Larry, el triste Bueno, hay que decirlo rápido para que no duela tanto: Tom Hanks derrapó. El bonachón que hizo que todos quisiéramos un departamento con cama elástica en la adorada Quisiera ser grande, el policía que era socio de un sabueso y el padre viudo enamorado de la, en ese entonces, muy bella Meg Ryan de Sintonía de amor, entró en una decadencia de la que espero pueda tener retorno. La cuestión es que Tom por segunda vez en su extensa carrera se puso atrás de la cámara y dirigió Larry Crowne, una especie de comedia con big smile Julia Roberts, que cuenta las desaventuras de un pobre infeliz (el Larry del título interpretado por el mismo Hanks) que es despedido del trabajo al que le dedico toda su vida, con la excusa de que nunca fue a la universidad. Pero esta es una película de enseñanza de vida, así que Larry como buen americano ve el lado coca cola de todo esto y en vez de demandar a quienes lo despiden sin motivo, el mismo día en que pensaba ser elegido como empleado del mes, ingresa a la universidad y toma un curso sobre algo así como hablar en público de manera informal, dictado por la siempre radiante Julia Roberts. Y si alguien puede llegar a pensar que lo malo de la película es su previsibilidad al estilo hombre encuentra el sentido de su vida en nuevo grupo de amigos y conoce a la mujer de sus sueños, se equivoca, porque si bien todo esto pasa eventualmente, el definitivo y gran problema es que sucede de una manera tan falaz y alejada del mundo que irrita. Un ejemplo de los momentos donde la desidia por parte del director se hace más evidente es cuando luego de una jornada universitaria Larry se sube a su moto y, secundado por sus nuevos amigos, recorre la ciudad. La escena es tan falsa que necesita hacernos saber a través de una canción que ese es un buen día, sin contar que para remarcar la idea de felicidad adolescente que el protagonista está descubriendo, vemos como en cada esquina se suma más y más gente en moto sin ningún motivo aparente al paseo que Larry que había comenzado de manera supuestamente espontánea. Es increíble que el mismo hombre que en 1996 dirigió la hermosa película de camino a la fama que es Eso que tú haces, y que impuso el hit de los inventados The Wonders en el corazón de multitudes (bueno, no sé si multitudes pero en el mío si) hoy, 15 años después nos traiga esto: una película sin ningún tipo de alegría, a la que no se le puede creer ni una sola sonrisa, y eso sí que es imperdonable.
El hecho de que la protagonicen Tom Hanks y Julia Roberts, y de que él sea el director y también guionista, hace que la mayoría de los espectadores vayan al cine con muchas expectativas de ver un producto inolvidable. Pero creo que van a ser muy pocos los que salgan del cine plenamente conformes con este film, ya que...
Cuando el cine deviene en manual de autoayuda Nada menos que 15 años se tomó Tom Hanks para escribir y dirigir su segundo largometraje luego de su más que digno debut con el musical Eso que tu haces. Para este regreso detrás de cámara (también aparece delante) se asoció en el guión con Mia Vardalos, quien desde el inmenso éxito con la comedia Mi gran casamiento griego no paró de hacerle "daño" a Hollywood con subproductos uno peor que el otro. Cuando nos topamos con un film tan fallido como Larry Crowne el problema es (aunque no sólo) del guión. El antihéroe del relato es Larry (Hanks), laborioso jefe de sección en un hipermercado al que le ha dedicado buena parte de su vida, desde que abandonó su puesto de cocinero en el ejército. Sin embargo, ante la crisis y debido a sus escasos estudios, es despedido de la manera más cruel. A punto de perder su casa hipotecada, este cincuentón solitario y querible pero también con un dejo algo patético (¿homenaje a Forrest Gump?) se inscribe en la universidad; más precisamente, en un curso de oratoria liderado por una profesora bastante frustrada (Julia Roberts) y en uno de economía comandado por un riguroso docente japonés. En medio de muchos jóvenes, Larry comenzará a salir de su depresión, se unirá a un grupo de compañeros que se dedica a pasear en scooters (prefiero a Nanni Moretti andando en su Vespa por las calles de Roma), retomará su labor como cocinero (ahora en el restaurante de un amigo) y se irá acercando a la profesora que también lucha con una profunda crisis de madurez tanto en lo afectivo como en lo laboral. Hay, por lo tanto, un intento de romance (la química entre Hanks y Roberts es decididamente pobre y lo de él es todavía peor que lo de ella), unos cuantos personajes secundarios "simpáticos" (como el vecino que encarna Cedric The Entertainer), pinceladas sobre la crisis socioeconómica y una mirada bastante complaciente, autoindulgente, pintoresca y elemental sobre casi todos los temas y conflictos. Si la comedia no funciona, si el romance no engancha, si las actuaciones son llamativamente sosas, lo único que queda, entonces, es el "mensaje" ("no te des por vencido ni aún vencido", "persevera y triunfarás", "nunca es tarde cuando la dicha es buena" serían alguno de los refranes apropiados para la ocasión). Así, el único "género" al que Larry Crowne aplica es al de la "autoayuda" y, por lo tanto, sólo está destinado a aquellos que quieran recibir una acumulación de buenas intenciones y mensajes positivos. De cine, poco y nada.
Cuando Larry conoció a Mercy Tom Hanks co-escribió, produjo y dirigió este film en donde interpreta a un empleado que es despedido. Larry Crowne (2011) combina el romance y la comedia con una dosis de crítica social. Los opuestos se atraen, dice el refrán. Pero en la nueva película del actor de Forrest Gump (1994), la atracción comienza a dibujarse tímidamente hacia el tercio del relato. ¿Una falencia narrativa? Para nada. El film tiene un planteo minimalista y, a tono con esta premisa, ofrece una serie de viñetas que apuntan las características principales de la pareja protagónica. Co-escrita con Nia Vardalos (la actriz de Mi gran casamiento griego -My big fat Greek wedding, 2002-, que Hanks produjo), la película comienza con el despido de Larry. Mientras que el pobre hombre esperaba el título de “empleado del mes”, recibe la noticia más dramática. La empresa, le dicen, necesita empleados que aspiren a un ascenso, y él –que no tiene estudios universitarios- queda afuera de ese requerimiento. Angustiado, primero se pone a buscar empleos y luego recurre a la venta de jardín, con la que intenta sobrellevar la hipoteca de su casa. El consejo de un amigo lo lleva directo a la universidad, en la que tomará clases de economía y oratoria, esta última a cargo de la poco amable profesora Mercedes Tainot (Julia Roberts). La película aborda con sutileza aquello que los iguala, dejando las obvias diferencias en un plano más decorativo y naif. Ambos necesitan un cambio de vida, motivados por distintas circunstancias. Él, un bonachón “desprejuiciado”, se relaciona con una joven compañera que le presenta a sus amigos motoqueros, quienes lo suman al clan y le inspiran un look más jovial. Ella carga con su hastío tanto en laboral como en la vida matrimonial. El planteo del acercamiento de la pareja es interesante por lo no convencional, pero esta idea provoca ciertos desajustes. Está claro que la propuesta del guión apunta a la acumulación de detalles más que a la concreción amorosa. Pero el retraso del encuentro le resta convicción al romance. En películas como Cuando Harry conoció a Sally (When Harry Met Sally, 1989) o El espejo tiene dos caras (The Mirror Has Two Faces, 1996) siempre queda la sensación de que alguien en la dupla actoral “cedió” ante la presencia del otro, para alcanzar esa suerte de comunión que le da validez al género y llega a producir parejas memorables. En Larry Crowne es Julia Roberts la que se pone a tono con la historia. Logra una composición más minuciosa, alejada del estereotipo que construye Hanks, cuyo personaje lo acerca a ese grupo de perdedores a los que el cine norteamericano le gusta “premiar” luego de ser desplazados por el sistema. El problema es que la película ofrece una mirada demasiado despiadada del mundo como para luego hacerle creer al espectador que todo se puede solucionar. No obstante, si se considera la labor de la actriz protagónica y la de los secundarios (un puñado de “locos lindos” que le dan un poco de credibilidad al relato) sumados al planteo argumental, la balanza se inclina hacia una buena película, amena, sin mayores sobresaltos. Como la vida de Larry Crowne, el hombre que pese a todo lo que le ha pasado podrá enamorarse, ¡qué más!
En la nueva comedia de Tom Hanks se destacan todos... menos los protagonistas. Larry Crowne (Tom Hanks) es uno de esos tipos que de tan buenos que son, te dan ganas de pegarle. Vive una vida modesta, trabajando para un gran supermercado, y tiene varios problemas económicos debido a dos razones: la crísis económica mundial y su reciente divorcio. Pero bueno, el sigue, trabaja, y de a poco parece ir saliendo, pero todo se complica cuando es despedido de su empleo por no tener estudios universitarios. De golpe, todo se oscurece, las deudas lo estrangulan y debe achicar todos los gastos posibles. Pero pese a todo no se quedará lamentándose en un rincón, sino que se inscribirá en la universidad comunitaria en donde conocerá gente que le cambiará la vida, en especial dos mujeres: la profesora Mercedes Tainot (Julia Roberts), una mujer que perdió las ganas de enseñar y que vive el día a día con un marido vago y adicto a la pornografía (Bryan Cranston); y su compañera de clases Talia (Gugu Mbatha-Raw), que dictará la emergencia de la moda en este veterano para hacerle un completo cambio de look y de actitud. La historia no es más que otra comedia romántica. No tiene nada de malo, pero nada de nuevo. De todas formas, hay que admitir que Hanks, junto a Nia Vardalos, escribieron un guión sólido y tierno, pero que solo considera para la historia principal a tres personajes: Hanks, Roberts y Mbatha-Raw. Los demás están orbitando, sin aportar más que alguna frase graciosa o algún chiste atinado. Pero, ¿lo irónico? Ellos llaman más la atención que los protagonistas. Es que teniendo a Cedric The Entertainer y a el gran George Takei como actores de reparto, es difícil centrarse en la pareja central, que no discuto que sean excelentes actores, pero que en esta ocasion están muy desdibujados y edulcorados. El trabajo detrás de cámaras de Hanks es correcto. Ya vimos su trabajo en Eso que tu haces! (That Thing You Do, 1996) y sabemos que sabe trabajar en ese rol. No tiene nada destacable ni ninguna “firma”, pero tampoco tiene algo que se pueda criticar. La película fluye, las tomas están bien y listo. Hanks dirigió, protagonizó, produjo y co-escribió esta película, posiblemente como mensaje de aliento a todos los que la están pasando mal en los Estados Unidos por los problemas económicos que ya todos conocemos; o tal vez simpelemente quiso hacer una de las comedias románticas como las que hacía hace veinte años atrás. Como sea, no el resultado no va a covertirse en la próxima Sintonía de amor, sino que posiblemente nos olvidemos de su existencia el año que viene.
Una caja de chocolates Un hombre pierde su trabajo y vuelve a estudiar en esta comedia con Tom Hanks y Julia Roberts. Hace diez, quince años, una comedia romántica protagonizada por Tom Hanks y Julia Roberts podría haber hecho explotar la taquilla. Dos de las estrellas más populares de los ’90, Tom y Julia (entonces no hacía falta más que los nombres de pila, probablemente hoy tampoco) movían los hilos de Hollywood. Pero hoy las cosas han cambiado. Y no sólo porque ni Tom ni Julia siguen llevando, al menos en los Estados Unidos, la misma cantidad de gente que entonces (en el resto del mundo las figuras consagradas tienen una vida útil bastante más larga), sino porque el concepto mismo de películas que se venden por la fama de sus actores ha caído, vencido por los tanques que aseguran novedosos efectos especiales, secuelas, adaptaciones de cómics y otras variedades. Sería maravilloso poder decir que Larry Crowne marca un notable regreso a un cine más humano y clásico, pero lo cierto es que si bien las intenciones son ésas, los resultados no llegan a la altura de sus pretensiones. Dirigida con economía y simpleza por el propio Hanks, el filme intenta ser una comedia contemporánea acerca de cómo la crisis económica y el consecuente desempleo alteran la vida de un hombre por completo. Y cómo es posible salir de la desesperación gracias a... bueno, a toparse con alguien como Julia Roberts. Hanks es Larry, un hombre en apariencia simplón y solitario, repositor de una gran tienda durante décadas, que de golpe se queda sin trabajo, supuestamente, por no tener educación terciaria. Imaginando que hacer la universidad le permitirá conseguir trabajo, Larry se anota en un Community College (esas universidades públicas muy poco prestigiosas, lugares adonde van los que estudian de grandes o los que no tienen o dinero o promedio para entrar a una facultad “en serio”) y uno de los cursos que le recomiendan es el que da Mercedes (Roberts). Se trata de una clase de oratoria para poder hablar de cualquier tema en público, algo muy caro a las interacciones sociales en ese país. Y Mercedes es una mujer bella pero dura, cortante, con una pareja que es un cero a la izquierda (interpretado por Bryan Cranston, en el rol más problemático del filme junto al del vecino de Larry que encarna Cedric the Entertainer). Allí es donde primero se ignorarán y luego darán tímidos primeros pasos. La historia tiene algunos otros vericuetos y personajes secundarios (como la banda de motoqueros más buena del mundo), pero el problema del filme es que su visión edulcorada, amable y, uno supone, ideada en la época en la que Barack Obama parecía que iba a cambiar radicalmente el curso de las cosas allí, es demasiado ñoña e inocente. Sólo algunos pasajes y salidas entretenidas, especialmente gracias a Roberts, que parece más despabilada que el propio Tom (enfrascado en hacer de un más veterano y adaptado Forrest Gump), levantan el “paquete”. Larry Crowne es menos que la suma de las partes y, seguramente, logrará brindar algunas sonrisas a los espectadores nostálgicos que esperan ver destellos del talento de Tom y Julia. Pero no mucho más que eso. En lo fundamental, se siente como una oportunidad perdida. La mayoría de las comedias románticas juveniles, hoy, son más certeras, graciosas y políticamente afiladas que este apenas pasable intento de hacer un cine “por la gente y para la gente”.
Si la vida no te da ni los limones... Larry (Tom Hanks) se queda sin trabajo de la noche a la mañana. Habituado a una rutina sin sobresaltos, ni tampoco demasiados momentos especiales, decide dar un giro a su vida ingresando a la Universidad, algo que jamás pudo hacer ya que comenzó a trabajar tan pronto tuvo la baja en la Marina. Como todo camino de mil millas comienza con un solo paso, Larry pronto descubrirá que, una vez tomada una decisión fundamental, es cuestión de tiempo (a veces, muy poco) para que lluevan nuevas encrucijadas interesantes. Por ejemplo, su profesora Mercedes, "Mercy" (Julia Roberts). A esta desencantada profesora de oratoria, el alumno a destiempo le causa intriga, fastidio y una cuota de admiración. Si bien sus interacciones son más bien acotadas al principio, sobre la mitad del filme encontrarán la tónica para llevar la historia a buen puerto. Lejos de sus mejores roles, Tom Hanks y Julia Roberts se las arreglan para ofrecer un filme básico, por momentos lento, pero de buena progresión y desenlace previsible, con moraleja incluída. Gracias al poco ambicioso guión que co-escribió junto a Nia Vardalos (cuya única gema, y de dudosa reputación, ha sido "Mi gran casamiento griego"), Hanks consigue una propuesta sencilla y eficaz, con todos los condimentos para entretener a la familia sin mayores pretensiones. Los actores no se esfuerzan demasiado y el guión funciona: es suficiente. Quizá uno se acostumbró a pretender algo más de actores premiados y taquilleros como Hanks y Roberts, y pese a las decepciones ("La Terminal", o "Comer, rezar, amar" respectivamente) siempre tiene la esperanza de que regresen con gloria. Pero para Hanks, claramente, dividirse en un rol triple tiene sus costos.
Pasaron 15 años desde que Tom Hanks debutó como director con Eso que tú haces, una entretenida comedia sobre el mundo de la música de los años ´60. Después de mucho tiempo el actor decidió volver a la dirección con un proyecto que escribió junto a Nia Vardalos, la protagonista de Mi gran casamiento griego. Larry Crowne es supuestamente una comedia romántica que tiene la particularidad que no es cómica y mucho menos romántica. El film no hace otra cosa que demostrar lo alejado que se encuentran Hanks y Vardalos de la gente común de la clase trabajadora de Estados Unidos, cuyas problemáticas intentaron retratar en esta historia. Así al menos lo aseveró el director en varias entrevistas. Larry Crowne es un sujeto de cuarenta y pico que es despedido de su trabajo, pese a ser un buen empleado, por no tener una educación universitaria. Al quedarse sin empleo el personaje decide emprender un nuevo rumbo en su vida al retomar sus estudios y hacer un montón de estupideces como unirse a una banda de motoqueros que andan en scooter. Una comedia protagonizada por dos figuras importantes de Hollywood como Hanks y Julia Roberts no fracasa en los cines por casualidad, más allá que la pareja que hacen los dos no tenga demasiada química. Larry Crowne es un film insípido y aburrido, donde al margen de las cosas que se le puede objetar al guión, la gran falla de este film pasa por la dirección. Tom pierde demasiado tiempo en su narración durante gran parte de la película con situaciones intrascendentes que no le aportan nada a su personaje y tampoco avanza en el conflicto. Recién en los últimos 20 minutos la trama se pone un poco más interesante. Hace mucho tiempo que no se veía una actuación tan desganada como la que presentó Julia Roberts en esta película. Parecería que participó en este film simplemente para saldar un favor con Hanks. Uno recuerda las memorables comedias románticas que Tom hizo con Meg Ryan, por lejos su mejor pareja en el cine, y la realidad es que esta película está muy por debajo del nivel de aquellas historias que hoy son clásicos populares Larry Crowne es otra prueba de lo difícil que es encontrar una gran propuesta de este género por estos días.
Una sonrisa contra la recesión Larry Crowne, escrita, dirigida, protagonizada, por el actor en debacle Tom Hanks y coprotagonizada por Julia Roberts es una fallida comedia romántica sobre segundas oportunidades en el contexto de la recesión económica que azota a Estados Unidos. Pero también es el ejemplo más crudo de la superficialidad con que la industria aborda temáticas profundas en manos de actores que no están a la altura de las circunstancias y que por su escaso nivel de compromiso social son menos creíbles que un discurso de Barak Obama en las Naciones Unidas. Claro que además de Tom Hanks, detrás del guión aparece la coautora Nia Vardalos para dotar de cursilería y estereotipos al relato que esta vez trascienden fronteras: hay latinos que hacen de latinos, negros que hacen de negros y Tom Hanks que hace de Forrest Gump pero en la universidad. En una trama que cuando busca el humor apela a la torpeza de los personajes o a la repetición aburrida de frases o acciones y que cuando pretende cierto grado de seriedad le alcanza con el cambio de rostro de sus actores. La premisa parece abocar a la idea de ponerle una sonrisa a la recesión y dejar un mensaje con la moralina imbécil de siempre que con el esfuerzo y la dedicación todo se consigue en la tierra de la igualdad y las oportunidades. Así se define el derrotero del protagonista, Larry (Tom Hanks), a quien los embates corporativos dejaron fuera del sistema en un abrir y cerrar de ojos tras años de servicio en una empresa estilo Home Depot, que lo nombrara incontables veces empleado del mes, habiendo sido en su juventud un cocinero en la marina que le permitió recorrer el mundo. El argumento de despido es tan irrisorio como la realidad misma cuando el hombre pasa a ser una variable de ajuste económico por no tener un título universitario que le permita ascender en el futuro del puesto en la empresa, aspecto que lo vuelve poco redituable. Desempleado y con una hipoteca impagable, el futuro de Larry se torna oscuro pero lejos de entregarse a la depresión le pone el corazón y el pecho a las balas y se anota en la universidad. Allí conocerá a Mercedes (Julia Roberts), una desganada profesora de literatura que sostiene económicamente a un marido holgazán -es decir, el opuesto de Larry- y transita por un momento crítico en su matrimonio al lado de ese parásito que ahora en sus tiempos de ocio se ha vuelto un experto blogger. Ella tiene a su cargo el curso de oratoria, la clave para recuperar terreno en un mundo donde cada vez importa menos el otro. De más está decir hacia dónde irá la historia cuando Larry y Mercedes intercambien miradas; Tom Hanks apele a su rincón de personajes olvidados y reflote al Viktor Navorski de La terminal y al legendario Forrest para desnudar su alma a pesar de los prejuicios, que darán a la profesora una lección de vida para que todos los espectadores salgan felices y con una sonrisa.
Otro cuento de hadas Si tenés más de 50 y te echan del laburo, anotate en un buen curso de oratoria. Eso propone esta película producida, dirigida, coescrita (junto con Nia Vardalos, la de Mi gran casamiento griego) y protagonizada por Tom Hanks. La segunda que dirige, luego de ¡Eso que tú haces! ¿Puede alguien dudar de que el bueno de Tom (que para algo es estrella de Hollywood, y encima produce y dirige la película) va a empezar el curso con poca labia y la autoestima machucada y va a terminar aplaudido por sus compañeros y levantándose a...? Bueno, mantengamos cierta incógnita, aunque la comedia romántica debe ser el género con menos suspenso en la historia de la humanidad: en nueve y medio de cada diez casos, basta juntar al protagonista masculino con la estrella femenina (Julia Roberts, en este caso) para saber cómo termina todo. ¿Se le puede reprochar a Larry Crowne semejante solución al problema del downsizing? No: no es una de Ken Loach, sino una comedia romántica. Un cuento de hadas, por lo tanto. No sólo eso. Tiene además el suficiente tino (o tal vez se trate de irresolución) como para que el protagonista no salga del curso con la salida laboral asegurada, dejando así ligeramente desanudado el último moño del paquete. El problema de Larry Crowne no pasa por su escasa predisposición al realismo, sino por su crudeza. Crudeza no en el sentido de ir sin miramientos al hueso del asunto, sino en uno mucho menos metafórico: esta película está cruda, le falta cocción. Lo cual es toda una paradoja, teniendo en cuenta que el personaje de Hanks se pasó veinte años trabajando como cocinero en la marina. Y bueno, que se joda por enrolarse en la marina. Hasta los buenos chistes suenan poco convincentes en Larry Crowne. Suenan escritos. Lo mismo sucede con las escenas, los personajes, los diálogos: todo parece más un ensayo, en el que los actores se juntaron para “pasar letra”, antes que una película adecuadamente cocinada, macerada y servida. Todo tiende a la falsedad, a lo escasamente creíble. Algunas cosas, más que otras. El grupo de bikers que inopinadamente invita al cincuentón square a sumarse a sus filas parece salido de Al maestro con cariño. La compañerita de estudios de Larry, improbable suma de motoquera, estudiante de economía y ángel guardián, la chica que en aquella película trataba al maestro con cariño. El profesor japonés de economía, que hace chistes de los que ningún alumno se ríe, parece un involuntario comentario autoirónico y autoconsciente. Y así. El único personaje “armado” como tal es el de Julia Roberts, a diferencia de los amacchietados secundarios y hasta el de propio Hanks, que de a ratos parece un secundario en su propio película. La Roberts es aquí una connaisseur de Shakespeare, obligada a dar clases de oratoria, para sobrevivir, en un college privado que funciona como una empresa (lo más impresionante de la película, sin duda). Encima, la chica (que ya no es tan chica) carga con un marido horrible, motivo por el cual luce precozmente avinagrada, ahogando las penas en toda clase de mezcladitos. ¿Un personaje raro para la chica de la sonrisa olímpica? Sí, puede ser. Pero como puede suponerse, ya le va a dar el guión razones para desplegar la sonrisa a pleno, confirmando que en el rubro fotogenia, la mujer bonita sigue sacándoles varios cuerpos a todas esas chirusas que andan queriendo arrebatarle la corona.
Los nombres famosos no suponen una garantía. En todo caso, aquí lo único que aseguran es que Julia Roberts mostrará seguido la luminosa sonrisa que es su marca registrada y que Tom Hanks volverá a ser el tipo común, confiable y sin malicia que suele ganarse la adhesión del público. (No incluiremos un presunto tercer nombre famoso -el de Nia Vardalos, colibretista con Hanks- porque desde Mi gran casamiento griego , que tampoco era, seamos justos, un derroche de imaginación, no ha vuelto a hacer nada que valga la pena.) Pero no se logra un buen film sólo con un par de estrellas cotizadas y carismáticas ni con la buena intención de rescatar a la comedia de la vulgaridad que la ha invadido ni con la no menos loable de combatir el escepticismo de estas épocas de crisis apocalípticas y horizontes cada vez más oscuros. No. Y mucho menos si el mensaje esperanzador viene montado en una historia tan endeble como la de esta película, que debe de ser uno de los mayores tropezones que ha sufrido Hanks en toda su carrera. Con protagonistas que son apenas esbozos, una historia que está tan lejos de la realidad como de la fábula y que por la ausencia absoluta de conflicto deja de interesar a poco de iniciarse y una serie de personajes secundarios puestos de relleno con la vana pretensión de intercalar alguna chispa de humor o de vivacidad, Larry Crowne resulta casi un enigma. Es un film inexplicable, salvo que se interprete que Tom Hanks (productor, coguionista, director y protagonista) quiso hacer de él una especie de curso ilustrado destinado a quienes carecen de la fuerza necesaria para comprender que todos los días, no importa lo que haya pasado, existe la posibilidad de iniciar una nueva vida, siempre que la tarea se emprenda con fe y convicción. El éxito, como en las charlas de los pastores mediáticos, viene por añadidura. El ejemplo es Larry, el cincuentón que es despedido del supermercado en el que trabajó desde que abandonó las ollas y los cucharones que le había confiado la marina y ahora se encuentra con una deuda que no puede pagar, unas pocas cosas para vender y un futuro incierto. Sólo que él, gracias a su buena onda, a un espíritu inquebrantable que lo lleva a ingresar en la universidad y a un libreto que podríamos calificar de generoso, encuentra respuesta a todos los problemas, incluida su vida sentimental, que para eso está Julia Roberts al frente de una cátedra bastante improbable. También hay un cómico profesor de economía (lo único gracioso) y una jovencita que lo rejuvenece cortándole el pelo, cambiándole el vestuario e incorporándolo a un ejército juvenil que anda en motoneta de acá para allá. Ahora ya está listo para vivir su nueva vida y disfrutar. Cuestión de onda: he ahí la lección.
Cómo vivir después de un despido Filme de inicio prometedor, se desarrolla sin desarrollo, banalmente, entre supuestos amigos scooters del protagonista, al que ninguno puede imaginar con amigos como ésos. Un guión flojo, buen ritmo y una pareja despareja. Correcto diseño de producción. Larry parece ser el Chico 10. Nadie tan amable en el hipermercado, ninguno tan solícito. Es el Empleado del mes y nadie puede olvidar algún favor que le hicieron en ese universo de las compras. Hasta que llega la crisis y entonces, sálvese quien pueda. Larry Crowne recibe un despido con la misma simpleza con que lo tomaron muchos años atrás. Ahora Larry tendrá que ir pensando en cambiar sus hábitos, dejar de lado algún privilegio y reducir los límites de su espacio de vida. Su amigo Cedric, dedicado a la compra y venta de objetos en la calle, será el primero en saber lo que pasó. Claro, el pobre Larry no tiene una familia cercana, sólo una ex que recibe su ayuda. Así Larry decide retomar las clases, volver a la Universidad que dejó por distintas razones y retomar un curso de Oratoria y otro de Economía, lo hace por consejo de un bedel fascinado por una linda profesora. Profesora que también tiene sus problemas, se debate en una relación desgastada y muchas veces tiene muchas ganas de no ir a dar clase. Larry y su profesora, con los días, comenzaran a interesarse uno por el otro y quién sabe, hasta podrían pensar en algo más que una amistad. A MITAD DE CAMINO "Larry Crowne" es una comedia romántica, con héroes más o menos desgraciados que buscan un destino mejor. Y hoy que Estados Unidos y el mundo sufre una debacle económica, la historia de Larry Crowne puede tener más éxito que en otro momento, porque en cierto modo es prototípica. Liviano y sencillo, el filme promete mucho en los momentos iniciales y uno piensa en todos los problemas que va a sortear Larry. Pero no, Larry va de la Universidad a su diminuto departamento y de ahí nuevamente a la Universidad. Julia Roberts conserva su encanto y se convierte en la película en una poco prejuiciosa docente, con una vida que ya la hastía y un marido que la harta. Filme de inicio prometedor, se desarrolla sin desarrollo, banalmente, entre supuestos amigos scooters del protagonista, al que ninguno puede imaginar con amigos como ésos. Un guión flojo, buen ritmo y una pareja despareja. Correcto diseño de producción.
Un relato sobre segundas oportunidades Con un comienzo prometedor, Tom Hanks intenta plasmar como realizador una situación muy cotidiana de los tiempos que corren: el despido de empleados capaces. Y se toma el atrevimiento de hacerlo en una empresa emblema de los EstadosLarry CrowneUnidos, como lo son las cadenas Home Depot, que no solo se encargan de motivar a su personal, sino también de tomar gente de todas las edades. Pero en este caso es el turno de Larry Crowne, que en vez de ser felicitado por sus logros, es despedido por no poseer estudios universitarios. Con 20 años de experiencia en la cocina militar y una hipoteca que pagar, decide seguir los consejos de sus amigos y vecinos, Lamar (Cedric The Entertainer) y B’Ella (Taraji P.Henson) e inscribirse en la universidad para comenzar una nueva vida. Quizás algo perdido como extranjero en una Terminal de aviones, este personaje comenzará a hilar relaciones y emprendiendo toda una transformación (estética y personal), acompañado de un grupo de amigos en motonetas. Mercedes Tainot, T-a-i-n-o-t, (Julia Roberts) será su profesora de oratoria y mientras está perdiendo su amor por la enseñanza y la paciencia por su marido, verá en Larry la perseverancia que ella ha ido extraviando. La película se torna muy llevadera, aunque por momentos algo ingenua, pero sin lugar a dudas Tom Hanks supo elegir momentos y reparto, ya que su amigo y vecino consejero el actor Cedric The Entertainer suma mucho a la producción al igual que las pequeñas situaciones impulsadas por el profesor de economía oriental. Larry Crowne enseña que siempre se puede empezar y eso suma mucho, pero como puntos flojos: una mudanza sin destino, una extraña relación con su compañera de aula y un primer beso con Julia Roberts que nunca sucedió.
El estado de las cosas según Hanks El actor interpreta a un trabajador de supermercado que se queda sin empleo por carecer de título universitario. Julia Roberts es la agria profesora que se encargará de educarlo en esta comedia que no tiene mucho riesgo. Larry Crowne parece responder a una pregunta de base: ¿de qué está hecho el estadounidense promedio? La respuesta que ofrece Tom Hanks es que de sueños moderados, valentía, carácter y perseverancia, elementos que aparentemente subsisten en la sociedad que le toca vivir, aun en tiempos de crisis económica y falta de solidaridad. En 1996 Hanks estrenaba como director ¡Eso que tú haces!, un delicioso relato sobre una banda que no lograba mantenerse unida y desaparecía después de conocer fugazmente el éxito. Desde esos años a la fecha la visión del actor y director parece que no cambió y si estos valores estaban mal encaminados en el grupito que quiso pero no pudo de su ópera prima, puesto a encarar su segundo trabajo como realizador, Hanks tomó nota del desastre socioeconómico que lo rodeaba y se decidió a dar cuenta de ello, pero con la misma convicción de que ninguna dificultad es insuperable si se rescata el espíritu que hizo grande a su país. Desde ese lugar cuenta la vida de Larry Crowne, un entusiasta trabajador en un supermercado que súbitamente se queda sin trabajo porque carece de un título universitario. Y claro, este hombre común representa a los millones que se quedaron fuera del sistema en los últimos años. Pero Hanks como director –y coguionista junto a Mia Vardalos, la de El gran casamiento griego– no está dispuesto a dejarlo caer así nomás, entonces el buenote y un tanto crédulo de Larry va en busca de lo que le falta: la educación universitaria con la que seguramente saldrá adelante. En este camino de reconversión, el protagonista se asoma a un mundo que desconoce. En la universidad descubre los placeres del saber, también que un curso de oratoria a cargo de una agria profesora (Julia Roberts) –moderadamente alcohólica, desmotivada en su trabajo y con un matrimonio destruido– puede cambiarle la vida, y que en un grupo de estudiantes neohedonistas y en especial una de las chicas que lo toma como su proyecto personal para cambiarlo, actualizarlo, están las reservas morales y solidarias que hacen falta para que todo mejore y vuelvan los buenos y viejos tiempos. Larry Crown es sorprendentemente conservadora, incluso para los estándares de la industria hollywoodense, en tanto abona la idea de que nada es demasiado grave si el hombre común toma el destino en sus propias manos, sin tener en cuenta que hay factores más poderosos y ciertamente definitorios del rumbo de una sociedad, que el carácter firme y la voluntad de superarse de un individuo.
Ingeniosa comedia del Tom Hanks director Mientras se derrumba el mundo, Tom Hanks vuelve a ubicarse detrás de la cámara para contar la historia de un tipo sin trabajo que puede volver a rehacer su vida. Es una película amable y pequeña que en realidad no tiene ninguna pretensión de cine testimonial, pero que en su contexto de comedia con matices románticos, da en el tono exacto para este momento que se vive en los Estados Unidos. Larry Crowne trabaja en una cadena de supermercados baratos haciendo de todo como un descosido. Le pagan muy mal, ya que cuando lo convocan para hablar con la gerencia, cree que es para que lo nombren empleado del mes por novena vez, pero en cambio es para despedirlo por ser el único empleado que no tiene el más mínimo background universitario. Divorciado, con una deuda terrible por la casa que compró y sin perspectivas laborales de ningún tipo, Crowne se anota en una universidad por primera vez en su vida,. El jefe de estudio le sugiere dos cursos: uno de economía y otro de oratoria. Este último se lo recomienda especialmente porque le va a encantar la profesora, que como el lector adivinará, es Julia Roberts. Aquí uno podría pensar que la película se va a volver un poco obvia, pero Hanks, también guionista, dispara para otro lado tan amable y simpático como original. Como ponerle nafta a su camioneta es un martirio, Crowne le ccambia un LCD por una motito vintage a su vecino (Cedric the Entertainer acentúa el tono cómico del film con todo su talento). y de golpe se ve convertido en un miembro de una banda de motoqueros universitarios liderados por la reina del cool Sarah Mahoney. Mientras el matrimonio de la profesora Julia Roberts se va al demonio, Larry Crowne adopta su personalidad más refinada de Lance Corona -así lo rebautiza su amiga- y hasta consigue trabajo de cocinero en un restaurant de barrio, pero en los tiempos que corren, parece que el trabajo es oro. Con todas las películas que protagoniza para directores tan famosos como el mismo Steven Spielberg, Tom Hanks no ha tenido todo el tiempo necesario para fortalecer la carrera de director y productor que empezó con la excelente comedia de rock sobre una banda con un solo hit «Eso que tú haces» (luego también dirigió un excelente episodio de la serie bélica «Band of Brothers»). Viendo los excelentes resultados, y la notalbe dirección de actores que logra en esta muy disfrutable «Larry Crowne», se podría afirmar que es hora de que Hanks se pase más tiempo sentado en su silla de director. Uno de los motivos de esta afirmación es el imperdible trabajo de George Takei, nada menos que el oficial Sulu de la versión original de la serie «Viaje a las estrellas», en el papel de un profesor de economía que termina sus caseses con una carcajada diabólica de villano de la película. La capacidad de Hanks de hacer un gran personaje con una figura de culto que uno pensaba debía seguir atrapado en la vieja Enterprise es uno de los detalles que lo convierten en un gran director.
Para cambiar el mundo Veinte años en la Armada dejaron a Larry Crowne a un costado del camino. Cuando el personaje que interpreta Tom Hanks? cree haber encontrado un trabajo seguro, sobreviene el despido por reestructuración en el supermercado. Larry Crowne, la película que dirigió Hanks, está en sintonía con el perfil del actor. Regala esperanza, bien contada y repartida entre los personajes de la comedia. La oportunidad de Crowne comienza en la universidad donde toma cursos de oratoria con Mrs. Tainot (Julia Roberts), y economía (George Takei?). La profesora es la contracara de la lucha y la voluntad de superación que lleva adelante Larry, siempre medio pasmado por la vida universitaria y las costumbres de los jóvenes. Hanks compone al bonachón y solitario ex marino con los recursos de un buen comediante. Maneja los climas con los ojos, al servicio de la idea que puede parecer desmesurada, casi un chiste. Larry comprende más de lo que sabe, sobre todo cuando se encuentra con la profesora frustrada que no esconde el fastidio por estar en el aula a las ocho de la mañana frente a 10 alumnos (el mínimo que requiere el reglamento). La película ofrece buen humor sin estridencias en las escenas con el vecino, vendedor de garage profesional (Cedric the Entertainer?); la tribu de motoqueros y su musa Talia (Gugu Mbatha-Raw?), y el profesor Matsutari con su método poco ortodoxo para enseñar economía. Larry Crowne comienza con un tono melancólico, con la pérdida del trabajo y las explicaciones que el hombre escucha al borde del llanto. El consejo “estudia y serás invencible” derriba todas sus estructuras. Hanks domina el timing de estos personajes golpeados por el sistema, que se sobreponen y sacan algo extraordinario del fracaso. La coguionista Nia Vardalos? (Mi casamiento griego) garantiza la fluidez del relato, en tanto Julia Roberts transmite el hartazgo de la profesora sin onda, hasta que sonríe. Y Hanks sueña con mejorar el mundo, cambiando el destino de ese Larry del montón.
Inocencia ininterrumpida Mayormente maltratada por la crítica aquí, allá y en todas partes, Larry Crowne –la segunda película de Tom Hanks como director– es una apuesta radical de refundación simbólica de una sociedad. Presentada como una comedia romántica, habla de la actualidad de Estados Unidos desde un grado de artificio tan grande que nos transporta al cine clásico y nos propone ser espectadores vaciados de cinismo. A no confundirse: Larry Crowne es cualquier cosa menos tonta. Es una película absolutamente consciente de su construcción. Hanks, como todo cineasta, recorta, elige. Así, un personaje busca pornografía en internet, y cuando vemos las imágenes en la computadora se trata de chicas en malla, algo casi más difícil de encontrar en la red que material realmente pornográfico. En Larry Crowne se nos informa que ese personaje consume pornografía, pero se nos muestran unas fotos inocentes. No es un error, es una elección estética, un planteo de coordenadas. Así como en el cine clásico de Hollywood los encuentros sexuales se narraban mediante estrictas codificaciones (elipsis desde el fuego, desde trenes entrando a un túnel, desde paisajes vistos desde una ventana), Hanks elige hacer una película con espíritu inocente, y hacerlo visible. Uno de sus nada escasos méritos como realizador es integrar la inocencia y el artificio en un relato consistente. ¿Quién es Larry Crowne? Es un John Doe (Juan Nadie). Es el americano promedio del cine del New Deal en su vertiente optimista, alguien de buen corazón, tenaz, trabajador, que confía y cree en su sociedad, en el sueño de su sociedad y en el suyo como individuo. A Larry (obvia y justamente interpretado por Hanks) lo echan del trabajo, de unas mega tiendas llamada U-Mart. Larry deberá cambiar de vida: irá a la universidad comunitaria, y allí está como profesora Mercy (Mercedes, interpretada por Julia Roberts). Con ese punto de partida, Hanks arma una película de gran ritmo y de singular solidez. El mundo de Larry Crowne es un mundo sin villanos: el más malo es el novio de Mercy, el buscador de porno, que miente un poco y es grosero; los ejecutivos que lo echan a Larry son apenas un poco patéticos y un poco cínicos. Larry Crowne refunda su vida, y en esa refundación está la propuesta de la refundación de Estados Unidos. Larry se anota en un curso de economía y en otro de oratoria: está clara la propuesta, hay que volver a producir y hay que volver a preocuparse por las formas de expresión. Detrás de una comedia romántica de apariencia liviana y de forma perfecta, fluida, segura, está la propuesta de un cineasta con una mirada clara: hay que reaprender a hablar para seducir, hay que volver al cine clásico, la forma perfecta de narración estadounidense. Hay que volver a contar la historia del sueño americano. Sí, por supuesto, ya no queda inocencia ahí afuera. Pero dentro del cine, Hanks nos dice que sí, que la mujer de la que se enamora Larry se llama Mercy (compasión) y que cuando sonríe cambia el mundo, que el sueño americano queda atrás en el suburbio, en una eterna venta de garaje (extraordinario plano del espejo retrovisor), pero que puede recomenzar. Y nos dice, además, que una banda de motoqueros puede buscar su destino a partir del diseño y el feng shui, con educación y buenos modales. No quedan tantas películas así de anómalas, así de felices, así de clásicas, así de esperanzadas, así de inocentes. Si el cinismo no los ha vencido por completo, no se la pierdan.
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La caída del imperio norteamericano. A apenas días de registro de las contínuas caídas de la bolsa de Wall Street llega a cartelera un film que simplifica gran parte de la situación económica en la que se encuentra sumergida Norteamérica actualmente, desde el singular, crítico y vehemente enfoque sobre quienes más lo sufren, las clases sociales denominadas “media” y descendientes, a causa de la actual recesión. Como segundo tópico, otra problemática: la educacional. El film reitera de manera minuciosa adentrarse en la premisa de que ha cambiado el “american way of life”, indica que para ser un simple repositor de góndolas de supermercado, hoy en día, es imprescindible como requisito básico tener un título universitario, sin tomar en cuenta el desempeño laboral y la antigüedad. Es aquí donde Tom Hanks, con su segundo film en el sillón de director -el primero fue Eso que tú Haces! (That Thing You Do), que data de 1996 cuando seguía a quien fuera su mentor en dirección Jonathan Demme, tras la filmación de Philadephia- decide juntarse con tres mujeres que han pasado por su vida: por un lado con la actriz Julia Roberts, con quien ya compartió cartel en la subvalorada y oscarizable Juego de Poder (Charlie Wilson’s War), hacía tiempo que querían trabajar juntos y los proyectos de ambos no coincidían, por lo visto quisieron reencontrarse; en materia de escritura junto a la actriz y guionista Nia Vardalos de Mi Gran Casamiento Griego, a quien Hanks tiene un profundo afecto, ya le ha producido dos films y más íntimamente, compartiendo escenas junto a su actual esposa y actriz Rita Wilson, con quien se conocieron en la filmación de Voluntarios, reincidieron en el fiasco La Hoguera de las Vanidades, y también en la simpática Sintonía de Amor. Hanks interpreta a Larry, aquel empleado bonachón que queda fuera del sistema, por su edad y falta de título universitario, la cosmopolita cadena comercial donde trabaja decide dejarlo ir y junto con esa ida, acarrea también su sueño de progreso, acto que sirve para la toma de conciencia sobre el sistema excluyente en el que vive la sociedad en conjunto, este se moviliza volviendo retomar sus estudios y es donde conoce a Mercedes (Julia Roberts), una profesora muy particular, vaga y aburrida de lo que tengan para ofrecerle sus alumnos, en una inusual clase de oratoria. Larry representa un hombre promedio norteamericano que debe cambiar su modo de vida, replantearse cómo seguirá adelante, con menos pertenencias materiales, a tomar conciencia y sin darse cuenta disfrutar de algo que hacía tiempo, inclusive en estos peores momentos financieros le es tan claramente enfrentado. La vida sigue adelante. Con un tono noventoso, música de fondo de Electric Light Orchestra, Larry Crowne es presentado como un film sencillo, sin representar desafío cinematográfico alguno. Sirve como planteo fehaciente de una problemática bien actual. El trabajo de Julia Roberts está muy cuidado, aunque cueste creerlo apenas visualizaremos su patentada sonrisa, Hanks tampoco hará muecas ni sobreactuaciones, a mi parecer, el futuro Sandrini norteamericano. Gran parte del atractivo de la propuesta recae en los simpáticos trabajos de secundarios como es el de George Takei como un profesor de Economía muy particular, Cedric The Entertainer y Tarahi P.Henson como los vecinos que revenden cualquier objeto imaginable. Larry Crowne no es un film que vaya a quedar en la memoria colectiva cinéfila ni mucho menos, pero, al menos es una de las propuestas más interesantes de la cartelera actual, debido a la sinceridad, enfoque y singularidad de esta obra capraesca.
Dame tus snacks ya mismo Tom Hanks y Julia Roberts un poco lejos de otras perfomances en este género que tiene tantos adeptos. Que estén Julia Roberts y Tom Hanks no garantiza nada. Que de nuevo el cine norteamericano decida mostrar un looser que a la postre consigue su revancha tampoco. Hoy, los diarios muestran despiadadamente que si perdés tu empleo en EEUU tu vida será miserable como en cualquier lugar con crisis. La historia es sencilla Larry Crowne pierde su empleo, no sólo no será nominado empleado del mes sino que será castigado metafóricamente por no tener expectativas, no da el rol que el American Dream necesita. Entre la desesperación y la necesidad se anota para tomar clases de oratoria y otras cosas y allí conoce a Julia que interpreta a Mercedes Tainot una docente que obviamente está agobiada con su vida marital y laboral y no sabe por dónde salir del atolladero. Hay un poco de aire cuando Larry conoce a sus nuevos amigos y estos lo ayudan en lo que será una refrescada de aspecto y algunos momentos que lo regresan momentáneamente a esa época donde no existía la recesión como una realidad tangible y la vida era otra cosa. La historia se puede contar en menos minutos, las situaciones podrían ser menos previsibles aunque abunden los pormenores que, por acumulación, muestran un estado de cosas pero retardan aquello que todo el que va a ver una comedia romántica o un drama romántico o una comedia con drama, o una película de estrellas, espera. Hanks que co escribió el guión con Nía Vardalos, la actriz de Mi casamiento Griego hace aguas en retardar el clímax de encuentro, en no exponer a sus criaturas a una esgrima pronta para de ese modo lograr algo de contraste y todo termina como imaginamos. Roberts trata pero está algo sola, incluso siendo quién es. Hanks está lejos de lo que le hemos visto aunque nuevamente y por vez número un millón nos cuenten que hay otra oportunidad. En fin, si es devoto de ambos actores podrá ir a verla y maldecir a esta cronista, si busca sustento, no diga que no le avisé.
Hace unos cuántos años, Tom Hanks se estrenó como director haciendo un film simplísimo y simpático, llamado “Eso que tú haces”, sobre un conjunto pop y su única canción. Lo que uno veía era una mano segura para dirigir actores y la gracia de un experto en comedia, aunque el film era ligero como una pluma. Evidentemente, con los años Hanks ha madurado: a esas virtudes del principio se le suma en “Larry Crowne” la idea de narrar algo pertinente. Aquí es un tipo que pierde todo –hipoteca mediante– y tiene que empezar de nuevo; vuelve a la escuela, se enamora de una maestra (Julia Roberts, una actriz que nos hace creer que es la mejor del mundo con solo decir dos frases) y trata de enderezar su vida y la de ella, un poco gris y todavía un poco herida. Por detrás, como telón de fondo ineludible, aparece el lado derrotado de la Utopía Americana. Pero Hanks no es un clon yanqui de Luis Sandrini; aunque quiere creer –y de hecho cree– en que aquella “land of the free, home of the brave” es aún posible, también sabe que el mundo es mucho más complejo de lo que parece y que hay que barajar y dar de nuevo. Desde lugares chicos y marginales, desde la apelación a la libertad individual y el placer (también en la Constitución estadounidense figura “la búsqueda de la felicidad”) es desde donde se construye o se busca aquella utopía. Finalmente, estamos ante una película subversiva: nos muestra que la búsqueda de la alegría es un arma política.
Mi nombre es Larry, Larry Crowne A más de 15 años de Eso que tú Haces!, Tom Hanks ha vuelto a ponerse detrás (y delante) de las cámaras para dirigir y protagonizar Larry Crowne, una comedia romántica que nos contará la historia de Larry, un vendedor de supermercado que es despedido de su empleo tras una reestructuración de personal por no tener una formación universitaria. Desempleado y dispuesto a no vivir dos veces el mismo percance Larry comienza a estudiar, conociendo allí a una frustrada profesora de la cuál comenzará a enamorarse.l Hanks se toma su tiempo para introducirnos en la trama romántica del film con una larga y por momentos tediosa introducción a nuestro loser principal . Pero cuando la trama gira dejando más de lado la típica historia de superación personal y se mete bastante más de lleno en el romance del protagonista y Mercy, allí es donde Larry Crowne se convierte en una comedia un tanto más atractiva y graciosa. El realizador, actor, productor y amigo/socio de Steven Spielberg quiere que veamos en Larry Crowne una película pasatista y que salgamos del cine satisfechos por haber visto un film que "no hace pensar demasiado y que tiene un lindo mensaje". Digo esto porque es la única justificación que le encuentro a la liviandad con la que son afrontados los problemas de Larry o la "simpática crítica" que se le hace al sistema hipotecario de los Estados Unidos. Hanks y Larry Crowne cumplen con su cometido y brindan en su nuevo film un entretenimiento honesto, edulcorado y poco profundo, pero que en definitiva logra el resultado que se propone. Hay detalles que dependiendo de la aceptación que tenga cada uno pueden resultar insoportables o adorables. El ejemplo más claro de esto es el grupo de "motoqueros" más bondadoso y gentíl de la historia del universo (escribo motoqueros entre comillas porque no quiero ofender a los que lo son de verdad), que por momentos pueden resultar algo empalagosos, pero que de alguna manera acompañan el dejo de bondad y amistad que tiene el relato. Julia Roberts y Tom Hanks se las ingenian para tener algunos momentos simpáticos a lo largo de la cinta, aunque hay que destacar que la composición del personaje de Tom no se diferencia demasiado de su inolvidable Forrest Gump. Incluso ese querido brillo en los ojos en la mirada de Larry tiene un parecido muy similar al del muchacho que fue capitán de un barco de camarones y peleó en la guerra de Vietnam. Si es interesante y digno de destacar que Hanks esquive la ya repetitiva y cansadora atracción de opuestos de este género, para crear una historia de amor más creíble e interesante basada fundamentalemente en el cambio de vida que necesitan ambos protagonistas, que en definitiva tiene más que ver con el tono "superador de obstáculos" que posee el film. Distando demasiado de la perfección Larry Crowne cumple al menos con su cometido de ser una comedia poco profunda y liviana.
Estudiá Forrest, estudiá "Larry Crowne" es el segundo largo que dirige Tom Hanks. Actor y productor de prestigio, en contadas oportunidades quiso ponerse detrás de las cámaras (de hecho, sólo lo hizo en "The wonders" -Eso que tú haces-) allá por 1996. En esta oportunidad, escribió junto a la conocida y talentosa Nia Vardalos (la actriz y escritora de "My big fat Greek wedding" a la que le produjo una serie sobre la misma en 2003), una comedia que intenta conjugar crítica social y romance en dosis iguales, relato que intenta reflexionar sobre la dura realidad financiera americana de estos días. El problema es que si bien hay simpaticos apuntes sobre lo que sucede en el gran país del Norte con respecto al tema de la desocupación y la reinserción laboral, nunca el mismo cobra la seriedad esperada para conmovernos y eso que el problema de Crowne no es poca cosa. Lo mismo sucede con la historia de amor que presenta, a pesar de los mohínes y sonrisas característicos a los que nos tiene acostumbrados desde hace tres décadas Julia Roberts y que casi siempre cumplen su objetivo. Los dos son actores veteranos y tienen una pila de comedias románticas encima, con lo cual, deberíamos preocuparnos por la calidad de esta producción. Cuesta creer que Julia y Tom hicieran una película tan chiquita, a todo nivel. Está bien que sean buenos amigos en la vida real pero... aceptar así algo tan esqumático y burdo sin debatir el rumbo de la película? El guión parece ser el primer borrador de la idea, cosa que nos extraña viniendo de una guionista como Vardalos. A ver, sabemos cuál es la intención de Hanks, hacer una película simpática de autoayuda que pinte el negro panorama del empleo en blanco en su país y fortalecer su llegada con una simple historia de amor. Pero algo salió mal amigos, por alguna extraña razón los diálogos son casi robóticos y las emociones, brillan por su ausencia. No podemos decir que estos monstruos de la industria no saben actuar, no, para nada. Sin embargo, el director subestima la trama y la subordina al carisma de sus protagonistas, eligiendo una modalidad básica para acomodar su relato: el público se conecta con sus actores favoritos y festeja su devenir en pantalla por el solo hecho de disfrutar a sus viejos conocidos. Craso error: si bien nos encanta verlos a los dos en pantalla, la historia importa y el espectador puede darse cuenta cuando la narración carece de fibra. Hay una peculiar manera de narrar de Hanks que ayuda a que esto suceda, su cámara a veces parece la de un novato, elige planos abiertos en gran parte de la cinta y estos enfrían la pantalla y nos alejan de la acción, descuida la dirección de actores y ellos se vuelven cabezas parlantes repitiendo líneas sin sentido.... Encima, su protagónico es bastante primitivo y su ritmo de resolución de conflictos se asemeja (desde algún lugar, permitan mi licencia) a Forrest (Gump), por su inexpresividad y torpeza de movimientos... Estamos hechos. A Larry lo despiden del trabajo. El es jefe de sección en U-Mart y la razón para despedirlo es que no posee estudios universitarios. Sus jefes le dicen que él es el único que no ascendió en estos veinte años que lleva en la empresa porque no fue a la universidad. De hecho, lo convencen de eso! (cosa aberrante que suceda en una escena tan pobre como la descripta) con lo que Larry, (ex cocinero marine, divorciado y que vive sin siquiera una mascota por compañera) en una edad difícil (50) tendrá que encontrar rápido un trabajo para pagar sus deudas. Tiene muchas (cosa extraña porque lo vemos un tipo que gasta poco en él y su casa, está casi vacía de muebles) por lo que habrá que enfrentar el tema de la hipoteca que pende sobre su vivienda... Casi sin inmutarse, Forrest, digo, perdón, Larry, decide estudiar en un lugar cercano a su hogar. De esa manera estará preparado para decidir cómo entender su situación financiera en esta moderna y cruel América. Crowne irá a un centro universitario. Allí le recomendarán dos cátedras para salir del pozo: Economía (con un profesor oriental sistemático y egocéntrico) y Oratoria. La profesora de este último curso es Mercedes (Roberts), quien está casada con otro desempleado (ex profesor y escritor) y transita por sus días sin entusiasmo alguno excepto hacerse un margarita bien cargado al final de su trabajo. Su existencia es gris y ha perdido la pasión por enseñar, abrumada por los adolescentes de este tiempo. Su problema profesional es que le cuesta transmitir sus ideas a un grupo joven atravesado por los medios electrónicos y encima en su hogar, sufre que su inmaduro esposo no trabaje y ella sea la que tenga que pagar todas las cuentas. Larry Crowne, vale decirlo, es y parece grande para la universidad, así que cuando va a cursar, hace mucho contraste con su medio. A pesar de ello, logra rodearse de gente divertida (comandada por Talia, la ascendente Gugu Mbatha-Raw) y comienza a estudiar por primera vez en su vida. Eso sí, nada de ahondar en las razones de la crisis (no, eso sería demasiado), sólo veremos como Forrest (uy, sorry again, Larry digo) pasará de ser un sujeto fuera del sistema a otro activo, a todo nivel... Es increíble lo que cursar dos materias en la facultad puede hacer! Reflexión final: para ser una comedia social, no tiene profundidad. Para ser una romántica, no hay química entre Julia y Tom... "Larry Crowne" es sólo un boceto de algo que podría haber sido una buena idea. Su único mérito es la posibilidad de ver a estos dos taquilleros actores juntos (ya habían compartido cartel en la interesante Charlie Wilson's war) y ver su habitual repertorio de lugares comunes. Lo cual, para muchos no es poco. De hecho Julia sonríe mucho en la segunda parte y eso, les digo, vale una moneda eh! Segundo paso en falso para la carrera de Tom Hanks como cineasta. Ha demostrado ser buen actor y gran productor. Pero director, no. Debería ir a la universidad a estudiar cine, no? Después de todo, eso es lo que el recomienda para la solución de todos los problemas económicos que sufren los países desarrollados!!
El "Linterna Verde" de la peli es en realidad el segundo personaje con ese nombre que creó la compañía de comics DC. Es de los años 60 (el primero es de los 40) y tiene particularidades cósmicas retomadas en este filme. Hal Jordan es un piloto de aviones irresponsable que es elegido por un cuerpo de defensores del orden intergaláctico para portar el anillo del poder. Es el primer humano en esa condición debido a que los otros habitantes del universo desconfían de los pobladores del planeta Tierra. Pero será exactamente esa humanidad que porta el protagonista la llave para detener a un monstruo que, alimentándose del miedo de sus víctimas, espera dominar el cosmos. Con muy buenos efectos especiales y un relato simple, la película entretiene al plantear desde el principio la historia del personaje y su primera misión. Y si bien esa llanura argumental puede resultar inconveniente, en verdad ayuda a la comprensión del objetivo final: dotar al Linterna Verde de acá de valores que todo el universo luego celebrará.
Podría comenzar diciendo que este filme es uno de lo mejores ejemplos para ratificar ciertas cuestiones que sigan dando que hablar en relación al llamado séptimo arte. Claro que la variable de duda a transformar en certeza, no es directamente el cine, sino su funcionamiento como industria y negocio. Intentando aclarar el panorama, la pregunta del millón ¿Sigue funcionando el llamado Star System? De ser así ¿Actúa con y desde los mismos parámetros? Todo esto lo estoy pensando desde el lugar en que la película como narración, como historia, o como usted quiera llamarlo, no vale nada. Entonces sólo queda saber si el público responderá a las figuras de Tom Hanks, aquí en el triple rol de co-guionista, director y actor protagónico, y Julia Roberts como corotagonista. El primero, merecido ganador de varios premios de la academia de Hollywood, y la querida Julia Roberts que lo obtuvo una sola vez. Lo que intenta contar la película es la historia de reinvención de un hombre de alrededor de los 45 años que, habiendo sido el mejor empleado del mes durante 9 meses consecutivos en la empresa que trabaja, es despedido ante la primera necesidad de “reestructuración” de la misma, ya que él no tiene estudios universitarios y sus colegas con cargos similares si. Ídem, él es el fusible a reemplazar. Que hacer cuando la vida te juega una trampa de esta naturaleza. Creo que la única escena que vale la pena, de los 100 minutos que dura el filme, es esa en la que, con una imagen muy clara, nos muestra la situación afectiva por la que esta atravesando el personaje, extirpando el hecho de haber sido despedido. Es la escena siguiente al mismo acto de despido. Realizado con una sencillez abrumadora en un plano en el cual la dirección de arte se lleva todos los lauros, mostrando la ausencia de objetos determinados que establecen claramente la situación del protagonista. Eso es todo, créame no hay mucho más, a punto tal que sólo el personaje de Julia Roberts aparece con un buen diseño de construcción y desarrollo, hasta es ella la única que hace verosímil su personaje, en realidad podría decirse que es el único creíble. Tom hace bien lo que sabe hacer, actuar, Julia sale bien parada, el resto hace lo que puede en relación a las actuaciones, y de los rubros técnicos, nada nuevo bajo el sol. Pero vayamos más concretamente a la película y a la historia. Al pobre de Larry lo despidieron por no tener estudios universitarios, él alega haber estado 20 años en la marina de los EEUU. ¿Esto no vale nada? Podría a partir de este interrogante ponerme a filosofar (barato), a tratar de encontrarle la quinta pata al gato y decir que esto es en si mismo una gran critica, encubierta, pero critica la fin, a la moral de los yankees, ya que desde un tiempo a esta parte es sabido que las fuerzas armadas de los EEUU se va nutriendo de descendientes de latinos, asiáticos, africanos, como de jóvenes nacidos en esas latitudes y que, intentando obtener la ciudadanía del gran país del norte, encuentra en esta una buena forma de conseguirla, entregarle años al gobierno de la madre patria sirviendo en el ejercito o la marina. Debo volver al film, (repito debo volver al filme, debo volver al film….), es entonces que le aconsejan sus vecinos que se anote en los cursos de la universidad de la ciudad. Son cursos cuatrimestrales, ¿Eso alcanza? El bueno de Larry se anota en varios, uno de ellos es el de oratoria, cuya profesora es…. ¡Adivinó! Julia Roberts. Primer encuentro, miradas que se cruzan, instalación definitiva del género comedia romántica. La película se termina de desbarrancar por la total previsibilidad del desarrollo, todo lo que suceda, y no importa que, tendrá lugar en pos del único objetivo: reunir a estos dos seres. Aquí chocamos de frente con el gran problema del filme. El guión es malo, o al menos no esta trabajado, ni hay diálogos que sustenten una escena. A propósito, recuerdo algunos diálogos entre protagonistas como en “Shrek” (2001) o “La Bella y la Bestia” (1991), y estoy hablando de películas de animación para niños, con mucho humor e inteligentes. Eso no pasa en “Larry Crowne”. Para colmo de males, ese curso que le terminara cambiando la vida a Larry, aparecen un grupo de personajes secundarios, todos menos probables que el salariazo de Carlos I de Añillaco (no lo nombro, por las dudas, ¿vio?) Mientras estoy escribiendo estas líneas me aparecen otros tantos ejemplos cinematográficos que trataron el tema del despido o el desempleo, desde la comedia, como “Full Monty” (1997), o a partir del drama, como “El empleo del Tiempo” (2001), que me parece encarado desde la óptica de Tom Hanks hasta una falta de respeto al público. Si me apura le cuento que respecto a la citada escena que me gustó, ahora que lo pienso, ni siquiera es una escena, es sólo un plano, y no precisamente tarkoskiano. Me resta ver como responderá el público al llamado de las estrellas de Hollywood. No se que más decirle para convencerlo que no vale la pena perder el tiempo.
Propaganda contra la recesión Larry Crowne es la 2da película como director de la estrella del cine Tom Hanks, que creo se tomó unos antidepresivos antes de empezar a armarla y le dio para adelante. El 1er trabajo como director fue "That Thing You Do", comedia ambientada en los '60 que no fue una cosa de locos, pero nos divirtió y nos dio esa canción homónima que sonó en la radio y estuvo en los primeros puestos de varios rankings. En Larry Crowne, su inocencia y ligerez se cuadruplicó para entregarnos esta historia, que la verdad es bizarra y poco divertida... y no me refiero a bizarra cool, sino a simplemente bizarra y kitsch, como que no tiene sentido. Protagonizan el film una deslucida Julia Roberts y el mismísimo Tom Hanks, una pareja de ensueño que creó en el público expectativas que definitivamente no se terminan saciando, salvo por los 1ros 10 minutos del film y los últimos 20 que creo son interesantes y pueden tener algo de comedia o romanticismo, por lo demás... humo. Leí que en algunos comentarios positivos hacia la película se resaltaba la inteligencia de Hanks para proponer una estética de "cine clásico", de volver a las fuentes del sueño americano, de un manejo magistral de la historia... y la verdad que yo no vi nada de eso. Me pareció que del cine clásico no tiene ni una pizca, porque si bien era mucho menos cínico que el actual, estaba llevado a la pantalla con pericia, con una historia atrapante, y en Larry Crowne eso nunca pasa. Se propone personajes secundarios que son absolutamente al vicio y poco carismáticos, como Wilmer Valderrama (Dell) y Gugu Mbatha-Raw (Talia) que solo le aportan estupidez y ñoñez. Creo que la idea de la película es mucho más interesante que la película en sí. La temática es ciertamente atractiva, pero el desarrollo de la misma está desteñida por lo monótono de la narración. Larry sigue cocinando en el fast food de su amigo que le ofreció el trabajo sin la necesidad de ir a la universidad, por lo que todo el hecho de aprender Economía y Oratoria no sirvió más que para conocer a Mercy (Julia Roberts), una maestra alcohólica con poco carisma y ganas de vivir. Otra cosa... los cuernos están muy de moda en Hollywood. Toda las cintas románticas del año incluyen unos buenos cuernos a alguno de los protagonistas o son utilizados con una ligereza increíble... incluso como detonante de una reconciliación o nueva historia de amor con la volatilidad de una granada, donde cualquier momento de aburrimiento o crisis es bueno para cornear y enamorarse de otro/a. La verdad que no termino de darme cuenta que quizo decir Hanks con esta bazofia... me pareció muy aburrida salvo por algunos pequeños momentos, pesada y sin sentido. No me pude conectar con ningún personaje, ni siquiera agarrarle cariño u odio... simplemente indiferencia. No la recomiendo.
Quince años después de la adolescente Eso que tú haces, Tom Hanks dirige su segunda película, la muy adulta Larry Crowne. Esta vez es él mismo quien se hace cargo del protagonismo de la película en esta historia sobre las segundas oportunidades donde un simplón desempleado (Tom Hanks) encuentra el rumbo en la universidad y una maestra descreída (Julia Roberts) que recupera las ganas gracias al veterano entusiasta. Si su primera película estaba marcada por el homenaje a los inicios del rock y de la cultura adolescente, Larry Crowne se acerca ese Hollywood primitivo que buscaba consolidarse como industria ofreciendo al cine como escapismo del agobio diario de la crisis económica. Tom Hanks consigue una película optimista en tiempos marcados por un pesimismo absoluto.
Belleza Americana Sorprende, aunque no llama la atención demasiado, que una película como Larry Crowne reciba críticas tan lapidarias como las que está recibiendo. Sorprende porque es un film con ritmo, bien narrado, con buenas actuaciones, simpático y gracioso, clásico en su factura, que pone en evidencia personajes transparentes y que viven situaciones coherentes, con cambios en sus conductas que nunca suenan a cosa forzada por el guión. Se la puede acusar de liviana o excesivamente buena onda, pero hay en ello una explícita intención de Tom Hanks por construir una fábula artificiosa, por proponer una búsqueda de la belleza por encima de todo, alejándose del cinismo que impera en el cine contemporáneo. Por eso, es que no llama tanto la atención al fin de cuentas que el espectador actual -y el crítico- reciba con extrema frialdad una propuesta como esta: el film asegura que hay posibilidades de modificar los rumbos errados a partir de las buenas acciones y cierta acción comunitaria. Para aceptar lo que Larry Crowne propone es necesario dejar el cinismo en la puerta del cine y abandonarse a una película que, como el cine clásico, es cristalina y no esconde segundas intenciones, sin por eso ser una película lineal. Hanks (en su segundo film como director, luego de la igualmente ligera y amable Eso que tú haces), es el Larry Crowne del título, un adulto divorciado que luego de trabajar durante muchos años en una gran tienda es echado de su empleo por carecer de estudios universitarios. En plena crisis, Crowne decide tomar unos cursos en la universidad sobre oratoria y economía, y allí conocerá tanto a una joven que lo incluirá en una libertina banda de motociclistas como a una docente (Julia Roberts), con la que se terminará involucrando afectivamente. Larry Crowne, la película, se inscribe en el territorio de la comedia romántica, pero es mucho más que eso, y esa es parte de su inteligencia. Uno podría definir velozmente a esta película como una ingenua, blanda y blanca mirada sobre la realidad social de los Estados Unidos, y cómo se reafirma la idea de que siempre es posible salir adelante, en lo social como en el amor. Claro que eso no sería hacerle justicia al film y, por otra parte, hablaría un poco de nuestra pereza como críticos. Es evidente, porque la película es cristalina en sus intenciones y mecanismos, que el film es mucho más que eso, que lo romántico es apenas una de sus caras y que lo que Hanks quiere dejar en claro es que las cosas en su país no están bien, pero que es posible salir adelante con valor, coraje y las decisiones justas y precisas. Es un poco creer en valores que parecen hoy perdidos y que, para el actor y director, sería imperioso recuperar. En primera instancia, la película fluye muy aceitadamente. Eso se debe a que Hanks deja de lado cualquier intención de virtuosismo y expone el drama de sus personajes de manera precisa y clara: clásico. No hay diálogos de más y las cosas se resuelven por medio de las acciones o los objetos que aparecen en imagen (ejemplar es la escena en la que la docente echa de la casa a su marido; bastan sus bienes en la vereda y un pastel que estalla contra una puerta cerrada). Larry Crowne se inscribe en la lista de películas que dicen lo que tienen que decir, mientras nos distraen con las desventuras de un grupo de personajes. Pero en Hanks lo clásico no es sólo una manera de contar, sino también un espíritu que se apodera del relato. Por eso la película exige de parte del espectador un esfuerzo y un ejercicio: dejar de pensar en el mundo que está ahí afuera y aceptar el que nos propone el film. De ahí también que uno comprenda el fracaso en taquilla de esta película en los Estados Unidos: hoy por hoy son pocas las obras que piden un esfuerzo por parte del espectador y no dan todo masticado. Como el guión (del propio Hanks y Nía Vardalos) es tan perfecto, uno se termina creyendo como posible la aparición de esa banda de motociclistas buena onda que le terminan cambiando la vida a Crowne. Esto es bueno aclararlo: Hanks no dice que esto ocurra en la realidad, sino que nos pide amablemente que creamos en la ficción y en sus personajes imposibles. Y, también, que las soluciones que aporta no deben ser leídas linealmente con la realidad, sino que funcionan en las coordenadas del mundo exacerbadamente blanco que construye. Otro dato a tener en cuenta: no es el amor el que modifica al personaje, sino que sus modificaciones internas y externas son las que hacen posible el amor. No es poco para una comedia romántica. Pero hay algo mucho más interesante en Larry Crowne, y es cómo incorpora su mirada sobre el mundo, especialmente en este presente de crisis que viven los norteamericanos. Porque Larry Crowne es una película explícitamente norteamericana. No hay nada de ingenuo en el film, ni siquiera es naif. El tono, de comedia romántica, lo es, pero no sus ideas. El film es claro, preciso, punzante. Hanks propone una refundación de la nación, un volver a empezar de cero. Tiene bien claro que no hay un nuevo modelo de país si no se baraja y se da de nuevo. Por eso Larry pierde todo, incluso su casa y su barrio. Larry Crowne, la película, sabe que no hay forma de ganarle al sistema, más que salirse de él y apoyar un proceso de reconstrucción por otro lado: el discurso final del protagonista en el curso de oratoria es preciso en esa inclusión de todas las voces (incluso observemos que Larry toma dos cursos fundamentales para esa refundación: oratoria y economía). La película dice que los grandes logros están en los pequeños gestos y desde ahí se va construyendo, en una sumatoria de individuos que deciden libre e independientemente, incluso a través del placer y el hedonismo, una idea de país. Uno puede discutir y sentirse a disgusto con los valores que dicen sostener los americanos, pero no puede oponerse a la forma inteligente en que Hanks los imbrica con el relato. Por esta y por otras cuestiones, Larry Crowne es una película particular, mucho más compleja que la crítica en marcha automática ha querido ver. Mucho más, incluso, si agregamos que se preocupa muy poco en seducir a los espectadores de hoy. Si una película con dos estrellas como Hanks y Roberts en los 90’s hubiera sido un éxito asegurado, en la actualidad queda sepultada por una avalancha de adaptaciones de sagas literarias, superhéroes, efectos 3D y directores postmodernos que se las dan de inteligentes porque dejan un trompo girando y editan sus películas como si sufrieran Mal de Alzheimer. Hasta en eso es una película totalmente libre, alejada de los gurúes del marketing. Y si todo esto no alcanzara para justificarla, el final incluye un plano de Julia Roberts en el que gira su largo cuello, mira hacia atrás y sonríe mostrando la dentadura más perfecta que ha dado el cine en mucho tiempo. Esa es otra forma de la belleza que Hanks persigue en su segunda e interesante película como director.
Los tiempos cambian. Hay dos posibles maneras de interpretar Larry Crowne: una, como una comedia romántica simplona, una película de autoayuda. Larry Crowne es un cincuentón –se coquetea incluso con cierta ingenuidad exacerbada– al que despiden de su trabajo porque no tiene estudios superiores. Abrumado, y por sugerencia de un vecino, se anota en una universidad estatal en un curso de Oratoria en el que su profesora Mercy, una agria mujer interpretada por Julia Roberts, terminará cambiándole la vida. Él a su vez se la transformará a ella. Se enamoran, Larry encuentra trabajo; Mercy, la motivación perdida para dar clases. La vida te da revancha, hay que estudiar para ser alguien en la vida y el final es feliz. A pesar del buen ritmo narrativo, de la sonrisa de acero de Roberts, de lo ameno del relato, esa película es una tremenda pavada. La otra interpretación navega un poco más entrelíneas y es bastante más interesante. A Larry no lo despiden porque no fue a la universidad, lo echan porque, al no tener una educación superior, no lo pueden ascender, es un tipo de cincuenta años que tocó su techo, está sobrecalificado para su puesto y con él la estructura piramidal de la empresa se rompe. Es un problema de costos, y los tiempos cambiaron. La idea de que las cosas ya no son como eran se instala en ese mismo momento y, aunque al principio parece que se hará un rescate moralista de la educación como motor salvador de un estado de cosas, solo basta con ver a un repartidor de pizzas que aparece por ahí para darnos cuenta de que ese concepto no se sostiene. Bajo el disfraz de la banalidad de una historia sencilla, Hanks traza el devenir de una cierta clase media a la que el sueño americano se le aparece cada vez más como una pesadilla. Cuando Larry va al banco a pedir que le refinancien la hipoteca, una artificial empleada le dice que es imposible, su casa ya ni siquiera vale lo que debe y si hace tres años le hubiera dado medio palo a sola firma hoy apenas le puede ofrecer un café de cortesía. Ese hace “tres años” hace referencia al 2008 y es el comienzo de una crisis económica que azota sin que se sepa muy bien cuándo ni cómo va a terminar. Larry Crowne da cuenta de eso al dejarlo al protagonista poco más que en bolas y laburando de aquello a lo que se dedicaba veinte años atrás, y a Mercy separándose de un marido desempleado a la manera de quien se sacude el lastre, como si todo fuese un continuo comenzar desde el fondo. Tom Hanks construye un relato cruzado de puro realismo y liviandad romántica sin cargar las tintas en uno o en otro, dominando el equilibrio, solo hay que estar dispuesto a mirar más allá y dejarse llevar.
CABALLERO SIN ESPADA En su segundo largometraje como director, Tom Hanks muestra no sólo una calidad narrativa por encima del promedio, sino que además aporta una mirada lúcida sobre la realidad actual y reflexiona, con inteligencia y humor, acerca de los tiempos que corren. Tom Hanks en un actor inteligente. Quien no pueda verlo, simplemente no ha mirado con atención. Es propio de una aproximación apresurada el pasar por alto el talento de los grandes del cine norteamericano actual. Como director, Hanks ha demostrado ser también un artista con ideas y talento. Se ha mencionado mucho a Frank Capra alrededor de la figura de Hanks, y particularmente de esta película. Y lo cierto es que la mención es adecuada. Larry Crowne puede ser cualquier cosa menos una película pasatista y su mirada del mundo es lo suficientemente crítica y hasta oscura como para darle la categoría de película extraordinaria. El hombre común que interpreta Hanks es el mejor empleado que una empresa pueda tener, y aunque las cadenas de supermercados tienen mala fama, él se dedica con todo su ser a su tarea. Desliza su personaje una frase clave: “No sólo es la política de la empresa, es lo correcto”. Y así demuestra que es un personaje que no tiene la camiseta del lugar donde trabaja, sino la de hacer las cosas bien. La empresa, por otro lado, tiene distintos planes y Larry es humillado y dejado en la calle por un grupo de cínicos que están mejor ubicados en la empresa que él. Los universitarios lo dejan en la calle a él, que ha hecho siempre lo correcto, excepto prepararse en la universidad. Pero son épocas de crisis y para Larry, y por extensión para un país, y por extensión para el mundo, las personas comunes deben hacerse fuertes y volver a empezar. Película sobre las segundas oportunidades, sí; cuento amable sobre la capacidad de la gente para reinventarse, sí, también. Pero sobre todas las cosas Larry Crowne es un llamado a la rebelión, es una convocatoria al público para volverse fuerte, para abandonar el cinismo y prepararse para sobrevivir a las empresas y a los bancos. Larry Crowne ha quedado en la calle y para volver al ruedo elige dos caminos: una clase de oratoria, deseo expreso de comunicar de forma correcta. Y una clase de economía, para poder armarse frente a un sistema despiadado. Sin embargo Larry Crowne es una comedia, y no sólo una comedia, sino una comedia romántica. Es una película demodé, pero no por accidente, ni tampoco por error. Larry es calificado como alguien de “la década del 50”, y música de esa época escucha, y en esos años parece haber adquirido sus formas. Pero la película no es reaccionaria, no está enojada con los cambios del mundo, tan solo los describe con simpática ironía para finalmente mostrarlos con sus limitaciones y contradicciones. En las clases de economía el delirante profesor (interpretado por George Takei, el recordado Sulu de Star Trek) es claro con los celulares, que si bien son un valioso medio de comunicación, merecen ser limitados. Y no es una cuestión moralista lo que hace que Julia Roberts se enoje con su marido porque mira “porno” (son chicas en bikini) en Internet, sino la forma en que pierde tiempo en ese medio que tanto nos da pero tanto nos sigue quitando a diario. No sólo surgirá el amor con su profesora, sino que también Larry descubrirá un grupo de jóvenes que se convertirán en sus amigos. Estos jóvenes son – y así se llaman ellos mismos- una pandilla. Pero una pandilla en la que todos manejan scooters y se parecen más a Nanni Moretti que a una patota de motoqueros. Su saludo para incorporarlo al grupo es el chasquido de la pandilla de West Side Story. De esta manera se confirma la pertenencia de Larry a la década del 50, ya que la nueva generación es una película de los 60. Y esa pertenencia es también cinematográfica. Tom Hanks se siente cerca del cine de los 50, se identifica con el clasicismo narrativo que utiliza en su película, construyendo un relato perfecto, sin fisuras formales de ningún tipo. Con una ligereza que muestra que Hanks confía en sus ideas, la película es bastante dura y el final tiene la ambigüedad de los finales del cine de Capra. La victoria de Larry es moral, pero no termina en una mansión siendo el jefe de una gran empresa, sino empezando muy de abajo. Pero ha generado una red social, ha salido a la calle y se ha liberado de las imposiciones del sistema. Como Moretti, Larry viaja por la ciudad y es libre. Eso también es lo que ha ganado la libertad. Cuando su amiga le cambia el nombre lo apoda Lance Corona. Poniéndole en un solo nombre características de caballero andante y de rey. Eso es, después de todo, este pequeño hombre común que recibió un golpe del sistema y resistió y vivió para contarlo. Ese es el director Tom Hanks, tan ajeno a cualquiera de todas las formas de demagogias del cine actual, que emociona y enfervoriza verlo exponer tanta valentía estética e intelectual.
Dos grandes estrellas norteamericanas se han juntado para que uno de ellos, además, dirija el filme. Tom Hanks y Julia Roberts protagonizan esta comedia liviana, amable, simpática y algo leve. Con algo de romance y un poco de optimismo, este guión muestra cómo un hombre común, Larry Crowne, se ve obligado a replantear su vida cuando es prácticamente echado de su trabajo en un hipermercado en el que lidera un equipo. Súbitamente se encuentra con mucho tiempo libre, con problemas para pagar la hipoteca de su casa y sin tener claro qué hacer. Con la intención de darle un sentido a su vida, comienza a asistir a la universidad local, para suplir las carencias intelectuales que generaron su despido. Para su sorpresa, su profesora de oratoria es nada menos que Julia Roberts, una mujer desapasionada, que ha perdido las ganas de enseñar, además de sentirse atrapada en un matrimonio que parece sin rumbo. Coguionista, protagonista y director de Larry Crowne, Hanks escribió el guión en conjunto con Nia Vardalos (Mi gran casamiento griego). Habiendo debutado como director y guionista en 1996 con “Eso que tú haces”, Hanks tuvo siempre en mente a Roberts, amiga suya desde hace mucho tiempo, para interpretar a la coprotagonista. Y una vez que ella aceptó, completó el elenco con un mix de amigos e intérpretes en ascenso, incluyendo a Pam Grier, George Takei y Rita Wilson (su esposa en la vida real). Es interesante el planteamiento de la trama, esto de ver lo que le podría pasar a un hombre en sus 50 obligado a empezar de nuevo en un momento de su vida en que no lo imaginaba. Entretenida y simpática, la película propone algunos tópicos que podrían explotarse más (desempleo, autosuperación, soledad) y no pasa nada con todo eso. Se va para otro lado, válido, pero menos valioso... El track "Calling America" de Electric Light Orchestra acentúa el mensaje esperanzador de este amable intento de Hanks de entregar una historia chiquita y disfrutable.
La propuesta es irresistible: dos figuras muy populares y un paso de comedia romántica en torno a dos personajes que andan por los 40, con una existencia en crisis. Larry Cowne es un hombre común, obligado a reciclarse cuando la recesión lo deja sin trabajo de buenas a primeras. Con mucho tiempo libre, acuciado por las deudas, decide inscribirse en la universidad local y recomenzar de cero. Conoce nueva gente y acaba enamorándose de su profesora de oratoria, Mercedes Tainot, mujer que, con los años, ha perdido su pasión por la enseñanza y por su propio marido. Larry es un optimista aunque vengan degollando, y juntos van a emprender un camino inesperado, cargado de sorpresas. Algo les dice que no todo está perdido. Película ideal para parejas de mediana edad. Responde a una receta comprobada, pero se ve con agrado. Los intérpretes ayudan bastante. Nada original, pero simpática y eficaz. La Roberts, como siempre, prodiga su sonrisa.
A-BU-RRI-DA! Larry Crowne (Tom Hanks) es un hombre de mediana edad que, tras ser despedido de su trabajo, quiere dar un nuevo rumbo a su vida. A pesar de tener graves deudas, Larry decide volver a la universidad a estudiar, donde comienza a enamorarse de una atractiva profesora, Mercedes Tainot (Julia Roberts). Desafortunadamente no sólo a Estados Unidos llegó la crisis, sino también a los guiones y queridos actores de Hollywood. “Larry Crowne” tiene una propuesta interesante, actores reconocidos y un resultado bastante malo para aquella combinación. Esta película de auto superación, con tintes de comedia romántica, nos cuenta la vida de un entusiasta trabajador de un hipermercado al que le ha dedicado 20 años de su vida, desde que abandonó su puesto de cocinero en el ejército. Ante la crisis norteamericana, y por no tener título universitario, es despedido sin más razones. Con muchas deudas, y a punto de perder su casa hipotecada, Larry se inscribe en un curso de oratoria en la universidad donde conocerá a la profesora Mercedes Tainot (Julia Roberts). Como les decía, era una propuesta interesante, muchos caminos por recorrer y muchas aristas a las cuales hacer frente a la hora de hablar de un hombre que debe replantearse su vida a los 50 años y retomar la vida universitaria. Y creo que ese es el problema fundamental de “Larry Crowne”, muchos detalles a los que dar cuenta, y muy poco énfasis en el género de comedia romántica. Los personajes construidos tanto por Hanks, como por Roberts, no llegan a conmovernos y por momentos “Larry” nos recuerda a algunos pasajes de “Forrest Gump”. Por suerte, cuentan con personajes secundarios que ayudan a fortalecer algunos momentos y le aportan cierto aire cómico al filme. Por otra parte, la historia de amor se funde en los intentos de conocer los personajes, más que en la química que irradian sus miradas. Es casi nulo el acercamiento que tenemos entre Larry y Mercedes, y para aquellos que esperábamos ver una comedia romántica nos deja con sabor a poco. Tom Hanks dirigió, protagonizó, produjo y co-escribió esta película (junto a Mía Vandalos de “Mi gran casamiento griego”). Una película que intenta ser un canto a la alegría y a las ganas de continuar con la vida, de las segundas oportunidades y de lograr lo que uno se propone, pero que termina aburriendo en muchas oportunidades y perdiéndose en el intento. Debemos esperar otros 15 años para que Tom Hanks decida dirigir otra película si es que, después de esta, decide volver a dirigir.
A esta película habría que cortarle 10 minutos del comienzo y 5 del final. Lo que queda en el medio es una "linda historia" de amor a cierta edad o dentro de determinado contexto. Pero realmente uno se pregunta que tiene que ver lo que pasan en el arranque, y menos se entiende ese final de película argentina de los 70. Y obviamente la gente entra con grandes expectativas por ver a estos dos monstruos actuando, y la película no está a la altura de esas circunstancias. Ese es el mayor problema. Para ver en un micro a la costa, en pleno verano, está bien, pero por el resto no cumplirá para los más exigentes. Tom Hanks y Julia Roberts interpretan a los personajes que se hicieron a sus medidas, por lo que lógicamente está bien. Es una comedia chiquita más... si uno entra sabiendo eso, y tapándose los ojos frente al poster, está bien.