La nueva aventura de las Tortugas Ninjas resulta un film básico y sin alma. Destructor y su "Clan del Pie" aterrorizan Nueva York. Las Tortugas Ninjas, con la ayuda de April O’Neil y su compañero Vern Fenwick, deberán acabar con sus planes y salvar a la ciudad antes de que sea demasiado tarde. Kawabosta! La pre-producción del nuevo film de las Tortugas Ninjas estuvo plagada de entredichos entre los realizadores y los fanáticos. No vale la pena enumerar la cantidad de cosas por las que se cruzaron, pero después de haber visto el producto final no hay dudas de que muchos de los seguidores del cómic y/o dibujo animado que hizo furor entre los jóvenes de los años 80s y 90s, terminarán indignados. No solo porque se cambiaron cosas claves como el origen de nuestros héroes o tanto sus motivaciones como la de los villanos, algo de lo que hablaré un poco más adelante. Resulta tambien indignante que la gente detrás de la película haya planeado un producto tan básico y mal intencionado, luego de repetir miles de veces en comunicados de prensas cosas que pretendían calmar a las masas como: "Tranquilos, las tortugas están en buenas manos. Nosotros amamos a estos personajes". Déjenme decirles que no. Las tortugas no están en buenas manos. Las tortugas están en manos de gente a la que solamente le interesa contar los billetes que la película seguramente les hará ganar. No hay otra explicación. Sino al menos se hubieran buscado la forma de entregar un producto digno. Podía fallar, claro, nadie tiene la formula para hacer una película perfecta, pero ni siquiera lo intentaron. En su lugar, Michael Bay y compañía, prefieren imponer su estilo antes de presentarnos un guión que nos desafíe por lo menos en el más básico de los niveles. Como cualquier joven que se crió viendo cine "pochoclero" desde la cuna, hay cosas a las que nunca le voy a renegar: Un buen gag, una escena de acción bien filmada o buenos efectos especiales. Esta nueva versión de las Tortugas Ninjas tiene todos esos elementos (bueno, lo de los gags es discutible), pero el problema reside en que esos elementos son la única arma que tiene la película para conquistar al espectador. Y si alguna vez vieron una película de Michael Bay, créanme que ya vieron todo lo que Tortugas Ninjas tiene para ofrecer. Y si bien es Jonathan Liebesman (Furia de Titanes 2) quien figura en los créditos como director, la mano de Bay se nota horrores. Por favor no vayan a pensar que esta opinión se basa pura y exclusivamente en destrozar a Bay. Yo creo que el hombre supo hacer varias de las mejores películas de acción de los años noventa (el que me discute La Roca, lo encuentro a la salida!), pero pareciera que con el tiempo se fue diluyendo hasta que quedó solo lo que se ve en la superficie: Montaje a lo video-clip, secuencias de acción en las que no sabemos muy bien que es lo que está ocurriendo, héroes filmados desde abajo y parados a contra luz, chicas lindas y mucho sexismo. Incluso se da un chiste que involucra al culo de Megan Fox y que parece robado de Bañeros 4. Entre los tres guionistas que están acreditados por esta película, no lograron si quiera dotar de carisma o personalidad a ninguno de los personajes. Las mismas tortugas, a pesar de que se sienten más ninjas y adolescentes que nunca gracias a la magia de la computación, no logran transmitirnos absolutamente nada. De hecho diría que por momentos hasta resultan irritantes. Se podrán imaginar que si los héroes del título no logran movernos un pelo, mucho menos lo harán los personajes humanos que acompañan. Megan Fox como April O'Neil no tiene ninguna razón de ser en esta película. Su personaje podría no existir y las cosas se darían exactamente del mismo modo. Pero como los guionistas se dieron cuenta de esto, decidieron involucrarla de una forma muy (con el perdón de la palabra) estúpida en el origen de los héroes, algo que pondrá los pelos de punta a los fanáticos. Otro que no pincha ni corta es Will Arnett (Gob Bluth de Arrested Develpment!) quien interpreta Vernon Fenwick, compañero de Fox. Su personaje sería algo así como el descanso cómico de la película. Pero dado que ese puesto ya lo ocupan las propias tortugas, no se entiende muy bien su presencia aquí. Y llegamos a los villanos, Eric Sacks y Destructor, encarnados por William Fichtner y Tohoru Masamune respectivamente. Fichtner, que supo interpretar a varios "malosos" en el cine durante los últimos años, no tiene absolutamente nada de donde agarrarse para hacerse sentir, como mínimo, amenazador. Lo mismo sucede con Destructor, quien está totalmente desaprovechado al punto de que ni siquiera se trabaja sobre ese personaje. Simplemente está y no pregunten por qué. Claro que tampoco ayuda que la principal motivación detrás sus fechorías sea, cuando no, el dinero. Ah, me olvidaba! También aparece Whoopi Goldberg! Se ve que pasaba por el set cuando volvía de hacerse una permanente y fue lo suficientemente copada como para filmar un par de escenas. Visualmente la película cumple. El diseño de las tortugas es muy realista al igual que sus movimientos. Las secuencias de acción están elegantemente filmadas, pero que no les parezca raro encontrarse algún momento intentando adivinar que es exactamente lo que está sucediendo en pantalla. El 3D está solamente para sacarles unos pesos extra a los espectadores, ya que solo se aprovecha al máximo durante la secuencia de créditos del principio y la del final, durante la película poco y nada. Si prestan atención encontrarán incluso auto-chivos que se hace el propio Bay, promocionando su próxima producción Project Almanac (anteriormente conocida como Welcome to Yesterday), la cual veremos dentro de algunos meses. Conclusión Si lo tuyo es la acción y poco te importa lo que ocurre con la trama mientras haya explosiones y peleas, entonces puede ser que le saques algo de jugo a Tortugas Ninjas. Caso contrario, ni lo intentes. Quedate con el recuerdo del dibujo animado o de las viejas películas y ahorrate el enojo y la plata. Incluso Las Tortugas Ninjas III, aquella en la que viajaban al Japón feudal, tiene más sentido, alma y corazón que esta nueva versión reptiles karatekas.
La metástasis del CGI. La competencia que “padece” Hollywood por nuestros días ya no sólo se limita a viejos enemigos como la televisión y el videocable, o sus actualizaciones posmodernosas como el pay per view, el streaming y las distintas modalidades de contenidos multimedia “bajo demanda” vía web. La piratería -en especial- fue la máxima responsable de que la paranoia y los manotazos de ahogado prevaleciesen en las mentes de los zombies de marketing y los contadores de los grandes estudios, quienes hoy por hoy son los que deciden cuáles proyectos tienen luz verde para avanzar. Este “estado de cosas” derivó en una reducción general del número de films a estrenarse por año y en la pronta universalización de los CGI. Desde ya que la vuelta al recurso del 3D va en consonancia con esta suerte de tendencia onanista hacia el fetiche digital, el cual es insertado de manera compulsiva en cada uno de los mamotretos genéricos que llegan a la cartelera internacional. Cuando las tribulaciones narrativas pasan a segundo plano y la “dimensión humana” queda atrapada en semejante atolladero visual, termina primando ese escapismo berreta que gusta de solucionar los problemas reales a partir de virajes fantásticos. Sin embargo, así como reiteradamente nos quieren vender supuestos convites de live action atiborrados de CGI, en otra típica mentira del bombo industrial, en ocasiones los resultados se ubican en un territorio “intermedio”. Si bien Tortugas Ninja (Teenage Mutant Ninja Turtles, 2014) incluye muchos vicios del diseño mainstream de personajes de los últimos años (saturación óptica, movimientos en extremo ridículos, cuerpos ornamentales, detalles innecesarios, etc.) y todas las marcas registradas de la “factoría Michael Bay”, el productor de turno (cámara lenta, falsas tomas secuencia, escenas de acción delirantes, una mezcla de sonido a puro estruendo, etc.), por lo menos trabaja con eficacia los rostros gracias al “efecto Andy Serkis”, el genio por detrás de Gollum y el reciente Caesar. Resulta hasta paradójico que las “mejores actuaciones” que ha habilitado el formato digital se hayan basado precisamente en su repliegue concienzudo. Cuesta creerlo pero parece que por fin Hollywood está entendiendo que puede reconciliar la parafernalia rimbombante de sus megatanques con una expresividad más sutil, semblantes que relajen su amarga tesitura y hasta facciones “menos impregnadas” de ese esteticismo tan estéril. Al disminuir la intervención animada sobre la imagen real, se facilita el resurgimiento de lo efímero y lo terrenal, esas vidas que protagonizan las historias: el cine no es ni plantas en proceso de fotosíntesis, como consideran algunos directores artys, ni un videojuego para adolescentes consumistas, como desean los popes del norte imperial. Conviene dejar de ensalzar tanto al quietismo intelectualoide como a la velocidad estúpida. Este regreso de Leonardo, Miguel Ángel, Donatello y Rafael respeta aquel humor simplón aunque entrañable del comic original: por suerte la trama retoma el sustrato paródico para con la “lógica” pasada de rosca de los superhéroes y así el combo continúa siendo lo suficientemente absurdo, con el Clan del Pie atacando New York una vez más. No obstante la presencia de Megan Fox como Abril O’Neil (bella y anodina en igual proporción) y un desenlace símil Transformers (con una coreografía demasiado forzada) dilapidan las buenas intenciones de la película. Los animatronics del opus de 1990 siguen rankeando en punta en cuanto a sensibilidad, bien lejos de la expansión cancerosa de los CGI contemporáneos…
Las tortugas hiphoperas. Las Tortugas Ninja nacieron a mediados de los años ochenta como una parodia a algunas de las historietas más populares de la época. El comic tuvo mucho éxito y así nació la versión animada que dio lugar a las tres películas que se realizaron a principios de los noventa. La remake viene de la mano del éxito de la nueva serie animada lanzada en el 2012, que ya va por su tercera temporada. En esta versión, el enemigo es una mafia que pretende generar caos y que está dirigida por un villano japonés, el Maestro Destructor, quien intenta conquistar Nueva York con un plan que involucra usar armas químicas contra los ciudadanos. La trama indica que las Tortugas Ninja Adolescentes Mutantes deben impedirlo guiadas por su maestro, la rata Splinter. El último film de Jonatahn Liebesman pretende contar una historia de desarraigo y crianza en las cloacas, basándose en los deseos de salir a enfrentar el mundo pero con los miedos de cualquier ser que se sabe diferente y espera la incomprensión social. Desgraciadamente todo queda en una intención vacua y sin un estilo ni un rumbo claro. Los retazos de la cultura japonesa se mezclan con la obsesión de la cámara por el personaje de la reportera televisiva Abril O’Neil interpretado por Megan Fox. El resultado final es desparejo, con una combinación descontextualizada de la cultura japonesa y el hip hop, una propaganda obscena de la cadena norteamericana de pizzerías Pizza Hut, y para colmo forzando primeros planos de Fox. La construcción de un hilo argumental, a partir del surgimiento de las mutaciones en los laboratorios del empresario químico Eric Sachs, se va perdiendo debido a una aceleración innecesaria de las resoluciones para dejar paso a la acción y los efectos 3D. Los toques de humor que caracterizan a los personajes de Rafael, Miguel Angel, Donatello y Leonardo y a la inocente relación entre Abril y su camarógrafo Vernon, convierten a Tortugas Ninja en una caricatura con aciertos y desaciertos que reafirma la elección ideal de un público adolescente y un sector adulto “fanático” por sobre un público general que busca una historia con más desarrollo. Las Tortugas están de vuelta y solo quieren más pizza, de sabor artificial si es posible y bien condimentada de acción.
La materia prima del futuro. Tortugas Ninja versión 2014 es un reboot, una vuelta a “foja cero” de las aventuras de estos personajes que tuvieron su nacimiento en otro lenguaje: la historieta, fuente funcional para recrear un universo completamente diferente. El destino final de esta nueva transposición preserva aquellos componentes que le permiten crear nuevas configuraciones, más acordes a las expectativas de estos tiempos. La consecuencia es que la generalización aplasta ideas menos amables para el horizonte económico de una producción elaborada para alcanzar un rédito en la relación costo- beneficio; así nos topamos con la violencia más estilizada y la oscuridad que conllevan los personajes, representantes de una clase de vigilantes nocturnos en una lucha justiciera en un mundo desigual. Bueno, de eso nada hay en esta producción que lleva tatuada en su piel el sello de Michael Bay. Si bien el Hollywood más ramplón utiliza los principios económicos como vectores de sus decisiones, que comprenden toda una figuración de lo que para la industria significa hacer cine en la actualidad, hay otra parte de esa industria más arriesgada empeñada en amplificar los universos preexistentes en otros lenguajes, más cerca del sentido artístico, como sucede con los films de Marvel y DC Comics. Todo el aparato de Bay se ubica cómodamente en el primer Hollywood, una nueva prueba es esta película dirigida por Jonathan Liebesman (Invasión del Mundo- Batalla: Los Ángeles), quien es una suerte de pichón de patán industrial, como lo es el director de Transformers. De todos modos su inventiva es más elemental porque hace reposar una historia encadenada por situaciones risibles y forzadas para alcanzar con la mayor premura la próxima escena de acción. Lo que comienza con la curiosidad de la notera April O’Neil (Megan Fox) deviene en una búsqueda de unos vigilantes (las tortugas, claro), relacionados con la muerte de su padre científico, muchos años atrás. Flashbacks nutridos de altas dosis de descripción y diálogos más explicativos aún, conforman eslabones narrativos rudimentarios, los cuales se articulan diabólicamente con lo que se entiende en estos tiempos como secuencias de acción: digitalizadas al extremo y estiradas en tiempos internos hasta romper todos los límites de un verosímil, construido a su vez precariamente bajo los cánones de una ficción familiar que de repente recurre vilmente a ciertos procedimientos del lenguaje perteneciente al texto fuente. Los 65 millones recaudados en el primer fin de semana en Estados Unidos reafirman los objetivos del Hollywood más “ecologista”, que recicla historias como si se trataran de latas de gaseosa. Tortugas Ninja no es más que un nuevo producto, uno que servirá mientras su vida útil represente una ganancia. Será en un futuro (seguramente no tan lejano) la materia prima constitutiva de nuevos intereses, siempre bien lejos del arte, una palabra prohibida en el círculo íntimo del peor de los monstruos: Michael Bay, el líder de esfuerzos colectivos (hacer películas representa eso) que rápidamente se convierten en chatarra cinematográfica.
La nueva aparición de las queridas Tortugas Ninja viene de la mano del Amo de las Explosiones Michael Bay y la -no tan nueva- serie de Nickelodeon, que en el año 2009 se hizo con los derechos de este singular cuarteto y lo revivió, no en forma de fichas, para posteriormente lograr su salto a las pantallas de cine. Ya tener en cuenta que el film tiene el visto bueno de Bay y proviene de una empresa como Nickelodeon Movies debería darle al espectador una idea general de que esperar. Las tortugas mutantes con nombres de pintores famosos vuelven más juguetonas que nunca y la trama apenas son hilos conductores para el desarrollo de escenas de acción destacables - inclusive un dudoso homenaje a la batalla final de The Amazing Spider-Man. Desde el vamos, Teenage Mutant Ninja Turtles no está pensada como un vehículo nostálgico a las series y películas de los '80 y los 90', sino como un elemento pasatista para preadolescentes de hoy en día. La mística espacial y el choque asiático del gran villano de las tortugas se perdió en pos de un acercamiento más científico y "creíble", una idea más asible a los tiempos que corren. Y, por supuesto, a la intrépida reportera April O'Neill la encarna ahora Megan Fox en un trabajo menos odiable que en la saga Transformers, pero aún con un sex appeal disminuido es el objeto de deseo absoluto. El encanto de las marionetas ha sido reemplazado por CGI -del mejor, pero CGI al fin y al cabo- y el realismo de las tortugas se nota, aunque sean colosales monstruos que le sacan varias cabezas a April. Y más allá de la simpleza del guión y la rauda dirección de Jonathan Liebesman, Teenage Mutant Ninja Turtles no es el caos absoluto que uno pensaría que es. Tener una mentalidad de diez años ayuda a pasarla bien, viendo a los hermanos entrenar, comer pizzas, tirarse pedos e improvisar sesiones de karaoke y dubstep, así como también el despliegue de acción y efectos ayudan mucho a reforzar esa idea, con el descenso por la ladera de una montaña nevada siendo el mayor fuerte a la hora de llevarse algo positivo del film. Pedirle mucho más que entretenimiento simple a Teenage Mutant Ninja Turtles es demasiado. Es apenas un poco más de hora y media de diversión inofensiva, con efectos más que decentes y un mínimo aderezo de nostalgia. Nada más. Y a esperar la secuela para 2016.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Tortugas ninja brinda entretenimiento asegurado si buscás pasarla bien viendo una gran parafernalia de efectos digitales y poco argumento. No tiene un guión como para mantener al espectador intrigado, tenso, asombrado o expectante, pero en cambio ofrece un poco de humor, un cuentito ameno (aunque muy básico), mucha, mucha, pero..
Las Tortugas Ninjas la sacaron barata para tratarse de una producción de Michael Bay. El film pudo haber sido mucho peor. Después de la última película live action de 1993, que dió inicio a la etapa decadente de estos íconos populares, las tortugas regresan a los cines con una producción muy influenciada por la serie animada del 2003, que representó el relanzamiento de los personajes para una nueva generación de niños en el siglo 21 (más info en el link). Esto tiene bastante sentido y lo veo bien. Hoy los chicos de entre seis y diez años, que son el target de espectadores que más van a disfrutar este estreno, descubrieron a las tortugas por este dibujo animado que se mantuvo vigente hasta el 2009. El film tomó numerosos elementos de ese programa, como el aspecto más intimidante de los personajes, el tratamiento de la acción, el look de Destructor e inclusive incorporaron en la trama a Karai, la hija adoptiva del villano. Todos estos ingredientes generan que los pibes de la actualidad se encuentren con una adaptación familiar de la versión que ellos conocen de esta propuesta. Si bien en el pasado se hicieron cosas peores con las Tortugas Ninjas, creo que este film podría haber sido mucho mejor si quedaba en manos de otros realizadores. La gran debilidad de esta producción es que acarrea todas la imbecilidades y vicios que caracteriza el cine de Michael Bay. En una menor medida que Transformers, también es justo mencionarlo, pero están ahí Pese a que él no la dirigió y esa tarea estuvo a cargo de un cineasta sin personalidad como Jonathan Liebesman, el espíritu de Bay está muy presente. El guión corrió por cuenta de los sujetos que trabajaron en su serie de televisión, Fastlane, y presenta un nuevo origen de las tortugas. Esto no me parece mal. Está bueno que se reinvente la historia y hagan algo diferente. El problema es cómo lo hacen. Es increíble que una producción que costó 125 millones de dólares no pudiera contar una historia menos estúpida. Desde su concepto inicial, las Tortugas Ninjas siempre fueron una gran bizarrada. Sin embargo, dentro del delirio que proponían sus creadores había un mínimo de coherencia en el argumento. Algo que no existe en esta producción. La nueva historia de las tortugas asocia el origen de los protagonistas con el pasado de April O´Neil y dentro de este conflicto Destructor quedó completamente pintado en el film. En consecuencia, su presencia en este argumento y la pelea con los héroes carece por completo de sentido, ya que los personajes ni siquiera se conocen y no hay un motivo concreto que justifique una confrontación. ¿Por qué pelean las tortugas con Destructor? Porque necesitaban una escena de acción para el final de la película. No importa que la situación no tenga ningún tipo de sentido, total los chicos se entretienen igual. El verdadero villano en este argumento es un científico interpretado por William Fichtner (Armageddon) que tiene más peso en la trama. En la nueva película, las tortugas y la rata Splinter se convierten en ninjas porque encontraron un libro de artes marciales en una alcantarilla. Si el libro hubiera sido de autoayuda entonces habrían sido vendedores de seguros. Sin embargo, lo peor de todo es el trabajo que hicieron desde la animación computada con el diseño de los protagonistas, quienes se ven horribles y artificiales. Sólo los realizadores saben qué quisieron hacer con los personajes. Las viejas marionetas electrónicas, que creó Jim Henson para la primera película de 1990, tenían expresiones faciales mucho más realistas que lo que hicieron estos tipos con la tecnología actual. Aunque el director Liebesman tarda una eternidad en presentar a las tortugas, debido a que pierde tiempo en su narración con personajes que a nadie le interesa, se desenvuelve muy bien en las secuencias de acción que suelen ser su fuerte. En ese campo la película está muy bien lograda y tiene buenos momentos. Megan Fox, que suele ser aniquilada en cada cosa que hace, la verdad que presenta un trabajo bastante decente y es el menor problema de este film. Si tiene más o menos Botox en su rostro es un problema de ella que no debería repercutir en el análisis de este estreno. Reitero, los chicos seguramente la van a disfrutar, pero podían haber hecho una película superior. Son las Tortugas Ninjas, un clásico de la cultura popular que hace 30 años se mantienen vigentes. Para la continuación, que ya se encuentra en producción, se van a incluir muchos más elementos de la vieja serie animada de los ´80 y tal vez resulte mejor. Ojalá cambien a los guionistas.
Los remakes mueren varias veces En un mundo en el que Guardianes de la galaxia (Guardians of the Galaxy) se encuentra en cartelera, no hay ningún buen motivo para ir a ver Tortugas Ninja (Teenage Mutant Ninja Turtles). Es peor que una película sin creatividad, gracia o encanto – es una película que intenta desesperadamente parecer creativa, graciosa y encantadora. Guardianes de la galaxia al menos goza de personajes entrañables y la frescura de su planteo. Tortugas Ninja ni siquiera tiene buen material. He aquí un pensamiento osado: quizás no se puede tomar un fenómeno cultural popular y trasplantarlo a otro tiempo atravesado por otra cultura y lograr el mismo efecto. Quizás Robocop sólo tenía sentido en una época en la que había en Estados Unidos algo parecido a ciudades-estado criminales. Quizás el mundo políticamente correcto del siglo XXI no entiende ni necesita a RoboCop, o a tortugas mutantes adolescentes ninja que viven en las alcantarillas de Manhattan y luchan contra un séquito de karatecas llamado “El Clan del Pie”. Ellos son Rafael (el rudo), Leonardo (no pincha ni corta), Donatello (el nerd) y Miguel Ángel (el chistoso). No esperen otra cosa de ellos. Ignorando sus motes, resultan aburridos e intercambiables. Miguel Ángel resulta particularmente insufrible con su predecible rutina cómica y el constante acoso sexual hacia la reportera Abril O’Neil (Megan Fox). Tiene exactamente un único chiste bueno en toda la película, luego de una espectacular persecución, y funciona porque es la única vez en la que no está guiñando a la cámara e intentando ser gracioso. La historia tiene al personaje de Megan Fox de protagonista durante la primera mitad. Su predicamento debe ser un guiño irónico a su carrera: está cansada de que no la respeten como profesional y la sometan a trabajos humillantes al servicio del entretenimiento ligero. “¿Qué hay de malo en un poco de entretenimiento ligero?” le pregunta su camarógrafo (Will Arnett). “Eres un dulce y a todos les gustan los dulces”. Pero Fox está determinada en obtener reconocimiento profesional por su trabajo. No lo vas a encontrar en Tortugas Ninja, cariño. Su trabajo investigativo la lleva a descubrir a las tortugas ninja. Su existencia ha logrado mantenerse en secreto por años, y Abril se convierte en su confidente. Lo que no se entiende es cómo al día siguiente las tortugas ninja luchan contra su archienemigo robótico bajo un diáfano cielo de mediodía en el corazón de Times Square y logran ser vistas por absolutamente cero personas. Esto lo confirma Abril al final de la película, contenta con mantener el secreto. Ustedes vieron cuántos videos se grabaron durante los ataques de 9/11. Me van a decir que de los 1,6 millones de neoyorquinos que viven en Manhattan, ¿no hubo uno solo que pausara el Candy Crush para sacarle una foto a estos ostensibles engendros de la naturaleza? Ni Cloverfield era tan elusivo. ¿Realmente nadie vio a las tortugas antropomórficas de dos metros? Patrañas, digo. Es el momento más idiota de toda la película, y tiene varios momentos idiotas. En fin. Las tortugas se relacionan con su pasado, el de su padre y el villano de la película de una forma tan improbable que parece forzada hasta para un cómic. Hay algo parecido en la nueva saga de Spider-Man, en las que los orígenes del superhéroe, la muerte de sus padres, la creación del villano y una maligna conspiración corporativa se relacionan en un intrincado enigma que las películas se toman grandes molestias en explicar y cubrir desde todo ángulo posible, a pesar de que a nadie le importa. ¿Qué hay de bueno entre todo esto? Las secuencias de acción son intensas y están bien coreografiadas, aun considerando que nuestros héroes son completamente digitales (por no decir grotescos). Una persecución cuesta abajo por una montaña nevada es el cénit de la película. Whoopi Goldberg tiene un cameo inexplicable pero bienvenido. Y eso es todo. Ya se sabe que hay secuela, cabe esperar que sea una de las buenas.
No sirven ni para mascotas Lo que empezó como un chiste allá por los años '80 -“¿Y qué tal si dibujo una tortuga con un nunchaku?”- entre dos amigos que un día estaban jodiendo con sus papelitos y queriendo burlarse de una tradición que para entonces ya tenía sus figuras consolidadas (básicamente héroes basados en rasgos cool, imposibles de encontrar en una lenta, abúlica y anti-heroica tortuga) no tardó en ser aceptado como parte de esa misma tradición, que no dejó de mostrarse más mutante que las mismas tortugas. Kevin Eastman y Peter Laird quisieron tirar un petardo con su cómic de un solo número y después, casi a pedido del público, no pudieron dejar de dibujarlo. Pero muchos de los espectadores potenciales de esta película que llega treinta años después probablemente conocieron a las tortugas en la versión verde brillante que se vio en las pantallas argentinas a principios de los '90. Ahí, montados en la ligereza habitual de los personajes animados, las tortugas podían salvar a la ciudad como el héroe de turno y al mismo tiempo montar un culto a la pizza, cultivar la idiotez a conciencia como cualquier adolescente, ser raperas amateurs y cargar en sus espaldas nombres renacentistas más pesados (prestigio de museo incluido) que sus caparazones: estaba claro que era todo un juego. Pero esta era de grandiosidad solemne y CGI realista les cuadra mal a las Tortugas Ninja y la película producida por ese especialista en acción confusa, ruidos trepidantes y sentimientos freezados que es Michael Bay nace con un problema de diseño. Las tortugas son gigantes, pesadísimas y amenazadoras, de un verde seco que simula el color de una tortuga real y, para colmo, tienen un nivel de detalle en las caras -con esos pliegues y rugosidades que vuelven a cualquier simple tortuga un monstruo prehistórico y espeluznante si se la pone en una lente de aumento- que las vuelve bastante repulsivas, para no hablar de esos dientes enormes que parecen podridos. Tratando de superar su aspecto de villanas y de insistir sobre el hecho de que son adolescentes, a pesar de que las voces y el físico no las acompaña (al menos en la versión doblada al español que se verá en nuestro país), estas tortugas repiten las bromas de rigor, que no funcionan nunca, y quedan bastante desfasadas en una película que no las acompaña en el tono. Y no las acompaña tampoco en ningún otro punto, porque el segundo y definitivo defecto de esta Tortugas Ninja es su genericidad absoluta, representada un poco por el protagonismo de una chica como Megan Fox. Si una computadora tuviera que diseñar una cara de mujer uniendo varios rasgos idealizados -labios rosados y rellenos, nariz espigada y perfecta, piel impecable, cejas donde no falta ni sobra un pelito, pelo abundante y homogéneo, etc. etc.- probablemente el resultado sería Megan Fox, que convierte a la película en un collage entre una de tortugas mutantes y un afiche de cosméticos o de tintura para el pelo. Con un único gesto, que consiste en abrir levemente la boca para hacerla más pulposa, se pretende que Megan Fox, que no sabe ni siquiera pararse con soltura en una terraza mientras mira una pelea, sea la parte humana y uno de los mayores atractivos de una película deshumanizada y aburrida (allá lejos quedó, lamentablemente, la April O’Neil pelirroja y guerrillera de mono amarillo). Igual de genérica que la cara de Megan es el resto de la película, donde las cuatro tortugas hermanas deben salir por primera vez a la superficie para combatir al Clan del Pie, que pretende controlar la ciudad ayudado por un villano local y dueño de un laboratorio que es un reflejo débil y lejano de cualquier dueño de Oscorp. Hay héroes, hay villanos, hay una heroína y hay una ciudad que está en peligro, hay escenas de acción y hay historias que quieren ser mitos de origen, pero todo aparece y desaparece de la pantalla como si se tratara de tachar elementos de una lista de compras (y mejor vayan directamente a comprar los muñecos que están buenísimos): algo que se escribe y se usa durante un rato pero que después, sin pena ni gloria, se descarta enseguida.
Personajes que aún están en forma El cuarteto de populares tortugas mutantes nacidas en la historieta en los años ochenta vuelve a la pantalla grande con un relato que las coloca a la altura de los últimos superhéroes debido a la mano ágil de Jonathan Liebesman (Furia de titanes 2, Invasión del mundo: Batalla: Los Ángeles) que las muestra en plena forma. La ciudad de Nueva York es amenazada ahora ante la liberación de una toxina y los protagonistas, junto a la reportera April (Megan Fox) -que arrastra un pasado oscuro- y su camarógrafo (Will Arnett, de Saturday Night Live) se unen en una aventura para enfrentar al malvado Shredder (William Fichtner, de Prison Break) y a la pandilla del Pie. Dejando atrás las alcantarillas y mostrando su costado adolescente a lo largo del film, Raphael (Alan Ritchson), Donatello (Jeremy Howard), Leonardo (Pete Ploszek) y Michelangelo (Noel Fisher) se lucen en una película que funciona por los gags y las espectaculares secuencias de acción. En ese sentido, el realizador deja lo mejor para el final: la caída de un camión por la ladera de una montaña nevada hasta el borde un precipio está muy bien resuelta y transmite vértigo y adrenalina, al igual que el enfrentamiento entre los héroes y Shredder en la azotea de un edificio. Eso sí, después de varias caídas, golpes y peleas, April siempre luce con su pelo ordenado y el maquillaje impactante. Estas tortugas cumplen con lo que prometían y, despúes de una exitosa apertura el último fin de semana en los Estados Unidos, anuncian su regreso para el 2016.
Acción sin encanto A poco de comenzada esta película, entre una escena de acción confusa y otra de diálogos más confusa aún, uno se pregunta a qué público está dirigida. En quiénes pensaban los que decidieron que era una buena idea volver a contar el origen de las tortugas ninja adolescentes, nacidas en un cómic de los años ochenta y transformadas en protagonistas de una serie de dibujos animados -ya con varias remakes encima- y de unos films bastante olvidables. Por lo que se ve en pantalla (violentas escenas de peleas en la oscuridad realizadas con una inquieta cámara en mano que hasta para los adultos resultan difícil de seguir) la idea no era convocar al público infantil que adora los dibujitos que emite la señal Nickelodeon. Es posible que todo esté dirigido a sus padres, esos que disfrutaron de las primeras aventuras de las tortugas bautizadas con nombres de artistas del Renacimiento (Leonardo, Donatello, Rafael y Miguel Ángel), adultos nostálgicos que se merecían una película con algo más de sustancia, más divertida y respetuosa del original, aquel que tenía cierto encanto, mucho de absurdo y varios elementos paródicos. Después de todo, se trataba de una historieta protagonizada por cuatro tortugas ninjas mutantes y adolescentes entrenadas por un maestro de las artes marciales que además era una rata de alcantarilla y una intrépida periodista, April O'Neil, que descubría su existencia y se unía a su lucha contra el malvado clan criminal El Pie. Sin embargo, todos esos ingredientes que bien integrados resultan muy divertidos para chicos en edad preescolar, al ser contados con los modos de una película de artes marciales encabezada por personajes anabolizados y despejados de toda ternura, no consiguen más que desconcertar al espectador. Hasta pueden molestarlo con la interpretación que Megan Fox hace de April, la supuesta heroína de todo el asunto que gracias a esta versión es poco más que una muñeca Barbie no demasiado articulada y el remate de unos desagradables "chistes" misóginos.
Más músculos y poca pizza Donatello, Raphael, Michelangelo y Leonardo vuelven a contar su historia, esta vez desde el comienzo, en una nueva película en 3D donde lo que predomina es la confusión. Las Tortugas Ninja nacieron como una historieta paródica. Su éxito las llevó a convertirse en una serie de televisión a finales de los '80 y otras tres series diferentes se inspiraron también en estos personajes. En 1990 se realizó una extraña, algo absurda pero finalmente simpática adaptación cinematográfica. Tuvo dos secuelas olvidables y en el 2007 apareció una nueva adaptación, pero en lugar de muñecos, con un regreso a la animación. Tampoco esa versión estaba tan mal, era aceptable y fiel a las series de TV en muchos aspectos. No faltaron videojuegos, claro, e incluso juegos de rol. Lo que se estrena ahora es un nuevo comienzo, donde nos cuentan –o calamidad– el origen de toda la historia de las Tortugas Ninja. Sí, desde el comienzo. Bastaría saber que el nombre original es Tortugas Ninja Adolescentes Mutantes para saber que no hay que tomarse las cosas muy en serio. Las referencias renacentistas en los nombres de los cuatro héroes y su mentor rata también le agregan algo de excéntrico absurdo. Pero las noticias para esta nueva aparición de los personajes son malas. El tono de la película no logra definirse bien y la historia carece de cualquier interés. La simpleza casi infantil no logra encajar con estas tortugas ninja más realistas, más musculosas y más oscuras. Es verdad que tienen un humor pueril y que siguen siendo ridículas pero –maldición del doblaje mediante– los chistes no funcionan a ningún nivel, ni como simples ni como irónicos, ni con citas cinematográficas o televisivas. Hasta duele escucharlas. ¿Y los actores? Megan Fox como April O'Neill tampoco encaja, no da para el personaje en ningún momento y su escasa simpatía o talento no ayudan a que nos caiga bien. Elegida por ser un sex symbol poco tiene que hacer en este contexto. Su elección es parte de la confusión que reina en este proyecto. Como film infantil divertido, no funciona, como película de acción, aun menos, no tiene un solo tema interesante ni plantea subtramas que le aporten complejidad. El éxito de la película se sostiene solamente por el público cautivo que los personajes han conseguido a lo largo de los años. Lo peor es que ese éxito con el que arrancó en la taquilla de Estados Unidos amenaza una segunda parte. El único consuelo es que no podrá ser peor que esta película.
Otra basada en dibujitos Las tortugas ninja, aquellos cuatro adolescentes verdes con nombres de pintores del renacimiento, que comían pizza y revoleaban patadas allá por los noventas, tienen ahora una nueva adaptación cinematográfica. La película los presenta como unos anónimos justicieros que enfrentan al malvado Shredder y su aliado el Foot Clan, y defienden a la ciudad de Nueva York ayudados por April (Megan Fox), una curiosa y tenaz reportera que no descansa hasta descubrir la identidad de los extraños vigilantes; y que por esas vueltas del guión también ha tenido algo que ver con la creación de los astutos reptiles. Esa vuelta atrás en el tiempo para mostrar el extraño experimento de laboratorio de donde salieron las cuatro tortugas mutantes, junto con Splinter -la rata que luego se convertirá en su padre y mentor-, es probablemente lo más interesante de la historia, ya que todo lo que viene después es bastante predecible. Con un guión muy simple, la película no ahorra en efectos especiales, chistes, música y demás chirimbolos, para crear casi dos horas de entretenimiento en 3D, con una historia muy común y esperable pero donde se nota la mano de Michael Bay en la producción, que compensa con impacto visual lo que le falta en originalidad. Las tortugas son ahora bastante más musculosas que en su versión original, y su textura verdosa probablemente no sea del agrado de todos, pero seguramente muchos que han sido fanáticos en su infancia irán a ver de que se trata esta nueva adaptación, aunque es de esperar que salgan decepcionados.
¿Por qué, Miguelito Bahía, por qué? Qué necesidad de cagarme un hermoso recuerdo de la infancia. Amaba a las tortugas y Abril O’Neil me parecía una capa. Ahora, por tu culpa Michael Bay (productor), Jonathan Liebesman (director), Megan Fox (protagonista) y la de ustedes, señores guionistas, odio, ODIO, a las Tortugas Ninja. Para empezar, me la fumé doblada (metafórica y literalmente). El guión, aunque lo concibieron entre tres guionistas, es tan básico y lineal que parece que lo hubiera escrito un pibe de 6 años con problemas mentales, porque dudo que un niño pueda escribir algo tan malo. Megan Fox interpreta a una Abril O’Neil a la que te dan ganas de cagarla a trompadas: es el estereotipo de reportera joven que quiere hacer carrera investigando a una asociación de delincuentes re peligrosos ella sola (y en bici); PUAJ. El guión de Tortugas Ninja es terriblemente básico y lineal. Después tenemos a cuatro boludos disfrazados de tortugas y otro de rata que son ninja; ¿por qué ninja? Porque sí. También hay unos giles que se suponen que son “malos” y que para asustarnos se autodenominan “El clan del pie” -re intimidante, viste- . Sumémosle a toda esta situación paupérrima una doble de muzza de chistes malos, secuencias de lucha interminables en dónde no se entiende quién goma le está pegando a quién, bótox, una tía obesa (aka Whoopi Golberg) y el peor plan para tratar de conquistar al mundo de la historia del cine universal. Una hora y cuarenta y un minutos en las que pensé que la cabeza me iba a estallar a lo Scanners de Cronenberg. Tírenme un centro Hollywood. Les pido por favor, que a alguien se le caiga una idea.
El corazón de los mutantes La historia de la película es bien simple, la tecnología animada está muy por encima del guión. Atraer al público joven, apelar al recuerdo y, una vez más, adaptar una franquicia del mundo animado para “encarnarla” digitalmente. Esta vez, en forma óptima. La trama original de la serie gráfica de 1984, que en 1987 llegó a la TV (Tortugas Ninja Adolescentes Mutantes) tenía a cuatro quelonios y una rata que crecieron a tamaño humano por el accidental vertido de residuos radioactivos en las alcantarillas de Nueva York. Esto no se respetó en el filme, es más, se le dio un carácter de animalitos de laboratorio lo que enfureció a varios de sus fanáticos. La pregunta es: ¿esto cambia la esencia del filme? No, el director Jonathan Liebesman (Furia de Titanes 2) y el productor Michael Bay -una especie de Rey Midas en franquicias retocadas- fueron a lo seguro, captaron a Megan Fox (de su saga Transformers) para ponerla en la piel de la periodista Aprile O´Neil. Y así dejar que la leyenda de las Tortugas Ninja, que en 2014 cumple 30 años, hable por sí sola. Con el vértigo típico de Hollywood en cuanto al desarrollo de la acción -por momentos es difícil seguir qué sucede en pantalla, las tortugas son sombras veloces y armadas en el inframundo-, esta película refleja muy bien el carisma y espíritu de cada uno de los personajes. Y se los diferencia en su contextura física. La fortaleza de Rafael, el equilibrio de Leonardo (el más dedicado a las artes marciales), la sabiduría tecnológica de Donatello (quien no deja sistema informático sin vulnerar) y la diversión de Miguel Angel, cuyas bromas rozan el ridículo y no tienen la misma efectividad que su letal uso del nunchaku. La historia de Tortugas Ninja es simple, la tecnología animada está muy por encima del guión. Los cuatro justicieros buscan divertir, dejarse llevar por sus hormonas adolescentes y defender a su “padre” Splinter. Una trama sin quiebres o suspenso, pero efectiva. Una amenaza tóxica buscará poner de rodillas a Nueva York de la mano de Eric Sacks (William Fichtner) y El clan del pie, liderado por el maquiavélico Shredder, una especie de samurai robótico con afiladas cuchillas que van y vuelven hacia su dueño. Tortugas Ninja es un filme de búsquedas: de identidades, de un pasado, de reconocimientos -vean a April en las reuniones de redacción del noticiero ante la incrédula Whoopi Goldberg- y de no olvidar los orígenes de uno, su corazón. No por nada, el comienzo y el final del filme tienen carácter de cómic, con sus personajes enmarcados en viñetas gráficas.
La acción se hace esperar demasiado Se pasa el rato con esta nueva aparición de los alegres mutantes adolescentes con nombre de pintor renacentista. No al comienzo, donde sólo está Megan Fox enteramente vestida haciendo de April O'Neil, notera televisiva ansiosa de pasar a investigadora audaz, meterse en problemas y convertirse en heroína. El público adulto también está ansioso, espera que se saque de una vez la tradicional campera amarilla de su personaje, y los niños están ansiosos a la espera de acción. Empieza la acción, pero ella sigue vestida, y lo demás es todo rutina y ruido a lata con agobiante fondo orquestal. Es que el productor de peso en todo esto es Michael Bay, el de los "Transformers", que impone su fórmula de aturdimiento favorita. Las cosas mejoran recién mucho más adelante, cuando la notera, que no conoce a las tortugas (a diferencia de la April de la serie) descubre su existencia, quiénes son, cómo adquirieron ese físico y por qué se llaman como se llaman. Se lo explica el maestro rata, que también tiene nombre de artista (Splinter en inglés significa Astilla, del italiano Scheggia, que era el apodo de un maestro pintor del Renacimiento). Esa escena es muy simpática, reveladora, y quizá la única enteramente original de la película. Después siguen las patadas, líos, cosha golda, incluyendo una buena persecusión en la nieve, el destrozo de una torre y del enorme robot cuchillero, la desaparición en acción de una china mala y un científico traidor, etcétera. No es lo de siempre, porque esta vez no es una de dibujos, como la serie, ni de actores disfrazados, como la trilogía de los 90, sino una superproducción ostentosa con acróbaticos actores que hacen los movimientos, posproducción digital que los convierte en ágiles tortugones, y otros actores más tranquilos que ponen las voces. Todo un trabajo, donde cabe señalar la participación del director de fotografía Lula Carvalho, el mismo de "Tropa de élite" y de nuestra "Felicitas", y un estilo de guión y dirección de arte más cercano a la historieta original de Kevin Eastman y Peter Laird, que tenía partes medio amargas. Igual hay chistes adolescentes, un tema pop y una pizza. Una sola.
Iconos de la cultura pop, las Tortugas Ninja regresan triunfales a la pantalla grande en una cinta auto-paródica, plagada de humor, ironía y estética de comic vanguardista. La súpervicion de MICHAEL BAY detrás de cámaras, se nota en la pirotecnia y espectacularidad de las muchas escenas de acción, algunas de ellas dignas de un video juego. Un metraje acertadamente corto, ritmo frenético y la presencia sensual y correcta de MEGAN FOX (nadie quiere que sea la gran actriz dramática de su generación) redondean un más que dignó producto pochoclero que se deja ver y disfrutar tanto como una buena pizza de peperoni.
Y faltaba Manuelita Resulta más que visible y comprobable que detrás de este relanzamiento de los personajes que hicieron las delicias de millones de treintones, cuyo boom se produjo a mediados de los 80 y 90, se encuentra el para muchos odiado y otros amado Michael Bay como productor, aunque también como filtro para un director sudafricano más que obediente. Nos referimos, claro está, a la nueva aventura – ¿nueva?- de las cuatro tortugas no extraterrestres sino producto de la naturaleza accidental mutante, que nuevamente aparecen en Tortugas Ninja con ganas de quedarse por varios años, desde una supuesta y novedosa operación de reposicionamiento y colocación de producto bajo el pretexto de un film que aspira a ganarse tanto a pequeños, a nostálgicos o público adulto. El director responsable, Jonathan Liebesman, procuró hacer de un guión mediocre un producto digno y su misión no fue demasiado satisfactoria básicamente por no encontrarle la vuelta a la historia; no evadir ningún estereotipo ni lugar común y aceptar todas las demandas de Michael Bay, quien seguramente con la calculadora bajo el brazo pensó que cambiando tortugas por robots nadie se iba a dar cuenta, inclusive los puristas en un ejercicio de comparación con aquella película de los 90 que contaba nada menos que con la colaboración de Jim Henson para la confección de los muñecos. Así las cosas, la premisa ubica por un lado al Clan del pie en un plan macabro para desatar una epidemia en la ciudad de Nueva York, para la cual existe un antídoto formado por el mutágeno, sustancia que da poder a las tortugas y que fuera la causante de sus facultades extraordinarias, desarrolladas por años en la alcantarilla que incluso tiene una súper guarida que sería envidia hasta del propio Batman. Los villanos de turno son Destructor y un secuaz del que no revelaremos identidad por motivos obvios. El nexo con nuestros superhéroes amantes de las pizzas no es otro que la periodista incisiva Abril (Megan Fox), vinculada con ellas por su pasado y portadora de un secreto revelador. La galería de personajes secundarios está integrada por Whoopi Goldberg como jefa de Megan Fox y el comediante y compañero de ella Will Arnett, quien no tiene química alguna con la chica Victoria Secret, una de las tantas marcas colocadas en el film así como la de la conocida pizza Hut en otro patético recurso de marketing hollywoodense. Si bien los CGI no pasan vergüenza, el excesivo costo de esta producción nunca se justifica en pantalla ni siquiera en una secuencia de acción bastante lograda que involucra una caída libre en la nieve a gran velocidad y con despliegue visual aceptable. Si el éxito de este relanzamiento traerá secuelas, eso lo sabremos en un futuro muy cercano pero tal vez y pese a las declaraciones de Megan Fox la franquicia diga adiós o hasta pronto, que para los términos de Hollywood significa casi lo mismo.
Donatello, Rafael, Leonardo y Miguel Ángel, estos personajes que surgieron en el cómic creado por los historietistas Peter Laird y Kevin Eastman, publicado por primera vez en 1984 por Mirage Studios, vuelven a la pantalla grande en esta nueva adaptación cinematográfica de la mano del productor Michael Bay y dirigida por Jonathan Liebesman (“La Masacre de Texas: El Inicio”, “Invasión del Mundo – Batalla: Los Angeles” y “Furia de Titanes 2?). Aunque hay pequeños detalles que sí son diferentes, la historia sobre el origen del cuarteto de tortugas ninja adolescentes mutantes que alcanzó la popularidad con la serie de dibujos animados estrenada en la pequeña pantalla en 1987, y la trilogía de películas estrenadas en los años 1990, 1991 y 1993 (en 2007 hubo una animada), no dista mucho de la premisa conocida por todos los que alguna vez vimos algunas de las producciones televisivas o cinematográficas basadas en estos cuatro hermanos amantes de la pizza y nombradas como artistas famosos del Renacimiento italiano. Los papeles de Leonardo (por Leonardo da Vinci), Raphael (por Rafael Sanzio), Michelangelo (por Miguel Ángel Buonarroti) y Donatello (por Donato di Niccolò di Betto Bardi), aquí están a cargo de los actores Pete Ploszek (la voz es de Johnny Knoxville), Alan Ritchson, Noel Fisher y Jeremy Howard, respectivamente, quienes utilizaron trajes especiales para capturar todos sus movimientos para luego completar el proceso por CGI. El elenco está liderado por Megan Fox (en su vuelta al trabajo junto a Bay, tras el entredicho que se conoció mientras rodaban la secuela de “Transformers”), quien interpreta a la reportera Abril O’Neil. Ella trata de alejarse de la cobertura de noticias sin importancia para encarar investigaciones más serias. Siguiendo una pista sobre el “Clan del Pie”, la banda de karatecas criminales que azota a la ciudad de Nueva York, liderada por “Destructor” (Tohoru Masamune), es que se topa con el cuarteto tortugo que lucha contra el mal, cuya existencia se ha mantenido oculta durante años, y con la noticia de que algo la une a ellos y al maestro Splinter (encarnado por Danny Woodburn y con voz de Tony Shalhoub). Juntos, sin olvidarnos del compañero camarógrafo de Abril, Vern Fenwick (Will Arnet), tratarán de derrotarlos, y al mismo tiempo impedir los planes ocultos del multimillonario Eric Sacks (William Fichtner). La película, que a una semana de su estreno en los Estados Unidos ya tiene anunciada una segunda entrega para el 13 de Junio de 2016, resulta ser un buen entretenimiento -del tipo light- con momentos divertidos y dos secuencias de acción muy bien logradas (eso sí, el 3D casi ni se nota). La trama (que incluye breves cameos de Whoopi Goldberg como la editora de noticias Bernadette Thompson, la “ex SNL” Abby Elliott como la hermana de Abril y el actual “SNL” Taran Killam como un reportero) no tiene un gran gran desarrollo, pero… ¿qué más podemos pedirles a las Tortugas Ninja sino más que entretener con su esencia picarezca?
Escuchá el comentario. (ver link).
VideoComentario (ver link).
Muchos fans esperaban el regreso de estos 4 superhéroes... y llegaron!!! Leonardo, Miguel Ángel, Donatello y Raphael, las "Tortugas Ninja", están de vuelta y con todo. En esta oportunidad saldrán de las alcantarillas y trabajarán junto a April (interpretada por la bella de Megan Fox) y su compañero Vern Fenwick (interpretado por Will Arnet) para salvar la ciudad del malísimo de Shredder. Película producida y con el sello de Michael Bay, con algunos buenos momentos de comedia, mucha - muchísima - acción (sobre todo los últimos 40 minutos que no para...) y claro, efectos especiales - muy bien logrados - a más no poder. Peli pochoclera para disfrutar con toda la familia.
El gran éxito del momento. El fín de semana pasado sobrepasó la barrera de los 100 millones de dólares. Este reboot de éste cuarteto de reptiles, alteradas genéticamente con ADN aliénigena que emergen de las alcantarillas, para salvar a la humanidad. Con la ayuda de una curiosa reportera ( la vuelta al cine pochoclero de Megan Fox ) tratarán de poner freno a un malvado plan orquestado por un terrible villano. El filme de Jonathan Liebesman tiene todos los condimentos para gustar a los espectadores de todas las edades. Estos personajes que vieron la luz en 1984 cuando fueron publicados en comic, disfrutaron de series animadas y un exitoso filme en 1990, seguido por una parodia XXX del porno argentino, entre tantos juguetes y merchandising. Michael Bay, director de "Transformers" funge como productor y eso se nota. Muchos efectos visuales, escenas increíbles de acción exagerada y mucho humor. La estética tambien es marca registrada y la música de Brian Tyler aporta grandilocuencia a una cinta que no dá respiro. Para nostálgicos y nuevas generaciones. Disfrutable 100% en 3D.
Mucho ruido y poca alma En 1984 Kevin Eastman y Peter Laird lanzaron por la editorial Mirage un pequeño cómic en blanco y negro titulado "Eastman and Laird's Teenage Mutant Ninja Turtles". La idea de los artistas fue hacer una parodia de cuatro de los cómics más populares de principios de los años ochenta: Daredevil, Los Nuevos Mutantes, Cerebus y Ronin. Lo que no sabían es que la tirada de 3000 copias se iba a agotar y se iba a convertir en un éxito tremendo. Los quelonios eran hermanos, mutantes, adolescentes y sabían artes marciales. Sus nombres hacían honor a famosos artistas del Renacimiento italiano: Leonardo (da Vinci), Raphael (Raffaello Sanzio), Michelangelo (Buonarroti) y Donatello (Donato di Niccolò di Betto Bardi). Incluso su maestro llevaba el apodo del pintor Giovanni di Ser Giovanni, "Scheggia", o "Splinter". Con los años hubo varios cómics, cuatro series animadas, una versión animé japonesa, videojuegos, juegos de rol, líneas de juguetes, e incluso fueron tan populares que inspiraron el nombre de una tortuga prehistórica. De la mano de Michael Bay, aquí como productor, llega este quinto filme que da reinicio, de una manera bastante pobre, a la saga. La periodista April O'Neil (Megan Fox) está cansada de hacer notas ridículas para el Canal 6 de Nueva York en donde trabaja. Su meta es conseguir una gran historia para que la tomen en serio. Para ello está interesada en investigar al Clan del Pie, una misteriosa organización criminal que está aterrorizando la ciudad. Una noche presencia un robo y ve cómo son detenidos por una extraña figura. Intenta convencer a su jefa (Whoopi Goldberg) sobre su hallazgo pero esta no le cree absolutamente nada. Se tropieza nuevamente con un atentado del Clan en el metro y es testigo nuevamente de cómo evitan el hecho no uno, sino varios personajes. Logra seguirlos y descubre que son cuatro tortugas genéticamente alteradas que pueden hablar y, además, hacer artes marciales. Sin quererlo, April y las tortugas parlantes deberán evitar que un malvado villano llamado Shredder se apodere de la Gran Manzana. Nadie puede negar que el sudafricano Jonathan Liebesman, conocido por "La Masacre de Texas: El Inicio" o "Invasión del mundo - Batalla: Los Ángeles", tiene las armas necesarias para una película de este calibre: efectos especiales, peleas grandilocuentes, persecuciones adrenalínicas, chistes baratos y explosiones a granel. Y esos son los problemas de este filme, una batería de estímulos visuales y auditivos para apabullar al espectador y evitar que piense en la calidad de lo que está viendo. Tortugas Ninja es una película, por decirlo de alguna manera, sin alma. No ofrece nada, no tiene contenido y hasta llega a ser insultante para la inteligencia del que la ve. Es todo muy liviano, superficial y falto de interés dramático. Sí, los niños -muy, muy, pero muy chicos- la podrán pasar genial, pero para los adultos nada amerita ir a verla. Michael Bay sigue destruyendo los clásicos infantiles que tuvimos los que crecimos en los ochenta. Ojalá alguien pueda detener su sacrilegio.
Crítica emitida por radio.
Saga idiotizante con el peor reinicio Con las Tortugas Ninja –una de las sagas más idiotizantes en la historia de la humanidad– hay un problema grave: a la gente parece encantarle, tal como lo confirma que haya sido la película de mayor recaudación el fin de semana de estreno de esta nueva en Estados Unidos. Todo empezó con un comic de los ’80 (¡malditos comics de los ’80!), siguió con varias series animadas de tevé (¡malditas series animadas de tevé!) y pasó al cine en 1990. La primera película fue... ¡uno de los films independientes más exitosos de la historia! Nada de Simplemente sangre, ni Pulp Fiction, ni Haz lo correcto, ni ninguna otra: Tortugas Ninja. Esta que se padece ahora es la quinta, que para rebootear la serie recurre al originalísimo truco de la vuelta al origen, que en los últimos años no se le ocurrió a nadie. Premio a la Creatividad para sus responsables. Para quien haya logrado mantenerse al margen del asunto, habrá que recordar que los seres del título son tortugas antropomórficas, son cuatro hermanos, por algún motivo (¿cuál?) todos tienen nombre de maestros de la pintura renacentista (Leonardo, Donatello, Rafael y Miguel Angel) y dominan el arte de las artes marciales ninja, teniendo por maestro a una rata de alcantarilla. Como son yanquis, son guerreras, utilizan trajes de mercenario y vinchita tipo Rambo y luchando contra toda clase de malvados. Como tiene que haber una chica, hay una chica. Se llama April y es periodista. ¿No había ya en la historia de la historieta una famosa periodista? Quizá los “creadores” de las Tortugas no se dieron por enterados. Todas las novedades de esta quinta –que es la primera– son para peor. Eso tiene que ver con que ahora tomó las riendas de la producción Michael Bay, el de Transformers, que hace películas de dos horas y media donde patovicas de metal se dan, se dan y se dan. Acá, en cambio, son tortugas-Rambo, pero la película está tan sobreproducida como todas las de Bay, apuesta con el mismo ahínco a efectos digitales de nuevo rico y no se entiende nada de lo que pasa cuando los quelonioides se trenzan con algún enemigo, la fotografía es oscurísima. Y está, claro, Megan Fox, el objeto con el que el director apuntaba a mantener firme a la platea masculina en la primera Transformers. Si Tortugas Ninja es para chicos, debería haber menos violencia y sexo. Con suerte, que el malo (el genial Will Arnett, obviamente desaprovechado) mande a sus esbirros a “drenar hasta la última gota de sangre, matándolos si es necesario” puede llegar a instruir a estos parvulines para que de acá a unos añitos se compren una Uzi y entren al colegio de sus amores, no precisamente para rendir Merceología.
Quinta incursión en la pantalla grande de estos cuatro personajes creados en el comic por Peter Laird y Kevin Eastman y que hicieron furor con la serie animada a principio de los ’90. Mezcla de aventuras, acción, comedia y cultura pop fueron siempre el emblema (por lo menos desde la serie hasta ahora) de la franquicia; y si hablamos de acción y referencias pop la alarma Bay se enciende. Esta vez ubicado en la producción, las Tortugas Ninja son un proyecto que el director de La Roca hace rato tenía en mente, escribió un guión (rechazado), y estuvo a punto de dirigirla de no ser por sus compromisos con su otra franquicia pop, Transformers. Así, la dirección recayó en manos de Jonathan Liebesman (Masacre de Texas: El Inicio, Batalla: Los Angeles, Furia de Titanes 2), un claro director por encargo que no supo/pudo poner su “firma” en este proyecto, Tortugas Ninja es un Bay puro. Con una secuencia de títulos prometedora a modo de viñetas y contando algo de los orígenes, de inmediato nos introduce en una historia que mezcla varios exponentes anteriores. Podríamos hablar de Spiderman (más del nuevo que el de Raimi), cualquiera de Marvel de la rama Avengers, y por supuesto, Transformers. Abril O’Neil (Megan Fox en plan damita en peligro) es una reportera que trabaja para el Canal 6 de Nueva York y busca La noticia que la saque las simples notas de color. El Clan del Pie maneja el crimen en la ciudad y cada vez se suceden fechorías más grandes. Pero O’Neil, siguiéndole las pistas (y con una ayuda de la casualidad impresionante) cae en medio de un ataque que es impedido por un justiciero misterioso. Por supuesto, ese justiciero en verdad no será uno, sino cuatro, las tortugas del título. A Abril nadie le va a creer, sólo la sigue su camarógrafo Vernon (Will Arnett) y por el sólo hecho de interés amoroso. La chica seguirá investigando, cayendo en el momento justo a la hora adecuada y finalmente descubrirá la verdad y se unirá al combate. Leonardo, Rafael, Donatello y Michelangelo son cuatro tortugas de dos metros de alto, ninjas dirigidas por la rata humanoide Splinter, que combaten el crimen de Nueva York, especialmente al Clan del Pie presidido por el Samurai Destructor. Lo que sigue será obvio pero no lo adelantaremos por acá. Tortugas Ninja se presenta como una pseudo comedia de aventuras y acción, el asunto es cómo funcionan estos dos frentes. A razón de dos gags cada cinco minutos, no sólo las cuatro tortugas tienen un perfil gracioso basado en que son cancheros adolescentes, sino que sumaron un comic relief en manos de Will Arnett. Con todo esto, es sorprendente la poca cantidad de chistes que realmente surgen efecto. Mucho de su humor es base a referencia de cultura moderna (series, películas, música, productos, etc.) pero ahí en donde otras películas logran una complicidad con el espectador, acá luce forzado y fuera de lugar, hasta se permite burlarse de sí misma con un gag interno sobre el guión fallido de Michael Bay. Sumado a chistes sexistas que atrasan y rozan el mal gusto, y otros de aire escatológico; por este costado, el film pareciese subestimar a su público que entiende “film de público infantil” por argumento de recursos poco elaborados. En cuanto a la acción, Bay infla su pecho, y nuevamente tenemos ruido a metal y a aparatos electrónicos, que en esta ocasión suenan mucho más descolocados ya que no hay robots de por medio. La pirotecnia visual si bien no es tan confusa como en Transformers, sí abruma, y tiende a que en determinado momento comencemos a pensar en otra cosa. Personajes humanos unilaterales y anacrónicos a los que hay que sumar un William Firchner desaprovechado y una Whoopy Goldberg que apena. Aun con todo, las Tortugas, que siempre se destacaron por su carisma, aquí quedan relagadas a un segundo plano y a una actitud algo irritante. Un guión con todo tipo de baches argumentales, con diálogos que no avanzan (la cantidad de veces que les hacen decir “son tortugas-son ninjas-son adolescentes-son mutantes” es incontable) y la imperiosa necesidad de querer tapar todo con un golpe de CGI. Estas Tortugas Ninja no hacen recordar a las queribles tres primeras películas, al interesante film animado (que parece más serio que este), y mucho menos al punch que tuvieron con la seriue animada. ;Michael Bay lo hizo de nuevo, entrega un film para el puro disfrute de quienes lo siguen no importa cómo lo haga, y sí que tiene su público, ya está anunciada la secuela.
Cuando las ganas de recuperar un clásico de la cultura popular está por encima de todo, y un elenco no se toma en serio lo que está representando, es cuando una película como "Tortugas Ninja"(USA, 2014), de Jonathan Liebesman, puede salir bien parada de la ocasión. Basada en el primero comic y luego serie animada (2D y 3D), la cinta producida por Michael Bay (¡cuando no!) explora los orígenes de lo personajes desde su transformación en monstruosos adolescentes a héroes anónimos liderados por la rata Splinter. Miguel Ángel, Donatello, Rafael y Leonardo del subterráneo mundo serán descubiertas por la insistente reportera de segunda línea del canal seis April O'Neil (Megan Fox), quien a pesar de la negativa de su jefa (Whoopi Goldberg) y la reticencia de su compañero Vernon (Will Arnet) de creer en su historia sobre un justiciero enmascarado, que no serán otras que las gigantescas tortugas ninjas, intentará demostrar a todo el mundo la veracidad de su historia. Tras el develamiento hay un trasfondo mafioso, en el que la banda más peligrosa de ladrones, liderada por El Destructor y conocida como "El Clan del Pie", hace negocios sucios con Erick Sack (el experimentado William Fichtner), el antiguo jefe del padre de April, muerto en circunstancias extrañas. En medio de la acción, la búsqueda de la verdad como estandarte, sin dejar de lado el romance (Vernon nunca logra avanzar a April), la ironía y el humor, serán los ejes temáticos de un filme que supera a las anteriores adaptaciones cinematográficas. Por supuesto que la pizza y las múltiples referencias a la cultura y consumos populares (una de las tortugas en un momento clave del filme dice que no entendió el final de “Lost”, por citar sólo un ejemplo) estarán presentes, como así también las coreografiadas escenas de acción y las clásicas armas “ninja” para pelear contra los malvivientes. Si bien hay algunos baches en la trama y una línea argumental simple, que apunta a que los espectadores más jóvenes sigan la historia sin problemas, esto se suple con el apoyo de las actuaciones de los protagonistas y las imágenes generadas por computadora. "Tortugas Ninja" cumple con las premisas que propone, y en una época en la que la falta de convicción a la hora de reversionar un clásico es frecuente, esto no es poco. ¡Cowabunga!
La nueva película dirigida por Michael Bay... Eh, perdón... Dirigida por Jonathan Liebesman, se trata sobre unos monstruos ninjas que pelean contra un Transformer samurai que lanza cuchillos. Y según dicen está basada en un comic nacido en los años ochentas llamado Teenage Mutant Ninja Turtles. Fiel al estilo de Michael Bay, durante toda la película la cámara persigue a los personajes como si le costara encuadrarlos por la velocidad a la que se desarrolla la acción, algo que vuelve muy confuso la comprensión de ciertas secuencias que pese a su espectacularidad nos hace sentir que nos estamos perdiendo de mucho. Y lo curioso es que contrario a otros films de bajo presupuesto, el director no decide utilizar este recurso para disimular efectos especiales de mala calidad, sino que simplemente es una mala decisión estética. Aunque si nos ponemos exigentes a decir verdad estamos acostumbrados a ver personajes con un nivel de detalle mejor que este. Quizás las tortugas, sin entrar en la discusión sobre si su nuevo diseño es mejor o peor, no sean el punto más flojo de los FX, ver a la rata mutante de Splinter en los planos más cercanos hace pensar que a los renderistas 3D les faltaron varias horas de retoque. Y hablando de malos renders, el personaje de April O`Neil está interpretado por una señorita muy parecida a Megan Fox pero con muchas menos expresiones faciales. Probablemente consecuencia de un botox en los labios que le impide gesticular más de un reducido número de muecas por película. El reparto se completa con un un William Fichtner desprovisto de carisma y encargado de explicitar a la audiencia todo lo que está sucediendo para que nadie se desoriente al distinguir quién es el malo y quién es el bueno. No importa por qué, solo importa que los podamos diferenciar. Y por último, Will Arnett es el encargado de encarnar todo ese machismo latente infaltable en las películas de Michael Bay... Perdón, en la película dirigida por Jonathan Liebesman. La propuesta en índices generales se encuentra limitada por su poca ambición y padece ciertos vacíos de guión, falta de ritmo y mal timing para los chistes. Justificar si se parece o no a los personajes de los comics o inclusive compararla con las anteriores adaptaciones cinematográficas no tiene sentido ya que lo frustrante aquí es que falla como el producto que es. Si las exigencias son pocas, la expectativa no es muy elevada y la liviandad de consumir un producto insulso y masticado no molesta al espectador, entonces aun hay chances de que se pueda disfrutar de la más reciente adaptación de las tortugas adolescentes mutantes ninja.
El regreso mutante Con mi álbum de figuritas en manos, allá por 1990, entré al cine para ver el estreno mundial de Las tortugas ninjas. Mis recuerdos son pocos de esa película que vi apenas un par de veces pero que de pequeña adoré. Lo que más me gustaba era el comienzo, la transformación, y adoraba al maestro Splinter. El resto es difuso en mi memoria. Después me volví fanática de los dibujos animados de las tortugas, pero aún así hasta hoy recordaba muy poco de la historia. No sé si cada vez las películas de acción tienen más acción, valga la redundancia, o si no se trata de mi género predilecto. La verdad es que, a pesar de estar rodeada de niños durante la función de Tortugas ninja, me mantuve tensa gran parte de la función y hasta salté asustada en algún momento (y no fui la única). Evidentemente, si hacemos un paralelismo entre ambas películas, el cambio que se ha generado en los últimos 24 años en las producciones “infantiles” es abismal. Desde los personajes fantásticos (tortugas, maestro Splinter y Shredder), que mantienen sus personalidades pero estéticamente se han vuelto enormes y robustos, llenos de detalles en sus caparazones y armadura tecnológica en el caso de Shredder. En la versión de 1990, en cambio, se notaba que eran humanos con trajes muy bien logrados, por cierto. Pero en esta nueva versión realmente han desarrollado una tecnología muy realista y elaborada para los vestuarios. Por otro lado, nuestros personajes, además de sus chistes habituales, añaden alguna situación cómica que está dirigida al público adulto. En segundo lugar, la escenas de acción han perfeccionado sus efectos especiales, cada día con detalles más realistas. Ya verán la escena de la fuga en la nieve, no conté cuántos minutos dura, pero pareció una eternidad de tensión inacabable. La verdad es que la película logra cumplir su cometido: tanto las secuencias de acción como las partes cómicas mantienen atento al espectador y no dan un segundo de respiro. Por otra parte, se respetó bastante a la historieta original de Kevin Eastman y Peter Laird, y se incluyeron unas animaciones al comienzo y al final de la película con el estilo de las historietas gráficas. Hollywood, en sus producciones más comerciales, sigue estando en una meseta creativa y al parecer nos quedan todavía tantos viejos clásicos para volver a filmar o reestrenar. No sé qué anda pasando con los buenos guionistas por aquellos pagos, pero al parecer son una especie en peligro de extinción. Aún así, Tortugas ninja, dentro de su género, es una remake bastante bien lograda y logró que, al final, los niños de la sala exclamaran victoriosos. En lo que a mí respecta, esta semana saldré a buscar un dojo donde comenzar a practicar artes marciales, cuídese quien pueda.
Lentas pero seguras Tortugas ninja, película producida por Michael Bay, pone el acento en la acción y en la explicación del origen de estas cuatro criaturas. ¿Es o no una película para ver? Los rumores parecían condenarla pero la realidad no es tan extrema. Tortugas ninja, ahora producida por Michael Bay, no es por ahora la nueva alhaja del hombre detrás de Transformers. Pero tampoco es un fiasco. Por el contrario, es entretenida, con acción, humor, color, efectos especiales, espectacularidad y dinamismo. Las tortugas están reconocibles y mantienen su esencia, pese a los nuevos maquillajes. El elenco tiene algunas caracterizaciones geniales, como las del villano Destructor en su versión robot ninja, o la de Splinter, el ratón mentor. Tiene a un muy buen intérprete en William Fichtner, quien compone a un malo de antología. Tiene a la hermosa Megan Fox, por supuesto. En esta entrega de la saga hay un repaso por el origen de las tortugas. Se menciona un experimento genético, una disputa entre científicos, y un secreto perdido que el mal quiere recuperar para imponerse sobre Nueva York. Las tortugas ninja viven en las alcantarillas, todavía en fase de adiestramiento, pero la urgencia las llama a subir a la superficie y quedar peligrosamente expuestas. La llave a muchas preguntas la tiene una periodista muy inquieta, que empieza a seguir una pista buscando hacer el reportaje de su vida y se convierte en un eje más del caso. Pero las tortugas nacieron en el cómic original como una parodia de los superhéroes norteamericanos tradicionales. Esa rebeldía aquí se encuentra reducida a un puñado de chascarrillos. La mayor escena de acción de la película está desaprovechada. Un camión con acoplado desbarrancándose por una ladera nevada con la chica y las tortugas dentro, más tres o cuatro vehículos disparándoles detrás, es el plato típico de estas superproducciones. Este salió desabrido. Las personalidades de las cuatro tortugas están poco trabajadas. Si bien se dice que son adolescentes, aquí son adolescentes tempranos. Incluso, en varias situaciones, resultan aniñados. Nada malo si no fuera que el filme está calificado para mayores de 13 años. Pese a todo en la taquilla norteamericana anda muy bien. Habrá que ver cómo le va aquí.
Acción mutante Con producción de Michael Bay y protagónico de su actriz fetiche Megan Fox, como la periodista April O’Neal, el primer reboot de Tortugas ninja desde el clásico de 1990 es una superproducción cargada de ideas ya vistas, donde se pierde el espíritu de la historia original. Inicialmente un cómic, luego una tira animada hasta su llegada al cine, el mayor atractivo de estos superhéroes mutantes siempre fue el contraste de sus personalidades. Aparte de los líderes, Leonardo y Splinter, las tortugas destacaban por la rebeldía de Rafael, las excentricidades de Donatello y Michelangelo, el despistado de turno. La película lima en gran parte esas sutilezas de guión, pone énfasis en el personaje de O’Neal (encarnado por una poco convincente Fox) y basa toda la apuesta en el despliegue de escenarios, con imágenes que remiten a otros blockbusters (en el arranque, una Nueva York parecida a la Ciudad Gótica de Batman Inicia; en la acción, a las Spider Man de Sam Raimi). Tortugas ninja deja margen para otra secuela, donde cabe esperar que Bay, o el director de turno, tenga mejores ideas para estas populares criaturas; que las merecen.
Aunque lo hemos explicado alguna vez, no está de más hacerlo aquí. Los grandes estudios de Hollywood tienen, como modelo, “romper todo” con una película grandota -o dos- por año. Para que funcione, tiene que estar “instalada”, así que por eso se hacen remakes, relanzamientos o adaptaciones de cosas populares (juguetes, libros, historietas, etcétera). Y además deben conformar a la mayor cantidad de público posible (léase “edades”) para ser rentables. Tales condicionamientos no impiden hacer buenas películas (véanse, solo este año, El planeta de los simios: Confrontación o la tiernísima Guardianes de la Galaxia). Pero si detrás de estas máquinas no hay un artista con algo para mostrar, o al menos un artesano que nos provea claridad en las imágenes, lo que queda es puro ruido olvidable. Esta nueva versión de las Tortugas... tiene la impronta de su productor Michael Bay: imágenes rápidas y bochincheras, humor ramplón, chica linda con curvas (otra vez Megan Fox), cámaras que se mueven sin ton ni son, montaje espasmódico, y chistes (a veces cuando no corresponde). Hay una enorme cantidad de violencia y la idea de que cuanto más grande, mejor, va en contra de la ironía y el humor ingenuo que los personajes supieron proponer cuando tuvieron su período de gloria en los noventa. Un film basado no en la acción sino en el ruido, que es demasiado y que no llega a ocultar la escasez de nueces.
Un retorno entretenido y trepidante El temible Shredder y su Clan del Pie aterrorizan Nueva York. Desde las alcantarillas de la ciudad surgen las tortugas mutantes para enfentar esa amenaza. Contarán con la ayuda de April O’Neil, una bella periodista que sospecha cuál es el origen de los cuatro héroes. Las tortugas van cayendo al vacío hacia una muerte segura. En tren de confesiones, uno de los superhéroes anuncia: “¡no entendí el final de “Lost”!” El gag nos recuerda que estamos en 2014, a varias décadas del éxito televisivo que hizo de los quelonios mutantes un fenómeno pop. La clave para el director Jonathan Liebesman y para el trío de guionistas detrás del proyecto era esa: encajar la historia en el presente sin resignar rasgos de originalidad. Esa misión está cumplida. Este regreso de las tortugas ninja se concretó por la puerta grande: de la mano de Nickelodeon y de la productora de Michal Bay, bajo el paraguas de Paramount. Se sabe que el elenco firmó contrato por tres películas. Volvieron para quedarse y bienvenidas sean mientras mantengan la frescura, el humor y la acción que inundan esta primera entrega. Para los viejos fans están Splinter, las pizzas y varios guiños ochentosos; para los nuevos, una notable puesta en escena y una perfecta caracterización de las tortugas a partir del sistema de captura de movimientos. La historia es bien simple, tan elemental como los diálogos, salvo cuando los que intervienen son Leonardo, Miguel Ángel, Donatelo y Rafael. Porque no olvidemos que se trata de adolescentes y Liebesman subraya esa condición con algunas viñetas divertidas. Megan Fox es tan bella como de madera balsa para actuar. Y, ¿qué hace Whoopi Goldberg por aquí?
El peso de la nostalgia Vivimos en una etapa generacional que extraña los éxitos de los 80 y principios de los 90. El éxito de la saga de Los Indestructibles, el humor y gags de Guardianes de la Galaxia, la eterna espera por las secuelas de Jurassic Park y Star Wars, no hacen más que confirmar que los treintañeros quieren imponerse hoy más que nunca. Imponer sus modas, imponer sus gustos de hace tres décadas atrás. Y Hollywood está escuchando. Si bien todavía no se animan a lanzar al cine las adaptaciones de los Thundercats, He-Man o El Coche Fantástico, otros héroes vuelven a dar vuelta sus caparazones y salir de las alcantarillas para luchar contra el crimen. No debe sorprender, por lo tanto, que detrás de esta nueva versión de las Tortugas Ninjas, esté Michael Bay, aquel que le gusta destrozar sus muñecos de Transformers frente a cámaras y que las chispas salten de la pantalla a los ojos del espectador. Aquel que ha revivido al “loco de la motosierra”, a Jason y Freddy con paupérrimas remakes de films de culto (por suerte de Michael Myers se dedicó Rob Zombie). Y ahora le llegó el turno de las Tortugas Ninjas, y a diferencia de las anteriores franquicias, Bay optó por dedicársela específicamente al público infantil. Claro, el director de Armaggedon no puede con su genio y contrató a Megan Fox para “deleitar” a un público adolescente, y aportar un innecesaria carga sensual al producto. En primera instancia vale decir, que aquel que vaya buscando un sólido entretenimiento lo va a encontrar a medias. El director seleccionado, Jonathan Liebesman – que viene de haber realizado la subvalorada Batalla: Los Angeles y la pobre secuela de Furia de Titanes – aporta ritmo, humor y dinamismo a un guión demasiado básico desde lo estructural. Es decir, por una lado la narración fluye, hay mucha acción, y – a diferencia de las interminables Transformers – la duración del film es breve, por lo que se hace bastante entretenido para un público menor. Pero Josh Appelbau, André Nemec y Evan Daugherty, guionistas de Misión Imposible 4, podrían haberse esforzado un poco más, no solo a la hora de escribir un argumento un poco más sorpresivo e ingenioso, sino a la hora de darle mayor cuerpo a los personajes, tanto de April O’Neill, la reportera – que tiene un pasado vinculado a las tortugas – como con el villano, El Destructor, famoso archienemigo, que acá se convierte en una máquina metálica similar a un Decepticon – gracias que vemos una sola vez su rostro entre sombras para confirmar que no es un robot – que ataca sin piedad ni descanso a las tortugas, al servicio de un empresario mediático llamado Eric Sacks – siempre maravilloso William Fichtner – creador de las tortugas, junto con el padre de April. Ninguno de los personajes humanos tiene un arco evolutivo, matices, o algo sorprendente de su carácter. Sumado a la inexpresividad de la ex actriz de Transformers, se podría decir, que si no fuera por el carisma de las Tortugas, poco hay para resaltar del film. Básicamente el argumento muestra a Nueva York asediada por una banda de ninjas ladrones, que pretende robar el gen mutante para matar a la población mundial, y el millonario Eric Sacks, que financia los planes de la banda, a la vez pueda salir como héroe vendiendo el antídoto a las grandes capitales mundiales. Un argumento que podría haber salido de una película clase B de héroes de los 90 y cuya ejecución remite al film original de las Tortugas de 1990. teenage-mutant-ninja-turtles-april-oneil1-teenage-mutant-ninja-turtles-2014-movie-review La clave de esta remake está en el carácter de las tortugas y la fidelidad con la que captaron detalles sobre la personalidad de cada una que provienen de los cómics y la serie animada original. Tanto Miguel Ángel como Rafael acaso son las que tienen mayor personalidad – Miguel Ángel siempre enamorado de April, ahora canta hipo hop en vez de rap; Rafael es el adolescente rebelde que desea apartarse del grupo – mientras que Donatello y Leonardo están un poco marginados – se resalta el carácter inventivo del primero y el liderazgo del segundo. Por suerte, la película tiene suficientes guiños para que los seguidores queden conformes con esta adaptación. Conformidad, porque lejos, uno puede llegar a estar realmente satisfecho o fascinado. Los guionistas también se han tomado ciertas libertados con respecto a los orígenes de las tortugas – explicado brevemente en dos buenas secuencias de animación al inicio y mitad del film – y le han dado poco espacio para aquellos momentos de cotidianeidad con Splinter, que aparece brevemente, o para ver a las protagonistas comer pizza. Momentos hilarantes, donde realmente se apreciaba la “humanidad” de estos mutantes. Pero la película tiene suficiente humor y adrenalina para pasar una hora y media agradable junto a los chicos. Ninguno de los intérpretes serán recordados por esta película – Megan Fox está demasiado vestida, Will Arnett mal aprovechado y Whoopi Goldberg, por suerte está menos de un minuto en pantalla – por lo que la única excusa para ver Tortugas Ninjas es por mera nostalgia o simpatía noñera. Las tortugas volvieron a salir de sus caparazones, interactúan en una ciudad de carne y hueso, vuelven a luchar contra el mal. Kowabunga.
Con años récord en recaudación ya no tiene sentido preguntarse por la necesidad del relanzamiento de algunos productos cinematográficos. Es esta gente de marketing de los grandes estudios. Hacen pruebas, encuestas, estadísticas… Uno imagina las carcajadas en una reunión de producción en la cual algún novato pregunta por las razones artísticas. Pobre… Lo cierto es que estamos frente a un reinicio de Las tortugas ninja. Uno de los iconos pop de finales de los ’80, y principio de los ’90, y una de las pocas historietas que no sucumbieron frente al poderío de Marvel y DC Comics, aunque también es cierto que ya tuvieron su momento. ¿Cuanto podía durar la historia de cuatro quelonios mutantes que saben artes marciales y comen pizza? En 1987 fue la serie animada furor en los video clubes (acá las edito AVH en 1989), en 1990 llegaron al cine y de ese éxito surgieron dos continuaciones. Cómo habrá sido el éxito que hasta la industria porno local lanzó en esa época el título “Las tortugas Pinja”. Más de una década después algún nostálgico decidió revivirlas con una nueva versión animada confusa y descolgada, pues retomaba el hilo desde el final de la primera. Así llegamos a hoy, donde todo vuelve a foja cero y como decía Obelix: Vamos allá. En la introducción tenemos la voz de Splinter (Tony Shalhoum, voz en español de Herman López) diciendo un texto de tenor legendario. Nos cuenta que por temor a la discriminación y por protección tomó la decisión de quedarse con Michaelángelo (Noel Fischer, voz en español de Luis Ramírez), Donatello (Jeremy Howard, voz en español de Alan Velázquez), Rafael (Alan Ritchs, voz en español de Gerardo Alonso) y Leonardo (Johnny Knoxville, voz en español de Héctor Gómez), para criarlos y entrenarlos hasta que estuvieran listos para defender a la ciudad de Nueva York. El espectador toma este aviso y se quedará esperando unos 40 minutos hasta verlas. Mientras tanto la joven periodista April O’Neil (Megan Fox, voz en español de Liliana Barba) anda investigando al Foot Clan, una organización con ansias de reventar la ciudad con un virus para luego aplicar antídoto y apoderarse de lo que quede. Como siempre tendremos un lobo disfrazado de cordero y una historia interna que va a dar algunas explicaciones a los fans sobre el origen de los héroes. Siendo una producción de Michael Bay es de esperar que las escenas de acción, sumadas al proceso digital que da vida a las protagonistas, estén brillantemente concebidas. Toda la persecución en la nieve, que incluye un camión, es de colección. Realmente se vive toda esa secuencia a puro vértigo y coordinación. De a poco, forzado al principio, pero luego mejorando, aparece el humor en los personajes que están bien delineados en cuanto a los rasgos característicos de cada uno, y a la vez todos teñidos por una misma coloratura de cierta inocencia. En esto hay un buen mérito de los guionistas para establecer quién es quién. Por el lado de los de carne y hueso también hay algunas certezas. Will Arnet es un actor dúctil que aporta buena química a su partenaire Megan Fox. También queda demostrado que esta actriz es extraordinariamente bella, tan cierto como que no soporta un papel protagónico. Sobreactúa por momentos, además de parecer estar en un registro unipersonal, como si fuera su personaje lo único que importa, aunque esto es un problema de dirección actoral. Un sólido William Fitchner, que siempre está bien, entrega un villano creíble y ajustado. “Las Tortugas Ninja” es una película entretenida, aunque todavía queda por ver si realmente esta fórmula y estos personajes pueden sobrevivir al hecho no tener casi nada para contar. Siempre parecieron el producto de una imaginación forzada a tener que inventar algo nuevo, independientemente del verosímil. Acá es donde los lectores y el espectador deben aportar su máxima capacidad de concesión. Sin esto no queda espacio ni tiempo para generar interés alguno. A ver tortugas, además son mutantes, son ninjas y encima adolescentes (hay que ver cuanto hay de esto último realmente). Son también un poco Taif, lo suficiente como para concluir que estas tortugas entretienen un rato, sí, pero están un poco verdes todavía.
Sólo caparazón El regreso de las Tortugas Ninja es un rosario de artificios visuales en una historia sin fuerza y con personajes desdibujados. ¿Cuántas horas habrán pasado frente a la tele, los que andan entre los 30 y los 40, viendo los dibujos animados de Las Tortugas Ninja? Cuando a principios de los '90 se lanzaron a la pantalla grande tres versiones seguidas de estos personajes, las posibilidades cinematográficas distaban bastante de las que se utilizan actualmente, en cuanto a tecnología se refiere. La lógica indicaba que, con la animación por computadora a favor, no iba a resultar muy difícil tener más vivos que nunca a estos queridos héroes delante de nuestros ojos. Craso error. Lo que se trae entre manos esta adaptación modelo 2014 es un gran despliegue visual, sonoro y efectista, que se contrapone a una historia que en primer lugar cambia varias cosas acerca del origen de estos bichos con caparazón, y que en segundo lugar no logra construir con el espectador común (y es de suponer que menos aún con los fanáticos) una comunión, un lazo. Para los que conocen algo de nombres del ambiente de la industria cinematográfica americana, no resultará extraño que estos conceptos surjan de un producto en el que está metido el realizador Michael Bay. Aunque aquí se pone en el rol de productor y es Jonathan Liebesman el que toma las riendas en la dirección, Tortugas Ninja es un típico arsenal de la factoría de Bay. De hecho, en muchas de las escenas rimbombantes de acción, si se quitara a los mutantes verdes de la imagen, tranquilamente podría pensarse que se trata de una secuencia de Transformes, Armageddon o Pearl Harbor. Básica. La trama es sencillísima: un villano que maneja a todos los estamentos está convirtiendo a la ciudad en un sumidero, por lo que hace falta de manera desesperada la presencia de alguien que restablezca el orden. Y entonces aparecen estas cuatro tortugas mutantes, que en cuestión de pelea parece que se las saben todas, y se erigirán como los salvadores del caos. No existe prácticamente ninguna excusa en el guión por la que se haga necesaria la presencia de Megan Fox, que por supuesto tiene como mejor aporte su físico escultural y su bello rostro. Interpreta a la periodista April O'Neil, quien va acompañada por su camarógrafo Vern Fenwick (papel a cargo de Will Arnett). El resto del elenco también está incorporado a regañadientes, y eso da la pauta de que para los realizadores lo único que importaba era poner en plan de lucha a las tortugas, que el único fin era emprender rápidamente con la parafernalia visual y sonora. Las noticias que llegan desde distintos lugares del planeta donde la película ya lleva varios días de proyectada, indican que la performance en taquilla no es para nada desdeñable. Es probable que por estos lados pase exactamente lo mismo, pero eso no quita que para quienes crecieron disfrutando de estos personajes hace varios lustros, resultará más satisfactoria la experiencia de rescatar los viejos VHS guardados en el placard y ponerse a ver las cintas de los ingenuos pero más genuinos años noventa.
Escuchá el comentario (ver link).
Escuchá el comentario (ver link).
El regreso de las tortugas a la pantalla, fue visto por malos ojos por muchos fans, debido al prontuario cinematográfico de Michael Bay, el productor; y a rumores y guiones filtrados. Finalmente, el producto final no es el apocalipsis como algunos pronosticaban; pero tampoco es un producto novedoso, original o creativo. Es un filme que solamente a los fines de entretener cumple, y se puede llevar a los chicos; pero cualquier pretensión de encontrar algo más que eso, es una empresa inútil. Un filme que le falta muzzarella. Escuchá la crítica radial completa en el reproductor, (hacé click en el link)..
Sabemos que, de entrada, suena absurdo que unas tortugas sean mutantes y sean ninjas. Provienen de un cómic y eso está bien Aceptamos la premisa y nos enfrentamos a la nueva versión live action que gracias al avance de las tecnologías nos permite una mayor interacción entre April O Neal (Megan Fox) y sus tortugas y su rata mascota que, víctimas de experimentos genéticos, han sobredesarrollado sus capacidades físicas y mentales, y ahora, tras muchos años de entrenamiento, han de subir a la superficie a detener el Clan del Pie, de apoderarse de la ciudad de Nueva York. No importa que su apariencia humanoide asuste. O desmaye. Que Splinter asuste a más de uno con fobia a los roedores. El verdadero problema de esta película tiene nombre: Michael Bay. Y no culpamos a los productores, pues para efectos visuales y coreografías imposibles, es el mejor en el medio. Pero como siempre, los grandiosos efectos (mención especial a la secuencia del escape en la nieve), no tapan los enormes huecos en el absurdo guión plagado de referencias geek y populares que los adolescentes (y los no tan adolescentes) aman. Para disfrute de una tarde dominguera y deleite de los pequeños, no defrauda. pero incluso como blokcbuster veraniego, queda mucho a deber. Leonardo, Donatello, Miguel Angel y Rafael no son lo suficientemente carismáticos para quedarse en nuestro recuerdo.
El cáncer Bay se extiende Otro icono de la infancia de muchos, arruinado por la mano ferozmente industrializada de Miguel Bahía... ¿Hasta cuando va a haber espectadores que se dejen engañar por la pirotecnia audiovisual de este señor? Sus trabajos carecen, en su mayoría, de cualquier tipo de amor por las buenas historias y la cinematografía. Simplemente son un collage de efectos especiales pornográficos, gente linda y mensajes patrióticos descerebrados. En en caso de "Tortugas Ninja", el director no fue Bay, sino Jonathan Liebesman ("Battle Los Angeles", "Wrath of the Titans"), discípulo del infame, pero se notó a leguas la mano de Miguel Bahía sobre toda la producción. Es básicamente "Transformers" pero con tortugas ninjas mutantes. Creo que este producto safa un poco más que la horrible saga de los autos robots, pero sólo porque decidieron darle a los protagonistas más carisma que a los insípidos autobots. Lo demás es muy parecido... Megan Fox haciendo despliegue de sus dotes físicas (de los cual no me quejo) y nada más, porque de interpretación no entiende mucho, historia narrada con la misma pasión que puede llegar a tener una piedra, humor forzado que no funciona en el 80% del metraje, musicalización asfixiante y por supuesto, los mensajes patrióticos y cursis que tanto le gustan a Bay. Lo que me sorprende es que este tipo siga cosechando éxitos de taquilla cuando todo el mundo sabe que sus trabajos cinematográficos son un fiasco. Lo mismo está pasando con Liebesman, que hasta el momento no ha tenido un solo film como director que valga la pena resaltar. Lo digo siempre... ¿hacia dónde están yendo nuestros gustos cinematográficos? ¿Realmente esto es lo que queremos ver cuando pagamos una entrada de $70 argentinos para ir al cine? Ojalá que sea sólo algo pasajero, que no se instale. Estamos viviendo tiempos en los que los espectadores más jóvenes están expuestos a los más variados productos superficiales en el cine, donde lo único que importa parece ser qué tan hot es el o la protagonista, si hay algún culebrón amoroso o si los efectos especiales son lo suficientemente espectaculares como para adormecer la mente. Ojalá no todo termine en eso. La trama que propone "Tortugas Ninja" es muy básica, centrándose en uno de los orígenes más pobres y rápidos que se han visto en el último tiempo en la gran pantalla. El entretenimiento se sostiene con algunas secuencias de acción, pero no llega a ser un buen producto. Los villanos son acartonados y el Clan del Pié está caracterizado pésimamente. Todo el CGI volcado en la producción no alcanza a cubrir los baches de guión y termina decepcionando. No recomendable.
Publicada en la edición digital #265 de la revista.
Una historia que une a generaciones Nuevo capítulo de Las Tortugas Ninjas en el cine, recibe el aval de quienes disfrutan de su acción y buen humor. April O'Neil (Megan Fox), una periodista de Canal 6 de prensa en Nueva York, observa cómo una misteriosa organización llamada el Clan del Pie aterroriza a Nueva York. Testigo de un intento de robo en un depósito de químicos en el puerto, es también la única que llega a ver la figura del enigmático héroe que lo frustra. Aunque intenta convencer a su superior de que existe un vigilante que cuida a la ciudad de las acciones de los malvados y esto es noticia, nadie le cree. Pero ella va detrás de la noticia y no cede hasta que se ve de frente con la verdad: Leonardo, Michelángelo, Donatello y Raphael, cuatro tortugas que ella misma bautizó y fueron parte de un experimento genético realizado en el pasado por su padre y el empresario Eric Sachs, mutaron, crecieron en las cloacas de Nueva York y se convirtieron en guerreras ninjas al cobijo del maestro Splinter, una rata de laboratorio que evolucionó con mayor rapidez y las tuteló. Ahora, todos irán detrás de los villanos y darán algunas vueltas a cuestiones que los involucran. Para disgusto de los fundamentalistas, ésta es una adaptación de la segunda parte de la serie televisiva, propuesta por Nickelodeon desde 2009, con proyecto de película incluido. Producida por Michael Bay --un experto en acción, que no obstante viene de fallar con ganas con Transformers 4-- Tortugas... tiene tanto movimiento como para no aburrir, un muy buen tratamiento del 3D y un guión de historia endeble pero humor fiel al estilo de la franquicia, que lo salva y le da buenos momentos al espectador. Y aunque las críticas no han sido unánimes ni benévolas respecto de la cinta, las expresiones de grandes y chicos en la sala de proyección demuestran que se trata de un entretenimiento, pochoclero, claro está, pero que une a generaciones frente a la misma historia.