El futuro de la corrupción española. Para los fanáticos de Santiago Segura y su despreciable (pero en algún punto, entrañable en su estupidez) personaje xenófobo, sucio, homofóbico, misógino, de extrema derecha, Torrente, su regreso es un bálsamo de risas y humor soez que desnuda las contradicciones del pensamiento neo fascista a partir de la burlesca y grotesca comedia española. En esta oportunidad Torrente sale de la cárcel en el año 2018 para encontrar una España aún gobernada por el Partido Popular y su corrupto líder Mariano Rajoy, en crisis, expulsada de la comunidad europea, y que ha debido regresar contra su voluntad a la peseta. Asqueado por la decadencia de la nueva España, resentido de la independencia catalana y su éxito expresado en la llegada a la final del campeonato de Fútbol de la FIFA, y furioso por el traslado del estadio del Atlético de Madrid a otra locación y el derrumbe del mítico estadio Vicente Calderón, Torrente decide abandonar su rol de oficial de la ley y el orden para dedicarse a la delincuencia, situación que ya en el comienzo resulta hilarante, porque es un ex convicto expulsado de las fuerzas policiales por su incompetencia y su consistente corrupción, secundado por un par de lúmpenes. La quinta parte de Torrente, escrita, dirigida y protagonizada nuevamente por Santiago Segura, recurre a al mismo tipo de humor de las cuatro versiones anteriores sin caer en un desgaste o en un abuso pero tampoco sin ofrecer variantes a una fórmula que funciona a la perfección en su objetivo de congregar a los fanáticos del humor grosero. De esta manera, Torrente 5 no logra superar a la primera versión del policía corrupto madrileño pero es una digna continuación como las tres que la sucedieron, con sus referencias siempre incorrectas. Los personajes subnormales que lo acompañan, siempre tullidos o con algún grave problema mental, son los amigos que acompañan a Segura en toda la saga, siempre listos para reírse de ellos mismos y de sus barbaridades. Las apariciones secundarias de El Gran Wyoming, Imanol Arias, Joaquín Sabina y Ricardo Darín, y el protagonismo de un Alec Baldwin que no habla ni una palabra clara en español, refuerzan un convite hilarante que busca la situación absurda, la risa cómplice del desatino sinsentido y el ataque al pensamiento de derecha y sus contradicciones desde un humor irónico y a veces hasta corrosivo.
Santiago Segura está de regreso con Torrente 5: Operación Eurovegas, una secuela acorde al resto de la saga. Es el año 2018 y Torrente recién sale de la cárcel. España todavía intenta superar la crisis y una sociedad fracturada lleva al ex-policía madrileño a buscar respuestas en su interior, y para ello decide convertirse en un criminal. A través de un contacto que hizo durante su estadía en prisión, logra localizar a quien se ocupó de supervisar la seguridad del principal casino y hotel de Eurovegas, John Marshall. Juntos planean el robo perfecto que solo podrán concretar una vez que Torrente reclute y organice una banda de criminales especializados. Nos hacemos una pajillas? En 1998 el actor, guionista y director español Santiago Segura nos presentaba a José Luis Torrente, un policía incompetente, racista, misógino y cuantos adjetivos negativos más se les ocurra agregar. Hincha a muerte del Atlético de Madrid y fanático del cantautor El Fary, el personaje hizo su aparición en el film homónimo bajo el subtitulo El Brazo Tonto de la Ley. Dieciséis años después y con un enorme éxito a sus espaldas nos llega la cuarta secuela, esta vez subtitulada Operación Eurovegas. Esta nueva aventura encuentra a Torrente recién salido de la cárcel y teniendo que reinsertarse en la sociedad, que está lejos de ser la misma que cuando entró. España está recién saliendo de la crisis "gracias" a algunas concesiones, una de ellas es la creación de Eurovegas, un gigantesco complejo con hotel y casino fiel al estilo norteamericano. Sin poder encontrar su lugar, nuestro anti-heroe favorito deberá moverse por fuera de la ley, y con la ayuda de un simpático grupo de criminales fiel al estilo de la saga, darán un golpe millonario. El objetivo de las películas de Torrente es uno solo y siempre el mismo: divertir. Y Santiago Segura ya se ocupo de aclarar este punto en reiteradas ocasiones. En el medio podrá haber un discurso político y social (algo más marcado en las últimas dos entregas por obvias razones), pero nunca se buscó que estas lecturas le quiten protagonismo al humor. Si bien algunos de los chistes van por el lado de la crisis española, Segura se ocupa de darnos un mínimo trasfondo de la situación como para que los espectadores que no estén al tanto tambien se sientan incluidos. Y quienes esperan encontrarse con bromas escatológicas y de mal gusto, que al fin y al cabo son el plato fuerte de la saga, tampoco saldrán defraudados. Si bien todas las secuelas de Torrente mantienen un nivel aceptable ninguna se acercó a la original, y Operación Eurovegas no es la excepción. Por momentos brillante y por momentos indiferente, los chistes son un continuo prueba y error. La historia, al igual que sucede en todas las secuelas, es bastante genérica y pareciera existir simplemente como contención de los chistes y para darle una coherencia narrativa a la seguidilla de sketches con la que se despacha Segura. Quizás lo más llamativo de la película es la presencia de Alec Baldwin, quien con un español bastante pobre y por momentos inentendible resulta una divertirla y al mismo tiempo bizarra adhesión al ya bizarro grupo de personajes que suele reunir el actor y director madrileño. Conclusión Torrente 5: Operación Eurovegas es más de lo mismo. Pero ¿es eso algo malo? La respuesta depende de cada uno. Por lo menos en mi caso en particular, prefiero vivir en un mundo donde existen las películas Torrente, en lugar de un mundo sin ellas ¡Que se venga la sexta parte que la estaré esperando!
Fuera de la ley La quinta entrega del popular personaje encarnado por Santiago Segura está ambientada en Madrid de 2018. Torrente es expulsado de la ley y enviado a la cárcel, y la película comienza cuando éste abandona la prisión y tiene una nueva misión entre manos: el robo de un casino. Torrente 5: Operación Eurovegas continúa con el estilo desfachatado y grosero que tanto éxito le dio a la saga española, agregando a figuras en cameos especiales (el torero Jesulín de Ubrique, Falete; Ricardo Darín e Imanol Arias, entre otros), pero lo más atrapante del nuevo eslabón es el equipo que forma Torrente en una graciosa alusión al Ocean`s Eleven, de Clooney. Junto a una banda de inútiles, llevará adelante el robo y contará la ayuda de uno de los jefes de seguridad del lugar. Como si fuese poco, Torrente deberá quedar bien con un alterado jefe (nada menos que Alec Baldwin, hablando en español e inglés) que parece salido de una película de James Bond. El film dosifica en exactas cuotas la violencia verbal que viene cargada con todo lo que uno pueda imaginarse, los gags de torpeza física y la acción (el despliegue de producción en la escena final del aeropuerto resulta más que generoso) que encienden los personajes en una trama que se mueve entre engaños, golpes, estafas y una final de futbol que nos involucra. Dentro de la locura generalizada que tiene la historia aparece una anciana que se las trae, la siempre eficaz Chus Lampreave, rostro reconocible del cine de Almodóvar. Torrente sigue burlándose de sí mismo y de los films del género. Ese mecanismo que resulta reiterativo también se ve eficaz y se pone en marcha para arrancar la risa del espectador.
Todo puede salir mal, o peor Quién hubiese imaginado que podríamos estar nuevamente hablando de esta saga que en su primera entrega despertó el interés de fanáticos pero no así del público en general por sus altas dosis de misoginia, racismo, xenofobia y humor soez y procaz. Torrente: Operación Eurovegas (2014) es la puesta al día de el personaje creado por Santiago Segura, quien una vez más se pone en la piel de este policía border que de la coima y el timo ha hecho una permanente oportunidad para conseguir al menos algo de aquello que le falta. La película inicia cuando el oficial Torrente sale de la cárcel y es convocado, por un contacto que hizo mientras estaba recluso, para realizar un extraordinario asaltos simultáneos a tres casinos por John Marshall (Alec Baldwin). Torrente no estará solo, como siempre una serie de “subnormales” lo ayudarán con el plan y obviamente en el medio algunos obstáculos, desprendidos de la propia inexperiencia de Torrente y de las capacidades disminuidas de los compañeros. Con una premisa simple y ya vista en otras oportunidades Segura puede construir un relato dinámico que a fuerza de gag e impacto verbal posibilitará no solo la construcción de una comedia clásica que refuerza el humor corporal y el chiste como punto de partica, sino que también logra una denuncia con fuerte veta social/económica. Segura analiza la actualidad de España, y si bien ubica la acción en el año 2018, la corrupción, la crisis y la manipulación política sólo refuerzan un estadío que se visibiliza en la actualidad. Torrente pide la vuelta al franquismo, porque necesita poder controlar algo que se viene desviando de su lugar y que no consigue recomponer más allá que en anteriores entregas el salga victorioso en cada una de las misiones que se impone. En Torrente: Operación Eurovegas, el oficial se cansa de “ser bueno” y avisa en una de las primeras escenas que será un “fuera de la ley”, sin saber, claro está, que siempre habrá alguien peor que él y que el villano de turno lo superará en su débil idea y decisión. Segura se afirma como actor y les brinda el espacio a personajes secundarios para que puedan lucirse, destacándose Carlos Areces como uno de los secuaces que lo ayudarán a cumplir con la misión desde un lugar silencioso. La incorporación de Alec Baldwin como Marshall le posibilita a Segura construir desde la verosimilitud del género mucho más su relato, como así también la decisión de utilizar títulos al estilo James Bond para universalizar su historia. En esta última elección Segura se “asegura” que el universo particular que construyó para Torrente, un mundo con la peseta, el olé, la tortilla de papas, el Renault 9 y la obsesión por la cultura popular más trash de España, pueda ser visto en otros países sin tener que explicar más sobre cada incorporación. Torrente: Operación Eurovegas posiciona la saga y la ubica en un lugar privilegiado del panorama actual de la comedia mundial.
Un clásico empecinado en persistir ¿Qué podemos decir de una nueva entrega de la saga del clásico y entrañable gamberro de Torrente? En las antípodas de ser un personaje de ley, esta historia comienza justo donde finalizó la anterior versión, con Torrente encarcelado. Saliendo en libertad en un futuro cercano, el ex agente se encuentra con una España cambiada a como la conocía, y ante la falta de carisma de la sociedad para con sus actos valerosos, opta por el camino del delito, y decide arrasar el casino más importante de Madrid en el momento del partido por la copa mundial de futbol, a disputarse entre Argentina y Cataluña. Para ello recurre a un amigo que conoció en la cárcel, y que fue el encargado en la construcción de los sistemas seguridad del casino, el misterioso John Marshall (Alec Baldwin). La historia de esta nueva entrega es una muy sabida, pues arrastra el clásico coctel de acción y aventuras que viene poniendo en juego desde sus últimas secuelas. En este caso se valdrá de sus inexpertos conocidos compañeros de aventuras para llevar adelante tan delicada misión. Y a pesar de las penurias y problemas por demás, lograrán dar con el abultado botín, repasando con clisés y gags momentos vistos en tantas películas de acción. Segura con esta quinta versión insiste con el personaje que saca a la luz nuestros lados más perversos, más primitivos, y más soeces del ser humano, convirtiéndolo en un clásico que su público ya está acostumbrado a ver. Con su repetida fórmula de comedia, y chistes vulgares, mostrando más de lo mismo, el recalcitrante policía divierte con su despectiva forma de ser. Con mayor nivel de producción, una atinada puesta en escena y hasta el encanto de tener reparto internacional, la esencia de este nuevo film de Torrente se mantiene fiel a sus espectadores, acompañado de sus amiguetes de siempre, y con la sorpresa de contar con actores de talla como Ricardo Darín e Imanol Arias, aportando en pequeños bolos. A pesar de ese humor banal y primario, el autor les da lo que ya conocen, y no engaña a su público, lleva adelante su estilo de películas, lo que le gusta hacer y lo que su público espera de él. Segura y Torrente, en su doble papel de actor y director, con esta secuela de aventuras se volvió un clásico que, según parece, nunca quiere pasar de moda.
El hombre más guarro del universo mundial. El otro día recordábamos con un viejo amigo la enorme cantidad de películas que vimos en cine durante la segunda mitad de los noventas. Lejos del cine moderno de corte intelectual que consumíamos en mucha menor medida, nos mandábamos a toda la chatarra hollywoodense que aparecía; y, cada tanto, enganchábamos alguna perlita por fuera de la gran industria. Íbamos mucho al Atlas Santa Fé pero no teníamos una preferencia exclusiva, si pintaba ir a los cines de Lavalle, para allá íbamos. Y fue en el Monumental de la peatonal donde nos cruzamos con la primera Torrente allá por el año del Y2K. No estaba muy convencido pero mi amigo me sacó las dudas rápido cuando me describió al gordo infame. Y a partir de ese día, Torrente se volvió uno más de nuestra familia de chascarrillos cotidianos. Porque muchos de nuestros códigos humorísticos compartidos son una construcción en base a nuestros consumos culturales; Torrente, como Los Simpsons, nos regaló un imaginario fabuloso para incorporar chistes. La nueva Torrente está hecha para nosotros, para esa gran cantidad de chabones que nos venimos riendo con el hombre más guarro del universo mundial desde hace quince años. Está plagada de referencias a la primera y con varios mutantes de partes anteriores de la saga. Claro que no los voy a aburrir mencionando a todos pero no puedo no nombrarles a Amparito, que sigue siendo un polvazo -sobre todo sin pagar- con el cuerpo intacto aunque con los años en la cara, igual que el héroe, con esas arrugas de exobeso y encima un poquito avejentado adrede. Y así como hay muchas autoreferencias también hay mucha broma para el público español, como cuando uno de los patiños del gordo hace toreo con un perro. Ese tío es nada menos que Jesulín de Ubrique, famoso torero español pero desconocido para el resto del mundo. Facho, xenófobo y putañero, el gordo sucio aprovecha los temas siempre en la punta de la lengua del progresismo internacional para taparlos con mierda: “¿explotación sexual? Si se les paga bien” y así. El humor border que ya conocemos mezclado con algunos chascarrillos que ya ni nos causan gracia pero que no pueden faltar, como pasa con esas anécdotas gastadas en las reuniones de amigos de larga data. En esta entrega, José Luis recluta a un equipo de paparulos para que lo ayuden a robar el casino más grande de España. Porque en Operación Eurovegas no quiere pasar ni por cana ni por detective, la gran diferencia de la quinta es que el villano no es su némesis sino su jefe y cómplice. Torrente ahora es un “fuera de la ley”, como si alguna vez hubiera estado dentro. Y el malo es Alec Baldwin, compañeros, una muestra de lo lejos que ha llegado el gordo. El resultado es una Ocean’s Eleven tullida, renga y roñosa que no logra la perfección de las dos primeras entregas pero que no defrauda al ejército de subnormales malnacidos incondicionales del humor negro… como nosotros.
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Ahora futurista, la fórmula de Torrente aún hace reír Salvo "Adiós cigüeña adiós" y "Las cosas del querer", no hay muchas producciones españolas que hayan llegado a tener una secuela tan exitosa como para convertirse en una auténtica saga. Por algún motivo, "Torrente, el brazo tonto de la ley" se da el lujo de llegar a todo trapo a su quinta parte, al punto de que esta vez asocia al personaje dirigido e interpretado por Santiago Segura con un verdadero actor hollywoodense como Alec Baldwin. El motivo de la persistencia de Torrente para llegar a esta quinta parte se podría adjudicar antes que nada al éxito del primer film, que en el momento de su estreno en España logró superar a un fenómeno de taquilla como el "Titanic" de James Cameron. Además, el antihéroe concebido por Segura captó burlonamente los aspectos más intolerantes, patéticos y miserables de la idiosincrasia hispana de un modo singular y especialmente atractivo para el público masivo de su país. Con una carrera como director exclusivamente dedicada a su Torrente, en cada nueva entrada en su saga Segura se ha venido preocupando por darle algo distinto a su creación. En la secuela anterior, la novedad era el 3D (detalle visual que casi un lustro después seguiría siendo una novedad en una producción hispanoparlante). Pero en esta quinta ocasión, Segura optó por ir directo al punto en cuestión de cambios. Por un lado, si desde el principio quedó claro que Torrente era un delincuente que cometía delitos escudado en su condición de policía, ahora sale de la cárcel decidido a convertirse formalmente en criminal, algo así como "el brazo tonto del delito". Por otro lado, la ambientación levemente futurista (año 2018) permite renovar y extremar la sátira social propia del personaje. En este sentido, la premisa de una España rechazada por la comunidad europea, que ha vuelto a la peseta (el diseño de los billetes futuristas arranca una sonrisa cuando aparecen en la secuencia de títulos) y donde hay independencia catalana dan lugar a muy buenos chistes a lo largo de todo el film. En cambio, otras bromas resultan totalmente localistas, y algunos detalles suenan un poco desaprovechados. Pero gracias al futurismo, Torrente logra algunos momentos de humor negro políticamente incorrecto asombroso, tan extremo como sorprendente y eficaz. La idea de robar un casino, el Eurovegas del título, justo el día de la final del Mundial de Fútbol (Cataluña-Argentina) permite que al homenajear a la "Once a la medianoche" original es decir la de Frank Sinatra dirigida por Lewis Milestone y no la saga de remakes con George Clooney), este quinto Torrente logre una trama más sólida para diseminar el típico bombardeo de gags guarros, ultratontos, que cuando funcionan, realmente hacen reír. Segura se apoya inteligentemente en cada miembro del elenco, especialmente en los [Ningún estilo de párrafo]H-8/10-N#REDONDAFirma "Torrente: Operación Eurovegas" (España, 2014) Dir.: S. Segura. Int.: S. Segura, A. Baldwin, A. Simon, C. Lampreave, J. López, N. Asensi, C. Brava. TMSalvo "Adiós cigüeña adiós" y "Las cosas del querer", no hay muchas producciones españolas que hayan llegado a tener una secuela tan exitosa como para convertirse en una auténtica saga. Por algún motivo, "Torrente, el brazo tonto de la ley" se da el lujo de llegar a todo trapo a su quinta parte, al punto de que esta vez asocia al personaje dirigido e interpretado por Santiago Segura con un verdadero actor hollywoodense como Alec Baldwin. El motivo de la persistencia de Torrente para llegar a esta quinta parte se podría adjudicar antes que nada al éxito del primer film, que en el momento de su estreno en España logró superar a un fenómeno de taquilla como el "Titanic" de James Cameron. Además, el antihéroe concebido por Segura captó burlonamente los aspectos más intolerantes, patéticos y miserables de la idiosincrasia hispana de un modo singular y especialmente atractivo para el público masivo de su país. Con una carrera como director exclusivamente dedicada a su Torrente, en cada nueva entrada en su saga Segura se ha venido preocupando por darle algo distinto a su creación. En la secuela anterior, la novedad era el 3D (detalle visual que casi un lustro después seguiría siendo una novedad en una producción hispanoparlante). Pero en esta quinta ocasión, Segura optó por ir directo al punto en cuestión de cambios. Por un lado, si desde el principio quedó claro que Torrente era un delincuente que cometía delitos escudado en su condición de policía, ahora sale de la cárcel decidido a convertirse formalmente en criminal, algo así como "el brazo tonto del delito". Por otro lado, la ambientación levemente futurista (año 2018) permite renovar y extremar la sátira social propia del personaje. En este sentido, la premisa de una España rechazada por la comunidad europea, que ha vuelto a la peseta (el diseño de los billetes futuristas arranca una sonrisa cuando aparecen en la secuencia de títulos) y donde hay independencia catalana dan lugar a muy buenos chistes a lo largo de todo el film. En cambio, otras bromas resultan totalmente localistas, y algunos detalles suenan un poco desaprovechados. Pero gracias al futurismo, Torrente logra algunos momentos de humor negro políticamente incorrecto asombroso, tan extremo como sorprendente y eficaz. La idea de robar un casino, el Eurovegas del título, justo el día de la final del Mundial de Fútbol (Cataluña-Argentina) permite que al homenajear a la "Once a la medianoche" original es decir la de Frank Sinatra dirigida por Lewis Milestone y no la saga de remakes con George Clooney), este quinto Torrente logre una trama más sólida para diseminar el típico bombardeo de gags guarros, ultratontos, que cuando funcionan, realmente hacen reír. Segura se apoya inteligentemente en cada miembro del elenco, especialmente en los personajes femeninos, empezando por una brillante Chus Lampreave, y otras actrices como Anna Simon y Neus Asensi que se bancan situaciones imposibles logrando algunos de los mejores gags. Alec Baldwin aparece mucho más de lo que se podría sospechar, y en un par de momentos muestra todo su talento para la comedia. Además, la película está ingeniosamente filmada, con un final a toda superacción lleno de efectos digitales a la altura de Torrente.
Un desagradable encantador Este ex policía corrupto representa lo peor de cualquier sociedad y, sin embargo, no indigna a nadie. Recién salido de la cárcel y enfrentado a una España posapocalíptica, ahora Torrente decide que “se acabó el ciudadano modélico” y se propone robar un casino. No debe tomarse a la ligera que el inescrupuloso pero tonto policía José Luis Torrente haya conseguido sostenerse a lo largo de cinco películas, aun con sus altibajos, convirtiendo a la saga en la más taquillera del cine español y al protagonista en un personaje de culto en varios países, incluida la Argentina. Son indicios de que hay algo en él –y en el estereotipo que representa– que consigue resonar con fuerza en una masa que excede la categoría estricta de público cinematográfico. Porque no caben dudas de que Torrente logra salirse de la pantalla y resultarle familiar a cualquiera, convenciendo a todo el mundo de que aquello que el personaje lleva hasta el absurdo es, sin embargo, absolutamente posible en el mundo real. Todo el mérito es de su creador e intérprete, el actor y sobre todo comediante español Santiago Segura, a partir de su triple capacidad de traducir a un absurdo políticamente incorrecto aspectos importantes de la realidad; de ponerlos en escena de manera efectiva como director; y de dar vida a una criatura reconocible e inesperadamemente querible, a pesar de dar muestras permanentes de su bajeza y sus pésimos valores. Si alguien quisiera ver las películas de Torrente de manera objetiva, enseguida quedaría claro que, aunque el personaje ocupe el lugar del héroe y haya otros a quienes se puede identificar con el rol de “el malo”, el más malo siempre es él. Policía radicalmente corrupto, cobarde, racista e inepto que no hace más que aprovecharse de niños, mujeres y desahuciados, el tipo representa lo peor de cualquier sociedad: el poder corrompido en las manos más inapropiadas. Y sin embargo no indigna a nadie. Por eso el comienzo de la película resulta paradójicamente encantador. Torrente sale de la cárcel, en donde estuvo recluido desde el final de la película anterior: es el año 2018 y el mundo ha cambiado sensiblemente. La crisis ha deshecho a España, que fue expulsada de la Unión Europea y ha debido volver forzosamente a la peseta; Cataluña por fin consiguió la independencia y alguien ha pintado con sus colores la estatua de su ídolo, el cantante kitsch El Fary. Y lo peor de todo: el estadio Vicente Calderón del Atlético de Madrid se encuentra en ruinas. En plena crisis nerviosa, en medio de la destruida cancha de su querido “Aleti” y secundado por dos de los fronterizos que suelen hacerle de laderos, Torrente se juramenta: “Se acabó el hombre honesto, se terminó el ciudadano modélico: a partir de ahora seré un fuera de la ley”. Con gracia, Segura pone en escena los complejos alcances de la percepción y las distorsiones que pueden resultar de la sencilla operación de ponerse a contemplar el propio reflejo. De eso se trata la saga y ése es uno de los motivos por los que sus películas son un éxito. Reitera más o menos la misma batería de chistes: no falta en esta quinta entrega una nueva versión de la escena de “las pajillas” en el auto, que se viene repitiendo desde la inicial Torrente, El brazo tonto de la ley (1998), esta vez llevando la cosa a niveles extremos. Y, sin embargo, Segura siempre consigue hacer que cada nueva entrega funcione como un espejo deformante que expone lo peor de la sociedad –y no sólo de la de su país–. Esta vez, entre otras cosas, consigue que su versión posapocalíptica de España ponga blanco sobre negro la pretensión primermundista de un país tan vaciado por la corrupción y las fantasías neoliberales como cualquiera de los siempre menospreciados primos de América latina. Será por eso que esta versión conscientemente outsider del personaje se propone robar el complejo de casinos Eurovegas, un absurdo proyecto de capitales estadounidenses que pretendía instalar una pequeña Las Vegas en las afueras de Madrid. No por nada el personaje interpretado por Alec Baldwin se llama Mr. Marshall, una referencia directa a Bienvenido Mr. Marshall (1953), clásico de la sátira política dirigido por el gran Luis García Berlanga, acerca del vínculo entre la España franquista y los Estados Unidos vía Plan Mar-shall. Un pequeño detalle que desde la cinefilia deja claro el carácter cínico del personaje y confirma que a través del cine es perfectamente legítimo sentir un gran cariño por un tipo despreciable.
Si esto es el futuro... En un futuro cercano, Torrente sale de prisión y es tentado por el personaje de Alec Baldwin para robar la bóveda de un casino. Pocos tipos hay más repugnantes y queribles que Torrente. Facho, racista, misógino, asqueroso, pero de buenos amigos, este ex policía ya marcha por su quinta producción, con un Santiago Segura haciendo guiños a otras películas, invitando a amigos a hacer cameos -Ricardo Darín incluido- y en esta oportunidad, copiando cierto formato de Hollywood. No ya el de la comedia escatológica y sin límites, sin moderación, que viene siendo moneda corriente en los Estados Unidos, porque Torrente siempre ha sido un guarro. No. Ahora contrató a Alec Baldwin para calcar sin plagiar las películas de La gran estafa. Torrente sale de la cárcel en 2018 y se encuentra con una Madrid desconcertante. No sólo la peseta ha vuelto a ser la moneda oficial, lo que más le preocupa al protagonista es que haya cada vez más negros, y que el Vicente Calderón, el estadio del Atlético de Madrid, club del que es fanático, esté hecho ruinas. Demasiado para él. La excusa para los gags más descabellados, en los que la ridiculez se entremezcla con el absurdo y el mal gusto, es que John Marshall (Baldwin) contrata a Torrente para robar la bóveda de un casino, y Torrente recluta a personajes de lo más extravagantes para dar el golpe. Torrente 5: Operación Eurovegas es tan despareja como todas las entregas de Torrente. Tiene momentos de comicidad alta y otros en que cae en una incomprensible meseta. Muchos de los personajes son interpretados por actores conocidos en la Madre Patria, pero aquí, joder, que no son tan populares, así que no hay sobreentendidos ni guiños que valgan. Alec Baldwin compone al cerebro-malvado de la historia, chapuceando en español, hablando en inglés, parodiándose y, se ve, pasándola bárbaro. En síntesis, Operación Eurovegas es una comedia con un personaje tan roñoso y desaliñado como su humor, y en la que todo -o casi- es posible que suceda.
Al momento de presentar Torrente 4: Lethal Crisis en los cines argentinos, Santiago Segura prometía dar "torrentazos" a su público hasta que este se cansara. Dado que a la cuarta película en la saga no le fue nada mal en la taquilla, se estrena Torrente 5: Operación Eurovegas, una comedia que sigue los férreos lineamientos que el director empezó a establecer desde la segunda parte. Pasa que él encontró una fórmula y esta funciona. No solo el público responde bien a ella en términos financieros, sino que realmente son producciones con un gran sentido del humor. No hay una novedad real en esta quinta entrega, pero los fanáticos del personaje no pueden dejar de disfrutarla. Ya en 1998 se introducía a este ser cínico y despreciable, un policía corrupto y nacionalista sin respeto ni siquiera por su padre inválido, por lo que con cada continuación se trató de superarlo. Lo que arrancó como una parodia a los films del género se convirtió en la norma. El antihéroe español tiene su franquicia, una en la que cada vez se arriesga menos. ¿La receta? Una trama policial o de acción, guiños claros a aquellos que han visto los films anteriores, innumerables cameos de figuras reconocidas, una canción de turno al estilo producción de James Bond y en el centro de todo Torrente como un espejo de las peores miserias humanas, siempre buscando aumentar su tajada aunque perjudique a todos los demás. El guionista y director sitúa a su nueva película en el 2018, lo que le permite hacer una crítica política y social en boca de su incorrecto protagonista. La sociedad que conocía no es la misma, Cataluña se independizó y España está fuera del euro... algo original si se considera que la saga más duradera en la filmografía del país se inició cuando la moneda oficial aún era la peseta. Pero Torrente es el mismo de siempre y no hay tiempo en prisión que moldee su carácter -en todo caso lo vuelve peor-, por lo que no tarda en encontrar un plan para intentar salvarse de por vida una vez más. Y para demostrar que la saga sigue firme y que esta es su apuesta más ambiciosa, Segura consiguió que Alec Baldwin tenga un papel central como John Marshall, el hombre que pone en marcha esta suerte de Ocean's Eleven (La Gran Estafa) con Torrente al frente del operativo. Es que Operación Eurovegas quizás sea la película que más explore los límites del género dentro de la saga. Ya no es una comedia con acción, sino que se lleva adelante un específico heist film, una película de robo en la que se aborda la planificación, ejecución y consecuencias del atraco. Y si en la cuarta parte la novedad era el uso injustificado del 3D, esta se luce a la hora de filmar las secuencias de riesgo. El mayor presupuesto otorga nuevas posibilidades -se puede filmar una persecución a todo trapo- y Segura se ocupa de que el espectáculo valga la pena. Torrente 5 se desenvuelve a partir de la mencionada fórmula, pero hay un ingrediente clave en ella que es fundamental para que esta funcione. Los cameos, los guiños, la trama de acción, nada de ello saldría bien parado si no fuera por una interminable seguidilla de gags. Segura es una máquina de escribir chistes y como una metralleta los lanza uno detrás del otro. Algunos no tienen impacto, otros no se captan –hay veces que la barrera del idioma se siente- pero en su mayoría surten efecto y la risa fluye, gracias a un notable sentido del humor. Aún así, el refugiarse en guiños al espectador –debo admitir que la variante de las "pajillas" me descostilló- o encontrar comedia siempre en los mismos lugares, da cuenta de las limitaciones. No son propias del escritor y realizador madrileño, seguramente, sino de su personaje central. Después de cinco películas a lo largo de 16 años, quizás sea hora de que Torrente se retire del negocio. El público responde bien y probablemente siga haciéndolo con una sexta o séptima entrega. Quizás Segura no tenga intenciones de dirigir nada más por fuera de esta franquicia, pero uno no puede evitar sentir ganas de verlo detrás de otros proyectos. Sobre todo cuando se hace evidente que tiene ojo para producciones más jugadas.
Sin carcajada, no hay Torrente Año 2018. José Luis Torrente (Santiago Segura), desmejorado y flaco, sale de la cárcel y se encuentra con otra España, una devastada económica y moralmente. Es un paria entre parias y por ello decide salirse del sistema -como si alguna vez lo hubiera estado-, y para ello planea dar un golpe sensacional: asaltar un casino. Semejante empresa lo lleva a asociarse con John Marshall (Alec Baldwin), un gringo que se encargó de armar todo el sistema de seguridad del casino y a cambio no recibió un peso. Hasta aquí el núcleo de la trama, lo que sigue es el festival que Segura nos preparó para dar, si se quiere, un cierre a la saga. Personajes de entregas anteriores que regresan, algunos a cargo de un actor diferente -como el caso de Cuco, interpretado por Gabino Diego en "Misión en Marbella" y ahora por Julián López-, nuevos infradotados dispuestos a formar parte del grupo de élite comandado por Torrente, y el ya clásico desfile de cameos donde tienen lugar algunos de los referentes más clásicos del humor español, como Andrés Pajares, Chiquito de la Calzada, José Mota o Josema Yuste, del dúo Marte y Trece; entre otros. A diferencia de la película anterior, Segura esta vez decidió focalizarse en una trama, contar una historia en lugar de poner gags sin demasiado sustento. El resultado es una buena comedia cargada de sátira, humor negro y una despiadada, a la vez que ácida, mirada hacia el corazón mismo de España. Entre tanto cine hecho por creídos de sí mismos necesitados de demostrar cuán cinéfilos son en cada toma, Segura dirige sus obras sin estridencias ni autobombo, sencillamente demuestra en los hechos que sabe cómo construir una trama y hacer uso de todo lo que evidentemente aprendió viendo a los maestros, sin más pretención que la de entretener con calidad. El motor de Segura es la pasión, sirva como ejemplo el modo en que se las ingenia para tener al fallecido Tony Leblanc en la película, y de paso homenajearlo. Queda así expuesto que lo de Segura es un acto de amor hacia el cine. Se nota, y puede que allí esté la respuesta al por qué de su constante éxito. El por qué esperamos cada nueva entrega de este personaje desagradable hasta los huesos, y al mismo tiempo, de alguna manera, entrañable. El cine de Santiago Segura exuda franqueza y humildad, valores que todos queremos en un amiguete, por eso siempre lo recibimos de buena gana. Esperamos verte de nuevo, Torrente. Y que siga la fiesta!
Torrente, un personaje que ha envejecido demasiado Pasaron 16 años desde que Santiago Segura, en su triple función de guionista, director y protagonista, sorprendió con el personaje de Torrente, un detective fascista, bruto, machista, corrupto, sucio y racista que se convirtió en emblema de la comedia negra políticamente incorrecta en El brazo tonto de la ley. La quinta entrega de la saga arranca muy bien: estamos en un futuro cercano (2018) con España expulsada de la Unión Europea, de vuelta a la peseta, con un IVA del 42% y con Cataluña independizada. En ese contexto, Torrente sale de la cárcel y es contactado por un ex soldado estadounidense paralítico (Alex Baldwin) para que arme una banda (que será de lo más patética, por supuesto) capaz de robar el único casino que sobrevivió al frustrado proyecto de Eurovegas. Y es en ese momento, cuando intenta ser una versión en broma de La gran estafa, Misión: Imposible y las películas de James Bond, que el film se vuelve mecánico y mediocre, desaprovechando a un actor inmenso como Baldwin, que parece no haber entendido jamás el registro y habla un penoso español. Incluso una espectacular secuencia de acción como la del cierre resulta un mero regodeo de los recursos de producción dentro de una saga que había comenzado con más ideas que dinero. Los chistes y las referencias se repiten, y ni los homenajes (a Tony Leblanc) ni los regresos de Chus Lampreave y Neus Asensi, ni el diluvio de cameos (de Ricardo Darín a Imanol Arias) logran salvar a esta nueva entrega de una franquicia que habrá crecido en presupuesto, pero envejeció mal. Las arrugas ya se notan demasiado.
No hay futuro Lo mejor de esta quinta entrega de Torrente está en la presentación, en donde la típica secuencia de apertura de película Bond deviene en colección de dardos al presente español, imaginando un escenario cuasi apocalíptico para el futuro muy cercano. Estamos en el año 2018. Torrente finalmente sale de prisión, pero sólo para toparse con una multitud de desocupados que pretenden ser arrestados para conseguir techo y comida. España ha sido expulsada de la Unión Europea, Cataluña se ha independizado y, para colmo de males, están demoliendo el estadio Vicente Calderón, el de su amado Aleti. Esto es demasiado para el demacrado José Luis, que ante el estado de las cosas decide abandonar el cumplimiento de la ley e iniciar una vida criminal. Y para eso no hay nada mejor que dar un golpe maestro robando un casino el mismo día en que se juega la final del Mundial de Rusia, entre Argentina y Cataluña. Ese comienzo prometedor se va desdibujando a medida que avanza una trama que parodia La Gran Estafa y películas de ese estilo. Y las situaciones graciosas escasean. Lo que abunda son los recursos para darse todos los gustos, con buenas escenas de acción y la participación de un desaprovechado Alec Baldwin que se esfuerza por hablar en español. También abundan los cameos, que incluyen entre muchos otros a Ricardo Darín. El resultado es tan desparejo como sus antecesoras, pero menos incorrecto y delirante. El felizmente irreponsable (y cada vez más numeroso) grupo de amigos que ha vuelto a reunir la productora de Segura, Amiguetes Entertainment, parece divertirse más con la realización que el público con el producto final.
Seguramente viste las "Torrente" anteriores y te divertiste mucho... En esta quinta parte te va a pasar lo mismo, la vas a pasar genial. Santiago Segura sabe donde apuntar y te aseguro vas a explotar de la risa en muchas oportunidades. El desfile de personajes protagonistas (te vas a topar con un Alec Baldwin genial) y secundarios es interminable y minuto a minuto cada vez más apasionante. Una aventura que no se detiene y que tenes que ver hasta el final, porque después de los créditos hay una sorpresa... Hablando de gratas sorpresas, en la mitad de la peli vas a ver a un actor argentino muuuy conocido haciendo de piloto, que es para morirse de risa. Con motivo del estreno, RatingCero.com tuvo acceso exclusivo a una charla a solas con el director en donde hablamos absolutamente de todo lo que queres saber de esta quinta entrega. El humor que caracteriza las películas es el mismo que Santiago maneja en el día a día, si no confirmalo vos mismo mirando la entrevista. Gran película para relajar, divertirse y pasarla muuuy bien. ¡Poné play en la nota y después sacá tu entrada... Diversión asegurada!
Santiago Segura sigue con su personaje políticamente incorrecto, machista, extremo, que en esta entrega tiene hallazgos para tomar en cuenta: una mirada negrísima sobre el futuro de España. Tiene además la participación de Alec Baldwing y muchos cameos, incluido Ricardo Darín. Es más de lo mismo, pero también es más de lo mismo querible, esperado por los fanáticos.
SANTIAGO SEGURA vuelve a la carga con un personaje que con el correr de las películas ha perdido su esencia y gracia. Lo que en las primeras cintas de la serie era hipergracioso y original, ahora suena aburrido y reiterativo, y lo que es peor: sin una gota de comicidad. Técnicamente es una película correcta, pero esto no es suficiente para sostener un filme cuya piedra fundamental son los cameos, los chistes de dudoso gusto y cierto localismo que por estos lares puede dejar perdido a más de un espectador.
A comienzos de los ’90, Santiago Segura ya tenía una carrera en los medios españoles, sobre todo a partir de sus participaciones en Acción Mutante y El Día de la Bestia, ambas de Álex de la Iglesia. Pero no se consagró hasta que pudo concretar su ópera prima como director, guionista y actor: Torrente, el Brazo Tonto de la Ley. Una obra maestra de la incorrección política y de las parodias a arquetipos como Harry, el Sucio, pero con la idiosincrasia más extrema de la Península Ibérica. Pero Segura logra hacer querible a un oficial capaz de los excesos más estrafalarios; un antihéroe que reúne lo peor del ser humano, pero siempre en clave de ese estilo de comedia que supo patentar Luis García Berlanga. En la quinta parte de la saga (que no lleva el número 5), Torrente sale de la cárcel en una suerte de España distópica: es 2018 y, entre otras cosas, existe una versión en el viejo mundo de la “ciudad del vicio” norteamericana: Eurovegas. Y es justamente el hotel-casino más importante el que le interesa, ya que planea atracarlo gracias al contacto con John Marshall (Alec Baldwin), quien supervisó la seguridad del edificio durante su construcción. Para ejecutar el ambicioso robo, Torrente debe formar un equipo de especialistas, dispuestos a robar todo el dinero de la caja fuerte durante la final del Mundial, que jugarán Argentina vs. Cataluña (otro cambio en ese futuro: esta comunidad española ya se independizó del resto del país). Pero los “especialistas” reunidos comprenden otros personajes feos, estrafalarios y carentes de habilidad, sobre todo a la hora de cometer un crimen. Pero Torrente se las arreglará para explotar el talento de sus dirigidos. Así como las cuatro películas anteriores tomaban su estructura de otros films, para reinterpretarlos en clave de parodia, aquí la fuente principal es Ocean’s Eleven, en sus versiones protagonizada por el Rat Pack que lideraba Frank Sinatra (Once a la Medianoche) y la más reciente, con George Clooney a la cabeza (La Gran Estafa). Claro que aquí los ladrones no derrochan carisma y belleza sino que apenas se mueven de su condición de perdedores e inadaptados sociales. Y es aquí donde surge gran parte del humor, que incluye algunos de los gags más desopilantes de la franquicia. Además de Torrente, la nueva figura llamativa es la de Alec Baldwin, quien habla bastante en español y le da un encanto especial a su personaje, confirmando lo bien que le sienta la comedia. También se destaca el cada vez más ascendente Carlos Areces como uno de los extravagantes reclutas. Y, por supuesto, hay cameos de figuras como Joaquín Sabina. En Torrente: Operación Eurovegas, Santiago Segura goza interpretando a su criatura más exitosa, y se refleja en otra película divertida, escatológica, con ritmo e imaginación. El director promete que es su última película torrontezca, pero quién sabe si nos vuelve a sorprender en unos años. ¿Qué otras posibles aventuras imaginan para este ídolo del desquicio?
NADIE PODRÁ JUZGARLO Santiago Luis Segura es un madrileño nacido en 1965. Actor, guionista, director y productor de cine, es el famoso creador de José Luis Torrente, un policía machista, racista, ultranacionalista, fascista y fanático del Club Atlético de Madrid. Este bizarro personaje, interpretado por sí mismo, combate a la ley y destapa las inoperancias del sistema español y la corrupción castellana. La mezcla de bromas de pésimo gusto y lenguaje grosero parecen haber sido las claves de su éxito, que de hecho lo llevó a ganar dos premios Goya con la primera de sus películas. Aunque no hace falta ser un conocedor de la saga para apreciar esta nueva entrega, es útil hacer un repaso por su historia. En el primer film, Torrente patrulla Madrid junto a su vecino Rafi, y en el segundo, persigue a un traficante de armas en Marbella. En la siguiente, protege a una diputada española bajo amenaza junto a su equipo, y en la cuarta, que se estrenó en formato 3D, Torrente es mandado a asesinar a un muchacho y termina en la cárcel. Para esta ocasión, el corrupto policía consigue su libertad y ahora quiere robar un enorme casino. Es 2018 y Torrente sale de la cárcel. Como España se encuentra en crisis y él quiere despejar todas sus dudas, él decide que quiere seguir siendo un fuera de la ley para hacer de las suyas. Gracias a un contacto que hizo en su estancia en prisión, consigue localizar a John Marshall (Alec Baldwin), quien se había ocupado de supervisar la seguridad durante la creación del casino de Eurovegas. Este hombre cuenta con discapacidades motrices pero parece ser el indicado para planificar un gran golpe. Por esa razón, propone realizar el robo del siglo a este lugar, pero para ello necesita reclutar a una banda de especialistas. Torrente se encargará de ello. La película se desenvuelve de la manera más obvia en términos de trama, comedia y acción. Todo sucede en el momento indicado y aparecen giros inesperados cuando pocos se los esperan. El humor es el más oscuro de los negros y todos los personajes son bizarros y asquerosos. Se burlan de los viejos, de personas con discapacidades mentales, se estereotipa al máximo al feito obrero y hasta tocar una teta o tirarse un pedo es gracioso. Si quisiéramos trazar un paralelo con Argentina, los papeles podrían parecerse a los de la saga “Los bañeros” o a los participantes del programa televisivo “Sin codificar“. Chorrea la grasa, pero todos son conscientes de ello. La triste actuación de Alec Baldwin, a quien le cuesta soltar una palabra en español, ayuda y mucho. A quien no le gusta este tipo de humor seguramente la película le dará repugnancia, mientras que al que sepa reírse sin prejuicios la disfrutará, aunque tampoco la aplaudirá de pie. Segura siempre mantuvo la esencia de su personaje y aparentemente esa es la clave de su éxito, sino no hubiese llegado de ninguna manera a hacer esta quinta entrega. Prepárense porque probablemente sigan saliendo más. Por más corrupto que Torrente sea, él ya se ganó un lugar en la cultura española. De aquí en adelante, nadie podrá juzgarlo.
Por un puñado de pesetas Torrente sale de la cárcel en 2018 y encuentra una realidad transformada. Como parodia de la actual situación económica, todo empeoró. Apenas pone un pie fuera de la penitenciaría, hay decenas de “parados” que quieren entrar a cambio de comida; España fue expulsada de la Comunidad Europea, el euro cayó y se ha vuelto a la peseta, mientras Cataluña aprovechó la debacle y es un Estado independiente. Esta última es una de las mejores ocurrencias de la película: Torrente habrá de formar una banda para robar el casino Eurovegas y el día D debe coincidir con el de la próxima final del mundo. ¿Quiénes juegan? Argentina y Cataluña. Con la inclusión (en teoría, forzada, pero bizarramente efectiva) de Alec Baldwin como cerebro de la banda, Misión Eurovegas, quinta secuela de la saga, tiene un sinfín de gags hilarantes, pero se quiebra tras el robo y huida del casino, una exagerada broma a films de acción como Rápido y furioso. Pese a eso, un genio con síndrome de Asperger, la aparición de un travesti que seduce al dueño del casino, la reaparición de Amparito y un par de orgasmos por estrangulamiento son diversión garantizada para los fans del antihéroe español.
El cine de Santiago Segura se caracteriza por una serie de gestos, gags y temáticas (a veces escatológicas, a veces simplemente absurdas) que encontraron en millares de fanáticos un público fiel, incondicional y prácticamente dispuesto a aceptar cualquier cosa, con tal de volver a ver a su querido personaje en pantalla. Ante esto, Segura -hay que reconocerlo- tiene una actitud digna del mejor profesional del medio: no sólo se esfuerza por satisfacer la sed de sus seguidores, sino también se involucra hasta el último detalle para garantizar un producto al menos técnicamente irreprochable. Es decir, Segura sabe que para lograr que un chiste funcione hay que tomárselo en serio, y gracias a ello la saga de Torrente puede tener algún que otro altibajo pero jamás peca de estar mal contada. Torrente V: Operación Eurovegas no es la excepción y el aumento de presupuesto para la producción se nota no sólo en la inclusión de una estrella de Hollywood como Alec Baldwin en el relato, sino en el impactante despliegue de efectos, persecuciones y escenas varias de acción. El argumento no resulta demasiado original -ésta no es una saga que pueda jactarse de tener esa cualidad- pero no importa: basta con saber que Torrente está de vuelta, recién salido de prisión, más listo que nunca para generar -accidentalmente- el caos, y con el peligroso agregado de ya no ser "el brazo tonto" de la ley, sino ahora estar completamente fuera de ella. Un robo a modo "La Gran Estafa" y un paraíso del juego de azar completan el cocktail. La estructura se repite y es cierto que, si bien no falta nada (están las pajillas, el humor negro, los insultos, la estupidez y los divertidos cameos de estrellas internacionales como Sabina, Imanol Arias y Ricardo Darín, entre otros), se nota el paso del tiempo en una fórmula que, si bien aún entretiene, comienza a resultar ya un poco gastada. Difícilmente a algún fanático le importe esto, y seguramente no pasará demasiado tiempo hasta que nos encontremos con un Torrente 6 nuevamente en la sala cinematográfica.
Un chiste de gallegos contado por un gallego No debe de haber muchas cosas más graciosas en el mundo que un chiste de gallegos contado por gallegos. Y eso es precisamente lo que ha venido haciendo Santiago Segura con su saga de Torrente: contar buenos chistes de gallegos en formato de película. La manera en que expone la imbecilidad, los prejuicios y las taras de sus compatriotas sería no sólo forzada, sino insoportable para el orgullo nacional de cualquier otro país. Sin embargo, resulta natural para la cultura española, que se viene riendo de sus pretensiones de grandeza y de sus obtusas torpezas desde la época del Libro del Buen Amor hasta el cine de García Berlanga y del primer Almodóvar. En Torrente 5, Operación Eurovegas, Segura ofrece un verdadero desfile de esperpentos, una desopilante procesión de hombres y mujeres de dudoso coeficiente mental. Una serie de personajes de los que uno se ríe de sólo verles las caras, austrias menores sin nobleza, pero impulsados por una avidez y una ingenuidad que los redime de todo mal y de toda melancolía. Corre el año 2018, Torrente acaba de salir de la cárcel y España de ser expulsada de la Unión Europea. Cataluña se ha independizado y su selección de fútbol está a punto de jugar la final del Mundial contra Argentina. Pero tal vez lo que mejor define el carácter posapocalíptico del paisaje social es la imagen del estadio Vicente Calderón, donde juega el Atlético de Madrid, en proceso de demolición. Más allá de que el detective racista, borracho y corrupto, interpretado por el propio Segura, es el centro de atención, esta vez aparece casi todo el tiempo acompañado de un cortejo de deficientes mentales, justificados por un guion que es una burda parodia de La gran estafa y que para más irrisión incluye una estrella de Hollywood en el elenco: Alec Baldwin. Guiados a la distancia por ese ladrón extranjero, toda esta banda de ineptos se propone robar el casino de Madrid, con un plan tan elaborado, tan complicado y tan preciso que resulta imposible imaginar que vaya a ser ejecutado por semejantes bestias semihumanas, en quienes el deseo de ser millonarios no se distingue demasiado de la gula, la lascivia o la incapacidad de entender y de hacerse entender. Contenidas por ese marco argumental, todas las formas del humor se combinan, se mezclan y se confunden para no darle tregua ni un momento al músculo que conecta el cerebro con la mandíbula del espectador y cuyo movimiento más expresivo y más convulsivo se conoce como carcajada.
Simpática incorrección Volvió José Luis Torrente, el policía al que Santiago Segura le viene prestando su creatividad desde hace años: todas las películas que Segura tiene como director, son las de Torrente. Desde 1998 a la fecha, dieciséis años, el actor, guionista y director regresa más o menos recurrentemente a este personaje con la seguridad -que viene ya desde su apellido- que cuenta con un público más o menos cautivo que lo espera para regodearse en su maratón de escatología, humor entre absurdo y pícaro, y su incorrección política. Se podría decir, como límite negativo, que ya nadie puede sentirse sorprendido u ofendido por lo que Segura viene a mostrar. Pero a la vez hay que reconocerle que la fórmula sigue siendo efectiva por ese don de la impronta y la habilidad para la guarrada que tiene el actor/director. Lo que ocurre en Torrente 5: Operación Eurovegas sigue siendo más o menos irrelevante: en este caso Torrente sale de la cárcel y se encuentra con una España en la ruina, con gente que quiere que la metan presa porque evidentemente en prisión están más cómodos que afuera. Ante un panorama de apocalipsis y africanos que merodean por allí con camisetas del Real Madrid y la inscripción “Messi” en la espalda, es que nuestro personaje se rebela y decide ir por fuera de lo legal, si es que alguna vez lo hizo por dentro. Y ahí es donde surge la idea de robar un casino, a la usanza de los Ocean’s Eleven, pero “la buena, la de Frank Sinatra”, como dirá el oficial. Esto da pie a, tal vez, la mayor novedad de la película: la inclusión de Alec Baldwin como especialista en seguridad de casinos que desea vengarse de sus antiguos jefes. Y una presencia distendida del actor, hablando un castellano totalmente inentendible, situación que la película aprovecha positivamente, porque siempre estuvo presente en la saga esa recurrencia al idioma como una expresión compleja que, distorsionada, pone en crisis cierto status quo: la lengua de Torrente es un arma de doble filo. Lo mejor de esta quinta entrega está en el prólogo y en el epílogo. Como siempre, Torrente es una especie de sátira de un momento particular en la vida de España, ese país/depósito de las penurias europeas. Anticipándose un poco en el tiempo, el 2018 que Operación Eurovegas muestra, exhibe una España saliendo del Euro, volviendo a la peseta, muerta de inflación y con Cataluña independizada, tan independizada que la final del Mundial es Argentina-Cataluña. Esto, que se ve en el comienzo, es lo que replica en el epílogo, con Torrente y los suyos haciendo pie en algún lugar de Sudamérica, matándose el hambre y recorriendo, con pena, el mismo camino que sus antepasados de posguerra, aunque con una soberbia de primer mundo aún mayor. Esos son los pasajes que justifican a Torrente 5, los que uno imagina que seducen a Segura para regresar a su personaje, como quien vuelve con alegría al lugar donde ha sido feliz. Lo que hay en el medio es una aplicación del universo Torrente a las películas de planes maestros y robos espectaculares, que no siempre es del todo feliz en su calcada estructura volcada a la tontería y ordinariez suprema. Más allá de lo eficaz que resulta la película en líneas generales (superando incluso chistes que están más cerca del universo Bañeros que de la incomodidad de su pretendida incorrección política), lo que el personaje ha perdido con el tiempo es su capacidad para convertir en sátira el imaginario de la España más facciosa y conservadora, aquello que hizo de la primera un ícono en su estilo. Si se sostiene, básicamente, es porque Segura es alguien muy simpático, y porque es verdad que Torrente perdió las mañas pero no el pelo, y sigue siendo tan desagradable y sin dobleces como siempre.
Fuera de la ley (y de tiempo). “¿Nos hacemos unas pajillas?”. Para el punto de esa frase tirada al azar, con la entrega de alguien que propone masturbarse como si fuera una alternativa grupal tan usual como escuchar la radio, José Luis Torrente encontró el punto de conexión con una generación irónica, dispuesta a depositar toda la corrección política por una hora y media de chistes xenófobos, homofóbicos, misóginos y con demás tachados. El secreto de Santiago Segura a la hora de crear la criatura que se volvió la cara taquillera del cine español no es sutil. El asunto fue crear un balance, con un extremo dedicado a la burla kármica a un personaje ridículo y sucio con tintes del Pato Lucas y aires propios de Harry el Sucio, mientras que el lado opuesto jugó con la satisfacción momentánea de las fantasías de una sociedad estereotípica en sus cabezas. En los 16 años que pasaron, Segura llevó esa ecuación a incrementos en oscuridad y presupuesto, con el apoyo taquillero motivándolo a dejar intacta su fórmula. Pero ahora, con el estreno de Torrente 5: Operación Eurovegas (2014), quedó claro que la falta de direcciones dejó al pozo de ideas de esta franquicia definitivamente vacío. Igual, la promesa de los primeros minutos ilusionaba con otra cosa. Abriendo en 2018, el film muestra a Torrente saliendo de prisión, un lugar vuelto popular para la gente que ruega entrar, agitando a los guardias condenas por homicidios y violaciones mientras él trata de entender. Y sí, la gente tiene motivos. Mientras el policía estuvo tras las rejas, España fue expulsada de la Unión Europea, volvió a la peseta, sufrió la independencia de Cataluña y ni siquiera pudo conservar a su amado club, el Atleti. Sintiendo el punto de quiebre por una sociedad hundida en la miseria, Torrente se declara un “fuera de la ley”. Por supuesto que, a esta altura, cualquiera que lo haya visto antes ya asumía eso de él. Pero eso no importa cuando el ex-oficial hace un trato con el misterioso estadounidense John Harrison (Alec Baldwin), quien le manda armar un equipo para llevar a cabo un robo maestro, en el único casino restante del fallido proyecto de Eurovegas. Lo que sí importa es que, metiéndose en su primer trabajo de criminal, el ya no tan inflado José Luis se manda un trabajo horrible, amasando un grupo del sector más inepto de la madre patria. Pero con el reloj en marcha hacia la distracción perfecta (la final del Mundial de Fútbol entre, claro, Argentina y Cataluña), el conjunto bizarro tiene que planificar el golpe perfecto. torrente-5-sigue-en-lo-alto-taquilla-espanola Es en este mundo donde la película se hunde en familiaridades. Por un lado, la decisión sin impacto de volver un directo delincuente a Torrente, antes un antihéroe accidental que sólo hacía justicia cuando estaba en el medio de sus fines perversos, termina de señalar como Segura (quien, de nuevo, dirige, escribe y protagoniza) no cambió lo mínimo que incluso nos agarra a un personaje inmodificable. Lo terrible es el hecho de sumar dos de las faltas más terribles de las comedias actuales: por un lado, pasar al frente la repetición de chistes viejos; por el otro, llevar a cabo la típica parodia del film del robo ideal, la segunda premisa más gastada para una secuela tras la del viaje a Europa (aquí imposible, porque ya están todos en el viejo continente). Dedicando una gran parte de la producción a gags sobre La Gran Estafa, Misión Imposible y la saga de James Bond, remates que en sí ya se volvieron una ofensa legal, no hay suficiente material nuevo para justificar muchas sonrisas con la mano del siempre simpático Segura, quien si hace una puesta decente y aún tiene el carisma para sacar algo de risas con el patetismo extremo de su irresistible bestia. Pero, de nuevo, ni una serie eterna de cameos (pasando desde nuestro Ricardo Darin hasta El Gran Wyoming), ni el atractivo comercial de la actuación secundaria de Baldwin (quien, entre su balbuceo constante y distrayente que da vueltas incoherentes entre el inglés y el castellano, su actitud aislada de su rol, y su desperdicio narrativo más allá de los trucos clicheados de tirar puteadas amenas, parece bastante desinteresado), ni el desenlace obligatorio de acción le dan vida a la que, si la palabra de Segura es sagrada, es la final aventura de Torrente. Y quizás eso último sea lo mejor. Después de todo, ni un chiste de pajillas es bueno tras ser contado cien veces.
Llega el nuevo opus de "Torrente", franquicia española políticamente incorrecta, divertida, escatológica y sarcástica, que ha hecho las delicias del público ibérico desde 1998. La historia del ahora ex policía corrupto, cobarde y pobretón cobra un nuevo capítulo, ambientado en el futuro cercano de una España en decidida decadencia. Santiago Segura repite todos los tics de su clásico personaje y nos invita a una aventura que está claramente emparentada con "Ocean's eleven". Corre el año 2018 y Jose Luis Torrente sale de la cárcel, luego de una temporada cumpliendo pena por sus acciones en la cuarta entrega de la saga. Al pisar la calle, su tierra natal ya no es lo que era. Encuentra una nación dividida, que ha abandonado el euro y una crisis enorme, no sólo económica (el IVA está en un orden del 40 por ciento), sino política. Cataluña se ha independizado y España ya no pertenece a la Comunidad Europea. Al estilo de los espacios americanos de juego, hay un lugar repleto de casinos que sigue facturando en forma de nombre Eurovegas. Torrente recibirá una oferta hecha por un tal Marshall (Alec Baldwin en un rol difícil de definir, que sólo aporta excentricidad y poco más) para dar un gran golpe y alzarse con un cuantioso botín. Para ello, deberá armar un súper equipo de colaboradores, especializados en diferentes áreas. Y ya sabemos que a Torrente lo rodea gente de la peor calaña, así que con sólo cerrar los ojos tendrán una idea de que van a encontrar aquí. Torrente armará su dream team y se dedicará a dar el golpe de su vida. En el transcurso de la misión, aparecerán todos los elementos característicos que hicieron famoso al protagonista: humor fuerte, ironía, chistes morbosos, sexo, machismo, y racismo en dosis más que terapeúticas. Esta vez, la cantidad de cameos (o mini personajes) es menor y encontramos un esfuerzo por hilvanar un hilo conductor más armado que en entregas anteriores. Sin embargo, esto no funciona en su esplendor, por el desgaste natural del personaje. Segura se repite a sí mismo y no todo produce gracia, ya no alcanza su carisma natural y las bromas a cada paso para mantener al público en estado de gracia. Aquí, de a ratos, la acción cae, Torrente deja de parecernos divertidos y si no fuera por algunos tramos del asalto al Casino, estaríamos en la peor entrega de las cinco. En el lado positivo, hay que reconocerle a Segura su sagacidad para dotar a su nueva empresa de un escenario interesante: las críticas sociales y políticas a España hacen su parte y son el punto alto de la cinta. También, algunos secundarios que suman su gracia como Carlos Areces y Fernando Esteso. "Torrente 5" trae algunas bromas repetidas, cierto humor político arriesgado y una necesidad que se vuelve imperiosa: la saga necesita mejores libros. Ya no alcanza con un Segura ocurrente para sostener la intensidad de la cinta. No es de las mejores esta quinta entrega (ciertamente está debajo de la cuarta, que me encantó) pero si les gusta el personaje, se sentirán cómodos con ella. Si es tu primera experiencia con Torrente, te diría que busques en las anteriores (en mi preferencia, ya dije, la 4 y la primera son las mejores) antes de andentrarte en esta Operación Eurovegas.
Santiago Segura regresa con una nueva entrega manteniendo su estilo. Se encuentra ambientada en el 2018 y todo comienza cuando el ex policía Torrente (Santiago Segura) sale de la cárcel y se encuentra con varios cambios: una Cataluña independiente y España que fue expulsada de la Unión Europea por lo tanto su moneda es la peseta y ahora con los rostros de los nuevos reyes Felipe y Letizia y su amado Atletic que a causa de esto se encuentra en crisis. El país está viendo un momento un tanto apocalíptico, nuestro personaje Torrente vuelve a las andadas, quiere hacerse millonario y para lograr su propósito se encontrará con una persona muy especial que conoce la seguridad del “Casino Hotel Eurovegas”, este es John Marshall (Alec Baldwin, divertido, sus diálogos son en español e inglés) que contrata a un grupo muy especial para dar el gran golpe en este lugar que se encuentra lleno de controles de seguridad. Estamos hablando de un Casino al estilo Las Vegas pero en Europa. Siguiendo su línea, manos a la obra con el gran plan que los hará ricos, humor negro, bien bizarra, con personajes que son descomunales, hasta una actriz conocida en los films de Almodóvar y otros actores que siguen este estilo, chistes pesados y escatológicos, roza como siempre el grotesco y hasta hay un poco de parodia al mejor estilo “Ocean's Eleven”, con George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, entre otros. Hay cameos: Diego Simeone, el torero Jesulín de Ubrique, Falete; Ricardo Darín, Imanol Arias, entre otros. Por momento es reiterativa, pero si te gustaron las anteriores la vas a pasar bien, la música de Roque Baños, Mónica Naranjo en el tema principal y Joaquín Sabina en la canción de los créditos del final y un homenaje al fallecido Tony Leblanc. Quédate hasta el último título porque hay escenas extras.
No importa si el 3D o la inclusión del Kun Agüero en la cuarta entrega se justificaban. Nada importa con una saga como la del ¿policía? Torrente. “Torrente 4: Crisis letal” (2011) era un monumento ajado y fútil a la buena intención de la primera en 1998. Esa que con un personaje xenófobo, inmoral, racista, machista, simplemente llevaba al grotesco la cruda sensación de impunidad que el neoliberalismo de los ‘90 en todo el mundo había impulsado sobre las sociedades, en especial las de aquellos países dependientes del sistema capitalista. Sólo faltaba Fidel Castro riéndose al grito de: “¡Les avisé!” Cuatro episodios después, con fórmula claramente agotada, Santiago Segura vuelve con la serie (después de todo se parece mucho a eso) para entregar “Torrente 5: Misión Eurovega”. Sin haber olvidado nada de su personalidad, ni aprovechado el tiempo en la jaula para reflexionar… algo, Torrente sale de la cárcel en el año 2018. Su país no es como lo recuerda. Todo lo ve distinto, como si hubiera estado congelado un siglo. En este punto conviene advertir que van a ser muchas, pero muchas, las concesiones que el espectador deberá hacer para seguir adelante. Lo sabe Santiago Segura. La gente lo quiere ver a él haciendo ese personaje. Punto. Lo demás puede pasar a un segundo plano, o simplemente no importar demasiado. Sería como querer ver al Chavo del 8 como gerente de Microsoft. Decíamos que España está distinta al salir éste hombre de la cárcel. Volvió la peseta, por ejemplo. Echaron al país de Europa, y encima Cataluña se independizó. No es que esto sirva de mucho al guión el cual, como se habrá de suponer, es inexistente como tal, salvo que copiar y pegar los anteriores a éste, y dotar al film de mejor calidad técnica, sea considerado una tarea noble a la hora de plantear este asunto de filmar. En este punto, Torrente debe ser a España lo que Los Bañeros a nuestro país. El público quiere ver eso, pues démosle eso. La calidad que se vaya “a tomar por culo”. Torrente se une a un grupo de idiotas para dar un golpe maestro. Sin eufemismos se cita a la película “La gran estafa” (2001), y literalmente se plagia la idea de todas las acciones subsiguientes, justificadas en dicha producción. ¡Ah!, Aparece Alec Baldwin y no parece aburrirse. No hay mucho más para decir salvo que, incluso los fanáticos (argentinos en este caso) se quedarán también afuera de las decenas de cameos (habituales en esta saga), pues en la mayoría de los casos no tendremos ni la menor idea de quienes son; ni por qué están allí. Es Torrente. Tómelo o déjelo.
Sostiene Segura Santiago Segura continúa la tradición esperpéntica española añadiendo un capítulo más a la saga de Torrente, el personaje inventado, producido e interpretado por él mismo, y que pretende ser un crudo autorretrato del ser español, vapuleado por los vientos de la historia. El personaje nació a finales del siglo XX y expresa el desencanto de una generación, que se siente estafada y maltratada por un mundo y unos dirigentes que parecen llevarse puesta la nacionalidad española, avasallada por las fuerzas ciegas e incontenibles del mercado. “Torrente 5: Operación Eurovegas” es definitivamente una sátira política, en la que el antihéroe protagonista hace hincapié en la miseria y la decadencia de los valores más significativos de la tradición hispánica, que abarcan desde las simpatías futbolísticas, pasan por las expresiones de la cultura popular y concluyen en la marginalidad de un país, otrora poderosa potencia colonial, que se va quedando afuera del resto del mundo, como cayéndose de la historia. Todo eso dicho con el lenguaje grosero y soez que caracteriza al personaje y su ambiente. Torrente, un ex policía que no ha podido volver a encarrilar su vida, ha pasado algunos años en la cárcel y al cumplir la condena, se encuentra con desagradables novedades que hacen más difícil su reinserción en la sociedad. Corre el año 2018, Cataluña se ha independizado, España ha sido expulsada del Eurogrupo, ha vuelto la peseta (ahora con las imágenes del rey Felipe y de la reina Letizia), el estadio Vicente Calderón está en ruinas, la estatua que recuerda al Fary está ultrajada y mancillada, Rajoy y Pablo Iglesias acuerdan una disminución de los salarios y un aumento del IVA... en fin, parece que todo se ha ido definitivamente al traste. Torrente, a quien esperan algunos amigotes a la salida de la prisión, decide convertirse en un “fuera de la ley”, para desde ese lugar, tratar de mantener vivos aquellos valores en los que dice creer. Para ello, utilizará contactos que hizo en la cárcel y que lo llevan a localizar a un tan John Marshall, un ex marine estadounidense, lisiado por heridas de guerra, que está planeando el robo al casino Eurovegas, cuyo sistema de seguridad conoce al dedillo, puesto que fue el encargado de diseñarlo. Torrente tendrá que reunir a un grupo de colaboradores para dar el golpe y allí es donde aparecen más personajes desopilantes que se irán sumando al proyecto, que consistirá en una serie de maniobras, una más arriesgada que la otra, para llegar hasta el tesoro del casino y robar los millones de pesetas allí depositados. Con esa estructura, que es una caricatura de algunos guiones de películas de acción de estilo hollywoodense, la trama va dando una vuelta de tuerca tras otra, en la que las trampas y la traición entre los mismos integrantes de la banda hacen que el tesoro vaya circulando de mano en mano, entre persecuciones disparatadas y chascarrillos de baja estofa, terminando todos burlados por quien menos se lo imaginaban. Numerosos cameos y homenajes a figuras del cine y del teatro de España y también de otros lares se dan cita en “Torrente 5”, lo que sumado a la participación estelar de Alec Baldwin como el ex marine, le ponen un poco de condimento a uno de los capítulos menos atractivos de la serie. “Torrente 5” parece estar más concentrado en la crítica política, aunque mantiene su apuesta a la contradicción de un personaje que hace trizas sus ideales a cada paso con su accionar corrupto y autodestructivo, y su permanente delirio que lo lleva a no reconocer ni la realidad, ni sus propios defectos, buscando siempre un enemigo externo a quien achacar las culpas de su fracaso. Si bien este capítulo viene flojo, no por ello habrá que suponer que será el último de la saga. Torrente todavía podría sacar más cartas de su grasienta manga en un futuro para seguir alimentando la vigencia de un género picaresco típicamente español, a pesar de todo.
EL, el peor de todos La primera aventura fué excelente y data de 1998, pero fracasó de taquilla en nuestro país -ya que le llevaría un tiempo convertirse en filme de culto-, después vinieron la segunda y tercer parte -que tuvo tomas y escenas en Argentina-, y que nunca llegaron a las salas y si fueron editadas en DVD, y la número 4 llegó al cine concebida en 3D. En esta nueva propuesta, subtitulada "Operación Eurovegas", Santiago Segura sigue componiendo al más xenófobo, sucio, crápula e incorrecto personaje de todos los tiempos: Torrente. Ambientada en un futuro (2018), se muestra una España decadente y corrupta, y allí es cuando el gamberro ex agente de la ley sale de la cárcel para decididamente convertirse en un "outsider", otra vez nuclea un grupo de subnormales e impresentables para -por pedido de alguien- robar a un casino muy al estilo "Las Vegas". Es obvio que el guión está cargado de chistes, gags y excesos de todo tipo (escatológicos, políticamente incorrectos, molestos, irritantes etc), y esa es la clave que atrapa a los fans del "friki" madrileño. Entre la comedia de acción y la sátira, Segura otra vez va abrevando en lo que sabe deleita a su público, y que de alguna forma, levanta otra vez la saga superando a las pelis ubicadas en la 2, 3 y 4, puesto que quizas sea esta la más destacada desde la primera. No faltan "cameos" de famosos: Imanol Arias, Ricardo Darin, Falete, Wyoming, y muchos más, los regresos muy bienvenidos de Chus Lampreave y Neus Asensi (La vecina pescadera y su hija ninfómana de la primera "Torrente"), y sobresale Carlos Areces -ese actor español calificado- haciendo un tarado antológico, y claro...Alec Baldwin, que no se sabe si realmente entendió en que tipo de filme estaba metido, y que se las ingenia para chapurrear castellano, hasta que como (notable) gag humorístico se cansa y decide continuar el resto del filme ..solo hablando en inglés.
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Vuelve la acidez Vuelve Santiago Segura ("Balada triste de trompeta", "Torrente" 1, 2, 3 y 4) con su anti héroe más famoso, el detective José Luis Torrente. Su retorno está enmarcado en un mundo "futurista", precisamente el 2018, en el cual los afectados por el paro económico cometen crímenes sólo para poder ingresar a la cárcel y tener algo estable para comer, beber y dormir. Palito para la clase política española. El estadio del Aleti está siendo demolido por lo que se supone son faltas de resultados positivos. Palito para el club. Por otro lado la sociedad se ha vuelto más sustentable y respetuosa de la condición humana, lo cual desconcierta a Torrente que no entiende porque hay tanta mojigatería. Al salir de la cárcel y percatarse de cómo ha cambiado todo, nuestro policía corrupto decide hacerse aún más corrupto y planear un robo al estilo "La Gran Estafa" (pero mucho más berreta y divertido) al casino de Eurovegas. Para esto se pone en contacto con un antiguo compañero de prisión norteamericano llamado John Marshall, interpretado por Alec Baldwin, sí, sí, el mismísimo. La película sigue la línea de las entregas anteriores, con muchos gags políticamente incorrectos acerca de la prostitución, el consumo de drogas, el racismo, el trabajo infantil, la discapacidades motrices y podría seguir y seguir. Algunos de ellos son bastante efectivos y provocan la escapada de algunas carcajadas mientras que otros parecen demasiado guionados y se pierden un poco, sobre todo para el público no español que no está familiarizado con algunas cuestiones culturales de ellos. El humor es negro y ácido, no apto para personas irritables por chistes políticamente incorrectos. Torrente es racista, es asqueroso, es misógino, es fascista, es traicionero y es un reflejo de los defectos que tenemos algunas veces todos, pero condensados en su persona. Torrente 5 es todo Santiago Segura, con el acompañamiento correcto de otros cómicos y cameos de algunos personajes famosos, pero en esencia sin Segura no funcionaría para nada la franquicia. Ya se empieza a notar un poco el cansancio de los espectadores, por lo que debería haber un cambio drástico para la secuela o directamente hacer un cierre de las aventuras de Torrente. Como conclusión diría que aún le quedan algunos trucos bajo la manda a Segura, pero se nota que la fórmula está empezando a agotarse. Para los seguidores de Torrente, esta secuela es divertida y cumplirá con su cometido. Para los no seguidores, les puede resultar una comedia ácida entretenida aunque lo mejor sería ver aunque sea la primera para entender un poco de que va la franquicia. Una perlita, el personaje de Ricardito (Carlos Areces)... Los va a hacer reír muchísimo.