El ciclo infinito de la responsabilidad La pérdida de la vivienda como potencialidad, ese gran fantasma de la burguesía, es uno de los ingredientes de este estudio minimalista sobre los abusos consentidos por las autoridades y las decisiones de una profesora, quien ve tambalear su balanza moral. ¿Por qué ante el más mínimo delito el conjunto de los mortales se obsesiona únicamente -y casi de inmediato- con encontrar culpables y deja de lado la tarea de examinar el contexto que canaliza conductas de ese tipo, uno que en la enorme mayoría de los casos pesa mucho más que la simple voluntad individual del infractor? Esa es la premisa por detrás de La Lección (Urok, 2014), una pequeña y bienvenida sorpresa que nos llega desde Bulgaria: este film, de ritmo apesadumbrado y estética vinculada al marco de referencias de los documentales, trabaja distintas capas de la crisis social/ ideológica de nuestros días y sus subproductos, en especial los callejones sin salida en los que terminan inmersas las clases populares frente a la negligencia del Estado y su complicidad para con el capital financiero y esos grandes monopolios que hegemonizan la economía de prácticamente todo el planeta. El eje del relato es -precisamente- una ejecución hipotecaria en función del atraso en los pagos por parte de una familia burguesa, que se encuentra al borde de perder su hogar. La protagonista de la faena es la madre del clan, Nadezhda (Margita Gosheva), docente de inglés en una escuela de pueblo y adalid fundamentalista de la rigidez deontológica, como lo demuestra el episodio que abre la película: ante el robo de una billetera en el aula, la susodicha obliga a todos sus alumnos a someterse a una revisación fuera de lugar, con la joven damnificada escudriñando en las mochilas de sus compañeros. Cuando un buen día Nadezhda descubra que su marido Mladen (Ivan Barnev) no abonó al banco y utilizó ese dinero para comprar una caja de cambios destinada a una casa rodante que tienen a la venta, la mujer no tendrá mejor idea que pedir un préstamo a “otros” usureros, ahora de la mafia. Aquí los realizadores Petar Valchanov y Kristina Grozeva juegan con las inconsistencias y paradojas detrás del ciclo infinito del juzgar al otro y no asumir la responsabilidad propia dentro de la coyuntura general de los acontecimientos, lo que rápidamente nos retrotrae a la trayectoria histórica pasada (la salida del comunismo y la precariedad de la sociedad búlgara, que no tiene nada que envidiarle al Tercer Mundo) y al mismo tiempo nos acerca a algún tipo de perspectiva a futuro (el acto de colocar al dinero en la “base” de la pirámide de la ética colectiva hace que se descuiden dimensiones mucho más importantes como el desarrollo progresivo de la comunidad y el respeto por los semejantes). De hecho, más allá de la eficaz y pertinente denuncia contra los clásicos mecanismos usurpadores del capital, la propuesta también pone de manifiesto la soberbia de la pedagogía obcecada e impiadosa. Si bien el planteo formal y doctrinario nos puede remitir en primera instancia al cine de Robert Bresson o al de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, en realidad el esquema de injusticias que padece y reproduce Nadezhda es tan antiguo como Ladrones de bicicletas (Ladri di Biciclette, 1948), de Vittorio De Sica, aquel extraordinario análisis de cómo se origina el entramado de las desgracias sociales y su lógica en cadena. Los directores consiguen una obra apasionante que por un lado se siente un poco extensa y por el otro combina con inteligencia el drama de reformulación identitaria y una especie de policial en sintonía con la desesperación económica de la protagonista y las “soluciones” que le brinda un sistema parasitario. Es en esa confluencia entre la marginalidad y la corrupción -ambas abaladas por el Estado- donde debemos ubicar a La Lección, un ejemplo muy interesante de un cine moral bien diagramado y con el ímpetu necesario para escapar a los atajos de la empatía automática, pensemos para el caso en la gran Margita Gosheva y el modo en que marca distancia en el inicio para luego alzar a la soledad de su personaje como fuerza de choque.
Lo que hay que tener La vida real y la ficción se entrecruzan en caminos inextricables que solo llevan hacía el sinsentido. Ese pasaje a través de lo inexplicable es lo que los realizadores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov buscaron al indagar en la paradójica historia de una maestra que intenta dar una lección a sus alumnos pero se ve envuelta en una situación límite que la lleva a cruzar todas las barreras. El film comienza con la determinante intención de Nadezhda, una profesora de inglés en un pueblo de Bulgaria, de impartir una enseñanza sobre la honestidad a causa de un robo ocurrido en la clase durante el recreo. El culpable no aparece y la maestra da nuevas oportunidades para que el ladrón revele su identidad o devuelva lo que ha robado, pero nada ocurre y solo el silencio y la incomodidad hacen sombra a la resolución de la docente. A medida que la película transcurre, Nadezhda (interpretada con una sensibilidad maravillosa por Margita Gosheva) surge como una figura compleja y fascinante. Acosada por un leve e inofensivo trastorno obsesivo compulsivo por el orden, es madre, esposa, maestra y traductora en un país con una desigualdad social extrema, donde todos los habitantes ven como su nivel de vida retrocede desde la legalización de la iniciativa privada y el abandono de la economía planificada a principios de la década del noventa. Cuando el esposo de Nadezhda deja de pagar las cuotas de la hipoteca de su casa, ella deberá pedirle dinero a un prestamista para que su casa no sea subastada por el banco. Esta situación desnuda todo el perverso sistema bancario, la publicidad engañosa, las causas detrás de la prostitución, las estafas de los emprendedores y la delincuencia como trasfondo de un sistema tan injusto como siniestro. Grozeva y Valchanov narran, con valentía y crudeza, esta historia sobre la encrucijada de una mujer sitiada por unos acontecimientos que se precipitan como una avalancha mezcla de la mala suerte y la mala influencia de una familia pusilánime y patética. El opus analiza de forma brillante, y con una gran meticulosidad, todos los ángulos de esta historia, haciendo hincapié en los primeros planos para destacar las decisiones que transforman el rostro impávido de la protagonista que lucha hasta último minuto para salir de la espiral viciosa. La Lección (Urok, 2014) plantea, de esta manera, un tema ríspido sobre el comportamiento humano, llevándolo hasta sus confines, donde todo es posible y los valores que promueven la ética y la moralidad se vuelven confusos e imprecisos, parte de un discurso y una ideología ciega a la oscura realidad del neoliberalismo. Allí donde la excepción se vuelve la regla y la imposibilidad de mantenerse en la legalidad es la única forma de salvaguardar la dignidad y decir basta es donde el film pone la cámara, divide las aguas y defiende su posición para entregarnos una obra maestra sobre las contradicciones sociales.
Un drama que arranca en la línea de los hermanos Dardenne y el nuevo cine rumano, pero termina demasiado cerca de la crueldad del cine de Iñárritu. Nadezhda es una joven profesora de inglés envuelta en dos situaciones engorrosas. A nivel laboral, debe lidiar con una serie de robos recurrentes dentro del aula, problema que intenta solucionar sometiendo a la clase a una requisa por parte de la alumna afectada. El dinero también es un problema en la esfera íntima: su pareja usó los fondos destinados a saldar una deuda con el banco para comprar una caja de cambios para el motorhome que tienen en venta, y en tres días ejecutarán la hipoteca de la casa por falta de pago. Estrenada en el Festival de San Sebastián de 2014, de donde se llevó el Premio Kutxa-Nuev@s Director@s a la Mejor Película, La lección irá anudando ambas situaciones hasta volverlas un todo indivisible, las dos caras de una misma moneda. Los realizadores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov apelan a un realismo de raigambre documentalista acompañando a su protagonista a lo largo de complejo recorrido en busca del dinero, convirtiendo a Nadezhda en una suerte de Rosetta del siglo XXI. Los hermanos Dardenne también parecen haber sobrevolado la confección del guión, ya que el cumplimiento de un objetivo económico en un plazo breve remite a Dos días, una noche. Por otro lado, el choque contra los mandatos más absurdos de la burocracia, los encuadres despojados de artilugios y el apego físico de la cámara a los cuerpos muestran que los realizadores búlgaros han visto y deglutido varias películas de sus vecinos rumanos. El problema es que, a diferencia de la anteúltima película de los belgas o del cine de Corneliu Porumboiu, Radu Muntean, Cristi Puiu y compañía, Grozeva y Valchanov se ensañan con su protagonista mediante el sometimiento a lo más parecido a un calvario, empujando al film de un realismo social a una crítica bastante burda sobre el capitalismo y la burocracia. De los Dardenne a Iñárritu hay un trecho que, al menos en el caso de La lección, se recorre en apenas un par de minutos.
LA MORAL Y LAS SITUACIONES LÍMITES Basada en un hecho real ocurrido en Bulgaria, y filmada en los mismos lugares donde ocurrieron los hechos con participación de los vecinos del lugar. Los directores y guionistas Kristina Grozeva y Petar Valchonov decidieron hacer un thriller muy bien construido y demostrar, como en una parábola moral que pasa cuando alguien se siente en una situación sin salida y contra todos sus principios puede convertirse en un delincuente. En este caso una maestra que descubre que en su clase hay un ladrón y trata de descubrirlo para darle una lección. Ella descubre que le están por rematar la casa porque su marido no pago la hipoteca como estaba planeado y necesita conseguir el dinero en tres días y cuando todo falla se involucra con prestamista peligrosos. La tensión es permanente, hay cuota de humor negro y acumulación exacerbada de acontecimientos dolorosos y pueriles que machacan ya sobre una situación grave, casi sin necesidad.
Con algo de atraso luego de un exitoso recorrido por varios festivales internacionales, llega La lección. Una maestra de escuela de una pequeña localidad de Bulgaria está empecinada en dar una enseñanza a su clase ya que en ella, alguno de sus alumnos ha sustraído dinero del bolso de una compañera. En paralelo a esta situación que la tiene obsesionada, su propia situación financiera tambalea, cuando descubre que su marido ha dejado de pagar la hipoteca de la casa para emplear los ahorros familiares en otras cuestiones. Así se ve envuelta en una bola de nieve de problemas, enredándose con usureros, falta de cobros de sus trabajos extras y conflictos con su padre. El dúo de directores Kristina Grozeva y Petar Valchanov mantienen el pulso firme en esta fábula sobre el doble juego de dar una lección como docente y aprender ella misma otras tantas en el trascurrir de su conflicto. Con toques de humor negro y situaciones tragicómicas y absurdas, La lección, es una clase de ética y moral. Un drama social con ecos que hacen acordar a los hermanos Dardanne y al nuevo cine rumano, prescindiendo de toda bajada de línea. Margita Gosheva es la magnífica protagonista Nadezhda, una mujer que aunque tiene una hija y un marido parece estar sola en esta cruzada en proteger lo que tiene, solo parece encontrar consuelo en tomar un café en la tumba de su madre y oscila entre en mantener la dignidad o perderla, frente a su padre y la nueva mujer de este, confrontando a un usurero, debatiendo los argumentos de un jefe que le debe pagos atrasados, las trampas de las entidades bancarias, sin perder de vista su tarea detectivesca del ladrón en su clase. La lección muestra con total naturalidad la línea, delgada o no, que hace que cualquier persona decente, se convierta, por obra y gracia de determinadas circunstancias, en un delincuente. En una clara demostración que siempre hay una cadena de injusticias que hacen tambalear al más honrado.
Haz lo que yo digo... No es un cuento moral, pero incomoda siendo una crítica a un sistema y a la corrupción. Gran filme. Tal vez porque la dupla detrás de cámara provenga del cortometraje, esta opera prima -que formará parte de una trilogía- tiene los tiempos cinematográficos precisos. Ninguna escena está estirada, no hay regodeos de cámara o de puesta en escena. Es, se diría, justa. Es cine social, al estilo de los Dardenne o Ken Loach, y tiene muchos puntos de contacto precisamente con Dos días, una noche, de los hermanos belgas, ya que la protagonista pasa unas 24 horas en las que debe resolver múltiples problemas, que se van sumando y suman encrucijadas morales, rabias incontenidas y persistencia ante la(s) adversidad(es). Nadezhda (Margita Gosheva) es profesora de inglés en una secundaria de un pequeño pueblo búlgaro. Podría ser de cualquier otro lugar de Europa del Este, o hasta de nuestro país. Como buena instructora, además de la lengua extranjera desea enseñar principios y el bien entre su alumnado: quiere dar una lección a partir de un pequeño robo de dinero en su aula. El ladrón no aparece, y ella apuesta a la moral de los adolescentes. Pero... Pero Nade verá cómo su estantería está a punto de venírsele abajo cuando se entere del embargo de su casa, que comparte con su hijita y su marido ex alcohólico, que mantiene una deuda de la que su mujer acaba de enterarse. Con el pulso del nuevo cine rumano -cámara en mano siguiendo a los personajes, planos cortos, tono seco, iluminación y escenarios naturales, como una vuelta sobre el cine de los Dardenne-, La lección no es un cuento moral. Pero incomoda, y mucho. Un ritmo más lento se apodera de la primera mitad, para luego, cuando los conflictos se agregan a velocidad crucero, generar ese estado de corte de respiración al espectador. Acorralada, Nade está lejos de ser una heroína, pero menos todavía de convertirse en una mártir. La película es una crítica al sistema, a la explotación, a la corrupción y a la usura. Las escenas con el prestamista que extorsiona a la protagonista está hecha para crispar los nervios, casi desde la nada. Grozeva y Valchanov son dos apellidos para seguir de cerca, sigan o no rodando en su país sin apoyo estatal, como fue el caso de La lección. Hay ideas, y aquí fue más que suficiente.
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Suspenso en la clase por unos “levs”. El cine de los hermanos Dardenne presenta de modo invariable un dilema moral que el héroe o heroína debe resolver en un período acotado, y que lo lleva a poner en cuestión sus valores y, a veces, los del entorno. Lo mismo sucede en La lección, primer largometraje de ficción codirigido por los realizadores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov, que tienen cortos, documentales, trabajos previos para televisión y un largo de ficción posterior (La lección es de 2014). La clave para que la moraleja no se vuelva demasiado evidente (la clave para tenerle terror al lobo en lugar de andar cuidándose de los hombres en la calle, en otras palabras) es lograr que el cuento pese más que la moral. Es lo que hacen los Dardenne. Más nervio, más urgencia, más incidentes, más construcción de personajes, más suspenso incluso, dejando que el factor moral se imponga por decantación. En La lección, una película prolijamente armada, escrita, actuada y contada, sucede lo contrario. Se siente que la fábula está entera y puntillosamente pergeñada en función de la conclusión moral a la que se quiere arribar. Lo que en otras épocas se llamaba “film de tesis”, formato que por otra parte admite una única conclusión posible para el dilema, lejos de la inquietud y ambigüedad que suelen cerrar el cine de los Dardenne. Exhibida en unos cuantos festivales y ganadora del premio Nuevos Directores en San Sebastián, Urok (tal el título en búlgaro) empieza con el nudo mismo de la cuestión: la profesora Nadezhda (Margita Gosheva) plantea a los alumnos de una división de colegio secundario que quien robó unos levs (moneda búlgara) a una compañera deberá devolverlos. Es el comienzo de una guerra entre la profesora y el ladrón, que no se da a conocer, con el resto de la clase entre esos dos fuegos y sin que ninguno de los dos dé el brazo a torcer. La profesora ofrece algunas formas de negociación (hacer una “vaca” entre todos para compensar a la damnificada, darle al ladrón la posibilidad de devolver la plata cuando nadie lo ve) pero no hay solución. Al mismo tiempo, las cosas no andan nada bien en casa de Nadezhda, básicamente porque la irresponsabilidad de su marido puso a la familia frente a una deuda impagable, y queda a cargo de ella intentar resolver lo que parece irresoluble. Así como fuerza notoriamente los acontecimientos para poner a la heroína entre la espada y la pared –lo cual quita credibilidad–, algunos de esos acontecimientos están muy bien “vestidos”. La situación con el padre de Nadezhda, a quien ella no ve desde hace años y ahora se ve obligada a pedirle dinero, y el prestamista al que recurre in extremis, son momentos dramáticos de primera agua, que generan mucha tensión. La lección no sería concebible, por otra parte, sin la actuación de Margita Gosheva, a quien la cámara acosa durante los 106 minutos de película. En lugar de perseguir al protagonista de espaldas, como en las películas de los Dardenne, aquí se lo hace de frente.
Nade es una profe de inglés en cuya clase desaparece la billetera de una alumna. Ella se pone firme: obliga a los alumnos a dejar algo de su dinero hasta que el ladrón devuelva lo robado. En casa, también la esperan problemas relacionados con el dinero: su marido dejó de pagar la cuota de la hipoteca y quieren rematarle la casa. Con una puesta que recuerda mucho a la del cine de los hermanos Dardenne -cámara en mano cerca de su protagonista todo el tiempo, pequeño gran drama social en el centro del relato-, pero un ritmo parsimonioso, que obliga a esperar cada una de las mínimas resoluciones, y sobre todo una opacidad, un aire sombrío en el que no queda espacio para ninguna redención posible. La lección es tan severa con su protagonista como ella intenta serlo con sus alumnos. La sigue, en su derrotero cada vez más desesperado para reunir dinero en tres días, ilustrando las miserias y grisuras de una sociedad burocrática, indiferente y fría. Claro que Nade no se diferencia mucho de ese contexto, cuesta encontrar en su rostro gélido o en su intimidad, algo de ternura o calidez. Aunque empaticemos con su angustiante, y universal, circunstancia.
Pocos cineastas como Jean-Pierre y Luc Dardenne expusieron el desamparo que sufre la mujer en ciertos sectores en la sociedad europea. Alli están algunas de sus películas para confirmarlo: Rosetta (1999), El silencio de Lorna (2008) y Dos días, una noche (2014), desgarradoras historias en la que una abnegada protagonista afronta en soledad múltiples conflictos (deudas, desempleo, embarazos). Por problemática y austeridad escénica, el cine de los hermanos belgas resulta una notoria influencia para La lección, película búlgara también dirigida a cuatro manos (Kristina Grozeva y Petar Valchanov, autores además del guión) y cuyo estreno aquí debe ser el primero proveniente de aquel país en mucho tiempo. El film se centra en Nadezhda, una joven profesora de inglés agobiada por su situación económica. Su marido -practicamente un inútil- compra un motorhome que no puede pagar, y así comienza para Nadezhda una cadena de deudas que van de un leonino crédito bancario hasta un préstamo de tintes mafiosos, pasando por una humillante visita a su padre.
Cuando la moral se ve acorralada por lo inesperado La profesora de inglés de un colegio de pueblo es muy correcta y exigente. Cuando alguien le robó a una compañera, ella hace registrar bolsillos y mochilas. Si el culpable no aparece, cada uno pondrá un dinerillo para compensar a la damnificada. Aquí capaz que pegan el grito en el cielo por exceso de autoridad, pero la historia transcurre en Bulgaria, donde tal vez las profesoras todavía tengan algún peso. El problema es que de pronto ella descubre que le faltan muchísimos pesos. El bueno para nada de su marido no pagó la hipoteca, y la casa será rematada dentro de tres días. ¿Cómo conseguir la plata? El banco los hizo caer con una publicidad engañosa ("Interés fijo. Si llega a cambiar, le avisamos") y no da más créditos, el padre tiene dinero pero están peleados con justa razón, no queda otra que acudir al prestamista (un mugroso de remera infantil al frente de una lavandería) o asaltar un banco. Claro, eso es algo que uno dice, pero no hay cómo. ¿Entonces? La actriz a cargo se llama Margita Gosheva, puro nervio perseguida por la cámara. Los autores, Kristina Grozeva y Petar Valchanov, que con esta primera película ("basada en hechos reales") iniciaron una trilogía moral sobre la sociedad de su país. Este año presentaron la segunda, "Slava" (gloria), sobre un tipo que devuelve un dinero encontrado y así le agradecen. Y los maestros de Grozeva y Valchanov son, qué duda cabe, Ken Loach y los hermanos Dardenne. Buenos maestros, y buenos discípulos. Bien. Dos detalles: Ken Loach tiene una película muy buena donde un trabajador se enfrenta a un usurero, "Raining Stones", que aquí se llamó "Como caídos del cielo". Y la única búlgara que acá se estrenó con recordado éxito fue la excepcional "Cuerno de cabra", de Metodi Andonov, en 1973. Entonces los autores de "La lección" ni siquiera habían nacido.
La Lección Aquí los realizadores Petar Valchanov y Kristina Grozeva arman una mamushka interminable en plan película sobre la responsabilidad y la obligada decisión de su protagonista, una maestra de colegio, de refregar en la cara de sus alumnos alguna lección moral cuando ella se derrumba entre malas decisiones y un sinfín de obstáculos que la alejan de poder mantener a su familia contenida en al menos su casa. La Lección (Urok, 2014), hábilmente construye su relato con una ininpensada sucesión de calamidades por las que deberá pasar la protagonistas (Nadezhda, Margita Gosheva), quien además de los apremios económicos diarios, el desprecio de su padre, la apatía de su marido y la realidad agobiante, pondrá a prueba su propia moral en un juego maquiavélico de tomalo o dejalo interminable.
Que arroje la primera piedra. Nadezhda (Margita Gosheva) es una maestra de inglés de un pequeño pueblo de Bulgaria, que por un error de su marido se encuentra endeudada con el banco y a pocos días de perder su casa. Su sueldo como maestra no alcanza, por lo que también trabaja haciendo traducciones para una consultoría donde le adeudan dinero; sumado a eso su marido es bastante inútil y tiene una hija a la que mantener. Mientras Nadezhda debe lidiar con un ladrón dentro de su clase al que aun no ha descubierto, aunque le ha dado varias oportunidades de arrepentirse, para tratar de tapar su deuda descubre que debe lidiar con ladrones de mayor calaña, empezando por el banco. Para evitar pedirle el dinero a su padre con quien tiene una horrible relación, cae en las oficinas de un prestamista, sin saber en que se estaba metiendo. Nadezhda tiene poco tiempo para salvar su casa, pero en esos pocos días debe enfrentar más retos que en toda su vida. Sola con el tiempo en contra, desesperada y con miles de contratiempos la maestro pueblerina se vera empujada a hacer cosas que condena dentro del aula. Simple, despojada, naturalista -con un estilo muy similar a los filmes de los hermanos Dardenne-, con una cámara limpia que sin artilugios esta ahí solo para retratar la angustia y peripecias de la protagonista, en un ambiente realista, con una estética cotidiana. Los directores Kristina Grozeva y Petar Valchanov construyen un filme que angustia, por momentos ahoga, pero que tiene pequeñas dosis de cinismo y humor negro con los que muestran una realidad cruel, grotesca y que sirven para que el espectador respire un poco y el relato no sea tan asfixiante. Gosheva carga el filme sobre sus espadas, y lo hace de maravillas, sin exabruptos, sin gritos pero con expresiones que lo dicen todo, llevándonos de acá para allá mientras la espada y la pared le dejan cada vez menos lugar. "La Lección" es un filme denso, sombrío, no accesible para todo publico, que por momentos parece interminable, pero es un excelente retrato crítico de la realidad, en un pueblo pequeño, corrupto, donde los ladrones no usan antifaz y se disfrazan de gente decente.
Nadezhda (Margita Gosheva) podría haber sido una abogada exitosa pero optó por casarse y hacerse cargo de un hombre al que no parece amar pero tampoco es capaz de dejar, aunque le traiga más amarguras que alegrías. Todo en su vida parece ser motivo de conflicto: en uno de sus trabajos tiene un alumno ladrón, y ella no puede descubrir quién es; en el otro, el jefe incumple con los pagos por sus traducciones; en su casa, el marido ex-alcohólico la ha endeudado por un motorhome inservible, y las financieras van por ellos de manera rapaz. Con una casa y una hija a cargo -de quien apenas tiene tiempo para ocuparse- ella se ve obligada a pensar cómo puede hacer para conseguir el dinero suficiente para salir adelante. En un gris eterno, con matices cada vez más oscuros, la cámara se instala sobre la mujer y la sigue de manera invasiva en ese intento de darles una lección a los niños, a la vez que es consciente de que está cada vez más lejos de ser un ejemplo a seguir para ellos.
El lado oscuro de la vida común Es llamativo: mucha gente confiesa detestar las comedias musicales clásicas porque se canta, se baila y todo sale bien. Sin embargo, rara vez espectadores o críticos manifiestan objeciones serias a los reversos actuales de las comedias musicales clásicas, estos dramas realistas europeos en los que todo sale mal, incluso al precio de sacrificar la verosimilitud y caer en el ridículo. Y lo de "realistas" debería aclararse: hay películas que reciben premios y son elogiadas por su utilización del estilo audiovisual de los hermanos Dardenne (Rosetta, El hijo, El niño): mayormente cámara en mano, cercana a los personajes, muchas veces a sus espaldas, locaciones nada glamorosas, escasez o ausencia de música por fuera del universo registrado. Pero el realismo que profesa una película como la búlgara La lección incluye un perverso sistema de detalles negativos que se van enlazando con lógica programática y en ocasiones más arbitraria y artera que el uso indiscriminado de efectos especiales en las superproducciones más irreflexivas. La lección usa y abusa del efecto especial "el mundo es horrible" e incurre en recursos inadmisibles por fáciles y arbitrarios, como el auto que no arranca justo cuando hay que salir corriendo a pagar una suma ínfima y también arbitraria que se agregó a último momento para lograr tensión artificial. Y hay más situaciones objetables en esa secuencia -puesta para generar tensión allí donde no surge de la construcción narrativa- del centro de La lección, al que se llega luego de mostrarnos a la protagonista en circunstancias grises, feas y sin salida (maestra que intenta descubrir cuál de sus apáticos alumnos roba, con otro trabajo en el que no le pagan, marido inservible y que le oculta la situación financiera de la casa). Ella es rígida, terca, obcecada -hasta el punto de hacernos dudar de su sensatez-, tiene resentimientos familiares y rechaza soluciones que tiene a mano. Sus ideas de justicia y rectitud son inaplicables en un contexto de crisis moral y económica de un país como Bulgaria en su derrotero poscomunista (y en casi cualquier otro contexto). No entraremos en detalles para no arruinar el planteo de la película, porque parte de su propuesta es sorprender en su determinismo miserabilista y sin hacer de la obcecación una épica. Pero hay que apuntar que sobre el final debilita su propia lógica con una acción que no se anima a filmar de manera frontal, tal vez porque es muy difícil de resolver con sus propias coordenadas. Sí, ésta es una película de apariencia audiovisual coherente que plantea al menos dos interpretaciones de su título, cuya actriz protagónica no se sale de su tono severo y parco, y que confirma que los Dardenne mal procesados pueden ser también -sin que esto implique una opinión específica sobre su obra- una influencia tóxica.
Basada en hechos reales. Es una historia fuerte que muestra los problemas sociales y que no importa en que parte del mundo vivas, la falta de vivienda y la corrupción son temas que exceden la geografía. La actuación de la protagonista es maravillosa sobre todo su rostro de angustia, desesperación e impotencia. Se debe enfrentar a sus alumnos, jefe, esposo, padre, un prestamista detestable y colegas. Tiene un ritmo lento pero eficaz, sin humor ni música. Por momentos se encuentra asfixiada frente a un laberinto pero ella a pesar de todo tiene entereza e intentará buscar la salida. Contiene situaciones para reflexionar, pensar y debatir.
El ladrón de billeteras Esta sorpresa procedente de Bulgaria exhibe desde su propuesta estética minimalista las aristas que atraviesan los dilemas morales en el mundo moderno. Y no por casualidad el escenario donde se echan a correr un abanico de variables y situaciones extremas, que alteran el termómetro de la ética y marcan la temperatura de la fiebre de decadencia, se encuentra circunscripto en la Bulgaria afectada por el comunismo y en transición hacia una reconfiguración social donde quedan heridas en la clase trabajadora y un tendal de trampas y contradicciones de un sistema que no tiene moral.
Award-winning The Lesson is a gripping tale of endurance when the odds are stacked against you Points: 9 “Why does a decent person become a criminal?” reads the effective tagline of one of the best foreign films to be released recently in Buenos Aires. Now, that’s one disturbing question which, for sure, does not have a single answer. But in The Lesson (“Urok”), the striking debut feature by Bulgarian filmmakers Kristina Grozeva and Petar Valchanov that won the New Directors Award at San Sebastián, you’ll find a really bleak answer in the story of an ordinary woman driven to the point of despair by a crushing debt she can’t repay in due time. And even if the film comes across as a throbbing meditation on the grim economic circumstances of post-Communist Eastern Europe, you definitely don’t need to be Bulgarian to understand its universal resonance. You just need to be a regular person in a world run by money. Nadezhda (Margita Gosheva) is an ethically conscious provincial Bulgarian schoolteacher who discovers that one of the young students in her English class has stolen a classmate’s wallet from her backpack. Though it’s not a minor misdemeanour, she seems a bit too obsessed with finding out who the petty thief is. Then again, she’s a teacher and so she has a moral code by which she abides. However, no matter how hard she tries, the thief remains unknown. At the same time, her home life is not in the best of shapes. She basically raises her young daughter Dea by herself, since her husband Mladen (Ivan Barnev) is a good-for-nothing drunkard whose great idea was to buy spare parts for their lousy camper with the money Nadezhda thought they were using to pay their mortgage. So now they only have three days to prevent foreclose. Distressed, Nadezhda will attempt to collect some money owed to her for her services as a translator, but to no avail. She intends to ask for a loan from her well-off, long-estranged father, yet her disapproval of his new (and young) wife will get in the way. She will try to get the bank to give them some extra time but that’s another dead end. Of course, loan sharks enter the scene eventually — and, believe me, you don’t want to be there when that happens. As the austere drama it is, The Lesson is shot in a naturalistic style, à la Jean-Pierre and Luc Dardenne. You know, a hand-held camera that follows the character everywhere in suspenseful long takes, no musical score but ambient sound, no sets but locations (or so it seems), available light for the most part, a palette of cold and drab tones, and a seamless combination of professional actors and real-life townspeople. Add to that a lot of significant exteriors, since in social realism characters are always conditioned by their surroundings — usually for the worse. The Lesson is also a frantic film: in her quest to meet the bank’s deadline, Nadezhda runs into all sorts of obstacles, some of them because of bad luck, others due to bureaucratic technicalities, and the rest on account of her bad judgment caused by the stressing circumstances. From what you can expect: her car breaking down, an error in transferring money, and her trusting loan sharks. And everything unfolds in a climate of escalating tension and suspense typical of a masterful thriller that keeps you on the edge of your seat. You may say that the string of impediments this heroine has to face sometimes verges on implausibility, that you don’t get that many bad coincidences altogether. But we all know that, every once in a while, a perfect storm wrecks your everyday life and, whether you believe it or not, it becomes very, very real. Grozeva’s and Valchanov’s debut feature would not have the gripping film it is if it didn’t have an absorbing central performance from an actress who appears in virtually every single shot. Indomitable and unyielding, Margita Gosheva’s Nadezhda gets all the more complex and nuanced as her maddening ordeal unfolds. She doesn’t shed a single tear, but that’s not to say she’s not hurting. It’s just that she is too busy trying to survive in an indifferent world. Production notes The Lesson (“Urok,” Bulgaria/Greece, 2014). Written and directed by Kristina Grozeva, Petar Valchanov. With Margita Gosheva, Ivan Barnev, Ivanka Bratoeva, Ivan Savov, Deya Todorova, Stefan Denolyubov. Cinematography: Krum Rodriguez. Editing: Petar Valchanov. Running time: 105 minutes. @pablsuarez
La amarga lección que aprendió la maestra Parábola moral con el sello en forma y fondo de los hermanos Dardenne: cámara en mano, naturalismo al mango, concentración temporal y temática. Y seres honestos tentados por una realidad que a cada paso da ejemplos de extorsión, insensibilidad y corrupción. En un pequeño pueblo de Bulgaria, Nadezhda, una joven profesora del secundario, trata de descubrir al alumno que roba en su clase. Quiere darle una lección para que aprenda lo que está bien y lo que está mal. No solo en el aula alguien miente. En su casa también: como su marido, borrachín y perdedor, no pagó el crédito hipotecario, el banco viene a rematarles la casa. Nadezha deberá buscar plata, como sea, remedando sin querer las incursiones del alumno ratero. La mala suerte la persigue. Y el film termina siendo otra mirada amarga a un mundo demasiado sucio para gente que quiere andar por el buen camino. Pero a la historia se le notan las costuras: la fábula se hace evidente y el final, antojadizo y forzado, le quita fuerza y credibilidad a su discurso cínico y moralizante. Conmueve esta profesora que de a poco se va dando cuenta de que es difícil mantener los principios en un mundo así. Nadie devuelve nada, no sólo el alumno ladrón. Al contrario. Al final descubrirá quién es el chico que robó. ¿Pero puede exigirle que se arrepienta después que ella hizo lo que hizo? ¿Lo perdona o lo acepta? Por eso prefiere mirar para otro lado. Porque es lo que espera que los demás hagan con ella. La gente que vive entra la espada y la pared no tiene muchas opciones. Esa es la lección que aprendió la profesora. No sólo cada vez hay menos lugar para la gente docente. Ya ni siquiera -nos dice este film- hay lugar para el arrepentimiento.
Ser digno de ser Éste filme de origen búlgaro, ganador de varios premios en distintos festivales, marca el debut de Kristina Grozeva y Petar Valchanov, y viene a suplir una deuda grande en nuestro país, la ultima película búlgara que recuerdo es la genial “Cuerno de Cabra” (1972), del desaparecido Metodi Andonov, considerada la mejor película de la historia del cine de ese país. “La lección” si bien tiene el mismo origen no es ni quiere ser sucesora de aquella obra maestra, en este caso el peso de la historia recae sobre las espaldas de una profesora de inglés en una escuela pública. El filme hasta parece circular, abre y cierra de la misma manera, pantalla en negro y se escucha que alguien está escribiendo con una tiza en un pizarrón. Alguien ha estado robando plata de las mochilas de sus alumnos, debe detener el ilícito, pero antes descubrir quién es el ladrón. Los directores utilizan algunos pequeños detalles para decirnos quien es ésta mujer, maravillosa interpretación de la actriz Margita Gosheva, desde interpelar a sus alumnos, dar una oportunidad en anonimato a devolver el dinero, hacer una colecta entre todos los presentes para que el damnificado recupere parte de lo robado, hasta mostrarla caminando por la calle de su barrio, levantar papeles del piso para arrojarlos al tacho de basura. Pero su realidad cotidiana es otra, la escuela parecía ser la burbuja, el refugio, hasta que se hace presente el afuera que la alcanza en su domicilio. Un hijo pequeño, al que su marido desocupado, destruido, perdido, intenta cuidar, deudas por doquier, padre rico, separado primero, viudo después, vuelto a casar, al que no le perdona el engaño y la mentira vivida. Todo casi una rutina. Hasta que la realidad golpea más fuerte a su puerta: sino consigue cierta suma de dinero el banco le quitara la casa. Deudora del cine de los hermanos Dardenne, desde la utilización de cámara en mano, siempre cerca de su personaje, sentimos su pesar, su respiración, esa parece ser la intención de los guionistas-directores. Ella hará lo que deba hacer para no perder su techo, ¿Lo que sea necesario?, ante una sociedad que le demuestra lo falaz a cada paso y con cada personaje que se le cruza. Maldad en toda su expresión, corrupción, educación deteriorada, falsa caridad, abuso de poder, todos mienten, le dice la perinola. Ella debe elucubrar una lección para con sus alumnos al tiempo que la vida le enseña a ella, y de la peor manera. Lo que termina constituyéndose así como la gran paradoja a la que se enfrenta al finalizar el filme, entre “lo ético y lo justo”. Plagada de un humor cínico, hasta por momentos negro, en otros rayano en lo ridículo, lo que hace que el personaje circule constantemente por una cuerda floja que no existe y que ella va atando, escena tras escena, acto tras acto. Un humor necesario, sin lo cual se haría intolerante la visión de la obra fílmica. El titulo original en francés del filme, que da nombre a esta nota sería “Ve, vive y vuelve”, sea este o aquel, la tarea de un docente parece plantearse desde la dignidad, del juzgar a los otros, y de los limites. (*) Una realización de Radu Mihaileanu, 2005.
Una maestra intenta darle una lección a un alumno que roba en clase. Pero al mismo tiempo ella está en una situación compleja con unos prestamistas, lo que la obliga a una mirada más amplia sobre lo que ocurre con sus alumnos. Es raro ver una película búlgara en estas playas, más raro es ver una buena película y esta, por su precisa descripción de personajes y el ajustado uso del tiempo narrativo, lo es absolutamente.
LECCIONES PARA ESTRICTOS Desde Bulgaria llega La lección, de Kristina Grozeva y Petar Valchanov -ganadores en San Sebastián 2014 a la mejor dirección-, drama proletario donde una profesora de inglés de secundario en un pueblo pequeño pone en cuestión el robo suscitado en el aula de un alumno a otro. A esta correcta y moralista docente llamada Nade le indigna la injusticia realizada frente a sus narices, y pide que el ladrón deje el dinero de forma anónima para que su conciencia al menos esté tranquila. Pero parece que al autor del ilícito poco le importa y Nade obliga a que el resto de sus estudiantes se responsabilicen colaborando con dinero para la damnificada. Ese es el puntapié al retrato de la vida de una mujer metódica, con algunos trastornos compulsivos obsesivos a la cual la “tortilla de la moralidad” se le da vuelta luego de algunos inconvenientes financieros en los que su inepto marido con problemas con el alcohol se ve envuelto. Ante la posibilidad de remate de su hogar y con una hija pequeña, Nade -que lleva los pantalones en la casa- deberá endeudarse con prestamistas corruptos, rebajarse y mendigarle dinero a su padre, sufriendo extorsiones que ponen en riesgo su integridad ética. En el medio, no podrá ser remunerada en tiempo y forma, siendo juzgada por el otro cuando era ella la que siempre apuntaba con el dedo acusador. Con La lección somos partícipes como espectadores de las vueltas de la vida, un concepto al que nadie está ajeno. Somos espectadores también de la caída de nuestra protagonista, que vivía en una burbuja regida por sus propias reglas. Este film pequeño pero interesante cumple con un ritmo creciente y seguro, con una cámara que persigue a la maestra en una muestra de complicidad y convivencia con los malabares de una mujer sola frente al mundo. A su vez, no existe una banda sonora abusiva que tienda al melodrama para que no exista distracción alguna, porque ya la temática lo ofrece todo y juega a este buen realismo con sonido ambiente que acompaña acertadamente la acción. A Nade, a pesar de todo, “no se le caen los anillos” en pos de alcanzar su objetivo: conservar su humilde hogar. Entre complicaciones, comenzamos a sentir empatía por este personaje tan frío y calculador en un principio. Un personaje que llega a enfrentarse con su propio padre ausente, de buen pasar y que convive con una joven a pocos meses de la muerte de la progenitora de Nade. Un personaje que comienza a tener desdibujados los límites entre el bien y el mal, entre la madurez y la chiquilinada. La lección es de esos films que apelan a la moral sin pomposidad técnica pero con mucho interés en lo que se cuenta. No pretende dejar una moraleja, ganando al ofrecer simplemente una tragedia moderna en un mundo capitalista y burocrático.
La señorita Nadezhda, profesora de inglés, está encaprichada con descubrir al alumno que robó dinero en la clase; elucubra, incluso, estrategias entre lección y lección. Fuera de la escuela, realiza traducciones para una editorial que demora los pagos, y una vuelta a casa descubre a su marido peleando con un agente inmobiliario: por una imprudencia del esposo en el pago de la hipoteca, a Nadezhda le van a rematar la vivienda. Lo que sigue es un tour de force para la actriz Margita Gosheva y un calvario para Nadezhda. ¿Cómo conseguir la plata para evitar el remate? Reconciliarse con el padre acaudalado a costa de perder el orgullo, presionar a la editorial morosa o pedir un préstamo usurero a una garita de mafiosos son las únicas alternativas. La salida no será con la frente en alto, pero en el día a día, como en una vida paralela, la señorita Nadezhda seguirá buscando al ladrón del aula. Como el cine de la vecina Rumania, esta película búlgara plantea temas universales a partir de historias cotidianas, y el nudo conlleva una cuota de suspenso. La habilidad de involucrar al espectador es un raro don, y La lección es un buen ejemplo de eso.
La lección, de Kristina Grozeva y Petar Valchanov El film abre a media res, en la clase de una escuela, donde una profesora intenta dar una lección ética, acerca del crimen y la responsabilidad de todos frente a un delito, a partir de un robo sucedido en su clase y la búsqueda del “culpable”. En una pequeña comunidad búlgara, esa misma profesora, por la “culpa” de otros, deberá avanzar contra sus propios principios. Ella se hamaca en la duda, después de que frente a la eminencia de la perdida de su casa, deberá endeudarse con un prestamista: “¿Qué hace que una persona decente se convierta en delincuente? La profesora, lleva una vida miserable puertas adentro de su casa, no solo por las cuestiones económicas, sino, por un matrimonio, frustrado por su marido alcohólico, que no hace más que profundizar su crisis personal y financiera. Con la perspectiva tan particular, tan diferenciada, que se ha expresado en todo el cine de Europa Oriental. Gracias a las políticas culturales del bloque socialista, se han producido una gigantesca cantidad de grandes film, que incluso a más de dos décadas de del derrumbe se siguen fortaleciendo y creciendo. Este film búlgaro es una clara demostración de ello. La Lección entonces es una extraordinaria oportunidad para acercarse al cine de calidad y lavarse la cabeza, para sacarse de encima esos film que rebosan de efectos especiales y carecen de todo el resto. LA LECCIÓN UROK, Bulgaria, 2014. Directores: Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Guion: Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Fotografía: Krum Rodriguez. Intérpretes: Margita Gosheva, Ivan Burnev, Ivanka Bratoeva, Ivan Savov, Deya Todorova, Stefan Denolyubov. Duración: 107 minutos.
UN DILEMA MORAL Uno de los problemas de hacer cine en Bulgaria es la falta de apoyo e incentivo que reciben los cineastas de parte del Estado, al que sólo parece interesarle el lado comercial de la industria. A pesar de esa falta, los realizadores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov presentaron el largometraje La Lección. Su ópera prima, estrenada en Toronto, fue premiada en el Talent Project Market de la Berlinale 2013. El film, según sus directores, es la primera parte de una trilogía acerca de la “rebelión tranquila de una persona pequeña contra el mundo sin alma, cínico y mercantil en el que vivimos”. O sea, la cruel realidad en la que todos nos vemos reflejados tanto aquí como allá. Esa persona pequeña y tranquila es Nadezhda (Margita Gosheva) una profesora de inglés de mediana edad, casada y con una hija pequeña obsesionada con un robo dentro su clase. Para ella, lograr desenmascarar al culpable será el propósito diario ante sus alumnos, que no parecen perturbados por la severidad de sus estrategias “aleccionadoras”. Sin embargo, un hecho desviará su atención: su marido olvidó pagar la hipoteca de la casa y comprar un repuesto para el auto que no servía. Ante la intimación del banco, ella deberá realizar lo que sea antes de perder lo poco que tienen. El esfuerzo por conseguir el dinero y sacar adelante el futuro de su familia, enfrentará a Nadezcha (esperanza en búlgaro) a vivenciar los abusos de un sistema que cambiará sus valores más preciados. En La Lección no hay títulos iniciales, ni música. El sonido ambiente y la cámara en mano logran un tono realista que se aleja de cualquier esteticismo. Así de directa y sin preámbulos refleja una cotidianidad en crisis como marco para desarrollar la historia. Las escenas transcurren dentro de un pueblo donde no parece suceder nada fuera de lo común y donde nadie se involucra con el otro. Como si diera lo mismo tomar para una dirección o para otra, y como si los personajes estuvieran solos ante su devenir. Ese impronta existencialista, le da cierto desapego a los personajes, pero no vuelve menos empática la mirada del espectador en relación a la lucha de la protagonista. Los planos cerrados del rostro inexpresivo de Nadezcha, acumulan una ansiedad latente que va in crescendo. Obtener el dinero para salvar su hogar es lo único que importa. El tiempo corre y esa desesperación la lleva a tener que sortear las trabas que se le presentan y actuar en contra de sus principios por más inverosímiles que parezcan los hechos. Los realizadores apuestan a un relato cargado de tensión, donde no hay tiempo para la duda. El ritmo se sostiene y el cambio de carácter de la protagonista (muy bien interpretada por Gosheva) da por descontado que los valores, dentro de la sociedad, son principios relativos y efímeros. En La lección, nada es tan seguro ni todo es lo que parece. LA LECCIÓN UROK, Bulgaria, 2014. Directores: Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Guion: Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Fotografía: Krum Rodriguez. Intérpretes: Margita Gosheva, Ivan Burnev, Ivanka Bratoeva, Ivan Savov, Deya Todorova, Stefan Denolyubov. Duración: 107 minutos.
Es evidente que en esta historia hay una lección moral que espejea tanto al alumno de Nadezhda (Margita Gosheva) que roba el dinero, como a la misma profesora por lo que le corresponde vivir a lo largo de la película. He aquí el meollo del asunto, el corazón de la historia que nos agarra desprevenidos una y otra vez ante las decisiones por las que pasa el personaje. Su crisis pasa de ser moral a ser una crisis existencial en el momento cuando se enfrenta inesperadamente con la situación de clases; ese momento cuando descubrimos quién fue, pero no por una cuestión de culpa, sino de identificación, de reconocer nuestras faltas en el otro. De esta forma, este conflicto profundo se expande por la película de una manera paulatina y callada, sin alardes de música. Lo único que nos destaca la decadencia de Nadezhda es la cámara, a ratos agitada, que la sigue. Por otro lado, la actuación de Gosheva muestra con sutilezas su crisis. Su búsqueda incesante por resolver la situación de su familia y la del aula es retratada casi con frialdad, pero una frialdad quebradiza que en sus grietas deja entrever la inestabilidad por la que está pasando. Los conflictos con su padre, el chiste con la nueva esposa de éste, el recuerdo de su madre, todos son demarcaciones, límites que nos vuelven más precisas las necesidades y las incertidumbres del personaje. Así, el guión elabora un trazado puntilloso de las condiciones que la llevan a ella a estar donde se encuentra. Esta sacudida que nos da el filme viene también del proceso de enseñar en sí. Queriendo enseñarle a sus alumnos lo que significa la justicia, Nadezhda termina enseñándonos a nosotros lo que es alejarse de tan pretendida justicia. Tal proceso de enseñanza no se siente didáctico ni moralizante, sino que complejiza las inquietudes de todos los involucrados, pero de ella sobre todo. El elenco que apoya su actuación tiene momentos resonantes como las conversaciones con el esposo o las discusiones con el padre. Además, atrás no quedan sus intentos vanos de enseñar inglés, de enseñar el idioma y trabajar con éste, pero todo esto está matizado con la verdadera crisis que opaca las búsquedas profesionales de Nadezhda. Así, el descenso de ella hasta lo más profundo de sí nos desprovee de certezas cuando llega el final. ¿Qué podemos hacer ya cuando nuestras acciones no se pueden distinguir de lo que solíamos ser?
El complejo reto moral Ya lo he dicho antes: me encanta cuando llegan a estas tierras películas de lugares de donde rara vez vemos cine. Este año me estrené con Estonia, Holanda y Egipto, por ejemplo. Y hoy sumo uno más a la lista: Bulgaria, con “La lección”. ¿De qué se trata La lección? Basada en hechos reales, “La lección” se sitúa en un pequeño pueblo de Bulgaria, donde una maestra de inglés (Margita Gosheva) descubre que uno de sus alumnos le ha robado dinero a una compañera de clase y decide darle una lección. Pero la rigidez moral de esta mujer será puesta a prueba cuando, por culpa de su esposo, termine debiendo mucho dinero a un prestamista. Con qué te vas a encontrar al ver La lección ¿Viste “Dos días, una noche”? Algo de eso hay. Lo interesante de la película escrita y dirigida por Kristina Grozeva y Petar Valchanov es el debate ético: ¿qué está bien y qué está mal? Robar está mal, ¿quién lo negaría? Esta maestra, presentada como una mujer de moral firme, que hasta recoge algo tirado en la calle para ponerlo en el cesto de basura que corresponde, actúa bien. Ella quiere enseñarle a sus alumnos que robar es malo… ¿y acaso alguien podría pedirle lo contrario? “La lección” (no podría tener mejor título) busca mostrar cómo una mujer decente y sostén del hogar se ve involucrada en toda una serie de acciones que ella misma desaprueba y es ahí donde el límite ético comienza a desdibujarse. Margita Gosheva le imprime a esta maestra la rigidez no solo con palabras: sus gestos duros son incapaces de entregar una sonrisa. Incluso la evolución del vestuario es un mensaje. Salir de la película es quedarse pensando en la relatividad de ciertas cosas. Y cuando una historia genera debate no sobre si es buena o mala sino sobre las situaciones que muestra, es buen síntoma. El comentario que te hacía al principio tiene que ver con la riqueza que tiene, para mí, ver otras cinematografías. ¿Cómo es espiar un fragmento de la vida en un pequeño pueblo en Bulgaria? La ropa, los salones de clase, los bancos, las casas… todo eso es información que abre la cabeza mediante el cine para aportarnos cultura extra-cinematográfica. Esto, sumado al interesante planteo del argumento, convierte a “La lección” en una propuesta que vale la pena ver. Puntaje: 8/10 Título original: Urok Duración: 107 minutos País: Bulgaria Año: 2014