911 llamada mortal es entretenimiento taquicárdico y vertiginoso del mejor. El guión está muy bien construido y mantiene el nervio y el suspenso escena tras escena. Las actuaciones son impecables al punto de casi llegar a hacerte creer que lo que estás viendo es real. La tensión es extrema y te hace vibrar de tal forma como si estuvieras...
El juego del "gato y el ratón" aparece acá potenciado con las comunicaciones telefónicas y los llamados al 911 de Emergencias, que pone en vilo a la protagonista y a las fuerzas policiales. 911 Llamada mortal (The call en el original) es una película de suspenso con una tensión que nunca decae y que pone en juego una serie de recursos quizás ya vistos en títulos como Celular, pero que adquieren aquí peso dramático en la trama y en el clima asifixiante que propone la película. Una joven (Abigail Breslin, la actriz de Pequeña Miss Sunshine y Tierra de zombies) es secuestrada por un desconocido que la encierra en el bául de un auto (lo mismo ocurre en la recíen estrenada Contrarreloj) y quien recibe el llamado al 911 es Jordan (Halle Berry), una operadora con experiencia en el tema pero traumada por una experiencia anterior. Su misión consiste en tranquilizar a las víctimas y dar aviso a la policía pero este caso parece salirse de sus carriles. Con un planteo que atrapa al espectador (los llamados de cientos de personas desesperadas) y con ecos de El silencio de los inocentes, el relato crece en intensidad de la mano del realizador Brad Anderson (El maquinista) y coloca al espectador como partícipe de una investigación en la que cada minuto cuenta. Entre persecuciones automovilísticas en la autopista, conductores que advierte el peligro y una chica que está a punto de morir, Jordan hará lo imposible -comunicación telefónica mediante- para rastrear la llamada y el vehículo que lleva a la presa. Anderson cuenta con una actriz capaz de transmitir la angustia y la incertidumbre que causa este tipo de trabajos, al punto que la protagonista organiza grupos de alumnos para desarrollar esas tareas mientras es contenida por su novio policía (Morris Chestnut). Por su parte, es más que correcta la elección de Michael Eklund como el villano de turno que va sembrando el horror cuando se alteran sus planes. El film no pierde tiempo, va al grano, con una narración de ritmo sostenido, como los pulsos de la línea que mantiene en contacto a la "salvadora" y la "víctima" para llegar a un desenlace abrupto, violento y efectivo.
Sufro con vos Brad Anderson ya demostró su oficio para manejar el suspenso en Session 9 (2001) y Transsiberian (2008). En 911 Llamada Mortal (The call, 2013) confirma su talento como director en un thriller inquietante, que además tiene el plus de traer a su protagonista, Halle Berry, a la Argentina. Jordan (Halle Berry) es una de las operadoras del 911. Su estresante trabajo consiste en atender los llamados de emergencia y conducir al necesitado a una solución momentánea mientras los especialistas llegan al lugar. Un día atiende a una niña a punto de ser secuestrada. Falla en el protocolo, la niña muere y deja su cargo para formar nuevos operadores. En una ronda educativa atiende de improviso un llamado por un secuestro y conducirá a la joven víctima (Abigail Breslin) en su inesperada odisea. 911 Llamada Mortal arranca de manera genial y se mantiene en ese nivel los primeros tres cuartos de película, hasta la innecesaria vuelta de tuerca que promueve un final decepcionante. Sin embargo, esos primero 75 minutos son de una adrenalina exquisita, y mucho tiene que ver su director. Brad Anderson utiliza las posibilidades que le otorgan filmar en digital para realizar planos extremadamente cercanos. Así ubica por ejemplo la cámara dentro de un baúl de automóvil donde la víctima es secuestrada. Vemos planos detalle de sus ojos, de su boca, de su angustia. Todo con la vertiginosidad que la situación requiere: la niña está a punto de ser asesinada. Anderson se las rebusca para sostener durante más de una hora esta situación planteada en el guión. Y lo hace recurriendo a tres elementos: el estrés, la incomunicación y la impotencia. Ambos gesticulados en la figura de Halle Berry quien, del otro lado del teléfono, no puede hacer más que escuchar y contener a la víctima. La angustia producida sobre el rostro tanto de “la telefonista” como de “la secuestrada” es tal, que con simples y veloces paneos laterales, Anderson nos traslada de un encierro (comando del 911) a otro (baúl del automóvil del secuestrador). Y todo a la luz del día. Este viaje del secuestrador con su presa intermediado por la telefonista es la película. El resto, es la vuelta de tuerca inverosímil que le quita ritmo y tensión a la historia. Hasta ese momento, 911 Llamada Mortal era una muestra absoluta de cómo generar suspenso.
Con películas como El maquinista y Transsiberian, y sus aportes a múltiples series como The Wire, Fringe, El imperio del contrabando o The Killing, Brad Anderson demostró que es un profesional con todas las letras, un artesano de esos que suelen llevar a buen puerto (o al menos naufragan con cierta dignidad) dentro del cine de género. Su habilidad, su pulso, su tempo se alcanzan a percibir también en este thriller sobre un asesino serial “especializado” en adolescentes rubias e inocentes. El punto de vista es el de una operadora del servicio de emergencias 911 (una “afeada”, si eso es posible, Halle Berry) que intenta salvar una vida luego de haber cometido un error que le ha costado demasiado caro a otra víctima. El problema no es, por lo tanto, la factura (correcta, sin grandes hallazgos) sino la precariedad en el trabajo de la psicología de los personajes (¡ay, los traumas del killer!) y, sobre todo, el grado de sadismo que terminan por transformar a esta experiencia en algo casi intolerable. En la comparación, engendros como 8 milímetros, de Joel Schumacher, resultan casi comedias musicales. Salvo espectadores masoquistas, mejor abstenerse.
En general, siempre digo que es difícil sorprender a un espectador veterano. Conoce las convenciones, los lugares comunes... Pero cada tanto, todos tenemos ganas de presenciar una historia intensa y trepidante, más allá de que no sea más que un thriller efectivo. No hay que olvidarse que uno de los objetivos a la hora de entrar a sala, es pasarla bien. Nunca debe perderse eso de vista. En ese sentido, les digo, "911-Línea mortal" es la película de suspenso más lograda que ví este año. Podrá decirse de ella que es bastante lineal, que quizás que peca de algunos desniveles narrativos...Cierto. Pero cuidado, compensa con un ritmo increíble y un montaje fenomenal sus deficiencias y logra presentarse como un producto atractivo y convincente que no tenés que dejar pasar. Detrás de las cámaras está Brad Anderson, garantía de calidad. Un hombre de la industria con experiencia, probado en varios films y series (The Killing, Fringe, etc), que entiende bastante como atrapar al espectador y tenerlo al borde de la butaca. Y además, está Halle Berry, claro. Que actúa con oficio. Y como villano, tenemos a Michael Eklund, garantía de solidez . Bueno, la ecuación prometía. Y el resultado final es más que alentador. Es duro ser una operadora del 911. La vida en "the hive" (la colmena) es intensa, muchos operadores tomando llamadas, siguiendo los protocolos establecidos, adrenalina que estalla en cada cada llamado. Si bien la instrucción de la coordinadora del lugar, es que cada agente tome distancia para operar con la máxima precisión, Jordan (Berry), comete el error (o no, digamos que tiene sangre en las venas) de dejarse llevar por su intuición en un momento delicado (durante un asalto con consecuencias mortales). Esa equivocación cuesta una vida y nuestra protagonista, ingresa en un cono de dudas que la llevará a dejar su trabajo y comenzar otro camino, como instructora... Pero todo vuelve no? Jordan regresa a la colmena con un grupo de principiantes y da con una situación idéntica a la anterior. Y luego de unos segundos, decide tomar la llamada y hacerse cargo de la situación. De ahí en más, comienza un increíble operativo de rescate desde el teléfono, ya que la víctima está en el baúl del auto y el captor, no se percata de la comunicación que se da entre el 911 y Casey (Abigail Breslin). Preparense para una persecución en tiempo real, tremenda (sí, no apta para cardíacos) y un final, que, si bien luce desbalanceado (y no apto para estómagos débiles), redondea un producto sólido y de gran factura. Tal vez pueda decirse de "911-Línea mortal", que es una película sin demasiadas sorpresas. Y no estaría muy lejos de la verdad. También puede discutirsele la resolución del conflicto, lejos del excelente juego previo que vivimos... Pero lo que no se le puede negar es que atrapa al público con armas simples y nobles. Y una vez que entraste en sintonía y te instalaste en el clima de la película, vivís una experiencia placentera. El mejor thriller del año, hasta ahora. Ni se te ocurra dejarlo pasar.
Una de "esas" películas Brad Anderson había construido a lo largo de su filmografía como director cierto estilo. Con un manejo de las cámaras y de los tiempos bastante cercano al Cine Indie y una demostrada capacidad para generar ambientes psicológicamente oscuros, cintas como El Maquinista (The Machinist), Session 9 y La Oscuridad (Vanishing on 7th Street) definitivamente tenían carácter. Todo ese carácter parece pedir a gritos salir a la superficie del fílmico en 911: Llamada Mortal pero lamentablemente eso nunca sucede. Para hacer una justa recorrida por la hasta ahora corta trayectoria del cineasta habría que sumar a lo antes mencionado sus defectos. El gusto de Anderson por las secuencias estereotípicas la mayoría de las veces atenta con su propio trabajo por conseguir los climas de extrañeza y oscuridad que tiene su cine. Por otro lado sabe mantener al espectador pegado al argumento durante el metraje y esa capacidad se vuelve problema al llegar a los desenlaces, la última parte de sus obras suele tener dificultades para satisfacer las expectativas que sus relatos vienen generando. 911: Llamada Mortal protagonizada por Halle Berry tiene en balance más de sus errores que de sus aciertos. El film genera mucha tensión, eso es indiscutible. A pesar de estar parado sobre una estructura en la cuál el espectador sabe claramente lo que va a ir sucediendo la tensión está y eso se debe a la unión del trabajo acertado tanto en la dirección, en el montaje y en el plano actoral de parte de las figuras (algo que choca con las penosos trabajos de los actores menos pagos del film). Para que un film funcione, sin embargo, la tensión sola no alcanza y ahí es donde este empieza a caer en picada. El segundo tramo de la película en donde Jordan (Berry) aconseja y guía a una chica (Abigail Breslin) mientras que ella se encuentra secuestrada en el baúl de un auto conducido por el asesino (Michael Eklund) es el mejor tramo de la cinta. Mientras que el tridente formado por Asesino - Víctima - Heroína se mantiene con la capacidad de sus acciones limitadas físicamente (el asesino maneja por una autopista, la victima está encerrada en el baúl y Jordan sigue todo telefónicamente) la película genera no sólo la tensión ya mencionada sino además empatía, e inmediatamente después de eso, también termina consiguiendo una proyección del espectador hacia los buenos (porque es de "esas" películas) ya que comparte la misma imposibilidad. Ahora bien, en ese momento y en paralelo va desarrollándose la investigación de un oficial de policía (Morris Chestnut) y si bien esos respiros de tanto ritmo vertiginoso ayudan al guión a tomar aire, la realidad es que lo que sucede de ese lado del relato no interesa en lo más mínimo y peor aún, comienzan a verse los hilos de un guión demasiado forzado. Para culminar la peor decisión del relato es detener la marcha y salir del camino. Ahí ya vemos delante de nuestros ojos el presagio de todo lo que va a pasar porque entendemos cómo espectadores que ese asesino ahora va a estar argumentalmente obligado a tener un motor psicológico para sus actos, porque si bien nunca se desarrolla su personalidad sabemos que pueden explicarla en 47 segundos porque está es una de "esas" películas. Además, estamos seguros que la heroína va a tener que seguir ayudando a la victima y que la única forma de hacerlo va a ser pasar a la acción física porque no hay que olvidarse que es una de "esas" películas. En fin. En el final tendremos a un asesino posicionado a un paso de Buffalo Joe de El Silencio de los Inocentes (The Silence of the Lambs) sólo que como durante todo el film fue un tipo demasiado temperamental no le creemos el tinte psicopático que se pretende. Una heroína que es presa de las absurdas casualidades del guión y una victima cuyo instinto de supervivencia quedó en el baúl en el cual venía (lo bueno de estos aspectos es que generan risa y si bien no es buscada siempre es bienvenida) completarán la partida. La resolución es la de una de "esas" películas que últimamente juegan con la idea de la justicia por mano propia, o más concretamente, que plantean que la pena capital no es mala sino que lo malo es la burocracia que esta en el medio. El final, como todo el film, está tan carente de carácter que intenta copiar a una excelente película de Wes Craven pero de una manera tan tibia que se gana el puesto del peor final que he visto entre la temporada pasada y esta. Situaciones sobre explicadas por el dialogo, abuso de las coincidencias y un tramo final que atenta contra la película misma son las cuestiones que hacen de este thriller tensionante por momentos y bien actuado una de "esas" películas.
Un prolijamente ejecutado ejercicio de suspenso. Justo cuando pensábamos que uno de los trabajos con más presión del mundo y más demandantes de tener la cabeza fría era el de controlador aéreo (como nos lo demostró Pushing Tin de Mike Newell), llega una película que propone a otro candidato que se le acerca bastante. ¿Cómo está en el papel? La película cuenta la historia de Jordan (Halle Berry), una telefonista del servicio de emergencias muy eficiente, hasta que un día no consigue prevenir que una chica sea secuestrada. Dicha chica aparece muerta en un baldío y Jordan se hunde en una depresión que le obliga a renunciar a su puesto a favor de entrenar a los nuevos telefonistas del servicio. Hasta que un día ––si, otra vez–– otra adolescente es secuestrada e introducida en el maletero de un auto, y el único medio de comunicación que tiene es un celular que se le olvido a una amiga de ella. A través de este, pedirá la ayuda de Jordan, y esta intentará ayudarla; en cierta forma, buscando su redención. Con esto sobre la mesa la película aborda un tema claro: Por más sangre fría que pretendamos tener, por más objetividad que clamemos tener, siempre habrá ese punto de quiebra que inevitablemente nos obligue a involucrarnos emocionalmente con determinadas situaciones; por empatía y por el simple y sencillo hecho de ser humanos. El desarrollo de la trama está hecho con mucha inteligencia, no hay innovación, ni originalidad, pero los giros que mete el guion te meten en un estado de desesperación como hace mucho no sentía en una sala de cine. Es una de esas cosas que si se explican de un modo más desarrollado arruinarían el goce de la película. El desarrollo de personajes, sobre todo el de Halle Berry está muy bien abarcado, te pones de parte de la mina y hasta en cierto modo te sentís identificado con ella. Cosa fundamental para que el espectador agarre viaje. El único punto que le encuentro en contra es que muchas veces adopta una postura con los servicios de seguridad que excede lo verosímil y muchas veces roza en lo panfletario. ¿Cómo está en la pantalla? Para ser sincero, no tenía ni la más remota idea de quien era Brad Anderson hasta que vi esta película. Pero puedo decir que ante el me quito el sombrero; la narración en esta película es impecable. El tipo sabe cómo crear un clima y manifestar estéticamente la desesperación y la adrenalina que se diseminan a lo largo del guion. No es solo un tipo que conoce muy bien sus lentes, sino que hace un uso del diseño de sonido digno de estudio, a tal punto de convertirlo casi en un protagonista más de la película. Por el lado de la actuación, tenemos a una muy correcta Halle Berry, que se lleva al hombro la película de principio a fin, mostrando con dominio y sobriedad un amplio abanico de emociones. Le creemos y la bancamos en todo momento. Párrafo aparte merece, también por muchos de los méritos arriba mencionados, su co-protagonista Abigail Breslin. La pequeña de Little Miss Sunshine ha crecido y mucho, y para bien. Conclusión Una muy buena película de suspenso con un clima de tensión brillantemente generado, una protagonista más que competente y un desarrollo dramático más que satisfactorio. No es la película perfecta, pero tiene suficientes méritos para prevalecer por encima del montón.
Auxilio, necesito un final Hace bastante tiempo que Halle Berry no hace un producto decente. Ni siquiera aquellas obras, donde forma parte de un gran elenco, también estrenadas este año como Proyecto 43 o Cloud Atlas, el trabajo de la actriz de Pasajero 57 estuvo a la altura de las expectativas. Mientras espera su ansioso regreso como mutante en el 2014, la actriz protagoniza este decepcionante thriller dirigido por Brad Anderson, realizador que tuvo algunas obras interesantes en su pasado y ahora ha perdido el rumbo de su carrera. Parece que lo único que justifica el estreno del film en nuestro país es la visita que está haciendo Berry en el país, porque sino es completamente incomprensible que teniendo mejores propuestas, la distribuidora haya optado por este film menor, que debería haber ido directo a DVD/ Pero acá no estamos para juzgar el accionar de los distribuidores nacionales, sino el film en sí. Jordan – Berry- es una operadora del 911 de Los Angeles. Todo el día se la pasa atendiendo pedidos de auxilio o llamadas de convictos que necesitan escuchar una voz atractiva. Una noche, escucha como una adolescente que llamó pidiendo ayuda es secuestrada por un hombre. Más tarde la joven es hallada asesinada. Jordan queda con el cargo de conciencia de no haber podido ayudarla y encima haberle dado una pista al asesino sobre el paradero de la joven. Varios meses más tarde, la situación vuelve a repetirse, pero esta vez, el secuestro sucede en un Shopping y la adolescente – Abigail “Little Mis Sunshine” Breslin – es llevada en el baúl de un coche al mismo tiempo que sigue hablando con Jordan por teléfono y esta intenta ayudarla, al tiempo que la policía sale a la persecución del captor. Planteada como un thriller similar a Celular – básicamente el 70% sucede en el coche y la oficina del 911 – la nueva película del director de El Maquinista y Transsiberian, dos películas subestimadas injustamente que salieron directamente en DVD, se plantea como una obra de caza de gato y ratón clásica. Lo mejor acaso, es la persecución en sí por la autopista, donde Berry se debe ingeniar como guiar al personaje secuestrado para liberarse o acaso darle pistas a la policía sobre su paradero. Hay bastante tensión y Anderson mete la cámara en cada recoveco que puede dentro del auto, intentando transmitir la sensación de claustrofobia del personaje atrapado. Hasta ahí bien. Incluso la absurda subtrama romántica, los clisés, los estereotipos y lugares comunes de este tipo de films, eran perdonables frente a una persecución inteligente, bien lograda, pese a las mediocres actuaciones (excepto de Breslin). El problema viene cuando Jordan sale de su oficina y se convierte en una especie de Clarice Starling que va detrás de Buffalo Bill en El Silencio de los Inocentes, y cuando el secuestrador pasa de ser un simple criminal a ser un trastornado secuestrador demasiado parecido al personaje de la película de Jonathan Demme o de Norman Bates. En la última media hora, el film se pone realmente ridículo – como sucedía en el último film de Anderson que lamentablemente sí se estrenó comercialmente, La Oscuridad – y no solamente toma decisiones patéticas a nivel estético (aunque hay una lograda escena de suspenso dentro de un placard, homenaje puro a Psicosis), sino incluso a un nivel moral irrisorio y que le termina dando un tono fascista incluso a toda la narración. Una lástima, porque pasa de ser un thriller meramente entretenido a una farsa remanida. Realmente no se sabe que les pasa por la cabeza a los guionistas estadounidenses que últimamente no pueden brindar un desenlace creativo y original a sus historias, y terminan cayendo en los peores lugares comunes. Quizás el 911, pueda brindarles un poco de ayuda.
911 Llamada Mortal es un proyecto que fue creado inicialmente para una serie de televisión y luego decidieron convertirlo en una película. No habría que extrañarse si en el futuro se concreta la realización de este programa porque el concepto es excelente. Se trata de un drama policial donde se sigue un caso desde la mirada y la labor de los operadores del 911. Es muy interesante porque esto jamás se había tratado en profundidad hasta ahora en el género policial. El trabajo de los operadores es completamente estresante y ellos son los primeros que toman contacto con las víctimas en los hechos. Por lo general en la ficción siempre tienen un rol secundario pese a que su labor es extremadamente importante. El director Brad Anderson, quien fue responsable del film El maquinista, con Christian Bale, hizo un gran trabajo retratando el funcionamiento del departamento de operadores del 911 y la manera en que se asiste a las víctimas con la tecnología de la actualidad. Anderson que trabajó además en excelentes series policiales como The Shield y The Killing brinda un gran thriller durante 80 minutos dentro de los 96 que dura el film. Lamentablemente y de manera inexplicable su película derrapa horriblemente en el acto final donde el guión destruye por completo todo lo bueno que habían construido hasta ese momento el cineasta y los actores. Llamada mortal venía bárbaro hasta que los guionistas tuvieron la poco feliz idea de emular El silencio de los inocentes como solución para resolver el conflicto. El final no es igual al de aquella película, pero tiene esa onda que no está en sintonía con el resto de la trama. Es muy loco el caso de este estreno porque te deja la extraña sensación que durante la filmación cambiaron la historia y terminaron haciendo otra cosa. El personaje de Halle Berry, que durante 80 minutos es interpretado con cierto realismo, en la última parte emprende acciones incomprensibles y estúpidas dentro del conflicto, que por momentos representa un insulto a la inteligencia de los espectadores. El problema es que la manera en que actúa la protagonista va a contramano de lo que había sido el personaje durante todo el film. Es una pena porque Llamada mortal está bien narrada y brinda buenas actuaciones además de Abigail Breslin (Pequeña Miss Sunshine) y Michael Eklund (Watchmen), quien compone a un odioso psicópata. El director Anderson construyó un buen thriller que durante casi toda la trama te mantiene completamente enganchado con los acontecimientos que se dan en el conflicto. Sin embargo, la emoción se disuelve cuando la conclusión se convierte en una huevada hollywoodense que no tiene sentido. Todavía no termino de entender como arruinaron la película de esa manera cuando tenían disponible una muy buena idea conceptual. Pero bueno, así son las cosas en Hollywood en estos días.
¡Hola, morocha... te estamos llamando! El norteamericano Brad Anderson no la ha tenido fácil a la hora instalar su nombre como director. Tal vez porque tiene un apellido muy común entre los colegas de su propia generación: ahí están sus prestigiosos compatriotas Wes y Paul Thomas, más el británico clase B, Paul W. S. Y si lo consiguió fue básicamente por una única película, que por varios motivos se convirtió en moderado objeto de culto. Se trata de El maquinista (2004), un thriller fantástico/psicológico que tiene como curiosa apostilla el hecho de que el gran Christian Bale bajó como 30 kilos para componer al torturado protagonista. 911 Llamada mortal es su último trabajo y comparte con este antecedente ciertos elementos del thriller. El ambiente elegido es Los Angeles, arquetipo cinematográfico de ciudad infernal que reproduce todos los círculos imaginados por el Dante en su Divina comedia. En medio de tanta maldad está el centro de recepción de llamadas del 911, el famoso número de emergencias telefónicas, desde donde es posible tener algo así como el minuto a minuto del crimen. Ahí trabaja Jordan (Halle Berry), una experimentada operadora que debe enfrentar una crisis laboral, a partir de que una mínima pero significativa falla en su manejo de los protocolos de asistencia acabe con la muerte de una adolescente atacada en su propio hogar por un intruso. Seis meses más tarde, Jordan ha sido relegada a instruir a los aspirantes a operadores. Guiando a un grupo de ellos en una visita al call center, al que llaman “La Colmena”, ella reemplazará a una compañera novata en el auxilio de otra adolescente (Abigail Breslin, la nena de Pequeña Miss Sunshine) que llama desde el baúl de un auto en el que un hombre la tiene secuestrada. El relato consigue ser eficiente al establecer un paralelo entre estos dos espacios donde las posibilidades de acción son reducidas al mínimo. Por un lado la niña en su cautiverio rodante se encuentra imposibilitada de aportar datos que ayuden a dar con su paradero. Por el otro, Jordan padece desde ese panóptico ciego que le permite limitadas formas de auxilio. La tensión que consigue Anderson nace por un lado de forzar la cuerda que liga a estos dos espacios igualmente asfixiantes, pero también del amenazante personaje de Michael Eklund, un psicótico en la línea del inolvidable Jame Gumb que compuso Ted Levine en El silencio de los inocentes. Esta última referencia es importante más allá de que el personaje de Eklund actúe un carácter y una perversión con múltiples puntos de contacto con aquel otro. Todo el final de la película está cargado de referencias a la de Jonathan Demme, detalles que por hacer al remate de la historia no conviene exponer aquí. En cambio es posible afirmar que en esos últimos diez minutos, Anderson se dedica a dinamitar lo que hasta ahí era un thriller no original, pero sí eficaz. Desde un pequeño encuadre patriotero al cambio injustificado que en diferentes medidas experimentan las conductas de los tres protagonistas, todo conspira para que 911 Llamada mortal se convierta en ideológicamente cuestionable. Y, lo que es tal vez peor, en una película fallida.
Quédate en la línea Halle Berry es la operadora y heroína en este thriller en el que raptan a una adolescente, con más suspenso que acción. No es usual, en ninguna cinematografía, que en un thriller las mujeres sean las heroínas. Y menos cuando el filme tiene más suspenso que acción. Pues 911: Llamada mortal las tiene, en la piel de una operadora de la central de emergencias de Los Angeles (nuestra reciente visitante Halle Berry) y la joven Casey (Abigail Breslin), la niña de Pequeña Miss Sunshine (2006) que ya no quiere participar en ningún concurso, sino salir del baúl del auto en el que un hombre la ha secuestrado con fines presumiblemente homicidas. De bajísimo presupuesto (13 millones de dólares) y un rodaje que demandó menos de 4 semanas, la película se la pasa yendo del rostro de la telefonista Jordan al baúl de Michael (el autor de la historia y guionista Richard D’Ovidio debe ser fan de Michael Jordan). Casey, se comunica con Jordan a través de un celular. Es una película imposible de haber rodado hace 30 años. Pero también es un filme con puntos de conexión con Celular (2004), con Kim Basinger, y en cierta medida con la reciente Contrarreloj, con la hija de Nicolas Cage también secuestrada en el baúl, pero de un taxi. Jordan tiene el antecedente de que otra joven terminó en la morgue, por un error de su parte, y no puede -ni el guión quiere- que le vuelva a suceder. Así que promete lo que no debe a la otra voz en el teléfono. Los hombres, sean los policías buenos, ciudadanos que se cruzan con Michael y el propio secuestrador, no tienen la sagacidad, la entereza ni la perseverancia de la enrulada Jordan y la pobre Casey. El director Brad Anderson (El maquinista, con Christian Bale, y varios capítulos de series como Fringe y Boardwalk Empire) maneja bien el suspenso teniendo en cuenta la escasez de locaciones y ese ir y venir entre la central del 911 y allí por donde estén Casey y Michael (Michael Eklund). El final final , está OK, lo que pasa diez minutos antes ya es obra de una mente algo desquiciada. Al margen de que pueda haber o no secuela -la película ya recaudó cuatro veces su costo original en menos de un mes en cartel en Norteamérica, así que…-, el mensaje, aparte de cierta morbidez y sadismo allí, en esos instantes, es para los delincuentes: no se metan con una capricorniana. Y con dos, menos.
Es bastante poco probable que a una operadora del servicio de emergencias de la policía, que ha sido retirada de su puesto por haber cometido una imprudencia que le costó la vida a quien llamó pidiendo socorro, se la "castigue" destinándola a ser instructora de los novatos que atenderán los teléfonos en el futuro, es decir los que, sin involucrarse jamás personalmente y respetando todas las reglas y los codigos de la institución, tendrán que tener paciencia para responder todo tipo de consultas, aun las más triviales (¿dónde queda el Starbucks más próximo?) o asistir a quienes se encuentran en peligro, incluso algún secuestrado a quien su secuestrador se le ha olvidado confiscarle el teléfono celular. Sin embargo, es lo que le pasa a Jordan, el personaje que acaba de traer a Buenos Aires a Halle Berry, una actriz que por cierto merece otros compromisos más serios que éste o el que desdichadamente aceptó asumir en la recién estrenada Proyecto 43 . Pero esa absurda sanción constituye apenas la primera señal de que el comienzo con la creíble descripción del lugar en que se reciben las llamadas al 911 había generado falsas expectativas. El guión reserva unas cuantas incongruencias más, incluida la de convertir a la operadora que antes del percance pasaba por ser la mejor entre sus pares en una especie de justiciera que deja los auriculares y, quizá porque duda de la eficiencia profesional de la policía toma el asunto en sus manos y se decide, ella solita, a perseguir al villano del caso, un perverso que -el mismo guión se encarga de explicarlo- tiene sus motivos para justificar las rebuscadas monstruosidades que practica. No conviene adelantar otros detalles sobre los dislates que irán sumándose a lo largo del metraje porque esto, al fin y al cabo, quiere ser un thriller de suspenso y horror, aunque no precisamente uno memorable, y además porque en ellos, en los desatinos, reside el principal y quizás único atractivo del film: su humor involuntario. De tan torpes y absurdos, los caprichosos e insensatos caminos que el guión toma en busca de tensión, sorpresas y golpes de efecto sin detenerse a reparar en la coherencia de la historia y mucho menos en la lógica -ni se hable de rigor psicológico-, resultan francamente cómicos, sobre todo a medida que se acerca el desenlace, cuando el desbarranque es total. Esos disparates que dan risa, claro, y el oficio del director Brad Anderson ( El maquinista ), que por lo menos sostiene el ritmo, impiden que el film aburra. Eso sí: ni siquiera Halle Berry -a quien debe reconocérsele el empeño que pone por dotar de algún rasgo creíble a su personaje- logra salvar al film del naufragio. Menos todavía pueden hacer sus compañeros de elenco, incluido Michael Eklund, que debe cargar con el papel de un psicópata tan afortunado que actúa a la luz del día y logra que nadie nunca lo vea.
Luego de la fallida Vanishing on 7th Street y de permanecer refugiado durante algunos años en la televisión, Brad Anderson, el director de The Machinist -que desde entonces no tuvo otro trabajo así de reconocido-, vuelve al ruedo con The Call, una película que empieza y termina con sorpresas, aunque sólo una de las dos sea bienvenida. Un comienzo dinámico expone rápidamente el lugar donde la historia tiene lugar, puertas adentro de la colmena, término con que se hace referencia al Centro de Atención del 911 -el cual se muestra como uno de los sistemas de inteligencia más destacados del mundo- y prepara todo para que esta transcurra sin rispideces. Parafraseando al Robert McKee de Brian Cox en Adaptation, en el mundo pasa de todo. Todos los días alguien nace, alguien muere, y qué mejor idea para concentrar la circulación de estos eventos que una suerte de call-center al que llegan avisos de delitos cual si se tratara de recepcionistas de turnos médicos de los abonados a una obra social. Esto permite dar un privilegiado vistazo de lo que ocurre al otro lado de la línea, el costado humano de los operarios que al cortar la comunicación con un drama o una situación de riesgo, tienen que estar mentalmente preparados para tomar la siguiente. En cierta forma remite a Pushing Tin, aquella comedia en la que John Cusack y Billy Bob Thornton eran controladores aéreos y cualquier mínimo error ponía en peligro la vida de cientos de pasajeros. La sala del perpetuo sonar del teléfono, las compañías en el trabajo, el valioso tiempo de descanso, el cuarto al que se va exclusivamente cuando algo sale mal, todo prepara anímicamente para entrar en contacto con unos empleados especializados en lidiar con eventos límite que necesitan estar desapegados emocionalmente de lo que puede llegar a pasar. Esto claro hasta que Halle Berry cruza su línea con la de Abigail Breslin, una adolescente secuestrada que desde el baúl de un auto logra comunicarse con el 911, obligando a la otra a salir del retiro voluntario al que se sometió luego de un hecho que acabó particularmente mal. Aquí es cuando Anderson y su guionista Richard D’Ovidio realmente empiezan a demostrar que se está en presencia de algo especial, ya que sin tratarse de una novedad en el género –pienso en Cellular, por ejemplo-, logra captar plenamente la atención de la audiencia y la lleva por un camino de tensión en el que se toman prácticamente todas las decisiones correctas para que el viaje sea pleno. En tiempo real, la operaria ayuda a la víctima a trabajar con lo que tiene a su alcance, que en silencio busca una y otra vez liberarse de las garras del asesino serial. Explota el concepto del minuto a minuto y aprovecha el recurso de una central telefónica como una red en expansión sobre el criminal en cuestión. El suspenso crece, sobre todo, porque es una producción lineal. No busca dar vueltas de tuerca y la identidad del delincuente se conoce relativamente rápido, lo importante es rescatar a la joven a como de lugar y todo lo que se hace a tal efecto, funciona como tiene que hacerlo. El problema con la película de Brad Anderson es el olvido, en el tercer acto, de todo lo que estuvieron preparando durante más de una hora. Estados Unidos ama a sus héroes y, a las claras, no pueden pensar en una heroína que de un paso al costado para que sea otro quien se lleve los laureles. Toda la película explora la relación entre dos desconocidas que se dan fuerza mutuamente y se ayudan a salir de una situación de crisis, ambas a cada lado de la línea. Lo que se hace en el cierre es perder de vista que esto era un factor o que la atención provenía de una operaria telefónica –especializada, si, pero igualmente de escritorio-, para convertirla en simultáneo en analista y en agente de campo, lo cual desperdicia toda la credibilidad acumulada en pos de un thriller corriente. Se guarda también un final chocante que sorprende una vez más, tanto por su significado como por sus implicancias negativas para las involucradas. No hay agentes del 911 que sean conocidos, sus nombres no se mencionan en los medios y el único mérito al que pueden aspirar es a nivel institución. Esto también supone que sus errores se vean sólo puertas adentro –de hecho una mala maniobra de Halle Berry le cuesta la vida a una joven en los primeros minutos- y no se los someta al escarnio público. Dicho esto, Anderson y D’Ovidio no supieron cerrar su propuesta sin tener que poner a la operadora bajo el foco. The Call abraza el lugar común en su plenitud y desciende con velocidad hacia la mediocridad del género, curiosamente a partir de que la llamada en cuestión se corta.
Un thriller clásico cargado de suspenso, secuencias angustiantes como no y persecuciones a contrarreloj, tópicos infaltables en cualquier cinta de género que se precie. Sin ser súper original, el guion se reserva algunas sorpresas, aunque a veces apele a soluciones pocos verosímiles. Pese a eso contiene un ritmo trepidante, buena dirección, y una protagonista que parece moverse como pez en el agua en este tipo de género. Saludablemente pochoclera.
En lucha por salvar una vida Este policial de marcada tensión dramática tiene por protagonistas a dos excelentes actrices: Halle Berry y Abigail Breslin. El filme desliza por vertiginosas situaciones dramáticas, que representan el mayor sustento de esta película, de bajo presupuesto, pero muy efectiva en la utilización de una serie de recursos que colaboran en sorprender al espectador y hacer evolucionar la historia. Este policial de marcada tensión dramática tiene por protagonistas a dos excelentes actrices: Halle Berry y Abigail Breslin, y en la trama una agente de policía del servicio de emergencias 911, de los Angeles intentará salvarle la vida a una adolescente secuestrada. Berry cubre el papel de Jordan Turner, una telefonista del servicio de emergencias que atiende el llamado de Casey Welton (Abigail Breslin), quien es trasladada con destino incierto en el baúl del su auto de su secuestrador. En el oscuro cubículo la chica se da cuenta de que dispone de su celular y disca el 911. A partir de ese momento la historia se desliza por vertiginosas situaciones dramáticas, que representan el mayor sustento de esta película, de bajo presupuesto, pero muy efectiva en la utilización de una serie de recursos que colaboran en sorprender al espectador y hacer evolucionar la historia. ACCION A CIEGAS El guión resulta atractivo en el desarrollo de una historia en la que puede verse la lucha de la telefonista por mantener entretenida a la víctima, mientras intenta que le aporte datos para lograr ubicar el vehículo en el que es trasladada. En ese aspecto, detalles como el de la chica cuando asoma su mano hacia afuera luego de romper una de las luces traseras, o la escena de la estación de servicio, en la que pide auxilio, cuando logra asomar la mitad de su cuerpo por el asiento trasero del auto, para que alguien la oiga, son dos de las interesantes sorpresas de este relato, en la que el juego entre la vida y la muerte va despertando una inquietud en el espectador y una intriga que no decae hasta el inesperado final. A las bien elaboradas actuaciones de Halle Berry y Abigail Breslin, se suma Michael Eklund, como el psicópata Michael Foster, quien mata porque no se resigna a haber perdido a su hermana y busca un reemplazo, a partir del secuestro de chicas similares y de igual color de cabello.
Halle Berry anima thriller inverosímil pero entretenido Halle Berry es una actriz que puede aparecer en cualquier tipo de película, incluyendo un drama que le sirva para ganar un Oscar o una comedia en la que prepara guacamole con su seno derecho ("Proyecto 43" aún en cartel). Pero en general lo que no le cabe mucho es tratar de ser una heroína de acción al estilo de, por ejemplo, Angelina Jolie, y es por eso que su participación en este thriller de Brad Anderson es un desafio que apuesta a potenciar algunos aspectos del film, dejando otros de lado, de acuerdo al personaje de la protagonista, una experimentada operadora del 911 que atendiendo una llamada especialmente límite se deja llevar por sus emociones y comete un error que pone a la víctima de un psicópata en peligro de muerte. El error profesional provoca que la desplacen de atender llamados a preparar a telefonistas jóvenes, pero cuando una operadora novata se paraliza ante un caso tan grave como el que ella tuvo tiempo atrás, no tiene más remedio que volver a tomar el teléfono para tratar de salvar la vida de una chica atrapada en el baúl del auto de un psicópata realmente retorcido. El director Brad Anderson viene más del terror que del cine indie (de hecho dirigió un famoso capítulo de la serie "Master of Horror") y por eso la película se va convirtiendo de a poco en una entretenida mezcla de "El silencio de los inocentes" y "Celular" (aquel taquillero thriller escrito por Larry Cohen que le devolvió el primer plano a Kim Basinger). El enigmático demente que compone Michael Eklund se roba cada escena en la que aparece, haciendo todo tipo de cosas raras y herméticas que poco a poco van explicando su endemoniado y sádico objetivo. Todo esto mientras la sufrida Abigail Breslin se las arregla para mantener prendido su celular en el auto sin delatarse, pero sí involucrando a otras personas en su camino, lo que lleva a una preocupante cantidad de bajas realmente violentas a lo largo del film. El director, sin embargo, le da un tono melodramático no siempre muy atractivo a la telefonista estelar, a la que por suerte le da un rol más activo hacia el final, cuando la heroína cuelga el teléfono y se involucra en el salvataje de la pobre adolescente. Luego de lucir demasiado contenida durante casi todo el film, en este desenlace Halle Berry se libera y puede mostrar toda la furia vengadora de una operadora del 911. Esto es tanto o más inverosími que todo el resto de la película, que no obstante es vertiginosa, tiene momentos de logrado suspenso y se las ingenia para darle toda la acción posible al habitualmente más estático género de los thrillers telefónicos.
911 llamada mortal logra que durante gran parte de su trama tengas taquicardia. Eso es una buena película de suspenso. Una buena película sobre un psicópata, que tiene del otro lado un personaje pocas veces tratado, como destaca Hugo en su crítica también. Todo el trabajo que hicieron en el "centro de llamados" del 911 es brillante, porque si uno se pone a pensar la película después de verla, se da cuenta que gran parte siempre es de alguien hablando por teléfono, pero tiene altos momentos de tensión. Esto ya se vio en Celular y Enlace mortal hace unos años. Acá lograron lo mismo y es meritorio. Obvio que no solo es una tarea del director, Halle Berry hace un gran trabajo y con sus gestos, sustos y pasiones logra un excelente clima de tensión permanente. Bien por Abigail Breslin que trabaja muy bien, y tampoco hay que dejar de recordar que hizo su trabajo mayormente dentro del baúl de un auto. Me quiero quedar con eso de 911 llamada mortal, una excelente creación de climas, que dan al cinéfilo excelentes momentos de tensión. Creo que el final es raro y para algunos cuando lo piensen quedarán conformes y otros en caliente dirán que no. Yo creo que los productores hicieron filmar 4 finales y se los testearon... creo que eligieron el equivocado, pero de una manera u otra, la tensión que tuviste en una buena película de suspenso, no te la saca ni que se te caiga un balde de pochoclo encima. Muy buena hora y media en una butaca de cine, esto te da 911.
Que la operadora te salve Si te va a pasar algo malo, lo único que esperás es que haya alguien que te ayude. Y como en situaciones de caos es muy difícil recordar un número telefónico completo, en Estados Unidos (y luego se copió acá, con el mismo número) existe un servicio que, bajo tres célebres cifras, 911, conecta a quienes están en problemas con la policía o los bomberos, según sea el caso. Jordan (Halle Berry) es justamente una operadora del 911. Tiene un novio policía, y su vida transcurre feliz, a pesar de dedicarse a escuchar desgracias ajenas. Sin embargo un día una de las llamadas que recibe no se resuelve como sería de esperar, y ella decide retirarse de la línea. Pero un tiempo más tarde, otra llamada similar logra conectarla de nuevo con su trabajo. Dirigida por Brad Anderson, la película transcurre con un ritmo verdaderamente vertiginoso. La historia es muy simple, pero coherente, y logra realmente atrapar al espectador. Si bien cae en algunas obviedades que cualquier espectador que haya visto una mínima cantidad de filmes o series policiales podrá ir anticipando, están muy bien coordinadas las dos partes (lo que sucede en el centro de recepción de las llamadas, y lo que sucede afuera), y la adrenalina fluye aceleradamente. Hasta que se acerca el final y lo que se construyó hasta ese momento se derrumba en los últimos quince minutos como castillo de naipes. Así, lo que venía siendo un atrapante thriller termina convirtiéndose en un cuestionable alegato en favor de la justicia por mano propia, como un fuerte mensaje tendiente a señalar que los sistemas que aplican la Justicia real no son suficientes. Y resulta cuestionable tanto desde el lado moral, por lo que implica a nivel social; como del argumental, ya que el giro que toma el filme en este sentido es absolutamente innecesario en términos de guión. Como esa vuelta de más que hace que una canilla vuelva a perder. Con actuaciones que se mantienen dentro de lo correcto para este tipo de género y personajes, no se puede negar que la película está bien planteada en un principio, sin embargo falla al final, y la sensación que deja es la de una gran decepción.
El suspenso de esta película hasta puede resultar insoportable, tal es el clima que logra, dándole tanta verdad a la situación, que se desarrolla en supuestos tiempos reales. Una chica secuestrada cuya única esperanza es la operadora del 911, una voz para ayudarla. Salvo la última y discutible vuelta de tuerca del epílogo, la película hace que se luzcan Halle Berry y la ya adolescente Abigail Breslin. (###)
Promesas en línea “911: llamada mortal” mantiene la tensión narrativa durante buena parte del filme, si bien los golpes de efecto pesan más que la inteligencia. Así como algunos telefonistas venden planes o productos al por mayor, otros se dedican a salvar vidas. Al menos esa es la tarea de Jordan Turner (Halle Berry), una experimentada operadora del servicio de emergencias del 911 que ve opacada su carrera cuando una niña que atiende en línea es asesinada. Poco después de ese paso en falso, Jordan tiene la oportunidad de redimirse cuando la preadolescente Casey (Abigail Breslin) solicita auxilio desde el baúl de un automóvil, donde permanece secuestrada tras ser capturada en la playa de un shopping. Así, con el auto del sospechoso siempre en movimiento, 911: llamada mortal se dividirá en dos escenarios paralelos: uno, el call center convulsionado donde trabaja Jordan, en el que vemos constantes primeros planos del rostro nervioso de una funcional Berry mientras dialoga con la joven raptada, a veces dictándole consejos y otras calmándola con charlas sobre “películas preferidas” o el horóscopo; el otro, el coche en marcha que maneja el asesino, filmado desde perspectivas aéreas de autopistas a lo Policías en acción o desde el claustrofóbico baúl, allí donde sobresalen los gestos de la llorona Casey, que no para de exclamar “¡No, por favor!”. Esa dualidad (en suma, la “esencia” del filme) mantendrá linealmente la película a flote durante buena parte de su desarrollo, en una trama en la que los golpes de efecto pesan más que la inteligencia y en la que ciertos agregados torpes de película de terror, principalmente sonoros (percusión de suspenso genérica, bajos rugosos, remixes chirriantes, gritos, voces con eco) atentan con boicotear (¿con secuestrar?) a un policial en principio sobrio y entretenido. Esa tendencia a los sustos, la sangre derramada y los golpes por la espalda será lamentablemente la que gane en la parte final, en la que la psicología revelada del freak asesino (incesto, regresión, violencia, tics esquizofrénicos) respeta un identi-kit de manual. “Mantengan la distancia emocional y no hagan promesas, porque no las van a poder cumplir”, le enseña Jordan a los aprendices a telefonistas salvavidas; dos máximas que la cinta de Brad Anderson no respeta: en su afán de impacto gratuito, traiciona el prometedor planteo inicial.
Thriller escalofriante desbordante de suspenso Brad Anderson ha venido demostrando grandes recursos a la hora de montar una proyección, algo que hemos visto en el oscurísimo thriller psicológico The Machinist, por citar un ejemplo. En esta oportunidad, la historia nos sumerge en el mundo de los operadores telefónicos del 911, quienes atienden a diario numerosas llamadas que pueden ir desde una simple broma hasta el más cruel y traumático asesinato. En la piel de una experimentada empleada de dicho departamento encontramos a Halle Berry (de gran interpretación), quien a raíz de un error provoca una consecuencia terminal en la vida de una jovencita. A partir de allí, todo se reduce a la persecución desenfrenada y exhaustiva de un asesino serial de adolescentes rubias. La película tiene un ritmo ultra dinámico, con una adrenalina tan al extremo que por momentos resulta inaguantable para el pulso del espectador. Los efectos de sonido y la musicalización resultan envolventes y se fusionan de forma notable con el transcurso de los acontecimientos, generando una tensión ascendente que parece no encontrar nunca un techo. Y éste es el factor predominante en 911 Llamada mortal, la construcción de una atmósfera repleta de suspenso y nerviosismo a cada momento, dejando al público en vilo sin oportunidad de hacer parate alguno que le permita desatender lo que sugieren las imágenes. Por si fuera poco, el director deleita y endulza la visión a base de deslumbrantes encuadres que acentúan la angustia de forma progresiva, ya sea mediante primerísimos primeros planos de los protagonistas, a fin de mostrar sus expresiones o bien a través de transiciones veloces y movimientos de cámara de gran factura técnica. Quizás la cinta “flaquee” un poco en algunas resoluciones no del todo verosímiles, pero la pura y excesiva tensión permanece invariable durante los 95 minutos de duración. Se aconseja al espectador no ver el tráiler (puede revelar mucho); y no cortarse las uñas, pues es probable que termine quedándose sin ellas. LO MEJOR: suspenso, tensión, nerviosismo, angustia, adrenalina, ritmo. Musicalización, dirección. Impecable visualmente. LO PEOR: pequeños detalles de incoherencia. PUNTAJE: 9
Una heroína del otro lado de la línea Jordan (Halle Berry) es una más de las operadoras del servicio de emergencias 911. Como tal, debe atender decenas de llamadas de auxilio que van desde robos, pasando por gente que se comunica porque se siente sola, hasta la posibilidad de un asesinato en progreso. Un día comete un error y muere una niña, por lo que la protagonista se retira de la línea de fuego y se convierte en formadora de nuevos operadores. Pero en una ronda con estudiantes, desplaza a una empleada novata y se hace cargo de la llamada de Casey (Abigail Breslin), una adolescente que fue secuestrada en un shopping y tiene en su poder un celular con la que se comunica con Jordan, que tratará de redimirse de su antiguo error y luchará para que la víctima logre salir con vida. La primera parte de la película tiene una estructura similar a la de muchos films que recurren a los teléfonos para sostener la tensión del thriller –Celular, la llamada final, Enlace mortal–, y el director Brad Anderson, que ya demostró su oficio en films como Transsiberian o El maquinista y series tales como El imperio del contrabando y The Wire, logra sostener acertadamente el suspenso desde los ambientes asfixiantes y la comunicación como único nexo entre Casey que está encerrada en el baúl de un auto y Jordan, desde el centro de ayuda. La angustia y la desesperación se trasladan a la pantalla ante cada nuevo recurso que ambas encuentran para poder conseguir la ubicación del auto, con la impotencia de la operadora que es solo un vínculo para que la policía encuentre a la víctima y al secuestrador. Pero como la protagonista arrastra su error original, el guión hace que súbitamente se convierta en investigadora, abandone su trabajo y personalmente vaya en busca de la chica, por lo que la película se convierte en otra cosa. Una búsqueda eficiente y rápida, que abunda en los lugares comunes, fuerza el verosímil y precipita un final convencional que desmerece el buen timing del resto del relato.
Contiene un ritmo vertiginoso, tensión, y suspenso. Un entretenimiento no recomendado para cardiacos. El director, productor y guionista Brad Anderson (“Session 9” en 2001; “El maquinista” en 2004), desde los primeros minutos nos ofrece un ritmo rápido, varios diálogos telefónicos y un gran plano general aéreo de la Ciudad de Los Ángeles. Un grupo de personas reciben llamados de las distintas victimas al 911. Aquí los operadores van atendiendo todo tipo de problemas de quienes los llaman. Estos deben ubicar desde donde se efectúa la llamada, escuchar la gravedad del mismo, realizar una serie de preguntas de acuerdo al hecho, tranquilizar a la víctima y eso puede demorar algunos minutos. El mismo operador tiene comunicación directa con un móvil policial o ambulancia y esta conversación queda grabada. De esta forma nos presenta a una de las protagonistas de la historia, Halle Berry (ganadora del Oscar por "Cambio de vida", 2001), que interpreta a Jordan Turner, una operadora del 911 en Los Ángeles. Un día recibe la llamada aterrorizada de una adolescente Leah (Evie Thompson), comete un error y la chica muere. Ante este hecho tan cruel ella tendrá la contención de su novio, el policía Paul Phillips (Morris Chestnut). Pasan 6 meses y ella vive con esa culpa, pero un día tal vez la vida le da una segunda oportunidad cuando recibe la llamada de una adolescente muy nerviosa, es Casey Welson (Abigail Breslin, nominada al Oscar por “Little Miss Sunshine”), secuestrada y transportada en el baúl de un auto. Tiempo más tarde sabemos que es un psicópata Michael Foster (Michael Eklund, lo vimos en “88 minutos”). Hasta aquí el planteo. Desde su título hasta el desarrollo sabemos como sigue y nos podemos imaginar el final. Con el correr de los minutos uno no puede dejar de recordar otro film muy similar " Celular " (2004), protagonizada Kim Basinger, Chris Evans, Jason Statham, dirigida por David R. Ellis. Y también podes encontrar datos de otra porque tiene toques del “Juego del miedo”. El director Anderson sabe muy bien manejar los tiempos, eso ya lo demostró en el 2001 con “Session 9” de terror psicológico donde un grupo de obreros de la construcción debe restaurar una institución mental, lugar que esconde secretos de un paciente oscuro. Este film tiene un buen desarrollo la primera hora, contiene toques muy eficaces para resaltar tensión y sobresaltos, la utilización de imágenes congeladas para ofrecer pánico, el buen uso de la cámara para mostrar detalles y rostros, escenas que mantienen el suspenso, pero cuando se le da una vuelta de tuerca termina siendo inverosimilitud, la comunicación es extra large (¿Cuánto dura la batería de un celular?), sin sentido, con toques gore y resulta previsible más aun para aquellos espectadores conocedores del género.
La actriz Halle Berry, quien recientemente visitó la Argentina para promocionar la película, es la protagonista de este thriller de acción en el que encarna a Jordan Turner, una veterana operadora de la división de comunicaciones del Departamento de Policía de Los Ángeles, encargada, entre muchos otros, de recibir las llamadas de emergencia del 911. Ella tiene el tipo de trabajo que no es para los débiles de corazón y es específicamente lograr controlar la angustia de la gente con el fin de salvar sus vidas hasta que los especialistas se hacen cargo de la situación. Un día, el pedido de ayuda de una joven llamada Leah Templeton (Evie Thompson), quien reporta a un intruso dentro de su casa, termina trágicamente debido a un error en el protocolo, por lo que Jordan queda profundamente destrozada porque se siente responsable. Por tal motivo, decide dar un paso al costado y dedicarse al entrenamiento y formación de nuevos operadores a los que les enseña las dificultades de su profesión. Pero claro, la historia de la película la conduce nuevamente a retomar el auricular. Mientras realiza una ronda con su grupo de reclutas, debe tomar las riendas de una llamada de una adolescente, Casey Welson (Abigail Breslin), que ha sido secuestrada por un asesino serial (papel a cargo de Michael Eklund) y que se las ingenia para llamar al 911 desde el baúl del automóvil donde es encerrada y trasladada. A lo largo de todo el procedimiento, la experta comienza a caer en la cuenta que está frente a un escenario demasiado familiar para ella y que cuenta con poco tiempo para salvar a esta víctima cuya única esperanza es una voz compasiva y constante al otro lado de un teléfono celular que utiliza todos los recursos posibles para encontrarla antes de que sea demasiado tarde. Esta producción muy bien dirigida por el realizador Brad Anderson (conocido por su trabajo como director en los filmes "El Maquinista" y "Transsiberian" y de varios episodios de series como "The Killing", "Alcatraz", "Person of Interest" y "Fringe") comienza de una manera excepcional y se mantiene casi por completo con un ritmo tensionante que atrapa al espectador. Sin embargo, el giro inverosímil del guión escrito por Richard D'Ovidio provoca un final forzado y decepcionante en el que se busca, fallidamente, destacar el heroísmo del personaje principal. No por ello podemos negar que el trabajo de la dupla protagónica Berry-Breslin es estupendo a la hora de transmitir la impotencia de la primera y la angustia de la segunda.
A comerse las uñas... Tener a Brad Anderson acreditado como director en alguna serie garantiza un trabajo bien hecho: hay pocos profesionales que lo superen. Y no pasa vergüenza con ninguno. Así de bueno es el hombre. Los mejores episodios de Fringe, antes de que la arruinaran como a Lost en sus últimas temporadas, fueron dirigidos por Anderson que también dejó su huella en otros shows como Boardwalk Empire, Treme o Masters of Horror. Fuera del ámbito televisivo la situación cambia un poco: sus largometrajes delatan su presencia detrás de las cámaras pero la calidad varía según el proyecto. El Maquinista (2004) y Transsiberian (2008) están por encima del promedio pero La Oscuridad (2010) es una película pésima. Curiosamente junto con El Maquinista es de las pocas obras en la que no estuvo involucrado como autor (sí, Anderson también escribe). 911 Llamada Mortal, su último filme, no termina de inclinar la balanza ni para el lado del debe ni para el del haber. Digamos que dejó el juego en tablas aunque en rigor los mayores aciertos son suyos. 911 Llamada Mortal es un típico producto de consumo rápido hollywoodense que iba a ser dirigido por Joel Schumacher con Halle Berry en el rol protagónico. Problemas de agenda llevó al realizador de El Fantasma de la Ópera a abandonar su puesto. Anderson ocupó su lugar. Estos cambios de última hora no son nada infrecuentes en la Meca del Cine y de hecho la misma Berry estuvo a punto de no ser de la partida. En definitiva el enroque ayudó a que el producto llegue al público con una solidez artesanal que probablemente Schumacher hubiese sido incapaz de proveer. Porque Anderson, si bien reconozco que no obra milagros, y ahí está La Oscuridad como evidencia, domina la narrativa con la sapiencia de un maestro potenciando los puntos fuertes del guión. El creador de Session 9 (2001) incrementa el suspenso con ese pulso magnífico que ha adquirido rodando decenas de capítulos de TV. Si el último acto de la historia estuviese un poco más pensado sin dudas estaríamos en presencia de un thriller memorable aunque ronde el fantasma de cintas tan disímiles como Celular y El Silencio de los Inocentes. Por algo no se registraban antecedentes en el cine de cómo opera el servicio telefónico de emergencias: es muy difícil sostener el punto de vista si el actor principal trabaja allí, como es el caso de Hally Berry. Es sencillo sacarlo de ese contexto laboral pero no tanto si se pretende mantener la verosimilitud del relato. Alfred Hitchcock no necesitó vulnerar la lógica para hacer una obra maestra del calibre de La Ventana Indiscreta: recordemos que el personaje de James Stewart no podía abandonar su departamento por estar fracturado. Si la protagonista no fuera Berry sino la chica que secuestra el asesino solucionaríamos el inconveniente pero el filme se vería afectado al perder la escasa originalidad que le aporta la descripción del lugar desde el que se reciben miles de llamados diarios por asuntos de la más diversa prioridad. Muchos de ellos de vida o muerte. Justamente uno de esos llamados desencadena el conflicto que arrastra la bonita cuarentona Jordan Turner (Berry): el pedido de ayuda de una adolescente sola en casa a la merced de un psicópata se ve trunco por un error tonto de la operadora. En este excelente prólogo (presten atención al tratamiento sonoro) Anderson y el guionista Richard D’Ovidio aúnan esfuerzos y dejan plantada la semilla para lo que vendrá después, elipsis de seis meses mediante, con un caso igualmente dramático que exigirá a Jordan hasta el límite de sus fuerzas, en particular desde lo emocional. Y es aquí donde la película empieza a trastabillar: se supone que los que atienden estas líneas de emergencia están preparados para asistir a la gente con un profesionalismo que Jordan, a medida que va avanzando la tensa trama, va perdiendo en su desesperación por ayudar y redimirse por aquel error fatídico que tanto la obsesiona. Una regla básica que enseña cualquier experto en guión consiste en que cuanto más se compromete al héroe (o antihéroe) en lo personal mayor identificación genera en la audiencia. Para llevar a cabo este consejo D’Ovidio extrae a Jordan de su entorno seguro para que tenga éxito donde el cuerpo policial fracasó: cazar al asesino en su propio terreno. 911 Llamada Mortal está actuada con propiedad por un elenco dotado de artistas conocidos, ninguno una estrella exceptuando a Halle Berry, como Abigail Preslin (que ya dejó de ser la Pequeña Miss Sunshine), Morris Chestnut, Michael Eklund (un formidable villano), Michael Imperioli o Roma Maffia. Su tarea, y en verdad la logran, es hacer creíble una historia simple cuyo devenir alcanza picos de intensidad en el clímax pero para ese entonces Anderson ya dejó que la pelicula se le escape de control. A Jordan (y por ende al público) le posibilitan un cierre impensado en la vida real: para estos sacrificados operadores cuando se corta la llamada siempre hay otra más entrando. Y bueno, esto es Hollywood... ¿qué le vamos a pedir ahora?
Un thriller irritante Jordan (Halle Berry) es una aplicada operadora del servicio de emergencias de la policía que fue retirada de su puesto por haber cometido una imprudencia que le costó la vida a alguien que llamó pidiendo socorro. Sin embargo, una circunstancia excepcional la lleva a volver a atender el 911 de Los Angeles para ayudar a una adolescente que fue secuestrada en el baúl de un auto por un psicópata. Las primeras secuencias de “911: llamada mortal” realmente prometen, pero son sólo falsas expectativas. El director Brad Anderson se las ingenia para generar suspenso, sobre todo en la tensa persecución por una autopista, cuando la operadora debe guiar a la víctima para que dé pistas sobre su paradero. Aquí gran parte del mérito se lo lleva Abigail Breslin (la niña de “Little Miss Sunshine”), que logra transmitir el terror y la claustrofobia de una persona secuestrada. A medida que se acerca la resolución, no obstante, estos brillos desaparecen. El guión empieza a acumular lugares comunes y situaciones inverosímiles, por no hablar de la manía de los guionistas de buscarles móviles de lo más sádicos a los asesinos de turno. En la última media hora la película desbarranca. Y en el final, con la ya previsible vuelta de tuerca incluida, este thriller termina irritando.
Este filme comete primariamente el pecado de tratar de esconder sus convencionalismos, sobre todo narrativos y de estructura, a partir de la velocidad que le imprime a las imágenes o, mejor dicho, del tiempo de estas en pantalla. Trabajada con cortes rápido y montaje acelerado típico de una producción de acción, pero el género al que se quiere adscribir es el suspenso, ergo, yerro. Dicho de otro modo y más usualmente, sin querer ser redundante, aplica sobre la condición de adrenalina a la que esta dispuesto a descargar el espectador. La historia se centra en Jordan Turner (Halle Berry) quien se desempeña en una de las labores posiblemente más difíciles, ser operadora del sistema de emergencias de los Estados Unidos, desde hace un tiempo también utilizado en Argentina, me refiero del famoso 911. Abro paréntesis. Durante los últimos 40 años se ha visto en el cine yankee como la gente en peligro llamaba la 911, en nuestro país se ha adoptado el mismo sistema, no por ausencia de alguno en vigencia, sólo que se utilizaban otros números, 101 policía, 107 emergencias médicas. Ahora digan que el cine no es un medio de penetración cultural. Cerrar paréntesis. El relato comienza centrándose en mostrar el medio en que nuestra heroína de turno despliega sus habilidades, y en los primeros minutos la vemos en acción. Atiende a Leah Templeton (Evie Thompson), una joven en situación critica. Es de noche, llama pidiendo ayuda pues advierte que alguien esta tratando de entrar en su casa y ella esta sola. Jordan la trata de calmarla y guiarla mientras llega la ayuda policial al domicilio. A Jordan le avisan que los policías tardarán 8 minutos en arribar a ese destino (acá la pizza te la entregan más rápido), en ese contacto auditivo, e imaginando los espacios, va llevando a Leah a los lugares más seguros del departamento hasta que un error, de los más graves que se puedan cometer en la emergencia, es cometido por Jordan, el mismo que se traducirá en la muerte de Leah. Hasta aquí lo mejor del filme, pues la situación de suspenso sobre lo no visto del personaje, pero sí por parte de los espectadores, es trascendental. El contacto auditivo entre ambas mujeres redunda, por supuesto, en las actuaciones, el maniobrar del que luego sabremos es un asesino, los planos cortos bien dosificados, el manejo de la luz en los espacios chicos y en los rostros de los personajes, la música no sólo en función rítmica, todo del orden de la precisión de un reloj suizo. O sea buen suspenso, bien graduado. Corte. Meses después vemos a Jordan ya no como telefonista sino como instructora de nuevos miembros para el 911. O.K, le creo, puede saber mucho de la teoría pero no como aplicarla ella misma sigo comprando el verosímil instalado. Otro paréntesis. Aquí vamos sobre el cambio en el titulo. El original es “The Call”, o sea “La llamada”, que hasta puede ser la de la suegra y también sería fatal, pero ponerle “911: Llamada mortal” ¿no le resulta un poco anticipatoria? Volvamos a lo nuestro. En el instante de aprendizaje de los nuevos reclutas una nueva operadora se encuentra con una llamada similar a la que Jordan tuvo al principio del relato. La novata da señas claras de estar sobrepasada por la situación. Otra joven, Casey Welson (Abigail Breslin), tan rubia como la primera victima que conocimos, esta siendo secuestrada, la meten en el baúl de un coche y desde allí, gracias al guión que lo instala, no de buena manera sino muy burdamente, el objeto MacGuffin hitchcockiano, léase un segundo celular que le puso en el bolsillo trasero de su pantalón, llama al 911. La novata al no poder con la situación es suplantada por Jordan. Entonces el relato se afirmará en que siempre hay una segunda oportunidad para redimirse, y eso atentará definitivamente sobre el texto fílmico. Definiendo. El mismo se volverá extremadamente previsible, sumándole que todos y cada uno de los personajes están entre una regular presentación y poco desarrollados, hasta la sumatoria de diálogos que por momentos se tornan prescindibles. No así las acciones de los personajes principales, nuevamente todo esta puesto, claro que no exclusivamente, para el lucimiento de las actrices. Por supuesto que en cuanto al tratamiento sigue por los mismos carriles impuestos en los primeros minutos, esto es planos cortos, cortes rápidos, buena banda de sonido, mejor fotografía, pero el suspenso quedo suspendido, valga la redundancia. Lo peor se presenta sobre le cierre del relato. En los últimos quince minutos se produce un giro que se constituye en el orden de lo ridículo, sólo para poner a ambas mujeres en el lugar de las heroínas. Una Lastima, pues toda la producción cumple con mantener atento al espectador, por acción no por misterio, ya que nada hace que no pueda anticiparse al desenlace.
Yo quiero a mi bandera Atención: se develan detalles argumentales y el final de la película. Hay thrillers previsibles que son grandes películas (Fuego contra fuego y Atracción peligrosa) y hay películas con la peor ideología que son obras maestras (El nacimiento de una nación o Río Bravo, por ejemplo). Pero si un film además de ser previsible y de tener la peor de las ideologías, está mal actuada, está llena de subrayados que subestiman al espectador y tiene momentos abyectos, significa que estamos frente a películas como 911 llamada mortal. Jordan Turner (Halle Berry) es una veterana operadora de la línea de emergencias 911, que muestra calma, seguridad y profesionalismo cuando atiende las llamadas de gente en problemas. Su vida parece perfecta: es querida y respetada por sus compañeros de trabajo y mantiene un romance con un policía que es más bueno que la Vitina. Todo cambiará cuando una adolescente a punto de ser secuestrada pide ayuda al 911 pero es asesinada por un error de Jordan. A partir de aquí, la protagonista entrará en un pozo depresivo del que sólo saldrá cuando otra adolescente es secuestrada en el estacionamiento de un shopping y encerrada por su captor en el baúl del auto de este. Desde ahí, la joven logrará llamar por medio de un celular a la línea de emergencias para ser ayudada por Jordan, que verá en este caso la oportunidad de redimirse de su anterior fallido. Sin ser muy exigentes, aquí vendrá lo mejor de la película, ya que tanto la ayuda telefónica que le prestará Jordan a la chica como la investigación policial que llevará a cabo el novio de la protagonista no carecen de tensión dramática. Cuando el secuestrador (quien para que nos demos cuenta de que es un psicópata hará caras que causan risa en vez de pavor), la lleva a su escondite subterráneo en medio del campo, ya sabemos que la protagonista va ir al rescate de la chica pues el director creyó oportuno hacerle decir a Jordan minutos antes: “¿eres de capricornio? Yo también. Somos dos luchadoras. Saldremos juntas de esto”. Esto se llama subrayado con resaltador amarillo de punta gruesa (la Tana Ferro de Un novio para mi mujer hubiera dicho: “¡huy, mirá: dos pelotudas de capricornio!”). Pero falta lo peor: a) el novio policía de Jordan descubre por unas fotografías que el motivo por el que el secuestrador rapta y mata adolescentes rubias es porque de chico tuvo una relación enfermiza e ¿incestuosa? con su hermana adolescente y rubia que murió de leucemia, por lo que obviamente no nos iban a ahorrar obscenos primeros planos de las mencionadas fotos que mostraban la agonía y muerte de la muchacha; b) en el final, cuando Jordan y la chica logran vencer y reducir al villano, aparece el momento facho del film: en vez de llamar a la policía para que encarcelen y juzguen al secuestrador, las dos mujeres deciden vengarse y matarlo ellas con la bandera estadounidense flameando de fondo. Ingredientes para un film indigesto: previsibilidad desde los primeros quince minutos; abnegados, inmaculados e irreales policías; un psicópata que causa gracia en vez de miedo, fotos innecesarias y abyectas de un enfermo terminal; “justicia” por mano propia desnudando el desprecio por la acción estatal y glorificando el ojo por ojo al que son tan afectos gran parte de los estadounidenses, aunque parece que no están solos. Al finalizar la película, escuché fuertes aplausos en la sala de cine en la que se proyectó esta pésima película.
Una voz en el teléfono En 2004, mientras Brand Anderson estrenaba “El maquinista”, la sugestiva película sobre el empleado de cuello azul que nunca dormía y la paulatina revelación de la información sobre su pasado y sobre lo que realmente sucedía, David R. Ellis hacía lo propio con “Celular”, la historia en la que Kim Basinger llamaba a un desprevenido Chris Evans para que la rescate de un secuestro. Ése fue el nacimiento de un nuevo género, podríamos decir, gracias a la tecnología: un dispositivo móvil, con una batería duradera, podía permanecer conectado durante horas y en movimiento, permitiendo secuencias de seguimiento en tiempo real (también ayuda el sistema de tarifas de Estados Unidos: aquí una película así duraría 20 minutos). En “911: Llamada mortal” (“The Call”), escrito por Richard D’Ovidio, Nicole D’Ovidio y Jon Bokenkamp, Anderson retoma la senda de “Celular”, pero combinada con el drama de policías, el thriller de controladores (acordarse de “Rescate del metro 1 2 3”, del extinto Tony Scott) y los siempre bienvenidos asesinos seriales y las cosas macabras que a ellos les gustan. Pero, nos estamos adelantando un poco... En línea Jordan Turner es una operadora del 911 que trabaja en La Colmena, el centro de recepción de llamadas desde donde derivan las emergencias a los distintos organismos. Jordan es eficiente, la lleva bastante bien y hasta tiene un novio patrullero. Hasta que un día una adolescente la llama desesperada porque hay un intruso en su casa. Jordan maneja la situación lo mejor que puede, pero un momento de distracción (y eso será clave) hará que las cosas terminen mal. Seis meses después, Jordan está como instructora, alejada del servicio activo (después del trauma y la culpa), cuando decide agarrar un caso que una operadora a prueba no sabe manejar: otra adolescente, secuestrada en un shopping y encerrada en el baúl de un auto. A partir de entonces, la operadora comienza a encabezar la pesquisa policial a partir de la información que le va transmitiendo la chica desde la cajuela. Así se cruzan en la relación, que se entabla entre la operadora y la joven Casey: el sobreponerse de la protagonista al trauma del pasado, la investigación sobre las motivaciones del secuestrador (esbozadas, no explicitadas manifiestamente), y cómo éste se va convirtiendo en otro interlocutor. Hacia el final se llegará a un clímax de tensión, algún corrimiento de género hacia lo más oscuro y un giro final que sorprenderá al espectador y puede abrir alguna discusión moral (como pasó con el final abierto de “El secreto de sus ojos”). Los ojos Anderson maneja las cosas para mantener la tensión del relato prácticamente en tiempo real, todo un mérito, con una puesta de cámaras algo “convencional” (sin tantas cámaras movedizas, tan de moda hoy). Y logra el equilibrio entre la acción “real” y la que se desarrolla en las pantallas y la línea telefónica. Como juego visual agrega algunas tomas “espías” (filmar una escena fuera de una casa, desde adentro, detrás del vidrio -aunque la mayoría de las veces no hay nadie allí, sólo ayuda a generar intranquilidad); y así hasta que llegamos a la guarida del secuestrador y se necesita una estética algo más lúgubre, propia de cierto cine de horror: semipenumbras, planos que esconden, planos “del rostro que vio algo” y semidesnudeces húmedas. Conectados En cuanto a las actuaciones, asumen el desafío del thriller, poniendo en juego las emociones más primarias: miedo, ira, perturbación y, por supuesto, la irracionalidad de la locura. Halle Berry, con la solvencia que la caracteriza, está cómoda en la atribulada Jordan: es uno de esos papeles que le gustan de chica sufrida y aguerrida (y lejos del glamour de “chica Bond”). Abigail Breslin (la niñita de “Pequeña Miss Sunshine”) hace su debut como adolescente en la piel (y el pelo, el espectador sabrá por qué) de Casey Welson: aterrorizada al principio, cada vez más fuerte y decidida (y a qué extremos, si llegamos al final). Para enfatizar este debut como chica grande, el director le pone una escena en corpiño, para mostrar mejor lo bonita que está. La tercera pata del trío es Michael Eklund como el secuestrador Michael Foster, quizá un poco lineal en su composición, pero tampoco el guión le pide demasiado. Acompañan Morris Chestnut (el oficial Paul Phillips, el “gavilán” de Jordan), David Otunga (Jake Devans, compañero de patrulla), Roma Maffia como Maddy, la jefa de “La Colmena” (con pinta de dura, pero mucho más accesible de lo que parece), José Zúñiga y Denise Dowse como compañeros operadores y la aparición fugaz pero decisiva del ex soprano Michael Imperioli. Así se construye una historia para no levantarse de la silla. Y con una moraleja: cargá tu celular todas las noches, y ponele crédito, nunca se sabe...
Al final se fueron al carajo El director Brad Anderson es responsable entre otras cosas de ese bodrio superlativo llamado "La Oscuridad" (Vanishing on the 7th street, 2010), posiblemente una de las porquerías mas notables que hayan visto en la historia del cine, ahora arremete con este thriller cuyo 60 por ciento está bien construido, ya que su primera parte es efectiva, de sostenido ritmo, concretamente la parte que el psicópata secuestrador se lleva adentro del baúl a la niña rubia, y cuando es desarrollada la primera comunicación entre la operadora del 911 llamada Jordan (Halle Berry afeada, quizás para dar en el "Psyche du rol"), y la joven Casey (Abigail Breslin, ya crecidita desde su consagración en "Pequeña Miss Sunshine"). En la trama argumental están los tópicos básicos del género: la chica operadora es buena gente, se preocupa por el prójimo, tiene un novio policía bonachón, y decididamente a la hora de jugársela a lo grande -e imposible- lo hará, la secuestrada es linda, angelical, bien yanqui, y el desquiciado es un desecho de muecas comunes y redundantes, muy dignas de la escuela de interpretación de Karina Jelinek. Más allá de estas pequeñas consideraciones que nos darían un filme aceptable y entretenido -de hecho tiene bastante de ésto-, el director en vez de redondear la historia, le da un vuelco al final, el cual está colgado con alfileres, está (híper)traído de los pelos y es inaceptable, porque no es esperable del personaje de la bella Halle que al final se la haga desbarrancar de esa forma, lo cual parece dar lugar a la urgente necesidad de abrochar un cierre "Lynsa" a un pantalón...pegándolo con cinta de embalar, más o menos algo así, por decirlo de manera metafórica. En criollo: un final cagado que arruina al resto del metraje.
Halle Berry atiende llamadas de emergencia, comete un error, queda traumada y el destino -fatalmente- le da otra oportunidad: debe intentar salvar a una chica secuestrada y detener a un asesino. Estamos en el terreno del género puro, del suspenso, del miedo a que pasen consas malas. Estamos, de paso, en el piso firme de la clase B, aunque este sea un film de presupuesto A. Esto no se dice con ironía sino con respeto: la clase B ha dado y da obras maestras. Si esta no lo es, responde más a cierta previsibilidad lógica ligada al tema y a que en algún punto los actores toman demasiado control de sus escenas, sin dejar que fluya realmente la trama como algo natural. Que sea convencional es lo de menos: esas “convenciones” nos permiten seguir con mayor empatía al personaje de la Berry (que está muy bien, en el amplio sentido del término, a pesar de los rulos) en lugar de estropearnos las sorpresas. Que importan menos que la tensión por la resolución de la intriga. De paso, Abigail Breslin también está perfecta como la víctima encerrada. Para sufrir con gusto.
Una bolsa de tensiones "The Call" es una de esas películas que llegan sin muchos platillos ni bombos, que uno espera sean un fiasco, pero la realidad demostró que este nuevo trabajo del director Brad Anderson ("Transsiberian", "El Maquinista", "Session 9", entre otras) es bastante entretenido y pasea al espectador por una montaña rusa de nervios, suspenso y tensión. El concepto es muy bueno; muestra el duro trabajo de las personas que deben lidiar todos los días con las llamadas de emergencia que tienen lugar en el 911, algo que resulta extremadamente estresante y dinámico para vivir en el cine. Puntualmente la trama se centra en el trabajo de Jordan Turner (Halle Berry), una habilidosa telefonista del 911 que un día, ante un descuido en una llamada de emergencia, contribuye sin quererlo a la muerte de una adolescente que estaba siendo acechada por un peligroso psicópata. A partir de ese día, pierde la confianza en su trabajo y se recluye al área de capacitación de novatos. Por esas cosas del destino, vuelve al ruedo sin saber que está a punto de enfrentarse con la razón de todos sus miedos. El film funciona en muchos niveles, con un ritmo dinámico e infartante que mantiene al público al borde de la butaca casi todo el metraje. Las interpretaciones son creíbles, el factor psicológico está usado con bastante criterio y la duración es propicia. El gran problema, y razón por la cual decidí bajarle algunos puntos a esta propuesta, tiene que ver con la resolución de la historia que se decidió implementar. El final es muy flojo y hasta inverosímil, como si cansados de todas las pilas que le pusieron al 80% de la película los hubiera llevado a escribir el final trasnochados y con pocas ganas. Sinceramente no se que sucedió con esto, si los productores presionaron para hacerlo de esta manera o sólo fue una mala decisión de los escritores y el director. Sacando este tema no menor, el film cumple muy bien con lo que promete y sorprenderá a más de uno. Un entretenimiento que demuestra que con talento se puede ofrecer un producto de calidad con bajo presupuesto, con la excepción del final, claro.
Una voz en el teléfono En los primeros minutos del relato, la película promete en función de la adrenalina que se respira en el puesto de control de las llamadas al 911, número de emergencias en el que se atiende a suicidas desesperados, amas de casa asustadas porque entró un murciélago a su casa, desaprensivos que preguntan dónde comprar una hamburguesa o víctimas potenciales o reales de un secuestro. El director muestra solvencia porque en pocos minutos presenta a la protagonista (una Halle Berry siempre correcta y que, en esta oportunidad, no basa a su personaje en el indudable atractivo de su figura) cómodamente insertada en el extraño mundo de la sala de control de las llamadas de emergencia. Rápidamente también, desmonta toda esa aparente placidez con la descripción de un caso de secuestro que no termina bien. A partir de entonces, se centra en las dudas y las vacilaciones emocionales de la protagonista, que deja la zona "caliente" de su trabajo y sigue como instructora de futuros operadores de emergencias. Hasta que una nueva situación de secuestro la obliga a volver a la acción. Lo que sigue está bien contado, con escenas de acción y de persecuciones correctamente realizadas, que se contraponen a los primeros planos de la protagonista, preocupada en mantener el contacto con la joven secuestrada y en infundirle coraje y esperanzas. La trama va sufriendo giros poco originales y comienza a caer en situaciones previsibles; sin embargo, esto es menos molesto que las arbitrariedades que empieza a mostrar el guión para encaminarse a una suerte de final cantado e inverosímil, contra el que poco pueden hacer las correctas interpretaciones de actores y actrices. Todos sabemos que el cine es ilusión; precisamente en eso reside su magia. Pero es misión de los realizadores seducir al espectador de manera que éste entre casi sin darse cuenta en las convenciones de la historia y acepte sin reparos, incluso, un remate increíble. Si esto no ocurre, la magia falló.
Lo que Berry no salvó En la filmografía de Halle Berry aparecen "las de cal, y las de arena". La actriz que fue oscarizada en 2001 por su trabajo en Cambio de vida , ya había trabajado, para entonces, a las órdenes de renombrados directores de Hollywood, aunque no siempre con la misma suerte. Y así continuó, con muy poco a la altura del antecedente de la estatuilla dorada más ansiada del cine, más allá de que su presencia no pase inadvertida. Cierto es que nadie olvida su actuación, junto a Pierce Brosnan, como la chica Bond ideal, ésa que homenajeó a Raquel Welch saliendo del mar con su bikini naranja; o su silueta curvilínea enfundada en el traje negro de Gatúbela, para una cinta que no le hizo honor ni a la protagonista ni al personaje. El 8 de abril pasado, Berry pisó por primera vez la Argentina para presentar su última labor en cine, 911, llamada mortal , en las salas Hoyts de Unicenter, en Buenos Aires. Con su incipiente pancita de tres meses de embarazo, el porte de una estrella y una asombrosa sencillez, la morena le dio glamour a la premier de la película de Brad Anderson. No obstante, el encantamiento no logró tapar lo que desde entonces se vería en pantalla --ahora en las bahienses--: ni la figura ni sus artes logran, por sí mismas, levantar una película que se agota en sus intenciones. Berry interpreta en este relato a Jordan, una experimentada operadora del servicio de emergencia 911, "una mujer fuerte, poderosa, inteligente", según la propia actriz describió. El aplomo y la experiencia de Jordan se ven superados cuando una muchachita pide ayuda ante la presencia de un intruso en su domicilio, pero el auxilio no llega a tiempo para impedir la tragedia. Devastada, es retirada a la función de instruir a nuevos operadores. Y en ésas está cuando otro S.O.S la moviliza. La interlocutora es Casey (Abigail Breslin), una adolescente secuestrada en un shopping y encerrada en el baúl de un automóvil en movimiento. Desde allí, la chica entra en comunicación y Jordan comprende que está en sus manos salvarla de la muerte, sin importar los medios. Si la intención de la película es mantener el timing para que el público no se levante de la butaca, lo logra. La narración crispada y con escenas que simulan filmaciones en directo le dan al relato la sensación de inmediatez, mientras que el vínculo entre Jordan y Casey alcanza el grado de inquietud que implica la calificación de género. Pero lo dicho: ninguno de esos elementos --siquiera el packaging de presentación del filme con la compañía de los actores-- logra disimular la pobreza de la dirección sobre un guión que podría haber explotado mucho mejor los potenciales de los temas con los que coquetea. Lo que en principio se propone como una historia interesante, termina arrasada por giros hacia golpes de efecto, y resoluciones simplistas y demasiado conocidas en el cine de suspenso y acción más remanido.
Dime qué escuchas y te diré quién eres 911 - Llamada mortal es mucho menos de lo que podría haber sido, en gran medida por un final que se inclina por el impacto y la complicidad fácil con el espectador (lo que hace a la película ideológicamente repudiable) en lugar de elegir lo verosímil (que en este caso además hubiera sido moralmente correcto). Pero de todos modos ofrece sus buenos momentos, sobre todo en una larga secuencia, de cerca de media hora, plagada de acción inteligente y buenas ideas. Hay un momento particularmente logrado: el depravado Michael Foster secuestra a la adolescente Casey Welson y la mete en el baúl de su auto; mientras viaja por la autopista escucha Puttin' On the Ritz en la espantosa versión tecno pop de Taco, lo que da indicios de la personalidad del secuestrador (hasta entonces no del todo explicitada) pero también habla de la canción. Este recurso (delinear a un personaje a partir de lo que escucha) se reitera sobre el final. Cuando Foster tiene maniatada a Casey en su escondite y está a punto de hacerle más daño pone un casete en un viejo equipo de música y comienza a sonar Karma Chameleon, de Culture Club. El nuevo contraste rotundo entre lo que se ve y lo que se oye suena, en este segundo caso, a cita, homenaje o directamente copia: es lo mismo que había hecho David Fincher con Enya en La chica del dragón tatuado (2011), algo ya comentado en este blog.