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Dientes que no muerden La secuela de "Venom" es una segunda parte rutinaria en la que el superhéroe pierde sus poderes (y a su compañero) a la vez que surge un nuevo villano. Lo único que el público va a recordar al terminarse los 90 minutos que dura Venom: Carnage Liberado (Venom: Let There Be Carnage, 2021) es la escena post créditos que además de promocionar la próxima película, como es la costumbre, promete el tipo de cambio en las reglas de juego que vende clicks y titulares. “A la gente le gustan los asesinos seriales,” sonríe Cletus Kasady (Woody Harrelson) tras las rejas y a días de la inyección letal. El chiste es que Harrelson se recibió de Asesinos por naturaleza (Natural Born Killers, 1994) como el seminal psicópata Mickey Knox, pero Cletus no posee su carisma ni el más mínimo resabio intimidante. Cuando escapa y une fuerzas con su amada Shriek (Naomie Harris) el resultado es una versión edulcorada y abreviada de la dupla de Mickey y Mallory Knox. Ambos representan una mejoría (aunque sea pintoresca) con respecto al anterior malo, pero no son muy convincentes como amenaza, ni su plan es particularmente diabólico, ni se les desarrolla más allá de su presentación. Su conexión con el protagonista es apenas tenue, producto del capricho y la coincidencia. Son la parte más floja de una película que apenas los usa y casi ni los necesita. Eddie Brock (Tom Hardy) comparte su cuerpo con Venom, un parásito alienígena que complementa la personalidad obsesiva y vacilante de Eddie con un id asesino (y constantemente hambriento). Ya charlen telepáticamente o Venom se le presente cara a cara (se extiende del cuerpo de Eddie como una viscosa masa de tentáculos) la fórmula es la de la pareja dispareja. Si los malos poseen pésima química entre sí, Hardy tiene una excelente química con sí mismo. De nuevo el actor/productor es la mejor parte de la cinta, componiendo un unipersonal absurdo y entretenido. Borren al alienígena digital y esencialmente interpreta a un esquizofrénico obsesivo-compulsivo. Descarten la trama que lo pone a pelear contra otro alienígena digital - por motivos tan forzados que revelan la mano de la guionista Kelly Marcel - y lo que queda es una comedia pseudo romántica entre el reprimido Eddie y la faceta más desinhibida de sí mismo. Venom: Carnage Liberado es marginalmente superior a su predecesora, dejándose llevar por la ridiculez de su concepto y dedicándole más atención a la relación central que define el tono y el humor de la historia. Pero sus intentos de comedia oscilan entre desesperados y predecibles, el curso de la trama (casual, insípida, moteada con detalles tontos o sinsentido) tiene una previsión maquinaria y en materia de acción o violencia no hay nada tan memorable como para justificar la ‘carnicería’ o ‘liberación’ del título.
“Aunque somos una especie benévola, no hay literatura sobre mi planeta de origen. Y aunque nuestro objetivo es mejorar el universo, no creamos arte, ni música, ni cultura. Al menos, no como lo entenderían otras civilizaciones. Todo lo que tenemos son nuestros anfitriones, los seres con los que nos unimos, con los que forjarnos a través del frío e implacable cosmos. El vínculo entre un Klyntar y su anfitrión es sagrado. Dan contexto a nuestras vidas y significado a nuestra existencia. Nos dan historia. Todo lo que tenemos son nuestros anfitriones para decirnos quiénes somos”. Simbionte Venom Había una vez una nada oscura y tranquila donde habitaba lo más tranquilo Knull, que era un ser anterior a nuestro universo y que cuando se produjo el Big Bang -o lo que sea que haya creado “nuestro” universo-, tuvo que salir a la luz y la odió, como odiando todos volver a la presencialidad. Knull creó una serie de bicharracos horribles que lo único que quieren es destruir todo y entre ellos están los simbiontes, que son seres un poco más complejos pero voraces. Ahora que ya saben que son los simbiontes y de dónde viene Venom, podemos hablar de la nueva película de este personaje legendario en el Universo de Marvel. Venom, Carnage liberado (o Venom, la matanza ha llegado si están leyendo esto fuera de Latinoamérica) es la segunda entrega de este personaje que tiene la pesada carga de levantar la mala imagen que dejó su primera aventura. Tom Hardy vuelve a ser Eddie Brook, el periodista que el simbionte adoptó como humano donde alojarse, que está absolutamente desprestigiado y es elegido por el temible asesino serial Cletus Kasidy (Woody Harrelson) para contarle su versión de la historia y así lanzarlo a la fama porque… la gente ama a los asesinos seriales. Pero antes de llegar a eso, la película nos cuenta el pasado del asesino serial y de su amada que es conocida como “Grito” (Naomie Harris). Siendo muy jóvenes los dos psicópatas fueron separados en el instituto donde vivían, pero ambos siguen “conectados”. El día en que el periodista -recordar que lleva adentro a Venom-, visita al asesino serial, todo termina mal, pero mal, mal y Cletus es cooptado por otro simbionte que se llama Carnage y que es tan desaforado que hasta el mismísimo Venom le tiene miedo. Esta segunda película es bastante mejor que la primera, es rápida y dura apenas una hora cuarenta, lo cual no está nada mal. En el comienzo hay una separación entre el Edy y Venom pero se van a tener que amigar si quieren salir vivos del enfrentamiento con Carnage. La película que muchos esperaban que fuera truculenta, se decide más por la comedia y le agrega algunos momentos gore. Y después de toda la agitación, hay una escena post créditos que los seguidores de Universo Marvel no se van a querer perder porque vuelve a dejar en claro que se viene el multiverso en un par de meses, cuando se estrene la próxima aventura de Spiderman. Pero eso ya no es tema de crítica. VENOM: CARNAGE LIBERADO Venom: Let There Be Carnage. Estados Unidos, 2021. Dirección: Andy Serkis. Elenco: Tom Hardy, Woody Harrelson, Michelle Williams, Naomie Harris, Reid Scott, Peggy Lu y Stephen Graham. Guion: Kelly Marcel. Música: Marco Beltrami. Fotografía: Robert Richardson. Edición: Maryann Brandon y Stan Salfas. Distribuidora: UIP (Sony). Duración: 97 minutos.
Lleven almohadas. Eddie Brock (Tom Hardy) regresa (ver crítica de Venom), y ya con un Venom muchísimo más “compañero”, buscará reinventar su fama gracias a la oportunidad de poder entrevistar a Cletus Kasady (interpretado por Woody Harrelson), un psicópata y asesino en serie que, desde las rejas, espera a que le llegue su condena a muerte. A partir de esta entrevista y con la ayuda total de los poderes del simbionte llamado Venom, Brock logra desentrañar un crimen que hasta ese entonces ni siquiera el FBI pudo resolver, con lo cual consigue volver a la cresta de la ola. A partir de ese momento y sin tantos preámbulos, esta película (dirigida por Andy Serkis) irá tomando un ritmo totalmente rápido y desarticulado en donde pondrá en escena un desarrollo paupérrimo de los personajes, los cuales sin lucidez alguna irán sorteando mini tramas hasta llegar a un final totalmente predecible y bastante berreta. Y aquí la parte más fea se la lleva el papel de Harrelson, quien a pesar de ser uno de los mayores atractivos en el “spider-verse”, su personaje se reduce a un villano más del montón del cual poco se dijo y poco se dirá. Pero si bien el guión tiene que ver (y mucho), tampoco es justo que reciba todos los palos, porque en realidad el mayor enemigo de Venom acá es la constante censura. Tanto a Venom como a Carnage, los censuran de una manera impresionante que les quita la seriedad y la crueldad que corresponde al momento; y ni hablemos de los alivios cómicos, que a falta de no generar risa alguna, ayuda a cortar con el poco clímax de tensión que pudo generar la cinta. Podemos decir entonces que Venom: Carnage liberado se limita y a la vez se conforma con sólo lograr un buen CGI, y sobre todo con agigantar un poco más el universo Marvel con las benditas escenas post-créditos. No esperemos buenas escenas de acción ni tampoco una cuota de violencia, porque la verdad es que ambas son tan inexistentes como la propuesta narrativa que esta cinta conlleva.
Los villanos devenidos en protagonistas de sus propias películas son una especialidad del universo surgido del cómic en general y de las producciones de Marvel en particular. En esta oportunidad, estamos frente a la secuela de la no muy inspirada película de 2018 en la que Tom Hardy asumía el papel que Topher Grace había interpretado en Spider-Man 3 (2007), de Sam Raimi. Tampoco están el director Ruben Fleischer (ahora reemplazado por el prolífico actor y estrella de la motion-capture Andy Serkis, que venía de filmar Una razón para vivir y Mowgli) ni Riz Ahmed como el malvado de turno, pero regresan -claro- Tom Hardy, una desaprovechada Michelle Williams y Woody Harrelson, que ahora ocupa el lugar de némesis, contrafigura y villano lleno de muecas, estridencias y excesos. Sí, toda sobreactuación no solo es aceptada sino bienvenida y potenciada. Hardy -quien participó de primera mano en la concepción de la historia original- encarna nuevamente a Eddie Brock, ese otrora prestigioso periodista caído en desgracia que aquí recobra protagonismo cuando el Cletus Kasady de Harrelson -que ha sido condenado a muerte- le concede una exclusiva. Pero, claro, Harrelson no es ejecutado porque escapa y allí comienza la lucha con Brock y esa viscosa criatura alienígena adosada a su cuerpo que es Venom. Si los enfrentamientos entre Eddie/Venom y Cletus/Carnage están construidos con el manual del género (tan básico en términos dramáticos como eficaz en el terreno visual), la dualidad, las personalidades escindidas, esos opuestos complementarios que son el torturado Eddie y el desatado Venom solo logra algunos pocos momentos de humor y simpatía. En su mayor parte, se limitan a bromas y pensamientos dichos en off por la voz grave del alien que parecen más dirigidos a un público infantil que a uno adulto. Así, esta cortísima película de superhéroes (o supervillanos) que apenas llega a la hora y media (cuando el “canon” actual suele superar los 120 minutos) resulta un entretenimiento inofensivo, intrascendente, incuestionable y menor. Vale la pena quedarse a la escena post-créditos en la que, en medio de un culebrón latinoamericano que los protagonistas miran en una vieja televisión, habrá alguna revelación respecto del futuro de la saga de Spider-Man, la única que Marvel sigue manteniendo bajo la órbita de Sony y no de Disney.
Tras varias postergaciones, pandemia y restricciones mediante, llega a las salas esta nueva entrega del antihéroe encarnado por Tom Hardy, quien en esta oportunidad deberá luchar con un simbionte de características similares al que constantemente lo acecha a él. Película con muchos efectos visuales, que, seguramente, delirará a los fanáticos, y que suma al gran Woody Harrelson como el villano de turno, pero que nunca encuentra un rumbo cierto.
En la trilogía de El señor de los anillos dirigida por Peter Jackson, Andy Serkis pasó a la historia como el primer gran actor del cine construido digitalmente. Su magnífico Gollum era una criatura surgida de ese mundo imaginario, pero detrás de los artificios había alguien de carne y hueso que lo ponía en movimiento y le otorgaba al personaje una genuina humanidad. Dos décadas más tarde, ahora como director, Serkis no honra ese camino en la segunda película de Venom. Mucho más que en la historia original (que tampoco era un gran dechado de virtudes), aquí los actores quedan tapados y ocultos por completo detrás de un monumental dispositivo de efectos visuales, sobrecargado y ruidoso, que no funciona como herramienta sino como objetivo. Todo el clímax se resuelve a través de la tecnología. Esa dependencia hace que se pierda de vista todo lo bueno que se insinuaba al comienzo, sobre todo alrededor del humor autoparódico (casi ausente en la historia original) y la construcción de un antihéroe que funciona como espejo deformado de varios personajes emblemáticos de Marvel. Tom Hardy vive agitado, como si estuviese en una búsqueda (¿o un escape?) permanente, y Woody Harrelson se divierte como un antagonista surgido de las entrañas del personaje central. Hasta que, como todo lo demás, desaparecen en medio de una maquinaria digital armada (con la solidez industrial de Marvel) para sostener el interés de los fans. Nada más.
En 2018 Venom fue un éxito instantáneo de Marvel, pero fuera del Universo Cinematográfico de Marvel, que está en la órbita de Disney. Un extraterrestre simbiótico llegaba desde un cometa e invadía el cuerpo de Tom Hardy. Terminó siendo una comedia de acción, de “pals”, de amigos, entre el periodista Eddie Brock y el intruso que vive en su interior. Y también terminó siendo un éxito que recaudó US$ 856 millones en todo el mundo. Obvio, iba a salir la secuela. Ya no está Ruben Fleischer (Zombieland) como director sino con el título más simbólico de productor ejecutivo. Y de los guionistas de la original quedó solo Kelly Marcel, que puede pasar de ser coautora del libreto de El sueño de Walt, con Tom Hanks como Walt Disney, a adaptar solita y ayudar a que Cincuenta sombras de Grey sea un bodrio, o escribir la historia de Cruella. Quién dirige Quien dirige es Andy Serkis, a quien idolatramos por componer a Gollum para Peter Jackson en El Señor de los anillos y El Hobbit, o a Cesar en la saga de El planeta de los simios. Es su tercer largo como realizador (Mowgli: Relatos del libro de la selva ya era una versión extraña). Todo a cuento de que esta Venom es algo distinta a la primera, sí, pero tiene el mismo tono de humor adolescente -por momentos parece destinada al público infantil, salvo por la violencia-. La trama nos devuelve a Eddie, ya resignado a tener a Venom en su cuerpo y su departamento en San Francisco. Un detective (Stephen Graham) le pide que investigue dónde Cletus Kasady (Woody Harrelson), un psicópata con la misma sonrisa que Harrelson ponía en Asesinos por naturaleza, dejo los cuerpos de sus víctimas Cletus está preso, lo condenan a muerte, y no vamos a contar cómo ni por qué albergará a la némesis de Venom. Y el carnaje (o la matanza, como dice el titulo local), se liberará. Si Eddie tenía un interés romántico (Anne, Michelle Williams, que vuelve a aparecer), Cletus sólo respira por Frances (Naomie Harris, Moneypenny en Sin tiempo para morir), ex compañera psiquiátrica. Y entonces tendremos una batalla al estilo Godzilla vs Kong, en la que los efectos visuales (y sonoros: vayan preparando los oídos) tendrán que ocupar todo lo que la trama ha dejado casi sin valor. Porque el guion es lo que se llama un esqueleto. Hay mucha cáscara en Venom: Carnage liberado, y escasa sustancia. No hay mucho sentido -ya sé que en muchas tramas de Marvel tampoco-, pero aquí todo se siente como en un carnaval. Puede continuar o terminar en cualquier momento. Lo mejor: Venom puede saciar momentáneamente su hambre con chocolate (?) o pollos, pero prefiere los cerebros humanos. Los momentos de comedia entre Eddie y su alter ego que parece gotear tinta negra son más divertidos que las pelas a escala grande. Una incógnita es saber cómo fue que Venom: Carnage liberado recaudó el doble de lo que soñaban sus productores en su fin de semana de estreno en Norteamérica (90 millones de dólares), ganando inclusive más que en el estreno de la película original. Es lo que hay.
Venom 2 es tan mala que logra que la continuación olvidable de Ghost Rider, estrenada en el 2011, quede mejor parada en el recuerdo. El nuevo film protagonizado por Tom Hardy sobresale entre las grandes producciones desapasionadas que brindó el género de superhéroes en estos últimos años. Una pena porque se trata de un personaje que cuenta con una bibliografía mucho más extensa que otras creaciones de esta editorial, como Shang-Chi o Guardianes de la Galaxia que recibieron un mayor respeto. Se trata de una propuesta que tiene sus seguidores y con una adaptación inspirada puede ofrecer un film decente dentro de esta temática. Sobre todo por la condición de anti-héroe del rol de Eddie Brock que lo diferencia de otro individuos del universo Marvel. Lamentablemente Hardy, quien jamás supo donde estuvo parado con este proyecto y ejerce además como productor y guionista, optó por desarrollar a Venom en una película familiar centrada en la estupidez. El resultado es un film horrendo y perezoso que parece haber sido realizado en la primera mitad de los años ´90, antes de la aparición de Blade, cuando los personajes de esta compañía no atravesaban su mejor momento en el cine. De los 97 minutos que dura el film (lo único positivo es que al menos es corto y pasa rápido) más de una hora se va en escenas de relleno centradas en la comedia chapucera de Hardy y la sobreactuación de Woody Harrelson como Carnage. No hay un mínimo argumento ni tiempo para desarrollar los personajes ya que la narración es un compilado de escenas mundanas que tienen el objetivo de justificar el carnaval carioca de CGI que viene luego entre Venom y el villano de turno. Hardy aburre enseguida cuando su intento por ser comediante se vuelve redundante y Harrelson más que evocar en algún momento a Mickey Knox de Asesinos por naturaleza tampoco puede hacer milagros. Por el lado de los roles femeninos la película desperdicia de un modo criminal a Naomie Harris (Moneypenny en la última era Bond) como Shriek y una anestesiada Michelle Williams queda estancada en el papel de la damisela en apuros. Los créditos de la película informan que la dirección corrió por cuenta de Andy Serkis pero Venom 2 deja la impresión que pudo haber sido realizada por cualquier otro cineasta. No hay una visión artística ni se percibe el esfuerzo de por lo menos brindar un producto digno que al menos sea entretenido. Salvo por una escena que incorpora un fragmento de animación tradicional para narrar el origen de Carnage, el único momento creativo de este film, el resto es de una mediocridad impactante. En materia de efectos especiales no se percibe un avance notable frente a la entrega anterior y por lo general todas las apariciones del monstruo tienen lugar en escenas nocturnas o en ambientaciones oscuras para maquillar las falencias del CGI. Hay un intento del estudio Sony por generar entusiasmo con la vinculación de Venom a un universo más expandido pero no alcanza ya que el producto que se ofrece es deficiente. Si los artistas involucrados no demuestran el menor entusiasmo por brindar una película más digna por qué debería tenerlo el público a la de pagar una entrada de cine. En resumen, un bodrio que si les genera curiosidad pueden delegar para algún canal televisión o plataforma de streaming. ver crítica resumida
Una cuestión que aún me desvela es el éxito abrumador que tuvo Venom (2018) cuando llegó a los cines. Según mi análisis y sensibilidades, es una de las peores películas del género superheroico. Pero el gran público la amo y la segunda parte se confirmó de manera inmediata. Solo que tardó un poco más en llegar por culpa de la pandemia (aunque no haga falta aclarar). La secuela es más de lo mismo, pero con la salvedad de que ya sabés de antemano el tono y cómo están construidos los personajes. En mi caso eso hizo que no la odiara, pero sí que la padeciera. Es insufriblemente ridícula y tediosa pese a su corta duración. Andy Serkis hace un buen laburo en la puesta y la gran pelea está muy buena, aunque es corta. Como lector de estos personajes en su momento de gloria (los 90s), debo decir que el film superó a las viñetas en poder darle vida de esa manera, al ver los colores y la textura. El resto es malo. Podría destacar a Woody Harrelson, pero ni da. Él siempre cae bien parado, incluso aquí. Venom: Carnage liberado es una excusa de una hora y 37 minutos para llegar a la escena post créditos y obtener una gran revelación.
Después del éxito de la primera entrega, Venom regresa a los cines para enfrentar a Carnage, ¿cómo se compara con la anterior? Gracias al impacto de las redes sociales y sitios que compilan reseñas en un solo número, los blockbusters actuales bajo la amenazante sombra de la crítica. Ya no alcanza con que hagan dinero, sino que además deben agradar lo suficiente a la crítica profesional y amateur, pues una mala “nota” en Rotten Tomatoes o Metacritic puede tener un impacto directo en la taquilla de la película. Una mala recepción crítica puede motivar el reboot de una franquicia incluso si hizo mucha plata como, por ejemplo, Suicide Squad ¿Es este también el caso de Venom: Let There Be Carnage? No, no lo es. Sony prefiere acá pecar de bilardista y dice “equipo que gana no se toca”. Sí, Venom fue destruida por la crítica (tiene 30/100 en Rotten Tomatoes), el remate de muchos chistes en redes. Pero recaudó más de 850 millones de dólares, la mayoría de ellos fuera de Estados Unidos. Fue además un hit en China, algo que les agrada mucho a los mandamases de Hollywood hoy en día. Acá no hay reboot, ni soft ni nada. Es más, se profundiza muchas de las elecciones tomadas en la primera película. La comedia estilo buddy cop entre Eddie Brock (Tom Hardy) y el simbionte Venom sigue estando en el corazón del film. Aunque es cierto que Hardy le baja varios cambios a esa actuación “nerviosa” de la primera parte. También persiste esa onda noventosa que permea toda la película. Hasta la tipografía del logo parece sacado de la portada de un disco de nü metal. De hecho, esta secuela me convence de que, si hay que buscar una genealogía que haga posible a Venom: Let There Be Carnage esta incluiría sin lugar a duda a las hoy vilipendiadas Batman de Joel Schumacher, con su tono desenfadado y juguetón. Hasta tiene chistes sobre Barry Manilow, una suerte de Sergio Denis yanki que dudo la generación Fornite conozca siquiera de nombre. Venom: Let There Be Carnage, basada en una historia atribuida al mismo Hardy y la guionista Kelly Marcel (50 Sombras de Grey), al igual que la anterior, continúa pareciendo una fantasía febril salida de la cabeza de un nene de 12 años (o de Rob Liefeld). La acción misma parece muy “apta para todo público”, enfrentando al héroe contra un asesino serial con un simbionte que se llama Carnage (que podría traducirse como Masacre) sin salpicar ni una gota de sangre. Venom Venom: Let There Be Carnage En ese sentido, realmente podría decirse que esta es una adaptación fiel de esas historietas de los años noventa, para bien o para mal. Lo que sí, uno no termina de acostumbrarse de ver actores del calibre de Hardy, Michelle Williams o Woody Harrelson con esos diálogos en la boca. En lo que esta secuela representa un salto adelante es en la seguridad de la dirección, ahora en manos de Andy Serkis, y la edición. Venom: Let There Be Carnage sabe lo que es, que viene hacer, y lo hace de una manera mucho más cohesiva y expeditiva que la anterior. En tiempos donde hasta la origin story de un personaje de historieta que no fue sensación ni cuando salió en los sesenta es tratado como algo “importante” y “épico”, es refrescante una película que viene a entretener con diversión tonta, y lo hace en noventa minutos. Tras la escena post créditos, queda clarísimo que habrá más Venom, así que podemos alegrarlos que Serkis, Hardy y Marcel encaminaron un poco el barco. Quien vaya al cine a ver una de acción un poco tonta y graciosa (y alguno que otro guiño para el fan de Marvel) saldrá satisfecho.
Venom: Carnage liberado es un exitosa secuela del film Venom realizado en el año 2018. Para quienes tengan un doctorado en Marvel no habrá problemas para identificar las conexiones, guiños y adelantos que la película tiene. Para el resto de los mortales, la película sigue siendo tan mala como su predecesora y le agrega un número agotador de efectos visuales feo, incluyendo a los dos personajes principales, que se trenzan en batallas que no podrían ser ni más aburridas ni más rutinarias. El éxito mencionado al comienzo nos llevará una tercera película, lo que es una verdadera desgracia para los ojos y los oídos. Ruidos, voces horribles y una puesta en escena figura entre lo peor del género. El desperdicio actoral del film anterior se justificaba porque necesitan muchas escenas del protagonista entendiendo que era lo que pasaba. Ahora que ya lo sabemos, Tom Hardy tiene menos para hacer y aprovecha para reducir su trabajo, aunque le queda espacio para la sobreactuación. Del otro lado, Woody Harrelson hace su show pero la película no lo acompaña correctamente. Naomi Harris y Michelle Williams también consiguieron, como los dos actores mencionados, un buen sueldo en esta película taquillera y nos alegramos de corazón por ellas. Hay secuencias en los créditos para reforzar la idea de que todo es parte de algo más grande y que todas las piezas son importantes. Venom 2, con su duración de noventa minutos, es una pieza corta y a la vez demasiado larga. El humor de la película es de lo más deprimente que hay y no hay un momento que no sea forzado. Ni la ingeniosa idea de poner dos historias de amor consigue darle interés a esta película.
Venom – Carnage Liberado: la diversión del todo vale Se va la segunda del simbionte… y no está solo Andy Serkis (sí, Gollum) dirige esta secuela que demuestra que el género de superhéroes ya está llegando a su (lógico) agotamiento. Tom Hardy y Woody Harrelson se reparten tortas en Venom – Carnage Liberado. ¿De qué va? Después de encontrar un cuerpo anfitrión en el periodista de investigación Eddie Brock, el simbionte alienígena debe enfrentarse a un nuevo enemigo, Carnage, el alter ego del asesino en serie Cletus Kasady. En la historia del cine, desde siempre, los géneros tienen un agotamiento. Es natural, y responde a cierta saturación de conceptos y repetición de fórmulas. Mientras el MCU intenta diversificar en la diversidad, Sony decidió mixturar el tema del superhéroe con la buddy-comedy (la comedia de “amigos” o “compañeros”, incluso “frenemies”). Eddie Brock (Hardy) sigue tan sucio como en la primera parte. No sé cuanto molesta que tenga un simbionte pegado en la espalda que le habla todo el tiempo, pero sí ese pelo todo sucio y grasiento. Perdió credibilidad como periodista, perdió a su amor (aquel que Venom tampoco puede olvidar) y está perdiendo en control de su “compañero”. Y sí, como en todas las segundas partes de este tipo de género, Eddie va a perder sus poderes durante un tiempo. Pero Cletus Kasady (Harrelson) se comunica con él. Le va a dar una exclusiva que nadie espera… ¿por qué a él, que perdió visibilidad y masividad? ¿Sabe de su secreto? Las respuesta son: porque el guionista así lo quiso. Como todo, en esta película el sentimiento es el de las pelis explotation de los 90s: todo pasa porque sí… lo importante es que sea divertido. Cletus es un ser de mal. Porque sí. Hacia el final meten con calzador la búsqueda de empatía, una que es imposible de alcanzar ya que nunca se construyó. Es un asesino serial, pero como la película es PG-13… no se puede mostrar nada. Y también está enamorado. De una mujer mutante que perdió hace añares. Pero no importa: va a ser su única razón de existir y movilizarse. WW84 haciendo escuela en eso de “nunca soltar”. Y por esas casualidades (que tienen que ver con que Cletus siente que Eddie lo traicionó periodísticamente), el asesino serial muerde en la mano al antihéroe y se convierte en Carnage, otro simbionte pero “de tipo rojo”, uno que Venom teme. ¿Por qué teme algo que se gestó desde él? Más teniendo en cuenta como termina… “porque el guionista así lo quiso”. Luego: un festival de golpes, el simbionte pasando de uno a otro sin explicación, la ex-mujer de Eddie volviendo a ser importante a pesar de la separación, el amor de Cletus convirtiéndose en novia, muchos chistes con chocolate y cerebros de pollos, otros golpes, explosiones, chistes malos… un carnaval de sin sentidos, que siendo una película corta casi que se perdonan en post de “la diversión”. Si te gustó la primera, SIN DUDAS esta la vas a disfrutar. Cuando el western se fue apagando como género cinematográfico, antes tuvo un canto de cisne llamado spaghetti western: un sub-género más exagerado e hiperbólico que estiraba los elementos de su papá genérico sabiéndose pupilo. Algo similar se siente con esta película: ya tan metida en una moda superheroíca, no se preocupa por construir nada, entiende que todos y todas sabemos a lo que apunta, y va directo a los bifes… olvidando construir un guión en el medio, uno que nos haga amar a los personajes y preocuparnos por ellos. ¿Estamos en el final del género? Me imagino que al ver la escena post-créditos (con una justificación hermosa de “porque el guionista así lo quiso”) eso se olvida, y se quedarán manijas para ver como continúa todo. Así es el cine de entretenimiento.
Puja extraterrestre En esta nueva entrega del personaje de Venom, uno de los enemigos del Hombre Araña en los cómics de Marvel creado por Todd McFarlane, cuya historia fue desarrollada por el escritor David Michelinie a partir de mediados de los ochenta, el extraterrestre se enfrenta con otro alien simbiótico que se adhiere a uno de los personajes de la primera entrega dirigida por Ruben Fleischer, Cletus Kasady, interpretado por Woody Harrelson, un asesino serial encerrado en la cárcel que tras morder al anfitrión de Venom, el periodista Eddie Brock, interpretado por Tom Hardy, se convierte en Carnage, otro alien simbiótico pero de color rojo. Después de separarse de Anne (Michelle Williams), la carrera de Eddie Brock y su vida personal se vienen abajo mientras se dedica a intentar que Venom se alimente de chocolate y gallinas en lugar de cerebros humanos. Cuando Cletus Kasady lo convoca para que se convierta en su vocero desde la cárcel, Venom descubre dónde Kasady esconde los cadáveres de sus víctimas por sus dibujos en su celda, por lo que su carrera toma un giro ante la suspicacia del Detective Mulligan (Stephen Graham). En una visita a la prisión antes de ser ejecutado, Cletus muerde a Eddie y nace Carnage cuando se lleva a cabo la ejecución de su condena a muerte, desatando una matanza en el presidio en su fuga hacia la libertad. Cletus accede a mantener la unión con Carnage para eliminar a Venom si el extraterrestre lo ayuda a recuperar a su novia, Frances Barrison (Naomi Harris). Y así sigue la trama en este film en el que nada tiene sentido ni razón de ser. Venom: Carnage Liberado (Venom: Let There be Carnage, 2021), escrita por Kelly Marcel, guionista de la entrega anterior, en base a una historia del propio Hardy, y dirigida por Andy Serkis, responsable de Breathe (2017) y Mowgli: Legend of the Jungle (2018) y reconocido actor de reparto, es una comedia fantástica de aventuras que intenta aprovecharse del fanatismo por los films de superhéroes y antihéroes y que reproduce todos los problemas de este tipo de obras hasta el desastre. El film de Serkis malogra un reparto espectacular liderado por Tom Hardy, Woody Harrelson, Michelle Williams y Stephen Graham, quienes caen presas de una historia incongruente, llena de bromas estúpidas, efectos especiales que no sorprenden y una corrección política que aburre. Más allá de esto el film discurre sobre las dificultades de convivencia, la aceptación de uno mismo, la amistad como fuente de entendimiento y la necesidad de empatía para con los problemas ajenos, cuestiones comprimidas en una hora y media llena de sinsentidos y prácticamente sin las matanzas prometidas en el título. Si por un lado el título anuncia un enfrentamiento descarnado, en Venom: Carnage Liberado apenas hay una escaramuza de la que solo Woody Harrelson sale parcialmente airoso en su papel de lumpen norteamericano, producto del abuso infantil y el maltrato en las instituciones de corrección y castigo, temáticas caricaturizadas en uno de los pocos momentos sinceros y reales del film para diluir la crudeza de una situación que no va con la ligereza de la propuesta. La dirección de Serkis es correcta dentro de todo y el principal problema parte de las ideas de Hardy. El personaje de Carnage decididamente no funciona desde ningún punto de vista, la introducción forzosa en cada escena del Detective Mulligan es ridícula, el guión de Kelly Marcel es muy pobre y con diálogos sosos, Michelle Williams no cumple un rol de ninguna índole y las composiciones de Marco Beltrami son anodinas ya que los temas musicales se pasan de insustanciales y ni siquiera representan el espíritu del film. En el universo Marvel y en el acervo de los superhéroes, uno de los pocos géneros que aún generan fanáticos en un segmento pequeño en términos poblacionales pero considerable en términos del público consumidor cinematográfico, la saga de Venom intenta seguir los pasos de Thor: Ragnarok (2017), el bizarro film del realizador neozelandés Taika Waititi, en materia de mezclar la comedia con la epopeya fantástica de aventuras, dándole una vuelta de tuerca al drama que suele imperar en el género pero aquí nada funciona. Los actores parecen sombras de sus mejores interpretaciones, no están compenetrados con los personajes ni con sus diálogos: todo, absolutamente todo, está fuera de lugar, especialmente Venom, una contrafigura del Hombre Araña que no se luce con un Tom Hardy irreconocible que lo compone con la misma técnica de alteración de la voz que usó para el personaje de Bane en El Caballero de la Noche Asciende (The Dark Night Rises, 2012), la última entrega de la trilogía de Batman de Christopher Nolan. Lo que en el cómic, e incluso en los dibujos animados del Hombre Araña, funcionaba a la perfección, aquí decididamente solo reproduce lo peor de los films de superhéroes y antihéroes. Ya incapaz de atraer a un público que no sea ultra fanático de este tipo de obras, alejado de la fantasía que descubre nuevas posibilidades y de la ciencia ficción que propone futuros en los cuales reflejarnos y reflexionar sobre nuestra realidad, Venon: Carnage Liberado es un intento de parodia de los films de superhéroes que no funciona siquiera como parodia de sí mismo, dejando un gran sinsabor por el desperdicio de un elenco que merecía algo mejor.
“Venom: Carnage liberado”. Crítica La segunda entrega dirigida por Andy Serkis se pone cabeza a cabeza con su antecesora. Venom: Carnage liberado llega con más acción, comedia y una gran expansión de su universo, lo que puede provocar que Eddie Brock se gane nuevos enemigos. Dirigida por Andy Serkis, producida y escrita por Tom Hardy, junto a Avi Arad, Matt Tolmach, Amy Pascal y Kelly Marcel. Mientras que el elenco está compuesto por Tom Hardy, Woody Harrelson, Michelle Williams, Naomi Harris, Reid Scott, Stephen Graham y Peggy Lu. Revivir La trama centra a Eddie Brock avivando su carrera como periodista y junto a Venom habiéndose transformado en un nuevo justiciero. Eddie entrevista a un asesino en serie, conocido como Cletus Kasady lo que hace que nuestro protagonista vuelva a ser noticia en el mundo del periodismo de investigación y crimen. A pesar de que la carrera de Eddie va en ascenso, Venom no se siente satisfecho debido a que no puede calmar el hambre voraz que tiene, llevando a tener constantes discusiones entre ambos. Esta segunda parte nos brinda más comicidad con ambos personajes, entre peleas y problemas, como si fueran una pareja en conflicto, hace que esta secuela sea más descontracturada y divertida que su antecesora. Por el lado de la acción, quien es más participe de ella, es Cletus Kasady y Carnage introduciendo a este nuevo y poderoso villano. Woody Harrelson es un muy buen antagonista para esta secuela, aunque hubiera sido increíble poder ver más de él, teniendo en cuenta que a pesar de que el simbionte es parte de Venom, quien lo hace tan fuerte es Cletus, siendo este un esplendido personaje. Quien probablemente no hizo tanto ruido en esta película es Frances Barrison quien es encarnada por Naomi Harris. Ella es el interés amoroso de Cletus pero no es un personaje muy vital en la trama, solo es la motivación para que Kasady junto a Carnage provoquen tanto caos. El aspecto dado a su personaje, es muy similar, por no decir idéntico, a Tía Dalma o Calypso de Piratas del Caribe: El cofre de la muerte, interpretado también por Harris. Tuvo una buena actuación, pero es como si al personaje plano que no aporta nada, pudieron haberlo explotado de otra manera. Un antihéroe letal La relación entre Eddie y Venom tiene muchos altibajos, mostrando que no solo son compatibles entre ambos, sino que, se entienden mutuamente. Un caso en particular, es el compromiso de Anne con Dan que deja muy sentido a Eddie y a pesar de las burlas o de la manera en la que Venom siempre lo maltrata, ahora funciona más como un psicólogo con él, mostrando su lado más comprensivo. Ambos comienzan a entenderse mucho más y Venom quiere ser un verdadero héroe, pero a costas de comerse a los tipos malos, lo cual Eddie no deja que haga, lo que trae mucha fricción entre ellos. Aun así, ambos huelen bien el peligro, así como también meten la pata, lo que provoca la creación de Carnage. Podría decirse que en Venom: Carnage liberado, el poder de la amistad y el amor lo es todo, si, cursi y ridículo, pero es vital por el lado de como Eddie y Venom deben lidiar con lo que se tope a su paso y arreglar lo que provocaron por el bien de los dos, mostrando la verdadera fortaleza de los protagonistas. Carnage es un digno enemigo, pero teniendo en cuenta que no es compatible con Kasady ya que ambos tienen diferentes motivaciones, no forman un vínculo que los haga fuertes a ambos contra otro simbionte. Venom por otro lado, se muestra mucho más poderoso que en su anterior entrega, ya que lleva tiempo junto a Eddie y conocen las debilidades y fortalezas del otro, algo que Carnage no tiene con Kasady.
VENOM, el histórico archienemigo de Spiderman vuelve a escena con una nueva película protagonizada por Tom Hardy, Michelle Williams y Woody Harrelson . Andy Serkis toma, nuevamente, las riendas de la dirección en esta humorística entrega del supervillano o antihéroe simbionte. Eddie Brock (Tom Hardy) y su acompañante Venom intentan descubrir los secretos de la convivencia cuando un preso que está condenado a muerte (Woody Harrelson) se infecta con un simbionte propio. La película se construye alrededor de lo mismo de la primera, cuotas exageradas de humor, una trama dispersa, personajes con poco desarrollo y un uso exagerado de CGI. El personaje de Venom toma la personalidad de un antihéroe gracias a su relación con Eddie y esto indica que la continuidad de este personaje dentro del universo de Sony será sin verlo como villano. El elenco es extraordinario y sus actuaciones están muy bien. Lo que no me gustó es que estén desaprovechando semejante cast para hacerlos hacer papeles tan superficiales y poco divertidos. No es culpa de los actores y actrices, sino de quienes escriben sus papeles. La producción está correcta pero no hay muchas locaciones, no existe una gran cantidad de actores y los efectos son exagerados en tiempo y forma. Es un film muy corto y directo, en este sentido es perfecto para quienes quieran disfrutar de una experiencia esporádica y veloz. No invita demasiado a la reflexión y se apoya en la espectacularidad de las luchas entre simbiontes. A aquellas personas que quedaron fascinadas con la primera, es muy probable que disfruten mucho de esta secuela. Toda la acción es llevada al extremo. En lo particular sentí que hubo mucha contaminación de ruidos y sonidos que hicieron irritante el tercer acto. Es una película interesante gracias al sentido diferente que se le da a Venom, pero esto también lleva a que sea muy criticada por la misma razón. Es una buena opción para pochoclear durante una hora y media. ¿Lo más impactante? En la escena post-créditos. Por Leandro Gioia
En esta oportunidad, “Venom” no está dirigida por el mismo director de la anterior, Ruben Fleischer. Quien está al mando esta vez es Andy Serkis, gran actor que últimamente está incursionando más en la dirección. Su último film fue Mowgli: La leyenda de la selva (2018) y el año que viene lo veremos participar de la esperada Batman. Esta vez a Serkis le tocó ponerse al frente de un film al que se le tiene mucha expectativa por todos los cruces que luego podrían haber pero más que nada se espera que hayan logrado subir la vara. Volvemos a ver al simbionte Venom, esta vez completamente cómodo con Eddie Brock (Tom Hardy) – se nota que ya son grandes amigos. Eddie sigue con su trabajo como periodista y ahora le llega la oportunidad de entrevistar al asesino Cletus Kasady (Woody Harrelson) y no puede arruinarlo. En ese encuentro surge cierta rispidez y finalmente aparece Carnage, enemigo de Venom que tiene un único propósito: la total destrucción. Este es el momento en que tanto Brock como Venom deben unirse como carne y uña de una manera mucho mas poderosa porque sus enemigos ya conocen sus puntos débiles. En cuanto a la actuación de Tom Hardy, es mejor que en el film anterior. En esta película se puede ver que hubo un correcto equilibrio gracias a que el actor también participó del guión. Con respecto al papel de Harrelson creo fue exagerado – quizás no era el artista más adecuado para este papel ya que no logra la imagen de villano. Cuando se convierte en simbionte no se nota demasiado y queda una actuación a medias. El personaje de Venom esta vez se lució más. Pareciera que en esta nueva entrega prestaron atención a las críticas de la anterior, en donde el humor y la acción fueron los puntos que más disfrutaron a los espectadores. En cuanto a Carnage fue un tanto insulso, los momentos de peleas eran siempre iguales, por momentos con partes sin sentido que no llaman la atención. El resto del cast estuvo bien y cada uno se adaptó a su personaje. Debo destacar que estuvo bueno ver que hubieron cambios a partir de las críticas de la primer entrega. Desde el comienzo, el film nos mantiene enganchados y hay un buen trabajo en la música que acompaña muy bien cada escena. Las escenas de las peleas podrían haber sido mucho mejores sabiendo que en sí la historia no tenía mucho contenido y esos momentos de acción son los puntos más fuertes. Igualmente Serkis logró un grato trabajo, demostrando interés en que quiere continuar con la saga, por lo que seguiremos apostando por él como líder de las próximas entregas. Sin dudas, con “Venom: Carnage liberado” no te vas a abrurrir. Hay mucho humor, peleas y una escena post créditos que vale la pena ver.
Mi huésped favorito. Una vez más el antihéroe de Marvel encabeza una película. Hablamos del simbionte Venom y su coequiper, Eddie Brock (Tom Hardy). Después de las idas y vueltas sucedidas en la primera entrega, ahora observamos como la dupla archienemiga de Spider-Man, intenta convivir más allá de sus marcadas diferencias. Como si el ello y yo freudiano se batieran a duelo. Como prometía la escena post crédito en el 2018, el periodista Eddie Brock (intentando recuperar su carrera), se encontrará cara a cara en la prisión con el temido Cletus Kasady (Woody Harrelson), para realizarle una última entrevista. Y esto será suficiente para que el simbionte extraterrestre deje una célula en el cuerpo del killer, la cual en vez de retornar al organismo al que pertenece, se alojará con fiereza en Cletus adquiriendo entidad propia, convirtiéndose en Carnage. Alejado de su novia, la justiciera Anne Weying (Michelle Williams), y peleado con Venom, Eddie deberá poner su vida en orden para enfrentar al destructivo Carnage. Con mucho humor, los diálogos entre la dupla protagonista son divertidos, y acción (pero poco argumento), la cinta se estructura de manera secuencial. Los acontecimientos se suceden uno tras otro de manera vertiginosa, como si estuviéramos hojeando un cómic. La elipsis brilla por su presencia. Venom parece ser consciente de su inmediatez para narrar. De su tono paródico, sobre todo de su dificultad para contar una historia; hay muchos cabos sueltos, por decirlo de algún modo. Sin dudas lo más logrado es cuando interactúan el ET con Eddie, toda una sit com con chistes ocurrentes. Nos alejamos de aquí y hay un desfasaje respecto a los demás personajes. Michelle Williams está totalmente desaprovechada; o sea las motivaciones de la ex pareja para seguir ayudándose son inexistentes. Y la obsesión de Cletus por Eddie tampoco parece tener una causa muy insondable. Formalmente pop y demencial, pero paradójicamente sin personalidad. Una acumulación de escenas tan amorfas y parasitarias como su simbionte protagonista.
Luego de una primera película de dudosa calidad, pero buena taquilla, llega por fin a nuestros cines Venom: Carnage Liberado, donde, por obviedad viendo el nombre, se nos va a presentar a uno de los villanos más emblemáticos de todo Marvel ¿Qué tal está la secuela de la franquicia protagonizada por Tom Hardy? La historia pasa tiempo después de lo visto en la anterior entrega. Eddie Brock y Venom intentan mantener un equilibrio en su parasitaria relación, mientras un asesino en serie condenado a muerte decide que Brock lo entreviste. Lo que parecía una buena oportunidad de trabajo termina poniendo en peligro la vida de todos, cuando un nuevo simbionte se forma, uniéndose al cuerpo del peligroso Cletus Kasady. Si hay películas que parecen estar malditas, son las de Venom. Solo basta recordar la de palos que le cayeron a la primera entrega en los pases preliminares, teniendo como única cosa positiva una secuencia de Spiderverse al final de la cinta, como mayor gancho. A esta película no le fue mucho mejor en ese sentido, primero con la noticia de que se recortó media hora de metraje para el corte final, y luego filtrándose la escena post créditos varios días antes de su estreno en cines. Sobre lo primero podemos decir que si, se notan los tijeretazos a lo largo de toda la película. Un claro ejemplo es en el comportamiento de varios personajes, que toman decisiones porque sí; cuando nosotros, suponemos, que el porqué de esas actitudes, se veían en el material que terminó siendo descartado. Aparte que en las escenas de acción se nota que le faltan segundos en toda su construcción, sintiéndose las peleas bastante apresuradas. Y ni hablar de la nula explicación con respecto a algunos momentos o personajes. Esto no sabemos que tanto es la culpa del guión original, o de los hachazos que sufrió el metraje. Pero ahí no queda lo malo de Venom: Carnage Liberado. Las actuaciones la verdad es que dan bastante pena ajena; comenzando por los villanos. Todos sabemos la calidad de actor que es Woody Harrelson, y lo competente que resulta Naomie Harris; pero acá parece que les dijeron que copien todo lo cliché de los villanos de los superhéroes de hace décadas, dando como resultado personajes que más que caricaturizados, resultan ridículos. En este apartado, el único que se salva es Stephen Graham. Dentro de lo poco bueno podemos destacar los efectos. Si, sabemos que la mayoría de las secuencias de acción se dan de noche para disimular algunas carencias; pero esta vez los simbiontes no se ven como si fueran de goma, teniendo ambos textura y un aspecto (sobre todo Carnage) bastante desagradable si son de estómago frágil. Aparte que la dirección de Andy Serkis, pese a sufrir de un montón de hachazos en la mesa de montaje, se siente bastante sobria, pudiendo notar siempre que estaba pasando. Venom: Carnage Liberado es una mala película, y eso nadie lo puede refutar. Que sea mejor o peor que la anterior va a quedar a criterio de cada uno (en opinión personal es peor). Es una pena que la escena pos créditos se haya filtrado con tantos días de antelación, porque por desgracia, termina siendo lo mejor de la hasta ahora, cinta de superhéroes más floja del año.
La primera Veneno no fue bien recibida por la crítica, nunca llegó a imponerse en las preferencias del público y no ganó fans indeclinables capaces de mantener la devoción a toda costa. Pero esta segunda, confiada la dirección a Andy Sarkis (Un especialista en actuar con captura de movimiento, grandes trabajos para su Gollum, el líder del planeta de los simios y Snoke en Star Wars) decidió con la estrella Tom Hardy que los monstruos sean cosa de niños con humor. Serkis manejo bien las escenas de convivencia entre Hardy y Venom, con un final de cierta ternura almibarada, y dejó insertar las peleas con Carnage en un caos de efectos especiales que no duran demasiado. La hora y media de la película es el tiempo exacto como para no sentir los eternos estiramientos de otros productos de Marvel. Hardy escribió el guión con buenas ideas aunque no alcancen para hacer una buena película. Y Woody Harrelson que sabe de estados alterados, aporta lo suyo al monstruo rojo y carnicero con su novia hululante, Naomi Harris. Casi todos ellos grandes actores que aceptan están propuestas para divertirse o tentados por el cachets, pero están para otras exigencias, sin dudas.
"Venom: Carnage liberado": receta repetida La segunda parte de una saga destinada a cruzar caminos con el Universo Cinematográfico de Marvel vuelve a ser una película fallida, como el producto original. Algunos elementos permitían suponer que Venom: Carnage liberado –segunda parte de una saga destinada a cruzar caminos con el Universo Cinematográfico de Marvel— tenía chances de superar lo entregado por su antecesora. También es verdad que no hacía falta demasiado. Es que Venom (2018) había resultado una película fallida, en la que el vértigo de la acción por la acción misma resultaba más importante que el drama y donde el habitual mash-up de géneros que suele alimentar a las películas de superhéroes, nunca llegaba a funcionar del todo. Por un lado, las secuencias de comedia no terminaban de encajar de forma integral con las de acción y estás lucían desarticuladas en relación a las de romance o las dramáticas. Pero la famosa escena poscréditos, verdadera tradición en las películas de Marvel, dejaba todo servido para que en esta segunda parte entrara nada menos que Woody Harrelson para hacerse cargo de Carnage, otro popular personaje perteneciente al universo del Hombre Araña. Ahí radicaba la esperanza de que a la franquicia le esperaba un futuro mejor. Lo malo de los buenos augurios es que no siempre se cumplen. Y es que todo lo dicho acerca del film anterior también le cabe al nuevo, en virtud de que Venom: Carnage liberado repite sus recetas y estrategias narrativas con llamativa obediencia. Está claro que sus responsables están convencidos de que el camino elegido era el correcto y redundaron en él. La realidad es que lo que se cuenta en esta ocasión vuelve a ser mínimo. Un asesino serial (Harrelson) es descubierto por un periodista caído en desgracia (Tom Hardy), cuyo cuerpo ha sido tomado por un simbionte de origen alienígena con el que ha aprendido a convivir en anárquica armonía. El ente le presta al humano sus poderes, quien a cambio mantiene bajo control las pulsiones violentas de la criatura. Pero en una de las entrevistas, el criminal muerde al reportero y parte del espécimen pasa a él, transformándolo en una némesis apropiada para el héroe. Desde ahí hasta el final... el enfrentamiento entre ambos. Dirigida por el actor británico Andy Serkis, famoso por interpretar a Gollum en El señor de los anillos, Venom: Carnage liberado es víctima de un montaje de planos cortos pero intercalados con frenesí, que convierte a las escenas en un espejo astillado que solo permite ver imágenes sueltas y desordenadas, a las que cuesta entender como unidad. Esto no solo ocurre en las secuencias de acción propiamente dichas, sino también con aquellas que apelan al humor físico, en las que todo es tan veloz y confuso que el efecto cómico se va perdiendo entre los fragmentos. Todo eso conspira contra el objetivo de que el espectador se interese por el destino de los personajes o sienta intriga por el devenir de la trama. El conjunto resulta tan básico, que hasta los pocos buenos momentos de la película se pierden en ese caos atolondrado al que no salvan ni los efectos especiales.
Se sabe desde el comienzo que el objetivo de Marvel siempre fue crear un gran universo de películas interconectadas, que sean partes de un todo, pero que, a su vez, puedan ser vistas sin necesidad de ver las demás. La factoría lleva adelante un trabajo titánico que va por su cuarta fase, con claros intereses económicos, pero sin desentenderse de la historia del cine norteamericano. Una película de Marvel es un producto hecho para el consumo masivo y para ganar millones de dólares, pero también es un producto que conoce la historia que lo precede y la tradición a la que pertenece. Venom: Carnage liberado es la segunda parte de Venom, película que se estrenó en 2018 y que presenta al villano devenido héroe del título, el simbionte extraterrestre que se mete en el cuerpo de Eddie Brock, el experiodista interpretado por Tom Hardy, creando un vínculo simbiótico con la capacidad de transformarse en uno u otro y dando lugar a una relación de amistad inseparable. Si en la primera vimos el nacimiento del personaje principal, en Venom: Carnage liberado vemos el nacimiento de Cletus Kasady/Carnage (Woody Harrelson), el villano que enfrenta a Eddie Brock/Venom en una batalla cargada de CGI, con escenas de espectacularidad mainstream que mantienen el alto nivel tecnológico. En Venom ya se veía cómo el simbionte empezaba a interactuar de modo gracioso con Eddie, y de las posibilidades narrativas que eso significaba. En Venom: Carnage liberado la relación de amistad entre ambos se explota al máximo, convirtiendo sus constantes discusiones en lo mejor de la película. Eddie y Venom se pelean como marido y mujer mal llevados, porque Venom: Carnage liberado es, ante todo, una película sobre la pareja. Mientras ellos conviven en un pequeño departamento, el villano Cletus, condenado a muerte en una prisión de máxima seguridad, logra escapar una vez que se convierte en el enorme y brutal Carnage. Cletus/Carnage va en busca de su amada Frances Barrison/Shriek (Naomie Harris), quien se encuentra en un laboratorio secreto (es el otro villano del que vemos su nacimiento). Ella también tiene un superpoder: grita bien fuerte. Cletus va en busca de Frances porque quiere casarse con ella, otro indicador que demuestra que a la película le importan las parejas. La ligereza y el humor que maneja el filme es lo que lo hace disfrutable. Los chistes y la relación entre Venom y Eddie son lo que lo acercan más a una comedia de amigos o buddy movie que a una de superhéroes solemne. Los viejos personajes continúan, como la exnovia de Eddie, Anne (Michelle Williams), y su prometido, el Dr. Dan (Reid Scott), lo que refuerza aún más la cuestión de las parejas. También están la señora Chen (Peggy Lu), que atiende el minisupermercado al que Eddie va a comprar comida para Venom, quien sigue prefiriendo cabezas humanas, a las que devora de un mordiscón después de saborearlas con su larga lengua babeante, custodiada por un ejército de dientes afilados. Venom: Carnage liberado es un cómic plasmado a la perfección en la pantalla, donde los efectos especiales ayudan a que las escenas de acción sean un deleite sensorial. Es un entretenimiento infalible que anuncia lo que vendrá en las próximas películas de Marvel (la escena poscrédito da una pista de la continuación de estos personajes). Sin embargo, la película no tiene nada que Marvel no haya hecho antes, nada que se salga de la fórmula probada cientos de veces.
El simbionte alienígena se enfrenta a un nuevo enemigo Toda energía existente en el universo tiene dentro de sí una dualidad que otorga dos fuerzas fundamentales que son opuestas y complementarias a la vez. En los seres humanos, podemos identificar a una de ellas como la “voz de la conciencia”, que nos da otro punto de vista completamente distinto a lo que tenemos en mente, demostrando que cada pensamiento posee un complemento contrario para que así veamos las dos caras de la misma moneda antes de avanzar en nuestras decisiones. Sin embargo, en Venom: Carnage liberado (Venom: Let there be Carnage), esta dualidad no se encuentra solo dentro de la mente del protagonista, sino que se muestra directamente en el plano físico gracias a la interacción de Eddie Brock (Tom Hardy) y su simbionte alien Venom. Siguiendo esta línea, los espectadores podemos ver en gran parte de la película las idas y vueltas entre ambos, problema que parecía haber quedado atrás en Venom (2018), la primera entrega de la saga. Como el simbionte tiene su identidad propia, los choques entre él y Eddie hacen que al principio de la película el personaje interpretado por Hardy comience a sentirse agobiado de todos los pedidos y sugerencias de Venom, haciendo que la relación entre ambos comience a tensarse. A diferencia de cómo nos mostraría esta situación una película de genero dramático, en esta entrega del antihéroe de Marvel vemos estos conflictos desde un punto de vista cómico, haciendo que esto sea la mejor parte de la película al mantenernos entretenidos a medida que avanza la trama. No obstante, para terminar de afianzar la identidad de Venom como el protector letal al que estamos acostumbrados en los comics, es necesario afrontarlo con un villano “de su tamaño” como lo es Carnage, que es mucho más violento y desastroso que él. Esto ocurre, sin querer, cuando en sus intentos de hacer un bien a la sociedad Eddie vuelve a encontrarse con Cletus Kassidy (Woody Harrelson), a quien ya habíamos visto en la escena post créditos de la primera película. Lo único que Kassidy quiere es volver a ver a Frances Barrison (Naomie Harris), su amor de la infancia a quien en los cómics conocemos como Shriek. Sin embargo, al aliarse con Carnage toda esta situación se lleva a cabo de la manera mas violenta que se podría imaginar, dejando destrucción y matanza en todo su camino hasta llegar a su objetivo. Como todo (anti) superhéroe, Eddie y Venom no pueden enfrentarse a Carnage solos, por eso en esta segunda entrega cuentan con la pequeña pero necesaria ayuda de Anne (Michelle Williams) y Dan (Reid Scott), que, si bien no aportan mucho, están en el momento y lugar correctos para darle una mano a Eddie, tal como sucedió en la primera entrega de Venom. Si comparamos ambas películas, Venom: Carnage liberado es mucho más graciosa que la anterior, cuenta con excelentes escenas de acción y un CGI avanzado y la historia es mucho más afianzada, ya que le determina a Venom (y a Eddie) los “villanos” a los que se quieren enfrentar. Así, Venom termina por decidirse a ser el antihéroe y protector letal para así afirmar su identidad como defensor de la ciudad. Como todo fan de Marvel sabe a estas alturas, la película no termina cuando rueda la primera ronda de créditos, sino que hay una última escena que llevará a los espectadores a la emoción (y a la preocupación) y nos dará una idea de cómo seguirá la historia de Venom y Eddie en un futuro próximo. El problema es que para eso hay una gran espera totalmente indefinida, porque, como ya sabemos, en las entregas de Marvel hay un universo de posibilidades. *Review de Agustina Colobraro*
Pocos temas mejores que el de Venom para una historieta, una película, un libro o lo que sea. A un pobre tipo en apuros se le adosa una poderosa criatura alienígena que le permite volver a encaramarse en la vida, aunque con los peligros que supone compartir el cuerpo con un extraterrestre. El material se presta para casi cualquier cosa, aventuras, terror, incluso drama, aunque la comedia es el terreno ideal. La primera Venom, una mala película incapaz de aprovechar el potencial de la historia, apenas arañó la superficie de todo eso. La segunda aprende de esos errores. Ahora, en Venom: Carnage liberado, hay un asesino loco con la cara de Woody Harrelson que tiene a su vez su propio simbionte que siembra la destrucción por todas partes, pero se trata apenas de un dispositivo narrativo, el corazón está en otro lugar. El mecanismo que moviliza la película es por lejos la relación entre Eddie y Venom, que en realidad no es otra cosa que el viejo tema del hombre y el monstruo, Jekyll y Hyde, pero también el de la pareja dispareja, Tony Randall y Jack Klugman; toda una tradición narrativa sintetizada en el drama cómico de una convivencia imposible. Esta segunda película comprende lo que la primera apenas vislumbraba, y es que la historia no puede ser otra cosa que una humorada grotesca, una carcajada negra lanzada a la cara del espectador: Eddie, un periodista que busca una primicia que lo devuelva a las grandes ligas del medio, lucha con los apetitos del monstruo que vive en él, y que incluyen la ingesta de cerebros y la producción regular de estragos módicos. Esta maravillosa guerra de egos empezó su vida en la historieta hace varias décadas, pero es en el cine digital donde puede alcanzar su cumbre estética, ahora que la animación (hoy todo el cine es animado) puede volver creíble que una criatura hecha de una masa amorfa se desprenda de la espalda de su portador y discuta con el mismo extendiendo su cabeza de alien. En realidad, lo que vemos a través de esas proezas digitales es medio siglo de cartoon, un Pato Lucas al borde del colapso tratando de blindarse contra la astucia envenenada de un Bugs Bunny llegado de otra galaxia. Debemos imaginar que esta batalla se libra en el cuerpo de Tom Hardy, especialista en seres torturados y taciturnos que por una vez se presta a reírse de las neurosis de sus propios personajes. En este espectáculo monstruoso se nota la dirección de Andy Serkis, maestro de la gestualidad que entiende de transformaciones enloquecidas y personalidades quebradas. La primera parte gira alrededor del drama de Brock y Venom y es por lejos lo mejor de la película, cuando el guion tiene la suficiente libertad para explorar las posibilidades afectivas del dúo, los reproches, las discusiones, los gestos de amistad. Esa pequeña maravilla, sin embargo, no puede durar para siempre. El rival, Carnage, is on the loose y hay que seguirle la pista para darle la caza. Empieza entonces el momento de la aventura, del peligro, de la lucha y el rescate. Todo eso está dispuesto con eficacia y gusto por la espectacularidad, pero el espectador no puede menos que extrañar el drama deforme de pareja que disfrutaba como loco apenas unos minutos antes.
DIVERTIDA CORRECCIÓN Si Venom era una película que no aprendía de los errores de adaptaciones cinematográficas como Daredevil y que nunca encontraba un tono que la definiera, con lo que era una mescolanza indigesta de solemnidad e ironía impostadas, más algo de comedia involuntaria, su secuela tiene las cosas mucho más claras casi desde el comienzo. Venom: Carnage liberado se asume rápidamente como un disparate y en base a eso apuesta a ser una comedia bastante desatada y efectiva, lo que representa una enorme ganancia. Quizás la clave haya pasado por darle un lugar más concreto y a la vez libre a Tom Hardy, que participó de la escritura de la historia. O también de la elección en la dirección de Andy Serkis, alguien que ha sabido trabajar múltiples registros actorales y que ya había mostrado algunas ideas de puesta en escena atractivas en Mowgli: relatos del libro de la selva y Una razón para vivir. La cuestión es que Venom: Carnage liberado es, valga la redundancia, una película mucho más libre y descontracturada, que entiende que lo que podía enriquecerla y diferenciarla estaba en esos contados pasajes de humor inconsciente que tenía la primera parte. Por eso la premisa es apenas una excusa para zambullirse en el delirio: Eddie Brock (Hardy) sigue luchando por adaptarse a su nueva vida como huésped del alienígena simbiótico Venom y encuentra una chance de revitalizar su carrera periodística al entrevistar al asesino serial Cletus Kasady (Woody Harrelson), que está encerrado en una cárcel. Claro que, por una serie de circunstancias un tanto azarosas, Kasady se convierte en el anfitrión de Carnage, otro letal alienígena simbiótico y escapa de prisión, con lo que todo queda servido para un enfrentamiento a gran escala. En verdad, Venom: Carnage liberado es una historia de amor por partida doble, dos dúos de personajes buscando amoldarse entre sí y vidas en pareja, aunque casi todo esté en contra. Por un lado, Brock y Venom, obligados a convivir en un mismo cuerpo, en conflicto constante, pero también armando una amistad a las piñas, con pasos de comedia física a cada minuto. Por otro, Kasady y su vínculo romántico con Frances Barrison, el amor de su vida, una mujer que también tiene sus propios poderes convertidos en maldición, que contribuyen a un lazo que fusiona lo alocado con lo operístico y trágico. Ambas subtramas colisionan y se retroalimentan, siempre con tonos exacerbados, ya que el film descarta toda chance de solemnidad o reflexividad impostada, preocupándose mucho más por divertir y divertirse. Por más que sea una secuela que es un eslabón más de una franquicia en construcción -y que hasta dialoga con una propiedad ya plenamente consolidada como es la de SpiderMan-, Venom: Carnage liberado tiene un pequeño cuento para narrar y es consistente con eso. En apenas algo más de una hora y media, sin muchas vueltas, delinea su relato de crisis de la pareja protagónica, surgimiento de un antagonista y choque final con consecuencias visibles y concretas. Lo hace con decisión, precisión y energía, sobreponiéndose incluso a altibajos en algunas resoluciones y giros del guión. Esa vitalidad hasta permite que Hardy se redima de su pésima performance de la primera parte, para entregar aquí una actuación que arroja una nueva luz sobre sus dotes actorales. A eso hay que sumarle los aportes de Harrelson y Harris, que están divertidísimos. Venom: Carnage liberado es una agradable sorpresa y una feliz corrección a los garrafales errores de su predecesora.
TÚ ERES MI VENENO En las últimas películas de James Bond y de Venom, el acercamiento del héroe al villano por tacto o intercambio de un fluido crea dos situaciones notoriamente opuestas: la del traspaso de un poder que beneficia a su adversario y la de brindar un “toque” letal. Así se da pie en esta secuela de Venom (spin-off de Spider-Man) a que el recluso y criminal Cletus Kasady (Woody Harrelson) sea liberado de su confinamiento y pueda, en parte, concretar alguno de sus planes, que no son tan extremos como apoderarse de un universo. Su objetivo, en cambio, es recuperar y estar cerca de su amada, a quien conoció en un reformatorio allá por su niñez. Otro nexo que quizás podemos encontrar con el 007 de Craig. El Eddie Brock de Tom Hardy es un periodista que necesita generar con urgencia un contenido exitoso para su medio. Su novia Anne (Michelle Williams) lo dejó a causa de su temperamento un tanto incontrolable. No debe ser fácil ser el huésped de un alien simbionte como Venom. Cletus, todavía convicto, desconoce que el tímido Brock a su vez es Venom, y aunque algo sospeche, el afán un tanto sensiblero que recibe este personaje le permite explicitar su deseo de mantener una relación amistosa con aquel. Al mejor estilo Dr. Jeckyll & Mr. Hyde, tanto Eddie como Cletus deben pelear contra sus alter ego, dos alienígenas que deciden salir a superficie según las circunstancias lo requieran, sin explicación alguna o a causa de una estimulación. A veces para hacer un poco de psicoanálisis con su huésped, o simplemente para derivar en lo mejor que tiene este film, esto es, las charlas cómicas entre ambos. El uso de la comedia es algo que funcionó de maravillas en otros productos de superhéroes y aquí no existe excusa como para no hacer uso de esa misma fórmula. Venom está dirigida por Andy Serkis. En esta, su tercera película, Serkis demuestra ser un conocedor de la utilización de efectos especiales. Ha concretado un film pequeño, de poca duración, efectivo, del que no se vislumbra un espectáculo grandilocuente o majestuoso sino medido y equilibrado. Por momentos aparenta un marco de videojuego, o acaso remite a una lúgubre extrapolación de cómic. Venom podría pasar por producto de los 90; incluso sorprenden algunas líneas de diálogo como una de Anne (Williams) en la que destaca quedarse con cierto hombre a su lado ya que le brinda seguridad. Algo inimaginable para la mujer independiente de estos tiempos. En Venom hay pasado, hay acción, hay persecución, y también la debilidad por la amada, el eventual sacrificio. Todo ocurre en casi la mitad de lo que dura una Bond, escena post créditos incluida.
Unas líneas para el round 2 con el antihéroe encarnado por Tom Hardy. ¿De qué va? Después de encontrar un cuerpo anfitrión en el periodista de investigación Eddie Brock, el simbionte alienígena debe enfrentarse a un nuevo enemigo, Carnage, el alter ego del asesino en serie Cletus Kasady. La primera película ya había sido un poco un hazmerreír. En sí funcionaba como comedia, no tanto como película de superhéroes, mucho menos como la historia de un villano. No, en Sony Pictures descubrieron que Venom funcionaba mejor como antihéroe y para eso trajeron al maravilloso Tom Hardy para que se pusiera en la piel de Eddie Brock, un periodista que casi arruina su carrera y por casualidad es infectado por un simbionte alienígena que se llama Venom y además hace chistes salidos de los ‘90. “Venom: Let There Be Carnage”, en su totalidad, parece que siguió esta línea y podría haber existido tranquilamente en esa era, donde probablemente habría funcionado. Ahora Eddie tiene una chance de salvar su carrera, ya está en armonía y paz, o todo lo que se puede estar con una especie de parásito alienígena, e intentan ayudarse entre sí. Su destino profesional da un vuelco cuando Cletus Kasady, encarnado por Woody Harrelson en una espantosa peluca, le diga que quiere hablar con él. Cleetus es un asesino convicto que le pide un favor a cambio de la historia de su vida. Eddy pública lo qué él le pide pero gracias a su fiel sidekick Venom, descubre mucho más y de la noche a la mañana se convierte en un héroe. La película está repleta de todos los lugares comunes y cliché del género, el problema es que al estar todos juntos y ser tan estereotípicos de una segunda parte, es difícil que se hagan llevaderos. La típica trama del villano en busca de su interés romántico, motivaciones que no tienen sentido y la obligatoria pérdida de poderes por parte del protagonista. Es difícil de ver, se hace larga, mucho más de lo que debería, pero así y todo uno puede llegar a disfrutarla. Esto se debe en enorme medida a que los dos actores protagonistas de esta cinta, Harrelson y Hardy son, bueno, Woody Harrelson y Tom Hardy. Pero ni ellos pueden salvar los chistes entre ellos o la poca lógica que existe entre su conexión y, en consecuencia, rivalidad. En “Venom: Let there Be Carnage” hay un problema incluso mayor: lo mejor de la película es una escena post créditos. Esto es casi un síntoma de los tiempos que corren y algo que ya se vio en una película sobre una amazona en un avión invisible, pero si lo mejor de toda una película, es un adelanto de lo que va a venir, es un claro indicio de que algo falló. “Venom: Let There Be Carnage” es una película que llega a cumplir con lo mínimo indispensable, un par de chistes van a hacer reír, algunos momento van a entretener y lo mejor de una película sobre uno de los personajes más importantes del universo de Spider-Man, van a ser dos gallinas. Es olvidable y puede que a los días ya tengas problemas recordando la trama, lo que seguro no vas a olvidar es la espantosa calidad de las pelucas.
Se ha estrenado la secuela de Venom (Ruben Fleischer, 2018): Venom: Let There Be Carnage (Andy Serkys, 2021) y simplemente es difícil adornar una definición sobre esta película y lo mejor es decir que es caótica pero entretenida. Venom: Let there Be Carnage se mueve entre tonos distintos: el de comedia de enredos en el que trabaja la vieja temática de la extraña pareja. Eddie Brock (Tom Hardy) debe aprender a vivir con la presencia del simbiote que de a poco intenta tomar el control de su vida y llevar adelante su propia agenda personal. Brock es un tipo que además de afrontar su vida con Venom debe aprender a vivir con el dolor de la pérdida de su amor, si tres años después de su separación Eddie sigue dolido por la pérdida de Anne. Por otro lado, a pesar de estar estancado en el amor nuestro héroe intenta concentrarse en la recuperación de su prestigio profesional venido a menos a causa de los hechos ocurridos en la película anterior, aquí la película es confusa ya que si bien nos presenta a Venom como un monstruo irracional es el quien está preocupado por los asuntos mundanos al mismo tiempo que Eddie parece ser un no personaje, un ser que se mueve impulsado más por las acciones del simbiote que por motivos propios. En este punto la película parece moverse cómoda ya que usa el absurdo como método de narración, una sucesión de acontecimientos sin sentido que hacen avanzar a la trama pero que no contienen ningún argumento posible, es una comedia de entredós vacía. No hay ningún segundo de reflexión o de introspección en una historia en la cual la introspección debería estar presente, no para fingir una cierta profundad o darle a la historia un poco drama gratuito como suelen hacer las producciones de DC sino porque la historia se trata sobre un hombre que tiene un organismo simbiótico extraterrestre que se alimenta de sus pensamientos y toma control de su cuerpo, es decir el enfrentamiento psicológico debería formar parte de la historia ya que es ni más ni menos que el control de la psicología y el cuerpo de Eddie por parte de un ser invasor pero no, sin tener nada resuelto entre el huésped y su simbiote la película prefiere resolver este conflicto a los gritos, por medio del humor físico y la violencia. Por momentos el film pretende ser sensible, ya que Brock logra ser consciente de su soledad y de que necesita a Anne (Michelle Williams) de quien le cuesta desprenderse a pesar de que ella ha avanzado en su vida, y al propio Venom, quien tiene su propio derrotero sentimental, vale decir que ese aspecto sensible de la película falla totalmente ya que nos es imposible empatizar con los personajes. Ya he dicho que la película se mueve entre dos tonos, el de comedia absurda y el de drama de acción con algunos toques de thriller, muy pequeños, casi imperceptibles, que se presentan cuando aparece en pantalla el personaje de Woody Harrelson. Cletus Kasady es de alguna manera ese tipo de villano que adhiere al caos como modo de entender la realidad. Un asesino por naturaleza, brutal y sin ningún tipo de moral o piedad, es decir un ser sin empatía alguna que solo se mueve por instinto. En los comics esa locura es explorada en el tomo Carnage: It’s A Wonderful Life, en este comic conocemos un poco del pasado de Kasady, sus dramas familiares, sus traumas infantiles y de alguna manera la raíz de su violencia pero que por sobre todas las cosas nos hace comprender que con Carnage o sin el Cletus es una persona peligrosa y letal. En Venom: Let there Be Carnage el personaje encarnado por Harrelson sobrevuela su background, pero lo pone en segundo lugar ya que la razón de su locura es la pérdida de su amada Francés Barrison (Naomie Harris). Es decir, al igual que el caso de Eddie la trama ignora los problemas personales que construyen la personalidad del personaje y pone en primer lugar el drama amoroso, la pérdida de su ser amado como móvil de sus acciones. Si bien uno no espera una transposición literal del personaje a la pantalla, espera al menos que lo que le da su esencia se mantenga. El tono tenebroso y de thriller entonces lo aporta más que nada la actuación de Harrelson que la trama en sí. El argumento de la película gira entorno a Brock, quien recibe la invitación del asesino serial Cletus Kasady, quien reside en el pasillo de la muerte a espera de la de la fecha definitiva de su ejecución, a realizar un dosier acerca de su vida y sus motivaciones. En medio de una segunda entrevista se produce un accidente que podría haber sido evitado y Cletus entra en contacto con la sangre de Brock, la cual se pega a él, dándole vida al nuevo simbiote Carnage, a partir de ese momento nace una relación de odio entre Carnage y Venom. A partir de la creación de Carnage la película se vuelve una locura en la cual se insinúa mucho pero no se llega a concretar. Al final de la primera parte de Venom nos dimos cuenta de que la película funcionó más que nada como un tráiler de esta película, un largo y aburrido tráiler que no aporto nada al género de los superhéroes. Aun así, la primera película nos dejó una promesa, la cual era esta segunda parte que, si bien no es peor que la primera, en más en algunos puntos es superior, no es lo que uno esperaba de la presentación de un personaje tan emblemático como Carnage. La película tiene algunos easter egg, como la presencia del detective Mulligan (Toxin) el Daily Bugle y la clínica Ravencroff, pero no alcanzan para cubrir la ausencia de una buena historia. Andy Serkys hace un buen trabajo en la dirección, pero no se nota un vuelo superior al de Ruben Fleischer en la primera, le imprime más ritmo por lo cual es más entretenida que la anterior, pero trabaja con un guion que no construye a los personajes. Al finalizar la película nos dejan con una escena post-credito que nuevamente nos da la sensación de estar frente a un largo tráiler, solo que esta vez la espera no es porque se intente llevar a la pantalla algo más potente como Matanza Máxima (Máximum Carnage), sino que nos deja más lejos de cualquier exploración de los personajes.
El Protector Letal regresa a las andadas una vez más, esta vez enfrentándose al popular supervillano Carnage.
Los planes para una secuela o los planes para el desastre. El agotamiento de superhéroes de Marvel encuentra, merced a la flamante producción de Columbia Pictures, la enésima puesta en práctica del fenómeno, buscando sacar rédito de un personaje previamente adaptado a la gran pantalla en 2018. Andy Serkis, el otrora Gollem de la trilogía fantástica sobre la obra de J.R.R. Tokien, se coloca tras las cámaras y dirige el guión de Kelly Marcel, sobre el icónico supervillano cuya primera aparición en cómic data desde 1988. Se rodea de un gran elenco: Tom Hardy, Woody Harrelson, Michelle Williams y Naomi Harris se prestan a semejante despropósito, dilapidando cada uno de ellos su potencial interpretativo. ¿Qué falla, concretamente, en “Venom”? Unos efectos especiales completamente descuidados, un humor absurdo pésimamente implementado y una fatigada puesta en práctica en bucle infinito, todo ello confluyendo. La resultante de un producto que se encumbra como el epítome de un Hollywood anémico, consumido por el cine de superhéroes previsible y vacuo que circula, a mansalva, a lo largo y ancho de la cartelera contemporánea. Una copia certificada que omite la palabra originalidad y prescinde de todo argumento sustancioso, en pos de acumular escenas de confrontación en un todo desechables. Sin noción de auténtico ritmo cinematográfico, la elegancia impostada decepcionará al más férreo fan. La superficialidad como regla sine qua non completa la mentada fórmula. Con absoluto desprejuicio y dibujando el contorno de sus personajes con trazo grueso, “Venom” nos recuerda que hay una gran porción del cine industrial evasivo que sustenta su principio de existencia en la incongruencia. Lo peor es que no siente el más mínimo remordimiento.
Reseña emitida al aire en la radio
Me veo frenado para no poner 4 atómicos a Venom: Carnage Liberado. Oh, si, es una afrenta al público, una auténtica falta de respeto… pero, la verdad, me divertí como loco con la película. Cinematográficamente es un engendro – como sus protagonistas -, la historia no tiene sentido, los personajes no tienen trasfondo, Woody Harrelson sobreactúa mal – y eso que Harrelson es un tipo que sabe sobreactuar, solo que aquí no sabe qué tipo de película / personaje sintonizar: si está en onda Asesinos por Naturaleza o loquito como Zombieland o zarpado como Larry Flint… o un poco de todos – y es todo un pastiche de gags y efectos especiales; pero a mí me gustó. Y por el amor que me merecen uds es que no le pongo un cuarto atómico (o se lo pongo, sólo que es invisible frente al resto del público). En sí Venom: Carnage Liberado tiene mas ritmo que el filme original. Ahí el villano era mediocre, se tomaba en serio a sí mismo. Acá está Harrelson como loquito con mal peinado, un condenado a muerte que quiere ver a Eddie Brock (Hardy) a toda costa, como si el tipo fuera gran cosa o el próximo Bob Woodward. Como el simbionte que lleva Hardy en su cuerpo es mas vivo que el propio Hardy, descubre una parva de pistas en la celda de Harrelson que le ayudan a resolver un millón de casos pendientes – léase, asesinatos no resueltos y cadáveres no encontrados – del asesino en serie. El tipo se enoja mal con esto – ya no tiene como negociar mas estiramientos de la ejecución – y lo muerde. Chin, púm, Harrelson se contagió con la sangre infectada de Hardy, ahora tiene su propio simbionte – que es rojo, mas grande y malo – y sale en misión de venganza. Considerando que esto está agarrado con los pelos del MCU, no se entiende cómo la novia de Harrelson tiene superpoderes en un universo donde los X-Men aún no existen. Tampoco le interesa al libreto explicar por qué los tiene, cuándo aparecieron o siquiera qué hizo la flaca para terminar en el internado de pibes peligrosos. La motivación cero se aplica a Harrelson también, que sólo sabemos que sus papis eran malos y por eso los pasó por la picadora de carne pero tampoco cómo diantres éso se le convirtió en vicio y terminó achurando como a cien personas. Si uno perdona eso y apaga el cerebro, Venom: Carnage Liberado funciona como una de los Tres Chiflados pero con simbiontes. Andy Serkis (que sabe mucho de CGIs loquitos con doble personalidad) le pone mucha garra a las escenas de acción – son espectaculares – y, a la hora de la comedia física, esta gente se casca como Larry, Curly y Moe – en especial la pareja disfuncional de Venom con Hardy; incluso diría que Hardy y Harrelson funcionan mejor cuando hacen de marcianos devoradores de cabezas que poniendo cuerpo y rostro a sus vacuos personajes humanos -. Naomi Harris está desperdiciada, el por qué Michelle Williams – con su cara de Valium / actriz de carácter – sigue aquí es inexplicable (salvo por los u$s), y nada tiene demasiado sentido salvo que todo es una catarata de chistes y acrobacias increíbles. Es como si Sony quisiera convertir a la franquicia de Venom en su propia Deadpool – tiene su gracia, lo admito, pero Hardy no le llega a los talones de Ryan Reynolds -. Con toda su bobera pasada de rosca, para mi Venom: Carnage Liberado me resultó una pasada… reconociendo que es cine del malo con cero substancia. Digamos que me agarró en un mal día que precisaba reírme desesperadamente y por eso me cayó en gracia. Es olvidable y divertida y quizás lo mas substancioso que tenga sea la sorpresa post créditos del filme, donde Sony parece decidido a empardar las cosas con el MCU y hacer su propio universo cinematográfico basado en Arañita. Considerando la letanía de los últimos títulos oficiales Marvel no me parece una mala idea – que hagan algo bobo, divertido y pasatista en vez de seguir lloriquieando por Thanos, los Vengadores, la Tierra en peligro, bla, bla, bla – porque, al final de cuentas, los comics están para distraer y no para tomarse en serios a sí mismos.
Andy Serkis reemplaza a Ruben Fleischer como director en la secuela de «Venom» (2018), titulada «Venom: Let There Be Carnage», la cual promete subir la vara respecto de la exitosa pero fallida primera parte. La pregunta es: ¿Lo logró o sigue los pasos de su antecesora? Sabemos que tanto la primera como esta secuela de «Venom» tuvieron varios inconvenientes tanto a nivel creativo como en cuanto al camino que tuvieron que recorrer para llegar a la pantalla grande. La realidad es que no es fácil llevar un personaje tan popular y querido por el público al cine, teniendo una especie de tira y afloje entre Marvel y Sony Pictures que comparten los derechos de toda la librería de personajes de Spiderman. Lo llamativo y extraño es esa especie de antihéroe que delinearon como excusa para justificar una película en solitario de uno de los villanos más icónicos y despiadados de dicho universo, haciendo que se diluya un poco su esencia y tengan que crear un producto diferente que venda entradas a un público +13 y que resulte «querible» para poder darle un marco y un lugar a este personaje dentro de un universo que parece estar gestándose. Esta secuela fue anunciada ni bien se vieron los buenos números de su antecesora y eso hizo que no se busque demasiada justificación o lugar para elevar la calidad del producto. Este largometraje nos vuelve a traer esa especie de extraña y esquizofrénica relación entre Eddie Brock (Tom Hardy) y el simbionte, Venom, que sigue habitando en su cuerpo, tratando de encontrar o descubrir alguna forma de vivir juntos y determinar una serie de reglas que hagan esto posible. No obstante, Cletus Kasady (Woody Harrelson), un preso que se encuentra en el corredor de la muerte quiere sincerarse con Brock ofreciéndole una confesión para lanzar en los medios. Allí es cuando Kasady termina infectándose con un simbionte y termina convirtiéndose en Carnage, un despiadado adversario para Venom que amenazará a toda la ciudad. Nuevamente vemos a un Hardy incómodo, con un guion bastante pobre que sigue la línea de su antecesora en cuanto a lo trillado y a lo convencional en sus formas. Incluso la dinámica de Hardy con Venom ya resulta agotadora e insoportable, convirtiendo al protagonista en un personaje insufrible. A su vez, tendremos una catarata de sobreexposición de información y varias secuencias que recuerdan a la entrega anterior como por ejemplo la batalla final que parece haber sido calcada de la primera parte. Harrelson parece ser la decisión más acertada para interpretar a Carnage, pero nuevamente, el guion no ayuda demasiado a darle motivaciones claras o incluso una dimensionalidad. Por otro lado, el CGI parece desentonar otra vez casi en la totalidad de la película, haciendo que todo parezca grotesco, tosco y sobrecargado, al mismo tiempo que se ve extremadamente artificial. «Venom: Carnage Liberado» es un film fallido, con severos problemas narrativos, efectos visuales que se ven algo anticuados, al igual que el humor que se le intenta imprimir a la obra. Una película que no busca construir algo coherente sino ir vendiendo su secuela (la cual ya está confirmada) y una futura reunión con el Spiderman del universo Marvel.
Venom Carnage Liberado es un filme que podría haber tenido un gran potencial, pero no lo desarrolla, Venom es un villano interesante, atemorizador, pero aquí está buenificado, y la clave humorística no funciona muy bien, tiene momentos buenos de acción, y técnicamente es muy buena, pero carece de entusiasmo, no engancha todo lo que podría hacerlo con ese material y esos protagonistas, se deja ver para los amantes de superhéroes, pero no pasa de un rato de entretenimiento, y ni siquiera entretiene a todos. La crítica completa radial en el link.