Vacuidad e ironías recicladas. En muchas ocasiones en el ámbito cinematográfico ocurre que un director se especializa en determinados géneros y/ o planteos estilísticos, dejando de lado otras tantas alternativas en lo que a “formación creativa” se refiere. Por regla general esta suerte de adecuamiento concienzudo lleva a que algunas realizaciones resulten más eficaces que otras, por supuesto en desmedro de aquellas que escapan a lo que podríamos denominar la “esfera de competencia”. Los norteamericanos Phil Lord y Christopher Miller han protagonizado un desarrollo profesional de estas características, con una carrera que se divide entre pequeñas joyas de animación y propuestas de live action que no llegan a cumplimentar lo prometido. Cabe destacar que Lluvia de Hamburguesas (Cloudy with a Chance of Meatballs, 2009) y La Gran Aventura Lego (The Lego Movie, 2014) fueron dos aciertos mayúsculos del dúo, quien demostró que aún en el contexto hollywoodense actual es posible redondear obras relativamente austeras que examinen con inteligencia el proceso de crecimiento y vuelquen todo su arsenal cognitivo hacia un andamiaje tan melancólico y enajenado como encantador e hilarante. Entre medio de ambos films los cineastas aceptaron el encargo de adaptar Comando Especial (21 Jump Street), una serie televisiva ochentosa y muy mediocre que sólo es recordada por haber sido el “trampolín” de un -por entonces- ignoto Johnny Depp. Si bien es verdad que el producto resultante constituyó una grata sorpresa para lo que suele ser el paupérrimo nivel de los refritos mainstream contemporáneos, tampoco llegó a brillar por su perspicacia u originalidad: el opus homónimo de 2012 combinaba la comedia posmoderna basada en “bromances” y la sátira de los policiales de “pareja despareja”, apoyándose en el desparpajo visual, un ritmo por momentos arrollador y una dirección de actores que dejaba “vía libre” al exceso interpretativo de los protagonistas Channing Tatum y Jonah Hill. Mientras que el guión de Michael Bacall incluía algunos detalles vacuos y diálogos grasientos, el trabajo concreto de Lord y Miller era francamente irreprochable. Para la secuela regresa todo el equipo con vistas a repetir la fórmula pero lamentablemente no se logran las carcajadas esporádicas de antaño. Una vez más estos dos agentes encubiertos deben desmantelar una red de tráfico de drogas en una institución educativa (hoy es Hill quien se siente “excluido” frente a la popularidad de Tatum, invirtiendo la lógica preliminar). Comando Especial 2 (22 Jump Street, 2014) no pasa vergüenza aunque cae por debajo de la original, luciéndose sólo en la apertura, el episodio del romance de la hija del Capitán Dickson (Ice Cube) y la excelente secuencia de créditos finales. Las ironías recicladas revelan la incapacidad de “sopesar” al cine por fuera de los propios prejuicios…
Seguramente, una de las mejores decisiones que tomaron los ejecutivos de Columbia Pictures que, en 2008, por motivos puramente comerciales rescataron de la oscuridad una serie de TV olvidada de fines de los ’80 como 21 JUMP STREET (que pasará a la historia solo por haber sido la que le dio el papel que hizo conocido a Johnny Depp) fue la de incorporar poco después como directores a Phil Lord y Chris Miller, los por entonces apenas conocidos creadores del filme animado LLUVIA DE HAMBURGUESAS. Si bien el guión de la película original no es de ellos, el humor que los caracteriza tanto en sus películas animadas (las dos HAMBURGUESAS y, especialmente, THE LEGO MOVIE) se transformó en un factor clave del éxito de la adaptación cinematográfica que protagonizaron Channing Tatum y Jonah Hill, y que aquí se conoció como COMANDO ESPECIAL. En la secuela trabajaron de la misma manera, utilizando otra vez un guión del propio Hill y Michael Bacall (entre otros), y otra vez los resultados vuelven a ser, sino sorprendentes, al menos de lo mejorcito que hay en la comedia de Hollywood actual. COMANDO ESPECIAL 2 –tal vez una de las secuelas más autoconscientes de la historia de las secuelas– lleva esta vez a los policías que se habían infiltrado en una escuela secundaria a una universidad y los resultados son aún mejores, ya que la combinación entre escenas de acción, personajes insólitos y humor zarpado es más efectivo todavía. La película no descubre nada nuevo: no es más que una meta-parodia salvaje de las películas de acción hollywoodenses de las que ya se han hecho muchas, pero la relación y la química entre los protagonistas es particularmente brillante. Jonah Hill;Channing TatumY si en comedia casi todo es timing, puesta en escena y textos divertidos, el secreto del éxito de COMANDO ESPECIAL 2 (es la décima película más vista del año en Estados Unidos y la segunda comedia después de… THE LEGO MOVIE) tiene que ver especialmente con esa química entre los actores, algo que suele suceder mucho en las películas de herederos de la factoría Apatow (ver aquí sino la misma lógica en el trailer de THE INTERVIEW, con James Franco y Seth Rogen, de similar tono), en la que todos ellos, amigos entre sí, tienen una facilidad única para el riff y la improvisación exacta (al menos, en los planos que quedan en el corte final). Pero además de eso, saben jugar muy bien con los subtextos que estás películas proponen, en especial los homoeróticos. Hay veces que el combo funciona mejor que otras. Este es uno de esos casos… La trama del filme no escapa de lo convencional –policías buscan narcotraficantes en una universidad, etc, etc–, pero el aporte más importante a la gracia de la película está en los celos que surgen entre ambos cuando uno empieza a hacerse amigo de los jocks de la universidad (los jugadores de fútbol americano, líderes populares de las fraternidades) mientras que el otro se involucra con una chica que se dedica a la poesía. Los problemas “románticos” entre ambos acercan al filme a este otro subgénero también ya clásico en Apatowlandia y compañía que es el “bromance”: esa relación de amistad tan fuerte que se acerca casi a la de una pareja. 22-jump-street-2014-1En ese juego juegan magistralmente Hill y Tatum, ayudados por notables secundarios como los fumados hermanos Lucas, Jillian Bell o el omnipresente Ice Cube, y la película apenas sufre cuando las escenas de acción se tornan excesivamente largas, como si parte de la parodia estuviera obligada a incluir lo interminable de esas absurdas persecuciones y peleas. Es cierto que muchos chistes apelan a la referencia algo críptica (y a los juegos de palabras) y para mucho público algunas pasarán por alto, pero el espíritu Looney Tunes que tiene la película de principio al fin supera cualquier duda. Al final, como un chiste que se volverá real, queda claro que habrá COMANDO ESPECIAL para rato. Por ahora es una buena noticia. Si llegan a la décima, empezaría a preocuparme…
Los indestructibles. Siguiendo el homenaje a las series policiales ochentosas (como Comando Especial, claro está), Comando Especial 2 arranca con un “previously on” de algunas escenas memorables de la película anterior, para continuar con una secuencia inicial en la que los maestros constructores Lord y Miller demuestran la enorme capacidad de precisión narrativa (cómica y dramática) que los caracteriza, sin subestimar jamás a su público y siempre ampliando y explorando todas las posibilidades que ofrece la comedia. Al igual que La Gran Aventura Lego (un antes y un después en la animación, en la comedia y en el mundo), Comando Especial 2 es también un gran patio de juegos. Al ser una película puramente lúdica, la pareja explosiva Hill/ Tatum asume el rol de dos legos policías sueltos dentro de esa fantasía de colores que es la cabeza de Phil Lord y Christopher Miller, dos expertos en juguetes, en jugar con ellos y dejarles lugar para crear su propio juego, mediante bloques interconectados de los que se apropian para inventar un universo con sus propias y disparatadas reglas. Pero los directores no sólo se apropian de los códigos dentro de los subgéneros de la comedia (la buddy movie, buddy cop, el slapstick o el bromance, por nombrar algunos) o del cine de acción, sino también de la parodia autoconsciente de su condición de secuela: a partir de ello, la película requiere de la complicidad del espectador que (recontra) conoce y reconoce las fórmulas utilizadas por las secuelas de la factoría Hollywood una y otra vez. Lord y Miller son tan inteligentes que admiten desde un comienzo que la película es un producto innecesario e incluso igual al anterior. Lo hacen a través del Capitán Dickson, cuando tonto y retonto vuelven a la Iglesia para una nueva misión: “Hagan lo mismo que la última vez y todos estarán felices”, les dice; y Jesús vietnamita mediante, esto será así de manera tan literal que la película compartirá con la anterior algunas líneas idénticas de diálogo. Acá no hay una búsqueda de originalidad en relación a la primera, más bien todo lo contrario; se trata de rastrear lo viejo (como anteriormente en Comando Especial, a partir de un producto preexistente) y adaptarlo, siendo conscientes de esa operación. Pero en esta comedia desaforada y explosiva cual cohete marca ACME, lo único que importa es el bromance entre Schmidt y Jenko; que se siente más genuino que el de cualquier bodrio romántico para teens que haya protagonizado Tatum junto a su coestrella femenina de turno. Lo que hacen Lord y Miller es poner todo el tiempo en evidencia eso que solía aparecer en forma de subtexto dentro de las buddy movies: la relación amorosa entre la pareja de camaradas. Hill y Tatum funcionan y se fusionan de una forma que explota y se potencia cuando ambos comparten la acción en el plano. Pero el que más se luce es, sin duda, Channing Tatum, quien ya había demostrado en Comando Especial que podía convertirse en un gran comediante. Pero aquí esto es llevado aún más allá que en aquella excelente primera parte; como cuando al comienzo intenta fingir un acento. Su personaje es la combinación perfecta entre la versión stripper de un Ken y un osito cariñosito. El gran cambio en esta secuela es el ritmo, el cual trata de sincronizar la acción con la comedia. Los chistes (a pesar de que no todos funcionan igual de bien) se estrellan en nuestras frentes a una velocidad cartoonesca comparable a la de los Looney Tunes y hacen de esta comedia lisérgica uno de los mejores estrenos del año. Además de ser sumamente física, explotando hasta las últimas consecuencias las diferencias entre los dos cuerpos, como lo hizo en la primera cuando mostraba en ralentí la agilidad con la que Tatum saltaba un sillón en medio de una persecución, seguida por la torpeza de Hill. Si todo esto les parece increíble, prepárense para el final porque, como rezaba la canción de La Gran Aventura Lego: “Todo es increíble”. Cada ser humano debería tener -en forma de calendario pegado en la pared de su habitación- las disparatadas imágenes que aparecen en los créditos finales más hermosos del mundo. Una mejor que la otra, esta serie de pósters -y paro acá para no spoilear- incluye una de las apariciones más graciosas de toda la película. Ya sea en cualquiera de las infinitas alegrías que podría darnos la saga, en formato de animación o de videojuego, obviamente no cabe ninguna duda de que quisiéramos verlas todas.
Comando especial 2 es una buddy movie para no perdérsela si estás buscando pasar un rato ameno con una linda comedia. Hay que destacar que esta secuela tiene una historia bien construida, juegos de palabras, buen ritmo, muy buenas escenas de acción y gags que felizmente no están basados en guarradas ni escatología. La química entre...
La dupla de Phil Lord y Christopher Miller es lo más refrescante que le pasó a la comedia americana en años. Primero por el lado de la comedia animada, en 2009 con Cloudy with a Chance of Meatballs y este mismo año con la brillante The LEGO Movie, y luego en 2012 por la comedia pura y dura, con 21 Jump Street, basada en la serie de los años '80. El éxito de ésta última le permitió a los directores volver con la dupla de Schmidt y Jenko en esta secuela que ahora tiene como escenario principal una universidad, y la peor mejor pareja de policías infiltrándose en la misma. 22 Jump Street ya de por sí es una genial comedia de acción y una superior secuela, pero se disfruta el doble, diría, si se tiene en cuenta el alto nivel de autoconsciencia que posee el guión. Todo diálogo o discusión tiene un doble sentido, que muchas veces alude al inesperado suceso de la primera parte, así como también a las nociones de lo que significa estar presentes en una secuela, con un presupuesto elevado y situaciones y persecuciones con el doble de adrenalina. No sé hasta qué punto la traducción logra captar todos los guiños cinéfilos y cinematográficos, pero las referencias personales a lo que perfila ser una saga son muchísimas: Lord & Miller no tienen miedo de reírse de sí mismos en los créditos finales, ni tampoco dejan pasar el hecho de que habrá una 23 Jump Street incluso cuando dicha secuela no estaba aún confirmada para el estreno de esta secuela. Pasando el hecho de las autobromas y la constante burla a que la acción es toda lo mismo, pero con un presupuesto más grande, la vida en el campus académico afecta diferente a la dupla de amigos. No todo tiene que ser exactamente igual, así que desde el guión hay muchos juegos con esos ligeros cambios, aunque el nudo del conflicto es el progreso del bromance entre Schmidt y Jenko, peligrando por la inesperada aparición de un jugador torpe de fútbol americano. Tomar esto como si fuese un matrimonio hecho y derecho, con todos los problemas que acarrea la situación, es uno de los detalles glorificados que posee esta continuación, situación insuflada por el carisma y la química lograda por Jonah Hill y Channing Tatum, la nueva dupla imbatible en lo que se refiere a comedia. Hay bastantes cameos que no vale la pena comentarlos acá -hay que quedarse hasta el final de los títulos también-, una agradable expansión del secundario de Ice Cube, y grandes apariciones, como el siempre villanesco Peter Stormare y más sorpresas, como los gemelos Kenny y Keith Lucas y esa pequeña bomba de relojería llamada Jillian Bell, como la extraña compañera de cuarto del interés amoroso de Schmidt. 2014 es el año de Phil Lord y Christopher Miller. Con el rotundo éxito de La gran aventura LEGO y la más que cálida recepción de 22 Jump Street, parece que el futuro de ambos es imparable. Tardó bastante en llegar, pero esta secuela es una de las comedias del año, e imperdible para todos aquellos que disfrutaron de la primera entrega. Hill y Tatum dignifican.
Una secuela divertida y original a su manera, pero que no logra alcanzar el nivel de su antecesora. Los agentes Jenko y Schmidt están listo para una nueva misión. Luego de terminar el secundario por segunda vez y habiendo atrapado a un peligroso traficante, los oficiales toman el siguiente paso lógico y ahora se infiltran en una universidad. Nuevamente para atrapar a otro peligroso traficante. Pero esperen! Hay más! Segunda parte y orgullosa “A nadie le importaba la resurrección del proyecto 21 Jump Street, pero tuvieron suerte. Así que este departamento invirtió mucho dinero para que Jump Street continúe”, dice el Jefe Hardy, interpretado por el comediante Nick Offerman, durante los primeros minutos de Comando Espacial 2. Ese es tan solo el primero de muchos chistes auto-referenciales que se reserva esta secuela, que en definitiva son una parte importante de que la película funcione y termine demostrando que, a veces, las segundas partes tambien pueden ser buenas. La idea de los guionistas fue bien clara desde el principio: No intentemos arreglar lo que no está roto. Así es como dieron con esta historia que aunque en lineas generales es igual a la de la primera parte (acá se infiltran en la universidad en lugar del secundario para atrapar a un traficante de drogas), intenta compensar con una relación más rica, compleja y divertida entre Channing Tatum y Jonah Hill. Sin dudas Comando Espacial 2 funciona en gran medida gracias a eso, la buena química entre sus protagonistas. Algo que ya se había dejado ver bien claro en la primera entrega y que acá no hace más que llevarse a un nuevo nivel. Los directores Phil Lord y Christopher Miller, que vienen bien frescos del éxito de The Lego Movie, optaron recorre un camino bien parecido al de las películas de Sherlock Holmes que dirigó Guy Ritchie y encabezaron Robert Downey Jr. y Jude Law, y donde se trata a la pareja protagónica como una suerte de matrimonio, básicamente un “bromance”. Nuevamente esto funciona gracias a la ya mencionada buena química de sus protagonistas, aunque en algún un momento algunos de los chistes pueden llegarse a volver algo repetitivos o se extienden más de lo que deberían. En lineas generales uno siento que todos los involucrados se están divirtiendo con el material. Y aunque eso no es sinónimo de que las cosas vayan a funcionar, es un gran aditivo cuando lo hace. Son muchos los actores que se lucen en pequeños papeles e incluso Ice Cube, que probablemente hizo uno de los mejores roles de su vida en el film anterior, hace un buen trabajo esta vez con un papel algo más importante.Tatum demuestra nuevamente que tiene sentido del humor y juguetea con su condición de “sex symbol”. Hasta se da el lujo de reírse de si mismo y de algunas de las malas decisiones de su carrera (si, El Ataque, se están riendo de vos). La cinta se reserva uno de sus mejores momentos para los créditos finales, algo que no les voy a arruinar pero que resume a la perfección el sentimiento detrás del film. Conclusión Comando Espacial 2 es una película que si bien no difiere tanto de su antecesora, se reserva una buena cantidad de carcajadas ya que los chistes en su gran mayoría funcionan y la pareja Tatum – Hill está mejor que nunca. Algunos la podrán encontrar superior a la primera parte y otros inferior, pero lo cierto es que esta segunda entrega de 21 Jump Street nos deja con ganas de ver más.
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“Película para adolescentes descerebrados”, diría mi amigo, colega y compañero Hugo Zapata, porque para los que disfrutaron de la serie original y hace un par de años descubrieron esta muy libre adaptación en clave cómica tuvieron dos opciones: odiarla o dejarse llevar y divertirse. Los del primer grupo van a odiar esta secuela y en tanto los del segundo se van a divertir aún más. Yo me encuentro en el grupo dos dado a que no tengo ningún tipo de apego con la serie protagonizada por Johnny Depp pero tampoco voy a exagerar diciendo que la película es fantástica como muchos están diciendo. Es superior a la primera porque tiene secuencias más graciosas y porque dejaron de lado las pocas solemnidades que hubo (muy al pedo porque desconcertaban) para centrarse en una casi sátira. Lo que me pareció genial de este estreno es la burla en sí misma hacia la película y el género por parte de los realizadores, criticarse por hacer una segunda parte y las posibles futuras continuaciones. Asimismo, no hay verosimilitud argumental alguna. Todo es un delirio y Channing Tatum y Jonah Hill juegan muy bien desde esos lugares. En esta oportunidad llevaron sus personajes un paso más adelantes dentro de un muy buen recurso de doble sentido en donde la relación homo/heterosexual es la que da lugar para que se desprenden grandes momentos. Los directores Phil Lord y Christopher Miller aprovecharon más recursos y presupuesto (incluso se burlan de eso) para secuencias de acción más elaboradas, pero que quedan en un segunda plano total y que no infieren para nada. Comando especial 2 es para apagar el cerebro un rato y reírse de lo más ridículo que Hollywood puede brindar aún en los créditos finales, donde te morís de risa y se justifica la entrada totalmente.
Póquer de ases de la comedia Cuatro de cuatro. Así podría resumirse la aún incipiente pero meteórica y por el momento intachable carrera de la dupla Phil Lord y Christopher Miller. Dos joyitas animadas (Lluvia de hamburguesas y La gran aventura Lego) y las dos entregas de Comando especial, en la que esta segunda parte -en un hecho poco frecuente en el Hollywood contemporáneo- es incluso superior a la primera. ¿Estamos ante una obra maestra, ante verdaderos genios de la comedia? Para nada. Pero Comando especial 2 es una película impecable, premeditamente leve, superficial y hasta si se quiere algo boba, pero que al mismo tiempo funciona en todos los niveles, desde la tradición clásica de Harold Lloyd y Buster Keaton hasta la más reciente de Los Simpson o el cine absurdo de Will Ferrell o lo mejor de la factoría Apatow. Sí, puede que algunos chistes sobre el costado gay de la historia resulten un poco viejos y -para algunos- hasta ofensivos, o que ciertos elementos del subgénero bromance estén a esta altura algo gastados, pero en líneas generales los 112 minutos del film fluyen con un espíritu lúdico y una catarata de ideas que se agradecen y celebran. Los “hermanos” Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Channing Tatum) vuelven a las andadas y ahora pasan de una escuela secundaria a una universidad (los años no vienen solos), donde deberán desbaratar una organización que trafica una nueva droga sintética que ya ha provocado una víctima fatal. En el campus, Schmidt y Jenko se irán separando. El primero iniciará un romance con una bella estudiante de arte y aspirante a poetisa llamada Maya (Amber Stevens); y el segundo, una relación muy cercana con Zook (Wyatt Russell, hijo de Kurt Russell y Goldie Hawn), el rubio galán del lugar y capitán del equipo de fútbol americano Lo que sigue es una catarata de situaciones que sirven para mofarse con no poca inteligencia y creatividad de los clichés de los policiales, de las buddy-movies, de las historias románticas, de las desventuras universitarias, de los personajes nerds y del universo de las secuelas con un talento poco frecuente tanto para el humor físico de la screwball-comedy clásica como para el latigazo verbal punzante. Incluso hay tiempo e ingenio para desarrollar en la segunda mitad una suerte de versión masculina de la Spring Breakers, de Harmony Korine. Qué más se puede pedir… PD: No se pierdan la secuencia de créditos finales, un excelso “homenaje” a la industria de las franquicias de la que Comando especial se ríe y, claro, también saca provecho. PD 2: Atentos a Jillian Bell en el papel de Mercedes, la compañera de cuarto “mala onda” de Maya, un proyecto de enorme comediante (hiperactiva en los últimos años tanto en cine como en TV) que se roba todas las escenas en las que aparece. Ha nacido una estrella.
Deconstruyendo secuelas ¿Qué pasa cuando una película se vuelve un éxito inesperado, cuando resulta extremadamente redituable para un estudio que no esperaba mucho? Sucede lo más lógico dentro de la industria: se produce una secuela, inmediatamente. Este es el caso de Comando Especial 2 (22 Jump Street, 2014), que viene a continuar aquella apuesta que tan bien le salió a Sony Pictures hace dos años cuando lanzó Comando especial (21 Jump Street, 2012). Si de secuelas se trata, Comando Especial 2 es la secuela más autoconsciente que podamos imaginar: la primer entrega fue una grata sorpresa y logró muy buena recaudación en taquilla, lo que permitió dar luz verde a una continuación con mayor presupuesto y mayor despliegue, más persecuciones y más destrozos, mejores escenografías y más colorido, etc… pero asegurándose de seguir por el mismo exitoso carril que la anterior, no sea cuestión de intentar arreglar aquello que no estaba roto. Dicho esto, se vuelve redundante aclarar que la trama de Comando Especial 2 es prácticamente un calco a la planteada por su antecesora, pero con un cambio de escenario: ahora los oficiales Schmidt (Jonah Hill –El lobo de Wall Street (2013), El juego de la fortuna (2011)-) y Jenko (Channing Tatum –El ataque (2013), G.I. Joe: El contraataque (2011)-) se harán pasar por estudiantes universitarios para seguir la pista de una nueva droga que causa furor entre los académicos fiesteros. Gran parte del encanto de esta continuación radica precisamente en el hecho de saberse inmersos en una trama demasiado familiar, pero en el mejor de los sentidos. La similitud es tal y se expresa de forma tan cómicamente honesta que incluso dentro de la misma ficción todos los personajes son conscientes que la “misión” del primer film fue un éxito, por ende tanto los diálogos como las diferentes situaciones que atraviesan los protagonistas y demás guiños se vuelven una suerte de meta-película constantemente autorreferencial. Tratamos con una comedia distinta, que muestra inteligencia ahí donde otras secuelas “comerciales” fallan estrepitosamente por intentar apegarse de forma acartonada a la fórmula que otrora probó ser exitosa, tomándose a sí mismas demasiado en serio. Esta es una secuela que no tiene miedo de decirnos que van a hacer lo mismo que antes pero de forma más grande, más abultada, más explosiva y desvergonzadamente ante nuestras narices. La autoconsciencia es la base sobre la cual se construye esta comedia. La película está co-dirigida por Phil Lord y Chris Miller, las mentes detrás de las exitosas Lluvia de hamburguesas (Cloudy With a Chance of Meatballs, 2009) y La Gran Aventura Lego (The Lego Movie, 2014), dos tipos cuya clave humorística les permite encontrar el costado gracioso –y también lúdico- a historias que inicialmente despertarían el interés de muy pocos. La calidad de dichos realizadores se potencia por el tándem ultra aceitado Hill-Tatum. Ambos actores desbordan buena química en cada escena que comparten y poseen un timing del cual no muchas parejas cómicas pueden hacerse eco en la actualidad. Poco importa si la cuestión transcurre en el colegio secundario en la universidad, si es contra narcotraficantes o pequeños dealers del campus, o si la persecución es sobre el acoplado de un camión o arriba de un carrito de golf, sabemos de antemano lo que vamos a ver y la película en sí es la primera en aclararlo. Y es aquí donde Comando Especial 2 se destaca de otras comedias… aquí y en la secuencia final de títulos llena de cameos, así que nada de irse antes de la sala.
Derrape universitario El paso del tiempo, la evolución, la graduación (¿o degradación?) de una olvidada serie de TV de los años ‘80 que sólo tuvo como mérito catapultar a Johnny Depp, en la piel de Tom Hanson. Si el original no es bueno, la remake es difícil que cumpla con las expectativas. Eso fue Comando especial, que 25 años después de la tira madre se adaptó a la pantalla grande con la pareja-despareja de Jenko (Channing Tatum) y Schmidt (Jonah Hill), dos policías que se infiltran en una escuela secundaria. En aquella ocasión se explotaron los opuestos (el carilindo, musculoso, mal estudiante; el otro, más torpe, estudioso, bah... el looser) y un humor donde el alcohol y sus resacas, cierta homofobia y misoginia ensambló una buddy movie para adolescentes tardíos. El timing actoral entre Tatum y Hill es elogiable, parece que hace rato actúan juntos, sus roles se complementan como el yin y el yang, símbolo que no pasa por alto en Comando especial 2. "No entienden que siempre es peor la segunda vez", les dice su jefe, el Capitán Dickson (bien lo de Ice Cube) al comienzo del filme. Un triste presagio para una película que sólo tiende a repetir la fórmula de la primera. Con la salvedad de que se desarrolla en un ámbito universitario, hay que desmantelar una red de tráfico de drogas y resolver la misteriosa muerte de una estudiante. La excesiva recurrencia a la diferencia de edad entre estudiantes y falsos policías, los viajes alucinógenos, el alcohol en cantidad industrial, la genitalidad "humorística" y situaciones generacionales varias (como el picaresco romance entre Schmidt y la hija del capitán) arman un combo que ya se vio. Se pueden rescatar las escenas de acción y la situación de celos entre los policías, ocurrente entre tanto grotesco. Jenko, aceptado por los jocks (el estereotipo del hombre atleta, fibroso, los alfa de las fraternidades) teje una exagerada amistad con Zook (Wyatt Russell), donde las semejanzas entre ellos parece un juego de seducción. Lo mejor llega al final, con el anticipo de la tercera parte (ambientada en Rusia), que luego muestra ficticias secuelas del filme en un hospital, escuela de arte, peluquería, ¡danza!, etc. O adaptar una idea, pero con otro decorado.
Tontos, graciosos y puro corazón Desde la primera escena hasta la última, Comando especial 2 es una comedia llena de energía, absurdo, pequeños momentos desopilantes y grandes despliegues de acción que no da respiro. Pero esta secuela de la exitosa Comando especial, que al mismo tiempo era una versión de la serie televisiva 21 Jump Street -más famosa por haber sido la plataforma a la fama de Johnny Depp que por su calidad-, es bastante más que una película divertida. O tal vez no se trate de ser más que divertida si no de la manera de serlo. En este caso, el modo es inteligente, autorreferencial y desprejuiciado. La consigna parece haber sido probar los límites del juego de la comedia física y verbal y ver cuán elásticas y flexibles eran las capacidades de Jonah Hill y Channing Tatum, los protagonistas de todo el asunto, para ponerse al hombro una película que contiene una pelea contra un pulpo bastante agresivo, reflexiones sobre la homofobia y, entre muchas otros cosas, referencias más o menos veladas al funcionamiento de la industria del cine. Ante el desafío de los directores Phil Lord y Christopher Miller, responsables de las notables Lluvia de hamburguesas y La gran aventura Lego, Hill y Tatum respondieron con un par de actuaciones brillantes. Gracias a ellos, lo que podría ser una comedia más, otra zarpada -aunque siempre necesaria- excursión de Hollywood por un género que parece casi haber abandonado, resulta un film que además del humor juvenil cuenta con un corazón enorme. Porque gracias a la química que generan los actores en pantalla cada escena tiene una emoción inesperada. Con un cruce de miradas de los policías Jenko (Tatum) y Schmidt (Hill), el relato pasa de la situación más ridícula y divertida -para muestra alcanza la escena del procedimiento en el que se cruzan con el villano de turno, el siempre efectivo Peter Stormare- a transitar los sensibles caminos de la amistad puesta a prueba. Esta vez, el vínculo entre los despistados Jenko y Schmidt se tensará cuando una nueva misión los lleve a infiltrarse como estudiantes de primer año en una universidad donde se vende una nueva droga de diseño. Casi un calco de su aventura de la película anterior, aunque aquélla transcurría en una escuela secundaria. Antes y ahora, el hecho de que su aspecto juvenil ya no lo es tanto forma parte de toda la gracia. "Hagan lo mismo que antes y todos seremos felices", les dice uno de sus jefes, interpretado por Nick Offerman (que, como en la serie Parks & Recreation, hace muchísimo con pocos minutos en pantalla), y el comentario funciona como un guiño a la lógica de las secuelas. Una estructura que Comando especial 2 hace volar por el aire burlándose de ella en un juego metadiscursivo que incluye la carrera de los protagonistas, el personaje que interpreta el actor y rapero Ice Cube y unos créditos finales que se ríen de esa afición de Hollywood por repetir fórmulas exitosas ad infinitum y hasta exprimirles la última gota. Un chiste efectivo que es también advertencia para lo que viene: un tercer capítulo de las aventuras de Jenko y Schmidt.
Si lo que queres es pasar un buen momento, reírte y disfrutar de la dupla - super efectiva - de Jonah Hill y Channing Tatum, "Comando Especial 2" es la película que vas a tener que tener en cuenta para este fin de semana. Si no viste la 1, no hay problema, haceme caso, no quiero spoilear lo que pasa en esta segunda parte, pero anda al cine igual (después ves la uno). ¿Qué tiene "22 Jump Street"? (ese es el título original). Muchos buenos gags, que no sólo son sobre lo que dicen, sino que lo visual juega mucho a favor, sobre todo en los varios momentos de acción donde lo torpe toma protagonismo y sí o sí te va a hacer desprender más de una risa. Si viste "Comando Especial", vas a ver que la fórmula es la misma, pero lo genial de eso, es que hay inteligencia en el guión y como dije antes, la dupla de los protagonistas es la bomba absoluta. Una excelente película que hay que ver, siempre y cuando quieras reírte - mucho - con amigos.
La fórmula decae, pero aún divierte Igual que el film anterior de hace dos años, esta comedia se basa en una serie de TV de fines de los 80, menos recordada que "Miami Vice" o "Baywatch", sobre policías infiltrados como alumnos en colegios secundarios. La anterior, "21 Jump Street", enfocaba todo en el personaje del talentoso Jonah Hill, que en sus tiempos de adolescente, aun siendo máximo nerd entre los nerds, había logrado ser inseparable con Channing Tatum, el más carismático, popular y descerebrado atleta del colegio, relación mantenida hasta la academia de policía y sus misiones de infiltrados, en pareja. Esta secuela intenta ser más elaborada en lo argumental, pero dado que esta vez la fórmula se repite a nivel universitario, necesariamente debería potenciar el nivel de incorrección política general. Dado que no lo hizo, esta limitación automáticamente se aplica a los gags, generando que los personajes y situaciones, por más divertidos que puedan ser, no consigan los golpes de efecto para que el público explote en carcajadas. Esto no implica que deje de ser entretenida, pero finalmente es el tipo de comedia que si bien se disfruta amablemente, a nivel humorístico daba para mucho más. Por ejemplo, el personaje de Ice Cube, excelente en su parodia del estereotipo de jefe mala onda de todo antihéroe policíaco, se luce en una de las mejores escenas gracias a un sorprendente giro argumental que luego el guión aligera a su mínima expresión. Otro personaje bastante desaprovechado es el villano a cargo de Peter Stormare. En realidad, el personaje que acapara buena parte de los chistes es un rugbier que, como tercero en discordia, casi separa a la pareja protagónica (el actor es Wyatt Russell, hijo de Kurt Russell). Lo más hilarante de esta comedia llega al final: los créditos reales están mezclados con docenas de avances de hipotéticas secuelas que llegan mas o menos hasta "33 Jump Street", incluyendo misiones infiltradas en escuelas gastronómicas, estudios rabínicos, academias de pilotos estilo "Top Gun" y bachilleratos para Jedis.
La eterna adolescencia Quedan claras varias cosas con la secuela de este suerte de remake de la serie original, que tras 25 años de vida solamente se recuerda por haber sido el trampolín del actor Johnny Depp, sin ningún otro atributo en relación a su contenido. La primera clave para acceder a los códigos de la saga protagonizada por el todo terreno Jonah Hill junto a Channing Tatum, en los roles de Schmidt y Jenko, es que sin ellos no hay manera de sostener el operativo de traslación cinematográfica de la serie juvenil ochentosa. La química entre ambos consigue aderezar los chistes con mejores remates que los que provienen del guión y eso se nota a la legua cuando la idea de la rienda suelta se hace evidente en una trama lineal, aburrida y que no es otra cosa que un pretexto para justificar el porqué de esta insistencia en una segunda entrega. Sin embargo, los esfuerzos de Hill no son suficientes y nunca sus intervenciones cómicas por más desopilantes que sean consiguen carcajadas sin la buena predisposición del público. Es que el humor adolescente de Comando especial 2, que abraza ciertos códigos revulsivos de la Nueva Comedia Americana ya no sorprende a nadie y demuestra que, sin complicidad, carece de valor en sí mismo. No ocurre lo mismo con la parodia o la auto parodia cuando los mecanismos del humor buscan atajos más inteligentes que la exageración de las imposturas culturales. Toda película de universidad convoca desde su estructura narrativa núcleos temáticos similares: galería de profesores excéntricos, fraternidades masculinas con alto grado de estrógenos y un puñado de freaks o personajes secundarios para salvar a los guionistas. En ese ámbito de previsibilidad se inserta esta investigación policial para descubrir al proveedor de una droga de diseño que circula por los claustros académicos y que se relaciona con la dudosa muerte de una universitaria. Allí, en calidad de alumnos universitarios, arribarán los policías Schmidt y Jenko, con una tapadera que más de un estudiante puede llegar a descubrir mientras el humor y el chiste poco elaborado marca el ritmo de la poca acción de un film pasatista y apenas agradable para quienes gusten sobre todo de estos actores.
PHIL LORD y CHRIS MILLER dirigen esta secuela que logra lo que pocas segundas partes han hecho, ser superior a su predecesora en todos los aspectos, una comedia de acción lisérgica en la que JONAH HILL y CHANNING TATUM demuestran lo brillantes que son como comediantes y como pareja fílmica. Plagadas de escenas de humor absurdo, pero también de logradas y divertidas escenas de acción, es una cinta que pasa volando, una auto parodia a las buddy movies, que se guarda sorpresas incluso hasta en los títulos de crédito. Para llorar de risa.
Metralleta verbal y absurdo físico El guión de la tercera entrega ya recibió luz verde, por lo que el chiste sobre el final de la segunda roza el cinismo. Dicho lo cual, no hay nada mejor en Comando especial 2 que la secuencia de títulos principales (ubicada, como en muchas películas contemporáneas, inmediatamente antes de la de cierre), una ingeniosa y velocísima joya de la comicidad que hace de la idea de secuela hollywoodense su principal blanco. En ella, Schmidt y Jenko –la pareja de policías interpretada, respectivamente, por Jonah Hill y Channing Tatum– “anticipan”, en poco más de cuatro minutos, los próximos episodios. Si en la Comando especial original el dúo desparejo se infiltraba en una escuela secundaria con la intención de combatir la circulación de una nueva droga recreativa y ahora el ámbito para sus actividades es el universitario, en este ¿falso? adelanto prometen nuevas aventuras en una escuela médica, en altamar, en un instituto para chefs, en el extranjero e incluso en el espacio, en una seguidilla de afiches y trailers que llega hasta la secuela número 23 y que incluye una magnífica serie de gags que no conviene revelar aquí. Los cien minutos que la anteceden no están a la altura de esa maravillosa autoconciencia, aunque en cierta medida los realizadores intentan convencer al espectador de que parte de la gracia de Comando especial 2 descansa en la repetición de la estructura del film original, que funcionaba (y muy bien) por varias razones. En principio, por abandonar completamente cualquier atisbo de reverencia hacia la serie de televisión de fines de los ‘80 en la cual, muy libremente, estaba basada: 21 Jump Street, cuyo mayor mérito es el haber contado con un muy joven –y aún no muy conocido– Johnny Depp. Pero, fundamentalmente, por la sutil astucia con la cual los directores Phil Lord y Christopher Miller y el guionista Michael Bacall lograban reunir y remixar los tópicos del buddy film, la película de acción, el bromance y la teen movie –entre otras referencias cinematográficas–, acumulando gag tras gag con gran eficacia pero sin olvidar nunca la lógica narrativa. 22 Jump Street arranca con una persecución sobre el techo de un camión en movimiento que, más allá del evidente tono cómico, también funciona como escena de acción hecha y derecha. Ese énfasis en los tiros y las explosiones volverá a estar presente en otros momentos, uno de los cambios respecto del film original que, de-safortunadamente, le juega un poco en contra. Al mismo tiempo, daría la impresión de que Lord y Miller se rindieron casi por completo a la química entre Hill y Tatum (el gordito y el fibroso o el nerd y el cool, ambos tontolones e irresistibles) y a la capacidad del reparto para la metralleta verbal y el absurdo físico. Hay en Comando especial 2 varios momentos altamente disfrutables, en particular los intercambios verbales, aunque muchos de ellos pierdan parte de su efectividad al ser traducidos del inglés original. Al mismo tiempo –gran paradoja–, hay algo un tanto cansino en el ritmo del film que poco y nada tiene que ver con su frenética velocidad crucero, como si el delirio que intenta alcanzar estuviera siempre un poco fuera de alcance. En todo caso, no es tanto un paso en falso para la dupla de directores como una creación menos inspirada. Vale la pena darse otra vuelta por La gran aventura Lego, a la fecha su largometraje más disparatado, divertido e inteligente.
Graciosa y taquillera, a pura simpatía Jonah Hill y Channing Tatum vuelven a protagonizar los personajes de esta comedia basada en una recordada serie televisiva de fines de los años '80. Se mantuvo al mismo director y mismo guionista, repitiendo la fórmula exitosa. La serie Comando especial (21 Jump Street), realizada entre 1987 y 1991, en la que se basa esta película y la anterior, era una serie de dudosa ideología. En ella, jóvenes policías infiltrados en un colegio realizaban sus investigaciones. No parecía el mejor de los puntos de partida y realmente no lo era. Tuvo 102 episodios, y su protagonista Johnny Depp huyó antes de la última temporada (lo salvó conocer a Tim Burton). Richard Grieco también tuvo una participación en aquella serie que, recordemos, fue un gran éxito en su momento. La película difícilmente podía sostener la mirada que tenía la serie, claramente reaccionaria. Y los directores Phil Lord y Christopher Miller (los directores de Lluvia de hamburguesas) prefirieron la comedia, al igual que los actores Jonah Hill y Channing Tatum, protagonistas y productores. La elección se demostró correcta a juzgar por los resultados. A pura simpatía, lograron que la historia fuera graciosa y taquillera. Sacaron el drama, mantuvieron algo de acción, y se lanzaron a la comedia sin culpas. Esta nueva entrega ya no los encuentra en el secundario, sino en la universidad, pero la naturaleza del humor sigue siendo la misma, tal vez con algo más de libertad, incluso. El lugar común sería decir que esta secuela ofrece lo mismo que la primera película pero no sorprende a nadie. Pero dudo que la sorpresa sea el objetivo principal. Le bastan a los actores, en particular a Jonah Hill, un par de escenas para demostrar que tiene talento serio para la comedia. Phil Lord y Christopher Miller vuelven a la dirección, y no está mal recordar que entre Comando especial y Comando especial 2 dirigieron Lego: la película, otra gran comedia de enorme éxito. Michael Bacall vuelve a ser el guionista. Y como comedia extra, hay buenos personajes secundarios y en particular el jefe de los protagonistas, Ice Cube, tiene muy buenos momentos en los que logra sumar más humor. Las escenas de acción vuelven a ser algo perezosas pero son salvadas una y otra vez por los gags que le quitan cualquier seriedad posible. Pero si quedan algunas dudas acerca de esta comedia, la secuencia de títulos final inclina la balanza a favor. En unos pocos minutos se hacen tantos chistes y todos tan buenos que es imposible no salir del cine sonriendo. Ese es un mérito innegable y vale la pena quedarse, porque lo mejor de la película es ese final, sin duda. Tal vez haya una tercera parte, o 20 secuelas más, como bien ironiza ese gran final.
Venía leyendo las cifras americanas de recaudación en este último período y es ahí donde encontré la secuela de la versión cinematográfica de "21 Jump Street", aquella serie ochentosa que llevara a la fama a Johnny Depp en su momento. Hablando en números fríos , esta es para USA, una de las comedias del año. Costó 50 millones y lleva ya arriba de 192 de recaudación, siendo del top ten del grupo de las más taquilleras (que encabeza "Guardians of the Galaxy", por supuesto). Exito en 2012, se recarga para volver a convocar a una potencial audiencia joven, en busca de mantener alto el valor de la franquicia. Nuevamente al frente del proyecto, los reconocidos directores de "Cloudy with a chance of meatballs" y "The Lego Movie", Phil Lord y Christopher Miller, dos grandes cineastas que dejan la animación de lado para volver a insistir con este dúo de policías poco convencionales. Ya sabemos que se caracterizan por no dar nunca en el blanco y complicar hasta el infinito, la tarea más simple que se les pueda asignar... La trama acompaña a nuestros dos agentes (Channing Tatum y Jonah Hill) a infiltrarse nuevamente en otro ámbito peligroso: la universidad. Vida salvaje, fiestas, descontrol y... búsqueda de gente que comercializa estupefacientes. Nada nuevo bajo el sol. Los chicos, bien arriba, recreando el clásico espíritu de las películas de Apatow: humor escatológico, mucha broma sexista, ironía e inmadurez en partes iguales, pero todo matizado con mucha acción, bien filmada y acompañada con una banda de sonido estridente. Me hizo acordar mucho a "Bad Boys", aunque debo decir que no alcanzo a aceptar que Tatum-Hill sean una pareja con mucha química. El último es un gran comediante y se roba la película, porque todo su cuerpo se pone al servicio de la cinta: su pareja hace gala de un humor todavía rudimentario y no logra el nivel de locura esperable para este tipo de trabajo. Sí les reconozco que los segmentos donde coquetean con el tema de la homosexualidad son los que más risas arrancan en la platea. Fuera de eso, sigo pensando que Tatum no encuentra su target, no descolla en rom coms, ha hecho mediocres films de acción y si este es su mejor trabajo en comedias, debería ya a esta altura mostrar mucho talento para arrancar risas en la platea... Si la pregunta es si "22 Jump Street" vale la pena, debo decirles que nadie mejor que ustedes para saberlo: hay aquí una propuesta simple, esquemática, rodada con desparpajo y plagada de gags visuales de alto octanaje. Hay frenesí, humor al límite y ritmo trepidante. Eso sí, no esperen originalidad ni tampoco grandes actuaciones, apenas lo justo y necesario para mantener el producto vivo y coleando (o mejor dicho, facturando en forma).
En su primera entrega la adaptación cinematográfica de la serie televisiva "21 Jump Street" demostró que el reírse de sí mismo y no tomarse en serio podían originar un producto mucho más potente y valido que la simple trasposición respetuosa. Así, los policías interpretados por Channing Tatum y Jonah Hill (Jenko y Schmidt), si bien cumplían con los estereotipos de las buddy movies, en muchas de las aristas que los componen se podían vislumbrar más allá de estas una fertilidad capaz de alimentar la continuidad de la saga. "Comando Especial 2"(USA, 2014) quiere mantener claro cuál es su origen desde el inicio, con un prólogo símil episodio de TV que recapitula lo acontecido previamente ("previously on 21 Jump Street...") Y que deja en claro lo que sucederá a continuación. Si en la primera Jenko (Tatum) y Schmidt (Hill) se infiltraban en la secundaria para desbaratar una banda de distribución de drogas, como ya se lo había adelantado al cierre de la primera película, en esta oportunidad el trabajo encubierto será en la universidad. Una nueva droga sintética está haciendo estragos entre los estudiantes, por lo que deberán tratar de llegar a la cabeza de la banda y así evitar más muerte en el campus. Pero no les será fácil, porque descansando en la buena racha que tuvieron en el colegio secundario para lograr su objetivo, aquí todo le será más difícil. Además los roces y celos entre ambos potenciaran la parte más cómica de la película, en la que hay hasta un homenaje al slapstick y la comedia física. "Comando Especial 2" posee un guion sólido, con una innumerable cantidad de gags y giros de acción que mantienen el suspenso hasta el último momento. En el derrotero de Jenko y Schmidch por intentar ser algo que ya no pueden (se lo marcan todo el tiempo) se juega mucho más que la resolución de un caso. La idea de la serie de TV era de por si grotesca, o como podía ser que nadie nunca detectara que esos infiltrados adultos desencajaban con el resto de los estudiantes? Acá esa pregunta funda la acción y propone un juego hacia otros temas, generando un dinamismo en el relato que potencia la película. La irreverencia, las bromas escatológicas, los insultos, están presentes en esta entrega, como así también la intención de generar un espectáculo que supere a su predecesor. Phil Lord y Christopher Miller, apoyándose en el guion del propio Hill y Michael Bacall, bucean en el imaginario norteamericano reciente para construir a través de casi dos horas un relato entretenido, que busca ser transgresor e irreverente, pero que termina estandarizando su estructura. El logro de "Comando Especial 2" es demostrar que muchas veces la inspiración puede mejorar algo, que nada tiene que ver con el espíritu nostálgico de recuperar objetos olvidados de la cultura popular, sino que más tiene que ver con la mejora y superación de su antecedente. Mención aparte para los títulos finales que buscan una aprobación para la continuidad de la franquicia.
Los gomas de goma El cine de Phil Lord y Christopher Miller no sólo está vinculado directamente con el cine animado porque ambos dirigieron Lluvia de hamburguesas y La gran aventura Lego, sino porque además han sabido incorporar en sus trabajos con actores de carne y hueso esa lógica del movimiento inverosímil de las mejores películas de animación. De hecho, en algunos pasajes de Comando especial y -la que nos convoca- su segunda parte, echan mano de lo animado para llevar su discurso audiovisual mucho más al extremo: ambas secuencias tienen que ver con la experimentación con drogas y su consecuencia surrealista, aportando una cuota de humor inesperada, un choque con la lógica narrativa que desarticula el discurso previo del espectador y lo prepara para lo imprevisible. Obviamente sus dos películas animadas funcionan mucho mejor porque soportan sin condicionamientos estos asuntos formales, mientras que las dos comedias de acción con Jonah Hill y Channing Tatum explotan cuando esas probabilidades de lo improbable se potencian. El acierto en la elección de los directores corresponde al propio Hill, productor y guionista de esta saga que mantiene en su segunda parte el nivel de la anterior más allá de una reiteración autoconsciente que a veces funciona mejor que otras. Hill, como actor, continúa un poco esa lógica que Lord y Miller depuran desde la imagen, aportando un trabajo verbal plagado de humor entre incorrecto y pirotécnico, exacerbando esa capacidad de sorprender constante que tienen estas comedias. Comando especial 2 avanza sobre la pura fórmula haciendo evidente la especulación y el conservadurismo de las secuelas, pero con pinceladas que friccionan la superficie en busca de esos instantes de humor explosivo y novedos. Un poco como en el cine de Will Ferrell y Adam McKay, lo que importa es el recorrido zigzagueante y no tanto el final del camino. Siendo esta una segunda parte, la película se hace cargo totalmente de esas excusas de guión que motorizan las continuaciones, sagas y secuelas infinitas (hay una sucesión de chistes sobre los créditos finales que es memorable en ese sentido). Por eso, lo que hace como justificación es potenciar la observación sobre el universo en el que transcurre (ahora el mundo universitario, entre lo snob y lo frívolo) y jugar hasta límites extremos con ese homoerotismo que estaba presente en la primera, y que es también una marca autoral de Hill desde los tiempos de Supercool. Y en hacer que el vínculo entre los hombres y las mujeres sea mucho más tenso y físico, como en esa delirante pelea entre Hill y la excelente Jillian Bell. Lo hormonal, si la pensamos nuevamente a esta como una saga que redefine el cine adolescente, está descontrolado. Si bien Comando especial 2 pierde en sorpresa e impacto con su primera parte, gana en una mayor fluidez cuando se da el puente entre la comedia y la acción: las persecuciones y los tiros tienen mayor creatividad y sustento. De nuevo hablando de Lord y Miller, cuando pueden convertir a sus personajes en muñequitos de goma, es cuando logran que el humor sea perfecto. Por eso, en el fondo, a Comando especial le funciona muchísimo la mezcla de acción y comedia. Lord y Miller tienen la suficiente astucia (otra vez) para hacer una película burlona y con humor posmoderno, pero que no suene ofensiva ni canchera a lo Seth MacFarlane. Además, se aprovechan de la química maravillosa entre Hill y Tatum para hacer de sus personajes dos gomas (en el sentido más 90’s del término) de goma sumamente empáticos. ¿Para cuándo una película de los Looney Tunes con todos ellos?
Una secuela que hace escuela En el filme hay humor en buena dosis. El argumento es lo de menos, pero sirve para unir eventos desopilantes. El número en el título de Comando especial 2 no debería entenderse sólo como la referencia a una segunda parte, sino como la indicación de que la idea original fue multiplicada por sí misma. Es la fórmula conocida, pero elevada al cuadrado. Eso se llama “potenciación” y puede aplicarse también a una comedia carente de cualquier ambición que no sea mantener el ritmo de intensa felicidad narrativa y hacer reír con toda una panoplia de situaciones obvias y no tan obvias. Mucho tiene que ver en el resultado final la improbable dupla que forman el versátil Jonah Hill y el inexpresivo Channing Tatum. Funciona tan bien que tiene algo de clásico instantáneo y lo mejor que podría pasar es que gozara de una larga vida en la pantalla, como irónicamente lo sugieren las imágenes que acompañan los créditos finales y que ubican a la pareja en escuelas de policías, de cocineros, de buzos, de artes marciales, de danza, etcétera. En Comando especial 2, los policías Schmidt (Hill) y Jenko (Tatum) pasan del colegio secundario a la universidad de la ficticia ciudad Metro. Su misión es descubrir una red de distribución de una nueva droga de diseño que hace furor entre los universitarios y que ya se ha cobrado una víctima fatal. Obviamente, la trama es lo menos importante, sólo sirve para unir entre sí una serie de episodios desopilantes en los que se combinan en distintos grados el humor físico (la escena inicial es fantástica en ese sentido), la parodia y la autoparodia y la relación de amistad traducida magistralmente al lenguaje de la ambigüedad sexual. Las zonas de alta previsibilidad que debe atravesar una comedia tan esquemática son aliviadas en este caso por unas permanentes comillas implícitas, remarcadas ya sea por los personajes o mediante alusiones a bandas sonoras o a escenas de otras películas. Sin embargo, esa conciencia de estar manejando un código conocido no impide que las situaciones humorísticas tengan la fuerza de una descarga directa, simple e inmediata. No hay nada más inteligente que parecer estúpido, y en eso esta secuela hace escuela.
El mismo amor, pistolas más caras Así como Comando Especial utilizaba a su favor la autoconciencia de ser el relanzamiento de un producto televisivo de los ’80, en un mar fílmico de secuelas y reboots donde un guión original queda más perdido que la isla de Lost, Comando Especial 2 aplica la misma fórmula de tematizar –por momentos hasta el cansancio- que es una secuela, bajo el gastado lema de que las segundas partes nunca fueron mejores, al que convierte en una profecía (deliberadamente) autocumplida. El encargado de explicar cómo la estructura de la película replica a la primera es el jefe Hardy (Nick Offerman, quien continúa con su eficiente variación cinematográfica de su personaje de la serie Parks and Recreation) al reenviar a los detectives Jenko (Channing Tatum) y Schmidt (Jonah Hill), tras otra misión fallida, al comando especial aludido, ahora situado en la calle Jump 22. En los primeros minutos Hardy ya vaticina (cual coro griego unipersonal y con mostacho), en un monólogo casi ininterrumpido, los vaivenes que sufrirá la dupla a lo largo de la investigación a realizar, que es exactamente la misma que en la primera película –atrapar al proveedor de una nueva droga- con la diferencia que esta vuelta deben infiltrarse en una universidad en vez de un colegio secundario. De la misma forma que establece el doble juego de jefe/productor de cine que les avisa a Jenko y Schmidt cuán mala idea le parece que copien verbatim la operación/película previa, les informa reiteradamente que ante el éxito inesperado de la misión/film anterior, tienen mucho más presupuesto para armas/cámaras y el cuartel/set. Más plata y la confianza en la química ya probada exitosa de la dupla Tatum y Hill significó que el guionista Michael Bacall (responsable también de Comando Especial, Proyecto X y Scott Pilgrim) podía dar vía libre a un mayor nivel de barbaridades encarnadas en la disparidad del atlético Jenko y el nerd-ya-no-tan-nerd Schmidt, parejos en su idiotez. Y lo hace, pero auto restringiéndose a la estructura bromántica en la relación entre los detectives (que siempre en cierto punto tienen un desencuentro para volver a unirse hacia la resolución) y en la configuración del caso, que los lleva a mezclarse con la fauna joven –y toda la serie de chistes sobre “esto es lo que hacen los chicos de ahora para divertirse”-, y en el que fallan una y otra vez hasta atrapar al villano “sorpresa”. El desborde, siempre bienvenido, viene por la cantidad. Más es más para Bacall y también para la dupla de directores Phil Lord y Chris Miller, que le tratan de sacar todo el jugo al dúo Tatum-Hill con gags físicos cada vez más desafiantes y una relación cada vez más tiernamente homoerótica. Lord y Miller se han destacado en los últimos años, tras un inicio más que prometedor con Lluvia de Hamburguesas, en tomar productos por encargo e imprimirles su propia marca, a fuerza de chistes metatextuales, tanto en Comando Especial como en La Gran Aventura Lego, convirtiéndose en un hito contemporáneo de autores dentro del sistema de estudios. En este caso, como Bacall, se dejan llevar por la fórmula y hacen llover referencias como confeti (o como los productos cárnicos de su primer film animado). Que la nueva oficina del Capitán Dickson (interpretado por Ice Cube) parezca un “cubo de hielo” es sólo uno en una serie larguísima de guiños referenciales a lo largo de la película, que si uno parpadea se los pierde; como una persecución en el campus en un mini auto que se acelera al momento de pasar frente a un edificio llamado Benjamin Hill. Tal como predecía el jefe Hardy al comienzo, Comando Especial 2 gana tracción hacia la resolución cuando se despega de la armazón del anterior y ya pasó más de una hora de metraje. Lo que no se repite esta vuelta, lamentablemente, es el elenco secundario que acompañe y sostenga al show dual de Tatum y Hill. Si en Comando Especial estaba el gran secundario de la nueva comedia norteamericana Rob Riggle (al cual incluyen en una extensa escena bajo la excusa de una visita carcelaria) y la excelente Brie Larson, que fluía en su timing cómico junto a Hill, en Comando Especial 2 los compañeros de clase son una versión más highschoolmusicalizada. Amber Stevens es el interés amoroso de Schmidt y es poco más que un poster hablante. Mejor incursión es la de Wyatt Russell (ex jugador de hockey e hijo de Kurt Russell y Goldie Hawn, una versión en rubio de su padre) como líder de una fraternidad que desarrolla un bromance “paralelo” con Jenko. La revelación viene de parte de Jillian Bell (ex guionista de Saturday Night Live) quien acribilla con chistes a Hill sobre cuán viejo está para estar en una facultad, y no sólo es la única del “elenco universitario” en poder seguirle el ritmo, si no también en subir la apuesta en su interacción con el ex chico Supercool. Tal como predecía el jefe Hardy en un principio, el film/caso gana tracción hacia la resolución cuando se despega de la armazón del anterior y ya pasó más de una hora de metraje. Lord y Miller están más a gusto cuando la acción sigue un ritmo casi esquizofrénico, como en sus ya clásicas escenas triperas a puro goce tecnicolor, a las cuales incluyen hábilmente en cualquiera de sus productos. Los directores pueden, recién entonces, terminar de dar rienda suelta a toda su grandilocuencia, para dejar fluir las caídas y trompadas, los abrazos entre Jenko y Schmidt, y los chistes sobre penes. El súmmum son los créditos finales, donde el gag metatextual se repite a mayor velocidad y mayor cantidad de cameos, actuando por acumulación. Comando Especial 2 es, sin duda, efectiva, pero pese a su estrategia de “el que avisa no traiciona” no escapa a cierto desgaste, sobre todo por la extensión de ciertas escenas en su primer hora. Ante la inevitable comparación, queda como esos alumnos diez del secundario que, al entrar a la universidad, batallan con el cambio y pasan a formar parte del rango medio de los promedios.
Mucho más que una bromovie Si Mel Gibson y Danny Glover acuñaron en las últimas generaciones el término buddy movies a las películas policiales que mezclan humor, sobre parejas desparejas que están al límite de la ley, Seth Rogen y compañía (dígase James Franco y/o Jonah Hill y/o Danny McBride y/o Jay Baruchel y/o Paul Rudd y/o Jason Segel) nos trajeron un nuevo término cinematográfico sobre relaciones de amigos/colegas llamado bro movies. O sea, amistades que traspasan el vínculo simplemente amistoso, para ser un vínculo casi sanguineo, casi de hermanos, casi un matrimonio entre hombres que insinúan tener una carga homosexual, aunque están en el límite con la homofobia. Si algo le faltaba a las bro movies, cuyo mejor ejemplo son los films escritos por la dupla Rogen/Goldenberg – Este es el Fin y Pineapple Express – era mezclarse con las buddy movies policiales de los 80 a lo Arma Mortal – donde el vínculo entre Riggs y Murtaugh llega a parecerse a una bromovie si se tiene en cuenta la épica escena de Arma Mortal 2, dentro del baño del segundo – y ahí es donde el comediante Jonah Hill, y el galancito Channing Tatum, unen fuerzas a la hora de llevar a la pantalla grande, la famosa serie Comando Especial (o Comando Juvenil o 21th Jump Street). Aunque la serie tenía momentos humorísticos, se trataba de un programa serio, de acción, típico de la factoría Cannell, que trataba de empatizar con la juventud tocando temas como las drogas en las secundarias, a través de jóvenes y atractivos policías, liderados por un desconocido Johnny Depp (que después fue reemplazado por Richard Grieco). Si bien ahora tiene el rótulo de serie de culto, en su momento no tuvo tanta relevancia ni fue de las mejores series creadas por Cannell. Con la primera parte de la adaptación cinematográfica, Chris Miller & Phil Lord – dupla proveniente de la animación, con interesantes productos como la primer Lluvia de Hamburguesas y La Gran Aventura Lego – consiguieron introducir la nueva comedia americana en el terreno de acción con buenas ideas, un notable guión y sobretodo buenos gags. La impensada pareja que conforman Hill/Tatum funciona perfectamente por el contraste físico y dotes interpretativos de ambos, y nunca se perdía en cuenta que se trataba de una buddy movie, una comedia americana y un policial noventoso. La secuela dobla la apuesta aprovechando el éxito de la primer parte, y es completamente autoconsciente de ello. De hecho, el jefe (Nick Offerman) de Schmidt (Hill) y Jenko (Tatum), lo aclara en una de las primeras escenas: “debido al éxito de la primera misión, y teniendo en cuenta que segundas misiones nunca fueron buenas, decidimos darles la misma misión con más presupuesto”. Podríamos decir que es una reproducción de cómo es una reunión entre las cabezas de los estudios y los productores del film. Para rematarla, Jenko pregunta: “¿Por qué no podemos ir mejor a la Casablanca y trabajar para el Servicio Secreto?”. Clara alusión a El Ataque, film que Tatum filmó el año pasado con Roland Emmerich. Y así se van sucediendo escenas donde la complicidad de la audiencia es fundamental para entender ciertos chistes: “Mira la oficina del jefe (Ice Cube), parece un Cubo de Hielo”. 22-jump-street-channing-tatum-jonah-hill-chris-miller-phil-lord-600x384 Sin embargo, tras este comienzo que va más en la línea de La Pistola Desnuda, los realizadores nos meten en la misión per sé… que sí, exactamente igual a la de la primera películas y que desnuda, que la verdadera intención de esta secuela no es explorar con humor una obvia trama policial, sino los vínculos entre Jenko y Schmidt. En la primer escena, previa a los títulos, un profesor universitario dice: “En todas las parejas se encuentra el jing y el jang, y siempre una representa el costado más femenino”. Esta línea se reproduce durante la trama, mostrando a ambos policías como una pareja en crisis, con diferentes objetivos en la vida, y otras parejas en mente – otro bro en el caso de Jenko, una sensual estudiante de arte en el caso de Schmidt – pero sin embargo, no hay dudas que Jenko y Schmidt funcionan como una pareja perfecta, justamente porque logran complementarse y ayudarse mutuamente. Pero si bien esto, es el conflicto central del film y no se disimula, Miller y Lord, también aprovechan la oportunidad para satirizar todas las películas referidas a fraternidades, universidades y fiestas de la juventud, convirtiéndola en una suerte de coming to age tardía. A nivel de adrenalina, el film se reserva secuencias de acción que nada tienen que envidiar – y de alguna forma dialogan – con los films de Michael Bay. Hay un claro homenaje a la persecuciones policiales de las películas de Mack Sennett y un desfile de cameos, especialmente en la secuencia de títulos final, que no vale la pena perderse por su creatividad, crítica a las franquicias modernas, y originalidad. Más allá de que se trata de una comedia, que no tiene otro fin que el de entretener y hacer pasar un buen momento a los seguidores de la nueva comedia estadounidense, Comando Especial 2, brilla por su coherencia narrativa. Ningún cameo y ninguna línea de diálogo suena caprichosa. Todos los temas redundan sobre el conflicto central del film, y esto demuestra ingenio e inteligencia, más allá del humor, comparable al que Nicholas Stoller y James Bobin, tienen a la hora de crear películas de Los Muppets. Quizás sea un lugar común, pero Comando Especial 2 es una de las comedias del año, porque tiene ideas, frescura y una pareja protagónica, que no solo se ha afianzado artísticamente en los últimos años – tanto Hill y Tatum han sorprendido como intérpretes sólidos y versátiles – sino que ya tienen una química natural, dentro y fuera de la pantalla. Riggs y Murtaugh ya forman parte del pasado. Jenko y Schmidt son el futuro.
Entre la muy buena química entre Jonah Hill y Channing Tatum, unida a la dupla de directores Phil Lord y Christopher Miller (“LLuvia de hamburguesas”, y “La gran aventura lego”) se logra una segunda parte muy lograda de un éxito del 2012. Con ironías, algunos chistes homofóbicos, algunas situaciones ya vistas pero con ritmo y escenas muy bien resueltas. No se vaya porque hay plus con los títulos y más. Disfrutable.
Esta secuela del film que fue éxito de taquilla en el 2012, protagonizado por Channing Tatum y Jonah Hill y que parodiaba la serie de televisión de los ochenta ‘’21 Jump street’’ donde participaba Johnny Depp, repite la fórmula del primero tanto en sus protagonistas como en los gags y situaciones disparatadas gestadas a partir del cine de acción ochentoso y de los clichés, tanto narrativos como de dinámica de personajes, de las parejas policíacas de aquellos films. Con una trama simple, que solo recicla el escenario académico, ahora los torpes e inmaduros agentes de policía Jenko (Channing Tatum) y Schmidt (Jonah Hill) tendrán que infiltrarse en un campus universitario para investigar la muerte de la alumna y desarticular una red de narcotráfico con una nueva droga que amenaza con extenderse por todo Estados Unidos. En el camino, ambos pondrán a prueba su relación, un especie de bromance divertido llevado al borde del ridículo, presentando a ambos personajes prácticamente como en una comedia romántica hasta incluso llegar a hacer terapia de pareja. Comando especial 2 se burla de sí misma por ser una secuela, se ríe de su propia lógica y parodia los clichés del género y hasta estilos de dirección, con guiños y referencias a films como Arma Mortal, 48 horas, comedias universitarias herederas de Porkys y hasta una persecución a lo Benny Hill. La película cuenta con varios momentos divertidos, algunos exageradamente ridículos y ciertas secuencias que se alargan innecesariamente (falla la graduación del tiempo del gag más allá de la inverosimilitud del mismo). Pero la química entre Jonah Hill y Channing Tatum y cierta expansión del personaje de Ice Cube, que consigue una de las mejores escenas de la película en la incómoda cena familiar, hacen de Comando Especial 2 una divertida comedia, aunque un poco extensa, que obliga a quedarse hasta los créditos finales, donde satiriza a las interminables secuelas, remakes y franquicias de Hollywood con las apariciones de Seth Rogen y Anna Faris incluidas.
Continuación de la cinta estrenada en 2012 y basada en la poco repercutiva serie de tv con Johnny Depp. La historia sigue a los policías encubiertos que deben desbaratar a una banda de narcos. Jonah Hill y Channing Tatum vuelven a interpretar los roles principales en una historia por demás trillada que solo puede divertir a los incondicionales del género.
El gordo y el flaco Tenemos amores, predilecciones, placeres secretos, del mismo modo que tenemos cosas odiadas, enfrentamientos, rechazos, aversiones no siempre explicables. La fuente de los placeres puede provenir de objetos simples, no importa si están hechos de madera no del todo noble: no son novedades, ni estilos radicales, ni vienen tampoco a representar alguna clase de cumbre que nos había sido esquiva hasta ahora. Comando Especial 2 es uno de esos objetos. Se sabe que una comedia puede ser también un campo de batalla: un modo de representar la pregunta acerca de dónde viene la risa y, sobre todo, qué máquinas hay en pugna para producirla, a partir de la fricción entre qué elementos es que surge y se despliega, como un manto, el efecto cómico; ese rayo en cierta manera misterioso que, si hay suerte, nos envuelve, nos contiene y nos cobija. ¿Dos tipos metidos en trajes que ya les quedan demasiado ajustados? Puede ser. Pero entonces ese plano distintivo –el único en color– de la película Excursiones, esa comedia triste de Ezequiel Acuña, debería arrancarnos una carcajada, o al menos una sonrisa, y en cambio nos llena primero de admiración (por el hecho de que al director se le haya ocurrido), y de un sentimiento contradictorio después, cercano a la melancolía, en el que advertimos pronto los pliegues, las costuras, la hechura final de lo que significa, en el fondo, una situación que no puede ser sino trágica: ya no hay hogar, no hay forma de volver atrás, ni de reparar aquello que ha sido destruido, ni de hallar un consuelo completo en esos recuerdos que guardamos cerca nuestro, como si fueran sueños preferidos o amuletos de la suerte. De modo que hay que concluir, otra vez, que el mecanismo de la risa es un animal imprevisible, difícil de domesticar. En Comando Especial 2, segunda parte de esta saga de policías encubiertos derivada de la serie televisiva, que consiste en mostrar a un par de grandulones metidos de incógnito como estudiantes de una universidad estatal (así como la primera parte los mostraba en el papel de improbables alumnos en la secundaria de un colegio), no tiene nada que ver el elemento tragicómico que se deriva naturalmente de la imposibilidad proverbial de volver el tiempo atrás, ni el estado de añoranza por una presunta edad de inocencia hundida en la bruma de los recuerdos: en Comando Especial 2 todo es un tiempo presente, construido a base de pequeños momentos de risa despreocupada, de estallidos de química actoral, de desbarajustes a veces virtuosos en el modo en el que los agentes infiltrados se esfuerzan por pasar desapercibidos al tiempo que buscan pistas que los conduzcan hasta un traficante de drogas. La edad de los protagonistas apenas constituye un problema para ello, quizá porque la película incorpora con toda naturalidad en la trama el hábito histórico del espectador de ver personajes adolescentes interpretados por actores que han pasado con creces la edad que representan. Como mucho, al personaje de Jonah Hill le dicen un par de veces que tiene cara de viejo. Así que el estilo cómico de la película no es el de la desesperación de lo que ya no se es, sino el que se construye laboriosa y poco refinadamente, con ingenio y trucos efectivos de despliegue físico, de esos que las comedias americanas contemporáneas que importan algo desgranan con la velocidad suficiente para que cada escena luzca brillante y autocontenida. Comando Especial 2 no es del todo libre; no pretende serlo tampoco. No busca la libertad, como no busca un estilo nuevo, ni una forma novedosa de comedia: todo eso sería pedir demasiado, y además una evidente injusticia. La película confía en sus actores, en la administración meticulosa de sus groserías –como cuando los dos están colgando de un helicóptero y Tatum busca una granada que Hill tiene guardada dentro de su pantalón: “Ahí no, ¡esa es mi pija!”, grita Hill. “¡Esa también es mi pija!”, vuelve a gritar– , y confía, también, en el engranaje acaso demasiado aceitado propio de cierta franja de la comedia americana actual, con su sintaxis codificada –el momento en que la cámara toma al dúo entrando al pasillo de la universidad y lo recorta dramáticamente de lo que parece una fiesta permanente a su alrededor– , sus planos de puro oficio, sus gags más o menos protocolares: en suma, su eficiencia. Comando Especial 2 es una máquina, o una criatura de diseño entrenada para la producción de una risa límpida, que no surge de la inadecuación de los personajes al mundo que les toca, sino de las peripecias que dispone el guión en todo momento, como si en cada escena se tratara de empezar de nuevo de cero. Dicho todo esto, hay que agregar que se trata de una película muy divertida. Poco extravagante, poco distinguida, pero querible: uno se ríe de los estallidos de slapstick modesto, como también se ríe de la historia de una amistad masculina celosa, hipertrofiada, de esos dos chicos grandotes con “caras de viejo” y con un amor casi desesperado del uno por el otro. Cuando los dos compañeros deciden dividirse las pistas e investigar cada uno por su lado, el carilindo encuentra a un nuevo amigo, un efebo presuntuoso amante del deporte (que en otra época con toda seguridad habría sido interpretado por Owen Wilson) y el menos agraciado encuentra una chica preciosa. Pequeña revancha del mundo del cine: el gordito coge alegremente con la chica más linda y más sensible de la facultad, mientras el galán presunto se dedica todo el día a hacer fierros como un nabo. El cine siempre será capaz de deparar momentos que parecen mágicos, incluso en el contexto menos pensado.
Crítica emitida por radio.
Ahora esta pareja de policías, en su nueva misión, busca narcotraficantes en una universidad. Muchos recordarán la primera película de esta saga que se estrenó en nuestro país en mayo 2012, que resulto un éxito, en tono de comedia policial basada en la serie de televisión “Jóvenes policías” en la que participaba Johnny Depp. Esta es la segunda y lleva como subtítulo “infiltrados en la universidad", vuelve con los mismos directores y esta versión, que ya se estrenó en Estados Unidos, hasta el momento lleva una recaudación que supera los 300 millones de dólares en todo el mundo. Esta pareja de policías despareja está integrada por Jenko (Channing Tatum, “G.I JOE: La venganza”) y Schmidt (el actor polifacético Jonah Hill, quien también participa en el guión, y que es muy recordado por su gran trabajo en “El lobo de Wall Street”) se infiltran en la Universidad en una misión peligrosa, todo se encuentra relacionado con las drogas y la muerte de una estudiante. Intentan cumplir con su deber pese a que su amistad se encuentra en crisis. Por su desarrollo, si te gustó la primera y te gustan las locas comedias americanas, esta película que tiene un tono más veraniego para reírte de tonterías y no pensar demasiado, seguramente te va a gustar. Tiene similitudes a la anterior, con muchos efectos especiales, borracheras, persecuciones, grandes fiestas en la playa de nuevo México, gags, las mismas situaciones alocadas de siempre, juegan con el absurdo, con toques de sátira, combina la acción y el humor. Los protagonistas Channing Tatum y Jonah Hill tienen buena química y en varias secuencias juegan con el doble sentido, se ríen de ellos mismos, de las películas de género y hasta las critican. También tiene momentos divertidos cuando participa el Captain Dickson (Ice Cube “Tres reyes), Wyatt Russell con secuencias muy divertidas, una buena interpretación de Peter Stormare como el villano y aparece Seth Rogen como un cura Infiltrado en el seminario. El film dura casi dos horas y me parece que se podrían haber acortado algunos gags. Hay que ver los créditos finales, hay una sorpresa y el anticipo de la tercera parte.
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Comando Especial 2: el poder desenfrenado de las secuelas Después de su segundo paso por la secundaria, los oficiales Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Channing Tatum) deberán volver a trabajar de encubierto, pero esta vez, en la universidad. Con el fin de sacar de circulación una nueva droga utilizada por los estudiantes para concentrarse en el estudio, los dos policías tendrán la misión de atrapar a los distribuidores de un cartel de narcotraficantes, y a la vez tratar de salvar su amistad en el intento. Al leer sinopsis de Comando Especial 2 (22 Jump Street), hasta el menos cínico de los espectadores se imagina una secuela como todas las otras: una reinterpretación de la misma fórmula que probó ser lo suficientemente lucrativa como para que los ejecutivos de Hollywood accedan a resucitarla, y quizás –por qué no- desarrollar una saga. Pero Comando Especial 2 es mucho más que eso: sí, es una película de dos amigos policías, pero es una sátira del género –como ya hizo la inalcanzable Hot Fuzz de Edgar Wright. No, no sólo es una sátira, sino que es el rey de las sátiras. Su constante tono autorreferencial y burla máxima al simple concepto de la secuela es enormemente cómico e innovador. Es una sátira del género llevada al extremo. La hilarante relación entre los protagonistas, con un tono homoerótico tratado desde el lado de la comedia, entre Jenko y Schmidt prueba el talento humorístico del dúo Tatum-Hill, y sirve como una estrategia narrativa desopilante que se burla de todas las películas con dos hombres a la cabeza, y, claro, de ellos mismos también. Con diálogos como "siempre es peor la segunda vez" y "nos dieron carte blanche con el presupuesto" el filme, dirigido por Phil Lord y Christopher Miller (Comando Especial, La Gran Aventura Lego) es un viaje en el que el pasajero se resigna a meterse cualquier comentario de nuevo en el bolsillo: cualquier crítica que se te ocurra ya la dijeron ellos, y la utilizaron para su beneficio. Con viejas fórmulas, nuevas aventuras y muchas risas, Comando Especial 2 invita a que el espectador se rinda ante "la secuela de todas las secuelas" y deje de lado cualquier expectativa de lo que supuestamente tiene que ser una comedia. Ésta es una película para disfrutar, con culpa quizás, pero disfrutar al fin.
Con la cara lavada "Comando especial 2" llega recargado y con varias mejoras sobre la primera entrega aunque no logra posicionarse como una gran película de comedia. En primer lugar se puede resaltar la mayor producción, con secuencias de acción más trabajadas, mejores locaciones y un trabajo de edición más canchero. Ya en la primera escena en la que tratan de arrestar a unos traficantes se nota un despliegue muy bueno a nivel visual y presentan el primer gag fuerte del metraje que incluye un forcejeo con un animal salvaje (muy divertido). La química entre Channing Tatum ("Magic Mike") y Jonah Hill ("The wolf of Wall Street") sigue siendo muy buena, demostrando que ambos tienen madera de comediantes profesionales y que pueden llevar adelante un film ellos solos. En comparación con la primera entrega, es notable la mejoría de Tatum, que toma más protagonismo sobre los gags y se pone a la par de Hill. A nivel general, el humor es bueno pero por momentos se va un poco de mambo y exhibe algunos chistes del tipo "nueva comedia americana" que no suman y la hacen más inmadura, como por ejemplo disparar al aire agarrándose las bolas o el jueguito de bromance entre los dos protagonistas que torna un tanto pesado. Lo mejor es, lejos, el humor físico. En el plano cinematográfico, el ritmo es bien dinámico y los aspectos técnicos exhiben calidad, incluidos algunos juegos de edición distintos que sirven para llamar la atención del espectador. El mayor problema llega de la mano del guión, que es prácticamente lo mismo que en la primera entrega, solo que se pulieron algunas cuestiones superficiales. Leí en otra reseña que el hecho de que en un diálogo de la película se exponga de manera explícita, en forma de guiño, el hecho de que estamos por ver "más de lo mismo, como les gusta a todos" es una genialidad por su ironía, es decir, porque nos está avisando que estamos por ver el mismo combo acción/comedia que ya vimos en 2012 y por eso la vamos a pasar muy bien... No se ustedes, pero a mi me gusta ver que las franquicias evolucionen, crezcan, sean más originales y me muestren algo mejor que lo ya visto. Presentar lo mismo puede haber sido efectivo en esta secuela, pero dudo que en una tercera parte (que ya ha sido confirmada) funcione nuevamente. En conclusión, una divertida comedia de acción que sin ser original y espectacular, logra entretener habiendo mejorado algunos aspectos de la primera entrega.
un regreso que trae más acción y autoparodia La segunda entrega de Comando especial, basada en la serie de los 80, se toma en solfa su propia historia. En los '80, 22nd Jump Street sacaba del anonimato a un joven Johnny Depp desde su rol de líder de un comando dedicado a infiltrarse en colegios y universidades para resolver casos policiales, en especial, los vinculados con las drogas que comenzaban a hacer estragos en la realidad. Hoy la sociedad mundial transita por las consecuencias del consumo de estupefacientes a edades cada vez más tempranas, pero el tono de la propuesta -desde el cine y con otros protagónicos- cambió. Comando especial 2, secuela de la película de 2012, profundiza en la vocación de comedia de acción que el título adquirió desde su llegada a la pantalla. Lejos de meterse con la seriedad del tema, enfoca en los personajes para desarrollar una buddy movie donde los (anti) héroes buscan descubrir a los malos mientras luchan , más que nunca, con conflictos internos que atentan contra su relación de pareja. Los policías Schmidt y Jenko fueron promovidos de la secundaria a la universidad, para una nueva misión contra el mismo flagelo. El desafío vendrá con fiestas y "rockanroll" --suavizado--, entre escenas de acción atronadoras, de ésas que no dejan duda de su intención de exageración. La película se ríe de los héroes irrompibles de las películas de acción y se coloca a sí misma en el centro de la crítica. Hace subrayados bajo los lugares comunes de sagas que dieron material y protagonistas de sobra para las, también actuales, Los indestructibles, y aunque, precisamente, no es original, tampoco pretende serlo y lo confiesa. De Jonah Hill, existe un interesante registro de coprotagónicos en comedias bizarras y no tanto que le dan crédito. De Channing Tatum, no se puede afirmar que sea el mejor comediante, pero logra ponerse a nivel de quien lo secunda para conformar un dúo fluido e hilarante. Comando especial 2 entra en una cartelera con muchos estrenos --cantidad no es sinónimo de calidad-- para entretener. Y lo logra.