Dr Strange y el multiverso de la locura es un paso adelante (y distinto) de la franquicia. Esta vez no solo se destaca por la dinámica narrativa y la acción, sino por la incorporación de un sostenido suspenso, con algunas escenas que juegan al borde en cuanto al nivel de violencia a los que nos tiene acostumbrados.
El regreso del hechizero supremo Sam Raimi, el fantástico director que brilla en su increíble manejo narrativo en múltiples films de terror y tiene en su cuenta joyas como Evil dead y Arrástrame al infierno, además de llevar adelante las películas de la saga Spider-Man con Tobey Maguire como protagonista (en 2002, 2004 y 2007), se puso al frente de Doctor Strange y el Multiverso de la Locura. Y lo hizo de excelente manera. Con la soltura que le es común, y con el balance entre acción y humor, Raimi pone a jugar a los personajes y cumple con todo. Es una película de superhéroes, con manejos y tiempos clásicos del género y las líneas características del MCU, pero en sus manos, indefectiblemente, es algo más siempre. La construcción de un universo a gran escala sigue siendo un objetivo formal para Marvel e incluye (y hace confluir) a las series que ha ido produciendo, intercaladas en las historias que narra, en un conjunto ficcional con sentido absoluto que no pierde la esencia y atrapa al espectador. Contar más sería spoiler pero en el trailer ya pueden verse los personajes que ayudarán en este nuevo episodio que, sin ver la película y sin riesgo alguno de spoilers, se sabe traerá más sobre Stephen Strange. Todo lo que es posible adelantar sobre el trabajo de Sam Raimi en esta producción se basa en el despliegue del guion de Michael Waldron, quien posee cierta idea del manejo de los multiversos y sus posibilidades a través del trazado argumental de la serie Loki. Tal vez hubiera podido jugar un poco más, pero es imposible saber si se vió acotado por alguna cuestión ajena a sus posibilidades creativas a la hora de expandir las ideas al papel. El elenco tiene como participantes a, obviamente, Benedict Cumberbatch, además de Elizabeth Olsen, Xochitl Gomez, Rachel McAdams, Benedict Wong, entre otros intérpretes (y algunas sorpresas). En suma, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es posible de ver, y si bien te deja con ganas de más, funciona, y es de esperar que lo que siga juegue a favor de las historias y el desarrollo del Universo Cinematográfico de Marvel.
Ha casi 6 años del estreno de su primera película individual, Doctor Strange finalmente recibe su tan esperada secuela de la mano de un viejo conocido de Marvel: Sam Raimi.
Si había una película que la mayoría de los fans de los cómics estaban esperando, era la nueva entrega de Doctor Strange. Después de lo visto en Spider Man: Sin Camino a Casa, y sobre todo, los tráileres de la cinta que hoy nos compete, el hype estaba por las nubes ¿Valió la pena cebarse tanto antes de ir a ver Doctor Strange en el multiverso de la locura? Veamos. Luego de los hechos de Wanda/Vision, Wanda se encuentra en búsqueda de volver a dar con sus hijos, mientras que Stephen Strange, en plena crisis por su soledad, se da de frente con la misión de cuidar a la joven América Chávez, quien tiene la habilidad de poder viajar entre las diferentes dimensiones. De entrada, vamos a advertirles que esta crítica va a estar libre de spoilers, y los únicos detalles de Doctor Strange en el multiverso de la locura que vamos a dar, son aquellos que se vieron en los trailers. Aclarado esto, continuemos. Lo primero que vamos a decir, es que después de mucho tiempo, por fin se nota la mano del director en una película de Marvel, o, mejor dicho, del MCU. Sabemos que muchas veces solo tienen que cumplir la función de empleados y ya, sin poder imprimirles nada de su autoría a los proyectos, y por eso da gusto ver como Sam Raimi, pese a las limitaciones que le pusieron, se las ingenió para darnos algunas secuencias bien de terror, en especial, protagonizadas por Wanda. Una pena que en algunas ocasiones el CGI no acompañara, pero eso ya es algo que exime a Raimi. Y hablando de Wanda, por fin podemos decir que nos dieron a la Bruja Escarlata que tanto queríamos ver, y por lejos, se establece como el mejor personaje de la película. Elizabeth Olsen da quizás su mejor actuación dentro de este rol, y nos deja con ganas de seguir viendo a esta Scarlet Witch totalmente desatada. El resto del elenco acompaña bien, luciéndose en especial la joven Xochitl Gomez como América Chávez, probablemente la revelación de Doctor Strange en el multiverso de la locura. Pero como no todo puede ser perfecto, comentemos algo de lo malo, que lo hay (aparte del irregular CGI). Y es que entendemos que muchos esperaban/esperábamos cameos y sorpresas, y por suerte las hay. Pero en esta ocasión se siente como un fanservice descarado que no ayuda a hacer avanzar la trama, como sí pasaba en la mencionada Spider Man: Sin Camino a Casa. Si solo buscan ver actores y personajes conocidos, no les va a molestar, pero si de verdad esperaban que esta película moviera los cimientos del MCU, vayan bajándole un poco al hype. En conclusión, Doctor Strange en el multiverso de la locura es una buena película, pero termina dejando con gusto a poco ¿Por qué? Porque al igual que con Wanda/Vision, se siente que Marvel desaprovechó una oportunidad ideal para hacer algo distinto, en lugar de volver a caer en la misma fórmula de siempre. No aburre, pero tampoco sorprende a nadie…
Que el Universo Cinematográfico de Marvel está agotado hace tiempo lo sabemos todos. Incluso ellos mismos, y por eso inventaron el multiverso. Como realidades paralelas, donde cada persona se repite en cada una. Según ellos, hay un poco más de 70 multiversos. O sea, más de 70 de cada uno de nosotros viviendo en simultáneo. La cuestión es que continúan esta historia sin fin con los restos de lo que quedó de "Avengers: Endgame". Por ende, con muy poco. Marvel fue el primer perro en la historia del cine que se mordió la cola. Mató a sus dos principales pilares: Iron Man y Capitán América, y debilitó a su comodín, Hulk. Entonces, la franquicia se sostiene por la magia de Spider-Man, único superhéroe que le sigue rindiendo como al principio; y por la calidad y nombre de sus actores. En este híbrido que resulta ser "Doctor Strange en el multiverso de la locura" son las actuaciones de Elizabeth Olsen y Rachel McAdams las que logran que no se hunda el barco, o al menos, que los adultos no quieran irse del cine. ¿Pero por qué híbrido? Porque el desarrollo del filme, los efectos especiales (de una técnica depurada sin igual) y la estética lúgubre de la segunda mitad del filme tienen más genética Harry Potter que Avengers. La misma productora la publicita como la primera película de terror, pero la realidad es que uno percibe una absoluta pérdida de identidad. UNIVERSOS PARALELOS En esta ocasión, Doctor Strange (Benedict Cumberbatch) viaja junto a su fiel compañero Wong (Benedict Wong) a los universos paralelos para proteger a América Chávez (Xochitl Gómez), una chica a la que quieren matar para quitarle su poder de viajar por las diferentes dimensiones. La villana de turno, nada menos que la Bruja Escarlata. O sea: Wanda Maximoff, para adquirir esa virtud de poder ir al universo que desea la persigue por donde vaya. Otro capricho argumental es que la Bruja Escarlata por momentos parece invencible, crea mundos imaginarios, vuela por todos los rincones del cielo, aparece y desaparece a su antojo pero para atrapar a Strange y a Chávez los corre por un túnel rengueando cual jugador de fútbol que acaba de acalambrarse en el minuto 90. Y cuando el filme da un pequeño guiño trayendo una selección de superhéroes entre vintage y desconocidos, su resultado es penoso. La vara que mide la calidad de este estilo de películas podría ser cuántas veces un espectador las ve. Están las que se ven una sola vez y gracias, y las que se ven más de una vez. Las "Avengers" se ven más de una vez, incluso en el cine. Las dos de Doctor Strange, no. Ahora, en dos meses, llega "Thor: Love and Thunder", con Natalie Portman como nueva diosa, para reafirmar que lo que sostiene esta inentendible agonía marvelística son sus caras conocidas. Quién no quiere ver a la Mathilda de "El perfecto asesino" con el martillo del hijo de Odín. Y para terminar con lo taciturno del filme, las escenas poscréditos. De las más flojas de todas. Poco seductoras y más de lo mismo (llámese convocar a otra mega figura de Hollywood). Pero no hay problema, el marketing ya hará que el público olvide este sofisticado paso en falso y renueve las esperanzas.
Pasados cinco largos meses de no ver al Doctor Strange, desde el anterior film del MCU, «Spider-Man: Sin Camino a Casa», volvemos a tener la oportunidad de verlo en la pantalla grande en una nueva película, la n° 28 de esta franquicia. Sin embargo, es él quien ahora tomará el protagonismo, como lo hizo allá por 2016 en «Doctor Strange: Hechicero Supremo», para adentrarnos en una nueva historia que expande cada vez más este enorme universo o, mejor dicho, multiverso. Luego de los sucesos de la anterior entrega y de la serie de Disney+, «WandaVision», la vida de Doctor Strange es interrumpida por América Chávez, mientras huye de unas criaturas que la persiguen a través del Multiverso, en nombre de alguien que busca hacerse con los poderes de la joven, entre los que se incluye la habilidad de saltar entre universos de forma innata. Strange pronto recurrirá a Wong y la Bruja Escarlata, entre otros, para que lo ayuden a detener este nuevo mal que se presenta. Pero ¿y si el mal ya está entre ellos? Así comenzará la carrera de Doctor Strange junto a América por todo el Multiverso para evitar que el gran mal que los persigue logre su cometido. A 20 años de su primera incursión con Marvel («Spider-Man», 2002), Sam Raimi vuelve a dirigir superhéroes de una manera extraordinaria, dejando su marca personal en cada acto y agregando su experiencia en el cine oscuro y sobrenatural, al nivel de hacernos sentir, en varios momentos, que estamos viendo una película de terror. No obstante, es en el guion de Michael Waldron donde el film llega a perder un poco de fuerza, al no lograr explotar lo suficiente la presentación de un suceso de gran calibre como lo es la mismísima existencia del multiverso y sus diferentes realidades, teniendo todo un entorno experimentado que lo respalda. Desde el excelente manejo de las cámaras, la estridente banda sonora, a cargo de Danny Elfman, y los impresionantes efectos visuales, hasta la crudeza de varias escenas impactantes, que dejan boquiabierto al espectador y asustan a más de uno, el director supo hacer uso de los recursos que tenía a disposición para crear una experiencia un poco distinta a lo que este universo nos ha acostumbrado, con personajes que ya estamos familiarizados, pero también con la inclusión de algunos nuevos. Si de viejos conocidos hablamos, no podemos negar que Benedict Cumberbatch y Elizabeth Olsen se han sabido adueñar de sus roles con interpretaciones inmejorables, siendo el primero alguien que podríamos decir, ya es uno con su papel de Stephen Strange y la segunda, una excelente actriz que, aunque pueda parecer encasillada en el personaje de Wanda Maximoff, ha sabido evolucionar con él, llevando su rol a niveles astronómicos en este film. En segunda instancia, quienes también dieron actuaciones dignas fueron Benedict Wong y Rachel McAdams, que repiten sus papeles de la primera entrega, pero esta vez adquieren mayor importancia en la trama hasta el final de la película, aunque no son tan relevantes como la nueva incorporación del MCU, la joven de 16 años, Xochitl Gómez. Su interpretación de América Chávez es una bocanada de aire fresco, por un lado, para la obra, equilibrando la oscuridad y tensión con su inocencia y carisma, y por el otro, para los fans, introduciéndoles una nueva heroína que puede dar mucho que hablar en el futuro. En síntesis, «Doctor Strange en el multiverso de la locura», más allá de no explotar lo suficiente lo que en su título describe, mantiene los puntos fuertes que caracterizan al Universo Cinematográfico de Marvel y les agrega la frescura de un nuevo personaje, y la experiencia de un viejo conocido detrás de cámaras, que le puso su impronta a este largometraje de tal manera que a veces no lograremos diferencia el Darkhold del Necronomicón.
Doctor Strange en el Multiverso de la Locura (Doctor Strange in the Multiverse of Madness,Sam Raimi,2022) es la nueva película de Marvel que llega al cine y trae como atractivos la utilización del concepto de Multiverso que se introdujo en Spiderman No Way Home y la vuelta al cine de superhéroes del director Sam Raimi y lo bueno que se puede decir de esto es que ambos recursos ofrecen lo que uno esperaba de ellos. El multiverso nos aporta elementos que enriquecen a la trama y que de alguna manera satisfacen a los fans de este género de películas. Por su parte Raimi aporta su toque, haciendo evidente que estamos ante el trabajo del director, el dinamismo, el montaje y la forma de construir la película de forma muy entretenida, sumado a momentos de terror son sellos del director que lo caracterizan y se agradecen. La película en si es una secuela directa de las series de Marvel Wandavisión (2021) y de What if…? (2021). Pero para aquellos que no siguen las series de Marvel no es imprescindible haberlas visto para comprender la trama. La película comienza in media res presentándonos a una variante de otro universo del Doctor Strange luchando contra una entidad demoniaca que quiere adsorber los poderes de una joven cuya única salvación es trasladarla al universo que conocemos de las películas donde el hechicero supremo de esta realidad deberá protegerla y ayudarla a combatir a las entidades demoníacas que la persiguen ya que toda la realidad depende de eso. En esta película volvemos a encontrarnos con la galería de personajes que forman parte del entorno de Strange, Christine, Mordo y Wong, quienes juegan un papel importante en la trama y ayudan a hacerla avanzar. El personaje nuevo: América Chávez, es la pieza clave de la historia y aunque por momentos juega el rol de dama en peligro es capaz de valerse por sí misma siendo también la guía moral entre lo que es correcto y el pragmatismo del hechicero. Hace su presentación en live action el personaje de Joey Casey, pero con una versión acotada de sus poderes, lo cual es clave para darle la importancia que se merece sin convertirla en un personaje «Mary sue. La presentación de este personaje es clave para la historia que pretende contarnos Raimi y para el futuro del UCM. Si bien la película usa el recurso de los multiversos y las variantes paralelas de los personajes para introducir los cameos no son estos el atractivo de la película ya que la historia avanza independientemente de ellos y eso es un punto a favor de un guion que le da funcionalidad a cada personaje y concepto que nos presenta, nada de lo que vemos en pantalla atenta contra la historia o no tiene razón de ser. Durante años se ha escuchado críticas contra el UCM en las cuales el argumento era falta de «buenos villanos» pero lo cierto es que el fuerte de Marvel está en sus héroes, en la humanidad de los mismos ya que esa fragilidad los hace pasibles de verse tentados o corrompidos, mostrando enormes posibilidades. Muchas veces se ha dicho que DC presenta dioses caminando entre humanos y que Marvel nos presenta a humanos en situaciones extraordinarias, pues bien, esa humanidad es lo que les da a estos personajes un costado oscuro que los hace prescindir de grandes villanos ya que el conflicto entre tener grandes poderes y no poder usarlos en beneficio propio lleva a tentación y el caos. Esta película nos presenta a Scarlet Witch como un verdadero villano, implacable, brutal y capaz de dar miedo. Además de tener un desarrollo como personaje que nos permite comprender sus motivos. El trabajo de Raimi le da a la historia un ritmo que no permite tiempos muertos ni lugar para el aburrimiento. Esta segunda película sobre el hechicero supremo si bien es dinámica se da tiempo para construir a los personajes. La edición y el montaje no nos ocultan que estamos ante un trabajo del director de Evil Dead (1981). Al igual que en su antecesora la música de Danny Elfman logra envolver las escenas, dándole un clima entre terrorífico y épico que juega muy bien con la trama. Esta es una película de alto perfil así que, sobre la fotografía, el diseño de producción, los vestuarios y los efectos visuales basta con decir que están más que a la altura de lo que se espera, porque es una obviedad y por quienes son los profesionales involucrados en este trabajo. Doctor Strange en el Universo de la Locura es una película bien construida, con una dirección correcta, buenas actuaciones y una trama bien construida en la que los personajes pueden desarrollarse. Es entretenida, violenta, emocionante y por momentos logra poner al héroe en una sensación de peligro. Si hay algo que las películas de superhéroes no han logrado generar es que el espectador sienta miedo por los protagonistas, salvo tal vez en Vengadores: Infinity War (Avengers: Infinity War, Anthony Russo y Joe Russo, 2018) ninguna de las películas de personajes de DC o del UCM han transmitido esa sensación, uno siempre guarda la esperanza de que el héroe de alguna manera va a conseguir vencer sin lastimarse demasiado. Bien, en esta película la construcción realizada por Raimi lo logra.
"La saga del infinito, entre la hechicería y la magia negra" En primer lugar, es recomendable antes de ver la secuela de Doctor Strange (2016), haber visto también la miniserie televisiva WandaVision (2021), la tercera entrega de Spider-Man: No way home (2021), Avengers: Infinity War (2018), Avengers: Endgame (2019) y, por último, y en menor medida, la serie animada What if…? (2021). Puesto que Doctor Strange en el multiverso de la locura(Doctor Strange in the Multiverse of Madness, 2022) inicia su acción retomando los desenlaces de Spider-Man: No way home yWandaVision, ampliando en consecuencia el concepto y funcionamiento del multiverso allí planteados. Tal como era de esperarse, si se considera la evidente explotación del mainstream actual -y futuro- y particularmente de esta cuarta fase del MCU (Marvel Cinematic Universe). En Doctor Strange en el multiverso de la locura,Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) deberá viajar a través de los distintos multiversos, acompañado de su fiel colega hechicero Wong (Benedict Wong), con el fin de proteger la vida de la joven América Chávez (Xochitl Gómez) que tiene la extraordinaria capacidad de atravesar cada uno de estos espacios temporales. Quien presenta una amenaza para la existencia de América es inesperadamente Wanda Maximoff /The Scarlet Witch (Elizabeth Olsen), antigua aliada de los Avengers. Todo se debe a que Wanda tiene en su posesión el Darkhold, “el libro de los condenados” con hechizos de magia negra, que corrompen el alma de quien los utiliza y está poniendo en peligro no sólo la vida de América, sino también del universo. En consecuencia, este enfrentamiento entre Scarlet Witch y Doctor Strange, realiza una diferenciación entre la brujería y la hechicería respectivamente. Porque si hay algo que distingue a este comic de Marvel de otros, es la presencia del misticismo. Ahora bien, se desea hacer un paréntesis para analizar desde la perspectiva de género el tratamiento de The Scarlet Witch (La Bruja Escarlata), quien incluso en una secuencia dado su aspecto parece la mismísima Carrie (1976). Resulta pertinente recordar que, según la ideología patriarcal dominante del medioevo, las mujeres catalogadas como brujas eran vistas como una amenaza para la sociedad y por ello terminaban asesinadas en la hoguera. Esto se debía a que ellas tenían conocimiento de anatomía, de botánica y creaban recetas para curar. Lo cual fue malinterpretado como un “poder del Diablo”, ya que, por ejemplo, ese saber posibilitaba ejercer una sexualidad más libre que ponía en riesgo ese orden masculino.La escena de la hoguera tuvo una pequeña aparición en WandaVision, mediante un enfrentamiento entre dos brujas. Pero, retomando el filme en cuestión, afortunadamente su desarrollo del estatuto del personaje de Scarlet Witch, otorga cierto sentimentalismo y redención, no pudiendo entonces enmarcar su representación como totalmente peyorativa. Incluso hay un parlamento empoderado de Wanda dirigido a Strange que expresa: “vos rompes las reglas y te convertís en un héroe, yo lo hago y me vuelvo el enemigo, no parece justo”, marcando implícitamente esa desigualdad de género. Por otro lado, se distancia de la representación de la tradición literaria de una bruja con “aspecto feo”, para por el contrario ser figurada aquí mediante la belleza canónica de Olsen. Asimismo, al tener una protagonista femenina tan potente, hay varias batallas que se reducen a un enfrentamiento entre mujeres. En adición, a tono con la corrección política actual, el personaje de América Chávez es hija de una pareja de lesbianas. En su caracterización -al igual que en su nombre mitad norteamericano y mitad latino- puede observarse que ella viste una campera de jean con estrellas blancas (como la bandera de Estados Unidos), que a su vez posee un prendedor con una bandera similar a la de Puerto Rico, pero con los multicolores icónicos del colectivo LGTBIQ. Por otro lado, a diferencia de otras películas del género cinematográfico de superhéroes, esta entrega no está dirigida a un público familiar debido a su temática vinculada a la magia negra y el ocultismo, y específicamente a las consecuencias caóticas y por momentos hasta violentas de la magia. Al respecto, es evidente a través de su estética oscura y al manejo del suspenso, la presencia de la dirección de Sam Raimi, reconocido por sus obras del género de terror, como Evil Dead (1981) y Darkman (1990). Pero dada la ocasión es pertinente recordar también que es el director de la saga de Spider-Man (2002-2007). Sin embargo, respecto a la inclusión de lo terrorífico se considera que hay un uso desmedido o desatinado del CGI en cuanto a las criaturas o efectos especiales, que le quita solidez al relato, junto con la reiteración de algunos recursos. En oposición, se destaca una bella escena de enfrentamiento, donde las artes místicas se mezclan con las artes sonoras, en una pelea que incluye utilizar notas musicales salidas de un pentagrama. En conclusión, Doctor Strange en el multiverso de la locura logra encaminarse gracias tanto al dinamismo de la acción como a la solidez interpretativa del dueto actoral compuesto por Cumberbatch y Olsen. Ambos protagonistas poseen profundidad psicológica y mantienen aspectos fieles de los comics surgidos en la década del ´60. Tal es así que Wanda constantemente deberá debatirse internamente entre el “bien y el mal”, entre su lado humano y el lado de la Bruja Escarlata, como es propio de su origen de X-Men (tal como le sucedía a Jean Grey/Phoenix), aportando así los momentos emotivos al filme. Finalmente, puede decirse que el resultado es entretenido, pero no asombra, cumple con su cuota de divertimento, pero no logra superar las grandes expectativas que un personaje tan interesante como Doctor Strange nos ha demostrado en otras ocasiones puede ofrecer. Por último, como es de esperarse tiene su momento de “fan service” y también posee dos escenas extras post-créditos, como es propio de Marvel una secuencia que deja expectativa con lo que vendrá y un gag final.
Y llegó el día en que la esperada secuela de Doctor Strange llegó a las pantallas de cine y venía con muchas cosas que hacían de esta entrega una de las más esperadas de esta nueva fase del UCM. Nos traía a Sam Raimi como director, la presencia de Wanda y Strange, la expansión sobre la aparición del multiverso y muchas cosas más. ¿Que puede malir sal..? Esta crítica va a ser sin spoilers pero si es necesario hacer unas aclaraciones, Doctor Strange: El multiverso de la locura es un film que funciona por si solo aunque también sea la entrega que sirve para sentar las bases de lo que podría llegar a venir en el futuro con uno de los temas más atractivo: el multiverso y la infinidad de posibilidades que puede traer esto a nuevas producciones. Ahora sí, también existe otra cosa que puede resultar necesario a la hora de adentrarse a este film, y es haber visto la serie Wanda visión. Si bien no es un Wanda visión 2 con Strange, si hay una conexión muy directa con los hechos de la producción de Disney plus, que es necesario para entender, al menos el papel de Wanda en el film. La aparición de un nuevo personaje, que es la conexión con los mundos paralelos y sus posibilidades es América Chávez, un personaje que desde niña descubrió el poder de viajar entre mundos pero que es una habilidad que no puede controlar. Al llegar con el Strange del universo que conocemos, va a ayudarla y protegerla porque alguien quiere hacerse de sus poderes. Y es así como nos metemos en un viaje casi a contrareloj dónde los personajes tratarán de estar a salvo de uno de los personajes más poderosos de las franquicias de Marvel: Wanda. Por eso decía que era muy necesario ver Wanda visión, porque el film no nos da el tiempo necesario para verla como una villana, aunque el motivo por el cual se vuelve así es apenas mostrado en los postcreditos del final de la serie. Ahora sí, lo mala que puede resultar Wanda es increíble, pero aún así todos tenemos empatía con ella , pero si veremos un lado bastante oscuro. Y si bien no es una película puramente oscura, pero debo admitir que cuenta con momentos bastantes terroríficos y bizarros de los cuales no había visto antes en Marvel, al menos en el UCM. Este intento de película de terror se debe a la mano del director Sam Raimi, que antes de haber hecho spiderman era un referente del cine de terror y que luego de la franquicia del personaje arácnido ha seguido cerca en el género desde el lado de la producción, y también con la dirección de Arrástrame al infierno. Y siento que tiene mucho de este film que acabo de mencionar, ya que toca comedia con escenas un tanto terroríficas. Y si bien esta es una opinión personal, pero creo que el director intentó hacer casi una película de terror en Marvel y probablemente le han hecho bajar un poco la intensidad, pero aún así se siente original y con el sello característico del director. Esto no es un spoiler, pero si un adelanto de lo que se vio, al decir que fue una sorpresa de ver tanta muerte, escenas con mucha tensión y podría decir que hasta algo de sangre. Aunque también toca decir que hay momentos bizarros que están de más, y que los efectos especiales en muchos momentos da más que vergüenza ajena. Dr Strange en el multiverso de la locura es lo que su título define, una total locura. Es un film que se disfruta en todo su metraje pero que a su vez sabemos que no es perfecto. Encontramos falencias en como se dirige la trama y en lo que sucede con algunos personajes, pero aún así es un viaje que vale la pena ver. Mención especial para América Chávez, que resultó ser un gran personaje que podría haber tenido un poco más de aparición en pantalla. Wanda imponente como siempre y un Strange que sirve para ir sentando las bases de todo lo que puede venir en las próximas producciones de Marvel.
Bienvenidos a la más salvaje, audaz y oscura entrega de Marvel que he visto desde "Avengers: Endgame", además de acercarnos por primera vez el género terror, nunca transitado por MCU. Impresionante por donde se la mire, ritmo excelente, actuaciones comprometidas, sorpresas y acción que no da tregua en un guion muy bien trazado de Michael Waldron que pone énfasis en las elecciones de los personajes y sus consecuencias. Luego de Thanos, y al cabo de cinco años, un personaje que será muy importante aparece en esta segunda entrega: se trata de América Chávez (Xochitl Gómez, una joven actriz con gran carisma) que tiene el poder de, mediante perforaciones, pasar a otros Universos, cuando puede... Ella es quien aparece en los extraños sueños del Dr. Strange (Benedict Cumberbatch) cuando ambos están siendo perseguidos por un monstruo siniestro, mientras buscan el Libro de los Vishanti. Aunque lo que parece un sueño es en realidad, otro Universo. Varias cosas suceden después del sueño, Strange se encuentra con América, y forman un tándem, el nuevo Hechicero Supremo es Wong (Benedict Wong) y Christine Palmer (Rachel McAdams) el amor de Stephen, está casándose con otra persona. Para escapar de sus enemigos, Stephen busca la ayuda de Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen, deslumbrante, veraz, increíble) quien despliega un doble rol, la madre obsesiva de los hijos que "creó", Billy (Julian Hilliard) y Tommy (Jett Klyne) y quien consigue poseerla, la Bruja Escarlata. Lo que deben evitar es que en su afán de tener la familia ideal, destruya el Multiverso. A partir de allí, aventura sin fin e imperdible, con cameos inesperados. Las actuaciones de todo el elenco son sólidas, se nota una gran química y que realmente lo disfrutaron. Los efectos visuales son brillantes, espectacularmente sombríos y por momentos tenebrosos. Otro rubro a destacar es la música de Danny Elfman, que cuadra de manera exquisita con cada secuencia. Con una dirección brillante de Sam Raimi, "Dr Strange" merece ser vista en el cine, por favor!!! Sin ánimo de spoilear, la escena en la que Strange y América atraviesan varios Universos es una de las sorprendentes que haya visto últimamente y en esto mucho tiene que ver el genial Director de Fotografía John Mathieson. Aquí no hay tanto humor como Marvel nos tiene acostumbrados, va por otro camino. Recuerden que hay dos escenas post-créditos que aseguran continuidad en un Universo atrapante, intenso y alucinante que los hará saltar y sorprenderse por partes iguales, con un gran mérito al ir por más en cada nuevo film. Deslumbrante y creativa
"Doctor Strange en el multiverso de la locura": ¡basta de versos! Lo que hay en la película dirigida por Sam Raimi no es locura sino arbitrariedades a troche y moche, situaciones hiladas por la idea de que el multiverso es una carta blanca para que pueda pasar cualquier cosa. Disney tiene chiche nuevo y está dispuesto a usarlo hasta que el último de sus engranajes, el más pequeño de sus tornillos, cruja por el desgaste. No se trata de una flamante atracción en alguno de sus parques de diversiones, así como tampoco de un (otro) estudio o productora comprada a cambio de una torta de dólares. La novedad, la nueva joya incrustada en la corona del Ratón más famoso del mundo, es el concepto de multiverso. Si bien las hipótesis que afirman que existen universos diferentes que avanzan en paralelo al nuestro datan de hace miles de años –Wikipedia ubica las primeras referencias un par de siglos antes de Cristo en la literatura hinduista– y han sido una recurrencia en el universo del cómic, el Universo Cinematográfico Marvel, que opera bajo los mandatos del emporio del Castillo, pareció descubrirlo hace algunas películas. Entre ellas Spider-Man: No Way Home, donde el recurso funcionaba bárbaro. No es el caso de Doctor Strange en el multiverso de la locura, un pastiche de difícil digestión que lo utiliza para un “vale todo” que no puede sino confluir en un relato caótico, más caprichoso que el uso del VAR en el fútbol argentino. La inclusión de la palabra “locura” en el título invitaba a pensar que la película haría de esa condición uno de sus elementos fundantes. Teniendo en cuenta que las mejores entregas de Marvel fueron aquéllas más anárquicas y alocadas (las primeras Iron Man, Guardianes de la Galaxia, la felizmente kitsch Thor: Ragnarok), no era descabellado imaginar que Doctor Strange… entrara en ese grupo. Pero no. Lo que hay aquí no es locura sino arbitrariedades a troche y moche, situaciones hiladas por la idea de que el multiverso es una carta blanca para que pueda pasar cualquier cosa: la lógica narrativa, la idea de que un mundo ficticio con reglas propias, no está en el horizonte intelectual de unos guionistas más preocupados por incluir guiños, referencias (siempre hacia dentro del mundo Marvel, como si no hubiera nada más allá), cameos, cameos y más cameos. De estos últimos hay varios, entre ellos los de varios personajes que pertenecen a otras franquicias y que, más pronto que tarde, terminarán sumándose a los continuadores del legado de los Avengers. El recuerdo de las aventuras de Tony Stark, Black Widow y el resto de la troupe original está presente en Stephen Strange (Benedict Cumberbatch), quien despierta una mañana habiendo soñado que debía escapar de alguno de esos malhechores imposibles junto a una jovencita que desconoce. Pero ese mismo día se cruza con esa chica, que se llama América Chávez (¿?), es de origen latino y tiene dos mamás, porque los creadores del MCU son muy inclusives. La cuestión es que ella (Xochitl Gómez) tiene la capacidad de saltar de universo en universo, aunque no sabe bien cómo ni por qué. Junto a Strange, entonces, se embarcarán en un recorrido cuyo camino parece trazado según el caótico ideario de Christopher Nolan en El origen, Interestelar y Tenet. En el trayecto ocurrirá de todo. Un todo que no conviene adelantar por el temita de los tan mentados spoilers. El recuerdo del multiverso está fresquito, pues fue “la” estrella de Spider-Man: No Way Home. Pero lo que allí operaba como motor humorístico al mismo tiempo que permitía la clausura de una etapa del personaje emblema de la avanzada súperheroica hacia la conquista de la cartelera planetaria, aquí dispara una serie de situaciones serias, cada cual grave más que la anterior, en las que los personajes hablan con una solemnidad directamente proporcional a un despliegue audiovisual avasallante y por momentos agotador. El director es Sam Raimi, alguien habituado a incluir una mirada propia en sus proyectos. Desde ya, eso no ocurre en esta película que tan despersonalizada podría haber sido dirigida por Juan de los Palotes.
Un director que le pone su sello, la participación de grandes actores que tienen la oportunidad en escenas clave de mostrar su brillo, unas batallas, en especial en la última parte que son realmente sorprendentes, y para los fans un multiverso que permite visitas que serán muy festejadas: Estos son algunas de las razones para disfrutar de esta nueva entrega de Doctor Strange. Contar con actores como Benjamín Cumberbacht, Elizabeth Olsen en los grandes roles le permite al director darles los suficientes primeros planos para que demuestren la carnadura de sus personajes. Sam Raimi puede imprimir su estilo, muy bien acompañado por la fotografía de John Mathieson, la partitura perfectamente coordinada de Danny Elfman y la edición de Bob Murawski y Tia Nolan. Un director que se impone y un gran equipo técnico. A esta altura uno da por descontado los efectos que requiere la fascinación del multiverso. Una idea que el guionista Michael Waldrom maneja muy bien y que por momentos se mezcla con ideas religiosas que parecen imponerse fácilmente, elegir una de las realidades donde uno es feliz o donde habitan los seres queridos que en otros lados no se encuentran, por ejemplo. El impulso que desata el argumento es el de Wanda y su búsqueda para instalarse con la existencia de sus hijos, una felicidad que parece a su alcance. Olsen esta magnífica en su rol se necesita estar al tanto de Wanda Visión para entender mejor). Ella deja fluir su poder, su potencia de bruja para desafiar a todos los mundos y perseguir a América Chávez, una adolescente que sabe la clave para abrir portales pero es un poder que no sabe manejar. A la joven la hace poderosa su miedo. Y es el personaje que Strange decide proteger. Al fin de cuentas así puede huir de la dolorosa experiencia de ver al amor de su vida casarse con otro. Claro que tendrá un universo donde expresar sus sentimientos. El personaje de América todavía está desdibujado, tiene dos madres a quienes abandonó sin querer. Seguramente tiene destino de protagonista en otro film. A Strange que todavía no es supremo hechicero le queda descubrir un universo en EEUU, donde murió heroico pero descubre sus debilidades y ciertas características de su carácter. Un plato fuerte para fanáticos, una buena puerta de entrada para neófitos. Hay que verla en el cine.
Doctor Strange en el Multiverso de la Locura: magia y locura multiversal La cosa se puso complicada en el multiverso del MCU La cuarta fase de Marvel en el cine empieza a ramificar y definir su rumbo, y entre tantas IPs nuevas vuelve una cara conocida: el Dr. Stephen Strange. El tordo, junto a Wanda Maximoff, el Hechicero Supremo Wong, su ex novia y una nueva cara joven van a adentrarse en la parte más oscura del multiverso en Doctor Strange en el Multiverso de la Locura. ¿De qué va? En Doctor Strange en el Multiverso de la Locura de Marvel Studios, el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU por sus siglas en inglés) se adentra en el Multiverso y amplía sus límites más que nunca. El film presenta un viaje a lo desconocido con Doctor Strange, quien, con la ayuda de aliados místicos nuevos y otros ya conocidos por la audiencia, atraviesa las alucinantes y peligrosas realidades alternativas del Multiverso para enfrentarse a un nuevo y misterioso adversario. Y entonces, sucedió. La tan esperada segunda parte de la franquicia de la pata mágica más fuerte del MCU ve finalmente la luz. Se prometió que iba a ser la primera película de terror de todo este universo, y luego de que el director de la original diese el portazo, se buscó a quien pudiese cumplir con tan loable tarea: el señor Sam Raimi. El director de Evil Dead, Darkman, las Spider-Man de Tobey Maguire o de Drag me to Hell venía un poco de capa caída luego de extrañezas como Oz the Great and Powerful que en 2013 fue su último opus como director en salas. Tenía frente a él la difícil tarea de aportar una visión algo bizarra a un esquema de producción fordiano que poco espacio deja al artista. Sin embargo, la segunda parte de Doctor Strange, tiene muchos atisbos de la mente de Raimi. No se le puede pedir mucho más a un sistema productivista como el que pergeñó Kevin Feige… El nivel de violencia (siempre en los límites Disney) recuerdan más a Captain America: Winter Soldier que a otras producciones más vainillas del MCU. ¿Es mega sangrienta y gore cómo muchos de los trabajos de Sam Raimi? Obvio que no, pero quienes consumen sólo productos Disney van a tener momentos de sustos reales y algo de asquito. Vamos a surfear la ola del spoiler y contar sobre lo que se puede: es tanto una película sobre Strange como sobre Wanda. ¿Es necesario haber visto WandaVision antes de encarar este relato? Un poco bastante sí. Las consecuencias del final de su serie la dejaron en un lugar de conocimiento que va a ser utilizado por Stephen ante la aparición de un ser capaz de viajar a través del multiverso, algo en lo que mucha gente quiere reclamar como propio. La protección de ese ser va a llevar a los protagonistas por un camino multiversal con algunas sorpresas y muchas situaciones alocadas, La película comienza extraña, los efectos visuales parecen no maridar con el ambiente y todo es una conjunción de luces de colores y sonidos que inundan la pantalla. A medida que el relato avanza se empieza a afianzar la búsqueda del director y su visión, haciendo que las cosas tengan más sentido. Hay cameos para tirar al techo… pero PARA MIIIIIIIII hay cierto agotamiento que lleva a no emocionarse tanto con los personajes que aparecen que son MUY IMPORTANTES para el universo de los comics. También es importante mirarse la serie animada What if… de Disney+ para entender ciertas cosas. Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es una muestra de que se puede indagar en otras fórmulas. Es cierto que no puede salirse mucho todo de la ciencia de la Coca-Cola que diseñaron Feige y compañía, pero la figura de un director de peso y renombre como Sam Raimi “obligan” a la Casa de las ideas a irse un poco del camino amarillo que tantas dádivas le redituó estos años. Con un guion algo enrevesado, que tiene varias arbitrariedades, su fuerza radica en imágenes poderosas que bucean en elementos terroríficos y carnavalescos que insuflen de nueva energía y permiten soñar con un futuro de relatos diversos y extraños… como el mundo de los comics.
Los productores y productoras de Marvel quieren hacernos creer que la creciente intensidad y acumulación de sus películas son sinónimos de audacia y genialidad. También el hype por directores de renombre dentro del cine de género pretende que celebremos hallazgos autorales cuando apenas pueden distinguirse tímidos rasgos de estilo. Las películas de la factoría han quedado presas de su propia trampa: tienen que ser cada vez más complicadas, intrincadas, “importantes”, llenas de citas y homenajes, de nuevos personajes para que “justifiquen” el precio de la entrada y sigan engordando el MCU con nuevas posibilidades de largometrajes y series. Dicho esto, y por más Sam Raimi que figure en los créditos, para quien esto escribe esta secuela es inferior en casi todos los aspectos a Doctor Strange: Hechicero Supremo, el film original filmado hace casi 6 años por el mucho menos cotizado Scott Derrickson. Como no podía ser de otra manera, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura empieza con el protagonista corriendo, en este caso junto a una adolescente latina (la América Chávez de Xochitl Gomez), mientras luchan contra monstruos. De inmediato, vemos al ex neurocirujano, hechicero y superhéroe Stephen Strange despertarse sobresaltado de lo que parece haber sido una pesadilla. Pero no. Estamos en la era del Multiverso y eso significa que los personajes pueden ir “saltando” de un mundo a otro y hasta encontrarse no solo con reglas y situaciones muy distintas sino incluso con versiones muy diferentes de sí mismos. En el terreno más mundano Strange no ha podido sostener la relación afectiva con la Christine Palmer de Rachel McAdams (esta película en particular y el MCU en general son una oda al sacrificio) y en la segunda secuencia -luego de anudarse la corbata con mucho estilo- vemos que asiste a la boda de ella. Claro que mientras bebe tragos se escuchan ruidos en la calle y allí aparece otro monstruo gigantesco con forma de pulpo listo para destruir media Nueva York. Otra vez a la lucha junto a América y con la ayuda del fiel Wong (Benedict Wong). Pero, más allá de las criaturas fantásticas, necesitamos una antagonista, que en este caso resulta ser Wanda Maximoff / Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen), escindida entre sus ansias de poder, dominio y control, y el recuerdo angustioso y lleno de amor de sus dos pequeños hijos. La cosa se sigue enrevesando más y más, pero no vale la pena (ni conviene) adelantar más de lo que ocurre en esos primeros minutos. Más allá de algunas escenas con ciertos hallazgos estéticos en el uso de las CGI (por momentos como si fueran viajes lisérgicos), las “audacias” son más del tipo declarativo (pongamos como viajera multiversal a una joven latina como América criada por dos madres) que verdaderas sorpresas narrativas. En la función de prensa, muchos asistentes que son más parte del fandome que de una profesión medianamente seria aplaudieron al borde de la ovación cuando entre los Illuminati aparecieron algunos viejos y nuevos superhéroes que regresarán o se sumarán al MCU, pero lo concreto es que la segunda hora termina siendo demasiado mecánica por momentos y en otros agobiante. Para cuando llega el final queda cumplir con otro de los hábitos de esta franquicia: sobrellevar los interminables créditos para apreciar las dos escenas que sirven -como en este caso- para alguna revelación y una broma.
Es muy probable que la zona de spoiler sea más extensa que la crítica en sí, voy a tratar de que no sea el caso como la última de Spider Man. Nos encontramos nuevamente con Doctor Strange, película situada luego de los eventos de Wanda Visión, Loki y Spider Man No Way home. Aclaro esto para que sepan que si quieren entender todo todito de este film deben al menos haber visto eso. Vuelve Sam Raimi a la dirección de superhéroes y lo hace muy bien. Nos regaló una hermosa trilogía de Spider Man, y ahora nos deleita con este film que no es lo mejor de Marvel (o del director) pero está bastante bien. En este caso la ‘maldición’ de la segunda película se cumple, no supera a la primera entrega de nuestro querido Hechicero Supremo. Son destacables siempre y en todo lo que hacen Benedict Cumberbatch y Elizabeth Olsen. Es increíble la versatilidad de ambos, y también es increíble la belleza de la hermana menor de las gemelas Olsen. La actuación de la nueva aparición en el universo Marvel también está bastante bien, hablo de Xochitl Gómez quien interpreta a América Chávez. El fan service está presente (algo así como servicio a los fanáticos) pero por suerte no hay abuso de ello, y hasta quizás algunas cosillas no hacían falta…ya saben donde leer lo que quiero decir. Efectivamente, ahí. La banda sonora por parte de Danny Elfman es excelente, hay una escena en particular que es formidable lo que hace. La animación está mucho mejor que en varias películas de Marvel. La historia va un poco rápida por momentos, da la sensación de que si te distraes un segundo te perdiste algo importante del film. Por suerte todo lo que se ve en los tráileres es un porcentaje ínfimo a lo que sucede en las dos horas de film. Cuenta con muchas escenas de acción, bien desarrolladas, llevadas acabo de una manera preciosa. Tiene el humor característico de las películas de Marvel, pero no abusan mucho de este recurso (hola de nuevo Ragnarok). También cuenta con momentos dramáticos y tensos. Lo que sorprende es que Disney le soltó un poco (poquito) la rienda a Raimi y le dejó meter un poco de su terror y su Gore (más de esto en la zona de spoiler). Cuenta con dos escenas luego del final. Una a mitad de los créditos y otra al final, la verdad te recomiendo que no hagas como yo y te aguantes las ganas de ir al baño porque la del final de los créditos no vale la pena. Mi recomendación: Verla es prácticamente una obligación para todos aquellos que seguimos el mundo Marvel, y obviamente en el cine para disfrutarla mejor. Mi puntuación: 7/10 Zona de spoiler: Arranquemos por el fan service. Ha habido algunos gritos y aplausos durante el film, algo que a Marvel parece gustarle, pero mi único grito fue cuando apareció nuestro querido Jim como Richard Reeds. Amé verlo a John Krasinski como Mister Fantástico. Así como también amé verla a Peggy Carter, y por su puesto a nuestro querido Charles Xavier. Lo de Rambeau no amé tanto. Si me gustó verlo a Black Bolt, eso quiere decir que los inhumans pueden tener una reivindicación en el UMC, una lástima que Agents of Shield no sea parte de este universo. Ahora…la forma en que Scarlet Witch los DESTRUYE es fantástico. Hermoso ver como los mata de una forma muy sangrienta. También es un bajón, porque si solamente me lo pusieron a Krasinski para cumplir con los deseos de los fans y no ponerlo nunca más, me voy a buscarlo a Kevin Fiege mañana mismo. Algo que no entendí es por qué Strange recuerda a Spider Man. En teoría el hechizo al final del film hacía que todos olvidaran quién es. Pero todos olvidaban a Peter, no a Spidey…estoy escribiendo en voz alta, perdón. Voy a dejar esto igual para que alguno me responda o me refute lo que digo. Se viene mucho Strange para rato, lo malo del final es que tiran un Cliff hanger con lo del tercer ojo, pero a en la escena de mitad de los créditos parece estar solucionado. Cuando Wong cae nos hacen creer que cae muy lejos, pero no. Hay una simplicidad en esa resolución que no me gusta por la obviedad. No dejan mucho al azar, sabemos que no se va a morir.
Mi otro yo. Alejada de la introspección y la meditación que caracteriza a nuestro señor hechicero, la nueva entrega de Dr. Strange (Benedict Cumberbatch), por el contrario, brilla por sus escenas de acción basadas en combates épicos entre monstruos y héroes; easter eggs; y apariciones de otros personajes del universo Marvel. Esta vez, el doctor tendrá que lidiar con sus otros yo dispersos en el multiverso. Pero quien tiene la potestad y la habilidad de atravesar a su antojo estas realidades refractarias, es América Chávez (Xochitl Gómez), quien se relaciona en un primer momento con Strange en sus sueños. Lo cierto es que la niña superpoderosa es constantemente acechada por criaturas salvajes que buscan raptarla. Pronto nos enteraremos que la Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen) está detrás de este cometido, ya que necesita absorber los poderes de América para cumplir un anhelo muy personal. Claro que el hechicero supremo tratará de evitar por todos los medios que esto suceda, porque vislumbra que doña Wanda (emocionalmente herida), puede llegar a hacer estragos en esta y otras realidades. Básicamente es la premisa de esta película que pone toda su energía en desplegar un espectáculo visual tras otro, sin prestar demasiada atención en el aspecto individual de nuestros chicos. Lo colectivo predomina, así como las variadas referencias al UCM; los personajes entran y salen de pantalla de forma fugaz, pero dejando más que satisfecho a un fandom que ovacionará cada aparición. A destacar la actuación de la malvada (¿o herida?) Bruja Escarlata. Tiene una potencia apabullante al punto de despertar el mismo nivel de interés (o más) que nuestro protagonista; ella está triste, quiere ser feliz y nada ni nadie lo va a impedir. También es menester enfatizar cuando Raimi zombifica a Strange, desvirtuando su estética del lord inglés. Por otra parte, es una pena (narrativamente hablando) que se desarrolle tan poco el concepto de la multiplicidad y los alter egos; que predomine tanto un artificio por momentos insustancial.
MULTI-VERSO Una interesante comparación que he escuchado intenta plantear que es el universo cinematográfico de Marvel (o yendo aún más lejos, los films de superhéroes de los últimos tiempos) se asemeja a consumir fast food. Comida chatarra, esa que no alimenta, que nos da placer su ingesta y que se digiere de manera rápida aunque sepamos que comemos algo no saludable. Sin embargo, es una acción que repetimos cada tanto. ¿Por qué? Hay varios atractivos involucrados: personajes que vienen del cómic, héroes, heroínas y villanos, la tragedia shakespeariana, la mitología… sí, todo eso está presente, sumado a la publicidad, el marketing y una estrategia impecable de distribución y exhibición. En definitiva, un negocio muy bien armado. Esto es, una progresión de films concatenados que, al empezar a dar frutos económicos, se convirtió en una bola de nieve inmensa e imparable. En el proceso nos quedamos atrapados nosotros, los espectadores, que concurrimos una vez tras otra a ver qué nos depara el próximo episodio de una de estas de Marvel, sumado a las escenas postcréditos, referencias a otros de sus films y personajes, ahora series y próximos proyectos. ¿Para qué? Es indiscutible que Marvel supo armar una estructura prolífica, y la armó de manera tal que ya hace rato conformaron Marvel Studios. Algo impensado para la vetusta estructura clásica de los estudios de Hollywood, aunque con algunas semejanzas. Veamos. Los multicast. Hoy no hay actor o actriz que en gran parte no desee estar en una de Marvel, como no mucho tiempo atrás era ser dirigido por el hoy cancelado Woody Allen, ¿cuál es el beneficio? Una presencia multipantalla a nivel global, que no es poco. Ángel Faretta bien definía en su único texto crítico sobre una de Marvel y acertaba en describirla algo así como “el cuento de la buena pipa”. En Doctor Strange en el multiverso de la locura no hay cambio alguno con lo ya visto, por más que esté involucrado un director de la talla de Sam Raimi y a quien por suerte al menos se lo tuvo en cuenta para volver dirigir un gigantesco proyecto antes de ser enviado a un hogar de ancianos, algo que ocurre con Brian De Palma, William Friedkin o John Carpenter; directores a los que se les debería encomendar no menos de un proyecto anual mientras estén vivos y tengan ganas de realizar dicha labor, del estudio o productor que se nos ocurra. ¿Para qué queremos luego homenajearlos si en vida no los financian? Para no seguir pecando con más negatividad, basta afirmar que escasos ejemplos como Logan, la primera Avengers, Ant-Man o Shang-Chi no estaban mal. Eran productos casi completamente singulares e independientes, eran cine que contaba con una puesta en escena y jugaba con los géneros, sobre todo Logan con el western y su homenaje a Shane o Ant-Man con la comedia. Pero, ¿qué pasa con la secuela de Doctor Strange? La comicidad se presenta en destellos. ¿Cómo la catalogaríamos? ¿Con un género? Si no es más que el “cuento de la buena pipa” que describía Ángel una y otra vez. Esto es, un conflicto, diez millones de vueltas, escenas de espectacularidad incesantes y de repente una solución mágica que soluciona el conflicto en segundos como por ejemplo la escena del reloj que le provee Rachel McAdams a su querido Dr. Stephen Strange. Por lo menos a Raimi lo dejaron jugar con la pelota por unos minutos de recreo, y si bien sus ideas afloran y son fácilmente identificables, como plantear un personaje que está muerto en vida (o vivo en muerto) con movimientos esqueléticos como el Ash poseído de la saga de Evil Dead y algo que sorprendentemente quizás sea lo único fresco y motivador que ofrece el film, ver a Cumberbatch, quien a su vez es un actor muy cómico, haciendo comedia.
La segunda película protagonizada por el Doctor Strange es clave en la evolución del universo cinematográfico de Marvel, porque lleva todavía más lejos el concepto de multiverso como fundamento de su estrategia actual. La idea de la interacción permanente entre los innumerables integrantes de este cosmos visual, ahora capaz de reproducirse hasta el infinito en un movimiento perpetuo, funciona como un estímulo irresistible para la ansiedad de los fans. También como aliciente creativo. Pero al mismo tiempo, la opción por el multiverso llevó a Marvel a abrir su propia caja de Pandora. Si no formamos parte de esta gran cofradía de la cultura pop contemporánea y si no sabemos reconocer la personalidad de cada una de las piezas de un tablero cada vez más grande (la próxima secuela de Spider Man: un nuevo universo promete un desfile de 200 nuevos personajes) corremos el riesgo de quedar afuera de presentes y futuras conversaciones. Ahora, con tanto personaje dando vueltas a los saltos (voluntarios o no) por varios mundos simultáneos nos cuesta mucho más saber dónde está lo principal y dónde lo accesorio. Algunos de los grandes protagonistas de la fase previa (Iron Man, Capitán América, Black Widow, Hulk) fueron desapareciendo de a poco y el reconocimiento generalizado hacia esos seres poderosos y carismáticos fortaleció el compromiso férreo y entusiasta entre el público y las películas de Marvel. Todavía nadie pudo reemplazarlos. La dispersión que por su propio peso impone la idea del multiverso, sumada a algunas decepciones recientes, amenaza con resquebrajar las antiguas fidelidades. Tal vez por eso la segunda película de Doctor Strange trata de recuperar en un personaje de peso el poder de atracción que Marvel pareció extraviar con el fracaso estrepitoso en todos los sentidos de Eternals. Y de paso, darle un impulso certero a una noción (la de multiverso) que al estar abierta a todas las realidades posibles e imaginables también queda expuesta al desorden, la confusión y el desconcierto. Marvel le confió esta historia al talentoso Sam Raimi, un director capaz como pocos de otorgarle genuino realismo a sus viajes por mundos sobrenaturales. Para un especialista en contar historias con abundantes pesadillas y personajes con poderes psíquicos y telepáticos, una historia como la que propone Doctor Strange y el multiverso de la locura puede resultar hasta un juego. En una de esas pesadillas, Strange (interpretado con el aplomo habitual por Benedict Cumberbatch) se encuentra con una adolescente de origen latino, América Chávez (Xochitl Gomez, figura de la serie de Netflix The Baby-Sitters), que tiene el poder de desplazarse entre diferentes universos. Un poder que también anhela la siempre fluctuante Wanda Maximoff, a la que Elizabeth Olsen viste con precisos rasgos de heroína y villana del cine de terror a la vez. Todas las pistas insinuadas en la excelente serie WandaVision sobre su comportamiento se concretan aquí, sobre todo el sueño máximo de Wanda de querer ser una madre perfecta. Toda la película gira alrededor de la idea del döppelganger, término que alude al reconocimiento de que cada persona tiene una especie de doble que puede convertirse en su peor enemigo. Tanto Strange como Wanda quedan expuestos a esa instancia mientras combaten por el poder de la chica tratando de imponer sus propias armas. Todo es cuestión de saber si los círculos ígneos del Maestro de las Artes Místicas resultan más fuertes (o no) que las bolas de fuego lanzadas por la Bruja Escarlata en los sucesivos universos de la acción. Con algunos genuinos toques de autor (criaturas monstruosas, terroríficas almas en pena, breves aportes de humor absurdo que se cierran en la última escena poscréditos), Raimi se acomoda a las necesidades básicas que tiene cada película de Marvel e incluye todo lo que no puede faltar, como las menciones a la diversidad que se expresan de modo cada vez más enfático. A la historia no le falta nada para sostener su espíritu de entretenimiento, que también incluye algunas inesperadas (y muy festejadas) apariciones del propio multiverso de Marvel. Pero el desafío para el estudio excede todo lo que se muestra aquí. El gran atributo del Doctor Strange es su poder para custodiar el equilibrio de todo el sistema. Pero en su afán por controlar todo, las cosas más de una vez se le fueron peligrosamente de las manos. Algo parecido puede ocurrir con la expansión sin límites de la idea del multiverso. En los dilemas (y los miedos) de uno de sus personajes clave también se escribe el futuro de Marvel.
Bienvenidos a la locura del multiverso más que al multiverso de la locura. El juego de palabras sirve para tratar de definir hacia dónde van las películas de Marvel, de la anteúltima Avengers hasta el presente, con saltos entre distintas dimensiones en las que un personaje, llámese Hombre Araña o Doctor Strange, puede tener otras características a las conocidas. Fue una decisión acertada convocar a Sam Raimi para dirigir la nueva película de Doctor Strange. Pero no porque el realizador haya hecho las tres primeras películas del Hombre Araña, cuando el Universo Cinematográfico de Marvel actual no se había creado. El clima del filme bordea por momentos el terror, más que nada cuando la Bruja Escarlata emprende sus ataques, y este Doctor Strange tiene más puntos en común con la filmografía del Raimi de Evil Dead o Arrástrame al infierno que con las aventuras más de acción de Peter Parker. Y no solo porque Raimi le haya dado un pequeño rol a Bruce Campbell, Ash en la saga de Diabólico. Y tampoco porque el guion sea de su autoría, sino de Michael Waldron, que coescribió los libretos de Loki, la serie de Marvel. Universo frondoso Esto del multiverso, con mundos o realidades paralelos en los que un mismo personaje puede tener distintas versiones, pinta frondoso. A diferencia de la última de Spider-Man, Sin camino a casa, en la que convivían en un mismo plano y momento los Peter Parker de Tobey Maguire, Andrew Garfield y Tom Holland, lo que hace Raimi es enfrentar a Strange y a otros personajes con sus propios lados más oscuros. Por supuesto que esta línea argumental puede seguirse, si así lo desea el espectador, o zambullirse directamente en los recovecos de una trama con tantos universos -creo recordar que un personaje, America Chavez, menciona que son 73-. La trama, que en un principio sí es lineal, tiene al superhéroe de Marvel, con su mechón de pelo más claro, que vuela erguido con su capa roja, su rodilla derecha levantada y los brazos extendidos hacia atrás, penando por amor. Sí, como Peter Parker. Strange asiste de civil a la boda de la Dra. Christine Palmer (Rachel McAdams) y aquello que se busca de la diversidad se ve en un solo plano: en un paneo por dos filas de la iglesia están apretaditos una musulmana, un afroamericano y un asiático. Pero si la cabeza de Strange está alborotada, lo que pasa allá afuera en Nueva York es peor. Una suerte de pulpo con un solo ojo (¿alguien dijo Monsters, Inc.) trata de atrapar a una adolescente de rasgos latinos, de nombre America Chavez (Xochitl Gomez) y que tiene dos madres lesbianas, siguiendo con la apertura a la diversidad. Es la misma joven que se le apareció a Strange al comienzo de la proyección. En resumen, el superhéroe de acento británico y cada vez mejores modales entiende que debe protegerla. Luego sabrá que America puede pasar de un universo a otro sin complicaciones, pero cuando acuda a la ex Avenger Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), todo en vez de mejorar se desmadrará. A los que no vieron WandaVision, la serie de Marvel, les costará un poquito entender qué pasa -o qué pasó-, pero Wanda vive obsesionada con su existencia alternativa y los hijos que creó. Y aquello de que madre hay una sola, bueno no, no es cierto. Así que ya tenemos a entidades demoníacas, a la Bruja Escarlata, a Strange, al Hechicero Supremo (Benedict Wong) y a Mordo (Chiwetel Ejiofor), el conocido enemigo de Strange, más América y Christine. Y muchos efectos, y saltos paralelos. Es brillante la escena en la que Strange y America pasan de una realidad multiversal a otra, sea de pintura o en el que las calles se cruzan con luz roja y no verde, de manera casi infinita. La película tiene humor, es mucho, pero mucho más corta que las últimas de Marvel -2 horas y 6 minutos, por supuesto con créditos y escenas postcréditos incluidos- y queda la sensación no solo de que habrá más Multiverso, sino que habrá Doctor Strange para rato.
Desde julio de 1963, de la mano de Stan Lee y Steve Ditko, el neurocirujano Stephen Strange pasó de ser un médico egocéntrico y codicioso a "el Maestro de las Artes Místicas", el nexo entre los superhéroes -muchas veces más terrenales que los de su competencia- de Marvel y lo sobrenatural. En 2016, el reconocido director Scott Derrickson tuvo la tarea de llevar al cine e integrar al Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) a Doctor Strange, y así lo hizo, con una película de origen en la que el carismático Benedict Cumberbatch interpretó de manera icónica al Hechicero Supremo. Seis años después, ya en la Fase 4 del UCM y luego de haber combatido la amenaza galáctica que supuso Thanos y haber vivido la muerte de Iron Man, llega Doctor Strange: en el Multiverso de la Locura (2022), dirigida esta vez por la leyenda del cine Sam Raimi, en su regreso triunfal al cine superheroico. Si Derrickson sentó las bases para el personaje en el cine siendo un realizador ligado al terror, Raimi sigue la historia desde la fantasía y el horror lúdico muy presente en su cine desde sus clásicos como Evil Dead (1981), el epítome de la Clase B, pero también fusionando el blockbuster como lo fue la trilogía fundacional -y de la cual es deudora el UCM- de Spider-Man con Tobey Maguire a la cabeza. El film comienza sin respiro desde el minuto 1 con una persecución en algún universo con una variante del Doctor Strange (Benedict Cumberbatch) y una joven llamada América Chávez (Xochitl Gomez) escapando de una entidad sobrenatural que quiere sacarle los poderes a ella. Chávez tiene el poder de viajar a voluntad por distintos universos paralelos, y eso la hace presa de una amenaza hasta el momento desconocida, que quiere utilizarla para sus propósitos. Strange deberá defender a la joven mientras se enfrenta a las consecuencias de haber alterado el Multiverso en Spider-Man: sin camino a casa y también a una antigua aliada convertida en némesis: Wanda Maximoff/Scarlett Witch (Elizabeth Olsen). Un camino de ladrillos amarillos Esta nueva aventura de Doctor Strange es, como se dijo anteriormente, el gran regreso de Sam Raimi al cine luego de Oz: el poderoso, de 2013, y entre ellas hay bastantes similitudes, ya que el viaje multiversal que se realiza es como ese camino de ladrillos amarillos que nos lleva a la tierra mágica, donde tenemos un mago que se enfrenta a una bruja desdichada y una joven que queda en el medio de esta disputa, como mucguffin de la historia. Sin embargo, Doctor Strange: en el Multiverso de la Locura es la historia de la pérdida y la tragedia de Wanda Maximoff luego de la serie Wandavision. La pérdida de esa familia que “creó” y que ahora, poseída por un libro oscuro, quiere recuperar a como dé lugar. También es la historia de Strange, la búsqueda de la felicidad y de lo que significa esa palabra. Quizás el “soltar” del que tanto hablan sea verdaderamente el fin de estar en paz con nuestras decisiones y el Hechicero Supremo lo sabe. Por último, la identidad y la fe construida en uno mismo a través del personaje más joven, América Chávez, una niña que perdió a sus madres por un accidente con sus poderes y que cree no saber controlarlos, solo porque tiene ese miedo inconsciente de que la historia vuelva a repetirse. Se nota que Sam Raimi tuvo mucha más libertad que cualquier otro realizador en el UCM dirigiendo el guion de Michael Waldron -guionista de Rick y Morty y uno de los creadores de la serie Loki- porque en el film se ve su sello característico del género fantástico, el horror y el humor negro, como así también el movimiento de cámaras que varias veces nos hace rememorar varias de sus peliculas. Sin entrar en spoilers, hay una secuencia de “pelea musical” entre dos personajes en los que literalmente las armas son notas musicales, algo nunca visto y de lo que solo podría ser responsable Raimi y el maestro que escribió la banda de sonido: Danny Elfman, amigo y colaborador del director desde hace décadas. A Benedict Cumberbatch se lo ve más que arraigado en su personaje pero quien se roba el film sin lugar a dudas es Elizabeth Olsen y su Scarlett Witch, una mujer con el corazón roto y corrompida por la búsqueda de sus hijos, que deberá llegar a una redención para cerrar su historia luego de la serie Wandavision. Quizás una de los contras es que, para disfrutar de la historia -que se siente como una “película del medio”- sea necesario haber visto sí o sí las series Wandavision, What If…?, obviamente el primer film de Doctor Strange y Spider-man: sin camino a casa. En conclusión, Doctor Strange: en el Multiverso de la Locura es, por un lado, el gran regreso de Sam Raimi al cine superheroico y, en segundo lugar, el film menos Marvel de los últimos tiempos (y esto es un elogio). El Multiverso es sinónimo de futuro para el Universo Cinematográfico Marvel.
Dr. Strange en el multiverso de la locura (Doctor Strange in the Multiverse of Madness, 2022) es como un Especial de Noche de Brujas de Los Simpson. Estos episodios que la serie animada tiene en todas sus temporadas desde la segunda tienen una libertad y un verosímil diferente al resto de la serie. Por lo pronto, pertenecen casi siempre al género terror. Dr. Strange 2 es el primer film del Universo Cinematográfico Marvel que podría y debería encuadrarse dentro del cine de horror. Desde el título remite al universo de H.P. Lovecraft y su libro En las montañas de la locura (At the Mountains of Madness, 1931) la película coquetea y finalmente se sumerge en el cine de terror. Si eso es responsabilidad de su director, Sam Raimi, no es algo seguro, pero sí está claro que él pone sus elementos. Basta recordar la presencia en dos escenas de su actor favorito, Bruce Campbell, citando nada menos que a la serie de Evil Dead. La película sigue la fórmula nueva que está de moda: el multiverso. La demagogia que los fans están pidiendo y reciben con euforia. Las muchas sorpresas que estas narraciones permiten son infinitas y al mismo tiempo obvias y simples. Series animadas como Futurama y Family Guy probaron de forma divertida este concepto. Es de esperarse que muchos otros títulos jueguen al multiverso, algo que absolutamente cualquier película o serie con personajes ya probados puede realizar. No hay mucho razonamiento, solo hay regalos para la platea. Ya no hablamos solo de la intertextualidad con las veintisiete películas anteriores, sino también con las series, en particular WandaVision en este caso, pero también otras series que no mencionaremos para no anticipar la trama. Strange (Benedict Cumberbatch) y Wong (Benedict Wong) pelearán contra The Scarlett Witch (Elizabeth Olsen) y aparecerá una nueva heroína, America Chavez (Xochitl Gómez) que hace su debut en una película de acción en vivo, aunque su origen en los comics tiene más de una década. El personaje de Chavez es un papelón progresista que no tiene la más mínima gracia. Felicitamos a la joven latina con dos madres, pero lo que importa es la trama y ella es un personaje horrible. A la película le cuesta encontrar el rumbo más allá de las referencias, los chistes y los guiños. Para los fans, tal vez alcance, para un espectador no experto, es evidente que se trata de una historia incompleta que no tiene vida si no se la relaciona con otros títulos. Sin embargo, como si fuera un Especial de Noche de brujas de Marvel, la película tiene momentos sangrientos, impactantes por su violencia y el tono se tuerce hacia el cine de terror en muchos momentos. Allí la película encuentra un tono y una personalidad que ojalá hubiera tenido desde el comienzo. La escena inicial, que es también el clímax, transcurre en ese universo feo de cosas que flotan propio de la era Marvel. Dr. Strange en el multiverso de la locura apenas aprovecha el festín que le deja servido el concepto de universos alternativos. Y tampoco es tan divertida como, por ejemplo, Spider-Man: Sin camino a casa.
El estreno de este filme viene a confirmar la decadencia cultural en la que estamos inmersos, no solo por el filme en si mismo, sino por el lugar que ocupa en tanto estreno cinematográfico. En otras épocas, en mi adolescencia al menos, se alababan los estrenos de filmes como “Pieza Inconclusa Para Piano Mecanico” (1977) de Mijalkov o “Gente como uno” (1980) de Robert Redford, “El Joven Frankenstein”(1974) de Mel Brooks. Directores como Ingman Bergman, Michelangelo Antonioni, Akira Kurosawa, por nombrar algunos, claro que aparecía el entretenimiento y así se lo promocionaba. No estoy haciendo anclaje en la recaudación, en este sentido “Tiburón” de Steven Spielberg recaudo 4 veces mas que “Atrapado Sin Salida” de Milos Forman, ganadora de los 5 principales premios Oscar y Globos de Oro de ese año. El promocionar este filme como uno de los “estrenos” del año, como lo “esperado”, es lo que me hace dudar hacia donde se dirige el arte cinematográfico, que clase de adultos intentan formar inundando la cabeza de los adolescentes con este material. Desde este punto es que se puede decir que esta segunda entrega de “Dr Strange en el Multiverso de la Locura” es presuntuoso, vació de contenido, pura parafernalia de efectos especiales y algunas imágenes que impactan, CGI 3D (o IGC en español) pero nada mas. Hasta da pena ver muy buenos actores desperdiciados de tal manera, haciendo morisquetas repetidas veces, o circulando sin saber la razón exacta. Que el texto plantee la eterna lucha entre el bien y el mal no es novedoso, tampoco lo es el elogiar la sapiencia Sam Raimi, director de “Un Plan Simple” (1998) o “El Hombre Araña” (2002) y sus otras 2 secuelas, para manejarse en este genero, hasta se podría hablar de un retorno luego de casi de una década de ausencia cinematográfica. En esta oportunidad el Dr. Strange (Benedict Cumberbatch) debe salvar y secundar a America Chavez (Xochiti Gomez), ningún parentesco con el venezolano, de las manos de Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen). América tiene la capacidad de trasladarse de un universo a otro sin ninguna dificultad y sin poder controlarlo, ese don es apreciado por Wanda quien desea fervientemente poder establecerse en ese universo donde ella es solo una madre de dos hijos, para obtenerlo deberá extraérselo lo que determinaría la muerte de América, mas allá de la alegoría. Esta es la razón por la que el Dr. circulara a través de los distintos universos, enfrentándose a Wanda, a la personificación de él mismo, encontrándose con distintas versiones de su amada Christine Palmer (Rachel Mc Adams), pero en busca de detener a la malvada. Luego de dos horas de pura parafernalia, la solución se encuentra, como por arte de magia, a la vuelta de la esquina. En el camino tiene tiempo para imponer situaciones que en la actualidad lo ponderan como lo políticamente correcto, America tiene dos madres…….que en realidad tiene tanta importancia narrativa como las apariciones de Alfred Hitchcock en sus películas, el tebeo original es de la década del 60, no me imagino a Stan Lee y a Steve Ditko autor y creador de la historieta respectivamente, pergeñando esto. Aquí, se siente a Raimi como un director por contrato, pero uno que ha sido superado por los poderes fácticos en términos de permitirle imprimir su sello, transformando su estilo, bastante reconocible e icónico en un accionar con intenciones de marcar su territorio en algo en el que obviamente no tiene ninguna inversión. Tampoco ayuda que la cinta trate realmente de nada. Podríamos hacer mal uso de la lingüística y nombrar al filme como el “Multi Verso de la Locura” lo cual en termino coloquiales, cotidianos, la palabra verso significa mentira, multi es mucho, quedaría “Mucha Mentira de la Locura”. Los fans estarán de parabienes, esto no ha concluido, pues termina dando cuenta de su continuidad con la aparición de Charlize Theron personificando una bruja. Convengamos que la actriz sudafricana sigue siendo una atracción.
Luces y sombras en el regreso de Sam Raimi. Como era de prever, a la fase 4 del Universo Cinematográfico de Marvel le está costando hacer pie, económica y artísticamente, tras el fulgurante éxito de una retahíla de filmes que lograron su punto cúlmine con Avengers: Endgame (2019). Hasta el momento los títulos dados a conocer son Black Widow, Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos, Eternals y Spider-man: Sin camino a casa. Ninguna es una mala película, es cierto, pero tampoco han deslumbrado en su conjunción de personajes ya asentados (Viuda negra, Spidey), personajes nuevos (Shang-Chi, los Eternos) y las historias que los contienen en ese tapiz inconmensurable que han concebido el productor factótum Kevin Feige y asociados. Comercialmente la única que demostró poder de fuego en la taquilla fue la tercera entrega de Spider-man que en la Argentina superó los 4.000.000 de espectadores convirtiéndose en la película de superhéroes más vista en la historia de nuestro país. Un gran logro, aunque en lo personal me resultó insatisfactoria. Y algo similar me vuelve a ocurrir con el estreno de Doctor Strange en el multiverso de la locura que incorpora, quizás un tanto tardíamente, a un director de talento como Sam Raimi cuyo opus previo data de 2013 (Oz: el Poderoso). El cine basado en cómics parecía una simple moda pero el surgimiento del UCM le estiró la vida al subgénero por lo menos una década más. La gente respondió volcándose masivamente a las salas y convirtiendo a Marvel Studios en un emporio impresionante con una penetración cultural multimediática que no debe subestimarse. 28 largometrajes después -sí, leyeron bien, ¡28!-, empiezan a notarse vestigios de agotamiento en temas, recursos y personajes. Doctor Strange: Hechicero supremo (2016) fue una excelente carta de presentación del ex cirujano estrella Stephen Strange, que subyugó con su arco de transformación que lo llevó de científico arrogante a aprendiz de las artes místicas hasta adquirir el estatus al que alude el título de este filme de Scott Derrickson. La frescura y originalidad expuestas en esa primera aventura se extrañan bastante en esta mucho más mecánica secuela pese a los esfuerzos conjuntos de Sam Raimi y sus actores. Uno de los problemas reside en esa cosmogonía a gran escala que pretenden implementar los ejecutivos de Marvel con cada nueva película, agregando capas y capas un tanto forzosamente. Nunca se había hecho, quizás no vuelva a repetirse jamás, y eso merece respeto y reconocimiento. No obstante, no puede negarse la realidad: más temprano que tarde la calidad empieza a decaer. Demasiadas propuestas de un tenor similar han erosionado esos cimientos tan sólidamente construidos por Kevin Feige y un puñado de escritores y directores entre los que podemos mencionar a Jon Favreau, Joss Whedon o los hermanos Anthony y Joe Russo. Mientras el público no les dé abiertamente la espalda, estas historias continuarán sucediéndose sin solución de continuidad, aunque las ausencias de Iron Man (Robert Downey, Jr.) y Capitán América (Chris Evans) son casi imposibles de paliar. La falta de carisma de los actores y/o personajes de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos y Eternals auguraba un futuro negro que para ser sincero no fue tal, más o menos disimulado por unas recaudaciones discretas, empero suficientes, considerando lo ignoto que le resultaba el material de estas adaptaciones a la audiencia no especializada. Se supone que Doctor Strange en el multiverso de la locura sería el título con el que el UCM daría un paso más allá de lo habitual coqueteando con el horror e incursionando en esos mundos paralelos que Spider-man: Sin camino a casa no pudo o no quiso profundizar. Era una elección lógica que Scott Derrickson retome su lugar como director de la secuela -recordemos que es un apasionado del género con antecedentes valiosos como El exorcismo de Emily Rose, Siniestro o Líbranos del mal-, pero diferencias creativas lo alejaron del proyecto que terminó en manos de otro experto como Sam Raimi. El creador de Darkman, el rostro de la venganza cumplía con todos los requisitos para el trabajo: fue el responsable de la mega exitosa trilogía de Spider-man con Tobey Maguire, y también fue el artesano que amorosamente pergeñó esa trifecta de culto que responde al nombre genérico de Evil Dead. De todas las opciones disponibles no cabe duda que el perfil de este superhéroe creado por los legendarios Stan Lee y Steve Ditko en 1963 era por el que más afinidad sentía Raimi. El tono terrorífico aplicado en Doctor Strange en el multiverso de la locura es muy light para quienes consumen ese tipo de filmes y es poco probable que conforme a nadie en ese aspecto. Lo que sí debe decirse es que para ser un producto con el sello Marvel, por lo general amigable, familiar, hay aquí elementos fuera de la norma tanto en su búsqueda de climas tenebrosos como en la irrupción de cierta crudeza inédita. La mano de Raimi se observa en los mejores pasajes de la película, en particular de la mitad hacia adelante. Se hacen presentes sus guiños, humor y hasta bufonadas con el aporte de su actor fetiche Bruce “Ash” Campbell que tiene una breve participación y roba cámara como suele hacerlo cada vez que colabora con su viejo socio. Son destellos aislados que revelan la presencia de un autor, algo que rara vez logra percibirse en una superproducción de esta envergadura. En mi opinión, el tema de los universos múltiples abre una cantidad interminable de atajos y excusas argumentales para que Feige/Marvel manipulen a conveniencia a su público. Es condescendiente y en el fondo hasta hipócrita como encaran la “sorpresiva” eliminación de algunos personajes a sabiendas de que pueden volver multiverso mediante. Como diría Miguelito, el amigo de Mafalda, en alguna de sus tantas salidas graciosas: “puede ser fácil, pero es anti-deportivo… váyanlo sabiendo”. En esta obra se observan las virtudes y defectos que los críticos venimos señalando sobre el UCM desde hace años: hay mucho chiste tonto que en lugar de descomprimir la tensión trivializa sin ningún criterio cualquier situación, una nula creación de personajes tridimensionales, un afán desmedido por complacer con el fan service, una trama insustancial fuera de la pirotecnia visual -muy cuidada como de costumbre- y a eso habría que sumarle un dudoso intento por adherirse a las agendas de corrección política y de género. Por ejemplo: la ex de Strange, Christine (Rachel McAdams), se casa con un afroamericano; y la joven América Chávez (Xochitl Gomez), se nos revela como hija de dos lesbianas. Todo esto muy al paso y sin otro objetivo concreto que dar una señal de aceptación nada creíble porque son decisiones que no nacen de la naturaleza del relato o de sus personajes sino como algo plantado ad hoc. Se nota a la legua. La set piece con la que abre el filme, con ese monstruo que parece estar inspirado en el Dios Cthulhu lovecraftiano, es espectacular y conlleva una rémora: ni siquiera el final logra opacarla. Esto es opinable, desde luego. Sucedió también con Piratas del Caribe: La venganza de Salazar y en algunas entregas de James Bond. Es una particularidad que debería evitarse a toda costa. Lo mejor debe reservarse siempre para el final. O eso pienso yo. La historia es simple, aunque se enmarañe por la proliferación de mundos paralelos, y está relacionada con la llegada a nuestro universo de la adolescente América Chávez que es perseguida para utilizar su gran poder: es capaz de crear portales interdimensionales y desplazarse voluntariamente adonde lo desee. Como aún no lo domina del todo pide ayuda al Doctor Strange que a su vez invita al grupete a Wanda Maximoff, también conocida como Bruja escarlata, que muy pronto se revela como una feroz antagonista por motivos que no haré mención aquí. Es de una torpeza absoluta el truco de guión con el que se explicita que Wanda tiene otros planes para América Chávez. Un buen guionista hubiese encontrado otra forma de desencadenar el conflicto. No es el caso de Michael Waldron. Con respecto al elenco, Benedict Cumberbatch vuelve a ser Doctor Strange con la prestancia y el ángel que ya le conocemos. Además, con la ayuda de maquillaje y caracterización, compone a varias versiones de Strange con distintas características de acuerdo al mundo al que pertenezca. El bonachón Benedict Wong cumple sin estridencias su parte como el sidekick Wong, Rachel McAdams no da la sensación de estar muy comprometida y aporta sólo oficio (en su defensa, el papel que le tocó tampoco es gran cosa), y Xochitl Gomez luce espontánea como América Chávez. La actuación más destacada, no obstante, es la de Elizabeth Olsen que aquí juega a villana desatada sin caer en la sobreactuación. Expresiva, conmovedora, aterradora, esta Bruja escarlata 2022 es la gran oportunidad que esperaba una actriz perennemente subestimada. Con luces y sombras, esta Doctor Strange en el multiverso de la locura representa un regreso digno e imperfecto de Sam Raimi al cine de superhéroes. Distinta suerte ha tenido el compositor Danny Elfman que suscribe aquí su trabajo más excelso en por lo menos dos décadas. El año pasado editó su disco en solitario Big Mess y ahora nos obsequia con este hermoso score. Lo único que falta para hacerla completa es que resucite a Oingo Boingo. Se agradece, Little maestro.
Con Doctor Strange in the Multiverse of Madness, el MCU se extiende vertiginosamente hacia los lados, en líneas de tiempo alternativas y universos paralelos, antes de establecerse en una historia más íntima y reflexiva sobre las elecciones que hacemos y que terminan por perseguirnos.
Reseña emitida al aire en la radio.
Los sueños de una madre El personaje de Doctor Strange, encarnado por el actor británico Benedict Cumberbatch, irrumpió en el popular mundo cinematográfico de Marvel en 2016 de la mano del director Scott Derrickson, un especialista en el género del terror que venía de dirigir Sinister (2012) y El Exorcismo de Emily Rose (The Exorcism of Emily Rose, 2005), dos buenos exponentes de su estilo, y se sumó a la diversidad de personajes que colisionaron en la última aventura de Avengers. El susodicho tuvo un rol secundario en la saga de Los Vengadores y un papel un poco más central en el último film del Hombre Araña, Spider-Man: No Way Home (2021), pero ahora regresa nuevamente con película propia para continuar con el tono del género, aunque por supuesto dosificado y limitado a lo tolerable por un público masivo. Tras la desvinculación de Derrickson debido a sus ideas de llevar el film hacia un terreno mucho más terrorífico, la dirección recayó en otro exponente que supo encontrar en el horror su nicho para saltar al cine mainstream de superhéroes, Sam Raimi, director venerado por la saga de Evil Dead en los años ochenta pero más conocido por el público cinematográfico promedio por su labor como director en la trilogía de El Hombre Araña, protagonizada por Tobey McGuire y Kirsten Dunst. Respetando los lineamientos de la última etapa de la saga de Marvel, o sea, cameos, chistes varios, diversidad de género, una mirada ligeramente feminista pero no lo suficiente como para herir alguna susceptibilidad, y referencias a las otras películas de la saga, y ofreciendo una nueva versión cinematográfica de una temática clásica del cómic poco explorada aún en el cine, el tema de los multiversos, y siempre dejando una puerta abierta a una continuación, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura (Doctor Strange in the Multiverse of Madness, 2022) es un nuevo exponente de la apuesta del cine mainstream hacia la captación de un público masivo, caballo de batalla ante la mudanza de los espectadores hacia las proliferantes plataformas de streaming. Doctor Strange en el Multiverso de la Locura comienza con un sueño en el que una versión del Doctor Stephen Strange, hechicero supremo de las artes místicas, intenta llegar hasta un libro sagrado, Vishanti, para proteger a una adolescente latina de un demonio maligno que intenta capturarla y robarle su poder, la habilidad de viajar entre universos paralelos. En nuestro mundo, el 616 para el Universo de Marvel, Stephen Strange despierta sobresaltado por su pesadilla para encontrar una realidad aún más aciaga: su ex pareja, la doctora Christine Palmer (Rachel McAdams), se va a casar y él está invitado a la celebración. Durante la ceremonia un monstruo con forma de pulpo gigante causa estragos en la ciudad en su persecución de la adolescente de los sueños de Strange, quien se entera por la chica de la existencia de los multiversos y de que, en uno de ellos, una versión de él ha muerto combatiendo a un demonio. Para salvaguardar la integridad de la muchacha, América Chávez (Xochitl Gómez), que no puede controlar su habilidad ya que surge cuando ella entra en pánico ante una situación de peligro extremo, Strange y su compañero en las artes místicas, el también hechicero supremo Wong (Benedict Wong), deciden llevarla a Kamar Taj, el templo de entrenamiento de los aprendices a hechiceros. Para reforzar la protección de América, Strange solicita la ayuda de Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), pero para su sorpresa la heroína se ha convertido en villana bajo el influjo de un libro oscuro, Darkhold, y ha decidido extraer el poder de América para trasladarse a un universo donde pueda estar con los hijos con los que sueña todas las noches, que habitan en uno de los mundos paralelos en donde ella es una feliz madre junto a sus adorados vástagos en lugar de una triste heroína que carga con la culpa de haber asesinado a su amado Ultrón. Así comienza una épica batalla en la que Strange y América viajan por múltiples universos para luchar por sus vidas y, por supuesto, descubrir que en los distintos universos algo inesperado que interpela su voluntad y hace crujir sus más firmes juicios siempre acecha para romper con los preconceptos. Por las escenas de la película desfilan zombies, brujas y hechiceros, científicos, superhéroes, miembros de sociedades secretas y monstruos varios, que componen una variopinta fauna que viaja por las distintas dimensiones sin sentido alguno para encontrar que no necesariamente hay algo mejor esperando allá fuera y que a veces es mejor conformarse con lo que uno tiene en lugar de transitar un camino peligroso que puede generar calamidades. El film de Raimi se centra en la historia del cómic, que a su vez retoma las teorías del físico cuántico Hugh Everett sobre los universos paralelos realizadas a partir de hipótesis producto del desarrollo de la mecánica cuántica, ideas volcadas en la literatura que se volvieron parte de la cultura popular y exploradas recientemente por Marvel con éxito en una de las adaptaciones animadas al cine del Hombre Araña, Spider-Man: Into the Spider Verse (2018). La historia es una clara metáfora sin mucha sutileza sobre la necesidad de América Latina de despertar de su posición geopolítica subalterna para comenzar a construir una historia soberana de igualdad. En este sentido, el personaje de Elizabeth Olsen, de apellido ruso, Maximoff, denominada la Bruja Escarlata, representa los poderes fácticos del planeta, empresas asociadas con gobiernos totalitarios, que siempre buscan saquear las materias primas de los países del Tercer Mundo, en este caso identificados con Latinoamérica. América se muestra durante casi toda la película como una adolescente que no puede controlar sus poderes y los avatares del Doctor Strange se debaten entre protegerla o quitarle su destreza para que no caiga bajo el control de la mujer que lucha con uñas y dientes para convertirse en madre. Tanto Benedict Cumberbatch como Elizabeth Olsen componen a personajes que son héroes y villanos a la vez, según el universo en que se encuentren, pero a diferencia de otros films de la saga, aquí se hace hincapié en la cuestión de la elección personal, en el extravío del camino de la buenaventura hacia uno más oscuro que conduce a la destrucción, aunque también a la posibilidad de encausarlo para buscar una salida a la catástrofe. Sin duda alguna la película no pretende que el espectador reflexione demasiado sobre lo que ve, sino más bien dejarse llevar, reírse un poco si comulga con este sentido del humor, disfrutar de los guiños si tiene los conocimientos intertextuales a los que alude, y si no, al menos, ofrecer una estructura narrativa que deje una sensación de haber visto un espectáculo pirotécnico con efectos especiales bien realizados, actuaciones conformes y alguna que otra sorpresa. Aunque la película tiene una gran cantidad de escenas de violencia, pequeños toques de terror y una estética tétrica asociada principalmente al personaje de la Bruja Escarlata, las posibilidades narrativas de la propuesta se ven completamente diluidas por el afán de complacer a los fans en todo momento, lo cual, hay que decirlo, funciona a la perfección, con golpes de efecto que dejan a los fanáticos anonadados ante tanta condescendencia. Desgraciadamente Doctor Strange en el Multiverso de la Locura desaprovecha la temática que trata, el concepto de los multiversos, al convertirla en un contexto sin sustento, dilapidando a su vez al elenco, del que solo se destacan Olsen, Cumberbatch y Wong. Con algunos guiños a Evil Dead y pequeñas dosis de lo que pudo ser un film más acertado o personal, Raimi construye una obra demasiado intrincada, llena de personajes que aparecen y desaparecen, con un desarrollo narrativo que se acelera tan vertiginosa como innecesariamente hasta el punto del sinsentido para no dejar nada afuera y sumar un granito más a un universo que ya le cuesta entender hacia dónde quiere dirigirse.
Bienvenido Sam Raimi, una vez más, al mundo de los héroes, para una propuesta que si bien no deslumbra, tiene momentos vitales y originales como un duelo musical con notas que permanecerá en el recuerdo del espectador.
FORMA Y FONDO Debo admitir que soy de los que reniegan bastante de la trilogía de El Hombre Araña dirigida por Sam Raimi. No solo de la tercera parte (a la que prácticamente nadie defiende), sino también de las dos primeras. Sí, incluso de El Hombre Araña 2, a la que casi todos aman. Es que, si en el cine de Raimi siempre hay una tensión entre forma y fondo, entre lo que se cuenta y cómo se cuenta, un sendero muy fino que el realizador suele transitar con arrojo y riesgo, casi siempre al borde del desbarranco, en las películas sobre el hombre arácnido no llegaba a haber una fluidez total. Eso restaba potencia y solidez a los conflictos personales -o los hacía caer en subrayados- en las dos primeras películas, mientras que en la tercera había una acumulación de recursos que el relato no conseguía ordenar. De ahí que la perspectiva de Doctor Strange en el Multiverso de la locura, que insinuaba una apuesta al terror, pero también la necesidad de plegarse a la nueva vía argumental del Universo Cinemático de Marvel -que hasta ahora ha progresado de forma muy despareja- me generara bastante incertidumbre. Hay que decir que Raimi pasa el examen de su vuelta al mundo de los superhéroes con cierta holgura, precisamente porque encuentra unas cuantas instancias donde la forma y el fondo confluyen adecuadamente. Lo cual no significa que Doctor Strange en el Multiverso de la locura no sea un espectáculo desparejo, en el que hay una multitud de elementos puestos en juego. La estructura es casi la de una especie de road-movie, en primera instancia, interdimensional: Strange (Benedict Cumberbatch) deberá ayudar a America Chávez (Xochitl Gomez), una joven con el poder -que no puede dominar- de pasar un universo a otro y que es perseguida por una entidad maligna que es mucho más cercana de lo que podría presumir inicialmente. Pero el viaje que emprende Strange también será ético, moral y afectivo, porque esos saltos de un mundo a otro lo pondrán frente a elecciones de todo tipo, que pondrán a prueba su carácter y su mirada sobre el poder. Donde la película de Raimi -y en particular el guión de Michael Waldron- acierta es que hay un antagonismo claro y, especialmente, único, que encarrila la narración hacia una confrontación bien definida. A la vez, Strange encuentra en Wanda Maximoff/Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen) un espejo que lo interpela no solo desde los poderes mágicos que ambos ostentan, sino también desde los deseos íntimos que en cierto modo los ligan. Si Wanda quiere poder ejercer sus capacidades sin culpa y se aferra a la idea del reencuentro con sus hijos (que ya venía arrastrando desde la serie WandaVision), Strange también arrastra ese amor no concretado por la Doctora Christine Palmer (Rachel McAdams), con lo que no puede evitar verse reflejado en esa conflictividad, en el deseo por algo que luce imposible a primera vista, pero que se revela como realizable, aunque a un costo altísimo para los equilibrios espacio-temporales. Raimi aprovecha mucho ese juego de espejos -de hecho, es un tema que está muy presente en su filmografía- y lo lleva a fondo en la puesta en escena, no solo desde lo objetual, sino también desde la mirada, apropiándose de la materialidad de la historia e incluso permitiéndose ingresar en el territorio de lo macabro e inquietante con resultados auspiciosos. Claro que esa apropiación toma un tiempo considerable y en unos cuantos pasajes queda subordinada a todos los elementos marvelianos que trae la película. En Doctor Strange y el Multiverso de la locura pasan un montón de cosas, desfilan una multitud de personajes emblemáticos -muchos de ellos para que la fanaticada aplauda al instante, como acto reflejo y sin preguntarse realmente qué están aplaudiendo- y se introducen quizás demasiados conceptos, hasta convertir a las dos horas de metraje en una experiencia algo confusa, e incluso extenuante. Allí es donde Raimi parece quedar excesivamente subordinado a las necesidades de una franquicia gigantesca y un poco condenado a volcar una gran cantidad de información sin un criterio consistente, perdiendo incluso el eje de los conflictos principales. Por suerte, hacia el final, Raimi vuelve a encontrar el equilibrio entre forma y fondo, termina de convertir a Strange y Wanda en personajes tan trágicos como coherentes en sus decisiones, y hasta se permite dejar algunas huellas productivas de su autoría en el relato. Doctor Strange y el Multiverso de la locura no llega a ser un film distintivo en el Universo Cinemático de Marvel, pero sí muestra una solidez innegable y le otorga nuevas dimensiones a su protagonista. Y no solo dimensiones espaciales y temporales, sino también sentimentales, lo cual no deja de ser un logro considerable.
Para muchos una de las películas más esperadas del año. Marvel se convirtió en un coloso que todo lo acapara, al que ya no le alcanza con su propio universo. Es por esto que en esta nueva fase busca inculcar el concepto de multiverso. “Doctor Strange in the Multiverse of Madness” de Sam Raimi nos pasea por varios universos alternativos, donde los personajes que ya conocemos ocupan otros roles o no existen. Hoy jueves 5 de mayo llega a todos los cines en casi todas las salas del país, en una variedad de horarios impresionante. Con la intención de salvar la vida de una misteriosa joven que aparece repentinamente en su realidad, Doctor Strange terminará viajando por los diversos universos que coexisten en el MCU. En ellos se encontrará a diferentes versiones de personajes que ya conocemos, en la búsqueda del arma que podría acabar con el villano de esta entrega: Scarlet Witch.
Dr Stange en el Multiverso de la Locura es un título perfecto, porque da exactamente lo que promete; vemos al hechicero por distintos universos y la sensación que tiene el filme es de locura, es en cierta forma, un filme demencial; es una mezcla heterogénea de cosas que nos remite a la locura; es un filme arriesgado para el estándar de Marvel, distinto a otros filmes que parecen hechos con el mismo molde, es una película atrevida dentro de ese universo, con mayores cuotas de locura, violencia, sangre, y particularidad; donde en un primer vistazo pareciera que los productores se hubieran ido de vacaciones y lo hubieran dejado solo al director Sam Raimi, que tiene varios clásicos del terror, y este hubiera aprovechado para hacer lo que quisiera, y en ese sentido, el filme es sorprendente. curiosamente el producto final no es una película para chicos, que pueden salir perturbados por algunas escenas que están claramente enmarcadas en el género del terror, y en un filme donde se ven empalamientos, gente cortada a la mitad, zombies, monstruos, espíritus en pena y otras yerbas, que no coinciden con la familiaridad de las películas de Disney / Marvel, pero tampoco coinciden siquiera con la primera película del Doctor Strange. Recomendada solo para adultos. La crítica radial completa en el link.
Una pierde la cuenta de cuántas películas y series forman parte de un universo que en un principio entusiasmaba pero a medida que se expande y abre más y más senderos ya no todos nos llaman por igual. Vi la mayoría de las películas y sólo un poco de las series, curiosamente Wandavision es la única que terminé. La traigo a colación porque Wanda, o Scarlett Witch es la otra gran protagonista de esta nueva entrega de Marvel, la segunda parte de Doctor Strange que en realidad es la parte vaya-una-a-saber de una saga que cierra alguna historia, abre otras tantas, se despide de un personaje y presenta a varios más. Después de que Scott Derrickson se bajara de la secuela de su película que tuvo como protagonista absoluto a Benedict Cumberbatch, quien se puso, o a quien pusieron, al frente fue a Sam Raimi. Un director que empezó su carrera cuando junto a unos amigos filmó una peliculita de terror hoy icónica como es Evil Dead (con su segunda y tercera parte, una más inventiva que la otra) y pronto se hizo un nombre hasta llegar incluso a dirigir aquella trilogía de Spiderman con el Tobey Maguire que tanto extrañamos (Spiderman: No way home sin duda le debe mucho a Raimi). Entonces esto me vuelve a entusiasmar, sobre todo tras varios años sin dirigir una película desde Oz: the Great and Powerful, aunque también me haga sentir cierto temor: sé que no son los directores los dueños de estas películas, sino una productora que conoce fórmulas que evidentemente le rinden y todo indica que seguirá siendo así. Sin embargo las esperanzas de ver un poco de un autor como Raimi estaban a la orden, aunque sepamos que no es él quien tiene el corte final. Doctor Strange in the Multiverse of Madness empieza con un primer acto poco interesante, situándolo tras lo sucedido en Spiderman: No Way Home. Por un lado se presenta a un nuevo personaje, una joven que llega de otro universo llamada América Chavez (interpretada por Xochitl Gómez, quien viste una campera de jean con la leyenda Amor Es Amor y un pin con la bandera LGBTQ), a través de dos escenas grandilocuentes llenas de efectos especiales como es de esperar. Pero el verdadero conflicto se termina de definir cuando Doctor Strange recurre a Wanda, la viuda de Vision que quedó desolada tras su muerte. Sin contar mucho más, porque además estas películas obsesionan a sus seguidores con el tema spoilers, la historia se abre a diferentes universos y por lo tanto a una infinidad de posibilidades. En otras palabras, todo puede pasar pero al mismo tiempo siempre suele suceder lo más predecible. Si bien en la primera parte de la película no aparece ni un abismo de un sello de autor de Raimi, de a poco empieza a emerger, aunque siempre lo haga a través del filtro Marvel, con efectos especiales por doquier y el miedo a perder la calificación PG-13. Nos vendieron esta entrega como la primera de terror y eso es una gran mentira, pero no quiere decir que no aparezcan elementos propios del género (algunos se han podido ver incluso en el trailer) en algunas escenas más logradas que otras. En su segunda mitad es cuando aflora lo mejor que puede hacer Raimi acá, un Raimi condicionado que no por eso iba a dejar de divertirse. Y acá sí hay una película divertida que va de menos a más. Hay demonios, brujería, zombies, muertes sangrientas (aunque la sangre no suela estar en primer plano). Como en todas estas películas también hay un interés romántico inocentón (el protagonista se reencuentra con Christine, el personaje interpretado por Rachel McAdams, a quien no supera aunque intenta simular que sí) y una infinidad de cameos de personajes y actores que apuestan a la sorpresa y al guiño más que otra cosa. Hay una escena post créditos que sigue abriendo posibilidades (además de confirmar un fuerte nombre para lo que viene en el universo Marvel) y otra que no aporta mucho a la trama pero gana en simpatía. Elisabeth Olsen y su Scarlett Witch ganan protagonismo con un conflicto que a esta altura se siente ya demasiado plano y le impide desarrollarse mejor como personaje (bueno, tuvimos la serie ya, dirán algunos, pero me sigo negando a la idea de que algo no funcione con excusas de ese tipo -me sucede lo mismo con una adaptación literaria que se supone que para comprender, apreciar hay que haber leído el libro antes). La actriz se luce mejor que nunca en la saga y se agradece su fuerte presencia en la historia. Incluso se destaca por sobre Cumberbatch en las escenas compartidas. Un elemento que funciona mejor que en otras entregas es la música, acá por el experimentado Danny Elfman. Una banda sonora menos genérica que le aporta dramatismo a algunas escenas y hasta se anima a ser la protagonista de una de ellas. Menos eficaz resultan los efectos CGI en ciertas escenas. El guion de Michael Waldron se desarrolla de manera esperable y efectiva aun entre tanto personaje e introduce algo interesante que no se termina de explorar: el papel de los sueños, que acá se alejan de lo inconsciente para sembrar pistas de algo tangible. Lo mismo pasa con la idea de abrirse a una cantidad desconocida de universos; una creería que desbordaría en imaginación pero se queda a medias tintas. Excesiva, despareja, alucinante por momentos, Doctor Strange 2 no es la película que un acérrimo admirador de Raimi esperaba ver porque sabía que no iba a encontrarse con un autor en plena libertad. Sin embargo en su Raimi contenido, y con sus referencias a su filmografía, hay mucho más cine que en las películas genéricas del Universo Marvel. El resultado es una película divertida, con varias sorpresas, que podría haber explorado más la enorme idea a la que el título refiere pero sí abre puertas. Resta ver si Marvel se anima lentamente a salirse un poco del molde o prefiere quedarse en la fórmula que tanto le ha rendido. Todo indica que a los fanáticos de Marvel no defraudará pero tampoco a aquellos que busquen algo de riesgo sin esperar algo totalmente distinto.
Llegó, era hora, después de haber sido una de las producciones que se vieron afectadas por la pandemia Doctor Strange… arrancó con un director que fue cambiado, poco después de iniciado el rodaje y llegó nada menos que Sam Raimi. Dr Strange tuvo su película de origen pero después el personaje participó con los Avenger de la destrucción global del chasquido de Thanos. El mismo Strange se volvió cenizas y estuvo muerto cinco años y cuando toda esa Fase 3 terminó, el personaje quedó como una especie de líder veterano de un posible grupo de héroes si era necesario. Pero lejos de eso en Spiderman: sin camino a casa el hechicero comete un error y abre lo que va a ser el centro de esta nueva fase de las películas de Marvel que es el desarrollo del concepto de «Multiverso». Se abren nuevas realidades y universos paralelos con versiones diferentes de los personajes que conocemos. La nueva película de Dr Strange presenta un nuevo personaje llamado América Chavez (Choxtli Gómez) que va a aparecer escapando nada menos que de Wanda (Elizabeth Olsen) que ya no es Wanda sino que se ha convertido en «La bruja escarlata». No vale contar mucho más ,ya que cualquier cosa que se adelante puede arruinar la experiencia al espectador. El drama de Wanda se explica lo suficiente en la película pensando que no todo el mundo ha visto la serie «WandaVisión», que se estrenó en la plataforma de Disney en 2021. Sam Raimi toma los puntos clave de los dramas de los personajes centrales y en dos horas diez cuenta una historia en la que se ven distintas versiones de Dr Strange y le saca todo el jugo posible a Elizabeth Olsen, que logra momentos estremecedores cuando la Bruja Escarlata se vuelve terrorífica. Benedict Cumberbatch conoce a la perfección los dolores que atraviesan a su personaje y el sacrificio que tuvo que hacer para volverse el principal Hechicero del Universo. Hay guiños para los entendidos y hay una larga lista de cameos y de apariciones que van a entretener a los espectadores más entendidos. A la hora de hacer un ranking de películas de Marvel, habrá que ver con el tiempo como queda ubicada esta segunda película de Dr Strange pero queda claro que es una buena entrada al concepto de Multiverso que se introdujo en las películas de Spiderman pero que en esta se puede ver que las posibilidades son infinitas. Pero vale la pena decir que como suele ocurrir cuando el jardín de senderos que se bifurca se expanden de más, también se corre el riesgo de perder al espectador. Lo bueno de Raimi es que supo contener esas posibilidades infinitas y logró que el relato no se volviera incomprensible. DOCTOR STRANGE EN EL MULTIVERSO DE LA LOCURA Doctor Strange in the Multiverse of Madness. Estados Unidos, 2022. Dirección: Sam Raimi. Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Elizabeth Olsen, Chiwetel Ejiofir, Rachel McAdams, Benedict Wong, Xochiti Gomez, Michael Stuhlbarg y Patrick Stewart. Guion: Michael Waldron. Fotografía: John Mathieson. Edición: Bob Murawski, Tia Nolan. Música: Danny Elfman. Distribuidora: Disney. Duración: 126 minutos.
“No, América: es hora de que creas en vos misma”. “Y… ¿cómo está América?”. Contento y satisfecho son dos cosas distintas. En una comés cosas ricas para disfrutarlas; en la otra simplemente te llenás la panza para no pasar hambre. Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es una película que te deja satisfecho pero no contento. Hay algunas secuencias muy logradas, hay un muy buen cast, hay cameos y sorpresas… pero hay momentos agrios, diálogos ridículos e ideas mal explotadas que te dejan la sensación de que el resultado final debería haber sido muy superior. Si se siente como una película Marvel cocinada de apuro… es porque se trata de una película Marvel cocinada de apuro. En Enero 2020 cambiaron de director (Scott Derrickson quería hacer algo mas terrorífico, retorcido y oscuro), tiraron el libreto a la basura, y pusieron al terrible guionista de Loki a hacer un nuevo script. Metieron con calzador a Sam Raimi – que después de Spiderman 3 no quería volver al género de superhéroes debido a la mala recepción crítica que tuvo aquella película – y éste tuvo que empezar a hilvanar de apuro las cosas para tener un producto listo para 2021. Entra a jugar el Covid, hay demoras de producción de todo tipo, y recién en noviembre 2020 comenzaron a rodar aunque sin un libreto terminado. Como los tiempos se estiraron – y Doctor Strange 2 estaba pensada para estrenarse antes de Spiderman: Sin Regreso a Casa – hubo que refilmar secuencias para acomodarlas a la historia de arañita y sus eventuales consecuencias en el MCU amén de sacar a América Chavez (que iba a figurar en la historia del filme de la Sony). Pero la cocinada de apuro se nota y mal. Estos actores de primer nivel deben lidiar con diálogos que parecen salidos de un filme de Roland Emmerich (¿remember Moonfall?). La que se lleva la peor parte es Rachel McAdams – que tiene mayor participación en la acción sobre el final del filme -, la cual dice sus parlamentos con la mirada distante y en piloto automático como si no pudiera creer que los billones de Marvel hayan servido para contratar a un libretista tan horrendo como éste y sin tiempo para que un script doctor le pegue una pulida y los deje, al menos, menos disonantes. La cantidad de veces en que puse los ojos en blanco es abrumadora y eso no me había pasado nunca en un filme Marvel. Si al menos el problema fuera sólo con los diálogos… pero hay otras decisiones creativas que definitivamente te hacen crujir los dientes. El primero de ellos es América Chavez – un McGuffin viviente perseguida por todo el mundo – cuyos poderes son absurdos y salidos de la nada (hace portales interdimensionales con forma de estrellita!… por Dios, qué ridículo: ¿qué es? ¿un osito cariñosito?). América viene de otro planeta y otra dimensión pero aún así se llama como la nación mas poderosa de esta Tierra (lo cual da lugar a un montón de chistes inintencionales cada vez que la nombran), tiene dos mamás – en un fugaz y forzado intento de meter diversidad en el MCU – y las evapora en menos de cinco segundos en pantalla (cuando tenía diez años la piba se asustó con algo, entró en trance, abrió un portal de estrellita y el vortex succionó las mujeres – y a la mitad de la gente que estaba por ahí – disparándolas hacia otra dimensión… todo esto narrado en un breve y desprolijo flashback). Como no hay explicaciones adicionales no sabemos si el mundo de América es como Themyscira y está habitado solo por mujeres – con lo cual ser gay sería lo standard -, o cómo rayos América fue concebida y si el donante (de haberlo y no haber autoconcepción) es el portador del gen mutante que recibió. Ni siquiera hay una lágrima cuando Xochitl Gomez cuenta todo esto (“¿te conté que maté a mis madres tirándolas a un agujero interdimensional?”). La escena concluye con un vacío consejo de manual por parte de Stephen Strange: “no te preocupes; ellas están bien, donde quiera que estén”. Pero es imposible cargarle todas las tintas al personaje de América, ya que hay mas cuestiones desesperantes en el filme. El siguiente ítem de la lista es la abrumadora volubilidad de los personajes: de un instante a otro cambian de parecer y hacen exactamente lo contrario de lo que estuvieron predicando toda su vida. En cinco segundos Wanda pasa de un pacífico retiro espiritual a convertirse en una genocida peor que Thanos, capaz de arrasar de la peor manera posible con la mitad del universo si no le entregan a la chica Chávez para poder absorber su poder y viajar a una dimensión donde sus hijos sigan existiendo y haga su vida de ama de casa tal como vimos en WandaVision (de hecho todo el filme se siente como un capítulo sobreproducido de final de temporada de la serie; si no viste WandaVision vas a quedar literalmente en pelotas, lo cual una decisión creativa totalmente discutible porque te obliga a seguir todas las tiras Marvel de Disney + de ahora en mas si querés estar al tanto de lo que va a pasar en las películas, de dónde salió tal personaje o por qué éste otro se porta como un loco). Cosas similares ocurren con otros caracteres – como las versiones de Tierra 838 de Christine Palmer y el Profesor X (no es spoiler!, el tipo ya figuraba en el trailer!) – que están sumamente convencidos de algo y, de un instante a otro, terminan haciendo todo lo contrario… y no porque hayan sido cambiado de opinión gracias al peso de los argumentos que exhibe Strange (ya que los mismos son de una pobreza conceptual total debido a lo flojo del libreto) sino porque los tiempos narrativos no daban ya que quedaban un choclo de escenas para filmar. A los abruptos cambios de conducta debemos sumarle la pobreza del concepto de Multiverso implementado en el filme. Digo: esto daba para una correría sicodélica por todos los universos posibles dando lugar a toneladas de fan service y momentos de aplausos de pie – con Wanda corriendo detrás de Strange y Chávez, los tres saltando de una dimensión a la otra y topándose con millones de versiones alternativas de personajes conocidos, cuando no, de cameos y sorpresas -. Pero no: se cayeron en Tierra 838, se ahí quedan hasta el final y, de pura casualidad, es la única de Tierra del Multiverso donde vive la versión de Wanda que es ama de casa y tiene sus dos hijos (¿en serio??). Para impedir el salto de universos – que implicaría mas dinero de producción y efectos especiales, amén de un despliegue de creatividad que supera al limitado libretista que contrataron – el guión se despacha con que los saltos interdimensionales pueden detonar los universos por los que pasás. Así que la diversión y el fan service se limitan a una sola Tierra alternativa y cinco minutos de cameos con personajes importantes y poderosos… tirados por la borda de la manera mas expeditiva posible, lo que se transforma en una auténtica falta de respeto. Al parecer Michael Waldron nunca vió Spiderman: Un Nuevo Universo (versiones alternativas de un mismo personaje aparecen en la Tierra que todos conocemos) o siquiera Everything Everywhere All at Once, una comedia indie que explota el mismo concepto de manera muchísimo mas festejable… con muchísima mas inventiva y con un presupuesto que debe ser el sueldo del que sirve el café en Marvel. Hasta el uso del Multiverso en Spiderman: Sin Camino a Casa era mucho mas creativo que esto. Mientras que el concepto de Multiverso suena a rico en posibilidades es, por otro lado, un craso ejemplo de flojera intelectual. Podés inventar versiones exóticas de todo tipo de cualquier personaje sin dar ningún tipo de explicación sobre su conducta u origen. Por el otro lado, altera la versatilidad del universo que todos conocemos – Iron Man no se murió sino que sigue vivo en otro lugar; el Capi no está jubilado y sigue combatiendo villanos en otra dimensión… y todos esos superhéroes pueden aparecer mágicamente acá cuando las papas quemen, convirtiendo al Multiverso en una fabrica masiva de Deus Ex Machinas -. Si a eso le sumamos que Marvel está vomitando toneladas de nuevos personajes mediante las películas de la Fase 4 y las series de Disney + (piensen a Loki y sus versiones alternativas, Moon Knight, los Eternos, los que reincorporaron que tenían series previas en Netflix, los que absorbieron de la Fox, los que ya figuran en la agenda como Blade, Señorita Marvel, la Thor de Natalie Portman… y un larguísimo larguísimo etcétera) entonces la próxima película de los Vengadores va a precisar un estadio para albergar tantos superhéroes. ¿Se acuerdan cuando el MCU era una cosa simple, había un solo superhéroe por película y tenía una historia interesante para contar?. Mientras todo esto es discutible, lo que termina salvado a Doctor Strange en el Multiverso de la Locura son las perfomances, la magia visual de Sam Raimi y la partitura de Danny Elfman. Todos actúan muy bien pero el filme le pertenece a Elizabeth Olsen: a pesar de las asperezas del libreto para explicar sus cambios de conducta, es la Olsen la que humaniza a Wanda y la aleja de ser una villana de cartón pintado. La tristeza de Wanda es profunda, traspasa la pantalla y hay un par de escenas que son desgarradoras en lo dramático. ¿De qué le sirve ser el ser mas poderoso del universo si no puede ser feliz o, siquiera, viajar a la dimensión donde puede encontrar la paz?. No hay nada mas solitario que un Dios y éste es el caso. Es una lástima que el libreto vaya tan a las apuradas que se haya comido de meter un par de escenas con Vision siquiera en flashbacks. El robot era una fuente de sabiduría emocional (“el duelo no es mas que el amor que perdura en el tiempo”) y su ausencia acá bordea lo imperdonable. El era parte esencial de la historia de Wanda; ¿cómo no va a aparecer?. Por el otro lado Raimi sigue siendo un rey de lo visual – las batallas rebosan de creatividad (no hay nadie mas elegante para entrar en combate que Stephen Strange!) y hay un par de refriegas (la final y una previa que tiene que ver con música) que son dignas de aplauso -. Y el Elfo sorprendiendo con una de las mejores bandas sonoras de sus últimos tiempos. Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es una aventura pasable y vistosa. Está plagada de altibajos en buena parte por el manoseo y los apurones que sufrió, pero esto también precisaba otro libretista menos detestable y un par de pulidas extra. Seguramente recaudará un fangote de guita pero definitivamente es inferior a la Doctor Strange original, la cual era mucho mas solida y satisfactoria aunque fuera tan solo la regurgitación de una formula patentada y reusada por Marvel hasta el cansancio.
La secuela de Scott Derrickson perdió a su director, pero convocó a un peso pesado del terror para darle a Stephen Strange su revancha. Lo que supo ser un universo narrativo sólido, con historias orientadas a personajes, que construían lentamente su propio lore independiente de los cómics, a base de aventuras individuales y ensamblajes épicos, se convirtió poco a poco en otra cosa. Seducido por una ambición desmedida y un hambre voraz de taquilla, el Universo (¿o Multiverso?) Cinematográfico de Marvel se fue transformando en una fiesta de fanservice, cameos caprichosos y resoluciones forzadas para tener a varios personajes populares en la misma escena y derrotar al malo de turno sin mayores consecuencias para la continuidad de la historia. Al menos esta es la historia que parece contar en la pantalla grande la irregular Fase 4 del MCU (por sus siglas en inglés), ese gran plan narrativo sin precedentes en el cine moderno, que redefinió por completo el concepto de blockbuster y moldeó la industria a su imagen y semejanza. Un castillo de naipes cuidadosamente armado durante una década, que ahora corre el riesgo de derrumbarse bajo el peso de su propia ambición y cierto apuro injustificado. Doctor Strange and the Multiverse of Madness (2022) -o MoM, por sus siglas originales- es casi el epítome de esta nueva metodología que construye sobre las expectativas de los fans, en lugar de hacerlo sobre la base de un universo bien consolidado a lo largo de años, con personajes conocidos y queridos por gran parte del público. Una película que no respeta su propia lógica interna y hasta parece contradictoria con propuestas anteriores, estrenadas a lo largo de esta etapa en la pantalla chica a través de las series de Disney+ Que las producciones de Marvel Studios para streaming iban a estar interconectadas con sus contrapartes en el cine era algo que se venía anticipando desde el comienzo de la Fase 4, luego de la conclusión de la Saga del Infinito con la derrota de Thanos. Que la pandemia modificó un poco esos planes, también era algo comprensible. Pero que el estudio insista en sacar tantos títulos casi sin respiro entre uno y otro, es algo que quizás les esté jugando más en contra que a favor a esta altura del partido. La secuela de Doctor Strange (2016) es una película que funciona, más bien, como secuela directa de WandaVision (2021), la serie que tuvo a Wanda Maximoff (aka la Bruja Escarlata) como protagonista, atravesando un viaje de duelo, locura y redención. Un arco que se articulaba perfectamente con su final en Avengers: Endgame (2019) y que ponía al descubierto las fallas en las dinámicas de equipo de los Vengadores, un conflicto explorado desde su primera película como equipo allá por 2012 de la mano de Joss Whedon. Por eso cuesta conciliar el hecho de que Wanda (Elizabeth Olsen), un ser poderosísimo a cargo de la tutela de los Avengers desde el minuto en que se unió al grupo, haya sido completamente abandonada por sus pares tras el blip y los sucesos de Westview en su propia serie. Sucesos que en esta nueva película son desestimados con una simple frase de Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), solo para revelar segundos después que la amenaza es más real que nunca, convirtiéndose en el verdadero conflicto de esta película. Es doloroso ver a Wanda atravesar el mismo arco de locura y desesperación, casi como si no hubiera aprendido nada de su traumática experiencia anterior y del sacrificio por el bien mayor que le requirió toda su fuerza de voluntad al final de WandaVision. Como si la derrota en Wakanda y la infinita sabiduría de Vision (Paul Bettany), su gran compañero, no hubieran tenido ningún impacto en su historia. Todo se reduce a la influencia maligna del Darkhold, convirtiendo a Wanda -un personaje muy interesante que tuvo la oportunidad de desarrollarse y explorar temas complejos en su propia serie- en una caricatura bidimensional de sí misma. Una villana sin matices. En este sentido, el trabajo de Elizabeth Olsen para encarnarla es superlativo. A pesar de todas las debilidades del guion y de los maltratos que sufre su personaje, se carga al hombro la tarea de darle profundidad, de enfocarse en sus fortalezas y defender sus decisiones, al punto de convertirla en la protagonista absoluta de una película que recae casi por completo en su interpretación. Pero la propuesta es tramposa, ya que el público termina empatizando mucho más con su personaje de lo que debería, haciendo que la resolución apresurada del final sea doblemente insatisfactoria e inefectiva. Lo que podría ser una crítica concienzuda de cómo Marvel ningunea a sus propios personajes femeninos, se convierte en un simple lampshading para dar carta blanca a la demonización de la mujer empoderada. ”Si tú rompes las reglas eres el héroe, si lo hago yo soy el enemigo. No parece justo, ¿verdad?” ~ Scarlet Witch ~ Una mujer que, además, está obsesionada con el rol de madre. El deseo convertido en obsesión, la falta de empatía hacia los deseos de otras mujeres (incluso de su propia versión alternativa), el despecho como motivación, el mote de bruja asociado a lo maligno, las torturas a las que se expone su cuerpo y su mente, y el sanguinario enfrentamiento con los otros personajes femeninos (que existen únicamente con ese propósito) caen en los lugares más comunes y retrógrados del entretenimiento de masas. Y dan para muchas más lecturas de las que podríamos hacer en una simple reseña de la película, pero no quería dejar de mencionarlo. LA BRUJA ESCARLATA Y EL EX HECHICERO SUPREMO Desde el principio se le recuerda a la audiencia que Stephen Strange ya no es el Hechicero Supremo, puesto que recayó en Wong (Benedict Wong) a raíz del blip de Thanos. Un hecho que ya había quedado claro en Spider-Man: No Way Home (2021), otra película que tiene los Multiversos como eje central y que también podría ser considerada precuela directa de esta (aunque una sea de Sony y la otra de Disney). Sin embargo, nunca se termina de establecer hasta qué punto Doctor Strange está al tanto de su funcionamiento, qué consecuencias tuvo que pagar por la irresponsabilidad de sus actos ni cómo obtuvo los poderes que convoca de la Dimensión Oscura. Esta falta de profundidad en los conflictos es justamente parte central del problema: no hay reglas bien establecidas. Y al no haber reglas, no hay riesgos ni consecuencias. La magia no está atada a las leyes naturales, sino que más bien juega a favor de las conveniencias del guion, al igual que el nivel de poder entre los distintos personajes y cómo interactúan entre ellos. Lo cual nos deja parados en un lugar casi infantil, en el que cualquier cosa que requiera la trama puede pasar, sin perjuicio de los personajes ni sus historias. Una solución conveniente y simplona, que no está a la altura de la sofisticación narrativa que supieron tener las anteriores entregas del MCU. Por otro lado, el sello particular de su director Sam Raimi también aparece y desaparece de acuerdo a los requerimientos de una fórmula que no conjuga del todo bien con la visión del cineasta. Al menos no como en el caso de James Gunn o Taika Waititi, que se la apropiaron en películas como Guardians of the Galaxy (2014) o Thor: Ragnarok (2017). Con Raimi pasa algo parecido a lo que ocurrió con el sello autoral de Chloé Zhao en Eternals (2022), dando como resultado una mezcla heterogénea y poco orgánica entre estilos, en el que se sienten más los homenajes a su propio cine que alguna idea verdaderamente nueva y original. A pesar de algunas tomas y movimientos de cámara muy inspirados, propios del cine de Raimi, nada más la separa de una película genérica de terror, excepto el diseño de personajes y una que otra composición surrealista, que quedan perdidas entre tantas ideas heterogéneas y CGI. Mención aparte merece la música de Danny Elfman, quizás el aspecto más imaginativo de esta entrega, aunque muchas veces choca con la intención de la escena que acompaña o, por el contrario, subraya por demás momentos que no logran sentirse orgánicos. SÚPER CAMEOS Y NUEVOS PERSONAJES La película se presenta a sí misma, desde su título hasta su campaña publicitaria, como una épica multiversal desatada a raíz de la locura de la Bruja Escarlata, sin embargo nada de eso está a la altura de las expectativas. Los universos que visitan nuestros protagonistas son apenas un par sospechosamente parecidos al 616 (el "nuestro") y uno de ellos está habitado literalmente por un solo personaje: la variante del protagonista. Los otros universos que se proponen quedan apenas como algo anecdótico en medio del viaje de Doctor Strange y América Chávez (Xochitl Gomez). Al igual que los libros de Vishanti y Darkhold, que en teoría tienen un peso extraordinario en los sucesos de la trama. Nunca termina de quedar del todo claro cómo el segundo influye en la psiquis y en los deseos de Wanda Maximoff, más allá de una línea de diálogo que funciona a modo de exposición de la información. Lo demás se deduce de una escena post-créditos que vimos hace ya casi un año al final de WandaVision y de la información externa que el espectador más atento pueda tener incorporada. Tampoco queda claro cómo se destruyen con tanta facilidad tanto éste como el de Vishanti, ni por qué Wanda (una Avenger, ni más ni menos) no lucha por liberarse de su influencia maligna. Es una lástima ver a un personaje tan complejo y poderoso reducido a una bruja de cuento de hadas, de esas que se llevaban a los niños que se portaban mal. Así como también es una pena desaprovechar el camino que recorre América Chávez, un personaje completamente nuevo sin ninguna presentación previa en el MCU, a lo largo de toda la película para controlar sus poderes. La resolución aparece deus ex machina en el acto final, justo a tiempo para enfrentar a la Bruja Escarlata con el miedo de sus hijos y la pena de su versión alternativa. Una visión suficiente para volver a arrepentirse de todo y usar sus últimas fuerzas para destruir (otra vez) el Darkhold. Es un desperdicio, también, que personajes tan anticipados durante años aparezcan de forma caprichosa solo para morir escenas después, sin hacer honor a sus características distintivas. Ni la inteligencia de Reed Richards (Jon Krasinski), la fuerza extraordinaria de Capitana Marvel (Lashana Lynch), la estrategia militar de Capitana Carter (Hailey Atwell) o la telepatía del Profesor Xavier (Patrick Stewart) son una amenaza para la invencible Bruja Escarlata, que controla el cuerpo de su versión alternativa desde otro universo. Ni que hablar de las participaciones de Christine Palmer (Rachel McAdams) o Mordo (Chiwetel Ejiofor), quienes cumplen el rol de accesorios del protagonista. Por último, la aparición de Clea (Charlize Theron) en la escena de mid-credits, le resta peso a la secuencia del final, que rinde homenaje a una larga tradición de finales abiertos en el cine de terror y deja ver cuáles podrían ser las consecuencias de esta historia para el protagonista a futuro. Mientras que la escena post-créditos funciona solo para el nicho de seguidores de Sam Raimi, con la reaparición de Bruce Campbell (el mítico protagonista de su saga Evil Dead) en clave de alivio cómico. Al finalizar la película, queda una sensación de incompletitud, a pesar del apabullante ritmo de la narrativa y la cantidad de conceptos que se presentan, que quedan sin explorar en pos de vender entradas para la próxima película.
Doctor Strange tiene que enfrentarse al Multiverso que comenzamos a conocer en Spider-Man: Sin camino a casa (Spider-Man: No way home). Sus habilidades como héroe son puestas a prueba por fuerzas increíblemente poderosas e inesperadas: monstruos, universos sorprendentes y varios rostros familiares hacen apariciones en esta nueva entrega de Marvel. Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es la película más oscura que el Universo Cinematográfico de Marvel nos ha presentado hasta ahora. Se puede ver claramente la influencia en el tono que trae el director Sam Raimi, tanto en los múltiples jumpscares (prepárense para saltar un poco de sus asientos) como en los elementos de suspenso y terror. Es una manera muy interesante de desarrollar una película del MCU, y es algo que la beneficia: su estilo se destaca y contrasta con los demás films, sobre todo con los de fases previas. Otro factor clave que hace sombría a esta entrega es la violencia, lo sangrienta que resultó. Nos lleva a cuestionar la moralidad de los héroes, quienes están atravesando difíciles situaciones personales más allá de su deber de proteger al mundo. Nuestra relación con ellos es puesta a prueba, pese a la simpatía generada ante el conocimiento cada vez mayor de los personajes de este universo cinematográfico en constante expansión. Si bien sus dilemas son cada vez más complejos, hay decisiones tomadas que harán que más de un espectador se pregunte si siguen siendo héroes o ya tan solo son personas con mucho poder de destrucción. De todas formas, por más que no estemos de acuerdo con las acciones que realizan, seguimos (hasta cierto punto) comprendiendo su razonamiento. Esto hay que atribuirlo también a las excelentes performances que nos da el elenco. No hay uno que nos deje descontentos. La Bruja Escarlata: en el Universo de lo Normal El regreso de Rachel McAdams como Christine Palmer y Benedict Wong como Wong son de las pocas cosas que nos recuerdan a Doctor Strange: Hechicero Supremo, ya que sin dudas esta secuela parece más WandaVision 2 o La Bruja Escarlata: en el Multiverso de la Locura. No quedan dudas de que Elizabeth Olsen se roba el show. A pesar de la excelente actuación de Benedict Cumberbatch (quien nos hace creer sin fallas que el Strange de cada universo es uno diferente), la historia de Wanda termina teniendo muchísimo más peso que la suya, y cada vez se asienta más el hecho de que sus poderes como Scarlet Witch (o la Bruja Escarlata) casi no tienen competencia en el MCU. Por otra parte, América Chávez (Xochitl Gomez) llegó para quedarse. La recién incorporada heroína es uno de los mejores elementos de la película y los fans ya podemos empezar a sentir cómo se acercan los Young Avengers. También es un punto a favor para Marvel, pues por fin está poniendo en pantalla la verdadera diversidad que ya tienen en los cómics. Doctor Strange en el Multiverso de la Locura, a medio camino Ahora bien, hay muchas situaciones que hacen que esta entrega tenga sus problemas. Por empezar, en la introducción se tarda tanto en exponer la situación y arrancar con la verdadera trama de la película que -a pesar de sus dos horas de duración- se queda corta; pero nos deja con ganas de más no por gusto sino porque queremos llegar a entender otras cosas que no terminan de cerrar. En segundo lugar, el multiverso es desaprovechado increíblemente y no es para nada una “locura”: es más un universo de lo normal. Los pocos universos que vemos acaban aburriendo, no aportan nada interesante. Solo sirven para hacer un poco de fanservice forzado con personajes de los cómics que no termina funcionando por lo corto e irrelevante. Conclusión Con un arco dramático difícil de seguir si no estás al día con las diferentes producciones de Marvel, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura se queda en una película entretenida con algunos momentos graciosos. Las escenas de acción sí están muy bien, incluso hay algunas memorables, y la música es un plus.
Más que una película esta pseudo-continuación de Doctor Strange ofrece el material audiovisual de una atracción mecánica que podría pertenecer a cualquier parque temático de Disney. Recién en los 40 minutos finales, cuando el productor Kevin Feige le suelta la correa al perro, el dogo Sam Raimi tiene la oportunidad de correr libre por las praderas y apelar a toda su magia (la que no tiene Strange en esta historia) para regalarnos un poquito de cine y contenido comiquero. El resto es un pastiche insulso concebido por los ejecutivos de marketing de Marvel, destinado a complacer a sus feligreses radicales, más interesados a menudo en ver cameos de futuros personajes y situaciones de comedia que disfrutar una historia coherente y bien contada. No hay ninguna sorpresa en esta cuestión. Cuando el director Scott Derrickson, quien hizo un trabajo estupendo con la primera película de Strange, abandonó el proyecto porque el estudio le impidió desarrollar su visión del personaje se sabía la continuación iba a ser muy diferente. Hasta ese momento redentor en que Raimi tomas las riendas de la dirección, esta producción ofrece un Meet and Greet chapucero por el Multiverso y una especie de epílogo de WandaVision con el cierre del arco argumental de la Bruja Escarlata. Otro personaje femenino desperdiciado de la manera más estúpida posible porque las brujas siempre tienen que ser malas. El film le exige a los espectadores conocer de antemano las series de Wanda, Loki, la antología animada What If? y el largometraje de Shang Chi, ya que de otro modo hay escenas que no tienen el menor sentido. Un riesgo que toma el estudio y que a futuro le podría costar caro en el público general, debido a que no todo el mundo tiene la paciencia y el tiempo para sentarse a consumir cada producción que venden. Para aquellos herejes que tuvieron la impertinencia de evadir WandaVision lo más recomendable es repasar la ficha de Wikipedia del programa con el fin de tener una mínima noción del conflicto que atraviesa el personaje. De todos modos tampoco es muy difícil de seguir el argumento ya que se nota que lo armaron mientras se desarrollaba la filmación y en esta cuestión se centra mi problema con el film. Para tratarse de una propuesta que iba a combinar el fascinante mundo de fantasía de Strange con el concepto del Multiverso el resultado de lo que se ve es más insípido y genérico de lo esperado. No se puede negar que cumple en entretener pero ninguna de las situaciones que se presentan consigue tener un impacto emocional y todo se desarrolla de un modo acelerado. La idea más creativa que tuvieron para retratar una realidad alternativa es presentar una ciudad donde los semáforos funcionan al revés. Strange, como una especie de Mario Bros, anda a los saltos por diversos mundos que tienen la finalidad de presentar participaciones intrascendentes de personajes clásicos que no aportan nada relevante a la historia. Fan service pedorro en su peor expresión. Un tema que la última película de Spiderman trabajó de un modo más ameno al conseguir que ese contenido al menos fuera funcional al conflicto central. En materia de calidad este film va a de menor a mayor y cuando Raimi tomas las riendas de la narración la propuesta mejora en los aspectos artísticos. El director se mete de lleno dentro de esa fantasía oscura y psicodelia que rodean las aventuras de Strange y le aporta un poquito de arte al jugar con elementos del género de terror. Toma el riesgo de presentar escenas más violentas y nos regala guiños simpáticos al Dark Universe de Universal y la saga Evil Dead. La única objeción que se le podría hacer a Raimi y pasa por un tema de gustos personales es su elección de filmar con cámara digitales que tienden a abaratar el espectáculo visual. Sobre todo en las escenas de acción. Una minucia que no representa un mayor problema dentro del segmento que salva la película. En lo referido al reparto las actuaciones son parejas y se puede destacar el casting de Xochitl Gomez como la nueva heroína America Chavez y Rachel McAdams, quien esta vez tuvo un rol un poco más extendido. Elizabeth Olsen, estancada en el rol de la madre desesperada que nos recuerda cada cinco minutos que no es un monstruo, tampoco se come la película como venden algunas críticas apasionadas. Queda el consuelo que fue más entretenida que el bodrio de Eternals y la esperanza de poder ver en el futuro una verdadera película de Strange a cargo de Raimi. Un director que parece conectar de un modo efectivo con toda la riqueza que rodea al mundo de este personaje y que el nuevo film apena llegó a explorar. Como siempre la mejor recomendación para disfrutar esta clase de propuestas es llegar al cine con las expectativas moderadas, ya que la película después tiene poco que ver con las reacciones exageradas del fandom.
Primera vez en mucho tiempo que una película de Marvel tiene identidad propia y por lo tanto un buen ángulo para encarar un análisis. Sam Raimi no se sentaba a dirigir un film de superhéroes desde el cierre de su trilogía de Spiderman en 2007 y -casualmente- se cumplen 20 años del estreno de su opus (Spiderman), film fundamental y uno de los pilares del modelo de negocios de la industria actual. Aquí le tocó “jugar” con los juguetes de otros, en un Universo muy avanzado y en una película donde se confluyen muchas cosas: consecuencias de Spiderman No Way Home, Wandavision, What if y el desarrollo del concepto Multiverso. Aún así pudo construir una cinta para el gran público, pero sólo en superficie ya que será disfrutada por quienes conozcan estos personajes y vengan siguiendo la historia. Ni hablar de los fans que estarán de fiesta. Su impronta no está tapada por todo ese artificio y pudo utilizar a su favor el “Manual Marvel” en lugar de ser eclipsado por el mismo. Incluso hay secuencias que evocan “terror-Raimi”, lo cual celebro mucho porque desentona de todo lo que veníamos viendo. Obligado a hablar de Benedict Cumberbatch, pero la verdad no hay mucho más que aportar, su casting siempre fue perfecto. A la que hay que aplaudir fuerte es a Elizabeth Olsen, quien ya había brillado en su propia serie como Wanda/Scarlett Witch y aquí retoma con todo esa senda hacía su máximo esplendor. Es el corazón de la película. Quien no me llegó mucho (por no haberla presentado de manera eficaz) es America Chávez (Xochitl Gomez). Por su lado, los VFX no se encuentran a la altura en algunas secuencias. Y hablaría largo y tendido sobre los apabullantes cameos pero obviamente no lo haré. Dr Strange en el multiverso de la locura es una fiesta Marvelita que invita a todo el mundo a ser parte gracias al ojo de un director bien parado y que sabe lo que hace. Ojalá todos los films de la compañía fuesen como éste.
La película juega con un concepto interesante y lo desaprovecha, pero Sam Raimi inyecta personalidad y estilo al nuevo producto de Marvel de manera que pocos directores lo han logrado antes. El director es idóneo en varios sentidos. No sólo definió la fórmula que el cine de superhéroes aplica al día de hoy con Spider-Man (2002) y sus secuelas, sino que creó clásicos de culto como Diabólico (The Evil Dead, 1981) y El hombre sin rostro (Darkman, 1990), hibridando el horror y la comedia sin derramar una sola gota. Hay una finísima cuerda floja dividiendo ambos géneros y Sam Raimi es un maestro en caminarla. Esa cuerda floja es la trama de la nueva Doctor Strange, una de las cosas más ridículas en salir del Universo Cinematográfico Marvel. Que sea tan buena como es, hasta donde lo permite, se debe enteramente a su dirección: Raimi aporta la versión más entretenida de una de las historias más estrambóticas e indulgentes de la franquicia. La trama sigue al hechicero Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) en su misión por proteger la integridad del ‘Multiverso’, la infinidad de realidades alternativas con las que Marvel promete reemplazar, poco a poco, cada uno de sus descartables superhéroes. La única persona que puede viajar entre estas realidades es la adolescente America Chávez (Xochitl Gomez) y Strange debe defenderla de quienes pretenden robar su poder. La más evidente falencia del guión es America Chavez, cuya pasividad y falta de caracterización, en combinación con su ubicua importancia, la asemejan más a una herramienta de la trama - el MacGuffin - que a un personaje. Pasa la mayor parte del tiempo de su debut en peligro de muerte, aprisionada por uno u otro, y para cuando la película revela su mensaje (“Cree en ti mismo”) podemos oír al guionista Michael Waldron abriendo una galletita de la fortuna. El personaje más importante es Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), la “Bruja Escarlata”. La historia trata más sobre ella que Strange o America, dado que su aflicción motiva la trama y la línea narrativa es el saldo de su propia serie de streaming (WandaVision, 2021). Es también a través de ella que Raimi canaliza sus dotes como maestro del susto y el morbo, convirtiéndola en una presencia espeluznante y regodeándose en todo tipo de horror corporal y humor macabro. Las partes más violentas parecen estar compitiendo (o copiando) con las de series como The Boys o Invincible, el último grito de la moda en materia de superhéroes sanguinarios. Los efectos especiales son de una calidad inconsistente, más creativos de lo que son creíbles. A menudo los personajes parecen segregados de los mundos caleidoscópicos en los que se zambullen y los paisajes surrealistas que dominan la pantalla. Los pasajes más sencillos son los más efectivos, como siempre; la mejor parte una persecución entre humanos de piel y hueso que no necesita más artificio que el movimiento certero de una cámara para crear urgencia y tensión. Al menos se siente real. Marvel no haría mal en rodearse de más directores con visión, aunque sea para elevar productos como Doctor Strange en el Multiverso de la Locura (Doctor Strange and the Multiverse of Madness, 2022).
El Dr. Stephen Strange conoce a América Chávez una joven de otro universo que tiene el poder de atravesar el multiverso. Ella se encuentra en un grave peligro ya que un ser misterioso está intentando robar sus poderes para tener todo el control. “Doctor Strange en el Multiverso de la Locura” es un largometraje de Marvel Studios basado en el personaje Doctor Strange de Marvel Comics. Se estrenó el pasado 5 de mayo a nivel mundial siendo uno de los estrenos más esperados por los fanáticos de Marvel. La película me gustó mucho, no solo la historia, sino que la excelente ejecución de la misma. Los escenarios eran muy atractivos al igual que los vestuarios y la música que acompañaba a las distintas escenas. De todas maneras, creo que los efectos especiales se llevan el premio, estos son excelentes y ayudan mucho a crear una atmósfera de acción y fantasía con toques de terror. Luego de Wanda Vision todos los fanáticos estaban esperando volver a ver a la bruja escarlata y “Doctor Strange en el Multiverso de la Locura” y no decepciona. La vara quedó muy alta con “Spider Man: Sin camino a casa» en materia de cameos, en este film no hay muchos y no es relevante. Lo más importante en la producción es que esta sea entretenida y no la cantidad de “fanservice” existente. Se destacan las actuaciones de Benedict Cumberbatch (Dr Stephen Strange), Elizabeth Olsen (Wanda Maximoff / Bruja Escarlata) y Xochitl Gomez (América Chávez).
“Doctor Strange 2: en el Multiverso de la Locura”, la esperadísima película del Universo Cinemático de Marvel, ya aterrizó en los cines protagonizada por Benedict Cumberbatch y Elizabeth Olsen. Una joven llamada América es perseguida por toda clase de monstruos y figuras tenebrosas invocadas por un ser maligno, que al parecer, se encuentra en otro Universo. El Doctor Strange (Cumberbatch), para intentar ayudarla, busca la fuente de tales maldiciones, para proteger, no solo a la chica, sino al poder que ella tiene, que afecta la estabilidad del Multiverso. Mientras tanto, reviven emociones, tanto del Dr. Strange como de Wanda (Olsen), ambos llevando adelante un duelo por “lo que no pudo ser” de sus vidas. Ellos deberán evitar que el dolor que atraviesan nuble sus juicios y desestabilice la realidad que habitan. La dirección, llevada a cabo por Sam Raimi (apreciado también por dirigir las primeras “Spider-Man” con Tobey Maguire), da significado al título del film. La forma en que se cuenta la historia es impactante, orgánica, usando imágenes y estéticas memorables, que nos hacen viajar por más de un universo. Tener un concepto tan abstracto como una de las premisas principales de la trama da lugar a la exploración, y esto es bastante bien explotado. Los viajes a través del Multiverso que muestra Raimi a veces nos marean pero el espectador siempre cuenta con recursos que permiten seguir adecuadamente la historia y ubicarse. Esto es lo más valorable de la película, junto con los recursos gráficos que se utilizan. El gran problema de esta película es el guion, que se siente apurado o facilitado a propósito. Se encuentran soluciones, llaves, entradas, etcétera, de una forma irrisoria, increíble, o que no tiene sentido, y lamentablemente esto sucede en partes muy importantes de la película, haciéndola extremadamente predecible. Esto incluso impacta en el desempeño de algunos personajes que casi no hacen oposición a ciertas órdenes de villanos o seres malignos, volviéndose artífices, casi cómplices de los planes malévolos en ejecución. No se exploran las consecuencias emocionales de lo que pasa. No se dedica tiempo a generar preguntas con los personajes, sus diálogos y acciones, por lo tanto, no hay un equilibrio de oposición de fuerzas. El elenco nos brinda performances irrelevantes durante la mayor parte de la trama, a excepción de Olsen (Wanda Maximoff - La Bruja Escarlata) que tiene varios buenos momentos, mostrando una enorme versatilidad y emocionalidad, que, a pesar de lo breves que son, logran captar nuestra atención y hacernos empatizar con ella. La experiencia visual y auditiva es fenomenal. Las formas, luz, vestuario, colores, estética, música, fotografía, CGI, efectos especiales visuales y sonoros vuelven a esta cinta un producto espectacular, más allá de los problemas de guion que pueda haber. Como entretenimiento superficial, funciona, sin conmover en profundidad. Lo más impactante, como suele ocurrir últimamente con las películas del MCU, es el gran desfile de recursos técnicos con que cuentan. Buena película, entretenida y afable, que continúa (apenas) la historia del Dr. Strange y lo que pasó en WandaVision. ¡Recomendada para este finde! Por Carole Sang
Las fortalezas de un director como Sam Raimi, acostumbrado al cine de blockbuster, se ponen de manifiesto en esta sinfonía visual proveniente directa desde la factoría universal de Marvel. Sus pergaminos haciendo cine de horror nos retrotraen a films como “Posesión Infernal” o “El Despertar del Diablo”, mientras que su vertiente fantástica asoma en una de las mejores versiones conocidas hasta el momento de “El Hombre Araña” (2002). Aquí, el cineasta sabe bien qué hacer con el material cinematográfico que los estudios depositan en sus manos, no sin ciertas coordenadas estéticas preestablecidas, otorgando rienda suelta para un director experto en tramar icónicos mundos de oscuridad. El lenguaje de ficción de superhéroes se acopla a la banda sonora del siempre exquisito Danny Elfman, mientras un elenco coral (Benedict Cumberbatch, Rachel McAdams, Patrick Stewart, Chiwetel Ejiofor y Bruce Campbell) sazona la propuesta. Nos sumergimos en la batalla interna emocional y visceral, librada por nuestro protagonista. Finalmente, tensión, expectativa y sobresalto se superponen, mientras la excéntrica creatividad en múltiples planos espacio-temporales, propulsada por Raimi, se coloca al servicio de esta tragedia envuelta en escala industrial.
Sepa el lector disculpar las cuatro estrellas; el autor no está seguro de que sea tan buena. El niño que fue y leyó los comics la pasó excelente; el crítico adulto tiene otras cosas que decir. Esta segunda entrega de Dr. Strange, y vigésimovayaunoasaber episodio del Universo Cinematográfico Marvel es todo lo divertido, todo lo excesivo, todo lo cómico y truculento que la combinación comic-Sam Raimi (que dio tres Spiderman, un de ellas excelente, y dio -no lo olviden- Darkman) puede ser. Juega también con un tema que Raimi ya trabajó en dos películas totalmente alejadas (en apariencia) de esta, Un plan simple y The Gift: no solo la responsabilidad que el poder acarrea, sino las consecuencias de su uso. Eso es lo que gira alrededor de Strange, de Wanda y de América Chávez, las dos últimas verdaderas protagonistas del todo. Pero Raimi tiene un problema: la psicodelia del personaje (sea en manos de Steve Ditko o, mucho más barroco y pertinente aquí, de Gene Colan) le permite todo e intenta hacer todo aquello que ama: el horror (es la película Marvel con más terror), el humor disparatado a lo Tres Chiflados (como en la excesiva El ejército de las tinieblas) y el costado camp que el personaje siempre tuvo. Y ese diseño, divertido, lleno de guiños a los fans y sorpresas de cast, disuelve la efectividad del relato en muchos momentos. Sí, es un tremendo espectáculo: la pregunta que queda flotando es “para qué”.
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A esta altura del partido, con más de 30 películas producidas (y muchas series), cuesta calificar o analizar el valor de cada film en un universo ya tan autorreferencial y cerrado en sí mismo. La obligación de las películas de Marvel no radica en funcionar por su propio espesor, como tal vez si lo hacían los films germinales: IRON MAN, SPIDER-MAN, THOR, HULK o CAPITÁN AMÉRICA. Ahora parecen maniatados, enjaulados por la necesidad de que todos los héroes se crucen y que se sucedan los habituales momentos de ovación o cameos sorpresivos. Marvel es una montaña rusa (ya lo dijo Scorsese), en donde valen más las emociones que cualquier lógica posible. ¿Esto está mal? Independientemente del notable decrecimiento en la calidad artística de las películas (un bajón muy acentuado en la fase 4 del universo), lo cierto es que, como espectadores casuales, ya difícilmente podamos entrar o conectar con lo que se narra en estas películas. No hay demasiado en juego (la muerte ha dejado de ser un problema para estos personajes), y Marvel comienza a cruzar otro umbral: el de obligar a que el espectador vea una docena de películas y series, para poder entender lo que se cuenta. Definitivamente un problema. Los fanáticos, sin embargo, podrán seguir disfrutando de un universo que aún tiene larga vida, y que, además, está abriendo el juego a un nuevo terreno, el del vale todo. El multiverso que abrió la anterior SPIDER-MAN de la mano de Doctor Strange, es una carta blanca que, proyectando a futuro, expande las posibilidades de Marvel hacia un infinito de proyectos y giros dramáticos. Y algo de eso ya se deja ver en esta secuela tardía de DOCTOR STRANGE. La primera había sido dirigida por Scott Derrickson (SINIESTRO, EL EXORCISMO DE EMILY ROSE), un experimentado en el género de terror, que logró sacar adelante una película atractiva, que nos mostraba el lado más humano de un personaje que luego Marvel se encargará de transformar en caricatura. Para esta secuela, Derrickson se había bajado del proyecto por diferencias creativas, así que los directivos de Marvel Studios fueron en busca de un viejo conocido: Sam Raimi. Dos caminos que se vuelven a reencontrar tras SPIDER-MAN 3 (2007). Siempre es bueno ver a Sam Raimi, pero la principal duda radicaba en de qué manera podía hacerse un espacio en una película como esta, con un universo ya tan armado y sus propias reglas. Bueno, el multiverso podía ser la clave. Dar una sinopsis o descripción vaga de lo que se trata esta DOCTOR STRANGE EN EL MULTIVERSO DE LA LOCURA sería en vano. Ni siquiera creo que importe demasiado a esta altura. Lo cierto es que el film se asemeja a una especie de ensalada, con trozos de posibles películas de terror y momentos genéricos de Marvel. Este multiverso de posibilidades, le da a Sam Raimi una libertad creativa para desplegar sus habituales momentos desatados (como el Strange zombie, los monstruos tentaculares, el libro, una posesión y la presencia de la bruja Scarlet), o recursos técnicos como el zoom y los fundidos encadenados con múltiples texturas. A esas lindas secuencias made in Raimi, se le alternan otras insípidas que responden a las obligaciones de interconectar todo el universo. Sorpresas y cameos dirigidos mecánicamente, en donde queda absolutamente explicita la distancia entre la personalidad del cineasta, y el canon de Marvel. La bruja Scarlet/Wanda ha quedado reducida a un villano (aterrador eso sí) con la psicología de un cartón. El personaje se mueve pura y exclusivamente por la cuestión de la maternidad, y no parece haber demasiado allá atrás. DOCTOR STRANGE EN EL MULTIVERSO DE LA LOCURA es, a pesar de todo, una película desconcertante (asumo) para los seguidores de toda esta franquicia. Ya sea por su tono de terror, o por ese aire bizarro que Raimi intenta imprimirle. Es una película desvergonzada, pero también estrafalaria y caótica. Tómalo o déjalo. Opinión: Buena.
Es el regreso del director Sam Raimi (Spider-Man,Evil Dead). ¿De qué va?: Viaje a lo desconocido con el Doctor Strange, quien, con la ayuda de tantos antiguos como nuevos aliados místicos, recorre las complejas y peligrosas realidades alternativas del multiverso para enfrentarse a un nuevo y misterioso adversario. Como lector de cómic que soy, me siento muy interpelado por el cine de superhéroes, porque pienso que no estoy haciendo una lectura correcta del contenido al que me someto cuando estoy en el cine viendo una película sobre ellos. Pero vamos a intentar hacer lo mejor posible. Al Doctor, la mayoría lo conocerá por su participación en el Marvel Cinematic Universe (MCU). Para el que no sepa, este personaje fue creado en 1963 por Steve Ditko y Stan Lee, apareciendo por primera vez en el Strange Tales #110 y desde ese momento fue visto prácticamente regularmente con algún que otro corte en cómics, hasta su salto a la gran pantalla volviéndose ídolo de todos. Las películas de Marvel, sin dudas se han transformado en todo un fenómeno, pude verlo a pleno en el estreno de esta película, va mas allá de ir al cine, ya son un evento, gente sacando anticipadas con meses de anticipación, sin hablar de los que va disfrazados de algún personaje de la película. Podríamos llamar a este nuevo fenómeno la “democratización de los superhéroes”. Antes era algo muy de nicho y ahora es masivo, aunque en gran parte este fanatismo sea por las películas y no tanto por los cómics en sí. Tan solo tuvimos que esperar 6 años para la secuela, allá por el 2016 el director Scott Derrickson nos introducía la magia al MCU y nos explicaba cómo funcionaba todo esto. La película me gustó, pienso que está todo dentro la línea que nos viene proponiendo este tipo de cine, a pesar que no se vio el estilo del director impregnado en la obra, creo que así y todo el resultado fue positivo. No quiero generar un debate sobre el estilo y su impacto en la obra, porque llevaría mucho tiempo, pero hay que reconocer que es algo que Marvel no le gustaba mucho, por eso Edgar Wright renunció a la dirección de Ant-Man debido a diferencias creativas y recién ahora está soltando un poco más las manos sobre el control de sus obras, como ya lo vimos en los Eternos de Zao, donde su estilo está presente. Lo mismo sucede con esta película, San Raimi tuvo exigencias sobre el control creativo, ya que es un director como mucha personalidad y con un estilo muy característico, tan solo con mirar algunos de sus films, ya sea The Evil Dead de 1981 o Drag Me To The Hell del 2009, vamos a ver como varios elementos están presentes en esta nueva entrega del Doctor. Raimi tiene un concepto bastante único sobre el terror, no todo es susto por sobresalto, tiene una gran capacidad para la creación de los personajes y para dotarlos de vida haciendo que empaticemos con ellos. Por otro lado, también tenemos una narrativa más estable que hace que el espectador esté en constante alerta. No me quiero olvidar de unos de los elementos fundamentales de su cine, que es el humor a través de lo irreverente. Su cine está lleno de escenas que empiezan con un tono de terror, pero terminan en humor, un recurso muy característico que vamos a ver en esta película. No nos olvidemos que la elección de Danny Elfman para componer la música es fundamental, ya que vienen trabajando hace tiempo juntos y se entienden a la perfección, por eso la música en Strange es tan certera. Vamos sobre la trama, uno de los problemas que veo en ella es su directa conexión con WandaVision. Para las personas que no vieran esta serie le va a ser difícil conectar con Wanda, sacando esto, la película está bastante auto-contenida en sí misma y no se requiere mucho más conocimiento para su entendimiento. A pesar de tener como trama el multiverso en un principio pensé que estaría conectado a todas las películas de MCU, pero esto no fue así y se entiende todo bastante bien, con un guión fluido y ameno. No me quiero extender hablando de Benedict Cumberbatch y Elizabeth Olsen sobre su excelencia en la pantalla, pero sí quiero destacar a Xochitl Gomez, la recién llegada al UCM en el papel de América Chavez, quedé encantado con su performance y como entendió al personaje, una actuación ligera pero segura, se mostró despreocupada ante la pantalla, aun estando al lado de los gigantes de la actuación. En conclusión, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es muy buena y es una muestra que se puede hacer algo distinto dentro del cine de superhéroes, fusionándolo con otros géneros y obteniendo resultados igual de buenos que haciendo algo más de laboratorio.
Sam Raimi se suma a la fiesta de Marvel sin la posibilidad de darse demasiados gustos. El abuso de efectos es insoportable y no hace más que remarcar el agotamiento que viene padeciendo la franquicia. Basta de robar con el chiste de los cameos.
El director Sam Raimi lo ha hecho. Esta película tiene una vuelta de rosca a lo que venía haciendo Marvel. Es cierto, sigue siendo una película de superhéroes, pero los recursos que utiliza para contar la historia hacen logran algo nuevo. El primer acto de la película es lo más flojo, es cierto. Es una mezcla rara entre rápido y lento. Pero a partir del segundo acto hay un cambio de dinámica, la narrativa se mueve de manera mucho más natural, por así decirlo. Y ya para el tercer acto el relato fluye de forma dinámica. Sam Raimi utilizó todos sus recursos en post de narrar una historia a su estilo, tomando cosas del género del terror, construyendo diferentes escenarios, uno más catastrófico que el anterior. Hay que tomar en cuenta que sigue siendo una película Disney, por lo que todo tiene un límite, sin embargo, incluso así, sorprende la libertad que tuvieron el director y Michael Waldron, guionista de la película, a la hora de construir el relato. Algo curioso es que quien se lleva la película no es Benedict Cumberbatch sino Elizabeth Olsen. Si había hecho magia en WandaVision (y sí, es recomendable ver esta serie, no solo por la conexión con la película, sino porque es la mejor serie de Marvel hasta ahora, sobre todo por la magistral utilización de las sitcoms como recursos narrativos), en esta película sube dos o tres escalones. No vamos a decir que es para que sea considerada a un Oscar (sobre todo por lo conservadora que es la Academia), pero sí para empezar a prestar más atención a sus futuros (y pasados) proyectos. Su crecimiento ha sido desmesurado, prueba de ello es su mini serie Love and Death. Vale la aclaración, no es que Benedict no hace un gran trabajo, sino que Elizabeth es simplemente brillante. Más allá de la actuación de Lizzie, Benedict Cumberbatch es Benedict Cumberbatch, no se puede esperar menos de él. Así como Robert Downey Jr se “convirtió” en Tony Stark, Benedict se ha convertido en Steven Strange, ese es el nivel de representación que hoy dispone y maneja este gran actor (no es que estemos descubriendo la pólvora tampoco). El resto de las actuaciones son buenas, tener a Lizzie y a Benedict al lado hace difícil resaltar al resto, pero, en reglas generales, está muy bien. Otro punto a destacar es la banda de sonido, especialmente para una secuencia (que no vamos a describir para no spoilear a nadie). La misma en sí es simplemente magnífica, manejada solo con música, efectos especiales y una gran actuación de Benedict (insisto, cuando la vean van a saber a qué me refiero), es, quizá, uno de los mejores momentos de la película. El maquillaje es otro punto destacado, Steven Strange en modo zombie (no es spoiler, se ve en los trailers), es de otro nivel. Lo que no es remarcable son los efectos especiales, se llegan a contar nueve empresas que hicieron el trabajo de post producción, se nota que no terminaron de lograr lo que se quería, en varios momentos se nota. ¿Son molestos? Un poco. ¿Modifican o rompen con la película? No tanto, se puede seguir disfrutando de la misma. Pero hay que decirlo, es Disney, y esta empresa no debería tener estos problemas de post producción, no con todo lo que genera e invierte en este tipo de films. Consejo: vayan y disfruten de una buena película. Ni siquiera es necesario ver las películas anteriores para entender está, con haber visto Wandavision y los trailers de Spider-man No Way Home es más que suficiente. Y Doctor Strange en el multiverso de la locura (2022) aporta, de por sí, algo diferente a lo que son las películas de superhéroes: la magia.
Perdidos en el laberinto de los mundos paralelos Una sala de cine prácticamente llena un jueves a la noche. Y en Rosario. Esos son los “milagros” que sólo tienen lugar cuando se estrenan las películas de superhéroes, y más específicamente las de Marvel. Esta semana llegó a los cines “Doctor Strange en el multiverso de la locura”, la esperada secuela de la primera película del doctor Stephen Strange, que se estrenó allá lejos en 2016. El éxito de taquilla estaba asegurado (los seguidores del prolífico Universo Cinematográfico de Marvel se cuentan por millones en todo el mundo), pero también había curiosidad por lo que podría lograr Sam Raimi desde el sillón de director, sabiendo que al realizador de la primera trilogía de Spider-Man le gusta dejar una marca propia en sus proyectos. Como ya está explícito en el título, la estrella de esta secuela es el concepto de “multiverso”, el nuevo juguete de la factoría Marvel/Disney que permite llevar sus fantasías hasta el infinito. El multiverso son universos diferentes que avanzan en paralelo al nuestro, mundos con otras reglas donde los superhéroes incluso pueden encontrarse con versiones muy distintas de sí mismos. Así las historias están abiertas a todo tipo de realidades, los personajes se multiplican, las referencias y las citas no tienen límites. Este recurso, una suerte de carta blanca para los guionistas, es también un arma de doble filo: funcionó bien en “Spider-Man: Sin camino a casa” (2021), pero resulta algo tedioso y sobrecargado en este regreso de Doctor Strange. La acción empieza con el doctor (Benedict Cumberbatch) despertando de lo que parece una pesadilla. Pero no lo es. La chica que aparece en sus sueños psicodélicos se llama América Chávez (la mexicana Xochitl Gómez), y tiene el temible poder de desplazarse entre diferentes universos, aunque ella no sabe explicar cómo lo hace ni por qué. Ese poder es justamente el que persigue Wanda Maximoff / la Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen), que se convierte en la gran antagonista de esta historia, donde oscila permanentemente entre heroína y villana. Con motivaciones muy disímiles, Wanda y Strange se enfrentan por el poder de la adolescente, mientras los tres giran como trompos por el multiverso, topándose con sus propios dobles y personajes ambiguos que pueden pertenecer a cualquier bando. Sam Raimi cumple a rajatabla con la rendidora fórmula de las películas de Marvel: las secuencias de acción iniciales, con efectos espectaculares y muy bien coreografiadas; la aparición de nuevos y viejos superhéroes (esos cameos aplaudidos por los fans) y las dos escenas post créditos de rigor, una pequeña ventana que se abre a más películas y series del UCM. Hay aislados aportes con su firma (un toque de humor absurdo, un poco de terror), pero aquí las costuras de la fórmula sobresalen por encima de cualquier sello personal. También es curioso que, aún atada a la fórmula, la película no logre sostener el ritmo narrativo durante sus dos horas (sí, aquí prevaleció la cordura en cuanto al metraje, algo que se agradece). Hacia el final la historia y los personajes se pierden en los intrincados laberintos del multiverso y no encuentran la salida: la película se vuelve confusa, dispersa y reiterativa, al tiempo que el protagonista pierde centralidad y el escaso peso dramático recae sólo en la Bruja Escarlata. El personaje nuevo, la chica de origen latino, carece de conflicto y carisma. Como un signo de estos tiempos, parece seleccionado por los guionistas para llenar casilleros de diversidad cultural y corrección política.
La nueva película de Marvel lleva al protagonista a lidiar con la amenazante Scarlet Witch en una serie de universos paralelos. Con Benedict Cumberbatch, Elizabeth Olsen, Benedict Wong y Rachel McAdams. Voy a decirlo de entrada aunque esto genere que muchos abandonen esta página inmediatamente. Viendo DOCTOR STRANGE EN EL MULTIVERSO DE LA LOCURA llegué a una triste conclusión sobre el Universo Marvel, una que va más allá de si la película es excelente, buena o pésima. Me di cuenta que ya no me importa, que no me interesa nada de lo que sucede, que no logro involucrarme más en sus historias ni en lo que les vaya a suceder a los personajes. No se trata acá de «no entender lo que pasa en la trama» ni quejarse de que hay que ir al cine con un manual para captar todas las referencias (eso puede seguir estando ahí, pero no es de lo que hablo acá) sino, simplemente, que me da lo mismo lo que les suceda a los personajes. Y esto no siempre fue así. Aún con mis problemas, diferencias de criterio y algún disgusto con el poder que Marvel está teniendo en el marco de la industria cinematográfica, las películas de las primeras fases podían interesarme más o menos en lo específico –había mejores, peores, más atractivas, más funcionales, etcétera– pero algo me conectaba con personajes con los que había crecido. Si bien nunca fui un fanático lector de cómics, crecí con versiones de personajes como Hulk, Capitán América, Iron Man, Thor y El Hombre Araña. Reconocía sus personalidades y sus destinos, dentro de todo, me interesaban. Con estas nuevas fases de Marvel tengo dos problemas en paralelo. Primero, los personajes no me importan, no me interesan, no los conozco, no logro ni involucrarme con ellos ni saber bien cuáles son sus poderes ni sus debilidades. Son, para mí, completamente intercambiables. Un día Scarlet Witch puede ser la persona más poderosa del Multiverso y no sé porqué. Otro día puede serlo Doctor Strange. Y mañana viene otro y lo cambia todo otra vez. No logro que me interesen sus problemas ni disfruto de sus triunfos. Y el otro asunto pasa por el giro narrativo hacia la idea de los multiversos y mundos paralelos. Lo que era simpático y hasta fascinante en el film animado de EL HOMBRE ARAÑA que habilitó este asunto, ahora es un vale-todo que sirve para dar vuelta la idea de causas y consecuencias a un punto tal que tampoco importa demasiado lo que sucede. Alguien muere acá pero sigue vivo allá, otro es un héroe acá y un villano allá, y cuando uno se acomoda aparece un tercer multiverso y así, ad infinitum. Si los personajes no te importan y su destino es volátil, movedizo y casi cien por ciento digital, ¿qué sentido tiene la experiencia? Dicho esto, puedo entender que algunos disfruten del toque Raimi en esta película. Pese a su historia rebuscada de portales entre uno y otro universo –y más allá de los cameos y apariciones especiales que despiertan en supuestos críticos adultos fanatismos inesperados– y al desinterés por su trama en sí, uno logra ver que el tipo ha armado escenas que coquetean con el cine de terror, hasta con el arte conceptual, dándole un costado entre pop y old-school a algunos momentos. Y así, separadas del contexto, uno puede apreciar momentos de inspiración visual y dinámica de la puesta en escena que valen la pena en sí mismos. No son suficientes para darle un verdadero valor a la experiencia, pero si uno se aisla del desarrollo narrativo (algo que no me cuesta mucho hacer) puede enfocarse en eso. Las monstruosas criaturas y enormes guardias que atacan aquí o allá bien podrían salir de una película fantástica asiática y por momentos la estética de la película se asemeja a un combo entre la tapa de un disco de Iron Maiden con otro de Yes. Hay versiones de Strange que son de cine de terror y Wanda/Scarlet Witch por momentos tiene algo de villana de película de Drácula o de versión sanguinaria de las clásicas brujas de Disney. Y eso, en medio del tedio narrativo, se aprecia. America Chavez (Xochitl Gomez) es un buen aporte al mundo Marvel. Si bien la chica (que tiene el poder de pasar de un universo a otro como si nada y es eso, precisamente, lo que Scarlet busca) no tiene demasiada acción aquí, es evidente que pronto la tendrá. A Cumberbatch lo veo más pendiente del cheque millonario que de otra cosa (igualmente, siempre muy profesional y dedicado, le pone el cuerpo al asunto) y el personaje de Wanda me sigue resultando un tanto incomprensible. Y eso que WANDAVISION me pareció una gran serie. Dicho esto, asumo que si el mundo de la Fase 4 (o la que sea en la que estamos) del MCU le interesa a los espectadores, DOCTOR STRANGE Y EL MULTIVERSO DE LA LOCURA es un producto que apreciarán y valorarán. Dentro de las posibilidades de esta etapa de facturación de la compañía, contratar a Raimi es por lo menos la prueba de que se atreven a seguir corriendo algunos riesgos, aún pese al fracaso de ETERNALS, de Chloe Zhao. Como se dice en tantos finales de relaciones de pareja, acá estamos ante un claro caso de «no sos vos, soy yo». Ustedes que pueden, disfrútenla.