Sobre la contemplación visceral. Una película como Frente al Mar (By the Sea, 2015), la última aventura de Angelina Jolie como directora, nos coloca indefectiblemente ante el dilema de aclarar de manera explícita la perspectiva de análisis: podríamos caer en el estereotipo de afirmar que el opus responde a un mero capricho de la californiana (una suerte de ejercicio de estilo que homenajea al cine de décadas pasadas) o a la necesidad de despegarse del rol de femme fatale ATP que viene arrastrando desde hace tiempo (ese mismo que la condena a trabajos olvidables y de escaso o nulo valor artístico, en otra de esas espirales profesionales autodestructivas que caracterizan a cierto sector de la aristocracia hollywoodense). Pero no, el film de hecho parece funcionar como un retrato de la concepción fatalista de Jolie en lo referido al matrimonio, el fluir de la vida y esos momentos en los que la inercia prevalece ante todo. Hoy la obra se juega por un minimalismo que deja atrás la fastuosidad del conflicto en los Balcanes de los 90, núcleo de In the Land of Blood and Honey (2011), y los campos japoneses de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial, examinados en Inquebrantable (Unbroken, 2014). Aquí -en cambio- prima una miscelánea de alusiones al cine cool y/ o “sofisticado”: el relato se sitúa en un pueblito de la costa francesa durante los 70 y la propia Jolie interpreta a Vanessa, una ex bailarina que atraviesa una profunda crisis de pareja, en la que los silencios constituyen las principales vías de comunicación con su marido Roland (Brad Pitt). A través de una progresión aletargada y detallista, la realizadora toma prestada la estructura de ¿Quién le Teme a Virginia Woolf? (Who’s Afraid of Virginia Woolf?, 1966) para vaciarla de diálogos y volcarla hacia un desapego sutil símil Michelangelo Antonioni. Jolie evita explotar las analogías entre la ficción y su vida privada (la presencia de Pitt, su esposo, legitima las aspiraciones artísticas del convite en su conjunto, en especial si consideramos que ya han transcurrido más de dos décadas desde que el señor demostró por primera vez que es un gran actor), y le saca todo el jugo posible al tono cansino de la trama (el único catalizador verdadero de la historia pasa por un “binomio espejo” más joven y fogoso que el principal, al que espían mediante un agujero en la pared de la habitación del hotel en el que residen). Más allá de las conversaciones en francés de Roland con los lugareños, no hay mayores intercambios entre los protagonistas y la propuesta se desarrolla dentro de una jaula preciosista que parece hacerse eco del aburrimiento burgués y los tiempos muertos de obras maestras muy lejanas como El Pasajero (The Passenger, 1975). El problema central del film lo encontramos en el apartado discursivo, porque la directora no se decide por ningún marco conceptual y deja al dúo flotando en el limbo del drama romántico, tan bienintencionado como vacuo e intrascendente. En este marasmo resulta fundamental la ausencia de un background social interesante y la recurrencia de las mismas situaciones a lo largo de las dos horas de metraje, ni siquiera permitiendo que las acciones “hablen” por los personajes o aprovechando el erotismo que podría haber desencadenado la curiosidad con respecto al devenir de los otros cónyuges. Lamentablemente Frente al Mar no posee la convicción necesaria para acercarse a la contemplación visceral del odio detrás del cariño, y a fin de cuentas fracasa en su pretensión de regalarnos una alegoría austera sobre los efectos del bloqueo psicológico, ese que nos limita a nivel personal y amoroso…
El regreso del Sr. y Sra Smith Después de su rol como directora en Inquebrantable (Unbroken, 2010), Angelina Jolie se pone una vez más detrás de las cámaras. Esta vez opta por un drama intimista de la mano de su marido inspirándose en la estética del cine francés. La historia transcurre en la década del 70’ y gira en torno a la vida del escritor Roland (Brad Pitt), su esposa Vanessa (Angelina Jolie) y su llegada a un pintoresco hotel en la costa de Francia. De a poco descubrimos que si bien desde afuera todo se ve muy lindo, la pareja atraviesa una profunda crisis y ambos deben lidiar con conflictos no resueltos. Puede verse la intención y el enorme esfuerzo de Angelina Jolie por imitar al cine europeo, no únicamente desde su ubicación temporal y espacial, sino desde la línea narrativa y el ritmo con el que se desarrollan los sucesos. Lo que la actriz de Maléfica quería hacer está claro, pero finalmente se queda solo con la mera imitación de un formato. La historia es sencilla en exceso. Brad Pitt es un escritor que alguna vez fue exitoso y que hoy no logra encontrar la inspiración para escribir una nueva obra de arte (quizás solo lo vimos unas miles de veces). Angelina Jolie es una ex bailarina que atraviesa una intensa depresión. Las razones todavía no se saben, pero pueden intuirse desde el primer momento. Y en el medio beben. Beben y fuman, caminan y discuten. Todo frente al mar. Por otro lado, si alguno tuvo la posibilidad de visitar el Museo de Cera de Madame Tussauds descubrirá que suele haber una larga cola para llegar a los muñecos de la pareja Angelina/Brad, lo cual solo ayuda a re confirmar que el nivel de popularidad que tienen juntos supera todo tipo de lógica. Ambos están correctos en los personajes algo irritantes que tienen que interpretar, y como siempre se disfruta de su belleza en cámara, pero esto no es suficiente para que Frente al mar (By the sea, 2015) logre salir a flote. Si los protagonistas hubiesen sido desconocidos o incluso conocidos pero ubicados dentro del rubro independiente al que supuestamente apunta la película, Universal jamás habría puesto sus garras en el proyecto y posiblemente estaríamos viendo la película en algún festival de cine arte. Así, Frente al mar se transforma en otro de los tantos ejemplos en donde la popularidad de los actores definen el destino comercial de una película.
Puro paisaje Dirigida y co protagonizada por Angelina Jolie junto a Brad Pitt, este filme se destaca por su estética y paisajes naturales de la Isla de Gozo, Malta, que a su vez fue aprovechada por el matrimonio Jolie-Pitt para pasar su luna de miel. Pero dirigiéndonos a la película en sí, Frente al mar se ambienta en la década de los 70, donde Brad Pitt es Roland, un escritor que viaja con su esposa a la isla en busca de inspiración para escribir su nueva historia. En la primera hora parece que el conflicto va por ese lado, el hecho de haber sido en el pasado un exitoso escritor y ahora no encontrar la inspiración. Para los que son escritores van a sentirse identificados en estos bloqueos y ver cómo repercute no sólo cómo personas sino en quienes los rodean. Pero sorpresivamente, Jolie narra una subtrama que poco a poco toma forma: las relaciones. El personaje que hace la directora es digno, al principio nos lo presenta como ambiguo pero luego nos interioriza mucho más a sus motivaciones. Mención aparte para la pareja que interpreta Mélanie Laurent y Mervil Poupaud, su aparición paulatina llega a tornarse demasiado cursi en algunos momentos, donde los instantes que no están juntos son los que mejor son aprovechados. La escena frente al mar 1del clímax realmente es brillante, cuando Roland (Pitt), se enfrenta al personaje de Poupaud. Estéticamente, la fotografía es brillante. Su director, Christian Berger, conocido por El pianista hizo un trabajo excepcional, que adorna al filme por sobre la inclusión de Jolie y Pitt. Pero que lamentablemente no termina de convencer en los últimos minutos donde la trama es dispar y parece que no le encontraron la vuelta para hacer un cierre. Hubiese sido mejor para el film en su conjunto que Jolie se enfocara en una trama precisa y no dejar desdibujado a Brad Pitt a lo último. En Estados Unidos, la película cosechó muchísimas críticas negativas por diversos motivos. Dentro de todo por momentos se hace pesada, por lo que quitándole unos 15 minutos de los 136 hubiese estado genial. Se dice que este sería la última inclusión actoral de Angelina Jolie. Consejo: no sería recomendable que este filme sea su último trabajo.
Languidez forzada En su film anterior, Inquebrantable, Jolie había logrado contar una historia de forma más que eficiente, con personajes fuertes y muchas ideas. En su nueva película, Frente al mar la apuesta es muy diferente, pero en esta variación no hay nuevos hallazgos, sino más bien todo lo contrario. Un matrimonio norteamericano (Brad Pitt y Angelina Jolie) llegan a la costa francesa a un bello hotel frente a un paisaje de ensueño. Pero la pareja atraviesa una crisis cuyos detalles y consecuencias se irán viendo a lo largo de las dos largas horas de película. Un serie de personajes se relacionarán con ellos pero en particular la joven para de la habitación de al lado será un objetivo de interés y deseo para ella. Frente al mar transcurre en la década del setenta, lo que permite que los personajes no tengan tantas distracciones como las que tendrían en el presente. Eso declaró la propia Jolie, al menos, y parece razonable y atendible. Aunque también esa década evoca varios clásicos del cine europeo. De alguna manera, esa época concentra más su drama y su crisis. Angelina Jolie decidió contar una historia con languidez, como si los largos silencios y los planos excesivamente largos pudieran darle profundidad a la trama. El problema es que eso está forzado, no parece auténtico, no se siente justificado. Aunque la presencia de su marido en la vida real parece dotar de un ambiguo tono autorreferencial, tampoco eso le da a la historia mayor interés. Angelia Jolie es junto con Brad Pitt la protagonista de Frente al mar y también ambos son los productores. Pero Jolie también dirige el film y es la autora del guión. Nadie puede dudar del control creativo que tiene sobre el material y sin duda ella tomó las decisiones. La potencia que había demostrado en Inquebrantable acá se deshace frente a la forzada gravedad de lo que desea contar. Lo que sí mantiene Jolie es un buen trabajo de fotografía, que si bien no está bajo su responsabilidad, sí está dentro de lo que ella elige mostrar. Tanto en los interiores, como en los magníficos exteriores, la película se destaca por su belleza. Un ingrediente extra que poco puede hacer para salvar a la película de su destino de película. Jolie podría haberse inspirado en toda clase de films europeos de diferentes épocas, al menos eso se adivina en sus muchas decisiones estéticas, pero nunca se lanza hacia la realización de un film de puesta en escena personal, sino que combina la morosidad de los films intelectuales con la tibieza del mal cine industrial. Una combinación que hace que el metraje se vuelva particularmente aburrido y carente de toda clase de encanto. Dos estrellas muy carismáticas como son Jolie y Pitt parecen estar haciendo un costoso film casero acerca de sus propios fantasmas, pero tampoco el film asume el riesgo real de una exploración profunda de los personajes. Por momentos, incluso, produce cierta vergüenza ajena. Pensar que el voyeurismo de la protagonista se traslada a los espectadores creo que es imaginar más de lo que la película propone. Jolie cae en la trampa de las estrellas que se dirigen a sí mismas, no puede evitar que el ego traicione al film, con consecuencias terribles para el resultado final.
Angelina Jolie, como directora, guionista y protagonista, se arriesga con todo en este proyecto y dobla la apuesta al convocar a Brad Pitt. ¿El resultado? Una película ubicada en un paisaje perfecto, con un look refinado, y como centro, una pareja en una crisis que parece insuperable. Ella, bailarina retirada; él, escritor alcohólico que perdió la creatividad. El film se demora en un mostrarlos hasta que un hecho los despierta, los encamina. No es una película lograda, pero tiene atractivos, empezando por los protagonistas.
Una histérica belleza Roland (Brad Pitt) y Vanessa (Angelina Jolie) llegan en su lujoso auto descapotable hasta un soñado pueblito francés a orillas del mar, se hospedan en un precioso y tranquilo hotel donde cada detalle es visualmente perfecto, y combina con ellos, que también son estéticamente perfectos. A simple vista la pareja tiene todo, absolutamente todo para ser felices. Pero debajo de la superficie nada brilla, él es un escritor que supo conocer la fama pero que sufre de un gran bloqueo creativo, y ella era una exitosa bailarina que tuvo que abandonar su carrera llegando a los cuarenta. Roland hace todo lo posible para volver a escribir, pasa horas en el bar del pueblo tomando notas en su cuaderno, charlando con los pueblerinos y mirando fijo su máquina de escribir cada noche; el mismo empeño que pone en retomar su carrera lo pone en recuperar a su esposa o, mejor dicho, que ella recupere la ganas de estar con él, o al menos las ganas de vivir. Vanessa se encuentra en un embudo emocional en el que arrastra a su esposo hacia su depresión, nada parece animarla, y un enorme impulso autodestructivo crece lentamente en ella, hasta que una joven pareja de recién casados (Melanie Laurent y Melvil Poupaud) se hospeda en la habitación contigua. Vanessa encuentra la forma de espiarlos, día y noche hasta obsesionarse con ellos, como si hubiesen logrado despertarla de su letargo. Las parejas se conocen, salen, se relacionan, los jóvenes y frescos recién casados resumen el espíritu setentoso en el que se desarrolla la historia, y contrastan con la pareja mayor, bien vestida, adinerada. Lea con vestidos cortos y la cara lavada, Vanessa llena de maquillaje de la mañana a la noche. Lea y François se aman y son felices, Roland y Vanessa no. Algo les ha pasado a Vanessa y a Roland, algo que ella no ha superado y que la lleva a arrastrar y destruir todo lo que hay a su alrededor. La historia gira en torno a ella, el espectador no hace más que preguntarse qué pudo haber sido tan terrible, cómo es posible que todos los esfuerzos de su esposo no sirvan de nada. Cuando finalmente todo explota, y Vanessa se abre y sabemos lo que les pasa a ambos, la historia entre en un enorme vacío, hemos pasado por casi dos horas de preludio y hermosas imágenes, para un desenlace que no está a la altura de las circunstancias. Incluso la hermosa fotografía y la exquisita reproducción de época carecen de sentido ante una historia que de golpe ha perdido toda profundidad. Si bien la película logra climas interesantes, por momentos la histeria y el descontento de la pareja desesperan, cuando aparece el matrimonio jóven la tensión entre los cuatro levanta un poco el tono de la historia, pero rápidamente vuelve a centrarse en la bucólica Vanessa. Jolie y Pitt tienen -como era de esperarse- una extraordinaria química en pantalla, y la pareja secundaria también realiza buenas interpretaciones, pero el personaje más destacable es Michel brillantemente interpretado por Niels Arestrup, un hombre simple, dueño del bar del pueblo que se convierte en el compañero de tardes de Roland, es quien lo escucha y soporta sus borracheras, y el único contacto con un hombre que ha conocido la verdadera felicidad, un viudo que ha estado enamorado de su esposa, y ha sido correspondido. Lejos de las grandes escenas de "Unbroken", Angelina Jolie dirige esta vez algo totalmente diferente, trata de mostrar la esencia de una pareja que está rota, con muchos silencios, lánguida y con algo de perversión, como tratando de imitar el cine europeo de hace unas décadas, pero que por lo vacío de su contenido termina convirtiéndose en un filme pretencioso, con mucha belleza, y nada más.
Brad Pitt y Angelina Jolie Pitt vuelven a protagonizar juntos una nueva película, luego de diez años del estreno de Sr. y Sra. Smith (2005), donde nació el amor entre ambos, para convertirse en una de las parejas favoritas de Hollywood. Bajo la dirección de Angelina, el dúo trae la historia de Roland y Vanessa: un matrimonio con problemas en el paraíso. Universal se despide de un exitoso año para la productora con la tercera ficción de Angelina Jolie como directora, quien deja de lado los relatos de guerra (Unbroken, In the Land of Blood and Honey) para presentar By The Sea. El film lo protagoniza ella misma junto a su marido, Brad Pitt, que también se encargó de la producción. Ambientada en los años 70, el escritor neoyorkino Roland (Pitt) y su esposa Vanessa (Jolie) llegan a un pintoresco pueblo pesquero al sur de Francia, con el fin de que él encuentre la inspiración para su próxima novela. Pero allí el matrimonio también tendrá que resolver los problemas de pareja que impiden su felicidad. Durante su descanso, Roland y Vanessa conocen a una pareja de recién casados que ocupa la habitación continua a la suya: Lea (Melanie Laurent) y François (Melvil Poupaud). Las dos caras de la vida matrimonial se ven separadas por una pared. François y Lea ayudarán de la manera menos esperada a reconstruir la relación de Vanessa y Roland, a quienes los jóvenes les recuerdan los días más felices de su matrimonio. El film ofrece un largo viaje a los conflictos de una pareja que perdió la capacidad de comunicarse mientras ambos están absortos en sus pensamientos: Roland, entre licor y cigarrillos, busca a su musa inspiradora en un diminuto bar del pueblo; por su parte, Vanessa se encierra en su suite con pastillas y libros que detesta leer. Ni Jolie ni Pitt defraudan: el sufrimiento de ella se ve reflejado en cada segundo que pasa, y la desesperación de él por verla feliz de nuevo es igual de realista. La química entre esta dupla es innegable, y el resultado final es la demostración de que se puede trabajar en pareja y salir ileso en el intento. De todas formas, a By The Sea le faltó algo, dado que por momentos la trama se vuelve pesada y aburrida y eso permite que la historia caiga en unan agonía como la que vive su protagonista. Aún así, cabe resaltar la excelente labor fotográfica de Christian Berger, al utilizar los cánones del cine europeo de época, mientras que la banda sonora de Gabriel Yared acompaña a la perfección. Frente Al Mar no es el drama romántico que se espera, pero sí es una muy pintoresca obra de historias retorcidas y difíciles de querer. La química entre Jolie y Pitt es algo que valdría la pena ver más seguido en la pantalla grande, aunque habría que sumarle un poco de acción como en los viejos tiempos.
Estrellas jugando al cine de autor Ambientada en el sur de Francia (aunque rodada en Malta) a mediados de los años 70, esta película que cuenta con Angelina Jolie como coproductora, guionista, directora y coprotagonista tiene muy pocos atractivos. Uno de ellos es más morboso que cinematográfico: ver a Jolie y su marido en la vida real, Brad Pitt, interpretando en la ficción a un matrimonio burgués en decadencia, cuya única salida al creciente desprecio y al maltrato mutuo parece ser la perversión. El rodaje, para colmo, transcurrió en plena luna de miel de la pareja. Vanessa (Jolie), una ex bailarina, y Roland (Pitt), un escritor en plena crisis creativa, llegan a un viejo hotel en una paradisíaca región costera a bordo de un Citroën descapotable. La escena es puro glamour, pero al poco tiempo veremos que entre ellos todo pendula entre la abulia (en el mejor de los casos) y la humillación. Mientras él pasa cada vez más tiempo bebiendo en el bar del pueblo (allí aparece el notable Niels Arestrup en un papel secundario sin vuelo), ella se obsesiona con una fogosa pareja de recién casados (Melanie Laurent y Melvil Poupaud), vecinos de habitación del hotel, a la que irá espiando cada vez con mayor asiduidad a través de un agujero en la pared. Del voyeurismo a la tentación del affaire, claro, hay un paso que el espectador deberá descubrir si Vanessa está dispuesta a dar. Rodada con un presupuesto de apenas 10.000.000 de dólares, Frente al mar no significará un importante deterioro económico para el matrimonio Pitt-Jolie (en su regreso conjunto a la pantalla tras el éxito comercial de Sr. y Sra. Smith de hace ya una década), pero sí un tropiezo artístico que, por momentos, remite en su ridiculez a Insólito destino, el film que Madonna hizo en 2002 con dirección de su por entonces marido Guy Ritchie. Estrellas jugando al cine de autor europeo (hay ecos aquí de Godard y Antonioni) con resultados tan fallidos que ni la belleza de las imágenes ni las canciones de Serge Gainsbourg pueden salvar.
De eso no se habla Un matrimonio en crisis en un hotel con vista al mar, en el pretencioso filme con Angelina Jolie Pitt y su marido Brad. Si hay un gancho vendedor de Frente al mar es que los protagonistas son Angelina Jolie Pitt y su marido Brad. La única vez que habían trabajado juntos como actores fue en Sr. y Sra. Smith, donde componían a un matrimonio aburrido. Como aquí. En aquella película aún no eran pareja. En la ficción eran espías, y descubrían que tenían la orden de asesinarse mutuamente. En Frente al mar, que dirige Angelina, ya son pareja, por lo que el morbo de algunos espectadores podrá ir acrecentando. Roland y Vanessa son un matrimonio de artistas estadounidense que deja Nueva York para escaparse a la costa francesa. Frente al Mediterráneo, pueblito pesquero, hotel con vista al mar. Jolie Pitt (como firma ahora Angelina) parece querer acercarse al cine de arte europeo, y a Antonioni tras dos películas como directora en la que demostró ser antónima de Antonioni, In the Land of Blood and Honey e Inquebrantable. Dos dramas que transcurrían en tiempos y en plenas guerras. Ahora son los años ’70, Roland y Vanessa llegan en un hermoso convertible al mar azul, fuman y beben mucho. Ella, que era bailarina, está deprimida y luce casi siempre cansada. Eso sí, viste extraordinaria. El pretende ir a un bar a escribir, cuando se siente un fracasado y está bloqueado como escritor de novelas. El sale, ella casi siempre se queda encerrada. ¿Parece, o arreglaron para estar de vacaciones el menor tiempo posible juntos? Algo, mucho de eso hay en Frente al mar. A los 45 minutos de las dos horas de proyección, Roland finalmente tira una pista. “¿Alguna vez vamos a hablar de ello?”. Es que de eso no se habla, claro, hasta llegar al final. Por lo que la película va pasando de puede salvarse este matrimonio a un estado de, ejem, excitación cuando una pareja joven de recién casados (Mélanie Laurent, que trabajó con Pitt en Bastardos sin gloria, y Melvil Poupaud) se alberga en la habitación contigua. Y, upa, Vane primero y Roland después descubren un agujerito, allá abajo en la pared, donde pueden pispear lo que hacen Lea y Francois. Claro, tienen sexo. El que no tienen Vane y Roland. Es nítido que Jolie Pitt va a tomarse su tiempo para desarrollar la trama. También, que la historia en sí es pequeña. El conflicto es mayúsculo, pero tarda en descubrirse. La directora quiso jugar con la impaciencia de su público, que esperará un buen rato para ver si la pasión entre ella y Pitt se enciende en algún momento, y elucubrará ideas sobre qué le pasó a Vanessa para estar tan distante y que las lágrimas se detengan en sus labios encolagenados. Paciencia. Por allí, como Michel, el dueño del bar, está Niels Arestrup (Un profeta), dando una clase de economía de gestos y expresiones. Jolie Pitt no se destaca precisamente en la redacción de los diálogos, y lo que hace el francés es apropiarse del texto y crear un personaje, algo que el resto del elenco dejó para otra oportunidad.
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Es muy interesante ver como Angelina Jolie va creciendo como realizadora película tras película. Los planos y encuadres que hay en Frente al mar no estaban en Inquebrantable (2015), que si bien son dos películas completamente diferentes la narrativa de este estreno es superior a sus dos antecesoras, la ya nombrada y In the Land of Blood and Honey (2011). Es muy difícil contar sobre esta historia sin spoilearla, así que más allá de lo que se lee en la sinopsis solo voy a decir que esta pareja en crisis encuentra algo muy particular como catalizador y que da pie a las mejores escenas, tanto en el drama como la comedia e incluso lo erótico. Si bien Brad Pitt y Angelina Jolie son pareja en la vida real, sus contrapartes en la ficción distan de lo que muestran en público tanto juntos como por separados. Aquí el personaje de él es más agitador que el de ella, pero son las miradas, silencios y los momentos justos de diálogo los que hacen que el personaje de Jolie brille por sobre el resto. El rol actriz/directora le sienta muy bien en esta historia intimista que se balancea entre la tristeza y el morbo. Nos encontramos ante un film que disfrutarán más los que encuentren placer en relatos más lentos e historias más chicas, así que a tener en cuenta esto. Frente al mar es una muy buena película que nos da la oportunidad de espiar a una pareja en un momento muy particular y donde se enaltece por las buenas actuaciones y una gran puesta de Jolie, quien ya se ha ganado muy bien la silla de directora.
Es inevitable, casi, la tentación a reírse a lo largo de varios momentos de FRENTE AL MAR. Los planos de Angelina Jolie –dirigida por sí misma– mirando lánguidamente al mar una y otra vez en medio de la depresión más chic posible bordea la parodia del cine de arte de los ’60 y los ’70. Y cada vez que Brad Pitt –su marido en la vida real y en la ficción– bebe unas copas de más y juega al cliché del escritor (norte)americano borracho en el exilio uno puede pensar que está a punto de ver una de esas películas que serán recordadas en el tiempo como uno de esos excesos que se les permiten a las estrellas para mantenerlas contentas y que luego cedan a hacer superproducciones para los mismos ejecutivos y estudios que “les dieron el gusto”. Y si bien todos esos elementos están en juego en el filme de Jolie (o Jolie-Pitt, como se llama aquí), hay algo en FRENTE AL MAR que trasciende no solo la parodia sino la idea de la autoexposición, de que el proyecto no es más que un elegante selfie de dos horas que permite a los espectadores creer que se están metiendo en la vida privada de una de las parejas más célebres –sino la más– de Hollywood. Jolie buscó aquí homenajear a un tipo de cine que ha dejado de hacerse y que es toda una anomalía fuera de Europa: la película de “angustia existencial” y profundo ennui tan típicas del cine y la literatura europeas de los ’60 y los ’70, con Michelangelo Antonioni como su representante más prototípico. Y lo hizo, a su manera, con aciertos y errores y siempre jugando en el límite del ridículo, pero apostando por salirse de la norma. Con sus errores y problemas, es una mucho más interesante, creativa y compleja película que sus dos anteriores, rutinarias biografías old school, de falso clasicismo oscarizable. by_the_sea_stillFRENTE AL MAR transcurre en lo que parece ser principios de los ’70 en un idílico paraje francés, que incluye un antiguo hotel de lujo frente a un lago y un pequeño pueblo con un bar/restaurante del otro lado. Vanessa (Jolie) es una bailarina retirada, visiblemente deprimida y viviendo a costa de pastillas las 24 horas. Roland (Pitt) es su marido, un escritor que tuvo una primera y exitosa novela (suponemos que la que les permite pagar ese hotel por lo que parecen ser meses), luego fracasó con la segunda y está buscando inspiración para escribir una nueva. Esa “inspiración” consiste en cruzarse al bar, beber hasta lo imposible y volver al hotel totalmente borracho. De escribir, poco y nada… La pareja se ignora, se pelea, se ignora, se trata de amigar, pero siguen bloqueados y paralizados creativa, mental y emocionalmente. De coger, ni hablemos: ella no quiere ni que él la toque ni con su bigote… Así transcurre una buena parte del filme, en la que somos testigos de ese ir y venir: Pitt charlando con el barman, Pitt borracho, Jolie tirándose elegantemente a deprimirse en una reposera frente al mar, Jolie mirando a un pescador salir todas las mañanas con su barquito. Hasta que llega al cuarto de al lado una parejita francesa recién casada (Melvil Poupaud y Melanie Laurent) y las cosas se ponen más intrigantes. Especialmente porque Vanessa encuentra un agujero en la pared que le permite ver y escuchar lo que los francesitos hacen al lado. Eso despierta confusos sentimientos en nuestra golden couple. bythesea joliePronto se empezarán a cruzar con los franceses y la distancia inicial dará paso a algunas veladas compartidas. Para Vanessa y Roland la “amistad” será una forma de reconocerse en el pasado pero también de “vampirizarlos”, de chuparles la sangre hasta poder revivir como pareja. Pero no será fácil. Más bien, todo lo contrario. Así, la película pasará de la depresión al juego de espionaje (con Pitt y Jolie tirados en el piso y mirando por el agujerito por turnos) para luego entrar en el más problemático y real tema de lidiar con las otras personas y con las emociones y conflictos que eso conlleva. Como decía al principio, FRENTE AL MAR es una película que está al borde de la autoparodia, de cierto ridículo del que cuesta volver, pero de todos modos consigue mantenerse a raya y a proponer algunos asuntos afectivos, emocionales y laborales que son identificables en el mundo real: la llegada de la rutina en la mediana edad frente al entusiasmo juvenil, las crisis personales/laborales de cada uno de los miembros de la pareja y los problemas no resueltos del pasado, tema que termina siendo lo menos relevante del asunto, y al que la película le da demasiado peso y trascendencia. angelina-jolie-by-the-seaSi a fines de los ’60 la pareja que componían Richard Burton y Elizabeth Taylor habrían intentado hacer una película de autor a la europea para retratar sus problemas de pareja posiblemente hubiesen terminado haciendo algo como ésto, un autoindulgente pero a la vez extrañamente tocante retrato de la vida de una famosa pareja de Hollywood. Tomando en cuenta que FRENTE AL MAR está hecha 40 años después de que este tipo de cine pasara de moda, la experiencia tiene algo de homenaje, de retro-chic, de drama emocional con look de aviso publicitario de doble página en Vogue. Todas cosas potencialmente problemáticas con las que Jolie (ok, Jolie-Pitt) se atreve a jugar. Es un proyecto complicado y hasta fallido, pero también valioso. Un poco por sus resultados y otro porque deja en claro que cierto cine sigue teniendo una relevancia y un peso emocional que hoy no tantos alcanzan. Peso que tal vez no se aprecie del todo mientras se ve la película pero que queda resonando por días y días…
Navegando en agua tibia En "Frente al mar", un escritor y su esposa llegan a un tranquilo hotel en la costa de Francia en la década de los 70. Su matrimonio está en aparente crisis y a medida que pasan tiempo con otros viajeros recién casados, la pareja comienza a ponerse de acuerdo con los problemas sin resolver en sus propias vidas. Cuando Angelina Jolie comenzó a filmar “Frente al mar”, su segunda película como directora, trascendieron rumores de que, en realidad, Universal Pictures, no apostó a esta película, sino que le “regaló” a la actriz la producción en un intento por convencerla para que protagonice la secuela de “Wanted” (o “Se busca”), ya que Angelina se negó a hacerla a pesar de la insistencia del estudio. Y con el corte final de “Frente al mar”, las especulaciones vuelven a aparecer. El largometraje narra el viaje de una pareja, Vanessa (Angelina Jolie) y Roland (Brad Pitt), a la costa francesa en los años 70, vacaciones propuestas por el marido ya que éste necesita inspiración para escribir su próximo libro. Varios días a solas expondrán la crisis que atraviesa el matrimonio, que evocará viejos conflictos no resueltos y siempre callados. Todo empeorará (o mejorará) cuando una joven pareja llegue a la habitación contigua y las comparaciones entre el pasado romántico y el presente ensordecedor que viven se hagan más notorias. El clima cambiará cuando, por un agujero en la pared, Vanessa y Roland espíen a sus vecinos y conozcan su intimidad, compartiendo el secreto y yendo cada vez más lejos en un desesperado intento de reavivar el fuego en su pareja. La premisa es simple, el guión es minimalista (varias escenas carecen de palabras), pero aun así el resultado podría haber sido algo más de lo que es, ya que se estanca en la tibieza. Cuando conocimos la primera irrupción de Jolie detrás de cámara, con “Inquebrantable”, si bien la película tuvo varias fallas, se pudo ver un filme visceral, con cuerpo y drama. En su segunda dirección, la actriz divaga por varios escenarios sin dar a conocer sus intenciones del todo, por lo que “Frente al mar” no explota en ningún momento, teniendo varias oportunidades de hacerlo: la oscuridad del voyeurismo y exploración de la sexualidad, los vicios y adicciones de sus protagonistas, el pasado tormentoso que los une y muchas otras salidas posibles. Evidentemente la propuesta de Jolie directora apuntó a destacar las actuaciones de su “yo” actriz y la de su marido, pero sin elementos consistentes para fortalecer el cuento, se hace imposible demostrar esa faceta, por más que la pareja tenga química, que ambos sean grandes actores, o que el protagonismo recaiga en los dos seres más bellos que existen en la tierra.
La crítica norteamericana, en un alarde de cinismo y estupidez, condenó esta película como una de las peores del año. Pero incluso si es ciertamente insatisactoria, es fácil ver que una película hecha por Angelina Jolie y protagonizada por ella misma y su marido, con mucho despliegue melodramático y poco diálogo, con imágenes preciosistas y trama más bien basada en una situación que en una historia (una pareja de escritores en vacaciones en Francia, una pareja que se aburre, una pareja que busca sanar heridas, especialmente la del tedio) estaba condenada de antemano. Pero hay virtudes: la primera, que Jolie se la juega escribiendo, filmando y actuando, y no le teme al ridículo. La segunda: dirige muy bien a Pitt; no solo lo conoce como persona sino, lo más raro del mundo, como actor. En muchas ocasiones es él el encargado de balancear la intensidad, a veces artidicial, de la propuesta. Tercero, “hace la suya” y no le importa nada más. En los contra, la duración resulta excesiva, como sila directora no supiera cómo ser precisa, demasiado enamorada del material. Luego, algunas resoluciones que parecen puro lugar común (es más: lugar común estropeado por la publicidad). Pero a pesar de todo eso, e incluso a pesar de la calificación que puede ver arriba, tiene más riesgo esta obra fallida (o fallada) que el 80% del cine que nos toca en suerte cada semana.
Han pasado 10 años desde que Angelina Jolie y Brad Pitt compartieron pantalla en la pasable Mr. and Mrs. Smith, incendiando Hollywood a su paso con su flamante amorío, devenido en el nacimiento de una de las parejas más resonantes del medio en los últimos tiempos. El regreso por la puerta grande de la dupla a los cines debería agitar las aguas una vez más, pero en By the Sea dichas aguas están demasiado mansas, con una historia tediosa y prolongada, con chispas pero no las suficientes para reiniciar otro fuego que arrase a la Meca del cine una vez más. Mucho se ha dicho de que la tercera incursión de Jolie como directora -y su segunda como guionista- es un proyecto vanidoso, una oportunidad para saciar las ansias expansivas de la actriz para luego en un futuro tenerla conforme y flexible para otras propuestas. Luego de ver las extensas dos horas de metraje, se puede decir que si, es un capricho de la actriz que no resulta muy relevante en algunos aspectos, pero a su vez es una pequeña obra de arte desde lo técnico. Angelina está claramente inspirada en films de hace treinta o cuarenta años, donde una localidad exótica era el fondo perfecto para un drama de parejas. El escenario acá es la costa de Malta, un hotel donde el escritor americano Roland y su mujer ex-bailarina Vanessa llegan para disfrutar de la tranquilidad y ayudar al primero en la escritura de su próxima novela. Detrás de la hermosa fachada de la pareja se esconde un pasado que tarda su debido tiempo en salir a flote, pero eventualmente llega a la superficie. Él hace buenas migas con el agradable cantinero -un sobresaliente Niels Arestrup- que lo mantiene entretenido y con alcohol listo todos los días; ella se la pasa leyendo y tomando pastillas en la habitación del hotel, viendo como un pescador realiza su rutinario ida y vuelta hacia el mar. Es todo muy repetitivo hasta que el arribo de una joven pareja de recién casados agita la poca calma que los protagonistas tienen. Apasionados y sin tapujos, Léa y François -Mélanie Laurent y Melvil Poupaud- son todo lo que Roland y Vanessa han perdido con el tiempo, pero a su vez la diferencia hará que sus actividades extracurriculares acerquen a la pareja en crisis mediante un conector bastante particular, que pierde su sentido si es revelado aquí mismo. Este desarrollo de la trama entrega lejos las mejores escenas de la película, donde la química de Jolie y Pitt resurge con fuerza una vez más, para luego apagarse poco a poco. No es misterio alguno que la dupla ahora tiene una vida de casados mucho más tranquila de lo que fueron sus comienzos, y esa calma matrimonial se filtra hacia sus contrapartidas ficticias. Por un lado, esa relación de comodidad ayuda a transmitir los pesares de Roland y Ness, pero por otro lado esa misma comodidad genera un estado soporífero difícil de remontar. Jolie y Pitt se miran, se tocan, se insultan, se adoran en silencio. Tienen presencia en pantalla, pero son una cáscara brillante a una historia que se ha contado muchas veces, y mejor. La fotografía de Christian Berger y la suave música de Gabriel Yared ayudan a darle un acabado precioso a la mano de Jolie como directora, pero en definitiva es un plato apetitoso que a las horas de haberlo terminado genera hambre de algo más sustancioso.
"Frente al Mar" es la cuarta película dirigida por Angelina Jolie Pitt, y hay que reconocer que el crecimiento profesional que hace la señora es interesante. Puede gustarte o no, pero el resultado es más que atractivo. La fotografía, las locaciones y la banda sonora son lo más rescatable de esta historia que camina a paso lento... muuuuuuuuuuy lento. Si no dormiste bien, te recomiendo que antes te pegues una siestita porque el guión es de lo más pausado que vas a ver en tu vida. Brad y Angelina, se sabe, son la pareja más linda del mundo de las celebrities, y de hecho, están genial en sus personajes "sufridos" demostrando los sentimientos minuto a minuto - aunque para mí tienen más vida interior que lo que llegan a manifestar en acción -. Si te divierte ver los looks de Angelina en las red carpets, esta peli es una buena opción para tomar nota de cada conjunto que usa, porque aparece hermosa en todos los planos que ella misma se dirigió. Una historia con mucha vida íntima que no llega a traspasar la pantalla, pero que intenta ser cine arte y muchos la disfrutarán.
Gente rica filmando Me imagino una conversación entre un par de ejecutivos importantes de Universal, el estudio que financió Frente al mar. Uno de ellos, quizás un poco ingenuo, le pregunta a otro por qué demonios se terminó poniendo guita para una película que estaba destinada a ser ignorada. El otro le contesta algo así: “y bueno, perdimos sólo diez millones de dólares y dejamos contenta a Angelina. Acordate que ganamos mucho más con otras pelis que hizo para nosotros”. Dejo volar la imaginación porque la conclusión me parece obvia: Angelina Jolie venía de cosechar un pequeño suceso con Invencible, y a continuación quiso rodar una peli con su marido Brad Pitt durante su luna de miel. Y Universal, como pequeño premio, puso el dinero necesario para hacerlo. Allá ellos, dispuestos a perder unos cuantos millones para satisfacer el capricho de una realizadora a la que se le ocurrió una historia totalmente autoindulgente y tenía ganas de filmar con bellos paisajes de fondo. El problema pasa por los pobres espectadores, que terminan pagando una entrada para perder dos horas de sus vidas. Quizás Jolie quiso replicar lo logrado por la pareja Roberto Rosellini-Ingrid Bergman en Viaje en Italia, pero hacer semejante suposición sería un tanto insultante. Lo que tiene la directora y guionista para Frente al mar es sólo un conjunto de ideas apenas conectadas: un matrimonio en crisis que en los setenta viaja a un pequeño pueblito costero de Francia. El es un escritor con bloqueo creativo, ella fue una bailarina que tuvo que abandonar su profesión. Ambos están totalmente distanciados, no pueden demostrarse afecto ni manifestar sus emociones interiores. Por eso se la pasan bebiendo y fumando, paseando por ahí, y sólo el contacto con otra pareja recién casada (Mélanie Laurent y Melvil Poupaud) y el viejo dueño de un bar (Niels Arestrup) los empieza a movilizar. Las intenciones están explícitas: reflexionar sobre los lazos rotos en la pareja, la forma en que afrontamos las pérdidas y ausencias, cómo el contexto y los seres que se cruzan en nuestro camino nos obligan a repensar nuestro lugar en el mundo. Pero todo se queda precisamente en eso: en las intenciones, en las ideas. Jolie filma razonablemente bien, demuestra que sabe encuadrar y darle un sentido casi pictórico al paisaje a través del manejo de la luz, pero eso es todo. Frente al mar es una cáscara vacía que sólo sabe sostenerse desde la pura pose. Pitt y Jolie son el centro absoluto de la trama -los demás personajes son apenas excusas para hacer avanzar la narración- y nunca consiguen transmitir las emociones de sus personajes; actúan, fingen que están tristes y se les nota demasiado. En el medio, lo que tenemos es un film estático, que en su primera mitad prácticamente no avanza y en su segunda mitad lo hace caprichosamente, tomando toda clase de decisiones arbitrarias, sin dejar nunca de aburrir, con un tono lánguido alarmante. Por momentos, da la sensación de estar asistiendo a una especie de reversión de La nueva gran estafa: si en aquella película todos se divertían menos el público, acá todos padecen, pero al espectador nunca le importa. No dejan de llamar la atención las vueltas de la vida: Jolie y Pitt empezaron su romance a partir del rodaje de Sr. y Sra. Smith, una de acción que era superficial pero divertida, una demostración de pura energía al servicio de un entretenimiento no precisamente trascendente pero definitivamente sano. Diez años después, esa pareja explosiva ya es un matrimonio con mucho, demasiado dinero a su disposición, que cuando filma en conjunto nos obliga a contemplarlos con cara tristona en un bodoque como Frente al mar, haciéndonos mirar el reloj a cada rato, rogando que las dos horas de metraje se cumplan de una vez por todas. Diablos, ahora sí que no me caso nunca.
Cómo reavivar el fuego de una vieja pasión Una pareja estadounidense de mediana edad llega a un pueblito frente al mar azul de la rivera francesa a mediados de los 70. Roland es un escritor de cierta celebridad, que en plena crisis creativa busca reencontrar la musa en esa tranquilidad costera. Su mujer es una ex bailarina incapaz de ocultar la melancólica decadencia que la abruma. Mientras él se la pasa de charla con el amable dueño del restaurante del lugar y excediéndose con la bebida, sin poder escribir una sola línea, ella se mantiene recluida en el balcón de su cuarto a fuerza de pastillas, viendo como un pescador penetra una y otra vez con su bote en una pequeña bahía que es como un útero estéril que nunca es capaz de llenar sus redes. Está claro que lo que quieren recuperar ahí es algo más que la inspiración que él extravió. La llegada a la habitación de al lado de una pareja de francesitos jóvenes y recién casados representa para la pareja un movimiento perturbador. Sobre todo cuando cada uno por su lado descubre un agujero en la pared que les permite espiar la fogosa intimidad de sus vecinos y comienzan a reconocer dentro de sí una excitación algo siniestra. Cuando la distancia entre ellos parece insalvable, la posibilidad de compartir la alegre perversión de ese juego voyeurista se abre como un impensado camino de reformulación de la pareja.Trazada la sinopsis, puede ser un experimento interesante preguntar quién podría ser el director de esta película. Si se es capaz de imaginar las posibilidades de abordar semejante trama asumiendo el riesgo de hacerlo sin esquivar el halo de humor amargo que parece rodearla, no sería raro que alguien pensara en el Woody Allen de Crímenes y pecados o el de Maridos y esposas. Sin embargo, no: no se trata de una película de Allen ni hay nada (pero nada) de humor en Frente al mar, tercer largo de ficción dirigido por Angelina Jolie, rebautizada para la ocasión con su nombre de casada, agregando al final el apellido de su marido, Brad Pitt. Rápido sucesor de Inquebrantable (2014), drama bélico de recargado tono épico ambientado en la Segunda Guerra, este drama íntimo representa la segunda vez que Pitt y Jolie comparten pantalla como coprotagonistas. La primera fue Sr. y Sra. Smith, comedia de acción estrenada hace diez años que significó el comienzo de la relación sentimental que aún los une.Frente al mar vuelve a evidenciar las virtudes y debilidades que Jolie ya mostró en su breve carrera como directora. Por un lado, el film muestra una prolijidad formal que incluye sobre todo al rubro fotográfico, gentileza del austríaco Christian Berger, habitual colaborador de Michael Haneke. Por otro, Jolie consigue una inesperada buena actuación de su marido, que en general no suele dar con el tono preciso en este tipo de papeles dramáticos (ver desde Leyendas de pasión a su participación en 12 años de esclavitud). Más allá de eso, Jolie (que además es autora del guión) resbala apenas por la superficie de las emociones y situaciones que transitan sus personajes, suponiendo que, por ejemplo, mostrar al personaje de Pitt poniendo una y otra vez boca arriba los anteojos de sol que su mujer deja siempre boca abajo, es suficiente para dar cuenta de una personalidad obsesiva. Del mismo modo, Jolie no se permite correrse ni un centímetro del destino dramático que se ha impuesto para contar esta historia y acaba reduciendo sus pretensiones poéticas a la más obvia de las literalidades.
"Frente al mar", una crisis tediosa Tuvimos que esperar una década para volver a ver actuar juntos a Angelina Jolie y Brad Pitt. En aquella oportunidad se juntaron para protagonizar "Sr. y Sra. Smith" (Mr. & Mrs. Smith, 2005), una película que no sólo fue un éxito en taquilla sino que también fue en donde se enamoraron e iniciaron su romance (mal que le pese todavía a Jeniffer Aniston, esposa de Pitt en ese momento). Desde esa fecha hasta acá la pareja se dedicó a desplegar todo su glamour como el matrimonio emblema de Hollywood, criar seis hijos y llenar las páginas de las revistas del corazón. La única vez que habían colaborado juntos en algo que tuviera que ver con el cine fue con "Todo Corazón" (A Mighty Heart, 2007), en donde ella actuaba y él producía. Ahora nos llega "Frente al Mar" (By the Sea, 2015), un drama producido, escrito, protagonizado y dirigido por Angelina Jolie Pitt (sí, primera vez que aparece su nombre escrito así en los créditos). Roland (Brad Pitt) y Vanessa (Angelina Jolie Pitt) son un matrimonio norteamericano que llega a un tranquilo y bellísimo lugar en la costa de Francia. Él es un escritor famoso que busca la inspiración que le permita escribir su próxima novela, aunque lo único que encuentra es un formidable bloqueo y una tendencia a beber cada vez más. Ella es una ex bailarina que por fuera expone una dura coraza de cinismo y frialdad, y por dentro desborda de angustia y dolor. Es evidente que la pareja atraviesa una crisis de la que, parece, ya no hay vuelta atrás. Pero la relación que entablarán con algunos habitantes del lugar y la llegada de una joven pareja de recién casados al hotel en donde se hospedan puede, de alguna manera, hacerles encontrar nuevamente el sentido a su matrimonio y con el amor que se tuvieron. Estamos aquí ante la película más personal de las cinco que dirigió la actriz. No es casualidad por eso que haya elegido la década del setenta para contar la historia y que la trama se desarrolle en Francia. Por un lado, para evitar cualquier distracción que sus personajes puedan tener en el presente (por ejemplo, celulares), y por el otro para darle al largometraje cierto halo de película intelectual europea. Es que por esos años ese cine destilaba mucha crisis y drama existencial, algo de lo que quiere rescatar la directora. La fotografía es bellísima, la locación estupenda (es la isla de Gozo, en Malta, donde el matrimonio estuvo de luna de miel mientras filmaba), las actuaciones están correctas, pero lo que falla es en cómo nos cuenta la historia. Es que utilizar excesivas tomas en las que abunda el silencio no siempre es efectivo, así como tampoco le da profundidad a la historia, ni insistir en situaciones como las escenas de adicción al voyeurismo que muestra el matrimonio (Vanessa espía por un agujero en la pared a la parejita y después lo hace su esposo). Además, el conflicto principal es previsible y tampoco parece de tal magnitud como para que los personajes lo padezcan tanto. La película es demasiado larga, por momentos se torna aburrida y el interés en ella se va perdiendo a medida que avanza por repetitiva y sofocante. No hay dudas de que Brad Pitt eclipsa la pantalla, al igual que Angelina, pero ni ellos ni que haya actores secundarios de la talla de Mélanie Laurent, Niels Arestrup o el gran Richard Bohringer logran salvarla del tedio que genera. El año pasado Angelina amenazó que quería dejar de actuar y se dice que ésta sería su última película. Ojalá que si se retira busque un ambiente montañoso porque "Frente al mar" se va a morir de aburrimiento.
No hay catarsis al final del camino Diez años después de Sr. y Sra. Smith (Mr. & Mrs. Smith, 2005), película en la que se enamoraron, volvemos a tener a Angelina Jolie y Brad Pitt formando pareja. Esta vez es en Frente al Mar (By the Sea, 2015), drama producido, escrito, protagonizado y dirigido por Angelina Jolie Pitt. Roland (Brad Pitt) y Vanessa (Angelina Jolie Pitt) es un matrimonio que llega a un tranquilo lugar en la costa de Francia. Él es un escritor famoso que busca la inspiración que le permita escribir su próxima novela, y su bloqueo y lo lleva a beber cada vez más. Ella es una ex bailarina de apariencia fría, que por dentro desborda de angustia y dolor. El matrimonio se encuentra atravesando una crisis y la relación que entablarán con una pareja joven y excitante formada por Lea (Melanie Laurent) y François (Melvil Poupaud), intentará poner paños fríos y las cosas en perspectiva para ambos, sobre todo cuando un hueco en la pared de su residencia se convierta en un pasaje al voyeurismo terapéutico. El film intenta llevar cierta atmósfera de película intelectual europea: se desarrolla en la década del setenta en Francia, con crisis y drama existencial, lejos de cualquier tecnología que pueda hacer dispersar a nuestros protagonistas. La fotografía a cargo de Christian Berger y la música a cargo de Gabriel Yared (junto a algunas canciones de Serge Gainsbourg) son los puntos más acertados, que sugieren el ambiente y la emoción de los personajes, acompañados de los bellísimos paisajes que los rodean. El resto está bastante desacertado. Excesivas escenas en las que abunda el silencio, y en los momentos que hay diálogos, los mismos son bastantes chatos y las tomas repetitivas, como con la intención de insistirnos sobre determinados temas. Lo que hace que dos horas resulten tediosas. Las actuaciones están correctas, pero no se nos cuenta bien la historia: el conflicto trascendental no es tal, por lo cual el interés se va perdiendo a medida que corre la película. Tanto Angelina como Brad logran cautivarnos tan solo con su presencia, y tienen a sus espaldas muy buenos actores secundarios. Posiblemente ese sea un motivo consistente como para sentarse a ver esta historia emocional, que nos llevará a amarla u odiarla.
Los decadentes Sufriendo un bloqueo de inspiración, el escritor Roland Bertrand (Brad Pitt) y su mujer Vanessa (Angelina Jolie), una bailarina retirada, viajan de vacaciones a la Riviera francesa, en el tercer largo dirigido por Angelina Jolie Pitt. La novedad es que la actriz también se animó a escribir la historia, que de un modo mecánico, minimalista, refleja la tensión que horada a la pareja. En el inicio, cuando los Bertrand manejan un convertible rumbo al pintoresco hotel por un sendero aledaño al mar, mientras Roland da luz a su cigarrillo con un encendedor del tablero, las imágenes son significativas como para situar la acción a inicios de los 70, con ecos a films de Claude Sautet; la languidez de Vanessa, el refugio chic de la pareja y su pavoroso ennui remiten a Le Mépris de Godard. Son sólo referencias, quizás ampulosas, si bien la fotografía de Christian Berger dota a cada imagen de múltiples asociaciones. Ver Frente al mar ahora, con rumores concernientes a la separación de los Pitt, genera una especie de morbo: el abandono, la desidia y la desesperanza de los Bertrand son asimilables como espejo de la pareja real. Roland se emborracha en el bar más cercano, y adopta al dueño como amigo y confidente (el film entrega una de las mejores actuaciones de Brad, que muestra un fluido manejo del francés). Vanessa se arroja a leer en el balcón, frente al mar, con desinterés por el resto del mundo, hasta que descubre a sus vecinos Lea y François (Mélanie Laurent y Melvil Poupaud), una viril pareja de recién casados, y encuentra un nuevo placer escudriñándolos a través de un agujero. De peeping tom a siniestra amiga, Vanessa absorbe la energía de la joven pareja para reinventar a la suya. Frente al mar nunca es un thriller psicológico ni un drama; es más un experimento excepcionalmente ambientado, puntuado por sugestivas actuaciones. Y pese a las pretensiones de Jolie, tiene un innegable encanto.
En su tercer largometraje como directora Angelina Jolie Pitt (tal el nombre con el cual firma esta vez) se mete de lleno en la temática de los conflictos de pareja, particularmente en las que llevan mucho tiempo de convivencia. Una doble apuesta si se tiene en cuenta que el actor elegido para hacer de su marido, es su marido en la vida real. El matrimonio conformado por Vanessa (Angelina Jolie) y Roland (Brad Pitt) llega a un precioso páramo de la costa francesa en el cual se alojarán para “desenchufarse”. Hay poco diálogo entre ellos, escasas miradas, y hasta se diría que nada de contacto físico. Nada de nada pese al deseo de él de poder res Pero algo anda mal con Vanessa. Desde el comienzo la tenemos en un registro que denota una gran pena de la cual no se puede recuperar. Ella es bailarina, él un escritor casi consagrado que aprovecha este viaje para buscar inspiración. Seamos honestos, desde la butaca barajamos algunas opciones ya. Los espectadores vamos a hacer la pregunta inmediatamente luego de verla a ella triste, con la mirada perdida y tomando pastillas. ¿Qué le pasó? La negación a que esto ocurre en la platea es el camino menos aconsejable que la directora toma, porque el tratamiento que le da a “Frente al mar” establece códigos en los cuales “dice” que en cualquier momento se sabrá una verdad que ya es anticipada una hora y pico antes por el uso del sentido común. De nada ayuda emplazar la historia en la década del ‘70, cuestión buscada para evitar que celulares, redes sociales y computadoras interfieran con el estado de pena y dolor por el cual atraviesan los personajes. Así, para el momento en que sucede el punto de giro (la llegada de una pareja más joven, con más vida y más ilusiones como factor de oposición), el ritmo, ya de por sí lento, se ralenta aún más. Es loable la utilización de los contrapuntos en el tratamiento de la imagen. La extraordinaria dirección de arte de Tom Brown y Charlo Dalli, sumada a la fotografía de Christian Berger (tanto en interiores como exteriores), funcionan como el contraste perfecto de la oscuridad interna del estado de ánimo de ésta pareja. Solamente la pareja de al lado, y en especial la forma en la cual se vincularán, le pone algo de especias a una vida que ya parece derrotada. El problema en el cual cae “Frente al mar” es la auto compasión para con el personaje de Vanesa, que no solamente está apoyada por los intentos de rescate de Roland, sino también en la actitud preciosista de los planos que lejos de ser un reflejo de la fragilidad buscan sumar fotogramas para la cartelera, así, lo que vemos pasa a ser externo, superficial, y si bien es cierto que las transiciones en las escenas del bar del hotel aportan la cuota de escapismo para una vida que desde la clase alta debería ser más simple, también lo es que se vuelven situaciones que agotan su poder narrativo. De esta manera, el motivo del dolor llega al espectador sin el peso específico del mismo. Al menos no con la suficiente fuerza como para justificar todo lo visto anteriormente, y al no explotar la situación que dispara “Frente al mar” es eso, un plato refinado que se ve lindo y apetitoso, pero que no tiene el mismo gusto.
Angelina Jolie vuelve al cine como directora con Frente al mar, una película en la que retoma la dupla laboral con Brad Pitt para retratar a una pareja en decadencia. Angelina Jolie eligió volver al ruedo cinematográfico, nada más y nada menos, que con su flamante esposo Brad Pitt. De hecho, ambos rodaron esta película durante su promocionada luna de miel el año pasado. Ambos habían trabajado juntos hace una década, en el filme de acción Sr. y Sra. Smith, que fue clave para el comienzo del romance que en el presente devino en familia célebre y numerosa. En Frente al mar, con Jolie a cargo de los controles, la producción y el libreto, la pareja por antonomasia representativa del show business de Hollywood se convierte en un matrimonio en crisis e intenta ofrecer, sin mucho éxito, un retrato preciosista sobre las desavenencias del matrimonio, el hastío de la burguesía y el suceder de la vida. Pitt es Roland, un escritor norteamericano con mucho bloqueo y afecto a mirarle el fondo a la botella con frecuencia, mientras que Jolie es Vanessa, la esposa deprimida, bailarina retirada porque, bueno, se le vinieron los años encima. Ambos viajan a la costa francesa para intentar desanudar los conflictos y parir un nuevo libro, pero ella se la pasa en la habitación y él con el codo en la barra del bar del pueblo. No abundan los diálogos entre ellos y se lee mucho más del estado del matrimonio en los silencios. En breve, la llegada de una pareja joven y excitante formada por Lea (Melanie Laurent) y François (Melvil Poupaud), pondrá las cosas en perspectiva para ambos, más aún cuando un hueco en la pared de su residencia se convierta en un ticket a la tierra del voyeurismo terapéutico. Ambientada en los años 70 en una de las islas de Malta, la fotografía, que aprovecha la luz natural en un paisaje alucinante, sumada a la carencia de objetos modernos como teléfonos y computadoras, termina de darle el tono minimalista y refinado. Pero quizás no es en la forma donde reside el problema de la historia, sino más bien en el marco. La intriga de saber qué desencadenó el trance que atraviesan Vanessa y Roland sostiene un argumento que termina redundando en varias oportunidades y cargando de solemnidad a algunas de las actuaciones, en especial a la de ella. Así, el filme se disuelve en un drama romántico que no termina de detonar ninguno de sus atributos y no trasciende a la dinámica de la pareja. Menos rebuscada que en sus proyectos anteriores (suelen movilizarla las guerras), es meritoria la decidida incursión de Jolie en la dirección cinematográfica, tarea que es probable se intensifique en el futuro. Con Frente al mar, la actriz se autogenera sus propios papeles, y se aleja de la figura de femme fatale que construyó durante todos estos años para devenir en ¿otra cosa? El tiempo lo dirá.
Una playa y una pareja con muchas piedras en el camino Lánguida, ceremoniosa y pesada incursión en un drama de pareja que lleva la triple firma de Angelina Jolie, en su rol guionista, protagonista y directora. Pero no sale bien parada de este nuevo desafío. La historia, melancólica y reiterativa, está ambientada en un pequeño pueblo costero del sur de Francia. Allí llegan en plan salvataje una pareja en plena crisis. El es Roland, un escritor que se la pasa chupando en el boliche del pueblo y no es capaz de escribir una línea; y la, que arrastra una angustia que no le da tregua y que al final se sabrá de dónde viene. La película tiene un ritmo de siesta veraniega, relajada, algo displicente, cansina. La puesta en escena es contemplativa, recargada, presuntuosa, con diálogos chatos que dejan ver el esfuerzo de un paciente marido con ganas y de una señora histérica y vistosa. El recurso narrativo, que pone un poco de intriga entre tanta quietud, es muy traído de los pelos: un agujero bien ubicado en el cuarto de ellos –algo que habla muy mal de la hotelería francesa- les permite espiar a una pareja de recién casados en el cuarto vecino. Eso es todo. ¿Envidia, perversión, inspiración, ganas de sumarse al juego? El agujero pasa a ser una alegoría. Por él se ve lo que ellos fueron perdiendo. Gracias ese voyeurismo, la pareja podrá recuperar el brío perdido y hasta soñar con una aventura que puede apuntalar un vínculo ganado por la pena y la rutina. La historia avanza siempre para el mismo lado, como ese pescador que todos los días atrapa la atención de la señora. El dueño del bar del lugar, un viudo reciente y desconsolado, le marca el camino a este escritor de trago largo y letra corta. Estos dos ejemplos tan cercanos –el recién casado y el bolichero- operan como contraste de esta pareja que ha puesto en suspenso al amor. Hay paisajes, caminatas, miradas a lo lejos y la presencia de una Jolie convertida en esfinge, que se la pasa haciendo nada y sufriendo. Brad Pitt no está cómodo en el rol de este escritor que a falta de inspiración se entrega al trago y la tristeza. Ella es una ex bailarina que busca hijos y deseos y anda por ahí, luciendo una fotogenia de mujer afligida y vistosa, que está decidida a buscar en la aventura ese soplo de vida que ni su matrimonio ni sus recuerdos le pueden dar.
El nuevo proyecto de Angelina Jolie en la dirección y guión, con su marido Brad Pitt, llamó la atención de los medios ya que son considerados una de las parejas estrellas de Hollywood. Ellos no actuaban juntos desde Sr. y Sra. Smith donde inclusive se conocieron y empezó la relación. Pero acá, en vez de una película de acción, tenemos un drama en los años 70, que a pesar de tener un comienzo promisorio termina en el aburrimiento total. La historia básicamente es de una pareja en crisis, realizando un viaje a la costa de Francia en los años 70, cuando paran en una ciudad y se hospedan en un hotel, donde la belleza del paisaje casi lo transforma en un escenario de cine. El personaje de Brad Pitt (Roland) es un escritor que aprovecha la belleza local para intentar inspirarse. Mientras que el de Angelina (Vanessa) es el típico personaje femenino que reclama de todo y que no le gusta nada. La “aventura” realmente empieza cuando una joven pareja se hospeda en la habitación de al lado, con Roland y Vanessa espiándolos, dándonos pie para comenzar a descubrir el por qué de la situación actual de su propia relación. La película realmente empieza promisoria con escenarios y fotografía bellísima, explorando muy bien el entorno paradisíaco, mostrando que Angelina tiene perfil para ser una gran directora en el futuro. Pero cuando realmente vamos de ese comienzo al drama propio de la película, ese comienzo se va diluyendo hasta que prácticamente no sobra nada. De por sí, el mayor problema es que la pareja principal y sus asuntos personales, no son para nada interesantes, que lleva sus 122 minutos de drama pesado, que básicamente giran sobre Vanessa que no quiere decir lo que le pasa. Como puntos fuertes, los excelentes trabajos de Brad Pitt y Angelina Jolie, que sin ellos esta película no se sustentaría, lo que infelizmente no quiere decir mucho, ya que siendo muy generoso, es una película aburrida con un drama pesado y arrastrado, con la idea más de intentar conseguir premios que hacer una película para disfrutarla. - See more at: http://www.citricon.com/cine/criticas/68-Frente_al_Mar#sthash.dhvQujVV.dpuf
Angelina Jolie vuelve a su rol de directora luego de haberlo hecho en “Inquebrantable" (2014), además de trabajar con su esposo Brad Pitt cosa que no hacían desde “Sr. y Sra. Smith” (2005). Muestran los cruciales momentos que pasa una pareja en crisis, con algunas sorpresas, su narración es lenta y el conflicto se va desarrollando en medio de bellas locaciones y banda de sonido. La historia se apoya mucho en estos elementos además de la presencia del matrimonio (Pitt-Jolie), con distinto tipos de planos y un dejo de melancolía. Brad Pitt intenta sacar a flote la cinta.
Brad Pitt y Angelina Jolie rescatan el cine europeo de autor de los años 60 y 70. En “Frente al mar” Angelina Jolie se convirtió en mujer orquesta: coproductora, guionista, directora y coprotagonista. Y además eligió compartir el set con Brad Pitt, su archifamoso marido. La intención era hacer una película pequeña desde su producción pero con objetivos ambiciosos: rescatar el cine europeo de autor de los años 60 y 70, con marcas visibles de Antonioni y Godard. Como era de esperarse, el traje le queda muy grande a la Jolie. La historia retrata a una pareja en crisis: Vanessa, una lánguida ex bailarina que combate su depresión a pura pastilla, y Roland, un escritor que busca salir de un largo bloqueo creativo. Los dos llegan a un hotel antiguo en una región costera de ensueño en Francia, como para “airear” la relación, y allí se cruzarán con una pareja de recién casados que será fundamental en esta dolorosa reconstrucción. El problema de “Frente al mar” es que todo parece lugar común: esa morosidad mal copiada del cine europeo (sus dos horas se hacen muy largas), el exceso de esteticismo, el papel de la bailarina que ya no puede bailar y el escritor que ya no puede escribir. Hasta las canciones de Serge Gainsbourg suenan previsibles. Jolie queda atrapada en la copia de un estilo sin más, con poco para decir, y así, incluso en el tenso drama que estalla sobre el final, la película se limita a un ejercicio artificial y despersonalizado.
Sr. y Sra. Pitt, el drama, diez años después El actor y la actriz, guionista y directora vuelven a unir sus trabajos en "Frente al mar". Vale verlos hacer. Diez años, seis hijos y un matrimonio más tarde, vuelven a confluir en la escena de Frente al mar, un drama elegante, escrito y dirigido por ella y estelarizado por ambos, que muestra su entendimiento en el set. "Espero que los espectadores sepan que si la historia tuviera algo que ver con nosotros, jamás podríamos haber hecho esta película. Si nos lleváramos (tan mal) como los protagonistas, no hubiéramos podido filmarla", aseguró Jolie. Desde ese enfoque, queda a la vista que esta pareja se complementa. No le sucede lo mismo a Roland y Vanessa, sus personajes. A mediados de la década de los 70, el escritor y la bailarina retirada se instalan una temporada en un hotel solitario en la costa francesa. Él baja temprano al paraje donde se apostan un bar, un almacén y puesto pesquero. Se embriaga hasta altas horas de la madrugada; conversa con el mozo, juega al ajedrez, observa y fuma, en busca de una inspiración hace tiempo perdida. Ella sólo sale en busca de comida y mengua su soledad a fuerza de cigarrillo y siestas en el balcón. La ausencia del otro --dolorosa pero aparentemente autoimpuesta-- es la regla. Hasta que una pareja de recién casados se instala en la habitación contigua, para traer a sus vidas imágenes felices y olvidadas, y otras que escarban sobre heridas todavía abiertas. Detallista, meticulosa, la historia atraviesa la primera hora de su metraje con una lentitud propia del cine europeo de los 60-70, un tempo que puede exasperar. Entonces comienza a desvelar, contrariar, romper estereotipos, confrontar morales y desnudar intenciones. Las pistas encuentran su sitio en el rompecabezas y deviene la explicación. Pitt y Jolie probaron hace una década que la química funcionó cuando de divertirse y divertir se trata. Pero poner en juego miserias, descarnar y lograr la empatía del público es otra cosa. Y vale verlos hacer, siempre y cuando se acepten los tiempos que se toman para ello.
Despedazados Después de 14 años de casados Vanessa (Angelina Jolie) y Roland (Brad Pitt) se enfrentan a una crisis terminal en su matrimonio. Por motivos que serán revelados al finalizar "Frente al Mar" (By the sea, 2015) la pareja sucumbirá en su viaje a la costa francesa ante la inevitable tentación de abandonar todo frente a la realidad que cada día los separa más. Mientras Roland pasará sus días en un pequeño bar bebiendo cantidades industriales de alcohol, Vanessa permanecerá encerrada y deprimida en su habitación frente al mar sin otra cosa que hacer más que perder el tiempo y perderse en ella misma. Pero ella es consciente de aquello que ha generado la ruptura con Roland, y sabe como repararlo, aunque por el momento no tiene intenciones de hacerlo. Mientras los días pasan un día una pareja de recién casados (Mélanie Laurent y Melvil Poupad) se hospeda en la habitación contigua, y cuando descubren un pequeño orificio que comunica los dos lugares, la curiosidad por conocer más sin ser observados despertará un irrefrenable deseo entre ambos, el que quizás los salve de la produnda crisis en la que se encuentran. "Frente al mar", tercer filme de Jolie como directora, logra recuperar y a la vez evocar filmes sobre matrimonios que supieron de la mano de Bergman construir un verosímil sobre el mundo marital y sus implicancias. Acompañando a los protagonistas con planos envolventes, con juegos de espejos que reflejan y muestran, pero no del todo, con una simetría visual única, y también con pequeños detalles que hablan de los esfuerzos de Roland (Pitt) por seguir con la relación (acomodar los anteojos de Vanessa, por ejemplo) ante la inevitable resolución del viaje, Jolie supera fallas de sus películas anteriores y construye su filme más honesto y simple a la vez, con un manejo de la narración preciso que logra una empatía total con la historia. El ingreso de la pareja que será objeto de placer y voyeurismo por parte de ambos, además, dota de una sensualidad y sexualidad particular al filme, el que, ambientado en los años setenta del siglo pasado, termina por volcar la épica del matrimonio hacia un lugar de perversión extrema impensado en el inicio del filme. Otro de los puntos interesantes de "Frente al mar" es el trabajo sobre los cuerpos, la docilidad de los mismos, y a la vez la fragilidad, que en el caso del personaje de Vanessa, además es acompañado por una debilidad psíquica durante toda la trama. Jolie ofrece una interpretación soberbia, y Pitt la acompaña luciendo su mejor solemnidad. El resto del elenco también ayuda a la creación de climas ominosos y sugerentes, que son realzados gracias a la belleza de la naturaleza. "Frente al mar" es un filme delicado, sutil, y que por momentos logra recuperar la digresión como vector narrativo que sugiere más que afirmar. PUNTAJE: 8/10
Angelina Jolie dirige y co-protagoniza junto a su marido Brad Pitt, Frente al Mar. Un drama marital inspirado en el cine francés de los años 60. Monsieur et Madame Smith Aparentemente Jolie, digo, Jolie Pitt (es mujer casada, más respeto), se cansó de la frivolidad de Hollywood. Años brindado grandes interpretaciones como en…en.. El Sustituto de Clint Eastwood y…¿Tomb Raider?… no pudieron saciar sus aspiraciones humanas y artísticas, la vorágine del show business fue demasiado para ella y se dio cuenta que estaba para cosas más serias. La respuesta estaba en ir detrás de las cámaras y por fin otorgar al pueblo su visión de un mundo en permanente conflicto. Primero con un film sobre la Guerra de Bosnia, porque la guerra es mala. Después sobre un atleta y héroe americano de la Segunda Guerra Mundial, porque la guerra es mala pero puede ser buena si es contra los malos malos. Y ahora ya fue lo bélico, todos sabemos que si es francés es de calidad y más si es un drama marital. Adios a la gilada, de ahora en más Rohmer, Resnais y Truffaut serán sus únicos referentes. El sacastómetro debe estar por las nubes Frente al Mar debe ser una de las películas más pedantes, aburridas y pretenciosas que se hayan hecho en los últimos tiempos. Es de ese tipo de producciones que en la jerga cinéfila (?) suelen denominarse como “vanity project”, es decir proyectos vanidosos donde una actriz o actor se encarga de todos los aspectos de un film para poder validar su supuesto prestigio artístico (Battlefield Earth el caso de Travolta, y todas lo que hizo alguna vez Kevin Costner). El ego y la autoindulgencia están a la orden del día y son el principal motivo de falencia en este tipo de films. ¿De qué la va entonces? Los Pitt interpretan a un matrimonio en decadencia – como la vida real pero sin hijos tercermundistas – cuya estadía en la campiña francesa no hará más que hundirlos en su propia oscuridad. Ah, y a veces aparece Melanie Laurent desnuda, pero tampoco es demasiado interesante. Que profundo…aburrimiento Voy a ser directo, de alguna manera Jolie quiso homologar un film francés de la Nouvelle Vague sin entender el sustrato o los procedimientos de este movimiento. Frente al Mar es una imitación vacua, superficial y extremadamente redundante en sus objetivos. Jolie confunde lentitud con falta de rítmo, su trabajo se basa de un montón de planos inconexos, imágenes que parecen partir de una narrativa lineal pero sin ningún tipo de fluidez en un montaje extremadamente rudimentario. Este problema puede extenderse al resto de los elementos del film, desde los diálogos absurdos y subrayados hasta las paupérrimas “actuaciones” de la dupla protagonista. Conclusión Frente al Mar es un vano intento por parecer avant garde de la manera más forzada posible. Técnicamente incompetente y conceptualmente obvia, un producto que se asemeja más a una parodia que a una verdadera obra de autor.
Frente al mar es una película muy recomendable sólo para todos aquellos que gustan de las películas "raras" tanto en su estética como en su narración. Si su duración fuera muchísimo menor o si la historia se hubiera plasmado en un corto, el resultado final hubiera sido muchísimo más atractivo. Estar viendo...
La indiscreción europea de Angelina Angelina Jolie Pitt (ahora usa su nombre de casada; en rigor de verdad, su apellido de soltera es Voight) venía del drama bélico en sus dos primerias cintas de ficción, y para esta tercera producción viró para otro lado. En “Frente al mar”, Jolie apuntó al drama europeo y psicológico, con una estética bien definida que se remonta a los tiempos de la Nouvelle Vague. Y ése es el fuerte del filme: la actriz devenida en directora tuvo muy en claro el repertorio de recursos visuales y temáticos que quiso plasmar. En el arranque no podemos dejar de pensar un poco en “Antes de la medianoche”, la tercera entrega de la saga generacional de la tríada Linklater-Hawke-Delpy: una pareja (él es escritor) llegando a un lugar paradisíaco de acantilados y mar con escalinatas de piedra y terrazas al aire libre, con sus problemas relacionales a cuestas. Pero acá no estamos en Grecia sino en Francia (en realidad se rodó en Malta), en algún punto entre los ‘60 y los ‘70 donde la protagonista (la misma realizadora) puede andar de sombrero con pañuelo y gafas Yves Saint Laurent tamaño Victoria Ocampo, pero la “chica joven” ya se decanta por los hot pants con botas de caña alta. Para más clasicismo europeo, la fotografía es luminosa (y natural, obra de Christian Berger, lugarteniente de Michael Haneke) y la cámara trabaja en planos amplios, que abarcan el paisaje y los interiores junto a la figura humana (contra los planos cortos y granulados, tan de moda aujourd’hui), quizás algún tímido travelling. Lo más osado es algún contraplano rápido y algunos flashes aquí y allá. Por supuesto, se fuma mucho (no tanto como en “Sin aliento” de Godard), se bebe más y se tiene sexo con Simenon de fondo en la televisión (la música de Serge Gainsbourg suena aquí y allá, en su voz o en la de otros intérpretes). La languidez de Jolie (con los ojos más grandes que nunca) se contrapone a la frescura de Mélanie Laurent. Y se espía: lo que nos lleva al relato propiamente dicho. Susurros y silencios Roland y Vanessa forman una pareja neoyorquina que llega al lugar de marras en busca de inspiración para él, con la medicada depresión de ella, ex bailarina. Vanessa se arrastra de la cama al balcón y él sale a buscar ideas y alcohol, de la mano de un veterano barman. Más o menos siguen así hasta que la habitación de al lado es ocupada por unos recién casados, François y Lea, que despiertan la curiosidad de los estadounidenses, que se relacionarán con ellos desde el voyeurismo y la frecuentación. A partir de ahí veremos desplegarse el trauma que aqueja a la primera pareja, “aquello de lo que no se habla”; algo que no contaremos aquí pero que se sospecha durante un buen rato del metraje. Y decimos “buen rato” porque “Frente al mar” dura 132 minutos de un desarrollo algo moroso. Y por ese lado tiene su principal falencia la película. Jolie se esfuerza por sumar el universo de significaciones que referimos más arriba, una trama que se despliega en pequeños gestos y acciones repetitivas, y una búsqueda por explorar la psicología de los personajes, con éxito en algunos pasajes. Pero se podría haber apuntado a un poco más de síntesis y ritmo, en el guión o en el corte final. Minimalismo actoral A alguno le parecerá raro que Pitt y Jolie interpreten a una pareja en crisis y falta de sexo: “Si estos se aburren de tener sexo, ¿qué nos queda a nosotros?”, dijo alguna vez Tina Fey cuando Brad se separó de Jennifer Aniston; y vale ahora para esta nueva unión; que nació justamente hace diez años con el rodaje de “Sr. y Sra. Smith” (desde entonces no trabajaban juntos). Mucha agua ha pasado bajo el puente, y ambos se han probado como artistas maduros e intérpretes solventes. Así, la ira contenida y la tristeza de él asoman en los ojos ojerosos, y la depresión de ella se plasma en poses pétreas: la procesión va por dentro, y la inercia glacial es la forma exterior que toma ese mal existencial. Mélanie Laurent (la misma de “El concierto”, lanzada al gran mundo por Quentin Tarantino en “Bastardos sin gloria”) es la contrafigura de Angelina: su belleza es propia del cine francés (delgada, poco busto, mucha sonrisa), y le pone condimento a la cosa. Un poco menos de gracia tiene Melvil Poupaud como François, en su aporte al juego de interacciones. Y como aporte externo está el de Niels Arestrup como Michel, el que le sirve los tragos a Roland: un interesante despliegue para un personaje muy secundario. En síntesis: una interesante excursión expresiva de Jolie, que se dio el gusto de meterse en el mundo del cine que miraba su mamá, según dijo por ahí. Si tiene el olfato justo para esquivar los bemoles que conlleva el cine de autor, quizás tenga mucho para dar en esta nueva faceta creativa.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli.
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Después de un par de películas cuyas historias transcurrían en campos de guerra, Angelina Jolie - ahora firmando como Angelina Jolie Pitt - vuelve como directora, guionista, protagonista y coproductora de un intento de drama intimista. Frente al mar reúne al dúo "brangelina", la pareja más fotogénica de Hollywood, después de mucho tiempo de no aparecer juntos en un film, precisamente desde Sr. y Sra. Smith. Las primeras imágenes subrayan el acento cool de la atmósfera del relato, con la dupla llegando a un pueblito de la costa francesa (aunque la película en realidad se rodó en Malta), en un descapotable y con una exquisita canción de Jane Birkin sonando de fondo. Pronto sabremos que la relación entre ellos está lejos de pasar por su mejor momento. Roland (Brad Pitt) es un escritor en crisis que busca recuperar el brillo de la inspiración perdida. Vanessa (Angelina Jolie) es una ex bailarina sumida en una profunda depresión. La tediosa rutina de Roland no va mucho más allá que la de compartir uno que otro diálogo seudo profundo con el dueño de un bar (Niels Arestrup), y volver al anochecer borracho al hotel. Mientras que Vanessa pasa sus días echada en la cama y en la reposera del balcón, encontrando como única distracción hacer las compras en un almacén y espiar a la fogosa parejita de la habitación de al lado (Mélanie Laurent y Melvil Poupaud). Sin dudas, Jolie busca emular el registro de cierto cine independiente europeo con aires de pretensión. Hay ecos de Michelangelo Antonioni, pero mientras ese gran autor del cine italiano lograba obras maestras sobre el vacío existencial en los matrimonios burgueses, hincando el diente en la angustia y el cuestionamiento; aquí la directora sólo queda flotando en la superficie. No hay verdadero dolor en Frente al mar, hay apenas una maqueta del dolor, una pose afectada que se desliza con languidez durante poco más de dos horas. Por momentos, esta fallida película parece coquetear con un clima inquietante, y hasta intenta bordear una propuesta "perversita", para luego replegarse una y otra vez en el tedio. Cada momento en el que irrumpe alguna situación o personaje que permitiría tensar los hilos del drama de los protagonistas, el film salta rápidamente a otra cosa, desarticulando así el grado de interés de los sucesos y bloqueando todo atisbo de profundidad en el conflicto. Hacia el mar oscila permanentemente entre las ambiciones del "cine-arte" y la bajada de explicaciones que pide toda producción industrial. Hay un choque irresuelto entre la voluntad de un drama que tiende a evitar el subrayado de las causas, y los constantes reclamos de Roland frente a la gelidez y los rechazos de Vanessa. En los últimos minutos, sin anticipar aquí la resolución de la historia, (aunque tampoco sería del todo un despropósito), este insípido calvario cinematográfico cierra con una burda explicación psicologista, que termina traicionando esa coraza hermética que tanto se había preocupado en sostener. La llegada de esta película a los circuitos comerciales responde pura y exclusivamente al reconocimiento masivo de sus protagonistas. De otra manera, este capricho artístico apenas hubiera accedido a alguna sección de un festival de cine, lugar del que sin dudas habría salido con un sincero y sentido abucheo. By the sea / Estados Unidos / 2015 / 122 minutos / Apta mayores de 16 años / Dirección: Angelina Jolie Pitt / Con: Angelina Jolie, Brad Pitt, Mélanie Laurent, Melvil Poupaud, Niels Arestrup.