“La Roca” convertido en “esponja” Johnson Basada en hechos reales, El infiltrado nos da un golpe de impacto y de vértigo apenas inicia su narración. Diez minutos de buen ritmo para que luego el film dé vueltas sobre una serie de acontecimientos que rodean al círculo que forma el entretenimiento, por momentos tocándolo y de a ratos rozándolo. La historia de un joven que es engañado por su mejor amigo, el cual le juega una trampa relacionada al narcotráfico de drogas que lo termina viendo implicado en una condena importante. Para reducir los años de la misma, el sistema sólo permite que se mezcle en una especie de complot para contactar a un traficante y hacerlo caer en una farsa del mismo estilo de la que sufrió él. Su padre, Dwayne “The Rock” Johnson, hará todo lo posible para inmiscuirse en este tipo de enredos con total de ayudar a su hijo y conseguir que la sentencia sea menor. Como la mayoría de los relatos inspirados en eventos verídicos, posee un arma de doble filo: por un lado, la sensación que puede experimentar el espectador de tensión; y, por el otro, la adaptación a la pantalla grande de las circunstancias, las cuales pueden resultar no del todo amenas o incluso poco acertadas. Johnson sorprende para bien mostrando una faceta de hombre común y corriente, aislado de todo aquello que lo involucre en romper costillas y sacar a relucir su carácter de tipo duro. Aquí interpreta a un padre preocupado, novato para lidiar con gente que se mueve en el mundo de las drogas, siendo esa falta de tacto uno de los puntos de nerviosismo fundamentales en el andar de la película. El infiltrado está bien rodada, es una buena cinta cuyo género oscila entre el drama y el thriller, con más del primero que del segundo rubro, cumpliendo una performance disfrutable pese a no enlazar de lleno al público con lo que está observando. LO MEJOR: la actuación de The Rock Johnson, esta vez en un rol atípico. El comienzo del film. LO PEOR: no conecta por completo. Decae en dinámica. PUNTAJE: 6,2
El infiltrado es un imperdible thriller que nos permite disfrutar del mejor trabajo interpretativo de Johnson. Cumple con creces su meta de entretener con calidad, brindando un muy buen ritmo, mucho suspenso, abundante acción, muy buenas actuaciones....
Acción y Drama como en la vida misma Al toparme con una cinta nuevamente protagonizada por Dwayne “The Rock” Johnson, podía esperar una de acción, tiros y persecuciones como las que ya nos sabemos de memoria. Aun mas con la trama que prometía: un pendejo cae en cana por cubrir las pastillas que vendía un amigo, el padre quiere liberarlo y para eso va a tener que trabajar encubierto para el gobierno, infiltrándose con los narcos. Hasta acá algo visto miles de veces. Solo que en este film, la realidad y la crudeza inundan la historia y despojan cualquier cliché del genero de acción que podíamos haber visto antes, retomando el drama como el fuego abrasivo que nos devuelve al mundo real donde cada cual cuida su propia retaguardia sin importar lo que le pase al otro. Nadie es un superheroe ni nada y asi podremos ver la transformación que sufre el personaje de The Rock a través de la historia, nunca dejando de ser un tipo normal inmiscuyéndose en un mundo totalmente extraño para el. Cabe aclarar que la trama esta inspirada en “una historia real”, nunca mejor dicho. Una roca con sentimientos Los prejuicios siempre están presentes en cualquier arista de la vida. Mal que les pese a algunos puristas de la actuación este film justifica una certeza, Dwayne Johnson siempre ha sido un actor. Así es. Desde su temprano debut en la World Wrestling, creo un personaje que se convirtió en uno de los mas populares en la historia del teatro-deporte de la lucha libre. Luego de años de encarnar a personajes de acción, por fin le toca otra chance para mostrar que también puede hacer drama (la otra fue “Un Juego Contra El Destino”) Un reparto de LUJO Si bien la trama tiene como protagonista a The Rock, un gran acierto del director es haber tenido un excelente pulso para elegir al resto de los interpretes. Podemos destacar en primer lugar la genial labor de Jon Bernthal (Shane de Walking Dead) como un ex convicto que es el nexo para entrar al mundo de los narcos. Luego tenemos al gran Barry Pepper, irreconocible con barba y tatuajes, como un cana encubierto. Y si bien aparece poco, la señora actriz Susan Sarandon tiene un rol fundamental como el nexo que le da al padre desesperado una oportunidad de limpiar a su crío. Benjamin Bratt casi ni aparece, pero de ahí radica la gracia de su misterioso personaje. Conclusión Cuando termine de ver esta película en mi cabeza rondaban aun varias cuestiones. Sabia que no era una mala película, pero tampoco un 10. Cuando finalmente caí en la conclusión de que la película con sus partes de acción y ese drama tan fuerte y tan real que vivimos día a día, me había hecho pensar y mucho. Que no todo es perfecto y cada quien sigue sus propios intereses, que la política y la droga son solo otro escalón para amasar poder. Me hizo pensar. Eso en una película para mi si es un 10.
La delgada línea de la justicia El estreno de El Infiltrado (Snitch, 2013) con Dwayne "The Rock" Johnson es, en algún punto, la confirmación de La Roca como estrella. Al igual que Jason Statham, es uno de los pocos que quedan de la estirpe de más músculo y menos expresión. Heredero de la generación del 80´ (que hoy está teniendo un revival a puro inflador y botox), hace unos años que Johnson se transformó en un elemento inflador de películas. Su incorporación a la saga Rápido y Furiosos y Gi-Joe las llevó a un nuevo nivel del éxito donde aceptó ocupar un rol complementario para aportar carácter y carisma (tampoco le pedimos demasiado). Seguramente es por el éxito local de la saga de corredores furiosos que llega a la pantalla un film como El Infiltrado, pero sorpresa, no es una de acción desbocada en lo más mínimo. La película comienza con Jason Collins (Rafin Gavron) en comunicación online con su mejor amigo Craig (James Allen McCune). Este le pide recibir en su casa un cargamento de droga, necesita que las retenga solo por unos días, y de paso, le da la opción de pasarla bien. Jason duda, pero la curiosidad y el descreimiento de que pueda ser apresado le juegan una mala pasada. El cargamento viene con la DEA escondida y queda pegado a la transacción de narcotráfico. La infamia de la circunstancia es que a Jason, al igual que lo que le habían ofrecido a Craig (y por lo que cayó Jason), le dan la opción de entregar a otra persona vinculada a la drogas para la reducción de su condena mínima (la ley en Estados Unidos dicta un mínimo de 10 años de cárcel para estos casos). Todo sea por utilizarlo como eslabón para llegar a un narcotraficante mayor. Sea un pichón o un capo, lo que interesa es salvar el pellejo a costa de sacrificar a un tercero. La aparición de nuestro protagonista John Matthews (Dwayne Johnson, aquí la idea de "La Roca" queda lejos) es en el lugar de empresario exitoso y trabajador, un hombre que se pone de igual a igual con sus empleados. Antiguo camionero, hizo su fortuna con esfuerzo y nos tira en cara al self-made man americano, ese que debe transpirar para cumplir el sueño americano (que siempre está al alcance del justo). El es el padre de Jason con su antigua mujer pero ahora vive con su nueva familia en una mansión. Como padre distante, siente su falla y necesita equilibrar las cosas en su conciencia. Por eso ocupa el lugar de su hijo en delatar gente, llevándolo a profundizar cada vez más en su intento de atrapar algún criminal de calibre para salvar a su hijo que la pasa jodido en la cárcel. Esta inverosímil solución (si no estuviera protegido por la placa del comienzo del film de "basado en hechos reales") surge de una negociación con la fiscal del distrito (Susan Sarandon) y con un agente de narcóticos que trabaja de encubierto (Barry Pepper). Para aquellos que esperan un film vertiginoso a puro golpe puede resultar una decepción, está no es la típica película de testosterona. Hay adrenalina (y en algunos momentos de la buena) porque John Matthews es un hombre común, y a pesar de ser una mole (en algún punto es un desperdicio tener a La Roca y no descargar esa furia), da con el papel de hombre que no puede entender ni controlar lo que pasa a su alrededor. Johnson alcanza el objetivo de mostrarse como un padre sobrepasado por las circunstancias (con las limitaciones pertinentes) sirviéndose más del entorno familiar que de las escuetas escaramuzas y la persecución final a bordo de un camión (único momento donde se descarga la espectacularidad). Sin lugar a dudas lo más interesante en el film es el rol de Daniel James (interpretado por el actor de la serie The Walking Dead, Jon Bernthal). Él es el nexo para entrar al mundo de las drogas. Empleado por la empresa de Matthews, su intento de llevar una vida legal para su mujer e hijo desembocará en ese pasado que con tanto esfuerzo dejó atrás. Víctima de un sistema que, aunque finalmente le de una palmadita en la espalda y una redención de verdes dólares, jamás le quitará el título de paria.
Dwayne “La Roca” Johnson es el protagonista excluyente de “SNITCH” (USA, 2013) o como la conoceremos en Argentina “El infiltrado”. El título original de esta cinta dirigida por Ric Roman Waugh hace alusión a un soplón, más que a la infiltración. John Matthews (La Roca) intentará doblegar al destino luego que su hijo es acusado de contrabando y venta de drogas por parte de uno de sus mejores amigos. El padre hará lo imposible por sacarlo de la cárcel. El plan es sencillo, así como a su hijo un amigo lo obligó a recibir 300 dosis de extasis y lo delató para poder así reducir su condena, él hará lo mismo infiltrándose gracias a un “soplón” en el mundo de las drogas. Este trato, obtenido gracias a un arreglo con la fiscal de distrito Joanne Keeghan (Susan Sarandon, una dura mujer en un rol que le cae muy bien), permitirá que junto a “Cruzier” (Jon Bernthal), un ex convicto, puedan desnudar las redes de la venta y consumo de droga. Pero en el camino La Roca, se topará con el líder de un importante cartel mexicano (Benjamin Bratt) del quien terminará siendo una “mula” más y verá como su familia corre riesgos de perder la vida por sus acciones. En esta cinta son notables las ganas que tiene Dwayne Johnson de despegarse de sus papeles anteriores, en los que siempre el cuerpo mandaba. En “El infiltrado” la fuerza deja lugar al raciocinio y la docilidad. Si bien su actuación no es de las mejores, hay que reconocer que pone mucho esfuerzo por lograr interpretar a un padre desesperado por ayudar de la manera que sea a su hijo. Obviamente “La Roca” no es Sally Field, por nombrar sólo a alguien que desarrolló un papel similar en cintas como “Ojo por Ojo”(USA,1996 ) o “No sin mi hija”(USA,1991 ). Allí Field compuso a una mujer que iba hasta las últimas consecuencias para recuperar/vengar a su hija. Igual, más allá de la lejanía Johnson por momentos convence (hasta derrama lágrimas!). También por ser una cinta de este actor sorprende la escasa cantidad de escenas de acción, salvo una que otra persecución sobre ruedas todo acontece de manera líneal y simple en espacios cerrados y sin ampulosidad ni artefactos. Película dialogada, con algunos lugares comunes (el narco latino, el ex convicto conflictuado, diálogos afectados) y con un alto grado de misoginia (excepto el personaje de Sarandon, impecable, el resto de las mujeres de la película no tienen poder ni decisión), “Snitch” es una opción más para conocer los tejes y manejes del sistema judicial norteamericano, que gracias a recientes modificaciones, castiga con mayor peso a un narcotraficante que a un violador.
El Infierno tan temido Luego de trabajar durante los años ’80 y ’90 como doble de riesgo y como coordinador de escenas de acción, Ric Roman Waugh se pasó del otro lado de la cámara y dirigió dos largometrajes: In the Shadows (que salió directo a DVD en 2001) y Felon (2008). La tercera, al menos en su caso, no es la vencida ¿Es una mala película? Para nada. Pero tampoco es de esas que justifican el esfuerzo físico de desplazarse hasta una sala y el económico de pagar una entrada. Ingresa -raspando- en la “categoría” de “para ver tirado en el sillón/la cama un domingo lluvioso de invierno”. Dwayne Johnson (sí, el "ex" The Rock) está intentando emular a otros héroes de acción como Jason Statham con películas que le permitan salir del encasillamiento. Luego de incursionar en la comedia familiar (Entrenando a papá) o en la aventura (Viaje 2: La isla misteriosa), aquí se arriesga con un drama policial en el que interpreta a un padre de familia dispuesto a todo con tal de ayuda a su hijo adolescente. El planteo inicial -inspirado en una historia real- es el siguiente: Jason (Rafi Gavron), un muchacho de 18 años que vive con su madre divorciada (Melina Kanakaredes) y está a punto de entrar a la universidad, acepta que su mejor amigo le envíe por correo una caja llena de píldoras de Ecstasy. La DEA sigue el destino del paquete, lo detiene y al poco tiempo es condenado a 10 años de prisión por narcotráfico. Su padre John (Johnson), un exitoso empresario de transporte que además ha formado una nueva familia, intenta negociar con una estricta fiscal republicana (Susan Sarandon), pero pronto comprenderá que la única manera de ayudar a su hijo es aprovechando un vericueto de la ley (y de la Guerra contra las Drogas): si entrega la “cabeza” de un dealer a las autoridades conseguirá la reducción de la pena para el muchacho. Lo que sigue, entonces, es un típico descenso a los infiernos con un buen tipo haciendo malas cosas (con la supervisión de un agente de la DEA encarnado por Barry Pepper) en un submundo dominado por negros y latinos sin códigos ni límites. Hay, sí, un par de personajes chicanos que se redimen (como para compensar, no hay que olvidarse nunca de la división étnica que exige la corrección política) y una trama que en ninguno de los aspectos desentona ni se destaca demasiado: tiroteos, persecuciones en camiones, melodrama con eje en la relación padre-hijo, una mirada no exenta de sordidez y más de un estereotipo sobre los márgenes (y los marginales) de la sociedad norteamericana y, claro, una moraleja sobre “el triunfo del espíritu humano y el amor familiar”. Eso es todo. Ni más ni menos.
Un héroe terrenal El ex luchador de catch devenido en estrella de acción Dwayne Johnson, nos tiene acostumbrados a caracterizar a súper hombres en la pantalla, motivado por su gigantesco físico repleto de músculos. Sus últimas y eficaces apariciones fueron en la saga Rápido y furioso, donde sus tríceps enfrentaban cualquier adversidad. En El infiltrado (Snitch, 2012), opuestamente a lo mencionado, interpreta a un hombre común, con todas las vulnerabilidades que ello implica. La película está basada en un caso real que puso tras las rejas a un adolescente por contrabando de drogas. El chico según el film, comete una ingenuidad al recibir de manos de un amigo un “paquete” en su hogar. La cuestión es que cae preso y la jueza (interpretada por Susan Sarandon) lo liberará sólo si el niño delata a otros contrabandistas. El chico se niega y continúa tras las rejas con todos los peligros que la situación para un niño de dieciocho años implica. Pero aparece una segunda solución negociada por su padre (Dwayne Johnson) directamente con la jueza: él será quién se introduzca en el mundo de las drogas para delatar a los delincuentes a cambio de la liberación de su hijo. Como la historia lo indica, estamos frente a un relato de acción pero no fantasioso, sino con grandes componentes de drama que justifican el accionar de su protagonista. A la vez, los peligros que corre un hombre común ajeno por completo al universo delictivo, posicionan al personaje en constante tensión (presionado por la policía, por la jueza, por los delincuentes y por su compañero a quién involucra en la situación) dándole un plus al film. Todo héroe de acción invencible ha tenido su versión más “realista”. Sylvester Stallone interpretó en Condena brutal (Lock Up, 1989) a un convicto de buen corazón acechado por el sádico director de cárcel que buscaba venganza. El eje de la película no estaba en la historia de venganza sino en las relaciones paralelas que el protagonista ponía en riesgo: a su esposa, a sus compañeros, a su hijo (apadrinado), etc. Son tales vínculos los que enriquecen la trama de acción y hacen vulnerable la vida del protagonista. Con estos condimentos Dwayne Johnson da un paso adelante como héroe, participando de una historia donde importa más la trama que se cuenta que las explosiones que contenga. Atractiva, con mucha adrenalina, El infiltrado demuestra que todavía se pueden hacer películas de acción “de verdad”. Los espectadores agradecidos.
Aunque Stallone y Schwarzenegger se niegan a retirarse, también hay espacio para nuevos héroes de acción. El ex luchador de catch Dwayne Johnson, mejor conocido como The Rock, debutó en el cine interpretando al temible Rey Escorpión de La Momia Regresa. De allí pasó a ser el protagonista de El Rey Escorpión, donde ahora era el bueno. No paró, y de a poco, a fuerza de carisma y buenos golpes a los villanos de turno, su fama trascendió a todo el mundo. Su participación en la saga de Rápido y Furioso y en la secuela de G.I. Joe demuestra cuánto suma su presencia en una película...
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Un caso más Su título en castellano y los primeros quince minutos del film, bastan para conocer la trama y dar el impacto inicial de este relato que comienza como un thriller y va tomando forma de drama con algunos ribetes de acción. Un padre recibe un duro golpe cuando su hijo adolescente va preso por involucrarse inocentemente en un negocio de contrabando de droga. Para poder reducir su condena, tendrá que infiltrarse dentro de una peligrosa red de narcotráfico, poniendo en peligro su vida y la de todos los que lo rodean. El hecho de estar inspirada en un hecho real y centrarse en la presión que el personaje principal tiene por salvar a su hijo, permite al espectador interesarse por cómo un novato podrá lidiar con gente que se mueve en el mundo de las drogas y cómo terminará la historia. Tras la acción del comienzo con una serie de situaciones verosímiles, y hasta cierto punto angustiosas, van delineando más un drama con cierto discurso político acerca de la perversión del sistema judicial y penal americano sobre el consumo y tráfico de drogas, que un thriller de acción. Dwayne Johnson, asociado a habitualmente a roles de acción como en G.I.JOE o la saga Rápido y Furioso 6, intenta cambiar de registro encarnando a este padre desesperado. Pero el fisic tu rol del protagonista (más luchador que actor) que promete grandes enfrentamientos y situaciones de acción que no se cumplen, asociado a ciertos estereotipos en los personajes y algunas inconsistencias en la trama que diluyen el discurso político, hacen que el film termine convertido en un llevadero drama, con esparcidos picos de adrenalina en las breves peleas y persecuciones que consigue. Si bien El infiltrado logra captar la atención del público hasta el final, la falta de emoción en las situaciones e interpretaciones, exceptuando la siempre correcta Susan Sarandon, hacen que uno termine recordando más a los actores y a los personajes que los grandes momentos de "acción"
El infiltrado es una producción independiente de The Rock que representa su primer rol dramático en el cine. Si mirás sus últimos filmes el actor prácticamente interpreta al mismo personaje en las historias en las que apareció y acá tuvo la oportunidad de hacer algo distinto. Esta es una de las pocas veces donde lo podemos ver a The Rock trabajando un personaje más humano, que poco tiene que ver con los héroes de acción que suele encarnar en Hollywood. Acá es un hombre desesperado por conseguir que su hijo salga de la cárcel por un error que cometió y para lograr su objetivo se ve envuelto en un serio conflicto con poderosos narcotraficantes. Resulta muy interesante que esta figura que solemos ver en tantos filmes patear el trasero de los villanos, acá presente un perfil más vulnerable que tiene dificultades para manejarse con la violencia. John Matthews es por lejos el personaje más realista que interpretó el actor hasta la fecha. Hay que darle el crédito por intentar despegarse de la imagen hollywoodense y apostar a realizar un proyecto dinstinto, que encima como productor consiguió el respaldo de excelentes artistas del nivel de Susan Sarandon y Barry Pepper, quien se destaca en este film como un agente encubierto de narcóticos. El infiltrado fue dirigida por Ric Roman Waugh, un conocido doble de riesgo de Estados Unidos que en los últimos años incursionó en la dirección, donde hizo filmes independientes como In the shadows (James Caan) y Felon (Val Kilmer) que en Argentina terminaron directamente en dvd. Este su mejor trabajo hasta la fecha en el que fusionó muy bien el drama con el suspenso a través de una propuesta que sin grandes pretensiones logra capturar la atención del espectador durante toda la historia. No es uno de los grandes películones del año, pero es un film que se disfruta mucho como thriller y ofrece un buen entretenimiento.
Tomado de un hecho real publicado en la revista Frontline. el film narra la historia del hijo adolescente de un empresario dueño de una compañía de camiones. El joven recibe una encomienda que oculta un cargamento de drogas. La policía no tarda en detenerlo y acusarlo de contrabando, por lo que John, que confía ciegamente en la inocencia del muchacho, comenzará trabajar sin cesar para liberarlo, sin éxito. El último resquicio que le queda es infiltrarse él mismo en la banda de los narcos. El director Ric Roman Waugh logró imponer la necesaria emoción a esta historia que, unida a un permanente suspenso, recorre sin respiro las andanzas de ese antihéroe empeñado en hacer justicia por mano propia. Dwayne Johnson ( El rey escorpión ) salió airoso de su cometido y supo imponer su prestancia a ese padre dispuesto a todo para salvar de la cárcel a su hijo, mientras que el resto del elenco se acopló cómodamente a este relato que, sumado a una impecable fotografía y a una música de tensos acordes, se convierte no sólo en un válido entretenimiento, sino también en el emocionado relato de un hombre dispuesto a todo para limpiar el nombre de su joven vástago.
Una roca que tiene extrañas debilidades Dwayne “The Rock” Johnson es cosa seria. Portador de una caja torácica XXL que se extingue en una cinturita tamaño avispa, dos bíceps montañosos y kilos de músculo en lugar de cuello, este ex luchador construyó una marca de estilo y autoconciencia haciendo de las particularidades de su contextura física su principal arma de trabajo, llegando incluso a poner el 3D de Viaje 2: la isla misteriosa al servicio exclusivo del movimiento de sus pectorales. Hasta que llegó El infiltrado. Contraejemplo de todo lo anterior, el opus tres del ex doble de riesgo y aquí también coguionista Ric Roman Waugh tiene el extraño mérito de naturalizar –e incluso negar– el tamaño mastodóntico de su protagonista, haciéndolo lucir frágil y con las circunstancias (hijo injustamente encarcelado, trato con narcos, burocracia estatal) a punto de superarlo. Johnson se presta al juego con un grado tal de aplomo y oficio que hace creíble lo que a priori no es, como por ejemplo que un tipo de esa complexión física caiga ante una trompada minúscula y ni siquiera atisbe una devolución de gentilezas. O también que él solito y solo intente hacer todo lo que la agencia antidrogas estadounidense no pudo durante años, más allá de la gallardía infinita de sus integrantes. El adolescente Jason (Rafi Gavron) no sabía que el paquetito que le envió su amigo por correo estaba repleto de drogas. O al menos eso asegura ante la horda de policías que le salta a la yugular justo después de abrirlo. Convencido de la inocencia del nene, impotente ante las golpizas que recibe como bienvenida y seguramente aquejado por la culpa del distanciamiento posdivorcio, papá John (Johnson) está dispuesto a todo para salvarlo de un proceso legal que invariablemente le depararía unos cuantos años guardado. Tanto como para ofrecerse a entregar un pez gordo del narcotráfico a cambio de una notoria reducción de la pena, tal como acuerda con la fiscal del gobierno (trabajo a reglamento de Susan Sarandon). Su condición de experto camionero lo lleva a oficiar como transportista de un poderoso cartel de drogas mexicano. Cartel al que llega gracias a los contactos de uno de sus empleados (Jon Bernthal, el policía “malo” de The Walking Dead), quien duda porque, claro está, quiere seguir por el camino del bien, después de pasar un tiempo en la cárcel. Pero se sabe que por la plata baila el mono, y el nexo se concreta jugoso cachet mediante. A partir de allí, El infiltrado narra el descenso del bueno de John al bajo mundo del lumpenaje hispanoparlante. Y al principio lo hace bien, encuadrándose sin pudor en los cánones de un thriller directo, básico y eficaz asentado en la factibilidad o no de la supervivencia del gigantón. El problema vendrá cuando la fiscal (aparentemente republicana, of course) considere que la cabeza entregada no es tal y quiera ir por más, obligando a John a redoblar la apuesta y a Roman Waugh a focalizar en aquello que su preocupación por el fragor narrativo hasta ahora no le permitía. Esto es: en encuadrar su trabajo en las normas más noveles de la aritmética fílmica conservadora, esa que reza que mexicano = malo. Así, la película elige dejar de lado la simple y noble preocupación por el desenlace del derrotero de su protagonista para terminar erigiéndose como una fábula aleccionadora de inocultable perfil pro DEA, que por si fuera poco guarda una sorpresita con forma de mensaje digno del Tea Party justo antes del inicio de los créditos.
Todo por salvar a su hijo El dueño de una empresa de transportes está dispuesto a infiltrarse en el mundo de las drogas para librar a su hijo, encarcelado por su supuesta vinculación con el narcotráfico. La película tiene un centro desde donde parte la historia más que interesante. En la lucha contra las drogas –que por cierto se está perdiendo–, la justicia de los Estados Unidos "planta" cazabobos con pequeñas cantidades de estupefacientes para que principalmente los jóvenes se vean tentados y engrosen las estadísticas de detenidos por tráfico. Este es el relato que plantea el film –que se supone fue un caso real–, de Jason (Rafi Gavron), un chico de 18 años al que un amigo lo delata para conseguir una reducción de pena. Ya tras las rejas, al muchacho se le pide lo mismo pero él se niega a colaborar con un sistema injusto, por lo que se dispone a cumplir diez años de condena. Pero ahí aparece John (Dwayne "The Rock" Johnson), el próspero dueño de una empresa de transportes que está dispuesto a infiltrarse en el mundo de las drogas y conseguir las pruebas para incriminar a algún narco a cambio de que la despiadada fiscal Joanne Keeghan (Susan Sarandon) libere a su hijo. Después de algún intento que termina con John recibiendo una golpiza, a través de Daniel (Jon Bernthal), un ex delincuente que trabaja en su empresa, logra conectarse con un cártel de drogas y empieza una odisea para lograr el ansiado arresto. Más allá de la presencia de dos buenos actores como Susan Sarandon y Barry Pepper –aquí en plan de durísimo agente de la DEA–, el peso del relato se asienta en los anchísimos hombros del ex luchador de catch Dwayne Johnson, en un rol dramático que no está exclusivamente asentado en escenas de acción, que al actor de títulos como Rápido y furioso, Doom: la puerta del infierno o El rey Escorpión, le salen de taquito. Y si bien el musculoso Dwayne ya mostró su veta vulnerable y hasta divertida en comedias como Papá por sorpresa y Súper agente 86, el desafío actoral de El infiltrado es mucho mayor. Y hay que decir que The Rock sale bastante airoso como el padre dispuesto a todo por sacar a su hijo de la cárcel –y todo significa su matrimonio, su empresa y hasta su vida–, haciendo de mula para un temible cártel de drogas liderado por “El Topo” Pintera (Benjamin Bratt), que como prueba de lealtad, lo obliga a transportar varios millones de dólares sucios en uno de sus respetables camiones hasta México. El moderado atractivo del film es entonces el muy recorrido camino del hombre común enfrentado a circunstancias extraordinarias y totalmente ajenas a su vida como el delito, que tiene como condimento adicional ver a un actor de acción contenido, coqueteando con el melodrama y vulnerable como un personaje ordinario obligado a negociar en términos que desconoce con el sistema, aunque por supuesto, después se suelta y hace lo suyo. Lo de siempre.
Dwayne Johnson vuelve a encarnar a un héroe de acción en un papel que parece hecho a su medida, una especie de padre coraje en este thriller bien rodado que es mucho más que “una de tiros y explosiones” ya que combina con certeza acción y drama y permite el lucimiento de The Rock en el juego que más le gusta jugar.
El coraje de papá Antes de que el espectador pueda objetar cualquier inverosimilitud en esta película, un cartel le avisa que la historia está “basada en hechos reales”. Un adolescente es condenado a diez años de cárcel por haber recibido un paquete con una importante cantidad de drogas que un amigo le envió por correo. Debido a una ley, sólo si colabora entregando a otros dealers, y ayudando a la fiscalía a “hacer arrestos” podrá reducir su pena. El problema es que el joven no tiene contactos porque en realidad se trató de una torpeza juvenil, y no quiere involucrar a inocentes. Por eso su padre (Dwayne Johnson) le ofrece a la fiscal Keeghan (Susan Sarandon) conseguir esos arrestos, con el compromiso de que cuenten para la liberación de su hijo. De este modo, él, un exitoso empresario de la construcción, se verá involucrado en el mundo del tráfico de drogas. La historia es interesante si no se presta demasiada atención a lo increíble que resulta que un simple padre de familia llegue a contactar a personajes de importancia dentro del mundo de la delincuencia en el primer intento. O los cárteles de drogas son más accesibles de lo que parece, o la DEA realmente tiene muchas carencias operativas. Otro obstáculo para la credibilidad de la trama es el “physique du rol” de Johnson. Evidentemente el padre de la historia real no tenía esa musculatura, porque, si bien se supone que el personaje no sabe de peleas, la escena en la que lo tumban tres alfeñiques consumidos por los estupefacientes es bastante extraña. Al margen de eso, las actuaciones están muy bien, Johnson hace un gran esfuerzo por mostrarse versátil, y en parte lo logra. Sarandon en su ambivalente papel de la fiscal en campaña política que busca el rédito a pesar de cualquier cosa, interpreta su papel de taquito, y otro que se destaca es Barry Pepper como el agente de lucha contra el narcotráfico que acompaña las operaciones. Bien realizado, con una buena propuesta estética a la hora de filmar las escenas de acción, el filme propone suspenso, una narración ágil, y una clara postura de los realizadores con respecto a esa ley de penas mínimas que conducen a más de un “perejil” a terminar tras las rejas por una mínima estupidez.
Poco ruido y muchas nueces El Infiltrado quizás no sea la película por la que se vaya a recordar a Dwayne “The Rock” Johnson por el resto de sus tiempos como actor, ni es necesariamente una película que pueda hacer uso de su cultural figura y status. Pero curiosamente es uno de los trabajos más sólidos tal vez de toda su carrera. No se trata estrictamente de un film de acción -aunque la tiene- o de género puro a los que The Rock (que ahora insiste, y no en vano, en llamarse Dwayne Johnson) nos tiene acostumbrados, ni tampoco se muestra él tan resuelto ni invulnerable en su rol; todo lo contrario. Se trata de un testimonial que cuenta la historia de padre divorciado, a la vez empresario (trabaja en construcción y transporte) que se propuso como informante de la DEA para salvar a su hijo, acusado injustamente de posesión y tráfico de drogas, de una condena segura y no menor a 10 años de prisión. Este padre, de golpe superado por las circunstancias y sin más opción que exponerse al peligro del mundo de los narcos, se vio en riesgo de muerte junto a su familia y es su historia real la que cuenta esta película, sin ánimos de hacer género ramplón ni tratar de vender pirotecnia barata tras la maldita frase “basada en hechos verídicos”. A excepción de un último acto (cuándo no?) que trivializa un poco la cuestión, El Infiltrado sorprende por su sobriedad y buena administración de recursos. La historia suena conocida; es simple y no menos clásica, pero su narración acompaña y no defrauda. Viendo El Infiltrado reconforta el grado de prolijidad y control que hay sobre los hechos que acontecen en pantalla, con un relato que aporta las dosis justas de drama y policial sin caer en lugares comunes burdos (aunque algunas convenciones habrá, claro) ni en tonos o registros inverosímiles; por el contrario, hasta resulta extraño ver a Dwayne molido a palos como cualquier cristiano a manos de un grupo de vendedores de droga en una esquina, o verlo vencido por situaciones que normalmente The Rock resolvería a puño limpio o a los bazookazos. Además, Johnson vuelve a mostrar su carisma y –aunque limitados- dotes como actor dramático, y prueba que puede trascender arquetipos como los del G.I Joe anabólico repetido hasta el hartazgo, por mejor que esto último le salga, desde luego. Del resto del reparto se destacan Susan Sarandon como la fiscal que maneja el caso, perfecta en su numerito de burócrata, y Barry Pepper, actor extraordinario y normalmente subvalorado que encarna al clásico agente eternamente de incógnito que ya ni recuerda su nombre real. Todos funcionan a la perfección y le ponen convicción a una historia que, protagonizada y dirigida con menos entusiasmo, bien podría haber pasado directo a DVD o acabar como digna de un Domingo por cable. Se nota la diferencia y no poco; El Infiltrado tiene banca y definitivamente se merecía un lugarcito en el cartel (cinematográfico, no de la droga…).
Cuando The Rock conoció a Susan Sarandon. Podrán salvar el día de criminales, ataques terroristas o invasiones militares, pero las estrellas de acción no suelen salir de la zona de confort cuando están fuera de la pantalla. Claro, siempre habrá gente como Jason Statham o Sylvester Stallone, mezclando el golpe y la patada con el ocasional proyecto fuera de género. Pero, por su mayor parte, los héroes no escapan de su área establecida. De todas formas, eso no impide que gente como Dwayne Johnson busque ampliar sus habilidades, en estrenos como El infiltrado (Snitch, 2013), un drama con tintes de thriller que se queda corto a la hora de desarrollar su planteo inicial. La historia “basada en hechos reales” (esa etiqueta en la que ya no se puede confiar) nos presenta a John (Johnson), un dueño de una compañía de construcción, que descubre que su distante hijo fue atrapado con una gran cantidad de éxtasis, lo que lo hace merecedor a una condena de por lo menos 10 años en prisión. Sin embargo, el joven no es un dealer, sino que fue engañado por un amigo arrestado que quiso reducir su sentencia. Tras negociar con la fiscal distrital (Susan Sarandon), el padre entiende que la única opción para acortar los años de cárcel de su muchacho es entregar él mismo la cabeza de un gran capo de los narcóticos. Presionado por el daño sufrido por su chico tras las rejas y por la culpa propia, John se mete en el inframundo criminal, arriesgando su vida al hacerse pasar por un transportador que busca tratos en ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México. Con esta base, uno se inclinaría a pensar que se va a establecer un film que analice el lado humano detrás de las inconsistencias de la Guerra contra las Drogas. Pero en las manos del doble de riesgos vuelto director Ric Roman Waugh y el guionista Justin Haythe (El llanero solitario, Sólo un sueño), el tema es pura superficie, una mera excusa para el melodrama. Los pocos indicios de temas a desarrollar (el aprovechamiento político, la contradicción de la culpabilidad) son voces débiles, escondidas por el foco a los estereotipos de familias americanas separadas en busca de esperanza y oscuros criminales de carteles y barrios de clase baja., y ahogadas para la hora del forzado clímax, única muestra real de la acción que prometen falsamente los adelantos publicitarios. Estas condiciones no son las mejores para probar un nuevo terreno, pero, en algunas instancias, Johnson tiene éxito. A esta altura, el carisma es su marca registrada (como ya se vió antes este año en G.I. Joe: El contraataque y Rápidos y furiosos 6), y su presencia ayuda a levantar algunos baches del libreto, aunque también salen problemas de esto: durante las escenas íntimas, uno no puede ver al padre típico de clase media que busca el argumento, sino al ex-luchador con appeal masivo que se atrajo por las salas. Se nota más al observar el elenco secundario, que lo ayuda casi tanto como lo opaca, pasando de Sarandon a Michael K. Williams y Jon Bernthal (conocidos por sus trabajos en The Wire y The Walking Dead, respectivamente), quienes se lucen a pesar de lo estereotípico de sus personajes. Pero, fuera de la buena labor de sus actores, hay poco que separe a El infiltrado de esas producciones hechas directamente para canales de cable. Así, la inacción de esta pequeña historia termina creando la droga menos deseada para una película: el somnífero.
Un padre reivindica a su hijo "El infiltrado" plantea un tema relacionado con las drogas y en el que, desafortunadamente, cualquiera puede verse involucrado. Es una clásica película de acción, con sus peleas, persecuciones y disparos, sin caracteres que se destaquen, algunos estereotipos y un buen ritmo, que la transforman en ese tipo de entretenimiento que muchos buscan como pasatiempo liviano. Ric Roman Waugh ha desarrollado distintas actividades dentro de la industria cinematográfica, antes de convertirse en director. "El último mohicano", "Soldado universal", o "Arma letal II", son sólo algunos de los filmes en que hizo de "doble de riesgo". Se ve que se cansó de tantos puñetazos sin sentido, revolcones en el polvo o caídas peligrosas y eligió otra profesión que tiene, según cómo se mire, ciertas protecciones: la de director de cine. Eso sí, parece que le encargan películas de acción como aquéllas en las que intervino y como ésta presentada ahora en Buenos Aires. "El infiltrado" plantea un tema relacionado con las drogas y en el que, desafortunadamente, cualquiera puede verse involucrado. Hay un adolescente, Jason Collins (Rafi Gavron), que poco antes de iniciar la universidad, por haber recibido un paquete con drogas en su casa, que le envió un compañero de estudios, se enfrenta a una condena de varios años de prisión. ENTRE RIESGOS El chico es hijo de un importante ejecutivo, John Matthews (Dwayne Johnson), que por supuesto, hará todo lo posible por salvarlo. No hay demasiadas posibilidades para el joven, a pesar de todas las conversaciones que su padre tiene con la fiscal Joanne Keeghan (Susan Sarandon). La única manera que encontrará Matthews es enfrentarse a sus propios prejuicios y meterse en el submundo de los narcotraficantes, para, de alguna manera, en su condición de informante de la Drug Enforcement Administration (DEA), pueda reducir la condena de Jason. El asunto se va a complicar, más cuando aparezca una peligrosa conexión con un Cártel de la droga en México. "El infiltrado" es una clásica película de acción, con sus peleas, persecuciones y disparos, sin caracteres que se destaquen, algunos estereotipos y un buen ritmo, que la transforman en ese tipo de entretenimiento que muchos buscan como pasatiempo liviano. A lo dicho se suman las correctas actuaciones de Dwayne Johnson (John Matthews), con un despliegue físico envidiable, Barry Pepper como el agente Cooper y Susan Sarandon en el papel de la fiscal Joanne Keeghan.
Película de acción simple y entretenida Dwayne Johnson, alguna vez conocido como The Rock, hace películas para la gente común, y esto no quiere decir que no sean buenas, sino simplemente que no son para nada complejas. Por otro lado el director Ric Roman Waugh era doble de riesgo antes de ubicarse detrás de la cámara, y sus legendarios trabajos a las órdenes de directores como John Woo le consiguieron un puesto superior en la jerarquía cinematográfica. En todo caso, la combinación con un actor que era luchador dio lugar a esta sencilla pero lograda película sobre un padre que hace cualquier cosa con tal de evitar que su hijo pase 10 años en la cárcel. Es que el hijo de 18 años del protagonista cometió un error y se metió en un asunto de narcotráfico como si fuera una travesura adolescente. La implacable fiscal que interpreta Susan Sarandon no piensa darle la menor oportunidad, por lo que el único pacto que se puede hacer con la ley es que el padre logre un arresto de algún narco importante si quiere poder restarle tiempo a la condena de su hijo. La trama parece algo disparatada pero supuestamente se basa en un caso real. De todos modos, una vez que empieza la acción, el director recuerda su pasado de doble de riesgo y las escenas vertiginosas borran cualquier duda sobre la coherencia del guión. A este nivel la película es más que sólida, y la verdad es que hasta Dwayne Johnson actúa bien, aunque por supuesto no a la altura de Susan Sarandon, que ofrece otra de sus brillantes composiciones, ni de Barry Pepper que logra interpretar con credibilidad a uno de esos típicos policías estilo Serpico.
Dwayne Johnson demostró en el último tiempo ser un Gatorade humano para las franquicias en agonía. De haber algún proyecto en dificultades para continuar su recorrido en la taquilla, la fórmula mágica parece ser sumar un poco de roca a la mezcla para así obtener un resultado superior al imaginado. Primero llegó el turno de Fast Five, quinta entrada dentro de la serie de películas rápidas y furiosas que, si bien venía en alza luego de una cuarta parte que mejoraba el panorama, ofreció la más lograda de todas y convirtió a la saga Fast & Furious en una de las más destacables opciones de acción disponibles en pantalla grande. Sin llegar a esos niveles, tanto lo que es Journey como también G.I. Joe se vieron beneficiadas con su incorporación en las segundas partes, que abrieron futuros algo más prometedores para propuestas que no tuvieron una fuerte salida en su momento. El hombre formerly known as The Rock tiene un buen timing cómico y ha encontrado el punto justo para que este no se vea opacado por sus músculos, no obstante siempre tiene algún proyecto como Snitch en cartera. Si bien ha logrado combinar acción y humor con mucho éxito, el actor mantiene algunos vehículos para que encabece como este, en los cuales se prioriza lo primero y no hay lugar para lo segundo. Así como lo hacía Faster dos años atrás, con un ritmo que como el título indica era algo mayor, El Infiltrado es una apuesta genérica que no tiene sorpresas, de aquellas que Johnson protagonizaba tiempo atrás -antes de lograr el status que hoy detenta- y que, de no ser por su sola presencia, bien podrían tener un destino directo al formato hogareño. Ric Roman Waugh, doble de riesgo devenido en director, es quien dirige al ex The Rock en lo que es una de sus mejores interpretaciones, sobre todo porque no puede refugiarse en la comedia. Esto se acrecienta, además, por una cuestión de que por decisiones de los realizadores -cabría preguntar por qué elegir a Dwayne Johnson para el papel si no se van a exprimir sus principales cualidades- tampoco puede recurrir a su físico, encerrado más bien dentro de lo que es un padre de familia común y corriente pero con una musculatura fuera de lo normal. Si bien hay buenas interpretaciones -Susan Sarandon más en piloto automático pero bien como la fría fiscal, pero con Barry Pepper y Michael Kenneth Williams llevándose la atención-, no es una película que logre sobresalir de la media. Lo que ocurre es que hay un error de concepto generalizado en torno a la misma, lo cual limita sus posibilidades y la condena a arrastrar un peso negativo de forma constante. La lucha contra el narcotráfico parece ser algo simple, algo que claramente puede hacer cualquier hombre de trabajo que quiera defender a los suyos. Al aceptar esa premisa básica, todo se desarrolla con un nivel de normalidad que es improbable, motivo por el cual no hay espacio para el humor o para espectaculares secuencias de acción, sino solo algunas persecuciones o tiroteos medidos. Si bien sale bien parado de este proyecto, a esta altura Dwayne Johnson está para más y lo sabe.
Viaje al mundo narco Logrado filme de acción y suspenso, con Dwayne Johnson. Ver el afiche de El informante es sinónimo de arrugar la nariz: ahí está Dwayne Johnson, un ex luchador devenido actor de cine de acción/aventuras (El rey escorpión, Rápidos y Furiosos 5 y 6, G.I. Joe: La venganza), cuyo sobrenombre, The Rock (La Roca), podría responder a sus dotes actorales. Pues bien, esta vez el radar prejuicioso falla: el héroe es de piedra, pero El informante tiene algunos condimentos que hacen que se deje ver. Lo interesante de la película es su pátina social, gracias a la cual nos enteramos de algunos vericuetos asombrosos del sistema legal estadounidense. El narcotráfico es una ofensa federal con penas altísimas: según la cantidad de droga, un traficante sin antecedentes puede enfrentarse a, como mínimo, diez años de cárcel. Tal como explican los títulos finales, la condena promedio para alguien que es arrestado por primera vez es mayor que las condenas promedio por violación, abuso de menores u homicidio. Lo más perverso es que la única manera de ver reducida la condena es delatar a otros traficantes. Es decir, convertirse en un buchón. En esta situación se encuentra, ridículamente y de la noche a la mañana, el hijo adolescente del protagonista. Entonces John Matthews (Johnson) deberá decidir cuál es su límite moral y hasta qué punto pone en riesgo al resto de su familia, y a terceros, en pos de ayudar al chico en apuros. A partir de aquí sólo cabía esperar tiros, patadas y persecuciones, a la manera de, por ejemplo, Taken. Sobre todo si se tiene en cuenta que el director y coguionista del filme, Ric Roman Waugh, desarrolló la mayor parte de su carrera cinematográfica como doble de riesgo. Y sí, hay acción, pero también una trama de suspenso que la sostiene y justifica. Al final del camino están los cárteles mexicanos tan en boga en la actualidad, pero, de todos modos, el máximo villano es el Poder Judicial, encarnado en una fiscal ambiciosa (Susan Sarandon, que con su sola presencia compensa la escasa expresividad de Johnson), que quiere mostrar eficacia a cualquier precio. Y ése es uno de los detalles que diferencia a esta película de otras parecidas.
Es un thriller de acción, pero también una manera de ver cómo funciona le ley la lucha contra el narcotráfico en EEUU. Un chico a punto de entrar a la facultad admite recibir un paquete con drogas. Es apresado y condenado. El padre del chico comprende que si se mete con el narcotráfico y entrega a un pez gordo, salvará a su hijo de la cárcel. Un recoveco legal. Y la excusa para la acción. Entretiene, nada más.
Dwayne Johnson al rescate de la sangre Buen policial este aquí titulado Infiltrado, traducción desangelada del original en inglés, "Soplón". Basado en hechos reales, se inspira en una ley norteamericana que permite disminuir las condenas por droga, si los ajusticiados marcan a otros delincuentes o participan en celadas para atraparlos. Pero de la letra a la calle hay abismos. Un muchacho sin antecedentes es vendido y le cuesta varios años de cárcel, algo que su padre no logra concebir. Como el chico no quiere convertirse en delator, la única salida que encuentra ese hombre para extraerlo del infierno es llegar a un peligroso acuerdo con la fiscal del caso. Él, empresario de la construcción, será quien tienda la trampa a los traficantes. Para disfrutar, el filme tiene la atmósfera de buen policial hollywoodense de corte independiente, acción en gran escala, y un tercer pilar dramático, tal vez el mejor constituido de todos. La música incidental es importante y ayuda a determinar el perfil emocional. Son violines que suenan bajo un parche sonoro estable, que buscan la sensibilidad detrás de reacciones intempestivas en el aturdimiento. La fotografía no desentona. Los suburbios están bien reconstruidos y llevan el ritmo del suspenso. Se dispersan y muestran coralmente las escenas de mayor vértigo (la más espectacular, la del vuelco del camión tráiler). En sus mejores momentos, el guion también adopta esa multiplicidad de perspectivas. La línea del relato se ve constantemente asaltada por imponderables externos que la dotan de una tercera dimensión. Ese libreto también explota el dramatismo, porque es acertado al pintar el alma de los personajes. Está el padre separado desesperado por su hijo. El ex convicto que lucha con la tentación de volver una sola vez a las andadas para salvar a la familia. La traición masculina, las ideologías adversarias dentro de la fuerza policial. Una película para tener en cuenta.
Breaking más o menos bad Y sí, El infiltrado es una de esas películas en las que el amable ciudadano blanco norteamericano tiene que hacerle frente al mal representado por la droga -la DROGA así dicho con mayúsculas- y su nexo inevitable: los negros, la marginalidad, los latinos. Ya lo sabemos, hay toda una corriente de un cine norteamericano reaccionario o con una mirada centralista exacerbada, explícita o implícitamente: El infiltrado, en ese sentido, es bastante moderada pero no deja de sostener ciertos estereotipos y paradigmas nocivos. Dicho todo esto, y marcando de forma precisa nuestra distancia ideológica con el film, hay que reconocer que contra muchos prejuicios que uno podía tener antes de verla, la película de Ric Roman Waugh y protagonizada por Dwayne Johnson, funciona bastante bien como thriller con ribetes dramáticos, con una historia concentrada en su personaje principal y sin ampliar mucho la mirada para no caer en tentaciones peligrosas. El film es como la serie Breaking bad, pero más moralista y menos oscura. El tópico es bastante usual, un hombre común se debe meter en el bajo mundo delictivo para resolver un conflicto que siempre, pero siempre, es justificación. Lo que hace la serie de Vince Gillian es mostrar que atravesado ese límite, es muy difícil regresar al lado “bueno”. El infiltrado, por el contrario, muestra un descenso hacia un infierno no tan profundo y todo lo tiñe la necesidad de ese padre por sacar a su hijo de la cárcel. En todo caso evita una sordidez excesiva, y nos dice que su protagonista nunca pierde el centro de su “bondad”. Por más dinero y falopa que le metan en su camión, el buenazo de John nunca caerá en la tentación. Hay que tener en cuenta, también, que el film está basado en una supuesta historia verídica. Póngale usted entonces que, más o menos así, ocurrieron las cosas Esa moderación que decíamos es también la del relato, que Roman Waugh trabaja con amabilidad de artesano. Uno podía imaginar -más teniendo presente el tráiler- que el protagonista andaría a los tiros por ahí para rescatar a su hijo. Pero lejos está el film de convertirse en una más de vengador anónimo: El infiltrado es una película que -como buen Americano- cree en las instituciones (ahí tienen una DEA que actúa con precisión), respeta los mecanismos de la justicia, aunque también se permite cierta ironía ante argucias como las de poder armarle una causa a otro con el fin de lograr una reducción de la pena propia. La falta de acción -que tardará en llegar, y lo hará sobre el final con una secuencia que funciona como un Duro de matar con Rivotril-, entonces, avanza en la necesidad de un componente dramático mayor y de un buen manejo de las herramientas del thriller. Y el director saca buenos resultados de una presencia particular como la de Dwayne Johnson, habitual del cine de acción pirotécnico pero lejos siempre de un producto que requiera un compromiso emocional más amplio. Johnson, que realiza aquí su apuesta y no desentona, brinda una actuación consistente y hasta sale bien parado cuando tiene delante un monstruo como Susan Sarandon, que aquí pone el piloto automático y construye un personaje con una malevolencia asordinada que choca contra el resto del film, más liso y plano. Con estos elementos -y no mucho más- El infiltrado es un moderado entretenimiento, que supera un poco sus propias limitaciones: las de drama de la semana y la de policial reaccionario.
Todo por un hijo A John Matthews (el musculoso y rígido ex “Rápido y Furioso”, Dwayne Johnson) le cambia la vida cuando su hijo es condenado a prisión por narcotráfico. La prolija estabilidad junto a su nueva esposa y su hija pasan a segundo plano cuando se trata de salvar a su hijo mayor. Pero la decisión no es para nada simple: Matthews debe infiltrarse como agente encubierto en el cartel de drogas más peligroso que opera entre Estados Unidos y México, para poder desbaratarlo. Y si el padre logra este difícil cometido, la fiscal Joanne Keeghan (Susan Sarandon) hará que su hijo recupere la libertad. A partir de este momento comienza un policial interesante, cuidado, con pulso firme y sin excesos de violencia ni sangre, que a veces resultan distracciones para una trama ausente. Johnson logra crear un personaje terrenal, sensible y desesperado ante el sufrimiento injusto que padece su hijo, manejando las situaciones desde el lugar de padre, pero también desde el lugar de héroe, que busca la justicia por mano propia. El director Ric Roman Waugh dotó a esta historia real de la emoción y el suspenso en sus dosis necesarias para convertirla en un filme y lograr mantener expectante al público durante 112 minutos. Y las actuación de Sarandon representa un breve pero fundamental rol para que esta historia se desencadene. “El infiltrado” resulta un thriller recomendable tanto en términos de entretenimiento como en cuestiones cinematográficas. Una película que hace hincapié en la cuestión judicial, la rigidez legal y sobre todo, en la entrega desesperada de un padre por su hijo.
Amor de padre a prueba de balas John Tiene una empresa de transportes de camiones de gran porte. Vive con su nueva mujer y tiene una hija pequeña. También tiene un hijo de 18 años, Jason, de un matrimonio anterior. Jason comete el grave error de recibir un paquete riesgoso de un intimo amigo sin darse cuenta que es una trampa para que, inocentemente, pague una condena en lugar de su amigo. Por más que todos saben que en realidad cayo inocentemente, la fiscal le ofrece a John que si quiere sacar a su hijo de la cárcel consiga arrestar a quien realmente sea el superior del amigo de Jason. No le importará meterse en el mismísimo cartel de la droga para tratar de que la fiscal consiga liberar a su amado hijo. Esta película, basada libremente en hechos reales, es a la medida para que Dwayne Johnson muestre sus dotes para las películas de acción. El film está plagado de lugares comunes, eso no le impide que tenga muchísima acción y cierto grado de suspenso en cuanto a la trama. Susan Sarandon como la fiscal le sobra talento y lo vuelve a demostrar. Una buena fotografía y unas bien filmadas escenas de acción y de persecución hacen de “El infiltrado” una película que seguramente le va a gustar y mucho a los seguidores de los filmes de acción con algo de suspenso.
El grave problema de éste filme, basado en hechos reales (¡vaya uno a saber cuáles fueron!), es que de todo lo que se ve, lo efectivamente real, intenta sustentarse en la alegoría hitchcockiana de un personaje ordinario envuelto en una situación extraordinaria. John Matthews (Dwayne “The Rock” Johnson) es un hombre de trabajo, un empresario exitoso, a la vez que un padre que sale a resguardar a su joven hijo Jason (Rafi Gavron), quien por inexperiencia queda enredado en el trafico de estupefacientes. Ante la posibilidad de un arreglo, el de trabajar como “soplón” (de ahí el titulo original del filme “Snitch”) para el FBI, a la cual se niega el joven, lo que sí es asumido por su progenitor. Ahí esta el problema. El actor Dwayne Johnson, aquí también en función de coproductor, héroe de filmes de acción por excelencia (próximamente lo veremos en “Hércules”), no da, desde el “fisic du rol”, por presencia, con el personaje principal, es de todo menos una persona ordinaria. Por ende casi todo se torna inverosímil. Para poder cumplir con la “tarea”, arreglo de por medio con la fiscal de turno. Joanne Keeghan (Susan Sarandon), con el propósito de que le sea reducida la condena de su hijo, se “infiltrará” en una red de narcotraficantes despiadados, todos latinos o negros, con el peligro que eso conlleva, para tenderles una trampa. Se pone bajo las ordenes del experimentado agente Cooper (Barry Pepper) miembro de la DEA, quien lo guiara y le dará el apoyo necesario para que logre el éxito en su misión. Al mismo tiempo que estamos en presencia de una producción de acción, como planteo original e importante, ya que es en el desarrollo de este conflicto que el filme va desplegando las acciones y su recorrido, se va planteando una subtrama que en realidad es la disparadora de todo, la reconstrucción de la relación padre/hijo, algo demasiado elemental. La narración es previsible, plagada de lugares comunes, clisés, y personajes demasiado estereotipados. Es verdad, entretiene, pero más por la velocidad de las imágenes impuesta desde le montaje que por la credibilidad del texto. Punto.
Una historia basada en hechos reales llena de: acción, tiros y persecuciones que da como resultado un thriller atractivo. El film tiene un elenco muy atrayente y más aún cuando se aclara que esta “Inspirada en hechos reales”. Narra los momentos que vive John Matthews (Dwayne Johnson, alias “La Roca”) dueño de una compañía de camiones. Se encuentra en buena posición económica y está casado con Annaliza (Nadine Velazquez). Tienen una pequeña hija, viven en una casa preciosa y sin sobresaltos. Pero esa paz se perturba cuando recibe una llamada telefónica y se entera que su hijo Jason (Raffi Gkavron), de 18 años fruto del matrimonio anterior con Sylvie Collins (Melina Kanakaredesse) se encuentra detenido por haber recibido un importante paquete con éxtasis, que lo compromete y mucho con la DEA, pueden ser hasta 30 años de prisión porque no quiere delatar a su amigo. Aquí John Matthews comienza a agotar todos los recursos para salvar a su hijo hasta llega a hablar con la fiscal Joan Keegan (Susan Sarandon), con la finalidad de convencerla que reduzca la condena, pero dentro de los marcos legales eso es imposible. Este padre desesperado pone su vida en peligro y comienza a meterse como anzuelo en el oscuro mundo del narcotráfico, convence y pone en riesgo la vida de su empleado, un ex convicto, Daniel (Jon Bernthal) aunque en un principio no quiera termina aceptando. Todo se comienza a enredar, aparecen otros personajes, un viejo distribuidor Malik (Michael K. Williams), Juan Carlos 'El Topo' Pintera (Benjamin Bratt) jefe de un importante cartel de la droga; y quien lo orienta a Matthews que es el agente en narcóticos Cooper (Barry Pepper) con barba y tatuajes. El argumento ya se vio bastante pero está bien seguir planteando las relaciones de padres e hijos, la angustia, el compañerismo, la amistad, el amor, la soledad, el peligro y el poner límites; en medio de tanta acción, adrenalina, suspenso, tensión y un ritmo que se mantiene. En cuanto a lo actoral de Dwayne Johnson, es efectivo con un revólver, ametralladora y peleando, su rostro no lo ayuda demasiado y hace honor a su alias “la roca”, aunque aquí su papel es más dramático; Sarandon solo correcta no se encuentra mucho tiempo en pantalla; Para destacar la gran interpretación de Jon Bernthal como jefe de familia que debe proteger a los suyos.
Condenan a un adolescente a una pena de treinta años de cárcel por venta de drogas. Su padre (Johnson), para conseguir que le reduzcan la condena y que salga en apenas unos meses, se pone en contacto con un narcotraficante de renombre. El film está dirigído por Ric Roman Waugh, quien tiene pocas películas en su curriculum de director pero se destacó modestamente con Felon (2008), y lo coescribe junto a Justin Haythe. Protagoniza Dwyne "The Rock" Johnson y participan Jon Bernthal (a quien recordamos con desprecio por su insoportable papel en The Walking Dead), Susan Sarandon, Barry Pepper y Michael Kenneth Williams. ¿Qué onda? Ésta es la película que Johnson quizo hacer para despegarse un poco de su imágen de chico rudo cara de piedra y buscar hacer un papel más actoral, en donde se vean un poco más sus expresiones y no tanto sus golpes. El problema es que desde el vamos, pese a ser un drama, está vendido como un thriller con altas dosis de acción, lo vemos en el trailer, lo vemos en el poster y en el film se nota un tira y afloje. A Johnson es practicamente imposible sacarle su cara de piedra, le pone muchísimo empeño y lo bancamos (por eso y mil dosis de acción deserebrada que amamos por acá) pero no le alcanza para un papel dramático y sentido. No se quiebra cuando llora, le cae una lágrima y se seca entre la roca caliente, sin exagerar. Las escenas de acción están bien, pero son tranquilas al lado de las que nos tienen acostumbrados ya que es un thriller dramático, y anfatizaron más en eso. Vemos a Johnson, gigante, con su precencia, algo asustado, intentando ser un tipo normal... pero se lo ve forzado. Jon Bernthal interpreta a un ex-convicto y hace un papel casi calcado del que hizo en The Walking Dead, un tipo agoviado por su pasado, temperamental, desbordado, intentando hacer lo mejor si importar las consecuencias. El resto del reparto casi no se destaca ya que no aparecen mucho, es prácticamente Johnson discutiendo con Sarandon y Bernthal antes de luchar contra infinitos lacayos narcotraficantes. El manejo de los tiempos narrativos es bueno, pero hay una sobredosis de clima opresivo enfatizado con la banda sonora que marchita el entretenimiento. Puntualmente, hay unos violines y chelos de fondo, constantemente, a destiempo, entrecortados, que no te dejan apreciar lo que hay en pantalla. No hay giros argumentales mágicos, y si bien no es algo trilladísimo, si es un guión clasicón, sin sorpresas. Se inyectaron a presión escenas de acción para conformar a los que fueron a ver a The Rock golpear o hacer explotar todo y se buscó emocionar sin resultados. Por momentos se hace tediosa. Esperemos que Ric Roman Waugh se vuelva a encaminar con su próxima película, que con Felon había hecho un certero y efectivo trabajo.
Papá coraje Lo venimos diciendo desde hace tiempo: Dwayne “The Rock” Johnson es un actor que crece a pasos agigantados. En pocos años, el protagonista de El Rey Escorpión ganó notablemente en carisma y versatilidad, por eso se lo puede ver ejecutando cada vez con más comodidad el papel de héroe de acción y de aventuras pero también otros roles distintos como el de monigote-querible-de-película-para-toda-la-familia (Hada por accidente), parodia hilarante de sí mismo (Policías de repuesto) o ahora padre atribulado que debe rescatar a su hijo sin disparar una sola bala, lanzar un golpe o realizar proeza física alguna. Esa es más o menos la prueba de fuego que representa El infiltrado: la humanidad muscular de The Rock debe ajustarse a los rigores del drama cinematográfico. El desafío es quedarse quieto en un solo lugar en vez de recorrer el mundo repartiendo piñas y misiles, y el actor lo supera sin traicionar su estilo: el cuerpazo bestial de La Roca se acomoda en el plano hasta convertirse en un elemento central del drama; sus hombros, que en un primer plano asemejan un paisaje interminable que se extiende a lo ancho del encuadre, transmiten toda la angustia y la derrota del padre que ve cómo su hijo mimado vive un infierno en la cárcel. Si en el cine de acción el cuerpo es indestructible y a prueba de explosiones, aquí el género demanda que sufra, que exprese el dolor por el que atraviesa John. Como buen drama físico que es, El infiltrado se toma el trabajo de inscribir el cansancio y la ansiedad directamente en la carne, en la cara y la postura de los protagonistas, incluso en aquellos que son ajenos al problema de la familia como el del agente de narcóticos Cooper, que con apenas un par de gestos de los ojos y con su mirada displicente deja imaginar las largas horas de vigilancia, café y mal dormir (increíble actuación de Barry Pepper). Cada vez que Jonh visita la cárcel su hijo exhibe los signos en aumento de vaya a saber qué brutalidades y vejaciones; el pico de la tragedia llega cuando, con Jason al borde de la muerte y su familia perseguida por los narcotraficantes, a Dwayne Johnson, a La Roca, se le llenan los ojos de agua. El prodigio consiste en que que el líquido que nubla su mirada no se derrama, como si el gesto último del duro de acción fuera emocionarse pero contener las lágrimas, que estas no lleguen a rodar por la cara. El efecto es devastador: nadie puede contener el llano si el padre-héroe-amigo La Roca se quiebra, no somos tan fuerte como él. El actor hace una impensada incursión en el territorio del drama y consigue sostener la película con apenas una escena de acción sobre el final. El resto del tiempo, Dwayne Johnson es solo un hombre común que debe internarse en el submundo del narcotráfico como puede, aunque eso le cueste más de una golpiza y sea utilizado vilmente por una jueza para desbaratar un cártel de drogas. Por algún motivo desconocido, las mujeres de El infiltrado actúan todas mal, incluso Susan Sarandon exagera su papel de jueza cuasi-villana manipuladora (arriesgo una hipótesis ridícula: antes que director, Ric Roman Waugh fue doble de acción, una profesión en líneas generales poco femenina). Johnson consigue hacer su papel creíble y el guión construye a su personaje sabiamente a través de detalles pequeños pero precisos: por ejemplo, cuando John decide averiguar algo sobre narcotráfico, empieza googleando la palabra y leyendo una entrada en Wikipedia sobre “drug cartel”. Ese momento es verosímil y emotivo a la vez: este tipo está tan perdido y desesperado a la vez que se dispone a ingresar a un mundo del que no conoce absolutamente nada. La película gana en intensidad cuando entra el personaje de Daniel, un ex convicto que intenta rehacer su vida y que lleva consigo los tics y los códigos del presidiario acechado por su pasado. Sin embargo, algo lo hermana con el empresario de buen pasar que hace Dwayne Johnson y es que los dos tratan de educar a sus hijos en los deberes de la ética en medio de un entorno hostil y corrupto. El final quizás sea uno de los más desesperanzadores en mucho tiempo. Un padre con una herida de bala y en muletas abraza como puede a su hijo (ahora libre) que camina, mira y se mueve como un sobreviviente de alguna tragedia, como alguien irremediablemente roto; la reunión familiar es breve, hay que partir hacia un escondite proporcionado por un programa de protección de testigos porque el cártel no va a cejar en perseguir a John y su familia. La victoria, si es que la hay, es pírrica; el último plano de la película muestra desde un lugar cerrado cómo se aleja la camioneta en la que viaja la familia: no hay un paisaje, un espacio abierto, una ruta por delante, ni siquiera demasiada luz solar; solo un vehículo que se escabulle en silencio por el plano. El drama como género podrá definirse de muchas maneras, pero si acordamos que su esencia se cifra especialmente en que siempre hay un costo, un gasto (de energía, del cuerpo, de vida) irreparable, entonces El infiltrado es uno de los mejores y más terribles dramas del año.
Otra cara de Dwayne "la Roca" Johnson Jason Collins es condenado a prisión por recibir de un amigo un paquete de éxtasis. La cantidad encontrada en sus manos basta para darle una pena mínima de diez años, pero si colabora con la policía como informante, podría reducirla a dos y obtener algún beneficio mayor. El hecho es que el muchacho no nunca estuvo relacionado con el negocio de las drogas. Sólo tenía contacto con su amigo y proveedor, ya detenido, y se acercó a las drogas "para probar". Su padre, John Matthews, se separó de su madre cuando Jason era pequeño. Madre e hijo viven de manera austera, mientras Matthews rehizo su vida sentimental y goza de un mejor pasar gracias a las ganancias de su empresa constructora. Esa distancia con su hijo mayor hace que, en principio, John lo juzgue duramente. Pero cuando cae en la cuenta de la gravedad de la situación, entiende que no se ha ocupado lo suficiente del muchacho y, seguro de su inocencia, decide intervenir haciendo un pacto con la fiscal Joanne Keeghan para infiltrarse en lo más profundo de un cartel mexicano. El hecho sucedió. Fue publicado en la revista "Frontline" , e inspiró a Dwayne Johnson a producir y protagonizar esta cinta. Se trata de la primera en la que "la Roca" realiza una interpretación dramática, luego de algunos estelares para la Disney y varios títulos de acción. Aunque no es uno de los grandes intérpretes del género, se le puede dar un "aprobado" y el aliento para continuar en su intento de recorrer caminos alternativos a la comedia. Lo mismo sucedió con Will Smith y lo logró. Para el caso, Dwayne no estuvo solo, sino que se hizo de secundarios de la talla de Susan Sarandon, y de la sólida experiencia de Barry Pepper (Rescatando al soldado Ryan ) como el agente de la DEA a cargo de la investigación; Jon Bernthal (The walking dead ) como un ex-convicto que acompaña a Matthews en su misión; o el californiano Benjamin Bratt, como un delincuente de alta gama.
Misterios del cine: cómo logró tener carisma Dwayne Johnson, al punto de que lo hacen actuar con Susan Sarandon (agua y aceite) y funciona. El infiltrado (señor que se mete en la mafia para que su hijo no vaya preso por una bobada) es un film clase B con presupuesto clase A, bien realizado y entretenido, donde el ex The Rock hace lo que sabe con absoluta precisión y los demás intérpretes comprenden el juego. Viva la clase B en pantalla grande.
Con los puños atados Imaginemos la escena. Dwayne “The Rock” Johnson y el doble de riesgo Ric Roman Waugh cenan con sus esposas en un restorán de Malibú. En sobremesa, The Rock junta los codos, entrelaza las manos y dice: “Estoy cansado de trompearme en las pelis”. Waugh bebe un culito de Chablis. “Me hicieron una oferta”, dice mirando el mantel. “Te aviso si sale algo”. Algo así ocurrió para que se haga esta película, originalmente llamada Snitch (soplón), acerca de un hombre cuyo hijo es encarcelado tras un confuso episodio, y para liberarlo debe enfrentar a un cartel mexicano sin flexionar un bíceps. La película critica al sistema norteamericano, que aplica penas inverosímiles y luego chantajea al convicto, pidiéndole información a cambio de reducir su sentencia. Es fácil simpatizar con El infiltrado pese a su medianía. Las escenas de acción recuerdan a Michael Mann y la fotografía, si bien algo kitsch, añade un componente psicológico al angustiado Johnson, que cumple con lo justo en un rol poco habitual (nadie le pide que haga Ricardo III). Criticada por ser un intento indie a medio camino, El infiltrado es en realidad un Hollywood distinto, honesto y entretenido.