Respeto y oro blanco Ya podemos ir concluyendo que el mega tópico Pablo Escobar Gaviria está al borde del agotamiento terminal porque el volumen de biopics televisivas y cinematográficas ha llegado a ser tan generoso que hoy por hoy no debe haber ni un solo entusiasta/ interesado en la vida del señor que no conozca todos los pormenores del último jefe absoluto del tráfico mundial de drogas, antes de la reconversión del sistema piramidal de antaño hacia la estructura símil nodo autónomo correspondiente a nuestros días. Pablo Escobar: La Traición (Loving Pablo, 2017), la flamante adición a la lista, es un film correcto que supera -por su ambición y coherencia- tanto a Escobar: Paraíso Perdido (Escobar: Paradise Lost, 2014), aquella deslucida obra de Andrea Di Stefano con el genial Benicio Del Toro como el mítico capo narco, como al resto de propuestas que de una forma u otra trataron el tema, como Blow (2001), la serie de Netflix Narcos, Barry Seal: Sólo en América (American Made, 2017) y Pablo Escobar: El Patrón del Mal, la célebre telenovela de Caracol que fue un hit a lo largo de Latinoamérica. Ahora es otro gigante de la actuación el encargado de interpretar a Escobar, nada menos que Javier Bardem, quien lleva a cabo un trabajo excelente en el campo del mimetismo y la disposición física en general con el objetivo manifiesto de enfatizar la enorme necesidad de respeto que se escondía detrás de Gaviria y gran parte de su derrotero criminal y político. El opus que nos ocupa de Fernando León de Aranoa, el español de Los Lunes al Sol (2002), Princesas (2005) y Un Día Perfecto (A Perfect Day, 2015), adopta un recurso narrativo muy utilizado por las biopics norteamericanas y europeas de las últimas décadas con vistas a intentar subsanar en parte la saturación que padecen determinadas temáticas como la presente: hablamos de una perspectiva “alternativa” orientada a analizar la figura principal (otras modalidades del rubro pasan por centrarse en una etapa específica, por profundizar en una faceta poco conocida o totalmente ignota y por la estrategia de construir un retrato tipo mosaico conformado por una pluralidad de testimonios individuales en torno a un eje). En esta oportunidad la óptica elegida es la de Virginia Vallejo, una famosa periodista y conductora televisiva colombiana que protagonizó un affaire con el jefe del Cartel de Medellín durante varios años. Lo verdaderamente curioso de Pablo Escobar: La Traición es que a pesar de esta mirada que se nos presenta como oblicua, la película en sí es bastante tradicional en su crónica de unos acontecimientos que arrancan con la coronación simbólica de Escobar -a principios de la década del 80- como “rey de la cocaína”, pasan por sus malogradas experiencias en la política, acusado de mafioso y homicida por otros mafiosos y homicidas con escaños en el congreso, y finalizan con su muerte en diciembre de 1993, asesinado por miembros de la milicia y los grupos parapoliciales que -al igual que el mismo protagonista- sembraron una infinidad de cadáveres en Colombia por aquellos tiempos. Enmarcada en una brutalidad expresiva que la destaca de proyectos similares gracias a escenas de gran intensidad, peligro y violencia, la obra consigue retratar esa suerte de guerra civil/ militar del período entre las elites económicas y gubernamentales -muy parecida a la de hoy en día, por cierto- desatada por la execrable intervención de la DEA y la CIA en la república, la corrupción endémica de toda la estructura política y el “gustito” de Escobar por el sicariato. El film nos ahorra el cliché del triángulo amoroso con su esposa y su amante (aquí no hay lloriqueos ni histeria ni reclamos eternos femeninos) y ese mecanismo narrativo hiper quemado de los flashbacks y flashforwards sucesivos que más que complementar el relato, lo que hacen en realidad es fragmentarlo y conducirlo al terreno de un caos que no arroja saldo positivo en términos de la progresión dramática (el clasicismo retórico de León de Aranoa le juega muy a favor al convite ya que el ardid de que la narradora sea Vallejo, interpretada por una exquisita Penélope Cruz, viabiliza una mirada periodística/ didáctica que nunca se siente forzada porque la mujer en su momento formaba parte de la alta burguesía mediática bogotana y llegó a un grado de intimidad con el capo que le permitió conocer buena parte de los entretelones del negocio del oro blanco y las matufias del poder en Colombia). Considerando que ya no es posible hallar una faceta novedosa sobre Gaviria, y que muchos retratos recientes se quedan en un sensacionalismo bastante pobretón en lo que atañe a sistematizar el periplo de un personaje tan fascinante y aborrecible al mismo tiempo, Pablo Escobar: La Traición a fin de cuentas es prolija y como plus nos ofrece la presencia de dos maravillosos actores en los papeles centrales, lo que de por sí hoy es más que suficiente…
Una mala telenovela. No hay química. Por sorprendente que pueda resultar, en la pantalla no existe ni un miligramo de química entre Penélope Cruz y Javier Bardem en la producción Pablo Escobar: la traición, de Fernando León de Aranoa (Los lunes al sol, A perfect day), quien parece haber perdido la mano de sus anteriores películas, inspirada en el libro autobiográfico “Amando a Pablo, odiando a Escobar” de la periodista colombiana Virginia Vallejo, quien fuera amante de Pablo Escobar (1949-1993), el narcotraficante y político colombiano fundador del Cartel de Medellín a quien, en una venganza servida en caliente, ayudó a “cazar” echando una mano a los agentes de la DEA estadounidense. Hay que añadir que el guión es malo y el hecho de estar rodada en un inglés muy suigeneris tampoco ayuda mucho. No hay química entre ellos pero tampoco estamos ante unas buenas interpretaciones. Todo lo contrario. Ambos parecen disfrazados de ellos mismos y de caricaturas de los personajes que interpretan: la estrella de la televisión es una barbie hortera hasta decir basta y el poderoso narco que, dicen las crónicas “cambió el panorama del crimen internacional”, es un tipo adiposo con una peluca pringosa. Se puede llegar a entender que Aranoa y sus productores hayan apostado por el inglés como idioma principal del rodaje para tratar de meter cuña en el mercado estadounidense (totalmente refractario a películas rodadas en cualquier idioma que no sea el inglés), pero, sintiéndolo mucho, el despropósito lingüístico es de tal envergadura (hay montones de expresiones coloquiales del español colombiano que son absolutamente intraducibles al inglés o que pierden su significado si se traducen tal cual, por ejemplo: "Píntemela a ver y yo le digo cuántos pares son tres moscas", que viene a ser la respuesta a un desafío, la divertida "Tengo un filo, que si me agacho me corto", que significa algo así como "estoy hambriento" o la curiosa "Bueno se me van bajando del bus aquí todos", que te la puede soltar un delincuente colombiano quiere que le des todo lo que llevas encima) que solo puedes reírte cuando ves en la pantalla a Escobar dando órdenes en un inglés con un forzado acento latino a sus secuaces en plena Colombia, cosa que te saca totalmente de la película. Como la referencia es el libro, esta historia kitsch, decepcionante y hasta ridícula, se cuenta desde el punto de vista de la señorita Vallejo, de la que lo menos que puede decirse es que es anodina además de caprichosa y egocéntrica, y de llevar en la cara más pintura que una puerta, sin ningún carisma ni el más mínimo ascendente sobre uno de los barones de la droga más famosos del siglo XX –multimillonario, dueño de mansiones, personas, un club de fútbol y una cuadrilla de aviones que de día trasladaban políticos en campaña y de noche llevaban cocaína a Estados Unidos-por lo que resulta difícil comprender la relación que tuvieron, si dejamos a un lado que él la exhibiera como un trofeo más. No he leído el libro de Vallejo, ni tampoco he visto las dos series de televisión que se han emitido sobre el personaje de Escobar, así que no establezco comparaciones, no estoy ante un dejà vu como muchos de mis colegas, pero sí he recibido –como todo el mundo y durante muchos años- información más que suficiente sobre ese personaje excesivo que fue Pablo Escobar, el “señor de la droga colombina”, uno de los narcotraficantes más poderosos del siglo XX -quien llegó a diputado y a punto estuvo de presentarse como candidato a la presidencia de Colombia-, y de los más buscados por las policías y los servicios secretos de distintos países.
Virginia Vallejo (Penélope Cruz) es una importante periodista colombiana. Su vida cambiará drásticamente cuando conozca al fundador del Cartel de Cali, el narcotraficante Pablo Escobar (Javier Bardem). Seducida por su carisma, cede poco a poco a sus cortejos prefiriendo hacer oídos sordos a las noticias que corren sobre él. Está basada en el libro de memorias de la periodista colombiana Virginia Vallejo, “Amando a Pablo, odiando a Escobar”, y narra la relación amorosa de Vallejo con el jefe del Cartel de Medellín entre 1983 y 1987, así como los vínculos de su amante con la clase política de su país –que incluye a los presidentes Alfonso López Michelsen, Ernesto Samper Pizano y Álvaro Uribe Vélez-, además de dictaduras, gobiernos caribeños, grupos paramilitares y rebeldes de Colombia. FB_IMG_1540834014252.jpg Esta película hace honor al título del libro: “Amando…Odiando”. Lo comento porque es increíble la apología que se le hace a Pablo Escobar, un hombre que carcomió los valores de las bases sociales de Colombia en los años 80. Es una historia que en los últimos años se ha venido contando excesivamente, en especial en series hechas en el país colombiano, cuna de esa historia. Por lo tanto el público sudamericano conoce muchísimo gran parte de los hechos relevantes de ese personaje. Cuestión que crea una peligrosa y alta expectativa ya que para no cansar a los espectadores se debe estudiar y/o plantear una innovada dimensión de dicho personaje, para darle así más originalidad a cualquier argumento propuesto. Este filme tiende a cansar, según mi punto de vista, por su narración plana y mal interpretada. Esta cinta arranca con buen pie, pero se va disolviendo poco a poco mientras avanza. Llega a incomodar después de 45 minutos de proyección debido a la falta de una tensión dramática más efectiva. No es excesivamente violenta a pesar de su relato y las acciones hechas por Escobar. En ese sentido se cuidó mucho el director. Las actuaciones son sólidas y eso es lo que salva a la película. Cruz y Bardem, por ser actores de alto desempeño logran dimensionar sus interpretaciones y le dan un plus positivo a esta cinta. El vestuario, maquillaje y cinematografía están correctos. La dirección de Aranoa es irregular y el guion tiene sus fallas en su estructura dramática. Un punto que me resultó odioso es que está grabada en inglés, cuando desde mi punto de vista, no debió estarlo. Prevaleció más las ansias de triunfo Hollywoodense que respetar su localidad. Hay como una sopa entre el español y el inglés, cuestión que desmerita el tratado de este filme. Su estreno comercial está pautado para el 8 de Noviembre de este año en Buenos Aíres. Espero sus comentarios de amor o de odio.
La vida del narcotraficante colombiano Pablo Escobar fue sumamente intensa, formándose como un personaje para la historia. Sus actividades delictivas, su ayuda a los sectores vulnerables y su incursión política crearon una historia que fue explotada hasta el hartazgo para crear múltiples productos de entretenimiento. Hay series, libros, documentales y películas donde se cuentan diversas aristas de su vida. Fernando León de Aranoa aporta su grano de arena con “Pablo Escobar: la traición”, adaptando un libro de Virginia Vallejo, la amante del narcotraficante. Javier Bardem encarna a Pablo Escobar, mientras que Penélope Cruz se pone en la piel de la periodista Virginia Vallejo, la mujer que seleccionó Escobar para hacer que ella contase, en un futuro, toda su historia. Es posible observar, entonces, cómo nace Pablo Escobar como figura y cómo es asesinado, siempre con foco en la relación amorosa de la que estas dos personas formaban parte. El guión es sumamente sólido y desde el comienzo se nos avisa que, si bien se basa en hechos reales y en el libro de Vallejo, se ficcionalizaron hechos en pos del film y, sin dudas, fue una gran decisión. Las dos horas de duración permiten un adecuado desarrollo de la trama, acompañado de una banda sonora en consonancia con las diferentes escenas del largometraje. Si bien Penélope Cruz se desenvuelve de forma excelente -aunque nadie duda de su capacidad, dada su prolífica carrera como actriz-, es Javier Bardem quien merece el reconocimiento en esta película. Entregó su físico al personaje, transformándolo para este papel y, además, su actuación es brillante. Sin dudas, este Pablo Escobar es uno para el recuerdo. “Pablo Escobar: la traición” es una gran película donde podemos observar la vida del narcotraficante, añadiéndole quizás un lado que no mucha gente sabía: quién es Virginia Vallejo y cómo influyó en su vida. Una gran Cruz, pero un mejor Bardem, quien nos entrega una de sus mejores actuaciones bajo la dirección de Aranoa.
Javier Barden es Pablo Escobar Esta nueva versión fílmica sobre la vida del narcotraficante más famoso de todos los tiempos está contada desde la visión de su amante, una periodista encarnada por Penélope Cruz El ascenso y la caída del fundador y líder del Cartel de Medellín vuelve a ser el centro de una adaptación cinematográfica. En este caso, además de los crímenes y el negocio de la droga, el guión se detiene en la apasionada y tormentosa aventura amorosa que Pablo Escobar Gaviria mantuvo con Virginia Vallejo, la periodista colombiana más famosa del momento. Pablo Escobar: la traición está narrada con un formato de thriller biográfico y tiene como base el libro Amando a Pablo, odiando a Escobar, escrito por la propia Virginia Vallejo. Fernando León de Aranoa es quien se puso detrás de cámaras para llevar adelante la adaptación, en una lograda producción en la que se destacan la reconstrucción de época, las escenas de acción y el manejo de la tensión y el suspenso. Quizás el problema mayor que tenga el filme es que habiendo ya tantas versiones sobre la misma historia, (muchas muy recientes) por momento resulte reiterativa y poco sorprendente. Hay secuencias que ya hemos visto en películas y series, y que por lo tanto pierden efectividad (sin ir más lejos, el final sangriento del protagonista). Físicamente, Javier Bardem logra mimetizarse con Escobar Gaviria, pero cuando le toca decir sus parlamentos, suena artificial y demasiado teatral, alejándose de la naturalidad de la puesta. Otro tanto ocurre con Penélope Cruz, que compone una Virginia casi de caricatura que parece salida de una comedia kitsch de Pedro Almodóvar. La elección de rodar la película en inglés tampoco ayuda y resulta muy extraño ver a dos intérpretes ibéricos haciendo de colombianos hablando el idioma de Shakespeare. Si es interesante la pintura que se hace del criminal, bajándolo del pedestal de "antihéroe" y presentándolo como un monstruo, un psicópata con el que no se puede empatizar. En épocas en que se suele retratar una versión glamorosa de la vida narco, nunca está de más, una producción que ubique a alguien como Gaviria en el casillero que le corresponde: el de un ser despreciable, asesino despiadado muy alejado de cualquier signo de humanidad.
Javier Bardem y Penélope Cruz son la pareja más famosa del cine español. Conocidos en todo el mundo, ganadores del Oscar, han trabajado en muchos films populares y también prestigiosos. Como otras parejas conocidas de la historia del cine, van construyendo una carrera con sus películas en común que son una filmografía en sí misma. Esta vez llegó el momento de una película biográfica sobre el narcoterrorista Pablo Escobar a partir del libro que escribió su amante, la periodista Virginia Vallejo. El propio Bardem compró los derechos de Amando a Pablo, odiando a Escobar, el texto en cuestión. Lamentablemente el título en Argentina ignoró por completo la idea del título original Loving Pablo y se lanzó a subrayar el nombre del siniestro personaje que desde hace tiempo es un imán para los espectadores en televisión y cine. Contada desde la mirada de Vallejo, la película intenta retratar la posible fascinación que esta mujer sintió por este monstruo. Para quienes no conozcan nada de la historia de Pablo Escobar, la película podrá tener elementos sorprendentes e incluso insólitos, aunque sean hechos reales. Varias escenas muy bien resueltas no alcanzan para que este relato se eleve por encima de lo conocido tanto en el cine biográfico como en las películas sobre narcotráfico. Seguramente la película fue soñada como el título más importante sobre el personaje, pero su destino se ve muy efímero y sin demasiada trascendencia. Definitivamente parece que este se ha convertido en un tema más para las series de televisión que para un largometraje. Tampoco la historia de amor lo vuelve más atractivo. Es muy complicado sostener el tono íntimo y pasar a la violencia y que ambas cosas resulten interesantes.
Correcta, pero tirando más a una telenovela y a personajes estereotipados. Si no viste ninguna de las versiones que andan rodando por allí en televisión y cine, te va a gustar y te vas a entretener, pero si ya te las viste todas...
“Pablo Escobar: La traición”, de Fernando León de Aranoa Por Hugo F. Sanchez La ola Escobar Exploitation sigue arrojando nuevos productos a las costas del mercado editorial, de las series y del cine, centrados como es obvio en la figura del célebre Pablo Escobar, amo y señor del narcotráfico allá por la década del ’80. A fuerza de asesinatos, excentricidades y demostraciones de poder e impunidad, Escobar se convirtió en un personaje irresistible para la ficción, primero en su país, luego en el universo latino y de ahí al mundo. Esta lectura abreviada y si se quiere simplista es la misma que parece haber inspirado a Fernando León de Aranoa (Los lunes al sol, Un día perfecto), que a partir del libro “Amando a Pablo, odiando a Escobar”, de la periodista Virginia Vallejo, diseñó una producción internacional con Javier Bardem y Penélope Cruz como protagonistas. La lógica de armado de la película entonces debía tener al inglés como el idioma base -aunque los protagonistas son españoles y hacen de colombianos-, con algunas excursiones a la lengua local. Pero el disparate no termina allí, porque el ejército de sicarios y desarrapados que rodean al narcoraficante sí se expresa en español-colombiano, lo que supone una involuntaria (o no) división de clases a partir del idioma, forzando y finalmente rompiendo el verosímil. La relación entre Escobar y Vallejo se prologó durante los años de esplendor en la trayectoria del narcoterrorista y la periodista, que ocupó el doble rol de amante y biógrafa del jefe del Cartel de Medellín. Barden hace lo suyo y bien como Escobar, con la necesaria cuota de magnetismo, crueldad y seducción del personaje, mientras que Cruz sobreactua su rol hasta límites absurdos. Y curiosamente, teniendo en cuenta que Barden y Cruz son pareja en la vida real, la química entre ellos directamente no existe en la pantalla. Pablo Escobar: La traición ni siquiera intenta ahondar en la vida del célebre colombiano y que cuando el tema es la relación entre el narco y la periodista, los clisés se repiten hasta el infinito en una puesta plana y carente de ideas, pura superficie de un cine adocenado que por caso, le sube el precio a series -que no eran precisamente extraordinarias- como Narcos y El patrón del mal. PABLO ESCOBAR: LA TRAICIÓN Loving Pablo Dirección y Guión: Fernando León de Aranoa. Elenco: Javier Bardem, Penélope Cruz, Peter Sarsgaard, Julieth Restrepo, Óscar Jaenada, Fredy Yate, Ricardo Niño, Pedro Calvo, Joavany Álvarez, David Valencia. Producción: Javier Bardem, Ed Cathell, Kalina Kottas, Miguel Menéndez de Zubillaga, Dean Nichols y John Thompson. Distribuidora: Energía Entusiasta. Duración: 123 minutos.
Atracción fatal Pablo Escobar, La Traición (Loving Pablo, 2017), es la fallida adaptación cinematográfica que realiza el español Fernando León de Aranoa de las memorias de la presentadora de televisión Virginia Vallejo "Amando a Pablo, odiando a Escobar", y que protagonizan sin éxito Javier Bardem y Penélope Cruz. Pablo Escobar Gaviria y Vallejo se conocieron en una fiesta. Fue alrededor de 1983, cuando Vallejo era la presentadora más popular de la televisión de Colombia y Escobar uno de aquellos nuevos ricos. Entre los dos hubo la química que hay entre quienes se saben poderosos, se creen intocables y conocen los beneficios de la simbiosis. Para él, Virginia era la belleza, la sofisticación —a la manera que se entendía en aquellos ochenta tan estridentes—, y para ella él era la aventura y una ventana abierta de posibilidades, sobre todo materiales. Y aquella fiesta fue el comienzo de una historia de amor, pero también el principio del fin de ambos. Desde ese primer encuentro de Virginia y Pablo se suceden amores, desamores, asesinatos, encarcelamientos, atentados, elecciones, un presidente de Gobierno tras otro, mientras el espectador no tiene tiempo de plantearse quién y cuándo. Y tampoco deja espacio para unos secundarios que parecen de relleno, como una masa homogénea. La película sigue la secuencia narrativa estándar de cualquier biopic centrada en Pablo Escobar, que parece acercarse más a la fábula o la tragedia griega que a la convención de un hecho histórico, cumpliendo con el consabido itinerario de retratarlo como político, hombre del pueblo, narco, preso y finalmente tránsfuga antes de morir. Nada ya no visto en la serie Narcos o la telenovela El patrón del mal, pero con la diferencia de que Fernando León de Aranoa apostó a un mercado internacional y eso lo "obligó" a cometer torpezas irreparables como el uso del spanglish, con escenas en que los saltos idiomáticos resultan de modo incoherente y burdo. Virginia Vallejo (una sobreactuada Penélope Cruz) enfatiza la vertiente televisiva de su personaje. Ambos forman una extraña pareja, y la trama sabe aprovecharlo, pintando a Vallejo como un icono de la frivolidad, el glamour ochentoso y la moda para quien Escobar, a pesar de su dinero, es ante todo un rudo amante. La periodista explica, en el estilo excesivamente expositivo de sus narraciones en off, que Escobar jamás dejará a su mujer y a sus hijos por ella, a pesar de la hermosura de sus vestidos y peinados. Sin embargo, la trama se muestra reacia a dedicar el tiempo necesario a explorar la relación entre ambos; hecho extraño, considerando que la historia se narra desde la perspectiva de ella. No tarda en hacerse evidente que los creadores del film están más interesados en aprovechar a Escobar que a la reportera, aunque la historia sea vista a través de los ojos de ella. Así aparecen de manera inverosímil una sucesión de escenas centradas en Escobar cuyos acontecimientos ella desconocía. Y ese punto de vista cercano que 'a priori' serviría para revelar al Escobar más íntimo, aquel que no salió en las tapas de los diarios ni en las televisiones de todo el mundo, acaba siendo un anecdotario, superficial, relegado a una atracción menor de este circo escobariano.
Pablo Escobar: La traición, cuenta con un grave problema: ya sabemos demasiado y estamos muy informados sobre este nefasto (pero muy interesante) personaje. En los últimos años hubo un par de películas y series de televisión que retrataron su vida. Y fue justamente en la pantalla chica, donde estuvieron los mejores trabajos. Tanto El Patrón del Mal (Caracol Televisión - Colombia), y las dos primeras temporadas de Narcos (Netflix), contaron de manera puntillosa y detallada, lo que en esta película vemos muy resumido. Es una obviedad por una cuestión de duración, pero hiere a la experiencia. Distinto es el caso si el espectador no ha visto ninguna de las series mencionadas. El director español Fernando León de Aranoa y su equipo, hicieron un buen trabajo para concatenar en dos horas el ascenso y caída de Escobar. No hay dudas de que la película cumple. Pero me da la sensación de que le falta peso y gravedad en la historia. Es una elección sin dudas, al centrarse más en la relación de El Patrón con la periodista Virginia Vallejo. Aquí la dupla está compuesta por Javier Bardem y Penélope Cruz, dos gigantes de la actuación, que también son pareja en la vida real. Ese es un agregado que las otras producciones no pudieron gozar. Pero, sin embargo, no alcanza. La película se queda un tanto corta y se percibe desalmada. La producción y puesta está muy bien, pero son cosas que ya vimos… En definitiva, si esta cinta se hubiese hecho hace unos cinco años, la percepción sería otra. Pero llegó en un tiempo con mucha saturación sobre este personaje. Pablo Escobar: La traición es una buena película, pero pierde por su competencia, y por la elección de centrarse demasiado en ese romance.
Pablo Escobar – La Traición: Ascenso y Caída. Llega a las salas un nuevo capítulo en el terreno de adaptaciones o biopics del conocido narcotraficante colombiano, Pablo Escobar. Un drama basado en el libro “Amando a Pablo, odiando a Escobar”, escrito por la periodista colombiana Virginia Vallejo, donde cuenta la relación amorosa que mantuvo con el líder del famoso Cartel de Medellín en la década de los 80. “Loving Pablo” es un film dirigido y escrito por el realizador español Fernando León de Aranoa (Los Lunes al Sol, Un Día Perfecto) que nunca consigue despegarse de los clichés o los convencionalismos de las biopics. Si a esto sumamos que la temática de Pablo Escobar está al borde del agotamiento con la infinidad de productos audiovisuales que nos ofrecieron sobre el despiadado criminal, tenemos como resultado una obra deslucida que solo se mantiene a flote gracias a la lograda composición de Javier Bardem (No Country For Old Men). El intérprete español le pone el cuerpo a este famoso personaje, captando cada gesto casi a la perfección, una actuación digna para el recuerdo si no tuviera el problema de que por motivos de distribución y financiamiento internacional casi la totalidad de su actuación y la del resto del elenco (en su mayoría hispanohablante) se ve volcada a un inglés norteamericano con un forzado acento latino para ser más “realista”. Por otro lado, Penélope Cruz también se destaca como Virginia Vallejo, siendo utilizada como la narradora testigo de los eventos descritos en el largometraje. Su perspectiva acerca de lo vivido junto al Patrón del Mal será el motor de la historia que se centrará solo en algunos acontecimientos de la vida de Escobar Gaviria que vincularon a Colombia y EEUU con el tráfico de drogas. Otro clásico ejercicio de las biopics de estos últimos tiempos. La adaptación de Fernando León deja de lado los aspectos más polémicos de la vida de Pablo Escobar y, si bien no esconde la violencia y la criminalidad, tampoco se la juega por mostrar la oscura figura del delincuente. Sí resulta interesante todo lo relacionado a la vinculación del narcotráfico con la política colombiana y esos golpes de mafia que tuvieron lugar en aquel oscuro período. Respecto a la factura técnica no queda nada que objetar a la obra que se luce desde el diseño de producción hasta el manejo de la cámara que presencia desde lo íntimo ese ámbito de terrorismo que circunda a los carteles colombianos. Loving Pablo es un relato disparejo que se vuelca a un inglés que hace más antinatural y artificial las inspiradas composiciones de sus intérpretes. Un Javier Bardem que capta a la perfección ese contrapunto entre el carisma y la crueldad que caracterizaba al personaje del título, pero en una historia simplificadora y formularia. Una película correcta pero que podría haber sido mucho más por el talento tanto delante como detrás de las cámaras.
Una nueva biopic llega a nuestras salas para contar la vida del narcotraficante colombiano Pablo Escobar. Para los que vieron la serie que en nuestro país emitió Canal 9, “Pablo Escobar, el Patrón del mal” y que tuvo altísimo rating esta película no va a aportar mucho más de lo que ya se sabe. Aunque ésta vez, el director Fernando León de Aranoa se basó en el libro de la famosa periodista y conductora colombiana Virginia Vallejo, con quien ella se involucra al principio para hacerle una nota respecto a unas casas que Escobar estaba construyendo para los pobres y termina rendida a sus pies, en un romance que dura desde 1983 hasta 1987. Su vida cambia drásticamente al verse envuelta en distintas situaciones de peligro combinadas con regalos y viajes costosísimos. Además de sus vínculos con la droga, Pablo quería entrar en la política, quería ser respetado y valorado. Su relación no tuvo paz, Escobar estaba casado, tenía un hijo y una beba en camino que terminó siendo su debilidad, y su perdición. Virginia se enamoró de un hombre sin escrúpulos, asesino y violento y fue entrando en un espiral del que le costó salir. Contó con la ayuda de un Investigador de los Estados Unidos que le venía siguiendo los pasos (Peter Sarsgaard), al igual que toda la DEA y la CIA y el resto queda para que sea visto por los espectadores, si es que no conocen la historia. Buena recreación de los años 80, lo mismo el maquillaje y vestuario. Si lo de Bardem es peluca, es rarísima. Las actuaciones de todos son correctas. Lo peor: por qué hablan en inglés si son colombianos? Entiendo que quieran entrar al mercado estadounidense, y a los actores de habla inglesa, pero a los hispanos (?) y que los americanos “no leen”, (comprobado) pero me pareció insólito. De todos modos, está bien contada. Si tengo que recomendar algo similar, me quedo con (“Barry Seal”, Sólo en América”, American Made, 2017) ---> https://www.youtube.com/watch?v=x3YKC6BOCnE ACTORES: Javier Bardem, Penélope Cruz, Peter Sarsgaard. GENERO: Biográfica . DIRECCION: Fernando León de Aranoa. ORIGEN: España. DURACION: 123 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años FECHA DE ESTRENO: 15 de Noviembre de 2018 FORMATOS: 2D.
Recientemente vistos en Todos lo saben, Javier Bardem y Penélope Cruz, pareja en la vida real, abordan los roles de Pablo Escobar y Virginia Vallejo en esta historia de amor que unió al líder del cartel de Medellín y a la periodista colombiana de televisión en los años 80. El film dirigido por el español Fernando León de Aranoa -ganador del Goya por Lunes al sol- elige un personaje siniestro y se basa en las memorias de Vallejo plasmadas en el libro “Amando a Pablo, Odiando a Escobar". Mucho se ha dicho, escrito y filmado sobre el Rey del narcotráfico y esta producción hace foco en momentos claves en la vida de Escobar, su breve carrera política, el inmenso poder de su fortuna, el cuidado de su familia, su costado solidario y en una personalidad que desataba la violencia más extrema. Con relato en off del personaje femenino, fuertes escenas de tortura, sicarios y desembarco de cocaína en aviones, la película tiene su punto más fuerte en la transformación física de Bardem -excedido de peso y con un parecido asombroso gracias al trabajo de maquillaje- y en la cuidada ambientación de época a través de escenas que van pincelando un universo caótico de poder, persecuciones y venganzas. Por su parte, Penélope Cruz aporta glamour en el rol de la mujer que acepta los favores y bienestares que le proporciona estar cerca de Escobar pero cuando se quiere dar cuenta su vida también corre peligro. En el elenco aparecen Oscar Jaenada, el actor que luego se hiciera conocido por su rol de padre de Luis Miguel- como Santoro; Julieth Restrepo como la esposa; y Peter Sarsgaard como un agente de la DEA. El filme no llega a la altura de la serie pero el realizador plasma una historia comprimida que exacerba el clima de violencia y peligro al que se someten los personajes a lo largo de dos horas. El uso del idioma español y del inglés desconcentran y descomprimen la tensión de este relato que navega entre el costado emocional y la fortuna, el ascenso y la caída del hombre más buscado.
Virginia Gallardo una famosísima periodista colombiana, amante del famoso narcotraficante que escribió una autobiografía titulada “Amando a Pablo, odiando a Escobar” es la base de esta película, con guión y dirección de Fernando León de Aranoa y en la producción, junto a otros 18, quien encarna al patrón del mal, Javier Barden. El gran atractivo de la película es la mirada femenina de esta periodista famosa que no solo habla de su relación con Escobar sino que describe la difícil y contradictoria relación de este hombre poderoso, cruel y en un punto, por conveniencia, extremadamente generoso, que fue al mismo tiempo amado, temido y odiado por la sociedad colombiana, a la que transformó dramáticamente. Eso es lo más interesante de una película muy ambiciosa que no cumple con todos sus objetivos. Por un lado esa descripción de políticos corruptos y temerosos no es una visión nueva, y menos los manejos de los EEUU con esta situación. Una Penélope Cruz intensa y brillante le da originalidad y atracción al relato, una protagonista magnética. No brilla Javier Barden, con una panza postiza que nada aporta, con un parecido físico impresionante, pero que se queda en lo exterior, no se muestra la complejidad de una especie de emperador que genera una locura imparable. Hay acción, la escenas ya muchas veces vistas de como se manejan los narcos, muchos lugares comunes, una visión vistosa de ese mundo.
Amo y señor Aunque cueste creerlo Pablo Escobar y Winston Churchill tienen algo en común: las exhaustivas interpretaciones en películas y series que han tenido en los últimos años. Al capo del Cartel de Medellin ya se lo vio en las exitosas series: Escobar, el patrón del mal (2012) y las primeras dos temporadas de Narcos (2015-2016), así como también en la correcta película Escobar, paraíso perdido (Escobar: Paradise Lost, 2014), entre otras. Ahora en la “Escobar Exploitation” le toca el turno a Pablo Escobar: la traición (Loving Pablo, 2018), protagonizada por el matrimonio español Javier Bardem / Penélope Cruz y dirigida por León de Aranoa. En esta ocasión se le busca dar una mirada diferente al contar la historia desde el punto de vida de la periodista y ex amante de Escobar Virginia Vallejo (Penélope Cruz). Sin embargo, ni siquiera esta vuelta de tuerca logra tapar todos los fallos de la película. En primer lugar hay que destacar la actuación de Bardem como Pablo Escobar al lograr una interpretación cargada de magnetismo y crueldad por igual propia del personaje, pero no se puede decir lo mismo de Penélope Cruz quien sobreactúa su papel llegando al absurdo, lo que no permite que exista una química entre ambos personajes, algo curioso teniendo en cuenta que los actores son pareja en la vida real. Tampoco ayudan los recursos artísticos elegidos por el director como la elección de que los personajes, que son colombianos se expresen en un inglés muy forzado (solo con algunas expresiones en español) mientras que los personajes que los rodean si hablan en su mayoría con el acento original, generando un raro collage idiomático. La película pretende abarcar la historia de la subida definitiva a la cima de Escobar como el capo de la droga, sus acciones para mantenerse en lo más alto y los detalles que llevaron a su caída final, cada acto intentado contar con la mayor verisímiles posible. Sin embargo, en su conjunto la película se queda en mitad de camino y no logra aportar nada nuevo a este personaje que ya ah sido explotado hasta el cansancio.
Todo ya muy visto, todo sabido y poco por descubrir. Desde sus chombas, el peinado, el bigote, la tonada, su frialdad, los asesinatos y hasta su relación con las amantes. Sin embargo, y aunque sea una película de las más esperadas, no pudieron mostrarlo despreciable. Aparece Pablo Escobar en la pantalla, uno de los criminales más sangrientos de la historia, y todo se ilumina. Tal vez lo que no pudo lograr ningún director, eso de mostrarlo malo y temerario, fue lo mágico de su personalidad en vida, que dividió a Colombia entre sus seguidores y enemigos, el pueblo y el poder político. "Pablo Escobar, la traición" está basada en el libro autobiográfico "Amando a Pablo, odiando a Escobar", escrito por la famosa periodista colombiana de los años "80 Virginia Vallejo, aquí interpretada por la eterna Penélope Cruz. Tenía a toda la teleaudiciencia a sus pies y, sin embargo, sucumbió ante el encanto del jefe del Cártel de Medellín, con quien mantuvo un romance que duró entre 1983 y 1987, que además de arruinarle su ascendente carrera la puso en peligro más de una vez y la marginó al exilio en los Estados Unidos en los años "90. Sin la intensidad ni la rabia de películas contemporáneas como "Barry Seal: sólo en América" o "El infiltrado", que hablan básicamente de lo mismo, el filme dirigido por Fernando León de Aranoa está por debajo de las expectativas, siendo un mero punteo de todos los ítems que hicieron de Pablo Emilio Escobar Gaviria un monstruo codicioso y asesino, bajo la narrativa de su amante Vallejo: cuando le enseña a su hijo que la cocaína es perjudicial para la salud, el armado de su ejército de sicarios, esos famosos partidos de fútbol con jugadores profesionales, su harén de amantes y la devoción por su hija Manuela. Claro que la química entre los dos protagonistas, Cruz y Javier Bardem, realza cualquier filme. Si verlos juntos en la transmisión de cualquier premio ya saca una sonrisa, magnetismo puro es tenerlos dos horas en pantalla gigante, amándose, peleándose y disputándose el poder colombiano de los "80. Escuchar la voz en off de Cruz diciendo ""va a nevar cocaína en Estados Unidos"", con Bardem lookeado de Escobar en imagen, es impactante. COMPLEMENTARIOS Son muchas las películas en las que Bardem y Cruz comparten cartel. Pero al verlos en "Pablo Escobar..." nadie reconoce que son los mismos de "Jamón, jamón" (Bigas Luna, 1992), "Vicky Cristina Barcelona" (Woody Allen, 2008) y "Todos lo saben" (Asghar Farhadi, 2018). Y eso, más allá del director, es mérito exclusivo del mismo Bardem, uno de los actores más versátiles de la actualidad. El Tom Hanks hispano. Claro que Penélope Cruz no se queda al margen, pero es la fuerza irreversible del ganador del Oscar a Mejor actor de reparto por "Sin lugar para los débiles" la que los transforma. A su lado, hasta la presencia de Oscar Jaenada -el padre de Luis Miguel en la reciente serie de Netflix- queda desnutrida. "Pablo Escobar..." es una película entretenida, que hay que ver por sus protagonistas y para entender la histérica atracción que generaba uno de los hombres más poderosos y temidos del mundo. Un filme que, siendo más de lo mismo, no defrauda.
La figura del narcotraficante Pablo Escobar se ha vuelto tan legendaria en los últimos años que no ha habido escasez de producciones abocadas a contar su extravagante y peligrosa historia. Uno de los pioneros de este redescubrimiento fue el fascinante retrato de Andrés Parra en El Patrón del Mal y El Señor de los Cielos, para luego verse interpretado por Benicio del Toro en Escobar: Paradise Lost, en tanto que recientemente Wagner Moura lo catapultó nuevamente con Narcos, la serie de Netflix -al menos en sus primeras dos temporadas-. Entonces, ¿qué es lo que lo lleva al director madrileño Fernando León de Aranoa a interpretar una vez más un capítulo en la historia del criminal mas renombrado de los últimos años? Los nombres de Javier Bardem y Penélope Cruz pueden haber ayudado a tomar esa decisión.
La “narcofascinación” generada por la lluvia de series y películas sobre Pablo Escobar da otro paso con este film basado en el libro escrito por su amante, la periodista Virginia Vallejo, que narra la clásica parábola “ascenso-apogeo-caída” de un gigante. Dirigida por Fernando León de Aranoa, Pablo Escobar: La traición arranca a principios de los años ’80, cuando Escobar (Javier Bardem) consolidaba su emporio narco a pasos agigantados. En una de sus habituales fiestas faraónicas conoce a la periodista Virginia Vallejo (Penélope Cruz), quien rápidamente queda fascinada por su figura. La película intenta correrse de la línea tradicional de relatos sobre Escobar abordando los diez años posteriores desde una mirada “periférica” (el punto de vista es el de Vallejo) y humana. Años en los que Escobar incursionó sin éxito en la política para luego convertirse en el botín más preciado de la DEA y las fuerzas armadas colombianas. León de Aranoa construye un relato violento y atrapante narrando en paralelo las ideas y vueltas del triángulo amoroso entre Escobar, su esposa y su amante, y la pelea política y armada detrás de su “negocio”. El resultado es un film correcto e interesante que no escapa a los lugares comunes de las biopics sobre personajes oscuros terminados en la desgracia luego de su apogeo.
Un Scarface en modo latinoamericano “Si usted no vio las tres temporadas de la serie Narcos, vea ahora Pablo Escobar: la traición, que dura como quince veces menos”, podría ser la frase publicitaria de esta película sobre el mayor narcotraficante del mundo (el más conocido, al menos). La dirige el vasco Fernando León de Aranoa, cuya película más conocida es Los lunes al sol, y que ya había puesto el pie en el cine internacional con la previa A Perfect Day, protagonizada por Benicio del Toro y Tim Robbins. Ésta tiene más ambiciones, tanto por el tema elegido como por el presupuesto, aunque la respuesta en boleterías fue apenas moderada. Si Narcos estaba narrada desde un punto de vista múltiple, en este caso el punto de vista es el de la conductora televisiva Virginia Vallejo, amante del narco y también entregadora. De allí tanto el título original de esta coproducción hispanobúlgara hablada en inglés (Loving Pablo) como el de estreno en Argentina. Basada en el libro escrito por esta Vallejo que no era César (interpretada por Penélope Cruz), la película empieza con su llegada a la impresionante hacienda serrana de Escobar Gaviria (un ventrudo Javier Bardem, en su segunda película en poco tiempo junto a su esposa, después de Todos lo saben), ya a esa altura poco menos que el dueño semioculto de Colombia. O El Rey, como a él mismo le da por nombrarse. Quien más o menos conozca la historia de Escobar (unos años atrás llegaron hasta Mar del Plata su viuda y su hijo, para presentar en el festival de cine de esa ciudad el muy buen documental Sins of My Father) no se sorprenderá demasiado ante el zoológico habitado por elefantes y jirafas entre otras especies, la convivencia sin tapujos con esposa y amante, el carácter de benefactor de los pobres, las guerras contra el Estado, la CIA, la DEA y el Cartel de Cali. Aasí como por su sentido de familia, que resultaría a la larga su talón de Aquiles. Quienes estén familiarizados a su vez con las películas de mafiosos (Scarface, notoriamente, a la que ésta recuerda como una camisa floreada a otra) no extrañarán las brutales ejecuciones sumarias, así como los osados operativos, amenazas y largos brazos del capomafia. Si el conjunto no luce original, la voz de Penélope Cruz, narrando en off extractos del libro, lo vuelca más hacia el lado de un documental de National Geographic que a cualquier exuberancia gangsteril. Como curiosidad de coproducción puede anotarse que la música estuvo a cargo del argentino Federico Jusid.
La vida de Pablo Escobar Gaviria es de película. Bueno, ya fue de serie, y ahora llega el filme con Javier Bardem, estupendo, muy bien caracterizado, pero más que nada mascullando, entrecerrando los ojos e irradiando ESA mirada que sólo a él le sale tan pérfida, tan malévola y tan macabra. Una suerte de Al Capone colombiano, el filme de Fernando León de Aranoa , que dirigió a Bardem en la más luminosa y lúcida Los lunes al sol, se basa en el libro que la periodista Virginia Vallejo publicó, una biografía del narcotraficante contada de primera mano. Ella fue su biógrafa, sí, pero antes su amante. Para los que creen en el amor a primera vista y los que reniegan de ello, Pablo Escobar: La traición les vendrá como anillo al dedo. Y para quienes sólo sepan que Escobar fue un narcoterrorista, la película seguramente los sorprenderá, escena tras escena. Es tan fuerte lo que cuenta que la historia de amor entre ambos personajes siempre está soslayada. El filme no quiere lavar la imagen de Escobar, aunque lo muestre tierno con sus dos hijos, ya que grafica cómo engañaba a su esposa, se acostaba con menores y mandaba asesinar, con armas o motosierras, a socios, policías, ministros, enemigos, en fin, a todo aquel que no lo respetase y/o temiese. La película está relatada con esa voz en off en inglés que tan mal le sale a Penélope Cruz. Arranca casi por el final y pega un salto en el tiempo cuando Vallejo conoce Escobar en la fiesta en la que el narco estaba celebrando la creación, en los ’80, del Cartel de Medellín. De ahí en más, todo será exceso, y todo estará en los personajes de Bardem y de Cruz. Que sean pareja en la vida real no le agrega ni le quita nada al asunto, porque la diferencia de composición de uno y de otra hacen que el espectador le crea -siempre- a uno y se relaje al ver la actuación de la otra. Y sí, Oscar Jaenada (Luis Rey en Luis Miguel: La serie) está en un rol secundario, con menos peso que el que tiene Peter Sarsgaard, el agente de la DEA que está tras Escobar. La música, nunca del todo rimbombante, es de nuestro compatriota Federico Jusid.
Lo que distingue a Pablo Escobar: La traición, de las demás ficciones del famoso narcotraficante —Pablo Escobar, el patrón del mal (2012), Escobar: Paraíso perdido (2014), o las dos primeras temporadas de Narcos (2015-2016)— es conocer su historia, esta vez, a través de la mirada de una de sus amantes, la periodista y presentadora de televisión colombiana Virginia Vallejo. Si bien el guion está basado en la novela escrita por Vallejo en 2007 titulada Amando a Pablo, odiando a Escobar, el español Fernando León de Aranoa, conocido por haber dirigido películas como Los lunes al sol (2002), en la que ya había trabajado con Javier Bardem, o Un día perfecto (2015), pretende retratar todas las facetas posibles de Escobar —la del narco, el amante, el padre y el político— y abarcar una cronología muy extensa en poco tiempo. Y es, lamentablemente por eso, que se queda a mitad de camino. En este film se nos cuenta la vida de Escobar (Javier Bardem) desde que conoce a Virginia Vallejo (Penélope Cruz), cuando está por formarse el cartel de Medellín, y vemos como ambos transitan los sucesos más relevantes que dieron origen al ascenso y a la caída de su imperio. Una decisión más ligada a la producción que al guion, pero que sin duda hace ruido en la película, es que Cruz y Bardem, siendo actores españoles, hablen en inglés, e incluso esporádicamente digan modismos latinos con un forzado acento colombiano. La pareja, que ya había trabajado anteriormente en películas como Jamón, jamón (1992), Vicky, Christina, Barcelona (2008) y El consejero (2013), transmite una buena química, aunque por momentos, especialmente el personaje de Cruz, cae en la caricaturización. Con respecto al resto del reparto, hay ciertos personajes secundarios que tendrían el potencial de añadirle complejidad a la trama como Peter Sarsgaard interpretando a uno de los policías a cargo del caso, Julieth Restrepo como la esposa de Escobar, u Óscar Jaenada como uno de sus socios, pero que terminan resultando olvidables al no estar lo suficientemente desarrollados. Si hay un factor que indudablemente le quita la calidez y la naturalidad que la película bien podría tener, es el recurso de la voz en off de Vallejo que, más que aportar, subraya hechos que generalmente ya se nos muestran de forma explícita en el film, y termina siendo un pase de información innecesario y superficial. Cabe mencionar que las escenas de acción que se nos presentan en Pablo Escobar: La traición son, por su prolijidad, lo más destacable y memorable de la película. El gran problema es que, de la manera en la que está planteada la trama, lo primordial debería ser el drama. En resumen, la película es correcta, pero al querer abarcar tanto sin dar tiempo de profundizar ni de generar empatía con ninguno de los personajes, y al no arriesgarse y asumir una posición respecto a lo que se cuenta, carece de una impronta propia, y termina siendo así, de Pablo Escobar, una historia más.
Hay que darle un descanso definitivo a las historias de Pablo Escobar en el cine y la televisión porque no dan para más. Todo lo que había para contar ya se hizo en producciones recientes como la telenovela El patrón del mal y la serie de Netflix, Narcos. Salvo que se trabaje la temática desde una óptica diferente, como fue la película de Tom Cruise, Barry Seal, estos filmes resultan redundantes. Este es el gran problema que tiene la propuesta protagonizada por Javier Bardem que presenta una versión hollywoodense simplificada, superficial e intrascendente sobre el famoso narcotraficante colombiano. Es una lástima que el actor español terminar vinculado con esta producción porque hacía muchos años que él intentaba interpretar a Escobar en el cine. Originalmente iba a ser parte de Killing Pablo, basada en el excelente libro de investigación periodística de Mark Bowden (La caída del halcón negro), que Ridley Scott iba a producir con dirección de Joe Carnahan (Brigada A). La historia se centraba en la operación militar que acabó con la vida del delincuente pero el proyecto se pinchó y quedó en la nada. Bardem finalmente se dio el gusto de interpretar a Escobar en esta película española mediocre pensada para el público norteamericano. La trama narra el ascenso y caída del criminal desde la perspectiva de la periodista Virginia Vallejo, quien fue amante de Escobar y la responsable de insertarlo en el mundo de la política colombiana. Un personaje a cargo de una sobreactuada Penélope Cruz que en la mitad del film pierde relevancia para quedar marginada a un rol secundario. Este film tiene dos problemas graves que impiden su recomendación. En principio se estrena después de la serie Narcos que trabajó la misma historia con una mayor complejidad y comprensión de la temática del narcotráfico. La película del director Fernando León de Aranaoa desperdicia la presencia de Javier Bardem con un relato superfluo que narra a las apuradas la historia de Escobar sin profundizar en el personaje y el contexto en el que surgió el delincuente. Por otra parte, los realizadores tuvieron la fatal idea de filmar esta historia con todos los actores hablando en inglés con un supuesto acento colombiano que tira por la borda la poca credibilidad que ya tenía este relato. En la intención de llegar comercialmente al público norteamericano arruinaron el proyecto porque los personajes suenan ridículos. Que los colombianos hablen permanentemente en inglés en su propio país no es creíble y atrasa un par de décadas. Desde el estreno de Traffic (2000), de Steven Soderbergh, inclusive se respetan más estas cuestiones en las producciones norteamericanas de la actualidad. La labor de Bardem no está mal pero parece una caricatura frente a la brillante composición que presentó el brasileño Wagner Moura en la producción de Netflix. La verdad que no vale la pena perder el tiempo con esta película, ya que la misma historia se puede disfrutar en producciones superiores.
Amante y testigo “Pablo Escobar: La Traición” (Loving Pablo, 2017) es una película biográfica dirigida y escrita por Fernando León de Aranoa. Coproducida entre España y Bulgaria, la cinta está basada en el libro “Amando a Pablo, odiando a Escobar” de la periodista colombiana Virginia Vallejo, que en el filme es interpretada por Penélope Cruz. Completan el reparto Javier Bardem (que también es el productor), Peter Sarsgaard (An Education, Lovelace), Julieth Restrepo, Óscar Jaenada (Luis Miguel La Serie), Fredy Yate, entre otros. Fue presentada por fuera de la competencia en el Festival de Cine de Venecia y luego pasó por el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF). Desde la perspectiva de la famosa conductora de televisión Virginia Vallejo (Penélope Cruz), primera periodista en entrevistar a Pablo Emilio Escobar Gaviria (Javier Bardem) en enero de 1983, conoceremos cómo el narcotraficante se manejaba ante sus aliados y decidía el destino fatal de sus enemigos. Al ser su amante, Virginia no tuvo en cuenta que esa relación luego podría costarle hasta su propia vida. Sobre la figura de Pablo Escobar ya tenemos una gran diversidad de documentales, series, siendo la más reconocida “Narcos”, y películas. Teniendo en cuenta esto, para los que ya conocen la historia de su carrera en el crimen organizado el filme no conseguirá aportar nada nuevo. No obstante, la cinta servirá para el que no está interiorizado en el tema, ya que de una manera muy entretenida combinada con escenas demasiado truculentas se podrá conocer cómo se manejaba Escobar en el día a día. El mayor problema de “Pablo Escobar: La Traición” radica en el idioma. Ver a habitantes de Colombia hablando en inglés con un toque paisa e insultos en español le saca verosimilitud al relato; esto es aún más notorio al tener a personajes de la DEA (Administración para el Control de Drogas) norteamericana que se comunican con su lengua predilecta, lo cuál sí luce natural. Además, la interpretación de Penélope Cruz la mayor parte del tiempo luce sobreactuada: tanto por sus movimientos como por sus expresiones, resulta difícil tomársela en serio cuando está en una situación límite o se siente feliz. Virginia no es un personaje con el que sea fácil empatizar debido a que de inmediato captamos que la mujer sabía de dónde conseguía el dinero Escobar sin embargo no le importaba y prefería quedarse a su lado. Por lo tanto, la conexión del espectador con la periodista será nula en casi toda la trama. Javier Bardem es el que logra lucirse como Escobar, un hombre que solo con verlo de lejos ya sabemos que es mejor tomar otro camino. Ya sea por su aspecto físico (cabello negro ondulado y una gran panza) como por su personalidad, el actor una vez más da cuenta de su gran versatilidad para encarnar todo tipo de roles. Verlo entrar en la política, planear el ingreso de cocaína a Estados Unidos o contratar a jóvenes sicarios demuestra cómo en su forma de ver las cosas no existían los límites. “Pablo Escobar: La Traición” termina convirtiéndose en una cinta pasable que se disfruta bastante, con excepción de su último tramo que está innecesariamente alargado. El atractivo está en el jefe del Cartel de Medellín, que vive siendo cruel o diciendo mentiras para salvarse, pero que a la vez se preocupa por su familia y, de vez en cuando, piensa en hacer el bien construyendo casas para los marginados de las villas.
La bella periodista colombiana Virginia Vallejo escribió el libro “Amando a Pablo, odiando a Escobar”, en el cual relató la relación turbulenta que vivió como amante del narcotraficante más poderoso durante los años 80. Sobre esa historia se inspiró este filme cuyo título en inglés es “Loving Pablo” (Amando a Pablo), con la química de la pareja protagónica, que también lo son en la vida real, integrada por Javier Bardem (Pablo Escobar) y Penélope Cruz (Virginia Vallejo). Para muchos, la película puede ser otra más de narcos y algo de eso hay. Porque el clima de obsceno poder, de dólares que asoman del cierre de la valija y de políticos que financian campañas con dinero sucio es el mismo que se ven en todas las series sobre narcos. “La política y la democracia son cuestión de dinero. Y nosotros tenemos mucho dinero” dice Escobar, caracterizado por un Bardem que sorprende con una barriga enorme. El director se encargó de mostrar a la famosa periodista como una persona materialista, que se obnubila con el poder y las prebendas de su vínculo romántico, pero a la vez la enfocó en su desesperación por despegarse de él cuando Escobar es detenido. El filme toma al narcotraficante desde lo más alto del tobogán de poder y luego hace foco en su caída libre. En ese descenso está lo más encumbrado de la película.
Este film se encuentra basado en el libro “Amando a Pablo, odiando a Escobar”, escrito por la periodista colombiana Virginia Vallejo. Allí cuenta la relación amorosa que mantuvo con el líder del famoso Cartel de Medellín en la década de los 80. En la dirección y como coguionista se encuentra el realizador español Fernando León de Aranoa (“Los lunes al sol”, “Familia”) y Javier Bardem cumple como protagonista y productor. Su trama va mostrando solo una parte de la vida de Pablo Emilio Escobar Gaviria (1949-1993) de cómo se va entrelazando Colombia y Estados Unidos con el tráfico de drogas. Todo comienza mientras va viajando en un avión a Estados Unidos la presentadora colombiana Virginia Vallejo (Penélope Cruz, está muy simpática, entrañable, es una gran actriz se entiende muy bien con quien es su esposo Bardem. Esta correcta), junto a miembros de la DEA que la acompañan. Luego el film da un salto temporal hacia atrás para encontrarnos en la casa de Pablo Escobar (Javier Bardem, muy bien caracterizado está muy parecido a Escobar y hasta engordó. Es excelente digno de varios Premios), cuando aun no era jefe del cartel de Medellín, casado con Maria Victoria Henao (Julieth Restrepo) y a través de los cuales vamos viendo sus actividades. Se encuentra muy bien narrada parte de la vida de Escobar Gaviria, su vinculación con el narcotráfico, los negocios, la política, la corrupción y la mafia. Es obvio que evita los momentos más oscuros y por supuesto se encuentra más centrada en el romance. Dentro de los rubros técnicos resultan maravillosos: la fotografía de Álex Catalán, el diseño de producción de Alain Bainée (“Blancanieves”), el diseño de vestuario de Loles García Galeán (“Palmeras en la nieve”), el maquillaje obra maestra de Ana Lozano (“Volver”), la banda sonora por Federico Jusid (“Neruda”, “El secreto de sus ojos”) y la dirección correcta. Los desaciertos los colombianos que hablan en inglés con acento colombiano, la voz en off de Cruz y la actuación desaprovechada de Peter Sarsgaard (“Enseñanza de vida”, “Kinsey, el científico del sexo”).
La historia de Pablo Escobar Gaviria ha pasado de la crónica negra y las sentencias judiciales a la mítica criminal convertida en relato de ficción. Un poco como le pasó a la figura de Al Capone en el origen del cine de gánsteres: ascenso y caída como formas de una épica marginal, de una historia de crimen y sangre contada como una tragedia sobre el poder y la ambición. Después de varias series ( Narcos, El patrón del mal), documentales ( Pablo Escobar: King of Cocaine) y biopics ( Escobar: Paraíso perdido), el español Fernando León de Aranoa se inspira en la biografía de la estrella televisiva y amante de Escobar, Virginia Vallejo, para contar de nuevo su historia. Aranoa comienza en el final, bajo el fantasma de la DEA, para ir hacia el principio: el encuentro de Vallejo y Escobar al pie de un jet privado, la fiesta en una mansión con zoológico propio, los regalos y la pasión, el miedo y la locura. Esta historia de mafia sin urbanidad, que requería el mismo desenfado que De Palma o Scorsese les pusieron a sus mundos, está teñida de una previsibilidad agobiante, guiada por una voz en off insistente y explicativa, erigida sobre personajes que se consumen en los mismos arquetipos que los inspiran. Solo Javier Bardem logra teñir de patetismo el escape desnudo de su antihéroe por la selva, sabiendo que ese instante es el reflejo amargo que asoma tras esa máscara de prepotencia y orgullo.
¿FASCINACIÓN O TRAICIÓN? Pablo Escobar: la traición es otra producción pochoclera más de las cuales ya estamos bastante acostumbrados. Pero al menos las películas que se estrenan con el único objetivo de entretener tienen más dinamismo que la última película del español Fernando León de Aranoa. Para empezar con este breve análisis, en referencia al guión, resulta ofensivo el cambio de idioma: la historia situada en Medellín, Colombia, donde era oriundo Escobar, tiene como idioma nativo el inglés y solamente se emiten algunas frases en español como “mi amor” con una fallida tonada colombiana. Por otro lado, nos encontramos con dos protagonistas muy estereotipados. Basado en la novela autobiográfica Amando a Pablo, odiando a Escobar, de Virginia Vallejo, el film realiza algunas modificaciones frente a los hechos y personajes mencionados por la autora pero sostiene el núcleo central que refiere al pasional romance que vivieron Pablo Escobar (Javier Bardem) y Virginia Vallejo (Penélope Cruz) durante la década del ´80. Todo lo sucedido es narrado a partir de la perspectiva de la periodista y escritora. Esta historia de amor es la excusa para volver a ficcionalizar el historial narcotraficante de Pablo Escobar, desmantelando a su vez su lado mujeriego, cínico, posesivo, violento y misógino. Virginia se deja deslumbrar por el mundo que le muestra Pablo, colmado de lujos, regalos costosísimos y dinero que recibe mientras la riqueza de Escobar iba creciendo y su vínculo perduraba en el tiempo y se afianzaba. Aceptando concientemente su rol de amante, fue testigo de la mente criminal y perversa que tenía Escobar. Se observa con crudeza su manera de actuar y en consecuencia, el apogeo de ambos era inevitable. Mientras Pablo perdía su poder, ella deja de ser la reportera más popular de Colombia. Aún así de sus celos no pudo escapar. Por último, si bien Pablo Escobar: la traición es la traducción que se hizo del título original, “la traición” es el componente principal que se le adjudica al personaje de Virginia, cuando en realidad corresponde a Pablo Escobar y el entramado de sus negocios de droga y política. No habría que dar lugar a la ambigüedad que brindan estos juegos de palabras y la relación con sus personajes. Sin dudas, la dupla Bardem – Cruz es explosiva y convocante, pero más allá de la producción en manos de él, el talento de ambos, la tensión y violencia constante que tiene la historia en más de dos horas, la adaptación que es Pablo Escobar: la traición deja mucho que desear.
Este nuevo acercamiento a la funesta figura del narcotraficante y asesino colombiano no agrega nada nuevo. Intentando ser narrada desde la mirada de la periodista Virginia Vallejo, quien fuera la amante de Pablo Escobar, autora del libro “Amando a Pablo, Odiando a Escobar”, motor inicial de esta producción, intento justificar su relación amorosa con lo siniestro. Bien podría caberle de manera inversa esa frase de la revista “Humor”, “dime con quien sueñas y te diré con quien no te acuestas”, o más popular “dime con quién andas y te diré quién eres” Pero en tanto filme todo termina por ser un catálogo de lugares comunes con fuertes fallos en tanto construcción narrativa, a punto tal que las escenas de violencia desplazan por completo en importancia a las que debieran ser la trama principal, la intimidad de la pareja. Tal es así que ese punto de vista se va diluyendo con el correr de los minutos, nunca ayudado por el relato en off que nos transmite el personaje, sino todo lo contrario, y eso también pone en juego una mala decisión de la producción. Hablada en inglés, siendo una producción española, en la cual Penelope Cruz vuelve a tropezar con su propia impericia vocal, si bien desde los otros aspectos de la actuación da lugar a una buena performance. No ocurre lo mismo con Javier Bardem, quien termina por ser lo único rescatable de esta película. Su recreación del personaje es perfecta, le da el tono justo de vulgaridad, sin la más mínima educación, de supuesto origen muy humilde, lo cual queda claro en su desarrollo, no lo justifica. No hay intención desde el guión presentar al mundo de la droga como una posibilidad, ni como consecuencia inevitable de la sociedad actual, ni de responsable de la existencia de este engendro del mal, sino todo lo contrario. Esto puede establecerse desde determinada lectura del texto, no lo hay desde la dirección, y en el acabado final de la realización no hay nada que lo establezca de manera taxativa. En realidad la idea del filme se va perdiendo y nunca termina de dejar de lado la sensación de estar a la deriva sin poder definirse, y esto debería establecerse desde el diseño de producción. Algunas buenas escenas, y un relato conocido que denota desde su construcción narrativa clasicismo a ultranza, por momentos muy hollywoodense. El director nunca logra darle un toque de personalismo al texto fílmico, termina por ser algo anodino, trivial, insubstancial. Nada nuevo bajo el sol.
Otro Escobar más Se ha dado en llamar “narco-cultura” a un sinfín de productos masivos producidos con poco disimulo para explotar la popularidad y la fascinación despertadas por líderes narcotraficantes, con cierto énfasis en la violencia y la truculencia de sus acciones, sus fiestas orgiásticas, sus descomunales derroches de dinero y su marcado perfil antiheroico. En México y Colombia las narcoseries son prácticamente una plaga, y muchas voces críticas del fenómeno han llegado incluso a alertar sobre el carácter pernicioso de estas producciones, peligrosamente influyentes en jóvenes de los niveles socioculturales más bajos. Lejos de ser vistos como malos ejemplos, los omnipotentes narcos pueden llegar a ser, para muchos, modelos a seguir. Lejos de perder su popularidad, la figura de Pablo Escobar parece haberse revitalizado con esta moda, y recientemente un sinfín de documentales, series y películas de ficción centran sus relatos en su figura. De entre ellos, los más sonados han sido la serie de Netflix Narcos (sus primeras dos temporadas) y la colombiana El patrón del mal, así como la película Escobar: Paraíso perdido, en la que Benicio del Toro encarnaba al líder criminal. Es probable que el público objetivo de esta película1 sean aquellos estadounidenses que no vieron la serie Narcos. Esto explicaría que se pise tanto con aquella, y que los personajes hablen un dialecto que desafía toda lógica y que atenta constantemente contra el realismo de la película. Es difícil entender por qué actores españoles (los protagonistas son nada menos que la pareja de la vida real Javier Bardem y Penélope Cruz) hablan en un inglés con acento colombiano, algo realmente difícil de tragar para el público hispanohablante. Hay que verlo a Bardem intercalando entre sus amenazas en inglés varios “malparíos” y “joputas” para largar una sonora carcajada. La decisión fue bastante desacertada.
Menos mal que están la Penélope y el Javier, dos personas a las que uno les tiene mucho cariño y que pueden trasladar la química que tienen en la vida real como pareja a la pantalla (ojo que eso no siempre sucede). Porque esta biografía de Pablo Escobar es una sumatoria de clisés y episodios telenovelescos que podría causar vergüenza ajena con otros rostros. En fin, ahí está si la quieren ver o quieren visitar a uno de nuestros matrimonios cinemáticos más queridos.
Criminal mambo Javier Bardem produce y protagoniza la historia del narcotraficante más famoso, contada desde la perspectiva de su mediática amante. Si los fans de Escobar, patrón del mal se quedaron con ganas de ver más, y si la serie Narcos de Netflix no fue suficiente, aquí está la historia del más famoso narcotraficante contada por la pantalla grande y siguiendo todos los protocolos de Hollywood. Inevitablemente, Loving Pablo (título original del film) recoge toda la tradición de mafiosos y traficantes que atesora el cine norteamericano; el director y guionista Fernando León de Aranoa entretejió influencias por doquier, pero milagrosamente la película no cae en el pastiche. La particularidad de este largo es haber sido contado según las memorias de Virginia Vallejo, la periodista que pasó buenos años de su vida haciendo equilibrio entre su carrera de conductora televisiva y su vida como amante de Escobar, con seducciones a un agente de la DEA en el medio. La segunda peculiaridad es que una pareja de la vida real personifica al patrón del mal y su amante. Como haciéndose eco del estilo de vida de Escobar, todo queda en familia. Bigotón y con panza de embarazo de nueve meses, Javier Bardem es Escobar, y con la histeria a flor de piel Penélope Cruz es Vallejo. La química, por descartado, funciona. Hay muchos aviones al principio del film, primero, cuando Virginia cuenta en off cómo tuvo que abandonar Colombia para irse a los Estados Unidos; después, de modo fastuoso, espectacular, cuando un camión con acoplado cierra el paso de los automovilistas para que un jet cargado de droga pueda aterrizar en una autopista norteamericana. Cuesta creer que semejante cosa haya pasado en 1982, pero Loving Pablo (se verá en el resto del largo) abunda en licencias. De entrada, quizá la gran falla del film es que hay algo caprichoso y no muy bien narrado respecto al modo en que Virginia cae en las garras del narcotraficante. De día, Virginia arriba en jet (otro más) a Medellín en modo periodista, y queda anonadada por la reserva de animales de Escobar donde no faltaban elefantes. Por la noche, hay un glamoroso cóctel al que asisten artistas, jugadores de fútbol, empresarios, narcotraficantes y Virginia, a quien una banda de pop le dedica una canción. Cuando se encuentran cara a cara, Pablo le habla de sus campañas para sacar a los chicos de la pobreza y se define como un filántropo. Al finalizar la escena, León de Aranoa informa en un zócalo de la pantalla que esa noche se estaba fundando el cartel de Medellín. Hay cierto humor, después de todo, y no del todo programado. La descripción de Escobar Gaviria es descarnada, pero, para el espectador promedio, queda suavizada por pertenecer a un verosímil definido, el del capo mafioso pater familias, un psicópata con el dolor ajeno pero vulnerable a lo que pase con su entorno familiar. Pablo tiene una mujer (Julieth Restrepo) consciente del vínculo de su esposo con Virginia, consciente incluso de las orgías, pero eso no la detiene de visitar a su esposo en la cárcel hecha a medida de sus lujos cuando negocia la revocación de su extradición a los Estados Unidos. Y cuando se refugia en la clandestinidad, cuando está rodeado, la DEA sabe que una leve presión a su familia, a su mujer y sus hijos, bastará para localizarlo. En otra escena de intimidad, Pablo le enseña a su hijo (Carlos Ramírez) cómo jamás debe aceptar y consumir aquello que él vende. Es un aspecto conocido de su vida, pero está ejemplarmente filmado. No faltan escenas sórdidas en Loving Pablo. Toda la formación de su ejército de soldados y sicarios, los asesinatos a aquellos funcionarios y periodistas que investigaron al narcotraficante, está cruelmente detallada, con sabor a saña hollywoodense. En ese sentido, León de Aranoa no defrauda y maneja con mano firme todas las escenas de acción. En la escena más violenta del film, durante una charla en su cárcel de lujo, Pablo da la orden de mutilar a dos de sus socios, y sus soldados ponen en funcionamiento las motosierras mientras suena “Rosa Rosa” de Sandro. Parece una escena inspirada en Buenos muchachos con ritmo sudamericano. Hay otros aspectos del film que resultan cuestionables, cuando no irrisorios. Mientras la ambientación es totalmente colombiana, y la interpretación es casi totalmente de actores de habla hispana, la película está hablada en un inglés tosco, mechada por interjecciones y maldiciones en español. Pero pese a cierto aire de cocoliche que sobrevuela a algunas escenas es difícil no engancharse con la trama. Las actuaciones de Bardem y Cruz son más que convincentes, ambos metidos plenamente en sus personajes y abiertos a la traición final, cuando Virginia termina en una corte de los Estados Unidos. “Pablo me pidió que contara esta historia”, murmura, “pero no me dijo a quién”.