Con Quien *&$%! son los Miller? algunos se reirán más, otros menos, pero creo que la gran mayoría va a lograr despejarse de sus problemas por un buen rato con esta divertida comedia. A diferencia de otras historias que se van pinchando a medida que transcurre la proyección, en este caso el comienzo no es...
La “familia” unida Dentro de un género al que le está costando bastante retornar a las raíces y elucidar buenos momentos cómicos, emerge We´re the Millers que, sin rebasar de instancias que ocasionen carcajadas, cumple con su cometido de entretener casi en toda su duración y cimentar unas cuantas secuencias embarazosas. El gran trabajo queda a cargo del dúo protagónico, con un Jason Sudeikis carismático, lleno de picardía y una Jennifer Aniston que vuelve a redondear una buena actuación a la par que embelesa la pantalla encarnando a una bailarina stripper. Los secundarios (Emma Roberts y un prácticamente caricaturesco Will Poulter) se asocian gratamente a base de unas divertidas y bizarras participaciones. La trama nos enseña la vida de un distribuidor de marihuana de escala baja (Sudeikis) que, tras endeudarse con su proveedor, no tiene mejor salida que aceptar una excursión riesgosa traspasando la frontera hacia México para traer de regreso a Estados Unidos un “paquete y medio” de droga. Para disimular la cuestión y pasar lo más desapercibido posible no tiene mejor idea que conformar una familia ficticia que lo acompañe en esta aventura repleta de obstáculos y situaciones tan descabelladamente agradables como incómodas. La película cuenta con un ritmo que parece no parar un solo minuto, escoltada de una musicalización que va de la mano de esta dinámica elegida por su director a la hora de relatar los acontecimientos. El film tiene fuerza y similitudes a Todo un parto (Robert Downey Jr. y Zach Galifianakis) en cuanto a la contrariedad de sus escenas y al modo de fastidiar (en un buen sentido) al público a través de las controversias que surgen como barrera o complicación en el pedregoso andar de este cuarteto inexperto en tamaña encomienda. Cómica, con gags algo vistos, “sucios” pero buenos y socarrona, We´re the Millers termina resultando una más que interesante propuesta. LO MEJOR: el conjunto que constituye la familia ficticia. La incomodidad y el carácter casi bizarro de algunos pasajes. Muy divertida. Lo que se muestra en los créditos finales. LO PEOR: la velocidad en que se muestran las resoluciones, como acelerando el desenlace. PUNTAJE: 7,2
De la provocación al conservadurismo El Walter White que Bryan Cranston interpreta en Breaking Bad, la Brenda Blethyn de El jardín de la alegría, la Mary-Louise Parker de Weeds… y siguen las firmas. Gente común, vecinos del barrio, gente por momentos incluso bastante queribe que sortea sus dificultades financieras vendiendo drogas. Lo mismo hace David Clark (Jason Sudeikis), que trafica marihuana para el narco de Denver que encarna a pura exageración Ed Helms. Pero a ese antihéroe que es David unos marginales le roban la plata y la mercancía, y es obligado por su jefe a que ingrese marihuana (mucha, toneladas) desde México para saldar la deuda y quedarse con una buena diferencia económica. El protagonista cree que la mejor forma de hacerlo es “camuflándose” como una familia de vacaciones (los Miller del título) y, así, termina viajando al sur junto a una stripper llamada Rose (Jennifer Aniston en plan Demi Moore) y dos adolescentes: la rebelde Casey (Emma Roberts) y el virgen Kenny (Will Poulter). Lo que sigue es un bombardeo casi desesperado, una acumulación infinita de chistes pedestres y vulgares (la araña que pica los genitales de Kenny), observaciones obvias sobre el patetismo de buena parte de la clase media norteamericana (puestas, sobre todo, en el previsible y aburrido matrimonio que viaje en casa rodante interpretado por Nick Offerman y Kathryn Hahn) y muchos, demasiados estereotipos (no pasarían la prueba de ningún INADI del mundo a la hora de representar a los personajes latinos). El director de la muy superior Pelotas en juego (Dodgeball: A True Underdog Story) y los guionistas de Los rompebodas y Un loco viaje al pasado intentaron con muy poca fortuna (la efectividad entre bromas lanzadas y carcajadas logradas es bajísimo) adscribir al humor negro y zafado de la saga ¿Qué pasó ayer?, pero -más allá de algunos aislados momentos inspirados- el resultado es a todas luces fallido (y con una vuelta de tuerca final a todas luces condescendiente y conservadora). En este sentido, se termina pareciendo mucho a las últimas propuestas del decadente Adam Sandler. Como el film ya es un rotundo éxito comercial en los Estados Unidos es probable que volvamos a encontrarnos con Sudeikis y Aniston juntos en pantalla. Ojalá sea con una comedia bastante más eficaz que esta.
Muerte entre las flores Es bastante sencillo. La gran virtud de ¿Quién *&$%! son los Miller? (We´re The Millers, 2013) es su introducción. Hasta podría ir más allá y ampliar el mérito abarcando a toda la primera mitad. Son 110 minutos de cinta, la mitad representaría poco menos de una hora. Listo. Si bien el resto no es basura, emite una fragancia bastante revulsiva. Algo comienza a pudrirse en la película. La simpatía se esfuma. La comicidad perece. Todo hasta el momento imperceptible en donde se produce la escisión es auspicioso. Una cadena de arrebatos histriónicos y duelos verbales astutos. Bien, bien. Sí, sí. Sí. No. ¿Qué le pasó a la película? ¿Cuándo murió? ¿En qué momento cesó el pulso? Es tan repentino que no puede evitarse la disociación íntegra de las facultades del espectador. Caerá invariablemente en un limbo de angustia e hipotermia espiritual. Dolor. Oscuridad. Quizá lo invada una sensación de optimismo ante falsas promesas de restauración. Pronto comprobará que su impresión inicial era acertada. No hay retorno. Está perdida. Tal vez aparte la vista de la pantalla con la intención de cotejar otras reacciones. Quizá advierta una lágrima deslizándose por la mejilla de su acompañante. La necesidad de alivio es imperativa. No tema demostrar su frustración. Baje la guardia, no ahogue el sollozo. Tiene motivos. A veces las comedias, como tantas otras de su generación, mueren jóvenes. Antes de su hora. Si la primera parte es virtud, la segunda parte es debacle. Se entendió. Sobre la marcha, mientras la película empieza a descartar estratos, desfilan por la mente todas las posibles variantes y ramificaciones que el argumento podría haber desplegado. La única alternativa por la que no deberían haber optado, esa es la que capturan y sumergen en tedio, astenia y reiteración. Se fractura el momentum y naufraga en un abismo de cacoquimia y gags prescindibles. Pero basta de negatividad. Discutamos el elenco. Están Jason Sudeikis, un tipo genuinamente gracioso, cómodamente asentado aunque se dificulta identificar cuándo se consolidó como protagonista de comedia en cine. Jennifer Aniston, consagrada en pantalla grande y chica con igual legitimidad. Will Poulter, de la muy interesante El Hijo de Rambow (Son of Rambow, 2007) y Emma Roberts, la sobrina de Julia Roberts. Todos prosperan en sus respectivos papeles. Sí, en este tipo de proyectos se contratan physique du rôle en lugar de intérpretes, pero eso no es necesariamente negativo. Si es bueno, es plausible. En cuanto a la sinopsis de la película, puede definirse en una oración: Traficante, stripper, virgen y adolescente marginada se unen bajo el propósito común de pasar algunos kilos de marihuana a través de la frontera mejicana y hacia los Estados Unidos. Las pequeñas victorias humorísticas en ¿Quién *&$%! son los Miller? únicamente profundizan el desamparo por lo que pudo haber sido. Es allí, en esa ruptura, en donde se evidencia la imprecisa distribución de los chistes, la gracia. En definitiva, lo único trascendente en cualquier título de estas características.
Una película que rompe con la mala racha de propuestas fallidas que venía afectando al género de la comedia norteamericana en el último tiempo. ¿Quiénes son los Miller? no es un film memorable pero brinda un entretenimiento decente con varias escenas graciosas que por lo menos te hacen reír. Algo que no ocurrió con las últimas propuestas que llegaron a las salas dentro de este género. El guión no es precisamente una obra de Blake Edwards, pero a lo largo de su desarrollo tiene muy buenos momentos que se vieron potenciados por el trabajo de los actores, la gran clave del film. La producción representó un buen vehículo para el protagonista Jason Sudeikis, quien viene de Saturday Night Live y en los últimos años enfocó su carrera en el cine. Este es el mejor film que hizo hasta ahora y al tener muy buena química con Jennifer Aniston (especialmente) y el resto del reparto se pudo destacar más que en las cosas que hizo recientemente. Aniston, que es parte del mejor uso que se le dio al tema "Sweet emotion" de Aerosmith en la historia del cine, también se destaca dentro de este argumento que juega con un humor más picante al que suelen tener la mayoría de sus películas. Cabe destacar también la excelente labor de una gran actriz subestimada como Kathrynn Hahn, más conocida por su trabajo en la serie policial Crossing Jordan, que acá interpreta a una ama de casa muy particular y tiene grandes momentos en este film. Reitero, después de tantas comedias fallidas esta por lo menos te hace reír un poco y brinda un buen entretenimiento sin muchas pretensiones.
Ilusión familiar Esta nueva comedia americana, o mejor dicho, bien norteamericana viene a confirmar una vez mas la desacertada carrera cinematográfica de Jennifer Aniston post Friends. Basta una breve recorrida por sus últimos trabajos para arriesgar la hipótesis de que todos sus papeles conformaron, de alguna manera, una especie de "spin off" de aquella Rachels que se hiciera famosa internacionalmente con la popular sitcom. Digamos que nunca pudimos dejar de ver en sus últimas películas, y ésta no es la excepción, diferentes personalidades de Rachel. Esta vez, una Jennifer Aniston que se atreve a mostrar un poco más el cuerpo interpretando a una stripper insolente, nos evocará a una Rachel mas osada. La trama se centra en insignificante traficante de marihuana, interpretado por Jason Sudeikis (Proyecto 43), que tras endeudarse con su proveedor no tiene otra salida que traer un cargamento desde México. Para ello decide inventar una típica familia americana que sale de vacaciones en su caravana, pero sólo consigue una stripper malhablada como esposa, un adolescente virgen (encarnado por Will Poulter, de Las Crónicas de Narnia) y una joven rebelde y homeless por elección (interpretada por Emma Roberts, de American Horror Story) como sus dos hijos. Así comienza esta especie de road movie mezcla con sitcom subida de tono, con personajes totalmente estereotipados y caricaturescos, bromas y situaciones obvias y sin gracia, algún pasaje bizarro interesante pero mal resuelto, y ese empeño americano en resumir a Mexico en un conjunto de personas que andan en burro, juegan al futbol y trafican drogas. A pesar del cinismo y burla inicial sobre la familia americana, las resoluciones infantiles y políticamente correctas de los gags sumadas al moralizante y típico final feliz empalagoso, hacen que debamos esperar a los créditos finales para poder sonreír, al menos, con los bloopers de rodaje. Por si no se acordaban de Rachel.
En cierto modo, ésta también es una comedia familiar, claro que no a la manera de aquellas a las que nos acostumbró Disney. En este caso, la familia es apenas el camuflaje que emplea un dealer de barrio para cumplir con la misión riesgosísima a la que se ve obligado para saldar una deuda con su narcomayorista y quizá también para obtener alguna ganancia. La cosa no es fácil: tiene que cruzar la frontera de México y traer de allí un voluminoso cargamento de marihuana bien difícil de disimular. Y como la mejor solución que encuentra es ir acompañado por una esposa y dos hijos para pasar por la típica familia modelo norteamericana de la que nadie se atrevería a sospechar, ahí mismo se provee de una, seleccionando sus acompañantes entre vecinos, conocidos y clientes. Ellos incluyen a un vecinito que aspira a incorporarse a su clientela, por ahora sin suerte, y que también es virgen en materia de sexo; una stripper con la que se lleva como perro y gato -como es clásico en las comedias humorísticas que terminan en romance-, y una adolescente punk, vagabunda y libertina. Un casting de apuro, como se ve, pero no importaría mucho porque todo lo que tiene que hacer esta pandilla de buscavidas es acompañarlo en el vehículo y sonreír cuando pasan por los puestos de frontera o tropiezan con algún patrullero. Sin abrir la boca, no vaya a notarse lo groseros y malhablados que son. No hace falta demasiada imaginación para suponer que el viaje será sólo la excusa para que el estrafalario cuarteto atraviese por situaciones más o menos cómicas en cuya elaboración el nutrido equipo de libretistas no ha invertido demasiado ingenio, por mucho que haya intentado ponerse a la moda y ensayar un humor zafado que quiere ser audaz sin demasiada convicción. El director Rawson Marshall Thurber sólo atina a imponer un ritmo veloz a la acción, con lo que logra que, por lo menos durante la primera parte, cuando juega a la incorrección y se ríe de la familia convencional, el film se haga más o menos llevadero y que los chistes se sucedan a buen ritmo y prometan un rato de diversión. Es solo una promesa. Los chistes eficaces pueden contarse con los dedos de una mano y las situaciones graciosas, que las hay, tampoco abundan. En general todo es bastante previsible y de vuelo bajo. En el transcurso de la misión, que llega demasiado rápido a su culminación, las aventuras que vive el falso grupo familiar en su encuentro con barones de la droga, guardaespaldas, matones, agentes de la DEA y otros uniformados, además de una señora madura que quiere salpimentar un poco su vida conyugal, no son sino sketches inconexos y desiguales que quieren ser atrevidos, pero exhiben poca chispa y bastante vulgaridad. Lo que no impide que público sin mayores exigencias pueda entretenerse un rato. Jason Sudeikis, una Jennifer Aniston en plan sexy (discreto striptease incluido) y el resto del elenco prestan su oficio y terminan esforzándose más de lo que el producto merecía. Ninguno se salva del consabido desenlace sentimental ni de los no menos inevitables bloopers del epílogo.
Una "familia" de negocios Con un timming alejado de cualquier sutileza, la comedia protagonizada por Jason Sudeikis y Jennifer Aniston cuenta la odisea de un traficante y sus parientes inventados. Una historia para nada original, una sucesión interminable de gags, escenas basadas en el modelo del fenómeno de la saga ¿Qué pasó ayer? La enumeración, definitivamente negativa de algunos de los tips que en cualquier otro film serían lapidarios, en conjunto funcionan admirablemente bien en ¿Quién *&$%! son los Miller?, una película asombrosamente revulsiva y honesta, teniendo en cuenta los cánones calculadamente conservadores de Hollywood. El film de Rawson Marshall Thurber, director de la muy atendible Pelotas en juego, comienza con David Burke (Sudeikis), un traficante de marihuana al menudeo al que asalta una pandillita de jóvenes. El incidente lo enfrenta a su jefe Brad (Ed Helms), que para saldar la deuda lo obliga a hacer un viaje a México para traer una buena cantidad de "mercadería". Sin demasiadas luces, a David se le ocurre que la mejor manera de viajar es en familia, en una casa rodante. Y para eso contrata para que sea su "esposa" a su vecina Rose (Aniston), una stripper en decadencia, y como hijos recluta a otro vecino, el inocentón Kenny (Poulter) y a Casey (Roberts), una chica que vive en la calle. Completada la "familia" y después de un cambio de look en plan wasp (blanco, anglosajón y protestante), los Miller van en busca del cargamento, una aventura contada con todas las reglas de la comedia políticamente incorrecta, que entre sus muchos logros incluye muchas situaciones desopilantes y por supuesto, la oportunidad de mostrar a Jennifer Aniston en sus gloriosos 44 años y más sensual que nunca. Lo cierto es que el director decidió tomar un camino bien alejado de cualquier sutileza y se concentró en explotar a rajatabla los elementos con los que contaba, esto es, un elenco con figuras como Aniston y el oficio de Sudeikis, la tendencia televisiva de las series centradas en gente común que por diferentes circunstancias se involucra en el tráfico de drogas como medio de vida –Breaking Bad, Weeds–, el timming de Saturday Night Live y, claro, el final aparentemente inevitable que atraviesa en los últimos años a la comedia americana por más arriesgada que sea, esto es, el correcto encuadramiento moral, cuestión que a nadie se le ocurra acusar a la película de mensajes poco claros o apologías varias. En suma, más allá de un final aleccionador que desmiente el camino elegido para buena parte del relato, ¿Quién *&$%! son los Miller? es una buena comedia, con grandes momentos –el bebé-marihuana es desopilante–, liviana, sin grandes ambiciones y muy disfrutable.
Un GPS para Jennifer Aniston Ultimamente Jennifer Aniston tiene una costumbre, no sana, precisamente. En Quiero matar a mi jefe era una odontóloga sexópata, en Wonderlust, editada aquí en DVD, se mudaba al campo con su pareja y vivían de acuerdo a las reglas edl amor libre, y en Una esposa de mentira tenía diálogos subiditos con Adam Sandler, siempre con el sexo -perdón- en la boca. Todo bien con la ex de Brad Pitt, pero a los 44 parece que necesita una brújula a la hora de elegir los guiones. En ¿Quién *&$%! son los Miller? Jenni es una desnudista. Pero no una stripper como cualquiera. Tampoco como Demi Moore en Striptease: Rose hace shows eróticos en Denver, pero sugiere más que lo que muestra, y renuncia cuando le piden que tenga sexo con los clientes. Mujer de principios, Rose transa cuando se queda en la calle (literalmente, porque como no pagó el alquiler, tampoco puede entrar a su departamento), y acepta el convite de David, un vecino. Ahí arranca la historia. El vecino es Jason Sudeikis (también en Quiero matar a mi jefe), que interpreta a un vendedor de drogas, que trabaja para un narco (Ed Helms, de ¿Qué pasó ayer? ). Pero le roban en su departamento la droga y sus ahorros, por lo que su jefe le da una misión: ir a México y cruzar la frontera de regreso, no con unos gramos, ni siquiera unos kilos: toneladas de droga, para quedar a mano y quedarse con unos 100.000 dólares. David advierte que es más sencillo hacerse pasar por padre de familia en una casa rodante, y así Rose pasará por su esposa, una chica de la calle será su hija y otro vecino abandonado por su madre, su hijo. El problema de ¿Quién *&$%! son los Miller? -después de ¿Quién... usted lea las exclamaciones que empiezan con ca... o mier...)- es que es de un humor burdo, ramplón, cuando no soez. ¿Quién... no entra en la bolsa de la nueva comedia estadounidense, pero sí en la del humor sexista. Sea por chistes de doble o triple sentido, malas palabras o cuestiones similares (una araña pica a alguien en sus genitales, y el director Rawson Marshall Thurber los muestra). En la trama habrá más confusiones, personajes arquetípicos y lo que escaseará serán las sonrisas. Y ¿qué %$%# es una comedia si no logra risas?
Una fantástica comedia negra, plagada de humor "politicamente incorrecto" y brutal, con JASON SUDEIKIS y JENNIFER ANNISTON sacándose chispas en cada escena que les toca jugar. La RACHEL de FRIENDS se siente cómoda en su papel de femme fatal y se luce tanto física como actoralmente. Escatología, chistes sexuales y referencias cinefilas y catodicas, LOS MILLER serán difíciles de olvidar después de este hilarante paso por la pantalla grande.
Una comedia con mucho humor irónico, con chistes muy para norteamericanos, pero también para el público globalizado. Un dealer de poca monta pierde sus drogas cuando lo asaltan, para que no lo maten se transforma en una mula, transportador de un cargamento de marihuana. Para disimular, aparenta tener una familia: con un adolescente abandonado, una chica de la calle y una stripper desalojada. Se lucen Jennifer Aniston y Jason Sudeikis.
Una comedia familiar muy peculiar David Clark es un hombre que se dedica a la venta de estupefacientes para el uso particular. Por un percance le robaran toda su droga y la plata que le debe al narcotraficante que lo provee. Por esto tendrá que ir a México y hacerle de mula. Para ir y volver a dicho país se le ocurre que la mejor manera es hacerse pasar por la típica familia de turistas norteamericana. Para ello deberá conseguir quienes hagan el papel de su mujer y sus hijos. Para esto contratara a un timorato joven que lo tiene como ídolo y a una joven vagabunda para que hagan de hijos. Para el papel de su esposa tendrá que convencer a una vecina suya que acaba de perder su trabajo como stripper. Una vez convencida comenzara un viaje donde nadie soporta a nadie y que deberán hacerse pasar por una familia ejemplar donde todos se aman entre sí. “Quienes son los Miller ?” es una comedia muy divertida ya que toma los personajes desde un punto en el que todos son genios y en realidad se juntaron cuatro perdedores con un fin. Cada una de las circunstancias que van pasando el humor va subiendo y divirtiendo cada vez más. Las actuaciones de Jason Sudekis como David y la de Jennifer Aniston como Rose, la stripper, son muy buenas y se consiguen mostrar como de a poco van consiguiendo la química que requiere el film. “Quienes son los Miller” es una muy, pero muy buena comedia que lo hará reír sin pedirle permiso.
Debo reconocer que la línea de la NCA no es de mis favoritas, como tampoco las comedias escatológicas que históricamente vienen bien en el gran país del norte. No, para nada. Me cuesta encontrar buenos exponentes para pasar un rato agradable, distenderme y la verdad, la mayoría de ellos, no me provocan gracia, en general. Pero “We’re the Millers”, sin ser muy diferente ni original a las de su tipo, logró hacerme pasar un momento divertido, lo cual, debemos reconocer no es tan fácil. Es ruda, grosera y realmente efectiva. Aquí sólo hay humor subido de tono, muchas bromas políticamente incorrectas, algo de química en la pareja central y una trama moralmente previsible y esquemática. Jason Sudakis (David) es un dealer que vive de ventas pequeñas de marihuana. Cierto día, un accidente lo pone en una situación donde una bandita callejera descubre quien es, lo asalta y vacía su caja fuerte y la provisión de material. Cómo sus cuentas dan en rojo inmediato, es convocado de urgencia por su distribuidor, Brad (Ed Helms) quien le ofrece una difícil misión: para saldar su deuda (y ganarse unos dólares), debe traer un cargamento de hierba de México, atravesando la frontera en pocas horas, burlando los peligrosos controles policiales. Para enfrentar la tarea, David decide que si arma ese viaje con una familia falsa, viajando en un motor home, probablemente tenga chances de zafar de las requisitorias aduaneras. Claro, pronto se da cuenta que tiene que elegir de lo que tiene a mano, una adolescente rebelde y sin hogar (Emma Roberts, la sobrina de Julia!), otro inocente abandonado (Will Poulter de “Las crónicas de Narnia”) y su vecina y stripper favorita: Jennifer Anniston. Con todos ellos, adopta el nombre de “Miller” y luego de acordar la recompensa monetaria, parten a contrabandear en una misión bastante riesgosa a terreno mexicano. Rawson Marshall Thurber (el director) lleva adelante con oficio, un film guionado por gente que del tema sabe (vienen de hacer “Wedding crashers” y “Hot Tube Time Machine”). No hay delicadeza ni tampoco mucho espacio para las buenas ideas, es cierto. Hay sí, una avalancha de gags fuertes, de los que hacen la delicia de los americanos (las cargadas étnicas, los chistes fáciles sobre sexo, etc) y una historia que transita por lugares comunes (el grupo que se fortalece en la diversidad, la integración a través de las pruebas atravesadas, el afecto mutuo que va ganando terreno) pero nunca deja de entretener. “We’re the Millers” es una propuesta divertida, pensada para que pases un buen momento. Nada más (nada menos) que eso. Nota aparte para los apurados a la salida del cine, hagan el esfuerzo de quedarse en el cierre unos minutos, porque los créditos finales tienen mas de una agradable sorpresa.
Camino a la normalidad ¿Quién *&$%! son los Miller? (¿por qué no le habrán puesto simplemente “Somos los Miller”, como indicaba la traducción más lógica del título original) es un film que sirve como parámetro para establecer el piso y el techo de la comedia estadounidense de los últimos veinte años. Y no sólo de sus actores, directores y guionistas, sino incluso del público, es decir, lo que puede y/o quiere ver, lo que está dispuesto a convertir en un éxito, en referencia del género. El film de Rawson Marshall Thurber (responsable también de la estupenda Dodgeball) avanza con una fluidez llamativa, casi como un relojito. La historia de David Clark (Jason Sudeikis), un vendedor de marihuana que -luego de que le roban toda su plata y mercancía- se ve obligado por su proveedor (Ed Helms) a oficiar de mula para meter un gran cargamento desde México a Estados Unidos, y para eso monta una familia falsa (el típico matrimonio con dos hijos en una casa rodante) con la ayuda de sus vecinos, se desarrolla por los carriles previsibles, lo cual le funciona como impulso pero también como límite. Quizás tenga que ver con que Thurber no es acá guionista, a diferencia de Dodgeball, con lo que aquí se dedica casi a administrar las potenciales virtudes de todos los elementos que componen el proyecto. Y lo hace con efectividad, en especial con el rubro actores: Sudeikis está en su salsa, tirando cien líneas memorables por minuto, todas con múltiples referencias culturales; Jennifer Aniston ya supo ser acompañante de Adam Sandler (en Una esposa de mentira), Owen Wilson (Marley y yo), Vince Vaughn (Viviendo con mi ex) y Ben Stiller (Mi novia Polly), siempre con un amplio dominio de la situación, y aquí ratifica que es una garantía; Emma Roberts está perfecta; Will Poulter, a pesar de tener algunos antecedentes cinematográficos (Las crónicas de Narnia: la travesía del viajero del alba), es una pequeña revelación; Helms demuestra que puede hacer de un hijo de puta con todas las letras con total autoconciencia de su rol; y en cuanto a Kathryn Hahn y Nick Offerman, son actores expertos en convertir la normalidad en algo anormal. El problema es que ¿Quién *&$%! son los Miller? es un poco hija de ¿Qué pasó ayer?, que por algo fue la comedia más exitosa de los últimos veinte años, y que también tenía como base una estructura cuasi policial. Es decir, tira un par de indicios que hacen pensar que se va a llevar el mundo por delante, pero si uno la observa con un mínimo de cuidado, ya se pueden intuir desde el mismísimo comienzo las marcas que indican que al final va a terminar recayendo en el lugar más cómodo y seguro. Eso ya se ve en la delineación de los personajes: el David de Sudeikis es un narco al que nunca se lo ve consumiendo y hasta se percibe que le pesa la soledad y nadismo en que vive; Aniston es una estríper que no quiere tener sexo y a la que se le nota a kilómetros su necesidad de encontrar un hombre que la acompañe; Roberts es una vagabunda que no anda en la calle porque sea pobre, sino porque su situación familiar es bastante desastrosa, y lo que en verdad quiere es una familia como la gente; y en lo que se refiere a Poulter, es el típico virgen destinado a enamorarse, como marca la adolescencia más convencional. Podríamos decir que, teniendo en cuenta esto, la película no deja de tener una cierta coherencia: los protagonistas desde el principio buscan algo en particular y lo terminan encontrando, en un núcleo familiar un poco corrido de lo convencional. No hay en sí giros bruscos e injustificados, como en parte los tenía ¿Qué pasó ayer? (en especial con el personaje de Bradley Cooper). El inconveniente pasa porque tenemos ciertas escenas donde hay un ánimo más rupturista, que es hacia donde podía haber encarado definitivamente el relato: un monólogo en una peluquería donde Sudeikis hace una rápida y despiadada radiografía del estadounidense medio (y con la que los argentinos podríamos sentirnos muy identificados) o una secuencia donde Aniston y Roberts le enseñan cómo besar a Poulter, bajo la atenta mirada de Sudeikis, son como muestras gratis de lo que podría haber sido el film. Sin embargo, lo que finalmente queda son los chistes sexuales aunque no se muestra ni una teta. De ahí que ¿Quién *&$%! son los Miller? termine bien lejos de las obras del dúo Adam McKay-Will Ferrell, del caos que representaba Una guerra de película o hasta de la reflexión sobre (y desde) las instituciones del cine de Judd Apatow. Aún con sus rasgos conservadores, ¿Quién *&$%! son los Miller? también vale para pensarla en comparación a la comedia argentina, tanto televisiva como cinematográfica. Lo cierto es que, a excepción de Capussotto, estamos a años luz de la virulencia que pueden tener los comediantes yanquis (incluso los más esquemáticos). Y eso no sólo tiene que ver con los artistas, sino también con el público. Es que claro, nos haremos los antiimperialistas, pero en el fondo, somos tan o más conservadores que los estadounidenses.
Familia rodante ¿Quién *&$%! son los Miller? (en inglés más sobriamente titulado We're the Millers) es una comedia inserta en el género de road movie, con un presunto antihéroe que arrastra a su aventura a un grupo de marginados de la sociedad: estereotipos que (estereotípicamente) se redimen hacia el final de la misma, ya "normalizados" (pero no tanto), para tener su final feliz. David Clark (Jason Sudeikis, de Quiero Matar a mi Jefe y Locos por los Votos, una vez más poco originalmente elegido como protagonista canchero y cínico) le debe plata a su inescrupuloso jefe Brad Gurdlinger (Ed Helms, de ¿Qué Pasó Ayer?, continuando el casting poco creativo) por su venta semanal de marihuana, tras ser robado. Para compensarlo, Gurdlinger lo extorsiona para contrabandear una carga -también de marihuana- desde México a Estados Unidos. El plan de David para pasar desapercibido es armar una familia ficticia con Rose (Jennifer Aniston), una stripper cansada de su trabajo y de su jefe (Ken Marino, quien colecciona participaciones secundarias), su vecino adolescente Kenny (Will Poulter) y Casey (Emma Roberts), quien se fugó de su casa, como esposa, hijo e hija respectivamente. Ya que su plan contempla que los turistas que viajan en familia son los que levantan menos sospecha en la frontera, el grupo se rebautiza como los "Miller" y ponen en escena una farsa de lo que ellos consideran una clásica familia tipo americana: mamá de pantalones capri color caqui, papá con chomba y lengüetazo de vaca, la nena con blusas rosas con volados y el nene quien no necesita mucha transformación, ya que su característica "distintiva" -remarcado desde el material de promoción de la misma película- es que es virgen a los 18 años. Y según la lógica transitiva de este film, es torpe, introvertido y naif. Una buena parte de los chistes devienen de la situación de mantener la charada, primero ante las autoridades en la frontera y después en su interacción con una familia de campistas que viajan en una casa rodante como los Miller (incluso haciendo pasar un paquete de marihuana por un bebé y un dígalo con mímica que termina con el personaje de Aniston gritando "enorme pija negra" (vamos a hacer una apuesta en Función Agotada sobre cuántas personas van a llegar a esta crítica con esa búsqueda en Google). Esos vendrían a ser los Fitzgerald, Edie y Don, interpretados por los excelentes Kathryn Hahn y Nick Offerman, que manejan dignamente los estereotipos a su cargo. Afables, vestidos en color pastel, en perfecta armonía con su hija adolescente que no tiene problema alguno en irse de vacaciones con sus padres, pero que quieren experimentar sexualmente. Sale otra tanda de chistes al respecto. Después están las situaciones cómicas relacionadas a la aventura en sí y el cruce con un cartel de narcotraficantes mexicanos. Todas igualmente de obvias pero manejadas con buen timing por los actores. Aniston continúa demostrando su habilidad para los tiempos cómicos y llevar adelante un film (aunque no sea la protagonista). En el camino, el rejunte de individualistas interpretados por Aniston, Sudeikis y Roberts aprenden a trabajar en equipo y a preocuparse uno por otros; como si en vez de viajar a Oz fueran a México y todos desarrollaran un corazón, salvo por el personaje de Poulter, quien gana coraje como el león cobarde. Todos aprenden una lección sobre el valor de los lazos afectivos y dejan atrás sus previas existencias "marginales" de dealer, stripper, linyera y virgen, para incorporarse a la sociedad "de bien" bajo la institución primaria de la familia. No es de extrañar esta temática de excluidos de la sociedad que se juntan y aprenden a integrarse, considerando que el director Rawson Marshall Thurber escribió y dirigió Dodgeball (Pelotas en Juego) y el cuarteto de guionistas Bob Fisher, Steve Faber, Sean Anders y John Morris vienen de Los Rompebodas y Hot Tub Time Machine. En ¿Quién *&$%! son los Miller? demuestran una vez más sus habilidades, desde ambos flancos, para contar una historia que -aunque inocua- fluye. Y hasta logra hacerse pasar por levemente subversiva (a fuerza de escatología) y crítica de las normas sociales, así como el grupo principal se hace pasar por los Miller.
‘Familia’ rodante. Últimamente están saliendo comedias que se mueven en cierto círculo de actores y que funcionan bien para ser un abuso de ‘lenguaje adulto’ y clichés súper conocidos. Este nuevo film dirigido por Rawson Marshall Thurber, entra en ese grupo. David Clark (Jason Sudeikis) es un ‘dealer’ de hierba cuya vida no cambió desde la universidad. Nada de esposa, ni hijos… Sin embargo, deberá inventarse una familia cuando su excéntrico jefe (encarnado por un lunático Ed Helms, con todos los dientes), le encargue el trabajo de su vida por un valor de medio millón de dólares. David no tarda en decir ‘yes’, y en un momento de luminosidad mental, tiene esta loca idea de convencer a una mujer y dos jovencillos para que se conviertan en su familia por unos días y así poder pasar desapercibido en la entrada a México en busca de marihuana de la buena. Qué justo que su vecina es Jennifer Aniston, y una stripper de poca monta. También de casualidad la encargada del edificio donde vive, abandona a su hijo adolescente, con quien defienden a una joven vagabunda de unos simplones callejeros. De esa manera, David arma una hermosa y típica familia bien yankee, bajo el seudónimo de ‘Los Miller’. A bordo de una tremenda casa rodante que no pasa ni un poquito desapercibida, los cuatro se embarcan en un viaje que atravesará la frontera, y todo parámetro existente. Aunque maneja lugares comunes, ¿Quién *&$%! son los Miller? (We’re The Millers, 2013) te va a hacer reír; al menos si eso es lo que buscabas. La trama entretiene con muy buenos momentos de ambos protagonistas, e ideas hilarantes como salidas directamente de un dibujo animado. Hay alguna que otra situación cursi, como en todo film de este género, pero no sin ser recompensada con algún divertido remate. Mis expectativas con respecto al film eran más que básicas, pero reconozco que me sorprendió en cuanto a guión y desempeño de la mayoría de los actores. Sudeikis está sumamente gracioso, y Jennifer Aniston está mejorando en cuanto a sus estancadas labores en típicas comedias románticas; ahora se arriesga un poco más y saca a relucir, quizás, algo de la vieja y querida Rachel Green de la serie Friends. De hecho, no te pierdas el final porque hay una sorpresa en alusión a eso, y si sos un fan declarado de los seis amigos neoyorquinos, te va a dar felicidad. ¡Haceme caso! En resumen, a la película podríamos considerarla una divertida road movie que entretiene correctamente y que, aunque no parezca, vale la pena ir a ver. Reconozco que a fin de cuentas, el final de la historia ya está anunciado. Sin embargo, hay giros de tuerca que no lográs anticipar. Es una locura pensar que lo que hacen estos cuatro con el cargamento de marihuana pueda realmente suceder, pero si lo vemos con cariño hasta podríamos creernos que la policía fronteriza dejaría avanzar a todos los integrantes de una familia ‘bien’ sólo porque no tienen aspecto de sospechosos. ¡Yo me lo creo! ¿Quién diablos son los Miller? Cualquiera que quiera serlo…
Inteligente comedia sobre una extraña “familia” "Esta no es mi familia. El chico es un vecino, la chica es una punk de la calle, y mi supuesta esposa es una cabaretera barata". He ahí una descripción de esta extraña comedia familiar, Extraña, básicamente porque trata de un cuarteto de marginados que simulan ser la familia tipo para poder pasar un cargamento de marihuana de México a los Estados Unidos. Sin embargo detrás de la trama de humor negrísimo hay disparos serios sobre el tema central. Jason Sudeikis es un dealer de marihuana de barrio que no tiene nada ni a nadie, y cuando sus viejos anigos casados le mencionan que envidian su absoluta independencia y ausencia de responsabilidades, su rostro adopta un rictus amargo. Una mala noche, por tratar de hacer una buena acción, pierde todo el dinero de sus ventas, y su jefe narco lo presiona para que pague su deuda transportando un enorme contrabando de cannabis mexicano. Dado que con su aspecto de prototípico drogón no tendría la menor posibilidad de pasar por la frontera, se le ocurre armar una familia ficticia que supuestamente está de vacaciones en México. El adolescente confundido y con madre ausente que vive en su edificio, más una stripper estafada por su novio, y una adolescente problemática que vive en la calle terminan uniéndose en el simulacro. Y obviamente más allá del dinero del contrabando, justamente lo que necesitan todos es poder formar parte de algo parecido a una familia. En un punto "We're the Millers" se adapta al estilo de road movies de humor políticamente incorrecto tipo "¿Qué pasó ayer?", pero por otro lado tiene una historia más centrada y más emotiva y hasta dramática, lo que no impide que las supuestas hermana y madre le den lecciones erótico-románticas al supuesto hijo adolescente, a quien por otro lado su supuesto padre casi lo convence para que le brinde sexo oral a un policía corrupto mexicano. Sin las excelentes actuaciones de los cuatro miembros de la falsa familia tipo, la película no funcionaría. Jason Sudeikis le da el punto cínico exacto a su personaje, mientras que Jennifer Aniston se roba varias secuencias con su despliegue sexy y su aire de chica castigada por la vida. La gran revelación es el actor adolescente inglés Will Poulter que aquí se puede lucir más que en "Las crónicas de Narnia". Pero la gran actuación de esta comedia es la del auténtico padre de familia ultraconservador que interpreta Nick Offerman. Con gags muy buenos y muchos chistes retorcidos decididamente no para todos los gustos- esta comedia, por más extraña que se pueda poner, realmente hace reír..
No es fácil comerciar marihuana David Clark (Jason Sudeikis) está en problemas. No sólo debido al robo del que fue víctima, como vendedor de drogas "amateur", sino por la misma solución que su jefe le propone: traer desde la frontera mexicana un importante cargamento de marihuana. Como un hombre solo despertaría sospechas, David decide armar "una familia creíble", con personajes como Rose (Jennifer Aniston), su amiga stripper, su vecino adolescente Kenny (Will Poulter) y Casey (Emma Roberts), una joven punk, que acepta formar parte de la "familia", para ganarse unos dólares. Pero el asunto se va a complicar cuando se vea la magnitud del cargamento de droga, los mafiosos que también le disputan la codiciada mercadería y un aparentemente ingenuo matrimonio, en busca de experiencias nuevas entre parejas y cuyo integrante masculino resulta ser un ex integrante de la DEA. Lo que se inicia como un aparente fin de semana entre conocidos hacia una experiencia excitante, va a tener una acción inesperada. UNA STRIPPER La película tiene muy buen ritmo y buena estructura formal. Su argumento es efectivo pero a nivel puramente superficial, cuando pudo convertirse en un entretenimiento inteligente. Más que personajes, el filme muestra algunos estereotipos, como el del matrimonio, que se encuentra con los Miller en la carretera. Hay una persecución, una pelea y los chistes resultan graciosos y gastados, aunque los integrantes de esta atípica "familia" tienen buena química entre ellos. Es el caso de la atractiva y profesional Jennifer Aniston, la que en su papel de Rose, realiza un convincente strip-tease en un garage. A ella se suma el simpático Jason Sudeikis (David), Will Poulter, en el papel de Kenny y Emma Roberts, como Casey. En síntesis es una comedia ideal para reírse, sin pensar demasiado.
Familia ensamblada David (Jason Sudeikis) no tiene alternativa: debe realizar un trabajo de contrabando de drogas desde México hacia Estados Unidos para su jefe, o éste lo matará por haber perdido su dinero. Ante lo inevitable, se le ocurre que el mejor disfraz para pasar la frontera sin llamar la atención es convertirse en parte de una típica familia americana, con casa rodante y todo. Para ello necesitará compañeros, y así es como Rose, la stripper (Jennifer Aniston); Casey, la chica sin hogar (Emma Roberts); Kevin, el chico inocentón del edificio (Will Poulter), y él acaban convirtiéndose en “los Miller”. El resto de la película cuenta las peripecias de estos improvisados inexpertos en el tráfico de drogas internacional, y cómo se las arreglan para volver a casa y cerrar el trato. Es una comedia llena de altibajos, en la que el final parece haber llegado antes de la primera hora, momento en el que el guión da una vuelta de tuerca que le permite estirarse otra hora más, como si fuera obligatorio complicar la trama para llegar a esa longitud. Y es que, si bien tiene momentos risibles, la gran falla es el manejo de los tiempos, del ritmo propio de la comedia. La extensión le quita efectividad, convirtiéndola en un ir y venir de situaciones y personajes. Las actuaciones son ajustadas, nada extraordinario ya que el guión tampoco lo requiere. Aniston se permite un par de escenas sensuales, aunque en realidad sólo deje en claro que tan mal no está para su edad, y que el baile sexy no es lo suyo. Sudeikis es el más cómodo en el género, y a Poulter le basta y sobra con su portación de rostro. Lo que genera la gracia está puesto permanente y exclusivamente en lo obvio: las falsas identidades, y el juego con los estereotipos. Los gags son poco graciosos en general, previsibles, y en el medio se cuela la nostalgia de cada uno de los personajes por esa familia que ninguno en su vida diaria tiene. Al fin y al cabo, hasta el más recio sueña con tener su pequeña familia americana.
CUANDO UNO QUIERE UNA COMEDIA LO MEJOR ES UNA COMEDIA 1. En tren de innovar, a alguien se le ocurrió ponerle como título local ¿Quién *&$%! son los Miller? a esta película. Una pregunta no legible, qué quizás intente que digamos “¿quién carajo son los Miller?” ¿Cómo la pedirá la gente en la boletería? “¿la de los Miller?” O quizás no remplazará los signos con ninguna palabra y dirá, rompiendo la concordancia “¿quién son los Miller”? Hoy ya había errores en las carteleras digitales de los cines. Y sospecho que en las entradas impresas dice más cualquier cosa que de costumbre. Por otro lado, el título original es una afirmación, We’re the Millers (“somos los Miller”, recordemos que en castellano no se pluralizan los apellidos, The Simpsons siempre fueron Los Simpson). Y es clave que no sea una pregunta: los personajes lo afirman, ese es el corazón del asunto, dicen ser los Miller. La pregunta sobre quién *&$%! es esta gente, o quién carajo, o quién mierda, o quién diantres, no tiene sentido. ¿Quién *&$%! pone estos títulos? 2. Título al margen, We’re the Millers es una gran sorpresa. Bueno, no lo es tanto cuando uno se entera de que el director, Rawson Marshall Thurber, es el de Dodgeball: a True Underdog Story (acá directo a DVD como Pelotas en juego). Sabíamos entonces que Rawson Marshall Thurber sabía hacer comedia, poner en escena chistes, manejar el timing, con capacidad para descartar lo que no sirve: toda buena comedia (toda buena película) implica un buen decantado. 3. We’re the Millers pone en escena a una familia que es una puesta en escena (doble, claro). De esa forma, se permite correr los límites del mainstream en cuanto a la representación familiar. Sí, claro, no es una familia pero… Con esos juegos de rol, más el lanzarse a la ruta sin conocerse, la película aprovecha los choques de las personalidades más las posibilidades que siempre abre la road movie (no por nada el cine de los setenta en Hollywood tuvo tantas roads movies). Y ese bebé. Y esos chistes que van reventando la corrección política. We’re the Millers no es una comedia amable. No quise leer críticas sobre la película, temo encontrarme con quejas sobre cómo, al final, la película se domestica. Pero para discutir eso, les debería contar el final. 4. La mayor domesticación, en todo caso, está en las maneras adocenadas, soporíferas y a fin de cuentas estúpidas de la música incidental. Mientras las canciones se usan cada vez mejor en el cine, se las da vuelta, se las trabaja, se las ubica con diferentes sentidos y filtros y marcos (en esta película también), y hasta se puede comentar su uso con grandes secuencias (la canción de triunfo), la música compuesta para la película es la demasiado habitual pavada pavloviana, como si se pensara que el espectador no puede sin ella. De todos modos, el cine argentino “mainstream” (hay comillas, sí, por supuesto) en promedio está peor. Pocos aquí logran usar bien las canciones, y es muy reciente el ejemplo de cómo música y canciones debilitan la por otro lado bastante acertada y ajustada Corazón de León. 5. Las mejores comedias tienen los mejores actores. Jason Sudeikis (Pase libre), Jennifer Aniston (los que creen que las lindas son malas actrices pueden irse a escuchar alguna música a favor de Fidel Castro). Y los chicos: Will Poulter (el de la imprescindible Son of Rambow) con una cara rarísima, como una encarnación freak ( mas frask) del chico de la revista Mad que, bien ubicada en una comedia, rinde mucho. Es este caso: comedia con cejas. Y Emma Roberts, que ya en la reciente Adult World interactuó con chispas con John Cusack, nada menos. 6. A We’re the Millers le falta mayor cohesión y más lógica para ser más grande. Pero en su modo de colección un poco anárquica de grandes chistes con grandes actores y gran timing durante un viaje es altamente estimulante. Y cuando no lo es y baja un poco el ritmo, al menos es placentera como reventar papel burbuja, o como *&$%! se llame esta cosa.
Pocas risas por acá Con algunos buenos momentos de humor, “¿Quiénes son los Miller?” resulta una sucesión de gags con poca sorpresa para el espectador. Jennifer Aniston y Jason Sudeikis se ponen al hombro ¿Quiénes son los Miller?, la comedia con inspiración de road movie y ritmo televisivo, del director Rawson Marshall Thurber. El primer problema es la acumulación de datos que ofrecen tráilers y anticipos al espectador que tiene muy poco por descubrir. Cuando el guion es chato, producto de un encadenamiento de gags, el desarrollo durante dos horas en el cine es decepcionante. El primer chiste que desata la aventura es la misión, sin salida, de David (Sudeikis), el dealer. Debe cruzar la frontera rumbo a México y traer un poco de marihuana. La picardía de armar una familia tipo con las personas que tiene a mano es una buena idea. El enmascaramiento de la situación siempre divierte, sobre todo, con actores con tanto entrenamiento para el cine de distribución masiva. La película ofrece todos los planos posibles para que Aniston se luzca como estrella de la comedia, sensual en el club, juvenil en sus tenis. Rose es una stripper que no quiso prostituirse y accede al pedido de su vecino, por dinero. Es muy extraña la idea de prostitución que maneja el autor. Los Miller pasan por diferentes pruebas, incluido el encuentro, otro clásico, con vecinos de ruta, tan diferentes como los Fitzgerald (mezcla mucho menos divertida que la de Locas vacaciones sobre ruedas, con Robin Williams). Así van rodando por territorio mejicano, con la postal repetitiva de paisaje geográfico y humano, unos narcos feísimos y sucesivos descubrimientos afectivos de cada uno de los integrantes del cuarteto. Logra un personaje tierno el jovencito Will Poulter, como Kenny, cuya marca más notable es la virginidad. Escenas como la de la carpa, la lección de besos en familia y, en general, la caricatura de los Fitzgerald, ofrecen algunos buenos momentos de humor. La película hace un planteo aparentemente desenfadado, los diálogos apuntan al lenguaje adulto y los delincuentes fotografían como pillos de comedia, pero, finalmente, gana el discurso serio y claramente aleccionador sobre la familia, la ley, la recuperación de los vínculos y el amor. Medio en broma, la historia se pone a tono con los fuegos artificiales del 4 de Julio patrio.
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Cómo construir una familia a medida Durante cerca de media hora, ¿Quiénes *&$%! son los Miller? despliega las virtudes propias de la Nueva Comedia Estadounidense. Es negra, sucia y anti establishment. Parecería no importarle nada. Pasado ese lapso se empieza a quedar corta de ideas. Se pone episódica, empieza a confiar más en la escena aislada que en el conjunto. Al final, como tantas películas de Hollywood que osan ir contra la moral dominante, se traiciona escandalosamente a sí misma, borra con el codo derecho lo que escribió con la mano izquierda, se autocastra en público. Como si toda la conclusión se la hubieran entregado a unos guionistas enemigos de los del principio. Tal vez por eso en los créditos figuran cuatro: ¿serán dos contra dos? La idea está buena. Para levantar una deuda impagable, un narcotraficante de traje y corbata (Ed Helms, el dentista de ¿Qué pasó ayer?) le hace a un pequeño dealer de marihuana (Jason Sudeikis) una de esas ofertas que no se pueden rechazar. Deberá ir hasta México y contactar a unos buenos muchachos de allá, para que le entreguen un “pequeño pedido”. El tipo, que no es tonto, no quiere saber nada: le hace tan poca gracia transar con los miembros de un cartel como pasar un cargamento de yerba por la frontera. Hasta que se le prende la lamparita. Como es vecino de una bailarina de caño (Jennifer Aniston) y de un chico cuya mamá se fue hace varias semanas (Will Poulter, el chico malo de la última y mejor Las crónicas de Narnia) y acaba de toparse con una chica punk que vive en la calle (Emma Roberts, de la muy buena serie American Horror Story), tal vez los cuatro, a bordo de una casa rodante y “disfrazados” de “gente normal”, puedan pasar por familia tipo yanqui, de vacaciones en México. Allá van, en un viaje que, claro, será al infierno. Llena de referencias al cine y la cultura pop, incorrecta políticamente (en la frontera, la policía yanqui les dispara a unos wetbacks por la espalda) y más aún sexualmente (un matrimonio que es la representación más absoluta de la familia tipo sureña se muestra propenso a las fantasías más zarpadas), ¿Quiénes *&$%! son los Miller? alcanza su pico de revulsividad moral en una escena en la que, para zafar de la cárcel, un adulto convence a un menor de practicarle una fellatio a un policía corrupto. Guau, mucho. Sí, tanto que de ahí en más la película patea la pelota al costado, recurriendo primero a tropos más acordes con el gusto medio (narcos, persecución, tiros) y después a postular que el amor es más fuerte y que hasta los más marginales pueden terminar ya no representando, sino convirtiéndose en representantes modélicos del sistema en el que hasta entonces se habían hecho encima.
Una comedia con personalidad dividida El mítico programa de humor estadounidense Saturday Night Live (¡se emite desde 1975!) continúa lanzando a la consideración popular a comediantes de diversa naturaleza que tarde o temprano terminan recalando en el cine con suerte dispar. Entre los más exitosos no pueden omitirse nombres como Bill Murray, Chevy Chase, John Belushi, Dan Aykroyd, Martin Short, Eddie Murphy, Ben Stiller, Adam Sandler, Will Ferrell y el listado sigue y sigue ad eternum. Jason Sudeikis, miembro de SNL desde 2005, no ha sido una excepción a la regla pero a diferencia de algunos de sus colegas está lejos de ser una estrella desempeñándose hasta ahora como actor de reparto en películas mediocres (Semi-pro: el amateur, El caza recompensas, Locura de amor en Las Vegas, etc.). Evidentemente sus últimas apariciones en Pase libre y Quiero matar a mi jefe lo han dejado en una posición expectante con la industria que empieza a depositarle un voto de confianza a partir del protagónico asignado en ¿Quién *&$%! son los Miller? Por mi parte le encuentro una sola contra a este muchacho: es uno de los actores más irritantes que recuerde. Más allá de los defectos de la película bancarse a Sudeikis durante casi dos horas está al borde de calificar como una misión imposible. ¡Ojo!, Sudeikis puede ser para esta generación de cinéfilos la misma pesadilla que fue Garry Shandling para alguna anterior. ¿Quién *&$%! son los Miller? es un proyecto de New Line Cinema que data del 2006 cuando se suponía que el personaje principal, un dealer de marihuana de poca monta, estaría a cargo de Steve Buscemi. Por distintos motivos el rodaje se fue postergando hasta que asumió como director Rawson Marshall Thurber, el mismo de la muy graciosa Pelotas en Juego. Thurber, está comprobado, sabe dirigir comedias y con la excepción de Sudeikis el grupo de actores reunido es extrañamente armónico por lo que todo quedaba supeditado, naturalmente, a la calidad del guión. Y aquí es donde la película derrapa por no tener la coherencia de mantener hasta el final la incorrección política que plantean de entrada. Se trata de un libreto psicopateado por sus ¡cuatro! autores: lo que desarrolla uno en una escena lo deshace el otro en la siguiente. Aún con esta especie de doble personalidad que sufre el guión, el filme también presenta otros inconvenientes que Thurber intenta disimular dándole ritmo y a veces vértigo al relato. De a ratos lo consigue, de a ratos no… ¡el tipo no hace milagros! Si el gag no es bueno no existe director que lo salve. La premisa, no exenta de un atractivo gancho comercial, es de esas que entran en una oración: un vendedor de drogas de medio pelo contrata a una stripper, a una joven de la calle y a un vecino menor de edad para aparentar que conforman una familia y así cruzar un cargamento de marihuana a través de la frontera sin despertar sospechas de la policía. La idea podría haber generado una gran comedia pero la cosa queda ahí, en potencial: entre la personalidad repelente de Sudeikis, que encima se hace odiar con su papel de perfecto imbécil, las indecisiones tonales del guión y los muchos dardos que arrojan los personajes y no dan en el blanco, ¿Quién *&$%! son los Miller? malogra sus oportunidades y sólo ocasionalmente logra hacer reír. Los mejores chistes, para colmo, requieren cierto conocimiento de la cultura pop con alusiones a series como Dexter y la ya mítica Friends, con la que comparte en el reparto a la invariablemente bonita Jennifer Aniston que recibe una sorpresa divertida mientras transcurren los créditos finales. Si algo debe rescatarse de esta comedia tan desequilibrada (ora audaz, ora conservadora) es el gran profesionalismo de los actores, especialmente del joven británico Will Poulter que saca mucho provecho de unas facciones que parecen diseñadas para un rol como éste. Jennifer Aniston nunca fue una actriz descomunal pero tiene sentido del humor y con su cancha nunca queda mal parada. Emma Roberts si bien carece del carisma de su tía Julia es probable que con los años demuestre ser una artista más completa que la eterna Mujer Bonita. Ahora, volviendo a Jason Sudeikis… ¿qué hacemos con este tipo? ¿Y si se instala en Hollywood por 20 años más? ¿Dónde está Dios cuando lo precisamos?
UN VIAJE INSOLITO Las variaciones sobre familias disfuncionales tiene a cada tramo nuevos exponentes. Algo de esto hay en este viaje hacia el infierno (o la salvación, nunca se sabe) de estos cuatros descarriados que se juntan para traer de México en casa rodante, un cargamento de marihuana. El jefe del operativo contrata una madre y dos hijos para pasar por la frontera. Y allí van. Una larga sucesión de tonterías coronan un viaje de trazo grueso, con poca gracia y poca imaginación. El único enfoque medianamente novedosos es, que al lado de la familia verdadera que anda por allí (un ex directivo de la DEA), esta familia falsa y alquilada suena más real y simpática. El resto, es nada más que un desfile de gags, la mayoría de ellos de mal gusto, y una visión lastimosa sobre los mexicanos.
Una familia muy normal Encontrar una buena comedia del cine comercial estadounidense es una tarea más que difícil. Los métodos de seducción hacia el espectador pasan, o bien por lo escatológico (“American Pie”), o por la sátira interminable de películas (“Scary Movie”) o por este mix de drogas, sexo, palabras subidas de tono y alguna pincelada de humor, en donde entraría “¿Quiénes son los Miller?”. La historia dirigida por Rawson Marshall Turber parte de un contrabandista de baja monta que pretende salvarse económicamente con un acto delictivo supuestamente menor. Le tocará pasar de Estados Unidos a México un pequeño contrabando de marihuana. Para eso, solicitará la ayuda de tres personas, a quienes les pedirá que conformen una familia ficticia para disfrazar esta ilegal situación. Ellos son un vecino adolescente que no debutó sexualmente; una striper veterana (Jennifer Aniston) y una punk liberal. El viaje se tornará más complicado que lo pensado y en el camino se cruzarán con una pareja que se anima a nuevas experiencias sexuales, un policía homosexual que pide sexo a manera de coimas y, claro, los dealers mexicanos, que son más densos de lo que la ficcional familia Miller esperaba. Jennifer Aniston, en el papel de striper, tiene menos erotismo que el 4 de Cambaceres. La escena de strip tease parcial (a no ilusionarse, queda en ropa interior) que hace promediando el filme está copada de lugares comunes, y es probable que el director haya trucado algunas imágenes para disimular el efecto calendario de la estrella de “Friends”. La película no permite segundas lecturas y aunque tiene momentos risueños no escapa de la estética antirupturista del cine de la industria norteamericana. La respuesta a la pregunta del título es simple: los Miller no son más que eso que se ve en la pantalla.
Una familia muy especial: un traficante, una stripper, un joven virgen y una rebelde adolescente. En medio de tanta información negativa, y el hecho de que a veces uno no se encuentra bien por diversas razones, es bueno que llegue a la cartelera una comedia con el fin de distraernos, dándonos la posibilidad de distendernos, entretenernos y aprovechar un buen balde de pochoclos. Esta comedia tiene casi la misma estructura que el film “¿Qué pasó ayer?”, la diferencia radica en que los protagonistas arman una familia. En un edificio viven David Clark (Jason Sudeikis, "Quiero matar a mi jefe"), un soltero empedernido, inmaduro y traficante poco importante (un buen comediante, quien ya trabajó con Aniston en “El caza recompensas”, entre otras); Rose O'Reilly (Jennifer Aniston) una stripper y bailarina de caño, con problemas económicos (en las escenas con ropa interior, se luce mucho a sus 44 años ); Kenny Rossmore (Will Poulter, "Las crónicas de Narnia - El travesía del Viajero del Alba"), está fascinado por la tecnología y la informática y Casey Mathis (Emma Roberts, sobrina de Julia Roberts) una transeúnte. Una noche a David, por ayudar a Kenny, le roban una importante suma de dinero que no le pertenece y es de Brad Gurdlinger (Ed Helms), un excéntrico y loco. Ahora se ve obligado a realizar un trabajo riesgoso, que no solo servirá para pagar lo adeudado sino que además le dejará una importante suma para él, pero debe trasladar dos mil kilos de marihuana, desde México a los Estados Unidos. Para ello pese a las diferencias que tiene con Rose, Casey y Kenny, forman una familia ficticia y emprenderán una gran aventura en una casa rodante a provechando un fin de semana víspera del 4 de julio, pero en el camino nada será fácil, tendrán varios obstáculos y conflictos, situaciones de enredos, momentos absurdos e incómodos. En dicho camino ellos conocen a otra familia, el matrimonio Don Fitzgerald, Edie Fitzgerald (Nick Offerman y Kathryn Hahn) y su hija adolescente Melissa Fitzgerald (Molly C. Quinn), cada uno de ellos vivirán escenas divertidas y alocadas, ya más aun cuando se enteren que Don Fitzgerald es un agente de la DEA. El film tiene un buen ritmo, ayuda mucho su musicalización, tiene algo de sitcom pero con otros elementos como: gags, bromas subidas de tono y deseos sexuales. Una comedia bien picante que dentro de los créditos finales muestra bloopers de rodaje. Aunque algunas son situaciones obvias y algo gastadas, le sobran algunos minutos pero logra ser un buen pasatiempo para pasar el rato, no pidamos más que eso.
Además de todo lo que revela el trailer, y el afiche de “¿Quiénes *&$%! son los Miller?”, da las pistas que faltan para intuir mucho del desarrollo. Seamos claros: cuando estamos frente a una película previsible, sobre todo si es una comedia (nada peor que adivinar un remate), hay pocos factores que pueden salvarla. Entre ellos está el elenco. Rose (Jennifer Aniston) es una bailarina stripper con algunas reservas, David (Jason Sudeikis) es un dealer de todo tipo de marihuana, Casey (Emma Roberts) es una malcriada que elige la rebeldía sin sentido para vivir casi en la calle, y Kenny (Will Poulter) es un chico de apariencia tonta y comportamiento aún más tonto, sólo sabe que quiere fumar un porro y, si puede, ser amigo de David. Los cuatro no tienen nada que ver uno con el otro. Serían los cuatro puntos cardinales en casi todos los aspectos de la vida y no tienen nada en común, salvo por ser todos solteros, sin lazos familiares importantes y con el deseo de que su vida fuese diferente. David se mete en problemas por intentar salvar a ambos chicos de una pelea callejera, y es robado en su propio departamento, la plata y la droga. Amenazado por el capo se ve obligado trazar un plan para pasar introducir mucha “mercadería” de México a USA. Para pasar inadvertido debe armar una familia ficticia y cruzar la frontera en una casa rodante. ¿Hace falta decir quienes integran el clan? Se inventan el apellido del afiche y salen. La comedia está plantada. Ahora la pelota la tienen los actores y la química que se pueda generar entre ellos, porque de por sí el guión propone a un norteamericano traficante que para salvar su pellejo y ganar guita se le ocurre imitar al norteamericano tipo. Pero para hacer un breve e incompleto racconto, los creativos de MAD y de National Lampoon ya no están tan presentes en este género cinematográfico. Tampoco el trío Z.A.Z., ni Mel Brooks… toda la creatividad y comicidad más importante de USA está puesta, casi exclusivamente, en la tele con Larry David, Seth McFarlane, las sit coms y por supuesto Matt Groening con Los Simpsons que lleva 24 temporadas, y Saturday Night Live, cuna de algunos de los grandes cómicos contemporáneos. ¿Y el cine? No tiene tanta suerte. Todo parece haber derivado en humor escatológico y negro, muchos de ellos de dudoso gusto, o en pretensiones de sátiras o parodias que en realidad no son más que la copia de escenas famosas llevadas al plano del ridículo. Sinceramente, no es muy esperanzador. A la luz de las circunstancias “¿Quiénes*&$%! son los Miller?” resulta más liviana de lo que parece, con algunos gags que funcionan en forma lo suficientemente espaciada y alternada como para no decaer. Jennifer Aniston (o su agente) insisten en mostrar su buena forma a los 44 años, así que, aunque rompa el verosímil y sea innecesaria para resolver cuestión alguna del argumento, la tendremos igual con un strip tease a medias. La improvisada familia va a ir conociéndose en el viaje y deshilachando el par de subtramas que ayuden a llevar la historia adelante sin perder de vista el objetivo principal de entretener. Adicionalmente, los guionistas Bob Fisher y Steve Faber, responsables de “Los Rompebodas” (2005), se las arreglan para mantener a flote la historia porque hacen crecer dramáticamente a sus personajes. Los cuatro tendrán su lección y ninguno será el mismo al término de la película. Viene poca buena comedia últimamente. “¿Quiénes *&$%! son los Miller?” no es la solución de nada, pero alcanza el piso mínimo de la risa bien gestada.
Una "familia" poco normal David Burke es un dealer que encuentra sus clientes entre gente común. Con el negocio bien asentado desde su paso por la universidad, obtiene buenas ganancias y su provisión semanal resulta tan importante que, después de un incidente callejero, el robo de su mochila y su caja, terminan por dejarlo en bancarrota y en deuda con su distribuidor, Brad. Imposibilitado de pagar, debe acceder a un trato aparentemente sencillo si no quiere perder la vida. Debe viajar a México en avión y regresar a los Estados Unidos con un cargamento de hierba a nombre del "ficticio" Pablo Chacón. Cómo pasar los puestos de migraciones sin ser requisado por policías o agentes de la DEA es el problema. Formar una familia falsa y volver de viaje de turismo en una gran casa rodante le surge como la mejor idea, y se la procura con Rose, una vecina stripper y con problemas de pareja, como su supuesta esposa; Casey, la chica punk que va de sillón en sillón buscando donde dormir luego de haber escapado de su hogar, como la hija mayor; y Kenny, el vecino de 18 años que todavía no ha besado a una chica, como el menor. Mucho o casi nada, todos procuran sacar alguna ganancia de la travesía, pero ninguno sabe que los riesgos escalan a dimensiones insospechadas cuando decidan hacer pasar por "los Miller". Estereotipos de toda clase conviven entre los personajes de esta comedia a la road movie, que parte de una idea imaginativa para desarrollar un libro convencional con gags más o menos irreverentes. Un par de bailes con poca ropa de Jennifer Aniston --como la sensual Rose-- se seguirán fijando en las retinas de la platea masculina, mientras transcurren en pantalla situaciones descabelladas, que desprenden alguna carcajada para mechar entre las casi dos horas de relato. Al cabo, la comedia familiar, aún la menos ingenua, debe encontrar un final feliz y una lección que, para el caso corre por cierto sentido de la ética en los negocios, incluso el de las drogas; el valor de la familia; el amor a la patria --4 de julio mediante-- y la necesidad de encontrar segundas oportunidades para redimirse.
Estrenada en el final de las vacaciones de verano en los Estados Unidos, época de “vacas flacas” y de estrenos sin grandes perspectivas taquilleras, ¿QUIÉN *&$%! SON LOS MILLER? sorprendió superando los 100 millones de dólares de recaudación y sosteniéndose durante varias semanas en los primeros lugares, dejando atrás a otros títulos más esperados y comentados como TITANES DEL PACIFICO y ELYSIUM, entre otros. Se trata de una comedia ligeramente zarpada, ingeniosa por momentos, con escenas divertidas y otras que hacen recordar a las películas de los años ’80 (para bien y para mal), en la que Jason Sudeikis interpreta a un dealer de marihuana de poca monta que se ve forzado a viajar a México a buscar un enorme cargamento de droga y “arma” una familia para evitar que lo consideren sospechoso. Así, un dealer, una stripper veterana (Jennifer Aniston), un adolescente bastante nerd y una chica que huyó de su casa -cuatro perdedores, digamos, en los cánones hollywoodenses- terminan viajando juntos en una casa rodante hacia México y metiéndose en situaciones absurdas y, digamos, peligrosas. millers2Sudeikis y Aniston son muy buenos comediantes y logran que una comedia bastante simple, vulgar y hasta estúpida por momentos funcione por momentos muy bien. No se trata de las situaciones que tienen que atravesar -casi ninguna sale de lo obvio y previsible, incluyendo un “baile del caño” de Aniston y una doble de cuerpo- ni siquiera de diálogos particularmente ingeniosos. No, lo que ambos tienen (y buena parte del elenco secundario, desde los hijos interpretados por Emma Roberts y el británico Will Poulter hasta Nick Offerman, Kathryn Hahn, Ed Helms y Luis Guzman) es un timing cómico afilado, que funciona aún cuando no hay casi nada en la situación que lo amerite. Una situación de confusión sexual entre la falsa pareja de Aniston y Sudeikis y la que integran Offerman y Hahn -miembros de una familia que también vacaciona en casa rodante-, por ejemplo, tiene todo para ser impresentable. Y lo curioso es que, aún siéndolo, funciona bien. Y lo mismo pasa con los equivocos que generarán algunas curiosas actitudes sexuales de esta “familia”. Todas van hacia el chiste más simplista y tonto (zarpado y prohibido para menores, pero igualmente tonto), pero el elenco las saca casi siempre a flote, como un equipo de talentosos jugadores de fútbol que juegan en un equipo que dirigen unos entrenadores no del todo brillantes. Tienen recursos. Y se nota. Sólo basta imaginar lo que sería este mismo guión con un elenco improvisado o simplemente malo: insoportable. millers3Hacia el final la película cae, no excesivamente, en cierto exceso de corrección política y algunos toques banales de sentimentalismo de ocasión. Su director, Rawson Marshall Thurber, no logra acá repetir del todo los logros de DODGEBALL y LOS ROMPEBODAS, pero tiene la habilidad para sacar el máximo jugo posible a un material bastante pedestre, un intento por repetir el éxito de películas como QUE PASO AYER? poniendo a personajes fuera de lugar dentro de un universo de convenciones, como en este caso el de una vacación familiar. A la película le falta delirio, ideas, humor físico y hasta sorpresas para sacarla de la ruta más convencional y hasta tradicional de la comedia hollywoodense. Es por eso que uno termina pensando que es casi una hazaña que con un material tan menor por momentos se logren resultados más que pasables. En ese sentido, LOS MILLER prueba que el secreto para armar una gran industria no está necesariamente en las grandes superproducciones, sino en la capacidad para generar entretenimiento y risas con materiales trillados y hasta mediocres. Allí donde casi todas las “industrias cinematográficas” locales fallan hasta la vergüenza ajena, Hollywood sale muchas veces muy bien parado.
La del director Rawson Marshall Thurber es una road movie, un film de actores y también una película cuya única y principal ambición es hacer reír. Y si no hay mucho más allá de ese propósito es porque ya desde el comienzo promete un simple juego de humor con lo conocido; una mirada de complicidad al encuentro de la cultura visual hollywoodense grabada en nuestras retinas. ¿Quién *&$%! son los Miller? es una historia situada en un mundo prestado, frágil, falso, pero con una idea clara de lo que sus actores y los clichés del género pueden aportar a la construcción de una comedia desinhibida e inconteniblemente risueña. La historia que sirve de excusa tiene como protagonista a David (Jason Sudeikis), un traficante de drogas que convence a tres extraños de hacerse pasar por su familia para traer marihuana desde México hasta Estados Unidos. Lo que importa allí es, en realidad, todo aquello que esos extraños que interpretan Sudeikis, Jennifer Aniston, Will Poulter y Emma Roberts pueden ofrecer como actores en el juego de representar una familia en una situación de tensión constante, y más allá de toda lógica o verosímil. La escena del striptease de Aniston frente a su familia y enemigos es, en este sentido, muy clara: durante esos minutos en que comprobamos junto a los personajes que la actriz sigue en plena forma a sus cuarenta y tantos, la ficción se diluye. Por eso es que no resulta del todo inoportuno que, en la misma escena, Sudeikis mire a cámara y haga un gesto de complicidad, como un permiso para abstraernos del mundo Miller que la película no sólo nos permite a nosotros sino también a sus protagonistas. Con todo, hay algo de magia en lo que ¿Quién *&$%! son los Miller? consigue gracias al humor y la confianza en sus actores y a costa de la desprolijidad y el desperdicio de otros recursos audiovisuales. En medio de todas las falencias, la película reemerge desde el cliché y reafirma su condición de comedia, acaso con la fuerza de uno o dos pilares a los que se aferra con la fuerza suficiente como para nunca llegar a desmoronarse.
Un dealer de mala muerte, reúne a sus vecinos y a una vagabunda para hacerse pasar como una familia y así lograr un negocio para un traficante de drogas Para empezar a revelar quienes son los Miller, tenemos de entrada a David Burke (Jason Sudeikis) un dealer de drogas hecho y derecho que hace bastante bien lo que hace. Su vecino Kenny (Will Poulter) una vagabunda llamada Casey (Emma Roberts) y a una vecina que todo querríamos tener, llamada Rose (Jennifer Aniston) que casualmente es una stripper. Bueno estos son los Miller, pero no son una familia normal. NO! Nada que ver, se unieron para hacer un laburo para el jefe de David y el objetivo de ese laburo es pasar muchos kilos de marihuana por la frontera de los Estados Unidos y México. Misión bastante jodida, pero nada imposible cuando se está en familia. Familia! Nos vamos de Vacaciones! rs_560x415-130522184752-1024.Millers.ms.052213_copyLa película es una comedia hecha y derecha, hay muchos chistes excelentes y otros no tantos, pero que cumplen su función. Cuando se piensa que ya está, la misión se logró. Todo lo contrario, ya que se topan con una familia de insoportables, esos típicos que se quieren hacer amigos de otras familias en plenas vacaciones donde uno busca tranquilidad y aparecen estos inbancables. Los cuales generan muchas escenas graciosas y otras un tanto subidas de tono pero que al mismo tiempo dan gracia. Pero luego se da algo típico y repetitivo de este tipo de películas, que es que aparecen los malos que quieren la droga que están llevando haciéndoles la misión más jodida de lo que era. La dirección esta bastante bien de la mano de Rawson Marshall Thurber que hace un buen trabajo, y también realiza de buena manera la presentación de los personajes principales. A la Familia no se la Elije… Film_Review_Were_The_Millers-0535eLas actuaciones están bastante bien, sé que muchos irán solo para ver los números de baile de Jennifer Aniston, pero la peli es más que eso, ella actúa bien y para los muchachos sigue estando bastante bien la ahora señora Aniston. El resto Jason Sudeikis hace un papel excelente, la transformación que hace de ser un delaer mugriento a un padre de familia correcto es genial y a la vez muy graciosa por que mantiene su forma de ser de vendedor de drogas. Por la parte de los hijos los dos bastante bien, sobretodo Will Poulter tiene muchas escenas muy buenas y hace que otras tomen fuerza .Tengo dos actuaciones para recalcar que son las de Ed Helms (Stu en The Hangover) que hace de un traficante de drogas muy excéntrico y el otro Nick Offerman que hace del padre de la familia insoportable. Conclusión La película es predecible, sabemos cómo van a terminar los personajes y que le va a pasar a cada uno en distintas situaciones. Pero es una comedia y el objetivo de que nos matemos de risa, se cumple y eso es lo importante. Entra en lo típico y en lo predecible pero si se quieren desenchufar un rato es una buena chance.
¿Quiénes *&$%! son los Miller? es una comedia que busca provocar pero termina sirviéndose de recursos previsibles para arrancar alguna carcajada del público. David Burke (Jason Sudeikis) es un dealer que luego de meterse en una pelea termina siendo asaltado. Ahora está en problemas ya que le debe dinero a su proveedor, Brad (Ed Helms), que para saldar su deuda le propone ir hasta México y traer una carga de droga. David planea hacerlo en una casa rodante con una familia ficticia. Entonces le propondrá a Rose (Jennifer Aniston), su vecina stripper, que se haga pasar por su esposa. A Kenny (Will Poulter), su otro vecino que acaba de ser abandonado por su madre y a Casey (Emma Roberts), una adolescente que vive en la calle, les pedirá que sean sus hijos por un par de días. Ninguna autoridad sospecharía de una típica familia estadounidense que decide acampar en el país limítrofe. Esto será el disparador de una serie de eventos disparatados que no responden a un guión inteligente, sino a pequeños sketches que serán el hilo conductor de la película. El director Rawson Marshall Thurber (Los Rompebodas, Dodgeball) logra darle ritmo a la acción y hace que la primera parte de la película sea llevadera. Pero luego cae en un pozo del que no logra salir, los chistes se vuelven previsibles y de bastante mal gusto. Ni Jason Sudeikis ni Jennifer Aniston pueden sacar adelante la cinta y el resultado es una comedia plana que juega con la incorrección pero que no depara ninguna sorpresa. ¿Quiénes *&$%! son los Miller? es una comedia cuya primera mitad se llega a disfrutar gracias al buen casting y la dirección de Thurber pero luego desbarranca y tiene un final incoherente si se lo compara con el resto de la película. SI 3/5 Ficha técnica: Titulo Original: The Millers Dirección: Rawson Marshall Thurber Guión: Bob Fisher, Steve Faber, Sean Anders & John Morris Duración: 110´ Género: Comedia Fecha de estreno: 29 de agosto de 2013 Distribuidora: Warner Bros Reparto: Jason Sudeikis, Jennifer Anniston, Emma Roberts, Will Poulterm Ed Helms, Nick Offerman, Kathryn Hahn, Luis Guzman.
Parodiando a la familia estadounidense Hace bastante que no me topaba con una comedia tan simpática como esta. Es verdad que no es la gran cosa, ni la comedia más sagaz del género, pero tiene un muy buen trabajo sobre los personajes que llegan a ser por momentos muy divertidos y sobre todo, permiten al espectador sentirse identificado con ellos, elegir favoritos, tomar parte, y eso es muy importante para el éxito de una película. La trama se centra en David (Jason Sudeikis), un pequeño distribuidor de marihuana que en una pelea callejera pierde el dinero de unas ventas y le queda debiendo al zar de la droga Brad Gurdlinger (Ed Helms), un mafioso muy particular, un tanto ñoño pero malo y tramposo como pocos. Para no ser asesinado por los matones de Brad, David deberá cruzar a México, reunirse con un narco muy peligroso y traer un pequeño cargamento de marihuana, pero para poder hacerlo sin ser descubierto en la frontera debe armarse una coartada, en este caso, contratar 3 cómplices y hacerse pasar por la típica familia hillbilly norteamericana que anda de vacaciones por el país de los tacos y los mariachis. Los cómplices son una stripper interpretada por Jennifer Aniston, amigándose luego de varios fiascos con el género de la comedia, Emma Roberts como una joven muy problemática y rebelde que se escapó de su hogar y Will Poulter como un adolescente virgen, ingenuo y de buen corazón que sólo quiere tener una verdadera familia. Este último actor, Will Poulter, es de lo más divertido de la película, con momentos realmente bizarros y graciosos que seguramente te sacan una carcajada espontánea. La trama y el nudo de la misma no es una obra de arte, hay que decirlo, presenta muchos clichés, situaciones de tensión resueltas con desenlaces inverosímiles y algunos gags sobre los mexicanos que pueden ser ofensivos, pero más allá de esto el director Rawson Marshall Thurber ("Dodgeball") se las arregla para divertir a lo grande parodiando el tráfico de drogas, a la "gran familia estadounidense" y a la sexualidad de las personas. En resumen, una comedia simpática, bastante divertida y que no abusa de este nuevo subgénero de la comedia llamada "nueva comedia americana". Se combinan de manera muy efectiva el humor clásico americano con este nuevo humor más zafado e hilarante que sobrevuela los temas tabús de la sociedad. Recomendable para parar la mente un ratito y dejarse llevar por la locura de los Miller.
¿Quiénes *&$%! son los Miller? (We're the Millers, Rawson Marshall Thurber, 2013) Una *&$%! sorpresa Un dealer de marihuana de poca monta (Jason Sudeikis, de Quiero matar a mi jefe) sufre un golpe de mala suerte por el cual toda su mercancía y sus ahorros son robados, y para reparar la deuda con su excéntrico proveedor (Ed Helms, uno de los protagonistas de ¿Qué pasó ayer?) debe aceptar el encargo de trasladar a través de la frontera con México un cargamento de marihuana, escondido en una casa rodante. Para pasar desapercibido, improvisa una “familia” con su vecina stripper (Jennifer Aniston de Friends) otro vecino nerd (Will Poulter, el de Son of Rambow) y una adolescente fugitiva (la hiperactiva Emma Roberts, que con 22 años ya figura en el elenco de 31 películas y series). Es así que se presenta una comedia en forma de road movie, con la tensión muy bien llevada y la infaltable evolución personal que tiene lugar en esta clase de películas. Aunque la coherencia interna del guión no resista el más mínimo análisis, el director de Bolas en juego logra plasmar aquí una efectiva sucesión de escenas y chistes en los que se alterna lo moralmente incorrecto, lo disparatado, lo directamente perverso y hasta lo escatológico de vez en cuando. Un paquete de marihuana al que se hace pasar por bebé, un intento de robo interpretado como sugerencia de intercambio swinger, un oficial de policía corrupto que como soborno exige una fellatio masculina. Estas y otras ocurrencias están brillantemente resueltas y son bien dosificadas a lo largo de la película, de modo que la carcajada casi continua está asegurada. El libreto es lo suficientemente dinámico como para que los giros de la trama ocurran lo más abreviadamente posible y que la verdadera sustancia –la interacción en esta familia improvisada y sus encuentros con otros- se exprese. Los actores principales están todos muy bien y componen personajes queribles y memorables y hasta una buena cantidad de secundarios tienen apariciones sumamente sólidas, como los integrantes de la familia Fitzgerald, ligados a la corrección política norteamericana y, para colmo, al departamento de narcóticos. Sin dudas lo más cuestionable de la película es la visión de México y los latinos en general. Digamos que hace falta ser blanco y estadounidense para tener un personaje digno de simpatía e interés, que los villanos más temibles son todos mexicanos, que una vez atravesada la frontera hacia el Sur, el mundo se vuelve un lugar realmente inhóspito. Olvidando este detalle, la película divierte y cumple sobradamente con sus cometidos; ¿Quién *&$%! son los Miller? seguramente sea la comedia americana más entrañable y entretenida de este año.
Una sitcom en pantalla grande Una familia ensamblada por la fuerza tiene la misión de transportar un cargamento de drogas desde México a Estados Unidos. Él es un dealer de bajo vuelo, ella una bailarina de stip-tease, y los hijos son adolescentes con distintas historias de conflictividad. Será una travesía marcada por infinidad de peripecias. He aquí uno de los fenómenos de la temporada en Hollywood. Una película que costó 37 millones de dólares y lleva recaudados más de 140 millones. ¡Marche una secuela! El otro milagro del año en la taquilla es "El conjuro", más barata todavía y arrolladora en ganancias. Lección para los productores: las cosas simples, bien contadas, siguen rindiendo. Como en los viejos tiempos. Puro cine de género: comedia y terror, en estos casos. Pero vamos a "¿Quién *&$%! son los Miller?", título espantoso por donde se lo mire. ¿Por qué no mantuvieron el original -"Somos los Miller"-, más sencillo y efectivo? Rawson Marshall Thurber (el mismo de "Los misterios de Pittsburgh") filmó con oficio y sin complicarse la vida esta sitcom de dos horas de duración. La clave para que las cosas funcionen es la química entre los miembros de la familia, encastrada de apuro para cruzar la frontera con un cargamento de marihuana apenas disimulado en una casa rodante. Si de sitcoms hablamos, Jennifer Aniston está llamada a su juego. Está muy bien como mamá postiza y mucho mejor como stripper. También cumplen Jason Sudeikis y sobre todo Will Poulter, perfecto en el rol de un nerd querible. El viaje de los Miller se asemeja a una montaña rusa. Por momentos hay gags vertiginosos y muy bien resueltos, y de pronto el carrito de la historia queda flotando en la intrascendencia. A medida que toma riesgos visuales la película suma, pero no son tantos. El juego se va agotando cuando la trama, irremisiblemente, se mete en el embudo de un final previsible. Le falta carnadura a los villanos. A Ed Helms le costará salir de su personaje de "¿Qué pasó ayer?" Ahí lo congeló el imaginario del público. Y Pablo Chacón (Tomer Sisley) pasa inadvertido. Punto en contra. Mucho más divertidos son los cruces con el matrimonio que juegan Nick Offerman y Kathryn Hahn. La platea (por lo menos la tucumana del jueves a la noche) no pescó varias de las referencias a estrellas estadounidenses -buenos gags que involucran a Oprah Winfrey, LeBron James y Willie Nelson, entre varios otros-. Son los momentos en los que vale estar atentos para soltar la risa.
Luego del cierre de la trilogía de The Hangover, We're The Millers es una nueva producción que nos ofrece Warner, una desopilante comedia donde las risas no cesan y que promete ser una fuerte apuesta que no pasará desapercibida este año. En ella nos encontramos con un Jason Sudeikis que por primera vez está al frente de una comedia en solitario, por decirlo de alguna manera, y con ello nos demuestra que está capacitado para llevar a cabo papeles cada vez más demandantes. Claro está que no hay que olvidar que junto con él se encuentra Jennifer Aniston, actriz que ha dado pruebas de su solvencia y talento para este tipo de películas. Este dúo ya ha sacado chispas en Horrible Bosses, pero aún siendo esta una buena película, nada tiene que hacer frente a los Miller. Al elenco lo completan la joven Emma Roberts, en una transición hacia comedias más adultas, y junto a ella Will Poulter (The Chronicles of Narnia: The Voyage of the Dawn Treader) que aunque también es su primera vez en una propuesta de este estilo, compone muchos de los momentos más hilarantes del film. Es curioso pensar que este gran trabajo de los guionistas Bob Fisher y Steve Faber (Wedding Crashers) comparte cartelera con The Internship, que tiene como protagonistas a la dupla del anterior. Una vez más nos enseñan un material sólido, donde cada situación que nos presentan tiene su toque de originalidad y aquellas que parecerán caer en lo rutinario nos golpearán de forma inesperada tomándonos completamente por sorpresa. Todo esto no sería posible sin la mano de Rawson Marshall Thurber, que vuelve al ruedo con todo luego de casi diez años de su gran Dodgeball: A True Underdog Story. La película transcurre con gran fluidez y las escenas cómicas abundan. Los tiempos que obtendrán los personajes como para exponer su historia serán los justos y necesarios para el desarrollo del film. Lo único que le reclamaría a la película son 15 minutos del final, en donde la acción se detiene y su desenvolvimiento parece un apresurado cierre que deja un poco insatisfecho. Sacando esta última oración, We're the Millers es una comedia compuesta por un gran elenco, llevada por un director con un gran antecedente en el rubro y dos guionistas que con Wedding Crashers lograron un material increíble. Un producto altamente recomendable para aquellos que quieran pasar un momento en donde solo se oirán risas, y que por si fuera poco cuenta con un pequeño chiste durante los créditos que para quien les escribe estuvo genial.
La comedia americana es un arte sutil incluso si los chistes no lo son. Nada es más difícil que hacer reír, especialmente porque no todos nos reímos de las mismas cosas. Del realizador Rawson Marshall Thurber, los afortunados conocimos una comedia deportiva llamada Pelotas en juego, donde Vince Vaughn y Ben Stiller se enfrentaban en un super campeonato de quemado. Aquí, el director vuelve a mostrar elegancia en el uso de la desproporción: un dealer menor tiene que fingir tener una familia para pasar un cargamento de drogas tras haber caído en desgracia. La “familia” en cuestión es tan marginal (en un sentido bien amplio) como él y, desde esos mismos márgenes, capaces de generar con precisión toda clase de efectos cómicos. Quien esto escribe no es fan de Jennifer Aniston: lo sería sin reservas si la mitad de sus trabajos fueran como este: combina perfectamente el timing para el efecto cómico con el aspeco sexy, y en su personaje se concentran todas las contradicciones sociales sobre las que trabaja una trama que no le teme al delirio. La película es todo lo libre y todo lo satírica que puede ser sin reservarse nada. E incluso habla bien de la familia, aunque parezca reírse de ella, o justamente por eso mismo: muestra sus contradicciones, lo cosmético de muchas de sus representaciones y, en última instancia, qué significa hoy. Y lo hace sin ahorrarle una risa al espectador. No hay muchas películas así, aproveche ahora.
Comienzo con un ejercicio. Cuento de qué se trata el film en una oración porque no quiero desperdiciar en ello más caracteres que los que sean necesarios. Tras una serie de eventos (des)afortunados, cuatro individuos terminan viajando a México aparentando ser una familia -papá, mamá, hermana y hermano adolescentes- para contrabandear marihuana. La diferencia entre ‘drug smuggling’ (contrabando) y ‘drug dealing’ (repartición y entrega) es ya de por sí un tanto ridícula en general e innecesaria como ilustración del conflicto que tiene un personaje a la hora de experimentar algo que lo sobrepasa. El conflicto es válido; lo que está de más es el detall técnico. Sin embargo, “¿Quién *&$%! Son los Miller?” hace de esta distinción un tópico recurrente: la primera aparición puede verse en el trailer (Jason Sudeikis, protagonista, se lo marca a Jennifer Aniston mientras ella le regala un baile –que esta es la peli en la que hace de stripper y baila en ropa interior-), luego Sudeikis la busca en Wikipedia cual tonto y más avanzada la trama vemos que se hace presente bajo la misma lógica. No es un buen chiste (o no funciona, como prefieran). La presentación de los personajes sí es buena, o me gustó al menos. Porque es rápida, directa y en cierto modo hasta elíptica, dado que los cuatro personajes resultan estar más conectados de lo que a primera vista puede parecer. Algunos se conocen y conviven en un edificio, eso se puede ver, pero hay otra cantidad de información que se evita y aún así se percibe. Para el momento en que están por cruzar la frontera parece como si la película hubiese arrancado hace nada. Pero volvamos al chiste. Aunque no es alo que suela hacer, me pareció ponerlo en evidencia para recalcar que es producto de un guión de cuatro personas distintas; entre ellos gente que escribió hilarantes comedias (“Wedding Crashers”) y otras más modestas pero al menos atendibles (“Sex Drive”, “Hot Tub Time Machine”). Y ese no es el único chiste que se repite en demasía; y si no funciona la primera vez, agota por exceso (prestar atención al pibe canchero que hace de interés romántico de la adolescente interpretada por Emma Roberts –siempre un talento-). Como las referencias. “¿Quién *&$%! Son los Miller?” hace uso y abuso de las referencias: a otras películas, a canciones, a la cultura pop o a celebridades de cualquier ámbito. ¿Problemas? Dos: primero, no funcionan. Los guiños tienen que ser parte de un juego creativo, de algún recurso que en cierta forma los explicite. Si salen de la boca de los personajes todo el tiempo y como si nada, molestan y no son creíbles. “Hay suficiente droga acá como para matar a Willie Nelson” (otra del trailer, acá no contamos cosas de más). ¡La gente no habla así! Y de aquí el segundo problema: la constante referencia le quita naturalidad a las situaciones y el guión termina obstruyendo la labor de los actores; más en el caso de tipos que saben improvisar, como Jason Sudeikis. Se ve en las charlas telefónicas que su personaje tiene con el de Ed Helms (Stu en “The Hangover”, que acá es el ‘papá de la droga’) que hay dos bestias cómicas desesperadas por salir y pasarse el guión por donde ya sabemos. No hay lugar para la anarquía, la irreverencia o al menos la sorpresa en esta película. Así y todo, aunque se reconoce, se sabe convencional, “¿Quién *&$%! Son los Miller?” intenta salir de ese molde. Y en ese ponerse la camiseta, estalla el alboroto: mucha situación que quiere hacernos reír –a veces lo logra-, mucha secuencia de acción y disparos que llega y se va a las apuradas, mucha familia al borde de la muerte rescatada con los ‘deus ex machina’ que se te ocurran. El resultado es desparejo, y por eso el Maldito Hollywood y su final feliz –todo lo que en el film tiene que ver con lo dramático, su subtrama cursi y también romántica- salen para atrás. Lo edulcorado no encastra bien con tanto bardo y, como no es un bardo verdaderamente anárquico, tampoco el último plano canchero, sabelotodo, no provoca una sonrisa.
Publicada en la edición digital #254 de la revista.