¿Recuerdan aquél escándalo que involucró a Kristen Stewart y al director de Blancanieves y el Cazador, donde le puso los cuernos a Robert Pattinson? Pues sí, increíblemente aquélla infame película generó el resultado suficiente en taquilla para que podamos ver esta secuela, que resulta ser igual de floja y poco entretenida que la anterior. El Cazador y la Reina de Hielo tiene un gran problema: en la primera media hora, Cedric Nicolas-Troyan (cuya carrera hasta ahora había estado sólo enfocada a la creación de efectos visuales y CGI para películas) no sabe dónde situar la historia, evidenciando que han buscado una trama donde claramente no la hay, lo cual provoca que desde los primeros minutos, la audiencia sienta la película un tanto innecesaria y poco atractiva. Abusando de la voz en off (tal como si fuese un cuento de hadas infantil), nos situamos unos años antes de los eventos ocurridos en Blancanieves, para conocer a Freya (Emily Blunt), la hermosa hermana de Ravenna (Charlize Theron) quien después de una tragedia, decide formar un ejército dedicado a expandir su imperio, siempre a sombras de su hermana. De un momento a otro, ya estamos con Eric (Chris Hemsworth), quien acompañado de la hermosa (si te gustaba Jessica Chastain, aquí te enamorarás de ella) Sara, decide emprender una travesía en busca del Espejo de Ravenna, pues este guarda un oscuro y poderoso secreto. En aspectos técnicos como efectos visuales, stunts y fotografía, la película no decepciona, pero sí sufre una una falta total de trama atractiva, facilitando que veas tu celular una y otra vez durante la función. A estas alturas, uno esperaría que actores de la talla de Blunt o Theron ya no aceptaran aparecer en películas tan aburridas, y ni siquiera sus actuaciones (que son buenas) podrán salvar del olvido a esta cinta. No hay que ser experto para deducir desde los trailers que Hemsworth está aquí por su sex-appeal, porque es exactamente lo mismo verlo como Thor que como el Cazador, la única diferencia real en su actuación es el arma que porta. Otro de los mayores atractivos de la película era precisamente Charlize Theron, cuya presencia es relegada hasta el tercer acto de la historia, pasando así de la expectación a la decepción, pues su personaje es completamente desperdiciado y sólo utilizado para crear lo que pretende ser un cliffhanger para una tercera entrega que, sinceramente, dudo que llegue. El Cazador es una cinta que se verá bastante beneficiada en la taquilla gracias al estupendo primer trailer que tuvo, donde sonó el excitante tema de Halsey, “Castle“. Tal vez el único acierto de Troyan en su debut en la pantalla grande sea el reutilizar esta canción para los créditos finales, pero en una versión con orquesta que sin duda deberá estar en tu lista de reproducción después de salir de la sala. No todo podía ser malo, ¿cierto? En resumen, es una peli completamente palomera, demasiado larga para su sencillez narrativa y una opción más para matar el tiempo mientras esperamos Civil War.
Espejito, espejito ¿qué te han hecho? Por muchos aspectos, El cazador y la reina del hielo es esa clase de películas que nadie esperaba. La ausencia de Rupert Sanders como su director y cedido el trono a Cedric Nicolas-Troyan (fue el supervisor de efectos visuales en Blancanieves y el cazador) resonaría aún más si no fuera por la ausencia de Blancanieves. Kristen Stewart no es parte del film (muy posiblemente no a causa de su relación extramatrimonial con Sanders, sino como se ha rumoreado porque resultaba demasiada cara para este proyecto) y es una pérdida por demás significativa: en épocas en las cuales se habla acerca de la escasez de mujeres cineastas y personajes principales fuertes femeninos en el cine, resulta por demás curioso se haya tomado esa decisión. Nadie imaginaría una secuela de Maléfica sin ella y como protagonista el Príncipe de Aurora. Pero fue así en este caso, y a modo de reemplazo se le asignó un papel a la Reina de hielo, personaje ajeno a la historia, y a las presencias estelares de Jessica Chastain y Emily Blunt, lo cual no resulta suficiente para sacar adelante la película. Si valoramos a El cazador y la reina de hielo por sus efectos visuales, el maravilloso vestuario de Collen Atwood y la excelente química entre Charlize Theron y Emily Blunt, podemos decir que estamos frente a una película mirable. Pero al momento de ahondar en la historia, no tiene demasiada razón de ser. Una trama rebuscada con la intención de incluir nuevos personajes (como si fuera un mashup entre Frozen, Narnia y El Hobbit) y la suma de un excesivo CGI, es todo lo malo que ninguna película digna debería experimentar. La historia desde el comienzo no se dirige hacia ningún lugar y la voz en off que nos sitúa en la trama resulta constantemente odiosa y abusiva. Si hay algo para destacar, es la fotografía y la canción elegida para los créditos finales de la mano de Halsey, además de sin dudas la interpretación de Theron, que tan solo por su sola presencia levanta todo un tercer acto. Chris Hemsworth sigue siendo Thor, aunque cambie el martillo por un hacha. Su inclusión es meramente por ser uno de los chicos lindos del momento. El cazador y la reina de hielo resultará otro éxito de taquilla como su antecesora y es probable encuentren la oportunidad de filmar una tercera parte, pero la falta de atractivo en su trama hace que el film resulte sumamente innecesario.
Hace ya unos cuantos años que los reboots de cuentos clásicos en forma de película de acción oscura dejan al público con opiniones mezcladas sobre la necesidad de su existencia. No sólo los cuentos de hadas recibieron este tratamiento: la nueva visión sobre los monstruos de Universal, por ejemplo, prueba que quedan reboots oscuras para rato. Esta twilightización de material ya existente comenzó, tal vez, con Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010) de Tim Burton. Muchos dicen que es sólo una moda explotada hasta el hartazgo para vender entradas, pero los cuentos de hadas originalmente eran incluso más terribles y oscuros que las recreaciones que el cine trae hoy. Antes de los eventos de Blancanieves y el Cazador, la Reina Ravenna y Freya, su hermana, vivían juntas en buenos términos. Cuando la hija de Freya nace, es asesinada. La angustia que esto causa en ella despierta sus poderes de hielo y, decidida a no sentir amor de nuevo, se recluye en el Norte y crea un ejército de Cazadores. Con ellos conquista todo a su paso pero al enterarse de la muerte de su hermana desea tomar el espejo y así aumentar su poder. Eric, el Cazador, y dos enanos aliados de Blancanieves se embarcarán en una aventura para evitar que lo consiga. Luego del escándalo que hubo por un romance entre el director de Blancanieves y el Cazador (Rupert Sanders) y Kristen Stewart, el estudio decidió retirarlos a ambos de la potencial secuela. Es por esto que la dirección de El Cazador y la Reina del Hielo no está a cargo de él. El trabajo pasó a ser de Cedric Nicolas-Troyan, quien fue Supervisor de Efectos Visuales en la película anterior. Esta es su primera obra como director. El guión fue escrito por Evan Spiliotopoulos, experimentadísimo en secuelas de Disney como El Libro de la Selva 2 (2003) o El Rey León 3 (2004), pero sin ningún trabajo destacable. El enfoque general de la historia cambió mucho con respecto a Blancanieves y el Cazador. A la historia de las hermanas Ravenna y Freya (Charlize Theron y Emily Blunt) se le da mucha importancia y la desaparición de Blancanieves hizo necesario un nuevo set de protagonistas que resultaron tal vez más interesantes que los de la película anterior. Ambas villanas iluminan la pantalla cuando les toca intervenir, mostrando la calidad superior de su trabajo. En cuanto al resto del elenco (Chris Hemsworth, Jessica Chastain, Nick Frost), si bien son grandes artistas no fueron aprovechados a su máximo potencial. Parece uno de esos papeles que toman porque necesitan pagar las cuentas. El cuento de Hans Christian Andersen “La Reina de las Nieves” fue adaptado recientemente, aunque el producto final ya no tenía casi ninguna similaridad con el original, en la película animada Frozen. Muchas reboots oscuras como esta terminan por una razón u otra con un enfrentamiento entre ejércitos de proporciones gigantescas, que no sería un problema si no parecieran estar incluidas a la fuerza. Es agradable que se hayan despojado de ese cliché innecesario en esta película. Este dúo de hermanas y sus peleas resultó ser buen escenario para desarrollar historias menos épicas pero igualmente interesantes, como la del Cazador y sus compañeros de aventuras.
El regreso de un clásico cuento de hadas El cazador y la reina del hielo (The Huntsman, 2016) es un spin off de la versión de Blancanieves y los siete enanitos (Snow White and the Seven Dwarfs, 1937) al estilo Juana de Arco (Jeanne d'Arc, 1999) con Kristen Stewart (Crepúsculo) pero contado esta vez desde el punto de vista del cazador. La historia se remonta a la relación entre la reina Ravenna (Charlize Theron) antes de que fuera derrotada por Blancanieves y su hermana Freya (Emily Blunt). La traición por amor la llevó a convertirse en la terrorífica reina del Norte bajo el poder del hielo y durante décadas se dedicó a forjar una legión de guerreros cazadores entre los que se encuentran Eric (Chris Hemsworth) y Sara (Jessica Chastain), con un objetivo claro: La prohibición del amor. Cuando Freya se entera de la muerte de su hermana, solicita a sus soldados traerle el Espejo Mágico que, siguiendo con la misma premisa de El señor de los Anillos, tiene un enorme poder por sobre quien lo posea. Alguien debe detener tanta maldad, y aquí entra nuestro valiente y apuesto protagonista, que tendrá que descubrir su paradero antes que ella luchando en bosques encantados y contra una legión de hábiles cazadores que supieron alguna vez ser sus amigos. La línea narrativa atraviesa dos temporalidades marcadas por la vida de Eric: siete años antes y siete después de los hechos ocurridos en Blancanieves y el cazador (Snowwhite and the huntsman, 2012). El cuento de hadas es recreado a partir del recurso de la voz en over junto a la construcción de las villanas Ravenna y Freya como una reina de hielo que nos recuerda con agradable nostalgia a la Elsa de Muerte bajo cero. El film posee los mejores condimentos de los cuentos de hadas al mejor estilo Disney pero con el sello de Universal y quitando cualquier atisbo de inocencia. Escenas de lucha, corazones rotos y un amor pasional desgarrador, fusionan el género de aventuras con la fantasía dando como resultado la ampliación de su target a todas las edades y géneros. Si bien es cierto que al ser en esencia un cuento de hadas “debe” haber un final feliz -que a la larga llega- no será sin que nuestros protagonistas tengan que experimentar dolor y enfrentarse a obstáculos casi irrealizables para ello. Para quienes aman el romance, el espectador podrá deleitarse con una historia de amor que jamás se desvanece, manteniendo su relevancia en inicio, desenlace y final. Finalmente y para responder la incertidumbre de algunos: No, Kristen Stewart no trabaja en esta película, y no, tampoco se extraña su presencia.
Hay secuelas innecesarias y secuelas totalmente incomprensibles. Este estreno trasciende ambas categorías porque es un desastre sin razón de ser. Cuando se estrenó Blancanieves y el Cazador en 2012 fue bien recibido. No fue excelente pero ni de cerca una película mala y el público la percibió muy bien al punto de garantizar una secuela casi de inmediato. Lo que sucedió luego ocupó los tabloides y programas de chimentos estadounidenses pero vale la pena ponerlos aquí para entender el contexto en el cual fue concebida esta película. Resulta que la heroína titular, la actriz Kristen Stewart, quien en ese momento tenía un noviazgo muy famoso en pleno auge de la Saga Crepústuco con su co-estrella Robert Pattinson tuvo un affair (filmado por paparazis) con el director Rupert Sanders, quien había sido el realizador de la primera entrega. Aunque parezca mentira este escándalo se filtró en el espacio creativo y tanto la actriz como el director dejaron de formar parte del proyecto. Así fue como se concibió este hibrido entre precuela y secuela en la cual se nombra mucho a Blancanieves (pero solo vemos su espalda) y lo peor de Thor, porque aceptémoslo, es una variación de ese gran personaje lo que Chris Hemsworth hace aquí. También había otro pequeño temita: lo mejor de la película original tampoco estaba disponible porque había muerto… el personaje de Charlize Theron, así que hubo que revivirla. Sumemos un poco de Frozen a través de una perturbada Elsa, quien en este caso sería el personaje de Emily Blunt y un poco más de girl power con Jessica Chastain y listo, engendro terminado. En esta oportunidad la dirección corrió por parte del francés Cedric Nicolas-Troyan en lo que es su ópera prima y un verdadero fiasco inconexo por una pésima edición y ni hablar del ritmo bien lento que va a causar unos cuantos cabezazos. Lo único que zafa es la bella Charlize y algunas escenas de acción porque ni los efectos visuales se salvan. En conclusión, El cazador y la reina de hielo es una película que nunca tendría que haber existido o por lo menos no de esta manera.
Eric, el Cazador (Chris Hemsworth), lleva una vida apacible después de que junto con Blanca Nieves derrotaran a la malvada Ravenna (Charlize Theron). Pero el mal nunca descansa, y la perversa Reina del Hielo, Freya (Emily Blunt), reaparece, buscando terminar asuntos pendientes con Eric, y poder vengarse de su hermana derrocada y asesinada Ravenna. Lo primero que salta a la vista viendo El Cazador y la Reina de Hielo (The Huntsman: Winter´s War en su nombre original) es que por todos los medios intentaron hacer otro film ligado a Blancanieves y el Cazador, pero sin tener que recurrir a Kristen Stewart, quien se encontraba con problemas con alguien ligado a la producción por asuntos que no vamos a tocar ahora ¿La solución? Hacer un film que es mitad precuela y mitad secuela de la movie anteriormente nombrada, y centrando el protagonismo en el personaje de Chris Hemsworth. Así es como durante los primeros diez minutos se nos dice varias veces que ambas películas están ligadas y que todo pasa en el mismo mundo, pero contándonos (de forma lo mas explícita posible) quién es Freya y por qué es casi peor que Ravenna en su maldad y ambición. Como paso con la anterior entrega, lo mejor del film es el apartado técnico. La recreación de los paisajes (en especial lo referente a lo mágico) así como los personajes está a la altura de lo que uno espera de estos tanques de Hollywood. Incluso si uno presta atención, notará varias referencias a que el reino donde pasa El Cazador y la Reina de Hielo es una alegoría directa a los vikingos. Y ahí se quedan las cosas destacables, porque el resto es cliché puro. Como el protagonismo cambia de manos esta vez, tendremos bastante trasfondo de El Cazador, que ahora nos enteramos que se llama Eric y pertenece a un grupo de soldados de elite. Sí, es tan ridículo como suena, y para colmo toda su historia referente al pasado y por qué era un borrachín simpático, es bastante de manual. Peor aún es el personaje de Freya; que pese a que el estilo de frialdad total le queda perfecto con la apariencia de Emily Blunt, su personaje es bastante pobre, y para peor, en los constantes giros que pega la trama para intentar sorprender, Freya termina quedando como una de las villanas más tontas que vimos en tiempo. Poco queda de positivo para comentar, ya que en la comparación termina perdiendo contra Blancanieves y el Cazador; ya que en aquel film se encontró la forma de darle una vuelta de tuerca a la historia, mientras que ahora, tras terminar la cinta, nos queda una sensación de haber visto un pastiche hecho a las apuradas. Tampoco se entiende por qué se le quiere dar un tono serio a estos films, cuando a la vista queda claro que si se lo hubieran tomado de forma más light, para hacer una película de aventura que entretenga y ya, sin pretensiones, hubiera quedado una cinta mucho más amena y divertida. El Cazador y la Reina de Hielo es un film bastante menor, que tiene enormes fallos a nivel guion y construcción de personajes; y que para colmo sale al mercado entre medio de dos tanques de superhéroes que le sacaran el grueso de posibles espectadores; casi condenando su destino de entrada.
FANTASÍA Y EFECTOS Con el encanto del cuento infantil, sus vueltas de tuerca y los efectos especiales, con amores contrariados y rivales temibles. A Blancanieves solo se la nombra, pero el lindo de Chris Hemsworth ahora es un cazador criado por la reina helada de Emily Blunt, que se enamorara de una guerrera como Jessica Chastain. Nada es fácil cuando de maldades se trata y la derrotada Charlize Theron vivirá en el maligno espejo, y con su hermana será una descreída del amor, una villana perfecta. Entre estas dos mujeres está lo mejor de efectos especiales y torneo de villanas. Dirigida a un público romántico y adolescente, con cuotas de acción, idilios, redención y castigo. Había una vez….
Regreso sin gloria Chris Hemsworth, Jessica Chastain, Charlize Theron y Emily Blunt encabezan esta suerte de secuela algo menor de Blancanieves y el cazador. Blancanieves y el cazador acumulaba una dosis tal de emotividad, nervio y tensión que le sacaba unos cuantos cuerpos de ventaja al promedio de los tanques. Era, entonces, una muy buena película de aventuras. Todo lo contrario ocurre con esta suerte de secuela llamada El cazador y la reina del hielo. La acción comienza unos cuantos años antes de la de la primera película. Esto es, cuando la Reina Ravenna (Charlize Theron) aún estaba en buenos términos con su hermana Freya (Emily Blunt). Una disputa familiar llevará a la segunda a alejarse del reino de la primera y fundar uno propio en el que vivirán un nene y una nena (Eric y Sara) que, con el correr de los años, no sólo serán dos de los mejores soldados, sino también se enamorarán profundamente. Freya, despechada con cualquier cosa que huela a amor a raíz de una serie de hechos de su pasado, decide separarlos, pero ellos (Chris Hemsworth y Jessica Chastain) volverán a encontrarse varios años después para ir en busca del famoso espejo, iniciando así un periplo con una dinámica que por momentos recuerda a El señor de los anillos. Dirigida en este caso por Cedric Nicolas-Troyan en lugar de Rupert Sanders, El cazador y la reina del hielo es una película de aventuras que avanza siempre a media máquina, cumpliendo a reglamento con las situaciones habituales de este tipo de relatos. Sin la originalidad del punto de vista de la primera y, peor aún, sin su pulso a la hora de la acción, el film entretiene y no mucho más.
En una grilla donde la fantasía siempre se hace un hueco, llega la segunda parte de El Cazador y la reina de Hielo dirigida por Cedric Nicolas-Troyan. Antes de que la malvada Reina Ravenna (Theron) fuera vencida por la espada de Blancanieves, ella fue testigo de la desgarradora traición amorosa de la que fue víctima su hermana Freya (Blunt), razón por la que huyó del reino. Freya posee la habilidad de congelar a cualquier enemigo y es así como la joven Reina del Hielo ha pasado décadas en un remoto palacio invernal, forjando a una legión de guerreros cazadores, entre los que se encuentran Eric (Hemsworth) y la guerrera Sara (Chastain), con un objetivo claro: endurecer su corazón al amor. Ante todo, gran parte de El Cazador y la reina de hielo funciona por la carismática puesta del personaje de Chris Hemsworth, que intenta despegarse de su personaje de Thor en la saga de Marvel que; aunque aquí no lo logre, si hace un personaje simpático. La historia del amor vencerá a todo mal, parece haber sido contada miles de veces, y aquí no hay ninguna vuelta de tuerca que puedan esperarse; ya lo hemos visto en Malefica, Once Upon a Time o en el primer film de esta saga. Creo que el gran mal de la película fue su promoción (ya sea en posters o trailers) ya que recien entrado el tercer acto de la película es cuando descubrimos la vuelta de Ravenna. Una pequeña sorpresa, que podría haberlo sido, sin tanto marketing. Desde lo visual el film cumple con su cometido, los efectos del hielo son muy interesantes, y no se empecina en armar grandes batallas de CGI, sino pequeños combates individuales.
"El Cazador y la Reina del Hielo" es uno de los estrenos fuertes del día de hoy y en realidad podríamos decir que básicamente lo es por el elenco que tiene... Chris Hemsworth, Emily Blunt, Jessica Chastain y Charlize Theron, todos juntitos en una misma peli, pero que - para ser honestos - sólo sirve para verlos interactuar porque si buscas entretenerte esta no sería la opción que tenes que elegir a la hora de ir al cine. Un guión totalmente flojo, casi sin sentido, que hace que los personajes se muevan sin rumbo durante toda la historia... bah, salvo en dos momentos en donde sucede todo lo que no pasó durante una hora cuarenta. Emily Blunt es genial como la Reina del Hielo, aunque creo que si hubiera cantado "Libre Soy" en homenaje a "Frozen", ese momento, al menos, sería para destacar (chiste, sí sí). Secuela de "Blancanieves y el Cazador", que en realidad es una precuela, que hace que la peli anterior, con Kristen Stweart, sea un lujazo haberla visto. Mucho diálogo, poca acción pero como dije antes, un elenco de gente talentosa que intentará salvarte la salida... quedará en vos resolver que lugar ocupará esta peli en tu corazón... porque a veces no todos los finales de los cuentos son felices.
Entretenido folletín de matiné Luego de "Blancanieves y el cazador", Charlize Theron y Chris Hemsworth retoman sus personajes en esta eficaz película de matiné llena de superacción de estilo "espada y brujería". Pero esta vez la malísima y supersexy Theron le cede su lugar a la obviamente más gélida Emily Blunt, la reina del hielo del título. La historia es un folletín de amores casi imposibles que, al frustrar a los amantes, los vuelven un poquito más que agresivos, empezando por la reina en cuestión, que al sufrir un temible conflicto emocional decide convertir a todos los niños en salvajes soldados y prohibir todo sentimiento amoroso en su reino. En realidad, todo este prólogo hace que las cosas demoren un poco en arrancar en serio, sobre todo dado que la trama principal implica la búsqueda del espejo de la reina mala de Blancanieves. Pero cuando el cazador Chris Hemsworth, acompañado por su amada y rival Jessica Chastain, entran junto a unos enanos en el bosque fantástico de los goblins, la película se vuelve una gran aventura fantástica llena de paisajes increíbles y hadas y monstruos de todos los colores. Claro que los efectos digitales no siempre convencen del todo (aunque sí funcionan muy bien para todo lo que tiene que ver con la excelente dirección de arte) y por otro lado la historia folletinesca es previsible a más no poder, pero lo cierto es que lo que sea que haya para contar, el director lo cuenta con buen ritmo y generosidad e imaginación visual. El buen elenco ayuda, con una gran lucha de reinas malas en un final que realmente está a la altura de las circunstancias.
He aquí una interesante historia sobre el poder de los medios y cómo la filtración de un escándalo puede modificar el futuro de una franquicia. Durante la filmación de Snow White and the Huntsman, Kristen Stewart comenzó un affaire con el director de la misma, Rupert Sanders, hombre casado en ese momento. Lo que debió haber sido un asunto a puertas cerradas liberó una vorágine sensacionalista que llevó a disculpas públicas de los amantes, un divorcio y una situación de jaque para una posible secuela de la exitosa reimaginación de la historia de Blancanieves. ¿Cómo se procede a partir de esta pesadilla publicitaria? ¿Cómo se sigue rentabilizando una propiedad sin herir susceptibilidades? El resultado está a la vista en The Huntsman: Winter's War, una especie de híbrido entre precuela y secuela que circunscribe la trama del film de 2012 y se enfoca en todo aquello que el escándalo no mancilló. Por supuesto, la situación es casi incontrolable y a pesar de que la película terminada lejos está de ser un desastre completo, tampoco resulta fascinante como se hubiese esperado. El foco de la historia entonces se posa sobre la figura del Cazador interpretado, en su tiempo libre de Thor, por Chris Hemsworth y las tres compañeras femeninas que lo rodean durante todo el metraje. La mas importante es la Cazadora Sara de Jessica Chastain, con la cual tiene una relación cuerpo a cuerpo y una química que no era muy difícil de superar con la fría Blancanieves de Stewart. Y como había que traer a Charlize Theron de nuevo al ruedo -sencillamente, lo mejor de la anterior entrega- se la trae manipulando en forma creativa el guión, que además se saca de la galera una hermana a la que nunca se hizo mención, la reina Freya de Emily Blunt que no es otra que la versión adulta de la Elsa que conocimos en Frozen. El cuarteto es un elenco impensable para una secuela que nadie esperaba y que tantos embates tuvo en su producción. Son nombres de peso de actores que están en la cima de su potencial, que ayudan mucho a levantar el perfil de una historia que no tiene mucha razón de ser. Si algo hay que aplaudir del guión de Evan Spiliotopoulos y Craig Mazin, es esa capacidad de sacarle lustre a un sinfín de cabos sueltos y atarlos para crear una continuación evitando situaciones espinosas. Pero dicha magia funciona hasta cierto punto, y ahí en donde se las ingeniaron para encontrar nuevos retos tampoco hay mucha narrativa que sostenga dos horas de película. Si uno mira los créditos anteriores de los guionistas, verá que han sido encargados para hacer secuelas a video de productos de Disney o continuaciones de comedias que uno desearía no haber visto. Puede que The Huntsman: Winter's War sea lo mejor que tengan para ofrecer y es un gran mérito para ellos, pero tampoco es terriblemente entretenida. O, si vamos al caso, terriblemente necesaria. Las tareas de director recaen en Cedric Nicolas-Troyan, que debuta en tal posición luego de haber sido el encargado de los efectos especiales de la predecesora y Maleficent. Lo que una vez pudo haber sido un film del gran Frank Darabont se convirtió ahora en un proyecto por encargo, casi con desesperación. Con un presupuesto más acotado que antes, Nicolas-Troyan hizo lo que pudo y por el lado donde debería haber destacado más, la animación, no lo hace. Por Snow White fue nominado al Oscar y en The Huntsman genera una gran incógnita con varios efectos bastante pobres, aspecto que seguro tuvo que dejar en otras manos dado su nueva posición laboral. Pero tampoco destaca como un gran realizador, con peleas desenfocadas y un manejo de edición muy desprolijo, casi inadmisible en una película del calibre de la secuela. Hemsworth y Chastain logran hacer evadir al espectador de una producción bastante fallida con su química y presencia en pantalla, mientras que Theron vuelve a comerse al resto del elenco con sus pocas escenas, y la inclusión del personaje de Blunt le da lugar a una villana conflictuada, que osa interponerse frente a su hermana en varios duelos visuales e interpretativos. Ellos cuatro se encargan de ponerse a los hombros toda la película y son el pegamento que une los aspectos dispares de este híbrido. The Huntsman: Winter's War podría haber sido un desastre total y, en vista de todo lo ocurrido, sale más airosa de lo que uno pudiese haber esperado. Hay posibilidad de una tercera parte, pero eso ya queda a cargo de la recaudación que pueda generar este curioso experimento cinematográfico. ¿Volverá Kristen o ya es hora de encarar la historia para otros lados?
Había una vez una secuela pero también precuela de una exitosa aventura sobre Blancanieves y el cazador. Como versión más violenta de Frozen pero con Emily Blunt como reina helada que recluta niños para transformarlos en soldados y fortalecer su reino. Habrá romance entre el cazador y su amada -Chris Hemsworth y Jessica Chastain, que tienen una química más bien extraña. También, aventuras en busca del "espejito, espejito" en compañía de enanos, duendes y seres fantásticos; peleas, idas y vueltas. Un pastiche con argumento apuntalado por la entretenida imaginería visual. Y al fin, por fin, la gran Charlize Theron. La estrella de Mad Max que nos deja a todos, espectadores y personajes, rendidos a sus maléficos encantos.
El elenco es muy bueno. Chris Hemsworth es un muy buen actor más allá de su figura de rubio nórdico afianzada por las películas de Thor; Charlize Theron es capaz de todo; Jesscia Chastain es una actriz perfecta. Lástima que, para encontrarle la vuelta al final de Blancanieves y el Cazador, éxito sorpresa -y justo- de hace unos años, encima sin Kristen Stewart, los guionistas y el realizador han construido algo así como un enredo laberíntico (no, no hay redundancia) donde se intentan contar demasiadas cosas de la manera más complicada posible. No solo eso: el gran problema de esta película es que no sabemos realmente qué desea ser. ¿Una fantasía de capa y espada a la manera de El Señor de los Anillos? ¿Una reversión en clave trágico-shakespereana de los cuentos de hadas? ¿Un “palo y al a bosa” superheroico de pura bomba y trompada? Cualquiera de las tres alternativas (hay más, pero el espacio no alcanza) funcionaría si se decidiera ir en tal camino y listo. Pero no: como el asno ante los dos montones de heno, no hay decisión al respecto. Y sabe el lector que, en esos casos, el asno se muere de hambre. Así, con todo su ruido, El cazador... no deja de ser un film famélico.
Una nueva reina malvada amenaza con destruir el Reino de Blancanieves y sólo Chris Hemsworth puede impedirlo. Y no vivieron felices para siempre Si imaginan un collage de todo lo que estaba de moda en 2012, el resultado probablemente se asemeje mucho a Blancanieves y el Cazador. En aquél tiempo lejano Kristen Stewart protagonizaba franquicias, Chris Hemsworth parecía ser un actor redituable por fuera de Marvel, Los Juegos del Hambre sorprendían a todos, Game of Thrones estrenaba su segunda temporada y El Hobbit de Jackson todavía no había convertido a la Tierra Media en un videojuego. Pese a recibir críticas mixtas, aquél film – o apuesta corporativa – gozó un buen rendimiento en la taquilla, y gracias a esos números Universal decidió avanzar con una continuación sin pensar demasiado en las consecuencias. Cuatro años después tenemos El Cazador y la Reina del Hielo, una desabrida precuela/secuela/spin-off (?) que lucha mantenerse a flote en un mar de desidia. Las adolescentes crecieron, ya no les interesa ver a Bella Swan cabalgando como Arwen y luchando en combates medievales. Esta quizás sea – junto a un supuesto affair de la actriz con el director – la principal razón por la cuál no se haya optado por continuar la historia de Blancanieves y remplazar a Kristen Stewart por dos interpretes infinitamente superiores como Jessica Chastein y Emily Blunt. Sin embargo, ninguna de las dos serán protagonistas de la cinta ya que tiene que haber un hilo conductor con la primera entrega y ese es Chris “Thor” Hemsworth. El foco de la trama está en la lucha del Cazador y su fiel patiño/esposa Sara (Jessica Chastein) contra la reina Freya (Emily Blunt), algo así como Elsa de Frozen – porque bueno, si pegó en Disney acá también – y que ahora nos enteramos es la hermana de Ravenna (Charlize Theron) a pesar de que ésto jamás se había mencionado antes y que de hecho en la primera parte aparece un hermano que ésta película ignora totalmente. En fin, tampoco se termina de saber si es una precuela porque nos narra los inicios del Cazador o una secuela porque nos cuenta las aventuras del mismo luego de ayudar a Blancanieves; pero bueno, si el estudio no lo sabe nosotros tampoco tenemos la responsabilidad de saberlo. Las franquicias no mueren de pie Aparentemente los guionistas no tenían muy en claro que tipo de historia querían contar, si una épica medieval con tintes fantásticos a lo Game of Throne (el título original es Winter’s War), un cuento de hadas a lo Kenneth Branagh o una película de acción a lo Hansel & Gretel: Cazadores de Brujas. Es así, por ejemplo, que en medio del voice over de Liam Neeson observamos a un bebe incinerado o en otra escena a una princesa preguntadole a su “espejito” quien es la más bella mientras Hemsworth trepa paredes con su martillo mágico hacha como un héroe de acción. A su vez, el guión pretende que el espectador acepte hechos de la trama con simples menciones en los diálogos. Se supone que debemos tener miedo de un gran ejército destructor o enamorarnos de la adorable pareja protagonista pero nunca se nos muestra ninguna de las dos cosas. El desarrollo de los personajes brilla por su ausencia y los actores hacen lo que pueden con el material que le otorgan, el único personaje con algo de profundidad y rango emocional es el de Emily Blunt (que tiene que dejar de elegir estos proyectos). El resto sólo se limita a pelear con pésimas animaciones CGI y hacer chistes de enanos. Conclusión El Cazador y la Reina del Hielo es el horrible resultado de una extraña mezcla de modas pasajeras. Un estudio de mercado sin disimulo, sin historia consistente y malos efectos especiales.
El amor es un cuento de hadas. Ante la certeza de que el antiguo mercado masivo ha estallado desde hace tiempo por obra y gracia de la multiplicación de la competencia y una mejora sustancial en los canales de distribución, hoy por hoy la respuesta conservadora de los gigantes de la industria cultural pasa el lanzamiento de productos multitarget que pretenden dar cuenta de los distintos grupos de consumidores y su constante segmentación por nichos. Desde ya que el aparente tono neutral de los films del Hollywood de nuestros días esconde una despersonalización caprichosa orientada al público adolescente y a los adultos infantilizados que el mainstream cría y apaña. Una modalidad narrativa en boga, que a la vez respeta y trata de alejarse en parte del canon estándar, es la que procura “oscurecer” sutilmente determinados elementos de los relatos que están incrustados en el acervo popular a nivel del mercado internacional. Precisamente Blancanieves y el Cazador (Snow White and the Huntsman, 2012) fue en su momento un ejemplo de dicha vertiente, además de un vehículo comercial ameno tanto para Chris Hemsworth como para Kristen Stewart. Ahora bien, su corolario lleva al extremo la dialéctica multitarget de “abarcar mucho y apretar poco” porque ni siquiera se decide entre ser una precuela o una continuación de la original, incorporando detalles de ambas opciones y reemplazando aquella negativa en lo que hace a ofrecer una historia de amor con todas las letras por su opuesto exacto. El Cazador y la Reina del Hielo (The Huntsman: Winter’s War, 2016) es una película bienintencionada que lamentablemente resulta mucho más trivial que su predecesora y que para colmo no agrega ni una sola novedad significativa, ya sea que consideremos el catálogo de citas de la saga o el de los cuentos de hadas en general. El mismo título aclara que los dos focos de la trama serán la Reina del Hielo (Emily Blunt) -hermana de Ravenna (Charlize Theron)- y el diligente Eric alias el Cazador (Hemsworth), a expensas de una Blancanieves que hoy brilla por su ausencia. Durante el segmento de precuela descubrimos que la malvada de turno decidió helar su corazón luego del asesinato de su bebé en manos de nada menos que el padre de la criatura, lo que de inmediato generó que se autoexilie en una región desolada, construya su propio ejército y desarrolle su poder, centrado en congelar a cuanta persona o cosa desee. Por supuesto que uno de sus guerreros es Eric, quien se enamora de Sara (Jessica Chastain), relación que desemboca en la muerte de la señorita como castigo por transgredir la ley de “no afecto” de la Reina. Siete años después, Eric recibe el encargo de recuperar el Espejo Mágico de una Ravenna ya fallecida. Al igual que en la primera parte, aquí el máximo responsable de la epopeya es un director debutante, Cedric Nicolas-Troyan, un francés que hasta este momento venía trabajando como supervisor de efectos especiales: de hecho, el único aspecto sobresaliente de la propuesta es el visual, con una vertiginosa y apabullante secuencia final. Sin embargo el desarrollo dramático nunca va más allá de los estereotipos habituales de tantas otras gestas de aventuras, siempre condimentadas con una infinidad de devaneos tragicómicos de esa realeza corrompida que desea recuperar su camino virtuoso. Más tradicional en su enfoque -pero menos exitosa- que su predecesora, El Cazador y la Reina del Hielo queda presa de la lógica del Hollywood actual, el cual pretende vendernos cuentos de hadas en los que el amor y el heroísmo son reflejos condicionados y no construcciones cuidadosas del relato…
En el último tiempo fueron varias las adaptaciones de clásicos de la literatura infantil y que se tamizaron con una impronta oscura, mucho más adulta, quizás para lograr atrapar a otro tipo de público en las salas. El caso de El cazador y la reina de hielo (2016) secuela de Blancanieves y la leyenda del cazador (2012), ambas de Cedric Nicolas-Troyan, asume el riesgo de trabajar con la idea de la leyenda detrás del espejo que disparó la terrible amenaza de la bruja Ravenna (Charlize Theron) sobre todo el mundo. En esta oportunidad, Ravenna influenciará a su hermana Freya (Emily Blunt) para que deje de tener bondad y a su vez, la alejará de su amor obligándola a asumir una identidad diferente a la que ella tenía hasta ese momento. Convirtiéndose en La Reina de Hielo, Freya será la encargada de dirigir un ejército para cumplir con el objetivo de defender al reino de cualquier posible amenaza sobre el mismo, y, principalmente, de las que la propia Ravenna ejerce en el lugar. Paralelamente, Eric (Chris Hemsworht), el cazador del título, verá cómo su amor con Sara (Jessica Chastain) se trunca, por el recelo con el que Freya vea la relación y la posibilidad que ellos sí puedan concretar su pasión y vivir juntos. El ambicioso guión de Frank Darabont y equipo, elucubra una serie de situaciones problemáticas, las que, además, configurarán un pleno ejercicio de narración clásica y entretenida, por lo que no quedará duda alguna de la integridad de la propuesta. Visualmente impactante, con un despliegue de producción único, que se realza gracias a los efectos computarizados, que, por ejemplo, solidifican un estilo, al salir de la sala lo único que se quiere contar se pierde en la gran maraña de decisiones en la que se verá envuelto cada uno de sus personajes. Así, “El cazador y la reina de hielo, va avanzando en la compleja trama, con paso firme y lento, seguramente para poder explorar la historia de amor, pero también la historia de recelo y venganza disparada por Ravenna y apenas contenida por Freya. Si una ama, la otra odia, si una odia, la otra intenta explicarle la necesidad por respetar las decisiones que llevaron hacia un espiral de acción y violencia inevitable, pero que, en el fondo, es parte también de su vida. En la sentencia de muerte de cada personaje, y, principalmente, en la de los protagonistas que se guiarán de manera errónea por la frase que Ravenna le indica a la atormentada y dolida Freya “no existe el amor, es una mentira”, estará la clave de una película de género, que sabe que no trascenderá como objeto o producto novedoso, pero que, en el placer de transitar el camino hacia la resolución final, que involucra un trabajo en conjunto de la pareja y del resto de los cazadores que rastrearon el espejo que influenciaba a Ravenna y su hermana, estará la posibilidad de consolidar su potente propuesta, plena de efectos especiales y de una estética única que deslumbrará a los espectadores.
Un reino que se derrite. Esta es la historia previa a la que conocimos hace un par de años, cuando Blancanieves luchó contra la malvada Ravenna y recuperó su reino. Aquí encontramos a Ravenna (Charlize Theron) y a su hermana Freya (Emily Blunt) quien, luego de una tragedia personal, se convierte en la despiadada Reina del Hielo decidida a adoptar a cuanto niño se le cruce para convertirlo en un guerrero a su servicio. Uno de esos niños es Eric, al que años después conoceremos como El Cazador (Chris Hemsworth). Al pasar el tiempo también pasamos de precuela a secuela, ya que el filme nos traslada a los tiempos posteriores a lo sucedido en el filme anterior, y así El Cazador debe recuperar el espejo antes de que Freya lo haga. Con un elenco millonario, de buenos actores, la película naufraga entre diálogos redundantes, escenas muy violentas alternadas con situaciones extremadamente infantiles y un farragoso argumento que complica lo que debía ser un simple cuento, con su moraleja incluída. En lo técnico el filme es logrado, y aún cuando el rostro de Theron deslumbra y enamora, no es suficiente para salvar un filme demasiado enredado para lo que debía ser.
En el 2012 se estrenaba “Blanca nieves y el cazador”, una nueva adaptación del cuento escrito por los hermanos Grimm, película que obtuvo 2 nominaciones a los premios Oscar y que por su taquilla internacional logro que cuatro años después llegue su secuela o spin-off. Esta nueva entrega relata la historia de las Ravenna y Freya, una con el corazón oscuro y lleno de ambiciones y otra con uno noble, prospero y enamoradizo, pero todo cambia cuando Freya pierde a su hija a los pocos días de nacer, esto la lleva a cambiar de personalidad y demostrar su habilidades de congelar lo que este a su alcance (al estilo Elsa de Frozen), tomando un camino totalmente distinto decide forzar su propio reinado y usurpando tierras ajenas, también recluta hombres transformándolos en su ejército personal, estos raptan a los niños de las aldeas que van destruyendo a su paso para darles entrenamiento para luego serles fiel a la reina Freya (Emily Blunt). Entre ellos se encuentra Eric (Chris Hemsworth) y Sara (Jessica Chastain), dos de los mejores en combate, entre ellos surge un amor tan grande que deciden huir de su reina para poder formar una vida juntos, esto dura poco y Sara es dada por muerta y Eric arrojado a un rio, del cual logra salir con vida. Varios años después el reinado de Revanna (Charlize Theron) llega a su final, siendo la nueva coronada Blanca Nieves, pero esta no puede controlar el poder del espejo que la está destruyendo, Freya al enterarse del gran poder que posee el espejo no duda en quererlo para sus beneficios propios, Eric es el encargado de tratar de que esto no suceda y junto con dos enanos emprenderá un viaje para recuperar el espejo y destruirlo. Se tardo mucho en realizarse esta precuela/secuela, el encargado en dirigirla iba a ser Ruper Sanders, mismo director de la primera entrega, pero tuvo que ceder su silla por los problemas ocasionados que tuvo con su amorío en la filmación con Kristen Stewart, el nuevo encargado es Cedic Nicolas-Troyan, el elenco está muy bien planteado, cada uno de ellos están muy bien en sus personajes, pero el film falla mucho en lo estético, algunos efectos especiales parecen muy forzados y poco creíbles, el 3D es casi nulo, solo utilizado como fondo, la banda sonora de James Newton Howard no acompaña en determinados momentos, es una historia poco original, pero su gran atractivo es el cómo se relata, parte del pasado y parte del presente, haciendo que los hechos de “Blanca Nieves y el cazador” transcurran en el medio de esta nueva película. Lo bueno: el elenco femenino compuesto por Charlize Theron, Emily Blunt y Jessica Chastain, cada una de ellas se lucen de manera correcta Y opacando a Chris Hemsworth. Lo malo: Una historia poco buena del cual no aporta nada al género, efectos especiales algo forzados.
Un cuento de hadas que derivó hacia la acción Tal vez habría que consultar al famoso espejito que todo lo responde para saber qué inextricables caminos le hizo recorrer la industria del cine a una heroína de cuento de hadas tan popular como Blancanieves para hacerla reescribir su historia de un modo tan inesperado como para que la niña inocente, linda y buena, sin perder esos atributos, terminara mezclada con una fantasía de acción y espectacularidad colmada de efectos especiales; que de su madrastra sólo quedara, y multiplicada, su vocación por hacer el mal (siempre es bueno contar con villanos implacables en este tipo de ficciones) y que hayan sido tantas las derivaciones que el cuento sufrió en el primer capítulo de esa nueva etapa (Blancanieves y el cazador, que se vio hace cuatro años) para que se hiciera necesaria (?) esta precuela y a la vez secuela. No porque la primera y forzada metamorfosis del relato lo pidiera (ni siquiera fue un gran éxito) sino, cabe sospechar, porque los productores habrán imaginado que tanta presencia de princesas, sumada a la abundante acción y el aderezo romántico que aporta el galán Chris Hemsworth, más los efectos especiales en los que el director del caso es experto aunque no demasiado original, haría irresistible el combo para chicos y chicas. Suena dudoso teniendo en cuenta la insulsez del resultado. Un vistoso diseño de producción y el alto presupuesto invertido en él es todo lo que queda como atractivo del film, ya que no lo hay en la concepción de la historia contada sin mayor vuelo. Resta apenas la presencia del cotizado elenco, no demasiado aprovechado. Descartada de esta continuación Kristen Stewart y su Blancanieves por motivos extraartísticos, vale destacar a las tres actrices principales: Charlize Theron, como la temible reina Ravena; Emily Blunt, su hermana Freya, cuyo carácter se verá empujado por el destino a un brusco cambio, y Jessica Chastain, como Sara, a la que le toca compartir con el simpático Hemsworth la pareja de cambiantes enamorados. Nada que vaya más allá de lo convencional.
Reinterpretando un clásico Película para adolescentes, es secuela y precuela esta historia épica que suma personajes a “Blancanieves y el cazador” en una fórmula demasiado visible. El cazador y la reina del hielo es una versión extrema de la mutación narrativa de los cuentos infantiles. Amparado en una marca, Blancanieves, en símbolos universales como el poderoso espejo y personajes como la reina malvada, aquella vieja historia de la tradición oral que hicieron famosa los hermanos Grimm, se convierte bajo la dirección de Cedric Nicolas Troyan en una trama nueva, un filme de acción con grandes batallas y efectos especiales para un público global. Es secuela y es precuela esta historia que excede en el tiempo y suma personajes a su antecesora Blancanieves y el cazador. Forma parte de la catarata de adaptaciones y reinterpretaciones de clásicos infantiles reinventados para adolescentes que parece recién comenzar, y que tiene casi siempre detrás al productor Joe Roth (Maléfica, Alicia... de Burton). Aquí, la malvada Reina Ravenna vuelve a ser Charlize Theron, aunque todavía no sabe que será derrotada por Blancanieves. Y aparece en escena su hermana Freya (Emily Blunt), que sufre la peor tragedia, pero descubre sus poderes, la posiblidad de dominar el hielo, y el mundo. Y entonces huye del reino. Por décadas se recluye en un remoto palacio invernal en el que convierte niños en guerreros cazadores. Allí está prohibido el amor, pero sus soldados más valientes, Eric (Chris Hemsworth) y Sara (Jessica Chastain) desafían la norma. Y animan una historia nueva, enlazada con la película anterior y con la parafernalia de símbolos que confluye exagerada aquí: enanos, reinas y guerreros, la lucha por el espejo mágico, la (im)posibilidad de renunciar al amor, la maldad de dos hermanas poderosas, la belleza como sinónimo de poder. Fórmulas demasiado visibles para esta historia épica que apenas funciona por el cuento en el que se inspira, la acción y protagonistas que piden a gritos personalidad.
Sin fantasía La nueva película, precuela de la historia de Blancanieves, no cumple con ninguna de sus promesas. Sería difícil encontrar una película fantástica con menos sentido de la fantasía que El cazador y la reina de hielo. Buena parte del problema reside en la incapacidad del director Cedric Nicolas-Troyan para transmitir emoción con la cámara. Pese a tener una larga experiencia en el rubro de efectos visuales, sólo había dirigido un cortometraje antes de este mega proyecto (con el docto título de Carrot vs Ninja). Pero Troyan no es un chico. Su documento de identidad delata casi medio siglo. Tal vez un poco tarde para debutar en la categoría de cineasta, si nos dejamos guiar por los prejuicios. Lo cierto es que en toda la película se revela inepto para distinguir entre la imagen en sí misma y la imagen como producto de la cámara. Le cuesta horrores hacer que esta dialogue con la escenografía y con los personajes, como si por obra de la más negra de las magias el cine hubiera regresado a los primeros años del sonoro, cuando estaba de moda lo que se ha llamado con merecido desprecio "teatro filmado". En realidad, el estatismo, la insipidez de los cuadros y de los planos no hacen más que confirmar la desmedida confianza que Troyan tiene en los efectos especiales. Un confianza justificada, sin dudas, en cualquier historia donde la magia predomina. Pero la magia, cualquier tipo de magia, siempre es el efecto de algo invisible sobre algo visible. Lo esencial para que el pañuelo se transforme en paloma es que pase por la galera. En El cazador y la reina de hielo no hay nada que denote la más mínima sensibilidad por lo invisible. No hay oscuridad, no hay misterio. Todo está expuesto ante los ojos no con obscenidad sino con ingenuidad, lo que resultaría en una pornografía de la ingenuidad. Precuela y bifurcación de Blancanieves y el cazador, aquí se conserva a Charlize Theron y a Chris Hemsworth del elenco anterior, se elimina a Kristen Stewart, y se agrega a Emily Blunt y a Jessica Chastain. Sin embargo, pese a los nombres estelares, la dirección de actores deja mucho que desear. Hemsworth –que tiene la mejor fisonomía imaginable para el papel del cazador– no parece entender que la acción se desarrolla en un frío país imaginario de cuento de hadas. Se comporta como si estuviera en una fiesta hipster en Nueva York. La enumeración de errores podría seguir incluso hasta eclipsar la única estrellita con la que calificamos a esta película. Desde los chistes de mal gusto y pésima gracia de los enanos hasta los movimientos de los goblins (sí, hay goblins), calcados de los monos de la última saga del Planeta de los simios, todo es de segunda mano pero muy lustrado y brilloso. Todo, salvo Theron y Blunt, malas magníficas, reinas que merecen otra fantasía.
Cuentos que nacen de otros cuentos No toda vez que se parte de la explotación de una idea previa exitosa, se intenta repetir punto por punto lo que sirvió de la fórmula para lograr un nuevo suceso. Este tipo de decisiones de voltear el timón y hacer algo distinto, a veces resulta una decepción y otras, como en El cazador y la reina del hielo, una pequeña sorpresa. Recordemos que al igual que La leyenda de Blancanieves y el cazador, esta historia se basa en el cuento infantil dándole un tono más realista y oscuro a un cuento de brujas, caballeros y princesas. En la versión anterior, Blancanieves le cedía protagonismo al personaje del cazador y en esta, el musculoso del hacha hace lo propio con una compañera guerrera con quien comparte cartel (Jessica Chastain) y hasta con la hermana de la bruja Ravenna (Charlize Theron), la todoterreno Emily Blunt personificando a la Reina del Hielo. Pero el desafío no sólo se queda en abrir el juego con la incorporación de tanto personaje de relevancia casi propia de un film coral, sino en la forma de presentar al producto: es precuela porque comienza a narrarse mucho antes de la historia de Blancanieves, luego se convierte en secuela porque su segunda parte transcurre a partir de lo que sucede allí, y no deja de ser un spin-off ya que desarrolla las historias de personajes secundarios dándoles líneas argumentales totalmente diferentes a las conocidas en el cuento clásico. Por fortuna todo eso funciona y la película brilla con estilo propio. El director Cedric Nicolas-Troyan tampoco juega a convertir a este nuevo cuento en algo épico lleno de batallas al estilo El señor de los anillos como sí las tenía la anterior, pero no por eso deja de incluir efectos especiales efectivos ni combates cuerpo a cuerpo emocionantes. También le da el interés amoroso a nuestro cazador que no estaba destinado a Blancanieves y desarrolla una nueva villana con sentimientos contradictorios al estilo Maléfica resultando, también como en aquella oportunidad, manipulada por un ser superior. La historia comienza cuando la reina Ravenna (Theron) decide eliminar secretamente a su sobrina bebé cuando el espejo le revela que será más linda que ella. Esto provocará que la madre de la niña, su hermana Freya (Blunt), explote de ira y dolor y se convierta, una vez exiliada en el norte, en la Reina del Hielo, sin creer de allí en más que sea posible el amor. Y con esa premisa cría y entrena a un ejército de niños a los que les impone esa condición que implica privarse de sentimientos, o al menos exteriorizarlos para no mostrar ninguna debilidad. En ese grupo se encuentran Eric (Hemsworth) y Sara (Chastain) que al crecer se enamoran sin poder impedirlo y son separados al ser descubiertos por la reina. Para ello Freya apela al engaño -en una creativa escena- tras lo cual se produce el exilio de Eric, convertido de ahora en más en el cazador que da nombre a su personaje. Tiempo después, ya luego de lo transcurrido en la historia de Blancanieves que detona una nueva intervención de Freya ante la muerte de su hermana, Eric tendrá la posibilidad de impedir que la Reina del Hielo siga expandiendo su fuerza y dominio tratando de evitar que se apodere del espejo más famoso. No puede negarse la influencia de Frozen y de tantas otras historias en esta película que no tiene empachos en hacer uso de todo tipo de ideas recientes sin temer a las comparaciones, pero si así resulta es por la pericia de su director y guionistas en construir la trama de modo que no existan fisuras ni que se puedan hacer demasiadas preguntas en cuanto a la coherencia de los sucesos o acciones de sus personajes. Hay un par de lugares comunes, eso sí, y una historia romántica que se apoya más en la química que puedan lograr Hemsworth y Chastain que en la lógica de su comportamiento frente a las circunstancias, pero todo fluye y se hace disfrutable sin disrupciones molestas. Emily Blunt hace un buen trabajo dotando de expresiones creíbles a su Reina del Hielo sin verse obligada a cantar como Elsa y evitando de esa manera comparaciones un poco más vergonzosas. A Charlize no se le puede reprochar nada en la continuidad de su personaje, tan bello como perverso y tampoco a esos enanos reflotados y separados de su grupo original ahora con historias propias y mayor lucimiento de su gracia. En definitiva El cazador y la Reina del Hielo no va camino a convertirse en un clásico, ni siquiera a ser reversionado en un libro que decore una biblioteca y pida ser leído por un niño ávido de cuentos, pero consigue la solidez de una película de aventuras con todos los elementos indispensables para pasarla bien. Incluso hasta con la capacidad de hacernos olvidar de que Thor blande una espada y no un martillo.
Cuento de hadas on the rocks Los cuentos de hadas se siguen propagando con cada nueva generación que surge. No son historias que pasen de moda precisamente. En tiempos remotos se transmitieron a través del relato oral y luego se recopilaron mediante la palabra escrita con el trabajo de gente como los hermanos Grimm, Charles Perrault, Hans Christian Andersen, Carlo Collodi y Joseph Jacobs, por mencionar sólo a los más conocidos. Aún para un género tan perennemente próspero, en los últimos años estamos viviendo un pequeño veranillo en la industria audiovisual con constantes lanzamientos de largometrajes y series que retoman o reversionan esos personajes tan caros a la cultura popular. La lista es larga pero daremos algunos ejemplos. Once upon a time cuenta con 5 temporadas desde su debut en 2011; a su vez la serie contó con un spinoff, Once upon a time in Wonderland, que tuvo una temporada de 13 episodios y no fue renovada. Otra producción digna de mención es Grimm, y de hecho acaba de anunciarse que tendrá una sexta temporada reducida con la que se le dará un cierre definitivo. Por otra parte Sleepy Hollow, basado en el cuento de Washington Irving, va por su tercera temporada. Si bien fue cancelada hace poco también se conoció una remake o reboot de La Bella y la bestia (¿recuerdan la pareja de Linda Hamilton y Ron Perlman allá por los 80’s?). Películas se hicieron varias, las más recientes son La Cenicienta de Kenneth Branagh, Maléfica con Angelina Jolie, Espejito espejito con Julia Roberts, Hansel y Gretel: cazadores de brujas con Jeremy Renner, La chica de la capa roja con Amanda Seyfried y hasta nos encontramos con un musical, la fallida En el bosque. Tampoco no nos olvidemos de un sinnúmero de filmes animados como ser Shrek, El gato con botas, Enredados, Frozen: una aventura congelada, etc. En el 2012 se estrenó la película Blancanieves y el cazador, con Kristen Stewart y Chris Hemsworth en los roles del título. Comercialmente el concepto funcionó muy bien y la idea de la Universal era producir una secuela repitiendo estrellas y director (Rupert Sanders). Claro que el escándalo mediático que explotó cuando se divulgó sobre el affaire extramatrimonial de Sanders con su joven actriz provocó el alejamiento de ambos del proyecto, y cambios de todo tipo en el guión en el que colaboró ni más ni menos que Frank Darabont (The Walking Dead). Aquella obra no carecía de atractivos aportando una mirada fresca y aggiornada sobre el cuento de Blancanieves con efectos visuales de primer nivel y un tono de fantasía épica muy en la línea de El Señor de los Anillos. La secuela sin ser execrable parece menos convincente en su rara combinación de precuela/secuela, con Hemsworth haciendo pareja con la bonita colorada Jessica Chastain. Lo mejor de El Cazador y la Reina del Hielo pasa sin lugar a dudas por su excelente reparto. Además de los ya citados vuelve Charlize Theron a resucitar a la malvadísima reina Ravenna y se incorpora la todo terreno Emily Blunt como Freya, hermana menor de la anterior y Némesis de los cazadores Eric (Hemsworth) y Sara (Chastain). Con actores tan sólidos hay que tener recursos para destacarse en papeles secundarios y afortunadamente en esto la película del debutante Cedric Nicolas-Troyan da la talla: son magníficos los desempeños de Rob Brydon, Nick Frost, Sheridan Smith y Alexandra Roach interpretando a unos enanos tan desavenidos como entrañables. El guión da la sensación de haber sido demasiado manoseado por sus varios autores (algunos de ellos no acreditados) y no luce una gran cohesión ni denota un mayor esmero o ingenio en el armado de la trama y en su correspondiente desarrollo. No obstante su intrascendencia, esto no significa que no cumpla su función de entretener con armas similares a las de su antecesora: hay aquí una buena dosis de acción, romance y humor que ayudan a disimular la poca inspiración de un libreto tan impersonal como la dirección del francés Nicolas – Troyan. Demasiados actores para tan magros resultados. Empero, considerando los inconvenientes ya enumerados, podría haber sido peor. Se puede ver, nada más no esperen algo memorable.
Antes y después de Blancanieves Si hacen un poco de memoria, recordarán que el año 2012 nos brindó dos películas sobre el mismo cuento de hadas: una era "Espejito, Espejito" ("Mirror Mirror") y la otra "Blancanieves y el Cazador" ("Snow White and the Huntsman"). La primera era bastante mediocre y la segunda tenía a su favor que nos mostraba a la heroína de una forma bastante diferente a la habitual que hacía al relato bastante más atractivo. Aunque, para ser sinceros, el filme tomó más notoriedad por el romance que tuvieron Rupert Sanders, su director, y Kristen Stewart, la protagonista. Es que el señor era un hombre casado y los paparazzi los agarraron in fraganti. Más allá de esto, a alguien se le ocurrió que podría ser una buena idea hacer una precuela-secuela de este filme y le dieron vida a "El Cazador y la Reina del Hielo" ("The Huntsman: Winter's War", 2016). El largometraje comienza contándonos hechos sucedidos antes de Blancanieves y el Cazador para retomar después de lo que pasó en ese filme. O sea que tenemos una secuela de una película sobre una princesa, quizás la más famosa de todas, en la que ella no aparece. Los rumores indican que Universal tenía planeada la secuela y, después de este escandaloso episodio romántico, se deshizo de la actriz. Por supuesto, el estudio negó todo y declaró que le parecía interesante explorar "otras opciones". Sí, claro. La historia primero nos cuenta la relación entre la Reina Ravenna (Charlize Theron) y su bondadosa hermana Freya (Emily Blunt) y cómo en ella, tras una desgarradora traición amorosa, se desatan sus poderes y abandona el reino para establecerse solitariamente en un palacio. Allí hará que su ejército destruya los poblados, asesine a la gente, rapte a sus hijos y los lleve ante ella para entrenarlos y convertirlos en hábiles y fuertes cazadores para así seguir conquistando territorios. Con el correr del tiempo, y cuando sean adultos, dos de estos niños se enamorarán: Eric (Chris Hemsworth) y Sara (Jessica Chastain), rompiendo así la única regla de Freya: mantener el amor fuera de sus corazones. Por supuesto que son descubiertos y ambos sufren el peor destino. Siete años más tarde, y después de lo sucedido en la primera película, Eric recibe el encargo de recuperar el Espejo Mágico que Blancanieves mandó a ocultar y que se perdió en el camino. Es que Freya descubre que puede resucitar a su hermana de las profundidades del espejo y así ambas forjar un reinado de terror invencible. Esta película tiene toda la pinta de estar "agarrada de los pelos". Es que parecería ser que ni siquiera el estudio se la tomó en serio. La primera no era una obra maestra pero al menos entretenía. Esta secuela, dirigida por el debutante Cedric Nicolas-Troyan, tiene como único atractivo a sus actores: Theron, Blunt y Chastain, en ese orden, le sacan todo el brillo que pueden a sus personajes en una historia, bastante mediocre por cierto, que no se sostiene por ningún lado. El pobre de Hemsworth queda opacado ante el trío y ni siquiera su facha lo salva en esta oportunidad. Los personajes secundarios son débiles e irrisorios y no suman nada. A veces los estudios deberían entender que no todo es hacer dinero y que, si a un filme le va bien, no hay que sacar inmediatamente una secuela/ precuela/ spin-off o lo que quieran para aprovechar ese éxito. El público no está esperando que lo hagan. Lo más lamentable es ver a semejante calidad de actores arruinarse el currículum de esta manera. En resumen, el cazador está fuera de temporada y la reina del hielo congela... nuestras pretensiones de ver buen cine.
Blancanieves y el cazador era buenísima por razones tan fáciles de enumerar como difíciles de encontrar en la habitual vacuidad de los tanques. La nómina incluía, entre otras cosas, emotividad, nervio y tensión narrativa, personajes magnéticos y una malvada deliberadamente al palo. Allí se partía del clásico de los hermanos Grimm para deformarlo hasta lo irreconocible, pero siempre en función del sentido de la aventura y la fantasía, dando como resultado una épica más cercana a una hipotética cruza entre las historias de Juana de Arco –la heroína era activa y de armas tomar, aunque demasiado chupacirios– y de Game of Thrones que a la de la versión animada de Disney. Reverla a la luz de esta suerte de precuela llamada El cazador y la reina del hielo invita a pensar que esa anomalía salió como salió a) de pura casualidad o b) porque a nadie dentro del estudio le importaba demasiado el proyecto, y dejaron que el equipo creativo hiciera lo que se le cantara y resultó que lo hicieron bárbaro. Ya sin beneplácito del azar y cambiado el director (salió Rupert Sanders, entró Cedric Nicolas-Troyan) y los guionistas, la subversión de aquel film de 2012 aquí aparece igual de limada y suavizada que en nueve de cada diez superproducciones. El cazador y la reina del hielo es una de esas películas sobre las que no puede decirse nada demasiado bueno, pero tampoco demasiado malo. Es, en todo caso, el último exponente de la etapa de productos lipoaspirados, tersos como sábana de hotel y creados mitad con cámaras y mitad con computadoras que escupen las líneas de montaje de los grandes estudios. El relato comienza unos cuantos años antes que Blancanieves y el cazador, cuando la Reina Ravenna (Charlize Theron) ya era la bruja más femme-fatale que se recuerde. La que era buena y creía en el amor era su hermana Freya (Emily Blunt). Hasta que dejó de hacerlo, y emigró de ese reino para fundar uno propio y regirlo con puño de hierro. De hielo, mejor dicho, ya que la señorita tiene el poder –o habilidad o talento: no se sabe muy bien por qué ni de dónde viene– de congelar lo que toque. Bajo su dominio viven dos guerreros entrenados juntos desde chicos que en la adultez tienen los portes de Chris “Thor” Hemsworth y Jessica Chastain. El primero no anda con un martillo mágico, pero sí con un hacha con la que puede hacer prácticamente cualquier cosa, y la segunda domina el arco y la flecha como pocas. Ante la certeza de que están enamorados hasta el tuétano, Freya no tiene mejor idea que boletearlos. Aunque al final no: siete años y todos los sucesos del film anterior después (muerte de Ravenna, asenso de Blancanieves al trono), la parejita se reencuentra para ir en busca del espejo. Espejo que antes devolvía una imagen igual de deformada que la película y ahora una borrosa…igual que la película. Hija dilecta del concepto narrativo maximizado por El señor de los anillos –gente caminando en un bosque fantástico y sorteando distintas adversidades–, El cazador… olvida el ritmo avasallador de la primera película para terminar siendo un –otro– demasiado modesto relato de aventuras.
Evidentemente a fuerza de taquillazos se ha prolongado la racha de superproducciones basadas en cuentos clásicos, con el consabido aggiornamiento de la estrategia de marketing que ya no apunta a los chicos, sino más bien a un público adolescente que creció a la sombra de edulcorantes como la saga de Crepúsculo. Así, los vampiros y hombres lobo no son monstruos sino una manga de freaks incomprendidos que extrañamente no andan mordiendo humanos por ahí, sino enamorándose al ritmo de música pop. En los cuentos infantiles pasa algo parecido. Hansel y Gretel no son dos niñitos abandonados en el bosque dejando rastros de migas de pan, sino dos adolescentes brillantes con la ballesta y expertos en repartir patadas y piñas a los enemigos que se les cruzan. Todo ha cambiado. También en los cuentos de hadas. En “Blancanieves y el cazador” (Rupert Sanders, 2012) teníamos a una protagonista (Kristen Stewart) más cercana a Juana de Arco que a una inocente princesa, y a un cazador (Chris Hemsworth) que lejos de llevarla al bosque para aniquilarla por orden de Ravenna (CharlizeTheron) se convierte en su protector. Tomando éste último personaje es como los guionistas Evan Spiliotopoulos y Craig Mazin se las arreglaron para escribir un desprendimiento del cuento, centrando los eventos en el antes y en el después del aquel estreno de hace cuatro años. Primero, para contar cómo Eric llegó a ser “El cazador” y el contexto en el cual esto sucede. Básicamente, Ravenna anda desde siempre acaparando la belleza merced al poder que el espejo le da. Tiene una hermana, Freya (Emily Blunt) enamorada de la vida, de su marido, y de la hija recién nacida. Pero un incendio lleva todo a proporciones dramáticas dignas de Shakespeare, en donde el odio y la traición tendrán su momento de brillo, pero además despierta en Freya los poderes que hasta entonces estaban latentes en ella. Presa del odio, escapa a formar su propio reino de hielo en el cual está prohibido el amor, ley que hace cumplir a rajatabla matando a los padres y madres en los pueblos, y llevando a los chicos para ser entrenados con el objeto de mantener la continuidad de la ley a fuerza de lavado de cerebro. Sin dudas esta es la idea más interesante del planteo aunque luego se sostenga con menos fuerza. Se sabe que el amor nunca muere. Así crece Eric, compañero de miraditas y destreza física de Sara (Jessica Chastain). Se gustan, se ven furtivamente como una suerte de Romeo y Julieta sin kilombos paternos, pero igual de prohibidos. Sí, Shakespeare escribió todo esto hace muchos años y no han parado de reciclarlo de todas las formas y texturas. En esta abundancia temática presente en la idea original se percibe un exceso en la duración como consecuencia de algunas redundancias en las acciones. Escenas puestas para el disfrute visual pero que atentan contra el ritmo narrativo cuando el espectador sienta que la información se repite. Eso sí, algo que ayuda a sostener el interés es claramente el prodigio técnico y artístico puestos al servicio del espectáculo. El diseño de vestuario de la genial Coleen Atwood (eterna diseñadora para Tim Burton, ganadora de 3 Oscar) es un deleite, en especial en las dos reinas. Por otro lado, la música de James Newton Howard (el John Williams de ésta parte del siglo XXI), la fotografía de Phedon Papamichael y el diseño de arte de Steven Lawrence son puntos altísimos de la obra. Si el guión se vuelve repetitivo, ellos aportan el elemento disuasivo de esa realidad. “El cazador y la reina de hielo” hará una elipsis gigante para saltear la anterior entrega y entrará en zona de definición centrando el eje del conflicto en las dos hermanas, cuestión que podría considerarse riesgosa debido al cambio de punto de vista teñido, además, por una narración que a esta altura resulta casi innecesaria. O mejor dicho descolocada, porque la voz remite a un abuelo que cuenta un cuento para chicos, que ya estamos demasiado grandes como para no entender lo que está pasando. Habrá más, suponemos. El sub-título en inglés dice: “Las crónicas de Blancanieves”, no sé si se entiende. Por si fuesen pocos los líos que arman los superhéroes, ahora tenemos cuentos clásicos infantiles llenos de oscuridad. No está nada mal ver ese costado que siempre tuvieron, pero de ahí a conceder que Blancanieves sabe karate…
Como fantasía medieval funciona muy bien, pero no como referente del cuento infantil. Entretenimiento no del todo fructífero, pero sí en cambio ideal para disfrutar de un vestuario majestuoso y de alta tecnología digital. La imagen que uno ya tiene preformada del clásico Disney encuentra apenas unos pocos ...
Otro título que se suma a la nueva tradición cinéfila “Cuanto más oscura, mejor” es el mandato que sostiene la spin off “El cazador y la Reina de Hielo”. “Espejo, espejo, dime una cosa: ¿quién de todas es la más poderosa? La pregunta surge de labios de Freya, la Reina de Hielo. A diferencia de su hermana Ravenna, a Freya no la obsesiona la belleza sino el poder para evitar que el amor se propague por el Reino Encantado. Años atrás en el relato, tiempo antes de que Ravenna se enfrentara a su hijastra y aliados --sucesos narrados en Blancanieves y el Cazador (2012)--, Freya sufrió un desencanto amoroso que la llevó a recluirse en las lejanas tierras del Norte. Pero lejos de tomar una actitud contemplativa, dedicó sus días a secuestrar niños y entrenarlos como un ejercito de cazadores incapaces de sentir piedad alguna. Para ello, la regla principal de supervivencia es desterrar de sus corazones todo rastro de amor. Pero sus mejores pupilos, Eric y Sara, rompen el pacto y huyen hacia el sur. Enterada de la muerte de Ravenna, Freya manda a buscar el Espejo Mágico, segura de que su poder es el mayor premio que se pueda obtener y de que en una guerra con dos bandos poderosos, quien lo obtenga será invencible. A través del espejo, Freya volverá a su hermana a la vida y, juntas, buscarán imponer el terror en los humanos, en especial, en un par de enamorados que se atreven a desafiar los designios de su reina, un mujer despechada y que ahora tiene el doble de poder. Comentario Otra épica larga y pochoclera ¿Cuento de hadas? De las pequeñas y encantadoras criaturas mágicas que el "maravilloso mundo" de Disney supo concebir, en este relato sólo quedan rastros en las imágenes generadas por computadora y que pueblan un bosque lleno de peligros. Aventuras en un marco de fantasía "cuanto más oscura mejor" es lo que se encuentra en este filme de Cedric Nicolas-Troyan, experto en efectos visuales --entre otros créditos-- que trabajó para Blancanieves y El Cazador, Retratos de una obsesión, El hombre del tiempo y dos de los Piratas del Caribe: la maldición del "Perla Negra" y El cofre de la muerte. Spin off y precuela de Blancanieves,... , El cazador y la Reina de Hielo se sostiene en la misma ecuación de arte + efectos + luchas coreografiadas + figuras antagónicas (para el caso duplicadas)= otra cinta larguísima y pochoclera, posiblemente soportable por un público adolescente a juvenil con ganas de aturdirse de acción. Emily Blunt, como Treya, Charlize Theron como Ravenna y Jessica Chastain en el rol de Sara, son un trío femenino de lujo en belleza e interpretación, que supera con creces el porte y artes de Chris Hemsworth, el cazador. ¿Lo mejor? La variedad de personajes que adornan la épica, los escenarios y el vestuario.
Aventura sin claroscuros Cuando en 2012 se estrenó “Blancanieves y el Cazador”, nos agarró de sorpresa a varios. Porque partió de la premisa de retomar el esqueleto de uno de los cuentos más fortalecidos en los siglos previos a la irrupción del cine, y cristalizado en la versión de Disney (ya hemos debatido en estas páginas cierta campaña del cine actual por revisar aquellas lecturas de clásicos que el propio cine consolidó como definitivas) para repensarlo de cero. Dijimos en su momento que aquella cinta hacía valer el adagio antropológico de que “el mito son todas sus versiones”, y que había realizado un cóctel que cruzaba los mitemas y la imaginería visual del cuento de Blancanieves con la tradición de Juana de Arco, la fantasía épica tal como la definió el profesor Tolkien (pasado por la imaginería visual de Peter Jackson) y el mundo de heroínas de Hayao Miyazaki (“Nausicaä del Valle del Viento” y “La princesa Mononoke”). Ese mundo escrito por Evan Daugherty funcionó gracias a una ambientación en la que se destacaban el vestuario de Colleen Atwood y la música de James Newton Howard; pero fundamentalmente a la potencia escénica del trío protagónico (Kristen Stewart, Chris Hemsworth y Charlize Theron), luciéndose en personajes con espesor: una heroína con pasta de líder, un antihéroe oscuro y sufrido, y una villana resentida por el sufrimiento. Reencuentros Aparentemente, esa película tuvo el éxito suficiente para que alguien decidiera hacer otra dentro de la franquicia, con el inconveniente de que Stewart no sería de la partida. Ahí surgió la idea de una historia que se promociona como precuela, pero que en realidad abarca el antes y el después de la cinta anterior. Para la tarea, se convocó al francés Cedric Nicolas-Troyan, que había sido director de segunda unidad en “Blancanieves y el Cazador” y en “Maléfica” (la revisión de la propia Disney sobre la Bella Durmiente) y a los guionistas Evan Spiliotopoulos y Craig Mazin. El resultado es una cinta mucho más liviana, una aventura de fantasía épica que tensiona pero nunca llega al dramatismo ni la oscuridad de su predecesora. En un principio, se nos cuenta que la reina bruja Ravenna tuvo una hermana normal, aunque siempre esperó que se le revelen los poderes. Freya, tal el nombre de la muchacha, se enamoró y embarazó de un noble comprometido (en otro reino que Ravenna supo apropiarse mucho antes). Las circunstancias llevaron a Freya a perder sus dos amores y, en ese proceso, revelarse como una hechicera de gran poder sobre el hielo. Transfigurada y quebrada espiritualmente, partió hacia el lejano norte donde creó un reino gélido y un ejército de Cazadores en base a niños robados, donde se criaron el sufrido Eric y Sara, su esposa perdida. Pero eso es un prólogo explicativo. La cosa es que, afectada por la influencia del Espejo, la ahora reina Blancanieves decide alojarlo en el Santuario, pero la partida que lo llevaba desapareció, y el consorte William le pide a Eric que salga de su ostracismo para rastrearlo. Lo que ninguno sabe es que Freya se entera de la existencia del Espejo y, como sospechábamos desde que vimos el afiche, tiene la chance de revivir a su temible hermana. Tono ligero Como dijimos, la narrativa visual del debutante director funciona bien, con un timing apoyado en un guión un poco más Disney que su predecesora: todo es más luminoso hasta en lo visual, y el género promedio es el de la aventura heroica, con un poco de comedia aportado por el renovado plantel de enanos pero en el que se engancha el Eric de Hemsworth, que sale de sus tonos oscuros para convertirse en héroe de acción risueño al estilo de Thor, que le pegan una paliza y se levanta riéndose. Y con una extraña química con la reaparecida Sara: la tragedia de su separación y el resentimiento de ella quedan atrapados en un juego de tensión sexual bastante usando en otros filmes con la salvedad de que en aquellos (donde la chica se hace la dura y el muchacho la tirotea risueño) aún no ha pasado nada entre ellos. Jessica Chastain le pone actitud al personaje, pero quizás el guión la deja un poco renga. Del otro lado, Freya viene a ser la villana de sino trágico, devenida en destructora de familias, que de conquistar todo el mundo acabaría con la especie por falta de reproducción (“reproducción de la fuerza de trabajo”, diría Karl Marx), pero a la cual en el fondo le queda algo de corazoncito. La actuación de Emily Blunt le da una carnadura bastante intensa. La que no tiene corazón es Ravenna, que vuelve aquí como un puro espíritu de venganza, una villana de manual, sostenida por la sinuosa sensualidad de Charlize Theron, que se mueve a sus anchas en el personaje. Los roles bufos son los de los enanos, que acá tienen que atravesar una especie de guerra de los sexos (expresión que no se usa desde “Sex and the City”): vuelve el Nion de Nick Frost junto al Gryff de Rob Brydon, extraños compañeros dispuestos por William (un Sam Claflin que no aporta, lejos del Finnick de “Los Juegos del Hambre”), que siguiendo a Eric harán equipo con dos enanas peculiares: la dura y malhumorada señora Bromwyn (Sheridan Smith) y la inocente Doreena (Alexandra Roach). Sope Dirisu completa el elenco central como Tull, otro de los mejores Cazadores de Freya, el que conoce más de cerca a Eric y Sara. La bruja y el ropero Dominic Watkins conduce una impactante puesta visual desde el diseño de producción, pero lo que más sorprende es el diseño de vestuario de Colleen Atwood que sube la apuesta en cuanto a la indumentaria de las reinas: mientras Ravenna sigue estrenando coronas y vestidos con guardas de plumas en dorados y negros, las capas, faldas y sobrevestas de malla metálica plateada que usa Freya son de antología (se mueven con una naturalidad que no les daría ningún efecto digital). El otro que volvía, como se refirió ut supra, es James Newton Howard, que apuesta a a tradicionales arreglos de cuerdas y voz de choir boy (compensan actualidad poniendo la canción “Castle” de Halsey en los créditos). En síntesis: una aventura sin demasiados claroscuros, una lucha del bien contra el mal donde el amor tiene que triunfar para comer perdices.
Una secuela más débil "El cazador y la reina de hielo" es una nueva aventura fílmica que surge como spin-off de "Blancanieves y el cazador" estrenada en 2012 y protagonizada por Kristen Stewart que no vuelve en esta ocasión debido al episodio de infidelidad con el director Rupert Sanders que derivó en la salida de ambos de la franquicia. La primera entrega me había gustado bastante ya que tenía buenas actuaciones de su reparto principal, un tono más adulto y oscuro que otras historias similares, mucha fantasía y una producción impecable. En esta suerte de continuación, todo parece haber decaído excepto los efectos audiovisuales y el mundo fantástico, cosa que la salva de caer en una mala puntuación. Por más de que agregaron nuevas figuras que a priori resultaban atractivas como la reina de hielo en un rol de una Elsa de Disney malvada (Emily Blunt) y la guerrera (Jessica Chastain), la actuación se ve más forzada. Puntualmente ambas reinas malvadas se ven poco naturales y exageradas. Entiendo que quisieran hacerlas más perturbadas y siniestras, pero creo que se les fue la mano. Lo de Emily Blunt no lo puedo comprender. Salvo un par de secuencias, su actuación me pareció desorbitada. El tono adulto se mantuvo pero esta vez volvió un poco más aburrido. Que sea una historia oscura no quiere decir que tenga que ser aburrida. Hay momentos que están de sobra y no producen demasiada emoción cinéfila. Lo que se mantiene, y creo que es lo que la salva de ser menospreciada totalmente por los fans de la primera entrega, es el mundo mágico y de fantasía que cautiva. Hadas, brujas con superpoderes, animales fantásticos y demonios. Si bien no es una historia mala, creo que decayó bastante en su calidad y la resolución del conflicto es flojo. Una película para disfrutar si sos muy fan de la primera entrega y las historias mágicas. Si la primera entrega no te gustó demasiado, esta secuela te gustará menos. No se sabe si habrá una tercera parte ya que sus resultados de recaudación fueron bastante flojos, pero espero que si van a sacar una entrega más revisen sobre todo el planteo del guión.