El Hombre de los Puños de Hierro tiene todos los ingredientes para convertirse en un pequeño clásico de culto: es disparatada, sangrienta, movida y entretenida. No le pidan lógica o coherencia; es simplemente una fuerza impulsada por su propia energía que sólo se disipa cuando llegan los títulos finales de crédito. Y, para redondear el concepto, terminaré diciendo que es una deliciosa película mala. Ciertamente El Hombre de los Puños de Hierro me hace acordar mucho a Asesino Ninja. La historia es lo de menos, lo que importa es la dirección con estilo y las peleas. El filme es un proyecto acuñado por RZA - un rapero que ha trabajado en la banda de sonido de casi todas las películas de Tarantino, y que ha mamado mucho de su estilo directorial -, el cual viene elaborándolo desde el 2003, y que ha recibido la influencia tanto del mismo QT como de Eli Roth - quien se encargó tanto de co-escribir el libreto como de guiar al rapero en sus primeros pasos en el cine, ayudándolo a obtener la financiación que precisaba para el proyecto -. Considerando que RZA es un director novel, el resultado final se ve impresionante: en lo visual El Hombre de los Puños de Hierro es una fiesta. No sólo copia a la perfección el preciosismo del cine de artes marciales chino (como los Wu Xia de Zhang Yimou Héroe o La Casa de las Dagas Voladoras), sino que - al momento de la acción - el tipo se despacha con unas coreografías deliciosamente viscerales. Es más que posible que RZA haya recibido un montón de ayuda no oficial (léase: Roth o Tarantino metiendo mano en el filme) pero, de no ser así, es un director a tener en cuenta y a seguir. Los montajes son excelentes, el ritmo es fantástico, y la película nunca se queda quieta. Mientras que RZA es muy bueno como director, como libretista es pasable y como actor es un cero a la izquierda. Ciertamente al rapero se le ha soltado la cadena, y ha dejado volar su imaginación de manera salvaje - en más de un momento el filme entra directamente en el terreno de la fantasía, con tipos que pueden mutar su piel en una cobertura de bronce impenetrable, o guerreros dotados de armaduras recargadas de gadgets imposibles -, con lo cual el filme termina pareciéndose a un duelo de superhéroes ambientados en la China milenaria. Por otra parte el guión destila reminiscencias de spaghetti western, en donde un montón de personajes notables terminan confluyendo en un sitio y hora determinados para desatar una carnicería descomunal. Cada héroe tiene oportunidad de batirse a duelo con un enemigo a su altura en el grand finale, el que incluye una deliciosa batalla campal en el burdel que regentea Lucy Liu. Los problemas del filme pasan por las perfomances y las limitaciones de la historia. Como actor RZA carece de carisma y rango, y no le da para cargar sobre sus hombros el papel principal - dicho sea de paso, que el héroe sea un afroamericano que trabaja de herrero en China es un detalle que pasa desapercibido entre las toneladas de disparates que lanza el filme, aunque el guión se encarga de darle una explicación medianamente coherente de cómo llegó al otro lado del mundo -; por otra parte Russell Crowe se ve gordísimo, viejo, y sobreactúa feo. No sé que le pasó a este tipo, si le agarró una crisis de trabajo y se empachó con dos toneladas de bizcochitos para el mate, pero Crowe se ve fuera de lugar en un producto tan pulp como éste. Por otro lado el libreto tiene su cuota de problemas - las idas y vueltas con los clanes a veces resultan confusas; ninguno de los personajes es tridimensional, y ni siquiera se le da espacio a estos caracteres para que la carga emocional de su venganza se contagie a la platea -, que son camuflados por el gran ritmo y la buena dirección de RZA. El Hombre de los Puños de Hierro es un lindo pastiche. Divierte, tiene peleas inspiradas, tiene un buen ritmo. No es para cualquiera - si le gusta el buen cine vaya acá al lado que están pasando una de Woody Allen - pero, para la gente de paladar sicotrónico, El Hombre de los Puños de Hierro es una buena opción. Tiene todo lo que nos gusta y en buenas cantidades, y eso hace que le sepamos tolerar los defectos de fábrica.
Noventa y pico de minutos de entretenimiento absurdo y ridículo Con el atractivo de contar con el “Quentin Tarantino Presents” en su tráiler, El hombre de los puños de hierro parecía contener algún condimento digno de ver, pero evidentemente no es lo mismo observar y disfrutar de una obra dirigida por el propio Quentin que una en la que solo presta su nombre para presentarla. Y, lamentablemente, esto se nota demasiado en el curso de cada escena de esta ridícula e incoherente película. El rapero RZA debuta como director en esta aventura repleta de acción y enfrentamientos inspirada en los clásicos de kung-fu, solo que de un modo mucho más bizarro en donde no se escatima a la hora de mostrar excesivos salpicones de litros y litros de sangre. El problema no es éste, sino la absurda e incoherente imaginación de los responsables del relato en el momento de volcar cada suceso a la pantalla. Russel Crowe y Lucy Liu se encargan a partir de sus presencias y buenas interpretaciones (como de costumbre en ellos) de darle un toque más de prestigio o promesa de ello al film, mientras el propio RZA, oficia bastante bien en lo que respecta al factor artístico de rodar las secuencias y al manejo de cámaras, pero fracasa en su rol de actor protagonista de la historia, con una expresión “pokerista” en su rostro en cada instancia en que le toca participar. Lo interesante radica en que entretiene por un buen ritmo y por variadas escenas de lucha (muy bien logradas), pero esto parece ser opacado o poco tenido en cuenta como punto destacado cuando el espectador intenta tomar a la cosa en cuestión como un producto decoroso de ver, algo que queda trunco por su ilógico, disparatado y hasta en algunas ocasiones grotesco curso cronológico de los hechos. LO MEJOR: entretiene, Crowe y Lucy Liu, y recursos técnicos de dirección. LO PEOR: la historia, el guión, ridiculez y desconcierto constante. No es digna de recomendar. PUNTAJE: 5
El hombre con los puños de hierro ofrece un gran show con muchísima acción y una especie de homenaje divertido a este tipo de películas. Si te gustan las artes marciales vas a pasarla muy bien ya que las coreografías son en su mayoría muy elaboradas y van a ser un gran festín para tus ojos. Pero...
Sábados chinos de super acción Acción y aventura inspirada en los clásicos del kung fu y un relato épico de guerreros, asesinos y un héroe marginado en la China del siglo XIX. Con el nombre de Quentin Tarantino para apoyar su lanzamiento, esta película de artes marciales está claramente apuntada al público que supo disfrutar de los viejos films de kung fu que protagonizó Bruce Lee. El hombre con los puños de Hierro marca el debut como realizador del músico de hip hop RZA y cuenta con el guión de Eli Roth, un habitual colaborador de Tarantino que cobró vuelo propio a partir de Hostel. Como herederos del trono, ambos plasman sin demasiada suerte una película que navega entre los homenajes y los excesos de sangre. La historia está ambientada en la China del siglo XIX donde se libra una feroz batalla entre guerreros, asesinos y un herrero marginado, Blacksmith (RZA), que unen fuerzas para destruir al traidor de un clan. Blacksmith es obligado a fabricar armas pero cuando sus brazos son amputados se convierte en una verdadera máquina gracias a su energía ancestral. Y se lanza contra fuerzas despiadadas que intentan quedarse con el oro y el poder. La película pone el acento en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo y nunca deja de lado el tono fantástico. El problema es que ni el relato ni los personajes llegan a lograr empatía con el público. Todos desfilan como marionetas coreografiadas y sólo la secuencia en la que se evoca a Operación Dragón, en medio de un laberinto de espejos, convence por los recursos utilizados. El enfrentamiento final entre el héroe al que hace referencia el título y el indestructible gigante Brass Body (Dave Bautista) parece salido de una película de sábados de super acción. La ambientación, los chorros de sangre y la casa de citas regenteada por Madam Blossom (Lucy Liu) no alcanzan para hacer de la película un verdadero festival tarantinesco.
El héroe camuflado Cuchillos y navajas en exceso, chorros de sangre, muchos ninjas y un despilfarro de violencia. Esto es El hombre con los puños de hierro (The man with the iron fists, 2012), una epifanía recomendable para los aficionados al estilo "tarantinesco". En off se escucha la voz de Blacksmith (RZA, debutante como actor principal y director) contando su historia. Es un herrero independiente en la China del siglo XIX que trabaja para cualquier bando dentro de Pueblo Selva. Su objetivo es ahorrar una buena cantidad de dinero para escapar con su amada hacia un lugar mejor. Y cuanta razón tiene. Pueblo Selva es la contienda sangrienta entre el clan que traicionó a León de Oro y aquellos encargados de cuidar y transportar el dinero del emperador hacia un sitio seguro, misión complicada cuando hay demasiados interesados merodeando. El lenguaje y estética de Quentin Tarantino, que aquí es nada más ni nada menos que el productor ejecutivo, ya se volvieron un clásico: violencia extrema, una banda sonora impecable y perfecta para cada toma, colores saturados y, en este caso, claras reminiscencias a sus adoradas Kill Bill: Vol. 1 (2003) y Kill Bill: Vol. 2 (2004), evidenciadas en las excelentes secuencias de Kung-Fu. Esto parece haber empapado a RZA para éste, quizá su proyecto más ambicioso. Por su parte, además asoma Eli Roth, a quien se vio compartiendo la producción de uno de los últimos fracasos del terror, El último exorcismo Parte II (The Last Exorcism Part II, 2013). Ahora también se acopla como productor de este proyecto de acción como fiel colaborador de Tarantino. El hombre con los puños de hierro traerá al espectador la nostalgia de aquellas películas de artes marciales (confesa influencia de Tarantino) y se regocijará con un sólido y atractivo argumento con momentos celebres de la mano de Russell Crowe. Se destaca también Lucy Liu aunque no se despega demasiado de su papel en Kill Bill: Vol. 1. Uno de esos films que cualquiera disfruta por el mero hecho de ser una mezcla de muchos, con una impronta estética y una marca personal que siempre se recuerdan con entusiasmo.
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El simple hecho de poder disfrutar una vez más en la pantalla grande a una leyenda gloriosa como Gordon Liu (Las 36 cámaras de Shaolin) ya de por si vale la pena el valor de la entrada. Esta película es una carta de amor al viejo cine de artes marciales chino de los Hermanos Shaw realizada por un fanático enfermo del género. Rza, quien antes que director y músico de hip hop es un cinéfilo consumado de estas propuestas, en este caso se dio el gusto de filmar una producción independiente donde volcó su pasión por las artes marciales. La obra musical de este artista siempre estuvo muy influenciada por el cine chino de acción y las películas de Kung-fu, desde que formaba parte de la agrupación Wu Tang Clan, cuyas canciones estaban plagadas de referencias cinéfilas. Rza trabajó en las bandas de sonido de Kill Bill, Ghost Dog, de Jim Jarmusch y la serie animada Afro Smaurai y en los últimos años se volvió un abonado a los audiocomentarios en dvd donde analizó clásicos de artes marciales. Esta película que representa su ópera prima es una gran oda al cine de los Hermanos Shaw, muy especialmente a los filmes del director Chang Cheh, responsable de obras maestras como El espadachín manco (1967) y Los cinco venenos mortales (1978) a los que este estreno hace referencia. Rza encaró este film con un enfoque muy similar al que utilizaron Quentin Tarantino y Robert Rodríguez en Grindhouse. En este caso el director calcó el mismo estilo de fotografía que tenían las películas de los años ´60 y ´70 y los mismo planos que solían utilizar los realizadores orientales para presentar a los personajes. La coreografías estuvieron a cargo de un grosso de Honk Kong, Corey Yuen, quien dirigió clásicos populares como Yes, Madam (Michelle Yeoh) y Retroceder nunca, rendirse jamas. Acá hizo un gran trabajo con todas las escenas de peleas que están impecablemente filmadas y capturan la emoción que tenían los viejos filmes de este género. La trama presenta un clásico conflicto de venganza y traiciones típico de estas propuestas que Rza también fusionó un poquito con el spaguetti western y el cine fantástico. No esperen encontrarse con una drama refinado como los que hizo Zhang Yimou en La casa de las dagas voladoras, porque acá la propuesta es mucho más básica y está en perfecta sintonía con los relatos que presentaban los clásicos del estudio Shaw, que se enfocaban por lo general en la acción. Para ser su primer trabajo como director la verdad que su labor fue más que digna y ningún amante de este género va a quedar decepcionado. Además la película reunió en una misma a historia a Russell Crowe, quien tiene muy buenos momentos, Lucy Liu y figuras grosas como Pam Grier y Gordon Liu, quienes tienen participaciones especiales. Me encantó esta película y creo que merece su recomendación. El Dato Loco: -En un principio esta historia se iba a cruzar con la de Django Desencadenado, de Quentin Tarantino, donde los protagonistas hubieran aparecido en ambas producciones. Sin embargo como no pudieron coincidir los rodajes el proyecto luego se cayó. -El corte original del film duraba cuatro horas pero finalmente Eli Roth, que fue productor y co guionista, decidió acortar el film a 96 minutos. Rza prometió que editará una versión extendida del film con escenas que no se vieron en el cine.
Quentin Tarantino presenta el debut cinematográfico del rapero Robert Fitzgerald Diggs, más conocido como RZA, como director, guionista (sobre una historia propia co-escrita junto a Eli Roth) y actor principal de su primer proyecto para la gran pantalla. El resultado es una película de acción y aventura inspirada en los clásicos del kung fu en la que se puede notar claramente la estética, los recursos y el estilo "tarantinesco" de "Kill Bill: Vol. 1 y Vol. 2" que parecen haber influído al músico oriundo de Brooklyn luego de su colaboración musical en ambas películas. Ambientada en la China del siglo XIX, "El Hombre con los Puños de Hierro" cuenta la épica historia de un herrero (RZA) fabricante de herramientas para matar que las vende a quien sea que las necesite, ya sea miembro de un clan u otro dentro de Pueblo Selva. Su objetivo es juntar dinero y escapar con su amada Lady Seda, una prostituta encarnada por la actriz Jamie Chung. Pero el universo tiene otros planes para el protagonista, quien se ve inmerso dentro de una guerra entre clanes que se origina cuando León de Oro (Kuan Tai Chen), líder del Clan de Oro, es traicionado y asesinado al momento de encargársele la tarea de transportar un cargamento de oro perteneciente al Gobernador. El humilde y marginado herrero, cruza su camino con Zen Yi (Rick Yune) y lo ayuda en su misión para destruír al traidor que acabó con la vida de su padre. Mientras lucha junto a héroes icónicos en contra de villanos desalmados, el herrero canaliza una antigua energía que lo transforma en un arma humana, por lo que debe aprender a utilizar su poder para convertirse en el salvador de su pueblo adoptivo. No es la gran cosa. Es un producto heterogéneo que combina géneros y estilos narrativos, cuyo atractivo sólo recae en el aspecto visual al presentarnos increíbles secuencias de artes marciales de maestros mundiales en estas disciplinas. La historia y el guión, sin dudas, no es el punto más fuerte de esta película que por momentos pierde el rumbo. Junto a RZA, actúan Russel Crowe y Lucy Liu, cuyo personaje es similar a su O-Ren Ishii en la mencionada "Kill Bill".
Kung fu tarantinesco Si el cartelito del mismo productor de... (puede cambiarse la palabra por director, actor, sonidista, meritorio o lo que fuera) suele ser un truco publicitario que invariablemente conduce a la decepción, ¿qué queda para el Fulanito presenta... ? Engaño puro. Quizás El hombre con los puños de hierro sea la excepción que confirma la regla. Porque llega apadrinada nada menos que por Quentin Tarantino, y cumple con las expectativas que despierta semejante nombre. Toda una sorpresa: ¿qué podía esperarse de una película de kung fu dirigida y coprotagonizada por un rapero que hace su debut como director? RZA, el hombre en cuestión, compuso música para Kill Bill (también para Django sin cadenas) y en ese momento se tomó el trabajo de presenciar la filmación y observar al maestro. Después se juntó con Eli Roth, otro compinche de Tarantino -actuó en Bastardos sin gloria y en A prueba de muerte; además, dirigió y escribió Hostel y Hostel 2- y entre los dos le dieron forma de guión a la historia que había escrito RZA. “Tarantino -definió el señor de las siglas- es mi mentor, me enseñó cómo convertime en este cineasta que soy. Y Eli Roth es como un compañero de clase”. RZA aprendió bien la lección: hizo una disfrutable película de acción y aventuras con toques tarantinescos que homenajea a los viejos filmes de artes marciales. Situada en algún lugar selvático de la China del siglo XIX, cuenta los conflictos que se desatan cuando el Emperador le confía el cuidado de su oro al Clan León. Conflictos que se resuelven a patadas, navajazos, cuchillazos, disparos y hasta abanicazos: acá no falta imaginación para los modos de matar ni para las coreografías de las peleas. Hay algunos desmembramientos y la sangre corre a chorros, pero todo es apto para impresionables: los toques gore son tan exagerados que, antes que nada, dan gracia. Como actor, RZA es apenas correcto (su herrero tiene mucho del killer de Forest Whitaker en El camino del samurai en la que RZA, amigo de Jim Jarmusch, compuso la música). Los que sí sobresalen son Lucy Liu, una madama que la tiene clarísima, y Byron Mann, el malvado León plateado. Y, sobre todo, Russell Crowe en la piel de un lord inglés libertino y pendenciero: otra sorpresa agradable.
Quentin Tarantino presenta es el "gancho" vendedor de esta película de artes marciales ¿Es Tarantino productor, director y/o guionista del film? No, apenas amigo e inspirador de RZA, el verdadero impulsor del proyecto, y de Eli Roth, quien aportó en la escritura de la historia. En su debut en la realización (también es el protagonista), RZA figura clave del hip hop con su notable banda Wu-Tang Clan propone un confusa, caótica y sólo por momentos atractiva acumulación de escenas de lucha cuerpo a cuerpo. Algunas tienen su espectacularidad, sus picos creativos en materia coreográfica, pero a esta altura nada que no se haya apreciado en decenas de películas, desde El tigre y el dragón hasta para seguir con Tarantino la saga de Kill Bill . El problema, de todas maneras, no está en ese puñado de set-pieces que los fans del wuxia sabrán valorar y disfrutar sino en el armazón, la estructura que le da sostén. Es que, aun aceptando las convenciones y superficialidades de la propuesta (que tiene mucho de espíritu de cómic), la trama es poco rigurosa y no demasiado atrapante. Todo es tan caprichoso y arbitrario que ni siquiera la voz en off (también a cargo de RZA) le da sentido y coherencia. Intentar resumir este pastiche premeditadamente ridículo no es tarea sencilla: en la China del siglo XIX, dos guerreros sádicos (Byron Mann y Cung Le) traicionan y matan al emperador para luego aterrorizar y someter al pueblo aprovechando los superpoderes de un gigante con cuerpo de hierro (el popular luchador Dave Bautista). El noble hijo del guerrero asesinado (Rick Yune), con la ayuda de un mercenario inglés (un siempre excesivo Russell Crowe) y de un herrero que supo ser esclavo (el propio RZA), intentarán combatir a los nuevos tiranos. RZA se divierte (pero no siempre divierte) con un festival gore (chorros de sangre que brotan de cabezas, brazos y piernas amputadas con espadas y hachas) filmado con todos los recursos imaginables: personajes que vuelan, mucha cámara lenta, pantalla dividida y un largo etcétera. La sensación, así, va más allá de cierto déjà vu o del "homenaje" cinéfilo para convertirse en un agotador reciclaje de elementos que ya se han visto varias (demasiadas) veces.
El rapero que no era Tarantino RZA es rapero, productor musical y ocasional actor secundario, pero hace algunos años quiso más y se propuso incursionar en la dirección. La confluencia de sus fanatismos por los géneros de artes marciales wuxia y Quentin Tarantino, para quien creó la partitura de Kill Bill Vol. 1, traía aparejada la certeza del contenido y su posterior trabajo formal. Del primero tomaría la ubicación en tiempo y espacio, además de la premisa. Esto es, una historia ambientada en un Oriente decimonónico rebosante de piñas, patadas y espadazos, todo atravesado por la puesta en abismo de valores como la ética, la lealtad y la hidalguía. Del segundo, un tratamiento visual estilizado y deliberadamente artificioso. Seguramente satisfecho por el homenaje de su ocasional colaborador y, por qué no, atento a la potencial viabilidad económica del asunto, el director de Tiempos violentos bendijo El hombre con los puños de hierro permitiendo la utilización de su nombre previo al “presents”. El tema es que la propiedad transitiva irá de maravillas con la matemática, pero no con el cine, y que RZA tenga el respaldo de Tarantino no quiere decir que RZA sea Tarantino. “Cuando hacés un arma necesitás tres cosas: el metal correcto, 180º de temperatura y alguien a quien matar”, dice en off el herrero de Jungle Village (RZA, también coguionista junto a Eli “Hostel” Roth), enclave central del recorrido de un cargamento de oro. Cargamento que estará protegido por uno de los clanes del lugar, según le asegura el líder al gobernador. Claro que sus hijos y secuaces tienen la inédita idea de quedarse con el botín, por lo que cambian el plan original liquidando al ejecutivo tribal. El hecho genera la alteración de un pueblo invadido por extranjeros. Entre ellos está Jack Knife (Russell Crowe, cada película más rechoncho), un supuesto bandolero británico que parece menos interesado en quedarse con alguna moneda que en usufructuar las bondades del prostíbulo regenteado por Madam Blossom (Lucy Liu). Mientras tanto, el hijo pródigo del asesinado emprende su vuelta ávido de venganza, al tiempo que los malos de turno se equipan con sofisticadas armas creadas por el herrero justo antes de cortarle los brazos. Basta releer el título del film para saber qué colocarán debajo de sus muñones. Para entender por qué este hecho central de la trama ocurre llegando a los cincuenta minutos es necesario saber que RZA pensó su film como una película de cuatro horas a estrenarse en dos partes. El estudio supo entrever eso de que él no era Tarantino, y mucho menos su ópera prima la nueva Kill Bill, y rechazó su versión, obligándolo a entregar otra de poco más de hora y media. Es cierto que habría que ver el corte original, pero da la sensación de que éste es menos una reducción que una concatenación de retazos, un salpicado de aquél. Así, se trata del apilamiento de personajes sin desarrollo ni motivaciones, generando una versión con más agujeros que certezas. Apenas hay tiempo para varias luchas aceptablemente bien coreografiadas, una buena escena en una habitación espejada y decenas de yugulares rasgadas escupiendo chorreras de sangre.
Castas familiares en tensión Con el sello de Tarantino, la ópera prima de RZA transcurre en China a finales del siglo XIX. En ella se cruzarán distintos personajes, en un divertimento sin muchos matices. La culpa la tiene Tarantino. Es que en El hombre de los puños de hierro, el responsable de Kill Bill invirtió plata como productor asociado, pero también inculcó más de una idea a la opera prima de RZA, amigo del susodicho y excelente compositor de música para cine. En este caso no hay novia con ansias de venganza, sino una historia que transcurre en China a finales del siglo XIX donde se cruzarán distintos personajes con objetivos comunes: el herrero Thaddeus (el mismo RZA como actor, sin matices en su interpretación), un forastero que parece salido de un spaghetti western (Russell Crowe, en plan aburrido) y un chino al que le asesinaron parte de su clan familiar. En efecto, El hombre de los puños de hierro es una película de clanes y castas familiares en tensión, en pelea permanente, en conflicto de poder. Pero esto no es Kurosawa reconstruyendo King Lear en Ran (1985) sino un film de acrobacias, chinos que vuelan por los aires, torturas, mutilaciones, cuerpos tajeados por objetos contundentes. Sí, la operación estética está calcada de las peleas de Kill Bill, especialmente de los combates de Uma Thurman con cincuenta o cien rivales. Violencia sofisticada y visceral, de matices historietísticos, referencial a Kill Bill pero también a El tigre y el dragón y La casa de las dagas voladoras, por si fuera poco, con la participación de Lucy Liu, en este caso, regenteando un prostíbulo. Un Tarantino auténtico aunque se trate de la ópera prima del rapero y cultor del hip hop RZA. Pero la película es chata, no tiene ese aspecto lúdico y eficaz de los mejores títulos del inquieto Quentin, ya que por momentos parece estar viendo una larga e interminable pelea entre héroes casuales y clanes voraces en su violencia física. Hay un personaje que representa los alcances estéticos de la película: un gigante de casi dos metros, encarnado por Dave Bautista (con un cuello similar al del músico Henry Rollins), un superguerrero, malísimo en sus decisiones, esquemático o menos que eso, acotado en sus gestos actorales, como un catcher de ficción de 100% Lucha. Pero está bien que existan películas así, al fin y al cabo, Tarantino es fanático de aquella montaña de celuloide de los '70 representada por templos Shaolin y numerosos Shogun en plan de intercambio cultural. Pero no es tan interesante que El hombre de los puños de hierro proponga una violencia eficaz pero también efímera, un divertimento sin matices inteligentes, una película invadida por esa dudosa palabra llamada "entretenimiento". Ah, la negra Pam Grier hace un pequeño papel en el film. Sí, la protagonista de Jackie Brown, tercer opus de ya se sabe quien. «
Esta propuesta clase B es un homenaje algo desparejo y grandilocuente de las cintas de artes marciales de la época del cine en continuado. Sangrienta, excesiva y plagada de nombres importantes y leyendas de la meca del cine divirtiéndose en papeles bizarros. No quedara en la historia del género, pero se deja ver, entretiene y por momentos resulta simpáticamente kitsch. Para amantes del retro y los sábados de súper acción.
Cocktail Tarantinesco Presentada por Quentin Tarantino y dirigida por RZA, quien también encarna al personaje principal, el filme tiene todos los componentes de las películas de Tarantino: es bizarra, sangrienta, hay esclavos negros, chinos, malvados, música de los 70´s y mujeres hermosas que saben pelear. Básicamente, la historia relata una pelea entre clanes, situada en China en el siglo XIX, donde una traición desencadena una serie de hechos en los que los protagonistas, que son unos cuantos, se verán afectados. En el medio hay mucho oro por robar, personajes sanguinarios, un burdel por el que tarde o temprano pasan todos los protagonistas, y acción a rolete. Por cosas del destino, en ese pueblo chino hay un herrero negro (RZA), encargado de crear sofisticadas armas, y un forastero inglés y habilidoso (Russell Crowe), que recién al final de la historia sabremos para quien juega. La película tiene de todo, pero básicamente podríamos decir que es una película de artes marciales, de esas con peleas que parecen increíbles, con chinos voladores, cuidadas coreografías, escenarios donde el color rojo manda y jarrones para romper a patadas. Las actuaciones son sólidas, destacándose Crowe y Lucy Liu, como la dueña de un colorido burdel donde pasa de todo. Si bien la estética es sublime, bizarra, pero cuidada hasta el extremo -con decorados detalladísimos-, tiene elementos de cine barato setentoso; como malos que se rien mucho y actúan realmente mal, y una historia con elementos surrealistas. Es una película visualmente sobrecargada, con escenas que recuerdan mucho a "Kill Bill", muy dinámica, y con un guión que no podría superar a la más barata de las películas de Bruce Lee. La historia es tan sangrienta como entretenida, con todos los elementos absurdos que abundaban en el cine de una época que Tarantino conoce bien y sabe combinar.
RZA Robert Fitzgerald Diggs, productor, rapero, debuta como director de la mano de Quentin Tarantino que lo presenta. También es el protagonista. Un delirio de escenas de kung, con algunos celebres como Russell Crowe, Lucy Liu y Pam Grieg. Guerra de clanes, un extraño todopoderoso (el del título), héroes y villanos, peleas al por mayor y humor. Entretiene y divierte.
El rapero y productor de hip-hop , RZA, no sólo se lanza a dirigir una película con el sello de Quentin Tarantino como productor, sino que además la protagoniza ante un reparto con figuras de la talla de Russell Crowe y Lucy Liu. Kung Fu del Bronx La historia transcurre en Pueblo Selva, un lugar de paso situado al costado una ruta comercial elemental de la China feudal (realmente fue filmada en China) y todo acontece normalmente como en cualquier sitio de tránsito: hay un harén dirigido por Madame Blossom (Lucy Liu) repleto de meretrices, mercados por doquier, restaurantes y el único herrero del feudo que se dedica a fabricar armas sofisticadas, Blacksmith (RZA). Sin embargo todo cambia cuando un grupo de guerreros que juró lealtad al rey, complota y roba una cantidad importante de oro perteneciente al reino cuando estaba siendo transportado. Así la venganza, la codicia y el afán por recuperar aquel tesoro harán que el herrero deje de fabricar sus armas para comenzar a utilizarlas y elegir un bando para luchar. Un Tatantino novato Es curioso que uno de los mejores ladrones de la historia del cine como Tarantino sea robado. ¿Con qué fin alguien filma una película siguiendo la receta tarantinesca si Quentin aún está en actividad? Sinceramente sólo lo puedo pensar como un capricho de RZA. De todas formas, considerándola una ópera prima realizada por alguien que no viene del medio cinematográfico, “El Hombre de los Puños de Hierro” entretiene y se deja ver gracias a que está repleta de acción y sangre al mejor estilo “Django Unchained”. Quizás el guión requiera ajustes para ordenar un poco lo que se está contando y fluya mejor la trama, aunque cabe destacar que no hay nada que no se comprenda. Esto se debe en parte también a que las actuaciones de todo el reparto son notables y generan una empatia tal -sobre todo el personaje de Russell Crowe- que se hacen casi imperceptibles los errores. Conclusión “El Hombre de los Puños de Hierro” es una película que vagabundea por caminos tarantinescos, pero no encuentra ningún destino. Si bien entretiene y las actuaciones son lo mejor del film, los errores de guión generan cierta rareza evitando que el goce sea total. Es verdad, RZA presenta su ópera prima y no viene del cine, pero como se dice en el medio: “las excusas no se filman”.
Contundente mezcla de géneros violentos Esta ensalada de kung fu, western, blaxploitation y casi cualquier cosa memorable programada en cines de barrio de todo el mundo, tiene a su favor no sólo rigor e imaginación formal, sino también sinceridad y absoluta ausencia de pretensiones propias de las películas que se interesa en recrear, homenajear y, en cierto modo, reinventar. Es que el debut como director del astro del hip hop RZA se anima a una trama mucho más elaborada que la simple sucesión de combates de artes marciales que sostienen muchos clásicos y éxitos de taquilla del género. Sin el menor temor al ridículo, y con la seguridad que puede dar la producción de Quentin Tarantino aunque en realidad el verdadero productor sin duda es el coguionista Eli Roth- el músico de "El camino del samurai" de Jim Jarmusch dirige y protagoniza esta fantasía ultraviolenta que incluye algunas de las imágenes más audaces a todo nivel no sólo en sexo y gore- que hayan surgido del Hollywood reciente. Ni cuando estaba en el circo romano Russell Crowe (aquí un mercenario australiano) pudo cometer tantos estragos como las masacres que salpican los estilizados decorados del burdel regenteado por Lucy Liu, sólo para mencionar dos de los principales antiheroicos protagonistas de una trama tan delirante como bien armada. Un herrero afroamericano radicado en el lejano Oriente sufre una salvaje mutilación que le servirá para convertirse en el superpoderoso personaje del título. Esto implica toques de western, y hasta homenajes a los films de monstruos mitológicos con efectos de Ray Harryhausen. La música, obviamente a cargo del rapper con puños de hierro, potencia todo al máximo. El aporte del elenco y,sobre todo, los técnicos son fundamentales para tomarse en serio esta mescolanza absurda pero contundente. Empezando por las peleas coreografiadas por el experto Cory Yuen. Su trabajo combinado con los efectos especiales del maestro del gore Greg Nicotero logran que algunas imágenes del aprendiz RZA superen a las de sus maestros.
El gran dragón pop. China, siglo XIX. Dos guerreros (Cung Le y Byron Mann) traicionan al emperador y toman el poder. Allí, aprovechando de los poderes de un golem de hierro (Dave "Batista" Bautista), someten al pueblo a su placer. Pero ellos tienen sus enemigos, porque del lado de la justicia aparecen el hijo de un guerrero asesinado (Rick Yune), un mercenario (Russell Crowe) y un herrero ex-esclavo que tiene el poder de convertirse en un arma humana (RZA). Así, con ellos como protagonistas, comienza el típico viaje enfrentando a rivales pequeños, hasta llegar al big boss, bien al estilo del cine chino, pero con el aditivo de cargarse de autoparodias, guiños pop y untarse con glitter kitch intencionalmente, que la autoubica en el cine de clase B. Quentin Tarantino y Eli Roth son los padrinos creativos de El Hombre con los Puños de Hierro, el debut como director del rapero RZA, que también protagoniza. Esto, claro, pone la estética de la película "cercana" al universo tarantinesco, pero al director le falta experiencia y, por momentos, todo se ve como un gran juego personal que decidió comenzar solo por divertirse. Ojo, eso se aprecia y se disfruta, y también ayuda a distender cuando la película toma caminos completamente absurdos. Si es así, es porque así lo quiso RZA. Que eso divierta o no a la gente que lo ve de afuera, es otro tema e, irónicamente, es el problema principal de la película. Porque si, cualquiera que vea una peli de este tipo espera sobreactuaciones, malos malísimos, buenos buenísimos y peleas que desafían las leyes de la gravedad, la física y hasta la moral. Y con todo eso está bien y compramos. El problema es que muchas veces la historia se justifica y sostiene "porque si", y eso nos hace fruncir un poco el seño. Pero, si miramos la imágen grande, El Hombre con los Puños de Hierro es un gran debut, y es una película muy divertida. Si RZA dejara de ser un niño caprichoso, su carrera como cineasta podría tener puntos muy interesantes. @JuanCampos85
Atención porque todo lo que rodea a El hombre de los puños de hierro puede no ser más que una suma de malentendidos. Por ahí anda la firma de Quentin Tarantino y esto puede llamar a la primera confusión. Tarantino es productor. El film que reúne a Russel Crowe y Lucy Liu con mecanismos ultramodernos, todo bañado en salsa ponja, perdón, china, es una realización de RZA. ¿Y who´s RZA? Un rapero que anduvo metiendo mano en las bandas sonoras de los filmes de Quentin y ahora se lanzó a la dirección. Con sólo comprender esa predilección por la estética oriental (que remite al instante a Kill Bill) y ver un par de escenas de acción, la conclusión surge de inmediata: RZA asimiló la influencia del realizador de Tarantino. Y aquí ha llegado el momento de ponerse serio: ¿qué es el cine de Tarantino? O más simple: ¿qué es la “influencia de Tarantino”? RZA parece responder: filmar alla Tarantino es estetizar al máximo la pantalla, alternar recursos visuales, tener debilidad por lo oriental, musicalizar con audacia, bañar de sangre y crueldad todo, reírse de lo solemne, disparatar la narración y, último punto y por cierto muy positivo, divertirse al filmar. El cine de Tarantino tiene todos estos condimentos. Pero el director de Pulp Fiction suele usarlos como lo que son: recursos, cuestiones técnicas (por supuesto, el espíritu lúdico no es un recurso formal, aunque puede pasar a formar parte según se lo vuelque en lo filmado). En su visión, RZA recorta las decisiones formales de Tarantino y hace de éstas una simple sinécdoque: una partecita, importante pero parcial, es el todo del director que tanto admira. Para RZA, Tarantino no es el magistral dialoguista de Perros de la calle, no es el obsesivo pop (de popular) de Pulp Fiction, no se embarra en las frustraciones cotidianas de Jackie Brown, jamás agudizó la mirada acerca de los horrores que el ser humano puede cometer con sus pares (¿hace falta aclarar a cuáles filmes se hace referencia?). RZA toma recursos estéticos y los desliga de la razón para la que han sido pensados. Esto tiene una palabra, original del alemán y cuyo sentido ha mutado por el uso coloquial de nuestra sociedad: kitsch. Lo kitsch es aquello que copia lo estilístico desechando las razones que han inspirado el original. ¿Y es ese universo que entrega RZA un novedoso sitial estilístico lleno de imaginativas resoluciones? Basta con decir que, a diez años de Kill Bill y a casi quince de Matrix, la película parece antigua. El rapero se anota a una larga lista de directores que filman a la manera de. Hay muchísimos de estos, sin embargo, ninguno de sus filmes vienen a la mente al momento de escribir: son todas películas que se olvidan rápido. El cine homenaje a tiene vida corta. No hay mucho que aportar, desde el lenguaje escrito, a lo que trae aparejado la trama del film. Se trata de una película de guerreros en la antigua (y fantástica) China. Con este mínimo dato, ¿te imaginaste algo acerca de qué la va el film? Seguro que estás bien rumbeado. Esta crítica le ha otorgado demasiado lugar al director-maestro y poco al director del film en cuestión. Pero antes de terminar es necesario referirse a una de las tantas confusiones que las primeras líneas habían prometido esclarecer: El hombre de los puños de hierro es un film para los más chicos, chicos del dosmil, esta claro. Muy seria a la hora de tomar su disparatado mundo, filmada con los mayores cuidados estilísticos, supersanguinaria, apiolada en lo sexual, la historia de estos guerreros en la antigua china jamás sale del público adolescente. Y son estos, en su insobornable entusiasmo por batallar y divertirse, los que mayor lugar le otorgarán al film de RZA. Al fin de cuentas, quizá así sea como deba ser. De hecho, “el insobornable entusiasmo por batallar y divertirse” jamás puede tomarse como algo menor.
"Spaghetti western" oriental Ambientado en la China del siglo XIX y el mundo del kung fu, este nuevo filme de acción, muestra a siete clanes en disputa, un traidor y un herrero, capaz de proveer las más sofisticadas armas de matar, para los que guerrean en la zona. Otros personajes son un oficial inglés, Cuchilla Jack (Russell Crowe), con el gobernador como aliado, León de Plata (Cung Le), un poderoso matón, capaz de cualquier cosa. A ellos se suma Cuerpo de latón (Dave Bautista), el malo y un grupo de hombres de nombres insólitos. Todos quieren el poder y el oro y como dice Madama Flor (Lucy Liu), ""el poder no pertenece a nadie, hasta que es tomado por el sexo y la violencia"". Claro que ella tiene un cabaret cinco estrellas y es como todos los que la rodean, dueña de las mejores habilidades del kung fu. TODO ES POSIBLE También está la chica más linda, lady Seda (Jamie Chung), presa fácil de forajidos, e ideal para negociar en momentos difíciles. Presentados los protagonistas, se desencadena esta suerte de "spaghetti western" oriental, en el que la desmesura, lo inverosímil y la belleza coreográfica de los adagios bélicos, son las vedettes del filme. "Pueblo Selva" es el lugar en el que todo va a ser posible, cuya ambientación y lo que sucede es tan disparatado y atrapante, como sangriento y estéticamente bello. El espectador sólo tiene que imaginar lo que puede salir de un director y protagonista, que cultiva como música el hip-hop. Su nombre verdadero es Robert Fitzgerald Diggs, pero todos lo conocen como RZA y es un aliado de la neo-violencia de Quentin Tarantino, mientras el coguionista del filme es Eli Roth, él que tiene entre sus créditos películas como "Hostel 1" y "Hostel 2". PIEL DE METAL Como es de prever en un filme de estas características todo puede suceder. Que los guerreros vuelen, que transformen su piel en metal, que las sandalias de las damas muten en garras de hierro, ideales para cortar más de una tira de carne, o que las coreografías de kung fu se conviertan en una especie de danza fascinante. "El hombre con los puños de hierro" tiene un estupendo montaje, ritmo efervescente y una deslumbrante fotografía. Russell Crowe se muestra implacable en su papel de Cuchilla Jack y Lucy Liu, impecable en su papel de Madame Flor, capaz de degollar cabezudos a golpe de abanico. Para los que aman las artes marciales, el horror y la desmesura, esta es la película ideal. Además: ayudará a descargar tensiones. Calificación: Muy buena
GOLPE A GOLPE "Para forjar un arma se necesitan tres cosas: el metal adecuado, temperaturas mayores a los cuatrocientos grados y... alguien a quien matar". Eso es lo primero que dice el protagonista de EL HOMBRE CON LOS PUÑOS DE HIERRO (THE MAN WITH THE IRON FISTS, 2012). ¿Y qué se necesita para hacer un film como éste? Amor por un género, amigos compinches a los que les guste lo mismo y un público adecuado. Al ver la película, uno entiende porqué su director (y actor y co-guionista), el rapero RZA, y Quentin Tarantino (quien sólo "apadrina" el film) se lleva tan bien. Forjada como un delirante y muy sangriento homenaje al cine de artes marciales, la película narra, al ritmo del hip-hop, la historia de un afroamericano que labura como herrero y experto forjador de armas en una aldea china del siglo XIX. Allí, el paso de un cargamento de oro provocará violentos enfrentamientos entre clanes rivales y curiosos personajes. El guión, co-escrito por Eli Roth (director de HOSTEL y también amigo de RZA y Tarantino), no es muy elaborado, pero se trata de una producción consciente de sí misma, en la que incluso actores de la talla de Russell Crowe y Lucy Liu se animan a reírse de ellos mismos. Chinos voladores, desmembramientos y armas estrambóticas son las formas que EL HOMBRE CON LOS PUÑOS DE HIERRO tiene para golpear al espectador, quien, sonriente, decide bajar la guardia. Y es que, a pesar de algunos altibajos en el ritmo de la narración (especialmente en la mitad), la película logra divertir si se la sabe mirar desde el ángulo apropiado. Quizás se le pueden reprochar la falta de carisma de su protagonista, algunas arbitrariedades en su argumento o la imposibilidad de aprovechar al 100 % en el tercer acto el clima de caos inminente que se había construido hasta ese momento. Sin embargo, EL HOMBRE DE LOS PUÑOS DE HIERRO, que genera simpatía por sus excentricidades y guiños cómplices, es una de esas películas por las que vale la pena dejarse golpear.
The Man with the Iron Fists se vende como la película que presenta Quentin Tarantino y que co-escribió Eli Roth, lo que de inmediato lleva a pensar en un espectáculo de buena música y kung fu restringido por sus altos niveles de violencia y sangre. Esa es la promesa que, como mucho de lo que se jura en las campañas publicitarias, no se hará realidad. Lo cierto es que se trata de un proyecto a mitad de camino de todo eso, que no termina de decidir qué es lo que quiere ser, y eso se debe fundamentalmente a la falta de experiencia de la persona responsable de llevarla adelante: RZA. El rapero de Wu Tang Clan debuta como realizador con un proyecto que escribió, dirigió y protagonizó como un vehículo para él, un hombre con larga trayectoria en el séptimo arte en materia de bandas sonoras e interpretación, pero a la fecha sin otros trabajos detrás de cámaras o como guionista. Se nota que es un entusiasta, no obstante es algo evidente que aún no definió un estilo propio y que tantos años de colaboración con el director de Pulp Fiction han sido una fuente de inspiración. The Man with the Iron Fists busca ser un homenaje al cine de artes marciales, sin embargo resulta en una suerte de homenaje a Tarantino celebrándolo, como este lo hiciera en el pasado con Kill Bill o en otros géneros como el exploitation y el spaghetti western. No es una tarea sencilla la que RZA se puso al hombro y, en honor a la verdad, debe decirse que el resultado no es del todo malo. Si bien las coreografías no sobresalen en comparación con lo que se suele hacer, hay una seguidilla de buenas secuencias de combate que enmascaran las carencias generales. Si bien hay problemas en materia de dirección -nunca se termina de cerrar el enfoque-, la gran falta se produce en términos de guión y el motivo es lógico. El primer corte de RZA tenía una duración de cuatro horas -el cual planeaba lanzar en dos partes- pero por recomendación de Eli Roth se lo redujo a 96 minutos. Eso implica dos horas y media de metraje eliminado, lo cual explica la ligereza con que se lleva la historia y la falta de desarrollo de los personajes o sus motivaciones -poco se entiende, por ejemplo, lo que hace Jack Knife-, lo que sin duda contribuye a la confusión. Tarantino simplemente presenta, se trata de un gesto que ayuda a legitimar a un habitual colaborador. No produce, escribe ni dirige nada en El Hombre de los Puños de Hierro, a pesar de que la película haga un esfuerzo en tratar de mostrar que si. La producción logra destacarse por contar con un importante elenco de involucrados -amigos como Lucy Liu o Russell Crowe-, efectos aceptables y una lograda ambientación sobre un presupuesto de 15 millones de dólares, algo acotado para los estándares de la industria. El problema es la ambición de un director que no logró controlar su propio proyecto. El pasado forzado de su herrero -el cual iba a figurar en Django Unchained en un crossover, otra ayuda de su compañero-, su demorada conversión en la figura del título, una importante cantidad de personajes con variadas líneas argumentales y demás, todo paga el precio de una historia que se debe apurar y, para ello, se la hace avanzar a zancadas.
Copia No Certificada ¿Por dónde arrancar? Este pastiche es un híbrido mutante de géneros/estéticas, una licuadora donde entra todo, se revuelve y sale en forma de… no se sabe, probablemente ni RZA lo sepa. Es que RZA falla montando un plano atrás de otro, falla dirigiendo a los actores (fallar con los actores en una película que se pretende clase B ya es demasiado), falla con una historia insípida e insulsa, falla emulando referencias y haciendo citas. El ejemplo más cercano al tipo de proyecto que El Hombre de los Puños de Hierro quiere ser son las películas de Quentin Tarantino y Robert Rodríguez, objetos paródicos a la vez que declaraciones de amor hacia un cine olvidado, hacia géneros bastardos y marginales. La única forma de hacer una buena película de kung fu o blaxploitation o gore, es habiendo consumido y entendido a esos géneros. Es montar una broma sabiendo que uno forma parte de esa misma broma, es decir, no reírse desde afuera. Se nota que RZA ha visto muchas de esas películas (RZA formó parte, durante muchos años, de Wu-Tang Clan, grupo de hip hop que se aventuró a mezclar la cultura gangsta-rap con el imaginario de las películas de kung fu de los setenta) y que su atracción es genuina. También se nota que tiene todo a disposición, que cuenta con los medios, con los contactos, con el presupuesto y, por extraño que parezca, el presente, este momento, donde estos artefactos retromaníacos (Simon Reynolds dixit) están a la orden del día y son bien recibidos. Sin embargo, hay algo que estaría faltando. La trama dice que Blacksmith (RZA) es un herrero que trabaja en Jungle Village, un lugar salvaje dominado por varios clanes que se disputan el territorio. El gobernador encarga a uno de los líderes de los clanes que traslade una x cantidad de monedas de oro de A a B, pero el mismo es traicionado. Aquí entran en escena otros clanes, emisarios del gobierno (un Russell Crowe desaforado y, lejos, lo mejor de la película), prostíbulos, madamas (Lucy Liu, una sombra de su O-Ren Ishii en Kill Bill), flashbacks que tienen a Pam Grier, a Gordon Liu, más subtramas, más personajes y ya no me acuerdo que más. En algún momento de toda esta ensalada uno va perdiendo la atención y ya deja de importarle lo que está sucediendo en pantalla. Amén de las escenas de acción y de pelea, que deberían tener un lugar de preponderancia, están resueltas pesimamente, con poco ritmo, casi desganadas. Falta imperdonable en las películas de artes marciales. Las peleas están filmadas con planos cortos, con un montaje nervioso, negándole y escatimándole al espectador la posibilidad de disfrutar de, justamente, lo más importante en este tipo de películas. Para colmo, RZA se dio el gusto de contar entre sus actores a Rick Yune, Andrew Lin, Byron Mann, y hasta campeones de artes marciales mixtas como Cung Le y David Bautista, lo que hace más patética a su película, ya que se hace inexplicable que acuda a efectos digitales de muy mala calidad, a cables, a coreografías torpemente diseñadas. Pero eso no sería nada si detrás de esta paparruchada hubiera un corazón latiendo, algún tipo de sensibilidad. RZA quiere jugar al meta-discurso pop, planteando una historia de clanes enfrentados, con toques de wuxia, chambara, tintes gore y todo filtrado a través del blaxpoitation. Sí, claro, Tarantino ya lo hizo, ¿por qué no iba a poder repetirse? Será porque Tarantino curtió ese cine, sus códigos, que entiende de qué va y tiene ideas claras sobre cómo y dónde plantar una cámara. Claramente, lo de RZA suena a capricho, consiguió que su amigote Tarantino (para quien musicalizó Kill Bill vol. 1 y vol. 2) le dé su apoyo y que Eli Roth le produzca y lo ayude con el guión (lo que, por supuesto, no es garantía de nada, ya que Eli Roth dista mucho de ser un director interesante), pero lo cierto es que no alcanza, no llega, es una vil imitación, un coletazo, un resabio. En Copie Conforme (Abbas Kiarostami, 2010), el protagonista arriesga una teoría que dice algo así como que en el mundo del arte la copia supera al original, acaso pensando en que la vida imita al arte o viceversa. En el caso de los géneros, Tarantino y Rodríguez ya demostraron que con inteligencia (y amor sobretodas las cosas) una copia de algo ya constituido puede, claramente, ser tanto o mejor que el original. Pero RZA parece no suscribir a la idea que Kiarostami sugiere en su película y opta por el camino inverso, es decir, que toda copia, al ser consciente de su naturaleza de imitación o reproducción de un original, no puede alcanzar un estado de plenitud ya que es, y solo será, una imagen especular. Por supuesto que RZA no debe ni conocer el cine de Abbas Kiarostami, pero este concepto venía a mi cabeza una y otra vez al ver El Hombre de los Puños de Hierro: que sin proponérselo RZA no pudo hacer una película disfrutable porque sabía que estaba haciendo una imitación. Tarantino (y tantos directores más) no sufren de esta culpa, al contrario, sino que la transforman en una virtud y en pie de apoyo para su obra. Por lo tanto, podemos concluir que donde unos ven el vaso medio lleno, otros se ahogan.
Además de dirigir obras maestras no sólo del cine sino de la cultura popular toda, Quentin Tarantino suele apadrinar proyectos de amigos. Un buen ejemplo es Hostel, de Eli Roth. El caso más reciente de Quentin Tarantino presenta es la ópera prima del rapero y actor RZA, quien además es uno de los protagonistas: El Hombre con los Puños de Hierro. Ambientada en la China del siglo XIX, nos presenta los enfrentamientos entre clanes de un pueblo. Una lucha de la que sólo puede mantenerse al margen un herrero (RZA), ya que fabrica armas para ambos bandos con el fin de ganar dinero para que él y su novia (Maggie Cheung) puedan hacer una nueva vida lejos de la violencia. Pero todo empeora cuando llega un cargamento de oro. La guerra entre clanes recrudece, incluso por dentro. Uno de los líderes es asesinado por uno de sus soldados, y Zen Yi (Rick Yune), su hijo, volverá para vengarse. Por protegerlo de un ataque, el herrero la paga muy caro, pero sobrevive. Con la ayuda de Jack (Russell Crowe), un agente occidental que anda tras el oro, se convertirá en un hombre poderoso capaz de hacer justicia y tomarse revancha de quienes se cometieron el error de meterse con él...
La cultura negra en los Estados Unidos en general y la cultura hip-hop en particular han siempre tenido una particular relación con las artes marciales. Y en el cine eso se nota mucho con la fascinación que siempre han generado las películas del género llamado wuxia en la tribus urbanas afroamericanas, especialmente de los años ’70 a esta parte. En los ’90, el conglomerado de raperos Wu-Tang Clan fue, ya desde el nombre que cita a la película SHAOLIN AND WU TANG (Gordon Liu, 1983), los principales impulsores de ese cruce cultural: las menciones a películas y personajes del cine de artes marciales estuvieron presentes desde el título de su primer disco -ENTER THE WU-TANG (36 CHAMBERS)- hasta alusiones específicas y detalles estéticos de la banda. RZA (Robert Fitzgerald Diggs) es el líder, productor y principal ideólogo de Wu-Tang Clan, y uno tiene la impresión al ver EL HOMBRE CON LOS PUÑOS DE HIERRO, película que dirige y protagoniza, que se trata de un fanboy del género con un gran presupuesto para poder cumplir “el sueño del pibe” y hacer la película de artes marciales con la que debe haber soñado toda la vida y en la que mezcla casi todas las posibilidades y subespecies del género. Y si bien no se trata de una película que aporte demasiado al wuxia -ni tampoco es una relectura a la manera de KILL BILL, de su mentor Quentin Tarantino, quien “presenta” la película- como simpático homenaje a los héroes de su infancia y adolescencia es un producto más que satisfactorio. Y bastante entretenido… The-Man-With-The-Iron-Fists (1)En el filme entran casi todas las situaciones y posibilidades vistas alguna vez en el género, casi a la manera de un mash-up realizado por quien es uno de los principales cultores de esta forma de trabajar, en la música y ahora también en el cine. Hay traiciones entre clanes, burdeles, peleas acrobáticas por los aires, occidentales mezclados en medio de una aldea china, las armas más estrambóticas y sofisticadas, el guía espiritual, el pueblo acechado, lo que se les ocurra. Y no sólo del wuxia bebe RZA: la película tiene algunas referencias sacadas del cine de samurai y, para justificar la presencia protagónica del propio director, un toque de drama de esclavitud. Lo cierto es que hay una traición en el clan de los Leones: uno de los hijos ha matado al padre para quedarse con el poder. Y a enfrentarlo, por el honor, va otro de sus hijos. De a poco se va tejiendo una serie de alianzas entre los brutales asesinos (cuya arma más poderosa es un hombre que puede convertir su cuerpo en metal) y un grupo de aparentes perdedores que incluye a Russell Crowe (como un británico buscando oro en la China del siglo XIX) y a RZA, que encarna a un herrero que fabrica las extravagantes armas que todos usan (su apellido esclavo es “Smith”, es negro y su profesión en inglés se dice “Blacksmith”: saquen sus conclusiones). En el medio hay un burdel, una madama (Lucy Liu) y una buena cantidad de prostitutas que en el momento menos pensado salen volando y te clavan cuchillos por la espalda. the-man-with-the-iron-fistsLas escenas de acción están sólidamente realizadas en el estilo fantástico ya clásico del género (con más presupuesto que en los clásicos setentosos de los Shaw Brothers, sin dudas) y en lo que se destaca el filme es en una enorme inventiva para crear las armas de los protagonistas. De hecho, son las armas las que mejor los caracterizan como personajes. Algo pasará en el medio del filme (que conviene no revelar) que dará pie a la aparición del personaje que le da título, aunque a todas luces no sea un personaje tan central como para que la película se llame así. Además de las armas, otro elemento más o menos llamativo del filme es la utilización de personajes con poderes, los que parecen salidos más de un comic algo bizarro que del género de artes marciales más puro y duro. Ya no sólo por su capacidad de sobrevolar las escenas de lucha (algo que el género no ve como un “superpoder” sino como una forma estilizada de coreografiar las peleas) sino por tratarse de elementos más propios, si se quiere, del mundo de lo fantástico. the-man-the-iron-fists-still04Con guión de Eli Roth y del propio RZA (que también actúa y narra, aunque esos son los rubros en los que más problemas tiene), EL HOMBRE CON LOS PUÑOS DE HIERRO es, en cierto modo, una película un poco vieja. No sólo por el mundo que pinta, sino porque ese gesto posmoderno de homenaje perpetuo -especialmente en géneros como el wuxia- ya parece haber perdido actualidad. Es, como el propio Wu-Tang Clan y las primeras películas de Tarantino, un formato que prácticamente se agotó en los ’90 o a principios de la década pasada. Como bien lo sabe el propio Quentin (y los mejores artistas del hip-hop, como Kanye West), la mejor forma de homenajear un género es deformarlo, traicionarlo, ponerlo patas para arriba. No es la intención de RZA aquí, eso es evidente. Lo suyo es un muy bien realizado y dignísimo ejercicio de imitación.
Con el pulso de Tarantino Aunque este filme aparezca sólo presentado por Quentin Tarantino, “El hombre con los puños de hierro” tiene mucho de la estética del autor de “Tiempos violentos” y “Kill Bill”, e incluso algunos yeites tomados de su último trabajo “Django sin cadenas”. Ambientada en la China del siglo XIX esta es la historia de un grupo de guerreros que deben enfrentarse a una tradicional familia de asesinos enquistados en el poder. La historia está relatada desde un humilde herrero de pueblo, cuyo objetivo es juntar dinero para huir con su enamorada, quien es una de las prostitutas mimadas de un prestigioso burdel. La trama no tiene un vuelo superlativo, pero lo atractivo sucede a partir de las escenas de acción, que se mueven entre lo bizarro y lo fantástico. Pero todo está sustentado en un tratamiento de la imagen cuidadadosamente implementado desde el género gore. De modo que la sangre chorrea por litros, y hay muchos momentos en que las carcajadas ganan la sala. Con guiños hacia el western y una música precisa comandada por el director y compositor RZA, el guión también tiene algunos puntos altos en los diálogos irónicos, en los que seguramente talló el aporte de Eli Roth (“Hostel”). Entretenida y dinámica, “El hombre con los puños de hierro” es un plato apetecible para los fans de Tarantino. Queda la duda de cómo será un filme de RZA, cuando le toque crear un estilo propio.
Western oriental y bizarro La guerra de los clanes es todo un tópico importante en cuanto a las películas de artes marciales. Esta es una de ellas donde el jefe del clan de los Leones es asesinado por dos de sus hijos para quedarse con un cargamento de oro que el emperador había encargado al patriarca del clan poner a resguardo. El herrero de la aldea donde se desarrollara la guerra entre clanes por dicha traición y por el botín tendrá como inesperados protagonistas al herrero del lugar que fabricara las armas y de un forastero misterioso. La idea de realizar una película de artes marciales en tono de western pero con el sello sanguinolento de Quentin Tarantino (uno de los productores del film) es demasiado y, por momentos, irremontable. El film no llega a atrapar ni siquiera en las buenas escenas de acción, y la trama y los clanes por momentos se vuelve confusa sobre todo cuando uno de los del clan de los Lobos termina siendo el segundo del clan de los Leones y cuando al tercer hijo del León asesinado, otro de los héroes de la película, se lo nombra como hermano y se lo trata como enemigo. Además de algunas cosas fabulosas como el hombre de metal y otras alucinaciones que no llegan a ser justificadas en el film, film que ni siquiera puede levantar el talento, demostrado en otros films, de Russell Crowe y Lucy Liu. “El hombre de los puños de hierro” quizás con un buen director podría haber sido una buena película, lamentablemente este no es el caso.
RZA se ríe pero lo hace amablemente, como si estuviera entre amigos; la suya es una risa cómplice que nunca acaba en burla, porque el cine de artes marciales que parodia su ópera prima es objeto de chistes tanto como de un homenaje sentido. Cuando El hombre de los puños de hierro se mete con el wuxia pian trata de recrearlo y expandirlo, como si el rapero devenido director hubiera tenido que aprendérselo de memoria antes de poder multiplicarlo varias veces por sí mismo. Una vez que el género y sus convenciones son comprendidos, la película puede dedicarse con tranquilidad a acometer la empresa que quizás sea la misma de todo el cine de espadachines oriental: liberar al cuerpo de las cadenas de la gravedad y tornarlo una materia gozosa siempre dispuesta a entregarse a la felicidad del baile (las complejas coreografías del wuxia no son otra cosa que un baile altamente calibrado que empieza en el suelo y se remonta hasta alturas impensadas). RZA agrega a esa fiesta de patadas, espadazos y figuras varias la ligereza necesaria para hacer comedia sin arruinar las intrigas de poder y muerte que entrelazan el destino de los personajes: así, la entrada en escena de Jack Knife, grosera y ruidosa, es uno de esos momentos en los que la película pone todos sus recursos al servicio del show más espectacular; en este caso, el número incluye a un gordo enorme siendo abierto en canal y a un sacadísimo Russell Crowe explicando que solo quiere descansar y que nadie lo moleste (el actor de los cachetes lo hace gritando a los cuatro vientos con una cámara giratoria, como si todavía siguiera cantando –es un decir– en Los miserables). El “Quentin Tarantino presents” del comienzo funciona como una rúbrica de autoridad y nada más: RZA no aspira a la sofisticación cinéfila del director de Kill Bill sino solo a la realización de un divertimento personal, pequeño, que no oculta su inspiración tarantiniana (la película es fruto de un proyecto conjunto entre RZA y Eli Roth) pero tampoco quiere emularla. El hombre… carece de los tics más reconocibles de las películas de Tarantino como los diálogos que se prolongan sobre cualquier cosa o las referencias al aparato del cine; en cambio, RZA se conforma con replicar y exagerar los rudimentos del género de artes marciales dejando ver solo muy de vez en cuando algunos motivos netamente tarantinianos como el pasado esclavo del herrero (que conecta fuertemente con Django sin cadenas) o la línea narrativa que monopoliza Lucy Liu y sus prostitutas guerreras emancipadas (Liu era además la villana de la primera Kill Bill). El resto del tiempo, El hombre… se sacude sin problemas de cualquier filiciación tarantinesca y funciona como artefacto autónomo al tiempo que viene a demostrar una tesis: lo que habitualmente se reconoce como marca autoral de Quentin Tarantino bien puede ser una expresión refinada de un estilo mucho más grande, quizás un estilo de época que excede cualquier personalismo (ahí está para probarlo el video de Abarajame de los Illya Kuryaki que contiene y anticipa prácticamente todo esto una década antes, incluso la mezcla del wuxia pian con hip-hop en clave de parodia). Entonces, hay que entrar a El hombre… despojado de tarantinismos y disfrutar de los combates imposibles en los que unos poderosos espadachines voladores se masacran de la manera más inverosímil y brutal pero también más encantadora. Si se es capaz de interactuar con ese mundo barroco y estilizado y con su increíble galería de personajes, entonces eso significa que el homenaje de RZA está a la altura de su objeto de devoción; la mayor parte de la producción china y hongkonesa del wuxia es igualmente increíble, exagerada y también desprolija. Por eso las críticas que le reprocharon la costura gruesa de la narración o su factura desalineada en general se equivocan: no comprenden que El hombre… no hace más que imitar a sus predecesoras de los 60 y 70 copiando incluso sus errores y tics más evidentes. Y es que quizás no haya reconocimiento más sincero que ese.
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Cualquiera que ve una obra y la comenta difícilmente pueda evitar las referencias. En la conversación cotidiana es probable que estemos más preocupados por darle ejemplos a nuestro interlocutor que fundamentos más concretos. Explicar las cosas “con manzanas” a veces simplifica la cuestión. “Es como “Duro de matar” (1988 y las tres posteriores), pero en la Casa Blanca”, escuché en la cola del cine. La referencia era para comentar “El ataque” (2013). La misma persona hizo comparaciones entre Bruce Willis y Chaning Tatum, y entre un clásico y una “truchada” pero, en definitiva, logró que quien escuchaba entendiera su posición frente a lo que había visto. Esta forma de darse a entender establece un código concreto del cual no conviene salir si se quiere disfrutar de todas las posibilidades estéticas ofrecidas por los géneros y, sobre todo, sub-géneros cinematográficos. Por ejemplo, comedia es una sola, pero abarca muchos estilos y así veremos que no nos gusta cualquier tipo de humor. “El hombre de los puños de hierro” se ubica en una localidad en medio de la nada llamada Jungle Village, donde habita todo tipo de malhechores. Un pueblo sin ley en el que sobrevive el más fuerte, o quién más hombres tiene en su bando (no parece, pero no estamos hablando de un western). Hay mucho oro dando vueltas. El jefe de un clan es asesinado por León de Plata (Byron Man), quien junto a León de Bronce (Chung Le), y un ejército de secuaces, están dispuestos a poner de rodillas al lugar y quedarse con todo. Allí viven El Herrero (RZA –el cantante de Rap que también es el director y coguionista de la peli-), Madame Blossom (Lucy Liu), la dueña del prostíbulo que sabe todo de todos, y alguna que otra bella muchacha. Enterado de la traición X-blade (Rick Yun) llegará a la villa en busca de venganza. También llegan Jack Knife (Russell Crowe), un mercenario inglés que también tiene sus intereses en el lugar, y Brass Body (Dave Bautista), un enemigo tan indestructible como improbable. Obedeciendo a los cánones de este tipo de historia cada personaje tiene un arma sofisticadamente favorita, y una razón poderosa y conveniente para que el resto muera o desaparezca con el consiguiente pronóstico de “baño de sangre, mutilaciones y muerte”. La estética propuesta por esta realización obedece al amor y la nostalgia que RZA (está preparando “Gengis Khan” con guión de John Milius) tiene por el spaghetti western y por las películas de karate producidas hacia finales de la década del ‘70 y principios de los ‘80 como “El rey del Karate” (1980), “Shaolin vs Ninja” (1978,”Los puños de Bruce Lee” (1978), “La furia del tigre” (1976) o “La justicia del ninja” (1981) con Franco Nero (me acuerdo y me río). Golpes con sonido a parche roto, patadas voladoras en perfecto horizontal de un costado del cuadro al otro, coreografías en donde se pegan hasta con las uñas y zooms violentos a la cara de los contrincantes, eran las características principales de estas producciones que salían como por una máquina de hacer chorizos. Hasta los nombres de las estrellas causaban gracia con Bruce Li o Bruce Lai a la cabeza. En su época se estrenaban en el Select Lavalle o el Electric, desde donde salían a girar como doble programa en cualquier cine del interior. Teniendo en cuenta todos estos aspectos la película está lo suficientemente cargada de elementos como para ostentar el mote de homenaje a ese cine, cosa que ya vienen haciendo hace rato Quentin Tarantino y Robert Rodriguez con “Kill Bill” (2003 y 2004) y la saga de “El Mariachi” (1992). Sin embargo “El hombre de los puños de hierro” sobrevive por sí sola apoyándose en el peso de la historia como para resultar tan entretenida como olvidable. Sin estas referencias el espectador que entre a verla se encontrará con una de mucha acción que rompe su propio verosímil a cada rato y probablemente salga bastante enojado. Podría decir que es sólo para fanáticos del sub-género, pero en definitiva se trata de correr el riesgo, el mismo que corre RZA como director a la hora de elegir texturas y mezclarlas.
Para muchos no aficionados al rap, el nombre de RZA puede resultar un tanto desconocido, sin embargo este compositor y productor nacido en Nueva York ha estado vinculado al cine a través de la música desde que en 1999 compuso la banda de sonido del excelente film de Jim Jarmusch, "Ghost Dog" (aunque ya había realizado algunas canciones para otros títulos en forma esporádica desde varios años antes). Tras haberse hecho cargo del soundtrack de "Kill Bill" en el 2003, comenzó una relación con el gran Quentin Tarantino que hace que hoy sea el director de Pulp Fiction quien le dé a RZA un empujoncito a la hora de estrenar su ópera prima mediante ese famoso "Quentin Tarantino presenta...". Pero que quede claro que ese presenta no es absolutamente una garantía de que lo que vamos a ver sea un producto de calidad, sinó una ayuda para que este ingreso, este debut tras las cámaras, sea por la puerta grande. Si resulta o no, ya no es su problema. Ahora si la pregunta es si resulta, la respuesta será que a medias, porque lo que para muchos puede resultar un festival de escenas de acción con hectolitros de sangre salpicando la pantalla, para otros no será mas que un guión carente de originalidad y con citas (llámenle referencias, homenajes, plagios o como más les guste) a varios títulos, algunos clásicos de la filmografia oriental entre los que encontramos a "El tigre y el Dragón", "Héroe", "La casa de las dagas voladoras", "Operación Dragón" de Bruce Lee (vean sino la pelea en el espacio de espejos) y porqué no hasta la misma "Kill Bill" ya mencionada, donde se puede decir que Lucy Liu repite el mismo personaje que en aquella. La historia escrita por el mismo RZA junto a Eli Roth, nos trae a varios grupos de guerreros que se enfrentan en un pequeño pueblo de la China feudal por un gran tesoro perteneciente al mismísimo emperador. Cuando a León de Oro (del clan de los leones) se le encarga proteger el oro, inmediatamente es asesinado por el siguiente al mando, león de plata y su hijo jura vengarse. Para eso deberá unir sus fuerzas junto al herrero del pueblo (quien mas adelante será el responsable del título del film) y a un extraño forastero interpretado por un bastante subido de peso Russell Crowe. En medio aparecerán varios personajes, buenos muy buenos y malos muy malos, que harán de esta hora y media que dura el film, un festín de peleas, de escenas ultra violentas, con gran despliegue técnico y visual (La batalla con el clan de los géminis y en La Flor Rosa son brillantes), increíbles coreografías e impecable fotografía, lo cual no es poco decir. El film cuenta con mínimas participaciones de leyendas como Gordon Liu (Pai Mei en Kill Bill) y Pam Grier (Jackie Brown) acompañando a un elenco que no desentona, aunque tampoco es mucho lo que se le exige. Como debut no está mal y hasta puede que empezar desde abajo sea un punto a favor para que en un futuro no sea tanto lo que se espere de este músico devenido en cineasta, pero si RZA tiene pensado dedicarse a dirigir (de hecho tiene dos proyectos a estrenar el próximo año "No man's land" y "Genghis Khan"), son varios los puntos que va a tener que replantearse. Tal vez la próxima vez, ser presentado por un grande como Quentin Tarantino, no sea suficiente.
Una de piñas y patadas Con El hombre de los puños de hierro pasa algo muy parecido a lo que ocurre con El ataque. Son películas algo desparejas pero uno tiene que concederles que, dentro de la lógica cerrada de un género, consiguen entretener en base a fórmulas clásicas. Mientras que El ataque se ataba a las convenciones del cine de acción, aquí se hace hincapié en el cine de artes marciales (con una fuerte impronta del wuxia) aunque no se ata a un formato clásico. Lo hace con los rasgos de quien presenta la película, Quentin Tarantino, tomando elementos de un género clásico pero con una disposición barroca donde la estética toma influencias del cómic o los videojuegos, por ejemplo. Esto es lo mejor y al mismo tiempo lo peor del film de RZA, el legendario rapero de Wu-Tang Clan devenido en actor hace ya varios años que con esta película inicia su carrera como director. Hay algo que no se le puede negar a RZA: evidentemente conoce al género al que referencia y tiene un enorme afecto por lo que hace. Las secuencias de acción, donde más se luce la película, son creativas y deslumbran con toda su brutalidad caricaturesca segmentada a lo largo de todo el relato, a pesar de por momentos ser confusas para seguir. Pero el problema central no está en las secuencias de acción. La cuestión más bien pasa porque la trama que justifica su aparición es endeble y confusa a tal punto que hacia el desenlace poco importan las motivaciones de los personajes. Una vez definidos los estereotipos, buenos y malos se recuestan sobre su identidad y se enfrentan en peleas interminables. Pero la película no fue pensada así, hay una serie de subtramas confusas que nunca terminan de cerrar en los personajes, salvo el flashback del herrero al que referencia el nombre de la película. Esto es lo que por momentos da la impresión de un envase vacío de diálogos al cual le sobran historias, con secuencias de acción aisladas en el guión. Pero definir al film como piñas y patadas con diálogos ocasionales es parcialmente injusto. RZA luce en algunas secuencias en el burdel de la madama interpretada por Lucy Liu, particularmente en un plano largo donde vemos “entreteniéndose” a varios hombres del clan Lobo o en el mencionado flashback. Lo que sucede es que la película adquiere una consistencia líquida donde las interminables peleas son el punto de mayor solidez y donde más entretiene, prácticamente como si se tratara de un desvergonzado dibujo animado del cual hay que olvidar varios elementos accesorios que en lugar de ser complementarios son un estorbo. Y de eso se trata. Más allá de su desprolijidad técnica o sus lagunas en el relato, es una película que no aburre. Entre tanto cine que siquiera logra enganchar, esto no deja de ser un mérito.
Tarantino (sólo) presenta El Hombre con los Puños de Hierro (The Man With The Iron Fists) carga con el peso de tener tanto en su trailer como en el póster la frase "Quentin Tarantino presenta". Si este gancho comercial surte efecto el espectador esperará a cambio del precio de la entrada recibir un producto con cierta calidad o al menos cierto código expresivo (mal llamado "estética"). Lo cierto es que el caso de este film es similar al de la serie televisiva "Alfred Hitchcock presenta" en donde lo único que había de aquel director era justamente su persona presentando las diversas historias. Lo análogo entre ambos casos es que tanto en uno como en el otro se explota sólo una faceta del universo del director que apadrina otorgando un productos planos (cabe mencionar que algún que otro episodio de Alfred Hitchcock presenta es destacable). El film es un ejercicio de análisis de un movimiento cinematográfico que intenta ser mezclado con otros estilos y actualizado a nivel formal, todo un pastiche postmoderno. Este tipo de cine en buenas manos dio como resultado gran cantidad de obras enormes en cuanto a calidad pero películas como El Hombre con los Puños de Hierro demuestran la complejidad que requiere si se desea llegar a buen puerto. La opera prima del rapero RZA propone un punto de partida simple que es complejizado por la suma de gran cantidad de clanes que invaden el argumento pero de los cuales no nos dan mayor información más que el tipo de vestimenta y armas que usan. El embrollo sirve para dar lugar a múltiples escenas de acción (algunas mejores logradas que otras) y dar rienda suelta a un festín de sangre y cuchillos varios. La película debería ser eso, una divertida fiesta de hemoglobina, tripas y humor pero la ejecución por parte del director es tan torpe y en general forzada que distrae. Cuando como en este caso a esto se le suman actuaciones poco esmeradas, el espectador comienza a prestarle atención al guión, los diálogos y todas esas cosas que obviamente son incoherentes porque la idea inicial era que no las tengamos en cuenta. Diferenciar en este punto que cosas están realizadas adrede para ser humorísticas y cuáles son errores resulta tarea difícil así que uno empieza a dudar de todo. En el apartado técnico la banda sonora resulta más eficaz cuando trabaja sobre el rap que cuando intenta ser efectista. En el primer término es acertada y saca de contexto al film resultando agradable. Cuando va por lo segundo se vuelve más que trillada. El Hombre con los Puños de Hierro de RZA no termina de funcionar como divertimento ligero y deja en claro que puede continuar experimentando con el cine pero definitivamente debe dejar de actuar.
Homenaje de envoltorio engañoso Sin mucha pena ni gloria pasó este estreno por los cines argentinos; un trabajo del hip hopero/actor/director RZA, que además es un conocido fanático del cine de artes marciales oriental. Su ópera prima, "The man with the iron fists", es un homenaje a ese cine clásico en el que se nota la influencia de películas como "Las 36 cámaras de Shaolin", "Kung fu contra los siete vampiros de oro" y "El tigre y el dragón". Si a esta locura de artes marciales le sumamos una estética impregnada por el sello de Tarantino, tenemos un producto tan atractivo como turbulento, que podría haber sido mucho más trascendente de lo que terminó siendo en realidad. El poster promocional, el trailer, los personajes y los actores involucrados en la producción generaron en primera instancia mucha expectativa, pero luego con varios retrasos en su estreno y el filtrado de copias piratas de buena calidad en internet, se fue apagando la emoción. Creo que en parte estas cuestiones influyeron en el poco éxito que tuvo a nivel mundial, pero también es verdad que la trama que debía sostener a la película fue muy despareja, con algunos baches evidentes en el guión y un manejo de las situaciones un tanto confusa. Se nos presentaron personajes super atractivos pero incompletos, como cuando uno ve un producto cuyo envoltorio es hipnótico, pero en cuanto lo abrimos nos damos cuenta de que el contenido era menos interesante. Lo mismo me pasó con los protagonistas de esta película. Un Blacksmith (RZA) poco carismático fuera de su rol de hombre con puños de hierro, un X-Blade (Rick Yune) con poca historia que ensalzara su importancia en la trama, una Madam Blosson (Lucy Liu) con motivaciones confusas... El único que me gustó bastante como personaje fue Jack Knife (Russell Crowe), pero creo que aún así se podría haber explotado mucho mejor. Es una película de buenas intenciones, con algunas secuencias de acción muy bien realizadas y personajes potencialmente espectaculares que se quedaron un poco en el camino. Nuevamente, se presentó otro caso de atención excesiva en los detalles estéticos dejando de lado el pulido de los aspectos de guión. No obstante, aguanta. Se deja ver y transporta por hora y media al espectador a un mundo de clanes despiadados, traiciones, técnicas de combate mágicas y fantasía mística. Una opción para tomársela como lo que es, una peli de clase B que con mucho amor y poco presupuesto que le hace un homenaje al cine de artes marciales clásico.
Man with the Iron Fists is simply overplotted In Jungle Village, the leader of the Lion’s clan Gold Lion (Kuan Tai Chen) is summoned by the Governor (Terence Yin) and assigned to protect his gold, which will be transported through the village. However, he is betrayed and murdered by the greedy Silver Lion (Byron Mann) and Bronze Lion (Cung Le). Gold Lion’s favourite son Zen Yi (Rick Yune), a.k.a. The X-Blade, seeks revenge and heads to Jungle Village, but he is defeated by Brass Body (Dave Bautista) and rescued by the local Blacksmith Thaddeus (RZA). Meanwhile the Gemini Female (Grace Huang) and the Gemini Male (Andrew Lin) protect the Governor’s gold, but they are vanquished by the army of Silver and Bronze Lion. In turn, the Blacksmith is abducted by the Lions and has his arms severed by Brass Body. However he is saved by the British Jack Knife (Russell Crowe), who is the emissary of the Emperor, and he manufactures iron arms for Thaddeus. Meanwhile the Governor sends the Jackal army to fight against the Lions and they hide the gold in the brothel of Madam Blossom (Lucy Liu). However, Madam Blossom and his girls form an army of black widows and together with Jack, Zen Yi and The Blacksmith, they fight against the Lions. RZA’s The Man with the Iron Fists (great title, yet don’t get your hopes high) is determinedly overplotted. But the story is not intricate or zigzagging in a thought provoking fashion.It’s not complicated because it must be so in order to tell the story it wants to tell. On the contrary: it’s overplotted precisely because it has nothing to tell. It’s a martial arts movie, therefore it should contain some kind of homage to traditional Kung Fu movies (don’t expect a wonderful story). But you don’t expect it to have a needlessly confusing one either. And you certainly do expect decent action sequences and visual effects. There must be some adrenaline and as many thrills as possible. It’s the energy that counts. Too bad none of these things are found in this movie produced by Eli Roth (Hostel, Hostel II and Cabin Fever) and presented by Quentin Tarantino. Only God knows why a filmmaker of his stature (like him or not, he’s got a true career) would want to present a film this amateurish. Almost every element in this film has been mismanaged in some way and the result is laughable. Every single line in the script is bad. There’s no other way to put it. It’s poorly paced and the characters are one-dimensional and underdeveloped. Most of the cast make a mess of their poorly penned one-liners, which makes this movie even more difficult to watch. The gimmicky action sequences and the special effects look cheap. Costumes, hair and even sets look cheap throughout. It’s clumsily shot, awkwardly put together and riddled with continuity problems. Furthermore, the music is jarringly out of sync with the movie. It feels like there was no-one to tell the director it was not a good idea or that something didn’t work. A steady, experienced hand in screenwriting or cinematography would have yielded a watchable movie. Instead, an average idea has been turned into an idiotic production. Don’t let Quentin Tarantino’s tagline fool you, this movie is appalling
“EL HOMBRE CON LOS PUÑOS DE HIERRO”: UN RAPERO A LA TARANTINO. Algo que nunca decepciona, una especia de fórmula del éxito cíclica, parece ser apelar al género por el género mismo. Con esto me refiero a que más allá de guiones trillados, personajes repetidos y escenas calcadas, los amantes del género (genero exploitation, zombies, etc… cualquiera sea el estilo) siempre le serán fiel. Una cinta que logra romper y que nos demuestra que el género funciona pero que aún se pueden contar buenas historias es EL HOMBRE CON LOS PUÑOS DE HIERRO. Detrás de la silla de director está el rapero RZA, que se decidió a contar y protagonizar una historia de su autoría, con ayuda en el guion del gran Eli Roth (los dos fueron colaboradores de Quentina Tarantino, de ahí el apoyo de este a la película). El elenco está encabezado por dos figuras, Russell Crowe y Lucy Liu, y cuenta con apariciones interesantes como Pam Grier y Dave Bautista. La dirección no es destellante ni sobresale, pero cumple de manera notable y recuerda (en algunos planos cortos) a las viejas películas de Kung-fu, esas que Bruce Lee hizo popularmente conocidas al mundo. La historia nos lleva a una aldea China en el siglo XIX. Desde su llegada a la Aldea de la Jungla en China, un herrero (RZA) ha sido obligado por facciones radicales de la tribu a crear elaboradas herramientas de destrucción. Cuando la guerra entre los clanes comienza, varios sucesos hacen que nuestro héroe se transforme en un arma humana. Mientras lucha junto a héroes icónicos en contra de villanos desalmados, debe aprender a utilizar su poder para convertirse en el salvador de su pueblo adoptivo. El resto del elenco cumple y resaltan por las geniales escenas de acción y pelea que realizan. Tal vez el punto más fuerte de esta película. La historia está bien narrada y recae en algunos giros predecibles, pero dignos de este tipo de films. Con esto se puede decir que tanto RZA como Eli Roth, buscaron lo seguro y lo atractivo del género, sin salir demasiado del guion. Estéticamente está bien trabajada, cada detalle es una puesta en escena que vale la pena. En conclusión, El hombre con los puños de Hierro, es así. Una película más de un género que siempre funciona. Personajes clásicos pero admirables, escenas visualmente impactantes y un guion donde cada héroe se luce y tiene su momento. Si sos fanático de las películas de kung-fu, con toques bizarros y fantásticos, grandes escenas a lo Chuck Norris. Esta es tu película. Y si no sos fanático, la vas a pasar bien igual viendo algunos chinos ser revoleados por los aires.
Mucho despliegue visual y muchísimos actores (entre ellos el gran Russel Crowe) en una fantasía de efectos especiales y kung-fu cuya puesta explosiva lleva todo al lado del absurdo humorístico. En muchos momentos la ensalada funciona bien, en otros, como el piola de la fiesta que se pasa de rosca, aburre. Una de esas rarezas simpáticas que se realizan como un juego entre amigos, aquí en torno del padrino Tarantino.
Por definición un cadáver exquisito es un juego que implica la creación aleatoria de un argumento o historia en donde distintas personas adhieren palabras o conceptos sin saber qué propondrán los otros miembros del juego. Allá por los años 20, esta técnica se convirtió en una constante para varios realizadores surrealistas. De la retorcida mente de Salvador Dalí y Luis Buñuel surgió la célebre Un perro andaluz que precisamente había sido creada a base de distintas ideas incongruentes entre sí. Ahora bien… ¿Qué tiene que ver todo esto con El hombre con los puños de acero? Por lo absurdo de su trama, en un principio parece ser el fruto de un cadáver exquisito, pero luego más bien parece uno de esos chistes de “¿Qué tienen en común un rapero, un vaquero británico, el kung fu, china feudal y Quentin Tarantino?” La respuesta es esta película. Y el chiste es desastroso. Entre el grotesco y la vergüenza ajena este falso collage oriental consigue ser insultante en muchos niveles. El rapero RZA (protagonista, guionista, productor y director del film) es el absoluto responsable de esta insoportable imitación bastarda y adulterada de eso que Tarantino sabe hacer mucho mejor. El problema es que aquí prepondera el homenaje y las referencias al cine explotation que parece intentar cubrir una absoluta inconsistencia argumental. Si tuviéramos que abstraer la trama a lo más básico y escueto que pudiéramos diríamos que se trata sobre una venganza. Y si se nos exigiera desarrollar la historia un poco más también diríamos que es una venganza… El hombre con los puños de hierro debe ser uno de los pocos casos en los cuales la sinopsis, el tratamiento por escena, el arco dramático de los personajes y el guión son peligrosamente similares y breves entre sí (suponiendo que haya un guión, claro). Siempre habrá aquellos que intenten justificar que el género del film o la intención del mismo es la de causar gracia y que no debe de tomarse en serio, pero no es un problema de mala interpretación. Resulta absolutamente imposible tomarse en serio un producto como este, de la misma manera que es difícil disfrutarlo como parodia u homenaje. Por momentos parece una caricatura al mejor estilo Dragon Ball Z, de a ratos se pone gore y ocasionalmente tiene sus tintes pornográficos softcore. Quizás esta extraña fórmula funcione en un país como Estados Unidos en donde RZA es uno de esos raperos sorprendentemente exitosos, pero indudablemente de la frontera para afuera se encontrará con un público más hostil. Lo mejor: Por suerte sus creadores se apiadan del espectador con la duración del metraje que se extiende a sólo 95 minutos que así y todo parecen interminables. Lo peor: Luego de su debut cinematográfico RZA ya anunció 2 películas más.