Un viaje a la infancia Dumbo (2019), una de las películas de Disney más esperadas del año, llega con todos los condimentos para hacernos volar en familia: los mejores efectos especiales, un reparto acorde al producto y la mano de un grande como Tim Burton (El joven manos de tijera). Desde que empezaron a llegar novedades sobre el plan de una versión live action acerca de la historia del pequeño elefante de orejas grandes, las repercusiones mediante redes sociales fueron instantáneas. A medida que se iban confirmando los diversos rostros del proyecto, el entusiasmo se potenció. Tim Burton, Colin Farrell (La langosta), Eva Green (Miss Peregrine y los niños peculiares), Michael Keaton (Beetlejuice) y Danny DeVito (Batman vuelve) son artífices de una película que cumple con sus expectativas. Dumbo es emocionante y logra sacar a la luz nuestro niño interior. Su versión animada, estrenada en 1941 – antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial -, resultó ser la película más exitosa de Disney de la década de 1940. Hoy, 78 años después, el largometraje sobre un elefante antropomórfico que es ridiculizado por sus grandes orejas, mantiene su esencia, pero con un agregado que funciona como acierto: la profundización de aquellos valores necesarios en la actualidad. La discriminación, el maltrato animal, la libertad y la unión familiar se hacen presentes en este estreno que no duda a la hora de sumergirte en una historia que desborda belleza. Dumbo, el animal, es un elefante que vuela con sus orejas. Dumbo, la película, es una obra que también vuela, invitándonos a soñar y fantasear gracias a la magia del cine. Tim Burton vuelve a trabajar con Disney luego de Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland, 2010) y Frankenweenie (2012) y otra vez su estilo inconfundible, aunque ahora en menor medida, sale a la luz. El director vuelve a confiar en personajes extravagantes (los miembros del circo), recurre a payasos (el pequeño elefante aparece en un momento pintado como un payaso/bombero) y combina una gama de colores siniestros (negros, grises y rojos) con fantásticos (blanco en contraste de colores primarios). El reparto estelar que rodea al personaje del título es el atinado. Ellos parecerían concebir a la perfección que, pese a sus nombres, la verdadera estrella es el pequeño animal. Cabe mencionar el destaque de Danny DeVito como Max Medici, el dueño del circo en donde nace Dumbo. Si bien el actor de Matilda (1996) participó de manera secundaria en alguna que otra película durante los últimos años, en este film de Disney el humor lo tiene como protagonista. DeVito comprende todo a la hora de hacer reír al público. Su regreso significa un triunfo para la comedia. Disney cada vez entiende más la manera de entretener al público y, lejos de dormirse en los laureles, sus obras se actualizan. Este largometraje es el plan ideal para disfrutar en familia. Dumbo es un viaje tierno, de un despliegue técnico admirable y repleto de emociones, que en ningún momento deja de lado la mirada crítica sobre el mundo. “Cualquier persona con ambiciones artísticas intenta siempre reconectar con la forma en que veía las cosas cuando era niño”, dijo una vez Tim Burton. Con Dumbo ese reencuentro resulta inmediato.
Otro Burton que ya no es “We accept you, one of us” (“te aceptamos, sos uno de nosotros”), decían sentados a la mesa los freaks de Tod Browning en la década de 30 y Joey Ramone lo replicaría con orgullo a los gritos unas décadas más tarde. Y Dumbo es un freak más, como Pinhead y como Joey; y así como estarán los ortivas que lo llamarán monstruo, también estarán sus compañeros de circo que lo van a bancar a muerte. Porque Dumbo es, ante todo, una película circense, de espectáculo itinerante, y el nombre de Tim Burton parecía, a priori, el indicado. Decimos a priori porque con Burton ya no se sabe qué esperar; su corazón negro y su pasión por los fenómenos parece cosa del pasado; tal vez Ed Wood (1994) o algunos personajes de Mars Attacks! (1996) hayan sido sus últimos antihéroes freaks interesantes previos a su debacle cualitativa, no así cuantitativa, sobre todo si pensamos en los números de su cuenta bancaria. La Dumbo de Burton toma mucho del dibujo de 1941, animación creada, sobre todo, para recuperar algo de la mosca perdida con Fantasia y Pinocho, sendos fracasos de taquilla de 1940 que recién tendrían retornos importantes luego de la Segunda Guerra y, sobre todo Fantasia, interminables reruns en cines y TV. El desarrollo inicial de la historia no ofrece sorpresas para el que vio la original, la cigüeña trae al pequeño Dumbo al circo, esta vez gerenciado por un Danny DeVito chanta pero con corazón, un rol opuesto al de Batman Vuelve (1992) del propio Burton. Al elefantito de CGI primero le llegarán las bromas, después la explotación de su gracia y finalmente el reconocimiento del público. Esta vez, la amistad de Dumbo no será con un ratón sino con los hijos de Holt Farrier (Colin Farrell), un viudo manco especialista en trucos montando a caballo. Algo que se extraña de la película original es la secuencia lisérgica que se produce con la borrachera accidental de Dumbo, secuencia viajera desaprovechada que podría haber sido bien explotada con los efectos actuales y un mínimo más de cojones. Y lo que se extraña del cine gótico de Burton son los diálogos que esquivaban los lugares comunes del ñoñaje new age, esos berretines de libro de autoayuda que abundan en muchos productos industriales hollywoodenses y que desde El Gran Pez (2003) a esta parte, también son algo común en el cine del ex gótico. Como si se sintiera obligado a los diálogos banales desde que se fue adentrando cada vez más en un cine para niños; paradójicamente, un público al que esas frases melosas le importa un bledo. El villano de la fábula es Michael Keaton, también en un rol en oposición al de Batman, representante de la gran compañía que compra al circo para llevarlo a las ligas mayores: una especie de mega corporación circense al estilo de Disney World. Esa mutación del pequeño circo de DeVito y sus fenómenos al gran espectáculo, además de ser una crítica explícita al mundo del entretenimiento no ajeno a la dinámica de concentración capitalista, puede verse como la metamorfosis del propio cine del realizador. Tanto DeVito como Dumbo pueden ser el álter ego de Burton; e incluso puede serlo Milly Farrier (Nico Parker), la hija del manco, la única que tira frases emo que parecen la válvula de escape de un cine burtoniano que ya no es.
A pesar de la distancia temporal del estreno de la película animada “Dumbo” (en 1941), todos conocemos y recordamos la historia de este pequeño elefante con orejas particulares que le permitían volar. Esta semana se estrena una nueva versión, una de las películas más esperadas del año, pero, esta vez, la trama no se presenta mediante una animación, sino que es interpretada por numerosos actores, estos son: Colin Farrell, Danny DeVito, Michael Keaton, Eva Green, Alan Arkin y los niños Nico Parker y Finley Hobbins. Tim Burton se encarga de dirigir esta nueva película sobre el famoso elefante Dumbo. El director ya había realizado su propio relato de un clásico de Disney, como fue “Alicia en el país de las maravillas” en el año 2010, generando una nueva visión del film estrenado en 1951. En este nuevo film sobre Dumbo, el elefante nace en el circo de Max Medici (Danny DeVito), quien se siente defraudado al ver que el animal posee unas enormes orejas, lo cual lo hace diferente al resto de su especie. Sin embargo, cuando Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins) descubren que el pequeño puede volar, el dueño del circo cambia su opinión respecto al animal y lo convierte en su máxima estrella. El número de público aumenta y esto llama la atención del dueño de “Dreamland” (Michael Keaton), quien se acerca para proponer un mejor futuro a Medici y a todos los miembros del circo, sin embargo, sus promesas no serán del todo ciertas. En la película en cuestión, podemos ver las buenas actuaciones de todo el elenco, pero, quien es el verdadero protagonista es el pequeño Dumbo, en él tenemos un trabajo muy bien logrado de los efectos especiales, el resultado es un elefante bebé que transmite ternura a lo largo de todo el film. Tim Burton se encarga en toda la película de demostrar que el personaje principal es el animal y mantiene nuestro foco de atención en él. Para ello, utiliza variados recursos, como los planos de su ojo que reflejan lo que sucede en la escena y hasta, en algunos momentos, visualizamos lo que mira el elefante, mediante un plano subjetivo. Justamente, es la mirada el medio principal para transmitir la ternura del pequeño elefante. Todos los hechos que ocurren que provocan tensión o alegría, están protagonizadas por Dumbo, dichas acciones, gracias a la combinación de las imágenes y la música, despiertan los sentimientos que intentan transmitir generando empatía con el espectador. Como aspectos destacables, además de las actuaciones y los efectos especiales, es el diseño de producción, los ambientes logrados nos permiten dar cuenta que se trata de una película de Tim Burton, lo ayudan el vestuario y el maquillaje, principalmente, en los personajes de Michael Keaton y Eva Green. Detrás de los hechos que suceden, siempre hay una reflexión que se repite a lo largo de toda la película, con respecto a los animales en cautiverio, o aquellos que son maltratados y utilizados para el beneficio económico de algunos seres humanos. Asimismo, se presentan otras temáticas, como la relación entre padres e hijos, la codicia, entre otros. En resumen, “Dumbo” logra los objetivos y cumple con sus expectativas, además de entretener, presenta una historia que invita a reflexionar dejándonos una enseñanza dedicada a los niños, pero, especialmente, a los adultos. El verdadero protagonista y el captador de la atención es Dumbo, el pequeño elefante, que, gracias al trabajo de los efectos especiales consigue transmitir la ternura a través de su mirada y sus gestos.
Soy un gran admirador del cine de Tim Burton y me gustan casi todas sus películas, pero es posible que luego de Big Fish (2003) su cine haya cambiado. Desde entonces hizo cosas buenas y no tan buenas, pero ya no son lo mismo de su primera etapa. Aunque uno abrace la teoría de autor y haga un enorme esfuerzo por aferrarse a los temas y el estilo del director, hay algo de imitación más que de personalidad y sus películas tienden a ser una versión menos original que sus títulos anteriores al año 2000. Con la admiración por su cine he buscado en cada nuevo título algo rescatable, porque en definitiva sigue siendo un autor personal, con temas y estética que le pertenecen. De todos los cineastas del mundo, es posible que Burton sea uno de los más identificables. Dumbo es un nuevo paso en esa tensión entre la imitación –es una remake de un súper clásico de Walt Disney- y el universo de Tim Burton. La película queda atrapada entre ambos mundos. Si no conociéramos la historia del director de El hombre manos de tijera se podría hacer una interpretación de la historia y si uno le aplica la teoría de autor más un poco de análisis biográfico se podría encontrar otras cosas. Vamos por partes. Dumbo es la historia de un circo, la historia de los diferentes, los desclasados, los que sueñan con entretener y arman una familia de deformes, lo que se llama fenómenos de circo. Es el mundo de aquella película definitiva llamada Freaks (1932) de Tod Browning, película sin la cual la historia del cine hoy sería diferente, al menos en cuanto a la representación de esta clase de personajes. Los deformes, los excluidos son también el centro de Frankenstein (1931) de James Whale. Entre Freaks y Frankenstein está Tim Burton. Dumbo, el pequeño elefante cuya deformes orejas lo hacen motivo de burla y discriminación, es un personaje de Tim Burton. Es el pingüino de Batman vuelve, es Edward de El joven manos de tijera, es Tim Burton dibujando personajes deformes al comienzo de su carrera, trabajando para… sí, los estudios Disney. Pero como esos personajes, Dumbo, es deforme y a la vez extraordinario, superior, destinado a la grandeza. A veces fracasan, a veces triunfan, finalmente quedan fuera de la sociedad. Lo mejor de la película Dumbo es eso. Lo que conocemos en Burton pero que podríamos reconocer aunque no supiéramos que él dirigió la película. Dumbo, basada en un clásico tan querido, posee bastante oscuridad, pero no puede evitar un poco de luz, porque no deja de ser una película inspirada en un clásico infantil. No se parece mucho a la película de 1941, por suerte, y no vale la pena la comparación. Se agradecen algunos pequeños homenajes, en particular la escena que evoca al maravilloso segmento Pink Elephants on Parade. Ambos films son independientes, no se necesita saber nada del original. Si no estuviera producida por los estudios Disney, la única certeza que tiene la película de Tim Burton es la de ser una película contra Walt Disney. V.A. Vandevere es un millonario que quiere explotar al pobre Dumbo, convertirlo en un negocio en su gigantesco parque. Burton, que tiene un historial de tensión con Disney, hace años que hace películas para Disney, difícil creer que esté hablando contra alguien que admira, aunque tal evoque la libertad de estar entre los suyos en lugar de hacer el show para esa cruel maquinaria comercial que es Dreamland, el parque de Vandevere inspirado en Disneyland. Pero Dumbo es más que un elefante, es también el mundo del circo. Una familia unida por la marginalidad y también por el afecto. Igual a la de Ed Wood, otra gran película de Tim Burton. Sin duda el director tiene ideas, oficio, hay grandes actores y mucha producción, pero la emoción no asoma y todo queda un poco distante y frío, cuesta acercarse a estos personajes, algo que no ocurría antes con las películas de Tim Burton. El elefante de esa película no consigue la ternura de los clásicos de Disney tampoco. Ni Disney ni Burton, solo una prolija película esperemos que al menos no caiga en la tentación de las secuelas.
Es Disney, y es Tim Burton, pero fagocitado por la gran maquinaria de hacer dinero, y se nota. Si ya la clásica historia del pequeño elefante con orejas que le permitían volar había calado hondo en los espectadores, acá superar la apuesta no fue tarea fácil. Visualmente impactante, con animaciones que sorprenden, pero con una falta de emoción y originalidad notoria.
Lo viejo y lo nuevo Esta semana se estrena una nueva versión de Dumbo. Y es raro expresarlo así porque decir que esta versión de Dumbo es “la nueva” implica que la versión de Walt Disney de la década del 40 sería “la vieja”. Raro porque cuando uno compara las dos versiones, la del 40 es la que exuda osadía y hasta un espíritu de modernidad, mientras la actual tiene algo de avejentada, de cansada, si se quiere. La versión de los 40 fue hecha por Walt Disney tras el fracaso estrepitoso de la extraordinaria y extravagante Fantasía. La Dumbo de ese tiempo era un ejemplo de animación hecha con menos presupuesto pero con una imaginación desbordante; con un protagonista que no emitía una palabra durante toda la película, una sabia y sorprendente utilización del fuera de campo y una secuencia lisérgica que era capaz de introducirse gratuitamente en un relato de una hora por el solo hecho de regodearse en las posibilidades de la animación. La Dumbo actual, en cambio, es otra cosa: su centro no pasa tanto por el elefante de orejas gigantes sino por los personajes que lo rodean: dos nenes y su padre que quedó manco tras la primera guerra, un dueño de un circo, algún que otro villano y un grupo de freaks. El elefante Dumbo, en tanto, parece ser aquí un personaje más, y hacia el final de la película, una suerte de perro Lassie heroico en clave más pesada y voladora. Pero volvamos a los personajes que lo rodean. Algunos se encargan, en algunas escenas, de explicitarnos qué es lo que está sintiendo el elefante de orejas gigantes en determinados momentos. Cuando Dumbo está en un acto de circo y siente miedo, una nena con espíritu científico se encargará de aclararlo verbalmente, aun cuando la imagen de Dumbo asustado sea más que clara. En otros momentos, en cambio, se ve a Dumbo volar, entonces un personaje tiene que decir que está fascinado ante este espectáculo, aún cuando -nuevamente- su expresión basta para que entendamos eso. Cuando algo así sucede, termina pasando algo: la emoción parece demasiado calculada, demasiado poco espontánea, pero también se despierta la impresión de estar ante un director que no tiene fe en sus propias imágenes, al tal punto que necesita apoyarlas con la palabra. Es bastante sorprendente esto, teniendo en cuenta que quien está detrás de la cámara es Tim Burton, realizador que más de una vez se destacó por tener personajes dueños de una expresividad desbordante, capaces de transmitir sentimientos de todo tipo con un par de miradas. Una herencia que el propio Burton admitía que venía de su amor por las películas de terror de la era silente. Y si bien la emoción no funciona demasiado en esta versión de Dumbo, a veces -no siempre- puede funcionar su humor. Esto ocurre sobre todo cuando los chistes están a cargo de ese comediante extroardinario que es Danny De Vito, una gran decisión de casting, junto a la de ese actor afortunadamente resucitado que es Michael Keaton. Ambos saben interpretar personajes curiosamente opuestos: De Vito es alguien que juega a ser villano cuando uno sabe en el fondo que terminará siendo un héroe; mientras que Keaton engaña haciendo creer que es una persona magmánima cuando todos sabemos que terminará siendo un canalla. Por otro lado es también loable por parte de Burton el proponer como nena protagonista a una chica que resulta lo contrario de lo tierno: un personaje racionalista hasta el extremo, que hasta cuando quiere convencer a Dumbo de que puede volar sin necesidad de una pluma, lo hace mediante un método deductivo. De hecho, la propia interpretación de Nico Parker (hija de Thandie Newton y todo un hallazgo de casting), contribuye con su mirada fija y su peinado exageradamente prolijo a provocar esta sensación de distancia. En contraste con estas actuaciones está la fallida elección de Eva Green para un personaje bondadoso. Tomar a una mujer con apariencia absoluta de femme fatale, producirla como tal y luego volverla una suerte de personaje tierno y compasivo es algo que difícilmente pueda llegar a creerse. A uno le da la impresión incluso de que si Green aparece aquí es más que nada por tratarse de una película de Tim Burton, y es simplemente parte de sus actrices fetiches en una película con varios actores de la factoría TB. Y acá, creo yo, se encuentra el mayor de los problemas de Dumbo: en su necesidad de que el sello Burton aparezca aunque no beneficie la película ni tenga siquiera demasiado desarrollo. Es lo que pasa en esta película con los personajes de los freaks. Se trata de personajes secundarios que en algún momento aparecen para hacer algo importante en el relato, pero que, en suma, solo están ahí porque esto es Burton, y en Burton hay freaks. Su homenaje al cine de la década del 30 también parece estar, por ejemplo, en una escena donde uno de los personajes comienza a destrozar todo al estilo de cualquier científico loco de la época de terror de la Universal. Pero se trata de una escena trabajada de modo rutinario, que luego derivará en un climax con un incendio resuelto de forma confusa, con personajes que no se sabe ni por dónde quieren meterse ni por dónde deben salir. Escenas como esta suscitan además la desconcertante sensación de que Dumbo es una película desganada. Y es raro decirlo: Burton se caracterizó durante años por ser -para bien y para mal- desatado y excesivo, así como por hacer un cine de freaks furiosos y pasionales. Pero acá todo parece muy medido, los freaks solo son unos justicieros amables, y Dumbo (que podría considerarse un freak después de todo), un animalito tierno que en la película no cuenta con más de dos o tres expresiones. Uno podría rescatar que Burton no haya renunciado al universo que lo caracterizó. Que siga tratando con temas como el circo, lo diferente y la discriminación. Pero algo cambió, y mucho. En algún momento, la identidad de Burton era lo que le permitía entregar un cine distinto, que iba a contrapelo de lo que se veía habitualmente y de lo que proponía la industria. Su amor por lo marginal y lo retro, así como los homenajes al cine clase B, le permitían llevar a cabo excentricidades: filmar una biopic en blanco y negro sobre un director conocido por lo malo que era, destrozar el cómic original de Batman para hacer una carta de amor a lo freak, homenajear la ciencia ficción de los 50 e insertarla en un relato satírico… Dumbo, como otras películas de Burton de los últimos tiempos, es el film de un director que hoy pareciera imprimir sus sellos autorales más como una obligación profesional que como algo rupturista. De este modo, lo que anteriormente era un gesto de libertad creativa hoy es un estilo que este director nos repite de forma desganada para recordarnos quién está atrás de la cámara. Un cine de un realizador artísticamente viejo, encerrado en sus temáticas recurrentes, que acude a actores ya conocidos y que hoy solo sabe ofrecer identidad, y no mucho más que eso.
Un tobogán de emociones. Si bien Dumbo (2019) no es la primera adaptación donde participó Tim Burton -que inició esta era de transformar los clásicos animados en live action con Alicia en el País de las Maravillas (2010)-, sí reconozco que es la más original hasta el momento. Tim Burton duplicó la duración original del filme de 1941 y los cambios que ofreció fueron acertados. Sin animales parlantes ni canciones, básicamente solo sobrevivió el hecho de tener a un elefante volador con orejas grandes. El foco se fue a los humanos. El argumento es sencillo: el pequeño circo de Max Medici (Danny DeVito) contrata a Holt Farrier (Colin Farrell) y a sus dos hijos para cuidar de Dumbo, que al mostrar sus dotes atraerá a los medios y sobre todo al ambicioso Vandevere (Michael Keaton), dueño de Dreamland, el gran parque de atracciones que buscará explotar al máximo a Dumbo junto a su estrella Colette Marchant (Eva Green). Bajo esta premisa el filme posee numerosos guiños a la versión original dirigida por Ben Sharpsteen y desde sus comienzos sabe diferenciarse. Si bien Colin Farrell y Eva Green demuestran una enorme química, no es menos cierto que a DeVito y Keaton les ha tocado intercambiar roles (tanto en Batman vuelve como en Johnny Peligroso, DeVito era el malo) saliendo airosos en esta ocasión. De todos modos, la estrella termina siendo Nico Parker -la hija de Holt-, que es quien comparte más escenas con Dumbo. Mientras que en el clásico de los 40s el compinche de Dumbo era un ratón, en el filme de Tim Burton la niña ocupa ese rol y se explaya mucho más en todos los sentidos, sacando lágrimas al espectador de a ratos. No puedo decir lo mismo del niño donde sentí que por momentos estuvo de relleno. Hablar de lo excelente que son los efectos especiales o la fotografía colorida de Ben Davis (con reminiscencias de Charlie y la fábrica de chocolates o Alicia en el País de las Maravillas), sería caer en una redundancia. El corazón del filme está definitivamente en los personajes que rodean al elefante. Es una labor extraordinaria de Burton si tenemos en cuenta que otras propuestas de la Disney como El libro de la selva, La bella y la bestia o La cenicienta no hicieron más que replicar sus versiones animadas en casi su totalidad. En tiempos donde las películas están más dirigidas por los estudios que por los directores en sí, Dumbo es por lejos una película de autor que en manos de otro cineasta el resultado hubiese sido absolutamente incierto.
Dumbo: Las orejas más conocidas del mundo. El remake de Dumbo podía ser una de esas películas desastrosas como podía ser una excelente adaptación de una de las mejores películas de Disney. ¿Qué terminó siendo? Con la dirección de Tim Burton volviendo a trabajar con la colosal productora del ratón Mickey, Dumbo está repleta de posibilidades negativas y positivas. Habría que partir de la base que, realmente, un remake de la película original es totalmente innecesario. Una remasterización a HD junto a un reestreno del film animado habría bastado para contentar las necesidades económicas de los accionistas. Dando por entendido eso, solo queda decir que se tomó la mejor decisión posible con relación a un remake así, que es la de distanciarlo radicalmente de la original. Las similitudes entre las dos versiones no abundan. La historia que cuentan, pese a mantener una estructura similar se distancia radicalmente. Algunos guiños están, y sin entrar en spoilers cualquier fanático de la película vieja los va a ver sin mucha dificultad, pero la propuesta real es otra. Mientras que el protagonista de la original es el mismo Dumbo, en la nueva versión el protagonista es el hombre, el humano que cuida o maltrata al elefante. Una vez entendiendo que la película a analizar es otra, toca hablar del film que se nos presenta. Visualmente se nota la presencia de Tim Burton, y elementos como la paleta de colores o la composición de los planos muestran la marca registrada del director. La cinematografía es absoluta. Esto no es poca cosa y muchas veces es el principal responsable de poder sentir la famosa sensación de la magia de Disney. Adultos y niños se sentirán como niños. Eso sí, a pesar de festejar esos momentos, no abundan. Pese a que lo que decíamos en el párrafo anterior, los adultos se sentirán mucho más alejados de esta versión. El mensaje que da y el montaje va dedicado y direccionado a un público infantil. Obviamente no se puede requerir una película apta para mayores de 18 años sobre Dumbo (algo que hecho por Burton podría generar destrozos), pero este elemento suele ser el que diferencia las películas para chicos que están bien de los recordables films que quedan como clásicos de cine infantil. Por suerte ahí está el enorme elenco del film que sale a reflotar algunas situaciones que desde el guion son un poco predecibles u obvias. Un elenco que, recordemos, tiene figuras del renombre de Colin Farrell o Alan Arkin. Destacable por todos los demás la actuación del genial Danny DeVito que teniendo 74 años todavía posee la capacidad de divertir y atraer a una audiencia de todas las edades. El humor y la performance de este hombre es espectacular. Dumbo no necesitaba un remake. Se podría haber hecho un mejor remake de Dumbo. Pero sobre todo, se podría haber hecho uno mucho peor. Cómo película para chicos es excelente, como película para padres cumple, y como película en si, Dumbo es una buena obra para revivir la leyenda del elefante con las orejas más grandes del mundo, que curiosamente, pese a ser más “feo” que los demás, era el único con capacidades de saltar y volar. Un mensaje que hoy en día, todos necesitamos.
Producida por Disney y dirigida por el genial Tim Burton, (aunque aquí haya hecho un trabajo diferente se nota su mano maestra), nada puede salir mal. De la película de animación de 1941, que fue un éxito, saltamos a la remake hecha por actores muy bien elegidos. La historia es simple: un circo venido a menos cuyo dueño es Max Medici (extraordinario Danny De Vito) ve torcer su destino al nacer Dumbo, un elefante al que todos burlan por sus grandes orejas hasta que descubren que puede volar, y todo, gracias a los hijos de Holt Farrier (Colin Farrell) un veterano de la Primera Guerra que solía hacer acrobacias a caballo y regresa sin un brazo. Ahora le toca ocuparse de sus hijos y además se le suma la tarea de hacerse cargo del pequeño elefante. Sus hijos Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins) serán fundamentales a la hora de ayudar al animalito a ser el verdadero héroe del circo casi de manera casual. Y todo cambiará de manera drástica para el elenco y sus animales cuando Max se asocia con V.A Vandevere (Michael Keaton), dueño del parque “Dreamland” que sólo busca fama y fortuna. Junto a la acróbata aérea Colette Marchant (Eva Green) Dumbo demostrará sus habilidades emocionando en el circo a grandes y chicos, aunque surgirán problemas que no voy a spoilear. Una película con excelentes efectos visuales, buena música a cargo de Danny Elfman y actuaciones que se disfrutan. Además de tocar un tema como la discriminación y el maltrato animal, que sigue siendo actual, lamentablemente, la película emociona y enternece con cada aparición de su protagonista, y a eso se suma la familia circense, algo quizás lejano, pero que nos retrotrae a nuestra más tierna infancia. Muy recomendable para toda la familia. ---> https://www.youtube.com/watch?v=CTuGTLx2iEI TITULO ALTERNATIVO: Dumbo de Tim Burton DIRECCIÓN: Tim Burton. ACTORES: Eva Green, Colin Farrell, Michael Keaton. ACTORES SECUNDARIOS: Danny DeVito, Alan Arkin, Nico Parker. GUION: Ehren Kruger. FOTOGRAFIA: Ben Davis. MÚSICA: Danny Elfman. GENERO: Fantasía , Familiar , Aventuras . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 112 Minutos CALIFICACION: Apta todo público DISTRIBUIDORA: Buena Vista FORMATOS: Imax, 3D, 2D. ESTRENO: 28 de Marzo de 2019 ESTRENO EN USA: 29 de Marzo de 2019
¿Qué más se puede decir del clásico animado de Disney de 1941 que conquistó corazones y derramó muchas lágrimas? Pasaron los años y sus personajes aún quedan impregnados en las retinas. Ahora el director Tim Burton es quien reinventa ese universo y transforma el espíritu del filme original en esta aventura que tiene similitudes y nuevas situaciones con el paquidermo alado. La nueva versión de Dumbo ofrece un destacado diseño estético del realizador del El joven manos de tijera, aunque menos oscuro, pero siempre convincente del mundo ilusorio que lleva adelante. El circo de los Medici, liderado por Max -Danny De vito-, está atravesando un mal momento hasta que el nacimiento del hijo de la elefanta Jumbo trae nuevas esperanzas al show itinerante -plasmado en un mapa como en la versión animada- cuando descubren que tiene grandes orejas que le permitirán volar. Entre un mundo de atracciones integrado por seres "diferentes", maltrato animal, familia ensamblada y el fin de la Primera Guerra Mundial, que tiene sus secuelas, Holt Farrier -Colin Farrell-, una ex estrella del rodeo regresa sin un brazo y se reencuentra con sus hijos Milly -Nico Parker- y Joe -Finley Hobbins-, quienes descubren que Dumbo puede volar con la ayuda de una pluma. Cuando Max acepta la propuesta del millonario y excéntrico V.A. Vandevere -Michael Keaton- para que Dumbo forme parte de su moderno y sorprendente parque de atracciones, Sueñolandia, y haga dupla con Colette -Eva Green-, una trapecista consumada, las cosas se saldrán de su carril. Tim Burton sabe perfectamente el material que tiene entre sus manos y el público al que se dirige por lo que entrega un producto sólido -el Max de De Vito y el villano de Keaton son grandilocuentes- en el que no faltan momentos de tensión y ternura que ofrece el personaje creado por CGI, perfectamente insertado en la acción entre el show, la intriga y los negocios oscuros. El resto es magia -es sorprendente el diseño de Sueñolandia- y funciona la escena en la que Dumbo es separado de su madre, aunque por momentos se extraña la atmósfera del dibujo animado.
Después de varios desaciertos por parte de Tim Burton, el director logró reconvertir una historia chata y sin profundidad, en una satisfactoria historia de perseverancia y aceptación, donde la estética y la atmósfera juegan un papel fundamental. Para comprender la magnitud de lo que significa Disney hoy en día, hay que retroceder varias décadas para poder darse cuenta que animadores, escritores y directores han sabido marcar el camino dentro de la industria mucho antes de que llegásemos a conocer a Pixar o las películas de superhéroes. Una de esas obras fue Dumbo (1941), la historia de un elefante que tenía las orejas tan grandes que hasta podía volar. Esta habilidad tan especial innata del elefantito le costó cara, ya que durante sus primeros años de vida sufrió un constante maltrato por parte del resto de los animales del circo ambulante donde se encontraba y también por parte del público que se acercaba a la carpa de los hermanos Medici para satisfacer su necesidad de entretenimiento. Esta historia no es otra cosa que una reinvención del famoso cuento del Patito Feo, pero llevado a cabo con el famoso toque de Disney de hacer que animales puedan representar sensaciones humanas como si fueran uno de nosotros. Considerado como una de las joyas del cine clásico de Disney, ahora le tocó su turno de pasar por la sala de proyectos para así poder lograr tener su remake live action, esta nueva moda que desde las oficinas del ratón han optado por adaptar sus historias más emblemáticas con actores de carne y hueso, y con el siempre confiable poder de la animación actual y el CGI. Como la historia en sí trata de la vida y las desventuras de un “bicho raro” o “freak“, el encargado de llevar esta remake será alguien que se considera a si mismo como tal: Tim Burton. Uno de los autores que fue furor en la década de los 90s y que en el presente milenio no ha podido plasmar esa misma magia en las películas que ha dirigido. Quizás su última película que haya dado que hablar, por lo bien que estaba construida, actuada y ejecutada, fue Sweeney Todd (2007), pero aún así aquella obra logró tener una suma interesante de detractores, que años después se multiplicaría exponencialmente por el estreno de una de las primeras re-adaptaciones live action de Disney: Alice in Wonderland (2010). Con más opiniones en contra que a favor, Burton se alejó de la dirección de la secuela y se dedicó a sus propios proyectos personales, donde desafortunadamente tampoco le fue muy bien. Ahora Tim Burton y Disney se juntarán de nuevo para trabajar y buscarán tener la revancha que se merecen, haciendo una rea-daptación del famoso elefante volador. En esta oportunidad Dumbo (2019) explorará no solo los sentimientos del famoso elefante, sino que también irá más allá y narrará desde otro punto de vista la vida en el circo de los Hermanos Medici. Esta visión será explorada gracias Holt Farrier (Collin Farrell) un soldado que regresa al circo luego de su paso por la guerra y que junto con sus hijos Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins), se encontrarán con el famoso Dumbo e intentarán que este sirva de ayuda para evitar la quiebra del circo comandado por Max Medici (Danny DeVito). Por supuesto que esta aparición atraerá la atención de más gente de lo pensado y ahí es donde juega un papel determinante V.A. Vandemere (Michael Keaton), uno de los dueños de un nuevo parque de diversiones que luego de hacerse eco de las actuaciones de Dumbo, intentará que éste pueda hacer lo mismo en su propio parque, pese a que los tratos no serán los mismos y las presiones por parte de los dueños tampoco. Luego de su última incursión en el cine con Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children (2016), Tim Burton ha logrado volver a plasmar todo su estilo en una película. Esa estética sombría y de pesadilla se le venía haciendo esquiva y en esta oportunidad esas características vuelven a tener lugar. El director toma la decisión correcta a la hora de esta re-interpretación ya que la película bien podría dividirse en dos. La primera mitad haciendo un claro homenaje al material original, respetando las escenas más recordadas y emblemáticas. La otra mitad es una clara muestra de la vigencia de Burton, construyendo escenarios monumentales y explotando los tonos de los colores para crear así un paisaje y puesta en escena completamente futurista, que van de la mano con lo que propone la trama. El guion resulta ser muy superior que el del material original, en esta oportunidad los personajes son mucho mejor desarrollados y se logra poder empatizar de una mejor manera con ellos. Los pasajes de comedia están muy bien llevados a cabo, sin caer en los chistes tontos y fáciles. La edición de sonido y la banda sonora dan en la tecla justa para poder lograr un ambiente completo y una experiencia total. Pero por sobre todas las cosas que diferencian a ésta Dumbo de la original, es que aquí hay un conflicto claro y concreto, con un antagonista que pese a ser obvio y para nada sorprendente, está determinado a lograr su cometido. Las actuaciones no son de deslumbrar, pero si están a la altura de lo necesario para hacer de esta película una obra totalmente disfrutable. Con Michael Keaton, Collin Farrell y Danny DeVito como principales exponentes, sus personificaciones están muy bien logradas. Burton tenía que rodearse con sus actores de confianza para poder lograr explotar su potencial y al mismo tiempo lograr que estos nombres de tanta marquesina no opaquen al gran protagonista orejudo. Un Dumbo que está creado de una manera magistral por CGI, que parece tener emociones reales y dando unas interacciones con los personajes reales que son sorprendentes. La mayoría de esas interacciones se dan con Eva Green, la otra gran estrella que si bien se la nota cómoda en su papel, ella no termina siendo aprovechada por el guion como para darle una importancia preponderante. Da la sensación que su personaje solo sirvió para que Burton se haga un festín a la hora de diseñar sus peinados e indumentaria, un fetiche que el director tiene desde sus primeras obras animadas y live action, que a veces logran quedar un tanto exagerados ya que busca poder equilibrar el poco desarrollo de personaje con un gran despliegue de producción. La Dumbo de Tim Burton será recordada como una pieza de entretenimiento más. Donde la obra original es tomada y re-imaginada por un autor, haciendo su propia película del mítico personaje. Ni por asomo estará dentro de las mejores del director, pero si deja la sensación de que Burton todavía puede imaginar y concretar sus ideas sin cambiar su estilo y materializarlas en forma de película.
Disney sigue desempolvando clásicos para llenarlos de vida. Esta vez fue el turno de "Dumbo", la historia que captó la atención de Walt Disney hace más de siete décadas y que desde su producción original regaló magia a los corazones de muchas generaciones. Dirigida por el peculiar Tim Burton, desarrolla la entrañable historia clásica que celebra las diferencias, valora a la familia y hace volar los sueños. Tras una secuencia de apertura que homenajea al viejo Disney, nos encontramos con la historia de Max Medici (Danny DeVito) y su circo, quién vuelve a contratar a la ex estrella Holt Farrier (Colin Farrell) y a sus hijos, Milly y Joe, quienes serán los encargados de guiarnos por esta aventura en la que Dumbo se robará todas las miradas y donde, cómo Disney se encargó de enseñarnos, no debemos basar nuestro juicio en las apariencias. Esta nueva versión del clásico suma el doble de duración y por lo tanto aporta nuevos elementos a la trama explorando el lado humano de la historia y dándole un contexto histórico inexistente hasta ahora. Las desgracias familiares y personales se hacen presentes en los protagonistas (como en toda película de Disney) marcando un punto de partida diferente y resignificando así el accionar de los personajes. La estética del film hace honor a la expresión minimalista y expresionista de la película animada original gracias a la creación de ambientes más despojados y el uso de diferentes estrategias de iluminación en un mundo colorido pero en decadencia, lo que nos muestra el sello personal de Burton. El elenco de renombre no decepciona pero el foco de atención no deja de estar sobre el elefantito. Danny DeVito, el dueño del circo, saca provecho de cada guiño del guión y lo convierte en una risa asegurada del espectador. Eva Green, quien ya trabajó con el director por ejemplo en "Miss Peregrine y los niños peculiares", tambien cumple en su papel como la trapecista Colette Marchant. Lo curioso es el rol de Michael Keaton como el extravagante y persuasivo empresario V.A. Vandevere, dueño de "Dreamland", un parque temático donde el entretenimiento no es más que un negocio perverso con una fachada feliz; lo que nos deja pensando si se trata de un intento de autocrítica por "Disneyland". La suma de un trabajo de animación destacable (#LosOjosDeDumbo) y el hecho que no haya animales que hablen, ayuda a que todo se sienta real a pesar del gigante volador. Recordemos igualmente que Dumbo nunca habló y los únicos animales que sí lo hacían en la película animada eran la cigüeña, el coro de elefantes, el ratón Timoteo y los cuervos. En esta entrega también se aprovecha para dar un mensaje de concientización hacia el maltrato animal que expone el film, cosa que allá por los años 40 era legitimizado por la sociedad. La música de Danny Elfman (reconocido colaborador de Burton) revive el estilo original sumándole algunos elementos más "pop" y los temas principales como "When I See an Elephant Fly" se hacen presentes. Personalmente no me termina de quedar claro a qué público específico apunta la película. No es para los más chicos ni tampoco para los más grandes, pero al mismo tiempo, tiene algunos elementos para ambos; se queda en el medio. Esta versión del film probablemente no sea tan memorable como su predecesora, pero marca un nuevo comienzo y la posibilidad de seguir explorando este mundo. Disney da con su cometido. No buscan sorprender ni ser novedosos, sino sacar del recuerdo de nuestra infancia un clásico olvidado. "Dumbo" llega volando con aires de nostalgia a los cines mañana Jueves 28/03. Por Matías Villanueva
Una de las apuestas más esperadas de este 2019 llegará “volando” este jueves 28 a las salas del país, y son muchos los que la están esperando: los que vieron la película original de Disney de 1941 (cuarto largometraje de Walt Disney Studios, basado en la novela infantil homónima de Helen Aberson e ilustrado por Harold Pearl), que ganó un premio Óscar a Mejor Banda Sonora de una Película Musical, y fue nominada a Mejor Canción Original por Baby Mine, y también aquellos que disfrutan del particular y vanguardista Tim Burton como director de cine (ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS, Charlie y la fábrica de chocolate). Además de la dirección de Burton, “Dumbo” tiene un poderoso equipo creativo detrás de cámara: el guión es de Ehren Kruger (Ophelia, Dream House) y la producción es de Justin Springer (TRON: EL LEGADO), Kruger, Katterli Frauenfelder (Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children, Big Eyes) y Derek Frey (Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children, FRANKENWEENIE). En esta versión donde los personajes son interpretados por reconocidos actores del Hollywood, es dable destacar el impecable trabajo de producción y rubros técnicos en general: se aprecia desde el comienzo del filme cada detalle (diseño de producción, ambientación, vestuario, maquillaje, etc). Sobre todo, en las escenas que cuentan con la gran estrella de la película, Dumbo, podemos disfrutar de una dosis de ternura extrema. El elefante, tecnología y equipo de creativos mediante, logra atrapar las miradas y cautivar al espectador. No importa que edad tengas ni cuales sean tus expectativas, nadie puede negar el nivel de calidad con el que se le da vida a este pequeño gran héroe. A través de la historia mediante la cual Dumbo se convierte en la estrella del circo, con el fin de poder reencontrarse con su madre, Burton relata vínculos de amistad, la fuerza para alcanzar los sueños, el amor por la familia, de forma dinámica y emotiva. Como en la historia original, en esta versión los puntos sensibles también están presentes, por supuesto, pero sin hacer abuso de los mismos en ningún sentido, una escena bien lograda con la banda sonora del filme es suficiente para que la emoción aparezca. El elenco es sin dudas, otro gran acierto de “Dumbo”, Colin Farrell, Dani DeVito y Michael Keaton llevan adelante roles muy bien delineados, mientras que Eva Green (“Miss Peregrine…”), Finley Hobbins y Nico Parker, quienes realizan una notable labor, le aportan al filme ternura y simpatía. Como si estos nombres fueran poco, también podremos ver a Alan Arkin (“The Kominsky Method”) es un pequeño pero más que acertado personaje. “Dumbo” es un viaje sin escalas al corazón, que tanto grandes como chicos disfrutarán por igual, por eso recomiendo que no se la pierdan en la pantalla grande, a partir de este jueves 28 de marzo.
El talentoso elefantito Dumbo (2019) es una película de fantasía y aventuras dirigida por Tim Burton y escrita por Ehren Kruger. Basada en la novela infantil de Helen Aberson y Harold Person, la cinta constituye la segunda adaptación de esta historia ya que la original animada se estrenó en 1941, siendo una de los filmes más cortos de Disney al durar solo 64 minutos. Protagonizada por Colin Farrell y Danny Devito, el reparto se completa con Nico Parker, Finley Hobbins, Michael Keaton, Eva Green, Sharon Rooney, Joseph Gatt, entre otros. En 1919, el ambulante Circo de los Hermanos Medici liderado por Max (Danny Devito) no se encuentra en una buena situación económica, por lo que la venta de algunos animales fue inevitable. Con el regreso de la guerra de Holt Farrier (Colin Farrell), sus niños Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins) tienen una chispa de esperanza de que las cosas vuelvan a la normalidad luego de la enorme pérdida de su madre. Cuando la elefanta Jumbo da a luz al pequeño Dumbo, la mayoría de los integrantes del circo se sienten decepcionados: esa criatura orejona no los beneficiará en el espectáculo ya que será el hazmerreír del público. Sin embargo, Milly y Joe de casualidad descubrirán que Dumbo tiene la capacidad de volar al aspirar una pluma. Luego de entrenarlo para que el elefantito tenga su propio número dentro del show, las cosas se descontrolarán y la madre Jumbo será separada de su hijo. No solo eso, sino que también el importante empresario Vandevere (Michael Keaton) tendrá el objetivo de convertir a Max en su socio para que Dumbo sea la nueva estrella del amplio establecimiento de diversiones “Sueñolandia”. Hace un tiempo que Disney decidió enfocarse en producir live actions de sus películas icónicas. Algunas fueron más apegadas al material original, tales como La Cenicienta (Cinderella, 2015), El Libro de la Selva (The Jungle Book, 2016) y La Bella y la Bestia (Beauty & The Beast, 2017) y otras se enfocaron en un personaje que antes no era principal para darle su propia historia o continuación, tal es el caso de Maléfica (Maleficent, 2014) o la reciente Christopher Robin: Un Reencuentro Inolvidable (Christopher Robin, 2018). Ahora le llega el turno a Dumbo y nada más ni nada menos que de la mano del extravagante Tim Burton. El mérito del director aquí se hace presente porque supo cómo respetar los aspectos más importantes de la película de 1941 a la vez que se las ingenió para agregarle otra trama, la cual gira alrededor del adinerado empresario encarnado por Michael Keaton y su bella trapecista francesa Colette, interpretada por Eva Green. En esta oportunidad ya no tendremos cigüeñas, animales que hablan ni al ratón confidente de Dumbo: son los niños los que pasan a tomar ese lugar, aparte de que se agrega al personaje de Holt (Farrell) como un ex soldado que perdió un brazo y le cuesta reconectar con sus hijos. Diseñado por CGI, el elefantito protagonista se roba la película cada vez que aparece en pantalla. Sus arrugas, ojos celestes y enormes orejas lo hacen absolutamente tierno y querible. Por otro lado, el parque de atracciones “Sueñolandia” tiene un gran despliegue visual lleno de luces fosforescentes y colores que le dan una magia particular. Con un desenlace muchísimo más satisfactorio que el de la cinta original, la película no puede escaparle a la previsibilidad pero de igual manera funciona para ser disfrutada por toda la familia. A Keaton el papel de villano le queda pintado y, aunque el toque burtoniano solo se perciba en una hipnótica secuencia de burbujas rosadas danzantes, Dumbo consigue ser una correcta reinvención que vuelve a poner el foco en la importancia de creer en uno mismo a pesar de las adversidades.
Aprendiendo a volar Ya hace unos años Disney vienen reinventando sus clásicas películas en versiones live action y ahora le toca el turno a uno de sus primeros clásicos de 1941 Dumbo. Dirigida por Tim Burton en su tercer trabajo para Disney (Tras Alicia en el país de las maravillas y Frankenweenie) la película mantiene la esencia de su original pero con varios cambios tanto en la trama como en sus mensajes. Para comenzar, los animales no son los únicos protagonistas (de hecho ni siquiera hablan) sino que son los humanos quienes llevan la película y hacen avanzar la trama. Ellos son Holt Farrier (Collin Farrell) como la ex estrella del circo que tras participar en la guerra pierde un brazo y es relegado a trabajar con los elefantes, sus dos hijos Milly y Joe quienes ayudaran al pequeño Dumbo, y Max Medici (Danny DeVito) como el dueño del circo y comic relief de la película. Como en la original, la historia se centra en el pequeño elefante Dumbo quien nace con unas orejas demasiado grande lo que es motivo de burla por parte del resto del circo en el que vive hasta que descubre que gracias al tamaño de sus orejas puede volar y pasa a ser la atracción principal. Todo eso ocurre en la primera parte de la película pero esta nueva versión no termina allí sino que se agrega una nueva subtrama y es la aparición de V.A. Vandevere (Michael Keaton) como un cruel empresario circense que, junto a su principal estrella Colette (Eva Green) busca comprar el circo a Medici con el objetivo de explotar al elefante volador en su parque de atracciones “Dreamland”. Otra gran diferencia son los mensajes propios de esta época que trasmite esta cinta como lo son el maltrato a los animales en cautiverio (recordemos que la película de 1941 finaliza con Dumbo siguiendo trabajando en el circo) e incluso el feminismo dotado por la pequeña Milly quien lejos de trabajar en el circo tiene el sueño de ser científica en una época en la que las mujeres no tenían fácil acceso a la educación . En cuanto al diseño de arte se puede decir que es de lo más interesante de la película. “Burtonesca” en toda su expresión, dejando de lado un poco su estilo gótico pero no por eso deshaciéndose de todo su impresionismo que lo caracteriza hasta en el más mínimo detalle. Tanto el humilde circo de Medici como el grandilocuente parque de Vandevere son obras de arte en pantalla. Los efectos especiales son otro punto alto ya que logran que un Dumbo generado completamente por computadora logre trasmitir todos sus sentimientos. Posiblemente de las 3 películas en live action que se estrenan este año junto a Aladdin y El rey león, Dumbo sea la mas innecesaria y menos esperadas, pero como película logra cumplir los objetivos que se propone: entretener a chicos y generar nostalgia a los grandes.
Tomar un clásico animado y construir una película distinta, por más que se mantenga cierta fidelidad al espíritu del original: eso sería lo que el director Tim Burton se propuso al hacer una revisión, no una remake, de Dumbo, el filme que allá por 1941 le permitió a Walt Disney emparejar los números tras los fracasos comerciales de Pinocho y Fantasía. Dumbo era (es) sencilla hasta la ingenuidad de sus planteamientos, con un personaje querible más allá de que todos los cachorros son adorables. Sufre bullying en el circo al que las cigüeñas lo llevaron, su madre elefanta lo defiende y terminan separados, tiene un ratoncito como buen amigo (para desmitificar el miedo de los paquidermos), contenía dos o tres canciones pegadizas y deliciosamente encantadoras y una duración de poco más de una hora. El Dumbo de Burton es, decididamente, otra cosa. El elefantito hecho por computación es igual de lindo y comprador, pero la historia se amplió, en personajes que van cobrando casi más valor que el protagonista original. Cuando al comienzo el tren del circo se va de Florida, ése parece ser el guiño, o el pedido de permiso del director de El joven Manos de tijera para decir voy a contarles una historia diferente. Hay un ratoncito, sí, pero son los hijos de un jinete, y ex estrella del circo (Colin Farrell), que regresa sin un brazo de la Primera Guerra Mundial, quienes le dan la plumita a Dumbo para volar. Los chicos son huérfanos de madre, y el circo que Medici (Danny DeVito) manejaba casi como una familia está a punto de ser fagocitado por un empresario (Michael Keaton) que quiere que el elefante que vuela sea, montado por una equilibrista (Eva Green) la sensación de Sueñolandia, su parque de entretenimiento. Y no hay mirada ni guiño con Disneyworld, porque V. A. Vandevere es malo, eh. Muy malo. Los homenajes a la película original claro que están, y son visibles, muy fáciles de detectar para los que la amaron y aman (las canciones mencionadas, los chicos malos espectadores del circo, el que cae en el cubo de agua, el sueño con pompas, los payasos), lo mismo que el espíritu de que la bondad, si impera, se impone. Pero este Dumbo tampoco es una película que uno puede percibir, distinguir como de Tim Burton, al margen de los freaks que rodean al elefantito -que es otra rareza por poder volar con sus enormes orejas-. No es que Burton se haya apoderado de la historia o la idea y erigido un filme con su universo propio. Por más que esté la música de Danny Elfman, su compositor predilecto, este Dumbo parece más un encargo que un sueño del director de Batman. No quiere decir que el filme no tenga sus momentos de magia, fantasía, que el espectador no trabe empatía o que no se conecte con los protagonistas. Los más chicos y fans de Dumbo dirán “no es así, está mal”, porque lo que ven no es un reflejo del original. Este Dumbo no parece ser La Bella y la Bestia, que tenía sus pequeños cambios al realizarse con actores. Tal vez por la duración original, o será porque alguien habrá pensado que la ilusión del Dumbo de 1941 era ingenua. Hay que ver quién es más ingenuo.
Tim Burton vuelve a las grandes ligas (o sea, Disney) con ganas de triunfar de la mano de esta adaptación live action de uno de los clásicos más lacrimógenos de la compañía del ratón. Disney ya dejó bien en claro que la nostalgia le juega a su favor y que las adaptaciones live action de sus clásicos (y no tan clásicos) animados funcionan a las mil maravillas… en la mayoría de los casos. Veníamos teniendo estrenos esporádicos como “Maléfica” (Maleficent, 2014), “EL Libro de la Selva” (The Jungle Book, 2016) y “La Bella y la Bestia” (Beauty and the Beast, 2017), pero este 2019 promete inundar las pantallas con estas versiones fantásticas y su mezcla de actores de carne y hueso y mucho CGI, para el deleite de muchos y hartazgo de otros. La relación de Tim Burton con el estudio del ratón es una ida y vuelta de despidos, abandonos, resentimientos, entredichos y muchas colaboraciones exitosas como el comienzo de esta “moda” de la mano de “Alicia en el País de las Maravillas” (Alice in Wonderland, 2010). Desde el lanzamiento de este mega hit -superó los mil millones de dólares en la taquilla internacional-, la carrera del realizador gótico sufrió unos cuantos traspiés (bah, todos), situación que se puede revertir con “Dumbo” (2019), esa historia del elefantito orejudo que, seguro, de chiquito te arrancó más de un llanto descontrolado. En 1941, y a pesar de los quilombos de la Segunda Guerra Mundial y una huelga de animadores que golpeó a la compañía, “Dumbo” (1941) se convirtió en uno de los grandes éxitos cinematográficos del año, y uno de esos clásicos indiscutidos que los popes del genero señalan como su favorito. Era de esperar que el cuarto largometraje de Disney, basado en el libro infantil de Helen Aberson y Harold Pearl, consiguiera su versión en acción viva, para el deleite de las nuevas generaciones. Sí, el público se renueva y es hora de que los más chicos conozcan al pequeño paquidermo que puede volar. Muy a pesar de lo que podríamos imaginar al leer su nombre, Burton y el guionista Ehren Kruger (“La Vigilante del Futuro: Ghost in the Shell”) se alejan de las aristas más dramáticas y brutales del relato original (al menos, el que conocemos), y nos entregan una historia familiar para amantes de la magia y los animalitos. Todo arranca en el año 1919 cuando Holt Farrier (Colin Farrell) vuelve de la guerra para reunirse con su familia en el circo de los hermanos Medici. Holt y su esposa solían ser el acto principal, pero ahora debe enfrentarse a varias pérdidas: la de su mujer (durante una epidemia que diezmó a la compañía), y la de su brazo, que ya no le permite montar como lo hacía antes. Max Medici (Danny DeVito), el dueño, le ofrece un nuevo trabajo cuidando de los elefantes, una tarea tediosa, pero que le sirve para reconectarse con sus pequeños hijos, Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins), que perdieron tanto como él. La crisis económica golpeó al circo y Max espera que su nueva inversión lo saquen de este pozo. El empresario acaba de adquirir una nueva elefanta embarazada (la señora Jumbo) y espera que su pequeño retoño de piel gris se convierta en la atracción principal para atraer al público. Las cosas se complican cuando el pequeño Jumbo Jr. llega al mundo y exhibe las orejas más grandes que se puedan imaginar, provocando las burlas de todos, en vez de admiración y ternura. Las risas y el maltrato hacia el animalito no le agradan a mamá, quien no tarda en mostrar su violencia sobreprotectora. Ya sabemos cómo sigue este cuento, y mientras mamá Jumbo es enviada de vuelta por donde vino, los Farrier se comprometen a cuidar al elefantito, ahora un miembro más de la troupe de los payasos. Milly -una entusiasta de los métodos científicos- y Joe son los que descubren la habilidad secreta del paquidermo (ahora rebautizado como Dumbo), capaz de utilizar sus enormes orejas para volar. La popularidad del elefante volador pronto llama la atención de V. A. Vandevere (Michael Keaton), empresario dueño de un imperio del entretenimiento que le ofrece a Medici el mejor trato de su vida. “Dumbo” no esconde secretos ni grandes sorpresas, pero tampoco se regodea en el sufrimiento de sus personajes, entregando una historia que conmueve hasta ahí, pero que deja lindas moralejas para los más pequeñines que, al menos, no van a salir traumatizados de la sala. Burton juega a lo seguro (y eso que tiene todo un circo a su disposición) y entretiene, despliega toda su imaginación en los escenarios y la puesta en escena -aplauso, medalla y beso para ESE momento de los elefantes rosados-, aunque no puede escapar de sus clásicos arquetipos tan presentes en la mayoría de sus obras. Acá, el protagonista absoluto es el animalito estrella (pura ternura y magia del CGI), y la familia trunca que va a conectar con él. Lo de Eva Green y su trapecista, Colette Marchant, es bastante acotado (sorry, chicos) y sólo parece estar ahí por capricho (y fetiche) del director; cada escena de Danny DeVito es maravillosa, recordándonos el gran cómico que es; pero la gran decepción es el villano genérico y bastante torpe de Keaton, una mezcla de P. T. Barnum y el mismísimo Walt Disney (¡ups!) con sus sueños de grandeza. Hay una lectura bastante extraña entre líneas con este personaje y los parques de atracciones que, sorprende, haya sobrevivido a la isla de edición, pero tampoco no es el punto central de la película. “Dumbo” tiene todas las de ganar con su enfoque ‘family friendly’, buenos momentos y una gran parafernalia visual, a veces acertada y otras desmesurada. No es lo mejor dentro de la filmografía de Burton, pero sí una mejora destacable de lo que nos viene entregando en la última década. Eso sí, ¿tanto les costaba subtitular la única canción de todo el film?
“Dumbo”, de Tim Burton Por Jorge Bernárdez Tim Burton volvió a la casita de los viejos y lo hizo con todos los honores, al menos su regreso es con la versión en carne y hueso de un clásico de Disney que ganó un Oscar y que originalmente fue hecho para rescatar las finanzas de Disney, que para 1941 venía de producir PinochoyFantasía, dos películas que habían sido muy caras y Dumbo, con su historia simple y su animación clásica, saneó las arcas de la empresa. Desde hace un tiempo Disney, además de comprarse todo lo que tiene a tiro, se puso a revisar su historia y de allí decidió rescatar algunos clásicos y darles una nueva vida. Están en carpeta Aladdin y El rey leóny claro, ya fueron remozadas La bella y la bestiayEl libro de la selva. Tim Burton, que en su momento tuvo que irse de Disney porque su estilo oscuro y raro no pegaba con el legado de la empresa, ahora vuelve como director consagrado para hace su versión de Dumbo. No es raro que Burton se haya sentido atraído por la historia del elefante que puede volar, al fin y al cabo el director californiano sufrió las burlas por parte de compañeros y jefes de la empresa que ahora le entrega una de su joyas más preciadas. Burton reunió a un grupo de actores que son afines a su mundo y recreó la historia original a su manera. El circo de los hermanos Medici (Danny de Vito) está de gira por los Estados Unidos, es el año 1919 y acaba de terminar la Primera Guerra Mundial y sus efectos aún se hacen sentir. El circo está un poco venido a menos, lo que no impide que vuelvan a tomar a Holt Farrier (Collin Farrell) una ex estrella que vuelve de la guerra con un brazo menos y que se ve obligado a ser apenas el que trate con los elefantes del circo. Para mejorar el show, el circo compra una elefante embarazada que da a luz a un elefante que muchos consideran un adefesio por sus enorme orejas. El elefantito vuela pero eso es una especie de secreto entre él y los hijos de Holt. El bebé es bautizado como Dumbo (juego de palabras que en ingles significa torpe) y se transforma en estrella del circo. El circo empieza a ser un éxito y ahí aparece un magnate del mundo del entretenimiento V.A. Vandevere (Michael Keaton) que se interesa por el circo y por su estrella. Vandevere se asocia con Medici y se lleva al circo y su gente a su parque de diversiones (sugestivamente el parque tiene un inocultable aire a Disneylandia). Al poco tiempo Vandevere ubica a su mujer Colette Merchant (Eva Green) al lado de la atracción principal y presenta al verdadero accionista de todo que es Griffin Remington (Alan Arkin), el banquero detrás del extravagante millonario. A esta altura no podemos avanzar sin descubrir demasiado y arruinar las sorpresas, pero es necesario decir que ya estamos lejos de la historia original porque la mirada y la estética de Burton se imponen y el espectador se va a encontrar mirando a Keaton y De Vito pensando en Batman y en El pingüino. Incluso la oficina de Vandevere parece un decorado de alguna de las películas de Batman dirigidas por Burton. Dumbo funciona a varios niveles y las lecturas múltiples de lo que Burton quiso hacer se pueden volver confusas. La diversión está, la troupe de actores funciona y la promesa que apareció en las notas de prensa de un regreso de Beetlejuice da esperanzas de ver que puede pasar cuando Burton vuelva la mirada sobre su propia historia y no tenga que trabajar sobre un clásico ajeno. DUMBO Dumbo. Estados Unidos, 2019. Dirección: Tim Burton. Guion: Ehren Kruger. Intérpretes: Colin Farrell, Michael Keaton, Danny DeVito, Eva Green, Alan Arkin, Nico Parker. Producción: Katterli Frauenfenler, Derek Frey, Ehren Kruger, Justin Springer. Distribución: Buena Vista. Duración: 112 minutos.
Disney continúa profundizando la producción de remakes con actores de sus clásicos animados. En este sentido, Dumbo es solo el primero de los varios estrenos en esta línea previstos para 2019, ya que en mayo llegará Aladdin, de Guy Ritchie, y en julio, El rey león, de Jon Favreau. La lista para los meses (y años) siguientes es muy larga e incluye también secuelas varias. La presencia detrás de cámara de un director con los pergaminos y la creatividad de Tim Burton (quien ya había trabajado para Disney en Alicia en el país de las maravillas) permitía sentarse en la butaca con no pocas esperanzas, pero las expectativas frente a este reciclaje del film animado de 1941 se cumplen a medias. La historia tiene todo el despliegue visual que podía imaginarse, algunas actuaciones y varios pasajes de humor logrados, pero en medio del artificio y la espectacularidad resulta difícil involucrarse desde lo emocional. La propuesta es muy Disney y muy Burton a la vez (el temor a lo distinto es una de las constantes en su filmografía), pero solo en sus postulados básicos y en su envoltorio. ¿Por qué merece verse entonces esta Dumbo? Por la sofisticación de su reconstrucción de época (un circo ambulante que recorre Estados Unidos en 1919), por el brillante trabajo con animatronics y efectos visuales para presentar los vuelos del pequeño y orejudo elefante del título; y por las actuaciones desbordadas e irresistibles de Danny DeVito como Max Medici (el delirante dueño de la compañía) y Michael Keaton (como el manipulador millonario V. A. Vandevere). Ellos son lo mejor de un elenco en el que también se lucen Alan Arkin (un poderoso banquero) y el gigante DeObia Oparei (como Rongo the Strongo). En cambio, apenas cumplen con lo básico Colin Farrell (como Holt Farrier, que regresa de pelear en la Primera Guerra Mundial con un brazo menos y se queda sin su espectáculo de cowboy a caballo en el circo), Eva Green (como una trapecista parisina llamada Colette), y los dos niños (Finley Hobbins y Nick Parker) que seguirán de cerca las desventuras de Dumbo. Así, esta Dumbo modelo 2019 deja la doble posibilidad de ver el vaso medio lleno (su ritmo frenético, la belleza de muchas de sus secuencias, los personajes más inspirados) o el medio vacío de seguir añorando al Tim Burton de El joven manos de tijeras, Ed Wood, Beetlejuice o Batman. Está claro que Dumbo vuela, pero a una altura crucero: lejos de las cimas artísticas.
Dumbo: Tim Burton entendió todo Los live-actions son lo que están de moda. Aquellas películas que nadie pidió y dudamos en necesitar. Dumbo con su espectáculo visual e historia conmovedora pone en duda esto último, ya que nunca será suficiente vivir la emoción de un niño. El clásico animado de Disney es bien conocido por todos. Así no la hayas visto sabes que va de un circo, un elefante que vuela con sus orejas, que fue separado de su madre y, que en una escena se toma unas copas demás. Ahora, si vamos en profundidad, es una cinta que habla de lo extraordinario que hay en lo raro. En el mundo de los marginados. ¿Hay alguien que entienda más este campo que Tim Burton? Esta nueva versión de Disney es una adaptación diferente que se encarga de homenajear la original y respetar su esencia. Una película infantil con la meta de emocionarte cada vez que Dumbo vuela. Además de toca los temas como: el maltrato animal, el negocio y las personas no "normales". Lo demás es pura obra de Burton y su elenco. Danny DeVito hace de él mismo. Un personaje carismático, dueño del circo, y de noble corazón. El actor salió del retiro para hacernos reír una vez más, con el que fue su compañero de elenco en Batman Regresa (1992) Michael Keaton, quien es el encargado de darle vida al Sr. Vandemere. Un visionario del entretenimiento y negocio, que al mismo tiempo es una versión vil de Walt Dinsey. Por su parte, en los principales también están Colin Farrell, Eva Green y los chicos Nico Parker y Finley Hobbins, que tiene una participación correcta pero no inolvidable. Ahora, nuestro pequeño elefante se roba todo. El mejor CGI (animación por computadora) es aquel que crees y no molesta. Dumbo es un pequeño escurridizo que solo quiere estar con su madre y, a lo largo de la cinta, demostrar que hay personas que son diferentes y eso los hace especiales. Tim Burton maneja un espectáculo visual pocas veces visto en la actualidad. Con escenografía real y cientos de extras, te hace sentir la vibración de un circo. También, no busca atrapar a la audiencia con el factor nostalgia, sino que logra emocionar con la base de la misma historia. La cinta peca en su duración. En parte es porque es obvio como va a terminar todo. Por eso tiene el gran riesgo de que si no logra atraparte temprano serán dos horas muy largas. Esta versión deberá ser una base para cualquier live-action posterior. Nadie quiere ver lo mismo, la gente lo que quiere es sentir lo mismo que sintieron cuando eran chicos, allí el éxito de Dumbo.
Disney ha lanzado una nueva “línea” dentro de la producción de su estudio que trata de llevar los grandes clásicos e inclusive, los clásicos más modernos, de la animación a la humanización del “live action” –películas con actores de carne y hueso-. Cuando vimos “Cenicienta” “El libro de la selva” y “La Bella y la Bestia” (aguardamos ansiosamente “Alladin” con Will Smith como el Genio y “El Rey León” con Beyonce, Alfre Woodard, Seth Rogen y James Earl Jones, entre otros) vimos como adaptaban casi en un calco al film de animación, respetando a rajatabla el guion, las canciones, las decisiones de estética y puesta en escena y fundamentalmente el espíritu y la esencia original de la obra. Es por eso que seguramente, lo primero que impacte en esta nueva “DUMBO” es que está apenas “libremente inspirada” en aquella película de 1941 sobre un elefante bebé, tremendamente ridiculizado en el ambiente del circo debido a sus enormes orejas. Demasiado libremente inspirada, para aquellos que son fanáticos de este querible personaje de Disney. Apartándose completamente de esta idea que lleva adelante la franquicia de “live action” de Disney, este “DUMBO”, deja de lado casi la totalidad del planteo y del eje central de la historia original de Joe Grant & Dick Huemer que logró convertirse en un súper clásico de todos los tiempos. Si la intención era alejarse del cuento clásico, al convocar a un director de la trayectoria y del personal estilo de Tim Burton para tomar a cargo esta nueva versión, era de suponer que esta nueva propuesta quedaría impregnada de todo el espíritu y marco conceptual que encierra el universo de Burton para sus queribles personajes “freaks”, ese mundo que él conoce como la palma de su mano. Burton supo mostrar en cada una de sus creaciones, en cada una de sus criaturas, su verdadera esencia, llegar a su alma, mostrar al diferente con su verdadero ser y ha hecho que sus personajes fuesen mundialmente aceptados, los ha hecho brillar, dejándolos crecer libres, sin ataduras, amándolos tal cual son. “DUMBO” versión 2019, en manos de Burton, se queda a mitad de camino en todo. Rara mezcla entre los personajes de “Big Fish – El gran Pez” y por momentos una troupe circense que parece salida del musical de Hugh Hackman “El Gran Showman” cuesta entrar en esta adaptación de la historia, a medida que avanza y se aleja cada vez más del cuento que todos esperábamos que nos cuente. Si vamos a ver “Bambi” sabemos que el bosque se va a incendiar y Bambi perderá irremediablemente a su madre y ahí comenzará su nueva vida. En “El Rey León” sabemos que con un espíritu que sobrevuela un Hamlet del Bardo de Avon versión Disney, Simba perderá a su padre frente a una alta traición familiar. Es así como sabemos que no solamente Dumbo tiene que lidiar con un bulling permanente dentro de la troupe circense por ser un fenómeno, una rareza dentro de su género, burlado y rechazado por las propias elefantas sino que además deberá enfrentar, como la mayor parte de los personajes clásicos de Disney, la pérdida de su madre en una de las despedidas más dulcemente angustiantes del cine de animación de todos los tiempos al son de “Baby Mine” y una canción de cuna tan hermosa como melancólicamente triste. Tranquilos: a pesar de que los que hemos pasado los cincuenta hemos sorteado sin ningún conflicto todas las crueldades a las que nos sometió Disney en nuestra infancia, a Ehren Kruger, guionista de la nueva “DUMBO” le pareció mucho mejor idea que la madre de Dumbo salga apenas de viaje por un tiempo. A partir de ahí, todo el dramatismo de la original, el lidiar con el abandono y la soledad y encontrar en el ratoncito Timothy a su gran aliado, queda desterrado. Pasada la primera hora de película, Dumbo queda solo como el nombre protagónico que se presenta funcional al ritmo de una historia coral con base en el circo de los hermanos Medici (en manos de su dueño encarnado por un genial Danny de Vito, por lejos, lo mejor de esta nueva versión), los delirios de un excéntrico millonario (Michael Keaton) que quiere llevar a toda esa troupe para que sea la gran atracción de un mundo de fantasía, un gran parque de diversiones en el que Disney pareciese autoreferenciarse y una historia de amor central entre un viudo con dos hijos que vuelve de la guerra y la hermosa trapecista del circo, con su charme y aroma francés. En una relectura forzosa y por momentos incómodamente caprichosa “DUMBO” redime a la figura materna. Ya no hay un ratón compinche sino que su gran compañera será la hija del viudo (gran personaje que tiene el physique du rol exacto para una criatura Burton de pura cepa, en manos de la hermosa Nico Parker como Milly Farrier) y los niños ya no será tan huérfanos porque la trapecista Colette, con su alma maternal, no sólo se enamora del viudo sino que intentará cubrir esa ausencia de madre para que nadie sufra ninguna pérdida. ¿Está mal dotar a los personajes de una figura materna y evitar ese sufrimiento que atravesaba todo el cuento original? Por supuesto que no Pero… ¿Que quedó del conflicto principal de la vieja “DUMBO”? Poco y nada. Muchos pensaran que la original era innecesariamente cruel, hasta manipuladora de las emociones del público infantil. Muchos verán con mejores ojos que la figura materna que al viejo Walt le encantaba borrar de un plumazo (esos Edipos no resueltos…!) acá gane presencia y sea omnipresente a lo largo de toda la historia. Pero se extraña la emoción, la magia que el original transmitía, que contaba además con una delirante escena de elefantes psicodélicos que era toda una apuesta de vanguardia para la época. Si Disney no quería “calcar” esa vieja Dumbo, por momentos esta nueva versión parece oler a “estafa”. Esperando ver aquella historia, lo que se propone ahora es conceptualmente diferente y abordando ese mensaje de superación –que era claro y conciso en la primera versión- en un contexto confuso entre la parafernalia argumental y los efectos especiales, desplegándose en el tercer acto un ritmo de película de aventuras, en donde todo el espíritu de la original quedó, hace rato, sepultado. Burton, sabemos, no está en su mejor momento. Y evidentemente encorsetado en un producto familiar de la factoría Disney, no puede desplegar sus alas y crear uno de esos universos oscuros, sombríos y complejos donde suelen habitar sus criaturas y que tan bien le hubiese sentado a la triste historia de Dumbo. Rodeado de una excelente dirección de arte, meticulosa, cuidando hasta el último detalle y generando que ese mundo del circo sea querible, gran artesano de personajes, gran director de actores, no logra sin embargo que “DUMBO” tenga su marca de autor en el orillo. Sólo en algunos momentos podríamos decir que esas criaturas son indiscutiblemente burtonianas. Solo en algunas secuencias pareciera expresarse con su verdadero talento y su histrionismo habitual. Lamentable, sólo en algunos pocos fragmentos. Una vez más Burton insiste con Eva Green para un protagónico, que sigue luciendo gélida y con un rictus de villana, para una Colette que necesitaba más corazón y más empatía con esos niños que ansía proteger. La química con Colin Farrell es escasa –por no decir casi inexistente- y la historia de amor se torna poco creíble. Todo está al servicio de generar un producto de calidad, con lo que superada la decepción inicial de que ese espíritu de DUMBO que estábamos esperando jamás aparecerá, el film de Burton –aun con situaciones que resuenan muy poco con el universo del director- tiene algunos momentos de disfrute y escenas bellamente filmadas. Aunque tal como Colette, todo es distante, fríamente calculado, visualmente impactante pero con muy poco de contacto con el alma, con esa escena o esa imagen que nos conmueva profundamente.
Nueva versión del clásico animado de 1941, "Dumbo", dirigida por Tim Burton, es una propuesta simpática, cálida y agradable, que no logra destacarse en ninguno de sus rubros. Hace ya unas cuantas temporadas que Disney emprendió el camino de adaptar en versión live action (acción real, películas con personajes humanos en contraposición a los animados) sus más grandes clásicos de la animación. Este mismo año, presentarán tres (le siguen Aladdin y El rey león), una para cada período fuerte en la taquilla. Hasta ahora, con la excepción de Mi amigo el dragón, la norma parecía ser hacer una transcripción casi literal de la película original, con algún agregado decorativo, alguna canción nueva, pero siempre manteniendo la historia a rajatabla, y el mismo espíritu (alguno podrá decir que la Bella de Emma Watson es algo más feminista, o menos materialista, que la de 1991). Sin embargo, la adaptación de Dumbo, ya se presentía que sería otro cantar. En primer lugar, se adapta una de las películas más cortas de la factoría (apenas una hora y cuatro minutos), y se la llevó a casi el doble (hora y cincuenta y dos). Salvo que fuese toda ralentizada, tenía que tener muchos agregados. Segundo, se contrató a un director que sabe poner siempre su impronta junto a su firma como lo es Tim Burton. Tercero, y lo más llamativo, cuando empezamos a conocer los personajes en esas campañas publicitarias interminables que suele hacer Disney, percibimos demasiados humanos para una original en el que abundaban los animales (parlantes) y escaseaban las personas. La respuesta es simple, esta nueva Dumbo intenta mantener el espíritu de aquella, realizando varios cambios con muchos paralelismos. Digamos que muchos ahora humanos, tienen su correlativo en animales en el film anterior ¿Cómo resulta ese experimento? Veamos. La historia que se cuenta es la de un circo que atraviesa una época de crisis y pocos brillos. Todo comienza cuando Holt (Colin Farrell) regresa de la guerra con un brazo amputado. Sus hijos Milly y Joe (Nico Parker y Finley Hobbins) lo reciben, pero el lugar que los acogía, el circo de Max Medici (Danny DeVito) ya no tiene el lugar para Holt, no sólo por su amputación, sino porque las atracciones escasean. La última esperanza de resurgir se encuentra en una elefante embarazada que adquiere Medici. Cuando de a luz a su criatura, nacerá un pequeño elefante con orejas enormes, al que apodarán Dumbo por considerarlo un tontín (dumb en inglés es tonto). Holt será el encargado de cuidarlo. Las orejas gigantes le otorgan aerodinámia a Dumbo, y le permiten volar (como el hábito de La novicia voladora), aunque este es tan temeroso que le harán creer que necesita de una pluma para poder hacerlo. Pronto Dumbo se convierte en un éxito; y es ahí cuando aparece V. A. Vandevere (Michael Keaton), un empresario que pretende montar un gran show con Dumbo a la cabeza, y el agregado de la trapecista Colette Marchant (Eva Green). Las cosas se complicarán cuando Vandevere comience a mostrar su verdadero rostro inescrupuloso. Sí, probablemente todos estos nombres les sean ajenos a los fans de la película que el propio Walt Disney consideraba su favorita. En realidad, "Dumbo" nace de un cuento creado por Helen Aberson y Harold Pearl, pero ninguna de las dos películas es demasiado fiel a aquel. En esta versión 2019, si bien el elefantito es el que lógicamente se robará todas las miradas (después de todo pagamos para verlo a él), los motores de la historia terminan siendo los humanos. "Dumbo" es el objeto de disputa. Viviremos el esperado romance entre Holt y Colette, nos aventuraremos con Milly y Joe, reiremos con Max, y también con alguna villanería de Vandevere y sus secuaces. Es algo similar a lo que ocurrió hace más de dos décadas atrás con "101 Dalmatas". En aquella ocasión, la adaptación live action le otorgaba mayor protagonismo a Jeff Daniels, y sobre todo a Glenn Close, por sobre los dálmatas que sí eran los protagonistas absolutos de la versión animada. Pero allí, si bien la historia cambiaba el foco en que se contaba, seguía siendo la misma. En esta ocasión también presenta variados cambios que será mejor que los vayan descubriendo mientras vean la película. Hay un intento por parte de Burton y su equipo de trazar paralelismos. Algo que ya sabíamos gracias a los trailers, la clásica escena de la danza de elefantes, ahora son elefantes hechos con burbujas de jabón; el clásico leit motiv ”Baby Mine” ahora lo canta el personaje de Eva Green ¿Es lo mismo? No. "Dumbo 2019" no es un mal film, simplemente no transmite lo mismo que el original. Aquella había sido estrenada justo antes de la Segunda Guerra Mundial, y se convirtió en un exitazo por el espíritu esperanzador que brindó durante esa década. Hay algo emotivo por el que Dumbo siempre será recordada. Luego de la muerte de la mamá de Bambi, y la muerte de Mufasa en El rey León, Dumbo debe tener el golpe bajo mejor aceptado y querible del mundo de la animación. Esta nueva versión no llega a ese nivel, se la ve permanentemente con una media sonrisa de agrado. Es simpática, cálida, tierna, y a Dumbo dan ganas de abrazarlo; pero no alcanza un grado genuino de emotividad, y no hablo sólo de hacernos llorar a mares. Ahora hay mensajes sobre el proteccionismo de animales, anti bullyng, y a favor de la inclusión y la diversidad. Pero sigue sin alcanzar el mismo nivel. El clásico tono sombrío y retorcido de Burton es remplazado aquí por algo estándar, impersonal, que se hace notar por una paleta de clores en contraste, entre tonos apagados (rojos), fuertes (azules), y blancos brillantes; los colores de la bandera, en un obvio mensaje patriótico de lectura actual sobre el resurgir en épocas de crisis. Pareciera que para esta "Dumbo" tuvieron más en cuenta al hit de 2017/2018, "El gran showman" que al film original. Hay mucho del espíritu circense de aquel, con show de fenómenos (mujer barbuda a la cabeza) incluido. En estética, montaje, y uso de ralentizaciones para los cuadros acrobáticos simulando danzas, también hay algo calcado del film con Hugh Jackman. En las actuaciones, DeVito y Keaton son quienes más espacio tienen para lucirse gracias al histrionismo de sus personajes. ambos son graciosos, y se agradece que hayan puesto a actores talentos a encarnarlos. El resto, cumplen, ninguno desentona, aunque difícilmente sean recordados dentro de sus mejores papeles. Los animales, que no los hay muchos por fuera de Dumbo y el mono de Medici, no hablan, y es quizás lo que más se extraña. Dumbo de Tim Burton es un producto aceptable, hayan o no visto la original. No hay mucho que criticarle, y hasta su metraje extenso es bastante llevadero. Pero el film de 1941, a 78 años sigue siendo recordado como un clásico indiscutido; a esta nueva propuesta difícil que le de el envión para alcanzar ese vuelo.
Un elefante sin mucho vuelo. Como viene sucediendo con muchos clásicos animados de la casa del ratón, ahora le llegó el turno a Dumbo para tener su versión live-action y nada menos que bajo la dirección de Tim Burton. La historia del pequeño elefante circense con grandes orejas que es separado de su madre y que deberá tomar vuelo propio —literalmente— se reescribe de manera en que la ternura y hermosura del relato original estén presentes. Pero conforme a su desarrollo, el film se pierde entre una excesiva cantidad de elementos y una duración que terminan borrando parte la magia. Ya desde su comienzo, la historia evidencia problemas en su forma —desde la dirección de Burton—, donde el recorrido del colorido tren del Circo de los hermanos Medici y la presentación a través de los vagones de sus artistas, se ven reducidos a un montaje que vuelve torpe y con falta de ideas el inicio del film. Esa falta de imaginación es lo que marcará muchas de las nuevas tramas e inclusión de personajes que desafortunadamente no terminan de funcionar con el resto del clásico original. Como en esta versión no hay animales antropomorfos que interactúen con el protagonista, dicho rol es otorgado a los niños Milly y Joe (Nico Parker y Finley Hobbins) que, en búsqueda de paralelismo empático con el paquidermo, han perdido recientemente a su madre y su padre Holt (Colin Farrell) acaba de regresar de la guerra tras haber perdido un brazo en batalla. Sin mucho que ofrecer a la trama, Holt y sus hijos simplemente cumplen la función de elementos explicativos para poner en boca de los personajes lo que va ocurriendo con el elefante, muchas veces en relación a situaciones que incluso son muy claras a la vista, lo que hace que la historia solo funcione para niños muy pequeños. Esto se añade al hecho de que en gran medida los personajes humanos funcionan como hilo de comprensión y cuidado hacia el animal, cuando en el relato original claramente se hallaba una importante crítica al maltrato animal que ejercían sobre Dumbo —aquí solo visible en un par de estereotipos de villanos, uno del magnate V.A. Vandevere (Michael Keaton), que con su presencia y caracterización al menos le brinda su buena dosis de carisma al film. Es gracias al personaje de Keaton y a la increíble y divertida presencia del maestro de ceremonia Maximilian Medici, interpretado por Danny DeVito —actores fetiches del director que no se reunían en pantalla desde Batman vuelve— que el film suma en gracia y encanto. Una vez que el villano en cuestión aparece en escena y más aún su impresionante parque de diversiones Dreamland, el apartado visual comienza a destacarse más gracias a la extravagancia del maravilloso arte tan propio de Burton que por su contenido. Es allí donde el aspecto estético del film logra sobresalir y encontrarse en sintonía con la magia del elefante que, con la ayuda motivacional de una pluma, puede volar con sus inmensas orejas. Y es que si hay algo que se mantiene intacto e incluso se transmite de mejor forma gracias al impactante diseño de efectos visuales, es el elemento entrañable que describe al maravilloso Dumbo y la relación de afecto con su madre. Cuando el film es consciente de que ello es el corazón mismo de la historia, y no las tramas que lo dilatan en su larga duración, es cuando mejor funciona. El apego emocional le brinda sentimientos verdaderos y palpables al resultado final, ante tantos diálogos y aspectos de más artificiosos con los que se rodea al film y que terminan ocultando la verdadera magia; la de Dumbo y la que alguna vez, con mucho talento, el director supo tener.
Dumbo es la nueva película dirigida por Tim Burton, en la que vuelve a adaptar para el cine la novela escrita por Helen Aberson y Harold Pearl, que ya había sido producida por Walt Disney en una versión animada de 1941. Y para esto vuelve a reunir a varios de los actores que trabajaron habitualmente con él como Danny DeVito, Michael Keaton y Eva Green, a los que se suman Colin Farrell y el ganador del Oscar Alan Arkin. La historia, orientada al público infantil, cuenta la historia de Dumbo, un pequeño elefante que deja de ser discriminado en el circo donde vive por sus orejas grandes y se convierte en la principal atracción cuando descubre que con ellas puede volar. Pero un accidente provocado por la imprudencia de los seres humanos hace que sea separado de su madre, por lo que su cuidador, Holt Farrier (Colin Farrell) y sus dos hijos intentan volver a unirlos. Tim Burton es el director ideal para dirigir esta película, porque su estética tan característica se adapta perfectamente al universo diegetico que se necesitaba, y en el que se vuelven a tomar muchos de los temas recurrentes en su obra, como el protagonismo de personajes incomprendidos que se convierten en héroes o las relaciones familiares conflictivas, en este caso por razones que les son ajenas a los mismos. Y una vez más el antagonista termina siendo un poderoso empresario, en este caso del espectáculo, interpretado de manera genial por Michael Keatoninspirado en Florenz Siegfred. Pero lo que hace que la magia de Dumbofuncione son sus efectos visuales, que gracias al CGI supieron hacer que las expresiones de este elefante genere la ternura necesaria para que el espectador empatice con el inmediatamente. Esto sumado al gran trabajo de diseño de producción a cargo del ganador del Oscar Rick Heinrichs, que supo reconstruir tanto un simpático circo en decadencia de comienzos del siglo XX como un lujoso parque de diversiones con una estética expresionista característica en gran parte de la obra de Burton. Por último, un párrafo aparte merece la forma en que se resolvieron los números musicales tan característicos de la película animada, porque aparecen de forma diferente, ya que Burton opta porque los seres humanos ocupen el lugar de los otros animales. Y es así como tenemos una escena fordiana en la que una de las empleadas del circo canta la misma canción de cuna mientras el elefante visita a su madre enjaulada y hay un espectáculo de burbujas con forma de elefante que Dumbo contempla asombrado. En conclusión, Dumbo es una excelente remake live action del clásico del cine de animación, pero que en lugar de recrearla de forma casi idéntica como ocurrió con La bella y la bestia, se le permitió a un autor como Tim Burton que aporte su visión. Y lo hizo volviéndonos a recordar porque es un gran director de cine especializado en el género fantástico.
El Circo de los Hermanos Medici tiene una nueva atracción, un bebe elefante a punto de ser concebido. Pero todos se llevan una sorpresa cuando el pequeño paquidermo nace con unas orejas descomunales. Lo que parecía ser un fracaso empresarial, cambia cuando el ahora llamado Dumbo muestra que puede volar, pero todo se complica con la aparición de un malvado magnate del entretenimiento. Seamos sinceros, muchos temblamos de terror cuando supimos que el live actionde Dumbo, caía en manos de Tim Burton; director que cuanto menos, podemos decir que venía en horas bajas. De hecho, quien les habla, iba esperando lo peor, y recibió una cerrada de boca épica. Sin entrar demasiado en el terreno de los spoilers, podemos decir que el mayor acierto de Burton a la hora de adaptar Dumbo a este formato, es que los animales no hablan. De hecho, el único que tiene real peso en la trama es el propio elefante, quien, a base de un gran cgi, transmite todos los sentimientos necesarios para que lo entendamos, sin tener que emitir una sola palabra. Esto también conlleva a que los personajes humanos cobren mucha importancia. Si, Tim Burton no puede consigo mismo y nos da otra trama con una familia fragmentada. Y pese a lo cliché que la película pueda ser en este sentido (solo tenemos que ver segundos de los personajes para saber quién se volverá villano o pasará al bando de los buenos), todo funciona de manera orgánica y creíble. Así y todo, los actores logran dar personajes sólidos. Si bien ninguna actuación es memorable, o sus roles pasarán a los anales del cine; ninguno termina siendo en extremo ridículo o chirriando; todo un logro cuando en la historia se tienen a dos niños pequeños (con lo complicado que es hacer que no se vuelvan odiosos). Pero no todo es perfecto en Dumbo, a los clichés, debemos sumar una resolución de esas que se justifican en el “porque si”. Es decir, de un momento a otro, algunos personajes se terminan de comportando de forma muy absurda, solo para que sus acciones lleven al desenlace de la película (solo presten atención a Michael Keaton). En conclusión, Dumbo es una buena película. Emotiva, divertida, bien dirigida y con un cgi a la altura del desafío. No diremos que es el resurgimiento de Tim Burton, pero si es una grata sorpresa ver que aún hay chispazos de ese gran director que nos asombró en los ya lejanos 90.
Tim Burton es habitualmente un cineasta asociado a la oscuridad de los universos que él crea. Sin embargo, un detalle a destacar es que utiliza dicha oscuridad para contar fantasías que -cuando se lo propone- tienen desarrollos e incluso resoluciones más luminosas que el mundo que las rodea. Vi a un elefante volar Por lo arriba mencionado podemos decir que este Dumbo versión 2019 tiene la firma de su realizador, aunque no sea tan evidente como en otros títulos. Burton no necesita una oscuridad absoluta para desarrollar a sus personajes. Que este es un componente mayoritario, no se discute, pero no es necesariamente exclusivo. El Gran Pez, Big Eyes yLa Gran Aventura de Pee-Wee son películas que a simple vista uno no asocia ni remotamente a Burton por su colorido, y sin embargo son ejemplos de lo que creo es el rasgo distintivo de su filmografía: una persona de rasgos físicos atípicos que viene a ofrecernos un show único que no se ve todos los días. Un espectáculo circense encajaría perfectamente con esa propuesta autoral. Sin ir más lejos, si nos ponemos a repasar su carrera no es una declaración tan descabellada. El tercer acto de Beetlejuice tiene mucho de circense, y hasta la mayoría de las partituras que Danny Elfman ha trabajado para Burton tienen ese espíritu. Dicho todo esto, no veo por qué Dumbo no podría ser una película Burtoniana. Lo que sí he de señalar, es que esto se ve más en retrospectiva que a primera vista. Aclarada la cuestión autoral, la pregunta que se cuece es cómo se sostiene esta película en inevitable comparación a la de 1941, más allá del reemplazo de animales antropomórficos con humanos hechos y derechos. Sin entrar en mucho detalle voy a decir que quien lloró con la canción “Baby Mine” en la original, es probable que lo haga también en la remake, aunque en esta oportunidad, por obvias razones, no venga de la mamá de Dumbo. Súmenle una cuota de razonable (y merecida) mala leche hacia el responsable del encierro de la mamá de Dumbo, cuya línea narrativa tiene un desenlace de negrísimo humor que ratifica la autoría burtoniana de la propuesta. Quien esto escribe encuentra necesario hablar de una pequeña cuota de posible autocrítica en el personaje interpretado por Michael Keaton. El personaje es el dueño de un gran parque de diversiones, y tiene también un imperio en el que se incluyen estudios de cine. Un empresario al que le encanta hablar de cómo los sueños pueden nacer de la nada. Si esto no es una referencia explícita (devenida en crítica por el desarrollo narrativo que tiene el personaje) a la figura de Walt Disney, difícil imaginar qué podría serlo.
Un elefantito que nace con orejas desmesuradas y es tratado como un monstruito distinto, el ámbito del circo con su colección de personajes extraños que no encajan entre los “normales” fueron el gran atractivo para que Tim Burton se sumerja en el mundo de Dumbo, el gran relanzamiento de Disney para sus mejores animaciones. (Ya se vienen “El rey León” y “Aladino”). Aquí con humanos, un gran elenco, y con la ayuda de CGI se recrea al animalito con ojos humanos y todo el encanto para atrapar a los más chicos. La superproducción está armada con un enorme despliegue visual. El viejo circo con problemas económicos que resurge de su crisis gracias al éxito del elefantito y la codicia de un poderoso empresario, una visión del capitalista salvaje, que lo obliga a asociarse a su gran empresa donde todo es posible, un imperio de la diversión a gran escala. Y ahí va a parar el dueño y los empleados del viejo circo para después encontrarse con la peor cara de la realidad. Esta estructura le permite a Burton mostrar el circo viejo con el encanto de antaño, su carpa, las paupérrimas condiciones de vida, el dueño con su vagón-vivienda, algunos animales verdaderos. Y luego contraponerlo al brilloso y sobredimensionado parque del malo, donde todo luce como un cuento de hadas, como una cáscara que posee su lado tenebroso. Collin Farrell es el protagonista, un hombre que regresa de la guerra con un brazo menos, con su esposa muerta, a hacerse cargo de su destino y de sus hijos, sin poder retomar su número como jinete, destinado a cuidar elefantes. Michel Keaton como un villano sin escrúpulos, unido otra veza Danny DeVito pero en esta ocasión en otro bando, la sofisticada Eva Green como la chica del villano que por una suerte de instinto materno se viste de heroína. Los elementos de sus héroes melancólicos y descastados están, pero pareciera que Tim Burton perdió su capacidad para hacerlos vibrar, para darles un alma torturada que nos conmueva. Queda entonces una obra visual realmente impactante, una historia que entretiene pero donde no late el pulso del genio que fue. Para los memoriosos del dibujo que fue tan famoso y que salvó económicamente al imperio Disney, hay algunas escenas que están prácticamente intactas, y otras que ya no están porque el tiempo marca otra ideología, el éxito es el reencuentro y el castigo borrar un entorno construido para el engaño. Destinada al éxito para un público familiar.
De aquel Dumbo sólo quedan las grandes orejas Aun con las inevitables pinceladas Disney, la relectura del clásico de 1941 evita todo elemento piantavotos, en una historia totalmente diferente. “Lo que nunca vi lo estoy viendo ya, a un elefante volar”, cantaban, prolongando la última “a” hasta el infinito, los cuervos gitanos en la última escena de Dumbo (1941). Aquel film, uno de los clásicos más indiscutibles y recordados de Disney, marcó el resurgimiento de la factoría del castillo luego del fiasco comercial que había significado Fantasía un año antes. De duración brevísima (64 minutos) y dueña de un estilo simple y directo –tanto a nivel narrativo como estético– inhabitual en las películas del estudio de aquel período, la fábula del elefante volador era, sin embargo, un Disney de pura cepa, con partes iguales de emotividad y tristeza que preludiaban la esperada aceptación de la particularidad de Dumbo. Y si se habla de “particularidad”, pocos directores contemporáneos más habituados a tratar con seres particulares, descastados y/o melancólicamente solitarios y ajenos a su contexto que Tim Burton. Comprensivo con quienes son tanto o más freaks que él, el director de El joven manos de tijera y El gran pez –dos títulos que dialogan directamente con éste– asomaba como el ideal para hacerse cargo de esta versión de Dumbo con actores de carne y hueso, a quienes se suma uno de madera como Colin Farrell y el elefantito ultradigital. Pero la película es menos una remake que una adaptación libérrima que toma de la original poco más que sus coordenadas básicas, en tanto circunscribe la acción a una temporalidad concreta (1919) y desplaza del centro de la escena al elefantito orejón y al resto de los animales. Animales que aquí no hablan entre ellos. Ese centro ahora es ocupado por una galería de personajes humanos e inexistentes en su predecesora. Empezando por Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins) Farrier, dos hermanos que desde la muerte de su madre –Disney, siempre Disney– son criados por los integrantes del circo de Max Medici (un Danny DeVito felizmente sacado). El padre se llama Holt (Farrell) y es una figura ausente, hasta que deja de serlo cuando regrese de la Primera Guerra Mundial sin un brazo. Alguna vez estrella del circo, a Holt le queda disponible el trabajo de cuidador de elefantes, razón por la cual asistirá al parto de Jumbo Jr. ¿Parto? ¿Acaso no venía en una cigüeña? Venía, pero aquella circunstancia emana una inocencia lúdica difícil de cuadrar en el mundo actual. Rápidamente se vislumbran las enormes orejas que coronan un rostro cargado de expresividad, de ojos celestes y tristones que el CGI no hará más que resaltar. La conexión entre los hermanos y Jumbo Jr. –que pasa a llamarse Dumbo a raíz del desprendimiento de una letra en un cartel– será inevitable, más aún cuando descubran los efectos de las plumas en la trompa. El distanciamiento de su madre luego de la venta del circo al villano de turno (Michael Keaton) será una anécdota menor. Burton apostará menos por la oscuridad de la soledad y el sentirse ajeno, quizá los ejes troncales de su filmografía, que a un relato de aventuras al uso y bien, pero bien ATP. El lavado de cara es todo un síntoma de un Hollywood contemporáneo donde cualquier elemento potencialmente piantapúblicos es tratado con la misma precaución que un desecho radiactivo. Y pocas cosas más piantapúblicos que el dolor por las pérdidas de la familia, un tema que aquí aparece soslayado, casi como un imperativo narrativo que no puede eludirse aun cuando sea una huella indeleble en todos los protagonistas.
Dumbo nace en un circo. Max Meidici, el dueño del circo, lo espera como a un Mesías para transformar su carpa un poco pasada de moda en algo diferente. Los chicos Farrier, hijos del Domador, ahora mutilado por la guerra, buscan en él parte del cariño que han perdido. Pero Dumbo es un simple elefantito de ojos celestes y espantosas orejas desproporcionadas que hacen que Medici quiera demandar al que le vendió la elefanta que lo tuvo tan extraño. Y Dumbo se identifica con los niños Farrier, los huerfanitos de dos personajes legendarios, la Amazona y el Domador. El cariño desinteresado de los chicos, la orfandad común (ellos perdieron a su mamá y él no conoció a su papá) unen más a Milly y Joe con el nuevo habitante del circo. Con una secuencia inicial rica y dinámica, mostrando la atracción de un circo que llega con su mundo de fenómenos (el Hombre Más fuerte, la sirena de la Atlántida, el solemne gurú) comienza la historia. Tim Burton inicia así su nueva aventura. ¿Cuál es el problema de Dumbo? Que Burton está escondido y la original creatividad de sus filmes no aparece en este clásico. Cuando uno amó "Batman", "El Joven Manos de Tijera" o "Marte Ataca" mantiene la mente abierta a la imaginación desbordada del Burton que juega con lo oscuro, transforma la comicidad en horror o es capaz de recrear el mundo de la Alicia de Lewis Carroll. Pero en este "Dumbo" lo original se da con cuentagotas, como las escenas de las burbujas gigantes en la apertura del megacirco del nuevo "socio" de Medici, Mr. Vandevere, o el momento en que uno conoce a los fenómenos del circo e imagina que ingresará a algunos de sus extraños mundos. Pero nada ocurre. CONOCIDOS PERSONAJES De la película original de 1941 poco quedó. Casi todos los animales fueron eliminados y el ratón Tim es un simple conejillo de Indias encerrado en una jaula. El logro del filme está en el diseño del mundo del circo en épocas posteriores a la Primera Guerra Mundial, con su magnificencia pero, curiosamente, sin la importancia del mundo animal en sus establos. Aquí la presencia humana es la más importante y Burton aprovecha para invitar a Michael Keaton a que se calce el disfraz de empresario explotador, a Danny Devito haciendo de dueño de circo y maestro de ceremonias, junto a Colin Farrell como ex domador estrella y Colette Marchant, la bella trapecista. Las críticas pasan por una sociedad que no tolera las diferencias físicas (el pobre Dumbo sufre bullying de la mayoría de la gente) y una actitud feminista en cuanto a la importancia de la mujer en la persona de la preadolescente Nico Parker, que se muestra como una adulta y desea dedicarse a la ciencia como Marie Curie. Con su subrayado en la independencia femenina, su no aceptación de la violencia animal y el acierto en la creación de ese increíble paquidermo de ojos claros y actitud juguetona que se mete a todo el público en el bolsillo, la producción gana puntos. En cuanto a la oscuridad clásica en la mayoría de los filmes de Burton, en este clásico se remite a desgracias como los grandes incendios. Notables las escenas del vuelo de Dumbo, que despiertan emoción, sentimiento no demasiado presente en el filme.
No tengo idea qué le pasó a Tim Burton, si se reencontró con su niño interior o tuvo alguna experiencia mística, pero Dumbo es la primera película live action con corazón que presenta desde Un gran pez, estrenada en el 2003. Salvo por las excepciones que representaron sus incursiones en la animación, como El cuerpo de la novia y Frankenweenie, su identidad como realizador desapareció progresivamente en el resto de sus trabajos que no parecían muy inspirados. En ocasiones se podía percibir fogonazos del arte del director en algunas escenas de Alicia, Sweeney Todd o Miss Pegrine y los niños peculiares pero en general ninguna de esas producciones fueron cien por ciento Burton. Dumbo tiene cine, fantasía y momentos emotivos en una obra que además rescata la sensibilidad del cine live action olvidado de Disney, cuando la compañía creaba producciones originales en lugar de remitirse a refritar los clásicos de los dibujos animados. En el caso de esta producción Burton encaró el tratamiento de la historia por el camino adecuado, que es la mejor manera de llevar adelante estas remakes innecesarias, que este año tendrán una fuerte presencia en la cartelera. En lugar de realizar una copia carbón, escena por escena del recordado film de animación de 1941, como se hizo con el bodrio de la La Bella y la Bestia, en esta producción encontramos una interpretación diferente de la historia. A lo largo de la trama hay guiños simpáticos a la versión original, como los recordados elefantes rosados pero el relato conserva su propia identidad. Burton toma a Dumbo como el motor principal del conflicto si bien le otorga una prioridad relevante a los personajes humanos que son los verdaderos freaks del relato. El pequeño elefante estuvo impecablemente realizado y cada vez que la cámara se concentra en él te compra por completo. La narración de este film tiene todos los elementos clásicos que se pueden asociar con el director. Desde la música de Danny Elfman, que no pasa desapercibida, los tonos de la fotografía, el diseño de producción que presentan los escenarios y el tratamiento del humor cuentan con el sello de autor de su realizador. En ningún momento queda en duda que la película fue dirigida por Burton y en esta cuestión jugó un papel clave la labor del reparto que eleva esta remake a otro nivel. Danny DeVito, completamente inspirado, la rompe con uno de los mejores trabajos que brindó en el cine en mucho tiempo. Michael Keaton se disfruta en un villano excéntrico, mientras que Eva Green y Colin Farrell le aportan calidez a la historia. Se podrían objetar algunas escenas donde a los efectos especiales le faltó una pulida, aunque en términos generales esta es una propuesta infantil redonda que funciona muy bien. Dumbo tiene sus momentos emotivos y entretiene pero lo más importante de todo es que rescata el arte de Tim Burton que brilló por su ausencia en sus últimos trabajos. Disfruté mucho esta película y probablemente la tendré presente entre mis favoritas del año.
Dumbo es la “película más Tim Burton” que Tim Burton ha dirigido desde Big Fish (2003), sacando sus laburos animados (The Corpse Bride, 2005, Frenkenweenie, 2012), claro está. Aquí se lo ve de nuevo como titiritero de un outsider, de un marginado por sus rasgos y personalidad, en un entorno gótico, lúgubre y un tanto desquiciado. O sea, todo muy “burtoniano”. Y llama la atención, pero al mismo tiempo tiene todo el sentido del mundo, que sea este clásico de Disney el puente para traer al realizador a lo que mejor sabe hacer. Me pareció un gran acierto separar la historia bastante de la original. Solo queda el concepto y un par de escenas. El resto es nuevo. Los animales no hablan, y con eso, se distancia bastante de la cinta estrenada en 1941. Pero lo que la hace sentir totalmente nueva son los personajes y el gran cast que los componen. Por un lado, Collin Farrel, que me da la sensación de que cada día labura mejor, no importa lo que haga. Y por otro, la inmortal dupla Michael Keaton/Danny DeVito, antiguos habitúes de Burton. Uno es al que la vida le pasó por encima y que se quiere salvar, y el otro es el villano. Están caricaturizados, exagerados, con ojos desorbitantes, y aún así con emoción. Eva Green, que se roba sus escenas, y excelentes niños actores completan el elenco de primera línea. Pero es el elefantito quien se roba los corazones del público. Es increíble el trabajo de CGI que lograron. La mirada, la sonrisa, la textura, todo. La puesta es muy buena. El DF es Ben Davis, veterano de primera línea, quien aquí une fuerzas con Burton por primera vez, y logran unos planos bellísimos. Y hay un elemento más, y uno fundamental que pega y une todo: la música. Los clásicos de 1941 son reversionados (junto con material nuevo) por el mejor Danny Elfman en muchos años. Claro que se roba a sí mismo, pero lo hace de sus mejores laburos. Si cerrás los ojos, podés escuchar parte del score de Edwars Scissorhands (1990). Dumbo es un disfrute de principio a fin y, por el momento, la mejor adaptación live action de las películas animadas de Disney.
Una remake del antiguo cuento y posterior película de Disney 1941 en la que cuenta la historia de un elefante recién nacido es la promesa de que resolverá todos sus problemas económicos para el circo Medici en el que nació. por Alejandro Ramírez Dumbo nace con la particularidad de tener una orejas más grande de lo normal por lo que todos se desilusionan al pensar que eso no traerá espectadores por lo que tendrá que trabajar con los payasos. Por otro lado Holt Farrier (Colin Farrell) un ex soldado vuelve al circo luego de ir a la guerra y se reencuentra con sus hijos Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins) quienes luego de perder a su madre se quedaron a tutela de los cirqueros. Al llegar habla con el dueño del circo Max Medici (Danny DeVito) pasa que le dé un puesto de trabajo y le ofrece domar a su nueva atracción que acaba de nacer. La historia del adorable elefante cambia cuando es separado de su madre y para rescatarla , poder volver con ella se suma, junto a todo el circo Medici al grandísimo circo DreamLand gracias al empresario V.A. Vandevere (Michael Keaton) quien asocia al señor Max Medici dándole un puesto directivo. El mundo friki del director Tim Burton, no escapa al animal trompudo, en que su domador descubre que al darle alergia una pluma le permitevolar, transformándose en la gran atracción del circo. La película no poseé pese a ser realizada por Burton la creatividad de otras de sus películas pero constituye un entretenimiento noble para pasar en familia, especialmente para disfrutar con niños de cualquier edad y deleitarse con el cuádrupedo realizado por computadora.
La nueva remake de Disney recupera el clásico de 1941 con mucha corrección y sin mucha audacia. Tim Burton se encarga de darle vida a una fábula que mantiene los ejes temáticos de la original (la discriminación, la aceptación personal y la búsqueda de encajar en la comunidad tal cual se es) pero sumando un repertorio de nuevos personajes y líneas argumentativas. Un blockbuster ameno, entretenido, pero al que le falta ese “no sé qué Burtoniano” con el que el director de El Joven Manos de Tijera suele -¿O solía?- deleitarnos. Origen: Estados Unidos; Año: 2019; Dirección: Tim Burton; Guion: Ehren Kruger; Fotografía: Ben Davis; Edición: Chris Lebenzon; Música: Danny Elfman; Elenco: Colin Farrell, Michael Keaton, Danny DeVito, Eva Green, Alan Arkin; Distribuidora: Disney; Duración: 112 minutos; Calificación: Apta para todo público; Estreno en Buenos Aires: 28 de marzo de 2019. Paquidermos en color (y en live action). La nueva remake de Disney es la clásica propuesta pensada para la familia a la que se le quita todo elemento disruptivo que pudiera llegar a generar algún tipo de conflicto en el espectador. Si, es efectiva, funciona, pasás el rato, te divertís y te llevás una moraleja, pero por momentos se vuelve demasiado convencional, como si buscara constantemente ir a lo seguro. ¿Es esto criticable? No necesariamente. De hecho, la película es correcta en todos sus rubros técnicos y se nota que fue realizada con mucho oficio. No obstante, su “falta de ese algo más” (que en cualquier otra película bien podría pasar desapercibida) adquiere notoriedad en Dumbo porque quien está detrás de cámara es alguien ubicado en las antípodas de todo convencionalismo. En ese sentido, Tim Burton, que siempre le imprimió una impronta única e inconfundible a sus películas (ya sea desde el plano estético, temático, o desde la singularidad de los personajes que retrata), aquí no logra plasmar el potencial que todos sabemos que tiene. Una pena, porque el elefantito orejudo pertenece a esa tipología de personajes que Burton tanto aprecia (seguramente por ello eligió dirigirla), a saber: seres introvertidos y vulnerables que sufren algún tipo de trauma (en este caso, Dumbo es separado de su madre al nacer) y que además deben soportar el bullying y la intolerancia de una sociedad que no los acepta por ser diferentes (pienso en El Joven Manos de tijera o en Edward Bloom, el protagonista de El Gran Pez). Por eso, quizás lo más adecuado antes de ver la película sea moderar las expectativas. Es momento de aceptar que Tim Burton ya no es lo que era (aunque de a ratos nos sigue regalando innegables pinceladas artísticas), y exigirle a Dumbo que esté a la altura de las grandes obras de su carrera sería un poco injusto. Por el contrario, si logramos disfrutarla en sus propios términos, la impresión final puede ser muy diferente. La historia se sitúa a comienzos del Siglo XX, en un decadente circo de variedades regentado por el gran Max Medici (Danny DeVito, en una gran interpretación). Allí, pronto nace un elefante con orejas enormes que inmediatamente se convierte en objeto de burla para los demás. Sin embargo, la ex-estrella de circo Holt Farrier (veterano de la primera guerra mundial que perdió un brazo y no puede volver a hacer su número tradicional) y sus hijos Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins) -que tienen a su cargo el cuidado del paquidermo- rápidamente descubren el don de Dumbo: sus orejas desproporcionadas le permiten volar, por lo que pronto se convierte en la atracción principal del convite circense. Pero dicha fama no pasará desapercibida: el excéntrico empresario V.A Vandevere (Michael Keaton, en un papel muy gracioso y caricaturesco) decide contratar a toda la compañía de Medici y llevarlos a vivir en su parque de diversiones, Dreamland. Obviamente, las cosas no son lo que parecen y habrá más de un secreto que se irá revelando en torno a esta enigmática figura. El foco de la película no solo está puesto en las peripecias de Dumbo por aceptarse tal cual es, sino también en los problemas de la familia Farrier para reinsertarse en la sociedad luego de la muerte de la madre de Milly y Joe a manos de una enfermedad. En este aspecto, el encuentro entre el paquidermo y la familia representa la unión de seres dañados que buscan superar juntos las dificultades que padecen. Desde ese punto de vista el filme funciona, y también lo hace en relación a los efectos especiales y a la banda sonora. Por otra parte, las actuaciones de Danny DeVito y Michael Keaton (con roles de héroe/villano invertidos en comparación con Batman 2) suman momentos de calidad que se agradecen. En resumen, si no se le pide demasiado, la nueva entrega de Dumbo es aceptable y entretenida, aún cuando los elementos más recordados de la original (animales parlantes, elefantes borrachos y secuencias psicodélicas, por ejemplo) están muy dosificados o directamente ausentes.
Tim Burton es el encargado de darle vida a la clásica historia de 1941, ahora en acción real. El simpático Dumbo nace en el circo de Max Medici (Danny DeVito), donde se convierte en el hazmerreír a causa de sus enormes orejas. Allí es cuidado por Holt Farrier (Colin Farrell) y sus hijos Milly y Joe, quienes descubren que el pequeño animal tiene la habilidad de volar. Con la nueva atracción, el circo hace un regreso triunfal que atrae la mirada del peligroso empresario V. A. Vandevere (Michael Keaton). Dumbo (2019) tiene un argumento más completo que el de su antecesora, una continuación que la convierte en interesante y aleccionadora para grandes y chicos. Cabe mencionar que los momentos tristes de la original están, pero se sobrellevan con el mensaje final. Como en toda superproducción de Disney, lo que se ve en pantalla es una gran apuesta en la que se destacan las interpretaciones y los efectos técnicos; en especial aquellos que permiten la creación de un pequeño y encantador protagonista, que refleja cada uno de sus sentimientos en la mirada. Disney sabe qué es lo que espera el público. Y lo consigue una vez más: magia, emoción y esperanza por doquier.
Dirigido por Tim Burton, ahora el elefante cuyas orejas gigantes le permiten volar recuerda un poco a ese viejo y querido freak, el Joven Manos de Tijeras. Es difícil entender del todo la necesidad de hacer una remake “live action”, es decir, con actores humanos y efectos digitales en vez de los dibujos animados del clásico de Disney de 1941. Pero, de cualquier modo, el resultado tiene las imágenes imponentes del mejor cine de Burton, mezclado con cierta dosis de sensiblería tan propio de sus películas como del largometraje original. O incluso un poco más, dada la cantidad de personajes sin madre -y no sólo el elefantito estelar- sino hasta un veterano de guerra interpretado por Colin Farrell al que le falta un brazo (la acción transcurre después de la Primera Guerra Mundial). Hay un excelente Danny De Vito como el dueño del circo que espera repuntar económicamente con la atracción del elefantito bebé, primero descartado por fenómeno raro debido a sus orejas desproporcionadas, y luego transformado en la gran atracción cuando aprende a volar; también un típico villano burtoniano, el malvado Michael Keaton, que tiene una feria de atracciones en Coney Island. Y otras buenas actuaciones como las de Eva Green e incluso Alan Arkin. Aunque, obviamente, el elefantito digital del título se roba algunas de las mejores escenas. Probablemente el mayor foco en un argumento coherente podría haber generado otra obra maestra, pero de lo que no cabe duda es que aquí hay imágenes fabulosas.
BURTON DOMESTICADO En los últimos años, Tim Burton y Disney colaboraron en tres films: Alicia en el País de las Maravillas, Frankenweenie y ahora Dumbo. Si la primera película era una decepción absoluta y la segunda una pequeña maravilla, la tercera se queda en un lugar inocuo, indiferente, alejada de todo riesgo. Y eso que todo estaba dado para que el realizador construyera un relato marcado por temas habituales en su cine, como la marginalidad, el descubrimiento y las reacciones de fascinación o rechazo provocadas por la otredad. Ese relato en cierto modo está ahí –latente o directamente explícito-, en ese circo habitado por freaks de todo tipo, del cual el pequeño elefante Dumbo, con sus orejas gigantes y su habilidad para volar, es el máximo exponente. Pero todo está estructurado de forma aletargada, en piloto automático, como si Burton no sintiera verdadera pasión por lo que está contando y solo buscara hacer un despliegue superficial de sus grandes éxitos formales: la suma de personajes apartados del mundo y formando universos aparte; el manejo de colores como medios expresivos donde confluyen la luz con la oscuridad; y Dumbo como un nuevo Joven Manos de Tijera, alguien que puede maravillar (como a los hijos del ex soldado encarnado por Colin Farrell) pero también ser visto como un medio de explotación. Dentro del último factor, de esa dicotomía entre la pura maravilla (que es también una forma de amor) y el deseo de lucro, es donde surge lo más interesante de la reversión de acción en vivo que construye Burton del clásico animado de 1941. El gran antagonista que va surgiendo a lo largo del relato es el dueño de un parque de diversiones interpretado por Michael Keaton, que nunca ve a Dumbo desde una perspectiva afectiva, sino como una máquina de hacer dinero. La asociación casi inmediata que se puede hacer del personaje es con parte de la leyenda de Walt Disney, un tipo brillante pero que tenía una ética muy particular, que a menudo chocaba con las perspectivas de otros creadores como podía ser el propio Burton. Esa metáfora un tanto retorcida, que podría poner a Burton en el lugar de Dumbo –alguien marginal, rebelándose ante su explotador y tratando de crear su propio destino- nunca llega realmente a cobrar vida, porque el cineasta nunca se conecta apropiadamente con el protagonista de su película. En cambio, Burton se aproxima a la historia de Dumbo con una frialdad llamativa, convirtiendo su aparente rebeldía –y la del elefante- en algo un tanto banal y superficial, como lo era la desobediencia de Alicia a los mandatos familiares. Eso se puede ver en cómo utiliza el recurso de ver volar a Dumbo (que a pesar de estar hecho en computadora, conserva su dulzura y nobleza innata): lo repite varias veces, quitándole progresivamente su encanto, casi como si fuera una característica más del personaje en vez de una cualidad, de un factor que lo distingue y lo pone en un lugar destacable. Algo parecido sucede con el resto de los personajes –el de Colin Farrell, sus hijos, la bailarina que encarna Eva Green-, cada uno con su pasado oscuro y doloroso, pero que nunca pasa de la mera anécdota, de huellas que no llegan a tener verdadero sentido. En un punto, cede a la tentación del villano empresario: explota lo maravilloso hasta quitarle carnadura y originalidad. Por eso su Dumbo es como un parque de diversiones al cual solo se va una vez: apenas si entretiene, está lejos de conmover y difícilmente lo recordemos. Burton, en la nueva asociación con Disney, más que potenciar su cine, se muestra domesticado e impersonal, como una copia de sí mismo.
Realizar una película con un protagonista que no es real, ya no es ajeno para Disney. La última colaboración Burton-Disney nos hace parecer que el director ha dado el brazo a torcer con unos cuantos aspectos, pero tenemos ante nuestros ojos un resultado final muy interesante.
Una nueva versión de la historia de nuestro querido Dumbo. Un pequeño elefantito que, inocentemente, confía más en un objeto placebo que en su propio talento. Y quien sólo desea una cosa, estar con su mamá.
Desde hace un par de décadas, el cine de Tim Burton entró en un largo letargo creativo. Poco queda de aquel universo en el que queribles freaks, perdedores y anti héroes, lograban sobreponerse a la incomprensión de su entorno, para a través del dolor volverse más fuertes y tenaces en sus convicciones. Lejos de los capítulos más inspirados de una filmografía que contiene hitos como Beetlejuice, El joven manos de tijera y Ed Wood, Burton hoy es apenas una sombra de sí mismo. Un hacedor de productos que identifican al autor por componentes que tienen más que ver con la dirección de arte, que por su potencia narrativa. Y así, película a película, encontramos vestigios burtonianos que emocional y cinematográficamente están a una galaxia de aquel esplendor. Mientras tanto, una larga racha de auto repetición se despliega en versión cada vez más lavada. Esta nueva versión de Dumbo coincide con la premisa de Disney de trasladar algunos de sus éxitos en el cine de animación al territorio de la acción con protagonistas reales, sumando una abundante y atractiva catarata de efectos digitales. De aquel inocente largometraje animado de poco más de una hora, que logró salvar de la debacle a la factoría del enorme Walt tras el fracaso comercial de Fantasía, queda la simpleza de su anécdota, ahora con el agregado de nuevos personajes, dispuestos como jugadores con escaso carisma, apenas destinados a emitir conceptos políticamente correctos. Claramente, el único que vuela alto en esta película es el elefantito. El resto, más allá de uno que otro momento de lucimiento, no logra sobrevivir a la maqueta diseñada con escasos matices. El relato nos lleva hacia 1919, tras la finalización de la Primera Guerra Mundial. Un padre (Colin Farrell en piloto automático) vuelve de la contienda sin un brazo y al reencuentro de sus hijos, que viven en un desvencijado circo comandado por un líder un tanto caótico (Danny DeVito siempre eficaz). El ex combatiente ha sido un jinete estrella perteneciente a esa troupe, y durante su ausencia no solamente ha sufrido el flagelo del trauma bélico, sino la pérdida de su mujer, también artista circense. El componente Disney de la familia fisurada está trazado aquí a partir de esos niños que han quedado huérfanos de madre, y el regreso de un papá que demorará más de una hora de metraje para cobrar cierta impronta protagónica. La galería de personajes excéntricos que pueblan esa tambaleante carpa constituye el elemento Burton, aunque dichas criaturas aquí funcionan apenas como decorado, y jamás conquistan la empatía con el espectador que lograban las marginales protagonistas del cine inicial del realizador. El nacimiento del pequeño y orejudo elefante volador, adoctrinado por los mencionados niños, especialmente por la pequeña que sueña con ser una eminencia en el mundo de la ciencia (Nico Parker, hija de la actriz Thandie Newton, que aquí gana su pasaporte al estrellato), sirve como disparador de una serie de planteos aleccionadores sobre temas como la lucha contra el bullying y la reivindicación de los circos sin animales. Cada vez que el simpático animalito, creado por un equipo de talentosos creadores de efectos digitales, está ausente de la acción, la narración se resiente. A esto se suma, la aparición del villano de turno (un neutralizado Michael Keaton), empecinado en sumar al elefante bebé como estrella de su gigantesco parque de atracciones, y obsesionado con controlar cada movimiento de su pareja, una diva de la destreza aérea (desdibujada Eva Green). Más allá de que esta película esté destinada mayormente al público infantil, el "malo del cuento" resulta excesivamente caricaturesco y poco temible. Sin una contundente tensión entre fuerzas antagónicas, el relato tiende a deshilacharse y los personajes nunca conquistan la necesaria cuota de entidad para volverse irresistibles. Finalmente, el film deviene en un ameno pasatiempo musicalizado por el eterno aliado burtoniano Danny Elfman. En el balance no queda mucho más que eso. Apenas la resaca de un creador que lleva largo tiempo haciendo la plancha. Dumbo / Estados Unidos / 2019 / 112 minutos / Apta para todo público / Dirección: Tim Burton / Con: Colin Farrell, Danny DeVito, Michael Keaton, Eva Green.
Y voló, voló… Tomar una película animada y llevarla al lado del live action no es una novedad para Disney, ya desde hace algunos años (y sino pueden escuchar nuestro podcast donde largo y tendido hablamos al respecto). Pero el caso de Dumbo es muy particular. Acá había que hacer un film distinto y sin perder la identidad de la original. Y además no perder de cerca de que la película de 1941 fue la que prácticamente sacó de la bancarrota al Estudio de Walt, luego de los fracasos en taquilla que le significaran Pinocho y Fantasía. Es sabido que Dumbo no llegará para salvar hoy a la compañía porque los números año a año le dan en verde, pero al revivir el clásico luego de 78 años tampoco es la intención obtener pérdidas. Es así que Disney contrató al visionario Tim Burton para llevar a las salas de cine la esencia de la película pero una versión totalmente distinta. Dumbo arranca con dos niños, Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins), en el andén de un tren esperando la llegada de su padre, quien sirvió para el ejército en la guerra. El veterano Holt (Colin Farrell) regresa para reencontrarse con sus hijos y volver al circo de los Hermanos Medici, a cargo de Max Medici (Danny DeVito), donde era domador de caballos. Allí Holt se entera que el dueño del circo compró una elefanta embarazada, con la intención de ganar dinero con un elefante bebé… pero la sorpresa llega cuando se siente estafado porque el elefante recién nacido tiene grandes orejas. Rápidamente los niños se hacen amigos y descubren que con sus grandes orejas puede volar. Luego aparece en escena Vandemere (Michael Keaton), dueño del circo más grande de Estados Unidos en ese momento y le propone a Medici asociarse y transformar en Dumbo en una estrella. En esta película la historia ya no transcurre tanto en el mundo del pequeño elefante de orejas grandes, sino en el de los humanos. Las consecuencias de la guerra, el amor y el odio, el dinero y el capitalismo, los lazos familiares. Por ejemplo, si bien existía en la película de 1941 el dueño del circo, era un personaje que aparecía muy poco. Acá lo vemos como principal. La Dumbo de Burton es emotiva, extravagante, cómica y tierna. Se apostó menos a la oscuridad gótica que acostumbra el realizador y más a un relato cargado de aventuras y colores vivos. Los homenajes a la versión original son claros pero muchas veces transformados para las nuevas generaciones, manteniendo el mismo espíritu. Posiblemente se haya desaprovechado el personaje de Eva Green entre tantos que nos muestra la historia. El CGI del elefantito es impactante: nadie puede dejar de sentir compasión por él y su madre, por el bullying que sufre a cada paso o cada vez que está a punto de realizar un truco y algo hace que no esté por lograrlo. Esta nueva película tiene vuelo propio y el director supo apoderarse de ella, dejándonos seguir jugando con esa misma ingenuidad de 1941, que si soñamos todos podemos volar.
El estilo denso en personalidad propia de Tim Burton lo traiciona. Una visión tan potente se ve claramente fuera de lugar cuando se está haciendo un proyecto sin las ganas necesarias. Disney llamo al cineasta y le encargaron una remake live action de la película animada sobre el elefantito volador con extra Burton para llevar. La producción penso que la idea de intentar entrarnos por el lado de la nostalgia iba a funcionar, pensaron que trayendo actores que hayan aparecido en antiguas películas del director iba a bastar para que la idea nos compre. Ver a Micheal Keaton laburar de nuevo con Danny DeVito es algo increíble, pero la película tiene tan poco espíritu que éste épico reencuentro se me hizo totalmente carente de sabor. Hasta Danny Elfman vuelve a trabajar con Burton en “DUMBO”, haciendo una banda sonora de gran calidad que aún así no salva la película de ser un bodrio. La historia sigue a dos nenes que, junto a su padre lisiado (Colin Farrell), se hacen cargo de un elefantito recien nacido. Éste nace con unas orejas enormes que le permiten levantar vuelo, habilidad que usará para traer fortuna a Don Medici (Danny DeVito) y también para poder rescatar a su madre. El exito de Dumbo es tan grande que un empresario (Micheal Keaton) decidirá ir a echarle un vistazo al elefantito volador. No les voy a mentir, solo recuerdo los nombres de dos o tres personajes de la historia. No voy a googlear porque eso sería hacer trampa, si no puedo recordar el nombre de un personaje de una película quiere decir que ese personaje no fue lo suficientemente y esto es una de las excesivas deficiencias de este mal llamado remake. La emotividad y el surrealismo de la version original de 41′ es sustituido por una historia dramática sobre dos niños que, tras perder a su madre, se encuentran con que su padre vuelve de la guerra sin un brazo. En el medio tenemos a DeVito haciendo un personaje copypasteado de “THE BIG FISH” quien se ve tentado por un multimillonario (Micheal Keaton) a tomar una gran oferta por un elefantito volador que anda dando vueltas por algún lugar recondito de la trama. El pobre elefante se pierde en una historia que se enfoca en cuestiones que la verdad no nos importan, queríamos ver a Dumbo haciendo pelotudeces para encontrar a su mamá, no un drama familiar incitador al suicidio. La música de Danny Elfman es hermosa en la película, pero no deja de ser parte de esta sopa de Tim Burton que lanzo Disney. El diseño de Dumbo es tierno, pero se lo nota muy fuera de lugar junto a los actores en carne y hueso. Definitivamente DUMBO no era una película para volver a ser hecha en acción real. No obstante le sigo teniendo fe a proyectos como “Aladdin” o “El Rey León”, este tropezón se veía venir de tan lejos … pero confieso que quería estar equivocado. Dejenla pasar que se vienen buenas películas y el cine está muy caro.
Cuando los elefantes vuelan Tim Burton fue el encargado de la nueva versión "live action" del clásico infantil estrenado por Disney en 1941. Emotiva, dulce pero con pocas ideas. En 1941 se estrenó “Dumbo”, una película animada de Disney que tenía como función salvar a la compañía, porque, un año antes, su legendario “Fantasía” había sido un fracaso que dejó a la empresa casi en ruinas. Con un presupuesto acotado, una historia simple y apelando a la sensibilidad, logró un éxito inesperado. Tras 78 años, el clásico vuelve a las salas de cine con una versión “live action” (o algo parecido, el “live action” implica imagen real y aquí los animales fueron diseñados por CGI), que casualmente se estrena tras conocerse la revolucionaria compra que hizo Disney, absorbiendo Fox y todas sus compañías subsidiarias. En una suerte de paradoja, la nueva “Dumbo” llega en el mejor momento de la empresa del Ratón Mickey, arrastrando a gran parte de su competencia. ¿Será un buen presagio? En esta película de Tim Burton -quien ya había reversionado para Disney “Alicia en el país de las maravillas”-, la historia transcurre en el mundo humano, y con los amigos que acompañarán a Dumbo en sus primeros años de vida. Dos nenes, Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins), esperan la llegada de su padre, que sirvió para el ejército en la guerra. El veterano es Holt (Colin Farrell), quien antes de su paso por la milicia era el domador de caballos y una de las principales estrellas del circo de Max Medici (Danny DeVito). Medici compró una elefanta embarazada con la intención de hacer dinero con un elefante bebé, pero se siente estafado cuando ve que el recién nacido tiene orejas enormes. A pesar de ser un “fenómeno” que sobresale entre las rarezas del circo, los niños se hacen sus amigos y descubren que con sus grandes orejas el pequeño puede volar. Cuando el público comienza a aumentar, aparece Vandemere (Michael Keaton), dueño del circo más grande de los Estados Unidos, y le propone a Medici convertir a Dumbo en una estrella. . Danny DeVito forma parte del elenco de la nueva adaptación del clásico de Disney "Dumbo". Emotiva y con la marca distintiva de Burton, que siempre trabaja la temática de rareza como belleza, “Dumbo” en su versión 2019 seguramente renueve la ternura de quienes hayan visto la original y justamente por ello también debe decirse que cuenta con pocas ideas, más allá de esta búsqueda de dulzura. Ahora sí, una estrella generada por computadora puede ser tan tierna como cualquier otro personaje. Estamos preparados para “El rey león”, la próxima remake que tendrá el mismo estilo de animación.
Carece de alma, dice demasiado y lo hace a costa de las imágenes. Así los momentos bellos nos dan pena: parafraseando a Baudelaire, Dumbo es un film cuyas orejas de gigante le impiden caminar. Y ni hablemos de volar. Dumbo, el clásico de 1941 dirigido por Ben Sharpsteen pero cuyo autor es Walt Disney, dura 65 minutos. La versión “con actores” dura exactamente el doble. La primera mitad de la película “nueva” adapta (sin elefantas malas, sin payasos caricaturescos, sin cuervos habladores, sin ratones inteligentes, sin elefantes rosa, sin la locura increíble del rarísimo largo dibujado) la clásica y es poco interesante aunque tiene momentos visualmente inspirados (el viaje inicial del tren, por ejemplo). La segunda es una película de Tim Burton que nos cuenta, en un alarde de lugares comunes “bien pensantes” que recuerdan los errores (horrores) de Dorfman y Mattelart, por qué Disney es el mal. Pero esa segunda mitad tiene un hada buena con el rostro de Eva Green y un villano con los tics de Michael Keaton y eso es bueno. En algún momento incluso, la película amaga con homenajear brutalmente a “Freaks”, el gran film maldito de Todd Browning. (Leer también: En manos de Disney: Lo que viene de Star Wars) Pero “Dumbo” es un personaje tan tierno, que todo se queda en la mera mecánica de guión. El gran problema de esta película ocasionalmente inspirada consiste en que no hay una sola emoción construida, sino que los planos nos dicen “acá se llora porque lo indica el guión”. (Leer también: Cine: cuáles son las películas imprescindibles que hay que ver) Carece de alma, dice demasiado y lo hace a costa de las imágenes. Así los momentos bellos nos dan pena: parafraseando a Baudelaire, Dumbo es un film cuyas orejas de gigante le impiden caminar. Y ni hablemos de volar.
Este film nos hace volar la imaginación, volver a nuestra niñez, reviviendo este cuento que primero fue pensado como un cortometraje de 30 minutos y finalmente fue de 64 minutos transformándose en el cuarto largometraje animado de Walt Disney Pictures. Basado en el libro para niños homónimo de Helen Aberson e ilustrado por Harold Pearl, Dumbo fue producido por Walt Disney y estrenado el 23 de octubre de 1941 por RKO Radio Pictures. Comienza con toda la magia en 1919, un tren y el circo al que le da vida Max Medici (Danny DeVito, ya trabajo con Burtom, esta fascinante, divertido y placentero), allí llega después de la guerra Holt Farrier (por el irlandés Colin Farrell, quien ingresa por primera vez ingresa al mundo Burtom) con un brazo menos, viudo y se reencuentra con sus hijos Milly Farrier (Nico Parker) y Joe Farrier (Finley Hobbins) ellos fueron cuidados por las personas del circo (a través de los distintos planos y silencios te cuenta todo). Las vidas de toda esta gran familia cambia cuando aparece el personaje principal, Jumbo Jr., un elefante antropomórfico llamado Dumbo (que sería mudo y/o tonto) quien antes que se convierta en una estrella es ridiculizado por sus enormes orejas, pero los niños Milly y Joe descubren que puede volar usando estas como alas (la de animación quien lo hacía era un ratón Timothy, lo estimulaba con una pluma mágica). La película posee momentos increíbles, esa relación entre los niños y este pequeño elefante de mirada tierna, adorable, desprotegido porque fue separado de madre, te llega al corazón, estupendos los efectos visuales y especiales, la puesta en escena y acompañado con la banda sonora. Luego Dumbo se transforma en una gran estrella, contemplada por Max Medici, todos en el circo y un público que quiere ver ese fenómeno, pero al mismo tiempo surge la codicia, la ambición, los seres malvados, allí aparece el gran Vandevere (Michael Keaton, esta correcto pero quizás un poco acartonado, ya trabajo con Burtom), obsesionado por el poder y el dinero, un ser sin ningún tipo de escrúpulos. Allí aparece quien lo acompaña, la acróbata Colette Marchant (Eva Green, quien ya trabajo con Burtom. Se preparo mucho para este personaje para ello tomo clases especiales y logra lucirse) y hay que destacar a Alan Arkin como J. Griffin Remington. Al circo le da vida todo es esplendor con sus payasos, animales, acróbatas, marabaristas, entre otros. Tim Burton (Alicia en el país de las maravillas), un director creativo, respeta la versión de 1941, con referencia a la original, pero no copia, va armando un interesante desarrollo, te entretiene en más de dos horas de metraje, con un destacado elenco, un buen maquillaje, vestuario y diseño de producción, entre otros elementos. Está llena de símbolos, mensajes y reflexiones. Habla del maltrato animal, del cautiverio, está siempre presente el amor de padre a hijos, el de la amistad y entre los humanos en general. Un film para disfrutar y atrapar nuevas generaciones.
La historia de Dumbo es conocida. Un elefante recién nacido puede volar; una pluma y un estornudo encienden los motores físicos que desoyen la gravedad del animal. En 1919, cuando el paquidermo llega al mundo, el deseo de volar signaba las dos últimas décadas de ese joven siglo. Burton así lo entiende y al escenificar el universo imaginario de una época elige saturar de signos propios de los inicios del siglo XX, que era una promesa todavía no desmentida por un futuro no muy lejano.
Un circo en época de posguerra que intenta atraer al público, un padre intentando reconectar con sus hijos y una elefante embarazada que puede ser la solución. En esta nueva versión de Dumbo, Tim Burton revisita el clásico de Disney poniendo el corazón en otro lado e intentando contar la historia sin la crueldad de la original, pero se queda a medio camino y entrega una película simplemente pasable.
Disney sigue apostando por adaptar sus éxitos animados a películas live action. Lo hizo con Alicia en el país de las maravillas (dirigida por Tim Burton), con La Cenicienta, El Libro de La Selva y La Bella y la Bestia. ¿La fórmula? Agarrar la película animada original y adaptarla con mucho CGI y actores de carne y hueso. En este grupo también entrarían películas como Maléfica (adaptando a la villana de La Bella Durmiente), Alicia a través del espejo (la continuación del mito de Alicia) y Christopher Robin (una tierna historia en el universo de Winnie The Pooh). Las adaptaciones demostraron que económicamente son viables, y que a la vez recuperan historias para nuevas generaciones, dándole un guiño de ojo a les padres-madres / tíes / abueles para que lleven a sus niñates a vivir por primera vez historias que amaban mirar en tele o en los viejos VHS. En el caso de las adaptaciones de El Libro de la Selva, Cenicienta y La Bella y la Bestia, se buscó replicar casi plano a plano (algo similar a lo que viene con El Rey León) la historia original, aderezando de nostalgia el plato cinematográfico, pero de alguna manera no ayudando a la sorpresa. Esta bien, es una buena milanesa con papa fritas… ¿pero si tenemos ganas de probar cosas nuevas? El de El Gran Pez, pero matizado por Disney y sin Johnny Depp Dumbo es un poco diferente. Nacida en el seno de un país entrando a una guerra (la película se estrenó muy cerca del ataque a Pearl Harbor), también respiraba aires de una guerra interna dentro de Disney, que buscaba recuperar algo de dinero luego del fracaso de Fantasía. Con un poco más de una hora de duración y repeticiones animadas de otras películas, buscaba ser el bálsamo que posibilite el resurgimiento en taquilla de la productora. Fue Disney siendo independiente, robando recursos para ahorrar donde se pueda. Y lo lograron. La historia de un elefante que nació dentro de un circo y que sufría bullying por parte de sus iguales (un grupo de viejas elefantas conchetas de Barrio Norte) y era acompañado / ayudado por un ratón (gran acierto, desapareciendo esa idea que los elefantes temen a los roedores), que demostraba ser especial al poder volar, y ayudaba a salvar a todos, se convirtió automáticamente en un clásico. Disfrutado incluso por los más grandes, gracias a esas escenas lisérgicas para mirar de pepa. La nueva versión tiene muchísimo más material, y mantiene un halo de fantasía y magia a pesar de terrenalizar más la historia. No hay elefantas conchetas de Barrio Norte, ni un ratón charlatán. Pero hay personajes humanos interesantes (lo de Danny DeVito es de otro planeta) y la emoción a flor de piel. Tim Burton (en la silla de director) maneja bien el juego entre sus pasiones (ya casi repeticiones) y el manual de estilo de Disney, ofreciendo una historia prima hermana de El Gran Pez en su humanidad y con una preciosura técnica que te ayuda a creer realmente que un elefante puede volar. Todo cambia para seguir igual La historia mantiene su estructura: el elefante se queda solo luego que su madre ataca a una persona indeseable, la gente del circo descubre que puede volar, aunque Dumbo no se cree capaz de hacerlo. Pero se suman historias secundarias que van sumándole al relato: la historia de la familia desmoronada de Collin “el manco” Farrell y sus hijos ante la falta de la figura materna, la tristeza de Eva Green por ser una figura “florero” a pesar de su talento, y el adonis de la sobre actuación, el gran Michael Keaton demostrando el poderío de Disney y contando un paralelo donde siendo dueño adinerado puede comprar empresas gigantescas por un solo espectáculo dejando el resto en la calle (¿alguien ve lo mismo que yo?). Un experimento que da sus frutos y genera esperanza por los proyectos por venir. Ya que todes estamos emocionades por lo que viene (SIIIIMMMMBAAAA), pero podemos disfrutar reversiones de los clásicos sin imitarlas al pie de la letra y manteniendo la emoción al prenderse las luces de la sala. Esa emoción primitiva que forma un nudo en la garganta cuando estamos saliendo del cine. Esa misma que nos hace creer que un elefante puede volar.
El nuevo film del veterano realizador Tim Burton es una nueva versión del querido personaje Dumbo, clásico de la factoría Disney. Con un elenco lleno de figuras como Colin Farrell, Eva Green, Danny DeVito y Michael Keaton, este nuevo largometraje es parte de una tendencia de la productora de recrear sus mayores éxitos de antaño con una nueva mirada (ejemplos a la fecha sobran y van desde La Cenicienta, La Bella y la Bestia, y El Libro de la Selva, y continuarán próximamente con Aladino y El Rey León). Con un guión de Ehren Kruger (La Llamada, Ghost in the Shell), la película de Burton es más larga que la original (112 minutos contra los 64 minutos de la versión del ’41) y contiene nuevos giros y temas en su narrativa. Lejos de su mejor momento, Burton apenas logra que el film tenga ritmo, buenas actuaciones de parte de los actores y el personaje principal, Dumbo, despierta simpatía y ternura en el público aún cuando el resto de la historia no se destaca lo suficiente. Dumbo es un film adecuado para su público, bien pensado y hecho, que podría haber sido mucho más en manos de un realizador más ambicioso. Con temas como el maltrato animal y un mensaje en contra de la encarcelación de los animales, Dumbo apunta alto por momentos pero termina siendo un mero entretenimiento que concluye apenas como una anécdota.
No es la primera vez que la factoría Disney desde lo narrativo une fuerzas con Tim Burton en tanto construcción de espacios en donde desarrollar una historia. Aplicando lo sobresaliente del director de “El Gran Pez” (2003), que es su “imaginería” visual, la estética servil a los relatos elegidos. Sin embrago es preciso decir que en este caso, ya sucedió antes, la unión se establece a partir de las debilidades de cada parte. Se puede reconocer dentro de esa paleta de colores exuberantes el universo tradicional de Disney, del mismo modo que dentro de un relato clásico de Disney como lo es “Dumbo”, se puede reconocer el mundo de Burton, con la mala fortuna que cada uno juega en función de anclaje. Por lo tanto ambos entregan a medias sus posibilidades y el filme se establece en una medianía plagada de comodidad. De esta manera el filme no gana en nada, en ningún momento lleva al espectador a tener alguna empatía emotiva, ni con el personaje, supuestamente central de Dumbo, ni con los humanos, reemplazantes de los animales de la versión original realizada en 1941, quienes son los que realmente se posicionan para la construcción y desarrollo. Todo demasiado previsible. Por supuesto que los cánones que se establecen desde el origen aparecen, esto es la discriminación al diferente, el ansia de superación y la fortaleza interna para transitar por los obstáculos que se presentan. También hay soslayada (y no tanto) una crítica al materialismo salvaje. Siempre distante, frío, sin emotividad. El relato transcurre después de la primera guerra mundial, Holt Farrier (Colin Farrel) regresa al circo que lo supo tener como estrella, convertido en un capitán del ejército (ahora viudo) y con un brazo amputado. Allí lo esperan sus hijos, pero no su espectáculo ecuestre, no solo por el cambio de estado físico, sino que Max Medici (Danny de Vito), el dueño del circo, a partir de la crisis económica se vio obligado a vender los caballos. Pero en medio de toda ese infortunio nace una esperanza en formato de elefante con una orejas demasiado grandes, todo un “raro” dentro de ese mundo circense plagado de ellos, pero motivo suficiente para ser centro de burlas y desprecio por los “otros” y por los “suyos”, salvo por los hijos de Holt, que descubren el don de volar en el elefante bebe. La noticia de este fenómeno que termina siendo el motivo de resurgimiento del circo, hasta allí llega V.A. Vandevere (Michael Keaton) un rico productor de espectáculos, junto a Colette Merchant (Eva Green) una joven trapecista, novia de Vandevere. Pero la ambición es más grande que el corazón, no solo compra al elefante estrella, sino todo el circo y todo se traslada a “DreamLand” una especie de Disney World, del que Vandevere es su dueño y donde mostrara su verdadero rostro. Con muy buenos actores y un trabajo de alto nivel desde lo estético, tecnológico, pero que nunca logra levantar demasiado vuelo.
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La maquinaria de Disney, que no para un segundo de facturar y crear (en ese orden), ahora llegó a los cines con “Dumbo”, la esperada remake de Tim Burton del clásico animado de los años 40. Pero esta no es una remake en ningún sentido, es bien independiente del filme original, y lo único que queda es el elefantito de orejas grandes que puede volar, esta vez creado por computadora y en un plano que por momentos parece secundario. Burton, uno de los directores más singulares de las últimas décadas, construye su propia historia de Dumbo, poniendo el foco en los personajes de un circo, diferentes y desclasados, algo freaks como a él le gustan. Las marcas del cine de Burton están ahí (colores contrastantes, extravagancia), pero no hay lugar para tantas “rarezas” ni oscuridades. Esta no deja de ser una película infantil de rasgos ingenuos, destinada a un público familiar, y lo único que se le podría reprochar al respecto es cierta frialdad en los personajes, que no llegan a emocionar en escenas clave. El único que logra realmente traspasar la pantalla es el gran Danny DeVito, que interpreta al desbordado Max Medici, el dueño del circo donde nace el pequeño Dumbo. El humor que despliega DeVito logra compensar en parte a un Michael Keaton desperdiciado como villano y a un Colin Farrell que parece sacado de “La familia Ingalls”.
Hay dos tipos de artistas representados en la nueva Dumbo de Tim Burton, dos versiones del show business man: uno (Danny De Vito) es el dueño de un circo pequeño, itinerante y familiar. Es vulgar y algo bruto con las personas y animales que trabajan en su circo, pero tiene buen corazón y un cariño sincero por su negocio. El otro (Michael Keaton) es el magnate frío y desalmado, ostenta su dinero y la belleza de las mujeres que lo rodean, es capaz de construir un parque de diversiones ambicioso y extravagente e incluso de montar un espectáculo vistoso, pero carece de sentimientos. O mejor dicho, no puede percibir que son criaturas vivas, ya sea humanas o animales, las que trabajan para él, y por lo tanto las explota sin contemplaciones. Hay algo en Dumbo que hace creer que Burton se vería reflejado en la primera de estas dos figuras, del lado de un hacer artesanal y modesto que se basa en emociones sinceras. Pero al mismo tiempo, todo en su película pertenece al universo del magnate, del gran presupuesto para construir una perfección sin alma. Eso es, en resumidas cuentas, lo que la nueva Dumbo tiene para ofrecer, un producto bien hecho de principio a fin, con ciertos guiños al presente, y en consonancia con un cine contemporáneo bien hecho, desangelado y olvidable. La vieja Dumbo, de 1941, era una película modesta, con una huella fuerte del cuento infantil de la que provenía, y la libertad necesaria como para ofrecer una secuencia de alucinación psicodélica producida en el elefantito por el consumo de alcohol, con un toque pesadillesco. Además, estaba protagonizada por animales, y en el centro por supuesto el elefantito de ojos celestes que tenía la expresividad y el encanto de un bebé. La nueva Dumbo, de acción en vivo, necesitaba personajes humanos, y Burton rodeó al elefante de toda una galería de adultxs y niñxs a partir de los cuales se construye la emoción en la película, aparte de la consabida separación entre el elefantito y su mamá: en primer lugar, hay un papá (Colin Farrel en la versión más nula que se pueda concebir) que perdió un brazo en la Primera Guerra Mundial y a la esposa durante su ausencia, un nene y una nena que compensan sus carencias afectivas a través de Dumbo, una trapecista deslumbrante (Eva Green) que se presenta como femme fatale pero luego se revela sensible y dispuesta a ocupar el lugar de madre en esta familia arrasada. También está el magnate-villano de Keaton y el dueño de circo de la vieja escuela de Danny De Vito, como dije, pero el centro es la pequeña familia que hace de partenaire de Dumbo a lo largo de toda la película y es un problema, porque esta familia apenas logra importar. Todo en ellos es estereotipado y rígido, desde la ternura de lxs niñxs hasta la fragilidad del padre, para no hablar de la forzada historia de amor con la trapecista a la que ni siquiera se le dedica un despliegue que permita sentirla. Es que Burton, que en otra época supo construir emoción como un artesano (pienso en El joven manos de tijera, por ejemplo), esta vez prioriza lo panorámico: muchxs artistas, muchas luces, mucho decorado, grandes planos generales del parque de Vandevere (Keaton), recorridos por el circo donde todos los artistas se muestran como si estuvieran adentro de una vitrina pero ninguno importa, y una fascinación con el diseño que se impone en cada plano. Si la Dumbo de 1941 era una película que podía ponerse a la altura de un elefantito y un ratón y sostener con ellos una escena, la del 2019 necesita construir un parque de diversiones gigante y luego prenderlo fuego para generar intensidad. Es más, hay un esquema que se repite varias veces y nos pone al borde de la butaca para después liberarnos del modo más maravilloso, y es el suspenso de si Dumbo podrá volar o no. Esa oscilación entre el peligro y la libertad es un elemento clave, y toca una fibra del presente –el malestar ante el maltrato a los animales– que la película no se anima a convertir en un tema salvo hasta una resolución tardía y sacada de la galera.
Para poder pensar esta remake del filme de animación Dumbo (1941) como parte de nueva ola de adaptaciones que pasan del relato animado a la versión personificada por actores, podríamos prescindir de las comparaciones entre ambas películas y pensar en Dumbo (2019) tan solo como un nuevo filme de Tim Burton para Disney. Propongo en esta instancia atravesar las dos lecturas posibles, la que enlaza ambas películas desde el concepto de remake, y el filme actual en si mismo como una nueva obra del prestigioso realizador estadounidense. Comenzando el análisis entre ambas versiones de Dumbo lo primero que vale destacar como diferencia radical es una modificación argumental notoria entre la obra animada y esta. Si recordamos sucintamente el argumento de la que podemos llamar “la original” el filme proponía la historia de un pequeño elefante que nace en cautiverio y que es separado de manera irreversible de la protección de su madre. El pequeño sufre al mismo tiempo el rechazo del universo que lo rodea ya que presenta una anomalía “sus enormes orejas”. Tanto la drástica ruptura del vínculo con su madre que lo deja expuesto a la soledad y al maltrato, como su condición de “ser extraño” catapultan a Dumbo a la condición del “sujeto marginal” dejando a la vista el funcionamiento de una sociedad expulsiva y mercantilista, que descalifica lo diferente y solo busca el usufructo y el poder a cualquier precio. No hay ayudantes ni salvadores, no hay madres todopoderosas ni elefantitos heroicos, lo que hay es un retrato crítico sobre el modelo operativo de una cruenta estructura social. En el 2019, Dumbo nos ofrece otra perspectiva argumental muy lejana a esa crítica filosa y angustiante del mundo. Aquí Dumbo, el elefantito “diferente” más allá de ser separado del lazo materno, encuentra un pequeño grupo de ayudantes y de padres-madres sustitutos mientras articula sus recursos para poder volver al seno materno. Una niña con condiciones de mini científica y su hermanito menor se convierten en los ayudantes esenciales del pequeño elefante de orejas largas. A esa tarea luego se suma su padre, un ex combatiente que ha quedado manco, por lo que todos ellos son los que le otorgan a Dumbo la calificación de “virtuoso” ya que puede volar con sus orejas, más son quienes agencian que este recurso único y singular le pueda servir para liberarse de las garras del poderoso que quiere someterlo y que así pueda cumplir su deseo edípico. El mundo opresivo del capital y el poder está representado por El dueño de “Sueñolandia” (Michael Keaton) que asociado con el dueño del pequeño circo (Danny De Vitto) constituyen la idea de sociedad opresora. Lejos de atormentarnos esta estructura es grotesca y débil, un poder que hace agua por los cuatro costados. Es una parodia del poder del capital, no hay nada realmente amenazante, y ese pequeño grupo de ayudantes de Dumbo podrán revertir la situación, digamos como “los rebeldes” que logran desbaratar al malvado y su mundo de sueños. Es Dumbo el héroe y no el oprimido, por eso a lo largo del filme vemos como se va “empoderando” para lograr su objetivo de libertad y esa es la esencia de de esta remake. Lejos de la oscura y audaz perspectiva del filme clásico este relato borra toda aproximación crítica sobre la sociedad moderna y contemporánea. Si nos quiere liberar de todas las normas y opresiones lo hace a través de un argumento sobre la salvación y la libertad notoriamente endulzado y por ende débil. Ahora pensemos en el filme como una nueva propuesta de Tim Burton, una entrega nueva de su encanto estético y su capacidad imaginativa. Si hay un hallazgo clave en Dumbo (2019) es la mirada de Dumbo, los ojos narrativos de este pequeño personaje silente. Su mirada es pura expresividad, y sabemos que Burton es un gran constructor de “formas de mirar” para sus personajes y esos ojos que es capaz de crearles. Por eso no suma y en su defecto resta, cuando los personajes secundarios explican lo que Dumbo expresa con su mirar. Una sobre información que no aporta más que diálogos reiterativos para lo que el pequeño animatron puede darnos a saber en un plano. Otro elemento encantador del mundo Burtoniano es la construcción de “Sueño landia” un megalómano parque de diversiones que con la tecnología y las fantasías de Burton brilla por su esplendor. De las actuaciones es la de Danny de Vitto la más pregnante, la que juega con ese carisma que el gran actor le imprime a sus personajes. El humor corre bastante por su cuenta en las pocas escenas donde la risa podría adueñarse del momento. Colin Farrel hace el correcto papel de un personaje bastante estereotipado, pero la más inconsistente es Eva Green en un rol de “bailarina de los aires” que pasa de femme fatal al mando del malo del filme, a madre sustituta de Dumbo, en una suerte de redención inverosímil. Un personaje que aporta poco y que claramente falla por ese forzado lugar que el guion le ha construido. Hay chispas de Burton, hay destellos de su estética, de su iluminación estilizada, de las sombras y las luces que acompañan las escenas del show, de los colores vibrantes, de la presencia de los niños, y en especial en el brillo de los ojos de Dumbo. Por Victoria Leven @LevenVictoria
Tim Burton vuelve a adaptar un clásico de Disney y renueva la historia del pequeño elefante que nace con grandes orejas y tiene que enfrentar las burlas y que lo separen de su querida madre. La dupla Burton y Disney prometía. Cuando surgió la noticia de que el director de clásicos como El joven manos de tijera y La leyenda del jinete sin cabeza adaptaría Alicia en el País de las maravillas, el entusiasmo fue grande. Sin embargo se estrenó y, si bien en taquilla le fue muy bien, resultó bastante decepcionante. Si le sumamos que en los últimos años el director no ha logrado brillar como en la primera parte de su filmografía, de Dumbo podíamos esperar cualquier cosa. La historia de Dumbo es bastante conocida. En un circo nace un elefante con orejas tan grandes que se convierte en la burla del lugar. Como si el bullying al que es expuesto no fuese suficiente, lo alejan de su querida madre. Pero pronto descubre que con esas orejas puede volar y se convierte en el éxito del espectáculo. Y si hay alguien que supo construir su filmografía a base de personajes marginados, freaks, ése fue Tim Burton. En esta versión que escribe Ehren Kruger, no hay animales que hablan y se hace mayor hincapié en los personajes humanos que rodean al protagonista. Allí está el veterano de guerra (Colin Farrell) que en algún momento fue un gran jinete de rodeo y hoy regresa sin un brazo; sus hijos, en especial la niña que sólo quiere ser la próxima Marie Curie, quienes no se entienden demasiado con su padre tras haber perdido a su mamá; el poderoso Vandevere (Michael Keaton, en una nueva colaboración con el director tras Beetlejuice y sus Batman) que compra el circo, lo traslada y lo transforma en una especie de Coney Island a base de la explotación de su estrella; la trapecista Collette (Eva Green) que aprenderá a acercarse al animal como lo hicieron los niños y a alejarse de lo que no le aporte nada bueno; y el dueño del circo de los hermanos Medici (Danny De Vito, en un personaje parecido al que interpretó en El gran pez pero con mayores dosis de humor) que lo que busca, realmente, es una familia. Con una estética bastante luminosa y colorida, alejada de lo mejor del cine de Tim Burton y al mismo tiempo optando por una historia más optimista y menos triste que la que Disney nos impuso, Dumbo resulta un film tan divertido como emocionante sin necesidad de apelar a la lágrima fácil. Otro acierto es el correcto uso del CGI que logra dar vida al protagonista de un modo que parece siempre muy natural. Este Dumbo resulta sumamente expresivo y al mismo tiempo sus movimientos nunca parecen caricaturescos. Otra dupla que se repite es la del realizador con Danny Elfman, a cargo de la música y apostando también a las famosas canciones de la versión animada.
Hay gente que tiene tiernos recuerdos de la primera época de oro de la Disney – finales de los 30 hasta mediados de los 60; bah, todo el tiempo en el cual el tío Walt estaba vivo y vigilaba personalmente los proyectos de animación del estudio -. Yo no. Para mí, el grueso de los filmes Disney de ese tiempo eran unos melodramas tremendos, de esos donde los pibes lloraban como locos en el cine al ver todas las maldades que les pasaban a los protagonistas. “Carrusel de emociones!”… un corno. Solo pude hacer las migas con Disney a partir de La Sirenita en donde se manejaban con otras sensibilidades, aún cuando los papás de Tarzán fueran boleta en los primeros cinco minutos del filme o hicieran puré a Mufasa bajo una estampida de millones de animales espantados. Existen maneras y maneras de vender dramas de la vida real a un niño, y lo de Disney en los 40s era Dickensiano. De entre esas cosas figura Dumbo (1941), película que habré visto una vez cuando era chico y después me dediqué sistemáticamente a escaparle el resto de mi vida junto con Bambi, Pinocho y otras torturas sentimentaloides que, podrán ser clásicos indisputables, pero definitivamente no son lo mío. Si ahora veo la versión 2019 del cuentito del elefante orejón que puede volar, es gracias a Tim Burton. En los 90 era LA fuerza creativa de Hollywood, el chico malo que marcaba tendencia y destilaba originalidad por todos sus poros. Pero hace rato que Burton no pega una, se recicla a sí mismo y, a excepción del mega hit Alicia en el País de la Maravillas, la taquilla le ha sido esquiva. Lo de Dumbo 2019 no es muy diferente, entra en la categoría de “tibia acogida” – 350 palos de recaudación contra cerca de 170 de presupuesto – y las críticas no fueron muy amables que digamos. No recuerdo Dumbo, así que la versión de Burton es una tabla rasa para mí. El drama es que no cuaja; el bicho es simpático, la producción es espectacular, el melodrama sigue estando pero mucho mas sedado… pero no emociona, ni siquiera divierte demasiado. Saquen a Danny DeVito – el cual disfruta como loco su papel de cirquero chanta y figura paternal de su familia de freaks ambulantes – y verás que el resto no funciona. Michael Keaton sobreactúa y no impresiona, Collin Farrell está sonámbulo, Eva Green se ve agria, avejentada y no le da para sumisa trapecista de circo (lo suyo siempre fueron los roles badass), y hay dos pibes que te hacen crujir los dientes y que son los personajes humanos que reemplazan a los ratoncitos amigos de Dumbo que estaban en el filme original. El drama es la piba, hija de Thandie Newton, que habla como un autómata, no sabe actuar y – en medio del ambiente circense – se le ocurre tener aspiraciones de científica… lo cual es un excelso ejemplo de super pedantería. Ella es la que inventa el método de la pluma para que Dumbo aprenda a volar, pero es insufrible el 99% del tiempo. Todo es drama y tristeza. El padre, a la que se le murió la esposa mientras estaba en la guerra y que vino un brazo menos; el circo en quiebra; el elefantito separado de la mamá; el malvado domador que termina hecho puré por sus maldades; el malvado empresario que – en un giro curioso del libreto – es codicioso, angurriento y tiene un parque de diversiones futurista que hace acordar a una versión steampunk de Disneylandia (¿una crítica velada de los libretistas?), la trapecista / chica trofeo con mal pasado pero corazón de oro… Pero ninguna de estas cosas resulta atrapante. Y para colmo el villano, por enojado y caprichoso, termina haciendo tantas estupideces al final que se remata él solito, disparando un absurdo climax plagado de efectos especiales que el filme no precisaba – ésta es una historia íntima entre una cría y su madre, la reconstrucción de las familias destruídas gracias al amor, las segundas oportunidades en la vida, el valorar lo que realmente importa en esta existencia -. Al menos Alan Arkin – en los dos minutos que aparece – parece pasarla bomba con su rol de banquero codicioso y cínico (hubiera sido una delicia ver a Christopher Walken en el papel, lástima que los tiempos no le dieron). Definitivamente Dumbo 2019 es un espectáculo sobreproducido y mediocre; hay demasiadas cosas traídas de los pelos, y hasta el elefante parece un personaje secundario en su propio filme. En el frente quedan todos los humanos, la mayoría de los cuales – saquen a DeVito, Arkin, el mono borracho y el moreno forzudo del circo que hace de secretario y le lleva la contabilidad a DeVito – fallan en causarte alguna impresión positiva. Es que están mucho tiempo en pantalla con un drama tosco, en vez de darle espacio al personaje principal para que se exprese como corresponde. Sigue sin poder venderme la fábula, y definitivamente es un filme que dudo mucho que vuelva a revisitar alguna vez en mi vida.
Corría el año 1941 cuando Disney estrenó “Dumbo”, una película simple y económica -con una duración de 64 minutos- que se realizó para recuperar las pérdidas financieras de “Fantasía” (1940). La cinta que tenía como protagonista a un pequeño elefante orejón con la capacidad de volar se convirtió en un clásico instantáneo por su historia encantadora, atractiva y algunos toques de oscuridad y surrealismo. Dentro de esta última tendencia de Disney por realizar remakes con protagonistas de carne y hueso, “Dumbo” era una de las más esperadas, especialmente cuando se confirmó la contratación de Tim Burton como director y un elenco repleto de estrellas. En esta obra, Burton -con guión de Ehren Kruger-, toma los elementos básicos de la cinta de 1941 pero crea una historia totalmente distinta. La original se centraba únicamente en el nacimiento de un elefante de orejas grandes que sufre maltratos y burlas en el circo, pero luego de demostrar sus increíbles habilidades se vuelve una estrella. En esta “revisión”, además del fantástico animal -cuyos talentos se descubren rápidamente-, se nos muestra el drama de un padre viudo que regresa de la guerra para seguir trabajando en el circo con sus hijos, con los que le cuesta relacionarse, y un reparto coral que a lo largo de la película va cobrando casi tanta importancia como Dumbo. En ésta nueva versión destaca por un espectacular despliegue visual, con excesos, y la ambientación de época (finales de la década de 1910). Los efectos visuales buscan estar al servicio del personaje (el “Dumbo” en CGI sigue siendo igual de adorable) y la historia. Existen varios guiños a la original, y otros que nos dicen que Burton se aleja bastante de la misma. Incluso el director de “El joven manos de tijeras” y “Charlie y la fábrica de chocolate” hace referencia a alguna de sus obras -imposible no identificar al Max Medici de Danny DeVito con el Amos Calloway de “El Gran Pez”-. Por el lado de la música, el compositor preferido de Tim, Danny Elfman, realiza una labor más que correcta. Cabe mencionar que aquellos que vayan con la sensación de ver el sello Burton en este “Dumbo” se irán decepcionados. En el exterior podemos ver aspectos como el “miedo a lo diferente”, recurrente en su filmografía, pero en su núcleo no encontramos aquello que nos fascinó de obras como “El joven manos de tijeras”, “Batman”, “Ed Wood”, etc. En cuanto al elenco, tenemos a Danny DeVito como el presentador circense Max Medici, Michael Kearton como V.A Vendevere, Colin Farrel como Holt Farrier, Eva Green como la trapecista Colette y a Nico Parker y Finley Hobbins como los hijos de Farrier. Tanto DeVIto como Keaton son los que más sobresalen, junto con la elegancia de Green y las intervenciones de Alan Arkin, que personifica a un magnate de Wall Street. En definitiva, más allá de algunos aciertos (como la crítica a la propia Compañía Disney), “Dumbo” cae en problemas comunes que tienen los “remakes” de este estilo, como los efectos excesivos y los guiones y personajes chatos. De todas formas es una película que se puede disfrutar y recomendar. Puntaje: 6,5 / 10 Por Federico Perez Vecchio
La historia que dejó de ser fábula "Dumbo" es otra nueva propuesta en live action que lanza la factoría Disney sobre sus grandes clásicos animados. Una película que creo tuvo poca promoción a nivel mundial, o al menos fue bastante tímida, y que no generó tanta expectativa como otros títulos estrenados recientemente. Personalmente le tengo un afecto especial a este clásico, que podrá haber tenido sus momentos polémicos, pero uno debe saber situarse en la época en la que se estrenó y en el gran mensaje que lleva de fondo más allá de esos momentos que hoy serían inviables en un film para niños. Creo que la película original tenía una ternura enorme y lograba transmitir su posición a favor de la inclusión de los diferentes y la mirada sobre el interior de las personas por sobre lo exterior. Desde ya que convertir esta fábula en un film de acción real era un gran desafío, pero la verdad que luego de haber visto la magia que hicieron con "El libro de la selva", pensaba que no había nada imposible para Disney. Y en realidad en aspectos técnicos "Dumbo" es excelente, con el sello de calidad y originalidad que impregna siempre el gran Tim Burton en sus trabajos. Cuando anunciaron que él sería quien estaría a cargo, no se me ocurrió mejor elección para llevarla adelante. Y en general creo que se logró un buen entretenimiento, pero en el camino lamentablemente perdió parte de su magia. Lo pensé bastante, y creo que el mayor problema fue quitarle los rasgos de humanidad a los animales, a los personajes que en la versión animada de 1941 transmitían tanto con sus voces y gestos. Es verdad que Dumbo nunca habló en esa versión, pero sí lo hacían las elefantas mayores, Tomothy el ratón, la cigüeña, etc. Haberle dado tanto realismo a este nuevo film, le quitó ternura, gestualidad y empatía con el público. Otro tema también fue quitar algunos momentos que sumaban mucho a la historia, como por ejemplo la relación madre-hijo entre la Sra. Jumbo y Dumbo. En su lugar se armó una historia en torno a una familia que adopta al elfantito que no está nada mal, pero no tiene todo el camino andado que acumuló la trama original y se centra en los humanos más que en los animales. Estos cambios provocaron que mucha gente que fue a ver el estreno en cine se sintiera defraudada, que no estaban viendo el live action de uno de sus clásicos favoritos, sino un historia parecida basada en el personaje, lo que es distinto, y en cierta manera fue lo que sucedió. Se cambió tanto la trama que si bien sigue teniendo ese mensaje tan necesario y vigente, la forma que adquirió es distinta y perdió fuerza en el proceso. Sacando este tema, creo que la propuesta está bien armada y entretiene. Tiene el sello estético de Burton y logra algunos momentos que despiertan al niño que todos llevamos dentro. Por el lado del elenco, nada que reprochae. Excelentes actores y muy buenas interpretaciones, sobretodo los siempre gratos Danny DeVito y Michael Keaton. Pero de nuevo, creo que el éxito de la película original estaba en la fábula animal y no en la historia de los humanos que intervenían en la historia. Lamentablemente aquí se le dio mayor protagonismo a los humanos.