Una historia de película... una película que no hará historia Tengo muchos amigos y conocidos que adoran a Sandra Bullock. No participo de ese curioso culto que la considera una de las mujeres más bellas y simpáticas del planeta, aunque admito que es una más que digna comediante. Ahora bien, ¿creerán ellos que la dulce y carismática Sandra se merecía el premio Oscar por este mediocre, obvio y aleccionador culebrón sobre una republicana religiosa y de armas tomar (literalmente) que termina adoptando a un joven negro y analfabeto que proviene de una familia marginal hasta convertirlo en una estrella del fútbol americano? Si la trama -basada en un hecho real (es la típica historia "de película"- resulta ya inquietante, mucho más lo es su maniquea construcción y resolución. No me gusta mucho meterme en estos asuntos, pero no pocos colegas estadounidenses hablaron incluso de una película racista, con los blancos buenos que ayudan a los negros pobres y brutos a triunfar en el mundillo de las universidades y el deporte profesional. Aunque alcanza a lucirse en un par de situaciones cómicas (cuando enfrenta a los entrenadores machistas) y sortea con cierta nobleza los pasajes en los que afloran los excesos lacrimógenos, la actuación de Bullock no sólo está muy lejos de otras que han merecido el mismo premio sino que incluso creo que no figura entre las mejores de su carrera. El mediocre director deEl novato y El Alamo no elude ninguno de los clisés, lugares comunes, subrayados y golpes bajos de ese cine de Hollywood que se parece demasiado al "telefilm de la semana". Es cierto que hay alguna que otra escena más o menos inspirada o que Kathy Bates (la maestra demócrata) aporta sus habituales pinceladas de (buen) humor, pero el resultado final no deja de ser bastante opaco y decepcionante. Notable éxito de taquilla en los Estados Unidos (la presencia de Bullock y el tema del fútbol americano ayudaron mucho), Un sueño posible es una película menor que sólo quedará en la historia, entonces, para aquellos incondicionales adoradores de Sandra que habrán festejado su triunfo en la noche de los Oscar.
De todas formas, si bien es un muy buen film, creo que si no hubiera estado nominado a los premios Oscar, no se le prestaría mucha atención. No sé qué opinarán ustedes, pero no he visto nada extraordinario en la actuación de Sandra Bullock como...
The Blind Side es el drama deportivo made in Hollywood por excelencia. De esos que se han filmado tantas veces que ya no se ven muchos, pero en otra época, eran prácticamente un género aparte. Desde Rocky hasta El luchador, o desde The Natural/El mejor, de Barry Levinson, a Campo se sueños, con Kevin Costner. Muchacho de los suburbios con pocas posibilidades en su vida, y un talento innato que le abre las puertas a un mundo mejor. La diferencia aquí es que no lo incentiva ni lo descubre un entrenador, un amigo, un padre abusivo. Quien le da el primer empujón es una señora de la alta sociedad, que se lo cruza casi por casualidad, y que por otros motivos empieza a brindarle su ayuda, hasta que descubren juntos ese don que el joven lleva consigo. Mi hermano, al ver el trailer, dijo que Sandra Bullock parecía Erin Brockovich, por el look y por la postura que se le veía: canchera, bien dispuesta, inteligente, con presencia, sin nada que perder. En cierto modo, la analogía es correcta. Y si Julia Roberts necesitó de ese papel para consagrarse como actriz "seria" y "oscarizable", la misma vara sirve para Sandra Bullock, aunque en menor medida. Su actuación en este film es central, y esencial. Su presencia es ciertamente magnética. Está realmente hermosa, le sienta bien el papel de madre de familia, con un hogar tipo norteamericano de casa de muñecas. Es, vale decir, un rol algo estereotipado. Pero es válido por el tipo de film en que está inmersa. Se sabe que está basado en un personaje e historia reales, y el hecho de que esté teñida de rubio se debe a que la verdadera señora a quien interpreta es una madre de familia de 50 años, y no es un personaje del pasado. Hay muchos momentos que rozan lo inverosímil, pero reitero, al comprar el subgénero, y una vez metidos en él, la historia se disfruta, y uno espera ver a Bullock como un torbellino, como esa mujer que ampara a ese joven talentoso como una reina madre, con toda la potencia, el encanto y la más atractiva de las personalidades. Personalmente, no alcanza para un Oscar, pero será bien merecido su lugar en el quinteto de nominadas. ¿Es un hallazgo verla aquí? ¿Es un logro del director? Sabemos que le juega en contra haber hecho tantas comedias flojas, y tantos otros blockbuster, pero por ejemplo yo me sorprendí, y gusté de ella, al verla en La casa del lago, dirigida por el argentino Alejandro Agresti, y en otra sintonía bien diferente a Máxima velocidad, junto a Keanu Reeves. Pienso también en 28 días, en Fuerzas de la naturaleza, o en sus sobradas dotes de histrionismo en Miss Simpatía. Y, la verdad, está muy bien. No creo, como afirman muchos, que Infamous, y su rol de Harper Lee, sea su mejor papel. Ni que la hayan subestimado por Crash, a diferencia de la olvidada Thandie Newton. Pero espero algo para su futuro: verla en otros films, con personajes tan ricos como el de The Blind Side. Un dato no menor: muchas podrían haber sobreactuado esta caracterización, y Bullock jamás lo hace. Se percibe que ha respetado su rol, y que lo ha llevado a los mejores destinos.
¡Maldita hipocresía! ¿Es posible ser tan ciego? En el fútbol americano, le llaman punto ciego (o al menos así entendí en el prólogo de la película) al jugador que logra empujar y sacar del juego al delantero del equipo opuesto, para que su propio delantero pueda atacar y anotar un touchdown. No me gusta el fútbol americano y nunca lo entendí demasiado tampoco. Si bien reconozco las similitudes con el rugby (deporte que nunca me atrajo demasiado hasta que emocioné con Invictus de Clint Eastwood), lo único que veo siempre en las películas estadounidenses es el show. En Febrero de cada año, se realiza la gran final, llamada Superbowl, uno de los eventos deportivos más importantes del año (algo así como la final de la Libertadores o de la Intercontinental para los estadounidenses pero sin salir de los Estados Unidos). En el entretiempo cantan grandes bandas, se exhiben los trailers de las películas más pochocleras del año, etc y esto emociona a todo el mundo. Los estadounidenses no comprenden como el fútbol americano no interesa en otros países (me lo dijo un estadounidense) y, en cambio, les resulta insulso un partido de fútbol tradicional… (se nota que nunca vio un River – Boca… en cuanto a fervor, no a juego generalmente). Pero acá debemos evaluar una película y no un deporte. Lo cierto es que Un Sueño Posible, es la hipocresía del conservador estadounidense, el sueño del republicano potenciado. La excomulgación de los “pecados” de la etapa esclavista, pero con un subyacente discurso racista. Si esta película se hiciera en la Argentina, no serían pocos los que acusaría al director de fachista de ultraderecha. Pero en Estados Unidos es nominada al Oscar mejor película del año y su protagonista, ganadora del premio a la mejor actriz. La idiosincrasia de los estadounidenses a la hora de nominar cada vez tiene menos coherencia. Se puede hablar de versatilidad, pero la verdad que nominar a una obra maestra del pesimismo, escepticismo y de la incertidumbre teológica (Un Hombre Serio de los Coen) contra este panfleto republicano es una verdadera vergüenza. Vale aclarar, que la película de los Coen pone en cuestión algunas prácticas judías. Si hubiesen hecho lo mismo con la Iglesia Católica, pienso que la película podría haber tenido mayor éxito, pero dudo que la hayan nominado. Sandra Bullock compone a Leigh Anne, una dama de la alta sociedad, orgullosa cristiana, que un día ve a un pobre chico negro, “Big Mike”, en la calle, bajo la lluvia (por supuesto, sino no dará lástima), y le da un sofá para que duerma y “pase la noche” con ella y su familia. Retrocedamos. Michael (o Big Mike) proviene de la zona “pobre” de Missippi, hijo de una adicta al crack, criado entre pandilleros negros drogadictos. Michael pasa de casa en casa, hasta que el padre de un vecino del barrio, trata de incorporarlo en una importante escuela secundaria católica privada, donde el profesor de educación física y entrenador de fútbol, piensa que con el cuerpo que tiene Big Mike, va a llegar a ser un gran jugador. Sin embargo, su falta de atención en clase y timidez (único negro entre blancos), provoca que tenga pobres notas, y no participe, a pesar de tener “un buen corazón” y honestidad. Cuando está a punto de ser expulsado, lo agarra Leigh Anne, que conociendo los deseos del entrenador hará lo (im)posible para que Michael entre a las grandes ligas, pero este no es tan buen jugador como se pensaba. Este cuento de hadas con moraleja, esta fábula similar a la historia de la Cenicienta es vergonzosa (realmente es aterrador pensar que es una historia real) y sobretodo superficial, pretenciosa, culposa, obvia y literal. Lo peor es que al principio, y durante el desarrollo, es manipuladora, atractiva, compradora. Gracias a una buena fotografía y un tono seudohumorístico (impuesto por una forzada caracterización de Bullock), falso positivismo, optimismo, personajes estereotipados, clisés, el millón y uno de los lugares comunes de este tipo de historias. Hancock, un director “orgulloso dandy yanqui”, que viene de hacer películas de similar patriotismo, combinado con el sentimentalismo y el “deporte” como la exitosa (solo en Estados Unidos) El Novato para la Disney (con Dennis Quaid “debutando” como jugador de Beisball) y la penosa remake de El Álamo son ejemplos muy poco inspirados de este realizador mediocre, que parece que no vio una sola película que no provenga del cine clásico más cursi, del cine estadounidense. Cada plano rebosa en una grandilocuencia abrumadora y humillante. Mientras que la mayoría del cine “indie” terminó por aburrir mostrando el fin del sueño americano, la mentira que se encuentra detrás de las mansiones, de la vida elitista de la “familia media”, Un Sueño Posible la revalora con un mensaje peligroso: el dinero hace la felicidad. Una familia blanca, cristiana, con cargo de conciencia, culpa por su riqueza adopta a un chico pobre, y este chico terminará como estrella de fútbol. Por supuesto, para eso debe vender su alma al diablo, dejar a su madre olvidada (la misma, en una escena muy patética e inverosímil “regala” a su hijo a la familia blanca con gran placer), dejar su barrio, dejar a sus “amigos”. Para un millonario blanco es sencillo imaginar como Michael deja tan fácilmente ese “hogar” para caer en las bondadosas manos de la nobleza. Aunque la película, en una secuencia bastante simplona y banal, cuestiona como el “contexto” decide por Michael, lo manipula para lucrar económicamente con su juego, la respuesta termina del mismo termina siendo: “yo hago lo que la gente me dice que haga, porque a veces hay que hacer lo que otros te dicen que hagas”… Sí, una apología a la manipulación y la demagogia. Por lo menos, en este sentido, Hancock es honesto. Las intenciones por crear un lazo afectivo con el espectador es realmente patético. Aun, cuando se intenta no caer en el golpe bajo, ni en la melosidad o lacrimogenia facilista como otro patético film de la temporada de premios como fue Preciosa, hay que admitir, que al menos el film de Daniels tiene “algo” de personalidad… personalidad amarillista, televisiva, videoclipera, sí, pero al menos fue realizada por un director autor. Hancock se comporta peor que un director televisivo. Su rol detrás de cámara carece de carácter para salirse de la mediocridad, del convencionalismo. Lleva la teoría de la cámara invisible a un extremo odioso. Sin emoción, con un humor impostado, burdo, Un Sueño Posible es la pesadilla del cinéfilo inteligente. El elenco, encabezado por una Sandra Bullock, que por primera vez crea un personaje distinto al resto de su filmografía, con tics, acento sureño impostado lleva adelante la película, pero aunque la mona se vista de seda… Su interpretación no es destacable. Es mejor que las otras en su carrera, pero para ganar tantos premios… Sí, como dice Fontanarrosa, El Mundo ha Vivido Equivocado. Del resto del elenco, solo Quinton Aaron en el rol de Michael hace una interpretación aceptable, austera y expresiva. Lastima, que en la película equivocada. Los otros, solo sobreactúan personajes mil veces visto en la televisión estadounidense (los profesores condescendientes, los más estrictos, los entrenadores misóginos, flacos, histriónicos), desde el inexperto cantante Tim McGraw hasta Kathy Bates, cada vez más alejada de soberbia interpretación en Misery. Un Sueño Posible es una película engañosa, inflada por una estética tan conservadora y clásica como su ideología política. Localista en su humor. Superficial en su crítica social. Demasiado cinematográficamente correcta y diplomática. No se trata de un film fallido para los ojos de un espectador que comparta la ideología, y el sentimiento culposo de la protagonista seguramente, el guión del propio Hancock no contiene falencias en cuanto a ritmo, o altibajos narrativos. Solo que aburre, por sus pretensiones, previsibilidad y prefabricación, en la construcción de la historia. Tan real como inverosímil, prefiero “amargarme” y aburrirme con un superclásico, que tener que soportar tanto patetismo cinematográfico junto en un sola película.
Ojo con la moral, negrito Dirigida por John Lee Hancock, creador de El Novato (The Rookie, 2002), película de Disney sobre baseboll con Dennis Quaid, quien también escribió el guión basándose en el libro “The Blind Side: Evolution of a Game”, de Michael Lewis, Un sueño posible (The Blind Side, 2009) tiene una sub-lectura peligrosa: los blancos salvan a los negros. Un sueño posible es la historia de Michael Oher (Quinton Aaron), un marginal afroamericano que será rescatado de la calle por una familia acomodada encabezada por Leigh Anne Tuohy (Sandra Bullock). Viviendo en un entorno que le es ajeno, Michael irá desarrollando habilidades como jugador de fútbol americano convirtiéndose en un héroe popular entre los jóvenes y en un producto codiciado por los seleccionadores universitarios. Los vínculos genéticos de Michael son sumamente disfuncionales: una docena de hermanos repartidos por el país, descentralizados por una madre adicta al crack. Al intentar sobrevivir tibiamente en la calle como un sufriente nómade, los Tuohy –una influyente y adinerada familia que decide adoptarlo- determinarán un nuevo presente al conflictuado adolescente presentándole la posibilidad de estudiar, desarrollarse intelectualmente y, sobre todo, insistirle en el deporte (motivo aparente que será el plot point de una trama liviana y sin demasiadas complicaciones vagantes entre reconocimientos excesivos y depresiones sin desenvolver). ¿Por qué los estereotipos siguen funcionando en la estructura comercial hollywoodense? ¿Por qué los afroamericanos son mostrados como gangstas y los blancos como civilizados pudientes? Esta “problemática continua” resta puntos en la credibilidad retratista (una historia que se comercializa como real, termina por ser vendida, pese a ser una “comedia familiar”, como un todos-hagamos-feliz-al-negrito de forma estrictamente superficial). Hay un personaje que es realmente simpático, un niño capaz de darle la cuota de onda a un elenco convencional, donde todo funciona en plan del éxito deportivo, entre emociones tibias, del muchacho protagonista, y es S.J. Tuohy (Jae Haed). Este pequeñito entrometido le pone la simpatía justa a un relato con la oportunidad de explotar pero que termina en las medias tintas de lo complaciente. Una perla a rescatar. Por otro lado, Sandra Bullock como la tutora de Michael Oher, Miss Sue, la señorita Tuohy, está tan regular que dan ganas de avisarle que está protagonizando una película con contenido social, demostrando con ello la pifia del cast. Sin embargo, pese a las oscuridades de la simplicidad (la linealidad del guión), la película se sostiene por lo entretenido de lo cotidiano y lo superlativo del desenlace: que Michael Oher esté en la universidad o jugando en la NFL poco le importa a todos (protagonistas y espectadores), lo que de alguna manera libera ciertas tensiones. Si bien la taquilla respondió positivamente en los Estados Unidos Un sueño posible, este film no comparte la coyuntura de la idiosincrasia nacional, por lo que puede costarle su aceptación en nuestro mercado. Conste: si va a ver una comedia de deportes, está bien.
Un Sueño Posible es la otra cara del drama deportivo. Normalmente este peculiar género habla acerca de cómo el esfuerzo, expresado a través del sudor de los personajes, les permite tocar el cielo con las manos. Uno tal vez primero piense en Rocky como el primer ejemplo, o bien, al saber que se trata de Fútbol Americano uno recuerde a Rudy, sobre todo porque se trata de fútbol americano escolar. Bueno, esto no es tan así. Estamos frente a una extraña mezcla entre filmes como Vidas Cruzadas, Radio y Somos Marshall, con algunos toques de Duelo de Titanes. Extraña mezcla si las hay. Esta es la otra parte de las historias deportivas ¿Qué pasa cuando uno quiere que estás cosas pasen? ¿Qué pasa cuando uno se vuelve un personaje dentro de la historia para dar una mano? Acá el personaje de Sandra Bullock representa, en cierto modo, el deseo de los americanos de que el sueño americano sea algo posible, e interfiere directamente en hacer esto posible para el protagonista. Es algo 100% altruista, no, no lo es. Son solo negocios, tampoco. Es una extraña mezcla entre ambos, y eso resulta un poco incómodo para el espectador. La película se mueve constantemente en un territorio ambiguo y delicado, donde las vetas de lo deportivo y lo político/social no se distinguen como deberían, o no se hacen las analogías de forma apropiada. Más allá de esto, la película cumple con la cuota necesaria de ambos temas, y por supuesto, con la cuota de moralina correspondiente. En lo que lo deportivo representa hay un respeto bastante interesante sobre lo que es el juego en si. No es la historia del quarterback talentoso que tira pases imposibles, o el equipo de chicos sin talento que logra hacer historia. Es la historia de un tacleador ofensivo con voluntad y un poco de suerte. Y eso es interesante. Se muestra desde otro lugar el proceso de draft escolar, y eso también resulta interesante. Si bien uno no puede decir que se respeta todo el espíritu del libro The Blind Side: Evolution of a Game, hay ciertas cosas que aquel que mira Fútbol Americano disfrutará un poco. Todas estas contradicciones, o mejor dicho, tensiones que se hacen presente en la película hacen que el resultado final tenga un gusto agridulce, tal vez sea que el director jugó un poco a ser “Sandra Bullock” y puso un poco de sus propios deseos para que la balanza se incline para un lado, en lugar de aprovechar esos grises para dotar a la película de personalidad. De todos modos, no puedo evitar pensar que es una historia que vale la pena contar y que, al leerse entrelíneas, se puede encontrar algunos detalles interesantes, y un poco críticos.
Una segunda oportunidad Big Mike (Quinton Aaron) es un adolescente de color, gigantesco, el nuevo de la clase, tiene dificultades de aprendizaje y vive en la calle porque viene de suburbios peligrosos. Es el nuevo compañero de la hija de Leigh Anne Tuohy (Sandra Bullock, ganadora del Oscar en el rubro “mejor actriz” por este papel)), quien lo invita a resguardarse del frío y a quedarse a dormir una noche en su lujosa mansión. Su esposo y sus hijos lo aceptan. Lo que comienza como un gesto de bondad termina siendo algo importante: Big Mike llega a convertirse en miembro de la familia Tuohy, sin importar las diferencias sociales y raciales existentes. Y también clasifica para jugar con los grandes del rugby. El relato de John Lee Hancock tiene claras intenciones integracionistas y es el típico relato que fusiona drama, emoción y deporte (antes lo había hecho para Disney en The Rookie); y aunque parece demasiado rosa en su tratamiento, muestra un giro en la última media hora que lo torna más atrapante. Leigh Anne es capaz de todo para proteger a su nuevo “hijo”: desde entrometerse en los entrenamientos, comprarle ropa y hasta una costosa camioneta. Y si es necesario, también puede enfrentar a su selecto grupo de amigas que no ven con buenos ojos la idea de que un “negro” viva en su casa. Efectiva, emotiva y con buenas interpretaciones (Kathy Bates aparece como la profesora particular), la película cumple su cometido.
La actriz que gusta más por su querible sencillez A los 46, vive el tramo más importante de su vida y de su extensa carrera: ganó el Globo de Oro y el Oscar por "Un sueño posible", que llega el jueves. Una mujer que atrae por su humor, calidez y cero divismo. Cae bien Sandra Bullock. No despierta envidias, ni broncas, ni miradas con desdén... Quizás porque siempre tuvo que remarla con esas comedias algo inocuas, o aquellos films de acción que la tenían como extraña protagonista: "Máxima velocidad", por caso. Tal vez guste porque parece la típica 'piba' de barrio, sin ese glamour que distancia y poseedora de esa sonrisa natural y vendedora que le valió protagonizar "Miss Simpatía". Y, como casi ninguna de sus colegas, tiene una gran virtud: saber reírse de sí misma, como cuando hace diez días pasó a retirar el premio a la peor actriz de 2009 por "Alocada obsesión", film que fue sin escalas al DVD. Sandra, sin vacilar, dio la cara -como casi nadie- y se divirtió con ese premio-castigo, sin sospechar que veinticuatro horas más tarde levantaría la estatuilla que todos ansían. Y Bullock, a los 46, tuvo al fin su bautismo con "Un sueño posible", que se estrena el jueves en la cartelera porteña. La historia, basada en hechos reales, es un cuentito navideño, políticamente correcto. La aquí rubia Bullock es madre -aún atractiva- de una conservadora, católica y pudiente familia perfecta. Y así, de un día para el otro, adopta a un adolescente gigantón, negro, que se encuentra a la deriva, sin estímulos pero con un rostro angelical y un par de ojos de esos que Hollywood "compra" sin vacilar. De menor a mayor, la historia irá tomando calor a partir de la inserción a la familia de Big Mike, como le dicen al muchachote. Y como es de esperar, las miradas de asco en el pituco vecindario y en la escuela de hijos bienudos, mutará por abrazos amigos y fraternales. En el rubro Mejor Actriz, francamente, Sandra tenía una empresa complicadísima, con la siempre amenazante Meryl Streep, la prestigiosa Helen Mirren y las quizás merecedoras de la estatuilla Gabourey Sidibe ("Precious") o Carey Mulligan ("Enseñanza de vida"). Pero Bullock se quedó con el Oscar por acumulación de méritos -si se quiere-; el norteamericano promedio se inclinaba por Sandra, por eso apoyó tanto al film, que en EE.UU. tuvo gran audiencia. Además, habrá que agregar que en enero la protagonista de "La propuesta" y "Vidas cruzadas" se llevó un Globo de Oro, advirtiendo a propios y extraños que sería algo más que una convidada de piedra en la velada del Kodak Theater. Sin ninguna duda será una vuelta de página, un punto de inflexión este personaje, esta película con la que Bullock parece despedirse del género comedia que le dio tanto de comer, aunque también le restó cierta estrella y fue catalogada de "actriz del montón". De la generación de Julia Roberts, Sandra no alcanzó el estrellato de la "mujer bonita" y no por ser menos actriz, sí quizás por la dirección que tomó su fluctuante carrera, que contó con prestigio a cuentagotas, pero con una popularidad garantizada. "Dejé de hacer comedias románticas. Son terribles, son malas. No son divertidas", dijo en la entrega de los Golden Globe, anunciando que se termina un ciclo de polleritas cortas y jeans ajustados para postularse a ese otro cine, el dramático, el de historias reales, que cala más hondo y que suele ser el trampolín para los grandes pergaminos.
EL ORGULLO DE VIVIR AYUDANDO Para que los sentimientos en una película puedan llegar exitosamente al espectador el trabajo direccional y de cada uno de los integrantes de la misma tienen que mantener un grado de exactitud y excelencia destacable. Esta cinta, dejando de lado las similitudes con otros films del mismo género, sus errores y aciertos, logra crear una sensación poco común en el público y esta misma es nada más y nada menos que la inspiración. La historia se centra en la vida de Michael, un joven que gracias a la ayuda de Leigh va a desarrollar uno de sus dones inmersos en su personalidad, la defensa en el fútbol americano. Una relato de vida, de superación y aceptación. Teniendo características morales muy similares a las desarrolladas en “Precious”, la cinta comienza con el final de la historia, presentando el presente del protagonista y dando lugar a que poco a poco se plantee el desarrollo de la vida de Mike, manteniendo un humor muy delicado e inteligente y principalmente un estilo documental que se destaca mientras los minutos van pasando. Esta es una película que mientras se va desarrollando va poniendo a prueba al espectador con respecto a sus sentimientos, a lograr apreciar de los detalles, ya sean visuales y técnicos o los propios del protagonista, y primordialmente, a que se vaya presentando un contraste entre los dos caminos de vida que se plantean. El trabajo actoral es excelente principalmente en el rol protagónico femenino. Sandra Bullock interpreta a una mujer decidida, fuerte, que no le teme a los retos, dotándola de una dulzura y un profesionalismo impecable. Este no es solo el mejor papel de la película, sino también una de las mejores actuaciones en la carrera de esta actriz. Los detalles son importantes y en esta actuación sobresalen en todo momento gracias a cada una de las expresiones que Sandra mimetizó en su rol. Quinton Aaron (Michael) desde un comienzo desarrolla una actuación reinada por la seriedad y la poca expresión, pero mientras los minutos van pasando y mientras se van conociendo los problemas por los que su personaje debió pasar, esa seriedad se va transformando en una forma de rendirse hacia la vida, a enfrentar, cansado y sin ganas de contestar, a todas las cuestiones discriminativas que lo rodean. Una actuación muy bien lograda. Los demás miembros de la familia están muy correctos, especialmente los dos chicos Lily Collins y Jae Head. El centro de la historia, además de contar obviamente cómo el protagonista llegó a ser lo que es, es mostrar el desarrollo de una familia, que no tiene rencores, pretensiones ni limitaciones, que está dispuesta a nombrar como hijo o hermano a un extraño que vivía solo y que presentaba un pasado complicado. Se muestra todo ese desarrollo, con sus complicaciones, alegrías, legalidades y ambiciones y gracias al correcto, pero por momentos regular trabajo de dirección, esa historia llega al corazón del espectador. Por el lado técnico la cinta se destaca por su ambientación, su vestuario (medido y muy delicado) y por aprovechar de los detalles que hacen de la historia y principalmente de las actitudes de Michael una película agradable. Por momentos no se aprovechan los recursos que se tienen a su disposición, ya sean las tomas de las canchas y de cada uno de los partidos o de los cambios bruscos en las actitudes académicas del muchacho, que indudablemente pudieron haber estado mejor resueltas visual, sonora y fisicamente. Como se ha planteado antes, “The Blind Side” deja al espectador inspirado y abierto tal vez para tratar de imitar lo que Leigh Anne Tuohy hizo en su vida. Un correcto film dramático, con los condimentos precisos que caracterizan al género y con una excelente interpretación por parte de Sandra Bullock. Una opción diferente a la hora de elegir qué ver en el cine. UNA ESCENA A DESTACAR: la primer noche y el primer almuerzo de Michael en la casa de Leigh
Una fábula para creer en la caridad cristiana Mientras el resto del mundo se debate entre signos cada vez más visibles de que las cosas no van bien, la cultura media estadounidense sigue produciendo fábulas aleccionadoras en las que creen a pies juntillas, como si vivieran en una burbuja de bambis y dumbos. Anunciándolo desde el propio título (el original es menos obvio), Un sueño posible es la más reciente de estas fábulas, que en otra época daban para esos especiales de televisión que se conocían como “la película de la semana” y en este caso, gracias a la presencia de esa novia de América que es Sandra Bullock, pueden llenar las salas de gente y hasta llegar al Oscar. Lo dicho: cada vez son más visibles los signos de que las cosas no van bien. El press book define la película como “la historia de un traumatizado chico sin techo, que llegó a ser jugador de fútbol americano gracias a la ayuda de una mujer dispuesta a cuidarlo y su familia”. La película empeora la sinopsis, si eso es acaso posible. Empezando por el intento de restaurar la idea de “caridad cristiana”, en la más conservadora de sus variantes. Ricachones sureños, la familia adoptante, los Tuhoy, son algo así como los primos high del white trash. Papá es dueño de 85 sucursales (sic) de la cadena de hamburgueserías Taco Bell. El hijo menor, al que se quiere hacer pasar por simpaticón y avispado, parece extraviado entre una película familiar de los años ’40 y una de los ’50. Mamá es una Sandra Bullock rubia (el cambio de color de pelo, signo visible de que está “actuando”, habrá sido seguramente la razón del Oscar que acaba de recibir), una de las damas de caridad más notorias de la sociedad de Memphis, Tennessee. Entre referencias a los rebels de la Guerra de Secesión –que dan la impresión de que viven un siglo y medio atrás–, cada vez que Los Tuhoy se sientan a la mesa, rezan. A partir del momento en que incorporan a la familia al “traumatizado chico sin techo”, esta versión chupacirios de Papá lo sabe todo deriva hacia el lado de Piegrande y los Henderson. Por algo llaman Big Mike a Michael Oher, el muchachote afroamericano que Bullock y los suyos deciden adoptar, que es como el doble buenazo de Precious. Hijo de una adicta al crack, semianalfabeto, con una lentitud mental que tal vez sea discapacidad, el muchacho mide algo así como 2 m de alto x 1 y ½ de ancho x 1 y ½ de fondo. Las autoridades del high school dicen incorporarlo al colegio por caridad cristiana (es una institución religiosa), pero en realidad lo hacen porque emboca un doble detrás del otro (después lo pondrán como ariete de fútbol americano y se cansará de arrasar rivales). En los vastos y no muy elegantes interiores de su mansión sureña, los Tuhoy lo contemplan arrobados, como si fuera de peluche. Michael cometerá algunos inofensivos desmanes y los hará reír y emocionarse. Big Mike y los Tuhoy debió titularse la película, para hacer más explícito el referente.
Tócala de nuevo, Sandra Sin entrar en el debate sobre la justicia de un premio Oscar otorgado a la clarísima protagonista (el pobre Quinton Aaron, por central que sea su personaje, es una excusa para el lucimiento de la verdadera estrella blockbuster de este filme), hay que reconocer que Bullock consigue en este filme de sencillo planteo y obvia resolución uno de sus puntos más altos, si no el más alto de su carrera. En el panorama cinéfago actual hay lugar en taquilla para un acotado número de filmes, agrupables en categorías más o menos diferenciables por género y público. Cada tanto surgen joyas que rompen con la estructura de lo previsible, pero no es este el caso del filme de John Lee Hancock (esta es la primera de sus películas como director que llega a Argentina). Dentro de las películas que pretenden ser joyas y se imponen a fuerza de simpatías del público sí hay un lugar para "Un sueño posible", basada en una historia real que, con poco de verosimilitud y mucho de coherencia cinematográfica, deriva rápidamente de las asperezas de los dramas cotidianos a una suerte de comedia amigable, digerible y rápidamente olvidable.
Si la historia del jugador de fútbol americano Michael Oher no fuera cierta probablemente Hollywood la hubiera inventado. La cosas que vivió este deportista parecen creadas por un guionista especializado en melodramas pero lo cierto es que los hechos ocurrieron tal cual se cuentan en este estreno. Oher, quien en la actualidad tiene 23 años, es uno de los jugadores de fútbol más prometedores que surgieron en los últimos años y su historia de vida personal se hizo conocida en el 2006 con la publicación del libro “The Blind Side: Evolution of a game”, del periodista Michael Lewis. El libro se centraba en cuestiones de estrategia y tácticas de ese deporte y en la segunda mitad se contaba el origen de este jugador. La historia pegó tan fuerte en los medios que el trabajo de Lewis enseguida se convirtió en best seller y en Hollywood no tardaron en llevar esta historia al cine. La película fue dirigida por John Lee Hancock, quien en el 2002 hizo un film similar para Disney, The Rookie (con Dennis Quaid), no estrenado en nuestro país, sobre un jugador de béisbol que a los 40 años debutó en las grandes ligas de ese deporte. El motivo principal por el que Un sueño posible no terminó editada en dvd como The Rookie se debe a que Hancock no se concentró en cuestiones deportivas, sino en el drama humano y la vida del protagonista que es sumamente interesante y accesible la película para el público fuera de los Estados Unidos. Probablemente en manos de otro director como Lee Daniels (Preciosa) Un sueño posible se hubiera transformado en un dramón meloso insoportable. Hancock narró este film con tacto sin exagerar las situaciones fuertes de la vida de Oher a la vez que aportó un poco de humor a la trama. Sandra Bullock después de mucho tiempo encontró con este proyecto un papel donde pudo destacarse como actriz y vuelve a demostrar que está para mucho más que las últimas comedias tontas en las que apareció. Me pareció acertado que los productores cerraran el film con fotos de los protagonistas reales que formaron parte de esta historia que parece salida de un cuento de hadas, pero que para estas personas simplemente fueron los hechos que enfrentaron en su vida en los últimos años. Un sueño posible es film entretenido que se destaca principalmente por el trabajo de Bullock que finalmente se pudo destacar en una buena película.
Sandra Bullock y su papel para el Oscar Una historia menor de dolor y triunfo, que no invita a la reflexión y que cae en la sensiblería Desde la primera hasta la última escena de Un sueño posible se presenta una historia de dificultades, dolor y triunfo aparentemente muy simple. Un cuento a la manera de Charles Dickens, pero que tiene al fútbol americano como el pasaje de salida de las calles, la miseria, el analfabetismo y la soledad de un adolescente abandonado a su mala vida y suerte. Basada en la vida real de Michael Oher, un chico de la calle que por su habilidad atlética consigue una beca en un colegio católico privado, la película avanza fuerte sobre las emociones del espectador y logra conmover aunque no invita demasiado a reflexionar sobre lo que relata. Un cuento de hadas en el que la cenicienta es un deportista negro tamaño extra large y la madrina una privilegiada señora de sociedad sureña con un temple de hierro y la voluntad de un general preparado para cualquier batalla. Y así la interpreta Sandra Bullock, que gracias a este papel se quedó con el Oscar a la mejor actriz después de años de protagonizar comedias sin demasiado reconocimiento de la crítica. Luego de ver cómo juega a ser Leigh Anne Tuohy, pura actitud y muy poca interioridad, está claro que la estatuilla dorada tuvo mucho de premio a la carrera de Bullock y poco que ver con este papel en particular. Su trabajo es bueno y, sin embargo, como al resto del film, se le ven los hilos de la manipulación sensiblera por todos los costados. Muchas de las escenas entre Leigh Anne y Michael (el debutante Quinton Aaron) muestran cómo la mujer instruye al muchacho con métodos pavlovianos para obtener lo que quiere. Es apenas una anécdota que eso que quiere termine beneficiándolo a él. Habrá quien pueda pensar que este es un film racista en el que todos los personajes negros son en el mejor de los casos descuidados con el adolescente sin techo y, en el peor, maltratadores. Que un grupo de ricas mujeres blancas objeten la adopción de la familia Tuohy de manera casi caricaturesca no compensa el desequilibrio de un relato que intenta demostrar que el color de la piel nada tiene que ver con el amor y que, sin embargo, enfatiza las diferencias raciales con descuidado sentimentalismo.
Liviana y accesible La película por la que Sandra Bullock ganó el Oscar es, en líneas generales, mediocre. La historia del cine está repleta de flojas películas con grandes actuaciones. Si bien lo que hace Sandra Bullock en Un sueño posible tampoco puede llegar a considerarse una gran actuación, sí es cierto que está bastante por arriba del nivel general de la película, que es más bien mediocre. En otras circunstancias -sin el Oscar o los 250 millones de dólares que la película de John Lee Hancock recaudó en los Estados Unidos-, un filme como éste iría en la Argentina directo al DVD. Una historia sobre fútbol americano, basada en un caso real (el de Michael Oher), que se puede describir como una "película para TV" (o una versión liviana, amable y accesible de Preciosa), Un sueño... carga encima con todos los clichés del cine de inesperados triunfos deportivos, de jóvenes que superan sus difíciles circunstancias y del famosos género "hecho real". Pero, sin embargo, el filme tiene algunas particularidades que le dan cierta gracia. En principio, porque el personaje de Bullock es en sí bastante especial: una mujer republicana, ultra religiosa, fanática del fútbol americano y que se ocupa de ese tema en su blanquísimo y puritano colegio del medio oeste pro-Bush del país. "¿Quién iba a decir -comenta con su marido cuando conoce a una profesora que le da clases a Oher-, que en tan poco tiempo íbamos a conocer a un negro y a un demócrata?" Ella es una mujer activa, decidida, literalmente de armas tomar. Y cuando este chico aparece rondando por la escuela y es evidente que por su peso y tamaño tiene todo para ser un gran defensor de fútbol americano, la mujer se lo lleva a su casa y termina haciéndolo parte de su familia, para la sorpresa de sus amigas y el escándalo social. Todo lo que sucederá de aquí en adelante, en este filme "de unidad nacional" (no todos los negros se matan entre sí, no todos los blancos republicanos son racistas... ese tipo de pavadas) es lo que uno imagina que puede suceder. Chispazos de Bullock, algunas gracias de su hijo (un pequeño bastante pícaro) y, por suerte, la discreción para evitar las gruesas y literales descripciones de un filme como Preciosa hacen que uno pueda tolerarlo. Pero no hay mucho más que eso. Lo que sí hay son películas mucho mejores que salen directo a DVD (sin ir más lejos, lo nuevo de Wes Anderson, El fantástico Sr. Zorro) que deberían estrenarse antes que Un sueño posible.
Todo sería peor si no fuera por Sandra El buen trabajo de la Bullock consigue transformar esta historia, sobre una mujer que recoge un chico abandonado, en un relato que de a poco asume su condición de extraordinario. A partir de allí termina resultando amable, emotivo y hasta sincero. A ver: esta película adapta una historia real, la de una mujer de familia burguesa, bien comida, que encuentra a un pibe sin hogar, un chico enorme de tamaño, negro y abandonado. Lo lleva a su casa, lo adopta, lo ayuda, y el muchacho se transforma no sólo en un gran estudiante sino también en un gran jugador de fútbol americano. No faltan en este relato ni el más pequeño de los lugares comunes ni la frase más edulcorada. Aun así, siendo como es una más de esas películas de autoayuda que tanto ruido –y tan pocas nueces– imprimen en el cine, termina resultando amable, emotiva y hasta sincera. Hace un par de semanas dijimos que Sandra Bullock era una de las pocas personas capaces de transformar en oro el plomo cinematográfico. Un sueño posible es otra prueba más de que la alquimia es una de las virtudes de esta señora. Veamos: aquí ella porta peluca rubia (mal) y flequillo (bien). En varios momentos tiene que plantarse ante tipos malos y grandotes y lo hace con autoridad. Incluso si hemos visto lo mismo de parte de Michelle Pfeiffer (Mentes peligrosas), incluso si Julia Roberts ya había jugado el juego de la mujer inesperada en el mundo rudo allá por Erin Brockovich (cosa curiosa: Julia y Sandra se llevan el Oscar por papeles parecidos), lo que vale aquí es ver a la Bullock en su propia variación del mismo show. Es como cuando vemos a un mago partir por enésima vez con la sierra a su ayudante: lo que cuenta es el gesto, el carisma, el pequeño glamour, el manejo del tiempo, el suspenso en la respuesta, esa cosa inasible pero precisa llamada “timing”. Es decir, el arte del actor, ni más ni menos. Lo interesante de la película es que todo está tratado –la luz, la música, la estructura del guión, la posición de la cámara– como de una ficción ostensible. Nadie busca el realismo sucio de un film como Preciosa, sino que –con mayor honestidad– asume su condición de mentira manipulada. Asume, en definitiva, su condición de relato extraordinario. No es, justamente, su “realismo” lo que nos conmueve sino su aura de cuento de hadas imposible, de fantasía. Por eso es que Bullock se luce, porque como buena comediante sabe que no tiene que representar a una persona real (aun en este caso, donde se trata sí de la adaptación de una historia real) sino a una criatura del cine que pueda habitar a sus anchas en la pantalla. De no haber sido ella la protagonista, de no haber ejercido Bullock su amor por el cine y su capacidad para el juego, estaríamos hablando de un aburrido panfleto moralista y evangelizante. La actriz, verdadero animal de la pantalla, le otorga al film la nobleza del verdadero cine. Menor, pero cine al fin.
Empecemos directamente por el motivo por el cual esta película es tan publicitada y acumuló tanta popularidad. Sandra Bullock, la protagonista, obtuvo su primera nominación y victoria en los Premios de la Academia hace un domingo y días. Esto desató una polémica en blogs, foros y críticos sobre si se lo merecía al tener enfrente a leyendas del cine como Meryl Streep y Helen Mirren, y jóvenes promesas como Carey Mulligan y Gabourey Sidibe. Pero, como si dicha mención no fuese suficiente, el filme fue contendiente al trofeo a la Mejor Película, lo que enlazó el moño de regalo a la estatuilla dorada de la actriz. Convengamos que cualquiera de las cuatro interpretaciones que le hacían competencia son superiores a la llevada a cabo por la nueva America’s Sweetheart. Con el paso de las entregas de este trofeo, diferentes casos han demostrado que la calidad muchas veces es subordinada por la notoriedad que una figura cobra durante la temporada. ¿Acaso Julia Roberts en Erin Brockovich es mejor que Ellen Burstyn en Réquiem para un Sueño? ¿O Denzel Washington en Día de Entrenamiento que Russell Crowe en Una Mente Brillante? ¿Supera Roberto Begnini en La Vida es Bella a Ian McKellen en Dioses y Monstruos? Desde el humildísimo punto de vista del redactor de esta crítica, no. Pero todos los triunfadores mencionados son estrellas de Hollywood o personajes divertidos que compraron el corazón y el voto de los electores durante tal año. El caso de Bullock es muy particular. A diferencia de la Mujer Bonita o el resucitador de Malcom X, la Miss Simpatía eligió durante un tiempo trabajos que iban de mal en peor. Con un carisma impresionante, esta mujer, que hoy tiene unos invisibles 45 años, hizo su camino en el frondoso show business. Su carrera se inició sobre las tablas de New York, en proyectos independientes lejanos a Broadway. Un representante quedó impresionado por su talento y la llevó a la televisión, donde hizo un par de películas. Luego, ingresó a la pantalla grande con producciones de bajo presupuesto hasta que el reconocimiento comenzó a llegarle. Esto significó desafíos más importantes y apuestas más caras. El Demoledor, una de acción con un ya alicaído Silvestre Stallone y Wesley Snipes, representó el momento que elevó su nombre hasta llegar a la cinta que simbolizó verdaderamente su ingreso al jet set: Máxima Velocidad. Ésta recordada historia sobre el autobús con una bomba que explota si el vehículo frena la unió a Keanu Reeves en lo que luego se convertiría en el futuro en una penosa bilogía. Lo cierto es que la fama llegó como nunca a sus brazos y sus sueldos incrementaron sus ceros. Mientras Dormías fue el próximo éxito, en donde remplazó a Demi Moore como una afortunada mujer que le salva la vida a Bill Pullman y termina enamorándose de el. En el nuevo milenio, otro filme que puso sobre sus hombros fue Miss Simpatía, sobre la policía ruda y desprolija del FBI que, para investigar un caso, debe convertirse en una exquisita modelo. La taquilla acompañó en todos los casos y los ojos de los productores brillaron de repente. Tanto ésta película como Máxima Velocidad tuvieron sus secuelas, ambas apedreadas en todos lados. A continuación, produjo la sit-com George López, de la cual participó esporádicamente. El mismo año, 2002, protagonizó Amor a Segunda Vista con Hugh Grant y dirigidos por el experto en historias sentimentales Marc Lawrence. Según contó en una entrevista, un día llegó a su casa, se sentó en una sillón, lloró y decidió dejar de lado los salarios abultados y los placeres estelares para comenzar a trabajar en serio y con propuestas decentes. El resultado fue notorio. Estuvo en la ganadora del Oscar como Mejor Película Vidas Cruzadas, el drama fantasioso La Casa del Lago (nuevamente con Reeves y bajo el mando del argentino Alejandro Agreste), se puso en la piel de la mejor amiga de Truman Capote en Infame, una versión paralela a la de Phillip Seymour Hoffman, y formó parte de la ponderada cinta de suspenso Premonición. En 2009 fue el foco de tres eventos cinematográficos. La comedia Alocada Obsesión, sobre una aficionada a los crucigramas que se enamora de un reportero, por la cual se convirtió en la primera persona en ganar un Premio de la Academia y un Razzie (a lo peor de la industria) durante el mismo año. Pero con el tiempo nadie recordará esa desafortunada elección. La Propuesta fue otra ficción divertida, pero bien escogida en esta ocasión. Allí es una jefa que obliga a su asistente a casarse con ella para evitar ser deportada a Canadá. Luego, siguió el estreno de esta semana: Un Sueño Posible, cuya crítica es explayada en el siguiente párrafo. Basada en un hecho real, una mujer blanca, estricta con sus empleados, hijos y marido, aloja por unos días a un afroamericano sin techo. El hijo menor de la heroína va al mismo colegio y sabe que su amigo no tiene a donde ir, por lo que debido a una razón que jamás se explica en profundidad, la jefa de la familia hace que la estadía se prolongue hasta que “la visita” se convierte en un miembro de la casa. Al tiempo, se efectúa la adopción y el inmenso adolescente demuestra aptitudes para el fútbol americano, actividad para la cual recibe el apoyo de todos sus seres queridos. Los conflictos principales son el entorno amistoso del personaje de Bullock, quienes no perciben una buena imagen del acto de amor que hace la blonda mujer, y el latente y turbulento pasado del nuevo hijo. Una de las pocas cosas rescatables es el mensaje mismo que inspira la película. Si bien nunca se informa demasiado sobre el motivo por el que sin dudarlo todos están de acuerdo de agregar una persona más al clan familiar, el hecho de saber que este acontecimiento existió en la realidad produce un mensaje de esperanza, tolerancia y aceptación sin importar ninguna característica humana. El relato está construido sobre pilares cliché vistos en muchos antecedentes. Causa gracia y empatía, sin dudas, pero ni siquiera intenta salir de la receta exitosa para preparar guiones eficaces. La elección del elenco es muy fresca y acertada. Quinton Aaron, quien interpreta al adoptado Michael, no expresa mucha emoción dialéctica sino tristeza y melancolía mediante sus ojos. Del resto de los integrantes del hogar, se destaca Jae Head como el adorable y charlatán hijo menor. Da pena ver a Kathy Bates, una actriz increíble, en un rol tan pequeño y desperdiciado. Enfocando en la galardonada interpretación de Bullock, uno puede encontrar varios tics típicos de las mujeres que supieron ser las comediantes de ensueño de los ’90, como Julia Roberts o Meg Ryan. No faltan respuestas impulsivas, miradas graciosas y un particular caminar. Se nota una personalidad construida, además de la cabellera rubia y el acento sureño. En este caso, además, hay situaciones dramáticas importantes que la actriz de este filme resuelve con altura. El conjunto justifica las buenas críticas hacia la performance, pero no es merecedora ni siquiera de la nominación que obtuvo. Todo está justificado por el “momentum” que tuvo el trabajo y la intérprete protagonista en el comercial paladar de Estados Unidos, pero no se ve nada desconocido. Ni actuaciones antológicas, ni un cuento que contribuya a algo nuevo. Solo una historia humana riquísima, de esas que hacen al mundo un lugar más gentil donde vivir.
Es oportuno hablar de esta película justo después de Crazy heart, porque la comparación es más que pertinente. Mientras que aquella se destaca por su naturalidad y realismo, ésta lo hace por su historia forzada, edulcorada y poco creíble. Algo realmente irónico, pensando en que está basada en una historia real. The blind side cuenta la historia de Michael Oher, un joven negro de orígenes muy humildes que llega a un colegio privado gracias a sus capacidades deportivas. Con un físico de grandes proporciones, Michael es un chico extremadamente introvertido, con aparentes pocas luces, al que todos miran como un bicho raro. Pero todo cambia cuando Leigh Anne Tuohy, una mujer de clase acomodada y madre de dos alumnos del mismo colegio, al darse cuenta que Big Mike (tal como todos le dicen) no tiene dónde dormir, lo invita a quedarse en su casa. Lo que sigue, es la historia de cómo esta mujer tomó a este joven bajo su tutela, integrándolo a su familia y ayudándolo a progresar en su carrera deportiva. Tengo que decir que en ningún momento la historia logró atraparme. Me pareció que su desarrollo es lento y sus personajes poco interesantes. La forma en que esta mujer adoptó a este chico, y la manera en que su familia lo aceptó, me pareció muy artificial. Que todo esto esté basado en una historia real no significa que el film sea necesariamente realista... Como dije, todo me sonó muy calculado, muy prefabricado. Ahora vamos a lo más publicitado de esta película, que es la actuación de Sandra Bullock. Es cierto que como Leigh Anne, la testadura y llamativa sureña de clase alta, Bullock logra un buen trabajo que sale de su registro habitual. Pero no es más que eso: un change of pace, como dicen los yanquis. O sea, es una performance interesante y distinta para alguien como Sandra Bullock, pero no me pareció digna de un Oscar, realmente. No puedo dejar de emparentar este premio con el otorgado a Julia Roberts por Erin Brokovich, otra actuación que fue exageradamente laureada. En el caso de Blind side también ocurre que el elenco que rodea a Bullock tiene el carisma de una babosa, lo cual la hace destacarse más. Comenzando por el novato Quinton Aaron como Michael (ok, el personaje es así, pero eso no quita que no sea un embole mirarlo), y pasando por el cantante country Tim McGraw en el papel del acaudalado esposo de Leigh Anne. En fin. La verdad que no tengo mucho más que decir de esta película que, queda claro, me gusto muy poco. Está todo bien con las historia de vida y superación personal, pero cuando los hilos se ven mucho, se pierde un poco la gracia.
Vamos a empezar por el principio. La historia de la película es más o menos así: Michael Oher (Quinton Aaron) es un chico afroamericano, que proviene de una familia problemática y de bajos recursos, razón por la cual no recibió educación como el resto de los chicos de su edad. Pero hay algo en lo que sí se destaca, los deportes. Un día, casi de casualidad, conoce a la familia Tuohy, la cual luego de pasar un tiempo con él, ayudarlo, y llegar a conocerlo bastante bien, decide adoptarlo. Hasta ahí todo color de rosas, pero lamento informarles que con el paso del tiempo las cosas se van tornando un poco diferentes, y puede que no todo resulte ser tan bueno como pensabamos. En lo personal, Sandra Bullock (Leigh Anne), no es una actriz cuyos trabajos me hayan gustado demasiado...Pero en esta película (actuación por la cual ganó un Oscar), realiza un muy buen trabajo, no creo que haya sido TAN bueno como para merecer un Oscar, pero la decisión ya fue tomada, así que no tiene sentido seguir hablando del tema. "Un sueño posible" puede que sea una película más del montón, ya que su trama toca temas bastante "trillados", pero si tenemos en cuenta que está basada en un hecho real, creo que nos sirve para replantearnos algunas cosas, y pensar que con esfuerzo todo se logra ;)
Tal vez lo más contundente para mencionar en este tipo de casos es que es la película por la cual Sandra Bullock ganó el Oscar como Mejor Actriz. Un sueño posible cuenta la historia verídica de Michael Oher, un chico de una zona marginal de Memphis. Abandonado por su madre drogadicta, una familia adoptiva se ha hecho cargo del joven. Pero Michael -Quinton Aaron-no es un chico cualquiera: mide dos metros por dos metros y aun así es súmamente ágil, lo que lo convierte en un diamante en bruto en la tierra del fútbol americano. Su familia adoptiva lo lleva a un secundario para que lo bequen por sus aptitudes deportivas, sin embargo las normas estadounidenses son claras al respecto: el deportista debe tener buenas notas, sino, será expulsado. Michael es un joven con ciertos problemas para recibir las enseñanzas y la familia adoptiva termina dejándolo a su suerte en el colegio. Este secundario es para familias adineradas y, una noche después de un evento colegial, Leigh Anne Tuohy -Sandra Bullock-, madre de un alumno, se enternece con este gigante que no tiene a dónde ir. La familia lo alberga por un tiempo hasta que decide adoptarlo. A todo esto, descubren que Michael tiene una gran capacidad para la “autopreservación”: en momentos en los que sus seres queridos están en peligro, se mueve con rapidez e inteligencia. Su desafío será aprender cómo canalizar este don dentro de la cancha de football y proteger al mariscal de campo. De por sí, las películas basadas en historias reales me llevan al cine. En el caso de Un sueño posible, se trata de un drama con final feliz que apela a tocar las fibras más sensibles del espectador. Suma mucho que, al final, haya fotos del Michael Oher real, que certifican su “supervición” de lo que se cuenta.
Mi corazón de oro Mal que pese, Sandra Bullock merecía un Oscar desde hace rato aunque no precisamente por sus dotes actorales, sino más bien como un reconocimiento por parte de la industria para con la máxima responsable, junto con Julia Roberts, de que las comedias bobaliconas sigan siendo rentables a nivel masivo. La excusa llegó con Un sueño posible (The Blind Side, 2009), una película algo bizarra en términos formales: comienza como un melodrama basado en golpes bajos, continúa con ritmo de comedia familiar y termina desembocando en una propuesta deportiva con un remate simplón vinculado a la auto- superación personal. El guionista y director John Lee Hancock no cae en los patetismos superfluos de la reciente Preciosa (Precious: Based on the Novel Push by Sapphire, 2009) y maneja un tono ameno, dejando bastante espacio para los detalles cómicos. Si bien está repleto de estereotipos hollywoodenses, el film se toma su tiempo para desarrollar los personajes y en conjunto llama la atención por su amplitud narrativa. La historia gira alrededor de la relación entre Michael Oher (Quinton Aaron), un joven negro corpulento y sin hogar, y Leigh Anne Tuohy (Bullock), una mujer ultra independiente, segura de sí misma y cabeza de familia. Un buen día los Tuohy encuentran a Oher vagando por la calle, le ofrecen un lugar donde quedarse y eventualmente lo terminan aceptando como un miembro más del clan. Superando los traumas de su pasado, madre adicta al crack y varios padres sustitutos incluidos, Michael de a poco descubrirá que su físico le asegura un futuro como jugador de fútbol americano, esa versión afeminada y con protectores del rugby que tanto enloquece a nuestros vecinos del norte. Desde ya que el énfasis del relato está puesto en el desempeño de Bullock, quien en esta oportunidad ofrece una interpretación aguerrida, muy profesional. A esta altura podemos confirmar que los dramas constituyen el pináculo de su carrera: la presente, Infame (Infamous, 2006) y Vidas Cruzadas (Crash, 2004) son sus mejores trabajos hasta la fecha. Más allá de un carisma minúsculo y su limitado rango histriónico, cuando se lo propone la actriz saca provecho de elementos de su personalidad como el cinismo y su legendario mal carácter. Sin embargo ni un maquillaje que la embellece como nunca ni la sublime participación de Kathy Bates consiguen elevar a Un sueño posible por sobre el promedio contemporáneo. El Oscar y un corazón de oro no son garantía de nada...
Parafraseando al título original, El lado ciego, hay que estar demasiado ciego para no darse por aludido de que esta película es (más allá de sus clichés) una bajada de línea cristiana y republicana del más bajo nivel intelectual. Despojándose de esta pequeña molestia ideológica, la primera pregunta que uno debe hacerse es: ¿por qué estuvo nominada al Oscar y, lo que es más grave aún, a quién se le ocurrió que Sandra Bullock merecía ganarlo como actriz? ¿Será un déjà vu de Erin Brockovich o sólo es la maldición de querer utilizar el drama basado en hechos reales como bastión de la prédica bienpensante norteamericana?...
Todos los años se estrena en Estados Unidos al menos una de estas películas "para sentirse bien", basadas supuestamente en hechos reales y con alguna historia relacionada al deporte. "Invincible" (2006), "Glory Road" (2006), "The Greatest Game Ever Played" (2005), "Miracle" (2004), "The Rookie" (2002) y "Remember the Titans" (2000) son algunos ejemplos de esto. El problema es que los estudios de Hollywood agarran estas historias y las transforman en un producto inspirador repleto de clichés. Todos los personajes están amoldados para caer bien, la familia rica perfecta que adopta al pibe humilde, tímido y buenito que da lastima. A pesar de ser una película sobre un deportista, esta mas enfocada en el melodrama de su vida que en el deporte. Hay muchas escenas poco reales o exageradas, como cuando leen cuentos en la librería, cuando tienen el choque, cuando el chico ataca a los amigos del barrio, cuando la madre se enfrenta con los dealers de droga, etc., etc. Tampoco falta el nene menor de la familia, muy irritable y sobreactuado, que le enseña las reglas del deporte y participa de las negociaciones con las universidades. Demasiado. Sandra Bullock esta recibiendo rumor de Oscar por esta interpretación de la mujer rica, perfecta y coqueta, si bien es una de sus mejores actuaciones no creo que sea para tanto. La actuación de Quinton Aaron se limita a poner cara triste y practicamente no hablar en toda la película. Seguramente la historia real es muy buena, pero está demasiado adaptada a Hollywood.
¿Por qué a los americanos les cuesta tanto entender la cuestión de la diversidad? ¿Por qué no comprenden que la mejor manera de no discriminar es aceptar al otro con sus creencias, modos de ser, gustos, cultura, etc? Para que no haya jerarquías entre las razas o los pueblos es necesario aceptar las diferencias, y no buscar homogeneizar las culturas. Quise empezar con esta reflexión porque, sin tratar de ser extremista con mi caracterización (aunque termine siéndolo finalmente), esta película me pareció discriminativa por todos lados. Leigh Anne Touhy (Sandra Bullock) es una profesional, que además es madre de dos niños. Un día descubre a Big Mike (Quinton Aaron), un compañero de escuela de sus hijos, que vive desamparado en la calle. Conmovida por la situación de este joven de color negro, decide acogerlo un tiempo en su casa. Con el transcurso del tiempo, toda la familia se irá encariñando con Michael, hasta que decidan adoptarlo. Un sueño posible está basada en hechos reales, y quiero que se entienda que en esta reseña no juzgo la historia verdadera sino el tratamiento que se da de ella en la película. Este film deja el mal sabor en la boca que deviene de aquella concepción de la caridad basada en la ayuda de alguien superior a alguien inferior. Desde los calificados maestros del colegio católico que lo admiten como alumno hasta la conservadora familia que decide adoptarlo, todos están haciendo caridad con el torpe, de pocas luces y, encima, negro Michael (que se entienda que en esta última frase estoy siendo irónica, por favor). Pareciera que todas las cosas que Michael logra son gracias a los blancos que lo ayudan, y no gracias a él mismo. Pero no hay que discriminar, no. Por ello, Michael debe usar la misma ropa que ellos, estudiar de la misma forma que ellos, alcanzar las mismas calificaciones que ellos, ir a la misma universidad que ellos, y ser un gran deportista, como ellos. Aunque ninguna de estas cosas le guste. Esa es la única forma que tiene Big Mike de ser igual. Es una lástima que a esta bella historia se le haya dado un tratamiento tan vacío. No quiero terminar este artículo sin resaltar algo bueno y eso es, sin dudas, la interpretación de Sandra Bullock. Ésta actriz ha concretado en su actuación uno de los mejores papeles de su carrera. No es sobresaliente ni tampoco conmovedor (aunque seguramente lo intenta), pero sí es creíble y contundente.
Seamos buenos Un sueño posible es un pésimo título, pero teniendo en cuenta que el original hace alusión a una jugada de fútbol americano, se puede entender que los distribuidores buscaran algo más universal. La historia de la que habla la película no es apta para cínicos o para aquellos que no estén dispuestos a entregarse a un relato sobre la bondad y sobre las posibilidades de sobreponerse a lo que el destino nos ha puesto en el camino. Big Mike es un negro enorme cuyo origen es un ghetto negro, el destino de este adolescente enorme es seguramente el de la mayoría de sus amigos del barrio: la droga, la violencia, la cárcel y seguramente una muerte acorde a ese derrotero. Pero Big es rescatado de la calle, primero por un entrenador de fútbol americano de colegio privado que le ve físico para su equipo y presiona a la junta de admisión. El problema es que los resultados académicos del adolescente son desastrosos. Algunos profesores tratan de ayudarlo, otros dudan acerca de si ese es el lugar adecuado para tener a ese habitante de los barrios bajos sin padre y con una madre adicta al crack. En ese punto de la relación entre el colegio y Big Mike aparece en escena la familia Touhy. Leigh Anne Touhy se sorprende un día vendo a su hijo menor hablar con una verdadera montaña humana, de color negro que deambula por el colegio y le pregunta quien es el nuevo amigo y el hijo le dice que es Big Mike. Pocos días después la familia en pleno, mamá, papá, nene y nena se cruzan bajo la lluvia con el enorme adolescente que no tiene donde parar y se lo llevan a dormir a su lujosa casa. Anne Leigh es diseñadora de interiores y decoradora, el padre de la familia es una ex estrella del basket que tiene una cadena de restaurantes. A partir de allí comienza el cuentito de una improbable relación entre esa familia blanca, cristiana y republicana y el adolescente negro. La historia es real y efectivamente el adolescente, negro y gordo llegó a ser una estrella del fútbol americano y esa familia de WASP junto con una tutora demócrata que interpreta Kathy Bates cambió la vida de ese chico, claro, con el esfuerzo del protagonista de la historia. Sandra Bullock encarna a esa rubia de clase alta que se involucra en la vida del desclasado y lo hace con sensibilidad y gracia; no sé si eso merece un Oscar pero lo bueno es que al menos no lo ganó por hacer un personaje con capacidades especiales. Un sueño posible es la película ideal para sacar a pasear al cínico que anida en el argentino medio que mira de costado estas historias y prefiere sospechar antes que creer. Viendo la edición de This is it (sobre los conciertos que iba a dar Michael Jackson cunado murió), me encontré en los extras con dos historias que me sorprendieron una es la de uno de los bailarines que iba a participar del show, un muchacho holandés que enterado de las adiciones se tomó un avión y cinco días después estaba elegido para participar de ese show que prometía ser grandioso. Por otro lado una guitarrista que parece en la banda de Jackson cuenta que llegó ahí a través de My Space. El american way of life, la idea de que si uno vale puede llegar, el you can do it que tanto detestamos, en ocasiones funciona. El espectador que se siente en la butaca para ver esta película tiene que estar abierto a creer, que la gente puede ser buena a pesar de ser republicana, que no todo es un infierno y que aunque uno piense que el origen lo predestina, si pone esfuerzo y se deja ayudar puede burlar al destino. A veces resulta bien.
Manual de aprendizaje para el buen cristiano. Esta película es dañina. De veras. No sólo porque parece más un panfleto ideológico antes que una película, sino porque sus personajes tienen tanto carisma como los de cualquier publicidad de la pasta dental que deja los dientes más blancos que nunca. Es un festival de clichés, que en vez de conmover logra que uno sienta vergüenza ajena. Algunos diálogos y situaciones están tan, pero tan subrayados, que de existir una calificación para géneros cinematográficos como "infantil", Un sueño posible tendría un lugar bien asegurado. Poco me importa cuán fidedigna es o no. Es como decir que cierta abominación cinematográfica es buena porque "el doctor de verdad curaba con la risa". El cine es cine, y si para que una película sea buena hay que buscar elementos ajenos a ella, entonces, no es una buena película. Eso no quiere decir que uno no pueda hacer comparaciones con una determinada realidad. Sólo que no se tiene que basar totalmente en ella para justificarla. Aclaro por si alguien se ataja de este fiasco diciendo "está basado en una historia real". La cosa es así: un adolescente negro, grandote como un ropero, y muy callado (y todos suponen que sin todas las luces en la cabeza) con un pasado turbio (con la original idea de mostrar flashbacks de segundos donde está llorando) se encuentra, gracias a Dios, con una mujer cristiana, rubia y de clase alta. Sandra Bullock, en el papel que seguramente le valdrá el Oscar a Mejor actriz. Este personaje es como si aquella mujer ricachona y prejuiciosa de Crash: Vidas cruzadas, después de caerse de la escalera, se hubiese vuelto una discípula del Papa. Adopta como suyo al chico este. Claro, el joven no se siente del todo cómodo al principio. La familia, que parece estar siempre feliz, siempre bien, sin matices ni lados oscuros, lo acepta enseguida. Le enseñan el american way of life o sea, mamá fue porrista, y ahora tu hermana también lo es. Papá fue un crack del fútbol americano, y se espera que vos y tu hermanito también lo sean. Claro, también son cristianos, buenos repúblicanos que detestan a los rednecks, pero son tolerantes. De entrada, sabemos que esta película pertenece al subgénero de deportes. De allí viene el título: el "lado ciego" es el punto que un jugador de fútbol americano debe cuidar de sus compañeros. Un metáfora tan simple y obvia que se repite hasta el hartazgo. Cuida a tu familia. Ella te cuida a vos. Hay un par de secuencias, que lejos de conmover, causan vergüenza. Una de ellas es así: Big Mike (así le dicen a este chico negro) está en su nueva casa, mirando un libro donde en la portada, se ilustra el cliché de la familia unida, alrededor del pavo del Día de Acción de Gracias. Big Mike añora eso. Al otro día, Anne (Sandra) ve a Mike comer sólo a la mesa, apaga la tele y reúne a su familia. Van a cenar el pavo todos juntos, y diciendo la bendición del día. O sea, lejos de estudiar ese cliché instaurado en la sociedad, y hacer una crítica sobre cómo afecta a quienes no tienen la oportunidad de tener una familia, la película lo reafirma. Otra de las secuencias bastante flojas, involucra a un redneck que vocífera durante un partido, en contra del jugador negro. La resolución de la secuencia, con mamá Anne poniendo los puntos sobre las ies, es patética. En esta película, los malos son malos y los buenos son buenos. No hay puntos intermedios. Y da la impresión, que salvo por algunos pequeños desajustes sociales (como el "rival" del partido o algún pobretón del barrio) todo iría bien, gracias a cualquier vecino cristiano que se aprecie. Ah, hay un detalle imperdible: la camiseta del equipo de Big Mike denuncia el nombre del equipo "Crusaders" o los "Cruzados". Las mejores película sobre deportes, no tiene como protagonista al partido, sino a todo el entrenamiento. Al preparamiento físico y psíquico anterior. Un sueño posible apenas esboza esto. Hay además, momentos políticamente correctos, como la pequeña y sutil crítica a Bush en la "administración que se demora". No digo que la película sea falsa, o hipócrita, porque desconozco las intenciones del realizador. Quizás todas sea buenas, pero de intenciones no se hace una película. Al enfocarse más a un drama familiar, sobre la aceptación, el rechazo, y la inclusión social, uno espera un producto más inteligente. O cuando no, funcional (en este caso, el melodrama no da en las teclas indicadas y se revela trunco ante cada dispositivo para emocionar). Hay frases del tipo "Nosotros no lo ayudamos a él. Él nos ayudó a nosotros" o "Protege a tu equipo, como si me protegieras a mí". Y no sigo, porque como dije al principio, leer y escuchar eso, es un poco dañino.
El cine estadounidense abusa un poco de estos temas “edificantes”. Parece, sin embargo, que la platea de ese país responde con entusiasmo a estos estímulos que tanto tienen que ver con el sueño americano y el triunfo de la voluntad. El ejemplo más cercano es “Preciosa”. El asunto acá se basa en una historia real, convertida luego en libro por Michael Lewis bajo el título “The Blind Side; Evolution of a Game”. El joven negro Michael Oher, natural de Memphis, sobrevive como puede en la ciudad impiadosa, hasta que una brava noche de invierno se lo topa en la calle Leigh Anne Tuohy, lo ve ahí tiritando, vestido apenas con una camiseta y unos shorts viejos, se apiada de él y se lo lleva a dormir a su casa. Los días se convierten en semanas, las semanas en meses y, cuando quiere acordarse, Michael es un miembro más de la familia Tuohy. Así, el empeño de Leigh Anne y los suyos saca a la superficie todo el secreto potencial del muchacho y, con el tiempo, habrá de convertirse en un fenomenal jugador de fútbol americano y en otra persona. Un encuentro providencial en una noche helada lo hizo posible. En los `30 y `40, el cine de Frank Capra desparramó estas historias cargadas de buenas intenciones donde todo el mundo se redimía al final de los posibles errores cometidos. La película recaudó arriba de 250 millones de dólares, y se convirtió en uno de los títulos más vistos de la temporada. Sandra Bullock puso en juego esa energía que le sobra y se alzó con el Oscar a la mejor actriz en la ritual entrega de la Academia de Hollywood. Es obvio que el cine (norte) americano no pasa por su mejor momento. “Vivir al límite” y “Bastardos sin gloria” serían las excepciones que confirman la regla.
Cuando la ficción es sólo ficción “Basado en hechos reales”, ese es el caballito de batalla detrás del cual se amparan varias producciones fílmicas para sentirnos identificados con la historia, por más extraordinaria o inverosímil que nos parezca. La cuestión es pensar esto, aunque sea remitiéndose a preguntas elementales: ok, esto sucedió, ¿pero cuanto de lo que veo en pantalla es artificio para intepelar al espectador?, ¿Cuánto de lo que se ve pretende ser ejemplificador dado su carácter de “real”? y, lo que es más, ¿Cuánto es mera ficción sin sustento alguno? Bien, saliéndose de esas preguntas uno puede entender que la película tiene un mensaje, y que ese mensaje de sobrellevar una dificultad y cumplir un sueño tiene una construcción ficcionalizada que pretende dar la idea de un ejemplo, a veces de una manera superficial e insolvente, y otras de manera consecuente con sus personajes. Pero la cuestión es que aquí hay tanto de real como en Charlie y la fábrica de chocolate o Duro de matar, y eso se adivina en la construcción narrativa y visual del film que, en definitiva, no dista demasiado en términos formales y compositivos. Pero, como dijimos, se encuentra la búsqueda de dejar un mensaje y allí es donde la película puede resultar más manipuladora en función de instalar la idea del “buen” ejemplo, crear al marginal desde una visión maniquea e instalando a la institución familiar blanca-cristiana-tradicional como modelo insoslayable a seguir. En defensa hay que señalar que Un sueño posible se plantea desde un personaje republicano y cristiano de derecha y que el film no es tan declamatorio, al menos en gran parte del relato visual. Hay por momentos una sutileza loable en los diálogos pero, como no podía ser de otra forma, la película subraya hacia el final la idea que pretende dejar en claro, apelando a un epilogo donde se contrapone a la vida de Michael Oher (Quinton Aaron) con la de un compañero que muere baleado porque no contó con la benevolencia de encontrarse a la familia Tuohy. Sin embargo, como plantee, la película tiene un punto de vista que delimita una perspectiva: la Leigh Anne Tuohy interpretada por Sandra Bullock. En base a eso podríamos decir que la película es consecuente con sus personajes, la protagonista no intenta ser la madre Teresa de Calcuta o convertirse en una revolucionaria donde dirija una lucha por los derechos de la familia de los Oher o la injusticia social. Es una burguesa conservadora que hace lo que puede y lo hace con convicción, eso es lo loable, el problema es cuando intenta dejar un ejemplo moralizante. Y si no fuera por el mencionado epilogo, la película hubiera evitado esa cuestión. Pero la voz en off de Tuohy y la información visual de los documentos de diario con zoom y reencuadre incluido nos hace cuestionar la retorica efectista del discurso en el desenlace. Las actuaciones evitan los baches aunque los matices de Quinton Aaron son bastante limitados, particularmente cuando aparece en contraste con Sandra Bullock. Son más bien gestos de poca expresividad que difícilmente hagan creíble al personaje. Lo de Bullock es algo destacable gracias a la naturalidad con la que interpreta a su papel: hay una uniformidad que logra gracias a que evita la sobreactuación dramática y mantiene un registro verosímil y, por sobre todas las cosas, sólido. Por lo demás, es un relato deportivo de auto superación con un contenido social que poco tiene que decir con profundidad y que dista de ser reflexivo. Es más bien indulgente y superficial, y en esta faceta la película puede llegar a gustar. Pero no se dejen engañar. Esto no es real.
Un sueño posible puede parecer otra tonta película industrial, pero su ideología, su machismo, racismo y su carácter clasista la tornan especialmente deleznable. El relato que sigue, resumen de la trama de la película, es similar a una historia real. Un muchacho negro de edad incierta es aceptado en una muy cristiana escuela por sus aptitudes deportivas a pesar de su poco talento intelectual según precisan los exámenes de admisión que se verifican en el magro rendimiento escolar inicial del enorme (físicamente hablando) negrito (emocional e intelectualmente hablando) que rápidamente es adoptado por una familia blanca cristiana y millonaria de quien no se sabe bien si son gentiles solidarios o inmunes a cualquier situación dramática pues toda la familia adopta a este ser extraño a ellos y ninguno de los cuatro parece ver alterada su vida cotidiana lo que sirve sin duda para que finalmente este negro, que era buenísimo jugando básquet, termine entrando a una universidad becado por su talento enorme para jugar al futbol americano. Si no hubieran rasgos ideológicos nefastos en esta película, solo diría que Un sueño posible es una más de las pésimas comedias dramáticas estadounidenses, y que es sorprendente que Sandra Bullock, cuyo rostro de tan operado carece de toda gestualidad, haya ganado el premio Oscar como mejor actriz. Sin embargo, para ser sincero, la película cuenta además con serios problemas en su guión, sorprendentes a esta altura del recorrido de la industria de Hollywood por estos lares. Por ejemplo, el joven Michael Oher llega a la escuela de la mano de un hombre que lo inscribe junto a su hijo, amigo de Big Mike. Tanto este hombre, que fungía de padre adoptivo, como el amigo del protagonista desaparecen de la historia en el acto, aun cuando se supone que ambos entraron juntos al mismo colegio. La señora Tuohy (Bullock) demuestra tener afinidad con al joven, a quien llama en confianza Big Mike, al verlo caminando solo por un camino boscoso. ¿En qué ocasión conoció a este adolescentón recién llegado al colegio? Y más tarde, al llevarlo a vivir con ellos, la familia entera lleva adelante la situación con mejor humor, más sencillez y más facilidad que la familia Ingalls frente a las tragedias más insospechadas. ¿Nunca una escena de celos? ¿Nunca una pregunta políticamente incorrecta para con ese enorme muchacho negro que se instala de un día para el otro en el living de la mansión? Y una cargadita por parte de los compañeros ¿tampoco? Ahora vamos a lo peor. La película tiene un remate que sorprende por su reduccionismo, pero también por lo brutal de su expresión ideológica. El resumen es: los negros son muy buenos deportistas, pero tienen familias espantosas y viven en barrios que los obligan a lo peor. Si un negro talentoso para el deporte es criado por una familia blanca, cristiana y adinerada, puede llegar a ser el mejor jugador de futbol americano, sino, su destino es caer muerto por un asunto de drogas. Parece una lectura exagerada, pero no lo es. A continuación, ya con los títulos de cierre, el realizador acomete una nueva gaffe. Señala que así como Mike, ya adoptado formalmente, estudió en la universidad y se destacó en el equipo de futbol, la hija de la familia, repito, bien constituida, blanca y cristiana, continuó los pasos de su madre, entró en la universidad y FUE LA PORRISTA DEL EQUIPO!!!. Si, como comprenderán a esta altura, las mujeres no se reciben en la universidad. Así como su madre fue porrista y decoradora, la hija en la educación superior, también alcanzó el lugar deseado por toda mujer, el de objeto a ser observado. Para los que creen que exagero, sugiero que tengan en cuenta el modo en que el director de esta película, una precoz candidata a la peor del año 2010, encuadra en todo momento el modo en que la Bullock se retira. Sorprendentemente, y considerando la regla de los puntos de oro enunciada por Da Vinci, Hancock tiene el talento para encuadrar siempre el trasero de la protagonista de modo que ocupe uno de los cuatro puntos fuertes del plano. Y la reiteración de esto me permite sospechar que no es casualidad. La mirada sobre el elegante porte del reverso de Sandra Bullock es también parte de la construcción ideológica. En definitiva, como en las mujeres de esta película, lo importante son un buen par de piernas, y por qué no, un buen culo. Esto es totalmente coherente con el resto de la ideología machista, racista y clasista de la película. Podría haberlos dejado con la impresión de que era una tonta película más. Pero hoy es uno de esos días en que me levanté con ganas de escribir. Y lo cierto es que Un sueño posible, merece los peores comentarios en esos renglones donde, se supone, es totalmente inocente.
Vidriera de un ejemplo de vida Voy a ser directo y honesto con ustedes: hasta ahora, la filmografía de la cual formaba parte la señora Sandra Bullock me parecía una absoluta basura, y ella una pésima actriz que se encargó siempre de tirar por tierra todo tipo de films de los que formó parte. Ahora toda esa colección de largometrajes olvidables se ha vuelto un lejano recuerdo con esta bella película basada en una historia real, la vida de Michael Oher, el N° 23 del último Draft de la NFL. Si Bullock antes era insoportablmente histriónica y desmedidamente falsa en sus intentos de comedia barata (y eso que todavía no he tenido lo oportunidad de ver The Proposal), ahora es una centrada intérprete de un factor de vida tan importante como la solidaridad, el amor, y la lucha por la igualdad en un mundo -mejor dicho, en un país- que aún demuestra ser discriminador y repulsivo para con las clases más bajas de su sociedad. Bullock se materializa en Leigh Anne Tuohy, una mujer que, como pocas, marcó la diferencia en un sector social y un rubro como el deporte, que está muy lejos de ser indiferente a los cambios socio-políticos, a diferencia de lo que muchos piensan. Si bien la película de John Lee Hancock, basada en el libro de Michael Lewis, tiene baches argumentativos en cuanto a las líneas del guión y el eje que se quiere seguir, es un gran gusto ver como solita se va abriendo camino al mensaje final, impreso claramente dentro del desenlace de esta redonda película, principalmente salvada gracias a la gran interpretación de Bullock, quien ya recibió sus merecidos reconocimientos por esta labor. Qué decir del "protagonista", Quinton Aaron. Al lado de la interpretación de Bullock, el resto parece una bola de principiantes, exceptuando obviamente a la increíble Kathy Bates. Sin embargo, este muchacho que en la primera media hora más hace de autista que de chico sufrido, merece un aprobado porque logra plasmar la evolución en su personalidad con creces. Tenemos fotografía aceptable, actuaciones dignas de cada papel (aunque Hollywood siga intentando hacer propaganda hasta en historias como ésta, y lo digo porque no hay necesidad de hacer parecer tan jóvenes y hermosas a personas comunes y corrientes que formaron parte de un hecho verdadero y más que palpable), pero un metraje demasiado excesivo. En estos casos, la cosa puede ser mucho más directa y concisa, y no dar tanta vuelta. Yo quitaría los primeros diez minutos y todo ese dramatismo innecesario que hay hacia la mitad de la cinta. No obstante, se disfruta muchísimo la dosis de comedia en varias escenas, algo que se agradece por no volver edulcorado y meloso un producto que en malas manos puede pecar de eso y cosas peores. En general se deja ver muy bien. Principalmente hay que saber apreciar el ejemplo que proyecta la historia, que de por sí le quita puntos a la película por el simple hecho de que se la puede conocer leyendo en periódicos o en la misma web. Pero estos filmes sirven como vidriera para los que no siempre se topan con mensajes como estos, incluso cuando creen que estas cosas sólo suceden en una "medio pelo" de Hollywood.
Más grande que la vida. Así como Charlize Theron ganó el Oscar en 2003 por "Monster" película muy mediocre, ahora Sandra Bullock, logra lo mismo con "Un Sueño Posible". Bullock, luego de lanzarse a la fama con cintas de acción como "Máxima Velocidad" y "La Red", encontró en la comedia ("Miss Simpatía" o la reciente "La Propuesta") su mejor lugar. Ya había intentado con sus papeles serios como Nelle Harper Lee en "Infame" -la segunda película sobre Capote- que la nominaran pero no lo logró. En esta oportunidad "Un Sueño Posible" (The Blind Side en el original, que remite al “lado ciego" que debe cubrir uno de los jugadores de fútbol americano para apoyar a su compañero) es la típica película basada en una historia real, donde desde la más extrema pobreza y marginalidad un chico –negro- logra salir adelante. No falta para la receta que esto se logré ingresando en las ligas universitarias de fútbol americano. Bullock, que también ganó un Globo de Oro, compone un muy buen papel como la Madre postiza que cobija a “Big Mike”, un enorme chico analfabeto con cara de bueno y asustado por la propia historia que le tocó en suerte. El gran problema del film es que se torna recién interesante en los últimos 20 minutos cuando plantea un conflicto que rompe un poco con las típicas formulas de estas fábulas. No está de más mencionar cierto revuelo que se generó cuando su estreno, dado que la familia adoptiva de Mike son republicanos y religiosos. La fábula de la “novela de la tarde” donde los ricos ayudan a los pobres se reafirma así.
VideoComentario (ver link).
FILME CARGADO DE LUGARES COMUNES, EXTRAÑAMENTE NOMINADO AL OSCAR Resultaba extraño que un filme protagonizado por Sandra Bullock llegara a la categoría de "oscarizable"; sin embargo, esta vez Sandra lo hizo de nuevo (recordemos "Crash - Vidas cruzadas", Oscar a Mejor Película en 2005, en la que era una de las actrices del vasto elenco). "Un sueño posible" narra la inspiradora historia de Michael Oher, un enorme chico afroamericano, defensa de un equipo de fútbol americano. En la película se muestra cómo los Tuohy, una adinerada pareja cristiana, adoptan a Oher cuando éste era un joven sin hogar. Oher luego también se hizo cristiano, creció para ser una estrella del fútbol y fue a jugar a la liga profesional NFL. Cargado de cierta moralina, el guión no ahorra nada para hacer parecer a Leigh Anne, el personaje protagonista, como una mujer de carácter, firme en sus convicciones, sin ningún costado débil, más persuasiva que una publicidad de cerveza en verano, al que Bullock le presta su oficio habitual (no más que el de siempre), logrando ser (inmerecidamente) ganadora del Oscar como Mejor Actriz. Con muchos clichés (¡muuuchos!), la historia es pretenciosamente edificante, incluyendo las típicas escenas que quieren sacar una sonrisa `a como sea´ (las que tienen como protagonista al hijito menor). O las que ya se vieron miles de veces, como aquélla en la que Leigh Anne está en un lujoso restaurante sentada con sus otras amigas ricas y una le pregunta si la caridad hacia Michael es algún tipo de "culpa blanca", y si no le preocupa tener a un gran hombre negro en casa con su hija adolescente, y ella le da una lección de "debería darte vergüenza". O las poco probables escenas como ésa en donde ella debe ir al peligroso barrio del suburbio a buscar a su hijo adoptivo y le hace frente a un matón alto y armado que hasta ese momento era temible, ¡pero no ante Sandra! que sentencia: "Si amenazas a mi hijo, me amenazas a mí". Y hay mucho más de ese calibre, por desgracia... "The blind side" está basada en el libro "The Blind Side: Evolution of the Game’, inspirada en una historia verídica. El título en inglés refiere a un punto del fútbol americano, el cual, durante alguna jugada, no permite al quarterback ver (o algo por el estilo...). La pelicula metaforiza una idea deportiva y la lleva a la vida, ya que Oher tiene un impulso por defender a su familia, no importa en qué situación. Al final, con los créditos de cierre, y como es usual en estos casos, se ven fotografías con Leigh Anne y Oher, los de la vida real, en los cuales se basaron para la historia. Aparentemente, Sandra Bullock se ha convertido, con esta película, en la primera actriz en superar los 200 millones de dólares en la taquilla de Estados Unidos, en un filme exclusivamente protagonizado por una mujer. Y bueno, así estamos... (bah, están).
Esta realización se basa en un hecho real sobre una familia del Sur estadounidense de clase alta que ayuda, y finalmente adopta, a un joven marginado. La historia es la de Michael Oher, un muchacho negro de unos 130Kg. sin hogar, recogido por los Tuohy. Leigh Anne, madre de la familia (interpretado por Sandra Bullock) es la que un día al observar a Michael deambulando por la calle lo invita a su casa, donde le ofrece alimento y una cama por esa noche, lo que se prolongará en jornadas posteriores. Finalmente, el matrimonio y sus dos hijos lo aceptan como parte de la familia, ayudándolo en los estudio e impulsándolo en su gran potencial para lograr el protagonismo en la práctica del fútbol americano, deporte que le sirve para integrarse a la sociedad y afianzar su futuro. La presencia de Michael (Quinton Aaron) ayuda a los integrantes de la familia Tuohy a descubrir aspectos de ellos mismos que desconocían. Leigh Anne no sólo protege a Michael, sino que habla con su esposo e hijos y toman la decisión de adoptarlo para que sea parte oficial de la familia. Esta manera de ser, con tanta energía para dar, hace que logre todo lo que se propone con su hijo adoptivo. Hay momentos que le indica como integrarse al juego pasando por encima del entrenador, avasallante, sugiriéndole que en el campo debe moverse como lo hace protegiendo a su familia, fórmula que al ponerla en práctica supera bloqueos sicológicos modificando sustancialmente su vida de relación. Actualmente el real Michael integra como tackle ofensivo el equipo de los Baltimore Ravens. El tratamiento de la historia es lineal, con situaciones muy previsibles, poco consistentes, y un desarrollo progresivo que presenta altibajos en lo narrativo, cuya realización la enmarca en un cuasi cuento de hadas moderno, que lejanamente nos trae reminiscencias emparentadas con Cinicienta. La realización de Hancock se limitó a presentar el relato con oficio, pero sin relieve dramático ni conceptual, animado por un elenco que acompaña esa dirección cuyo protagonismo ejerce Leigh Anne, encarnado por Sandra Bollok quien cumple muy buena labor, cuyo mayor mérito lo constituye el perfil simple, sencillo y cotidiano que logra trasmitir al espectador, trabajo que, empero, resulta muy discutible para consagrarlo con el Oscar como mejor actriz protagónica del 2009.