Todos aquellos que no estén de acuerdo con que se reinvente una historia basada en un clásico de la literatura, seguramente van a considerar a este film un fiasco, ya que poco y nada tiene de la esencia de los personajes y del relato original. En cambio los que disfrutan de las adaptaciones diferentes la van a pasar bien ya que es ...
Assasin's Creed: Los Mosqueteros Estamos ante una nueva versión del clásico literario escrito por Alejandro Dumas. En esta ocasión se siguió el mismo camino que está recorriendo Guy Ritchie con su Sherlock Holmes: ritmo trepidante para una película que apunta claramente a la gente joven...
Ya todo se dijo sobre Los Tres Mosqueteros, la novela de Alejandro Dumas. Athos, Porthos y Aramis son parte de la cultura popular. Literatura, cine, televisión, videojuegos, internet, ningún medio le dio la espalda a estos valientes espadachines. Su influencia es innegable e inagotable...
Todos para un uno... y un uno para todos La cosa es más o menos así: el director Paul W.S. Anderson (el mismo de Mortal Kombat, Resident Evil y Death Race) pidió que el guión de esta producción mayoritariamente alemana basada en el clásico de Alejandro Dumas le permitiese hacer una película ligera y moderna; es decir, alejada de lo que -se supone- son las épicas históricas clásicas. El resultado no pudo ser peor: se trata de un engendro (nunca mejor el término) en el que ninguno de los elementos utilizados para sostener, "vestir" y agilizar la trama funcionan. Así, estamos ante un producto pirotécnico y absolutamente hueco y artificial, en el que no hay densidad, profundidad ni inteligencia siquiera para concebir un digno entretenimiento sin pretensiones. A esta altura, contar de qué va la película sobre las aventuras del joven D'Artagnan con los expertos Athos, Aramis y Porthos carece de sentido. Los cuatro están interpretados por actores de segunda línea (lo de Logan Lerman como D'Artagnan es particularmente lamentable), mientras que en personajes secundarios aparecen -para llenar sus cuentas bancarias sin demasiado esfuerzo- figuras ya consagradas como Milla Jovovich (Milady de Winter), Orlando Bloom (el Duque de Buckingham) y Christoph Waltz (Richelieu). Si los personajes son puro estereotipo, lo que queda es el despliegue visual y las coreografías de las escenas de acción. Y aquí también estamos en problemas. Anderson propone una película fashion y canchera que no resulta ni vistosa ni graciosa. El entramado CGI, espíritu de cómic, estética de videogame, elementos de historias ninjas o de espías, anacronismos, música grandilocuente, tomas aéreas con grúas, ralentis o sets gigantescos le dan al film una (falsa) espectacularidad que jamás convence, ni siquiera cuando tenemos batallas de naves voladoras, inundaciones o secuencias de capa y espada. Todo aquí es anodino, previsible y con unos diálogos sobre el heroismo o el honor que sólo sirven para rellenar buena parte de los interminables 110 minutos y terminan dando vergüenza ajena. Para colmo, las imágenes en 3D son oscuras y no agregan nada. En fin, una película descartable.
Espadachines en las alturas El clásico de aventuras de Alejandro Dumas, visitado por el cine en varias oportunidades, regresa con toques fantásticos y de la mano del cineasta Paul W.S. Anderson. El joven y arrogante D'Artagnan (Logan Lerman), entrenado para la lucha, se une a tres veteranos mosqueteros en este film que hace gala del espíritu de las viejas pelìculas de capa y espada (casi en desuso) y agrega un tono burlón sobre las ambiciones (y extravagancias) del poder en la corte del Rey Luis. Los protagonistas Athos, Aramis y Porthos enfrentan la conspiración del oscuro Cardenal Richelieu (Christoph Waltz, nunca en un personaje de bueno) y su doble espia Milady (Milla Jovovich, otra vez bajo las órdenes de su esposo, el creador de Resident Evil), quienes venden los diseños de una aeronave desarrollada por Da Vinci al inglés Buckingham (el verdadero villano del film, Orlando Bloom). El trío deberá recuperar, como si fuera poco, un valioso collar de diamantes que se encuentra en la impenetrable Torre de Londres y evita el caos. Los Tres Mosqueteros acierta en el ritmo (con sus enfrentamientos y peleas) y en el diseño de los personajes (el extravagante y amanerado rey). El resto incluye adrenalina; referencias a Indiana Jones cuando los personajes ingresan a la bóveda e imprime una estética renovadora con elementos anacrónicos para productos de este estilo: ralentado de imágenes; mecanismos propios de un film de Bond y embarcaciones que surcan los cielos y parecen salidas de un film de piratas. Las cadenas de mando, el compañerismo del grupo, las traiciones, las historias de amores imposibles y el escalafón de secuaces (uno con el ojo tapado) son incesantes y se ven además beneficiados por el uso del 3D, sobre todo en el desenlace. "Todos para uno y Uno para todos" deja abierta la puerta para la nueva aventura...
Una película explosiva que puede ser la gran sorpresa de 2011. Calificación: 4/5 Cuando se supo que Paul W.S. Anderson estaba trabajando en una nueva adaptación del clásico de Alexandre Dumas no pude hacer menos que una mueca de disgusto. Es que el libro lo tiene todo, no solo literariamente, sino el cine. ¿Cuántas adaptaciónes tiene?, ¿era necesaria una más, y para colmo, moderna? La respuesta, después de ver la película, fue un si rotundo. Y es que Los Tres Mosqueteros 3D tiene todo lo que necesita una película de aventuras: comedia, acción, explosiones y, para colmo, brillantes actuaciones y una muy aproximada adaptación a la historia original. Claro que no a piejuntillas, porque Dumas jamás hubiera puesto buzos tácticos, explosiones Michaelbayescas o barcos-zeppelin, pero si vemos el espíritu de la película, el eje de la historia está prácticamente intacto. Para quienes no saben, Los Tres Mosqueteros nos ubica en una Francia aquejada por la guerra. El rey, Luis XIII (Freddie Fox), es tan solo un niño caprichoso descaradamente manipulado por el cardenal Richellieu (Christoph Waltz), un hombre de dios que tiene planes oscuros para la nación. En ese contexto, los Mosqueteros, antigua guardia del rey, fueron prohibidos y reemplazados por los soldados del cardenal, manejados bajo las órdenes del sádico Rochefort (Mads Mikkelsen), por eso, el trío de elite formado por Athos, Porhos y Aramis (Matthew McFayden, Ray Stevenson y Luke Evans, respectivamente) terminan siendo parias dentro de la sociedad. La última misión encomendada a ellos fue la de robar los planos de un arma secreta que utilizarían para su majestad, pero que en realidad terminó en manos del conde de Buckinham (Orlando Bloom) por la traición de Milady de Winter (la infaltable Milla Jovovich). Años después de este trabajo fallido, conocemos a D’Argagnan (Logan Lerman), un joven y humilde gascón, hijo de un mosquetero, que desea seguir la senda de su padre. El viaja hasta la capital para enrolarse, pero allí se encuentra con una realidad diferente a la que esperaba. Por empezar, termina el día enfrentado a Rochefort y, para colmo, programa duelos contra los tres mosqueteros, con quienes tuvo problemas a lo largo de su primera jornada, pero al final del día terminan luchando codo a codo para repeler a las fuerzas del cardenal. Los mosqueteros, sin voluntad de defender el país, terminan recobrando las esperanzas y se sumergen en una misión casi suicida, y es que Milady (bajo las ordenes de Richelieu) busca acusar a la reina (Juno Temple) de infidelidad a través de cartas falsas y haciendo desaparecer un collar de brillantes, que pone en manos de Buckingham, para que parezca que el conde es el amante de la dama. Esto podría llevar a un conflicto armado que devastaría ambas naciones, y por eso los cuatro rebeldes deben recuperar esta joya y devolverla a la reina antes de la fiesta en donde debería vestirlas para aplacar las sospechas. Las personalidades de los Mosqueteros están bien adaptadas, pero el único problema es que, para disfrutar plenamente de sus “estilos” hay que saber algo de la historia que tienen detrás, y excepto por Athos (traicionado por Milady, su amante), no nos cuentan mucho sus pasados. Por su parte, tanto Waltz como Stevenson brillan en la película, siendo definitivamente los dos personajes más destacables. Claro que no son los únicos, ya que el caprichoso rey logra robar más de una risa. Si bien la comedia tiene un papel protagónico, no lo es todo, ya que la acción y la aventura es la verdadera estrella. Grandes coreografías, grandes escenarios y brillantes peleas con espadas decoran las casi dos horas que dura la película, tiempo en el cual es prácticamente imposible aburrirse. Paul W.S. Anderson, definitivamente, hizo su mejor trabajo en el cine. Y ojo, que no es el único, ya que todo está dado para que Los Tres Mosqueteros se convierta en una saga lista para seguirle los pasos a Piratas del Caribe, la que parecería ser su base de inspiración. Si son muy fanáticos de la obra de Dumas, pero no están listos para ver cómo sus personajes caballerescos se convierten en héroes de acción hollywoodenses, no recomiendo perder un minuto viendo esta película; pero si lo que buscan es divertirse, lisa y llanamente, esta posiblemente sea una de las mejores opciones que dió la pantalla durante 2011.
Los 3D Mosqueteros Alexandre Dumas serializó Los tres mosqueteros como folletín a lo largo de 1844. Fue el primero de tres libros, “romances” que mezclan lo histórico, lo apócrifo y lo ficticio al reinterpretar una Francia de siglo XVII con una historia llena de intriga y aventura. Alejado de los hechos por más de 200 años, el propio Dumas ya era caníbal de la historia: cambiaba fechas, mezclaba personajes, inventaba motivos. Donde los historiadores dejaban un espacio en blanco para especular, Dumas rellenaba con su versión sensacional de los hechos, capturando el imaginario popular y reescribiendo la historia por default. Dumas probablemente celebraría la más nueva versión de su obra, Los tres mosqueteros (The Three Musketeers, 2011), como un acto caníbal digno de su pluma. La cuestión es si sus lectores han de hacer lo mismo. El film se construye a partir de unos pocos capítulos del libro original: D’Artagnan (Logan Lerman ), aspirante a mosquetero, entra al servicio del rey de Francia junto a los célebres “Tres Mosqueteros”, Athos, Porthos y Aramis. El elemento villanesco de la corte incluye al híper demonizado cardenal Richelieu (Christoph Waltz) y sus acólitos Rochefort (Mads Mikkelsen) y Milady (Milla Jovovich). Un complot contra el rey lanza a la aventura a nuestros héroes a lo largo de Europa, en busca de las joyas de la reina con el objetivo de evitar una posible guerra franco-bretona. Las similitudes llegan hasta ahí. Personajes que deberían morir, viven, y personajes que deberían vivir, mueren. El ideal de “todos para uno y uno para todos” no es tan importante como el de “explosiones, muchas explosiones”. Este camelo es de Paul W.S. Anderson, que al lado de Wesy Paul Thomas hace poca cosa con su apellido. Se le conoce mejor por sus films de acción y sus adaptaciones de video juegos (Mortal Kombat, 1995; Resident Evil, 2002). El texto de Dumas recibe el mismo tratamiento: se lo eleva al estándar de un juego de lucha (Finishhim!, grita Rochefort; Round two!, grita Athos) y de acción-aventura, en el que se reflotan las mejores escenas de Indiana Jones, James Bond e EthanHunt. Abundan pasillos laser, armas automáticas, herramientas estilo MI6 y barcos voladores “diseñados por Da Vinci”. Si Hollywood nos ha enseñado algo, es que el espectador ha de creer en barcos con ametralladoras sobrevolando el Palais Versailles de 1625 porque alguien en la película dice “Da Vinci”. Su nombre es una especie de amuleto que los escritores invocan a la hora de insertar anacronías propias de la ciencia ficción, como pidiendo por favor que no suspendamos nuestra credulidad. “La gente me conoce como un director de acción y eso es lo que esperan” dijo Paul W.S. Anderson de la película. Mejor si no esperan más que eso: cuando los mosqueteros no están dentro de la Matrix, el film sufre de pobrísima actuación. El monofacético Logan Lerman , a los 19 años demasiado joven para el papel, debe ser el D’Artagnan menos galante de los cientos que le han interpretado, y Christoph Waltz, desganado Richelieu, interpreta a su malo menos memorable. Aún las mejores interpretaciones (Matthew Macfadyen como Athos, por ejemplo, o el Rochefort de Mads Mikkelsen) sufren por los vergonzosos diálogos. Cuando no los diálogos, el guión invita a la contradicción y la incoherencia con tal de desplegar nuevos escenarios de acción. Los mosqueteros han de recuperar unas joyas para impedir la guerra, pero comienzan una guerra para recuperar las joyas. Esta paradoja, desprovista de ironía, es un insulto a la lógica. Toda la atención está puesta en las suntuosas coreografías de esgrima kung fu, y la escenografía que las enmarca, que es amplia. Los motivos pocos importan. Este pequeño y tonto film de acción no es mejor o peor que la mayoría de las adaptaciones de los tres mosqueteros. Se acomoda mediocre entre ellas: cualitativamente, nada le separa de la anterior (y próxima) adaptación. Vale lo que dure en el cine, y quizás sólo por su uso del 3D, que en algo innova al narrar la historia por primera vez en tres dimensiones.Y después de todo, en algo es más que fiel al espíritu de Dumas: deja espacio para una secuela.
Soy un envase vacío Filme épico, con mucha pirotecnia visual y escaso contenido. Una idea frecuente: que una película de aventuras con imponentes secuencias de acción es, simplemente por esto, buena o muy buena. Los tres mosqueteros (que se estrena en 2D y en 3D) lo desmiente. Ambientada en Venecia, París y Londres, en el siglo XVII, lleva la acción al paroxismo visual: por ejemplo, a través de batallas entre barcos voladores. Pero la construcción de los personajes y de la trama, en términos dramáticos, son muy endebles. El resultado es como mirar fuegos artificiales: fugaces instantes de deslumbramiento -en el mejor de los casos-; y después, la nada. Es claro que Paul W.S. Anderson ( Mortal Kombat , Resident Evil ) quiso hacer una versión tan dinámica como liviana y moderna del clásico de Alejandro Dumas. Para eso, ni se esforzó en establecer matices entre los personajes: todos, los “buenos” y los “malos”, se manejan con similar e indolente ironía y, en medio de situaciones que deberían ser por lo menos tensas, lanzan frases burlonas, supuestamente ingeniosas, como si fueran despreocupados inmortales. Un cancherismo que podrá sentarle bien a James Bond, pero no a la totalidad de esta película. ¿Para qué elegir este ilustre folletín, cargado no sólo de aventuras sino también de pasión? ¿Para quitársela? ¿Para poblarlo de elementos del siglo XXI y así justificar su espectacularidad? D’Artagnan, Athos, Aramis y Porthos han perdido acá su esencia: no basta con que repitan mecánicamente el trillado “Todos para uno y uno para todos”. Ni siquiera actores consagrados, en los papeles de personajes históricos, logran lucirse: ni Orlando Bloom como el duque de Buckingham, ni Jilla Jovovich como Milady de Winter, ni Christoph Waltz como el cardenal Richelieu. Un filme en el que la búsqueda de mercado vence al arte, la tradición, la Historia e incluso al buen cine de aventuras.
Anacrónica y desprolija versión del clásico de Alejandro Dumas La obra literaria de Alejandro Dumas fue adaptada y readaptada al cine muchas veces, con resultados más o menos exitosos y casi siempre entretenidos. Las características de folletines decimonónicos como Los tres mosqueteros o El conde de Montecristo parecen calzar cómodamente en la forma de los films de aventuras. Tal vez por eso, cada tanto aparece una nueva versión que intenta que algo de aquellas ingeniosas historias se contagie a los deslucidos guiones del género en la actualidad. Algo que no ocurre en la película de Paul W.S. Anderson. Conocido por adaptar el videojuego Resident Evil al cine, el director británico y sus guionistas, Alex Litvak y Andrew Davies, consiguen transformar un jubiloso relato clásico en un pastiche absurdo, anacrónico, y a sus protagonistas, en los personajes más molestos de todas las versiones pasadas (y futuras posiblemente también). Todo comienza bastante bien, con la representación del polvorín que era Europa en el siglo XVII a través de ejércitos de soldaditos de plomo y bellos mapas antiguos que pronto serán reemplazados por filas de militares creados digitalmente con tanto descuido que todo vira hacia a la animación, aunque ésa no haya sido la intención. Claro que el exceso digital no sería más que una anécdota si Los tres mosqueteros no consiguiera herir de gravedad a la leyenda de los personajes que le dan nombre. En esta nueva aventura, Athos (Matthew MacFayden), Porthos (Ray Stevenson) y Aramis (Luke Evans) empiezan robando los planos de un prototipo de Leonardo da Vinci con el que Francia planea construir una cruza de galeón y globo aerostático que le otorgará al reino que lo tenga el dominio de todo el continente. Así, junto a Milady de Winter, los mosqueteros se harán de los planos sólo para ser traicionados por la mujer, doble agente que trabaja para el duque de Buckingham (Orlando Bloom). La inescrupulosa espía es interpretada con notable torpeza por Milla Jovovich, protagonista de la saga Resident Evil y esposa del director, un dato que se menciona porque sólo el nepotismo puede explicar las numerosas escenas en las que aparece su personaje utilizando movimientos vistos en películas de acción, de Matrix en adelante, que nada tienen que hacer en este relato. Lo mismo puede decirse de la desafortunada elección de Logan Lerman ( Percy Jackson y el ladrón del rayo ) para el papel de D'Artagnan. Con el tono del alumno más canchero -e insoportable- del colegio, el actor norteamericano hace lo posible por quitarle todo lustre a un personaje legendario.
Los Tres Mosqueteros es por lejos uno de los clásicos de la literatura que mayor cantidad de adaptaciones tuvo en el cine y la televisión. Para buscar los primeros antecedentes de esta genial historia de Alejandro Dumas tendríamos que remontarnos a los comienzos del cine, a principios del siglo 20, cuando aparecieron varias producciones mudas con estos personajes. Se estima que la primera película es de 1903. Desde entonces se hicieron muchísimas producciones, inclusive desde la animación. Hace poco, sin ir más lejos, se editó en dvd un film para niñas que adapta esta historia con Barbie. Los mosqueteros son inmortales en el cine y cada tanto reaparecen en la cartelera. Esta nueva versión que llega esta semana, para bien o para mal, presenta una visión de este clásico totalmente distinta a todo lo que se hizo en el pasado. El director de Resident Evil, Paul W. S Anderson abordó este relato como si los mosqueteros en lugar de haber sido creado por Dumas hubieran surgido de un cómic disparatado de Frank Miller. Desde la primera escena el director deja en claro este tema con la bizarra presentación que hace de Athos y Milady, interpretada por Milla Jovovich, quien directamente parece salida de Sin City. Para los puristas de Dumas esto seguramente resultará un espanto, pero en este caso en particular, esta visión lisérgica que ofrece Anderson es lo que hace divertido a esta propuesta que fue trabajada muchísimas veces en la pantalla grande. Hay que recordar que Los Tres Mosqueteros son un ícono absoluto del cine pochoclero hollywoondense. Las versiones con Douglas Fairbanks de 1921 y la que se hizo después en 1948 con Gene Kelly y Lana Turner brindaron algunas de las mejores secuencias de acción en la historia del cine. Especialmente en lo que se refiere a los combates de esgrima. Es imposible superar esas obras y creo que a la larga si no se juegan con estos cambios locos, como los que propuso el director Anderson, a esta altura la propuesta pierde la gracia, porque terminan haciendo siempre la misma película. La mejor virtud de este film es el casting de Logan Leman (Percy Jackson) como D ´Artagnan. Este pibe capturó a la perfección con su trabajo el espíritu impulsivo y arrogante del espadachín de Dumas como no lo vi en ninguna otra versión. Realmente hizo un gran trabajo y se destaca muy bien en las secuencias de acción. Un problema que siempre tuvieron todos los actores que interpretaron a D´Artagnan como Douglas Fairbanks, Gene Nelly, Michael York o Chris O´Donnel es que por lo general no eran mucho más jóvenes que quienes encarnaban a Athos, Porthos y Aramis. En esta película, en cambio, hay una profunda diferencia entre las edades que tiene D ´Artagnan con los mosqueteros y en consecuencia, la dinámica de las relaciones entre los personajes, es mucho más fiel a lo que plateó Dumas en su novela que todas las versiones que se estrenaron en el pasado. Esto es loquísimo porque este film, salvando este tema, no tiene nada que ver con la obra literaria, ya que es un divague total, pero no deja de ser interesante que en este punto si fueron bastante fieles al libro. Las secuencias de combate de espadas estuvieron muy bien elaboradas y las batallas de barco aéreas son un delirio magnífico que se destacan hacia el final. Para variar, esto es un tema que el director lleva en la sangre y no puede evitar, el film deja la puerta abierta, al mejor estilo Resident Evil, para una secuela que el tiempo dirá si llega a concretarse. Lo cierto es que más allá del delirio argumental que plantea la trama esta producción es un producto ameno y bien realizado desde la parte técnica que brinda un buen entretenimiento.
Hay algo raro en Los tres mosqueteros 3D: supuestamente está ambientada en el siglo XVII, pero las chicas tiran frases sexy, todos son muy cancheros y la simple mención del nombre de Leonardo Da Vinci parece justificar la existencia de todo tipo de artefactos extraños, "futuristas" que le suman vértigo a la historia. Hay un rey, está Richelieu, ¿pero cuánto hay de Dumas? Lo que uno descubre al ver esta nueva película de Paul W.S. Anderson es que Dumas, al final, importa bastante poco. De la novela quedan los tres mosqueteros, D''Artagnan y su idealismo de acción, un Luis en el trono y una idea un tanto gastada (y en la que nadie parece creer demasiado) del honor. Lo importante es todo lo que se le agrega a eso: una contraparte femenina (Milla Jovovich, musa de Anderson), un Richelieu encantador (el gran Christoph Walz), espionaje y contraespionaje, gente linda, barcos que vuelan y mucha acción. Cualquier argumento puede ser una excusa encantadora. Aunque el humor no es el mayor fuerte de Los tres mosqueteros (no porque no esté presente, sino porque no funciona demasiado), sí lo es la acción. Con espadas, con caballos, con cañones o con barcos, esta película no deja de moverse. Milla cae desde el techo y asalta bóvedas como en cualquier película de robo al banco , las espadas echan chispas, los ejércitos caen ante los cuatro valientes (casi sin sangre, sin nada de gore), hay un duelo sobre los techos de Notre Dame. Hay chicas lindas, amores virtuosos, lealtades. La cámara gira alrededor de todo, nos permite verlo todo, maravillarnos con las acrobacias sin caer (demasiado) en la espectacularidad por la espectacularidad misma. El nuevo D''Artagnan merece una mención especial. No hace mucho habíamos visto a Logan Lerman en Percy Jackson y el ladrón del rayo (una película que no fue suficientemente valorada en su momento y que hacía con los mitos griegos una operación similar a la que hizo ahora Anderson con Dumas), ahora lo vemos protagonizar, bajo una mata enorme de pelos, este nuevo tanque. La sonrisa, los saltos, los ojos celestes, Lerman encarna un tipo especial de actor: el que sabe ganar inmediatamente nuestras simpatías con su presencia, con su forma de moverse. Cuando vemos Los tres mosqueteros, La pantalla se llena de colores y fantasía. Anderson no es el mejor artesano del gran cine, pero sabe hacer lo que hace, se entrega a lo que quiere entregar y a veces lo logra.
Anexo de crítica: Hay dos axiomas cinematográficos que se cumplen a rajatabla en este engendro del director Paul W.S. Anderson Los tres mosqueteros: en primer lugar que Hollywood destruye todo lo que toca cuando se trata de adaptar clásicos de la literatura al formato del video juego post producido y finalmente que cualquier pretexto de historia alcanza para el exhibicionismo y la acumulación de valores de producción en proyectos de mediocre calidad. Superadas estas salvedades y más allá de las falencias de un guión prácticamente anecdótico e insulso es justo señalar que el espectáculo y la pirotecnia visual están garantizados en esta nueva aventura, que calca secuencias de películas como Matrix; adopta el estilo desnaturalizado ya aplicado en la nueva versión de Sherlock Holmes con ese ritmo trepidante y abusa de la cámara lenta al mejor ejemplo de 300.
Entretiene, aunque de Dumas no quedó nada No se puede negar que esta película es super entretenida, que está muy bien filmada y que tiene efectos especiales asombrosos. Incluso, por momentos, permite que se luzcan algunos intérpretes, que hasta disparan diálogos ingeniosos. Pero el guión realmente es malo, y como adaptación de una novela de Alejandro Dumas, es cualquier cosa. Y, lamentablemente, da la sensación de que no es cualquier cosa por puro libre albedrío o elección creativa, sino más bien por pura estrategia de marketing para que unos personajes de tiempos remotos se parezcan lo mas posible a los taquilleros «Piratas del Caribe» de Disney. Esta estrategia es tan notoria como para que, más que de Dumas, la historia parezca surgida de algún libro de Julio Verne con batallas aéreas entre naves voladoras armadas de cañones. En fin, más allá de eso, al menos está filmada con gran imaginación, tiene contundentes escenas de acción y un par de villanos que se lucen bastante más que los cuatro mosqueteros, en especial la espía Milla Jovovich -vieja amiga del director vía las películas de la saga de «Resident Evil»- y el hiper malísimo Cardenal Richelieu a cargo del talentoso Christoph Waltz. Sólida en todo lo que tiene que ver con la imagen, y muy creativa en las coreografías de las escenas de acción, para no mencionar las impactantes y desaforadas batallas aéreas, en el mejor de los casos, esta película puede calificar como razonable placer culposo digno de una matiné de super acción.
VideoComentario (ver link).
A ver. Seamos sensatos. No vamos a esperar que si los productores convocan a Paul W.S.Anderson a recrear el clásico de Alexander Dumas, vamos a ver algo alejado a filosofía a la hora de hacer cine. El director de la famosa saga (inspirada en los videojuegos de Capcom) “Resident Evil”, no iba a plantear un film muy ajeno a lo que mejor lo distingue en la industria: cine de acción y aventuras, muy bien coreografiado, tecnológico y dinámico, en el que el guión siempre parece subordinado a la imagen. Ahora, desde ese marco, me parece honesta su apuesta, pruristas del género entonces, de movida les decimos: abstenerse. Si quieren ver una adaptación seria de esta obra, vayan a buscar en los videoclubes. Aquí, Anderson traerá una propuesta ligera, de ritmo trepidante, dirigida al público joven. Lejos de formas que lo emparenten con las mejores versiones históricas de este título, él prefiere tomar como libre referencia a los personajes y crear un poderoso mundo de fantasía para contar una historia que se apoya en el despliegue visual, a la hora de mostrar su mejor rostro. Yo creo que haciendo esta salvedad, “The three musketeers” es un producto interesante. Básicamente es entretenido. Eso, no se le puede negar. El universo recreado por el guión del hábil Andrew Davis (de la saga “Bridget Jones”) y Alex Litvak (con menos experiencia, pero condiciones) nos transporta a aquellos lejanos días en que las relaciones entre Francia e Inglaterra, no eran de las mejores. Más bien, todo lo contrario. Ya deben conocer la historia (hay que decir que la trama respeta la intriga política de la obra original), un grupo de tres mosqueteros al servicio del rey, alejados de su trabajo por cuestiones políticas. La llegada de un joven llamado D’Artagnan (en este caso, Logan Lerman, ideal para este tipo de roles), hijo de un campesino otrora guerrero que quiere encontrar su destino en París, los conovoca a una serie de situaciones que profundizan su enfrentamiento con el Cardenal Richelieu (Christopher Waltz, villano por naturaleza), consejero real, por un lado y también con el británico Buckingham (Orlando Bloom), quien representa las aspiraciones piratas para anexar territorio galo a sus dominios. Además, habrá una mujer, Milady de Winter (Milla Jovovich) quien tejerá una intriga política que podría desatar una guerra si no es detenida a tiempo. Los tres mosqueteros, Athos (Matthew Macfyden), Porthos (Ray Stevenson) y Aramis (Luke Evans), son un grupo de elite de nuestros días. Dominan el manejo de armas y tienen la fortaleza de ser un equipo aceitado para difíciles misiones. Cuando integran a D’Artagnan a sus filas, todo se hace más fácil. Y para el espectador, más divertido. No estoy muy convencido que importe mucho la dirección del relato (quiero ser sincero, ya sabemos que tipo de película vinimos a ver), sino como se desarrollan las escenas de acción y cómo se recrea este novedoso escenario donde ellos juegan su historia. Ese es uno de los temas controversiales de esta versión. “Los tres mosqueteros” presentan maquinarias de avanzada y diseños futuristas que no se condicen con la época en que se desarrolla la trama. Eso, a alguna gente puede molestarle. Si quieren tener una imagen mental de cómo lo abordan, piensen en “La liga de hombres extraordinarios”, y se darán cuenta de lo que quiero decir. Hay mucha tecnología desplegada que hace que parezca que el film se desnaturaliza todo el tiempo. Pero no. Es una adaptación. Y la hace Paul W.S.Anderson. Nunca se olviden de eso. No es que está fuera de registro, es intencional y en esta construcción prima la intención de entretener y enriquecer la historia con elementos fantásticos. No está mal. Si bien a veces parece desprolijo, el tono del film lo permite. Abundan las coreografías tipo Matrix (aunque no tan exageradas, hay mucho florete), hay un incesante bombardeo de combates de todo tipo (naval-aéreo incluso!), alguna misión submarina (!),…hace falta decir algo más??? Es intensa, no tiene profundidad, cero quimica el cast pero… insisto, divierte. Y acerca a las nuevas generaciones a un mundo (el de la obra de Dumas) al que seguramente si no estuviera presentado en este formato, jamás accederían. Para mí aprueba, nada del otro mundo (incluso el 3D hasta me parece innecesario), pero si sólo quieren entretenerse un rato, es una alternativa válida, atendiendo a las observaciones antes mencionadas.
Anexo de crítica: Mezcla de film de aventuras a la antigua y clase B con presupuesto, Los Tres Mosqueteros (The Three Musketeers, 2011) es sin lugar a dudas tan ridícula como entretenida, un delirio mayúsculo que hasta incluye detalles retro- futuristas: el inefable Paul W.S. Anderson vuelve a dar la nota ofreciendo un producto desconcertante, a todo trapo, repleto de clichés y por suerte con una Milla Jovovich pateando cabezas…- Emiliano Fernández (5 puntos)
Afilador se busca Afilador se busca para las espadas y para las lenguas de los héroes y villanos de esta película. Y es que este largometraje del talentoso director Paul Anderson, si bien se acerca a la talla de una superproducción en cuanto a despliegue, navega en la medianía en algunos rubros donde no debería habérselo permitido. El filme, y especialmente si se lo mira en 3D, tiene una lograda exposición de escenarios, en pueblos campesinos y palacios del siglo XVII, en ciudades como París o Venecia, y aún en esplendorosos paisajes agrestes de esas regiones. Otro tanto sucede con la caracterización de los personajes y de los elementos de época utilizados por estos, como carruajes, armas, mobiliario, etcétera. También los actores están enfocados. Los tres mosqueteros tanto como Dartagnan, son convincentes aun teniendo a figuras con mucho cartel, como Milla Jovovich u Orlando Bloom, traccionando energía alrededor de ellos. La película tiene incluso a su niña bonita: las fragatas de guerra unidas a zepelines en que los contendientes se elevan para batirse a cañonazos cerca del cielo, inaugurando a expensas de la genialidad constructora de Leonardo Da Vinci (esto según la ficción) la era de las batallas aéreas. Pero el lujo de la puesta en escena no alcanza. Los tres mosqueteros 2011 no contagia con las escenas de acción, y se hace demasiado lenta en las de dramatización pura. En las de duelo con espada, se nota la diferencia entre tener y no tener un buen coreógrafo. En las de acción, hay algo de espectacularidad y de sorpresa, pero no lo que se está acostumbrado a ver en los tanques cinematográficos de esta categoría. Comparadas con las de Puños de acero o Conan, por nombrar a dos productos recientes, es como si avanzaran con el paso cambiado y sin tener todas consigo. La esgrima verbal tampoco tiene chispa. Esos encontronazos, tan importantes dentro de un relato como los que se libran con el florete y el mosquetón, tienen escasa picardía, elegancia impostada. Además no son pocos. Rascando la pintura se descubre que esta película incurrió en varios errores factuales importantes. El más llamativo es que utiliza como escenario al palacio de Versalles cuando aquél ni siquiera se había construido en la época señalada por el relato. Y falta de rigor a veces es sinónimo de falta de convicción. De cualquier modo, dado que el estándar en el género de acción es demasiado alto en la actualidad, lo que no sea descollante sino simplemente acertado, puede resultar injustamente descalificado. No es la idea con Los tres mosqueteros, que tiene unas cuantas cualidades muy elogiables que pueden hacer grato su visionado.
Los héroes de Dumas en 3D Con grandes actuaciones de Orlando Bloom y Christoph Waltz, entre otros, la nueva versión de este clásico incluye varias licencias poéticas que lo actualizan, sin perder la magia. Los tres mosqueteros, escrito por Alexandre Dumas en 1844, es uno de los clásicos más grandes de todos los tiempos. Desde el período mudo del cine hasta la recordada versión protagonizada por Gene Kelly en 1948, el libro de Dumas ha demostrado ser inmortal. Las aventuras del joven D´Artagnan y los tres mosqueteros, Athos, Porthos y Aramis, vuelven una vez a la pantalla grande y por primera vez en 3D. Este último dato no debería ser tomado a la ligera, porque si el 3D es la nueva moda tecnológica del cine industrial, queda claro que el film dirigido por Paul W. S. Anderson (Resident Evil) apunta a ser la versión más actual y siglo XXI que se pueda hacer del libro. Lo curioso es que la estructura de la novela está respetada mucho más de lo que parece. Algunas escenas inolvidables están intactas. Claro que hay muchas licencias poéticas y desviaciones. Entre ellas la más espectacular es el barco volador que regala grandes momentos del film. Y tal vez la presencia de Milla Jovovich como Milady obligó a torcer el guión en pos de su lucimiento como heroína de acción, algo que a veces funciona y a veces no. El resto del elenco brilla por la excelente selección en el casting, donde cada actor ha sido elegido para representar a un rol que le calza como guante. Orlando Bloom como el Duque de Buckingham o Christoph Waltz, son dos ejemplos de esto. Es verdad que los amantes de la novela extrañarán algunas intrigas palaciegas, un poco más adultas, y que la historia de Milady es un poco liviana, pero hay que recordar que las películas tienen vida propia. Y esta versión de Los tres mosqueteros no es la excepción. Quienes aún no hayan leído el libro, encontrarán acá una espectacular película de acción y aventura. Y quienes amamos el clásico inmortal de Alexandre Dumas, tendremos la posibilidad de disfrutar de la película y jugar al juego de las similitudes y las diferencias. Por lo pronto hay que decir que el basarse en un clásico le permite a esta película tener un orden dramático y una serie de situaciones que no siempre pueden hallarse en el cine actual. De la mano de Dumas, esta película cumple su función de entretener y maravillar.
Capa, espada y efectos especiales Paul W. S. Anderson no se hizo demasiados problemas con la adaptación de esta novela clásica, que ya ha tenido una gran cantidad de versiones en el cine. Se inclinó por escenas de acción a granel y un tratamiento superficial y esquemático de los personajes, que sin duda son mucho más ricos de lo que se puede ver en la pantalla. Pero el director no intenta otra cosa que entretener al público y es por eso que apuesta fuertemente a la acción y a los impactos visuales. Desde este punto de vista logra ampliamente su cometido, ya que las casi dos horas de proyección no pesan sobre el espectador; y el tratamiento visual de la película resulta excelente, tanto en el vestuario de época como en la recreación (gran trabajo de los encargados de efectos especiales y de la generación de escenarios virtuales) de los ambientes en los que se desarrolla la narración. No es una novedad que los recursos electrónicos han permitido superar todo obstáculo a la hora de generar espacios virtuales, pero también hay que reconocer el talento de los escenógrafos para lograr la sensación de realidad que consiguen a lo largo de todo el filme. Y todo esto, para enmarcar adecuadamente las escenas de acción, inteligentemente coreografiadas y realzadas por la cámara lenta, que describen los frecuentes lances a punta de espada que protagonizan los personajes. Hay que tener en claro que se trata de una versión muy libre de la novela de Dumas. Por lo tanto, no debe sorprender que los personajes tengan actitudes y entrecrucen diálogos que a simple vista resultan anacrónicos; tampoco hay que ir a buscar una nueva mirada sobre un personaje arquetípico como D´Artagnan (a cargo de Logan Lerman, lejos del tamaño dramático del héroe imaginado por Dumas) ni sobre sus tres compañeros de andanzas. Si el espectador puede dejarse llevar por el ritmo de la aventura y el despliegue visual que se le ofrece desde la pantalla (mejor si es en 3D), la diversión y el entretenimiento están asegurados.
Es prácticamente imposible hacer una mala película sobre los personajes creados por Dumas. O mejor, se puede hacer una mala película que igual sea entretenida y cuente con buenos personajes. Los tres mosqueteros en versión Paul W. S. Anderson no es una mala película pero muestra problemas cuando quiere elaborar un discurso sobre los valores, el amor y el coraje. Esos problemas surgen sobre todo debido a la pobreza de muchos diálogos y líneas. Se sabe: Anderson nunca se distinguió por filmar grandes guiones, pero en su cine, lo que los diálogos no alcanzan a construir es repuesto por personajes bien delineados y por una atención puesta en los climas. El director de Mortal Kombat es principalmente un narrador de ambientes que se mueve con comodidad por cuanto género transite. Se nota en Los tres mosqueteros y su aire de aventuras clásico mezclado con ciencia ficción a lo Verne, o en la manera en que la película amalgama esos géneros con un estilo que oscila entre el respeto por la época y el anacronismo modernista (ver los gadgets que usa Milady de Winter o el peinado de Buckingham). Sobre esos pilares y las interpretaciones es que sostiene la última película de Anderson: Cristoph Waltz tiene a su cargo a un Richelieu pérfido y excéntrico que parece hecho a su medida; Orlando Bloom compone a su primer personaje interesante desde la primera entrega de Piratas del Caribe; Mads Mikkelsen hace un villano traicionero e inmoral y demuestra que los personajes malvados y carismáticos (y tuertos) son su especialidad (recordar al de Casino Royale); Luke Evans desgrana una actuación justísima como Aramis, quizás el personaje mejor logrado de toda la película. No importa qué tan malos sean muchos de los diálogos o las vueltas del guión si esos tipos y otros (como el gran Ray Stevenson, que le pone el cuerpo a Portos) son los que se cargan al hombro el relato. Incluso Logan Lerman como D’Artagnan puede hablar un montón de paparruchadas y salir bien parado gracias a su frescura de galancete juvenil y temerario. Las escenas de acción varían: cuando Anderson deja que sus personajes muestren sus habilidades de espadeo sin demasiados cortes, los combates funcionan visualmente gracias a coreografías y técnicas de esgrima pocas veces vistas en una película de aventuras. O sea, cuando el director confía en el peso de sus protagonistas más que en el vértigo del montaje, la película gana. Algo similar ocurre con la enorme cantidad de géneros y estilos que maniobra Anderson: comedia, tragedia, acción, intriga palaciega, espionaje, bélico, romance, relato de iniciación, etc.; cuando la película hace descansar el peso de esa batería de propuestas sobre las interpretaciones, el cóctel funciona a pesar del cruce caótico y desprolijo, como si los personajes estuvieran suturando el magma de referencias que ensaya la película. Ese parecería ser el conflicto interno principal de la película: apostar todo a la cantidad y la yuxtaposición o confiar en sus criaturas. Hay momentos en que Los tres mosqueteros no puede detenerse y necesita redoblar la propuesta constantemente: si aparece un barco volador que surca los cielos y es la nueva arma potencial de guerra de la época, entonces hay que poner otro barco más grande y más mortífero y, como frutilla del postre, una flota entera de estos que se dispone a invadir toda una nación. Como muchas películas que se saben débiles a la hora de construir un universo consistente, la película de Anderson opera siempre por acumulación: más géneros, más estilos, más conflictos, más acción (con más enemigos cada vez). Fuera de generar un pastiche con algunos buenos momentos y otros pésimos, Los tres mosqueteros pareciera no atreverse nunca a contar solamente la historia de los personajes del título y del recién llegado D’Artagnan; unas pocas pinceladas dispensadas a cada personaje alcanzan para pintarlo durante el resto de la historia sin buscar relieves o detalles nuevos. Así, tosca, petardista, la película de Anderson camina una cuerda flojísima de la que se cae en más de una ocasión: cuando no está concentrada en los desempeños individuales de los actores, Los tres mosqueteros tiene poco para ofrecer. Y eso tomando en cuenta que el guión parece dibujar temas que no son del todo aprovechados. Por ejemplo, la fuerza de los personajes femeninos que suelen ser las artífices de su propio destino sin importar las barreras morales que haya que demoler o las consecuencias que se deban pagar, como en el caso de Milady de Winter. O la relación entre el rey y la reina que la película utiliza solamente como un instrumento para construir tensión y de los que se burla con sorna relegándolos a los confines de la comedia romántica más tonta. También está la tecnología: Los tres mosqueteros, a pesar de construir una época ambigua en la que un barco volador puede aterrizar en un palacio de Versalles fielmente reconstruido, no aprovecha el choque para pensar algo de la técnica de ese mundo. Estos y otros son los temas que Anderson esboza apenas pero nunca se interesa por indagar, y esa falta de curiosidad seguramente sea el signo más evidente de la comodidad y las falencias de su película.
En su época de gentiles caballeros al servicio de Francia, los mosqueteros Athos, Aramis y Porthos robaron con la ayuda de Milady (Milla Jovovich) los diseños de una aeronave de alta seguridad diseñada por el maestro Leonardo Da Vinci. Traicionados por la damisela, quien se ofreció al mejor postor entregando los planos al lord inglés Buckingham (Orlando Bloom), los tres guerreros cayeron en la desgracia y en el olvido. Tres años después, el adolescente D’Artagnan viaja a Paris para cumplir su sueño de convertirse en mosquetero y encuentra al trío sin una cusa justa por la cual pelear. Cuando descubren que el Cardenal Richelieu (Christoph Waltz) trama una conspiración para derrocar al rey Luis XIII, los cuatro protectores de la corona francesa se unirán bajo el espíritu del “todos para uno y uno para todos”. Apenas inspirada en la obra de Alejandro Dumas, esta cinta dirigida por Paul W.S. Anderson tiene las dosis justas de aventura, humor, acción y romance. Pensada para todas las edades, las majestuosas locaciones y el lujoso vestuario impactarán a los adultos tanto como los combates harán lo propio con los niños. A pesar de ser una historia clásica, los guionistas la dotaron de detalles modernos: artefactos misteriosos, piezas de relojería que harían babear a cualquier investigador privado y barcos voladores. La utilización del 3D es más efectiva para aumentar la profundidad de campo que para el lucimiento de los objetos y los actores. La composición que Bloom realiza de Buckingham tiene tanto del capitán Jack Sparrow de Johnny Deep que podría considerarse un sutil homenaje.
Espadachines en decadencia Recuerdo cuando vi en 1995 Mortal kombat y pensé que era una película mucho más copada que Street fighter, estrenada el año anterior. Ahora me doy cuenta que el copado era Jean-Claude Van Damme, que rechazó el papel de Johnny Cage en la primera y prefirió a encarnar a Guile en la segunda. El film de Paul W.S. Anderson era exageradamente ceremonioso, construido como un manual de autoayuda con toda una parafernalia de efectos especiales sin verosimilitud. En cambio, la película de Steven E. de Souza era un disparate repleto de autoconciencia, que delataba permanentemente su artificio y hasta armaba una trama subversivamente política. A De Souza lo condenaron por completo, como si hubiera atentado contra una de las grandes propiedades artísticas de la historia. Por otro lado, Anderson fue construyendo una carrera tan variada como despareja: la fallida cinta de horror Event Horizon; el interesante western de ciencia ficción El último soldado; las esquemáticas Resident evil y Alien vs. Depredador; y la discreta pero cumplidora Carrera mortal. Ahora le toca adaptar esa gran saga literaria que es Los tres mosqueteros, escrita en el Siglo XIX por ese genio de la palabra escrita que era Alejandro Dumas. Pero Anderson no es precisamente un genio, ni siquiera una mente realmente creativa: sus productos no tienen una imaginación de gran altura y dependen bastante de los guiones o de algún actor sólido. Por eso en este film no hay personajes realmente bien configurados, sino meras insinuaciones, que responden a esquemas previos vinculados vagamente con las novelas, pero no realmente conectados. Se podría poner como excusa que Anderson va en busca directamente de la acción y que no está interesado en delinear tanto a los protagonistas, porque apunta a un público que ya conoce el mito fundante de Los tres mosqueteros. Pero sería una floja justificación, ya que siempre se necesita montar un andamiaje consistente que respalde lo que se está contando. Encima, el director falla en entregar secuencias de impacto realmente espectaculares: su puesta en escena es pobre y esquemática, abusa de los planos cortos y no aprovecha adecuadamente el 3D. Los tres mosqueteros tiene varios nombres interesantes en su elenco, como Christoph Waltz, Milla Jovovich, Logan Lerman y Matthew MacFayden, pero todos aparecen en piloto automático y desdibujados, en gran parte por culpa del guión. Otros, como Orlando Bloom, quien encarna al Duque de Buckingham, o Freddie Fox, en el papel del Rey, son directamente insoportables, a tal punto que anulan la narración cuando aparecen. Fallida a todo nivel, Los tres mosqueteros no es un fiasco gracias a que se basa, precisamente, en un material de enorme estatura. Aún así, lo que queda como recomendación, para pasar el mal trago, es rever la versión de 1993 dirigida por Stephen Herek, que era ágil, divertida y con un cast in plein forme. Sólo se necesita un poco de imaginación y atrevimiento para trasladar la literatura clásica a la pantalla grande. Pero ni eso tiene Anderson.
Escena 1. Toma aérea de Venecia en el siglo XVII. La ciudad se ve un poquito más iluminada que Nueva York, pero en esta época. No hay que subestimar el poder lumínico de miles de velas. Escena 2. “Calle” de Venecia en el siglo XVII. Un hombre emerge con un traje de buzo, para que nadie haga preguntas cuando desde abajo del agua y con la puntería de Rambo salga un cuchillo a clavarse en uno de los guardias. Acto seguido el hombre sale del agua con una pirueta, saca armas que se despliegan en cada una de sus manos como dos molinetes llenos de cuchillos. Se escabecha a los guardias. Luego entra el palazio. Descubre su cara. La imagen se congela en primer plano y toma la estética de un afiche de feria. Un cartel dice: Athos (Matthew MacFadyen). Otro tanto sucederá con Portos (Ray Stevenson), Aramis (Luke Evans, muy parecido a Orlando Bloom) y Milady (Milla Jovovich), que por ahora está entre los buenos. Los cuatro están ahí para robar los planos que Leonardo da Vinci hizo de una “Máquina de guerra”. Deben pasar por un pasillo-trampa, así que Milla Jovovich se acordó de todo lo que hizo en la saga “Resident evil” (2002/2010), y corre activando y esquivando dardos en una escena que sirve para anticipar al espectador a la sarta de ridiculeces que ocurrirán con la película, la historia, los personajes y casi todos los rubros técnicos. Del libro de Alejandro Dumas (que los guionistas Alex Litvak y Andrew Davies deben usar como posafuentes en el comedor) sólo están los nombres y algunos hechos puntuales mencionados en la historia, como la traición de Milady, el viaje a Londres a recuperar el collar, y algo de la historia de D’artagnan (interpretado acá por Logan Lerman). No mucho más. Cada vez que la historia se encauza con la que conocemos todos, sucede algo que la desvía por completo. Imagínese cuando aparece en el aire un engendro de barco pirata con un zeppelin ante la mirada atónita de los actores, y de los espectadores. La verdad, y perdone la expresión, se fueron al carajo. En cuanto a los rubros técnicos, mucho no ayudan. Para empezar no hay vestuario, lo que tienen puesto, desde los protagonistas al último extra, son disfraces diseñados por Pierre-Yves Gayraud. Excepto el cardenal Richelieu (Christoph Waltz), cuya vestimenta es la más próxima a lo creíble, el resto de la ropa parece estar copiada de de la revista infantil Billiken. La dirección de arte es flojísima, pero para el caso está bien porque es coherente con todo lo demás. Hay tanto efecto especial cortado por croma que debe haber sido difícil la fotografía, único rubro que sale airoso, porque hasta la música de Paul Haslinger es excesivamente trillada. “Los tres mosqueteros 3D” podría ser disfrutada por el público más joven, o por aquellos que no conozca la novela y la historia que narra y, por lo tanto, por los menos avezados. También por cualquiera que vaya advertido de buscar algo parecido a lo que Stephen Sommers hizo con “Van Helsing” (2004) y “La Momia” (1999), o mejor aún, comparándola con aquella adaptación de “Wild Wild West” hecha por Barry Sonnenfeld en 1999. Vale decir: Tomar personajes históricos de la literatura, del cine o de la TV y hacer con ellos otra cosa. Sino entra al cine sabiendo, esto perderá tiempo y plata.
Espadachines fuera del canon Esta versión 2011 de “Los tres mosqueteros” no es la primera que se sale del canon para la adaptación de la popular novela folletinesca de Alejandro Dumas (basta con recordar la versión que Richard Lester firmó en 1973). En ambos casos se presenta una versión modernizada, adaptada al espectador del presente. Lo que se echa de menos en esta flamante versión es el original sentido de la aventura, casi ausente en estos mosqueteros demasiado infalibles, más ninjas que espadachines, siempre airosos ante situaciones insalvables, acusando apenas un golpe o un rasguño. La película de Paul W.S. Anderson afirma su singularidad en una muy cuidada estética y la utilización de un humor que por momentos deforma a los protagonistas como ante un espejo circence, particularmente notorio en los personajes de Orlando Bloom como el duque de Buckingham, del cardenal Richelieu (Christoph Waltz) y del rey de Francia (Freddie Fox) llenos de tics, vanidosos y concentrados en la exterioridad de su vestuario. En el guión hay una línea generacional bien diferenciada entre el joven e inexperto D’Artagnan, idealista y campesino, que se une a los experimentados mosqueteros Athos, Porthos y Aramis. A cargo del primero, están los ideales y el romanticismo que contrastan con las decepciones de los demás, particularmente de Athos, quien afirma escépticamente creer sólo en el poder de la espada, del dinero y de la embriaguez. Todos comparten, eso sí, la valentía y la lealtad, una mosca blanca en un medio de intrigas y traiciones. Frente a este cuarteto heroico, se perfilan los villanos del cardenal y su espadachín tuerto, aportando perfiles interesantes y muy bien actuados por Christoph Waltz y Mads Mikkelsen, un malo convincente y obsecuente, que siempre apela a malas artes, un rubro al que también se incorpora la magnífica Milla Jovovich como Milady de Winter, quien enriquece su papel de fémina malvada con sus conocidas dotes de acrobacia. Anacronismos y espectacularidad El espíritu propio del cómic, la estética de videogame, los anacronismos, música grandilocuente, tomas aéreas y demás, le otorgan al film una espectacularidad con resonancia hueca que se intenta inflar aún más con aeronaves y otros artefactos de imposible existencia en la era de Dumas, a pesar de que los dirigibles no existieron hasta el siglo XVIII. Aun así, el argumento justifica su presencia en la primera secuencia, donde se buscan planos secretos atribuidos a Leonardo Da Vinci, a quien se atribuye haber diseñado estos navíos colgando de enormes globos de aire. En cuanto a las localizaciones, la película se filmó mayoritariamente en la zona de Baviera, Alemania y Francia, resaltando la belleza de algunos escenarios como Notre Dame, las fiestas en el jardín de Versalles y los despliegues de batallas en los cielos. Sin duda, los puristas del género de aventuras y los amantes del clásico de Alejandro Dumas no disfrutarán con la nueva adaptación cinematográfica, más cerca del cuento de hadas que del folletín de aventuras, pero quienes puedan transigir con la nada convencional versión a la hora de fidelidad al clásico se encontrarán con un trabajo técnico exquisito, vestuario maravilloso y las escenas de duelos a pura espada, filmadas con pericia notable y en tiempo real, donde se destaca el duelo entre el joven D’Artagnan y su antagonista sobre los techos de Notre Dame de París.
¿¿Mosqueteros o Videojuego...?? El director Paul W.S. Anderson fué práctico para hacer esta nueva versión del ya eterno clásico de Alejandro Dumas, le puso el condimento necesario para reciclarlo con muchas explosiones y situaciones "aggiornadas" más parecidas a un videojuego que a la historia tradicional de los valerosos mosqueteros del rey que suman en su aventura al joven espadachín D´Artagnan. El tema aquí objetable es..¿Es necesario ir una y otra vez por una historieta que ya uno conoce hasta el hartazgo..?, a sabiendas que hubo y existen buenisimas versiones anteriores, las hubo animadas, la memorable de la MGM con Gene Kelly de los años 40, una de Cantinflas, las divertidas y hoy ubicables en la red y en DVD de Richard Lester con un reparto lleno de figuras estelares de los años 70, si hasta existe una disparatada hecha en Argentina y filmada en parte en Uruguay por Julio Saraceni con Armando Bó como uno de los tres aventureros, y sin olvidar una bastante aceptable de los años 90 de la productora Disney con Charlie Sheen, Kiefer Sutherland y otros. La aparente falta de ideas de productores actuales hace que se reciclen una y otra y otra vez, pero con la incorporación de rarezas efectistas(aqui basicamente unas aeronaves: mitad carabelas-mitad zepellin), y ni alcanza para decir que tanto Orlando Bloom y Cristoph Waltz -este como el maldito cardenal Richelieu- están correctos. Pero no termina de cerrar como una peli aceptablemente pasatista.
Película alemana, rodaje en inglés, reparto internacional. Lo que queda de la obra de Alejandro Dumas es, más o menos, el hilo narrativo (la llegada del joven D'Artagnan, el amor entre Milady y Athos, el collar de la reina y la perfidia de Richelieu, más la personalidad de cada uno de los mosqueteros están allí) y se agregan violencias y efectos especiales, una espectacular batalla de naves aéreas (del siglo XVII) y -de pie- a esa parodista de Angelina Jolie, comediante sin par de cuerpo hecho para lo imposible llamada Milla Jovovich. El film es un caramelo para los ojos pero no carece de humanidad (la relación entre los Mosqueteros, el comportamiento de la reina Ana, la complicidad entre D'Artagnan y el rey, la precisa malicia del Richelieu de Christoph Waltz). Ni siquiera en las escenas de acción: aquí se honra al cuerpo humano en movimiento mucho más que a la computadora que podría hacerle hacer lo imposible. Un circo noble y sonriente, de esos que uno disfruta con -y como- un chico maravillado.
El malo de los Anderson, es decir que no estamos hablando ni de Paul Thomas ni de Wes, se encaprichó con llevar a la gran pantalla una nueva adaptación del clásico literario escrito por Alejandro Dumas titulado Los Tres Mosqueteros y el resultado es una endeble y mala película que hace agua por todos lados. Si bien todos conocemos la historia de Los Tres Mosqueteros, en esta adaptación nos contarán como el joven, inexperto y duvitativo rey Luis XIII es manipulado por el Cardenal Richelieu para lograr hacerlo caer del trono y así convertirse en el próximo gobernante de Francia. Para esto el ¿temeroso? Cardenal cuenta como aliada con una inexcrupulosa espía que trabaja para ambos lados para así desatar una guerra contra la Inglaterra del Duque de Buckingham. Athos, Aramis y Porthos, más el joven D'Artagnan, serán los encargados de frenar la conspiración y así devolverle la paz a su querido reino. Todos sabemos que si Paul W. S. Anderson se encuentra detrás de las cámaras tendremos acción vacía, fuera de contexto y grotesca asegurada, aunque realmente no pensé que Los Tres Mosqueteros se me iba a hacer tan difícil de asimilar. ¿Se puede adaptar un clásico literario como la novela de Alejandro Dumas para convertirlo en una película de videojuegos con acción futurista a lo Matrix "de época"? No tengo una respuesta, ya sea afirmativa o negativa, debido a que en el cine es muy complejo marcar límites, aunque lo que si puedo asegurar es que esa supuesta fusión en Los Tres Mosqueteros no funciona en absoluto. Básicamente porque Anderson no supo narrar una historia sencilla, sin demasiadas vueltas, tratando de partir desde una básica pero sólida plataforma que le de una mínima relación para así poder desplegar sus conocidos artefactos pirotécnicos en materia de acción. Esto se da porque a lo largo de sus 110 minutos no se discriminan, ni se priorizan las escenas de acción, que de por si merecen un resaltado importante, para allí implementar espectaculares coreografías, ralenti y demás recursos, y así no agotar todas las balas en escenas que no valen la pena o incluso para no abusar totalmente de estos recursos y así terminar demostrando unas secuencias de luchas totalmente insufriblemente repetitivas. También Los Tres Mosqueteros falla en la implementación estética de las escenas futuristas de acción que no pegan en absoluto con la solemnidad que poseen todos sus diálogos. Más allá de lo grotescas e insoportables que resultan las largas luchas, Anderson no se encarga de crear y desarrollar un solo personaje que logre generar algo de empatía y que se encuentre lejos del típico estereotipo del querido género de aventuras. Hay momentos donde es increíble ver a actores de buenas actuaciones para este tipo de films como Ray Stevenson o Milla Jovovich totalmente desdibujados y hasta sobreactuando gestos como si buscaran desesperadamente generar alguna sensación en el espectador. En toda película de aventuras debe haber villanos que estén a la altura, sino la tensión y el peligro que se necesita es imposible que sean transmitidos. Tanto la versión gay del Duque de Buckingham a cargo de Orlando Bloom, como la caracterización desaprovechada y edulcorada del Cardenal Richelieu en manos del genial Christoph Waltz o la ya nombrada patética labor de Jovovich como Milady de Winter no logran producir un mísero centésimo de temor para conseguir que la historia pueda sostenerse sobre sus hombros y marche hacía un final mínimamente entretenido. Lamentablemente el género de aventuras se encuentra maltratado este año con esta nueva versión de Los Tres Mosqueteros y la aburrida y desangelada Piratas del Caribe: Navegando Aguas Misteriosas.
Dumas Pop The Three Musketeers es la nueva versión "by Paul W.S. Anderson" del ya conocidísimo clásico de Dumas, que debo decir, tuvo buenas intenciones, pero que finalmente se quedaron cortas y se desinflaron en el camino. Analicemos un poco. Paul W.S. Anderson es un director que viene del cine de acción 100% pochoclero, con producciones exageradas y fantasiosas, pero que han logrado establecer una estética que ha captado la simpatía de un gran grupo de espectadores. Es conocido sobre todo por ser el director y escritor de varias entregas de la famosa franquicia "Resident Evil". También dirigió otros films como "La Carrera de la Muerte" y "Alien vs Depredador", por lo que se podrán dar una idea del tipo de acción que le gusta poner en pantalla. Debo reconocer que el tipo tiene un talento comercial bastante desarrollado, con su sello característico, y que logra que algo tan gastado como los zombies produzcan una franquicia que en breves presenta su 5ta entrega ("Resident Evil Retribution"). Esta vez, creo que le erró y dejó muy de lado la cuestión de la trama, creando un mundo que atrae por su mezcla de pasado y futuro (se conjuga personajes de época con personalidades modernas), pero que repele por el lado de la historia. Todo lo que sucede en los 110 minutos de metraje es por demás "Light", eliminando aspectos mucho más sórdidos e interesantes de la novela original de Dumas, que creo habría funcionado mucho mejor que esta versión infantil. Está claro que la película va dirigida a un público bien adolescente, con escenas tan efervescentes como absurdas, con secuencias de peleas a lo Matrix y armas ultra modernas escondidas detrás de elementos de época como una peineta, pero eso no quiere decir que no se pueda mixar con una trama picante y más madura. Los diálogos están llenos de clichés, los mosqueteros no se destacan para nada salvo el joven D'Artagnan, y los villanos no convencen, con excepción de la siempre grata Milla Jovovich que compone a una Milady de Winter tan linda como letal. Hay algunas escenas de acción muy bien filmadas que recuerdan a un buen "Piratas del Caribe" mezclado con "Resident Evil", pero la verdad es que con sólo algunas escenas entretenidas no se compra al espectador, o al menos no me pudo comprar a mí. El resultado termina siendo mediocre, maravillando por momentos y provocando sensación de vergüenza ajena en otros. Insisto, la intención creo que fue buena, pero la composición final se termina desinflando por falta de carácter y guión.
Basada en la obra de Alejandro Dumas, las aventuras de D'Artagnan (Logan Lerman), Athos (Matthew Macfadyen), Porthos (Ray Stevenson) y Aramis (Luke Evans) son llevadas nuevamente a la pantalla grande, pero esta vez de la mano de un director de super acción como lo es Paul W. S. Anderson ("Resident Evil"). La historia comienza en Venecia, con los Tres Mosqueteros y Milady de Winter (Milla Jovovich) tratando de robar los diseños de una aeronave diseñada por DaVinci, misión que concretan con éxito hasta que su bellísima y pícara cómplice los traiciona vendiéndole los planos a un mejor postor. Tres años más tarde nos encontramos con un joven y aguerrido D'Artagnan viajando hacia Paris para enlistarse en el cuerpo de Mosqueteros, pero en el camino se mete en todo tipo de problemas. Aunque los mosqueteros ya no son lo que fueron años atrás, las vueltas de la vida llevan a D'Artagnan a unirse a los tres veteranos para evitar que el malvado Cardenal Richelieu (Christopher Waltz) se apodere de Francia y la lleve directo a la guerra contra el poderoso y antipático Duque de Buckingham (Orlando Bloom). En lo que respecta al guión, no vamos a descubrir nada nuevo, la esencia se mantiene pero con muchas libertades adicionales como los "novedosos" artilugios y armamentos que guardan la estética de aquellos años pero que son muy avanzados para la época. Aunque esta versión de "Los Tres Mosqueteros" es bastante diferente a todo lo vimos en el pasado, visualmente, es como si a "Piratas del Caribe" se la mezclara con "María Antonieta-La Reina Adolescente" y se le agregaran las típicas escenas de acción de "Resident Evil" o "Kill Bill", buenas dosis de humor y además es en 3D. Esta receta hace que este filme sea sumamente entretenido de principio a fin.