la irreverente y surrealista "Vacaciones Explosivas" desarrolla una trama sencilla (co-escrita entre Grunberg, Gibson y Stacy Perskie) pero atrapante y bien resuelta que cuenta con diálogos ingeniosos y muy pero muy ácidos.
Vacaciones explosivas es el curioso título de Get the Gringo (algo así como “agarren al gringo”), la nueva película protagonizada con Mel Gibson, donde el tipo más políticamente incorrecto de Hollywood se permite burlarse un rato de sí mismo y, de paso y muy a su manera, ‘limpiar la mugre’ de una cárcel mexicana. El debutante Adrian Grunberg, hijo de argentinos, se divierte en esta película de tipos duros que cita, sin el más mínimo atisbo de solemnidad, al cine de Sergio Leone y Sam Peckinpah o los contemporáneos Quentin Tarantino y Robert Rodríguez.
Gibson en un infierno clase B "Vacaciones explosivas" es una película de trazo grueso, con sucesión de imágenes carcelarias y marginales ambientadas en algún lugar del México más sórdido. La frontera de Estados Unidos con México está marcada por un muro largo que separa dos policías y una sola actitud: corrupción. En el auto a gran velocidad va un enmascarado. Los primeros minutos de Vacaciones explosivas (Agarren al gringo) promete acción y quizás humor, a la manera de Gibson. El diálogo entre los policías que cruzan el cerco, las réplicas del gringo en cuestión, y la estética, más la música, instalan rápidamente la historia en un lugar donde las desgracias son afrontadas por un tipo más listo y lindo que el resto. El gringo va a parar a El Pueblito, una cárcel que parece 'un centro comercial' bizarro. Entre tiendas, sucuchos, burdeles, baños y balaceras se desarrolla un relato que asume el exceso como una manera liviana de meterse en el lugar más sórdido. La película que dirige Adrian Grunberg pone a Mel Gibson en un protagónico a tiempo completo, apenas compartido con Kevin Hernandez, el niño que vive en la prisión desde los siete años, hijo de un traficante muerto y de una mujer (Dolores Heredia) que sobrevive. Madre e hijo guardan un secreto que los atormenta. Una de las particularidades del guión es que Gibson habla en inglés y casi todos los demás actores, en español, acorde con sus rasgos físicos y apellidos. Hasta ahí llega el intercambio cultural. La película, de trazo grueso, como los títulos de Robert Rodríguez, no ahorra escenas desagradables con seres hacinados, hampones despiadados y montañas de mugre. La violencia se plantea como un lenguaje que el espectador debe naturalizar sin detenerse en cuestionamientos de ninguna índole. Gibson es un delincuente, mucho mejor que los otros, aunque vive a sangre y fuego. La puesta, de manual, va mezclando juergas, droga, lucha libre, prostitución y boleros. El director subraya, suena a chiste, las escenas con la música. ¡Hasta se escucha Vicentico! Cumbias y 'horas de mariachis' ilustran las relaciones infrahumanas, entre las que se salva el vínculo que entablan el gringo y el chico. Daniel Giménez Cacho, como Javi, el rey de El Pueblito, pone el toque mafioso, rodeado de personajes que reproducen los tics de las películas de Tarantino, entre otras. Mel Gibson ha vuelto para promover su delirante idea de justicia. En el rol del gringo delincuente será siempre más bueno y limpio que sus pares del otro lado del muro.
Si quiere ver una película de acción como la gente, vea esta. Mel Gibson es un chorro que termina preso en un extraño lugar de México, y que sobrevive gracias a que un pibe de 10 años le enseña cómo hacerlo. Eso y a) un mafioso en busca de un botín y b) venganzas y recontravenganzas. No estrenada en cines estadounidenses, ellos se la pierden. Con la crudeza que pocos films tienen pero sin dejar de lado ni el humor ni la generosidad con el espectador (eso que tenía la rarísima Apocalypto), Vacaciones es, en el actual panorama cinematográfico, un oasis.
Un héroe que no se despeina Un ladrón huye junto a un cómplice herido de muerte en una alocada carrera por la frontera que separa a los Estados Unidos de México. Driver (Mel Gibson) es el conductor de un automóvil que es perseguido por una patrulla yanqui que lo acosa, hasta que cruza el límite que separa los dos países del norte y queda varado en México, con una fortuna en su auto y la policía azteca esperándolo. De ese modo el fugitivo termina con sus huesos en El Pueblito, una extraña prisión en la que algunos de los reclusos viven con sus familias formando una aldea de prisioneros. Allí Driver conoce a un niño que se convertirá en su amigo y lo acompañará en una aventura que se interna por sinuosos caminos que alternan entre el drama, la parodia y la comedia, dejando al filme casi huérfano de género. Desde un título traducido con más antojo que precisión (¿quién puede irse de vacaciones a una cárcel?), hasta la inversión del paradigma "policía bueno-ladrón malo", la película resulta tan poco creíble como la posibilidad de que un norteamericano sobreviva, con elegancia y sin despeinarse, en una cárcel del actual México fronterizo, donde la vida humana carece de valor.
Mel Gibson: un hombre y su mundo Voy a decir algo que probablemente es una obviedad, aunque no viene mal mencionarlo: al igual que Tom Cruise, Mel Gibson está loco. Tan sonado está, que ha quedado bastante aislado del campo de acción hollywoodense, que tanto lo alabó en tiempos de Corazón valiente. Pero claro, tantos excesos en la vida personal por parte de Gibson lo terminaron condenando al ostracismo, a tal punto que las estrellas de ¿Qué pasó ayer? rechazaron trabajar con él, a pesar de que no tienen problemas en compartir cartel con Mike Tyson. En Hollywood deberían darse cuenta que Mel siempre estuvo loco, sólo que sus conductas antisociales pasaron del terreno ficcional al real. Gibson siempre fue un autor, incluso antes de dirigir y escribir sus films. Por eso se puede analizar su carrera como un todo, metiendo en la misma bolsa a las películas que dirigió o escribió, con las que sólo protagonizó. La gran mayoría de sus personajes están construidos desde lo extra-ordinario: no son grandes personas ni seres perfectos, pero se destacan de la mayoría a través de diversas acciones, están por fuera de lo ordinario, de la rutina. Así son Mad Max Rockatansky, Martin Riggs en Arma mortal, Justin McLeod en El hombre sin rostro, Bret Maverick, Tom Mullen en Rescate, Porter en Revancha, Rocky en Pollitos en fuga, el reverendo Graham Hess en Señales, Thomas Craven en Al filo de la oscuridad, Walter Black en La doble vida de Walter. Paradójicamente, ellos impactan en el espectador, además, por su visible ambigüedad, por los grises que los atraviesan, por la forma en que a veces parecen buscar eludir la empatía del público. Algo parecido se puede decir del protagonista de Apocalypto, donde Gibson no estelariza, aunque se lo nota bajando línea de diversos modos. No sucede lo mismo con William Wallace en Corazón valiente, Benjamin Martin en El patriota, Nick Marshall en Lo que ellas quieren y Jesús en La pasión de Cristo: en esos films la ambigüedad se pierde y prima el trazo grueso, la linealidad de pensamiento. En el universo del Gibson actor/director/guionista, todo se dice de manera brusca, sin sutilezas, con mucha violencia en los cuerpos (llaman la atención, por ejemplo, el rostro cuasi-monstruoso del protagonista de El hombre sin rostro, o las muertes de las mujeres en Al filo de la oscuridad). El cine de Mel puede resultar todo un desafío a la tolerancia de la audiencia. Vacaciones explosivas lleva por título original Get the gringo, aunque también llevó el nombre tentativo de How I spent my summer vacation. Ambas denominaciones tienen un trabajo irónico y sarcástico, y ese es el tono que atraviesa todo el film, desde el mismo inicio, con la voz en off del protagonista, Driver (Gibson), un criminal profesional, contando sus desventuras. Resulta que es atrapado en la frontera entre México y Estados Unidos, justo del lado del primer país, con un montón de dinero encima. Un grupo de policías federales corruptos se quedan con su botín y lo encierran en El Pueblito, una cárcel que realmente existió, diseñada a partir de un modelo experimental de apertura, pero que salió mal, muy mal, convirtiéndose en una especie de pequeña ciudad infernal. De allí deberá salir Driver, a toda costa, contando como aliados a un pequeño y su madre, aunque tiene como adversarios a lo peor del mundo criminal (y hasta del orden legal) de los dos lados de la frontera. El relato no apela nunca al discurso bienpensante sobre la violencia en México, como sí lo hacían films bastante simplistas y hasta cobardes como Hombre en llamas y Bordertown, ciudad al límite. Al contrario, dice las cosas sin tomar atajos, describiendo el panorama como es: sangriento, opresivo, miserable, toda una paradoja social. Vacaciones explosivas cuenta también con la ayuda de un excelente trabajo en la puesta en escena, que configura espacios y tiempos distintivos, un idioma particular (la mayoría del metraje se habla en castellano, o más bien en mexicano, repitiendo similares operaciones a La pasión de Cristo y Apocalypto) y rituales específicos. El resultado es una alta efectividad para delinear un universo autónomo, que respira con su propio ritmo y que posee una gran complejidad. Es cierto que en su última media hora, Vacaciones explosivas apresura un poco las resoluciones a sus diversas subtramas y el resultado no es del todo fluido. Aún así, su potencia visual y narrativa, su ritmo ágil, su estilo feroz atravesado por un humor cáustico y negro, la convierten en un objeto extraño, casi bizarro en el panorama del cine estadounidense. Mel, desde los márgenes, sigue agitando el avispero.
Volvió Mel Gibson. No es que no lo hayamos tenido en la pantalla durante este tiempo, en todo caso podríamos decir que volvió aquél que no veíamos desde 1999 en “Revancha”, aunque la que nos convoca hoy está uno o dos escalones más abajo. Un tipo (Mel Gibson) escapa de la policía fronteriza de USA, y a su vez de la Mexicana. Lleva mucha guita en el auto y un cómplice baleado y moribundo. “Mejor afuera que en casa” piensa, y se manda por una rampa al otro lado. Cuando los polis ven el botín, todos los personajes y los espectadores entienden: esto es por plata. El viejo y siempre bien ponderado dinero es el que tantos tiros y guiones del género ha pergeñado. Así, resulta fácil olvidar por un momento (96 minutos) la línea de pensamiento de Gibson, para sólo centrarse en el entretenimiento. El tipo va a la cárcel que se plantea como un mundo aparte con sus reglas, condiciones, y obstáculos que deberá sortear para irse y salvarse con ayuda de un chico que conoce allí. “Vacaciones explosivas” (¿a quién se le habrá ocurrido un título tan disparatado?) se llama en realidad “Get the Gringo” (“Agarren al gringo”), término semidespectivo con el que en México se refieren a los estadounidenses. La trama tiene todos los condimentos necesarios e imprescindibles para ser digna exponente del género de acción. El mundo es corrupto, así que aquí no se salva nadie de serlo pero, como suele construirse en este tipo de argumentos, el espectador sentirá una simpatía natural por el “menos malo”. Punto. Adelantar algo más sería anticipar gran parte de la duración de la película que, por cierto, anda muy fino entre la obviedad y el entretenimiento. Las secuencias de acción son propias de la violencia que a Gibson le gusta mostrar (hay que aclarar que también escribió el guión), y están indudablemente bien hechas. Me gustaría ver por donde entrarle un poco más al análisis de este producto para que el director de esta página no me corra a garrotazos por la escueta extensión del texto, pero, créame, que a esta altura no hay mejor manera de ser directo y conciso. Es una de tiros con Mel Gibson, que respeta precisamente eso
Anexo de crítica por Claudia Smithee En general, nunca me gustaron demasiado los films de acción de Mel Gibson. No es que no reconozca su trabajo pero... Pertenece a una generación pasada y ha sido reemplazado (como muchos otros) por sangre nueva. Hollywood es así. Pero cada tanto (hace poco pasó con "Expendables 2"), alguno de ellos regresa. Y sus fans sienten esa vuelta como algo necesario y fuerte. Eso sentí viendo "Get the gringo". No puedo decir que haya sido una película que me haya atrapado, como espectadora. Si, reconozco su impecable factura técnica (la primera parte, es excelente) y el humor negro que el viejo Mel le pone a las secuencias donde abunda la sangre, lo cual hará las delicias de sus fans, con seguridad. El argumento es esquemático pero paga: México parece ser una tierra fecunda para los negocios sucios según la mirada americana (no?) y si bien creo que lo mejor transcurre en los iniciales 30 minutos de proyección, es cierto que "Vacaciones explosivas" es una cinta entretenida. Como notas de color, hay algunos rasgos de la personalidad del "conductor", que vale la pena resaltar: hay un posible romance con una latina corriente, un lazo particular con un niño que fuma mucho (?) y alusiones a personalidades de la industria que mejor no anticipar. Digamos también que Gibson quiso divertirse como en los viejos tiempos, sin dudas y eso se nota en el impacto visual de las torturas, muertes y escenas de consumo de drogas que abundan en el film... Tanto, que hasta participó del guión... Para la comunidad del Sur del Río Grande, es también importante que sepan que casi el 40% de la cinta está hablada en español (que tal? Esperemos "Casa de mi padre" eh!). Si les gusta la acción directa, de la vieja escuela y tienen ganas de vacacionar en una cárcel de la frontera mexicana, esta es su película. La van a pasar bien si la eligen.
OTRO NENE EN APUROS Retorno de Mel Gibson, un actor que sufre mucho en las películas, pero más en la vida real. Aquí anda a los tumbos en una cárcel-pueblo mexicano. Una comarca donde da miedo hasta dormir la siesta. Allí se topará con un nene de 10 años que cuando sea grande deberá morir para trasplantarle su hígado al mafioso del lugar. Panorama desolador para Mel: sobrevivir, esquivar mafias, salvar al nene y jugarse unas fichitas a manos de la mami del nene. Opera prima de un portorriqueño (de padres argentinos) que tiene mano firme para dirigir esta película vertiginosa, taimada, cruel. Pero los personajes están bien dibujados y la acción no decae en esta violenta historia que habla de redenciones y de segundas oportunidades.
I'm back cabrón Mel Gibson vuelve a la acción en un film, que sin muchas pretensiones pomposas, logra entretener y pasear al espectador por una montaña rusa de tiros y sangre; además vuelve a colocar al actor en el rol de macho duro con buen sentido del humor que lo caracterizó en la década del '90. Resulta inevitable pensar que quizás Gibson se involucró en un proyecto de este estilo para alejarse un poco de las acusaciones por racismo que ha recibido en el último tiempo, ya que en "Get the Gringo" comparte protagonismo con un niño mexicano que le ayudará a sobrevivir en la cárcel de "El Pueblito", un lugar peligrosísimo en el que la ley de la selva se aplica en todo su rigor. Yo pienso... si esta es la manera de reivindicarse un poco por sus dichos desafortunados, ¡en buena hora Mel!, hay otro giles que ni se disculpan por su idiotez. "Vacaciones Explosivas" está lejos de la espectacularidad y el presupuesto de otros trabajos en los que participó como "El Patriota", "Edge of Darkness" o "Corazón Valiente", pero debo decir que este pequeño film no es para nada un paso en falso en la vuelta del astro a la gran pantalla. El que va esperando una peli épica y de gran producción, lo más seguro es que se decepcione un poco, pero si van con la predisposición de entretenerse con Mel volviendo a posicionarse como un duro de la acción y disfrutar de una historia de humor negro y enredos mafiosos, la van pasar bien y pensarán que el valor de la entrada no es del todo injustificada. El guión tiene algunas torpezas, por supuesto, estamos asistiendo a ver una cinta que utiliza muchos clichés acerca de los mexicanos, pero por otro lado tuvo la idea innovadora de mostrar como funcionaba una de las cárceles más nefastas del mundo ("El Pueblito" sí existió en realidad) exponiendo con crudeza y humor algunas de las locuras que sucedían ahí dentro. Una peli muy entretenida que los hará pasar un buen momento en compañía de un grande de la acción y la comedia que vuelve con ganas de adueñarse otra vez de la gran pantalla. No es un trabajo trascendental, pero como exponente del género de acción es más que respetable.
YO APOYO LA MOCIÓN... ¡CON TODA VIOLENCIA! Mel Gibson solía ser una de las estrellas más solicitadas, queridas y reconocibles de cine. Pero comentarios racistas, ataques de agresión, incidentes en estado de ebriedad y una etapa como director de films violentos lo alejaron del corazón y la vista del público. Sus intentos de regresar con películas como AL FILO DE LA OSCURIDAD (2010) o LA DOBLE VIDA DE WALTER (2011) no sirvieron de nada. Pero en lugar de bajar los brazos y desaparecer para pasar al olvido, decidió hacer las cosas a su manera. Triste, cansado y enojado - pero mucho más sabio -, Gibson se dedicó a producir, co-escribir y protagonizar un thriller de acción con un personaje principal triste, cansado y enojado, al que encierran en una prisión mexicana y debe arreglárselas para sobrevivir adentro y cobrar venganza afuera. Este bardero criminal de mil nombres (Bozzo, Dennis, Rubén, Reginal T. Barns, Richard Johnson, Gringo) se mete en un quilombo que incluye policías corruptos, dinero sucio, al líder de la prisión y al hígado de un niño, para terminar convirtiéndose por accidente en un anti-héroe de esos que Gibson interpreta con los ojos cerrados. No es una obra maestra ni su mejor trabajo, pero sí su mejor película en mucho tiempo. Es VACACIONES EXPLOSIVAS (o GET THE GRINGO o HOW I SPENT MY SUMMER VACATIONS, 2012), su verdadero regreso a la acción y la prueba viviente de que, a pesar de que muchos ya no lo quieran, soliciten o reconozcan, Gibson fue, es y siempre será un grande. Tocar fondo muchas veces implica que ya nadie espera nada de uno. En parte eso es bueno porque es la oportunidad perfecta para sorprenderlos a todos, y VACACIONES EXPLOSIVAS es una grata sorpresa. Graciosa, algo loca, desprejuiciada y fresca, pero también oscura, cruda y dura, la película entretiene al lograr equilibrar eficazmente sus dos aciertos: Gibson y el guión. El primero compone un intrigante personaje que se las sabe todas y que rápidamente se ganará el corazón del público a pesar de ser uno de los más malhablados, sarcásticos, agresivos y moralmente cuestionables de su filmografía. Lejos de querer retirarse, Gibson patea traseros a lo loco y llena a la película de una onda nostálgicamente divertida - algo parecido a lo que lograron hace unas semanas Stallone y sus amigos con la genial LOS INDESTUCTIBLES 2 (THE EXPENDABLES 2, 2012), solo que no tan exagerado y mucho más realista -. También cumple con eficacia en los momentos de humor, en las partecitas dramáticas y en las secuencias de acción que, si bien no son muchas y a veces resultan poco novedosas, sorprenden de vez en cuando con escenas como la de un intenso y sangriento tiroteo en cámara lenta. El resto del elenco (la mayoría mexicanos hablando en mexicano) cumple pero no sorprende, y a veces ni siquiera cumple. No se dejen engañar, porque no es para nada tan explosiva como indica el título que le pusieron en nuestro país. Pero todo lo que carece de acción, VACACIONES EXPLOSIVAS lo compensa con un acertado guión. Este nunca da respiro ni deja de entretener y maneja sin problemas las muchas sub-tramas que se entrecruzan, con originalidad, ironía y, en ocasiones, altas dosis de violencia, locura y crueldad. Hay algunas historias y personajes más débiles que otros, pero en definitiva la película es una sobredosis de Mel. Su voz en off acompañándonos a lo largo de todo el film y el llamativo y rico estilo visual del debutante Adrian Grunberg son otros rasgos de originalidad que hacen de VACACIONES EXPLOSIVAS una película para todos aquellos que alguna vez se preguntaron “¿Cuándo dejamos de admirar al hombre con un lanzallamas o un arma que esparce ácido corrosivo?”. Porque además de entretener, sorprender y no decepcionar, este nuevo exponente del cine de acción es también otra buena forma de recordar esa admiración que sentíamos por ese hombre.
Un chico especial Mel Gibson vuelve a estar en una película de acción y lo hace de la mejor manera. Rememorando lo mejor de su filmografía, uno puede disfrutar de como el dinero, la venganza y la codicia pueden motivar todo tipo de sucesos en una sórdida cárcel mexicana. El gran fuerte de "Vacaciones explosivas" reside en lograr crear un relato dinámico con mucha acción y enredos. Mel Gibson personifica a un hábil manipulador quien desde el comienzo de película se mueve con inteligencia y estilo en un ambiente muy hostil hacia su presencia. Conoce las leyes de su oficio y enseguida reconoce el tipo de persona al cual debe manipular. Todo el armado de sus acciones dentro de la cárcel es impecable. Incluso la introducción de una amistad con un prisionero de 10 años y luego un romance con la madre son trabajados con oficio. Es notable ver como los vínculos se van afianzando cada vez más y sin notarlo los objetivos de Mel gibson pasan de escapar de la cárcel a salvar la vida del chico. Por otro lado el presidio cumple un rol protagónico en la trama. Cada escena y cuadro logran retratar un sitio excitante y peligroso donde todo es posible. Realmente el espectador se encuentra ante un mundo paralelo donde el protagonista vive constantemente expuesto a los deseos de los capataces de la prisión. El gran y único problema de la película se presenta en el exterior de la cárcel. Allí se narra una historia completamente diferente que debilita el gran atractivo que representaba ese pueblo enrejado. Si bien los sucesos derivados en el exterior no son decididamente malos, desvían al protagonista de sus valores más humanos y crean a un ser ya invencible donde nos hace preguntarnos como fue que sus planes fracasaron en un primer lugar. Sin lugar a dudas, "Vacaciones explosivas" es una entretenida película de acción, pero como en toda gran historia el final debe ser lo más importante y si este resulta poco convincente todo lo construido se derrumba fácilmente.
Un botín millonario y una decisión que tomar: ¿es preferible ser detenido por la salvaje policía norteamericana o por la mucho más laxa fuerza pública mexicana? Sin demasiado tiempo, aún menos dudas, el delincuente encarnado por Mel Gibson se deja arrastrar hasta la cárcel conocida como “El Pueblito”, una prisión de alta seguridad en donde los reclusos conviven sin reglas determinadas. En un contexto inhóspito conocerá a un pequeño niño, quien será su guía y a la vez, su pasaporte de escape. “Get the gringo” es el título original que esta inexplicable traducción presentó entre nosotros como “Vacaciones explosivas”, una película de acción con necesarios toques de humor que viene de la mano de uno de los actores más conflictivos y criticados de la actualidad. Entre negociados que involucran a la policía de frontera, corrupta de ambos lados de la extensísima cerca de metal que los divide, el personaje de Gibson desliza un “Los mariachis son la tortura de México”, como para que no queden dudas de su opinión acerca de sus vecinos. Después de sus episodios de violencia, alcoholismo y declaraciones poco afortunadas, relacionar la figura del actor de “Corazón valiente” con un presidio no es muy difícil, por lo que el morbo de la prensa amarilla habrá de regodearse al imaginar a Gibson en su paso real por la cárcel. Un dato: sorprende gratamente la inclusión de Vicentico dentro de la banda sonora y genera cierta complicidad que el personaje de Gibson lea una edición del diario La Nación, dos hechos que se explican fácilmente: el director de la cinta es hijo de padres argentinos.
Publicada en la edición digital #243 de la revista.
La pelea de su Vida Mel Gibson retorna al cine con una aventura entretenida, divertida y sumamente vertiginosa, como en sus buenas épocas, claro ahora está más mayor, fuma como un escuerzo y se las ingenia para seguir luchando en la vida real -fuera de toda ficción- con la mala propaganda que recibe por haber protagonizado algún hecho de "violencia de género" y hasta cierto tufillo antisemita que le han achacado varios medios. Tan asì que la peli en su país de origen ni siquiera llegó a los cines, fuè directo a DVD y "Blue Ray", y hasta el boletero del Complejo Monumental que me dice "Y este tipo no está bien visto... por eso no llena ya las salas!". Acà Don Mel es un ladròn que huye con varios millones de Dólares de un robo, ha quedado solo escapando y los patrulleros lo persiguen hasta la frontera con Mèjico, ergo al traspasar el muro que divide USA de este otro país, detenido, irá a parar a una cárcel comunal gigante que más que una vulgar penitenciaría es un pueblo rebosante de gente de la peor calaña y hasta familias que allí viven. Habrá que acudir al ingenio y a la supervivencia extrema para contarla ahí dentro. Si de definir esta peli se trata, digamos que es un correcto filme de género, atestado de situaciones a veces increíbles y otras ingenuas, pero dignas del plato que ofrecen Gibson y su director Adrian Grunberg -hijo de argentinos en la vida real-, de a ratos nos recuerda a otros tantos productos de Tarantino, Robert Rodriguez y hasta del memorable Sam Peckinpah, con tanta sinfonía de disparos, sangre de mentira y escenas bastante bien resueltas desde lo técnico-cinematográfico. Disfrutable en su proyección, si se busca un ejemplo de divertida historieta, acà la tienen sin duda.