Todos necesitan un amigo El irlandés Neil Jordan se ha reinventado incansablemente en una carrera larga y despareja aunque siempre interesante, una y otra vez demostrando que es capaz de girar sobre su eje, mutar sin freno y descubrir esa dimensión poco trabajada -o hasta inédita- de los géneros clásicos, como si el señor fuese una suerte de explorador compulsivo de las posibilidades narrativas -poco aprovechadas por el mainstream o el indie del presente- de los formatos cinematográficos más repetidos dentro del panorama internacional. La Viuda (Greta, 2018), en términos prácticos su regreso al ruedo luego de la lejana y atractiva Byzantium (2012), es una simpática y disfrutable “clase B maquillada” de suspenso, muy en la tradición de las recordadas Atracción Fatal (Fatal Attraction, 1987), Mujer Soltera Busca (Single White Female, 1992) y La Mano que Mece la Cuna (The Hand That Rocks the Cradle, 1992), ejemplos del bello esquema centrado en una fémina psicótica que se consagra a la obsesión. Ahora es Frances McCullen (Chloë Grace Moretz), una joven camarera que trabaja en un restaurant elegante de New York, el objeto de un insistente acoso por parte de Greta Hideg (Isabelle Huppert), una señora que afirma ser francesa y vive en soledad en la ciudad. Cuando un buen día la chica encuentra una cartera en el metro su vida cambia por completo porque decide devolvérsela a su dueña, Greta, lo que desencadena primero una amistad entre ambas, sostenida sobre todo en un reemplazo materno tácito porque Frances extraña mucho a su madre fallecida, y después una situación pesadillesca ya que el asunto deriva en persecución en el momento en que McCullen pretende finalizar el vínculo debido a que descubre en casa de Hideg una colección de carteras idénticas a la que ella devolvió, todas con los datos de las jóvenes que supieron llevarlas de nuevo a las manos de Greta, quien empieza a dedicarle a la muchacha llamadas telefónicas, mensajes y visitas imprevistas. La trama avanza con sorprendente rapidez casi como si Jordan -aquí también guionista, junto a Ray Wright- supiese que conocemos todos los giros de esta vertiente de los thrillers e incluso quisiese ir “directo a los bifes” que los fans del horror auguramos, ahorrándonos la introducción larguísima acerca de la relación improvisada entre las mujeres y tirándose de cabeza en el fluir concreto del hostigamiento encabezado por el personaje de la gran Huppert, en esta oportunidad administrando con maestría a una Greta que se mueve entre la vulnerabilidad y una frialdad quirúrgica al momento de compensar el ninguneo de Frances con una tozudez demente batallante. En el relato asimismo se utiliza con inteligencia a una tercera, Erica Penn (Maika Monroe), la amiga de la joven protagonista y la encargada de aconsejarla a lo largo de su periplo en tanto víctima de la fijación sentimental de Greta (en este sentido, Moretz y Monroe conforman un muy buen dúo con química que evita el clásico recurso del “nadie le cree y la consideran una histérica insoportable” de este tipo de propuestas, ya que su compañera de vivienda sí está allí permanentemente para auxiliarla). Desde ya que el opus de Jordan no respeta la más mínima lógica pero ello sinceramente no importa porque la película es consciente de sus exageraciones retóricas y -por sobre todas las cosas- resulta muy entretenida, sin pretender ofrecer grandes discursos sobre nada y simplemente regalándonos un simpático viaje por una comarca del suspenso que estaba casi olvidada en la pomposidad vacua del cine contemporáneo global; a lo que se suma una insólita media hora final en la que se retoma el ardid de encerrar al ser amado en sintonía con trabajos como The Strange Vengeance of Rosalie (1972) y Misery (1990), planteo que no debe ser confundido con su homólogo de los chiflados en serie que mantienen cautivas a sus víctimas símil La Habitación (Room, 2015) o No Respires (Don't Breathe, 2016). La frase que repite Greta, “todos necesitan un amigo”, calza perfecto con el núcleo temático principal de La Viuda, esa soledad metropolitana que se condice con la ciclotimia de la actualidad y el fetiche con las máscaras/ identidades intercambiables de gran parte de la población, siempre tratando de compensar en una faceta de la vida lo que falta en la otra…
A pesar de tener todos los clichés buenos y malos del género, como el personaje muertito que no lo está tanto, La viuda es un muy buen film que da lo que promete. De todas formas, los más críticos pueden sentirse un poco defraudados porque....
¿Por qué será que actrices del porte de Isabelle Huppert y Chloë Grace Moretz se prestan para este tipo de producciones? Quizá la respuesta se deba a varios factores, entre los cuales la inercia y la necesidad de trabajar en lo que sea con tal de no desaparecer tengan su debido peso, aunque también es probable que hayan pensado que al trabajar para el veterano director irlandés Neil Jordan (cuyas películas más memorables son El juego de las lágrimas y Entrevista con el vampiro, ambas filmadas hace más de veinte años) quedarían en buenas manos.
Enemiga mía. Buena parte del cine de los noventa fue terreno fértil para el thriller psicológico, ese que versaba sobre la obsesión y sus múltiples variantes puestas al servicio del relato: la amante que no acata límites, la niñera que desafía la estructura del seno familiar, el vecino que esconde secretos oscuros, apenas algunos ejemplos. La viuda es una película cuyo rasgo principal es parecer una producción realizada en la época mencionada y guardada en un baúl por motivos desconocidos, llegando inesperadamente a la pantalla grande en nuestro presente. El hombre detrás de cámara es nada menos que Neil Jordan, un director que a pesar de mantenerse relativamente activo, aún sigue siendo ese realizador conocido de forma más popular por películas como El juego de las lágrimas y Entrevista con el vampiro, un estigma que para bien o mal no parece ser capaz de sacarse de encima. La viuda cuenta la historia de Frances (Chlöe Grace-Moretz), una chica tímida e inocente que en plena primer experiencia en la gran ciudad de Nueva York conoce de forma casual, y no tanto, a Greta (Isabelle Huppert) una mujer solitaria con quien comienza una relación de amistad con tintes maternales. Tomando en consideración lo planteado en el primer párrafo, se imaginarán que esta relación entre mujer joven en busca de contención y mujer mayor en busca de compañía comenzará como una unión afectiva donde ambas ganan, pero la cuestión va a tomar un giro hacia lo siniestro cuando Greta comience a obsesionarse con Frances. Y a partir de este punto el relato comenzará a atravesar los tropos propiamente establecidos dentro de los parámetros de todo thriller añejo, por no decir anticuado. Pero es justamente esa falta de actualización -sumada a un tono camp que desafía el verosímil escena tras escena- la que genera un problema con el tono general de la película. Durante varios pasajes es difícil saber si tenemos que reirnos o asustarnos, y sin importar cuál de las dos reacciones sea la buscada, el relato es siempre el que termina resintiéndose. La performance de Huppert sufre a raíz de este mismo problema, constantemente al límite entre lo absurdo y lo legítimamente perturbador, moviéndose en pos de un arco dramático desparejo, toscamente escalonado. En lo que respecta a Moretz, su talento como actriz esta fuera de cualquier cuestionamiento. Pero si bien parece haber sorteado mejor que otras colegas esa difícil transición de niña prodigio a joven y prometedor talento, La viuda es otro claro ejemplo de su falta de ojo, o el de sus representantes, a la hora de elegir papeles jugosos, donde pueda dar rienda explotar mejor sus virturdes. Incontables llamadas telefónicas, mensajes, amenazas en público, stalkeo caricaturesco y crueldad inesperada, todas cuestiones que hacen de La Viuda una película que de haber estrenado allá por 1992 probablemente la hubiese descocido, justo en ese intersecto entre La mano que mece la cuna y Mujer soltera busca. Fuera de ese micro marco temporal, todos sus esfuerzos por ser un thriller legítimo caen en saco roto.
Neil Jordan (“We’re No Angeles”, “Interview with the Vampire”) nos brinda un film con aire y espíritu de clase B, donde una mujer mayor busca con desesperación llenar un vacío sin importar las consecuencias. Este pequeño pero interesante film, posee ciertos momentos de ingenio más allá de que en algunos tramos pueda resultar algo exagerado e inverosímil y también peque de algunos recursos vistos y poco originales. No obstante, la película se sostiene por el vertiginoso ritmo que le imprime el director, sin perder tiempo en introducciones y/o desviaciones innecesarias y sumergiéndonos de lleno en la trama de la cinta, y por un interesante grupo de intérpretes que posee una gran química en pantalla. El largometraje cuenta la historia de Frances (Chloe Grace Moretz), una dulce e ingenua joven que, tras la muerte de su madre, se muda a Manhattan con su amiga Erica (Maika Monroe). Cuando encuentra en el metro un bolso extraviado, decide entregárselo a su legítima dueña, Greta (Isabelle Huppert), una pianista viuda con una desesperada necesidad de compañía. Rápidamente se convierten en amigas (ambas buscando llenar el hueco de sus afectos perdidos), pero su amistad cambia cuando se descubren las siniestras intenciones de Greta. En la línea de películas como “Fatal Attraction” (1987) y “Misery” (1990), el relato ofrece una mezcla entre suspenso e intriga con ciertos toques de terror, llevando al espectador a tratar de descubrir esta enmarañada red de mentiras. Quizás algunos momentos parezcan anticipables y otros sean bastante sorprendentes, lo cierto es que la película se mantiene en un terreno cómodo pero eficaz mostrando un gran duelo actoral entre la fascinante actriz francesa Huppert y la joven promesa Moretz (algún que otro momento puede que se vea absurdo o exagerado pero eso también es parte del espíritu de la obra). Maika Monroe también sorprende como la ayudante de la protagonista que tiene un rol fundamental en la trama y no se limita solamente a ser la excusa narrativa para la presencia de Frances en la gran ciudad. Obviamente la película podría haber sido mucho más considerando el talento detrás y delante de cámara pero se nota que Neil Jordan estuvo cómodo al ofrecer un entretenimiento pasajero sin demasiadas pretensiones. Desde ese aspecto el film cumple y es más que redondo. Si el espectador busca algo más se verá decepcionado. “La Viuda” es un pequeño relato de clase B, bien confeccionado a pesar de cierto grado de familiaridad con otras producciones del estilo. Un film bastante divertido y llevadero que se beneficia de un elenco interesante y de un ritmo avasallante.
El Subte no es un lugar desconocido al cine del terror. Varios de los films que comienzan en un subte tienen un final que nos deja dudando de este medio de transporte, Así es el caso de La viuda (Greta), el nuevo thriller del aclamado director y guionista Neil Jordan quien poco a poco está logrando que le temamos a todo, desde nuestra propia familia hasta una cartera verde. Igual cabe destacar que no es cualquier cartera de cuero de pinta costosa, cuadrado con cierre de oro. Si se deja desatendido en un asiento del metro, es una increíble perdida o una bomba de tiempo (¡o ambas cosas!). Nuestra protagonista, Frances, (Chloë Grace Moretz) que estaba en regreso a su hogar luego de una jornada de trabajo de moza en un elegante restaurante de Manhattan, se cruza con la cartera mencionada y con la intención de entregarlo a los objetos perdidos, se la lleva. Objetos perdidos es (valga la redundancia) una causa perdida. Casi a regañadientes, abre la cartera descubriendo un documento con dirección en Brooklyn que pertenece a una tal Greta Hideg, y hacia esa dirección va. Greta (Isabelle Huppert), con acento francés, la recibe, se conmueve con este gesto de amabilidad e insiste en invitarle un café en agradecimiento. Frances no está en el mejor momento de su vida cuando conoce a Greta. Vulnerable por la muerte de su madre, y recién llegada a Nueva York desde Boston, ve en su host francesa una oportunidad de tener una conexión con una figura materna, y Greta, aparenta estar solitaria, aburrida con su vida tras la muerte de su marido y el nido vacío que deja su hija tras irse. Frances siente pena por ella y así, las dos se convierten en amigas poco probables, disfrutando de la compañía de la otra y uniéndose por estar solo en una ciudad hostil. Sin embargo la mejor amiga de nuestra protagonista; Erica, interpretada por Maika Monroe, muestra su disconformidad con la extraña relación que tiene con Greta, y se genera una pelea con está cuando Frances prefiere pasar tiempo con esta que salir con Erica. A pesar del encanto de Greta, tanto el público como Frances se darán cuenta de que sus intenciones no son tan inocentes. A los 30 minutos de la película, mientras ellas cenaban, Frances se topa con una inquietante colección de carteras exactamente iguales a las que ella encontró en uno de los armarios de Greta. Horrorizada, se enfrenta a ella y alega, con la voz temblorosa, que no se siente bien antes de salir corriendo de la casa. La película se desarrolla, al igual que los otros films de Neil Jordan, como un horror psicológico que nos pone cada vez más paranoicos. Puede llegar a ser predecible ya, pero sigue siendo muy efectivo en ejecución. Greta deja a Frances cientos de llamadas perdidas, la espera afuera de su lugar de trabajo durante horas e incluso la llama amenazándola. “Si no me llamas, no sé qué haré”. Hasta protagoniza una secuencia de persecución con Erica bastante perturbadora, comunicándose a través de una aterradora serie de fotos enviadas por mensaje de texto. Huppert es el diamante en bruto de esta película, desglosa un repertorio de movimientos desde hacer piruetas descalza con una jeringa en la mano, poniéndose un par de guantes de cuero espeluznantes hasta tocando Liebesträume (Sueños de amor) de Franz Liszt en el piano. La Viuda es una gran película para ver en la gran pantalla, la historia en entretenida, y no peca nunca de perder el ritmo desde su inicio hasta su inesperada conclusión. Ademas sus locaciones y su escenografía son una de las cosas que mas se destacan del film. Y no podría dejar de mencionar el soundtrack de la película, que no tiene nada que envidiarle a ninguna otra producción de Hollywood.
El irlandés Neil Jordan (“El Juego de las Lágrimas”) director y también responsable del guión junto a Ray Wrigh, presenta su último film, “Greta”. La historia se centra en Frances Mc Cullen (Chloë Grace Moretz), una joven que trabaja como camarera en un restaurante lujoso de New York, quien encuentra un bolso verde en uno de los asientos del subte cuando volvía a su casa. Lo toma, encuentra la tarjeta de la dueña (la famosa Greta del título) y decide, en un acto de buena voluntad, devolvérselo. Greta Hideg (Isabelle Huppert) es la propietaria, dice ser francesa, profesora de piano, amable y agradecida, le ofrece una taza de té de manera insistente, le cuenta que es viuda, que su hija está lejos y le hace saber de su necesidad de tener una amiga. De a poco va creciendo un vínculo entre los dos, algo forzado por Greta, quien le pide que la acompañe a elegir un perro como mascota, salen juntas a caminar, y Frances elige pasar tiempo con ella antes de pasarlo con gente de su edad a pesar de las advertencias de su compañera de casa y amiga Erica Penn (Maika Monroe) quien siente que nada ahí es normal... En una de las visitas a la casa de Greta, Frances se topará con un descubrimiento que la asusta y verá la verdadera personalidad de su “amiga”. Aduciendo sentirse mal se retira de la comida que habían preparado juntas, pero no será tan fácil salirse de los brazos de “madre sustituta” (Frances perdió a su madre y tiene una relación distante con su padre Chris McCullen (Colm Feore ). Hideg comienza una persecución similar a los antiguos thrillers. Tiene algunas escenas interesantes como la de la caja y no mucho más, no logra miedo ni suspenso “real” aunque las actuaciones de todo el elenco son buenas sobre todo las del dúo Huppert (amable, con cierta dosis de locura y amenazante)-Moretz (crédula y muy naif). https://www.youtube.com/watch?v=LOJtYfpB3U0 TITULO ORIGINAL: Greta DIRECCIÓN: Neil Jordan. ACTORES: Chloë Moretz, Isabelle Huppert, Maika Monroe. GUION: Neil Jordan. FOTOGRAFIA: Seamus McGarvey. MÚSICA: Javier Navarrete. GENERO: Terror , Drama . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 98 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años DISTRIBUIDORA: Diamond Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 29 de Agosto de 2019 ESTRENO EN USA: 01 de Marzo de 2019
El director Neil Jordan, recordado por Entrevista con el vampiro, En compañía de lobos y El juego de las lágrimas, quizás sus mejores realizaciones, arremete con un thriller psicológico del estilo de películas de los años noventa, y alimenta el juego del gato y el ratón que genera tensión hasta el último momento. La soledad y la locura van de la mano en esta propuesta que cuenta con dos buenas actrices que sostienen el suspenso. Frances McCullen -Chloe Grace Moretz, la actriz de Déjame entrary Carrie- es una camarera que vive con una amiga en Nueva York y encuentra una cartera en el subte. Frances decide devolverla a su dueña, Greta Hideg -Isabelle Huppert-, una dama viuda que asegura ser francesa, vive sola en su casona y toca el piano. Este encuentro marca el inicio de una camino en el que todo parece armonioso y en el que ellas se complementan: Frances busca claramente una figura materna y Greta extraña a su hija que vive en Francia. Una relación peligrosa y sin retorno... La viuda -Greta, en el original- es una combinación entre Atracción fatal, La mano que mece la cuna y Mujer soltera busca, con un desarrollo clásico que crea las atmósferas adecuadas, remarcadas por el uso de la música, y con una villana de lujo que se presta al juego con comodidad. Acá lo cotidiano se transforma en un terreno resbaladizo cuando tanto la joven protagonista como su entorno corren peligro. La película funciona, a excepción de una serie de situaciones que introducen el relato en vericuetos oníricos y fantásticos, y donde la tecnología del celular está al servicio del suspenso. Los personajes secundarios -la amiga, el padre, y el policía interpretado por el actor fetiche de Jordan, Stephen Rea- empiezan a sospechar que algo extraño está sucediendo. Entre el encierro, el pasado tortuoso y un presente dominado por la obsesión, el filme se guarda una vuelta de tuerca final -hay que recordar Halcones de la noche, con Stallone- para desconcertar al espectador. La trama expone la soledad y el infierno personal dentro de la gran urbe y lo hace con bienvenidos recursos clásicos.
¿Y el suspenso? Un típico caso de relación tóxica entre dos personas, por un lado la psicópata y por otro la inocente que se encuentra en un momento de vulnerabilidad, manipulable. Sin embargo, y a pesar del talento de sus protagonistas, la película presenta dificultades confundiéndonos. Esta vez, un buen comienzo no auspicia una gran historia. En La viuda (Greta, 2018), Frances (Chloe Grace Moretz) es una joven afligida por la reciente muerte de su madre que encuentra una cartera en el subte de Nueva York y la devuelve a su dueña Greta (Isabelle Huppert). Ellas entablan una amistad inusual ya que el interés de Greta por Frances puede ser más siniestro de lo que parece. Un film que contando con todos los recursos para ser una original película de suspenso hitchcockiana, -el elemento que atrae a la presa, la excelente premisa, actrices realmente talentosas y la dirección de Neil Jordan-, desaprovecha sus recursos y se convierte en una decepción. Quizás el mayor desconcierto, sea la enorme dificultad que presenta un guion tan desordenado e incoherente, que a medida que transcurre la narración intenta tapar errores, con situaciones que no aportan sustento dramático a la trama. El recurso que bien utilizado en este tipo de films como es la música, aquí se desaprovecha y no está en sintonía con la historia. Todos los elementos son muy interesantes, pero tienen otro ritmo, cierta independencia que consigue confundir al espectador. Muy pronto se desvela la verdad a la antagonista, otro error y quizás, este sea el mayor, puesto que a partir de allí, la estructura dramática se hunde en una meseta, consiguiendo aburrir en vez de mantenernos tensos. Queda claro que son todos intentos y no logros. La construcción de los personajes no es correcta, grave desacierto contando con una actriz como Isabelle Huppert, cuyo talento se desperdicia resultando en una interpretación forzada, lo mismo sucede con Chloe Grace Moretz. Cuando se anuncia un film de estas características, dirigido por el irlandés Neil Jordan ganador del Oscar al mejor guion original por El juego de las lágrimas (Crying Games, 1992), las expectativas aumentan y la decepción es mayor. No estamos pendientes de lo que pueda ocurrirles a los personajes ni atentos al desarrollo del conflicto. El director olvida al espectador y no lo incluye en la historia. Algo para destacar quizás es el claro mensaje que transmite: no confíes en los extraños. De manera tibia se vislumbra un paralelismo entre el monstruo que significa una gran ciudad como Nueva York para una persona de un pueblo, con la bestia que encontró esta joven en una viuda de aspecto inofensivo. Lo que describe a la protagonista, su lado psicópata y el miedo de la chica pueblerina, no están explotados en absoluto para que este film funcione.
Isabelle Huppert y Chloë Grace Moretz son, probablemente, dos de las actrices más representativas de sus generaciones. Una ya consagrada y la otra con una ascendente carrera, la francesa y la jovencita estadounidense son el principal atractivo de este fallido thriller centrado en una mujer obsesionada con la camarera de un restaurante. Huppert interpreta a la Greta del título original, una mujer solitaria que, de manera aparentemente accidental, olvida su cartera en un tren. Frances (Grace Moretz), que llegó a la ciudad luego de haber perdido a su madre, encuentra ese objeto y no tiene mejor idea que ir a devolvérselo hasta su casa. A partir de ese encuentro empiezan a tejer una relación que irá de la amistad y la complicidad a la locura. Neil Jordan tuvo su momento de fama a fines de los '80 y principios de los '90, cuando dirigió, entre otras, Mona Lisa, Entrevista con el vampiro, El juego de las lágrimas y El precio de la libertad (Michael Collins). Es imposible no ver las huellas de aquella época en el intento de apoyarse en una protagonista femenina con una fijación patológica por su partenaire. La viuda tiene sus mejores momentos en la primera mitad, cuando la trama avanza con sorpresiva velocidad y las actrices lucen ajustadas a sus roles. Huppert está impecable con su impronta gélida y distanciada, mientras que Grace Moretz acierta dotando a su personaje de una fragilidad intrínseca. El problema es que, una vez desatada la obsesión, la película no parece saber muy bien hacía donde correr, y lo que hasta ese momento era velocidad muta en una mera acumulación de situaciones carentes de toda lógica. Poco queda del juego psicológico del inicio en la última media hora, cuando Greta convierta a La viuda en una suerte de Misery, pero sin su cuota enfermiza ni mucho menos de placer por el sadismo.
No confíes en extraños El director irlandés Neil Jordan es reconocido por, entre otras películas, "Mona Lisa" (1986), "Juego de lágrimas" (1992), "Entrevista con el vampiro" (1994) y Michael Collins (1996). Algunas de las huellas de su cine en la época de los ´90 podemos encontrar en "La Viuda", un thriller psicológico correcto y entretenido que cuenta con las actuaciones de la monumental Isabelle Huppert y la ascendente Chloë Grace Moretz. La cinta nos cuenta la historia de Frances, una joven estudiante que desata una batalla interna tras la muerte de su madre, y que por esta razón se ha mudado a Manhattan con su mejor amiga. Un día, encuentra un bolso perdido en un vagón del subterráneo y decide devolvérselo a su dueña, Greta, una pianista viuda. Pronto se convertirán en amigas cercanas, pero a lo largo del metraje la relación se volverá insoportable. "La Viuda" es una de esas películas donde la acción se desarrolla rápidamente. Acompañada de una innegable calidad técnica y a través de un buen montaje se nos dan las pistas necesarias para comprender por dónde irá la historia. De hecho, los mejores momentos del filme se encuentran en la primera mitad, ya que en la segunda parte Jordan pierde el rumbo para alcanzar un mejor desenlace. El duelo interpretativo entre Huppert y Moretz es el atractivo principal de la cinta. Es imposible que no nos venga a la mente "La Pianista", aquella obra de Michael Haneke donde la francesa también elaboraba un personaje de una mentalidad hiper compleja, mucho más que la de la Greta de Jordan. Por el lado de los secundarios, Maika Monroe realiza un papel comedido, pero otros, como Stephen Rea, son desaprovechados. En definitiva, Jordan pretende jugar con tópicos y estereotipos bien conocidos en el género de suspenso, apelando más al misterio de cómo va a suceder en lugar de qué va a suceder. "La Viuda" es una película entretenida pero lejos de ser atrapante se presenta como una alternativa segura siguiendo la línea de obras como "Mujer Soltera Busca" (1992). Puntuación: 6/10 Por Federico Perez Vecchio
Los primeros noventa, los años de El juego de las lágrimas y Entrevista con el vampiro, fueron los de mayor gloria y reconocimiento del irlandés Neil Jordan. En estos tiempos ya no juega en esas ligas, pero una película comoLa viuda nos recuerda el valor de la experiencia, de cierta eficacia, del viejo sentido del oficio del narrador versátil. Este thriller sobre psicópata y víctima tiene conexiones con Mujer soltera busca y El silencio de los inocentes (con una cita casi jocosa), y con otro estreno de este año, Ma. La viuda es Greta y la interpreta Isabelle Huppert, capaz de jugar a alturas difíciles de alcanzar para la mayoría de las otras actrices. Huppert usa sus múltiples habilidades y les suma elementos de algunos de sus tantos roles anteriores (notablemente el de Elle y el de La profesora de piano) y construye de manera certeramente monstruosa a su personaje, que esconde y se esconde, agazapado, detrás de una máscara de fragilidad. No hay transformación, hay disfraz; eso lo saben las grandes actrices, y Huppert es una de ellas. La viuda acierta en términos de verosimilitud en su planteo inicial: no hay vueltas, no hay "pequeños indicios", hay decisiones lógicas. Luego, al tensionar la violencia y el suspenso, avanza con prestancia y sobre el final acumula unas cuantas torpezas, de esas que solían estar presentes en los thrillers de los noventa, esos que hoy en día hasta extrañamos un poco.
Este jueves llega a los cines “LA VIUDA”. Un thriller de suspenso de la vieja escuela. Después de encontrar una cartera en el metro de Nueva York, Frances McCullen (Chloë Grace Moretz), una joven afligida por la muerte de su madre, se lo devuelve a su legítima propietaria, la enigmática viuda Greta Hideg (Isabelle Huppert) con quien entabla una inusual amistad. Mientras su mejor amiga Erica Penn (Maika Monroe) ayuda a Frances a aclimatarse a la ciudad veremos que los motivos de Greta pueden ser más siniestros de lo que parecen inicialmente. Lo que este film nos propone no es un concepto nuevo. Es una película tradicional de suspenso con todo lo bueno y lo malo que esto pueda implicar. Es decir, no aporta grandes novedades. Pero por otro lado me pregunto. ¿aquellos que, por ejemplo, leen novelas policiales acaso desean leer algo distinto en Agatha Christie? ¿No quieren acaso a su viejo y querido Hércules Poirot resolviendo un imposible caso con maestría y elegancia? De este mismo modo me atrevo a considerar este film. Suspenso old school. Que por cierto está muy bien logrado: Genera tensión, construye muy buenas atmósferas, una música que encaja de un modo más que interesante, está bien filmada y dirigida. Su aporte más fresco tal vez, está en seguir la línea de nuevos directores como Jordan Peele que, en su ópera prima, militó por los protagonistas del género de terror que toman buenas decisiones (habiendo visto tantas veces a la chica que se mete exactamente donde todos sabemos que no hay que meterse). Aquí sucede varias veces que cuando Frances huele algo raro hace lo que consideraríamos correcto ya sea huyendo, o llamando a la policía, o pidiendo ayuda, mientras que sus desaciertos se ven justificados por traumas de su pasado. Pero sin duda su punto fuerte está en sus actuaciones. Chloë Grace Moretz es una gran actriz siempre disponible para desplegar lo que el film requiera. Aquí pasa por distintas emociones, incluso a veces en una misma escena debe desplegar cambios abruptos, y su personaje va cambiando durante el transcurso de la película. Mientras que Isabelle Huppert, enorme actriz francesa, es realmente inquietante en su rol y se permite a la vez jugar con él. “LA VIUDA” es una recomendable opción para los fanáticos de este género o para variar un poco del mainstream súperhéroe y sentir un sabor añejo, algo olvidado. Por Matías Asenjo
Hubo una época dorada en Hollywood en la cual afloraban los thrillers donde completos extraños se insertaban en la vida de inocentes e inmaculados protagonistas para luego sacarse las caretas y revelar a un psicópata debajo de ella. Este subgénero, muy en boga durante la década de los ’80 y los ’90, tuvo como estandartes a títulos como Fatal Attraction y Single White Female, sin contar los numerosos intentos de colgarse de la cola de ese cometa, que tantos réditos monetarios les dieron a sus productoras. En los últimos años el peculiar subgénero parece haber desaparecido, aunque un par de descafeinados referentes –The Roommate, The Guy Next Door, entre otras- han querido mantenerlo a flote. El estimado director Neil Jordan, quien en su diversa carrera ha entregado recordadas joyas como The Crying Game, Interview with a Vampire y muchas más, es el encargado de darle respiración boca a boca al género con un elenco más que interesante, pero Greta se queda a medio camino entre lo que es y lo que quiere ser.
Viuda Asesina Busca. Crítica de “La Viuda” de Neil Jordan.InicioInternacionalViuda Asesina Busca. Crítica de “La Viuda” de Neil Jordan. 28 agosto, 2019 Bruno Calabrese Un thriller psicológico contemporáneo del ganador del premio de la Academia Neil Jordan por “The Crying Game”. Por Bruno Calabrese. Luego de su multipremiado papel en “Elle”, vuelve Isabelle Huppert en la piel de una siniestra psicópata. Greta es una mujer que esconde un pasado difuso; viuda desde hace un año y con una hija en París, pasa sus días en soledad en la oscuridad de su casa tocando el piano o paseando por Nueva York. Por un descuido (olvida su bolso en un asiento del subte) conoce a Frances Mc Cullen (Chlöe Grace Moretz): una joven camarera que recientemente se mudó a Nueva York desde Boston, quien aún se encuentra atravesando el duelo por la pérdida de su madre. Ese dolor por la pérdida hace que entre ellas haya una conexión instantánea. Pero Greta, esconde un secreto que pronto será descubierto por Frances, lo que hará que intente apartarse de la relación. A partir de ahí comenzará el acecho permanente por parte de la viuda hacia la joven que irá creciendo en tensión. “Greta” (La Viuda aka), es un thriller dirigido por el irlandés Neil Jordan que se sostiene principalmente gracias a la gran actriz francesa, quien compone un personaje enfermizo. Muy bien secundada por Chloë Grace Moretz, la víctima que caerá en la siniestra travesura de Greta, que cambiará su vida para siempre. Jordan (“The Company of Wolves”, “Interview With the Vampire”) es conocido con escenas o vueltas interesantes en sus tramas que sorprende al espectador. Enseguida nos viene el recuerdo del giro argumental que propone en la fantástica y particular “The Crying Game”, que le valió una nominación al Oscar como mejor director y el trofeo por su guión. El director sorprende acá, sobre todo porque en un principio parece que veremos un drama sobre la soledad y la obsesión (en algún momento parece seguir el camino de “One Hour Photo” con Robin Williams o “Single White Female”, clásico de los 80 protagonizada por Bridget Fonda y Jennifer Jason Leigh) pero que gira hacia el terror y el suspenso, con algunos toques gore. “La Viuda” es una locura agradable de contemplar en el momento y reflexionar después. Un juego psicológico y perverso magistralmente interpretado por Isabelle Huppert con algunas escenas espeluznantes que nos harán cerrar los ojos. Más allá de algunos clichés propios del género, Neil Jordan logra mantenernos atrapados hasta el final, con astucia e ingenio. Puntaje: 80/100.
La mano que mece el baúl. Neil Jordan, responsable de films como Entrevista con el Vampiro y El juego de las lágrimas, regresa a la dirección con un thriller de suspenso que nunca deja de ser entretenido, pero que en su ejecución cae en una serie de lugares comunes con los que pierde atractivo y originalidad. Sosteniéndose únicamente sobre la actuación de la siempre magistral Isabelle Huppert, La viuda apela a ella para sostener una historia que se esfuerza demasiado en lograr lo contrario. El film de Jordan retrata el encuentro y relación entre Frances (Chloë Grace Moretz), una joven que hace pocos meses vive en New York y que decide devolver a su dueña el bolso que encontró olvidado en un vagón de subte, y Greta (Huppert), una triste y solitaria mujer que perdió hace años a su marido y que extraña a su hija que vive en Francia. En poco tiempo, ambos personajes forjan un fuerte vínculo, nacido del hecho de que Frances intenta sobrellevar la muerte de su madre y Greta en cierta forma llega para llenar ese vacío en su vida. Así, la ausencia de amor familiar en la vida de ambas mujeres se suple con la compañía y el entendimiento que hay entre ellas. Y si bien los encuentros entre las protagonistas, que van desde ir a la iglesia, adoptar un perro o cenar juntas, poseen ciertos comportamientos de Greta que generan señales de extrañeza, la tensión entre ellas no aparece hasta que Frances encuentra una variedad de bolsos exactamente iguales y con nombres de otras chicas. Allí es donde el film pasa a convertirse en una acosadora persecución con una intensa Greta que hará lo imposible para recuperar a su reemplazo de hija; y así es también como comienzan a darse una serie de momentos con intenciones inquietantes que resultan entre ridículos y clichés. El director desarrolla la historia con una estructura acumulativa de situaciones que terminan deviniendo en el secuestro de Frances, quien se ve conviviendo con su desequilibrada figura materna, encerrada en un cuarto secreto y en ocasiones obligada a dormir dentro de un baúl con candado. Son dichas situaciones y la búsqueda del film la que la perfilan como una propuesta que hoy en día se siente antigua y desgastada. Una fórmula que remite a otros films similares como Atracción fatal o La mano que mece la cuna. La idea de la mujer obsesiva que representa un peligro para otros era algo que funcionaba hace 25 o 30 años atrás, y que hoy resulta poco original y de más anticuada.
La Viuda, un thriller eficiente que nos recuerda a la tensión como un bien narrativo indispensable. La soledad, tanto la elegida como la impuesta, puede llegar a hacer estragos en la psiquis humana. La mala consejera de esa frase hecha puede hacernos ver como normales cosas que vistas desde afuera, con la cabeza mejor ubicada, pueden lucir demenciales. La Viuda es una historia que pone al espectador en un mismo recorrido. De la lastima al horror. De la empatía al deseo de huir. La Doble Soledad La película comienza con un concepto de dualidad. El director Neil Jordannos muestra a las protagonistas de la misma manera: en un plano en movimiento siguiendo a la protagonista que está de espaldas a cámara, en el centro absoluto del encuadre. El objetivo es claro: introducirnos a dos personas que inevitablemente cruzarán sus caminos, pero que (al menos inicialmente y en apariencia) poseen el mismo problema: una soledad que la vida les puso en el camino. Con el correr del metraje quedará manifestado de lleno que esta dualidad presentada por la película es en la que están arraigadas las maternidades más posesivas: en la idea de que un hijo es la continuación, la perpetuidad de uno, y lo que puede pasar cuando este desarrolla su propia mentalidad y desvía el plan. La dualidad se vuelve duplicidad, repetición incluso, en la perversa estrategia de la que se vale la antagonista para atraer a sus víctimas. Es también la dualidad, en cuanto a compañía, que es reducida a lo binario, psicológicamente hablando. La soledad no es solución para la antagonista, y cualquier cosa que pueda paliarlo es buena, aunque tenga resultados perturbadores. A medida que se desarrolla la narración y sube la apuesta, nos volvemos conscientes de que hemos recibido pistas pero elegimos ser engatusados por la ternura y aparente inocencia del personaje de Isabelle Huppert, quien con mucha autoridad hace con fluidez y naturalidad la transición de tierna mujer a peligrosa psicópata. Sin embargo, hay un tercer integrante que captura la atención aparte de la lograda composición de Huppert, e incluso del nada despreciable trabajo de Chloe Grace Moretz. Estamos hablando del director de este film, Neil Jordan. Jordan juega con las expectativas del espectador a cada rato. Justo cuando uno piensa que el deus ex machina está a punto de dar el zarpazo, justo cuando uno piensa que el protagonista va a tener una salida fácil, Neil Jordan nos recuerda de su cancha y oficio, y mete el palo en la rueda que nos recuerda en las manos de quién estamos. De qué historia estamos viendo. De qué genero estamos contemplando, y en esta el protagonista debe pasarla mal en todo momento. Por masoquista que pueda sonar, cuando este sufre, el espectador empatiza y si lo hace se entretiene. ¿Suena obvio? Puede ser, pero es un detalle que se olvida con mucha frecuencia en la pirotécnica y refritada cartelera de hoy en día. Por esta razón es que la puesta en escena de Jordan consigue ganar.
Hubo muy buenas películas en las que mujeres, por un motivo u otro, acosan a hombres o a mujeres. A la clásica Atracción fatal, con conejito en la olla incluido, podemos agregarle Mujer soltera busca, o La mano que mece la cuna, casi una obra maestra de Curtis Hanson. Dentro de ese subgénero que podríamos llamar el de la mujer psicótica acosadora se suma La viuda. Greta, mucho más sutil es el título original de la película que marca el regreso al cine de Neil Jordan, tras dirigir la serie Los Borgia. Es que Greta es una de las dos protagonistas, y la asediadora constante y sonante. Frances (Chloë Grace Moretz, de Kick-Ass y Suspiria) encuentra un buen -o mal- día una cartera en un asiento del subte de Nueva York. Decide devolvérsela a su dueña, y así conoce a Greta (Isabelle Huppert). Greta vive sola, afirma ser francesa y es todo un encanto con la joven. Pero, siempre hay un pero, lo que comienza a vislumbrarse como una amistad se torna una situación insoportable. Justo cuando Frances comienza a ver en Greta una suerte de madre sustituta, descubre en la casa un conjunto de carteras iguales a la que encontró en el subte. Decidida a cortar la relación, Greta se volverá insoportable. La seguirá, y hasta irá al restaurante donde Frances es camarera. El cine nos ha mostrado cómo actúan los psicópatas, y así como Greta es encantadora, también puede ser intolerable, insufrible, inaguantable y todos los in que puedan imaginarse. De no ser porque Isabelle Huppert encarna a Greta, otro sería el asunto. Mientras Frances no experimenta otro cambio que no sea extrañeza, Greta va mutando, y a medida de que el guión avanza -es una manera de decir, porque en verdad, retrocede en cuanto al interés, rendimiento y atracción- se ven nuevos bordes del irritante personaje. No vamos a adelantar nada, porque esto, después de todo, es un thriller, pero Jordan no está en su mejor momento. Falto de timing, con algunas escenas que están más cerca de provocar una risita que una sensación de sorpresa, contó con Stephen Rea (a quien el irlandés dirigió El juego de las lágrimas) en un papel pequeño que le queda más chico aún.
Neil Jordan como director y co-guionista junto a Ray Wright nos brindan un film inquietante, cruel, intrigante y muy entretenido que además sirve de soporte para demostrar que Isabelle Hupper es de esas actrices exquisitas, dueña de todos los recursos, que puede ser angelical o diabólica con un cambio sutil de mirada. Aquí en contrapunto con la también talentosa Chloë Moretz en un juego de soledades profundas y maldades sin fondo. Una Nueva York que habitan dos jóvenes amigas y una cartera abandonada en el subte que impulsa a una de ellas, doliente por la pérdida de su madre, ingenua por su origen pueblerino, a devolverla personalmente a su dueña. Un encuentro con una señora sola y refinada con vecinos tumultuosos, que pena por su viudez y por su hija siguiendo una carrera en el exterior. Dos melancólicas sin remedio que toman el té y comienzan un juego de consecuencias. Hay momentos en que uno puede reconocer que hubo varias “inspiraciones” en otros films de género, incluso del mismo director, pero él sabe lo que hace y logra que el film fluya y atrape al espectador en cada acción sorpresiva, en cada temor, en cada escena que dobla apuestas inesperadas. No solo hay suspenso, los personajes tienen carnadura, dolores profundos pero también se prueba que hay monstruos que andan sueltos.
Texto publicado en edición impresa.
"La viuda": un relato de suspenso convencional Resulta extraño escuchar a Isabelle Huppert hablando en idioma inglés. Lo que no es nada extraordinario es el hecho de observarla hacer cosas fuera de lo común; perversas algunas, viciosas y criminales otras. Su Greta en La viuda parece un compendio de algunos de sus personajes más recordados –la pianista creada por Haneke, la madre de familia chabroliana de Gracias por el chocolate–, aunque reconvertidos para una audiencia masiva en un relato de suspenso convencional. Extremadamente convencional. El realizador Neil Jordan (El juego de las lágrimas, Entrevista con el vampiro) y su coguionista Ray Wright no afinaron demasiado el lápiz a la hora de imaginar este refrito de tantos thrillers de los años 80 y 90, aunque las presencias de la actriz francesa y de la estadounidense Chloë Grace Moretz suman un par de porotos a la hora de aportar credibilidad y prestancia. Filmada en la Irlanda natal de Jordan y en Toronto, con sus locaciones pasando por calles neoyorquinas, este verdadero Frankenstein de la coproducción internacional incluye aportes coreanos y chinos, ejemplo cabal de los esfuerzos que requirió poner en marcha el proyecto. Frances (Moretz) encuentra abandonada una fina cartera en un asiento del subte. Acostumbrada a la cordialidad y el respeto de su Boston natal, dispuesta a hacerle llegar el objeto perdido a su dueña, la joven se acerca a la casa de Greta, una inmigrante con fuerte acento francés y un café caliente y galletitas recién horneadas como agradecimiento. A pesar de las diferentes edades e intereses, Frances y Greta forjan una amistad que incluye cenas compartidas y algún que otro paseo, a pesar de las admoniciones de su amiga y compañera de cuarto Erica (Maika Monroe, la chica de Te sigue), neoyorquina más afecta a los anonimatos y a no entablar diálogos profundos con extraños. El hecho de que la mujer haya perdido recientemente a su hija y la muchacha a su madre (otro toque de escasa distinción psicológica del guion) no hace más que reforzar el vínculo. Hasta que, cierta noche, un particular descubrimiento en un armario descorre el velo de la realidad detrás de las apariencias. Cuando el acecho de Greta comienza a escalar en intensidad y perseverancia, La viuda abandona cualquier atisbo de sutileza y se tira a la pileta de los trucos y las consignas recurrentes, ya vistas en decenas y decenas de ocasiones. Hay algún momento de genuina sorpresa –como el imprevisto coqueteo con el gore, que incluye un palo de amasar y un molde de horno como elementos del juego– y la aparición de un veterano de varias guerras en el cine de Jordan, Stephen Rea, en la piel de un detective privado, pero el planteo, las idas y vueltas y la resolución resultan tan previsibles que sólo resta cruzar los brazos sobre la cabeza e ir tildando mentalmente los casilleros transitados. En momentos aislados, un dejo de ironía parecería indicar que nadie se tomó el asunto demasiado en serio, comenzando por la Huppert, que adopta el rol de bruja malvada como quien se calza un traje viejo y apolillado pero indudablemente cómodo.
La viuda aborda un clásico tópico del cine de suspenso que tuvo una enorme popularidad entre mediados de los años ´80 y fines de los ´90. Me refiero a las historias centradas en la figura del acosador psicópata. En aquellos años surgieron numerosas películas populares de ese estilo, como Atracción fatal, El inquilino (Michael Keaton), La mano que mece la cuna, Falsa seducción (Kurt Russell) y El fanático (Tony Scott) que se destacan entre los títulos recordados de ese período. Clin Eastwood inclusive tuvo su debut como realizador en 1971 con esta clase de relatos en la recordada Play Misty for me. Si tenemos en cuenta la enorme cantidad de antecedentes que existen con este tipo de historias a esta altura es raro encontrar una producción que le aporte alguna visión interesante a los thrillers sobre acosadores. La gran decepción con este estreno pasa por el hecho que reunía un gran equipo que permitía ilusionarse con ver un espectáculo de mayor calidad. Neil Jordan es un gran director que en el pasado brindó filmes estupendos en diversos géneros, como En compañía de lobos, El juego de las lágrimas, Entrevista con el vampiro y The Good Thief. Si a esto le sumamos que el reparto en este caso tenía dos grandes actrices como Chloe Moretz e Isabelle Huppert se podía esperar un poco más de esta producción. Lamentablemente La viuda es una película genérica y olvidable, producto de un guión plagado de situaciones estúpidas e inverosímiles que atentan contra la poca credibilidad que podía tener la premisa de la trama. Isabell Huppert, lo mejor de esta producción, consigue otorgarle cierto misterio a su personaje y hace lo que puede con un argumento torpe que ni siquiera es efectivo cuando presenta los giros sorpresivos. El rol de Moretz representa a esos personajes tontos del cine de terror que toman permanentemente decisiones estúpidas que cualquier persona evitaría en su lugar y tampoco tiene chances de lucirse en este film. Cuesta bastante asociar la película con una obra de Jordan, ya que cae en todos los lugares comunes que uno puede imaginar en historias de este tipo. Ni siquiera a través del suspenso, que casi brilla por su ausencia, el relato del director consigue generar alguna situación que no sea predecible. Dentro de la temática de acosadores esta película es por lejos una de las peores que llegaron al cine en los últimos años, junto con The boy next door, con Jennifer Lopez. Si bien La viuda no cae en el mismo nivel de mediocridad gracias a la interpretación de Huppert, no deja de ser una propuesta cuyo visionado se puede relegar a la televisión.
Frances se siente sola en Manhattan. Muy joven y recién llegada, con la muerte de su madre reciente, el encuentro de un objeto en el subte le cambia la vida. Una cartera fina y con tarjeta que indica una dueña y una dirección parece una aventura interesante de vivir. Aunque ella no lo sabe, ese objeto perdido equivale a las migas de pan de Hansel y Gretel, que en vez de llevarla de vuelta a un hogar, la destinan al placer de una Bruja. La dueña del bolso, como ella, dice estar sola, su hija ya dejó la casa y ella, pianista y viuda se distrae con Liszt y "Sueños de Amor" (no por nada la Huppert, de ella se trata, practicó solfeo y teoría en la peli de Hanneke). Planteada la situación, lo peor está por venir. Y no por previsible atrae menos, porque la película es de Neil Jordan ("El Juego de las lágrimas") y la protagonista, la Huppert, ese tipo de actrices con chasqueando dos dedos es capaz de comerse la platea. Thriller psicológico de los tradicionales, pero no por eso menos eficiente, "La viuda" reúne los tradicionales ingredientes del género, nada notables, pero francamente atractivos. Hay atmósfera, buen ambiente, la villana tiene todo lo que se precisa para atraer y luego perseguir a la víctima y la Moretz es la ingenua ideal para tanta maldad. Con los recursos del policial negro, evocando la villana de "Atracción fatal", algún toque de humor y las huellas de los viejos cuentos de Grimm, "La viuda" es un particular regreso del director de "El juego de las lágrimas". Jordan es un buen maestro del engaño y la ambigüedad, ya sea jugando con Jay Davidson (allá en el tiempo con la peli que le dio un Oscar) o con la dueña de una cartera con estilo.
La Viuda es un thriller sin sorpresas ¿y humor? Neil Jordan vuelve a la pantalla grande con un thriller psicológico de esos que le calzan como anillo al dedo, pero esta vez se pierde en excesos y lugares comunes. Después de “Mona Lisa” (1986), “El Juego de las Lágrimas” (The Crying Game, 1992) y hasta “Entrevista con el Vampiro” (Interview with the Vampire, 1994), la carrera de Neil Jordan lucía más que prometedora, pero se fue diluyendo entre fracasos de taquilla, películas que pasaron desapercibidas y series televisivas como “Los Borgia” (The Borgias, 2011-2013). “La Viuda” (Greta, 2019) es su regreso al thriller psicológico con todas las letras, pero en el conjunto de lugares comunes y una historia demasiado trillada, se le notan estos años de ‘alejamiento’. Jordan y Ray Wright (“Caso 39”) son los responsables de este guión hecho, más que nada, para el lucimiento de sus dos protagonistas: Isabelle Huppert y Chloë Grace Moretz, sin dudas, lo más disfrutable de esta historia con muchas reminiscencias al género en sus versiones de los años ochenta y principios de los noventa, más que nada, cuando pensamos en antagonistas perturbados y obsesionados como los de “Atracción Fatal” (Fatal Attraction, 1987) y “Mujer Soltera Busca” (Single White Female, 1992), que no dejan muy bien paradas a las mujeres. Ok, ya les dimos una pista de por dónde viene este argumento centrado en Frances McCullen (Moretz), jovencita que trabaja como mesera, mientras comparte el coqueto departamento de su amiga Erica Penn (Maika Monroe), en Manhattan, y trata de recuperarse del reciente fallecimiento de su mamá, evitando contactarse con su padre (Colm Feore), quien pudo seguir adelante con su vida. Volviendo a casa en el subterráneo, la chica encuentra una cartera en apariencia olvidada. Obviamente, jamás escuchó eso de que hay que alejarse de cualquier cosa sospechosa y, en cambio, decide no dejarla en objetos perdidos y llevarla a su hogar para poder devolvérsela sana y salva a su legitima dueña. Adentro encuentra el nombre y la dirección de Greta Hideg (Huppert) y hacia allí se dirige para ser coronada una buena samaritana. Agradecida por el gesto, la mujer la invita a tomar una tacita de té y a contarle un poco sobre la historia de su vida. Greta nació y se crió en Francia, donde ahora estudia su hija, es profesora de piano, viuda, y claro, anda arrastrando su síndrome de nido vacío. Así es como se conectan estas dos protagonistas: una hija que extraña a su madre y viceversa. A simple vista, una relación bastante extraña, pero normal, aunque esto no le gusta nada a su amiga. Frances y Greta empiezan a pasar bastante tiempo juntas, hasta que la jovencita descubre que no fue la primera en encontrar la cartera perdida de Hideg. A pesar de que la chica intenta cortar todo contacto de raíz, la señora resulta ser un tanto persistente, y bajo sus constantes llamados y encuentros no tan fortuitos, esconde intenciones bastante macabras. Un giro poco original y para nada inesperado porque, ¿a quién en su sano juicio se le ocurre hacerse amiga de una solitaria mujer mayor con acento extranjero? A Hit-Girl no le pasan estas cosas Chistes aparte, “La Viuda” termina siendo una acumulación de clichés y momentos predecibles de esos que se ven venir a varias cuadras de distancia. La dupla protagonista hace su mejor esfuerzo con el material que le toca pero, así y todo, no podemos excusar ciertos momentos casi hilarantes y poco verosímiles en pleno siglo XXI. Las exageraciones de Huppert son legendarias, y el personaje de Stephen Rea (un detective privado) resulta casi un insulto para la inteligencia del espectador, que debe creer que la astucia y la habilidad de Hideg pueden sobrepasar a la policía que, por cierto, acá está bastante pintada. ¿Por qué nunca se puede confiar en los agentes de la ley? Festejamos que Hollywood le dé oportunidad de brillar a una actriz como Huppert que siempre se corre de los típicos papeles para ‘mujeres de cierta edad’. La interacción con Moretz tiene grandes momentos, pero la joven actriz sale mejor parada, más que nada, porque su personaje es más creíble y está mucho mejor desarrollado. Jordan logra atraparnos con algunos de sus juegos y escenas cargadas de tensión, las cuales se disipan rápidamente cuando podemos proveer sus intenciones. En resumen, “La Viuda” es un thriller demasiado convencional, que podría salir bien parado si su argumento no cayera en tantos facilismos, excesos y tropos desgastados. La fórmula pudo haber funcionado en otros tiempos, pero a pesar de la ‘modernidad’ de ciertos aspectos del relato y una historia casi en su totalidad femenina, la estructura y sus giros no se sostienen porque ya fueron utilizados hasta el hartazgo.
El director Neil Jordan dirige y escribe junto a Ray Wright un thriller sin mucha inspiración. “La viuda” parece ser una de esas películas ochentosas con personajes que se obsesionan hasta llegar a los límites más impensados. Por suerte cuenta con el protagónico de Isabelle Huppert como la villana y la actriz francesa hace todo lo que puede y juega con el personaje que le dieron. “La viuda” comienza con el personaje de Frances (interpretada por Chloe Moretz), una joven que ha perdido a su madre y ahora intenta llevar adelante su vida en Nueva York junto a su mejor (y única) amiga (Maika Monroe, la actriz que nos cautivó desde la inédita aquí “The Guest” y “Te sigue” y a quien quisiéramos ver más). En una de esas mañanas como todas se encuentra un bolso olvidado en el subte en el que viaja de regreso a casa. Decide tomarlo para luego devolverlo y así llega a la casa de una solitaria viuda que en agradecimiento la invita una taza de café. Frances comienza a sentirse cómoda y conmovida por esta mujer y pronto entabla una amistad que su amiga y compañera de piso siente extraña desde el primer momento. Y no está equivocada, porque cuando descubre que conocerse no fue tan casual como ella imaginaba las cosas se van tornando cada vez más raras y peligrosas. No es difícil imaginar hacia dónde va a ir yendo la historia pero Jordan no consigue ser muy sutil y muchas secuencias se van tornando cada vez más inverosímiles e imposibles y, por lo tanto, ridículas. Mientras Moretz todavía no consigue desplegar diferentes facetas interpretativas, Huppert decide entregarse al juego como si no le importara el resultado. La experimentada actriz termina siendo lo más cautivante de un film que, más allá de su añejada premisa, podría haber entregado un thriller decente. Un punto en contra que tiene su venta, es que si uno vio el trailer ya sabe todo lo que pasa. Aunque tampoco es difícil ir deduciéndolo a medida que la narración se va sucediendo. “La viuda” toma elementos del terror psicológico pero no consigue transmitir esa sensación. Al contrario, hay momentos de una comedia involuntaria que hacen que nunca se la pueda tomar en serio. Así, un director que desde “En compañía de lobos” y después de “El juego de las lágrimas” y “Entrevista con un vampiro” se terminó erigiendo como un nombre que prometía y no pudo llevar a cabo lo que se podría haber esperado de él, más allá de que hace unos años volvió al cine de vampiros con una película atractiva que pasó desapercibida y acá ni siquiera llegó a estrenarse, “Byzantium”. Un film previsible sobre la soledad y el acoso que, además de no contar con un guion bien trabajado que se pierde entre situaciones forzadas e inverosímiles tampoco se la termina de jugar, que podría haber sido más sórdido y oscuro. El resultado deriva en una especie de telefilm que al menos no aburre, aunque sea por las razones equivocadas.
“La viuda”, de Neil Jordan Por Ricardo Ottone Neil Jordan tiene una carrera prolífica donde se destacan las películas de género. Entre los puntos altos de su filmografía se encuentran films de terror como la fascinante En compañía de lobos (19849, la romántica y afectada Entrevista con un vampiro (1994) o la melancólica Byzantium (2012). El otro género que Jordan ha explorado con asiduidad es el Thriller, que puede tener a su vez implicancias sociales (Mona Lisa, 1986) o políticas (su primer film Ángel, de 1982, o su célebre y premiada El juego de las lágrimas, de 1992). Este es también el género en que se inscribe su más reciente film, La viuda. Esta vez en otra vertiente que es la del thriller psicológico, subgénero que en gran parte de los casos se hace acreedor a tal nombre porque incluye en su propuesta algún personaje claramente perturbado. La perturbada acá es Greta (Isabelle Huppert), aparentemente una mujer solitaria y necesitada de amistad y afecto, que en el correr del relato se va a ir revelando como algo más siniestro. Y su víctima es Frances (Chloë Grace Moretz), una joven ingenua y bienintencionada que perdió recientemente a su madre, se mudó a Nueva York con una amiga y trabaja de camarera en un restaurant elegante. Frances encuentra en el subte la cartera extraviada de Greta y se pone en contacto con la dueña para devolvérsela en un gesto de amabilidad y civismo que le va a traer muchos problemas. Greta le abre un poco la puerta a su vida de viuda solitaria y digna de compasión y ambas mujeres hacen amistad a pesar de la diferencia de edad. O más bien es por esta que la relación se juega más en términos de madre e hija. Por lo menos hacia allí es hacia donde Greta quiere dirigirla, algo que le es facilitado por la reciente pérdida de Frances. La amistad parece bastante pura y agradable hasta que Frances descubre por accidente las intenciones más oscuras de Greta y corta relación con ella. El problema es que Greta no va a aceptar de ninguna manera este rechazo y va a revelar su naturaleza amenazante. Y es que Greta es una stalker, ese género de psicópatas obsesionados con otra persona, a la cual dicen (por lo menos en un principio) querer o admirar, a la cual persiguen hasta el punto de arruinarles la vida o ponerla directamente en peligro y que, en su rama femenina, tiene ilustres antecedentes fílmicos como Play Misty for Me (1971) o Mujer soltera busca (1992) pasando por Atracción fatal (1987). Así es que Greta no va a frenar ante nada para hacerle a Frances la vida miserable con tal de que entienda de una vez que tienen que estar juntas así tenga que entenderlo por las malas. Se trata de una pesadilla urbana que explota la idea inquietante de que el peligro puede estar en cualquier parte y que hasta la persona en apariencia más frágil e inofensiva puede esconder un monstruo listo a morder. La gran vedette de este asunto es Isabelle Huppert quien está magnífica incluso si da la impresión de que lo está haciendo de taquito porque esos personajes psicopáticos, fríos y manipuladores parecen salirle casi sin esfuerzo. Si el punto de vista está puesto en Frances y lógicamente sufrimos por ella, es el personaje de Greta el que realmente mantiene el interés y se carga la película. Su voluntad inflexible y su fuerza indoblegable le dan un carácter que es casi sobrenatural. Por eso los intentos por explicar su origen y motivación son banales e innecesarios y lo que se llega a saber de su pasado es poco convincente y no aporta demasiado. La viuda es un thriller más o menos clásico y convencional al inicio, que en su última media hora se va un poco al diablo forzando las posibilidades de la verosimilitud. Jordan conoce bien el género y sabe cómo contarlo para hacerlo interesante y entretenido aún si la trama es bastante previsible. Supuestamente se estaría diciendo algo acerca de la soledad de los pequeños seres en la grandes ciudades o en el mundo moderno, y hasta se lo oímos decir a los personajes en términos no muy diferentes, pero esta presunta observación se hace de manera bastante liviana y resulta más bien una excusa argumental para dar cierta motivación a su enajenado personaje. LA VIUDA Greta. Estados Unidos, Irlanda. 2018 Dirección: Neil Jordan. Intérpretes: Isabelle Huppert, Chloë Grace Moretz, Maika Monroe, Stephen Rea, Colm Feore. Guión: Ray Wright, Neil Jordan. Fotografía: Seamus McGarvey. Música: Javier Navarrete. Edición: Nick Emerson. Dirección de Arte: Jason Clarke, Fiona Gavin. Producción: Lawrence Bender, James Flynn, Sidney Kimmel, John Penotti, Karen Richards. Diseño de Producción: Anna Rackard. Distribuye: Diamond Films. Duración: 98 minutos.
Una amistad peligrosa La Viuda (Greta, 2018) es un thriller psicológico dirigido por Neil Jordan (Entrevista con el Vampiro), el cual también se encargó del guión junto a Ray Wright. Protagonizado por Isabelle Huppert (Elle) y Chloë Grace Moretz (Si Decido Quedarme), el reparto se completa con Maika Monroe (Te Sigue), Colm Feore, Jane Perry, Stephen Rea, entre otros. La historia se centra en Frances McCullen (Chloë Grace Moretz), una joven camarera que trabaja en un lujoso restaurante de Nueva York y comparte apartamento con Erica (Maika Monroe), su amiga de la universidad. Un día, antes de bajarse del subte, Frances ve una cartera negra en un asiento y decide agarrarla. Al encontrar el documento de identificación dentro, Frances decide devolverla a la respectiva dueña. De esta manera conoce a Greta Hideg (Isabelle Huppert), una francesa viuda que vive sola ya que su hija se fue a estudiar a París. Desde ese momento en el que se conocen, las dos mujeres comenzarán una amistad. No obstante, las verdaderas intenciones de la señora para con la inocente chica son sumamente siniestras. Con un muy buen manejo de la tensión, La Viuda desde el comienzo atrapa al espectador y no lo suelta hasta que aparecen los créditos. Esto se debe no solo a la ambientación oscura y la correcta fotografía, sino también a las excelentes actuaciones. Moretz funciona a la perfección como la joven ingenua y de buen corazón que se encuentra en un estado emocional débil ya que aún le cuesta aceptar el fallecimiento de su madre. Alejada de su padre, el cual rápidamente supo continuar con su vida, Frances se siente feliz al pasar tiempo con Greta. Su accionar es sumamente comprensible dado que, sin darse cuenta, la señorita busca llenar ese vacío maternal interior. Por otro lado, la interpretación de Isabelle Huppert está a otro nivel, haciéndonos pensar que sin ella el resultado del filme sería muy distinto. Desde su postura, movimientos y, por sobre todo, su penetrante mirada la actriz logra que la incomodidad y el terror traspasen la pantalla. Psicópata, obsesionada y perversa, Greta acosa a Frances de tal manera que es imposible no sufrir por la situación de la joven. Aunque desde el guión se podría haber profundizado más en las causas que convirtieron a Greta en un monstruo, la cinta deja bien planteado cómo ante este tipo de panorama la policía no actúa como debería para proteger a la víctima. La película tiene algún que otro cliché que recuerda a otras producciones de la década del 90, sin embargo el director sabe cómo combinar el susto con un tipo de humor muy particular. Además, desde el montaje se termina dando un gran juego con el espectador donde en un principio se vuelve complicado dilucidar qué es lo que está pasando realmente. Intensa como también perturbadora, La Viuda es la opción ideal para los que disfrutan pasándola mal dentro de la sala de cine. Chloë Grace Moretz e Isabelle Huppert brillan en este thriller psicológico que entretiene y no da respiro.
Después de encontrar una cartera en el subte de Nueva York, Frances (Chloë Grace Moretz) averigua quién es la dueña y va a la casa a devolvérsela. La propietaria es una viuda europea llamada Greta Hideg (Isabelle Huppert), con quien Frances entablara una pequeña amistas que se transformará rápidamente en algo más siniestro. Frances intenta alejarse pero Greta la empezará a perseguir de forma sistemática. El director de la película es Neil Jordan, quien supo tener su momento entre la década del ochenta y del noventa. Nunca fue un cineasta de primer nivel, pero acá pasó definitivamente a la categoría de director del montón, incapaz de darle la más mínima identidad a la película. El único mérito que la película tiene es lograr que todo el talento de Isabelle Huppert se convierta en una serie de morisquetas sobreactuadas e lamentables. Lo que empieza como un film con cierto interés se convierte sin escalas en un importante bodrio de esos que ya eran insufribles hace treinta años atrás.
“La viuda”, dirigida por Neil Jordan, es una historia que te pone la piel de gallina por el sólo hecho de pensar que lo que sucede en la película es algo que podría llegar a pasar en nuestra cotidiana realidad. En esta oportunidad, Chloe Grace Moretz interpreta a Frances, una joven de pueblo recién mudada a la ciudad de Manhattan junto con su mejor amiga de la universidad. Todo estaba en orden hasta que en un viaje en subte se encuentra un bolso. No logra ver a nadie que se hiciera cargo de él, por lo que encuentra dentro del mismo el documento de identidad de la dueña. Así conoce a Greta (Isabelle Huppert) una señora solitaria, sin esposo ni hijos. Ante la reciente pérdida de su madre, Frances le toma mucho aprecio y la considera una amiga. Ahora bien, ¿no es un poco apresurado considerarla una amiga? Sí. Y este es el desencadenante para que el vínculo se transforme en una relación enfermiza entre ellas, donde no hay escapatoria y cosas oscuras salen a la luz. Si bien la trama es prometedora, la película no tiene mucho desarrollo ni intriga. El personaje de Moretz podría haber sido aprovechado mucho más, no se llegó al 100%, pero en combinación con el papel de Huppert, todo encuadra mucho mejor.
A veces las buenas intenciones no conduce precisamente a cosas buenas, este es el punto de partida que tiene La Viuda, que nos cuenta la pesadilla que vive una joven luego de devolver un bolso olvidado a una solitaria señora. Con las actuaciones de Chloe Grace Moretz e Isabelle Huppert, estamos ante una película que resulta muy entretenida por el suspenso que se genera a raíz de la tensión de ambos personajes, y luego de esto, ya no querrás ser un buen samaritano. Lo que tiene de interesante es que la película va de lleno con el detonante de conflicto, un bolso es olvidado en el subte y una chica decide ir a devolverlo a la dirección donde figura los documentos para quedar con su conciencia tranquila. Si bien contamos con una breve introducción sobre el personajes de Moretz y el motivo por el cual se hace amiga rápidamente de esta señora, no tardamos mucho en darnos cuenta que había gato encerrado y dentro de bolso. Resulta que esa pérdida era intencional, que la mujer lo utilizaba como estrategia para atraer chicas con buenas intenciones y luego acosarlas con su intrincado cariño maternal. La historia es llevada a cabo con buena dinámica y que va aumentando el pico de tensión a medida que los minutos transcurren, aún así algunas explicaciones quedan perdidas en el metraje, por lo que no llegamos a entender completamente las motivaciones de la psicópata. Lo mejor que tiene la cinta, radica en el carisma de las actrices. Contamos con una Chloe Grace Moretz, que se encuentra sumergida en la historia y denota el terror en su personaje a medida que el acoso avanza. Mas cosas podemos decir de Isabelle Huppert, quien resulta ser el alma de la fiesta (o pesadilla) con un personaje que a primera vista resulta empático y querible, y que si bien en algún momento se quería dar la impresión de que su locura de alguna manera estaba justificada, te deja bien en claro que simplemente es una persona siniestra. Una pequeña participación de Maika Monroe funciona como apoyo y nos deja alguna pequeña sorpresa dentro de la trama. La Viuda es una película que sabe mantener la tensión entre sus personajes, cuya villana pasa de ser un señora aparentemente adorable a una persona com maldad pura . No es perfecta, ya que algunos desarrollos de la trama quedan ahí sueltos, pero aún así el film es sumamente entretenido, y nos hará pensar dos veces antes de querer tener buenas intenciones con un desconocido. Calificación 7.5/10
Como el subte con el que comienza, La viuda atraviesa estaciones de thriller con el golpe de efecto de un recorrido predecible. El filme del veterano Neil Jordan (Entrevista con el vampiro, El juego de las lágrimas) parece desplegar los rieles del género única y exclusivamente para el lucimiento casi solitario de Chloë Grace Moretz e Isabelle Huppert, que así y todo no consiguen hacer demasiado para que la cinta llegue a algún destino. Frances (Moretz) es una moza de restaurante que encuentra una elegante cartera negra olvidada en el transporte público. Funcional a su nobleza, va a entregarle el objeto a su dueña, veterana que vive sola y la hace pasar. Greta (Huppert y título original del filme) le habla a la joven de la pérdida de su marido y su hija, a la vez que Frances revela la muerte reciente de su madre. Una parece hecha para compensar el vínculo ausente de la otra, y así ambas representantes de generaciones y culturas excluyentes (Greta es de origen húngaro y toca a Liszt en el piano) inician una afable relación. La viuda da su primer y desencadenante giro cuando Frances descubre que el hallazgo de la cartera no había sido azaroso, y así la animosidad se hace creciente entre los personajes hasta alcanzar distintos picos de tensión, violencia y crueldad. La expresividad de Moretz y la destreza de Huppert para hacer de villanas perversas despliegan considerados malabares para sostener un guion lineal, desprolijo y falto de imaginación. “Soy como un chicle”, dice en un momento Greta al subrayar sus modales de madre acosadora, pero son Jordan y el guionista Ray Wright los que machacan al espectador con fatal y vacía insistencia. En efecto, no se sabe si Greta está simplemente loca, es una entidad terrorífica capaz de aparecer (y desaparecer) en cualquier espacio o una dama aburrida que usa su inteligencia excéntrica con visos domésticos de Yiya Murano. Más estimulante sería interpretar a La viuda como el enfrentamiento de una mujer de siglo 20 aficionada a la alta cultura con una joven precarizada, global e inseparable de su smartphone (Greta stalkea a Frances a través de sus redes y fotos digitales de vacaciones), en sintonía con la revanchista El cuento de las comadrejas de Juan José Campanella. Si esa línea existe, quedó extraviada en algún lugar de paso.
Todos necesitan un amigo A pesar del elenco de lujo formado por Isabelle Huppert y Chloe Grace Moretz, este relato ya quedó viejo y Neil Jordan no logra sorprender con su nueva obra, por más que está muy bien confeccionado. En la década de 1990, este subgénero de suspenso psicológico caracterizado por la obsesión de una persona con otra, los llamados incesantes, los mensajes anónimos, las amenazas, el miedo a quedarse solo, las persecusiones ridículas, todo con el objetivo de enloquecer a la victima, ha sido muy famoso y rentable. Pero ahora esto queda antiguo, pasado de moda, fuera del marco temporal de su auge, ya sin mucho sentido. La nueva película de Neil Jordan es un buen relato clase B, sencillo, donde una señora está desesperada por llenar un vacío existencial en su vida, sin importar lo que esto conlleve. Se trata de una historia pequeña pero interesante, aunque lamentablemente no llega a cumplir con las expectativas de esta época, valiéndose de recursos poco originales. La viuda cuenta la historia de Frances (Grace Moretz), una inocente jovencita que, tras la muerte de su madre, se muda a Manhattan con su amiga Erica (Maika Monroe). Un día, encuentra un bolso extraviado en el metro y decide devolverlo a su dueña, Greta (Huppert), una mujer con una exasperada necesidad de compañía. Rápidamente se convierten en amigas muy cercanas, antes las ansias de llenar esos vacíos en sus vidas, pero su amistad muta cuando Frances descubre las siniestras intenciones de Greta. La trama va directo al momento del hostigamiento, sin tanto preámbulo y eso está bien hecho. El recurso de la amiga de Frances también está correctamente utilizado, siendo la que “se da cuenta de las cosas raras que le suceden a su amiga”. La película se sostiene a partir del dueto actoral de Isabelle Huppert y Chloe Grace Moretz, que realmente son fascinantes, aunque en esta historia no están bien aprovechados sus talentos, quedando los arcos de transformación de los personajes notablemente toscos. Neil Jordan, el irlandés conocido por dirigir, entre otros, éxitos como El juego de las lágrimas (1992) y Entrevista con el vampiro” (1994) siempre se está reinventando en su larga carrera y eso ya supone un éxito. En este caso, dirige y es coguionista de La viuda, un pequeño relato clase B muy prolijo pero con más cerebro que corazón. El thriller queda anticuado, cumpliendo con todos los parámetros establecidos en este tipo de cine noventoso lo que, sumado a lo inverosímil de las situaciones narradas, supone un problema no resuelto de principio a fin de la película, sin llegar a reconocer si se debe reír, angustiarse o asustarse en cada escena. La viuda no es una película que asuste ni entretenga por completo, como si se quedara a mitad de camino de cualquiera de las opciones. La frase de cabecera de Greta “todos necesitan un amigo” encaja bien con la soledad de los personajes y la desolación de sus vacíos. Con semejante director y actrices, la película podría haber sido muchísimo más, pero se queda en un cine de entretenimiento sin ningún tipo de pretensión.
Neil Jordan tuvo tiempos mejores. En realidad, aunque tiene algunas muy buenas películas y algún éxito medio inesperado (“El juego de las lágrimas”), es más bien un diletante. Hace mucho, que no vemos alguno de sus films en pantalla grande. Aquí vuelve a cierto leit motiv de sus primeros trabajos: la combinación entre el realismo y el cuento de hadas, que le permitió generar una joyita hace algunas décadas llamada “En compañía de lobos” (Caperucita en clave hombre-lobo). Aquí hay una jovencita triste que entabla amistad de modo aparentemente accidental con una viuda y la relación entre ambas que, por supuesto, lleva a lo inesperado y el terror. En realidad todo parece un juego, como si se vistiera de lujo una trama menor. Jordan tiene algún toque interesante, pero si la película resulta atractiva es por el trabajo de ambas actrices, que convencen al espectador mucho más que la cámara.
Neil Jordan (Entrevista con un vampiro, El juego de las lágrimas) estrena su último trabajo La viuda, un thriller de suspenso con Isabelle Huppert y Chloë Grace Moretz. Frances (Moretz) vive en Nueva York con una amiga. Hace un año que falleció su madre y se alejó de su padre. Un día, en el subte, encuentra una cartera que contiene los datos de su dueña. Con el objetivo de devolvérsela se la lleva hasta su casa donde conoce a Greta (Huppert), una mujer con la cual entabla una relación de amistad. Todo da un vuelco cuando Frances se da cuenta de que este fortuito accidente parece haber sido planeado por Greta. Isabelle Huppert ya tiene acostumbrado al público cuando se trata de interpretar personajes que poseen bastante carisma, lo hizo en Elle: abuso y seducción. El problema en La viuda no reside en la actriz francesa sino en un personaje mucho más clásico y con menos aristas que el de la película mencionada. Neil Jordan juega con el thriller de suspenso que hace recordar en mayor medida a Alfred Hithcock o en otro punto a Brian De Palma. Principalmente en la elaboración de personajes y situaciones. En La viuda se harán presentes estereotipos del género como por ejemplo el detective que busca respuestas casi al final del relato (interpretado por Stephen Rea). También hay un trabajo sobre la paranoia y la esquizofrenia, elementos recurrentes en las cintas clásicas de suspenso. La viuda tiene mucho peso en la psicópata de Greta y como consecuencia de esto es que su víctima Frances no tiene el protagonismo suficiente para empatizar con el espectador. Sumado a que Chloë Grace Moretz no aporta ningún rasgo particular al film. La viuda de Neil Jordan es un film de suspenso bastante predecible que, con una premisa interesante, podría haber generado más de una vuelta de tuerca.
UN THRILLER PSICOLÓGICO FALLIDO El director irlandés Neil Jordan supo alcanzar la cima en los 90’s con productos de género de terror en estilo vampírico, como la adaptación del libro de Anne Rice, Entrevista con el vampiro (1994) -aunque ya venía años atrás con galardones en festivales de fantasía/horror con su En compañía de lobos (1984)-, y a la vez tener el mismo éxito por aquel entonces con el drama poco convencional para la época: un verdadero tanque como El juego de las lágrimas (1992) y la obsesión de un hombre por una mujer trans que guardaba tal secreto de su condición. La carrera de Jordan continúo con éxito pero sin tanta popularidad -que sin embargo sí consiguió por segunda vez, pero en el mercado de la pantalla chica, con su inmaculada Los Borgia– más bien estilizándose a un cine de autor que marcaría fanáticos fieles a su filmografía y detractores que no comulgan con la fascinación del director por saltar entre géneros, entremezclarlos a su (y con) suerte pero manteniendo ese sello autoral típico que tanto lo caracteriza. Ya su anteúltima producción, sin mencionar la presente, había sido su segundo y exquisito drama vampírico Byzantium (2012), que pasó sin el reconocimiento merecido. Pero ahora nos ocupa Greta, o La viuda siguiendo el título que se le dio en Argentina. Lo cierto que La viuda, una suerte de thriller psicológico que homenajea aquella forma narrativa popularizada en los 90’s y recuerda a Mujer soltera busca (1992) y por qué no Atracción fatal (1987), con protagónicos femeninos de armas a tomar, queda -para la actualidad- tan añejo como disfuncional si no se lo condimenta con los elementos necesarios para adaptarlo al rol de la mujer presente y los cánones que ahora demanda el género. Y aquí residió el error de Jordan, que parece a cada momento dar manotazos de ahogado en una pieza que hace aguas a lo largo de su narración con una falta de modernización estilística que sabía dominar tiempo atrás. En La viuda se cuenta cómo la joven y dulce camarera Francis (Chloe Grace Moretz) encuentra una elegante cartera abandonada en un asiento de subte. Así que como buena samaritana decide entregarla en mano de una aparentemente inofensiva señora viuda llamada Greta, interpretada por la siempre magistral Isabelle Huppert. Por soledad y condescendencia la sensible Francis, que perdió hace un tiempo a su madre, entablará una relación de amistad con esta excéntrica adulta que se muestra muy vulnerable. Pero poco a poco el velo comenzará a caer y a mostrar las verdaderas pretensiones absorbentes de Greta, algo que recuerda a las historias de los hermanos Grimm que juega con los opuestos de bondad y maldad. Tanto que hasta la casa incrustada al estilo de la del viejito de la animada Up!, donde habita Greta, es incongruente para el monumental Nueva York de rascacielos. Pero allí está esa pequeña edificación que invita a inocentes samaritanos a conocer un pequeño infierno desapercibido como Greta en la vorágine de la ciudad cosmopolita. La revelación del misterio que llega pronto tampoco ayuda a sostener los puntos críticos del guión o también se presentan situaciones inverosímiles o ridículas como la persecución a la amiga de Francis por parte de la “limitada” Greta. Y hasta el incómodo acechamiento de la señora dentro del lugar de trabajo de Francis. Sólo provocan vergüenza ajena y un sentimiento atónito de ver a una Huppert tan irreal y poco convincente en su papel, algo que contrarresta a su experimentada carrera junto a un personaje pobrísimo para la también talentosa Moretz. Entonces estamos ante lo que puede considerarse como unos de los peores papeles de estas estrellas en sus carreras. Tan pobre como el producto en sí mismo, lo más flojo de su director. Es increíble estar ante la Huppert que hizo un rol descomunal y altanero en Elle, donde reunía todas las condiciones de una villana hermosamente asquerosa de más altura que en el presente film. Pero en La viuda un Jordan más perezoso prefiere caer en lugares comunes del género de la chica confiada que no sospecha nada y que accede a los pedidos de hostigamiento frecuente de la refinada señora, hasta con el típico investigador torpe y justiciero -su siempre leal Stephen Rea- que es incapaz de solicitar refuerzo alguno. Será esta película uno de los lanzamientos comerciales más intrascendente del año, como la falta de lucimiento de sus importantes protagonistas y una mancha crítica dentro de la filmografía de Jordan, que no supo homenajear con nivel el buen cine de suspenso con roles femeninos fuertes. Demasiado bochornoso y olvidable.
Acoso fatal En La viuda, el regreso de Neil Jordan, Isabelle Huppert encarna a una acosadora sobrenatural, en un thriller con toques paródicos que no da descanso. No hay nada trascendente en La viuda y en consecuencia no hay un tomatómetro favorable en Rotten Tomatoes, esa tan influyente guía de reseñas. No hay nada nuevo, es un film de género, un thriller. Y sin embargo, atrapa. Quizá, porque uno no advierte el peligro latente hasta pasada la primera hora. Las imágenes iniciales son una postal de la vida cotidiana en la Gran Manzana. Frances McCullen (Chloe Grace Moretz) es una chica de veintipocos años que regresa a su casa tras una jornada laboral en un bistró de Manhattan. Antes de bajar del subte encuentra una cartera abandonada en un asiento, la toma y la lleva al departamento que comparte con su roommate, Erica (Maika Monroe, de It Follows). Luego de un inevitable chequeo del contenido, y frente a los reparos de Erica, Frances, habiendo encontrado el ID, decide devolver la cartera a su dueña. Ella es Greta. Se trata de una francesa esmirriada, algo nerviosa, que vive al fondo de un improbable callejón de la ciudad. Del amplio y luminoso departamento de Frances y Erica a la lúgubre y abarrotada casa de Greta hay un brutal cambio. La temeridad de Frances se siente un poco como el itinerario de Gretel a la casa embrujada. Y aun así, la sensación de inseguridad tarda en llegar. En esa primera visita de Frances a Greta se establece una conexión. Frances acaba de llegar a Nueva York desde Boston, y se muestra tan descolocada como si proviniera de Alabama. Pese a su amistad con Erica, se siente sola en la gran ciudad y aparte duela la reciente muerte de su madre. Por su lado, Greta es viuda y su hija la abandonó para irse a vivir a París. Mientras charlan animadamente de sus coincidentes desgracias, se oyen ruidos en la pared y Greta se levanta para ir a gritar a los vecinos. “Ni que estuvieran construyendo un arca”, bromea luego, cuando regresa a sentarse junto a Frances. De buenas a primeras, entre ambas hay un vínculo de hija y madre sustitutas. Greta le pide su teléfono y le ruega que no la olvide. Frances le responde que suele quedar pegada a la gente, que su madre le decía que era como un chicle. Inevitablemente, a la mañana siguiente la despierta un mensaje de Greta. Al que seguirán otros. Y otros. Pero, ¿cómo podría una viudita generar algún peligro? A menos que la viudita sea, ni más ni menos, Isabelle Huppert. Llena de matices, cuando quiere, Huppert puede ser más peligrosa que Glenn Close en Atracción fatal. Lo demostró en Elle (2016), el último film de Paul Verhoeven. Y tiempo atrás, en 2001, en La profesora de piano, de Michael Haneke. Claro que en esas dos oportunidades estuvo dirigida por dos maestros del shock. La amenaza de Huppert en La viuda tiene una vuelta de tuerca. Para su nueva película en siete años, Neil Jordan (El juego de las lágrimas, Byzantium, Entrevista con un vampiro) imaginó a una clásica stalker con giros paródicos, una especie de caricatura del monstruo que se para en esa delgada línea que divide al thriller del horror, pero que no deja de ser una criatura amenazante. La actuación de Huppert deja espacio para el espanto como para la risa. Y es de imaginar que la actriz francesa se divirtió bastante durante el rodaje. El personaje de Moretz también es una parodia. Representa la inocencia americana –el dato de su procedencia bostoniana parece no ser relevante para el irlandés Jordan–, un tanto estereotipada, si bien es lo suficientemente sagaz como para deducir que Greta es una embaucadora en el momento en que descubre una decena de bolsos-anzuelos ocultos en un armario, destinados a ser extraviados en el subte para almas bien pensantes, como la suya. Y es que todo venía súper bien hasta el azaroso descubrimiento. Erica se sorprende de que Frances prefiera pasar un sábado a la noche en casa de Greta, en vez de salir juntas a recorrer los bares de Manhattan. Es palpable que la chica descubre un remedio para su soledad, que no la llena su amistad con Erica ni, mucho menos, su trabajo de camarera en un rutilante bistró. Sin ahondar en el perfil psicológico de Frances –hay algunas referencias a un padre workaholic y semi ausente–, Jordan logra fundir como verosímiles las carencias del personaje. La noche en que ella descubre la farsa, su rostro se descompone y apenas puede sostener la compostura durante la cena que preparó Greta. Esa traición es como el tobogán que desciende del sentimentalismo de una comedia dramática al espanto del thriller. De pronto, Greta es Norman Bates. Hay varias escenas de calibrada tensión, y esta es una de ellas. La mezcla de decepción y miedo por su integridad es tan grande que Frances ni siquiera intenta articular una buena excusa para huir de la casa. Lo único importante es escapar. “¿Qué te pasa?”, pregunta Greta. Frances va atolondrada hacia la puerta y está cerrada. “¿Me das la llave?”, pide ya con sus grandes ojos abiertos, casi entregada. “Agarrala. Está en el jarrón”, dice Greta con una sonrisa en la comisura de los labios. Y ahí está. Frances trata de componerse, abre la puerta nerviosa, y una vez en el callejón, corre. La siguiente escena será en el departamento con Erica, reflexionando más tranquilas sobre esta viuda alocada. Al menos, la víctima ha superado el primer nivel en este coto de caza. Jordan pinta a Greta como un ser sobrenatural, capaz de apariciones espontáneas en los lugares menos pensados de la Gran Manzana. A veces recuerda al psycho killer de Vestida para matar, de Brian De Palma; en otras a Droopy, el personaje animado de Tex Avery. Por momentos, está al borde del ridículo. Hay una escena en donde, mientras atiende a una pareja en el bistró, Frances descubre a través de la ventana la figura fantasmal de Greta, mirándola intensamente al otro lado de la calle. Es una imagen repetida en el cine de horror, pero en este caso no pierde impacto. El tema es que Jordan deja parada a Greta como una estatua a lo largo de las horas, y lo que provocaba al inicio escalofríos pasa a ser una broma sobre la resiliencia de su acosadora. La escena más lograda, la que de algún modo resume el espíritu del film, es una larga persecución que se inicia en una disco y termina en el subway de Manhattan. Hay algo de la sucesión interminable de eventos que sufre el personaje de Bruno Ganz en El amigo americano, de Wim Wenders, aunque es improbable que haya aquí un homenaje. Erica está en una disco mensajeando a Frances para que deje el departamento y salga a divertirse con ella, cuando en la comunicación interfiere Greta, enviándole a Frances fotos de Erica in situ. Frances se lo comunica a su amiga y le dice que huya inmediatamente. Erica le hace caso, pero todos los lugares que recorre son sucesivamente fotografiados y enviados al teléfono de Frances. Greta es un animal suelto, y a la caza. Parece un Terminator invencible. Es cierto que está todo visto, que no hay nada nuevo, pero Jordan –con la inestimable actuación de Huppert– altera el habitual orden de los factores para que La viuda sea un film atractivo en lo narrativo y lo visual. Esperar que un film de género sea sólo genial no parece justo; sí que sea inteligente. Este es uno de esos casos.
El último filme del irlandés Neil Jordan, con una filmografía bastante ecléctica, pero responsable de “El jugo de las lagrimas” (1992) o “Entrevista con el vampiro” (1994), no logra atrapar definitivamente al público pues aquello que podría llegar a suceder en la historia, a partir de determinados elementos que son expuestos muy tempranamente, se vuelve previsible. Lo que debería haber sido un thriller psicológico pierde rápidamente todo el suspenso, casi enrolada en la estética y construcción narrativa de los filmes de género, allá por las décadas de 1980/1990. Se puede reconocer deudora en parte de “Misery” (1990) o, más alejado en el tiempo pero con otra impronta, de “El coleccionista” (1965) de William Wyler, sólo deudora, pues no afronta la deuda. En realidad no presenta ninguna búsqueda de ruptura con lo estipulado. Cayendo irremediablemente en un cúmulo de lugares comunes, clichés de todo tipo, subrayados constantemente por la elección del montaje clásico y acentuados por la banda sonora. Sólo las muy buenas actuaciones de su dúo protagonista, mejor acompañadas por el personaje secundario, hacen de éste un producto que no termina por aburrir, pero que tampoco agrega nada. Sirviendo la mesa nos encontramos a Frances McCullen (Chloë Grace Moretz), una joven que trabaja como moza en un restaurante lujoso, quien acaba de sufrir la pérdida de su madre, vive en compañía de su amiga, y sólo amiga, Erika (Maika Monroe). Una cierta tarde encuentra en el subte una cartera de mujer, con la documentación precisa para ser devuelto. La dueña del objeto, que nunca llega a ser un mcguffin hitchcockiano por temprana desarticulación del mismo a nivel narrativo, es Greta Hideg (Isabelle Huppert), una mujer viuda, que además ha sufrido la pérdida de su hija. Todos los platos están servidos: hija recién huérfana, madre sin una hija. Lástima que el postre y la frutilla se ofrecen muy rápido, nunca termina de establecerse una genuina necesidad de ambas cuando el espectador, y la joven Frances, claro, descubren e intuyen el sórdido plan de Greta, sin saber a ciencia cierta sobre que versa el mismo, aunque adivinándose a medida que transcurren los minutos siguientes. Alcanza para que esa relación de supuesta amistad se desvanezca para dar lugar al asedio, persecución, y acoso de una sobre la otra. Es muy duro el vivenciar la soledad, como dice Greta. Lo bueno está en que lo que se supone pasará, sucede, lo malo es que no se establece en lo que parece haber querido pergeñar el director, por momentos más que suspenso, mueve a la sonrisa. De ahí a presenciar las incoherencias del guión rayando en lo inverosímil, y los entornos excedidos, como en la escena del restaurante, hay sólo un paso. Si uno queda atrapado por la película se debe exclusivamente a las actuaciones, increíblemente Isabelle Huppert hace creíble su personaje a fuerza de su capacidad histriónica, sin demasiado esfuerzo, haciendo un despliegue prodigioso de sus recursos, con lo cual no estoy descubriendo nada que ya no se sepa. Lo mismo ocurre con la bella y talentosa Chloë Grace Moretz, quien con sólo 22 años cuenta con más de 50 películas en su haber. Un filme que podría sentirse fraudulento, si mientras se lo ve se piensa en el director y sus antecedentes, si en cambio se deja seducir por las actuaciones, el entretenimiento está asegurado durante los casi 100 minutos que dura la proyección.
Este es un thriller psicológico que llega de la mano del ganador del premio de la Academia, el cineasta irlandés Neil Jordan (“El juego de lágrimas” 1992) que nos presenta a: Isabelle Huppert (“Elle: abuso y seducción) interpretando a una psicótica, con una mirada que intranquiliza , la joven actriz de cine y modelo estadounidense Chloë Grace Moretz (“La quinta ola”) que tiene en cámara una cara tierna pero logra una correcta interpretación y Maika Monroe cuyo personaje es Erica Penn, es la tercera en discordia, una buena actriz que en esta ocasión está poco aprovechada. La cinta va mostrando una amistad que termina siendo asfixiante y peligrosa, con toques de suspenso y ciertos climas terroríficos que son acompañados por la fotografía de Seamus McGarvey y la música de Javier Navarrete, pero uno de sus problemas es que a los pocos minutos aquel espectador que tenga su ojo bien adiestrado para este tipo de historias, lo descubre rápidamente, tiene todos los clichés del género, además algunas situaciones se alargan demasiado. Buena.
Neil Jordan suele ser un cineasta inclasificable, cuya nutrida filmografía ofrece una variedad de tonos, géneros y registros abordados. Con suma habilidad para abordar de modo frecuente universos oníricos (“In Dreams”, 1999), el realizador de “El Juego de las Lágrimas” (1992) y “Entrevista con un Vampiro” (1994) apuesta, en esta ocasión, a la fórmula genérica del thriller psicológico el fin de acometer su nueva aventura cinematográfica, titulada “Greta” y entendida como una exploración traumática de la psiquis femenina. Luego de un destacado acercamiento al cine policial con “El Buen Ladrón” (2002) -un estilizado remake de “Bob le Flambeur” (1955), de Jean-Pierre Melville-, y un distintivo abordaje de los mundos marginales bajo una estética glam en “Desayuno en Plutón” (2005), la última incursión de valía en la gran pantalla databa de más de una década, “The Brave One” (2007), junto a Jodie Foster, en una suerte de síntesis de su cosmovisión autoral. Curiosamente, una docena de años después de la citada película, el talento y la inventiva del director irlandés parece haberse esfumado completamente. El visionado de una película como “Greta” no arroja ni el más mínimo rastro de la sapiencia y la experiencia que el cinéfilo espectador podría esperar de un cineasta laureado con un Premio Oscar y triunfante en Venecia (Michael Collins, 1996) y Berlín (The Butcher Boy, 1997). Agotado en sus ideas creativas, este otrora sólido guionista concibe en “Greta” el film más pobre de toda su trayectoria. Apelando a la fórmula más banal del cine de género, esta irrisoria propuesta enmarcada en el suspenso psicológico atrasa décadas al tiempo que contamina su recorrido de pésimas decisiones narrativas, factores que lo convierten casi en una propuesta clase b. El cine acerca de psicópatas y acosadores es una de las vertientes que Hollywood y el cine comercial han abordado hasta el cansancio. A lo largo de las últimas décadas, destacados títulos como “Atracción fatal” (Adrian Lyne, 1987), “El inquilino” ( John Schlesinger , 1990), “La mano que mece la cuna” “Curtis Hanson, 1992), “Falsa seducción” ( Jonathan Kaplan, 1992) y “El fanático” (Tony Scott, 1996) se ciñeron a este esquema. “Greta” pretende aplicar la regla, pero lo hace de modo deficiente. Como si no bastara, su coqueteo con el humor negro y bizarro no hace más que parodiar un verosímil maltratado por el mal tino de una trama sin sustento ni credibilidad alguna. Indigno de su palmarés profesional, Jordan dilapida el respetado status de dos estrellas de fuste internacional. Reservarle al bueno de Stephen Rea (y que éste aceptase el convite, más un favor disfrazado) un ínfimo rol disminuido en la vacuidad del argumento es faltarle el respeto al legado de un actor fetiche de su obra, que dejara su distintiva marca en recordadas incursiones del autor irlandés. No menos significativo resulta el protagónico otorgado a Isabelle Huppert, eje absoluto a través del cual gira una trama que, a medida que se desarrolla, adquiere ribetes de grandiosa ridiculez. Cuesta imaginar saber que llevó a la distinguida actriz francesa a aceptar semejante despropósito actoral. La refinada intérprete que supiera brillar a las órdenes de Claude Chabrol para engalanar su filmografía con títulos provenientes del mejor cine de autor europeo sucumbe a la tentación de interpretar a esta viuda pianista que torturará y hostigará a la dulce e ingenua adolescente, como ¿paliativo? de su pérdida sentimental. Como un reverso perfecto del inmediatamente anterior y desafiante rol que le valiera un Premio Oscar hace un par de años (“Elle”, de Paul Verhoven), cuesta encontrar un abismo cualitativo de similares proporciones en la historia del cine contemporáneo. Carente de lógica argumental y exhibiendo escaso timing para provocar auténtica expectativa, Jordan pretende desnudar la raíz obsesiva de un vínculo símil materno-filial paroxístico, como pasaporte a desentrañar los perversos motivos de un ser deteriorado mentalmente, incapaz de lidiar con su soledad. No obstante, su ingravidez e incongruencia resulta preocupante.