El elenco actúa muy natural, y hace que uno se sienta muy cómodo viendo realmente filmaciones de cámaras familiares y de seguridad, y no los vea como actores. El film mantiene la línea de tensión constante, sobre todo cuando las cámaras muestran lo que sucede de noche, pero ¡cuidado!, no se distraigan ni salgan de la sala en escenas de...
“... estaban asustados. Eso es lo que pasaba… Creo que todos nos asustamos un poco.” Soy de los que vieron Actividad Paranormal (la primera) hace un tiempo y la consideraron una completa pérdida de tiempo. Es más, creo que la ví en solo cinco minutos de reloj. Avance hasta que empezaron a volar cosas… y ya. Aun haciendo eso creo que no me perdí nada de la historia, y terminé pensando que habían sido cinco minutos tirados a la basura. Esa experiencia me llevo a frotarme las manos hoy a la mañana, yendo a la avant premiere, con una sonrisa oreja a oreja: Esa sonrisa tan ridícula como inocente que puede tener alguien que lejos esta de ser crítico de cine, pero que ha sido bendecido con la posibilidad de verla antes que el resto… ¡y defenestrarla! ¿Hay algo más lindo que hablar mal del trabajo de otros? Debo agregar que la fauna que se encuentra en un cine –de mañana- esperando por hacer esto mismo que yo… es de lo más interesante que vi en este último año. Pseudo intelectualoides-palermeros-nerds al estilo The Big Bang Theory, con la certeza de que son un pilar importantísimo en la industria cinematográfica. A mitad de película se les ve la típica cara de jueces, totalmente incómodos en sus asientos, como queriéndole anticipar al representante del distribuidor (que claramente no esta en la sala) lo malo del film, lento… la mala fotografía que tiene (vieron que decir que una peli tiene buena o mala fotografía es RE cool)… … estaban asustados. Eso es lo que pasaba… Creo que todos nos asustamos un poco. Y sí. Me quede con las ganas de aplastarla, quizá sea la próxima, porque la verdad que Actividad Paranormal 2 estuvo buena, un poco lenta, pero buena. ¿Y por qué digo esto? Porque nos logró asustar, molestar, ponernos nerviosos… o como quieran llamarlo. Y hoy en día es algo muy difícil de lograr. Con el tiempo y las generaciones, el género de terror empezó a bordear lo bizarro y dejó de asustar. Creo que películas como “El ente”, “Poltergeist”, “Proyecto Blair Witch” fueron las ultimas que lograron dar miedo a alguien ¿Por qué? Porque ya no nos creemos nada. Perdimos la ilusión en todo. Desde que los reyes son los padres que no hay drácula, momias o exorcismos que alcancen… ya nada nos asusta. Definitivamente creo que se nos fundió el fusible del susto… y por eso tiendo a creer que esta y otras películas (Rec) necesitan crear un clima muy especial, meter al espectador en un estado de concentración y fragilidad emocional que parece tardar una hora en promedio. Ese es el porque tenemos que fumarnos una hora de nada para que empiece la acción: Por que si no nos meten en el clima adecuado, es prácticamente imposible asustar a nadie – hoy año 2010 casi 2011 a un par de años del fin del mundo. Estamos tan anestesiados y hemos visto tanto pero tanto… La otra variable importantísima en esta ecuación (me estoy convirtiendo en uno de ellos) es la temática. Solo vamos a asustarnos con algo que todavía creemos que podría llegar a ser real. Necesitamos creer que vamos a volver a casa y hay una chance no-tan-remota de que tengamos (junto con los propios) un fantasma o espíritu listo para poseernos. Creo que es la última chance porque la del exorcismo y la cosa con el diablo ya no la estamos comprando más. Con todas estas limitaciones, además la autoimpuesta de un presupuesto de 3M de dólares, quienes desarrollaron el proyecto de Actividad Paranormal 2, se las han ingeniado para darle sentido a ambas películas, contar una precuela interesante y sembrar la duda necesaria para tirarse a hacer una tercera parte o dios sabe que. Mas no les puedo contar, vayan a ver a partir de mañana. ¿Puntuación? ¿Un 7? Sí Definitivamente.
Más miedo, mejor historia. Estructurada en días y con elementos más atrapantes que en la primera parte, Actividad paranormal 2 logra inquietar y asustar al espectador que aguarda presencias del más allá. Si bien el film muestra poco, justamente allí reside su secreto, crear una atmósfera en la que lo cotidiano se transforma en pesadillesco. El director Tod Williams enhebra un relato más interesate que el original a través de una narración que se ha puesto de moda en los últimos años con El proyecto Blair Witch, Cloverfield, REC y la más reciente El último exorcismo. Aquí la acción transcurre sesenta días antes de la muerte de Micah. Después de un aparente robo, el jefe de la familia, Dan, coloca una serie de cámaras de seguridad en toda la casa para proteger a su familia: su esposa (hermana de la protagonista del film original); su pequeño hijo Hunter; la hija adolescente y la niñera latina que siente presencias malignas dentro del hogar. Los escenarios de Actividad Paranormal 2 son el patio con la pileta; la habitación del bebé; la cocina; el living y la entrada. Sólo con una cámara de video hogareña y las de seguridad (fijas desde diversos ángulos), la película construye lentamente el miedo y echa mano a recursos conocidos. Las presencias de la perra, la hija adolescente y el bebé funcionan como piezas claves dentro de la historia y avecinan lo que se viene. Y no es casual que estos personajes vean "más allá" que el resto y que un padre de familia muy racional que no cree en fantasmas, tópico infaltable del género fantástico. Como una suerte de Poltergeist, pero en escala menor, casi sin efectos, el film hace esperar al espectador pero guarda su diabólico accionar para el final. Y lo más interesante en este caso es cómo articula la narración a la manera de una precuela que da sentido y unidad a las dos películas de esta saga que promete continuar. Si quieren sustos, ahí los tienen, servidos en bandeja...
Obsesión por las cámaras Podría decirse que la saga de Actividad paranormal forma parte de lo que ya es casi un subgénero dentro del cine de terror: el del falso documental o la falsa película casera. Desde El proyecto Blair Witch hasta El último exorcismo , pasando por REC y Cloverfield : los ejemplos, más o menos logrados, se multiplican. Se trata de supuestas filmaciones amateurs en las que se cuela, imprevistamente, o ya no tanto, el horror. Aquel viejo enunciado de que lo siniestro es lo cotidiano cuando se vuelve extraño. Actividad paranormal , dirigida por Olen Peli, logró un gran éxito -pasó de producción modesta a tanque de taquilla- en base a estos lineamientos generales. Actividad paranormal 2 , dirigida por Tod Williams, hace un cambio sustancial: no se limita al uso de una sola cámara, trémula y subjetiva; se “apoya” en varias: las que usa una familia en su intimidad y las de seguridad, instaladas en una casa en la que ocurren fenómenos extraños. Como Williams cambia de unas a otras de acuerdo al lugar en que transcurre la acción, algo se pierde: la sensación de que estamos viendo una (única) grabación casera, sin “dirección” ni edición; caótica, desprolija. La intervención, la mano obvia del realizador no termina ahí: en esta segunda parte de la saga aparecen de pronto sobreimpresos que dan información tipo: “Murió sesenta días después”, referida a algún personaje. Hay, además, otro atentado contra el verosímil: los protagonistas filman a sus familiares en charlas íntimas, privadas; situaciones en la que es ilógico que una cámara esté prendida. En resumen: la base de esto que llamamos subgénero no es muy respetada en este caso. La película, con más desarrollo y producción que la anterior, se centra en una familia, en una casa ¿embrujada? Dos personajes, en principio laterales, son los protagonistas del filme anterior. Por lo tanto, la acción de Actividad paranormal 2 funciona como (una especie de) precuela de Actividad paranormal . Un matrimonio, con un hijo bebé, está en el centro de la paranoia o del influjo de lo demoníaco (la aparición del nene acerca aun más a esta saga a la La habitación del niño , telefilme de Alex de la Iglesia). Otros personajes, que le dan aire a la historia, son la hija adolescente del hombre, del primer matrimonio; un perro; y una mucama hispanoparlante (habla todo el tiempo en castellano y los demás, que sólo hablan en inglés, le entienden). El perro y la mucama, tal vez considerados, ay, seres elementales, son los que perciben con mayor claridad las presencias invisibles, macabras, extrañas... La construcción del suspenso es morosa y, por momentos, sólida. Hay ráfagas de humor, como durante el juego de la ouija (copita) entre la adolescente y su novio. Pero la estructura general presenta grietas. En la primera película, una pareja dejaba su cámara encendida por las noches y al día siguiente adelantaba las imágenes para ver qué había ocurrido. En la nueva, las imágenes de una cámara de seguridad son adelantadas sin que se sepa bien quién lo hace, cómo y por qué. Una de las tantas situaciones que resienten y enfrían el todo de la película.
Diferencia de Concepto Como ya dije cuando se estrenó Enterrado hace un mes atrás, estoy un poco saturado de las “películas” de terror que esconden un banal ejercicio cinematográfico nada más. Actividad Paranormal, el año pasado me había parecido por lejos la película más sobreestimada del año. A diferencia de El Proyecto Blair Witch, la película que revivió el género de películas de terror grabadas en forma casera (se hacía mucho y mejor esto en los años ’70, basta solo recordar El Loco de la Motosierra original de Tobe Hooper, 1974), la ópera prima de Oren Peli, al menos lograba crear un mínimo de tensión con pocos recursos. El uso del fuera de campo, era bastante inteligente. Se aprovechaba muy bien el encuadre de las cámaras ocultas y el bajo presupuesto. Pero lo cierto es que más allá de estos aspectos “técnicos” la película era muy floja a nivel narrativo, monótona, repetitiva y muy mal actuada por la pareja protagónica. Pero la agarró Steven Spielberg, le cambió el final (personalmente me gustó más el original, pero no daba pie a la secuela) y fue un verdadero éxito. $500 dólares se convirtieron en $100 millones. Nada mal. Pero lo cierto, es que el amauterismo de esta propuesta era alarmante. Hay películas de género que se proyectan en el “Festival de Cine Inusual” y el “Buenos Aires Rojo Sangre” que superan ampliamente propuestas como esta, con más o menos el mismo presupuesto. Cito, por ejemplo, Uritorco de Carlos de la Fuente. También grabada en primera persona (cámara en mano diegéitca) resulta más dinámica, divertida, menos solemne e incluso más política que estas propuestas estadounidenses mediocres. Incluso, un escalón más arriba (pero más parecida a un video juego en primera persona) prefiero las saga de Rec de Jaume Balagueró y Paco Plaza. Aunque, detrás de estas hay mucha producción y profesionalidad. Aunque narrativamente, son bastante pobres, al menos los directores no son meros estudiantes que quisieron hacer un experimento y les salió bien. Cada uno, tenía su trayectoria en el género. Similar es el caso de Enterrado. Rodrigo Cortés tenía ya una ópera prima, y se notaba la profesionalidad del trabajo cinematográfico. Lástima por el guión obvio. Y así, llegamos a Actividad Paranormal 2. Película que quería dirigir originalmente Kevin Greutert (El Juego del Miedo 6 y 7), porque el director original, Oren Peli, estaba encarando otro proyecto a estrenarse el año que viene, Area 51 (ya sabemos de que va ¿no?), pero no pudo romper el contrato con Lionsgates, que le pedía realizar la última parte de la saga de Jigsaw. Paramount quería que se estrene sí o sí para Halloween para competir con El Juego del Miedo 7, así que salieron con urgencia a buscar otro director. El primero en ser tentado fue… Brian De Palma. Hubiese sido hermoso, lo admito. El director de Vestida para Matar y gemas del suspenso y terror, venía de dirigir una película similar sobre la guerra de Irak que ganó en Venecia y fue abucheada en Estados Unidos como Samarra (Redacted), un excelente film, crítico contra el ejército estadounidense y los soldados en Irak. Por supuesto, era una locura pensar que Brian aceptaría y no lo hizo. En cambio, la posta la agarró, Tod Williams, que venía de hacer la comedia dramática, Las Aventuras de Sebastian Cole (sobre la historia de un travesti adolescente) y la interesante La Mujer Infiel con Jeff Bridges y Kim Basinger basada en la novela del prestigioso John Irving. ¿Qué hace este tipo con Actividad Paranormal? Le da aquello que Balagueró y Plaza le dieron a Rec, y Cortés a Enterrado: profesionalidad. Trabajo por encargo paga bien y Williams cumple, al menos en cuanto a lo cinematográfico. Para el guión contrataron a Michael Perry, guionista de la serie Millenium y el resultado, sin salirse de lo superficial y comercial, al menos se deja ver. No es un ejercicio sino una película de suspenso en serio. ¿De las buenas? Y… más o menos. Dan (Boland) y Kristi (Grayden) Rey viven en una mansión de los suburbios. Él trabaja para Burguer King (es dueño de varias franquicias). Ella acaba de tener su primer hijo, Hunter. Junto a ellos, está Ali (Ephraim), hija del primer matrimonio de Dan. Su madre falleció. Y por supuesto no falta la cocinera mejicana, Martine (Cortez). Ahh y un ovejero alemán (que como dijo un colega, es el mejor actor de la película). Un día descubren la casa destrozada, pero no falta nada. Ahí empiezan los ataques de este supuesto demonios o fantasma que tendrá como objetivo atacar principalmente a Hunter. A diferencia de la primera parte, esta es mucho más dinámica, gracias a que la mayor parte de la acción es grabada con grabadoras que usan los miembros de la familia y cámaras de seguridad que graban en colores reales. Esta vez, se ponen por seguridad y no para ver si hay o no “actividad paranormal”. Si bien por la noche, se ven algunas cosas en infrarrojo (o verde mejor dicho) lo principal toma un color más “real”. Esta vez, a nivel fotográfico y de montaje está pensada cinematográficamente. Los encuadres son más prolijos, las actuaciones de los intérpretes más cuidadas y verosímiles… hasta que aparecen Katie y Micah, la pareja protagónica de la primera parte. No, no son fantasmas. Actividad Paranormal 2 es una suerte de precuela (y si no lo entienden, por las dudas hay un cartel que lo explica, porque los espectadores no saben razonar) y epílogo. Mezcla entre Poltergeist de Hooper (y Spielberg sin acreditar) y películas de exorcismos, posesiones, etc, Actividad Paranormal 2, se destaca porque el suspenso está más dosificado. Su uso, clásico, esta vez es efectivo. Cuando empieza a caer el ritmo y regresa la monotonía de la primera parte, empiezan los efectos especiales… y el humor. SI bien la intención, obviamente es asustar, resulta imposible no reírse ante las vueltas absurdas que usa Williams y los demás creativos para despertar a los espectadores. Solo les voy a dar una pista: hay cierta influencia de Los Cazafantasmas 2. Si bien es cierto que, desde un punto de vista cinematográfico y narrativo es más sólida que la antecesora, también es verdad que acá se muestra y se explica demasiado. No hay nada peor que cuando se le agrega un McGuffin a un film sobrenatural. Justamente, cuanto más se empezaba a explicar Poltergeist, el relato decaía en intensidad. Pero bueno, la primera hora tiene una factura tan soberbia, que se le perdonaba. Acá las explicaciones no molestan porque le dan un poco más de peso al guión. La original era demasiada vacua. Igualmente, todo se dice muy rápido. Si lo agarras bien y sino, no te perdés. Esta vez, ya no hay pretensiones de que el público se coma que se trata de una historia real. Se nota porque hay una estructura narrativa de fondo. Pero por las dudas Paramount le dedica la película a los familiares, y deja dos minutos de silencio y pantalla negra antes de poner los créditos finales (la primera ni siquiera tenía). Actividad Paranormal 2 cumple con las expectativas de aquellos a los que les gusta el género y poco más. Sin embargo, es una lástima que un film que trata sobre fantasmas… no tenga alma. No es culpa de demonios, sino de un grupo de corporativos que solo buscan generar dinero con un producto que funcionó en el pasado. O sea, vampiros.
Actividad Paranormal 2 es un refrito pulido del film estrenado el año pasado. Es la misma propuesta pero con un poco más de presupuesto y un director que supo hacer más llevadera la trama. El realizador Tod Williams (Una mujer infiel) presenta rápidamente a los personajes principales y a los cincos minutos de iniciada la historia enseguida plantea la primer situación conflictiva que anticipa la odisea que vivirán los protagonistas. Desde la narración esta nueva entrega está mucho mejor llevada, ya que el cineasta a cargo de la historia no pierde el tiempo con circunstancias mundanas y aburridas, sino que empieza a construir el misterio desde la primer situación extraña que se presenta en la casa. Al contar con más cámaras y personajes la película es mucho más fluida y en este caso el espectador no va a estar 40 minutos en el cine mirando como una pareja duerme en una cama hasta que al final se manifiesta el espíritu diabólico. Tengo que reconocer que el film tiene muy buenos “momentos de susto” totalmente efectivos que van a funcionar con el público. Hay una escena en particular que tiene como escenario principal una cocina y la madre de la familia que está excelentemente lograda e integra uno de los mejores momentos de este estreno junto con la secuencia del paseo del bebé por la casa. No obstante, creo que Actividad Paranormal 2 hubiera funcionado mucho mejor si se desarrollaba como una historia independiente. La trama en realidad es una precuela del film que vimos el año pasado y muchas situaciones están tiradas de los pelos, además que el director pierde un buen tiempo en la mitad del film en explicar el asunto de la maldición que sufre la familia. El epílogo que narra los hechos ocurridos luego de la primera película es totalmente estúpido y si los productores siguen estirando la historia Actividad Paranormal se va a convertir en una comedia ya que la trama no da para mucho más. Supongo que los que se volvieron fanático del primer film van a disfrutar esta historia también, que por lo menos tiene momentos más logrados.
Más cámaras, Menos sorpresas El film de Tod Williams no atrapa como el anterior. La dosis documental en la manera de filmar se vuelve a repetir, así como gran cantidad de elementos (incluso actores). Podría leerse como un capítulo de una serie televisiva, pues su propuesta apenas se modifica de la otra. Si se hace así podría ser interesante, pero al ser hecha para cine las exigencias son diferentes y no satisfacen. En esta oportunidad es una pareja con un niño (al principio recién nacido, luego ya de un año), la hija adolescente del marido y un perro los que viven en una casa habitada por presencias indeseables. Tras una serie de episodios extraños deciden colocar en todos los ambientes una cámara de seguridad. A través de esas cámaras y de (lo que simula ser) una filmadora casera manejada por los protagonistas accedemos a los distintos sucesos. Una puerta que se abría sola en el medio de la noche, sombras de personas que nunca se veían, ruidos de origen desconocido eran las situaciones que revelaban presencias desconocidas en la casa habitada por la pareja en Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007). Y todas ellas eran imprevistas. Dado que el espectador de esta nueva película ya estaría familiarizado con estos recursos es esperable que en su afán por producir emociones perturbadoras la secuela del film incursione en nuevas ideas, para que justamente no nos sea posible adelantarnos a lo que va a pasar. Esto, lamentablemente, no sucede, y así se pierde un factor imprescindible del que se valía su antecesora: la sorpresa. Se podría afirmar que Actividad Paranormal 2 (Paranormal Activity 2, 2010) puede ganar a un espectador desprevenido que no conozca la original, pero aún así tiene sus falencias. En primer lugar, la película intenta prepararnos con ciertos datos dispersos. Por ejemplo, el nombre del pequeño es Hunter, que en inglés significa cazador, del verbo “hunt”: perseguir, cazar. Los espíritus obviamente irán tras este. Estos indicios sumado a los momentos atemorizantes tardan en llegar hacen que lleguemos más prevenidos hacia ellas y también más aburridos. La película apela entonces más a nuestra ansiedad que a otra cosa, lo cual no está mal pero con esto sólo no se sostiene un film que se comercializa con otras intenciones. A pesar de los intentos por hacer una película de terror psicológico la idea general es que una familia feliz se ve amenazada por factores paranormales y cómo esto afecta a cada miembro. Esta segunda parte presenta un caso nuevo, en un espacio distinto, con más personajes y con otra puesta de cámaras, pero la diferencia sólo parece apostar a estos detalles, ya que por lo que a efectos respecta la originalidad, repentinamente, desapareció. En cierta forma, parece quedar al descubierto las verdaderas intenciones del film: volver a repetir la suerte de la original, o sea, recaudar mucho con poca inversión.
Una ecuación puramente económica Tras el inmenso éxito de Actividad paranormal (costó 11.000 dólares y recaudó el año último casi 200 millones sólo en su paso por los cines), no tardó mucho en llegar esta secuela, aunque ya sin aporte alguno del guionista y director israelí Oren Peli. Lo que en el film original era sorpresivo, genuino e innovador (el uso austero y preciso de unos pocos elementos sobrenaturales para generar sugestión primero y miedo después) aquí se convierte en la mera reiteración (ampliada hasta la exageración) de una fórmula. Por lo tanto, el doble cálculo -comercial y artístico- se nota demasiado. Los protagonistas de la primera película (la joven pareja entre Micah y Katie) vuelven ahora en papeles secundarios (pero importantes en el desarrollo y desenlace de la trama), ya que ceden los papeles principales al grupo familiar de la hermana de ella (mamá, papá, hija adolescente, bebe y perro guardián). La omnipresencia de un simpático recién nacido, más que un buen recurso de los tres guionistas, se parece bastante en este caso a un golpe bajo. Tras un supuesto intento de robo, los dueños de la amplia casa californiana deciden instalar un sofisticado dispositivo con media docena de cámaras de seguridad. Esas imágenes y las que toman los propios personajes con su pequeña videocámara concentrarán los dos puntos de vista del relato. Nada que no se haya visto ya en decenas de películas recientes. Así, entre la estética desprolija de la home movie y un esquema que remite al reality show televisivo, entre la cotidianidad de la dinámica familiar, los traumas infantiles compartidos por las dos hermanas y las apelaciones a fuerzas demoníacas, transcurren los 90 minutos de esta segunda entrega de una saga que todavía es capaz de provocar algún que otro sobresalto en el espectador dispuesto a compartir una experiencia colectiva, pero que no agrega demasiado a los apuntados logros del largometraje original ni mucho menos a la rica historia del género de terror.
Otra entrega a prueba de temerarios Hoy se estrena la secuela de este ultra taquillero film de terror, que mantiene una estética similar a su antecesora, pero esta vez agrega cámaras de seguridad para registrar los eventos siniestros que acechan a una familia. Actividad paranormal (2007) fue un fenómeno de taquilla espectacular. Con un presupuesto mínimo consiguió lo que muchas películas de alto presupuesto jamás alcanzan. Con el insólito costo de no más de 15 mil dólares, el film recaudó 107 millones. No quisieron perderse, entonces, la posibilidad de seguir ganando dinero con la historia e idearon esta segunda parte que, en realidad –algo bastante evidente para quienes vieron el film anterior–, comienza antes de los eventos narrados en Actividad paranormal. El esquema es el mismo: cámaras empleadas por los protagonistas construyen la narración del film. Aquí la apuesta aumenta y a las cámaras en mano se les suman las cámaras de seguridad. El efecto sigue siendo igual: con pocos elementos se arma una historia que deja al espectador al borde de la butaca. Por supuesto que para disfrutar de la película, se deberán perdonar ciertas licencias poéticas, como el uso de la cámara en mano en situaciones de vida o muerte en las cuales difícilmente alguien quiera o pueda seguir filmando. No es irrelevante que el realizador del film sea Tod Williams, el director de la exitosa Cloverfield, otra notable película con una estética similar de personajes filmando con sus propias cámaras las situaciones vividas. Aprovechando el sencillo y universal miedo a la oscuridad, Actividad Paranormal 2 se las ingenia para asustar, y mucho, con recursos tan antiguos –y notoriamente efectivos– como una puerta que se cierra sola o un sonido que viene desde otro cuarto. Una familia se ve atormentada por una presencia en su hogar que poco a poco comienza a mostrarse amenazante, como en el primer film, pero esta vez la historia está contada y se completa desde otro lugar. No se puede adelantar nada de la trama y tampoco hay demasiado misterio detrás: todo el film consiste en explotar al máximo nuestros temores. Incluso el espectador más valiente, que no se asuste durante la proyección, sabrá que las escenas de Actividad Paranormal 2 lo acecharán en el minuto mismo en que apague la última luz de su casa antes de irse a dormir. Actividad Paranormal 2 está destinada a asustarnos, no sólo mientras la vemos, sino mucho más allá.
Actividad Paranormal fue un fabuloso hit que salió de la nada en el 2009, y reavivó la moda de los falsos documentales que había creado El Proyecto Blair Witch en 1999. Con una videocámara hogareña en la mano y rodando en primerísima persona, los sustos resultaban muchísimo más efectivos que una tonelada de caros efectos especiales, amén de que no se requería ser un gran director para lograr resultados impresionantes. El filme de Oren Peli fue un gol de media cancha en la taquilla y era obvio que se imponía la secuela. A menos de un año del estreno de la original llega Actividad Paranormal 2, con nuevo director, un presupuesto más holgado, actores profesionales y toda la maquinaria hollywoodense detrás. El tema es que la continuación no ofrece nada fresco y la sensación de deja vu es tan fuerte que arruina la efectividad de los shocks que el filme tenía reservados en su galera. Esta es una especie de precuela / secuela, ya que los sucesos ocurren antes, durante y después de la historia de la primera Actividad Paranormal. Aquí hay una familia compuesta por la hermana de la protagonista del original, con su marido, su hijastra y su bebé recién nacido. Toda esta gente vive en una plácida casa durante agosto 2006 (o sea, dos meses antes de los acontecimientos del filme de Oren Peli), y súbitamente, comienzan a experimentar cosas. Tal como en la anterior entrega, uno puede desarrollar teorías caseras por si la depresión post parto de Kristi ha despertado algun poder telekinético inconsciente que provoca los poltergeist (la hija adolescente de los Rey incluso bromea con eso). Pero eso es lo que menos importa; acá lo único que interesan son los sustos, ya que la trama es bastante lineal. Cada vez se caen más cosas, se cierran puertas o se apagan luces sin motivo aparente. Como el primer ataque fue confundido con un robo, los Rey deciden instalar cámaras de seguridad con lo cual los protagonistas no deben cargar videocámaras todo el tiempo aún en las situaciones más absurdas (que es el defecto frecuente de la premisa de filmar en primera persona; un monstruo me está devorando y yo sigo rodando, p.ej.), y de paso se provee una variedad de escenarios. Mientras los fenómenos poltergeist siguen ocurriendo, vemos a la pareja de Katie y Micah (de Actividad Paranormal 1) haciendo visitas, comentando cosas, y entrelazando de manera paralela su situación con la de los Rey. ofertas en programas y utilidades en Drivers Argentina - click aqui Ciertamente los Rey son mucho más simpáticos y tolerables que la parejita del primer filme (en especial, del idiota del novio), y hay circunstancias de la rutina familiar que resultan graciosas. Ok, esta gente es más humana, natural, y al menos no cometen tanta estupideces como en la primera película. Pero, por contra, el filme es muchísimo más lerdo en la primera hora y las investigaciones de turno (otra vez por internet, o bien con un mexicano sabelotodo al estilo de Devil) suenan menos creíbles. Es cierto que películas como ésta o como El Proyecto Blair Witch lo único que hacen es construir momentum hasta explotar en toda su gloria al final ... pero aquí todos los shocks que atina a ofrecer el director Tod Williams son un reciclado de la primera cinta. El otro punto negativo es que el tipo que va a ver Actividad Paranormal 2 ya sabe de que va el juego y está expectante todo el tiempo aguardando que vaya a pasar algo - yo mismo me veía como un estúpido, contemplando con ansiedad una pantalla estática durante minutos y divisando todo el tiempo si se abría una puerta de la alacena de la cocina o se movía un candelero en el techo -. En todo caso lo que ha hecho Williams es pegarle una lavada de cara al filme de Oren Peli y venderlo dos veces. De todos modos yo no calificaría a Actividad Paranormal 2 como una estafa, ya que sus sustos reciclados aún son capaces de proveer más de un buen repingo en la butaca, y eso ya es un triunfo en vista de la situación actual del cine de terror - que en el 99% de los casos son incapaces de transmitir el más mínimo estremecimiento a los espectadores -. Lo otro que compensa la falta de originalidad de la película es que provee información complementaria sobre la suerte de los protagonistas del primer filme, y eso da cierta sensación de redondeo de la historia en general (aunque, debo admitir, el climax es bastante malo). Actividad Paranormal 2 está ok. Tiene unas cuantas cosas (¿demasiadas?) similares al primer filme y los mismos shocks no son efectivos cuando se ven por segunda vez, pero hay alguna que otra sorpresa, y la historia no daña el cerebro. Sólo podría recomendarla a aquellos que vieron la primera película y les gustó, con lo cual ahora terminarán de armar el rompecabezas. Y como este filme es muy barato de producir y viene recaudando bien, sólo hay que sentarse y esperar al inevitable estreno de Actividad Paranormal 3, algo para lo cual el final de esta película dejó la puerta abierta.
Un poco más de miedo no le vendría nada mal Por ley del éxito, lo que empezó siendo una peliculita autoproducida, autofinanciada, casi unipersonal –cajoneada durante un buen par de años hasta su estreno– pinta ya para una serie. Dirigida por un ex técnico informático que aprendió cine al estilo Mecánica Popular, una recaudación que multiplicó casi por 10.000 su ínfimo costo hizo de Actividad paranormal la película más redituable de la historia del cine. Así nomás. Aquí está, entonces, la inevitable secuela, con la curiosidad de que –dirigida esta vez por un director de cine, y no por un especialista en bytes y conexiones– resulta ser mejor que la primera. Lo que todavía sigue faltando –a criterio de este crítico, al menos– es un poco más de miedo. Tal vez la tercera parte, que la escena final anuncia, logre finalmente asustar al personal como es de esperar. En realidad, lo de “secuela” corre sólo para las últimas dos escenas, que tienen lugar tras un breve salto temporal. Producida ahora por la Paramount, el resto de Actividad paranormal 2 transcurre un par de meses antes de la primera parte, con lo cual se trata antes bien de una precuela. La idea que la anima surge de la presunción, que la primera deslizaba, de que las presencias sobrenaturales tal vez respondieran a una maldición, que la protagonista femenina arrastraría desde pequeña. Aquí está entonces su hermana, mamá reciente de un niño llamado Hunter. Rasgo de fineza del guión, el parentesco entre Kristi y Katie se devela bastante avanzada la película. Recurso digno de William Castle, cuando aparece Micah, marido de Katie y protagonista de la primera parte, se sobreimprime un cartel tamaño Crónica TV, que dice: “Micah, 60 días antes de su muerte”. “Quiero a Hunter”, confiesa un espíritu, invocado durante una prueba de la copa. De allí que el núcleo dramático se desplace del dormitorio matrimonial, centro de operaciones de la primera parte, al cuarto del niño. Se desplaza y se multiplica: mientras que en la película original prácticamente todo era visto desde un único emplazamiento fijo, ahora son siete las cámaras que filman. Seis de ellas son de seguridad, instaladas por los dueños de casa tras un primer incidente sospechoso. La restante es la de la hija adolescente, que se mueve por toda la casa. Y aunque en ocasiones resulte forzado, esta multiplicidad de registros le da a la película una dinámica que en la anterior se echaba en falta. Que detrás de esto hay esta vez un director de cine (Tod Williams, que unos años atrás había tenido a su cargo una versión de Una mujer difícil, de John Irving) se nota tanto en esa mayor variedad visual como en la elección del elenco, integrado por actores desconocidos pero convincentes. Y en la construcción de suspenso de toda la primera mitad, que lleva al espectador a revisar hasta el último rincón de cada plano fijo, en busca de una presencia que amenaza con aparecer pero demora en hacerlo. Menos convincente es la resolución, que hace más explícita la idea de posesión, pero en ese mismo movimiento pierde sugerencia. Lo otro que esta segunda parte profundiza es el carácter misógino que la primera dejaba entrever: aquí, el mal no sólo se transmite por la rama materna, sino también de hermana a hermana, con los varones como víctimas.
El demonio no muestra la cola Puede establecerse como una ley: toda película de bajo presupuesto que recaude millones tendrá una segunda parte amplificada. Actividad paranormal fue el gran éxito del cine de terror de 2009. Una cámara casera en un dormitorio registraba los movimientos de un demonio ávido por poseer el alma de una mujer. No se veía casi nada: vaivenes de puertas, sombras que se deslizaban, ruidos y temblores. La amplificación de Actividad paranormal 2 consiste en aumentar la cantidad de cámaras y personajes. Pero un detalle significativo: al revés de lo que ocurrió con la saga de El proyecto de la Bruja Blair y hasta cierto punto con Rec 2 , se respeta el principio de mostrar lo menos posible y mantener el terror siempre en el umbral de la expectativa. Ahora son seis cámaras fijas en distintos puntos internos y externos de la casa más una cámara manual que manipulan los personajes. No es una secuela sino una precuela. La acción se ubica temporalmente antes que en la primera película. Aquí conocemos a la hermana menor de Katie, llamada Kristi, al esposo, al bebé de ambos, a la hija adolescente que el hombre tuvo con una esposa anterior y a una perra que va a ser fundamental en la trama. También aparecen una empleada doméstica latina supersticiosa, el novio de la adolescente y el novio de Katie. Por efecto de esa proliferación, la trama humana se enriquece y el conflicto básico entre la incredulidad irónica de unos y las credulidad espantada de otros se matiza en terceras y cuartas posiciones. Ya no es un pareja sino toda una familia la que sufre el asedio de esa entidad demoníaca. No obstante, ante los ojos desnudos de las cámaras de vigilancia caseras, lo que se impone no es la vida íntima de las personas sino la presencia intimidante de los objetos. Si por algo merecen ser vistas ambas películas es por ese poderoso reencantamiento de las cosas materiales que se logra con el simple recurso de enfocarlas fijamente. Lo que ya sabía un Stephen King, por ejemplo, cuando al principio de El resplandor describe la amenazante quietud de los cuchillos y tenedores en un cajón del armario, Actividad paranormal lo redescubre para los ojos manchados de sangre fácil de toda una generación. El potencial perdido por repetir los recursos técnicos y los axiomas estéticos de la primera, se compensa por el virtuosismo “invisible” del nuevo director, Todd Williams ( Una mujer infiel ). Demuestra tener un enorme talento para coreografiar la casualidad e inyectarle dosis de humor mínimas y justísimas al relato. El resultado es una especie de negativo de película de terror, con la idea de que el demonio es tan real y tan concreto que no necesita ser mostrado.
Un demonio persistente Kristi y Dan son un matrimonio apacible hasta el día en que un misterioso incidente los deja sumidos en la inquietud. Su casa ha sido totalmente revuelta, con el único faltante de un collar de Kristi, regalo de su hermana Katie (la misma Katie de la primera parte). A raíz de esta irrupción doméstica, Dan decide colocar un sistema de cámaras para velar por la seguridad de su familia. Además de su hija Ali, fruto de un matrimonio anterior, Dan tiene un bebé con Kristi llamado Hunter y le preocupa que alguno de ellos sufra daños. Pero nada los prepara para lo que vendrá. Muy pronto, los incidentes violentos e inexplicables en la casa se multiplican y todo parece apuntar a un demonio que acosa a Kristi por alguna razón. Con ayuda de su hermana, Kristi llega a admitir que estos incidentes se remiten de alguna forma a su infancia. ¿Qué es esta misteriosa y demoníaca entidad y qué es lo que pretende de esta familia? Si hay que remitirse por comparación a la propuesta original, es conveniente dejar en claro que estamos frente a un producto mucho más profesional, mainstream si se quiere, manejado con un pulso narrativo y una intencionalidad diferentes de la cinta de Oren Peli. La tensión sigue basada en los sobresaltos y golpes de efecto producidos por la intervención de la entidad sobrenatural que deambula por la casa, aunque en esta ocasión la mejor parte de la historia pasa por el conflicto familiar subyacente. No cuesta anticipar una tercera entrega de esta redituable franquicia, y si se mantiene en esta tónica conseguirá los adeptos que no logró captar en la propuesta de Peli. A riesgo, claro está, de perder poco a poco todo lo que la había hecho originalmente interesante: el manejo más verosímil y por ende más dramático del registro de falso documental. Aire nuevo para un tema viejo. Veremos cómo resulta de aquí en más.
Con “Resident Evil: After Life” y “El juego del miedo 7” en la cartelera, llega la segunda parte de un filme que en 2007 utilizó sólo 15 mil dólares para alzarse con 160 millones de ganancia. El dato, más allá del dinero, destaca la novedad y aceptación que significó su estreno dentro del llamado terror psicológico, aquel que insinúa más de lo que muestra. Un eventual espíritu maligno se adueña de una casa y sus dueños, una pareja, coloca cámaras para dilucidar el misterio. Haciendo explícita la presencia fantasmal, apelando a la sorpresa como disparadora de la adrenalina, ubicando el pavor en las horas de falta de vigilia y contextualizando el relato en un ámbito cotidiano (reafirmando la moraleja “a cualquiera le puede pasar”), ambos filmes consiguen su objetivo supremo: asustar. Sólo que es difícil resolver la 2 si no se ha visto la 1.
Retrato de un acreedor infernal Más allá del innegable agotamiento de un subgénero como el de los “falsos documentales de terror”, el cual merece pasar a retiro aunque sea por un tiempo, lo que pone en evidencia Actividad Paranormal 2 (Paranormal Activity 2, 2010) es la enorme dificultad que implica construir un corolario de un éxito formalista, apegado a un determinado patrón de representación. Si bien Hollywood fagocita todo lo que considera rentable para adaptarlo de inmediato en piloto automático, en el trajín de la duplicación suele olvidar la esencia y dejar una lustrosa cáscara con vistas a neutralizar la novedad original y crear un esquema. Precisamente estamos frente a la típica precuela mainstream que a pesar de respetar la estructura narrativa del film de Oren Peli no llega ni por lejos a los mismos resultados aterradores, quedándose en una ráfaga de espasmos bien ejecutados pero carentes de corazón en su triste concepción mimética. Así es cómo retomando las tribulaciones de la pobre pareja compuesta por los malogrados Katie (Katie Featherston) y Micah (Micah Sloat), ahora el eje gira hacia la familia de la hermana de ella, Kristi (Sprague Grayden), quien convive en un caserón con Dan Rey (Brian Boland) y su hija Ali (Molly Ephraim). Dos meses antes de los acontecimientos primigenios, el clan se reúne sin conocer las consecuencias y muy pronto comienzan los ruidos nocturnos y los movimientos esporádicos de objetos. En esta ocasión el arribo de un bebé al hogar, primer retoño del matrimonio Rey, es la excusa elegida para justificar mucha cámara en mano, apuntalar la intensidad dramática y conferir al relato un aire de tragedia suburbial a la Poltergeist (1982). El mayor inconveniente pasa por el guión de Michael R. Perry, Christopher B. Landon y Tom Pabst: la trama es en extremo predecible y avanza con demasiada torpeza. Sin embargo la película escapa de la debacle gracias al correcto desempeño del realizador Tod Williams y la profesionalidad de Sprague Grayden de 24 y Jericho, claramente una mejor actriz que Katie Featherston. El suspenso minimalista del pasado apenas si se hace presente durante el desenlace, los vaivenes restantes abandonan las sutilezas y generan más indiferencia que empatía. Al intentar atar cabos sueltos sin necesidad en la más pura tradición industrial, Actividad Paranormal 2 termina siendo un proyecto forzado y de características agridulces: este retrato de un acreedor infernal poco asusta con sus clichés...
Con prácticamente 40 minutos donde no pasa nada, salvo alguna que otra información que relaciona a esta secuela con la anterior, el plato fuerte de Actividad paranormal 2 se sirve tarde como esos menúes que prometen delicias y son apenas una muestra en plato chico, que generan solamente más apetito y dejan un sabor amargo en la boca. Se pierde la sorpresa desde el minuto cero al utilizar el mismo recurso de las filmaciones caseras con visos de realismo en la puesta en escena en tramos que realmente son una pérdida de tiempo para un espectador habituado a este tipo de propuestas. Decepción y operación de marketing vergonzosa...
Actividad Paranormal salió a la luz el año pasado por medio de una inteligente campaña de marketing a cargo de Paramount y Dreamworks que rindió unos excelentes números (costó 15.000 dólares y recaudó 200 millones en la misma moneda) superando ampliamente las expectativas de estas productoras. Esta segunda parte, que en realidad es una precuela de la anterior, también fue un gran éxito en la taquilla facturando en su primer fin de semana más de 40 millones de dólares con un costo informado de solamente 3 millones. Actividad Paranormal 2 parte desde la premisa de mostrarnos los eventos previos a aquellos que sucedieron en la original primera parte donde era asesinado Micah Sloat a manos de su poseída mujer Katie. La cinta comienza con el matrimonio compuesto por Dan y Kristi Rey ingresando muy felices a su casa luego del nacimiento de su primer hijo Hunter, mientas allí los espera la hija de Dan llamada Ali. Todo parece normal en la casa de los Rey hasta un día en el que vuelven de unas vacaciones y encuentran su casa totalmente revuelta y descontrolada, pero sin faltarles ningún elemento de valor. Al sentirse víctimas de un vandalismo sin razón y deciden equipar la casa con un costoso sistema de multi-cámaras que vigilan los ambientes más importantes. A partir de ese día la vida de la familia Rey no es igual, debido a que comienzan a vivir todo tipo de "actividades paranormales" en su propio hogar, alterando y contrastando de manera definitiva la felicidad de la llegada de su hijo. Siguiendo en la línea de falso documental de su antecesora, la primer hora de Actividad Paranormal 2 es increíblemente tediosa por no mostrar ni una sola secuencia que cree un poco de tensión, nervios o miedo (y eso que yo no soy un valiente). Estos larguísimos primeros minutos son una especie de extensa introducción narrativa, que no aporta demasiado a la historia pero que da un contexto a los sucesos que van ocurriendo después. El problema de esto se da cuando esta introducción ocupa la mitad película, algo que me pareció un total desacierto por romper con todo lo que intenta construir a lo largo de sus 90 minutos. Si la primer hora de Actividad Paranormal 2 es aburrida, la segunda parte no repunta demasiado. Mientras los momentos iban pasando, la ansiedad dominaba mi cuerpo a la espera de las secuencias que den miedo de verdad, esas escenas que me hagan saltar de la butaca o que se me atragante un pochoclo. Lamentablemente esto se sintió en unos pocos pasajes, de los cuales solo puedo destacar el momento de la cocina cuando la protagonista lee la revista o algunas escenas de los 20 minutos finales. Creo que la aparición de nuevas cámaras le jugó una mala pasada a este falso documental, debido a que el campo visual es ampliamente mayor que en la anterior, siendo difícil de descubrir muchas veces el por qué del enfoque de ese ambiente en específico de la casa. Actividad Paranormal 2 es una película altamente previsible y con falta de sorpresa. Cada cambio de cámara representa una tediosa introducción hasta que el espíritu realice alguna maléfica irrupción convirtiendo la tensión en ansiedad, para que luego estos sentimientos se transformen en aburrimiento. Por su parte las actuaciones no están descolocadas y aportan buenos momentos, pero que lamentablemente no alcanzaron para salvar a esta innecesaria precuela. Actividad Paranormal 2 representa una gran decepción, que seguramente seguirá con más secuelas gracias a su marketinero éxito.
Si hay algo que realmente asusta respecto de esta secuela es la capacidad de consumo de los espectadores de cualquier productejo en oferta. Lo que, en este caso, en verdad es toda una pieza de horror clásico es el hecho de que un omelette mal cocido y preparado con una sola idea haya logrado fundar una saga que, a fuerza de caprichos del mercado, marketing y millones de granos de maíz pisingallo transformados en pop corn, puede que continúe agregando numeritos detrás del título por varios años más. Actividad paranormal 2 es apenas un copy and paste de la primera parte pero con más víctimas que en aquella (para la próxima podría ser un edificio, la siguiente un barrio, y así), porque a lo largo del tiempo el cine industrial y los best sellers nos han hecho entender que si faltan herramientas narrativas lo mejor es acumular lo que sea, portazos, luces que se prenden y apagan o, como aquí, personajes. El problema central en AP2 es qué hacemos con esos personajes, y el director Tod Williams eligió hacerlos gritar un poco más que en el film original. Sin embargo, y más allá del atractivo que genera la inclusión de un niño en la trama (algo que funciona bien desde que Chaplin filmó The Kid), el largo se vuelve interminable a poco de comenzar, ya que el guión (firmado por ¡tres personas!), que vuelve a apostar al voyeurismo por sobre cualquier otro interés, alarga lo que hubiera sido un aceptable mediometraje y nos hace esperar cerca de media hora hasta que se produce uno de esos pequeños hechos que, se presume, justifican el despropósito. Podría decirse que estamos ante una versión mejorada de las cámaras de seguridad de los edificios que habilitan sintonizar algunos servicios de TV por cable, no mucho más que eso, no mucho más que un paseo por una versión demacrada de la idea de cine, de la idea de realización y de cualquier mínima y querible idea o concepto de lo que es el arte.
No es una mera secuela Tres fueron las películas que marcaron la pauta en el cine de terror de los últimos años, conectándose a nivel masivo con las audiencias: El proyecto Blair Witch, El juego del miedo y Actividad paranormal. La primera evidenció las posibilidades de registro del formato digital, retratando asimismo a una generación que no sólo pretende transmitir sus vivencias al resto de la sociedad, sino que incluso parece querer vivir a través de la cámara. La segunda instauró la moda de los filmes que son como un campeonato de torturas, donde también el público compite por ver quién aguanta más asquerosidades gratuitas, todo condimentado con una dosis de moralidad bastante hipócrita. La tercera combinó la impresión de realidad con lo sobrenatural con más astucia que inteligencia, pero eso igual le alcanzó para convertirse en un éxito de taquilla. Debo decir que no tenía muchas expectativas con respecto a la segunda parte de Actividad paranormal. La gran película que se anunciaba el año pasado había resultado ser un buen ejercicio cinematográfico, que convertía algunas limitaciones presupuestarias y logísticas en herramientas para la narración, pero no mucho más que eso. Y la perspectiva con esta secuela parecía ser un modelo a repetición de su antecesora. Pero por suerte, muchos de mis prejuicios estaban equivocados. El filme de Tod Williams establece una conexión productiva con su antecesora, aprovechando el campo libre que había dejado el final mandado a filmar la distribuidora Paramount cuando adquirió la película (el original era mucho más apropiado, pero cerraba mucho más las chances de una continuación). Actividad paranormal 2 toma ese cierre bastante efectista y lo utiliza en su favor, introduciendo el vínculo familiar a mayor escala. Es que si la primera parte se concentraba en la historia del matrimonio formado por Micah y Katie, que contemplaban como una presencia maligna atacaba por las noches a la mujer, aquí entra en juego la familia de la hermana de Katie, Kristi. Cuando se muda junto a su esposo Daniel, su hijastra Ali y su bebé Hunter, pronto comienzan los problemas: ruidos extraños, objetos que se caen o se mueven sin mucha explicación, un caso de vandalismo en la casa que no encuentra culpables, una niñera que se muestra inquieta y comienza a hacer ritos para ahuyentar malos espíritus y, principalmente, una presencia maligna que proclama como objetivo el bebé. Allí es donde Actividad paranormal 2 se revela como una precuela, pues lo que se cuenta es anterior a los sucesos afrontados por el matrimonio de Micah y Katie. Este retroceso temporal adquiere un sentido, es pertinente porque va redondeando una trama familiar en la que cada acción tiene a su vez una reacción de consecuencias terribles, donde el pasado adquiere un carácter moral. Williams (quien ya tiene como antecedente Una mujer infiel) es, sin dudas, un director capaz, bastante más juicioso con respecto a la puesta en escena que el realizador de la primera, Oren Peli. Las mejoras que aporta se notan, especialmente, en el trabajo con el sonido, el uso de la amplitud de los planos y el fuera de campo. A lo largo del metraje, se va percibiendo un in crescendo en los climas de inquietud, que llevan a un desenlace un tanto obvio, pero a la vez perfectamente lógico, en el que incluso la vuelta de tuerca no es una mera muestra de ingenio, sino de conciencia del relato, de lo que se está contando. Actividad paranormal 2 es una pequeña sorpresa, que entrega lo que precisamente se va a buscar: sentir miedo, comenzar a pensar que lo que nos rodea puede perder en cualquier momento su carácter rutinario, para delatar su aspecto terrorífico.
Si en otras épocas las víctimas de las películas de terror eran sobre todo adolescentes, en la actualidad el género se cuela en otros ambientes. El cambio se puede ver en algunas películas como Cloverfield o las dos Actividad paranormal, donde los protagonistas integran familias y pertenecen a una clase media en ascenso. En Actividad paranormal esas familias de clase media son descritas principalmente a partir del lugar que habitan: el hogar. Las dos películas se sostienen en la observación de espacios y rutinas cotidianas mucho más que en el terror, como si se estuviera ante una especie de Gran Hermano fílmico que aspira a registrar la vida de sus personajes mediante cámaras de mano y de seguridad. Bien lejos de los objetivos comunes del género, el interés de Actividad paranormal 2 parece ser el de asistir a la desintegración de los vínculos de una familia merced a la irrupción de algo que, en una película puramente escópica, no se ve. Enfrentados a una amenaza invisible, los personajes barajan posibilidades: “fantasma”, “demonio”, pero la imagen nunca acaba por confirmar sus sospechas porque, sea lo que sea que se mete en la casa de la familia protagonista, es solamente visible al ojo cuando toma el cuerpo de alguien. Entonces, lo que hay es una película de terror que habla de las maneras actuales de mirar el mundo pero que elije (por decisión o por incapacidad) no mostrar a su criatura, a la fuente de su horror. ¿Qué recursos le quedan al director Tod Williams para hacer género? Básicamente dos: dejar ver las consecuencias materiales de la aparición (puertas que se abren, un bebé que se eleva solo) y aprovechar lo más que se pueda el sonido. Y ahí es donde se percibe con más fuerza que la propuesta de Actividad paranormal se agota rápidamente en esta secuela, porque la banda sonora, mucho más integrada a la trama en la primera, en la segunda se reduce a unos cuantos golpes de sonido que pretenden suplir (sin lograrlo nunca) la falta de impacto de las escenas de terror. El hecho de que se reponga la información que faltaba en el final de Actividad paranormal y que la trama de ésta se una con la de la segunda es otra muestra de debilidad: los nuevos personajes, a pesar de ser más que los protagonistas de la anterior (cinco contra tres), no alcanzan a soportar todo el peso de la historia por sí mismos, y por eso el guión se ve obligado a mezclar las dos historias. Sin la presencia de Micah y Katie y la promesa de esclarecer qué fue de ella en la primera, Actividad paranormal 2 no podría mantener a su público en el asiento del cine ni media hora. Como si la fragilidad de la propuesta supuestamente novedosa de la primera película se notara con mucha más evidencia en la segunda, Actividad paranormal 2 tiene que multiplicar sus esfuerzos y desplegar un número de efectos mucho mayor que su antecesora para conseguir apenas una película mediocre e incapaz de maniobrar el género. Una industria especialista en sobreexplotar y arruinar productos como la norteamericana dificulta mucho los cálculos, pero después de ver Actividad paranormal 2 e incluso teniendo en cuenta los cabos de la trama que se dejan sueltos, es lógico suponer que no vaya a haber una tercera.
VideoComentario (ver link).
De un tiempo a esta parte vienen generándose proyectos audiovisuales de un amateurismo que da miedo, sobre todo cuando el género a que se recurre es el terror, para lo que no dejan de parecer, ser practicas de estudiantes de “cine”, que creen que todo se remite al uso de la cámara, la luz, y sobre todo el volumen del ambiente y la música. Aclaro para que no ensombrezca, digo volumen y no sonido, pues éste en el cine, el bueno, cumple también funciones narrativas. En cambio el volumen sólo esta puesto, de exabrupto y con el único fin de sobresaltar al espectador. Si a esto se le agrega que el ejercicio se encuadra en la para algunos “novedosa” modalidad del falso documental, tipo “The blair witch project” (1999), que es una secuela, tenemos cartón lleno. La primera “Actividad Paranormal” (2007) fue inexplicablemente todo un éxito de taquilla, aunque sabemos que esto no define nada, pero si da pie a que se realice una segunda parte, con el sólo fin de abultar la recaudación. Y la información que esta llegando desde la “madre patria” (EEUU) parece haber logrado el objetivo. Metiéndonos de lleno con el film, el axioma reza que nunca segundas partes fueron buenas, y esto también se cumple, pero, paradójicamente, en este caso es mejor que la primera, aunque es verdad que no había que hacer demasiado esfuerzo para superarla, bastaba con poner a un director técnico profesional al mando, que es lo que sucede en esta producción. Tod Williams, como realizador responsable, utiliza los mismos mecanismos que su antecesor, esto es el registro a través de una filmadora hogareña y le agrega las de vigilancia de la casa. Todo transcurre frente a las lentes de esos dispositivos de video. La historia comienza dos meses antes de los acontecimientos de la primera, y lo hace para cerrar la historia, aunque, y como no quiero pecar de ingenuo, todo esta dispuesto para una tercera. En esa casa, cuya propietaria es la hermana de Katie, casada, tiene un bebe, un perro, un marido, y una hijastra, comienzan a suceden cosas extrañas sólo registradas al principio por le perro, luego por los restante integrantes del grupo familiar. ¿Por qué se quedan? Como dije antes, supera a la primera, por los tiempos narrativos y por algunas cuestiones estéticas, nada más.
Actividad paranormal for dummies Primero, a despejar varias incógnitas, en vista de la serie de googleos que aparecen en las estadísticas de este blog hace ya más de un año y que preguntan al vacío cosas que probablemente no se atreverían a preguntar en una charla con amigos: “¿Actividad paranormal es real?”, “final de actividad paranormal es cierto”, “katie actividad paranormal existe?”, y así y así. Pues no. Queremos empezar por el principio: Actividad paranormal es una película. Pe-lí-cu-la. Se sabe que las diferencias entre realidad y ficción son cada vez más tenues, que nuestra construcción de realidad es compleja y está atravesada por las nuevas tecnologías, bla bla bla. Pero, con una mano en el corazón, digámonos también que si alguno no sabe diferenciar del todo entre una película y otra cosa es, bueno, un problema. Entonces, a la pregunta quijotesca, “¿Es cierto esto?”, tenemos que contestar “No”, para consuelo de muchos asustados por posibles fantasmas domésticos, y desilusión de otros muchos entusiasmados con la posibilidad de asistir a la verdad verdadera en el cine. Actividad paranormal es una ficción que hace de cuenta que es una realidad, para que usted lo crea, y se asuste un poco más, en lo posible. Inteligente, ¿no? Ahora, bueno, a usted eso no le resuelve nada. Digo, que los fantasmas pueden existir igual y pulular por su casa; eso, acá, no lo afirmamos ni lo desdecimos. Actividad paranormal 1 y 2 hacen de cuenta –y esto no lo podemos enfatizar lo suficiente: ha-cen-de-cuen-ta– que lo que se muestra en la pantalla es un hecho real. Eso se puede hacer porque hay mucha tecnología maravillosa disponible en el mundo, mucha mucha, entonces alguien puede agarrar una camarita fea como esas que usan para espiar ladrones en los bancos, y filmar algo que se vea verde o celeste clarito. Haga la prueba: vístase de ladrón (antifaz y una bolsa) y métase en un cajero automático para hacer de cuenta que lo roba, trate de abrirlo con una barra de metal, haga la mímica de que está destruyendo la pantalla. Después vea qué pasa. Ese es el modo rápido pero un poco arriesgado de aprender algo sobre “realidad” y “hacer de cuenta”. La vía lenta es empezar por Platón y llegar hasta todos los filósofos del siglo XX que trataron de explicar la era de los medios de comunicación de masas (tranquilos, que está la colección de Todos Estos Para Principiantes). Tercera vía: creer en Wikipedia. Que dice lo siguiente: Actividad paranormal fue filmada por el director Oren Peli con una cámara de video casera. Casera, como la que puede tener cualquiera que pueda pagarla en el placard (ideal vanguardista habilitado por la digitalización mundial y camaritas en los celulares: el arte hecho por todos). Dijo Oren Peli (apócope de “película”) que el diálogo era “natural” porque no hubo guión. A los actores se les dio pistas de la historia y de las situaciones para que improvisaran, una técnica que también fue usada en la película The Blair Witch Project. Parece que en Estados Unidos la gente se asustó mucho pero mucho en el estreno. Dice la leyenda que muchos se retiraron de la sala. ¡Y eso que ellos inventaron las películas! Esto habla muy bien, en todo caso, de la capacidad para entregarse a la ficción del público medio norteamericano: bien por ellos. Entonces, como ven, la realidad se hace. Lo mismo pasa, digámoslo ya que estamos en el baile, con los noticieros y prácticamente cualquier cosa que usted pueda ver en los diarios y en la tele. ¡Esto es un bingo!, tal vez algo aguafiestas, supone que ya estamos en edad de saberlo. La realidad de Actividad paranormal (la uno) tardó siete días en hacerse, y salió algo así como 15.000 dólares. Cualquiera puede hacerlo, pero hace falta tener una idea, como ésta, o como la de poner a un hombre en un cajón durante una hora y media con un celular y una petaca para ver si se salva –también, barato y rápido. Es solamente una cuestión de ingenio. Actividad paranormal 2, eso sí, es menos ingeniosa que Actividad paranormal, básicamente porque se trata de… lo mismo. Lo mismo con más cámaras (varias de ellas, de seguridad), y con más personajes, porque en este caso tenemos a toda la familia de Katie, a la que ella visita junto con Micah (en eso que se denomina “precuela”, porque como todos saben Micah es asesinado por su novia al final de la primera parte: gajes del oficio llamado “pareja”). Y con un bebito. Lo que da miedo, en realidad, no son tanto los golpes y portazos, sino la realidad borroneada y acuosa de la cámara puesta en ángulo, arriba –la sensación de “alguien me está mirando”. Que la vida cotidiana es siniestra, ya lo sabíamos desde hace mucho tiempo. Que la mujer puede ser una figura amenazante, asociada desde hace siglos a la irracionalidad, maldad y brujería, ya lo sabíamos. Que agregar un bebé y una sirvienta latina que “entiende de estas cosas” le suma sensibilidad (en el peor sentido de la palabra) al asunto, también. La sensación de Actividad paranormal 2 es que todo se trata de la paranoia, de la que cultivamos todos, y de que el único demonio verdadero no es otro que la cámara: la mirada inhumana que nos convierte en fenómenos observables, que nos hace ver feos, un poco ridículos, que nos toma desde arriba (si es que queremos identificarnos con los personajes que están en esa casa, pero cómo no hacerlo: toda la película pasa por eso), como una instancia superior y sin embargo impiadosa, oblicua, torcida. Y que sigue encendida cuando ya no hay nadie, registrando una habitación vacía, haciendo verdadera la posibilidad de un mundo sin nosotros, donde las cosas no nos necesitan. Ese, me parece, es el verdadero núcleo de estas dos películas en las que Katie, Micah y todo ser humano que se cruce por ahí no tiene chance frente a ese poder siempre más fuerte: el del cine devenido lente que nos odia.
El miedo multiplicado No pueden negarse los méritos de la primer Actividad paranormal. Más allá de que se haya convertido en la película más redituable de la historia, (su presupuesto original fue de 15 mil dólares y se hizo de beneficios que multiplicaron por 10 mil esa cifra) fue para Oren Peli, su creador, un verdadero hallazgo haber dado con recursos cinematográficos tan brutales y efectivos, pergeñar una sencilla fórmula capaz de despertar miedos profundos y atávicos en la audiencia. Pese a su buena cantidad de defectos, la película infundía terror hasta en los más valientes, y en ella se utilizaban con sabiduría los sonidos de fuera de campo, la sugerencia, la aparición paulatina in crescendo de intervenciones sobrenaturales. Se ubicaba al espectador en una posición de voyeur permanente, por lo que fisgoneaba, cámara mediante, la vulnerable intimidad de una pareja protagonista y se lo volvía testigo de amenazas espeluznantes. Lo llamativo de esta Actividad paranormal 2 es que muchas de las más importantes características de la primer película parecen redoblarse. Naturalmente, el presupuesto base se ha ampliado -es de casi 3 millones de dólares- pero también se agrandaron las dimensiones de la casa; ahora tenemos una concurrida familia, perro y bebé incluidos, como víctimas de la presencia demoníaca, y las cámaras que registran la acción son ahora siete, seis cámaras de vigilancia más una de mano que se mueve por todo el campo de acción. También es cierto que se multiplicaron los problemas de ritmo, la primer película se detenía un buen tiempo en la presentación de personajes, y las prometidas actividades del título se hacían esperar demasiado. Aquí la presentación dura aún más, convirtiendo la primera mitad en un hueso estirado y duro de roer, la típica filmación casera de una familia haciendo y diciendo boludeces; es decir, la clase de material audiovisual que podría interesarle a los involucrados y a pocos más. Debe decirse, también se redoblan los problemas de coherencia. Quizá el mayor bache de verosimilitud de la primer película es que los protagonistas no abandonaban la casa aún luego de saber que un demonio los acechaba. Ahora ocurre exactamente lo mismo, y los personajes no hacen lo que haría cualquier otro mortal en su situación: huir despavoridos, mudarse a un hotel, irse a vivir prontamente a otro estado. Y curiosamente, lo que se redobla durante la segunda mitad es el miedo. No es sólo que haya un par de sustos capaces de hacer saltar de la butaca -literalmente- a una sala entera, sino que además Actividad paranormal 2 logra algo que ya quisieran centenares y miles de películas de terror de todo el mundo: despertar miedo al miedo. Mediante la sugerencia y la constante amenaza de un nuevo y terrible sobresalto, los últimos tramos provocan una angustia constante, y llevan a una situación en que el espectador queda pendiente y alerta de cada puerta entreabierta, de cada movimiento extraño, de cada indistinguible y horripilante sonido. Y es una sensación que muchos llevarán a sus casas y a sus cuartos, así que conviene alertar que, almas sensibles, deberían abstenerse.
Innecesaria y forzada secuela, o lo que sea que es El concepto de "producto bien vendido" se definía casi en su totalidad con la propuesta de Paranormal Activity (2007), la cual fue promocionada como una obra maestra -no lo fue y nunca lo será- que nos dejaría a todos pata pa'rriba y temblando del miedo. No fue tan así, pero lo cierto es que fue la película más rentable de la historia del cine luego de una temporada gloriosa en la taquilla, incluso entregando un film convincente y entretenido para su género. No obstante, esta entrega que funcionaría como una suerte de paralelismo a la historia ocurrida en la primera parte no aporta nada ni siquiera básico a lo que la original logró. De hecho, hasta parece forzado (ni hablar del final patético que tiene). Quizás lo que más le jugó en contra a esta pseudo franquicia es que la primera parte tuvo muchos finales alternativos, en base al público al que estaba dirigido. Eso hizo que, por ejemplo, aquel que vio Paranormal Activity en un festival del 2007 al 2009 no entienda qué demonios hace la protagonista de esta primera en el final de la segunda parte (en la versión original la policía mata a Katie, en la comercial, no). En definitiva, Paranormal Activity 2 (2010) es como una mezcla del concepto de la primera entrega con algunos matices nuevos como el fuera de campo, extraídos de propuestas más justas como [·REC] (2007) y así sucesivamente. En fin, un disparate clicheado a más no poder que trastabilla por culpa de la indecisión en la presentación inicial y que no es creíble ni siquiera un poco (esta vez sólo pusieron lo de los "datos obtenidos gracias a la policía" como un mero cumplido al formato, e incluso hay secuencias eliminadas que sólo están en los trailers). No vale la pena verla, ya que no asusta, no entretiene, no aporta nada de nada, salvo algún que otro silencio intimidatorio que dure unos segundos.
Expandiendo el contexto en el que se había situado la película rodada en 2007 y que fue estrenada en nuestro país el año pasado, el director Tod Williams se centra en otra rama de la familia de Katie y Micah, protagonistas de la primera entrega. Dejando de lado la subjetividad de la cámara en mano única, esta secuela se vale de varias lentes, las cuales forman parte del sistema de seguridad de la familia Rey, integrada por Kristi (hermana de Katie), su marido Dan, su hijastra Ali y el recién nacido Hunter. Cómo surge la presencia extrasensorial que acosará a los personajes, de qué manera el pasado de las hermanas ha tenido que ver con esta cuestión y como se insertan los hechos del film original en esta continuación son parte de los interrogantes que se irán develando a lo largo de los noventa minutos de historia. Con buen ritmo, a excepción de los primeros minutos en donde se muestra la “previa” al primer fenómeno paranormal, y una intensidad de no decae –muy por el contrario los tramos finales son cada vez más atragantes- “Actividad Paranormal 2” se conforma como un muestrario del terror psicológico actual y en un destacado ¿cierre? de uno de los sucesos de taquilla más sorpresivos de los últimos tiempos.