El recambio generacional Mal que le pese a quien le pese, ya podemos confirmar que la franquicia iniciada con Cars (2006) rankea como una de las más innecesarias del Hollywood reciente, no porque sea mala ni mucho menos sino debido a que los eslabones de la saga en su conjunto son un tanto olvidables por una mediocridad modelo “Pixar controlada por esa máquina de generar secuelas -explícitas e implícitas- conocida como la factoría Disney”. La película original era una simpática fábula bucólica sobre la búsqueda de la belleza en las pequeñas cosas que nos rodean, el primer corolario del 2011 sorprendió a todos con una estructura que remitía a los thrillers de espionaje más disparatados, consiguiendo superar al film previo por mucho, y finalmente los spin-offs Aviones (Planes, 2013) y Aviones 2: Equipo de Rescate (Planes: Fire & Rescue, 2014) funcionaron como relatos súper tradicionales de competencia y heroísmo respectivamente, reforzando la idea de que la saga nunca tuvo un horizonte claro. Ahora bien, Cars 3 (2017) vuelve a torcer el volante narrativo en consonancia con una estrategia retórica que retoma elementos de la obra del 2006 y en general se vuelca de lleno hacia la parábola de los boxeadores veteranos que comienzan a percibir sus desventajas en los combates con colegas más jóvenes, lo que eventualmente fuerza el retiro y quizás una metamorfosis a “consejero” de esa nueva camada de profesionales. En esta oportunidad Brian Fee, un animador y encargado de storyboards hasta hace poco, reemplaza en la silla del director a John Lasseter, cuyos trabajos en realidad nunca estuvieron a la altura de los de Pete Docter, Andrew Stanton y Brad Bird, sus colegas históricos de Pixar. En cierto sentido se puede decir que el convite que nos ocupa se ubica al mismo nivel que el original porque sale relativamente airoso en su pretensión de reincidir en aquella dialéctica mentor/ discípulo con el objetivo de profundizarla en función del recambio generacional propuesto. Mientras que antes era Doc Hudson (Paul Newman) el experimentado corredor de carreras que transmitía su saber al bisoño y egoísta Lightning McQueen (Owen Wilson), ahora es éste último quien le pasa la antorcha a Cruz Ramírez (Cristela Alonzo), una especialista en entrenar a vehículos deportivos con el anhelo oculto de convertirse ella misma en una máquina pistera. El correcto pero poco imaginativo guión de Kiel Murray, Bob Peterson y Mike Rich da demasiados rodeos para apuntalar una premisa tan vieja como el cine: un Lightning McQueen ya maduro es opacado cada vez más por una nueva generación de corredores con el presuntuoso Jackson Storm (Armie Hammer) a la cabeza, un diletante de la última tecnología, circunstancia que a su vez se combina con la venta de su equipo competitivo a Sterling (Nathan Fillion), un empresario que quiere forzar su retiro para transformarlo en una marca de productos masivos. McQueen le ofrece en cambio un trato/ apuesta centrada en una próxima carrera en Florida y en el hecho de que si él gana podrá continuar compitiendo en el circuito, pero si pierde abandonará voluntariamente las carreras para siempre. Allí es cuando le asignan a Ramírez para que lo entrene, aunque -por supuesto- lo que ocurrirá es exactamente lo contrario en este drama de “vuelta a las raíces”. Si bien la película es bastante lerda, termina ganando el cariño del espectador por un detalle imprevisto que de a poco va tomando un protagonismo inusitado en una obra mainstream de este tipo: hablamos de una nostalgia vinculada a la tristeza y al observarse extraviado, todos sentimientos que se asoman en Cars 3 a medida que la competencia entre veteranos y novatos va dejando su lugar al fantasma cada vez más grande del personaje de Newman, esa pieza faltante en la vida de Lightning McQueen y a quien el protagonista más extraña en un tiempo en el que se debate entre el esfuerzo desmedido para superar a los corredores jóvenes y una jubilación que siente muy prematura y que lo condena a no saber bien cómo reaccionar. Esta es la faceta más interesante del opus de Fee, ya que por un lado nos acerca a las luchas en pos del devenir pasional y por el otro nos aleja del patético “clink, caja” del capitalismo deportivo, gracias a la obsesión de McQueen con seguir compitiendo y dedicarse a un entrenamiento old school bajo la sombra de su mentor Hudson (Newman, fallecido en 2008, aparece vía flashbacks y descartes vocales de la primera propuesta). El film es respetuoso para con su propia idiosincrasia y se las arregla para poner de manifiesto que la docencia tardía puede ser tan movilizadora como la práctica profesional clásica…
Parece que Pixar quiere hacernos creer que Cars 2 nunca pasó. Los personajes presentados en esa película ni siquiera son mencionados en esta: tenemos que suponer que la espía británica que se puso de novia con Mate ya lo dejó por ser un pelotudo. Hablando de Mate, aparece muy, muy poco. Otra vez, el protagonista absoluto es "El Rayo" McQueen, que no es exactamente una mejoría. Recordemos que su personaje, desagradable desde el principio, fue la causa mayor por la que la primera Cars se convirtió en la oveja negra de la familia Pixar (hasta que llegó la secuela, claro está). En Cars 3 encontramos al mismo "Rayo" McQueen de siempre (nuevamente interpretado por Owen Wilson), solo que ahora tiene un problema con el que podemos simpatizar: se está quedando viejo. Ya sé, ya sé, right in the feels. En especial para nosotros, los chicos que nos volvimos locos con la primera y fuimos de los que más defenestraron la segunda. Es como Toy Story 3 otra vez, excepto porque Cars 3 no se le acerca en nada a esa película. Lo que sí logra Cars 3 es convertirse en la mejor película de la trilogía, por lejos. Muchos de los colegas de McQueen están siendo reemplazados por novatos que se entrenan con la más alta tecnología. Entre ellos, el villano de la película, Jackson Storm (interpretado por Armie Hammer), que se la tiene jurada al "Rayo" por... umm, porque es un forro, digamos. El caso es que McQueen se encuentra seriamente considerando el retiro. Para vencer a Storm (y demostrarse que aún tiene lo necesario), McQueen tendrá que entrenarse con Cruz Ramírez, una joven que soñaba con correr profesionalmente, y que le enseñará a McQueen un par de cosas que aún no sabe sobre sí mismo. Cruz Ramírez es por lejos el mejor personaje de la película. En la versión en idioma original, le pone su voz la comediante Cristela Alonzo, haciendo un trabajo espectacular. Casi deseo que hagan una Cars 4 que siga las próximas aventuras de Ramírez. Así es, casi deseo que hagan otra secuela de la saga de los autos que hablan. Tal vez el mayor triunfo de esta película sea que, finalmente, ha encontrado el balance correcto para que puedan disfrutarla tanto los adultos como los niños; un balance alcanzado raspando en la primera y completamente perdido en la segunda. Hay momentos muy graciosos, y también algunos momentos sentimentales bastante certeros, en especial aquellos sobre la relación de McQueen con su viejo mentor Doc Hudson (interpretado póstumamente por Paul Newman; fragmentos no usados de los diálogos que grabó para la primera película fueron utilizadas en esta). Sin embargo, es irremediable: por más merchandising que venda esta película, Cars siempre será una mancha para la reputación de Pixar. Cars 3 logra lo que logra más que nada porque es tan superior a la secuela anterior, y fácilmente la mejor secuela de Pixar (antes de las de Toy Story, obviamente). VEREDICTO: 7.0 - LA TERCERA ES LA VENCIDA Aunque se queda corta para alcanzar el Olimpo de la animación computarizada (casi completamente repleto de obras de Pixar), Cars 3 logra ser una sorpresa muy agradable y una opción más que adecuada para ir al cine con toda la familia. Como siempre, recomendada para fierreros y, en menor medida, para fans de la animación.
Lamentablemente si bien este film está destinado para el disfrute de los niños, los muy chiquititos no se van a divertir mucho, pues si bien tiene el encanto de siempre, en esta oportunidad ofrece demasiadas escenas...
El intrépido y famoso Rayo McQueen regresa a las pistas después de siete años. Luego de una tibia secuela en 2011, la saga de Pixar vuelve con una película sensible, melancólica y, por momentos, algo divertida. Cars 3 presenta una historia de redención para el número 95. Lejos del novato, pedante y joven McQueen que soñaba con ganar la Copa Piston allá por el 2006, el Rayo debe atravesar en la tercera entrega uno de los peores miedos para un deportista: el retiro. Diseñados y entrenados con la mejor tecnología, una nueva camada de jóvenes corredores surge en el mundo de Cars y amenaza con destronar a los más veteranos. Muchos de ellos son abandonos y ninguneados por sus patrocinadores. Intimidado por Jackson Storm, el poderoso y vigoroso exponente de la nueva generación, McQueen debe enfrentar el paso del tiempo y encontrar nuevas motivaciones para continuar como número uno. Para lograrlo, el Rayo se une a Cruz Ramírez, una molesta y divertida entrenadora que soñó con ser corredora pero que nunca tuvo la oportunidad. El argumento de la película apela a la sensiblería y por varios pasajes de la historia se olvida de la diversión. También se vuelve tediosa, larguera y con demasiados diálogos para un público infantil. Aunque también incluye momentos delirantes como el de la carrera de Monster Truck, una competición en el barro en la que el Rayo y Cruz participan para preparar el regreso a las pistas de McQueen. Por el lado de la animación y la tecnología, como siempre, no hay nada que objetar. Pixar parece decidido a crear escenarios cada vez más reales. El mar, la arena y el cielo tienen tanta textura y detalle que simulan una película live action. Cars 3 podría haber sido un buen final para una historia que nunca fue de lo mejor de Pixar, sin embargo, todo parece indicar que la empresa de animación y Disney buscarán extender la historia con nuevas entregas. Ahí es donde entra Cruz Ramírez, quien seguramente tomará la posta y conformará, como lo hacía el Rayo con su mentor Doc Hudson, un nuevo equipo de competición de carreras.
Rayo McQueen ya no están joven como antes, ahora le está llegando la hora de su retiro y le cuesta asumirlo, el cree que aun puede dar más de sí mismo, pero un accidente en la pista lo deja por bastante tiempo fuera de las carreras, McQueen tras su recuperación decide retomar nuevamente su labor, pero para eso tendrá que ponerse a la par de sus contrincantes, una nueva generación de corredores, Rayo deberá pasar por distintos preparamientos, tanto mentales como físicos, para volver a salir a las pistas y demostrar que aun tiene potencial. Disney/Pixar siempre nos tiene acostumbrados con sus golpes bajos bien elaborados, pero Cars 3 está lejos de lograrlo, es una película que te va dando esa dosis de dramatismo en mínimas partes y tiene un desarrollo muy lento y la animación parece algo atrasada, lo mejor que me gusto es el mensaje sobre el final, es muchísimo mejor que la segunda entrega, pero aun así si hubiese tenido un guion más elaborado el resultado podía haber salido de mejor manera, Cars 3 cumple con el entretenimiento para los más chicos, pero es una película que ya debe quedar concluida.
Las obras visuales deportivas/automovilísticas son una especie de hipnosis para la mayoría de los espectadores, y que su mayor afán se transfiere en verlos por la pantalla grande, como fue el caso del gran biopic de “Rush” (2013) de Ron Howard. Disney sabe que el éxito de esta apuesta a las corridas debe caer en una versión para toda la familia. Las dos anteriores entregas de “Cars” marcaron un hito importante en la historia de Pixar, la primera reconstruye el “sueño americano” y la segunda marca un juego de detectives con autos con un resultado fallido. Ahora en la tercera, se hace lo posible para borrar la anterior entrega y para que recordemos aquella del 2006, con un protagonista más enfocado en su pasado que en su futuro. En esta nueva era, el corredor número uno tendrá un nuevo desafió: los rookies (novatos) llegan a la pista a realizar un cambio generacional y así, los colegas veteranos deciden colgar sus neumáticos para darle lugar a otros competidores. Pero el Rayo McQueen (Owen Wilson) se resiste a dejar su puesto y no quiere abandonar su estatus como automovilista. El largometraje cuenta la historia de redención del auto más famoso de la compañía, al igual que Rocky (John G. Avildsen,1977). La nueva generación de carros (vanidosos, egoístas, solemnes) no verá como amenaza a sus ídolos de la infancia y querrán demostrar que estos son sus tiempos. La realidad de la condición oxidada le da un vuelco 360 al carro rojo y tiene que replantearse si tiene que volver al ruedo o integrarse a la jubilación con los ex corredores. La decisión sólo podía ir para un solo lado, el protagonista toma un nuevo entrenamiento con un equipo avanzado para igualar a sus competidores. Ahí conoce a Cruz Ramírez, su coach personal, y juntos deberán enfrentarse a desafíos que los potenciarán para la carrera definitiva que pondrá el juicio final de si realmente debe dejar de correr. El anhelo por la permanencia hace que el número 95 recree a su ídolo Doc Hudson (Paul Newman) y comenzar a cavilar sobre qué es lo que él haría en estos momentos de transición. Ir a la raíces de su viejo mentor le hará conocerse a sí mismo y descubrir una nueva faceta del mundo. La relación principal que tendrá el deportista ya no será con su gran amigo Mate sino con su joven entrenadora de quien no podrá separarse de ella tanto por razones de nivel profesional como, luego, de un alcance emocional. Ramírez deberá enseñarle a McQueen el nuevo estilo de ejercicios, al que el protagonista se resistirá y la puja entre lo novedoso y la old school será la base cómica del film. John Lasseter (Cars, Cars 2) suelta su creación y se lo deja a el director debutante, Brian Fee, quien ya había trabajado en varias películas de Pixar en el diseño de arte y animación. El animador genera pulidas escenas de acción. Los momentos en la pista son lo más notable de toda la recreación en 3D, tanto por el vértigo como la adrenalina que impregna en el público. “Cars 3” reúne lo mejor de la primera entrega, un final que marca el cambio que se viene. Nadie puede ganarle al enemigo número uno de todos los deportistas, el tiempo. Por suerte, en este film se logra darle más que una conclusión, se consigue un gran homenaje.
Madurando para mejorar Cars 3 se presentaba como una versión más oscura y difícil de sobrellevar con el accidente del protagonista, el Rayo McQueen volando por el aire en la pista del circuito en su primer trailer. Casi una década después de Cars (2006), Cars 3 vuelve a las raíces relacionadas a las carreras, la competición y el afán por mejorar desde la enseñanza o el legado. Después de Cars 2 (2011), una magra secuela que se corrió del eje del deporte automovilístico para hacer hincapié en conspiraciones, agentes secretos y espías, Cars 3 vuelve al lugar donde nunca debió haberse ido: una historia sobre las pistas y el anhelo de competir y ser el mejor. En este contexto, McQueen deberá enfrentar al paso del tiempo y las nuevas generaciones de corredores ultrarrápidos para estar a la altura de los acontecimientos. Sin la tutela de su viejo mentor, el Fabuloso Hudson Hornet, McQueen estará acompañada por la joven instructora Cruz Ramírez y su nueva metodología de trabajo, muy diferente a lo que estaba acostumbrado. Cars 3 sigue la analogía del legado a las nuevas generaciones. Como ya ocurrió con Toy Story, para Pixar el paso del tiempo es un tema importante e influye en la historias de sus protagonistas. McQueen dejó de ser un aprendiz y debe encontrar el camino correcto con reflexiones sobre su futuro tomando como ejemplo su pasado. Cars 3 veulve a su esencia deportiva, esa aventura de entrenamientos poco convencionales para dotar al protagonista de nuevas herramientas para estar a la par de sus contrincantes, más jóvenes, enérgicos y actualizados a las nuevas tecnologías. Sin embargo, el objetivo de Cars 3 trasciende el papel de McQueen y su objetivo de permanecer dentro de las pistas y no fuera de ellas. Cars 3 vuelve a sus raíces como película como también a los orígenes y las primeras carreras de autos, tomando notas de equivocaciones del pasado donde se primó por darle notoriedad y relevancia a aspectos ajenos a la fuente de la película. Esta vez, los escenarios están fuera de la ciudad y bases secretas: el entrenamiento en la playa, la carretera o en diferentes tipos de carrera -como de demolición- dotan al film del aire que necesitaba respirar para poder volver a rugir como antes. Cars 3 es esa búsqueda interna de McQueen para enfrentar lo inevitable-como lo es el paso del tiempo y el retiro- y lo que viene después. Una reflexión intensa, dolorosa y contradictora ejemplificada de manera ejemplar en McQueen, quien ya no tiene a su mentor como faro de consulta y sabiduría para llegar a buen puerto. En sus 109 minutos entretiene sin perder nunca la mella de la historia que se desarrolla: focalizado tanto en McQueen como en Cruz, el argumento se nutre de la relación entre ambos y su búsqueda por consolidar su objetivo y redescubrir su lugar. Cars 3 es la película más madura, reflexiva y conmovedora de la franquicia, con retos muchos más internos e intensos para enfrentar. Visualmente más pulida y realista que sus anteriores versiones, Cars 3 se desarrolla narrativamente a paso firme y cuenta con varias sorpresas, aunque el final sea predecible. Otro punto fuerte en esto fue dejar de lado la figura de Mate, quien aparece en contadas ocasiones para abastecer de humor a la película sin entorpecer a la trama (como así ocurrió en Cars 2). Jackson Storm se presentó como el antagonista ideal para chocar con la personalidad y el crecimiento de McQueen a lo largo de la saga. Storm es un joven fanfarrón, egocéntrico, vanidoso y soberbio, con poco respecto por las grandes figuras como McQueen (¿Recuerdan cómo comenzó El Rayo en Cars?). A pesar que no se ahonda mucho sobre las motivaciones y preocupaciones del enemigo, Storm sirve como el enemigo a vencer, superior al héroe desde los aspectos técnicos y físicos. En este nuevo auge en donde las figuras femeninas tomaron más poder en pantalla buscando igualdad con lo masculino (como fue el caso de Wonder Woman, Rey en Star Wars: Episodio VII), Pixar siguió esta nueva ola y presentó a Cruz como exponente de esta idea. A pesar de ser algo previsible para el argumento de Cars 3, Cruz es un ejemplo de la generación de mujeres discriminadas y marginas por su género para realizar tareas o ejercicios únicamente seccionados para hombres. Pixar tomó nota de esta nueva generación en alza creando en Cruz un personaje con muchas inseguridades sobre su verdadera vocación, producto de malas valoraciones y los prejuicios de la sociedad. Allí está el corazón de Cars 3, en volver a su esencia en los circuitos y su deseo de ser el mejor pero basándose en el redescubrimiento de McQueen y el verdadero potencial de Cruz, tomando siempre a la nostalgia, sabiduría y el respeto hacía el paso como eje fundamental.
La Leyenda renace Hay algo que ni las leyendas pueden controlar, el paso del tiempo. Desde la última vez que vimos a Rayo McQueen ganado 5 Copas Piston, nuestro coche favorito ya es un auténtico veterano y no corre como antes, pero su espíritu sigue siendo joven y querrá demostrar que no necesita jubilarse. Lo difícil no es llegar a lo más alto, sino mantenerse en la cúspide. En esta gran carrera se juega algo más que su reputación, su honor de campeón está en juego, bajo la amenaza de la nueva generación de corredores más jóvenes, más potentes, pero sobretodo, más rápidos. Entre ellos destaca el veloz y arrogante Jackson Storm. La todopoderosa Pixar, igual que nuestro protagonista, sabe reinventarse. No sólo aprovecha la gran carrera como el gran enfrentamiento entre titanes, sino que además profundiza en un tema clave para cualquier deporte: un verdadero campeón se cae, y se levanta. Los más pequeños se estremecerán un poco cuando nuestro querido Rayo sufra un accidente, así que abrácenlos diciéndoles que todo (esta vez por seguro) irá bien. Tranquilos todos, nuestro bólido, así como un fénix, renacerá de sus cenizas. La presentación de la lección para los niños de que no deben rendirse ante los problemas, es admirable. Para retomar su carrera, además de sus viejos amigos, Rayo McQueen contará con la ayuda de nuevos e interesantes personajes, destacando a su nueva entrenadora Cruz Ramírez, con quien protagonizará una carrera al estilo de un cocktail entre Rollerball (1975) y Mad Max III: Más allá de la cúpula del trueno (1985), en un pueblo que parece salido de la América rural. El coche amarillo, Cruz Ramírez, tiene la energía y el talento necesarios para la competición, pero nunca ha creído en ella misma como corredora. ¡Lo único que necesita es la oportunidad de demostrarlo! Tanto a sí misma como al resto. Si la primera película de Cars era una carta de amor a Le Mans (1971), esta entrega parece inspirada en la saga Rocky, desde la vertiente más humana del protagonista y su lucha por la superación y la constancia. El campeón, ante el enfrentamiento con un joven rival, deberá encontrar un modo de reinventarse, pero sin querer renunciar a los métodos de la antigua escuela. Además de la evolución de Rocky, otro factor en común es el hecho de buscar y encontrar un nuevo entrenador. Aun así, el mentor Doc Hudson, con la voz del recordado Paul Newman, seguirá muy presente, a través de los recuerdos de McQueen. En un momento donde el deporte, tanto el del relato como el de la realidad, parece focalizado a las estadísticas, es inspirador tener en cuenta que no se pueden medir las emociones con números. Los mayores disfrutarán de detalles del deporte actual, como la relación de las glorias de cada competición y sus contratos publicitarios. Los pequeños disfrutarán de una emocionante aventura y unos personajes tiernos, llenos de emociones y cercanos a ellos. Da la sensación que el equipo de guionistas estaba allí, en las carreras, en los boxes, donde todo se cuece. De hecho, Jeff Gordon, cuatro veces campeón de la NASCAR, asesoró en el proceso de documentación explicando sus vivencias al volante. Este excelente film es perfecto para disfrutar con toda la familia ya que desde los padres a los más pequeños lo pasarán en grande. Por el mensaje didáctico de la película, Pixar nos vuelve a demostrar que el cine, además de entretener puede educar y transmitir valores.
Parece increíble pero, luego de 11 años del estreno de su primera parte, la saga de “Cars” llegó a su tercera entrega. En mi parecer, las historias del Rayo McQueen salieron con resultados dispares: el primer film era una película muy divertida para chicos y grandes que mostraba que nunca era demasiado tarde para que alguien cambie. Esa filosofía recuerdo que me agradó mucho cuando fui a verla allá por el lejano 2006. Luego llegó “Cars 2” en 2011, algo que no me copó mucho y que luego de verla sepulté en mi memoria porque me pareció estúpida y sin ningún momento digno de pertenecer a la biblioteca de recuerdos Pixar, por lo que se podrán imaginar que al anunciarse la tercera entrega no salté de la alegría precisamente. Pero “Cars 3” llegó a nuestras salas y el resultado no sólo es una sorpresa si miramos al pasado sino que tiene un dejo de dramatismo que no recuerdo haber visto en las entregas anteriores. Disney se comprometió a enmendar los errores de aquella segunda vista y se enfocó en hacer una película divertida que analiza muy bien lo que es evolucionar en la vida y dejar el pasado atrás. El humor quedó bien pulido y tiene muy buenos momentos que pueden gustarle no sólo a los chicos, a los que está apuntada, sino que también a muchos grandes. Se la hizo mucho más familiar sin volverla tonta y eso es un gran punto a favor. Lugar aparte para el doblaje en inglés que, por más de que uno no esté acostumbrado, encaja a la perfección y no queda ridículo. La animación, como es de esperarse, es maravillosa, destacándose los elementos naturales como el agua o la arena, que parecen filmados como una película de actores en carne y hueso. Si bien no llega a ser una joya de la filmografía de Pixar debido a que omiten muchos pasos que hubieran sido muy buenos de profundizar y la historia queda acortada a lo que los menores puedan “soportar” ver, no es una mala película y es bueno que el cierre de la trilogía sea algo decente y lindo de ver más que un tercer film metido a la fuerza para vender juguetes. Pixar siempre saldrá ganando ¿no? Puntaje: 3.5/5
Cars 3: Rayo McQueen es Rocky Balboa. No peleara con rusos, ni tendrá brazos para el caso, pero el viaje del auto rojo (con ojos) más famoso ya recuerda al del legendario papel de Sylvester Stallone. Tal vez sorprenda a algunos por ser la mas reciente “saga” de Pixar, y la más olvidable para los menos jóvenes, pero Cars tiene ya tres películas en su haber y esta tan presente y querida por quienes crecieron con ella como cualquier otra saga infantil de calidad. Si quieren sentirse superiores podemos agregarla “¡menos Toy Story, obvio!” a esa declaración, pero creo que no hace falta. Es muy fácil para toda franquicia caer en el mal uso de la nostalgia, y por suerte Cars 3 lo evita de buena manerar. El secreto para sortearlo esta en manejarla como parte de la nostalgia propia del protagonista (no la veo anotando esto Force Awakens), no jugar con la nostalgica audiencia sino trabajar con un personaje añorando tiempos pasados. En algun momento les tocó a los juguetes de Andy, y hoy le toca al Rayo McQueen: tiene que lidiar con empezar a ver el horizonte en su carrera como corredor. De eso se trata este film, de este concepto se desglosa toda la trama. McQueen comenzará una pequeña aventura para intentar darle a su carrera el final que él decida, y no el impuesto por una industria que avanza y deja al pasado detrás. Conoceremos varias caras nuevas, y sorprendetemente veremos lo justo y necesario a los personajes de las primeras dos Cars. La película comenta sobre el cambio generacional, el avance de la tecnologia y las industrias en general, pero siempre enfocandose en el viaje de su protagonista. El foco es siempre difícil, más aún en las grandes superproducciónes. Marvel (otra subsidiaria de Disney, como lo es Pixar) viene teniendo cada vez más seguido problemas con directores que no estan dispuestos a comprometer su voz personal y rendirse ante la maquina de billetes. Pixar no debe estar excento de estas cosas pero de todas maneras nos brindaron una entretenida historia, a veces graciosa y en otras emocional, que parece apuntada especialmente al público mayor. Y hablamos de “mayor” a 40 años. Es una historia muy madura, pero no porque tenga sangre ni cosas prohibitivas para menores, sino madura de verdad. El cine es un medio que combina constantemente lo artístico con lo técnico y comercial, pero es la animación quizás el género del endonde más fervientemente conviven las gigantezcas producciónes de miles de personas y dólares, con la pasion personal de artistas dedicados por meses a una tarea en común. Cars 3 se siente como el trabajo de miles de artistas que se desvivieron por llevar una visión en común a la pantalla, no una decidida para máximizar ventas o no complicar otros comerciales de juguetes… Y eso que, siendo justos, una película de Cars no podría ser más literalmente una publicidad de juguetes. Si queres disfrutar del buen entretenimiento de una gran historia que tiene algo que decir, anda a ver Cars 3. El 90% de las películas que estan en cartelera durante cualquier semana del año no tiene nada que decir, es una alegría ver una que realmente lo tenga.
Soltar el podio Hubo un tiempo en el que el Rayo McQueen disfrutaba de las mieles del éxito sabiendo que, no sólo era el hijo pródigo de Radiador Springs, su lugar de origen, sino que además, era un ejemplo para miles de fanáticos que en su historia de superación y tenacidad, veían un horizonte posible para sí mismos. Años después esa lucha fue llevada al plano internacional, cuando una competencia mundial lo toma en cuenta y lo pone a la par de estrellas de la pista de varias nacionalidades, midiéndose con los número uno y demostrando una vez más, sus capacidades y velocidad. En Cars 3 (2017) el tiempo pasó, y aquella rapidez para demostrar su potencia en las carreras, ha disminuido, siendo superado McQueen por una nueva generación de corredores especializados en alcanzar velocidades increíbles. La película habla principalmente de los cambios tecnológicos en las relaciones, en uno mismo, y cómo éstos determinan nuevos planes de acción ante la inevitable necesidad de ser otro o quedarse en el pasado sin poder superar nuevas metas. Cars 3 es un relato clásico sobre personas (en este caso autos) que deben dejar de lado sus egos para poder reinsertarse en un espacio signado por la evolución y los cambios, pero también es una historia que necesita del apoyo en una base previa (entregas anteriores), para poder así cimentar su progresión. Dividida en tres etapa: auge, caída, superación; el principal conflicto narrativo radica en la imposibilidad del héroe de ceder su espacio ante la inevitable decadencia del reinado. McQueen, al igual que en su momento lo hizo Doc con él, se ubicará en el lugar de entrenador de la recién llegada para poder así, desde sus triunfos, recuperar cierto reconocimiento. McQueen, luego de luchar consigo mismo por comprender su espacio en el panorama mundial de competencia, considera capacitar y entrenar a una joven llamada Cruz Ramírez para así evitar quedar olvidado en el tiempo. En esa búsqueda del reconocimiento propio, más los laureles para su aprendiz, Cars 3 vuelve a forjar, de manera fresca y simple, su fórmula, alejándose del cosmopolitismo que signó su segunda entrega, para replicar estereotipos y humor propios de la primera parte. Claro que McQueen y Ramírez no estarán solos, vuelven los entrañables personajes que generaron un negocio multimillonario alrededor de los autos y sus accesorios (Mate, Sally, Flo, Filmore, etc.), sumado a una nueva serie que potencian cada escena. Enmarcada en relatos en los que el maestro debe acompañar al discípulo (Creed: Corazón de campeón, Karate Kid, etc.), el principal logro de esta película, es la de transmitir valores relacionados al trabajo, la amistad, y, principalmente, la importancia de fijarse metas en la vida. Si Cars 3 no llega a estar a la altura de la primera y novedosa parte, es tal vez porque, en el fondo, replica su estructura y hacia el final, la moraleja necesaria para justificar todo el relato, llega de manera obvia y contundente. Aún así, superando esas cuestiones, Cars 3 es una película para poder disfrutar en familia, con una animación impecable, conflictos y tensiones necesarios para mantener en vilo a los espectadores, y con la seguridad de saber que en la épica del Rayo McQueen se consigue interpelar a varias generaciones con la idea de poder soltar aquello innecesario para seguir en la cima del podio.
El regreso de un campeón. Luego de la más que olvidable Cars 2, esta tercera entrega devuelve a la historia de Autos algo de su vieja gloria. Lo mejor del film se juega en el envejecimiento del Rayo McQueen, y en su imposibilidad de concretarse en esa especie de eterno Peter Pan. La vida es cruel para todos, y aquello que tanto apasiona a Rayo corre el riesgo de no poder hacerlo más en el contexto de una competitiva, impersonal y nada romántica Copa Pistón. Daría la impresión de que se tematiza con ello la decadencia de unos valores y principios de sana competición, y de respeto a la experiencia, etc. Pero nada de ello sucede verdaderamente. Tras esa impresión inicial, rápidamente el espectador advierte la verdad un poco cruel de que es ley de vida, que siempre ha sido así. Rayo ayer es el impetuoso de hoy; Rayo hoy es Doc. Hornett ayer cuando quedó fuera de las carreras por un accidente que lo alejó de las pistas y ya no le permitió regresar. La historia se repite y tanto ayer como hoy lo mejor siempre depende de las renuncias de individuos a una fama y oropeles que nada valen. Si en Cars 1 la renuncia tiene que ver con recuperar una dignidad centrada en la solidaridad comunitaria (empujar al vencido para que él llegue también a la meta), ahora se trata de brindar oportunidad a otro individuo para que se desarrolle un potencial que no ha podido nunca mostrar. Se puede interpretar, en este sentido, que la trama de la primera película se complementa con la segunda de modo orgánico: ayer el mal era el individualismo desbocado que agredía a una comunidad de valores tradicionales y heroicos en la tradición de la mejor comedia ligera norteamericana (En efecto, Cars 1 puede interpretarse como una inversión narrativa de Mr. Deeds Goes To Town, del genial Frak Capra de 1936); hoy el mal es el ahogamiento del individuo por la familia o las corporaciones que truncan el desarrollo de las fuerzas del individuo en nombre de pseudo-valores que en verdad ocultan prejuicios (en este caso, de género). En términos generales la película es más que meritoria, sobre todo teniendo en cuenta el fiasco de la segunda entrega. No obstante, a mi juicio se opaca su mérito debido a dos defectos vinculados con los personajes y los contextos en general, y con un problema de estrategia de la distribución de la información en particular. En el primer caso: el relato está centrado en la figura de Rayo y los personajes secundarios tienen muy poco desarrollo y presencia. La entrenadora, que es el único personaje de peso en el relato, carece de un interés suficiente como para balancear la dupla, como hiciera en su momento Mate. A esto se suma que los escenarios tienen una escasa injerencia en la dramaticidad y tampoco llegan a constituirse en sí mismos en elementos narrativos de peso. En la primera entrega, Radiador Springs ocupa el centro del relato con su pintoresquismo provinciano, personajes estrafalarios, etc. En Cars 3 Rayo descubre el pueblo en donde comenzó la carrera de su mentor (Doc. Hornett) pero ni este lugar ni sus habitantes llegan a tener un suficiente espacio en el relato como para aportar en este sentido. El problema en sí mismo no es que no se haya tematizado el pueblito de provincia; en última instancia el problema es que conflictivamente hablando todo el film está centrado en un personaje (Rayo) que ni siquiera tiene una dupla potente que sostenga el conflicto sólo en la dimensión del personaje. El punto más flaco del film, lo que sí a mi juicio constituye un error significativo, es la información anticipada que se hace sobre Doc casi llegando a tres cuartas partes del film, lo cual trae como consecuencia una irremediable previsibilidad del desenlace perfectamente evitable. Hubiese Bastado con brindar esa información unos minutos antes de que Rayo abandonara la carrera para evitar semejante traspié.
"Cars 3" es la más emocionante de la saga, se aleja del vértigo de las dos anteriores y pone el foco en un pasado glorioso que parece no volver. Una historia que habla sobre el valor de la amistad, la competencia y los consejos sabios. El legendario Rayo McQueen enfrenta ahora a Jackson Storm, un corredor que cuenta con tecnología de avanzada y lo deja en un segundo plano luego de un accidente en plena carrera, y se verá obligado a retirarse en esta tercera entrega que transita nuevos rumbos con personajes encantadores. Cars 3 es la más emocionante de la saga, se aleja del vértigo de las dos anteriores y pone el foco en un pasado glorioso que parece no volver, contrastando con un presente poco alentador. Para retornar al mundo de las competencias deportivas, Rayo McQueen contará con la ayuda de Cruz Ramírez, una joven mecánica que tiene su propio sueño relegado, y un grupo de amigos de antaño. Como una suerte de Rocky, el número 95 debe entrenarse en un centro de alta tecnología con simuladores de carreras, inspirarse en el fallecido Hudson Hornet, y así afrontar un nuevo desafío en el gran circuito de la Copa Piston. La animación digital de los autos es rica en detalles -los brillos de sus carrocerías- y el acierto visual pasa por las escenas espectaculares para contar una historia que tiene los tópicos del valor de la amistad, la competencia, los consejos sabios y el peso del papel femenino en un mundo automovilístico manejado por hombres. Entre sembradíos, bosques y desiertos, Rayo McQueen se somete a pruebas de alto rendimiento para volver a confiar en lo que alguna vez fue y regresar de la forma más triunfante a las pistas en esta trama que guarda también su giro sorpresivo sobre el final de la carrera, sumándole puntos a un film pensado para pisar el acelerador a fondo.
Una sombra se cierne sobre la última entrega de Cars. Esa sombra es la de Toy Story. Tomando como modelo las aventuras de Woody y compañía, la nueva película de estos autos locos es la mejor de una trilogía que nunca pidió ser tal. En esta entrega, la idea del paso del tiempo funciona y por momentos emociona, pero no deja de sentirse como algo muy calculado. ¿Va a ocurrir lo mismo con todas las producciones de Pixar que lleguen al número tres? Que Toy Story llegara a una conclusión era un paso coherente tanto en su historia como en el de la compañía que le dio vida, ellos son sus personajes más famosos, pero con Cars ¿era necesario? Estos personajes no tienen el peso generacional que sí tienen Woody y Buzz Lightyear. Irónicamente -y a pesar de que por la mitad se vuelva aburrida con algunas pequeñas escenas que juegan en contra a la fluidez de la trama y con algunos momentos cómicos forzados- al copiar a la muy superior saga de juguetes parlantes, termina ganando. Es imposible para alguien ya entrado en años no sentir que la película lo interpela. Ya somos grandes, no nos podemos hacer los modernos porque no nos dan las ruedas, y es mejor dar paso a la siguiente generación con la sabiduría que adquirimos en el camino. Por eso también es entendible que retome la tradición del cine norteamericano de carreras, ese que transcurría en zonas desérticas o en Texas y que se escapa al juego moderno de Rápido y Furioso. Este es un cine que ve para sí, en su idiosincrasia, y ahí está la música country, los vehículos que se chocan y la carretera para probarlo. Esto no se siente pesado gracias a su tono honesto y sus personajes simpáticos; es también un gran acierto poder volver a escuchar la voz del ya fallecido Paul Newman. También se agradece que no haya muchas referencias a la década de los ’80 como dicta la moda y que Pixar ha evitado. La única que hay es una que se encuentra descolgada entre los créditos finales, pero que no hiere a una película que sigue a un modelo que es muy superior. Por suerte la producción entendió que el mensaje no tiene que ser más importante que el cine, sino que deben ir de la mano; algo que la mayoría de sus competidores muchas veces no aplican por esa idea obsesiva de tener un mensaje, o peor, la idea de cómo comportarse. No, Cars 3 enseña cómo es la vida. Como es tradición en Pixar, la película es antecedida por un corto, en este caso: Lou, dirigido por Dave Mullins, sobre una simpática criatura que tiene un altercado con un bully. En su pequeña duración, expresa su mensaje de manera clara y simple sin necesidad de diálogo, y a la vez es una prueba más del poder del cine, ya que logra que simpaticemos con sus personajes principales.
Para los que transformaron en éxito las dos anteriores de la saga, esta es una opción segura de entretenimiento, animación de carreras con sensación de vértigo y todo lo que acostumbro al público a amar estos autos antropomorfos. Para los más chicos esta garantizada diversión. Pero para un público adulto hay un argumento y una mirada inteligente sobre el paso del tiempo, la perdida de la gloria, la llegada de nuevas atracciones. Es que a Rayo Mcqueen por primera vez desde su consagración le toca perder. Llegan no uno sino varios corredores que alcanzan velocidades nunca vistas, un nuevo concepto en carreras. El y sus compañeros de siempre son dejados de lado por las nuevas estrellas que acaparan elogios, flashes, cámaras y fans. Ante tal situación que lo enfrenta a un retiro, un empresario le pone a disposición a una entrenadora que partirá con el para ponerlo a tono o dejar para siempre las carreras. Y es precisamente esta vuelta de tuerca en la historia la que hace interesante y recomendable esta película. Y más profunda que las dos entregas anteriores. Los recuerdos del pasado y la comprensión de una nueva realidad mas el reconocimiento del talento del otro están tratados con inteligencia. En ese aspecto es una grata sorpresa cuando uno pensaba que la franquicia no daba para más. Quizás también sea recomendable que con esta entrega se termine la saga, porque el cierre es de primera. Seguramente será la gran atracción de esta semana.
Crecer y entrar a boxes. Allá por 2011, pocos fans de la franquicia quedaron satisfechos después de ver Cars 2, un secuela que ponía a Mate -irritable personaje si los hay- bajo los reflectores en una aventura europea con guiños james bondescos. Después de ver los avances de Cars 3 (2017) podemos decir que muchos se entusiasmaron y asustaron en igual medida, ante imágenes que no auguraban nada bueno para el Rayo McQueen, el verdadero protagonista de esta saga. Brian Fee pasó de hacer storyboards en las dos anteriores a ponerse, ahora, detrás de cámara -en el sentido más simbólico posible, tratándose de una película animada-, con un relato que pone a McQueen en una situación sumamente vulnerable, con la sensación de que sus días de corredor llegan irremediablemente a su fin mientras es amenazado por la llegada al circuito profesional de autos que inauguran una nueva era de corredores, apoyados en lo más novedoso que puede ofrecer la tecnología. Ante esto, el Rayo se somete al esfuerzo máximo para demostrar que aún está vigente dentro de la pista. Con John Lasseter (Cars y Cars 2, saga Toy Story) reducido a un rol de productor ejecutivo en este 18vo film de la compañía Pixar, el debut de Fee prueba ser un acierto, logrando contar una historia que reflexiona sobre el paso inobjetable del tiempo, el cambio de roles y la vuelta a los inicios como forma de valorización de aquello conseguido. Si bien su trailer parecía anticipar un film oscuro, lo que realmente tenemos es una historia que utiliza los motivos del llamado espíritu americano -las pistas de tierra, la gloria del triunfo, los valores del pueblo chico- para narrar el viaje de un personaje que busca adaptarse a los nuevos tiempos que se avecinan. Sin dejar de ser un film entretenido y dinámico, sus múltiples líneas de lectura seguramente dejen más satisfechos a los grandes antes que a los chicos. La recuperada voz del fallecido Paul Newman -otro actor mítico dentro de la cultura americana- es otro de los factores que agrega nostalgia a este ejercicio de volver a las fuentes propuesto por la película. La vuelta de algunos de los personajes más queridos de Cars (2006) -a la que siempre debemos recordar como esa hermosa reformulación de Doc Hollywood (1990), comedia romanticona de Michael J. Fox- será bien recibida por los fans, de la misma manera que los múltiples guiños y referencias al universo Pixar. Gracias a una historia que apunta más al corazón antes que al caucho quemado en la pista, Cars 3 es una película con la sensibilidad y el atractivo suficientes como para poner de nuevo en carrera a una saga que amenazaba con quedarse sin nafta.
De la mano de la emoción llegan nuevas generaciones. Y cuando aquellos, los más grandes, saben ceder con altura su lugar. Cars 3 es una película estadounidense de animación en 3D escrita por Daniel Gerson y Robert L. Baird. Dirigida por Brian Fee producida por Pixar Animation Studios y distribuida por Walt Disney Pictures. La tercera entrega de la franquicia de Cars que se estrena este jueves 13/7. La historia pondrá a Rayo McQueen a cuestionarse sobre su futuro en el mundo de las carreras. Porque ya no es el joven invencible y los nuevos autos/automovilistas están muy bien entrenados. La competencia es feroz y los avances tecnológicos/de diseños lo superan ampliamente. La novedad llega de la mano de este nuevo personaje latino llamada Cruz Ramírez, un coche femenino color amarillo (admiradora del veterano) que es entrenadora pero que le deparará una enorme sorpresa. Al comienzo de la peli hay un bellísimo corto sobre un baúl de “Lost and found” (perdido y encontrado) Desde allí ya nos conectamos con la búsqueda de nuestro niño interior. Todo el mensaje que ofrece es mágico. Para recordar que si en un momento de nuestras vidas nos corrernos al costado del camino, sin abandonar nuestros sueños, también significa de alguna manera ganar la carrera. Suban fuerte el volumen con el tema Glory Days (de Bruce Springsteen) y acompañados con los más pequeños, en estas vacaciones de invierno, recomiendo vayan al cine a ver Cars 3
Cars 3, de Brian Fee Por Mariana Zabaleta Divertida, emotiva, ¿Que más se puede decir de Cars 3?Acostumbrados ya a las mil secuelas, y las mil remakes, no nos sorprende toparnos nuevamente con los mismos títulos. La pregunta parece ser siempre la misma: ¿hacia falta una más? La nueva entrega se hace deudora de la primera película, quizás desviándose demasiado de los hechos de la segunda entrega. No importa, estamos dispuestos ante una animación que no toma recaudos en hipnotizarnos. La versatilidad que los personajes adoptan es notable, más texturas, más volumen, más movimiento. Aun así Cars 3, quizás por su motivo, no llega a ser el mejor trabajo en el rubro. Si la historia no nos atrapa demasiado podemos ver como las figuras danzan un tanto despegadas del fondo estático. Buen ejercicio resulta el trabajo comparativo de estas dos películas, aquella que por 2006 supo ganarse los corazones de miles de espectadores, y esta nueva entrega que presumo pasara un tanto al olvido. La historia no se complejiza demasiado, donde teníamos al enigmático Doc Hudson ahora tenemos al querido Lightning McQueen. Lejos ya del carácter arrogante y juvenil, McQueen adulto se enfrenta al dilema de ser reemplazado. Nuevos pilotos, con el presuntuoso Jackson Storm a la cabeza, inauguran una nueva camada de corredores que desplazan a los protagonistas hacia la categoría de veteranos. La historia se repite, ¿o quizás nos cuentan la misma historia? Unos cuantos dilemas inundan la pantalla, el rayo atraviesa una crisis existencial. Todo lo que en Doc Hudson era enigma se actualiza en McQueen, y como si fuera poco las respuestas también vienen de la mano de Doc. La ausencia, de dicho personaje, permite que su recuerdo sea único disparador de la acción. Hudson se convierte en hito, guía espiritual de McQueen, que vuelve a internarse en la ¨américa profunda¨ en busca de respuestas. El viaje como búsqueda se lleva gran parte del relato, la respuesta será una revelación: encontrar un nuevo lugar en las pistas vendrá de la mano de un nuevo personaje, Cruz Ramírez. El Rayo ahora es experiencia y sabiduría, todo lo que se necesita para ser un buen entrenador. Solo queda decir que es una pena que sobre el rugir de los motores la firma de Disney sobreimprima una empalagosa banda sonora. Aun así la propuesta funciona, sin innovar en ningún aspecto, la bandera a cuadros estalla en aplausos cuando termina la gran carrera. CARS 3 Cars 3. Estados Unidos, 2017. Dirección: Brian Fee. Guión: Kiel Murray, Bob Peterson y Mike Rich. Voces: Owen Wilson, Cristela Alonzo, Chris Cooper, Nathan Fillion, Daniel Lawrence Whitney, Armie Hammer, Ray Magliozzi, Tony Shalhoub, Bonnie Hunt, Paul Newman. Producción: Kevin Reher. Duración: 109 minutos.
El tiempo pasa hasta para el Rayo McQueen, que debe buscar un nuevo camino La saga de Cars es una de las menos prestigiosas de Pixar, pero al mismo tiempo una de las más queridas por los niños (sobre todo, claro, los varones) y un inmenso éxito no sólo en salas, sino también en cuanto al merchandising. Comparada con la audacia y sofisticación de WALL-E, la historia del Rayo McQueen en el mundo de las carreras y su mirada a ese Estados Unidos profundo con el pueblo de Radiador Springs como epicentro pueden resultar algo convencionales, pero -incluso con sus desniveles y limitaciones- la franquicia nunca perdió su excelencia en términos de animación. Y esta tercera entrega, además, recupera la sensiblidad y la solidez que la segunda parte había perdido en su caótica vuelta por el mundo. En Cars 3 el conflicto principal pasa por un cambio de paradigma a partir de la aplicación de las nuevas tecnologías en el universo del automovilismo. Frente a la irrupción de jóvenes competidores como Jackson Storm, el Rayo empieza a perder no sólo las carreras, sino también el prestigio y, desde los medios de comunicación hasta los sponsors, muchos empiezan a insistir con la inminencia de su retiro. Pero el protagonista no bajará los brazos tan fácilmente: intentará primero entrenar en modernos simuladores con resultados desastrosos, luego regresará a su pueblo para reencontrarse con la grúa Mate y su amada Sally, y finalmente apelará a un entrenamiento tradicional con esas guías morales que le supo inculcar el viejo campeón Doc Hudson. Sin embargo, el eje narrativo de Cars 3 no es tanto la disputa de la Copa Pistón como la transmisión de conocimientos y experiencias de una generación a otra. Así como antes lo hiciera Doc con el Rayo, ahora será éste quien se convertirá en el mentor de un nuevo personaje llamado Cruz Ramírez, una entrenadora que nunca se animó a competir con su auto amarillo, pero que no tardará en demostrar sus habilidades sobre la pista. Las analogías con la saga de Rocky (especialmente con la tercera película) son bastante evidentes, pero Brian Fee, en su primer film como realizador, aunque con amplia experiencia previa en Pixar y aportes directos en las dos anteriores entregas, construye una narración que nada tiene que envidiarle a su maestro John Lasseter, quien fuera responsable de los primeros dos largometrajes de esta popular y querible saga.
Rápidos y (casi) furiosos El Rayo vuelve a sus orígenes, luego de su excursión de espionaje, con el acelerador a fondo de la nostalgia. La primera, la original, tenía un pie en el acelerador de la nostalgia, con la tradición de los autos con carburador, el siempre mensaje de Disney de persevera y triunfarás, la solidaridad, la amistad. Los valores de siempre, con la potencia de un motor bien aceitado La secuela fue otra cosa. Una trama de espionaje que llevaba a Rayo McQueen a deambular por el mundo. ¿Querían originalidad? La tuvieron, aunque el resultado no haya sido tan satisfactorio como con el filme de 2006. Ahora -o hace seis años, cuando se les ocurrió la trama de Cars 3- el Rayo vuelve a las pistas que lo hicieron lo que es (o fue), un héroe a fuerza de tesón, coraje y con una ayudita de sus amigos. Pero por los circuitos estadounidenses ahora parece gobernar una nueva dinastía de prototipos ultra modernos, veloces y bellísimos, con Jackson Storm a la cabeza, que amenazan la supremacía del Rayo. ¿Está por colgar los neumáticos? Cars 3 vuelve al origen, esto es, regresa a los caminos ya transitados. No sólo por el Rayo McQueen, sino por buena parte de las películas de Pixar, con el ojo clínico de John Lasseter. El mandamás de Pixar es fanático de los autos, de ahí -y del éxito del merchandising- se entiende el regreso de los personajes sobre ruedas en una saga en la que la ausencia de humanos no se siente para nada, y la identificación se logra igual. ¿Qué le falta a Cars 3? Más humor y una trama menos esquemática hubiera ayudado. Los personajes están bien delineados, la película tiene su vuelta de “tuerca” (!), la animación es sorprendente -no sólo durante las carreras-, todo tiene mucho color y está el mensaje a tono con los tiempos que corren. Es que con un nuevo “sponsor” -que ve con buenos ojos el retiro del Rayo-, McQueen es guiado en su entrenamiento con simuladores por una nueva instructora (Cruz Ramírez). Sí, que es femenina, y latina. Cars nos decía que todo tiempo pasado fue mejor. Algo que, retrospectivamente, en Cars 2 era evidente. La competencia que tiene el Rayo McQueen en la película, la tendrá también en los cines. Pero ésa es otra carrera. El corto de Pixar que antecede es muy bueno, y no hay que irse de la sala hasta que terminen los créditos.
Si bien Cars 3 ofrece una historia más decente que la infame segunda entrega de esta franquicia, la nueva propuesta de Pixar no deja de ser una película hecha para el dvd que no resiste un segundo visionado. La buena noticia es que la ópera prima del director Brian Fee retoma un poco el espíritu del primer film y al menos la trama esta vez se centra en el mundo de las competencias automovilísticas. Aunque entre los amantes de la animación Cars no suele representar la franquicia más querida de Pixar, los personajes le brindaron a Disney 10 billones de dólares en ganancias gracias a las ventas del merchandising. Motivo por el cual la producción original del 2006 logró tener dos continuaciones antes que otros títulos más interesantes de la compañía, como Los Increíbles. El argumento de esta nueva producción tiene un conflicto más serio y aborda temáticas apasionantes para los chicos como la vejez y el paso del tiempo, la incertidumbre que genera un retiro laboral y la manipulación de los pilotos en el mundo del automovilismo. Nunca termina de quedar en claro a que segmento del público apuntaban los realizadores con esta idea. Salvo por las escenas de acción, la película es bastante densa para los niños y para los adultos nunca llega a ser una historia apasionante. En esta oportunidad la mayoría de los personajes secundarios conocidos quedaron relegados a participaciones muy limitadas y la camioneta Mate, luego del desastre que fue Cars 2, apenas cuenta con unos breves cameos. El foco de atención se centra en la crisis de mediana edad del Rayo McQueen, que ahora es tratado como un vejestorio (aunque luce igual que en la primera película), y las nuevas adiciones que se incorporan al reparto de los autos. Jackson Storm es un pseudo villano que vence al protagonista en una competencia y no tienen ningún desarrollo y Cruz Ramírez, un auto femenino de ascendencia latina que sirve de conducto para que Disney incluya sus tediosos panfletos de corrección política. En un mismo personaje integraron la diversidad racial y el compromiso forzado con el empoderamiento femenino. Un tema que por cierto no tiene un tratamiento feliz, aunque el final de la historia aparente lo contrario. Cruz es una simpática entrenadora que siempre quiso ser piloto de carreras pero el ambiente del automovilismo nunca le dio la oportunidad. Durante el 95 por ciento de la historia todos los personajes masculinos, en especial el Rayo McQueen, maltratan y desmerecen a la pobre Ramírez hasta que tiene la oportunidad de destacarse. Ahora bien, cuando Cruz finalmente logra sobresalir y afirmarse en su individualidad, esto no surge por su fortaleza interior o la confianza en sus capacidades, sino porque los autos masculinos se apiadan de ella y le dan permiso para que sea parte del automovilismo. Los guionistas de Pixar seguramente tuvieron las mejores intenciones, pero el modo en que trabajaron el desarrollo de Cruz genera ruido y no le hace favores a la valoración de los roles femeninos que el film intenta predicar. El arco argumental del personaje quedó demasiado forzado, sobre todo en la conclusión de la historia. Tampoco queda claro por qué tendría que haber conflictos sexistas en el mundo de Cars. Sin embargo, la corrección política de estos días determina que hay que incluir estos temas como sea en todas las películas populares que se estrenan. Lo más destacado de esta producción pasa por la elaboración detallada de los escenarios realistas y las secuencias de las carreras que son impecables. El accidente de McQueen, que es algo perturbador, estuvo muy bien logrado y es un momento intenso que sobresale en los aspectos visuales. Lamentablemente en la siguiente escena el auto reaparece intacto después de un tiempo y el impacto emocional de ese hecho queda en un tacho de basura. El film luego entra en el terreno de Rocky 3 y 4, con referencias directas a la saga de Sylvester Stallone, pero todo se desarrolla dentro de una propuesta que no tiene el corazón que vimos en otros filmes de Pixar o buenas continuaciones de la productora como Toy Story 3. La nueva entrega de Cars si bien resultó superior a la película previa no deja de ser una historia olvidable dentro de la filmografía de esta compañía. Tal vez los fans de estos personajes lleguen a apreciarla con más cariño.
La franquicia Cars es la que menos me gusta de Pixar. Pero entiendo que se debe a que está apuntada para un público infantil y que, a diferencia de las otras películas del Estudio, no poseen guiños para los adultos. Sin embargo es imposible escaparse del “fenómenos Cars” si uno tiene contacto con niños. Hay muchos fans que miden menos de un metro y que la estaban esperando como locos. Y para mi grata sorpresa me gustó bastante y es muy superior a las dos entregas anteriores. Lo loco es que se trata de la ópera prima de Brian Fee, aunque hay que recalcar que posee gran experiencia en Pixar como animador y storyboardista de éxitos tales como Cars (2006), Cars 2 (2011), Ratatouille (2007) y Wall-E (2008). Obvio que la animación es muy buena pero tampoco hay nada que destacar, de hecho es inferior (salvo por la secuencia del accidente) a otras producciones de las compañía. Lo mejor sin dudas, y motivo por el cual le gana a sus predecesoras, es por la historia. Está muy bien tratado el ocaso y retorno del héroe, el ídolo de todos, Rayo McQueen. En definitiva, Cars 3 es un dignísimo producto que volverá loco a los más chicos y que –esta vez- los adultos no padecerán.
El famoso auto rojo de la saga tendrá que enfrentarse a una nueva generación de corredores más jóvenes, potentes y veloces, que amenaza con cambiar el deporte de su vida. Entre ellos está el competitivo y revolucionario Jackson Storm, un contrincante difícil de vencer. Para alcanzar el podio, "El Rayo" contará con una nueva entrenadora latina, Cruz Ramírez, también estarán sus amigos de siempre como la grúa Mate y su novia Sally. Menos adrenalítica que la original y apelando a la melancolía, esta tercera parte supera ampliamente al anterior capítulo, transformándola en una cinta que cuenta con todos los valores que hicieron de Pixar el mejor estudio de animación: personajes empáticos, un argumento elaborado, humor, nostalgia y prodigio técnico. La música de Randy Newman, un bienvenido regreso de este prócer, acompaña cada momento de un filme que funciona como metáfora del lugar que los mayores tienen en nuestra sociedad, también del retiro a tiempo de los deportistas, del pasó al mundo de los adultos y de las lazos de amistad. Hay además un claro mensaje sobre la diversidad y la inclusión, expuesto en la presencia fundamental de Cruz (por suerte sin abusar de los estereotipos del personaje hispano) La cinta tiene por supuesto escenas de carreras, que lucen más reales y vertiginosas que nunca, pero también un surtido compendio de decorados norteamericanos, tan bien logrados en algunos casos, que parecen reales más que dibujados. Sin ser súper original, la película logra emocionar y entretener, un homenaje a los personajes de la primera entrega y a la vez un cierre para una trilogía de alto octanaje.
Crítica emitida por radio.
VIEJOS SON LOS TRAPOS El Rayo McQueen está de vuelta, pero lo quieren jubilar y eso, no está en sus planes. No hay que ser muy sesudo para descubrir que “Cars” es la franquicia menos atractiva de Pixar. También la menos exitosa en la taquilla, pero los números son muy diferentes cuando se trata de merchandising y los gustos de los pequeñines. Esta es una de las razones principales del regreso del Rayo McQueen (voz de Owen Wilson) a las pistas, y el hecho de que su historia necesitaba un cierre, y un poquito de redención tras el fiasco de la segunda entrega (la única película del estudio vapuleada por la crítica). “Cars 3” (2017) vuelve a las fuentes y rescata lo mejor de aquella primera aventura rutera de 2006, enfocándose en una historia 100% deportiva que, en seguida, nos remite a lo mejor de Rocky Balboa. ¿Lo que? Olvidémonos de “Cars 2” (2011) y supongamos que esta historia se conecta directamente con la original. Rayo siguió su ascendente carrera en los circuitos, acumulando victorias y disfrutando del deporte con sus compañeros de pista. Esta fraternidad entre “veteranos” pronto se ve invadida por jóvenes novatos, modelos temerarios de última generación que no corren tanto por el placer, y que nos recuerdan mucho a ese engreído McQueen que sólo anhelaba la Copa Pistón. Entre ellos está Jackson Storm (Armie Hammer), el nuevo ídolo del deporte, y detrás de él una larga hilera de jóvenes talentos que llegan para desplazar a las viejas glorias. Rayo ve como sus amigos se van retirando, pero él no piensa dar el brazo (o la rueda) a torcer. En cambio va a cambiar de actitud y tratar de reinventarse a sí mismo para pelearla de igual a igual con estos muchachitos que quieren comerse al mundo. Sus viejos y queridos patrocinadores ya no pueden darle lo que necesita, por eso Rust-eze pasa a manos de un magnate (y fan de McQueen) que tiene a su disposición el centro de entrenamiento más copado y tecnológico que existe. Cruz Ramirez (Cristela Alonzo) es la joven motivadora que tiene a su cargo el nuevo entrenamiento del colorado, una autito entusiasta que alguna vez soñó en ser corredora. “Cars 3” se destaca por sus temas más “maduros”, ligados a la vida útil de los deportistas y lo que hay más allá de la fama. Una historia que se balancea entre el vértigo de las pistas (ya no se puede creer esta reconstrucción visual) y la calma de las rutas norteamericanas. Está en el Rayo decidir sobre su propio destino, aunque primero debe encontrar las verdaderas motivaciones. La figura (y el recuerdo) de Doc Hudson (Paul Newman), mentor de McQueen, juega un papel importantísimo en esta historia, pero “Cars 3” trae también una novedad que se viene dando en el cine en general y que Pixar esquiva desde hace rato: la presencia de grandes personajes femeninos. Sí, la compañía de la lamparita los tiene a montones, aunque siempre en un segundo plano. Acá, hay protagonismo y cierta visión “feminista”, tal vez no como mensaje directo, pero sí en actitudes igualitarias que deben ser reparadas. Lo mejor de “Cars 3” es que tiene una buena historia para contar, no una maravilla llena de luces y colores, algo más simple y humano (sí, a pesar de que hablamos de autitos) con lo que nos podemos identificar. Brian Fee es el director debutante y hace un grandísimo trabajo balanceando todos esos elementos que necesita un blockbuster, aunque decide bajar un cambio (cuak) para contar un relato más simple, aunque no menos espectacular cuando se trata de las pistas; un despliegue visual que las envidia de ESPN, o cualquier otro estudio animado. Pixar no deja que nos olvidemos que estamos ante vehículos antropomórficos, pero todo a su alrededor, sobre todo los paisajes, es tan realista que al cerebro le cuesta hilar estas dos cosas. “Cars” sigue estando al fondo de la lista y alejadísima de lo mejor de Pixar, pero esta tercera entrega se redime, rescata lo que más nos gustó de la primera, muestra protagonistas que fueron madurando y evolucionando, y suma temas y personajes muy necesarios para nuestros días, y para que los nenes y las nenas puedan reconocerse de igual a igual, en la pantalla y más allá de ella.
Crítica emitida por radio.
A todo motor Hace once años se estrenaba Cars: Una aventura sobre ruedas (2006). Este proyecto de Pixar que tenía a simpáticos autos como protagonistas fue un éxito y se convirtió en una fábrica de merchandising que volvió locos a millones de niños alrededor del mundo. En 2011 tuvo su secuela la cual fue bastante mala y planteaba una historia de espionaje. A siete años de esa película llega a los cines la tercera entrega de las aventuras del Rayo McQueen, el corredor que lleva el número 95 y es multi campeón de la Copa Pistón. Rayo McQueen (Owen Wilson) ve alterada su vida cuando sus compañeros de carreras empiezan a ser reemplazados o se retiran cuando aparecen nuevos competidores, autos de una nueva generación que son entrenados con la última tecnología. El primero en llegar al torneo es Jackson Storm (Armie Hammer) quien desde el primer momento se muestra como ultra competitivo y es bastante engreído. En una carrera el Rayo sufre un accidente y un empresario llamado Sterling (Nathan Fillon) crea un centro de entrenamiento y tendrá ayuda de la entrenadora Cruz Ramírez (Cristela Alonso) quien vio trunco su sueño de ser corredora. En esta película intentan hacer que lo que se vio en Cars 2 jamás sucedió. Además muchos personajes de la primera parte aparecen muy poco, tal es el caso de Mate, la grúa amiga de McQueen y que en la segunda película fue bastante protagonista. De la nuevas incorporaciones solo se destaca Cruz Ramírez. Los nuevos competidores solamente están para demostrar que el Rayo maduró, ya no piensa sola en ganar como aquella actitud que tuvo hasta los sucesos de la primera parte. También se buscó darle un aire fresco a una saga que no es de lo mejor de Pixar, lo logra a medias ya que de las tres es la que mejor encuentra el punto para mantener enganchados a los niños y los adultos. Aún así se hace algo larga y muchos momentos en los que quiere ser tierna no llegan a nada. También está plagada de homenajes a Doc Hudson, el auto al que Paul Newman le había puesto la voz en la primera parte y terminó siendo entrenador de McQueen. Newman falleció en 2008 y su personaje lleva un tiempo muerto por lo que en algunos escenas en que lo recuerdan se usaron audios descartados de la primera película. Cars 3 mejora mucho con respecto a la anterior, pero aún así sigue estando muy lejos de las grandes obras de Pixar. Los niños la van a amar igual y los adultos deberán desembolsar mucho ya que hay una gran galería de personajes nuevos y al Rayo se lo puede ver de todas las maneras posibles con tal de tener un nuevo producto para vender.
A “Cars 3” le falta más combustible Los primeros 15 minutos de la tercera entrega de la serie de "Cars" son como un film en sí mismo, separado por una división que la aleja tanto de lo más convencional en cine de animación digital como de la animación de las carreras de autos típicas de la pantalla grande, ya sea en la década del '60 como del '70. En ese comienzo fuerte, el famoso corredor de autos de los dos films anteriores es aclamado por todos, hasta que un novato en las pistas demuestra, en los hechos y aun ante las cámaras de los medios de comunicación, quién es el nuevo ídolo del automovilismo. Las imágenes del momento en el que el antiguo campeón descubre, de la peor manera, que hay otro rey del autódromo, no sólo son formidables sino que también atrapan por su exacta tensión narrativa. Tensión que, poco a poco, va desapareciendo casi totalmente de un film con demasiados momentos dialogados que no están a la altura de las circunstancias, ni mucho menos del nivel de diversión de las dos peliculas anteriores, especialmente de la segunda parte de esta franquicia de los estudios Pixar que ahora no cuenta con la mano experta de John Lasseter, ni del talento vocal de leyendas vivientes como como Michael Caine (en la versión sin doblar). Claro, cada tanto el letargo general explota a toda acción, sobre todo en las secuencias relacionadas con las carreras, pero la falta de inspiración del argumento es evidente.
La tercera, y acaso mejor de la saga de Disney Pixar encuentra a rayo Mcqueen con un competidor más joven, más tecnológico, más rápido. Sí, este es un film sobre el paso del tiempo, crepuscular y poético como un western clásico, que reivindica la vieja escuela y los viejos maestros, en una serie animada de autos con boca y ojos. No alcanzan los dedos de la mano para contar las magníficas secuencias y detalles que regala, entre escenarios de playas, bosques y desiertos de una belleza abrumadora. Crisis y lección de vida sin discurseo y a pura acción. ¡Y volvemos a escuchar la voz de Paul Newman!
Esta película es mucho, muchísimo mejor que el despropósito de la segunda Cars. Lo que no implica que sea buena, aunque tampoco es mala. El desconcertado lector deberá entender: se trata de un film que fluye sin problemas, que genera algo de empatía por varios de sus personajes y que narra una historia de redención o “reconversión”. Su tema es el paso del tiempo (el Rayo McQueen queda fuera de las carreras porque una nueva generación, más tecnológica, lo sobrepasa, pero decide volver a pesar de todo) y ese “universal” sirve para que sigamos con atención la trama. Pero al mismo tiempo hay una especie de pereza a la hora de las resoluciones o en la manera como se intercalan peripecias para que la historia avance. Repetimos pereza, no torpeza, porque sobre todas las cosas esta es una película espectacular en el sentido más preciso del término: nos importa en enorme espectáculo animado, las carreras, las secuencias de pura acción. Allí es donde el film –como el primero de una serie que debería cerrarse aquí– cobra vuelo y donde el puro movimiento, la pura sensación nos obligan a prestarle atención al asunto. La pregunta que un amante del cine (de todo el cine) debería hacerse es si vale pena el drama inspiracional o aleccionador cuando la película tiene como norte la pura sensación de la velocidad. Pixar ha perdido la pista hace un tiempo: queda la excelencia técnica y alguna emoción aislada.
Marcha atrás para recuperar identidad. La tercera entrega propone una vuelta al pago de Rayo McQueen, que intenta ser quien fue, un poco como la saga misma. Toda historia tiene momentos que las situaciones posteriores se encargan de marcar como bisagra. En la de Pixar hay varios, aunque ninguno más importante que el ocurrido el 26 de enero de 2006. Fue ese día que Disney anunció la compra del estudio responsable de Toy Story, Monsters, Inc. y Los increíbles a cambio de 7.400 millones de dólares. La negociación incluyó el pase de quien hasta entonces había sido su figura autoral más importante, John Lasseter, al máximo cargo creativo del departamento de animación de la casa de Mickey, convirtiéndolo en uno de los hombres más poderosos de Hollywood. Las consecuencias de estos movimientos tardaron en llegar a la pantalla debido a que el proceso de producción de cada proyecto de Pixar demanda alrededor de cuatro años, pero cuando llegaron mostraron rápidamente que el velador saltarín tiene una lamparita distinta, de menor potencia. Es cierto que una película no del todo redonda de la casa de Buzz Lightyear es mejor que el 80 por ciento del cine de animación que se estrena semana tras semana en las salas de todo el mundo, incluida la ultra taquillera Mi villano favorito 3, al lado de la cual Cars 3 es El ciudadano. El problema es que durante décadas el estudio alimentó a su público con productos de altísimo pedigree, y ahora, en plena planicie creativa y secuelas (Buscando a Dory en 2016, Los increíbles 2 el año que viene, Toy Story 4 el otro), la sensación de automatismo deja un regusto a poco. En Pixar parecen saberlo. La aventura anterior del Rayo McQueen sucedía en París, Londres y Tokio. La salida del pueblito donde transcurría la primera parte equivalió a que los autos antropomorfizados (que tienen dientes aunque se alimenten únicamente a combustible) perdieran una capa de pintura: menos espesor a cambio de lugares comunes, chistes obvios sobre las diferencias idiomáticas y escenas con aire de postal turística. Como la propia saga, en Cars 3 McQueen vuelve al terruño para intentar ser quien fue. Quizá el título de corte más infantil de Pixar junto a Un gran dinosaurio (2015), Cars 2 tomaba los usos del cine de espías para convertirse en un híbrido entre una de James Bond –las glamorosas de Connery, no las del machote Daniel Craig– y Jason Bourne, con confabulaciones internacionales, identidades dobles y un espíritu cosmopolita que bordeaba la canchereada. La tercera vuelve a afirmarse sobre un modelo narrativo clásico y conocido como el de las películas deportivas, con la clásica parábola de ascenso, descenso y posterior redención. Lo que se cuenta aquí es la típica historia del deportista exitoso que de repente descubre que los más jóvenes no sólo están a su altura, sino que traen un impulso que los vuelve difíciles de alcanzar. De chapa gris oscura y un motor hecho con tecnología de punta, Jackson Storm es el nuevo rival a vencer, la flamante atracción mediática que empuja al auto 95 a un segundo plano y a su equipo, a las manos de un nuevo dueño. Dueño que piensa seriamente en pasar a McQueen a retiro después de un brutal accidente para volverlo marca de franquicias, en lo que es, involuntariamente, un apunte sobre el modelo económico de gran parte de la industria del cine. No hay mucho más doble sentido ni interpretaciones abiertas al espectador durante la hora y pico que sigue, dado que Cars 3 elige siempre los carriles seguros del relato sobre la “vuelta a las raíces”, que se da cuando a McQueen le pongan una autita entrenadora llamada Cruz Ramírez y descubra que lo suyo no es practicar en simuladores sino salir a las pistas, rodeado de sus viejos amigos. Es un recorrido parecido al de Días de trueno, aquella grasada noventosa de Tony Scott con Tom Cruise haciendo de piloto de Nascar. Pero hay otra vuelta aquí, mucho más interesante, y es la del propio estudio a sus obsesiones: el efecto del paso del tiempo, el gran tema de la obra de Pixar. Impecable en sus rubros técnicos, la película de Brian Fee –que, como casi siempre en el estudio, debuta en la dirección después de peregrinar por distintas áreas técnicas– alcanza varios picos de emoción genuina cuando apuesta por la tristeza y melancolía, pero se extraña la sedimentación, el gramaje que marcó a fuego la obra de Pixar. El de Cars 3 es un mundo con más colores y movimiento que corazón, como si su combustible fuera de bajo octanaje.
El Rayo McQueen enfrenta una carrera que quizás no pueda ganar: el paso del tiempo. Tras años de ser campeón indiscutido, ahora en Cars 3 nuevos modelos de autos (parecidos a los de Rápidos y Furiosos) entran al circuito dejando de lado a los viejos, como los de nuestro querido número 95. Uno a uno los van reemplazando hasta que -lo vimos en el trailer- El Rayo es víctima de un terrible accidente que lo deja fuera de las pistas. Deberá ahora orquestar una vuelta triunfal para ganarle al campeón reinante, Jackson Storm. Con la ayuda de Cruz Ramirez, un modelo nuevo de autos como Jackson y personal trainer de McQueen, nuestro héroe intentará volver a la gloria. El Cambio De Posta: En Cars 3 se ve venir a kilómetros de distancia que Cruz Ramirez es más que una personal trainer, y el olor a retiro del Rayo se siente toda la película. El Rayo pondera y vuelve a sus raíces yendo al pueblo natal de Doc Hudson, su antiguo mentor. Allí, a su vez, conocerá al mentor de Doc, quien le mostrará lo inexorable del paso del tiempo. Sin seguir spoileando más de lo que spoilea el trailer, el guion de Cars 3 se adivina predecible, y hasta por momentos medio chato. Aun así, no es para nada malo, en absoluto. Si bien Disney y Pixar dedican sus películas al público más joven, también saben entretener a los grandes: Cars 3 no es la excepción, ya que a pesar de su guion básico, la acción y velocidad de la película compensan lo predecible del relato. Carreras por aquí, carreras de demolición por allá, carreras en la playa por más allá, la velocidad y el vértigo son una constante en una película protagonizada por autos. Y eso es bueno. Mordiendo Banquina: Sin embargo, Cars nunca fue una franquicia estrella al nivel de Toy Story, Nemo o Monsters Inc., siempre corrió de atrás, (“corrió”, ¿entienden?) y se le nota que comienza a acabársele la nafta como saga (juro que me salen sin que quiera los juegos de palabras). Si bien la historia de Cars 3 hace lo suyo para atrapar, los personajes no son lo suficientemente interesantes como para mantener tanto la atención o invertir sentimientos en ellos. Solo El Rayo y Cruz mantienen la trama con muy poquito de cada uno. Gran y sabia elección dejar afuera al insoportable Mater, quien retorna a la saga con un rol visiblemente (y afortunadamente) secundario. Aun así, cumple con su cometido: mantener atentos niños de 3 o 4 años para arriba. Conclusión: Cars 3 es un ¿Final? de saga que cumple con lo justo. Con una temática que podría haberse explotado más y mejor, y con pinceladas de brillantez como suelen dar Disney y Pixar, pero que no llega a la altura de otras producciones de dichos estudios. Entretiene y en algún punto mejora una flojisima segunda entrega. Digna tercera parte a una trilogía sobria y acotada. Para las vacaciones de invierno, si hay chicos de por medio, es una propuesta más que viable.
Nacida en 2006, Cars es la segunda franquicia de Pixar en llegar a una tercera parte después de “Toy Story”. Siempre dependiendo del gusto de cada consumidor, se puede decir que no debe ser de las sagas más queridas por el público. El primer filme tuvo éxito, pero su secuela derivó en otra cosa y, para ser sinceros, es muy floja. Esta vez, los creadores se tomaron su tiempo y con “Cars 3” (2017), el largometraje número 18 de Pixar, se reivindicaron de la anterior, volvieron a las bases y nos entregaron una obra que, posiblemente, sea la mejor de la saga. El Rayo McQueen (Owen Wilson) sigue siendo el mismo coche de carreras decidido y confiado de siempre, con el agregado de todos estos años de experiencia que lo han convertido en campeón y poseedor en cinco oportunidades de la Copa Pistón. Pero su tranquila vida da un vuelco cuando se ve sorprendido por una nueva generación de corredores con tecnología de punta y ultra rápidos, liderados por el veloz y arrogante Jackson Storm (Armie Hammer). Pronto todos estos coches comienzan a ganar las carreras haciendo que los de la anterior camada se vayan retirando. Decidido a que no lo pasen por arriba, El Rayo hace un esfuerzo en una carrera que desemboca en un terrible accidente. Ahora, falto de confianza y sintiéndose “viejo” y vulnerable, debe decidir si su amor por las carreras es suficiente para retornar a las pistas. Pero no estará solo para su retorno, contará con la ayuda de Sterling (Nathan Fillion), un brillante auto de negocios que es el nuevo dueño de Rust-eze y uno de sus más grandes fanáticos. El empresario pondrá el Rust-eze Racing Center, una de las instalaciones de entrenamiento de élite más exitosas del país. Allí también contará con la ayuda de Cruz Ramirez (Cristela Alonzo), una vigorosa joven técnica de carreras, que tiene su propio plan para ganar. El #95 se embarcará en un viaje para buscar la inspiración que lo devuelva a las pistas como el campeón que supo ser. Pocas compañías deben darle tantas oportunidades a sus empleados como Pixar. Después de ganar experiencias en distintos sectores, a los que lo desean le llega la oportunidad de probarse en otras cosas. Y es el caso del debutante director Brian Fee, que se desempeñó como diseñador de storyboard de “Cars” y “Cars 2” (2011). No era sencillo su trabajo, ya que tenía que levantar una franquicia bastante floja, pero lo logró centrando la historia en la relación y significado de McQueen con su difunto mentor Hudson Hornet (Paul Newman) –es increíble volver a escuchar la voz de Newman a nueve años de su muerte, material reciclado que había quedado de la primera película y no se había usado–. El largometraje toma mucho prestado de la saga Rocky, sobre todo de la tercera parte y algo de la cuarta. El Rayo pide ayuda a Smokey (Chris Cooper), el entrenador de Hudson durante sus días de gloria, en busca de guía e inspiración. Pero “Cars 3” no se queda sólo en eso, sino que le da un giro más a la historia que la saca de lo que hubiera sido el final más obvio y le da una nueva vitalidad a la saga. La película toca temas como el regreso a las fuentes, el luchar por los sueños y el trabajo en equipo, sobre todo. Antes de la película tendrán, como siempre, un cortometraje muy lindo llamado “LOU” (2017). Y, si se quedan hasta el final, una escena al final de los créditos. “Las segundas partes nunca son buenas”, dice el dicho; claro que eso quedó descartado hace tiempo y hay varios ejemplos para contrarrestarlo. Ahora, “Cars 3” podría ser la primera tercera parte en ser mejor que sus antecesoras. ¿Exagerado? Cuando vayan al cine compruébenlo y después nos cuentan.
Nos encontramos con los mismos personajes pero también se incorporan otros. El principal de la historia sigue siendo Rayo" McQueen (nuevamente interpretado por Owen Wilson), este se está poniendo viejo, el retiro se le acerca, y lo siguen todos sus amigos. El villano de esta nueva trama es Jackson Storm (interpretado por Armie Hammer), hay mayor tecnología en ciertos autos. Quien le ayuda a Rayo McQueen es una joven entrenadora, encantadora y soñadora: Cruz Ramírez (Cristela Alonzo, hace un gran trabajo que se luce y es un gran personaje que posee todos los toques. Es posible que continúe en las próximas aventuras de “Cars 4”). Este film es para que lo disfruten niños y adultos (aunque le sobran algunos minutos); tiene momentos muy graciosos, homenajes, situaciones emotivas como cuando McQueen recuerda a su viejo mentor Doc Hudson (interpretado póstumamente por Paul Newman-1925-2008); sin sorpresas y mantiene el encanto para sus fans. Al final de los créditos hay escenas extras.
Pixar regresa con su saga menos carismática, aunque el resultado siempre esté por encima de su rival Dreamworks. Visualmente Cars 3 alcanza la perfección. Ninguna nueva saga de Pixar le podrá quitar a Toy Story su magnificencia. La trilogía de los juguetes que cobran vida supo plantear tan agudamente el miedo a envejecer porque ella misma se enfrentó a un envejecimiento de 15 años (el lapso que hay entre la primera entrega y la última, y que marca el crecimiento de Andy). Si una película va a problematizar el paso del tiempo, nada más honesto que dejarlo pasar para luego meditar sobre él. Cars 3 toma prestada esta idea de obsolescencia y la aplica sobre el destino del Rayo McQueen, pero sin sensibilidad ni pertinencia. Sucede que la nostalgia no es el espíritu de Cars, sino la sed de gloria, de ahí que la única forma que tiene el director Brian Fee de reflejar la angustia del paso del tiempo sea mediante la contraposición de tecnologías en los coches que corren. De esto modo, el trastorno del Rayo McQueen no es el envejecimiento: es el rendimiento. La competitividad jamás tendrá la poesía del afán de aceptación que tenían los juguetes abandonados de Toy Story. Lo retro en el guion de Cars 3 no es una necesidad, es un marketing, una reivindicación impostada para estructurar un conflicto entre lo nuevo y lo viejo. En la película pionera de Cars, el vértigo por la fama sumía en el olvido los antiguos valores. El Rayo McQueen quedaba varado en Radiador Springs para redescubrir la noción de comunidad y respetar la tradición. Luego del extraño paréntesis que fue Cars 2, este conflicto medular se repite en Cars 3: hay autos que están ganando carreras porque incorporan tecnología de punta y la generación a la que pertenece el Rayo se enfrenta al retiro. La primera mitad de la película dispone de un solo chiste: mostrar lo anticuada que es la técnica de McQueen ante sofisticados simuladores de carreras, medidores de variables y entrenamientos fríos y metódicos. La crítica que se desprende de esto es un tanto ingenua: no importa cuánta tecnología traigan los nuevos corredores, a estos les falta calle, aprender de la experiencia. La secuencia del bosque en donde al Rayo se le desprende la chapa y pintura del patrocinador es de una torpeza simbólica pocas veces vista en una película de Pixar. Ya para la segunda mitad, la historia encuentra un giro ingenioso que anula el binomio viejo-nuevo y logra una síntesis, pero a Cars 3 renovar su concepto le lleva un tiempo excesivo, como si desprenderse de la fórmula que glorificó a Toy Story y encontrar la propia fuese una emancipación traumática. Cuando el rumbo de Cars 3 se asoma, la película simplemente termina.
Siempre genera expectativa un estreno de los estudios Pixar porque con semejantes antecedentes (a esta altura cada uno tiene su favorita) el deseo de ir al cine se potencia. Es cierto que en este último lustro y pico se han inclinado por asegurar la venta de tickets con las secuelas, y si bien hay resultados dispares a la hora de pensar innecesarias segundas partes siempre tienen algo para contar. Algo de esto pasó con la franquicia de los autitos. En “Cars” (John Lasseter y Joe Ranft, 2006) la pulsión dramática pasaba por la recuperación de los espacios tradicionales que el progreso fue abandonando y aumentar el sentido de la pertenencia a un lugar, en este caso el casi abandonado pueblito de Radiador Springs, al costado de la ya desvencijada Ruta 66. Además estaba esto del ego, de ser el mejor sin importar nada, y de cómo es necesario “bajar un cambio” para reconocer los verdaderos valores. Pero sin lugar a dudas, la gran virtud de este trabajo fue la de lograr sacar al espectador del frío hecho de estar viendo “autos que hablan”, y otorgarles la personalidad humana que a veces los propios conductores le endilgan a sus coches. La segunda parte fue un éxito de taquilla pero un fracaso creativo, llevando al protagonista y a su mejor amigo a una aventura “JamesBondiana” por todo el planeta. Si hubo secuelas innecesarias este fue un claro ejemplo. No dejaban mucho para una eventual tercera parte. Por suerte los guionistas de “Cars 3” (Kiel Murray, Bob Peterson y Mike Rich) se sentaron a escribir en serio y lograron algo realmente inusual: una tercera parte más amplia, abarcativa, y muy superior a las dos anteriores. Desde el comienzo, vemos al Rayo Mc Queen (Owen Wilson doblado por Kuno Becker) en su mejor momento, disfrutando junto a sus competidores de hacer lo que ama: correr carreras. Sin embargo en una de ellas, en la mitad del campeonato, aparecen varios vehículos de una nueva generación de modelos que amparados por la tecnología de avanzada, superan a los tradicionales como si fuesen postes. Entre ellos Jackson Storm (Armie Hammer doblado por Alejandro Orozco), el mejor y más egocéntrico del grupo. Pero no se trata de esto solamente, es decir, la temática de la tecnología avasallando lo artesanal es el colchón sobre el que se apoyan los dos ejes dramáticos de verdadera profundidad en “Cars 3”. El primero, es la inminencia del retiro. Ese fantasma que sobrevuela en todas y cada una de las profesiones del mundo, y que amenaza con quitar de cuajo el apoyo emocional de cualquier mortal enfrentado a decidir cómo reinventarse en la vida. “¿Sabes lo que me contestó mi mentor cuando le pregunté sobre cuándo es mejor retirarse?: Los jóvenes te lo dirán”, le cuenta un colega al Rayo luego de una carrera. Fiel a su ego, McQueen va a intentar ganar, pero sufre un accidente que lo deja en el taller durante bastante tiempo. Lejos de haber terminado su trayectoria un nuevo sponsor aparece para preparar “el gran regreso”, y a esos efectos le pone a Cruz Ramírez (Cristela Alonzo doblada por Verónica Jaspeado), una entrenadora moderna que tratará de recuperar al héroe vencido. El segundo eje se desprende de esta situación: es el respeto por la experiencia, la sabiduría, y por aquellos que nos precedieron. La búsqueda de consejo como forma de alimentar la humildad para tomar mejores y más sabias decisiones. Claro, además de sobrevolar el miedo al retiro el Rayo McQueen es visitado constantemente por el recuerdo de Doc Hudson (voz de archivo de Paul Newman doblado por Héctor Lama Yazbek), su mentor. Y deberá escalar una generación anterior más para encontrar respuestas, porque si algo importa en esta película es el mensaje para que los más chicos se den el lugar para acudir a los más viejos. La transmisión de la experiencia de vida es más poderosa que cualquier modernización. Más allá de conocer nuevos personajes, el director Brian Fee confía en centrar la mayor parte en la dupla entrenadora-entrenado porque además de tratarse de ellos mayoritariamente, el hecho de construir el vínculo entre ambos genera una tercera veta dramática que consiste en que todos merecemos una chance. “No tengas miedo de intentar algo nuevo, tené miedo a no tener la oportunidad”,escuchará el espectador. Los habitantes de Radiadior Springs, los autos nuevos, los de un pueblo perdido por ahí, y los viejos corredores de décadas atrás también aportan lo suyo. No necesariamente a una sub-trama, sino más bien a un acto de presencia que ayuda a solidificar el contexto emocional sobre el cual cada personaje se apoya. “Cars 3” está bien pausada en los momentos de transición, vertiginosa cuando lo requiere la acción y con momentos hilarantes en su punto justo. De lo mejor de animación del año. Vaya velozmente al cine.
OTRA VUELTA DE MÁS Trato de recordar que pasaba en Cars 2 y no logro hacerlo. Sí, claro, lo busco en Internet y listo, pero la sensación inicial es que esa segunda parte no tuvo ningún sentido y por eso esta nueva secuela intenta hacer caso omiso y meterse de lleno en el espíritu de la película original. Pero la película original, un film deportivo de manual, tampoco era de lo mejor de Pixar. Cars 3 es menos de lo mismo, o la mera repetición del esquema. Rayo McQueen está viejo, la tecnología ha avanzado y un recambio generacional se impone. Ese es el tema de la película, un tema interesante sin duda pero que la película solo anuncia sin profundizar nunca en él. Por momentos más parecida a las secuelas de Rocky que a la propia serie de Cars, la trama ofrece todo lo que buscan los fans pero sigue siendo repetición, no aporta nada nuevo, la rutina se apodera una vez más del cine de animación actual. La perfección de la mítica Pixar hace rato que quedó atrás y esta es una nueva prueba de ello.
"Cars 3", persevera y triunfarás El éxito no dura para siempre y esa será la lección que debe aprender Rayo McQueen en “Cars 3”, un filme entretenido pero que no deslumbra ni divierte como las dos primeras. La trama de esta nueva historia se centra cuando aparece un nuevo competidor en la Copa Pistón: Jackson Storm, quien supera a los mejores coches y hace que los veteranos se vayan retirando, dejando sin amigos al protagonista y provocando una decisión precipitada. Así, Rayo deberá decidir si podrá recuperarse o si se verá forzado a retirarse. Entrenamientos con simuladores, diálogos graciosos y sobre todo, mucha adrenalina es lo que ofrece estar tercera parte para los más chicos. La clave resulta consistente: “Cars 3” regresa a su esencia no sólo por Rayo McQueen, sino por el ojo de John Lasseter. El productor de Pixar es fanático de los autos y por eso sabe explotar la temática como nadie, resaltando la ternura y la adrenalina que terminan cautivando a la audiencia. ¿El acierto? El mensaje que siempre caracterizó a esta saga: la perseverancia ante todo, la importancia de volver a intentar las veces que sea necesario y el optimismo de que todo va a salir bien pase lo que pase.
Se estrena Cars 3, la nueva entrega de la saga creada por John Lasseter. Esta vez el Rayo McQueen (Owen Wilson) debe enfrentar su posible retiro del universo de las carreras. Días de trueno. La saga de Cars es la oveja negra de Pixar. Un tono demasiado infantil e inocente para el público adulto que busca la profundidad existencial de obras previas como Up o Wall-E, pero demasiado clásica y nostálgica para la audiencia más joven. Cars remite al cine de los años ’40, al idealismo de Capra, al romanticismo de generaciones previas con lenguaje sencillo y nostálgico. Sin embargo, Cars es lo más cercano que Pixar hizo de la saga Toy Story. En ambas sagas los objetos cobran vida -de hecho, en el universo de Cars los humanos no existen- y, en ambas, los jóvenes deben aprender de los viejos para madurar y concretar sus metas. Cars 3 retoma el concepto de la primera entrega: pasar el conocimiento a las nuevas generaciones, reconocer el paso del tiempo y asimilar la edad de uno, el cambio de una etapa. El Rayo McQueen debe enfrentar rumores de retiro. En medio de un enfrentamiento con el corredor estrella, Jackson Storm, McQueen se exige más allá de sus posibilidades físicas y sufre un accidente casi mortal. Este hecho lo obliga a volver al pueblo de Doc Hudson, su mentor y entrenador (enorme homenaje a Paul Newman, quien puso su voz al mítico personaje), para volver a ponerse en forma y terminar el torneo. Cuando un moderno empresario decide auspiciarlo, McQueen conoce a Cruz, su nueva entrenadora. La relación entre el Rayo y su entrenadora es el núcleo de la película. Esta vez no hay un villano fuerte. Los personajes deben superar sus propios miedos y asimilar sus límites. Pixar nunca esconde su amor por el cine. Desde Días de trueno -el film de culto de Tony Scott con Tom Cruise- hasta Rocky y Million Dolar Baby, Cars 3 deja de lado a los personajes secundarios de las ediciones previas -queda llamativamente relegado Mate que en Cars 2 fue el verdadero protagonista- para concentrarse en el mismo conflicto de la primera entrega. Brian Fee, debutando como director, concreta -como sucedió con Toy Story– la entrega más compleja, profunda y estéticamente más avanzada de la saga. No solamente Pixar se supera técnicamente, sino que cuida cada aspecto narrativo para conseguir emoción genuina de parte de cada franja etaria del público, apela a la nostalgia con sutileza y criterio clásico. Como atractivo adicional, previamente a Cars 3, se proyecta Lou, un excelente y sutil cortometraje animado sin diálogos de Pixar, en el que con mucho ingenio, creatividad e imaginación, el estudio enfrenta uno de los problemas que más preocupa a la sociedad estadounidense. El segundo atractivo sólo lo podrán apreciar quiénes vayan a las funciones subtituladas. Owen Wilson regresa como Rayo McQueen y se suman Chris Cooper, Cristela Alonso, Nathan Fillon, Armie Hammer y la posibilidad de volver a escuchar la voz de Paul Newman, ya que aún cuando solamente aparece en forma de flashback, Doc Hudson es un personaje esencial de esta tercera entrega.
Dejando atrás la horrenda historia y molestos personajes de su predecesora, Cars 3 se presenta como un film bastante digno pero lejos de lo mejor que Pixar puede dar. No hay que ser un cinéfilo experto para darse cuenta que Pixar es el rey del cine animado. Sus películas no solo demuestran una calidad técnica de excelencia, sino que también gozan de una sensibilidad especial a la hora de presentar historias inteligentes y bien escritas que apelan tanto a los niños como al público adulto. La saga Cars parece ser la excepción a la regla. Su primera entrega, liviana y bastante pasable, claramente estaba más preocupada por presentar los personajes para vender merchandising a los niños antes que por contar una historia que verdaderamente valga la pena y logre conmover además de entretener. Sin embargo, el film fue muy bien aceptado por los más chicos, ganó una millonada y se ganó una secuela. Cars 2 es sin lugar a dudas la peor película de la factoría Pixar. La única película del estudio universalmente reconocida por la crítica como mala. La que arruinó su récord perfecto hasta el momento. Por suerte este nuevo film en la franquicia es un paso en la dirección correcta. El Rayo McQueen (Owen Wilson) disfruta su vida como uno de los mejores corredores del circuito junto a sus amigos y colegas, hasta que llega Jackson Storm (Armie Hammer), un auto de alta tecnología que utiliza una enorme gama de recursos técnicos, entrenamiento en simuladores y datos estadísticos de las pistas para mejorar su performance y ser mucho más rápido que los corredores “clásicos”. Poco a poco las viejas glorias del circuito van desapareciendo de las pistas a medida que más autos tecnológicos se unen a la competición, pero McQueen es el único que se resiste a retirarse del mundo de las carreras (a pesar que estos nuevos autos lo superan en todo aspecto). Después de esforzarse al máximo para acercarse a Jackson Storm, McQueen sufre un accidente que lo aleja de las pistas y lo hace replantearse su carrera. Decidido a no dejarse vencer y convencido de que aún le queda mucho para dar, McQueen se somete a un riguroso régimen de entrenamiento para volver a las carreras con más fuerza que nunca. Aunque puede que McQueen solo esté negando lo inevitable: su momento ya pasó, está viejo y no puede competir contra los nuevos corredores. Cars 3 presenta una historia muy linda y bien contada (a diferencia de su antecesora). Parece que Pixar tomó nota de las críticas a Cars 2 y decidió hacer de cuenta que la película anterior nunca sucedió. Mate, la molesta grúa con retraso madurativo, prácticamente no aparece para alivio de todos y el film se centra en McQueen y su lucha por volver a ser lo que era. Un nuevo personaje se suma en esta nueva película, Cruz Ramirez (Cristela Alonzo), quién será la entrenadora de McQueen, un auto que jamás pudo triunfar como corredora y se dedicó a ayudar a los demás. Cars 3 presenta una historia similar a la de un film deportivo (la vieja gloria de un deporte tratando de volver al ruedo) pero con una linda moraleja: a veces es mejor soltar aquello que nos apasiona cuando llega el momento. La animación vuelve a brillar entregándonos secuencias de carreras que te hacen sentir el vértigo de la competición.
Debo reconocer que no soy fanático de la franquicia. Me pareció siempre difícil de entender porqué los productores en Pixar apoyaban tanto el espíritu de la saga “Cars”. No le veía el brillo de otros tanques de la compañía y tampoco ofrecía resultados jugosos en la taquilla. Incluso la segunda entrega de estos autos animados fue discreta en cuanto al box office por lo cual nos llamó la atención que Pixar quisiera hacer una nueva entrega. Hoy, a la luz de los resultados, debo decir que no esperaba que este tercer capítulo fuese el mejor de la historia. Y lo es. En esta oportunidad, el Rayo McQueen (Owen Wilson en la versión en inglés), inicia una nueva temporada como piloto, dispuesto a seguir en la cima de los vencedores. Pero las cosas no serán tan simples porque los autos van evolucionando y un nuevo corredor comienza a vencer con facilidad (Jackson Storm) amenazando su reinado. De hecho, al poco tiempo McQueen se encontrará vencido y acorralado ante su actualidad: debe comenzar a aggionarse a los tiempos que corren (sic) o deberá abandonar las competencias. Con un cambio de sponsor y una coach particular (Cruz Ramirez, la voz de Cristela Alonzo), el Rayo iniciará un camino que desconoce: asumir que el tiempo avanza e ir en dirección al cambio. Dejar los viejos hábitos y adquirir nuevos. En esa búsqueda por inspiración para sostener sus aspiraciones, el rojo piloto irá al encuentro de sus mentores, tratando de reconocerse en esos autos, para encontrar la solución al problema que posee: no es un vehículo veloz y si pronto no obtiene una victoria, terminará su carrera abruptamente. "Cars 3” ofrece una interesante historia para todas las edades sobre el paso del tiempo. Elige una atmósfera de humor y ternura para presentar un conflicto poderoso, cómo cambiar y aceptar la propia vida cuando se hace imposible seguir sosteniendo el status quo personal. Aborda este complejo escenario que tienen aquellos que habitan en la cima cuando su suerte comienza a declinar, por hábiles que sean. Porque el avance del tiempo es inexorable. Nadie lo detiene. Con Brian Fee en la dirección (reconocido artista y animador que reemplaza al legendario John Lasseter), “Cars” luce potente en imagen y sonido. Secundarios bien delineados (aunque con poca participación), secuencias nostálgicas (“Glory days” como canción anticipatoria del cierre?) y mucho glamour y tecnología. La trama interesa y avanza sin pausa hacia un final inesperado (habrá o no cuarta entrega?), siempre contenida y llena de secuencias divertidas y amenas. Un retorno a la altura de Pixar, el Rayo está de vuelta y esta vez, es para no perdérselo.
El mundo Cars es para los espectadores, casi en forma unánime, el producto más flojo de Pixar. Quizás por ser una réplica exacta de nuestro mundo pero cambiando autos por personas, o por poner la aventura menos innovadora de todo lo que el estudio de Luxo ha ofrecido. La tercera parte -nobleza obliga- no dista mucho de sus antecesoras pero integra algo que le faltaba y es la desesperanza, porque Rayo McQueen ya no es el mismo, sufre de lo que todo ser humano sufrió o sufrirá en algún momento: el recambio generacional.
Crítica emitida en Cartelera 1030 –Radio Del Plata AM 1030, sábados de 20-22hs.
El auto más lindo del mundo está arruinado: si las dos primeras entregas de Cars (2006 y 2011) mostraron a Rayo McQueen como el nuevo campeón de las carreras, joven y arrogante, que a lo sumo tenía que aprender a trabajar en grupo y asimilar que algunas cosas eran más importantes que pararse triunfal frente a los flashes al final de una carrera y deslumbrar a todos, toda la historia de Cars 3 se funda, como también lo hizo Toy Story 3, en el paso del tiempo. Pixar sabe que puede hacer películas con juguetes y al mismo tiempo pulsar la cuerda más sensible que esos juguetes también representan, es decir, el hecho de que la infancia y la juventud algún día terminan. A diferencia de otras sagas como Mi villano favorito, que en su tercera entrega apuesta solo a la renovación plástica de su villano, a agregar algún personaje nuevo y hacer cantar a unos Minions ya totalmente desligados de la historia, Cars parece haberse reencontrado consigo misma después de una segunda entrega bastante fallida donde la lógica era más y más de todo: más autos, más locaciones, más brillo. Cars 3 vuelve a los fondos apastelados de esa primera película que hizo lo imposible: hacer que un montón de autitos parlantes fueran personajes sensibles y con espesor en una historia que implicaba correr a toda velocidad hacia adelante pero, también, tomarse un respiro para recordar el pasado, a los que estuvieron antes y al mundo como fue. Todo lo mejor de esa primera película está en Cars 3, que por momentos incluso replica ciertas secuencias memorables sin que la repetición moleste para nada, como el comienzo de un viaje por rutas y autopistas a bordo del camión Mack, que siempre contiene aventuras. Y esta vez el desafío es acuciante: mientras todavía está en la cima de su carrera, o al menos eso cree él, Rayo McQueen empieza a ser superado por un nuevo tipo de auto, Jackston Storm, negro y reluciente como una versión futurista de El auto fantástico. Ganarle es casi imposible porque no solo Storm es un buen corredor, sino que también trabaja con una tecnología de la que Rayo carece. Y por primera vez, con el corazón en la mano, lo vemos quedarse atrás y sentir que toda la fuerza de su motor no es suficiente. No es raro que lxs adultxs lloremos con las películas de Pixar en la oscuridad del cine mientras los y las niñas mastican pochoclo, y en este caso no será diferente, porque Cars 3 contiene en su corazón una sorpresa rarísima de encontrar en una película destinada en principio a lxs más chicxs, y es que a veces simplemente no se puede (pero se pueden otras cosas). Lejos de cualquier triunfalismo de fórmula, Rayo McQueen se tiene que poner a trabajar como loco para volver al ruedo y superar a Jackson Storm. En el camino conoce a Cruz Ramírez, una entrenadora enérgica y optimista que de a poco irá revelando la carrera frustrada que lleva a cuestas. Las distintas rutinas de entrenamiento los llevan, a puros pasos de comedia, a la playa, a una carrera de autos locos en el barro y finalmente al pueblo donde vivió Doc Hudson. Y a propósito de Cruz, una digresión sobre los personajes femeninos de Pixar, como Sally o la pequeñita Bonnie de la última parte de Toy Story: si encajan en el universo de los juguetes con tanta naturalidad es porque en ningún momento se plantea que sean completamente otras, como esa incrustación vestida de rosa que es la perrita Sky de Paw Patrol, puesta al lado de los varones para representar lo femenino como minoría incluida. Las chicas de Pixar están ahí porque el mundo les pertenece tanto como a los varones, y Cruz no es la excepción. Por eso la historia no se trata de “correr con una chica” sino de un secreto magnífico que descubre Rayo con respecto a su maestro, Doc Hudson. Y a lxs maestrxs en general, y también a lxs padres, o a la clase de felicidad que se puede sentir cuando la vida deja de girar alrededor de unx mismx y algo de todo lo recibido se derrama, con generosidad y con pasión, hacia lxs otrxs.
Cars 3 no es la mejor película de Pixar, no es la mejor película de la saga, pero tiene algo que le juega completamente a favor y es el rol que Brian Fee, operaprimista, le da a un personaje femenino en una película que siempre estuvo controlado por los hombres. Los fierros, el mundo automovilístico liderado por los machos “alfa”, es derribado por la gran y única Cruz Ramírez, un CRS Sport Coupé amarilla que va a ser la dupla del Rayo Mc Queen en esta película que trata el tema de la nostalgia y el paso del tiempo. La recurrencia a la muletilla de “dejar el camino a las nuevas generaciones” construye un relato plagado de flashbacks simbólicos que evocan las dos anteriores películas y tiene presente a Doc Hudson (Paul Newman). El rayo Mc Queen, célebre, y una de las figuras máximas de Pixar, comienza a perder su autoestima, cuando en tono de humorada, le comienzan a soplar la nunca las nuevas generaciones de autos, los chistes sobre la pérdida de vigencia y sobre lo que significa ser veterano, copan una película a la que le falta aventura y ritmo. La verborragia desmedida de un personaje desesperado – Rayo Mc Queen- por querer conquistar de nuevo las pistas, opaca el taiming y la fuerza de los momentos de aventuras. La película es demasiada analítica, pero, siempre los “peros” de Disney suelen ser alentadoras, está Cruz Ramírez, la coach de El Rayo en esta lucha por querer ser un arquetipo más techie. Eterna soñadora e idealista, Ramírez introduce una inyección femenina, ausente en las otras películas. El rol de la mujer, se convierte en una fija, pero no como compañera – en ese lugar la tenemos a Sally (Bonie Hunt)- sino a la par de las figuras masculinas. Miss Fritter ese camión escolar (también amarillo) con esos cuernos y ese swing con todo el Heavy Metal – amé escuchar a Lea De Laria en la voz del personaje- que es la reina del Ocho Loco del Derby – la mejor escena de la película- compite de igual a igual con el Rayo McQueen y la propia Cruz Ramirez. Las mujeres copan Cars 3 y le dan la gracia y el romanticismo femenino que las otras Cars no tenían. Pero los monólogos del Rayo Mc Queen y la recurrencia por revivir la imagen de Doc Hudson, opacan una película un tanto larga y falta de correría. Con música de Randy Newman – no se lo puede crítica nada a este prócer de Pixar- Cars 3 deja el legado para las andanzas de la increíble Cruz Ramirez. Porque en Pixar las mujeres llegaron para quedarse.
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