Superando las obstrucciones Según dice el mito, lanzar una película en Enero no es lo más adecuado. En Estados Unidos acaba de terminar la temporada de estrenos oscarizables, por lo tanto los primeros títulos que generalmente llegan a la pantalla grandes, son obras descartables que no van por premios, pero tampoco convencen demasiado para ponerle fichas para el “verano”, la época de los grandes tanques comerciales, que es cuando la gente más va al cine. Por eso mismo, Al Borde del Abismo no se puede tomar como un título fuerte. Sin embargo, la segunda obra del hijo del mítico Jorgen Leth (el director de El Hombre Perfecto, película con la que jugó Lars Von Trier en Las Cinco Obstrucciones) depara más de una sorpresa. Si bien el guión del venezolano Pablo Fenjves no es demasiado novedoso que digamos, el cineasta, acompañado por un buen elenco hacen un producto digno y muy entretenido. La historia es simple: un hombre se sube a la cornisa de una ventana del Hotel Roosvelt de Nueva York, provocando gran revuelo en la calle. A través de un flashbacks nos informamos que este hombre, Nick Cassidy (Worthington) en realidad es un policía encerrado durante dos años, por un crimen que no cometió. Aprovechando el funeral de su padre, se pelea con el hermano y termina escapando a lo Richard Kimble, con choque ferroviario y todo. Al subirse en la cornisa, llama la atención de la ciudad y la prensa. Solo pide una cosa: hablar con una detective que no logró salvar a otro policía que se quería tirar del puente de Brooklyn. Pero la historia no termina ahí, porque para probar su inocencia, Nick tiene otro plan que se realiza al mismo tiempo que está llamando la atención en la cornisa. No estamos ante una gran novedad, y de hecho, el argumento guarda demasiadas reminiscencias con Robo en las Alturas, estrenada esta misma semana. Acá también, tenemos una venganza relacionada con la crisis financiera del 2008, y el robo de capitales de parte de los accionistas de Wall Street. La mayor diferencia viene en el cómo. Mientras la obra de Rattner, se priorizaba la comedia, el humor y la historia al servicio de un elenco de nombres, acá tenemos a un verdadero gran elenco al servicio de una historia. Y todas las escenas que carecen de verosimilitud (llamémosla verosimilitud hollywoodense) logran mantener la tensión gracias a un excelente uso del suspenso fragmentado. A Hitchcock tampoco le importaba demasiado que las escenas tengan credibilidad, y Leth en ese sentido logra un producto que podría haber filmado por el maestro del suspenso en sus mejores épocas, ya que se dan varias de las características de su cine: el falso culpable demostrando su inocencia, correr contrarreloj, las acciones simultáneas, el juego con el punto de vista de los personajes con la información que posee el público, etc. Sí, tenemos diálogos teatralizados, lugares comunes, estereotipos y giros predecibles, pero nuevamente, acá lo que importa es mantener la tensión durante casi dos horas, aguardando por develar, como van a superar nuestro héroes las obstrucciones y lograr su cometido. La película tiene una buena cuota de acción, suspenso y comedia en la dupla romántica que componen Jamie Bell y Génesis Rodríguez (la hija del Puma, con un cuerpo escultural), mientras que en el otro lado, tanto Worthington como Banks la aportan verosimilitud a sus personajes, al igual que Anthony Mackie (Vivir al Límite), el compañero policía de Nick, el único que sabe la verdad . Hay algunos personajes desdibujados y actores que merecían mejor suerte como la periodista amarillista de Kyra Sedwick, el frustrado detective de Edward Burns o el valet que compone William Sadler. Tanto Ed Harris como Titus Welliver simplemente cumplen con sus ambiguos roles. Sin mayor uso de los efectos visuales, que los que necesita, Al Borde del Abismo parece un thriller de los ‘90s: uno del mejor Andrew Davis o Richard Donner. El referente más cercano, acaso debe ser el film de Spike Lee, El Plan Perfecto. Pocas pretensiones hacen un buen film; en este caso, la función del Leth es entretener y mantener la cabeza alejada de la realidad. Este Enero 2012, Al Borde del Abismo se sube a la misma cornisa que Robo en las Alturas y Misión Imposible 4 para intentar que el público supere (o incremente) el vértigo cinematográfico.
El policial dice presente esta semana en las carteleras argentinas con un muy buen representante para el género. Un hombre se levanta, va tranquilamente hacia un hotel, pide una habitación y un desayuno de reyes. Apenas termina el banquete, escribe una nota y se para en la cornisa del edificio, a más de setenta metros de altura, y la gente comienza a mirarlo ¿Qué busca ese loco?, ¿atención o realmente quiere suicidarse? No, lo que Nick Cassidy (Sam Worthington) busca es justicia. Es que Nick solía ser un agente ejemplar, hasta que un día se lo acusó injustamente del robo de un valiosísimo diamante, propiedad del magnate David Englander (Ed Harris), un tipo que tiene prácticamente comprada a la policía. Luego de un tiempo de prisión, encuentra la forma de salir en libertad y junto a su hermano y la novia (Jamie Bell y Genesis Rodríguez) idean un plan para probar su inocencia. Pero no estarán solos en esto, ya que lo primero que solicita Nick para no saltar al vacío es la presencia de la negociadora Lydia Mercer (Elizabeth Banks), una mujer que está pasando por un pésimo momento a causa de un suicida al que no pudo rescatar. Ella escuchará a Nick, y le tomará la mano en esta empresa, mientras que la policía busca todas las formas de hacer que salte o, por el contrario, sacarlo de la vista para borrarlo del mapa. Al borde del abismo es el primer trabajo como director de ficción de Asger Leth, quien empieza con el pie derecho una carrera que promete, y es que la película tiene todo lo que promete: tiene mucho suspenso, tiene acción, muy buenas persecusiones y algo de humor como para descomprimir el asfixiante ambiente de la ley corrupta y la manipulación de medios. Por momentos, esta cinta nos recuerda a El mediador, aquella película que protagonizaran Samuel L. Jackson y Kevin Spacey a fines de los ’90 que también ponía a un ex agente de policía en la mira por un crimen que no cometió, y a un negociador que se pone de su lado para descubrir el entramado que hay detrás de eso. Pero esta similitud no es del todo mala, y es que no hay demasiadas formas de hacer una película de acción creatíva. Todas tienen algo de otras y está bien que eso pase, por eso Al borde del abismo es una película que, en definitiva, está bien y que dejará satisfechos a todos los que vayan a buscar una hora y media de cine tenso y explosivo.
Sobre la cornisa Se podría decir que a grandes rasgos el cine se divide en dos grupos. Uno más “autoral” y otro cuyo eje radica en el más puro entretenimiento. Al borde del abismo (Man on a Ledge, 2011) pertenece a este último grupo. Una propuesta sin ninguna otra pretensión que lograr que el espectador la pase bien y regrese a su hogar luego de haber visto una película que cumplió con lo que le prometió. Nick Cassidy (Sam Worthington) es un ex policía que fue a la cárcel culpado de un robo que no cometió. Para probar su inocencia se fuga de prisión y lleva adelante un plan vertiginoso desde la cornisa de uno de los pisos del famoso hotel Roosevelt de New York de la que amenaza tirarse. El plan, del que también participan su hermano y la novia de este, consiste en probar que el diamante que se le acusa de haber robado sigue en manos de su dueño. ¿Cómo lo hará? Para eso habrá que ver la película ya que si entramos en detalles no habrá sorpresa y se perderá el suspenso que la historia ofrece. La segunda película de Asger Leth sigue la línea impuesta en Enlace Mortal (Phone Booth, 2003). Mientras en su predecesora toda la trama transcurría dentro de una cabina telefónica con un francotirador apuntando al protagonista para que cumpliera sus órdenes, en la segunda la mayor parte se desarrolla en la cornisa del hotel desde donde el protagonista dirigirá su plan mientras despista a todos ante la amenaza de arrojarse al vacío. Mediante la utilización de este recurso, que un punto es lo opuesto a la película anterior, se crea una sensación de vértigo que se traslada al espectador que funciona como un voyeur ante el supuesto intento de suicidio, pero que a su vez tendrá mayor información que aquellos que tratan de impedirlo y así poder sacar sus propias conclusiones. En Al borde del abismo hay una segunda línea de acción que se focaliza en el plan que desde las alturas dirige Nick Cassidy y que lleva adelante su hermano Joey (Jamie Bell) junto a su novia Angie (Genesis Rodriguez, la hija de "El Puma"). De esta manera se descomprime el vértigo generado desde la cornisa y la película se permite jugar en este punto con recursos más “humorísticos” planteados a partir de situaciones inverosímiles. Hay un tipo de cine para pasarla bien, que para algunos tal vez sea “pochoclero”, que muchas veces sólo está hecho para llevar espectadores sin importarle demasiado la historia que cuenta. El caso de Al borde del abismo es todo lo contrario. Sí, es comercial. Sí, es pochoclero. Pero también hay una buena historia y la mano de un director que supo darle todos los condimentos para que esta funcione.
Una cornisa con demasiadas vueltas de tuerca Un hombre se para sobre la cornisa de una torre de Manhattan, amenazando tirarse, y abajo se junta la muchedumbre, que no tarda en comportarse como chusma. De a ratos le gritan que se tire de una vez, en otras lo vivan como a un héroe o lo contemplan no como una persona a punto de suicidarse, sino como un espectáculo divertido. Llena de secretos que se mantienen tapados, mostrándose primero como drama íntimo, luego como policial de robo, aventura de grupo comando y comedia de fulleros, la película entera parece tratar al espectador como si fuera parte de esa chusma: amagando tirarse y sin hacerlo, guardándose cartas marcadas, haciendo trampa. Teniendo en cuenta que está narrada con buen pulso, la necesaria tensión y sentido del ritmo, detalles bien observados y varios puntos fuertes en el elenco, no deja de ser lamentable que este film –escrito por el guionista venezolano Pablo F. Fenjves, dirigido por el danés Asger Leth– no tenga mayor aprecio por el juego narrativo limpio. Lo que se sabe de Nick Cassidy (Sam Worthington, protagonista de Avatar y Terminator 4) es que es ex policía, cometió algún delito (o se lo incriminó por ello, al menos) y no lleva nada bien los dos años que cumplió en Sing Sing, sobre un total de veinticinco. Interpretado por un Worthington duro e intenso, Cassidy tiene el aire fatal de un tipo condenado, y no sólo en sentido jurídico. De alguna manera que no debe revelarse (son un montón las cosas que no deben revelarse aquí), Cassidy irá a parar a aquella cornisa, con la gente juntándose abajo y la policía arriba. El jefe del operativo no parece trigo limpio y el oficial negociador se dedica, por pura misoginia policial quizás, a verduguear a su colega Lydia Mercer (la rubia Elizabeth Banks, de Virgen a los 40 y todas las Hombre araña, en papel a contrapierna). De modo extraño, es Cassidy quien pidió la presencia de la mujer policía. ¿Por qué? Porque un mes atrás, en una situación semejante, la chica no logró impedir que otro suicida concretara su amenaza. Lo cual no la deja dormir, a la vez que le da gran repercusión mediática. Lo último es lo que le interesa a Cassidy. Primer indicio de que más que suicidarse, el tipo quiere llamar la atención. De aquí en más las vueltas de tuerca estarán a la orden del día. Vueltas de tuerca no sólo argumentales (cierto ricachón darwiniano interpretado por un cada vez más huesudo Ed Harris, cierto diamante invalorable, cierto bunker inexpugnable, cierto socio traidor, ciertas cambiantes relaciones familiares y hasta ciertos muertos que renacen) sino, y esto es lo que más importa, de tono, registro y, sobre todo, verosímil. Al borde del abismo es una de esas películas que no tienen problemas en cambiar este último a cada escena, a puro utilitarismo. Lo que empieza como mezcla de drama torturado y thriller seco va mutando escena a escena, orillando el ridículo de querer ser de golpe un combo de Misión: Imposible y Robo en las alturas y terminando con la muy funcional aparición de un muerto, que se ríe más de la credulidad del espectador, o de la lógica narrativa, que de la muerte misma.
Es un capricho cinéfilo. Amo las películas de acción o suspenso cuyas tramas se desarrollan a lo largo de un día, como Duro de matar 3, Enlace mortal o la serie 24. Al borde del abismo es una gran propuesta dentro de este estilo que logra mantenerte enganchado frente a la pantalla grande con un thriller sin demasiadas pretensiones, más que entretener al espectador un rato con un misterio de policías suicidas, robos imposibles y conspiraciones policiales. La película fue dirigida por Asger Leth, un realizador que viene del género documental y dio un buen primer paso en Hollywood con esta producción que la verdad está muy bien hecha. El argumento por momentos se convierte en una combinación loca de El fugitivo con El mediador (Kevin Spacey) y Enlace Mortal (Colin Farrell) donde nos encontramos con algunos personajes parecidos que ya vimos en otros filmes. Otro punto a favor de este estreno es el reparto, donde Sam Worthington se sigue consolidando como uno de los nuevos héroes de acción y en este caso trabaja junto a Ed Harris, quien siempre es un placer de ver en el cine. Muy especialmente cuando hace de villano. Una sorpresa la hija del Puma Rodríguez, Génesis Rodríguez, quien en un rol secundario hace lo suyo con mucha dignidad y seguramente empezaremos a verla más seguido en el cine norteamericano. Salvo por una de las escenas finales donde Worthington emprende una acción digna de Chuck Norris en las películas de los ´80, que a lo mejor se podía haber resuelto de otra manera, la trama está bastante bien construida y es muy llevadera. Al filo del abismo es puro cine pochoclero que dentro del género de suspenso es una gran alternativa para tener en cuenta.
La gloria o Sing Sing Con el único antecedente del largometraje documental Ghosts of Cité Soleil, el danés Asger Leth se posicionó inmejorablemente en Hollywood al obtener en 2006 el premio del Sindicato de Directores de los Estados Unidos dentro del rubro “no ficción”. Al borde del abismo, su flamante opus, es exactamente todo lo contrario: un thriller policial ajustadísimo en su narrativa que atrapa irremediablemente al espectador desde la primera escena. El realismo obtenido en Ghosts… sedujo a los productores de Man on a ledge (frase con la que se identifica en la jerga policial a los potenciales suicidas que amagan con arrojarse al vacío desde la cornisa de un edificio). La elección fue perfecta porque Leth no sólo saber filmar muy bien: con su simpleza para la puesta en escena y su dominio de la marcación actoral también es capaz de hacer creíbles las situaciones más extremas. Cuando promediando la película el guión del venezolano Pablo F. Fenjves se excede de revoluciones (abundan las giros sorpresivos) es la mano firme del realizador la que impide que desaparezca el verosímil cinematográfico. La trama no es de hierro pero aún con algunos hilos sueltos está muy por encima del promedio. Sin revelar demasiado puede decirse que detrás de un supuesto intento de suicidio por parte del ex policía Nick Cassidy (extraordinaria actuación de un empático Sam Worthington) en el piso 21 del Hotel Roosevelt de Nueva York hay un plan maestro para robar un diamante valuado en 40 millones de dólares. El propietario de la joya es el villanesco David Englander (un formidable Ed Harris), un millonario inescrupuloso que comparte un pasado con Cassidy. Para persuadir a este último de que no se tire es convocada la conflictuada mediadora Lydia Mercer (la linda Elizabeth Banks) quien al poco tiempo de llegar se da cuenta que hay algo raro detrás de todo ese circo (con los medios cubriendo la noticia y la gente observando todo desde la calle con más morbo que curiosidad). En otros roles de peso brillan además Jamie Bell, Génesis Rodríguez (¡hija de José Luis "El Puma" Rodríguez!), Titus Welliver (el anti Jacob de la serie Lost), Anthony Mackie, Kyra Sedgwick y el buenazo de Edward Burns. Un elenco así de sólido no se ve muy seguido por estos días… Al borde del abismo es cine de género puro, un escapismo de lujo, bien escrito y mejor montado y dirigido para agradar a un target amplio ya que no hay escenas demasiado fuertes o explícitas. Una película que gana en emoción minuto a minuto, con una historia que funciona como un mecanismo de relojería durante la mayor parte del metraje y con un in crescendo dramático notable. El suspenso gana a la platea y ni un clímax algo deshilachado por algunos detalles descuidados logra atenuar el impacto que genera este gran espectáculo. Este thriller tan intenso como disfrutable es un tapado que los fanáticos de la acción sabrán apreciar si le dan una oportunidad...
Un film que apuesta a la tensión y a las figuras, pero con un guión "de manual" Esta ópera prima de Asger Leth (director con unos pocos antecedentes en el documental y en la literatura) narra la historia de un ex policía que escapa de prisión y se instala en la cornisa de un rascacielos de Manhattan -ante la curiosa mirada de miles de neoyorquinos, el despliegue de los medios de comunicación y la desesperación de las fuerzas de seguridad- para clamar por su inocencia, ya que acaba de ser condenado por un delito que -asegura- no cometió. Ese es el punto de partida que propone el guión del venezolano Pablo Fenjves, thriller con espíritu de clase B que tiene una vuelta de tuerca cada 10 minutos, diálogos más bien elementales y secundarios pocos desarrollados (da bastante pena ver a intérpretes que alguna vez brillaron con luz propia como Ed Harris, Edward Burns o Kyra Sedgwick lidiar con personajes tan unidimensionales). No hay tiempo en este policial para ellos. En cambio, sí hay generosos planos para una voluptuosa latina llamada Génesis Rodríguez (hija de José Luis "El Puma" Rodríguez), que tiene todo el tiempo del mundo para mostrar sus generosas curvas, para exponer su picardía y para insultar varias veces en español (¿ha nacido la nueva Sofía Vergara?). Leth es un director que demuestra tener oficio (una correcta puesta en escena que combina el uso de grúas y de efectos visuales), que sabe dosificar las sorpresas y plantear los giros de la trama, que sostiene el suspenso (qué mayor tensión que un hombre que está todo el tiempo a punto de lanzarse al vacío) y que encuentra en el ascendente Sam Worthington, una suerte de nuevo Russell Crowe ya visto en importantes producciones como Avatar y Terminator: la salvación , un antihéroe bastante convincente. Pero así como hace los deberes correctamente, queda claro que Leth es un buen artesano y punto. No es de esos directores que, como por ejemplo Tony Scott, son capaces de amplificar, de hacer brillar, de darle una impronta personal y trascender un guión "de manual" propio del cine clase B más transitado como el de este caso. Las limitaciones del material aquí se notan y, por lo tanto, la eficacia del thriller-en una analogía con la suerte de su protagonista- pende de un hilo. Por suerte, no se termina estrellando contra el asfalto.
Un film con destino de cable Un policía preso por un robo se escapa para demostrar su inocencia. Esa es la premisa de esta película llena de momentos forzados, torpe y con poquísimos destellos actorales. Hay muchas películas en el mundo, las salas de estreno apenas si logran exhibir un porcentaje mínimo. Por eso sorprende cuando aparecen películas como Al borde del abismo, producto menor, fallido, sin encanto alguno, fácilmente remplazable por docenas de otros films con mayores méritos. Estar en una sala viendo algo que parece destinado al cable, no es lo óptimo, indudablemente. El film narra la historia de un policía que fue preso por un robo, pero siendo inocente, se escapa para demostrar su inocencia. Su complejo –y absurdo– plan incluye ponerse en la cornisa de un edificio en pleno Manhattan. Esta historia, ¡una remake de un film estadounidense de 2011!, está llena de momentos forzados, vueltas de tuerca resueltas de forma torpe y momentos que hasta el espectador más distraído descubrirá que no tienen sentido, ni aun dentro de la lógica de la propia película. Man On a Ledge –el título original– tiene los ingredientes que ya vimos muchas veces, el falso culpable, la policía buscando una segunda oportunidad, el millonario inescrupuloso, etcétera. Sin embargo no encuentra la manera de que estos lugares comunes tengan un renovado interés para el espectador. El guión es fallido y desprolijo, pero el trabajo del director no es mucho mejor. La cámara no logra resolver con estilo las situaciones ni crear jamás el clima necesario. Si teniendo un hombre en una cornisa y un robo millonario no se puede crear interés, entonces no hay más que decir. Pequeños, muy pequeños momentos consiguen comprometer un poco al espectador y sin duda son algunas –no todas– actuaciones las que le da a la película un poco de fuerza. Elizabeth Banks, Edward Burns y Sam Worthington hacen un trabajo esforzado para lograr que las fallas de la película no se noten tanto. No lo logran, pero igual merecen una mención.
Entre la espada y la pared Sam Worthington encarna a un ex policía que amenaza tirarse desde un edificio en este thriller de Asger Leth. Un hombre entra a un hotel en el centro neoyorquino y se dirige a su cuarto en uno de los pisos más altos. Entra, pide algo para comer, abre la ventana y se para en la cornisa, dando la impresión de que en cualquier momento se lanzará al vacío. La gente en la calle lo ve y a los pocos minutos la ciudad –policía, medios, curiosos, etcétera- estará revolucionada. ¿Qué llevó al hombre a esa situación? Y, más que eso, ¿de verdad está pensando en tirarse? Al borde del abismo , thriller del danés Asger Leth (hijo de Jorgen Leth), se centra en Nick Cassidy (Sam Worthington), un policía que fue a la cárcel por robarse un diamante de 40 millones de dólares. En un flashback que seguirá a su salida a la cornisa veremos cómo logró escaparse de prisión tras salir con permiso para el entierro de su padre y zafar de la policía allí, en el cementerio. Y sabremos que la intención de su intento de suicidio será probar su inocencia en el caso. Pero, ¿cómo piensa hacerlo? El plan es más complejo y mientras Nick llama la atención reuniendo a policías y consiguiendo una negociadora (Elizabeth Banks) a la que cree poder manipular, otras cosas están pasando en un operativo tan complicado como bastante inverosímil que involucra a familiares, robos de joyas, corrupción policial y varios etcéteras. Al borde... no se sostiene desde su lógica, sino desde la tensión y el nervio –y un tono exaltado de película Clase B- que durante buena parte del relato Leth logra dotar a la situación, tratando de aprovechar al máximo el mínimo espacio que Nick tiene para moverse, pero siempre moviéndose entre el resto de los personajes de una trama en la que participan actores como Jamie Bell, Ed Harris y Ed Burns. Las limitaciones que la situación presenta (Nick no puede moverse más de unos metros de izquierda a derecha) hacen recordar a aquella película que el padre de Leth hizo con Lars von Trier, Las cinco obstrucciones , en la que el cineasta se ve forzado, como también sucede en el caso del Dogma, a trabajar con severos y autoimpuestos límites. Y tal vez fue eso lo que atrajo a Leth de la trama, ya que lo demás parece correr por los carriles previsibles. No todo es lo que parece y nos esperan varias sorpresas. Pero a esta altura, sorpresivo sería que una película así no tenga infinitas vueltas de tuerca...
Raro thriller de sostenido suspenso Este thriller haría un buen doble programa con la recién estrenada «Robo en las alturas», una comedia sobre un robo en el piso más alto de una torre neoyorquina. Sólo que «Al borde del abismo», ya desde el título, está presentado como un drama tremendo: en la primera escena un tipo se aloja en un hotel de Manhattan, pide un buen desayuno e inmediatamente sale a la cornisa y amenaza con suicidarse. El presunto suicida es un ex policía falsamente acusado del robo de un diamante, lo que lo llevó a la cárcel, arruinó su vida, e incluso provocó la muerte de su padre. El falso culpable aprovecha la primera ocasión ara huir de la cárcel y plantarse en la cornisa del hotel esperando probar su inocencia o arrojarse al vacío. Como única demanda exige que la negociadora sea una policía famosa por haber fallado miserablemente en sus intentos por evitar el suicidio de otro policía en el puente de Brooklyn. Está claro que el protagonista tiene otros planes totalmente distintos al suicidio, y lo que vuelve especialmente divertida a esta película es un guión tramposo no sólo en tono (el drama terrible se va volviendo más liviano y humorístico, aunque siempre puede volver a la seriedad del principio), sino también en los múltiples giros sorpresivos de una trama preparada para que, cuando el espectador crea que pudo adivinar todo, le cambie la historia en cualquier otro sentido. El concepto parece basarse en lanzar toda una serie de clichés del género para que, cada vez que alguien baje la guardia subestimando todo el asunto, la película lo sorprenda con una vuelta de tuerca inesperada. El director danés Asger Leth no da tiempo para analizar demasiado las cosas: este extraño thriller tiene un ritmo endemoniado, y sostiene sólidamente la idea enervante de contar un relato que transcurre casi íntegramente en una cornisa. Los protagonistas, Sam Worthington y Elizabeth Banks, se las arreglan para que su absurda situación se sostenga durante casi todo el film, y un puñado de excelentes actores de reparto ayudan a que la diversión nunca decaiga, empezando por el caricaturesco villano Ed Harris, el dúo cómico Jamie Bell y Génesis Rodríguez (la super sexy hija del Puma Rodríguez), y otros actores excelentes como Edward Burns o William Sadler, en un rol misterioso sin desperdicio. Entendiendo que es un híbrido bastante extraño, y que la trama no resiste el menor análisis una vez terminada la proyección, no se puede dejar de reconocer que en cuanto a ritmo y suspenso, «Al borde del abismo» es totalmente fiel a su título.
Esta semana tenemos un buen thriller que no solo entretiene sino que también cuenta con una historia intrigante. ¿Qué surge si mezclamos el ingenio de “El plan perfecto” de Spike Lee con el aislamiento de “Enlace mortal”, dirigida por Joel Schumacher? La respuesta es: una película como “Al borde del abismo”. El primer largometraje del director Asger Leth conjuga perfectamente el cine meramente comercial con una buena historia que, mediante un gran plan elaborado por sus protagonistas, mantiene en suspenso al espectador hasta el final. Un hombre se registra en el famoso Hotel Roosevelt de Nueva York, sube al último piso y se para en el borde de la cornisa. Pero esta persona no es un suicida, sino que el hecho de amenazar su propia vida es parte de un plan mayor que está en marcha desde que puso un pie en esa cornisa. Ese hombre es Nick Cassidy (Sam Worthington) y la delicada situación en que se encuentra llama la atención tanto de los transeúntes como de la prensa. Es así que Nick hace su primera demanda: no hablará con nadie que no sea Lydia Mercer (Elizabeth Banks), la negociadora del Departamento de Policía, quien tratará de persuadirlo para que deponga su actitud mientras que tiene una interna con su compañero (Edward Burns). Todo se pone aún más interesante cuando la Policía averigua que Nick es un ex agente que actualmente se encuentra prófugo. ¿Pero, por qué un fugitivo supuestamente culpable se expone de esa manera? Nadie sabe los motivos ulteriores detrás de su plan, pero Cassidy afirma que es inocente y está dispuesto a demostrarlo. Obviamente que el personaje de Worthington no podrá hacer todo solo, ya que contará con la ayuda de su hermano (Jamie Bell) y la novia de este (Genesis Rodríguez), quienes ejecutarán el plan mientras Nick acapara toda la atención. El relato propone un poco de vértigo con el protagonista parado en la cornisa mientras que los otros personajes le agregan la cuota de suspenso y hasta algo de humor a la historia. De hecho todo lo que pasa en el film podría considerarse un gran truco de magia, donde en una mano hay algo que distrae mientras que en la otra ocurre lo realmente importante. En cuanto a las interpretaciones, es bueno ver a Sam Worthington haciendo un papel diferente a lo que venía ofreciendo, ya que corría el riesgo de repetirse una y otra vez haciendo el mismo personaje con algunas pequeñas variaciones. Elizabeth Banks es otra que cumple una correcta actuación en el rol de una negociadora atormentada por su pasado, sin embargo, el más interesante de ver es Ed Harris, que interpreta a un millonario absolutamente despreciable que obviamente es el villano del film. En resumen, “Al borde del abismo” es una película que no solo cumple con el fin de entretener sino que también atrapa desde su historia gracias a un buen guión. Una buena opción para ver esta semana, salvo que sufran de vértigo.
La publicidad no deja de sorprender y los numerosos carteles que publicitan Al borde del abismo son anuncio de una película que se sostiene con poco excepto los millones que en ella se invirtieron. En este film del debutante Asger Leth, los hechos se suceden de la manera menos creíble y más espectacular posible con el fin de que el público aparentemente disfrute de todos los estereotipos que ya conoce sin llegar a la parodia, lo que habría ameritado la usual frase del juego del truco "uno por uno, negocio". Nick Cassidy (Sam Worthington, el protagonista de Avatar, en una actuación floja) es un ex policía fugitivo de la prisión -con algo de confusión, el guionista sorteó el problema del escape- que pretende probar su inocencia bajo la amenaza de que se arrojará de un elevado piso de hotel al vacío. El "show" del suicida atrae a la multitud y a medios televisivos de baja estofa moral representados por la notera Suzie Morales (Kyra Sedgwick) e implica, a la par, un operativo policial de rescate encabezado -por solicitud de Cassidy- por Lydia Mercer (Elizabeth Banks). Mercer deberá, entonces, lidiar con las diferentes facciones y estilos de la policía y, por otra parte, analizar si cree o no en la inocencia de Cassidy. En paralelo, se desarrolla la acción de otros personajes, cómplices y enemigos del protagonista, su hermano Joey (Jamie Bell) y su novia Angie (Genesis Rodriguez), y el magnate de la joyería y la construcción David Englander (Ed Harris), alrededor del cual gira el conflicto legal de Cassidy. Según declaraciones de los realizadores, su afán consistía en generar una obra que reflejara críticamente el circo que se genera en torno a los suicidas, pero una dirección inexperta en el género policial, carente de toda óptica psicológica para con los personajes, desvía este objetivo y lo pone como un mero disparador argumental. La sobreabundancia de explícitas caracterizaciones evidencia, también, un film de nivel intelectual muy elemental, más allá de que puede llegar a considerarse moralmente repudiable. Por fortuna, este servidor no trabaja para ninguna distribuidora y, por lo tanto, le deseo el peor de los éxitos a Al borde del abismo y quizá algún día el presupuesto de este tipo de películas pueda dividirse en cuatro y enviarse a los niños pobres de África o, por qué no, al clan Llinás o a Campanella, que harán alguna obra digerible y de ambivalente orientación política.
Venganza de guante blanco Un compacto y ágil trago de whisky. Un cierto ardor en la garganta. Siempre el mismo. Siempre diferente. Con esto puede compararse esta típica película norteamericana de policías que, aunque intente darle un par de vueltas de tuerca al género, sigue siendo una de policías. Y no está mal, porque esta clase de filmes ya son una especie de saludable costumbre dentro del cine norteamericano, y el oficio que la industria ha adquirido a la hora de hacerlos es inobjetable. La historia empieza con misterio. Un sujeto aparentemente anodino alquila una habitación en un hotel neoyorquino y se para en la cornisa de su ventana dispuesto a saltar. Stop. Una leyenda invita al espectador a remontarse hasta casi un año hacia atrás. Allí encuentra al mismo tipo -un policía destituido, nos enteramos de paso-, preso en la cárcel de Sing Sing, aparentemente acusado de un crimen que no cometió. ¿Cómo es que la misma persona está presa y luego al borde del abismo? Pues en el medio tendrá que escapar. Y aquí comienza la verdadera trama. El individuo que amaga quitarse la vida, tiene articulada una especie de revancha a lo grande contra el magnate que lo acusó de un crimen falso, valiéndose de varios contactos ilegales con uniformados que lo ampararon. Además de un relato bastante consistente, Al borde del abismo tiene a su favor las participaciones de muchos actores con el carácter necesario para este tipo de historias. Ed Harris es el más conocido del elenco, y hasta tiene el estatus de estrella, pero lo hace valer, componiendo a un villano reconcentrado y ardiente. Después se agregan Sam Worthington, Edward Burns, Kyra Sedgwick y Jamie Bell, todos en muy buenas performances. Se trata de opera prima de un realizador llamado Asger Leth, quien entra al mundo del cine con la cabeza en alto, por una puerta lateral que dice "clase B".
VideoComentario (ver link).
En el medio de la vorágine de films con nominaciones al Oscar, esta semana se estrenó en Argentina Al borde del abismo, en simultáneo con su estreno mundial. No compite por los premios, pero es ágil y entretenida, así que vale la pena verla. Si me piden un consejo, ésta es una de esas películas que conviene ir a ver sin saber demasiado de antemano, es más, si pueden, eviten el trailer. Y es así porque lo que tiene de bueno es cómo va desarrollando la trama. El protagonista de la historia (Sam Worthington, protagonista de Avatar) llega a un hotel, toma la habitación que tenía reservada, desayuna, escribe una notita, y se decide a salir a la cornisa, aparentemente para suicidarse. En un flashback sabremos que se trata de Nick Cassidy, un policía que un mes antes estaba cumpliendo una condena de 25 años en una cárcel de alta seguridad por un delito que, por el momento, desconocemos. La “acción” del film comienza con su fuga, y la visita a ese extraño depósito en el que hay documentos, dinero, y otros elementos útiles para cualquier prófugo de la justicia. Pero no nos adelantemos, porque ni siquiera la policía (en la ficción) sabe tanto a esta altura. Desde la cornisa, Cassidy moviliza a toda la ciudad, policía, periodistas, y, claro, los ciudadanos. Para sorpresa de todos, exige a una negociadora en particular, la conflictuada Lydia Mercer (Elizabeth Banks). Ella será quien comience a sospechar que, detrás de este supuesto intento de suicidio, hay algo más. Como decía al principio, lo que más se disfruta de esta película es cómo está narrada la historia. Ya que poco sabemos, todo lo que va surgiendo sorprende, y es presentado con un ritmo que no decae. Si bien no hay actuaciones para destacar, ya que no es el tipo de film que se centre en ello, en general todos están bien en sus personajes, en particular la pareja de Joey, el hermano de Nick (interpretado por Jamie Bell, el actor de Billy Elliot), y su novia latina (Genesis Rodriguez). Quienes están un poco desperdiciados ya que sus papeles son menores son Ed Harris, llamativamente rígido y deslucido, y Kyra Sedgwick, que tanto se destaca en la serie The closer, y aquí hace de una reportera casi de relleno. El director danés Asper Leth debuta en ficción (su obra anterior es un documental), y logra manejar la acción principal centrada en esa cornisa, y lo que sucede muy cerca, en paralelo, de forma correcta. El guión da un par de momentos de respiro a la tensión generada con pequeñas dosis de humor, algunas a cargo de Joey, y otras que surgen de las reacciones de la gente que espera que el hombre salte, incluyendo chicas con carteles de leyendas del tipo “¿sos soltero?”, o “caé en mis brazos”. "Al borde del abismo" no es un film de antología, ni pretende serlo, pero divierte, sorprende, y mantiene el ritmo, con giros en el guión que van haciendo que algo que parecía que iba a salir de una manera, se desarrolle de otra. Y hacen que la película funcione.
Se trata del primer filme de gran producción de un documentalista y asistente de director de otros colegas y, como no se la iba a perder, el danés puso todo lo que tenía. Un hombre se sube a una cornisa en pleno Manhattan, amenaza con tirarse al vacío y el caso queda en manos de una psicóloga que descubre el ardid: distraer la atención de la policía, los medios y la gente para que dos secuaces roben un diamante. Construido en dos tiempos (con acciones ocurriendo a la vez), con vertiginosos movimientos de cámaras y entrometiéndose en la intrincada corrupción policial, el relato parece a veces forzado y otras de inocente resolución. Sin embargo, consigue atrapar gracias a un secreto que se devela de a poco. Sorprende la belleza latina de Génesis Rodríguez (hija del "Puma") y un Ed Harris genial en su rol de malo.
Nick Cassidy (Sam Worthington) bien podría pasar por un hombre de negocios, uno más de los tantos que ingresa por día al hotel Roosevelt de Nueva York. En cambio, este ex policía devenido en fugitivo sube hasta su habitación, ordena servicio al cuarto y escribe una pequeña nota antes de pararse en el borde de la cornisa y comenzar a amenazar con saltar al vacío. Su único requerimiento es que la agente Lydia Spencer (Elizabeth Banks) sea la negociadora. A partir de allí, las verdaderas intenciones de Cassidy empiezan a surgir de a poco. Man on a ledge es una bienvenida sorpresa. A priori todo indica que se trata de una historia más de acción sinsentido, pero cuando dejamos atrás el pasado de su protagonista y las persecuciones no del todo bien logradas, somos parte de un relato vertiginoso que no decae en ninguno de sus casi cien minutos. Constantemente nos sorprenden eventos que se encuentran sucediendo en paralelo, pequeñas dosis de humor y un plan tan bien pensado que para llegar a buen puerto debe funcionar como un mecanismo de relojería. Un solo error puede terminar con la vida de Cassidy. Dentro del elenco, que completan Ed Harris, Edward Burns y Jamie Bell, se destaca una nueva figura latina, Génesis Rodríguez, hija de “El Puma” Rodríguez y dueña de un estilo y carisma que la asemejan a la popular Sofía Vergara.
Otras 35 vueltas de tuerca Al borde del abismo se impone desde el comienzo con mucha intriga y suspenso. Queremos saber de inmediato qué hace ese hombre en una cornisa a punto de suicidarse. Esos primeros minutos críticos auguran un film atrapante y que, sin embargo (como tantas veces), se termina desinflando hacia un final con altos picos de inverosimilitud y ridiculez. El argumento es sencillo y efectivo: un hombre llamado Nick Cassidy (Sam Worthinton) se sube a la cornisa de un reconocido hotel de Nueva York con supuestas intenciones de suicidarse. Claramente la película se centrará en contarnos por qué llegó a esa situación. Asger Leth, hijo del director Jorgen Leth -El humano perfecto (1967), o en otras palabras, el viejo que se deja joder por Lars Von Trier en Las cinco obstrucciones-, no consigue mantener demasiado tiempo la tensión y el ritmo iniciales. Su film se va desenvolviendo con torpeza, y a veces, llegando a situaciones inverosímiles para forzar tal o cual desenlace. Hay un par de sub-tramas que son apenas contadas por los personajes, aludidas de tal manera que no queda claro de qué están hablando. Además, hay dos registros muy diferentes en el film que a veces pecan de incompatibles. Para no develar demasiado de la trama, diremos que son los momentos en los cuales el film va contando la interacción entre la detective Lydia Mercer (Elizabeth Banks) y Nick Cassidy, y la historia que se desarrolla en paralelo con Joey Cassidy (el hermano de Nick interpretado por Jamie Bell) y su novia Angie (interpretada por Génesis Rodríguez, la hija del Puma Rodríguez). En fin, Asger Leth va de la solemnidad de la cara no muy flexible de Worthington a la casi comedia que plantean los hechos que implican al bueno de Bell y a la linda de Génesis. Todo esto genera que se disuelvan los momentos de suspenso logrados. Por otro lado, los giros que va tomando el relato implican por parte del espectador cierta tolerancia a lo arbitrario e inverosímil. El problema es que pasados tres cuartos del film, los conflictos son tantos y tan difusos, que ciertas reacciones de los personajes ya no son sólo intolerables sino además incomprensibles. Como si fuera poco, Al borde del abismo se permite una superficial bajada de línea. Hablando sobre todo de la crisis financiera de 2008 y diciendo a grandes rasgos lo malos que son los empresarios (en este caso representados por un efectivo y repulsivo Ed Harris) y lo pobres que son las personas de clase media presionadas por la sociedad depredadora. También se habla un poco de los medios de comunicación, pero es una tosca caricatura que no dice nada que no sepamos por aquí. Más allá de la enumeración de fallas, hay que decir que el film de Asger Leth no es un embole. Al contrario, tiene algunas secuencias de tensión genuinas y que sus fallas no terminan de destruir. Es un film menor, no demasiado pretencioso, que al fin de cuentas termina entreteniendo lo suficiente.
Sin dudas que el australiano Sam Worthington es un intérprete en franco ascenso que va un poco más allá de su imagen y carisma. Luego de un papel algo robótico en Terminator 4, lo cual no estaba del todo mal porque parte de su organismo era mecánico, demostró en Avatar condiciones actorales interesantes. Esto lo fue confirmando en algún otro film y ahora lo ratifica en Al Borde del Abismo, film en el cual está casi todo el tiempo en pantalla y debe sostener todo el peso narrativo. Viendo el film asoma el recuerdo de Ultima llamada de Joel Shumacher, en el que un hombre debe vivir una situación extrema en una cabina telefónica durante todo el film, algo parecido ocurre acá, pero en la cornisa de la ventana de un importante hotel de Nueva York, a la que se sube un hombre sin razón aparente. También films como El Plan Perfecto de Spike Lee y otros de ese estilo, incluyendo Robo en las Alturas, estrenada la semana pasada, se recuerdan, porque hay un robo en la película y un gran rascacielos tiene protagonismo. Cosa que asimismo ocurre en Misión Imposible 4. Pero bueno, dejando de lado semejanzas, el thriller del danés Asger Leth juega con la caída al precipicio de este ex policía injustamente acusado de asesinato, durante casi todo su metraje. Él intenta llamar la atención de la ciudad y lo logra, provocando gran revuelo en la calle y en la prensa. Todo para probar su inocencia, y también para disimular otras cosas generadas por él que ocurren al mismo tiempo y enriquecen la trama. Con un elenco llamativo en el que se pueden nombrar al magnífico Jamie Bell, Ed Harris, Edward Burns, William Sadler y Kyra Sedwick, entre otros. Al Borde del Abismo cumple su cometido, entretiene con nervio y buenos recursos.
Al pobre Asger Leth, realizador de Al borde del abismo, no se le cae una idea nueva. Uno se imagina que con una película como Al borde del abismo apareció un guionista con una idea determinada: por ejemplo, la de un tipo en la cornisa de un edificio, amenazando con suicidarse. Luego vino otro, y dijo “che, démosle una vuelta de tuerca, porque parece demasiado sombrío y cerrado todo: hagamos que eso en realidad es un bolazo, que lo que está haciendo es desviar la atención para que otra gente que realice un gran robo a menos de una cuadra”. Después aparece otro más y dice “no está mal eso, pero conectémoslo con la crisis financiera actual, cómo los ricos siguen acumulando fortunas a expensas de los pobres, la falta de escrúpulos de ciertos sectores en el capitalismo”. A continuación entra otro más y agrega “bueno, pero en general la corrupción económica va de la mano de la política o policial, así que no estaría mal introducir la cuestión de la corrupción policial”. Llega un quinto y afirma “OK, pero si vas a tener policías malos, tenés que tener también policías buenos, que puedan ponerse del lado del héroe, aunque seguramente lleguen con heridas del pasado, que deberán curar con este caso”. Y surge en escena un sexto, que recuerda “ojo, que si es una película de robos, algún elemento humorístico tiene que tener, porque si no volvemos a la de antes, con todo muy oscuro y sombrío, así que volquemos las risas para el lado de los cómplices del protagonista”. Otro más sugiere “¿no les parece que esos cómplices deberían ser familiares, como para insertar la noción de la familia?”. Y uno piensa “guau, cuánta gente debió haber metido mano en el guión”. Pero no, resulta que la autoría del mismo es de apenas uno solo, un tal Pablo F. Fenjves, que hasta el momento sólo había tenido trabajos para televisión. Un tipo con muchas ideas en la cabeza parece. Ojo, no está mal eso: pensemos en otra película protagonizada por Sam Worthington, Avatar, que combinaba una historia de amor bastante similar a la de Pocahontas y el Capitán Smith, las referencias a la guerra de Irak, el deber-ser de un soldado, la construcción del mito de un héroe, un discurso espiritual y ecologista, etcétera. Y sin embargo, todo salía bien. Aunque claro, había un director detrás, alguien con James Cameron, capaz de crear mundos propios con pasmosa facilidad. En cambio, al pobre Asger Leth, realizador de Al borde del abismo, no se le cae una idea nueva. Por eso el filme se va desarrollando como un pobre Frankenstein, a los tropezones, sin poder combinar apropiadamente sus diversos elementos. A lo sumo, se dedica a confiar en un elenco ecléctico, compuesto por Ed Harris (tan villano como flaco), Jamie Bell (que creció pero sigue pareciendo un buen pibe), Elizabeth Banks (muy linda), Génesis Rodríguez (muy muy linda), Anthony Mackie, Edward Burns y Titus Welliver. Con un final tirado de los pelos y sin gracia, tirando misiles de tinte político que terminan siendo meras balas de fogueo, Al borde del abismo no ofende pero, al igual que muchos filmes hollywoodenses, no aporta absolutamente nada. Es tan sólo un conjunto de ideas sin concretar.
La temática que refiere “Al borde del abismo” se puede resumir como la lucha de un condenado por la justicia acusado de un hecho criminal del cual es inocente y su intento por demostrarlo. Asger Leth es un reconocido documentalista del cual hemos detectado dos trabajo en tal condición (“De fem benspaends”, como guionista, 2003, y “Ghosts of cité Soleil”, guionista y codirector, 2006), para quien “Al borde del abismo” es su ópera prima de largometraje como realizador de obras de ficción. Ante todo, para memoriosos e investigadores, cabe aclarar que el título de esta producción, en lo temático y narrativo, nada tiene que ver con “Al borde del abismo” que en 1946 dirigió Howard Hawks, inspirada en la novela “The big slepp” de Raymond Chandler, segunda producción protagonizada por la inolvidable pareja fílmica (y en la vida real) Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Hecha esta aclaración veamos de qué se trata. Nick Cassidy es un ex policía que se encuentra cumpliendo una condena a 25 años, acusado de haber sido el responsable del robo de un valiosísimo diamante perteneciente al millonario David Englander, hecho respecto del que desde siempre a sostenido su inocencia. A raíz de la muerte de su padre las autoridades autorizan su asistencia al acto del entierro, por supuesto que bajo correspondiente custodia policial. Al acto también asiste su hermano Joey con quien aparentemente las relaciones no son las mejores, a punto tal que se produce un violento incidente entre ellos que genera una gresca generalizada, lo que posibilita a Nick emprender la huida. A partir de ese momento comienza una sostenida persecución, en tanto Nick comienza a ejecutar un plan que estima le permitirá descubrir al, o los, verdaderos culpables del hecho delictivo que le imputan. El propósito tiene como eje su ingreso al Hotel Roosvelt, de Nueva York. Solicita una habitación que da a la calle en un de los últimos pisos. Después de una cena con champaña, abre la ventana, sale al exterior y se para en la cornisa a más de 60mrtros de altura con intención de arrojarse al vacío. Detrás de esta peligrosa maniobra Nick tiene planes absolutamente impredecibles que el espectador tendrá que ir descubriendo a medida que se va desarrollando la historia. En la calle los transeúntes se reúnen de inmediato, por curiosidad o morbo. Cuando llegan los detectives exige la presencia como negociadora de la psicóloga de la policía Lydia Spencer (Elizabeth Banks), quien recientemente había fracasado estando a cargo de disuadir a un suicida en su intención. De allí en más el espectador irá descubriendo un entramado de traiciones y corrupción .Se trata de un filme interesante que cuenta con un guión bien desarrollado, tratado por una realización muy profesional, técnicamente equilibrado con una compaginación que gradualmente acentúa el ritmo de la progresión narrativa. Un buen elenco cubre los distintos personajes con solvencia, destacándose la presencia de un actor como Ed Harris que asume el suyo (David Englander) de taquito. Sin ser original le brinda al espectador lo suficiente como para que lo disfrute.
En Al borde del abismo todo el entretenimiento de la película pasa por las escenas relacionadas con el robo, pero lamentablemente no por el hecho de que estén repletas de adrenalina y sea contagiada al espectador, sino más bien por un interés pasivo de ver cómo consiguen evadir los obstáculos, la mayoría de las veces de una forma bastante inverosímil, dicho sea de paso. Si bien la...
Y donde está Crónica TV...? Un tipo arriba de una alta cornisa amenazando arrojarse al vacío llama la atención de los transeúntes allí abajo, provoca reacción tanto en la policía como en los medios televisivos, toda la movilización incluye a su vez a una mediadora psicóloga, que intenta persuadir al supuesto suicida que en verdad está intentando una distracción colectiva, ya que allí cerca se está produciendo un importante robo de diamantes. Si uno entra a ver esta peli intentando lógicas pensantes, que no vaya, ya que se trata de una propuesta de entretenimiento puro y por ello intenta sorprendernos con impensables salidas todo el tiempo, las cuales tienen su atractivo por cierto y la adrenalina acorde al caso. Sam Worthington es el protagonista correcto y solo eso, Elizabeth Banks es la bellísima mediadora, Ed Harris está excesivamente payasesco con su villano exagerado, el chico Jamie Bell que se hizo famoso como "Billy Elliot" muestra que ha crecido, Edward Burns conoció buenas épocas para ser ahora un actor casi complementario, Kyra Sedgwicki es buena actriz y acá está como de paso en su movilera de TV, y está la sorpresa de la hermosísima latina Génesis Rodríguez -hija del famoso "Puma" José Luis Rodríguez-La gente que disfruta el cine de entretenimiento bien hecho y standart, la va pasar muy bien con esta peli pochoclera 100 por ciento. Por cierto si su guión es muy fantasioso poco importa en este caso. Y donde está Crónica TV...?? : Un tipo arriba de una alta cornisa amenazando arrojarse al vacío llama la atención de los transeúntes allí abajo, provoca reacción tanto en la policía como en los medios televisivos, toda la movilización incluye a su vez a una mediadora psicóloga, que intenta persuadir al supuesto suicida que en verdad está intentando una distracción colectiva, ya que allí cerca se está produciendo un importante robo de diamantes. Si uno entra a ver esta peli intentando lógicas pensantes, que no vaya, ya que se trata de una propuesta de entretenimiento puro y por ello intenta sorprendernos con impensables salidas todo el tiempo, las cuales tienen su atractivo por cierto y la adrenalina acorde al caso. Sam Worthington es el protagonista correcto y solo eso, Elizabeth Banks es la bellísima mediadora, Ed Harris está excesivamente payasesco con su villano exagerado, el chico Jamie Bell que se hizo famoso como "Billy Elliot" muestra que ha crecido, Edward Burns conoció buenas épocas para ser ahora un actor casi complementario, Kyra Sedgwicki es buena actriz y acá está como de paso en su movilera de TV, y está la sorpresa de la hermosísima latina Génesis Rodríguez -hija del famoso "Puma" José Luis Rodríguez-La gente que disfruta el cine de entretenimiento bien hecho y standart, la va pasar muy bien con esta peli pochoclera 100 por ciento. Por cierto si su guión es muy fantasioso poco importa en este caso.
Un ex-policia (convertido en estafador) amenaza con saltar de la terraza de un hotel en el medio de Manhattan. Luego de escuchar los gritos de una mujer, un policía acude a la escena y deberá hacer todo lo posible para evitar que el hombre salte al vacío. Alejándose un poco de los papeles estereotipados del héroe americano que cimentó en Avatar, Clash of the Titans y Terminator Salvation, la nueva película del australiano Sam Worthington es un pequeño thriller decente que cumple con lo que a primera vista promete: una historia simple pero que al mismo tiempo cuenta con varias sorpresas en el guión para dejar al espectador al borde del asiento durante hora y media; creo, tiempo suficiente para sentirse satisfecho. Nada es lo que parece cuando Nick Cassidy se come su última cena y se sube a la cornisa del Hotel Roosevelt: el revuelo se arma en un parpadeo y la policía con él. Nick pide la asistencia exclusiva de una detective, recientemente caída en desgracia: el juego comienza. Explorar más en la historia de Man on a Ledge sería quitarle la gracia a la película, donde la trama tiene un ligero sabor conocido (visto en otra película con una situación extrema como Phone Booth, con Colin Farrell) y a la vez inusual: no sólo se trata de una película de suspenso, sino que al mejor estilo Ocean's Eleven hay un robo de por medio, hay sensores por todas partes y el tiempo se agota. Tanto el director Asger Leth como el guionista Pablo F. Fenjves son novatos en esto: el primero tan sólo tiene el documental Ghosts of Cité Soleil en su haber, mientras que Fenjves ha escrito un puñado de películas... directas a TV; suena feo al asunto, pero la dupla se encarga, el primero, de entregar un film lleno de momentos cargados de adrenalina y el segundo, de firmar un libreto que si bien no carece de huecos en la trama, son obviados en pos de un film narrativamente rápido que no gasta tiempo más que el necesario para dar un poco de forma a sus personajes. Dichos personajes estàn interpretados por un elenco solvente y eficaz: un correcto Worthington, una agradable Elizabeth Banks, un histriónico Jamie Bell y un oscuro e inesperado Ed Harris; tal vez el punto más excusable (y por demás tonto) es la aparición del pibón de turno, la latina Génesis Rodriguez, que cumple con el toque estúpido de todos los guionistas con respecto a la nacionalidad de un personaje: ponerlo a decir groserías en su idioma original. Sinceramente, no le veo el punto y, además, ya es chiste viejo. Man on a Ledge se trata de una película muy bien filmada, sencilla, con los suficientes giros en su trama para mantener a la audiencia expectante, y pasajes vertiginosos que serán la delicia de la platea.
Piquete Extremo Man on a Ledge es un buen film, de esos que entretienen, que no son descerebrados, con buena acción y actuaciones decentes, pero le faltó ese factor "picante" que hace que una película sea realmente buena. De esta manera, el director Asger Leth, debutante en la gran pantalla, nos pasea por 100 minutos de suspenso y acción que tendrán un efecto positivo de corto plazo en la memoria, ya que a las 48 horas recordaremos poco de los detalles cinematográficos relevantes y sólo quedará el esqueleto de la historia central. ¡Ojo!, me gustó la cinta, pero me quedé con ganas de más trascendencia, con ganas de vivirla más, me quedó un poco desabrida. Comienza con muy buen ritmo, Sam Worthington entra a un hotel, pide una habitación, come y se sube a la cornisa de un edificio en Nueva York desde donde amenaza con suicidarse. Obviamente se produce un gran despliegue de policías, bomberos, prensa, público curioso y por supuesto, un mediador, en este caso una mediadora interpretada con mucha decencia por la cada vez más solicitada, Elizabeth Banks. A partir de que toma contacto con el personaje de Worthington, se comienza a desmarañar un historia oculta que complica la reputación de gente importante de Nueva York. La premisa es buena, juega con la inmediatez del tiempo presente, todo se da en tiempo real (supuestamente) y tiene algunos toques a lo "Misión Imposible" que son encarados con profesionalismo, sin aparentar demasiado pero entreteniendo al espectador. Un buena peli de suspenso y acción que lamentablemente no formará parte de lo más destacado del año, ni siquiera del mes, aunque podría haberlo logrado si se lo hubiera propuesto seriamente.
Entretenimiento armado para dejar prendido al espectador. No importa que después la resolución sea ingenua. El durante funciona con suspenso, vértigo literal y mucha acción. Un hombre parado en una cornisa, sinónimo de desesperación, es en realidad alguien que busca justicia.
Esta peli me cagó de gusto: entretiene todo el tiempo, dura lo que tiene que durar casi sin estirarse y hasta tiene bocha de actuaciones de tipos que decís "uh, a este lo tengo de algún lado" como para cebar a los habituales de series y pelis de acción Ejemplos: -El "humo negro" de "Lost" -El flaquito quemado de "Jumper" que tenia más onda que Anakin -La Muerte de "Bill and Ted 2" (o el sheriff de "Roswell") -Ed Burns, que tuvo su momento de gloria en "15 minutos" (momento de gloria... ¿cazan el chiste?) pero después solo hizo secundarios en pelis de terror o comedias muy malas -Ed Harris como el malo top. Y no por nada a Harris lo tienen de "modelo de malo", lastima que esta muy hecho crosta. Ah, y de broche de oro tiene a dos mujeres hermosas en el elenco, una es Elizabeth Banks que me tiene enamorado desde "Zack y Miry hacen una porno" y la otra es una para-mi-desconocida Genesis Rodriguez que primero la muestran tapadita pero después pela un lomo como para comer con fritas (y ahí se fue toda la intelectualidad del blog al tacho) La historia avanza con un ritmo bastante frenético y bien llevada, me recordó mucho a "Tiempo limite", ese peliculón de Johnny Depp que en hora y media pasaba de todo. Acá no recurren a la filmación en tiempo real pero también se transmite el sentimiento readrenalitico de que todo pasa en 2, 3 horas con toda la furia. Y sino le pongo más puntaje es solo porque a los 20 minutos más o menos ya se presentaron todos los personajes, situaciones y se puede adivinar muy fácil como va a terminar todo, sin mayores sorpresas ni vueltas inesperadas. Eso sí, tiene una escena al final que logró cortarme la respiración por unos segundos. Con toda la diversión que me dio hasta le perdonó que el prota sea Sam Worthington, tipo que me cae simpático por "Terminator - La Salvación" pero es madera terciada actuando
Man on a sketch... Man on a ledge tiene todos los vicios de una típica película comercial, pero casi ninguna de sus virtudes. El impactante reparto -que incluye a la Puma Rodriguez- queda completamente eclipsado por la cursilería y la abundancia de clichés del género, en un thriller que pasa rápidamente desapercibido. Lo inverosímil se torna disparatado en este film, que pareciera apelar al recetario de Michael Bay, aunque obviando los condimentos que le dan sabor al cine pochoclero. Una historia sin pies ni cabeza no encuentra alicientes en el guión, que invierte en imágenes y diálogos que han gastado la pantalla grande de tanto repetirse. La fórmula es tan banal que aburre: mostrar un par de piñas, unas curvas femeninas, apostar a dos o tres gags y reversionar el villano de turno en el contexto actual. Con eso no alcanza. Michael Bay tiene un estilo, pero también tiene talento, y Asger Leth claramente no cocina como él, aunque use sus recetas. El sufrimiento es breve, de cualquier manera. A medida que la película avanza y las expectativas se desintegran, el espectador cede a la risa y comienza a dudar de que Man on a ledge deba ser tomada en serio. Quizás sea una parodia del cine comercial norteamericano y su título en realidad debiera haber sido Man on a sketch.