Aventuras en pañales Basta con ver la filmografía de Raja Gosnell para notar dos cosas: por un lado, que siempre fue un director mediocre, impersonal, y que hasta la fecha sólo ha hecho una buena película -Jamás Besada, salvada por esa maravilla de nombre Drew Barrymore-; y por el otro, que tiene una afinidad bastante curiosa por combinar en sus films a los humanos y a los animales (y algunas criaturas) generados por CGI. No sólo Los Pitufos y su segunda parte son responsabilidad de Gosnell sino también las horribles Scooby Doo (y su secuela) y Un Chihuahua en Beverly Hills. ¿Qué busca el realizador con esta reincidente mezcla? Puede que sea algo interesante, pero que todavía no ha dado resultados satisfactorios...
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Holocausto pitufo ¿Se puede pensar en la secuela como un género en sí mismo? Dentro del universo de las películas de animación infantil, el mecanismo es automático: las empresas de animación tratan de instalar un personaje para establecer una saga, hasta que finalmente se agota. A veces puede salir bien (Monsters University, Mi villano favorito 2, por ahora Toy Story), y otras veces no (la saga de Shrek, Cars 2). Está tan extendido este sistema que a una semana del estreno de Metegol, Gastón Gorali, uno de los productores, afirmó de la película que: “Lo mejor que le puede pasar es hacer la segunda”. Los Pitufos 2 (The smurfs 2, 2013) forma parte de otra estrategia: traer al presente personajes viejos, y aggiornarlos al nuevo público. Los antecedentes no son buenos: aunque hay ejemplo interesantes y respetuosos (El Zorro, de Antonio Banderas), la adaptación de Los tres chiflados, o la Scooby Doo muestran que a veces la resurrección de un personaje no significa necesariamente buenos resultados en términos de calidad o de público. Y termina arruinando personajes clásicos. ¿Qué es lo nuevo en esta secuela? Gracias a YouTube, Gargamel (Hank Azaria) se hace famoso y recorre el mundo como un mago excéntrico. Se las arregla para capturar a Pitufina del universo pitufo, e intenta sonsacarle la fórmula secreta de la esencia de los Pitufos, para terminar con el universo pitufo y dominar al mundo. Por error, Papá Pitufo recluta a Torpe, Gruñón y Vanidoso para la aventura, que los llevará a la casa de los Winslow (Neil Patrick Harris y Jayma Mays), y de ahí, a París, donde Gargamel tiene secuestrada a Pitufina. Abundan los planos turísticos de París, de noche y de día. Hay dos cosas que molestan a lo largo de la película. La primera es la presencia de la tecnología: resulta raro verlo a Gargamel planear su plan de exterminio pitufo en una Tablet (notablemente Sony), o verlo conectado a Facebook. En fin, marcas de época. La segunda es las constantes repeticiones del mensaje: la idea de que los padrastros funcionan como padres de verdad, abordada a partir paralelismo que se hace entre la relación entre Pitufina y Papá Pitufo, y Patrick Winslow y su padre adoptivo (Brendan Gleeson), se torna aburrida cuando se vuelve una y otra vez sobre lo mismo. Dentro de las pocas cosas buenas de la película encontramos las actuaciones de Azaria y de Gleeson: excelentes, sólidas. Sin embargo, no alcanzan para sacarnos las ganas de ver a Gargamel triunfar y, que de una vez por todas, los Pitufos desaparezcan de nuestras vidas. Y es que quizás, el culpable de la desaparición de nuestros amiguitos azules no sea Gargamel, sino Sony Pictures Animation, responsable de esta secuela.
La primera película de los Pitufos fue horrenda y falló miserablemente en capturar el espíritu de una las más grandes series animadas de los años ´80, además de un clásico memorable del cómic. Sin embargo, es imposible negar que el film pegó muchísimo en los chicos que no conocían los personajes por una cuestión generacional y por eso este año llegó la secuela. En honor a la verdad la continuación es una propuesta más decente que la primera entrega, donde el director Raja Gosnell corrigió varios aspectos que se le objetaron al film del 2011. No es una de las producciones memorables del año pero me parece que cuenta con más cualidades que el film anterior. En principio en esta película los Pitufos tienen muchísimo más protagonismo mientras que los actores humanos, con excepción de Hank Azaria que la vuelve a romper como Gargamel, quedaron relegados a un segundo plano. Una cuestión que Michael Bay después de tres películas todavía no terminó de entender en Transformers. De hecho, la participación del personaje de Neil Patrick Harris y su familia esta vez es parte de una subtrama. Un aspecto que mejoraron notablemente es que el film tiene más escenas con los Pitufos interactuando entre ellos como ocurría en la serie de televisión y los personajes animados no estuvieron tan pendiente de los humanos. Es decir, el nucleo central del conflicto tiene que ver con la relación de Pitufina y su integración en la comunidad de los duendes. Eso estuvo bueno porque le dio más identidad a la película. La anterior era una copia burda de Alvin y las ardillas y esta continuación presenta una historia más cercana a los que eran las aventuras de los Pitufos en la televisión. El trabajo que hicieron con la animación es brillante y en más de una escena te olvidas que los enanos azules son productos de efectos digitales. Está muy bien lograda también la interacción entre los personajes animados y los humanos que a veces se ve muy artificial como ocurrió en Garfield. Hank Azaria, que es un tremendo actor, encontró en Gargamel un rol con el que pudo destacarse en el cine después de mucho tiempo y capturó muy bien la esencia de lo que era el villano de esta propuesta. Otro tema que me sorprendió es que si bien hay varios chivos publicitarios esta vez no llegaron al nivel de obscenidad que tuvo la primera película donde era descarado lo que hicieron con esta cuestión en un par de escenas. A nivel visual los primeros cinco minutos son espectaculares y se destacan más todavía en 3D que estuvo muy bien aplicado. No es una condición excluyente para disfrutar del film pero el formato por lo menos sobresale en algunas escenas. No puedo dejar de mencionar la participación de un actorazo como Brendan Gleeson (Corazón valiente) que rema con mucho profesionalismo un personaje que si se eliminaba del guión no afectaba al film. Los chicos que disfrutaron la primera seguramente se van a enganchar más con esta continuación que resultó un poco mejor que la película anterior.
Esta segunda parte continúa con la exitosa receta del film anterior: combina acción en vivo y animación digital que da vida a los populares personajes surgidos de la televisión. El film, ambientado en París, transita por la aventura cuando la famosa pandilla de Pitufos se lanza al rescate de Pitufina, que es secuestrada por Gargamel (Hank Azaria). El malvado desarrolla shows de magia que sorprende a todos en La Ciudad Luz y crea a Hackus y Vexy, dos criaturas traviesas mientras espera obtener la esencia mágica de los seres diminutos. Papá Pitufo, Tontín, Gruñón y Vanidoso tendrán que sortear varios obstáculos para cumplir su objetivo en un ámbito que desconocen y cuentan además con sus amigos humanos Patrick y Grace Winslow. En la película, que no ofrece sorpresas, todo se desarrolla sin magia ni emoción. El único que convence, además del mencionado Azaria, es Brendan Gleeson en el papel del padrastro, un actor de "peso" para un personaje que le queda chico. Los rubros técnicos son correctos, pero molesta cuando se nota que no hay fusión entre el mundo de actores y el de los personajes nacidos con la técnica de CGI. Se destaca la fotografía de una París invadida por lluvias de luces y por una vuelta al mundo que comienza a girar de manera enloquecida por las calles de la ciudad. Rutinaria y sin el encanto que merecían estos poderosos seres de color azul.
Dos años después del inmenso éxito comercial de la primera película basada en los personajes animados surgidos en la televisión de los años 80 (y, antes, en la historieta del dibujante belga Peyo), llega una secuela que se limita a repetir (calcar) el esquema original. Los cambios son mínimos: la historia esta vez transcurre en París y no en Nueva York, hay un par de personajes nuevos... y poco más. El film arranca con los entrañables y minúsculos duendes en su pueblo, preparando una fiesta sorpresa por el cumpleaños de la Pitufina. En medio de una crisis de identidad y pertenencia (ella cree que todos se han olvidado del evento), el malvado y torpe brujo Gargamel (un esforzado y desatado Hank Azaria) logra transportarla hasta París e inicia un operativo "seducción" (regalos, torta, etc.) para conseguir que la traumada jovencita le dé la fórmula secreta de los Pitufos. Contará para lograr su objetivo con la ayuda no sólo de su gato sino también de la histriónica Vexy y del primitivo Hackus, dos gnomos creados por el hechicero que no han podido alcanzar el color azul que define a los protagonistas. Más allá de algunas (pocas) líneas de diálogo inspiradas, de ciertos pasajes donde aflora un logrado humor físico y de un par de secuencias con un notable despliegue visual (y un buen uso del 3D), como cuando una gigantesca rueda de la fortuna avanza por las calles de París, el director Raja Gosnell (responsable del primer film, de Scooby-Doo y de Una chihuahua en Beverly Hills ) apela al "piloto automático": acumulación de enredos, mucho vértigo y muy poca capacidad de sorpresa. Para destacar en el terreno técnico la impecable integración entre las imágenes con actores (buena parte se rodó en la zona de la Opera de París) y los personajes animados, pero aquí se extraña demasiado la gracia, el delirio y la creatividad de films como ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Puede que a muchos niños pequeños les alcance con ver en pantalla a Papá Pitufo, Gruñón, Vanidoso, Tontín y Pitufina para salir satisfechos de la sala, pero también es muy probable que para la gran mayoría de los adultos los 105 minutos resulten "eternos". Habrá que resignarse, esta vez, a ser meros y sufridos acompañantes. El genuino disfrute que tantos films infantiles (que en verdad no son sólo infantiles) nos han regalado quedará para otra ocasión.
Una entretenida y efectiva secuela, destinada al público más pequeño y a los adultos nostálgicos. La fusión de acción en vivo con personajes digitales ha mejorado mucho con respecto a la primera entrega. Sumado esto, a la grandilocuencia de los escenarios elegidos para desarrollar la historia (París y sus lugares más emblemáticos) hacen del filme, una experiencia disfrutable. Gargamel y su gato Azrael siguen siendo los personajes más divertidos y logrados, de una cinta cuyo punto más flojo es la larga duración del metraje. Pese a esto LOS PITUFOS 2, con su tono naif, se disfruta.
Lo mismo, pero en Paris En el comienzo de la película, los pequeños seres azules están reunidos en la aldea leyendo un colorido libro que resume la vida de Pitufina. Creada por Gargamel, infiltrada en la aldea, y luego convertida en Pitufina gracias a la magia de Papá Pitufo, pasó de ser morocha fea y mala, a ser rubia, buena y bonita. Se acerca su cumpleaños, y la única habitante femenina de la villa tiene pesadillas relacionadas a su malvado origen, por más que sus compañeros siempre le demuestren cariño y la acepten como a un pitufo más. El malvado Gargamel (Hank Azaria), lejos de haber encontrado un merecido castigo, se convirtió en estrella de la magia, y luego de dar shows en Nueva York y Las Vegas ha llegado nada menos que a París. En vez de dedicarse a disfrutar de la fama y el dinero, el maléfico personaje de túnica negra pone en marcha un malvado plan que incluye a dos nuevos semi-pitufos de su creación, el secuestro de Pitufina, y una máquina para robar la esencia de todos los Pitufos, y así conquistar el mundo. Con la pequeña Pitufina en manos de Gargamel, Papá Pitufo y tres pequeños más deben volver al mundo humano para rescatarla, y para esto cuentan con la ayuda de la encantadora pareja de la película anterior, Patrick y Grace ( Neil Patrick Harris y Jayma Mays) su pequeño hijo, Blue, y Victor (Brendan Gleeson) el padrastro de Patrick. El tema del origen es algo que da vueltas durante toda la película; Pitufina teme ser malvada, por haber sido una creación de Gargamel, y Patrick no puede terminar de aceptar a un padrastro que lo quiere como a un hijo. Todo se resume en una frase del sabio Papá Pitufo quien les dice que "lo que importa no es de donde uno viene, sino quien uno elige ser". Una frase muy linda, pero que se contrapone a un mensaje estético bastante poco feliz, para darle a los niños: tanto Pitufina en el principio, como las nuevas dos criaturas hechas por Gargamel, son feos, porque fueron creados por alguien malvado. Cuando la bondad y la magia los alcanzan, se convierten en personajes lindos, o al menos más aceptables estéticamente. En la película abundan las escenas melosas, los paisajes parisinos, el humor físico, las corridas, las persecuciones y los efectos especiales, sobre una historia bastante pobre. A diferencia de otras remakes de dibujos o series ochentosas, Los Pitufos carece de un buen trabajo de guión, ya que básicamente no le encontraron una vuelta interesante para adaptarla a estos tiempos. En la mayoría de las remakes se recurre a la parodia, a los diálogos irónicos, y con esto logran no solo entretener a los chicos, sino también a los padres. Los Pitufos es una historia bastante parecida a la de cualquier capítulo, pero con una mejor calidad, y por supuesto, mucho más dinero encima. Los actores no tienen mucho para hacer con los personajes que les han tocado, pero Hank Azaria es el único que parece esforzarse lo suficiente para aportarle algo más a un personaje que al igual que en la serie animada, es malo, feo y siempre tiene mala suerte.
El director Raja Gosnell, responsable de la primera parte, la saga Scooby-Doo y Jamás besada, entre otras, repitió la fórmula: combinar una de las grandes capitales del mundo (antes Nueva York, ahora París) y el mágico mundo pitufo. Otra vez los seres azulados en plan de aventura, pero con toque turístico. El mix de urbanidad y leyenda, comunicados a través de un portal que los teletransporta desde la aldea hacia la Ciudad Luz. En esta secuela, la historia gira en torno al secuestro de La Pitufina y los malvados planes de Gargamel (Hank Azaria), quien fue el que más transpiró la camiseta en cuanto a interpretación se refiere. El hechicero es uno de los villanos más tenaces del cine animado, su obstinación por dar con los suspiritos azules es total. El se aísla en sus elucubraciones y además (no se explica por qué) es furor por sus shows en vivo de magia real. El brujo abandona su oscuro recinto para habitar la fastuosa suite Napoleón de un hotel parisino. Pero tanto lujo no significa nada para él. Junto a su expresivo gato Azrael (a quien sólo su dueño entiende) buscan atraer con el rapto de La Pitufina al resto de las criaturitas. ¿Su misión? Extraerles su esencia a través de una maquiavélica máquina (muy bien lograda) y así conquistar el mundo con sus poderes mágicos. El rescate de La Pitufina recae en manos de Papá Pitufo, Gruñón, Vanidoso y... Tontín, el más risueño de todos. Los Pitufos 2 es más adulta que la anterior, con un guión más rebuscado donde los padres también se divertirán. Este filme explica la génesis pitufa, hay pocos chistes y más lazos con el mundo real, y Gargamel posee un papel más importante que la familia Wislow, a diferencia de la anterior. Por suerte, porque lo de Patrick (Neil Patrick Harris) y Grace (Jayma Mays) es apenas decoroso en su interacción con los pequeños seres. Sobresale la actuación de Brendan Gleeson (como el abuelo Victor) y el ya crecidito Azul. Es también acertada la aparición de los naughties, las nuevas creaciones del hechicero. Por un lado, Vexy (con la voz de Christina Ricci), una pitufina versión dark y callejera, pero que en el fondo tiene un gran corazón, y Hackus, muy travieso pero bastante tonto e ingenuo en sus acciones. El filme posee cierto guiño tech (además de la maravillosa lluvia azulada en clave CGI): Gargamel trata de entender el funcionamiento de las tablets, Azrael con perfil de Facebook propio y hasta aparece el pitufo Social, adicto a las redes sociales. En fin. París es recorrida por casi todos sus íconos turísticos (Gargamel llama “gran aguja metálica” a la Torre Eiffel) pero desde el aire, sin entrar en detalle en las locaciones, algo que le hubiese dado mayor intimidad y cercanía a un filme que por momentos se atropella en fallidos gags familiares y dinámicas escenas callejeras como la de la rueda gigante fuera de su eje. Para la tercera parte ya flotan algunas preguntas: ¿se rodará en Londres, Tokio, Río de Janeiro? ¿O se hará en la aldea pitufa, el mágico (y desaprovechado) rincón medieval digno de ser explorado por la variedad de personalidades azuladas? Hagan sus apuestas.
El negocio vs. la película En un nuevo exceso del cine industrial que sólo piensa en la taquilla, esta entrega con los famosos personajes de historieta falla en los chistes y la dirección de Raja Gosnell. Los Pitufos (Les Schtroumpfs en el original francés) son una creación del dibujante belga Peyo, que los colocó como personajes secundarios en una de sus historietas a fines de la década del '50. Tal fue el éxito de los personajes, que inmediatamente tuvieron sus propias historias y siguieron creciendo hasta llegar a estos dos largometrajes con actores hechos en Hollywood (no los primeros films con Los Pitufos, por cierto). En el medio, claro, Hanna-Barbera produjo la famosísima serie de dibujos animados de la cual se hicieron ocho temporadas, siendo uno de los dibujos más animados más exitosos de todos los tiempos. La tentación de una película no se hizo esperar, y los resultados fueron buenos para el negocio, malos para el cine. Peor aún, para esta secuela contrataron a Raja Gosnell, un obediente empleado de la industria que –salvo algún error– no ha sido capaz de hacer una película aceptable en toda su carrera. De lo peor que ofrece Hollywood, a Gosnell sólo lo respalda la idea de que no interrumpe el negocio haciendo películas buenas. Y eso se nota en Los Pitufos 2, donde ideas aisladas no logran nunca formar un todo con sentido. Sí, la voz de Katy Perry (en el original en inglés, claro) y la canción de Britney Spears (que se escucha sobre los créditos finales) sin duda sumarán puntos a las ventas, pero poco pueden lograr para mejorar esta película. Todo el cine industrial busca hacer negocios, no hay duda, pero hay títulos, como éste, que no se preocupan por hacer algo más para los espectadores. Los pitufos "de carne y hueso" de las películas son muy tiernos, pero su modernización urbana y su interacción con actores es por lo menos triste. Tanta desesperación por actualizarlos sólo conduce al aburrimiento. Aunque la tecnología de este film muestra un avance técnico en la animación y en los efectos, está la pereza de los chistes. Para quienes no hayan visto la primera, esta película podrá ser mediocre, pero para quienes ya han sufrido esta desafortunada adaptación a la pantalla, los chistes resultarán definitivamente agotadores. París de fondo le agrega sólo un poco de belleza y un montón de lugares comunes. La vigencia de los pequeños azules no está en duda, tan solo es una pena que no hagan con ellos algo simpático o entretenido.
Aventuras con París de fondo Secuela de la exitosa película anterior, "Los Pitufos 2" está basada en el cómic del belga Pierre Culliford y gira en torno a la presencia de la encantadora Pitufina. La película tiene un excelente nivel técnico y muy buenos efectos especiales sobre París. Especialmente dirigido a los más chicos de la familia, también podrá ser visto con placer por los más grandes. Secuela de la exitosa película anterior, "Los Pitufos 2" está basada en el cómic del belga Pierre Culliford, conocido como Peyo y gira en torno a la presencia de la encantadora Pitufina. La pequeña de color azul es casi un mito para los pequeños Pitufos, porque su historia se cuenta en los libros y sus aventuras van de boca en boca. Todos hablan de sus preocupantes orígenes, como creación del mago Gargamel, que la quiere usar para apoderarse de la mágica esencia azul de los hermanos Pitufos, fuente de energía para cualquier actividad. Pitufina, la de la cuidada cabellera, sigue teniendo problemas de identidad, a pesar de que su padre adoptivo la cuida y protege. Mientras el antipático de Gargamel, se está presentando en la Opera de París, mostrando sus últimas proezas, siempre acompañado de su gato hablador. La última creación del hechicero Gargamel son dos Pitufos blancos, Vexy y Hackus, con los que piensa engañar a Pitufina, apoderarse de ella y conocer la fórmula del codiciado "azul". ACTORES Y DUENDES "Los Pitufos 2" está dirigido por Raja Gosnell, el mismo de "Mujer bonita", e incluye una animación clásica que se completa con actores de carne y hueso y no presenta mayores innovaciones respecto de la primera de la serie. En esta segunda parte de la saga de los duendes azules, su protagonista es la dulce Pitufina, de encantadores zapatos y rubia cabellera. La película tiene un excelente nivel técnico y muy buenos efectos especiales sobre París (la "Vuelta al mundo", los fuegos artificiales, la iluminación de los edificios), sumados a los atractivos balbuceos del gato. Hay una nostálgica evocación de Audrey Hepburn para los memoriosos y se enfatiza el mensaje de que no importa el origen de cada uno, sino lo que se decida hacer individualmente. Un tanto extensa, pero con buen ritmo es un filme especialmente dirigido a los más chicos de la familia, que podrá ser visto con placer por los más grandes.
Traición a la Pitufina. Si vamos a hablar de pitufos, vamos a hacerlo bien. Ellos tienen un lenguaje propio que consiste en agregar la palabra ‘pitufo’ en casi todo lo que mencionan. Así, puedo decir: Partamos de la base de que esta nueva pitufoaventura, es pura y exclusivamente para chicos. ¡Tus pitufines agradecidos! Luego de que nos es develado el inesperado origen de Pitufina y su llegada a la aldea para unirse a un grupo muy grande de duendes azules de género masculino, comienza la película. Gargamel está más agrandado que nunca y se tiene toda la fe del universo de que podrá de una vez por todas, apoderarse de una sustancia mágica que Papá Pitufo posee, y de la cual sólo él y Pitufina tienen conocimiento de la receta secreta con que se elabora. El villano interpretado por Hank Azaria está dando shows en las ciudades más importantes, como el hechicero más fantabuloso que el público ha visto jamás. Desde París, planea apoderarse de la famosa pócima, y para ello creó a dos criaturitas muy parecidas a los pitufos pero de color gris. El azul sólo lo obtendrá con esa ansiada magia, y así podrá pitufizar al mundo entero y crear un ejército que se hinque a sus pies. ¡Muajajaja! Perdón. Uno de los pitufoimpostores será enviado a la aldea de hongos colorados en cuestión, con el fin de conquistar a Pitufina y traerla a las garras de Gargamel, y ya que estamos, de su gato Azrael que siempre se los quiere tragar crudos. La bella pitufa de cabello rubio (forzada voz de la cantante Katy Perry) desaparece justo en el día de su cumpleaños, y siembra preocupación en su familia, que por desgracia había preparado una fiesta sorpresa para la pobre Pitufina. Papá Pitufo no tardará en reclutar a algunos de sus hijos y emprender su segundo gran viaje a una ciudad carente de magia, para rescatar a su nenamimada. Pero para ello, necesitará de la ayuda de Patrick y Grace (Neil Patrick Harris y Jayma Mays, respectivamente), sus viejos amigos humanos, que ahora tienen a su hijo ‘Blue’ (sí, así se llama) bastante crecidito. Juntos revolucionarán la ciudad del amoury nos darán lecciones de amor familiar, compañerismo, trabajo en equipo e igualdad de condiciones para todos. Todo un ‘guácala’ para Gargamel. No es que no esté bien que haya pitufos diferentes que tengan el derecho a ser adoptados por los de color azul, pero la verdad es que son muy feos, con mis disculpas hacia el equipo de producción; sinceramente no me resultaron para nada atractivas ni divertidas las nuevas caras pitufescas. Hay un sinnúmero de clichés, pero convengamos que la personalidad de cada pitufo es un cliché en sí mismo. Y con esa premisa, vamos a llegar hasta ‘Los Pitufos 7’, porque son cientos de gnomos esperando por su propia aventura ¡Ouch! Aunque por momentos entretenida, la película no deja de ser absolutamente predecible. Por eso aclaro que a los adultos les va a aburrir. No puedo negar que la animación está muy bien lograda, sobre todo teniendo en cuenta que se mezcla realidad con fantasía. Por ende los actores han tenido que trabajar con criaturas ausentes, o al menos muñecos inmóviles. Vamos, que no debe ser nada fácil moverse y hablar con… La nada azul. La conclusión ya la deben haber adivinado, sin necesidad alguna de acudir a la magia negra de Gargamel… No vayas a verla a menos que lleves a un hijo, sobrino, primo, nieto o hermanito. De lo contrario te vas a sentir algo sonso. Lo mejor que tuvo la primera fue escuchar a Pitufina decir: “I kissed a smurf and I liked it”. Lo mejor que tiene la segunda es que el felinoAzrael habla, como hablaría tu gato si hablara: con maullidos más sofisticados… ¿? @CinemaFlor
Pitufina y Papá Pitufo, al diván Las problemáticas de la filiación y la identidad se han convertido en obsesión en el cine y las series de TV infantiles de los últimos años en Hollywood. Los ejemplos sobran, pero los casos más emblemáticos son la segunda parte de "Kung Fu Panda", que giraba íntegramente sobre el conflicto de la adopción, y "Enredados", en donde Disney sacaba de la naftalina el cuento de Rapunzel para subrayar el drama de la apropiación ilegal. "Los Pitufos 2" se inscribe entusiastamente en esta corriente, enfocando de manera central el trauma de Pitufina, con escenas de pesadilla incluida, cuando descubre que es "hija biológica" del villano Gargamel y que Papá Pitufo la ha adoptado para redimirla. El móvil del argumento, ahora, es que Gargamel vuelve a traerla por la fuerza con él, pero para chantajearla: él sólo quiere obtener la fórmula secreta que convierte a los Pitufos en azules, y que es propiedad exclusiva del "padre bueno". Esta historia, además, va en paralelo con lo que les ocurre a los actores "reales" ("Los Pitufos", versión Hollywood, combina muñecos digitalizados con acción dramática real), en cuya trama el protagonista Patrick (Neil Patrick Harris) está en conflicto con su padrastro Victor (Brendan Gleeson), a quien no termina de aceptar. Nada de esto es nuevo, desde luego. Desde "La Cenicienta" y "HTMnsel y Gretel" a esta parte, las figuras parentales han sufrido, por parte del cine para chicos, una propaganda negativa quizá equiparable a la de los gangsters. Desde los años de la corrección política, los guionistas buscan (se les nota el esfuerzo) modificar esa imagen: hoy ya no sería aceptable, quizás, hacer de la madrastra sinónimo de villana por antonomasia. Sin embargo, el efecto de este cambio no parece del todo beneficioso. En primer lugar, desaparece el villano puro (no es el caso de Gargamel, que continúa siendo un tunante), y nada entretiene tanto a la platea, como lo enseñó Hitchcock, que un buen villano. Pero tal vez ni siquiera eso sea lo más importante, sino el hecho de que las tramas más "maduras" (Papá Pitufo es carne de diván cuando reconoce el conflicto de su vínculo con Pitufina, y ella misma es la angustia viva durante más de la mitad de la película), le quitan alegría y humor, y cualquier happy end va a ser muy poco en relación al drama planteado. "Los Pitufos 2" es un film técnicamente impecable, con una interrelación entre los movimientos digitales y los actores quizá superior al original, y tiene un irreprochable 3D. Pero es un film triste.
Ahora las travesuras se mudaron a Paris Para aquellos que no conocían la historia en la primera parte de esta nueva saga de Los Pitufos se aclaraba que La Pitufina había sido una creación del malvado Gargamel pero que Papá Pitufo con una poción mágica convirtió en una verdadera pitufa. Eso era lo que hacia también que sea la única pitufa entre todos pitufos. En aquella película, que transcurría en New York, Los Pitufos volvían a su aldea mientras que Gargamel quedaba perdido en la Gran Manzana. Ahora, retomando esa idea, el malvado brujo se a convertido en un mago famoso, con base en Paris, por los trucos que logra con su vara, la que contiene un poco de esencia de Pitufo que le quedo de aquella vez. Ha creado también dos nuevos seres, Betsy y Joacko, quienes son sumamente traviesos y, a su vez, maltratados por él. Esto lo hizo para que secuestren a Pitufina y conseguir la cantidad de esencia de pitufo para conquistar el mundo. Los Pitufos volverán a rescatar a la pequeña fémina nuevamente ayudados por Patrick y Grace. Esta es la nueva historia donde estos míticos personajes creados por Peyo, hacen de las suyas, esta vez en la ciudad luz. Una película muy divertida para los chiquitos con un mensaje sobre el amor que nace del corazón más allá de lo biológico tanto desde Los Pitufos como desde los humanos, Muy buenos efectos en cuanto a la unión de la animación y lo real y un trabajo fantástico de Hank Azaria como Gargamel convirtiéndose en el protagonista del film. "Los Pitufos 2” es un film para que los chiquititos disfruten y los grandes no se aburran.
En este tipo de películas a veces hay que ser un poco indulgente; Los Pitufos 2 se trata de un producto concebido para niños pequeños y la mirada infantil que todos poseemos dentro debe aflorar indefectiblemente. Porque sino habría que cuestionar esquemas ya vistos, situaciones argumentales poco elaboradas, actuaciones desparejas, etc. De la mano de un realizador experto en este subgénero de la animación combinada con la acción viva, Raja Gosnell (las dos de Scooby Doo, Un Chihuahua en Beverly Hills y el anterior film pitufo), hay que decir que hace bien su trabajo, pero tampoco deslumbra con su creatividad. Y aquí retoma el mundo de esas criaturas, que indudablemente, desde que adquirieron su nuevo aspecto corporizado y tridimensional, han aumentado su encanto. Se han estilizado los trazos, algunos lucen mucho mejor (especialmente la Pitufina, para deleite de las niñas, aquí con un rol muy protagónico) y algunos más graciosos (como el pitufo Vanidoso y Tontín). Y quién más se ha beneficiado es el personaje de Gargamel, un villano que de la mano de un gran actor Hank Azaria, se convierte en una verdadera creación. En este caso intervienen otros pequeñuelos que se podrían denominar gnomos, en el marco de una París a la que caprichosamente nos lleva la trama. Pero algunos planos de la ciudad luz colaboran con la magia que necesariamente aporta la propuesta. Brendan Gleeson también destaca su módico aporte actoral para que los niños tengan momentos de humor no sólo a través de los hombrecitos azules.
Al momento del estreno de The Smurfs en el 2011 planteaba el acotamiento de sus productores en lo que a edad de la audiencia se refería. Dos años después, con un éxito de taquilla suficiente como para disparar dos secuelas, se presenta una segunda parte que no solo vuelve a manifestar las dificultades de su antecesora, sino que además las potencia por tratarse de –para hacer un juego de palabras con el conflicto de Gargamel- una fórmula agotada. Si, Los Pitufos 2 es una película para chicos. Pero con una seguidilla de propuestas internacionales como Monsters University, Despicable Me 2 y Turbo –las cuales compartirán cartelera con los personajes azules-, bien vale preguntarse para chicos de qué edad, dado que si bien puede ser difícil para uno ponerse en la piel de un nene de 10 años, más complicado es hacerlo en la piel de uno que a esa edad pueda disfrutar una propuesta semejante. The Smurfs 2 se encarga de resolver la ecuación en torno a su público fácilmente: lo hace explícito. El bebé Blue ahora es un muchachito de unos pocos años interpretado por Jacob Tremblay, un personaje cuya única función es venir a completar el cuadro de hombre de familia para el Patrick de Neil Patrick Harris. Sus intervenciones son ocasionales, de hecho es quien menos tiene para ofrecer, y se limita a exclamar de forma permanente los nombres de los Pitufos o de sus progenitores. El nene en pantalla es el nene de la sala de cine, el que grita a sus figuras favoritas, aquel que me causaba gracia a mis 9 años -y aún lo hace si me acuerdo de la situación- cuando alentaba a lo largo de todo Space Jam a Bugs Bunny o al Pato Lucas. Los Pitufos 2 carece de ideas y, como cualquier película reciente que aspira al humor sin recursos para hacerlo, se recuesta en la actualidad. Si la primera recurría a Tom Colicchio y a Tim Gunn como un guiño inútil, esta se sostiene en lo que es el pilar de la mediocridad y el conformismo total: los chistes sobre tecnología por el solo hecho de ser novedosa. Así, Gargamel descubre la pantalla táctil de su Tablet de Sony –bien destacada la marca no sea cosa de que alguien piense que es un iPad-, Azrael tiene Facebook y la dupla malévola se hace famosa viralizándose en Youtube. Este "hallazgo" en materia de comedia es acompañado de forzados juegos de palabras que nunca funcionan, condenando al espectador a que por cada "Get a shroom" ("Consíganse un cuarto/hongo") –es decir un uso de ingenio- haya una innumerable cantidad de "Oh, mi Pitufo", "Santo Pitufo" y demás variantes desprovistas de esfuerzo. Desde el comienzo, The Smurfs 2 se aleja de la tierra mágica en donde los Pitufos viven y se traslada a Francia. Se acota en un grupo reducido de hombrecitos azules y no los deja respirar, básicamente incurre con los personajes animados en los mismos malos manejos que con los de carne y hueso. Los limita a un maniqueísmo perpetuo, con figuras limitadas únicamente a repetir una gracia que está agotada desde hace una película atrás. La incorporación de Brendan Gleeson –a quien siempre es bueno ver, aún en un papel ridículo como este- ayuda a dar un sentido o al menos un conflicto de moderado interés respecto a la familia Winslow, no obstante es un ejemplo de lo peor que hace la franquicia con las creaciones de Peyo. Sucede que el director Raja Gosnell no sabe manejar los recursos que tiene en su poder, algo que su pobre filmografía indica muy bien. Es así que puede ofrecer el único momento verdaderamente logrado de la película con un viaje en cigüeña que pone de manifiesto cierto progreso técnico, pero no sin antes entregar una escena de confusión y destrozos varios en una confitería parisina, secuencia calcada de aquella de la juguetería en la anterior sólo que con cambio de locación. Hank Azaria y Neil Patrick Harris podrían hacer estallar al público de risa, sobre todo el segundo con su probada capacidad para la comedia en general y la física en particular, los musicales y con el reconocimiento generalizado -y tardío- que hoy disfruta como artista. NPH no va a cantar, no va a bailar, su función es la de cargar con el grupo de Pitufos en una bolsa a la espera de poder ayudarlos a prevenir una situación que, a fin de cuentas, no era importante. ¿Por qué? Porque es lo que pasa cuando hay un equipo de cinco guionistas que trabaja a diez manos sobre una historia básica, infantil y que confunde la unidimensionalidad de sus personajes con definición. ¡Qué pitufeada!
A la hora de evaluar una saga como "Los Pitufos", nunca hay que perder de vista, a quién está dirigida. Dentro de la franja del público infantil más pequeño, se encuentra el núcleo "duro" de los fans que llenarán las salas para ver esta nueva entrega. Y esta realización, va directo hacia ellos. No se preocupa por entretener a los grandes que acompañan en la sala, con guiños, diálogos divertidos o algo más. No señor, aquí, todo es para los niños, así que si llegaron a su butaca con esperanzas de divertirse y tienen más de 9 años, la tienen complicada. No es que "The Smurfs 2" sea una película mala. Técnicamente, es superior a la anterior y el 3D es realmente bueno (sí, esperable, tomas aéreas de vuelo, caídas, etc...). Los actores tienen un rol menos protagónico (esto sí me parece un acierto, la edulcorada pareja es de lo más flojo de la anterior y aquí no están en el centro de la escena) y los Pitufos copan el terreno para hacer más travesuras que en su primer film. Raja Gosnell aprendió la lección y sabe lo que su audiencia quiere: ver todo azul. Es decir, nada de temas muy complicados. Escenas de humor físico, algunas líneas que refuerzan la idea de unidad familiar (y corporativa de la comunidad), y mucho carisma en la Pitufina, que es la real protagonista de esta entrega. Eso ofrece. Lo cual, a los más chicos, les basta. Es así. Nada más. En esta oportunidad, Gargamel (una composición discutible de Frank Azaria, habría que verlo en su idioma original para ser justos con él), traza un plan para capturar a la única mujer del grupo y obtener de ella el secreto de la esencia "pitufa". Esa que le permite seguir usando magia y amenazar con dominar al mundo. Como siempre, está con su fiel gato (Azrael) y su varita mágica (un poco descontrolada esta vez, les diría), pero está vez, incoporará a su equipo malvado a dos duendes, fallidos intentos de seres parecidos a su objetivo. Estos dos, serían los "hermanos" de Pitufina (si es que se puede así decirlo!). La idea es que, una vez capturada la heroína, se la coaccione de alguna manera para que hable. Gargamel entonces hará una tarea de seducción y acercamiento, para lograr su objetivo. Obvio que Papá Pitufo parte desde su aldea, liderando un grupo un poco más carismático que el anterior y viajan a nuestro mundo (donde el malvado es una estrella de la magia en París). Esta vez la acción transcurre íntegramente en la capital gala (excepto una escena en NY), donde hay un respetable trabajo de ensamble de humanos y animación. Decíamos entonces que la banda azul va al champiñón (perdón, digo, a la casa) de Patrick (Neil Patrick Harris), quien es padre (sigue casado con Grace, la insípida Jayma Mays) de Azul a pedir ayuda para la tarea de recuperar a la hija "pródiga". De allí, sin escalas a la ciudad luz, donde visitaremos todas sus atracciones más físicas (ya verán porqué lo digo) La película presenta el conflicto de la adopción (Gargamel sería el papá "biológico" de Pitufina y Víctor -Brendan Glesson-, el padrastro de Patrick que intenta ser aceptado con gran entusiasmo pero carga con el rechazo de su hijastro), y bucea superficialmente sobre el poder del medio para modificar lo que uno lleva dentro. La historia vuelve varias veces sobre esta cuestión (muy de este siglo, con mayoría de familias ensambladas), pero su planteo es bastante limitado y repetitivo. Lo interesante, sigue siendo, para los más chicos, ver a los Pitufos haciendo de las suyas. La línea elegida por el guión, sólo dejará satisfechas las ansias de los más pequeños de la familia. Eso sí, seguro que en la taquilla le irá muy bien y que habrá tercera parte (o tenían alguna duda?).
Para fanáticos de lascriaturas azules, una comedia con más maldad de Gargamel y más protagonismo de la Pitufina, más unos seres malignos que se ponen azules a fuerza de cariño. Naif, simpática, ideal para los más chiquitos.
La nueva película de los gnomos azules transcurre en Paris y tiene a la Pitufina en el eje de la trama. Cuesta creerlo pero esta película está rodeada de alguna controversia. Punto en contra: no es del agrado de muchos de los seguidores de la serie animada Los Pitufos en televisión, años atrás. Punto a favor: las películas, tanto la primera parte, estrenada hace dos años, como la actual parecen funcionar a la perfección con los niños. Y aquí hay algo que diferencia a esta producción de Sony Pictures de tantas otras propias y de la competencia: las de Los pitufos no son películas para chicos y grandes. Con estos filmes, los adultos añorarán la diversión compartida en otros como Monsters Inc., Cómo entrenar a tu dragón, o Ga´Hoole, la leyenda de los guardianes, por nombrar solo algunos. Aclarado esto, lo demás es pan comido para los nenes y nenas. Los efectos especiales son maravillosamente creíbles, la acción abunda y también hay comicidad. Y los pitufos, y el gato Azrael, y el simpático Gargamel, están iguales que la última vez que los vieron. Gran parte del mérito, seguro, es para un director que sin dudas es especialista en estos materiales: se llama Raja Gosnell, pero no es hindú, sino de Los Ángeles y como tal ha dirigido Un chihuahua en Beverly Hills y -antes de eso- las dos de Scooby Doo en animación computada con acción real. ¿El nuevo argumento? Los nuevos seguidores comienzan a enterarse de los orígenes de la historia. Hace años Pitufina fue creada por Gargamel para tener una espía y dividir a los gracioso gnomos, pero Papá Pitufo supo hacer el hechizo para pintarla de azul y convertirla en buena persona. Sin embargo, Gargamel atraerá una vez más a la rubiecita para sacarle el secreto de la pócima y, con él, disfrazar a dos de sus nuevas criaturas, dos traviesos duendes grises que también quieren conquistar la aldea de Pitufolandia. No obstante, la mayor parte de la aventura ocurre en una ciudad humana. Esta vez en París, algo más cerca de la cuna de estos personajes, que nacieron de los lápices de un historietista belga conocido como Peyo, hacia 1958, y que recién empezaron a llamarse Los Pitufos en 1969, cuando un editor español se vio obligado a buscarles un nombre para el público castellano, y lo obtuvo de un personaje del folklore catalán, Patufet, un niño tan pequeño que tenía que ir cantando por la calle para que no lo pisaran... En síntesis. Si vio la primera y le gustó, puede continuar con esta en confianza. Y si no la vio, puede redescubrirla en esta ocasión. El argumento no planteará ningún problema.
VideoComentario (ver link).
Los Pitufos no es mala, pero es débil y fácilmente olvidable. Recomendada especialmente para los más pequeños de la familia y los seguidores de estos personajes Logra entretener a los niños más por los gags visuales que por el contenido en sí, ya que la historia comienza bien pero enseguida se estanca y va decayendo...
Vayamos directo al grano en estos tiempos de vorágine. Si el dilema pasa por saber si vale la pena el paseo con los chicos al cine para ver “Los Pitufos 2”, la respuesta es que a ellos les va a gustar. Siempre partiendo de la base de haber aprobado con ganas la primera de 2011. Si el análisis pasa por la elaboración de la obra, la cosa es distinta. A diez minutos de comenzada la proyección, no solamente está hecha la presentación de los personajes, sus intenciones y el anticipo del conflicto, sino que además se anuncia como va a seguir el argumento y, si me apuran, hasta como va a terminar la narración. Nada de sorpresa, y la elección deliberada de atemperar el humor en los momentos clave o potenciarlo cuando no hace falta con gags repetidos, es demasiado riesgo para una producción de esta naturaleza y factura. Y eso es precisamente lo que sucede. A la Pitufina la creó Gargamel para infiltrarla en la aldea pitufa y logar encontrar la ubicación, pero Papá Pitufo logra llevarla al lado bueno y la convierte al “azulismo”. Así las cosas, el villano instalado en París quiere a toda costa apoderarse de varios pitufos para extraer su magia y usarla para dominar el mundo. Nunca sabremos por qué quiere eso. Las cosas de las que disfruta no parecen requerir ser dueño del planeta, sino más bien robar un par de bancos con la varita y retirarse. Sólo queda su odio hacia los enanitos, pero no alcanza para sostener dramáticamente sus intenciones. A todo esto tenemos a la familia cuyo jefe, Patrick (Neil Patrick Harris) sigue con ese registro entre tonto e ingenuo que lo caracterizó en la primera. Su mujer no le va en saga, y en todo caso es el abuelo Víctor (Brendan Gleeson) el único que parece nacido con dos dedos de frente. Pero en el fondo todos se quieren. Hay alguna culpa mal echada de un personaje hacia otro como para convertirse en subtrama, pero es de poca utilidad al relato principal. Irónico porque allí reside el mensaje o la moraleja. Entonces, con los pitufos y todo el elenco cumpliendo a rajatabla lo anunciado al principio, sólo queda esperar una buena dosis de efectos que reemplace el atractivo del que carece la historia. Eso, y el trabajo brillante de Hank Azaria como Gargamel es lo que sobrevive en esta segunda parte. El 3D no tiene una sola escena que justifique los anteojos. Es más, no parece una película pensada o construida teniendo en cuenta la profundidad. Por cierto, la versión doblada resulta un poco más amable. Quizás porque estamos acostumbrados en esta parte del mundo a no haber visto nunca los pitufos en otro idioma. A veces funciona esto de estirar un guión para convertirlo en chicle, en la mayoría de los casos no. “Los pitufos 2” debería durar 20 minutos. Para los chicos, bien (hasta ahí); para los grandes puede haber más de un bostezo.
El producto es el marketing Raja Gosnell era un montajista de oficio probado como tantos otros profesionales de pura cepa que han trabajado para Hollywood. El problema es que en 1995 después de editar Nueve meses, la anémica remake de un éxito galo que rodara Chris Columbus, Gosnell se despidió de la actividad que le forjó un nombre en la industria para recalar en la dirección. Ambición entendible si lo contemplamos desde un punto de vista empático pero mucho menos justificable si repasamos los ocho filmes que nos ha enrostrado el hombre en casi dos décadas: Mi Pobre Angelito 3, Jamás Besada (probablemente lo más rescatable que hizo), la infame Mi Abuela es un Peligro, Scooby Doo y su secuela; Los tuyos, los míos y los nuestros; Una Chihuahua de Beverly Hills y Los Pitufos. Con semejante prontuario fílmico no es de extrañarse que su nombre nunca esté ausente de los ránkings de Peores realizadores que suelen confeccionar los usuarios del sitio web especializado IMDb. Por desgracia su nuevo opus, la segunda parte de Los Pitufos, sigue confirmando que el conflicto vocacional que lo llevó a su posición actual sólo fue bueno para él. El resto de los mortales, según intuyo, seguiremos sufriendo por un buen tiempo su influencia en el cine familiar mainstream que continúa generándole sus pingües ganancias al estudio que lo contrate. Allá por 1958 los diminutos gnomos azules bautizados en español con el nombre de pitufos aparecieron como personajes secundarios en la historieta Johan et Pirlouit del guionista y dibujante belga Peyo (1928-1992). Con el tiempo los editores se dieron cuenta de que las ventas de las revistas se multiplicaban cuando los pitufos eran de la partida lo que propició la independencia de los personajes y su posterior éxito en todo lugar donde se publicaran sus aventuras. Mucho ayudó a su difusión la bienamada serie animada producida por el binomio Hanna-Barbera en los ochentas. En 2011, tras una ausencia prolongada de los medios audiovisuales, Sony Pictures Animation estrenó una adaptación cinematográfica que combinó la animación con la live action. El filme era malo y no le hacía justicia a la historieta pero los chicos lo convirtieron en una mina de oro por lo que la continuación fue aprobada de inmediato. Apenas dos años después ya tenemos la nueva incursión de Papá Pitufo, Pitufina y demás miembros de la aldea en territorio humano (antes fue en Nueva York ahora el nudo de la historia se desarrolla en París), siempre con el brujo Gargamel y su gato Azrael como antagonistas directos. Cinco guionistas se encargaron de escribir el simulacro de guión de Los Pitufos 2. Una locura por donde se lo mire. La experiencia indica que cuantos más participan de la reescritura las posibilidades de obtener un resultado digno disminuyen notoriamente. Es evidente que de la creación de Peyo tomaron sólo los aspectos más comerciales de los personajes que son trivializados y burdamente explotados sin siquiera intentar aprehender el espíritu con el que fueron concebidos. Aquí lo que importa es lucrar con el marketing todo lo que se pueda y que la película salga como salga. El suceso artístico los tiene sin cuidado a estos muchachos. Técnicamente Los Pitufos 2 está decentemente filmada, la interacción de los dibujos con los actores es correcta e incluso el polémico 3D ha sido aplicado con buen criterio. El problema, insisto, pasa por un guión carente de interés e ingenio. Los gags divertidos brillan por su ausencia, los diálogos aburren y tampoco ayuda el deficiente doblaje al español. A diferencia de otros productos infantiles aquí los adultos no tienen cabida. A la media hora de iniciada la proyección ya querés que se termine el suplicio. Pero no, por desgracia todavía quedan otros setenta eternos minutos por padecer mientras Gosnell y sus cinco inoperantes guionistas vuelven a repetir el mismo esquema argumental del filme anterior. Sólo que esta vez la excusa es el rescate de la Pitufina que ha sido secuestrada por dos secuaces de Gargamel (Hank Azaria), Vexy y Hackus, con el propósito de que confiese la fórmula secreta de los pitufos. Tras ella van Papá Pitufo, Vanidoso, Gruñón y Tontín que se cruzan con el bondadoso matrimonio de la aventura previa (Neil Patrick Harris y Jayma Mays) y unen fuerzas para derrotar a los malvados. Los Pitufos 2 es una comedia que no hace reír ni transmite alegría alguna. Los personajes de Peyo no se merecían este maltrato. Si me apuran hasta me atrevería a jurar que las parodias grotescas de Peor es nada (Los Putifos) y el Negro Olmedo eran mucho más graciosas. Y eso que estaban hechas con dos pesos.
Los Pitufos se trasladan a París y la visten de azul. Se encuentra basada en la serie de historietas homónima creada por el dibujante belga Peyo en 1959. Llega esta nueva historia de los simpáticos duendecitos azules, nuevamente dirigida por Raja Gosnell ("Mi abuela es un peligro"-2000; " Jamás besada"-1999;" Scooby-Doo"2002), los nuevos personajes son: Christina Ricci y J. B. Smoove como los discípulos del malvado brujo Gargamel y Brendan Gleeson como el padrastro de Patrick Winslow. Todo comienza en la bella aldea de Los Pitufos. Pitufina se encuentra muy preocupada y unos días antes de su cumpleaños tiene horribles pesadillas, ella deja de ser azul y todo se relaciona con el temible Gargamel. Papá Pitufo como todo progenitor intenta contenerla, mientras tanto, los Pitufos están preparando una fiesta sorpresa para el cumpleaños de Pitufina, ella se encuentra muy confundida y está viviendo un gran stress, hasta llega a creer que todos en la aldea se han olvidado de dicho acontecimiento. Aprovechando la tristeza de Pitufina (voz de Katy Perry), aparecen en escena: Vexy (voz de Christina Ricci) y Hackus (voz de JB Smoove) estos mediante engaños y seducción la llevan hasta Paris utilizando el poder del malvado Gargamel (Hank Azaria), este quiere una fórmula que guarda Pitufina. En esta ocasión todo se desarrolla en Paris, “la ciudad luz y del amor” y no en Estados Unidos como su antecesora. Toda la magia, fantasía, aventura y los personajes, llegan a Francia, bien colorida, llena de efectos, vamos recorriendo bellos lugar, teatros, siempre de fondo la Torre Eiffel, el majestuoso hotel donde se encuentra la esplendida suite Napoleón donde se hospeda Gargamel con su mascota el gato “Azrael” que divierte bastante (sólo su dueño lo entiende). Y están los shows en vivo donde aplica su magia el hechicero Gargamel, captando la atención y sorprendiendo al público. Van al rescate de La Pitufina: Papá Pitufo, Gruñón, Vanidoso y Tontín, además se suman Patrick (Neil Patrick Harris), su esposa Grace (Jayma Mays), el abuelo Victor (Brendan Gleeson), y el niño Blue (Jacob Tremblay). Contiene un humor medido, para los más pequeños, visualmente muy atractiva, si bien es un argumento algo naif, nos habla del amor, libertad, igualdad, fraternidad, unión, amistad, entre otros temas. Es puro entretenimiento, un balde de pochoclos y a pitufear. Dentro de los primeros créditos finales y después del último hay escenas extras. Se viene la tercera parte cuya fecha prevista de estreno es el 24 de Julio de 2015 en Estados Unidos.
Pisalo es un Pitufo! Ver la segunda peli de los célebres personajes de color azul creados por el dibujante belga Peyo a fines de los años 50, que luego fueran ganados por la TV mundial en los "cartoons" de Hanna-Barbera (Canal 9 de Buenos Aires los pasó hasta que se destiñeron) es algo bastante abrumador. Un endeble, pobre, insignificante guión los ubica en la ciudad de París y como anteriormente los entremezcla con la actuación de actores de carne y hueso, y de yapa los efectos no son innovadores tampoco. Pitufina -la única mujer de estos duendes- vive en esta ocasión su aventura propia y uno piensa...."Humm...si los productores han visto el negocio, nos aguardan tantas "pitu-aventuras" como "Rápidos y furiosos" hay...! No falta aquí el insoportable "Gargamel" que quiere robarle a Papá Pitufo, una pócima mágica y de la cual sólo este viejo y Pitufina tienen conocimiento de la receta secreta con la cual se elabora. Evidentemente a los más chicos puede entretenerlos, pero la carga para los adultos mayores al acompañarlos al cine será gorda. Como cine no existe.
Una historia clásica para los más chicos Los Pitufos, en 2011, significó la irrupción en cine de estos seres azules que adoptaron los chicos de los 90 y que ahora tendrían oportunidad de conquistar a una nueva generación. Entonces se contaba que los habitantes del mundo mágico que lidera Papá Pitufo, caían en el parque el Central Park, procurando escapar de las garras del malvado Gargamel (Hank Azaria). En Nueva York se encontraban con Patrick Winslow (Neil Patrick Harris, Cómo conocí a vuestra madre) y su esposa Grace (Jayma Mays, Glee), quienes le ayudaron a salir airosos del enredo. Suceso de boletería, merecía su secuela --y alguna más tendrá--. Es la que se encuentra en pantalla esta semana. Cuenta que el cruel Gargamel regresa con más fuerza que nunca para poder robar a los Pitufos la más pura esencia de su magia. Para eso --y así como alguna vez creó a la Pitufina--dio vida a dos nuevos seres, Vexy y Hackus, pero que resultaron fallidos. Entonces Gargamel recurre a un plan B: usando a esos mismos engendros, secuestrar a la Pitufina --provista de magia por Papá Pitufo, quien la volvió un ser esperanzado y lleno de bondad-- y trasladarla a París, donde el hechicero se hizo famoso con un show que llegó a la marquesina del teatro de la Opera. Nuevamente, los Pitufos tendrán que salir de su mundo para encontrar el remedio contra los ataques del Mal y, como es de esperar, precisarán de la ayuda de sus viejos amigos Patrick y Grace, su pequeño hijo, y el padre adoptivo de Patrick. En este relato que vuelve a mezclar actuaciones humanas en escenarios reales y animación, se recurre a una variante antecedente de los personajes creados por Peyo para la gráfica: en la quinta temporada de esta serie donde la única fémina es Pitufina, apareció Sassette, una niña creada por Papá Pitufo para que fuese amiga de Pitufina. Pero no se llevaban bien porque Sassette era medio "varonera". Vexy, de estilo roquero, parece no tener que ver con la dulce Pitufina, aunque conforme avance la historia, ambas tendrán oportunidad de reconocer quiénes son en realidad y cuánto las une. En el mundo humano, una subtrama tendrá una solución similar. Mientras tanto, la historia transcurrirá entretenida, con algunas escenas exteriores que fueron rodadas en París y el viejo Montreal, un conjunto que ofrece una suerte de paseo turístico, para vista de los adultos mientras los pequeños disfrutan de el cuento. Sucede que Los Pitufos es una historia destinada a la franja de edad más pequeña de entre el público cinéfilo, y no es mucho lo que su trama destina para los mayores. Por tanto se trata de la clase de películas que los padres pueden utilizar para introducir a sus hijos en el mundo cinéfilo.
Liberado el film del peso de “iniciar” al espectador en el pitufismo, esta segunda entrega permite que el humor fluya mejor. En sus mejores momentos, estamos ante el recuerdo generoso de Looney Tunes. En los peores, el film se ve como quien ve pasar un colectivo desde la ventana. Y están Hank Azaria (un cómico enorme desde siempre) y ese comediante que entiende todo llamado Neil Patrick Harris. Si tiene la obligación de llevar a los chicos, difícilmente se aburra. Quédese tranquilo.
No todos los mocos son verdes (reloaded) Bueno, la mayoría de las personas adultas que vimos la primera entrega de "Los Pitufos" sabíamos que esta secuela no iba a sorprender demasiado, más si volvía a ser dirigida por Raja Gosnell. Recordemos que este director es responsable de "Un chihuahua en Beverly Hills", "Mi pobre angelito 3" y las Scooby-Doo entre otros títulos, por lo que ya se dan una idea del tipo de cine que representa. Nuevamente Neil Patrick Harris participa de esta franquicia... la primera vez se lo perdoné porque justamente era el comienzo y quizás no sabía bien como iba a resultar el producto final, pero ya participar nuevamente... ¿Anda faltando laburo Neil? Igualmente con Hank Azaria que da vida a uno de los villanos más detestables de la gran pantalla, no porque Gárgamel sea un malo berreta, sino porque la caricaturización que hicieron de él es lamentable. Otro que no entiendo cómo se sumó es nada menos que Brendan Gleeson, sí, el gordo colorado de "Corazón Valiente", "Pandillas de Nueva York" y "Troya". Acá tiene un rol de padrastro pesado que se convierte en ganso en el medio de la película... ¿Un claro mensaje sobre la decisión que tomó? Para no ser tan malo con este film, puedo destacar nuevamente que los pitufos están bien hechos, con tecnología CGI de alta calidad y que la modernización de algunos de ellos resulta más fresca para los tiempos que transitamos. Seguramente los más chiquitos, digamos de 2 a 7 años, disfrutarán de verlos en la gran pantalla, pero no por mérito del director y los guionistas de esta franquicia, que por cierto fueron ¡5!, sino porque los pitufos son personajes atractivos en sí mismos. En todo caso el poco mérito de este proyecto cinematográfico se lo llevaría Peyo, el belga creador de los personajes en 1958. Insisto en que se comete un error al no tener en cuenta al público adulto que acompaña a sus hijos, hermanitos y sobrinos al cine. Una historia demasiado infantil se puede ver en casa, en el Discovery Kids o en Nick. Si yo veo en cartelera una película como "Los Pitufos 2" y digamos "Valiente" o "Turbo", llevo a mis nenes a ver uno de estos dos últimos títulos sin titubear y adiós a los duendecitos azules. Creo que la historia no da para más y esto quedó demostrado en la recaudación que obtuvo y en la opinión de quienes fueron a verla. Esperemos descansar de esta franquicia por muchísimos años hasta que a alguien en Hollywood se le ocurra una idea verdaderamente inteligente y original.