Una debacle insípida. Para aquellos que no lo sepan vale aclarar que El Pulso (Cell, 2016) prometía ser el regreso de Stephen King al mainstream luego de unos cuantos años de adaptaciones televisivas y una andanada interminable de cortos: lamentablemente la obra resultante está lejos de superar las últimas dos traslaciones de calidad del mítico escritor, La Niebla (The Mist, 2007) y 1408 (2007), y las culpas están repartidas entre el anodino director Tod Williams y la batería de productores de turno, los verdaderos responsables de condenar a la película a dos lustros de tortuosa producción desde que en 2006 -el año de publicación de la novela original- se anunciase el proyecto con bombos y platillos. Mucho tiempo después del que hubiese sido el momento adecuado para el estreno, léase el furor del terror tecnológico de la década pasada, hoy el film asimismo acumula demasiados problemas narrativos y formales. La historia está centrada en el encuentro imprevisto de Clay Riddell (John Cusack), un diseñador gráfico y autor de cómics, y Tom McCourt (Samuel L. Jackson), un maquinista/ conductor de subterráneos. Ambos formarán una sociedad tácita con vistas a sobrevivir en medio de una especie de apocalipsis zombie, ahora bajo la modalidad de una señal que se esparce mediante los celulares, infecta a sus víctimas y las convierte en psicópatas autistas que respetan una “mentalidad de panal”. El guión de Adam Alleca y el propio King se encuadra dentro de la tradición pesimista del señor de Maine (retratando el viaje de los dos protagonistas, más algún que otro acompañante circunstancial, hacia el hogar de la familia de Riddell en Kent Pond) y pretende recuperar los detalles más miserables -y gloriosos- de otras calamidades similares de antaño (aquí las tragedias no pagan dividendos dramáticos). Como ocurre con gran parte del cine estadounidense actual, un prólogo a toda pompa no se condice en realidad con el insípido desarrollo posterior, en el que pululan las incoherencias (los personajes no utilizan vehículos hasta el tramo final), se desaprovechan secundarios (por ejemplo, el maravilloso Stacy Keach), no existe un esquema gradual de situaciones (McCourt y Riddell poseen desde el inicio la disposición para el asesinato masivo, sin escalas intermedias) y el relato cae en baches cíclicos sin sustento (se van sumando escenas inconducentes a lo largo de todo el segundo acto). La ejecución por demás mediocre del director es otro factor a sopesar, ya que la paupérrima imaginación visual de Williams termina empantanando una premisa que abría una interesante gama de posibilidades. Por suerte la película no llega a ser un desastre gracias al desempeño de los actores principales. Se puede afirmar que muchos cinéfilos tienen razón en eso de considerar que Cusack se transformó en un nuevo Nicolas Cage, por lo menos en lo que respecta a su promedio anual de tres opus fallidos y una propuesta excelente, lo que por cierto sigue siendo más a nivel cualitativo que lo que tiene para ofrecer la enorme mayoría de las estrellas clase A de nuestros días (todo el Hollywood de “pretensiones espectaculares” está en crisis). Más allá del encanto contemporáneo de la serie B y una cara de piedra en su máxima potencia, sinceramente se extraña al Cusack del pasado, ese héroe del indie que nos regaló muchas obras magníficas. En resumidas cuentas, El Pulso se aleja del tufo militarista de Guerra Mundial Z (World War Z, 2013) pero tampoco consigue su objetivo, el vincularse al registro de izquierda del gran George A. Romero o corolarios como The Walking Dead…
Seguramente sentirán que es un peliculón todos los fans del género de terror que solamente quieren ver a los zombies persiguiendo y atrapando a sus presas, pues se van a hartar de verlos y lo van a pasar fantástico, pero en cambio para todos los que...
Basada en la novela de Stephen King del año 2006, Cell o el Pulso: La llamada del Apocalipsis , en castellano, sigue la historia de Clay Riddel, un escritor de cómics que debe encontrarse con su hijo, luego de que una extraña señal atacara a las personas a través de sus celulares. Protagonizada por John Cusack y Samuel L. Jackson, quienes ya trabajaron juntos en la adaptación cinematográfica del cuento 1408 del maestro del terror, Isabelle Fuhrman (La Huérfana) y Owen Teague (que también estará en It), como Jordan. Dirigida por Tod Williams, quien también nos presentó Actividad Paranormal 2. Para mí, otra historia más sobre zombies, al estilo 28 días después. Sólo que los afectados por el pulso, o los “chiflados telefónicos” como originalmente los nombró el autor en su libro, comienzan siendo un poco tontos, para ir evolucionando y llegar a comunicarse a través de un sonido que emiten entre ellos. Tienden a juntarse, como si fueran un rebaño, o una colmena, pero le temen a la oscuridad. Al momento de escribir el libro, el género no estaba tan desgastado como hoy. Pero los lectores constantes esperábamos su adaptación. Así que como fanáticos de Stephen King, o del género “zombies” hay que verla. Para cualquier amante del gore… no hay mucha novedad. Por suerte los tres protagonistas se dan cuenta de todo lo que está sucediendo inmediatamente y comienzan a huir, motivados por encontrarse con el hijo de Clay. También, por suerte, está bien armados y saben manejar las armas como algo normal. Afortunadamente descubren cómo mantener a los zombies tranquilos. Pero no quiero dejarlos sin sorpresas. Todos comienzan a soñar con una misma persona, pero sus pesadillas varían dependiendo de los miedos de cada uno (al estilo The Stand/Apocalipsis, de S. King), "el hombre del buzo rojo", que podría ser una especie de profeta. Lo bueno es que todo sucede rápido y no hay que esperar mucho para su resolución. Las actuaciones de John Cusack y Samuel Jackson no son nada sorprendentes, tampoco ayuda la película, destacándose un poco más la de Alice y Jordan. Lo único que la distingue con otros films de “no muertos”, es la idea de que el comienzo del fin de la civilización viene de la mano de la tecnología. Algo para pensar. A partir de este momento todo lo que lean puede ser un gran SPOILER, ya que hacemos la comparación con el libro. Diferencias con el libro: En el libro, Clay está de viaje por trabajo. En la película hace un año que no ve a su familia. En el libro, Clay está tomando un helado cuando comienza el “desastre”. En la película lo encontramos en el aeropuerto. Aunque el carrito de helados aparece más tarde. En el libro, Clay conoce a Tom McCourt, en la calle, y se trata de un hombre bajito y calvo. En la película se conocen en un subte, y es Samuel L. Jackson! En el libro se atrincheran en la habitación de un hotel. En la película, en el departamento de Clay , y Alice , resulta ser una vecina. En el libro los chiflados telefónicos se comunican telepáticamente, en la película también pero se destaca un sonido que emiten, una mezcla de delfín con el del modem conectándose a internet. En el libro el director Ardai es encontrado muerto en su habitación, a manos de los “chiflados telefónicos”. En la película muere a causa de una explosión causada por el grupo cuando prenden fuego a un gran rebaño de “zombies”. Y por supuesto.. hay algunos personajes más en la película que en el libro, pero en general, las pequeñas diferencias no modifican la historia, y se respeta bastante la idea del autor. Salvo al final.. pero se los dejo para que vean la película.
Una turba iracunda. Desde que el genial director George A. Romero debutara con La Noche de los Muertos Vivos (Night of the Living Dead, 1968), el universo zombie no ha parado de bifurcarse. En una significativa transformación, los muertos vivos de Romero han dado lugar a otro tipo de zombies más ligados a los ataques de locura que caracterizan a nuestras sociedades que a la inconsciencia de los primeros y lentos caminantes. El Pulso (Cell, 2016) es la versión del apocalipsis zombie del reconocido escritor de novelas de terror Stephen King, quien adaptó su propia novela Cell -publicada en 2006- junto a Adam Alleca. En esta versión una especie de señal, que ataca a través de los celulares, logra controlar la voluntad de los individuos convirtiéndolos en pasmados iracundos que tras un brote de furia transmutan a un comportamiento gregario. Tras el desconcierto del pulso inicial, un escritor y dibujante, Clay Ridell (John Cusack), y un maquinista de subterráneos, Tom McCourt (Samuel L. Jackson), emprenden una alianza a la que se van sumando diversos personajes para escapar de los enfurecidos embotados en Boston y encontrar a la familia de Clay. Pronto los protagonistas descubren que los zombies persiguen, descansan, reclutan y evolucionan como una manada, y que la señal que los ha transformado parece provenir de una torre de emisión en una zona boscosa de Maine, rodeada por varios lagos. La propuesta de Williams es despareja, por momentos interesante pero con pasajes confusos, innecesarios y poco relevantes para la trama. La relación entre los sueños de los personajes -que se asemejan a la novela gráfica de Clay- y la novela misma no recibe el desarrollo necesario y esto genera una falta de coherencia en muchas escenas y situaciones. Afortunadamente, la historia no solo se alimenta del terror zombie y progresa sólidamente para resistir estos problemas y desarrollar una trama a través de la construcción de historias paralelas típicas del modelo de la novela modernista. Una de las principales características que resaltan el valor del film es la diferenciación del modelo de las recientes películas del prolífico género zombie: aquí, más que a unos enfermos rabiosos, tenemos a una turba iracunda, más cercana a films del estilo de La Jauría Humana (The Chase, 1966). El Pulso aprovecha acertadamente una de las paranoias vigentes alrededor de la tecnología y del abuso de los teléfonos celulares y de las señales satelitales e inalámbricas, de las que aún no se conocen todos sus efectos en el comportamiento humano y el desarrollo del cerebro, para construir su narración apocalíptica. El estilo de King es indiscutible. Para algunos será siempre un gran escritor con un don para el terror y para otros un novelista desparejo producto de la decadencia de nuestra época. Lo que no se puede cuestionar es que la señal es cada vez más fuerte y aunque la civilización se desmorone siempre quedará un zombie haciendo llamados…
Terror sin cobertura. Tanto en el mundo literario como en el cinematográfico Stephen King suele ser sello de garantía. Si bien algunas de sus adaptaciones para la pantalla grande no son clásicos inoxidables como Christine, La Zona Muerta o Cementerio de Animales, al menos logran ser películas interesantes dentro de ese universo de transposiciones entre el papel y la pantalla. Nada de lo descripto anteriormente sucede con El Pulso (Cell, 2016). John Cusack y Samuel L. Jackson vuelven a colaborar en una adaptación de King, como ya lo hicieran en 1408 (2007), dentro de una producción que evidencia su bajo presupuesto a diestra y siniestra. Un film llevado adelante por un sinfín de productoras que en Estados Unidos vio la luz principalmente mediante las plataformas de video on demand: sí, el equivalente a una película “directo a video” de antaño. Todos los prejuicios respecto de este tipo de producciones son correctos en el caso de El Pulso. Cusack interpreta a Clay, un dibujante que regresa a casa tras cerrar su primer buen negocio, justo cuando su aeropuerto de destino se vuelve un caos infernal. Un extraño mal comienza a afectar a aquellas personas que se encuentran hablando por su teléfono celular, conviertiéndolas en seres un peldaño por debajo de los zombies. La casualidad llevará a que Clay se una a Tom (Jackson) y Alice (Isabelle Fuhrman), quienes lo acompañarán en la búsqueda de su hijo desaparecido en Maine, el estado natal de King. La historia en clave “survival apocalíptico” va perdiendo impulso conforme pasan los minutos e incluso la lógica interna tambalea escena tras escena. Cusack y Jackson en piloto automático hacen lo que pueden con el guión de Adam Alleca, en el cual también colaboró King desafortunadamente. Mención especial para el peinado de Cusack, con un look cada vez más cercano a Nicolas Cage y sus tupés bizarros. Si lo estaban esperando, lo confirmamos: tenemos a Samuel L. Jackson recitando un pasaje bíblico, como si fuese algo estipulado por contrato. King es un hombre popularmente conocido por su desconfianza hacia el avance tecnológico en general y el crecimiento de la comunicación celular en particular. Su crítica apuntada a una sociedad cada vez más alienada -por aquello que supuestamente debería unirla- no tiene peso en esta adaptación, y convierte al film en uno más dentro del subgénero de terror postapocalíptico. Como si todo esto fuera poco, el final abierto a múltiples interpretaciones suma más confusión a una historia que nunca sabe qué hacer con todo lo que nos cuenta.
Clay (John Cusack) está en el aeropuerto, intentando hablar con su familia, pero el celular se le queda sin batería, así que debe recurrir a las viejas cabinas telefónicas. Mientras trata de establecer comunicación, ve como todas las personas que están usando el teléfono móvil empiezan a sufrir una especie de rabia asesina, volviéndolos violentos zombies que atacan, comen y matan a todo lo que se les cruza. Ahora Clay deberá empezar un viaje a pie, acompañado por Tom (Samuel L. Jackson) y la joven Alice, hasta intentar llegar a dar con sus seres queridos. El Pulso (Cell en su nombre original) es la adaptación del libro homónimo de Stephen King, donde el Maestro del Terror incursionaba a su forma en el mundo de los zombies, y de paso hacia una obvia crítica a la dependencia del ser humano con ese esclavizante aparatito que llamamos celular. Y pese a que el material original tampoco era demasiado brillante, cumplía su función de entretener y tener el sello de su escritor. Por desgracia nada de esto se ve en la película. Ya en los primeros minutos de metraje vemos que es una adaptación bastante libre de la novela, y que a lo largo del film vamos a ver algunos elementos que son tomados del libro para justificar el nombre de la película, pero poco más. A primera vista pareciera que estamos ante un film Clase B, debido a sus pobres efectos y lo obvio que es el escaso presupuesto con el que se contaba. Pero esto sería poner una excusa para justificar lo pobre que es esta película. Porque ya más de una vez vimos que Clase B o no, se hicieron grandes films con zombies (o variaciones). El mayor fallo que se le nota a El Pulso, es que intentan narrar una historia demasiado global en poco tiempo (apenas se pasa la hora y media de metraje), siendo que se cuenta con pocos personajes y pocas locaciones que se notan que son recicladas para ahorrar costos. Una historia mucho más pequeña e íntima hubiera rendido mejores frutos. El Pulso tampoco ofrece demasiado gore, algo que, al menos, hubiera llamado la atención teniendo actores de renombre en su reparto, y de paso poner algo que la destaque por otras propuestas de zombies que no se cuelgan de un libro conocido de un autor famoso para convocar gente. Con apenas elementos destacables (la fotografía, la ecuación de la joven Isabelle Fuhrman) El Pulso es un film mediocre, que no solo adapta mal la entretenida novela de King; sino que también su guionista, Adam Alleca, desperdicia una buena premisa para contar su propia historia; dando como resultado un film genérico, que apenas se parece al libro, pero que tampoco presenta nada nuevo en el sub género. Para ver y olvidar.
Llamada perdida Que John Cusack es hoy por hoy un actor a la baja queda claro después de una retahíla de títulos olvidables, con los que nos lleva obsequiando desde hace unos años. Secuestrada; Dragon Blade; Jacuzzi al pasado 2; The Prince o Fuga al límite son tan sólo algunos de los engendros a los que algunos llaman película, que han contado con la participación de un intérprete que desde luego conoció tiempos mejores. En el 2016 tampoco es que le estén yendo mejor las cosas, con un pequeño papel en Chi-raq a las órdenes de un director como Spike Lee, quien tampoco está precisamente en su mejor forma. El pulso, film que ahora nos ocupa no es la excepción a la regla.
La tecnofobia y el apocalipsis Zombie Las corrientes de pensamiento tecnofóbicas suelen estar basadas en un fuerte determinismo tecnológico que plantea una dependencia acentuada del ser humano con respecto al entramado técnico que lo rodea, una suerte de vínculo amo-esclavo en la que el hombre queda relegado a una posición dominada y pasiva de la que pareciera no haber escapatoria. En este sentido, Cell (2006) -libro de Stephen King en el que está basado El pulso (2016), está visiblemente influenciado por este trasfondo conceptual, aunque aquí el escritor de Carrie y El Resplandor decide agregar un condimento extra a la ecuación: Zombies. En efecto, en “El pulso” –protagonizada por John Cusack y Samuel L. Jackson- el apocalipsis zombie sobreviene luego de que las personas son expuestas a una extraña señal que ataca a través de los celulares, transformándolos de esta forma en violentos descerebrados, literalmente consumidos por la tecnología. Los únicos afortunados en este calvario son aquellos que no estaban utilizando sus teléfonos al momento del ataque, entre ellos Clay Riddell (John Cusack), un artista gráfico alejado de su familia, y Tom McCourt (Samuel L. Jackson), un maquinista de trenes que decide ayudarlo en su búsqueda. La particularidad de estos “phoners” (o “chiflados telefónicos”, en su polémica traducción al español) es que actúan en manada y son comandados por una misteriosa señal que los mantiene "hechizados". Para resolver este enigma, Riddell y McCourt partirán rumbo a Kashwak, en el condado de Maine, lugar donde todo comenzó. fotos pelicula cell 1 Cusack y Jackson ya habían trabajado juntos en la adaptación cinematográfica de otro cuento de Stephen King, 1408 (2007). En este caso, son lo único rescatable de una propuesta interesante desde su premisa, pero confusa en su desarrollo e incoherente en su desenlace. Las imprecisiones del guión (en el que participaron Stephen King y Adam Alleca) y las vaguedades de la trama a menudo generan situaciones inconducentes y poca claridad en cuanto a la coherencia interna del relato. Así, el núcleo argumental se va diluyendo con el discurrir narrativo, entremezclado con pasajes religiosos desconcertantes, personajes secundarios triviales y escenas que rozan el límite entre la seriedad y el chiste. CELL El director Tod Williams –“Actividad Paranormal 2”, 2010- fue el encargado de llevar adelante este film, que contó con numerosas trabas y problemáticas en cuanto a su producción. El proyecto original (que iba a ser dirigido por Eli Roth) fue anunciado en 2006, es decir, inmediatamente después de la publicación del libro de King. Sin embargo, los cambios recurrentes en los derechos de distribución entre distintas empresas retrasó el estreno de la película durante 10 años. Finalmente, se terminó estrenando el 6 de junio en EE.UU para el mercado on demand. Este no es un dato menor, ya que la temática del libro quizás habría sido más adecuada para una película 10 años atrás, cuando el vínculo con la tecnología aún no era tan simbiótico como ahora. No obstante, la reflexión tecnológica sigue siendo pertinente, sobre todo si tenemos en cuenta el rol que juegan los dispositivos móviles en nuestra vida en tanto apéndices de la propia corporalidad. En ese aspecto, aún con muchos desajustes, El Pulso puede habilitar conversaciones interesantes a la salida del cine.
Basada en una historia del maestro del terror Stephen King, cuenta con un elenco increíble que incluye actores como el ídolo de las películas de la década de los ochenta John Cusack, el multifacético Samuel L. Jackson y la no tan pequeña Isabelle Fuhrman (la tétrica actriz que en el pasado saltó a la fama con la película 'La huérfana'). Con la dirección de Tod Williams (director de 'Paranormal Activities 2') y bajo el guión reescrito y supervisado por el mismo King, esta película de suspenso contiene ingredientes novedosos que nos saca de los que ya nos tiene acostumbrados el cine apocalíptico. Una señal en la comunicación inalámbrica ataca, de forma global, a cada persona que esté utilizando su celular. De esta manera, aquellas personas que se vean afectadas por el uso de su dispositivo sufrirán un tipo de transformación que los terminará por deshumanizar de forma violenta. Y eso aterra. La trama comienza intempestivamente, casi que al espectador no se le da tiempo de que digiera los primeros minutos de la historia ya que el caos en todo su esplendor se hace presente. En todo su esplendor. Sépanlo. Aquellos primeros momentos en que se presenta el factor desencadenante de la historia los mantendrá al filo del asiento. Es potente, intensa, rápida; es una verdadera joya del cine y la narrativa. Una vez que el cimbronazo inicial y explicativo hace furor, la historia comienza a desarrollarse: los dramas y el pasado de los personajes, las pruebas que deben pasar, las decisiones que tienen que tomar. El virus, la señal, el pulso que transforma a la gente en autómatas violentos (especie de zombies ultra rápidos en sus movimientos pero no hambrientos ya que no atacan para consumir) avanza despiadadamente y los protagonistas deberán encontrar una forma de esquivarlo, rescatar gente y sobrevivir. El comienzo del relato, como se dijo con anterioridad, es vertiginoso; no obstante, a medida que la historia comienza a tomar color resulta en una película más del subgénero apocalíptico. Las interacciones son parecidas a lo que ya se ha visto, incluidas las frases y conversaciones debido a que el nudo de esta historia descansa en cosas anteriormente vistas en otros films. De todas maneras, se recupera de forma veloz y termina como empezó: un final galopante que estremece al corazón con lo inesperado de su giro. Samuel L. Jackson hace un papel interesante y, como siempre, gracias a su carisma, es el actor y el personaje más real e identificatorio de la intriga. John Cusack es un gran actor (eso no se niega), que deslumbra en el primer segmento de la película, pero que termina perdiéndose en el argumento central y deja de elaborar la química obtenida con Jackson que explotó en los primeros momentos de la historia para reemplazarlo con un personaje desenchufado, desconectado del resto de la historia. Isabelle Fuhrman hace una gran interpretación como mujer de armas tomar y literalmente disparar. La fotografía es única y da la completa sensación del fin del mundo. Una obra muy bien lograda desde lo visual, que complementa con sus imágenes lúgubres el humor de la película. Con respecto a la banda de sonido, sepan que no hay música. Todo lo utilizado son sonidos bien graves que intensifican y logran con mucho éxito la incomodidad en el espectador en los momentos culmines y más importantes. Por lo demás, esta historia es una gran versión de la imaginativa del Sr. Stephen King que por momentos nos mantendrá perturbados y nerviosos en nuestras butacas.
Basada en una novela del prolífico Stephen King, la película es una variante de los relatos de zombis y explora las consecuencias del uso de la tecnología celular. Lo cotidano se transforma en pesadillesco pero falta tensión y buena señal. Lo cotidiano se transforma en pesadillesco en manos del novelista Stephen King. En El Pulso, basada en su novela y con su intervención en el guión, muestra como la tranquilidad de Boston se quiebra cuando Clay -Joan Cusack-, un diseñador gráfico y de comics que quiere reencontrarse con su ex esposa y su hijo, se topa en el aeropuerto con el horror. Todos atienden sus celulares, comienzan a enloquecer de manera inexplicable y se convierten en feroces asesinos. La película es una variante de los relatos de zombis y explora las consecuencias del uso de la tecnología celular. Sin dudas, lo mejor es la secuencia inicial, en la que un hombre común y corriente enfrenta fuerzas inexplicables y se embarca en una travesía para sobrevivir. Clay se unirá en su camino con Tom -Samuel L. Jackson-, un maquinista de subterráneo, la joven Alice -Isabelle Fuhrman, que es recordada por su papel en La huérfana- y Jordan -Owen Teague-. Mientras escapan y se refugian del ataque de los humanos monstruosos, tratarán de descubrir de dónde proviene el misterio de la señal que se desparrama mediante los celulares y genera el caos, infecta a sus víctimas y las convierte en psicópatas. Joan Cusack ya había trabajado con Samuel L. Jackson en 1408, también de King, pero acá parece perdido y desconcertado ante tanto aturdimiento y situaciones que hacen inevitable las comparación con títulos como Exterminio. Si bien hay alguna secuencia con suspenso que funciona mejor que otras, la tensión y los sustos no aparecen. Si al caos generalizado se le suma el final confuso que propone el film de Tod Williams -Actividad Paranormal 2- se puede afirmar que esta es otra fallida traslación del universo literario del autor de Carrie a la pantalla grande. Mientras los protagonistas encuentran armamento para defenderse, los humanos ya colonizados por la tecnología se reúnen en una suerte de colmena alrededor de una gigantesca antena en una zona de Maine, un escenario que siempre está activo para desarrollar el horror.
Si realmente aconteciera aquello que Stephen King imaginó en su novela "Cell" y que Tod Williams adapta para la pantalla grande, más de uno iría a enterrar su celular al jardín. De manera intempestiva, Clayton (John Cusack) verá como las personas que lo rodean se vuelven literalmente "locas" por un extraño acontecimiento que se desprende de la utilización del teléfono móvil. Una especie de zombies, que arrasan con todo, serán aquello de lo que escapará el hombre, quien se unirá a otros dos (uno de ellos interpretado por Samuel J. Jackson) para salir con vida y llegar a su hogar para ver si finalmente los suyos están bien. La película linda lo inverosímil, y el inexplicable aspecto de Cusack (el botox ha hecho estragos en su rostro) impide una visualización correcta de la película. Jackson hace lo suyo, pero por sí solo no puede remontar una propuesta, que se ha visto muchas veces y que actualmente en la TV con "The Walking Dead" está muy bien representada.
Clon poco feliz de los zombies de George Romero. Importante decepción la de El pulso, adaptación de Cell, la novela de Stephen King que, sin encaramarse en el panteón de los mejores textos escritos por el autor, poseía suficiente jugo para ser trasvasado a la pantalla. Su lectura sobre la mitología de los muertos vivos (no casualmente, el libro está dedicado a George Romero), aunque redireccionada hacia el terreno de la distopía generada por un abuso de la tecnología, permitía dos caminos posibles: una adaptación ambiciosa en más de un sentido, con múltiples tramas paralelas y la necesidad de ingentes recursos económicos, o la reducción del relato a las partículas más elementales y la exploración del bajo presupuesto como bandera de orgullosa pertenencia. Es claro que el film de Tod Williams (el mismo realizador de Actividad paranormal 2) optó por la segunda opción, con la participación de una miríada de productores ejecutivos que incluyen a su estrella principal, John Cusack. La primera escena, si bien derivativa como el resto de lo que vendrá, al menos ofrece las necesarias dosis de tensión y un desprecio por las demoras innecesarias: el protagonista llega al aeropuerto y, en cuestión de minutos, estalla la hecatombe, luego de que una señal transmitida por los teléfonos celulares transforma a la mayoría de los individuos en una alienada, enloquecida y violenta masa. Al tren se sube rápidamente el personaje interpretado por Samuel L. Jackson y el dúo central continúa sumando compañeros y compañeras con el correr de los poco más de noventa minutos de metraje, pandilla que incluye al veterano Stacey Keach, disfrazado para la ocasión de director universitario corrido de la ortodoxia merced a las circunstancias. Ese nervio inicial se convierte velozmente en rutina y la travesía en busca de familiares vivos y/o de un lugar donde establecerse no es otra cosa que un clon poco agraciado de las aventuras creadas por Romero e, incluso, de sus derivados televisivos más recientes. El guión, coescrito por el propio King, transforma las ideas políticas de la novela en esqueletos básicos que otros films sobre zombis literales o metafóricos (en particular, El amanecer de los muertos, de Romero, y Shivers, de David Cronenberg) ya habían investigado de manera mucho más ingeniosa y punzante. Y la sucesión de peligros, trampas y sacrificios heroicos que dan forma a El pulso terminan redondeando una versión chapucera y torpe de la propia novela en la cual se basa (eso sí: con infinidad de referencias al universo King bien a la vista) y de las decenas de películas con las cuales conversa conscientemente e inconscientemente. Una importante decepción y una verdadera pena, teniendo en cuenta algunos de los talentos involucrados y las posibilidades perdidas.
OTRA LLAMADA PERDIDA Stephen King tuvo suerte dispar con las adaptaciones de su obra. Se podría decir que eso es lógico en alguien tan prolífico cuyo material vale oro para los productores. Pero una explicación acaso más esotérica es que la suerte se la gastó casi toda al principio. Porque el hecho es innegable: las primeras adaptaciones fueron hechas por directores fundamentales. La lista impresiona: Brian De Palma, Tobe Hooper, Stanley Kubrick, George Romero, David Cronemberg, John Carpenter. Arrancando ahí arriba era esperable que lo que siga vaya cuesta abajo. Y eso es lo que pasó. Está bien, después tuvimos Cementerio de Animales, El Aprendiz, Misery, o la última gran adaptación: La Niebla, dirigida por un tipo (Frank Darabont) que no era ajeno al universo King. Pero son excepciones en un panorama abundante y pobre a la vez. No pasó eso con su literatura, que siguió pareja en calidad y cantidad, logrando un balance de productividad, popularidad y consenso crítico, que no conoce rival. El proyecto de llevar Cell al cine viene de largo y el primer seleccionado para llevarlo a cabo fue Eli Roth (Hostel), que se bajó por diferencias creativas. Arriesgo que tampoco nos perdimos mucho. El director que se hizo cargo, Tod Williams, como antecedente en el género apenas tiene para exhibir Actividad Paranormal 2. Con esa data no daba para esperar que la racha vaya a cambiar y efectivamente no lo hizo. Quizás no sea de las novelas más destacadas de su autor pero tiene algunas ideas interesantes y merecía un tratamiento mejor. Se trata de la incursión de King en el subgénero zombie y trae algunas cuestiones novedosas, que la película aprovecha. Sus zombies tienen características propias: evolucionan, andan en grupos (“como bandadas de pájaros” dice un personaje), se comunican telepáticamente, tienen un líder y una mentalidad colectiva (“mente colmena” dice otra). Y hay también una mirada pesimista sobre la tecnología ya que el pulso que convierte a las personas en zombies es causado por los teléfonos celulares. El film se toma unas cuantas libertades respecto a la obra original. Eso no es necesariamente malo en todos los casos, pero en este las omisiones y los agregados no aportan más que confusión y atolondramiento. Se habló del cambio de raza del personaje que interpreta Samuel Jackson, lo cual no es raro en estos tiempos de integración. Lo curioso es que el mismo personaje además de blanco en la novela es judío y gay y eso tiene una relevancia que aquí apenas se menciona y olvida. Quizás porque no había tiempo de dedicarse a más de una minoría a la vez. La película arranca con una escena vertiginosa y bien llevada en un aeropuerto, en el momento que la catástrofe se dispara, y continúa de manera convencional y transitada pero correcta y a buen ritmo. Hasta que después de una escena fundamental, a mitad del film la narración se deshilacha y pierde el rumbo, tan desorientada como sus personajes, que a partir de ahí pasan a deambular en una serie de escenas inconexas y diálogos divagantes. Lo más decepcionante es ver que el propio King participó del guión y que no está a la altura de su propia obra. Cuando Kubrick cambio en su versión el final de El Resplandor, que no estaba nada mal tampoco, King puso el grito en el cielo. Viendo lo que hizo con el final de esta adaptación, hubiera hecho mejor dejándolo como estaba. La racha viene difícil. Quizás ahora la cuestión pase por la tele (la miniserie 22.11.63 por ejemplo, que tuvo una muy buena recepción), pero no con estas producciones fallidas. Quizás para la próxima. Igual novelas para adaptar no van a faltar. EL PULSO Cell. Estados Unidos. 2016 Dirección: Tod Williams. Intérpretes: John Cusack, Samuel L. Jackson, Isabelle Fuhrman, Stacy Keach, Owen Teague, Clark Sarullo, Ethan Andrew Casto. Guión: Adam Alleca y Stephen King, sobre la novela de Stephen King). Fotografía: Michael Simmonds. Edición: Jacob Craycroft. Música: Marcelo Zarvos . Duración: 98 minutos.
Recuerdo el momento en que surgió Cell. Se trataba de la primera historia de zombies de Stephen King y la novela generó expectativa desde el día en que se anunció su publicación en el 2006. El libro presentaba una excelente premisa que giraba en torno a una epidemia de muertos vivos que se generaba a través de los teléfonos celulares. La trama comenzaba muy bien hasta que el suspenso se iba agotando para concluir en un final decepcionante donde el destino de los personajes principales quedaba en la nada. Pese a que mucha gente detestó el cierre de la historia, Cell era una propuesta que tenía el potencia de brindar una buena película. Dos meses después de la publicación del libro, en enero del 2006, la productora Dimension Films compró los derechos cinematográficos y anunció en los medios que Eli Roth sería el director. Sin embargo, el realizador de Hostel no estuvo de acuerdo con el enfoque que le querían dar los hermanos Wenstein y se bajó del proyecto. Pasaron 10 años y el proyecto finalmente se concretó en el cine por la vía independiente. Creo que esta producción califica entre las peores películas que vi basadas en obras de Stephen King y lo más triste de todo es que el propio escritor fue responsable del guión. Se trata de una producción berreta clase B que presenta interpretaciones desganadas de John Cusack y Samuel Jackson y una dirección horrenda que convirtió a esta historia en un relato aburrido. En otra palabras, parece una película hecha sin ganas donde la tensión y el suspenso brillan por su ausencia. Samuel Jackson, quien sobresalió en La leyenda de Tarzán, acá parece aburrido como sino no hubiera tenido ganas de trabajar en este film. Lo mismo ocurre con Cusack y su extraño peinado a lo Nicolas Cage, quien brinda una interpretación en piloto automático. La dirección corrió por cuenta de Todd William, quien contaba con Actividad paranormal 2 entre sus antecedentes más conocidos. Su labor en El pulso (el título en castellano) es realmente mala y se limita a brindar un film predecible y aburrido que nunca explora el potencial de la historia. La secuencia inicial donde se desata la aparición de los zombies brinda el único momento entretenido de esta producción que con el paso del tiempo se vuelve cada vez más aburrida. No ayudó tampoco la calidad paupérrima de los efectos especiales, sobre todo el uso del CGI en algunas secuencias de acción, y el guión de King que califica entre sus peores trabajos en el cine. Debido a que mucha gente quedó decepcionada con el final de la novela , el autor decidió modificarlo para la versión cinematográfica y el resultado es desastroso. El nuevo cierre que le dio a la historia ahora es completamente ridículo y termina por arruinar lo que ya era hasta ese momento una película decepcionante. Me aburrí mucho viendo El pulso y no puedo encontrar ningún elemento positivo que merezca ser resaltado. La verdad que la novela original, con todas las objeciones que se le puede hacer, al menos presentaba situaciones más interesantes que hacían llevadera la historia. La película es muy pobre y por esa razón no llama la atención que le costara conseguir una distribuidora en los Estados Unidos. Ojala nos encontremos con un panorama más satisfactorio en la próximas adaptaciones que se vienen de It y La Torre Oscura.
ZOMBIES PERO CON TOQUES ORIGINALES Una película extraña. Por un lado tiene un elenco que reúne otra vez a John Cusak con Samuel Jackson, unidos a Stacy Keach, Isabelle Fuhrman. El guión se basa en una novela temprana de Stephen King, que ha declarado que lo hizo en homenaje a los zombies de Georges Romero en “la noche de los muertos vivientes”. El mismo King es co guionista con Adam Allech. Pero con todo eso la película tiene problemas, un buen comienzo, los que usan celulares en ese momento se transforman en monstruos violentos y babeantes, se salvan los menos. Después viene un largo intermedio que no se diferencia en nada de una de zombies del montón, salvo dos escenas, una que informa que murmuran al unísono y luego un final sorprendente, con datos sueltos sobre una posible evolución de la humanidad. Alcanzan esos toques originales? Sorprenden pero no están aprovechados ni desarrollados. (##)
El Pulso: la llamada del Apocalipsis, presenta un caos zombie derivado de un misterioso tono telefónico que afecta a todo aquel que usa su celular. John Cusack como un escritor y Samuel Jackson como un maquinista de tren deben cruzar toda una ciudad para escapar del peligro. Un tremendo prólogo, que presenta el inicio de la epidemia, presagia una gran adaptación del libro de Stephen King. Lamentablemente es solo una ilusión, todo lo bueno del primer acto se diluye en un compendio de lugares comunes, situaciones incoherentes y pocos momentos de horror puro. En una época con tantas exponentes del género "zombie" esta clase B atrasa, cuenta con rudimentarios efectos digitales y no aparta ninguna idea atractiva.
Crítica emitida por radio.
El pulso es un conjunto de explosiones fallidas, zombies para nada aterradores, personajes desgastados y una desilusión para cualquier fanático de Stephen King. La tecnofobia es el rechazo a las nuevas tecnologías. En Cell, novela que Stephen King publicó hace diez años, los seres humanos se ven alterados por una misteriosa señal emitida por los teléfonos celulares. Un extraño sonido los convierte en una especie de zombies capaces de destrozar cualquier cosa que tengan en frente, inclusive a sí mismos. Aunque la oferta de El pulso es seductora, en el camino queda cualquier ilusión de encontrar la nueva Carrie, Misery o, sin poner la vara alta y ya lejos de cualquier trabajo basado en un libro del autor, la reciente Guerra Mundial Z. Hace casi cuatro años el proyecto fue pensado como una miniserie, de la que también Williams sería el director. Pero antes de que el proyecto quedara trunco, la idea de adaptar el libro al cine tenía al director Eli Roth a la cabeza. Tras el fracaso consumado, quedó la sensación de que el director de Cabin Fever y Hostel, especialista en cine de terror, podría haberle exprimido el jugo a la historia más que Williams. La deficiencia estructural y de causa y efecto que el director y el autor de la novela le dieron a la historia -King trabajó en el guión- hacen que la función base de la película, que es entretener y asustar, no se cumpla. Y si la base no está, a no esperar adicionales. Es contraproducente que el resultado tan nulo del film deje escenas memorables, o por lo menos que encienden la lamparita del gustoso. Hay una escena que detalla el comportamiento de un aglutinado de zombies en descanso, mientras suena de fondo el “Trololo”, de Eduard Jil y saca sonrisas pícaras, de entendimiento para con las buenas intenciones del film. El pulso es una especie de road movie zombie -al estilo The Road pero solo como un aglomerado de las pocas deficiencias de esta-, en la que el personaje principal, Clayton (John Cusack), se dirige hacia un lugar específico en donde supuestamente está su hijo. Cuando va casi una hora de película y un sinfín de golpes de efectos que pierden la batalla contra el susto del espectador, llega un halo de esperanza: los personajes parecen encontrar su rumbo, los enigmas ya develados toman poder y la oscuridad de la trama tiñe a los que en ese entonces eran tibios ataques zombies. Pero para desilusionar aún mas al público, ese halo culmina a los pocos minutos, cuando llega un desenlace confuso, insulso y predecible. El resultado confluye en una excesiva carga de escenas inconexas que ahuyentan a cualquier posible lector de la novela. Cusack y Jackson compartieron reparto en 1408, otra adaptación de un libro de King. El resultado del film de 2007, dirigido por el sueco Mikael Håfström, fue más sólido y jugoso que este. Lastimosamente, la compañía de Cusack, un acumulador de residuos fílmicos contemporáneos, no tiene la incidencia a la trama y la definición que merece. Sucede lo mismo con el resto del reparto, inclusive con el legendario Stacy Keach, que parece intervenir solo para justificar su nombre en los créditos finales. Williams, que solo había incursionado en el terror en 2010 con la segunda parte de Actividad Paranormal, demostró que lo que mejor le sienta es la comedia, género con el que hizo reconocible su nombre, allá por el ’98, con The adventures of Sebastian Cole.
Esta es nuestra crítica a la adaptación difusa, y poco astuta, de la novela Cell de Stephen King. Como bien sabemos, este film dirigido por Tod Williams (Actividad Paranormal 2) sienta sus bases en la novela del 2006 de Stephen King, Cell. La historia narra, básicamente, cómo, a través de la hiperconectividad, un extraño virus se expande por todo aquel que hable por celular. La película comienza con una cámara en mano nerviosa que recorre punto a punto un aeropuerto de Estados Unidos. El movimiento de la cámara transmite un estado de inquietud y confusión, el típico ritmo citadino, sin descanso, donde lo cibernético se encuentra presente junto a cada persona. ¿Quién hoy en día no carga consigo una tablet o celular? En este ambiente tenso, de repente todo estalla, todos enloquecen: espuma por la boca, ataques violentos y no se sabe cuál es la razón. Por supuesto que nuestro héroe, John Cusack, descubre que es el celular el causante del mal y logra escapar de la rebelión. Bajo tierra se encontrará con quien será su compañero de camino en este escape hacia la nada, interpretado por Samuel L. Jackson. A partir de aquí lo primordial es sobrevivir, aunque la finalidad de Cusack es encontrarse con su mujer e hijo, a quienes no ve hace un año. El problema del film es que se queda en la anécdota, después de que ocurre este extraño hecho en el que las personas están narcotizadas por una señal y se mueven en manada sin razón aparente, la trama se torna difusa. Una narración monótona, donde no se apuesta ni a la acción, ni al suspenso, ni siquiera a lo emocional. Por si eso no fuera suficiente, la música tampoco acompaña la historia. Hay zombies que no son zombies, terror que no sobresalta, vínculos que no conmueven… pura anestesia cinematográfica.
Un Stephen King auténtico, para temer al celularA lo largo de su brillante y exitosa carrera, Stephen King ha imaginado todo tipo de apocalipsis. El de "El pulso" es uno de los más extraños, ya que el escritor de "El resplandor" imagina un fin del mundo donde la humanidad sucumbe ante una extraña señal que surge de sus teléfonos celulares. John Cusack es un dibujante de novelas gráficas al que por suerte se le acaba la batería del celular cuando está a punto de tomar un avión desde el aeropuerto de Boston para visitar a su exmujer y su hijo en una ciudad cercana. Lamentablemente, casi todo el resto del mundo que de una manera u otra está conectado a un celular escucha un extraño pulso que los transforma en especies de zombies hiperkinéticos sedientos de sangre. Las primeras escenas sobre el escape del aeropuerto del protagonista junto al conductor de un tren subterráneo interpretado por Samuel L. Jackson son realmente aterradoras, con escenas ultraviolentas y mucho suspenso. Luego, a lo largo de las casi dos horas de metraje el suspenso y la violencia continúan -hay una gran escena de matanza de zombies junto al veterano Stacy Keach- pero se van confundiendo con escenas de pesadillas proféticas que no siempre resultan demasiado contundentes. De todos modos, Stephen King, que se hizo cargo de adaptar su propio libro, sabe mantener el interés del espectador hasta el apocalíptico y oscuro final. Las muy buenas actuaciones y la constante sensación de terror ayudan a recomendar el film a los fans del género.
En El pulso hay celulares y zombis, pero no el mejor Stephen King Adaptación de Stephen King protagonizada por John Cusack y Samuel L. Jackson, como otra -mejor- adaptación de King de hace nueve años, 1408. El pulso es ciencia ficción apocalíptica con algo de terror: un virus se propaga a partir de los celulares y deja a la gente convertida en algo así como zombis agresivos. Sobrevivientes, entre ellos los personajes de Cusack y Jackson, tratan de avanzar, de sobrevivir, de encontrar familiares. Al principio la película establece, mediante un montaje descriptivo, que estamos todo el día hablando por celular -cosa que a estas alturas no es tan así, se trata más de mirar la pantalla-, pero la crítica social no avanza mucho, más allá de algunas elucubraciones sobre el comportamiento gregario/colectivo. No abunda la fluidez, esa característica con la que se han lucido algunas de las muchas adaptaciones de King como Misery, Sueños de libertad, Cuenta conmigo y La niebla. Cusack actúa sin brillo, como si fuera un trámite -la proliferación de películas irrelevantes en su carrera quizá lo esté afectando- y la sucesión escasamente cohesiva de peligros y explicaciones sobre lo que está ocurriendo nunca termina de armar tensión. El pulso es un relato solemne de destino sombrío y que no ofrece demasiada conexión con los personajes, lo que suele suceder cuando la narrativa está tan desinflada de deseo y emociones, cuando el desgano abunda, incluso en los efectos visuales. El veterano Stacy Keach -con papeles memorables desde principios de los 70 en El juez del patíbulo de John Huston hasta hace poco en Nebraska de Alexander Payne- le pone un poco más de entusiasmo, u oficio, a su papel. O al menos recuerda épocas en las que no había tantas películas con forma y concepto de piloto televisivo.
Hubo una época en la cual las adaptaciones al cine y la televisión del maestro del terror Stephen King eran laureadas historias, alabadas por el público y la crítica. Ahora, por cada The Mist y 11.22.63 tenemos una Under the Dome que defrauda o la tristísima película que nos trae al caso, Cell. En pleno auge moderno de las hordas de no muertos, King publicó en 2006 la historia de un apocalipsis mundial provocado por un pulso que atacaba a todos los celulares del mundo. Una premisa tan universal como crítica de los tiempos que corren, pero que en definitiva no era una de los mejores trabajos del autor. Por su parte, todas las cualidades redimibles del libro no han podido ser trasladadas a la pantalla grande, creando un inservible fin del mundo que provoca bostezos al por mayor. Cell fue publicada en enero de 2006 y para marzo los derechos para cine ya estaban comprados. Tras un desarrollo infernal, se tardaron 10 años para ver los frutos en pantalla, y ni el pobre guión del mismísimo King junto a Adam Alleca -guionista de la provocadora remake The Last House on the Left, de otro genio del terror como fue Wes Craven– salvan al film de Tod Williams de aburrir. El director carga en su espalda la tarea de conducir esta historia luego de la baja de Eli Roth, y su paso por la saga sobrenatural en la soporífera Paranormal Activity 2 no lo deja bien parado. Su trabajo más bien es de encargo, porque simplemente apunta la cámara y deja que su elenco lea sus líneas correspondientes sin demasiado ahínco, mientras que las grandes escenas de acción son aplastadas por ridículos efectos digitales que le dan una arista aún más de clase B a la trama. Su única salvación son esos momentos iniciales, donde el caos reinante glorifica su contraparte de tinta y papel. John Cusack y Samuel L. Jackson tienen una minireunión kingniana -ambos protagonizaron la de terror psicológico 1408– y les falta una cerveza en la mano en cada escena para completar la idea de que aceptaron el trabajo por plata. Hay cero interés de parte de ellos de componer un personaje coherente. Ambos se interpretan a sí mismos en pleno apocalipsis, y sólo por el mero hecho de ser estrellas consagradas salen adelante con el triste material que tienen enfrente. De más está decir que el conflicto en general se reduce a que los personajes se muevan de un lado al otro evitando las manadas de descerebrados que quieren atraparlos y ya. Si Stephen King tuvo un problema en su prosa, fue el hecho de tener grandes ideas que se desinflan en finales apurados o poco satisfactorios en comparación con el viaje que sus protagonistas hicieron. Cell fue criticada por ello y es por eso que la película cuenta con un final diferente, uno que realmente da pena y en vez de dejar el camino abierto a interpretación subraya el nihilismo latente en la historia. Cosa que de haber sido bien trabajada durante todo el metraje hubiese funcionado, pero es una salida fácil a una historia que tenía mucho potencial. Cell es una pobrísima adaptación de uno de los mejores escritores de horror contemporáneos, que no le hace honor a su bibliografía y sirve poco como entretenimiento. Su visionado es sólo recomendado a aquellos acérrimos al autor que necesitan ver todo su material. El resto, evitelo. Y apaguen sus celulares mientras tanto.
“El pulso” (Cell) Se estrena este jueves 18 de agosto la película “El pulso”. El guión es de Stephen King y Adam Alleca (sobre una novela de S.King) y el director Tod Williams. Los protagonistas son John Cusack y Samuel L. Jackson. Es un film de ciencia ficción, terror, con una mirada de un futuro oscuro y sombrío mezclado con la alta tecnología. El protagonista (o los) es el celular. Y una especie de virus que se propaga y trasmite a quienes lo estén usando. Quedando en un estado como “atontados y de asesinos” contra aquellos que no fueron afectados. En este caso quedan algunos héroes… como los protagonistas, deambulando y tratando de escapar de lo que parece un futuro sin muchas salidas. El mensaje de este film podría ser: el Diablo es el que está manejando las redes de los celulares a trevés de enormes antenas. Por las dudas si suena tu celular dudá en atender… o no?
El Pulso (o Cell en su idioma original) es la más reciente adaptación de una obra de Stephen King a la pantalla grande. Esta nos cuenta la historia de Clay Riddell (John Cusack), un novelista gráfico que -de casualidad- logra sobrevivir al misterioso ataque de una señal telefónica que convierte a todo el que tenga su oreja sobre el auricular del celular en una especie de zombie frenético. A este terrible escenario apocaliptico de muerte y locura se le suma el inconveniente hecho de que Clay se encuentra lejos de su hijo, lo cual despierta en el una desesperada incertidumbre sobre su suerte y lo lleva a emprender un peligroso viaje para encontrarlo. Sin embargo, no estará solo en esta travesía; un carismático maquinista de subte, llamado Tom (Samuel L Jackson), lo acompañara fielmente desde el principio. Si bien casi no existe adaptación literaria que no de lugar a comentarios tales como “El libro es mejor”, “dejaron muchas cosas afuera” o “el director y el guionista parecen haber leído otro libro, o no lo leyeron y merecen morir”; cuando se trata de llevar a la pantalla grande el trabajo de un autor tan importante, adorado y complejo como Stephen King, estas cuestiones se potencian. A pesar de esto, King es uno de los novelistas que cuenta con la mayor cantidad de adaptaciones cinematográficas; lo cual brinda un amplio abanico de calidad que va desde la excelencia hasta la mediocridad. Teniendo esto en cuenta, creo que es conveniente dejar en claro que, en mi opinión, discutir si un libro es mejor que su adaptación (o viceversa) no tiene ningún tipo de sentido. El cine y la literatura, si bien tienen cosas en común, son lenguajes sumamente diferentes; tan así que muchos de los recursos y técnicas literarias son imposibles de traducir al lenguaje cinematográfico. Cada uno de ellos nos conmueve de distinta manera. Muy difícilmente una adaptación pueda satisfacer nuestras expectativas (sobre todo si esperamos ver la película que armamos en nuestra mente mientras leíamos el material original), dado que es una versión particular de las millones que pueden existir. Es así que, para llevar adelante este humilde reseña, solo tendré en cuenta la experiencia de la película, dejando de lado la fidelidad que mantiene con la novela. Apocalipsis Clase B: Si hay algo que se le debe reconocer a El Pulso es que no se anda con vueltas. Inmediatamente después de un breve montaje que nos sitúa en tiempo y espacio (ademas de introducir los créditos iniciales de forma un tanto incómoda para la vista, por cierto), se desata toda la hecatombe zombie. A los diez minutos del metraje ya tenemos el conflicto y a casi todos los protagonistas presentados. Ahora bien, siguiendo el estilo de la película, voy a ir directo al hueso. Me atrevo a decir que este frenético y sangrientamente entretenido inicio es lo único digno de algún tipo de reconocimiento. Si un rayito de esperanza había logrado colarse en tu corazón después de la secuencia inicial, el posterior desarrollo de la trama se encarga de destruirlo o, como mínimo, reducirlo. El guion, a cargo de Adam Alleca y del propio Stephen King, es sumamente confuso. Esto da cuenta de la dificultad que implica adaptar el universo de este enorme escritor al cine, hasta para el mismo. Nada queda claro, todo esta desarrollado por la mitad; quizás quien conozca la historia de antemano pueda sentirse mas orientado, pero para quien la encara sin información previa, la confusión esta asegurada. Mas allá de esto, el guion, en términos generales, falla en ofrecer respuestas básicas y necesarias para dotar de coherencia el relato y hacerlo comprensible al espectador. La dirección de Tod Williams (Actividad Paranormal 2) no ayuda a remontar lo volcado en el papel. En ningún momento logra construir un clima opresivo, generar suspenso o asustar, lo cual es reprochable al tratarse de una película de terror. El trabajo de cámara es por momentos bastante desprolijo y pobre; y la edición entorpece aun más el ritmo de la narración. El elenco, encabezado por los ya mencionados Cusack y Jackson, se completa por los también talentosos Isabelle Fuhrman (La huerfana) y Owen Teague (Bloodline): a pesar del flojísimo guion, logran entregar actuaciones decentes. Conclusión: El pulso, a pesar de contar con una premisa rica e interesante, no logra construir un relato audiovisual coherente. Sin embargo, puede llegar a ser disfrutada por aquellos fervientes amantes del genero, siempre y cuando no esperen encontrarse con algo trascendental. Lamentablemente para los fanáticos, esta es una muestra más de que las peores películas basadas en trabajos de King, son aquellas que él mismo se encarga de adaptar.
Zombis telefónicos Es entretenida, pero no aporta nada a los lugares comunes del subgénero post apocalíptico. Ningún medio mejor para estupidizar, dominar o eliminar al hombre que un celular, ese apéndice electrónico del cuerpo humano. El villano de Kingsman: El servicio secreto (2014) lo sabía y así intentó realizar sus malvados planes, pero a Stephen King se le había ocurrido primero y ya lo había escrito en Cell (2006). El pulso es la adaptación de esa novela, con la participación del propio King en el guión: en realidad, la cuestión telefónica es sólo el disparador de una clásica historia post apocalíptica de zombis. Un buen día, los celulares emiten una señal que convierte a todo el que esté usando uno en una suerte de subhumano descerebrado y dominado por un instinto asesino. Todo es caos y destrucción, pero se forma el típico grupito de sobrevivientes, encabezado por Clay Riddell (John Cusack, víctima de una tintura que atenta contra su credibilidad) y Tom McCourt (Samuel L. Jackson, que casualmente interpretó al villano de Kingsman). En estas películas siempre hay una travesía hacia algún lado, y aquí el destino es la casa de la mujer y el hijo de Clay, de quienes no se sabe nada desde el día del apocalipsis telefónico. Con algunas escenas cómicas a su pesar, unas cuantas ideas con tufillo ajeno, y un final desconcertante, algo hay que reconocerle a El pulso: es entretenida. Pero, más allá del vehículo de destrucción masiva, no aporta nada nuevo al subgénero post apocalíptico.
Si nos ponemos a observar podríamos decir que Stephen King es uno de los escritores más adaptados a la pantalla grande, por ejemplo: El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980), It (Tommy Lee Wallace, 1990), Sueño de libertad (Frank Darabont, 1994) y La Niebla (Frank Darabont, 2007), entre otras. En esta ocasión tiene un buen arranque, con secuencias impactantes y espectaculares, un terror bien apocalíptico y flojas actuaciones. Contiene una crítica a la sociedad que se encuentra pendiente de los celulares, a la tecnología y al estar hiper conectados. Su desarrollo por momentos resulta algo monótono, reiterativo y con alguna similitud a “The Walking Dead”.
Es difícil comprender porqué alguien pensó que ésta película debía existir. Basada en uno de los menos celebrados textos de Stephen King, Pulso (o Cell, tal su título original) parte de una premisa gastada y, lo que es peor aún, casi ya vieja: que los celulares y la cultura de los dispositivos móviles nos terminan alienando, envuelto en una obvia metáfora de personas transformadas por ello en una suerte de zombies. Tan anacrónica resulta la película en la ejecución de su planteo, que hasta el modo en que presenta el conflicto es irrisorio: los personajes explosionan ya que se pasan todo el día con el aparato el oído y una señal es la que los detona, cuando en verdad hoy nos encontramos más ocupados viendo la pantalla (gracias a mensajeros como whatsapp y telegram) que apoyándola al costado de nuestra cabeza. Así y todo, la señal se expande, la gente pierde los estribos y una escalada de violencia absurda toma por completo la película, al tiempo que John Cusack y Samuel L. Jackson (quienes tuvieron mejor suerte en otra anterior adaptación de King, 1408) intentan descifrar el misterio y, claro, corren por sus vidas. Nada impacta en Cell, nada sorprende, nada asusta y, lo que es aún peor, nada entretiene. El film de Tod Williams (Actividad Paranormal 2) cae así en el olvido, ahí junto con tantas otras obras de Stephen King que no supieron saltar bien a la pantalla.
Floja transposición de una novela de Stephen King El realizador Tod Williams entrega con El pulso, La llamada del apocalipsis (Cell, 2016) un relato rutinario, sin in crescendo dramático, que no aporta demasiado al “universo zombie”. Una importante afinidad tuvo el zombie con el universo cinematográfico. El núcleo duro de ese matrimonio lo aportó George A. Romero, y sobre esa base se fueron sumando nuevas asociaciones entre el muerto vivo y la sociedad y la política (sobre todo). El pulso, La llamada del apocalipsis viene a sumar un capítulo más, sólo que éste es pura rutina y desmerece la idea de que el tópico supo erguirse digno aún en producciones modestas, como si algo de ese sujeto degradado se pudiera amoldar más a lo artesanal que a lo mainstream. Aquí no hay una producción ostentosa en términos de dólares gastados. Pero se nota, y se nota mal. John Cusack compone a un novelista que es testigo de una extraña –y espontánea- aparición de nuevos zombies, poco antes de viajar en avión. El medio que produce la transformación es ni más ni menos que el celular; una llamada puede transformarse en un “camino de ida”. No tardará en comprobar que la peste es masiva y brutal. Más tarde, conocerá a un conductor de trenes (Samuel L. Jackson) que lo acompañará en la búsqueda de su esposa y su hijo. El pulso, La llamada del apocalipsis hace de esa búsqueda su motor dramático. ¿Eso es malo? En absoluto. El problema es que lo hace de forma rutinaria, con un arco dramático que en verdad se revela como una línea recta. No hay inventiva en el diseño de arte, los personajes –más allá de lo eminentemente narrativo- no producen empatía, y es así como a los veinte minutos la película ofrece todas sus cartas y sólo resta esperar el desenlace. Una pena, sobre todo si consideramos que el otro vínculo del film (con la narrativa de Stephen King) también queda varios peldaños atrás, frente a las logradas transposiciones que sí supieron producir buenos sustos.
Quién sino el maestro Stephen King pudo haber imaginado un apocalipsis provocado por los teléfonos celulares. El traslado al cine de su libro, una producción sin grandes presupuestos, tiene actores que apuestan por lo que hacen -John Cusack, Samuel L. Jackson-, y guión del propio King. Pero está lejos de la excelencia y más cerca de una rutina, del manual de supervivencia en plaga zombie, con el ritmo episódico de cualquier serie a lo Walking Dead o vieja película del género que mejora una madrugada insomne. Lo cual no es poco, pero tampoco mucho.
"El pulso", un filme de terror que te hará querer apagar tu celular para siempre Si bien es una película más de zombis, El pulso cumple y alerta de los peligros que conlleva estar siempre pegados a la pantalla del celular. Al menos desde la primera generación de la Escuela de Frankfurt se viene alertando de los peligros que acarrea la híper tecnologización de las sociedades industrializadas, esa arma de doble filo que tiende a la uniformización de los ciudadanos, a la creación de una mente colmena a las órdenes del capitalismo. Esta enorme red de personas intercomunicadas puede servir para obrar por el bien común, pero también significa la zombificación de las partes, la despersonalización de los individuos, a quienes convierte en autómatas bobos que se conducen hacia un mismo lugar, como si se tratara de un gran hombre unidimensional. Cell (2006), una de las tantas novelas de Stephen King, plantea este tema y se centra en un objeto indispensable en estos tiempos: el celular. ¿Acaso la gente ya no puede vivir sin ese aparatito? El capitalismo triunfa en sus juguetes enajenantes, esos que crean necesidad, dependencia, adicción. El fuerte de El pulso, la película basada en esta novela, está en sus dos protagonistas principales: John Cusack y Samuel L. Jackson, cuyas actuaciones se ajustan a la propuesta del filme, a su puesta en escena, a su espíritu de clase B. La dirección es de Tod Williams y el guion, del propio Stephen King. El novelista gráfico Clay Riddell (John Cusack) se encuentra en el aeropuerto de Boston llamando a su mujer y a su hijo cuando se queda sin señal en el celular. De pronto se ve envuelto en una especie de mini apocalipsis en expansión, donde todos a su alrededor empiezan a comportarse de manera extraña y agresiva a causa de la radiación de los celulares. Clay se refugia en un tren con personas aún no convertidas en zombis rabiosos y se une a Tom McCourt (Samuel L. Jackson). Juntos emprenden un desesperante deambular por la ciudad mientras enfrentan a los llamados “chiflados telefónicos”. La película tiene un comienzo potente. La edición con planos breves y rápidos de la gente hablando por su celular funciona como el montaje que mejor representa esa (in)comunicación rápida, entrecortada, inentendible. Es cierto, El pulso no agrega demasiado al género de los muertos vivos. Pero la zombimanía siempre es necesaria, porque está para recordarnos en qué nos ha convertido la sociedad de consumo.
Zombies tecnológicos Cuando en 2006 Stephen King escribió su novela "Cell", la telefonía móvil ya llevaba cerca de tres décadas en el mercado. King, un escritor con una imaginación prodigiosa para encontrar el terror allí donde parece que nunca puede ocurrir nada ?un hotel, un cementerio, un pueblo tranquilo- encontró inspiración en el potencial de conectar el mundo a través de un aparatito en apariencia inocente. Lo demás fue ingenio para ver cómo esos usuarios absortos podrían ser víctimas y protagonistas de nada menos que un apocalipsis. Esta vez, y en la adaptación al cine de la novela de King que se conoce con el título de "El pulso", los zombies llegan en versión tecnológica. El filme tiene a dos protagonistas excluyentes, John Cusack, también productor, como un escritor que está a punto de reencontrarse con su hijo, y Samuel Jackson. Juntos intentan rescatar a un adolescente y escapar de los infectados por un pulso que llega a través del celular y que los convierte en asesinos y en una especie de manada de descerebrados. Allí la película gana unos puntos, al introducir la paranoia siempre vigente de la tecnología y la forma en que podría afectar a la sociedad, y una amenaza que llega a las personas a través de un dispositivo que según el filme usan seis billones de personas en todo el mundo y que las controla y las transforma en algo que no son.
Ay. Pero “ay” de veras. Dos actores que funcionan bien (John Cusack y Samuel Jackson) en una película basada sobre una novela de Stephen King donde un llamadito por celular vuelve zombi al que atiende. Es decir, ingredientes de primera para un buen entretenimiento de terror. Pero como decía el viejo Bazin, hay que saber batir la mayonesa para que no se corte. Y la realización paupérrima hace que el huevo y el aceite mueran separados. Allá usted si quiere pasar el pancito.
Antes que nada una aclaración al respecto. Mientras iba hacia el lugar de proyección tuve la fea experiencia de caminar por las callecitas de Buenos Aires, tienen ese ¡que se yo! ¿Viste? Al deterioro de sus veredas y al regalo que dejan los dueños de los canes, ahora se le debe sumar el tener que estar atentos para esquivar, a los “celulopatas”. Esos personajes que van escribiendo en sus celulares, mirando hacia abajo, caminando por la vida, o la vereda, o la calle, como si el otro no existiera. Hecha la aclaración, vale decir que lo mejor de éste filme se encuentra en los primeros veinte minutos, Clayton Riddell (John Cusack) retorna a Boston para ver a un familiar del que está separado hace un año: Es un novelista que ha logrado ser reconocido, que esta a punto de conseguir su primer gran logro como escritor de comics, proyecto causa de su alejamiento. Tiene la fortuna que su celular se queda sin batería, y es testigo presencial de una locura general, todos los concurrentes del aeropuerto comienzan a tener conductas violentas sobre los otros. Clayton se da cuenta que los que no estaban usando el celular se comportan con miedo por la situación, mientras los otros parecen robotizados. En su huida del aeropuerto, conocerá a Tom McCourt (Samuel L. Jackson) un empleado del metro, conductor de trenes, conocedor de los túneles, quien será su nuevo mejor amigo, como Clayton lo denomina. El regreso de Stephen King al cine no podría ser menos desalentador, traslación de su propia novela, dejando la dirección en manos de Tod Williams, para una recreación muy banal de la producción “28 dias después” (2002), de Danny Boyle. “Es casi lo mismo, sólo cambia el paisaje”, cantaba Juan Carlos Baglietto, y algunos cuestiones muy mínimas en la instalación del verosímil a partir de los personajes. Ellos descubren que un pulso misterioso, transmitido desde los celulares, “derrite” el cerebro de la gente y los automatiza, les quita voluntad, les instala una ira asesina, contagiosa, y ahí entran a jugar los personajes creados por George Romero en “El amanecer de los de los muertos” (1978), pero en éste caso sin la alegoría política. Nada nuevo bajo el sol. Tom acompañará a Clayton en busca de su familia, a ellos se les irán uniendo y despareciendo distintos personajes, que desde su inclusión sostendrán un poco más el débil discurrir del texto. Lo que no se entiende es la recurrencia de John Cusack en dar por tierra todo lo que construyó en su carrera de más de tres décadas, llegando a ser uno de los mejores actores de su generación. Si continúa por este camino, no tiene buen pronostico. El filme tampoco.
PERSONAJES QUE NO DICEN NADA Los zombis son una temática repetida pero no por eso son trabajados de la misma forma. Aunque hay quienes pueden objetar que no son zombis, los seres que aparecen en este film se comportan de forma similar. En este sentido, algunas series y películas han logrado mostrar nuevas facetas sobre estos especímenes pero no es el caso de El pulso. Sin embargo, enfocarse en las escenas copiadas de otras películas no es la falla más grande que se puede marcar. El tratamiento de los personajes es aún más problemático que el aspecto antes mencionado y por eso merece más interpretación. La construcción de cada uno de los personajes es poco sólida. Esto puede deberse a que los diálogos no presentan relevancia. Las escenas tampoco forman o construyen a los personajes, ya que las fallas en la realización se llevan el mayor protagonismo. Los momentos realizados de forma desprolija y exagerada llaman más la atención que lo que les ocurre a los personajes. Otro de los problemas es que los efectos sonoros y los encuadres no logran trasmitir las sensaciones que tienen los personajes en cada momento. Las actuaciones de Samuel Jackson y John Cusack parecen hechas con desgano y ambos personajes se muestran de la misma forma para momentos disímiles. Este hecho hace que sea muy difícil poder establecer empatía entre el espectador y ellos. La aparición y desaparición de los personajes tampoco ayuda a que se pueda establecer un lazo de unión con los espectadores en el que puedan sentir identificación. Los personajes aparecen y se van casi sin saber cómo. Esto está dado también por la forma desprolija en la que está construida la película: una escena de supuesta desesperación dada por un ataque zombi es seguida de un alegre encuentro con personas que no fueron tomadas por el pulso. Se pasa, de esta manera, de un momento de desconfianza a todo tipo de persona desconocida a una confianza excesiva y sin meditación previa. Lo mismo sucede con la intensidad de las relaciones. No hay momentos visibles en los que pueda observase la creación de vínculos entre los personajes, pasándose del desconocimiento a la relación intensa de un momento a otro. Aunque los personajes puedan pasar gran parte de la película juntos, no se logra mostrar cómo llegan a establecer entre ellos algún sentimiento de aprecio. Lo nombrado antes hace posible que los personajes lloren y no trasmitan dolor. El espectador entiende que puede haber tristeza porque muere alguien importante, pero eso no tiene relevancia debido a que no se logró que ese personaje tomara la impronta que esa escena amerita. Por estas razones de construcción es que los personajes y las escenas parecen tomar un camino distinto al planeado. El pulso, de esta forma, no genera aventura o suspenso, pero sí se vuelve propensa a la risa y al desconcierto.
El Pulso es una adaptación que tuvo un camino bastante difícil a recorrer antes de llegar a ver la luz en las salas de cines. En el año 2006, cuando se publicó la novela de Stephen King, el proyecto fue catalogado de alta importancia por varias productoras porque lo consideraban como una apuesta segura para los tiempos que corrían debido a la relación entre el ser humano y la tecnología. Eli Roth (Hostel, The Green Inferno) dio el primer paso para dirigir esta adaptación sobre “zombies del celular”, pero por diferencias artísticas decidió alejarse para centrase en ideas originales propias. A causa de ello, el film estuvo en un círculo de idas y vueltas y cambios constantes, hasta el año 2012. En ese año la información empezó a caer a cuenta gotas con especulaciones de casting, nueva dirección y bocetos de arte… pero nada concreto. Finalmente en el año 2016, 10 años después de esas primeras falsas esperanzas, tenemos una película protagonizada por John Cusack y Samuel L. Jackson y con un guion escrito nada menos por el propio King. Que quede claro: El Pulso es una adaptación con mucha libertad en cuanto a su fuente original. De todas formas, para los lectores de la obra literaria –me incluyo-, los momentos claves están, tal vez un poco diferentes como originalmente se los planteó en el libro, pero aún así están presentes. Ahora bien, no esperen mucho de Cell – título original del film-, porque es una película corta y rápida, que llega a pecar de tener un desarrollo nulo con respecto a sus personajes. Quitando al cuarteto principal, la mayoría de actores y actrices que se presentan en pantalla son simples cameos sin importancia y solamente su presencia sirve para aumentar la cuenta final de muertos. Esto no es extraño en adaptaciones literarias de King en la pantalla grande, muchas veces dejan la atracción de descubrir las personalidades de los protagonistas para dar lugar al gore, lo paranormal y lo macabro que rodea sus historias, perdiendo así el verdadero mensaje del trabajo literario. Pero lo que verdaderamente llama la atención en El Puslo es que, el propio King actúa como guionista y todo se siente demasiado simple para ser un trabajo de él. Un formato diferente, como por ejemplo una miniserie, sin lugar a dudas, hubiera sido más acertado. La dirección de Tod Williams (Actividad paranormal 2) se muestra aburrida, casi burda de principio a fin, con puntos críticos al uso de monólogos combinados con un primer plano del actor/actriz los cuales resultan absurdos ver y recuerdan – de mal modo - a escenas clásicas de Pulp Fiction y Alta Fidelidad, dos películas que justamente son protagonizadas por sus principales actores, Samuel L. Jackson y John Cusack respectivamente. Hablando de ellos, la química que mostraban en 1408 – otro proyecto de King en el cual compartieron pantalla – se puede divisar claramente, no obstante, se ve afectada por la terrible dirección de Williams. Una gran oportunidad –y reunión- tirada a la basura. Stephen King toma una decisión bastante controversial, ni más ni menos él decide tirarse a la pileta cambiando el confuso final de su novela de casi 450 páginas por petición de sus fans, supuestamente, para darle un “mejor cierre” a la historia de Clay en la conclusión de la película. ¿Qué se puede decir sobre aquella acción? Solamente que vean la película y disfruten, en mi opinión, de uno de los finales más disparatados en la historia del cine, no quiero decir nada más sobre ello, porque es algo digno de presenciar para llevarse una buena risa en el final de una película que sinceramente, la mala suerte le fue acompañando desde un principio. John Cusack logra una acertada imitación de Nicolas Cage y su excéntrico pelo. De terror y no del bueno. En resumen, y dejando la humorada de lado, El Pulso se centra en brindar escenas de violencia implícita y caos perdiendo el sentido de todo lo que su contraparte literaria quiso contar de manera intensa y atrapante. Se define como “una más” y tiene que quedar en eso. Y si logra algo, es, interesar al público a que lea primero el libro, para después ver a película.
Atendeme Ante una obra de Stephen King, la pregunta nunca es si la adaptaran al cine o televisión, sino cuándo. Eventualmente, todas llegan al formato audiovisual. Ahora le tocó a Cell, la novela del 2006 en la cual una señal extraña emitida a través de los celulares convierte a la mayor parte de la población en zombies. La película tuvo una producción complicada. Inicialmente iba a ser dirigida por Eli Roth, el amigo de Tarantino con conocido prontuario en el cine de terror, pero este se fue y terminó siendo dirigida por Tod Williams, el de Una mujer infiel (The Door in the Floor, 2004). Filmada en 2014, tardó dos años en estrenarse, y cuando lo hizo, se encontró con una respuesta particularmente negativa, con una exacerbación extraña para una película tan modesta. Muchos la criticaron por poseer, supuestamente, un discurso en contra del uso masivo de celulares, que vendría a ser una pavada similar a acusar a El resplandor de ser un panfleto en contra de los hoteles. No hay nada que realmente sostenga esta acusación en el film, pero el que le gusta sentirse perseguido en cualquier recurso narrativo siempre encuentra una ofensa. El pulso: la llamada del apocalipsis, como la titularon localmente con habitual ridiculez, reúne a John Cusack (que no está envejeciendo con mucha gracia) y Sam Jackson, dupla que ya adaptó a King en el 2007 con 1408. Afortunadamente, ambos se toman en serio su labor, a diferencia de otros actores que parecen resentir sus roles en films menores (digamos un Willis o un De Niro). Los acompañan Isabelle Fuhrman y el gran Stacy Keach, que con un rol breve agrega enorme nobleza. El film plantea un escenario apocalíptico típico, con ciudades abandonadas y destruidas que zombies recorren buscando tentempiés. La producción accidentada del film y su carencia de gran presupuesto se notan y se convierten intermitentemente en bondades o defectos según la escena. Por un lado, permite que la película vaya siempre al punto y no se detenga en escenas redundantes o tiempos muertos. Por el otro, genera algunos diálogos agresivamente expositivos y cierto uso irresponsable de CGI berreta, particularmente en la horrenda escena final. Pero, finalmente, su mayor virtud es esta honestidad: no hay aires de grandeza, ni autoconciencia canchera, sino una historia sencilla de género narrada con efectividad. Cine clase B con orgullo, del que agarrás en el cable o encontrás en Netflix y pasás un buen rato.
John Cusack es uno de mis actores favoritos. Quizás por eso, esta res una reseña difícil de redactar. Hace tiempo, estaba consolidado como uno de los más competentes actores de su generación. Sin embargo, algo sucedió desde 2010 hasta aquí que todas sus elecciones de guiones fueron equivocadas y su perfil comienza peligrosamente a parecerse al de Nicholas Cage. Y ya todos sabemos de que hablamos cuando hablamos de él. Una película basada en un bestseller de Stephen King siempre debería ser interesante de ver. Lo que se presentaba a duda era el tiempo pasado de la obra original (2006). Hace 6 años que los zombies dominan la escena y las cuestiones apocalípticas con ellos, también. King participó del guión de este lanzamiento, pero su aporte no puede definirse como positivo. Sin embargo, “Cell” tenía su potencial. Los smartphones están muy extendidos globalmente y se cree que el 80 por ciento de la población del mundo usa un teléfono móvil. Es decir que si intentaramos algo con ellos, seguramente surtiría efecto, dada su popularidad. Pensar en un tecno thriller apocalíptico tenía fuerza a priori. “El pulso” habla de eso. De lo sencillo que sería atacar o dominar a la población mundial a través de algo que se filtra en sus portátiles. Y si piensan que el debate es interesante, están acertados. Lo que no sucede aquí es ese intercambio de perspectiva. Hay una riqueza en la discusión que nunca termina de aparecer y todo se limita a construir un drama de supervivencia muy básico. ¿Por qué? No lo sabemos, realmente. Clayton (Cusack) es un dibujante de historietas que acaba de vender los derechos de su trabajo a una gran compañía. Se encuentra a punto de reencontrarse con su hijo (quien vive con su madre) pero cuando está en el aeropuerto, se queda sin batería en el celular. Acto seguido, se acerca a un público y mientras desarrolla su llamada, comienza a ver como la gente se va contagiando de un fervor extraño que los lleva a enfrentarse entre sí. Los celulares han recibido una señal que logró afectar la mente humana de tal manera que todo, comienza a ser caótico. Estos son los primeros minutos de “Cell” y hay que decir que son los más interesantes de la cinta. En ese frenesí para escapar de la terrible confusión (aviones caen, autos colisionan, hay incendios y tableteos de armas), Clayton da con un acceso al subte, y allí se topará con Tom, un maquinista veterano (Samuel L. Jackson) con quien hará equipo para salir de ese infierno donde se encuentran. Luego de un trayecto corto, el grupo de supervivientes será un poco mayor ( Isabelle Fuhrman primero y luego un par más, nadie que proponga relieve) y partirán hacia las afueras de la ciudad, para resguardarse y buscar respuestas para enfrentar la amenaza. Cusack y Jackson actúan sin química y con paso errático. Las persecusiones y enfrentamientos fuera de la urbe están lejos de lo que ofrece hoy en el cable, #TWD y muchas otras series (algo pasa con la fotografía y no está bueno). Sólo nos queda entonces el debate filosófico de los peligros potenciales que acarrería un ataque de esta naturaleza. Y ahi es donde Tod Williams (director de “Paranormal activity 2”), el hombre detrás de las cámaras, tampoco encuentra el tono. Será su falta de roce con mejores presupuestos, o la manera en que trabaja el tiempo y el espacio. Lo cierto es que no funciona. En espacios abiertos Williams hace agua. No construye clima ni fricción y nada fluye. La peli quiere que entendamos, confusión como si fuera confrontación. No hay en el grupo muchas ideas sobre como avanzar y los apuntes con los que organizan su esquemática defensa de los afectados por las ondas, son previsibles de principio a fin. “Cell” podría haber sido un thriller oscuro y sólido, pero se convierte en una de las más flojas adaptaciones de Stephen King a la pantalla grande (aunque en varios países fue directo a ondemand, debemos decir). Una auténtica pena.
Celulares para el apocalipsis zombi Los teléfonos disparan una señal maléfica. Sonámbulos y asesinos, atentos al sonido del ringtone. Una vuelta al mundo zombi. Es llamativa la demora de esta película, de cara a un libro que ya tiene diez años. Cell rima con Hell, decía Stephen King sobre su novela, cuando todavía la telefonía celular era una novedad. El maestro del terror se divertía con la noticia tecnológica, a la manera de un contagio. Una señal maldita, oída y replicada a través de cuantos telefonitos hubiese, desataba un salto evolutivo pero demencial, protagonizado por hordas. O algo parecido. El libro estuvo dedicado a otros dos maestros: George Romero y Richard Matheson. Cell, de hecho, es la combustión resultante entre la película La noche de los muertos vivos (1968) y el libro Soy leyenda (1954). El mismo King aclaraba en la solapa, a la manera de un último hombre en la Tierra, que no tenía celular. Como un héroe solitario, en extinción, que miraba cómo los comportamientos ajenos mutaban hacia algo diferente. Vista desde la actualidad, aquella novela puede pensarse como el ejercicio literario sobre un miedo ya pasado, o que se ha concretado. Vale decir, el descontrol de la masa al que parece aludir King se revela en el libro como programático. Se trata de grupos cuyo desconcierto dura sólo un corto tiempo. Después surgen sus patrones de conducta, que dejan entrever algo mayor. El derrotero del personaje principal -Clay Riddell, historietista- tiene que ver con este lento descubrimiento, mientras busca dar con el paradero de su hijo. Hábilmente, King fundía zombis con caminantes tecnificados, hoy pasibles de ser ejemplificados con cuantas nuevas aplicaciones se quieran. Por eso, la tardía versión al cine de Cell, estrenada aquí con el título El pulso, llama la atención; aun cuando sean ciertas sus marchas y contramarchas, entre las cuales supo figurar el director Eli Roth (Hostel), finalmente reemplazado por Tod Williams (Actividad paranormal 2). Igualmente, un rasgo sobresale y no es cualquiera: el propio Stephen King participa del guión. Pero no alcanza. No alcanza y está lejos de rozar el gusto cinéfilo, escabroso y hermoso, que primaran en películas como Creepshow (1982), fruto de la colaboración King/Romero, o la primera versión al cine de Soy leyenda: Seres de las sombras (1964), película maldita y repudiada por el propio Matheson (guionista allí), pero en blanco y negro y con Vincent Price. (Vale reverla.) Se citan estos ejemplos porque El pulso se decide por la reconstrucción en clave mínima, con presupuesto reducido y pocos personajes. Elección estética que la articula con los films de la serie B, pero sin aquella altura estética. El film de Williams reitera las premisas del libro de King, pero se nota la falta de verosímil: durante su estancia en el aeropuerto, Clay (John Cusack) observa cómo los tranquilos pasajeros devienen bestias sin control. Se golpean y suicidan. No tardará en estrellarse un avión contra el edificio. La relación terrorista es inevitable, el nido violento que supone la sociedad y sus normas también. Pero la plasmación es bien pobre, propia de un telefilm de poca monta. Muchos efectos digitales, sin credibilidad. En este sentido, El pulso se sitúa cerca de El apocalipsis (2014), una película berretísima, con Nicolas Cage vuelto piloto comercial, en medio de una profecía cumplida: los inocentes desaparecen, quedan en la Tierra los corruptos. La película es tan elemental como reaccionaria, pero elige tomar sus limitaciones de manera falsamente seria. Lo que culmina por provocar una rara avis, como si se tratara de un film de los Monty Python. El pulso, en cambio, se toma en serio y, curiosamente, culmina por parecer reaccionaria, dada su condena a la nueva tecnología. Hay un movimiento inverso entre aquel film y éste, cuando todo debiera indicar lo contrario, con Clay convertido en detractor del uso de celulares. En este camino de huida y búsqueda -del hijo-, el dibujante tendrá alucinaciones compartidas con sus nuevos amigos: Tom (Samuel L. Jackson) y la joven Alice (Isabelle Fuhrman), quien acaba de matar a su madre; los tres, una nueva familia. Mientras el trío procura organizarse, un personaje fantasmático se revela de manera recurrente, al reiterarse como piezas descompuestas en los sueños. Su revelación progresiva atará cabos sueltos, mientras involuntariamente evoca el desenlace de Venecia rojo shocking, de Nicolas Roeg. El momento contundente, en este tren de relaciones, será el arribo de Clay a la casa de su ex-mujer. El tan temido reencuentro -que puede entenderse de cara a ella como también a su hijo- tiene su protagonismo y temida resolución parcial. Todo sucede tan rápido, que no hay tiempo de congeniar con ninguno de los personajes. El único que es capaz de aportar cierta simpatía, propia de su hacer, es Samuel L. Jackson. Pero Cusack exhibe un rostro que ya resulta prototípico y céreo, todavía retenido en cierta imagen jovial que ya no le va. El momento final, por todo esto, es de lo mejor de El pulso. Pero, se decía, no alcanza. Para llegar allí, la película se exhibe como una repetición de modismos ya conocidos y mejor reformulados por otras películas, cómics, y series televisivas. Un King bien menor, lamentablemente.
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Lo queremos, lo admiramos, lo seguimos leyendo, pero más allá de cualquier reconocimiento a una carrera brillante, a su lugar como heredero indiscutible del linaje de Edgar Allan Poe, hay que aceptar que los últimos quince años de Stephen King no fueron precisamente brillantes. Cell, novela de tono apocalíptico escrita por el autor de It en 2006, es en parte una declaración de principios sobre el uso de teléfono celular (por aquel entonces King no usaba y hasta lo aborrecía) y también un pantallazo sobre lo que fue la literatura de terror de esos años. King escribió esta novela en medio del furor cinéfilo por Ringu, el hit del terror japonés de Hideo Nakata. ¿El tipo que aterró al mundo con Misery y Cementerio de animales llegó tarde al movimiento que cambió el cine de género? Quizá un poco; la influencia de los teléfonos móviles fue anterior al texto y, claro, a esta tardía adaptación, que no aporta un sólo rayo de luz a la palabra escrita hace una década. El film de Tod Williams (el mismo de la horrible Actividad paranormal 2) es un compendio de malas decisiones de guión y dirección de actores. En esa bolsa de problemas es que intentaron hacer lo suyo Samuel L. Jackson y John Cusack, perdidos entre una rara avis de zombies que surgen a causa de malévolos celulares. Sólo se entiende el pasaje al cine de este pobretón ejemplar de la escritura de Stephen King en un contexto en el que toda historia sobre zombies parece bienvenida entre una temporada y otra de The Walking Dead. No por nada el estreno ocurrió precisamente en ese marco. No hay nada, nada, ni siquiera una mordida acertada en este trabajo que, para que la herida duela todavía más, tiene guión firmado por el propio King. Y para colmo la factura técnica está más cerca de un telefilm mediocre de los 80s que de una producción que pudiera hacerle justicia a los nombres que la integran.
Hay algo muy curioso que sucede casi siempre con Stephen King: es mucho más placentero y valioso leerlo que ver las adaptaciones cinematográficas o televisivas de sus trabajos. Esto no sucede con todos los autores, pero con King es más que reiterativo. Fueron pocas las películas que lograron captar la identidad de sus novelas y lamentablemente “Cell” no entra en ese minúsculo grupo.
Stephen King, unos de los autores más prolíficos de nuestra época, siempre tuvo una presencia muy fuerte en el cine, muchas veces detrás de grandes clásicos, como Cementerio de Animales, It, Christine o Carrie, sólo por mencionar algunos de una larga lista que no sólo se compone de obras enmarcadas en el terror y en el suspenso. Hoy desembarcó en salas locales El Pulso: La Llamada del Apocalipsis, dirigida por Tod Williams y protagonizada por la dupla John Cusack y Samuel L. Jackson, a quienes ya habíamos visto como personajes de King en la maravillosa 1408. La pregunta, como siempre, es si esta adaptación suma o ni vale la pena verla. La premisa de Cell, novela original de 2006, era interesante por dos grandes motivos: King es un acérrimo defensor de la idea que la tecnología va a terminar alienando a la sociedad y, por otro lado, fue su incursión en el mundo de los zombies, lo cual ofrecía una reflexión crítica sobre el uso y abuso de los teléfonos celulares, dentro de la cual podía leerse metafóricamente que la persona pendiente de su móvil es un zombie. Clay Riddell (Cusack) está volviendo a casa luego de vender su novela gráfica, objetivo que lo tuvo el último año viajando, alejado de su esposa e hijo, cuando en el aeropuerto, sin más, se desata el caos de manera contundente e impactante. Todas las personas que estaban usando su teléfono celular de pronto enloquecen: gritos, golpes, corridas, convulsiones. Clay, que se había quedado sin batería, se da cuenta que algo anda mal con los móviles y huye, encontrándose más tarde con Tom McCourt (un desganadísimo Samuel Jackson) para juntos encarar su principal desafío a lo largo de la cinta: sobrevivir. Este inicio prometedor se va desdibujando minuto a minuto y lo que podría haber sido una película completamente innovadora se termina convirtiendo en sobrevivir a un apocalipsis estándar: con la reunión entre Riddell y su hijo como objetivo principal, los dos protagonistas, con acompañantes ocasionales que se suman en diferentes tramos del recorrido, van avanzando, aprendiendo cosas sobre estos zombies y tratando de salvar más gente en el camino. Algunos elementos aislados que no terminan de entrelazar bien ponen el sello reconocible de Stephen King en la trama: los zombies van evolucionando, pasando de seres descontrolados y desquiciados sin motivo a poder comunicarse entre ellos a través de emisión de pulsos telefónicos y, además, están unidos como si fueran un gran ente colectivo: todos pueden ver y percibir lo mismo, lo cual pone a los protagonistas en riesgo varias veces. Y, por otro lado, la aparición recurrente de una figura de buzo rojo en los sueños de los protagonistas (personaje creado por Riddell), que parece ser la clave para encontrar la salida al caos. Lo mejor de la película es por lejos la iluminación, con una cuidada propuesta estética que resalta el temor y la incertidumbre por la que transitan los personajes, y la banda sonora, que prescinde de toda música para componerse de sonidos digitales similares a chirridos de módem. El final está abierto a múltiples interpretaciones y es, cuanto menos, polémico. Sí es cierto que el desenlace de la novela no había sido del agrado de los fans en su momento, por lo que fue modificado en la adaptación. De lo que no estamos seguros es si realmente corrige las imperfecciones porque, al ser un final abierto, las interpretaciones son súper personales: puede gustarte o no, pero mejor mirá la película y después contános VEREDICTO: 6.0 - UN TROPEZÓN NO ES CAÍDA El Pulso: La Llamada del Apocalipsis arranca muy bien pero de a ratos se vuelve aburrida. No llega a ser un estrepitoso fracaso apocalíptico pero, honestamente, esperábamos algo más, sobre todo por la participación del propio King en la adaptación de la historia. ¡A no perder las esperanzas! Todavía nos queda la remake de "It" y la adaptación de "La Torre Oscura" para volver a ver una trasposición del maestro del terror en toda su magnitud.
Crítica emitida en Cartelera 1030-sábados de 20-22hs. Radio Del Plata AM 1030