Uno piensa en "Los Tres Chiflados" y una de las cosas que se viene a la memoria es el juego de efectos de sonido que acompañaba con identidad a cada una de las ridículas actuaciones y expresiones de los protagonistas de la serie televisiva. Por suerte, en esta nueva película, además de estar muy bien interpretada, se respeta esa característica y, pese a que el relato cae mucho pasando los primeros 20 minutos, el esfuerzo de los directores al retratar el espíritu original es muy valioso.
Los tres chiflados es una película ara divertirse mucho con una comedia sumamente inocente y repleta de momentos divertidos. Lo que sí, si Los tres chiflados nunca te gustaron menos te van a gustar ahora. La esencia de los tres personajes está intacta y la imitación es prácticamente perfecta. El guión es naif y está bien elaborado tratando de no perder las características originales ...
¿Quién no ama a Los Tres Chiflados?. Quizás no sean los fundadores de la comedia física (o humor slapstick, como le llaman los norteamericanos), pero indudablemente son los mayores exponentes del género. Comenzaron como acto de relleno para la varieté de Ted Healy en 1925, y pronto tuvieron repercusión propia. Lo que siguió fue una historia tan conocida como triste: tuvieron su época de gloria entre 1934 y 1957, filmando decenas de cortos para la Columbia; la llegada de la televisión comenzó a asfixiar al cine, los cortometrajes dejaron de rodarse, y el trío terminó en la calle, con el agravante de que sus fortunas personales (que no eran muy grandes; recordemos que en esa época los actores trabajaban para los estudios a cambio de un sueldo fijo) habían sido dilapidadas durante décadas de mala administración. Súmense a esto la muerte de varios miembros en el medio (Curly en 1952, su reemplazante Shemp en 1955), algunos reemplazos posteriores sin lustre, y una perspectiva realmente oscura a finales de los 50. Por suerte una nueva generación de fans los redescubrió a través de la exhibición de sus cortos en la TV, y los Tres Chiflados regresaron - con mejores contratos y más dinero - a la actividad, generando películas, shows y hasta una serie de dibujos animados. Al menos esto les permitió llegar a la vejez con una situación económica mucho más holgada y con un sólido reconocimiento profesional. Larry y Moe fallecerían en 1975 - con meses de diferencia - y sus reemplazos (Joe Besser y Joe De Rita) partirían en 1988 y 1993 respectivamente.(si desean profundizar en el tema, les sugiero que lean el artículo especial que escribimos hace un tiempo para Portal Datacraft, haciendo click aquí). Ciertamente la comedia física de los Tres Chiflados es atemporal. Uno puede verla hoy en día y sigue generando tantas carcajadas como en su emisión original, 60 años atrás. Lo más curioso es que sus reglas son sencillas, repetitivas y efectivas; uno puede anticipar qué va a pasar de un momento a otro - cuando Curly se manda una macana o cuando Moe se enoja - y, sin embargo, termina riéndose igual. Establecida dicha mecánica, es fácil repetirla; lo dificil es tener el talento para hacerla con gracia. Entre las imitaciones fracasadas figuran una parva de dibujos animados (usualmente, inventos de la Hanna Barbera que han intentado caricaturizar a conocidos cómicos como Laurel & Hardy, Abbott & Costello, y los mismos Chiflados), que no fueron más que un bizarro intento de Hollywood para capturar el espíritu de una formula y extenderla hasta el cansancio sin la necesidad de contar físicamente con los creadores de la misma. El fracaso de esos experimentos no impidió que las afiebradas mentes de los productores no probaran con otras suertes - como The All-New Adventures of Laurel and Hardy: For Love or Mummy (1999); una del Gordo y el Flaco, pero con actores modernos -, los que terminaron generando patéticos largometrajes. El caso que ahora nos ocupa comenzó a gestarse en el 2000, precisamente cuando Mel Gibson decidió homenajear a sus venerados chiflados produciendo una biopic sobre ellos para la TV. La gente de la Columbia vió el gran suceso del telefilme y empezó a jugar con la idea de armar una película para la pantalla grande. Ahora, el cómo evolucionó el proyecto a lo largo de todos estos años sigue siendo un gran misterio. Cuando uno piensa en que un gran estudio va a hacer un filme sobre un artista (o grupo de artistas) ya desaparecido, piensa en dramas y nominaciones al Oscar. El paso por el proyecto de Russell Crowe (como Moe!), Sean Penn (como Larry!), o incluso Jim Carrey (como Curly!) dan a entender que se iba por el mismo sendero dramático que el telefilme de Mel Gibson; pero, por otra parte, el reclutamiento de los hermanos Farrelly como directores terminaba por indicar exactamente lo contrario ¿Acaso los Farrelly querrían encarar su primer filme serio y aplicarían todo su expertise en la recreación de los pasos de comedia de los Chiflados?. Por supuesto la versión final de Los Tres Chiflados terminó por contradecir todas las expectativas creadas sobre el filme. Esto no es más que una comedia liviana, recreando a los Chiflados en el mundo moderno y technicolor del siglo XXI. Ciertamente los Farrelly se arriesgaban a cometer el mismo sacrilegio que The All-New Adventures of Laurel and Hardy: For Love or Mummy, reclutando a imitadores que - por más talentosos que fueran - iban a verse como impostores de un grupo de venerados artistas. Recordemos que esto no se trata de reemplazar al inspector Clouseau sino de revivir a un grupo de gente que hicieron de sí mismos unos personajes (y vivieron toda la vida de ello). Los Tres Chiflados 2012 captura con absoluta fidelidad el espíritu anárquico de los cortometrajes del grupo. El trío de comediantes elegidos para encarnar a los chiflados es impecable - Will Sasso (de Shit, My Dad Says); Sean Hayes (de Will & Grace), y el poco conocido Chris Diamantopoulos (que hizo varias series y participó en la temporada 2010 de 24) - y recrean a la perfección las rutinas fisicas de los chiflados. Por supuesto los hermanos Farrelly se encargan de aggiornar los gags y aportan su cuota habitual de salvajismo - como el duelo con bebés "meones" en la guardería de un hospital, o la impagable secuencia en el zoológico que involucra disparar maníes a los testículos de un león -, trasladando con éxito el humor anárquico de los chiflados a la época actual. Si hay algo para reprocharle al filme, es que el acto III no es tan pulido y satisfactorio como debiera. Aún considerando que se trata de una historia disparatada, la resolución de la trama no se condice con la evolución natural de los sucesos del filme y tiene algo de emparche de último momento. Lo otro que tampoco calza demasiado bien es la subtrama del programa televisivo - la peculiar personalidad de Moe termina por fascinar a los productores de un insulso reality show (el cual existe en la realidad!), quienes lo contratan para que torture a los participantes y suba los ratings -, que suena como una satira fallida. Por lo demás, el filme es un delirio constante, con gags atroces e insanos, y maldades de todo tipo y color. Es una lástima que Los Tres Chiflados 2012 haya tenido una tibia recepción de crítica y público. Ciertamente no es un filme perfecto pero es muchisimo más cómico y efectivo que cualquier comedia vista hasta ahora en lo que va del año. Tiene formidables perfomances y tiene un timing impecable; y aún cuando no gane un Oscar, es un excelente homenaje para los Chiflados, mostrando un trabajo de amor y pasión por parte de los hermanos Farrelly. ¿Hace falta agregar algo más, aparte de que la recomendamos de todo corazón?.
¡Qué cagada escribir una crítica sobre una película doblada! La noche anterior a la función de prensa un gran amigo y colega me avisó que la estaban proyectando al español y eso me predispuso muy mal a la experiencia, pero que Bobby y Peter Farrelly llevaran al cine al clásico terceto me generaba una expectativa imposible de resistir. ¿Entonces qué me pasó? Si bien por un lado la cuestión del doblaje me trasladó a mi infancia, cuando los veía por la tele al mediodía antes de Pepe Biondi, esto sólo corre para los personajes principales, Larry, Curly y Moe (Sean Hayes, Will Sasso y Chris Diamantopoulos respectivamente) cuyas voces dobladas me generaron esa melancolía; por el otro necesité oír la voz original de Larry David (en el papel de la Hermana Mary-Mengele) o de Jane Lynch (como la Madre Superiora) a quienes nunca escuché doblados y que tienen un fantástico “decir” para la comedia. Ni contar los chistes que se pierden al ser trastocados por cuestiones idiomáticas. Ahora lo positivo: me divertí muchísimo pese a todo (aunque no recomiendo verla de otra forma que no sea en su idioma original)...
El humor con piquete de ojos Estructurada en tres episodios que tienen como hilo conductor la misma historia, el retorno de Moe, Larry y Curly a la pantalla grande creaba expectativas. Por un lado, porque los personajes están en el imaginario colectivo y, por otro, porque adaptarlos era un riesgo. La película hace gala de la violencia física con golpes, piquetes de ojos y sonidos para acentuarlos. Los personajes actuales siguen de cerca los pasos de la serie original y los directores salen al final de la proyección para advertir a los niños que todo es una ficción y que los golpes son realizados por profesionales y con elementos de goma. Los Tres Chiflados, la película basada en el clásico show televisivo de comedia, encuentra su mejor momento en las escenas que tienen lugar en el orfanato (con Jane Lynch como la Madre Superiora y Larry David como una monja) donde son dejados los tres bebés. La acción salta luego a diez y veinticinco años después. Y el resultado comienza a resquebrajarse con las escenas del "reality", que convierten a Moe en una celebridad. El film se estrena en Argentina en castellano y da la sensación de estar viendo una película de Olmedo y Porcel, por la inconsistencia de una trama repartida en tres cortos de más de veinte minutos cada uno, que funcionan a la manera de "sketches". La producción de los realizadores Bobby y Peter Farrelly, marca un pequeño homenaje a los Tres Chiflados, un verdadero grupo cómico norteamericano que se mantuvo activo hasta 1970, y luego de 190 cortos de aproximadamente 16 minutos cada uno (1934 y 1958) llegaron a la pantalla chica gracias a Columbia Pictures, lugar que los hizo mundialmente conocidos. Los divertidísimos e inolvidables Curly (Will Sasso), Moe (Chris Diamantopoulos) y Larry (Sean Hayes) se colocan en primer plano por sus torpezas y los trabajos de los actores son lo mejor de esta propuesta que llega para las vacaciones invernales de los chicos. Homenaje o no, Los Tres chiflados: la película, mantienen el espíritu intacto de quienes hicieron reír a largas generaciones y hoy se dan a conocer en esta versión renovada.
Movida complicada y desfachatada la de los Hermanos Farrelly! No solo se animaron a hacer una película de los eternos y queridos Tres Chiflados, sino que encima es una suerte de Reboot con guion e historias completamente nuevas. Veamos cómo les fue, tal como ellos plantean en su película; en tres actos! 1er Acto. “Piquete de Ojos” Lo primero que salta a la vista en esta peli es el comienzo (doh!), en el cual vemos a los tres muchachos llegar de bebés a un orfanato. Se da a entender que no son hermanos, ni tienen parentezco, pero llegan juntitos. Aquí tenemos un gran segmento de la película con los Tres Chiflados con 10 años de edad, haciendo de las suyas. Lamentablemente las copias que llegaron a Argentina están dobladas, por lo cual, la mitad de la actuación y los chistes de los personajes se pierden en el doblaje. Y algunos chistes ni siquiera son traducidos… Una pena. Pero volviendo a los niños, es raro ver a pequeños pegarse tanto en pantalla, y a priori suena fuera de lugar, fuera de contexto y fuera de siglo… Si bien las actuaciones de los niños son correctas, no son ni por asomo el fuerte de la película, sino más bien son la tediosa parte de presentación de personaje que TODOS los reboots tienen… (En últimos años ya vi dos veces como Peter Parker consigue sus poderes, dos veces como Bruce Banner se hace Hulk, dos veces como Bruce Wayne pierde a sus padres, Dos Nicks Furys, uno blanco y alemán y otro negro y badass, y la cuenta sigue…) Pero bueno, es funcional a esta película ya que se plantea cierta distancia del clásico que los verdaderos Maestros inmortalizaron entre 1930 y 1971. Hay que tener en cuenta que la formación que utiliza la peli, es la más “tradicional”, la de Moe, Larry y Curly. 2do Acto. Días Modernos Los Tres Chiflados, luego de fallar todos los intentos de adopción, terminan siendo una suerte de trabaja-en-todo de 35 años para el orfanato que los crió. Atención a las monjas, que desde que llegan los bebés, y para el último tramo de la peli, para el cual ya han pasado 35 años, no envejecen ni un ápice! El tema es que como la crisis pega fuerte en el país del norte, se anuncia que se va a cerrar el orfanato, por lo cual, Los Tres Chiflados deciden salir de su reducto, hacia el mundo real a tratar de conseguir 830.000 dólares. Un vuelto. Esta salida de Los Tres Chiflados al “mundo real” recuerda un poco al personaje de Randy Quaid en Kingpin, también de los hermanos Farrely, siendo los Los Tres Chiflados ingenuos e inexpertos en la gran ciudad que los rodea. Si bien toda la parafernalia de golpes, bromas y torturas físicas son las mismas que veníamos viendo desde pequeños, y las que nuestros padres o abuelos veían de pequeños, por suerte hay un poco de lugar para la innovación. Hay escenas que realmente son muy buenas. En especial la escena de los bebés en la nursery del hospital. También las bromas a la tecnología actual son buenas. Lo que sí se destaca es el segmento de Moe en un reality tipo Gran Hermano. El choque de el humor slaptick y hasta violento con algo novedoso, acartonado y de cartón como un reality es maravilloso. 3er Acto. Old School Si bien la película no descolla, es cuanto menos efectiva en lo que se propone. Hacer reír, no es ni lo peor ni lo mejor de los Farrelly, tiene puntos altos, y tiene sectores en los que la película solo transita. Llevados adelante por la ingenuidad con la que se manejan Los Tres Chiflados lo cual funciona y punto. La trama fuera del orfanato es mediocre, y por lo tanto, la película se mantiene gracias a los gags y escenas cómicas. Los actores en los roles de Los Tres Chiflados están bien. Sobre todo Chris Diamatopoulos en el rol de Moe, muy bien acompañado por sus compañeros de cartel. Lo mejor que tiene la peli es que es una comedia con una andanada de sinsentidos, golpes y humor del viejo. De ese humor anterior a que se prohibiera fumar en cámara, anterior a que te saquen la sal de la mesa en los restaurants, anterior a los airbags, anterior a que un golpe tuviera una connotación profunda y psicológica. Nada es personal! Ni los piquetes de ojos, ni los mazasos en la cabeza, ni las explosiones, ni las caídas. Todo es reversible, curable, y superficial. Tanto las heridas como el humor. Y Los Tres Chiflados siempre fueron así. Como alternativa para las vacaciones de invierno, está más que bien. Ah! Presten atención a la genial escena ni bien termina la peli! Excelente “cameo” de dos personas inesperadas!
La Vieja (y verdadera) Comedia Americana El cine de los hermanos Farrelly tiene tres influencias básicas: Cat Ballou – La Tigresa del Oeste, Animal House y la serie de Los Tres Chiflados. A su vez, al igual que los dibujos animados de los Looney Tunes, Los Tres Chiflados se nutren directamente de la comedia de slapstick que construyeron, durante el cine mudo, Mack Sennet, Buster Keaton, Charles Chaplin, Harold Llyod, entre otros, y que solo continuaron con éxito Laurel y Hardy (el gordo y el flaco; el resto no prosperó de la misma manera, Keaton perdió gracia y Chaplin se volvió dramático). En televisión (y en cine), los que siguieron con la tradición en forma casi simultánea con los hermanos Howard fueron Bob Hope o Abbott y Costello, por solo nombrar los que tuvieron mayor repercusión...
Sobredosis de slapstick Si bien toda crítica es subjetiva, hay casos en los que la subjetividad del autor pesa todavía más de lo habitual. Algo de eso ocurre con Los Tres Chiflados. Es que con Moe, Curly y Larry no hay -en general- término medio: se los adora o se los aborrece. Yo, si bien he visto de niño (quién no) numerosos capítulos de la vieja serie, nunca fui demasiado fan de estos exponentes del humor slapstick más puro. El “humor físico” (que siempre fue el eje de la narración en el caso de Los Tres Chiflados) me gusta cuando es veloz e intenso, pero en dosis medidas, limitadas, cuando se presenta combinado con diálogos punzantes y con una negrura e ironía que no encuentro en el film de los Farrelly y sí, por ejemplo, en los clásicos de la screwball-comedy. No se puede pretender que los hermanos Peter y Bobby -que siempre han sido continuadores de la tradición de este tipo de humor- se sumergieran aquí en aguas propia de los más ambiciosos Preston Sturges, los Ernst Lubitsch, los Billy Wilder o los Howard Hawks, pero esta versión de los Stooges se agota (se ahoga, para seguir con la metáfora acuática) demasiado rápido. Con esta introducción no quiero decir que la película sea mala, o que los Farrelly no hayan sido capaces de recrear/homenajear el humor de Los Tres Chiflados originales. En el film se percibe un gran respeto por el espíritu de la serie y los directores de Tonto y retonto, Loco por Mary, Amor ciego y Pase libre demuestran que saben cómo ensamblar esta acumulación de golpes, caídas, patadas, cabezazos, pellizcones y piquetes de ojos. El film -que para colmo en la Argentina se estrena sólo con copias dobladas- tiene una historia menor: tras un inicio en el que vemos a Larry, Curly y Moe de niños viviendo en un orfanato manejado por monjas, nuestros perfectos antihéroes salen ya de grandes y en la actualidad a buscar los 830.000 dólares necesarios para evitar que la institución cierre. Como nunca han tenido contacto con el “mundo real” su torpeza se combina con una gran inocencia (y los toques de sentimentalismo habituales). El problema es que aquí no estamos ante uno de esos 200 cortos de 16 minutos que se hicieron desde los años ‘30 sino ante un largometraje de una hora y media. El humor de Los Tres Chiflados funciona bien (ya lo dije: si se entra en las convenciones que propone) en dosis cortas. Aquí, todo se estira más de la cuenta y ni siquiera la presencia de grandes de la comedia como Jane Lynch (la madre superiora) o Larry David (travestido en el papel de la despiadada hermana Mary-Mengele) logran sostener demasiado el interés. Un film que tiene algunos chispazos de ingenio y e creatividad, es cierto, pero que para mi gusto resulta un revival bastante fallido del clásico vodevil que tantas generaciones disfrutaron (y siguen disfrutando) en la pantalla chica.
Moe es el líder Cuando me enteré de que iban a realizar una película de mis queridos Tres Chiflados el temor fue grande. Ese humor físico (slaptstick) que pregonaban Moe, Larry y Curly funcionaba por ser tan reconocibles en esos actores y en ese tiempo, uno donde el blanco y negro encajaba perfecto. Cuando supe que a ese proyecto se sumaban como directores los hermanos Farrelly ese temor disminuyó un tanto. Estos directores con una filmografía donde el ridículo y el slapstick son moneda corriente (como Loco por Mary, su hit inconmensurable o Irene, Yo y mi Otro Yo, entre otras) abrían la posibilidad de que esta traslación no fuera un completo fiasco. En sus films los golpes, caídas y una violencia sin pudor eran llevadas con un desenfreno que parecía adecuada para la versión en pantalla grande de Los Tres Chiflados. Luego de ver la película solo puede decir que fue un gran acierto que estos llevaran adelante el film, su respeto y amor por ese humor se nota en cada escena. La historia de Moe, Larry y Curly comienza cuando son abandonados frente a un orfanato tutelado por monjas. Ahí es donde los van a criar y donde las monjas sufrirán la capacidad para causar problemas de los tres niños que posteriormente se convertirán en los tres adultos que reconocemos con aún mayor capacidad para el desastre y la anarquía. Nota aparte merece Larry David (co-creador de la serie Seinfeld, visto como actor en una de las últimas películas de Woody Allen Que "La Cosa" Funcione) como una de las monjas de poderoso grito y que ejerce la autoridad monacal de forma dura e impiadosa. Está a la altura para ser centro de los golpes de los tres en cuestión. Hay un detalle determinante para entender como funciona esta película. En el salto temporal de los pequeños Moe, Larry y Curly a sus versiones adultas no se produce ningún tipo de cambio físico en las monjas que los cuidan, no hay envejecimiento ni ningún intento de aparentarlo. Es un mundo fantástico que se vive dentro de la película. Esta planteado como una realidad donde el dolor es puro humor, perfecto y simplista, listo para la diversión, resguardado por una inocencia que es la de esos tres chiflados que pegan pero no lastiman. Otro de los temas principales al acercarse a esta película era la personificación de los tres chiflados. Y como no serlo cuando uno los tiene tan identificados. Aquí la elección de tres actores poco reconocibles (Chris Diamantopoulos, Sean Hayes y Will Sasso) juega a favor, quedan fundidos en esa imagen que recordamos perdiéndonos de los actores, son solo los tres chiflados. Entonces si uno se deja llevar por ese humor, por una tonta historia (no lo digo como un defecto) va a poder disfrutar de un muy grato momento. Los Tres Chiflados es una orquesta de golpes que no suena tan mal como a priori podía pensarse, y creo que puede llegar a convertirse en un clásico dominguero, de esos que sirven para apaciguar el espíritu a pura carcajada.
Tontos y retontos. Hay poca gente que logró perfeccionar el arte de la comedia física como los integrantes de Los Tres Chiflados. Desde el nacimiento del grupo como de vodevil durante la década del '20, la familia Howard se puso en el firmamento de las estrellas del humor, metiéndose en el corazón de la gente a través de tortazos, piquetes de ojo y bizarras aventuras. Es tal el impacto que lograron arrastrar hasta el día de hoy, que la idea de continuar el legado del trío sin los actores originales, y encima en la actualidad, suena como un desafío imposible. Por suerte para los fanáticos, Los Tres Chiflados (The Three Stooges, 2012) es un buen homenaje al Sagrado Trío de la Comedia, a pesar de sus faltas. Moe (Chris Diamantopoulos), Curly (Will Sasso) y Larry (Sean Hayes) pasaron toda su vida en un orfanato, bajo la supervisión de la Madre Superiora (Jane Lynch) y de la Hermana María Mengele (el gran Larry David). Pero tras 35 años de destrucción y travesuras, descubren que la institución que los crió está a punto de cerrar debido a una deuda de 830 mil dólares. Decididos a salvar el lugar, se proponen a recaudar el dinero a como dé lugar, y van a la gran ciudad, en donde se meten en toda clase de situaciones excéntricas. De esta forma, Peter y Bobby Farrelly reviven el humor que hizo felices a millones. Los hermanos ya habían demostrado su afición por el estilo del grupo cómico en films como Loco por Mary e Irene, Yo y mi Otro Yo, y el proyecto para ellos había sido una pasión que tomó años en arrancar (en un momento incluso llegaron a confirmar a Benicio del Toro, Sean Penn y Jim Carrey para hacer de Moe, Larry y Curly, respectivamente). Pero ahora, los directores realizaron un trabajo excelente a la hora de recrear la magia original, iniciando por los tres protagonistas, quienes se lucen al ponerse en la piel de los conocidos personajes (lo que hace lamentar que no lleguen copias de este film en su idioma original). Además, los hermanos comprenden el timing y las reglas del mundo algo caricaturesco en el que transcurre la trama: la gente no solo no envejece, sino que sobrevive golpes, patadas, punzadas, caídas, choques y explosiones con la gracia de dibujo animado. Por una vez, es lindo ver un film reciente para toda la familia que sea tan políticamente incorrecto a la hora de la violencia; aunque claro, al final hay una aclaración por parte de los realizadores avisando que nadie se lastimó de verdad, lo que queda medio aguafiestas después del festival de accidentes que acaba de pasar. Pero a pesar de todos los logros de la película, aún se pueden hallar problemas, el principal siendo que todos los intentos de meter a los chiflados en un contexto moderno fallan. Los personajes están muy conectados con la primera parte del siglo XX, y es algo que puede notarse al ver la historia, desarrollada mediante sketches: casi todas las escenas cómicas están basadas en un corto que conocemos (los chiflados como carpinteros, médicos, vendedores, rompefiestas, etc.), mientras que los intentos por traer la historia al tercer milenio consisten en malos chistes del momento, de esos que pierden la gracia antes de que se enfríe el pochoclo (tales como la aparición del elenco de Jersey Shore, un reality show que nada tiene que ver con el film y que afortunadamente se encamina al olvido). Además, hacia el final se siente un relleno y una repetición de ideas, lo que da lástima, porque desperdician la oportunidad de darle una identidad propia al film. A pesar de todo, esta producción merece ser vista por los seguidores de Curly, Larry y Moe. El que busque volver a ver a ese trío de locos lindos tendrá lo que pide (en particular gracias a una buena dirección por parte de los hermanos Farrelly y por muy buenas actuaciones de Diamantopoulos, Sasso, Hayes y David), mientras que el que quiera algo más acorde al humor de hoy saldrá decepcionado. Al fin y al cabo, es para salir del cine queriendo tener corte taza.
Fue hace más de tres años cuando escuché por primera vez que los Hermanos Bobby y Peter Farrelly (responsables de títulos exitosos como "Tonto y retonto", "Loco por Mary" y otros no tanto), tenían en mente llevar a la pantalla grande a la legendaria serie televisiva "The three stooges". Desde entonces, muchos nombres fueron los que se barajaron para interpretar al trío protagónico. Desde Johnny Depp, Sean Penn, Jim Carrey, Benicio Del Toro y hasta Paul Giamatti. De los potenciales, no quedó nadie y se terminó optando por tres actores casi desconocidos en el cine, pero con amplia trayectoria en series de tv. Así encontramos a Sean Hayes (Will & Grace) en el rol de Larry, a Will Sasso (MadTV, $#*! My dad says) en el de Curly y a Chris Diamantopoulos (Nip Tuck, CSI, 24) interpretando a Moe. En cuanto al film, más que decir si es bueno o no, creo que es innecesario. Se nota tanto la pasión y el fanatismo que los Farrelly le tienen a estos personajes, que optaron por hacer una adaptación liviana, ingenua, demasiado fiel para mi gusto, sin agregarle casi nada de ese sello particular que distingue a sus films y contar una única historia dividida en tres capítulos de 25 minutos, cada uno con su presentación, tal cual era la serie. En el primer y mejor de los episodios "Más Huérfano que nunca" asistimos a la presentación de los personajes, desde que siendo tres tiernos bebés, son abandonados en la puerta de un orfanato. 35 años después, ya que nadie los ha querido adoptar, siguen ahí. La llegada del reverendo, trae la noticia del inminente cierre del lugar, a menos que se salde una deuda de U$S 830.000 (que más tarde nos enteraremos de donde proviene). Dispuestos a evitarlo, estos tres amigos que nunca han tenido contacto con el mundo exterior, parten con la promesa de regresar con dicha suma. Es en el episodio dos "La separación de las Bananas" cuando, con la aparición de algunas subtramas y personajes que están de mas, el film comienza a tambalear y se termina por caer del todo en el capítulo final "Moe ya no es el Sr Amable". Los actores tienen un enorme desafío por delante y se puede decir que logran superarlo. El problema está en que los directores (también responsables del guión) abusan demasiado del humor físico, de los efectos de sonido en los golpes, cachetadas, tiradas de pelo, el clásico piquete de ojos, etc, y si bien así era la serie, terminamos asistiendo más a un homenaje, en color y época actual, que a una adaptación de la exitosa comedia. Con buenos secundarios que incluye a Jane Lynch, Sofía Vergara, Jeniffer Hudson (sorprendentemente flaca) y el genial Larry David, el film que se estrena solo en copias dobladas al castellano, resulta entretenido para los más chicos y algo tedioso para los adultos. Tan naive se volvieron en este caso los Farrelly, que hasta incluyeron al finalizar el film algunos consejos para los niños sobre lo que "NO" se debe hacer en casa. Si la van a ver al cine, no se pierdan el cuadro musical en los créditos finales, tal vez, lo mejor de un film que tranquilamente se podría pasar por alto y esperar a que llegue en dvd.
El piquete de ojos nunca morirá Un poco relegados en la actualidad por los canales de aire, sería una picardía que los chicos argentinos desconozcan la existencia de Los tres chiflados, ese maravilloso grupo cómico que tantos gratos momentos nos deparara en nuestra infancia. Pasaron muchos años desde que se empezó a rumorear sobre la posible puesta en marcha de una producción fílmica que incluyera a Moe, Larry y Curly (su formación original y por cierto la más festejada por los fanáticos). Después de unas cuantas marchas y contramarchas, el proyecto finalmente cristalizó de la mano de los hermanos Bobby y Peter Farrelly, los mismos de Tonto y Retonto y Locos por Mary. Una extraña elección si consideramos que en su carrera la dupla se ha inclinado mucho más hacia el humor verde, de doble sentido o escatológico antes que el blanco. Era una incógnita si el concepto funcionaría o no porque prácticamente por primera vez se recurriría a otros actores para encarnar a los torpes, anárquicos y violentos muchachos que fueran el caballito de batalla de la Columbia Pictures durante más de dos décadas apareciendo en aproximadamente 190 cortometrajes de entre 16 y 18 minutos cada uno. Se mencionó a Sean Penn (¡cruz diablo!) y a Jim Carrey como posibles candidatos, entre muchos otros, y seguramente el dificultoso casting ha sido un elemento clave para que se postergue tanto el rodaje. La película alterna buenas y malas pero si hay algo para elogiar enfáticamente es el trío seleccionado: Chris Diamantopoulos como Moe, Sean Hayes como Larry y Will Sasso como Curly superaron cualquier expectativa que se hubiera depositado en ellos. Los actores han logrado mimetizarse con los personajes extrayéndoles al dedillo todos sus gestos, tics y manierismos con una precisión asombrosa. Eso se les pidió y eso entregaron con un intachable profesionalismo. Los Tres Chiflados, el filme, no genera tanto entusiasmo pero pese a sus desniveles contagia simpatía y unas cuantas risas genuinas. Salta a la vista que la intención de sus realizadores y guionistas fue brindar un homenaje nostálgico y decididamente retro a un estilo de comedia, el slapstick, que hizo escuela en las primeras décadas del siglo pasado. A través del cine mudo en un principio y luego del sonoro, los gags visuales implementados por Moe y compañía -basados en velocísimos golpes, caídas y tortazos de todo calibre- fueron el ABC de una rutina que, obviamente, se repitió hasta el hartazgo a lo largo del tiempo. No por nada se recuerda como los más inspirados a aquellos cortos producidos durante el período 1934-1946, previo al ataque de hemiplejia que obligaría a reemplazar a Curly por su hermano mayor Shemp (Moe era el del medio). De aquí en adelante los guiones perderían fescura refritándose en ocasiones las mismas historias con los cambios de formaciones que vendrían tras el fallecimiento de Shemp en 1955 (lo sucedieron los anodinos Joe Besser y Joe DeRita). El aggiornamiento que han llevado a cabo los Farrelly sobre estos queridos aunque agresivos personajes ha sido mínimo: era de esperarse una pizca de incorrección política en estos directores. Y escenas como la guerra de pis con los bebés –en lugar de los tortazos-, el desubicadísimo nombre de una monja (Mary-Mengele, en alusión al infame médico y criminal de guerra nazi) y la bikini diseñada a partir del hábito de una religiosa para el lucimiento del cuerpazo de la modelo Kate Upton (la hermana Bernice), delata claramente a los creadores de Irene y yo y mi otro yo. Estos guiños no apuntan a los niños y no sé hasta que punto son aconsejables en una comedia familiar. Los Farrelly no pueden con su genio y desbarrancan en una propuesta con escasos atractivos para los adultos puristas que no podrán evitar la comparación con los actores identificados con los roles. Uno de los argumentos / excusa más difundidos en los anales del cine es el de la institución a punto de rematarse por una deuda, cuyos miembros se proponen salvar juntando de algún modo el dinero exigido por los acreedores. Lo hacían en la década del 30 en los Estados Unidos, coincidiendo con la Gran Depresión que arrasó con los EE.UU. tras la caída de la bolsa en octubre de 1929, lo siguieron utilizando medio siglo después con, por ejemplo, Los Hermanos Caradura (The Blues Brothers, John Landis) y Hollywood vuelve a reincidir ahora con estos Tres Chiflados siglo XXI. Moe, Larry y Curly son abandonados de bebés en el orfanato dirigido por la bondadosa Madre Superiora (Jane Lynch). Allí son criados por las monjas hasta llegar a su edad adulta sin haber sido jamás requeridos por ninguna pareja para tomarlos en adopción. Los extraños y tontos jóvenes no saben hacer nada bien provocando así el encono de la histérica hermana Mary-Mengele (en la piel del autor y comediante Larry David), toda una Némesis para el trío. Por los destrozos ocasionados a lo largo de sus vidas, no hay ni una sola compañía de seguros que acepte cubrir al orfanato por lo que un día llega al lugar Monseñor Ratliffe (Brian Doyle-Murray) con la mala nueva que de no reunir 830.000 dólares en un mes deberán abandonar su hogar para siempre. Con el peso de la culpa oprimiendo sus cabecitas huecas nuestros héroes prometen conseguir la astronómica cifra y se encaminan a la ciudad dispuestos a triunfar o morir en el intento. Los muchachos buscan recaudar los dólares necesarios apelando a la generosidad del prójimo pero la única que les ofrece su ayuda económica, y no desinteresada desde luego, es la femme fatale Lydia (la colombiana Sofia Vergara), quien junto a su amante Mac (Craig Bierko) se propone eliminar a su marido que por esas cosas del destino no es otro que Teddy (Kirby Heyborne), otrora un huerfanito amigo de los chiflados que fuera adoptado de pequeño por un abogado inescrupuloso (Stephen Collins) y su señora. Esta subtrama es bien aprovechada por el editor Sam Seig con una sucesión de chistes eficaces e ingeniosos desarrollados con un ritmo vertiginoso. Otra trama secundaria que erige a Moe como estrella de un reality show también aporta lo suyo en términos de comicidad. Es realmente hilarante ver a Moe sopapeando ininterrumpidamente a patovicas imbéciles y chicas con el perfil de Charlotte Caniggia. Si hasta parece un acto de justicia divina… Ni el doblaje al español (la Fox no ha traído ni una sola copia en inglés) ni algunas decisiones discutibles de los hermanos Farrelly posiblemente impidan que se cumpla un doble objetivo: la recreación fiel de un estilo de comedia que revolucionó al género e impactó a varias generaciones de público y la gozosa recepción que le brindarán los locos bajitos en estas vacaciones de invierno que prometen batir récords de taquilla.
La broma infinita Los hermanos Farrelly lo lograron. Su película Los tres chiflados funciona como una prolongación de aquellos cortos mitológicos -un modo de recobrar y disfrutar, un rato más, lo que ya no existe- y a la vez como un tributo que prescinde de la solemnidad. El que haya crecido viendo el programa -por caso, este periodista- recuperará un goce primario y, al mismo tiempo, sentirá lo que intuía en la remota infancia: la pena, la brutalidad, el malestar agazapado detrás de un humor a los golpes. Peter y Bobby Farrelly supieron cómo poner en escena aquella salvaje felicidad de trasfondo amargo: la comedia triste. En los ‘60/’70, sentados frente a la TV blanco y negro, no lo sabíamos: Los tres chiflados habían surgido como alivio cómico ante la Gran Depresión, habían tenido vidas más o menos miserables, habían muerto -Curly y Shemp- jóvenes, se habían burlado -con antiheroica, aunque contundente sencillez- del status quo , habían “triunfado” cuando ya estaban acabados: el broche irónico de sus melancólicos destinos de tipos comunes. Nada de esto explica su vigencia: un grato misterio. La película los muestra, al inicio, como tres bebés abandonados en una bolsa en la puerta de un orfanato. En la fachada se lee 1936, el año de fundación del trío. Adentro los espera Teddy, un niño cuyo destino se unirá al de ellos (Ted Healy fue un cómico vinculado a los “proto” Tres chiflados ). Larry aparecerá, de chico, tocando el violín, como ocurría en la vida real... De adultos, los tres intentarán restañar, sin ser conscientes de esto, las grietas del desamparo. Este hilo argumental y estos detalles evocativos le dan espesor dramático al filme, aunque nunca le entorpecen el ritmo frenético ni le cambian su esencia de simple comedia slapstick , basada en el humor físico, terreno en el que Los tres chiflados fueron imbatibles. Chris Diamantopoulos (Moe), Sean Hayes (Larry) y Will Sasso (Curly) -cuyas caras, no muy famosas, jamás nos distraen- responden notablemente al desafío de interpretar a personajes célebres desde la veneración o el denuesto: con talento, dirigidos con pulso firme. Lo malo, acá, es que la película llega sólo doblada. A los extraordinarios lugares comunes del original (incluso en el plano sonoro), los Farrelly les añaden chistes ácidos, gags levemente escatológicos y dominio del lenguaje cinematográfico. Aciertan al obligar a Los tres chiflados , ya adultos, a salir del severo orfanato -comandado por una monja interpretada por Larry David, cocreador de Seinfeld - y lanzarlos al mundo actual, desconocido para ellos. Los Farrelly, cual hábiles yudocas, usan en su favor la supuesta debilidad del anacronismo. Los tres chiflados siempre fueron perdedores, ridículos (alcornoques, zopencos, según Moe): impostores que intentaban hacerse pasar por tipos aceptados por el sistema, aunque en el fondo no menos patéticos que ellos. Que en este filme Moe termine adentro de un reality show, pegando cachetazos reales ahí en donde otros apelan a peleas falsas y donaciones de supuesta caridad, funciona como una broma infinita.
Ni tan divertido como podían haber esperado secretamente los fanáticos de los hermanos Farrelly (Tonto y retonto, Locos por Mary) ni tan desastroso como pudieron haber temido los eternos seguidores de Los Tres Chiflados (todavía los hay y no todos son veteranos víctimas de la nostalgia), este intento de recrear las andanzas cómicas del famoso trío empleando a tres actores que los imitan supone una experiencia un poco desconcertante o, por lo menos, extraña. Aquí hay tres intérpretes -meritorios, seguramente- que copian los gestos, los trucos, los golpes, los topetazos y las torpezas que integraban ese repertorio de humor físico de los Stooges que hizo reír a varias generaciones. Es decir que procuran representar la simplicidad y la frescura que en los originales era marca registrada, en una serie de episodios actuales más o menos enhebrados por un delgado hilo argumental. Una operación que a los Farrelly les llevó muchos más años de los que cabría imaginar a la vista de los resultados, bastante desparejos en materia de eficacia cómica, más allá del desempeño de Sean Hayes (Larry), Chris Diamantopoulos (Moe) y Will Sasso (Curly). Los auténticos Tres Chiflados prefirieron siempre los films de corta duración, seguramente porque eran conscientes de que su tipo de humor -una sucesión de gags físicos- lucía mejor en dosis breves: la prueba está en los 200 cortos televisivos que han quedado como su mejor herencia. Y tenían razón. Noventa minutos de empujones, cachetadas, revolcones, corridas, desatinos y chistes tontos pueden terminar siendo agotadores, aunque haya ritmo y algún gag eficaz. La solución a la que recurrieron los Farrelly, dividir el largometraje en tres capítulos, no resuelve el problema de fondo pero proporciona alguna variedad. En el primero, los tres aparecen como chicos abandonados en un orfanato a cargo de monjas, algunas tan dulces como Jennifer Hudson; otras tan agrias como la temible Hermana Mengele, que vigila la disciplina y por eso tiene el vozarrón y el aspecto viril de Larry David. Ya muestran sus problemas de conducta. En el segundo, más creciditos, tienen que dar una mano en el edificio, pero no han cambiado demasiado, como se ve cuando tienen que subirse al techo de una capilla para reparar la campana. En el tercero, llega la crisis y con ella cierto eco de Los hermanos caradura y la necesidad de conseguir 830.000 dólares para salvar al orfanato de un inminente desalojo. Los tres (tienen 35 años) salen por fin al mundo y se topan con una dama opulenta que los contrata para que maten a su marido, lo que da origen a una serie de catástrofes. La puesta al día que proponen los realizadores no va mucho más allá de incorporar a Facebook, al iPod o a los reality shows. Ya se sabe que la sutileza no es un rasgo característico de los Farrelly. Tampoco aquí, donde no falta alguna dosis de vulgaridad y el verdadero ingenio escasea. Al final se explica a los chicos cómo los constantes golpes que los Tres Chiflados reparten entre ellos o entre quienes se mueven a su alrededor son sólo trucos (martillos de goma o piquetes de ojos que apuntan a la frente, por ejemplo), que no lastiman a nadie. En eso también imitan a los originales, que en una época solían explicarles a los chicos cómo producir sonoras cachetadas sin que a nadie le dolieran.
Tonto, retonto y recontrarrequetetonto A medio camino entre la comedia para chicos y la escatología para adultos, la nueva versión Farrelly de los viejos Chiflados termina resultando el homenaje público de los realizadores a los tres ídolos antes que su trasplante exitoso a otro contexto. La infancia puede recordarse, pero no revivirse. Es por eso que la idea de resucitar en un largometraje a Los Tres Chiflados tenía, de movida nomás, tantas probabilidades de éxito como filmar El capital o un cuadro de Mondrian. ¿Cómo hacer para reproducir, con tres chiflados de repuesto, el efecto que más de medio siglo atrás producían los originales? ¿Cómo, para que a los chicos de hoy les cause gracia lo mismo que a sus abuelos o bisabuelos? ¿Cómo lograr que sus padres vuelvan a reírse con lo que los hacía carcajear a la hora de la leche? En cualquier caso, no debía haber nadie más apto para intentarlo que los hermanos Farrelly, que en películas como Tonto y retonto y otras supieron reciclar la combinación de humor tonto y humor físico que los hermanos Howard y Larry Fine patentaron entre los años ’30 y los ’50. Pero una cosa es reciclar, sumándole a lo tonto y lo físico lo crudo y lo gráfico –lo que los Farrelly hicieron hasta ahora– y otra es clonarlo. Que es lo que intentan en Los Tres Chiflados. A los problemas de base deben sumársele otros contingentes, como la cadena de renuncia de famosos (Sean Penn, Jim Carrey y Benicio del Toro se fueron bajando de a uno) y el hecho de convertir en largo lo que siempre fue corto. De los tres chiflados de segunda que pasaron a primera, el más conocido es Sean Hayes, que gracias a su papel de amigo gay en “Will & Grace” fue nominado al Emmy seis años seguidos y ganó uno. Hayes es, en el papel de Larry, más carismático que sus laderos Will Sasso (Curly) y Chris Diamantopoulos (Moe). Pero, ¿era acaso el carisma individual la clave del éxito de los chiflados originales? Se diría que no. Lo que funcionaba era la simple mecánica de chistes tontos+cachetazos, chirridos, gruñidos, piquetes de ojos y, claro, tortazos. Si ya los “argumentos” de los cortos de 22 minutos eran un mero soporte para desplegar esa mecánica, eso se ve cuadruplicado en la hora y media de Los Tres Chiflados. Narrada como si fueran tres episodios –cada uno con su título y cartel de presentación–, la película de los Farrelly tiene por eje argumental la crianza de los trillizos en un orfanato monacal, su fracaso a la hora de ser adoptados y el intento, ya de adultos, de reunir una cifra astronómica, que permita al establecimiento no caer bajo el peso de las deudas. Los Tres Chiflados funciona de a ratos. Lo que funciona son los gags físicos, cuanto más maratónicos mejor. Como en los mejores momentos de los episodios originales, basta que Curly empuje un objeto mínimo para que, por un efecto dominó elevado casi a escala cósmica, una larga serie de calamidades se desencadene, en una acumulación en la que martillos, yunques y escaleras siempre serán bienvenidos. El peso del control social obliga a una aclaración final dirigida a los niños, que los Farrelly convierten con mucha cintura en gag, poniéndola en boca de un tipo buen mozo y otro musculoso, que dicen ser ellos dos. Lo que no funciona para nada es una subtrama policial, con una pareja de amantes (la colombiana Sofía Vergara y el comediante Craig Bierko) que usa a Moe, Curly y Larry como peones de una conspiración criminal. Además de que la única razón para incluir a Vergara parecen ser los globos que le cuelgan del escote, toda esa subtrama se pone demasiado retorcida para los chicos más chicos (la película se estrena en Argentina con la calificación Sólo Apta para Mayores de 13 años) y demasiado elemental para los papis (a los que el balcón neumático de la colombiana apunta a distraer). Esa doble impertinencia revela a Los Tres Chiflados como una ecuación inadecuada, a medio camino entre chicos y grandes y obligando a los Farrelly a extirpar casi por completo el resorte básico de su humor: la crudeza, la agresividad salvaje, las referencias sexuales directas, el uso de la escatología como arma ofensiva. Extirpación que por suerte no es completa: la confusión entre el gesto con que se representa el dinero y el amasar de mocos y, sobre todo, una guerra de bebés usados como armas de pishar, son muestras de lo que pudo haber resultado una eventual Farrelly’s The Three Stooges. Menos que eso, Los Tres Chiflados termina resultando el homenaje público de los realizadores a tres de sus ídolos antes que un trasplante exitoso del peludo, el pelado y el flequilludo a otro contexto. Los fans de Larry David sabrán apreciar la aparición del humorista más malhumorado del mundo en el papel de la monja Mary Mengele (¡qué gran hallazgo!) y los de esa gran comediante de reparto que es Jane Lynch lamentarán verla aprisionada por su uniforme de Madre Superiora.
Sincero homenaje a la comedia física, con respeto y amor incondicional Curly, Larry y Moe resucitan de la mano de los directores y guionistas Bob y Peter Farrelly, los mismos de Loco por Mary y Amor ciego. El resultado podrá tener fallas y problemas, pero tiene un trabajo actoral brillante. Luego de muchas idas y vueltas (donde se hablaba de estrellas de primer nivel, como Jim Carrey, Benicio Del Toro y Sean Penn en los roles principales) los hermanos Farrelly (los mismos de Loco por Mary y Amor ciego), llevaron a la pantalla al famosísimo y muy querido trío cómico conocido como Los Tres Chiflados. Aquellos cómicos –los tres originales– que comenzaron en la década del '30 y que aún hoy se pueden ver en cable, luego de décadas de admiración por parte de espectadores de todo el mundo. Comediantes físicos por excelencia, maestros de la comedia violenta, han sido juzgados, admirados, venerados y rechazados a lo largo de todo este tiempo. No fueron pocas las veces que tuvieron que aparecer en televisión para aclararles a los chicos que la violencia que ejercían sobre sus compañeros era trucada, y los objetos hechos de goma y sin riesgo alguno de herir a nadie. Los Farrelly, por cierto, se guardan una cita final y un chiste extra con respecto a esto último. Lo más interesante y arriesgado de esta película, es respetar la esencia del trío que homenajean. Hasta se dan el lujo de separar los tres actos de la película como si fueran tres episodios de Los Tres Chiflados, con el famoso cartel y el título de cada episodio. Sin duda todas estas sutilezas, las hay muchas en el film, sean valoradas por los adultos, más que por los niños. Por eso es incomprensible e indignante que el film no se estrene con copias en su idioma original, tan sólo en versiones dobladas al castellano. El trabajo actoral es brillante, y el esfuerzo para lograr las voces y los modismos no se reproduce en el doblaje. Tanto Sean Hayes (Larry), como Chris Diamantopoulos (Moe) y sobre todo Will Sasso (Curly) se lucen en sus papeles. Si en los últimos años tantos actores han ganado el Oscar por interpretar a personas famosas, no veo impedimento para que el trabajo de Sasso le permita al menos una nominación. Al trío protagónico hay que sumarle a Larry David haciendo de monja (sí, el mismo de Que la cosa funcione, de Woody Allen) y a Jane Lynch como la madre superiora. Esta comedia de los Farrelly podrá tiene fallas y problemas, pero el esfuerzo que han hecho por traer al mundo actual aquel universo, ha sido arriesgado y lleno de valor. Destinada al desprecio fácil, esta película ha sido realizada con respeto y amor incondicional hacia Curly, Larry y Moe.
Como hace 70 años pero sin gracia Un hogar administrado por monjas recibe una encomienda muy particular, con nada menos que tres niñitos que a poco de llegar a la institución la sumergen en un caos mayúsculo. Una vez crecidos, los tres amigos, Moe (Chris Diamantopoulos), Larry (Sean Hayes) y Curly (Will Sasso) salen al mundo a replicar aventuras freaks y demoler todo lo que se les cruza, incluso a ellos mismos. En el medio, el bueno de Moe recala como protagonista de un popular reality show televisivo que pone en primer plano su lugar de distinto. La primera reflexión que surge tras asistir a esta poco agraciada producción de los hermanos Farrelly (los mismos de Loco por Mary) es que por algo a lo largo de los más de setenta años que pasaron desde que los Tres Chiflados llegaron a la televisión, nunca se hizo una película que no los incluyera, más allá de alguna de tono biográfico, producida por HBO hace algunos años. Cada una de las escenas que forman parte de este compilado de gags sin brillo ratifican a su paso que los 92 minutos de fílmico que lo componen son nada más que un gran desatino.La gracia es casi nula, los momentos de humor saben rancios y, para peor, la efectividad del slapstick está atada de forma indefectible al recuerdo de aquellos legendarios, inolvidables e irrepetibles Moe Howard, Larry Fine y Curly Howard. Los actores que aquí componen a aquellos tres son algo de lo bueno que tiene la más o menos reciente camada de los intérpretes que ha parido el humor estadounidense, pero los papeles les quedan gigantes debido a un guión que no hace justicia en nada con lo que intenta homenajear. Sin embargo, y más allá del despropósito general, puede rescatarse en The Three Stooges una presencia breve pero contundente: la de Larry David, que juega el rol de una de las monjas maltratadas por los pequeños tres dementes. Eso, y nada más.
Reírse en serie Cultores de un humor que mezcla golpes y picadas de ojos con crítica social, los tres chiflados se ganaron un espacio en la historia del entretenimiento televisivo. Con una relativa efectividad llegan a la pantalla grande. Larry, Moe y Curly, esos tres freaks tan entrañables que, en blanco y negro, protagonizaron cerca de 200 cortos para la Columbia Pictures entre 1934 y 1958, hasta pasar a la televisión, medio que los hizo célebres en todo el mundo. Tres tipos pobres a los que cuesta decirles “pobres tipos” porque, al fin de cuentas, entre tanto golpe había bonhomía, ternura, compañerismo. ¿Qué resultado podría arrojar el cruce de ese universo con el de los hermanos Peter y Bobby Farrelly, aquellos que entregaron con títulos como Tonto y retonto (Dumb & Dumber, 1994), Loco por Mary (There's something about Mary, 1998) o Amor ciego (Shallow Hal, 2001) momentos de incorrección política en estado puro? Los tres chiflados (The Three Stooges, 2012) –la película- es un acercamiento “respetuoso”, con aggiornamiento incluido. Es decir, una película que recrea lo más característico de la serie (están las caídas, los accidentes domésticos, el humor verbal construido grupalmente, etc.) recontextualizado en una trama más extensa. Abandonados en un orfanato (la película no dice nada del origen judío de los personajes), ya desde su infancia mostrarán su tan particular personalidad. Si en la serie sus peripecias nos mostraban la abundancia e idiotez de los ricos en tiempos de crisis, aquí algo de eso queda, aunque en determinado momento se nota “la trama”. Es decir, la voluntad por hacer que esas marcas de estilo entren a la fuerza dentro de la historia. El tiempo de crisis llegará en la adultez del trío, cuando las monjas que los cuidaron durante toda su vida comuniquen que, por no tener fondos, el orfanato cerrará sus puertas. Tamaña desazón les genera la noticia a Larry, Moe y Curly, que saldrán al mundo exterior para buscar una solución, sin imaginar que terminarán metidos dentro de un siniestro plan familiar. Nuevamente: la humanidad está del lado de los “tontos”. Esta excusa argumental para ponerlos en acción entrega varias secuencias rutinarias, pero otras tantas con gracia y solvencia actoral. Como por ejemplo aquella breve estadía en el zoológico, o la inclusión de Moe en un reality show (posiblemente, la mayor “osadía” de esta re-lectura). Hay que reconocerles a los poco conocidos actores que interpretan a los tres chiflados (Chris Diamantopoulos como Moe, Sean Hayes como Larry y Will Sasso como Curly) la capacidad ya no sólo de buscar una “mímesis”, sino de hacerlo de forma orgánica, tratando de superar la mera copia para hacer que ese material viva en otro formato. Lo han logrado. Y hay que decir, también, que el humor más celebrado de los Farrelly ya ha quedado un poco anacrónico, como si hubieran empleado toda su fuerza creativa en los ’90 y allí se les agotaron los recursos. Hoy en día, Los tres chiflados puede pensarse como un hiato a una carrera que muestra signos de agotamiento, pero que tal vez sea el puntapié de algo nuevo. El tiempo dirá.
Sacrilegio Los Tres Chiflados son, para muchos, tan argentinos como el dulce de leche o el colectivo. Lo cierto es que en pocos lugares del mundo tienen la popularidad que desde comienzos de la década del sesenta tienen en nuestro país. De hecho, en Europa son practicamente desconocidos. El sentirlos tan propios, tan cercanos a nuestros días de escuela, a tantos buenos momentos de diversión a través de varias generaciones, hace que la llegada de este filme nos provoque una expectativa especial. Los Farrelly muestran a los chiflados Moe, Larry y Curly como internos de un orfanato, toda su vida la pasaron ahí adentro, entre monjas y huérfanos como ellos. Ya adultos salen al mundo real para intentar conseguir el dinero necesario para salvar al orfanato (¿les suena?). Esta es la manera en que los directores eligen justificar el comportamiento del trío en sociedad. Los muestran como transplantados y como productos de una vida de confinamiento no elegido. Error. Los chiflados no eran inadaptados como Tarzán, por haber crecido fuera de la sociedad. Por el contrario, pertenecían a una sociedad que los excluía; eran desclasados contra su voluntad, eternos desempleados en una sociedad cruel y su violencia no era más que la respuesta, menos sutil, al sutil maltrato al que los sometía el mundo en el que habitaban. En su primer corto para la Columbia, el trío dejó clara su incorrección política y social. “Odiamos a las Mujeres” era el título y en apenas dos rollos mostraron toda la misoginia que eran capaces de tener, la que luego dosificarían a lo largo de sus carreras. Los Farrelly no se animan a tanto. Como víctima “femenina” de las torpezas de los muchachos deciden travestir a Larry David, quien interpreta a la monja cabrona del orfanato. Otro fallo. Hay un par de gags bien logrados, y algunas rutinas clásicas del trío bien ejecutadas, como así también algunos “trucos” de montaje usados en los cortos que acá se reproducen acertadamente. No faltan algunas frases típicas como “Soy víctima de las circunstancias” (Curly), “Por qué no te compras un tupé con un cerebro dentro” y “Recuérdame que te asesine” (Moe). Por lo demás, la decisión de contar la historia dividida en tres actos, como si fueran tres cortos, agiliza el relato. Lamentablemente, para empeorar las cosas, se estrenarán solo copias dobladas al castellano. De manera que mientras en la versión original los actores se esmeran en copiar las voces de los chiflados, en el doblaje no se nota esa dedicación. Sería injusto no destacar la buena labor de Chris Diamantopoulos como Moe, el actor logra imitar su gestualidad y aspecto con precisión, algo que antes había hecho con Robin Williams, a quien también imitó en un telefilme sobre la serie "Mork y Mindy". No es tan así en el caso de Curly, Will Sasso no da el fisic du rol. No alcanza con ser panzón y pelado, su cuerpo es demasiado grande para ofrecer la formidable mímica que el menor de los Howard desplegaba y apenas brinda un trazo grueso de lo que Curly era. Sean Hayes como Larry no capta la sutileza del chiflado del medio, un fino y versátil comediante al que en este filme no se le hace honor. Los hermanos Farrelly, extrañamente, deciden usar a los personajes despojándolos de toda su desmesura y desaprovechan la posibilidad de presentar a los chiflados en todo su potencial satírico contra las instituciones que ellos atacaban, y hoy nos siguen atacando a nosotros. Demuestran así que los muchachos eran unos adelantados, y que los Farrelly atrasan, y mucho. Al final, una innecesaria explicación de los "directores" sobre el uso de martillos de goma en el rodaje y de como los piquetes de ojos no son lo que parecen, termina de confirmar que estos realizadores no están a la altura de las circunstancias. No son dignos.
Si usted es un fanático cultor del humor de los viejos legendarios Tres Chiflados encontrará en esta película de los hermanos Farelli un respeto a estos cultores del humor físico, cachetazo puro, tortazos por doquier, piquetes de ojos, torpezas varias y momentos tiernos. Sin embargo y a pesar de haber rescatado ese espíritu ingenuo, de armar la película como si se tratara de episodios, y de algunos buenos momentos de humor, no se trata de un homenaje profundo. A lo sumo apunta a obtener nuevos fans de un estilo del pasado que mantiene su frescura.
Llega a los cines esta versión renovada del Trío mas alocado que conquistó a varias generaciones. Finalmente llega a la cartelera la adaptación del famoso trío cómico de los años ´20 “los tres chiflados” de la mano de los hermanos Farrelly (“Tonto y retonto”, “Loco por Mary”, “Amor ciego”, "Irene, Yo y mi Otro Yo", entre otras), en algún momento se llegó a pensar en Jim Carrey, Sean Penn y Benicio del Toro para interpretar a estos conocidos protagonistas pero finalmente fueron elegidos Sean Hayes, Will Sasso y Chris Diamantopoulos. La película se divide en tres partes: primero la llegada de los personajes a un orfanato católico siendo bebés; veinticinco años más tarde y el episodio final. Como siempre lo característico en todos los episodios son: el humor, varios tipos de golpes, pellizcos, caídas, patadas, cabezazos, piquetes de ojos y el amor. La primera parte del film se desarrolla en torno a la crianza de los chicos en un orfanato católico, ellos fueron arrojados en un bolso en la puerta del lugar, a cargo de la Madre Superiora (Jane Lynch) y hermana Mary-Mengele (Larry David-travestido en su papel; co-creador de la serie Seinfeld, lo vimos como actor en una película de Woody Allen "Que la cosa funcione, 2009"), todas a lo largo de varios años intentaron que sean adoptados. El único que desaprovechó esa oportunidad fue Moe (Skylar Gisondo, bien interpretado por este niño de 10 años que trabajó en “El Sorprendente Hombre Araña, 2012”) es adoptado por una pareja encantadora, pero no quiere quedarse sin sus hermanos por lo que es regresado al internado, hecho que desconocen Larry y Curly, y quien es adoptado es el niño Teddy. Ahora los tres se quedan en dicho lugar por el plazo de 25 años, Larry (Sean Hayes), Curly (Will Sasso) y Moe (Chris Diamantopoulos) trabajan manteniendo dicho lugar, esto en realidad no es así dado que cometen todo tipo de torpezas. Los fragmentos de la segunda y tercera parte de la película son: cuando el trío se ve en la obligación de recaudar 830.000 dólares para que el orfanato (su hogar), no sea cerrado en un mes, el problema es que no están preparados para salir al mundo real. Los primeros intentos consisten en lo clásico con varios gags como a lo largo de toda la historia, luchan por conseguir un trabajo, pasan por un zoológico, la cría de salmones, vendedores de helados, hasta toparse con Lydia (Sofía Vergara), quien los contrata para matar a su marido porque supuestamente tiene poco tiempo de vida y de ahí en más todas las chifladuras que se te puedan ocurrir, incluyendo el reality show y hasta un toque de sentimentalismo. Para todos los fans y para las nuevas generaciones llega este clásico realizado por los hermanos Farrelly, como un homenaje a aquel trío que llego en los años 20 en plena Depresión en su país de origen y supieron conquistar a un público necesitado de aquel humor. En Estados Unidos se estrenó el 13 de abril (quedando en segundo puesto, tras liderar cuarto fin de semana consecutivo "Los juegos del hambre"); mantienen su originalidad y no hay malas palabras. Cerca de los créditos finales los Hermanos Farrelly realizan un epílogo para explicar a los niños que varios de los golpes y piquetes de ojos son sólo bromas y no lo prueben de hacer en casa. El film mantiene el humor slapstick, siempre clásico, incluyendo todos los gags físicos, al igual que la banda sonora, pero su guión es naif, una de las tantas escenas típicas: una batalla con bebés que se orinan unos a otros, algunos errores como por ejemplo: pasan los años y uno se pregunta ¿Qué pasó con el aspecto físico de las monjas? no hay envejecimiento ni ningún intento de aparentarlo, y por último uno los problemas para algunos espectadores es que en nuestro país solo se proyecta en español.
A esta altura esperar una película decente de los hermanos Farrelly es pedirle peras al olmo. La pegaron en su momento con Loco por Mary y desde entonces no paran de brindar producciones malísimas. Esta no es la excepción con la particularidad que ahora se metieron con uno de los más grandes íconos en la historia de la comedia. El verdadero tributo de los Tres Chiflados en el cine lo brindó Mel Gibson en el 2000 con esa excelente película que produjo con Michael Chiklis, como Curly, que narró la biografía de estos grandes del humor. En aquella producción de Gibson se retrató de manera fiel lo que fue la vida de estos artistas y su ascenso a la fama. Un film muy emotivo donde se les brindó el homenaje que merecían en estos tiempos. El trabajo de los Farrelly va por otro lado y su falla principal reside en el enfoque que le dieron a este proyecto. La película pretende refritar a los Tres Chiflados en la actualidad con un grupo de imitadores y es en esta cuestión donde este estreno se incinera solito. Los protagonistas hacen dentro de todo una buena labor con la imitación de los chiflados pero eso no significa que lograran revivir a los personajes. Podés imitar a Curly, Larry y Moe hasta el hartazgo pero todo termina en el sketch de La peluquería de Don Mateo, ya que nadie puede hacer una remake de semejante leyendas. Es como que alguien hoy quisiera hacer una remake de Sopa de ganso con lo Hermanos Marx. ¿Cómo reemplazas a Groucho, Chico y Harpo? No existe. De todos modos, más allá de esta cuestión, este estreno brinda una propuesta malísima no tanto por la labor de los actores, sino por el enfoque que le dieron los Farrelly a los personajes. En este caso tomaron a estos grandes del humor y los involucraron en un típico film de Tonto y retonto. De hecho, la película es eso. Tonto y retonto 3 con Larry, Curly y Moe. Es en esa cuestión donde hace agua este estreno. Quisieron combinar el humor clásico de los chiflados con el humor idiota que caracteriza a los Farrelly y el resultado es horrendo. Encima la película se estrena en castellano con un doblaje terrible donde Curly suena como el ratón Mickey pasado de ginebra. Llegué a la conclusión que los comentarios positivos de este film en IMDB deben ser de empleados de los estudios Fox o gente que nunca vio en su vida a los Tres Chiflados, ya que lo que hicieron los Farrelly es indefendible. Todas las referencias que hay en la trama a la cultura de estupidez y reality show que consumen los yankees es patético. Que vincularan a estos personajes tan queridos con eso es lamentable. No existe un solo corto donde los chiflados fueran presentados como retrasados mentales o que acudieran al humor escatológico, que es el retrato que brindan los directores de ellos. Pero bueno, hay público para todo. No en vano Showmatch es desde hace años el programa más visto de la televisión argentina. Para los fans de Los Tres Chiflados la mejor recomendación es seguir disfrutándolos por el canal TCM.
Con tres eficaces comediantes Los más chicos sin duda disfrutarán de estos nuevos "chiflados", que los harán divertir con su humor sencillo y acciones repetitivas. La elección de los nuevos Curly (Will Sasso), Moe (Chris Diamantopoulos) y Larry (Sean Hayes), es sin duda uno de los más valorables aportes de esta nueva comedia de los "rebeldes" directores estadounidenses Peter y Bobby Farrelly. De los Farrelly se vieron certeras comedias como "Pase libre" y "Tonto y retonto", dedicadas a una generación de veinteañeros para arriba, pero en este caso al elegir volver a llevar a la pantalla grande a los míticos "Tres chiflados", se preocuparon por contar una historia que hiciera reír a los más pequeños, con una fórmula bastante simple y efectiva. El filme está contado mediante episodios, como muchos de los capítulos del trío, que se veían por la televisión en la década de 1950 hasta 1970, aunque los "chiflados" también fueron protagonistas de largometrajes, siendo el primero de los míticos años "20. PARA ESTA EPOCA La actual película, dedicada a las nuevas generaciones, comienza con el trío cuando aún eran bebés y son criados por un grupo de simpáticas monjas de un orfanato a las que les hacen la vida imposible con sus travesuras. Pero la historia no se detiene en esa época, acompaña el crecimiento de Moe, Larry y Curly hasta que son adultos, intentan conquistar alguna chica, o se embarcan en arriesgadas misiones como la de ser contratados para matar a un hombre, que según les dicen, padece una enfermedad terminal. El filme se apoya en un momento clave de la vida de los muchachos, cuando se enfrentan a la cruda realidad de que el orfanato en el que vivieron toda su vida, corre el riesgo de ser rematado, para pagar viejas deudas y Curly, Moe y Larry, salen a tratar de conseguir el dinero para que no les quiten ese hogar que en definitiva es su casa, puesto que los tres son huérfanos. COMEDIA FISICA "Los tres chiflados" de Peter y Bobby Farrelly, recrean con buenos recursos la acción de las comedias físicas, que se apoya en gestos algo violentos, "piquetes" de ojos, torniquetes en la nariz, golpes en la cabeza con un martillo (de goma aclaran los Farrelly en una escena al final del filme, para que los chicos no repiten esa acción en sus casas) y en certeras cachetadas. Los más chicos sin duda disfrutarán de estos nuevos "chiflados", que los harán divertir con su humor sencillo y acciones repetitivas. Aunque el filme tiene una escena que pasa en una guardería que también hará reír a los mayores. Comedia de equívocos, la película muestra las magníficas recreaciones que del legendario trio, realizan notables comediantes, como Sean Hayes, Will Sasso y Chris Diamantopoulos, en los papeles de Larry, Curly y Moe. A su lado se desempeñan correctamente la simpática Kate Upton, como la hermana Bernice y Larry David, en el papel de la implacable Mary-Mengele.
Los tres chiflados o cuando el doblaje arruina el humor El film de los Farrelly, cuya serie original es ícono de muchas generaciones, recupera algo de la sustancia de aquellos viejos buenos tiempos. Estrena hoy en el circuito comercial. por Andrea Migliani Los veía siempre y no sabía que eso que ejercitaban se llamaba comedia física, denominada slaptstick para su lugar de origen, Norteamérica. Lo cierto es que ellos lograban convertir la intriga de un microfilm escondido en una sandía en una parodia de espionaje y fueran esas enormes frutas o pasteles repletos de crema, la guerra física comenzaba para reírnos a carcajadas cuando la violencia no era materia de estudios o a nadie se le ocurría creer que alguien copiaría aquellas prácticas para hacer daño. El film que dirigen Peter y Bobby Farrelly, los ubica pequeños, abandonados en un asilo, esta es la primera instancia de las tres que componen esta llegada de los tres requete chiflados al celuloide, que tanto seguimos mirando hasta saber los episodios de memoria. Así, hay una presentación de los tres niños que sabemos no son parientes y que hacen de las suyas sin convencer demasiado a ningún fan. Moe (Chris Diamantopoulos), Larry (Sean Hayes) y Curly (Will Sasso) deberán salvar en la segunda instancia, la casa donde su infancia los hizo amigos y los convirtió en empleados luego de no ser adoptados por familia alguna. De modo que deberán recurrir a conocer el mundo extramuros del orfanato para lograr conseguir una suma nada pequeña para salvar el hogar de la infancia, jaqueado por una tremenda crisis económica. En esta instancia además de mostrar lo hostil que puede ser el mundo real aparece todo el repertorio de la comedia física y hay escenas muy cómicas y logradas como la que acontece en una nursery. A esto hay que sumarle cierta graciosa inadecuación a la tecnología que les es ajena y el tramo de la participación de Moe en el reality es muy logrado por el contraste que se evidencia. Involucrarse en un asesinato forma parte del suspenso del film que no abandona nunca su pretendida faceta cómica. Lo cierto es que el humor de siempre, los golpes y cierta alegría inocente no escapan a que los directores expliquen, en la era de los psicoanalizados, que todos los golpes son de mentirita y hechos con elementos que no lastiman (goma). El piquete de ojos está pero yo, sigo extrañando a mi viejo y querido Curly, porque Moe que es quien descolla en la piel de Diamantopoulos, nunca fue mi preferido. Pasable film para las vacaciones de invierno y para mostrarle a nuestros hijos y sobrinos de qué nos reíamos hace mucho cuando no existían los discursos de los presidentes de EEUU.
A Los Tres Chiflados con amor y distorsiones Sin duda Los Tres Chiflados merecen todo tipo de homenajes, incluso este intento de resurrección a cargo de los hermanos Farrelly. Obviamente los directores de «Loco por Mary» concibieron esta deforme recreación de las andanzas de Curly, Larry y Moe desde la más honesta admiración, pero de todos modos su mezcla de remake y tributo al legendario trío delirante y ultraviolento que filmó centenares de cortos clase B entre los años 30 y 50 es, antes que nada, un híbrido por momentos dificil de asimilar, que oscila entre un tono de simpática nostalgia mezclada con desconcertantes distorsiones del trío a homenajear. Una cosa es ver a un actor moderno personificando a un icono del cine en una biopic (digamos Robert Downey Jr como Chaplin, o Martin Landau convertido en Bela Lugosi) y otro asunto distinto es un simulacro de aquellas locuras surrealistas en el marco de un largometraje en colores y ambientado en el siglo XXI. A favor de los hermanos Farrelly se puede decir que cada tanto la película ofrece alguna recreación eficaz de sus inconfundibles gags e incluso hay alguna acertada evolución de las herramientas utilizadas como instrumentos de tortura -empezando por una sierra mecánica- También hay que reconocer que los tres actores protagónicos (Hayes, Diamantopoulos y Sasso) realmente se esfuerzan en su misión imposible, logrando un espejismo digno de Los tres chiflados, sobre todo en los planos generales. En el elenco el que se luce es Larry David como una monja malísima, María Mengele). Más problemática es la historia casi calcada de «The Blues Brothers» de John Landis, que a través del salvataje de un orfanato intenta explicar lo inexplicable al justificar la chifladura y las tortuosas relaciones entre los Chiflados. En general el argumento sólo ayuda a alejarse de la esencia del asunto. (ni hablar cuando Moe aparece ¡en un reality show!). con demasiadas secuencias de relleno entre cada auténtico revival de las legendarias rutinas chifladas, en algunos casos están lo bastante logradas como para poder recomendar la película, advirtiendo sobre sus contraindicaciones. Por otro lado, evitando el cine debate para puristas del slapstick, probablemente el film funcione mejor como entretenimiento lunático para nuevas generaciones de espectadores poco familiarizados con los piquetes de ojo.
Para que una película sea una buena película no necesita ser una buena comedia. Ese podría ser el resumen de Los Tres Chiflados, la versión cinematográfica que los hermanos Farrelly realizan de los populares cortometrajes hechos a partir de los años ‘20. Hay que admitir que los trailers pronosticaban un desastre: dos minutos chocantes y casi ofensivos hacia la serie misma, que no causaban gracia...
Rescate fallido Los hermanos Farrelly no pegan una. Parece mentira que sean los mismos que dirigieron Loco por Mary hace más de una década. Los Tres Chiflados, proyecto que habían soñado por años, es un fiasco de principio a fin. Una institución del slapstick como la que creó Ted Healy e inmortalizaron Moe Howard, Curly Howard y Larry Fine no merecía esto. ¿Hay algo que realmente funcione en una comedia cuyo cartel, a priori, prometía no pocas risas con la batuta de los Farrelly y la presencia de Larry David disfrazado de monja?
Homenaje a los tropezones En menudo lío se metieron los hermanos Peter y Bobby Farrelly, padres de la revitalización de la comedia guarra allá por los 90’s, con este revival-homenaje a Los tres chiflados. El proyecto tuvo múltiples idas y vueltas, e incluso un elenco “soñado” con Jim Carrey, Benicio Del Toro y Sean Penn (y sí, nos quedamos con las ganas de ver que hubieran hecho estas tres figuras con los clásicos personajes de Curly, Moe y Larry, respectivamente). Sin embargo, los directores se empecinaron en llevarlo adelante y arribaron a un producto con un elenco de cuasi desconocidos, aunque con carrera en la televisión: Sean Hayes (Larry), Will Sasso (Curly) y Chris Diamantopoulos (Moe). Decimos “lío” porque los Farrelly, tras varios fracasos, perdieron parte del consenso ganado con sus primeros films (llegaron a ser tapa de la prestigiosa revista Film Comment con Irene, yo y mi otro yo) y Los tres chiflados cuentan con un grado de culto universal, y se sabe que el culto lleva a cualquier recreación al fracaso: los fanáticos son conservadores por propia definición, adoran lo viejo con placer mortuorio y le temen a lo nuevo. Por eso, por la ausencia de nombres importantes que sostengan el producto y por la pérdida de trascendencia de su propia firma, los Farrelly tenían todas las de perder con esta adaptación de Los tres chiflados. Que es bastante floja, pero tampoco es el desastre que la crítica norteamericana y los fanáticos a nivel global aseguran. Para pensar objetivamente este film, tenemos que definir qué fueron Los tres chiflados: hombres del vodevil, maestros del humor físico, tomaron la posta de los grandes del circo y del humor del cine mudo y lo llevaron a un nivel de exageración inusitado conectándolo con elementos del dibujo animado. Sus sketches eran una sucesión de slapstick bien aplicado, a lo que sumaban juegos de palabra absurdos. Fueron grandes en lo suyo, un humor básico y estúpido -orgullosamente básico y estúpido-, que redefinía las leyes de la física y la gravedad: golpes, porrazos, caídas, quemazones, violencias varias contra el cuerpo que no dejaban más que sonrisas y convertían a la muerte en un obstáculo que siempre se podía esquivar. Los tres chiflados nunca trabajaron en pos del respeto académico: lo suyo eran los chistes efectivos y efectistas, una adorable veneración del humor como hecho espontáneo y anárquico. Esto, que parece bastante elemental, no era simple de llevar a cabo, de hecho son casi los únicos que fuera del período mudo lograron tal timing para el gag físico. Había un trabajo de puesta en escena y una capacidad asombrosa para, en apenas 16 minutos, elaborar una situación determinada y llevarla progresivamente al desquicio. Ese tiempo de comedia, que los hacía súper efectivos, fue lo que los convirtió en un producto inmortal: no de gusto todavía hoy los chicos siguen divirtiéndose con aquellos cortos televisivos. Un porrazo bien filmado, siempre causa gracia. Por todo esto es que Los tres chiflados, circa Peter y Bobby Farrelly, no puede ser menos que defendida y aceptada como un noble, divertido y -también- limitado homenaje al universo de Los tres chiflados originales. Si bien en Tonto y retonto los hermanos demostraban cierta capacidad para el humor físico, la conexión entre su cine y los cortos de Los tres chiflados no es tan clara. Aquellos eran violentos pero naif, y estos son guarros (que no es lo mismo) pero malintencionados. Por eso, una de las dudas que aparecían era si el revival iba a ser un homenaje preciso o una bifurcación entre universos: aquello que los originales no podían decir o hacer en su tiempo, es posible hoy. Y es cierto que algo de eso hay, que por momentos surge cierta escatología, pero que los Farrelly mantienen todo en el tono clásico de los “stooges”. Tanto es así, que incluso dividen la película en tres partes, como si se tratara de tres cortos de Los tres chiflados, con los separadores históricos. Es por eso que la película, tanto desde la puesta en escena como desde las actuaciones (los tres están perfectos), apuestan más al homenaje que al revival. No se ve tanto un interés por renovar la serie, como sí por mantenerlos tal y cual los recordamos en nuestra memoria: de ahí, que el film tenga los aciertos y las limitaciones obvias de todo aquel producto que, caído el velo de la nostalgia, se revela como algo avejentado e incluso falto de gracia. Muchos momentos de esta película sufren de ese problema. Los tres chiflados tiene algunas ideas buenas y otras desaprovechadas (no funcionan del todo Larry David y Jane Lynch como monjas), y definitivamente tanto humor físico, a tanta velocidad, durante una hora y media, abruma bastante. Pero entre las buenas ideas, hay que destacar cierta mirada introspectiva a lo que un “chiflado” significa: por un lado, el orfanato en el que viven al comienzo debe ser cerrado por los destrozos causados por el trío; avanzada la película, Moe se involucra en un reality show donde su violencia física genera un hit televisivo. Es esa idea de universo inverosímil que toma vida en el mundo real, con sus consecuencias sociales y administrativas, una de las más refrescantes que tiene la película para dar, y la que confirma a esta película como un homenaje gigantesco a aquellos notables comediantes del golpe y el porrazo (es muy emotivo ver a Curly y Larry mirando a Moe en la tele). Por eso que no se entienden los cuestionamientos desmedidos a esta película: no hay ningún elemento extemporáneo por fuera del original, los personajes son respetados en su esencia y algún exceso melodramático se debe entender en un sentido de progresión dramática. No es una genialidad ni la película más graciosa del año, pero desde ya que algunos momentos de humor físico adquieren esa intensidad de los viejos capítulos con Moe, Larry y Curly. Un homenaje sincero.
Anexo de crítica: -Una muestra de que a veces vale la pena reciclar o reflotar viejas ideas son la clave de este sentido homenaje al trío cómico que supo hacer de la infancia de muchos de nosotros algo más que agradable. Si bien el humor blanco ya está pasado de moda y hoy resulta ingenuo, esta película lo honra gracias a la dirección de los hermanos Farelly y la excelente performance de sus intérpretes.
Tributo a los reyes del cachetazo Suena la musiquita y el recuerdo de Los Tres Chiflados se suma a la recreación que los hermanos Bobby y Peter Farrelly (Locos por Mary, Tonto y retonto) logran con devoción conmovedora. Planteada en tres episodios, la película traza la biografía del trío de huérfanos, nacidos en la frontera del absurdo y el disparate. La edición, el diseño de arte y horas de estudio en cuanto a detalles de puesta potencian la calidad de los protagonistas, actores que han desarrollado las variantes del humor físico en una imitación estupenda del modelo. Enseguida se destaca el resultado de la selección del elenco y la caracterización, tanto del trío como del elenco de comediantes que se reparten la galería de monjas y malvados, imprescindibles para que la rueda de cachetazos no se detenga. Sean Hayes (Larry), Will Sasso (Curly) y Chris Diamantopoulos (Moe) son la estampa viva de los chiflados inmortales. El casting también encontró niños y adolescentes similares a esas criaturas que crecieron en el orfanato sin modificar sus conductas ni el modo de encarar la realidad para la cual carecen de "habilidades sociales". Los niños sólo aprenden el numerito para enternecer a los posibles padres adoptivos. Mientras tanto, las hermanas del orfanato soportan el flagelo con estoicismo. Salvo la hermana Mary-Mengele. Larry David (Seinfeld) le pone otro toque de delirio a la extraña relación entre la monja de aspecto masculino y los chiflados. Los Farrelly inventaron una anécdota sencilla para hilvanar los episodios, recurso que les permite aprovechar el legado de cortos en los que el trío agota la rutina humorística a la que le pone el cuerpo. El escenario se amplía a la ciudad cuando deciden salir a buscar ayuda económica y salvar a la institución del cierre definitivo. Así, entran otros personajes que, como ocurre en el original, se aprovechan de la estupidez de esos hombres con respuestas impredecibles. La acción los lleva a un hospital, se pelean, Moe termina en la televisión (en el programa Jersey Shore, reality de MTV) y los persigue la policía. Los Tres Chiflados es un homenaje logrado (lástima el doblaje) de un modo de hacer humor que carece de relato poderoso, ya que se sostiene con la coreografía de golpes, tinquetes de ojos, patadas, tortazos, martillazos y todo tipo de piruetas. Larry, Moe y Curly ofrecen su eterna inocencia y si al final los Farrelly deciden explicar que es una película "de broma y diversión", quizás responden al cambio de época, para preservar esa violencia al servicio del humor genuino.
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VIEJA RECETA Que Hollywood anda escaso de ideas, no es ninguna novedad. A la cantidad de repeticiones, secuelas, precuelas, remakes y sagas ahora hay que sumarle estos seudos homenajes que son una forma calculada de reciclar viejos personajes. Qué se puede decir del humor de Los tres Chiflados, un humor físico, elemental, que funcionaba mejor en pequeñas dosis, pero que aquí hace agua, porque los recursos se repiten, los golpes agobian, la historia es demasiado simple, no hay sorpresas y los remates se ven venir. Lo mejor es cuando son tres chicos intratables en ese orfanato. De grandes, nada nuevo. ¿Les gustará a los chicos de hoy esta comicidad? Es posible, el trazo grueso está la orden del día y Moe, Larry y Curly buscan un lugarcito en la superpoblada infantil para mostrar sus añejas torpezas.
Los hermanos Peter y Bobby Farrelly han construido una carrera cinematográfica alrededor del viejo slapstick, el humor de golpe y porrazo veloz al que han sabido agregar la escatología. Pero hay más: a través de esas películas han mostrado que la idiotez humana no está divorciada de cierta ternura. Que la bondad, más allá de la zoncera, existe. La matriz de esas películas siempre fueron Los Tres Chiflados; este film es, de algún modo, el que justifica o explica esa obra. Es todo un experimento hacer una película sobre los personajes de los Chiflados en lugar de una biografía de los hermanos Howard, y en ese sentido el riesgo es grande. El resultado quizás no sea perfecto, pero rescata lo que eran Los Tres Chiflados: una larga “conjura de los necios”, la construcción de una comicidad épica. Aquí los tres personajes deben salvar un orfanato, y la historia es algo más, en ese sentido, que un bastidor para una andanada de humor físico enorme. Los actores hacen mucho más que imitar: expresan comicidad con todo el cuerpo, un arte difícil de dominar.
Curly, Larry y Moe resucitaron de la mano de los ya consagrados directores Peter y Bobby Farrelly en un filme plagado de humor al mejor estilo de "Los tres chiflados". Cachetadas y torpezas por doquier son los rasgos más característicos de esta película protagonizada por Crhis Diamantopoulos, Sean Hayes y Will Sasso. Los tres chiflados nacen en un orfanato, rodeado de monjas, y con el tiempo van creciendo hasta llegar a ser adultos y se ven involucrados en un complot de asesinato cuando intentan evitar la desaparición del orfanato. ¿El resultado? Las travesuras de siempre en un formato de largometraje -que hasta incluye las presentaciones originales por capítulos- que no defrauda a los fieles fanáticos de estos tres huérfanos que fueron furor en la gran depresión de la década del 30 y al mismo tiempo es una excelente oportunidad para aquellos que aún no rieron con sus eternas bofetadas.
Entre 1934 y 1959, el trío cómico norteamericano compuesto originalmente por Moses Harry Horwitz (Moe), Louis Feinberg (Larry) y Jerome Lester Horwitz (Curly), repartieron piquetes de ojos, cachetadas y golpes de todo tipo a lo largo de 190 cortos cinematográficos para la empresa Columbia Pictures, en los que cultivaron una comicidad basada en la violencia física. Claro que cobraron mucha más notoriedad en todo el mundo en su paso por la televisión. De la mano de los hermanos Peter y Bobby Farrelly, los mismos realizadores de "Tonto y Retonto", "Loco por Mary", "Amor Ciego", "La Mujer de mis Pesadillas" y "Pase Libre", Los Tres Chiflados llegan al cine con una versión moderna protagonizada por los conocidos Chris Diamantopoulos ("24"), Sean Hayes ("Will & Grace") y Will Sasso ("$#*! My Dad Says"), quienes se ponen en la piel de Moe, Larry y Curly, respectivamente, realizando un gran trabajo actoral interpretándolos, lo que nos lleva a decir... ¡son idénticos! La película, que respeta el aspecto de los personajes, los efectos de sonido y las voces de los actores originales, recrea la premisa de aquellos cortos con una historia que se desarrolla en una línea narrativa más extensa y por demás divertida y sobre todo, con un humor sano que hoy en día es difícil de encontrar... claro, a pesar de las bofetadas y los piquetes de ojos (bien por los directores que al final de la misma optaron por explicarle a los espectadores más pequeños cómo hicieron los efectos de los pellizcos y las trompadas y por qué no deberían intentarlo en sus casas). En cuanto a la trama, la misma cuenta la historia de estos tres ingenuos y tontos, quienes siendo tan sólo unos bebés fueron abandonados en la entrada de un orfanato a cargo de unas monjas interpretadas por Jane Lynch, Jennifer Hudson, Kate Upton y... ¡Larry David! Para quienes no lo sepan, este actor fue guionista de la exitosísima serie "Seinfeld" y protagonista de "Curb Your Enthusiasm". Cuando el orfanato en el que pasaron su infancia (y también su adultez) corre peligro de cerrar sus puertas por motivos financieros, y habiendo dejado a las monjas golpeadas, adoloridas y confusas como consecuencia de sus travesuras a lo largo de su estadía en el lugar, el trío se pone en la difícil tarea de reunir 830.000 dólares en tan sólo treinta días para no perder el único hogar que han conocido. En el medio de su misión, que los lleva a salir al mundo exterior, se ven involucrados en una extraña trama de asesinato (el personaje de Sofía Vergara les tiene una propuesta a cambio del dinero) y en el reality show "Jersey Shore", el "éxito" de la cadena MTV. A lo largo de la hora y media de duración, "Los Tres Chiflados" (proyecto postergado por años), que presenta su argumento dividido en varios capítulos (con la clásica placa que daba inicio a los cortos) es un divertido y por sobre todo acertado homenaje a este grupo que durante 25 años le inyectó humor en blanco y negro a las generaciones pasadas.
Confieso que esta no me la veía venir. Que se hayan reciclado series de TV para versionarlas en el séptimo arte no es novedad. Hubo pruebas horribles como “Los vengadores” (1997), la serie inglesa con Patrick McNee, o “Perdidos en el espacio” (1998); otras mediocres como “Hechizada” (2005) o “Starsky y Hutch” (2004); productos bien realizados que proponían algo nuevo como “Los locos Addams” (1991), o la excelente y última adaptación de “El Planeta de los simios” (2011). Pero en casi ningún caso se probó con series tan arraigadas en el público y con tantos años en la pantalla, más de 50 desde su primera emisión sin contar las proyecciones en cine. Gracias a las repeticiones y éxito de audiencia, fue la TV la que obvió el traspasamiento generacional que va de zapping de padre a zapping de hijo. Los tres chiflados han estado siempre, mañana, mediodía o tarde, lo suficiente como para que hasta los más chicos ubiquen a Curly, Larry y Moe, es decir que será muy poca, poquísima, la gente que en la Argentina vea esta versión desconociendo de qué se trata. Un arma de doble filo, con su pro y su contra, porque automáticamente uno va a “probar” fundamentalmente dos cosas: el grado de fidelidad para con el espíritu de la serie, y el grado de parecido entre los nuevos y los viejos actores, sin dejar de lado el despliegue físico y gestual. Cada uno se llevará su impresión al respecto. Lo cierto es que por intentar ser literales los hermanos Peter y Bob Farrelly, en su décimo segunda película, caen en un argumento simple y demasiado extenso, aún habiéndolo dividido literalmente en cuatro capítulos de unos veintipico de minutos con presentación y todo. En su conjunto cuentan la historia de tres hermanos que son abandonados en un orfanato dirigido por monjas. Crecen, nunca son adoptados, y ya adultos enfrentan la posibilidad del cierre de la institución “por la crisis del país” (el mejor chiste del film), a menos que se consiga X suma de dinero antes de X días. Adivine quienes lo intentan y como termina la historia. Las dosis de humor están dadas por algunos diálogos que intentan ser ingeniosos, pero todo recae específicamente en los clásicos piquetes de ojo, ladridos de Curly, golpes en la cabeza con todo tipo de objetos y caídas de muñecos que luego, por montaje y continuidad de los actores, se recuperan y siguen. Por supuesto que se recurrió a toda la sonoteca clásica de efectos de la serie, más para ayudar al espectador en su proceso de conexión con los cortos de TV que por ser graciosos, pero hasta en esto falta algo porque, por ejemplo, el sonido característico de los pasos (otrora hechos con tacos de madera golpeando una mesa) no están. Así llegamos a la conclusión que los directores no parecen haberse preguntado cuanto de todo el mundo de “Los tres chiflados” funcionaría cinematográficamente. Más bien parece el resultado de discutir qué cosas no podían faltar, independientemente de su conveniencia. Un párrafo aparte merecen los actores Sean Hayes (Larry), WillSasso (Curly) y Chris Diamantopoulos (Moe). Tienen mucho de clown y una capacidad de imitación asombrosa con todos los gestos y movimientos de los originales. Realmente este trabajo es lo más destacable de una realización que por un lado los utiliza apenas para cumplir, y por otro peca demasiado de ir a lo seguro en lugar de animarse a probar variantes. Por último, es importante mencionar un acto de nobleza, y a la vez absolutamente desconectado, de un hecho artístico: luego sobre casi el final de los títulos, dirigido especialmente a los más chicos, como todo en esta producción, en un plano general muestra a sus directores Bob Farrely y Peter Farrelly frente a una mesa, donde están todos los objetos con los que el elenco se propina golpes, y uno de ellos toma un martillo y muestra a cámara que es de goma. Que no hacen daño y que bajo ningún aspecto los chicos deben copiar los actos que acaban de ver. El cine fuera del cine para bajar línea directa y de paso evitar juicios, claro.
Modernización fallida "Los tres chiflados" era en algún momento un esperado proyecto que había despertado expectativas por el hecho de que iba a ser dirigida por los hermanos Farrelly ("Tonto y re tonto", "Loco por Mary") y por supuesto, volver a ver a los entrañables Moe, Larry y Curly nuevamente en la pantalla. Con el pasar de los meses y la presentación del trailer oficial, el proyecto se fue cayendo cada vez más y llegó con poca fuerza a su estreno mundial... menos mal! porque si se hubiera mantenido la misma esperanza que al inicio, la decepción habría sido mucho más fuerte. Esta nueva película de los Farrelly está llena de buenas intenciones, con un respeto admirable sobre las características esenciales de los cómicos originales, pero la verdad de la milanesa es que no resultó como esperaban. Analizando y viendo algunos capítulos viejos de "Los tres chiflados" me percato de que sus aventuras resultan divertidas en el marco de la época en los que fueron filmados sus episodios, son interesantes como parte de la historia del humor norteamericano y cada uno de los actores se ganó, con el tiempo, el respeto y simpatía de los televidentes, por lo que resulta sumamente difícil tratar de lograr el mismo efecto en un trabajo de 92 minutos ambientados en nuestra época actual. No creo que sea un caso de esos en que los clásicos no deberían tocarse o actualizarse, sino que considero que más allá de las buenas intenciones, le erraron groso en el abordaje de la trama y en la forma de presentar el film. Quizás una puesta en blanco y negro, ambientada en aquella época y con un juego de emotividad-humor más fuerte hubiera sido mucho más efectiva, "El Artista" lo hizo y no le fue para nada mal. Los personajes tienen mucho que ver con la época en la que se crearon estos cortometrajes, los años '30, '40 y '50 donde tuvieron su gran esplendor (siguieron hasta los '70 pero ya no era lo mismo), por lo que verlos modernizados no surtió el mismo efecto y terminó aburriendo a la mayoría de los espectadores. Les diría que es una propuesta potable para aquellos incondicionales de "Los tres chiflados" y nada más... si están esperando una comedia a lo "Loco por Mary" van al suicidio seguro.
Nuevos actores, el inefable humor de siempre Varias generaciones nos hemos reído y divertido con el trío cómico más famoso de la televisión. Quién no se divirtió con el pique te ojos, o los golpes de cabezas de esos actores maravillosos que con sus personajes fueron unos de los fundadores del humor físico. Quizás por todo esto es que se espera con tanta expectativa esta nueva versión de “Los 3 chiflados”. Era muy difícil imaginarse a otros actores que no fueran los Moses Howard (Moe), su hermano Jerry Howard (Curly) y Louis Fineberg (Larry). Fueron muchos años (aún hoy se emite por TCM) de verlos, de almorzar o merendar riéndonos con ellos. La única garantía que había que este proyecto de llevar al trío a la pantalla grande es que detrás estaban los Hermanos Farrelly que de ese tipo de humor saben bastante. Los Farrelly respetaron a rajatabla las personalidades e incluso los sonidos de los golpes de la original, los sentimientos y la pureza de corazón de los personajes. Para eso presentan el film como si fueran tres capítulos de “Los tres chiflados” donde Moe, Larry y Curly tendrán que salir del orfanato donde vivieron toda su vida para conseguir u$s 830.000 para salvar dicho hogar. Como siempre se verán envueltos en situaciones que los llevaran a estar en medio de un complot de asesinato. Hay imágenes y escenas que nos hacen volver a verlos y algunas que, siguiendo su forma de ser, son realmente fantásticas, como un gag en la nursery de un hospital. Los actores que tuvieron que cargar con el peso de representar a semejantes personajes cumplen con creces divirtiendo de principio a fin. Indudablemente el que más sorprende por su parecido, no solo físico, sino en cuanto a gestos es Will Sasso haciendo de Curly. Esta vez los Farelly hicieron un film netamente para que se divierta toda la familia, desde el más chico al más grande, como era entonces y como, gracias a este film, es ahora.
HUMOR A SEGUNDA VISTA Mientras veía LOS TRES CHIFLADOS (THE THREE STOOGES, 2012), en los momentos en los que no me reía, estaba seriamente pensado en lo estúpida y ridícula que era. Lo que digo parece ser tan irónico como incoherente, pero en realidad no lo es. Es más simple de lo que creen. Si bien creo que TODOS en la sala se reirán (al menos con uno o dos chistes), la nueva comedia de los hermanos Farrelly, basado en el clásico trío humorístico de los años 30, funcionará solo para algunos. Primero, los niños muy niños. Segundo, los fieles seguidores o simpatizantes de los Tres Chiflados originales o del tipo de comedia slapstick. Todo esto pasa porque en esta adaptación al cine, no hay filtro. Larry, Curly y Moe son simplemente sacados de su época y de los tonos de grises, y puestos en nuestros tiempos y a todo color. Si esa idea ya les produce nauseas, entonces por nada del mundo vean LOS TRES CHIFLADOS. Pero si tienen ganas de volver a ver a los mismos idiotas de siempre lastimarse inocentemente entre ellos y a los que los rodean, dense una vuelta por el cine. Puede que su guión sea lamentable, la dirección muy pobre y sus actores unos simples imitadores de los personajes originales, pero de algo no hay duda: es más fiel de lo que creíamos y sus clásicos chistes los golpearán una y otra vez, hasta dejarlos en el piso. A pesar de que está dividido en tres bloques/episodios de media hora, el film cuenta una historia general: Intentando salvar el orfanato en el que crecieron, Moe (un genial Chris Diamantopoulos), Larry (un Sean Hayes muy insípido y desaprovechado) y Curly (un correcto Will Sasso) se involucran por accidente en una trama de asesinatos y shows de Tv. Si bien dicha división intenta a darle originalidad y asemejarse más al programa, de nada sirve. Además de ser débil, predecible, tonta y demasiado infantil, su historia es solo una excusa para ver a Larry, Curly y Moe haciendo de las suyas. Todos sus conflictos son resueltos de manera forzada e inesperadamente estúpida, y los diálogos - cuando no están siendo usados como juego de palabras - son simplemente patéticos. Los personajes secundarios, a cargo de reconocidas figuras televisivas (Jane Lynch, Sofía Vergara y Larry David), tampoco aportan demasiado. En resumen, un libreto muy pobre que disgustará a los adultos que vayan a ver LOS TRES CHIFLADOS, y que solo se salva por contar con secuencias que exprimen el humor físico hasta la última gota (algo que no se veía desde hace tiempo). Pero ese también es a veces un problema, porque el film llega a abusar de muchos de sus chistes (e incluir algunos de mal gusto, como el del corcho golpeando el orto de un león) hasta el punto de gastarlos. Y bueno, después de tres episodios de “Los Tres Chiflados”, cualquiera se cansaría de ver como Moe le pica los ojos a Curly por enésima vez ¿O no? Aquí pasa eso. Hay adaptaciones y remakes que valen la pena, otras que son experimentos interesantes y otras que simplemente no deberían hacerse. Si bien esta logra salir airosa; mostrarle a las nuevas generaciones quienes fueron “Los Tres Chiflados”; ser fiel al material original al punto de crear casi un tributo; entretener en algún punto y presentar una emotiva sub-trama que ayuda a ver más claramente el núcleo de la relación del trío protagonista (no es joda), creo que la película es una de esas que no deberían haberse filmado ¿Por qué? Los Larry, Curly y Moe originales son personajes demasiado icónicos y pertenecen a una época muy diferente de la nuestra. Son eternos. No hace falta verlos renacer y ponerlos en nuestros tiempos, porque se ven ridículos intentando interactuar con un iPhone o con las pseudo-celebridades de “Jersey Shore”. De todas formas, me compadezco de Diamantopoulos, Hayes y Sasso, tres buenos comediantes que logran sostener este film y que se animaron a intentar llenar unos zapatos enormes. Aunque en una que otra escena pensé que lo conseguían, al final de la película, mientras los créditos pasaban, me di cuenta que son solo son una imitación. A veces buena, a veces burda, pero una imitación a fin de cuentas.
Dividido en tres episodios, la versión 2012 de “Los Tres Chiflados” no es un completo desastre, como cabría esperar de semejante intento por recrear en cine uno de los grandes clásicos de la comedia televisiva. Conocemos a Moe, Larry y Curly cuando son abandonados en la puerta de un orfanato y desde allí, con infructuosos intentos de lograr ser adoptados por parejas deseosas de hijos, hasta su adultez, nada parece haber cambiado en el coeficiente intelectual de este trío. Cuando la seguridad del orfelinato sea puesta en riesgo por las torpezas que cometieron a lo largo de los años, Moe, Larry y Curly deciden salir al mundo real para conseguir los ochocientos mil dólares necesarios para salvar su hogar. Intento de homicidio y reality show de por medio, el futuro de decenas de niños está en manos de las tres personas incorrectas. El humor sano sin dobles sentidos y la ausencia de gagas escatológicos, son un intento por trasladar las cualidades principales de la serie al cine, pero esto no es suficiente como para convertirla en una buena película. Las actuaciones y caracterizaciones de las versiones infantiles de los protagonistas son demasiado exageradas, y ni siquiera la genial Jane Lynch (quien como la madre superiora muestra su lado tierno y compasivo) y Larry David (interpretando a una masculina monja que odia toda referencia a “La novicia rebelde”) alcanzan para hacernos olvidar de este detalle.
Publicada en la edición digital #242 de la revista.
Publicada en la edición digital #242 de la revista.
Hacer remakes de historias o personajes tienen un resultado negativo en general pero si algo le faltaba a Hollywood es hacer una remake de personas, de artistas. Se imaginan una nueva película de Olmedo y Porcel, sin Olmedo y sin Porcel? O un Mingo y Anibal contra los fantasmas con dos imitadores de Altavista y Calabro? Bueno, esto es la mierda que hicieron los hermanitos Farrelly, dos sobrevalorados directores, que tuvieron la suerte de pegarla con una película (“Loco por Mary”) . Los tres chiflados es lamentable y no justamente por los actores que representan a Moe, Larry y Curly ellos estan muy bien, claro … son imitadores .. el trabajo de Will Sasso haciendo a Curly es genial , le sale de las mil maravillas , pero es eso una imitación y la imitación nunca es como el original. Por lo único que podés hacer una mueca con esta bosta es con los guiños a los viejos sketch y nada más .Luego los lamentables Farrellys se encargan de meter sus típicos chistes escatológicos , su pelotudés al máximo mostrando a Moe, Larry y Curly como verdaderos infradotados. Bueno nada , una reverenda cagada. Podés hacer una peli de la vida de los 3 chiflados como la del 2000 hecha para TV “The Three Stooges” pero no repetir los mismos sketch, reemplazando a los artistas por imitadores y pensar que la cosa va a funcionar. Lo mejor de todo … Sofia Vergara. Lo triste … verlo a Larry David participando en esta mierda. A todo esto en las salas argentinas, la peli viene sólo doblada al castellano ! Moe , Larry, Curly, Chaplin, Groucho, Chico y Harpo, Olmedo, Porcel, Biondi, Altavista, Calabro, son irrepetibles y fueron figuras en sus respectivas medidas, no podes venir e imitarlos . Como reza la bandera “Podrán imitarnos pero igualarnos jamás”