Luna de Miel en Familia es una comedia bien familiar y con buen ritmo, que comparada con las últimas producciones de Sandler, es una maravilla. Ayuda mucho al relato la buena química entre la pareja protagonista y las buenas actuaciones, ya que no hay nada sorprendente ni poco visto en la trama. Si sos fiel seguidor de...
Unidos y revueltos Con este nuevo opus dirigido a toda la familia, el comediante Adam Sandler confirma un alejamiento total de lo que otrora se podía considerar la nueva comedia norteamericana para caer en las redes del conservadurismo menos interesante de la comedia hollywoodense de los últimos tiempos. La química entre Sandler y Drew Barrymore en esta tercera película juntos permanece intacta pero eso ya no alcanza tratándose de una comedia ATP, que tiene muchas aristas cuestionables incluso desde el punto de vista de la comedia romántica en sí misma o esta especie de puesta a punto de las historias de segundas oportunidades que apuestan a la recomposición de los vínculos afectivos a partir de una gran pérdida. Quizá el único elemento a destacar en cuanto a la presentación no tan convencional del núcleo familiar es que el cruce de los dos grupos compensa la ausencia paterna y materna simultáneamente, dado que para Sandler y sus tres hijas la presencia de Barrymore necesariamente representa la figura maternal ausente y lo mismo ocurre en relación al lugar desplazado de un padre divorciado y poco atento a su hijo preadolescente que ocupa espontáneamente Sandler y su deseo frustrado de contar con un hijo varón. Planteado el cuadro de situaciones, ambos personajes se encuentran en momentos de recomposición tanto afectiva como familiar para lo cual es necesario un viaje lo suficientemente atractivo para que la misión tenga éxito: Jim (Adam Sandler) se hizo cargo de sus tres hijas tras la muerte repentina de su esposa, herida que aún no cicatriza en el seno familiar y que arroja como resultado diferentes conflictos con cada una de ellas como por ejemplo la del medio que dialoga con su madre muerta y la hace participar de todas sus actividades o la mayor con fuertes rasgos varoniles que le juegan en contra a la hora de querer resaltar su femineidad ante el sexo opuesto. Por su parte, Lauren (Drew Barrymore) ha llegado al divorcio tras las infidelidades de su esposo y trata de criar a sus dos hijos como puede mientras se apaña con un trabajo que consiste en ordenar placares de gente con dinero junto a una amiga (Wendi McLendon-Covey), quien intenta convencerla por todos los medios para que encuentre un nuevo hombre en su vida. Luego de una primera cita a ciegas desastrosa con Jim donde queda clara la incompatibilidad de caracteres, el destino y los caprichos de los guionistas los vuelve a unir y por accidente ambos deciden aprovechar unos pasajes y estadía en el continente africano para concretar esas vacaciones tan ansiadas y si es en un continente exótico mucho mejor aún. África y sus exotismos for export son el centro de la acción para que se cimente la relación entre Jim y Lauren, acompañados de sus hijos, para conformar una familia completa en donde cada miembro experimente la cuota de aprendizaje adecuada para la transformación y todo marche sobre ruedas mientras el romance de uno con el otro inicie un lento recorrido. Pero es mayor el énfasis en la construcción de esta nueva familia numerosa que de la pareja en sí misma lo que hace en definitiva que esta comedia transite hacia los lugares comunes de los productos ATP, lejos de las irreverencias de aquel muchacho transgresor criado en la factoría Saturday night live hoy devenido holgazán conservador. Por eso en Luna de miel en familia no hay exabruptos y los pequeños deslices políticamente incorrectos son más que inofensivos en base a la fuerte carga emocional que atraviesa el relato. El Sandler familiero aquí está en su salsa con un papel hecho a su medida pero ha quedado estancado en esa mirada complaciente y hasta ingenua del humor que para aquellos que busquen sus orígenes de originalidad o riesgo, ese aspecto ya forma parte de una leyenda más que de una posibilidad a futuro. Más allá de estos apuntes, la película como comedia familiar funciona solamente por la sinergia de la pareja protagónica y algunas chispas de humor a cargo de Sandler cuando se olvida de su rol de padre viudo y deja que el chico maldito que vive aún en lo más profundo de su ser aflore.
El oasis de Sandler No es ninguna novedad señalar que Adan Sandler viene de capa caída, enhebrando a lo largo de los últimos años una sucesión de comedias entre apenas aceptables (Jack y Jill) y otras lisa y llanamente horribles (Son como niños). En ese panorama, y sin ser un regreso con gloria ni mucho menos, Luna de miel en familia es un pequeño oasis. Dirigido por Frank Coraci (viejo conocido de Sandler desde El aguador, La mejor de mis bodas y Click, perdiendo el control), el film tiene al ex Saturday Night Live en la piel de un padre viudo a cargo de tres hijas que, dispuesto a rearmar su vida emocional, tiene una cita a ciegas con Lauren (Barrymore). Las cosas tampoco andan demasiado bien para ella, con un reciente divorcio y dos hijos a cuestas. El resultado de la velada es cualquier cosa menos positivo, pero por una sucesión de casualidades que sólo ocurren en Hollywood, ellos y sus hijos terminarán en un resort en África, donde, claro está, verán que en el fondo no son tan distintos. Es cierto que nueve de cada diez chistes emanan el tufillo de lo ya visto, pero Luna de miel en familia exhibe otra vez la química entre Sandler y Barrymore. En ese sentido, el film suma puntos cuando, sobre la última parte, deja de lado la búsqueda de comicidad para centrarse en el incipiente romance entre ellos, retratándolos siempre desde una óptica cariñosa y preocupada. Naif y felizmente inocentona para algunos, posiblemente conservadora para otros, Luna de miel en familia remite por momentos a Como si fuera la primera vez, con Sandler dejando atrás su habitual tendencia a la explosión para convertirse en un ser tierno y su habitual adulto que aún hoy no se resigna a serlo. Así, el film terminará siendo una correcta comedia romántica. Quizás no sea demasiado, pero, en el contexto artístico descendente de la filmografía de Sandler, es más que suficiente.
Los tuyos, los míos y todos los problemas En la tercera comedia romántica protagonizada por Drew Barrymore y Adam Sandler, llamada Luna de miel en familia (Blended 2014) la cohesión o mezcla a la que alude el título original lograda entre ellos, y la sinergia entre historia, escenarios, dirección de Frank Coraci y actuaciones, es tan perfecta que sorprende. Jim (Adam Sandler) y Lauren (Drew Barrymore) son dos padres que luchan en soledad por sacar adelante a sus hijos (dos ella, tres él), con la particularidades que el género en cuestión de cada uno de ellos conlleva. Luego de una malograda cita a ciegas en la que Jim no hace más que desagradar a Lauren, cada uno vuelve a su rutina diaria. Lauren trabaja con una amiga (Wendi McLendon-Covey) que sale con un multimillonario con el que iba a hacer un viaje al África hasta que se enteró que tiene cinco hijos. Al intentar cancelar todo y no poder, tanto Jim como Lauren deciden comprar la parte de los pasajes (sin que uno sepa que el otro pensó lo mismo) y viajar por separado con sus hijos a la “selva” para estrechar los vínculos familiares. En África los grupos familiares de cada uno comenzarán a interactuar entre sí y también ayudarán a cada uno a los hijos con problemáticas particulares para que sean aceptados. El hijo menor de Barrymore no puede superar ser malo en los deportes, la hija mayor de Sandler parece -y es confundida constantemente con- un varón, la hija del medio además “convive” con el fantasma de la madre muerta, etc. En ese asistirse y reconocer en el otro la posibilidad de una figura paterna o materna (según el caso) para su grupo es en dónde el film comenzará a recrear el espíritu de las mejores comedias románticas norteamericanas. Eso sí, sin dejar de lado algunos puntos de la nueva comedia americana como las bromas escatológicas, la exacerbación del sexo, y la puesta al día de la cultura popular, que tan bien le quedan a Sandler y a todas las producciones de Happy Madison. Una serie de personajes secundarios aportarán cada uno los momentos necesarios para lograr que no decaiga la tensión entre los protagonistas (por ejemplo el increíble Terry Crews como el líder del grupo nativo Thatoo que cambia canciones clásicas para narrar situaciones del film), pero también irán ganando su espacio propio. Además, los escenarios exóticos y los paisajes, como así también la utilización de la naturaleza como un actante más potencian las situaciones que al aire libre harán atravesar a cada uno de los viajeros. Entretenida, dinámica y con una química increíble entre la pareja protagónica, Luna de miel en familia es una comedia ideal para ir al cine en familia y salir con una sonrisa de oreja a oreja.
Una paradoja en Sudáfrica. Por lo general cualquier intento por definir la figura de Adam Sandler rápidamente deriva en apreciaciones muy coloridas sobre su incapacidad interpretativa, la mediocridad de los productos en los que participa, qué puesto ocupará el film en cuestión en el ranking de las “peores películas del año” o la vergüenza ajena que despiertan los colegas que lo acompañan en dichas “aventuras cinematográficas”, por utilizar un eufemismo a la altura de las circunstancias. Si bien siempre encontramos algún que otro desubicado que reconoce ver sus opus, aunque por suerte casi nadie osa defenderlos, lamentablemente su nombre es sinónimo de bazofia vulgar y un sinfín de insultos -para nada diplomáticos- hacia el señor. Lo cierto es que en el trajín de este desprecio merecido, muchas veces se pasa por alto el hecho de que no toda la obra de Sandler es un desastre absoluto: llegado este punto conviene aclarar que no nos referimos a la excelente Embriagado de Amor (Punch-Drunk Love, 2002) de Paul Thomas Anderson, el único indicio real de que el actor puede ir más allá de esa comedia ingenua y grasienta que lo caracteriza, sino más bien a la amplitud cualitativa -escueta, por supuesto, pero innegable- de una carrera que a simple vista parece girar sobre sí misma y morderse la cola. Tampoco deberíamos indignarnos tanto ante su “propuesta promedio” ya que asalariados de un género/ estilo determinado hubo siempre. En buena medida Luna de Miel en Familia (Blended, 2014) tiene el curioso privilegio de ser una de sus realizaciones más “amenas” a nivel formal aunque a costa de haber adoptado los esquemas del conservadurismo estadounidense más cuadrado. En ocasiones, a lo largo del metraje, la paradoja genera sonrisas involuntarias: este nuevo exponente de Happy Madison Productions, la compañía desde la que concibe sus propios proyectos, funciona como una oda vetusta al matrimonio tradicional, léase el de “marido y mujer” con sus vástagos correteando por ahí cual animales pastando en el prado. Precisamente todo el relato está encausado hacia la legitimación paulatina de ese modelo de felicidad petrificada. Así las cosas, la historia se centra en Jim (Sandler), un viudo con tres niñas, y Lauren (Drew Barrymore), una divorciada con dos varones, otra de esas parejas desparejas que por la “magia hollywoodense” termina haciendo turismo en una Sudáfrica de cartón pintado y descubriendo el amor, o -en otras palabras- la necesidad de combinar clanes para “reparar” esa miseria crónica que arrastran por vivir “en soledad”. A partir de un devenir que se extiende más de lo debido pero que por lo menos reduce al mínimo el cúmulo habitual de chistes retrógrados, infantiles, racistas, escatológicos y/ o de citas banales, el convite lleva su mediocridad con relativa cautela y construye un verosímil tan fatuo como ridículo…
Es posible que todos los estereotipos rancios y la estupidez general de los chascarrillos de Luna de Miel en Familia no sean lo más importante de la película. Pero ahí están. Densos, de principio a fin. Los negros más siervos de la historia y la chica que es fea porque es masculina son los ejemplos más representativos de la idiotez reinante que atrasa un siglo. Y digo que posiblemente no sean lo más importante porque la película se va superando a medida que avanza. En el primer acto, donde conocemos a los personajes, no hay un solo chiste gracioso; las penosas escenas cómicas anuncian lo peor. Sin embargo, el tedio inicial va desapareciendo gradualmente con el avance de un ritmo en el que los chistes disfuncionales importan menos. Adam Sandler interpreta en piloto automático a un empleado de clase media americana. Richard Brody, en su crítica de Luna de Miel en Familia en The New Yorker, dice que la burbuja en la que viven las estrellas de Hollywood no les permite entender e interpretar vidas ordinarias. Y esto puede llegar a ser cierto en algunos casos y podría serlo todavía más en un contexto naturalista. Pero no lo es en el caso de las películas de Happy Madison, donde la realidad suele estar más cerca del cuento de hadas. En esta oportunidad, Sandler es un viudo padre de tres hijas que sale en una cita a ciegas con una divorciada (Drew Barrymore) madre de dos varones. En la cita se odian pero por esas cuestiones de los guiones perezosos, se vuelven a encontrar en un hotel de Sudáfrica donde pasarán juntos las vacaciones. Y a medida que pasan los minutos, Luna de Miel en Familia no sólo se va superando en el dinamismo con el que nos cuenta la historia, se supera también en el foco; porque a medida que avanza, los chistes pedorros dejan de ser centrales para darle protagonismo a la historia de amor, donde la simetría de las vidas y los lugares comunes no restan. En esa historia, la importante, que trasciende toda la pelotudez del hotel de Sudáfrica, está el núcleo duro; y es ahí donde se evaporan los delirios reaccionarios involuntarios del discurso, involuntarios porque se percibe que Sandler o Coraci o los escritores pecan más de imbéciles que de racistas o de conservadores. De hecho, esta “luna de miel” propone un aggiornamiento de las películas familiares, es consciente de las nuevas familias (de dos padres, de dos madres, de millones de separados) y propone una historia de romanticismo familiar donde los lazos de sangre y la estructura de otros tiempos importan un bledo.
Adam Sandler volvió a trabajar en esta producción con Drew Barrymore y el director Frank Coraci, con quienes había hecho años atrás El cantante de bodas (1998) y Como si fuera la primera vez (2004). Luna de miel en familia no logró tener la misma repercusión que aquellas películas en la taquilla de Estados Unidos pero resultó uno de los trabajos más decentes que brindó Sandler en el último tiempo. Esta es una comedia romántica muy entretenida que funciona por la excelente química que tienen los dos protagonistas, quienes en este caso estuvieron rodeados de un muy buen grupo de chicos que interpretan a sus hijos en la trama. A diferencia del film de Seth MacFarlane, esta propuesta tiene más momentos graciosos que logran hacerte reír con escenas que están muy bien ejecutadas por el director Coraci. Si bien la historia es bastante previsible y no hay grandes sorpresas en el argumento, la película logra ser entretenida por el trabajo del reparto, donde se armó un buen ensamble de actores. En esta producción sobresalen especialmente las locaciones en Sudáfrica, cuya belleza el director supo capturar con la cámara y la fabulosa interpretación de Terry Crews en un bizarro rol secundario. Deberían estrenarse más películas con Crews, quien se desenvuelve muy bien en la comedia y también lo demostró en series de televisión como Arrested development y Are we there yet? Acá está muy gracioso con un personaje completamente absurdo. De las tres comedias que brindaron la dupla Sandler-Barrymore, Luna de miel en familia es probable que resulte la menos recordada con el paso del tiempo. Sin embargo, eso no significa que no sea una buena propuesta dentro de este género que ofrece un momento ameno y entretenido en el cine.
Ya pasaron diez años desde Como si fuera la primera vez (50 First Dates) y dieciséis desde La mejor de mis bodas (The Wedding Singer), dos comedias románticas notables, dos películas bien Sandler y dos pruebas contundentes de que el actor y Drew Barrymore poseen una química poco común. Ahora ambos vuelven a otra película protagonizada y producida por el cómico neoyorquino. Sandler no dirige, pero su filmografía -salvo en excepciones como Punch-Drunk Love, de Paul Thomas Anderson, y Funny People, de Judd Apatow- suele pertenecerle y se reconoce entre otras cosas por un humor furioso, desatado, veloz y con altibajos aun cuando trabaje con diferentes directores. En sus films suele haber profusión de chistes casi sin filtro, sin pausa, como si se tratara de probar un muestrario a veces abrumador. Por un lado, uno no puede creer que algunas situaciones hayan pasado los filtros del cine industrial y por otro, los aciertos son un prodigio de velocidad, originalidad, timing e inventiva. Luna de miel en familia no sorprende: Sandler y Barrymore parecen haber nacido para actuar juntos (aquí con el agregado de la variante odio-amor que funcionaba también y tan bien en Una esposa de mentira, la de Sandler con Aniston). Y realmente saben pelotearse, pegarse verbalmente, picarse. Esta película tampoco sorprende por la cantidad de chistes y gags: los hay casi sin pausa y con muy diversa suerte, aunque los aciertos son fulgurantes, explosivos. Hay muchos ejemplos, pero mencionarlos arruinaría el crucial factor sorpresa. Sí se puede mencionar el delirio del comentario musical del "grupo Thathoo", un coro africano comandado por Nickens (es decir, Terry Crews, ese actor enorme que hizo de presidente Camacho en la imprescindible La idiocracia). La mayor parte de esta película transcurre en África, en un resort para familias "ensambladas", lugar al que llegan, por un parche bestial del guion, Sandler y Barrymore (padre de tres hijas y madre de dos hijos, respectivamente). La película es sensiblera a veces, chapucera un poco, tosca en ocasiones y se estira al volver de África. También está llena de ideas cómicas en situaciones de conflicto, en canciones, en diálogos veloces, en respuestas-latigazos, en humor físico preciso y eficaz (el chico dormido, el "masaje" de dedo). Como en casi todo el cine de Sandler, hay publicidades descaradas de comida, de lugares, de ropa: el consumo estadounidense poco sofisticado es su fondo de cocción. Y también, como en casi todo el cine de Sandler, hay un corazón enorme puesto en crear los personajes principales y los secundarios -aquí hay no menos de diez para destacar- y mucha generosidad a la hora de que todos en el elenco tengan chistes para lucirse. Y, por sobre todas las cosas, hay una enorme convicción en su amor por la comedia, un camino bastante eficaz a la hora de disimular o atenuar defectos y descuidos.
Era hora de que Adam Sandler deje sólo de hacer reír y apele a las emociones. Eso no quiere decir el golpe bajo, lo chabacano, sino al nervio: la familia ensamblada. Luego de la olvidable Son como niños, el adultescente Jim (Sandler) encarna a un padre viudo a cargo de tres hijas (una de ellas llamada Espn, ja) quien busca reencausar su vida sentimental con una (fallida) cita a ciegas con Lauren (Drew Barrymore), su contracara: ella es rígida, obsesiva del orden y tiene dos hijos, con personalidades muy bien diferenciadas: un nerd y otro hiperquinético. Jim y Lauren siguen con sus vacías vidas hasta que se cruzarán nuevamente, pero no en la ciudad. El acierto de Luna de miel en familia fue salir del ámbito urbano, recurso hiperexplotado, y aterrizar en tierras africanas con un resort de recreo para familias de todo tipo. Allí empieza otra película: los límites entre adultez y niñez, por momentos son difusos con un sinfín de actividades. Y los momentos románticos, brillan. Cuando la diversión programada asfixia, la naturaleza da su mano en el filme, en un tono algo trillado, y aparecen personajes graciosos como el desmemoriado anfitrión (Mfana) o el divertido grupo Thathoo, una versión oompa loompas (vean Charlie y la fábrica de chocolate) que hacen un variado sketch según cada acción. Frank Coraci (con quien Sandler trabajó en El aguador, La mejor de mis bodas y Click, perdiendo el control) reinventó a uno de sus actores fetiche y lo liberó del argumento jocoso para que coquetee con el drama (atención al fantasma de la madre ausente). Luna de miel en familia no se atropella en gags desmedidos, cada uno cae y se decanta sin forzarse. Atención a la lúdica pareja Eddy (Kevin Nealon) y la pulposa Ginger (Jessica Lowe): años atrás podría haber sido Jim y Lauren, Pero no, los tiempos cambian.
Románticas vacaciones en África La pareja Sandler y Barrymore retorna luego de varios años al género que mejor les calza: la comedia. Pero decir comedia implica abarcar un montón de vertientes dentro del género: sofisticada, familiar, demencial, grosera, romántica. En fin, como cualquier género con sus propios códigos, también la comedia es ampliamente democrática en sus intenciones. Años atrás Sandler fue un gran comediante, por ejemplo, cuando se reunió con Barrymore y dejaron un par de películas destacables, entre ellas, La mejor de mis bodas del mismo Frank Coraci, director de Luna de miel en familia. Pero eso fue hace quince años, cuando los dos estaban lejos de los cuarenta y aun había lugar para el riesgo, la mordacidad, la situación original. Pero el tiempo, tirano como siempre, fue disminuyendo el prestigio de Sandler como comediante y algo más (¡cómo se extraña su curioso papel en Embriagado de amor de Paul Thomas Anderson!), en tanto, la ex niña prodigio Barrymore se convirtió en uno de los ángeles de Charlie con tal de sobrevivir en Hollywood. Luna de miel en familia es otra película de crisis dentro de la tan elogiada "nueva comedia americana" surgida hace dos décadas. El planteo del comienzo es atractivo: el viudo Jim y la divorciada Lauren tienen una primera cita a ciegas digna de olvidar y ambos, por separado, deciden irse al África pero no solos sino con los cinco hijos que suman entre ambos. Acá aparece otro problema de la comedia norteamericana de estos días: mostrar ese paisaje a descubrir como si fuera una postal turística (ay, esos planos aéreos de jirafas corriendo de acá para allá). Pero el cambio más importante del género se relaciona con las familias numerosas y con un modelo conservador sobre la vida donde los hijos adquieren protagonismo –cada uno con sus problemas– y los padres pasan a segundo plano. En ese desfasaje que vive el género, la simpatía de Sandler y Barrymore pierde la partida en Luna de miel en familia, dejándole espacio a sus vástagos, como si se tratara de un jardín de infantes y adolescentes de características turísticas donde aquello legitimado y aceptado vence por afano a esa revolucionaria entelequia denominada "nueva comedia americana".
La única con gracia es Drew Barrymore La química ya comprobada entre el dúo de protagonistas, Adam Sandler y Drew Barrymore, es básicamente lo que salva a esta comedia disparatada y no muy bien escrita del desastre total. En realidad, también algunos animalitos y paisajes africanos ayudan a mantener el buen humor, pero no mucho más. Frank Coraci es el director que además de hacer varias películas con Sandler, fue el que tuvo la idea de unirlo a Drew Barrymore en un film ya lejano que quizá algunos fans de la comedia boba puedan recordar como todo un clásico, "The Wedding Singer", uno de los momentos culminantes en el lanzamiento de este comediante que tiene el raro don de permanecer fuerte en la taquilla a pesar de no tener casi ninguna película realmente buena. Pero por lo menos las películas de Sandler muchas veces tienen cierta originalidad o audacia, como en el caso de "Click!" que también dirigió Coraci- dos cualidades que en esta nueva comedia realmente no abundan. De hecho, la trama podría describirse como una ultratonta e inverosímil variación de "Ocho son suficiente" o "La familia Brady", con un viudo y una divorciada uniendo sus respectivas proles luego de una terrible cita a ciegas que, de todos modos, los lleva a un resort sudafricano especializado en combinar diversión familiar con actividades que permiten retomar la chispa romántica a los adultos. Es decir, sintetizando, la "Luna de miel en familia" a la que se refiere el título local. La trama incoherente igualmente le permite algunos momentos graciosos a Drew Barrymore, que antes de que todo el mundo termine en Africa, es el principal apoyo del humor y los gags más o menos eficaces (en todo el principio del film hay una preocupante cantidad de chistes que no funcionan en absoluto). Luego, ya llegados a Africa, las cosas se distienden y permiten arrancar al menos una sonrisa debido quizá no tanto a un humor mucho más agudo sino más bien al ambiente exótico y a situaciones que mezclan la comedia con la aventura , como por ejemplo una escena bastante graciosa con rinocerontes. Por lo demás, salvo para los fans de Shaquille O'Neal que hace un cameo- es difícil encontrar un buen motivo para ver esta película en el cine y no esperar más moderadamente a que esté disponible en DVD o en el cable.
La última de Sandler Adam Sandler y Drew Barrymore vuelven a encontrarse en una película a 10 años de Como si Fuera la Primera Vez (50 First Dates) y a 16 de La Mejor de mis Bodas (The Wedding Singer). El film encargado de juntarlos nuevamente es Luna de Miel en Familia (Blended) donde la pareja de actores demuestra que la química demostrada en el pasado sigue intacta y hasta incluso que ha evolucionado. Jim (Sandler) y Lauren (Barrymore) tienen una cita. Esa cita sale muy mal. Ambos son padres solteros llegando o entrados en los 40 años que aún no han podido encontrar un nuevo compañero de ruta. Jim y Lauren están estancados, infelices, no le encuentran la vuelta a la crianza de sus hijos. El primero trata a sus tres nenas como si fueran hombres y la segunda no puede encauzar las frustraciones de sus hijos por tener un padre ausente. Después de aquella fallida salida el destino quiso que se encuentren en un supermercado cumpliendo con deficiencias las tareas que debería ocuparse la otra parte de la relación por cuestiones de género. Jim compraba tampones y Lauren una revista porno. Se ayudan y hay cierto complemento, aunque todavía siguen sin tolerarse. Un “milagroso” (ayyy el guión) viaje a África, que ligan de arriba de distintas personas y por separado, los cruzará nuevamente y aunque al comienzo sigan llevándose bastante mal la convivencia les demostrará que tienen mucho más en común de lo que piensan. El director de Luna de Miel en Familia es Frank Coraci, que también fue el encargado de llevar las riendas en la citada La Mejor de mis Bodas, Click o El Aguador. Más allá de quién esté detrás de las cámaras, una película “con Adam Sandler” es en realidad una película “de Adam Sandler”. Hay excepciones como Embriagado de Amor (Punch-Drunk Love) o Hazme Reír (Funny People) que serían obras cabales “de Paul Thomas Anderson” y “de Judd Apatow” respectivamente y no de Sandler. Pero en líneas generales el actor nacido Nueva York ha sabido construir una filmografía con una línea autoral bien marcada que trasciende su rol delante de las cámaras. Puede gustar o no, pero todos sabemos claramente lo que vamos a encontrar cuando Adam Sandler es la estrella de una película. El humor de trazo grueso (que no se entienda como algo negativo), el conservadurismo, los momentos dramáticos que lindan el golpe bajo, los miles de chistes a tiempo y también a destiempo, la incorrección de sus gags, las poco sutiles publicidades, las situaciones que rozan los límites de la vergüenza ajena y esa estridente voz cada vez más ronca son algunas de las marcas de su cine. Es un combo, tómalo o déjalo. Puede gustar o no, pero a esta altura todos deberíamos saber lo que vamos a encontrar cuando Sandler es la figura principal de una película. Y Luna de Miel en Familia no es una anomalía en su rica filmografía. Es la última “de Sandler” con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. En líneas generales siempre es más bueno que malo, pero ahí están Jack y Jill, Son Como Niños 1 y 2 (!!!!!!) o Yo los Declaro Marido y… Larry para demostrar que cuando es malo es muuuuuuy malo. La remake Golpe Bajo, Happy Gilmore, Ése es mi Hijo, además de las mencionadas al comienzo donde compartió cast con Barrymore, vendrían a ser algunos de los claros ejemplos del gran comediante que es. Por suerte en este film los rasgos más nocivos de su cine se encuentran diseminados y más allá de ciertas secuencias que no funcionan Luna de Miel en Familia resulta ser una muy buena comedia romántica. Las delirantes participaciones de Terry Crews como el líder del grupo nativo Thatoo son el termómetro de que la película va bien. Acá Sandler despliega toda su acidez y agresividad habitual contra una Drew Barrymore (te amo profundamente, Drew) que le devuelve todo como la mejor contragolpeadora y lo ataca como una fiera enjaulada. Ellos aportan la fibra, el corazón y las emociones de Luna de Miel en Familia. Ahora cuando Barrymore se pone en su faceta más tierna puede enamorar y esclavizar hasta a Chuck Norris. Esa tierna sonrisa, esos imperfectos rulos y esos cachetes con hoyuelos la convierten en una de las actrices más bellas y adorables de la historia del cine. Sandler y Barrymore poseen una química especial, un magnetismo imposible de ignorar, que puede poner debajo de la alfombra a los principales defectos de cualquier película y convencernos de todo. Es que cuando ellos dos están al frente de un proyecto pueden hacernos creer que un cantante de bodas puede enamorarse y casarse a meses de ser plantado en el altar, también podremos ver a una muchacha con problemas de memoria que debe ser enamorada todos los días de su vida o como en Luna de Miel en Familia nos demuestran que la felicidad está a la vuelta de la esquina (o en África) y que la cuestión de encontrarla es “simplemente” irte de viaje al culo del mundo y enamorarte de la última persona que te imaginas. Estos fenómenos se dan básicamente porque Sandler “todo lo puede” y Barrymore “todo lo vale” y hasta ahora con eso alcanza y sobra.
Dos viejos conocidos en pos del humor Adam Sandler y Drew Barrymore tratan de poner todo de sí para darle vida a una comedia conservadora y con chistes algo repetidos. Por momentos lo consiguen; por otros, sobre todo Sandler, apenas si levantan cabeza en un panorama con el espíritu algo oxidado. Justo después de uno de sus tantos chistes de dudosa eficacia, Jim (Adam Sandler) reconoce que se está volviendo viejo. Basta ver los films del último lustro del actor con cara de huevo (Son como niños, la irregular Jack y Jill, el directo a DVD That’s My Boy) para comprobar que la afirmación es perfectamente transportable a su humor. Explosivos, sinceros e inocentones durante los ’90 y la primera parte de la década pasada, sus chistes se enraizaron en una espiral descendente de fatiga y obsolescencia, luciendo como gargajos escupidos por una obligación contractual antes que por el devenir natural de las situaciones narrativas. Pero en Luna de miel en familia Sandler parece percibir que el óxido es una amenaza latente. Quizá por eso guerrea munido no sólo de su habitual metralleta de gags estúpidos, sino también con la rota ideal para este descosido, Drew Barrymore, con quien ya había compartido cartel en La mejor de mis bodas y Como si fuera la primera vez. La combinación eleva –eso sí, no demasiado– a esta historia previsible y felizmente inofensiva por sobre la media de sus últimos trabajos. Dirigido por Frank Coraci (el mismo de El aguador y, ay, Click: perdiendo el control), el film parte de una recurrencia habitual en las comedias estadounidenses (Cómo sobrevivir a mi novia, La mujer de mis pesadillas, Son como niños, Sólo para parejas) como es el viaje a locaciones paradisíacas, haciendo de la distancia un disparador ideal para situaciones de cambio para la pareja central, en este caso Jim y Lauren (Barrymore). Viudo y con tres hijas él, recientemente separada y con dos hijos ella, tienen una cita a ciegas para el olvido, generando un odio irreconciliable. Pero esto es Hollywood, así que el guión de Ivan Menchell y Clare Sera forzará situaciones para volver a cruzarlos, alcanzando el punto máximo en unas vacaciones compartidas en un resort a todo trapo en... Africa. Nadie debería sorprenderse cuando, casi dos horas después, ellos se rindan a las bondades del amor. Del amor y la familia, porque Luna... es un canto de cisne al ideario del american way of life, apuesta por el ensamblaje amoroso erigido sobre las bases de la compatibilidad familiar, tamizado por una sobredosis de chistes buenos y no tanto, pero siempre hermanados en su condición de ya vistos y oídos. Sin embargo, Luna... pega una vuelta de campana cuando entrega su confianza al aire tan tontuelo y buenudo como auténtico y noble de sus intérpretes, alcanzando en la última parte un encanto naïve cercano a Como si fuera la primera vez. Como en aquélla, Sandler elimina su condición de estallido emocional latente para lidiar con una serie de responsabilidades a priori ajenas a su universo de control de forma consecuente con su rol de adulto que nunca quiso ser: ver si no la vestimenta y el corte de pelo de sus tres hijas. Lo mismo con Barrymore, siempre luminosa y con su boquita con forma de corazón, que aquí vuelve a ser la encarnación de la perdedora que no merece serlo y a la que le cuesta comprender cómo funcionan el mundo y los vínculos emocionales. Así, podrá achacársele a Luna de miel en familia su espíritu conservador y el carácter anacrónico de su propuesta, pero el humanismo de sus protagonistas y el cariño del film para con ellos amenizan la visión de la enésima batalla de la cruzada sandleriana a favor del humor infantiloide. Batalla que, al menos esta vez, gana raspando.
Si hay que destacar un punto a favor del filme, es sin dudas la química que tienen BARRYMORE y SANDLER, viejos conocidos de otras aventuras fílmicas. Y ahí se acaban las virtudes. Es un producto con intenciones de ser familiar, que baja línea sobre las relaciones padres/hijos, y sin embargo esto no impide que durante el metraje abunden las bromas sexuales, escatológicas y de mal gusto. Vamos, una cinta de SANDLER 100%. Que causa pocas risas, que suena reiterativa y que parece estar destinada a los fanáticos incondicionales del comediante. Floja, flojita.
Casémonos vía África En la tercera reunión para la pantalla grande, Adam Sandler y Drew Barrymore interpretan a dos adultos con la vida hecha a quienes el destino vuelve a juntar. La primera parte de Luna de miel en familia tiene cierto atractivo. El viudo Jim Friedman (Sandler) y la divorciada Lauren Reynolds (Barrymore) se conocen en una cita a ciegas; la cita es frustrante y Jim desea abandonar la búsqueda de mujeres para dedicarse a criar a sus hijas. Pero el azar, a través de otro fracaso matrimonial, vuelve a juntarlos en un viaje al África. El cambio de escenario termina arruinando la no tan mala idea inicial. Lo que se proponía como otro film de segundas oportunidades se transforma, rápidamente, en una sarta de gags exagerados, poco felices, salpicados por un condescendiente tono racista. Pese a que el ex Saturday Night Live viene en declive, la actuación de Sandler, como la de Barrymore y los chicos que encarnan a los hijos de la pareja son un remedio contra lo trillado y grosero del film. Ya nadie espera volver a ver al Sandler de Punch-Drunk Love; pero sí, al menos, al de No te metas con Zohan. Y acá no aparece.
Tras haber protagonizado juntos comedias como La mejor de mis bodas y Como si fuera la primera vez, la dupla Drew Barrymore y Adam Sandler, vuelven a encabezar esta predecible y naif comedia romántica y familiar. Luego de una malograda cita a ciegas entre Jim (Adam Sandler), un padre viudo a cargo de tres hijas dispuesto a rearmar su vida emocional, y Lauren (Drew Barrymore), recientemente divorciada y con dos hijos a cuestas, el destino volverá a unirlos con sus respectivos hijos en unas vacaciones familiares en un resort en África. Allí descubrirán que son el uno para el otro y la solución para sus hijos. Con una trama predecible y una puesta en escena centrada en los exóticos paisajes de Sudáfrica y sus safaris (casi al nivel de un institucional de turismo), el relato solo se sostiene por la excelente química entre Sandler y Barrymore, algunos esporádicos gags y momentos bizarros, como las hilarantes intervenciones de Nickens (Terry Crews) y una banda musical compuestas por monos. Su corrección política y cierto aire rancio a aquellas comedias románticas clásicas Hollywoodense (la banda sonora también lo demuestra), catalogan a Luna de miel en familia como una de esas películas de sobremesa un domingo por la tarde en la Tv.
Amor a la africana Otra comedia con Adam Sandler y Drew Barrymore como pareja. Si tenemos en cuenta lo mal que le ha ido a Sandler en sus últimas películas en solitario, este regreso suena a gloria. Pero apenas, porque en realidad se trata de otra tontera pasatista sin demasiada creatividad. Todo comienza con una cita a ciegas que acaba en desastre. Jim (Sandler) -viudo- y Lauren (Barrymore) -separada-, sencillamente no están hechos el uno para el otro, pero el destino hará que se encuentren otra vez, comiencen a hablar de sus hijos y confusión de tarjetas de crédito mediante, vuelvan a encontrarse, esta vez para terminar juntos en un viaje a África. Jim tiene tres hijas, Lauren dos hijos, y a cada uno le cuesta atender las cuestiones cercanas a la adolescencia. No sin cierto resquemor, el uno ayuda al otro en pos de un beneficio propio, que no es poco. Juego de opuestos que no lo son tanto, familias ensambladas con final feliz y un exótico viaje que sirve para acercar a las partes, son los ingredientes de esta comedia franca, sin pretenciones de grandeza -tampoco tiene con qué- y con más de un pasaje simpático que invita a la risa y la distención. Inútil pretender solidez en el guión. Las cosas simplemente suceden porque la historia hay que llevarla hacia algún lugar y acá lo que importa es que todo cierre de forma ideal. Aunque para ello haya que usar a los negros como telón de fondo decorativo de lo bien que se lo pasan los blanquitos con dinero.
En la filmografia de Adam Sandler, muy extensa por cierto, hay pocos hallazgos y muchas repeticiones. Pero en este caso, su reencuentro con Drew Barrymore reaviva una química insuperable y si bien en el argumento hay chistes que suenan a muy vistos, cuando el film pone el acento en la relación de los protagonistas sin poner empeño en ser graciosos y si tiernos, la comedia se torna agradable y se deja ver.
Todos los años Adam Sandler sorprende con unas vacaciones pagas para él y todos sus buenos amigos, teniendo como víctima principal a los espectadores, que caen en el cine incautos a ver una comedia insípida y sin gracia. No voy a negarlo, entre a ver Blended con una idea fija: que iba a ser una completa porquería. Oh, sorpresa, resulta que aún con sus errores, la comedia que reúne a Sandler con Drew Barrymore es una agradable moraleja a la unión familiar, sobre las primeras impresiones, todo con un lujurioso trasfondo africano impresionante. No es curioso tampoco que Sandler deje a un lado al director Dennis Dugan -de las atrocidades de Grown Ups, Jack & Jill, That's My Boy- para volver al trabajo con Frank Coraci, artífice de las recordadas Click y The Wedding Singer. Coraci entiende a la dupla y saca lo mejor de ella. Su tercera colaboración no será su más lograda, pero la chispa de su química sigue intacta. La excusa para viajar es poco elaborada, pero hasta el momento del viaje le permite a la historia sacarle un poco de provecho y conocer las familias de Adam y Drew, el primero con tres hijas mujeres criadas como chicos, la familia de ella con dos chicos totalmente inadaptados que la vuelven loca. Si bien no tiene giros tan pesimistas como Click, Blended tiene mas tino al presentar situaciones cómicas mezcladas con dejos de drama, que ayudan a comprender diferentes acciones de los personajes, casi todas atribuidas al personaje de Sandler. El principal problema de ella no son sus personajes, ni tampoco la mezcla de escenas dramáticas con la comedia pura, sino que desde el guión la repetición constante de chistes que ya funcionaron la primera vez se hace tedioso y disminuyen el valor en general de la propuesta. Eso denota una carencia importante de parte de los guionistas, que deben repetir esquemas para rellenar un metraje de dos horas que se empiezan a sentir una vez que el viaje a Sudáfrica termina. Sin ir más lejos, el cantante africano que encarna Terry Crews puede resultar las primeras veces que aparece, pero cuando se hace de él un gag continuo pierde su gracia por completo. Más allá de sus repeticiones y de sus falencias, destaco la positividad con la que uno sale de la sala después de ver Blended. No es la mejor propuesta del humorista, pero resulta un escalón infinitamente superior por sobre sus anteriores intentos de comedia.
Tengo algunas teorías científicas aplicadas al cine. Una de ellas dice que la calidad de las películas con Leonardo DiCaprio es inversamente proporcional a la cantidad de veces que el actor frunce el ceño en la pantalla: cuanto más lo frunce, peor es la película. Otra -que compartimos con mi compadre Matías Gelpi- indica que ninguna película que tenga a Amanda Seyfried en su reparto puede ser buena (salvo Chicas pesadas). Y con Adam Sandler tengo otra más: ninguna película en la que el actor tenga hijos biológicos es satisfactoria; con niños sólo funciona cuando los pibes no son suyos: tiene hijos prestados en Un papá genial y Una esposa de mentira, y está bien; tiene hijos biológicos en Click y Jack & Jill, y son pésimas. Luna de miel en familia, en la que aparecen tanto hijos propios como hijos prestados, no podía más que sumar complejidad a esta teoría totalmente seria que estoy poniendo a consideración del lector. Si las “hijas” de Sandler en sus conflictos tiran un poco para atrás, los hijos de Barrymore aportan mucho para la comedia. Y esa mezcolanza -de la que habla el título original-, que se va trabajando progresivamente (es notable cómo la película va madurando su comicidad a fuego lento; arranca como temerosa de sus chistes para desmelenarse luego), es fundamental para que la película vaya logrando algo parecido a la felicidad bien avanzado el relato. Otra cosa que viene a comprobar Luna de miel en familia -su reencuentro con la fundamental Drew Barrymore-, es que Son como niños 2 fue una especie de volver a empezar para el comediante, que había alcanzado una serie increíble de películas flojas y necesitaba recuperar territorio: y aquella comedia demente, sin centro narrativo ni argumentativo, devolvió la esperanza en el humor veloz de Sandler con una apuesta por el chiste constante, acertando y errando en múltiples oportunidades. Pero siempre intentándolo. En colaboración con el habitual Frank Coraci, Sandler vuelve a construir algo parecido a una película. Enhorabuena. Luna de miel en familia parece una reescritura mejorada de la amable Una esposa de mentira -hay una historia de amor-odio, mechada con un viaje y con la necesaria obligación de caerle bien a los hijos del otro-, aunque ahora con un tiempo mejor para el humor (hay chistes veloces, diálogos inteligentes, humor físico efectivo, referencias pop estupendas, sexismo directo y sexismo burlado). Mucho de ese “tiempo” se debe a una concentración mayor al eje de la historia y no tanto a sus derivaciones: los chistes surgen ahí mismo, en la sucesión de situaciones que viven los protagonistas, y no tanto buscándolos como manotazos de ahogado en los márgenes de personajes secundarios poco homogéneos con el resto del relato (salvo ese coro africano que surge de la nada, pero resulta una invención feliz). Esa concentración la podemos observar en la escasez de amigos del actor que aparecen en el reparto, sustracción necesaria para validar el hecho de que Sandler (actor, productor, autor) se ha detenido más en el producto que en la peligrosa autoindulgencia en la que caen muchas veces los comediantes -y su cine-. Y claro que sí, muchas de las bondades de la película se las debemos a la buena de Drew Barrymore. Allí donde se vuelve cursi, ella aporta su sensibilidad para hacer de esa cursilería algo soportable (el momento Over the rainbow); o cuando el humor de Sandler es decididamente machista, genera algo que vuelve la situación en contra poniendo en evidencia ese sexismo (el diálogo en el supermercado sobre tampones). Barrymore -algo que no podía lograr Jennifer Aniston en Una esposa de mentira- construye un personaje fuerte, si bien un poco reiterado dentro de su propia filmografía (la looser injusta) poco habitual para los estándares más testoterónicos del cine Sandler. La actriz pone en jaque lo fálico tirándose de cabeza ante cada barrabasada humorística de Luna de miel en familia, sin ponerse seria ni perder lo femenino de su mirada. Mirada capaz de repeler ex esposos estúpidos y confrontar verbalmente con un comediante de la talla de Sandler. Que obviamente Luna de miel en familia es sensiblera, grosera y conservadora en el sentido que entiende a la familia como núcleo necesario, pero en el cariño a sus personajes y en la mirada de conjunto que ofrece (como siempre Sandler abre el juego para que se luzcan todos) aporta mucho más que cualquier comedia postmoderna, cínica y canchera que se crea estar por encima de la humanidad. Esas ganas de ser comedia popular que tiene Sandler, siempre. Acá acertó.
Una pareja despareja Drew Barrymore y Adam Sandler vuelven a coincidir en Luna de miel en familia, tercer encuentro en pantalla para una dupla dedicada al amor que hace reír. Que el amor sea un buen lugar tiene mucho que ver con la risa, cierta capacidad para entender el propio ridículo, las posibles fisuras, el fracaso inevitable de algunas fantasías. Reírse hasta que se acabe el miedo y el amor enamore de nuevo. El cine inventó esa góndola para jugar al romance cómico y puso en las vidrieras a chicas lindas con galanes perfectos, a mujeres comunes y hombres un poco gastados, también caricaturas, y otros que están al medio de todos. Por ejemplo, Drew Barrymore y Adam Sandler: ninguno de los dos con los dones de los perfectos ni la excentricidad de los monigotes. Ella, una belleza poco habitual en Hollywood, más cerca de las comediantes de carácter que de las divas a las que por hermosas se les perdona la renguera de talento. Drew es actriz desde que está en el mundo (cómo olvidar a la pequeña Gertie, de ET) y maneja esa astucia para componer los papeles que disfruta: ser heroína sin perder el cable a la tierra de los humanos, falibles, imperfectos. Adam Sandler juega en las mismas canchas y le ha sumado algunas reglas propias al asunto, con un humor que se acerca de a ratos al desconcierto, como en Happy Gilmore o Embriagado de amor, comedias que pueden volverse en contra, cuando el ánimo está sensible a la humanidad de los personajes. Juntos hicieron La mejor de mis bodas y Como si fuera la primera vez, dos comedias románticas con las que les fue bastante bien y los animó a subirse a una tercera: Luna de miel en familia. En este caso, dirigidos por Frank Coraci, el mismo con el que hicieron la primera y que después trabajó con Sandler en Click. La historia aspira a representar multitudes: un hombre, padre de tres hijas, en cita a ciegas con una mujer, madre de dos varones. El odio cunde a primera vista y de a poco van enamorándose. Del amor vienen los planes y antes habrá que testear la convivencia de las familias a ensamblar. El programa los encuentra en un viaje al corazón africano en un resort de lujo, con todo lo que allí pueda pasar para alimentar la aventura. "No hago películas para complacer a los críticos", había dicho Sandler cuando cada vez que salía un filme suyo los calificativos que siempre aparecían eran bobo, torpe, complaciente, simple, infantil. Sandler va por su propia vía y casi siempre se encuentra con mucho público. De hecho es uno de los actores mejor pagados de la industria, rasgo que comparte con su compañera de elenco, a la que considera su amiga. "A los dos nos han pasado cosas en los últimos tiempos. Los dos hemos creado una familia, pero hemos mantenido el contacto y somos buenos amigos. Nos llamamos siempre que podemos", dijo el actor, consultado sobre el reencuentro con Drew, durante una rueda de prensa para promocionar el filme. "Amo a Drew. La conozco hace mucho tiempo. En las tres películas que hicimos tuvimos el placer de enamorarnos. En las dos primeras lo fingí. Pero esta vez, lo hice de verdad", dijo Sandler, poco después de que ella lo elogiara y volviera a decir lo tanto que lo admira. Más de 16 años después de la primera película juntos, Drew y Adam aseguran que la química entre ellos sigue intacta, pero mejor. El trabajo entonces les resulta más fácil y la improvisación ocupa una posición de privilegio en el set. "Improvisamos mucho, pero tenemos un guion grandioso. En algunas películas es un poco más flexible o son muy estrictos y no te dejan salirte del libro, pero en las películas de Adam también se puede jugar. Tenemos la comodidad de saber que estamos haciendo algo bueno, pero también el sentimiento de excitación y miedo de tener que producir material divertido para que puedan tener opciones durante la edición. Es divertido. La noche anterior uno tiene ideas raras, es asombroso", cuenta Barrymore. Y aunque la crítica fue hasta ahora despiadada con Luna de miel en familia, las glorias pasadas siguen funcionando como propulsores de cada cosa que hagan y ninguno pierde la calma hasta las hasta ahora desalentadoras respuestas de la taquilla. Drew y Adam tienen química, ese fenómeno emparentado con la magia capaz de mover montañas, de hacer reír y enamorar.
LA FAMILIA UNITA Esta comedia arranca mal y por suerte, cuando deja a un lado las toscas payasadas, mejora. Tiene una buena pareja, Drew Barrymore y Adan Sandler (ella siempre mejor), viejos conocidos que aquí vuelven a lo suyo. Tras una primera cita ciegas que termina de la peor manera (groserías, vómitos, desplantes) la casualidad los volverá a juntar. Y nada menos que en Africa. Ella es divorciada y tiene dos varones; él es viudo y con tres hijas. Cada uno tiene lo suyo (para la comedia americana los chicos son invariablemente raritos), pero de poco los melones se irán acomodando. El filme defenderá el amor y las buenas perspectivas de las familias mezcladas bajo el envoltorio amable de una comedia hogareña. El avance dejaba ver una cosa medio farsesca con dos familias mal ensambladas viviendo situaciones extremas. Por suerte lo gracioso (lo peor) cede su lugar y en Africa todo mejora, entre otras cosas porque el paisaje y el hotel aportan lo suyo y porque en el resort hay un grupo musical muy pintoresco. No es gran cosa pero no hay más que esto. Está Africa y algunos chistes sueltos, la simpatía de Drew Barrymore y la cara de nada de Sandler, entregándonos otra vez un inmaduro medio insoportable.
Lauren (Drew Barrymore) trabaja ordenando closets de familias adineradas, está separada y tiene dos hijos varones algo inquietos. Jim (Adam Sandler) es viudo y padre de tres niñas, una pequeña y dos adolescentes con look andrógino, responsabilidad directa suya, es amante de los deportes y trabaja en una tienda de este rubro. A ambos les organizan una cita a ciegas pero la misma resulta ser catastrófica, lo último que querrán es volver a encontrarse. Por esas cuestiones del azar, y una vuelta de tuerca un tanto forzada de guión, las dos familias terminan coincidiendo en unas vacaciones familiares en África. En esta parte del filme hay mucho humor físico, gags fáciles y chistes (rancios) que se repiten hasta el hartazgo. Pero hurgando mas allá de este flanco, de la comedia típica norteamericana formulada (de formula) para vender entradas, nos encontramos con que el filme también dialoga con otras cuestiones, como que las primeras impresiones no siempre son las que cuentan, con las grandes diferencias… o como a través de un proceso de conocimiento y aceptación se puede “ensamblar” una familia. La naturalidad con la que funciona esta aceptación a partir de lo heterogéneo esta lograda, primordialmente, gracias a la dupla protagónica que demuestra, como en sus anteriores trabajos juntos, un química extraordinaria. Una Drew Barrymore (diosa) angelada que siempre encuentra el equilibrio justo a sus personajes, que incluso logra que Adam Sandler se observe maduro; aquí el actor, contenido de sus estupideces habituales, retorna al que supimos apreciar en “Como si fuera la primera vez” y porque no en la prodigiosa “Embriagado de Amor”. La última media hora, cuando la película se enfoca en la historia de amor, es cuando mejor funciona. Arrepentimientos, reproches, encuentros y desencuentros… la nostalgia siempre presente. Momento de asumir responsabilidades, de madurar, de “jugarse” por el otro…Si, es cierto, es cursi y sentimentalista, pero la honestidad y el cariño de los personajes triunfa sobre cualquier resabio conservador que manifiesta la historia. Por María Paula Rios redaccion@cineramaplus.com.ar
Se puede empezar con una suerte de axioma para comenzar este comentario. La historia del séptimo arte está repleta tanto de actores cómicos como de público alabador o detractor de los mismos. Chaplin o Keaton son valores universales hoy día, pero como la risa y lo que la provoca son muy subjetivos. Uno puede suponer que en sus épocas habrá habido gente que salía de ver “Carlitos Bombero” (1916) diciendo: “yo a Chaplin no me lo banco”. Lo mismo habrá ocurrido con Totó, Jerry Lewis, Lolita Torres, Cantinflas o Pierre Richard. Adam Sandler no escapa a esta posibilidad, de modo que aquellos con opiniones en contra del actor pueden abandonar la lectura de este texto e ir a buscar otro comediante. Para aquellos a los que su sola presencia impulsa a la compra de la entrada, se pueden quedar un rato más. Su impronta de tipo buenazo de comentarios graciosos que funcionan como tiros por elevación está intacta, a la vez saludablemente contenida para no saturar ni caer en facilismos. Al comienzo de “Luna de miel en familia” una cita a ciegas entre Jim (Adam Sandler) y Amay (Drew Barrymore) sale de la peor manera. Se manifiestan las cosas que cada uno detesta más del sexo opuesto. El sello de semejante mal momento es el juramento de no volverse a ver. Pero la vida (y la comedia) les da revancha cuando cada uno por separado decide irse de vacaciones con sus respectivos hijos. Ambos coinciden en Africa (cómo y por qué, dejémoslo ahí así no se borra la sonrisa). El resto del guión de los casi novatos Ivan Menchell y Clare Sera es predecible, pero no por eso carece de virtudes. Como si sabiendo que el público puede adivinar como termina le sacaran el jugo a cada situación y personaje. Por su parte Frank Coraci dirige a Sandler por cuarta vez y ya parece conocer de memoria las herramientas histriónicas del actor como para acertar siempre. Por si fuera poco, es la tercera vez que lo vemos como partenaire de Drew Barrymore después de “La mejor de mis bodas” (1998) y “Como si fuera la primera vez” (2004), estableciendo claramente una dupla con mucha química que merece estrenar más seguido. Pese a cierto exceso de edulcorante para cuando la situación entre ambos entra en zona de definición, y dejando de lado alguna de las arbitrariedades de la historia, ”Luna de miel en familia” se transforma en la comedia del momento gracias todo lo expuesto anteriormente, sumado al elemento principal: el timing. Tanto en diálogos como en las acciones de casi todos los personajes, el engranaje funciona como un relojito. Las ganas de reír, agradecidas.
Vuelven a trabajar juntos Barrymore y Sandler una pareja con una química impecable. Esta comedia se encuentra protagonizada y producida por Adam Sandler y elije nuevamente a Drew Barrymore con quien ya trabajó y se conocen. Este es el tercer protagónico de la dupla (“Como si fuera la primera vez” en 2004 y “La mejor de mis bodas” en 1998) y juntos tienen mucha química. La historia trata del amor y el compañerismo; un padre viudo Jim (Sandler) con tres hijas mujeres Hilary, Lou y Espn (Bella Thorne, Alyvia Alyn Lind y Emma Fuhrmann) intenta constantemente criarlas de la mejor manera pero es una tarea bastante difícil ser Mamá y Papá al mismo tiempo, las niñas tienen distintas edades por lo tanto son tres problemas diferentes. Con la idea de conseguir una compañera acude a una cita a ciegas y así conoce a Lauren (Drew Barrymore), ella está divorciada, su ex no le presta atención a sus hijos, incentivada por su socia concurre al encuentro, también quiere volver a encontrar el amor por las mismas razones; es madre de dos varones Brendan y Tyler (Braxton Beckham y Kyle Red Silverstein) y necesita un hombre en la casa que hable de ciertos temas, pero ellos aun no están preparados y esa cita resulta un fracaso. Los problemas de sus hijos continúan y uno de los tantos inconvenientes está relacionado con el sexo de los niños, entre otros temas, y parece que la vida los hace reencontrarse en un supermercado comprando cosas que no comprenden del todo bien; algunas cosas son objetos de hombres y otras de mujeres, se terminan ayudando e intercalan sus tarjetas de pago, dando lugar aún fallido reencuentro nuevamente. Parece que el destino insiste en unirlos y de forma insólita se reencuentran pero no en cualquier lugar, es en África y cada uno con sus hijos; de esta forma ellos terminan atrapados compartiendo una suite en el lujoso resort de safari africano durante los días que contrataron. De esta manera comparten todos juntos distintas experiencias, nuevas aventuras, excursiones de riesgo, van intercalando momentos que los llevaran a ellos a conocerse mas pero también sus hijos como si fueran “los míos los tuyos y los nuestros”, una serie chistes, gags y bromas vulgares; todo lo que va sucediendo se encuentra bastante trillado, difícil de sostener por casi dos horas. Lo bueno es que se ve una buena fotografía, la fauna, la banda de sonido y a nivel turístico todo lo que te puede dar África; contiene buenas danzas, personajes graciosos como el anfitrión Mfana (Abdoulaye NGom) y los Thathoo Harmony Group, sucediendo una serie de sketch y algunas sorpresas. Se pone la comedia al hombro Barrymore, y Sandler responde con su personaje solo para sus fans, cuenta con varios sponsor (como nos tiene acostumbrados Sandler), actores secundarios como:Eddy (Kevin Nealon) y la divertida y sensual Ginger (Jessica Lowe). Resulta un film sencillo, alegre, intenta emocionar, con mensajes alentadores sobre el amor y la camaradería. A pesar de que no cuenta con un sólido guión, es para pasar un grato pasatiempo.
Todo es cuestión de buena química Jim y Lauren se conocieron en una cita a ciegas y el resultado no pudo ser peor. Pero el destino mete la nariz y -casualidades de por medio- ambos terminan compartiendo unas vacaciones en África. No están solos: los hijos de cada uno tienen mucho que decir en esta historia. Si no hay buena química entre los protagonistas las comedias naufragan irremediablemente, por más ingenioso que sea el guión. Pues bien, entre Adam Sandler y Drew Barrymore se establece esa corriente tan intangible como real que provoca que las cosas funcionen. Es la tercera película que los reúne y el feeling se mantiene, potenciado aquí por una historia simplona y muy entretenida. Bien contada por Frank Coraci y bien escrita por la dupla Ivan Menchell-Clare Sera. Sandler se puso al servicio de la película y no de sí mismo, y ese es todo un activo de “Luna de miel en familia”. Sandler ha rodado películas francamente estúpidas y este, afortunadamente, no es el caso. Está contenido y eso torna graciosas sus intervenciones. Claro que el brillo aquí le pertenece a Drew Barrymore, fresca, bella y bien capaz de reirse de sus infortunios. El título original (“Blended”) hace alusión a la combinación, a la mixtura. Forzada por unas insólitas vacaciones en África, la unión de las familias disfuncionales de Jim y de Lauren termina adquiriendo un buen sabor. Como el blend de los mejores tés. Por supuesto que las afinidades entre los chicos y el naciente romance de sus padres están cantados, pero no por previsibles dejan de caer simpáticos. El gancho está conformado por el escenario: un resort lujoso, de esos que ofrecen safaris y pinceladas de cultura africana para turistas. Allí se dan cita, durante una semana, las parejas decididas a ensamblar hijos propios y ajenos en algo parecido a una familia. De eso aprenden rápido Jim y Lauren. Los chicos -todos con experiencia en el cine y la TV- dan el tono justo, al igual que el gigante Shaquille O’Neal, otro que hace reir con facilidad.
VideoComentario (ver link).
Predecible es la palabra clave. Debo confesar que nunca fui una seguidora de las comedias ‘made in’ Adam Sandler. Desde que tengo memoria, sus películas no se esfuerzan demasiado por diferenciarse las unas de las otras; salvo algún que otro caso excepcional como ‘Locos de ira’ (2003) o ‘Click-Perdiendo el control’ (2006). Está bien, no quedan dudas de que es un tipo familiero. Y también lo es Drew Barrymore, quien desde que tiene 4 años, es apadrinada por Steven Spielberg en esto de actuar. Tampoco les ha salido ‘el tiro por la culata’, pero sus carreras, digamos que no han sido más que redundantes. Hoy, estos dos representantes del cine pochoclero, volvieron a juntarse en una producción que hasta se rodó en África. nota Jim y Lauren se conocen en una patética cita a ciegas, que tiene lugar en la famosa cadena de bares yanquis llamada ‘Hooters’. Él es viudo y ella divorciada; ambos comparten pasión por sus hijos y es lo único que los obliga a acercarse. Pero una vez que accidentalmente, los dos compran un paquete de vacaciones soñadas, el amor/odio entre todos se volverá una locura. Luna de miel en familia (Blended, 2014) es una comedia de personajes estereotipados hasta el cansancio. ¿Basta con que les diga que actúa Saquille O’Neal para que terminen de creerme? Las situaciones humorísticas planteadas son las típicas que vemos desde hace años, con la exageración del TODO a flor de piel. Además, Lauren tiene dos hijos varones y Jim tiene tres hijas mujeres; no me digas… ¡Qué justo eh! Y además, están todos en una de las etapas más complejas que atravesamos al crecer: La Pubertad. nota1 No encontrarás más que un exceso de momentos avergonzantes y cursis, con cinco niños que piden a gritos una figura paterna y/o materna como la gente. Tampoco faltan las escenas bizarras, comandadas por los ‘Bafana Bafana’ que participan de este espectáculo fílmico (¿?). En medio de todo este rejunte, lo más tierno es la historia secundaria de una de las hijas de Jim, quien deja salir en ese viaje a su yo interior para conquistar a un joven que la enamoró a primera vista. Un dato que no arroja demasiadas buenas señales que digamos… A todo esto; el film hubiese funcionado para el Mundial de fútbol; ¡pero el pasado! Que se llevó a cabo en Sudáfrica. nota2 Ok. Ya ni siquiera en eso damos en el blanco. Y si bien es una película que puede funcionar para toda la familia por su cualidad de pseudo viaje a Disneyland; yo no se la dejaría ver a mis hijos. Con ese panorama de fondo, no sabría en qué ‘target’ ubicarla, por eso sólo la recomiendo en caso de que ADORES a Adam Sandler. De lo contrario, adorarás que termine pronto.
Química con humor desgastado Adam Sandler y Drew Barrimore actuaron juntos en La mejor de mis bodas (1998) y volvieron a probarse en una ya clásica del género, Como si fuera la primera vez (2004). Entonces no dejaron dudas y en la actual Luna de miel en familia confirman que se llevan muy bien ante las cámaras y pueden traducir las letras de un guión en duelos verbales únicos. Claro que la química que generan haciendo comedia no garantiza un material inolvidable como pudo resultar la película que hicieron diez años atrás en Hawai. Esta vez, localizados en gran parte de la escena en Africa, abordan la fórmula de "los tuyos, los míos, los nuestros", para una historia que encuentra a Lauren, madre de dos hijos recientemente separada; y Jim, viudo y padre de tres chicas, protagonistas de una cita a ciegas fracasada que por esos prodigios de los libretos coinciden en un viaje de ensueño al continente negro y a un hotel de "mezclados", especialmente dedicado a alojar nuevas familias, donde deben congeniar madrastras, padrastros e hijastros. El asunto aquí es que Lauren y Jim tuvieron una primera experiencia que deberán superar para, en principio, poder comunicarse cuando deben guardar la apariencia de un romance. Situaciones hilarantes se enriedan con otras insoportables, propias del estilo Sandler, que aquí alcanza a lo bizarro en las intervenciones del grupo musical Tathoo, liderado por un vocalista. Filmada en Sudáfrica, bien se podrían haber aprovechado los escenarios para algo más que para ver a una pareja de hipopótamos teniendo "sexo salvaje". Otra vez será.
Publicada en la edición digital #263 de la revista.
Publicada en la edición digital #263 de la revista.
Una dupla con química Adam Sandler y Drew Barrymore vuelven a estar juntos en la comedia Luna de miel en familia, donde muestran lo bien que se llevan actuando. Es un caso raro el de Adam Sandler, una de las grandes figuras de la comedia americana reciente. Porque si alguien se pone en el trabajo de traspolar su filmografía a uno de esos gráficos de barras, tomando el resultado artístico como variable (no el taquillero, que en eso le va bastante bien), el subibaja saltaría a la vista de inmediato: el tipo, que produce gran parte de los filmes en que actúa, es capaz de entregar productos bien hechos, con originalidad y fuerza (Mis 50 primeras citas, La esperanza vive en mí), y de pronto larga bodrios inconmensurables (Son como niños, Ese es mi hijo). En el medio tiene también una serie de películas que están ahí, fluctuando entre lo aceptable y lo regular. En el caso de su última producción, que lleva el título de Luna de miel en familia, suma un poroto más a la primera tanda, y en eso tiene mucho que ver la coprotagonista, que es Drew Barrymore, con quien trabajó en otras oportunidades en comedias donde mostraron lo bien que encajan actuando juntos. El guión los pone en un contexto compartido: los dos son padres que han quedado solos con sus hijos, y luego de una cita a ciegas que fracasa estrepitosamente, vuelven a encontrarse. Esta vez, el lugar nada tiene que ver con la mega urbe en la que desenvuelven sus rutinas, sino que se trata de un resort en el medio de África. En ese lugar exótico, ambos verán que las diferencias no son tantas y finalmente todo se encamina hacia el romance. Luna de miel en familia, si bien levanta el nivel de lo que venía haciendo Sandler, no deja de lado las particularidades gruesas del humor que caracteriza al actor: sobre todo en la primera mitad de la película, se ven los gags toscos, las líneas sin filtro de los personajes, los diálogos sensibleros y las secuencias de malentendidos. Pero a esto que es habitual, el director Frank Coraci tuvo el tino de frenar los movimientos atolondrados de su protagonista para imprimirle un sello más calmo, hecho que se suma al aporte fundamental de Barrymore. Así, esta comedia se aleja bastante de las últimas películas de Sandler, que mostraban una sucesión de chistes y escenas de mal gusto, sin el mínimo esfuerzo en el guión y hechas para recaudar algunos dólares. No se trata de un trabajo de alto vuelo ni mucho menos, pero se mete con un tema de estos tiempos (las familias "ensambladas") sin pasarse de rosca, y cumple con el difícil objetivo de tener al espectador un rato entretenido. Una vez que termina, a otra cosa mariposa.
La nueva farsa de Sandler Se repite la fórmula del chiste fácil y verborragia humorística a la que nos tiene acostumbrados Adam Sandler. Por un momento pensé que al volver en dupla con Drew Barrymore ("50 first dates", "Duplex") la cosa iba a subir un poquito de nivel, pero no, fui muy inocente. Es extraño, pero muy de vez en cuando algunos de sus chistes logran causarme gracia como en "Just go with it" o "50 first dates", que tampoco eran una cosa de locos pero a las 3 estrellitas llegaban, pero definitivamente "Blended" no es el caso. Para empezar hay una desfachatez total con respecto al timing de los gags. Hay chistes muy tirados de los pelos y escenas creadas solamente para dar sentido a algunos de ellos, sin importar demasiado la dinámica del guión. Creo que durante los 117 minutos que dura el film me debo haber reído unas 2 o 3 veces de manera tímida. En mi barrio eso no es una buena comedia. Y si seguimos hablando de fórmulas trilladas, van a ver que no faltarán las clicherosas referencias a la raíces judías de Sandler, las cuasi miradas cómplices del actor a la cámara, su "ternura" bruta para con sus hijos, las situaciones forzadas y mal actuadas... y así podría seguir por al menos 3 renglones más. Algo que me había atraído un poco al principio fue el hecho de que la acción se trasladara al continente africano, pero la verdad es que termina siendo una cuestión meramente accesoria que no cumple para nada con su función de contexto. De hecho se centraron mucho más en filmar en un hotel que en la naturaleza que puede ofrecer una locación maravillosa como es Sudáfrica, y eso es un pecado. El grupo musical con el que quisieron evocar al de "Loco por Mary" y que va acompañando algunas de las situaciones que les toca vivir, es realmente paupérrimo y lo pone a Terry Crews en un rol más ridículo del que acostumbra. No hay mucho más que decir... una comedia más de Adam Sandler pensada para su público captivo que, ponga lo que ponga en pantalla, lo sigue bancando. Yo no lo banco más.