Justicia con pañuelos En los años noventa hubo una explosión de señales que se sumaban a las grillas de los cableoperadores. Algunas de ellas se convirtieron en un éxito inmediato, como Hallmark, con su mezcla en dosis exactas de drama y romance, en miniseries y películas contadas de manera simple. En el último tiempo muchas películas y producciones de Hollywood han querido emular ese combinado, como la reciente Buscando justicia (Just Mercy: A story of justice and redemption, 2019). El director Destin Daniel Cretton (El castillo de cristal) transita con golpes bajos y subrayados innecesarios la historia de Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), un abogado que se dedicó a tratar casos de condenados a muerte, en los que descubrió negligencia judicial y abuso de poder. El relato se centra en el emblemático caso de Walter “Johnnie D” McMillian (Jamie Foxx) un hombre que es acusado por un crimen que no cometió y que fue víctima de todo el aparato estatal de Alabama. El guion del propio Cretton decide narrar en paralelo las dos historias, la de Stevenson, convirtiéndose en un abogado defensor de la nada, con valores y honestidad impolutos e innegociables, y la de McMillian, un hombre de familia y trabajador que se ve envuelto en algo que nunca imaginó que le podía pasar y que lo ha obligado a mantenerse recluido en soledad. Entre ambos puntos, Buscando justicia opta por narrar con trazo grueso y clichés el derrotero de ambos hombres, uno a punto de morir y el otro que debe forjarse y hacerse valer en un medio que por su identidad y raza lo miraba con recelo, en una trama almibarada que busca desde el efecto sonoro la empatía por “lástima” en los espectadores. A los mencionados intérpretes se suma Brie Larson, quien ha participado de las producciones previas de Destin Daniel Cretton, antes de convertirse en la estrella que hoy día es, y que aporta aquí una caricaturizada performance como la asistente de Stevenson, una madre soltera que lidia con la mirada estigmatizante de todos. Entre todos conforman algo así como una tríada de nobles luchadores, quienes se alinearán para salir adelante pese a todo, sabiendo que de resultar favorable la resolución sobre el veredicto de Stevenson se podrá avanzar en otros casos similares. Todos los negros son culpables, los blancos son malos, los que acusan sin pruebas, los negros deben defender a los negros para evitar que se cumpla la pena de muerte, ideas que propone el relato y que por acumulación terminan ralentizando una propuesta convencional, que no logra superar su estructura esquemática y cuyo punto más débil es la interpretación de Michael B. Jordan, otrora protagonista de la saga Creed y que demuestra su incapacidad para llevar adelante por sí solo un relato dramático, alejado de la exposición de su cuerpo como impulsor de la historia. Por contraste Jamie Foxx deslumbra en cada escena en la que participa como ese condenado a muerte que sabe que ni siquiera la libertad le devolverá el tiempo perdido.
En la oscuridad En lo que atañe al entramado hollywoodense los thrillers policiales se suelen diferenciar mucho de sus homólogos jurídicos porque mientras que los primeros gustan de centrarse en la investigación del delito y la búsqueda a veces pírrica del responsable principal, los segundos en cambio están consagrados a una lucha dialéctica que en términos prácticos viene a reemplazar el “juego” previo del gato y el ratón, ahora enfrentando a las huestes del Estado (la fiscalía) contra el sospechoso y su abogado defensor (el sector privado) dentro de una locura altisonante de carácter kafkiano que se condice con las payasadas legales -y sus mil vueltas de tuerca- de las sociedades modernas, siempre prestas a volcar la balanza de la justicia hacia el bando más rico/ poderoso/ influyente en el imaginario público en pos de impunidad o conveniencia, amén de una desidia que siempre aparece en el horizonte social. Asimismo el campo del suspenso judicial o courtroom dramas apuesta intermitentemente a la defensa del inocente, al batallar por la condena del culpable y/ o hasta en ocasiones a jugar con las expectativas casi siempre bien literales y torpes de los espectadores, como en el caso de las maravillosas anomalías Anatomía de un Asesinato (Anatomy of a Murder, 1959), de Otto Preminger, y La Verdad Desnuda (Primal Fear, 1996), de Gregory Hoblit. Lamentablemente Buscando Justicia (Just Mercy, 2019) se ubica muy lejos de aquellas debido a que nos ofrece una versión bastante pobre de la rama militante antiracista en particular, trabajando sobre terreno político ya ganado por la comunidad afroamericana dentro de Estados Unidos en otra de esas jugadas sobre seguro que tanto adora el aparato cultural mainstream de nuestros días, adepto a subrayar una igualdad que nadie cuestiona. Más allá del detalle contextual oportunista, esta película escrita y dirigida por Destin Daniel Cretton cuenta con un desarrollo de lo más lerdo y un metraje excesivo de 136 minutos que giran alrededor del comienzo de la práctica profesional de Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), un joven abogado graduado de la Universidad de Harvard que se dedica a darle representación legal a reos que pueden haber sido falsamente acusados o condenados, a presidiarios pobres que no tuvieron una defensa digna, a cualquiera que se le haya negado un juicio justo y en especial a los condenados a muerte en el Estado de Alabama, todo mediante una organización sin fines de lucro llamada Iniciativa para la Justicia Equitativa (Equal Justice Initiative). Inspirado en las memorias de Stevenson, el film toma como caso testigo al de Walter McMillian (Jamie Foxx), un negro que a fines de la década del 80 del siglo pasado espera ser ejecutado por el homicidio de una mujer blanca a pesar del enorme volumen de evidencia que lo exonera y que el único testimonio que fue utilizado para la condena vino de parte de un prisionero para nada fiable, Ralph Myers (Tim Blake Nelson). Se podría decir que no sólo Cretton y su coguionista Andrew Lanham se toman demasiado tiempo para presentar el caso sino que lo hacen desde un tono gris monótono que confunde seriedad con chatura dramática y carencia de verdaderos giros o sorpresas en el devenir retórico. Por otro lado, el desempeño de Jordan, Foxx, Nelson y Brie Larson como Eva Ansley, la socia de Stevenson en tamaña faena, es correcto y en general se agradecen las buenas intenciones de fondo vinculadas a denunciar las múltiples humillaciones de turno y a echar luz sobre los rincones más oscuros del sistema judicial estadounidense y todas las personas olvidadas que estos esconden, dentro del marco de una clara militancia en contra de la pena capital en el país del norte. El director redondea alguna que otra escena lograda como por ejemplo la de la sumaria electrocución de Herbert Richardson (Rob Morgan), otro morador del pabellón de la muerte como McMillian, no obstante el mejor trabajo de Cretton continúa siendo Short Term 12 (2013) porque Buscando Justicia cae en la misma medianía de I Am Not a Hipster (2012) y El Castillo de Cristal (The Glass Castle, 2017).
Bryan Stevenson fue un abogado reconocido por luchar, durante casi treinta años, contra un sistema legal desfavorable a la población negra del sur de Estados Unidos. Su caso más emblemático lo protagonizó Walter "Johnnie D" McMillian, un granjero de Alabama que en 1987 fue acusado de asesinar a una joven de 18 años, pese a que nunca hubo pruebas sólidas en su contra. Recién recibido, Stevenson libró una batalla judicial para evitar que McMillian termine en la silla electrica (en ese Estado rige la pena de muerte), experiencia que plasmó en su libro Just mercy.
El director de «The Glass Castle» (2017) y «Short Term 12» (2013) nos trae un courtroom drama basado en hechos reales que cuenta la historia del joven abogado Bryan Stevenson y de su histórica batalla por la justicia y la compasión. «Buscando Justicia» («Just Mercy», en su idioma original) es uno de esos relatos que vimos infinidad de veces, donde hay un condenado falsamente acusado y un abogado que buscará por todos los medios la forma de limpiar su nombre y poder impartir justicia. Lo interesante de esta propuesta es la historia real que busca narrar, donde Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), después de licenciarse en Harvard y de rechazar varias ofertas de trabajo lucrativas, decide mudarse al estado de Alabama para defender a los condenados a muerte erróneamente penados o para rever aquellos casos donde los sentenciados no contaron con una representación legal adecuada y que por lo tanto fueron rápidamente procesados. Una tarea que no realizará en solitario sino que la hará con el apoyo de la activista local Eva Ansley (Brie Larson). La faena no será sencilla y se pondrán en contra a muchos ciudadanos y miembros de las fuerzas locales cuando tome uno de sus primeros y más complejos casos, el de Walter McMillian (Jamie Foxx). En 1987, McMillian fue sentenciado a la pena muerte por el asesinato de una chica de 18 años, a pesar de que las pruebas demostraban ostensiblemente su inocencia. En los años posteriores, Bryan se ve envuelto en un laberinto de maniobras legales y políticas, al mismo tiempo que deberá luchar contra el racismo abierto y descarado mientras lucha por Walter y otros como él, a pesar de tenerlo todo en su contra, incluido al sistema legal. Si bien la obra por momentos transita algunos caminos conocidos de este tipo de drama/thriller jurídico, sorprende por la sensibilidad con la que fue representada la historia y por la maravillosa interpretación de su elenco. En especial cabe destacar la labor de Jordan que consigue una de las composiciones más sentidas de su carrera. Foxx también aporta su cuota de profesionalismo al igual que Larson aunque no posee tanto peso o tiempo en pantalla. El principal problema de la cinta recae no solo en la familiaridad de lo que cuenta sino también en el extenso metraje que posee (136 minutos), sintiéndose un poco larga por momentos aunque nunca llega a cansar y nos mantiene en vilo a pesar de algún que otro giro predecible. Igualmente, el libreto es más que correcto y funcional para erigir este drama intimista que se apoya principalmente en sus personajes para brindar una crítica social hacia la justicia y el sistema penitenciario norteamericano sin caer en maniqueísmos o mensajes forzados y acartonados. Como bien reza el largometraje en el final, 1 de cada 9 condenados a muerte es inocente por lo que no solo es preocupante la pena en sí sino la poca fiabilidad que puede tener la justicia. «Buscando Justicia» es un drama potente, sensible y sólido que se antepone a sus falencias gracias a su carácter conmovedor. Un film movilizante que se nutre de una impresionante química entre Jordan y Foxx y de su espíritu combativo frente a la discriminación racial y a la injusticia.
El director de la notable “Short Term 12” homenajea a un abogado ejemplar con una historia que no está a la altura de sus anteriores producciones pero igual provoca indignación y admiración. Bryan A. Stevenson es un abogado estadounidense, activista por la justicia social, el fundador y director ejecutivo de la Iniciativa Equal Justice. Con sede en Montgomery, Alabama, Stevenson ha desafiado el sesgo contra los pobres y las minorías en el sistema de justicia criminal. Tras años de lucha, los rescató del corredor de la muerte y de un sistema legal injusto. “Buscando Justicia” de dedica a mostrar sus comienzos en la lucha del abogado por la igualdad de derechos de los condenados sin juicio justo en el estado de Alabama. La primer escena sirve para mostrarnos que fue lo que motivó a Bryan, en el proceso final de recibirse en Harvard, para luego saltar años después, cuando el abogado forma junto a Eva Ansley (una despareja Brie Larson) la Iniciativa Justicia Equitativa, cuyo fin era proporcionar ayuda judicial gratis a gente condenada injustamente o en proceso judicial. En entrevistas con distintos presidiarios afro-americanos en el estadod eAlabama conocerá a Walter Mcmillian (Jamie Foxx) condenado a la silla eléctrica por el asesinato de una joven. El abogado intentará demostrar su inocencia y como el recluso fue injustamente condenado en base a pruebas falsas. El film es uno más de un sinfín de películas sobre la violencia institucional hacia la población afro-americana en Estados Unidos. Pero todos los años sale uno que toca temas reales sobre el racismo, de mayor o menor calidad. Los mejores exponentes de los últimos años fueron “Detroit: Zona de Conflicto” de Katryn Bigelow e “Infiltrados en el KKKlan” de Spike Lee. Pero salvando las distancias, “Buscando Justicia” tiene una mirada más cercana al clásico “Matar a un Ruiseñor” con Gregory Peck, y recuerda el caso de Rubin “The Hurricane” Carter, personificado por Denzel Washington. Logra generarte indignación, sobre todo teniendo en cuenta que esta historia es más cercana en el tiempo (McMillian fue condenado en 1988 y el caso se reabrió en 1991) y las secuelas que quedaron en los perjudicados, sumado a la naturalización de las víctimas sobre lo que les sucede. Michael B. Jordan y Jamie Foxx están a la altura de las cirscuntancias en el papel del abogado y el recluso, logrando trasmitir angustia contenida en los momentos donde las injusticias se hacen presentes. Brie Larson parece estar una meseta actoral luego de sus maravillosos papel en “The Room” (por la que ganó el Óscar) y en la anterior película del director “Short Term 12”. Acá pasa prácticamente desapercibida, quedando desdibujada, casi en un segundo plano, al lado de las actuaciones de la dupla protagonista. “Buscando Justicia” es la película sobre el rascismo de cada año. Un relato fuerte y triste, con momentos que provocan indignación y bronca, con otros donde se te va a escapar una lágrima. Gracias a su ritmo pausado y seriedad con que trata el tema, te acerca a sufrir a la par de las víctimas y no poder creer que sucedan estas situaciones. Aunque por momentos abusa del recurso del golpe bajo emotivo y con algunos clichés propios de este tipo de películas, es un merecido homenaje hecho con dignidad a un justiciero admirable. Puntaje: 75/100. Actuación Arte Guión Música Fotografía Un relato fuerte y triste, con momentos que provocan indignación y bronca, con otros donde se te va a escapar una lágrima
La lucha exhaustiva contra la desigualdad “Buscando justicia” (Just mercy, 2019) es una película dramática dirigida y co-escrita por Destin Daniel Cretton. Basada en hechos reales, específicamente en el libro “Just Mercy: A Story of Justice and Redemption” de Bryan Stevenson, el reparto está compuesto por Michael B. Jordan (Creed), Jamie Foxx, Brie Larson, Michael Harding, Rafe Spall (Black Mirror), Karan Kendrick, Rob Morgan, C.J. Leblanc, entre otros. La cinta tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto del pasado septiembre. La historia se centra en Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), un abogado graduado de Harvard que se muda a Alabama en 1989 con el fin de brindar asistencia jurídica a los condenados al corredor de la muerte. Junto a su compañera Eva Ansley (Brie Larson), Bryan funda, con mucho esfuerzo, la “Iniciativa de Justicia Equitativa”, una organización sin fines de lucro que busca representar legalmente a los presos que no tuvieron un juicio justo. Luego de conocer al presidiario afroamericano Walter “Johnny D.” MacMillian (Jamie Foxx), acusado de haber matado a una joven blanca de 18 años en una tintorería, Bryan se da cuenta rápidamente que los expedientes no cuentan con la información suficiente como para culparlo, aparte de que resulta inconcebible que a MacMillian lo hayan sentenciado a la pena de muerte un año antes de siquiera haber ido a juicio. Ante este arbitrario panorama, Stevenson se dedicará cien por ciento a demostrar la inocencia de Walter. Estamos ante un relato de racismo y manipulación policial que merecía ser llevado a la pantalla grande por lo increíble que resulta el hecho de que esto ocurrió en la realidad. A pesar de que el ritmo lento de los primeros minutos del filme nos lleve a pensar en que ésta es “otra historia demasiado yankee sobre la discriminación”, pronto esas dudas quedan disipadas gracias a un guión e interpretaciones que nos logran sumergir de lleno en la trama. Al director le importan sus personajes y sabe cómo darles un desarrollo adecuado, por lo que como espectador nos es muy fácil empatizar por completo con la comunidad más pobre y desfavorecida de Alabama, pero también con las personas que no reciben una asesoría legal adecuada y con Bryan Stevenson, un abogado que decide involucrarse plenamente en los respectivos casos marcados por la desigualdad. Sin tener el objetivo de obtener dinero por lo que hace, la ávida búsqueda de la justicia por parte de Stevenson resulta admirable en todo sentido. Desde que llega al sureste de Estados Unidos, Bryan ve y vive en carne propia situaciones xenófobas que generan tanta bronca como impotencia. Por otro lado, la película se adentra en el corredor de la muerte, mostrándonos lo terrible e inhumano que es estar encerrado allí, más aún teniendo en cuenta que MacMillian fue puesto ahí sin argumentos suficientes que prueben que es un asesino. Con escenas dolorosas de ver alrededor de la silla eléctrica, la cinta hará derramar un par de lágrimas a los más sensibles debido a la acertada construcción previa del compañerismo que existe entre los condenados. Con actuaciones muy convincentes por parte de Jamie Foxx y Michael B. Jordan, aparte de un Rafe Spall en el rol de sheriff que resulta odioso por su enorme ego y orgullo, “Buscando justicia” es un sólido drama legal sobre la valentía de un activista que no se deja llevar por el desaliento para ir contra el sistema y reivindicar a los más desfavorecidos. Si estás buscando una historia real emocionante, potente y necesaria, estás ante la película ideal.
Basada en un hecho real, “Cuestión de Justicia” relata la historia del joven e idealista abogado Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), recién graduado de Harvard, quien comienza a trabajar acompañado por Eva Ansley (Brie Larson), su mano derecha. El caso que más lo obsesiona es el de Walter McMillian (Jamie Foxx), condenado a muerte por el asesinato de una joven de 18 años, crimen que no cometió, aunque su intención es ayudar a todos los condenados que no pueden pagar asesoría legal. La acusación a McMillian proviene de otro reo poco creíble, por eso el abogado hace lo imposible por revertir la sentencia. El abanico de temas abarca la injusticia, el racismo y la pena de muerte, tópico interesantísimo si los hay y que arroja al final un dato escalofriante: de diez ejecutados, uno es inocente. Basada en el libro de Bryan Stevenson, el film relata el inicio de la organización “Equal Justice Initiative”, que se dedica a revisar cada caso del llamado “corredor de la muerte”. El director Destin Daniel Cretton (y también autor junto a Andrew Lanham) logra una película emotiva que nos recuerda no bajar los brazos. La misma se desarrolla en Alabama en la década del 80’. Stevenson va descubriendo las fallas del caso y McMillian refleja el dolor de saberse acusado injustamente. Este thriller de naturaleza jurídica busca ahondar en el esclarecimiento de la verdad. Destaco las buenas, creíbles y contundentes actuaciones de Jamie Foxx, Michael B. Jordan y Brie Larson. ---> https://www.youtube.com/watch?v=651-xW6IwEU TITULO ORIGINAL: Just Mercy DIRECCIÓN: Destin Cretton. ACTORES: Michael B. Jordan, Brie Larson, Jamie Foxx. GUION: Destin Cretton. FOTOGRAFIA: Brett Pawlak. MÚSICA: Joel P. West. GENERO: Drama . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 137 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años DISTRIBUIDORA: Warner Bros FORMATOS: 2D. ESTRENO: 27 de Febrero de 2020 ESTRENO EN USA: 17 de Enero de 2020
Del arcón hollywoodense de las historias reales ahora llega Buscando justicia, sobre un guion basado en un libro de Bryan Stevenson, activista por los derechos humanos. Este abogado fue el fundador de Equal Justice Initiative (EJI), una ONG dedicada a brindar asistencia legal a convictos sin recursos -en su mayoría negros- o que no tuvieron una defensa apropiada en sus procesos judiciales. Lo que aquí se narra es el nacimiento de EJI en 1989 y el desarrollo de su caso emblemático: la apelación del fallo contra Walter “Johnny D.” McMillian, condenado a muerte por el asesinato de una joven blanca de 18 años. El color de piel de la víctima no es un dato al pasar. Todo transcurre en Alabama, en el sur de los Estados Unidos, donde el racismo se remonta hasta el nacimiento del país. Por eso mismo, en el siglo XX ese estado fue escenario de hitos en la lucha del movimiento por los derechos civiles, con protagonistas como Rosa Parks o Martin Luther King. La historia de Johnny D. es emblemática: era un negro pobre que fue elegido como chivo expiatorio del crimen de Ronda Morrison, por el que fue condenado sin pruebas y en base a un falso testimonio. Recién recibido en Harvard, a fines de los '80 Stevenson llegó a Monroeville a intentar revocar las sentencias de varios convictos del pabellón de la muerte, y McMillian era uno de ellos. Esta es una más en la larga lista de películas tan moralmente irreprochables como cinematográficamente anodinas. El objetivo de denunciar el racismo, el clasismo de la justicia -el tratamiento desigual para ricos y pobres no es privativo de la Argentina- y la barbarie que significa la pena de muerte está largamente cumplido. Las buenas intenciones son la mejor cualidad que Buscando justicia tiene para ofrecer. Aquí no hay ambigüedad moral: está muy claro quiénes son los héroes y quiénes los villanos. Se apela a la emoción -sobre todo la indignación- a veces con éxito, gracias a algunas de esas escenas heroicas que suelen entregar las películas de juicios. Y a Jamie Foxx, que ofrece una de esas actuaciones que a menudo traen premios, aunque no esta vez.
La historia del cine está llena de thrillers legales del tipo "basado en una historia real" como Buscando justicia. Lo que hace particularmente valioso a este film coescrito y dirigido por Destin Daniel Cretton ( Short Term 12) es la eficacia con que están construidas en términos dramáticos las más de dos horas de relato, las implicancias sociopolíticas del caso y, sobre todo, la excelencia de las actuaciones de los protagonistas Michael B. Jordan y Jamie Foxx. Michael B. Jordan ( Creed, Pantera Negra) interpreta a Bryan Stevenson, un joven afroamericano recientemente egresado de la Universidad de Harvard que, en vez de enfilar hacia los grandes estudios de abogacía, decide abrir en 1989 las oficinas de la organización Equal Justice Initiative en Monroe County, Alabama, para ocuparse de apelar varios casos (muchos de ellos considerados perdidos de antemano) de condenados a la pena de muerte. Uno de ellos es el de Walter "Johnny D" McMillian (Jamie Foxx), un hombre negro de clase baja que se ganaba la vida con un pequeño emprendimiento maderero hasta que fue encarcelado y luego sentenciado a la pena capital por el asesinato de una adolescente blanca. Apenas lee el expediente, Stevenson descubre las evidentes inconsistencias del proceso judicial basado exclusivamente en el dudoso testimonio de un preso (Tim Blake Nelson), que de manera simultánea negoció una reducción en su pena y mejoras en sus condiciones carcelarias. Lo que sigue es la épica, la epopeya del abogado (en un principio con el resquemor de su defendido y de los amigos y familiares de éste) no solo para evitar que McMillian sea ejecutado sino para que se le conceda la oportunidad de un nuevo juicio en condiciones dignas. Buscando justicia -basado en el libro de memorias que Stevenson publicó en 2014- es la reconstrucción de una historia que alcanzó una inmensa notoriedad pública por las vergonzosas irregularidades de un sistema legal dominado por el prejuicio y el racismo, pero no solo es un contundente manifiesto contra la pena de muerte (Stevenson demostró el desatino de fiscales y jueces en más de un centenar de casos) sino también un entrañable y por momentos emotivo retrato de la amistad que se va entablando entre defensor y defendido cuando todos los integrantes de un sistema de poder parecen haberse confabulado para que la verdad y la justicia jamás salgan a la luz.
Dicen las estadísticas que en el corredor de la muerte -así se llama al pabellón de los condenados a muerte en la cárceles-, la mayoría de los que esperan ser ejecutados son negros, los siguen los latinos, la mayoría es pobre y la minoría son los caucásicos. Buscando justicia es un gran alegato sobre la pena de muerte y toma como centro una causa en la que un hombre negro es acusado de asesinar a una adolescente blanca. Nadie fue testigo y por el contrario, una multitud de personas lo vio al acusado en una una festividad familiar el mismo día y a la misma hora en que se produjo el asesinato de la adolescente. Bryan Stevenson (Michael B. Jordan) era un joven abogado recién salido de la universidad cuando eligió trabajar sobre causas injustas y poner sus conocimientos para luchar por gente sin recursos, cuando en 1987 toma la causa de Walther McMillan (Jamie Foxx), el hombre al que la policía y el fiscal le crearon una causa a base de apremio ilegales y testigos mentirosos. El trabajo minucioso del Stevenson y su ayudante Eva Ainsley (Brie Larson), logró desarmar la trama de mentiras de todo el sistema de Justicia. Hay una gran actuación de Jamie Foxx y apenas correctas del resto. Buscando justicia tiene intenciones nobles, pero la realización no agrega nada a un género, el cine de juicios que ha dado grandes películas que van desde 12 hombres en pugna, hasta Philadelphia pasando por Cuestión de honor, entre muchas otras. En fin, como tantas otras veces, solo con las buenas intenciones no alcanza. BUSCANDO JUSTICIA Just Mercy. Estados Unidos, 2019. Dirección: Destin Daniel Cretton. Guión: Destin Daniel Cretton y Andrew Lanham. Intérpretes: Michael B. Jordan, Jamie Foxx, Tim Blake Nelson, Brie Larson, Rob Morgan, Rafe Spall, O’Shea Jackson Jr., Lindsay Ayliffe, Karan Kendrick, Steve Coulter. Producción: Asher Goldstein y Gil Netter. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 136 minutos.
Nunca es tarde para hacer justicia. Film basado en un caso real que sucede en uno de los estados más conservadores de los Estados Unidos y, lamentablemente, nos muestra que, en estos tiempos, no aprendieron nada del significado de la palabra justicia. El quijotesco abogado de raza negra Bryan Stevenson es quien se enfrenta a los poderosos que necesitan llenar las cárceles con personas de su misma condición, siendo inocentes y sin pruebas de su culpabilidad. Just mercy (2019) es una biopic inspirada en el libro autobiográfico "Y la justicia igual para todos: un abogado en el infierno de las cárceles estadounidenses (Una historia de justicia y redención)” escrito por Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), quien relata su lucha por defender a las personas condenadas injustamente. El abogado relata los casos más emocionantes que ha tratado, incluido el de Walter McMillian (Jamie Foxx) que está en el centro de la película de Destin Daniel Cretton . La dirección de Cretton es buena, resalta de manera permanente los contrastes entre los blancos y los negros, en la vestimenta, casas, coches, modismos, costumbres, etc. Por otra parte también está bien detallada las diferencias entre el abogado y su defendido, siendo ambos de raza negra pero de diferente origen, experiencias, elecciones y postura ante la vida; aunque también sus similitudes como personas, más allá de que rol cumplan para la sociedad, motivo por el cual se genera cierta empatía que conducen a los personajes a conocerse y trabajar por el mismo motivo. Los diálogos son interesantes y fluidos, y las actuaciones son creíbles, se destacan la de sus protagonistas. Un punto débil es el papel de los antagonistas, ya que no tienen la actitud necesaria para confrontar, sin motivos sólidos ni motivación personal. No son fuertes por lo que sentimos como verdaderos antagonistas a la sociedad del pueblo, convirtiéndose ellos en los antagonistas, puesto que tienen más motivos para culpar a inocentes. Parece increíble que aún exista la pena de muerte como condena, y que la decisión sea tomada entre nosotros mismos. La primera vez que me cuestioné este tópico de manera profunda y lo sufrí fue en Bailarina en la oscuridad (2000), en donde Lars von Trier nos presenta de manera cruda y tajante una realidad indignante que existe y tomamos conciencia del asunto. Este film también nos hace reflexionar al respecto, aunque sin la profundidad que merece el asunto ni novedades.
En Matar a un Ruiseñor (1962), la adaptación del clásico literario de Harper Lee, un afroamericano de Alabama era acusado injustamente por haber violado a una mujer blanca. Su evidente destino cambia cuando un respetable abogado decide defenderlo, poniéndose a toda su comunidad en contra. En la misma línea que este clásico irónicamente referenciado en el filme, llega a la cartelera nacional Buscando Justicia (Just Mercy, 2019) de Destin Daniel Cretton, un drama basado en hechos reales que tiene como objetivo ilustrar la corrupción judicial y policial del sistema capitalista y el racismo que subsiste en una sociedad norteamericana hoy atravesada por la hegemonía de la derecha republicana. La historia se encuentra ambientada a fines de la década de los ’80 y sigue al joven abogado Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), quien recién egresado de Harvard y luego de haber rechazado interesantes propuestas laborales, decide instalarse en el Estado sureño de Alabama con el fin de defender gratuitamente a aquellos ciudadanos afroamericanos que han sido condenados a muerte injustamente. Junto a la activista local Eva Ansley (Brie Larson) crean la Iniciativa de Justicia Equitativa y ponen en marcha su lucha para devolverle la libertad a Walter “Johnny D” McMillian (Jamie Foxx), un padre de familia y querido miembro de la comunidad negra del condado de Monroeville que espera su desconsolador destino en el corredor de la muerte tras haber sido sentenciado por un asesinato que no cometió. El director Destin Daniel Cretton (Short Them 12; The Glass Castle) nos ofrece en esta ocasión un drama legal sumamente estándar que presenta todos aquellos clichés a los que el género nos tiene acostumbrados, tales como la desconfianza inicial entre el presidiario y el defensor, la persecuta hacia el abogado que quiere intentar un cambio radical y los discursos humanísticos cargados de melodrama. La excesiva duración de 136 minutos para una trama que carece de enigmas, giros y sutilezas, tampoco ayuda mucho. Sin embargo, son las comprometidas actuaciones tanto de Jordan como de Foxx las que logran conmover y mantener atento al espectador de principio a fin, aún cuando los hilos que mueven la historia resulten evidentes. Distinto es el caso de Brie Larson, actriz habitué dentro de la filmografía del director, quien aquí se la nota bastante deslucida en un personaje plano que no aporta ningún elemento relevante. A La película de Cretton no solo peca de trillada, sino que además parece sentirse muy cómoda y segura en su representación de víctimas/victimarios. El único riesgo que parece tomar es a través del personaje de Herbert Richardson (Rob Morgan), un veterano de Vietnam afroamericano que atormentado por los traumas de la guerra construyó una bomba casera que, sin pensarlo, acabó con la vida de una mujer. Herbert es el único de los hombres del corredor de la muerte que cree que merece su ejecución. Un personaje complejo que sin duda ofrece al espectador un debate interesante acerca de su supuesta culpabilidad y las consecuencias del abandono del Estado. Buscando Justicia es una propuesta con buenas intenciones que consigue su cometido al retratar y denunciar de manera clara el racismo y clasismo de un sistema judicial corrupto en un momento donde los derechos de las minorías se ha vuelto un tema fundamental en la agenda hollywoodense. También, por supuesto, resulta útil como alegato contra la pena capital. Aún así, está claro que la temática racial en el cine norteamericano actual tiene un mejor futuro de la mano de películas como la fantástica Blackkklansman (2018) y Get Out (2017), o incluso de series distópicas al estilo Watchmen, que ligado a estos dramas legales acartonados con pocas matices.
Casi del mismo barrio La primera vez que visitó a un condenado a muerte, Bryan Stevenson (Michael B. Jordan) era todavía un estudiante haciendo una pasantía de verano. Quedó tan impactado por lo que vio, que inmediatamente supo que allí estaría su futuro profesional. Una vez listo para comenzar a ejercer, una agrupación de Derechos Humanos con financiamiento estatal le asigna brindar asesoría legal a gente que no puede costearla. Se hace cargo de una oficina en Alabama, estado del sur del país con elevados índices de condenas a muerte, donde el racismo institucional seguía siendo incluso más fuerte de lo que Stevenson estaba acostumbrado a presenciar. Solo con la asistencia de Eva (Brie Larson), una activista local que se convertiría en su mano derecha dirigiendo la organización que fundaron juntos, Bryan toma los casos de todos los condenados a muerte que esperan ejecución en el distrito. Entre ellos estaba el que sería uno de los más notorios de su carrera. Walter McMillian (Jamie Foxx) llevaba varios años en el corredor de la muerte, pero al joven abogado le alcanzó apenas una lectura del expediente para convencerse no solo de que no había cometido el horrible homicidio por el que estaba condenado a morir en la silla eléctrica: también que en su arresto y posterior juicio se habían cometido serias irregularidades de las que todo el sistema parecía ser cómplice. Como suele pasar al ficcionar una historia real que se estiró largos años, Buscando Justicia tiene muchos baches temporales donde no hay nada para contar, pero se las ingenia cruzando su eje central con varias historias secundarias, las cuales le ayudan a mantener el ritmo y completar el mundo aledaño al caso McMillian para que no se quede en una simple crónica judicial. No hay sorpresas en la trama y es fácil anticiparse a los hechos antes de que sucedan, pero si igualmente resulta atractiva es justamente porque tiene algo más de lo que quiere hablar, además de un caso policial concreto. La verdadera dificultad de Bryan no es desenterrar las pruebas de la inocencia de su cliente, esa parte de la trama queda revelada bastante rápido. La pared con la que choca una y otra vez, es que esa verdad no le interesa a las personas que detentan el poder en ese rincón del mundo. No odian puntualmente a la persona que quieren ejecutar ni puede decirse que siguen un plan maestro del mal acusando a McMillian, simplemente se dejan llevar por sus pequeñas mezquindades personales y prejuicios, lo que en realidad resulta incluso más desesperanzador y angustiante porque se siente terriblemente real. Quizás para no competir con la potencia de una historia real tan reciente, toda la puesta en escena evita los grandes despliegues visuales y se centra en sus personajes. Ellos caminan por el delicado equilibrio necesario para lograr un drama que emocione sin pasarse de solemne, ni subrayar de más el discurso político que es central para la propuesta, algo que Buscando Justicia logra con bastante éxito.
Es una de esas películas políticamente correctas, que luchan contra el racismo enraizado en zonas de EEUU, como Alabama, hasta donde llega un brillante abogado afroamericano graduado en Harvard, que pudo haber tenido un futuro de éxito y dinero, pero que por convicción decide revisar los casos de los hombres condenados a muerte que no tuvieron una defensa justa, y funda una famosa organización. El se centra especialmente en el caso de Walter McMillian, sentenciado a la silla eléctrica por un crimen que no cometió. Un indignante caso real que insufla al fin la heroicidad de enfrentar al poder y al odio, un David contra un Goliat discriminador e impune. Pero el filme de Destin Daniel Cretton, protagonizado por Michel B. Jordan como el abogado y Jamie Foxx como el convicto, sigue minuciosamente cada esperanza y cada frustración, cada pliegue judicial y nuevo revés, antes de dar con una trama de corrupción y falacia indignante. En ese itinerario largo, hay un compromiso de convicción política frente a un caso que indigna, pero no con un espectador no familiarizado con el caso que se siente abrumado con tanto detalle y tan poco desarrollo dramático de los personajes. Aun así el caso es tan injusto, que impregna de emoción al film y las actuaciones de Jordan y Foxx son muy buenas. Por eso, a pesar del relato tradicional de los hechos, de la extensión del film, tiene los elementos de denuncia, de situaciones que aún persisten, que lo hacen valioso. La organización del protagonista el abogado Bryan Stevenson ha desafiado con éxito 125 condenas a muerte injustas. Por algo el arzobispo Desmund Tutu lo llamo el “Mandela de Estados Unidos”.
Conflictos raciales y corrección política La película asume desde su primera escena el punto de vista de la comunidad negra para exponer con demasiados subrayados las terribles injusticias que sus miembros padecen a diario. El cine no es solo un negocio o un entretenimiento, sino también un arte y un canal de comunicación que a veces incluso es usado como herramienta de denuncia. En ocasiones es (o intenta ser) todo eso junto, como ocurre con Buscando justicia, segundo trabajo que se estrena en la Argentina del casi desconocido director hawaiano Destin Daniel Cretton. Igual que la anterior (la película El castillo de cristal, protagonizada por Woody Harrelson, Naomi Watts y Brie Larson, quien acá también tiene un rol destacado), Buscando justicia está basada en un libro autobiográfico que tiene al drama social como eje narrativo en torno al cual giran sus acciones. En este caso no se trata de un drama familiar y de clases sociales (aunque ambos elementos también forman parte del combo que acá se ofrece), sino que la cosa va por el lado de los conflictos raciales, las inequidades judiciales que de estos se derivan y el uso de la pena de muerte como atajo espeluznante para el control social. La historia se desarrolla a comienzos de la década de 1990 en un pueblito semi rural del sureño estado de Alabama, en donde un leñador negro llamado Walter McMillan es arrestado y condenado a muerte por el asesinato de una joven blanca que llevaba un año sin resolverse, en un proceso judicial irregular e inusualmente rápido. Hasta ahí llega Bryan Stevenson, un joven también negro que acaba de recibirse de abogado en la prestigiosa (y blanca) Universidad de Harvard. La idea de Stevenson es montar una oficina que ofrezca asistencia gratuita a los reclusos condenados a muerte, para rever sus casos e intentar conseguir para ellos penas más piadosas. Así es como el abogado llega a conocer al prisionero y los escandalosos detalles de la investigación y del juicio en el que le impusieron la pena capital. La película asume desde su primera escena el punto de vista de la comunidad negra para exponer (una vez más) las terribles injusticias que sus miembros padecen a diario. Esa decisión llega a hacerse explícita cuando el director decide incluir algunos planos subjetivos que le permiten al espectador contemplar el bosque desde la perspectiva del protagonista. Se trata de la última mirada del mundo que McMillan dará en libertad, justo una escena antes de ser detenido violentamente por un retén policial en medio de la ruta. No es la único subrayado que incluye la película en su desarrollo. El plano de los prisioneros trabajando en el campo igual que un siglo antes lo hacían los esclavos en los sembrados de algodón, la abundancia de escenas en las iglesias de la comunidad negra y una banda sonora que derrocha spirituals también entran en el terreno del lugar común. En la misma dirección corre la transformación que opera en algunos personajes blancos, giros de rigor en tiempos de corrección política. Aun así Buscando justiciaconsigue ser una película de juicios e investigación los suficientemente redonda como para que sus casi dos horas 20 no se vuelvan tediosas.
La película de Destin Cretton tiene como protagonista a un líder de los Derechos Humanos, Bryan Stevenson, un joven abogado afroamericano recibido en la prestigiosa Universidad de Harvard, que decide enfrentar la lucha por sus hermanos más vulnerables, condenados a muerte en juicios cuestionables, que generalmente suponen problemas económicos y discriminación racial. El drama legal es un clásico tanto en el cine como en el teatro universal, La Prensa lo recordaba recientemente ante la presentación de "Claveles Rojos" en un teatro de la calle Corrientes. El estreno de este filme basado en un libro del mismo Bryan Stevenson, reactualiza el tema de la administración de justicia. El surgimiento del proyecto "Justicia Equitativa", llevado adelante por Stevenson en los 80 (visualizado en el filme), tratando de subsanar errores de juicios anteriores que llevaron a muchos individuos injustamente a la cárcel, presupone el logro de derechos iguales para todos, más allá de desigualdades sociales y económicas. El encuentro de Walter Mc Millian y el abogado Stevenson (Michael B. Jordan, Jamie Foxx), se convierte en un caso testigo de un acusado erróneamente de asesinato, que luego de un accidentado viaje por una Alabama de resabios segregacionistas, logra solidificar una sentencia justa. DESTACADOS ACTORES "Buscando justicia" es el espacio en que un idealista con armas efectivas (el abogado Stevenson) apoyado por otra luchadora y activista, la abogada Eva Ansley (excelente Brie Larson), muestran que la justicia para todos es posible. Y que sentenciados erróneamente como Mc Millian o futuras víctimas de errores legales, pueden tener una esperanza. La película del hawaiano Destin Cretton no innova en cuanto a otros filmes de temática legal, pero tiene el aporte de los estupendos actores Michael B. Jordan y Jamie Foxx, que "reman con destacable sincronización". Y lo hacen bien secundados por un elenco homogéneo, en que Brie Larson tiene un lugar especial junto a O"Shea Jackson Jr (Hinton, otra víctima de la injusticia).
Nunca es tarde para la justicia Este film, basado en hechos reales, se encuentra en lo que se conoce como subgénero de drama judicial, cuyo máximo referente a la hora de contar estas injusticias legales es sin duda alguna Matar a un ruiseñor (1962) la película adaptada del libro homónimo de Harper Lee, por lo que no es gratis la mención que de ella hacen en el film. La grandeza de Just mercy (2019) se halla en la calidez y humanidad de sus personajes y en su desgarradora historia, que va mucho más allá del cuestionamiento a la pena capital, prefiriendo discutir y reflexionar acerca de la justicia, que parece no ser igual dependiendo el color de piel o el nivel económico que se tenga. Esta es la historia sobre el abogado Bryan Stevenson (Michael B. Jordan) y su batalla por la justicia. Tras licenciarse en Harvard, Bryan pudo haber optado a puestos muy bien remunerados. En cambio, se mudó a Alabama para defender a personas encarceladas injustamente o carecían de recursos para tener una representación legal adecuada, y lo hace con el apoyo de la activista local Eva Ansley (Brie Larson). Uno de sus primeros casos es el de Walter McMillian (Jamie Foxx), quien en 1987, fue sentenciado a muerte por el asesinato de una joven blanca de 18 años. Desttin Daniel Cretton (Short Term 12, 2013) y Andrew Lanham adaptan la novela del Abogado Bryan Stevenson. Siendo Cretton también quien dirige, haciéndolo de modo clásico y respetando acertadamente las reglas propuestas por el cine de juicios. Lo mismo ocurre con la fotografía que es modesta y con la música que solo interviene para acentuar las escenas con mayor drama. Destaca por sobre cualquier formalismo la denuncia racial, las injusticias sociales y judiciales. Si bien sobre Larson recae un pequeño papel secundario (es la tercera colaboración en conjunto con Cretton) su aporte es notable y necesario para el protagonista a cargo del gran Michael B. Jordan, (creo que ya estamos en condiciones de decir que es de lo mejor de su generación). La química entre éste y Jamie Foxx es lo que ayuda a que la película funcione, evitando a conciencia la lagrima fácil y el maniqueísmo. La subtrama de Rob Morgan interpretando a un cliente y presidiario compañero de Stevenson y Walter McMillian, es uno de los mejores momentos del film no solo por la manera en la que está narrada la escena sino por la sublime interpretación de Morgan. "El pasado 22 de Febrero se entregaron los NAACP Imagen Awards, premio que se otorga para honrar a las personas excepcionales afroamericanas en el cine, la televisión, la música y la literatura. Esa noche Just mercy se alzó con cuatro galardones. Este recordatorio vale para destacar por qué Buscando justicia merece un necesario visionado, y es porqué como nos muestra que el mal no está encarnado en una persona sino en una porción de la sociedad que se cree superior, con más derechos y privilegios, y aunque la historia no se desarrolle en la década del sesenta, todas esas injusticias y ese racismo continúan."
Largometraje dirigido por Destin Daniel Cretton, basado en el aclamado bestseller de no ficción Just Mercy escrito por el abogado y activista Bryan Stevenson, donde cuenta la historia de su compromiso cívico y sus primeros pasos como abogado, mudándose a Alabama para representar legalmente a los reclusos condenados a pena de muerte que no contaron con la asistencia debida para el proceso judicial. Esta historia inicia en 1987 con una persona afroamericana, de sexo masculino, de unos 30 años, trabajando tranquilamente como talador de árboles. Acto seguido, el mismo hombre es interceptado en su vehículo por un oficial de policía “blanco”, el cual procede a detenerlo denotándose en ello la xenofobia y el abuso de poder característico de la “blancura americana”. A partir de acá nos presenta a les espectadores lo que parece ser una trama ya vista, de una constante realidad que se repite cíclicamente en función de la brutalidad del sistema policial y judicial norteamericano. Igualmente es un film que nos invita a la reflexión a través de los idealismos de un joven abogado “de color”, Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), que comienza a involucrarse en una batalla histórica por la búsqueda de justicia social para los sectores segregados y del cual se siente parte. Por ello, después de graduarse de una institución como Harvard, decide dirigirse a Alabama para defender, ad honorem, a varios de los reclusos condenados a muerte. Uno de sus primeros casos es el de Walter McMillian (Jamie Foxx), el talador de árboles que nos introduce a la historia; quien, en 1987, fue sentenciado a morir en la silla eléctrica por el asesinato de una joven “blanca” de 18 años, a pesar de la ausencia total de pruebas. Entonces, con la ayuda incondicional de la defensora local Eva Ansley (Brie Larson), Stevenson decide crear un centro de asistencia jurídica para hacerle frente a un sistema corrupto, pero mientras van investigando la sentencia y apelando, se ven envueltos en un sinfín de conflictos, repletos de racismo, amenazas, abusos sistematizados de poder y cinismo. Los dos casos centrales de la película son los de Walter McMillian, detenido y condenado a muerte sobre la base de testimonios falsos y una ausencia casi total de pruebas, y el de Herbert Richardson (Rob Morgan), veterano de guerra que a causa de un síndrome postraumático profundo comete un delito y su caso fue abordado sin tener en cuenta dicha condición psiquiátrica, ni mucho menos su servicio al país. Lo más interesante del film son las actuaciones, dado que formalmente se convierte en una especie de drama jurídico televisivo poco memorable; pero en la parte de los créditos, es donde todo se resignifica ya que nos entregan las imágenes documentales de les verdaderes personajes para así terminar de sacudirnos las tensiones e irnos a casa con muchas preguntas, lo cual es positivo. Y si bien EEUU aún cree que puede esconder su sentimiento de odio visceral hacia la comunidad afroamericana entregándonos algún que otro film protagonizado heroicamente por elles, el mundo entero sabe que las injusticias impartidas por nacimiento siguen vigentes y la historia del cine lo demuestra desde su creación hasta hoy. Buscando Justicia es un drama acerca de la lucha racial y de clases sociales que existe en Norteamérica, y el mundo, y si no fuese por su elenco de talentosos actores y actrices interpretando un hecho verídico, pueda que la película pase desapercibida por los cines.
Película de juicio basada en hechos reales. Un género en sí mismo que suele dar productos sólidos y muy pocas novedades cinematográficas. Todo dependerá de la efectividad de la historia, de un director que no arruine los eventos y de un elenco sólido. Con esas cosas básicas cumple Buscando justicia (Just Mercy) y no mucho más, pero no mucho menos. Bryan Stevenson es un joven abogado negro recién egresado de la Universidad de Harvard. De origen humilde, conoce las injusticias basadas en el racismo de policías y jueces. Decide abrir junto a su socia una oficina para revisar casos de sentenciados a muerte en Monroe County, Alabama. En ese entorno racista se encuentra con varios presos cuya condena a muerte es por lo menos dudosa. Pero un caso en particular, el de Walter “Johnny D” McMillian, inusualmente arbitrario. Encarcelado sin motivo, él fue acusado de matar a una joven mujer blanca y sentenciado a muerte. Sin pruebas y tan solo con un testigo dudoso, McMillian espera su ejecución en el corredor de la muerte. El elenco de la película es sólido, la denuncia de racismo es indiscutible y lo único que le queda al espectador no es conocer la inocencia o no del protagonista –está claro que es inocente y la película no lo esconde- sino el saber si podrán cambiar el fallo y salvarle la vida. Efectiva pero sin especiales brillos, emociona y moviliza donde corresponde, en gran parte por su elenco y su historia, más allá de su narración y su denuncia completamente estándar.
Hace rato que no aparecía en la cartelera una película interesante sobre dramas judiciales, la última había sido El juez, con Robert Downey Jr, estrenada en el 2014. En el nuevo trabajo de Michael B.Jordan (Creed) los seguidores de este subgénero encontrarán una muy buena propuesta basada en hechos reales. La trama está inspirada en la autobiografía de Bryan Stevenson, un famoso abogado y activista social de los Estados Unidos, quien fundó la organización sin fines de lucro, Equal Justice Initiative, dedicada a representar legalmente a presos que fueron condenados en juicios irregulares o con falta de pruebas fehacientes. Desde comienzos de los años ´90 hasta la actualidad, el abogado y sus colaboradores salvaron de la pena de muerte a 116 personas que cumplían una condena por crímenes que no cometieron. El film retrata los comienzos de la carrera de Stevenson y el primer caso importante que lo hizo famoso, además de presentar una interesante reflexión sobre la pena de muerte y las irregularidades del sistema judicial norteamericano, un tema muy vinculado con la segregación racial que no pudo ser superada en ese país. La dirección corrió por cuenta de Destin Daniel Cretton, responsable de El castillo de Cristal, un drama protagonizado por Brien Larson, quien en este proyecto obtuvo un rol más secundario. Esta producción cuenta con numerosos elementos clásicos del género, como el joven abogado idealista que enfrenta una tarea imposible y los clásicos duelos entre fiscales y abogados que suelen generar un enorme atractivo en el cine. Dentro del reparto, Jordan a cargo del rol principal vuelve a demostrar que es uno de los mejores actores de su generación y se destaca con una sólida interpretación, mientras que Jamie Foxx sorprende con otra gran labor dramática. Si bien la obra de Cretton no ofrece nada nuevo que no hayamos visto en otras películas similares, la recreación del caso real que se trabaja y su temática consiguen que la experiencia sea más interesante. Si van a verla en el cine no se levanten enseguida de la butaca, ya que durante el transcurso de los créditos finales se le informa al público el destino que tuvieron en la vida real todos los personajes representados en la historia.
Nunca me va a dejar de llamar la atención el racismo en Estados Unidos y la contundente manera en la cual Hollywood lo retrata. Ya sea con geniales y originales obras como Get Out (2017) o de corte más clásico como El color púrpura (1985). El año pasado quedé atónico con la miniserie When they see us de Ava DuVernay (se puede ver en Netflix). No me entra en la cabeza como algo así pudo haber pasado hace tan poco. Lo mismo me sucedió con esta película, cuyos hechos transcurren más o menos en la misma línea de tiempo. Cuando un film trata sobre un hecho real, tal como ocurre con este estreno, lo importante es que no se pierda lo cinematográfico. Es decir, que la narrativa sea propia de una película de ficción y no de un documental. El director Destin Daniel Cretton consigue eso a través de un muy buen thriller sobre un hecho increíble y no tan popular, o por lo menos no muy conocido en Argentina. Desde el primer momento el espectador se queda enganchado y quiere saber cómo terminará todo. Además, si te gustan las películas sobre juicios y abogados, ésta es un muy bien exponente de ese subgénero. Michael B Jordan se luce en su papel con tremenda solemnidad y carisma en gran contraposición de la desesperanza que transmite Jamie Foxx. El resto del elenco está muy bien, pero lo fuerte es la adaptación de la historia a un guión cinematográfico. Lo único que le encontré negativo es la duración ya que hay secuencias que se repiten bastante. Fuera de eso todo fluye. Buscando justicia es una gran película que se disfruta más cuanto menos conozcas el caso real.
UN CINE DE LAS EMOCIONES El caso que cuenta Buscando justicia, película basada en hechos reales, es de esos que generan una indignación notable: el protagonista es Walter McMillian, un hombre negro que en 1987 fue sentenciado a la pena de muerte luego de ser declarado culpable del asesinato de una chica blanca en Alabama. La sentencia se logró sin un juicio justo y basándose en un solo alegato, bastante dudoso por cierto. Pero la llegada de Bryan Stevenson, un joven letrado negro recién recibido en Harvard, genera movimiento alrededor de la causa y el descubrimiento de un sistema de injusticias sostenidas en un severo racismo y una discriminación alarmante: el testimonio de un montón de ciudadanos negros nunca fue tenido en cuenta. Como decíamos, cada minuto de este drama judicial avanza sobre esas cuestiones, sobre la indignante situación que padecen McMillian y varios de los detenidos en el “corredor de la muerte”. La discusión alrededor de la película está relacionada con tratar de comprender si es en verdad un film efectivo desde lo narrativo (no dejan de ser 136 minutos que fluyen sin problemas) o si las sensaciones que genera el episodio nos lleva por el lado de las emociones y nos nubla la razón. Buscando justicia tiene un poco de ambas cosas. Destin Daniel Cretton, director del atendible drama El castillo de cristal (también basado en hechos reales), es quien lleva las riendas de este drama judicial con mano sabia. Buscando justicia utiliza todos los clichés del subgénero: los alegatos épicos, las resoluciones de último momento, los personajes que se enfrentan desde su más pequeña individualidad a un sistema que los oprime, incluso desde la autoconsciencia en la cita a Matar a un ruiseñor. Sin embargo, el director no pone el peso del relato en estos lugares comunes, sino que los utiliza para potenciar el drama y las emociones del relato. Es que Buscando justicia pertenece a una tradición del cine hollywoodense que hoy se elude con algo de culpa, y esta es la de los dramas que apuestan por las emociones a riesgo de caer en sentimentalismos o excesos melodramáticos. Por eso que Daniel Cretton, que en El castillo de cristal mostraba un interesante manejo de la cámara y recursos narrativos virtuosos, aquí apuesta por la invisibilidad de su mano. Sabe que Buscando justicia es un drama de personajes y pone el peso en los vínculos que se generan entre los personajes de Jamie Foxx y Michael B. Jordan, o entre el de Jordan y Brie Larson. Ese componente humano que hoy sólo parece posible en el mainstream desde la fantasía (las películas de Marvel) o que directamente es anulado y reemplazado por un cinismo que vuelve todo bastante impersonal. Claro que Buscando justicia es un alegato y una declaración de principios contra la pena de muerte, y en ese sentido ingresa en una serie de explicaciones y subrayados innecesarios para que su discurso sea claro y no haya confusiones (todos lo sabemos, el racismo es malo). Pero de esa manera es también una película que se reconoce en sus falencias, que no es más que una demostración (otra vez) de la presencia de lo humano. Aceptarse en esas grietas es una definición mucho más inteligente contra el racismo y la discriminación que muchos de los diálogos que aparecen en la película. De todos modos es imposible mientras se mira Buscando justicia no pensar que se está ante una de esas películas que ya no se hacen. Y tampoco dejar de pensar que con un tema similar Clint Estwood en El caso de Richard Jewell hizo gran cine, y los detalles son los que separan a los grandes directores de los meros artesanos.
El director de la multipremiada Short Term 12, Destin Daniel Cretton, nos ofrece ahora un film de clara denuncia social basado en las memorias del abogado Bryan Stevenson (Michael B. Jordan) que hace foco en la actuación de este graduado de Harvard en el estado de Alabama, quien patrocinara cientos de casos de reclusos condenados a muerte en juicios dudodos, sin pruebas, y que dieran sustento a sentencias falsas y arbitrarias. Just Mercy (tal su título original) se centra en la historia de dos de estos reclusos, Walter Mc Millian, un encomiable Jamie Foxx, (a quien el racismo hollywoodense parece haberle arrebatado su segura nominación al Oscar en un resurgimiento más puro y cristalino este año del #OscarSoWhite) y Herbert Richardson (a cargo de Rob Morgan). El film, antes de entrar a considerar algún otro aspecto, vale por la historia misma, la que es narrada de manera fluida y dinámica a lo largo de las más de sus dos horas de duración. La comunidad afroamericana continúa en la búsqueda de justicia, lo cual puede sonar tedioso y hasta reiterativo en la mente de más de un intelectual blanco pequeño burgués y sin problemas de identidad, y el film expone esta cuestión, sin miramientos, de manera clara y contundente, aun a riesgo de caer en subrayados. Lo contundente y movilizador de esta propuesta es el crudo escenario que aproxima a la pantalla, que si bien transcurre en el año 1987 en sus inicios, nos parece situar en la década del KKK. El racismo no ha desaparecido, sólo ha mutado y sofisticado sus métodos. La justicia pertenece a los blancos, quienes se consideran los únicos aptos para desentrañar cuestiones de la clase inferior y matar a voluntad con espectáculo morbo visual incluido. Este aberrante planteo nos interpela y a la vez nos indica que restan, tal vez, numerosos films de esta naturaleza por ser construidos con esta temática en procura de un necesario cambio de paradigma social. Mientras tanto, habrá que agradecerle a la Distribuidora Warner Bros que se haya jugado con el estreno de esta película, mientras que otras colegas suyas hayan pasado por alto exponentes de la talla de “Fences”; “Harriet” Y “Roman J Israel, Esq.”. POR QUE SI: «Vale por la historia misma, la que es narrada de manera fluida y dinámica a lo largo de las más de sus dos horas de duración»
Después de licenciarse en Harvard, Bryan Stevenson pudo haber aplicado a puestos muy bien remunerados. En cambio, se mudó a Alabama para defender a negros encarcelados injustamente. El abogado Stevenson toma el caso de Walter McMillian, un hombre detenido por asesinato, a pesar de tener pruebas para demostrar lo contrario. De esta manera, Bryan se ve envuelto en un laberinto de maniobras legales y políticas junto con un racismo preponderante, mientras lucha por la justicia y los derechos civiles. "Just Mercy" es un drama biográfico dirigido por Destin Daniel Cretton, basado en las memoria de Bryan Stevenson y protagonizado por Michael B. Jordan y Jamie Foxx, ambos ganadores de múltiples premios por este film, algo que no sorprende debido a sus increíbles interpretaciones, que se acentúan teniendo a Brie Larson como comparación, a quien le dieron un personaje que solo está ahí para insultar al final de cada escena y que haya una figura femenina involucrada. Al igual que el personaje de Larson, e incluso a pesar de ser una película cuyo objetivo es dramatizar los hechos verídicos en memoria de los involucrados, la historia y demás personajes fueron desaprovechados. Habiendo tanto para relatar y tanta psicología de las figuras que presentan para explorar, decidieron ir por lo lineal y emotivo, que busca generar impotencia y llanto en el espectador, que sería básicamente lo que ya lograron todo el resto de largometrajes que trataron temas similares. Convirtiéndose así en otro film que no ofrece nada nuevo. Ni hablar de Brett Pawlak, que vuelve a dejar mucho que desear en cuanto a la fotografía. Otro defecto que goza de poseer es el exceso del discurso por la igualdad y lo políticamente correcto. Necesario para la época en la que estamos, pero innecesario para el cine, que sufre de esa invisible obligación que impone límites en un arte que creció traspasando todos los parámetros posibles. Debo concluir que incluso a pesar de todo lo anterior, continúa siendo un film entretenido. Con un elenco que siempre dan ganas de ver y grandes interpretaciones que cumplen con lo que buscan, dejarte atónito en el asiento. Una película que no logra innovar, pero que siempre es necesaria para generar conciencia de historias que deben llegar lejos, en una actualidad donde parece que la memoria no existe. Por Estefanía Da Fonseca
Dirigida por Destin Cretton, cuenta la historia real del joven abogado Bryan Stevenson (interpretado por Michael Jordan, actor consagrado como hijo de Apollo Creed en la saga “Rocky”), quien después de licenciarse en Harvard recibe ofertas de trabajo muy lucrativas. Pero él prefiere enfocar su carrera en defender a personas que han sido condenadas erróneamente o que carecían de recursos para tener una representación legal adecuada, contando con el apoyo de la activista local interpretada por Brie Larson (ganadora del Osacar por “La Habitación”). Residiendo en Alabama, recibe el complejo caso de un afroamericano (interpretado por Jamie Foxx), que en 1987 fue sentenciado a la pena muerte por el asesinato de una chica de 18 años, a pesar de que las pruebas demostraban ostensiblemente su inocencia. El letrado se verá envuelto en un laberinto turbio de maniobras legales y políticas perpetradas por un sistema legal racista y corrupto. Este drama judicial ofrece una mirada sensible a las falencias del sistema judicial que perjudican a ciudadanos de raza negra y nos retrotraen a magníficos retratos que el cine ha hecho como en “Huracán”, de Norman Jewison, en donde el enorme Denzel Washington brindó un impresionante retrato del boxeador Rubin Carter, erróneamente condenado a mediados de los años ‘60. Aún pecando de ciertos esquematismos y absolutismos que grafiquen la dudosa moral de quienes deben dictaminar justicia y proveer a todo ciudadano un trato igualitario, nos habla este film de una América dividida por la segregación racial, contándonos una historia conmovedora y basada en hechos reales, que enaltece la búsqueda de justicia de un profesional que persigue el ejercicio noble de su vocación. Foxx, un actor que tiende a la ampulosidad gestual, se encuentra sumamente acertado en la piel del condenado y ofrece una memorable interpretación, a la altura de su oscarizado personaje en “Ray” (Taylor Hackford, 2004). El thriller judicial, por otra parte, se ha consolidado como un fiable producto con gran éxito de taquilla, principalmente en las novelas adaptadas de John Grisham, un escritor especialista en la materia, cuyas transposiciones en la gran pantalla se cuentan de a docenas, desde “El Cliente” hasta “Tribunal en Fuga”. Tampoco podemos olvidar la pertintencia de una película como “Matar a un Ruiseñor” (1962, Robert Mulligan), cuyos valores refleja este film, indudablemente inspirado en esos dramas valientes y honestos que buscan denunciar una cruda realidad y las falencias de la pena capital.
"Buscando justicia" (Just Mercy) narra la historia real de Walter McMillian (Jamie Foxx), un afroamericano al que culparon en 1987 de asesinar a una adolescente en el estado norteamericano de Alabama. Lo incriminaron sin pruebas fehacientes: el prejuicio racista dictaminó la sentencia. Confieso que Just Mercy me dejó sin armadura ya en una de sus primeras secuencias. Para presentar al protagonista, Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), el relato muestra su primer encuentro en la cárcel con un joven condenado a la pena capital. A Stevenson le falta poco para recibirse de abogado y aún no puede ofrecerle alicientes al detenido. Pero le lleva una noticia. Un año más de vida. Sólo eso. Ya está resignado a la derrota, a la injusticia, a la silla eléctrica. Pero tiene un año más para ver a su familia. Luego de este encuentro no volveremos a cruzarnos con ese hombre, pero su emoción punzante se nos queda alojada en el pecho para toda la película. Esta secuencia -que inaugura nuestro lazo con el personaje del abogado- es un modelo de modestia expresiva y humanidad. Just Mercy me hizo pensar en Conviction, un film de hace una década que quizás hoy nadie recuerde pero cuyas virtudes clásicas son las mismas que detenta este película dirigida por Destin Daniel Cretton. Incluso aquí las actuaciones de Jordan y Foxx sorprenden por su sobriedad. Y creo que esta discreción hay que agradecerla, especialmente en una época en donde se impone el modo-Netflix de abordar este tipo de conflictos. La brutalidad del racismo y el horror de la pena de muerte hoy se tornan fáciles tentaciones para la televisión, con resultados que a veces son dignos aunque muchas veces también degeneran en productos estirados a pura manipulación y golpe de efecto. Just Mercy va al hueso de la denuncia. De la lucha. Directa y transparente.
Bryan es un brillante egresado de Harvard, quiere usar su título de abogado para hacer la diferencia y decide defender a los condenados a muerte en Alabama. Basada en una historia real, Just Mercy es un emocionante, aunque por momentos agotador, relato de la injusticia y la opresión hacia los afroamericanos en el sur estadounidense, además de un fuerte rechazo hacia la pena de muerte.
Lo nuevo del director Destin Daniel Cretton se parece más a su olvidable película anterior (El castillo de cristal) que a su sorprendente Short Term 12. Inspirado en otro caso real, Buscando Justicia retrata la historia de un abogado negro que defendió a cientos de hombres de su raza injustamente condenados a la irreversible pena de muerte. Bryan A. Stevenson (Michael B. Jordan) es un joven que decide dejar su hogar y mudarse a Atlanta después de recibirse de abogado. Un primer encuentro con un muchacho con el que siente muchas cosas en común le abre los ojos. “Bien podría haber sido yo”, reflexiona sobre este joven que va camino al corredor de la muerte. Una vez en Alabama, empieza a trabajar junto a Eva (Brie Larson, rostro infaltable en las películas de Cretton) sin mucha más ayuda externa. Realizan un trabajo que quizás nunca rinda frutos pero no pueden soportar quedarse de brazos cruzados ante las injusticias. Durante más de dos horas, Buscando justicia es un drama poco dinámico que sigue el trabajo que realiza el abogado, primero entrevistando a estos presidiarios y luego siguiendo algunos casos en particular. El más importante, y uno de los más difíciles, parece el de Walter McMillian (Jamie Foxx), un hombre ya resignado y cansado. Un negro que es acusado de la nada de haber asesinado a una joven, cuyo único testimonio es el de un testigo que presenta una situación poco clara. Este hombre se enfrenta desde la cárcel al odio unánime del pueblo y a la idea de no poder a volver a su hogar junto a su familia. Stevenson se toma este caso muy en serio y no tarda en descubrir un clarísimo caso de racismo, con pruebas que no sirven (o no existen) y todas las puertas cerradas. Si bien estamos ante una historia siempre actual y relevante, la narración de Cretton junto a su coguionista Andrew Lanham resulta bastante anodina. Largas y repetitivas escenas para llegar a un final que, se conozca o no la historia, se puede anticipar. A su alrededor pululan algunos personajes secundarios que prometen pero no terminan de estar demasiado desarrollados. Buscando justicia apela a conmover desde el lugar más obvio y subrayado. Ni siquiera a nivel estético se puede encontrar una búsqueda interesante. El film se termina pareciendo demasiado a un melodrama televisivo. Las actuaciones principales son flojas. Michael B. Jordan, actor carismático que ha sabido brindar su personalidad desde a un villano de una película de Marvel, Pantera negra, como al heredero de Rocky en Creed, acá aparece en un registro anodino y monótono. Jamie Foxx apela a conmover desde una interpretación plana, y Brie Larson tampoco consigue dar vida a su personaje. Al contrario, algunos secundarios consiguen resaltarse, como el villano de Rafe Spall o el personaje que puede definir el destino de su protagonista, interpretado por Tim Blake Nelson. Una película de manual pero sin ritmo, Buscando justicia interesa y vale la pena verla más que nada por la historia que cuenta. Lamentablemente la narración que se toma demasiado tiempo en desarrollar y algunos lugares comunes hacen de este film algo más bien olvidable.
Buscando Justicia: Culpable hasta que se demuestre lo contrario. El director de Short Term 12 (2013) y The Glass Castle (2017) llega al cine con una historia basada en hechos reales sobre el abogado Bryan Stevenson y su eterna batalla. En el género policiales suele diferenciarse del resto, el llamado courtroom drama, cine sobre demandas, juicios y competencias dialécticas admirables entre fiscales, abogados defensores, testigos e imputados, siempre con el trasfondo social marcando las diferencias en cuanto a las partes. En este caso, la película escrita y dirigida por Destin Daniel Cretton ofrece una adaptación bastante chata en lo que refiere a la defensa de los derechos de la comunidad afroamericana de Estados Unidos. Con un ritmo lento y una excesiva duración, este drama judicial muestra la vida profesional de Bryan A. Stevenson, un abogado, activista social y fundador de la iniciativa Equal Justice, reconocido por luchar a favor de la minoría negra de Alabama en la justicia criminal. Su caso más emblemático fue el de Walter «Johnnie D» McMillian, a quien rescató del corredor de la muerte luego de 30 años de batalla. Todo esto quedó plasmado en su libro Just Mercy (título original de la película). En una historia vista ya muchas veces de preso penado injustamente y abogado que intenta sacarlo de la cárcel, Buscando justicia (2019) expone los comienzos del joven abogado Stevenson (Michael B. Jordan), graduado de la Universidad de Harvard, en la lucha por la igualdad de derechos de los condenados en Alabama. Junto a Eva Ansley (Brie Larson, fiel colaboradora de Cretton) conforma la Iniciativa Justicia Equitativa, cuyo fin era brindar asesoría judicial gratis a gente condenada injustamente o en proceso judicial. Entre ellos, Walter Mcmillian (Jamie Foxx), condenado a la silla eléctrica por el asesinato de una chica, a partir de pruebas falsas. El abogado intentará demostrar su inocencia y sacarlo del corredor de la muerte, cueste lo que cueste. Son ellos 2, abogado y condenado, quienes logran mantener el interés de la historia durante los más de 130 minutos. Michael B. Jordan en el papel del abogado y Jamie Foxx como el recluso, se lucen de manera excelente, transmitiendo la angustia por la injusticia permanente. Brie Larson queda desprolija en comparación, raro teniendo en cuenta que ya actuó varias veces para el director, pasa desapercibida. También destaca Tim Blake Nelson, habitual colaborador de los hermanos Coen, como Ralph Myers, quien mandó a la cárcel a Mcmillian, a partir de su falso testimonio. El excelente guion y las correctas interpretaciones hacen que no resulte tedioso este drama a pesar de su extensa duración. No deja de ser una película más del subgénero drama legal, poderoso y conmovedor, pero uno más del montón que se estrenan año a año. Una crítica social al sistema judicial y penitenciario con un final aleccionador que provoca tristeza e indignación. Deja al espectador sufrir con las víctimas y sus familiares, sin poder creer que sucedan semejantes atrocidades. Aunque de a ratos cansa tanto golpe bajo y recursos trillados, es un buen homenaje a un justiciero desconocido por muchos.
Aparentemente a todos les llega un momento de reivindicación en el mundo del cine porque estamos frente a otro exponente basado en hechos y vidas reales. Suponer que finalmente alguien le dio bolilla al guión de Destin Daniel Cretton, Andrew Lanham y Bryan Stevenson, sobre parte de la vida de éste último, tal vez obedezca a estos tiempos cambiantes. Es "conveniente" ahora, sí; pero antes era más necesario. Bryan Stevenson (Michael B. Jordan) es un abogado todavía inexperto (e idealista, claro) que decide asumir una suerte de misión al mudarse a una ciudad de Alabama para instalar su estudio, y tratar de apelar sentencias de muerte a convictos negros cuyo proceso ha sido como mínimo insustancial en términos de testigos y presos. El primer caso, asumido hace más de treinta años, es de Walter McMillian (Jamie Foxx) quien, por supuesto, al conocer a Bryan, descree por completo en la posibilidad de que una apelación sea siquiera escuchada porque “estamos en Alabama. Si un jurado dice que sos culpable, sos culpable”. El relato se centra fundamentalmente en el vínculo entre Bryan y Michael -a medida que se van entrevistando- a la vez que el contexto sobre el cual descansa esta relación es la innumerable cantidad de trabas, amenazas y situaciones irritantes que se van produciendo a lo largo de la nueva investigación judicial,. que además enfrenta el rechazo de la comunidad blanca en general. Todo tipo de trabas atraviesa Bryan junto a su fiel ayudante Eva (Brie Larson, completamente desperdiciada en esta cinta). Esta premisa, la de la desesperanza frente a las injusticias, es el eje dramático de “Buscando Justicia”. pero viniendo de Estados Unidos tiene un agregado principal que es el de la desigualdad en todo sentido entre negros y blancos. Buena idea. por supuesto, pero el contenido nunca sobrevive si la forma no está a su altura. Destin Daniel Cretton, director de la no estrenada “Nombre corto, 12” (2013), lejos del compromiso de entonces, propone una narración tradicional, progresiva en términos de la concatenación de hechos, pero cuidando de no tener ningún riesgo, es decir, cumple. Va de un punto al otro sin escalas ni giros. Lo mismo le sucede a su actor protagónico. Michael B Jordan es, por ahora, un actor que cumple. Le enseñaron que para parecer enojado debe fruncir el ceño, y eso es lo que hace. No hay rabia, ni indignación, ni condena en su mirada. Sólo ese gesto adusto, casi sumiso. Contrasta peor cuando está frente Jamie Foxx que parece contenerse para empatar con su compañero. y sin embargo logra darle a su Walter ese volumen dramático que su personaje necesita. Por el lado del argumento, tener a mano los hechos relativamente recientes y contar incluso con material audiovisual fidedigno para construir el guión, no necesariamente le da peso específico. y eso es precisamente de lo que carece este estreno en su texto cinematográfico. La amabilidad para con la audiencia norteamericana blanca es exasperante, no vaya a ser que algún cuello-rojo del sur o del centro del país se ofenda por las crueldades jurídico-racistas que se cuentan aquí, pero a esta condescendiente tibieza se le agrega lo que ya podría considerarse un cliché molesto: ¿Es necesario que en casi todos los filmes de esta temática, cada vez que una línea de diálogo deja instalada una injusticia contra los negros se haga un travelling vertical hacia arriba y suene una voz góspel rumiando una “U” o una “M”? Quien mejor usó este recurso dramático fue Alan Parker en “Mississippi en llamas” (1988), y hasta lo justificaba poniéndole rostro a esas voces. En fin, “Buscando justicia” se convierte en una apenas correcta película de abogados, cuya temática y compromiso con la misma merece otra clase de riesgos.
Acusado sin justicia, abogados con ética y moral, cuestiones étnicas y el suspenso tradicional de las películas de juicio, en este caso basado todo en una historia real. Todavía Hollywood puede contar esta clase de historias, más allá de la recurrencia al cliché, y que resulten tan atractivas como una ficción. Lo mejor, como siempre en estos casos, son los actores, en una puesta en escena convenientemente anónima.
Caballo de mar, la ópera prima de Ignacio Busquier que desarrolla una intrigante historia de pueblo chico, se estrena en Cine.Ar TV y Cine.Ar Play. Un barco llega a una ciudad portuaria y sus marineros tienen siete horas para bajar y volver a abordar. Rolo (Pablo Cedrón en su última actuación cinematográfica) aprovecha para tomar algo en un bar y se cruza con un hombre joven con el que entabla una conversación. Este le pide si puede hacerle un favor: si no vuelve en 20 minutos, llamar a un teléfono y avisar que no va a regresar. Al advertir que se le ha llevado el encendedor, el marinero sale a buscarlo y un golpe lo deja inconsciente. A partir de esa instancia se ve envuelto en una situación que mezcla robos, desapariciones, ambiciones varias. El protagonista luce desorientado. Un marinero fuera de su ámbito acuático que en tierra firme, un pueblo bastante árido como sus habitantes, no sabe cómo moverse, además de verse inmerso en un hecho que no entiende. Entre la desorientación y la cortedad, Rolo trata de acomodarse con lo que le toca mientras un policía lo obliga a buscar al hombre del bar desaparecido con el botín del robo porque lo cree cómplice. Busquier arma una historia en la que la información se va entregando a cuentagotas (aunque hay mucha que directamente no se da) y la intriga se apodera del drama para ir desarrollándose, aunque cierto distanciamiento y artificio dificulta la empatía. Como espectadores sabemos tanto como el protagonista, que es nuestros ojos (y a veces sabemos menos que él, que por lo menos conoce su historia anterior a este presente), mientras avanza a tientas. La composición de Cedrón es central para mantener la atención, pero el guion va construyendo un misterio que, a la larga, cuando va llegando el final, se nota forzado, pequeño y hasta un poco previsible. Como si la forma hubiera sido elegida para ocultar lo mínimo del cuentito y no como el modo que exigiese el contenido. Es esta una historia de pueblo chico que termina siendo un infierno grande y que ya hemos visto en infinidad de ocasiones. No es ese igualmente el problema de Caballo de mar, sino lo referido y la sumatoria de situaciones que o le escapan a la propia lógica o no alcanzan para convencernos con los parámetros establecidos. Caballo de mar es un drama de suspenso, con toques de policial, que cumple correctamente pero cierta frialdad y distanciamiento lo dejan a mitad de camino.