Cazar en el espacio En su nueva realización el inquieto Daniel Espinosa se juega por un enfoque basado más en el desarrollo de la historia y sus personajes que en la pompa de los CGI y la espectacularidad por la espectacularidad en sí. Life (2017) funciona como un refrito humanista y muy entretenido de Alien (1979), aquel maravilloso mojón de Ridley Scott… ¡Qué bien que le hacen al mainstream propuestas como Life (2017), obras que no sólo colaboran en la diversificación de la oferta cinematográfica sino que asimismo ayudan -por su garra y convicción- a que se produzcan más películas similares, léase de ciencia ficción y terror de gran presupuesto! Considerando los estrenos de los últimos meses, pareciera que Hollywood de a poco está volcando su interés hacia la heterogeneidad y dejando de lado en parte los films orientados exclusivamente al público adolescente y los adultos aniñados, circunstancia que celebramos y en la que el cineasta sueco Daniel Espinosa viene aportando su “granito de arena” desde que fuera incorporado al sistema de los grandes estudios norteamericanos luego del éxito internacional de Easy Money (Snabba Cash, 2010), donde realizó Protegiendo al Enemigo (Safe House, 2012) y Crímenes Ocultos (Child 44, 2015). Aquí el director vuelve a reinventarse y consigue un trabajo que se ubica en el mismo nivel cualitativo del interesante thriller protagonizado por Tom Hardy: hablamos de una versión aggiornada de Alien (1979) y de todo ese linaje de seres espaciales animalizados y/ o inteligentes en línea con las criaturas de It! The Terror from Beyond Space (1958) y Planet of the Vampires (Terrore nello Spazio, 1965). En esta ocasión las pobres víctimas no son siete sino seis y la nave mercante se transforma en una estación de investigación, a la que llega una sonda con muestras de la superficie marciana para ser cotejadas por la tripulación. Por supuesto que se descubre vida extraterrestre y en un primer momento todo es algarabía hasta que el organismo de turno, una especie de molusco lovecraftiano que aumenta de tamaño sin parar, no soporta más el manoseo insistente de los humanos y comienza a cazar. El guión de Paul Wernick y Rhett Reese es sencillo e incluye un puñado de diálogos algo acartonados pero resulta de lo más cumplidor en lo que respecta al encadenamiento de fatalidades en un ambiente cerrado, curiosamente evitando los estereotipos principales de esta clase de relatos (la desconfianza mutua entre los personajes y las rencillas arrastradas a través del tiempo) y construyendo un núcleo narrativo centrado en la hermandad y el compañerismo (algo así como el extremo opuesto de los clichés -ya señalados- que sofocan al cine contemporáneo, un panorama que también nos reenvía a Alien y a esas muertes que sí se lloraban en función del vínculo laboral/ afectivo entre los protagonistas). En este sentido el elenco está muy bien, con Jake Gyllenhaal y Ryan Reynolds a la cabeza, y todos saben cómo ponerle el pecho a las calamidades en un contexto de turbación y claustrofobia. Más allá de la colección de escenas prodigiosas, como por ejemplo la toma secuencia del inicio símil Gravedad (Gravity, 2013), la huida de la criatura del laboratorio y todo el desenlace en su conjunto, lo cierto es que la película es muy pareja y esto se debe a la destreza de Espinosa a la hora de inyectar en la historia un nerviosismo de tono humanista, sanamente apegado a los personajes y su devenir. El diseño minimalista de las cabinas, los controles y hasta del extraterrestre está en consonancia con lo anterior y magnifica la voluntad del film de restituir el marco mundano al emporio de la ciencia ficción y el terror, en detrimento de esa tendencia insoportable orientada a saturar todo con artificios digitales y explosiones. Si bien se posiciona lejos de las cúspides del cine de género, Life transita el camino correcto y es respetuosa para con la inteligencia y la sensibilidad del espectador…
LO QUE MATA ES LO DESCONOCIDO Daniel Espinosa (Child 44, Safe House) regresa a las pantallas con Life, un film para los amantes del SCI-FI y los nostálgicos de Alien (Ridley Scott). Una película que explora las consecuencias de las investigaciones en campo que conllevan a la inevitable consecuencia de la alteración de los micro climas, en este caso el de la Estación Espacial Pelgrim. Un grupo de astronautas está de regreso a la Tierra con una muestra biológica de Marte, pero una tormenta de basura espacial avería el brazo donde estaba siendo transportada y los tripulantes deben rescatarla antes que el equipamiento se desprenda de la nave. Una vez dentro de Pelgrim, la muestra comienza a ser estudiada hasta que la pequeña mono célula se convierte en el séptimo pasajero, ese del que hay que huir. Espinosa se la juega y pone a Miranda North (Rebecca Ferguson) al mando de la Estación. Una mujer rusa a cargo de la misión quien pone en juego su vida a merced de salvar la de toda la humanidad. Las posiciones existenciales de los astronautas son un punto interesante para discutir, pues cada uno cumple un rol fundamental para el desempeño de la estructura dramática. Pero el guión es débil, y muy a pesar de cada una de estas representaciones, el film cae en el cliché en reiteradas oportunidades. Si bien Life no deslumbra, el film logra re visitar tópicos característicos de su género, introduciendo climas de thriller y algunas escenas de horror en las que la sangre brota de los cuerpos al ritmo de la gravedad cero. Además, como buena película de ciencia ficción presenta la tecnología del futuro y es aquí donde falla porque tal vez se esperaba un mayor despliegue a nivel arte y escenografía. El diseño de la nave no innova, así como tampoco lo hace el diseño del marciano. Sin embargo, la dirección de fotografía es destacable en un intento por emular aquella que ya mostrara Tarkovsky en su bellísima Solaris (1972). LIFE: VIDA INTELIGENTE Life. Dirección: Daniel Espinosa. Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Ariyon Bakare, Rebecca Ferguson, Ryan Reynolds, Olga Dihovichnaya y Hiroyuki Sanada. Fotografía: Seamus McGarvey. Montaje: Mary Jo Markey y Frances Parker.
Calvin, el séptimo pasajero. No se le puede negar eclecticismo a la carrera del sueco Daniel Espinosa. Desde su país natal al arribo en Hollywood con dos títulos como Protegiendo al enemigo y Crímenes ocultos, fue del drama, al thriller y la acción; cierto, con resultados dispares. Con Life: Vida Inteligente se asoma a la ciencia ficción y el terror, y más allá de algún clima claustrofóbico, cuesta encontrar un rasgo común entre sus trabajos. Película por encargo, que en su momento se especuló podría ser una precuela (al estilo Prometeo) para una futura película de Venom (si, el de El Hombre Araña); se entiende que es una película chica, que no tiene ninguna aspiración de quedar en la panacea del género. Sin embargo, desde esa humildad, logra mejores resultados que varias de las que prometían más. Escrita por Rhett Reese y Paul Wernick, el dúo detrás de Deadpool y Zombieland, quizás sea por ahí donde deba buscarse el estilo del film, pochoclero y al grano. Seis personajes, científicos cada uno de una rama distinta, de países diversos, se encuentran en la base espacial Pilgrim que ha conseguido orbitar en el Planeta Marte y traer una muestra celular de lo que pareciera ser la prueba de vida extraterrestre. El grupo heterogéneo convive entre sí, hay quienes hace más tiempo que están en la base, hay quienes quieren regresar con sus seres queridos, y quienes quieren seguir investigando. La muestra que capturan es un ser unicelular, que responde a los estímulos, y evoluciona cuando se le crea un hábitat de vida. Todo marcha a la perfección, tienen la orden de analizarlo en el espacio sin regresar a la Tierra hasta no estar seguros de los resultados; y hasta el espécimen recibe un nombre, Calvin, puesto mediante un sorteo de escuelas primarias. Algo sucede, sino no habría película, un descuido hace que Calvin se sienta en peligro, que sienta la necesidad de sobrevivir, descubriéndose que es más inteligente y menos adorable de lo que parecía ¿Cuáles son los peligros? Claro, los humanos, a los que debe eliminar de uno en uno. El primero que dijo Alien se llevó un premio. Eso es lo que hace los clásicos, crean un patrón que después tratarán de seguir muchísimas películas. Life es tan deudora de Alien como lo era Event Horizon, Lifeforce, o hasta Creature. La línea de un grupo de astronautas aislados en el espacio y una amenaza que los acecha de a uno dejándolos prácticamente indefensos, es casi inevitable de no ser comparada. Lo interesante de este film es que lo admite. Si bien hay escenas que parecen hasta calcadas, Life no replica esa atmosfera oscura, tétrica, y hasta resulta menos encerrada. Cada personaje tiene su función y sus características particulares, por lo que no constará empatizar con ellos. Con un primer tramo más abocado a lo científico, y por consiguiente más explicativo y lento; el ritmo se sostiene y nos prepara para una segunda parte de muchísima tensión, que no escatima en sangre y alguna sorpresa. Los personajes están bien construidos, y hasta Calvin, que no es más que un molusco, tiene personalidad; quizás este sea su aporte distintivo, la inteligencia mortífera de su criatura. El rubro actoral encabezado por Jake Gyllenhaal, Ryan Reynolds, Rebecca Ferguson, y Olga Dihovichnaya, se muestra correcto, con química, y solvente para lo que pretende esta propuesta. Life por momentos explica en palabras lo que se entiende en acciones, y sí, tiene un tufillo a “esto ya lo vimos”. Pero no puede negarse su efectividad, acapara nuestro interés y lo sostiene con el suficiente vértigo – gran aporte en la musicalización de Jon Ekstrand – hasta el final que no por previsible es menos disfrutable. Conclusión: Mejores historias ya han sido contadas en el cine, y Life se adapta a ellas para entregar una película muy divertida, con terror, algo de dramatismo, ciencia y acción. Para pasar poco menos de dos horas aferrado a la butaca y con el balde de pochoclos cerca está más que bien. ¡Cuidado con los sobresaltos que no se nos caiga la gaseosa!
Los tripulantes de una enorme estación espacial están en plena misión de recolectar muestras del suelo de Marte, para experimentar y verificar si hay rastros de vida en dicho planeta. Luego de que milagrosamente se puedan hacer con dicha muestra, un científico a bordo logra lo impensado: dar vida a una célula encontrada. Pero dicho descubrimiento se torna mortal cuando el nuevo organismo crece a pasos agigantados y se muestra hostil. Ahora los astronautas deberán exterminar al marciano, o evitar a toda costa que llegue a la Tierra. Hoy nos toca hablar de Life: Vida Inteligente, un film que desde el tráiler y su premisa lo único que hace es recordarnos a Alíen: El Octavo Pasajero; y que por desgracia dicha comparación va a tirar por tierra todo lo bueno que le puede llegar a proponer Life: Vida Inteligente al espectador. Un extraterrestre, una tripulación encerrada en una nave espacial y por ende no pueden escapar ni pedir ayuda, mucho menos intentar volver a la Tierra con la criatura con ellos. Si el guión escrito por Rhett Reese y Paul Wrnick no parece una oda a la originalidad, pero este redactor les plantea la siguiente pregunta ¿Qué el film se parezca a un clásico de la historia del cine, ya de forma inmediata se vuelve malo? ¿O se puede disfrutar igual pese a todas las similitudes? En la opinión de quien les escribe; si, se puede pasarla bien en el cine viendo algo que no deja de ser la versión moderna de una cinta que ya conocemos y que para colmo es clave en su género. Eso sí, con pasarla bien o disfrutar no les decimos que estamos ante una obra maestra; sino ante un film que cumple, se hace llevadero y ya. En gran parte esto es por el elenco, compuesto por varios actores que ya demostraron su talento en otras producciones, y pese a que acá no están brillantes, logran sacar sus personajes de forma eficiente; destacando en especial Rebecca Fergusson (a quien por lo visto le calzan mejor estos roles de armas tomar que los dramas), y Jacke Gyllenhaal, quien parece que todo personaje que le toca hacer estos últimos años le sale bien. Otro factor a destacar es la música compuesta por Jon Ekstrand, quien es perfectamente usada por el director Daniel Espinosa. Es una lástima que su dirección en si no esté a la par, siendo bastante normal y sin destacar en nada; perdiendo la oportunidad de jugar con el fuera de campo y las imágenes subjetivas. Life: Vida Extraterrestre es un film para nada original, pero que aún así se las arregla para entretener lo suficiente como para justificar una entrada al cine. El espectador ya sabe que verá algo similar a la primera entrega de Alíen, así que queda por cuenta de ustedes ir a las salas o no.
Después de “Gravedad” y “Pasajeros” y dos meses antes de la llegada de la nueva Alien de Ridley Scott, llega esta novedad que abreva de todas las anteriores para armar un combo de terror, ciencia ficción y suspenso en el espacio. Tiene el clima claustrofóbico de una nave de seis tripulantes que primero se arriesgan para salvar una muestra de suelo marciano. Después se emocionan hasta las lágrimas al descubrir que pueden reanimar a un ser unicelular que se reproduce, pero con cada una de sus células capaces de hacer todas las funciones. “Calvin” así llaman al engendro pasa de ser rápidamente una curiosidad a convertirse en una estrella de mar gelatinosa que solo quiere crecer a costa de cualquier cosa. Muchas puntas del argumento son desaprovechadas. Desarrollar un poco mas a los personajes, dar algunos respiros a la acción (considerando que los guionistas son los mismos de “Deadpool” y “Zombieland”) sacarle mas provecho a algunos encuentro con el extraterrestre. Tiene a favor un sostenido suspenso y un final con vuelta de tuerca.
El argumento es simple y conocido: una tripulación conformada por seis científicos, es enviada en una misión espacial para comprobar si hay indicios de vida en Marte. Y el resultado es asombroso, entre las muestras de tierra provenientes del planeta, descubren y reaniman a un organismo viviente. Lo que en un principio parece inofensivo y experimental, poco a poco se irá transformando en un verdadero infierno. Una forma de vida, del tamaño de un dedo, irá creciendo y adquiriendo una fuerza descomunal, a la par que evolucionará su inteligencia. Es inevitable encontrar en esta historia reminiscencias a la cinta de culto Alien, el octavo pasajero, en la que un monstruo extraterrestre aniquilaba uno a uno los ocupantes de una nave espacial. Las similitudes son varias, hasta su construcción formal: un thriller agobiante, terrorífico y letal. Quizá la diferencia radica en que Life indaga más en la psicología de sus eclécticos protagonistas. Un doctor melancólico que rechaza a nuestro planeta y encontró “su lugar” en el espacio (Jake Gyllenhaal); un científico ambicioso, al estilo Frankeistein, que considera a sus creaciones y hallazgos más importantes que su propia vida (Ariyon Bakare); un experto en sistemas (Hiroyuki Sanada) que asiste al parto de su esposa a través de las imágenes de un ordenador y una joven médica (Rebecca Ferguson) apasionada por su profesión, son parte de los personajes que aportarán a la historia conflictos cotidianos y terrenales. Un entramado complejo que trasciende a seres motivados solo por la pura acción. En una declaración, Espinosa ha referido que una de sus tantas influencias en este film fue Solaris de Tarkovsky. Si bien ambas películas tienen en común el motivo del espacio, así como ciertos climas contemplativos que, por momentos, logra concebir el realizador, difiere mucho del aquel discurso filosófico y moral que desarrollaba el genio ruso. Para Tarkovsky el género era una excusa, en Life es un atributo. Mientras todo marcha a la perfección, los habitantes del universo Life levitan en el espacio con cadencia y elegancia. Cuando la situación se comienza a degradar y se escapa de las manos, el andar gravitatorio se vuelve tosco y nervioso, como también la narración del film. In crescendo se generará una atmósfera asfixiante y pavorosa. Al igual que los protagonistas, nos quedamos sin oxígeno ante un exponente de ciencia ficción, que si bien no aporta ningún componente especial al género, recrea con dignidad buena parte de sus tópicos.
El octavo pasajero sigue dando de comer. Remake no declarada de Alien, la película dirigida por Daniel Espinosa se conforma con imprimirle ritmo a la aventura espacial. Si el guionista y Dan O’Bannon aún viviera, los responsables de Life: Vida inteligente, dirigida por el sueco Daniel Espinosa, le deberían algunas explicaciones (y unos cuantos dólares). Es que los puntos de contacto entre la historia que acá se cuenta y la que en 1979 filmó Ridley Scott en Alien: El octavo pasajero, con guión de O’Bannon, son enormes. En ambas una misión espacial se ve expuesta al contacto con una forma hostil de vida extraterrestre, que termina ocultándose en la nave y que en su frenética lucha por sobrevivir acaba liquidando a cada uno de los tripulantes. O no a todos. Lo único que apenas cambia de una película a la otra son los detalles y, claro, la eficacia con que uno y otro director manejan los recursos que la historia (u O’Bannon) ha puesto a su disposición. No es la primera vez que el modelo Alien es replicado. De hecho la estructura imaginada por O’Bannon es básicamente la misma que había usado en la comedia negra Estrella oscura (1974), su primer guión, que es además la ópera prima de John Carpenter, uno de los maestros en el arte de enclaustrar a sus personajes en la lucha por sus vidas. Sin ir más lejos el propio Carpenter utilizó el mismo plot en El enigma de otro mundo (1982), cambiando el aislamiento espacial por una base en la Antártida, pero contando básicamente la misma historia que O’Bannon en Alien. Volviendo a Life, ciertos detalles establecen diferencias tan sutiles como irrelevantes, que no hacen al fondo pero sí a la forma. Mientras en la película de Scott se trataba de una misión en un espacio y un futuro remotos, acá la acción se traslada a una estación espacial que orbita la Tierra en un tiempo que podría ser el presente. Esas dos distancias, la del tiempo y la del espacio, no son menores, ya que dicha proximidad podría traducirse potencialmente en una mayor empatía por los protagonistas, en tanto los hechos se convierten en una amenaza directa para el planeta. Sin embargo, aún con esas distancias, si en algo conseguía ser exitosa Alien era en transmitir la inminencia del miedo que sus personajes atravesaban, a partir de conseguir que los siete tripulantes del Nostromo, su nave, se convirtieran para el espectador en un avatar de la humanidad. Esto era posible porque Scott tuvo la inteligencia de permitir que en su tripulación hubiera lugar para el heroísmo tanto como para la cobardía, la nobleza o la miseria, forjando un abanico de conductas que conjura la amplitud de lo humano. En su lugar la tripulación de Life, que son seis en lugar de siete, está integrada sólo por héroes. Todos en algún momento son capaces de pensar en el otro antes que en ellos mismos, hecho que se termina traduciendo en el heroísmo supremo de dar la vida para salvar la humanidad. Pero Espinosa tiene la mala idea adicional de subrayar algunos momentos con una banda sonora demasiado obvia e insistente, que se dedica a destacar este carácter heroico y otros sentimentalismos. Ni hablar si se piensa el asunto como una guerra de criaturas. Life apuesta a presentar una forma de vida con la que inicialmente se pueda empatizar, incluso simpatizar, para romper de golpe ese contrato de confianza. Una criatura con un diseño más bien realista, especie de estrella de mar o molusco que se va deformando a medida que sus maldades aumentan, pero que difícilmente cause terror a primera vista. En cambio, tal vez no vuelva a haber en la historia del cine una monstruosidad con la capacidad de aterrar y fascinar al mismo tiempo como la que demostró la creación que el suizo H. R. Giger realizó para la película de Scott. Además Espinosa nunca maneja el fuera de campo con la inteligencia que aquel demostró en Alien. De hecho el concepto de fuera de campo parece por completo ajeno al modelo narrativo de Life, en donde todo ocurre siempre más o menos dentro del plano. Si a pesar de todo Espinosa logra hacer de Life una propuesta entretenida es por un buen manejo del ritmo, el despliegue visual, el aprovechamiento kinético y dramático de la gravedad cero y, sobre todo, porque la idea de O’Bannon no ha dejado de ser atractiva. Pregúntenle sino a Scott, que antes de fin de año regresa a la saga Alien con el estreno de Covenant, que a juzgar por el trailer parece más un remake disfrazada que una película nueva.
Thriller espacial con poca chispa Un poco de Gravedad y mucho de Alien. Una tripulación de seis en una misión ambiciosa, más una rata gorda y blanca. El octavo es una "forma de vida de Marte", a la que se bautiza -desde la Tierra- como Calvin. Thriller espacial que se va poniendo cada vez más viscoso, Life: vida inteligente -un título local que ya no da ni para el chiste- es ese tipo de películas de género que Hollywood antes, en los 70 y parte de los 80, sabía hacer con mayor oficio. Cuando se sabía narrar con más ritmo, cuando no se ahogaba tanto a las películas con frenos y arranques cualunquistas, cuando no había necesidad de explicar de más lo que ya estaba claro, cuando no había tanto interés por hacerse el vivo con un final tramposo, cuando se abusaba menos de la música. Lo más penoso es que detrás de los defectos, más allá de las taras exhibidas, en esta película del director sueco Daniel Espinosa hay segmentos que funcionan con una tensión clara, con un armado de suspenso nada desdeñable. Son los inicios de la amenaza, cuando hay sustento en la progresión dramática, cuando cada escena es una continuación lógica de la anterior, cuando hay cohesión. Son los momentos más concentrados en términos de superficie, cuando hay menos metros cuadrados como escenario, cuando las preguntas que nos hacemos tienen más que ver con el destino de los personajes y sus relaciones que con el paradero de la lógica y la consistencia narrativas.
El séptimo pasajero En esta suerte de Alien descafeinado, una criatura acecha a seis astronautas en una estación espacial. Seis astronautas atrapados dentro de una estación espacial con una peligrosa criatura marciana suelta por ahí, al acecho para devorarlos. Cualquier parecido con Alien no es pura coincidencia: el planteo básico de Life es el mismo. Puede decirse que es injusto comparar a cualquier película con una obra maestra, porque siempre saldrá perdiendo. Pero aquí es inevitable: Life se propone ser una Alien actualizada, según se ve y admitió su propio director, el sueco-chileno Daniel Espinosa. Lo que consigue es un producto digno, con cierta cuota de suspenso, buena fotografía y efectos especiales, pero que no deja de ser una versión descafeinada de la icónica creación de Ridley Scott. Lo mejor de Life hay que buscarlo por el lado de la recreación de la infinidad abismal del espacio, esa negrura salpicada de estrellas a la que se asoman los protagonistas. También en los desplazamientos: el realismo es tal que se reproduce la ingravidad, con los astronautas flotando de aquí para allá no sólo afuera, sino también puertas adentro de la estación. Es decir, la tecnología de la última camada de películas espaciales funcionando a pleno una vez más. Esto está acompañado por giros de las cámaras que marean y acentúan la sensación de estar ahí, levitando junto a ellos. Nada que no se haya visto en, por ejemplo, Gravedad, pero que es, de todos modos, eficaz. Los problemas surgen cuando escarbamos más allá de lo visual. Porque todo es bastante previsible (incluyendo un giro que intenta ser sorpresivo). Y como lo que hacen estos United Colors of Benetton espaciales (hay de varias nacionalidades, sexos y colores) es bastante técnico, los guionistas temieron que nos quedáramos afuera y, así, con la excusa de que están todos intercomunicados, los personajes van narrándonos cada uno de sus movimientos. Un relato molesto, explicativo hasta el cansancio, perjudicial para el clima de nervios que se pretende crear. En el medio, como para darle espesura a la cuestión, se entremezclan un par de frases “profundas” sobre la lucha por la supervivencia, la vida en la Tierra y el espacio, ese espacio que, por ahora, sigue teniendo a Alien como su habitante más terrorífico.
Si lees la sinopsis de Life o mirás el trailer es imposible que no recuerdes de inmediato Alien, de Ridley Scott, debido a que ambas producciones comparten premisas muy parecidas. Aunque esta relación podría haber resultado negativa, ya que la obra de Scott es difícil de superar y se hicieron muchas copias malas en el pasado, el director Daniel Espinosa sorprende con una producción muy entretenida que fusiona a la perfección la ciencia ficción con el terror. Life consigue atraparte con su conflicto desde los primeros minutos y hasta el final se vuelve un thriller fascinante por el gran dominio del suspenso que tiene su director y el reparto que reunieron que es estupendo. Espinosa presenta a los personajes de un modo muy dinámico y las acciones que emprenden siempre se desarrollan dentro de un realismo lógico. No hay escenas absurdas ni secuencias de acción extravagantes y esto le otorgó a la película un marco dramático interesante. La gran virtud de esta producción es que trabaja una premisa extremadamente sencilla y la convierte en un sólido thriller que ofrece un buen entretenimiento. No esperen encontrar una obra de ciencia ficción de la complejidad de La llegada o Interestellar, por citar estrenos recientes, ya que el tono del film va por otro lado. Sin embargo, como propuesta de suspenso y me atrevería afirmar también, como película de terror, Life es una muy buena opción que se puede tener en cuenta.
Life: vida inteligente tiene un grave problema: es una película que ya vimos y que fue imitada muchas veces. Su nombre es Alien, se estrenó en 1979 y fue dirigida por el maestro Ridley Scott. Se me hace que cuando se craneó el film que aquí nos ocupa quisieron mezclar esa fórmula con Gravity (2013). Y en teoría la idea no es mala pero lo que ocurrió es que todo es demasiado previsible. Ojo, Life: vida inteligente no es mala. De hecho entretiene bastante, pero es imposible no adivinar muy fácil lo que pasará secuencia a secuencia e incluso el final. El director Daniel Espinosa, quien viene de un muy buen thriller (Child 44, 2015) hace un buen laburo pero por imitación hacia sus colegas. No hay nada novedoso en cuanto a puesta y planos en este film. Respecto a lo actoral, hay un buen rejunte de estrellas y talento pero ninguno de los papeles da como para que alguien se luzca. Ni siquiera en acciones físicas. Ryan Reynolds intenta poner una cuota de humor que parece de otra película y Jake Gyllenhaal parece que no tiene ganas de nada más que cobrar el cheque. Tal vez la que está mejor es Rebecca Ferguson en las emociones que demuestra su personaje. Pero el destacar este trío hace que se deje en evidencia que el resto del cast pertenece cada uno a una etnia distinta (sin latinos claro) aunque la excusa de una estación espacial internacional sea buena. Sin spoilear no hay mucho más que se pueda decir sobre esta producción aunque, justamente ahí falla muchísimo porque no hay sorpresas, tal como escribí más arriba. En definitiva, Life: vida inteligente es una película que entretiene pero que carece de total creatividad y vuelo artístico. Si no vieron ni Alien ni Gravity les parecerá un gran film, el resto del público no gana nada.
Durmiendo con el enemigo Un impasse en la producción de películas aún no determina al “enemigo”, debatiéndose si serán mexicanos, latinos, rusos, chinos -o quien sabe quién- el nuevo foco del odio y racismo fílmico propagandístico de la era Trump. Mientras tanto Hollywood vé nuevamente en el espacio y los “marcianos” la amenaza latente. Es así como una propuesta como Life: Vida Inteligente (Life, 2017) reaviva la pasión por películas en las que el infinito y el más allá, enmarcan un relato en el que el profesionalismo de los protagonistas, una serie de científicos y astronautas, está acosado por un ente extraño al grupo, que diezma el lugar en que se encuentran, sin posibilidad de escapatoria. El director Daniel Espinosa es el encargado de conducir los destinos de la Estación Espacial Internacional en la que seis pasajeros de diferentes orígenes, interpretados por Jake Gyllenhaal, Rebecca Ferguson, Ryan Reynolds, Hiroyuki Sanada, Ariyon Bakare y Olga Dihovichnaya, ven cómo su suerte cambia de un momento al otro al “despertar” Calvin, un organismo “marciano” al que logran dar vida dentro de la nave e intenta apoderarse de la embarcación de manera sangrienta. El guion de Rhett Reese y Paul Wernick posee todos los lugares comunes del género, aquel que se apoyó en Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) para sentar las bases, traduciéndose en una película con un relato de manual clásico y en el que la tensión va in crescendo a medida que los minutos pasan, pero también la desesperación por encontrar una solución a la invasión de la nave y las muertes que comienzan a sucederse, que marcan el ritmo del relato. Si bien, el estereotipo de los personajes suma aún más convencionalismos a la historia, justamente éstos también son los que generan el placer por el género en el espectador. Uno que arriesga todo sin pensarlo, la voz de la conciencia, la capitana que dejará todo antes que su tripulación muera, el sigilo y la concentración de una mujer que ante los hechos que comienzan a sucederse prefiere esperar y defender la nave y la misión por encima de todas las cosa, son sólo algunos de los actantes de esta tragedia. Y aún en sus convencionalismos y clichés, y gracias a la espectacularidad de las imágenes, Life: Vida Inteligente va convenciendo de su verosímil inverosímil, para lograr mantener, durante algo más de hora y media, la expectación sobre los hechos que suceden en la pantalla sin evitar mostrarse igual a muchas otras propuestas. El despliegue visual suma como así también la verdad en las actuaciones, principalmente de Gyllenhaal y Ferguson, los encargados de llevar adelante el relato en su mayor parte. Espinosa hábilmente va brindando en pequeñas dosis, los desencadenantes de la acción, que aun sabiendo los pasos que continuarán de antemano, el nuevo acercamiento permite que los efectos visuales y una banda sonora impactante, refuercen las ideas principales de pérdida y búsqueda que apuntalan la película, y que en una primera etapa el director presenta personajes, uno a uno, con sus vínculos en la tierra, sus pasiones, sus dolores, su figura moral, mientras que en la segunda etapa el escape tendrá su protagonismo excluyente. Se puede criticar cierta mano blanda con algunas figuras centrales, pero también es verdad que para que el relato funcione eso es necesario y en el fondo un dato menor, porque no importa ya si el discurso pro yanqui se cuela en cada escena, al contrario, lo que importa es que esa inmensidad que enmarca la historia termine, de alguna manera, por expulsar al otro y sumar en tensión, conflictos y detalles para que el espectador continúe atado a la butaca queriendo conocer la resolución de la historia.
Ahora Alien tiene cara de estrella de mar En la tradición de peliculas de viajes espaciales con monstruo a bordo, de la que "Alien" de Ridley Scott es el ejemplo más famoso, "Life" arma una buena odisea de terror, aunque abusa de los detalles técnicos del cine cósmico post "Gravedad". El principio de este film del sueco Daniel Espinosa realizador del excelente psycho-thriller stalinista "Crimenes ocultos"- pone el énfasis en la minuciosidad tecnológica para volver creible todo lo que vendrá después. En la estación espacial internacional un puñado de astronautas esperan ansiosos la llegada de una sonda que viene de Marte con muestras de lo que podrían ser microorganismos alienígenas. Y cuando dan con las muestras festejan junto a la humanidad el descubrimiento de la primera forma de vida extraterrestre. Al principio, es apenas una célula que demuestra estar viva. Pero al pequeñísimo organismo, al que unos niños bautizan Calvin, crece rápidamente, y en unos pocos días tiene el tamaño y el aspecto de una estrella de mar que mueve graciosamente sus tentáculos. Pero Calvin despierta muy enojado de una hibernación. La escena en la que el peligro de tener esa cosa en el laboratorio es de una ferocidad poco común, con imágenes aterradoras como la de la muerte de uno de los astronautas protagónicos. Luego empiezan a ser liquidados uno por uno en los tentáculos de un Calvin cada vez más grande. "Life" nunca deja de resultar eficaz, aunque luego se concentra en una carrera muchas veces vista por arrojar el engendro al espacio. La película tiene convincentes actuaciones de Ryan Reynolds y Jake Gyllenhaal.
Después del grosero traspié de Child 44, el realizador Daniel Espinosa (Safe House, Snabba Cash) está de regreso con Life, un thriller de ciencia ficción contenido que ofrece mayor satisfacción que su último trabajo. Centrándose en unos pocos personajes y con un argumento sin demasiadas pretensiones, propone una suerte de ingreso a la saga Alien por la puerta trasera. No está conectada al film de Ridley Scott pero indudablemente le debe mucho, al pretender ser una versión plausible de lo que podría suceder en caso de sumar a un octavo pasajero a bordo.
“Life - Vida Inteligente”: extraterrestre peligroso acerca el miedo No es sencillo encontrar en los últimos años buenos exponentes de terror, y menos que sucedan en el espacio. Parecería que los realizadores no se tomaran el tiempo suficiente para desarrollar las historias o tramas de las películas y confiaran plenamente en que los efectos especiales o los gastados “golpes de efecto” sean suficientes para lograr el cometido de asustar al público. Pero, de vez en cuando, muy de vez en cuando, nos llegan obras que vienen silbando bajito y se convierten en algo fresco y entretenido para ver. Y ese es el caso de esta gran sorpresa llamada “Life - Vida Inteligente” (Life, 2017). Roy (Ryan Reynolds), Miranda (Rebecca Ferguson), David (Jake Gyllenhaal), Kat (Olga Dihovichnaya), Hugh (Ariyon Bakare) y Sho (Hiroyuki Sanada) conforman el equipo de científicos que se encuentra a bordo de la Estación Espacial Internacional. Su misión consiste en comprobar si las muestras recogidas en el planeta Marte presentan indicios de vida inteligente. Hugh, que es el principal responsable del estudio, encuentra una célula microscópica a la que, después de darle el ambiente adecuado, logra revivirla de su estado de hibernación. Finalmente, la humanidad se encuentra por primera vez ante la prueba irrefutable de la existencia de vida extraterrestre. La gran novedad pronto es compartida con todos los habitantes del mundo y hasta bautizan con el nombre de “Calvin” al ser alienígena. Con el pasar del tiempo, Calvin comienza a crecer y a mostrar signos de poder adaptarse a su medio ambiente y tener inteligencia. Pero un hecho fortuito hará que, desgraciadamente, el grupo de astronautas descubra demasiado tarde que esta forma de vida es más inteligente de lo que esperaban, hasta tal punto de que sus vidas podrían estar en grave peligro. ¿Cuál es exactamente la amenaza a la que se enfrentan? ¿Cómo le harán frente? Si están pensando que este largometraje tiene cierto tufillo a “Alien, el Octavo Pasajero” (1979), están en lo cierto. “Life...” está inspirada en la película de Riddley Scott y hasta posee dos o tres escenas que trasladan al espectador automáticamente a ese clásico. Pero lo cierto es que la historia de los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick –los mismos de “Deadpool” (2016)– va por otro lado y juega con otra clase de terror intrínseco. Recordemos que el xenomorfo baboso aparece recién a la hora de película y sólo se lo ve en pantalla 4 minutos en total. Calvin no tarda demasiado tiempo en presentarse como un peligro para la pobre tripulación y su apariencia es tan frágil y delicada que despierta hasta cierto escozor. La trama expone el peligro de que la Estación Espacial Internacional orbita cerca del planeta, y lo peor que podría pasar es que, de alguna manera, Calvin no pueda ser contenido y llegue a la Tierra. El director sueco Daniel Espinosa (sí, nació en Estocolmo) tiene también la pericia suficiente para diferenciarse de “Alien” y llevar el foco de atención por otro lado. El realizador es el mismo de “Protegiendo al enemigo” (2012) y “Crímenes ocultos” ( 2015) y hay que remarcar que, con el correr de los filmes, va creciendo en su trabajo. Otra cosa para destacar es la construcción de los personajes, ya que la audiencia llega a conocerlos y logra cierta empatía. Eso hace que cualquier cosa que les pase repercuta en mayor medida. Definitivamente, “Life - Vida inteligente” es un gran largometraje que confía en lo que tiene para contar, lo hace de manera entretenida y además tiene un final increíble. Bienvenido Calvin al panteón de los extraterrestres peligrosos.
Life es la nueva película del director Daniel Espinosa que se ubica en el género de Ciencia Ficción junto a un elenco encabezado por Ryan Reynolds, Jake Gyllenhaal y Rebecca Ferguson. A la hora de analizar esta película si debemos enmarcarla en un género estamos entre ciencia ficción y terror, con algo de suspenso. Life tiene un guion ya conocido, hemos visto muchas películas en donde vidas extraterrestres gozan de aniquilar la vida humana y lo m{as memorable o recordado es Alien, película con la que comparte algunas cosas. En un año de varias historias espaciales, esta película está lejos de tener una trama romántica como Passengers y juega con el estilo de Alien, en un año donde tendremos una nueva entrega del Xenomorfo más conocido. Más allá de esto, nos encontramos con una historia que avanza y mantiene la atención del espectador, con un final interesante aunque algo previsible minutos antes. Es una historia que no deja huecos vacíos, y en donde su dinámica avanza sin que sea tediosa. El trió protagónico, así como toda la tripulación lleva la historia correctamente y todo gira en torno al parásito encontrado en Marte, quizás no se le saca todo el jugo al personaje de Ryan Reynolds, nos deja queriendo ver un poco más de su personaje y como se relaciona con la tripulación. Aunque no se logra conectar con todos ellos, pocos personajes tienen una historia que nos permita conectar. La dirección de Espinosa está bien planteada, tiene un plano secuencia inicial interesante y es uno de los puntos más destacables del film, a la hora de hablar del parásito extraterrestre comienza como algo interesante ver cómo llega hasta su forma final, pero terminando en un diseño “tradicional”. Los efectos visuales son excelentes tanto en la nave, como para con el parásito invasor. La realización de las muertes son interesantes y hacen que el espectador se atrape a la pantalla para ver quién será el próximo y de qué manera puede morir. La música tiene un doble funcionamiento, en primer lugar acompaña las escenas más oníricas donde se ve la grandeza de la estación especial y del planeta tierra, mientras que por otro lado acompaña el suspenso de cada escena, en los primeros minutos del film ya comienza la cacería del parasito. Life es una película que tiene sus toques de ciencia ficción y suspenso, logra entretener al espectador, con planos interesantes pero no logra superar a los padres del género. Calificación: 6/10
Vida inteligente Como se puede ver en los últimos tiempos en el cine norteamericano, el espacio exterior ha ganado mucho terreno en la pantalla grande. Desde Interestelar o Gravedad hasta El espacio entre nosotros, la incógnita de qué hay más allá del cielo es un tema recurrente. Dirigida por Daniel Espinosa, el film está protagonizado por Jake Gyllenhaal, Ryan Reynolds y Rebecca Ferguson. La trama gira alrededor de seis miembros de la Estación Espacial Internacional que están a punto de lograr uno de los descubrimientos más importantes de la humanidad: obtener la primera evidencia de vida en Marte. Life: vida inteligente no se queda atrás respecto a otras películas del género y a pesar de no ser una historia que sorprenda, la manera en que está contada, el gran uso de los movimientos de cámara y la tecnología junto con un suspenso bien logrado consiguen una película entretenida. A ver, claramente no es la primera vez que vemos esta historia. La similitud con Alien es evidente y el planteo es exactamente el mismo: astronautas quedan atrapados en una base espacial con un peligroso extraterrestre que solamente quiere matarlos. Pero es una película digna de ver.
Esta historia se encuentra protagonizada por seis tripulantes que viajan en una nave espacial y el director se toma su tiempo para mostrar a cada integrante. Entre los personajes se destacan Jake Gyllenhaall que le pone suspenso y emoción; Ryan Reynolds esta gracioso, con buenos diálogos; Rebecca Ferguson (Misión Imposible) es buena actriz. Ellos crean una vida y en un principio es un simpático marcianito llamado “Calvin”. Esta criatura comienza a crecer rápidamente y todo se sale de control, todos deberán luchar por sobrevivir. Hay terror, sobresaltos, es aterrorizante y visualmente maravillosa. Varias secuencias nos recuerdan a “Gravedad” y “Alien”. El director sueco chileno Daniel Espinosa filma de maravillas, vemos una toma impresionante por 8 minutos, impactante, efectos 100% digital, banda sonora imponente, épica, efectos de sonido y dentro del género cumple. Su desenlace nos hace sospechar que se viene una segunda parte.
Life: En el espacio nadie te oirá gritar. La búsqueda del ser humano por vida inteligente más allá de nuestras fronteras planetarias nunca llega a buen puerto y este film es otro claro ejemplo del por qué quedarnos en casa y velar por nuestros hermanos. “El espacio. La frontera final”. Claro que sí campeón, si no conocés esta frase algo te estás perdiendo en la vida. La ciencia ficción en el cine y la televisión siempre ha tenido un tema central y ese es el de “los marcianos”. Por décadas hay una fascinación casi innata del ser humano, tanto en la ficción como en la realidad, de buscar vida más allá de nuestro planeta (en vez de darle de comer a sus prójimos) y sobre todo en el planeta vecino Marte. Tanto en la realidad como en el celuloide, la búsqueda de vida inteligente en otros planetas no ha dado buenos frutos: en el primer caso no hay noticias o nos ocultan muchas cosas (ejem…) y en el segundo, la mayoría de las personificaciones del Alien, el “extranjero“, es ese ser incomprendido o simplemente un agente del mal como personificación del enemigo de turno de la Gran Potencia económica que intenta meternos su mensaje de supremacía hasta por el último agujero que tengamos oculto. Muy pocos exponentes de este género supieron mixturar una buena historia con la espectacularidad visual (2001: Odisea al Espacio, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, o Alien: El Octavo Pasajero son algunos de los ejemplos más cercanos) y en este contexto nos llega Life: Vida Inteligente (Life, 2017) de Daniel Espinosa (El Invitado, El Niño 44) en la que seis tripulantes de diferentes países viven en una estación espacial a la espera de una muestra de Marte, lo que sería la primera prueba de vida inteligente fuera de nuestro querido planeta azul. Cuando por fin la muestra llega en forma de organismo unicelular “dormido”, el científico del grupo intenta darle vida en un ambiente controlado al punto de la insistencia de un padre con su criatura. El bichito logra despertar y es un acontecimiento mundial, transmitido como evento multitudinario y hasta los chicos de una escuela tienen el “honor” de ser los elegidos para darle nombre: “Calvin”. Así, todo es felicidad tanto abajo como arriba de la Tierra, hasta que Calvin, por una falla en su incubadora, parece haber muerto. Hugh, el científico encargado de su preservación se siente culpable de su negligencia e intenta despertarlo…CON VOLTAJE ELÉCTRICO. Sí, una mala idea. Cual Frankenstein unicelular Calvin logra despertar y, mutilando la mano de su “padre”, logra escapar de su incubadora para ir atacando a cada uno de los tripulantes de la estación espacial y, así, ir creciendo y sobreviviendo a lo que él cree, es un ambiente hostil. Fascinante. Aterradora. Life es la gran sorpresa de este 2017. El reparto, en el que destacan Ryan Reynolds, Jake Gyllenhaal y Rebecca Ferguson, transmiten la tensión que sufre el grupo ante esta amenaza de otro mundo que es imparable e implacable ante sus enemigos. Una prueba más de que el ser humano no puede jugar a ser Dios con la naturaleza, ya sea de este mundo o de otro. Life tiene uno de los prólogos más impresionantes hechos en una sola toma de 10 MINUTOS. Algo increíble y que en una pantalla gigante es apreciado en su máximo esplendor, que junto con el score de Jon Esktrand (ya habitual colaborador del realizador) te sumergen en la atmósfera asfixiante que Espinosa creó para este thriller de máxima tensión espacial. Un film que remite a Ridley Scott y su saga Alien, pero que llega con un espíritu fresco y sin golpes fáciles de efecto. Una buena forma de recordarnos que aún no estamos preparados para recibir visitas, si antes no barremos nuestra casa sin tirar la basura por debajo de la alfombra.
El séptimo y terrorífico pasajero Los entusiastas de la ciencia ficción de terror no tendrán que esperar Alien: Covenant, ya que Life: Vida inteligente viene a calmar las ansias con una clase magistral de cine. La historia quizás resulta conocida: una tripulación de astronautas de la Estación Espacial Internacional encuentra rastros de lo que parece ser la primera evidencia de vida en Marte. A medida que los tripulantes investigan las muestras, van siendo testigos de cómo lo que era sólo una célula comienza a transformarse en un organismo parecido a un pulpo en miniatura. Un día, el pequeño espécimen ataca a uno de los integrantes del equipo y se dan cuenta de que están ante algo extremadamente peligroso e inteligente. Life: Vida inteligente es una película que entiende el mecanismo del cine y pone en funcionamiento su maquinaria con atmósferas asfixiantes y una puesta en escena con planos ingrávidos, como si la cámara también flotara en el espacio. El director Daniel Espinosa sabe que el cine no es qué se cuenta sino cómo se cuenta. Por lo tanto, poco importa que sea una historia contada cientos de veces. Lo que importa es cómo el director trabaja con los elementos a su disposición y cómo logra tensionar al público con un virtuoso manejo del suspenso y un monstruo espeluznante y terrorífico. Curiosamente, en una película espacial el espacio en el que se mueven los personajes parece ser lo más importante, y Espinosa demuestra un enorme talento para manejarse en los reducidos habitáculos de la nave. Otra virtud de la película es que cada decisión que toman los astronautas transmite al espectador el miedo que sienten, ya que son creíbles y humanas. Ya se sabe que en toda película hay un momento en el que lo que ocurre delante de la cámara es equivalente a lo que ocurre detrás de ella; es decir, lo que sucede entre los personajes no es más que el reflejo de lo que hace el cineasta con sus materiales. Y en Life: Vida inteligente ese momento se da cuando el director le hace decir a David Jordan (el personaje de Jake Gyllenhaal) algo así como que es preferible quedarse en el espacio que volver a la Tierra a vivir con esos “ocho mil millones de mal nacidos”, para después confirmar su misantropía con una sorpresiva y angustiante secuencia final. Life: Vida inteligente recuerda mucho a Alien, el octavo pasajero (1979), pero también a las recientes Gravedad (2013) y Pasajeros (2016). Y se diferencia de películas como La Llegada (2016) porque deja de lado la reflexión inextricable y se centra en la acción directa y el suspenso puro. Nuevamente la ciencia ficción espacial se une con el terror alienígena para dar como resultado un filme aterrador, desesperante y profundamente pesimista.
Jake Gyllenhaal, Ryan Reynolds y Rebecca Ferguson protagonizan esta película de terror en el espacio con reminiscencias de la original “Alien” en la que una misión que viaja a recoger muestras del planeta Marte termina con una peligrosa y letal criatura metida dentro de la nave. Seguro que todos hemos visto esta película antes. O variantes de la misma. Un poco ALIEN, un poco GRAVEDAD, otro tanto MISION A MARTE y de decenas y decenas de filmes donde una misión espacial sale mal. Muy mal. Eso es LIFE: VIDA INTELIGENTE, en la que Daniel Espinosa (sueco, de familia chilena) dirige a un grupo de seis integrantes de la Mars Pilgrim 7 Mission que viaja a recoger en el espacio una capsula que llega de Marte y que parece traer señales de algún tipo de vida microcelular. O algo por el estilo. Espinosa elige empezar la película con un plano secuencia espectacular pero claramente plagado de trucos y efectos visuales que dura unos siete minutos o más y en el que los miembros de esta misión tienen que recuperar ese perdido container que trae –como pueden imaginarse– malas noticias. Un par de meses antes que Ridley Scott vuelva a enfrentarnos a sus viejos y queridos extraterrestres en su esperada ALIEN: COVENANT, Espinosa reúne a Ryan Reynolds, Jake Gyllenhaal, Rebecca Ferguson y a otros tres especialistas en una nave que se encuentra con problemas seguramente similares. Aquí lo que hallan es una “criatura” que solo puede verse en un microscopio y que parece no reaccionar ante nada. Sabemos todos que eso no durará mucho. El bichito, bioquímica y electricidad mediante, reaccionará, empezará a crecer unos centímetros y antes de que los muchachos se den cuenta ya tendremos una especie de bizarra mezcla entre agua viva y pulpo que no solo será muy inteligente sino que tendrá bastante apetito. Pese a que el elenco hace pensar en una película de enorme despliegue y presupuesto, LIFE tiene algo de PASAJEROS, la película de hace unos meses con Jennifer Lawrence y Chris Pratt que tenía una sola –si bien enorme– locación en el espacio. Esta nave tal vez no sea tan grande como aquella, pero tiene un diseño lo bastante complejo como para que la cámara pueda perderse ahí y, como los actores, navegar sin gravedad alguna. Más allá de una sorpresa hitchcockiana que pocos se verán venir y que no adelantaremos, LIFE recorre caminos probados: gente inteligente que, por curiosidad o por creerse todopoderosos, toman decisiones estúpidas, una y otra vez. Y una criatura que va haciendo de las suyas por más trabas que intenten ponerle en el camino. Pese a ofrecer pocas sorpresas en lo que respecta a su trama (tal vez el final sea lo único potencialmente sorpresivo), LIFE tiene dos puntos a favor: economía narrativa y una criatura lo suficientemente repugnante como para obligar a los espectadores a entrecerrar los ojos cada vez que acerca alguna de sus partes a cualquiera de los humanos. Con “economía” me refiero a que, como toda buena primera película de la que tal vez sea una saga (eso dependerá de cómo funcione), no hay todavía complicadas conexiones que hacer y la trama jamás se enreda demasiado: es una historia de supervivencia por momentos contada con bastante eficiencia y, en otros, de una manera un tanto confusa e inconsistente, como si algún editor hubiera metido la mano bruscamente en un par de secuencias, especialmente en las de la última media hora. Por otro lado, cuando la criatura va tomando dimensiones más y más grandes se va volviendo realmente desagradable y sus ataques impresionan bastante. Y si bien Espinosa no se regodea demasiado en el asunto, algunos planos del filme harán que los espectadores más impresionables no prueben ningún tipo de calamar o molusco por el resto de sus vidas. De todos modos, es inevitable que ese mismo encierro que sienten y viven los protagonistas se transmita al espectador, quien seguramente terminará un tanto asfixiado, rezando por poder salir de una vez por todas de esa trampa mortal que es nave espacial + criatura hambrienta. Los personajes no son particularmente originales y el guión de Rhett Reese y Paul Wernick (los mismos de DEADPOOL) no tiene nada que ver con el de aquel filme, ya que el humor brilla por su ausencia y –salvo una– casi no hay referencias cinéfilas. Ferguson encarna a la eficiente directora de la misión que tiene un claro pero muy difícil de ejecutar plan ante emergencias de este tipo, Gyllenhaal es el cansado/enfermo capitán de la nave que prefiere el espacio a la Tierra (estuvo en combate en Siria) y Reynolds es el mecánico bromista y arriesgado en un grupo que se completa de la manera más políticamente correcta posible: con una rusa, un afroamericano y un japonés. Todo funciona, casi, en plan película grande con espíritu Clase B: no hay visiones grandilocuentes ni muchos planos espaciales impactantes y ninguna de las tendencias pseudofilosóficas que vienen atosigando a algunas películas de ciencia ficción recientes como INTERESTELAR o LA LLEGADA. Aquí es una película de terror en el espacio donde, como ya se sabe, si les pasa algo, nadie los escuchará gritar.
UN REFLEJO TRISTE A estas alturas, la originalidad no es algo que vayamos a encontrar con facilidad en el arte narrativo, ya es casi una exclusividad del terreno de la innovación tecnológica. Es fácil intuir que toda la ficción que se escribe o se filma es una reescritura: historias que se reciclan, ideas que se reformulan. Y aun así, cada tanto, aparecen películas medio chantas como Life: vida inteligente que exhiben sus costuras con tal desparpajo y torpeza que dan ganas de revisar los conceptos sobre originalidad y reescritura. No hay dudas, la película de Daniel Espinosa tiene el argumento de Alien, el octavo pasajero (1979), la puesta en escena de Gravedad (2013), sumando algunos homenajes obvios a El enigma de otro mundo (sus dos versiones más famosas). Literalmente, un grupo de cosmonautas de la Estación Espacial Internacional reciben una muestra de un organismo unicelular que proviene de una misión en Marte, y que es la prueba irrefutable de la existencia de vida extraterrestre. Dicho organismo comienza a desarrollarse, y se convierte con mucha rapidez en un monstruo asesino que se esconde en los recovecos de la nave esperando para matar a los tripulantes uno a uno. Si, es Alien. Dicho esto, lo que nos queda es pensar es si así como se presenta Life: vida inteligente, es capaz de funcionar de manera decente. La respuesta inmediata es que sí: hay momentos de genuina tensión, un elenco en general solvente y el aspecto visual es casi irreprochable si no fuera porque el monstruo es demasiado digital y carente de emoción. Además, si hay algo que hace décadas es verosímil en cualquier película de Hollywood es la representación del espacio exterior, con lo cual la película de Espinosa difícilmente podía fallar en ese apartado. Ahora bien, cuando nos ponemos a analizar un poco más en detalle se empiezan a ver las débiles costuras. Life: vida inteligente no termina nunca de asumir el espíritu clase B que insinúa desde el principio. Tenemos una serie de personajes unidimensionales que aparecen para hacer su gracia: la presencia fuerte y fría de Rebecca Ferguson; o el carisma post-Deadpool de Ryan Reynolds; y el indescifrable Jake Gyllenhaal, que aquí está al borde del espanto con un personaje insoportable y una actuación fuera de registro, de cualquier registro. Después está esa molestia visual que es el monstruo, cuyos límites nunca terminan de definirse: la mayor parte del tiempo es una estrella marina mutante que flota por el espacio y es capaz de cualquier cosa, incluso de entender tecnología que le es absolutamente ajena, o de adivinar las intenciones de los tripulantes como si los conociera de toda la vida. Es fácil predecir a los seres humanos, sobre todo cuando antes leímos el guión. Además, una de las lecciones básicas del cine moderno, desde Tiburón (1975) en adelante, es que hay que esconder al monstruo todo lo que se pueda, sobre todo si lo que tenemos para mostrar es basura. Daniel Espinosa no lo entiende así y nos expone a su genérico organismo digital durante todo el metraje. Y no podemos olvidar que, a pesar de tener el argumento calcado de una película como Alien, que es un símbolo generacional además de una obra maestra, Life: vida inteligente no termina de asumirlo con un poco de inteligencia o autoconciencia. Transcurre como si la película de Ridley Soctt no existiera y eso le quita fuerza porque no hay comparación posible: la película de Espinosa es un reflejo lamentable.
Alienizados A pocas semanas del estreno de Life: Vida inteligente se esparció un rumor en las redes sociales que decía que se trataba de una precuela de la futura película del villano del Hombre Araña, Venom, ya que el origen de ese villano comienza cuando un simbionte alienígena se apodera de una nave espacial hasta que llega a la tierra y lucha contra el héroe arácnido, lo que ocurre efectivamente en este film (menos lo último, claro está). El rumor no fue cierto, y quizás hubiera sido más entretenido al menos ubicar a Life: Vida inteligente dentro del universo cinematográfico de Marvel, ya que la película que tenemos es una de las tantas copias que Hollywood viene haciendo de la saga seminal que dio origen a lo que se llama terror espacial (hablamos, obviamente, de Alien: El octavo pasajero, de Ridley Scott). Seis astronautas de la tripulación Pilgrim reciben una sonda espacial proveniente de Marte con una muestra de ADN alienígena. Lo que al principio es sorpresa y felicidad por haber encontrado pruebas de vida extraterrestre, pronto se convertirá en pesadilla cuando la criatura (una suerte de estrella de mar mezclada con pulpo y algún otro molusco marino) vaya creciendo en tamaño, alimentándose de cada miembro de la estación. Entre los personajes están los clásicos arquetipos del género: el héroe con pasado oscuro que prefiere el espacio antes que la tierra, la comandante severa y maternal, el gracioso del grupo (cuándo no, interpretado por Ryan Reynolds), el científico que intenta explicar todo racionalmente y una rusa y un chino para mostrar diversidad y vender el producto a otros países. En favor de Life: Vida inteligente hay que decir que el director Daniel Espinosa no pierde el tiempo en introducciones aburridas y psicologismo berreta para con sus personajes y decide pasar lo antes posible a la acción, con momentos de mucha tensión y altos niveles de gore y suspenso en gravedad cero. Pero mas allá de ser un producto noble y entretenido, uno no deja de pensar que esto ya se vio antes y mejor demasiadas veces, y que no queda otra que esperar unas semanas a que se estrene Alien: Covenant y así declarar a Ridley Scott amo y señor del terror espacial.
Salgo de la proyección de Life. Vida inteligente y me llevo una sensación pesada, me voy con impotencia. La película está bien filmada, con buenas actuaciones, luces y cámaras correctas. La trama se desarrolla al igual que todo lo demás, “bien” (según los cánones estéticos ya establecidos por ellos mismos, la gran industria). Sin embargo hay algo que está fuera de lugar. Hay algo que más que fuera de lugar, está mal. Y son los mensajes que quedan flotando después de la hora cuarenta de film… Luego de viajar al espacio exterior los tripulantes, representantes de unos pocos países, toman una muestra que prueba la vida en Marte. Entre charlas familiares en el espacio y show mediático en la tierra, Jake Gyllenhaal, embajador estadounidense, como su bandera en el brazo del traje espacial lo indica, recita porqué le gusta estar más allí arriba que en la tierra. Cuenta, con expresión desolada y cara de triste buen chico, cómo siendo enviado por el ejército estadounidense a Siria, construían un hospital en un pueblo y luego, omite quienes, bombardean y destruían todo el lugar. Más tarde siguiendo con esa linea, el mensaje general lo dejan latente con la misma impunidad que las primeras palabras explicitadas por Gyllenhaal. Cómo esos enviados de algunos países del primer mundo eran buenos y amistosos, el ser extranjero, el que viene de afuera, el que es distinto, el que no cumple con los cánones establecidos, el que es extraño es: malo. Un mal incontrolable al que se debe destruir. Una película más, que sin virtudes construye identidades y establece morales a su conveniencia por debajo de historias sin mayor trascendencia.
La célula creció y va por todos. Bajo la dirección de Daniel Espinosa llega el estreno de Life: vida inteligente. Un drama fantástico que mezcla un poco de ciencia ficción con suspenso y porque no algunas dosis de terror (a bordo). Un grupo de seis tripulantes estará a cargo de esta misión en el medio del espacio. El primer objetivo es superado al lograr obtener una célula que demostraría que hay vida en Marte. En el laboratorio de la nave se empezarán hacer las primeras pruebas para obtener una reacción. Y lo increíble se hará realidad, mejor dicho, una pesadilla. Este extraño ser con múltiples capacidades crecerá velozmente siendo agresivo y hostil con los astronautas. Y buscará subsistir a toda costa. Life: vida inteligente está muy bien realizada y cuenta con un buen elenco. Se hace entretenida y llevadera haciendo valer la premisa básica de todo film. Con un guión atractivo que no desborda originalidad, pero si le imprime una alta dosis de fantasía que te va atrapando. Hablando de la fotografía las imágenes son impactantes. No superan a la recientemente estrenada Pasajeros en cuanto al espacio y su infinita profundidad, se hace inevitable la comparación cuando hablamos de largometrajes estrenados con pocas semanas de diferencia. Con varios puntos a favor y un final más que interesante Life: vida inteligente es una gran opción para disfrutar de una salida con amigos yendo al cine. Es apta para mayores de 16 años y tiene una duración de 104 minutos.
Terror y ciencia ficción es una linda mezcla de géneros. Alien y Gravedad son buenas películas. Si sumamos todo el resultado final es: Life. No hago referencia a la vida en sí, sino a esta nueva película que mezcla esas cuatro cosillas, las pone en la mezcladora y llega a su creación. Nos encontramos con una tripulación que recupera muestras de suelo de Marte, y por supuesto cuando comienzan a investigar aparece el científico que quiere más y más, hasta que una muestra (aparentemente) inerte, toma vida, y por supuesto que va a tomarse el hermoso trabajo de querer matar a cada uno de la tripulación, y al parecer es muy inteligente, mucho más que esos seis astronautas en el espacio. Buena imagen, buena fotografía, una banda sonora que ayuda a que te metas en la película. Carece un poco de ideas el guion, los tripulantes toman decisiones tan estúpidas que pareciera que quisieran morir a manos (o tentáculos) de este marciano malévolo. En cuanto a las actuaciones no tengo mucho para decir, no se destaca ninguno, pero tampoco hacen lo opuesto. Le sobran algunos minutos a la película, con escenas que no hacen la historia (¿hace falta ponerle un nombre al bichito ese? Y en caso de que haga falta, ¿Para qué tanta pantomima con la escena de los niños?) Mi recomendación: Tiene buenos efectos que hacen que valga la pena verla en el cine, pero sólo si sos fanático de la ciencia ficción.
La carrera de Daniel Espinosa, director de "Life", ha tenido altibajos. Sin embargo, su actitud de explorar los costados íntimos de cada personaje, siempre le han funcionado ("Child 44", sin ir más lejos) bien, hasta hoy. Luego de trabajar apadrinado por Martin Scorsese en "Easy money" y esperando jugar en las grandes ligas, Espinosa comete el error de creer que la gente no vio "Alien" y que hay mucho público por ganar en esa brecha. Y digo esto porque más allá de los superficial, esta acotada producción en términos económicos (sólo 55 millones de dólares para un elenco que encabezan Jake Gyllenahall y Ryan Reynolds), sorprende la falta de ideas y las premisas sin emoción a lo largo del film. Y digo esto porque más allá de los superficial, esta acotada producción en términos económicos (sólo 55 millones de dólares para un elenco que encabezan Jake Gyllenahall y Ryan Reynolds), sorprende la falta de ideas y las premisas sin emoción a lo largo del film. "Life" es la historia de una tripulación de la Estación Espacial (que todos conocemos), en la que reciben material de territorio marciano. Ansiosos por hacer descubrimientos científicos y probar además que no estamos solos en el universo, el científico del equipo (son seis, como ya te imaginarás), se pone como tarea estimular electríca y químicamente a un grupo de organismos celulares que encuentra en esa muestra, con la idea de "despertar" al posible habitante de Marte. Y lo logra. Una vez que esto sucede (en la Tierra están tan exultantes con la noticia, hasta incluso bautizan a ese grupete de células, "Calvin"), comienza lo que ya todos imaginamos. Este ser es más peligroso de lo que aparenta y no sólo eso. Crece y evoluciona de manera exponencial. Ahí es cuando la cosa se pone fea y comienzan a romperse todos los protocolos hasta que Calvin se libera del laboratorio central y se dispone a hacer su vida a lo largo y ancho de la Estación Espacial. "Life" es un clon de "Alien", sin mucho de la estructura dramática que sostenía la misma. Un elenco que hace poco (y si no vean el paso de Reynolds por la peli) y que ni en los momentos más complicados logra dotar a la trama de verdadera tensión. Es previsible. Y si no fuera porque Gyllenhall es un actorazo, tampoco el final valdría la pena. Lavados trabajos de Rebecca Ferguson y Hiroyuki Sanada, con algo de emoción para las líneas de Ariyon Bakare (el primer responsable de todo lo que sucede con Calvin) y poco más para destacar (incluso Oga Dihovichnaya tampoco tiene demasiadas luces aquí). Una peli que sólo amarán los fans de la ciencia ficción, chiquita y que sólo agiganta la dimesión de la original "Alien" de Ridley Scott. Desempolvala, mirala y después me contás.
Desde que Alien sentó en 1979 las bases del cine de “terror espacial”, el esquema no ha cambiando en absoluto. A partir de entonces surgieron réplicas, secuelas y decenas de subproductos que calcaban su idea general (monstruo/s alienígenas que arremeten contra un equipo de humanos en un entorno hostil, con limitada movilidad y recursos), aunque hace tiempo que no se los veía. Es lógico que con el exitoso paquete reciente de películas espaciales (Gravedad, Interestelar, Misión rescate, Pasajeros) la idea se haya reflotado una vez más, con la esperanza de que vuelva a funcionar en las taquillas. Esta superproducción contó con un presupuesto de 58 millones de dólares, bastante más de lo que suele facilitársele a cualquier película de terror. Los “tanques” hollywoodenses cuentan usualmente con equipos técnicos de centenares de personas. Y entre todos esos contratados suele haber auténticos talentos cuyos atributos apenas pueden verse plasmados durante breves instantes, quizá segundos, en una película. Aquí uno de los elementos que más relucen es el diseño del extraterrestre y, sobre todo, de sus movimientos. Ese bicho semitransparente que crece con cada nuevo humano ingerido, que se encoge o se expande, que se traslada por la nave utilizando sus múltiples tentáculos, que se repliega presurosa y sorpresivamente en torno a antorchas luminosas que flotan, ofrece fugaces momentos que evidencian las habilidades del equipo de efectos especiales. Una gran secuencia tiene lugar cuando el monstruo mata a la primera de sus víctimas, y borbotones de sangre emergen de la boca abierta del cadáver y se expanden lentamente en gravedad cero. Ahora bien, de todos los múltiples oficios y del amplio abanico de elementos que componen una película, uno de los fundamentales, prácticamente su columna vertebral, es el guión. Y algo tiene que estar muy mal si el único personaje interesante de todo el cuadro es el monstruo, una entidad que no habla, que no expresa sentimientos, que pasa buena parte del metraje intentando eliminar a todos y cada uno de los humanos. Lo curioso es que, a pesar de todo eso, este bicho tiene verdaderas razones para volverse contra los personajes, luego de que uno de ellos tuviera la brillante idea de aplicarle descargas eléctricas para observar su reacción. Luego del picaneo, el monstruo descubre que para sobrevivir tendrá que deshacerse de esos “alienígenas” que lo secuestraron y pretenden experimentar con él. Los diálogos de estos fulanos son deplorables. Una tripulante, después de que el espécimen se deglutió a la mitad de la tripulación, en lugar de entrar en shock, llorar, gritar o violentarse, señala con mucha calma algo así como que sus sentimientos en ese momento “no son racionales, ni científicos”; otro se pone a recitar frases existencialistas con la mirada perdida, y prácticamente todos se aprestan a sacrificarse por la supervivencia de los que quedan. Después de escuchar tantas memeces, tanta majadería junta, al espectador no le queda más que esperar que el “villano” ingiera prontamente a todos y cada uno de los que quedaron en pie. Y, como para acrecentar más las ambivalencias de esta película, el final es grandioso. Un remate que no se ve venir y que supone uno de los mejores desenlaces del cine de terror de los últimos tiempos, seguramente uno de los más angustiosos y desesperantes. Una pena, una auténtica contradicción que una película tan mala termine a semejante altura.
Con una base familiar recordando el clásico Alien (1979), Life expone el trabajo diario de una tripulación de astronautas y su relación con un nuevo integrante en la base espacial: un hambriento extraterrestre llamado Calvin. A diferencia de películas espaciales contemporáneas con cero desarrollo de personajes (un claro ejemplo: Gravedad) Life se toma su tiempo para presentar cada uno de los individuos al público, esto es un punto a favor sobre el film ya que se aleja del ordinario modelo “astronauta a prueba de todo”. En el film encontramos personajes con diferentes motivaciones y objetivos que van más allá de lo visto. Ryan Reynolds, Jake Gyllenhaal y Rebecca Ferguson son los principales exponentes de marketing, no obstante, los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick afilaron la historia para ofrecer un “protagonista masivo” o sea, toda la tripulación de la nave. Hiroyuki Sanada, Ariyon Bakare y Olga Dihovichnaya opacan en ciertos momentos claves al line up "marquetinero". Obviamente no hace falta aclarar que Calvin, el sanguinario ET de la película, es el principal punto de atención del film. El gran Calvin gana simpatía del mismo modo que el odio con toda facilidad. Life es una película simple, no muestra demasiadas innovaciones con respecto al género, no estamos ante algo groundbreaking, sin embargo es entretenida y logra captar la atención del espectador por la eficacia en la simpleza que presenta. Se puede divisar de lejos a dónde va ir la historia, quién va a ser la próxima víctima y hasta cómo va a terminar el caos en pantalla; pero todo está tan bien logrado que lo predecible puede resultar atractivo y divertido. Con dos primeros actos (el primero de descubrimiento, el segundo de caos) la película afloja un poco tras alcanzar el tercero con una resolución floja que utiliza un nivel de shock sobre el público. Muchas preguntas, pocas respuestas y con plotholes por doquier que hacen que la tensión generada del segundo acto se pierda, irónicamente, en el espacio. Un gran film a nivel técnico, con buenas actuaciones (y un bicho del espacio que da para hablar) ponen en equilibro a una ordinaria resolución. ¿Habrá secuela? Probablemente... De todas formas, Life es una buena película para disfrutar sin lujos de grandeza.
La creatividad y la originalidad son nulas en este nuevo film hollywoodense en el espacio, pues "bichito desagradable" matando a los tripulantes de una nave ya se ha visto bastante, pero no se puede negar que es pasatista y que ofrece un...
Deudora inevitable de aquella obra maestra de Ridley Scott “Alien, el octavo pasajero” (1979), y en mucha menor proporción de “Gravedad” (2013) de Alfonso Cuaron, la película se termina presentando sólo como un intento malogrado de actualización gigantesco del primer texto citado, (llamémoslo hurto). Pero el problema no reside solamente en esa posibilidad, el guión hace agua por cada una de sus costuras lo cual es una gran contradicción, ya que el 99% de las escenas transcurren en el espacio, muy cercano al planeta Marte, donde el H2O no existe ni en figuritas. Si en alguna medida este catalogo de lugares comunes y previsibilidad absoluta se sostiene es en principio por las muy buenas actuaciones, en segundo término, por la pericia de su realizador en la técnica de filmación, léase, manejo de la cámara, ralentis, los fx que posicionan a los personajes flotando tanto dentro del espacio cerrado de la estación espacial, como en el exterior cercano a la misma, la fotografía y el uso de la banda sonora en mínimo enunciado. Una estación espacial internacional, pero no tanto, (no es una nave), “sede” científica de la O.N.U, compuesta por seis pasajeros, de distintas etnias y nacionalidades, en realidad son siete pasajeros, ya que hay otro ejemplar de vida terrestre corporizado en un roedor blanco. Todos en una misión específica, una de las más importantes de la humanidad, la de descubrir si realmente hay vida en el planeta rojo ¿?. (esto está dicho tal cual en el filme). La extracción de lo que parece ser un organismo unicelular reanimado por Hugh Derry (Ariyon Bakare), en una primera instancia haciendo ascender la temperatura, se encontraba en –180 grados, del habitáculo en que se descubre encerrado. Todo esto en el primer tercio del filme, en el que también se da tiempo a nominar al “Octavo pasajero” como Calvin, hecho que se realiza en la Tierra, pues el descubrimiento se hizo noticia. Por circunstancias poco establecidas, el pequeñísimo organismo queda inerte, y para volver a reanimarlo lo somete a descargas eléctricas sostenidas (picanea) aumentando la intensidad hasta que despierta un poco enojado.Ataca con ferocidad extrema a su agresor, manifestando un gran sentido de supervivencia, cualidades insospechadas e inteligencia superior a la esperada. En su socorro se adentra, rompiendo el protocolo establecido, Roy Adams (Ryan Reynolds) Lo que era un paseo científico se transforma en una lucha de supervivencia de todos los pasajeros, el primero en sufrir las consecuencias de manera mortal es el roedor. Luego de rescatar a su amigo negro, el anglosajón Roy, vuelve a entrar al lugar donde quedo encerrado el extraterrestre y trata de eliminarlo con un lanzallamas, si hubiesen descendido la temperatura, lo cual sería lo lógico habiendo seis seres humanos con inteligencia superior al término medio, se acababa la película transformándola en un medio metraje. Todo termina por ver y apostar al respecto de cómo será la lista de difuntos y quienes sobrevivirán. Suspenso cero. Miranda North (Rebecca Ferguson), blanca ella, la capitana de la estación, junto a David Jordan (Jake Gyllenhall) otro representante caucasico, médico de profesión, el personaje con mayor estadía temporal de la estación, se harán cargo de tratar de eliminar al invitado, para ello necesitaran de Sho Kendo (Hiroyuki Sanada), el representante de raza mongoloide (amarillo él), a cargo de la parte tecnológica de la estación, y de Kat (Olga Dihovichnaya), eslava por donde se la mire. El representante latino está en el cuerpo del director Daniel Espinoza, de doble nacionalidad sueco–chilena, o en quien pensaba. Previsible en todo sentido y en cada uno de los giros y quiebres que desea presentar, siendo el final de una manipulación tan tonta como presumible. Lo dicho, sostenida por las actuaciones, principalmente por Rebecca Ferguson y Jake Gyllenhall, no sólo por tiempo en pantalla sino por tener ambos un poco mejor construidos sus personajes, la primera con matices emocionales, el segundo por dudas morales. El malo de la película, su motivación hasta es justificable, los humanos agredieron primero, por lo que podría pensarse como venganza, ¿Casi que se lo merecen? Esto es una de las variables que la aleja de la producción de origen, otra variable es la que estableció el filme el director ingles en la que la vida de los humanos eran los menos importantes, la intención primaria de los poderosos era traer a la tierra al Alien, como arma de guerra, la maquina asesina viva perfecta. “Life” entretiene de a ratos, a partir de cierto ritmo narrativo, algo del género del terror, la plasticidad de las imágenes, sumado a lo antes mencionado de las actuaciones. Poco realmente.
_ If aliens visit us, the outcome would be much as when Colombus landed in America, which didn´t turn out well for the Native Americans. Stephen Hawking Siendo un acérrimo fan de la ciencia ficción pero un consumado detractor del cine terror, me es imposible mantener una postura conciliadora entre ambos géneros. Aunque en muchísimas oportunidades uno sea deudor del otro, opino que poseen espíritus diferentes. La ciencia ficción (pura) es inteligente, profunda e introspectiva, deja mayores interrogantes que respuestas, nos intima a cuestionar la naturaleza misma de la existencia. En cambio cuando hablamos de terror (en lo que al séptimo arte respecta) su característica principal es la de provocar miedo al espectador. Por eso cada vez que nacen producciones como Life: Vida Inteligente (Daniel Espinoza, 2017) no puedo más que tener sentimientos encontrados. La búsqueda de vida alienígena obsesiona a la humanidad desde que se conoce la gigantesca proporción del universo y (crease o no) se han desarrollado infinidad de protocolos ante el hipotético primer contacto. Por esta razón, Life, deja gusto a poco. No puedo parar de pensar lo maravilloso que hubiese sido una trama seria y realista. Un buen ejemplo podría ser Arrival (Denis Villeneuve, 2016) que renunció al arquetipo de extraterrestre malo (Alien: El Octavo Pasajero, 1979) y ello le valió una nominación a mejor película. Es irrisorio ver el grado de ineptitud demostrado por estos astronautas CAPACITADOS, digno de un grupo de tontuelos adolescentes versus Jason (Friday the 13th, 1980) o Freddy Krueger (A Nightmare on Elm Street, 1984). Entiendo que el género se valga de estos recursos para generar nerviosismo o congoja pero aparentemente Rhett Reese y Paul Wernick (guionistas) se olvidaron que el cine evolucionó. Por otro lado, Daniel Espinoza (Safe House, 2012) hace agua en su primera incursión en el cine terror. Me da la sensación que no logró generar el miedo necesario para salgamos de la sala de cine con los pelos de punta. Es increíble ver el grado de ineptitud demostrado por los protagonistas de Life: Vida Inteligente. Sin embargo, debo reconocer que tanto la ambientación de la estación espacial internacional como la animación del hijo diabólico de Flubber y Alien, están muy bien logradas. Y quizás esto último sea el elemento destacable del film, así que podemos añadir un monstruito más a la familia de bichos malos. El elenco está integrado por Hyroyuki Sanada (The Last Samurai), Ryan Reynolds (Deadpool), Rebecca Ferguson (The Girl on the Train) y Jake Gyllenhaal (Donnie Darko). Todos actores de gran trayectoria, pero por las limitaciones del director y guionistas no tuvieron oportunidad de desarrollo. En conclusión, Life: Vida Inteligente será otra historia trillada en el basto inventario del cine comercial, que pasará sin pena ni gloria por el camino de la vida.