James Gunn va de Marvel a DC sin escalas Desplegando todo el arsenal del dispositivo cinematográfico, James Gunn construye en la propuesta una dinámica aventura de los antihéroes más incorrectos del universo DC para, además, reflexionar sobre la dominación política, económica y social de los países del tercer mundo. Un grupo de villanos outsiders son convocados para cumplir una misión que les permitiría, de esta manera, reducir sus condenas, las que, en muchos de los casos, los tendría de por vida tras las rejas. Así, desembarcan en Corto Maltés, una isla ficticia en donde un siniestro plan de control de la época nazi debe ser desbaratado. Pero no será fácil ya que además de lidiar con un grupo de guerrilleros locales que buscan alzarse con el poder y derrocar al dictador que los domina, tendrán que medirse con sus compañeros. Gunn despliega su conocimiento sobre el género y lo potencia con una pirotecnia visual, valiéndose de ralentíes, travellings y constantes movimientos de cámara que trazan una ecléctica narrativa que no se detiene. Porque no es su idea despertar reflexión, al contrario, sólo quiere desarrollar un ritmo vertiginoso para seguir a alguno de los personajes centrales en el caso de que elija optar por ello. Película explosiva, en la que no se menciona jamás la olvidable película predecesora que buscaba posicionarse como una irreverente muestra del comic, El Escuadrón Suicida (The Suicide Squad, 2021), justifica cada desborde y explosión con una infinidad de gags que resignifican cada paso desde el guion. Hay además un aggiornamiento de memorables secuencias cinematográficas de películas clásicas, que en el reinventarse desde el consumo irónico, posicionan la propuesta como un gran entretenimiento sin medir siquiera las consecuencias de aquello que está haciendo. Como ejemplo basta el desembarco inicial en la isla, por parte de una primera camada del escuadrón, para reelaborar el cine bélico y sus posibles lecturas más fundamentalistas. Y en medio del entretenimiento, entre fuegos artificiales y vertiginosas escenas de acción y lucha, el guion plantea en la caricatura de Silvio Luna (Juan Diego Botto), dictador de Corto Maltés, una reflexión sobre el sangriento pasado de la región, en donde hombres sin escrúpulos, respondiendo a intereses de países centrales, ejercieron una sangrienta gesta en nombre de la moral y las buenas costumbres. Mención especial para la decisión de Gunn que Corto Maltés sea un no lugar, pero que posea acento “argentino”, no solo en la proliferación de “boludos” en los diálogos, sino en la profusión de referencias culturales y sociales a lo largo del metraje, con una Mafalda patinadora colgando del espejo retrovisor del vehículo que utiliza el escuadrón para infiltrarse en la ciudad, el Fernet como bebida festiva oficial, por nombrar solo algunas de las referencias.
Después del tropezon a nivel crítica que fue la SUICIDE SQUAD de 2017 Warner se las ingenió para seguir sacandole guita a una franquicia (La cual recordemos que la versión final no le gusto ni al loro pero fue una maquina de generar guita en las salas) sin tomarnos de idiotas a los espectadores. Para ésto trajeron a James Gunn, el escritor y director que nos brindo a los personajes mas piolas del Marvel Cinematic Universe, LOS GUARDIANES DE LA GALAXIA, quienes ya cuentan con dos películas propias (con una tercera y última en camino) y dos apariciones cruciales y, según dicen, supervisadas por el propio Gunn en INFINITY WAR y ENDGAME. Hace algún tiempo el cineasta fue despedido de Marvel por Disney por haberle encontrado una serie de twits subiditos de tono y cargados de un humor negro bastante fuerte que a la empresa le considero inaceptable. En ese transcurso, y meses antes de que Marvel recontratara al director, los pillos de Warner se hicieron con la estrella de la industria y lo llamaron para que se encargue de ésta nueva versión mucho mas apegada al concepto original y con un mayor nivel de calidad. La historia sigue a un grupo de criminales que son sacados de prisión por una agencia gubernamental secreta liderada por Amanda Waller (Viola Davis) a fin de hacer misiones imposibles. A cambio, los reclusos reciben una reducción en su sentencia o, en caso de desobecer, una detonación proveniente de una bomba insertada en la nuca de los protagonistas. Rick Flagg (Joel Kinnaman) y Bloodsport (Idris Elba) lideran a un abyecto grupo integrado por Peacemaker (John Cena), King Shark (Sylvester Stallone), Harley Quinn (Margot Robbie), Ratcatcher II (Daniela Melchior) y Polka Dot Man (David Dastmalchian). De raíz suena como la versión de 2017 … Y lo es, pero bien hecho. La historia está montada de una forma tan ágil que nos da el lujo de no embolarnos ni hasta en las subtramas mas flojas. En lo que es personajes James Gunn maneja el timing entre comedia y drama con un balance que le da a la historia mas solidez, elemento que Gunn habrá decidido pulir tras el exceso de chistes de Guardians Of The Galaxy Vol. 2. Todos los integrantes de la task force x tienen sus picos de grandeza y sus picos de bajeza, conocemos sus pasados y sabemos aunque sea un poco de como llegaron a esa situación y como se sienten al respecto. Y en lo que es dirección Gunn saca lo mejor de cada actor, ya sea para la joda o para la seriedad y no tiene drama en intercalar comedia en situaciones horribles. Me recordó un poco al estilo de humor que usaba Seth Macfarlane en Family Guy, donde se usaba el recurso del absurdo todo el tiempo. El estilo visual es una versión mas diluida y estética de Birds Of Prey, lo cual está bien para el estilo de producto que se están enfocando en vender, una comedia de acción alocada. Se le suma como complemento que le es leal al material original de DC Comics sin caer en ser grasa o forzado. La cinematografía está cuidada dentro del estilo saturado y brillante que tiene la pelicula en lo que es vestuarios y dirección de arte. Me molestó bastante que hayan inventado al personaje de BLOODSPORT para sustituir al DEADSHOT de Will Smith, es LITERALMENTE el mismo personaje pero con otro nombre. Tiene una hija, una puntería sobrehumana, es fisicamente parecido y está en la prisión de Belle Reeve. Idris Elba era el recast perfecto para Floyd Lawton … Pero quizás el actor no quería ser un personaje usado, anda a saber. The Suicide Squad es una buena disculpa después del papelon que fue Suicide Squad de David Ayer. Estamos ante una película de cómics zarpada, violenta y mal hablada, hasta un poco por encima de Deadpool pero no por tan encima de la película animada argentina de Boogie el aceitoso (nota: vean eso). Actualmente se está haciendo un spin-off en forma de serie centrado en PEACEMAKER, el personaje interpretado por John Cena que no tiene drama en matar hombres, mujeres y/o niños con tal de lograr la paz. Saldrá en Enero de 2022 por HBO Max. Si quieren leer cómics de EL ESCUADRÓN SUICIDA para ir al cine sin sentirse posers entonces podrían empezar por los de la década del 80, escritos por John Ostrander. Éstos fueron los que Gunn usó para elaborar el guión de la película en cuestión. Otro proyecto copado sobre el equipo es la película animada BATMAN: ASSAULT ON ARKHAM, idea que pensábamos que David Ayer plagiaria para su película … Pero lamentablemente no fue así.
Si el tándem Warner-DC Comics había sufrido un (otro) traspié en 2016 con Escuadrón Suicida, de David Ayer, esta vez acertó con la contratación de James Gunn, un director expulsado de las huestes de Disney-Marvel por sus controvertidas opiniones en redes sociales, pero que aquí logra trasladar el desparpajo de su saga de Guardianes de la Galaxia y le agrega un festival gore, homenajes al cine clase B y delirantes efectos visuales. Tras dirigir Guardianes de la Galaxia (2014) y Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (2017), James Gunn hizo el pase de Marvel a DC Comics (algo así como de Boca a River) para resucitar a la franquicia tras la floja repercusión de crítica y público que había tenido hace cinco años Escuadrón Suicida. Luego de Aves de Presa, film de Cathy Yan dedicado en exclusiva al desquiciado personaje de Harley Quinn interpretado por Margot Robbie, Warner le dio a Gunn la posibilidad de escribir el guion y rodar la película que deseara. Y el resultado es una suerte de Guardianes de la Galaxia más extrema, mucho más gore y delirante. Hay una contradicción en la esencia de El Escuadrón Suicida (sí, para diferenciarla de la anterior le agregaron el “El” o el “The” en el título original) y tiene que ver con su violencia es claramente para mayores de 13 (no importa la calificación que le pusieron en Argentina), pero sus chistes en muchos casos sobreexplicados (como el de la ironía de que Peacemaker sea el nombre del brutal guerrero que interpreta John Cena) apuntan a un intelecto de menos de 10. O sea, o los pibes se bancan un despliegue de sangre, vísceras y cuerpos desmembrados que en la comparación convierten a las producciones de Troma (de allí surgió Gunn) o al primer Peter Jackson en ejemplos de austeridad y recato o bien los adultos apelamos a ese niño que todos llevamos dentro para sumergirnos en un humor entre inocente y torpe que -aceptando las convenciones del caso- terminan funcionando. Tras una primera misión fallida con otros integrantes, el nuevo Escuadrón Suicida terminará en una isla latinoamericana llamada Corto Maltese (hola Hugo Pratt) que está dominada por crueles dictadores (el presidente no es otro que el porteño Juan Diego Botto). Entre militares despóticos, guerrilleros revolucionarios en armas y científicos locos que experimentan con gigantescas criaturas (ahí está el Thinker de un desaprovechado Peter Capaldi), unirán fuerzas los apuntados Peacemaker y Harley Quinn, Bloodsport (Idris Elba), Rick Flag (Joel Kinnaman), Polka-Dot Man (David Dastmalchian), Ratcatcher 2 (Daniela Melchior) y el King Sark con voz de Sylvester Stallone. Está claro que la crítica de Gunn al intervencionismo estadounidense es cualquier cosa menos sutil, pero al mismo tiempo resulta rabiosamente cuestionadora. Para mi gusto la película -que por momentos remite a Doce del patíbulo pero con el delirio políticamente incorrecto de Deadpool- va de mayor a menor (o quizás sea simplemente que mi capacidad de aguante y disfrute de una película jugada de forma permantente al absurdo y con una estética que intenta siempre remitir al cómic no llega hasta los 132 minutos), pero sean cuales fueren las preferencias y sensibilidades de cada espectador/a hay algo encomiable y valioso en la propuesta de Gunn: a partir de un presupuesto y un despliegue de CGIs colosales, se permite divertirse, desbordarse, jugar siempre al fleje, exponerse sin miedo al ridículo. Con su festival de ratas y monstruos y cabezas aplastadas, El Escuadrón Suicida resulta un orgulloso exponente del cine clase B más bizarro. Y a mucha honra. PD: El Escuadrón Suicida comienza con Folsom Prison Blues y ninguna película que arranque con la voz de Johnny Cash sonando en vivo puede ser mala. Pero también hay que decir que termina con dos escenas (una durante y otra después de los créditos finales) que esta vez no agregan demasiado.
La magia de lo absurdo En The Suicide Squad James Gunn nos trae de vuelta a este equipo lleno de villanos que tienen una sola misión: salvar el mundo y no morir en el intento, incluso si para eso deban unirse al grupo Task Force X, dedicado a llevar a cabo misiones suicidas bajo las órdenes de Amanda Waller. Y sinceramente fue una muy buena decisión agarrar a Gunn para dirigir y escribir esta película cargada de personalidad, y acá sí se nota que le dieron libertad para hacer lo que quiera con estos personajes, que están rotos por dentro, y el realizador se los apropia y los pone a jugar en un escenario lleno de sangre y balas, con un sentido del humor no apto para todo público. Los puntos fuertes de The Suicide Squad sin dudas son los personajes. La forma que tiene James Gunn de escribir a estos villanos me parece de un ingenio absoluto porque les otorga espacio a algunos personajes que no conocíamos demasiado. Destaco mucho el arco que le dio al personaje de Daniela Melchior como Ratcatcher 2, muy bien desarrollado y esa amistad que nace con el personaje de Idris Elba como Bloodsport es un gran condimento a esta mezcla explosiva. Margot Robbie entrega su mejor Interpretación de Harley Quinn hasta la fecha, sumando a John Cena como Peacemaker, quien hará lo que sea necesario para mantener la libertad; y el personaje con el que más me encariñé es sin dudas con el que interpreta Sylvester Stallone dando su voz: King Shark básicamente es un bebé y tras el transcurso de la película va aprendiendo cosas, como el significado de la amistad. El planteo de una manera original y única por parte del realizador hace que flashbacks o recursos narrativos ya vistos en los cómics, de igual forma funcionen bien. Además hay mucho elemento del cine clase b donde lo ridículo encaja perfecto con todo lo plasmado. Para mí The Suicide Squad es de las mejores películas que hizo DC, porque todo lo que sucede es inesperado y sin dudas supera a la del 2016, que muy probablemente haya resultado de una mala imitación a lo que hizo James Gunn en Marvel. Acá vemos cómo todo lo aprendido le sirve a su favor al director y lo lleva al máximo nivel básicamente y sin filtro, llegando al extremo para lograr que nosotros pasemos un buen rato en una sala. Con una misión clara y un cóctel explosivo esta versión de el Escuadrón Suicida funciona y llega en un momento donde necesitábamos algo así para ver. Vayan al cine porque la van a pasar muy bien y seguro se lleven unas canciones y frases que se van a repetir por mucho tiempo.
Escrita y dirigida por James Gunn, la película tiene muy poco que ver con la versión de 2016: aquí hay diversión, suspenso, espionaje y caos por partes iguales. Amanda Waller (Viola Davis) dirige la Prisión Belle Reve y es la encargada de reclutar un grupo muy particular para luchar contra un golpe militar en la ficticia isla latinoamericana Corto Maltese, liderado por el General Suárez (Joaquín Cosio) Es necesario proteger el Proyecto Starfish de caer en manos enemigas y destruir civilizaciones enteras. A cambio de colaborar podrán gozar del beneficio de un recorte en sus condenas. Los integrantes designados para la misión en distintos equipos son Harley Quinn (Margot Robbie), Bloodsport (Idris Elba) a quien Waller pretende convertir en líder, Captain Boomerang (Jai Courtney), Blackguard (Pete Davidson), Savant (Michael Rooker), Peacemaker (John Cena), Polka Dot Man ( David Dastmalchian) un hombre con un gran complejo de Edipo, y la que mejor se entiende con las ratas, Ratcatcher 2 (Daniela Melchior, muy acertado este personaje, si tenés fobia, estás avisado, y si te impresiona la sangre también va otra advertencia, porque la peli es gore al máximo). Hablando de ratas, la mascota Sebastian es adorable, igual que el tiburón humano King Shark Nanaue, (con la voz de Sylvester Stallone). A Nanaue se suma Weasel, una comadreja casi humana (Sean Gunn). Junto a ellos está el líder de campo Rick Flag (Joel Kinnaman). Luego se suman otros personajes como Thinker (Peter Capaldi), TDK (Nathan Fillion ) y la rebelde Sol Soria ( Alice Braga). Una alegría ver al argentino/español Juan Diego Botto en divertidas escenas que lo involucran con Harley Quinn. De soslayo, el guion aprovecha para pegar algunos palos a la rama política norteamericana. Cada una de las muertes es impactante, en este aspecto dan en la tecla porque de tan bizarro, divierte. Las peleas están muy bien coreografiadas y se nota la buena química entre los personajes. Igual, no se apeguen a ninguno, acá no se sabe cuál de ellos nos puede abandonar. Suicide Squad 2 es tan redonda que hace que olvidemos que existió un primera parte. Consejo: Apta sólo para mayores de 13.
Algo poco usual en las adaptaciones de comics es que el director sea también el único guionista. Esta nueva “El escuadrón suicida” es una película escrita y dirigida por James Gunn, quien con “Guardianes de la galaxia” mostró el lado más psicodélico y lunáticamente divertido de Marvel, y ahora se pasa de bando para hacer algo parecido con DC Comics, lo que en parte consigue. Los protagonistas en cuestión, un escuadrón de antisuperhéroes, son una pandilla de villanos psicópatas, lo que lógicamente da un toque más siniestro y ultraviolento, no muy diferente de lo que se había visto en “Guardianes de la galaxia”, aunque sirve para aprovechar las raíces de James Gunn cuando trabajaba para el sello de películas de culto clase Z Troma Inc. El toque Gunn no le queda nada mal a este “Suicide Squad”, que empieza por eliminar todo vestigio del film sobre los mismos personajes filmado en 2016, opción de borrón y cuenta nueva que ya ha tenido mucha aceptación con otras adaptaciones de comics al cine, incluyendo a Spiderman. La que sí tiene un pasado visible es Harley Quinn, es decir la novia del Guasón ya interpretada en “Birds of Prey” por la talentosa Margot Robbie, quien sin duda es el mejor de todos los personjaes del film, probablemente junto al feroz Bloodsport encarnado por Idris Elba. Luego la trama sobre el escuadron reunido para infiltrarse y acabar con los horribles experimentos que se llevan a cabo en la isla latinoamericana de Corto Maltese (rara referencia al clásico comic europeo de Hugo Pratt, que poco tiene que ver con DC) da para todo tipo de situaciones tan sangrientas como divertidas, con picos de humor negro a la altura de lo mejor de los “Guardianes” de Gunn. Sólo que la película, que supera las dos horas de duración, se estira demasiado por momentos y no siempre aprovecha de la mejor manera a excelentes actores de reparto como Viola Davis. Tanto los rubros técnicos como el sonido y la música son excelentes e imaginativos.
Borrón y cuenta nueva "James Gunn lo ha vuelto a hacer, y en el camino parece haberle traído la tan deseada gloria a DC y Warner. Si El escuadrón suicida 2, 2021 funciona, es porque su director y guionista -Gunn- se aleja lo justo y necesario de la primera entrega, y explota demencialmente toda su visión, que al fin de cuentas es la misma que parece compartir con el estudio que le dio luz verde." The Suicide Squad, 2021. Un grupo de super villanos se encuentran encerrados en Belle Reve, una prisión de alta seguridad con la tasa de mortalidad más alta de Estados Unidos. Para salir de allí harán cualquier cosa, incluso unirse al grupo Task Force X, dedicado a llevar a cabo misiones suicidas bajo las órdenes de Amanda Waller. Fuertemente armados son enviados a la isla Corto Maltese, una jungla repleta de enemigos. Es sin dudas, el mayor acierto y logro de la película, presentarla como un reinicio y secuela. Hay algo paradójico en esto, pero lo que genera “ese recomenzar” es que el público defraudado con Escuadrón suicida, 2016, encuentre en esta saga todo lo que faltaba en la anterior. Por otro lado, lo que mantiene de secuela reside en los personajes que decide repetir: Margot Robbie como Harley Quinn, Viola Davis como Amanda Waller y Joel Kinnaman como el Coronel Flag y en la premisa principal. Si hay algo que aglutina todo y brinda coherencia durante los 132 minutos de duración es que Gunn consigue orden, sentido y ritmo. El filme en su totalidad es atravesado por un tono que perdura hasta el final y se transforma en su marca registrada: humor absurdo y políticamente incorrecto, desenfreno, violencia desmedida, una banda sonora que consigue que las canciones se integren al argumento de la película y una estética 100 % cómic. Directamente proporcional al delirio reinante que El Escuadrón suicida regala, resulta toda la factura técnica que despliega. "Sin lugar a dudas estamos frente a una película pensada y ejecutada para encantar a la audiencia devota del cine de acción, super héroes y villanos de cómics."
Con un cambio de elenco importante el escuadrón, con la peor reputación del mundo, vuelve una vez más a la pantalla grande para tomarse revancha y demostrar que tienen una historia que contar. The Suicide Squad (2021) se estrena este jueves en la pantalla grande. Y antes que nada, creo que es importante dejar algo bien en claro: NO ES UN FILM PARA CHICOS. Quizá parezca un comentario tonto, pero hay quienes piensan que los colores en los trajes del poster y el hecho de que sea un film de DC lo es. NOPE. «El Escuadrón Suicida» llega para tomarse su rating (mayores de 16 años con reservas) muy en serio. Comenzando con una escena que puede considerarse bien en línea con la temática del film: un preso, se presenta como peligroso, frio y calculador, llamado a la acción por Waller (Viola Davis). Y se le presenta un equipo, el cual incluye al comandante Flag (Joel Kinnaman) y a Harley Quinn (Margot Robbie), y que se los envía a infiltrarse a una isla de América del Sur, Corto Maltese, (isla ficticia del Universo de DC). ¿El tema? El equipo en cuestión es dudoso. ¿Esos son los nuevos miembros de este equipo de «elite»? Bue, no, esos no son. De una, la escena inicial busca cumplir un solo objetivo – recordarnos hasta que punto Waller está dispuesta a llegar para cumplir estas misiones. Para ella, estos seres tan particulares no son más que herramientas en el sentido más literal. Y si eso incluye matar a, por ejemplo, Flag, el único soldado miembro de la misión sin una bomba en el cuello, que así sea. El escuadrón suicida, en esta ocasión, le hace mucho más honor a su nombre. Todos los miembros son tan descabellados como los esperaríamos, incluso Polka-dot Man (David Dalsmatchian), quien tiene uno o dos problemitas que resolver con su mamá, la razón de sus inusuales habilidades y todos sus traumas (y son varios). O Ratcatcher (Daniela Melchior), una joven con la capacidad de controlar a las ratas que va a ser mucho más útil de lo que uno esperaría. Por último, ya que estamos hablando de personajes, tenemos a Thinker (Peter Capaldi), el científico a cargo de los experimentos que se llevan a cabo en Jottunheim (si, leyeron ese nombre bien), el lugar que debe infiltrar y destruir nuestro equipo de psicópatas. Como se imaginaran, si está a cargo de experimentación científica en humanos, muy cuerdo que digamos no está tampoco. Incluso, en pantalla da una vibra muy Doctor Who, pero si se hubiera pasado al lado oscuro como el Maestro. Aunque, dejando de lado este elenco de maniáticos, lo más destacables es el cambio de luz. O sea, mientras que el film original se llevó a cabo enteramente en la oscuridad, al punto que a veces era difícil ver, en esta ocasión toda la acción (excepto literalmente una escena) se lleva a la luz del día. Y como vemos con los trajes, tanto de Harley, que se la pasa en un vestido rojo, o de Polka, con todos sus lunares, si hay algo a lo que no le huyó esta película es al color… incluso en ciertas escenas un poco muy rojas para aquellos de estomago frágil. De una forma u otra, creo que estoy dejando de lado lo que a la mayoría le interesa: la acción. Y sí, si algo hicieron más que bien, fue la acción. Con una buena dosis de sarcasmo, tenemos, de principio a fin, desde helicópteros que explotan a una secuencia de asesinatos sancionados por Waller que resultan no ser necesarios, pero que le dan la oportunidad a Bloodsport y a Peacemaker de poner a prueba sus habilidades y competir a ver cual es el mejor de los dos. «El Escuadrón Suicida» es el blockbuster para no dejar pasar en la temporada. Trae todo lo que prometa y un poco más, con un elenco como pocos y un grupo de personajes que harían salir corriendo a más de uno. Es una apuesta. Y la ganaron con creces.
ACLARACIÓN IMPORTANTE: la siguiente reseña está escrita por un fan de DC así que puede estar un poco “viciada” o no ser del todo imparcial. El escuadrón suicida es, sin dudas, la película más divertida de DC Comics y tal vez la más divertida del género. (Cuando pase un poco el tiempo y podamos obtener un poco de más perspectiva, podremos decir si es más graciosa que Deadpool, 2016). Ahora bien, esto no significa que sea la mejor tal como muchas personas están clamado. Eso dependerá de tus gustos y de cómo prefieras este tipo de films. En lo particular, me identifico con las interpretaciones más solemnes y serias de estos personajes. Pero aquí James Gunn me ganó por completo en la composición de su ensamble, en la irreverencia y desatado que fue. Y de cierto modo eso también es ser fiel al comic de origen, porque cuando en 1987 se publicó por primera vez El Escuadrón Suicida (post Crisis en Tierras Infinitas), se pretendía romper un poco el molde. Aquí lo hizo. Y sin bien ciertas cosas son adaptaciones directas de la obra del guionista John Ostrander (y también otros autores) es la personalidad e ideas de Gunn las que resuenan en el film. Cuando ellos y ellas hablan, es él quien está hablando. La película no te deja respirar porque te sorprende todo el tiempo (es muy spoileable), así como tampoco deja que te recuperes de una carcajada para meterte en la siguiente. Además, es sangrienta, algo gore y no le escapa al humor negro. No es escatológica por más que posea algún chiste de ese tipo ni tampoco es una comedia sexual por hacer chistes con penes. Su humor es ingenioso y al servicio de los personajes y no al revés. Margot Robbie vuelve a robarse todo el show con su Harley Quinn. Y aquí más desatada que nunca. Lo mejor de la película, siempre. Pero le sigue muy de cerca John Cena como Pacemaker, de quien tendremos serie propia el año que viene. Lo cual tiene sentido porque te deja con muchas ganas de más. Idris Elba cumple muy bien como Bloodsport al igual que Peter Capaldi como The Thinker. Y el resto del elenco está genial, ya sean los que repiten rol o los nuevos. La química entre todos está muy bien planteada y cada uno tiene un propósito definido. ¿King Shark? Aplausos para el equipo de VFX y para Silvester Stallone por crear semejante personaje. James Gunn hace un trabajo magnifico y vuelve a demostrar, una vez más, que es el único “director/autor” que ha trabajado en Marvel, ya que sus Guardianes de la Galaxia son las que salen de la fórmula de la empresa (sobre todo la primera). Aquí claramente tuvo más libertad creativa e hizo lo que quiso y con mucha pericia logró algo muy bueno. Amén de las referencias a Argentina que podría nombrar aquí u otros detalles, sin dudas el mejor acierto para encarar este tipo de film, fue su impronta. Lo que no quiere decir que desprecie la cinta de 2016 sino todo lo contrario, ya que son dos versiones y enfoques diferentes. Aun así, corresponde aclarar que la versión que vimos ese año de Escuadrón Suicida no es la original, no es la planteada por su director David Ayer, ya que fue cambiada casi a último momento. Es por ello que ahora mismo hay una fuerte campaña bajo el hashtag #ReleaseTheAyerCut de la misma manera que se hizo con el corte de Zack Snyder de Liga de la Justicia. Veremos qué pasa… Mientras tanto hay que disfrutar de este estreno a pura adrenalina y carcajada.
Interesante cambio, a la vista de los resultados, el que se dio con el “pase” de James Gunn de Marvel a su adversaria, DC Comics. Después de perder el trabajo, tras el escarnio público por unos chistes viejos y de mal gusto, Gunn trasladó su creatividad y su libertad de ideas, que son muchas, a una franquicia que, como la de Batman y Superman, venía necesitando aire fresco. Después de la mala recepción de Escuadrón Suicida de 2016 (dirigida por David Ayer), Warner parece haberle dado carta blanca al director de Guardianes de la Galaxia para hacer lo que le viniera en gana. Como autor y master mind (el tráiler se presenta como anticipo “desde la espantosamente hermosa cabeza de James Gunn”, ), el director y guionista arranca con la voz de Johnny Cash a todo trapo, promesa de que la cosa viene muy bien. El film está dirigido por James Gunn (Foto: prensa). El desenfado y la acidez de la entrañable Guardianes, uno y dos, se traslada aquí, pero como un pariente hardcore. Fiel a sus orígenes en la legendaria productora Troma, especializada en divertidos films de terror gore, Gunn no ahorra sangre ni lluvias de fragmentos que pertenecieron a cuerpos vivientes. Con homenajes al cómic en distintos niveles: los “héroes” van a parar a una isla latinoamericana llamado Corto Maltese, (con Juan Diego Botto como Presidente General Silvio Luna). Rick Flag (Joel Kinnaman, el de The Killing), Polka-Dot Man (David Dastmalchian), Bloodspot (Idris Elba), Ratchacher2 (Daniela Melchior) y King Sark (voz de Sly Stallone) le ponen el cuerpo a militares autoritarios, dictadores, guerrilleros y científicos completamente locos, como instrumentos de una sinfonía desquiciada y bastante extrema (cuesta pensar la dosis de violencia como apta para chicos). Durante más de dos horas, el ruidoso avance de este film es puro desborde, festín de monstruos, humor poco elaborado y despliegue de extraordinarios músculos de CGI. Casi haciendo honor, desde el gran presupuesto, a los orígenes del director, en un cine con más ganas que dinero. Menos pendiente de la corrección política y el qué dirán.
“El escuadrón Suicida 2” Crítica El regreso mas esperado de los delincuentes mas peligrosos retorna a las pantallas sin escatimar en peligro y acción. El escuadrón suicida 2 llega con un despliegue surtido de súper villanos, altamente peligrosos y descartables en una nueva misión ultra secreta como peligrosa en una selva donde solo se puede seguir hacia adelante. Como en la primera entrega la Dra. Amanda Waller (Viola Davis) elige un nuevo grupo de villanos que con la promesa de reducirles su condena arriesgan sus vidas para salvar al mundo en misiones altamente peligrosas y con un explosivo en sus cabezas, sabiendo que un paso en falso los informáticos de Amanda pueden activarlo y sus vidas terminaran en segundos. El director James Gunn (Guardianes de la Galaxia Vol. 1,2 y 3, The Suicide Squad 1, Avengers: Infinity War y Endgame) acierta nuevamente en un film explosivo y lleno de acción donde no es posible aburrirse, de la mano de Warner Bross nos trae otro éxito mas de DC. En esta nueva edición conoceremos a Idris Elba como Robert DuBois / Bloodsport , un mercenario con un traje súper avanzado quien terminó en la cárcel luego de dispararle a Superman con una bala de kryptonita. John Cena, como Christopher Smith / Peacemaker , un soldado obsesionado con la paz que es capaz de hacer cualquier cosa para llegar a ella. Joel Kinnaman, como Rick Flag, ex militar de los Estados Unidos, donde lideraba en diferentes ocasiones los escuadrones suicidas para llevar a cabo las ordenes de Amanda Waller, aunque a veces no concuerda con ella. Sylvester Stallone, como la voz de Nanaue, el rey tiburón, mitad hombre, con un apetito insaciable que es elegido por su fuerza y resistencia y la infaltable Margot Robbie (“Aves de presa” “El escándalo”) como Harley Quinn.
El escuadrón suicida” llegó para solucionar lo que fue el desastre de Escuadrón suicida de David Ayer, aunque en ese caso el desastre parece haber sido más de Warner que del director. Ya no importa en realidad, porque lo que nos trajo James Gunn borra cualquier cosa que se haya hecho antes. En el comienzo nos presentan un escuadrón suicida conformado por personajes con varios crímenes que purgar en la cárcel, a los que el estado les hace una oferta imposible de rechazar. Si participan de una operación muy arriesgada pueden ganarse la libertad, pero como estos sujetos son todos difíciles de manejar se les implanta un explosivo en la cabeza por las dudas de que se les ocurra desertar, monitoreados y con el que los esté mirando con el ok para apretar el botón. Una vez presentados, los “suicidas” no cuentan a los espectadores de qué se trata la misión. En una isla caribeña llamada Corto Maltese (lindo guiño para los lectores de historietas), un científico consiguió el apoyo de la familia gobernante, pero ahora hay que destruir el proyecto del científico. El asunto es que la familia gobernante fue desbancada por unos generales locos, más locos incluso que la familia de dictadores. Son muchas las sorpresas que se van produciendo desde el comienzo, en el que se escucha la inoxidable “Folsom Prison Blues” de Johnny Cash, hasta el final de la película. Recordemos que James Gunn fue el que se sacó de la manga una gran películas como Los guardianes de la galaxia en el MCU (Universo Cinematográfico de Marvel). La segunda parte no resultó ser gran cosa pero estamos esperando la tercera, aunque en el camino pasaron cosas y Gunn quedó desafectado de Marvel por unas frases desafortunadas en Twitter. El director se lo tomó con tranquilidad y mientras duró esa separación entró al mundo de DC para filmar esta película. Mientras tanto el elenco y otros allegados le arreglaron el asunto de la cancelación (por floja de papeles) y ahora ya está trabajando en el cierre de la trilogía de Star Lord y sus amigos. El escuadrón suicida no anda con vueltas es una propuesta audaz dentro del marco del mundo del cine basado en historietas. Es ágil, mordaz, violenta con momentos gore y con un elenco en el que pueden brillar, desde John Cena (que si no tiene un buen director puede ser un desastre), hasta Margot Robbie, pasando por Idris Elba y el mismísimo Sylvester Stallone, que le pone la voz a Rey Tiburón. Por esta vez nos libramos del pesado de Jared Leto, salvo que David Ayer se haya guardado un Director’s Cut de la película anterior. Cualquier cosa que agreguemos arruinaría la experiencia, que es tan sangrienta como placentera. El escuadrón suicida (The Suicide Squad, Estados Unidos/2021). Guion y dirección: James Gunn. Elenco: Idris Elba, Margot Robbie, John Cena, Viola Davis, Alice Braga, Peter Capaldi, Daniela Melchior, David Dastmalchian, Steve Agee, Michael Rooker, Joel Kinnaman, Juan Diego Botto Nathan Fillion, Jai Courtney, Flula Borg, Pete Davidson, Mayling Ng, Sean Gunn y Lynna Ashe. Fotografía: Henry Braham. Edición: Fred Raskin y Christian Wagner. Música: John Murphy. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 132 minutos. Apta para mayores de 13 años. Estreno en cines y próximamente en la plataforma de streaming HBO Max.
El escuadrón suicida ( The Suicide Squad, 2021) es una película escrita y dirigida por James Gunn (Guardians of the Galaxy/Super) lo cual presentaba un enorme desafío para dicho realizador, no solo por basarse en el popular cómic de DC, sino también debido al fracaso de su predecesora Suicide Squad (2016) dirigida por David Ayer. Por eso, y debido a que no posee necesariamente continuidad narrativa con ésta última puede ser considerada como una "secuela independiente". La película inicia con un prólogo que funciona como una especie de "amague" para el espectador que marca el acertado tono sarcástico y con "humor negro" que tendrá todo el relato. Nuevamente un peculiar escuadrón, 'Fuerza especial X' compuesto por célebres delincuentes muy peculiares y excéntricos, es reclutado para combatir un régimen dictatorial en una isla llamada Corto Maltese, que posee un dispositivo muy poderoso que pone en peligro la paz mundial. A pesar de que el tono sostiene la lógica y verosimilitud del universo diegético, no todos los momentos de comicidad resultan poderosos o eficaces. Asimismo, se considera que el mayor desacierto del filme es la representación estereotipada y estigmatizadora de esta isla "latinoamericana". Parece una obviedad tener que aclara que no todo Latinoamérica es igual, y que por ende no todos los latinoamericanos son iguales. Hay una mezcla desacertada en estas caracterizaciones en donde un llavero bootleg de Mafalda, un "boludo" en boca de un no argentino, una bandera con los colores de Venezuela o Colombia, un "latin lover" y un régimen dictatorial,no son todo lo mismo. Y no es para nada inocente el planteo ideológico del relato según el cual los latinoamericanos los que representan una amenaza para la paz mundial. Aunque haya una pequeña crítica a las fuerzas de inteligencia y militares norteamericanas en el desenlace, esto no es suficiente. Respecto a la cuestión de género, en esta ocasión hay un acierto en el personaje de Harley Quinn que se encuentra más empoderada a diferencia del falso femismo de Birds of Prey (2020), porque a diferencia de las princesas de Disney, ella no necesita que los hombres la rescaten. También resulta pertinente destacar la ambientación y estética de la película, que al igual que los largometrajes contemporáneos del universo de los comics, presenta rasgos atemporales. Pero en está ocasión hay un acento de la Pop culture de los '70 y '80, a tono con el contexto de producción original del comic moderno. Además, hay una constante mención de elementos metadiscursivos como la simpática inclusión del Kaiju (monstruo gigante). Por último, en sintonia con las ramificaciones huéspedes de este kaiju que le quitan a los humanos su raciocinio, sindudas es un relato vacuo pensado solo como mero entretenimiento para las masas. 📍Calificación: ⭐ y medio/5 (30%) 📍Hay una escena extra al final de los créditos.
Rata de dos patas Te estoy hablando a ti Porque un bicho rastrero Aun siendo el más maldito Comparado contigo Se queda muy chiquito Policías y Ratones Como la mayoría de los grandes estrenos comerciales que quedaron pospuestos por la pandemia, El escuadrón suicida llegó con una dosis de expectativa extra. Se anunció desde el principio como una suerte de “corrección” de la espantosa Escuadrón suicida (2016), que dirigió David Ayer, la primera adaptación al cine del supergrupo de DC comics Task Force X, popularizado por el guionista John Ostrander a finales de la década del 80′. El grupo, de conformación variable, reúne a villanos convictos del universo DC con diferentes grados de (in)competencia en una misión -lo habrán adivinado- suicida, con el objetivo de recuperar su libertad. Si le creemos a los chismes y a lo que el propio David Ayer viene diciendo en sus redes sociales, poco quedó de la versión de la película que el guionista de Día de entrenamiento había querido hacer. A pesar de que resultó un éxito de taquilla, la crítica la destruyó. DC y Warner tenían algo en claro: si querían seguir usufructuando los personajes de la Task Force X, tenían que reinventarlos. La oportunidad llegó de la mano de James Gunn, director formado en la bizarra escuela de la productora Troma (la de El vengador tóxico). Gunn venía de realizar dos películas de Guardianes de la galaxia (2014), producida por Marvel/Disney Studios. Allí ya había demostrado su capacidad para popularizar un grupo relativamente desconocido y profundamente disfuncional de antihéroes, a fuerza de ternura y de un humor (un poco más) audaz que el de las otras películas de Marvel. Eventualmente, Gunn resultó ser también un inadaptado para el moralismo de los grandes estudios: en 2018, el Daily Mail reflotó viejos tuits del director, donde hacía chistes con unos cuantos temas tabú. Disney lo despidió en medio de un escándalo, con voces enardecidas a lo largo de todo el espectro de opinión que puede suscitar la llamada “cultura de la cancelación”. Los que llegaron a una conclusión rápida fueron los ejecutivos de DC/Warner, que le ofrecieron a Gunn la oportunidad de sumarse a sus filas, con libertad creativa total. Se planteaba una suerte de Beatles vs. Stones: si Marvel/Disney era una empresa pacata que se asustaba por unos tweets viejos, DC/Warner le ofrecía al ángel caído de Marvel una temporada para divertirse en el infierno. Esta historiografía de El escuadrón suicida es para señalar el enorme bagaje previo con el cual vamos al encuentro de una película de esta escala. Lejos de ser un aditivo, este bagaje se utiliza para condicionar activamente las expectativas del espectador mínimamente enterado de estas cuestiones a la hora de formarse una idea sobre lo que acaba de ver. Esta era, entonces, la película “stone” de Gunn, y también la de DC; la película en la que el director de Marvel se sacaba el bozal y mordía, en una película calificada en EE.UU. como R (Restricted). Un festival de tiros, sangre y vísceras que el director podría combinar con la dinámica tierna y disfuncional de sus aventuras por el mundo Marvel. El resultado es extraño, decepcionante y, sorprendentemente, bastante parecido al de su antecesora. El escuadrón suicida de James Gunn es mucho más coherente que Escuadrón suicida de David Ayer, sí. Tampoco es que eso sea un elogio. En el fondo, los problemas siguen siendo más o menos los mismos: la pobrísima caracterización, el irritante postureo cool y una trama que es como un deambular, con excusas más o menos elaboradas para que cada una de las propiedades de DC pueda lucirse. Una película organizada bajo la lógica de la mostración, la de los personajes y la del propio Gunn, que pareciera querer ofrecer un poco de todo: si buscan la dinámica disfuncional de Guardianes…, está; si buscan algo del body horror repugnante de esa gran película llamada Slither, también; si buscan la sensibilidad repugnante de Troma y la violencia de Super, también está. El resultado es una película cambalachesca, que apuesta al despropósito y a la acumulación para llenar un vacío muy difícil de llenar, el de un director con cierta personalidad trabajando en base a automatismos. Es la primera película cínica de la fábrica DC. El escuadrón suicida tiene muchos personajes, y Gunn utiliza a la mayoría para desorientar al espectador: algunos mueren casi tan rápido como aparecen y, si bien tiene sentido hacer uso de este recurso para darle vértigo e imprevisibilidad a la misión, falta algo muy importante: que una parte de lo que ocurre nos importe. A lo largo de la película, la sensación es de bastante frialdad, una dificultad grande para conectar con algo de lo que cruzaba por la pantalla. Gunn se regodea tanto en desvíos tarantinescos que la verdadera película tarda muchísimo en comenzar. Eventualmente, hace pie y termina centrándose en los personajes que realmente le importan: Bloodsport (Idris Elba), Peacemaker (John Cena), Rick Flag (Joel Kinnaman), Harley Quinn (Margot Robbie), Ratcatcher 2 (Daniela Melchior), King Shark (la voz profunda de Sylvester Stallone) y el muy ridículo Polka-Dot Man (David Dastmalchian). El director busca consolidar otro equipo de antihéroes disfuncionales a la manera de Guardianes…, pero le concede muy poco tiempo a establecer una conexión significativa entre ellos, o la da por hecha, o piensa que el espectador a esta altura las construye solo. Si bien la caracterización está lejos de la torpeza de la película anterior (que presentaba cada personaje con una suerte de videoclip enumerando sus principales características), acá Gunn opera de una manera muy frustrante, ofreciendo ramalazos descriptivos como quien tacha víveres en una lista del supermercado. Todo obedece a una lógica del “check”, en el cual lo central es ofrecer algo de la propiedad favorita de los fans a como dé lugar. Lo peor de todo es que, bajo su postureo de cinismo cool, El escuadrón suicida se piensa a sí misma como una película con “mensaje”. Tal mensaje parece estar orientado a criticar la política exterior de los Estados Unidos y su vieja afición por intervenir en los asuntos de otras naciones. Esta vez, la misión del Escuadrón consiste en colarse en una isla de Sudamérica nombrada Corto Maltés (¿Cuba?) para descubrir un proyecto secreto que involucra una inteligencia extraterrestre: la de Starro, uno de esos monstruos icónicos del universo DC a medio camino entre el terror y el ridículo. En el transcurso de la película, los mercenarios terminarán ayudando a una tropa revolucionaria que encabeza Sol Soria (Alice Braga), para restaurar el noble estado de derecho en la isla y desplazar al gobierno dictatorial. El Escuadrón, inicialmente un grupo de ciudadanos norteamericanos despreciables y despreciados que sólo velan por sus propios intereses, descubrirán la importancia del compromiso político… derrocando un régimen extranjero. Gunn intenta complejizar la cuestión señalando la responsabilidad de los Estados Unidos en todo este asunto: un Estados Unidos hipervigilante, cruel e implacable, cuyos valores se encarnan en Amanda Waller (Viola Davis), creadora de la iniciativa Task Force X. Todo termina bastante ramplón y declamado, en lo que parece ser un tiro por elevación al gobierno de Donald Trump que, al momento en el que la película se estrena, es anacrónico. De alguna manera, The Suicide Squad quiere ser un reverso demócrata de Comando: una película que piensa que tiene que trascenderse a sí misma para decir algo relevante y, cuando consigue articularlo, resulta de una ingenuidad apabullante. La secuencia inicial (que protagoniza el fantástico Michael Rooker) promete atención a la composición del plano y a los movimientos de cámara, y la estética general apuesta por una textura más áspera que el acabado prístino de la mayoría de las películas de superhéroes. Sin embargo, una de las cosas más sorprendentes de El escuadrón suicida es lo poco atractivo de sus secuencias de acción, la incapacidad de generar tensión, expectativa o emoción con nada de lo que ocurre en pantalla. Esto, en conjunto con escenas de transición donde los personajes van de un lado a otro de la isla, genera una monotonía donde el único incentivo pareciera ser llegar al último acto. Es recién en este punto donde la película consigue fluir y construir una discreta dinámica de grupo entre los personajes, donde expresa (grita) sus temas y consigue algo de todo lo que se propuso hacer. La única metáfora cinematográfica que El escuadrón suicida consigue trazar es una analogía entre las ratas -fieles compañeras de Ratcacther 2- y propios integrantes del Escuadrón: los descartados, los rechazados, terminan salvando al mundo que los expulsa. Incluso -en un pequeño destello de lucidez- el guion sugiere que Starro, el terrorífico monstruo extraterrestre, es también un descartado al cual le tocó sufrir un destino que no eligió. En esta metáfora está la gran ingenuidad de Gunn, la lucha interna que parece estar librando a lo largo de toda esta película: por un lado, entregar una película en la que acompañemos el triunfo de un grupo de personajes despreciables; por el otro demostrar -bajo la pátina cool del “no me importa nada”- que sus personajes son buenos y es el mundo el que es malo, malo, malo. Lo cual en primer lugar no importaba. El escuadrón suicida es James Gunn cavando su propia tumba: la del director que venía a sacarse las cadenas y termina entregando su película más mojigata. Esto no es Beatles vs. Stones. Y no lo es, porque tanto los Beatles como los Stones sabían una cosa: no siempre podés conseguir lo que querés, o caerle bien a todo el mundo.
El Escuadrón Suicida: El reino de los cielos será para los descarriados Aquellos locos bajitos (y asesinos) James Gunn (Slither, Guardians of the Galaxy) se mete con los chicos y las chicas malas de DC Comics en un espectáculo de exageraciones, sinsentidos programados y hemoglobina. El Escuadrón Suicida llegó a la pantalla para revolucionar el mundo de la Distinguida Competencia. ¿De qué va? Este es el infierno: Belle Reve, la prisión con el mayor índice de mortalidad de los EE. UU. Ahí van a parar los peores supervillanos, que harán lo imposible por escapar, incluso unirse al Cuerpo Especial X, super secreto y super turbio. ¿La tarea a todo o nada de hoy? Reunir un grupo de estafadores, como Bloodsport, Pacificador, Capitán Bumerang, Cazador de Ratas 2, Savant, Rey Tiburón, Blackguard, Jabalina y nuestra psicópata preferida, Harley Quinn. Luego, armar al grupo hasta los dientes y tirarlo (literalmente) en la isla remota Corto Maltés, repleta de enemigos. Si alguien apuesta, lo sensato es hacerlo en su contra… en contra de todos. Lo mejor que tiene la nueva película de Gunn (que escribió también el guión, que viene del mundo de Troma y hasta invitó nuevamente a Lloyd Kaufman para un cameo) es la manera que tiene de separarse del espíritu Zack Snyder pero sin tener que separarse de sus personajes. Con Shazam, Warner demostró que sus personajes podían tener otros tonos, pero en ese caso el camino era más simple porque no se cruzaba con ningún personaje que ya había aparecido en este mundo (salvo el chiste del final, claro). Este soft reboot retoma a personajes de la primera iteración (ese Frankenstein “dirigido” por David Ayer) pero logra hacerlos vivir en la retorcida manera que tiene de ver el mundo su director. Y esta es una de las cosas más importantes de esta película: se basa exclusivamente en personajes y sus interpretaciones. Si eso falla, todo se desmorona. Pero ¡albricias! eso no ocurre. Joel Kinnaman, Idris Elba, Margot Robbie, John Cena, Viola Davis, Daniel Melchior, David Dastmalchian, Peter Capaldi, incluso Sylvester Stallone solo desde lo vocal, todos y cada uno de sus personajes dan en el tono, tienen sus momentos y son tridimensionales. No son villanos (bueno, alguno que otro hay), son pobres personas que tomaron malas decisiones, tienen problemas o simplemente son ególatras. El otro punto a destacar: el humor. Un humor descarnado, desubicado, sorpresivo, aberrante en algunos casos. Tanto, que siempre está al borde de la banquina (incluso en la sala donde la vi, un tipo se rió fuerte cuando apareció una secretaria de grandes pechos, y cuando vio que nadie lo secundó se llamó al silencio con una velocidad apabullante). James Gunn es una suerte de nene de 10 años a quien le dan todos los juguetes que le gustan, para que haga la historia que quiere en su habitación. Ese desparpajo, permite no sólo estar riendo a carcajadas durante gran parte del tiempo, sino también disminuir el nivel de impresión por la sangre y las muertes. Una manera inteligente de edulcorar una cinta que no debería ser vista por menores de edad… salvo que quieran salir como nosotros, obviamente. Y a pesar de estar siendo parte de un sistema de estudios, se permite CIERTAS (tampoco es el Che Guevara del cine de entretenimiento) críticas sanas, escondidas en chistes que si los pensas con detenimiento pueden ser hasta incómodos. Los efectos visuales son tan efectivos, que nunca te detenes a intentar descubrir donde está el truco. En un universo con un tiburón humanizado, una estrella de mar extraterrestre gigante y un tipo que lanza círculos de colores de sus manos… es menester el nivel de profesionalismo en vfxs. La cantidad de easter eggs al mundo de DC es gigantesca, con un nivel de freakismo a los detalles que recuerda mucho a cada viernes luego de mirar WandaVision en Disney+. ADEMÁS, tiene muchos guiños a la argentinidad, visuales y sonoros, que se suman a la fiebre luego de la Copa América, los JJOO y el mate de IT2. Como toda película con tanto control de su creador, tiene algunas secuencias que podrían borrarse sin que afecte en nada al relato. Así como ciertos vaivenes temporales que algunas veces son efectivos, pero otros no. Sin embargo, esa imperfección desnuda la libertad creativa de Gunn que supo capitalizar sus decisiones en Guardians of the Galaxy, sintiéndose similar pero no como una burda copia. Una bocanada de aire fresco para el cine de superhéroes de DC, una bocanada con gusto metálico… ¿es acaso sangre esto? Bueno, hasta siempre.
Los villanos Harley Quinn, Bloodsport, Peacemaker y una colección de estafadores en la prisión de Belle Reve se unen al Task Force X, en la lejana y abarrotada de enemigos de la isla de Corto Maltese. Salió un tráiler con Bohemian Rhapsody de fondo, todo se veía genial. Tenía ritmo, explosiones, chistes y todas esas cosas que uno esperaría para una película basada en uno de los grupos más delirantes de los cómics. Pero llegó el estreno y era todo menos eso, la experiencia dejó un mal gusto y cuando se anunció que iban a hacer otra cinta sobre ellos temíamos por el resultado. De nuevo, un trailer nos mostró descontrol y nos ilusionó. Lo bueno es que, esta vez, no todo quedó en un adelanto. The Suicide Squad al fin llegó a los cines y demuestra que las películas que salen de DC no necesitan ser oscuras o solemnes para ser fieles a los personajes y a las historias que conquistan las viñetas desde hace más de ocho décadas. James Gunn aceptó dirigir esta película cuando Marvel lo despidió por los viejos tweets que se habían viralizado. Convencido de que su carrera se había acabado, enfocó toda su energía en esta nueva oportunidad y se nota que él tuvo la libertad que le faltó a tantos otros realizadores. Esta cinta es divertida, es colorida, es terriblemente explosiva en todos los sentidos de la palabra -mucha gente se muere a causa de explosiones, es un tema recurrente acá-. Además, no es completamente irrespetuosa con la anterior. Si bien no se hace referencia a ella, se da a entender que es una especie de continuación, por supuesto que esto está reforzado con la aparición de los personajes que ya habían estado allí. Pero la gran diferencia es que ahora lo hacen en una historia que los entiende, que les dan sentido y profundidad, además de un arco narrativo que dan ganas de ver. Este grupo de desadaptados está lleno de villanos, pero el guion de Gunn es lo suficientemente inteligente como para no pretender forzar la empatía del espectador. Se genera, por supuesto, pero evitando los mensajes subrayados a las explicaciones melodramáticas de por qué son así. Las cosas no sé cuentan, se muestra, algo que hace toda la diferencia y logra que, por ejemplo, se le tome cariño a un tiburón metahumano al que le da voz Sylvester Stallone o a Polka Dot Man (David Dastmalchian), un villano que lanza lunares de colores corrosivos. De más está decir que Idris Elba y Viola Davis se destacan, porque no se puede esperar nada más de dos actores como ellos. Pero Joel Kinnaman, que había mostrado una floja interpretación en la película anterior, prueba en The Suicide Squad que, con una buena dirección y un guion bien escrito, puede hacer mucho. Margot Robbie vuelve a robarse cada una de las escenas como Harley Quinn, pero esta vez se entiende al personaje como un agente del caos, una villana o antiheroína, que está ahí para divertirse, ayudar al grupo en los que eso es necesario, pero al mismo tiempo que no recaiga en ella ningún tipo de responsabilidad. Esto permite que la personalidad resalte y sea una de las mejores cosas de la película. Lo curioso que ocurre con The Suicide Squad es que no solo es una comedia, una película más del montón basada en cómics. Tiene un corazón enorme que se va descubriendo de a poco hasta que están grande que se apodera de la pantalla y del clímax. Esto, por supuesto, ayudado por un OST genial, algo que era esperable con James Gunn atrás. Divierte, emociona y devuelve las esperanzas de que las películas de superhéroes, o villanos en este caso, aún tienen algo original para contar, solo hay que encontrar la manera correcta de hacerlo. Gunn, una vez más, lo hizo.
La sangre y gore que merecía el Suicide Squad de DC Comics James Gunn escribe y dirige la nueva película y refrescada versión del Task Force X. Poco a poco, se retoma el curso normal de los estrenos en cines y si hablamos del cine moderno, hablamos de películas de comics. Hace años que cada estudio y editorial de diversas maneras y con diferentes personajes e historias, se fueron acercando a las producciones cinematográficas con propuestas para el espectador de todo tipo. A pesar de la gran cantidad de opciones que abundan en la carta, las cosas serias siempre terminan definiéndose en el choque de los más grandes: DC y Marvel. Y ésta nueva película The Suicide Squad (2021) sin dudas marca un hito en la historia de las compañías dominantes del género. Corría el año 2018, se jugaba un mundial de fútbol en Rusia, nos dirigía un pelado malvado, el dólar costaba alrededor de 20 pesos y James Gunn se encontraba posicionado como uno de los directores de más renombre en Marvel Studios con Guardians of the Galaxy Vol.3 siendo su próximo estreno del MCU. Por otra parte, DC y la tan desconcertante Warner Brothers, ya habían estrenado la porquería de Justice League (2017) y literalmente iban con el timón de su barco comiquero a la deriva. A pesar de no haber funcionado para nada lo de Joss Whedon en la «película» de la Liga de la Justicia que lanzaron en cines, la sensación es que DC/Warner siempre quiso emular y poder acercarse cada vez más a la fórmula Marvel. Las cosas no pudieron haber salido mejor para Warner en julio de aquel 2018 cuando la vida profesional de James Gunn estuvo a punto de ser exterminada del entretenimiento masivo por la aparición de unos tweets y publicaciones antiguas del director en donde según sus palabras, estaba «haciendo chistes» con temas bastantes sensibles y sin dudas cuestionables. En la ola de lo políticamente correcto y en tiempos de tolerancia cero para estas cuestiones en Hollywood, Disney no dudó en despedirlo. Eran horas complicadas en la vida de Gunn, mezclado entre el apoyo de algunas figuras del cine que trabajaron con él y el repudio que recibía en lo que pintaba como una cancelación inminente, Warner Bros. Pictures contactó y le ofreció absolutamente todo lo que quiera de DC Comics a su disposición, con tal de que el «ex director» estrella de Marvel juegue en su equipo. Y si hablamos de bardo, críticas, quilombos en Hollywood, pareciera ser que la vida del Squad y Gunn quiso unirlos porque son tal para cual. El Escuadrón Suicida, ese equipo que se ensucia las manos, que deja la vida en la cancha, los villanos más podridos de DC Comics tuvieron su primera oportunidad de saltar a la gran pantalla en 2016 dirigidos por David Ayer. La historia de esa película es otra de las manchas del estudio y de DC Comics en el cine. #ReleaseTheAyerCut es una movida nacida en redes sociales, apoyada por el propio director, sus protagonistas, varios colegas del que alguna vez se conoció como el DCEU y obvio sus fans que exigen lo mismo que sucedió con la Justice League que estrenaron en 2017, pero a diferencia de la victoria casi inmediata del Snyder Cut saliendo en HBO Max, Warner cambió la página y avanzó en una nueva película que no es un reboot ni reinicio de la franquicia, que sigue siendo del mismo Universo DC que vimos en el 2016 pero que cambió absolutamente todo y finalmente lo del Escuadrón Suicida se siente más como una película y para nada un producto dañino como lo anterior. Con un par de pelis, pero más que nada con lo visto en ambas de los Guardianes de la Galaxia, sumado a que el estudio le daba el total control creativo para explotar al máximo toda su visión, era medio de esperarse que The Suicide Squad sea como mínimo una buena película. Y sí, claro que lo es, El Escuadrón Suicida es un concepto recontra copado, villanos de DC Comics cumpliendo misiones encubiertas del gobierno, con explosivos en sus cabezas, amenazados por Amanda Waller, actuando con demencia, de manera suicida, explosiva, inesperada y sangrienta. Un combo pochoclero que respira entretenimiento, un aire que invita a la diversión absoluta, un concepto que uno pensaba que algo así nunca podía fallar, pero sí, le pasó en su primera película y para la alegría de muchos, en este nuevo intento todo marcha bien. Desde ya, ni bien empieza TSQ, el ritmo y la cancha la marca James Gunn, diciendo acá estoy, ésta es mi película. Ya saben, un buen soundtrack, unas tomas piolas, sin la necesidad de explicarle todo nuevamente al público, el film inicia su recorrido con total naturalidad y con el Squad partiendo a la misión suicida. En una mezcla de sensaciones que genera la combinación de los personajes nuevos con los vieja escuela de David Ayer, los primeros minutos transmiten una vibra de abrir un buen cómic y meterse de lleno en la historia. Un claro basta de introducciones largas y aburridas. Se piden tiros, fuego y el Squad va por eso. Una de las principales inspiraciones del director para crear su versión del Suicide Squad fueron películas de acción como Rambo (1982) o Predator (1987), además de las mil influencias que pueda tener su mente tan dedicada a hacer un cine, como mínimo interesante. Remarco puntualmente esas pelis que tanto amamos y que se fueron perdiendo entre las producciones modernas porque James Gunn supo combinar genial a estos personajes que son todos muy locos e impredecibles en una clásica peli de guerra old school, tirando paredes por momentos con el cine clase B y una total libertad para reventar cuerpos y mostrar muertes re crudas que obviamente deben suceder y por qué no también verse debido al contexto de una guerra entre villanos con habilidades sobrehumanas. Y sí, otro de los puntos para diferenciarse con la anterior que fue calificada PG-13 para abarcar más edades en las salas del cine, mientras que acá tenemos una calificación R sin ningún tipo de problemas. El reparto y el despliegue técnico de esta película es una locura. Está bien invertida la guita señor Warner. Pero para destacar en The Suicide Squad que está poblada de actrices y actores de todas partes del mundo, sin dudas son los trabajos de Viola Davis, Margot Robbie y Joel Kinnaman como los que regresan a sus papeles del primer film. Harley Quinn casi en piloto automático, sorprendiendo con cositas nuevas que se le suman al desarrollo de su personaje, pero con Amanda Waller y Rick Flag ganando mucha más presencia en esta nueva interpretación de sus personajes con momentos que realmente pueden lucirse, principalmente la oscarizada Davis que se roba muchas escenas. De los nuevos podría hacer un top entre Idris Elba (Bloodsport) que es una bestia, con un guion más o menos digno sabemos lo que es capaz de hacer, John Cena (Peacemaker) que llegó al Universo DC para quedarse, ya con esta peli y su personaje como otro de los grandes hallazgos del ojo clínico que tiene James Gunn para rescatar personajes raros de los comics y el legendario Doctor Who, Peter Capaldi como The Thinker. Obviamente lo de Sylvester Stallone como King Shark es ese plato de más que comiste porque todo estaba muy rico. Tener a Rocky, una leyenda del cine prestando su voz en un personaje bomba como el Rey Tirubón, es un golazo. La portuguesa Daniela Melchior, el mexicano Joaquín Cosío y el argentino Juan Diego Botto le sumaron color a la película, sus acentos que unirán más a la audiencia internacional y cositas muy buenas que le terminaron sirviendo a la historia. The Suicide Squad es la demostración de que la confianza a un director y la luz verde para explotar su identidad creativa funcionan casi siempre bien. James Gunn es un cineasta ya consagrado dentro del género y todo indica que tendrá muchas cosas más por delante en los dos universos más importantes. Son 2 horas clavadas de entretenimiento, en donde se unirán los fans de DC, pero también los que bancan a Gunn por los Guardianes y Marvel. Una situación impensada, pero hasta el momento puede proclamarse como el único director que juega en ambos equipos. Sí, un poquito de tristeza por David Ayer que seguro al ver esto, mínimo deberá pensar en lo que pudo haber sido su Escuadrón Suicida, pero el 2021 quedará como el año en que James Gunn clavó un éxito para DC.
En el segundo intento por conseguir una película brillante sobre su escuadrón suicida (el primero fue con la despareja Escuadrón Suicida de 2016, de David Ayer), Warner y DC Comics logran un resultado decididamente satisfactorio, y todo gracias al talento artesanal del director James Gunn, quien venía de ser despedido de Marvel por sus polémicos comentarios en redes sociales y de dirigir con éxito las dos entregas de Guardianes de la Galaxia. Todas las fichas estaban puestas en el hombre adiestrado en los galpones abandonados de Troma. Esa productora de deformidades de bajo presupuesto y objetos de culto con espíritu de clase B. DC Comics no se equivocó al contratarlo, ya que la factoría necesitaba un invitado con un toque desquiciado, que viniera a poner desorden en la casa y a subir el volumen del rock que faltaba. El escuadrón suicida cumple con las expectativas del fan, con momentos inspirados, escenas de acción creativas y efectos digitales que sorprenden por su desfachatez y su look entre cool y canchero. Pero también hay mesetas narrativas, declives, pequeños baches, y las pocas libertades que se toma están siempre dentro de los parámetros de la industria, como si la máxima apuesta fuera el lucimiento de algún actor o actriz, y no la innovación cinematográfica. Su estrella femenina principal, Harley Quinn/Margot Robbie, no se sale de lo que ya conocemos de ella, de su locura alegre, de su juguetona (y colorida) manera de matar. Sin embargo, El escuadrón suicida se disfruta por el atractivo de sus personajes estrafalarios, uno más demente que el otro (por ejemplo, el tiburón aniñado que dice “ñam ñam” cuando quiere comerse a alguien o la comadreja asustadiza que no sabe nadar). Gunn los sabe hacer interactuar y aprovecha la excentricidad de cada uno, desarrollando lo suficiente sus psicologías como para entender de dónde vienen los superpoderes que tienen. La química que hay entre ellos hace que sea una película de personajes, un álbum de figuritas coleccionables, un catálogo de crápulas queribles, una lista de facinerosos encantadores. El director los organiza en dos grupos. Al primero lo hace desaparecer en el prólogo (aunque no a todos sus integrantes). Al segundo lo presenta con más detenimiento y es el verdadero protagonista del filme. Allí se encuentran Bloodsport (Idris Elba), Peacemaker (John Cena), la chica de las ratas (Daniela Melchior), King Shark (el tiburón al que le pone voz Sylvester Stallone) y Polka-Dot Man (David Dastmalchian), el más lunático de todos. A ellos se les unen Harley Quinn (Margot Robbie) y el Coronel Rick Flag (Joel Kinnaman), los dos sobrevivientes del primer grupo. El resto es la historia de unos supervillanos encarcelados que se convierten en superhéroes que salvan a la humanidad de unos locos que quieren crear un monstruo para dominar el mundo. Es por eso que son reclutados y llevados a una isla latinoamericana llamada Corto Maltese, cuyo gobierno es una dictadura militar que continúa en secreto un proyecto malvado de Estados Unidos, que viene de la época de la Guerra Fría, cuando muchos nazis huyeron a América para resguardarse y continuar propagando el mal desde las sombras. El escuadrón suicida es un poco más gore, un poco más bizarra, un poco más excéntrica, un poco más freak que las anteriores producciones de DC. Es una feria de fenómenos que va de la simpatía más humana hasta el desquicio más siniestro, aunque nunca se pasa de la raya. Y la crítica política no pasa de la conciencia trillada de que el gobierno norteamericano siempre anduvo en cosas raras, fomentando dictaduras para continuar expandiendo sus tentáculos imperialistas.
Volvió el grupo de bandidos más irreverente de DC, pero con aires nuevos y con diferentes versiones de sus personajes más reconocidos. Con James Gunn a la cabeza este grupo llegó para redimir lo hecho en 2016 con la película “Suicide Squad” dirigida por David Ayer, un film que fue muy bastardeado por la crítica especializada. En principio puedo decir que “THE SUICIDE SQUAD” es una aventura sin igual. James Gunn elevó su ingenio a la enésima potencia y les entregó a estos personajes de DC la identidad que se merecían. Vivenciar esta película es disfrutar de un sinfín de carcajadas, escenas violentas que rozan lo gore y momentos bizarros que entran perfectamente en el código de estos alocados personajes. Los escenarios son auténticos, el humor es ácido y cada personaje tiene características muy marcadas que los diferencian de otros. Me animo a decir que está entre las mejores producciones que DC llevó a la pantalla grande en los últimos años. Las actuaciones son excelentes. Para destacar tengo a 3 personajes. Harley Quinn encontró al fin una película que la merezca. Margot Robbie había hecho malabares para hacer destacar su capacidad actoral en guiones que no la ayudaban del todo. En esta oportunidad ella toma vital importancia y lograron capturar a la perfección la esencia de la arlequina. John Cena me sorprendió gratamente, su personaje Peacemaker tiene ciertos matices que lo hacen especial. Por último, quiero destacar a Daniela Metchior como “Ratcatcher 2”, un personaje encantador que nos entrega los momentos más emotivos del film. Nombro a ellos porque son los que más llamaron mi atención, pero cada uno de los personajes tiene detrás a un actor o actriz que los supo representar al máximo. Las estéticas son muy similares a las de “Guardianes de la Galaxia”. La historia en sí, desde su base, tiene similitudes con aquel grupo perteneciente a Marvel. Un grupo de bandidos con diferentes características en una aventura bizarra repleta de momentos graciosos, parece ser que James Gunn es ideal para tramas de este calibre. Los guiños a personajes históricos de las historietas, como, por ejemplo, la inclusión de Starro me parecen puntos muy positivos para el universo cinematográfico de DC. En conclusión, no encuentro puntos estrictamente negativos. Es una película muy completa dentro de su género. La duración es de 2 horas, pero sinceramente me fue muy esporádica la experiencia. Puede generar cierta disparidad de opiniones en los espectadores porque todo lo que sucede es llevado al extremo y esto hace que gente alejada de este género bizarro, gore y cómico no quede convencida con este film. En lo personal me encantó y creo que es la manera indicada de abordar a estos personajes en la gran pantalla. Por Leandro Gioia
Pop y demencial. Un desparpajo de principio a fin la acertada incursión de James Gunn al universo DC. ¿Su cometido? Revitalizar, y darle su impronta, al regreso de esta banda antiheroica con mucha acción clase B (a esta altura una noción más estética y conceptual que presupuestaria) y humor absurdo. La escena inicial, con Savant en el patio de la prisión perfeccionando su puntería con una pelotita naranja que acierta en varias cruces dibujadas en la pared, y que culmina con la sangrienta muerte de un hermoso pajarito (no se angustien, se hará justicia), es apenas la punta del iceberg de esta historia que transitará este grupo heterogéneo convocado por el gobierno de los EEUU. O sea, el gobierno reúne a un grupo de supervillanos provenientes de la cárcel, con el cometido de llevar a cabo una misión sumamente peligrosa, en una isla caribeña llamada Corto Maltese, en la que ahora gobierna un dictador que repele a los Estados Unidos. Sin dudas allí sucede algo extraño, más aún desde el momento que el lugar es sede de una instalación en donde desde hace varios años, se realizan experimentos con humanos y alienígenas. Es así que este clan, por supuesto disfuncional, se embarca en la misión a la isla. Hablamos de la carismática Harley Quinn (Margot Robbie), que inclusive enamora al dictador; Rick Flag (Joel Kinnaman); y se incorporan Bloodsport (amamos a Idris Elba), Peacemaker (John Cena); el hombre lunar, Polka-Dot Man (David Dastmalchian); la millennial Ratcatcher 2 (Daniela Melchior); y King Shark (con la voz de Sylvester Stallone), entre otros. Un disparate, en el buen sentido, con un timing comiquero y ágil donde se sucede la acción sin respiro, entre chistes que funcionan y las escenas más bizarras que puedas imaginar. Aire fresco para las películas de DC. Otra impronta, claro que se vincula con la estética popera del director en sus otras obras. Popera, trash y slasher, porque en Escuadrón Suicida 2 la sangre corre como agua, así como las explosiones de cerebros y los cuerpos mutilados. Como si estuviéramos dentro de un cómic y lo más inesperado puede suceder. Por ejemplo, que una estrella de mar alienígena se alimente de cerebros humanos y quiera dominar la tierra; o que nuestro monstruo sea atacado por un ejército de ratas y lunares de colores laser; también que la sangre se transforme en coloridas flores… Bienvenido James Gunn al universo DC.
Los títeres se independizan James Gunn comenzó su trayectoria como guionista entregando productos más o menos pasables, en línea con el clásico trash desaforado Tromeo y Julieta (Tromeo and Juliet, 1996), de Lloyd Kaufman, y la sobrevalorada en extremo El Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead, 2004), de Zack Snyder, y una buena dosis de basura hollywoodense por encargo como Los Especiales (The Specials, 2000), de Craig Mazin, Scooby-Doo (2002), de Raja Gosnell, y su secuela Scooby-Doo 2: Monstruos Sueltos (Scooby-Doo 2: Monsters Unleashed, 2004), también de Gosnell, para eventualmente saltar a la dirección con una película mediocre aunque amena acerca de parásitos alienígenas cronenbergianos, Slither (2006), no obstante el burro norteamericano a continuación adoptó como propio el formato de los superhéroes en la idiota Súper (2010), ese que ya había trabajado en Los Especiales, y no lo soltó nunca más al punto de olvidarse de sus ideales independientes de aquella etapa primigenia trabajando para Troma Entertainment y entregar una retahíla de mierdas redundantes que incluye a Guardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014), Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (Guardians of the Galaxy Vol. 2, 2017) y a la presente El Escuadrón Suicida (The Suicide Squad, 2021), bodrio que la va de canchero e irónico pero está saturado de CGI, chistes para imbéciles y retrasados mentales del montón y secuencias de acción caricaturescas que pretendiendo ofrecer gore y desenfreno lo único que regalan es tedio gracias a ese típico cinismo distante y pueril del mainstream inflado de nuestros días, por demás obsesionado con compensar con antihéroes de plástico lo que ya no puede construir con el relato y una casi inexistente idiosincrasia inconformista en serio. El director, quien por cierto participó en ese mamarracho colectivo bien impresentable que rankea como una de las peores realizaciones de la historia del cine, Proyecto 43 (Movie 43, 2013), en esta oportunidad supera al espantoso díptico de Guardianes de la Galaxia y en especial a aquel mamotreto patético de David Ayer, Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016), sin embargo definitivamente no termina de aprender las lecciones que nos obsequia la experiencia y si bien por un lado arroja por la borda al tarado de Will Smith y a ese Guasón horrendo de Jared Leto y conserva personajes potables en sintonía con la impiadosa mandamás gubernamental Amanda Waller (Viola Davis) y el tremendo Rick Flag (Joel Kinnaman), por el otro lado retoma a la ya sinceramente insoportable Harley Quinn, en la piel de una eficaz Margot Robbie que no puede hacer mucho con un personaje tan estúpido y repetitivo y para nada gracioso, atractivo, interesante o mínimamente afable, algo que ya se podía ver en las otras desastrosas apariciones en pantalla de la señorita, hablamos de la citada Escuadrón Suicida -versión Ayer- y la muy aburrida Aves de Presa y la Fantabulosa Emancipación de una Harley Quinn (Birds of Prey and the Fantabulous Emancipation of One Harley Quinn, 2020), de Cathy Yan, otro ejemplo evidente del “modelo Quentin Tarantino” bien insulso de concebir y filmar aunque incluso éste llevado a una decadencia profundamente terminal, eso de pretender aludir a películas pasadas muchísimo mejores, mechar en la trama una infinidad de canciones símil videoclip, hacerse el superado con chistes autoparódicos ultra lelos e incorporar violencia aséptica que en verdad no genera dolor alguno por su sustrato castrado y muy artificial, siempre conceptualmente inofensiva. Como en muchos otros bodrios de los superbobos del mainstream actual y demás zoquetes con calzas, capas y/ o armaduras bastante tuneadas, el principal problema del film no es que pretenda en vano copiar la magia de la sublime Doce del Patíbulo (The Dirty Dozen, 1967), de Robert Aldrich, sino la liviandad absoluta y el número exagerado de protagonistas de la historia, uno más hueco e intercambiable que el otro: ahora Waller manda a dos equipos de villanos a una misión mortal, eso de destruir el Proyecto Estrella de Mar, un extraterrestre convertido en arma de destrucción masiva, para que no caiga en manos de los militares anti norteamericanos que derrocaron a la dictadura familiar pro yanqui que gobernaba la nación insular sudamericana de Corto Maltés, nos referimos a un pelotón de señuelo, conformado por Rick Flag, Quinn, el Capitán Boomerang (Jai Courtney), Savant (Michael Rooker, gran actor fetiche de Gunn), Mongal (Mayling Ng), Comadreja (Sean Gunn), Blackguard (Pete Davidson), TDK (Nathan Fillion) y Javelin (Flula Borg), y al escuadrón protagónico de Bloodsport (Idris Elba), Peacemaker (John Cena), Rey Tiburón (voz de Sylvester Stallone), Polka-Dot Man (David Dastmalchian) y Ratcatcher 2 (Daniela Melchior). Los malos son los milicos que los fascistas estadounidenses quieren tumbar, por un lado el Presidente General Silvio Luna (el argentino Juan Diego Botto) y su mano derecha el Mayor General Mateo Suárez (Joaquín Cosio) y por el otro lado el Pensador (Peter Capaldi), un científico sádico símil Josef Mengele que ha experimentando con el extraterrestre, y la misma criatura del espacio, literalmente una estrella de mar gigantesca que trajeron a la Tierra astronautas yanquis y que controla la psiquis de sus víctimas con pequeños duplicados de ella misma. El Escuadrón Suicida, con una duración excesiva a más no poder y asemejándose a lo que sería una interpretación para zopencos de Watchmen (1986-1987), de Alan Moore y Dave Gibbons, falla en prácticamente todo porque como película de humor sardónico no resulta graciosa y cae continuamente en el lugar común del nihilismo naif sin nada de encanto ni agudeza, como epopeya de acción también derrapa hacia la banalidad de tipo publicitaria porque todo está coreografiado al dedillo y el pretendido realismo visceral brilla por su ausencia, como pastiche posmoderno con algunos elementos dramáticos no genera interés alguno debido al nulo peso específico de los personajes principales y sus vicisitudes, como alegoría política no consigue ir más allá de lo rudimentario y de una mínima tentativa de independencia de estos títeres mercenarios que no luchan por otra causa más que su propio egoísmo, como relato construido -de nuevo, a lo Tarantino circa Pulp Fiction (1994)- vía una estructura coral que va y viene en el tiempo el film también se cae a pedazos por lo previsible y necio de su concepción y finalmente como hipotético homenaje al cine bélico gloriosamente machista/ masculino/ violento de las décadas del 60 y 70 la propuesta fracasa por su mismo dejo caricaturesco y anodino al extremo de despertar indiferencia, amén de que el pobre Hugo Pratt se debe estar revolcando en su tumba, por la referencia a su célebre personaje de cómics en el nombre de la nación empobrecida en la que transcurre la faena, y lo mismo puede decirse de un Sam Peckinpah aludido de manera gratuita mediante una ofrenda a Tráiganme la Cabeza de Alfredo García (Bring Me the Head of Alfredo García, 1974), genial obra maestra del señor. Gunn, en suma, continúa demostrando que no se le cae ni una bendita idea novedosa en nada aunque hay que concederle que en esta ocasión por lo menos no se estrella contra esas bostas espaciales previas de animación, vendidas como live action, y mantiene los pies -durante gran parte del metraje, hasta el desenlace estruendoso y ridículo marca registrada- sobre la tierra, planteo que de sopetón subraya lo limitado a nivel cualitativo, ideológico, retórico e intelectual que es el entretenimiento contemporáneo que pretende llegar a todas partes del planeta a través de una visibilidad desproporcionada centrada en el triste hecho de que tanques mierdosos como el presente, destinados a oligofrénicos babeantes varios y lobotomizados por el mainstream, le quitan la posibilidad de crecer a otras propuestas mucho más valiosas que necesitan de más tiempo para encontrar a su público en la época de la impaciencia y la inmediatividad más vacua…
James Gunn, que primero fue despedido por Disney y Marvel por algunos tweets, y ahora fue recontratado para dirigir Guardianes de la Galaxia Vol. 3 y un especial navideño (!), fue llamado por Warner para hacer El Escuadrón Suicida. Y se tomó libertades, como no continuar la historia de la primera película ni utilizar a todos los mismos personajes. Sí, por ejemplo, están Margot Robbie como Harley Quinn, Jai Courtney como Boomerang, Joel Kinnaman como Rick Flag y Viola Davis como Amanda Wallery, la mujer que supervisa el Escuadrón y jura que les rebajará la sentencia a prisión que tienen si cumplen la misión. Algunas, sino todas, las características del cine de James Gunn, al menos el de la dos Guardianes de la galaxia, brillan, y no por su ausencia. Todo lo contrario. Si todo el mundo, o casi, se toma en serio las cosas que hacen los personajes del Universo Cinematográfico de Marvel, el disparate, más a sabiendas que por error, parece adueñarse de este El Escuadrón Suicida. Que ya tuvo, sí, una película, pero sin el El en el título, y no hace falta haber visto el filme de David Ayer para entenderla y/o disfrutarla. Veamos. Reinicio y secuela de la película de 2016, como en la primera un grupo de reos tienen una misión, que ni se la hubieran encargado a Tom Cruise. Es imposible. Pero allí van, a una misión, precisamente de tintes suicidas. Ahora son Harley Quinn, Capitán Boomerang, TDK, Mongal, Javelin, Savant, Blackguard, Weasel más el militar Rick Flag (y creo no olvidarme de ninguno) quienes deben llegar hasta una isla ficticia (¡Corto Maltese!), que queda por Sudamérica (¡!) donde impera una dictadura de militares (¡!2) que hablan en español. En la isla se ha creado un laboratorio por un nazi (¡!!3), Thinker (Peter Capaldi, de Doctor Who). ¿La misión? Destruir Jotunheim, el laboratorio, y… No adelantemos mucho más. Mientras, en otra playa a de la isla, desembarcan Bloodsport (Idris Elba), Nanaue (voz de Sylvester Stallone), Ratcatcher 2, Polka-Dot Man y Peacemaker (John Cena). Gunn se basó en los cómics de Suicide Squad de los años ’80, de un humor terrible y una violencia casi inusitada. Fanático del género del cómic, el director escribió también el guion y si tiene que despachar a algún antihéroe (como sucede en los cómics, que por algo se llama El Escuadrón Suicida), lo hace. Algunos sobrevivirán, otros no, alguno será tomado prisionero, pero lo importante será cumplir con la misión, porque, de no hacerlo, un dispositivo colocado en la nuca les hará estallar la cabeza. Ah, por las dudas, El Escuadrón Suicida no es para chicos, y si tiene algún punto en común con otras películas de héroes o antihéroes es con las dos Deadpool. Aquí hay violencia desatada, sangre por doquier, cuerpos que se despedazan, coreografías de peleas cuerpo a cuerpo o con armas a distancia que son, sí, una maravilla en cuanto a la concreción. Y un humor negro, alguna vez irreverente, pasado de rosca y gratuito (Harley dice que adora la lluvia porque le parece que son los ángeles que les están eyaculando) Sucede algo cuando falta poco más de 20 minutos para que El Escuadrón Suicida termine y es allí donde el desmadre es tal que el disparate hace que se pierda todo tipo de credibilidad. Y tanto, pero tanto confiaban que El Escuadrón Suicida sería un éxito que ya por septiembre del año pasado se anunciaba que Pacemaker tendría su propia serie por HBO Max, que estrenaría en enero de 2022. Y no están spoileando nada, porque contará los orígenes del personaje interpretado por John Cena (el hermano menor de Vin Diesel en Rápidos y furiosos 9). Vivir y dejar morir, de eso se trata.
SENSIBILIDADES A MITAD DE CAMINO Esta reversión/secuela -más lo primero que lo segundo- que es El Escuadrón Suicida está gozando de un gran respaldo de la crítica, que mayormente enfatiza cómo James Gunn ha logrado hacer confluir una amalgama de sensibilidades propias de su cine de forma armónica. Pero lo cierto es que, aunque es cierto que ese conjunto de tonalidades está ahí, a la vista, la armonía solo existe de a ratos, en un film que en buena medida sale beneficiado a partir de la comparación con su desastroso predecesor, que había dejado la vara muy baja. Convengamos que igual Gunn se enfrentaba a un desafío importante, aunque autoimpuesto: cuando Warner le dio a elegir qué propiedad de DC quería abordar, él eligió esta, y encima con la garantía de carta libre para hacer lo que quisiera, sin condicionamientos del estudio. Sin embargo, El Escuadrón Suicida llega a un territorio donde ya varios han dejado su marca: por ejemplo, desde el lado de la comedia de calificación Restringida, como Deadpool; o a partir de la vertiente del relato de familias disfuncionales formadas por marginales, como Guardianes de la Galaxia, del propio Gunn. A eso había que sumarle la necesidad de diferenciarse rápidamente del Escuadrón Suicida de David Ayer, pero solo lo justo y necesario: de ahí que el arranque del film sea casi en el medio de la acción, con la información volcada desde una perspectiva más corrosiva que canchera, apelando a referencias genéricas como Doce del patíbulo o La pandilla salvaje. Gunn busca, desde el primer minuto, decirnos que esto es diferente, que él no tiene ataduras, que la sangre puede brotar a borbotones, que cualquiera de los protagonistas puede morirse a la primera de cambio. Sin embargo, todo está mucho más calculado y condicionado de lo que quiere pretender. Lo que sí hay que reconocerle a El Escuadrón Suicida es que no exhibe dificultades para plantear su premisa, incluso a pesar de algunos jueguitos temporales un tanto innecesarios. El asunto es simple: hay un pequeño país, una isla llamada Corto Maltés, donde, tras un golpe militar, ha asumido el poder una administración con sesgo antinorteamericano y en poder de un arma que podría ser letal. Por eso se envía a un grupo de criminales en una misión encubierta solucionar el problema, sin importar los costos. Ese conjunto de antihéroes, donde se destacan Harley Quinn (Margot Robbie), Bloodsport (Idris Elba), Peacemaker (John Cena), Ratcatcher 2 (Daniela Melchior) y Polka-Dot Man (David Dastmalchian), además del Coronel Rick Flag (Joel Kinnaman), deberán encontrar la forma de trabajar en conjunto y complementarse frente a un escenario totalmente adverso. Al fin y al cabo, ese es el verdadero conflicto de fondo: un rejunte de marginados aprendiendo a confiar en sus compañeros circunstanciales, a entablar vínculos afectivos y a redimirse un poco de sus errores previos. Claro que ese núcleo narrativo y temático, que se intuye a primera vista, solo se hace carne de forma consistente en el tramo final de la película. Antes cuesta palpar esas sensibilidades confluyendo que son parte de la filmografía previa de Gunn. La sangre y las tripas están, por todos lados, pero más como gesto que como un verdadero componente de la fisicidad que debería transmitir el relato. Algo parecido puede decirse de la comedia: los insultos y la escatología son instancias forzadas, más en función de dejarnos en claro que los personajes pueden putear o decir cosas sin sentido que como elementos que ayudan a definir sus identidades. Y si bien es innegable que la película despliega unas cuantas ideas visuales interesantes -todo lo referido a las ratas está muy bien y en algunos casos es brillante-, en muy pocas ocasiones hacen sistema y conforman una totalidad armónica. El Escuadrón Suicida dice muchas cosas, pero en varios pasajes se olvida de narrar y opta por un griterío un tanto insulso. Cuando Gunn se olvida de competir en cantidad de pirotecnia estética, genérica y narrativa con otros exponentes del cine reciente, para concentrarse en el pequeño relato que tiene para contar, El Escuadrón Suicida crece donde corresponde, que es en el terreno de lo sensible y lo afectivo. Por eso en los últimos minutos, a pesar de algunos giros forzados, surge ese cuento de familia armada en el medio de la acción, de amigotes un poco bestias pero honestos entre sí. Ese cuento de héroes casi involuntarios pero simpáticos, que ya vimos un montón de veces, aunque casi siempre funciona cuando está bien hecho. En El Escuadrón Suicida hay una batalla constante entre la pose y la sinceridad, sin un ganador claro.
Cuando los supervillanos son atrapados por los agentes de la justicia no tienen peor lugar que caer en la prisión de Belle Reve. Allí, la implacable Amanda Waller los obliga a unirse a la Task Force X, mejor conocida como El Escuadrón Suicida. Así es que Harley Quinn se une a un grupo de metahumanos entre los que se encuentran los peligrosos Pacemaker, Bloodsport y King Shark, entre otros personajes extravagantes para realizar una misión en la isla de Corto Maltese a cambio de reducir su condena. Hoy llega a nuestros cines El Escuadrón Suicida, una de películas más esperadas del año. La expectativa por el último film de James Gunn era alta, el director de Guardianes de la Galaxia realizaba un proyecto para el mundo de superhéroes de DC y reunió a un elenco de estrellas entre las que se encuentran Viola Davis, Idris Elba, Michael Rooker, John Cena, Nathan Fillion, Margot Robbie y Sylvester Stallone. También nos habían prometido que James Gunn tenía libertad creativa en el proyecto y esto, en el resultado final, se nota ya que estamos ante una cinta muy entretenida. A diferencia de su versión anterior El Escuadrón Suicida sí se toma su título enserio, la misión en la isla Corto Maltese es realmente peligrosa para estos supervillanos y sus vidas corren riesgos a cada paso que dan. En este sentido, todos los personajes se sienten frescos, coloridos y bien armados, aunque solo tengan pocos minutos en pantalla cada uno de ellos destaca a su manera. También es de agradecer hay buena química en los personajes, destacando la competencia entre Pacemaker (John Cena) y Bloodsport (Idris Elba) la cual es muy divertida. Margot Robbie vuelve a interpretar a Harley Quinn y quizás esta sea, hasta el momento, la mejor aparición del personaje. Pero El Escuadrón Suicida no solo destaca en sus personajes extravagantes y en la buena calidad de actuación, también lo hace en saber llevar una historia muy simple en base de comedia y de acción pura y dura. Aclaramos que la cinta está pensada para un público adolescente y adulto, no para niños pequeños, ya que tiene altas dosis de violencia explícita. Sin embargo, no todo es bueno en la película, algunas veces abusa del humor y en hacer chistes que no terminan de funcionar, tampoco entendemos los cambios de cronología que maneja el tiempo del film, hay muchas veces que se hacen flashbacks y flashforwards que, si se analiza, son innecesarios. El Escuadrón Suicida está a años luz de su predecesora y se puede ver independiente de la anterior, es una excelente opción para ir al cine si andan buscando entrenamiento y despejar un poco la cabeza. El Escuadrón Suicida tiene acción, mucho humor negro y unos personajes extravagantes que van a divertirnos mucho.
Un film que tiene muchos atractivos y un humor negro, irónico y salvaje. Mucho para ver en distintas capas de guión que a simple vista solo busca acción y diversión, tan trepidente que no permite pensar. Un grupo de protagonistas desalmados, poderosos, brutos, pero atractivos. Y actores elegidos a la perfección. Además le da a Margot Robbie y su personaje del film anterior, una oportunidad de lucimiento propio con solos de acción y delirio a medida de su Harley Quinn nunca tan desatada. Es que James Gunn director y guionista, el mismo de Guardianes de la galaxia, decidió su creación libremente, sin el corset de precuelas y secuelas. Imaginó una isla donde un gobierno totalitario es reemplazado por otro peor, por ahí se luce Juan Diego Botto donde se habla mucho castellano, hay una Mafalda y donde se pone en evidencia irónica como se maneja internacionalmente EEUU .Con un régimen al que apoyaba que ahora debe ser aplastado. Para eso se hace uso de una cárcel donde se reúnen las peores crueldades, el mayor índice de asesinatos y los personajes más peligrosos. Comandados por un personaje al que Viola Davis le pone el tono exacto. Entre seguir presos o bajar el tiempo de sus condenas se arman equipos de humanos y animales especiales. Si no sobrevive uno, de inmediato se arma otro. Queda en acción el que forman Idris Elba, John Cena, Joel Kinnaman y una banda de “heroicos” soldados con un Tiburón poderoso pero de poca entendedera a quien le pone la voz Silvester Stallone. Se luce una de las protagonistas la dominadora de ratas que produce una escena a prueba de estómagos fuertes. Un infierno de fuego que tiene que terminar con los militares que gobiernan, con un científico loco y una criatura alien y psicodélica que se encarna en una estrella de mar que se multiplica con ferocidad. No hay respiro ni queda títere con cabeza, los personajes son tan llamativos como los efectos especiales. Diversión asegurada.
"El escuadrón suicida": cachivache lúdico El director de "Guardianes de la galaxia" hace una apuesta por el disparate que le sienta muy bien a las desventuras de estos presos de alta peligrosidad que, a la manera de "Doce del patíbulo", deben unir fuerzas para cumplir una misión imposible. Hace ya once años que James Gunn incursionó en el mundo de los superhéroes. No fue con una película para un gran estudio ni tampoco con estrellas encabezando la marquesina. Incluso ni siquiera había un protagonista con poderes especiales en Super (2010), sino un tipo común y corriente (Rainn Wilson, el Dwight Schrute de la serie The Office) que, al ver cómo su mujer caía bajo la influencia de un traficante de drogas, creaba un disfraz y se transformaba en un tal Crimson Bolt para luchar contra los malhechores de turno. Sí había un tono alejado del de la mayoría de las producciones de superhéroes, en tanto Gunn revisitaba algunos tópicos del subgénero rape and revenge –que alcanzó su esplendor en los desencantados años 70– estilo El vengador anónimo con una impronta de comedia gore. Contratado luego por Disney para dirigir las dos Guardianes de la galaxia, y echado cuando la policía digital le carpeteó una serie de tweets escritos una década atrás, cruzó de vereda y se sumó a las huestes de Warner-DC para timonear los destinos de El escuadrón suicida, nueva versión de la película “casi” homónima (le pusieron el artículo para diferenciarlas) hecha en… 2016. A diferencia de su colega David Ayer antes, Gunn tuvo luz verde para filmar lo que se le cantara. Y se nota. El escuadrón suicida no es redonda, ni tampoco quiere serlo. Es por momentos caótica y torpe, con personajes deslucidos y otros que parecen estar allí por el peso de su nombre antes que cualquier pertinencia dramática. Harley Quinn (Margot Robbie), por ejemplo, se corta sola para una extensa aventura personal, dejando en claro el peso de ella en el esquema futuro de Warner. Pero hay también una voluntad lúdica, una apuesta por el disparate que le sienta muy bien a las desventuras de estos presos de alta peligrosidad que, a la manera de Doce del patíbulo, deben unir fuerzas para cumplir una misión imposible, en este caso en una isla cercana a Sudamérica llamada Corto Maltés. Y se sabe que, si un tanque de estas características sitúa la acción al sur del Río Bravo, es porque hay que cazar nazis o voltear alguna dictadura comandada por un militar de camisa floreada y habano en la boca. Aquí, efectivamente, hay resabios del nazismo y una dictadura, pero quien manda es un presidente de traje inmaculado interpretado por el argentino Juan Diego Botto. Por ahí también aparece un algún personaje secundario con acento rioplatense, un llavero de Mafalda y un almuerzo muy rico con empanadas. El gobierno estadounidense, encarnado en Amanda Waller (Viola Davis), reúne a un grupo de presos de alta peligrosidad para que, una vez en la isla, investiguen una pista según la cual un doctor medio loco –y con lamparitas insertadas perpendicularmente en la cabeza, como si fuera el rostro de Geniol– continuó una serie de experimentos nazis. Y hasta allí llega el grupo encabezado por Peacemaker (el ex luchador John Cena), Bloodsport (Idris Elba) y la mencionada Quinn, secundados por Rick Flag (Joel Kinnaman), Ratcatcher (Daniela Melchior), King Shark y Polka-Dot Man (David Dastmalchian). Shark tiene la voz de Sylvester Stallone y es un tiburón gigante que usa la cola como pata y las aletas para cachetear. Peacemaker se pasea en sunga blanca mientras coordina las acciones con sus compañeros. Ratcatcher es capaz de dominar a las ratas como no se veía desde El flautista de Hamelin. Polka-Dot Man tiene la virtud de escupir lunares destructores. Gunn sabe que todo es un delirio, y le suma a este último un absurdo trauma familiar, con proyecciones de mamá incluidas. Hay algo de cine chatarrero en esta película que recuerda al de la saga Los indestructibles. Por su idea de la fuerza física como elemento central, incluso más que cualquier poder, pero sobre todo por su espíritu inocentón. Si el despliegue de vísceras y sangre es propio del gore, el humor es mayormente visual e infantil. Un humor que se pierde sobre la última parte, cuando llegue la inevitable batalla final, en este caso contra una estrella de mar gigante, con un ojo en el centro y piel dura de lagarto. Un cachivache, igual que la película.
Reseña emitida al aire
Para tratarse de una franquicia que en los últimos años brindó más decepciones que alegrías, la nueva entrega del Escuadrón Suicida sobresale entre las mejores producciones de DC desde la primera película de Wonder Woman. Cuando los créditos finales empiezan a correr en la pantalla queda la impresión que el director James Gunn por lo menos se tomó el trabajo de repasar algunas historietas para tener una mínima noción del contenido de esta propuesta. Algo que no ocurría con el decepcionante film de David Ayer estrenado en el 2016. Más allá que después el estudio Warner intervino en la edición, el tratamiento que tuvo la premisa central del cómic fue un desastre. La obra de Gunn es muy respetuosa hacia la fuente original y al aprovechar el atractivo que tiene el concepto del escuadrón el espectáculo también resulta más entretenido. Una inquietud que despertaba esta propuesta pasaba por el hecho que la dirección quedaba a cargo de un realizador que no suele hacer películas por encargo. Por lo general Gunn se involucra personalmente con los proyectos que elige y a su trabajo le aporta su impronta de autor. Por consiguiente, cuando nos encontramos con su obra hay elementos concretos que nos indican que el tipo fue responsable de la realización. Desde el tono de los chistes y el tratamiento del humor negro hasta la estética que elige para la fotografía, la narración de las secuencias de acción y por supuesto el modo en que trabaja la musicalización del relato. A diferencia de Black Widow donde se notaba el manoseo del estudio para imponer su fórmula comercial, en Escuadrón Suicida no queda ninguna duda que esta es una película de James Gunn. El director abre el film con una muy buena secuencia que prácticamente funciona como un pedido de disculpas de DC por el film del 2016. Desde los primeros minutos establece de un modo impecable el concepto de esta agrupación de villanos que son explotados como mercenarios por el gobierno de Washington. Gunn claramente evoca las historietas de John Ostrander para cimentar las bases de la trama y después le da rienda suelta a sus excentricidades. Afortunadamente la película nunca cae en los excesos de Guardianes de la Galaxia 2 donde los personajes se pasaban de idiotas con los diálogos chistosos. En esta producción hay un mayor equilibrio en este aspecto, donde encontramos muchas situaciones disparatadas (algunas funcionan mejor que otras), sin embargo el director nunca olvida la premisa de la misión suicida y el hecho que cualquiera de los personajes puede morir en el momento menos pensado. Una particularidad especial de esta propuesta es que Gunn le rinde homenaje a los cómics de DC de los años ´60 (La Era de Plata) y al cine de ciencia ficción clase B de esa época. La elección de Starro el conquistador como antagonista, sumado a villanos olvidados de la tercera y cuarta división de DC entre los miembros del escuadrón son un claro ejemplo de esta cuestión. No obstante, la gran sorpresa de esta película la brinda Margot Robbie, quien finalmente le pudo hacer justicia a Harley Quinn con otro perfil que no pudimos ver en sus intervenciones previas. Gunn la corre de esa representación insoportable, donde se limitaba a ofrecer el contenido humorístico, para recordarle al público que es una psicópata enferma, víctima de numerosos traumas, que no debería ser tan simpática. Hay una escena puntual entre Robbie y Juan Diego Botto (el recordado Martín Hache) que es una síntesis perfecta de lo que siempre fue Harley y que en el cine no le terminaban de encontrar la vuelta. En lo referido al reparto la elección de Idris Elba como Bloodsport resultó un enorme acierto. El actor no solo sobresale como protagonista, sino que además consigue que nos olvidemos por completo de Will Smith, a quien no se lo extraña para nada. A lo largo de la trama forma una buena dupla con John Cena a cargo de Peacemaker, otro clásico de los cómics de los ´60 que Gunn rescata del olvido. Por otra parte el rol de Syvester Stallone como King Shark es bastante limitado, ya que el director optó por no exponerlo demasiado. El tiburón tiene sus momentos pero ocupa un rol similar al de Groot en Guardianes de la galaxia. La mayor virtud de este film es que se siente como una adaptación del Escuadrón suicida, donde se añaden las excentricidades de este director para ofrecer un buen entretenimiento. Cabe resaltar que si bien hay alguna referencia a la entrega previa de David Ayer, la trama funciona como un relanzamiento de esta agrupación en la etapa post-Snyderverse. Bien por DC, ojalá sigan por este camino. Después de tantas pifiadas al fin apareció una película que se puede recomendar.
-Me encanta cuando llueve!. Es como si los ángeles acabaran sobre uno! Yo debo ser uno de los pocos fanáticos de la primera Escuadrón Suicida del 2016 – a esta altura la debo haber visto cerca de 10 veces, mucho mas que cualquier otro título DC de la era Snyder, incluyendo Mujer Maravilla -. No es precisamente por el atroz Joker de Jared “Hunka Hunka” Leto sino por el resto de los personajes, por la química que tenían, por Will Smith y la Robbie, por la maldad de Viola Davis… aún con sus pifias (que no me parecen tantas) me parece enteramente disfrutable. Ahora llega este soft reboot de la franquicia de la mano del importado (de Marvel) James Gunn. Claro, Gunn viene con chapa, al tipo le dieron carta blanca y le dejaron hacer todo lo que el pobre David Ayer no pudo (comenzando por librarse de la feroz interferencia de Geoff Johns, un tipo al que no banco en absoluto ya que tiene un ego gigante y está convencido de que es la versión DC de Stan Lee… si hasta en Smallville se inventó un villano con su nombre!!). Los cambios pronto se hacen notar: hay momentos en que te cag… de risa, los personajes tienen momentos emotivos logrados y la pantalla chorrea ketchup… hasta tal punto que si vas a verla al cine lo mas probable es que salgas bañado en sangre y te quede alguna tripa colgada en la oreja. Sip: no hay película de superhéroes rating R que tenga mas gore que Escuadrón Suicida 2. Lo que ha hecho Gunn es simplemente Tromatizar la franquicia – recordando sus bizarreadas iniciales en el estudio de Lloyd Kaufman -, haciéndola mas absurda y muchísimo mas sangrienta. Aún con todo ello Escuadrón Suicida 2 no se siente tan sólida como, por ejemplo, Guardianes de la Galaxia 1. Se siente mas como Guardianes 2, esa donde las expectativas eran muy altas, el guión demoraba en entrar en calor y no todas las ideas eran redondas. Los primeros 15 minutos son dispares, con momentos muertos y momentos logrados y la película recién revive cuando Idris Elba entra en pantalla. Magnífico actor como es, Elba no tiene esa cosa radiante que Will Smith si posee y que hacía (junto con la Robbie) mas que tolerable a la primera Escuadrón Suicida. Es gruñón, hace algunos chistes amargos, no se siente como el auténtico líder del grupo. Igual el tipo compensa por la calidad del libreto y porque la troupe de personajes que lo acompaña es delirante. Peacemaker es un mercenario ultraderechista super cuadrado (mentalmente) que usa un mingitorio de metal como casco (y nadie te sabe explicar por qué tiene esa forma); Polka Dot Man (el Hombre Lunar) es un tipo con tendencias matricidas que ve a su vieja en todos lados; Ratcatcher 2 tiene una historia muy tierna como trasfondo (y es el alma del filme), amén que sirve de excusa para que Taika Waititi haga un cameo rápido en la competencia; King Shark es un ladrón de escenas constante y a esta altura se ha transformado en el nuevo meme de DC Comics (sobre todo si incluimos el delirante perfil que le dieron en la serie animada Harley Quinn) y la chica payaso… es la chica payaso. No hay personaje femenino mas delicioso que Harley Quinn en el staff de DC Comics (y eso incluye a la Mujer Maravilla) y acá la Robbie está mejor que nunca. Durante la mayor parte del filme la Robbie viene medio a media marcha… hasta que la atrapan, la torturan y se desata en uno de los momentos mas brillantes del filme. Oh, sí, groovy baby!!. Mientras que el gore es la gran novedad, por otro lado me suena a demasiado – acá Gunn lo usa tanto para comicidad (a lo Tarantino) como para el shock, como la espeluznante visita a los laboratorios de The Thinker -. King Shark es el especialista en el tema – devora a medio mundo -, el cual es un simplón bruto dotado maravillosamente de la voz de Sylvester Stallone y es la suerte de Groot homicida de DC. Pero a veces mucho es simplemente mucho. Habiendo dicho todo esto, Escuadrón Suicida 2 es el filme mas divertido de DC Comics de los últimos años. La película gana mucha tracción en la segunda hora cuando los tipos están a full en la isla. Hay momentos realmente delirantes – revelarlos sería arruinar la sorpresa – y desde ya que es super recomendable ya que es lo mejor del género de superhéroes que hemos visto desde que empezó la pandemia. Algunas cosas menores fallan – el irritante cliché de la república bananera sudamericana (el mismo Corto Maltese de The Dark Knight Returns, y cuyo nombre viene del personaje del comic de Hugo Pratt); a The Thinker le falta desarrollo y Peter Capaldi está desperdiciado – pero son mucho mas las que aciertan. Y por supuesto están las sorpresas. Si Ayer cuidaba con cuentagotas al elenco Gunn decide tirarlo por la ventana. Salvo la presencia estelar de la Robbie – Harley es una favorita del público – la supervivencia del resto del cast está seriamente en peligro y nadie tiene asegurado el ticket de regreso. Escuadrón Suicida 2 es una delicia bañada en sangre. Es una macana que, cuando DC acierta en algo, la taquilla le falla – es increíble que la tan criticada primera parte de David Ayer termine recaudando mucho más que ésta -. Es posible que los estudios empiecen a quemar sus productos ultramillonarios que tienen archivados con tal de asegurarse algunos ingresos en los difíciles tiempos que corren pero la nueva oleada de Covid – marcada por la variante Delta – les juega en contra. Viuda Negra se estrenó hace menos de un mes (!!) y, como consecuencia de estos tiempos volátiles, eso es una eternidad – el temor a la variante Delta era mínimo -, por lo cual terminó recaudando mas de lo que va a hacer el filme de Gunn (tampoco una locura; si llega a magros 250 millones de dólares es mucho). También el rating R restringe la recaudación posible de la película. Honestamente creo que se viene una época de producciones de 50 millones de dólares o menos y muchas series para streaming. La taquilla está lejos de estar recuperada y los tanques del billón de dolares de recaudación no aparecerán por algunos años, aun cuando todos tengamos 50 vacunas encima. Aprovechemos a full este pequeño oasis de estrenos demorados y tan deseados pero dudo que la movida se vuelva tendencia como si todo hubiera regresado a la normalidad. Es una lástima ya que Escuadrón Suicida 2 se merecía un mayor reconocimiento de taquilla, algo que premie las temerarias movidas cometidas por Gunn para desacartonar el almidonado panteón de DC Comics, al menos en cuanto a presencia en la pantalla grande se refiere.
Crítica publicada en Youtube.
Uno de los directores más celebrados del MCU desembarca en DC. ¿El regreso de The Suicide Squad está a la altura de las expectativas? The Suicide Squad es de esas producciones con tanta historia que amenaza con comerse a la misma película, y a esta reseña con ella. Tenemos a la telenovela de la cinta original, con campaña de fans incluida para que se le dé el mismo tratamiento que a Justice League. También la igual de sonada salida del director James Gunn, famoso por sus Guardianes de la Galaxia, de Disney y su arribo en Warner. Y, como producto de la combinación de esos dos elementos, El Escuadrón Suicida de seguro caerá de una manera u otra en la grieta DC/Marvel que puede leerse en las redes. Algo especialmente palpable en Argentina, que históricamente “es de DC”. No ayuda que el estudio, en un intento de borrar la existencia de la anterior película, tituló sin reconocimiento de que esta es una secuela, solo agregando el “The” para intentar salvar las inevitables futuras confusiones. Por suerte, la calidad del material es lo suficientemente bueno como para que, una vez que el polvo se asiente, la película se pare sobre sus propios pies. The Suicide Squad, como pudimos ver en la versión anterior, cuenta la historia de la Task Force X, una operación militar creada por Amanda Waller (Viola Davis) a partir del reclutamiento de supervillanos que cumplen su condena en la prisión de máxima seguridad Belle Reve. A cambio de poner el cuerpo, los prisioneros reciben un descuento de su pena. Si intentan escapar o se van contra las órdenes dadas, la bomba insertada en su cerebro estalla. Escuadrón Suicida Esta vez la misión los lleva una ficticia isla nación caribeña llamada Corto Maltese, donde deberán destruir una peligrosa investigación antes que los nuevos dictadores (que, mediante un golpe de estado, derrocaron a los antiguos dictadores) puedan usarla contra los Estados Unidos. De la formación anterior regresan Harley Quinn (Margot Robbie), Rick Flag (Joel Kinnaman) y Captain Boomerang (Jai Courtney). Se suman Bloodsport (Idris Elba), Peacemaker (John Cena), Ratcatcher 2 (Daniela Melchior), Polka-Dot Man (David Dastmalchian), Savant (Michael Rooker), Blackguard (Pete Davidson), T.D.K. (Nathan Fillion), Javelin (Flula Borg), Mongal (Mayling Ng), Weasel (Sean Gunn), Calendar Man (también Sean Gunn) y King Shark (con la voz de Sylvester Stallone). (De la trama no diré nada más, porque se disfrutan más sus vueltas de rosca viéndola a ciegas. Aunque debo comentar que, en ese frente, la campaña de marketing hizo un pésimo trabajo. Si viste el último tráiler, vas al cine sabiendo el remate a la mitad de los chistes). Si el elenco de villanos de la C parece excesivo, desbordante, desquiciado, esto es porque está es la apuesta de The Suicide Squad y, no casualmente, es una de las marcas de Gunn. Desde la apertura, con créditos de fílmico lavado y una canción de Johnny Cash (¿un guiño para Snyder?), queda claro que aquí el guionista y director volvió a apelar a la nostalgia por las cintas de exploitation de los setenta que claramente fueron una escuela para él. De hecho, aquí Gunn se acerca mucho más al espíritu de Troma, la productora con la que se hizo su nombre en los noventa, ya que lejos de la mirada castradora del Ratón Mickey y su mandato ATP, pudo desatar todo su amor por el gore y la violencia caricaturizada al punto de la comedia. Tan es así que por momentos sorprende que The Suicide Squad, que contiene como vimos en los avances a un tiburón humanoide partiendo un ser humano a la mitad con las manos, haya sido calificada con un suave +13. Escuadrón Suicida Más allá de la sangre y las tripas, es posible encontrar cierto ADN compartido con sus dos hits de superhéroes previos, hechos para la competencia, en la sensibilidad con que se van construyendo los personajes y el equipo. Si bien esto le quita un poco de lustre a la fórmula, no por eso es menos efectiva. Uno puede ver cómo va tirando de los hilos, y sin embargo cuando llega el momento de las resoluciones emotivas a los arcos personales y grupales del elenco, estas pegan con igual fuerza. La acción es vistosa e ingeniosa, los chistes son (casi siempre) graciosos y los personajes son queribles, no importa que tan tirados de los pelos sea el concepto en que están basados. Pero quizás lo más admirable del trabajo de Gunn y, en particular, The Suicide Squad, es la facilidad con la que la película baila entre los diferentes registros. Hasta puede encontrarse un comentario geopolítico, necesario si tenemos en cuenta el mero concepto de la película sobre un equipo clandestino de los Estados Unidos desplegado para intervenir como se le dé la gana en naciones soberanas a lo largo y ancho del mundo, y mucho más logrado que cualquier paseo de Superman por el Congreso. (Hay, también, por lo menos dos o tres guiños a la Argentina, que de seguro no se le escaparan al espectador local, y que invitan a pensar cual es la conexión criolla con El Escuadrón Suicida). Que un personaje sea establecido como un remate no quita que una hora después tenga un momento delicado que enternece, o que haya una escena emotiva en que conectan dos actores no evita que acto seguido la cosa más bizarra inunde la pantalla. Todo esto sin que el contraste rompa el hechizo puesto sobre el espectador, porque desde la primera escena quedó establecido que, durante el lapso de estas dos horas y monedas, vale todo. En este sentido, The Suicide Squad aparece casi como un antídoto a la seriedad en blanco y negro, el dark & gritty que ha terminado por definir a la franquicia bajo el mando del ya removido Zack Snyder. Lo que, por otro lado, de seguro traerá cola dentro de los fans más leales del cineasta detrás de Man of Steel y Batman v. Superman. No debe dejar de señalarse que esto también es posible gracias al elenco de The Suicide Squad, que es capaz de encontrarse en la comedia, la acción y el drama por igual. Se destacan sobre todo Idris Elba, Viola Davis, la revelación de la película Daniela Melchior y Margot Robbie, quien ya ha hecho de Harley una segunda piel. En resumen, estamos ante una gran comedia de acción, que prueba que Gunn entiende como armar una película de superhéroes, o tanque de Hollywood en general. Primero pone a los personajes, mientras más extravagantes mejor, y los arroja en una aventura llena de sentido del humor y el corazón. Todo lo demás, el espectáculo y la acción, cae por su propio peso.
Esta mezcla de secuela y relanzamiento de los personajes de DC Comics mejora gracias al aporte del director de «Guardianes de la galaxia», que la convierte en una saga más ligera e inteligente. Con Margot Robbie, Idris Elba, Viola Davis y gran elenco. Tras unos meses en los que estuvo a punto de ser enviado al limbo de la cancelación por un par de bromas en Twitter un poco «políticamente incorrectas» que hizo muchos años atrás, James Gunn salió de ese pozo con la intención de salvar al cine de superhéroes, salvar el enredado universo DC o salvarse a sí mismo al tomar posesión de la franquicia ESCUADRON SUICIDA, tras ser echado de la tercera parte de GUARDIANES DE LA GALAXIA por Disney. En ese momento, el hombre no sabía que iba a lograr evitar caer del todo en la condena social y tampoco imaginaba que Disney lo iba a volver a contratar para esa misma película, así que lo que hizo fue llevar el espíritu que le había dado a los dos volúmenes de su franquicia de Marvel al despistado mundo de DC. Y funcionó bien. Es cierto. El caos en el que suele estar el combo Warner/DC es tal que con solo hacer las cosas más o menos decentemente al tipo le resultaría sencillo poner a su película primera en el ranking de calidad de ese complicado multiverso. Y EL ESCUADRON SUICIDA –que no es secuela de la de 2016 ni reboot sino algo que funciona un poco como las dos cosas y otro tanto como ninguna– es, sí, una buena forma de despabilar a la bestia, de sacarlo de la operística grandilocuencia de Zack Snyder y de cierta banalidad un tanto ñoña de los films de WONDER WOMAN, supuestamente armados para alivianar el ladrillo y la gigantografía sin vida armada en el estudio. EL ESCUADRON SUICIDA no agregará mucho nuevo al género pero al menos funciona con ligereza, liviandad, cierta inteligencia, un sentido del humor ingenioso, algunos buenos personajes y unas pocas sorpresas. Sí, es cierto, se podrá decir que no es otra cosa que una versión más terrenal de GUARDIANES DE LA GALAXIA mezclado con DOCE AL PATIBULO (disponible en HBO Max, si quieren comprobar las similitudes) y un toque de GODZILLA y el mundo del kaiju. Y que Gunn incluye también sus perlitas de melómano fanático del power-pop en modo rockola. Pero el aparato funciona. Se nota que es un material denso que en otras manos podría ser pesado, pero el espíritu juvenil del realizador lo libera de algunas obviedades que están inscriptas en el guión, especialmente las ligadas a temas políticos. El espíritu lúdico y a la vez ultraviolento del film (no olvidar que Gunn empezó haciendo películas para el sello Troma) quedan evidentes de entrada cuando, básicamente, se nos presenta a un grupo de presidiarios que van a invadir una isla latinoamericana llamado Corto Maltese (en honor al artista gráfico argentino Hugo Pratt) y son casi todos brutalmente liquidados por los locales, que los esperaban avisados. Hay muchas «celebridades» que son aniquiladas en esa intro –quizás no convenga adelantar quiénes son, aunque seguro muchos ya lo saben– y pronto Gunn da comienzo a la verdadera película con los personajes esperados, grupo al que se sumará una de las sobrevivientes de esa masacre, la popular Harley Quinn (Margot Robbie). El grupo retoma y cambia buena parte de los «componentes del de la película de David Ayer de 2016. Pero aquí la pirotecnia recibe la inestimable colaboración de algunos buenos diálogos y un humor más afilado, irreverente, con mayor timing cómico. Los nuevos presos en busca de una chance de reducir sus condenas haciendo misiones para el gobierno estadounidense –cualquier similitud con la situación personal de Gunn en la industria quizás no sea pura coincidencia– caen en la isla en cuestión, enviados por Amanda Waller (Viola Davis), con el objetivo de destruir un experimento secreto que se está haciendo en ese lugar y que puede caer en manos peligrosas ya que allí hay un violento conflicto político entre, bueno, ya verán… La Task Force X en cuestión la integran la citada Quinn –bah, ella se suma después, siempre un poco haciendo las cosas por su lado–, Rick Flag (Joel Kinnaman), Bloodsport (Idris Elba), el curiosamente llamado Peacemaker (John Cena), el bizarro Polka-Dot Man (David Dastmalchian), Ratcacher 2 (Daniela Melchior) y su rata amaestrada, y una especie de tiburón medio tonto (con voz de Sylvester Stallone), llamado King Shark, uno de esos personajes que tranquilamente podrían existir en GUARDIANES… No es la única cosa que Gunn incorpora aquí de ese mundo. Fundamentalmente, su obsesión porque sus personajes tengan traumas o lazos familiares (con padres, madres e hijos) que expliquen buena parte de sus actos. Es una manera un tanto recurrente y simplista de construir personajes, pero parece que es la que al hombre más le satisface. Una vez en la isla, la banda de descastados se encontrará con políticos latinoamericanos de manual, guerrilleros (o «freedom fighters«), militares de variopintos acentos (en Corto Maltese se habla un mix & match de acentos latinos, incluyendo algunos «che» y «boludo» muy argentinos) y una mente criminal llamado The Thinker –interpretado por el veterano actor inglés Peter Capaldi– quien aparentemente controla el experimento Starfish (ya verán a qué se refiere con eso). De ahí en adelante será una película de misión, con nuestra banda de antihéroes enfrentando a varios enemigos a la vez, incluyendo a algunos de sus propios integrantes que quizás tengan planes secretos. EL ESCUADRON SUICIDA intenta, como lo hizo recientemente la serie THE FALCON AND THE WINTER SOLDIER aplicar una suerte de correctivo a la lógica del cine de acción norteamericano en el cual un grupo de héroes de barras y estrellas invade un país, liquida a algún dictador y todos vuelven felices y contentos. Un poco siguiendo cierta tendencia «progresista» del cine hollywoodense actual, aquí hay algunas críticas y sorpresas ligadas a los objetivos de algunos de los enviados a la expedición y, especialmente, al rol del gobierno en la creación y mantenimiento de ese peligro inminente. En algún que otro momento Gunn le dará un lugar mayor al tema, especialmente porque coincide –y combina muy bien– con el carácter de marginados que también tienen nuestros protagonistas. A ellos no los recibirán bien en la isla, pero tampoco los tratan mucho mejor en casa. ALERTA DE POSIBLES SPOILERS Si bien en un momento la película se convierte en un encadenamiento de escenas de acción –algo inevitable en el género– sus dos horas y monedas pasan mucho más amablemente que la mayoría de los films de superhéroes de similares duraciones. Quizás sea porque los personajes son más interesantes o bien porque Gunn es más claro a la hora de que el espectador entienda qué está en juego en cada situación y filma en consecuencia con mayor claridad. Pero creo que el secreto pasa porque, en su última parte, la película sale un poco del belicismo más clásico y gira hacia una versión del kaiju-eiga, con las características un tanto más propias de ese género japonés de monstruos y criaturas gigantes. Por momentos Gunn abusa –como tantos otros cineastas que hacen este tipo de películas– del clip musicalizado en el que a veces cuela algún flashback, mete cámaras lentas por doquier y exagera la lógica física de los espacios. Pero en relación a lo que suele verse en el cine de Marvel y DC, se trata de una película más física, más gore, con los pies un poco más en la Tierra al menos durante dos tercios de su relato. Y cuando la acción, finalmente, se vuelve más absurda e implausible, hay situaciones, personajes y hasta un género que lo amerita, que lo incorpora naturalmente a sus posibilidades. FIN DE ZONA DE POSIBLES SPOILERS Juan Diego Botto y Alice Braga aparecen en importantes roles dentro del mundo «latinx» de la película, mientras que de parte de los protagonistas el centro de atención está bastante repartido. Ya verán que algunos de los personajes en apariencia menores del grupo terminan siendo centrales y fundamentales a la trama, además por supuesto de Idris Elba y Margot Robbie que, lamentablemente, no tienen demasiadas escenas juntos. EL ESCUADRON SUICIDA es entretenida, leve, se toma y no se toma en serio al mismo tiempo, intenta ser relevante sin ser discursiva y, en cierto modo, celebra este tipo de grupos en los que Gunn se especializa: los antihéroes (más que superhéroes, ya que pocos tienen algún poder real), los marginales, los perdedores, los últimos de la fila, los traumados y hasta los psicóticos. Una familia de descastados en busca de una nueva oportunidad.
DC ha buscado en todos estos años, afirmarse como contendiente cinematográfico de Marvel sin éxito. No es que sus entregas hayan sido poco exitosas en términos de taquilla (de hecho, la tan criticada en estos días «Suicide Squad» del 2016 recaudó más de 700 millones de dólares globalmente, sólo en salas), sino que se les reprocha cierta falta de unidad en el hilo que conecta sus historias y el flojo carisma de quienes han llevado adelante hasta ahora sus personajes principales, con la debida excepción en mi opinión, de Gal Gadot en «Wonder Woman». Buscando un poco detonar esta realidad, DC y Warner aprovecharon una ventana donde James Gunn estaba inactivo (digamos que lo habían despedido de Disney!) y le ofrecieron libertad creativa para encarar un nuevo reboot? de esta historia, con la convicción de que el pibe podría empoderar la franquicia. ¿Lo logró? Buena pregunta. Creo que si amaste «Guardians of the Galaxy» este festival de locura, sangre y destrucción tiene algo para vos. De movida, hay que tener en cuenta que «The Suicide Squad» no es una peli para chicos. Es realmente cínica y violenta, aunque cargada de humor incorrecto, que la hacen ideal para jóvenes y adultos. La cinta tiene sus vueltas de tuerca y nunca podés estar seguro de que preveés cuál será su próximo movimiento. Lo cual, es un acierto. Dicho esto, les contamos que la historia no difiere mucho de la que conocimos hace unos años, en la que encontramos una prisión de máxima seguridad, un grupo de asesinos con algunos problemitas y una invitación a obtener cierta inmunidad, completando una misión suicida. Dentro de ese contexto, los diferentes perfiles permiten ofrecer una diversidad interesante para potenciar una banda que obviamente, deberá trabajar al margen de la ley porque (hay que saberlo), operan en los grandes países desarrollados, organizaciones ultra secretas que se dedican a controlar lo que sucede en las naciones periféricas e intervenir decididamente en ellos para su propio beneficio. O sea, la historia que ya conocemos. Una política de intervención fuerte, ilegal y que esté desconectada con los auténticos cerebros de la operación. Cualquier comparación con la realidad es sólo una triste y penosa coincidencia. Así que es el súper equipo suicida llegará hasta el remoto Corto Maltese (Huguito Prat dixit) para interrumpir los planes de un dictador que quiere molestar a los amos del mundo, con propios delirios de poder (Juan Diego Botto, quien representa muy bien la sangre latina aquí) que deben ser detenidos, a cualquier precio. Puede decirse que una amenaza desde ese país se estaría desarrollando una arma con origen extraterrestre y desde ya, a los americanos, eso no les cae nada bien. En ese sentido, Gunn hace su previsible reflexión sobre las repúblicas inestables (a veces en Africa, ahora la acción es en Sudamérica) y su peligrosa relación con el poder estadounidense. Cuando están alineadas, todos los favores, cuando no… bueno, ya lo verán. El gran escuadrón está conformado por actores consagrados y con cierto recorrido, desde Idris Elba, (la voz de Sylvester Stallone), Joel Kinnaman, John Cena y Margot Robbie, con algunos que también son de renombre, pero cuyo tiempo en la peli es más bien corto. Dirige el equipo desde afuera la siempre confiable Viola Davis y desde ya les decimos que no esperen ninguna concesión ni empatía en ella, aquí todo está impregnado de cinismo y frialdad. La trama está dividida es capítulos y le reconozco también, una gran banda sonora. Desde el punto de vista técnico, es arrolladora. Abruma. Claro, tanto exceso le juega a veces en contra pero… James Gunn es James Gunn. El hombre destila sarcasmo y sabe que espera su público. Reina el humor negro en «The Suicide Squad» y nadie puede negarle su narrativa. En el balance, es un producto aceptable. Tiene sus desniveles, el final no lo viví a la altura del desarrollo pero desde ya, es de lo mejor de DC en los últimos años.
Tras la fallida «Suicide Squad» (2016), dirigida por David Ayer (fallida a nivel narrativo y en la recepción que tuvo por parte de la crítica, ya que el film recaudó cerca de 1 billón de dólares), llega un reboot o una película independiente dirigida por James Gunn («Guardians of the Galaxy», «Super»), conocido director que hizo el traspaso de Marvel a DC, después de una polémica detrás de unos tweets, que luego fue descartada y nuevamente lo llevaría a trabajar con Disney en la tercera entrega de los Guardianes de la Galaxia a estrenarse en un futuro cercano. Justamente, como estamos en una época caracterizada por lo efímero, lo pasatista y la novedad constante, tan solo a 5 años del estreno de aquel horrible antecedente de Ayer, llega esta «nueva visión» de Gunn que mantiene algunos elementos de la anterior (solamente los personajes de Harley Quinn, Captain Boomerang, el coronel Rick Flagg y Amanda Waller) pero re-imagina todo lo demás, buscando alejarse bastante y a futuro poder lanzar más relatos de este ecléctico grupo de personajes. Obviamente ante este escenario, sumado al agotamiento de películas de superhéroes, uno puede tener varios reparos y probablemente termine teniendo razón. Sin embargo, el film de Gunn funciona en varios niveles y fracasa en tantos otros, pero ofreciendo un entretenimiento genuino y en consonancia con la visión del director, cosa que no paso con la entrega de 2016. El largometraje vuelve a enfocarse en los villanos y/o antihéroes recluidos en la prisión de Belle Reve, bajo la atenta mirada de Amanda Waller (Viola Davis) quien los obliga a participar en misiones suicidas, con la promesa de bajarles el tiempo de la condena que llevan, pero al mismo tiempo, sin darles otra opción e implantándoles explosivos en sus cabezas a modo extorsivo si llegan a pensar en desertar o arrepentirse en pleno periplo. La misión implica infiltrarse en la isla latinoamericana de Corto Maltese (guiño al comic homónimo de Hugo Pratt), donde un gobierno militar parece tener un arma secreta en manos del villano The Thinker (Peter Capaldi), que atenta contra la seguridad internacional. Estos «héroes» improbables deberán infiltrarse en un edificio fuertemente custodiado y lleno de temibles adversarios con el objeto de develar cuál es el peligro que amenaza al mundo. A grandes rasgos este es el simple resumen de la trama que no es demasiado elaborada, pero sí efectiva para lo que pretende James Gunn. En definitiva, Gunn busca emular la dinámica que lo hizo famoso en «Guardianes de la Galaxia», pero con el grupo variopinto de personajes de DC, sumando quizás más dosis de humor negro, irreverencia, gore, autoconsciencia y el meta-comentario que remite un poco al personaje y la película de «Deadpool» (2016). A su vez, se mantiene el espíritu cómico ridículo que suele abundar en los films del director, el cual parece por momentos funcionar y por momentos no. Por otro lado, tenemos una bajada de línea bastante notoria y de trazo grueso que busca criticar la intervención norteamericana en conflictos ajenos (una mirada «progresista» que se viene mostrando bastante en el cine mainstream de acción contemporáneo) que igualmente da en la tecla teniendo en cuenta al público al que apunta, al igual que la mirada estereotipada y estigmatizante que se hace de la comunidad latinoamericana por medio de los norteamericanos que aquí se desarrolla en un terreno más ambiguo y corre el riesgo de caer en los mismos estereotipos que ridiculiza. Asimismo, el film busca emular ese mundo pop de la saga de los «Guardianes de la Galaxia», donde incluso también se apela a crear una banda sonora heterogénea (al estilo «mix tape») y distintiva donde forman parte temas como «Folsom Prison Blues» de Johnny Cash hasta «Just a Gigolo» de David Lee Roth, algo que los fans de Marvel creen que «creó» Gunn pero que ya había probado Martin Scorsese (con quien tuvo un cruce mediático hace poco) cinco décadas atrás en «Mean Streets» (1973) con canciones de los Stones y otros artistas. Por otro lado, la película intenta homenajear o recrear el espíritu de «The Dirty Dozen» (1967), película a la cual también la emula en uno de sus afiches promocionales, pero agregándole ese espíritu fantástico y de ciencia ficción que pudimos ver en sus producciones para Marvel e incluso tomando algunos conceptos de otros productos populares como puede ser el del género kaiju o monstruos de origen japones. «El Escuadrón Suicida» es un film simple en sus formas, políticamente incorrecto y sardónico en otros, que no busca más que ser un entretenimiento digno para el público de este tipo de historias y para los fans del comic original. Ni más ni menos. No pretende ni revitalizar el género que ya alcanzó el agotamiento hace rato, ni brindar un capítulo diferente en la filmografía de James Gunn ya que esta película guarda varias similitudes con Guardianes, sin desmerecer al director pero demostrando ser una apuesta segura para los estudios que buscan justamente directores de esta índole, que emulen fórmulas probadas y que dentro de todo tengan «estilo» más o menos identificable (obviamente no malinterpreten y piensen que estamos diciendo que James Gunn es un autor al estilo de Hitchcock o Scorsese, ni mucho menos pero sí que se maneja dentro de un espectro que lo distingue de sus colegas que trabajan para las mismas casas productoras y cuyas películas son indistinguibles a nivel dirección).
Borrón y cuenta nueva. Finalmente se puede decir que DC encontró la luz en el camino y podrá sacar a flote su universo que tanto prometía. El común denominador es James Gunn, este peculiar director que gracias a sus libertades en Marvel permitió que DC lo reclutara para su propia visión, dándole carta blanca y ese detalle suma muchísimo ya que se puede apreciar su mano y es algo que se había desdibujado en los últimos años. James Gunn una vez más demuestra cómo puede poner en el mapa personajes impopulares algo que ya hizo con los Guardianes de la Galaxia en su momento. Pero dejando de lado su impronta, algo que se agradece, el otro punto es la identidad del filme que sacó del universo animado. El Escuadrón suicida tiene dos películas en ese medio –ver aquí crítica del filme de David Ayer de 2016– y ambas pueden disfrutarse independientemente la una de la otra, algo que ocurre también con el resto. En este caso se aplica el mismo recurso, para los que se preguntan si es secuela o reinicio, tan solo voy a decir que está en un término medio y la película no necesita subrayar constantemente que pertenece a un universo compartido ni recurrir a cameos. Este es un detalle que se diferencia de su competidora y por primera vez veo que DC se puso las pilas en este aspecto en vez de querer emularla. Otro detalle que voy a resaltar es la cantidad de sangre y muertes que hay, algo que no escatima Gunn. En cuanto a los personajes Margot Robbie, consolidada como Harley Quinn, nació para este personaje y finalmente aparece lo justo y necesario dejando lucirse a sus compañeros. Idris Elba es una gran sorpresa y John Cena junto a Stallone sacan algunas sonrisas. En cuanto a Cena lo vimos recientemente en Rápidos y furiosos 9 y próximamente lo veremos en un spin-off de su personaje de DC. (Alerta de spoiler). El resto de los personajes se lucen y pese que el poster nos mostró varios de ellos temía por una saturación, pero Gunn solucionó ese detalle sin anestesia. En cuanto al villano estuvo buena la adaptación, Starro me trajo recuerdos de la serie animada de Liga de la Justicia, lindo factor nostálgico y, aun así, lo bueno del este filme es que contraria a otras propuestas del género en las que el héroe es incuestionable y el villano se lleva la mejor parte, acá ambos puntos se combinan muy bien en los personajes al igual que acción y comedia (esta última sin caer en abusos). En sí, El Escuadrón Suicida es un acierto de DC, tal vez lo único objetable sea el estereotipo a los latinos en la escena inicial, después nada que objetar.
A las Armaas ¿Los superhéroes son parte de la causa de la crisis del cine? ¿Los superhéroes y la frecuencia de su presencia son una de las consecuencias esperables de la crisis del cine? ¿Pueden recuperarse espectadores para el cine a partir de los superhéroes? ¿Los superhéroes son el último recurso de seducción planetaria del cine? Preguntas que uno se hace porque justo está leyendo algo sobre música y cree que le sirve para escribir desde algún ángulo acerca de la película que vio el día anterior, una hermosa fiesta cinematográfica llamada El escuadrón suicida, de James Gunn. “En el caso de Piazzolla, podemos preguntarnos qué dirección hubiese tomado su música de no sobrevenir la crisis del tango. Pero el tango entró en crisis. Y Piazzolla -al que en su momento algunos acusaron, desmedidamente, de ser uno de los responsables de esas crisis- la enfrentó con un planteo estético cismático respecto de la tradición.” La cita es de Cien años de música argentina de Sergio Pujol. Y cien tiene las mismas letras que cine, bien lo supimos en la tapa del número cien de El Amante. A James Gunn le tocó empezar su carrera como director en el siglo XX, aunque en 1996 fue guionista de la siempre en la gloria Tromeo y Julieta. ¿Cómo olvidar Tromeo y Julieta, vista en el cine Enrique Carreras en el Festival de Mar del Plata en 1999? ¿Cómo no ver la capacidad festiva, colorinche, de Gunn en El escuadrón suicida? No vi Black Widow, esa con esos afiches prolijos y límpidos, cagados a golpes, fajados a photoshop, que me ahuyentan. Cuando vi el afiche de El escuadrón suicida pensé que Gunn se había vuelto loco, o que el cinismo para vender había osado profanar las profanaciones más sagradas. Pero este tuit me convenció de ver la película. Gracias. El escuadrón suicida -y no me importa si la otra película con actores sacados, si el universo Marvel, si el universo DC o si Miss Universo o si Mundo Universo- es una fiesta de las que hermanan generaciones y públicos. Esa capacidad que supo tener el cine, y que quizás recupere si hay más Gunn y menos tibios, menos acomodaticios para las modas inertes, para la sonrisa beatífica, para el cine “slow burning”, para esas zarandajas que usan la excusa de la contemplación y la ultrajan, para abundar y cavilar sobre los traumas de los personajes y así quedarse quietos haciendo que hacen cine. Pero son apenas fantoches en pose y El escuadrón suicida es ambos volúmenes de Guardianes de la Galaxia más Troma. Y Gunn sigue hablando de hijos y padres y de padres e hijas. Y sigue siendo un salvaje que conecta como nadie con los bicharracos: un tiburón que camina y tiene la voz de Sylvester Stallone, una comadreja (?) inasimilable en cualquier afiche apolíneo, ratas tiernas y punks. Y Stallone no se ve, quizás para que no haya que poner en escena caras con retoques: Gunn toma lo mejor de lo que dispone Stallone hoy en día -su histórica capacidad para hablar con monosílabos cargados emocionalmente- y lo cubre de carne de tiburón. Y muestra las arrugas de Michael Rooker con una mirada cargada de humanidad en un festín de superhéroes. Ternura y punk. Sorpresas y padres e hijas. Destrucción, sangre y chistes y más chistes. Energía, músculo, movimientos de cámara pero nada de ese movimiento tímido, cool, estabilizado, globalizado, pandémico y pantriste. Movimiento en serio, sexy y desacatado: revienten, rompan, pongan música, que la tibieza está matando. Taika Waititi -otro de los que pueden salvar el cine- como un personaje mínimo pero memorable, amigo de las ratas y de las drogas. Harley Quinn (Margot Robbie) entra como personaje intenso sin romper el relato ni debilitarlo porque Gunn puede lidiar con intensidades, porque su mundo fílmico es un kilombo con centro, fuegos artificiales con alma. Un cine bombástico con sangre que bombea desde un corazón, un cine que se ríe con alegría desde las tradiciones como la de Troma y también la de Sam Peckinpah y que mete a los temas “actuales” en forma de chistes y más chistes, tan bien escritos que cuando pasen los años nadie se dará cuenta de que en ellos había referencias a esta actualidad inmunda. Idris Elba, el más grande cowboy negro del cine, se enfrenta a Viola Davis, y ambos actúan como en una de Clint Eastwood. Y hay mucho más que elogiar y festejar, e incluso podríamos contar el argumento de esta película sobre la amistad que florece en la acción y en las aventuras. ¿Contar el argumento? No, por dios, que lo hagan los burócratas. Mejor pensemos que James Gunn podría traducirse como Jaime o Santiago Armaa. Y a las Armaas. Y al carajo. ¿Y ahora qué pasa? Nos dejó Pil Trafa, que cantaba “Por 1980 y tantos”, compuesta por Stuka: Mil ojos nos vigilan detrás de una pared un hombre, una mujer no son dos sino son tres estamos habitando un mundo impersonal y cuando hay trabajo, si es que hay no lo entendemos o no es nuestro lugar. Haré lo que quiera a pesar de él. Estamos construyendo, un mundo nuevo, un mundo mejor en el cual no sé lo que es un amigo y mucho menos lo que es el amor. Fui hecho prisionero, en la cárcel del horror ya amo al gran hermano como también lo amás vos. Haré lo que quiera y lo haré muy bien. La guerra es la paz, el odio el amor, la justicia es ciega sí, es ciega. No queremos acabarnos, no queremos entregarnos pero nos da igual.
El blockbuster donde James Gunn pudo haberse desatado termina siendo bastante moderado. Quiere impregnar el estilo de la productora Troma pero no se la juega. Su mayor acierto es John Cena y su habilidad como comediante.
Un golpe de estado reemplazó una dictadura por otra en el genérico país latinoamericano de Corto Maltese, disparando la necesidad de Amanda Waller (Viola Davis) de destruir un misterioso edificio donde supuestamente se llevan a cabo experimentos que no deberían caer en las manos de esta nueva dictadura anti estadounidense. Completamente clandestina y con escasas probabilidades de éxito, es la clase de tareas habitualmente reservadas para El Escuadrón Suicida, el grupo compuesto por criminales extremadamente peligrosos que aceptan participar de estas misiones a cambio de una reducción en sus condenas. El desembarco del grupo liderado por el coronel Rick Flag (Joel Kinnaman) sale tal como Waller esperaba, pero termina con él y Harley Quinn (Margot Robbie) desaparecidos en acción y a merced de lo que pueda lograr un segundo equipo comandado por Bloodsport (Idris Elba) para terminar con la misión y rescatarlos, especialmente a Flag, el único miembro en El Escuadrón Suicida que está allí por elección propia y por lo tanto con algo de valor para Weller. El Escuadrón Suicida contra la ensalada de latinos Ante la pregunta esperada de si El Escuadrón Suicida de James Gunn (Super, Guardianes de la Galaxia) es un reboot o una secuela de la película de David Ayer, la respuesta es: Si. Todo sugiere que los eventos de la película anterior sucedieron en el pasado, pero son irrelevantes y vuelve a explicar todo lo que hace falta para entender los conceptos básicos sobre la Fuerza Especial X, informalmente conocida como El Escuadrón Suicida. Y los pocos personajes que regresan a la pantalla lo hacen en roles periféricos, dejando el centro de la historia a todo un nuevo repertorio de criminales forzados a trabajar para el gobierno estadounidense en esas misiones que necesitan poder negar que existen. En este caso, para sabotear al dictador que no les gusta y que acaba de derrocar al dictador que les gustaba, al punto de que lo apoyaron durante décadas. Y ese es solo uno de los estereotipos de latinos que viven en Corto Maltese, donde cada uno habla castellano con una tonada diferente pero todos hablan inglés con fluidez. La trama de El Escuadrón Suicida está planteada con una lógica episódica compuesta de segmentos semi autoconclusivos que se van enganchando camino a la gran batalla final, un camino donde además de generar un vínculo entre ellos van descubriendo que no todo es como Weller les informó antes de enviarlos a Corto Maltese. Varios de estos pasos intermedios no son necesarios para avanzar la historia central, pero sirven para presentar y desarrollar a este grupo de personajes que aunque salen de los cómics son desconocidos para la gran mayoría del público. Ese es probablemente el mayor punto endeble de El Escuadrón Suicida, que en esos desvíos se estira un poco más de lo que realmente necesita, al punto de que podrían eliminarse varias escenas completas (incluso el arco completo de Harley Quinn) sin que se note una diferencia importante en el conjunto. A pesar de que fluye con un buen ritmo, El Escuadrón Suicida (The Suicide Squad) probablemente se hubiera beneficiado con el recorte de esos minutos donde la acción se frena con diálogos y flashbacks que no suman lo suficiente como para justificar su presencia en una trama donde poco tiene sentido. En contraste, la mayor ventaja de esta nueva versión 2021 de El Escuadrón Suicida por sobre la anterior de 2016 (REVIEW ACA) es que abraza ese espíritu de cine explotation y clase B que le permite no tomarse en serio nada de lo que está mostrando para hundirse sin miedo en el ridículo y la comedia negra. Eso y una excelente banda de sonido que acompaña y se disfruta pero que no se pone por delante de la acción a la que está adosada. Todo lo demás es secundario y sirve de excusa para encadenar secuencias de humor y acción violenta que no siempre se muestran de forma clara. Eso es más notorio en las escenas de combate cuerpo a cuerpo, cuando el movimiento frenético de la cámara dificulta ver la acción completa y hace que pierda parte de su peso. Alejada de la solemnidad épica que venían ofreciendo las películas de DC pero sin caer en la chatura familiar de Marvel, El Escuadrón Suicida intenta seguir su propio camino y lo logra con bastante éxito, aunque no por ello vaya a quedar en la memoria por mucho tiempo.
El escuadrón suicida tiene una generosa cantidad de elementos y contradicciones que la convierten en una película interesante, pero a la vez la liberan de ser coherente o seria. Repite la fórmula más perezosa del cine al tiempo que la cubre con sus propias ideas. ¿Y cuál es esa idea? Muy sencillo, cada cual puede elegir su propia aventura. Personaje espantosos, cínicos, imposibles y mal actuados, mezclados con otros nobles, clásicos y emocionantes. Con cosas que resultan completamente insufribles como Harley Quinn, interpretada por tercera vez por la gran Margot Robbie en un papel que ojalá pueda abandonar cuando antes, a otras hermosas como el tiburón digital con la voz de Sylvester Stallone. James Gunn se repite y busca hacer nuevamente Guardianes de la galaxia, pero con más cosas, porque así es el cine actual, más cosas para convertirse en menos de lo mismo. En 1967 Los doce del patíbulo contó todo lo que se cuenta acá pero bien. Aportó complejidad, humor, acción y ambigüedad moral de una forma que este mamotreto no puede ni soñar. Le agradecemos a Gunn ser un poco menos estático y aburrido que la mayoría de las películas de superhéroes, pero aun así está oda al vale todo no cierra. No hablamos del vale todo el cine, sino de la historia que elige contar. La disparatada nación Latinoamericana con elementos argentinos es graciosa y aburrida a la vez, jugando en el fleje de la pavada, cayendo de un lado y del otro en varios momentos. Aun no aprendí a reírme de la muerte de los héroes, no está en mi naturaleza, aunque acepto que sean las reglas anárquicas de la película. Y después la pereza de la grandilocuencia que es idéntica a la de los bodoques que hacen los demás films. Me gustaría que la anarquía no alcanzara al guión y sus arbitrariedades, y que la narración fuera más sólida. El escuadrón suicida tiene una catarata de chistes bobos mezclados con chistes buenos. Quién tira cien chistes puede tener la suerte de acertar la mitad, lo mismo pasa con sus personajes y todas sus ideas. La mitad son brillantes, la mitad son tontas e incoherentes.
DC comics es una compañía que se caracteriza por darle espacio a personajes que en su mayoría lindan lo ridículo e infantil, cuyos orígenes parecen pensados durante un juego infantil o un viaje de ácido, es así que nos encontramos con personajes cuya principal característica es arrancarse un miembro, vomitar o simplemente ser una calle con personalidad. Durante años la compañía ha logrado esconder y al mismo tiempo sacarle jugo en diferentes colecciones como la extinta línea Vértigo, Doom Patrol, Legión de Superhéroes y el Escuadrón Suicida. Muchas veces estos personajes vienen acompañados de una personalidad y un background más que interesante que de ser puestos en las principales colecciones, como Batman, Flash o Superman, serian directamente ignorados. Es por eso que a veces funcionan como villanos menores o como simple relleno para los eventos anuales. La editorial DC por otro lado está llena de personajes que repiten historia y habilidades de tal manera que a veces da lo mismo que aparezca uno u otro como antagonista del héroe en cuestión, algunos como Bloodsport, Peacemaker y Deadshot que parecen el mismo personaje nacidos para antagonizar en poderes e historia con Green Arrow o Batman. En las historias de estos personajes a veces se utilizan personajes secundarios con cierto carisma que funcionan como nexo para atraer al gran público, ese es el rol que cumple Harley Quinn en la película que nos toca, no es la protagonista pero es el personaje que atrae al público, en los comics Harley comparte el cartel con otros grandes personajes como Poison Ivy o Clayface. DC comics vuelve a presentarnos una película con un grupo de sus personajes no muy conocidos en la cual el director James Gunn, sin ningún tipo de pudores, nos trae una historia que, si bien no es secuela de aquella que vimos en 2016 trata sobre otro equipo perteneciente al programa supervisado por Amanda Weller (Viola Davis) en el cual deben arriesgar su vida a cambio de reducirle la condena por sus múltiples crímenes. En esta ocasión el equipo debe llegar a un ficticio país insular de las costas de América del Sur, Corto Maltese, que es en una versión ficticia de Venezuela, si tomamos en cuenta su bandera, Cuba por su clima o por sus inflexiones lingüísticas o por ciertas cuestiones urbanas, como las calles llamadas Agüero y Medrano, Argentina. En Corto Maltes el gobierno dictatorial de los Herrera han llevado a cabo una serie de experimentos con vida extraterrestre que de caer en las manos de los nuevos dictadores de la isla, que han realizado un violento golpe de estado, podrían poner en peligro el equilibrio global. El equipo una vez más liderado por Rick Flag, (Joel Kinnaman) debe infiltrarse en el país insular de forma clandestina y llevar adelante su misión con la ayuda de cierto grupo rebelde liderado por Alice Braga. La estructura de la película no muestra una gran originalidad y uno hasta puede decir que a grandes rasgos es la misma misión de la olvidable Escuadrón Suicida anterior (Suicide Squad, 2016) de David Ayer, pero con ciertas diferencias en el tono y la construcción de las relaciones entre los personajes. Se podría decir que el tono de comedia de acción le hace perder la solemnidad innecesaria y pasmosa que pretendió darle Ayer a su película, muy pegado a la pretenciosidad sin fundamentos que le dio Snyder a sus películas creadas a partir del universo DC. Gunn crea un universo que de alguna manera parece un híbrido entre Guardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014) The Boys (2019) y sobre todo Deadpool (Deadpool, Tim Miller, 2016), con algunos detalles en la relación entre personajes (corre mucha testosterona entre los personajes de Jon Cena e Idris Elba, la cual recuerda la relación de los personajes de Sylvester Stallone y Jason Stathan) y el argumento que nos recuerdan a los indestructibles (The Expendables, Sylvester Stallone, 2010). A pesar de lo poco original del argumento y del humor infantiloide que recuerda al humor utilizado en otros productos basados en cómics (como Thor Ragnarok) u obras de los Monty Python; Gunn crea una historia bien contada que nos hace empatizar con algunos personajes y que en los momentos en los que debe dejar el humor absurdo y la acción sin sentido se convierte en una película oscura y cruel que sorprende. Si bien la fórmula es la misma. Se debe llegar a una torre a destruir a un monstruo que amenaza a la humanidad, esta historia no se guarda vueltas de tuerca que van más allá de cambiar a un monstruo mágico creado con rieles por un Kaiju. Cada uno de los personajes cumple un rol muy específico y bien pensado, aunque el peso dramático gire en torno a Bloodsport, interpretado por Idris Elba y Ratcatcher 2, interpretada por Daniela Melchior. A pesar de que uno podría pensar que la película podría tener una trama que le da más espacio al personaje con mayor reconocimiento como Harley Quinn o el alivio cómico, que es Nanaue alias King Shark interpretado por Sylvester Stallone, Gunn construye una historia equilibrada que le da un desarrollo y un arco narrativo a cada uno de los personajes. Con respecto al villano la película nos presenta a The Thinker (Peter Capaldi) que ya ha hecho todo aquello por lo que podríamos considerarlo un ser cruel y violento fuera de plano por lo cual sus acciones no tienen redención ni freno. Una de las mejores cosas que hace el guion de The Suicide Squad es mostrarle al público lo que sucede con las personas que están detrás del programa que sostiene a la Task Force X (nombre formal del escuadrón suicida) quienes no son simples títeres manejados al antojo de Weller u oficinistas grises que se limitan a obedecer, sino que son personajes que tiene peso en la trama y que de alguna manera hacen avanzar la historia. The Suicide Squad es una película violenta, divertida, y absurda que está bien narrada, a la cual no se le pueden hacer reproches desde lo técnico que mejora en todo a su antecesora y que, si uno la mira como primera aproximación a los personajes, libre de toda comparación, puede disfrutar.
A pesar de las fuertes críticas recibidas por Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016) se decidió intentar revertir la imagen dejada por esta “parodia de superhéroes” de DC Comics. Bajo la dirección de James Gunn, El Escuadrón Suicida (The Suicide Squad, 2021) nos da una alocada, dinámica, violenta y divertida película donde los héroes no son inmortales. El argumento elegido en esta ocasión gira alrededor de una revolución producida en la isla de Corto Maltese por la cual el país deja de ser aliado de los Estados Unidos. La misión para este heterogéneo y desquiciado equipo es destruir una instalación militar secreta. El escuadrón, o los escuadrones, cuentan nuevamente con la participación del coronel Rick Flag (Joel Kinnaman) y Harley Quinn (Margot Robbie), quien tiene su propia escena de acción; y a ellos se suman Bloodsport (Idris Elba) y Peacemaker (John Cena), que intentan liderar el equipo mientras se pelean por su ego. No podemos dejar de mencionar la participación del actor argentino Juan Diego Botto, como el general Silvio Luna, y la voz de Sylvester Stallone para el personaje de King Shark. La película mejora la imagen dejada por su predecesora y cumple con la misión de entretener a un público muy variado. Y a pesar de que no hay un desarrollo de todos los personajes, se sigue sin inconveniente. Al igual que en su primera entrega, cuenta con una muy buena banda de sonido que ayuda a darle dinamismo y ameniza las violentas escenas.
Directo desde la factoría de DC Comics, “Suicide Squad 2” retoma la historia que dirigiera David Ayer, estrenada en 2016, y protagonizada por Margot Robbie y Jared Leto. Joel Kinnemann, Viola Davis, Idris Elba, John Cena, la voz de Sylvester Stallone y Juan Diego Botto completan el elenco liderado por Robbie. Es James Gunn quien se coloca aquí detrás de cámaras, concatenando un all star cast presto a dar vida a la enésima fórmula encapsulada que refrita spin-offs, precuelas y secuelas con inusitada proliferación. El realizador de “Guardianes de la Galaxia” (2014) y hombre fuerte de Marvel imprime al film el tono violento de un cómic que pretende cumplir con la premisa de lucir inesperado, gore, divertido y arriesgado. Desde los minutos iniciales, nos preguntamos si será lo suficientemente osado como para experimentar saliendo de la zona de confort que tan buenos resultados otorgó en productos como “Joker” (2019) y la trilogía de “Dark Knight” , emblemas de omnipresente oscuridad. Las buenas expectativas acaban por diluirse más pronto que tarde. Existen ciertos elementos liberadores de tensión, como el empleo de un humor directo que se pasa de la raya. Pero es apenas un atisbo, la previsibilidad acaba por inundar la pantalla. La acción coreografiada no escatimará cuchillazos y balazos. Vértigo y comedia en dosis balanceadas se conforman como una efectiva fórmula para un producto que no se encasilla en lo grotesco ni se delimita al ámbito familiar. Sin embargo, en la indefinición dilapida su potencial. Fiel al material de origen que adquiere, Gunn no toma demasiado riesgo desde lo visual. La resultante exhibe un híbrido convencional que abusa de secuencias musicales e imposta cierto aire punk. Reprobable, no recomendable. Destinada al próximo olvido, Hollywood no tomará nota y seguirá manufacturando productos que expriman hasta la última gota el rédito económico del cine de superhéroes del nuevo milenio. Sin la mínima conciencia.
Tan extravagante como la primera entrega, The Suicide Squad no deja de sorprender, pero tampoco termina de convencer. Esta ¿remake? o ¿reboot? o ¿secuela? (no queda muy claro) toma personajes del film anterior -Suicide Squad (2016)- e introduce otros. Siempre bajo la misma tónica. Sumar villanos/locos/apartados sociales que formarán un equipo para realizar una misión aparentemente suicida y en la que el gobierno estadounidense no tiene nada que ver. La historia se repite, y eso no es necesariamente malo. Aunque en este caso realmente no se aporta mucho a la causa de los súper héroes/súper villanos del universo DC. Sin dudas Harley Quinn (Margot Robbie) es el personaje más completo y que más destaca. Y aunque el resto del elenco es bueno, nadie termina de distinguirse. Desde Idris Elba (Bloodspot), pasando por Joel Kinnaman (el coronel Rick Flag) y hasta Viola Davis (Amanda Waller - la “organizadora” del Escuadrón) hacen gala en ciertas escenas, pero no logran desarrollar sus personajes para que tengan verdadera fuerza. Lamentablemente es talento desaprovechado ya que la profundidad de los personajes no abunda. Y sus apariciones saben a poco. A favor nos encontramos con buena dosis de acción y comedia entremezcladas. Ese es el toque distintivo que nos trae James Gunn. El director (Guardianes de la Galaxia) tiene experiencia y la tira a la cancha. Jugando con lo infantil, haciendo de lo ridículo algo práctico (al estilo Deadpool) para el relato, usando la música a su favor, nos entrega 2 horas de entretenimiento (ya que le sobran varios minutos). Otra vez el potencial de los personajes y la historia que se podría contar nos deja gusto a poco. Escasas diferencias con su casi homónima película (la única diferencia es el artículo al principio) hacen que “El” Escuadrón Suicida siga siendo pequeña para un universo comiquero/cinematográfico que debería dar mucho más y mejor.