La última gran heroína de acción Repaso lo que el veterano Roger Ebert escribió sobre Salt (film al que le otorga la máxima calificación) y sus lógicas referencias (una trama absurda y veloz que remite a El Coyote y el Correcaminos, a Corre Lola, corre y a la saga de James Bond) y luego la crítica del no menos influyente A. O. Scott en The New York Times, que destruye con paciencia y esmero a la película sosteniendo (en una simplificación salvaje que hago) que resulta un esfuerzo inútil dedicarle 100 minutos a discernir si la agente que interpreta Angelina Jolie es en el fondo leal a la CIA o una despiadada asesina a sueldo entrenada por los rusos (o un poco de ambas cosas). Me pregunto a la hora de enfrentar la pantalla de mi netbook qué se puede decir de nuevo sobre un film así (es decir, sin caer en el lugar común de burlarse de los lugares comunes) y, al mismo tiempo, cómo dos críticos de primera línea pueden pensar algo tan distinto sobre una película que -me parece- no da para lecturas tan opuestas. Todo se parece a un gran esfuerzo inútil. Las premisas de este thriller de acción dirigido con buen pulso por el inclasificable realizador australiano Philip Noyce (el mismo de Juego de Patriotas y de la pequeña Cerca de la libertad) serían las siguientes: adrenalina + CGI + sagas Bourne / Bond / Misión: Imposible / Máxima velocidad + esquema de "el topo" + Hitchcock + estructura típica de gato y ratón + Jolie como killer hot. Uno podría cuestionar un guión que, otra vez (uffff) pone a rusos y norcoreanos como los malísimos de turno y denostar los obvios flashbacks, o bien elogiar la labor del DF Robert Elswitt (el mismo que acompaña a Paul Thomas Anderson y a otros grandes) y de los (las) dobles de riesgo que saltan de un camión a otro en las constantes set-pieces del film ¿Cambia algo? ¿Agrega algo al análisis? No mucho, creo. ¿Entonces? Entonces es el turno de hablar de otro lugar común de la industria de Hollywood: "el vehículo al servicio de...". El film fue concebido para Tom Cruise y, cuando este se bajó (seguramente prefirió un thriller menos solemne, con más humor como Encuentro explosivo), se cambió el "género" para explotar la sensualidad de Jolie (mucho más linda morocha que rubia), que a esta altura (Lara Croft, Sr. y Sra. Smith, Se busca) se consolida como la gran heroína de acción hollwyoodense. El resto es más (o menos) de lo mismo: Liev Schreiber haciendo otro de los papeles (burócrata/malvado) que viene encarnando desde hace años y el regreso del mítico actor polaco Daniel Olbrychski (aquel de las películas de Andrzej Wajda) como el desertor ruso y mentor de la protagonista. Llego al final sin haber descubierto qué decir (de nuevo) de Agente Salt, un producto tan apreciable y profesional en ciertos sentidos como efímero y escurridizo en otros. En realidad, no hace falta que yo les diga nada más. Todo es muy claro, cristalino. Si quieren ver a Angelina corriendo, disparando, escapando, esta es su película. Si prefieren cine con "contenido", busquen en otro lado.
Originalmente "Salt" iba a ser protagonizada por Tom Cruise, pero el actor se bajó a último momento del proyecto y prefirió filmar "Knight and Day", otra película de acción estrenada recientemente que comparte un tema similar (agente secreto perseguido) pero con una cuota de humor. Sin necesidad de modificar demasiado el guión, cambiaron el sexo del personaje y eligieron a Angelina Jolie como protagonista en reemplazo de Cruise. Jolie parece disfrutar haciendo este cine de acción, a pesar de que sus participaciones en el género ("Wanted", "Mr. & Mrs. Smith", "Lara Croft") no han sido de lo más acertadas. "Salt" es el típico producto pochoclero del verano norteamericano con una "movie star" como protagonista absoluta. El film funciona como un repetido thriller de espionaje, en donde una agente de la CIA es acusada de ser una espía rusa y escapa para intentar demostrar su inocencia. El guión (escrito por Kurt Wimmer, autor de "The Recruit" y "Law Abiding Citizen") parece viejo y desactualizado, explorando el tema de los rusos, la guerra fría y los agentes dobles como solíamos ver en películas de hace 20 o 30 años. También se tomó un poco de los films de Jack Ryan (el director Phillip Noyce dirigió dos de estos, "Patriot Games" y "Clear and Present Danger"), otro poco de "Mission: Impossible III" y bastante de la saga "Bourne". Dejando de lado esta trama repetida y una serie de flashbacks innecesarios que repasan la relación entre Evelyn Salt y su marido, se encuentra una película plagada de acción. El director consigue inyectarle un ritmo intenso y constante desde el momento que se inicia la persecución hasta los créditos finales. Las secuencias de acción se van volviendo más y más exageradas a medida que avanza la cinta, desde la primera en donde Salt parece MacGyver fabricando una bomba de la nada, seguida por la persecución con los camiones desafiando las leyes de gravedad, hasta el momento del ascensor donde se transforma en algo parecido a Spider-Man. Todo aquí pasa por Angelina Jolie, quien prácticamente aparece en todas las escenas del largometraje. Su personaje no la exige como actriz, sólo le permite mostrar sus habilidades en las escenas de acción. El único detalle es que se la vé demasiado flaca y cuesta creer que pueda fajar a varios hombres a la vez con ese cuerpito. Con el protagonismo absoluto de Jolie, las participaciones secundarias de Liev Schreiber y Chiwetel Ejiofor no toman demasiada importancia hasta el final. Con un final decepcionante que deja la puerta abierta para una segunda parte, pareciera que los productores sueñan con crear una trilogía similar a la de "Bourne". No creo que lo logren.
Abundan los casos de mujeres desempeñándose como espías o agentes secretos, en la vida real —Mata Hari— y en la ficción, desde donde surge un nuevo y rudo exponente. La agente de la CIA Evelyn Salt (Angelina Jolie) planea festejar el aniversario de casados con su marido (August Diehl, de Bastardos sin gloria, otra peli reciente con espías femeninas), pero le toca interrogar a un misterioso espía ruso (Daniel Olbrychski). En un breve interrogatorio, el hombre revela información crucial: 1) Hay un complot para matar al Presidente de los Estados Unidos; 2) El responsable será un agente ruso, infiltrado desde tiempo atrás entre la sociedad norteamericana; 3) La asesina es Evelyn Salt. A partir de ese momento, la sospechosa (en más de un sentido, je), aunque dice no ser culpable, escapa de las oficinas de la CIA. Entre persecuciones, tiroteos, explosiones y atentados políticos, Salt deberá demostrar que es inocente. Pero... ¿es en verdad inocente? En la película queda claro que Angelina disfruta esta clase de personajes: mujeres fuertes, astutas, inteligentes, capaces de disparar ametralladoras, pegar saltos de un camión a otro, escapar de sus rivales como una pantera. Una rol que le sienta genial a la esposa de Brad Pitt. Durante el film, para que sus perseguidoras no puedan encontrarla, adopta distintos colores y cortes de pelo, y hasta se caracteriza como alguien del sexo opuesto. La Jolie parece haber nacido para interpretar a Salt. ¡Y eso que originalmente el papel fue pensado para un hombre! (Más precisamente, para Tom Cruise, que prefirió hacer Encuentro explosivo). Liev Schreiber está correcto, como de costumbre, y casi siempre con la misma cara. Su personaje es un colega de Salt que todavía cree en ella. El ingles Chiwetel Ejiofor también está bien en su rol de agente del FBI, pero todavía es un actor desperdiciado por las grandes producciones de Hollywood. Sí pudo lucirse en películas más chicas como Negocios entrañables, de Stephen Frears, y en Pisando fuerte, donde hacía de una drag queen. Detrás de cámara, Agente Salt involucra a profesionales con experiencia en agentes secretos. Para empezar, está dirigida por Phillip Noyce, quien filmó las exitosas Juegos de patriotas y Peligro inminente, ambas protagonizadas por Harrison Ford (Además, Noyce le dio órdenes a Angelina en El coleccionista de huesos). Por su parte, el director de fotografía Robert Elswit trabajó en El mañana nunca muere, segunda película de James Bond protagonizada por Pierce Brosnan, y la inminente Misión: imposible IV, que dirigirá Brad Bird. Y el montajista Stuart Baird cortó y pego Casino Royale. Noyce, Elswit, Baird y el resto del equipo técnico le imprimen a las escenas de acción un estilo inmediato, realista, nada estilizado, propio de los policiales de los ’70. De hecho, los efectos especiales por computadora sin imposibles de distinguir. Agente Salt está lejos de ser grandiosa, pero el carisma y la fuerza de Angelina Jolie, la labor de Phillip Noyce y las interesantes vueltas de tuerca del guión la convierten en un entretenimiento nada despreciable. Un film que, además, seguramente sin proponérselo (bueno, uno nunca sabe), coincide con al aparición de fantasmas de la Guerra Fría: unos meses atrás, en Nueva York, fueron arrestados diez sospechosos de ser espías rusos. Entre ellos, Anna Chapman, una hermosa pelirroja, prestigiosa en el jet set estadounidense, que hasta llegó a cambiar de color de pelo para confundir al FBI. Las coincidencias con el film son evidentes. ¿La vida imita al arte o qué?
Se vienen los rusos, se vienen los rusos!!!!! Y de golpe y porrazo, resurgió la “guerra fría” en Hollywood. Era un síntoma extraño, pero previsible. Cuando se estrenó Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, me preguntaba ¿por qué los rusos? ¿por qué volver a la URSS? Está bien, Harrison Ford estaba viejo para luchar contra nazis, pero la amenaza roja había terminado hace años… ¿por qué revivirla? Lo interpreté más como una sátira que como una realidad… pero ahora que se estrena Agente Salt, me pregunto… ¿cómo es que así de la nada, los estadounidenses volvieron a temer que el comunismo stalinista vuelva a ejercer una amenaza nuclear? ¿Es que ya se aburrieron de los árabes, iraníes, iraquíes, afganos, etc? ¿Los norcoreanos no representan una verdadera amenaza? ¿Los chinos son amigos? ¿Ni siquiera la mafia italiana resulta un tema latente para revivirla, que tuvieron que resucitar a la Unión Soviética? La verdad es que los estadounidenses necesitan de la guerra, como necesitan respirar. Pero no para vender armas o sustraer petróleo como suelen poner de excusa. No. Necesitan una guerra por década, para tener material para escribir libros, filmar ficciones épicas, documentales controversiales, ponerse a la defensa o al ataque del gobierno de turno. Ni siquiera Cuba los molesta ahora. Y, como demuestra Oliver Stone, con Chávez está todo bien en realidad… Así que si no hay una guerra real… como decían en Mentiras que Matan (Barry Levinson, 1997), “inventemos una”. Y los soviéticos siempre representaron una amenaza potencial por tener la nación más grande… y guardar “armas nucleares”. ¿Quién más está sino detrás de los coreanos, de los chinos, de los vietnamitas (cuidado con Charlie, no murió, simplemente duerme)? Así que los guionistas sin imaginación en Hollywood, decidieron solitos resucitar URSS. “Back to the URSS” dirían The Beatles. Pero esta vez James Bond no está disponible. La MGM debe mucha plata y el 007 está en su retiro en las Bahamas. Jason Bourne no sabe si seguir o no buscando su identidad (Matt Damon, Paul Greengrass y Tony Gilroy dan millones de vueltas para regresar a la saga, tomando en consideración que el autor, Robert Ludlum murió antes de escribir el cuarto libro) y, quizás vuelva Jack Ryan, el invento de Tom Clancy, aunque recordemos que según La Caza al Octubre Rojo, el personaje era amigo de los soviéticos… Así que hubo que inventar alguien nuevo. Su nombre es Salt… Evelyn Salt. Y viene en el cuerpo moldeado de Angelina Jolie. La cuestión está en que no se sabe si Salt es de la CIA o un agente entrenado de la KGB (o una agencia con nombre parecido), por lo tanto Jolie correrá, pegará, matará y explotará a todo aquel que se le cruce en frente con tal de “hacer justicia”. El Toque Noyce Pero volvamos a los años ’90. Si cuando uno ve Agente Salt tiene una sensación de deja vú (especialmente viendo el entrenamiento de los niños rusos), es porque la película tiene bastantes reminiscencias a El Santo, la fallida transposición de la serie con Roger Moore a la pantalla grande de la mano de Val Kilmer y Elizabeth Shue. La película le quitó el humor y el carisma a la clásica serie del ex Bond, y lo reemplazó por una solemnidad y dramatismo densamente innecesario. Dicha obra fue dirigida por Phillip Noyce, director australiano más interesante de lo que se suele suponer si uno analiza superficialmente su filmografía. Estuvo hace unos años en Mar del Plata donde dio una Masterclass, que los que asistieron dijeron que fue notable. Lamentablemente yo me la perdí, pero puedo afirmar que fue bastante interesante según fragmentos que pude leer. Un hombre que realmente sabe de cine. Y un artesano del thriller contemporáneo. Su primer film comercial distribuido en Argentina fue Terror a Bordo (1989) filmado en su país natal, protagonizada por los aún desconocidos Sam Neill, Nicole Kidman y Billy Zane. Una película de suspenso que remitía a El Cuchillo Bajo el Agua, la ópera prima de Roman Polanski. A la que siguió Furia Ciega (con Rutger Hauer como un Zatoichi australiano), y los mejores episodios de la saga Jack Ryan: Juego de Patriotas y Peligro Inminente, ambas con Harrison Ford. También fue ojo de la polémica con thriller “erótico” Sliver, Invasión a la Privacidad con Sharon Stone. Tras la decepción que fue El Santo, pasaron films más interesantes (y de menor presupuesto y pretensión) pero que no trascendieron demasiado: El Coleccionista de Huesos (con Jolie), Cerca de la Libertad, El Americano y Atrapa el Fuego. Salt es el verdadero regreso de Noyce al thriller industrial, de espionaje, repleto de escenas de acción y con una protagonista “ardiente” y taquillera. El resultado final no está a la altura de sus mejores films, pero tampoco de los peores. Como thriller es vigorizante, tiene un ritmo arrollador, no da respiro. Noyce no deja de mover la cámara a toda velocidad durante los 100 minutos que dura la película. Atrapa, entretiene y divierte con los giros dramáticos que da el guión. Juega con el espectador, su “inocencia” y la del personaje. Nos da la información apropiada para no casarnos con ningún personaje y vibrar al ritmo de las persecuciones. Y si la película tiene lo mejor, en cuanto a dinamismo y suspenso, de los films de Noyce, también tiene sus peores vicios: flashbacks cursis, romanticismo impostado, sentimentalismo meloso. Noyce no se maneja bien con el género romántico. Por lo tanto, las escenas solo ameritan su presencia como una justificación narrativa innecesaria. Demasiado explicativas. Es un síndrome del Hollywood contemporáneo: subestimar la inteligencia del público, dar demasiadas explicaciones para que todos entiendan al toque. Aún así, estas escenas no tienen tanta presencia para distraer al espectador de la acción. El problema principal es la historia en sí. Es demasiado absurda e inverosímil. Volver a la Unión Soviética no significa un miedo “real” (a menos que Stalin y Lenin hayan revivido como muestra un episodio de Los Simpsons). El personaje de Salt de por sí es exageradamente vueltero. Pero lo importante es mantener la tensión y la adrenalina. En ese sentido, el film de Noyce cumple. No importa cuan complejos sean realmente los personajes (más allá de si son o no comunistas, desertores, románticos o fríos). Ni siquiera se puede leer entre líneas alguna crítica política o social. Los agentes de la CIA quedan parados como niños de pecho a comparación de los súper entrenados agentes soviéticos involucrados en la conspiración que plantea la película. La paranoia post 11 de septiembre sigue vigente, pero acaso, ¿hubo algún momento en que los Estados Unidos no fue una nación paranoica? El trío protagónico: Jolie – Schreider – Ejiofor cumple con las expectativas en piloto automático. El guión de Kurt Wimmer (el mismo de la defenestrable Días de Ira) no presenta ninguna novedad estructural interesante, sino que se apoya en clisés y lugares comunes del género. Y al igual que en sus anteriores guiones (El Caso Thomas Crown, Reyes de la Calle y El Discípulo) se apoya en vueltas de tuercas como ¿quién es el traidor? ¿cuál es el truco? para mantener la atención del espectador. Según el ingenio del realizador que agarra los guiones, el film va a ser mejor o peor. Esta vez el resultado es… apenas entretenido. En tiempos “calmos” de guerras, en que Bond, Bourne, Ryan y Ethan Hunt se toman vacaciones, parece que Salt se ofrece como una alternativa interesante y divertida. Y si no funciona, ya que revivieron la Guerra Fría, podríamos revivir a Flint (protagonizada por el fallecido James Coburn) o a Harry Palmer. No dudo que Michael Caine aceptaría ponerse los lentes con marco negro si se lo ofrecieran nuevamente.
La mayor parte de la trama está en ver al personaje de Salt escaparse de todas las formas posibles, con escenas poco creíbles, pero vertiginosas. El suspenso es relativamente bueno ya que rápidamente...
Corre Salt, corre He aquí un producto de la mano de Sony Pictures que prometía acción, suspenso y mucho espionaje y cumplió. El director Phillip Noyce nacido en Griffith, Nueva Gales del Sur, Australia y creador de películas como Juego de patriotas (1992), Peligro Inminente (1994) o El Coleccionista de Huesos (también junto a Jolie), entre otras, demostró que como realizador sabe muy bien qué es lo que el público espera ver. La cinta narra como la oficial de la CIA Evelyn Salt (Angelina Jolie), quien realizó un juramento de deber y honor hacia su país, queda en el ojo de la tormenta cuando su lealtad se pone a prueba, ya que un desertor la acusará de ser una espía rusa. Salt debe ocuparse de escapar utilizando todas sus habilidades y experiencia para evitar ser capturada. Además de encontrar a su pareja (pequeño papel interpretado por August Diehl, quien se dió a conocer al público estadounidense por su papel en Los falsificadores) y salvar su vida de una balacera provocada por sus propios compañeros de la CIA. Todo lo que realiza Salt para probar su inocencia, sólo sirve para poner más sospechas en su contra, mientras que la cacería humana continúa. El film logra atrapar la atención desde el primer momento y la suma de buenas interpretaciones, tanto de Jolie como de Liev Schreiber (La Profecía, Desafio) ponen en duda a cada paso la identidad y el bando al cual poertenece esta integrante de la CIA, que como dice el afiche, logrará que el espectador también se pregunte ¿Quién es Salt?.
Rojo rojo, sucio trapo rojo Siempre presa de un pantalón o minifalda ajustada, Angelina Jolie es el polo de atracción de Agente Salt (Salt, 2010). Ella salta, trompea y dispara durante todo el desarrollo de este sólido trhiller paranoico, narrativamente atrapante pero ideológicamente peligroso. La agente del título es una auténtica rareza dentro de un Servicio secreto repleto de workaholics. Felizmente casada con un aracnólogo (?), debe interrogar a un misterioso testigo ruso que asegura tener información sobre un posible magnicidio para con el líder de su país. Pero las cosas no salen como espera y ella termina incriminada en una intrincada red de espionaje de todos colores y nacionalidades. Resulta imposible disociar un film de la ideología que lo concibe. Menos aún cuando esta palpita, con mayor o menor vitalidad, en casi la totalidad del metraje. Ya el primer fotograma muestra a Jolie en ropa interior recibiendo una chorrera de golpes y torturas del ejército norcoreano. Es en esa fracción de segundo donde e australiano Phillip Noyce -que sabe generar suspenso: vean El coleccionista de huesos- juega sus cartas y establece con claridad las premisas sobre las que girará el film: Angelina y esos zánganos comunistas idealistas corporizados en rusos o coreanos, lo mismo da. Pero mientras algunas películas pecan de hipócritas aspirando a un vaciamiento político de su trama, otras le adosan una suave dermis de intrascendencia para pulsionar subrepticiamente al espectador, y las últimas, las peores, construyen un dispositivo cinematográfico para avalar una concepción del mundo que supuestamente denosta; Agente Salt no sólo vocifera a cada instante su posición política e ideológica sin tapujos sino que la subraya orgullosa. Desde esa escena iniciática donde, como en un ajedrez diplomático, se muestran los dos bandos claramente disociados, hasta la representación del presidente norteamericano como un hombre de tez blanca que no vacila, poseedor de decisiones seguras y pragmáticas tomadas con la velocidad de un rayo, de sentimientos paternalistas para con su pueblo-rebaño, todo tiene un por qué felizmente claro y unívoco que vacían la película de dobles interpretaciones. Seamos claros: Agente Salt es fascista, nacionalista, pro-norteamericana, anticomunista, racista y machista. Es una película peligrosa, sí, pero brutalmente honesta y sincera. El inverosímil ideológico adquiere aún ribetes más increíbles. Recapitulemos una escena clave: personaje fundamental para el desarrollo es asesinado de un regio balazo en la cabeza y, si la memoria de este escriba no falla, algunos más dispersos por la caja toráxica. Más allá de la imposibilidad de empatizar con Angelina Jolie, la lógica pregona no baldazos de sangre repelidas a presión de manguera (Noyce no es Tarantino), pero tampoco la absoluta ausencia de fluidos: los muertos y heridos no sólo están vaciados de matices sino que no tienen sangre en las venas: Agente Salt es a las películas de acción lo que la trilogía Crepúsculo y su puritanismo sexual y anti-hemoglobina es a las historias de vampiros. Este vehículo ideológico tiene, además, el envase de una película, de una historia trillada y conocida, pero narrada con solvencia y agilidad. Si fuera posible extrapolarla de su mensaje, la película sería un entretenimiento notable por su factora y la predisposición a la acción continua, sin recesos. Será el espectador el que opte con cuál de las dos Agente Salt quedarse.
Agente Salt es un thriller pochoclero bien realizado que presenta en la pantalla grande a la hermana de Jason Bourrne. El director Philip Noice, quien en los ´90 fue el cineasta que mejor adaptó grandes novelas de Tom Clancy, relacionadas con el espionaje, como Juegos de Patriotas y Peligro Inminente acá desarrolló una propuesta muy entretenida donde tipo estuvo en su salsa. Orginalmente (lo comentamos en el blog de Próximos Estrenos) este film escrito por Kurt Wimmer (director de Ultravioleta, con Milla Jovovich) iba a ser protagonizado por Tom Cruise, quien se bajó del proyecto porque sentía que iba a repetir un rol muy similar a lo que hizo en Misión Imposible. Finalmente decidieron hacerla con Angelina Jolie, quien ya había trabajado con Noice en ese entretenido film que fue El coleccionsita de huesos, y el guionista y director Bryan Helgeland (Corazón de Caballero) se encargó de adaptar la trama original para Angelina. Si bien la historia es un poco absurda y queda la intriga de cómo habrá sido el argumento original, la verdad que la película es muy divertida gracias a la narración de Noice y la interpretación de Angelina, quien es la figura que se carga todo el film a sus hombros. Ponerse a analizar en serio la historia o los agujeros que tiene la trama en Salt es tan ridículo como analizar los filmes de James Bond por sus conflictos. Con esta película se puede apreciar la enorme influencia que tuvieron los filmes de Paul Greengrass en la saga Bourne dentro de este género, donde sentó un precedente desde la realización en el último tiempo y Salt proviene de ese lugar. Especialmente por la manera en que se encaró la acción. Sin grandes escenas artificiales generadas por CGI, el director presenta secuencias de tiroteos y persecuciones muy bien elaboradas, donde algunas acrobacias de Angelina pueden ser un poco exageradas, pero visualmente quedaron espectaculares. Otro punto que no es menor es que en roles secundarios Salt se da el lujo de tener grandes actores como Liev Schreiber y Chewitel Ejiofor que son esa clase de artistas que siempren quedan bien parados en cualquier film que participen. Es evidente que los productores le tenían mucha fe a la protagonista en este film, ya que se arriesgaron a cortar de manera abrupta el final de la historia dejando todo el escenario preparado para la secuela. Veremos si se concreta. Por lo pronto esta primera entrega de Salt es un film entretenido y bien realizado que se disfruta.
Corre, Jolie, corre A la manera de Bond y Bourne, Angelina encarna a una eficiente espía. En algún momento de su desarrollo, el Agente Salt era Tom Cruise. La película se retrasó, Tom tenía otros compromisos y fue reemplazado, pero no por otro “hombre de acción” sino por Angelina Jolie, en el que probablemente sea el único caso de cambio de género en una película de este tipo. Las “malas lenguas” dicen que Cruise se llevó muchas ideas del guión para su Encuentro explosivo , pero lo cierto es que la decisión del cambio, por más arriesgada que parezca en términos comerciales, resulta ser sólida, convincente. Jolie vuelve a demostrar que este tipo de roles es el que mejor le sienta en una película que le debe mucho a sagas de espías como las de Jason Bourne, James Bond y, por supuesto, Misión: imposible . Pero también, y acaso por haber elegido como villanos los viejos y queridos espías rusos, el filme hace recordar a filmes como Sin salida, La caza al Octubre rojo o títulos de los ‘60, todos ellos con agentes de identidades fluctuantes como protagonistas. La diferencia es que en esas épocas era posible sospechar que una estrella de una superproducción podía ser un doble agente. Aquí, por más que la película haga un encomiable esfuerzo por hacernos creer que Jolie es una espía rusa, todos sabemos que finalmente se revelará que no es tan sí y a lo sumo sabremos que tiene pies grandes y calza como 45. O que, bueno, tal vez se haya hecho algunas operaciones estéticas mientras trabajaba en la CIA. El filme es, esencialmente, una larga persecución, muy bien manejada por Phillip Noyce, el australiano que no casualmente dirigió dos episodios de la saga Jack Ryan (el de las novelas de Tom Clancy) y que ha vuelto luego de unos años de malas elecciones. Jolie es una dura agente de la CIA a la que un supuesto espía ruso delata como “doble agente” por lo que debe, básicamente, fugarse, tratando, a la vez, de evitar (o cometer) un atentado, dejando siempre al espectador en duda (en la medida de lo posible) respecto a cuál es su verdadera identidad y filiación. Buenas escenas de acción y suspenso (una en la que se disfraza de hombre no sólo es un guiño a la anterior encarnación del personaje sino que prueba que, como tipo, Jolie es bastante fulero) logran que el filme sea entretenido y disfrutable. Especialmente porque Noyce no abusa de los efectos especiales, y las escenas se sienten bastante orgánicas y plausibles. Finalmente, por su carrera permanente, su tema de confusión de identidades y su final abierto a secuelas varias (la película funcionó bastante bien, así que...), Agente Salt parece tener a Bourne como principal modelo y objetivo. Y ahora que la saga de Ludlum/Damon parece estar terminada, tal vez sea el turno de Salt, Evelyn Salt.
Un cuento de espías a la medida de su estrella La actriz es lo mejor del film que dirige Phillip Noyce ¿Qué sería de Agente Salt si no estuviera protagonizada por Angelina Jolie? Si la actriz en su versión de heroína de acción no apareciera en el noventa por ciento de las escenas ésta sería una película de acción modesta, entretenida aunque un poco absurda en el desarrollo de su trama. Claro que a estas alturas es imposible imaginar a cualquier otra actriz haciendo lo que hace Jolie. Desde sus atrevidas secuencias dignas de una doble de riesgo hasta aquellas en las que apenas un batir de pestañas le alcanza para expresar su angustia. La mezcla de una historia de espías que incluye a malvados agentes rusos dispuestos a provocar una guerra nuclear con una seguidilla de persecuciones e increíbles escapes funciona. Claro que el sombrío guión de Kurt Wimmer se sostiene más por el oficio de los actores y el director que por sus propios méritos. Jolie interpreta a Evelyn Salt, una agente de la CIA que parece disfrutar de su trabajo y ser feliz en su matrimonio con un experto en arácnidos que la acepta tal cual es. Aunque, por supuesto, ésa es la cuestión. ¿Quién es la agente Salt? ¿Una eficiente espía norteamericana o una aún más eficiente espía rusa entrenada desde la cuna para desestabilizar al gobierno de los Estados Unidos? La duda será sembrada por un extraño personaje que se presentará en el cuartel general de la CIA para denunciar un complot para asesinar al presidente norteamericano. Interpretado por el legendario actor polaco Daniel Olbrychski (favorito de Andrzej Wajda), el personaje aportará el costado más nostálgico del film, un retorno a aquellos tiempos en los que el cine de Hollywood presentaba a los rusos sin matices ni rasgos positivos; más bien como seres fríos capaces de cualquier cosa por lograr su objetivo. Hasta de robar chicos y adoctrinarlos para infiltrarse en las agencias de seguridad del enemigo jurado: los Estados Unidos. Más cerca del cine actual, el director Phillip Noyce ( El americano ) utilizó toda su experiencia como realizador de films de suspenso y acción para conseguir unas secuencias tan adrenalínicas como entretenidas, que incluyen una graciosa, por caricaturesca, escena en la que el personaje de Jolie domina el curso de un coche aplicándole shocks eléctricos a su conductor. Sin la densidad de la saga del agente Jason Bourne -aunque con su juego de identidades falsas o cambiadas- ni la sofisticación de la serie de James Bond, Agente Salt logra revitalizar los cuentos de espías para la pantalla grande del siglo XXI.
La guerra fría más caliente Encarnada por Angelina Jolie como una suma de McGyver, La Mujer Maravilla y El Hombre Araña, Evelyn Salt es una agente de la CIA envuelta en una conspiración demencial, que la película no hace sino potenciar, hasta asaltar las puertas de la razón. Algún día habrá que agradecerle a J. J. Abrams lo que hizo por el futuro de las ficciones. Con Lost inoculó en el corazón de la industria del entretenimiento el virus del disparate, volviéndolo un suceso fenomenal y forzando al Hollywood de las superproducciones, por la propia lógica del éxito, a abrir la puerta a lo descabellado. Por allí viene entrando una serie fílmica cuya razón de ser radica en asaltar la razón. No es raro que la primera de ellas haya sido Misión Imposible 3, escrita y dirigida por Abrams en 2006. Detrás vino Duro de matar 4 y ahora nomás, hace sólo semanas, Brigada A, Encuentro explosivo y Depredadores. Nuevo eslabón de esa serie virtuosa, Agente Salt tensa la cuerda hasta el límite mismo de la ruptura. Ruptura con lo verosímil y, por lo tanto, con buena parte del público, que sigue asociando el cine con la razón. “Una película horrible”, estigmatiza un muy representativo usuario del site especializado imdb, indignado porque nada de lo que sucede en Agente Salt es mínimamente lógico. Cuando es justamente por eso que Agente Salt genera en el espectador inteligente dosis inusuales de excitación. Uno de los actores de Agente Salt da una clave del linaje al que la película adscribe. Protagonista de la muy buena remake que Jonathan Demme hizo de ese clásico de la fiebre persecutoria que es El embajador del miedo, Liev Schreiber es un personaje clave aquí. Si aquélla era hija de la Guerra Fría, ésta la reinventa cuando ya no existe. En la sucursal de la CIA en la que trabaja Evelyn Salt (Angelina Jolie), un supuesto desertor ruso (el polaco Daniel Olbrychski, icono del cine de Wajda y de Zanussi) pide protección. Durante un interrogatorio, el tipo cuenta una historia delirante, que tiene lugar antes de la caída del Muro. En la historia hay perversos agentes del Kremlin y chicos yanquis, robados a sus familias y entrenados para cometer magnicidios en los Estados Unidos. Lee Harvey Oswald habría sido la primera de esas máquinas perfectas de matar presidentes yanquis, y lo mejor de todo es que ese delirio podría ser verdad. No, hay algo mejor todavía: el más reciente avatar de esa cadena, una tal camarada Chernkov, sería... la heroína de la película. Primero de los violentos barquinazos que signan el andar de Agente Salt (obra del guionista Kurt Wimmer, cuyos antecedentes no estaban a la altura). Barquinazos literales, propios de película de superacción, incluyendo un maratón de persecuciones en quinta velocidad, saltos de auto a auto, dobles que se juegan la vida y caídas libres desde helicópteros. Pero más que eso importan los barquinazos narrativos, que de tan generalizados y continuos generan una total inestabilidad en la historia y en el espectador. Todo puede suceder en Agente Salt, y todo sucede: desde la inoculación de veneno de araña con fines criminales hasta un lanzacohetes fabricado con la pata de una mesa, un matafuegos y productos de limpieza. Incluyendo la utilización de una bombacha de Jolie para cegar una cámara de seguridad, inusitados desafíos a la ley de gravedad y un despliegue de lealtades, traiciones, mascaradas y topos, que eleva a la enésima las obras completas de Graham Greene, John Le Carré y Eric Ambler. Super(¿anti?)heroína que es como una suma de McGyver, La Mujer Maravilla y El Hombre Araña, Evelyn Salt se comporta, para todos los efectos, como versión femenina del Ethan Hunt de Tom Cruise en las tres Misión: Imposible. La historia de los niños asesinos de la Unión Soviética equivale a una versión KGB de Los niños de Brasil, el esquema básico de perseguido-que-persigue responde al de las películas de Hitchcock y las referencias al lavado de cerebro y a los coreanos del norte –que hacen eclosión en un intento de magnicidio, durante un gigantesco acto público– provienen de El embajador del miedo. Llena de primeros planos, luces fuertes y cortes abruptos, la puesta en escena del australiano Phillip Noyce (director de la muy buena Terror a bordo en su país, adocenado más tarde en Hollywood) halla la perfecta correspondencia visual que el pulp, el trash y otras interjecciones piden a gritos. Que el villano más repulsivo se llame Tarkovski es, qué duda cabe, una turrada. Pero también una divertida muestra de la total irresponsabilidad que anima la primera película (muy) buena que la Sra. de Pitt protagoniza en su vida.
La supremacía de Jolie Angelina Jolie cuenta con el beneplácito de la industria que le permite protagonizar al estilo Cruise o Willis, conseguir que el público se refiera a la película como "la de la jolie" en lugar de mencionar su título y posicionarla como una heroína de acción. En "Agente Salt" es una espía de la CIA, indolente, precisa, mortal. Al mejor estilo Bond, el filme comienza con el final de una misión donde Salt fue brutalmente torturada, aunque sin heridas graves o incapacinates a la vista. La historia salta dos años hacia adelante, con la espía felizmente casada y afianzada en su oficina, cuando una tarde, luego de cumplir su horario, un caso imprevisto se presenta y todo cambia. Un espía ruso se presenta para denunciar que un "topo" está en la CIA dispuesto a cometer un magnicidio. La sospechosa no es otra que Salt, quien huye y da lugar a una persecución que inevitablemente remite a la trilogía de Jason Bourne. Espionaje y contra-espionaje, traiciones y vueltas de tuerca previsibles son los ingredientes que ofrece esta película que cuenta con un buen elenco donde se destaca Liev Schreiber, en el rol del jefe de Salt. El ritmo es incesante, la acción constante y el metraje óptimo, aunque justamente por todo esto el final resulte abrupto y la secuela obviamente servida. "Agente Salt" es anacrónica en el conflicto; rusos contra estadounidenses es una pelea antigua y por momentos el guión parece tomado de alguna vieja serie televisiva, sin embargo entretiene, que no es poco. Jolie se da el gusto de saltar de camión en camión, armar explosivos con matafuegos y artículos de limpieza, correr descalza por Washington como un John McClane con falda y nunca fallar en lo que se propone. Habrá más.
La espía que volvió del frío El australiano Phillip Noyce ha ofrecido un poco de todo a lo largo de su errática carrera: desde obras interesantes como Terror a bordo (Dead Calm, 1989) y Cerca de la libertad (Rabbit-Proof Fence, 2002), pasando por algunas correctas como Furia ciega (Blind Fury, 1989), El coleccionista de huesos (The Bone Collector, 1999) y El americano (The Quiet American, 2002), otras apenas rescatables como Juegos de patriotas (Patriot Games, 1992) y Peligro inminente (Clear and Present Danger, 1994), y no nos olvidemos de aquellos desastres mayúsculos intitulados Sliver (1993) y El santo (The Saint, 1997). Hoy regresa a la dirección con Agente Salt (Salt, 2010), un thriller de espionaje y acción bastante potable. Aparentemente en un primer momento el proyecto había sido pensado como un vehículo para Tom Cruise pero a posteriori el actor decidió bajarse por las similitudes con la franquicia de Misión Imposible. Allí es cuando tomó la posta Angelina Jolie y adaptaciones mediante llegamos a este producto que combina el ritmo frenético de la saga Bourne y la premisa central de la recordada Telefon (1977), aquella pequeña maravilla “clase B” del gran Don Siegel. La historia comienza con Evelyn Salt (Jolie), una agente de la CIA que finge trabajar en una compañía petrolera, en manos de tropas norcoreanas. Por insistencia de su futuro esposo, el gobierno norteamericano gestiona un intercambio de prisioneros. Pasada la tormenta, la señora está felizmente casada y lleva una vida apacible hasta que su superior, Ted Winter (Liev Schreiber), le encarga interrogar a un desertor ruso, Vassily Orlov (Daniel Olbrychski), quien promete suministrar datos importantes de inteligencia. Para su sorpresa el hombre le informa que intentarán asesinar al máximo mandatario ruso durante su visita a la ciudad de New York con motivo del funeral del vicepresidente estadounidense y como si fuera poco afirma que la encargada de llevar a cabo la tarea no es otra que una tal “Evelyn Salt”. De inmediato ambos quedan detenidos aunque Orlov pronto se las ingenia para escapar, a lo que nuestra protagonista responde en iguales términos. Con un guión del muy ambivalente Kurt Wimmer en el que no faltan vueltas de tuerca, persecuciones varias y muchos espías infiltrados, el film cumple de sobra en los rubros técnicos y entretiene sin esfuerzos en especial gracias a la ajustada narración de Noyce y la profesionalidad de la siempre excesiva Jolie, una experta en el trajín de sacar a la superficie los rasgos más viscerales de sus personajes (a diferencia de la mayoría de sus colegas que siguen jugando con muñecas, ella no tiene problemas en desnudarse, llorar de verdad o salir lastimada del set). Por supuesto que en conjunto la propuesta es derivativa y un tanto ridícula, sin embargo resulta agradable ver a una chica anti- James Bond volver del frío…
Aunque es innegable la adrenalina y las buenas dosis de acción, el mayor defecto de este entretenimiento reside en su pésimo guión falto de verosimilitud con un desenlace vergonzoso. Angelina cumple en ese rol de sexy killer colagenada pero el resto deja mucho que desear...
Son muchos los videojuegos en los que uno como jugador debe elegir entre los americanos y los soviéticos como grupo representativo y así comenzar a cumplir misiones. Una de ellas seguramente es la de asesinar, estratégicamente, la figura presidencial del bando contrario. Esta película, que junta características de las cintas de James Bond y Jason Bourne, tiene un aire a esos juegos, en la cual su protagonista, Angelina Jolie, se destaca por sobre los otros actores y todos los aciertos e inconvenientes técnicos.
Angelina 007 Como una máquina indestructible, Evelyn Salt pone en jaque a la Casa Blanca y a la CIA. El personaje devuelve la adrenalina a Angelina Jolie, una actriz que surgió como figura del cine pochoclero y que luego demostró que no es sólo una cara bonita. Jolie juega otra vez a la super heroína de acción, mimada por el director Phillip Noyce y una batería de efectos especiales que harían empalidecer a la raza de terminators. El guión de Kurt Wimmer no tiene ningún dato original. Hay en Salt una mezcla ocurrente de elementos archiconocidos por los espectadores que disfrutan con el Súper Agente 86, las series para el recuerdo sobre la Guerra Fría o la saga completa del Agente 007, en todas sus versiones. El acierto de Salt es la actriz que se mueve frente a la cámara con una energía inagotable y un rostro que va adoptando diferentes identidades, cual Chacal de última generación. El argumento es sencillo, aunque el modo de llegar a la última escena sea bastante rebuscado. Un desertor ruso llega al corazón de la CIA a decir que Evelyn Salt, la agente más respetada de la oficina, es una agente rusa encubierta. Su misión, asesinar al presidente ruso, de visita en Washington. De ahí en más, el espectador inicia el viaje junto a Salt que huye sin aclarar su identidad. Detrás de la parafernalia están los rusos que añoran los días de la Guerra Fría y un plan a largo plazo para entrenar a agentes encubiertos, inyectados en territorio yanqui. Como ocurre siempre en esta fórmula, hay una historia de amor, la de Salt con su esposo, un biólogo alemán especialista en arácnidos. También se ve la crueldad entre pares que no discrimina género, en un medio en el que nadie confía en su sombra. El vértigo de la película hace olvidar los detalles del libreto que pone velocidad en las escenas de acción pero nunca llega a profundidades psicológicas, como ocurría en Nikita o la saga Millennium. Salt es una heroína que responde violentamente a los estímulos y huye. La confusión sobre buenos y malos es propia del planteo esquemático, más cerca del videojuego que de la interpretación de la violencia desde una mirada femenina. De hecho, se sabe que el rol era para Tom Cruise, pero el actor desistió porque venía haciendo roles parecidos. El cambio de nombre habilitó a Angelina, que ocupa la pantalla con inteligencia y vitalidad de una mujer con destrezas de soldado. La acompañan Liev Schreiber como Ted Winter, su colega; Chiwetel Ejiofor, Peabody, el agente que la persigue; Daniel Olbrychski, el desertor ruso; August Diehl, en el rol de Mike Krause, el marido. Entre choques espectaculares, camiones inmensos en la autopista, explosiones, ingenio y sangre muy fría, Salt, la nueva estrella de Hollywood, demuestra en esta primera película de final abierto que ella puede sola.
Agente Salt fue una grata sorpresa. Lo último que había visto de acción con Angelina era Wanted, y previo a eso hay que recordar las Tomb Raider... o sea... no se relacionaba la acción y el suspenso hasta ahora con Angelina Jolie. Pero en Agente Salt esas dos cosas abundan y están muy bien puestas. Obviamente la película no es para analizarla al detalle sobre la credibilidad de ciertas cosas, pero el director y los protagonistas le dan mucha fuerza a todo para ser engañados por un buen rato. Bien filmada, buenos movimientos de cámara, y los efectos puestos en su medida exacta. La historia tiene muchas idas y vueltas, y ya estamos acostumbrados a eso, pero sin embargo en ningún momento aburre, y lo que uno cree que puede pasar, no sucede así del todo. No es loco como dicen muchos en pensar una Bourne femenina con esta película, y tampoco debe ser casual que no terminemos de entender muchas cosas cuando salgamos de verla. Pero realmente me quedo con esos buenos momentos de persecusiones, de una Jolie letal, y de como se filmó todo. Es como subirse a una montaña rusa... valga la rebundancia
Agente Salt reunió por segunda vez, luego de El Coleccionista de Huesos, a Angelina Jolie en la actuación y Phillip Noyce en la dirección. Esta vez, al igual que la anterior, el resultado es positivo aunque con ciertos matices que voy a comentarles a lo largo de esta crítica. Salt nos contará como una experta agente de la CIA es incriminada por un desertor que dice que ella es en realidad una espía que colabora con Rusia. La historia de esta cinta es bastante conocida y no representa nada original, de hecho otra vez los rusos son los malvados, pero este no es el mayor inconveniente que posee. A lo largo de los 100 minutos veremos como la protagonista se escapa de las maneras más espectaculares de los agentes que la persiguen, pero que lamentablemente terminan siendo poco creíbles. Cuando uno observa este tipo de escenas y ve esas huídas, uno jamás sentirá miedo a que el protagonista sea atrapado, porque nos ha demostrado que es capaz de todo, incluso de saltar de un camión en movimiento a otro debajo y lejano en la distancia. Obviamente entiendo que se trata de una película pocholcera y ustedes saben que no soy un exquisito, pero me hubiera gustado que algunos escapes sean más palpables para poder "creerlos" y así "vivir" mejor en la película. Este aspecto negativo se pudo haber dado por que esta cinta fue pensada para que sea protagonizada por Tom Cruise, quien aceptó el papel para luego rechazarlo por las obvias similitudes que tenia con Ethan Hunt de Misión Imposible. Más allá de este contratiempo la obra se llevó a cabo con la adaptación y el aprovechamiento de la figura tan sensual como violenta de Angelina Jolie. Más allá de ese detalle, Agente Salt, cumple con la promesa de acción vertiginosa y persecuciones que presentó en los avances previos a su lanzamiento. Con respecto a ese trailer, que pueden ver aquí, quiero hacer un pequeño paréntesis para comentarles que en nuestro país fueron eliminadas dos escenas "subidas de tono" (exactamente minuto 1:56 y 2:18 del avance), para poder calificar al film como Apto para todo Público, cuando en muchos lugares fue calificada como Apta para mayores de 13 años. Por lo pronto considero esta medida bastante inapropiada, debido a que la cinta fue promocionada de esa manera y me parece una estafa quitarlas, más cuando en ellas la hermosa protagonista aparecia ligera de ropa jaja!!! Más allá de la humorada final, realmente estoy en total desacuerdo con esa medida, porque incluso vaya uno a saber que más eliminaron para poder ponerla en esa calificación. Lo mejor de Agente Salt es el ocultamiento y develamiento que hay de la historia, porque es difícil adivinar como ocurrieron los hechos hasta las escenas finales. Obviamente que hay varias similitudes con la franquicia Bourne, pero creo que la diferencia fundamental que tiene a su favor la saga protagonizada por Matt Damon era que contaba con un guión mucho más solido que no recurría a las situaciones y lugares comunes a los que recurre éste. Angelina Jolie (linda de rubia y hermosamente fatal de morocha) es una gran actriz que vuelve a lucirse en este tipo de papeles y creo que debe ser la única, con Milla Jovovich, capaz de dar una labor fria, violenta y dramática sin despeinarse. Realmente este tipo de caracterizaciones le caen como anillo al dedo y ella no nos defraudará jamás. Muy bueno el acompañamiento de Liev Schreiber, que siempre es una garantía en estas caracterizaciones. Agente Salt es una buena opción pochoclera que, más allá de algunos detalles, podrán disfrutar los amantes de este género.
LO PERSONAL POR ENCIMA DE LO GLOBAL Agente Salt sirve para confirmar dos cosas, la primera: que un punto de partida fallido puede arruinar casi cualquier film; la segunda: que Angelina Jolie posee una gran capacidad actoral para el cine de acción. Para la historia del cine La Guerra fría fue algo más que un período histórico que marcó al planeta a partir de la lucha entre dos grandes potencias. Estados Unidos y la Unión Soviética no solo modificaron el curso de la historia, sino que además generaron una gran cantidad de películas que tomaron este período como centro para sus tramas de espionaje, acción y suspenso. Hay muchos títulos cinematográficos con ese marco, muchos de ellos han sido muy buenos, por cierto. Porque tanto el estado de paranoia que la Guerra fría proponía como la lucha entre espías resultaban sin duda temas atractivos para las narraciones cinematográficas. Desde las más oscuras y serias a las más cómicas y paródicas, el cine tuvo muchas oportunidades para sacar provecho de este período histórico a punto tal que incluso después de terminada, la Guerra fría es aun un tema para volver a tratar en el cine. Sin embargo, en Agente Salt el principal conflicto -y lo que la debilita desde su origen- es intentar generar en el espectador una desconfianza equivalente a la de aquel período de la Guerra fría. Conseguir tal cosa no es sencillo de lograr y los caminos elegidos por el film fracasan. Si años atrás películas –para dar un ejemplo- como la versión original de El embajador del miedo hacían de la exageración su estilo, en Agente Salt la exageración no está equilibrada con un mínimo de autoconciencia y esto traba todo el guión y, por ende, la película. Con mucha solemnidad pretenden mostrar una Unión Soviética que tenía planes con un nivel de maldad que hoy no alcanza para conmover al espectador. Y mucho menos la posibilidad de que Rusia y Estados Unidos puedan volver a entrar en una guerra atómica. Quizás un guión mejor armado podría habernos hecho creer lo increíble, pero la película no logra llegarnos al nivel de inquietud que corresponde. Tal vez, si se hubieran concentrado en hacer, como siempre ha soñado Angelina Jolie, un film de James Bond protagonizado por una mujer, sin duda lo hubieran logrado. Porque la actuación de Angelina Jolie en las escenas de acción es más convincente que la de todos los Bond juntos. Incluso la historia de amor podría haber funcionado, sin embargo, acá no está puesta sino para permitir que la trama vaya hacia un terreno seguro y se reencause. Delata, esa historia, algo muy común en el cine industrial: qué más allá de las causas nobles o de los actos ruines, más allá de la política internacional y los grandes hechos históricos, están las personas. El cine industrial se construyó con la identificación en primera persona y en eso radica su directo sistema de empatía con los espectadores. Los disparates y contradicciones ideológicas de un film quedan de lado siempre y cuando alguien sufra y ese alguien tenga nombre y sentimientos. Lo que el viento se llevó, Casablanca, Doctor Zhivago, Reds, Imperio del sol o cualquier film con un gran marco histórico llega mucho más a los espectadores a partir de la identificación, a partir de la primera persona, de un rostro identificable siempre. Este rostro acá es la agente Salt y la interpreta Angelina Jolie. Tan fuerte es su presencia cinematográfica que incluso las más fuertes arbitrariedades dramáticas pueden dejarse de lado a partir de comprender su sufrimiento. Si hubieran centrado la historia en este conflicto y si hubieran tomado el resto de los temas con mayor sentido del humor tal vez la película hubiera funcionado mejor. Pero las locuras ideológicas que plantea son expresadas con una seriedad muy poco acorde con el planteo. Lamentablemente, si lo personal en el cine de Hollywood nos permite conectar con lo global, acá lo global nos impide conectar como corresponde con lo personal. Solo cuando Jolie toma las riendas del asunto y simplemente despliega su talento actoral para el cine de acción es cuando Agente Salt encuentra su mejor forma y consigue interesarnos genuinamente.
Simple y sencillo En la actualidad, Angelina Jolie se ha convertido en casi la única actriz capaz de protagonizar un film de acción sin que nadie se sorprenda de ello y que su labor resulte destacable. Esta circunstancia sobresale porque el género donde abundan los disparos, las explosiones y persecuciones es principalmente machista, ya que desde John Wayne hasta Jason Statham siempre fueron hombres las figuras de este tipo de historias. No obstante, Angelina demuestra su talento para representar a una heroína de acción y una prueba de ello es Salt, en la que Jolie será la protagonista de una atractiva trama de espías que buscará reavivar la vieja disputa entre Estados Unidos y Rusia. El film se centra en Evelyn Salt (Jolie), que como oficial de la CIA hizo un juramento de deber y honor a su país. Su lealtad es puesta a prueba cuando un desertor soviético la acusa de ser una espía rusa. Salt se da a la fuga y se ve obligada a utilizar todas sus habilidades y años de experiencia como espía encubierta para evitar que la capturen. Sus esfuerzos para demostrar su inocencia sólo sirven para levantar aún más las sospechas acerca de sus motivos. Mientras continúa la caza para descubrir la verdad que se oculta tras su identidad, una pregunta sigue latente: ¿quién es Salt? Desde su inicio, la película plantea una interesante confusión sobre el origen de la protagonista, que recién sobre el final resuelve. Este punto resulta como una firme base para armar una atractiva trama donde nada es lo que parece, siendo los momentos más destacables la sorpresiva resolución de las diferentes situaciones. Con un prolijo y preciso trabajo de armado, el guión se va desarrollando vertiginosamente, sin pausa, pero siendo simple en lo que muestra y plantea, sin intentar ser más que lo que puede alcanzar. Esta característica permite que el foco de la historia nunca se desvíe en otras direcciones sino que siempre tenga un objetivo y hacia allí se dirige. Junto a esta particularidad del relato, se suma una acertada utilización de los efectos especiales como también una perfecta realización de persecuciones y peleas, convirtiendo al film en un trabajo que busca el vértigo pero a través de la prolijidad y la corrección, sin caer en locuras. También ayuda la tarea de la protagonista, ya que Jolie representa con solvencia y perfección a la agente Salt, sin excederse en ningún momento, característica que muchas veces se le ha criticado a Angelina y que aquí ha sabido controlar. La acompañan un sólido elenco que realiza aceptablemente sus roles, destacándose Liev Schreiber con un personaje que resulta vital para el éxito de la historia. Salt es un correcto y atractivo film de acción sobre espías, que no estará dentro de las joyas del cine pero que tampoco busca serlo. Intenta contar una historia dentro de un importante género y logra hacerlo de una manera perfecta. No busca ser “inolvidable” y en esa humildad encuentra su éxito, por lograr que el espectador se pueda entretener en sus 99 minutos de duración.
Una agente de la C.I.A, la agente Salt, (que da titulo al filme), es acusada, señalada, o como quieran denominarlo, de ser una doble agente, al servicio de la ex Unión Soviética, con la firme intención de asesinar al presidente o al vice de la ex patria, da lo mismo, no tiene mayor importancia. Quien la señala es un desertor ruso. ¿A quien le creemos? Se preguntan los espectadores y los demás personajes del filme. Ella emprende la fuga. No por ser redundante debería decirse que todo el filme es una larga carrera, maratón o persecución, de lo agentes de las distintas agencias del gobierno yankee en querer capturar a la prófuga. Quien se fuga con el sólo fin de poder encontrar los elementos que demuestren su inocencia, o por lo menos las pruebas de la mentira del desertor, que podría ser lo mismo, pero que los diálogos de los personajes (genero literario aparte) se esmeran e instalar como diferentes. Produción netamente de acción por la acción, con cortes y más cortes, tanto desde el montaje como en el guión, como así también en los personajes, tanto en el cuerpo y en sus atuendos, como en la construcción de los mismos. Recortados para negar información en pos de un suspenso que se perdió inexorablemente a los pocos minutos de empezado el filme y nos enteramos que el agente Salt es Angelina Jollie. Para los más atentos, ese dato esta en la publicidad, tanto en los medios gráficos como en la vía publica, pero eso es otra cosa. Plantada desde la niñez en lo EEUU y formada para hacer carrera. Pero con un lavaje de cerebro digno de cualquier producto televisivo. (léase también de esos que se ponen en los lavarropas). En cuanto al personaje, hace recordar casi directamente a Jason Bourne o a James Bond, o Flint, para los más viejos, pero con un atractivo extra para la audiencia masculina, la belleza de la protagonista que demuestra que este género le sienta bien. Por el lado de la construcción del filme, este hace recordar a “Sin Salida” (1987), pero carente del suspenso de aquella. La pregunta del millón, una vez terminada la proyección es: ¿Qué otra cosa me quieren decir con todo esto? Digamos que ninguna producción audiovisual es inocente, o ingenua, sobre todo aquellas que parecen a simple vista puro entretenimiento. Algunas subrepticiamente instalan ese discurso, y otras tal como en este caso más explícitamente. Hay dos bandos bien diferenciados, los buenos por antonomasia, (los yankees) y los malos, muy malos desde el mismo orden, ya sean rusos, ex soviéticos, norcoreanos, vietnamitas, cubanos, venezolanos o defensores del euro en detrimento del dólar, da lo mismo. Aclarando, el discurso del filme se inscribe peligrosamente como fascistoide, anticomunista, pro yankee y con algún toque misógino. En definitiva, El realizador hace alarde de su sapiencia y habilidad para contar una historia desde el lenguaje visual, poniendo en relieve los valores estéticos narrativos, de producción, montaje, fotografía y diseño sonoro de excepción, al servicio de un filme que no es inocuo, a pasarla bien mientras rueda el proyector, pero a no creérsela.
VideoComentario (ver link).
Esta va a ser una review con mala leche, porque películas tan idiotas como Agente Salt se merecen que la analicen con mala leche. Para empezar, tenemos en el staff técnico a Kurt Wimmer, vendedor profesional de fruta al por mayor en el ámbito hollywoodense. No todo lo que ha hecho Wimmer es un bofe, ya que hay cosas pasables como las adaptaciones de Esfera y El Caso Thomas Crown; pero cuando al tipo lo dejan solo y le permiten inventar, se despacha con idioteces monumentales como Equilibrium, Ultravioleta, y Un Ciudadano Ejemplar. Ahora Agente Salt se suma a su lista de esperpentos salidos de su cerebro. Me imagino a Wimmer intentando vender este pescado podrido en Hollywood: "tenemos a Angelina Jolie corriendo, pegando y disparando mientras todo el mundo la persigue... imaginen a Jason Bourne con super tetas!" (perdón el francés). Y los productores, calenturientos, sacan dinero de su bolsillo inmediatamente mientras fantasean con el fotograma mental que Wimmer les acaba de vender. Efectivamente Agente Salt es Jason Bourne con super tetas durante los primeros 30 minutos, tiempo en el cual Wimmer aprovecha para condimentar la historia con detalles calcados del teaser de Otro Dia Para Morir (léase: la Jolie torturada por norcoreanos malos, muy malos). Llega la revelación de mala leche del defector ruso de turno, la Jolie corre y se escapa de milagro... y de pronto pasamos a otra película distinta. ¿Cómo?. ¿Esta mujer no era inocente? ¿Qué hace ahí, apuntándole directo a la cabeza del presidente ruso? visita los foros de discusion y descarga gratis de peliculas de SSSM - Arlequin Imagino que la intencion de Wimmer era sorprender al espectador con giros de tuerca inesperados; lo que el guionista no entiende es que, si son demasiados, se termina por pasar de rosca. El gran problema con Wimmer es que es un tipo demasiado imaginativo, y no sabe ponerse un punto límite para que la cantidad de fruta despachada no suene ridícula. Usted puede sorprender al espectador determinado número de veces hasta que la lógica se empieza a resentir, especialmente si las sorpresas no están suficientemente avaladas por los acontecimientos que ocurren en pantalla. Es cierto que uno queda desubicado varias veces a lo largo del filme, simplemente porque uno no termina de entender para qué lado termina de tirar Salt. Entonces el libreto dispara un golpe de efecto tras otro, una traición sorpresiva tras otra... y cuando uno ve hacia atrás, empieza a darse cuenta de lo idiota que es todo esto. Si Salt era doble agente, ¿para qué diablos el ruso lo revela en el cuartel de la CIA? ¿No era mejor matar al presidente ruso de callado, sin revelar los planes?. Si hay más de un traidor, ¿cómo no se conocen?. El tema es que no importa, no interesa. El argumento es estúpido por donde se lo mire y, lo que es peor, Wimmer sobrepasa los límites de lo tolerable y sigue despachando fruta. En el filme hay una secuencia que parece el gran final... pero no lo es y sigue... esperen, ahora sí debe ser el final... no, sigue unos minutos más... bueno, termínenla porque esto ya es ridículo... y la trama vuelve a seguir. Agente Salt se puede resumir como Jason Bourne con supertetas encuentra a El Embajador del Miedo ... hasta que tiene un rapto de decencia en el último momento y de la manera más absurda posible. Lo único que salva a esta estupidez del cero absoluto es que al menos el director Phillip Noyce (El Santo, Juego de Patriotas) dirige la acción de manera espectacular. Pero la historia, a mitad del filme, vuela en pedazos bajo el peso de su prepotencia y su falta de lógica. Por favor, Wimmer, no escribas nunca más (para colmo tiene en cartera la remake de El Vengador del Futuro!!).
Una historia sin esperanza. Se ve que Angelina Jolie últimamente la pasa pésimo, por lo menos en la ficción. En El substituto era una madre soltera a la que le quitaban a su hijo y después de hacerla peregrinar por todas partes le entregaban un chico que no era suyo. Cuando la pobre mujer protestaba, la querían convencer de que era una madre desamorada y la encerraban en un loquero en donde, como es proverbial, sufría toda clase de vejaciones y maltratos. Conseguía salir pero se había quedado sin hijo, sin trabajo y con la mirada reprobatoria de una sociedad patriarcal que no la dejaba ni a sol ni a sombra. El final la mostraba con una sonrisa dolorida, obligada a aceptar las condiciones que el mundo le imponía. Clint Eastwood, el director de aquella película, retomaba en parte la dramaturgia de algunos melodramas de los años treinta y cuarenta en los que la condición de la mujer era objeto de cuestionamiento e incluso de encarnizado desvelo. Al personaje que Jolie le toca componer en Agente Salt no le va mucho mejor. Aunque lejos de aquel humanismo vagamente feminista de El sustituto, la película de Philip Noyce nos trae de vuelta a una mujer acosada y perseguida, también por culpa del amor. En este caso a su marido. Agente Salt resulta ser un thriller cuyos vericuetos demenciales, tomados de fuentes diversas que incluyen el cine y las novelas de espías baratos, contienen personalidades cambiadas, agentes dobles, conspiraciones mundiales y falsos desertores. Igual que en Boarding Gate, la extraordinaria película de Olivier Assayas que procesaba materiales similares y de la cual parece por momentos una hermana menor y bastante menos sofisticada, Agente Salt pone a una mujer en fuga desesperada en el medio de su trama. Esa mujer tenía una misión pero de golpe se ve tratando de salvar su vida. Del mismo modo, ambas películas son una maraña inextricable solo si uno se atiene al trámite engorroso de intentar describir su argumento. Pero en cierto sentido, también, la película de Noyce constituye en parte un montaje de contundentes postales de nuestros días, que si no las vemos con total claridad a diario en cambio podemos adivinar, en forma difusa pero irrevocable a la vez, como un reverso apenas novelesco de la fachada que nos rodea: todo está bajo vigilancia, una miríada de monitores nos apuntan; si nos vamos a dormir, hay alguien que por nosotros permanece despierto, como si fuera el agente de una burocracia impenitente, condenado por oficio a narrar el drama ajeno. En Agente Salt prácticamente no hay una escena cuyo desarrollo no sea seguido sin perder detalle por otros personajes en una pantalla. Quizás a modo de compensación, la película abre con una pudorosa sesión de tortura en la que Angelina Jolie (la agente Salt que indica el título) yace semidesnuda y cubierta de sangre. Porque, en esta ocasión, lo virtual no quita lo sufriente. Lo curioso de la película es que no se dedica a invocar solamente esa paranoia a esta altura familiar, cuyos fantasmas practican el juego convenientemente acreditado que tiene lugar en las altas esferas de la política, sino aquella otra cosa que toma la forma del desconcierto e incluso del horror más cercanos, ese sentimiento de malestar al que la familiaridad nos exime de nombrar: en el fondo no sabemos quién es el otro, ni los demás saben quiénes somos nosotros. Agente Salt es un baile de máscaras enloquecido en el que las proezas físicas casi sobrehumanas de la protagonista se ofrecen como contrapartida de la tristeza espectral que en forma subterránea atraviesa sus planos e impregna el rostro de la actriz. Si Salt da saltos increíbles, por ejemplo, solo verosímiles en el marco disparatado de “guerra fría” con los mismos participantes de cuarenta años atrás que el guión dispone como mapa de lectura apenas pertinente; si se deja caer desde un puente sobre un auto que pasa por debajo a toda velocidad o se sube a una moto en movimiento no sin antes despachar de un golpe a su conductor, es porque solo así parece poder complementarse en forma dramática –cinematográfica, diríamos- el dolor de su tragedia íntima. Y el cine capta más y mejor que ninguna otra arte el contorno cambiante de las cosas, sus formas y volúmenes variables. Si la película se guarda algunas vueltas de tuerca acerca de la personalidad real de la protagonista, éstas cuentan mucho menos en el balance final que esas corridas circenses en las que Angelina pone el cuerpo como casi nunca. Es ésa mujer que huye lo que importa. Su cuerpo buscado, perseguido, golpeado y exhausto, su cuerpo calumniado y manchado de sangre, le impone un tono a la película y le dicta un mandato: el cine, quizás, también se inventó para esto, para captar las formas diversas del movimiento en todo su esplendor, las oscilaciones fenomenales de las figuras en el paisaje. Noyce hace una película que se ve como un suspiro, del mismo modo que lo que nos rodea nos pasa a veces delante sin que atinemos a aprehenderlo cabalmente. Después de todo, tal vez no se trate, como dice uno de sus personajes, de una historia sin esperanza sino de una desesperación y un dolor que nunca pueden contarse del todo, básicamente porque el prójimo es en el fondo un enigma. Y acaso nosotros también lo seamos. El cine, mientras tanto, incluso aquel pergeñado dentro de la industria con un poco de honestidad o un poco de inspiración, está ahí para darnos señales débiles, intermitentes, de aquello que no comprendemos: parpadeos incansables de un mundo cuyo sentido no termina nunca de ser completamente visible.
Noyce no termina de hacer pie n este filme que decae, irremediablemente, con el correr del metraje. Uno debería dudar cuando más o menos por el minuto 60, Angelina Jolie (Evelyn Salt) hace lo que uno pensaba que no iba a hacer. Hasta ahí, Agente Salt había brindado una serie de despreocupadas escenas de acción, con un ritmo endiablado y construyendo sus personajes a la carrera: logro de Phillip Noyce, director australiano que hace 15 años era uno más pero que hoy, vista la anabolizante moda del CGI, se ha convertido en artesano que sabe filmar sin recurrir constantemente al efecto asombroso. Película de acción en la onda Jason Bourne + Hitchcock, Agente Salt es de esas que ponen a un personaje en un lugar difícil y lo hacen correr durante todo su metraje, escapando de los buenos, de los malos y de todos los que se le crucen en el camino. Sin embargo aquí no juega la presunción de inocencia, porque verdaderamente no sabemos bien quién es esa Evelyn Salt, agente de la CIA pero también, muy posiblemente, una carta de los rusos para desestabilizar la paz mundial. Hasta ahí, entonces, un film de acción discreto pero con un encantador placer por la velocidad. Es más, la premisa es un total disparate (de hecho repensar la Guerra Fría en este tono lo es), por lo que ponerse a pensar cómo quedan parados rusos y norteamericanos sería ridículo: las teorías de Agente Salt se caen por su propio tono -grueso- y no merecen mayores lecturas. Eso, al menos, hasta el minuto 60 –mas o menos-. Porque desde ese quiebre del guión, cuando un hecho particular que involucra al presidente de Rusia ocurra, la película se irá enredando peligrosamente, confundiendo la lógica de su personaje, poniéndose demasiado seria y solemne y exagerando su devoción por el ritmo. Si al comienzo se agradecían esas imaginativas piruetas con Jolie como principal acróbata, luego se comienzan a padecer. Básicamente, porque el cálculo se nota a cinco cuadras a la redonda. Agente Salt está hecha, como dijimos, con el molde Jason Bourne sobre la mesa y la copia salió, cuanto menos, chingada. Noyce creyó que lo único que interesaba en la trilogía de Bourne era que Jason corría. Sí y no. Sí, porque básicamente aquellas eran películas de huidas; pero no, porque esa duda existencial del personaje sobre cuál era su destino, alimentaba la excitación por ir siempre para adelante. En Agente Salt, por el contrario, sólo el personaje central sabe quién es, y por eso su carrera sólo puede ser seguida por el espectador desde atrás, nunca a la par. Esto hace que una y otra vez se quiebre la coherencia interna del relato, sólo con el fin de confundir al que mira. Eso es cálculo, no es entretenimiento. Algo similar pasaba en la reciente Encuentro explosivo, pero allí Mangold y Cruise usaban el desconocimiento del espectador para divertirnos y, de hecho, eran conscientes de eso cuando, en determinado momento, de pronto era el personaje de Cruise el que desconocía qué pasaba. Claro que aquella era una sátira y esta se termina tomando demasiado en serio a sí misma. Y, además, nunca se dieron cuenta que era el drama humano el que terminaba sosteniendo el universo de Bourne: sin decir nada del estilo narrativo de Paul Greengrass, siempre vibrante y sorprendente. Bourne no era sólo un cuerpo a la carrera, también era un cerebro. El conflicto era la identidad, la propia. Bourne no sabía quién era y necesitaba comprenderlo: y, no está de más decir, la verdad a la que llegaba no le gustaba demasiado. Por el contrario Salt es un robot -hay un conflicto amoroso, pero carece de peso- y no tiene dudas sobre su identidad, sino que más bien quiere dejarle en claro a todo el mundo quién es, de manera prepotente. Noyce no sabe cuándo poner el freno y su acumulación de escenas de acción es una representación virtual del ritmo cinematográfico. Agente Salt, por supuesto, está lejos de poseerlo: no tiene una sola idea cinematográfica -recursos como el flashback son usados de manera ordinaria- y el vértigo que se quiere imprimir no es más que una sucesión de escenas ruidosas pegadas una al lado de la otra. Noyce empezó el film como un juego y después se olvidó que estaba jugando. Quiso ganar haciendo trampa.
I'm Salt, Eve Salt Vamos a los bifes, Agente Salt tiene tantos aciertos como desaciertos lo cual la hace una película bastante difícil de recomendar abiertamente. Como no me gusta ser negativa comencemos por lo que sí me gustó: 1- Angelina Jolie. Si hay una actriz que le cuadran los papeles de acción es a ella. No se puede negar que atrae el ojo de ellos por su belleza y a nosotras porque es la heroína idónea a la que todas queremos parecernos. Así como en su momento nuestro blogger amigo Mark Rubio decía de Hugh Jackman que un hacha a la espalda y un buen puro en la boca ya lo destacaba, a Angelina le bastan un arma en la derecha y una granada en la izquierda mientras mira a cámara para entrar a suspirar y decir: ¡qué manera de arreglar los problemas!. 2- La acción. Si les gustan las escenas exageradas, de esas donde sin equipo adecuado de por medio el protagonista se cuelga de las paredes, desciende por el interior de un ascensor sin que le hiervan las manos por la fricción y salte de auto en auto en plena autopista sin romperse un hueso mientras la persigue exclusivamente a ella todo el FBI y la CIA, esta les va a encantar. No da respiro y no se achata en ningún momento. El faaaaaaaa loco se escapa a cada minuto y hay choques múltiples para tirar para arriba. 3- Factura técnica. Sin ser una obra maestra visual, Salt tiene buena fotografía y una correcta banda de sonido que la acompaña. Hay escenas que realmente están muy bien logradas. Hasta acá una buena peli de acción y espionaje con unas cuantas vueltas de tuerca que aunque previsible por momentos no desentona con lo que pretende. Pero como no hay una de cal sin una de arena vamos a lo que realmente le baja desmedidamente la calidad, cosa que en films de Phillip Noyce no estamos tan desacostumbrados ya que tiene en su haber maravillas y bodrios por igual: 1- El argumento. Vaya detalle. Entiendo que los films de espionaje durante años estuvieron asociados con la Guerra Fría y quedaría de maravillas si el contexto de la trama transcurriera en otra década, pero ¿cabe ya tomarlo como centro en la "época actual"?. La primera gran inverosimilitud del guión es justamente que todo se base en la ya casi pasada Guerra Fría que ya no nos provoca demasiado si la pensamos en relación a Rusia. Vamos, que Guerras Frías aun hay pero ya no con el archienemigo clásico. 2- CUIDADO SPOILER NO LEAN ESTE PUNTO SI NO LA VIERON: Previsible. Tanta vuelta de tuerca es sabrosa pero es tan cíclica que no tardamos en darnos cuenta quiénes son los buenos y quienes los malos. Y en todo esto siempre ayuda la mala elección del reparto. Es obvio, nómbrenme una peli donde Liev Schreiber no sea finalmente el malo traidor y Chiwetel Ejofor (candidato próximo a los impronunciables con ese nombre!) sea el bueno que al final estaba equivocado y bla bla bla. FIN DEL SPOILER. 3- El final. Que no voy a comentar pero que es perfectamente abierto para que puedan medir una Salt 2 y sagas posteriores convirtiendo a Salt en la versión femenina de Bond por la que seguramente se pelearán varias actrices. Bue, una segunda parte seguro que no falta. Asique para cerrar Agente Salt es un film entretenido y ya que podría haber sido muy bueno con algunos detalles mejor planteados y otro contexto y que puede perfectamente verse en DVD.
Mujer de armas tomar. Salt era una de las películas que más expectativas me generaba. No me refiero a la división crítica que generó en USA (mientras que Roger Ebert le otorgó la calificación máxima, A.O. Scott la destruyó) sino al trailer. Sí: se supone que uno no debería entrar al cine con prejuicio, pero el trailer me prometía acción, saltos, explosiones, y con coherencia narrativa. Cuando terminó la función, lo confirmé: Agente Salt es eso. Piñas, patadas, disparos, explosiones con coherencia. Quiero decir: se entiende lo que pasa en pantalla. Sí: se notan similaridades con la saga Bourne, pero el montaje frenético que caracteriza a las películas de Greengrass acá no está. O está mucho más controlado que en otras películas (pienso en la última de Bond, Quantum of solace, como ejemplo). El guión de Salt es flojo. O por lo menos, bastante objetable. Pero no importa: Philip Noyce supera con creces los defectos. Es un tour de force inagotable. Cuando la acción empieza, no para. Casi literalmente. Es una de esas películas que disfrutaría viendo en televisión. No la estoy degradando diciendo que es un producto para TV. Al contario: disfruté la película en la pantalla grande. Es rápida, corta y entretenida. También es disparatada, algo excesiva, y light. Son más o menos las mismas cualidades de 2012 (salvo que esa es un mastodonte con una hora más de duración). Angelina Jolie merece un párrafo aparte. Nada de Tomb Raider (que tenía menos vida que el videojuego). Angelina debe ser la agente Salt. Nada de señora Smith. Hay que ver lo bonita que se ve (y creíble, creíble es imporantísimo) acá. Es muy buena actriz. Pensemos en todos los pequeños gestos suyos (muequitas que ya son su trademark). Nos engaña todo el tiempo. No me refiero a los giros del guión (que, repito, no son sorprendentes). Sino a los giros emocionales del personaje principal. Es como Daniel Craig: Jolie salta, corre, transpira, cae en un camión en movimiento, le disparan, corre, se saca los zapatos, pelea. Hace de todo. Y como el rubio de Bond, uno le cree. En una película tan física como esta, es indispensable una actriz así. Es lo que Megan Fox nunca jamás podrá ser. Después, todo eso de los espías rusos, la CIA, e incluso las vueltas del guión, no lo veo más que como aderezos para una película de este estilo. Es casi una parodia a todo el cine de espías durante la Guerra Fría (así como lo fue la divertida Goldeneye). Cine clase B, puro y duro. Aunque con una estrella (y actriz) clase A.
Phillip Noyce es el más joven de un grupo de realizadores australianos (Bruce Beresford, Fred Schepisi, Peter Weir) que fueron virtualmente capturados por el aparato productivo de Hollywood, adonde emigraron. “Agente Salt” es su largometraje número quince, décimo que se estrena en nuestro país, donde se hizo conocer hace veinte años con el notable “Terror a bordo”, protagonizado por una muy joven Nicole Kidman y Sam Neill. De allí en más Noyce filmó casi exclusivamente para los Estados Unidos producciones tan célebres como “Juego de patriotas” y “Peligro inminente”, ambas con Harrison Ford como el Jack Ryan escrito por Tom Clancy y también “Sliver” con Sharon Stone y “El coleccionista de huesos”, ésta última con Denzel Washington y Angelina Jolie. Seguramente los productores de “Salt” pensaron en él, dada su doble experiencia en films de espías con Harrison Ford y aprovecharon que ya conocía, por haberla dirigido, a Angelina Jolie. Mucho se ha escrito sobre la deserción de Tom Cruise en el rol central por otros compromisos de filmación, pero si de algo no cabe duda es que finalmente sólo puede celebrarse su reemplazo por la actriz de “Lara Croft – Tom Raider” y “Sr y Sra. Smith”. Como sucedía esta misma semana con otro de los estrenos (“El hombre solitario” con Michael Douglas) todo gira alrededor del personaje principal, pese a que en ambos casos se incluye a un grupo de actores secundarios que valorizan la producción. A Evelyn Salt, una agente de la CIA con un pasado en Rusia sospechoso, la acompaña Liev Schreiber (“Desafío”, “Al otro lado del mundo”) y un trío de actores europeos donde sobresale el polaco Daniel Olbrychski, actor preferido de Wajda y Zanussi, además del alemán August Diehl (“Bastardos sin gloria”) y el inglés de origen africano Chiwetel Eliofor (“El plan perfecto”, “Negocios entrañables”). “Agente Salt” suma situaciones inverosímiles a lo largo del metraje como son los saltos que realiza Jolie desde unos a otros camiones, sin sufrir rasguño alguno, en una escena muy bien filmada pero poco creíble. Pese a cierta previsibilidad (faltó sólo un cartelito anunciando “Salt 2”) reserva algunas sorpresas sobre la identidad de los espías involucrados, incluida la propia Evelyn. Pero lo que si promete y ofrece es acción vertiginosa sin límites, que no da respiro al espectador. Este cronista la disfrutó quizás porque, desde el inicio, no se propuso buscar mensajes u crearse otro tipo de expectativas que la de pasar un rato entretenido.
Y un día volvió a dirigir Philip Noyce, uno de los sólidos realizadores del cine de aventuras de Hollywood, que en este caso se unió a la poseedora del sex appeal más contundente de la pantalla grande que, pistola en mano, potencia la revolución hormonal del espectador masculino (anque femenino) hasta niveles nucleares. En Salt todo lo que parece ser, no es, y si bien como premisa no resulte del todo novedosa (desde el Hitchcock mudo para acá, lo hicieron todos) el resultado en términos de cine de espionaje, acción y aventuras, es formidable. Tenemos a lady Angelina maltratada en una prisión norcoreana, más tarde como agente de la CIA que interroga a un presunto soplón y más tarde como una fugitiva de sus propios jefes de la agencia de inteligencia. Sólo se trata de vivir, esa es la historia, y nuestra intrépida agente hace lo suyo para que las balas no la alcancen, por momentos a lo John McClane, en otras ocasiones al más puro estilo McGyver. Pero siempre, siempre, con un estilo que sería la envidia del James Bond made in Conney más refinado. Noyce apela a todo su oficio, ese con el que se recibió de lord of the camera en Patriot Games o Clear and Present Danger ("Peligro inminente", en Argentina) y hace del gran guión de Kurt Wimmer (Equilibrium, The Thomas Crown Affair) una pieza de colección sobre como elaborar un rompecabezas en 35 mm y no morir en el intento. Claro, como yapa, el tufillo a remake de la guerra fría, a nostalgia por épocas en las que el enemigo de Washington era claro y concreto, y no una ameba sin imagen icónica como lo es hoy en día, una virtualidad que, según el punto de vista siempre en la esquina de la paranoia borderline yanqui, aparece poco clara, desdibujada, difusa en la niebla de las eternas amenazas de destrucción masiva y aniquilación de Occidente. Pero siempre nos quedará Angelina, sus labios de Mata Hari irrefrenable, su figura encapsulada en un vestuario siempre adecuado, siempre fatal, siempre certero y en pie de guerra.
La profesional No hace mucho, se estrenó en el país la película “Un loco viaje al pasado” una cinta de mediano calibre que invitaba a los mayores de 30 a disfrutar-recordar-divertirse con la melancolía de un grupo de amigos que se trasladaba en el tiempo y volvía a la década del 80. En inminentes días, llegará a las pantallas locales Los indestructibles, el nuevo proyecto de Sylvester Stallone que reúne a los mayores héroes de acción que supieron llenar la pantalla de balas, sangre y cadáveres años atrás con un estilo muy particular (queda a gusto del lector la simpatía o no por el género). Pues bien, no sería equívoco pensar en Agente Salt como un título ubicado precisamente en medio de las dos películas mencionadas. Para entender el concepto. Angelina Jolie es una agente del FBI acusada de ser una espía rusa por un inmigrante que acaba de entregarse. Ahora, se verá obligada a descubrir/demostrar la verdad detrás de tal aseveración. Y es que en realidad, Agente Salt, es una excusa para volver a contemplar a Jolie en papeles más físicos (como sucedió con las dos Tomb Raider, Se Busca y Sr. y Sra. Smith) de los cuales se había alejado. Así, veremos a la actriz saltar, correr, disparar, cambiar de identidad y un largo etcétera que hará las delicias de los amantes de este tipo de propuestas. Pero también es una reivindicación al cine de acción de otros años; aquel que exponía constantemente a dobles de riesgo a cambio de una mayor verosimilitud hoy olvidada gracias a los trucos de cámara y al CGI (o efectos especiales). Para reforzar la idea, léase la manera en que el título de Philip Noyce (realizador de exponentes del género como Juegos de patriota y Peligro inminente; y quien ya trabajó con Jolie en El coleccionista de huesos) vuelve a poner a los rusos del lado oscuro del tablero. Con ello, también regresan los agentes infiltrados, el inglés trabado propio de inmigrantes europeos y otros recursos que terminan emparentando al film con cualquiera de la saga James Bond. Cabe mencionar que el proyecto modificó su rumbo de manera brusca por el sorpresivo cambio de protagonista. Originalmente, el guión había sido escrito para Tom Cruise, quien finalmente decidió dar un paso al costado para realizar la poco atractiva Encuentro Explosivo. En este sentido, la elección de Jolie no parece desacertada. Por el resto, Agente Salt no deja de ser un film exagerado, un tanto obvio y de rápida digestión. Pasan desapercibidos las increíbles -desde el peor sentido de la palabra- hazañas de la protagonista, a quien veremos matar a diestra y siniestra, escabullirse insólitamente e incluso fabricar armas con un matafuegos; y por supuesto la bajada de línea política, (el asesinato de Kennedy es atribuido a una organización rusa). El film busca entretener de la manera más efectiva, recurriendo a trucos, persecuciones y situaciones que habían sido relegados del último Hollywood. Esto no es necesariamente malo, pero entre tanta corrida y escape, la película cae en la monotonía de un trabajo frío, distante, incapaz de congeniar con el espectador. Seguramente, algunos disfrutarán la propuesta más que otros. Para este segundo grupo, el título en cuestión no será más que una exhibición demasiado calculada de un cine post Jason Bourne. Para los primeros, pues bien, que conviden los pochochos.
Quizás si su rostro tuviera algo de humano, las peripecias que suele vivir más que sufrir Angelina Jolie –con la honrosa excepción del melodrama “El sustituto”– nos interesarían un poco más. Mientras tanto, su vida privada de adopciones y cruzadas humanitarias la muestran mucho más cercana al homo sapiens que sus films de acción. Dirigida como ganapán por Phillip Noyce (a veces, incluso, buen director, no aquí) “Salt” es la historia de una hiperagente de la CIA escultural y superheroica, acusada de haber traicionado a “la agencia”, que es más o menos lo mismo que traicionar a su país. Y ahí va Angelina, sorteando peligros sin cuento, imponiendo el aura de indestructibilidad que su rostro de mármol inflige en cualquier trama. Lo peor del asunto es que Noyce tiene en la historia un tema (¿qué es real?, ¿qué no?, ¿quiénes somos?) absolutamente cinematográfico. Pero no se da cuenta. Simplemente agita a Jolie para que disfrutemos de su cuerpo en todo ángulo, por lo que casi es un film cubista. Resulta extraordinario cómo la certeza de sus movimientos y la mirada siempre indudable del realizador vuelve difícil que sintamos alguna empatía. Lo que, desgraciadamente, anula el efecto de suspenso que debería generar la trama. Simplemente vemos las evoluciones a veces gimnásticas de una actriz transformada en deportista de alta gama, sin que alguna emoción –siquiera ocasional– se nos contagie, aunque nos confundan el diseño de sonido y el montaje. Salto en alto y en largo, quizás, pero no cine.
El director de El coleccionista de huesos, nos trae una película de acción con algo de suspenso, también protagonizada por Angelina Jolie pero sin una historia atrapante y por sobre todo sustentable. El film comienza haciendo un breve recuento de los últimos dos años en la vida de una agente encubierta de la CIA, luego de eso nos ubica en la actualidad, donde conocemos a Evelyn Salt (Angelina Jolie), una rubia voluptuosa que se desarrolla profesionalmente en una petrolera, o al menos eso creemos. Un día como cualquier otro la Sra. Salt interroga a un desertor ruso, que después de varias idas y vueltas, la acusa a ella de ser una agente rusa encubierta con una misión muy particular: asesinar al presidente de Rusia. De ahí en adelante la película es una cadena confusa de escapatorias irreales, diálogos escasos y movimientos tan veloces que uno en más de una oportunidad no sabe que es lo que está mirando. Vemos a Jolie hacer todo lo posible para que la acción no termine, saltar autos desde autopistas, elaborar armas con una mesa y productos de limpieza y demás ocurrencias que el escritor pudo tener. La película fue demasiado comparada con la saga de Bourne (Identidad desconocida, La supremacía de Bourne y Bourne: el ultimátum) desde antes de su estreno, si bien tanto Salt como Bourne son dos agentes de distintas centrales de inteligencia que buscan venganza, los films no tienen nada más en común. Cuando vemos a Jason Bourne desde un principio entendemos su ira, sus enojos, nos identificamos con él, es un personaje mucho más elaborado y complejo y, quizás por ser hombre, es más creíble su papel de asesino letal. Pero ver a Evelyn Salt evadir con total impunidad a más de cientos de agentes de la CIA, el FBI y demás fuerzas estatales es irreal. El film es entretenido en ciertos momentos y el espectador constantemente se siente intrigado por las acciones de Salt, por descubrir su verdadera identidad. Al finalizar la película uno tiene más dudas que certezas, lo que de pie seguramente a una segunda parte.