Fascinación de juventud Al cine contemporáneo internacional le encanta recurrir a fórmulas que supieron funcionar en otras épocas más ingenuas y mucho menos cínicas que la actual y que hoy resultan completamente vetustas, sobre todo cuando se las trabaja desde una literalidad y falta de ideas preocupante que impide aunque sea un mínimo aggiornamiento que las rescate de ser consideradas “cosillas” facilistas sacadas del baúl del recuerdo, ese que es mejor dejar cerrado si se carece de la disposición -y el talento, por supuesto- para dotarlas de nueva vida o maquillarlas lo suficiente para que todo el asunto no se sienta de por sí una pequeña y olvidable estafa. En el fondo esto es precisamente lo que ocurre con La Música de mi Vida (Blinded by the Light, 2019), una película relativamente bienintencionada que termina siendo un producto bastante fallido y trasnochado que jamás sobrepasa el terreno del cliché. Como si se tratase de una versión de Yesterday (2019), un film también volcado a analizar a un artista popular desde una historia de un individuo concreto, este opus escrito y dirigido por Gurinder Chadha nos presenta el devenir de Javed (Viveik Kalra), un adolescente inglés de linaje pakistaní que crece en la ciudad de Luton en 1987 y que se siente aprisionado entre el fundamentalismo musulmán de su padre Malik (Kulvinder Ghir) y un barrio lleno de racistas y xenófobos que desean expulsar a los extranjeros del lugar. Todo cambia cuando un compañero de colegio, Roops (Aaron Phagura), le pasa un par de cassettes de Bruce Springsteen, Darkness on the Edge of Town (1978) y Born in the U.S.A. (1984), los cuales no sólo le permiten descubrir la carrera del músico norteamericano sino que además resultan decisivos a la hora de apuntalar su identidad familiar y laboral de allí en adelante. Dispuesto a enfrentarse a su padre e impulsar su carrera como escritor ingresando al mundo del periodismo, el protagonista atraviesa el típico derrotero de los relatos de iniciación mezclado con la coyuntura de los marginados sociales y de esas películas de nuestros días centradas en exprimir una trayectoria musical -hiper conocida- a nivel de la banda sonora. La faena está inspirada en la vida de Sarfraz Manzoor y su amor por Springsteen, y más allá de lo que cada uno opine del músico de New Jersey, si es de hecho un gran trovador del folk rockero yanqui o una especie de Bob Dylan de segunda mano y seudo proletario para la generación del marketing visual masivo, lo cierto es que la película está muy saturada de estereotipos y se hace larguísima en sus dos horas de bombardeo con latiguillos del rubro: tenemos la noviecita blanca, el sentirse un adolescente incomprendido, el considerar a todos unos tontos mediocres y el rebelarse contra la figura de autoridad más próxima, ese Malik demasiado caricaturesco que condena su obsesión con Springsteen por considerarlo otra influencia occidental más que hace que el muchacho se olvide de sus orígenes pakistaníes. La realizadora falla en cuanto a su intención de edificar una fábula de superación personal por parte de un joven inmigrante debido a que abusa del subrayado grueso en determinadas escenas que encima extiende sin mayor necesidad dramática, sin embargo -por otro lado- sí consigue redondear un retrato entrañable de lo que significa estar fascinado/ obnubilado a corta edad con un artista en particular, el cual adquiere la forma de un filtro a través del cual se lee toda la experiencia cotidiana y se busca salidas en relación a lo que se siente un atolladero francamente insoportable. A diferencia de Yesterday, en la que Danny Boyle compensaba la falta de originalidad con la eficacia de su arsenal narrativo marca registrada, aquí Chadha se empantana en el entramado social del convite y sale a flote en lo que atañe al elemento más atemporal de la película, ese cariño ingenuo y ortodoxo por el músico de turno. El desempeño de Kalra es bueno pero su personaje está armado desde demasiados instantes de autovictimización patética y por momentos se percibe un tanto llorón, incluso teniendo enfrente al espantoso thatcherismo y un progenitor inflexible a más no poder…
¿Quién no escuchó un artista y pensó que sus letras captaban perfectamente todo lo que le estaba pasando? Este es el caso de Javed, un adolescente pakistaní que vive en Inglaterra en los años 80 y es constantemente discriminado por sus compañeros. Su vida cambia cuando un amigo le presta casetes con la música de Bruce Springsteen y descubre un nuevo mundo. Javed (Viveik Kalra) comienza a cuestionarse su identidad y sus practicas cotidianas. Decide dedicarse a ser escritor, enfrentándose a lo que su familia, y especialmente su padre, esperaban de él. La película está basada en la vida de Sarfraz Manzoor y su amor por Springsteen, pero bien podría ser la vida de cualquier adolescente con conflictos personales que encuentra sostén y resguardo en la música comercial. La música de mi vida es una película entretenida y muy empática. Todos fuimos adolescentes obsesionados con algún cantante o banda a tal punto que relacionábamos sus letras con todo lo que pasaba en nuestras vidas. Eso se ve representado de una forma muy original, con las letras que aparecen en pantalla y van marcando el ritmo de la película y lo que va sucediendo. Aparte de la actuación de Javed, lo mejor que tiene la película -obviamente- es la música. No importa si conocés o te gusta a Bruce Springsteen, es imposible no disfrutar de sus canciones y mover los pies al compás de la música en algunos momentos. Cada canción fue elegida para un momento particular y pega perfecto con la película. También la película se destaca en la ambientación y vestuarios elegidos que representan bien los años 80 y tiene un efecto de nostalgia en el espectador. Si bien la película tiene todo eso a su favor, cae en muchos estereotipos y se vuelve predecible. Nunca sorprende al espectador ni busca innovar en el genero. Los diálogos se vuelven empalagosos y pierden originalidad. En ciertos momentos parece que la película solo busca emocionar al espectador y no avanzar o complejizar la historia. La música de mi vida es una película -a veces demasiado- emocionante, a la cual le sobra media hora de cinta. Hace que el espectador se sienta identificado y nostálgico al precio de diálogos estereotipados y situaciones cliché. Tiene una trama con buen y atrapante inicio, pero al final no cautiva tanto y el guion falla. La música termina siendo lo que nos mantiene expectantes.
Gracias Jefe. Sarfraz Manzoor es un periodista pakistaní radicado en el Reino Unido desde su infancia. Su destino profesional quedó marcado a fuego desde el primer momento en que escuchó la música de Bruce Springsteen, el héroe del rock de las clases bajas norteamericanas salido de Ashbury Park, en Nueva Jersey. Como forma de poner en palabras ese camino que eligió acompañar con la música de “el Jefe” Manzoor escribió sus memorias tituladas “Grettings from Bury Park: Race, religion and Rock N’ Roll”, en clara alusión al título del primer trabajo de su músico favorito. Basándose en dichas memorias la directora Gurinder Chadha (Jugando con el destino, 2002), otra extrajera que adoptó tierras británicas como su segundo hogar, trae a la pantalla grande La música de mi vida, la historia de Manzoor convertida en una suerte de biopic espolvoreada con musical. Javed, tal el nombre ficticio que se eligió por algún motivo para representar a Manzoor, es un joven hijo de inmigrantes pakistaníes viviendo en Inglaterra, más precisamente en la pequeña ciudad de Luton, habitada por una clase media trabajadora que al momento en que se narra esta historia sufre los sacudones de la recesión y los conflictos racistas que a fines de los ochentas marcaron la gestión de la Primer Ministro Margaret Tatcher. El seno de familiar tradicionalista de Javed no ve con buenos ojos las expresiones de otras culturas o incluso aquellas tan propias de la tierra a la que eligieron emigrar, con un padre autoritario y conservador, una madre sumisa y dos hermanas que se debaten entre la rebeldía y la tradición. Pero todo cambia para nuestro protagonista el día que un compañero de colegio le presta dos cassettes de Bruce Springsteen. Las letras y el espíritu luchador del artista abren los ojos de Javed a un universo completamente nuevo, y esto sucede al mismo tiempo tiempo (coincidencia o no) en que él mismo comienza a cuestionar las tradiciones y el mandato familiar, en pos de alcanzar su sueño de convertirse en un escritor. Si por un momento nos olvidásemos que se trata de una historia sacada de la vida real, el relato tiene todos los elementos de una historia coming of age: la llegada del personaje a una nueva etapa de su vida, la curiosidad por lo que el mundo exterior tiene para ofrecerle, el interés en el sexo opuesto. Si bien es una película que se mueve al ritmo de la música, no es un musical per se, y aquellos momentos en que intenta serlo se vuelven un híbrido poco eficiente que queda a medio camino de todo. Hay múltiples puntos de conexión con Sing Street: desde la concepción de ese universo adolescente hasta el argumento guiado esa música que pone en movimiento todos los engranajes del conflicto. La única diferencia es que la película de John Carney sí puede ser considerada un musical propiamente dicho, unificando de manera mucho más fluida esos momentos con el resto de la narración. Probablemente una de las decisiones más interesantes de Chadha es no quedarse dentro del círculo interno de la historia de Javed. La directora nos pinta un panorama completo respecto de cómo era ser un extranjero en el Reino Unido de los ochentas: la xenofobia, la política, la crísis económica, la ruptura del sueño inmigrante. Todo presentado desde una perspectiva que no busca aleccionar ni bajar línea, sino transmitir de primera mano a través de sus personajes la experiencia cruda de ese período. Tan crucial es la música de Bruce Springsteen para esta historia que su nombre figura dentro de los créditos del guión como “inspirado por el trabajo y la música de”. Exactamente ahí radica uno de los mayores encantos de esta historia, cuya función central es transmitir la idea de que nuestros sueños son siempre válidos, sin importar haber nacido en Pakistán o Inglaterra y más allá de lo que dicten las convenciones… y si la magia transformadora de la música acompaña, mucho mejor.
Una película escrita y dirigida por Gurinder Chadha basada en hechos reales, lo que la hace más interesante, relata la vida de Sarfraz Manzoor y su devoción por Bruce Springsteen. Javed (Viveik Kalra) es un adolescente inglés de familia pakistaní que vive con sus padres y su hermana en Luton y debe regirse por las leyes de un padre, Malik (Kulvinder Ghir) muy autoritario y firme en sus convicciones religiosas. Estamos en la década del 80’ y la tendencia del barrio es racista en cuanto a los extranjeros residentes. En el colegio el bulliyng es permanente hacia los pakistaníes hasta que es superado a raíz de unos cassettes que llegan de la mano de su amigo Roops (Aaron Phagura). Estos inspiran un fanatismo por Bruce Springsteen, a quien no conocía. En éste sentido logra una inspiración superior que lo lleva a querer aún con mayor fervor seguir la carrera de escritor, en contra del futuro programado por su padre. Este film posee diálogos algo sosos, y su duración es extensa para lo que se quiere contar. Las actuaciones son buenas, especialmente las del protagonista Kalra. La película es salvada por la música del “Boss” donde cada tema es elegido en el momento oportuno creando en el espectador más aprobación por las canciones antes que por el guión. https://www.youtube.com/watch?v=g6RQkssUMkA TITULO ORIGINAL: Blinded by the Light DIRECCIÓN: Gurinder Chadha. ACTORES: Viveik Kalra, Nell Williams, Aaron Phagura. GUION: Gurinder Chadha. FOTOGRAFIA: Ben Smithard. MÚSICA: A.R. Rahman. GENERO: Drama , Comedia , Biográfica . ORIGEN: Reino Unido. DURACION: 117 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años DISTRIBUIDORA: Warner Bros FORMATOS: 2D. ESTRENO: 29 de Agosto de 2019 ESTRENO EN USA: 14 de Agosto de 2019
Ambientada en la Inglaterra de 1987, durante los años en los que Margaret Thatcher estaba en el poder, La música de mi vida está basada en la historia real de un chico pakistaní que crece entre la presión familiar y su pasión por la música de Bruce Springsteen. El filme dirigido por Gurinder Chadha comienza en 1980 en Luton y prosigue siete años después en esa ciudad que sufre los embates por la falta de trabajo y los conflictos raciales contra los inmigrantes. En ese clima de violencia, discriminación y amenazas, el adolescente Javed -Viveik Kalra, un actor muy convincente para su angustiado personaje- crece e intenta seguir las costumbres de su riguroso padre Malik -Kulvinder Ghir- y de su familia cuando un amigo le regala unos cassettes de Bruce Springsteen y su vida cambia para siempre. En épocas de walkman y con el tema It´s a sign de Pet Shop Boys de fondo, Javed siente una obsesión por las letras del cantante Bruce, con las que se siente identificado y entonces aflora su pasión por la escritura. "Deja de dudar, sigue escribiendo" le augura una profesora del secundario en este relato que recuerda por momentos a Billy Elliot en lo que concierne a enfrentar las reglas impuestas y salir a conquistar el mundo. Con algunos números musicales, romances estudiantiles y enojos familiares, el relato se posa cómodamente sobre los tópicos de la identidad, la pertenencia, el peso de la amistad y de los sueños. "Bruce, el jefe" como lo apodan al artista de Darkness on the Edge of Town y Born in the USA, la película plantea un conflicto adolescente con ritmo y pasión, y se vuelve un tanto convencional en su última media hora, al recurrir a clichés edulcorados que tampoco empañan los acertados momentos de la primera parte. Con los rostros de los verdaderos protagonistas durante los créditos finales, La música de mi vida no se aleja de la típica propuesta sobre la recomposición familiar salpicada por temas populares. Al igual que la música que envuelve a Javed con formas de palabras que inundan la pantalla.
Un recordatorio del poder del arte La música de mi vida (Blinded by the Light, 2019) es una historia basada en las memorias del periodista Sarfraz Manzoor y en ella nos encontramos con Javed (Viveik Kalra), un joven musulmán que, un día cualquiera, descubre mediante la música de Bruce Springsteen una elección de vida, una manera de formar su propia identidad y así también, la forma de poder escapar de las reglas tradicionales con las que creció en su hogar. Gurinder Chadha, directora de Jugando con el destino (Bend It Like Beckham, 2002), nos ofrece una película que, si bien no toma demasiados riesgos, es presentada de manera correcta, casi siguiendo el modelo de manual de cualquier biopic de este estilo. Quizás el punto extra lo encontramos en que el cuento se desarrolla apoyándose en la canciones de Springsteen, y de esto, Chadha sale bastante bien parada. Aunque al principio la música no es un eje principal en la narración, una vez que The Boss hace su aparición todo se encamina de manera equilibrada. Uno de los mayores aciertos del film lo encontramos en el cast, cada uno de los adolescentes recrean de manera perfecta a los jóvenes de los años ochenta, sobre todo a la hora de demostrar la pasión con la que vivían la música aquellos soñadores, pasión que con el correr de la décadas se fue perdiendo. Sumado a esto, hay que destacar que la historia puede transitar varios géneros sin forzar el resultado final, a excepción de los momentos musicales, que si bien siguen la fórmula básica de cualquier musical, en este largometraje resultan bastante innecesarios ya que se pierde el ritmo realista que intenta transmitir. Sin embargo, no es algo tan excesivo como para derribar el metraje. En resumen, La música de mi vida es una biopic efectiva que, a pesar de contar con todos los clichés del género, logra su cometido más de una vez, recorre varias emociones a lo largo de su desenlace y obviamente, los seguidores de Bruce Springsteen encontrarán un plus a la hora de visionarla.
¿Un adolescente de origen paquistaní obsesionado por la música y las letras de Bruce Springsteen en una pequeña y gris ciudad inglesa como Luton en 1987? Sí, esa es la historia real que el periodista Sarfraz Manzoor registró en su libro de memorias Greetings from Bury Park: Race, Religion and Rock N’ Roll y que -con él como coguionista- se convirtió en este entrañable film dirigido por Gurinder Chadha (Jugando con el destino). Si la película comienza (hay un prólogo ambientado en 1980) con cierto sesgo de realismo social que remite al cine de Ken Loach o Mike Leigh y a las miradas ochentistas sobre la comunidad paquistaní que Stephen Frears retrató a partir de guiones de Hanif Kureishi en Sammy y Rosie van a la cama y Ropa limpia, negocios sucios, luego el relato va abandonando su costado más sórdido y desencantado para abrazar un tono más lúdico y emotivo que en la jerga cinematográfica se denomina crowd-pleaser. La música de mi vida es, en esencia, una película de iniciación (un coming-of-age para seguir con las caracterizaciones genéricas). Es que la historia de un muchacho llamado Javed (Viveik Kalra) cumple con todos los ritos de superación en un contexto escolar, social, afectivo y familiar poco estimulante. Un padre represivo, una madre bienintencionada pero que no se anima a intervenir, una crisis económica fulminante con récord de desocupación (plena era Thatcher) y una situación dura para los paquistaníes tanto en el colegio como en las calles (con violentos grupos de ultraderecha como el National Front agitando el racismo) convierten su formación en un calvario. Javed quiere disfrutar y compartir las creaciones de su artista favorito, ir hasta la cercana Londres a verlo, dedicarse a escribir, tener las primeras relaciones con chicas, pero nada parece salirle bien. Su único consuelo pasa por escuchar las canciones de “El Jefe” (Springsteen cedió una docena de sus canciones de esa época) y encontrar en sus versos la fuerza e inspiración que necesita para seguir adelante. La directora Chadha construye personajes queribles (incluso los secundarios), se arriesga con varios pasajes con coreografías musicales a-la-Bollywood y, si bien por momentos el film cae en ciertos subrayados un poco torpes, se trata de una película pura, cristalina, celebratoria y -sobre todo para quienes como quien esto escribe aman el arte de Springsteen- decididamente disfrutable.
Javed busca un escape a través de la música. Quiere escapar de su hogar en donde no puede ser él, de las órdenes de su padre, de la xenofobia reinante en las calles durante el gobierno de Thatcher. Pero sobre todo, quiere escapar de Luton, su pueblo natal. Blinded by the Light es una típica feel good movie (para sentirse bien) que utiliza la nostalgia de los ’80 sumándole los éxitos musicales de Bruce Springsteen y, como resultado, se obtiene una película repleta de lugares comunes y un tanto intrascendente.
De cuando Javed conoce a Bruce Springsteen. Retraído, algo vergonzoso, Javed siente la mirada prejuiciosa de los demás, y tampoco ayuda su actitud vacilante. Javed (Viveik Kalra) es un adolescente británico de origen paquistaní, criado en el seno de una familia patriarcal. Su padre mueve las piezas en la casa, así como dispone sobre el rumbo de la vida de sus tres hijos. Son inevitables las comparaciones e influencias de la cultura inglesa y cómo estas repercuten en el joven, inclusive en sus gustos musicales. La música de mi vida está ambientada en 1987, durante los austeros años en los que Margaret Thatcher estuvo en el poder. La crisis y el desempleo son moneda común, y no queda exento el padre de Javed quien es despedido de una fábrica, obligando a su madre a trabajar horas extras para mantener a la familia. En medio de este contexto, el protagonista, gracias a un amigo, conoce la música de Bruce Springsteen, y como tocado del cielo se ilumina su vida. Se siente totalmente identificado con lo que describe “El Jefe” en sus canciones, mayormente relacionadas a preocupaciones cotidianas, económicas y sociales. Un estadounidense muy crítico con la política exterior de su país. Envalentonado, Javed toma su música como una filosofía de vida y no solo cambia su forma de relacionarse con los demás, también su forma vestir. Con un relato y actuaciones frescas e inspirada en la historia real del periodista de The Guardian, Sarfraz Manzoor, quien también coescribió el guion, la cinta nos muestra la vida de este adolescente que sueña con escribir y salir de su lugar de confort, en un ámbito rodeado de gente tan prejuiciosa como maravillosa (sus amigos, su profesora, su novia). La narración es ágil y se intercala con algunos cuadros musicales, siempre acompañados por las canciones de “El Jefe”, momento en que más vuelo literario y estético toma la película. También hay romance, una historia de superación y de aprendizaje en el seno de una familia que debe adaptarse a otra cultura. Quizá es aquí cuando se torna demasiado demagógica y aleccionadora, situación que agota un tanto al espectador y caricaturiza a los personajes. Más allá de estos excesos, estamos ante una cita imprescindible para los amantes de Bruce Springsteen.
Una premisa universal que dota a la música de un elemento de magia. Jugando con el Destino fue una de esas películas que se ganó la simpatía de los espectadores por contar una historia sobre hijos que desafían los mandatos familiares, y porque se trató de uno de los primeros papeles de Keira Knightley (previo a conocer la fama de la mano de Piratas del Caribe). Su directora, Gurinder Chadha, filmó cuatro películas más desde el éxito de aquel film: tres siguieron profundizando en la premisa de doblar o romper las rígidas tradiciones hindúes en favor de alcanzar un sueño personal. No obstante, ninguno de esos títulos alcanzó el reconocimiento de aquella historia sobre una chica que deseaba jugar como David Beckham. Esto viene a cuento dado a que La Música de mi Vida, con algunos cambios, se mueve con la misma premisa: un joven que quiere cambiar el rígido mandato paterno tomando como guía a una famosa luminaria. La Música de mi Vida: Bend it like The Boss Incluso estando basada en una historia real y poniendo acento importante en la xenofobia experimentada por diversas comunidades asiáticas en la Inglaterra de los 80, los ecos de Bend it Like Beckham se hacen difíciles de ignorar. Cambiando al hombre por una mujer, el fútbol por el sueño de ser escritor, y a David Beckham por Bruce Springsteen, tenemos básicamente la misma premisa. Sin embargo hay que concederle a Chadha el mérito de darle algo de magia a las escenas musicales, donde podemos apreciar el efecto que la música de Bruce Springsteen tiene en el protagonista, ayudándolo a crecer. Un crecimiento que no tiene tanto que ver con encontrar una voz literaria, sino a no sentirse avergonzado de ella. Tomando este último punto en consideración, este mensaje, este deseo, bien puede ser la pequeña pizca de diferencia que separa a La Música de mi Vida de entre tantas propuestas inglesas similares, que desbordan de ejemplos sobre el papel inspirador de la música y la ruptura de las tradiciones. Si bien por momentos puede pecar de repetitiva, no se puede negar que el conflicto sostiene su interés. El protagonista y quienes lo rodean tienen matices, logrando una historia con intereses enfrentados más que una noción pura y dura de héroes y villanos. Es saber diferenciar la delgada línea que separa el individualismo del egoísmo. Es sobre la importancia de las raíces, pero entender que estas se pueden plantar en cualquier lado. Es entender que sin importar la etnia, hay problemáticas que son universales. Valga la frase hecha, “pinta tu aldea y pintarás el mundo”. Un acierto a señalar es que no es necesario conocer la discografía de Springsteen para apreciar el film (naturalmente los que sí saben le sacaran más provecho todavía). Toma a Springsteen como la punta de lanza para ratificar a la música como una herramienta para expresar emociones; y el hecho de ilustrar su influencia en un personaje que no es necesariamente melómano (pero tiene mano para la poesía), es el medio más eficiente que pudo encontrar para –en un intento bastante noble– explicar algo inexplicable.
Un adolescente en la época de Margaret Thatcher en Inglaterra, viviendo en las afueras de Londres, que siente que su mundo, sus ganas de escribir, su poeta interior son absolutamente incomprendidos por su familia de origen paquistaní, por su escuela, por su único amigo barrial para quien escribe canciones para su banda. Una sensación de la que nadie se salva en este mundo. La crisis económica, su etnia atacada y despreciada por los de extrema derecha, su condición de virgen, lo hunden en un camino sin salida. Y la salvación viene del anclaje económico de estar de moda con los rockeros leyenda. En este caso un cassette del gran Bruce Springsteen le descubre un mundo nuevo, siente que esas letras interpretan su vida, le ayudan a descubrir su propia voz, le despiertan una actitud rebelde, una profesora de literatura aprecia su talento y una chica activista su atractivo. La película tiene encanto, basada en una historia real (se descubre en los títulos con el personaje y su ídolo) pero se queda solo con eso. Con buenos ganchos en un comienzo aunque sin originalidad y luego cae en el lugar común que apunta descaradamente a la emoción. Si bien la comprensión real del drama familiar está bien mostrada no hay de parte de los jóvenes un cuestionamiento real a las costumbres tradicionales paquistaníes de elegir matrimonios, quedarse con toda la plata que ganan sus hijos y ejercer una dictadora patriarcal.
La música de mi vida tiene todo para gustar: ambientación en los años ‘80, música para nostálgicos y una historia de iniciación sobre un adolescente que se encuentra a sí mismo gracias a su amor por Bruce Springsteen. Es una de esas feel-good movies (películas para sentirse bien) simpáticas que caminan por la cornisa de la demagogia y a veces se caen. El guion está basado en un libro autobiográfico del periodista Sarfraz Manzoor sobre su último año de secundario en la -al parecer- poco agraciada ciudad inglesa de Luton. Todo transcurre en 1987, durante el thatcherismo, en plena implementación del programa neoliberal de desmantelamiento del estado de bienestar, con el consiguiente aumento del desempleo, la pobreza y la xenofobia. Aquí vemos cómo los horrores macroeconómicos afectan a los individuos. Javed vive un hogar de inmigrantes paquistaníes, donde el patriarcado es incuestionable, pero la crisis social le pega de lleno a su familia: el padre es uno más de los nuevos desocupados y, entonces, su palabra empieza a perder autoridad. A la par, el chico descubre a ese rockero estadounidense que le dice que seguir el propio camino es posible y se convierte en la banda de sonido de su rebeldía. Una docente que estimula sus dotes literarias y un primer amor completan su despertar. Si el cuento suena remanido y previsible se debe a que sencillamente lo es. Digamos que tiene el espíritu de esas historias que otros escritores británicos como Hanif Kureishi -también hijo de un paquistaní- o Nick Hornby contaron mejor. Pero este es un combo iniciático-musical al ritmo de Springsteen: una docena de canciones de El Jefe -una combinación de grandes éxitos con algunas rarezas- les ponen ritmo a los cuadros musicales que tienen como referencia explícita al clásico de culto Absolute Beginners, de Julien Temple. Como toda la película, esos momentos oscilan entre la gracia y la vergüenza ajena. Dosis de Pet Shop Boys, Level 42, A-Ha, Tiffany y Cutting Crew complementan a Springsteen para alegría de los cuarentones, pero no alcanzan a salvar una historia que se va volviendo cada vez más melosa, hasta terminar empalagando.
Texto publicado en edición impresa.
"La música de mi vida": bailando con The Boss La película cuenta la historia de un adolescente de ascendencia pakistaní que encuentra en las canciones de Bruce Springsteen un soporte emocional. “Aramos, dijo el mosquito que estaba parado encima del buey”. Así dice la adaptación ATP de un dicho popular que también tiene una versión triple equis. La frase suele usarse para referir de forma irónica a la actitud de quienes no dudan de tomar posesión de los logros ajenos, aun cuando no han aportado nada para que estos se concretaran. Aprovechando este concepto podría decirse que en el mundo del cine contemporáneo faltan bueyes y sobran mosquitos. La última de las categoría mencionadas le calza perfecto a La música de mi vida, comedia musical dirigida por la británica nacida en Kenya pero de origen indio Gurinder Chadha. La película cuenta la historia de Javed, un adolescente de ascendencia pakistaní que encuentra en las canciones de Bruce Springsteen un soporte emocional oportuno. Serán estas las que le permitirán liberarse de las tradiciones conservadoras de su familia y al mismo tiempo sobrellevar la discriminación que él y su comunidad sufren en la Inglaterra de los ’80 a causa de su origen. La música de mi vida se monta entonces a dos bueyes a la vez. Por un lado parasita el fetichismo ochentoso que viene pagando buenos dividendos a todo aquel que le haya apostado un pleno. Por el otro se sube al probado éxito de utilizar las canciones de un ícono rockero como anzuelo para espectadores nostálgicos. El truco ya probó ser efectivo con Freddy Mercury en Bohemian Rapsody, con Elton John en Rocketman, en una escala mucho menor con Lords of Chaos, basada en la desquiciada escena noruega del black metal en los ’90, y casi nada con The Dirt, biopic de los Motley Crüe. A favor de La música de mi vidadebe mencionarse que no se trata de una biografía de Springsteen, sino de otra historia inspirada en hechos reales que en este caso revive a un personaje anónimo. Acá el famoso Jefe de Nueva Jersey recién aparece en unas fotos intercaladas entre los títulos finales, posando junto al periodista Sarfraz Manzoor, el Javed real, un fanático que vio a su ídolo en vivo unas 150 veces. La película se basa en su historia. Valiéndose de recursos de la comedia, Chadah pinta un fresco del duro período tatcherista. Por esa vía intercala de modo cándido crisis económica, desocupación y xenofobia con conflictos propios de un adolescente, que van de las penas de amor a la necesidad de encajar. Una aspiración que para un “paki” (forma despectiva que los británicos usan para llamar a los pakistaníes) tiene alcances más complejos de los habituales. Las letras del Jefe ayudan a moldear la lectura crítica y a veces oscura que Javed hace de la realidad. El recurso funciona de a ratos pero también abona a un clima progresivamente edulcorado, que al combinarse con la prerrogativa de exotismo acaba por producir un pastiche tan luminoso como superficial. Una película mosquito.
Salvado por la música La música de mi vida (Blinded by the light, 2019), es otra goodfeelin movie, que intenta emular, desde el exotismo con el que mira a su personaje protagónico y entorno, éxitos como ¿Quién quiere ser Millonario? (Slumdog Millionaire, 2008) o Un camino a casa (Lion, 2016) y otras inspiracionales, similares (o no), en donde sus personajes deben romper esquemas y prejuicios para avanzar en sus vidas y dejar de sentir así la discriminación agobiante que digita los vínculos y actividades. Años ochenta, un alejado suburbio en Inglaterra, en plena era Thatcher, con el desempleo creciente y el blindaje impenetrable de la derecha, hacen que un protagonista de pocas palabras se muestre como una gigantesca posibilidad de acción y disparo de cuestiones asociadas a la identidad y pertenencia. Javed (Viveik Kalra), un joven de origen paquistaní acuciado por las tradiciones que se le imponen, se refugia en la escritura y la música comercial de ese entonces, para evitar así ver la realidad y enfrentar el despido de su padre o la multiplicación de tareas por parte de su madre. Esas dos actividades serán la columna vertebral del relato de este personaje eensible e intuitivo, pese a que la discriminación, la xenofobia, y el sentirse desclasado todo el tiempo limiten sus horizontes. De tradiciones y costumbres habla La música de mi vida pero con sólo eso no basta, por lo que números musicales, bailes en la calle y, otros detalles que se van agregando, se alinean a la propuesta, pero que en el subrayado no hacen otra cosa que resentir dolorosamente todo. A partir de ahí la pesquisa, buscar la manera, dentro y fuera del discurso, de trascender su fórmula, y ahora mirando para atrás, esto, que en manos de otros guionistas o directores hubiese sido luminoso, La música de mi vida se pierde en descripciones arquetípicas, con un potente primer acto, de momentos logrados, como el mapping sobre una pared con las letras de Springsteen y Javed asumiendo que es factible su participación. Cuando la película deja de juzgar y señalar al entorno del protagonista (de describir de manera infantil la realidad de Javed), el relato se supera a sí mismo, interpelando desde un hecho cinematográfico inspirado en un caso de la vida real, que nada tiene que envidiarle a otros relatos y producciones. Gurinder Chadha (Bend it like Beckham) vuelve a exotizar su película con una fórmula tan probada que asusta. Solo a su favor, documentar desde la ficción y en tiempos en donde a los migrantes se los persigue y mata, resignifica el fanatismo por Springsteen del protagonista como un doloroso testimonio de una época. La música de mi vida es un viaje al pasado desde las ausencias, necesarias para imaginar un futuro sin fronteras ni muros y con la convicción de que las visitas terminan por activar a los adormecidos y sedados.
Rebelde con causa. La música de mi vida cuenta la historia de Javed, un adolescente británico hijo de padres paquistanÍes que se siente identificado con la música de Bruce Springsteen. Basada en hechos reales, está dirigida por Gurinder Chadha, y protagonizada por Viveik Kalra, Kulvinder Ghir, Nell Williams, Aaron Phagura y Haylet Atwell, entre otros. La historia transcurre en 1987, en Luton, una pequeña ciudad del Reino Unido, donde vive Javed, un joven que descubre en Bruce Springsteen a un artista cuyas letras expresan lo que le pasa y lo ayudan a ganar seguridad en esa etapa difícil de su vida. Pero también lo enfrentan con su padre, porque se vuelve una fuente de inspiración para expresarse mediante la literatura, en lugar de estudiar economía para ser un comerciante exitoso. Lo primero que vale la pena destacar es la empatía que genera su protagonista con los espectadores, y ayuda mucho que no sea un actor conocido, porque vemos a una persona común con los mismos problemas que tuvimos todos a su edad. Por eso la película puede ser disfrutada sin conocer la obra de Bruce Springsteen, y se justifica la polémica decisión de incluir frases de sus canciones en la pantalla, además de que obviamente ocupan buena parte de la banda sonora. Otra cosa que hay que destacar es la gran actuación de Kulvinder Ghir, en el papel más estereotipado, pero a su vez el más complejo. Porque no se limita a cumplir únicamente la función de comic relief, sino que también es un antagonista que atraviesa una crisis de identidad similar a la de su hijo, porque cuando es despedido de su trabajo deja de ser el sostén económico de su familia. Pero el punto en contra está en que La música de mi vida abarca demasiados temas, cuya directora vivió personalmente porque nació en Kenia y se crio en Inglaterra. Y si bien lo hace de forma orgánica, la duración resulta excesiva, haciendo que el espectador corra el riesgo de perder el interés en la segunda mitad, cuando todavía falta para el clímax. En conclusión, La música de mi vida recuerda a El club de los cinco, porque ambas reflejan los problemas de la adolescencia durante la década del 80, y por eso hay una escena que los homenajea. Y al estar basada en la vida de una persona real llamada Sarfraz Manzoor, hace que el público conecte rápidamente con los problemas de su protagonista y pueda pasar un rato agradable viéndola en familia.
La Música de Mi Vida es un adorable tributo a Springsteen Las canciones Bruce Springsteen son el detonante par que un adolescente de Luton intente encontrar sus pasiones y su lugar en el mundo. Gurinder Chadha ya había explorado los conflictos culturales y familiares de una adolescente sij en “Jugando con el Destino” (Bend It Like Beckham, 2002). Ahora, la realizadora keniana nos transporta a mediados/finales de la década del ochenta, cuando las políticas de privatización (o las políticas, en general) de Margaret Thatcher desataron varios quilombos económicos que afectaron a los sectores más vulnerables de la población británica. La falta de trabajo, el creciente racismo y las problemáticas sociales son el contexto de esta comedia dramática que tiene muchos puntos en común con otras grandes historias del Reino Unido como “Tocando el Viento” (Brassed Off, 1996), “Billy Elliot” (2000), “Todo o Nada” (The Full Monty, 1997) y hasta “Sing Street” (2016), donde la música también es una vía de escape para el protagonista. En el caso de “La Música de mi Vida” (Blinded by the Light, 2019) tampoco hay que dejar de lado la identidad, un tema muy arraigado al cine de Chadha y a los inmigrantes que crecieron en suelo británico y se aferraron a sus costumbres, siempre tratando de buscar un mejor futuro para sus hijos. La realizadora no tuvo que ir muy lejos para encontrar inspiración ya que este relato está basado en la verdadera figura del periodista Sarfraz Manzoor y su amor por las canciones de Bruce Springsteen reflejado en sus memorias -“Greetings from Bury Park: Race, Religion and Rock N’ Roll”-, hilo conductor para esta historia que va más allá de un jovencito y sus ídolos. Manzoor, Chadha y Paul Mayeda Berges son los guionistas de esta dramedia que nos lleva hasta el apacible pueblito de Luton, bastante alejado de Londres, donde rara vez ocurre algo. Allí es donde la familia Khan y otros pakistaníes decidieron echar raíces y criar a sus hijos manteniendo cada una de sus tradiciones. En el centro de esta familia musulmana está Javed (Viveik Kalra), único hijo varón de Malik y Noor, dos trabajadores incansables. Estamos en 1987, la música electrónica hace estragos y Javed no deja de sentirse fuera de lugar, ya sea dentro de su propio hogar o en la escuela, donde no hay demasiados estudiantes de origen asiático. Al adolescente le gusta la música contemporánea, escribir poesía y canciones para la banda de su amigo y vecino de la infancia, Matt (Dean-Charles Chapman), una forma de expresar con rimas cada uno de sus sentimientos de alienación, demasiado depresivos para el pop/rock actual. Su vida da un giro inesperado cuando Roops (Aaron Phagura), de origen sij, lo introduce en el mundo musical de “El Jefe”, lo que provoca una conexión directa e inmediata con cada una de las alusiones sociales, económicas, políticas y personales que Bruce Springsteen plantea desde sus canciones, más que nada, sobre sus humildes comienzos en su Asbury Park (Nueva Jersey) natal, proveniente de una familia de la clase trabajadora. Es amor a primera vista (o escuchada) para Javed, quien convierte al cantautor norteamericano es su más grande pasión y obsesión. Mientras tanto, su profesora de literatura, la señora Clay (Hayley Atwell), lo alienta a pulir su material y poner en claro sus ideas sobre el papel, al mismo tiempo que empieza a entablar una relación más cercana con Eliza (Nell Williams), una joven activista de su clase. Todo esto, a escondidas de su severo padre que no aprueba ninguno de sus gustos, sus amistades, ni sus sueños de convertirse en escritor, un trabajo sin futuro cuando se trata de los Khan. El desempleo pronto golpea a la familia, y los planes de Javed se empiezan a desmoronar creando más tensión con su progenitor, siempre con la idea fija de escapar hacia esa “tierra prometida” que tanto predica el amigo Bruce. No tengan ídolos, ¿o sí? “La Música de Mi Vida” sigue una formula simple, pero efectiva, mezclando los elementos de una ‘coming of age’, con cuestiones más profundas como el desarraigo, el racismo, la pertenencia y la búsqueda de identidad para este adolescente que se pierde entre los confines de su pequeña ciudad. Como muchas de estas películas, es un viaje de descubrimiento que nos ayuda a empatizar con el otro y entender sus circunstancias. En el medio, Chadha y compañía nos entregan un repertorio musical plagado de hits, cortesía de “The Boss”, que sirven para ilustrar lo que pasa por la mente de este confuso protagonista. Lástima que la traducción local no se molesta en sumar estas líneas, un aporte fundamental que deja afuera al que no conoce las canciones o no sabe el idioma para traducirlas en su cabeza. Chadha habla de la importancia de los sueños, pero no se pierde en ideales (ni británicos, ni norteamericanos, ni siquiera pakistaníes). Cae en algunos lugares comunes y extiende demasiado algunos momentos superfluos de la narración, pero sabe cómo acercarse al público con una historia sencilla que habla desde el corazón para los más jovencitos que persiguen sus anhelos, y para aquellos más grandes que creen que los perdieron al crecer.
Una Coming of Age que parece seguir los parámetros normales de éste sub-género da un salto de calidad cuando la impronta de su directora se ve plasmada en la trama y cuando sus protagonistas transmiten emociones reales totalmente identificables para con el espectador. La música de mi vida (Blinded by the Light) es una coming of age dirigida por la inglesa con raíces indias Gurinder Chadha junto a un grupo de escritores compuesto por la propia directora, Sarfraz Manzoor, quién hace su debut, y Paul Mayeda Berges, usual coautor en los trabajos de la británica. En esta nueva película, el contexto será establecido en Luton, un pequeño pueblo en las afueras de Londres a fines de la década de los 80’s en donde viven Javed (Viveik Kalra) y su familia. Estos, de ascendencia Pakistaní pero ya establecidos hace rato en el Reino Unido, viven bajo un régimen estrictamente patriarcal en donde todos se comportan de acuerdo a lo que diga Malik (Kulvinder Ghir) el jefe de la familia. Ante semejante panorama y con una situación económica que incomoda a todos por la situación financiera que atravesaba Inglaterra en aquel entonces, Javed se encuentra permanentemente en la dicotomía de perseguir sus sueños de ser escritor e irse para siempre de Luton o ser lo más funcional a su familia posible y dejar sus ilusiones de lado. De una manera inesperada, el camino se le irá aclarando a Javed cuando se haga amigo de Roops (Aaron Phagura) otro joven pakistaní que le hará conocer un artista que gracias a sus canciones harán que la perspectiva de Javed cambie por completo. Éste artista es Bruce Springsteen, el símbolo del rock y del famoso “sueño americano”. Una vez que Javed se interioriza con respecto al artista, su perspectiva de la vida cambiará por completo y las decisiones que tendrá que empezar a tomar harán que su futuro sea una incógnita. A pesar de que la trama tiende a sonar como si no hubiese nada ingenioso en la película, los grandes logros que se pueden ver en la obra de la directora se notan en la forma y el estilo que le impuso a su historia. Este tipo de films suelen tener siempre la misma estructura e incluso el conflicto casi siempre es el mismo, pero el camino tomado aquí hace que se torne un film sumamente diferente a los otros. Para empezar la representación de una minoría tan maltratada como la pakistaní en los años 80, una época en donde el Partido Nacionalista británico de extrema derecha era un acosador permanente de los extranjeros a tal punto de mantener comportamientos totalmente fascistas, no es algo que se vea todos los días y obviamente la directora puede materializar esas experiencias que seguramente supo tener que soportar. Pero si bien cuenta todo desde una perspectiva social bastante marginada, logra ampliar el umbral de empatía a cualquier otro punto de la sociedad, sean inmigrantes o no, gracias a la música y a como ésta se la ve representada. Cada canción seleccionada y el momento en el que suena tiene un propósito y funciona de manera incidental dentro del film logrando una empatía total de tal manera que las emociones logran traspasar la pantalla. Si bien la película no es para nada difícil de descifrar, quizás el desconocimiento del espectador para con Bruce Springsteen pueda generar menos empatía que la que se logra con alguien que dentro de todo sepa quien es él y lo que sus canciones significan. Al mismo tiempo la película da la impresión que se termina extendiendo un poco más de lo necesario y lo peor de todo es que en esos minutos que pueden tener de sobra (no más de 15) nada nuevo se explora, sino que solo están para repetir efectos visuales (que son muy pintorescos) pero que al verse tres o cuatro veces el efecto se pierde. Las actuaciones de todo el elenco tienen un nivel bastante parejo a lo largo de toda la película pero quién logra marcar un salto de calidad es Viveik Kalra, el debutante en largometrajes tiene una magnifica primera interpretación protagónica. El segundo que mejor entiende como llevar a cabo su personaje es Kulvinder Ghir en su rol de padre exigente y para nada contemplativo y que al igual que Kalra, logra reflejar en su postura poco flexible todo lo que en su momento la cultura oriental pensaba e iba traspasando generación a generación. Si bien el resto del reparto logra tener un nivel parejo en todo el desarrollo del film, ningún otro personaje necesita de más minutos en pantalla como para tener un arco argumental y eso provoca que no terminen explotando sus buenas calidades. La música de mi vida puede no ser inventiva en cuanto a su guion o a lo que quiere transmitir, sin embargo, logra dar un salto de calidad en cuanto a las formas que le imprime su directora y a las actuaciones de sus protagonistas que hacen que las emociones traspasen la pantalla sean o no fanáticos del canta autor estadounidense.
Gurinder Chadha, la directora que se ha hecho famosa por su filme “Bend it like Beckham” presenta ahora la historia de Javed, un joven de 16 años que sueña con ser escritor en medio de una cerrada familia tradicional paquistaní en el marco de la Inglaterra de fines de los ochenta. La película se centra en el pueblo de Luton, en 1987 en donde nuestro protagonista ha crecido y ahora, en plena adolescencia, no encuentra un grupo de pares en donde poder encajar. Algunos de sus compañeros de colegio le dan un trato ostensiblemente diferente por ser hijo de inmigrantes y la única que posa la mirada sobre él, es su profesora de literatura que lo incentiva permanentemente para que dé a conocer lo que ha escrito, le insiste en que muestre sus poesías, e incluso será la encargada de enviar uno de sus escritos a un concurso de literatura porque realmente confía en su talento. Pero sólo ella es la que apuesta fuertemente en Javed ya que toda su familia, comandada por su padre, está regida bajo su espíritu estricto y tradicional. Chadha dibuja un patriarcado lo suficientemente arquetípico para delinear una familia de inmigrantes que aferrada a sus tradiciones más exacerbadas y muestra cómo, en el fondo, operan con el prejuicio que a ellos mismos les despierta el mundo exterior. Es en este retrato familiar donde más cuesta encontrar algunos matices interesantes, dado que la directora se apoya en una puesta demasiado atravesada por los lugares comunes y cualquiera de las situaciones que plantea, conduce a momentos subrayadamente previsibles. Pero no todo será literatura en la vida de Javed: en el comedor de la Universidad comenzará una incipiente amistad con Roops, quien le entregará dos cassettes que le cambiarán la vida. Un gesto casi mínimo que hará que nuestro protagonista se sumerja en la discografía y en la obra de un músico que será su permanente fuente de inspiración y motivación. Esas dos cintas son justamente dos de los álbumes más famosos de Bruce Springsteen, “el Jefe”: esa voz que con su poesía le permitirá seguir adelante cada uno de sus sueños. Javed termina obsesionado con Springsteen, viéndose reflejado en el espíritu humilde y proletario del cantautor que ha llegado a convertirse en un héore de la clase trabajadora, con canciones que reflexionan sobre la conciencia de clase y la búsqueda de salida a la rutina. Con lo cual, las escenas que se construyen con las letras de las canciones de Springsteen girando alrededor de la cabeza de Javed como parte de su obsesión, pierden toda consistencia por la caprichosa decisión de omitir el subtitulado. Lo mismo sucede con la letra de las canciones, que dan contexto y acompañan a lo que se está relatando pero al no estar tampoco subtituladas, tanto el público que no conoce en profundidad la obra de Springsteen como el que no sabe inglés, pierde una parte esencial e importantísima de la película. De alguna manera, Springsteen será la fuente de inspiración para esa libertad que Javed necesita para encontrar su lugar en el mundo y oponerse, a su manera, a la “tiranía” de su padre. Sin dudas lo mejor del filme de Chadha, es poder mostrar ese contexto de la Inglaterra de Thatcher de fines de los ´80 (y su vínculo político con Reagan), que describe, con muchos detalles, lo que vivía esa clase obrera en plena crisis e inclusive, en algunas escenas, muestra el rebrote del frente neo nazi dentro del pequeño pueblo. El caos económico, la falta de trabajo, el cierre de las fábricas y los problemas que deben vivir los inmigrantes son los apuntes más interesantes que plasma en pantalla la directora, para poder precisar todas las implicancias del ambiente social que coacciona sobre la historia. Lamentablemente, sólo lo toma como para completar algunas pinceladas dentro de la historia por lo que no se permite profundizar: sencillamente muestra ese marco social, adornando su edulcorada historia. El relato en sí mismo, que sigue ajustadamente el típico esquema de “basado en hechos reales” termina sin tener nada sobresaliente o llamativo más que cualquier otro relato que ya haya sido contado, con una estructura más similar al de una película de streaming que de un estreno cinematográfico. La historia y el contexto son interesantes, pero en todo momento el guion de la propia Chadha junto a Paul Mayeda Berges se inclina por una historia convencional contada con canciones, con una constelación familiar típica de inmigrantes de la que el cine ya ha mostrado cientos de ejemplos. Con lo cual, si bien técnicamente es correcta y la historia es fluida, la falta de creatividad en el modo de contar la historia junto a un extensión algo excesiva, atentan contra el resultado final, sumado a lo que ya ha sido apuntado de la falta de subtítulos que no permite apreciar con mayor precisión cómo la letra de las canciones va incidiendo en la historia. Simpática, liviana y sin nada demasiado novedoso para aportar “LA MUSICA DE MI VIDA” termina siendo un entretenimiento sencillo y liviano que se deja ver, sin mayores pretensiones.
MiráEstaPeliYa CRÍTICA: "La música de mi vida" (2019) de Gurinder Chadha el agosto 30, 2019 la_musica_de_mi_vida_miraestapeliya Título original: Blinded by the Light Directora: Gurinder Chadha Cast: Viveik Kalra, Hayley Atwell, Rob Brydon, Kulvinder Ghir, Nell Williams País: Reino Unido Año: 2019 Duración: 114 minutos La fórmula que siempre funciona Javed (Viveik Kalra) es un joven británico de ascendencia paquistaní que convive día a día con el racismo, con una familia trabajadora algo cerrada y con las complicaciones propias de cualquier adolescente para poder coexistir consigo mismo y encontrar un lugar en el ambiente que lo rodea. Un día descubre la música de Bruce Springsteen, el compositor de Estados Unidos, y su vida toma un giro sustancial, apoyado en la letra y música del cantante de rock. La directora explora temáticas que ya había trabajado en muchas de sus películas, con un enfoque optimista y conmovedor. Si bien sigue una lógica y narrativa utilizada hasta el hartazgo, es la empatía que genera el joven la que permite pegarnos a la pantalla y, como es habitual, desear que su triste historia tenga un final feliz. La música cumple un rol fundamental, claro está. Las letras de Bruce Springsteen funcionan a modo de guía espiritual para el tierno Javed, que cada vez menos soporta su vida en el pequeño pueblo de Inglaterra. Chadha innova en algunos rasgos estilísticos por cómo están presentadas las canciones, protagonistas de las mejores secuencias del film. Por otro lado, la trama se torna algo chiclosa y demasiado trillada. Los problemas padre-hijo son bien representados, pero innecesariamente repetitivos. Su gran fuerte no es el guión, ni por casualidad. Sí lo es el mensaje que transmite y la potencia de la música. La música de mi vida es una película que no cuenta nada nuevo, pero el carisma de Viveik Kalra y la fuerza del soundtrack de Bruce Springsteen la transforman en una cinta que, si bien no enamora, engancha, entretiene de a ratos y ofrece un mensaje esperanzador. Puntuación: 6,5/10 Manuel Otero
Canciones que inspiran La Música de mi Vida (Blinded by the Light, 2019) es una comedia dramática musical británica que está dirigida y co-escrita por Gurinder Chadha. Basada en el libro autobiográfico Greetings from Bury Park: Race, Religion and Rock N’ Roll del periodista Sarfraz Manzoor, el cual también participó en el armado del guión, la película cuenta con Viveik Kalra en el rol protagónico. Completan el reparto Hayley Atwell (Capitán América, Christopher Robin), Nell Williams, Aaron Phagura, Dean-Charles Chapman (Tommen en Juego de Tronos), Nikita Mehta, Kulvinder Ghir, Meera Ganatra, Tara Divina, entre otros. Ciudad inglesa de Luton, año 1987. Javed (Viveik Kalra) es un joven paquistaní que vive con sus padres y sus dos hermanas. La época que atraviesan no es de las mejores: bajo el mandato de Margaret Thatcher, el partido político del Frente Nacional incentiva las protestas en las calles contra los inmigrantes y la gente de color. En este mundo turbulento que también está marcado por los despidos y la falta de empleo, Javed conoce por recomendación de un chico de la escuela la música del estadounidense Bruce Springsteen. Harto del pueblo en el que vive y de que su padre quiera decidir por sobre su futuro, Javed se animará a luchar por sus sueños. Aprobada por el propio Springsteen e inspirada en una historia real, La Música de mi Vida es de esas películas que logran poner feliz al espectador durante y después de su proyección. Esto se debe a que resulta muy sencillo empatizar con Javed, un adolescente que desea convertirse en escritor pero se siente incomprendido por el entorno que lo rodea. Javed escribe su día a día en su diario desde los diez años, incluyendo poemas y letras de canciones. No obstante, la única que lo alienta a seguir su vocación es la señorita Clay (Hayley Atwell), su profesora de literatura. En cuanto a su padre, éste ni siquiera cree que un musulmán pueda dedicarse a escribir. Desanimado y cansado de las prohibiciones y reglas que establece su progenitor, para Javed todo cambia una vez que le da play al cassette de “El Jefe”. Con un buen reparto y una gran selección de canciones, el mérito del filme pasa por su directora. Gurinder Chadha sabe cómo representar de forma genuina la admiración que puede llegar a tener una persona hacia un artista. La alegría de Javed al escuchar a Springsteen no tiene comparación: el joven siente que cuando Bruce canta le está hablando a él personalmente, generando una conexión auténtica que se siente tan natural como real. La película celebra a la música, dejando en claro que muchas veces las letras y melodías actúan como refugio ante la etapa de soledad y desesperanza que atraviesan los adolescentes. Con el balance justo entre romance, amistad y problemas familiares, La Música de mi Vida tiene todo lo que necesita un filme para ser disfrutado de principio a fin. Con un discurso que hará lagrimear a los más sensibles, la cinta transmite mucha energía, positivismo y ganas de bailar.
Javed es un adolescente británico de ascendencia paquistaní que se crió en la ciudad de Luton, Inglaterra. La historia arranca en 1987, en medio de la agitación racial y económica de la época, escribe poesía como un medio para escapar de la intolerancia de su ciudad natal y la inflexibilidad de su padre tradicional. Pero un día un compañero de clase le presenta la música de Bruce Springsteen y Javed ve paralelismos con su vida de clase trabajadora en las letras de The Boss. Una película que arranca como los clásicos del cine social de aquellos años y que troca en una historia optimista con toques de cine musical. La música por supuesto que ayuda y mucho, pero también hay que reconocer la película demuestra el valor de la música de Springsteen y su universalidad. Con pocos elementos, pero con mucha convicción, Blinded by the Light emociona y entretiene. Su idea es muy simple pero la lleva adelante con éxito.
UN SUEÑO AMERICANO EN LUTON Buena parte de la crítica anglosajona colocó a La música de mi vida en el lugar de “feel good movie” (algo así como “la película para sentirse bien”) de la temporada, lo cual es una verdad a medias. Es que el film de Gurinder Chadha retoma la senda de películas como Todo o nada y Billy Elliot, donde detrás de las historias de logros y auto-superación también rondan tonalidades amargas, de melancolía y pérdida, con el desempleo como fantasma amenazante y/o el proceso político encabezado por Margaret Thatcher como contexto traumático que influye en las acciones de los protagonistas. Pero hay un giro extra en esta historia (inspirada en eventos reales) sobre Javed, un joven proveniente de una familia pakistaní viviendo en Luton (una pequeña ciudad del Reino Unido) a finales de los ochenta y creciendo de la mano de la música de Bruce Springsteen, que se da a partir del diálogo con la tradición narrativa estadounidense. Si ya en Jugando con el destino –que a pesar de ser bastante discreta la había puesto en el mapa cinematográfico- Chadha tenía puesta su mirada en ciertos imaginarios vinculados al “sueño americano”, la operación que realiza en La música de mi vida es mucho más explícita, pero para bien, porque le permite dejar de lado ciertos cálculos y mostrarse mucho más honesta. Hay algo del espíritu del cine de Frank Capra en el film, un artificio deliberado que alberga tanto una esperanza vigorosa como una amargura innegable. El puente que utiliza la película para combinar el realismo con la artificialidad es el musical pautado por la poesía de Springsteen. O más bien, lo que hace es plantear un escenario de choque entre esa ficción explícita de los números musicales –que reflejan los deseos y sentimientos de Javed- y un contexto desafiante, casi brutal, donde se juntan la crisis económico-laboral con los mandatos familiares, o más precisamente, de un padre tan laburador como obstinado en sus principios. La música de mi vida no le teme a ese choque y hasta se permite incorporar un par de subtramas románticas y de amistad, que en vez de apabullar suman para el retrato personal y social. Si en Jugando con el destino Chadha no terminaba de encontrar la forma de contar la historia de crecimiento y se perdía entre el género deportivo mal filmado y un triángulo amoroso remanido, en La música de mi vida parece tenerla mucho más clara. O más bien, consigue comprender y transmitir fluidamente la conflictividad latente en las canciones de Springsteen y cómo reflejan lo que le pasa a Javed, ese muchacho que quiere huir de Luton y dedicarse a la escritura pero que no termina de confiar en sus capacidades, que es tan tímido como romántico, que se enfrenta constantemente con su padre precisamente porque ambos son un espejo del otro. Y si el relato podrá tener sus traspiés, pasajes un tanto remarcados y algunas resoluciones un poco apresuradas, también exhibe una gran potencia y convicción para contar el proceso de aprendizaje de su protagonista. Por eso los últimos minutos son sencillamente conmovedores, de una humanidad –con su carga respectiva de alegría y tristeza- innegable. El fracaso en la taquilla de La música de mi vida es una pésima noticia, porque refleja la injusticia de un sistema de producción y distribución donde las pequeñas grandes historias –fuente principal de la experiencia cinematográfica- tienen cada vez menos lugar. Pero eso no quita el hallazgo por parte de Chadha de un imaginario posible, de un punto de encuentro entre la idea del “sueño americano” –con toda su carga de potencialidad y creencia en los logros hechos desde el esfuerzo- y un territorio como Luton, donde la clase trabajadora puede ser tan británica como cosmopolita. La historia de Javed, allá lejos y hace tiempo, nos interpela y sacude, al igual que las letras del Jefe Springsteen.
Alguna vez en nuestras vidas llegamos a un momento que queremos escapar, huir y perdernos de lo que suponemos es un caos interminable sin salida, La Música de mi vida (Blinded by the light) de Gurinder Chadha pone todo esto al ritmo de The Boss, el enorme Bruce Springsteen. Blinded by the Light expone los turbulentos años de juventud de Javed Khan (Viveik Kalra en una gran actuación), un joven pakistaní acorralado por sus costumbres, su timidez y su padre. Javed prácticamente es un ente alrededor de toda la gente de la pequeña ciudad de Luton, Inglaterra, en los años 80’s; afortunadamente en el primer día de escuela Javed conoce por accidente a Roops – otro chico extranjero Sij interpretado por Aaron Phagura – y gracias a él, se enlaza un puente accidental hacia la pasión por Springsteen. La idea de La Música de mi Vida es entender como por medio de una pasión se puede salir adelante y encontrar estados de realización por parte de las cosas que queremos y defendemos. Es una pegada que hayan buscado la historia de Sarfraz Manzoor (periodista y co-guionista de la película y sí, también fanático a muerte de Bruce) y exprimido cada situación para que por medio de la música de aquel chico de New Jersey la película sea como una explosión de descubrimiento. Toda canción se encuentra en un momento justo para desarrollar efectivamente las escenas y cada una de ellas lleva un mensaje (clásico de Springsteen) que va y despierta interés por lo que está sucediendo; para el que no conoce a Springsteen sus obras musicales retratan la vida y costumbre – al igual que lucha – de la clase trabajadora y La Música de mi Vida se regodea cómodamente en ello. Fanatismo a un lado el film realizado por Chadha logra identificar a cada uno de los espectadores con situaciones de adolescencia que invocan nostalgias personales sea cual sea su origen y género. Es una de las feel-good movies del año sin llegar a deslumbrar (y esto se debe a los constantes clichés de este tipo de películas). Puede ser que La Música de mi Vida no encuentre su público en salas de cine, pero atentos, tarde o temprano va triunfar en plataformas digitales y además si son fanáticos de The Boss – como quien les escribe – es una gran oportunidad para disfrutar del frontman de The E Street Band en pantalla grande y si no, es ideal para descubrir a un legendario artista. Valoración: Muy Buena.
La música de mi vida es una película de visión obligatoria para todo fan de Bruce Springsteen por la intensa experiencia emocional que ofrece. Aquellos que no tienen una afinidad con este artista o simplemente cuentan con alguna referencia no la experimentarán con la misma pasión porque resultará un temática ajena. La trama está inspirada en la historia real del periodista paquistaní del diario The Guadian, Sarfaz Manzoor y se centra en el período de formación en su juventud y la influencia que tuvo la obra de Springsteen en su vida y la vocación que adoptó. La directora de la recordada Bending like Beckham (uno de los primeros trabajos de Keira Knightley), Gurinder Chadha, construye un coming of age ambientado en la Inglaterra de Margareth Thatcher, a mediados de los años ´80, con una particularidad especial. Su obra establece una conexión muy especial con los fans de Springsteen fuera de los Estados Unidos, quienes probablemente vivieron situaciones similares en su juventud. Si pertenecés a ese grupo en cierta manera la historia del joven Javed Khan es también la tuya y por eso te vas a identificar con numerosas cuestiones que se trabajan en este relato. En principio la extraña situación de tener devoción por un artista que nunca tuvo una masividad popular en otras culturas. "¿Cómo podés idolatrar a un yankee que no tiene nada que ver con tu país ni el mundo donde te criaste?" Típico cuestionamiento que los seguidores del Jefe enfrentaron en más de una oportunidad como si la conexión con el arte se definiera con un pasaporte. Si sos fan de Bruce siempre fuiste un poquito freak y no estuviste muy acompañado en el culto de esta pasión, tal cual le ocurre al protagonista del film. En el caso de Javed al menos tenía un amigo con el que podía compartir su música favorita mientras que otros tuvieron que hacerlo en soledad. Hay una escena estupenda que retrata a la perfección esta cuestión. El protagonista emprende toda una odisea épica para comprar una entrada a su primer concierto de Bruce y cuando llega al negocio descubre que sobran las entradas porque nadie está interesado en ese recital. Esos detalles hermosos que le añade la directora al film generan una conexión muy especial con el personaje principal y las situaciones que afronta. La música de mi vida no es otra cosa que una celebración pasional del mensaje universal del arte de Springsteen y de esa banda de sonido que ocupa un lugar especial en el corazón de millones de personas alrededor del mundo. En mi caso, que escucho a Bruce desde que tengo seis años, obviamente viví este estreno de un modo muy especial porque está estrechamente vinculada con cuestiones muy personales. Desde el momento en que suena la primera canción, "Dancing in the Dark", se movilizan un montón sentimientos que no dejan de aflorar hasta el emotivo final, donde se resume de un modo contundente la relación que tienen los fans con este artista. El tema va más allá del simple idilio adolescente y describe muy bien como esos temas musicales emblemáticos cimentaron el carácter y la manera de ver la vida de tanta gente. Las mayores cualidades de esta producción se encuentran en la gran interpretación del debutante Viveik Kalra, quien demuestra un gran dominio para desenvolverse en el drama y la comedia y por supuesto la banda de sonido. La directora Guadar construye su relato con los temas clásicos del período de culto de Bruce, que va del disco “Darkness on the Edge of Town” hasta “Born in the Usa”. Más allá de la oda al arte de Sprinsgteen, el film además desarrolla muy bien todo el contexto político y social durante los años que Margareth Thatcher ejerció el poder como la Primera Ministro del Reino Unido. La dirección de Chadha también aborda con muchos detalles las tradiciones culturales de las familias musulmanas y ese vínculo por momentos asfixiantes (desde la mirada occidental) que tienen los padres con sus hijos. En ese sentido resulta inquietante el notable paralelismo que se percibe en la relación conflictiva que Sarfaz Manzoor tuvo con su padre y la historia personal de Springsteen que no fue tan distinta. En lo referido a la puesta en escena de los años ´80, la producción es impecable y retrata con muchos detalles la cultura popular de ese período. Ahora bien, más allá del amor que le tengo a Bruce y los sentimientos emotivos que me despertó el film, tengo que ser honesto en la reseña y mencionar que La música de mi vida no está exenta de algunas objeciones. En primer lugar, creo que la directora se excedió por momentos con la extrema indulgencia e idolatría a la figura de Springsteen que deriva en algunas situaciones un poco incómodas de ver. Un ejemplo es la escena en que el protagonista y su amigo se plantan frente a unos bullies citando en voz alta, como pastores evangélicos, estrofas de “Badlands”. Me pareció demasiado. Después hay un par de secuencias musicales estilo Mamma Mia, con “Thunder Road” y “Born to Run” donde se incluyen situaciones exageradas que generan la misma reacción. “Jungleland” con el memorable solo de saxo sale mejor parada en una buena escena dramática. Banco a muerte la pasión por Bruce pero me parece que esas secuencias musicales podían haber tenido otro tratamiento. Cameron Crowe hubiera hecho algo fantástico con el mismo concepto. Por otra parte, me molestó un poco que no hubiera una mínima mención en la historia o a través de imágenes a los muchachos de la E-Street Band que son el corazón y alma de la música de Springsteen. Sin el talento y apoyo de Clarence Clemons, Stevie Van Zandt, Danny Fedirici, Roy Bittan, Nils Lofgren y Garry Tallent la historia de Bruce hubiera sido muy diferente. Esto no desmerece su labor como compositor, que además brindó discos solistas enormes como “Nebraska” y “The Ghost of Tom Joad”, pero detrás de su éxito hubo una banda tremenda que merecía su reconocimiento. Por lo menos mostrarlos a todos en un póster, no era tan complicado. Al margen de estos detalles, La música de mi vida es una gran película que ningún fan del Jefe debería dejar pasar en el cine. El Dato Loco: Esta producción representa la redención cinematográfica de la canción "I ll Stand By You" que suena en los créditos finales. Un tema que Bruce compuso originalmente para la primera película de Harry Potter pero los productores se la rechazaron en su momento. Finalmente encontró su lugar en el cierre de esta propuesta.
Es la historia de un adolescente de ascendencia pakistaní que, en la Gran Bretaña de 1987, descubre la música de Bruce Springsteen. Cuenta Robert Graves en “La Diosa Blanca” que, en la antigüedad, la originalidad respecto de temas y tramas estaba mal vista: importaba el cómo más que el qué. El buen cine, salvo excepciones, es lo mismo que la poesía o cualquier otro arte: importa menos la invención de algo que no está allí que ver lo que fuere que nos muestren de un modo que no imaginamos. Cuando el espectador entre a ver “La música de mi vida”, historia de un adolescente de ascendencia pakistaní que, en la Gran Bretaña de 1987, descubre la música de Bruce Springsteen –nada menos que las canciones de “Born to Run”– y con ello, a sí mismo, puede ser repetida. Pero la ejecución de la fábula que muestra esa especie de vocación menor que es convertirse en fan de algo es perfecta. Los lugares comunes, mirados desde este chico de una minoría tironeado entre la discriminación del entorno y la presión de las tradiciones familiares, resultan una forma de descubrimiento. Combinados con las canciones de “El Jefe”, se transforman en algo espectacular. Justamente, los momentos menos satisfactorios son aquellos en los que el realizador (Chadha ya había contado algo similar en la lindísima “Bending like Beckham”, sobre chicas futbolistas) trata de ser “original” (por así decirlo). Por suerte, esos momentos son escasos, y la electricidad de personajes y situaciones nos lleva de la mano. Entramos con placer a ese mundo, incluso si creemos haberlo visto. A Graves quizás le hubiera gustado.
Jeved es un joven pakistaní que vive con su familia en Luton, Inglaterra, ha mediado de los 80. Atrapado en una rutina donde no tiene elección alguna en su vida más que obedecer a su casi tiránico padre, un día descubre la música de Bruce Springsteen. De un día para el otro, Jeved cambiará la forma de ver las cosas, descubriendo su voz interior, y empezando a vivir siguiendo sus sueños y no los de su papá. Voy a serles sincero; cuando fui a ver La música de mi vida, sabía poco y nada de que iba la trama en sí; y quizás ahí radica en la enorme sorpresa que me llevé en la sala de cine, ya que, sin dudas, estamos ante un film de esos bien chiquitos pero que nos deja con una sonrisa de oreja a oreja, mientras salimos contentos del cine. Eso sí, a priori la trama parece ser súper simple, y lo es; ya que en el cine vimos bastantes veces el conflicto del hijo intentando romper el mandato paterno, y como mediante sus proyectos y determinación, no solo logra imponerse, sino que solucionar los problemas con su progenitor. Pero lo que le da la cuota de particularidad a La música de mi vida, es el contexto en el que transcurre la historia. Inglaterra de dicha época está retratada a la perfección; ya sea en vestuario, escenografía o peinados. Quizás si suena raro que los personajes hablen como si estuvieran en 2019, pero eso ya es hilar demasiado fino para buscar una excusa de queja. Y la representación de Luton, también funciona muy bien, ya que siempre se nos muestra como uno de esos pueblos aledaños a las grandes urbes, donde la gente sin decirlo, está harta de la rutina y todos están sumidos en un letargo. Quizás algo que le pueda jugar en contra a La música de mi vida, es que la gente la confunda con un musical al estilo Sing Street; pero nada más alejado de la realidad. Solo tendremos un momento de baile injustificado, mientras que el resto de los momentos más musicales, son solo las rolas de Springsteen calando hondo en la cabeza de nuestro protagonista. Y el otro factor que puede alejar al público; es que el elenco está compuesto por actores desconocidos (si, esta Hayley Atwell pero en un rol muy secundario), pero esto es algo entendible, ya que el grueso de la trama se centra en la familia pakistaní. La música de mi vida es una buena película, sin muchas pretensiones, pero que tiene los suficientes elementos como para hacernos pasar un buen rato en el cine, mientras escúchanos a The Boss ¿Qué más se puede pedir?
Tomar canciones de un artista reconocido y aunarlas en un relato no siempre tiene resultados memorables. Eso sucede con “La música de mi vida”, inspirada en la discografía de Bruce Springsteen. La película de la directora Gurinder Chadha (la misma de “Bend it like Beckham”) nos cuenta la historia de Javed, un joven pakistaní viviendo en una pequeña ciudad inglesa a fines de la década del 80. Enfrentando la xenofobia de algunos vecinos y las imposiciones culturales y religiosas de su padre, este chico de 17 años siente que nadie lo entiende. Hasta que otro outsider como él le presta dos cassettes de El Jefe. Es instantáneo, Javed descubre que el músico lo comprende y que su música habla de las dificultades por las que él mismo atraviesa. A partir de allí, de apoderarse de esas letras, Javed va ganando confianza en sí mismo para proponerse metas que hasta ahora le parecían inalcanzables como, por ejemplo, convertirse en escritor.
Gurinder Chadha, nacida en Nairobi (Kenia), es una directora británica de origen indio. Sus filmes se caracterizan por explorar la vida de los asiáticos en el Reino Unido, especialmente pakistaníes e indios. Sus films más conocidos son: “Bend it Like Beckham” (“Jugando con el destino”, 2002), “Angus, Thongs and full-Frontal Snogging” (2008) y “It´s a Wonderful fterlife” (2010). Sarfraz Manzoor es un periodista pakistaní radicado en el Reino Unido desde su infancia. Como periodista Manzoor escribió para “Daily mail”, “The guardian”, “The independent”, “The times”, entre otros, además de trabajar en la BBC y ser comentarista cultural. Manzoor escribió y presentó documentales para Radio 4. Estos incluyen “From Luton streets to Jersey Shores”, donde viajó a Nujeva Jersey para examinar las conexiones entre la Nueva Jersey de Springsteen y su ciudad: Luton. Su amor por el rockero Bruce Springdteen, un héroe de las clases bajas norteamericanas proveniente de Ashbury Park, en New Jersey (Estados Unidos) apodado “The boss” (El jefe), lo llevó a escribir sus memorias tituladas “Grettings from Bury Park. Race, religión and Rock N´Roll”, sostenidas en su experiencia al entrevistarlo y pasar algún tiempo con él. Gurinder Chadha basándose en esas memorias de Sarfraz Manzoor, con quien compartió el guion, realizó “La música de mi vida”(“Blinded by the light”, cuya traducción literal sería “Cegado por la luz”), donde confluyen realidades muy diferentes que se interrelacionan como las que bosqueja Bruce Springsteen de su New Jersey natal y las que rodean al autor y suceden en la Inglaterra de finales de los ¡80, época de la Thatcher: recesión, conflictos racistas, 41 países en guerra, venta indiscriminada de armas y acuerdos entre Reagan y Gorbachov. En cierto modo la directora con “La música de mi vida”realizó un biopic que no hubiera tenido nada de interesante a no ser por la música que acompaña, de Bruce Springsteen. En ese sentido posee cierta semejanza con “Sing steeet” (“Canta en la calle”: John Carney, 2016), no en lo musical sino en la historia, ya que se trata de jóvenes adolescentes que buscan encontrar su propia identidad. En el caso de Javed (Viveik Kalra) que vive bajo una situación dura para los paquistaníes, como los asiáticos, tanto en el colegio como en las calles (con violentos grupos de ultraderecha como el National Front agitando las banderas del racismo), convierten sus años de formación en un tormento. Javed quiere llevar la vida de un joven normal de su edad, tener sus primeras experiencias amorosas, disfrutar de su artista favorito, ir hasta Londres a verlo, escribir, pero todo, o casi todo, sale mal. Su único consuelo pasa por escuchar la música de El Jefe (Springsteen cedió canciones de esa época para el film). Pero también debe luchar con la idiosincrasia de su familia de origen religioso musulmán, y apegados a las tradiciones. Lo interesante del filme es que Gurinder Chadha no se quedó sólo en la anécdota del escritor. sino que amplió el panorama con una mirada hacia lo que significaba ser extranjero en esa Inglaterra de los ‘80 y cómo debieron superar su condición a pesar de: la xenofobia, la política, las crisis económicas. Su punto de vista partió no de modo aleccionador, sino en el de transmitir con voz propia la experiencia de seres que sufrieron al ver hacerse trizas sus sueños de un mundo mejor. Transmitió ese dolor del desarraigo y lo que significa separase de su país de origen, de sus familias, sus costumbres, e insertarse en un occidente que no los quiere. En “La música de mi vida”de Gurinder Chadha y Sarfraz Manzoor no hay rencor, hay compasión por aquellos que desde las dos orillas del Océano Atlántico deben vivir con el estigma de ser diferentes. Se trata de un filme para celebrar el arte de un músico como Bruce Springsteen, y transmitir la idea de que los sueños son realizables a pesar de la adversidad, aunque se aferren a un ancla como la música, en ñeste caso de un músico contestatario que dio otra dimensión a la poesía de rock.
Ante todo, "La música de mi vida" tiene un enfoque original. En el último tiempo, cuando se habla de rock en la pantalla grande, uno sólo tiende a pensar en biopics ("Bohemian Rhapsody", "Rocketman"). Esta vez la cámara se ubica del otro lado: la película cuenta la historia de un fan de Bruce Springsteen un tanto particular, Javed, un adolescente de origen paquistaní que vive en una ciudad gris del norte de Inglaterra a fines de los 80. Javed lleva todas las de perder: sufre los embates de un padre autoritario y conservador y está creciendo en la Inglaterra de Margaret Thatcher, con desempleo y conflictos racistas. En este contexto asfixiante, el chico encuentra su tabla de salvación cuando un compañero de escuela le pasa dos cassettes de Springsteen. Y cuando temazos como "The Promised Land" o "Darkness On The Edge Of Town" suenan a todo volumen en el cine, el espectador también podrá experimentar de qué "salvación" se trata. Basada en una pintoresca historia real, "La música de mi vida" es un típico filme "coming of age": refleja la llegada del protagonista a la primera adultez y su necesidad de encontrar un lugar por fuera de la familia. Sin embargo, dentro de esta estructura un tanto rígida, la directora Gurinder Chadha logra construir un personaje que vibra y emociona. La película transmite muy bien el sentimiento de empatía que provoca la música de Springsteen. El protagonista se siente comprendido por primera vez a través de las letras de su ídolo, y las canciones funcionan como su disparador de coraje para enfrentarse al mandato paterno. De refilón, la película también consigue retratar un tiempo que parece muy lejano: los días en que el rock cambiaba la vida de las nuevas generaciones y las animaba a ser distintas y mejores.
El film se encuentra inspirado en la historia real del escritor y periodista del diario The Guardian, Sarfraz Manzoor (actualmente tiene 48 años), un apasionado por la música y del cantante, músico y compositor estadounidense Bruce Springsteen. Bajo una muy buena recreación de época, se sitúa en 1987, donde se muestra la crisis de desempleo que azota al Reino Unido en el momento que gobernaba Margaret Thatcher. Varias familias pasan dificultades económicas, entre ellas la familia de Javed, protagonista de este relato, además que los vecinos del lugar no los aceptan y sufren constantes actos de discriminación en la localidad. Pero también la otra cara de la moneda es un padre pakistaní rígido que mantiene la idea de seguir con las tradiciones de su cultura (casamientos arreglados, elección de las amistades y salidas, entre otras distracciones). Su desarrollo nos transporta a esos tiempos, la música de Springsteen, temas musicales de la época, colorida y con buenas coreografías. Existen situaciones emotivas, dramáticas, divertidas, personajes entre queribles y odiables y en algún punto brinda lecciones de vida. Además toca temas raciales, de creencias religiosas, las frustraciones personales y posee toques políticos. Dentro de los créditos se ven fotos reales.
“La música en mi vida”, con dirección de Gurinder Chadha, es una historia basada en hechos reales, que tiene como protagonista a las sublimes canciones de Bruce Springsteen. Javed (Viveik Kalra) es un adolescente que viven con su familia de origen paquistaní. Ahora, viven el gobierno de Margaret Thatcher, bajo mucha discriminación y guerras y llegó un momento en el que Javed creía que ya no podía seguir sus sueños. El clima en su casa era bastante complicado, ya que prácticamente el protagonista no tiene voz para opinar ni decidir. Su padre le decía lo que debía hacer, su madre se desvelaba trabajando como costurera, la hermana adolescente vivía en una burbuja y la hermana mayor con matrimonio arreglado. Su único escape a todo era escribir, desde muy pequeño. Inesperadamente, todo da un giro cuando se cruza con un chico en la escuela y lo escucha hablar sobre “El Jefe”. La intriga comienza a inquietarlo y luego descubre que se refería al cantante Bruce Springsteen. Al momento de escuchar sus canciones, su vida parece convertirse en videoclips de ellas. Algo en él se rompe y comienza a ir por sus sueños, a enfrentarse a aquello que lo frena. Época de los ochenta. ¿A quién no le gusta el mejor momento de la música y vestimenta? Este film habla mucho de la vida y es difícil no conectar con ello. Más fuerte es todavía saber que la historia de Javed es una historia real. La única contra de todo esto es que no se logró interiorizar más con la historia, porque todo termina siendo una serie de videoclips. Es por esto que el nudo de la historia no se aproveche al máximo, sabiendo el contexto histórico que es interesante. No sólo la historia sino también ciertos personajes aparecen muy poco y podría haber sido muy enriquecedor que aparezcan más.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
Viveik Kalra interpreta al periodista pakistaní Sarfraz Manzoor –aunque el nombre de pila aplicado en el film es Javed- durante sus últimos años escolares y en sus primeros encuentros con la música del norteamericano Bruce Springsteen. Ambientada en el distrito de Luton (Este de Londres) en 1987, y con el título original ‘Blinded By The Light’ que alude a una canción del músico, en ‘La Música de mi Vida’ se narra todo el proceso de obstáculos con el que un Kalra adolescente tuvo que lidiar para poder conocer por cuenta propia el mito que representa (y representaba) la figura de Springsteen, como ícono universal y con letras comunicables para diferentes etnias.
Esta película inspirada en un caso real se centra en un adolescente británico de origen paquistaní que crece en una estricta familia y en un clima racial complicado en los años ’80 hasta que su vida cambia cuando descubre a Bruce Springsteen. Una fábula musical inocente pero bienintencionada sobre esas canciones y artistas que nos cambian la vida. Me tocó otra de esas críticas que tengo que escribir desde un inevitable costado autobiográfico. Para alguien como yo, de similar edad a la del protagonista de LA MUSICA DE MI VIDA y que creció escuchando a Bruce Springsteen, de manera un tanto incomprensible, en una localidad remota de la zona sur del Gran Buenos Aires, era imposible que una película que se centra, más que nada, en esa misma experiencia, no me tocara de cerca. Las circunstancias particulares pueden ser distintas, pero si se va a lo profundo quizás no tanto: un adolescente judío en los ’80 en Burzaco podía estar igual de perdido y ser potencialmente tan marginal como Javed, el protagonista de este film de Gurinder Chadha, habitante de Luton –en las afueras de Londres– y de estricta familia pakistaní. Y más si soñaba con algún día convertirse, como el tal Javed aquí, en escritor o periodista. Suelo usar estas aclaraciones porque estoy convencido que muchas películas nos tocan desde la cercanía o similitud de la experiencia. El trabajo crítico, no hay duda, es el que debería permitirnos determinar hasta qué punto esa conexión está lograda en las películas en cuestión o no, de la misma manera que nos permite apreciar experiencias que no tienen nada que ver con la nuestra. Pero BLINDED BY THE LIGHT, tal vez por abrazar sin disimulo una admiración musical compartida, se vuelve aún más un relato que te habla en primera persona. Resumido de otro modo: es imposible que una película así no toque a alguien que comparte muchas de esas experiencias al punto de querer mirar de la mejor manera posible sus inocultables defectos. El film de Chadha (BEND IT LIKE BECKHAM) no solo trancurre en los ’80 sino que parece hecho en esa década. De hecho, hasta me atrevería a decir que es hasta old fashioned para ese entonces y que se parece más a esas películas de los ’50 acerca de jovenes que descubrían el rock and roll para el fastidio y enojo de sus estructurados y conservadores padres. Acá estamos en Luton, ciudad obrera a 50 kilómetros de Londres, en plena crisis económica británica, con Thatcher en el poder, fábricas cerrando y poblemas raciales cada vez más violentos entre los blancos ingleses más racistas y los inmigrantes pakistaníes. Pero lejos está Chandra de acercarse al realismo sucio o seco de films de Ken Loach, Mike Leigh o Alan Clarke. Ni siquiera a los títulos de Stephen Frears (SAMMY AND ROSIE VAN A LA CAMA, MI BELLA LAVANDERIA) y otros que en esa época pintaban la difícil experiencia urbana de los inmigrantes pakistaníes, varios de ellos escritos por Hanif Kureishi en base a su propia vida. No, LA MUSICA DE MI VIDA parte de ese universo para crear una feel good movie, una celebración del rock como lazo emocional que puede permitir a un adolescente asomar la cabeza al mundo en medio de difíciles circunstancias. Más cerca de SING STREET o SUNSHINE ON LEITH (o hasta de películas de Bollywood que tratan de congeniar estéticas tan aparentemente opuestas como el realismo social y el musical pop) que de esas referencias citadas, la película de Chadha cuenta la historia de un adolescente de 16 años que crece en medio de una relativamente estricta familia de inmigrantes pakistaníes soportando las agresiones externas de quienes quieren echarlos de allí y de las internas, más que nada de su tradicionalista y conservador padre que solo quiere que haga dinero, estudie y trabaje para ayudar en la casa, sin pensar en sí mismo. Y eso se pone aún peor cuando el padre es echado de su trabajo en la fábrica de General Motors. Javed escribe un diario, poesía y letras para un amigo/vecino blanco que quiere tener una banda pop glamorosa mucho más en boga en Gran Bretaña entonces que la épica “americana” de Bruce. Pero a través de un amigo también musulmán pero más “conectado” con el mundo y mucho más seguro de sí mismo, el tímido y solitario Javed descubre la música (y, especialmente, las letras) de Springsteen y su mundo interior cambia radicalmente. A partir de conectar con esos textos que hablan de escapar de pueblos quedados, de tomar la ruta y no dar vuelta atrás, que reflejan el sufrimiento cotidiano que personas que deben ir a trabajar a una fábrica todos los días y que encuentran las palabras justas y tiernas para hablarle a las chicas, Javed se atreve a ser más él mismo. Algo que, claro, le traerá algunos cuantos problemas en casa y afuera. BLINDED BY THE LIGHT bordea en muchos momentos el ridículo –en la manera entre inocente y directa en la que pone en escena estos conflictos–pero es tan pero tan cálida y convincente en su devoción adolescente por la posibilidad de ser “salvados por el rock and roll” que uno termina aceptando el tono que propone. Uno se conecta con la historia y su relación con la música de Bruce a partir del fervor que ambos le ponen a sus performances. La película es una fantasía pop (por más que esté inspirada en un caso real) y si bien las canciones de Bruce van por el lado del realismo suburbano, la devoción y pasión de ambos nos convencen de que, más allá de las diferencias formales, ese romanticismo exacerbado y épico es posible tanto en Asbury Park, New Jersey como en Luton, England. En cierto punto, algo similar lograba John Hughes en sus películas de los ’80, aunque con un mayor grado de sutileza en las conexiones y referencias. La película tiene varios problemas y uno de ellos es que la música de Springsteen no se presta fácilmente para números musicales convencionales (uno en el que intentan hacer a un grupo musical callejero con un lider vestido de Michael Jackson bailar al son de “Born to Run” no funciona) y sí, en cambio, se presta para gente corriendo, viajando en auto o bicicleta. Esa sensación de querer escapar de Luton la consigue Chadha en algunas escenas en las que la música y la letra capturan a la perfección un momento, como esa en que ambos amigos “toman de rehén” a la radio del colegio y ponen el disco “Born To Run” entero–, pero en otros la película bordea la vergüenza ajena. Es ahí, creo, que el ser fan de Bruce ayuda a “tolerar” cosas en BLINDED BY THE LIGHT (ese es el título original de la película, como una de las clásicas canciones de The Boss) que quizás no soportaría en otras películas. Compartimos esa devoción por haber descubierto a Springsteen en la adolescencia y hasta yo recuerdo haber tenido que vivir una escena igual a la que hay en la película en la que tuve que “defenderlo” de los que lo creían que “Born in the U.S.A” era un himno patriótico. Eso nos hermanará siempre. La película transcurre en 1987 (Bruce vino acá en el marco del Tour de Amnesty, al que fui, y pocos le prestaron la atención que sí le dieron a… Sting) y si bien uno podría discutirle errores de apreciación cronológica y temática respecto a la discografía de Springsteen (es cierto que para 1987 estaba un poco pasado de moda pero nunca se lo puede tomar como “eso es música para tus padres” cuando su mayor éxito es de 1984), la experiencia, real o modificada, de Javed –el periodista Sarfraz Manzoor en la vida real– es tan particular e inusual que uno compra el paquete de un adolescente pakistaní en Gran Bretaña fanatizado por The Boss en lugar de The Smiths, The Cure o alguna banda similar. Y lo hace cegado por la luz del entusiasmo, la inocencia y la pureza de intenciones que hay en la propuesta. Una fábula pop que usa las letras de un cantante de rock (curiosamente no subtituladas en la versión que se estrena en Argentina, lo cual le hace perder bastante sentido a las conexiones entre los textos y lo que pasa a los que no saben las letras o no entienden bien inglés) para pintar un cuadro complejo pero esperanzador acerca de crecer “in a dead man’s town” sintiéndote solo, confundido y atormentado. Bruce, los que pasamos por eso lo sabemos bien, estuvo ahí para ayudarnos a sobrellevar los malos tragos y a soñar con mejores destinos y circunstancias.
Son pocos los instantes en la vida capaces de caber en el mote de “epifanía” y el cine –o cierto cine que apuesta a las emociones maximizadas- suele encargarse de recogerlos. Las películas de iniciación son fórmulas efectivas a la hora de mostrar la metamorfosis interna de jóvenes confundidos, muchas veces, marginados de una sociedad (sea familia, colegio o amigos) que no la comprende. En este panorama pantanoso la aparición de un ídolo es un momento indescriptible, iluminador y bisagra en la vida de uno. Así lo fue para el periodista Sarfraz Manzoor, quien en su adolescencia encontró en la poesía de Bruce Springsteen el impulso para combatir la asfixia que le propiciaba ser descendiente de una familia pakistaní en un suburbio londinense durante la década de los ochenta, tiempos en los que la ultraderecha británica circulaba en las calles para exigir la expulsión de los extranjeros. A partir de esta historia de vida guionada por él mismo, la directora Gurinder Chadha transpola esos hechos a Javed (Viveik Kalra), creando un personaje retraído, tímido, solitario, casi sin vida social que le calza perfecto al género pero que resulta demasiado inocente, poco punk para la era thatcheriana en la que se encuentra. Sing Street (2016) es un filme que, de algún modo, guarda relación con la película al ubicarse en 1985 y presentar un caso similar de coming-age – atemporal y rockera donde Conor, un adolescente irlandés de clase trabajadora debe enfrentarse a la desintegración familiar y al conservadurismo católico escolar mientras encuentra refugio en la música y el descubrimiento a través de la formación de una banda de que él mismo puede ser también una fuerza expresiva. El protagonista de Blinded by the Light en cambio carece de esa profundidad emocional y melancólica, o si la tiene se ve bruscamente opacada por la llegada del música de New Jersey a su vida. Luego de escuchar los cassettes de Darkness on the Edge of Town (1978) y Born in the U.S.A. (1984), Javed se convierte en una especie de médium que actúa en base a las letras del artista estadounidense, letras impresas en la pantalla que literalmente giran alrededor de su cabeza. Antes de ese instante revelador resaltado por el ingreso -y de aquí en adelante el injerto- del musical en la trama, la escritura era el único espacio donde drenaba sus inquietudes y cuestionamientos al fundamentalismo cultural de su familia, en especial, donde volcaba palabras sobre su crispada relación con su padre Malik (Kulvinder Ghir). Una vez que se hace la luz Javed queda enceguecido y lo que era una expresión solitaria sobre el papel, a partir de ahora, gracias a las melodías de Springsteen, se materializan dándole la potencia necesaria para quebrantar los mandamientos paternales, encontrar su vocación como periodista y hacerse del coraje para invitar a salir a la chica que le gusta. De aquí en adelante continúan todos los clichés que el género exige, inclusive la moraleja final del protagonista frente al auditorio de la escuela. Elemento práctico y necesario para resolver y cerrar todos los problemas que a la película casi se le escapan. Por Felix De Cunto @felix_decunto