La dimensión de los niños perdidos La última década fue un largo derrotero para Tim Burton. Quien supo ser una brisa de aire fresco para el cine de fines de los ’80, con una estética muy particular y un gusto especial por esas historias de personajes poco convencionales, no venía en una buena racha tanto a nivel crítica como en taquilla. Su adaptación del musical Sweeney Todd: El Barbero Demoníaco de la Calle Fleet (Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street, 2007), su versión de Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010) y su reciclaje de Sombras Tenebrosas (Dark Shadows, 2012), sumados a la insípida biopic Big Eyes (2014) habían quitado prestigio a ese director que empezó su carrera dibujando para la compañía de Walt Disney. Es tal vez por eso que Miss Peregrine y los Niños Peculiares (Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children, 2016) viene a levantar un poco los ánimos del bueno de Tim, que si bien en esta ocasión no ofrece una obra maestra a la altura de sus primeros films, al menos muestra señales de mejoría y vuelta en forma. La historia -basada en la saga de novelas de Ransom Riggs- nos presenta a Jake (Asa Butterfield) un chico que sufre la muerte traumática de su abuelo (Terrence Stamp) en circunstancias sospechosas que bordean lo sobrenatural, hecho que parece no llamar la atención de los adultos de su entorno. La relación de cercanía que Jake tenía con su abuelo Abe, quien le contaba historias sobre sus viajes y aventuras en el orfanato donde se crió al lado de otros niños con habilidades muy especiales, se había ido perdiendo con el paso del tiempo; pero su muerte hace que el joven decida viajar a Gales, lugar donde queda dicho orfanato. Al llegar, descubre que todas las historias eran ciertas y conoce a los huéspedes de la casa para niños peculiares, quienes se encuentran atrapados en un loop temporal que los obliga a vivir el mismo día una y otra vez. Al mismo tiempo deben cuidarse de una raza de monstruos deformes que se alimentan de niños peculiares y que quieren utilizar el poder de las Ymbrine (las cuidadoras de los orfanatos con niños especiales) para fines oscuros. Muchos elementos del relato son reminiscentes de El Joven Manos de Tijera (Edward Scissorhands, 1991), Alicia El País de las Maravillas y Beetlejuice (1988), entre otras obras propiedad de Burton. Al mismo tiempo, las complicaciones del espacio-tiempo nos refieren inmediatamente a El Día de la Marmota (Groundhog Day, 1993), y la importancia del lazo entre Miss Peregrine (Eva Green) tiene un aire muy Mary Poppins. Con una primera mitad algo lenta, la segunda parte logra mejor ritmo y nos mete de lleno en el conflicto. La soledad, la pérdida de un ser querido y la falta de comunicación del núcleo familiar contemporáneo son tópicos fuertemente construidos desde lo dramático, que agregan una dimensión mucho más compleja dentro de un film que inicialmente asociaríamos con cuestiones un tanto más banales. El peso dramático también se ve beneficiado por un Burton contenido, pero esto dicho en el mejor de los sentidos. Su impronta estética y su habilidad para dar vida a personajes extravagantes, inmersos en historias que desafían el límite de lo real, nunca eclipsa el desarrollo narrativo, permitiéndonos disfrutar de una historia que despierta nuestra curiosidad al mismo tiempo que no distrae más de lo aconsejable con artilugios visuales. ¿Un indicio de que Tim vuelve a encontrar de a poco el camino?
¿Recluidos o luchando? A esta altura del partido no podemos dejar de señalar que resulta de lo más paradójico que Tim Burton, un realizador que comenzó su carrera enarbolando su cariño por el cine de terror gótico y la ciencia ficción, haya dedicado prácticamente las dos últimas décadas de su trayectoria a obras pomposas cuyo principal soporte ha sido una catarata interminable de CGI. Dicho de otro modo: casi todas sus películas desde ¡Marcianos al Ataque! (Mars Attacks!, 1996) hasta la fecha -dejando de lado dos obvias excepciones en stop motion, El Cadáver de la Novia (Corpse Bride, 2005) y Frankenweenie (2012), ecos distantes e inferiores de El Extraño Mundo de Jack (The Nightmare Before Christmas, 1993) de Henry Selick- han fetichizado hasta el hartazgo al artilugio digital, un mecanismo que tiende a la despersonalización y nos aleja de los “practical effects” que el mismo director decía amar. Más allá de los muchos altibajos cualitativos y de esos problemas que solemos encontrar en la estructura narrativa de sus opus, sin duda dos rasgos muy recurrentes en su derrotero, lo cierto es que el señor se engolosinó a niveles insospechados con la tecnología de captura de movimiento (a veces con motivo de las pugnas o escenas de acción y en otras ocasiones acompañando a los protagonistas a lo largo de todo el bendito film, como si el ardid fuese una novedad en el siglo XXI o le agregase alguna dimensión extra al personaje de turno). Poco y nada queda del genio detrás de Beetlejuice (1988), Batman (1989), El Joven Manos de Tijera (Edward Scissorhands, 1990) y Ed Wood (1994); hoy sólo subsiste un artesano porfiado pero carente de prudencia e inspiración, que para colmo se mueve a sus anchas en una zona de confort vinculada a los clichés darkies y las exigencias banales del mainstream. Ahora bien, tampoco se lo puede condenar del todo porque desde Sombras Tenebrosas (Dark Shadows, 2012), y en especial debido a la nefasta Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010), está tratando de reajustar su idiosincrasia en pos de recuperar algunos elementos de sus comienzos y bajar “un poco” el volumen de CGI. Miss Peregrine y los Niños Peculiares (Miss Peregrine's Home for Peculiar Children, 2016) está enrolada en el mismo naturalismo freak y nostálgico de la anterior Big Eyes (2014), no obstante el asunto vuelve a caer en esa típica medianía burtoniana de los últimos tiempos. Estamos ante una traslación del primer libro de una saga adolescente de Ransom Riggs que combina secretos familiares, construcción identitaria, detalles símil “coming of age”, una comunidad de jóvenes excluidos por la sociedad y otra agrupación de villanos de naturaleza parasitaria. La historia es muy sencilla porque apenas si nos presenta el viaje de Jake (Asa Butterfield) desde Florida a Cairnholm, una isla cercana a la costa de Wales, con la firme intención de descifrar la conexión entre su abuelo Abraham (Terence Stamp), fallecido en circunstancias misteriosas, y una tal Miss Alma LeFay Perigrine (una excelente Eva Green). El muchacho de improviso descubre que existe toda una cofradía de niños con poderes especiales viviendo al amparo de la señorita del título, quien a su vez se define como una “ymbryne”, un ser insólito con las capacidades de transformarse en ave y de manipular el tiempo. Miss Perigrine, de hecho, con su antiguo reloj de bolsillo resetea continuamente un mismo día, el 3 de septiembre de 1943 (producto de una decisión forzada por la caída de una bomba nazi sobre la mansión del clan), haciendo que los pequeños vivan en un eterno bucle temporal. El cineasta utiliza a la trama como excusa para ofrecernos otra colección de secundarios de corazón sensible y aspecto menos espeluznante que el de algunos homólogos del pasado, lo que en esencia deriva en una mixtura entre la premisa de base de X-Men y aquellos interrogantes en torno a las necesidades intermitentes de reclusión y de lucha por parte de los marginados, según la complejidad de una coyuntura que suele ser poco amigable hacia los diferentes (aquí por suerte se trabaja bastante el ámbito familiar de Jake, más allá de su interés romántico y sus amistades). A pesar de que el film se siente demasiado extenso en sus 127 minutos, resulta bienvenido el hecho de que el desarrollo de personajes ocupe unas tres cuartas partes del metraje y las “mutaciones” de los chicos no sean tan aparatosas como las de sus equivalentes del cine de superhéroes: hoy tenemos a una nena que levita, otra que hace crecer los vegetales, una con una segunda boca en la nuca, un par símil Medusa, un niño invisible, uno que tiene abejas en su interior, otro con vocación de titiritero a partir de cuerpos inertes, etc. La torpeza de la media hora final (el guión de Jane Goldman venía bien hasta ese momento) y una nueva batalla redundante a puro CGI (en esta oportunidad en un parque de diversiones) terminan jugándole en contra a una película amable que sin ser una maravilla podría haberse destacado dentro del lote reciente de un Burton muy agotado…
El talentoso director de El gran pez y Sombras tenebrosas construye un fascinante espectáculo visual, aunque por momentos con demasiados elementos acumulados. Tim Burton es uno de mis directores favoritos de todos los tiempos, figura fundamental de mi formación cinéfila en las décadas de 1980 y 1990. Sin embargo, más allá de algunas notables incursiones en el cine de animación, hace ya bastante tiempo que una película suya “con actores” no me parece una obra maestra. Es cierto que -con la excepción de El planeta de los simios- todos sus films tienen hallazgos, grandes momentos y entretienen, pero a esta altura creo que ya nunca volveremos a ver al Burton de El joven manos de tijeras y Ed Wood. Es como si aquella etapa más artesanal (que reaparece en parte en sus producciones animadas como El cadáver de la novia o Frankenweenie) hubiese sido suplantada por otra dominada por los grandes presupuestos y la catarata de efectos visuales. Por supuesto, Burton sigue teniendo muchas ideas estéticas y narrativas que lo destacan frente a la mayoría de sus colegas, pero sus películas a esta altura se admiran antes que disfrutarse con genuina emoción, son más espectaculares que sentidas, sus universos fantásticos tienen más de diseño que de humor y sensibilidad. En una línea que tiene varios puntos en común con la de Alicia en el País de las Maravillas, esta transposición del best seller publicado por Ransom Riggs en 2011 a cargo de Jane Goldman (guionista de Kick-Ass, La dama de negro y varias películas de los X-Men) combina elementos que remiten a esa saga de los mutantes, a Harry Potter (la comunidad de chicos “diferentes” en una suerte de refugio/colegio), a la genial Hechizo del tiempo (hay un loop que hace que el mismo día se repita una y otra vez durante 70 años) y a recursos clásicos del cine fantástico como el viaje en el tiempo (desde la actualidad hasta 1943 y viceversa). Frankenstein, Las crónicas de Narnia y Mary Poppins son otras de las múltiples referencias parciales de este film decididamente voraz. La primera hora de Miss Peregrine y los niños peculiares es notable porque Burton se toma todo el tiempo necesario para describir el presente de Jake (Asa Butterfield, el Hugo Cabret de Martin Scorsese, que pasó de niño a adolescente), un muchacho de 16 años que vive en Florida y mantiene una relación decididamente disfuncional con su padre Frank (Chris O’Dowd) y otra muy cercana con su abuelo Abe (el imponente Terence Stamp). El anciano -al que muchos creen demente- alcanzará a contarle antes de morir sobre un universo muy particular. Hacia allí -más precisamente la Gales de 1943- se dirigirá Jake con la compañía de su patético padre. Lo que el protagonista encuentra en principio es un orfanato victoriano arrasado por las bombas de los nazis, pero pronto descubrirá allí a Miss Peregrine (el rostro perfecto de Eva Green) y los niños peculiares (un genio inventor, uno directamente invisible, dos de apariencias fantasmales, otro que tiene abejas en su interior, una que es capaz de elevarse y flotar, y así...). Pero ese día siempre imperturbable que todos disfrutan (Jake tiene incluso tiempo de enamorarse de la rubia Emma) se verá amenazado por la llegada de Barron (un villano con todas las exageraciones propias de un Samuel L. Jackson desbocado) y desde allí la película se vuelve cada vez más adrenalínica, confusa, caótica, llena de escenas de acción en mundos submarinos, barcos, parques de diversiones, circos y un largo etcétera. Nunca deja de ser vistosa y fascinante, pero en su afán de acumular y estimular ese visionario director que es (¿fue?) Burton pierde un poco el rumbo y termina siendo un artesano más al servicio de los grandes estudios y de un blockbuster de consumo familiar, aunque -claro- se permita regalar referencias a casi todos sus trabajos previos. El elenco está lleno de figuras (algunas logran lucirse como la terapeuta que interpreta Allison Janney; otras lucen desaprovechadas como Judi Dench) y algo similar pasa con los múltiples recursos (técnicos, económicos, artísticos) que dispuso el director. Es justamente en ese exceso y en la falta de solidez de la segunda mitad donde Miss Peregrine y los niños peculiares pierde parte del capital acumulado en la primera parte. De todas maneras, aunque extrañemos al mejor Tim Burton, sigue siendo un cine que todavía mantiene en buena medida su capacidad de seducir y subyugar.
Tim Burton intenta sacudirse el moho de encima y retornar al terreno del grotesco y la fantasía con el que supo ganarse el cariño del público y la admiración de los críticos. De la mano de la adaptación de la novela homónima infantil de Ransom Riggs (la primera de una saga), el realizador nos cuenta esta historia protagonizada por el joven Jake (Asa Butterfield), un muchachito bastante loser que creció escuchando las fantásticas historias sobre monstruos que le contaba su abuelo Abe (Terence Stamp). Las fábulas quedaron atrás mientras crecía, pero una tragedia familiar pone en duda su salud mental y abre un misterio que Jake intentará develar viajando junto a su padre a una remota isla de Gales, donde tratará de hacer contacto con Miss Peregrine (Eva Green), la encargada del orfanato donde creció su abuelo. Al llegar al lugar descubre que fue bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial, pero nada es lo que parece, porque ese día en particular está encerrado en un bucle temporal anclado en 1943 donde Miss Peregrine (una Ymbryne, capaz de convertirse en ave y manipular el tiempo) cuida de sus huerfanitos, niños con habilidades extraordinarias que deben permanecer ocultos de otros seres “peculiares” y malvados que necesitan de sus ojos. Jake, que no se cree un choco para nada especial, tendrá que decidir si volver a casa con su padre o ayudar a sus nuevos amigos varados en el tiempo. Esta es la excusa de Burton para desplegar su parafernalia visual y sus extraños personajes, pero todo resulta bastante repetitivo. Tim ya no sabe como maravillarnos y recurre a sus viejos trucos. Todo nos resulta un tanto familiar (desde los colores, la puesta en escena, incluso la joven Ella Purnell tiene un aire bastante parecido a Christina Ricci), monótono y, por ende, aburrido. “Miss Peregrine y los Niños Peculiares” (Miss Peregrine's Home for Peculiar Children, 2016) no se la juega y se queda en el camino entre lo clásico y lo bizarro, sin aportar nada desde lo narrativo (una nueva saga young adult sin esencia), ni la estética que supo presumir el director en el pasado. La historia de Jake y sus traumas pasa a ser una serie de hechos anecdóticos adornados con bonitos efectos especiales. Ni la siempre genial Eva Green logra impactar con un personaje que poco hace, como la mayoría de los adultos de la historia. Ya nos cansaron los villanos genéricos interpretados por Samuel L. Jackson, los adolescentes torpes en pleno siglo XXI y los relatos sin identidad que no saben muy bien a qué público dirigirse. “Miss Peregrine y los Niños Peculiares” (tal vez) funcione mejor con una audiencia menuda gustosa de la acción y la fantasía, que no se espante tan fácilmente y aguante las más de dos horas de aventura que propone Burton. Pero para los adultos amantes del disfrute no tiene nada que ofrecerles, ni forma de conmoverlos más allá de unas lindas imágenes y un grupo de jóvenes actores para tener en cuenta. Sí, Tim Burton perdió el toque y ya no sabe como recuperarlo. Esta parecía ser una buena oportunidad para demostrar sus dotes y su particular estilo visual, pero no pasa de un cuentito, un tanto aburrido que, de peculiar, no tiene absolutamente nada.
Otra vez Tim Miss Peregrine y los niños peculiares (2016) es sin duda la película que trae al mejor Tim Burton de vuelta. Si bien nunca se había ido, el aire de nostalgia y estilo personal del director de El joven manos de tijera (Edward Scissorhands, 1990) se reitera aquí con el mismo énfasis de sus mejores films. Otra vez toma sus elementos de siempre pero les da un soplo renovado que solo puede dejar la agradable sensación de que estamos ante una gran película, llena de emoción y suspenso. Basada en la novela de Ransom Riggs, la historia comienza con el joven Jake Portman (Asa Butterfield) contando su historia de cómo siendo un chico que vive en Florida, tranquilo y con la dificultad de relacionarse con el mundo que lo rodea, cambia su vida al tener que ir a cuidar a su abuelo Abe (Terence Stamp), quién parece sufrir demencia. Sin embargo, un suceso trágico le muestra a Jake que su abuelo ha ocultado un secreto por años. Ese secreto está en Gales adonde Jake viaja con su padre, encontrándose con una bahía tenebrosa y oscura. En ese lugar está el hogar donde su abuelo vivió junto a unos niños peculiares que aún siguen allí. Niños con poderes sobrenaturales y bajo el cuidado de Miss Peregrine (Eva Green), quién los mantiene en un tiempo alejado al real. Pero algo se ha roto en el hogar y sus niños están en peligro ante el acecho del Mr. Barron (Samuel L. Jackson) del cual sólo Jake puede salvarlos. Sin duda que el tema más fuerte en esta película es la herencia paterna, en este caso, del abuelo con su nieto. No se puede negar que es una idea que siempre gira en los relatos de Tim Burton: el drama que empuja el argumento siempre viene por herencia familiar, por destino manifiesto. En este film, no es la excepción, y aquí como buen narrador Burton construye las historias de los abuelos que van abriendo la imaginación de sus nietos. Hecho que nos recuerda un poco a El Gran Pez (Big Fish, 2003), aunque en este caso las historias sirven a la iniciación de un joven en crecimiento. Un dato interesante para traer la aventura -aunque devenga en fantasía- desde un elemento emocional y muy real como es la existencia de un abuelo y sus recuerdos. Aquí también vuelve la dicotomía entre un mundo real lleno de oscuridad, y un mundo sobrenatural donde lo grotesco y la carencia de belleza es mostrada precisamente como algo maravilloso y lleno de colores. Pero hay una renovación en la mezcla que va desde el género de terror hasta el videoclip en una escena homenaje a Ray Harryhausen, en que pelean esqueletos contra monstruos alienígenas en un parque de diversiones. Lo más atractivo son los personajes de los niños peculiares: la diversidad de sus personalidades junto con las extrañezas de cada uno. Finalmente, lo mejor de la película es su manera de tratar la fantasía, las dosis de humor negro y la efervescente imaginación de los libros, haciendo que todo sea una historia sobre historias. Cada personaje relata una historia que a la vez sirve para relatar otra y así ir uniendo los sucesos y por qué no, nuevas historias. El abuelo Abe tiene su relato, lo mismo que Miss Peregrine, los niños y el propio Jake. Una trama de diferentes voces sobre un viaje hacia mundos paralelos llenos de acción y emoción, con un gran reparto que hacen de Miss Peregrine y los niños peculiares una muy buena película.
UN PARAÍSO AMENAZADO La historia de la creación de la novela de Ranson Riggs que se convirtió en un best seller es realmente “peculiar”: comenzó con su hobby de coleccionar fotos antiguas, realmente extrañas e intrigantes, que dieron el puntapié para su imaginario, esas mismas fotos que se muestran en el film relacionadas con la historia. La novela sitúa en un “bucle de tiempo” a una escuela para niños distintos, con habilidades especiales, que viven constantemente el día en que los nazis en 1943 bombardearon el lugar. En esa burbuja temporal están a salvo porque los custodia una maestra que reinventa el bucle todos los días. Sin embargo un grupo de científicos ansiosos de inmortalidad amenazan ese tiempo perfecto igual que los monstruos que los acompañan. Un adolescente ante el asesinato de su abuelo que siempre le conto historias fantásticas ira a investigar. La novela es un poco confusa y recargada, pero parecía nacida especialmente para un Tim Burton que perdió a sus actores fetiche y encontró a una nueva inspiradora en Eva Green la maravillosa actriz que es lo mejor del film. Burton no muestra aquí ese toque de melancolía y decepción que tienen sus mejores films, esa nocturnidad que le otorgaba ternura y sorpresa en el corazón de la tristeza. Sus personajes son realmente adorables, pero están embarcados- en un marco de cuidada belleza- en una aventura complicada que le exige ritmo, batallas, soluciones ingeniosas y la adrenalina que la hace entretenida y vistosa. El nivel de Burton siempre será más alto que la media y este film dedicado a preadolescente amantes de las aventuras fantásticas y adultos interesados en el tema seguramente será un éxito.
Miss Peregrine y los niños peculiares es la nueva película de aventuras y fantasía de Tim Burton. El film escrito por Jane Goldman, está basado en la novela homónima (el título original es “Miss Peregrine’s Home For Peculiar Children). Tim Burton logra con esta película un mundo visual increíble. Sin haber leído el libro, puedo apostar que Burton materializó la imaginación que los lectores tuvieron mientras viajaban en esta aventura. Asa Butterfield interpreta a Jake, un joven apasionado por las historias que le contaba su abuelo sobre un hogar de niños peculiares en donde él vivió cuando joven. Su abuelo (Terence Stamp), con quien era muy cercano, muere de manera extraña. Previo a morir dedica unas palabras a su nieto que con vehemencia le tiende la mano, y a raíz de eso, Jake comienza a buscar una respuesta en la isla que vivió su abuelo. Allí viajaremos en el tiempo y nos adentraremos en un “Loop” (un día de 24hs que se repite una y otra vez) y conoceremos a estos niños peculiares comandados por Miss Peregrine (Eva Green). Bella y delicada interpretación la de Green como Miss Peregrine, una especie de Mary Poppins estilo Burton. Una mujer que nunca envejece y puede convertirse en ave. Con su pipa y cabellera negra puede controlar el tiempo. Los niños con distintas “peculiaridades” como flotar, fuerza extrema, bocas en la nuca, ser invisible, y tantos otros; componen un plantel muy vistoso desde lo visual y desde los personajes. Nos quedamos sabiendo muy poco de ellos, pero son realmente simpáticos y adorables. También está presente el mal, en carne de Samuel L. Jackson, con un personaje diferente a lo que nos tiene acostumbrados. Miss Peregrine y los niños peculiares es un film con el sello de Tim Burton que no defrauda y entretiene. Una fotografía bellísima, batallas entre buenos y malos, viajes en el tiempo y mucho más, hacen de Miss P. un gran plan para toda la familia.
Una película excéntrica que si bien no decepciona, se queda lamentablemente a mitad de camino por no lograr el punto máximo de emoción y excitación que la historia amerita. El relato logra atraer especialmente en la primera hora, donde el guión resulta mucho más interesante ya que durante ese lapso hay...
Burton tropieza con problemas narrativos Promesa de historia tenebrosa y fantástica centrada en una casa antigua en una isla de Gales, ése es el camino de Miss Peregrine mientras todavía no aparece Miss Peregrine. Un chico que no se adapta a su entorno "normal" en Florida (otra vez la oposición habitual y tal vez gastada en Burton), un abuelo que siempre le ha contado historias maravillosas y apariciones de seres intrigantes. La película cumple con las explicaciones y despliega un mundo de fantasía amplio y fascinante, en su extravagante cruce de algo así como una filial de X-Men infantil y adolescente y Harry Potter, con un poco de El ejército de las sombras de Sam Raimi y hasta Hechizo del tiempo, más toques del adorado librito de Burton La melancólica muerte de Chico Ostra y otras historias. Una mezcla potencialmente fascinante y mientras se va descubriendo el mundo y sus coordenadas, el director evidencia que está en lo suyo, en el diseño de personajes, en la cámara asombrada ante territorios y criaturas fuera de lo común. Ahora bien, cuando la película tiene que avanzar en la narrativa de acción y enfrentamiento estamos -otra vez- ante el punto más débil de Burton. Cada vez parece costarle más contar acciones, incluso las más sencillas, por lo que la película se resiente progresivamente, y mucho. Tal vez por eso, con esa conciencia, el relato dispone una estructura inusual, en la que recién en el último cuarto se terminan de plantear el problema, el conflicto y las coordenadas del mundo misterioso, y se disponen los elementos para la acción, que nunca llega a tensión. De todas maneras, esa errancia narrativa, que permite algo de mayor despliegue de la especialidad de Burton, termina desdibujando a algunos personajes y actores, que parecen meras piezas para el trazado de explicaciones, por ejemplo los de Rupert Everett y Judi Dench. La película necesita un amplio mapeo de su territorio, establecer más y más coordenadas, como si sintiera demasiado el peso de la novela, o como si preparara todo esto como el inicio de una franquicia. Así, cuando los mellizos entran en acción, recién al final, uno se pregunta por qué no lo hicieron antes. Y como esa hay muchas otras inconsistencias narrativas, que deben encauzarse con más y más aclaraciones (de poderes, de lógicas, etcétera). Fascinaciones y maravillas quedan a mitad de camino porque su imbricación con la acción y el suspenso está hecha casi con desdén. Así, por más deslumbramiento visual y ganas de volar fantásticamente, notamos la ausencia de emoción, porque no hay construcción progresiva y sólida. Burton se ha conformado con ser un filtro peculiar, un brillante diseño personalizado, y la narrativa de su cine ha salido lastimada.
Pide al tiempo que vuelva El universo oscuro de Tim Burton, en su esplendor en este filme de aventuras para adultos con alma de niño. Si bien es un error común caer en decir que las películas de Tim Burton son para un público de niños, Miss Peregrine y los niños peculiares encaja y se nutre de una novela para jóvenes adultos, como está de moda definir a los adolescentes crecidos y adultos con alma de chico. Precisamente un adolescente (un crecido Asa Butterfield, de La invención de Hugo) viaja en el tiempo hasta la Segunda Guerra Mundial, y halla en una escuela inglesa para chicos diferentes (una levita porque es más liviana que el aire; otro es invisible; una tercera crea fuego, y así) la respuesta a un misterio que le dejó su abuelo en Florida, que acaba de fallecer en circunstancias por lo menos curiosas, horrendas e inexplicables: le faltan los ojos. Los fans de Burton ya pueden frotarse las palmas de las manos, porque hacía mucho tiempo que el director de La leyenda del Jinete sin cabeza no plasmaba y lograba en paralelo confeccionar una historia y unas imágenes tan bien diseñadas y coherentes dentro de su universo. No vale la pena contar qué cosas suceden a Jake en esa mansión derruida en el presente y espléndida en 1945, porque es mejor que el lector y probable espectador las vaya descubriendo por sí mismo. A excepción de El planeta de los simios, una película hecha por encargo y en la que es difícil encontrar rasgos del universo burtoneano, las realizaciones del director de El Joven manos de tijera y Frankenweenie tienen un estilo reconocible. No sólo por el color y la dirección de arte, no es por la estética o la música en la mayoría de las oportunidades de su amigo Danny Elfman, sino por sus personajes. Parecen cortados por la misma tijera, son solitarios, con suerte encuentran el amor y se enfrentan a un universo entre desconocido, desconcertante y único. Burton ha combatido para que el mundo del cine moderno, lleno de CGI y efectos, no se deglutiera sus historias, esto es, su manera de entender el cine. En El planeta... no lo logró. Y en Miss Peregrine... corrió el riesgo, se ve, hasta donde pudo. En la última media hora, eso que fabrica Hollywood para llenar los ojos gana en la pantalla. Lo técnico cierne su sombra sobre el relato. Cada espectador sabrá, y querrá o no querrá ver lo que quiera, y entenderá si los recovecos que fue dejando abiertos Burton está bien resueltos o no. Inefable como siempre, hay metáforas tal vez innecesarias –los monstruos a los que hacía referencia el abuelo paternal (Terence Stamp) para hablar de la Polonia que dejó-. Burton nunca fue lo que se dice un eximio director de los actores que no cumplen un rol protagónico, y por eso Eva Green como la directora del Hogar para niños peculiares está fría y debía ser más cálida, Judi Dench pasa casi desapercibida y Samuel L. Jackson hace de Samuel L. Jackson. Queda(rían) dos libros más para llevar al cine de la trilogía de Ransom Riggs. La respuesta del público, en masa o en cuentagotas, determinará el futuro. Así estamos.
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“Un abusador de la imaginación” Sustentada en la relación de un abuelo de Terence Stamp siempre elegante y su nieto, el film Miss Peregrine y sus niños peculiares se lanza a una serie de batallas y aventuras entre niños buenos con poderes y sus enemigos con otros poderes. ¿Cuándo desfallece un artista? Cuando su apellido deja de ser tal para convertirse en marca, sin que él haga nada para impedirlo. García Márquez, a la altura de El amor en los tiempos del cólera. Salvador Dalí, explotándose explícitamente como producto para llenarse de oro, a partir del momento en que se convirtió en celebridad. Louis Armstrong, al aceptar el rol de cantante melódico de vozarrón excéntrico y dentadura XL. Fellini, Almodóvar y Brian de Palma, en el momento en que se rinden ante los modismos de lo felliniano, lo almodovariano y lo depalmiano (en La ciudad de las mujeres, Todo sobre mi madre y Femme fatale, respectivamente). El riesgo de la marca en el orillo estuvo presente desde el minuto cero en la obra de Tim Burton, en tanto lo suyo siempre pasó por el desborde imaginativo, el derroche icónico y la extravagancia visual. Ese riesgo se venía acentuando en los últimos tiempos, en la misma medida en que su cine tendía a adelgazar en términos de verdad humana. La cosa alcanzó una sima en su versión de Alicia, se recompuso con la injustamente subvalorada Sombras tenebrosas, Frankenweenie y Big Eyes y ahora vuelve a patinar con Miss Peregrine y los niños peculiares, una película casi tan vacua como la basada en Lewis Carroll. “Este Tim Burton es un abusador de la imaginación”, comentó a la salida de la privada, con desarmante agudeza, el mítico Luis Pedro Toni. Imposible ser más exacto. Basada en una exitosa novela escrita un lustro atrás por un blogger neoyorquino llamado Ramson Riggs, Miss Peregrine… se sostiene, en principio, sobre una típica relación de afecto entre abuelo (Terence Stamp, elegante hasta cuando está loco, convaleciente y paranoico) y nieto (Asa Butterfield, el chico de La invención de Hugo, de Scorsese). Se hace presente aquí el tópico del abuelo como aventurero romántico, con padres pragmáticos como fetas del sandwich. Siguiendo un encargo de aquél, Jake, el chico, va a parar a Gales en 1943, donde en el mes de setiembre se produce un bucle en el tiempo, que hace que éste se repita sin cesar. En ese bucle, Jake dará con la Miss Peregrine del título (Eva Green, que como todas las actrices de Tim Burton es su actual pareja), que protege a los niños peculiares que este muchacho Riggs parece haber concebido mientras miraba las películas de la serie X-Men. A ellos los quieren destruir unos malos provistos también de poderes (como mutantes buenos y mutantes malos) y liderados por un Samuel L. Jackson con pupilas blancas y cabellos también blancos, que le dan aspecto de zombie haitiano. Hay muchos combates fantásticos entre los chicos y los malos, que se llaman “huecos” (y se alimentan de ojos humanos) e ymbrynes (la zoología fantástica hace pensar en Harry Potter), un montón de efectos especiales y un modo de construcción por acumulación, en el que un signo tapa a otro y lo mismo sucede entre escenas, imágenes, personajes y actores (Judi Dench, el reaparecido Rupert Everett, Allison Janney), de modo que todo tiende a perderse en el montón. El abuelo lega por ejemplo al nieto un volumen de Ralph Waldo Emerson, dando a pensar que eso tendrá mucho peso en la formación de Jake. Y sin embargo no. El nombre de “huecos” de los malos es una autorreferencia involuntaria tan evidente que se comenta sola. El abuelo es de origen polaco, y en algún momento el padre de Jake comenta, desde su racionalismo, que esos chicos peculiares de Segunda Guerra a los que aquél se refiere no son niños con superpoderes, sino otra clase de infantes, obligados al exilio. Lo cual permitiría abrir una rica vertiente comparativa entre la dura realidad de la ocupación polaca y la fantasía desbocada. Pero no, nada de eso. Ocupado en burtonismos, a Tim Burton no le da aquí para llegar hasta ahí.
Miss Peregrine y los niños peculiares es otro trabajo desapasionado de Tim Burton que difícilmente quedará en el recuerdo entre las obras más destacadas de su filmografía. El artista creativo que alguna vez nos brindó experiencias fantásticas y emocionantes en el cine hoy se convirtió en un laburante más de Hollywood que se limita a dirigir las escenas que plantea un guión. Luego entrega la película terminada al estudio que lo contrató, cobra su cheque y se va a su casa a escuchar un disco de Radiohead. Burton parece haber entregado todo lo que tenía para dar en su obra maestra, El gran pez, y en la actualidad se dedica a realizar con profesionalismo estos filmes trillados que carecen de la magia y diversión que tuvieron sus proyectos personales. Su nueva película es intrascendente y presenta a los personajes más insulsos y olvidables que se crearon en el género fantástico en los últimos años. Tal vez en la novela original de Ranson Riggs tuvieron un tratamiento diferente y la historia es más atractiva. En esta adaptación de Burton no hay nada remotamente interesante que te aliente a seguir a los niños peculiares en una futura saga. Es complicado ofrecer un argumento entretenido cuando tenés villanos paupérrimos que pueden ser vencidos con una flecha y frikis con habilidades trilladas que se trabajaron mejor en los cómics de superhéroes. Los niños peculiares apenas tienen un desarrollo definido en el conflicto y simplemente son un cotillón visual para atraer la atracción del espectador. La primera hora y media de la película es bastante densa y no ayudó para nada que Jake, el supuesto héroe principal, estuviera a cargo de Asa Butterfield (Hugo), quien no tiene el carisma suficiente para llevar adelante una producción de esta clase. El actor no le dio ningún tipo de emoción a su personaje y su labor es tediosamente monótona. En un momento del film Jake viaja en el tiempo para encontrarse con la escuela de Miss Peregrine y Butterfield reacciona como si le hubieran dado cupones para comer gratis en McDonald's. El personaje luego ocupa su tiempo hablando y haciendo preguntas a los otros miembros del reparto sin hacer nada interesante. Aunque Eva Green interpreta a Miss Peregrine, quien le da el título al film y acapara la atención de los afiches, su intervención en la historia es mínima y lamentablemente no tuvo oportunidad de destacarse. Ella está muy bien en su papel pero no tiene demasiado peso en el conflicto central y terminó relegada a un rol secundario. El film de Burton recién se vuelve un poco más divertido cuando entra en el terreno de la aventura y finalmente podemos ver a estos personajes hacer algo que justifique la existencia de esta historia. Es justo destacar que el director presenta un film correcto desde los aspectos visuales con algunas secuencias de fantasía que están muy bien logradas. Se destaca especialmente una batalla con esqueletos donde Burton le rinde un lindo homenaje a los efectos especiales de Ray Harryhausen en Jason y los argonautas (1963). Probablemente el momento más Burton de esta película. Más allá de esa escena no hay demasiadas cosas para resaltar de esta producción. Me quedó la sensación que el director hizo este film para cumplir con un contrato laboral más que por una pasión hacia la novela de Ranson Riggs y sus personajes. Miss Peregrine deja cierto sabor amargo por tratarse de un cineasta que alguna vez ofreció historias apasionantes que podías disfrutar reiteradas veces. Dejando de lado sus incursiones en la animación, donde le puso más dedicación a los proyectos, todas las películas que hizo desde El gran pez hoy no resisten un segundo visionado. Tal vez el próximo regreso de Beetlejuice logre cambiar esta etapa de Tim Burton que no representa un período fructífero de su carrera.
Miss Peregrine y los niños peculiares es casi el regreso de Tim Burton a su lugar de confort y manera de hacer las cosas bien. Digo “casi” porque no termina de poner toda su impronta y por momentos muchos elementos se ven forzados. Sin embargo me animo a decir que es su mejor película en muchos años con la excepción de Frankenweenie (2012) porque vuelve a meterse en el mundo de la fantasía con un outsider como protagonista. Tal como se espera en cualquiera de sus films la dirección de arte es soberbia al igual que la caracterización de todos los personajes de los cuales muchos de ellos darían miedo en otro contexto y otro tipo de film. Asimismo le faltó algo muy importante que acompañe: la música de Danny Elfman porque si bien la banda sonora aquí está bien ni por asomo logra esa gran maridaje que el compositor supo tener con el director en muchas de sus obras. El elenco es bastante sólido y si bien se puede decir que a Asa Butterfield le falta un poco de carisma no parece que sea su culpa sino del guión y de cómo está concebido el personaje. Los que hayan leído los libros podrán identificar esto con facilidad al igual que emitir opinión sobre la mismísima Miss Peregrine que aquí se adueña de la pantalla en la piel de bella Eva Green cada vez que aparece. Además del resto de los niños y Samuel Jackson, siempre es muy bueno ver a Terence Stamp en el cine. La historia es dinámica y entretenida pero para algunos espectadores se le puede hacer un poco larga sobre todo hacia el final. Pese a sus defectos Miss Peregrine y los niños peculiares es una buena película que invita a un mundo de fantasía cinematográfica con tinte burtonesco, algo que en este caso es muy atractivo.
Crítica emitida por radio.
En Miss Peregrine y los niños peculiares conocemos a Jacob, un adolescente de 16 años solitario e imaginativo, que sigue unas pistas que lo llevan a una isla misteriosa, en donde encuentra las ruinas de una antigua escuela para niños que poseen poderes increíbles. Tim Burton narra esta fábula fílmica, con la pericia y buen gusto que lo caracterizan. La atmósfera gótica de los escenarios, los colores estridentes de la fotografía, la música de misterio, y los personajes tristes, bizarros pero cautivantes son el sello de autor que resulta inconfundible. La historia, basada en una popular novela, parece escrita para el director, ya que todo encaja con su mundo creativo tantas veces plasmado en la pantalla de plata. Eva Green, misteriosa, carismática, irresistible, se luce como Miss Peregrine, y el director aprovecha para regalarnos primeros planos de su rostro tallado a la perfección. Los niños protagonistas, se mueven con soltura, lucen creíbles y queribles conformando una menuda banda de freaks. Los amantes de Tim Burton adorarán esta película, y a aquellos no iniciados que se enfrenten a su cine por primera vez, se encontrarán con un cuento de hadas y demonios tan original como atractivo, surgido de la mente de un creador único.
Tim Burton y los niños peculiares Miss Peregrine y los Niños Peculiares (Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children, 2016) es el último largometraje dirigido por el excéntrico Tim Burton. El film está basado en la novela homónima de Ransom Riggs, la cual fue adaptada por Jane Goldman, quien no casualmente es guionista de dos películas de la saga de X-Men –X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class, 2011) y X-Men: Días del Futuro Pasado (X-Men: Days of Future Pass, 2014)-, puesto que dicho film remite bastante al universo mutante de los comics de Marvel, no sólo por los extraños poderes de los personajes, sino porque también contextualiza el pasado traumático de algunos de ellos en la Segunda Guerra Mundial. En conclusión, Miss Peregrine y los Niños Peculiares es una especie de “X-Child”. Desde el inicio de la película sabemos que estamos ante una creación de Burton, ya que el clima de misterio y la estética se imponen desde el sistema de créditos inicial, que nos sumergen en un viaje que comienza en Florida y continua en Gales. La estética de las casas homogéneas en Florida nos remite automáticamente a otro film del director: El Joven Manos de Tijera (Edward Scissorhands, 1990), el cual también está presente en el espacio galés en el Jardín de la casa de los niños peculiares y sus arbustos verdes con formas de animales, tal como los esculpía Edward, su protagonista. Al igual que el hijo del protagonista de El Gran Pez (Big Fish, 2003), Jake -interpretado por Asa Butterfield, el niño ya crecido de La Invención de Hugo Cabret (Hugo, 2011)- se ha desarrollado con los extravagantes relatos de su abuelo, y al llegar a la adolescencia el joven desea saber si todo eso es una falacia o si hay algo de verdad. Emprendiendo un viaje al pasado que le permita descubrir su identidad presente, Jake conoce a Miss Peregrine (Eva Green) y su hogar de niños, quienes, como ella, poseen poderes sobrenaturales. Los mundos paralelos y dos universos opuestos son un estilema recurrente en el cine de Burton, desde lo fantástico y lo real, y también desde las estéticas opuestas; pensemos, por ejemplo, en El Joven Manos de Tijera, El Extraño Mundo de Jack (A Nightmare Before Christmas, 1993), El Gran Pez, Charlie y la Fábrica de Chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 2005) y El Cadáver de la Novia (Corpse Bride, 2005). Otro rasgo intrínseco de T.B. son los personajes extraordinarios que no encajan en su entorno, elemento que se vincula a la infancia del director, puesto que Timothy pasaba mucho tiempo en los cementerios, que lo inspiraban. Jake, con su aspecto lánguido (similar a otros personajes del realizador, al estilo de Jack y Edward), es un adolescente de aspecto normal, pero que no encaja en su sociedad. Ni siquiera es comprendido por sus propios padres. En este relato anacrónico con vaivenes temporales, las citas o similitudes con otras películas del director serán recurrentes. El personaje de Emma Bloom (Ella Purnell) remite no sólo desde su apellido, sino visualmente a la joven rubia -también vestida de celeste- Sandra Bloom de El Gran Pez. En Emma se enfatiza la circularidad del relato, primero desde la repetición del abuelo al nieto, por otro lado desde el loop (bucle) temporal que propone la historia. En Miss Peregrine y los Niños Peculiares, la división convencional entre los peculiares buenos y los peculiares malos es notable, haciendo un paralelo con los primeros largometrajes de la saga de X-Men; una vez más se insiste en lo pertinente de dicha comparación. En consecuencia, aunque el guión o la idea original no le sean propios, Burton siempre le impone su impronta al relato. La película nos sumerge en el misterio desde el inicio, con sus monstruos que mezclan la estética del cine clásico de ciencia ficción con el universo “Burtoniano”, manteniéndonos atrapados en su universo diegético hasta el final. Hay una buena resolución del conflicto, elemento poco frecuente en el género de aventuras y fantasía, lo cual no sucedía en Sombras Tenebrosas (Dark Shadows, 2012), cuya resolución opacó el resto del largometraje. Para muchos de sus fans, desde Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010), sus obras han perdido genialidad y originalidad. ¿Significa entonces que este film es el regreso del gran Tim Burton? La humilde respuesta de quien escribe es que aún no, pero parece que está muy próximo a hacerlo. Después de todo, también deberíamos darle la oportunidad como espectadores de que el cine lo lleve por otros caminos.
Los nuevos niños perdidos Jacob (Asa Butterfield) es un gris adolescente, solitario y sin amigos que siempre ha estado fascinado por las historias fantásticas que le contaba su abuelo Abe (Terence Stamp), pero al ser centro de burlas decidió abandonar esas creencias. Cuando su abuelo muere, le da un mensaje enigmático que lo llevará a una isla de Gales a la que viaja acompañado por su padre Frank (Chris O´Dowd). Allí buscará el lugar donde su abuelo creció, una casona que fue el hogar de niños con poderes cuidados por la directora Alma Peregrine (Eva Green). Al conocer a los niños peculiares y sus habilidades queda encantado con la vida que llevan, pero hay un grave peligro acechando que puede poner fin a todo. Tim Burton, quien supo dar muy buenas películas como la Batman de 1989, Ed Wood (1994) o El cadáver de la novia (Corpse Bride, 2005) ahora dirige esta adaptación del libro de Ransom Riggs, es en la primera hora donde logra un relato más ordenado y demuestra que puede lidiar con un variado grupo de niños. Luego el guion de Jane Goldman (responsable de escribir X-Men: Primera generación de 2011, Kingsman el servicio secreto en 2015 y su próxima secuela, entre otras) se aleja cada vez más del material original para darle algo parecido a un cierre y dejar en suspenso la realización de las adaptaciones de los siguientes libros de la trilogía. Dentro del elenco se destacan Eva Green como Miss Peregrine, Allison Janney y Chris O'Dowd quien merecía algunos momentos más en pantalla, al igual que Judi Dench que está desaprovechada. Samuel L. Jackson logra un buen villano que parece salirle sin esfuerzo. Como en la mayoría de los casos de adaptaciones literarias llevadas al cine, Miss Peregrine y los niños peculiares no le hace honor al libro pero es una película entretenida que atrapa enseguida al espectador, algo caótica en su última hora que casualmente es donde tiene más momentos donde se nota el sello del director y aunque no es su mejor película supera a sus dos trabajos anteriores.
La primera mitad de Miss Peregrine y los niños peculiares es deslumbrante. Visualmente y porque convence de que estamos ante el mejor Tim Burton en mucho tiempo, uno que recuerda aquel director único, creador de imágenes imborrables surgidas de una imaginería personalísima, sensible a los freaks, a los diferentes. La novela juvenil de Ransom Riggs, sobre un hogar escuela para chicos peculiares dirigida por Miss Peregrine, parece haber sido escrita, con su fantasía, su fotogenia vintage y su vínculo con el universo de Harry Potter, para que Burton la pusiera en escena. Es la historia de Jake (Asa Butterfield, el ya crecido niño de La invención de Hugo), un chico incomprendido que tiene una relación especial con su abuelo -Terence Stamp-, afecto a contarle historias fabulosas sobre la casa para niños especiales en la que vivió huyendo de Polonia antes de la guerra. Con la ausencia del abuelo, Jake y su indeseable padre viajarán a la escuela y Jake encontrará un portal que lo llevará a 70 años antes. Allí conocerá a la directora, capaz de mutar en halcón, fumadora de pipa y con la tremenda presencia de Eva Green, diosa gótica. Entre los chicos con el gen recesivo de la peculiaridad hay una chica tan liviana que debe llevar unas botas pesadas para no volar hacia el espacio, un niño invisible, un taxidermista y otros fenómenos humanos. El tiempo es un tema central: la directora es capaz de manipularlo al punto que cada día vuelve el reloj atrás: antes del bombardeo alemán que destruyó el lugar, en 1943. Pero la segunda hora de la película es invadida por los efectos especiales, la incorporación de un villano y un deshilachado, confuso y cansador paso hacia el film de acción. Uno más, uno como tantos. Todos los elementos visuales -el diseño de producción, el increíble vestuario- están bien, muy bien. Pero el corazón de la historia, pisoteado por la estridencia de los efectos y la obligación de aventura, queda por el camino.
Con imágenes bellas y lunático humor vuelve el mejor Burton UNA BRILLANTE EVA GREEN LIDERA EL SÓLIDO ELENCO DE "MISS PEREGRINE Y LOS NIÑOS PECULIARES" - Basada en una novela de Ransom Riggs al estilo de los libros de Harry Potter, pero con el sello Tim Burton, el nuevo opus del director es un gran entretenimiento para todas las edades. Hay varias escenas en "Mis Peregrine" dignas del mejor Tim Burton. En una de ellas, el protagonista y una chica peculiar se arrojan al fondo de océano a pasar un momento a solas en los restos de un antiguo naufragio. La combinación de imágenes oníricas y una música fabulosa hacen que el espectador desee que la escena no termine nunca. La película se basa en una novela de Ransom Riggs muy al estilo de los libros de Harry Potter, aunque los chicos peculiares parecen una versión años 40 de los mutantes de los X Men, ya que sus peculiaridades implican poderes del tipo de dominar el fuego, flotar en el aire o mover a gusto objetos inanimados. Los niños peculiares viven un solo día que se repite eternamente en una isla de Gales en septiembre de 1943, cuando un bombardeo alemán destruye el orfanato donde viven. A ese "loop" en el tiempo debe llegar desde EE.UU. en 2016 un adolescente traumatizado por la muerte violenta de su abuelo, que pasó toda su infancia contándole historias sobre los niños peculiares, con la ubicación del lugar e incluso fotos. Aconsejado por su psicóloga, el protagonista y su padre terminan viajando a Gales para cerrar esos recuerdos sobre el abuelo, aunque como se puede esperar, terminará encontrando la entrada al "loop" para tener todo tipo de aventuras fantásticas. La primera mitad del film muestra a un Tim Burton muy contenido y naturalista, un poco como en su anterior "Big eyes", poniendo todo su talento al servicio de una excelente narración, lo que incluso se mantiene durante la presentación de las situaciones y personajes sobrenaturales. Y por la misma naturaleza de la historia, el director va soltando su típico humor demente en los enfrentamientos entre los niños cuidados por una brillante Eva Green y sus monstruosos enemigos comandados por un divertido Samuel L. Jackson. Hacia el final, Burton está totalmente desencadenado al armar una lucha con los esqueletos de un parque de diversiones, un momento muy gracioso y visualmente alucinante a la altura de grandes films como "Marcianos al Ataque". "Miss Peregrine y los niños peculiares" es una gran película para público de todas las edades, llena de imágenes sin desperdicio y actuaciones de gran nivel, como la del veterano Terence Stamp en el papel del abuelo. La fotografía es notable, y el score de Michael Higham y Matthew Margeson es uno de los mejores que se hayan escuchado este año.
Por la vuelta. Luego de varios tropiezos regresa Tim Burton con un filme en el que puede dar rienda suelta a su estilo, sin grandilocuencia ni sobreactuación alguna. Los relatos del estadounidense Ransom Riggs son ideales para que Burton nos presente muchos de los tópico habituales en sus películas. El joven Jake (Asa Butterfield) ha crecido con los cuentos que su abuelo Abe (Terence Stamp) le relataba antes de dormir. Esas historias tenían como protagonistas a niños de extrañas características; una chica que puede flotar como un globo, otra capaz de incendiar objetos con solo tocarlos, un niño invisible, y otros no menos peculiares. Todos estaban bajo el cuidado de una misteriosa y distinguida mujer que fumaba en pipa. Tras un traumático acontecimiento Jake descubre que aquellas fantásticas historias son muy reales y que él mismo pasa a formar parte de la mayor aventura que haya vivido. El relato debe lidiar con paradojas temporales, dado que Miss Peregrine y sus niños viven dentro de un bucle temporal -siempre en el 3 de septiembre de 1943-, y eso siempre presenta un desafío para quien decida contar una historia con tal característica. Burton sortea la cuestión sin mucha prolijidad y hasta puede que a alguno no le cierre del todo tanto ida y vuelta en el tiempo. En lo que sí se luce es en la presentación de cada personaje, todo bajo una dirección artística más que destacable y lejos de la pomposidad impostada de las olvidables "Dark Shadows" o "Alice in Wonderland". Muy pronto empatizamos y adoptamos a estas peculiares criaturas y nos sumamos a su aventura, ese es el gran logro de Burton. Si este trabajo del director de "Ed Wood" funciona es porque, entre otras cosas, se ha concentrado en contar bien el cuentito sin distraerse con protagonistas megalómanos -un Johnny Depp, por ejemplo- que suelen distraer y hasta opacar cualquier esfuerzo. Sí, está entre el día de la marmota y los X-men, no destila originalidad pero gana en estilo y sensibilidad, esa que Burton es capaz de impregnar en sus obras cuando no se distrae, como le pasó en los últimos años.
Con todos los sellos distintivos de Tim Burton, tanto estéticos como en sus excéntricos personajes y dosis de humor negro, “Miss Peregrine y los niños peculiares” recupera parte de sus esencias y ese universo insólito tan maravillosamente naif como despiadado. Tim Burton adapta la popular novela juvenil “Miss Peregrine y los niños peculiares”, de Ransom Rigg, una enigmática historia sobre niños extraordinarios y monstruos oscuros inspirada originariamente en unas auténticas e inquietantes fotos antiguas retocadas, y le agrega su maravilloso universo de ocurrencias visuales y la oscuridad característica a esos peculiares personajes naif tan tiernos como despiadados. Jacob Portman -Asa Butterfield- es un joven de 16 años que tiene un vinculo especial con su abuelo, pero ante la inesperada y extraña muerte del anciano, una misteriosa carta lo empuja a emprender un viaje hacia una isla remota de Gales para buscar el orfanato donde su abuelo se crió y descubrir si todas esas historias que había oído de niño fueron reales. Allí, Jacob encuentra las ruinas de un inusual orfanato donde hace muchos años vivían niños y adolescentes con habilidades especiales heredadas -llamadas aquí “peculiaridades”- bajo los cuidados de Miss Peregrine, pero que fue destruido por un bombardeo. Pero Jacob descubre en este lugar mágico que los niños están vivos, en una suerte de burbuja temporal, viviendo el mismo día una y otra vez específicamente el 3 de septiembre de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Mientras conoce los dones especiales de esos niños también descubrirá su propia "peculiaridad", y se vera envuelto en una aventura para ayudarlos a escapar de unas horribles criaturas que amenazan con destruirlos. Un mundo que se desenvuelve entre lo real y lo sobrenatural, con las señas distintivas del director en términos de estilo, estética y personajes que nos remonta a sus mejores títulos, como El joven manos de tijera -en las figuras podadas del jardín y el suburbio de clase media-, El Extraño mundo de Jack -la delgada, alta y estilizada figura emulada esta vez en la forma de monstruos huecos- y El gran pez -del cual toma los recuerdos idealizados e historias con características fantásticas transmitidas de una generación a otra, que pueden o no ser verdad, producto de la necesidad del personaje de disfrazar un pasado horroroso, así como la búsqueda de identidad-. Pero también amplía el abanico de referencias visuales, al menos en su primera parte, con una pizca de X-Men: Primera generación -Jane Goldman, guionista de aquella en 2011, no fue elegida al azar-, ecos de Hechizo del tiempo -en cuanto a la repetición del día-, El espinazo del diablo, de Guillermo del Toro -con ese plano espeluznante de la bomba cayendo sobre un orfanato- y hasta un ejército de esqueletos en una batalla que rinde tributo a Ray Harryhausen. Tras un inquietante comienzo, en el que no faltan los bosques con sombras y follajes que adoptan siluetas y una mansión estilo gótico en una misteriosa isla, el relato ira develando a estos niños y adolescentes increíblemente extraños forzados a revivir el mismo día por décadas sin que su cuerpo se altere. Universo de criaturas en el que Jake -gran interpretación de Asa Butterfield, el Hugo de Scorsese- deberá encontrar su destino junto a una niña capaz de hacer crecer plantas, un pequeño cuyo ojo funciona como un proyector de cine que proyecta sueños premonitorios, otro niño invisible, un joven capaz de dotar de vida a objetos inanimados injertándoles un corazón y una adolescente cuyo poder radica en manipular el aire, entre otros. Eva Green como Miss Peregrine y Terence Stamp como el abuelo Abe, aportan grandes actuaciones, a pesar de lo breve de sus participaciones, y Samuel L. Jackson es el caricaturesco villano Dr. Barron -mezcla de zombi con el Doctor Frankenstein y Bitelchús- que debe convertirse en psiquiatra y otros personajes para intentar su maléfico objetivo. En su segunda mitad los efectos especiales, que sobretodo rinden pleitesía al stop-motion, se imponen a los clímax y ritmos de misterio generado hasta entonces y dan lugar al esplendor visual, la aventura y acción de sus protagonistas, con un toque de humor dado por el personaje de Samuel L. Jackson y la necesaria mezcla de angustia y romance adolescente presente en la novela original. A pesar de lo atractivo y dinámico de los bucles temporales, la trama se olvida de anudar algún que otro cabo suelto -En algún momento se menciona que los peculiares no pueden regresar a la línea de tiempo real porque sus cuerpos envejecerían, sin embargo, en el desarrollo de la trama lo hacen más de una vez sin efecto alguno-, tampoco retoma la figura del padre sobre el final y el destino de Jake podría interpretarse de dos maneras diferentes, par dar pie a una hipotética secuela. Hay que destacar la impecable fotografía de Bruno Delbonel -Amélie-, el siempre destacado vestuario de Colleen Atwood -en su enésima colaboración con Burton-, y el detallado diseño de producción de Gavin Bocquet -Episodios I, II y III de Star Wars-. Miss Peregrine y los niños peculiares permite degustar nuevamente del fantástico y maravilloso universo de Tim Burton, con la extravagancia de sus personajes y el poderío visual de sus imágenes que mantienen al espectador con el ritmo y tensión de principio a fin, aunque hay que reconocer que estos nuevos personajes no alcanzan la fuerza poética y la melancolía que emanaba de los excéntricos y transgresores Edward, Ed Wood o Jack Skellington, por nombrar algunos de los que trascendieron. La idea de unos niños excéntricos con poderes especiales atrapados en una burbuja temporal recurrente, que les asegura la juventud eterna pero los incapacita para crecer y desarrollarse internamente, combinada con las paradojas temporales resultaba poderosísima en manos de Burton, quizá, para una especie de versión enfermiza de La familia Addams combinada con alguna Hostel, algo que por ahora seguirá siendo mi deseo para futuras realizaciones del director.
¿Y dónde está Tim Burton? Ransom Riggs es un escritor y director que realizó muchos cortometrajes para internet y en blogs para la revista Mental Floss. Uno de sus hobbies era coleccionar fotografías caseras antiguas, que fueran particularmente curiosas, y le propuso a la editorial Quirk Books usar varias de ellas para hacer un álbum ilustrado. El editor de la compañía le sugirió que usara las imágenes para crear una historia y hacer una narración. Esto dio como resultado “El Hogar de Miss Peregrine para niños peculiares” (Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children), que salió a la venta en 2011 y estuvo en la lista de bestsellers del New York Times. A este libro le siguieron “El Hogar de Miss Peregrine para niños peculiares II”, “Ciudad Desolada” (Hollow City: The Second Novel of Miss Peregrine’s Children) en 2014; “Library of Souls: The Third Novel of Miss Peregrine’s Children” en 2015; y este año, en septiembre, salió “Cuentos Extraños para niños peculiares “(Tales of the Peculiar). Como no podía ser de otra manera, y con la vista puesta en esta saga de novelas para el público infantojuvenil, llega la adaptación al cine de la mano de Tim Burton con “Miss Peregrine y los niños peculiares” (Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children, 2016). Jake (Asa Butterfield) es un adolescente que ha crecido escuchando los cuentos de su abuelo Abraham (Terence Stamp) sobre el orfanato en donde se crió y los niños especiales que vivían con él. Además, también lo formó explicándole que él también es especial y que algún día llegará el día en que lo va a demostrar. Pero, en estos 16 años, se convirtió en un chico con muy pocos amigos, que trabaja en un supermercado y es lo más común y corriente del mundo. Pero su vida empieza a cambiar con la repentina y extraña muerte de su abuelo, que lo hace embarcarse en un viaje hacia una remota isla de Gales en busca del orfanato que tanta veces escuchó en los relatos de Abraham. Allí busca el hogar de Miss Peregrine (Eva Green) para niños peculiares, sólo para descubrir que fue destruido por una bomba durante la Segunda Guerra Mundial y todos los que allí vivían perecieron en el ataque. La desilusión de Jake es enorme, aunque pronto sabrá la verdad: este inusual orfanato todavía está habitado por estos niños y niñas con habilidades peculiares, todos ellos protegidos y cuidados por esta guardiana mágica que es Miss Peregrine. Sólo que están escondidos en “otro tiempo” para escaparse de temibles criaturas que los están buscando y amenazan con destruirlos. La historia, los personajes, la ambientación, todo estaba dado para una gloriosa vuelta de Tim Burton a los mundos mágicos que nos regaló con sus primeras películas. Pero tenemos que hablar de pura desilusión. Nada hay de aquel cineasta en este largometraje, ni la esencia, ni la fantasía, ni la oscuridad, ni una pizca de su sello personal. Dicho de manera más simple: sabemos que la dirige porque aparece en los créditos. De todas formas, esto no sería un problema para el film si no fuera porque tiene muchos problemas: secuencias que se repiten, una edición desprolija, un ritmo muy lento, una historia bastante confusa en ciertos pasajes. Parece más una película pensada para “facturar” que para relatar algo verdaderamente interesante y atractivo, como a priori hacían entrever los avances. Tal vez los años hayan sido en detrimento de este genial director que nos hizo adorar su cine durante las últimas dos décadas del siglo pasado. Con suerte, en su próximo filme nos hace cerrar la boca y pedirle disculpas con pasacalle incluido. Hoy no es el caso. Nada hay de aquel cineasta en este largometraje, ni la esencia, ni la fantasía, ni la oscuridad, ni una pizca de su sello personal.
Si bien el estilo de Burton no se vé más que en lo estético, esta historia sin duda encontrará en los más peculiares a su público ideal. El estilo del director Tim Burton es, a esta altura, muy reconocible. Después de años de poner el foco en los mismos aspectos visuales y temas en lo narrativo, cualquier persona, aunque no sea su fan, puede señalar una película de Burton apenas la ve. Gracias a personajes como Edward, Jack, los niños de La Melancólica Muerte del Chico Ostra, y muchos otros, se convirtió en un representante de los que no se sienten cómodos en su propio mundo. Con Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children retoma estas temáticas que ya exploró en varias oportunidades. Su infancia no fue para nada extraña, pero al ser muy introvertido empezó a encontrar confort en el arte, sobre todo las artes visuales y el cine. Esto se refleja fuertemente en sus trabajos, que en general incluyen personajes no del todo cómodos con los grupos con los que conviven. Esto lo hizo, en alguna época, casi un representante de los más alienados, pero cuando su carrera dejó de tener la calidad que antes era algo común, su afinidad con sus fans comenzó a caer. Con Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children regresó a esos temas que lo llevaron a la cima: las aventuras de niños que no encajan fácilmente en la sociedad. Jake (Asa Butterfield) no es como todos los chicos de su edad: es callado e introvertido. Creció con las historias que su abuelo, Abe (Terence Stamp), le contaba antes de dormir. En ellas hablaba de niños fantásticos con poderes y de la directora del hogar, Miss Peregrine (Eva Green). Luego de la misteriosa muerte de Abe, Jake decidió ir en busca de este hogar de chicos y descubrió que los cuentos no eran del todo ficción. Su relación con Miss Peregrine se hace más estrecha mientras conoce a los chicos peculiares que, hace muchos años, fueron amigos de su abuelo. Los chicos de Peregrine no son los únicos particulares en el mundo, y deberán defenderse de otros, liderados por el Sr. Barron (Samuel L. Jackson), más violentos y crueles. El guión fue basado en el libro del mismo título, escrito por Ransom Riggs y publicado en 2011. Fue una éxito y los derechos para la adaptación cinematográfica fueron vendidos un mes después de su lanzamiento. Tim Burton no se unió en el papel de director hasta fin de ese año, pero muchos lo recibieron con los brazos abiertos: su preferencia por las historias de los marginados lo convertía en el candidato perfecto. A cargo del guión está Jane Goldman, conocida por Kingsman (2014) y Kick-Ass (2010). El reparto está compuesto por actores ya consagrados, como Judi Dench y Samuel L. Jackson, por algunas caras conocidas como la de Eva Green (Casino Royale, 2006 – Dark Shadows, 2012) y la del protagonista Asa Butterfield (Hugo, 2011 – El Niño con el Pijama de Rayas, 2008). El estilo de Green para actuar es muy peculiar: su acento y manera de gesticular no son del todo naturales o no se ven muy a menudo y por eso en estas historias de fantasía, al igual que en Dark Shadows o Penny Dreadful (2014), su manera de trabajar no sólo encuentra lugar, sino que da un nuevo carácter a la producción entera; Miss Peregrine es uno de sus mejores personajes. La adaptación a la pantalla grande fue bastante libre. El libro tiene tres instancias, pero esta película sólo abarca la primera. Desde intercambiar los poderes de dos personajes hasta literalmente alterar todo el desenlace, bastantes cosas de los escritos originales no han encontrado lugar en el cine. Muchas puntas de la historia no son exploradas en la profundidad que tienen en el libro. Sin embargo, la trama encuentra dónde cerrar el círculo cómodamente y sin que sea demasiado inverosímil, dando como resultado una historia diferente pero que promueve los mismos valores. Algunas partes de la trama se acercan mucho a lo que Roald Dahl (autor de Matilda, Charlie y la Fábrica de Chocolate) planteaba en sus historias. No es extraño que haya sido Burton el encargado de traer a ambos a la pantalla. Por el momento parece improbable que Riggs sea el heredero de Dahl y sus históricos cuentos, pero el potencial está y el público lo recibió, tanto en la literatura como en el cine, con los brazos muy abiertos.
La historia nos muestra a un adolescente que no logra conectarse con los demás, sólo con su abuelo, habla de los vínculos entre padre-hijo-nieto, en un cuento asombroso. Contiene una estupenda estética típica de las tramas de Burton, es bien burtoniana, con toques de varias de sus películas como “El joven manos de tijera”. Llena de personajes bien marcados, visualmente fascinantes, maravillosa paleta de colores, con un buen toque victoriano. A través de su protagonista ingresamos como si fuera en el túnel del tiempo, a un mundo mágico y lleno de fantasías, muchas escenas estupendas pasando por un parque de diversiones, un barco en el fondo del mar, entre otras situaciones. Eva Green como ya nos tiene acostumbrados se luce, con cierta similitud a los personajes que compuso en la serie de televisión “Penny Dreadful" o puede ser una Mary Poppins alocada. Varios villanos entre ellos Samuel L. Jackson en la piel de Barron. Un importante elenco secundario y breves apariciones de Judi Dench y Rupert Everett. Posee algunos problemas de guión sobre todo en algunas escenas que extiende demasiado y tal vez otras resultan poco aprovechadas. Un film que nos ofrece: magia, fantasía, aventura y mitología. Logra mantenerte entretenido y tiene una cuidada fotografía.
Antes que nada quiero dejar dos cosas en claro: 1.- Tim Burton me parece un genio. Un visionario. 2.- Hace años que no hace una película que me guste. Habiendo dicho esto, debo decir que su nueva película “Miss Peregrine y los niños peculiares”, me dejo con una sensación muy rara, ya que sentí todo el tiempo como si fueran dos películas hechas por dos directores distintos, con dos ideas distintas de el tipo de película que estaban haciendo y el tono que esta tenia. Uno de ellos, nos mete en un universo con una historia genial. Un grupo de personas que tienen habilidades especificas con las que han nacido... Básicamente unos x men góticos. Desde un niño invisible, a una chica que tiene que usar zapatos de plomo o se iría flotando, pasando por unos gemelos encapuchados, un chico lleno de abejas y una joven que puede incendiar algo con tocarlo nomás. Todos ellos son protegidos por Miss Peregrine, que los mantiene a salvo en un bucle en el tiempo en el cual no pueden envejecer pero del cual tampoco pueden salir. GUUUUAAAAAUUUU!!! Ese director quiere hacer una película con un tono más adulto. Una película de fantasía con toques de terror, con criaturas dignas de una pesadilla. El otro director, quiere hacer algo más infantil. El mismo universo, pero salpicado con comedia, magia y un poco de sátira. Algo más curioso que aterrador, algo mas divertido que peligroso. Y desgraciadamente, ambos directores conviven en Tim Burton, y ese es el gran problema de sus últimas cintas, que queda evidenciado en esta. La persona que imagino a los huecos, la historia de lo están buscando, como lo consiguen y demás, es el Tim Burton que dirigió Sweeney Todd, La leyenda del Jinete sin Cabeza, Batman, etc. Un director que se mueve perfectamente en un tono oscuro, gótico y terrorífico. La persona que hizo el resto de la película es el Tim Burton que dirigió Alicia en el País de las Maravillas, Dark Shadows Y Charlie y la Fábrica de Chocolate. Y por más que suene interesante al oírlo, esos dos directores juntos no logran hacer que las cosas resulten. Eva Green en el papel de Miss Peregrine parece una caricatura de Helena Bonham Carter para un sketch de Saturday Night Live. El acento, la manera de hablar, las miradas, la ropa, todo, absolutamente todo es digno de una parodia. La música en ciertas escenas, los padres del protagonista, los jóvenes de la isla… Y podría seguir. Pero cuando toma las riendas el Tim mas oscuro, la película es entretenida, dinámica, atrapante, visualmente hermosa y muchísimo mas interesante. Ojala, si llegaran a hacer una secuela de esta historia, el Tim Burton gótico gane la pulseada, le de rienda suelta a su imaginación y no comparta la dirección con el segundo. Porque esa es una película que me encantaría ver.
En caso de haberse preguntado alguna vez cómo luciría un film de X-Men dirigido por Tim Burton, la respuesta yace en Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children. El realizador lleva adelante esta adaptación de la novela para jóvenes adultos de Ransom Riggs, abarrotada de elementos como para funcionar pero que aún así lo hace, bien sostenida en las peculiaridades que se anticipan desde el título. Es una historia sin demasiadas sorpresas, que se ha visto de una u otra forma en ocasiones previas, pero que encuentra destellos de la genialidad alguna vez indiscutida del cineasta, lo que le permite sobresalir de un argumento frecuente.
Burton resurrecto Para quienes supimos ser fanáticos de Tim Burton en la década de los noventa, sus últimos títulos son prácticamente innombrables: Alicia en el país de las maravillas, Sombras tenebrosas, Frankenweenie y Big Eyes fueron películas desproporcionadas, kitsch, empalagosas, arrítmicas o simplemente aburridas, de las que bien quisiéramos olvidarnos. Si bien Burton siempre fue irregular, esa seguidilla de desastres parecía dar la pauta de que el director de Ed Wood y Sleepy Hollow había perdido por completo el eje. Pero por suerte aparece hoy esta notable película. Burton nunca fue propiamente un guionista, y para sus películas tomó historias ajenas y las enriqueció (o arruinó, dependiendo del caso) con su imaginario particular. Pero su firma asegura historias que explotan ese costado terrorífico de los cuentos de hadas, o ese perfil más infantil y fantasioso del cine de terror, por lo que sus filmes suelen situarse en un camino ambiguo, que juega con ambas puntas. Provistos generalmente de humor negro, propone universos en los que un puñado de extravagantes personajes se abre camino a la aventura. Si el cine es evasión, las creaciones de Burton son universos ideales en los que perderse. La excéntrica novela infantil en la que se basa esta película reúne todo aquello que a Burton parece gustarle más. En ella el autor Ransom Riggs despliega la historia de varios niños “peculiares” recluidos en un orfanato, viviendo el mismo día una y otra vez, en un perpetuo bucle de tiempo. Pero una de las particularidades más llamativas del libro es que está ilustrado con inquietantes fotografías antiguas, en las que se ve a niños con miradas amenazantes o directamente demoníacas, vestidos con extraños disfraces o en posiciones imposibles. Una de las referencias inevitables es X-Men, en la que también existe una institución que reúne personajes “diferentes” en quienes cada particularidad es también un portentoso superpoder, pero aquí los personajes no llevan a cabo grandes hazañas sino que simplemente deben sobrevivir de un brutal ataque de “huecos”, criaturas amenazantes y tentaculares que buscan a los niños para sacarles los ojos y comérselos. Lo más interesante del planteo es que algunos de estos superpoderes permanecerán en secreto hasta el final de la película, manteniéndose el enigma durante todo el metraje. Otro referente obvio es Harry Potter, y es esta la 37ª historia de un niño ordinario y con problemas de inserción social que descubre un mundo diferente, en el que resulta ser “el elegido”. El talento de Burton se encuentra principalmente en la particularidad de los ambientes; la música, los efectos especiales, la vestimenta, el maquillaje y los decorados están elaborados cuidadosa y coherentemente, logrando una atmósfera envolvente y atractiva. También puede verse en un elenco brillante y una notable dirección de actores. Aquí sobresalen especialmente Eva Green –ya una actriz fetiche de Burton– como Miss Peregrine, así como la totalidad del elenco infantil y adolescente, y, por sobre todo, el imponente Samuel L Jackson como un malo malísimo que oficia al mismo tiempo como figura amenazante y como comic relief. Jackson se calza el personaje con la gracia y el talento con que se desenvuelven los grandes. Es verdad que la película surge en un momento en que ya existen varias historias parecidas en la vuelta, pero es la autoría de Burton la que marca una diferencia estética, proporcionando solidez y ritmo, y dando además la buena nueva de haberse encauzado, una vez más, por el buen camino.
Crítica emitida por radio.
El realizador de “Ed Wood” y “Beetlejuice” dirige esta adaptación de una novela juvenil de Ransom Riggs que, estética y temáticamente, le cae como anillo al dedo. Pero tras una extraordinaria primera hora a la altura de lo mejor de su carrera, la película pasa a ser dominada por los efectos especiales y pierde el rumbo. Y la poesía… No leí la novela original en la que se basa la película MISS PEREGRINE Y LOS NIÑOS PECULIARES pero estoy seguro que su autor, Ransom Riggs, tenía estudiada de memoria la filmografía de Tim Burton cuando lo escribió. De no ser así (en entrevistas Riggs dice ser un fan de Burton de toda la vida) hay que decir que las sensibilidades de ambos corren de manera tan paralela que la novela parece hecha a medida para el autor de EL JOVEN MANOS DE TIJERA. Todos los elementos del universo burtoniano, casi película por película, están ahí. Las leyendas en apariencia inverosímiles pero finalmente reales contadas por un antepasado (como en EL GRAN PEZ), el universo secreto de monstruos y fantasmas que se esconde en medio de un suburbio gris cualquiera de Estados Unidos (BEETLEJUICE, EL JOVEN MANOS DE TIJERA), un personaje que crea criaturas deformes y les da vida (EL JOVEN…, FRANKENWEENIE), un protagonista que se siente fuera de sitio en su medio habitual, padres desentendidos y un mundo entre mágico y pesadillesco que lo espera a la vuelta de la esquina (ver absolutamente todas las películas de Tim), con personajes entre encantadores y espantosos, según el ojo de quien los mire. Todo está ahí, servido en bandeja. Y MISS PEREGRINE Y LOS NIÑOS PECULIARES tiene un comienzo a la altura de las expectativas. Si bien sabemos que Burton ha perdido un tanto el pulso que lo ha hecho una celebridad en los ’90 y ha empezado a repetirse estilísticamente al borde de autoparodiarse, hay algo en la historia que logra evitar caer de lleno en el autoplagio, una suerte de conexión espiritual entre el protagonista del filme y el Burton adolescente, fascinado por mundos espeluznantes pero mágicos a la vez que le permitían escapar de la medianía suburbana. La película se centra en Jake (Asa Butterfield, el hoy ya adolescente protagonista de HUGO, de Martin Scorsese) quien encuentra a su abuelo (Terence Stamp) asesinado en circunstancias misteriosas, abuelo con el que tenía una gran relación y que le contaba historias sobre sus aventuras en la Segunda Guerra, en especial las relacionadas a una especie de internado para chicos especiales en un pueblito galés en el que se refugió escapándose de los nazis en la Segunda Guerra. Por recomendación de la siquiatra que lo trata tras el trágico suceso (Allison Janney), Jake y su papá (Chris O’Dowd), un desentendido padre de suburbio solo preocupado por mirar la tele y que jamás creyó en las historias de su propio padre, viajan allí y encuentran el lugar el ruinas, destruido por un bombardeo en esa misma guerra. Pero en realidad, para “entrar” en él hay que meterse via un portal temporal en el que las criaturas de los cuentos del abuelo cobran vida, con todas sus peculiaridades, típicamente “burtonianas”, con sus deformidades y extrañezas. A las que hay que sumarle el hecho de que viven en un “loop” de 24 horas que obliga a resetear el día una y otra vez antes del bombardeo, a la GROUNDHOG DAY. Jake no sabe bien cuál es su “peculiaridad” pero se dará cuenta apenas unos enormes monstruos lleguen a poner en peligro la bizarra estabilidad del lugar, ya que él es el único que los ve y puede detenerlos. Y allí comenzará la segunda parte del relato, la de la aventura, en donde las debilidades narrativas del cine del realizador de ED WOOD empiezan a quedar al descubierto. Tras haber creado un universo extrañamente bello no sabe muy bien qué hacer con él, como narrar las aventuras y persecuciones que se suceden, especialmente después de la aparición de Dame Judi Dench y Samuel L. Jackson como dos seres con poderes, el segundo con malísimas intenciones. Esta especie de X-MEN de tren fantasma de Tim Burton funciona en tanto el realizador se dedica a mostrar sus peculiaridades y sus relaciones, en especial la que Jake tiene con Emma (Ella Purnell), una chica que, como sale volando por los aires, tiene que andar con botas de plomo. Miss Peregrine (Eva Green) funciona como la benevolente pero poderosa mandamás, la versión del Charles Xavier de aquel grupo de mutantes. Los problemas empiezan –para los protagonistas y para el relato– cuando hay que impulsar la trama, ya que los sucesos narrativos se apilan, se vuelven confusos y la parte más delicada y personal de la historia pasa a segundo plano. Da la impresión de que –a la manera de X-MEN— la metáfora del nazismo podría ser más explorada, pero eso también queda de lado a manos de un tornado de efectos especiales y un impulso marketinero en convertir a la película en una franquicia similar a HARRY POTTER de la manera que sea. Esa caída en interés no significa que MISS PEREGRINE… sea una mala película. De hecho, cuenta con algunos de los mejores momentos poéticos de la filmografía de Burton en mucho tiempo, a años luz de los trabajos en apariencia por encargo que venía haciendo últimamente, desde que su peor película (ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS) se convirtió en su mayor éxito. El cine de Burton ya no volverá a ser lo que fue –eso queda bastante claro– y su estética en un punto quedó tan fija como fechada, pero siempre se las arregla para crear momentos de curiosa poesía en cada una de sus películas, hasta en títulos que no tuvieron aquí mucha trascendencia como SWEENEY TODD y BIG EYES. MISS PEREGRINE… es una de esas películas. Por momentos nos hace recordar al mejor Tim Burton pero luego nos deja con la sensación de que solo alcanzamos a ver pedazos de su talento, momentos de su magia.
Basada en la novela homónima de Ransom Riggs, esta nueva película dirigida por Tim Burton presenta muchas cualidades presentes en las mejores producciones del artista, las cuales la convierten en una interesante, extraña, bella y muy peculiar obra. Jake, un adolescente de 16 años, descubre a su abuelo asesinado por una extraña criatura. Perturbado por la situación, decide hacerle caso a las muchas historias que el hombre le contó de chico e ir en busca de la verdad sobre su muerte y su pasado. Es así como llega a un orfanato abandonado en Gales, lugar donde supuestamente vivían niños con poderes. Lo que encontrará no solo verificará los relatos de su abuelo, sino que le cambiará la vida. Tim Burton era la persona indicada para adaptar esta particular novela de fantasía, no solo por el estilo visual que el director le dio, sino porque trata temas que ya fueron inspeccionados y son recurrentes en su filmografía. Infancias problemáticas, padres que no entienden a sus hijos y esa maravillosa dualidad y convivencia entre lo real y lo fantástico que pocos directores saben como llevar adelante. “Miss Peregrine” es la mejor película de Burton en muchos años.
Tim Burton se convirtió en un usurero de su propio universo. Resulta imposible analizar un estreno del director sin verse obligado a repasar su filmografía, a repensar su trayectoria, a intentar rastrear en qué momento perdió el rumbo o cómo hizo para no perderlo jamás, porque el desconcierto ante cada película nueva también tiene algo de déjà vu. Es revelador que su última obra enteramente satisfactoria, Frankenweenie (2012), sea la correcta síntesis de su poética, un ensamble que combinó en idénticas proporciones mecánica con sentimiento. El genio atrofiado de Burton en Miss Peregrine y los niños peculiares se expone con una claridad digna de autopsia: hay tres partes discernibles de aciertos pendulares. En la primera, Burton narra con paciencia y madurez. Presenta al protagonista de la historia, Jake, interpretado con convicción y sobriedad por Asa Butterfield, el chico de La invención de Hugo Cabret. La cámara capta lo justo y necesario y eso permite apreciar uno de los fuertes en la obra de Burton: la plástica, esa habilidad para explicarlo todo a través de colores y texturas y hacer de la experiencia cinematográfica un goce sensorial. En este primer tercio, cada plano se compone de cuadrados, formas angulosas y colores primarios, manifestando la tranquila mediocridad del suburbio, una clara reminiscencia a El joven manos de tijera. La segunda parte es la transición de Jake al mundo de los mutantes. La acción se desarrolla en un pueblo abandonado, neblinoso y monocromo. La intromisión al orfanato de donde habitan estos niños frikis es sugestiva y envolvente, pero cuando el traspaso de realidades se concreta –otra temática fija en Burton: Beetlejuice, Charlie y la fábrica de chocolate–, nos decepcionamos ante una convencional aventura adolescente. La previsibilidad narrativa, sin embargo, se balancea con momentos hechizantes, pequeñas escenas de gran impacto visual, y no necesariamente desde lo técnico. Hay una pelea de muñecos filmada en rústico stop motion, un niño muerto velado hace más de 70 años, un enfrentamiento multitudinario en un parque al compás de música tecno. Son viñetas desenfrenadas en donde Burton juega con rabia en lugar de fabricar el juguete. La conclusión es agridulce: mientras más recursos ofrece Miss Peregrine para delirar, más apocado se muestra Burton, más subordinado a una espectacularidad de imaginación anémica, a la yuxtaposición desordenada, como si resignase su osadía pictórica para multiplicar las líneas narrativas y allanarle el terreno a las próximas adaptaciones de la saga literaria.
En Miss Peregrine, Burton recupera parte de su magia con viajes en el tiempo y personajes cautivantes. La novela de Ransom Griggs, en la cual se basa Miss Peregrine y los niños peculiares, encaja perfecta con el imaginario de Tim Burton. Un hogar encapsulado en un bucle de tiempo en el que viven una bella guardiana (Eva Green) con la capacidad de transformarse en ave y manipular el tiempo, y sus niños peculiares. Jóvenes con capacidades especiales que pueden atrapar el aire, encender fuego con las manos o poseer una fuerza sobrenatural. Justamente la misión de la señorita Peregrine será proteger al grupo de niños freaks de los peculiares malos, aquellos que comen ojos de su misma especie para tener un aspecto más humano. La historia comienza cuando un joven de vida ordinaria descubre que las extrañas aventuras que le contaba su abuelo son ciertas. En su afán de rastrear la verdad viajará a una isla en Gales y allí será guiado a descubrir este lugar excepcional, al que él puede entrar ya que también es peculiar. Su poder es ver monstruos que para los demás son invisibles. La niña con boca en la nuca y los temibles gemelos. (Foto: Fox). A partir de este encuentro, el nuevo peculiar se unirá al grupo para defenderlo de los ataques de los extraños monstruos. Inmersos en batallas fantásticas y atemporales también habrá lugar para el amor y forjar la amistad. En su nueva película, Burton retorna, en parte, a sus orígenes, sobre todo desde la composición estética que es impecable. El delineado de los personajes y las batallas son bellísimas, hay una entre esqueletos y monstruos a la salida del tren fantasma que es notable. En lo que no logra completitud, como sí lo hacía con El joven manos de tijera o El Jinete sin Cabeza, es desde el punto de vista narrativo. Aquí no solo la estética es barroca, también lo es la narración. Hay demasiados personajes y varios interesantes quedan desaprovechados (como los niños gemelos, o los malos). También surge un problema de timing, no hay clímax o nudo. No hay una gradación hacia el momento de mayor tensión, la narración es dispareja y enrarecida, como a tropezones. Más allá de estas imperfecciones, la película tiene momentos memorables. Burton posee una visión única para tratar temas góticos con personajes inusuales, donde es muy atinada y lograda la dosis de humor. Miss Peregrine y los niños peculiares, si bien no es una obra maestra, es un viaje insólito y divertido que vale la pena realizar.
Mansión sombría y bruja protectora Con la fábula como disparador, la película de Tim Burton ofrece una galería de personajes marginados, solos y felices. No es lo mejor de Tim Burton... Basta de tonterías semejantes, dichas por voces de altura retórica. ¿De dónde sale el afán por exigir cotas de excelencia a cineastas (y músicos y escritores y etc.), cuando tantas veces esas películas "cumbre" lo fueron por cuestiones absolutamente irrepetibles? De acuerdo, hay matices, y son ellos los que deben guiar el asunto. Cuando están, lo que no se pierde es la sensibilidad acostumbrada, la que hace todavía a un director querer el cine. Con Burton hubo un momento crítico, de nombre Alicia en el país de las maravillas, película desgajada de esa ternura que hiciera de él una voz personal. Pero el traspié afortunadamente se subsanó: Sombras tenebrosas, Frankenweenie, Big Eyes lograron, con mayor y menor fortuna, devolver brillo. Afortunadamente, con Miss Peregrine y los niños peculiares la poética persiste y sobrevive al ánimo avasallante del cine de superhéroes. El cine de Tim Burton trata sobre freaks, sobre fenómenos que se saben al margen y deciden habitar en su tierra de penumbras. Es también ése el lugar de estos niños peculiares. Para descubrirles, será necesario creer en el cuento, en la fantasía, así como sucedía en El joven manos de tijera y en El gran pez (o en Batman, a partir de habladurías mitómanas). Más aún con esta última, ya que entre abuelo y niño (Terence Stamp y Asa Butterfield) hay una conexión que en algún momento trastoca en desconfianza, así como ocurría entre Albert Finney y Billy Crudup, cuando el hijo exige al padre saber la verdad por descreer de la fábula. La diferencia con el joven Jake estará en que su padre es un imbécil, sin redención posible, borracho de cerveza y televisión. Por otra parte, en este film Burton se permite señales breves, suficientes, sobre temas que ha desarrollado muchas veces. Si la acción inicia en la soleada California, el espectador ya sabe que habrá que salir de allí lo antes posible, porque la aventura está lejos, nunca al sol y con bronceadores. Hacia una isla de Gales partirá el niño, tras los pasos sugeridos por la historia del abuelo, en procura de recuperar ese afecto que la muerte ha interrumpido para dejarlo solo y, veladamente, huérfano. En Miss Peregrine, uno de los niños cuenta con la habilidad de proyectar sus sueños, sin necesidad de intérpretes (adultos) que "aclaren" con significados. Los espectadores (los niños), felices. Ahora bien, si los padres acceden a la aventura del hijo es porque la psiquiatra avala el asunto. Pero a no confiarse demasiado. No sólo ante lo que será el devenir argumental y sus revelaciones, sino por la relación que provocan los pies de las dos mujeres preocupadas por decidir el futuro del niño: madre y psiquiatra exhiben un calzado ajustado, con pies apenas hinchados, algo morados. Un detalle que se disfruta en exceso, que dice sobre la sorna con la que Burton sabe retratar. Cuando Jake descubra la mansión de Miss Peregrine, lo que con ella aparece es una historia paralela, guardada entre las sombras. Misma situación con la que se encontraba Dianne Wiest al visitar el castillo de Edward Scissorhands: la silueta del joven retraído se perfilaba de a poco, y con él su historia oscura. Allí, Vincent Price oficiaba de padre y creador amoroso, acá el turno es de Eva Green, cuya Miss Peregrine será síntesis de brujería y candor. Como una Elsa Lanchester que sobrevive al amor del monstruo de Frankenstein, Peregrine se sabe responsable de estos niños, a los que ama y mantiene suspendidos en una gota de agua temporal, condenada a reiterarse tantas veces como sea necesario, para así evitar el estallido de la bomba nazi. No hace falta adivinar ni explicar dónde descansa la monstruosidad, según la mirada de Tim Burton. Miss Peregrine y los niños peculiares es una variación del film Freaks (1932), la película maldita de Tod Browning, así como asunción de la prédica fotográfica de Diane Arbus. Los personajes distorsivos y atractivos de ambos, tienen acá su rebote y homenaje, a la par de un barco fantasma, viajes en el tiempo, y una feria de atracciones donde la diversión mayor estará, más vale, en el tren fantasma y el ejército de esqueletos. Mientras tanto, el que crece es Jake. Y con él, la decisión de alejarse de sus padres, progresivamente alejados y olvidados por el fuera de campo. Extraordinario.
Un Burton que vale la pena "Miss Peregrine y los niños peculiares" abarca temas desde la cercanía y distancia familiar, la discriminación, la eventual categorización de héroe en personas que deben tomar decisiones como nunca han tomado en su vida y la extrema batalla entre el bien más justificado y el mal más aberrante. Jake Portman (Asa Butterfield), un joven al que le cuesta relacionarse con la crueldad de su generación y hacer amigos, tiene una relación muy especial con su abuelo Abe (Terence Stamp), quien sufre demencia. Jake creció escuchando las historias fantásticas de la infancia de su abuelo, y a pesar de que al crecer fue perdiendo la fe en la veracidad de aquellos relatos, un evento cambiará ese parecer y su vida: antes de morir en un episodio extraño, el hombre le da instrucciones a su nieto de viajar al lugar en el que se crió, un hogar a cargo de Miss Peregrine (Eva Green). Un poco por intuición y también para descubrir qué fue lo que sucedió en verdad con su abuelo, decide viajar avalado por sus padres como una suerte de duelo por el fallecimiento del ser querido. En ese lugar donde su abuelo vivió junto a los “niños peculiares” de excepcionales poderes, Jake encontrará a todo el grupo, incluida Peregrine, con vida y como si no hubiese pasado el tiempo. Pronto descubrirá que su viaje es más personal de lo que cree y deberá ayudar, tal como lo hizo su abuelo hasta el momento de su muerte, a resguardar la ubicación y las vidas de todos del acecho de Mr. Barron (Samuel L. Jackson). Con la fantasía que sólo Burton sabe retratar, la película (Basada en la novela de Ransom Riggs de mismo nombre) abarca temas desde la cercanía y distancia familiar, la discriminación, la eventual categorización de héroe en personas que deben tomar decisiones como nunca han tomado en su vida y la extrema batalla entre el bien más justificado y el mal más aberrante (los malos comen ojos de niños).
Un oscuro cuento de hadas Tim Burton regresa a su universo extravagante, esta vez tomando como punto de partida el libro tan singular como la película que filmó: una narración gráfica de Ransom Riggs construida con fotografías de personas con algún rasgo extraño. Se trata de la historia de un adolescente que luego de morir su abuelo decide viajar de Florida a una isla en Gales para saber si lo que el hombre le contó toda su vida era verdad o pura fantasía. Luego de la primera media hora en la que se presentan los personajes, "Miss Peregrine y los niños peculiares" tomar impulso a partir de los elementos mágicos, como mujeres que se convierten en pájaro, un niño con fauces en la nuca y otros que dominan el aire y la naturaleza. La película es fiel a la estética de Burton, con atmósferas contrastantes, por momentos violenta y siniestra. Pero en este caso el director acompaña ese universo poblado de freaks con una melodía distinta de fondo sensible y reflexiva. Los "niños peculiares" podrían haber sido atracciones de circo en el siglo XIX, pero Burton los rescata con sutileza de esa brutalidad y recuerda con su película que la singularidad puede ser una oportunidad, que el mundo realmente puede ser brutal, que la maldad existe, que se debería estar alerta, pero sin olvidar que la belleza en su sentido más amplio también existe.
El mundo según Tim Buton. y su obsesión sobre las relaciones familiares Tal vez hay un tiempo para recapitular. Para reflexionar lejos del árbol que tapa el bosque. Es interesante pensar el cine de esa manera. Como un gran bosque compuesto por infinitos micro sistemas que a su vez conforman un gran universo artístico, en el cual conviven las distintas aristas que lo componen como un todo unívoco e irrefutable. Como espectador uno puede estar en la butaca en diversas posturas. Tal vez la más generosa, para con uno mismo sea la de estar dispuesto. Permeable. Entregado a la convención de aceptar la intención de un director de contar un cuento, y en este sentido lo mejor podría ser el dejarse llevar, en lugar de esperar con la soberbia del: “a ver qué me dan”. Para quien escribe estas líneas sobre la última película de Tim Burton (a la vez las últimas como “critico” – honrando en las comillas a quienes estudiaron, se recibieron y ofician de tales -, es menester aclarar el sentido de hacerlo como una suerte de despedida del oficio. Un despegue hacia otros caminos, para que luego los colegas entrañables puedan tener la libertad absoluta de destruir el futuro trabajo delante de las cámaras. Por ello (y sin abrir ningún paraguas) remito a lo que varias veces he dicho respecto de esta tarea tomándome de la premisa aprendida por el editor: “La opinión del crítico de cine no debería ser más que una guía para el espectador. Una forma de apreciar y decodificar el lenguaje cinematográfico a la hora de construir una ficción”. Palabras más, palabras menos. Por suerte uno puede decir “the end” con una obra como “Miss Peregrine y los niños peculiares”. No solamente porque es una muy buena realización, sino porque toca hablar de un director con particular obsesión sobre las relaciones familiares. Cuando un espectador se compenetra con el mundo “según Tim Burton” sabrá del eje dramático sobre el cual se apoyará la historia. Podrá ser por conflictos en la relación padre-hijo, como en “Charlie y la fábrica de chocolate” (2005), o “El joven manos de tijera” (1991), o por la ausencia del primero, explícita en “El gran pez” (2003), a partir de la idealización de la figura paterna. Por eso no es de extrañar que el gran creador haya aceptado dirigir el comienzo de esta saga. Jacob (Asa Buterfield, el nene de “La invención de Hugo Cabret” dirigida por Martin Scorsese en 2011), ama y admira a su abuelo Abe (Terence Stamp). Por razones a descubrir luego, hay una conexión entre ellos. Un gusto particular por escuchar historias fantásticas de viajes y peripecias las cuales, a medida que el niño crece, se van diluyendo en credibilidad. Pero una noche, su abuelo es cruelmente asesinado, aunque antes de morir le da instrucciones a su nieto. De esas instrucciones que uno adivina serán el puntapié inicial de una aventura de aquellas. Hábil en la construcción de personajes, Burton dará tiempo suficiente para que el pase de la niñez a la pre-adolescencia se tiña del escepticismo provocado por un padre (la generación intermedia), austero en la demostración de cariño, que ser hijo de ese abuelo no es lo mismo que ser nieto. Sobre estas tres muestras de las diferentes etapas del hombre en pos de la (¿culturalmente impuesta?) madurez, es donde el director hace hincapié. La excusa perfecta será una aventura atravesada por mundos paralelos emparentados por dos obras de arte gigantes. La primera, insoslayablemente, se apoya en Lewis Carroll y su “Alicia en el país de las maravillas”, versionada por Tim Burton oportunamente, en el 2010. Si un botón sirve como muestra, en lugar de “caer” en un agujero aquí se lo atraviesa por una cueva. La otra (si uno lee la novela de Ransom Riggs sobre la cual se basa esta adaptación y le saca los espejitos de colores), es el guión de “Hechizo del tiempo” (o “El día de la marmota”), de Harold Ramis, 1992, en el cual al protagonista se le va duplicando el mismo día una y otra vez. La diferencia sería cuántica en éste caso (si concatenamos ambos universos), porque, a diferencia de aquél personaje, interpretado por Bill Murray, justamente en la repetición del día es donde los “peculiares” de esta historia se encuentran y se consideran a salvo. Habrá varias lecturas adicionales para hacer. Primero, los “monstruos” a los que se hace referencia cuando la historia ocurre en 1943, luego (sutilmente), la de lo obsoleto de la tecnología cuando se trata de las relaciones humanas (¿Para qué sirve el teléfono celular si no se tiene a la persona al lado o no se la puede tocar en estos tiempos?). Tal vez la más contundente es la de la necesidad del sistema de fagocitarse a sí mismo consumiendo los ojos (en tanto, la visión) de las futuras generaciones. El disfrute de la “máscara” de éste estreno, es decir la belleza exterior, está en la dirección de arte de Phil Harvey, Rod McLean, Jeffrey Mossa y Mark Scruton; la fotografía de Bruno Delbonnel, el vestuario de la enorme Coleen Atwood; y por supuesto la brillante partitura de Michael Higham y Matthew Margeson, todos vaticinios de claras nominaciones al Oscar 2017. Más allá de los análisis minuciosos, está la historia. El cuento. Eso que uno va a buscar al cine. Un tipo que sepa relatar el mundo en formato de ficción. Tim Burton hizo con los elementos del cine algo verdaderamente difícil de lograr: Un universo estético característico, vivo e ineludiblemente propio. ¡Viva su cine pues! Hasta la próxima.
Volvió Tim Burton. Sus películas son siempre un acontecimiento, más allá de la calidad: Burton es diferente del resto de Hollywood incluso cuando se equivoca. Tiene una iconografía, un mundo y un estilo propios, pero de un tiempo a esta parte ha perdido parte del filo. Quizás esta película, como algunas de las anteriores, merezca una reevaluación posterior, pero esta saga sobre niños con poderes especiales -algunos bastante macabros- que enfrentan seres de una enorme maldad, parece ser otra búsqueda a ciegas. Están los personajes de Burton (los marginales freaks que, más allá de lo macabro, conservan un corazón enorme) y hay incluso una burla amable a la doble moda de la fantasía preadolescente y el film de superhéroes, dos de las tendencias dominantes del Hollywood de gran espectáculo. Pero cabe recordar que Burton fue el autor de Batman Vuelve, de El joven manos de tijeras, de Ed Wood, de El Gran Pez, de Charlie y la fábrica de chocolate. Esa auténtica desesperación cubierta en ciertos casos por la fuerza de lo cómico aquí aparece no en el estado salvaje de Beetlejuice, sino domada por un señor que tiene plena conciencia de sus herramientas y que, paradójicamente, en ocasiones trabaja a reglamento. Pero la película vale, y tiene un pilar fundamental en la gran Eva Green, que eleva algunas secuencas al grado de verdadera poesía anárquica. Repitamos: quizás merezca reevaluación.
UN TIPO CON IDEAS Con la desaparición de los emos, o mejor dicho, con su llegada a la adultez, Tim Burton ha perdido el grueso de su hinchada. Ya no se ven, como hace algunos años atrás, hordas de niños y niñas pálidos de aspecto amenazante y a la vez sensible, que invadían cines y librerías al grito de “¡la estética de Tim Burton me representa! ¡Helena Bonham Carter al poder! ¡Johnny Depp es mi López Rega!”. Bueno, en realidad esto nunca ha sucedido (espero) pero la exageración vale para expresar un sentimiento personal: al igual que con Woody Allen, Tim Burton es un cineasta mucho más tolerable (de hecho interesante y relevante) cuando nos alejamos de sus defensores acérrimos y lo podemos discutir un poco más seriamente. Si se tiene alguna noticia sobre la novela de Ransom Riggs, El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares, es fácil intuir que estamos ante una historia para Burton, un recipiente en donde volver a introducir sus temas y donde insertar su archiconocido y reconocible estilo visual. Miss Peregrine y los niños peculiares es sobre un orfanato regido por (otra vez) la señora Peregrine (Eva Green) y que alberga niños de todas las edades con capacidades fuera de lo común adquiridas por cierta alteración genética. Olvidemos que la premisa es exactamente la misma que la de X-Men, y profundicemos un poco en el cuento; este Hogar que, genéricamente hablando, es esa extraña mezcla de memoria emotiva imperfecta y fantasía a la que todos llamamos niñez, es también el punto de inflexión en la vida del protagonista Jake (Asa Butterfield), el lugar donde se cerrará al paso de la adultez o donde se abrirá a la fantasía absoluta y real. En un movimiento spielbergiano, Burton nos lleva por el segundo camino. La primera hora de la película es una excursión al universo burtoniano: todo está allí, claro y en su justa medida, funcionando como un mecanismo aceitado, porque desde un primer momento la narración fluye. El catálogo es el típico y predecible: personajes extraños y entrañables como el abuelo Abe interpretado por Terence Stamp; la presentación de la realidad como un marco aplastante y decadente, y de la fantasía como un lugar luminoso y lleno de posibilidad; el humor negro por momentos entrañable, por momentos incómodo, aunque siempre efectivo; y también el siempre extraño sentido de la moda, y la presentación del acento inglés como si fuera un extraño idioma antiguo. Ahora bien, el buen andar rítmico de la narración por momentos se detiene cuando los personajes tienen que explicar en largas líneas de diálogo las vicisitudes que tienen que ver con la lógica interna planteada en el material original. Es decir, una serie de nombres, mecanismos y arbitrariedades que vienen al caso desde el contenido pero que a veces resta más de lo que suma a la historia. Como quien cuenta un chiste interno a un sujeto externo. Sin embargo, lo que más daño le hace al resultado final de la película es la floja ejecución de las secuencias finales, lo confuso que es el plan final para derrotar al villano y lo anti-climático del montaje de las escenas de acción. Es cierto, Tim Burton nunca tuvo la plasticidad de Spielberg para filmar movimiento pero es un tipo con ideas y oficio, con lo que sorprende la poca pericia que demuestra hacia el final de Miss Peregrine y los niños peculiares. Igual, al fin de cuentas, todo lo bueno demostrado, sobre todo en el primer tramo, hace de este un film recomendable.
Las mejores películas de Tim Burton son aquellas que trazan arcos generacionales, entre el mundo real (que nunca se sabe si es este) y otros imaginarios. En Miss Peregrine y los niños peculiares hay algo de El gran pez, algo de esa ilusión de seres solitarios que hallan solaz en la fantasía (y sin duda expresan al propio y mejor Burton). Jacob (Asa Butterfield) es esa clase de adolescente excéntrico y rechazado por sus pares; parte de su excentricidad es el legado de un tío lunático, Abe (Terence Stamp), quien cuenta historias de monstruos y chicos especiales, algunos incluso invisibles, que conoció en un orfanato de Gales. Aquello p asó en 1943 y Abe se había enamorado de la encantadora Emma (Ella Purnell). Por algún truco del destino, tras la muerte de Abe, Jacob tiene oportunidad de conocerla, de enamorarse como su abuelo, y trasladarse al mundo alternativo y fantástico de esa Gales imaginada por el autor Ransom Rigg, en cuyo best seller se basó esta película. Jacob es guiado por Emma a la isla de Cairnholm, un lugar secreto en la costa británica al que se llega por un acceso subacuático. En el orfanato, Jacob conocerá a chicos de fuerza sobrehumana, una nena que da vida a objetos inanimados, gemelos con aspecto de momias, un chico que lanza abejas y el hombre invisible del que habló Abe. La propia Miss Peregrine (Eva Green) tiene la facultad de convertirse en un halcón peregrino. En esta especie de Isla de la Fantasía, mezcla con X-Men y Willy Wonka, la estrategia para resistir al tiempo es repetir acciones un día tras otro, al estilo Hechizo de amor. Pero entonces aparece Barron (Samuel L. Jackson), líder de una horda de villanos que se alimentan de los globos oculares de niños superdotados… En suma, es un típico Burton, con su ingenio y sus taras, pero altamente superior a lo que mostró en los últimos films.
BURTON, MÁS PECULIAR QUE NUNCA Qué pasaría si las historias que nos contaban nuestros abuelos fueran más que simples cuentos? Basta con poner un pie dentro de la casa de Miss Peregrine y los niños peculiares para dar con la respuesta, aunque existe una delgada línea entre la fantasía y la demencia. Jake, un muchacho inadaptado de 16 años que vive en Florida, decide apostar por esos relatos que, por más locos que suenen, lo guiarán para descubrir el por qué de la muerte de su abuelo Dave. Niños que desafían el poder de la gravedad, invisibles y de fuerza sobrehumana pueblan la isla de Gales donde viven junto a Miss Peregrine (Eva Green), en un orfanato. Siguiendo la pista de una misteriosa carta, Jake (Asa Butterfield, del mismo palo del que alguna vez fue el pequeño Hugo Cabret de Martin Scorsese) llega al lugar en donde su abuelo se crió. Allí, encuentra vivos a los niños y niñas de las fotografías que solía enseñarle, aunque, según recuerda, murieron en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. En un viaje de espacio-tiempo, deberá luchar contra aquellos monstruos oscuros que atentan contra su vida y la de los peculiares. En una adaptación del best-seller del escritor estadounidense Ransom Riggs (guionista de La dama de negro y varias películas de los X-Men) y sus mutantes, Tim Burton no sólo dirige sino que se apropia, como de costumbre, de este mundo literario para ponerle su sello tanto a los personajes como al relato. Parece que no supera su tan admirable trabajo artesanal, que a la primera de cambio incorpora sus marionetas y muñecos hechas a mano, hasta en sus personajes de carne y hueso. Le agrega ese tono sombrío, aterrador, pero que no deja de ser infantil. Un detalle que Miss Peregrine… merecía. Como en todas las películas de Burton siempre habrá algo de Sombras tenebrosas, El extraño mundo de Jack y El joven manos de tijera. En muchos libros y películas los niños de Miss Peregrine podrían pasar por súper héroes, indiscutiblemente. Pero en este caso, no son más que niños raros que deben mantenerse alejados del resto de los humanos. Viven en un lugar donde el tiempo no corre, el mañana nunca llega y el día es tan oscuro como la noche. ¿Una metáfora para la indiferencia y la marginalidad? A todos nos toca vivir con los fantasmas del pasado, pero es más divertido pensar en la idea de que, como los peculiares, podríamos detener el tiempo y evitarnos unas cuantas arrugas. MISS PEREGRINE Y LOS NIÑOS PECULIARES Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children. Estados Unidos. 2016. Dirección: Tim Burton. Intérpretes: Eva Green, Asa Butterfield, Samuel L. Jackson, Ella Purnell, Terence Stamp, Rupert Everett. Producción: Peter Chernin y Jenno Topping. Guión: Jane Goldman. Montaje: Chris Lebenzon. Fotografía: Bruno Delbonnel. Música: Danny Elfman. Duración: 127 minutos.
Miss Peregrine y los Niños Peculiares: ¡Pobre Tim Burton! La nueva película del consagrado realizador de “El Joven Manos de Tijeras” es… todo lo contrario a ese film tan particular ¡Pobre Tim Burton! Hace años, los films del hombre del cabello revuelto eran celebrados por la crítica y el público como verdaderas obras de arte gracias a su estilo gótico y original. Pero los estilos únicos y originales crean escuelas, y acá estamos a casi 30 años de Beetlejuice el Superfantasma rodeados de realizadores que copiaron su estilo hasta el hartazgo, y lo peor: muchos de ellos (como Guillermo del Toro o Henry Sellick) han superado al maestro. Por eso, al ver esta versión cinematográfica de la novela Miss Peregrine y los Niños Peculiares, el espectador puede pensar que ya vio esto mil veces en los últimos años y, salvando las diferencias, tiene razón. La causa principal: Tim Burton ya toma las adaptaciones literarias y las realiza en "piloto automático" mientras se financia y prepara sus films "más personales" como Big Eyes: Retratos de una Mentira que reflejan su verdadera madurez como realizador. Claro, Burton creció y su mente, ya lejos del estado "freak" no piensa en esos términos, por eso cuando piensan en él para estos trabajos sale con ideas como las que se puede ver en Alicia en al País de las Maravillas que recaudó fortunas pero en términos de crítica zozobra. En Miss Peregrine, un adolescente investiga las pistas que le dejó su abuelo moribundo –al que encontró agonizando con las cuencas de sus ojos vacías, por cierto- y llega desde Miami a Gales donde debería encontrar una escuela de niños superdotados, una suerte de "X-Men" pero en miniatura que poseen asombrosas habilidades. Una vez allí, el pequeño Jacob (Asa Butterfield) entra en contacto con Miss Peregrine que resulta vivir en una suerte de dimensión paralela en la que el tiempo no transcurre debido a que deben ocultarse de los "Huecos", unos monstruos que se alimentan de los ojos de las personas "peculiares". Los primeros 30 minutos de la película (que se extiende por dos horas) abundan en misterio y entretenimiento pero luego, la narración se vuelve inconsistente, como si el material filmado hubiera sido mucho más y lo hubieran obligado a cortar escenas cruciales. De esta manera, el espectador se encuentra con una película que no sólo no reviste sorpresas sino que carece de ciertas explicaciones para comprender mejor la trama y las motivaciones de los personajes. Asimismo, hay referencias en la trama a hechos que deberían haber transcurrido con anterioridad y no se han visto. Sin embargo, en las escenas en las que se trata la relación de Jacob con su abuelo (el siempre soberbio Terence Stamp), el director sí logra emotivos momentos. El elenco, uno de los fuertes del director, está muy bien elegido, resaltando la figura de Eva Green, a la que el director eleva por sobre el resto con una suerte de aura de perfección visual por sobre el resto. Samuel Jackson interpreta a un villano tan malévolo como bien "lookeado" mientras que extraña la aparición de Judi Dench en un papel muy menor y que, seguramente por algún truco de edición, podría haber sido interpretado por la tía del director ya que casi no posee parlamentos. En definitiva, esta Miss Peregrine, seguramente "peregrine" por varias salas y obtenga un gran reconocimiento del público pero no está ni por asomo entre las mejores películas de Tim Burton.
Deslucida versión de una novela, parte de una trilogía de Ransom Riggs Con una carrera de más de 30 años en la dirección y dieciocho largometrajes en su haber, Tim Burton se ha transformado en uno de esos íconos del cine norteamericano al estilo de Woody Allen, Martin Scorsese o Steven Spielberg, pese a que todos ellos le llevan algunas décadas de vida artística. El director de joyas como “El joven manos de tijera”, “El gran pez” y “El cadáver de la novia” viene derrapando un poco últimamente con títulos algo deslucidos como “Big Eyes”, “Sombras tenebrosas” y en menor medida “Alicia en el país de las maravillas”. En esta última, que guarda algunos puntos de contacto con “Miss Peregrine y los niños peculiares”, aún aparecían Johnny Depp y su ex esposa Helena Bonham Carter lo que no ocurre en esta oportunidad. Gran parte de la historia transcurre durante un único día de setiembre del año 1943, en plena Guerra Mundial, en una isla de Gales en que los “niños peculiares” del título son testigos de la destrucción total del orfanato donde viven, por una bomba enemiga. En paralelo y en la actualidad en los Estados Unidos el joven Jake, protagonizado por Asa Butterfield (“La invención de Hugo Cabret”), recuerda las palabras de su abuelo polaco recién fallecido (Terence Stamp, que ya había actuado en “Big Eyes”). Este, en su relato le menciona lo acontecido en la década del ’40 y merced a un “loop” en el tiempo al estilo de, valga la redundancia, “Hechizo del tiempo” logra transportarse a Inglaterra y trabar contacto con la cuidadora Miss Peregrine (Eva Green) y unos chicos con diferentes “poderes”. Esta especie de mutantes buenos se ven enfrentados a otros malvados, liderados por Samuel L. Jackson. Da lástima ver a este último caracterizado con ojos que son dos pupilas blancas, al igual que sus secuaces, dientes filosos y una caballera blanca que pretenden hacer de él una figura escalofriante. Y también produce pena ver desaprovechados a otros actores usualmente eficientes como Judi Dench y Rupert Everett. Es en su segunda mitad de las más de dos horas que dura “Miss Peregrine”, donde más flaquea la historia pese a la utilización de efectos especiales, muchos vinculados a los poderes de los niños: alguno se hace invisible, otro genera llamas, una tercera levita. Incluso los “malos” protagonizan escenas desagradables como cuando se alimentan de los ojos de los que ellos carecen y por lo que se los conoce como “huecos”. Toda esa parafernalia que suele justificarse en las películas de Burton aquí aparece mayormente como gratuita. Es de esperar que el director de la excelente “Charlie y la fábrica de chocolate” o la temprana “Beetlejuice” logre recuperarse de sus últimos pasos en falso al cual se agrega la presente novedad.
No es descabellado afirmar que, sobre todo a partir de Sweeney Todd, Tim Burton venía perdiendo la magia. Todos los universos riquísimos visualmente que había sabido construir hasta ese momento, tenían una relación estrecha con la lógica que manejaba a nivel narrativo; eran mundos retorcidos que reflejaban los conflictos igualmente complejos y retorcidos de personajes atormentados. Y ante el estreno de Miss Peregrine y los Niños Peculiares nos preguntamos, obviamente, si su carrera levanta vuelo nuevamente aferrándose a las alas del personaje de Eva Green. Jacob (Asa Butterfield) tiene un trabajo en una de las tantas tiendas de la cadena familiar. El estado inicial de su vida lo coloca como un joven solitario, responsable, con una estrechísima relación con su abuelo (Terence Stamp), quien se encargó de colmar su infancia con fantásticas anécdotas reales sobre un hogar de "niños peculiares", con talentos especiales, en el que había vivido. Obviamente, el pibe llega a la edad en la que deja de creer en esas historias, pero su abuelo las defiende hasta el último día de su vida en el que Jacob, además, tiene un acercamiento particular con este universo que le hace replantearse en qué medida las historias no son reales y decide partir en busca del Hogar para verificar la veracidad de las historias o, en caso que sean falsas, dejarlas ir junto con su abuelo. Entonces, se embarca a Gales junto a su padre (Chris O'Dowd, quien compone un personaje bastante limitado en el sentido de inteligencia y ambiciones pero muy simpático y funcional a la trama). Jacob esperaba encontrarse con Miss Peregrine al llegar al hogar pero no, todo está en ruinas y abandonado. Bueno, no tan abandonado. Porque algunos de los niños peculiares van por él. Y descubre lo último que les vamos a contar de manera detallada sobre la trama: el hogar está en ese lugar, pero no en este tiempo. Como fue destruido por un bombardeo alemán el 3 de Septiembre de 1945, Miss Peregrine usó su peculiaridad de embyryon para crear un bucle temporal y mantener a todos a salvo repitiendo todos los días, ese mismo día. La trama es sencilla y clásica: Jacob es un chico diferente, único, que no termina de encajar en su entorno simplemente porque pertenece a otro lado. Cuando llega a ese lugar, se integra al grupo al cual sí pertenece de manera genuina a partir de descubrir su propia peculiaridad. Y todos juntos se embarcan en una misión claramente delimitada, al principio de la cual nuestro protagonista toma las riendas tímidamente pero va adquiriendo cierta solidez a medida que guía al grupo de niños a sortear los obstáculos, usando cada uno su peculiaridad y adquiriendo confianza tanto en sí mismos como en sus compañeros (recordemos que si Miss Peregrine los tenia viviendo dentro del bucle todos los días el mismo día, estaban debajo de su ala protectora donde nunca eran puestos a prueba en toda su potencialidad, sin nada que perturbe la calma). Es una aventura llevadera, con una estructura general clásica muy cercana al camino del héroe bien construida aunque al final, llegando al clímax, cuando todos los esfuerzos deben confluir en derrotar al antagonista, se desinfla un poco y se intenta emparchar con pequeños chascarrillos que no terminan de convencer. Y no, no es lo mejor de Tim Burton pero al menos Miss Peregrine no es Johnny Depp. No, mentira. Si bien Jacob no es taaaannnn friki y la relación con su abuelo no está tan explorada como sabemos que Burton puede hacer (a The Big Fish me remito), al menos hay ciertos momentos sórdidos que hacen que, por más que los protagonistas sean niños y preadolescentes, la historia no esté dirigida a un público infantil: el bombardeo al hogar en plena noche de lluvia con un contrapunto musical muy intenso, la historia de Víctor (el niño que está aislado del resto), los momentos en que muestran cómo se alimentan los monstruos... son secuencias bien timburtonianas, dignas de generar las más retorcidas pesadillas. Hay a lo largo de la película una serie de... ¿cómo nominarlos? Referencias, homenajes, tópicos repetitivos, guiños, a muchísimas películas que queremos mucho, por ejemplo: Hook, Terminator 2, la saga de X-Men (la mutación también se explica por genética), Mary Poppins, The Shining, Edward Scissorhands, Groundhog Day, Back to the Future, Alice in Wonderland, Titanic, The Nightmare Before Chrismas, la saga de Harry Potter (sobre todo la cuarta entrega), Star Trek (Miss Peregrine tiene una personalidad que me recordó muchísimo a Spock) y muchos más. La pregunta que nos hacemos, indudablemente, es si son alusiones hechas a propósito, como por ejemplo en Stranger Things, o si en materia de cine está todo inventado y cada elemento nos remite, indudablemente, a otro anterior. Sea cual fuere la respuesta, Miss Peregrine es solamente una parte de la cuestión que impacta, en mayor o menor medida, en todas las películas que salen a la luz. VEREDICTO: 7.00 - BURTON SIGUE DE JODA Miss Peregrine y los Niños Peculiares podría ser una gran película de un director X, pero como sabemos lo que Burton es capaz de dar, nos ponemos exigentes, hilamos fino, y le pedimos un poco más. Lo más rescatable es que es claramente superior a sus últimas cuatro obras (Big Eyes, por ejemplo, la podría haber dirigido cualquier nabo). Esperemos que encuentre el rumbo con Dumbo.
El problema de los estilos definidos y reconocibles como el de Tim Burton es que pueden dar películas de rutina donde no hay otra cosa más que la mera repetición de tics. Miss Peregrine y los niños peculiares exhibe las señas más frecuentes del cine de su director, desde el carácter de marginados y freaks de los protagonistas, hasta el hecho de reunir lo macabro con lo infantil y las tensiones que mantienen dos mundos bien diferenciados (uno regular, cotidiano; el otro, extraordinario). La película, que transpone una novela de Ransom Riggs, presenta un universo con ideas y personajes interesantes, pero todo funciona en forma mecánica, el relato no sabe cómo insuflarle vida a sus criaturas y transformarlas en algo más que en un montón de seres curiosos. Salvo por unos pocos momentos donde lo emotivo adquiere algo de espesor (como en un breve llamado de teléfono), el resto del tiempo las peripecias se suceden automáticamente y sin producir efectos sensibles en los personajes. Esto pasa de ser un problema a volverse casi insoportable sobre el final, cuando Burton apuesta a un enfrentamiento con los villanos gratuito e interminable, donde los chistes y los peligros se alternan unos con otros sin rumbo en medio de largos diálogos que tratan de recapitular los conflictos de los personajes. En ese último tramo se hace patente que lo de Miss Peregrine es solo amaneramiento, simple reiteración de estilo donde incluso la cita a Harryhausen y a la animación clásica (en la secuencia de los esqueletos) luce perezosa, como si la película quisiera dar cuenta de su propia técnica sin esforzarse demasiado y creyera que una cita fácil, cómoda, alcanza para cumplir con esa dosis mínima de autoconciencia. En ese orden de cosas, es increíble cómo se desaprovecha a Samuel Jackson y a Judi Dench: a Jackson se le escriben largas escenas en las que tiene a su cargo líneas imposibles, y a Dench apenas si se la hace hablar (debe ser la actuación más breve de toda su carrera). El único personaje que parece escapar a la medianía general es el de Enoch, el chico de aires y gesto johnnydeppianos cuya habilidad consiste en darle vida a seres inanimados. El talento de Enoch puede ser leído como un comentario un poco romántico sobre el trabajo del animador tradicional que, como Harrayhausen o el propio Burton en sus comienzos, solo con grandes esfuerzos consigue, por períodos muy cortos de tiempo, controlar la magia del movimiento. Pero ese interés por la creación artesanal no se traslada al conjunto de la película, que salta de una cosa a la otra rápidamente y sin detenerse a mirar nada, como si Burton tuviera entre sus manos más un mecanismo que un mundo, una maquina de fabricar prodigios modestos antes que una historia y personajes con corazón.
Hay algo muy hermoso en el origen de El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares, el best-seller del escritor estadounidense Ransom Riggs que ahora estrena su versión cinematográfica a cargo de Tim Burton: para contar la historia de un chico que accede a un mundo maravilloso procedente del pasado de su abuelo, y a través de los relatos que el viejo le contó como ficciones durante su infancia, Riggs se inspiró en algunas fotos viejas de su propia familia, y otras compradas a un coleccionista en un mercado de pulgas. De modo que lo fantástico en el libro -sobre un grupo de chicos con rasgos especiales como tener abejas adentro del cuerpo o la capacidad de prender fuego con las manos- funciona más bien como despliegue imaginativo de lo levemente extraño en esas fotos que como la construcción desde cero de un mundo distinto. Me encanta el dato como modo de entrada a la novela porque todxs sentimos alguna vez, mirando fotos viejas, la nostalgia de un mundo perdido para siempre, o la curiosidad imposible de saciar por algún detalle (el principio de una historia) que la foto parecía estar a punto de revelarnos, solo que nunca lo hacía. Bueno, nada de todo esto queda en la película de Burton más que como alusión. Convertida en una franquicia que reconoce la existencia de ese origen coleccionista en algunas fotos que aparecen durante los créditos, pero casi desprovistas de sentido, El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares se parece demasiado a otras películas recientes como para dejar la huella de alguna, si me permiten, peculiaridad, que a una le haga sentir que está frente a algo diferente y no ante una nueva X-Men vintage, o un spin-off de Harry Potter. La historia tal como la cuenta la película es más o menos así: Jake (Asa Butterfield, el ahora larguísimo protagonista de la preciosa Hugo) vive en Florida con sus padres, trabaja en un supermercado y no encaja ni en un colegio donde los compañeros le hacen bullying, ni en un hogar donde sus padres resultan demasiado realistas y mediocres. El abuelo (Terence Stamp) es en cambio ese personaje maravilloso que desde chiquito le abrió las puertas a un mundo menos estrecho, y cuando muere en circunstancias por lo menos misteriosas, Jake descubre que todas las historias del abuelo eran verdaderas y encuentra la manera de viajar al lugar donde el viejo se crió, el hogar de Miss Peregrine en una isla de Gales donde se daba amparo a chicos que, por haber nacido con ciertas rarezas, no podían vivir con el resto de la sociedad. El chico llega al lugar, pero lo encuentra totalmente abandonado y se entera de que fue destruido junto con sus habitantes en 1943. A partir de ahí, una serie de saltos en el tiempo le permiten a Jake acceder a esa temporalidad distinta hecha de “loops” en la que Miss Peregrine y sus chicos extraños siguen vivos. El despliegue de personajes que posibilita semejante historia es prometedor, pero después de exhibidas las rarezas (porque es justamente eso, un desfile de modas antes que algo que determine el mundo en el que viven los niños, o sus sensibilidades) una descubre que no hay mucha más poesía en los niños peculiares, sino simplemente una de esas aventuras de luchas contra monstruos llena de explicaciones tediosas y desprovistas de emoción a las que el cine más reciente nos tiene acostumbradxs. Esta no es, por supuesto, una obra de ese Tim Burton autor que muchos aprendimos a amar en películas como Beetlejuice (1988) y El joven manos de tijera (1990), que daban una sensación de novedad exultante. En el medio pasaron más de veinte años, lo freak tomó el cine y la televisión por asalto y Burton mismo no tuvo reparos poner su firma en películas como esa versión Alicia en el País de las Maravillas (2010) que se parece a la épica grandilocuente y ruidosa de Hollywood tanto como El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares. Que no es precisamente una película mala, pero suena a todo lo ya visto.
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Un correcto Burton; no el mejor Burton Miss Peregrine (Eva Green -foto-) llora mientras estruja contra su pecho al niño del ático. Es en realidad un cadáver incorrupto -salvo porque carece de ojos-, que yace para siempre en una cama blanquísima. Esos momento de clásica e inquietante belleza burtoniana no abundan en la película. Los hay, pero aparecen con forma de chispazos creativos. Será porque el problema del cine de Tim Burton es el cine de Tim Burton. Quedó tan alta la vara de sus mejores obras que de “Miss Peregrine y los niños peculiares” cabía esperar más, básicamente por la formidable naturaleza del relato. Es un correcto Burton, no el mejor Burton y eso viene notándose en buena parte de su producción. Un poco freaks, un poco X-Kids, los chicos peculiares del título viven cobijados por Miss Peregrine en lo profundo de una isla galesa. Todos tienen diferentes y sorprendentes habilidades sobrenaturales. Hasta allí llega Jake (Asa Butterfield, el inolvidable Hugo Cabret, hoy más jovencito que adolescente), decidido a averiguar por qué murió su abuelo. Lo primero que descubre es que Miss Peregrine y compañía viven atrapados en un bucle temporal: todos los días se repite el 3 de septiembre de 1943. No es un capricho, sino un sistema de protección, porque fuerzas espantosas se mantienen al acecho. El de la manipulación del tiempo, sus paradojas y consecuencias, es uno de los temas centrales de la película. También obliga a Burton a un esfuerzo explicativo extra que no colabora con la fluidez de la narración. La construcción de los personajes, que son varios y muy ricos, están resueltos con maestría desde lo visual. Es el sello de fábrica infalible. Entre las críticas que recibió -y que le caben- a “Miss Peregrine...” figura el exceso de efectos digitales empleados por Burton. El miniejército de esqueletos que Enoch (Finlay MacMillan) manda a la batalla es todo un homenaje al gran Ray Harryhausen. Pura nostalgia, y esa también es una marca de fábrica. La exitosa novela de Ramson Riggs habilitó la creación de una vasta imaginería visual y emocional. Burton no falla en lo primero, pero -extraño en él- deja la sensación de que Miss Peregrine, sus niños, el abuelo que juega Terence Stamp, Judi Dench -de paso fugaz por la historia- y el villano encarnado por Samuel L. Jackson daban para sumergirse en profundidades mucho mayores.
Fuera del mundo Tim Burton tiene la particularidad de hacer propios proyectos de formato más comercial, o donde se hace cargo de historias ajenas. Quizás las dos cintas que realizó sobre Batman hayan sido suficientes para afirmarlo, allá lejos y hace tiempo. Pero el cineasta fue expandiendo su universo estético y temático, con las recurrencias del caso. Y en Miss Peregrine y los niños peculiares vuelve a insistir, empatizando con algunos aspectos de la novela de Ransom Riggs, con los cambios del caso (Jane Goldman fue la encargada del guión). Porque si bien está ese espíritu de literatura juvenil a lo “Harry Potter” (alguno dirá que muggles vs. magia es un poco burtoniano), también podemos encontrar tópicos que nos resultarán familiares de trabajos anteriores como “Un gran pez” (que se basaba en una novela de Daniel Wallace, aunque para todos sea Burton en estado puro), “Charlie y la fábrica de chocolate” y “Alicia en el país de las maravillas” (el buen Tim ameritaría tener un “Peter Pan” en su filmografía, ¿no?) y hasta “El joven manos de tijera” (también hace mucho, parece mentira). Algunos de estos temas son: la contraposición del mundo de los niños con el de los adultos (pero con una definición de lo infantil que no es la habitual), del terreno de la fantasía (con cierto sabor gótico, casi siempre) y el mundo cotidiano (y la falta de crédito a los relatos sobre ese mundo), de espacios imperecederos contra el paso del tiempo, que incluye el despertar amoroso y el devenir del niño en adulto. Y vinculado a eso, cierto elemento de romanticismo decimonónico, de la “amada inmortal” rubia, pura, con vestidos claros: la escena de Winona Ryder como Kim, bailando bajo la nevisca en “El joven manos de tijera” está en la historia de la poesía cinematográfica, y la toma congelada de Alison Lohman como Sandra en “Un gran pez”, con los pochoclos en el aire, también forma parte de nuestro acervo cultural. En la cinta que nos ocupa, lograr esto llevó a un intercambio de poderes, para que la heroína sea etérea y celestial. Viejos cuentos Pero para llegar ahí tendríamos que contar un poco el argumento. La historia arranca en Florida, en el lugar menos mágico del mundo, al menos en lo que respecta a sobrenaturalidades (el “Sunshine State” tiene sus propia magia, dirán algunos). Allí vive Jake, prototipo de adolescente looser como Daniel-san. Su padre es un señor buenazo pero medio pavo, que dedica su vida al estudio de las aves, tema sobre el que nunca termina un libro, casado con una señora también muy terrenal (prototipo de la familia muggle, dirían los fans de Harry Potter). El personaje diferente es su abuelo Abe, veterano de la Segunda Guerra con el que tiene una relación especial: el anciano lo cuidó muchas noches, en las que le contó historias fantásticas de un hogar para niños especiales en el que vivió, y del que se fue cuando entró al Ejército. Historias que con el tiempo y los comentarios ajenos Jake fue desestimando. Pero todo cambia con una llamada desesperada de Abe, y cuando el nieto va al rescate, lo encuentra agonizante y sin ojos; en sus últimas palabras, alcanza a decirle de una postal y un pájaro. La postal es de una isla en Gales, donde estaba el hogar, y la terapeuta a la que sus padres lo envían para tratar el dolor apoya su idea de ir con su padre a conocer aquellas tierras. Para su desazón, el hogar fue destruido por un bombardeo alemán en la guerra, pero pronto Jake descubrirá en qué forma se han mantenido a salvo sus habitantes: su directora, Miss Alma Peregrine, es una ymbryne, una “peculiar” con el poder de crear bucles temporales, perpetuando un día para siempre. Jake conocerá así a los niños peculiares, algunos pequeños y otros adolescentes, intactos como en tiempos de su abuelo, mientras afuera el mundo siguió su curso (“Hook”, de Steven Spielberg, exploraba eso en el mundo de Peter Pan). Eso incluye a Emma Bloom, una chica más ligera que el aire, retenida por pesados zapatos; ahí vino el cambiazo: en la novela, Emma es piroquinética y aquí rota los poderes con Olive, quizás porque esa sutileza da más con el perfil de amada burtoniana. El muchacho descubre que alguna vez hubo un interés entre su abuelo y Emma, y sin quererlo empieza a tomar el lugar de Abe. Contamos todo esto a manera introductoria, porque no es más que el comienzo: el nudo de la historia tiene que ver con el peligro que acecha a los peculiares, su vínculo con la muerte de Abe y el destino al que está llamado Jake, empezando por descubrir cuál es su peculiaridad. Pero de eso sí no vamos a contar mucho. Universo propio La puesta visual se apoya en el diseño de producción Gavin Bocquet, acostumbrado a trabajar en producciones grandes, con grandes equipos de dirección de arte y varios estudios de efectos especiales. También en la fotografía de Bruno Delbonnel, que salió de Europa de la mano de “Amelie” y ya trabajó un par de veces con Burton: él termina de delimitar los espacios entre el soleado hogar estadounidense y la isla galesa con su aura de nubes y misterio. Y por supuesto en el diseño de vestuario de la ya mítica Coleen Atwood, una de las colaboradoras más antiguas del realizador, conocedora de todos sus yeites estéticos. Para la ocasión, Burton ha convocado un elenco prestigioso y adecuado al objetivo, sin recurrir a sus fetiches actores (no están ni Johnny Depp ni su esposa Helena Bonham Carter). Así convocó al eficaz Asa Butterfield (revelación de “La invención de Hugo Cabret” junto a Chloë Grace Moretz, estrenado como adolescente en “El juego de Ender”) para que se haga cargo del rol protagónico. Junto a él aparece Eva Green como Miss Peregrine: en su primer papel de “mujer adulta” (no es aquí sujeto erótico, ni la desnudan) ejerce una presencia fuerte y maternal a la vez, sin dejar de ser intrínsecamente bonita. El papel romántico lo ocupa Ella Purnell, una promisoria y cachetona muchacha, a la que vimos como la Maléfica niña, y aquí ejerce de casta heroína. Tendríamos que sumar a este lote a Chris O’Dowd, un Franklin Portman (padre de Jake) querible pero un poco pelmazo, y por supuesto a Samuel L. Jackson, que se divierte como Barron, un villano tan temible como cargado de elementos de comedia. Segundos adentro Entre los secundarios tenemos grandes nombres, como el veterano Terence Stamp (a los 78 se lo ve muy lozano) en el rol de Abe, con su característica voz rasposa y su mirada penetrante de galán. Tan de taquito lo suyo como lo de Dame Judi Dench en el rol de Miss Avocet, otra ymbryne, y la aparición de Allison Janney como una terapeuta con secretos. Sobre Rupert Everett poco agregaremos, ya que lo suyo apenas pasa de cameo. Los que conquistan al espectador son los niños peculiares, a varios de los cuales queremos seguir viendo en la pantalla: Finlay MacMillan (Enoch, el amo de marionetas), la interesante Lauren McCrostie (la piroquinética Olive), Hayden Keeler-Stone (Horace, el que proyecta sueños), Georgia Pemberton (Fiona, la que controla la vegetación), Milo Parker (Hugh, el chico de las abejas), Raffiella Chapman (Claire, la del “secretito” en la nuca), la querible Pixie Davies (Bronwyn, la pequeña fortachona), Cameron King (el invisible Millard, una presencia en la ausencia) y Joseph y Thomas Odwell (los silenciosos y encapuchados mellizos). De la novela hay secuela... así que quizás a estos “raritos” simpáticos les queden algunas aventuras por vivir.
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El brillo de Burton pero un poco desgastado "Miss Peregrine's home for peculiar children" es como escuché por ahí la versión freak y adolescente de los X-Men de Marvel. ¿Y quien mejor para llevar una historia así a la pantalla grande que el director consagrado Tim Burton? Vamos por parte. Burton es ya una mente consagrada de la creatividad en el cine. Todos sabemos de sus dotes para dar vida a las historias más fantásticas y bizarras del mundo. Su sello estético es una marca registrada y su visión de la belleza es única y muy valorada en el séptimo arte. Sus personajes, sobre todo los protagónicos son siempre icónicos, con mucha personalidad y recordables para el espectador. Estas habilidades del paquete cinematográfico podemos decir que las tiene aprobadas con un 10. El inconveniente con sus films en los últimos años no tiene que ver con esta faceta que sabemos la maneja muy bien. El problema creo que pasa por la narración y la cantidad de variables que quiere abordar, perdiéndose un poco en el impacto visual y no desarrollando con mayor pericia la historia. Con "Miss Peregrine's..." me pasa lo mismo que con "Alice in Wonderland". Son buenos films pero que no alcanzan todo su potencial, que no explotan, que se muestran demasiado pasivos en lo que a narración se refiere. Particularmente creo que en comparación "Miss Peregrine's..." es una mejora, pero aún le falta para trascender como lo hizo con "Batman Returns" o "El joven manos de tijera". Siento que se queda a mitad de camino, que nos presenta personajes coloridos e interesantes con los que terminamos conectándonos muy poco. La narración tiene demasiados altibajos. La primera parte de "Miss Pregrine's..." es muy buena, pero luego de la primera hora la pendiente se convierte en meseta y nos aburrimos un poco hasta que sobre el final levanta de manera tímida. Hay algunas resoluciones del film que son medio toscas, sin demasiado sentido, pero las exponen llenas de fuegos artificiales como para que no se note. Yo creo que el inconsciente siempre avisa de todas maneras si nos estamos divirtiendo realmente o no. "Miss Peregrine's..." es una película un tanto irregular que en el resultado final sale victoriosa pero sin maravillar, sin sorprender como sabemos que Tim Burton puede hacerlo. Ojalá siga buscando el camino y nos regale de nuevo títulos mágicos y trascendentes como en los 90s.
Tim Burton vuelve a la carga con su obsesión por los personajes extraños en un combo que se ve por momentos caótico
El poder creativo de una persona se basa en su seguridad; su confianza en plasmar su visión fresca, poderosa, original sin importar los riesgos que denote. El problema con la intensidad de este pensamiento es que, cuando un artesano es golpeado por su primer fracaso, son realmente pocos los que salen indemnes. Hay algo de orgullo herido, otro poco de desconfianza, lo cierto es que una vez que muerden el polvo no suelen continuar con la seguridad que tenían antes (es como un jugador de Rugby que se ha quebrado, y ahora no anima a exponerse con la intensidad que tenía antes por miedo a otro accidente que termine con su carrera). A Schwarzenegger le pasó con El Ultimo Gran Héroe - el primer fracaso comercial de su carrera - y todo lo que siguieron fueron manotazos de ahogado y secuelas, una seguidilla de decisiones desesperadas para intentar recuperar la gloria perdida. A Tim Burton, en cambio, lo golpeó el flop de Marcianos al Ataque! (1996), en donde el tipo genial de El Joven Manos de Tijera, Batman y Beetlejuice dió paso a un individuo repetitvo, refugiado en los temas seguros que siempre lo caracterizaron y apertrechado con la troupe de actores que le garantizó cierta respetabilidad despues del derrumbe. Burton ha tenido algún que otro taquillazo - como Alicia en el Pais de las Maravillas (2010) - pero la critica, respecto de su trabajo, ha seguido dividida. Miss Peregrine y los Niños Peculiares no es ni por asomo el comeback que estábamos esperando de Burton. En muchos sentidos es un filme experimental - sale de su estilo gótico, deja atrás a Johnny Depp y Helena Bonham Carter (habitués de siempre, divorciado de la última), y se mete con una novela de boga de la llamada Literatura para Jovenes Adultos -, pero es blando y dispar. Es como si la separación de Bonham Carter lo hubiera dejado sin su musa de emergencia, y acá Burton luce distraído, apurado, sin el aplomo de siempre. El primer detalle es el mediocre elenco con el que se maneja. Desde ya hay nombres que garantizan perfomances decentes como la siempre efectiva Eva Green, Judi Dench (en poco mas que un cameo), Samuel L. Jackson, Rupert Everett (que parece un muñeco de cera pasado de botox) y Terence Stamp pero el resto bordea lo espantoso. Asa Butterfield (que estaba genial en El Juego de Ender) está crecido y alto pero es incapaz que decir sus lineas con convicción. El grueso de los chicos del orfanato van de lo chato a lo mediocre, incluyendo a Finlay MacMillan que hace de una suerte de antagonista (temporal) de Butterfield, pero que sólo frunce el ceño para asustar a alguien. Hasta Samuel L. Jackson tiene sus momentos terribles ya que, si bien el filme no es para niños (tiene varias escenas tremendas con los demonios devoradores de ojos), el libreto lo pone a decir pavadas infantiles en el momento que está peleando con los chicos palmo a palmo una cuestión de vida o muerte. Y el peor ofensor de los sentidos es Chris O'Dowd, que es patético en cada una de sus intervenciones. Hay una escena tan extraña como estúpida en donde O'Dowd va a explicarle a Butterfield lo que sentía él respecto de su padre (Terence Stamp), para lo cual se sienta en un sofa, vomita una parrafada en dos segundos y se levanta y se va. ¿Para qué diántres te sentás en un sofá para explicar algo que sólo consume 10 o 20 palabras?. Error del intérprete, o error del enfoque del director (un cambio de cámara que anticipa solemnidad o una revelación importante, no una idiotez), o error de un libreto que merece mas de una pulida para funcionar como corresponde. Honestamente, Miss Peregrine y los Niños Peculiares es un filme mas espectacular que efectivo. Hay muchas cosas que van reñidas fuertemente con la lógica (como hacer funcionar un transatlántico hundido así de la nada, sin tener carbón para las calderas, y manejando mandos fundidos por el óxido y los corales del fondo del mar; o gente respirando en una habitación submarina cuyo total de aire ha sido exhalado por una de las protagonistas... el cual debería ser puro y venenoso anhidrido carbónico!), hay explicaciones que no explican (como el tema de los dichosos bucles que crean las ymbryn), y hay villanos que son mas patéticos que malvados. Los monstruos asustan, pero el problema son los jefes que tienen, los que no tienen dos dedos de frente. Miss Peregrine y los Niños Peculiares precisaba otro libretista (no la chica que escribió Kick Ass, que sabrá cómo patear traseros pero no es capaz de hacer un drama decente plagado de nostalgia y ribetes fantásticos). Lo que hay acá no funciona la mitad de las veces y cuando lo hace, distrae la escasa efectividad de los intérpretes. Hay escenas geniales, pero están en búsqueda de una pelicula que las amerite (la cual no es ésta). Ni los homenajes a Ray Harryhausen están dirigidos como corresponde - la pelea en el muelle entre esqueletos reanimados y demonios (propia del clásico Jason y los Argonautas) es tan rápida y mal editada que es imposible disfrutarla -, ni el final es satisfactorio. Burton cocina esta mezcla de la Escuela de Chicos Dotados del profesor X con Hechizo del Tiempo, y termina generando un estofado que se ve bárbaro pero sabe a poco, plagado de inconsistencias que hunden el virtuosismo visual del director.