Sobre la dialéctica visual… No cabe duda que el terror no sólo funciona como una serie de engranajes narrativos que pueden expandirse o contraerse según los caprichos de los realizadores de turno, más allá de la superficie podemos hallar dos capas internas complementarias. Por un lado es posible considerar su régimen discursivo subyacente, de raigambre nihilista, para el que “el otro” es casi siempre un agente destructor que desencadena la locura, la muerte o una “reinvención ideológica”. También se puede pensar el núcleo más fiel de su público, el cual se mueve como una gloriosa secta masoquista para la que las sorpresas de antaño suelen escasear. Así como toda “pulsión cinematográfica” no es más que un eterno volver al placer de los relatos modelizadores de la infancia, el horror para muchos queda empardado con lo desconocido, lo inaprehensible del mundo circundante. De un tiempo a esta parte es sabido que las propuestas más valiosas -ya sea en términos clasicistas o renovadores- llegan desde geografías alternativas a Hollywood o a veces provenientes del marco independiente norteamericano. De hecho, este es el caso de El Pacto (The Pact, 2012), una obra interesante y bastante eficaz que combina distintos ingredientes por demás habituales. La historia es muy sencilla y se centra en Annie (Caity Lotz), una mujer desesperada en busca de su hermana y su prima, ambas desaparecidas misteriosamente. Como en otras ocasiones, aquí una vez más un oscuro pasado familiar y una presencia fantasmal se entrelazan en un desarrollo progresivo que toma prestados motivos tanto del J-Horror de la década pasada como del thriller hardcore de los 90. Demostrando que no hacen falta de por sí presupuestos inflados ni grandes estrellas, la ópera prima de Nicholas McCarthy se destaca por su meticulosa ejecución de una premisa melodramática tan antigua como el ser humano, vinculada al dolor, la injusticia y aquella proverbial necesidad de venganza. Resulta notable que un proyecto deseche en buena medida los diálogos y se juegue por el apuntalamiento de una dialéctica visual en la que cada plano está perfectamente cronometrado, conformando en conjunto un todo armónico que incrementa la tensión en los puntos exactos a partir de un minimalismo formal de inclinación ascética. Exprimiendo los resortes prototípicos del género para reducirlos a su esencia más pura, carente de los artilugios más bobos de los que el mainstream hace uso y abuso, McCarthy construye un film muy ameno que va mutando con solvencia y sin traicionar su estructura, principalmente gracias a una fotografía en plena consonancia con la dimensión temática…
A mitad de camino. Las pocas virtudes de El Pacto ya están presentes en su primera secuencia. Una joven llega a la casa de su madre –recientemente muerta- para pasar la noche allí hasta el momento del funeral. El manejo del tiempo, el clima generado, la construcción del espacio, todo contribuye para que en pocos minutos entremos en ese estado de extrañeza que todo relato de horror-fantástico debe ofrecer. Este comienzo prueba que el director debutante Nicholas McCarthy maneja muy bien ciertas cuestiones formales, y hasta incluso se muestra imaginativo para resolver algunos momentos, como por ejemplo el del diálogo entre la joven protagonista de esta primera secuencia y su pequeña hija, que resulta sugestivo y aterrador. Estos aciertos, que a lo largo de los minutos se irán repitiendo, no alcanzan sin embargo para que El Pacto sea un film de horror-fantástico valioso. ¿Por qué? Porque así como acierta en el aspecto formal, McCarthy no consigue ir más allá de la mera representación, limitándose a poner en circulación elementos consignados para provocar susto y nada más que susto. Se trata, claro, de un signo de los tiempos: el del cine a medio camino, a medio hacer, destinado a errar sin rumbo porque no tiene un centro del cual partir ni al cual volver. Muchos podrán decir que alcanza, en el caso específico de una película de horror-fantástico, con que genere una buena dosis de espanto. Siguiendo ese razonamiento, a una comedia le alcanzaría simplemente con generar risas, y podríamos continuar así con el resto de los géneros. Pero de aceptar este planteo, estaríamos empobreciendo de manera imperdonable los fines del arte y la riqueza simbólica que puede alcanzar. Y también desperdiciaríamos –negaríamos- nuestras propias capacidades de apercepción y de lectura de esa dimensión simbólica. El Pacto se queda en la superficie. Es verdad que circulan en la puesta muchos elementos (cuadros, figuras, cruces, nombres, una iglesia) que remiten al catolicismo, y que en ellos podría haber un más allá de lo puramente superficial. Pero todo eso no es más que un maquillaje, porque en realidad no son más que piezas agregadas para que disimulen, con su propio valor en sí y exterior al relato, la total ausencia de una “segunda historia” que parta de la propia de la puesta en escena de la película.
"The Pact" es una cinta que comienza como tantas otras películas sobre fantasmas, pero que luego se convierte en una intensa, distinta, efectiva y correcta propuesta de terror. Con algunos sustos bien logrados, y con buenos climas de suspenso, esta es una propuesta que funciona, que invita al debate gracias a su toma final, y que, en especial, le da una vuelta de tuerca interesante a la típica historia de apariciones paranormales. Recomendable.
El pacto es una muy buena oportunidad para no dejar pasar en la cartelera de cine si te gustan las películas de terror bien actuadas y con muy buen suspenso. Del modo en que están contadas las cosas creo que es prácticamente imposible que alguien desde el comienzo pueda adivinar el desenlace, y esto es importantísimo en un film de este tipo ya que si no hay ....
Cuando menos es mucho más No hay alternativa en el análisis de un film de terror más que medirlo por sus logros o defectos siempre en un contexto devaluado y frente a una batería de productos y propuestas de dudoso nivel y calidad artística como la que aparece en la cartelera cinematográfica desde varios años hasta la fecha. Por ese motivo el cine no hollywoodense o proveniente de algún que otro sector independiente –todavía los hay- alimenta en la mayoría de los casos las expectativas de un público familiarizado con los códigos y obediente a la hora de llenar una sala para ver casi siempre lo mismo. El debut del director Nicholas McCarthy por un lado bebe de las fórmulas minimalistas del cine japonés pero sin repetir esa atractiva estructura se nutre además del mecanismo del suspenso y del terror a partir de la explotación del axioma: cuanto menos se muestra, mayor es el resultado. El pacto asimila desde el primer minuto el clima de película de terror básicamente porque sostiene una tensión que atraviesa diferentes atmósferas y se conecta con el pasado oscuro de la familia Barlow, cuyas hermanas, Nichole (Agnes Bruckner) y Annie (Caity Lotz), distanciadas por diferentes causas deciden reunirse para despedir los restos de su madre recién fallecida. Sin embargo, Nichole desaparece misteriosamente y nunca llega a la cita, motivo por el que Annie una vez instalada en la casa de infancia, lugar del que guarda horribles recuerdos, se encamina junto a un detective y una médium, Stevie (Haley Hudson, confirmada su participación para la secuela) en la búsqueda para toparse en su investigación con un secreto oscuro y la presencia de un espectro relacionado a aquel pasado. La certeza en el manejo de los espacios y la profundidad para generar la sensación de desprotección en la protagonista así como los lugares secretos dentro de la casa con una sugestiva mirilla para habilitar la presencia de algo extraño resultan claves como elementos para que el relato fluya y construya una puesta en escena funcional a los resortes de la sugestión y del terror propiamente dicho. Es también eficaz el manejo de las distancias con la cámara para cerrar o ampliar el encuadre con el mismo objetivo siempre que la actuación resulte verosímil y en ese sentido debe destacarse la labor de Caity Lotz, nunca sobre actuando su rol ni anticipando al espectador desde lo gestual lo que va a venir. Basta esta carta de presentación para decir que El pacto es un film interesante desde su propuesta formal, que avanza sin tropiezos por el terreno del suspenso y el thriller mezclando con eficiencia todos aquellos elementos del terror fantástico más primitivo que se vincula directamente con los miedos infantiles y la incertidumbre por lo desconocido, sin apelar a golpes de efecto innecesarios o grandilocuencia gore.
El pacto es una producción independiente de bajo presupuesto que fusionó de manera acertada el suspenso con el terror. Una película que ofrece una experiencia mucho más satisfcatoria de lo que fueron los estrenos recientes de los grandes estudios dentro de estos géneros. El film es la ópera prima del director Nicolas McCarthy, quien expandió en este largometraje lo que había sido su corto del 2011. Un trabajo que pueden encontrar en You Tube con el título de The Pact. Ese corto tuvo muy buena repercusión en el Festival de cine de Sundance y esto le permitió al realizador concretar su primera película. McCarthy se esforzó por tratar de evitar la mayor cantidad de clichés posibles dentro de una temática que encima está completamente quemada, por la cantidad de propuestas similares que se estrenaron en el último tiempo. En la actualidad el 95 por ciento de los filmes relacionados con el terror que llegan a los cines tienen que ver con misterios paranormales. El pacto es una buena película que está muy bien llevada por la narración del director, quien consiguió crear el suspenso necesario para que el espectador se enganche con el conflicto. También hay muy buen trabajo de los actores, donde encontramos entre las figuras más conocidas a Caspier Van Dien (protagonista de Starship Troopers) y Caity Lotz, quien actualmente es parte de la serie Arrow. Dentro de un año que viene flojo en materia de terror, El pacto es lo más decente que llegó a los cines y pese a que no se centra exclusivamente en este género está para tener en cuenta.
Detrás tuyo El Pacto (The pact, 2014) narra una historia fantástica con climas sugestivos. Si bien algunas resoluciones de guion son un tanto maniqueas, el film aborda muy bien el fuera de campo y elude los litros de sangre del cine más efectista. A esta altura, nos hemos acostumbrado a la rutina del terror en la cartelera argentina. A saber: las muertes coreografiadas y previsibles de la saga Destino final (Final Destination), los eventuales films de horror con actores “importantes” que dejan de lado, por un momento, los productos oscarizados (Mamá, por ejemplo, con la actuación de Jessica Chastain), o los –por fortuna- cada vez más escasos relatos whodunit, pródigos en golpes de efecto bastante zonzos. El Pacto no se convertirá en un clásico, es cierto, pero al menos logrará que los espectadores peguen algunos saltos de sus butacas gracias a las nobles herramientas que el cine provee. Y con espíritu “indie”: la película de Nicholas McCarthy pasó por el Sundance, dato no menor. Todo comienza con una mujer joven, integrante de una familia disfuncional (ese gen indie por excelencia) que, skype o símil mediante, se comunica con su pequeña hija. “¿Quién está detrás de ti?”, le dice la niña, dando el primer indicio de que estamos ante un film de terror. Lo que sigue es más bien un thriller aderezado, en donde el núcleo es la investigación que emprende la hermana de la desafortunada para saber qué ha sido de aquella. A mitad de camino aparecerá una freak que parece robada del universo de Todd Solondz, una “médium” que potencia el elemento fantástico. Y allí es cuando las cosas se complican. Y no para la protagonista (que ya las tiene bastante complicadas), sino para el espectador, que asiste a algunas resoluciones bastante forzadas (el juego de la copa, ¡ay!). Más allá de los desniveles de su film, McCarthy también sabe generar climas. Y por más que la banda sonora de algunos pasos en falso, con las estridencias habituales, en general sale más que airoso y propone en buena parte del metraje un trabajo con el fuera de campo que sirve para potenciar la sensación de miedo. El Pacto no tiene ni actores famosos ni un presupuesto ostentoso. Pero tampoco lo necesita. Sin torcer los elementos nodales del cine de terror, trabaja sobre lo siniestro (en el sentido más freudiano del término) en cruce con lo fantástico, y, claro, nos produce un par de sustos de los buenos.
Terror que iba por el buen camino Una presencia fantasmal que se mueve entre las sombras y un secreto familiar son las claves de la película de terror del debutante Nicholas McCarthy, quien se basó en el cortometraje homónimo que filmó en el 2011. Una joven (Caity Lotz) llega a la casa de su madre, recientemente fallecida, para pasar la noche allí junto a su hermana hasta el momento del funeral, pero ésta termina desapareciendo. Todo el comienzo de El Pacto es prometedor y el espectador siente una "presencia" que sigue a la protagonista (la escena en la que ella se comunica vía skype con su pequeña hija y la niña le pregunta: ¿quién está detrás tuyo?), creando una atmósfera de peligro inminente. Sin embargo, el buen comienzo narrado con una cámara que explora los recovecos de la casa, en medio de luces parpadeantes y fenómenos paranormales, la foto de una extraña mujer que aparece junto a su madre, y una protagonista que desea descubrir la verdad, pronto se convierte en un producto anodino con personajes poco atrapantes, y con una segunda historia que ocupa un lugar preponderante y quita tensión al relato. Los espíritus que se manifiestan para guiar a los personajes y llegar a resolver los misterio que encierra la trama dicen presente una vez más. Si bien El Pacto se apoya en la creación de climas a través de paneos violentos, cruces que se caen y un siniestro personaje que espía desde la oscuridad de una habitación, no alcanzan para espantar al público y todo se vuelve rutinario. Si hay algo para agradecerle a la película es que no exhiba el explotado recurso de la cámara en mano que registra los hechos o el tan de moda "archivo encontrado" al que nos tiene acostumbrados el género.
Para crear una buena historia sobrenatural no hace falta ir muy lejos. Todos los elementos ya están trabajados y, mientras que algunas películas suelen forzar dichos elementos y no producir ninguna inquietud en el espectador más allá de unos cuantos sustos manufacturados, lo que destaca a El Pacto por sobre otras compañera de rubro es un buen guión y una sólida dirección. Trabajando en base a su propio corto, Nicholas McCarthy entrega en su primer largometraje un cuento fantasmagórico mechado con un soberbio thriller, que sobresale por la creación de un ambiente sofocante y malintencionado. A través de los ojos de la protagonista, una tragedia familiar acerca a las hermanas Barlow, separadas hace muchos años. No hará falta mucho para que las cosas empiecen a andar mal, y Annie deberá volver a la casa donde pasó su infancia para resolver la desaparición de su hermana. Ah, y también descifrar los terribles sueños -más bien pesadillas- que la aquejan desde que puso un pie en su antiguo hogar. Buena parte del metraje es una seguidilla de pistas y momentos escalofriantes para revelar el misterio que encierra el film, con personajes tan sensatos -el detective que encarna Casper Van Dien- como escabrosos -esa medium adolescente ciega-, pero toda la construcción tiene su resultado final, un desenlace trepidante que toma al espectador por sorpresa y lo termina de empujar a un estado de histeria intenso. No voy a mentir, El Pacto tiene su buena cuota de sustos, no todo es una meseta de asfixiante ambiente, pero esos momentos están demasiado bien logrados, y llegan en el punto justo del film para insuflarle un poco más de ritmo a un marco narrativo lento, pero no aburrido. McCarthy sabe jugar con los elementos a disposición y poco a poco va creando su caso mientras seguimos a la heroína, una agradable Caity Lotz -que algunos reconocerán ahora como una secundaria en la serie Arrow-. Para cuando llega el final, muchas respuestas no han sido contestadas. ¿Qué es el pacto al que se refiere el título? No lo sabemos fehacientemente, pero McCarthy ha dejado sembradas las semillas para contestar dicha pregunta a lo largo del film. Es un movimiento cuestionable, junto con la última imagen que nos deja la historia, pero una movida inteligente al fin y al cabo, que fuerza al espectador a volver en sus pasos y encontrar dichas respuestas. Una de fantasmas que asuste y que además te obligue a pensar, no es algo que abunde en la cartelera local, por eso es que El Pacto llega en un momento preciso, y eso es algo para festejar -y dormir con un ojo abierto además-.
Original film que asusta con recursos genuinos "El Pacto" es una de esas películas de terror que hay que tomar en serio, no sólo porque aporta algo original al género, sino debido a que logra algo cada vez más difícil como conseguir asustar muy seriamente con recursos totalmente genuinos. La trama, que empieza como una de fantasmas, esconde una vuelta de tuerca realmente original que tiene que ver con otro elemento que obviamente no conviene adelantar, ya que es lo que le da un toque sorpresivo al film, además de potenciar su fuerte suspenso en una serie de escenas intensas e imprevisibles, especialmente durante la mitad final de la película. Empieza con dos hermanas que no se ven hace tiempo y que deben reunirse en su antigua casa familiar ante la muerte de su madre, a la que tampoco veían hace mucho, dados sus espantosos recuerdos infantiles. Sólo que no bien llega una de las hermanas a la casa, en un espeluznante prólogo, sufre algún tipo de contratiempo misterioso y desaparece. La otra hermana y una prima que se quedo cuidando a la hijita de la desaparecida llegan a la casa suponiendo que simplemente es otra de sus escapadas relacionadas con el consumo de drogas duras, pero pronto se dan cuenta de que hay algo más siniestro e inexplicable y que va a seguir cobrando víctimas. Las primeras escenas prometen una película de fantasmas muy bien hecha y algo convencional en el tratamiento del tema más allá del sutil y personal estilo narrativo del director y guionista Nicholas McCarthy, que pronto empieza a darle pistas al espectador de que éste es un relato con algo más que espíritus vengativos o ese tipo de cosas, para enfrentarlo con horrores más exraños y al mismo tiempo más tangibles. McCarthy es un raro caso de director surgido del circuito del cine indie, especialmente el Festival de Sundance, que al mismo tiempo es fan de las películas de terror clásicas de directores como Dario Argento. Uno de los cortos que más éxito tuvo en el circuito de festivales fue precisamente "El Pacto", del que este primer largometraje funciona como remake expandida (el original duraba sólo 11 minutos). El resultado es una película original, muy bien filmada y llena de imágenes fascinantes logradas con muy pocos recursos de producción, pero que tiene al menos una media docena de escenas que logran hacer saltar al público de su butaca, o que tienen la capacidad de meter a la audiencia en climas auténticamente ominosos. Un detalle muy inteligente del guión es el uso aterrador de todos los elementos tecnológicos ya comunes y corrientes como los mails, mensajes de texto y, sobre todo, una comunicación vía notebook en una escena de esas que ponen los pelos de punta. Además, todas las actuaciones están muy cuidadas. En este sentido, el director tiene el mérito adicional de darle un muy buen personaje al casi desaparecido Casper Van Dien, que aparece como el único policía que cree que la protagonista tal vez no esté loca.
Paredes, ojos y oscuridad Historia tenebrosa, en casa con sorpresas. Luces que tintinean, la obsesión por filmar una pared empapelada (el decorado asusta por el mal gusto) y el manejo de la profundidad gracias a la oscuridad, enmarcada por una puerta abierta o agujeros que sirven de mirillas. Con sólo esos elementos, al debutante Nicholas McCarthy parece que le dijeron: “arreglate con esto, es lo que hay”. Y ensambló como pudo una tenebrosa historia desde el guión donde Annie (Caity Lotz) debe encontrarse con su hermana Nichole (Agnes Bruckner) para el funeral de su madre. Pero esta última no aparece para la cita. ¿Culpa de las adicciones de ella? Desde la desaparición de Nichole, como así también de la pequeña niña que adopta, Annie comienza a construir un rompecabezas familiar: el siniestro pasado de los Barlow (la parte del archivo, suma) que transcurre dentro de la vivienda donde ella pasó su infancia. Todo se precipitará al dar con una falsa pared que esconde una puerta y allí comienza un nuevo filme, con un suspenso logrado. El pacto parece una película de terror diseñada para arquitectos. Hay que hurgar en los planos (de diseño) de la casa, se filma al detalle los materiales de la vivienda (empapelados, pinturas de paredes y puertas) y se develan los secretos de construcción (y destrucción) de un lugar cuyo suelo (un desprolijo parquet) hasta es usado como un improvisado tablero ouija. Pero con tanta escenografía, donde la banda de sonido “empuja” a la sugestión y los tonos ocres hacen el resto, Nichole debe viajar al pasado. Para ello está la medium Stevie (Haley Hudson, caracterizada tan pálida que parece de otro mundo), quien es su nexo con los secretos familiares a los cuales Nichole deberá enfrentar. Entre ellos un peligroso tío, con un peculiar caminar, que asoma entre los rincones de la casa y cosecha sustos desde su penetrante mirada. Todo reflejado desde el otro lado: espía del más allá.
Secretos del pasado El cine de terror se sostiene a lo largo de los años de forma indiscutible. Lo inexplicable, lo misterioso, lo que no podemos entender, abre la puerta para el temor y el género se sirve de eso. Pero hay mucho más que la raíz de lo siniestro para dotar a estas películas de un valor artístico relevante. El cine de terror se sostiene a lo largo de los años de forma indiscutible. Lo inexplicable, lo misterioso, lo que no podemos entender, abre la puerta para el temor y el género se sirve de eso. Pero hay mucho más que la raíz de lo siniestro para dotar a estas películas de un valor artístico relevante. Todas las semanas aparecen títulos que intentan entrar, cada uno a su manera, en el imaginario del terror elegido por los espectadores. El pacto no está exenta de valores e interés, pero difícilmente consiga encontrar su espacio en la historia. Annie (Caity Lotz) y Nichole (Agnes Bruckner) son dos hermanas que se han distanciado pero deciden reunirse a partir del fallecimiento de su madre. Nichole desaparece misteriosamente y Annie debe buscarla a la vez que se enfrenta a los traumas de su infancia, un secreto siniestro y una presencia espectral vinculada con aquel pasado terrible. La diferencia entre esta película y otras del género es que se sostiene en buenas actuaciones y que con pocos recursos logra los efectos terroríficos de las grandes producciones. Esboza en las primeras escenas un tono más de drama que de terror, pero –a medida que avanza– el terror va a ganando poco a poco su espacio, a veces con logradas resoluciones de puesta en escena, a veces con golpes de efecto que emparentan a este título con lo más estándar y poco original del género. Si no se estrenaran por año docenas de films que utilizan algunas de las cosas que acá vemos, sería sin duda mucho más sencillo disfrutar de este título, que cumple con la base de lo que uno va a buscar cuando elige ver una película de terror. Pero no alcanza nunca el estatus de obra de importancia. Como sea, lo que sí es seguro es que ya tiene secuela (este film es del 2012), pero no diremos quienes aparecen en ella y quienes no.
No quiero volver a casa Al morir su madre, las hermanas Nichole (Agnes Bruckner) y Annie (Caity Lotz) deben volver a la casa donde pasaron su infancia a poner las cosas en orden para su venta. Nichole pasa allí la primera noche, y Annie es más reticente a volver, ya que aquella casa solo le trae malos recuerdos. Pero Nichole desaparece luego de pasar la noche allí, y Annie se ve obligada a volver para encontrar a su hermana, a quien parece habérsela tragado la tierra. A medida que pasa el tiempo, las explicaciones lógicas sobre la desaparición de Nichole se van agotando, y las teorías sobre su desaparición se tornan más sobrenaturales. Luces que se apagan, objetos que se mueven, y alguien que desde el otro lado parece querer enviarle un mensaje, se suceden sin explicación alguna. Con la casa como protagonista principal, esta historia tiene todos los elementos clásicos del terror sobrenatural: una casa donde han pasado cosas terribles, y un espíritu encaprichado en no dejar tranquilos a sus moradores hasta que lo ayuden a arreglar cuentas pendientes que ha dejado en el mundo de los vivos. La historia sería demasiado común si no tuviera una vuelta de tuerca, un giro inesperado que sorprende al espectador, y quien crea saber el final habrá perdido la apuesta. El clima de terror, si bien está construido con elementos clásicos, logra su cometido, y las actuaciones son las esperadas para este tipo de películas. Con un guión sólido, buena fotografía, y un giro interesante para el final, esta película de terror no es ninguna obra maestra, pero es efectiva y asusta; que es lo importante.
La ópera prima de Nicholas McCarthy entretiene a los amantes del género. Mezcla hechos de la realidad -que pueden ser más terroríficos que los fantasmas- con algún elemento fantástico y con poco logra un film que mantiene la tensión del espectador, aunque no se salva de los lugares comunes.
"El Pacto" es otro de los estrenos, y hay que decir la verdad, es respetable, sobretodo porque es una película de terror de bajo presupuesto (que se nota), pero que se deja ver. ¿El elenco? Chicas de series, seguro a Caity Lotz la disfrutaste en Arrow o a Kathleen Rose Perkins la viste en Episodes. En fin, ellas se ponen la peli al hombro y bien que lo hacen. Los efectos son decentes, y los momentos de suspenso son un tanto bastante largos, pero funcionan, al menos conmigo que en dos oportunidades me hicieron saltar de la butaca. La película, a mi parecer, debería de haber sido una producción para televisión, pero bueno, apostemos a la pantalla grande y a la sala llena de gente para asustarnos más, así que juéguense y vayan a por ella.
En EL PACTO Una mujer debe ir a la casa de su infancia luego de que su madre fallece, y en este proceso se encuentra con los fantasmas del pasado que tanto le han atormentado por toda su vida. Es este un impactante thriller sobrenatural lleno sustos sutiles, bien narrado y actuado, que no apela a los goles de efectos baratos ni a la sanguinolencia gratuita. Misterio y horror de calidad.
Apresurado debut Es más que exigua la dosis de alarma, inquietud y sobresalto que El pacto proporciona al amante del cine de horror y suspenso, y mucho más escasa todavía la cuota de sorpresa u originalidad: aquí da la impresión de que se ha buscado reunir la mayor cantidad posible de lugares comunes del género y no precisamente haciendo alarde de coherencia narrativa. Cuesta creer que el origen de esta producción haya sido un celebrado cortometraje de 11 minutos de duración que el director y guionista Nicholas McCarthy exhibió con considerable éxito en Sundance y se atrevió a convertir en largometraje cuando vislumbró la posibilidad de hacer, a los 40 años, su demorado debut en Hollywood. Pero parece que se apresuró demasiado. Tuvo que recurrir al material con el que ya contaba y no fue suficiente con estirar la misma historia ni con añadirle rellenos, para colmo convencionales. En la película hay un poco de todo, desde la casa embrujada y el juego de la ouija para comunicarse con el más allá hasta los oscurísimos secretos de familia y las trampas que producen más risa que pavor. Todo comienza cuando Annie (Caity Lotz) regresa forzadamente a la casa en la que tanto ella como su hermana Nicole sufrieron en la infancia las infinitas crueldades de su mamá. La mujer acaba de morir y hay que asistir al funeral, pero Nicole desaparece, en la casa se manifiestan fuerzas inesperadas, un policía descubre que existe una habitación hasta entonces desconocida y ése es sólo el comienzo de un montón de misterios más, incluidos ruidos inexplicables, presencias que sólo una médium puede detectar y cuantos estereotipos puedan haber sido vistos en la filmografía del horror. El ridículo está siempre cerca, sobre todo a medida que se avanza hacia el desenlace, y McCarthy, que acierta con algunas imágenes, pero poco puede hacer para rescatar un libreto escrito a las apuradas, no hace mucho para evitarlo. Hay que reconocer que los actores, en especial la protagonista, Cathy Lotz, y Casper Van Dien, el policía, se toman las cosas bastante en serio. Hacer lo mismo con la película parece resultar, en cambio, bastante más trabajoso.
Llegará la muerte y tendrá tus ojos El pacto me hizo recordar inmediatamente a Ausencia (Absentia, 2011, que aquí se estrenó en abril del 2013), film bastante malo con el que comparte la estructura y la estética del cine independiente norteamericano, pero que se diferencia en principio en un elemento fundamental: la protagonista. El personaje que interpretaba Katie Parker en Ausencia estaba mal construido y sobreactuado, y como aparecía en cada escena, molestaba mucho. En El pacto tenemos a Caity Lotz (falsa sobrina de Donald en Mad Men) que no es ninguna genia, pero es mucho más sólida para el tipo de personaje que interpreta (una chica callada de evidente oscuro pasado) y no desentona ni molesta. Ambos films intentan unir un argumento típico del cine independiente, que incluye a personajes solitarios que regresan a un lugar de angustia para recuperar un pasado que los agobia y del que han estado escapando por mucho tiempo, con algún argumento del género de terror, por lo que se produce un choque del cual es difícil salir airoso. Esto sucede básicamente porque la historia indie requiere verosimilitud y solemnidad, y la historia terrorífica necesita que el espectador acepte otras convenciones y arbitrariedades, lo cual genera un extrañamiento y luego la afirmación univoca: “¡qué pelotudez!”. Ahora bien, el guionista y director Nicholas McCarthy logra en El pacto subsanar un poco esta grieta que produce la premisa de su película: a veces entiende la necesidad de generar climas, aunque en el momento de la verdad apela al susto fácil y la música guaranga para subrayar. También tiene cierta pereza a la hora de crear personajes secundarios, que son todos de cartón, rutinarios y predecibles. No dejemos de lado lo peor de todo: abusa de las escenas contemplativas y los largos planos con la protagonista sola poniendo cara de desamparada. Y aquí una digresión: deberían dejar de robar por dos años con la contemplación de los personajes solitarios. Si no hay nada que contar, mejor no contar, pero no pongan un filtro de Instagram y un tipo mirando un árbol por diez minutos porque me doy cuenta de que me están mintiendo ¡A veces las personas angustiadas hacen cosas además de llorar mirando una foto! Volvamos a El pacto: para el final nos queda claro lo de siempre, hay familias que esconden oscurísimos secretos, y la gente con un ojo azul y otro verde no es de fiar. Es cierto que en la comparación con Ausencia, El pacto luce en general más sólida, por lo menos se nota que McCarthy realiza una búsqueda honesta, pero que lamentablemente falla.
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Menos recursos, más tensión Un poco tarde arriba a los cines argentinos esta propuesta del 2012, que tiene como guionista y director, en su debut, a Nicholas McCarthy. Una hora y media de metraje que, entre intermitencias y algunos detalles algo previsibles, acaba dejando un sabor para nada amargo en el paladar del espectador. Es cierto que desde la trama no hay nada novedoso que se destaque o marque diferencia respecto de otras películas encuadradas dentro del terror, pero ¿cuántas historias del género se repiten o permanecen en ese bloqueo de ideas? El pacto es un film de bajo presupuesto, pero de esos en los que se nota que los fondos destinados a la producción son escasos. Lo curioso o interesante en este tipo de relatos es que, a veces, resultan más tétricos o turbios que proyecciones acreedoras de una inversión más acaudalada o poderosa. Annie y Nicole son hermanas y vuelven a la casa donde transitaron su infancia para asistir al funeral de su madre. Una de ellas llega primero al lugar, presintiendo eventos bastante inquietantes y misteriosos; la otra se presenta luego. El problema se da cuando esta última nota que su hermana ha desaparecido, por lo que intentará encontrarla, pese a la serie de sucesos que le pueda tocar experimentar. Existen al menos dos formas de analizar la cinta: una de ellas es desde lo que refleja y expone en pantalla como narración en sí misma, con la correspondiente mirada acerca de cómo y por qué se dan determinadas situaciones, con todo lo que remite al apartado técnico y a movimientos de cámara, planos y demás; la otra alternativa radica en su estudio en parangón con obras de mucho mayor presupuesto y aparato promocional. En este último aspecto es donde la realización de McCarthy se gana unos puntos extra, al demostrar que con pocos requerimientos se puede al fin y al cabo infundir suspenso y hacer saltar al público una aceptable cantidad de veces de su butaca. ¿De qué sirve valerse de grandes efectos y maquillajes minuciosamente aplicados si los acontecimientos no nos suscitan temor? Aquí, en El pacto, las impresiones visuales de gran calibre se suplen con unos bien dosificados momentos de tensión. El director sabe manejar los silencios y el tiempo a la hora de alargar unos segundos más algunas que otras secuencias para crear una atmósfera tirante. El pacto no es una obra maestra ni mucho menos. Tampoco es que sea una película digna de recordar por algún pasaje en particular, pero sirve de ejemplo para demostrar que con poco se pueden conseguir interesantes resultados. Nada tiene por envidiarle a producciones más costosas como Devil’s Due o Actividad Paranormal: Los marcados, por citar dos casos más o menos recientes; por el contrario, se siente superior y más convincente. LO MEJOR: genera tensión. Buen manejo del suspenso. Con poco presupuesto sale a flote. LO PEOR: previsible, intermitente. No aporta nada nuevo. PUNTAJE: 5,5
El terror todo lo explica No deja de ser un fenómeno interesante que películas de tan dudosa calidad consigan un espacio en el circuito comercial mientras que cientos de otras producciones bastante más dignas sólo se muevan en el limbo de los festivales y los cineclubes. Pero el negocio del cine de terror de bajo presupuesto merece algo más que un mueca de desprecio. Es un fenómeno de mercado y eso implica un deseo colectivo que ha alcanzado la masa crítica suficiente como para ser relevante en términos económicos. El pacto se inscribe en la larga lista de películas del género que se han estrenado en los últimos años y que casi no tiene sentido analizar como obras individuales, porque ni siquiera alcanzan a ser las correctas materializaciones de una fórmula repetida. El umbral inferior de tolerancia a este tipo de productos es tan bajo que incluso una parodia insípida, como In-actividad paranormal (también en cartel), supera por la vía del absurdo a buena parte de lo que se ofrece como "verdadero terror". Lo que sí debe decirse en favor de El pacto es que no se trata de lo peor que ha llegado a los cines locales. Si bien las limitaciones de presupuesto y la escasa pericia cinematográfica de su director saltan a los ojos desde la primera imagen (casualmente: un plano detalle del ojo de la protagonista), hay un cierto sentido del suspenso y de la dosificación de los datos que mantiene en equilibrio inestable la frágil arquitectura total. No es la primera vez ni la última que se cruzarán fenómenos paranormales, e incluso sobrenaturales, con la historia de un asesino serial. Un cruza que, en este caso, no llega a ser un híbrido sino apenas un injerto con poquísimas probabilidades de brotar en una segunda parte. Por último, la actriz principal, Caity Lotz (Arrows), tiene la belleza y la energía necesarias para afrontar la acción física que le exige el papel, pero lamentablemente la zona traumática de su personaje no fue explotada en absoluta y esa es otra de las tantas deudas de El pacto.
Bajo llave El pacto es una película cien por ciento de terror, género en el cuál no suelo incursionar, no porque me parezca menor, sino simplemente porque me muero de miedo. Entonces, termino mirando abajo de la cama antes de acostarme, prendiendo las luces para que la oscuridad no me invada y teniendo pesadillas. Me aterra y si bien el objetivo está cumplido, no lo disfruto en lo más mínimo. Dicho esto, paso a contarles que esta película, realizada por el director Nicholas McCarthy y ganadora en el Festival de Sitges (sección “Panorama”, 2012) promete noventa y cinco terroríficos minutos. Y cumple. Annie, la protagonista, vuelve a la casa de su recientemente fallecida madre (la muerte siempre como un ingrediente que acecha) para encontrarse con su hermana Nicole y asistir al funeral. Nicole desaparece y Annie emprende su búsqueda mientras pasa los días en la casa de su infancia. La casa, protagonista absoluta de la historia, tiene vida propia. Entre empapelados adornados, llaves, placards llenos de recuerdos y las luces que titilan cuando más se necesita que estén prendidas, el relato se desarrolla con todos los ingredientes que queremos ver a la hora de mirar una película de horror. Pero lo interesante de esta historia es que oscila entre lo paranormal y lo real, cayendo en ciertos lugares comunes, para luego darle una vuelta de tuerca que hace al argumento posible y hasta palpable, o sea, todavía más espeluznante. Con buenos efectos especiales, pero no excesivos, la historia está muy bien narrada, con un buen ritmo, con el suspenso necesario para que se nos entrecorte la respiración y con esos momentos de climax imprescindibles para que el pulso se acelere lo suficiente. Un ojo humano de color verde nos mira fijo en la primera toma, y luego ese mismo iris se convierte en color celeste. La metáfora de la mirada, más presente que nunca (sin importar si es real o no) ese ojo que nos persigue, que no saca su vista de nosotros, ni siquiera cuando deja el mundo terrenal. Un ojo que podría simbolizar no sólo el voyeurismo, sino también la conciencia y la culpa. Y en contrapunto a esto: la oscuridad, el negro absoluto que no nos deja ver. Esa casa alberga un pasado denso que no se nos revela pero que podemos llegar a construir por los relatos de sus protagonistas. “Hay puertas que nunca deben ser abiertas”, nos dice el afiche de la película y comprobamos que cuando se abren, ya no hay retorno… Una película que puede mirarse desde la superficie, pero también ahondar en capas más profundas para poder metaforizar, sustancia que no siempre podemos encontrar en otras películas de este género. El pacto inquieta y mucho, no sólo por lo que nos muestra, sino por aquello que no nos deja ver, porque sabemos que nuestra imaginación probablemente supere lo que está delante de nuestros ojos. Una cerradura, un hueco en la pared, una foto, una sombra, crucifijos y la muerte siempre como enigma absoluto. Intenten transitar el recorrido que propone El pacto, sumérjanse en la negrura y dilaten sus pupilas.
Un pacto de aburrimiento La primera imagen, sugerente, de "El Pacto"(USA, 2013), es la de su título, similar al de grandes filmes como "The Fury" o "The Exorcist". Uno al ver las letras del nombre en amarillo, impactante, genera la curiosidad de saber si estaremos frente a una fiel sucesora de género.Pero no. El director Nicholas McCarthy, arma un thriller psicológico destinado a nuevas generaciones completamente ajenas a obras maestras del terror, contando la historia de dos hermanas que, desencontradas, vuelven a la vieja casa maternal luego del fallecimiento de la progenitora. La primera en llegar verá como de pronto su suerte cambia al perder contacto con la realidad obsesionandose con una presencia en la casa, y la segunda deberá lidiar con la ausencia de su hermana y ese "algo" que acecha de noche y en la oscuridad. No es "El ente", pero algo con fuerza acude a desestabilizarlas, pero sólo a ellas, porque al espectador sólo lo que provoca es tedio. "El pacto" sí posee una lograda ambientación, pero carece de un nivel actoral y de dirección eficiente, en una historia que no avanza y que a los pocos minutos de iniciada sólo pide ser abandonada por el espectador. Fallida. PUNTAJE: 2/10
Una sombra familiar Crítica en PDF.
Legado oscuro Suspenso y terror de muy buena calidad es lo que tiene para ofrecer, ni más ni menos, este modesto film estadounidense de bajo presupuesto. El pacto no innova demasiado, dentro de claras y habituales reglas del género, pero sin embargo las reformula con un estilo depurado y verosímil, logrando una tensión apropiada al potente relato que está narrando. El film del debutante Nicholas McCarthy no apela prácticamente a efectos visuales, y sólo con miradas, planos muy expresivos y una edición punzante, logra mantener la atención durante todo su metraje, a la vez que impacta y asusta con buenas armas. Su película tampoco recurre –salvo uno o dos momentos muy breves– al gore o a lo gratuitamente sanguinolento. Dos hermanas se enfrentan a un oscuro legado de su madre, recién fallecida. La casa de la mujer les trae recuerdos atormentadores, pero eso no es lo peor: una de ellas desaparece y la hija que queda deberá investigar su inexplicable falta, lo que traerá aparejado nefastos descubrimientos. Con una inquietante interpretación de Caity Lotz, bien acompañada por el reaparecido Casper Van Dien y Agnes Bruckner, más pequeños roles muy bien cubiertos, El pacto es un impecable ejercicio de estilo, que resulta en una sustanciosa propuesta de género.
No soy la persona indicada para ver terror. La música, el silencio, los planos cortos, los largos, cualquier cosa me pone los pelos de punta. De verdad. Si tengo más datos que el personaje, me pongo nerviosa porque no se da cuenta, si tengo los mismos, me angustio porque creo que detrás de cada puerta, aparece el objeto maldito de mis terrores. Algo que siempre me llama la atención de este género es que es el más bastardeado, con absolutamente todas las fórmulas aplicadas exactamente como uno espera que se apliquen, pero siempre funcionan. Que cuando salgas de la película te consueles a vos mismo diciendo “que te asustaste por una pavada” es anecdótico: durante el desarrollo, tenés el corazón en la mano. De todas estas fórmulas acá encontramos una de las más típicas: una chica atravesando el duelo de haber perdido a su madre en una casa vieja y tétrica a más no poder. Si empezás a ver este largometraje sin saber de qué va ya por el simple hecho de ver todos los crucifijos posibles, los travellings en cámara subjetiva o predatorios mientras seguís la nuca del personaje, ya sabés dónde estás. Annie, así, está atrapada en la casa de su infancia, donde una presencia parece destinada a atormentarla y ella necesita reconciliarse con esa parte de su vida. Claro que para estas persecuciones, las mujeres son más intuitivas e inteligentes que los hombres, generalmente están ligeras de ropa y saben a quién pedir ayuda. Donde el hombre toma las riendas, ella va con una ocultista. Lo de siempre. El instinto de protección se termina de cerrar con el hecho de que una niña fue abandonada ahí donde ella sintió que la crueldad de su madre la abandonó en un primer momento y los secretos de familia que uno no siempre quiere develar. Con colores apagados y en una paleta grisácea, cada vez que ella vea, no sabe si no es vista y cada pista que se revela, tiene su peso. Un gran uso de la música (absolutamente clave en este género, si se me permite decirlo) crea situaciones donde quizás los efectos no terminan de ayudar. Muchas veces pienso que dejar el espacio a la imaginación puede ser mucho más interesante que ver a los personajes sometidos en una forma que apela a lo sobrenatural pero termina siendo el primer espacio de falta de verosimilitud para el espectador. No por sobrenatural uno se la tiene que pasar desafiando la gravedad. Nicholas McCarthy, director y autor del guión, nos lleva así a la adaptación de su corto en forma de largo y esos pasillos nos hacen pensar que la curiosidad mató al gato, pero a lo mejor valió la pena ser sabio. Película efectista, pero si te gusta el género (y sos impresionable como yo), mal no la vas a pasar.
La película del debutante Nicholas McCarthy llega a nuestra cartelera dos años después de estrenada. Sin ningún rostro demasiado popular, sí con actrices que tienen su curriculum pero cuyos trabajos residen más que nada en personajes secundarios y olvidables. "El Pacto" es una película de terror de bajo presupuesto que busca contar una historia interesante apoyándose más que en efectos especiales o sustos constantes, en un guión simple pero efectivo y la construcción de climas que generen misterio, al menos cierta incertidumbre. Pocos personajes, la sombra de una madre que acaba de fallecer, una niña de la que hacerse cargo cuando la hermana de la protagonista desaparece sin dejar rastro, son los primeros puntos de los que parte esta historia. Pero en realidad empieza cuando en la casa donde vivió su madre comienza a sentirse una presencia extraña. Imposible no rememorar "Actividad Paranormal", pues sin apelar a los recursos de la cámara subjetiva, sí se representa a esta fuerza sobrenatural del mismo modo, como algo invisible que sólo siente la protagonista detrás suyo o luego haciéndose más presente arrastrándola por el piso. Pero el verdadero eje de la historia tarda un poco más en hacerse notar. Al menos, en atraparnos. Mientras los primeros minutos de la película tienen escasos diálogos y sólo algunas pequeñas puntas de esta trama familiar en medio de algo que no sabemos que es, es cuando ésta avanza que va tomando rumbos más interesantes e inesperados. El descubrimiento de un cuarto que su protagonista no logra recordar es el punto de partida para conocer una porción de su historia, de su familia, que no conocía en parte y en otra parte no recordaba, probablemente porque su inconsciente quiso dejar olvidada. Pero a la larga, el film es desparejo. Mientras consigue escenas muy bien logradas y que saben generar una intriga, también hay personajes secundarios que no terminan de aportar demasiado, incluso quedan relegados a medida que se sucede la película. Y lo paranormal va dejando de impresionarnos, siendo otra cosa, entidad llamémosle para no spoilear, el verdadero antagonista, restándole importancia a las escenas de miedo previas. Resumiendo, El Pacto es un film que seguramente no capte a la audiencia general, al menos no desde un principio. Sin embargo, aún pese a algunas escenas innecesariamente largas, se toma su tiempo pero lo logra, te mantiene atento esperando saber más, descubrir qué pasó y qué va a pasar en ese lugar, una casa como cualquier otra, pero que guarda secretos en un cuarto cuya puerta se abre y da lugar a oscuros secretos familiares.
"Secretos tras la puerta" Sin contar con la ayuda de un gran presupuesto y actores reconocidos, Nicholas Mc Carthy ofrece en su primer largometraje una interesante y entretenida propuesta de suspenso con elementos sobrenaturales. El mayor problema que deben atravesar producciones de este estilo es que, tratando de favorecer su distribución comercial, se las trate de vender como películas de un determinado género cuando, en realidad, distan demasiado de esa aspiración. Por eso aclaro antes de continuar que “El Pacto” no es un film de terror, aunque nos quieran convencer de lo contrario. Mc Carthy expandió en su opera prima la idea del cortometraje homónimo que filmó hace unos años para contarnos una historia de desapariciones y misterios sobrenaturales dentro de una casa. Con tan solo eso, y un pequeño grupo de protagonistas, el director logra construir un thriller que por momentos es bastante atrapante y eficaz. La bella actriz Caity Lotz es quien se carga sin demasiados inconvenientes toda la película en sus hombros, aportando a su personaje un factor clave para el correcto funcionamiento del relato: el escepticismo. Alejándose completamente de uno de los clichés más estúpidos del cine, como ser el de la rapidez con la que los protagonistas se adaptan a una amenaza escalofriante y sobrenatural, nuestro personaje principal genera empatía con el espectador por ser, sobre todo, realista. Por ese motivo veremos a nuestra protagonista huir a los gritos en más de una ocasión del lugar de los hechos y renegar hasta el hartazgo de los detalles sobrenaturales de las acciones en las que se ve involucrada, convirtiéndose así en una heroína bastante atípica para lo que es el cine de los últimos años. No obstante, cuando Mc Carthy parece habernos sumergido totalmente en una historia de fantasmas de la que sus mismos personajes son escépticos, la película realiza un acertadísimo giro de 180° para no caer en los fatídicos lugares comunes y, arriesgándose demasiado, ingresa en un terreno más verosímil. No por eso menos espeluznante y tenebroso. Razón por la que, los minutos que anteceden al clímax, no solo se convierten en lo mejor de la película sino también uno de los mejores momentos de suspenso que ofreció hasta aquí el año cinematográfico. Lo cual, obviamente, se agradece. Imposible no recordar, gracias a toda esa secuencia, el desenlace de ese clásico del suspenso dirigido por Jonathan Demme llamado “El silencio de los inocentes”. Claramente la intención de Mc Carthy (quien también firma el guión) fue homenajear esa clase de producciones que, desde hace mucho tiempo, escasean en la cartelera local. Y si bien lo logra con un producto que no es para alquilar balcones, el buen sabor de boca que deja “El Pacto” no merece discusión.