Un policial sólidamente narrado Ni bien desembarqué en Mar del Plata para cubrir este Festival, sabía que películas tenía que ver sí o sí. Pero cuando uno cubre un Festival (por primera vez como es mi caso), cuatro o cinco películas suena a poca cobertura. Así que un empieza a repasar por el catálogo a considerar las candidatas mas potables, y cuando llegue a la E, me encontré con una captura de Tom Hardy y Noomi Rapace sentados uno en frente del otro; una imagen en clave baja, azulada, turbia. La imagen atraía de por sí, mas cuando leí que esta película en cuestión fue escrita por Dennis Lehane, autor de Rio Mistico y Gone Baby Gone, sabía que tenía que verla. La Entrega transcurre en un barrio de Nueva York, mas precisamente en un bar, propiedad de la mafia chechena. Quienes manejan el bar son Marv (James Gandolfini) y su primo Bob (Tom Hardy). Su bar es uno de muchos donde la mafia hace circular dinero que “no podrías meter en un banco”, como apropiadamente establece el personaje de Hardy en un Voice Over. Un buen día caen a su bar un par de ladrones, y se llevan las ganancias mafiosas, obligando a Marv y a Bob a hacerse cargo de recuperar el dinero como sea. Una transición lograda de la literatura al cine La Entrega, que Dennis Lehane adapta de su propio cuento Animal Rescue, es un guion delicioso. Más cinematográfico no podría ser. Introduce al universo y a los personajes con una sutileza extrema, al mismo tiempo que dosifica la información estratégicamente. La película se divide en dos tramas, la que Tom Hardy comparte con Gandolfini, y la que comparte con el personaje de Noomi Rapace que involucra a un perro abandonado. El guion con mucho ingenio construye la tensión y la evolución de los personajes en ambas tramas, de modo tal que colisionan con potencia en el tercer acto. Una técnica sobria al servicio de un sólido trabajo interpretativo Por el costado técnico, hay una fotografía en clave baja, subrayando en todo momento la turbiedad del mundo en el que se mueven los personajes, apoyado por un montaje preciso y una muy funcional partitura musical. El costado actoral nos entrega dos interpretaciones efectivas de Noomi Rapace y James Gandolfini (en uno de sus últimos papeles, y a quien la película esta dedicada), pero quien destaca, notoriamente, es Tom Hardy, quien no para de crecer con cada rol que hace. Su Bob es un tipo, parco, silencioso, metódico, con una ebullición que avanza minuto a minuto, pero con una sutileza, una humanidad y una naturalidad que solo un gran trabajo interpretativo puede proveer. Conclusión La Entrega es un policial sólido, brillantemente narrado, y excepcionalmente actuado. Una de las perlas de este festival, en mi humilde opinión. Me alegra haberle dado una chance.
"Bullhead" (2011), nominada al Óscar a la Mejor Película De Habla No Inglesa, fue una propuesta apabullante que confirmaba la habilidad de su director detrás de las cámaras. En "The Drop", Michael R. Roskam vuelve a sumergirse en el sucio juego del gato y el ratón. Un thriller policial imponente y muy bien actuado.
La Entrega es una película extraña y por momentos hasta impredecible, porque puede pasar del policial negro a la comedia romántica de una escena a la otra, sin ningún tipo de inconveniente. Como una cruza entre Michael Mann, Scorsese y Ferrara filmando una de gangsters en Nueva York, el director belga Michaël Roskman le imprime a su segunda película ese aire turbio, denso, de personajes marginados que habitan los suburbios de la ciudad, esos mismos que aquellos grandes directores han sabido retratar. Hablamos del peligro que acecha en las calles fantasmagóricas, sucias y humeantes, donde la traición es moneda corriente y los enemigos pueden estar en cualquier lado. El guión, a cargo de Dennis Lehane, quien además es el autor de la novela en la que está basada la película y escritor de otras obras que ya han sido adaptadas al cine como Río Místico, Desapareció una Noche y La Isla Siniestra, mantiene un ritmo pausado sostenido por una gran tensión subliminal que puede percibirse -en mayor o menor medida- en todas las escenas. Llegando al final, explotará inevitablemente y de manera muy scorsesiana con ecos de Un Maldito Policía de Ferrara. Roskman construye en su salto a Hollywood una tensión que irá in crescendo hasta volverse asfixiante, a partir de la sensación de peligro constante que crea en el espectador valiéndose principalmente del montaje para generar suspenso y dilatando el tiempo (sobre todo de una escena clave con un final muy violento). El director belga no le escapa ni le teme a la violencia explícita y algo que comienza como un relato enmarcado por la Navidad, se irá gradualmente transformando en una verdadera pesadilla que desatará una vorágine de sangre pero sin llegar a regodearse. El desarrollo del personaje de Tom Hardy -en una interpretación precisa y contenida- y su transformación a lo largo de la película, es algo realmente fascinante de ver. El actor británico cambia de acento para interpretar a un barman que trabaja para el dueño de un bar (James Gandolfini) manejado por gangsters chechenos, quienes lo utilizan como lugar de tránsito y lavado de dinero. Si bien mantiene una estructura clásica, el film se permite algunas digresiones narrativas, dejando por momentos a un lado el conflicto central y explorando con una libertad renovadora otros aspectos de la trama. Un noir que se debate entre un tono seco y distante con actuaciones parcas, típicas de un policial setentoso, y el sentimentalismo justo y necesario. La Entrega se ubica entre un registro casi impersonal de lo que sucede y la identificación con los personajes, en un juego donde todos tienen algo que ocultar y nosotros por descubrir. Oscura, intensa, llena de dualidades y posibilidades.
Brooklyn Story Con excepción de Charlie Kaufman, no hay muchos guionistas lo que se dice “consistentes” en materia de estilo y calidad. Incluso los mejores y más exitosos producen fiascos a raíz de encontrarse en la nómina de los mejores postores de Hollywood. Por qué no sumamos a Dennis Lehane al club de una vez por todas. ¿Se han fijado en su currículo? Es el novelista detrás de Río místico (Mystic River, 2003), Desapareció una noche (Gone Baby Gone, 2007) y La isla siniestra (Shutter Island, 2010), trabajó de guionista en The Wire y Boardwalk Empire (además de producir) y ahora se acredita La entrega (The Drop, 2014), basada en un cuento corto suyo.. Hay que empezar hablando de Lehane porque lo mejor de La entrega es el guión: un verdadero trabajo de relojero. La construcción de los personajes, su forma de hablar y chocar entre sí, el agudo ingenio de los diálogos, el hecho de que no hay una sola escena o pedazo de información de más son algunos de los indicios que dan cuenta del cuidado en la escritura del guión. Ambientada en la barriada de Brooklyn, la historia se centra en Bob Saginowski (Tom Hardy), un barman de pocas luces pero con buen corazón y un temple de acero. Es leal a la mafia rusa, que utiliza el bar como uno de sus muchos puntos de entrega de dinero. El administrador del bar es Marv (James Gandolfini), huraño y resentido por cómo ha terminado sus días de crimen como un servidor de bajo nivel. “Cediste y no hay nada más que hacer,” le reitera Bob. Dos incidentes catalizan un cambio radical en sus vidas. En el primero, Bob rescata a un malherido cachorro de un tacho de basura. El tacho pertenece a Nadia (Noomi Rapace) pero el perro pertenece a su ex novio Eric (Matthias Schoenaerts), de mirada desequilibrada. Eric vive extorsionando Nadia y ahora encuentra la oportunidad para extorsionar a Bob, so pena de terminar matar al can. De más está decir que hay tiempo para cortejar a Nadia, aunque sea tímidamente. El segundo incidente lo enfrenta a dos ladrones enmascarados, que roban imbécilmente el bar una noche. Ahora la mafia quiere su dinero de vuelta, lo cual complica tanto a Bob como a Marv, quien tiene sus propios problemas de dinero en casa. Ésta es oficialmente la última aparición de James Gandolfini en el cine. Da una performance entrañable y típica suya, la de un tipo alegremente insincero cuya dignidad siempre se encuentra en peligro de verse ofendida. Tom Hardy es igual de bueno a su lado, contrastando las retorcidas “grandes expectativas” de James Gandolfini con una inmutable diligencia zen. La entrega cuenta una historia sencilla, pero la forma en que la cuenta – cómica y sapiente – y el pequeño mundo de grandes personajes que construye son un placer de observar.
Increíblemente, las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Dennis Lehane han logrado salir airosas tras pasar por la maquinaria hollywoodense. Desde “Río Místico” (Mystic River, 2003) de Clint Eastwood y el debut tras las cámaras de Ben Affleck con “Desapareció una Noche” (Gone Baby Gone, 2007), hasta “La Isla Siniestra” (Shutter Island, 2010) de Martin Scorsese, todas se convirtieron en pequeñas grandes obras de un profundo poder visual, donde el crimen y el drama se relacionan directamente con los lugares, que terminan dándole sentido a un todo, convirtiéndose en los principales protagonistas. Lehane también es responsable de algunos episodios de “The Wire” (2002–2008) y “Boardwalk Empire” (2010-2014), como si fuera necesario afianzarse en el género policíaco con toquecitos de neo noir que tan bien le sale. “La Entrega” (The Drop, 2014) es su primer guión cinematográfico basado en un cuento corto de su autoría titulado “Animal Rescue” (2009). Todos esos elementos que suele plasmar en su obra se vuelven a hacer presentes en este thriller dirigido por el casi debutante Michaël R. Roskam, donde la acción se desarrolla en el micro cosmos de un bar de Brooklyn que alguna vez supo ser de Marv (James Gandolfini), pero ahora le pertenece a una banda de mafiosos chechenos que, además, se quedaron con el negocio de las apuestas ilegales que el tipo solía llevar adelante en el mencionado lugar. El Cousin Marv’ Bar en uno de los tantos recintos de la ciudad que los delincuentes utilizan para sus “entregas” diarias, lugares elegidos para recolectar el dinero non santo, donde los empleados deben hacer la vista gorda y acatar las reglas sin chistar o sufrir las consecuencias. Bob Saginowski (Tom Hardy) es uno de estos muchachos trabajadores, primo de Marv y un solitario que sólo se dedica a sus tareas diarias y, ocasionalmente, a darse una vueltita por la iglesia del barrio. Su rutina empieza a cambiar cuando encuentra un cachorro herido al que decide adoptar con la ayuda de Nadia (Noomi Rapace), una chica simpática pero con un bagaje bastante turbulento. En el trabajo las cosas tampoco marchan bien tras un robo fortuito que levanta las sospechas del Detective Torres (John Ortiz), remueve el pasado criminal de estos dos parientes y abre la posibilidad de crear unos cuantos conflictos con sus nuevos “empleadores”. Roskam y Lehane plantean una historia en apariencia sencilla, llena de recovecos emocionales y narrativos, que de a poco vamos descubriendo, así como los “prontuarios” de los dos protagonistas, unidos no sólo por la sangre familiar. “La Entrega” se convirtió en el último papel del gran Gandolfini, una despedida más que digna dentro de un personaje que le sale al dedillo: el criminal de poca monta que perdió su estatus y sería capaz de cualquier cosa para recuperarlo. Pero el que se luce, en este caso, es el personaje de perfil bajo. Hardy se carga la película al hombre con una interpretación casi minimalista, tan servicial y con cierta ternura que, en seguida, nos remite al conductor interpretado por Ryan Gosling en “Drive: Acción a Máxima Velocidad” (Drive, 2011), pero dejando de lado la acción y la violencia desmedida. Obviamente, la violencia forma parte de la vida de Bob, pero es su forma de encararla y aceptarla, lo que transforma a “La Entrega” en un gran exponente de este género que a veces no se detiene en los detalles y sólo se preocupa por generar intriga o por la cantidad de muertos por segundo. La puesta en escena es austera pero meticulosa como sus personajes, nada sobra ni desentona en esta sencilla historia barrial y familiar donde el único inocente podría resultar ser ese desamparado cachorrito de pitbull llamado Rocco.
Negocios detrás de la barra Autor de las novelas en que se basaron Río Místico y La isla siniestra, Lehane tiene aquí la oportunidad de escribir su primer guión original para el cine, un policial con influencias del primer Scorsese y una rica pintura de personajes. Impuesta desde la redacción de Cahiers du Cinéma en los años ‘50, la noción de “autor” remite a aquellos realizadores que imprimen su sello personal, filmen con guión propio o no. Alfred Hitchcock jamás escribió un guión y, sin embargo, en toda la historia del cine hay pocas películas más inconfundibles que las suyas. Lo mismo podría decirse de las de F. W. Murnau, Howard Hawks, Ken Loach, Daniel Tinayre, Leonardo Favio o Tim Burton, que raramente (o nunca) escribieron nada. Eso no quiere decir que en ocasiones no se dé el caso inverso: el del novelista o guionista cuyos temas, ambientes, desarrollo o tipo de personajes son lo suficientemente invariantes como para que pueda considerárselos, aunque sea en parte, “autores” (semi-autores, si se prefiere) de las películas que escriben. El caso de Billy Wilder (cuando escribía para otros), de Paul Schrader, del español Eduardo Borrás en el cine clásico argentino, de John Milius en los años ’70 o, más recientemente, del mexicano Guillermo Arriaga en sus películas con Alejandro González-Iñárritu. Otro tanto sucede con Denis Lehane (Dorchester, 1965), en cuyas novelas se basaron Río Místico (2003), Desapareció una noche (2007) y La isla siniestra (2010), y a quien La entrega le da la posibilidad de escribir su primer guión, a partir de un cuento propio.Con La isla siniestra saliéndose un poco del molde, en The Drop (título original de La entrega, basada en el relato “Animal Rescue”) reaparecen los personajes urbanos, de clase media baja (antes en Dorchester, ahora en una Brooklyn que no es la actual), que asomaban en Río Místico y Desapareció una noche. Reaparece el crimen, claro. Pero sobre todo y de modo más explícito, cuestiones morales de matriz católica: el pecado, el peso de la culpa, la piedad, la posibilidad (o no) de redención. Es, sí, un mundo muy afín al de Martin Scorsese, que no por nada llevó al cine una de sus novelas. Al del primer Scorsese, sobre todo: aquel que narraba historias (criminales) de barrio. De hecho, Marv’s Place, el bolichito de Dorchester que maneja Cousin Marv (el gran James Gandolfini, ahora sí despidiéndose para siempre) y donde atiende la barra su primo Bob Saginowski (Tom Hardy, el Bane de la última Batman), podría ser perfectamente el mismo donde se reunían los amigotes de Calles salvajes (1973).También aquí la mafia tiende su largo brazo, como una sombra densa y ominosa. Pero los tiempos cambiaron y no se trata ya de la mafia italiana, sino de la rusa. Chechena, más precisamente. De ese origen es Chovka (el temible Michael Aronov), que tiene bien agarrados a Marv y Bob. Sucede que Marv’s Place empezó siendo de Marv, pero ya no: Chovka se lo “tomó” para hacer de él un drop bar, bares que se usan para recibir y entregar dinero sucio. Hay un robo, desaparecen 5 mil dólares de Chovka y Chovka no tarda en venir a reclamarlos, trayendo como advertencia a un tipo que viene taladrado en la parte posterior de una camioneta (Scorsese otra vez). De allí en más, pura sensación de encierro, sin salida y opresión para Marv y Bob, que no saben cómo reponer la plata. Lugar también para un par de violentas vueltas de tuerca, muy propias del género. ¿Qué género? El policial, claro, porque esto va a terminar a los tiros.“Vos ocupate del policial, que yo me ocupo del drama y los personajes”, parece haberle dicho Lehane al belga Michaël Roskam, que dirige su primera película en Estados Unidos tras haber llamado la atención, tres años atrás, con la dura y también ominosa Rundskop, conocida internacionalmente como Bullhead. Palanca esencial del drama íntimo es el cuadrángulo compuesto por Bob, su vecina Nadia (Noomi Rapace, la chica que fue Lisbeth Salander en la versión sueca de la trilogía Millenium), Rocco, el precioso cachorro de pitbull que Bob rescata de la basura, y Eric Deeds, ex novio de Nadia, matoncito que tiró a Rocco a la basura (el belga Matthias Schoenaerts, protagonista de Bullhead).Novelista diestro, Lehane multiplica líneas narrativas con la misma precisión con que luego las hará converger, haciendo crecer sin pausa el interés y la tensión del relato. Roskam lo complementa a la perfección, con buen pulso, clima denso y oscuro y una funcionalidad con agallas. Parte del elenco (Gandolfini, Schoenaerts, Aronov) le da verdadera carnadura a la historia, transmitiendo o generando la angustia requerida. Hay dos problemas en La entrega. Uno es el propio Lehane, que subraya sentidos con cruces, iglesias, querubines de decoración rotos y reparados y una clara batalla de ángeles (caídos: Bob) y demonios (los mafiosos y el psicopatón). El otro problema es Tom Hardy, que también subraya, mostrándose como una especie de Rocky abrumado, desde el primer minuto hasta aquél en el que hace pensar que todo eso era una máscara. 7-LA ENTREGA The Drop,EE.UU., 2014Dirección: Michaël R. Roskam.Guión: Denis Lehane, a partir de su cuento “Animal Rescue”.Fotografía: Nicolas Karakatsanis.Duración: 106 minutos.Intérpretes: Tom Hardy, Noomi Rapace, James Gandolfini, Matthias Schoenaerts, John Ortiz, Michael Aronov.
Thriller tenso, oscuro y desgarrador Tras Bullhead, su elogiada ópera prima de 2011, el director belga Michaël Roskam fue convocado por Hollywood para filmar la transposición de Animal Rescue, cuento del cotizado Dennis Lehane (autor fértil al que ya recurrieron nada menos que Clint Eastwood en Río místico, Ben Affleck en Desapareció una noche y Martin Scorsese en La isla siniestra) que fue adaptado por el propio escritor. La acción transcurre en la gélida Brooklyn de fin de año y, más precisamente, en un bar que atienden dos primos (James Gandolfini y Tom Hardy), pero que en verdad pertenece a la mafia chechena y al que se utiliza en varias circunstancias para lavar dinero sucio. No faltan en este thriller tenso, oscuro y desgarrador la presencia femenina (Noomi Rapace), quien será el vértice entre el protagonista y por momentos narrador en off (Hardy) y el antagonista (Matthias Schoenaerts), ni el policía (John Ortiz) que investiga la acumulación de delitos (crímenes incluidos) que ocurrieron y siguen ocurriendo en el lugar. Con sólidas actuaciones (se destacan la de Hardy y la de Gandolfini en una de sus últimas apariciones en pantalla), personajes extremos que ocultan más de lo que muestran, La entrega es un típico drama sobre secretos y mentiras, sobre culpas, segundas oportunidades y redenciones (hay unos cuantos simbolismos religiosos a-la-Abel Ferrara) que no termina de ser todo lo intenso y fascinante que podría haber sido por algunas limitaciones narrativas y visuales (y hasta ciertas obviedades), pero que alcanza a retratar un universo que se sigue con interés. En definitiva, un más que digno debut de Roskam en el cine norteamericano.
Todo por ver a Gandolfini El último trabajo del gran actor de Los Soprano lo muestra como el gángster que no fue en una historia donde dos personajes centrales exhiben su temple y su real naturaleza. Es inevitable abordar La entrega desde el tono elegíaco, a partir de que en la película se ve el último trabajo del formidable James Gandolfini. Y curiosamente, el relato tiene algo de otoñal, una mirada curiosa sobre un mundo de dinosaurios, Brooklyn, un territorio todavía anclado a las mafias, que como único gesto de aggiornamiento pasó de estar controlado por los italianos, a ser el disminuido reino de los chechenos, las nuevas bestias que cumplen con el rol cinematográfico que les toca en suerte en estos últimos años, ya sea como gángsters o terroristas para todo uso. La mirada entonces es curiosa y el director belga Michaël R. Roskam cuenta con el bagaje que se supone, tiene el espectador medio en cuanto al cine noir, los bares tristes, personajes quebrados y que por supuesto, lo que va a salir mal inevitablemente va a salir muy mal. Desde allí comienza a contar una historia que tiene dos afluentes, por un lado está Bob Saginowski (Tom Hardy), un barman de pocas luces que trabaja para Marv (James Gandolfini), un hampón sin grandeza que administra el local para la mafia chechena, que utiliza el lugar como punto de entrega y lavado de dinero de negocios sucios. En paralelo, Bob rescata a un perrito de la basura y se encuentra con Nadia (Noomi Rapace), que lo ayuda con el cachorro que dicho sea de paso, pertenece a su ex novio Eric (Matthias Schoenaerts), un psicópata a tener en cuenta. El robo del bar y el acoso de Eric a la chica porqué no quiere que reconstruya su vida, van a ser los motores que llevarán a los personajes a mostrar su temple y de qué están hechos frente a la violencia que va subiendo de intensidad. Inteligente trabajo de guión del veterano Dennis Lehane (Río místico, Desapareció una noche, La isla siniestra), con diálogos cargados de pesadumbre y derrota haciendo honor al género y correcta la puesta de Roskam, que después de lograr una nominación al Oscar a la mejor película extranjera con Bullhead, parece que está dispuesto a convertirse en un artesano de Hollywood, esto es, alguien confiable, obediente y con imaginación negociable. La entrega es un buen policial, claro, disfrutable pero sin grandes aspectos para destacar, aunque Tom Hardy y Noomi Rapace se destaquen y logren una rara empatía como los desplazados que inesperadamente se encuentran y que en cada escena en que participa como el gángster que no fue, James Gandolfini imponga su presencia, agigantada porque el espectador sabe que ya no va a volver a verlo. Y ahí si, la elegía cobra toda su dimensión trágica.
Dennis Lehane es uno de los grandes autores del género policial que surgieron en las últimas décadas. Desde hace un tiempo sus obras se empezaron a adaptar en el cine con más frecuencia y brindaron buenas películas como Río místico (Clint Eastwood), Desapareció una noche (Ben Affleck) y La isla siniestra (Martin Scorsese). La entrega es un film basado en el cuento "Animal Rescue" que se publicó originalmente en la antología "Boston Noir", editada en el 2009. Lehane expandió un poco más el argumento para la adaptación cinematográfica y también se encargó de producir el proyecto. La dirección la delegó en el cineasta belga, Michaël R. Roskam, quien en el 2012 fue nominado al Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera por el film Bullhead. La entrega la verdad que no es la mejor historia de Lehane, quien creó relatos más complejos en los episodios que escribió para la serie The Wire. El argumento de esta producción es extremadamente sencillo y convencional, pero está tan bien narrado por el director que el film consigue ser atrapante. Michaël Roskam se toma su tiempo para presentar a los personajes y el conflicto central con una narración muy pausada, donde la tensión se construye de a poco para estallar con fuerza en el tercer acto. Algo muy similar a lo que solían ser los trabajos de Sidney Lumet (Serpico) en este género. Si bien la película es lenta nunca llega a ser aburrida y en esto jugó un papel clave el trabajo de Tom Hardy, quien es la gran figura de esta propuesta. En este film brindó una muy buena interpretación con el personaje del sumiso y tímido Bob Saginowski, que a medida que avanza la historia se vuelve más enigmático. James Gandolfini, en su última labor para el cine, tiene algunos buenos momentos, pero su personaje de ex mafioso perdedor no le dio grandes posibilidades de lucirse como el gran trabajo que brindó en la comedia romántica, Una segunda oportunidad, estrenada el año pasado. Algo similar ocurre con Noomi Rapace, quien presenta una interpretación correcta dentro de una historia donde tiene un rol muy secundario. Aunque La entrega no se destaque entre los trabajos más interesantes de Dennis Lejane, en el cine brindó un policial decente que logra ser llevadero por la labor de los protagonistas. Un buen cuento de gánsters, crímenes y perdedores que no defraudará a los amantes del género.
Negocios riesgosos. Siendo prudentes es mejor si de antemano descartamos la idea de que La Entrega es una cinta netamente sobre mafiosos ya que su verdadera causa apuesta por denotar el entorno cotidianamente podrido de quienes participan involuntariamente al margen del hampa, es decir, sus perjudicados peones. Basada en una nueva adaptación del cada vez más redituable Dennis Lehane, y a diferencia de las muy elaboradas Río Místico y La Isla Siniestra, en La Entrega subyace una propuesta humilde pero no por eso carente de atractivos. Todo finamente orquestado a manos del belga Michaël R. Roskam, otro realizador externo captado por la industria después del llamado de atención que logró Bullhead, su debut del 2011 y hacedor de varios premios internacionales. La historia nace en un bar de Brooklyn que oficia de aguantadero financiero para la mafia chechena, regentado por Marv (James Gandolfini en su última mueca gruñona) y atendido por su sigiloso primo Bob (Tom Hardy en otro papel brillante). En este circuito de billetes se comienza a cocinar en párelo un histeriqueo inocente entre Bob y Nadia (Noomi Rapace haciendo bien los deberes), quienes se conocen a partir de la tenencia de un perro abandonado. Hay un intenso ex novio (el cada vez más interesante Matthias Schoenaerts) rondando a la pareja, al mismo tiempo que Marv comienza a deschabarse como un malandra que quiere sabotear los repartos de su jefe. A pesar de su desarrollo en el ecosistema neoyorkino, La Entrega no revuelve códigos callejeros a lo Ferrara ni apunta a la épica criminal de un Scorsese, sino que se esmera en coordinar un policial correcto. No es que predomine una narrativa quirúrgica, ya que tanto el guión del mismo Lehane como la dirección de Roskam se limitan a una conducción sobria (ese énfasis en el tire y afloje asexuado entre Hardy y Rapace, mientras por lo bajo se teje una bruma de conspiraciones), percatándose de no dejar agujeros narrativos (en ese sentido el rol de la policía parece un poco forzado). Un lindo quilombo en el que todos serán sospechosos hasta que se demuestre lo contrario. Lo que le interesa a Roskam es reconstruir los interiores rutinarios de estos personajes a medida que les quita la cáscara y destapa sus miserias (la voluntad religiosa del protagonista nos avisa que por alguna causa necesita redimirse). Por momentos se acerca a Cronenberg en Una Historia Violenta, revelando un pasado turbio que va dejando grietas y salpicando la pantalla de sangre lo mínimo e indispensable. Una película de tonos grises, con diálogos agrios y un ritmo dilatado que infla la intriga. Roskam se percata de dimensionar el terreno, acomodar la puesta en escena y afilar el hilo argumentativo para detonarlo al momento de promediar. La Entrega quizás sea la entrada en calor oportuna para un nuevo realizador a seguir dentro de la oferta comercial. No hay que perderle el rastro.
Tensa espera en el bar. James Gandolfini hace una de sus últimas apariciones en celuloide acompañando a Tom Hardy en La Entrega (The Drop, 2014), una película en clave de historia mínima. Y decimos “historia mínima” porque el film -basado en un cuento corto de Dennis Lehane- desarrolla desde su relato la vida simple de Bob (Hardy), un tipo común y corriente que atiende un bar en el que se lava el dinero que generan los cuidadanos menos ilustres de Broolkyn. La trama se pone en marcha cuando unos ladrones entran a robar al bar y se llevan dinero correspondiente a la mafia chechena, poniendo toda la presión en Marv (Gandolfini) para recuperarlo y devolverlo a quienes lo ganaron no tan honestamente. Es fácil ver similitudes entre La Entrega y otros films de corte similar, donde pareciera que la historia no tiene mucho que contar y la trama se desarrolla de forma un tanto anodina, carente de tensión. Pero en realidad se trata de una tensión que cocina la historia a fuego lento, sazonándola poco a poco en base a elementos que irán construyendo un todo que termina siendo muchísimo más que la suma de sus partes. La película es el segundo largometraje del belga Michaël R. Roskam, y se la percibe en un tono similar a Una Historia Violenta (A History of Violence, 2005), de Cronenberg, con un personaje principal que se percibe apático, impávido ante aquellos acontecimientos que suceden en su entorno y ante aquellos que los llevan a cabo... pero todos permanecemos expectantes, esperando el momento en que ese hombre tome un curso de acción. Porque cuando lo haga, las cosas pueden dar un giro en el sentido más imprevisto. El barrio de Brooklyn en total decadencia, sufriendo las inclemencias tanto del frío y la nieve como de la marginalidad y el crimen, funciona como un perfecto telón de fondo para la historia concebida por Lehane. Gandolfini no desentona y entrega un papel en clave similar a muchos que supo encarnar desde Los Sopranos en adelante, y Noomi Rapace (trilogía Millenium, Prometeus) tiene tal vez poco con qué trabajar dentro de un personaje que juega a ser una suerte de interés romántico de Bob, y por momentos se la siente un tanto desperdiciada. El Bob de Tom Hardy sorprende gratamente, y le agrega un poroto más a un actor que últimamente viene haciendo elecciones muy buenas en cuanto a papeles. Es sumamente meritorio destacar este tipo de historias que no eligen la acción, las explosiones ni las actuaciones rimbombantes, y demuestran que es posible encontrar otras alternativas al momento de acernarnos a un relato con otros atractivos que no lo hacen menos interesante. Podrá no ser para todos y no todos quedarán satisfechos con el resultado final, pero se celebra la búsqueda.
Seguramente sea injusto empezar esta reseña diciendo que The Drop es la última película de James Gandolfini, porque ése es un peso que la película no soporta y con el cual avanza torpe, boqueando en busca de aire como el propio actor, que murió unos meses después de terminar el rodaje durante unas vacaciones en Roma. Pero los avatares fortuitos de la muerte no deberían nublarnos el juicio: The Drop es la cuarta adaptación de una obra del escritor Dennis Lehane (las primeras tres son nada menos que Mystic River, Gone Baby Gone y Shutter Island), la primera que adapta él mismo, y está protagonizada por un Tom Hardy en quien sí hay que depositar todo el peso de la historia. The Drop es un policial íntimo, un thriller seco y oscuro, un drama sutil. El epicentro es un bar de una Brooklyn algo irreal y desierta cuyo dueño es Cousin Marv (Gandolfini), un tipo que tiene trato con la mafia chechena o a quien la mafia chechena obliga a hacerle algunos favores. Cada ciertas noches, llegan al bar pilas de billetes de procedencia ilegal que luego cambian de mano. Como el Bada Bing! de Los Sopranos o el Orlando’s de The Wire -algunos de cuyos capítulos también escribió Lehane-, pero más pequeño y solitario, como la propia película. En ese bar trabaja como barman Bob (Hardy), un tipo que gracias a un par de trazos del guión suponemos tranquilo y de buen corazón. La película tiene un arranque doble: por un lado, dos ladrones armados entran una noche al bar y roban el dinero, lo que pone a Marv y a Bob en problemas con la mafia chechena; por el otro, Bob encuentra a un perrito golpeado y abandonado en un tacho de basura y conoce así a Nadia (Noomi Rapace), y se enfrenta a Deeds (Matthias Schoenaerts), el anterior dueño del perro. Las dos líneas narrativas no terminan de juntarse pero funcionan para revelar las personalidades de Marv y de Bob que, finalmente, son el nudo de la película. En ese sentido, resulta mucho más interesante la de Bob, quizás por el gran trabajo de Tom Hardy. James Gandolfini compone a un Marv demasiado parecido a Tony Soprano aunque más cansado y crepuscular. No es una fea despedida pero yo prefiero toda la vida al sensible y tierno Albert de Enough Said, su anteúltima película. No hay que buscar sorpresas en The Drop porque las vueltas de guión son bastante naturales y evidentes. Es oscura pero no es cínica, es violenta pero pudorosa, es un policial con pocas balas y tiene algo de humor pero, como se imaginarán, no mucho. Lejos de las anteriores adaptaciones de Lehane -seguramente lejos de la próxima, una historia sobre la época de la Ley Seca que dirigirá Ben Affleck-, The Drop sin embargo es una película pequeña y atendible.
LA ENTREGA se desarrolla en un bar de Nueva York propiedad de la mafia chechena. El lugar está a cargo de Marv (un enorme James Gandolfini en su canto de cisne) y su primo Bob (otro impactante labor interpretativa de Tom Hardy). Cuando un par de ladrones roban la recaudación del antro, los primos deberán recuperar el dinero como sea. La construcción del universo de los personajes en un ámbito sórdido, es la base de este guión inteligente y atrapante. Esto sumado a la impresionante factura técnica con una fotografía contrastada, a un montaje filoso y a la solides antes mencionada del elenco, redondean este ejercicio fílmico imponente que además se reserva un giro dramáticos inesperado y un final para el debate. Estamos sin dudas ante uno de los mejores thrillers policiales del año, sólido, narrado, y actuado con maestría.
"Los duros también tienen corazón" El último trabajo del exquisito James Gandolfini viene acompañado de uno de los mejores papeles que ofreció hasta la fecha ese actor multifacético y talentoso llamado Tom Hardy. “The Drop” es una película que, si te gustan los tragos amargos y te llevas bien con los grises, se convertirá en una de tus favoritas de este año. Dennis Lehane (autor de oscuros policiales como “Desapareció una noche” y “Río místico”) expande aquí su idea del cuento “Animal Rescue” y consigue un libreto sencillo, atrapante y sobre todo emotivo que el realizador Michaël Roskam (la nominada al Oscar “Bullhead”) logra adaptar audazmente apoyándose en un reparto de lujo. A los ya mencionados trabajos de Tom Hardy y James Gandolfini se le suman la siempre contundente Noomi Rapace (“Prometeo”) y los correctísimos Matthias Schoenaerts (“Metal y hueso”) y John Ortiz (“Miami Vice”). Todos juntos sostienen un policial que, fiel a los trabajos anteriores de Lehane, escapa de los lugares comunes del género y se caracteriza por mantener la tensión por las nubes con personajes grises y situaciones imprevisibles. Con la mafia siempre merodeando por un bar ubicado en uno de los barrios de Brooklyn más fríos y desoladores (retratado de gran forma por la fotografía de Nicolas Karakatsanis), Roskam juega con el espectador ofreciéndole una serie de personajes que, por más humanos y sensibles que parezcan, esconden secretos de un pasado que los atormenta y los amenaza latentemente con devolverlos al infierno. Precisamente ahí, en esa magnífica convergencia entre un pasado tormentoso y la búsqueda de un futuro esperanzador y cálido, es donde los personajes brillan, no solo por las interpretaciones de los actores que los personifican, sino también porque nuestros protagonistas parecen desnudarse frente al público buscando un perdón definitivo que los libere de una vez y les permita comenzar de nuevo con sus vidas. Tan explícita resulta la alegoría que propone Lehane en “La entrega” (como así también en “Animal Rescue”) que es imposible no emocionarse con algunos momentos que parecen irrisorios para el género policial, pero que para esta película terminan siendo claves. Las visitas a la iglesia de Bob, su sobreprotector vínculo con su pequeño cachorro y la familia disfuncional de Marv sirven como justificativos anticipados de un modo de actuar inesperado en las distintas situaciones drásticas que deberán sortear. Incluso el acertado final de “La entrega” termina siendo una pequeña caricia para los habituales consumidores de producciones de este estilo, quienes mal acostumbrados a consumir películas de calidad inferior u regular, se olvidaron que incluso hasta los más duros también tienen corazón.
Gandolfini, como Jimi Hendrix A esta altura, James Gandolfini parece una especie de Jimi Hendrix por su capacidad de seguir brindando formidables trabajos póstumos. De hecho, si la complicada trama de "The Drop" hubiera estado más pendiente del personaje de Gandolfini, el resultado seria más contundente. Pero todo esta dispuesto para el lucimiento de Tom Hardy, cuyo personaje es mas literario que cinematográfico. Como cine negro, esto es tan minuciosamente naturalista que termina volviéndose redundante, y sobre todo demasiado discursivo. La idea es que, en Brooklyn, los bancos no suelen ser objeto de grandes depósitos de efectivo, que en cambio pueden aparecer en sitios menos formales, por ejemplo un bar cualquiera, como en el que trabajan los dos protagonistas. Quienes, al igual que todo el mundo en el barrio, esconden un pasado traumático. Mas allá de que la película esta bien actuada y sólidamente filmada, la tensión que se podria esperar se disipa en escenas demasiado habladas y situaciones exageradamente ingenuas, sobre todo en lo que tiene que ver con un cachorrito estelar, que si bien al principio aporta alguna cuota de originalidad y sorpresa, casi termina arruinándolo todo. Para que el espíritu del asunto irrumpa tal como debe ser, hay que esperar bastante, y de todos modos la exacerbada crueldad no deja de resultar un tanto exagerada salvo lo que le compete a Gandolfini, que comete sus actos de violencia en plena forma. No es que la película sea mala, en absoluto. Sólo que su intención de estirar al máximo situaciones y personajes del género, enfatizando el realismo, se le vuelve en contra, casi como si terminara resultando pretenciosa y artificial.
El que sirve los tragos Bob Saginowski (Tom Hardy) trabaja en un bar de Brooklyn, de esos a los que llaman "Drop bar", es decir bar de entregas; se les dice así porque por esos bares corren por debajo de las mesas los sobres que contienen dinero de apuestas ilegales y otros dineros en negro, que luego son recolectados por los mafiosos del barrio. Pero Bob no es parte de eso, él atiende el bar y mira para otro lado. Su jefe y primo Marv (James Gandolfini) solía ser el dueño del lugar que ahora regentea, pero su adicción al juego hizo que el bar terminara en manos de unos mafiosos chechenos para los que ahora debe trabajar -y obedecer-, algo que detesta, pero no tiene opción. La vida de Bob es más simple, no parece cuestionarse demasiado las cosas, el bar es así, y las cosas son así. Él solo sirve los tragos. Luego de que dos ladrones asaltan el bar y se hacen con la caja las cosas se complican, la policía entra en escena, y los chechenos solo quieren recuperar su dinero. Tratando de evadir a un molesto policía que investiga el caso, los empleados del bar tratarán de recuperar la plata y devolvérselo a sus dueños sin que nada salga a la luz. Dos historias se desarrollan en paralelo, el asalto al bar y sus consecuencias, y la relación que Bob construye con un cachorrito al que encuentra abandonado en la basura que parece despertar su lado humano y protector, especialmente cuando el dueño anterior aparece para reclamarlo y el hombre en cuestión es un peligroso criminal, al que le encanta dar a conocer su prontuario y se ha adjudicado el asesinato de un joven del barrio, que la policía nunca resolvió. La tensión crece, Bob y Marv se ven cada vez más cercados, acorralados por circunstancias de las que no pueden escapar, y ante las que reaccionaran de diferentes maneras, cuando el desenlace de la historia nos sorprenda a todos. El preciso e interesante guión de esta película está escrito por Dennis Lehane, autor de "Mistic River" y "Gone, baby, gone", quien sabe cómo reflejar a la perfección esas historias escondidas en los lugares más bajos de la ciudad, donde los mafiosos ocupan un lugar importante, y cuando alguien pide justicia, difícilmente recurre a la policía. La fotografía y la música que pasa casi inadvertida, construyen un clima oscuro, turbio, y pesado que refleja a la perfección el alma y la situación de sus protagonistas, en un lugar donde la ilegalidad es cosa de todos los días, y para poder sobrevivir más importante que decir es hacer. La historia es potente, bien construida, atrapa desde el comienzo, y tiene un final tan contundente como inesperado, pero es la brillante actuación de Tom Hardy la que la convierte en un gran película.
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Sin lugar para los débiles Son pocos los autores que han sido adaptados al cine con más gloria que pena. El bostoniano Dennis Lehane, un verdadero maestro del relato policial, es justamente una excepción a la regla ya que todas las películas que se basaron en su obra han sido más que satisfactorias. Para el caso recordemos algunos títulos: Río místico (2003), Desapareció una noche (2007), La isla siniestra (2010) y ahora el thriller La entrega (The Drop, 2014), que acaba de proyectarse con singular éxito en el 29º Festival de Cine de Mar del Plata y que Lehane ha escrito y producido inspirado en su cuento Animal Rescue. Por algo directores de talento como Clint Eastwood, Ben Affleck y Martin Scorsese se interesaron en el oscuro universo literario de Lehane, con fuertes raíces en el catolicismo y la comunidad irlandesa (evidentemente la sangre tira). De todos ellos, el estreno que motiva estas líneas quizás sea el más modesto y hasta menor si se quiere pero aún con su bajo perfil estamos en presencia de un film noir tan sólido como disfrutable con varias aristas para analizar. Con apenas su ópera prima Bullhead como antecedente la dirección de La entrega le fue confiada al belga Michaël R. Roskam que en 2011 logró una nominación al Oscar en la terna de mejor Película de lengua no inglesa. Fiel a su estirpe europea Roskam jamás se alborota para desarrollar a los personajes, presentar el conflicto y preparar el terreno para un tercer acto verosímil e intenso donde cada pieza calza cómo y dónde debe. Como escritor Lehane tiene oficio, buen oído para los diálogos (aunque el protagonista hable lo indispensable), sabe sembrar información pertinente aquí y allá; y dosificar la intriga en una trama por demás sencilla. Lehane se comporta como un buen tahúr: esconde las cartas y las juega en el momento exacto. Además cuenta con tres o cuatro actores que exprimen al máximo las posibilidades expresivas que les brindan sus respectivos roles. Como plus, ver a James Gandolfini en su último papel para el cine provoca una mezcla de sensaciones: desde luego que está el dolor por su desaparición física a una edad tan prematura, pero también la certeza de que como intérprete dejó un legado valioso que siempre estará ahí para quien quiera recordarlo. Si bien en La entrega su participación es secundaria, inclusive con un personaje antipático, él le extrae toda la humanidad que le queda a ese primo Marv que está bastante más cerca de Tony Soprano que del enamorado de Una segunda oportunidad, la encantadora comedia romántica que conocimos el año pasado un par de meses después de su fallecimiento. Y que por cierto recomiendo a quienes no la hayan visto aún. La entrega es un film de construcción lenta que no busca atrapar al espectador con vueltas de tuercas constantes -aunque es innegable que pega un par de giros inesperados- sino sumergirlo gradualmente en la sórdida vida de sus protagonistas. Por un lado está Bob (un memorable Tom Hardy), un hombre introvertido y de pocas luces que atiende el bar del primo Marv (Gandolfini) que la mafia a veces utiliza como “buzón de dinero”. Por otro lado tenemos a Nadia (Noomi Rapace), una camarera con un pasado de excesos que entabla una relación un tanto sui géneris con Bob que pese a ser un solitario tiene su corazoncito. Otros personajes entran y salen de escena pero básicamente los más importantes son los ya mencionados. Aún en su sequedad Bob y Nadia generan una empatía fundamental para que nos preocupemos por lo que suceda con ellos. Gracias a esa química la película funciona y se aleja de lo que podría haber sido tan sólo un thriller mecánico, pasatista y sin alma. Hay una investigación policial que es lo menos interesante del libreto pero resulta esencial para el desarrollo de los hechos. Y desde luego que no pueden faltar los antagonistas, esos villanos de fuste que insisten en hacer sufrir a nuestros extraños, queribles anti héroes. No son actores muy conocidos pero cumplen con su función de inquietar: en especial Michael Aronov, quien en el rol del líder de los mafiosos chechenos da una cátedra de actuación en los escasos minutos de pantalla en que aparece. Pese a encorsetar a los personajes en “buenos” y “malos” vale aclarar que en La entrega nadie es precisamente un santo, cada quien carga su cruz y lo que se juegan Bob y Nadia no es algo tan idílico como la felicidad sino la supervivencia misma. Ni más ni menos. A esta altura es difícil brindarle al público una mirada fresca sobre la mafia. Afortunadamente La entrega encontró un aspecto no tan explorado por las grandes obras del género y está a la altura de los antecedentes de sus creadores. Una excelente opción para cerrar este muy flojito 2014 de la mejor forma.
La entrega: un gran envío Dennis Lehane es uno de los mejores escritores de suspenso que nos ha dado la literatura en los últimos años. "Río Místico", "Desapareció una Noche", "La Isla Siniestra" son todas películas basadas en sus novelas. En 2009 escribió un cuento titulado "Animal Rescue" para la colección Boston Noir (el autor es oriundo de esa ciudad y la mayoría de sus libros la tienen como escenario) y ahora la adaptó a la pantalla grande con el nombre "la entrega". A su vez, el guión fue adaptado en la novela homónima que se publicó este año. Es la primera vez que trabaja como guionista para una película, aunque tiene experiencia en series de televisión como la excelente "The Wire" y "Boardwalk Empire - El Imperio del Crimen", De la cabeza de este hombre salió una historia genial que, gracias a Dios, alguna mente brillante tomó la decisión de convertirla en largometraje para terminar el 2014 con una de las mejores películas del año: La Entrega (The Drop, 2014). Bob Saginowski (Tom Hardy) es un hombre callado, taciturno, algo retardado, que no se mete con nadie. Pero Bob está rodeado del mundo criminal, ya que trabaja como atendiendo el bar de su primo Marv (James Gandolfini) en Brooklyn, y en esa ciudad los bares son utilizados ocasionalmente como punto de entrega una noche para recaudar todo el dinero de las actividades de la mafia chechena para después lavarlo. La vida de Bob es rutinaria y sin sorpresas hasta que dos hechos sacuden su existencia: un robo al local, que hace que la policía ponga su foco en el establecimiento. Y encontrar un pequeño perro pitbull en un tacho de basura de la casa de una mujer llamada Nadia (Noomi Rapace), con quien establecerá una relación. Ambos sucesos no son fortuitos y pronto desencadenarán una serie de eventos que cambiará su tranquila vida. La Entrega se llevó el Premio del Jurado en la última edición del Festival de San Sebastián, un enorme reconocimiento para una película tensa, atrapante, que capta la atención del espectador desde el primer momento y no lo suelta ni le da respiro. Mucho tiene que ver con todo esto el trabajo del director Michaël R. Roskam, que con su ópera prima Bullhead (Rundskop, 2011) había dado sobradas muestras de su habilidad como realizador. Como buen europeo, decide llevarnos y contarnos al detalle los conflictos de la vida de cada personaje -presentes o pasados-, no importa el tiempo que le tome. Tom Hardy explota al máximo su personaje, al igual que James Gandolfini (en su último film). Ambos se roban prácticamente la película, sobre todo con sus diálogos. No hay que dejar de destacar a Rapace y Matthias Schoenaerts, que personifica a un criminal buscado por la ley, ex novio de Nadia, que intenta hacerle la vida imposible a Bob. Clave también es la fotografía: oscura, fría, sucia, irrespirable. Da la sensación que el largometraje fuera lento y falto de dinámica, pero la elección de su ritmo tiene sus frutos con el final, que le va a dejar la boca abierta a más de uno. Una curiosidad es que esta historia tan "yanqui", por calificarla de alguna manera, tiene en sus principales hacedores sólo a un norteamericano, Gandolfini. Hay dos belgas, Roskam y Schoenaerts; una sueca, Rapace; y un inglés, Hardy. Globalización que le dicen. Con muy bajo perfil este largometraje se mete en la cartelera sin demasiado estruendo, ni bombos, ni platillos, y nos entrega una historia por demás interesante. Agradecemos el envío.
Los dueños del barrio En Brooklyn hay lugares que encierran secretos conocidos por todos, que jamás se revelan sin que cueste sangre. La entrega, de Michael Roskam, funciona como un thriller en el que el tema es la mafia y su poder rizomático. En la red de bares, nunca se sabe cuál será la caja del dinero sucio por una noche.Con elementos de los relatos sobre la organización delictiva y sus métodos, la película se desarrolla en ambientes sofocantes, a pesar de que el frío cala los huesos en diciembre, cerca de Año Nuevo. La alegría navideña y los sentimientos humanitarios pertenecen al vecindario que no entra en el bar de Marv. Allí, la vida corre peligros porque para la recaudación no hay calendario ni frío que valgan. Tom Hardy (El caballero oscuro. La leyenda renace) protagoniza la historia en el rol del hombre que atiende la barra del bar de su primo. James Gandolfini es Marv, el dueño, hasta que la mafia se apropió del negocio. El actor de Los Soprano, fallecido en 2013, pone a disposición de la película sus tiempos de interpretación, la rudeza triste del personaje, la falta de futuro y la desconfianza, como el pan de cada día. La entrega descansa sobre los personajes, todos complejos, aun cuando el esquema es clásico y responde obedientemente a las reglas del género.No hay una reformulación del cuento típico de la mafia que siempre cobra peaje, pero la película logra una atmósfera intensa. La tensión está en la mirada de Tom Hardy y en las relaciones con dos seres que aparecen en la vida del bartender una madrugada, por casualidad. Bob encuentra un cachorro de pitbull herido y abandonado. El perro es el nexo con Nadia (Noomi Rapace, Prometheus). También aparece la ley, con el detective Torres y la ironía de la fe religiosa de Bob que va a la iglesia y se abstiene de comulgar."Yo solo sirvo tragos", dice su voz en off al comienzo. Ningún espectador es tan ingenuo como para creerlo.El guion propone diálogos breves, cargados de suspicacias. La entrega es una historia en la que cobra fuerza todo lo que no se puede nombrar. El delito marca las relaciones, con los códigos que las envenenan sin retorno. Michael Aronov se luce en el papel de Chovka, el mafioso checheno. Hay en la ferocidad del encuentro con Marv, terror y humor negro; Matthias Schoenaerts es el temible exconvicto Eric Deeds. En la película de Michael Roskam, los personajes hablan entre dientes de un tema difuso, para referirse a muchas otras cuestiones. La permanente traducción que hace peligrar la vida implica un ejercicio que Bob realiza con rostro impasible. Es la fortaleza de la película, adaptación de uno de los relatos cortos de Dennis Lehane, autor de los originales de Río místico, Adiós pequeña, adiós y La isla siniestra. La entrega Thriller Dirección: Michael R. Roskam. Guion basado en el relato de Dennis Lehane. Música: Marco Beltrami, Raf Keunen. Fotografía: Nicolas Karakatsanis. Con Tom Hardy, Noomi Rapace, James Gandolfini, Matthias Schoenaerts y Michael Aronov, entre otros. AM/13. 1:46'.
La Entrega no es sólo un excelente film noir de corte más bien clásico, sino que funciona, además, como perfecto epílogo de la carrera de James Gandolfini. Aquí su interpretación, lejos de su Tony Soprano pero cerca del mundillo que éste habitaba, aporta a la historia una cuota de melancolía que se superpone al clima frío y gris de una Brooklyn suburbana, desgastada y comandada por diversas mafias. La que empuja el argumento, en éste caso, es la mafia chechena que opera de una curiosa pero efectiva manera: para retirar su dinero sucio, dispone de un puñado de bares, cuyos dueños aceptan bajo presión ser "los receptores de la entrega" de la noche, hasta que uno de los cobradores pase a retirarlo. Un plan simple, es cierto, con la única falencia de la codicia a la cual queda expuesta al confiar un motín a terceros. Cuando el "Primo Marv" (Gandolfini) decide que ya es hora de sacar él parte de la tajada, una silenciosa guerra entre bandas se desata. El plan no sale, como era de esperarse, como lo planeado y su primo Bob, quien atiende la barra del bar, se ve inevitablemente involucrado, luchando por sobrevivir entre fuego cruzado. Michael R. Röskam, quien venía de dirigir la interesante Bullhead (2011) conoce los códigos del género y por eso comprende que la información al espectador conviene entregársela de a pedazos, nunca toda junta. Esta decisión implica vueltas de tuerca bien llevadas adelante (es decir, no meramente efectistas), que desentramarán la personalidad de un personaje ambiguo desde lo moral pero súmamente complejo como para simplemente estigmatizarlo. La Entrega concluye como una descarnada lección de supervivencia urbana en donde no hay héroes ni villanos sino a veces, simplemente, personas sobreviviendo que no buscan -pero igual encuentran- problemas. Toda una descripción de lo que es vivir en una gran ciudad.
Policial del bueno, intenso, bien actuado, con clima y personajes sustanciosos. Es de esas películas que no aporta nada nuevo, pero que tiene más de un acierto a la hora de contar su historia. La realización está llena de detalles reveladores, no se pierde en subtramas inútiles, es concentrada. Presenta un grupo de gente extraviada que, entre iglesias y balazos, nos habla del pecado, de la culpa, de la piedad y de los difíciles caminos de la redención. Está ambientada en un bar del Brooklyn de las orillas, un paisaje áspero y poco amistoso. El boliche es usado por la mafia para guardar dinero sucio. Una mesa de dinero. El bar es una pantalla, pero a los personajes les pasa lo mismo: todos guardan más de lo que muestran, todos se recelan, se vigilan, se amenazan. La plata y un perrito son los únicos habitantes legítimos de ese territorio miserable. Un submundo con mucha basura en la calle y en la vecindad, con calles oscuras y con la mafia chechenia avisando que en el fondo todas las mafias son iguales. Otra historia bien armada de un buen novelista, Denis Lehane, que le había dado letra a films tan valiosos como “Rio Místico” y “Desapareció una noche”. Lehane vuelve a retratar gente del bajo mundo metida en barrios intranquilos. Y el realizador Roskam le sabe sacar partido a cada plano, cada réplica y cada personaje. Hay algo de Scorsese en su constante (y recargado) desfile de cruces, párrocos y alusiones. Pero el hombre aporta algo más que oficio: una mirada intensa sobre las pequeñas miserias de estos seres marcados por un pasado que no lo suelta. Y cuenta además con buenos actuaciones: un Gandolfini tenebroso, un impávido Tom Hardy y una estupenda Nadia, a cargo de Noomi Rapace, gente cargada de secretos que no sabe qué hacer con ese sucio presente que le pisa los talones (*** ½)
El bar de los trágicos Hay autores literarios que tienen un universo personal tan físico y estético, que su traslación al cine se hace casi por ósmosis: sus elementos constituyen piezas que logran vincularse con los géneros del cine. Dennis Lehane es uno de esos nombres. Más allá de abordar cuestiones casi fantásticas en La isla siniestra, en el centro de sus historias están siempre esas experiencias de vida que conectan al hombre con su entorno, tanto de vínculos como geográfico. Si bien Río místico no fue la aproximación más satisfactoria, tanto aquel film de Martin Scorsese como -la mayor- Desapareció una noche son tragedias urbanas, existencialistas, que conectan con el cine norteamericano de los años 70’. En esa línea, La entrega es un drama con elementos de policial que se aprovecha del aire que respiran los personajes para construir un recorrido que es pura tensión. Pero que, a la vez, pone en primer plano otro drama: el de los escritores guionistas de sí mismos. Aquí Lehane oficia por primera vez de guionista, adaptando su propio cuento Animal rescue. Y si bien esto no parecería un inconveniente a priori, porque nadie conoce mejor la obra que aquel que la creó, encuentra en el film de Michaël Roskam algunas limitaciones. Porque a una trama con fuertes connotaciones religiosas, Lehane le subraya aquello que estaba presente desde el minuto uno con una serie de simbolismos excedentes y metáforas visuales innecesarias. El guionista es alguien que trabaja las palabras pensando en las imágenes, algo que al escritor sin dudas se le complica un poco si no tiene asimilado el poder de la síntesis o si no puede dejar de pensar el cine como un sucedáneo de la literatura. Más allá de aquellas instancias en que la película se vuelve explícita en su camino recto hacia temáticas como la redención y la culpa, La entrega funciona porque encuentra un trío protagónico (Hardy, Gandolfini, Rapace) que sabe que el cine es aquello que vemos (y a veces lo que oímos) y contamina con cada gesto, cada postura corporal, cada inflexión de la voz con un aura irredimiblemente trágico. Y porque el director Roskam logra darle a cada escena un peso y una gravedad -que no solemnidad- que va acrecentando con el correr de los minutos su negrura, hasta explotar en un final que reconfigura todo lo visto y que de alguna forma pone en primer plano otro asunto que estaba un poco lateralizado en la narración: la soledad del hombre contemporáneo que, muerto Dios, es demasiado consciente de sus actos. En La entrega, Lehane aporta un material que desde lo literario huele un poco a Elmore Leonard (hay derrota y oscuridad, pero también un humor tumultuoso que aparece cada vez que Gandolfini alumbra la pantalla) mientras que desde lo cinematográfico rinde homenaje a esa influencia constante que es el primer Scorsese: un bar, una ciudad, vínculos que se desarrollan y explotan a partir de esos espacios compartidos (hay una escena ejemplar de esto, cuando la investigación policial da contra un habitué del bar y este se niega a ampliar testimonio porque ese es el lugar al que va con amigos a beber). Con esas referencias como norte, el escritor sólo tiene que aportar sus varones tristes habituales, un mundo masculino pervertido y en lucha constante contra sus demonios interiores, mientras que Roskam trabaja invisiblemente allí donde debe hacerlo un director que sabe narrar: sin regodeos visuales, yendo directamente al hueso de una historia muy bien estructurada dramáticamente. La entrega parece tener algunas concesiones sobre el final, pero en verdad son más las dudas que se ciernen sobre sus personajes incapaces de deshacerse del pasado que las posibilidades de redención.
Un animal redentor El escritor Dennis Lehane, cuyos bestsellers Mystic River, Gone Baby Gone y Shutter Island fueron llevados a la pantalla grande nada menos que por Clint Eastwood, Ben Affleck y Martyn Scorsese respectivamente, adapta cinematográficamente un relato corto suyo llamado Animal Rescue (Rescate animal), nombre que paradójicamente sintetiza al final de la historia el destino de sus personajes. Ambientada en una Brooklyn actual, donde el crimen organizado utiliza los bares como caja de seguridad del dinero sucio producto de sus transacciones, La Entrega se centra en Bob, un solitario y tranquilo barman (Tom Hardy) ajeno a los conflictos a su alrededor, que trabaja para su primo Marv (James Gandolfini), ex dueño del bar que ahora administra para los gángsters y que no se resigna a ser un perdedor. Pero la rutinaria vida del barman cambia tras descubrir un maltratado cachorro en el cesto de basura de una casa y conocer a la misteriosa mujer (Noomi Rapace) que allí vive, cuyos destinos se cruzaran para enfrentar su pasado y presente de falsas apariencias en búsqueda de una redención. Con ritmo lento, pero sin pausa, el relato consigue articular una historia anecdótica que va construyendo la tensión a partir de las relaciones entre sus personajes, la cual explota de forma magnífica durante su tramo final, al tiempo que propone un retrato de gángsters modernos donde lejos quedaron las tradicionales mafias italianas. Un thriller embebido del clásico policial negro, donde la acertada fotografía de tonos fríos, la música incidental y una sobria puesta en escena, dotan a la película de un cierto toque intimista e instalan un halo de misticismo en cada secuencia, dejando el protagonismo absoluto a un gran trabajo actoral complementado por atinados diálogos, que dan cuenta de las ventajas de contar con un guion adaptado por el propio creador de la novela. Tom Hardy sorprende interpretando a este barman de apariencia frágil, melancólico y de carácter reservado, que dice más por lo que calla que por lo que cuenta, imprimiendo diferentes matices psicológicos al personaje en función de cada escena, en una demostración de ambigüedad emocional que atrapa al espectador. Acompañado de un conjunto de actores que dan solidez a su tarea con grandes interpretaciones, como Noomi Rapace, Matthias Schoenaerts o John Ortiz (el policía que anda tras la pista de los sospechosos movimientos de El Bar), dando vida a personajes donde no hay buenos ni malos, tan sólo individuos obligados a sobrevivir. Mención aparte merece el añorado James Gandolfini, que con este film se despide desafortunadamente de la actuación tras su muerte el pasado 19 de junio. Con un papel hecho a su medida (recurrente en toda su carrera, entre otros dando vida de forma magistral a Tony en la mítica serie de Los Soprano), Gandolfini brilla y por momentos roba protagonismo a Hardy, con su papel de mafioso devenido a menos, cansado de todo y con un grave problema familiar que le obliga a tomar una decisión desesperada. Estrenada de forma póstuma, la película nos permite despedirnos de este gran actor. La entrega se cimenta en una pequeña pero solida historia (Acaba de ganar el premio al mejor guión en el Festival de San Sebastián de 2014), donde no hay buenos contra malos ni moralejas, donde las grandes interpretaciones consolidan un relato que con sutileza tensiona, cautiva y sacude al espectador.
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Michaël R. Roskam, el director belga de aquella interesantísima “Bullhead” (2011), nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa, se mudó a Hollywood. Parece que vive ahí ahora. ¿Qué tendrán los aviones que llevan directores del mundo a trabajar allí? Debe haber una especie de filtro en la aduana que traba la originalidad sin poder pasar por migraciones. Empero, algo entra con ellos de todos modos: el ADN artístico. No se puede embargar el ADN artístico, y por esa razón “La entrega” es un producto contagiado de conservadurismo, pero con personalidad propia y el gancho inevitable de ver el último trabajo de James Gandolfini. Bob (Tom Hardy) es de Brooklyn. Al comenzar la historia su voz en off nos avisa que en toda el área la noche funciona como refugio clandestino para trasladar dinero mal habido por parte de la mafia. Los italianos pasaron de moda, los irlandeses andan borrachos, los rusos ya están vistos. ¿Qué tal Chechenos? La mafia chechena. ¡Sí, señor! Bob es uno de esos tipos que trabaja en silencio, observa, razona. No habla mucho. Cabeza gacha y a ganarse el mango trabajando toda la noche sirviendo en el bar de Marv (James Gandolfini), otro curtido en la noche que desde las sombras del local, y de su pasado como apostador-con-boca-demasiado-grande, también trata de pelearla. Luego de cada noche, Bob vuelve a su casa ocupado con sus pequeños grandes dilemas. Una de esas mañanas encuentra dentro de un tacho de basura, perteneciente a una casa, un cachorro de bulldog. Nadia (Noomi Rapace) atiende desconfiada, pero solidaria. Algo hay que hacer con el perrito. Hay que cuidarlo, pero Bob parece perturbado por la posibilidad de asumir el riesgo de tener que cuidar de otro ser. Una noche el bar es asaltado y allí descubrimos quienes son los dueños. El jefe, Chovka (Michael Aronov), deja en claro, amenaza mediante, que quiere su dinero de vuelta. Los dos americanos, amenazados por chechenos en su propio barrio. La cosa ya no es lo que era. Michaël R. Roskam tomó el guión de Dennis Lehane (basado en su propio cuento) y entendió que si había algo diferente para aportar a una historia común y corriente, esto pasaba por los personajes. Sus miedos, sus conflictos, su historia, qué los llevó a donde están ahora y qué van a hacer con su nueva circunstancia. A todos les pasa algo que los saca de su rutina y los pone en un lugar incómodo para resolver lo nuevo. “La entrega” es un recorrido por la estructura de los intervinientes en la historia. Salvando las distancias, está bastante cerca del cine coreano de estos tiempos. Este factor es el que funciona como elemento sorpresa de la historia. Sabemos que algo no anda bien, pero no sabemos cuándo va a estallar si es que eso sucede. Todo funciona mejor por su elenco. Tom Hardy ofrece un trabajo de nominación al Oscar, su Bob es tan impredecible como coherente. El actor de “Sin Ley” (2013) se pone su personaje al hombre y lo lleva por donde quiere. Hay momentos en los que la economía de gestos es tan constructiva como enigmática, a la par de lo hecho por Jake Gyllenghaal en “Primicia Mortal” (2014), estrenada hace un par de semanas. Los de reparto entregan una gran solidez. Al verlo uno concluye lastimosamente que se van a extrañar tipos como James Gandolfini, pues su presencia en la pantalla siempre levantan todo un poco más. Un drama con elementos del policial negro que dejan ganas de revisar nuevamente el género. Todavía no se perdió del todo, y esta producción así lo demuestra.
Si bien películas sobre la mafia hay muchas, no podés dejar de ver La entrega ya que seguramente no la olvidarás rápidamente. La historia es atrapante desde el primer cuadro y no da respiro hasta el último gracias a los contundentes diálogos y a la inteligente narración que mantiene al público expectante de...
Del otro lado de la barra Un bar de Brooklyn es el principal escenario del primer film angloparlante del belga Michaël Roskam. En el prólogo, un narrador en off, cuenta al espectador de que manera funcionan estos “bar-entrega”, donde una vez por mes la mafia elige el sitio para hacer sus depósitos. “Cousin Marv” es el típico bar irlandés de la ciudad. Fanáticos del football se cruzan con pandilleros y mafiosos. Marv -última notable interpretación de James Gandolfini- atiende la barra con su primo, Bob, protagonista de la historia. El sitio, que en el pasado perteneció a Marv, ahora sirve de vidriera para negocios ilegales de una familia chechena. Por su parte, Bob -Tom Hardy, demostrando una vez más, porque es uno de los mejores actores jóvenes contemporáneos- es un hombre honesto y sencillo. Aparentemente sentimental, solitario y tímido. Después de encontrar a un cachorro dentro de un tacho de basura, comienza una relación amistosa con Nadia -Noomi Rapace- una moza que solía ser cuidadora de animales. La llegada de un peligroso ex novio de Nadia -y dueño del cachorro- combinado a un plan de Marv para estafar a los dueños del bar, provocarán una imprevisible inestabilidad emocional en la rutinaria vida de Bob. Dennis Lehane -autor cotizado de Río Místico, Desapareció una noche y La isla siniestra- adapta su propio cuento “Animal Rescue” estableciendo un microuniverso no demasiado alejado del contexto de los films de Martin Scorsese. La primer escena, de hecho, tiene una clara influencia e impronta scorsiana, inspirada en Calles salvajes, Buenos muchachos o Los infiltrados. Las calles de Brooklyn se convierten en protagonistas, el comportamiento, modismos y vocabulario de los personajes son propios de un micromundo que parece creado únicamente para esta película o las historias de Lehane –especialmente las primeras- y a la vez estamos viendo un típico film noir, donde el antihéroe es un hombre de otros tiempos, religioso y moralista, similar al personaje de Harvey Keitel en Calles… un personaje que no parece venir de ese mundo gangsteril, pero que se lo devora. Si bien el film de Roskman tiene un comienzo prometedor, con un tono seco y despojado de pretensiones, pronto el ritmo comienza a caer en un registro monocorde y redundante. La acción avanza lentamente y el suspenso empieza a tener rasgos previsibles. Lo que verdaderamente lleva adelante el relato son las interpretaciones y la austeridad de sus protagonistas. the-drop-noomi-rapace-tom-hardy Mientras que la presencia de Gandolfini empieza a disminuir -teniendo en cuenta que fue su último film, habría sido más disfrutable verlo en un personaje que lograra levantar más vuelo durante el desarrollo del mismo- comienza a tener más participación Matthias Schoenaerts, actor belga con una progresiva carrera. El duelo que se genera entre Schoenaerts y Hardy es lo que realmente permite mantener la tensión del público. Hardy es un todoterreno. Su aparente tranquilidad recuerda a la misma del protagonista de Una historia violenta, de David Cronemberg. Ambos personajes, detrás de una capa de humildad, esconden un pasado oscuro, que sale a la luz en el momento más oportuno y a la vez impredecible. La entrega es un relato interesante, pero que no logra manterse alejado de ciertas convenciones, mientras que tampoco consigue incrementar un nivel de tensión dramática para lograr sorprender lo suficiente al espectador. Sin golpes bajos o de efecto, tiene una estética meramente transparente, correcta y al servicio del guión. Son las actuaciones, sin uda, lo que hacen la diferencia: Hardy, Schoenaerts, Rapace, y por supuesto, el querido y recordado James Gandolfini, al que ningún personaje le quedaba grande.
El libro de Dennis Lehane, movido de Boston a Brooklyn, da como resultado una película modesta, un tanto confusa, pero sin duda hecha con el espíritu de cierto cine policial de los ’70, tratando de estar más cerca de los personajes que de la situación policial en la que se ven involucrados. El cuento arranca de una manera leve, con Tom Hardy (excesivamente caracterizado como Bob, un hombre entre buenazo y timorato) encuentra un perro en un tacho de basura. Eso lo relaciona con una mujer, Nadia (Noomi Rapace), y un personaje peligroso de la zona, que vive allí cerca y que pudo haber abandonado ahí a ese perro. Bob atiende en el bar regenteado por su tío Marv (una de las últimas actuaciones del gran James Gandolfini), pero que a su vez controlan unos mafiosos chechenos. “La entrega” que da título al filme se refiere al bar en el que se juntan todos los dineros negros de las transacciones diarias en la ciudad y capturar ese dinero será uno de los objetivos que ponga en marcha la segunda mitad del relato, la más clásicamente policial. Obviamente, hay también un agente de la ley que observa todo con sospecha e intenta llegar a conocer más de lo que está pasando.Mic the-drop-toronto-film-festivalLa primera parte va y viene entre los tímidos intentos de acercamiento/rechazo entre Bob y Nadia –y el perro en cuestión–, para luego entrar en una zona más intensa cuando nos enteremos de algunos secretos que guardan los protagonistas, especialmente Marv. Si bien los elementos están ahí para lograr un gran policial, digamos, de la “vieja escuela” (a la manera de los primeros filmes de James Gray, digamos), tengo la impresión que la narración es insegura, inestable, que las historias no están bien dosificadas y que, para cuando el final llega con toda su potencia, la ecuación no termina de cerrar como debería. LA ENTREGA termina siendo policial pequeño, humano pero irregularmente construido al que le sobra corazón pero, tengo la sensación, le falta un poco de sangre en las venas…
La oscuridad de Brooklyn El director belga Michael Roskam es el encargado de sacar adelante a The Drop, del autor Dennis Lehane, reconocido por sus trabajos precedentes al destacarse en el guión de novelas y obras literarias tales como Mystic River, Gone Baby Gone y Shutter Island, las cuales salieron airosas a la hora de ver el resultado plasmado en la gran pantalla. Aquí se trata también de un thriller en el que el realizador posa su confianza sobre Tom Hardy para que éste encabece el relato en el rol de uno de los encargados de un bar de Brooklyn regenteado por la mafia chechena. Lo acompaña su primo, el fallecido James Gandolfini en lo que representó su último papel (llevado a cabo de manera solvente, como ha sido siempre). Cualquier cosa puede suceder en las calles de aquel barrio neoyorquino. El frío, las personalidades que emergen y los acontecimientos que se van sorteando (algunos inquietantes, otros más bien intrigantes) dotan al asunto de una oscuridad que le queda como anillo al dedo a la historia. Incluso el drama (y el romance) cobra presencia en el film con la aparición de la convincente Noomi Rapace, quien ya había demostrado su capacidad para conectarse de forma naturalmente emotiva en Dead Man Down. Su personaje representa una suerte de cable a tierra para Bob, el sujeto serio y casi inexpresivo que compone Tom Hardy. En The Drop también es clave la aparición de un pitbull cachorro, lastimado, en un cesto de basura. Rocco, nombre que le da el protagonista al can, sirve como un nexo entre los últimos dos personajes mencionados y asimismo coopera al momento de sacar a relucir el costado más abierto y cordial de Bob, en una suerte de proceso de humanización de nuestro intérprete central. La película se vale de un ritmo sosegado que sabe mantener entretenido al espectador gracias al buen pulso narrativo con el que Roskam expone los hechos. Existen instancias en que se percibe una muy buena construcción de diálogos que ameniza lo que el público se encuentra observando. Vale resaltar que cuando los silencios están bien manejados (como aquí ocurre) y no incomodan (en el sentido denso de la palabra), las cuestiones se tornan más llevaderas. A pesar de que no se trate de un thriller que sorprenda por vueltas de tuerca agudas, es acertado mencionar que se guarda algunos giros interesantes que salen a la luz al momento casi culminante de la proyección. Incursionando en el policial y en lo dramático, intercalando ambos sin dificultades y con algunas buenas dosis de tensión, The Drop termina dejando un buen sabor, aunque no trascienda. LO MEJOR: Hardy, Gandolfini y Rapace. La historia, llevadera, bien narrada. Se consigue crear una cautivadora atmósfera oscura. LO PEOR: no llega a conquistar por completo. PUNTAJE: 7,5
Un thriller intenso con sólidas actuaciones y la última aparición de James Gandolfini. Todo gira en torno a Bob Saginowski (Tom Hardy, "El caballero oscuro: La leyenda renace", bien actuada), un camarero solitario y su primo Marv Cousin (James Gandolfini, “The Sopranos"), huraño y que ha abandonado sus sueños, juntos tienen un bar pequeño en Brooklyn al cual varios pobladores del lugar concurren a beber y a pasar el rato. Ese bar hace un tiempo cayó en manos de la mafia chechena, es utilizado para recaudar dinero, a diario vienen unos hombres, le pasan a Bob sobres llenos de dinero en efectivo y este los mete en un buzón oculto, cada semana uno de los chechenos recoge el total, todo sin preguntas. Algunos detalles se van revelando con el correr de los minutos. Una noche unos hombres enmascarados y bastante torpes asaltan el local, uno lleva en su muñeca un reloj que podría ser la clave de algo, roban cinco mil dólares. Cuando se enteran de esto Los chechenos todo se altera. En medio de todo esto Bob conoce de manera circunstancial a Nadia (Noomi Rapace, "Prometheus"), juntos ayudan a un encantador y dulce cachorrito de pitbull, pero ella no está sola la persigue el silencioso Eric Deeds (Mattias Schoenaerts, “Bullhead” y “Rust and Bone”), un ser peligroso y loco que pasó un tiempo en prisión acusado del asesinato. La trama resulta un inteligente thriller clásico, intenso y oscuro, en el cual se van tejiendo distintos conflictos, todo se encuentra meticulosamente cuidado. Posee un estupendo guión, bien sólido, con buenos diálogos, lleno de acción, secretos y misterio. Algunos tramos son lentos, pero se van matizando con el suspenso y la intriga. Existe un abanico de personajes, increíblemente bien actuada y cabe destacar que esta es la última película en la que participó James Gandolfini (una magnífica actuación, bastante diferente a la que interpreto en Tony Soprano). Los personajes secundarios también se destacan. Vemos personajes que viven las miserias de la cotidianidad, personas sin esperanza y ambiciones, traiciones, desconfianza, tristeza y rendición, todo esto acompañado por la excelente fotografía de Nicolas Karakatsanis (“Bullhead”) que aporta diferentes contrates; el film lo dice todo desde varios puntos, el guión es de Dennis Lehane, el mismo de “Río Místico”, “Desapareció una noche”, algunos episodios de “The Wire” y el largometraje “La isla siniestra” y la dirección corresponde al director belga Michaël R. Roskam, su primer largometraje fue Bullhead (2011) nominado al Oscar a la mejor película extranjera.
Ya lo hablamos la semana pasada a la hora del estreno de Una buena mentira, Hollywood no pierde la oportunidad de captar directores extranjeros cuando estos obtienen algo de reconocimiento en su país de origen. Michäel Roskam sorprendió cuando su oscura y visceral Rundskop fue nominada al Oscar a Mejor Película de habla No Inglesa hace tres emisiones. De inmediato cedió a la tentación y llevó toda su carga de tensión de Bélgica a Estados Unidos, y el resultado de dicho traslado es "La Entrega", un thriller con fuerza y mucho más convencional. La historia podríamos decir que se maneja por dos carriles que inevitablemente se unen gracias a su protagonista en común. Bob (Tom Hardy en una actuación intensa y fluctuante) trabaja como barman en un pub de Brooklin, su existencia no lleva sobresaltos. Pero acontecen dos sucesos, por un lado rescata a un perro de la basura y termina relacionándose con Nadia (Noomi Rapace, otra captada por Hollywood, correcta, en busca del gran papel en la meca). Por otro, unos ladrones entran a robar y terminan llevándose un dinero peligroso. Marv (james Gandolfini, a quien seguimos despidiendo en roles muy destacados), es el dueño del bar, es el primo de Bob, y mantiene fuertes conexiones con la mafia chechena que utiliza el lugar como una suerte de aguantadero o punto de encuentro. Sobre estos elementos trabaja el guión de Dennis Lehane, que se encargó de adaptar su propia novela luego de ubicarse en el candelero con "Río Místico", "La Isla Siniestra", y "Desapareció una noche"; partiendo de anécdotas para ir enturbiándose cada vez más. De estas tres “fuentes".La Entrega tiene varios puntos en común con "Desapareció una noche" y algo de "Río Místico" aunque con menos carga dramática. Hardy se carga el film al hombro y su personaje va cambiando del ser inocente y solitario a algo mucho más profundo y complejo. Es de esas películas en las que nadie es completamente limpio. Roskam se deja llevar, expone violencia fuerte siempre dentro de los cánones de la gran industria, no teme ensuciarse las manos y carga al film de un clima denso y extraño que se relaja con bienvenidas dosis de humor y toques románticos. Existe la idea de que cualquier cosa puede pasar y eso es lo que va envolviendo al espectador más y más mientras aquello deja de ser un hecho efímero para complicarse meteóricamente; todo hasta llegar a un final fuerte, sin adelantar pero intenso y que puede despertar alguna discrepancia. En la balanza, sobresale más el guión estructurado por Lehane, hermético y pergeñado con precisión. La labor de Roskam como director es correcta y logra imprimir un tono oscuro aún en los momentos más livianos, pero también se presiente cierta idea de querer imitar lo logrado por los anteriores directores de las obras de Lehane, claramente, "La Entrega" es un film de estudio, y por encargo. Intensa, envolvente, misteriosa, La Entrega es un film de esos que enmarcan la navidad desde otro costado. Aquellos que no pueden descansar de una buena trama de suspenso ni aún durante los periodos festivos están de parabienes.
La ley del barrio El público local puede disfrutar de dos talentos conocidos y reconocidos en esta película que, sin embargo, está dirigida por un principiante, el belga Michaël R. Roskam. “La entrega” está basada en un cuento (Animal Rescue) de un experto en temas policiales, el bostoniano Dennis Lehane, algunos de cuyos relatos han sido llevados al cine por Clint Eastwood en “Río místico”, Ben Affleck en “Desapareció una noche” y por Martin Scorsese en “La isla siniestra”. Además, en este film, el público puede apreciar uno de los últimos trabajos actorales de James Gandolfini, el entrañable actor que se hizo popular con su personaje televisivo Tony Soprano. Aquí, Gandolfini interpreta a un mafioso venido a menos llamado Marv. Resulta que Marv era dueño de un bar en la zona dura de Brooklyn, donde se recaudaba algún dinero del juego y de las apuestas clandestinas, pero que al no poder seguir con el negocio, lo tuvo que vender a un grupo de chechenos, quienes mantuvieron el nombre del local y a su ex dueño al frente del mismo, para salvar las apariencias. Marv atiende su bar junto a un primo, Bob. Ambos están acostumbrados a tratar a los clientes, los conocen desde hace tiempo, así como a la gente del barrio. En apariencia, todo sigue igual, aunque ahora la plata que se recauda por debajo del mostrador, proveniente de los negocios oscuros, va a parar a los chechenos, que no le pierden pisada. La trama del relato es simple: una noche, al momento de cerrar el boliche, Marv y Bob son sorprendidos por dos ladrones armados y enmascarados, quienes se roban la recaudación del día. El incidente pone de muy mal humor a los chechenos, quienes presionan fuerte para que aparezca el dinero robado. Mientras tanto, se va tejiendo una subtrama en la que Bob inicia una relación con una chica del barrio a quien conoce casualmente al encontrar un cachorro de pitbull abandonado en la puerta de su casa y al que rescatan para criarlo entre los dos. Nadia, la chica, tiene un ex novio algo complicado que la asedia desde las sombras, quien curiosamente se cruzará con Bob por varios motivos, no solamente por causa de su amistad con Nadia sino por otros asuntos más turbios, porque en ese barrio todo tiene que ver con todo y las historias se mezclan unas con otras. La película de Roskam recrea el ambiente cotidiano de un suburbio de obreros, delincuentes y traficantes, en donde todos parecen conocerse pero pese a ello, hay secretos y misterios en los que nadie se atreve a husmear demasiado. Salvo algún policía un poco más curioso que el resto de sus colegas, quien, a raíz del robo al bar de Marv, empezará a investigar el asunto y atando un cabo suelto con otro, llegará hasta el borde mismo del núcleo del conflicto. Aunque sólo hasta ahí, porque en esa zona rigen otras leyes y las cosas se resuelven por otros carriles. “La entrega” es un buen policial, que dejará satisfecho al espectador, narrado en un tono parco y pausado, sin nada espectacular ni demasiado llamativo, que revela un estilo de convivencia en un territorio determinado, que tiene sus características propias y donde cada uno defiende su vida y su trabajo como puede, y el liderazgo se pone a prueba todos los días.
Thriller cuasi-unipersonal. The drop es una de esas película de suspenso que se cocinan a fuego lento, con carencia de ritmo pero buena dramatización, y uno o dos momentos intensos bien logrados. Lo mejor de la propuesta surge de Tom Hardy, quien logra magnetizar al espectador con un personaje enigmático. La trama no es una obra maestra, pero posee ciertos condimentos que la mantienen a flote, alimentando las expectativas de la audiencia hasta el final. Pero es también una película innecesariamente lenta, que la mitad del tiempo se dedica a mostrar escenas poco trascendentes, relegando al resto del reparto a un plano básicamente inexistente. No hay mucha sustancia en The Drop, más allá de un protagonista principal bien construido y dos o tres momentos gratificantes. Es un thriller pausado donde no pasan muchas cosas. Engancha, pero deja gusto a poco.
Crimen a lo Lehane "The Drop" o "La Entrega" (una de las pocas veces que se traduce un título literalmente en cine, aplausos) es un policial escrito por Dennis Lehane, talentoso novelista que creó historias famosas llevadas al cine como la de "Río Místico" y "La isla siniestra" entre otras. En este caso adapta un cuento propio llamado "Animal Rescue" que se centra en un bartender de los barrios bajos de Nueva York que atiende junto a un encargado un bar "pantalla" a través del cual la mafia chechena lava dinero sucio. Un día el bar es asaltado por ladrones de poca monta y la mafia obliga a sus empleados a recuperar el dinero. El policial tiene como protagonistas a Bob, un cada día más talentoso Tom Hardy, a Marv, James Gandolfini en su último rol antes de morir, Nadia, una tímida mujer interpretada por Noomi Rapace que se cruza en el camino de Bob y Eric, el psicópata ex novio de Nadia que se verá enfrentado con Bob a causa de celos y una oportunidad de chantajearlo. En primer lugar se debe resaltar que la historia escrita por Lehane es muy buena, con personajes ricos en historia y carácter. El trabajo conjunto con el director Michael R. Roskam estuvo bien coordinado y lograron construir una película que atrapa desde el inicio, con personajes enigmáticos que se van revelando cada vez más su esencia a medida que avanza en metraje. El trabajo interpretativo es de alta calidad, destacándose las actuaciones de Hardy y Gandolfini. Noomi Rapace está bien pero su personaje quedó un poco relegado, al igual que la intervención de Matthias Schoenaerts como Eric, que aparece ya bien avanzada la peli. Si bien el guión no presentó intrincadas situaciones, hubo una buena construcción del clima de suspenso y la oscuridad del mundo de la mafia, lo que derivó en que todo se vea más creíble y como espectadores podamos involucrarnos más. El tono estético de la propuesta fue gris y frío, lo que transmitía de alguna manera la dura vida que llevan las personas que se mueven en el mundo del crimen neoyorquino. El único aspecto que me pareció un tanto flojo fue la lentitud con la que pasaban algunas secuencias que no eran tan fundamentales para el film, como por ejemplo la relación de Marv con su hermana o algunos diálogos de Bob con Eric. Una muy buena propuesta de crimen y suspenso que de seguro resultará del agrado de los lectores de historias policiales o de la mafia. Es un poco más lenta que otros exponentes del género, pero hace hincapié en algunos detalles y nos presenta algunos diálogos que son dignos de disfrutar. Recomendable.