El descubrimiento Como sucedía en su película anterior, Diego Lublinsky (Hortensia) propone en Amor urgente (2018) un coming of age movie diferente, en el que la forma que contiene a la historia (escenarios construidos a partir de retroproyecciones), el tono de la acción y movimientos de los protagonistas, configuran el espacio ideal para que el humor y la delgada línea entre el ridículo y lo ingenuo, se impregnen con potencia en la propuesta. Agustina (Paula Hertzog) es una joven que sigue los pasos de su excéntrica y extrovertida madre (Paola Barrientos), con quien convive tras la desaparición de su padre. Yendo de pueblo en pueblo, siempre le toca ser la nueva, aunque ya el tiempo la ha acostumbrado a los vaivenes y mudanzas. El nuevo lugar, la ciudad de Resignación la recibirá con una diferencia a los espacios anteriores: llegará al pueblo justo en el mayor momento de descubrimiento sexual por parte de los habitantes más jóvenes. Desde la ingenuidad, y siguiendo algunos comentarios que realizarán las chicas más “experimentadas” (Miranda de la Serna), Agustina se dejará llevar por la inocente seducción de Pablo (Martín Covini) para convertirse también en una adolescente madura a partir de su primera experiencia sexual. La mentira como impulsor narrativo, y la confusión como disparador de la acción, consolidan un guion aparentemente simple, pero que va tejiendo -lentamente- el sentido necesario para que la lectura del relato vaya hacia donde tiene que ir: Caminatas de mentira, escenarios que avanzan sin siquiera pedir permiso a los protagonistas, una época histórica indefinida que subraya el desborde y la explosión del afuera en la vida cotidiana. Con diálogos simples pero con una precisión milimétrica para construir el sentido necesario para el relato, Diego Lublinsky no busca traicionar al universo que crea para su película, al contrario, lo potencia y alimenta. Como una suerte de complemento sobre la mirada de la transformación de los jóvenes, que ya había iniciado en Hortensia, en Amor urgente la falsedad de los escenarios, sumado a la solemnidad de algunos tratos entre protagonistas, configuran la verdad de esta historia. Se puede ubicar la pelicula a medio camino entre relatos televisivos de la vieja escuela, como La Familia Falcón, La nena, etc., y algunos sketchs de programas que revisaban ese material. La principal virtud de Amor urgente es contar, a su manera y con sus reglas, una historia ya vista muchas veces, pero que en la falsedad del dispositivo que utiliza para narrar, como así también en la claridad con la que el humor se introduce en los diálogos y acciones de los protagonistas, se consolida una frescura e inocencia, que impregna el sentido final de la película.
Los apuros de la inocencia Existe algo indefinido y algo muy palpable en el segundo opus de Diego Lublinsky, Amor urgente. En primer lugar, el tiempo en que transcurre esta historia de despertar sexual adolescente en un pueblo de 10.000 habitantes transmite cierta anacronía pero el conjunto de elementos en la puesta en escena como por ejemplo un televisor con doble antena sintonizadora o la ausencia de celulares, computadoras, redes sociales y la alusión a la palabra “asalto” no desde su connotación delictiva sino festiva ayudan a insertarse en un universo propio y definido. En ese pequeño universo, los planetas son Agustina (Paula Hertzog) y Pedro (Martin Corvini). Ella recién llegada con su madre Irene (Paola Barrientos) para instalarse en un lugar muy distante a su concepto de ciudad, y él oriundo de ese pequeño pueblo llamado Resignación, con enormes ganas de ganarse su amor. Entre el aula y las charlas con pares sobrevuela la idea del debut sexual. Las chicas, amigas de Agustina, alardean hazañas cuando la protagonista aún no ha encontrado el momento y la persona adecuada para que esa urgencia del despertar sexual encuentre correspondencia. Para salir de la anécdota, el director Diego Lublinsky trabaja meticulosamente sobre los fondos en la imagen, hace de la falsedad de la retroproyección todo un espacio novedoso para clausurar cualquier atisbo de realismo en su película. Tal vez fiel al estilo ya visto en su opera prima Hortensia, dispositivo similar en relación al humor y al coqueteo con situaciones absurdas, que en el caso particular de Amor urgente no llegan a convertirse en ridículo pero sí habilitan el humor asordinado por el tono apagado en el que se desarrollan. Como retrato de una etapa y época por la que todos pasamos, Amor urgente resulta ilustrativa y evoca esos tiempos de prisas por el deseo y sin prisas por el futuro.
En un pueblo llamado Resignación vive un grupo de adolescentes que, como todos los de su edad, piensan en ponerse de novios y tener sus primeras experiencias en el amor. Pedro es un chico tímido que no logra acercarse a sus compañeras ni entablar una conversación relevante. Pero todo va a cambiar con la llegada de Agustina, la nueva joven del lugar, que no solo deberá adaptarse a su entorno, sino también a la idea de tener una aproximación a un noviazgo y a las relaciones sexuales, asuntos sobre los cuales prefiere mantenerse ajena. “Amor Urgente” es el tercer largometraje de Diego Lublinsky (“Tres Minutos”, “Hortensia”), el cual funciona como una especie de coming of age argentino, donde dos chicos experimentan los primeros pasos en el amor y la sexualidad. La película utiliza ciertos estereotipos, como las chicas populares, los malos y cancheros de la escuela y el protagonista nerd al que le cuesta relacionarse, para mostrar la superficialidad y artificialidad de este pequeño pueblo. Asimismo, se aborda la presión social que lleva a los jóvenes a decir o a hacer cosas que no son ciertamente verdad y que ni ellos comprenden en su totalidad. No sabemos en qué época está situada la historia, y esta decisión narrativa se justifica para universalizar una trama que podría llevarse a cabo en cualquier momento y lugar. Esto lo notamos por la falta de artefactos tecnológicos (es raro que una película actual no muestre celulares o computadoras), la vestimenta que usan los protagonistas (no son ni anticuadas ni modernas) y también por la utilización de retroproyecciones, es decir, imágenes que se suceden detrás de los personajes, dividiendo en dos el contexto y a sus protagonistas. Este recurso visual es interesante y se suma a la necesidad de mostrar la artificialidad del pueblo tanto desde la temática como desde el aspecto técnico, pero por momentos se siente bastante falso o como si fuera una obra teatral con una escenografía de fondo y no como algo armónico dentro del film. Los protagonistas están interpretados por Martín Covini (un actor debutante) y Paula Hertzog, quien realizó previamente dos películas, “El Premio” (2011) y “Ciencias Naturales” (2014). Asimismo los acompañan dos actores de renombre como Paola Barrientos y Fabián Arenillas, que aportan su experiencia a un elenco de personalidades que recién comienzan en este camino. Los personajes están bien delineados, cada uno con su motivación personal. Los diálogos que recitan son naturales y casuales, pero se los nota algo toscos o secos en su ejecución. El ritmo que presenta el film es ágil y se acerca más al género de la comedia, donde los protagonistas buscarán la manera de cumplir con su objetivo, aunque en el camino se encuentren con situaciones ridículas y absurdas. No dejan de ser chicos de 15 años entrando a un mundo adulto que todavía les es ajeno y no comprenden. Con altibajos y decisiones justificadas en mayor o menor medida, “Amor Urgente” nos presenta un coming of age argentino correcto, cuya temática fue abordada unas cuantas veces en la pantalla grande, pero que se lo hace desde una manera más original (con juegos visuales) y local.
Universo artificial de amor La sinopsis oficial de la película reza “Ajenos a la obsesión sexual que invade al resto de los adolescentes de su pueblo”, al referirse a sus dos jóvenes protagonistas. Pero al ver Amor urgente (2018), la tercera película de Diego Lublinsky, nos remite a todo lo contrario. Esto no es algo malo. El film es un extraordinario retrato sobre el amor en tiempos anteriores, la inocencia y la construcción de vínculos verdaderos. Pedro y Agustina se conocen en Resignación (un nombre inventado curioso para un pueblo ficticio). Ella arriba a un barrio con reglas propias y particularidades, en el que Pedro ya vivía hace un tiempo con su familia. Ambos se cruzan en lugares comunes: el colegio, las fiestas, y de a poco comienzan un vínculo –primero de amistad, luego amoroso- bajo la mirada de sus compañeros. Van despacio, se toman su tiempo y, sobre todo, encaran una relación de profundo compañerismo y confianza. Este vínculo es distinto al de los demás adolescentes del lugar y eso llama la atención de todos. Pero Pedro y Agustina no quieren ser menos. Además de este vínculo bien cuidado por ambos, su necesidad de estar juntos sexualmente es palpable, aunque ninguno de los dos lo demuestre o admita. Es por esto que da la sensación de que la película de Lublinsky gira en torno a esto todo el tiempo. Y es lógico. Son adolescente que pasan mucho tiempo juntos y tienen las hormonas revolucionadas. Así el film se apoya en un tema particular: la primera vez. Esta trama simple, simpática, nostálgica, se representa con un recurso más que original: escenarios teatrales con retroproyecciones que van acompañando todo el tiempo a los personajes. Unas hermosas fachadas de casas, balcones, puertas, ventanas y calles de tierra que nos remiten al cine más clásico, en el que veíamos a la rubia conduciendo un auto por la carretera mientras detrás suyo se pasaba una película en una tela de fondo. Cuando vemos esto, sin duda, no podemos hacer más que sonreír. Este coming of age resulta ser una apuesta arriesgada para el cine de estos tiempos pero a su vez una grata sorpresa. Al principio esta forma de representación seguramente desconcentre un poco al espectador, pero hay que entender su esencia y sentido para poder disfrutar de Amor urgente. A los actores quizá les falta un poco de couching (excepto en los casos de Fabián Arenillas, Gonzalo Urtizberea y Paola Barrientos) pero esa no versatilidad se diluye en este combo de artificialidad buscada y simpatía desbordante.
Sin Resignación para el amor Irene, la reina de la lencería, y su hija adolescente Agustina, después de varios años, regresan a vivir al lugar que la vio crecer. Donde acontecen todas las cosas típicas de un pueblo: está el club deportivo, la gente andando la bicicleta, el intendente y por supuesto el colegio. Espacio que será determinante en la historia, ya que una vez que se presente el contexto, esta desarrollará el despertar sexual de la adolescente. De este modo, Agostina, conocerá a Pedro, un chico algo tímido, respetuoso, también con ganas de experimentar y amar. Es así que la pareja atravesará varias situaciones típicas de la edad, para finalmente afianzar su vínculo. Con una estética artificiosa desde el vamos, la película está colmada de retroproyecciones con imágenes fijas del propio pueblo, Lublinsky propone una comedia blanca, con personajes naifs, que hacen camino al andar y al sentir; y por su puesto súper elaborada en sus aspectos técnicos. Amor urgente se ubica dentro de un universo vintage, donde la tecnología no afecta la vida cotidiana (no aparece ningún celular), y los chicos van a los “asaltos” a bailar y chapar, así como escuchan discos de pasta. Con planos pictóricos a lo Wes Anderson, que hacen gala de la artificialidad, esta coming of age, si bien no provoca demasiadas risas (los chistes son contados), crea un clima cálido, disfrutable y original.
La Segunda Guerra Mundial es uno de los grandes temas de la historia del cine. Mientras que en los Estados Unidos se suele recurrir a ella desde el sentido épico de las batallas, las cinematografías europeas se centran más en las consecuencias sociales, políticas y culturales legadas por los años de balas, muerte y bombas. Tal es el caso de 1945, film de húngaro Ferenc Török estrenado mundialmente en el apartado Panorama del Festival de Berlín del año pasado, que propone un acercamiento sutil, pero no demasiado profundo a esa época de transición en la historia de aquel país mediante un relato centrado en dos judíos ortodoxos que llegan a un pueblo con dos grandes baúles mientras los habitantes se preparan para el casamiento del hijo de un importante funcionario público con una campesina. El arribo pone en alerta a toda la comunidad. A los vecinos, porque piensan que puede tratarse del mascarón de un proa de la llegada masiva de judíos. Y al funcionario, porque teme que se trate del inicio de un reclamo formal por las tierras que les arrebataron durante la guerra. Un arrebato realizado con la complicidad de gran parte de la población. Filmada en un riguroso blanco y negro y con una sofisticada puesta de cámara, 1945 es una aproximación a las tensiones suscitadas en Hungría luego de la guerra. Török es un realizador preciosista en sus decisiones formales, y entrega varias imágenes de enorme potencia simbólica. Resulta inevitable vislumbrar en los temores de la comunidad una metáfora de la situación actual de aquel país, que en las últimas elecciones pegó un giro hacia la derecha más xenófoba y nacionalista.
Tras la notable Hortensia (codirigida con Alvaro Urtizberea y estrenada en Mar del Plata 2015), Lublinsky redobla la apuesta por la artificialidad, ya que no solo la acción escapa del realismo que arrecia en el cine argentino sino que aquí le suma además unos fondos proyectados. La película tiene algunas situaciones ingeniosas y unas cuantas ideas visuales muy creativas, pero el resultado final es menos eficaz que el de la apuntada Hortensia. Si aquel film nos transportaba a un universo particular y fascinante, aquí los terrenos del coming of age resultan menos entrañables y seductores. Amor urgente está ambientada en Resignación, una pequeña ciudad bonaerense de 10.000 habitantes a la que llega Agustina con su madre Irene, experta en moda y lencería (ellas aseguran que el padre / marido está en Europa). Pedro es un típico perdedor, un adolescente torpe y tímido, habitual víctima del bullying por parte de sus compañeros del colegio secundario (tiene, sí, un amigo bastante fiel). Mientras todos están con las hormonas descontroladas en pleno despertar sexual quinceañero, Pedro y Agustina entablan una relación tranquila, en el que la amistad se confunde en medio de rigideces e indecisiones con la posibilidad de un primer beso y la llegada del primer amor. En el universo de Amor urgente -que se completa con pantallas partidas y constantes retroproyecciones- los adolescentes en muchos casos encajan en la definición de freaks, se apela de manera premeditada a los estereotipos (los chicos rudos, por ejemplo, andan en moto), pero más allá de algunos pasajes narrados con sensibilidad (como cuando Pedro consigue pequeños avances y su autoestima mejora), los diálogos y conflictos resultan en varios pasajes demasiado anodinos. De todas formas, no deja de ser una (asordinada) comedia cuidada y amable en su espíritu y su tono narrativo.
“La vida es muy corta para vivirla en Resignación”, dice con razón un personaje. Y así, en mayúsculas, porque es el pueblo donde los adolescentes Agustina y Pedro intentan descubrir y concebir lo que es el verdadero amor. Son jóvenes -chicos-, están por descubrir advertir que el amor no es lo mismo que el sexo, y quienes los rodean y cómo viven sus vidas son como aditamentos, apéndices de lo que ellos dos son... aunque aún no lo sepan. Diego Lublinsky (3 minutos, Hortensia) tiene una marcada manera de dirigir sus largometrajes. La manera en que hablan, la dirección de arte, su vestimenta, aquí incluye actores proyectados sobre un fondo. Como la madre de Agustina está Paola Barrientos, que sin llegar al estilo de su rol en Tarascones, se compra rápido al espectador. El elenco es mayoritariamente adolescente, casi como la mirada que posa Lublinsky a la hora de hablar de las preocupaciones de sus protagonistas. La película, sin ser desprejuiciada, muestra suficiente desparpajo y necesita el guiño cómplice del público. Al menos, eso ayuda bastante.
Deseo propio y expectativa ajena Al pueblito atemporal oportunamente bautizado Resignación, regresa después de muchos años una madre soltera que supo tener aspiraciones de modelo, llevando consigo a su hija adolescente. Agustina se parece poco a su extrovertida madre, pero -aunque no deja de sentirse fuera de lugar- con el pasar de los días va vinculándose de a poco con sus compañeras de curso, a quienes escucha alardear incómoda sobre sus experiencias sexuales. En otro aula de la misma escuela asiste Pedro: también se siente ajeno a todo su entorno por estar rodeado de una familia hipnotizada frente a la televisión y apenas un amigo que le tolera su extrema timidez. O al menos eso parece a simple vista, porque cuando posa su mirada sobre Agustina por primera vez quedando encandilado al instante, será más su torpeza e inexperiencia y no tanto la timidez lo que se interponga en su determinación de acercarse a ella. Sobrellevando como pueden la presión social de un entorno que les reclama una actitud mucho más desesperada ante el sexo, la joven pareja sigue su propio camino de descubrimientos sobre todo lo que implica una relación de pareja. Modulá, Pedro La comedia romántica, y particularmente el segmento adolescente, es un género donde no suele haber mucho margen para salirse del manual y experimentar con historias o formas de narrar diferentes. Claramente no es el caso de Diego Lublinsky, quien durante su breve filmografía no hizo otra cosa que empujar los límites de un género que ya rara vez propone algo original. Lo primero que salta a la vista en el caso de Amor Urgente es el recurso de grabar utilizando fondos retroproyectados, algo que por suerte no se queda en una cuestión efectista sino que es una herramienta narrativa más, utilizada para establecer un clima entre atemporal y onírico que se funde de forma orgánica con la historia contada. Una vez que nos acostumbramos a la extrañeza visual, algo que no lleva más que un par de escenas, la narración y sus personajes se convierten en lo importante. Contradictoriamente, todo lo urgente del título se traduce en el ritmo cansino de Resignación y los miedos adolescentes que le ponen el freno de mano a los deseos. Presenta a sus protagonistas como seres sensibles intentando balancear las presiones recibidas del afuera con sus propios deseos y perspectivas, mostrándose superados para no sentirse dejados atrás, pero demasiado ocupados en sostener sus fachadas como para ver a través de las de los demás. Al mismo tiempo es ese arranque lento lo que le juega un poco en contra, junto con algunas actuaciones y diálogos no tan destacables que cortan la inmersión. Si entendemos que esa desesperación es parte de la propuesta, se hace hasta disfrutable ese humor incómodo del que ya hizo alarde antes el director, forzándonos a reconocernos en versiones algo caricaturizados de esa época en que teníamos todas las respuestas. O al menos eso le queríamos hacer creer al resto.
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“AMOR URGENTE” es una coming of age a la que el director Diego Lublinsky le imprime una puesta en escena particular, sumamente creativa, que le permite diferenciarse del grupo de películas del género. Tal como lo había hecho en su trabajo anterior (“Hortensia”), Lublinsky trata de borrar cualquier signo temporal. Así es como no sabremos si esta historia adolescente se sitúa en algún pueblo de la provincia de Buenos Aires o si es un pueblo de alguna otra provincia. No sabremos si estamos transitando los años ´70, mediados de los ´80 o si podría estar situada casi en la actualidad. Inteligentemente, se borran todo tipo de referencias en el diseño de arte (no hay celulares, no hay autos que puedan dar cuenta de la época en el que se narra la historia, el vestuario es lo suficientemente neutro para no dar señales demasiado precisas) y eso es, lo que en principio, hace que el juego que propone el director se vea sumamente atractivo y novedoso. Sumado a esto, el recurso de retroproyecciones por detrás de los personajes en lugar de la escenografía, hace que el clima de ficción y de artificialidad sobre el que Lublinsky estructura toda la propuesta, se convierta en una las aristas más singulares del filme. Como todo recurso, a medida que avanza la trama y el artificio se repite, se va tornando algo excesivo y reiterativo, aunque jamás quede desajustado o desatinado. Los pocos datos con los que contamos es que el pueblo donde se desarrolla la historia se llama Resignación. Y que la mirada del director, estará puesta particularmente en Pedro, un chico extremadamente tímido que se verá revolucionado con la llegada al pueblo de Agustina, la chica nueva del colegio. Pedro y sus amigos están en plena ebullición adolescente, en pleno despertar sexual, en los primeros acercamientos amorosos y los primeros encuentros con el sexo opuesto. La mirada del director sobre las situaciones que viven sus personajes es sumamente tierna (desde la ansiedad del primer beso hasta la necesidad de alardear con los amigos y amigas de debuts sexuales inexistentes o exagerados al extremo, miradas cómplices y pequeñas confesiones) y todo el clima que respira la película tiene la mezcla exacta de fábula naïf y los miedos propios de crecer y enfrentar nuevas etapas. Tanto la historia de amor central entre Pedro y Agustina como las de los grupos de amigos de cada uno de ellos, están elaboradas con pequeños detalles que van enriqueciendo la historia, con diálogos directos, sinceros, con los que uno puede empatizar rápidamente. Lublinsky sabe pintar perfectamente ese universo de plena adolescencia, de escuela secundaria, de amigos del barrio, de secretos y detalles amorosos, de confidencias y complicidades, en donde la sexualidad era el tema recurrente en cada recreo, en cada hora libre, donde una anécdota de desventura sexual de un compañero, era la más buscada a la hora de aprender cosas nuevas. En paralelo, aunque muy tangencialmente, Paola Barrientos (como la madre de Agustina) y Fabián Arenillas (el intendente del pequeño pueblo) conforman el mundo adulto y viven su propios escarceos amorosos, demostrando el amplio oficio con el que siempre componen a sus personajes. Asimismo, la historia de la madre de Agustina será el disparador para una trama secundaria en donde también será importante para ella no sólo encontrar el amor sino su propia identidad. Dentro de los puntos fuertes contamos con la fotografía del talentoso Will Behnisch que crea un clima completamente funcional a la propuesta, la música de Panchi Quesada y Marcelo Etchemendy que genera el clima ideal y con el guión del propio Lublisnky junto a Pablo Schuff. Del otro lado de la balanza, habrá que poner algunos marcados desaciertos en los roles protagónicos de Agustina y Pedro, donde Paula Hertzog y Martin Covini enfrentan algunas complicaciones a la hora de desarrollar sus papeles y dotarlos de espontaneidad y frescura. Sobre todo Covini en el decir de algunas de sus líneas de diálogo suena incómodo y disonante con el resto de la puesta, con cierta rigidez en sus expresiones y presentando ambos alguna tendencia a una composición escolar. Así y todo, como Lublinsy apuesta siempre a la artificiosidad como bandera, aún con los desniveles del elenco adolescente –de actuaciones más logradas en algunos roles secundarios-, el producto final respira un clima de simpatía y disfrute que nos permite ver “AMOR URGENTE” con una sonrisa casi permanente, enternecerse con las situaciones que se plantean y recordar que, alguna vez, también hemos sido adolescentes y nuestro principal problema era dar un buen primer beso.
Pedro es tímido y no sabe cómo hablar con una chica, pero lo cierto es que tampoco le interesa mucho. Agustina es la chica nueva y dice que nunca va a tener novio. Amor Urgente es una historia de ese primer amor y la primera vez, de la incomodidad de ser adolescente y la ingenuidad camuflada de confianza que provocan las hormonas.
Lo que cuenta esta fábula parece lo más natural del mundo. Y lo más delicado. Simplemente, los tímidos y confusos rodeos de dos criaturas quinceañeras en su aproximación al sexo, el amor quizás, y la construcción de la propia imagen, entre otras cosas, y entre medio de la familia y las compañeras del colegio. Él es medio pavote. Ella, misteriosa. Pretende tener un tabique vaginal para evitar riesgos, que igual le interesan. "En la vida hay que probar de todo", dice, siguiendo un consejo ajeno. El padre "vive en Europa", otro misterio. En cambio, el modo en que la fábula cuenta esto parece lo más artificial del mundo. Actuaciones graciosamente tiesas, diálogos a veces absurdos, escenografía teatral, ambientación años 60 en un pueblo llamado Resignación, vecino al de Esperanza, todo sobre fondos proyectados, estética de fotonovelas coloreadas, canciones que parecen finlandesas y, es lógico, un airecito a Kaurismaki para adolescentes. El resultado es rarísimo, y también risueño. Quizás un poquito despacioso, pero eso mismo permite disfrutar con tranquilidad el trabajo que se tomaron los autores. Al frente, el director Diego Lublinsky, el mismo de "Tres minutos" y "Hortensia". Imprescindible, el director de fotografía Willy Behnisch, creador de la imagen, los fondos y los colores. También los chicos Martín Covini y Paula Herzog, la nena de "Ciencias naturales", que ya no es tan nena. El cuentista Pablo Schuff, Paola Barrientos, Panchi Quesada, músico, David Bisbano, Gonzalo y Álvaro Urtizberea, gente ingeniosa que vale la pena seguir.
Una comedia donde su director Diego Lublinsky, con guión compartido con Pablo Scuff, apuesta a la artificialidad, en lo narrativo y estilo de actuación, con telones, pantallas partidas y una historia de amores, desamores, debuts sexuales y búsqueda de verdades que tiene un aire zumbón, divertido y fresco. Con un elenco donde brillan Paula Hertzog, Marín Corvini, Paola Barrientos, Miranda de la Serna, Brian Sichel, todo el universo pueblerino de un lugar llamado “Resignación” que estrena categoría de ciudad, reflexiona sobre engaños, leyendas, orígenes y mentiras de una manera muy ingeniosa, escapando al lugar común del realismo que tanto muestra el cine argentino. Bienvenido el riesgo y la diversión de esta propuesta.
“Amor urgente”, de Diego Lublinsky Por Gustavo Castagna Pedro y Agustina son los dos protagonistas centrales del film. Dos adolescentes, un pueblo atemporal, el colegio, la madre de ella, el intendente, los otros alumnos. Pero nada es convencional en Amor urgente – segundo título del director después de Hortensia -, bien lejos del Coming of Age que descubre un mundo desde lugares comunes y fórmulas preestablecidas y de inmediata digestión. Nada es convencional, entonces, desde la forma: las retroproyecciones, el back projecting y el artificio visual imperan por encima del naturalismo fagocitado en docenas de películas con idéntica temática. Es un amor adolescente o un trance romántico o un despertar sexual y particular aquello que le sucede la joven pareja de Amor urgente pero la novedad – se trate desde lo formal y temático –, gana la partida en más de una ocasión. El espacio pueblerino se titula de manera concluyente: Resignación, hacia donde llega una madre separada (Barrientos) y su hija (estupenda Paula Hertzog, ya vista en Ciencias naturales). Allí, en ese lugar gobernado por el intendente (Arenillas) vive el adolescente Pedro (Martín Covini), representante fiel de loser en versión tímida y derrotista. Un probable amor, un amigo de Pedro ganador en todas sus aventuras, una tensa relación entre madre e hija, la ausencia de una figura paterna que proteja y conviva con la adolescente son algunos de los territorios temáticos que la película explora de manera particular, desprendiéndose del corsé temático que caracteriza a una película con semejantes personajes en un paisaje específico. En esa búsqueda de originalidad, teñida de diálogos austeros y minimalistas, la película gana y pierde desde sus primigenias intenciones. La amabilidad gobierna la trama y la acidez climática de algunas situaciones contrasta con ciertas caídas de ritmo interno que perjudican el resultado final. En tanto, el artificio intimida y sorprende en la medida que no se convierte en el único punto de interés frente a algunos momentos reiterativos y poco certeros que la trama agrupa en la segunda mitad. En esa zona difusa de logros o no tanto, Amor urgente invita al placer y a la polémica, a la visión de una película original desde la forma pero que se esfuerza en demasía por correrse de las obviedades de docenas de películas con adolescentes como protagonistas. AMOR URGENTE Amor urgente. Argentina, 2018. Dirección: Diego Lublinsky. Guión: Diego Lublinsky y Pablo Schuff. Música: Panchi Quesada. Fotografía: Willi Behnisch. Intérpretes: Fabián Arenillas, Paola Barrientos, Martin Covini, Paula Hertzog, Martín Policastro; Miranda de la Serna, Gonzalo Urtizberea. Duración: 96 minutos.
El cuarto film de Diego Lublinsky, "Amor urgente", es un divertidísimo coming of age sobre el despertar sexual de dos adolescentes muy particulares. En medio de una filmografía fructífera en la que muchos realizadores filman de acuerdo a un esquema y moda impuesto, es para celebrar que existan realizadores tan atípicos como Diego Lublinsky. Un creador en todos los sentidos del término. En 2007, su ópera prima "Tres minutos", lo ubicaba dentro del cine de género. Pero lejos de querer imitar el terror o la acción hollywoodense, su propuesta apostaba a una lírica muy particular, armoniosa, cercana al mejor Subiela, para nada moroso, y siempre curioso. Tres films después, "Amor urgente" ya no aborda temáticas fantásticas, aunque tampoco podemos decir que se aferra a nuestra realidad. Lublinsky es de esos directores que crearon un universo propio. Al diablo con el MCU, esto es el LCU. Más cerca de su última película "Hortensia", que de tres minutos (aunque los correlatos entre todas sus obras son notorias), "Amor urgente" cuenta la historia de Agustina (Paula Hertzog), quien junto a su madre (Paola Barrirentos) se mudan a Resignación, pequeño pueblo del interior. Allí, de inmediato llamará la atención de Pablo (Martín Covini), un compañero de colegio, ambos de quince años, que se sentirá atraído por su presencia. ¡Ah el amor adolescente!, ¡qué lindo es!, o no, porque en el universo Lublinsky las cosas nunca son tradicionales, y aquí la sal de "Amor urgente". Pablo es un joven retraído, le falta bastante para avisparse y ponerse a la par de sus compañeros; y desea dar su primer paso con Agustina. Agustina no quiere saber nada, para ella, estar de novia, tener sexo, no está en sus planes, ni jamás va a estarlo. No, no quiere ser religiosa, simplemente, rechaza todo tipo de contacto con el sexo opuesto. ¿Podrá Pablo romper con semejante barrera? No por nada el pueblo se llama Resignación. Probablemente, la actitud de Agustina tenga que ver con un contrapuesto con su madre, una mujer extrovertida, que va de pueblo en pueblo (hasta caer en Resignación) tratando de ser una mujer independiente, pero siempre cae en los brazos de un hombre. Una personalidad avasalladora, sexual, dueña de una casa de lencería (y también ex modelo), Su nueva presa será el intendente del pueblo (Fabián Arenillas). Una palabra define perfectamente a "Amor urgente", simpatiquísima. Desde la primera secuencia hasta el final se ve con una sonrisa amplia, y más de una vez soltaremos la carcajada. Pero nunca apela al gag tradicional, no es una comedia típica, bordea el drama, se mete dentro de los films más intimistas, pero lo hace con un brío, una inventiva, y una chispa en los diálogos que encanta. Nuevamente el director hace una gran apuesta estética. Nos habla de una atemporalidad. Pareciera ubicarse en las modas de los años ’50, al igual que su arquitectura, y la construcción de personajes; pero con elementos de la vida cotidiana actual, o de épocas anteriores a la nuestra, pero muy posteriores a los ’50. Covini y Hertzog son dulces y logran hacer creíbles a sus personajes tan particulares. Barrientos y Arenillas son grandes comediantes, y acá otra vez se lucen. Quienes aquí componen a madre e hija, repiten luego de la lograda "Ciencias naturales", por lo que la conexión entre ellas es perfecta, y es un placer poder volver a verlas juntas. En medio de ese mundo imaginario y disparatado. Con utilización de retroproyección de un modo deliberadamente notorio (hasta se ven los bordes de la pantalla escenario) y acertado. Amor urgente habla también de problemas reales. Agustina tiene claramente un comportamiento retraído, y sus compañeras, todo lo contrario, desean ser adultas antes de tiempo, y el camino fácil es el sexo y al alarde del mismo. Desde la gracia infinita, nunca apelando al golpe ni a la bajada de línea. Lublinsky también está diciendo algo. Presentada en el marco del último BAFICI, es un placer que este tipo de películas puedan romper su marco festivalero. "Amor urgente" es una propuesta alegre, simpática, amena, inteligente, disparatada, pero a la vez coherente consigo misma. Desbordada en talento y carisma; pero sobre todo, única y particular. La nueva película de Diego Lublinsky es una muy grata sorpresa en la cartelera local, y ya estamos ansiosos por esperar el nuevo capítulo de este universo mágico.
Hay un encanto sutil pero a la vez pregnante en la ingenuidad de los personajes de Amor urgente. Apoyada en los resortes argumentales prototípicos de las historias de primer amor adolescente, la película de Diego Lublinsky (director también de los largometrajes Tres minutos y Hortensia) apuesta, antes que nada, por una deliberada artificialidad que se manifiesta en la repetida utilización de retroproyecciones -un recurso atípico en el cine contemporáneo muy bien usado por Willy Behnisch- para construir sus escenarios y se revela también en un estilo de actuación que mayormente evade el naturalismo. El resultado de esa decisión es saludable: la creación de un mundo propio que funciona con reglas que alteran levemente el sentido común narrativo. El despertar sexual es el gran tema del film, cuya eficacia se refuerza con actuaciones convincentes de los más chicos (Paula Hertzog, Martín Covini) y los más experimentados (Fabián Arenillas, Paola Barrientos), entregados por completo al juego que les propuso Lublinsky. Decidido a trabajar con una evidente distancia irónica sobre los estereotipos (los chicos rudos, los más freaks, las chicas inalcanzables), el director logra reinventar un cuento contado miles de veces gracias al dominio de los mecanismos de un humor liviano e inteligente y consigue así cierta singularidad, ese bien cada vez más preciado en el universo de la ficción cinematográfica.
El subgénero coming of age suele deparar bellas sorpresas. Estados Unidos sabe dar cátedra mediante exponentes ya clásicos, con John Hughes como abanderado indiscutido. Sin embargo, cada rincón del mundo tiene sus propias historias de madurez protagonizada por chicos y adolescentes (incluso por personas con un poco más de edad). La francesa Le Nouveau es un ejemplo, incluso la más reciente Llámame por tu nombre, que le valió el Oscar a James Ivory por el guión adaptado. Argentina tampoco se privó de los suyos. Crónica de un niño solo, de Leonardo Favio, entra en esa categoría, aunque es más fácil rememorar Glue, de Alexis Dos Santos, y la más próxima Un viaje a la luna, dirigida por Joaquín Cambre. Amor urgente abraza su condición de coming of age, y lo hace con un estilo particular. Agustina y su madre (Paola Barrientos) se mudan a Resignación, un pueblo alejado de la ciudad. Allí reside, entre otros, Pedro, un adolescente tímido que siempre necesita ser hiperventilado antes de afrontar algún momento importante. Agustina y Pedro se conocen y empiezan, de a poco, un noviazgo. Ella está preocupada por el debut sexual y decide que él la ayuda con eso… pero estando dormida mediante somníferos. Pedro no pretende hacerlo de ese modo, pero le hará creer que sí ocurrió. Así comienzan una serie de enredos y mentiras que El director Diego Lublinsky ya había dirigido Tres minutos y, junto a Álvaro Urtizberea, Hortensia. En este film ya se valía de una estética retro que en Amor urgente lleva más a los límites: los fondos de Resignación están compuestos mayormente por proyecciones de un pueblo verdadero. Aunque nunca se especifica el año ni la década en la que transcurre la acción, el arte y el vestuario, más los rituales de los personajes, contienen elementos de los ’70 y ’80, dejando en claro que aquella parte del mundo compone un microcosmos con sus propias reglas, detenido en el tiempo. Lublinsky y su equipo logran que este recurso funcione en todo momento y le dé a la película un encanto irresistible. La música de Poncho es otro factor clave para ese efecto. Y también los responsables de su encanto son los actores. Los jóvenes Paula Hertzog y Martín Covini son exactos para los roles de Agustina y Pedro, respectivamente. En el caso específico de Covini, parece haber nacido para estos papeles y para esta clase de largometrajes. También entre los jóvenes aparece Miranda de la Serna, hija de Érica Rivas y Rodrigo de la Serna, que viene siguiendo, de manera firme, los pasos de sus padres. Paola Barrientos se saca el jugo a una madre que busca construir una nueva vida para ella y Agustina, aún cuando puede resultar algo pesada. Fabián Arenillas también aprovecha cada minuto en pantalla para darle vida al carismático intendente de Resignación. Mención especial para Gonzalo Urtizberea como el ginecólogo que asesorará a Pedro con las mujeres. Amor urgente habla del primer amor, de la primera relación sexual, de madurez, y lo consigue a través de un relato tierno y divertido.
Una nueva chica llega, junto a su madre, al Pueblo “Resignación”. Allí vive Pedro (Martín Covini), un vecino que, sin perder el tiempo, rápidamente se enamora de ella. Se enamora, como podría haber sido de alguna otra adolescente de las que encuentra en los minutos de recreo o en los bailes pero Agustina (Paula Hertzog), “la nueva”,
La edad de la inocencia Agustina es una joven que sigue los pases de su madre, con quien convive luego de la desaparición de su padre. Al cambiar constantemente de pueblo, es siempre “la nueva”, aunque ella ya está acostumbrada. En este caso, se mudan a la ciudad de Resignación que la recibirá con algo diferente: llega al pueblo en el momento de mayor descubrimiento sexual de parte de los jóvenes habitantes. Agustina se deja llevar por la seducción de Pablo, con quien tiene su primera experiencia sexual. Amor urgente es un coming of age local que trata un tema ya abordado por diferentes películas de ese género. El guion es simple y los diálogos cotidianos. Al retratar una etapa y época por el que todos transitamos, es fácil empatizar con los personajes y hasta llegar a quererlos. La película roza constantemente lo ridículo y el humor incómodo. Tiene un comienzo un poco lento, pero a medida que avanza la película el ritmo se agiliza y la historia nos atrapa. Los personajes están bien construidos, sus acciones y palabras nos demuestran lo inocentes e ingenuos que son, y que todos hemos sido en algún momento. Si bien cae en algunos estereotipos (chicas populares de la escuela y un protagonista nerd), Amor urgente es un claro coming of age argentino que busca retratar la presión social que lleva a los adolescentes a hacer cosas que todavía no comprenden. La película nos hace reír, pero al mismo tiempo reflexionar sobre esta problemática.
Esta es una comedia romántica y delicada que nos habla sobre la adolescencia. Todo transcurre en un pueblo llamado “Resignación” (un lugar lo ficticio), los principales personajes son un grupo de amigos, ellos suelen andar en bicicleta, hacen caminatas, organizan bailes y concurren a la única escuela del lugar. Ellos tienen distintas inquietudes típicas de la edad y hablan del amor, del debut sexual, el primer amor, son ingenuos, sacan a la luz sus miedos, sus temores y su inocencia. Uno de estos jóvenes es Pedro (Martín Covini, actor debutante) tímido, amable, apocado y vive hace un tiempo en ese lugar. Su cuerpo se siente movilizado cuando llega Agustina (Paula Hertzog, “Ciencias naturales”) quien junto a su madre Irene (Paola Barrientos, muy buena interpretación, su presencia siempre rinde), instala un negocio para vender lencería y la conocen como “la Reina de la lencería” quien al poco tiempo mantiene un romance con el intendente (Fabián Arenillas) algo dictador y mujeriego. Pedro y Agustina comienzan a compartir distintos momentos, ambos se sienten atraídos, tienen la necesidad de estar juntos, sus hormonas se movilizan, al igual que el resto de los adolescentes, todos expresan sus inseguridades y van surgiendo una serie de situaciones tiernas que resultan muy graciosas para el espectador. Los chicos no usan ni computadora, ni celulares, son espontáneos, tranquilos, curiosos y buscan nuevas experiencias. Estamos frente a una comedia blanca con una estética y ambientación novedosa, las actuaciones de los jóvenes resultan naturales, con un ritmo ágil, diálogos sencillos, con situaciones absurdas y muy divertida.
QUERIBLE El primer beso, el primer noviazgo, la primera relación sexual son temas que se han abordado en el cine en varias oportunidades y desde diferentes aspectos. Algunos desde un punto de vista más romántico y otros, con un tono más de comedia. Pero todos reflejan las inseguridades que generan estos instantes, que luego de unos años de haberse vivido son recordados con cariño y nostalgia. Ahondando un poco más sobe esta temática, Amor urgente muestra como dos adolescentes, Agustina y Pedro, ajenos a la obsesión sexual que invade al resto de los jóvenes de su pueblo, buscan descubrir el verdadero significado del amor. Con una estética que mezcla parte del ámbito pueblerino con cierto toque kitsch, el film va narrando la historia de estos chicos y como va transcurriendo su relación, con muchos miedos, prejuicios y desencuentros. A su vez, se van presentando diferentes tópicos de la adolescencia como la amistad, el bullying, la complicada relación con sus padres, entre otros. Todo esto es reflejado con cierto tono ingenuo y simplón, lo cual genera que muchas situaciones conflictivas resulten graciosas al espectador. No obstante, las mismas son tratadas de manera natural y fresca, sin remarcar ningún mensaje aleccionador o dar cátedra de algo. La trama fluye normalmente sin meterse en ningún apuro por tal o cual tema. También es de destacar una variada banda sonora, que acompaña en forma precisa la estética impuesta, como también la utilización de escenarios mediante retroproyección para desarrollar la historia, que da un toque particular y le aporta originalidad a la producción. En definitiva, Amor urgente es un film pequeño y simple, que aborda una historia común, pero la naturalidad y fluidez que posee la trama logran que sea una película querible, con personajes que generan empatía y que hace pasar un momento ameno a quien observa esta singular producción.
Adolescencia, momentos difíciles para las personas. Tiempos de cambios físicos, de carácter y hormonales. Las dudas, inseguridades y rebeldías hacia lo preestablecido están a flor de piel. Por todas estas situaciones pasan un grupo de estudiantes del pueblo Resignación. No hay referencias a qué época pertenece la historia. Es una mezcla de varias. La ambientación nos recuerda a la década del ´70. Por los vehículos utilizados, el tocadiscos que suena. Los portafolios de cuero que llevan los alumnos, los televisores viejos, la cámara de fotos, etc. En esa atmósfera se encuentran ellos. En especial los protagonistas, Agustina (Paula Hertzog) cuando llega de otro pueblo con su madre Irene (Paola Barrientos), en un rastrojero para abrir una casa de modas. En su nuevo colegio la menor conoce a Pedro (Martín Covini), un chico inseguro, tímido, desgarbado, con los hombros caídos, que pese a estar en distintas aulas él se enamora, aunque ella no quiere tener novio. Diego Lublinsky aborda una vez más la temática del amor adolescente, con las dudas, temores y deseos de tener su primera vez. No sólo de la pareja central, sino también de los compañeros quienes, entre ellos,k fabulan encuentros y se alientan mutuamente para concretarlo. Bajo una curiosa propuesta escenográfica transcurre esta película, porque las escenas en exteriores fueron realizadas con un fondo filmado de las calles, caminos rurales, etc. para que, los actores, por delante de esa pantalla, simulen estar afuera, donde hasta el viento les sopla en la cara. Por otro lado los interiores son reales, con sus muebles y decorados. El film se desarrolla con tranquilidad pueblerina. Lo que altera un poco el ritmo es la música pegadiza cantada en idioma extranjero. Los chicos quieren cada vez están más seguros, se van convenciendo de que el debut sexual es inminente, pero se lo toman con calma, nadie los apura. Agustina tiene una cuenta pendiente, lo que le impide querer estar de novia, y es el anhelo de conocer a su padre, esa necesidad tiene prioridad en su vida. Ella, durante el relato se va transformando, tanto externa como internamente. Su actitud y postura va cambiando, mientras Pedro, que ayuda en todo a su amada, se mantiene imperturbable. Sus gestos y presencia física no sufren modificaciones, está igual que antes de conocerla. La narración es amable y amena. El director tuvo una idea en la cabeza y la supo llevar a cabo coherentemente. Sabía qué contar y de qué manera, las vicisitudes de un grupo de chicos, como tantos otros alrededor del mundo, que tienen las mismas inquietudes y expectativas para entrar en la adultez.
Como un libro pop-up la película de Diego Lublinzky (Hortensia) muestra la efervescencia adolescente de jóvenes de un pueblo. Su última película Amor Urgente, describe, como si fuera un bricolaje dadaísta, la historia de amor de Agustina (Paula Galnello Herzog) y de Pedro (Martin Covani). Ella es la nueva en el colegio y él es el “Napoleón Dinamita” (rememorando la energía del personaje de la película de Jared Hess) de la escuela. Con un andar letánico y con una discurso de adulto de noventa años, Pedro intenta perder su virginidad haciendose el amigo “pata” de la jovencita. Los chistes inocentones resultan graciosos pero con un timing lento que le quita ritmo a una comedia que funciona de a ratos. La cancioncita en italiano que resulta graciosa en una escena inicial resulta un tanto intensa en el devenir de la historia. Agustina quiere a Pedro pero no se decide, mientras Pedro libra un plan para que su amiga piense que ha perdido la virginidad con él. Los malos entendidos, y la comedia desopilante, ponen en jaque la inocencia de estos estudiantes que parecerían sumergidos en épocas de antaño. Estos adolescentes son “pavotes” y eso está bueno, las conversaciones monosilábicas caen en la risa y el tecnicolor potencia el paisaje coloreado de pueblo. Con un final cuyo fotograma es impecable Amor Urgente es una película que vale la pena explorar. La película es un coming of age de pibes de pueblo que intentan sobrevivir a la adolescencia.
Agustina y Pedro son dos jóvenes estudiantes del pueblo “La Resignación” que buscan descubrir el verdadero significado del amor, ajenos a la obsesión sexual que viven sus amigos adolescentes. Ellos son los protagonistas de “Amor Urgente”, film cuyo elenco es mayoritariamente joven y está integrado por Fabián Arenillas, Paola Barrientos, Martin Covini, Paula Hertzog, Martín Policastro y Gonzalo Urtizberea. El director Diego Lublinsky (realizador de los largometrajes “Tres Minutos” y “Hortensia”) se centra en las obsesiones sexuales que atraviesan todos los adolescentes en pleno despertar, si bien su mirada se dirige de forma muy particular a explorar que sucede en el descubrimiento que experimenta (con sus curvas evolutivas) la pareja de adolescentes mencionada. Presentados lejos del estereotipo de niños en edad púber ‘cancheros y carilindos’, los protagonistas verán transformar su mirada desde la inocencia y la torpeza más pura a la picardía y la excitación constante, a lo largo de este camino iniciático. Allí, el punto de vista del director dota al film de una nueva capa de sensibilidad y va más allá de la habitual ebullición que acompaña a la edad. Porque se trata de descubrir el verdadero significado del amor. Un tanto aislados en esa búsqueda exacerbada –por esto del distinto, que no encaja- e incomprendidos por su entorno, los chicos encontrarán aquello que buscaban, con más desatino que gracia, entre burlas y constantes competencias sexuales. Si bien siempre es necesaria la cuota de singularidad para volver a contar una historia que pareciera ya hemos visto en otras ocasiones, también es preciso que el humor acorde a este tipo de relatos no sólo roce lo pueril, sino que sea inteligente. Allí es donde el film se queda a mitad de camino y pudiera pecar de pretencioso: aspira a una cualidad por la cual su falta de lo segundo, termina aburriendo al espectador. Quizás el valor más rescatable del film sea la forma original desde la propuesta visual, que encuentra para llevar adelante su relato: la ambientación pueblerina (una anacronía que se percibe, por ejemplo, en cómo visten sus personajes) llevada a cabo desde una manera más original, mediante continuos juegos visuales. No sin la dosis de simpatía y amabilidad que este tipo de historias requieren para dibujar personajes, Lublinsky concibe un ejercicio formal desde la puesta en escena, captando esa atemporalidad, en donde los mecanismos del relato van trazando este llamado coming of age, ya abordado en reiteradas ocasiones por la pantalla grande, con más o menos prejuicios. Si bien con altibajos, y dentro de lo predecible de la obra, Lublinsky no cae en el lugar común de burlarse de la torpeza sexual y del carácter -un tanto quedado- de sus personajes, sino que los retrata cariñosamente, sin juzgarlos. Luego de un inicio prometedor, el resultado entrega pocas situaciones ingeniosas desde la narrativa, por el contrario más ideas visuales creativas, como las retroproyecciones como artilugio. No obstante, el resultado final, así y todo, deja gusto a poco. Justamente, esta contención es la que maniata a un film falto de la suficiente dosis de ingenio.
Una historia de amor adolescente luminosa e inocente al mejor estilo de su anterior Hortensia entrega Diego Lublinsky en Amor urgente que, tras su paso por la Competencia Argentina del BAFICI 2018, llega a las carteleras comerciales. Agustina (Paula Hertzog) se muda con su madre Irene (Paola Barrientos) a Resignación. Estamos en los ‘50. Un pueblo que con la llegada de ambas consigue alcanzar los 10.000 habitantes, lo que lo eleva a rango de ciudad. Irene pone un negocio de lencería y Agustina se incorpora al colegio donde conoce a nuevas amigas y a Pedro (Martín Covini). Pedro, aún virgen y sin novia desde hace tiempo, se enamora de la chica pero ésta le avisa que ella decidió no tener novios. El vínculo irá creciendo mientras se multiplican los chismes de pueblo chico, complicándolo todo. Lublinsky, director y guionista, elige una manera muy especial para narrar la película. Los fondos son retroproyecciones que muestran las locaciones donde los personajes se mueven, además, de un modo muy especial al caminar. El artificio es moneda corriente porque también los registros actorales evitan exteriorizaciones y costumbrismos. Pero rápidamente nos olvidamos de ello y si se entra en el código lo que vemos es una comedia romántica distinta y simpática, luminosa e ingenua, candorosa y cándida, pero siempre honesta. El humor y la inocencia con que se manejan las situaciones terminan haciendo sinergia y logrando la empatía con los protagonistas que además están muy bien en sus papeles desde los consagrados Barrientos, Urtizberea, Arenillas hasta los jóvenes Hertzog, Covini, Sichel y De La Serna.
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Lento, más lento Amor urgente dice mucho de sí misma en el título, en varios niveles. Requiere cierta paciencia para comprenderla, para terminar de entrar en ella. Tanto la dirección de actores, un poco rejtmaniana, como la decisión de usar retroproyecciones haciendo las veces de escenografía extraña mucho la mirada. Luego de unos minutos uno se va olvidando de ello y la película comienza a fluir poco a poco, comenzamos a entrar en un estado de trance que hace verosímil la diégesis, como en el teatro, donde los elementos de ambientación son alegóricos, simbólicos y, en general, austeros. Por momentos podemos dudar si no se están confundiendo austeridad con pobreza ya que esta decisión parece responder menos a una propuesta estética que a un abaratamiento de costos pues la fotografía no está a tono con lo que se muestra y por momentos los emplazamientos resultan confusos. Ya inmersos en la trama, la historia está bien estructurada a partir del molde de las comedias románticas y el cine de adolescentes. Las actuaciones son muy parejas incluso entre los chicos, que no son conocidos, y los dos actores de más renombre (Paola Barrientos y Fabián Arenillas, que supo trabajar con el mentado Rejtman). Los directores eligen la ternura y el humor como tesitura por encima del rencor o la malicia que se va destilando en la historia. Lo mejor del filme claramente es su tesis, ya esbozada en el título, que la emparenta con la gran Superbad (Por estas tierras Supercool, de Greg Mottola). En ambos relatos la historia comienza como las típicas películas estadounidenses que podríamos denominar como de iniciación sexual (masculina casi siempre). Como en Porkys o American Pie, un grupo de adolescentes se desesperan por perder su virginidad y transitan un periplo lleno de frustraciones y dificultades para lograr el objetivo. Sin embargo, llegando a la mitad del metraje (en el caso de Superbad recién al final) comenzamos a entender que hay un desfasaje entre el deseo que expresan con el que realmente sienten. Los adolescentes no son todos iguales pues es una etapa equidistante entre la niñez y la juventud; no puede haber una sola forma de ser, de sentir y de desear. Las compañeras de la protagonista terminan siendo como el personaje de Mena Suvari en American Beauty, alardeando de algo que no hicieron y que les genera más miedo que ansias. El deseo sexual en ellos es algo impuesto por los medios de comunicación, no les es propio; lo que buscan en verdad es ser queridos, lisa y llanamente. Esa es la primera mentira, pero no la única, pues la protagonista vive una vida signada por el engaño. Nada es lo que le dicen y debido a eso imprime en su cuerpo y sus sentimientos la represión; sólo la verdad la hará libre. Esa es su urgencia, no el amor. Por Martín Miguel Pereira
La nueva pelicula del realizador de “Hortensia” cuenta una extraña historia que mezcla romance adolescente con drama familiar y que recuerda tanto a las antiguas tiras cómicas como por momentos a la animación. Un curioso y disfrutable ejercicio de estilo. La nueva pelicula del realizador de HORTENSIA lleva aún más allá la experimentación formal de aquel filme para contar una historia en un formato deliberadamente artificial que recuerda tanto a las novelas gráficas y tiras cómicas como por momentos casi a la animación. El filme está hecho con decorados y retroproyecciones con un diseño visual y fotográfico de Willi Behnisch que nos hace dar la impresión que estamos viendo cobrar vida a las páginas de alguna historieta de antaño. Esa fuerte decision formal, sin embargo, no lo transforma en un filme experimental ni mucho menos. Es la apoyatura audiovisual para una trama absolutamente clásica de primeros amores y romances juveniles. Sí, otro coming of age… La película de Lublinsky transcurre en un pueblito llamado Resignación en una época indeterminada (podrían ser los primeros ’60 por la ropa y los ’80 por la musica pero mejor es pensarla en un tiempo pasado abstracto) y se centra en un chico enamoradizo y tímido al que le gusta una chica que está un poco “traumada” con respecto al sexo por lo que parece haberse inventado una enfermedad para no hacerlo. AMOR URGENTE ingresa narrativamente en una zona potencialmente riesgosa cuando ambos deciden qué hacer para resolver ese problema, pero logra salir bien parada de esa situación gracias al humor y la inocencia con la que está planteada. El colegio y sus conflictos, los dramas familiares y los amigos no del todo confiables son los elementos que rodean narrativamente a las idas y vueltas románticas de Pedro y Agustina, dos chicos que se gustan pero que no tienen idea qué deben hacer ni cómo para encaminar un relación en medio de las presiones que los rodean. Se trata de una película simpática, amable, ingeniosa y un ejercicio formal que, una vez que el espectador se adapta, se disfruta como un elemento más y muy efectivo de la propuesta.