Hacia mares salvajes. En los años 40, el investigador Thor Heyerdahl plantea que la Polinesia en realidad fue habitada primeramente por los Incas y no por los asiáticos como creía la comunidad científica. Frente a la negativa de publicación, por ser considerada una hipótesis falsa, el obstinado aventurero se propone realizar el mismo viaje que hubiesen hechos los pre- colombinos, bajo condiciones de navegación similares (desprovistos de casi todo material tecnológico, solo con una balsa hecha de troncos para cruzar el Océano Pacífico desde Perú hasta la Polinesia). Esta expedición se llamó Kon Tiki, en honor al Dios solar Inca, que supuestamente adoraban los polinesios. A pesar de las refutaciones antropológicas a la teoría de Thor, la travesía es considerada como unas de las hazañas más grandes de la humanidad. En Noruega hay un museo dedicado a Kon Tiki, además existe un libro de viaje que fue traducido a montones de idiomas, vendiendo millones de copias, y el documental de la travesía ganó un Oscar en la década del 50...
El viaje interior La noruega Kon-Tiki es la tercera película de la dupla conformada por Joachim Rønning y Espen Sandberg, dos versátiles directores que hasta ahora no se han repetido en ninguno de sus productos, y esta vez apuestan por una película más imponente desde la puesta en escena, pero más intimista desde lo narrativo. El film narra la expedición liderada por el explorador Thor Heyerdahl, quien en 1947 intentó probar que los indígenas sudamericanos fueron capaces de establecerse en la Polinesia cruzando el Océano Pacífico en balsas, saliendo desde las costas de Perú 1500 antes que la expedición de Colón, contrario a las creencias que incluso hasta hoy persisten. Con esa premisa, y sin salirse casi nunca de ella, Rønning y Sandberg filman con una belleza asombrosa el viaje de Heyerdahl, pero a su vez lo describen como el hombre egocéntrico y decidido que fue en su momento, dedicándole momentos en los que el actor Pål Sverre Valheim Hagen se luce con los silencios y las miradas. Lo curioso es que en la realidad el explorador le tenía fobia al agua, y en la película eso está plasmado desde recursos muy sutiles, sin caer en obviedades. Se puede decir que la trama es bastante llana, y que los diálogos no están muy trabajados. Incluso algunas situaciones son bastante forzadas para dar vida al guión y diferenciarse del multipremiado documental del mismo título, que en 1951 incluso ganó el Oscar. Y precisamente lo que se destaca de esta ficción es como los directores hacen énfasis en la naturaleza que acompañó a Heyerdahl y sus cinco particulares acompañantes, construyendo además escenas maravillosas como un memorable travelling falso que empieza desde el grupo recostado en la superficie de la balsa y termina en la estratósfera, filmando el sol saliente sobre la silueta del planeta. Recursos no les faltan, y el aprovechamiento está a la altura para brindar una experiencia cinematográfica disfrutable desde lo visual y lo histórico.
Aventuras oceánicas Kon-Tiki termina resultando un más que ameno producto. Basado en hechos reales, el film noruego posee una base sólida como una roca en cuanto a estética visual, encontrando en la mitad del relato su plato fuerte y más apetitoso. Obstinado y encerrado en su terquedad, Thor Heyerdahl está dispuesto a comprobar una teoría en la que se halla abocado hace tiempo, intentando demostrar cómo indígenas sudamericanos pudieron arribar a la Polinesia miles de años atrás. Sin financiación de terceros al tildar su idea de descabellada, nuestro protagonista reúne un equipo de cinco hombres para embarcarse por cuenta propia y llevar a cabo una travesía tan peligrosa como emocionante. Con un ritmo apreciable y una más que lograda puesta en escena, la película posee la condición de sumergir al espectador de lleno en una aventura admirable, haciéndolo partícipe y transportándolo a estados a través de los cuales pueda meterse en la piel de los personajes y experimentar diversas percepciones. Thor, como líder y conductor del grupo, no acepta que la balsa sea construida con elementos más avanzados que los utilizados por los propios nativos, asumiendo así un compromiso más riesgoso y real con la causa. A partir de allí y con un abanico de trances a enfrentar, estos audaces muchachos comienzan a toparse con diversas controversias que van surgiendo. Tiburones, tormentas y debilidades de su navío los acechan, generándose un clima tenso y en instancias agobiante. Kon-Tiki es una historia de superación y de un esfuerzo sobrehumano, tenaz, así como también una estampa acerca de valores, compañerismo y trabajo en conjunto. Una hazaña bien contada, que en su desarrollo encuentra los puntos más críticos y de mayor nervio, aunque no acabe de ocasionar una sensación de saciedad. LO MEJOR: agradable de ver, estimable. Bien narrada. Los pasajes de tensión. Lo interesante que resulta la aventura. Actuaciones. LO PEOR: no pule del todo la emoción. No invita a verla nuevamente. PUNTAJE: 7
Kon-Tiki, un viaje fantástico, es un interesante film de buena calidad, que a pesar de carecer de alma entretiene de principio a fin. Realmente merece su visión para poder conocer algo más sobre esta interesante aventura. Gracias a su impecable realización y su buen ritmo no aburre, a pesar de que la expedición obviamente debe haber sido mucho ...
A través del Océano Pacífico Frente a una película como Kon-Tiki (2012), uno se ve obligado a ofrecer una breve introducción acerca del tópico central. El film en cuestión retrata la famosa expedición homónima de 1947, en la que un grupo de seis hombres -liderados por el etnógrafo Thor Heyerdahl- recorrió casi 7000 kilómetros a través del Océano Pacífico, desde Perú hasta la Polinesia, a bordo de una balsa. El noruego consideraba que la región había sido poblada por vía marítima por sudamericanos en tiempos precolombinos, negando el paradigma antropológico reinante que afirmaba que los primeros contingentes llegaron desde Asia. Si bien en la actualidad se le ha dado algún mérito a las ideas de Heyerdahl mediante la comparación de muestras de ADN, el hombre en esencia estaba equivocado y hoy se recuerda su viaje, de rasgos prácticamente suicidas, más por su componente aventurero que por su valor científico intrínseco. Así las cosas, la propuesta sigue ese derrotero estándar que abarca los preparativos, los sinsabores del trayecto propiamente dicho y la llegada a destino. La historia no se aleja de la figura del enigmático Thor, dejando poco espacio para el desarrollo del resto de los personajes, quizás la falencia crucial de un guión muy simple. Resulta más que evidente que la obra se toma sus buenas licencias en lo que respecta a la dinámica de la travesía, exacerbando determinadas situaciones para beneficio dramático pero manteniendo a la vez una relativa quietud narrativa que convence sin grandes golpes de efecto, reproduciendo leitmotivs clásicos del cine de aventuras y utilizando apenas un puñado de recursos (los tiburones, las tormentas, la precariedad general y los conflictos eventuales). Vale aclarar que el film cuenta con dos versiones distintas, una en inglés de 95 minutos y otra en noruego de 118 minutos, por suerte en Argentina se estrena esta última. El opus de los realizadores Joachim Rønning y Espen Sandberg, responsables de la interesante Max Manus (2008) y la ridícula Bandidas (2006), no llega a maravillar con sus tomas preciosistas símil Una Aventura Extraordinaria (Life of Pi, 2012), sin dudas su hermana gemela en más de un aspecto, aunque desde su austeridad ideológica consigue construir un verosímil ameno que funciona perfectamente. En lo referido al elenco, se destaca en especial la labor de Pål Sverre Hagen como Heyerdahl y Anders Baasmo Christiansen como su mano derecha, los dos artífices centrales de esta pequeña epopeya…
Con mi balsa yo me iré a naufragar ¿Quién dijo que la ciencia es aburrida? En este film la aventura y el mundo científico van de la mano para contar una historia que, aunque increíble, está basada en hechos reales. La aventura y el suspenso nunca decaen y el espectador se sentirá parte de este viaje desde el primer momento. En el año 1947 el científico noruego Thor Heyerdahl decide que, para probar su teoría sobre cómo la Polinesia fue poblada por poblaciones sudamericanas y no asiáticas, debe realizar la misma travesía que aquellos. Para que su empresa tenga la suficiente credibilidad todo implemento moderno fue descartado e imitaron la balsa de madera que aquellos primeros viajantes hubieran utilizado. Se suman al viaje de Thor cinco aventureros osados como él. Los roces y los conflictos no tardan en aparecer y gran parte del film mostrará esta rara convivencia entre seis hombres en el medio del océano por más de cien días. A diferencia de otros films sobre balsas que naufragan en el medio del océano, en esta película nada es accidental. Navegar con una balsa de madera 8000 kilómetros es una decisión consciente de este científico que deseaba probar su teoría sea como sea. Quizás por eso se puede mirar a esta aventura con diferentes ojos, poniendo en juego no sólo el deseo de la supervivencia sino el de lograr el objetivo propuesto. Otro punto diferente es el retrato de los personajes en el barco y las relaciones que se forjan por la necesidad de sobrevivir y convivir por tanto tiempo. Este es uno de los puntos fuertes de la película pues el éxito o el fracaso de semejante empresa está también definida por sus tripulantes. La apuesta del film es principalmente reflejar tan ambiciosa misión de forma espectacular. Si bien la historia del noruego y su forma de pensar y ver el mundo es de por sí interesante, la película busca en general el efecto inmediato de la vivencia de estos improvisados marineros. No faltan así los típicos planos generales de la balsa en el mar, las típicas escenas de peligro frente a las amenazas de la naturaleza, y demás imágenes ya familiares. Todos elementos que, claramente, ayudan a darle vuelo y color a la historia, pero que hacen al film muy parecido a otros ya vistos. Hay una relación ambigüa que muestra el film respecto de Thor: un hombre que pretende acercar su posición teórica lo más posible a los hechos pero que a la hora de llevar adelante la experiencia parece dejar librado gran parte del destino a la fé. Esta tensión lo hace lindar con cierta locura que sus compañeros perciben claramente. Aún así todos apuestan a su convicción y se dejan liderar por este extraño científico. El film parece abrir un pequeño interrogante sobre los límites de la ciencia o al menos sobre si todo tiene una explicación meramente científica.
Una aventura extraordinaria Una aventura espectacular es la que impulsa este film noruego sobre un soñador que logró lo que otros creían imposibe: viajar desde Perú hasta la Polinesia a bordo de una balsa en 1947. El noruego Thor Heyerdahl sostuvo la teoría que la Polinesia había sido poblada desde América del Sur y no desde Asia como sostenían los círculos científicos de la época. Para eso se embarcó en esta travesía por el Oceáno Pacífico tal cual la habían realizado los aborígenes peruanos miles de años atrás en homenaje al Dios Sol. Kon-Tiki: Un viaje fantástico tiene puntos de contacto con Una aventura extraordinaria, el film de Ang Lee que este año se llevó varios premios Oscar y con la nacional Expedición Atlantis. En todas aparecen los sueños, el desafío y los miedos como si fueran otros personajes de la historia. Thor (al principio del film es un chico que le teme al agua y de adulto abandona a su familia para cumplir su objetivo) es acompañado por cinco jóvenes y un loro a bordo de Kon-Tiki, enfrentando las inclemencias del tiempo, los peligros del mar y la incertidumbre de llegar a destino. El film, que también conoció una versión documental en la década del cincuenta, reúne los códigos de la aventura y los potencia a través de un plano secuencia que muestra a una embarcación minúscula en medio de la inmensidad del mar. La trama acumula varios obstáculos que también aparecen bien explotados por marineros que son más pesimistas y realistas que el propio Thor. El resultado es una película que atrapa desde el comienzo, que fusiona drama familiar y soledad, en medio de ballenas, tiburones y desconocidas criaturas marinas que iiluminan la noche como en la realización dde Lee. La filmación fue también una odisea: 59 días en 6 países distintos y con el mayor presupuesto para un film noruego realizado hasta la fecha.
Hay géneros que por costumbre, están ligados al más industrial cine de Hollywood, más aún el llamado cine de género. Cada tanto, nos sorprende en cartelera un título que viene a desmentir ese encasillamiento, demostrando que desde otros países se pueden lograr producciones que nada tienen que envidiarle a aquellas, es más, hasta pueden superarlas. Un ejemplo es el cine de aventuras, y el caso Kon Tiki: Un viaje Fantástico, co-producción de Europa nórdica que llega a nuestro país con un importante retraso de más de un año luego de haber competido por un merecido Oscar a la Mejor Película Extranjera. Tomando el caso real de Thor Heyerdahl y un grupo de aventureros de diferentes áreas que emprendieron un increíble trayecto en barco desde Sudamérica hasta la Polinesia - con un noble propósito científico – la dupla de directores Joachim Rønning, Espen Sandberg entregan uno de los mejores films de aventuras de los últimos tiempos. El científico, antropólogo y aventurero Thor Heyerdahl dedica su vida a la exploración mundial en busca de nuevas teorías y territorios descubrir. Una de esas teorías dice que la Polinesia en realidad no fue ocupada en una primer etapa por asiáticos, sino por hombre de la Sudamérica Pre-Colombina. Los más sesudos analistas rechazan esta idea de plano, y ni sueñan con financiar el proyecto de investigación de Thor. Es así como el hombre da con una serie de cinco hombres, tan ávidos en aventuras como él y deciden entre todos y con ayuda de distintas donaciones financiar la expedición que demuestre la posibilidad de la teoría de Thor. Deben cruzar el Océano Pacífico hasta aquella isla, y hacerlo en las mismas condiciones que lo hubiesen hecho los Pre-Colombinos, esto es una rebla esencial para nuestro protagonista... pero la tarea no será fácil. Los seis hombres atravesarán todo tipo de peligros y penurias en pos de cumplir su cometido y será un verdadero desafío de voluntad para no dejarse vencer. Rønning y Sandberg, cuentan con un puñado de films como dupla, entre ellos quizás el más conocido sea la olvidable aventura en el Oeste de Salma Hayek y Penélope Cruz, Bandidas. De vuelta en la tierra que los vio nacer, Noruega, desarrollaron films mucho más personales, y Kon –Tiki es uno de ellos. No estamos frente a una de aventuras convencional, acá ritmo no es igual a convulsión, los efectos digitales no abruman hasta hacerlo todo plástico, la dupla (que también oficia como productores) creo un verdadero espectáculo aventuresco como los de antes, sin decaer ni un poco en el ritmo y en la tensión que crece y crece a todo momento. Filmada con preciosismo, planos secuencia completos, y una lente amplia que permite captar todo el panorama y la enormidad del mar, Kon-Tiki zambulle al espectador junto a los personajes, y los hace vibrar junto a sus emociones. También serán de destacar sus interpretaciones a cargo de actores locales todos de muchísima solvencia, capaces de transmitir cada uno de los sentimientos con mínimos gestos. Tal vez, algún memorioso, recuerde la “anécdota” de estos expedicionarios, durante la travesía, el verdadero Thor Heyerdahl fue filmando cada paso, logrando un documental estrenado mundialmente en 1950 y ganador de varios premios, entre ellos un Oscar. Ahora, estos prometedores directores logran captar la esencia de aquel viaje real y lograr casi las mismas emociones que aquel que lo vivió en realidad; el mérito no es para nada menor. Por último, un dato, Rønning y Sandberg ya han sido captados nuevamente por la lente norteamericana para una futura nueva entrega de Piratas del Caribe, esperemos puedan trabajar como la misma libertad imaginativa con la que se los nota en este maravilloso film.
Kon Tiki es una recreación desde la ficción de la histórica expedición que emprendió el explorador noruego Thor Heyerdhal en 1947. En una balsa recorrió el Océano Pacífico desde Sudamérica hasta la Polinesia, con el objetivo de demostrar que el poblamiento de ese país se pudo concretar por vía marítima desde América del Sur. La travesía de Heyerdhal luego se plasmó en un libro que fue best seller y terminó registrada en un cortometraje, escrito y dirigido por el propio explorador que ganó un Oscar en 1951. Esta película que llega a los cines esta semana recrea la historia detrás de esta expedición que en su momento fue considerada una idea suicida, ya que se creía que las chances de sobrevivir de Heyerdhal y sus colaboradores eran mínimas. Kon Tiki fue dirigida por la dupla de realizadores noruegos Joachim Ronning y Espen Sandberg, que hicieron el western Bandidas, con Penélope Cruz y Salma Hayek y que estarán a cargo de la próxima entrega de Piratas del Caribe. El film se luce en los aspectos visuales y la reconstrucción de los hechos donde logra engancharte con el suspenso y la aventura aunque ya sepas como termina la historia. Esa es tal vez la gran virtud que tiene este film que son esas pequeñas gemas que llegan a la cartelera y a lo mejor pasan desapercibidas porque no tiene difusión. Sin embargo se trata de una muy buena producción que trata un hecho histórico interesante y fue impecablemente realizada. Kon Tiki logró hacerle justicia a un hecho real que parece inventado por un guionista de Hollywood y a la extraordinaria determinación de Thor Heyerdhal, quien se jugó por alqo que se consideraba imposible de lograr.
KON-TIKI nos sitúa en 1947, cuando el mundo se sorprendió por el entusiasmo de un joven antropólogo y aventurero, quien emprendió una expedición asombrosa y peligrosa: un viaje de 8.000 kilómetros a través del océano Pacífico a bordo de la balsa Kon-Tiki, una embarcación que se deshace, rodeados de peligros. Si bien el guion no profundiza en el interior de los personajes y las actuaciones resultan demasiado teatrales, resulta una historia interesante, reveladora y profundamente humana que bucea en la obsesión de un hombre por probar hasta las últimas consecuencias sus teorías. Sin ser un prodigio técnico, el filme cuenta con algunas escenas bellamente filmadas y rescata el espíritu de las aventuras clásicas.
En 1947 (con el mundo todavía en plena crisis de posguerra), el antropólogo noruego Thor Heyerdahl decidió emprender junto con otros cinco acompañantes un largo viaje a bordo de una precaria balsa de madera construida con la misma técnica usada por aborígenes peruanos varios siglos atrás con la idea de demostrar su teoría de que la Polinesia había sido poblada desde América del Sur y no desde Asia, como sostenían los científicos de la época. Lo que reconstruye, entonces, esta ambiciosa producción (una de las más caras del cine escandinavo, con casi 17 millones de dólares de presupuesto) es la travesía de 7000 kilómetros -no exenta de desafíos y complicaciones- durante 101 días por el océano Pacífico desde el puerto del Callao hasta la Polinesia. No es la primera vez que esta historia de Kon-Tiki -nombre de la balsa, en honor al dios solar de los incas- se hace pública. De hecho, el propio Heyerdahl la convirtió en un best seller literario primero, y luego en un documental ganador del premio Oscar. Pero ahora, con todos los medios del cine contemporáneo a disposición (incluidos, claro, los efectos visuales concebidos en computadora), los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg la transformaron en un intenso drama de supervivencia (sacrificio, solidaridad y fortaleza moral) de épicas proporciones. Es que sólo uno de los seis tripulantes tenía conocimientos de navegación, mientras que el protagonista, Thor, ni siquiera sabía nadar. Y los tiburones, en esas aguas, abundan y acechan? Es cierto que la película pierde bastante en la casi inevitable comparación con la reciente Una aventura extraordinaria (Life of Pi), ya que el film de Ang Lee alcanzó mayores dimensiones líricas y espirituales, pero Kon-Tiki recupera con absoluto profesionalismo un estilo old-fashioned cercano al clasicismo hollywoodense, que hace muy eficaz y llevadera la narración. No extrañó, por lo tanto, que la Academia la nominara al Oscar al mejor largometraje extranjero. El público argentino tendrá la posibilidad de determinar si semejante reconocimiento fue o no merecido.
Espíritu de aventura en estado puro Dos directores noruegos decidieron recrear la legendaria historia del investigador Thor Heyerdahl, que en 1947 construyó una balsa y se fue a navegar por el Océano Pacífico para demostrar que Polinesia se pobló desde Perú. Tal vez para las generaciones actuales Kon-Tiki no signifique mucho, pero años atrás la mera mención de ese nombre era sinónimo de aventura. Kon-Tiki es el nombre de la balsa con la cual el investigador y biólogo noruego Thor Heyerdahl emprendió una de las expediciones más famosas del siglo XX. Kon-Tiki Un viaje fantástico es una película de ficción de origen noruego que cuenta esta famosa historia y posiblemente sea para muchos espectadores la primera aproximación a esta aventura. Thor Heyerdahl estaba convencido de que la población de la Polinesia se había producido desde Sudamérica y no desde Asia como hasta ese momento todos creían. Como la mayor objeción que encontraba era que nadie creía posible un viaje así 1500 años atrás en una balsa precaria, Heyerdahl decidió construir una balsa con materiales autóctonos peruanos y sin ningún elemento moderno, y emprender junto con una pequeña tripulación el viaje que podrían haber realizado los habitantes precolombinos. El resto es historia conocida, aunque la película se encarga de que cada peripecia y conflicto que los navegantes sufren se viva a flor de piel. Kon-Tiki logra que la aventura en el estado más puro se convine con un sutil tono documental, donde las situaciones, aun dramáticas y cinematográficas, no parecen estar llenas de artificios de ficción. La belleza de la película es también un agregado extra que conmueve profundamente. En su momento, Thor Heyerdahl escribió un libro que se convirtió en un best-seller traducido a docenas de idiomas y realizó un film documental que llegó a ganar el Oscar. Hoy, en 2013, donde la aventura parece acorralada en un mundo menos romántico, esta nueva película nos invita a recordar el espíritu y el hambre del ser humano por descubrir, explorar e ir más allá. Tal vez este film noruego sea para muchos algo demodé, pero tal vez sea por eso que su valor es doblemente importante. La grandeza y la belleza de lo que cuenta, así como la descripción de los aventureros que se lanzaron al mar, es conmovedora y movilizadora a la vez. Kon-Tiki es un logro tan heroico y valiente como la historia que cuenta. Y para los que aman la aventura, dentro y fuera del cine, es una película de visión imprescindible.
Producción noruega que recrea el viaje realizado por Thor Heyerdahl, y sus cinco compañeros que probaron que la polinesia fue poblada por los Incas. Por eso se embarcaron en una balsa construida con cuerdas de cáñamo, troncos, hojas de plátano, que fue impulsada por las corrientes marinas. Mucho de esa épica se refleja en este film cuya realización también fue una aventura.
Contra y viento y marea La epopeya del increíble viaje en balsa, espectacular y real. Cada vez que comienza la proyección de una película y se sabe que está basada en hechos reales, la sensación suele reiterarse: se teme que la ficcionalización agrande las cosas, la sobredimensione o arruine. Los ejemplos, lamentablemente, abundan. No es el caso de Kon-Tiki: Un viaje fantástico, que se basa en la historia y el best seller de Thor Heyerdahl, líder de un grupo de seis valientes (¿locos?) que realizó una travesía increíble, en 1947. Thor, que casi muere congelado de niño, sin saber nadar, y a quien el padre pide que le prometa que nunca hará nada peligroso -obvio, no promete nada-, es años después un etnógrafo, un científico convertido en expedicionario que, tras sus años de vida en la Polinesia, cruzó el Océano Pacífico en una balsa de madera, en 1947. Lo hace junto a otros cinco intrépidos navegantes, para probar que -en contra de lo que opinaban los otros científicos durante décadas, de que fueron los asiáticos los que las poblaron- los sudamericanos en la era precolombina pudieron cruzarlo como él, y llegar hasta las islas de la Polinesia. Luego de conseguir las donaciones y empréstitos para lograr la financiación del viaje, se tomaron 101 días para recorrer los 8.000 km. Al ser una producción noruega y no hollywoodense, éste no es un filme en el que las escenas de espectacularidad o de catástrofe sean las que tengan más peso, aunque los peligros existan y no se los minimice. Así las cosas, habrá ballenas y tiburones, muchos tiburones -y un par de escenas que ponen los pelos de punta-, tormentas de día y de noche, pero sobre todo el temor, manifiesto de unos y otros por no saber si en mar abierto están yendo en el curso debido, o si los troncos de la balsa ligera se separarán de un momento a otro. Contra viento y marea, la epopeya está contada y rodada prácticamente en exteriores, con amplias panorámicas, pero sin la grandilocuencia de Una aventura extraordinaria -que se filmó en un estanque-. Tiki es el dios del sol. Los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg le rinden tributo con un relato en el que confluyen la aventura, la solidaridad, el tesón y por qué no la fortuna, el destino, porque la casualidad no existe.
"Explorando recuerdos" En 1947 el explorador noruego Thor Heyerdal partió desde Perú junto a un grupo de 5 personas hacia la Polinesia para comprobar su teoría (sobre la cual venía trabajando desde hace varios años) de que algunas de las islas ubicadas en el océano pacifico habían sido pobladas por tribus sudamericanas precolombinas. Debido a que dicha hipótesis sonaba como un disparate en los círculos profesionales donde frecuentaba, Heyerdal no tuvo mejor idea que realizar esa hazaña al borde de una balsa construida completamente con materiales que, en su momento, podrían haber utilizado las antiguas tribus sudamericanas. Incluso para la construcción de dicha balsa se utilizó un modelo autóctono de tribus peruanas precolombinas, además de maderas y cuerdas hechas con cáñamo. Los tripulantes solamente llevaron consigo algunos elementos modernos como brújulas, una radio y herramientas necesarias para una sobrevivir en una odisea que duraría alrededor de 100 días. La radio, al igual que una cámara de video, fue utilizada para dejar registro de su epopeya. Años más tarde el material filmado en dicha travesía se convirtió en una película de 77 minutos que ganaría un Óscar en la categoría “Mejor Documental”. “Kon-Tiki: Un viaje fantástico” es el resultado del gran riesgo que corrieron los realizadores noruegos Joachim Ronning y Espen Sandberg, al decidir llevar adelante una película de ficción, basada en estos increíbles hechos reales, para contar la historia detrás de los mismos. Relatar de forma más humana todavía aquella travesía marítima que ya fue reflejada de forma precisa en el documental que filmaron sus propios protagonistas con el material recopilado en el lugar de los hechos no era tarea fácil. Sin embargo Ronning y Sandberg se valen de tres aspectos claves a la hora de construir su film: El increíble apartado técnico, las correctísimas actuaciones y el firme guión. Visualmente “Kon-Tiki” es abrumadora y espectacular. El trabajo que hicieron con los efectos especiales no solo para reflejar todo el viaje marítimo, sino también para la recreación de ciudades y paisajes, es cautivador y paga por completo la entrada del cine. Lo mismo ocurre con la edición de sonido y la banda sonora. La primera es un trabajo que también, al igual que el plano visual, vale la pena disfrutarlo completamente dentro de una sala de cine. Por su parte las partituras épicas y emotivas de Johan Soderqvist que musicalizan el film son sencillamente el mejor acompañante que tienen algunas de las hermosas escenas de “Kon-Tiki”. Por su parte las actuaciones de Pål Sverre Valheim Hagen, Anders Baasmo Christiansen, Gustaf Skarsgård, Odd-Magnus Williamson, Tobias Santelmann y Jakob Oftebro son correctísimas y se distribuyen el peso de la película en sus hombros a medida que avanza el relato, logrando crear esa tan importante química de tripulantes dispuestos a dejar todo por el bien común. Finalmente el guión, firmado por Petter Skavlan y el mismísimo Sandberg, te mantiene atrapado de principio a fin, con varias cuotas de suspenso, sin caer en demasiados clichés y emocionándote sin necesidad de golpes bajos o giros imprevistos en su parte final. La convicción al sostener una idea propia, el entusiasmo a la hora de hablar de ella, el asumir riesgos para defender una hipótesis, la felicidad de embarcase en un viaje que tiene como objetivos cumplir un sueño y la emoción de saber que todo el esfuerzo valió en algún punto la pena son algunas de las aristas que se lograron explotar de forma correcta en este relato ficticio sobre la travesía de los tripulantes del Kon-Tiki. El cómo se dice y el qué se dice son puntos claves a la hora de hablar del séptimo arte. Cuando ambos se combinan de forma perfecta, salen grandes películas para recomendar como es el caso de “Kon-Tiki: Un viaje fantástico”.
Una decentemente narrada historia real con un peculiar personaje. Con su nominación al Oscar y el hecho de que por esta película sus directores fueron contratados para dirigir la próxima Piratas del Caribe, sabía que por lo menos iba a entrar a ver una película de calidad; les soy sincero: salvo por estos dos detalles, la historia de unos balseros noruegos no suscitaba mucho mi atención. Pero afortunadamente la historia de estos balseros está narrada con mucho oficio y con la misma valentía de sus verdaderos protagonistas. ¿Cómo está en el papel? Es la historia de Thor Heyerdahl, explorador noruego, quien quiere comprobar su teoría de que la Polinesia fue colonizada por aborígenes sudamericanos en épocas previas a Colón. ¿Cómo va a comprobar tal cosa? Construyendo una balsa con los mismos materiales utilizados por los aborígenes, y cruzar, a lo largo del Océano Pacifico, la distancia que separa Perú de la Polinesia. Obviamente esto implica el enfrentarse a diversas manifestaciones climáticas, tiburones, el deterioro de la barca a medida que pasa el tiempo, y la reticencia de su protagonista de valerse de cualquier insumo moderno salvo la radio con la que comunica sus hazañas al mundo. El guion sabe repartir con elegancia las complicaciones a lo largo del segundo acto para proveer de un nudo atractivo a la película. Las dos únicas contras que le encuentro son algún que otro tiempo muerto, y el estirar algunas situaciones sin necesidad. Pero aparte de eso, estamos ante un guion decentemente elaborado. La galería de personajes que integra la tripulación es pintoresca y le da una pizca de comicidad a la peli que no le viene mal. Pero lo verdaderamente admirable es el desarrollo de personaje que le otorga a su protagonista. Como en todas las buenas películas, esta es una película sobre una expedición, pero no es la historia de una expedición. Es la historia de un hombre que se la juega por su visión; que tiene una creencia tan firme en lo que hace, una confianza en como lo quiere hacer y una persistencia a pesar de todos los tropiezos pasados y presentes, que es capaz de pagar el más alto costo para ver realizada esa visión. ¿Cómo está en la pantalla? El aspecto visual de la película es notable. Los directores ponen la cámara a centímetros de la cara de los personajes –en sus ojos más precisamente––, lo que viene a rectificar lakon-tiki cuestión de que esta película es mas sobre los que integran la expedición, que la expedición en sí misma. Pero lo que es doblemente meritorio es que encontraron una propuesta visual y narrativa rodando en pleno océano, poniéndose ellos (al igual que los actores y el equipo técnico) a la altura de la historia que estaban contando; sometiéndose a los mismos riesgos de los verdaderos exploradores. La película podrá gustar o no gustar, pero solo por esto uno debe quitarse el sombrero porque no cualquiera se anota a una travesía de esta naturaleza. Conclusión Una aventura narrada con mucha habilidad, de la mano de unos realizadores con una visión tan determinada como la del personaje en quien se inspiran. No será una obra maestra, pero por los riesgos asumidos y por lo que se ve en pantalla, no se puede negar que es increíblemente lograda. - See more at: http://altapeli.com/review-kon-tiki-un-viaje-fantastico/#sthash.DkKNecHz.dpuf
Gran recreación de epopeya demencial "Ninguna investigación cientifica puede desarrollarse detrás de un escritorio" asegura Thor Heyerdal en un momento clave de esta gran película histórica y biográfica, que también puede verse como una de aventuras. Los que recuerdan el viejo documental ganador del Oscar sobre la odisea de la balsa Kon-Tiki, saben la increíble dimensión de esta epopeya demencial para demostrar, de manera empírica, que los habitantes del Perú precolombino navegaron en balsa 8 mil kilómetros de Océano Pacifico para llegar a habitar la Polinesia. Una cualidad especial de este nueva "Kon-Tiki" es poner el énfasis justamente en lo alocado de la odisea, empezando por detalles como que el mismo Heyerdal ni siquiera sabia nadar, o que uno de sus principales asociados y camaradas de la aventura no tenía la menor experiencia marítima, ya que era sólo un vendedor de heladeras al que conoció en un bar neoyorquino de mala muerte. La ambientación de época es de gran nivel y especialmente rica en imágenes, teniendo en cuenta que va desde la niñez del arqueólogo aventurero en Noruega, hasta la década que vivió como un indígena de piel blanca en la Polinesia buscando los secretos del Dios Tiki, pasando por los intentos en Nueva York para conseguir fondos para su expedición y los meses previos en Lima donde, varado y sin dinero, pidió ayuda al presidente peruano (con el gran argumento de que "los antiguos peruanos descubrieron la Polinesia"). Por supuesto, las cosas se ponen más intensas cuando la Kon-iki se hace a la mar, y en este sentido hay que decir que los codirectores Roenning y Sandberg exponen la expedición no sólo con el suspenso y la angustia del caso, sino con la crueldad y delirio de un asunto que terminó bien casi por milagro. Se podria decir que esta era una historia digna de Werner Herzog. El ritmo no cesa nunca, y las imágenes son deslumbrantes. La película esta formidablemente bien filmada y narrada, y el score musical atrapa al espectador mucho después de terminada la proyección. Dado que también hay sentido del humor, y hasta algunos vericuetos de la vida personal de Thor Heyerdal, se podria decir que otro gran logro de "Kon-Tiki" es tener algo que ofrecer a espectadores de los gustos mas variados.
"Life of Pi y Kon-Tiki son las dos aventuras oceánicas de este año. Ambas son películas de viajes trascendentales humanos, el primero desde la imaginación, la poesía y lo espiritual. Este, desde el poder y la determinación que despierta una idea". Escuchá el comentario. (ver link).
Kon-Tiki es un triunfo de la cinematografía noruega, de la europea en general si vamos al caso, ya que pocas veces se puede ver una producción extranjera tan bien lograda, arriesgada y visualmente poderosa. No hace mucho, Hollywood vio el caso de un náufrago en circunstancias extraordinarias con Life of Pi, que personalmente fracasó en lograr una conexión humana con su protagonista. En cambio, la aventura presentada por Joachim Rønning y Espen Sandberg es, como reza el título, un viaje fantástico no de aventuras, si de aventureros. La temida monotonía que aparentemente conlleva este tipo de películas, la suple con escenas maravillosas de naturaleza salvaje bastante sobrecogedoras. Entre los méritos de la película resalta la fidelidad a los hechos históricos. Si bien esto aporta poco a los que esperaban un film lleno de intriga o un drama psicológico entre quienes cruzaron en una reducida balsa el portentoso Océano Pacífico, el film hace hincapié en subrayar la aventura magnífica de lo que significa estar en medio de un océano al margen de cualquier civilización y de lo que significó para los hombres de hace 1500 años realizar un viaje en balsa hacia lo desconocido, cuando aún no existían mapas prestablecidos, cuando el encuentro con las islas de la Polinesia no era más que una reducida posibilidad y cuando la navegación era un paso a lo inexplorado. La premisa principal trata de la superación de uno mismo, la lucha de Thor Heyerdahl -un magnífico Pål Sverre Hagen- por cumplir sus sueños y demostrar su teoría. Aunque le cueste la vida, aunque le haga separarse de su mujer y sus hijos, él vive para su sueño. Es una de esas obras inspiradoras, creadas para que al terminarla inunden las ganas de realizar todo lo que no se ha hecho en la vida. Puede que luche por encontrar un nicho para un público correcto -intenta ser una aventura mágica con momentos de animales submarinos de forma preciosa para luego ver escenas bastante gore, con lo cual puede resultar infantil para adultos y para niños lenta y sangrienta- pero suple la carencia de tono con una buena dirección y sustancia, lo que hace que la próxima película de la dupla noruega, la quinta entrega de la saga Piratas del Caribe, sea un espectáculo digno de ver en el futuro. Kon-Tiki es un film muy bien construido y relatado, las escenas en alta mar son magistrales, algunas hermosas y otras poéticas, algunas calmas y otras agresivas entre el sinfín de odiseas que estas personas tuvieron en su viaje. Algunos momentos de tensión están muy bien manejados, pero sobre todo es una historia que trata de mostrar ésta travesía de la forma más realista posible.
Es un viaje, pero no tan fantástico El viaje de la balsa Kon-Tiki, que con seis hombres a bordo navegó cerca de ocho mil kilómetros desde las costas peruanas hasta un atolón de la Polinesia, fue uno de esos logros del espíritu humano que marcó a toda una generación, el equivalente en los años ’40 de la llegada a la Luna dos décadas más tarde o del primer vuelo transoceánico de Lindbergh veinte años antes. Con una diferencia: más allá del uso de compases, sextantes y una radio, el grupo de navegantes noruegos comandado por el etnógrafo Thor Heyerdal no hizo uso de los avances científicos y tecnológicos, más bien todo lo contrario. Kon-Tiki - Un viaje fantástico es la versión cinematográfica bañada en bronce de una hazaña que forma parte de los libros de historia y que ya tuvo no sólo un relato oficial en forma de libro, sino además su propio documental, ambos firmados por el propio Heyerdal, el último de los cuales resultó ganador de un Oscar en 1951. Nominada a su vez al Oscar en la categoría “extranjera” el año pasado, la de Joachim Ronning y Espen Sandberg es una de esas películas sobreproducidas, aplaudidas en su país de origen y enviadas sin dilaciones para su consideración por los miembros de la Academia de Hollywood. Y es que, ejemplo de tesón, templanza e incluso de fe, la historia del sexteto de rubios nórdicos en su lento peregrinar marítimo es un material demasiado seductor desde el punto de vista de la producción. Luego de una dilatada introducción encargada de describir al protagonista en viajes previos y en una anécdota de la infancia que, cuándo no, parecería marcar cada paso de su vida (maldito cliché de las biopics), Kon-Tiki avanza en la presentación de los integrantes del grupo y los desesperados intentos por reunir el presupuesto necesario para construir el primitivo navío. En esas escenas en Nueva York y Callao, Perú, los realizadores hacen gala de un imponente budget, utilizado en parte en la recreación, vía efectos digitales, de las locaciones de época. Pero el abuso del CGI llegará más tarde, ya en pleno viaje, cuando la cámara se eleve hasta la estratosfera para volver a caer luego sobre la solitaria balsa, en una escena que parece tomada de uno de esos documentales televisivos sobre el origen del Universo. A su vez, el film confía demasiado en la presencia de los tiburones, obligados a generar suspenso en varias secuencias, aunque al menos una de ellas termina con un sorpresivo y sangriento desenlace, uno de los pocos momentos de verdadera tensión narrativa. El resto es pura rutina y didactismo, atravesados por metáforas evidentes (el cangrejo resistente, el montaje paralelo con sendos ocasos) y la sensación de que nada de lo que se ve y oye en pantalla es tan interesante como debería serlo. Dato curioso: hoy Heyerdal es un héroe en Noruega pero, más allá del famoso viaje, su teoría hiperdifusionista sobre la presencia de nativos americanos en la Polinesia ha sido refutada en más de una oportunidad. Algo que el film contradice con terquedad y más allá de las evidencias. Es que la ciencia es una cosa y el entretenimiento otra muy distinta.
Una aventura extraordinaria (de verdad) Los planos de Kon-Tiki: Un Viaje Fantástico simplemente apabullan. Podría decirse que en los escenarios elegidos para hacer transcurrir la película es imposible tirar un plano feo aunque uno se lo proponga pero si a eso le sumamos una gran sensibilidad para la selección de los encuadres, planos secuencia magistrales y la colorimetría perfecta tenemos como en este caso una fotografía tan bella que en varias ocasiones suele distraer de lo que se está contando. En realidad lo que se está contando es una historia más de superación personal basada en un hecho real, la diferencia es que su procedencia es Noruega y eso que no parecería ser tanto termina siendo bastante. Kon-Tiki: Un Viaje Fantástico narra la odisea de Thor Heyerdal y otros cinco muchachos, que en 1947 decidieron cruzar el océano Pacífico saliendo de Lima para llegar a la Polinesia en una rudimentaria balsa construida exactamente como la hubieran construido los aborígenes peruanos para comprobar de esta manera que los primeros pobladores de esas islas habían sido sudamericanos y no provenientes de Asia como se creía. El film transcurre con un interesante ritmo interno, generando tensión e incluso dramatismo sin recurrir a la puesta en peligro de los protagonistas en cada secuencia. Cuando uno termina de ver Kon-Tiki: Un Viaje Fantástico nota que de hecho los momentos de riesgo que quedaron en el metraje son muy pocos y sin embargo la sensación de peligro es constante. Esas pocas situaciones (muy bien dosificadas) son cruciales y cargan con mucho simbolismo espiritual sin necesidad de ser remarcadas con fibrón flúor como en Life of Pi (película con la que será comparada inevitablemente). Los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg deciden narrar la historia como lo hacían las cintas épicas hollywodenses, incluso conservando los lentes angulares de ese cine como estética y reduciendo considerablemente el uso del CGI en comparación de la media en el cine de aventuras del Hollywood actual. Kon-Tiki: Un Viaje Fantástico tiene aventura exterior e interior; desarrollo humano y espiritual y todo eso sin pretender aportar metafísicamente al desarrollo de la consciencia universal. Es el hombre frente a la naturaleza en plan de pura supervivencia. El opus de Rønning y Sandberg cuenta con buenas actuaciones que funcionan racionalizando las expresiones confiando en que el espectador a medida que se adentra a la películatoma consciencia de lo que se significa cada traspié de la expedición para cada uno de los tripulantes de la balsa. En Kon-Tiki: Un Viaje Fantástico pueden trazarse los perfiles de cada uno de estos hombres e incluso su pasado a pesar de que algunos tienen sólo unas pocas participaciones. Este acierto permite un resultado bastante orgánico en el tono final de la película y ahorra al espectador de presenciar grandes cataratas de dramatismo exacerbado que suelen ser acompañados de bandas sonoras efectistas que intentan resolver la curva dramática ausente. Si las películas de aventuras y superación personal son de su agrado Kon-Tiki: Un Viaje Fantástico reúne las condiciones necesarias para convertirse en uno de los mejores del año. Es una buena historia, está muy bien narrada y mantiene una espectacularidad visual bastante naturalista.
Extraordinario y prefabricado Thor Heyerdahl quiso probar concluyentemente una idea bastante arriesgada: la Polinesia fue conquistada de este a oeste por nativos americanos. Ante el descreimiento de la comunidad científica, y la potencia de su ego, decidió hacer una expedición en una balsa rudimentaria construida con métodos de los antiguos pobladores peruanos, para viajar por el Pacifico a merced del océano hasta llegar a la Polinesia. Todo esto obviamente publicitado hasta el hartazgo para causar el mayor impacto posible. El 7 de agosto de 1947 la balsa Kon-Tiki llega a una de las islas del archipiélago, y la expedición y sus tripulantes se vuelven célebres y testimoniales del famoso “espíritu humano para alcanzar sus propósitos si se lo propone”. En rigor lo que probó este viaje es que era posible que algunos habitantes americanos hubieran llegado a la Polinesia en la antigüedad; también la capacidad de Heyerdahl para sacar provecho de su expedición ya que escribió un libro que se convirtió en best seller y produjo un documental muy interesante que hoy se puede ver en Youtube, y que ganó el Oscar en 1951. Entonces ¿a qué viene esta película de Joachim Rønning y Espen Sandberg? En principio digamos que es una actualización de este pequeño mito del Siglo XX, ya un poco olvidado, aunque con justicia, ya que su verdadera trascendencia fue por aquellos años de fin de la década del cuarenta. Los directores pretenden ver en Heyerdahl un ser épico, alguien que va en contra de los obstáculos con vehemencia porque piensa que está en lo correcto, y un poco de eso hay en este personaje, sólo que la película lo cuenta desde un lugar más bien exagerado. Más allá del viaje dificilísimo, una durísima prueba de carácter, lugar en que – dicho sea de paso- Heyerdahl se metió solito; los obstáculos que nuestro explorador noruego tuvo que enfrentar para lograrlo son absolutamente lógicos. Entonces vienen los lugares comunes de este tipo de biopics: la comunidad científica desconfía de la validez y necesidad de la expedición, su esposa tiene miedo de que se muera y luego de empezado el viaje sus propios compañeros comienzan a dudar de él. De hecho la película tarda unos cincuenta minutos en explicar esto y se vuelve bastante monótona. Pero… ¿y qué esperaban? Heyerdahl es un egoísta megalómano y quiere hacer esto para demostrarles a todos que están equivocados. Alguien debió decir eso en la película. Rønning y Sandberg parecen querer encontrarle matices a su personaje, pero siempre de algún modo terminan tratándolo demasiado bien y exagerando la importancia de su travesía. Me recuerda a un chiste maravilloso de Los Simpson, cuando el señor Burns le dice al equivalente mexicano de Spielberg, Spilimbergo, que quiere que haga con él lo mismo que Spielberg hizo por Schindler. Kon Tiki: un viaje fantástico intenta todo el tiempo hacer de Heyerdahl y su expedición una literal odisea desde su concepción hasta su finalización, si hasta tiene que mostrar una escena con unos tiburones que los persiguen que es sangrienta, sensacionalista e imposible, por el tamaño de los tiburones que muestra la película y por lo que hacen con ellos. Más hermosa, rigurosa y bien lograda es la escena del encuentro con el tiburón-ballena que es un momento realmente extraordinario, el sueño de todo naturalista. Kon Tiki: un viaje fantástico termina contando cuál fue el punto de inflexión de la vida de Thor Heyedahl. Como consecuencia de este viaje se volvió célebre y rico y también divorciado. También desnuda sin querer lo artificial de todo el asunto, el viaje del Kon Tiki es más bien una gran movida publicitaria de cierto interés científico. Dos décadas después este lugar sería ocupado por la carrera espacial.
Cerca de la gloria y lejos de todo “Quizá hemos sido aceptados por la naturaleza”, dice en un momento Thor, el capitán de estos balseros noriegos que en 1947 recorrieron 8000 kilómetros a bordo de una precaria balsa de troncos, construida con la misma técnica usada por aborígenes peruanos, para demostrar que la Polinesia había sido poblada desde América del Sur y no desde Asia, como sostenían los científicos de la época. Es un logrado drama de supervivencia que rinde tributo al afán aventurero del hombre y exalta la solidaridad, la fuerza moral y el coraje. Y en el fondo, un homenaje a la naturaleza, dueña y señora de la suerte de estos intrépidos viajeros. En esa travesía, las tormentas, los tiburones y los cientos de contratiempos ponen a prueba día a día la fuerza de espíritu de esos seis hombres, que se lanzan al océano sostenidos por su fe, porque incluso algunos de ellos ni sabía nadar. El film que rodaron durante este viaje de 101 días en su momento ganó un Oscar. Esta es, por eso, una reconstrucción, beneficiada por los avances técnicos. La soledad, la interrogación, las dudas, las largas jornadas llenas de cielo y silencio, todo se suma a este desafío que al final también deja una reflexión sobre los misterios de la distancia, esa inmensidad que al capitán Thor le permitió amarrarse a la gloria pero naufragar en el amor.
El verdadero Thor Sí, el verdadero Thor. Ni el dios del trueno de la mitología nórdica, ni el superhéroe de la cultura pop norteamericana. Uno de carne y hueso, que coronó una de las epopeyas más importantes de la historia moderna de la humanidad. El "arqueólogo experimental" Thor Heyerdahl, en 1947, para probar su teoría de que los Incas habían descubierto la Polinesia (con todas las derivaciones científicas concomitantes), desafió a los intelectuales y rompió la barrera de lo que para esa época era una locura. Surcó el Océano Pacífico por más de ocho mil kilómetros, junto a otros cinco hombres, sobre una balsa de troncos y cañas como las que debían haber construido los nativos sudamericanos en la era precolombina. Kon Tiki es una muy buena película, coproducida por varios países europeos, y contada como una entretenida aventura, no exenta de emociones fuertes y hasta de enseñanzas. El filme comienza mostrando el temple de Heyerdahl, que decidió vivir junto a su esposa en una choza, durante 10 años, en Polinesia, para reforzar sus suposiciones. Luego, narra cómo es su búsqueda de dinero para echarse a la mar, y las incontables experiencias del viaje. Flotan sutilmente reminiscencias de los viajes de Simbad y las expediciones de Charles Darwin. El mismo Thor Heyerdahl escribió un libro sobre sus experiencias en este viaje, al que llamó como la balsa de su periplo: Kon Tiki. El libro fue traducido a varios idiomas y vendió 50 millones de ejemplares. En 1950, además, dirigió un documental sobre el viaje que ganó un Oscar, premio al que también estuvo nominada esta película (como Mejor Película en Lengua Extranjera) que merece ser tenida en cuenta.
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Ortega y Gasset escribió aquello de ser “el hombre y su circunstancia”. Tal vez la del explorador sea la circunstancia “más elegida” a la hora de analizar los diferentes momentos de su vida. En definitiva es el hombre impulsado por la curiosidad o el inconformismo ante las estructuras establecidas y aceptadas. El que no sólo dice “no puede ser” cuando le cuentan que La Tierra es plana, además va a probarlo poniendo el cuerpo, el alma y sus convicciones. La gesta de Kon Tiki remite inmediatamente a 1984, cuando el argentino Alfredo Barragán y sus amigos quisieron probar que antiguamente ya se cruzaba el océano siguiendo ciertas corrientes marítimas. Lo hicieron también en balsa, desde las Islas Canarias a Venezuela. Cuatro años después se estrenaba el registro documental de aquél viaje, la indispensable “Expedición Atlantis” (1988), una singular y atípica producción nacional. Pero 37 años antes de ese viaje, en 1947, ocurrió otro cruce de características épicas. Era para probar que las civilizaciones precolombinas pudieron haber cruzado el Océano Pacífico. Del Perú a la Polinesia por ejemplo. ¿Por qué los ídolos, totems y fetiches se parecen tanto entre los Incas y las tribus cercanas a Nueva Zelanda? Esta y otras preguntas que obedecen a la curiosidad científica fueron los disparadores de ese viaje, también en balsa. La gesta de Barragán tiene muchas coincidencias con la de Thor Heyerdal. Ambas fueron en el mismo tipo de embarcación, cruzaron océanos y en ambos casos se hizo un registro fílmico que terminó en sendos documentales estrenados, curiosamente, cuatro años después de sus respectivos viajes. En el caso de Kon Tiki (1950) ganó el Oscar a mejor documental. Por último su versión de ficción del mismo nombre, es la película enviada a los premios de la academia de Hollywood en 2013, y es la que ahora se estrena entre nosotros. Thor Heyerdal (Pål Sverre Hagen) es un científico explorador flaco, alto, de contextura caricaturesca, pero muy obstinado a la hora de probar sus teorías antropológicas. Debe vivir tal cual los seres que estudia. Bajo esta premisa se embarca junto a un grupo de hombres para llevar a cabo, en la balsa que le da nombre a la obra, la expedición antes mencionada. Por supuesto, “Kon Tiki, un viaje fantástico” narra la experiencia y sus consecuencias. La dupla noruega Joachim Rønning - Espen Sandberg lleva años trabajando en conjunto. Se nota en el producto final. Ambos manejan con solvencia narrativa tanto el preámbulo de la historia, útil a la construcción del personaje principal con sus obsesiones; como el desarrollo del viaje per sé. Hasta tuvieron que modificar una de las personalidades del grupo. Así vemos a Herman Watzinger (muy bien interpretado por Anders Baasmo Christiansen) como un tripulante temeroso y escéptico que aporta algunos tintes dramáticos, para poder sostener la tensión generada por el aspecto indefenso de la embarcación frente a la imponencia del agua y sus inclemencias. En realidad, el viaje verdadero salió demasiado bien. Lo suficiente como para carecer prácticamente de conflicto. Por eso los cambios. Bellamente filmada, compaginada y fotografiada, “Kon Tiki, un viaje fantástico” aporta visualidad más rigor histórico para ayudar al espectador a entender el tamaño de semejante empresa. Sin embargo, hay una elección de los directores que por momentos atenta contra el ritmo narrativo. Mientras que la primera hora tiene un dibujo casi perfecto del personaje, éste deja desde el inicio del viaje en adelante de ser el catalizador absoluto de todo lo que sucede. Esa personalidad va abandonando esa suerte de omnipresencia para dejarle el lugar al viaje, al resto de la tripulación, y a los elementos periféricos como el clima o los tiburones. Es decir, hay una energía que se dispersa quitándole algo de dramatismo al producto final. Claramente este no es un factor determinante para disfrutar del producto final. La realización es ante todo una aventura bien contada que vale la pena cada centavo de la entrada.
Yo soy la aventura. Antes que nada, hay que aclarar que Kon-Tiki NO es un documental, sino una película de ficción basada en hechos reales pero, como siempre, exagerados y dramatizados para intensificar la experiencia del espectador, algo por lo que no podemos culparlos, claro, ya que es la forma más tradicional de llevar hechos reales a la pantalla. Kon-Tiki nos remonta a 1947, cuando el antropólogo noruego Thor Heyerdahl quiso probar su teoría que la Polinesia fue habitada por nativos de América del Sur, y no por asiáticos, como estaba aceptado. Y para probarlo no se le ocurrió una mejor forma que unir a otros cinco locos, armar una balsa super precaria y lanzarse a una travesía de más de 7000 km por mar abierto, haciendo equilibrio con sobre maderitas sobre la inmensidad del Pacífico, el océano más peligroso e imprevisible del planeta. kon-tiki-2-locoxelcine Es difícil no caer en la comparación y pensar que Kon-Tiki es de alguna forma la versión “barata” (costó cerca de 18 millones, una barbaridad para el cine escantinavo) de Life of Pi, la gran ganadora en los Oscars del año pasado. Y es verdad que hay muchos puntos en común, sobre todo desde el lado humano, pero Kon-Tiki supera a la versión de Lee en su simpleza. Mientras que en Life of Pi todo era CGI, grandes efectos tridimensionales y trabajos digitales incunables, aquí es todo directo, algo mucho más amistoso para la audiencia que no se tragó del todo el mensaje new age que dejó la película del joven indio y el tigre en el bote. Kon-Tiki es, sobre todo, aventuras. Es el hambre de explorar y, claro, el ego de querer tener razón. Esta maravillosa historia quedó plasmada para siempre en forma de libro y de documental, pero ahora era el turno del cine de recontarla, y también, reinventarla en algún punto, para crear una película sólida, divertida y con un mensaje clarísimo para todos, sin importar raza, credo o posición política.
Por algo estuvo nominada como la mejor película de habla no inglesa en los últimos premios Oscars. Hermosa embarcación de madera que se dispone a cruzar el océano Pacifico y ¿lo logra? Película con excelente fotografía pero con una historia a la que le falta profundidad en sus diálogos y hasta en los momentos de acción, le falta tensión, pero que igualmente es para ver. La dirección es impecable y te mantiene alerta durante las casi 2 horas que dura. La clave de Kon Tiki es la aventura del descubrimiento y mas allá de algún que otro choque, va muy bien.
Junto a Una aventura extraordinaria, Capitan Phillips y Titanes del pacífico, Kon-tiki es uno de los pequeños grandes films marítimos del 2013. Pero entre las grandes películas de este año también hay películas grandes, no marítimas aunque sí oceánicas como Gravedad o Cloud Atlas, y todo lo enorme y ambicioso de estas últimas también aplica a Kon-Tiki. Así como Gravedad buscaba una cosmovisión literal en las órbitas del planeta, el film de los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg tiene su breve paseo por el espacio: ese instante de desvío, casi sorprendente en su atrevimiento, es apenas la señal más visible de la grandeza de este film pequeño y a la vez felizmente oceánico. La idea de protagonismo en la película también está muy cerca de ese plano secuencia al espacio; bifurcación que no por nada sigue a la sensación de sus personajes de que podrían ser tan importantes como un pez o una gaviota. La sensación no es del todo errada: con el único objetivo de probar la teoría de que indígenas precolombinos peruanos pudieron haber llegado hasta la Polinesia, este grupo de hombres noruegos se propone en 1947 subir a una balsa y navegar a través del pacífico para comprobarlo. El autor de la teoría y líder en la aventura es el explorador Thor Heyerdahl, un serio y solitario personaje principal al que Kon-Tiki destaca no sin intentar huir de su magnetismo. Al revés que Jobs o Capitan Phillips, Thor arriesga la centralidad de su figura en cada plano y no sólo puede perderse entre los demás hombres sino también ceder ante el carisma de un cangrejo, un loro o un grupo de tiburones. Del enigma de las relaciones entre todos ellos se crean los obstáculos: los hombres están siempre al borde de la caída o envueltos en un halo de misterio por momentos próximo a lo fatídico, hecho que se desvanece cuando se arriesgan por el otro o cuando simplemente esbozan una sonrisa de confianza. La sorpresa, la tensión y el desvío funcionan como recursos narrativos y también como forma de mirar: el fuera de campo y, por qué no, el fuera de espacio, permiten a la película construir su cartografía de ilusiones, como chispas que se encienden primero en la historia y la política, luego en la figura de Thor y más tarde quizás en la religión, la amistad, la libertad o el amor. Por ese devenir cambiante de sus hechos, coordenadas y protagonistas es que nunca se sabe bien qué es eso que la película en realidad quiere contarnos. Sin lugar a dudas, mucho más de lo que significa recrear un suceso real y también algo más que la historia de vida de un visionario aventurero. Otra vez, el viraje hacia el espacio puede ser una pista: ¿por qué abandonar el curso de la balsa para ver al planeta desde afuera, si no para ensanchar el terreno de la ficción? Por eso es que, así como Gravedad se vuelve realmente épica en el descenso a la tierra, Kon-Tiki lo hace a partir de la operación contraria; en la elevación hasta el espacio, la película toma esa pequeña aventura en el mar y la enlaza con el curso del mundo. Así de enorme es la valentía de uno de los pequeños grandes estrenos de este año.
El viaje de Thor Con elementos básicos (en particular, su narrativa llana), esta película relata la épica de Thor Heyerdahl, científico noruego que en los años cuarenta viajó en balsa desde Perú hasta la Polinesia para demostrar que esta última fue poblada, 1.500 años atrás, por nativos sudamericanos. El film muestra los distintos viajes de Thor y su mujer Liv hasta desembocar en el enclave polinesio de Fatu Hiva, donde una tarde el anciano Tei contó a la pareja cómo el dios Tiki llegó en tiempos inmemoriales desde el oriente. Thor viaja a Nueva York, infructuosamente, en busca de financiamiento para su travesía, hasta que decide arriesgarse con sus propios medios y un equipo de cinco amigos, y partir en balsa desde Callao, Perú. El viaje de Thor a bordo de Kon-Tiki, una epopeya de ocho mil kilómetros sólo explicable por su linaje vikingo, no está exento de los clásicos peligros marítimos (tiburones, tormentas); es lo que decenas de veces mostró el cine. Pero la maravillosa fotografía, con una lograda escena final, compensa el lado flaco de un film sin más pretensión que revivir un hecho histórico y hacer pasar un buen rato.
Aventura tibia Otra semi decepción épica de verano... No porque la película sea mala, lejos de eso, sino porque su relevancia no llega a ser transcendental, ni espectacular como prometían las promociones y los galardones que exhibía el producto. "Kon Tiki" trata sobre una aventura interesante, que proponía ver en formato cinematográfico la hazaña de un noruego loco (Thor Heyerdahl) que para afirmar una creencia "científica", decidió hacer un viaje desde Callao en Perú hasta la Polinesia en una balsa de madera construida a la vieja usanza, como hicieron los aborígenes de la época. Hasta acá todo iba bárbaro, incluso es una producción de alto presupuesto con buenos efectos visuales y sonoros, algo fundamental para un producto de este tipo. El problema de "Kon Tiki" es la falta de empatía de sus personajes con los espectadores. De algunos de ellos sólo sabemos el nombre (con suerte) y no mucho más, lo que nos impide sentir algún tipo de cercanía más copada. Es como que al final de cuentas no nos importa mucho que suceda con ellos individualmente, sólo queremos ver llegar el navío a su destino y cuantas criaturas marítimas nos ofrezca la producción. Por otro lado, sentí que le faltó drama, riesgo, suspenso, cuestiones que seguramente deben haber aflorado en muchas ocasiones durante la travesía, pero acá sólo se perciben con tibieza y timidez. Tiene un tratamiento medio frío y lineal de su guión, por momentos hasta de tintes inocentes e infantiles. Creo que a muchos nos hubiera encantado encontrarnos con una trama más jugada, que permitiera reír y sufrir como si estuviéramos ahí viviendo todo, pero en cambio nos encontramos con una peli de aventuras bastante correcta que no se animó a ir más allá de lo evidente. Creo que al espectador más ávido de experiencias y sensaciones, le va a pasar algo parecido a lo que yo viví, no le va a parecer la gran cosa pero la disfrutará, mientras que el amante incondicional del género aventura se va a dar por satisfecho con algunos momentos de tensión auspiciados por tiburones blancos hambrientos y un tiburón ballena muy logrado a nivel efectos especiales.
"...La película es muy entretenida, es muy emocionante; realmente me emocionó hasta las lágrimas. Está muy bien hecha, nominanda al Oscar a la mejor película extranjera..." Escuchá la crítica radial completa en el reproductor. (Ver link)
Es bastante conocida la historia de aquel Thor Heyerdahl, que quiso probar que los nativos prehistóricos sudamericanos podrían haber viajado de América a la Polinesia con casi nada, una balsa de troncos. El documental sobre esa expedición fue un clásico, y esta reconstrucción a toda tecnología es una buena película de aventuras sin mucho vuelo pero con buenas imágenes. El cuento aún espera una buena adaptación en imágenes, aunque esta está cerca.
Kon Tiki es otra de esas historias reales que cuesta creer que hayan sucedido, y que son un breve tratado sobre la fuerza humana y lo que es capaz de hacer un hombre cuando realmente se lo propone. Lo sucedido aquí es un viaje épico en altamar, y el hombre en cuestión es Thor Heyerdal (interpretado por Pål Sverre Hagen), un explorador dispuesto a demostrar su teoría de que es posible que el hombre sudamericano haya sido uno de los primeros en explorar la Polinesia en tiempos pre-colombinos. La teoría, por supuesto, es rechazada con alto grado de esceptismo por académicos y profesionales por igual, pero es tal la convicción de Thor que hace que para demostrar su punto, éste termine construyendo una balsa "tal cual lo hubiese hecho el hombre pre-colombino", sin tecnología moderna más que apenas una radio para comunicación (que ni siquiera funciona adecuadamente), para arrojarse a la aventura sin importar tormentas, contratiempos y algún que otro tiburón amenazante. Si bien la historia ya fue contada en varias ocasiones, inclusive por el mismo protagonista real de la aventura en un documental ganador del Oscar y a través de diversos libros de su autoría, el vínculo más cercano en cuanto a la experiencia cinematográfica es la recientemente multipremiada película de Ang Lee, Una Aventura Extraordinaria (Life of Pi), aunque con una narrativa claramente distinta: la película de Joachim Rønning y Espen Sandberg carece del lirismo de la antes mencionada Life of Pie, y se concentra en los fantásticos datos reales que hicieron de esta historia una épica de supervivencia pero también una jornada de descubrimiento histórico. Analizada desde ese costado verídico, la diferencia es fundamentalmente el tono y, aunque posee algunos momentos de poesía visual innegable, su aproximación más "real" a la gran travesía que describe. Resumiendo o simplificando el anterior enunciado: resulta menos pretenciosa, lo cual permite al espectador conocer a fondo una historia extraordinaria, sí, pero que pasó en serio.