Deseo y nostalgia La nueva entrega de la Mujer Maravilla sigue los pasos de la serie protagonizada por Lynda Carter de la segunda mitad de la década del setenta, ahora situando la acción en 1984 en clave nostálgica como parte de un revival de esa década hoy nuevamente de moda por el marketing. El film comienza con una escena aleccionadora típica del género de superhéroes sobre la vida en Temiscira durante la niñez de Diana en un torneo de destreza y habilidades guerreras en las que la joven hija de la Reina Hippolyta (Connie Nielsen) se destaca entre las bravas amazonas. Ya en 1984 el FBI le solicita a una gemóloga del Museo Smithsoniano de Washington colega de Diana, Bárbara Minerva (Kristen Wigg), que los ayude con la identificación de varios objetos antiguos destinados al mercado negro recuperados tras un asalto frustrado por la Mujer Maravilla (Gal Gadot) a una falsa joyería que traficaba las mencionadas antigüedades. Uno de los efectos recuperados resulta ser una piedra creada por un Dios de malas intenciones que concede los deseos que se le piden no sin un truco. En broma Diana pide que su novio, Steve Trevor (Chris Pine), regrese de la muerte, mientras que Minerva, una mujer tímida, recatada y torpe, anhela ser como Diana, una fémina sexy y fuerte que llama la atención e impone su presencia con soltura. Ambos deseos son concedidos pero un emprendedor petrolero en aprietos por malas inversiones, Maxwell Lord (Pedro Pascal), logra poner sus manos sobre la piedra y se convierte él mismo en el objeto que concede los deseos, tomando siempre a cambio la cosa que más importa de la persona que realizó el deseo, ya sea salud, riqueza o poder, desbalanceando así el precario equilibrio de la romántica realidad mundial de 1984. El recurso de la nostalgia es aquí pobre y no logra cautivar y revivir la década del ochenta, generando una situación de arbitrariedad en el año y la década elegidos para situar la acción. Los efectos especiales y muchas decisiones respecto de los CGIs alrededor de los poderes de la Mujer Maravilla buscan recrear el tono de la serie original de los setenta sin éxito, generando una sensación de ridiculez. La trama intenta en algunas escenas retrotraerse a lo peor del humor de los ochenta, en lo que es una de las peores decisiones de la película, ya que no sólo no logra generar la risa que pretende sino que tampoco funciona a nivel narrativo en un guión con grandes problemas que intenta ser fantástico y sólo consigue ser necio en su recurrencia de los mismos dispositivos que hunden a la historia en un sinsentido a lo largo de todo el transcurso del film. El eje del relato de esta fantasía de superhéroes es el deseo y la frustración ante la imposibilidad de cumplirlos por parte de los personajes centrales, posicionando la difícil necesidad de asumir este escollo vital como camino para encontrar el equilibrio, asumiendo que los sueños son imposibles para la mayoría de las personas salvo para un puñado que se destaca por sobre el resto. Si el personaje de Maxwell Lord interpretado por Pedro Pascal no funciona desde ningún punto de vista, su propósito y sus acciones son completamente absurdos y su llegada a la piedra ni siquiera es explicada, al igual que el origen de la roca, el personaje de Bárbara Minerva es desperdiciado, ingresándola rápidamente en el injustificable despropósito del regreso de Steve Trevor y la pérdida de poderes de Diana, cuestión gradual también poco explicada que no tiene demasiado sustento ni importancia en la narración. Si Chris Pine no aporta demasiado al film, Gal Gadot compone un buen papel, en el que claramente se siente cómoda. Otro gran problema del film es la falta de carácter de los villanos. Mientras que Maxwell Lord es un emprendedor confundido que sólo intenta que sus deseos se hagan realidad como el resto de la humanidad, Bárbara es una mujer cansada de pasar desapercibida o de ser maltratada, víctimas más que victimarios en una sociedad que es retratada como perfecta y balanceada, hasta que los deseos desmedidos de las personas comunes destruyen el equilibrio generando una catástrofe mundial. Si la primera parte tenía serios problemas, especialmente en la resolución de la historia pero no tanto en la trama, aquí Patty Jenkins, Geoff Johns y Dave Callaham fallan en la construcción de los personajes, exponen ideas políticas que no tienen correlato en la historia, posicionan mal al feminismo intentando hacer lo opuesto y escudándose en la fantasía destruyen todo tipo de racionalidad, oponiéndose en lugar de homenajear a la serie y al personaje que pretenden celebrar. El cameo de Lynda Carter en el final es tan sólo un avance de la tercera parte y otro ad hoc que no aporta nada a la historia, embrollando cada vez más la mitología alrededor de la Mujer Maravilla y en esta oportunidad desaprovechándola al máximo. Sin gracia, sin humor, sin una historia, sin coherencia, Gal Gadot no logra compensar el colapso producto de un relato que muere en sus propias contradicciones sin nada para ofrecer. Mujer Maravilla 1984 (Wonder Woman 1984, 2020) es una película anti utópica que adolece de lo peor de la retromanía, no tiene ni un ápice de credibilidad en todo el guión y recurre a injertos narrativos en una trama que no se sostiene de ninguna manera, destruye personajes y desparrama peleas que inducen al sopor y una deleznable alerta sobre pedir lo imposible, base de la utopía transformadora de la década del sesenta aquí convertida en objeto de escarnio tras vaciarla de contenido al negar la lucha y las relaciones sociales, romantizando la década del ochenta y la vida en Estados Unidos. El feminismo, cuestión central de la saga, queda en un segundo plano en escenas baladíes y demasiado rebuscadas que incluso alertan sobre la radicalización de este movimiento, generando preguntas sobre el compromiso de un film que parece más una propaganda de sumisión social que una película con una historia.
Peor que la película anterior de Wonder Woman, pero tal vez mejor que la siguiente, Wonder Woman 1984 es una genuina catástrofe cinematográfica. Muestra a las claras que la decisión de hacer mal cine no es accidental, producto de errores involuntarios, sino una convencida manera de entender el entretenimiento actual. Ya no vamos al cine de divertirnos, vamos a que nos reten. Bueno, tampoco vamos al cine, porque en Argentina hace nueve meses que no hay salas estrenando películas. Patti Jenkins se puso sobre los hombros esta nueva versión del personaje de DC Comics y nos ayudará, en el futuro, a entender cómo funcionaba la política de control ideológico en el cine y la cultura. Parte de la cultura. La cultura de pedir perdón, de erradicar a los villanos y la de evitar por cualquier medio que alguien se sienta ofendido por un elemento de una película de ficción. Jenkins logra su cometido, la película es larga, aburrida, arbitraria y finalmente cobarde. Tanto dinero, tanto esfuerzo, tanta gente trabajando para producir estos cosos recaudadores de entradas. A veces la gravedad, la solemnidad y la moralina funcionan, eso ocurre cuando la película está realmente bien hecha. No es el caso, la directora no construye dos escenas coherentes y el guión tiene ese recurso imposible de borrar absolutamente todo el conflicto porque sí. No es un Deus ex Machina, es no querer tomar una decisión que traiga consecuencias. Los que hicieron la película no se dan cuenta que el 1984 del título remite a George Orwell, o no entienden que ellos mismos son aquello que Orwell criticaba. Un universo distópico donde la ficción está obligada a sacar los conflictos universales, incluso los del pasado, para evitar problemas. 1984 sirve para hablar, un poco, mal de Ronald Reagan, eso sí. Pero ni eso, porque todo el mundo tiene razón en esta película. Todo el mundo. El motivo de semejante fiasco es simple: funciona en la taquilla. Ya no se trata de hacer algo inteligente y complejo que sea taquillero, sino de correr desesperadamente detrás de la corrección política para no traer consecuencias. En el mundo real las cosas no sirven. A Gal Gadot, la mujer maravilla, ya la insultaron por ser israelí e interpretar a Cleopatra en un film aun no filmado pero que ya está en problemas. ¿Quién será el primer cineasta capaz de incluir el fascismo ideológico de la corrección política en sus historias? Clint Eastwood ya lo hizo, pero hablamos de estas grandes producciones. A Ron Howard lo insultaron por hacer una película a favor de los votantes de Donald Trump, aun cuando nadie vota en Hillbilly Elegy. Clint Eastwood hizo dos obras maestras seguidas, porque a esta altura la corrección política le importa nada. En una el protagonista usaba palabras prohibidas en la neolengua, en otra mostraba como un héroe a un admirador de Kenny Rogers. Parece mentira, pero algunos se ofendieron. Eso sí, Wonder Woman tiene chistes sobre los ochenta. Chistes de riñoneras, mayormente. Y un soldado que estuvo en Londres en 1918 pero le sorprenden las escaleras mecánicas y el transporte público. Esa pereza sí se puede ver. Diana Prince no tiene televisor, por eso no se deja engañar por nadie. Esos pobres tontos que caen víctimas de la caja boba no tienen la astucia de nuestra heroína que en el futuro seguramente tampoco tendrá twitter. La falta de cohesión estética y la manera absurda en la que el guión construye personajes nos da tiempo para cuestionar prácticamente todas las cosas que están mal en la película. Poner tres personajes protagónicos es un riesgo, más cuando dos son los villanos. Pero se puede hacer y ahí está para quien quiera revisarla Batman vuelve (Batman Returns, 1992) donde había un equilibrio entre tres personajes y varios otros puntos con común con Wonder Woman 1984. No es la agenda política lo que la hace una mala película, es su falta de fuerza cinematográfica. La pareja protagónica (en teoría) no funciona y los dos villanos son actores que han demostrado por encima de esto. Kristen Wiig, una de las mejores comediantes de la historia tiene en sus ojos la esperanza de que se le ocurre un chiste excelente por cada escena mala que protagoniza y ojalá pronto haga una parodia de esta película. 150 minutos con algunos instantes rescatables que ya me empecé a olvidar. Y alguna sorpresa que solo nos recuerda que hubo un tiempo donde las historias de superhéroes eran hermosas y libres de verdad.
Critica emitida en radio. Escuchar en link.
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No pensaba ver esta nueva Wonder Woman, y ni sabía que el 1984 del título se refería a que transcurre en el año de marras, y entonces la ambición malsana y falopa y las ropas y el breakdance y otras referencias que se pueden encontrar en el primer estante del supermercado de referencias. Podrían haber aprovechado para decir algo sobre el lúcido legado visionario de George Orwell, ya que estamos viviendo en alguna medida esa pesadilla de la neolengua y el control. Pero no, esto transcurre nomás en el 1984 pop y colorinche y de la ambición, de la maligna ambición de esos tiempos (ahora no hay más, solo hay buenos sentimientos para todes y toddys). Y no pensaba verla porque ya había visto la primera y, a diferencia de todos ustedes y de la Mujer Maravilla, yo no soy inmortal. Pero me pidieron escribir la crítica para A sala llena. Uh, pensé, pero dicen que esta es mucho peor que la primera. Ah, pero esas gentes dijeron que la primera era buena, o muy buena. Reviso lo que escribí sobre la primera, que es de la misma directora, Patty Jenkins. Y veo que al menos la siguiente oración se aplica sin cambios a lo que pienso de esta segunda parte, que es más o menos igual de mala que la primera: La película es algo así como una chatarrería, un predio en el que han quedado partes de cosas tiradas, carrocerías oxidándose, pedidos de comités, aspiraciones comerciales, fórmulas vetustas y piruetas cool. También en esta secuela lo mejor -lo único presentado con ímpetu narrativo y bríos de aventuras- es lo que transcurre en la isla, el pasado mítico. Claro, en la primera parte ese segmento era más largo, pero el final también, y era malísimo y sumamente estúpido. Acá, en esta segunda parte, entramos más rápido en “el mundo”, una Washington de 1984 en la que se nos contará algo sobre la ambición -oh, claro, Reagan- y un cascote con formas obviamente comparables a las de un juguete sexual de doble propósito. Un juguete sexual doble en esta película dos, en la que hay una Mujer Maravilla y otra mujer que la envidia. Y entonces la ambición, oh la ambición. Y la mujer que se convierte en mala pasa progresivamente de un aspecto de sota de copas a ser algo así como la hija de una de las Bangles con un Thundercat. La actriz que debe sobrellevar esta transformación, más algunos de los diálogos más toscamente escritos en mucho tiempo es Kristen Wiig, una comediante total, atlética y -aquí- a la deriva. No parece haber ninguna decisión en términos de estilo actoral que pueda unificar esta cosa, y Robin Wright -siempre muscular, convencida y convincente- aparece casi nada. La supuesta protagonista Gal Gadot sigue siendo una actriz espantosa, por más que a ustedes -inmortales- les guste. En cada gesto, en cada cambio de tono en el plano, en cada intento de transmitir emociones tremendamente codificadas revela no conocer el código y sus énfasis; sus mohines, sus maneras de doblar el cuello llevan el peso de la autoparodia, pero de la carente de conciencia. Eso sí, su personaje puede leer lenguas extrañas y antiguas, muy antiguas, extintas; el cine, arte del siglo XX, le pasó de largo. Hay un malo hombre -o más de uno, porque hay uno ranfañoso puesto para ejemplificar el acoso callejero- interpretado por el chileno Pedro Pascal, que está desatado y parece entender un juego intermitente, que la película hace a medias, sin cohesión y con resoluciones arbitrarias, estólidas e imbéciles: el de la aventura rematadamente kitsch y meramente devota de la diversión. Pero en estos años eso no se puede hacer plenamente, porque hay que soltar enseñanzas y no soltar la imaginación, y hay que ser bueno con todes y toddys. Y no se puede matar a los malos y que vayan con dios o con su dios de los malos; vaya por dios, que en 2020 la muerte ya no existe más. Pascal parece divertirse, y da la sensación de que está en pantalla más tiempo que la propia Mujer Maravilla. De todos modos, Pascal se divertía mucho más como Oberyn Martell en Game of Thrones. Y también nos divertíamos más nosotros, porque Game of Thrones, excepcionalmente, era televisión hecha con bastante espíritu cinematográfico (si hasta había episodios que parecían dirigidos por Mel Gibson, nada menos). Wonder Woman, en cambio, es parte del aluvión de la destrucción, del desguace del cine, aunque algunos de los pedazos de chatarra que exhibe a los tumbos nos caigan un poco simpáticos.
Luego de atrasos vinculados al marco pandémico finalmente llega la secuela de «Wonder Woman» (2017) al servicio de streaming HBO MAX (con fecha todavía pendiente para su lanzamiento en América Latina). Ya a esta altura y con tantas películas de superhéroes estrenadas es difícil sorprenderse con alguna. No solo por la gran oferta que abunda, haciendo que tengamos varias de ellas por año, sino además porque todas (o al menos la mayoría) parecen estar cortada por la misma tijera. La primera película en solitario de la Mujer Maravilla, lanzada por allá en 2017, fue todo un suceso porque significaba la primera versión en pantalla grande del personaje y además porque no había muchos antecedentes de personajes femeninos fuertes del mundo del comic (hubo algunos intentos como «Supergirl» de 1984, «Catwoman» de 2004 y «Elektra» de 2005 pero con malos resultados). DC parecía dar el primer paso poniendo a uno de sus personajes más grandes y populares como precedente y logró convencer tanto a la crítica como a la audiencia. El carisma de Gal Gadot tuvo mucho que ver con esto, pero también la visión de la directora Patty Jenkins («Monster» -2003- ) que supo plasmar la esencia del personaje y llevarla al siglo XXI. Además, DC venía de muchos traspiés en la creación de su Universo Cinematográfico que buscaba competir con el de Marvel, y no pasó mucho tiempo hasta que se confirmara su secuela. Nuevamente se la convocó a Jenkins para que se ponga detrás de las cámaras y se había anunciado que iba a desarrollarse en la década de los ’80 como parte de esa nostalgia que viene dándose hace varios años de rendirle tributo a esa época. El largometraje nos presenta a una Diana Prince (Gal Gadot) totalmente adaptada a la vida en Estados Unidos, con un trabajo en el Museo Smithsoniano de Washington y tratando de dejar atrás la muerte de Steve Trevor (Chris Pine). Ya pasaron más de 60 años, de los sucesos de la primera película y Diana parece encargarse de prevenir choques en la vía publica, robos en centros comerciales y todo tipo de cuestiones que no parecen causarle demasiado esfuerzo. Un día, al museo llegan un montón de artículos robados que trataban de ser vendidos en el mercado negro y allí descubre una extraña piedra que esconde algunos poderes. Diana intenta descifrar qué secretos esconde este artefacto con la ayuda de su excéntrica compañera de trabajo Bárbara Minerva (Kristen Wiig). Si bien ambas desconocen su poder, el que parece tener cierto conocimiento del asunto es Maxwell Lord (Pedro Pascal), un comerciante petrolero, que tiene grandes planes para conquistar al mundo. Como toda secuela, busca emular la fórmula de la primera película, pero en una escala más grande, intensa y desmedida. Y es aquí donde quizás está el problema del film que por momentos pierde el rumbo, el tono y el hilo del relato desviándose en varias cuestiones que le quitan ritmo y peso al avance de la trama principal. En la primera película teníamos como contexto la Primera Guerra Mundial, acá tenemos la Guerra Fría y la paranoia norteamericana con los soviéticos mezclados con la estética pop de los ’80, en la primera teníamos un villano acá tenemos dos, en la primera teníamos a Diana adaptándose a la vestimenta y la forma de vida humana y acá pasa lo mismo con Steve Trevor que busca adaptarse a la moda y a la tecnología ochentosa, y así sucesivamente. «WW 1984» es un film desparejo y grandilocuente, que por momentos se siente algo excesivo en algunos aspectos, como por ejemplo en sus 2 horas 30 de duración, en la composición de Pedro Pascal que para su villano desmedido y caricaturesco admite haberse inspirado en Nicolas Cage, entre otras cosas. Aún así, hay cosas para destacar. La villana Cheetah personificada por Wiig es uno de los grandes hallazgos de DC en este ultimo tiempo, dando no solo una digna adversaria para la Mujer Maravilla sino, además una villana con personalidad que se cansa de ser pisoteada y ninguneada y se niega a volver a la pasividad. Su ascenso recuerda un poco al de la Catwoman de Michelle Pfeiffer en «Batman Returns» (1992). Por otro lado, volvemos a tener una atractiva banda sonora creada por Hans Zimmer y espectaculares escenas de acción creadas con pericia tanto desde lo técnico como desde lo visual y lo coreográfico. Asimismo, la película no posee un uso desmedido de los ’80 como sí ha pasado en otros relatos en los últimos años, sino que se toma más como un contexto que condiciona ciertas formas de actuar de los personajes, especialmente del villano principal. Nuevamente a nivel VFX vemos algunos desajustes o fallos a los que ya nos tiene acostumbrados DC y parece increíble que se den en una superproducción de este calibre cosa en la que sufre ampliamente en la comparación con Marvel. Y a nivel narrativo tenemos esos problemas de tono y ritmo, de una enorme cantidad de elementos que no parecen amalgamarse correctamente pero que igualmente no terminan de tambalear del todo gracias a su sentido del entretenimiento sin pretensiones, al carisma de Gadot y Wiig y a la visión de Jenkins que sigue manteniendo todo en su lugar pese a los vicios que suelen tener estas secuelas superheroicas. «Wonder Woman 1984» es una película que sufre de los habituales excesos que presentan las secuelas pero que igualmente se las ingenia para brindarnos entretenimiento sin grandes pretensiones, un gran trabajo de Gadot nuevamente como la heroína y una gran contrapartida en una de las villanas más famosas de la princesa amazónica. Un film desparejo por momentos, pero también emocionante y relevante en otros.
Reseña emitida al aire
LA HISTORIA INTERMINABLE El deseo es el tema central de Mujer Maravilla 1984. El deseo de grandeza, de notoriedad, de superación, de no perder lo amado, y de aquello que hacemos para cumplirlo. Todo arranca con una pequeña Diana Prince queriendo ganar una suerte de decatlón de las amazonas y haciendo trampa. Ahí llegará la enseñanza y la moraleja, que la película de Patty Jenkins aplicará con carácter circular cuando los villanos, hacia el final, descubran que todo se les fue de las manos por desear demasiado. Lo mismo que le pasa casualmente a la película, que queriendo ser un gran espectáculo, una película inmensa y operística, no puede ser más que un bodoque de interminables e innecesarios 151 minutos. Mujer Maravilla 1984 retoma el camino errático de la producción de DC que, casualmente, se había quebrado con la anterior película de Mujer Maravilla. Aquel había sido un relato mucho más clásico, con personajes carismáticos y una acción que no se desbocaba como en el iconoclasta cine de Zack Snyder (cabeza principal de toda esta franquicia de superhéroes), además de instalar una heroína con buenas credenciales como Gal Gadot. Luego vinieron películas mucho más amables como Aquaman o Shazam!, y el destino de estos personajes parecía encontrar un rumbo. Pero el deseo, el maldito deseo, engolosinó nuevamente a la compañía y entregó otra película de esas de las que uno se quiere ir a los pocos minutos. Ya no es cuestión de discutir la lógica de algunas situaciones (el regreso del personaje de Chris Pine, por ejemplo), sino de descubrir el estiramiento progresivo de una película que tiene muy poco para contar y sin embargo sigue, y sigue, y sigue. Un film con escasas y poco imaginativas -salvo una antojadiza persecución por Egipto- secuencias de acción, y con conflictos pobres que no llenan el vacío de sus tiempos muertos. Seguramente uno de los problemas de Mujer Maravilla 1984 sea la construcción de sus villanos. Pedro Pascal y Kristen Wiig son dos intérpretes notables, pero aquí poco pueden hacer con personajes mal construidos y pobremente desarrollados. A esta altura no pasa porque ambos suenen a reescrituras de villanos anteriores (sobre todo la Barbara Minerva de Wiig, que es demasiado parecida a la Selina Kyle de Batman vuelve), si no a que sus conflictos son tan mínimos y se van fragmentando tanto en el tiempo, que la película no puede ser más que un loop de unos pocos minutos que se repiten agotadoramente. Seguramente el Maxwell Lord de Pascal tenía un sentido para el estreno original de la película, un empresario ochentoso que era un tiro por elevación a Donald Trump y que hoy, pasada la elección presidencial en Estados Unidos, luce un poco a destiempo como gesto político. Para colmo de males, todos los personajes se expresan tanto a través de sus frustraciones (incluso Diana y su amor imposible) que hace ver a Mujer Maravilla 1984 como una película un poco antipática, imposibilitando la empatía del espectador. Hacia el final, todo se vuelve bochornoso, con situaciones estiradas hasta lo imposible y un espíritu demasiado reblandecido en el que los malos al fin de cuentas no son tan malos, y merecen una nueva oportunidad (un mal de estos tiempos del cine sin villanos)… aunque no haya consecuencias aparentes sobre lo ocurrido y todo se vuelve absolutamente poco rigurosos, incluso para el género. Y uno desea y desea que la película termine. Pero, claro, cuidado con lo que se desea: puede que esta película aburridísima no termine nunca más.
Pop y empoderada Tras un año convulsionado y con altas expectativas por el estreno de la nueva entrega de Wonder Woman, finalmente tuvo su debut vía streaming y también en cines (en los lugares que ya se encuentran habilitados). La princesa Diana retorna con una nueva aventura, esta vez ambientada en los años 80´, en Estados Unidos, en plena guerra fría; y claro que repitiendo fórmula con Gal Gadot como la superheroína de DC, y Patty Jenkins al mando de la dirección. Una película con una mirada muy femenina, aunque no ahonde demasiado en cuestiones feministas, más enfocada en la acción, el romance y el melodrama. Aquí la amazona, quien trabaja como antropóloga en el museo Smithsoniano y vaga sin rumbo un tanto anclada en su pasado, siempre recordando al gran amor de su vida, Steve Trevor (Chris Pine); conoce a Barbara Minerva (Kristen Wiig), una tímida y “freak” compañera de trabajo con quien deberá catalogar los objetos, debido a un robo, de una casa de antigüedades. He de aquí, que entre ellos se encuentra una piedra con grabados en latín, que a simple vista parece no tener valor, pero que culmina siendo una gema antiquísima que concede deseos. Y así comienza el despelote, todos en broma piden deseos y se cumplen. Diana desea que regrese Steve, Barbara quiere ser como Diana, segura y autodeterminada, y entra en juego el mandaloriano Pedro Pascal, como Max Lord, un empresario frustrado, que sabe de los beneficios de la gema y abusará de los mismos creando una desestabilización a nivel mundial. La cinta es ochentosa en todo sentido, desde su estética pop y colorida, hasta su estructura narrativa, un tanto sobrecargada (con fallas de guion incluidas), con personajes estereotipados y exagerados. Todo excesivo como era esta época. En medio de un conflicto tan maniqueísta como la Guerra Fría, no podía ser de otro modo. Una época también contradictoria que va desde pasiones intensas hasta reflejar la superficialidad de los elementos de la cultura de masas. O sea, no es la típica cinta de superhéroes, es como una vuelta de tuerca a una soap opera con la diferencia de aquí las mujeres comienzan a ser protagonistas. Tenemos una gran historia de amor, la ambición sin limites personificada en Max Lord (aquí el sesgo social más crítico), y el devenir de una ¿futura villana? hablamos de una Cheetah cegada por la envidia, en pos a un pasado traumático. Claramente en los tres protagonistas vemos tres formas de ejercer el poder. Desde un poder legítimo hasta el coercitivo, sea de forma personal o impersonal, y se intenta hacer una especie de reflexión sobre cómo estos se utilizan. Mas allá de la artificialidad del relato, la exacerbación de los efectos especiales y una narración que saltea etapas y da las cosas por sentado a un ritmo vertiginoso, la película no deja de ser disfrutable. Se sale de la épica y la solemnidad del superhéroe, para ubicarse en un terreno (dentro de la fantasía que lo caracteriza) más emocional y cotidiano. La empatía vibra en el aire, esperamos que esta persista y que se acentué lo formal en la ya anunciada tercera entrega.
Cuando la IMDB se llenó de comentarios negativos sobre Mujer Maravilla 1984, simplemente pensé que se trataba de otra campaña de haters. Bobitos fanatizados que creen que esto es otra rivalidad tipo Boca – River y que salían a defenestrar al equipo contrario; machistas; odiadores seriales de películas lideradas por mujeres y/u oleadas de gente desconforme con la tarifa de streaming de HBO Max donde actualmente emiten la película. El tema fue verla en vivo y darme cuenta de que la negatividad estaba justificada. WW 1984 es una película terrible donde las inspiradas escenas de acción y el carisma de Gal Gadot y Chris Pine no alcanzan a salvar al filme de la quema. Es demasiado larga, el plan del villano no se entiende y hay demasiados momentos que rayan en lo camp. Si Mujer Maravilla era la Superman (1978) del DCEU, entonces WW 1984 es su Superman IV: En Busca de la Paz: un descarrilamiento creativo que ni los buenos talentos de su protagonista logran redimirlo. El comienzo es malo. Se ve amateur y sobreactuado, y pareciera que Richard Lester fuera el director – no Patty Jenkins – porque todo está jugado para lo absurdo. No hay explicación alguna de por qué Diana ha decidido salir de su anonimato y hacer tareas fugaces de girl scout. Luego conoce a Kristen Wiig, nerd profesional que trabaja con ella en el museo. Todos la basurean y ella envidia a la morocha enorme que roba la mirada de todos los varones. Es una amistad absurda porque la Wiig es desesperadamente insulsa y solo hace migas con la Gadot porque ésta es tan generosa que es buena con cualquier chucho apaleado que se le cruza en el camino. Por ahí anda rondando Pedro Pascal haciendo morisquetas. Este debería ser el gran año de Pascal (la segunda temporada de El Mandaloriano, la de superhéroes infantiles con Robert Rodriguez, éste film) pero su perfomance acá es atroz. Es obvio que le dijeron que canalizara a Gene Hackman en Superman, pero su Maxwell Lord es un vendedor de autos usados sobrevalorado que tiene cero por ciento del carisma e inteligencia que tenía Hackman en la saga del chico de Kriptón (tampoco es que lo de Hackman fuera memorable; me quedo mil veces con la versión de Lex Luthor de Kevin Spacey). El tipo se topa con una piedra mágica que cumple deseos, él se convierte en la fuente de los deseos mismos y obtiene favores cada vez que le concede deseos a los otros con lo cual se vuelve mas y mas poderoso. Pero todo es absurdo. El tipo quiere apoderarse de todo el petróleo del planeta pero empieza a generar conflictos regionales en todos lados y al final deja al mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial. ¿Y todo esto con qué motivo, maldita sea??. Mientras la Wiig le pide a Pascal ser mas sexy y feroz – y así empieza a mutar en Cheetah, una villana clásica de las tiras de la Mujer Maravilla -, la Gadot hace lo suyo y revive a Chris Pine. Aunque suene sacrílego el rol de Pine podría haberse podado olímpicamente y el filme se hubiera ahorrado una hora sin mellar el argumento que, de por sí, es innecesariamente rebuscado y escasamente interesante. Ni siquiera Jenkins logra clavar los colmillos como debe para satirizar a la década del 80 y todo queda en la tibieza. Y, lo que es peor, hay momentos en los que uno bosteza. A eso se suma poderes salidos de la galera que atentan contra el minimalismo y la lógica que tenía la amazona en el filme original: ¿Diana vuela? (algo que siempre odié de los comics y los dibujos animados); ¿puede convertir cualquier objeto en invisible?; ¿tiene una super armadura en su departamento que la robó del museo?. Al menos los usos creativos del lazo mágico son dignos de aplaudir aunque carezcan de toda lógica. Es cierto que no hay buenos villanos en el comic original – bah, uno está acostumbrado a la excelencia de Batman y su galería de renegados sicópatas -, y eso es algo que ocurre con la mayoría de los superhéroes conocidos, pero podían haber elegido a alguien mejor que Maxwell Lord o, al menos, escribirlo mejor. Acá es un delirante que empuja a todos al borde del abismo y uno no sabe muy bien el por qué. Al menos la Wiig tiene un motivo profundamente personal por el cual ponerse en el camino de Diana pero… ¿de que sirve ser poderosa, sexy y tener un abrigo de piel permanente si el rascacielos donde vive ha sido fundido por el calor de la radiación atómica fruto de la guerra termonuclear entre EE.UU. y la URSS?. Indulgente, incoherente y demasiado larga. Quizás es momento de que la Jenkins le pase la posta de la saga a otro director / directora. El salto de calidad entre original y secuela es enorme y honestamente no se por qué. ¿Se durmió la Jenkins en los laureles? ¿Geoff Johns se pasó de mambo con el script?. De nuevo el DCEU está en boca de todos y no precisamente por la buena calidad de su último producto; y, en los duros tiempos que corren, no se puede quemar el dinero con productos tan costosos como insatisfactorios como éste.
Wonder Woman, el personaje creado por William Moulton Marston en 1941, llega en el momento justo, con la apertura reciente de los cines, y es bueno que sea así porque para los fanáticos, se aprecia mejor en una sala. El film, dirigido por Patty Jenkins, comienza con una atractiva introducción en Themyscira, donde se lleva a cabo una competencia que marcará para siempre a la niña Diana Prince (primero Lilly Aspell, luego Gal Gadot). La historia se traslada a 1984. Diana se desempeña como antropóloga en el Instituto Smithsoniano adonde comienza a trabajar la insegura y torpe gémologa Bárbara Minerva (Kristen Wiig). El conflicto surge por una misteriosa piedra que concede deseos; quien logra conseguir el preciado objeto es Max Lord (Pedro Pascal) un empresario fracasado y desesperado por lograr éxito y fortuna que, la obtiene, conquistando a Bárbara, pero la usa para su propio beneficio y con ideas que pueden acabar con la paz mundial. ¿Les parece muy trillado? Lo es...y es una lástima. Rescatemos lo mejor: Buenos efectos y excelente recreación de época, un vestuario por momentos, sorprendente, la música de Hans Zimmer que acompaña perfectamente y correctos efectos visuales, además de un gran reparto, que hace lo mejor que puede. Sus fallas: demasiado larga (151 minutos), y acá viene lo peor...el guion hace agua en varios pasajes, cuando se abren muchas puertas, el romance de Diana con el piloto Steve Trevor (Chris Pine); la lucha contra Minerva, Max, y los deseos de una gran parte de la población mundial. También intenta dejar un mensaje respecto a la riqueza y la importancia del aspecto físico. Gadot se consolida en el personaje. Sólo le falta una buena historia. Recomendación: no salgan de la sala sin la sorpresa final. Mi Opinión: Regular. ACTORES: Gal Gadot, Chris Pine, Kristen Wiig. Pedro Pascal, Connie Nielsen, Robin Wright, Gabriella Wilde. GENERO: Comic , Aventuras , Acción . DIRECCION: Patty Jenkins. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 151 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años FECHA DE ESTRENO: 18 de Marzo de 2021 FORMATOS: 3D, 2D.
Wonder Woman 1984 es la última película de DC Comics que fue realizada bajo la “tutela de transición”. Es decir, post debacle La liga de la justicia (2017) y previa a la compra de AT&T de Warner. Lo que dio unos cuantos cambios (despidos) gerenciales dentro de la compañía, entre ellos Goeff Johns, gurú de los comics y pieza fundamental en la última década. Esto es, sin dudas, uno de los motivos por el cual el film es de tonalidad rara, por ponerlo de alguna manera. Ahora me explayaré sobre eso. Pero primero que quede claro una cosa: la película es buena, tal vez muy buena, pero inferior a la anterior y un poco perdida en sí misma. Luego del genial opening de acción, muy bien coreografiado/filmado, tienen lugar varias secuencias de humor absurdo e infantil. Y que la película transcurra en 1984 no tiene por qué significarse que su humor pueda ser tomado de algún film de ese momento. Aquí da la sensación de que estamos viendo el opening de Superman III (1983) pero con mucho más presupuesto y VFX actuales. A muchos podrá gustarles ese tipo de comedia en películas de superhéroes, pero en mi caso particular no. Es Wonder Woman y ya fue presentada y expuesta de un modo en particular, más solemne y su humor pasaba por su inocencia y no por el absurdo. Por lo tanto, el film arranca trastabillado y le cuesta enderezarse y ahí viene su otro gran problema que es la falta de un tono definido. Ya que salta del humor absurdo al romance, de ahí a la aventura y a la acción y de ahí a la agenda actual de empoderamiento femenino, igualdad, discriminación, etc. Ojo, todas esas cosas están bien y son desarrolladas de manera correcta (menos el humor absurdo) pero el problema es que no hay una definición de cuanto a qué tipo de película quiere ser. Da la sensación de que los realizadores quisieron abarcar con todo y hacer alegato de todo. Es difícil trasladar esto sin hacer descripción de escenas (y por lo tanto spoilear) pero bien saben que no es el espíritu de las reseñas aquí. Juzgarán ustedes mismos. En cuestiones narrativas cinematográficas, la película está muy bien. Patty Jenkins tenía la difícil tarea de pelear con las ambiciones y la satisfacción del resto. Y sale bien parada. Tiene mucho ritmo, no decae nunca y es bella en puesta y fotografía. En cuento a la música es otro cantar y se abre un gran debate ya que muchos dicen que es una de las mejores obras de Hans Zimmer. Yo creo que la banda sonora es buena pero ni por casualidad se encuentra en el top de su carrera ni en el top de lo hecho en materia superhéroes. Es más, algunos de los mejores momentos del film utilizan tracks de Batman vs Superman (2016), que si bien son del mismo compositor (junto a Jukie XL), le resta un poco en identidad a Mujer Maravilla 1984. Una vez más Gal Gadot es lo mejor de la película, su carisma traspasa la pantalla en cada una de las secuencias e incluso sale bien parada en la difícil tarea del humor en acción. Chris Pine también vuelve a brillar como Steve Trevor, aunque por momentos un poco exigido a demanda de un guion que pide demasiado de su personaje. Y en cuanto a las nuevas incorporaciones, Kristen Wiig está muy bien como Barbara Minerva y si química con Gadot es innegable. Los puristas del comic podrán alegar algunas cuestiones, pero amén de eso, el personaje planteado en el film está muy bien. En cuanto a Cheetah es otro cantar, algo más bien breve. Pero bueno, spoilers. Del que no tengo buenas palabras es de Pedro Pascal, pero no por sus dotes ya que ha demostrado más de una vez que es un gran actor. Pero aquí es imposible alabarlo. No entiendo las críticas que ensalzan su sobreactuación. Su personaje está siempre al límite. Y no es su culpa, es un tema pura y exclusivamente de guión. En definitiva, el tiempo hablará de Mujer Maravilla 1984 y el lugar que ocupará en la historia, ya sea por sus cambios de fecha de estreno como consecuencia de la pandemia, su salida en simultaneo en cines y en HBOMAX o, simplemente, por ser la secuela del mayor éxito de una superheroína. Diana Prince tiene mucho más para dar y seguiremos viendo a Gal Gadot con el lazo, ya sea dirigida por Jenkins en unos años, dentro de una nueva Justice League o donde sea. Aquí el corazón de la actriz se funde con el del personaje y al final de cuentas eso es lo que queda con el espectador que está abierto para notarlo. Eso es Mujer Maravilla.
Washington, 1984,guerra fría. Diana Prince mantiene la ciudad bajo control hasta que una piedra de origen desconocido que cumple deseos comienza a provocar el caos. Aunque suene delirante, esta nueva entrega de Wonder Woman se centra en los conflictos que genera la utilización de esta piedra en manos equivocadas, ambiciosas y frustradas. Max Lord (Pedro Pascal), un empresario a punto de quebrar, consigue obtener el objeto tras seducir a la científica Bárbara Minerva (Kristen Wiig), compañera de trabajo de Prince y quién le ha pedido a la piedra convertirse en alguien diferente a ella misma, lo que traerá consecuencias. Los planes de Lord son catastróficos a escala mundial y Diana debe sacrificar lo que más quiere para poder darle batalla. El argumento da lugar a que ocurran varios conflictos de acuerdo a la voluntad del villano en cuestión. Son tantos los “deseos” concedidos, y con ellos, los problemas que emergen, que de alguna manera se justifican los extensos 151 minutos de duración de esta película. El querer contar tanto tiene como consecuencia que nada termine de sorprender demasiado. Sin embargo, “Wonder Woman 1984” tiene escenas de acción y efectos visuales bien logrados, al igual que una recreación de época atinada. No hay mucho que objetar sobre los rubros técnicos. Respecto del guión, la película no toma riesgos y apunta a una fórmula que funciona en este tipo de películas. Es previsible y por momentos obvio y no aprovecha del todo el contexto social en el cual se ambienta para poder contar una trama más interesante y creíble que la decide narrar. El film tiene a una Gal Gadot efectiva y bella, y un Pedro Pascal que intenta matizar su personaje, pero no lo logra del todo. Las participaciones de Chris Pine (sí, vemos a Steve Trevor en esta edición) y Kristen Wiig son correctas y funcionan en relación a la trama. “Wonder Woman 1984” es un tanque importante y atrapará a los seguidores de este personaje y tipo de películas. Tiene lo necesario para entretener un buen rato, pochoclos de por medio y frente a la pantalla grande, la cual sugiero que vean hasta luego de los títulos.
“Wonder Woman 1984”. Crítica La nueva película de Patty Jenkins llega a las salas argentinas Este 25 de Diciembre llegó a la plataforma de HBO Max y al mismo tiempo a algunas salas de cine, Wonder Woman 1984, cambiando la fórmula de su predecesora, pero sin poder alcanzarla. Dirigida y escrita por Patty Jenkins, que también se encontraba en la producción junto a Charles Roven, Deborah Snyder, Zack Snyder y Gal Gadot, y con la música compuesta por Hans Zimmer. En el elenco contamos con Gal Gadot, Chris Pine, Pedro Pascal, Kristen Wiig, Connie Nielsen y Robin Wright. La trama comienza en el año 1984, con Diana viviendo de una forma muy solitaria debido a la perdida de Steve Trevor. Esto la muestra a ella sufriendo de una forma personal cuando no es la Mujer Maravilla. Luego, en un robo de objetos pertenecientes al mercado negro, en el cual Diana interviene, una piedra que concede deseos es desesperadamente buscada por Maxwell Lord, que planea tener un imperio inmenso a nivel mundial con el petróleo, pero antes, en un análisis de todos los objetos históricos robados, la compañera de Diana, Barbara Minerva, la analiza pensando que solo eran dichos, esto hace que Diana pida volver a estar con Steve, Barbara por otra parte, desea poder ser como Diana, ya que la admiraba y cuando cae en la manos de Maxwell Lord los problemas comienzan, llevando a todos los personajes a un mismo punto en el que tendrán que decidir que hacer con su deseo.
El legado dorado continúa y teje raíces para una justiciera infinita . Crítica de “Wonder Woman 1984” La cineasta Patty Jenkins extiende el universo heróico que rodea a la Mujer Maravilla a pura adrenalina y emoción Florencia Fico La secuela de la realizadora Patty Jenkins inaugura un nuevo espacio para volver a conectarse y vibrar con la superheroína Wonder Woman, en la inconfundible Gal Gadot; quien ya se establece como ícono a la par de Lynda Carter. Por. Florencia Fico. El argumento de la película estadounidense “Wonder Woman 1984” se da en la época de Guerra Fría, Diana Prince, más conocida como Wonder Woman, se opone al mercenario empresario Maxwell Lord y a su vieja supervillana Barbara Minerva o Cheetah, una enemiga que porta fuerza y poderes sobrehumanos. La película Wonder Woman 1984 tiene una forma de grabación casi de los 80′ es muy espaciosa y pausada. Los personajes están bien caracterizados. Musicalmente es básica y simplona. El arco argumental está súper cargado lo que deja sin aire al espectador. Aunque mantiene la atención con más detalles de la historia previa de Wonder Woman en la Isla de Temiscira, el avión invisible y los relatos mitológicos de su tierra de origen y los valores de su entrenamiento como amazona. El actor Pedro Pascal en la piel de Max Lorf es un villano destacable y una impecable antiheroína compuesta por la artista Kristen Wiig como Cheetah. La actriz Gal Gadot es y será Wonder Woman como Lynda Carter. Ambas tanto en los 80′ y en el nuevo milenio abrazan y sellan sus interpretaciones con mérito, dignidad y poder. Chris Pine personifica a la mitad su papel como el piloto y enamorado de Wonder Woman; Steve Trevor; sin embargo le pone simpatía. La directora Patty Jenkins incrementa el volumen del universo DC. El guión da una chance para seguir en la lucha contra el acoso y el abuso; la tiranía. Juega con la memoria emotiva de una protagonista que quedará para siempre en la memoria y subirá una bandera emponderada. Con algunos giños políticos necesarios para la realizadora quizá no para el público. La fotografía de Matthew Jensen emplea planos aéreos panorámicos que enaltecen los actos de persecución, captura con traveling y grúas los impactantes combates y deja espacio para los efectos especiales que inundan la pantalla. El encargado de la musicalización Hans Zimmer no ofrece la atmósfera ochentera que proponía con el tráiler y el tema electrónico – disco Blue Monday de New Order. Sólo unas sesiones de ópera típicas de superhéroes.
Mujer Maravilla 1984, cuando "la verdad es suficiente" Mujer Maravilla 1984 (Wonder Woman 1984, 2020) como secuela deMujer Maravilla (Wonder Woman, 2017)retoma los acontecimientos y la vida de la poderosa heroína de DC Comics varias décadas después ambientándose como su título indica en la década del `80. Recordemos brevemente que el personaje de la Mujer Maravilla había tenido su debut live-action en la serie televisiva interpretada por Lynda Carter (la cual abarcó desde 1975 a 1979), quizás como efecto colateral del movimiento feminista norteamericano de los ´70 que utilizó al personaje femenino de DC Comics para la tapa del primer ejemplar de la revista Ms.Magazine.En 2016 a modo de presentación de lo que sería el universo en cuestión, fue interpretada por primera vez en la pantalla grande por Gal Gadot, para luego dar paso a su película singular en 2017. Resulta pertinente reflexionar si las transposiciones televisiva y cinematográfica de dicho personaje mujeril, estuvieron o no estrechamente vinculadas a las olas feministas de cada contexto de producción respectivamente. Recordemos que el comic de la Mujer Maravilla fue creado en 1941 por William M. Marston con el objetivo de otorgarle a las nuevas generaciones un nuevo modelo de mujer que se oponga al tipo de mujer canónico de la época. Ahora sí, retomando el presente estreno del film Mujer Maravilla 1984, escrito y dirigido nuevamente por la óptica femenina de Patty Jenkins, quiendivide estructuralmente y de forma tradicional el relato en tres partes concernientes al inicio con la presentación de los personajes, el conflicto y su respectivo desenlace. Aunque hay que distinguir en la primera parte de la estructura un pequeño prólogo producto de un flashback (la primera película de Wonder Woman también comenzaba con un flashback), que sitúa la acción en Themyscira, la isla en donde viven las Amazonas (mujeres guerreras) y de donde es originaria nuestra protagonista Diana Prince/Mujer Maravilla, interpretada por la actriz israelí Gal Gadot. Algo que sostengo desde Mujer Maravilla (2017) es que lo más interesante de estas nuevas transposiciones cinematográficas es la representación del universo de Themyscira, que en este caso nos lleva rápidamente a la niñez de Wonder Woman, en una competencia olímpica en un escenario que remite al antiguo coliseo romano. Mientras que en la primera entrega ese escenario duraba casi la mitad de la película, en este caso es tan sólo un breve prólogo lo cual es una lástima porque condensa la potencia feminista que genera gran emoción...
La Mujer Maravilla fue creada por el psicólogo y escritor William Moulton Marston en 1941, inspirado por Olive Byrne, la mujer con la que vivía en una relación poliamorosa junto a su pareja Elizabeth Holloway. La historieta era una expresión de la sincera militancia de Marston por el dominio de la mujer, aunque no tanto en la sociedad como en el sexo: el psicólogo era un confeso practicante del bondage. De ahí que el arma de la Mujer Maravilla sea un lazo dorado con el que expertamente ata y reduce a los malhechores. Su primera contrincante fue Eviless, una dominatrix de Saturno que blande un látigo y se dedica a esclavizar hombres. Con la prematura muerte de Marston también desaparecieron las fantasías de sumisión y la fetichización de lazos y cuerdas. En este film, a tono con el neopuritanismo, asistimos a la total desexualización del personaje: se explicita aquí que Diana (Gal Gadot) ha pasado 66 años en soledad tras haber perdido al hombre de su vida en la primera película, que transcurría en 1918. Tras una secuencia inicial que parece tomada de la vieja competencia televisiva American Gladiators y sin vínculo detectable con el resto del film, ingresamos en los años 80, una era de desigualdad social y capitalismo desbocado que acaso pretenda ser el obligado comentario sobre la presidencia de Trump. De hecho, el villano es un especulador financiero fallido llamado Max Lord (Pedro Pascal, en una sobreactuación incómoda de mirar) sobre el que recae un superpoder que parece salido de una comedia de Jim Carrey: cualquier deseo que otra persona le manifieste se hace realidad. Esta habilidad mística no es más que un atajo no muy esmerado para que suceda cualquier cosa que haga falta, como el regreso de Steve Trevor (Chris Pine) o la creación de la supervillana Cheetah (Kristen Wiig). La narración es sorprendentemente confusa: es apenas un amontonamiento de sucesos vagamente conectados que dan pie a peleas o persecuciones. Sin una razón evidente, Lord no puede parar de conceder deseos a cualquiera al punto de que desata el caos global y, cuando todo parece insalvable, el modo en que se soluciona es aún más burdo. Esta película es la peor aparición de Gadot en una pantalla desde que se grabó con un grupo de celebrities desafinando “Imagine”.
Con un estreno mundial a mediados del pasado diciembre, esta nueva “Wonder Woman” llega tres meses tarde a los cines argentinos. Su estreno original, en los Estados Unidos, también se había pospuesto varias veces durante el atribulado 2020. Lo mejor que tenia el film original de 2017 con Gal Gadot era que, tanto la presentación del personaje como el hecho de estar ambientada en batallas de la Primera Guerra Mundial, la convertían en la primera película épica de super héroes. Eso se pierde en esta “Mujer Maravilla 1984” que ya desde el titulo da una pista: la poderosa Diana ha mantenido un perfil bajo a lo largo de las décadas y recién en 1984 retoma la acción como la heroína que lucha contra un villano que piensa monopolizar el petróleo mundial gracias a una reliquia que permite que todos sus deseos se vuelvan realidad. Con dos horas y media la duración es excesiva, sobre todo porque empieza con chistes relativos a la nostalgia de los años 80 y sólo lentamente torna a film de super acción. Hay una buena escena con una persecución en un país árabe, al estilo de las películas de Indiana Jones, y también momentos divertidos con Kristen Wig como una científica nerd que desea ser tan poderosa como Diana, y lo consigue, aunque sin medir la consecuencia de sus nuevas habilidades. En cambio Chris Pine no aporta mucho, y el villano Pedro Pascal es más una caricatura que otra cosa. Eso si, a nivel técnico, la nueva Mujer Maravilla esta a la altura de la anterior.
La mujer maravilla 2 es una película horrenda y cuesta bastante digerir el desconcierto y la decepción que dejó este desastre de la directora Patty Jenkins. No es sencillo encontrar argumentos sólidos para defender esta producción, especialmente si sos fan del personaje. Creo que el fiasco tiene dos responsables concretos. Por un lado la directora, quien se empachó con el suceso del primer film y le dieron carta libre en el estudio para hacer cualquier cosa. En este proyecto quedó demostrado que su faceta de guionista no representa su mayor fuerte artístico. Por otra parte, la incompetencia de Geoff Johns, cuyos desastrosos aportes en el argumento tienen una enorme responsabilidad en el resultado final del film. Johns sobresalió por su labor en Aquaman dentro de los cómics pero su guión para esta continuación es ofensivamente estúpido. Desconozco cuales habrán sido los aportes de David Callahan (Godzilla) quien aparece también en los créditos. Si se toman el trabajo de repasar las tres temporadas de la serie de los años ´70 con Linda Carter no van a encontrar un argumento tan malo como el que se ofrece en esta película. Inclusive la tercera temporada, que fue la más flojita, ya que tenía un tono infantil, presentaba conflictos que contenían una mínima coherencia. Es más, la película de 1974 con Cathy Lee Crosby, que elaboraba una versión alternativa del personaje, cuenta con un argumento más sólido. La representación de la heroína por supuesto es diferente pero las acciones de los personajes al menos tienen sentido. En término generales el gran problema de la nueva obra de Jenkins es que resultó un experimentó fallido. En esta oportunidad la directora no sólo ambientó la trama en los años ´80 sino que desarrolló el conflicto y la narración como si fuera una obra del período. Tras la secuencia de flashback inicial con las amazonas, que es el único momento donde se establece una conexión con el tono narrativo de la entrega previa, este estreno parece un film realizado por Richard Lester, el responsable de Superman 2 y 3. La escena del robo en el shopping es el mejor ejemplo que retrata esta situación. El tema es que Jenkins va más allá del homenaje nostálgico y aborda su relato como si fuera un film de aquellos años, una idea que acarrea dos graves problemas. La película no sólo queda desfasada en el tiempo frente al cine de superhéroes de la actualidad, sino que además se opone al tono que había tenido la obra del 2017. Por otra parte, la ambientación en los años ´80 resultó un capricho arbitrario de ella que no le aporta nada al conflicto que presenta ni al desarrollo inexistente del personaje principal. En la entrega previa el contexto de la Primera Guerra Mundial era funcional a la construcción del origen de la heroína, mientras que en la continuación la trama transcurre en 1984 porque está de moda el recuerdo de esa década y nada más. El desastre se establece de entrada con el ridículo duelo de 60 años de Diana por la muerte de Steve Trevor a quien conoció durante una semana. Más allá que no es un concepto muy empoderado que Wonder Woman se encuentre estancada en su vida por la ausencia de un tipo, Jenkins nunca eleva a otro nivel la saga y ofrece un espectáculo que deja sabor a poco. Con el transcurso del tiempo la película le demanda al público que acepte situaciones que no tienen sentido por el simple hecho que a la directora y a Geoff Johns se les ocurrió de esa manera. El regreso de Steve Trevor no tiene razón de ser y lo incorporan a la historia por el capricho de Jenkins de trabajar otra vez con Chris Pine. El modo en que reinsertan al personaje es de una tontería impactante. Lo peor de todo es que después lo dejan en un plano secundario donde no aporta nada relevante. Inclusive a Pine se lo nota desganado en su actuación como si él mismo hubiera tenido problemas para creerse el retorno del personaje. Con toda la historia rica que tiene Wonder Woman, en más de 80 años de vigencia en la cultura popular, la mejor idea que tuvieron para una segunda película fue la trama de una piedra mágica que cumple deseos y queda en manos de un villano acartonado. El modo en que incluyen al avión invisible, por el simple fan service, es tan bobo que hasta resulta incómodo de ver. Lo mismo ocurre con la armadura dorada o el hecho que Diana ahora puede volar de la nada sin ninguna explicación. La película a partir del segundo acto se vuelve caótica porque los realizadores se embrollan con varias líneas argumentales. A toda la telenovela de Diana con Steve se suma además el conflicto de Maxwell Lord con su hijo y el patético origen de Cheetah que da vergüenza ajena. En el medio lo involucran también al Duque del engaño, un personaje clásico de la historieta al que se lo menciona en un momento porque todo sirve para el fan service. El relato no tiene un foco definido como la entrega anterior y esto atenta contra el desarrollo de los nuevos personajes, en parte porque tienen que lidiar con una presencia limitada. Un sobreactuado Pedro Pascal que busca evocar los villanos grotescos de los años ´80 ofrece un antagonista olvidable. Un caso diferente es el de Kristen Wiig, quien se desenvuelve mejor de lo esperado como Bárbara Minerva, pese al tratamiento desastroso que le dieron a su personaje. Sin embargo ella no está mal en el rol y hace lo puede con un guión que no la ayuda para nada. Cheetah es una antagonista compleja que necesitaba espacio para ser desarrollada con solidez y en este caso tiene arco un argumental que funciona como una especie de versión negativa del cuento del patito feo, que encima atrasa culturalmente 50 años como mínimo. Mientras miraba la película pensé, "bueno la historia no es buena pero seguramente va a mejorar con la acción". Tampoco sucedió. Al margen que todas las escenas atractivas las incluyeron en el trailer, la labor de Jenkins en este aspecto también es decepcionante. No se puede entender que una producción que tuvo un presupuesto de 200 millones de dólares ofrezca el CGI mediocre que se ve en este film. La escena ridícula en que Wonder Woman rescata a unos niños en una ruta es de una artificialidad impactante. Hasta Starship Troopers, de 1997, tiene mejores efectos digitales. Lo mismo ocurre con la paupérrima pelea entre Diana y Cheetah que no sólo es corta sino que no se entiende nada por la manera en que está editada. Si tengo que rescatar algo positivo me quedo con la fotografía de Mattew Jensen que presenta un buen contraste estético con el primer film, la música de Hans Zimmer y un cameo sorpresa en el final que funciona como un abrazo consuelo tras el sabor amargo que deja el film. Gal Gadot, quien aparece más apagada en su interpretación, gracias a su presencia al menos consigue que la historia sea un poco más llevadera. Ojalá Patty Jenkins se redima con la próxima entrega. Wonder Wonder tiene una filmografía muy corta que se puede permitir este traspié, pero eso no quita que merezca una película superior y por sobre todas las cosas un argumento más digno.
Tras varios retrasos y una polémica gigante desatada por el estreno en la plataforma HBO MAX, finalmente llegó Wonder Woman 1984. nmarcada en la mejor década de la historia de la humanidad, Wonder Woman 1984 presenta a una Diana Prince (Gal Gadot) solitaria que reparte su tiempo entre el trabajo en un museo y su deber como superheroína. Las cosas se complicarán cuando una piedra que concede deseos pone al mundo al borde de una guerra nuclear. Wonder Woman 1984 en 2020 wonder woman 1984 crítica wonder woman 1984Cuando Wonder Woman llegó a los cines en 2017 fue un éxito tanto en crítica como en taquilla, por lo que la vara respecto a su secuela directa estaba muy alta y las expectativas no hacían más que crecer conforme la fecha se iba postergando. Sin embargo, a la vez que se iba liberando más y más material promocional, con demasiados spoilers a través de trailers e imágenes, el interés por la película se comenzó a diluir. Pero el mayor problema de Wonder Woman 1984 no fue el asfixiante material promocional, sino sus primeros compases: me refiero a la infame escena del centro comercial. Jenkins al parecer se olvidó que su película, si bien está ambientada en 1984, no es de ese año. La persecución y todo lo que ocurre alrededor de la misma da un poco de vergüenza ajena. Así mismo, los efectos especiales adolecen del mismo problema y se sienten insultantemente viejos para una película de 2020. Es que ver a amazonas saltando entre plataformas como si fueran muñecos de cinemáticas de la época de PlayStation 2, sin una física realista ni acorde al movimiento que realizan, resulta un tanto decepcionante. Decir adiós es crecer los villanos de wonder woman 84 wonder woman 1984 Wonder Woman 1984 quizás adolezca de la falta de escenas de acción en abundancia, pero a su favor cuenta con una Kristen Wiig esplendida pasando de un registro de comedia a una villana felina sin problemas. Y no se puede dejar de destacar a Pedro Pascal: el actor chileno en estado de gracia nos recuerda a Nicolas Cage en los momentos de éxtasis de su personaje. Si dejamos de lado los pobres efectos especiales, hay varias razones para sostener que Wonder Woman 1984 narrativamente supera a su predecesora. No solo porque esta vez Patty Jenkins haya tomado la gran decisión de abandonar el uso de cámara lenta en cada escena de acción o porque cuenta con una escena post-créditos increíble y emocionante, sino porque decide tomar una historia sobre el deseo y transfigurarla en un mensaje optimista y esperanzador. En un contexto a nivel global donde reina el pesimismo, el individualismo y la idea estúpida de reducir el concepto de libertad al hecho de poder salir o no de casa hasta tarde, debemos agradecer a Jenkins por brindar una historia que nos recuerde que siempre la solidaridad es más importante que el egoísmo. Al fin y al cabo, soltar es la única manera de seguir adelante y siempre va a ser mas gratificante pensar en los demás que en uno mismo. Claro está que Wonder Woman 1984 no es una obra maestra pero no deja de resultar interesante el hecho de que los comentarios hacia la película hayan sido nefastos, al igual que ocurrió con Birds of Prey. Curioso, cuanto menos, si tenemos en cuenta que películas de dudosa calidad como Liga de la Justicia o Escuadrón Suicida tienen más defensores. No estoy a favor del reduccionista «odian las películas porque son mujeres», aunque se empieza a vislumbrar un patrón de conducta si recordamos que a Capitana Marvel le pasó lo mismo hace un par de años.
Llega a las salas de cine en Argentina el film Wonder Woman 1984, y toca ser sinceros, ya hay muchos que la vieron por sus propios medios luego de su estreno por HBO Max , aunque a muchos les tocó verla por otros sitios ya que la plataforma no se encuentra en el país. ¿Porque hablo de esto? Porque el film protagonizado por Gal Gadot ya tuvo esa etapa dónde se generaron expectativas y el público ya le dió una respuesta al film, con opiniones divididas. Mujer maravilla 1984 es el gran estreno que nos trae Warner en esta apertura de cines en Argentina, y nos cuenta un capítulo en las aventuras de la princesa guerrera de las amazonas, situada en los años 80, dónde un objeto hace que se cumpla cualquier deseo, dándole la oportunidad a Diana de que sorpresivamente recupere a un viejo amor. Después de los hechos de Wonder Woman, nuestra heroína se quedó haciendo de las suyas, aunque también pasando desapercibida formando parte del equipo de un museo. Luego de un atraco que ella misma impide, llegan al museo una serie de objetos extraños, dónde se encuentra una piedra que cumple deseos, y es aquí donde sin intención de que sea real, pide el regreso de Steve Trevor, quien murió en la primera entrega. Los deseos se cumplen, pero todo tiene una trampa, ya que a cambio te quitan algo, y es cuando ella de a poco comienza a perder sus poderes. A si mismo nos presentan una serie de personajes, quienes serán los antagonistas de la historia, Maxwell Lord, quien utiliza la piedra para conseguir grandeza, junto a Bárbara Minera, quien quiere ser como Diana, terminan desatando el caos. El film fue catalogado como decepcionante, y puede que en partes lo sea. Se había generado una expectativa, sobre todo porque allá en 2017, la primera entrega de Wonder Woman, fue aquella que sin ser sorprendente, nos salvó de aquel desencanto que teníamos sobre las películas de DC hasta entonces. También nos presentó a una excelente Gal Gadot, en el papel, en el que muchos no creían en la elección de la actriz israelí pero que aún así logro sorprender desde su aparición en Batman vs Superman. Si bien el elemento fantástico del uso de una piedra que cumple deseos suena bastante atractivo, lamentablemente su guión arriesga poco y nos cuenta una historia bastante personal sobre deseos personales y egoístas, que a veces terminan rozando lo absurdo. La falta de acción también se hace ver, aunque no podemos negar que la aparición del personaje de Chris Pine y su relación con Diana Prince, es lo mejor que tiene el film. El resto de los personajes, incluso teniendo a Pedro Pascal, que parece ser el actor del momento, nos muestra algo poco desarrollado y parecido a una caricatura de si mismo. Obviamente no es un mal film, Gal Gadot nos sigue atrapando con su personaje, a pesar de la falta de acción e incongruencias en el guión, el film es bastante entretenido, la cuestión es que resulta un capítulo sin demasiada relevancia para el personaje, obviando el tema de la resurrección de Steve. Mujer Maravilla 1984 nos trae nuevamente a Patty Jekins en la dirección, que nos trae una interesante ambientación en lo visual, pero que lamentable no es tan relevante en lo narrativo. Deberíamos ver este film como un capítulo intermedio en la historia del personaje, algo que no aporta mucho pero aún así nos entretiene. Porque a decir verdad, nos gustaría seguir viendo a Gal Gadot, en un personaje que le calza muy bien. Calificación 6.5/10
En un intento de maravillarnos, MUJER MARAVILLA 1984 termina enredándose con su propia cuerda. Nos situamos en la década de los 80, donde Diana Prince (Gal Gadot) vive una vida tranquila manteniendo un perfil bajo y usando sus poderes sólo para mantener el orden. Su paz no durará mucho, ya que por culpa de una codiciada reliquia deberá enfrentarse a Cheetah (Kristen Wiig) y Max Lord (Pedro Pascal) para salvar a la humanidad de sí misma. La película comienza mostrando los inicios de la Mujer Maravilla y nos deja en claro el concepto de que todo logro valioso en la vida lleva tiempo, y está regido por la verdad. De esta manera, cualquier atajo que tomemos basado en mentiras no llegará a buen puerto. A partir de esta premisa, el film se apropia de la leyenda de la mano del mono, haciendo de una piedra muy antigua una fuente de deseos a cambio de algo muy preciado. Pero el argumento se les va un poco de las manos. En pos de volver el conflicto singular algo global, empiezan a surgir algunos grises en torno al guión y cada vez hay más cabos por atar. Ya nos acostumbramos a ver protagonistas y antagonistas que visibilicen la constante lucha que transitan por el simple hecho de ser mujer. En esta ocasión, la representación a veces puede resultar algo forzada, como queriendo imponer esta idea. Aunque a favor, la no sexualización de los cuerpos, como solía ser sobre todo con las superheroínas, está bastante bien lograda. Intentando no entrar en detalle para evitar el spoiler, algunas decisiones argumentales son algo cuestionables y hasta polémicas. El ejemplo más concreto es el de que Steve Trevor (Chris Pine) tenga que poseer otro cuerpo para existir en la vida de Diana, siendo que el personaje abducido no aparece más que para presentar esta idea y no hace en absoluto a la trama (a mis ojos se torna medio morboso). A mi criterio, a las 2:30hs de película le sobran algunos minutos. Mientras que los momentos en donde Diana pone a prueba sus habilidades son muy entretenidos y están bien coreografiados, también se peca de varias escenas explicativas que le quitan ritmo. Sobre decisiones polémicas, el conflicto se resuelve con la Mujer Maravilla rompiendo la cuarta pared y hablando directamente a cámara. Dando a entender que no sólo le habla al mundo ficcional, sino al público en sí. Su discurso refuerza la idea presentada al principio de la película, y con esto logra su objetivo. Pero en el punto de destrucción en el que se encuentra la historia resulta algo inverosímil que realmente alcance. Quizás no sean las mejores batallas que la Mujer Maravilla haya peleado, pero con un buen balde de pochoclos y enfocándonos en el trabajo de Gal Gadot, disfrutaremos de una película entretenida. Y eso sí, la aparición de Lynda Carter en la escena post créditos logra que cerremos la película con una sonrisa. Por Cami La Diez
Diana se encuentra trabajando en el Smithsoniano, mientras que de a poco se hace amiga de una mujer bastante insegura llamada Barbara Minerva. Al museo llega una misteriosa piedra, al mismo tiempo que un magnate llamado Maxwell Lord muestra un sospechoso interés en Minerva. El extraño objeto tiene el milagroso poder de conceder el deseo que uno le pida, pero con grandes costos. Y por fin llega a nuestras salas una de las pelis más esperadas del año, o al menos para quien les habla. Con unas expectativas muy altas, y siendo que la primera entrega de la Mujer Maravilla es mi film preferido de DC, la decepción que me lleve luego de dos horas y media de film, fueron tremendas. Y ahora les paso a contar porqué. Para empezar a enumerar las cosas a las que no le encontré sentido, podemos decir que la presentación de personajes es pésima. La amistad inicial entre Diana y Barbara se siente super apresurada, con esta última ya conociendo a la amazona a fondo y teniéndole envidia, luego de tres conversaciones. Lo mismo podemos decir de Lord, quien parece ir pasado de rosca durante toda la película. Y para colmo cuando se nos intentan justificar sus acciones mediante un flashback, es la patada final para convertirlo en un villano de manual. A esto debemos sumarle que la película tiene un problema grave con el cgi. Y antes de que digan algo, al film lo vimos en pantalla grande ahora. Y es una pena, porque las secuencias de acción (en especial a las que involucran a Barbara Minerva) se notan bien coreografiadas y los enfrentamientos entre ella y Wonder Woman se sienten viscerales y muy reales. Una pena que los efectos especiales le restan puntos a esto. Para cerrar con lo malo, decir que a Wonder Woman le dan dos power up o poderes nuevos. Esto no seria un problema, si no fuera que la película pasa antes de BvS y La Liga de la Justicia, films en los que jamás vemos estas nuevas habilidades de Diana, y que nunca ni siquiera se nos dice que las tuviera… Para hablar algo de lo bueno que tiene la película, podemos decir que, pese a que los personajes están escritos a un nivel de amateurismo casi alarmante, los actores logran salvarlos. En mayor o menor medida todos dan lo mejor de si para que no sintamos vergüenza ajena, siendo sobre todo Pedro Pascal (quien logra salvar a su personaje de ser otro Lex Luthor) y Kristen Wiig quienes pueden mantener a flote unos villanos que rozan lo caricatura de Hanna-Barbera. Mujer Maravilla 1984 es una película que se siente hecha así no más, en especial su guion. Con algunas cosas que parecieran ser mas dignas de un borrador o un tratamiento, mas que de un trabajo final, la historia termina afectado a todo lo demás. Eso, sumado a un cgi que arruina las pocas escenas de acción en un film de dos horas y media, nos termina dando como resultado un film que pasó de ser de los mas esperados del 2020, a una de las decepciones del año.
El estreno de la primera película de esta heroína con la magnética Gal Gadot y la dirección de Patty Jenkins fue todo un acontecimiento. La realización no solo consagraba a la protagonista, sino que tenía mucha acción, gracia y sorpresa. En esta secuela, con la misma dupla pero otros guionistas el film se extiende innecesariamente a dos horas y media. Tiene comparativamente menos acción y por momentos la historia escrita por la directora con Geoff Johns y David Callaham se enreda y se complica y es menos efectiva. Por supuesto que los fanáticos que supo conseguir la bella Gadot, una verdadera estrella, estarán de parabienes, y tanto ella como su personaje y su directora tendrán la oportunidad de enmendar defectos en una tercera entrega. Aquí el film tiene una apertura muy bien realizada, donde siendo una niña, la heroína recibirá una lección moral sobre los atajos y las trampas, que nos permite regresar a su historia mítica. Después ya estamos en l984, una década de ambiciones desmedidas y su enfrentamiento con dos villanos que no significa que refuercen la película: Maxwell Lord, una especie de Trump, con un negocio con pies de barro y una compañera que sueña con imitar la wonder woman. Un artefacto que tendrá sus consecuencias vuelve realidad muchos sueños, el delirio para el hombre encarnado por Pedro Pascal, no demasiado trabajado, solo su desmesura, y la transformación a Cheetah encarnada por Kristen Wiig, que resulta desaprovechada. El rulo que permite la reaparición del amor para la mujer maravilla con Chris Pine será de los más agradecido para las almas románticas.
"Mujer Maravilla 1984": dos por una. Las dos películas que hay en "Mujer Maravilla 1984" no se llevan ni bien ni mal entre sí. No se tironean ni pelean por imponerse una sobre la otra. Es una relación cordial por la que van cediéndose el protagonismo, conformando una mixtura de tonos digna de una bipolaridad cinematográfica. Las entradas de los principales complejos de cine en la Argentina cuestan, dependiendo del horario y el tipo de sala, alrededor de un treinta por ciento más que en las vísperas del cierre de marzo del año pasado. No cualquier bolsillo está en condiciones de desembolsar entre 450 y 650 pesos –más de doble si se quiere homenajear al consumo gastronómico de los patos tragando un balde de maíz inflado– por una película. Pero, ¿y si fueran dos por el precio de una? Da la sensación que la directora Patty Jenkins y el séquito de ejecutivos del estudio Warner dueños de la decisión sobre el corte final, para justificar el gasto que supone cada ticket, decidieron que Mujer Maravilla 1984 fuera mucho más que una película. Durante los kilométricos 151 minutos de esta secuela del mucho más fresco film de 2017 ocurre todo lo que puede ocurrir, una acumulación de sucesos que empuja a la progresión dramática a la condición de reliquia, de costumbre de otros tiempos. Todo es por duplicado en Mujer Maravilla 1984: dos villanos, dos protagonistas femeninas y dos secuencias introductorias, una que parece corresponder al relato macro de la saga –es imposible pensar una película de este tipo como objeto autónomo– y otra de menor escala, más cercana al tono retro, de comedia ochentosa con tintes policiales, que abraza el film de Jenkins hasta el Ecuador del metraje. La primera dura diez minutos, es bien grandota, artificial y ofrece planos generales digitalizados con calidad de render: muestra a una jovencita Diana Prince compitiendo en una Olimpiada con obstáculos contra mujeres mucho más grandes que ella. Todo para -claro- aprender que no está bien hacer trampa. Cuál es la relación de todo eso con lo que vendrá después es algo que no parece importar demasiado. La otra transcurre en 1984 y tiene a Diana (Gal Gadot) ya convertida en adulta y heroína anónima evitando el robo a la joyería de una galería por parte de un parte de ladrones no precisamente próvidos para el delito. Lo que intentaban robar era una piedra capaz de cumplir deseos, que luego del golpe fallido es llevada al Smithsonian Museum donde trabaja Diana con la no precisamente popular ni querida Barbara (Kristen Wiig). Las chicas pegan onda, toman unos tragos, Diana la salva de una situación de abuso y ella, enterada de las virtudes de la piedra, pide ser fuerte y sexy como su compañera, quien a su vez desea reencontrarse con su pareja fallecida tiempo atrás. La piedra, como Perón, cumple. Tanto es así que un poderoso empresario petrolero (el ocupadísimo Pedro Pascal, aquí en plan desaforado) con los números del negocio en rojo se fija en ella, completando así el mapa narrativo de un film que desde entonces acompañará a Barbara y Diana en sus periplos. Cada tanto tienden a coincidir en un mismo tiempo y espacio, pero es la excepción antes que la regla. Las dos películas que hay en Mujer Maravilla 1984 no se llevan ni bien ni mal entre sí. No se tironean ni pelean por imponerse una sobre la otra. Es una relación cordial por la que van cediéndose el protagonismo, conformando una mixtura de tonos digna de una bipolaridad cinematográfica. Mientras Barbara va de la invisibilidad al empalague con las mieles de su flamante magnetismo y Diana la pasa bárbaro con su nueva-vieja pareja –quien, rememorando a Ghost, se materializa en el cuerpo de otro hombre–, el petrolero hace de las suyas con el sueño concedido por la piedra. La moraleja es que hay que tener cuidado que lo que se desea, porque puede cumplirse. Chocolate por la noticia.
Wonder Woman 84 (títiulo original) por fin llegó a los cine de nuestro país después de numerosos retrasos por la pandemia del COVID-19. Esta secuela dirigida por Patty Jenkins (Wonder Woman, Monster) y protagonizada por Gal Gadot, Chris Pine, Kristen Wiig y Pedro Pascal ofrece mucho estilo y un regreso de la princesa amazona pero ¿a qué costo?. La mujer maravilla ochentera Diana Prince vive su nueva vida rodeada de una sociedad que la admira en secreto, no obstante ella se encuentra distante de todos por la pérdida del amor de su vida y la presión de su verdadera identidad heroica. Al dar con un extraño artefacto antiguo, la vida de Diana, su compañera Barbara Minerva (Kristen Wiig) y un excéntrico y misterioso presentador de televisión (Pedro Pascal) cambia a la gracia de deseos. Patty Jenkins ofrece una secuela estilizada que consigue presentar una nueva faceta de Wonder Woman, brindando profundidad a la historia de Diana y centrando el foco en lo que significa los valores de un héroe. No obstante, a pesar del estilo, esta película sufre por el desborde innecesario de agregar situaciones ya vistas (el regreso de un ser querido difunto) y un factor épico que se pierde expandiendo subtramas innecesarias, algo imperdonable en el género. Tenemos acción pero no hay un efecto positivo en ella por el estilo caricaturesco que Jenkins muestra en todas las coreografías; esto es un fallo para resaltar ya que al presentar un tono serio y situaciones dramáticas de descubrimiento interno la directora opta por utilizar el recurso de la comedia en equivocados momentos. Nos encontramos nuevamente con un caso de estilo sobre sustancia. En el apartado de actuaciones Wonder Woman 1984 se defiende gracias a la fuerte presencia de coprotagonistas. Se destaca Wiig como una aliada convertida en villana (Cheetah) y Pascal va a la par con el tono – como señalé anteriormente – caricaturesco del film; Chris Pine es una excusa de relleno, un retorno innecesario para un efecto – algo bobo – de cerrar un circulo. La palabra soltar resuena en toda la película. Gadot, ya canchera con el rol, es excelente en manerismos pero resulta alarmante lo hilarante que es su entrega de líneas. A resaltar negativamente una escena de persecución en Egipto en la cual ella y Pascal tienen un intercambio de palabras con un efecto absolutamente bizarro y muy lejos de lo que se quería mostrar en pantalla. Hans Zimmer, como siempre, marca los tonos adecuados para que la película funcione en su banda sonora original sin embargo a pesar de situarse en los ochentas la película carece de himnos musicales de esa época. La película desperdicia su potencial ya que hay que contentarse con una sola canción a cargo de Frankie Goes to Hollywood y no, no es Relax. 151 minutos de los cuales se podrían recortar 40 de ellos para lograr un efecto más positivo. Wonder Woman 1984 resulta aburrida y carente de sentido alguno, se va por las ramas cuando no debería y a pesar de tener una época dorada, villanos coloridos (e interesantes) desperdicia todo por la intención falsa de caer copada y emitir un mensaje vacío. Valoración: Regular.
Volvió la amazona más famosa del cine y todos esperábamos ese regreso. Gal Gadot protagonizando en 2017 a Wonder Woman, se volvió un pilar del mundo de DC, lo que no es poco si tenemos en cuenta que la Liga de la Justicia se volvió un trauma para todo ese mundo que vio en los últimos años cómo Marvel se volvía el jugador más importante en el mundo del cine y lo que se conoce como MCU (Universo cinematográfico de Marvel ) terminó su tercera fase y empezó la cuarta prometiendo la aprovechando las plataformas. Mujer Maravilla 1984 se estrenó en plena pandemia, lo cual volvió su regreso un espectáculo épico, pero el relato duró poco porque la película falla en varios aspectos, porque Wonder Woman había dejado muy altas las expectativas y la segunda parte no las puede sostener. En esta película Diana trabaja en un museo (el famoso Smithsonian) y vive en Washington DC, En su living hay fotos de su pasado y el recuerdo permanente de Steve Trevor (Chris Pine) que tan heroicamente murió en la película anterior que se desarrollaba en los días de la Gran Guerra. La película pareciera competir de alguna manera con “Capitana Marvel”. La ambientación es perfecta y no hay nada que decir sobre eso. Un grupo de ladrones, bastante torpes, se llevan objetos de una joyería que en los fondos oculta un reducto de comercialización de piezas antiguas, pero el golpe es un fracaso y los objetos terminan siendo llevados al lugar donde trabaja Diana. Ese mismo día entra a trabajar al lugar Barbara Ann Minerva (Kristen Wiig) una apocada investigadora que se siente el último orejón del tarro en la vida. El encuentro de Diana y Barbara es amable y encandila a Barbara. En ese instante le avisan que van a llegar unas piezas robadas que el FBI necesita catalogar y uno de los objetos resulta ser una pieza bien extraña que satisface el deseo de cualquiera que entienda la inscripción que tiene en su base. Entonces aparece Marwell Lord (Pedro Pascal), un personaje mediático que vende ilusiones por TV y se hace llamar “El rey del petróleo” pese a que en sus tierras no hay una sola gota de ese hidrocarburo. De alguna manera el pintoresco personaje sabía de esa pieza y resulta ser el inversionista del robo de esos objetos. Marwell, Barbara y la misma Diana, caen bajo el influjo del objeto y pide cada uno un deseo y así, Barbara se vuelve intrépida y parecida a la imagen que ella tiene de Diana, Marwell logra el éxito y Diana logra hacer volver de la muerte a Steve Trevor. Los 151 minutos de esta atronadora película se enredan bastante y vamos descubriendo cosas que no sabíamos, como que ahora la protagonista vuela y su lazo tiene virtudes más allá de hacer decir la verdad a quien entra en contacto con él. La película arranca bien arriba con una historia de Diana cuando era niña y que se vincula un poco con lo que vamos a ver después. En el fondo Wonder Woman 1984 habla de que hay que tener cuidado con lo que se desea y que además si uno obtiene lo que desea posiblemente pague un precio muy alto. Las inconsistencias de guión se suman a cierta poca convicción de algunos protagonistas y el conjunto termina siendo una decepción para el que se siente a ver lo que pasa por más ganas y entusiasmo que se tenga por el personaje. Lo mejor es Kristen Wiig que termina siendo Cheetah, una villana conocida de las historietas, mientras que Pedro Pascal desmadra su actuación. Hay muchos errores para marcar pero quizás las ganas de volver a una sala los empuje a sentarse a disfrutar de un poco de cine aunque a nosotros no nos haya gustado, así que mejor no spoileamos nada. MUJER MARAVILLA 1984 Wonder Woman 1984. Estados Unidos,2020. Dirección: Patty Jenkins. Elenco: Gal Gadot, Chris Pine, Kristen Wiig, Pedro Pascal, Robin Wright y Connie Nielsen. Guion: Patty Jenkins, Geoff Johns y Dave Callaham. Fotografía: Matthew Jensen. Música: Hans Zimmer. Edición: Richard Pearson. Distribuidora: Warner Bros. Apta para mayores de 13 años. Duración: 151 minutos.
Gal Gadot vuelve a ser a la heroína más grande de DC, quien en esta oportunidad lo hará en el año ’84, donde el fin de la era Reagan genera el advenimiento de la oscuridad a partir de un siniestro villano (Pedro Pascal) que desea dominar el mundo. El contrapunto con Cheetah (Kristen Wiig) y las escenas de acción con poder femenino potencian la propuesta.
Mujer Maravilla 1984: Wonder XXL Costó, pero sucedió… finalmente tenemos en cines argentinos el estreno de la última película salida de las entrañas del DC Universe, la secuela de la Amazona que rompió récords y que posicionó a su protagonista y directora para el mundo entero: Mujer Maravilla 1984 (Wonder Woman 84, 2020). ¿De qué va? “Mujer Maravilla 1984”, de la directora Patty Jenkins y con el rol protagónico de Gal Gadot, es la nueva aventura de la Mujer Maravilla en pantalla grande, con un salto a la década de 1980; la veremos montar relámpagos en el cielo, vestir alas doradas y buscar cumplir un sueño mientras persigue a dos rivales nuevos y formidables: Max Lord y Cheetah. El futuro del mundo vuelve a estar en peligro, y solo la Mujer Maravilla puede salvarlo. En este nuevo capítulo de su historia, Diana Prince vive en paz entre los mortales en la animada y elegante década de 1980, una era de excesos marcada por el afán de tenerlo todo. Si bien tiene todos sus poderes, mantiene un perfil bajo, repara artefactos antiguos y solo ejecuta sus actos superheroicos de incógnito. Pero tendrá que salir a la luz y reunir toda su sabiduría, fuerza y valentía para salvar a los seres humanos de un mundo que ellos mismos construyeron. El carisma de Gal Gadot es indiscutible, y la eficacia de Patty Jenkins como directora también. Pero WW84 (así la nombraremos en adelante) tiene ciertos pecados que parecen acercarse a los errores del pasado cercano con el Snyderverse. Diana Prince vive en el dolor de la pérdida, pasaron muchos años pero no puede olvidar a su primer amor: Steve Trevor (Chris Pine). Su vida está en pausa, y de alguna manera está traicionando a las guerreras que la precedieron. Ella vino a cambiar el mundo de los hombres y a traer la paz, y anda llorando por su primer novio. Sus incursiones se dan de manera esporádicas, desorganizadas y en la clandestinidad: de alguna manera parece avergonzarse de quien es y su rol en el mundo. Y ahí se abren las líneas de villanía: primero Max Lord (Pedro Pascal), un empresario en quiebra que pide convertirse en piedra que entrega deseos para ser el dueño del mundo; y luego Bárbara Minerva (Kristen Wiig), una chica inteligente y algo torpe, con amor hacia la historia y las reliquias que pide ser como Diana sin saber que eso la llevará a tener superpoderes. Ambos personajes son conocidos del comic, pero como en la mayoría de las adaptaciones nada tienen que ver con el material original, y además los descartan sin posibilitar su verdadero potencial. Pero el gran villano es la piedra: una reliquia barata que cuál si fuera la mano del mono te da un deseo pero te quita otra cosa. Esto hace surgir lo peor de los seres humanos, hasta el punto que Max pide volverse la piedra para ser quien da los deseos y consigue algo a cambio. Eso lleva a una guerra civil, una internacional, y unos alborotos frente a la Casa Blanca que fueron premonitorios teniendo en cuenta lo sucedido hace algunos meses. Pero WW84 tiene varios pecados: la historia es larga, repetitiva y confusa. Las reglas no se cumplen del todo correctamente y se peca de cierto sentimiento naive donde se dejan de lado preguntas morales o cuestiones de guión duras. En otras situaciones uno podría ser menos demandante y estricto, pero DC tomó el camino de la seriedad, la opulencia y el look grim & gritty; y esto no nos permite desentendernos y simplemente disfrutar de la obra por ser algo fresco y liviano. Y al no ser una película corta, tampoco se le puede achacar que no tuvo tiempo de desarrollar las cosas… Las acciones de los personajes son cuestionables, las decisiones morales son turbias, las caracterizaciones son pobres (los personajes toman decisiones o las cambian porque sí de un momento a otro) y las reglas superheroicas se contradicen con lo que previamente conocíamos. ¿A Diana no la vimos volar como Superman en Justice League sin el lazo que enlaza rayos y nubes? ¿Por qué de repente Diana tiene magia capaz de hacer las cosas invisibles? ¿Cómo hicieron para llegar a Egipto en un avión que estaba en el museo? ¿Y la nafta? Si fuese una película “liviana” uno capaz podría abstraerse de estas preguntas y ponerse en modo no-brainer para disfrutar del espectáculo. Pero esta película plantea otra cosa, es seria y adulta. Las peleas no tienen sentido de ser: ¿por qué estar toda la película hablando de una armadura que luego es incómoda y termina no siendo útil? ¿Por qué se arma tan burdamente la justificación para que Minerva se convierta en Cheetah? ¿Por qué no podemos mantener a los personajes para que crezcan en lugar de ser peones que se van eliminando ya que “así lo pide la trama”? WW84 ostenta muchos problemas de guión, se siente un poco extensa para lo que cuenta, pero se basa en el carisma de su protagonista y en escenas de acción con efectos visuales que realzan la nostalgia que produce la década de los 80s. Algo que ya vimos bastante en Netflix. Hacia los créditos hay una escena posterior, que es sobre todo un chiste (muy lindo igual) que va al podio de las escenas más intrascendentes para el universo cinematográfico, al nivel de la post-créditos de Iron Man 3. Ya hay confirmada una tercera parte del mismo tandem Gadot/Jenkins, esperemos que sea mejor y nos haga emocionar y sorprender como la primera parte, entendiendo que no es necesario que todo sea XXL, a pesar de haber estrenado una película de 4 horas en el mismo universo, JUSTO el mismo día.
Segunda entrega de "Mujer Maravilla", dirigida por Patty Jenkins, que llegó antes a HBO+ pero ahora se estrenó en la pantalla grande. La actriz protagonista, Gal Gadot, sigue siendo productora ejecutiva del film manteniéndose así el poder femenino al frente. Diana (Gal Gadot) creció siendo una guerrera que llegó a tener los valores de toda una superheroína, fortaleciendo sus deberes como tal. De esa infancia tan "evolutiva" nos vamos a los 80's, una época en donde los villanos tenían protagonismo pero ella llegó para luchar contra ellos. Si bien todavia sufre la ausencia de su gran amor Steve (Chris Pine), logra aferrarse a ese dolor y a ese deseo de que él estuviera a su lado para enfrentarse a Max Lord (Pedro Pascal) y Cheetah (Kristen Wiig). Ambos crean un caos gigante, siendo un claro ejemplo de que hay que tener cuidado con lo que deseás. Esta pelea transforma completamente a Mujer Maravilla, quien despliega sus alas doradas y sabiduría para salvar al mundo. En la película, las actuaciones fueron muy variadas. En el caso de Gal fue como el film anterior pero lo que terminó reduciendo su actuación fue el terrible guión que hizo que pareciera todo sobreexigido y terminó salpicando a todos. Por su parte, Pablo Pascal, quien está teniendo un gran momento en su carrera, acertó en su papel de villano transitando todas las emociones y Kristen Wiig no llegó a sorprender pero sus últimos minutos en el film fueron los que más gustaron. Por último mencionamos a Chris Pine quien la verdad no tuvo participación significativa y pasó desapercibido. Tal como mencioné, el escaso guión no ayudó a cubrir las expectativas y sus actores no lo merecían. La duración del film es cuestionable, ya que se desperdiciaron minutos mostrando lo que a el espectador no le interesa ver: el foco era Diana, su lado guerrero, pero hubo mucha cursilería y minutos gastados en personajes que no tenían una historia rica y poderosa en cuanto al contenido. Por otro lado, debo destacar la banda sonora a cargo de Hans Zimmer, la cual estuvo bien y acorde al espíritu de Mujer Maravilla. A pesar de que su estreno no fue en simultáneo a nivel mundial, este film no perdió estelaridad pero no logró un gran impacto. Sabemos que DC está atravesando un momento muy importante debido a la Liga de la justicia y el Snyder´s cut, además de que se vienen films muy esperados por sus seguidores, por lo que esperamos y deseamos que en la próxima película logren recuperarse de este trastabille. Calificación: 6,5/10 Sofía Valva para Es la Cuarta Pared
La extensa duración no se justifica para nada y el personaje es tan infantil que bordea la ridiculez. Patty Jenkins quiere defender la narrativa apoyándose en el cine pasatista de los ochenta pero fracasa en todo intento. Un bodrio a lo grande.
La emoción superó a la grandilocuencia de la acción Cuatro años pasaron para ver la segunda película de La Mujer Maravilla. Cuatro años pasaron para ver la segunda película en solitario de La Mujer Maravilla. Cuatro años en donde, retrasos de mercado y pandemia mediante, mucha era la expectativa por volver a ver a la princesa amazona en todo su esplendor luego de su debut película en solitario de 2017. En esta secuela también dirigida por Patty Jenkins, encontramos a la protagonista Diana Prince/Wonder Woman (Gal Gadot) en la época de los 80, ya asentada en el mundo de los hombres y con la doble responsabilidad de mantenerse fuera de los grandes focos de atención y al mismo tiempo abocada a defender a quienes no puedan hacerlo de los malhechores. Este es el panorama que nos presenta WW84, ahora bien, de la misma manera que Diana intenta estar siempre dispuesta a ayudar a los indefensos también están quienes, con conflictos dignos de la época, buscan consolidarse en los puestos de poder para asegurarse un porvenir más frondoso en lo económico y ahí es donde entra en juego el antagonista principal de la película: Maxwell Lord (Pedro Pascal), un magnate petrolero de palabra pero que en el bolsillo sólo tiene deudas acumuladas con todos sus inversores. Con un panorama negro, como el petroleo que no logra conseguir, a Max no se le ocurre mejor idea que recurrir a una antigua piedra Maya que, según antiguos estudios e historias, logra concederle a su portador el deseo máximo que tenga. Casualidad mediante, dicha piedra se encuentra en el Museo del Smithsonian, lugar en donde Diana trabaja. Es entonces donde los caminos de nuestra heroína y nuestro antagonista se entrelazan pero no sin antes marcar a una tercera persona en semejante lío. Cómo si fuera poco, Barbara Minerva / Cheetah (Kristen Wiig), una nueva empleada del museo, llega antes que ambos a hacerse del extraño artefacto y ahí es cuando los problemas para la princesa amazona van a comenzar y el futuro del mundo descansa sobre sus manos. LEER The Suicide Squad: Detalles de la tecnología en la película y un nuevo póster IMAX Una de las diferencias notorias que puede tener esta película con respecto a la anterior es el tono. El tono que no sólo se muestra mediante chistes o la paleta de colores que la fotografía pueda demostrar, sino con lo que la película quiere transmitir en cuanto al subtexto que maneja. El film habla todo el tiempo sobre cómo reponerse de la pérdida, de cómo el paso del tiempo no puede cerrar las heridas sin ayuda de uno y de la importancia de sobreponerse a eso que nos hace falta y centrarnos en aquellos que hacen la diferencia real en nuestras vidas. Es ese el punto de partida de Jenkins, Geoff Johns y David Callaham a la hora de escribir el guion que, sin perder de vista las secuencias de acción épicas propias de un personaje como Wonder Woman, deciden enfocarse en el lado más terrenal de Diana para poder lograr una relación más profunda para con el espectador. Claro que esto no indica que la película sea perfecta, bien lejos está de serlo, ya que a lo largo de las extensas dos horas y media de metraje, el tiempo se termina sintiendo bastante y si bien es entretenida y emocionante, hay mucha parte de la trama que podría estar resumida y el desarrollo no se vería modificado sustancialmente. Después hay decisiones de guion que no son para nada innovadoras, otras que carecen de sentido y resoluciones que provocan que nuestros ojos miren para el techo, buscando algún tipo de escapatoria a esa decisión tomada. Si bien las escenas de acción dicen presente a cuenta gotas, esas pocas están muy bien logradas y funcionan de gran manera con la música, compuesta y retocada nuevamente por Hans Zimmer. Para no ser menos, las actuaciones logran eclipsar el mal o poco desarrollo de algunos personajes, por ejemplo el de Pedro Pascal. Lógicamente Gal Gadot vuelve a ser todo lo que Wonder Woman representa tanto en espíritu como imagen y Wiig da una buena interpretación de un personaje complicado de lograr por el CGI, pero que por una buena decisión de cómo es incluida esa posible falencia no se termina percibiendo. LEER The Suicide Squad: Detalles de la tecnología en la película y un nuevo póster IMAX En definitiva Wonder Woman 1984 es una correcta continuación de la vida de Diana Prince en el mundo de los hombres, sobre todo por el camino emocional que realiza la protagonista. Si bien tiene algunas aristas que logran que la película no sea completamente eficaz, pequeños elementos logran emparejar el panorama.
Con Patty Jenkins a cargo de la dirección, Gal Gadot vuelve a ponerse el traje de la Mujer Maravilla, en compañía de Chris Pine, Robin Wright y Connie Nielsen y con la novedad de Pedro Pascal y Kristen Wiig; en una película que termina pecando de simplona y obtusa. WW84 sigue la historia de Diana Prince (Gal Gadot) aka la Mujer Maravilla, esta vez en los años ochenta. Sí, casi 70 años después de los eventos de Wonder Woman, Diana es la antropóloga titular del harto famoso Instituto Smithsoniano y parece llevar una vida tranquila, en general; tranquilidad que sin embargo es irrumpida de vez en cuando por algún criminal de poca monta para los que la heroína dedica algo de tiempo, intentando mantener el anonimato en el proceso.
La película es larga y se siente larga. Cierra con un conflicto final bastante ridículo, digno de un capítulo del Batman de Adam West. Todo se sobre explica, meten el cliché del personaje tímido que todos maltratan y por eso termina haciéndose malo, y mete una escena post-crédito que poco tiene que ver con el resto. Puro fan service sin sustento.
La década del `80. Nos entregó grandes clásicos. Hoy en día usada para ambientar series y películas gracias al resurgimiento de la cultura Pop. Claro que situar un film en esa década de esplendor no es suficiente. Luego del éxito que tuvo el reboot la directora Patty Jenkins pareció dormirse en los laureles. WW84 es rutinaria. Un viaje lineal y algo tedioso, por momentos, por la vida de Diana Prince (Gal Gadot). Lo que en la primera entrega fue un acierto (Diana descubriendo el mundo luego de una vida entre Amazonas) en esta entrega es una repetición. Cambiar de época -antes fue la Primera Guerra Mundial- no es suficiente para contar (la misma) una historia. Apelar a la nostalgia puede servir como recurso, pero no como sustento principal. Los villanos no ayudan. Maxwell Lord (Pedro Pascal) utiliza una antigüedad arqueológica para transformar deseos en realidad. Y cuál campaña de concientización esa situación parece transformarse en una metáfora de una “mala” y “salvaje” sociedad de consumo. Barbara Minerva/Cheetah (Kristen Wiig) hace un buen papel cómo una Barbara tímida pero las cosas no salen bien cuando se transforma en Cheetah. Y no solo por la forma, sino sobre todo porque el personajes “digitalizados” es casi cómico. En el haber nos contentamos con Gal Gadot. Si bien la llevan a un lugar incómodo, ella sale bien parada. Cumple el rol en las dos facetas (Diana/Wonder Woman). También es justo decir que el comienzo del film es atractivo y no olvidemos las apariciones de Steve Trevor (Chris Pine) que traen algo de gracia y saca lo mejor de Gal Gadot. Sin dudas hacen buena dupla. En definitiva el inconveniente más importante está en no definir que tipo de historia contar. ¿Hacer una crítica social? ¿Ser una comedia romántica ligera? ¿Convertirse en una film de acción? Pulular entre todos ellos no fue buena idea.
Los años ’80 controlan nuestro presente. O eso parece, a juzgar por un nuevo renacer de la heroína favorita. En el mundo actual, donde las películas de superhéroes abundan e indigestan por su pobre factura, la revolución femenina toma las riendas del género y lo lleva de regreso a las épocas en donde el “Superman” de Christopher Reeve dominaba al mundo. Hollywood amanecía al cine de blockbuster. Eran tiempos del llamado relato posmoderno. Bajo tales coordenadas cronológicas y conceptos estéticos, “Mujer Maravilla 1984” emprende su rumbo, mientras Gal Gadot retoma el personaje que interpretara en la película estrenada en 2017. La mirada de Patty Jenkins, su directora, nos ofrece el costado más frágil y vulnerable de la superheroína ficticia creada por William Moulton Marston para DC Comics. Una princesa guerrera de esencia mitológica y poseedora de poderes sobrenaturales. Publicado por primera vez en la revista de historietas “All Star Comics”, el aguerrido y valeroso personaje, en franca lucha por la paz mundial y la igualdad sexual, se convierte en el ícono perfecto para tiempos de mayor apertura. Una nueva perspectiva asoma para esta diosa entre mortales: es menester para Jenkins cambiar la escena contemporánea de superhéroes bañados en artificio, cuando heroínas pueden mostrarse capaces de triunfar individualmente en el cine, cargando sobre sí el peso de semejante superproducción. Quizás, también, buscando torcer el destino de anteriores desatinos como el de Halle Berry, calzándose el traje de “Catowoman” (2004). ¿Será la resultante suficiente? Si bien el retrato de su naturaleza se asume logrado, la exigua gravitación con respecto a la historia original proliferada en la presente película resiente la calidad de un producto que aborda lugares comunes ya explorados, desborda incoherencia en ciertas decisiones narrativas francamente incomprensibles y subraya con trazo grueso un enfático retrato masculino. No hacía falta…