Mi primer contacto con esta película, fue haber seguido su evolución en el ranking de los Estados Unidos. Se estrenó con muy pocas copias, y debido a las buenas ventas comenzó a llegar a otras ciudades y así subir en el ranking de las más recaudadoras. Eso me llevó a ver quienes trabajaban, y ver semejante elenco de calidad, me hizo esperarla con ganas, sin siquiera saber de que trataba. Y así fue que entré y me senté sin conocer ni la sinopsis de la película. Mi familia es una película que tiene un tema para algunos incómodo, y lo más grandioso de toda la realización, es que hasta ellos la van a pasar bien. No es una película sectaria, ni para un target social específico, ni sexual, ni político. Es una buena historia. Nada más y nada menos. El elenco revalida todos sus laureles. La pareja protagónica es perfecta. Cuanta calidad tienen Benning y Moore por Dios!!! Cuanto gesto, los detalles de las miradas, cuanta credibilidad sin caer en estereotipos predeterminados burdamente. Mark Ruffalo está también perfecto y aporta de manera efectiva sus intervenciones. Y que bueno que “Alice” haya estado acá, para confirmar que la elección de Burton en su momento no fue casual. La última escena de la película es recibirse de un master en actuación. Gracias Mia Wasikowska! Pero el gran mérito de esta película, es la armonía que logra el excelente guión y la super sincronizada dirección, que hace que no le sobre ni le falte un solo minuto. Y que tiene un equilibrio perfecto entre los momentos de comedia casi involuntarios, con los de drama, que no son extremistas. Mi familia es una historia de amor familiar común, con diálogos que son trasladables a cualquier pareja y a cualquier país. Ojalá quede nominada para los Oscar, para que más personas se animen a verla, porque estoy seguro que la mayoría la pasará muy bien. Esta película entra en mi top ten del año directo sin lugar a dudas, por el estado de enamoramiento que me dejó. Da gusto ver películas así, para refrescarse con una buena historia.
El amor es más fuerte Repaso las líneas que escribí sobre esta notable película cuando se presentó en febrero último, en el marco del Festival de Berlín, y -a casi 8 meses de aquella experiencia- las primeras ideas que me vienen a la cabeza son dos: 1) Que hubiese sido un excelente material para convencer a indecisos durante el largo, arduo y acalorado debate sobre el matrimonio igualitario; y 2) Que a través del humor (esta película tiene algo de comedia de enredos) se pueden decir -a veces de forma más convincente que con el melodrama "importante"- cosas profundas, honestas, tiernas, sinceras y, por lo tanto, conmovedoras para el espectador. Mi familia, lo nuevo de esa siempre interesante directora indie-queer que es Lisa Cholodenko (High Art), narra las desventuras de una pareja lesbiana (notables trabajos de Julianne Moore y Annette Bening, firmes candidatas a alguna nominación al Oscar) con dos hijos adolescentes concebidos por inseminación artificial (Mia Wasikowska, la Alicia de Tim Burton, y Josh Hutcherson), cuya relación de muchos años se ve trastornada por completo cuando los jóvenes deciden contactar al donante de esperma (Mark Ruffalo), que resulta ser el simpático dueño de un restaurante naturista que seducirá a todos generando una gran confusión e incertidumbre en el seno de ese núcleo familiar hasta entonces sólido e inalterable. Con gran timing, buenos climas, diálogos inteligentes, observaciones punzantes, situaciones creíbles y excelentes actuaciones, Mi familia viene conquistando distinciones y elogios en festivales (arrancó en Sundance y en la Berlinale ganó con toda justicia el muy popular e influyente premio Teddy al mejor film de temática GLTB) para luego cosechar de forma casi unánime críticas laudatorias (a las que me sumo con este texto). Como plus y curiosidad, durante un pasaje central del film (una comida en familia) los personajes hablan maravillas de la Argentina y coinciden en que “Buenos Aires es la ciudad más bella del mundo”. No sé si realmente estos artistas conocen a fondo nuestra ciudad o si exageran, pero no hacía falta nada de eso para conquistarnos: los personajes tienen la suficiente carnadura humana, la sinceridad y la empatía necesarias como para que la película -leve y profunda a la vez- resulte un retrato fascinante sobre los nuevos conceptos de familia, sobre el amor, la lealtad y el respeto más allá de los prejuicios reinantes y de las preferencias sexuales que cada uno tenga.
La familia feliz Mi familia (The Kids Are All Right, 2010) es la nueva sátira familiar de la autora Lisa Cholodenko, directora y co-escritora. Ha recaudado un dineral record en tan solo una semana y se la rumorea candidata a más de una nominación en los próximos Oscar, además de ser una favorita casi unánime entre críticos, medios y festivales. Nic y Jules (Annette Benning y Julianne Moore) conforman un matrimonio lésbico que tiene de hijos a Joni (Mia Wasikowska, la Alicia de Tim Burton) y Laser (Josh Hutcherson). El matrimonio es la vívida caricatura conyugal del suburbio cincuentón yanqui. Suman los mismos problemas. Nic es la mitad masculina –de ingreso fijo, bebida fácil y un poco demasiado dominante. Maneja la van familiar. Jules es la mitad femenina– su vida es un malabar de estudios y trabajos que concluyen en el hogar y la familia. Quiere dedicarse al diseño artístico, que no logra distinguir de “jardinería”. Pero que se aman, se aman, y han criado dos maravillosos hijos juntas. Y ahora que Joni está por ir a la universidad, ella y su hermano contactan a su padre biológico, Paul (Mark Ruffalo), por curiosidad. Su repentina inserción en el círculo familiar desencadena conflictos durmientes que dan vuelta a los personajes y las relaciones familiares, en apariencia, en un principio, sinceras. Todos han mudado caretas hacia el final, lo cual siempre es prueba de la autenticidad de los personajes y los actores que les interpretan. Paul no es el enemigo acá. El Intruso en la Familia es un viejo motif narrativo y retrata a una familia en aparente armonía que se ve perturbada por la llegada de un sujeto indeseado, emisario de valores más nuevos y distintos, que amenaza el orden nuclear y que, para bien o mal, permite exponer la verdadera naturaleza de las relaciones familiares. Ruffalo, su voz vaga y arrastrada, da otra interpretación afable y de fácil llevar. Es fácil quererle. Tanto más ennervante para Nic, que uno a uno pierde control sobre la familia, comenzando por sus hijos y culminando con su esposa. La introspección lleva buen ritmo y todo personaje es bienvenido a escena, pero Bening y Moore dominan las suyas. La química entre las actrices vende solita todos sus momentos juntas. Esquivan todo lugar común, todo prejuicio y todo juicio moral sobre su unión. El lesbianismo nunca se convierte en el eje del conflicto. La película tiene la madurez necesaria para tratarlo como algo accesorio, tangencial al amor, al odio, al aburrimiento. Se distribuye a Mi familia como comedia-drama. No cuenta con lo que se dice hilaridad. Tampoco abunda la sal y el agua. De lo que hay, se ofrece a cuentagotas, y se comparte de igual con los personajes. El resultado es una experiencia tibia, con todos los aciertos del género y ninguno de sus errores.
No tan distintos Mi familia (The Kids Are All Right) fue dirigida y además guionada en gran parte por Lisa Cholodenko (La Calle de las Tentaciones 2004) y es, sin lugar a duda, una pequeña gran historia. El film hace un retrato de las familias modernas y esboza un nuevo concepto sobre matrimonio. Haciendo mira en Nic y Jules (Annette Bening y Julianne Moore) que están casadas hace varios años y comparten su perfecta vida en pareja con sus respectivos hijos adolescentes, Joni (Mia Wasikowska, Alicia de Tim Burton) y Laser (Josh Hutcherson), ambos concebidos por inseminación artificial. Mientras Joni se prepara para ir a la universidad y su hermano menor busca que ella, que ahora tiene 18 años, lo ayude a encontrar al padre biológico de ambos. El “bio-padre” Paul no es otro que Mark Ruffalo (quién ya había compartido pantalla junto Julianne en Ceguera), un llevadero y agradable ecologista, dueño de restaurantes. Los chicos se verán atraídos por este estilo de vida de Paul, especialmente en contraste con una de sus madres Nic, una médica de principios que siempre ha establecido sus reglas en la casa. Y a medida que este nuevo integrante se va insertando en la vida de la familia, los lazos familiares serán redefinidos. Pero esto que hasta acá resulta, a las claras, una historia original, pasa a ser mucho más que eso, si bien el argumento es prometedor, cuando el espectador se sumerge dentro de esta familia puede notar que más allá de los géneros, Nic y Jules tienen los roles de una pareja bien definida, que hacen sentir a cualquiera en su propia casa. Esta pareja interpretada por Julianne Moore y Annette Bening pasan durante la película por problemas maritales normales y tratan de llevar adelante un hogar con dos hijos en pleno cambio. Nic y Jules pasan además por los mismos miedos de cualquier padre que quiere a sus hijos y eso hace aun más creíble el relato. Para referirse a las interpretaciones, están todos tan correctos en sus papeles que es muy difícil encontrar grietas en estas columnas formadas por Annette Bening y Julianne Moore, y por Mark Ruffalo. Incluso los partícipes como reparto que terminan amalgamando a esta familia que resulta no ser tan distinta a muchas otras. Mi Familia está plagada de buenas actuaciones, mucho humor, una mirada inteligente y, sobre todo, no necesita de golpes bajos para esclarecer un tema que a muchos les puede resultar una fosa subterránea.
Si está película hubiera tenido actores un poco menos conocidos, no tengo dudas que hubiera pasado totalmente desapercibida por los cines norteamericanos. Mi familia es un film con muy buenas intenciones. En un país donde el matrimonio gay y la posibilidad que las parejas de un mismo sexo puedan criar niños es visto todavía como cosas del Diablo, esta producción brinda un mensaje poderoso. La directora Lisa Cholodenko retrata claramente que las parejas gays viven las mismas experiencias y aprendizajes cotidianos a la hora de criar chicos que las familias heterosexuales. Eso está muy bien trabajado y es lo mejor de la película. Que los actores brinden buenas interpretaciones no sorprende demasiado porque son todas artistas de primera línea. Tal vez la que más llama la atención es Mia Wasikowska, quien recién comienza su carrera en el cine y tiene momentos excelentes en la historia. Ahora bien, en lo personal creo que la película que venía bárbaro en la primera parte decae por completo cuando Juliane Moore se acuesta con Mark Ruffalo. Me pareció un giró totalmente forzado, burdo y cliché donde la directora generó un conflicto de la manera más fácil porque no tenía la más puta idea cómo seguir explorando las relaciones de todos los personajes. Es cualquiera que una pareja de lesbianas maduras que están juntas desde hace varias décadas y tienen hijos adolescentes de un día para el otro tengan un conflicto en su relación por un tipo. Poner al personaje de Ruffalo como antagonista de los personajes principales me pareció al pedo y creo que se podía haber trabajado los problemas emocionales de la mujer que interpreta Julianne Moore desde otro lugar. Es como que Mi Familia tiene por momentos una mirada sexista de las lesbianas, como si en el fondo necesitaran la atención permanente del hombre. Inclusive en las escenas sexuales se puede percibir esto. Los momentos de intimidad de Annette Bennig y Julianne son light y hasta graciosos, mientras que los encuentros sexuales de Moore y Ruffalo son más fogosos y apasionados como si el personaje de Moore fuera gay porque no había encontrado el tipo adecuado hasta ese momento. Creo que la relación de los chicos con el hombre que aportó el esperma para su concepción perdió fuerza cuando encaminaron la trama por ese lado. Lo que me queda claro es que si la misma película la dirigía Kevin Smith, al gordo lo hubieran acusado de cerdo sexista y machista, pero como detrás de cámaras hubo una mujer resulta que es una comedia inteligente y sensible que ahora la piden para el Oscar.
Casadas con hijos Crítica “Mi familia” Julianne Moore y Annette Bening componen una pareja que tambalea con la llegada de un hombre. De no ser porque quienes crían a Joni y Laser no son mamá y papá, sino mamá y mamá, la trama, el principal conflicto de Mi familia pasaría por un caso de infidelidad. Pero claro, Jules (Julianne Moore) y Nic (Annette Bening) son pareja, y eso tiñe invariablemente todo lo que ocurra en la película de Lisa Cholodenko, desde el primer beso. Ellas llevan una larga relación, y tienen dos hijos, una engendrada por Nic (Joni, la adolescente de 18, a punto de ingresar a la universidad) y el otro, por Jules (Laser, el varón de 15). Ambos son hermanastros, tienen distinta madre pero un mismo padre desconocido: es el donante de esperma que se ha mantenido de manera anónima, desde siempre. Hasta que los chicos, que aparentemente están bien como resume el título en su versión original, quieren conocerlo. Lo antedicho: la relación entre Nic y Jules es en la práctica casi la misma que la de cualquier matrimonio heterosexual. Nic es profesional, trabaja fuera del hogar y podría pasar por el padre de una familia convencional. A Jules siempre le costó abrirse camino en lo laboral. Una necesita el control, la seguridad. La otra prefiere mayor libertad. Si desean, adivinen qué sucede cuando Joni (por Joni Mitchell) y Laser conocen a Paul (Mark Ruffalo, el donante). Y más que nada cuando Nic y Jules terminen sentadas a una misma mesa compartiendo una comida con Paul. Con mucho más drama que comedia, en Mi familia las situaciones se plantean básicamente alrededor de una mesa bien servida -y con buen vino, un pequeño problema que afronta Nic- o directamente dentro de una cama (o dos). Mi familia es un filme en el que las palabras valen mucho más que una imagen. Pese a algunos típicos clisés que pudieron haber sido salvados -el alcoholismo de Nic, los reproches de Jules- la película tiene un sesgo marcado: no exagerar ni recargar las tintas más de lo que debe el asunto. Lo que consiguen Moore y Bening no es fácil: que se sienta desde la platea que esa relación “Es”, así, en mayúsculas, una pareja formada, establecida, con lazos fuertes aunque aparezcan dobleces. No es descabellado imaginar nominaciones a premios para ellas. Si la dupla Moore/Bening funciona a las maravillas como pareja, quienes cumplen los roles de sus hijos no se quedan atrás. La australiana Mia Wasikowska se parece más a la conflictuada Sophie de la serie In Treatment que a la Alicia en el País de las Maravillas que protagonizó para Tim Burton, y Josh Hutcherson (el sobrino de Brendan Fraser en Viaje al centro de la Tierra ) tiene el carisma y la frescura indispensables para que Laser fluctúe entre el cariño por su familia y su deseo por conocer mejor a su padre biológico. En fin, un filme para ver sin prejuicios y descubrir qué tan bien están los chicos...
Una comedia familiar como pocas Julianne Moore y Annette Bening son las dos madres que deben enfrentar la aparición del padre biológico La historia de Mi familia tenía el potencial para ser un panfleto político o un drama sobre las dificultades de un par de adolescentes creciendo con dos madres lesbianas y ningún papá a la vista. Pero el film de la directora Lisa Cholodenko, reconocida realizadora de la escena independiente norteamericana ( High Art ), no es ninguna de las dos cosas. Porque esta película es una comedia familiar como pocas. Lo que la diferencia del resto es que sencillamente es mejor que las demás. Su singularidad nada tiene que ver con un relato que gira alrededor de una familia homoparental. Con un guión que con elegancia elude lugares comunes y con humor explora las particularidades de la relación de la pareja que forman Nic y Jules, el film recorta un momento especial en la vida de las mujeres y sus hijos Joni (Mia Wasikowska, otra vez luminosa como en Alicia en el país de las maravillas ) y Laser (Josh Hutcherson). La primera está a punto de dejar la casa familiar para irse a la universidad y el segundo empieza a preguntarse sobre la identidad del donante de esperma que permitió su nacimiento. La curiosidad del chico deviene en preocupación de las madres y de allí a un par de escenas desopilantes cuando su mentalidad progresista se choca de frente con la necesidad de hablar sobre la sexualidad de su hijo varón adolescente. Actores en su elemento La aparición de Paul, el mencionado donante y padre biológico de los dos chicos, amenazará con modificar la dinámica familiar, pero sobre todo pondrá en estado de alerta máxima a la pareja de Nic y Jules, interpretadas respectivamente por Annette Bening y Julianne Moore. Un par de personajes, de mujeres, graciosas, tiernas, neuróticas, débiles y fuertes. Tan humanas como las actuaciones de Bening y Moore. Un par de profesionales en su elemento sacándole brillo a cada parlamento y cada mirada que la directora imaginó para ellas. Allí está Bening dotando a su perfeccionista y exigente Nic de una sensibilidad que estalla en la escena que habla de su amor por la cantante Joni Mitchell. A su tiempo, Moore aprovecha al máximo una de los mejores parlamentos del film en el que, entre otras cosas, describe el matrimonio como una maratón. Para interpretar al inmaduro, seductor y algo artificial Paul, aparece Mark Ruffalo -ya había compartido pantalla con Moore en la fallida Ceguera- , un gran actor al que le tocó el personaje aparentemente menos querible de la trama. Sin embargo, su interpretación tiene un encanto y una vulnerabilidad que lo salvan de la caricatura del villano que por momentos parece ser aun sin quererlo. Se podría traducir el título original de este film - The Kids Are All Right- como Los chicos están bien, una afirmación que la película entera corrobora. Estos chicos están bien, pero los que están complicados de las maneras más inteligentes, sensibles y divertidas son los adultos.
Por un conservadurismo audaz Fenómeno cultural desde el momento de su estreno, esta celebración de la causa queer terminó resultando un éxito masivo en Estados Unidos. Así como, desde ya, se puede afirmar que es una de las primeras candidatas firmes en la carrera del Oscar. Una de las últimas provocaciones de Fogwill consistió en oponerse al matrimonio gay. El finado provocateur justificaba esa oposición en la que tenía por el matrimonio en general, al que consideraba una institución profundamente conservadora. Más allá de la obvia condición de boutade, de la brutal generalización que la sostiene y de su chueca perspectiva (por paradójico que sea, terminar en un embudo conservador no le quitaría a la legalización del matrimonio gay su condición de conquista histórica), lo cierto es que Mi familia podría usarse como nueva prueba de la cualidad profética que nunca nadie le negó al autor de Los pichiciegos. Como si se tratara de la versión queer de algún melodrama conservador de los ’50, la película de Lisa Cholodenko utiliza una aventura extramatrimonial para refrendar el voto por la institución familiar, en contra de la tentación adúltera. Que papá y mamá sean aquí mamá y mamá no cambia nada la defensa que la película hace de esa institución. Lo cual no quiere decir que la película no ayude a la causa queer. Tampoco que no sea buena. Audaz, incluso, en sus propios términos: ninguna película conservadora está impedida de serlo. Lógico fenómeno cultural desde el momento de su estreno, un par de meses atrás, en Estados Unidos, a esta altura se habló y publicó sobre Mi familia (título tan soso como el original, The Kids Are All Right) lo suficiente como para que todo el mundo sepa más o menos de qué va. Joni (Mia Wasikowska, la Alicia de Tim Burton) y Laser (Josh Hutcherson, el chico-maravilla de El mágico mundo de Terabithia), hijos del matrimonio integrado por Nic (Annette Bening) y Jules (Julianne Moore), deciden conocer al hombre cuyo esperma permitió, veinte años atrás, que ellos nacieran. Saben que la idea no entusiasmará mucho a mamá Jules. Mucho menos a mamá Nic, la más estructurada de las dos. Pero la curiosidad es mayor que el recelo y rápidamente dan con Paul (Mark Ruffalo), ecoempresario californiano soltero, de aire entre amable y distraído, con quien se genera una instantánea simpatía mutua. Cuando se enteran, Nic y Jules reaccionan con astucia, invitando a Paul a cenar e ignorando que el tipo terminará poniendo a prueba no sólo su matrimonio, sino la estabilidad familiar, al hacer aflorar grietas que estaban apenas debajo de la superficie. Como si se tratara de un psicópata naïf, Paul dará a cada miembro de la familia, así como al descuido, lo que le estaba faltando. A Joni, que acaba de terminar el secundario y está por marchar al college, le da calidez y comprensión. A Laser, un modelo distinto a los que conoce. A Nic, obstetra tensa y responsable, le permitirá revivir los tiempos en que tenía a Blue, de Joni Mitchell, por credo y paraíso. A Jules, que tiene algo de adolescente tardía, le dará con todo, si se permite la expresión: tras veinte años de convivencia, el sexo con Nic viene mustio y desvaído. Hello!, exclama Jules, en éxtasis, al ver el pene erecto de Paul, como el sediento ante el agua en el desierto. Si el agua que le andaba faltando a Jules era el sexo o el pene es la pregunta-bomba que a Cholodenko, que es lesbiana, le divierte tirar. Hasta ese momento, Mi familia se plantea como comedia. Comedia familiar, comedia de situaciones, comedia erótica, comedia post-Stonewall (como High Art, ópera prima de la realizadora) y post-California de las flores (como Laurel Canyon, la anterior de Cholodenko, editada aquí en video). De allí en más será melodrama. Si la demasiado calculada inscripción genérica le da a Mi familia un aire definitivamente convencional, los giros a contrapierna que la realizadora practica la sacan de allí. La literalidad con que Nic y Jules calcan roles tradicionalmente reservados a marido y esposa es sumamente provocativa, en el sentido fogwilliano de la palabra; la brusca bajada a tierra de la familia no convencional, también. Que mamá y mamá estén inquietas porque el hijo podría ser gay entra dentro de la misma línea de provocación, tanto como la salida del closet de enfrente que Jules experimenta al conocer a Paul. Que en el set se respiraba un clima de máxima libertad (una suerte de fumadero general, se diría) lo testimonian las actuaciones, todas ellas explorando todos los registros. Pero ese contagioso aire de relax, esa libertad verdadera que el guión y en cierta medida la puesta en escena se permiten durante largos tramos, irá a dar inapelablemente a la condena moral del intruso, la repulsa por la aventura extrafamiliar y la restauración matrimonial que el gesto final subraya, como para que no haya lugar a dudas. Tal vez por eso esta campeona de lo queer terminó resultando un éxito masivo en Estados Unidos. Así como, desde ya, una de las primeras candidatas firmes en la carrera del Oscar. Va a ganar varios premios, se puede ir anticipando.
Familia muy normal, conflictos muy actuales Hace dos décadas que las atractivas y a su modo exitosas Nic (Anette Benning) y Jules (Julianne Moore) conformaron una verdadera familia. Se aman, se respetan y llevan adelante con bastante éxito a sus dos hijos, Joni (Mia Wasikowska) y Laser (Josh Hutcherson), concebidos gracias a la inseminación artificial. Con sus conflictos y sus lucimientos personales, los adolescentes aportan a sus madres la misma alegría, las mismas preocupaciones que cualquier otro chico de su edad. Pero a la inteligente Joni no se le ocurre mejor idea que, cumplidos los dieciocho años, emprender la búsqueda del padre biológico. Y en este predicamento logra dar con Paul (Mark Ruffalo), dueño de un restaurante y de una personalidad jovial, peligrosamente encantadora. Cuando este nuevo elemento se incorpora paulatinamente a la familia, comienzan otro tipo de problemas, absolutamente inesperados, que ponen a prueba el delicado equilibrio de esa estructura práctico-afectiva. Más allá de las críticas que podrían realizarse basadas en cuestionamientos a la elección de los conflictos y el choque con lo que las premisas parecen prometer (palabra clave: parecen), lo relevante en términos cinematográficos es la forma en que la directora Lisa Cholodenko presenta estos conflictos. Nada menos que poniendo de relieve que cualquier familia es permeable a cualquier tipo de situación que involucre su condición de ser humanos: la inmadurez emocional, la traición, el desgaste, la desilusión. En este sentido, basándose en un guión sólido y en las muy buenas actuaciones de todo el elenco (particularmente el trío protagónico: Moore, Benning y Ruffalo), podemos sostener que estamos frente al primer producto cinematográfico de alcance masivo que pone sobre el tapete una realidad que hasta ahora no fue develada en la pantalla desde el ángulo que propone Cholodenko. Las familias disfuncionales no se limitan a una estructura tradicional, y está bien que así se muestre, sobre todo en momentos donde la familia de padres del mismo sexo se encuentra en el momento clave de su reconocimiento por la ley, no sólo de hecho.
Están todos bien Las reglas del juego están cambiando. La homosexualidad ya no es un tabú, no es un insulto, no es motivo para el chiste fácil… y tampoco es “tema serio para dramas sobre la identidad”. Abran los ojos, estadounidenses conservadores. Los matrimonios entre gente del mismo sexo es algo perfectamente natural y aceptado socialmente. La homofobia está pasada de moda. Toda pareja (no importa el sexo del par) está capacitada para criar chicos. Y mientras, acá en Argentina el tema del matrimonio y la adopción ya ni necesita discutirse, en el país de la “libertad”, el senado tiene todavía miedo de generar la propuesta. La excelente repercusión de la serie “Modern Family” y la película de Lisa Chodolenko en cuestión, debería ayudar a que el debate, al menos, se abra a los conciudadanos y les pregunten a ellos… que el pueblo decida si debe existir o no el casamiento gay. Pero no hay lugar más peligroso en el mundo que Estados Unidos para darle poder al pueblo. Mi Familia es una película con pretensiones de generar debate disfrazada de una comedia dramática familiar bastante clásica y conservadora. Acá no se discute el rol de la “familia” en la sociedad. Ni se discute si dos personas del mismo sexo pueden o no criar chicos. Lisa Chodolenko de primera da por sentado que la unión familiar (sin importar quienes compongan esa familia) es la base de la educación de los hijos, y que si durante 18 años un matrimonio de mujeres (en el contexto del film, el matrimonio gay es legal en Estados Unidos) pudo criar perfectamente a sus hijos, ¿por qué con la llegada de un hombre adulto las cosas van a cambiar? Claro, que pueden cambiar si este hombre es un mujeriego seductor sin remedio, pero Chodolenko decide sin ningún tipo de complejo hacer una película feminista en el mejor de los sentidos. Este cuarto largometraje de la directora californiana confirma que estamos frente a una autora para tener en cuenta dentro del cine “independiente” estadounidense. Hace unos años ya habíamos podido ver (aunque sea en DVD o Cable), la divertida Laurel Canyon con una gran actuación de Frances McDormand, que satirizaba la industria musical y el modus vivendi en California. Esta vez, Chodolenko pone su ojo en la relaciones familiares y los conflictos de pareja. No es tanto lo que pretende profundizar en cuanto a las “consecuencias” de criarse sin una figura masculina o como es el proceso de la inseminación. Estos temas son secundarios. Mi Familia habla sobre la madurez. Chicos que deben comprender el mundo que los rodea. Quienes son sus amigos, que es la familia, que es el amor. Pensar en el futuro, pero vivir el presente. Y también habla sobre la monotonía conyugal, de la importancia del diálogo en la pareja y con los hijos. Repito, todo en forma independiente a lo que podría generar “controversia”. Chodolenko tiene una estética visual invisible, decide darle mayor relevancia a los diálogos que a la estructura narrativa, que no se sale demasiado de los cánones convencionales (la película tiene momentos muy arriba pero también en los típicos conflictos dramáticos previsibles del subgénero familia “disfuncional”). Los personajes son verosímiles, creíbles, respiran y viven fuera de estereotipos. Este es el fuerte de la narración, acompañada de las magistrales interpretaciones de la mayor parte del elenco, que aportan una naturalidad invaluable. Si bien es cierta que los personajes aparecen y desaparecen por episodios, esta irregularidad no le termina quitando ritmo a la historia, y finalmente todo cierra de forma redonda. Los más jóvenes, Mia Wasikowska y Josh Hutcherson tienen buena química entre ellos, y logran interpretaciones destacadas. Mark Ruffalo, como el donante del esperma logra sus mejores momentos cuando no se toma en serio al personaje. Lo malo, es que tiene un registro actoral un poco limitado, por lo tanto, cuando los personajes de sus películas deben salir del comportamiento pasivo que caracteriza al actor, Ruffalo termina forzando este mismo comportamiento, y la austeridad da paso a reacciones poco creíbles de su parte. Esta película no es la excepción. Sin embargo, lo que realmente levanta al film, casi a un pedestal y es por lo que realmente, Mi Familia se hizo acreedora a tantos elogios, son las interpretaciones de Julianne Moore y, especialmente Annete Bening. ¿Hay algo que esta mujer no pueda interpretar? De acuerdo, siempre elige personajes de carácter fuerte, y este no es la excepción: Nic es la mujer de la casa, la que trae el dinero, el sostén, la que toma las decisiones importantes y decide que camino debe tomar el resto de la familia. Esta actitud prepotente la califica casi de enemiga, pero pronto las consecuencias del accionar de Paul (Ruffalo) le terminan dando la razón. Y Annette Benning se come cada escena en la que participa: el trabajo de voz, la postura al caminar, la seguridad de cada palabra que dice y cada palabra que se guarda. En una de las mejores secuencias, Chodolenko le otorga un primer plano de dos minutos en silencio, con sonido de fondo solamente que es formidable. Los rumores de Oscar no son en vano (ya se merecía el premio en 2004 por Conociendo a Julia, pero perdió por segunda vez contra Hillary Swank por Million Dólar Baby. Irónicamente cuando fue nominada por Belleza Americana, Swank le ganó por Los Muchachos no Lloran). También, en un rol más pasivo y tranquilo del acostumbrado se destaca Julianne Moore, aunque el personaje es muy parecido a otros que la actriz ya ha interpretado en el pasado. Lo mejor, es la química que ambas mujeres generan en la pantalla. Es el matrimonio más sincero visto en cine desde Elizabeth Taylor y Richard Burton en Quién le Teme a Virginia Woolf (y ellos eran pareja en la vida real). A pesar de tener ciertos pasajes dramáticos, Mi Familia es una comedia honesta, para debatir, discutir y reflexionar. Chodolenko logra mantener el humor y un clima positivista hasta el final, con ese agradable cinismo que caracterizaba a Billy Wilder. Lo que se dice una “soul food movie”. Para terminar de una vez por todas con los prejuicios y la hipocresías. Ahora sí, estamos todos bien.
Mi familia y todo los demás “Si pedís carne a punto en la Argentina te traen una vaca mugiendo. Buenos Aires, es la ciudad más bella del mundo”. La mencionada es sólo una de las hermosas frases que se escuchan en uno de los mejores estrenos del año. Divertida, tierna, ágil y profunda, llega la película de estilo “Indie” que se menciona fuerte para los Oscars de 2011. Lisa Cholodenko es una realizadora de muy buenas historias en general de temática homosexual. De hecho es la primera que se estrena comercialmente en el país. Las otras se han podido seguir sólo en festivales como el de Mar del Plata. Annette Bening y Julianne Moore conforman un tandem actoral impresionante. Cerca de los cincuenta años y al parecer sin operaciones, con la cara y arrugas que el correr de la vida les dejó -Meg Ryan, ¡teléfono para vos!- encarnan a Nic y Jules. Ambas son pareja, y quitando el hecho que son lesbianas, son un matrimonio típico con los esplendores y derrotas de cualquier relación amorosa. Tienen dos hijos Joni (Mia Wasikowska) y Laser (Josh Hutcherson) ambos concebidos por inseminación artificial. Cuando Jovi va a cumplir 18 años y está por partir hacia la universidad, su hermano Josh de 15 le pide que averigüe quién es en realidad el donante de esperma que permitió que ellos estén en este mundo. Dan con el “bio-padre” Paul -Mark Ruffalo en su mejor papel- un excéntrico, soltero y joven dueño de restorants orgánicos. Su llegada modificará la vida de toda la familia. El gran mérito de “Mi Familia” (el título original “The Kids are all right” –los chicos están bien- remite a una canción de “The Who” que es parte de una excelente banda sonora) es tratar los complicados temas sobre el matrimonio, paternidad, homosexualidad, procreación y relaciones sin emitir ningún juicio de valor ni bajada de línea. Aquí no hay nada más ni nada menos que seres humanos, con sus virtudes y miserias. ¡Qué potencia puede tener el cine! “Mi Familia” se debiera haber proyectado en la Plaza del Congreso a los grupos que se manifestaron en contra del matrimonio igualitario. La directora basó el guión en sus propias experiencias, ya que tuvo a su hijo Calder por inseminación artificial de un donante anónimo. Hay una calidez en sus personajes, una textura en el film, que se puede respirar en Buenos Aires. No es casual entonces lo que se dice sobre la ciudad. Es uno de esos regalos del cine, como cuando en la película animada “Yellow Submarine” dicen que “todavía queda un lugar hermoso para vivir: Argentina”. Aunque el final posea un cierto dejo de amargura y no tenga la potencia que el relato llevaba, “Mi Familia” termina siendo, posiblemente sin quererlo, un canto a la diversidad y a la libertad.
Madre no hay una sola Tener más de una mamá, puede significar para muchos algo ventajoso; para otros en cambio, podría resultar una verdadera pesadilla. Sin embargo, para los hermanos Joni y Laser, esto es algo completamente natural. Esta película de la directora Lisa Cholodenko, indaga sobre las distintas posibilidades que existen a la hora de conformar una familia. Nic (Annette Bening) y Jules (Julianne Moore) son dos mujeres que comparten su vida desde hace muchos años. Tienen dos hijos adolescentes, Joni (Mia Wasikowska) y Laser (Josh Hutcherson) a los cuales han concebido recurriendo a un banco de esperma. Un día los chicos deciden contactar con su padre biológico (Mark Ruffalo) y la química entre ellos es inmediata. Poco a poco, el ingreso de esa nueva e inesperada “figura paterna” pone en peligro la supuesta armonía de esa familia, más convencional de lo que uno en principio podría imaginar. A favor. Es indiscutible que lo mejor de esta producción, se encuentra en la naturalidad a la hora de abordar el tema de una pareja homosexual con hijos. Los personajes son retratados sin asomo de esteriotipos; Cholodenko los define de modo realista, y deja sus virtudes y defectos perfectamente visibles al espectador. Nic y Jules asumen en el film roles completamente claros: la primera ocupa el rol “paterno” (por eso es la primera que se siente amenazada ante la llegada de ese “otro” padre) quien se encarga económicamente de la familia, por lo que pone las reglas en la casa. Jules, es la verdadera figura materna (fue ella la inseminada en su momento, y es ella la que se termina sintiendo atraída por el personaje de Ruffalo). Además Jules, como en la más típica familia burguesa, es la que ha dejado de lado su profesión y proyectos personales, para estar más tiempo en la casa y hacerse cargo de los niños. Todas estas cuestiones demuestran- como indicaba más arriba- que en esta familia hay la misma cantidad de convenciones que puede haber en una familia con padres heterosexuales. Y esta premisa, se acentúa y se cristaliza cada vez más a medida que avanza la historia (quizá sea el final la muestra más evidente de ello). Otro punto interesante de MF es como se va desenvolviendo la trama. Aún con sus pequeñas irregularidades, la narración logra atraparnos y en casi ningún momento nos sentimos aburridos. Se trata de una comedia, que en algunas escenas sabe meterse en un melodrama para nada lacrimógeno. Y afortunadamente los golpes bajos quedan afuera de nuestra vista. Por último, entre los puntos fuertes de esta producción nos encontramos con dos actuaciones (las menos obvias) encantadoras: la de Mia Wasikowska y la de Mark Ruffalo. Ella como una dulce adolescente, que se nota es pieza fundamental del engranaje de la familia, y él como el padre canchero y comprensivo del que todo joven podría alardear como progenitor. En contra. Aunque en el guión interfiere también un hombre (Stuart Blumberg) Lisa Cholodenko se encarga en dejar a los personajes masculinos bastante desdibujados, o delinearlos con trazos débiles. De hecho, no es coincidencia que la mayoría de cabos sueltos provengan de su accionar o de sus historias particulares. Nunca sabemos a ciencia cierta que le ocurre (si es que le ocurre algo) a Laser, no sabemos por que el personaje de Mark Ruffalo es dejado de lado, sin chance de segundas oportunidades, y tampoco entendemos que tipo de relación une a Joni, con ese amigo al que hacia el final besa para luego abandonar. MF tiene además otro problema: cierta incontinencia verbal. Nos habla de un montón de cosas, pero no termina profundizando en ninguna de ellas. La complejidad que puede tener una relación lésbica, las consecuencias de donación de esperma, la infidelidad, la curiosidad ante la figura paterna, la necesidad de identidad, entre otros temas, quedan flotando en la superficie sin aportar ni respuestas ni reflexiones de interés. Para concluir- más ligado a las críticas que he podido leer o escuchar por ahí, que a la película- considero que los trabajos de Bening y Moore están sobrevalorados. Me encantan como actrices y sería ridículo decir algo en contra de sus performance. Sólo que en esta comedia no me muestran nada que ya no haya visto en papeles suyos anteriores.
Nuevos modelos de Familia llevados a la Pantalla La película fue aplaudida en el Festival de Berlín, y muchos críticos dicen que se merece el premio de la Academia… Creo que yo vi otra película. No es más que una comedia familiar costumbrista con el nuevo ingrediente de la conformación del núcleo familiar de dos madres que tienen dos hijos adolescentes. La idea de familia tipo compuesta por un hombre, una mujer y dos hijos ya ha dejado hace tiempo de ser el modelo tradicional gracias a que, poco a poco, van siendo aceptados otros estilos. La directora y co-guionista Lisa Cholodenko se interesó por contar una historia divertida y emotiva, pero sin esta nueva conformación de familia, la película pasaría inmediatamente a ser un telefilm, y la veríamos un domingo por un canal de aire. Al promediar la mitad del film el mal giro para crear un conflicto dentro de la misma es demasiado obvio, demasiado trillado, y a partir de ahí el descenso es en picada salvo pequeñas situaciones que por momento intentan levantar la historia. Hay algo que no pude llegar a captar dentro de la relación de las protagonistas, parece que continuamente necesitan el apoyo de un hombre. El primer encuentro sexual que muestra la peli entre Bening y Moore se nota aburrido, monótono y tapadísimo, en cambio cuando Moore tiene sexo con Ruffalo parece que el mundo estalla, desnudes incluida, cambio de posiciones y desenfreno. La perla de la película se encuentra en el reparto, sin el caería en un profundo abismo, con actuaciones espectaculares de Annette Bening y Julianne Moore, y los jóvenes Mia Wasikowska -con momentos excelentes dentro de la película- y el hijo menor Josh Hutcherson,dan credibilidad a los diálogos, que por momentos intentan forzar la comicidad en las escenas. En cambio la actuación de Mark Ruffalo carecía de matices, monótona en el diálogo y en las expresiones. Un detalle que gustó durante la proyección en la sala, y que comentaba el público como si fuese un triunfo deportivo, es que durante un largo pasaje de la cinta los personajes hablan maravillas de Argentina y coinciden en que “Buenos Aires es la ciudad más bella del mundo”. Un punto a favor de la película es el mensaje clarísimo de que las parejas gays viven las mismas experiencias, peleas, conflictos, lucha de poderes y aprendizajes cotidianos a la hora de criar chicos que las familias heterosexuales. El mensaje esta muy bien elaborado y es lo mejor de la película.
Ovacionada en el último Festival de Sundance y adorada por la crítica, el nuevo film de la guionista y directora Lisa Cholodenko ("High Art", "Laurel Canyon") se perfila como una fuerte candidata para los próximos Premios Oscar. Este drama familiar explora los conflictos que surgen en una familia compuesta por una pareja lesbiana y sus dos hijos adolescentes concebidos por inseminación artificial, cuando uno de ellos decide conocer a su padre biológico. La aparición de este hombre afectará la relación entre los distintos integrantes del grupo familiar. Logrando balancear el drama y la comedia, la directora ofrece una mirada natural sobre una familia moderna con dos madres, donde aparecen los mismos problemas y situaciones que encontramos en cualquier familia tradicional. Principalmente, esta es una película de actores, con una excelente elección del elenco principal y un guión que le da el tiempo y desarrollo necesario a cada uno de los personajes. Annette Bening compone de forma brillante el personaje de una madre controladora. Este trabajo, sumado a su reciente participación en "Mother and Child", la ubica nuevamente en carrera hacia el merecido Oscar. Julianne Moore la acompaña muy bien en el rol de su esposa y logra crear una buena química con ella. A Mark Ruffalo le calza perfecto el papel de hombre canchero/seductor y construye un personaje querible. Por el lado de los adolescentes, Mia Wasikowska ("Alice in Wonderland", "That Evening Sun") y Josh Hutcherson (aquel niño de "Little Manhattan") aprovechan algunas escenas que tienen para lucirse. "The Kids Are All Right" es una película más que recomendable, pero creo que viene un poco inflada con tanta crítica excelente y esto puede desilusionar a quienes vayan a verla cargados de expectativas.
Mi Familia es una película que cuenta la problemática que tiene una pareja de lesbianas en la crianza de sus hijos. Lo que a priori parecía ser una cinta controvertida por los temas que abordaba, finalmente terminó no siéndolo ya que esos mismos temas fueron despejados sin objeciones gracias a la naturalidad y el enfoque con el que se narran los hechos. En Mi Familia vemos como Nic y Jules llevan adelante, de muy buena manera, la educación de Joni y Laser. Joni está por ingresar a la universidad y separarse de sus madres, mientras que Laser se encuentra entrando en la siempre compleja adolescencia, con todos los conflictos internos que esto conlleva. Cuando la mayor de ellos cumple los 18 años, se proponen contactar a quien fue el donante de esperma para que ellos pudieran nacer. Paul, el padre biológico de estos chicos, es un solterón, fanático por la ecología y alquien que no parece dejar títere con cabeza. Él accede de inmediato a encontrarse con los hijos de Nic y Jules, logrando una especial conexión con ambos desde un comienzo. La aparición de Paul, interpretado por un gracioso y medido Mark Ruffalo, logrará romper esa armonía que habitaba en el hogar, por medio de distinas maniobras desprovistas de maldad, pero que al fin y al cabo llevaron varios problemas a una familia un poco atípica. Realmente los conflictos que se muestran en Mi Familia son altamente creíbles y podrían desarrollarse en cualquier casa, debido a que son bastante identificables. Con esto quiero decir que los problemas no se dan porque los chicos son discriminados por la condición sexual de sus madres u otras dificultades que puedan presentarse dentro de ese espectro, sino que son las mismas situaciones que pueden vivir todos los padres e hijos en el difícil camino que van transitando día a día buscando lo mejor el uno para el otro. Esto lo aclaro por la simple razón de que a priori uno puede pensar que se trata de una película sobre los problemas que pueden enfrentar dos lesbianas y en realidad se trata de una comedia dramática perfectamente adaptable a cualquier tipo de familia. La película es encasillada como una comedia dramática y está bien que así sea, pero me gustaría contarles que a lo largo del film van a predominar las escenas de drama por encima de las que puedan causarnos gracia. Esto no es algo negativo, sino todo lo contrario, porque este componente ayuda mucho a la credibilidad que les contaba arriba. Las actuaciones en The Kids Are All Right son las que dotan de fuerza, junto con un inteligente guión, a la trama. Las labores de Annette Bening y Julianne Moore son un ejemplo de naturalidad, justamente en dos papeles a los que uno no está acostumbrado a ver en el cine. En ningún pasaje se las va a ver cayendo en los típicos estereotipos que mucha gente tiene sobre una pareja homosexual integrada por dos mujeres. Los hijos de la pareja, interpretados por la australiana Mia Wasikowska y Josh Hutcherson, también tienen muy buenos momentos, destacando por encima a la actriz de Alicia en el País de las Maravillas. En este film, Mia, tiene toda la expresión que le faltó en la película de Tim Burton y un ejemplo de esto es la escena final donde la muchacha se luce bastante. Mi Familia presenta grandes momentos de humor y drama en una innovadora historia donde domina la simpleza y la naturalidad en todos sus aspectos.
El film de Lisa Cholodenko es un relato que triunfa, no solo por el lado actoral, sino por su excelentemente bien logrado realismo en cada uno de los pasajes que forman parte de esta dolorosa, pero profunda y emocionante historia.
El colmo de una lésbica Esta elogiada comedia en Sundance y reverenciada por la crítica internacional se queda a medio camino entre una peli indie y una comedia conservadora norteamericana de las de siempre. Más allá de esta premisa, resulta inmejorable el trabajo de Annette Benning y Julianne Moore. Ambas componen a esta pareja de cincuentonas lésbicas sin caer en los arquetipos pero manteniendo las características en la diferenciación marcada de los roles, llevándose Benning la parte masculinizada del grupo. Nic es la proveedora de la familia, ya que es la única que trabaja mientras que Jules (Moore) aporta el costado femenino, sumiso y vulnerable ante la primera crisis de pareja. Los problemas de Nic y Jules en la dinámica de pareja son exactamente iguales a los de cualquier otra heterosexual: el desgaste, la desatención y la necesidad de explorar sexualmente con otra persona en el caso de Jules ante la frialdad de Nic, más concentrada en mantener el orden en la casa y en el trabajo. Hasta aquí, Mi familia, de la directora Lisa Cholodenko, no plantea nada descabellado, salvo la incursión de otro nudo conflictivo a partir de la acción de los hijos de la pareja: Joni (Mia Wasikowska, la protagonista de Alicia… de Tim Burton) y Laser (Josh Hutcherson), ambos nacidos por inseminación artificial y con la inquietud de saber quién ha sido el donante para poder conocerlo, no en pos de la trillada búsqueda de un padre ausente sino como parte de la rebeldía del menor en una familia prototípica que, pese a estar integrada por dos mamás, representa la falsa apertura de criterio mental tras repetir costumbres y hábitos conservadores. Así las cosas, Joni encuentra al donante, Paul (Mark Ruffalo), un soltero que abraza la corriente naturista y es dueño de un restaurant, con quien rápidamente entabla una relación al punto de llevarlo a conocer a sus madres, quienes recibieron su esperma muchos años atrás. La llegada del extraño -como es lógico- trae consigo conflictos generacionales; revela la crisis matrimonial encubierta y alimenta expectativas en cada miembro al tratarse de un individuo que parece más liberal y bondadoso de lo que realmente puede soportarse, poniendo en jaque el control que ejerce Nic, tanto sobre sus hijos como sobre Jules. El problema de Mi familia (traducción poco lúcida del original The kids are allright) es básicamente conceptual, dado que Lisa Cholodenko no acierta en el tono elegido al carecer de humor para dar lugar a la ironía al poner en juego valores intocables como el de la familia nuclear y el de los matrimonios heterosexuales, quedándose a medio camino del conservadurismo al introducir un costado melodramático pero no por ello menos auténtico, donde deja que afloren los sentimientos de cada personaje.
Sutileza narrativa y excelentes actuaciones para tratar nuevos conflictos de familia Si no fuese que esta familia se conforma por dos mujeres y un hijo de cada una, éste seria un filme más, típica comedia dramática americana. Pero tiene algunos elementos que la desplazan, a saber, ambos hijos son del mismo padre, pero éste es en realidad un donante de esperma desconocido, y no intenta ser una radiografía sentenciosa de un tipo de familia diferente a lo establecido. Por lo cual los chicos son medio hermanos. Joni (Mia Wasikowska) esta por cumplir 18 años, a punto de ingresar a la universidad, Laser (Josh Hutcherson) tiene 15 años, y siempre tuvo el deseo de conocer a ese personaje de presencia ausente en su vida. Es entonces que le pide a su hermana que trate de averiguar quién es el padre, ya que al cumplir los 18 tiene esa posibilidad. La entrada de Paul (Mark Ruffalo) en la vida de la familia trastocará lo que hasta ese momento, y durante más de 18 años, fue una historia familiar “casi” convencional. La madre de Joni, Nick (Annette Benning), medica, es el sustento económico de la familia, independiente y segura; Jules (Julianne Moore) es la madre del varón, hace las veces de ama de la casa, dependiente, temerosa, en contraposición a su pareja Lo importante en la construcción de la historia, es que la misma no cae en demasiados clisés, ni esta exacerbada la situación de la pareja. Narrativamente se podría decir que es convencional, y los rubros técnicos son de muy buena factura. Pero lo que descolla son las actuaciones, todas, sobresaliendo las de Moore y Benning, como madres y como pareja, tanto la química entre ellas en la pantalla como la delicadeza de las imágenes, hacen que estas no aparezcan como provocativas, e instalan lo verosímil desde el principio.
La casa está en orden. Mi familia es una película en concordancia con su tiempo. No se trata tanto de un objeto militante, la punta de lanza a favor de una causa por la que hay que bregar frente a la oposición o la indiferencia de sus enemigos, sino una película que viene a confirmar un estado de cosas, a adecuarse blandamente al horizonte de la moral ya conquistada y en plena vigencia, como una pieza que encaja en el único hueco que falta llenar en el tablero del rompecabezas. En todo caso, Mi familia se permite jugar con amagues de audacia que se encargan de otorgarle un aspecto diferenciado al tiempo que disimula su verdadero carácter, que es más bien conservador. Una familia conformada por dos madres (Annette Bening y Julianne Moore) y una chica y un varón ya adolescentes, concebidos por la pareja mediante el método de inseminación artificial, se ve perturbada por la aparición del donante anónimo al que oportunamente recurrieron las mujeres (Mark Ruffalo). Al principio hay una reticencia mutua entre él y la familia. El tipo parece demasiado despreocupado, demasiado libre y campechano como para hacer buenas migas con la rigidez un poco sumaria de la familia en general, que supongo debe representar la conciencia de buena parte del público americano que llenó las salas e hizo de esta producción independiente un éxito masivo. El recién llegado resulta ser un cuarentón que aún no ha formado familia, mantiene relaciones casuales con una empleada de su restaurant, admite haber abandonado los estudios siendo muy joven y le gusta andar en moto. En Mi familia, ese personaje está dotado de una simpatía cuyo halo de malignidad reside en parte en su carácter irresistible: de a poco, de un modo que puede recordar lejanamente al de Terence Stamp en Teorema, procede a seducir a todo el mundo. A años luz del accionar desestabilizador del personaje de Pasolini, sin embargo, y como estamos en una comedia americana, termina apenas acostándose con la más joven de las madres (Moore). Allí empieza el segundo conflicto importante de la película, que la directora adereza con lindas canciones de rock (se destaca Black Country Rock, de David Bowie, que suena como un leit motiv del personaje de Ruffalo) y algunos gracejos de mayor o menor fortuna: el dilema de la mujer que empieza a tener una doble vida amorosa, con el agregado de que en el diagrama obtuso de la película la condición sexual del personaje parece proponer un enigma extra: “¿Qué, ahora sos heterosexual?”. Le dice Bening, despechada, cuando descubre la infidelidad de su pareja. La palabra que utiliza en realidad es straight, que se usa a falta de una mejor o más precisa. Porque, en verdad, es la familia la que es straight, recta, ordenada, sin dobleces, en la cual las cosas deben ser claras, dichas de frente. Mi familia resume la aparente paradoja de ser una película a favor de lo gay y también, al mismo tiempo, de lo “straight”; es decir, de la unidad familiar y de los valores que de ella se predican, concebida como para que nadie se asuste: los hijos criados por una familia gay son como los de todos, nos informa, también pueden ser exitosos, tener perfecta salud mental y objetivos claros en la vida. La chica es muy recatada en temas sexuales y un bocho en el colegio, y el varón solo debe deshacerse de las malas compañías para empezar a “explotar su potencial”. En suma, los chicos están bien, como dice el título original de la película, que parece querer ofrecer una declaración contundente y tranquilizadora desde el principio. El personaje de Ruffalo se esfuma de la trama prácticamente recibiendo un portazo en la cara, expulsado para siempre de la casa y de la familia. De la misma manera que antes le había ocurrido al amigo skater del chico, peleador, improductivo recalcitrante y drogón. Mi familia aporta su granito de arena a la causa queer a fuerza de naturalizar (y neutralizar) lo que antes era percibido como disolvente y peligroso. Solo que lo hace al costo de adoptar como propia la moral reinante y de asumir lo gay como un elemento cualquiera, apenas uno más, del más estricto universo burgués, en el que lo verdaderamente imperdonable es no saber qué quiere uno en la vida.
LOS CHICOS ESTÁN BIEN Mi familia (The Kids Are All Right) es una comedia dramática que cuenta la historia de una pareja, Nic (Annette Bening) y Jules (Julianne Moore), que tiene dos hijos adolescentes concebidos por inseminación artificial. Con talento para la comedia y con indiscutible emotividad, la directora Lisa Cholodenko cuenta una historia en la que todos los espectadores se verán reflejados. Los chicos están bien es el título original de esta película. Un título bellísimo que es la declaración de principios más importante que posee el film. La vida de Nic y Jules tiene sus idas y vueltas. Ellas son una pareja de lesbianas, madres de Joni (Mia Wasikowska) y Laser (Josh Hutcherson), los chicos del título original. Y son ellos los que, frente a todos los conflictos, las alegrías, las peleas y los sinsabores que los años van marcando en cada uno de los integrantes de la familia, igual están bien. El conflicto que narra el film es sobre el deseo de Laser, y también de Joni, de conocer al donante que permitió su concepción. Por ese motivo se contactan con Paul (Mark Ruffalo) y es a partir de allí que todos los conflictos latentes de la familia estallan. La directora de esta película, Lisa Cholodenko, saltó a la fama cuando en 1998 dirigió el explosivo drama lésbico High Art, film clave en lo que a dicha temática se refiere. Sus siguiente películas, Laurel Canyon y Cavedweller, no tuvieron la misma repercusión. También dirigió episodios de The L World, la famosa serie lésbica. Sin embargo, con Mi familia la directora parece ubicarse entre lo más valorado del cine de este año y es posible que con merecimiento aspire a toda clase de premios por este trabajo. Tal vez por sus antecedentes, Cholodenko se puede dar el lujo de cuestionar y poner en duda la representación lesbiana en el cine e incluso coquetear con estereotipos y lugares comunes, para en definitiva salir más que airosa del desafío. Definitivamente ella está más allá de la corrección política, y su trabajo es el más universal que el espectador pueda asumir. Es fácil identificarse y emocionarse con los personajes y con todo lo que atraviesan a lo largo de la película. Cholodenko muestra oficio para el timing del humor y para la dirección de actores así como el retrato sensible y lúcido de las personalidades de los personajes son la herramienta con la que la directora apuntala esta notable película. Todos nos conmueven, todos nos llegan al corazón. Mención aparte merecerían las actuaciones de Annette Bening y Julianne Moore, que no deberían ser ignoradas en la próxima entrega del Oscar. Juntas conforman una pareja perfecta, cuyos conflictos e inquietudes son completamente universales. Sus personajes son sencillamente inolvidables. Mi familia no es una película sobre lesbianas ni matrimonios gays, es una película sobre la familia, la pareja, los hijos, y las vivencias cotidianas de las que nadie está exento. Se puede hacer política, se puede ser militante, se puede pelear a brazo partido por la igualdad de derechos, pero en el cine la cuestión es diferente. Si alguien desea realmente probar una tesis no tiene más que dotar a sus criaturas de absoluta humanidad. Quien luego de ver una película como Mi familia aun conserve prejuicios, ya no hay nada más que pueda convencerlo. La verdadera revolución, la verdadera fuerza del film está en no esforzarse por convencer, la película es y punto. La historia de una familia más, conformada por personas que anhelan lo mismo que han deseado todas desde el comienzo de los tiempos: la felicidad.
Lo primero es... lo primero Desde su estreno en el Sundance, Mi familia viene sumando aplausos, críticas laudatorias y opiniones calificadas que profetizan con seguridad varias nominaciones en los próximos Oscar. Directora del indie, -lesbiana y madre por inseminación artificial-, Lisa Cholodenko se interna en el mundo de las nuevas familias para ofrecer una mirada fresca y (supuestamente) libre de prejuicios sobre parejas del mismo sexo e hijos concebidos artificialmente. Temas que del ámbito de lo privado saltaron a la agenda pública, renovando lo social en la vida cotidiana. Si hay algo que agradecerle a los guionistas es que estas cuestiones son presentadas con la mayor naturalidad, sin solemnidades ni panfletariamente. No son ejes centrales donde se expondrá la teoría feminista, de género o queer correspondiente, si no una parte de sus protagonistas y una elección y una decisión que permiten que sucedan los hechos que hacen avanzar la trama. Nic (Bening) y Jules (Moore) conforman la pareja central. Años de convivencia y dos hijos. La mayor, Joni (Wasikowska), una adolescente a punto de dejar la casa para estudiar en la universidad; el menor, Laser (Hutcherson), un joven que al verse a merced de sus dos madres y “abandonado” por su hermana le pide un favor a ésta: que busquen a su padre biológico. La aparición de Paul (Ruffalo), -un entrepreneur gastronómico ecologista, soltero y algo inmaduro sentimentalmente-, hará que cada una de las piezas de esta familia (que ya deberíamos dejar de llamar disfuncional) revean sus roles y se piensen en función de la nueva situación. El “Otro” en este caso no porta la revulsión del joven visitante de Teorema de Pasolini. Aquí no hay dramas filosóficos ni tragedia, apenas comedia con toques (melo)dramáticos y en esa liviandad es donde el filme encuentra su piso y su techo. El trabajo con los estereotipos y el toque de humor permiten que aumente la base del público, es decir que la elección por este tipo de películas no se circunscriba sólo a los grupos minoritarios referidos en ellas sino que se acreciente la (buena) predisposición de los heterosexuales que ni se sienten amenazados ni desplazados ni fuera del registro. Escollo que las películas de minorías sexuales aún padecen y pocas pueden superar. Uno podría cuestionar el binarismo que todavía parece manejar Mi familia con los roles sexuales definidos en lo femenino (sometido) y ama de casa de Jules frente al masculino (dominante) y profesional de Nic, explicitados hasta en lo físico (corporal, vestuario y peinados) y en lo actitudinal, o la “caída” de una de ellas frente al deseo otro, pero no se leen sino en referencia a lo antes dicho (estereotipos y búsqueda de ampliación de público). Quizá sí es más chocante cierto uso que el guión hace de la culpa ante lo sexual y que parece utilizar como aleccionador y especialmente cierto conservadurismo familiar que estos nuevos modelos suponían venían a cuestionar y ahora sólo pugnan por entrar en los mismo moldes. Pero esto último ¿hasta que punto no es más que un reflejo de lo que sucede en lo cotidiano (y que contradice las teorías que decían la subversión de los géneros frente al status quo) que una bandera que levante el filme? Más allá de la teleología que uno sospecha por detrás de ciertas elecciones estéticas, Mi familia resulta un retrato inteligente, divertido y adulto sobre las familias hoy día donde las situaciones conflictivas se pueden resolvelr con elegancia y altura (evidentemente la clase social reflejada -económica e intelectualmente- es importante para esto) pero donde lo emocional y emotivo no es dejado de lado en detrimento de lo racional. Mención especial merece el gran elenco que transmite con sutileza y arte la palabra escrita. Los jóvenes están muy bien, Bening vuelve a demostrar su crecimiento, Ruffalo su solvencia y Moore… es Moore y está todo dicho.
Clásica familia moderna. Esta es una verdadera feel-good movie. Si bien hay varios momentos dramáticos, están hábilmente matizados con otros distendidos, donde los personajes se divierten, tienen relaciones sexuales, hablan sobre música o incluso sobre la belleza de Buenos Aires. Ya desde el poster la película remite a Entre copas, la película de Alexander Payne que también se presentó en el festival de Sundance, aunque sean bastante distintas, tienen puntos en común. Mi familia es una rara película reaccionaria y progresista. La historia gira en torno a una familia poco común: mamá y mamá (Julianne Moore y Annette Bening) viven con la hija mayor (Mia Wasikowska) e hijo menor (Josh Hutcherson). La cuestión es que Jani, la hija mayor, quiere conocer al donante de esperma, un bien intencionado pero un poco irresponsable Paul (Mark Ruffalo). Ella queda encantada con él, un muchacho bien parecido. Laser, el hijo menor, es un poco más reservado. La visita altera los dos universos: el de la familia (que un poco remite a los sutiles melodramas de Douglas Sirk) y el de Paul, un bon-vivant. nunca atado a responsabilidades mayores que las de su viñedo. Es interesante, porque lo que la diferencia principalmente, de algún folletín ideológico progresista o conservador, es que la película no sentencia, no ejemplifica. Nos deja con más interrogantes que respuestas, como debe ser. Claro que el título es Mi familia (o The kids are all right, en inglés, basado en el tema de The Who) y hacia el tercer acto la directora sí apuesta por el conservadurismo (¿hace falta aclarar por qué?). Por un lado, la llegada de Paul suplirá algunas emociones, algunos deseos, hasta ese entonces, ocultos. Por el otro, será un desequilibrio, un agente extraño para esa familia. El problema es que el hombre se empieza a encariñar con los chicos. "¿Por qué donaste esperma?" le pregunta Laser, a lo que Paul, tan distendido y despreocupado como siempre, le responde "Creí que sería más divertido que donar sangre". El elenco de esta película es sublime. Mark Ruffalo tiene su mejor rol dramático dese Puedes contar conmigo, una película y un personaje con los que guarda varios puntos en común. Julianne Moore como la madre que se empieza a enamorar (y a redescubrirse) con su presencia también recuerda a la joven naïf (bueno, naïf decimos ahora, con cierta malicia) de Lejos del paraíso (aquella película donde Todd Haynes honraba a Douglas Sirk). Y Mia Wasikowska es una belleza. La chica no sólo logra conmover, sino que también sabe cómo dirigir la mirada ante la cámara. Hay que ver esas sonrisas, esas miradas que tiene cuando Paul, con su rebeldía innata, comenta por qué dejó la universidad. Pero, sin embargo, quien está un escalón más arriba (y eso que todos están bastante alto) es Annette Bening, quien seguramente conseguirá otra nominación al Oscar, como actriz de reparto. Su personaje quizás sea el que mayor peso dramático tenga, y aún rodeada de pesados clichés (¡basta con la copa de vino en la mano, ya entendimos cuándo un personaje es alcohólico!) logra hacer creíble su personaje. Sus arrugas cuentan, y no es un chiste: la edad de cada uno de los personajes es importante. El mayor acierto del film es que no trata de ser un debate sobre el matrimonio gay, o analizar si la familia gay funciona o no, sino, simplemente, construir un triángulo (o cuadrilátero, vaya uno a saber) amoroso, donde cada uno busca la armonía pero no la encuentra sin herir al otro. El tono distendido, liviano, cómico y agradable que la directora de High art la imprime a la película no podía ser mejor. Uno de los mejores estrenos del año.
Con un guión que rehúye al lugar común, el filme, con cierto humor, examina la relación de Nic y Jules, una pareja de lesbianas, y la relación con sus hijos, que fueron nacidos por inseminación artificial. Ambos (una joven de 18 y un adolescente de 15) comparten al mismo donante. Y sucede que a los chicos les da por conocer a su “padre”, y dan con él. La aparición de Paul, padre biológico de los dos chicos, desafiará la dinámica familiar, pero sobre todo pondrá en estado de alerta máxima a la pareja de mujeres. Resulta destacable poder ver un retrato sobre los nuevos conceptos de familia: sobre el amor, la honestidad y el respeto, más allá de los prejuicios reinantes y de las preferencias sexuales. La naturalidad con que se muestra a un matrimonio homosexual con dos queridísimos e inteligentes hijos da cuenta de lo natural que debería ser para cualquier sociedad aceptar una familia de estas características. La directora Lisa Cholodenko, coguionista también, saca el mejor partido de todos los diálogos y de sus actores, principalmente de los jovencitos Mia Wasikowska (la Alicia de Tim Burton) y Josh Hutcherson (Zathura). Mark Ruffalo le pone la exacta cuota de inmadurez y seducción a su simpático Paul. Mención aparte merecen las monumentales actuaciones de Annette Bening y Julianne Moore (Oscar compartido, ¡por favor!), cuya química dota a las escenas del filme de una excepcional sinceridad. Ellas SON una pareja en la pantalla: las vemos besarse, mirar porno, tener sexo, quererse, odiarse, discutir entre ellas y con sus hijos… Vivir. De visión casi obligatoria, el filme da cátedra (a quien lo necesite) de cómo poder ver a una familia que no es como todas, pero vive exactamente las mismas vicisitudes de cualquier familia tildada de normal, con sus peleas, sus sinsabores, su felicidad y, principalmente, su amor.
La institución de los afectos La tercera película de Lisa Cholodenko no es el título ideal para quienes sostenían antes del 15 de julio que el casamiento de personas del mismo sexo y el derecho de adopción no eran otra cosa que la intromisión de Lucifer en los pasillos y recintos del Congreso de la Nación. En Mi familia, dos adolescentes han crecido toda la vida con sus madres, y nada indica que estas criaturas sean proclives a conductas aberrantes. En sólo una escena, Cholodenko destituye la desconfianza del prejuicioso y el retrógrado: el diálogo durante una cena típicamente familiar destila normalidad; son una familia feliz. Pero habrá una intrusión y el orden familiar se alterará por un tiempo. El padre genético de los dos jóvenes, donante de esperma, aparecerá en escena. La curiosidad del varón de la casa lo llevará a contactar al semental solidario, un cuarentón solitario y seductor, dueño de un restaurante cuyas verduras orgánicas vienen de su propia huerta. Un hacedor que, frente a la pareja intelectual lésbica, aportará a la economía libidinal de la casa un toque de perversión. Así descrita, Mi familia parece un drama típico del cine indie estadounidense, pero no lo es, pues se trata más bien de una comedia secretamente conservadora en donde la institución familiar permanece incólume y prevalece sobre el deseo de sus personajes. Su legítima política de la identidad se contrapone con su oblicuo pero efectivo desdén de clase (su otra política): el padre y un jardinero latino no gozarán de misericordia alguna. Uno será un bruto, el otro un “adicto”. Mi familia se sostiene en sus intérpretes. Julianne Moore, Annette Bening y Mark Ruffalo están perfectos. En un pasaje central en el que se discute la superioridad de las carnes argentinas y se celebra la música de Joni Mitchell, el filme condesa todas sus virtudes: incluso allí, Cholodenko se desmarca de la potencial sitcom que acecha su película y despliega un gran instante de cine.
Una familia muy normal Describir las nuevas constelaciones de relaciones amorosas parece a esta altura una empresa poco novedosa. Por eso ya desde el título (“Los chicos están bien” según la traducción literal de su nombre original) la directora quiere, no hacer foco en la pareja conformada por Nic y Jules, sino en sus hijos, Joni y Laser. Concebidos a través de un donante de esperma, los chicos llegan a la adolescencia y deciden buscar a su padre. Hallan a Paul, un hombre que entrará rápidamente en la vida de los cuatro, y en algunos de ellos más profundamente. Presentados los personajes, el conflicto se suscita entonces en la capacidad de esa familia de absorber a un nuevo integrante. Y no pasa de allí. Lo demás es una visión naturalizada de las parejas gay y un tratamiento más que superficial de la psicología de los pibes.
Lo primero es la Familia Verdadera sorpresa del cine independiente americano que deja la impresión que con guiones simples, para nada rebuscados se puede brindar un excelente ejemplo de buen cine. El nudo se desata cuando dos hijos concebidos por inseminación artificial en su etapa adolescente deciden contactar y conocer a su padre donante, habrá que ver también que son hijos de una pareja de mujeres que están juntas hace 20 años y que la llegada del hombre traerá aparejadas algunas que otras consecuencias, movilizando el hasta el momento apacible hogar. Estos conflictos pondrán al descubierto situaciones que van desde la hilaridad humorística al análisis de la complejidad humana. Si bien la pedorrada de título otorgado al filme es "Mi familia" cuanto mejor es su original "Los chicos están bien", no?. Se puede decir que por ejemplo el tema del lesbianismo de las protagonistas está tocado con discreción, casi tangencialmente, con absoluta naturalidad y que ambas protagonistas: Julianne Moore y Annette Bening están formidables, hasta con sus adorables arruguitas y tan naturales, Mark Ruffalo en el donante muestra su capacidad actoral tan sobria como sincera, y sobre todo: Mia Wasikowska - la Alicia de Tin Burton - ofrece una actuación que nos da que pensar que se viene un futura actriz mayúscula con el tiempo. Curiosidad aparte despierta la escena que Ruffalo sostiene a la hija: "Deberías conocer Buenos Aires, es una de las mejores ciudades, de las más bellas del mundo!". Si una peli excelente, con momentos de comedia de enredos y otros de punzante llegada al espectador, sin un ápice de duda estamos hablando de unos de los grandes estrenos del año.
Las actuaciones son muy creíbles, sin caer en excesos ni en clichés. Es imposible no creerles a Annette Bening y Julianne Moore, que aquí se enfrentan en un gran duelo actoral, que son una pareja real. Realmente vemos a dos mujeres que se aman, y no ...
“El ser humano hecho guión” jajaja ¿no será mucho? Bueno, capas exageré un poco pero fue la primer cosa que se me vino a la mente al terminar la película. ¿Qué tiene de bueno? Qué es tanto particular como general. Como todas las familias (cada una es un mundo pero esos mundos un poquito se parecen). Como cosa que puede molestar a algunos, esta lo que podría ser algo repetitivo y estereotipado en la caracterización de los personajes. A mi no me molesto, porque no ahorraron en complejidad aún cuando redundaron en características. Al menos aquí funciona como algo que marca prácticamente todos los movimientos de los personajes y los define. Y eso tiene que ver también con lo que se quiere contar (entre otras cosas los roles, los opuestos, las faltas, la forma de lidiar con los miedos) ¿Acaso no somos redundantes con nuestras características? Una cosa que si quizá queda haciendo falta, es un final ligeramente distinto, con esto quiero decir, el mismo final, pero contado diferente. Se agradece sin embargo que no hayan elegido un final “fácilmente matemático”, pero si hubiera sido genial que esas razones y cuestionamientos de todos (todas en algún punto válidas) sean escupidas cara a cara. Aquí se saben, se sienten y algunas se escupen (si), pero no todas; las otras surgen en uno al terminar el visionado. Pero vuelvo a aquello positivo. Poco más voy a decir, porque es bueno que cada excelente escena se descubra. Si, cada escena es excelente en si misma y en compañía con las demás ;D Es un acierto ver cómo se toma el tema con naturalidad aunque no por eso con menos profundidad. Y como de una familia “particular” (como todas), se ven los entreveros que conllevan la crianza, la pareja, la familia, la adultez, los años, todo. Como cada uno puede percibir en cada uno de esos entreveros, la similitud interna con otros. Cada diálogo, cada situación, todo tiene su origen en el carácter de cada uno, excelente coherencia a nivel individual y a nivel grupal (otra vez, de la parte llegamos al todo, de lo particular a lo general, cada porción hace la forma del pastel). Toda una mezcla disonante, que entona. Un guión exacto, un lujo de guión. Una actuaciones para cuanto premio hay. Yo no sé ustedes pero para mi ambas ( Bening y Moore) son de los mejor en interpretación femenina del año (aunque ya saben, este año no vi mucho ;S) No quiero decir nada más, porque cada escena es para ponerse a hablar y debatir pero llenaría la reseña de spoiler. Si no la vieron, mírenla YA!!! Y damos paso a una sección nueva dentro de las reseñas: En tres oraciones sueltas: Los tobillos de Moore! La tarta de Ruffalo! “Ahora hacemos compost”! (Bening)
Sin ánimo de ofender a nadie, era de esperarse que después de "Brokeback Mountain" llegara una película de este estilo, y que encima estuviera nominada al Oscar. Tengo que admitir que antes de ver la película, tenía más o menos una idea formada de lo que podría llegar a pasar durante la misma, pero por suerte me equivoqué, y no sucedió nada de lo que me había imaginado! :) Es bastante difícil explicarles hacia qué lado apunta la historia, pero basicamente les puedo decir que no cae en lugares comunes, que es entretenida, y que tiene ciertos "factores sorpresa" que me resultaron muy agradables porque hacen que uno no tenga la menor idea de lo que va a suceder en la próxima escena. Por lo tanto, su guión es bastante sólido. El elenco está lleno de caras conocidas, de hecho, creo que aquellos que no son cinéfilos o no suelen ir al cine seguido, no tendrán problema alguno en reconocer a alguna actriz o actor de la película. Y la verdad que los cinco actores principales me trasmitieron muy bien lo que cada uno de sus personajes sentía escena tras escena, en particular Anette Benning. Definitivamente "Mi familia" es una buena opción para ver en Cine (ya que se va a reestrenar), ya que no cuenta la historia que todos esperamos o imaginamos ver en la pantalla grande. Una buena opción para sorprenderse, entretenerse, y saber si se llevará o no un Oscar a casa ;)
Gracias Clinton, por dejarnos hacer una familia Cuando me enteré que saldría una película con una temática tan jugada, me ilusioné mucho. Sobre todo porque se trataba de un guión original. El quiebre que podría sufrir una familia, conformada por dos madres lesbianas, cuando sus hijos adoptivos decidieran conocer al donante de esperma, no podía fallar. No obstante, la primera descepción llegó cuando supe que se lo vería con una perspectiva cómica. ¿Qué podía salir de eso? Y sí, a veces Hollywood amaga con innovar, pero nunca se sale de los cánones y a sus miembros no les da el cerebro para hacer historias jugadas. The kids are all right (2010) no es, para nada, la excepción a la regla. Lo que podía ser tranquilamente una trama rica en contenido sociopolítico, no es más que un horrendo disfraz con el que se viste una historia más sobre la familia en tanto institución, que se rompe cuando un factor externo irrumpe en su modus operandi. Tratamiento súper burgués, que no se salva ni con las exquisitas actuaciones de Julianne Moore, Annete Bening y Mark Ruffalo. En realidad, todo el reparto es una maravilla. Lo hace muy bien y con mucho realismo. Pero eso no es suficiente. El guión de Cholodenko y Blumberg es embustero, está lleno de arquetipos familiares -que van desde la idiosincrasia propia de su micro universo hasta el protocolo y ceremonial a la hora de la comida- y golpes de efecto manipuladores. El revés ultra obvio que da la trama hacia la mitad de la historia no sólo la convierte en una pésima y engañosa historia, sino que además la reestructura hasta convertirla en una telenovela (lésbica, por supuesto) filmada. Para colmo, propagandística, porque se da por sentado que, como trasfondo, el liberal e igualitario estado norteamericano apoya y hace posible la vida hermosa que lleva esta familia de clase media-alta, que nunca expresa condiciones obstaculizadas en el trabajo. Todo es bello en este film. Sólo es arruinado por ese villano que quiere romper los cánones familiares. God bless America. Los rasgos positivos, si es que los hay antre tanto conservadurismo burgués, son claramente las interpretaciones juveniles, que se complementan a la perfeccion con los adultos. Después, ciertos gags funcionan como elementos aislados, pero Woody Allen los usaría mejor en una de sus películas romanticonas de ahora, sin necesidad de engañar al público con todo ese verso de las lesbianas y su familia perfecta. De haberse tratado con más respeto y soltura, sería una cinta magnífica. Pero, al contrario, es una más de las tantas teatralizaciones baratas de Hollywood, que por muy independiente que se quiera hacer, no deja de ser una American Beauty homofóbica.
Nominada a cuatro Oscar (película, actriz, actor de reparto y guión), se fue con las manos vacías. Seguramente, la propuesta sonó demasiado fuerte para los votantes conservadores de la Academia de Hollywood. Una pareja de lesbianas de mediana edad con una relación muy sólida, ve que se le viene abajo la estantería cuando sus dos hijos adolescentes, que fueron concebidos por inseminación artificial, insisten en conocer a su padre biológico, que es uno solo. El film habla sobre las flamantes reglas del juego de una familia atípica. Julianne Moore y Anette Bening, en formidable duelo actoral. Mark Ruffalo no se queda atrás como tercero en cuestión. La edición en DVD llega acompañada por un trailer generoso, con abundante making off. Merece especial atención al segmento “Formar una familia”, que incorpora datos sabrosos sobre la manera en que se fue armando el guión. Una comedia adulta, con réplicas sin desperdicio. El cine estadounidense le va perdiendo el miedo a ciertos temas.
La cuarta película de Lisa Cholodenko retrata como funciona la familia tipo, sino fuera por un detalle. Los hijos tienen dos madres. Si bien este film no es una ópera prima de la directora, si lo es del cine. La primera película masiva que retrata como funciona una familia con padres del mismo sexo. Al comienzo del film podemos ver una familia compuesta por dos hijos, una chica adolescente pasando su último verano en casa y un chico en plena pubertad con problemas típicos de la edad, el detalle, los padres, o debería decir las madres, una pareja de lesbianas que decidió tener hijos por medio de la inseminación artificial, ambos hijos son del mismo padre, es decir el mismo donante, pero cada uno fue concebido por una de las madres. Al parecer, los chicos adoptan esto con total naturalidad y en ningún momento la película denota algún tipo de discriminación hacia ellos por parte de sus amigos, conocidos, etc. directamente ese tema no se toca. El tema central de la película se desarrolla cuando Laser (Josh Hutcherson) y Joni (Mia Wasikowska), los hijos de la pareja, deciden conocer a su padre a escondidas de sus madres. Lo que empieza como una simple curiosidad termina copando todos los ámbitos de la vida familiar, desde ese primer encuentro de los niños con Paul (Mark Ruffalo) en su restaurante de comida orgánica hasta la escena final, se ve en los chicos, especialmente en Laser, como la falta de figura paterna puede influenciar las decisiones o manera de comportarse de un adolescente. Las madres del film son Jules y Nic, protagonizadas por Julianne Moore y Annette Bening respectivamente, si bien al momento del comienzo de la película podemos ver a una pareja entrando en crisis, este tema se termina de desarrollar con la irrupción, casi a la fuerza, de Paul. En paralelo a esto, conocemos la vida del donante ya no tan anónimo, un soltero de buena vida que decide sin ninguna esperanza, conocer a lo que él sin querer queriendo concibió. La cotidianeidad de Paul se ve alterada al conocer a sus dos hijos biológicos y nuevas sensaciones se empiezan a despertar en el soltero codiciado. La directora logra hacer una película cómica con varios momentos dramáticos sin caer en ningún cliché, el espectador logra en una misma escena reír y casi simultáneamente entristecer. Vale aclarar que el mejor trabajo se encuentra en el elenco, descubrimos de nuevo a una Annette Bening que ya nos había deslumbrado en “Mi querido presidente” o en “Belleza americana”, tomando un papel novedoso, madre, esposa y lesbiana, la actriz logra hacer todo junto y todo a la perfección. También volvemos a ver, pero esta vez desde otro ángulo, la dupla Moore / Ruffalo, quienes ya habían trabajado juntos en “Ceguera”, si bien ella está muy bien en su papel y más de una vez resulta muy graciosa, él no termina de desarrollarse, creo que Paul es un personaje que da para más. Para introducir el tema en la gran audiencia, la directora opto por hacerlo de manera soft, es decir, no hay grandes escenas sexuales entre ellas y el tema se trata con delicadeza, se podría ver como un matrimonio normal con crisis de pareja incluida.
Retrato de una nueva configuración familiar Mi familia o The Kids are all right (título original) es un Drama-Comedia sobre una pareja de lesbianas estable y sus 2 hijos adolescentes nacidos de inseminación artificial. Parece ser una familia perfecta (aunque no es la familia tipo) hasta que los chicos se interesan por encontrar al donante de esperma que hizo posible sus nacimientos, es decir, su padre biológico. Al encontrarlo establecen una buena relación y deciden incorporarlo a la vida familiar, creando una serie de conflictos que nos harán reír y otros que nos harán un nudo en la garganta. La película está dirigida por Lisa Cholodenko, escritora y directora de films independientes que en general han recibido muy buenas críticas como High Art y Laurel Canyon, y por otro lado también dirigió capítulos de series de TV reconocidas como Six Feet Under y The L Word. Cholodenko, asumida lesbiana desde muy joven, nos muestra la intimidad de una familia tipo estadounidense, con la particularidad de que no hay padre y madre, sino 2 madres, Jules (Julianne Moore) y Nic (Anette Benning), que educan a sus hijos Joni (Mia Wasikowska, Alicia en el país de las maravillas) y Láser (Josh Hutcherson). Parece ser la familia Ingalls versión gay, hasta que los chicos deciden conocer a Paul (Mark Ruffalo), el padre biológico. A partir de esta situación se desata, de manera muy divertida y a la vez desgarradora, la inestabilidad familiar que parecía estar controlada. A priori una mente conservadora pensaría que el film trata sobre las insuficiencias que presenta una familia con padres homosexuales, y las consecuencias que eso trae, pero en realidad, muy lejos de esto, lo que se retrata es la dinámica familiar en general, con muchas de las disfunciones comunes en cualquier familia del mundo. Una película inteligente, actual, divertida y con algunas situaciones dramáticas que involucran al espectador, que no puede evitar sentirse identificado con ciertos rasgos de la personalidad de los personajes que son en mi opinión, muy completos y realistas. Finalmente, presenta un mensaje esperanzador y satisfactorio, que demuestra que todas las familias, tengan la composición que tengan, con amor y unidad, pueden superar cualquiera de las dificultades que son propias de estar vivo. ¡Recomendable!
Madre hay una sola... (bueno, depende) Jules (Julianne Moore) y Nic (Annette Bening) son pareja desde hace muchos años. Han decidido recurrir a la inseminación artificial y cada una de ellas ha sido madre. Hoy esos hijos son adolescentes y apenas Joni cumpla los 18, eso le dará derecho a acceder a los datos del donante. Ella, con su cabeza más orientada en su nuevo desafío -el inicio de su carrera universitaria- no le da importancia a este tema. Pero su medio-hermano Laser (son hermanos de distinta madre pero del mismo donante), que aún no tiene edad suficiente para las averiguaciones del caso, le pide que se contacte con él como un favor muy especial. Finalmente, el donante de esperma aparece y no se hace esperar. Es Paul (Mark Ruffalo) y su simple aparición será lo que desequilibre y desamonice a esta familia particular... y en varios aspectos. Embanderada en el marco de la homoparentalidad, la directora Lisa Cholodenko (quien ha dirigido además capítulos de la serie "The L Word", "Six feet under" y "Hung") se encuentra por momentos demasiado ocupada en demostrar que los hijos criados en ese seno de estas nuevas familias, pueden ser tan felices y exitosos, teniendo una como la de cualquier otro hijo criado en familias heterosexuales. También se esmera por subrayar la naturalidad con que la pareja de lesbianas compuestas por Benning & Moore, tiene las mismas felicidades y los mismos riesgos y sinsabores que cualquier otra pareja. Y es este subrayado quizás, lo que haga que en algunos momentos el film se torne apenas un poco "panfletario", pero gana mucho más vuelo cuando hace base en el encuentro de la identidad, de la verdad familiar y de los sentimientos, ya que está contada con las dosis exactas de drama y de comedia. Algo que puede reprochársele al guión es que cambie el giro del conflicto (que en la primer mitad de la película es la búsqueda de los adolescentes por reconstruir el mapa de su identidad) cuando una de las protagonistas se involucra emocionalmente con el mismísimo Paul (ay, Dios, qué ganas de complicarse la vida habiendo tanto hombre suelto y bien dispuesto!). Ahí es donde reina un poco la confusión en el personaje de Moore, aunque rápidamente la historia logra retomar el carril de la situación familiar -ahora completamente desequilibrada por esta nueva "relación"- y sobre todo volver a las reacciones de los adolescentes dentro de este marco. Tanto Joni (la sorprendente Mia Wasikowska en un papel completamente diferente al de "Alicia..." de Burton) y Josh Hutcherson como Laser, hacen intensamente creibles a sus criaturas, en todas sus dudas, sus certezas y sus inquietudes. Mark Ruffalo aporta la dosis exacta para desatar el revuelo necesario para que la familia intente ratificar o rectificar el curso de cada uno de sus integrantes y son sin dudas las dos protagonistas las que se llevan los laureles. Julianne Moore una vez más se demuestra como una actriz completamente todo terreno y la química que logra en todas las escenas con Annette Bening es perfecta. Pero es justamente Benning en ese papel de "el hombre de la casa", de madre calculadora y manipuladora, con el peso de sobrellevar también económicamente a la familia en sus hombros, quien se luce componiendo uno de esos papeles que seguramente será la delicia de los votantes para los premios del próximo año. Miradas, gestos y la exactitud con la que cada una de ellas exprime sus líneas de diálogo hacen que el punto fuerte de "Mi Familia" esté en todas las actuaciones. Como adicional, una mirada inquieta y certera sobre las parejas gay y la homoparentalidad, temas tan de moda en el abierto debate de los medios durante todo este año, hacen que "The kids are all right" -título original que remite mucho más al estado de ánimo que la película quiere contagiar- sea una sólida comedia dramática transitando por un argumento aún poco visitado, hasta ahora, por el cine en general y por el americano, en particular.
Sobre el tan delicado ecosistema familiar En julio, el debate en torno de la ley de matrimonio igualitario (en rigor, una reforma al Código Civil) instaló en la agenda pública el tema de las familias conformadas por personas del mismo sexo. La sanción de la ley significó reconocer los mismos derechos y obligaciones para todo el mundo. Pero los agitados días de julio también sacaron a la luz posturas cargadas de prejuicios, basadas en el total desconocimiento de la variedad actual de modelos familiares. Mi famila ( The Kids Are All Right ), presentada en el Festival de Sundance en enero y ganadora del premio Teddy en el Festival de Berlín, llega a nuestro país menos de tres meses después de ese largo e intenso debate. Argentina es el segundo lugar en el que se estrena después de Estados Unidos, donde se convirtió en la sorpresa cinematográfica del verano. En su tercera película, la directora norteamericana Lisa Cholodenko ( High Art , 1998, Laurel Canyon , 2002) abandonó el nicho del cine independiente para dirigirse al gran público. Y es una suerte que lo haya hecho, porque Mi familia es, entre otras cosas, una película valiosa para terminar de una vez con los prejuicios y la discriminación, allí donde todavía existen. El filme retrata a una familia compuesta por dos mamás (Jules y Nic, interpretadas por Julianne Moore y Annette Bening) y sus dos hijos adolescentes, concebidos por inseminación artificial: Joni y Laser (Mia Wasikowska y Josh Hutcherson). La premisa de la que parte es simple, pero muy original: Laser, de 15, quiere conocer al hombre que donó el esperma para que nacieran él y su hermana. Pero como no puede llamar él mismo al banco de esperma porque es menor, convence a su hermana Joni, de 18, que está a punto de dejar la casa materna para ir a la universidad. El donante es Paul (Mark Ruffalo), un soltero simpático y bastante inmaduro que tiene un restorán y una huerta orgánica. Paul accede a conocerlos, y así empieza una relación compleja y graciosa entre esta familia acomodada de Los Angeles y el donante hasta entonces anónimo. La historia está basada en la experiencia de Cholodenko –con su pareja es madre de un chico concebido por inseminación artificial– y del coguionista Stuart Blumberg, que alguna vez fue donante de esperma. Cholodenko y Blumberg despliegan su historia dentro de los códigos de la comedia clásica y consiguen crear un universo rico, emotivo pero sin golpes bajos, con diálogos, detalles y gestos que alejan a los personajes de cualquier estereotipo. Las actuaciones de Bening, Moore y Ruffalo tienen tantos matices como conflictos internos y contradicciones sus personajes. En Mi familia hay una buena idea, desarrollada con sinceridad, inteligencia y actores notables. Con la misma soltura con que conjuga comedia y momentos de melodrama, la película rescata, desde una perspectiva novedosa, un valor tan ligado a la tradición como la familia. “El matrimonio es duro, muy duro. Dos personas juntas, sumergidas en la mierda año tras año, envejeciendo, cambiando. Es una maratón, ¿ ok ? A veces estás tanto tiempo con la otra persona que dejás de verla”, dice Jules en una de los escenas más lindas de la película. Ya desde el inicio –una típica cena familiar en la que las madres agobian a sus hijos adolescentes con una indicación tras otra– queda claro que ésta no es una película sobre un matrimonio de lesbianas, sino sobre el matrimonio a secas y todo lo que trae consigo después de 20 años de convivencia: la crisis de la madurez, la relación entre padres e hijos, la confusión y la angustia propias de la adolescencia. La película de Cholodenko es un retrato personal y honesto que parte del hecho de que el matrimonio entre personas del mismo sexo es una realidad. Lo interesante es que explora la situación sin hacer de la familia con dos mamás un espectáculo. La familia en cuestión es bastante convencional y lleva una vida como la de cualquier otra; es decir, complicada y llena de conflictos. Como le sucedería a cualquier familia, la repentina aparición de un extraño que se incorpora a la dinámica cotidiana desestabiliza el siempre frágil ecosistema familiar. Aunque en nuestro país la película se estrenó como Mi familia , vale la pena rescatar el título original: The Kids Are All Right (los chicos están bien). El título es una referencia a una gran canción del disco debut de la banda inglesa The Who ( My Generation , 1965), pero tiene múltiples resonancias. La propia directora lo explicó en una entrevista a un medio estadounidense: “La película es sobre estas mujeres y su experiencia al formar una familia, sobre el hombre que aparece y quiere ser parte de la familia. Y realmente cuando se habla de la familia, se habla de la vida de los hijos. Así que es un título irónico, en el sentido de que los chicos llevan la situación mucho mejor que las madres. Y es además una especie de guiño a esa noción de que gais y lesbianas no pueden criar hijos psíquica y físicamente sanos, como decir ‘los chicos están bien, no se preocupen por ellos, están bien’.”