Crítica publicada en YouTube.
El largometraje dirigido por Reinaldo Marcus Green («Monsters and Men», «Good Joe Bell») resulta ser uno de esos dramas deportivos/biopic extraños en su concepción, pero muy digno en sus papeles. Uno pensaría que siendo que las verdaderas estrellas son Venus y Serena Williams, dos de las tenistas más grandes de la historia del deporte, ellas serían las principales candidatas a protagonizar un film, pero en este caso el protagonismo recae sobre la figura del padre de las hermanas, Richard Williams (interpretado por un sorprendente Will Smith), que sin haber sido jugador de tenis ni mucho menos delinea un plan para llevar a sus hijas a lo más alto del deporte competitivo. Will Smith hace un gran trabajo interpretando a este carismático y controversial buscavidas (probablemente obtenga algunos reconocimientos en la próxima temporada de premios), que con métodos poco ortodoxos y cuestionables sometió a sus hijas a una infancia bastante competitiva y ajetreada en busca de enfrentar y redimir sus propias frustraciones. Pero «King Richard» termina siendo un film bastante inspirado que, a través de un sólido trabajo de guion, actuaciones a la altura y una historia de superación que desafía el racismo y la lucha de clases sociales, redondean un relato que resulta a la vez entretenido y conmovedor. Una de esas feel good movies con sustancia que no solo muestra lo bellamente cinematográfico sino también lo oscuro de la historia. Además de Smith, se lucen Aunjanue Ellis como Oracene, la madre de las campeonas y Saniyya Sidney como Venus.
Más allá de que pueda gustarnos el tenis o no, todos sabemos quiénes son Venus y Serena Williams. Aquellas hermanas que revolucionaron el tenis femenino desde su aparición en los años ‘90, ganadoras de 30 Grand Slams, líderes del ranking de la WTA y campeonas olímpicas. Pero lo que no se conoce en profundidad es la historia de su padre Richard, que trazó un plan detallado sobre cómo sus hijas menores se iban a convertir en las grandes estrellas del tenis. Es así como «Rey Richard: Una Familia Ganadora» va a ahondar en los comienzos de las hermanas y en cómo su padre las fue moldeando hasta llegar a la cima. Si bien a priori puede sonar raro hacer una película sobre el padre de Venus y Serena y que no se centre en las verdaderas estrellas de la historia, la película logra construir un relato efectivo y que sale airoso gracias a las temáticas que toca y las interpretaciones de su elenco. Tal vez al principio se edulcora un poco la figura de Richard, porque se pone el foco en el cuidado de su familia y busca diferenciarse de otros padres que quisieron sacar un rédito económico con sus hijos, pero a medida que avanza el metraje se observa también ese lado b del deporte. El film consigue abordar el tema de la presión, la perseverancia, la confianza en uno mismo y en los demás, los sueños, el tener objetivos claros y hacer todo lo posible para cumplirlos, el racismo, entre otras cuestiones, desde un costado ameno pero realizando una punzante crítica social. El elenco hace una gran labor para encarnar a sus personajes, principalmente Will Smith como Richard, un hombre un tanto insistente y adulador pero que logró un futuro mejor para sus hijas; como también Aunjanue Ellis como la madre de cinco chicas, y Saniyya Sidney como Venus y Demi Singleton como Serena, quienes hacen un muy buen trabajo para simular las habilidades de las tenistas. Un film agradable de ver, que deja varios mensajes interesantes sobre los cuales reflexionar y nos acercan un poco más a la vida de estas tenistas que hicieron historia (y la de toda su familia).
Ver Ray Richard es ver la misma película americana que ha visto la audiencia todos los años. Es el típico film basado en hechos reales con tintes raciales que dará mucho de hablar durante la temporada de premios. Misma historia de superación, mismos rostros, e incluso misma tipo de dirección. Algo que se le da tan bien a la industria de Hollywood a la hora de vender boletos. A pesar de todo este reciclaje, Ray Richard es una historia que merece ser contada. Y más importante, es exageradamente disfrutable. Ray Richard, interpretado por Will Smith, es un nombre casi mítico en la historia de deporte moderno. Genio para unos, y charlatán para otros. Antes de nacer sus hijas, sabía que entre ellas no solo habría doctoras, abogadas y empresarias, sino que tendría a campeones mundiales. Locura o no, eso terminó sucediendo. Venus y Serena Williams son dos de los nombres más importante en la historia del deporte. Esto fue todo gracias a un plan. El bendito plan de Ray Richard que hacía desbordar de los nervios a cualquier entrenador. Richard es un tipo que la ha pasado mal. Vivió la caza del Ku Klux Klan, el denigro de la sociedad contaste por su color de piel y mal pasar del gueto. Entiende que el deporte es una de las pocas cosas que puede alejar a las chicas de las calles. Por ello, constantemente tiene la razón y la película busca eso. Sin embargo, no es hasta que ya está cerca de llegar, con Venus y Serena cerca de ser profesionales, que se da cuenta que sigue siendo un pequeño asustado al fracaso, a que la sociedad lo trate como idiota y necesita mostrar más acciones que palabras. No hay que sacar muchas cuentas para saber que Will Smith tendrá su ansiada tercera nominación al Oscar. El actor, que promovió el Oscars so white hace algunos años, ya estará preparando un discurso. Falta mucho y probablemente tengamos una interpretación mejor, pero no hay dudas de que estará en la pelea. Este film es una fiel radiografía a la filosofía de Richard. Podemos estar seguros de eso ya que las mismas Venus y Serena participan en la producción de la película. Esto no quiere decir que será precisamente el héroe correcto políticamente hablando. Pero como cualquier bilardista lo puede pensar, al final terminó ganando. Eso es lo que importa.
Biopic de las tenistas Williams con Will Smith Emotiva y cautivadora, esta película sobre el inicio en el tenis de las hermanas Williams pica en punta para ser una de las biopics del año. ¿Cómo es que Venus y Serena Williams se convirtieron en dos iconos afroamericanos del deporte y de la cultura popular? Richard Williams es la respuesta. Rey Richard: Una familia ganadora (King Richard, 2021) nos cuenta el método del padre de las tenistas para que ellas puedan realizar una carrera exitosa. Detrás de estas estrellas deportivas, forjadas a través del talento y el esfuerzo, se esconde un ser que movió cielo y tierra para que puedan obtener lo que se merecen. Conseguir entrenadores que puedan aportarles otras herramientas o marcas que quieran vestirlas fue el trabajo que, a base de sudor y lágrimas, realizó Richard, su padre y el verdadero protagonista de esta historia. Tanto Venus como Serena Williams son retratadas de la mejor manera. La película se coloca en los primeros momentos de las hermanas, años antes de que comiencen a competir como profesionales. El plan de su papá, el cual luchó por el bienestar de la familia, es expuesto en esta feel good movie capaz de maravillar a los amantes del tenis y a entretener al resto de los espectadores. En una de sus mejores interpretaciones de los últimos años, Will Smith se pone en la piel de Richard para desarmarnos, abrazarnos y hacernos lagrimear. No hay dudas, este largometraje es el show de Will Smith. Con escenas memorables, capaces de combinar la lucha racial con la desigualdad social y deportiva, el actor brinda una actuación poderosa que lo coloca en el selecto grupo de intérpretes que buscarán competir por los premios a lo mejor de la temporada. Rey Richard: Una familia ganadora es un match point, y no solo por la labor del actor de El Día de la Independencia. El guion es una de las fortalezas de la obra y el mérito es doble ya que es el primero que realiza Zach Baylin (está contratado para escribir Creed III). Tal vez los casi 150 minutos queden extensos, pero la capacidad de su realizador, Reinaldo Marcus Green (Good Joe Bell), hace que no sean densos. Pecando un poco de repetitiva, la película sale airosa gracias al corazón gigante que se apodera de la pantalla de principio a fin. En otro orden de cosas, cabe destacar el trabajo de otros dos intérpretes que convierten a sus participaciones en momentos inolvidables. Por un lado, Aunjanue Ellis (Criadas y señoras) le otorga la templanza necesaria a la película en el rol de Brandy, la madre de esta familia. Por otro lugar, Jon Bernthal (The Punisher) y su Rick Macci son la cuota simpática de la historia. Una biopic genuina (quédense en los créditos que el material de archivo los va a sorprender) que explica el éxito deportivo en un contexto desfavorable, vuelve a colocar a Will Smith como ese sujeto que nos hace llorar. Un chapuzón a los 90, tanto en la historia, como en los intérpretes, como en el formato (recupera la extensa duración en donde hoy, en la época del streaming, todo debe ser breve e inmediato). Los Williams son una familia para admirar y esta película es el homenaje audiovisual que se merecen.
Entre el gueto y Cenicienta Las biopics hollywoodenses posmodernas, léase desde la década del 80 en adelante, suelen dividirse de manera muy taxativa entre aquellas de derecha, casi siempre incentivando algún tipo de valor nacional/ patrio/ chauvinista, y las otras de izquierda, ahora centrándose en un héroe del pueblo o en un burgués que consigue ascender a escala social o alcanzar un reconocimiento en sus propios términos, aunque vale aclarar que las combinaciones de ambas vertientes están a la orden del día y no es tan inusual encontrarse con híbridos como Rey Richard (King Richard, 2021), de Reinaldo Marcus Green, evidentemente una biopic que comenzó siendo acerca de las hermanas Venus y Serena Williams, dos de las tenistas más famosas y acaudaladas del planeta, y en algún punto del desarrollo del proyecto todo se orientó hacia el progenitor de las mujeres, Richard Williams, debido a que Will Smith se interesó en protagonizar la propuesta y producirla a través de su compañía Westbrook Studios, en copropiedad con James Lassiter. Suerte de metáfora sobre la humildad, la unión familiar y el trabajo duro y sostenido, tres de los latiguillos del Hollywood más maniqueo y populista, el film de Green explora la estela de la corrección cultural sentimentaloide e hiper previsible y la cobardía de trabajar sobre terreno político ganado de sus obras previas, Monstruos y Hombres (Monsters and Men, 2018) y El Buen Joe Bell (Good Joe Bell, 2020), la primera acerca de la costumbre policial de asesinar a afroamericanos y la segunda sobre la discriminación de los homosexuales y la protesta contra el bullying, así llegamos al presente combo de estigmatización social que gira en torno a la intención de una familia de negros de dedicarse a un deporte tradicionalmente de blancos como el tenis, con todas las redundancias retóricas y discursivas posibles del caso tratándose además de dos hembras. Lejos de biopics recientes y muy interesantes, en sintonía con Spencer (2021), de Pablo Larraín sobre Diana, Princesa de Gales alias Lady Di, Respect (2021), de Liesl Tommy acerca de Aretha Franklin, Los Ojos de Tammy Faye (The Eyes of Tammy Faye, 2021), de Michael Showalter sobre la televangelista del título, y hasta La Casa Gucci (House of Gucci, 2021), de Ridley Scott acerca de Patrizia Reggiani, su esposo Maurizio Gucci y el resto del clan de oligarcas italianos de los artículos de cuero para el jet set, Rey Richard opta por transformar a las tenistas en algo así como personajes secundarios de su propia historia y por volcar todo el núcleo fundamental del relato hacia el Richard de Smith, un guardia de seguridad nocturno que oficia de entrenador de las chicas desde muy corta edad a la par de la madre, Oracene “Brandy” Williams (Aunjanue Ellis), una enfermera que ya tenía tres hijas con otro hombre que terminó falleciendo, por ello el propio Richard, su segundo marido, nos aclara desde el principio que las púberes, Venus (Saniyya Sidney) y Serena (Demi Singleton), fueron una inversión consciente por parte de una pareja que siempre quiso convertirlas en campeonas mundiales para salir del gueto en Compton, Los Ángeles, y hacerse ricos con la disciplina férrea de las prácticas y una humildad que les permita diferenciarse del grueso de los millonarios imbéciles que se la pasan presumiendo su dinero y poder. Pasando por gangsters negros y el ninguneo típico de los clubes de tenis para con los menesterosos, los Williams deberán sobrellevar discusiones internas, aquí sin duda simbolizadas en la obstinación y/ o ortodoxia paranoica de Richard en oposición a la “mano blanda” de su esposa, y una sustitución de entrenadores para crecer en esta carrera deportiva y bien comercial, Paul Cohen (Tony Goldwyn) por Rick Macci (Jon Bernthal). Sinceramente los 145 minutos del metraje son por demás excesivos y el guión de Zach Baylin, un vestuarista y asistente de producción devenido en libretista, jamás termina de convencer en cuanto a esta perspectiva algo mucho forzada desde los ojos del padre, una versión afroamericana, caprichosa y cuasi dictatorial -y en consonancia, típicamente propia del acervo melodramático y los engranajes del folletín- de esos progenitores histéricos de la comarca blanca norteamericana que viven obsesionados con exprimir a sus hijos para que tengan las carreras en el rubro que sea que ellos no tuvieron, sumando presión y arruinando la infancia de los purretes en cuestión. Rey Richard intenta explicitar una y otra vez que el personaje de Smith pretende mantener inmune a la niñez/ adolescencia de sus vástagos para que se desarrolle de manera normal, en esencia balanceando la necesidad de generar expectativas alrededor del talento de las adolescentes, por un lado, y esta idea de dejarlas llevar una existencia tranquila lejos de los buitres del capitalismo de los espectáculos de masas, por el otro lado, no obstante la película cae en el mismo problema de Marianne & Leonard: Palabras de Amor (Marianne & Leonard: Words of Love, 2019), el documental de Nick Broomfield sobre la relación romántica entre Leonard Cohen y Marianne Ihlen, donde continuamente se insertaba en la crónica de turno a la musa del primer período profesional del célebre cantante y compositor canadiense cuando ya se habían separado y sinceramente la mujer ya no tenía influencia alguna en la vida y el devenir artístico del hombre, planteo que en este caso se traduce en la presencia intrusiva y por momentos exasperante de Richard en lo que debería haber sido un relato consagrado a seguir la vida de las hermanas en ese ecosistema tenístico de los 90 poco adepto a la diversidad racial. Vale sincerarse y decir que la película no es tan cínica como uno podría esperar a priori viniendo de un embaucador cíclico y siempre en pose como Smith, en esta oportunidad obligándose a sí mismo a abandonar la máscara de payaso canchero indomable o supuesto seductor, en línea con lo hecho en anomalías de su periplo cinematográfico como Ali (2001), de Michael Mann, y La Verdad Oculta (Concussion, 2015), de Peter Landesman, con el objetivo manifiesto de calzarse los zapatos de un “sujeto común” que conoce la pobreza -en su acepción yanqui, por supuesto, con casita modelo y una estabilidad que todos desconocemos en el Tercer Mundo- y debe transformarse en un cuentapropista del deporte hasta que por fin consigue vender a las hembras, sus experimentos y ahorros con patas de toda la vida, a las elites más concentradas y poderosas del deporte internacional. Esta reformulación del cuento de La Cenicienta, modestia y escalera empinada comunal de por medio, esconde bajo la alfombra -o apenas nombra al paso- que Richard Williams ya tenía otra familia cuando se casó con Oracene, una con la friolera de cinco hijos a la que abandonó, a lo que se suma la presencia de varios niños extramatrimoniales y el hecho de que después de divorciarse en 2002 de la susodicha se casó con una chica de la edad de sus hijas, con la que tuvo otro vástago más, amén del extenso historial de Venus y Serena en acusaciones de partidos arreglados y comportamiento violento contra árbitros, siempre autovictimizándose en las canchas cuando les conviene por ser mujeres o negras cuando en realidad son magnates desde hace décadas con un grado gigante de impunidad. Sin ser una realización memorable pero tampoco un desastre, Rey Richard cae en un terreno intermedio que por lo menos rescata momentáneamente a Smith de su catarata de bodrios habituales…
Imaginar un par de hermanas negras de un barrio humilde y un poco marginal triunfando en un mundo como el del tenis -que cargaba nada menos que con el apelativo de “El deporte blanco”- hace unos años era una quimera, pero Richard Williams lo hizo. Imaginó que sus dos hijas, Venus y Serena, podían hacerlo y además de romper con las tradiciones del mundo de ese deporte, iban a lograr sacar a toda la familia de esos barrios marginados. Rey Richard: Una familia ganadora es la historia de Venus y Serena Williams pero tomando como personaje central al padre de ambas, para así, mostrar al resto de la familia. Si buscan en la web se encontrarán que el señor Williams aparece como “entrenador de tenis”. Para lograr ser conocido de esa manera, este hombre nacido en 1942 en el estado de Luisiana que cuanto pudo se fue a Chicago y ya casado, se mudó a Los Angeles al dificil condado de Compton, tuvo que escribir un plan y cumplirlo a rajatabla. Para los fanáticos del tenis y para cualquiera que les guste las películas sobre deportes, la película es claramente un plato fuerte irresistible aunque para saborear este plato hay que ver a Will Smith como Richard Williams . A favor digamos que la manera en que la película muestra a King Richard no es nada complaciente. Por un lado está esa lucha del padre por imponer su plan de creación de dos campeonas, pero está también el medio ambiente hostil del barrio y los prejuicios que tuvieron que enfrentar. Hay momentos realmente muy divertidos en los que se ve lo que pudo hacer Williams por sus hijas. Los fans de ambas tenistas seguramente conocen muchas de las historias que se cuentan en la película, por eso no se sorprenderán con momentos como cuando los Williams se presentan ante el entrenador de estrellas como McEnroe y Sampras, Paul Cohen (Tony Goldwyn), para que dedique su valioso tiempo para ver jugar a dos niñas negras con escasas posibilidades de avanzar en el mundo del tenis profesional. Con Venus y Serena como productoras junto a Will Smith, quizás el mayor problema de la película sea lograr equilibrar la manera en que vamos siguiendo la carrera de las dos niñas en el mundo del tenis y permitir el lucimiento de Will Smith. Ese tironeo es, seguramente, lo que estiró la duración a 146 minutos cuando claramente le sobran al menos 20. Aparte del tema de la extensión, la película es disfrutable, básicamente, para todos aquellos a los que las biopics del deporte les pegan en el corazón. REY RICHARD: UNA FAMILIA GANADORA Rey Richard: Una familia ganadora (King Richard, Estados Unidos/2021). Dirección: Reinaldo Marcus Green. Elenco: Will Smith, Aunjanue Ellis, Saniyya Sidney, Demi Singleton, Tony Goldwyn, Jon Bernthal, Andy Bean, Kevin Dunn y Craig Tate. Guion: Zach Baylin. Fotografía: Robert Elswit. Edición: Pamela Martin. Música: Kris Bowers. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 146 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Un plan, dos sueños por cumplir y un costado nunca visto de las Williams, desde los ojos de un papá que las peleó todas.
"Rey Richard", jugar al tenis para ganar un Oscar Will Smith protagoniza una película que gira alrededor de las hermanas Venus y Serena Williams, claramente diseñada para encantar a todo público. “Juego al tenis para ganarme la vida, aunque odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y siempre lo he detestado”, cuenta Andre Agassi en Open, la notable autobiografía escrita junto al ganador del Pulitzer J. R. Moehringer. Los motivos de su odio son varios: el desgaste físico y mental de un deporte de altísima presión, la soledad absoluta de quien tiene todo y a la vez nada, las obligaciones comerciales de sus mil contratos y, por sobre todas las cosas, un padre que desde chico lo entrenó para ser campeón sin jamás preguntarle si era lo que él quería. La figura de ese padre sobrevuela de punta a punta un libro que alumbra el lado oscuro del negocio, a la vez que los conflictos internos entre el deseo y las imposiciones. Sobre paternidades y deportes de élite versa Rey Richard: Una familia ganadora. Un padre ubicado en el ojo mediático a mediados de los ’90 por sus particulares técnicas de enseñanza y su rol preponderante en el camino al estrellato de sus hijas. Porque, a falta de una, acá hay dos tenistas de indudable talento. Dos tenistas de apellido Williams que ganaron, entre las dos, casi 50 torneos Grand Slam. La película de Reinaldo Marcus Green, sin embargo, no hace foco en ellas sino en el Richard del título, quien tiene la vida planificada con precisión monárquica. Interpretado por un avejentado Will Smith con un grado de intensidad y exageración que muy probablemente atraiga la atención de los electores del Oscar, Richard Williams tuvo una infancia complicada, con la marginalidad barrial y un padre descarriado como principales características. Y la discriminación racial traducida en violencia física, un tópico de presencia inevitable en casi cualquier película con aspiraciones de estatuillas y que él se encargará de remarcar –a sus hijas y al público– unas cuantas veces a lo largo de las casi dos horas y media de metraje. Con esa experiencia a cuestas, junto a su esposa quieren que sea distinto para la mayor Venus y la menor Serena. Es así que este matrimonio de deportistas amateurs jugó al tenis con ellas desde muy chicas. Pero hubo poco y nada de juego en esos entrenamientos rigurosos y obstinados. Ellas parecen muy contentas con una vida que pendula entre la raqueta, las clases escolares y hasta las idas a misa. Quizás porque, a diferencia del papá de Agassi, Richard entiende que, antes que futuras campeonas, las chicas son justamente eso: pequeñas adolescentes con la vida por delante. Con un espíritu clásico que mezcla las postas de las fábulas de superación deportivas y de los coming of age, Rey Richard es de esas películas que por su fluidez narrativa y bondad generalizada resulta casi imposible que caiga mal a nadie. Los agentes interesados en representarlas no son villanos inescrupulosos, sino personajes nobles sorprendidos por la intransigencia paterna. Tampoco asoman los dientes de la picadora de carne del negocio en quienes se acercan con contratos por demás tentadores para una familia humilde. La particularidad, entonces, pasa por el hecho de que los obstáculos no provienen del entorno sino de los férreos límites establecidos por un padre que no quiere saber nada con contratos ni torneos junior. Pero lo hace de puro buen tipo, obviamente. Con las hermanas Williams entre las productoras ejecutivas, lo que explica ese manto de benevolencia, la película está pensada para y por el lucimiento del también productor Smith. El actor tiene toda un ala de su filmografía en la que interpreta personajes conflictuados con su pasado que buscan la redención, con Siete almas y Belleza inesperada como ejemplos, en la que Rey Richard cuadra a la perfección. Debe agradecerse que lo que allí era moralidad e ínfulas de autoayuda, aquí sea uno de esos cuentitos contados a la perfección donde todo sale como mandan los manuales de la temporada de premios de Hollywood.
Will Smith es un inteligente productor y un dúctil protagonista de esta película, por eso junto a su esposa Jada Pinkett Smith son los responsables de un film que no solo refleja una historia real, sino que pone el acento en el racismo que sufrieron las deportistas y su familia, por atreverse a poner los pies en un deporte de elite, coto de la raza blanca. Una historia perfecta que pude llegar hasta la alfombre roja del Oscar. La personalidad de Rey Richards, el papá y primer entrenador de las excepcionales Venus y Serena Willams es lo suficientemente rica y controvertida como para atraer a todo público, aun quienes no entienden ese deporte. Porque una y decisión inteligente del guionista Zach Baylin es haber tomado los primeros años de esa familia, menos conocidos y no la etapa de las consagraciones definitivas. Ese padre que trazo un plan para el triunfo de sus hijas puede ser detestable y admirado a la vez, obcecado y tonto, o visionario y certero. Muchos matices que le dan a la historia los suficientes condimentos para hacerla muy atractiva, y le permite el lucimiento a Will Smith y a un elenco impecable encabezado por Saniyya Sidney, Demi Singleton, Aunjanue Ellis. Lejos de la idealización a las que tienden las películas basadas en personalidades famosas, aquí el protagonista es mostrado con sus partes oscuras y luminosas, sus aristas geniales y su obsesión casi enfermiza. Con emoción y sin golpes bajos, un cine destinado a lo popular muy bien hecho.
Esta semana arriba a las salas del país la película deportiva del año. Merecidamente, la historia de las hermanas Venus y Serena Williams llega a Hollywood para formar parte de la acotada lista de personalidades del deporte que cuenta con su propia biopic. «King Richard» («Rey Richard» en Latinoamérica) se encarga de retratar la infancia de las hermanas y deja en claro quién fue su padre, el verdadero mentor y formador de las mega estrellas del tenis que son hoy en día. Muchas películas del género estrenan cada año, sin contar los cientos de documentales, pero solo unas pocas se quedan en el recuerdo colectivo. El responsable de este gran desafío es el director y productor Reinaldo Marcus Green. Un cineasta de ascendencia afroamericana y puertorriqueña que fue predestinado para este proyecto. Podemos trazar un camino perfectamente definido por el que proclamamos que Green era la figura indicada para dirigir. Comienza su carrera en 2014 con su cortometraje «Stone cars», donde instala un relato en torno al racismo. Le sigue otro corto titulado «Stop», donde mezcla racismo con deporte, más específicamente el béisbol. Esa combinación se vuelve a repetir en su poderoso debut oficial «Monsters and men» en 2018, con un reparto encabezado por John David Washington. Dos años más tarde, estrena su segundo largometraje «Joe Bell». Un drama familiar protagonizado por Mark Wahlberg que se basa en hechos reales y pone en juego el acoso escolar y la homosexualidad. Hace unos meses, estrenó una miniserie documental sobre la enmienda XIV en Netflix, la cual está narrada por Will Smith, entre otras celebridades. Finalmente, llegamos a este punto donde utiliza todas las temáticas que ya había trabajado. Une el deporte con un drama familiar basado en una historia real y el, siempre presente, racismo, protagonizado por el príncipe del rap. Es posible que la vivencia de los Williams sea una de las más increíbles de la historia. Dos hermanas que conquistan, juntas, la cima de un deporte tan individualista y competitivo como el tenis, resulta impensable. Pero más inimaginable aún, es descubrir que nada fue casualidad y todo estuvo orquestado por la perseverancia de un hombre totalmente ajeno a ese ámbito. Richard Williams es un personaje particular. Tiene cosas buenas y cosas cuestionables, pero sin dudas es un personaje que se vuelve entrañable. El periodista y escritor argentino Matías Bauso asegura en su libro El deporte en el cine que «el éxito (artístico) de este tipo de films radica en lograr personajes tridimensionales. Proveer a estos deportistas de humanidad y profundidad más allá de la tensión por un resultado». En otra pablaras, con sus aciertos, errores y fracasos, Richard nos genera cercanía y logra instalarse como el absoluto dueño de la cinta. Gran parte de ese impacto se sostiene en la sólida performance de Will Smith. Aceptando el paso de los años, el querido actor comienza a desprenderse de aquellos papeles de sex symbol treintañero y se arrima a esos roles que requieren de otras cualidades para llevarse a cabo. En estas oportunidades, puede demostrar que la enorme trayectoria con la que cuenta no es cuestión de azar, sino fruto de su talento actoral. En segundo lugar, las jóvenes Demi Singleton y Saniyya Sidney personifican satisfactoriamente a las hermanas. Hay que destacar que no es tarea fácil interpretar a un deportista de elite, ya que inevitablemente se debe saber jugar muy bien y encima imitar los movimientos de las personas representadas. Por último, Aunjanue Ellis, como la madre de la famila, y Jon Bernthal, como uno de los entrenadores, hacen su aporte al sostenimiento de la trama. Especial mención a Bernthal que sorprende en cada papel que encarna, por más pequeño que sea. Antes de continuar, vamos a elaborar un pequeño esquema de clasificaciones para que nuestro lector tenga una noción de lo que se va a encontrar en pantalla. En primer lugar, aclaramos que nuestra película cumple con lo que promete y entra en el top de cintas sobre la disciplina. En segunda instancia, podemos hablar de la filmografía de Smith. Si dividimos su trabajo en tres grandes categorías: acción («Bad Boys»), comedias («Hitch») o dramas («The Pursuit of Happyness»), ubicamos a «King Richard» en el sector de dramas. Por último, las cintas deportivas pueden estar destinadas a retratar un evento o momento específico y centrarse exclusivamente en el deporte. O bien, pueden correrse de la actividad y enfocar su contenido en la correcta representación de sus protagonistas. En esta ocasión, se corresponde a las del segundo tipo. Si bien hay buena carga de escenas deportivas, la esencia del film radica en la relación familiar de los Williams. En otro apartado del mencionado libro, Matías Bauso describe «los elementos anímicos típicos de estos films son la emoción y la épica». En este sentido, «King Richard» cumple con lo necesario para confirmar esta afirmación. Pone especial énfasis en la faceta emotiva del largometraje al dedicarse de lleno a representar todas las dificultades por las que tuvo que pasar el protagonista. Llámese racismo, maltrato infantil, humillación pública, palizas varias y una profunda, y constante, falta de respeto. Afortunadamente, toda esa tragedia se ve apaciguada por pequeñas dosis de humor y necesarios detalles esperanzadores. No nos olvidemos de la épica, que se hace desear en un principio, pero comienza a tener destellos una vez que todo se pone en marcha. Brilla por mantenerse contenida hasta el momento culmine de la obra. Aparece cuando debe y hace lo preciso para brindarle al espectador un clímax al borde del asiento que nos recompensa por el camino transitado. En cuanto a su realización cinematográfica, es correcta. No toma grandes riesgos, pero tampoco desentona. Se dedica exclusivamente a engrandecer su guion. Algo similar sucede con la banda sonora. A pesar de incluir hasta una canción original por parte de Beyoncé, el soundtrack no obtiene demasiada relevancia y se mantiene como mero colaborador para un correcto flujo del relato. Algo primordial en este tipo de trabajos es obtener una acertada visualización del deporte. Porque una película sobre tenis, no puede evadir exhibirlo. Si falla, no hay nada que la pueda salvar de las críticas. Consideramos que sortea con mucha holgura ese punto. Las escenas están bien rodadas, se asegura de darle tiempo en pantalla solo a lo que es necesario y los movimientos de las muchachas se sienten verosímiles. Se agradecen las horas de entrenamiento coreográfico entre contrincantes que replicaron jugadas reales de las Williams, sin cortes. Esos son unos de los detalles que convierten este metraje en una joyita del género. En conclusión, estamos ante una película muy efectiva con la que es muy fácil identificarse. La potencia de su historia, la calidad cinematográfica con la que se desenvuelve, el peso de sus protagónicos y las buenas vibras que desprende, la perfilan como una de las grandes competidoras en la temporada de premios. Sin salirse de los moldes tradicionales del biopic deportivo, logra originalidad al correr el eje del relato hacia una figura, hasta el momento, desconocida por la mayoría del público: Richard Williams.
Película pensada para la temporada de premios, en la angelada actuación de Will Smith se sostiene una producción con muchos hilos a la vista y mensajes inspiradores que no cumplen con su cometido.
Will Smith es no solo el protagonista sino también el productor -junto a su esposa Jada Pinkett Smith- de esta película. De hecho, en el video que se exhibió antes de la proyección en el Festival de Mar del Plata, el actor apareció agredeciendo junto a las jóvenes coprotagonistas Saniyaa Sidney y Demi Singleton. El director -que suele ser la estrella de todo festival- brilló esta vez por su ausencia. Es que, así como está contada, Rey Richard es una historia muy pertinente para estos tiempos: una épica de superación en medio de múltiples carencias, violencia y racismo. Y el matrimonio Smith no se perdió la oportunidad de ponerse al frente. Durante el largo reinado de las hermanas Williams mucho cuestionaron los métodos sádicos y manipulatorios de su padre Richard (Smith), pero en esta película es poco menos que el héroe del relato, el cerebro detrás del éxito. Sí, se lo ve estricto y exigente, pero es quien siempre toma cada una de las decisiones que finalmente surgirán como acertadas. Aunque los empresarios blancos lo subestimen, aunque los pandilleros negros de Compton casi lo maten a golpes, aunque la Seguridad Social lo visite para constatar que no es un padre abusivo, él siempre terminará saliéndose con la suya. Cómo una familia afroamericana de clase media-baja terminó dominando uno de los deportes más aristocráticos (y más blancos) del universo es lo que Rey Richard expondrán con lujo de detalles y haciendo gala de un bienvenido clasicisimo. Tenemos a un padre obsesivo hasta lo enfermizo, una madre que no se quedaba atrás (Oracene "Brandi" Williams es interpretada por Aunjanue Ellis) y cinco hijas, dos de las cuales se convertirían en tenistas prodigio desde muy pequeñas: Venus (Saniyaa Sidney) y Serena (Demi Singleton). Como en todo buen relato de deportes (y no solo de deportes) es esencial para que la narración crezca en tensión y emoción el aporte de personajes secundarios y aquí se lucen también Tony Goldwyn y Jon Bernthal como los entrenadores Paul Cohen y Rick Macci, respectivamente. Si bien entre los créditos finales aparecen materiales de archivo con los grandes momentos de las carreras de las Williams, el film opta por mostrar la infancia y adolescencia de las chicas, justo hasta que Venus -en 1994 y con solo 14 años- enfrenta en su segundo partido como profesional a la por entonces número uno del mundo, la española Arantxa Sánchez-Vicario. Es una sabia decisión del guion de Zach Baylin, por supuesto. ¿Qué sentido tiene reconstruir algo que todo amante del tenis sabe a la perfección? Sin embargo, como se armó el imperio Williams (porque Richard más que un padre fue un arquitecto o un ingeniero) es algo no tan conocido y que el film expone, más allá de algunos lugares comunes del subgénero de ficciones deportivas y omisiones como que el matrimonio se terminaría separando en 2002, con una indudable destreza narrativa old-fashioned, notables actuaciones y nobleza de espíritu.
Transitar el camino de las biopics es una tarea sinuosa que ocasionalmente fluctúa entre complacer al espectador con un relato tamizado y con escasos momentos de osadía, y quebrar las expectativas de cómo debe ser retratada una determinada figura o acontecimiento. En el medio, claro, están los grises, y Rey Richard: una familia ganadora, la película de Reinaldo Marcus Green, sabe bien cómo dominarlos. Ni demasiado tibio ni excesivamente controversial, el largometraje centrado en Richard Williams, padre de las tenistas Venus y Serena, se mueve en un género que presenta infinidad de opciones y tentaciones, sobre todo cuando en la producción está involucrada la familia, lo que podría haberle jugado en contra al cineasta. Por el contrario, Green toma los claroscuros de Richard como arma para reconstruir la historia de un hombre imperfecto, y eso salva al film, entre otras acertadas decisiones, de ser incluido en la extensa lista de biopics melosas, episódicas, de estructuras inamovibles. Will Smith interpreta a Richard Williams con el carisma que lo caracteriza, pero tiene en claro en qué momentos correrse de ese lugar cómodo para transmitir las dualidades de un hombre que sabía que sus hijas tenían el camino del éxito marcado, pero que al mismo tiempo no quería privarlas de una adolescencia normal ni someterlas a presiones que atentaran contra su estabilidad física y mental. Smith, quien ya está siendo considerado como gran candidato para ganar el Oscar en 2022, comandó otra de las denominadas “películas de superación” como lo fue En busca de la felicidad, y aquí ingresa a un terreno similar pero le aporta otra tesitura a su interpretación. En sintonía con el abordaje de Green y del guion de Zach Bailyn, el actor no pretende componer a Williams desde la mímesis. Desde esa postura parte el film entero y lo hace a través de interrogantes que no tienen respuestas unívocas. ¿Quién es Richard Williams? ¿Hasta qué punto estaba ayudando a sus hijas y no decidiendo por ellas? ¿Qué otra vida tenía por fuera de esa casa en el Compton de los 80 donde no parecía haber salida? La biopic navega esas inquietudes a través de la mirada de quienes lo rodean. De esta forma notamos que su esposa Oracene (una excelente Aunjanue Ellis, una intérprete verdaderamente camaleónica) desaprueba ciertas decisiones que Richard toma para Venus y Serena, y que ese hombre que entrena a sus hijas en una cancha derruida (y circundada por pandillas) es también un egoísta que nunca se detiene a escuchar lo que ellas tienen para decir. Cuanto más indaga Rey Richard en las minucias de ese padre obstinado que no pretende agradar (en muchas secuencias se deja al descubierto su arrogancia ante la opinión de expertos y de su propia familia), mejor funcionan los diálogos con ribetes inspiradores que, en un largometraje menos ecuánime, hubiesen trastabillado. Otro aspecto admirable de la película es que, incluso desde su approach más clásico, también sabe cómo traducir visualmente la fuerza con la que Venus y Serena se mueven en la cancha, condición sine qua non para una biopic deportiva que muestra la historia de origen de dos leyendas del tenis. Con un gran trabajo de montaje de Pamela Martin (quien ya había demostrado su talento en El ganador de David O. Russell, sobre la vida del boxeador norteamericano Micky Ward) y la astucia de Green para filmar de manera atractiva cada partido, Rey Richard sale airosa de la recreación de partidos cruciales para las hermanas, especialmente el último. En esa puja decisiva se destaca la interpretación de Saniyya Sidney como Venus, quien en un tramo del relato toma la delantera, la forma simbólica que elige el film para reflejar el pase de batuta de ella hacia Serena, vínculo inquebrantable que termina convirtiéndose en el corazón de la narrativa. Rey Richard también pone la lupa en los grandes negocios que se gestan en el seno del deporte, pero no a través de la demonización de los representantes de jugadores ni de los esponsors. Por el contrario, se opta por mostrar la reacción genuina de Richard Williams ante las ofertas que caen a los pies de sus hijas, que responde a su naturaleza obsesiva y a esa mente clara que fue guiando a las jóvenes a los lugares correctos. Si bien en una secuencia se hace hincapié en la deshumanización de dos agentes que dialogan con Richard con una condescendencia estrechamente vinculada al racismo -el contexto es clave para el film, que solo necesita de dos o tres escenas para situarnos en la realidad social en la que se encontraba la familia Williams-, la biopic tampoco se vuelca al cinismo. Como el propio Richard, tiene una mirada clara, es conmovedora en varias secuencias y más clínica en otras, y es en ese equilibrio donde reside su grandeza.
Promediaba la proyección de Rey Richard: Una familia ganadora cuando descubrí que la película, o la actuación de Will Smith, me tocaban, me conmovían, casi que sentía que emocionalmente era alcanzado por lo que contaba el filme de Reinaldo Marcus Green. La película trasciende la mera biopic, o el sueño americano. Quizá pocos sepan el esfuerzo, la tenacidad, el amor propio, el empeño y fundamentalmente la pasión que Richard Williams puso al entrenar y ser el manager de dos de sus hijas, Venus y Serena. Lo que han alcanzado estas deportistas en el mundo del tenis profesional, primero como juniors, que es a lo que más apunta la película, sería de cuento de hadas. Y no lo es porque lo que debieron enfrentar no da para una historia teñida de rosa. Richard tuvo que masticar mucha bronca, racismo y tragarse algún que otro remordimiento en la lucha. Determinación nunca le faltó -como decir que no a un contrato multimillonario con una empresa de indumentaria antes de que Venus disputara su segundo partido profesional, contra nada menos que Arantxa Sánchez Vicario, en los octavos de final de Oakland, en 1994-. “Es como pedirle a alguien que crea que tenés a los dos próximos Mozart viviendo en tu casa”, le dice de entrada un entrenador de talentos, obviamente descreyendo que esas niñas podrían tener el potencial para luego encumbrarse en el Top ten. Venus ganó 5 torneos de Wimbledon. Papá Corazón La película, de casi dos horas y media, sigue a Richard cumpliendo de punta a punta su “manifesto”, el cual concibió para que sus hijas llegaran a la cima. Venus es la que tiene la gran oportunidad, y es Serena la que ve, casi como espectadora, cómo todo apunta a consolidar a su hermana mayor. Pero la película es sobre una familia, de dónde provino y los obstáculos que debieron superar. Es una historia de superación, que el que se quede con los fríos números de los trofeos y el dinero que ganaron las hermanas Williams se quedará con la foto del momento y no con la película. Como ver un árbol en primer plano y no el bosque completo. Claro que Richard, que tampoco era un santo, no estuvo solo. Su esposa y madre de las chicas, Brandi (Aunjanue Ellis) también estuvo ahí, al lado de las niñas, y trabajó para que las virtudes -naturales de Venus y Serena- junto a sus esfuerzos -de todos, pero principalmente de las tenistas- rindieran sus buenos frutos. Smith no solamente compone desde el exterior a Richard Williams (por supuesto que el filme luego mostrará al auténtico padre), copiando sus posturas, sus movimientos y gestos, sino que nos hace sentir parte de la familia. Y sufrir, si cabe el término, cuando toma las decisiones que a primera vista parecen erróneas. Es el típico padre que hace todas por sus hijas, desde sacarle tiempo al poco tiempo que tiene, a llegar hasta los mejores agentes y entrenadores para que le brinden lo que él, un obsesivo, siente que no puede otorgarles. Además de Saniyya Sidney y Demi Singleton, como las jóvenes Venus y Serena Williams, entregando todo el arco, sea dramático o deportivo, es muy factible que el actor de Hombres de negro y Ali esté en la primera línea en la discusión cuando se aproxime la temporada de los premios. Smith se come, engulle la película, y difícilmente uno pueda sacarle los ojos de encima. Como Venus y Serena en los courts, Smith tiene todo para consagrarse como maestro de actores.
Texto publicado en edición impresa.
Llegó a los cines “REY RICHARD: UNA FAMILIA GANADORA”, una obra protagonizada por Will Smith sobre las legendarias tenistas Venus y Serena Williams. Richard Williams (Will Smith) entrena desde pequeñas a sus hijas para que se conviertan en las mejores tenistas del mundo. Enfrentándose a un contexto social y económico difícil, deberá encontrar alguien que crea en la capacidad de sus hijas. Por lo general las películas basadas en hechos reales son muy difíciles de realizar, más aún cuando se enfocan en un personaje famoso. La dificultad reside en encontrar el recorte del hecho que se quiere narrar y entender que se busca transmitir sobre una determinada historia de vida. En este aspecto el largometraje tiene su primer acierto. El enfoque está puesto en Richard y en su obsesión por cumplir su objetivo. Lo fácil hubiese sido mostrar el punto de vista de las hermanas Williams para provocar una fácil identificación del espectador con un personaje ya conocido. Pero el filme no toma este camino. Decide mostrarnos el descabellado objetivo del padre en un entorno que no lo favorece en lo absoluto. La obra se propone un objetivo muy difícil, pero a la vez correcto para cualquier ficción que busca contar una historia dejando algo especial al espectador. Plantea una reflexión en torno al ego del personaje principal, quien en su búsqueda se enfrenta a un contexto social, económico y racial que le sirven de obstáculos. Es una historia de superación, pero no cualquier superación. Tenemos un protagonista que deberá enfrentar una transformación extraordinaria para que su plan se cumpla: deberá comprender que a veces lo mejor es el cambio. Es en este punto donde quizás le cuesta a la obra encontrar un rumbo claro sobre lo que desea hacer con su personaje y no termina de definir algo concreto. Es el tercer largometraje de ficción del director Reinaldo Marcus Green y esta historia ya alcanzó un alto nivel narrativo. Los planos y encuadres tienen una gran carga emocional que van directo a lo que el filme quiere transmitir al espectador. Se manejan perfectamente los momentos de tensión emocional y deportiva, convirtiendo el tenis en un deporte cinematográfico Will Smith se transforma completamente en el personaje de Richard y su actuación es uno de los pilares del largometraje. Logra que empaticemos con el protagonista, por más que por momentos no estemos de acuerdo con su accionar, lo queremos ver triunfar y lograr su objetivo. Hay normalmente una gran dificultad en el cine al hacer actuar a menores de edad. Las actrices de Serena y Venus (Demi Singleton y Saniyya Sidney respectivamente) logran esta tarea y nos hacen meternos en la historia. “REY RICHARD” es una de las grandes películas del año. Logra superar las adversidades que siempre conllevan las historias basadas en hechos reales y nos cuenta una historia emocionante en la que, a pesar de ya saber el final, estamos permanentemente expectantes del mismo. Por Felipe Benedetti
Historia de corazón. Will Smith se pone en la piel de Richard Williams, el hombre detrás del ascenso de las legendarias Venus y Serena en el mundo del tenis. Rey Richard: Una familia ganadora no sólo es una historia familiar poco conocida, sino que también nos informa sobre las adversidades que las hermanas debieron atravesar por aquel entonces en la que el racismo estaba a flor de piel, donde el tenis era considerado sólo un “deporte para blancos” y el riguroso entrenamiento de Richard era cuestionado por la prensa. El filme, tal como lo dice el título, estuvo apoyado por la familia de las deportistas. Siendo las hermanas parte de la producción ejecutiva se buscó que la imagen de Richard Williams se viera favorecida considerando la fama de “Luis Rey” del tenis que la prensa le había hecho por su método riguroso. Ayuda muchísimo la interpretación de Will Smith, que nos demuestra una vez más que puede conmovernos con sus grandes actuaciones como sucediera en otras biopic como Ali o En busca de la felicidad. Con Rey Richard el actor estudió a la perfección los movimientos del patriarca Williams, incluso recreando su forma de hablar. Mientras que las jóvenes Serena y Venus estuvieron a cargo de Demi Singleton y Saniyya Sidney, a quien próximamente vamos a ver en la serie First Lady, biopic centrada en Michelle Obama, donde la joven interpretará a Sasha, su hija. Para el papel, las actrices se nutrieron de videos sobre las tenistas en la que el resultado es abrumador. Además de la extensa duración de 145 minutos, también debo objetar de este filme que, con la finalidad de querer dejar bien parado al personaje de Will Smith, se omiten otros detalles de su vida como su historial amoroso que incluía cinco hijos que ya tenía antes de las tenistas, relaciones extramatrimoniales y el casamiento con una joven casi de la edad de sus hijas. Comprendo que sea una biopic y que por espacio no pueden incluirse, pero también entiendo que intentaron potenciar sólo lo mejor de Richard Williams. Este año tenemos La Casa Gucci o Spencer para disfrutar en la pantalla grande y sumadas a Rey Richard, la competencia en los Oscar se postula más feroz que nunca.
"Somos una familia del gueto, no venimos a robarle sino a hacerlo rico". Antes que se cumplan los cinco minutos de haberse iniciado la película, Rey Richard trae de regreso a ese gran actor que cada tanto aparece en la filmografía de Will Smith. La última vez que lo encontramos en el cine fue en el drama deportivo Concussion, estrenada en el 2015, que no llegó a tener la notoriedad que se merecía. Un género que le sienta bien a Smith y con esta nueva incursión podría obtener su primer Oscar por la interpretación dramática que ofrece como el padre de las tenistas Serena y Venus Williams. Habrá que ver el año que viene como queda conformada esa categoría pero si lo ignoran en la nominaciones va a ser un escándalo ya que claramente sobresale entre las actuaciones destacadas del 2021. El film de Reinaldo Marcus Green (Joe Bell), un cineasta que proviene del circuito independiente, narra los orígenes e irrupción en el mundo del tenis de las famosas hermanas desde la perspectiva de su padre, el controversial entrenador Richard Williams. Una mezcla bizarra entre un Jerry Maguire del guetto de Compton y Ray Kinsella (El campo de los sueños) con esteroides. Cuando sus hijas tenían cuatros años El Rey Richard escribió un plan de 85 páginas donde detallaba el modo en que las niñas terminarían por conquistar los circuitos internacionales del mundo del tenis. En ese momento la idea que una chica negra del barrio de Compton (ni siquiera pensemos en la posibilidad de dos hermanas) pudiera acceder al ambiente elitista de esta actividad deportiva más que una utopía era un concepto que pertenecía al realismo mágico. Salvo por su esposa que lo apoyaba, mientras mantuviera su trabajo como efectivo de seguridad en un comercio, el resto de las personas que conocían a Williams creían que estaba completamente loco. Sin embargo Richard con una determinación increíble se mantuvo firme a su visión contra viento y marea y ya sabemos cómo termina la película. Spoilers: Venus y Serena se convirtieron en dos de las jugadoras de tenis más importantes de la historia. Más que una crónica deportiva el film de Green explora la psicología de este hombre que se desenvuelve como un jugador de póker que siempre parece tiene un as debajo de su manga y está convencido que es la única persona que puede cuidar a sus hijas e impulsar su carrera a largo plazo. Hay una escena muy particular que el director musicaliza con el clásico tema de Kenny Rogers, The Gambler, un clásico de la música country que se refiere a las estrategias de juego y no podía retratar mejor la personalidad de Williams. Will Smith elabora una composición magnífica que lejos de glorificarlo muestra diferentes matices de su carácter que en ocasiones genera conflictos con su familia y entrenadores famosos del mundo del tenis. Si bien el espectáculo que se ofrece prácticamente está pensado para el lucimiento del protagonista, la obra de Green cuenta además con un muy buen reparto donde sobresale especialmente Jon Bernthal, como el célebre coach Rick Macci. Adenás de las hermanas Venus otros celébres deportistas que dirigió fueron Jennifer Capriatti, Andy Roddick y Maria Sharapova. Bernthal tiene muy buenos momentos junto a Smith y vuelve a demostrar que puede sacar adelante todo tipo de roles más allá de los tipo duros con lo que suele estar asociados. Rey Richard es una gran película que no defraudará a los seguidores de este tipo de historias o del protagonista, quien hace rato no encontraba un proyecto donde pudiera lucirse otra vez con una sólida interpretación dramática.
Ni Dios, ni patria, ni Rey, ni amo Poco a poco Smith halla su lugar en este nuevo mundo del streaming y vuelve a reencontrarse con su público. ¿De qué va? Basado en la historia real, King Richard sigue el viaje de Richard Williams, un padre imperturbable que contribuyó a la crianza de dos de las atletas más extraordinariamente dotadas de todos los tiempos, quienes terminarán cambiando el deporte del tenis para siempre. El para mí desconocido Reinaldo Marcus Green es el encargado de contar la vida de Richard Williams de una manera bastante convencional pero muy efectiva, con la dosis justa entre la vida de la familia, hechos reales y partidos de tenis. Creo que una de las cosas más acertadas de la película fue centrarse en un período de tiempo determinado. Ya quedó más que demostrado que en películas de 120 minutos es imposible retratar toda una vida, y al momento de hacer las restricciones quedan afuera ciertos aspectos básicos que podrían o no ser importantes para la trama, terminando todo en biopic mediocres. King Richard, Will Smith Por otro lado y con el diario del lunes, ya sabiendo que todo el trabajo y el plan de Richard Williams salió bien, esto es traducido como un viaje de superación. Pero para serles sincero, nunca llegué a empatizar con el Rey, una persona obstinada, intransigente y soberbia, que le exige humildad a sus hijas y tiene un solo plan en su cabeza. A base de mucho esfuerzo conquistó lo inimaginable y lo hizo a su manera saliendo de toda fórmula, pero eso lo decimos hoy por los resultados. ¿Hasta dónde todo esto está dramatizado y qué es verdad? El director expresó previamente: «Eso es muy importante para mí como cineasta: ¿Dónde están los límites? ¿Dónde podemos empujar? No había límites, pero decían: ‘Solo queremos que seas sincero con lo que nos representa. No deseamos ningún adorno en aras de la licencia dramática'». A pesar de ese aspecto puntual, es una buena película que tiene ritmo, grandes actuaciones con un Will Smith muy cómodo y una excelente caracterización de las hermanas. Conmovedora por momentos, donde la lucha social, el sentido de pertenencia y la ilusión de una vida mejor, no solo para uno sino para los suyos, te tocarán una fibra para que al final conectes con ellos y los entiendas.
Hace pocos días, en el Festival de Mar del Plata, una coproducción argentina y uruguaya, 9, con Rafael Spregelburd, se metía con un tema espinoso: la salud psíquica de los jugadores de elite. En un retrato duro, de un jugador sometido por su padre manager. Una figura que, más que manejarle la carrera, es el dueño de su vida. El retrato que Rey Richard hace de Richard Williams, papá de Venus y Serena Williams, es todo lo opuesto. Un afectuoso y dedicado padre de cinco nenas que lucha por salir adelante en el contexto adverso de una familia afroamericana. “En nuestro mundo, el tenis no era algo muy común: estábamos demasiado ocupados huyendo del Ku Klux Klan”, se escucha en su voz, en los primeros minutos. Con producción de su protagonista, Will Smith, en un papel de Oscar, así como también de las hermanas Williams, Rey Richard es un coming of age cruzado con el clásico relato de superación. Pero el centro, en el film dirigido por Reinaldo Marcus Green, es ese padre, un hombre obstinado en cuidar, pulir y acompañar el talento de sus dos hijas según sus propias reglas. Concentrado en ese retrato, el film avanza con fluidez, una historia entretenida para todo público. Un crowd pleaser que por suerte no sobrecarga la cuestión inspiracional ni con musicalizaciones épicas ni con golpes bajos. Y que tiene a bien incluir largas secuencias de juego, claras y atrapantes para cualquiera. El despegue de la vida profesional de las Williams, de la mano de su padre, termina así como una pequeña y agradable película sobre el talento y las posibilidades de demostrarlo en un mundo difícil. A menos que haya por ahí un Rey Richard, empujando la pared.
Como su título lo indica, Rey Richard: Una familia ganadora es una exaltación de Richard Williams, el padre de las tenistas afroamericanas Venus y Serena Williams. La película tiene todos los condimentos de una biopic norteamericana clásica y una precisa dosificación de recursos y elementos: es dramática sin excederse, humorística cuando es necesario, política cuando hace falta, conmovedora hacia el final, y entretenida durante el transcurso de la trama. Todo el peso de la historia dirigida por Reinaldo Marcus Green cae sobre los hombros de Will Smith, quien interpreta de manera convincente al personaje del padre de las hermanas que ganaron todos los torneos que se propusieron para convertirse en las número uno del tenis femenino mundial. Richard Williams se muestra como un padre completamente entregado a sus hijas Venus (Saniyya Sidney) y Serena (Demi Singleton), las más chicas de una familia integrada por cinco hermanas (las otras tres son hijas de la esposa, Oracene Price, con otro matrimonio). La clave de esa entrega está en que Richard tiene un plan. Incluso desde antes de que nazcan las nenas ya sabe lo que quiere para ellas. La disciplina excesiva que les inculca a las chicas puede parecer propia de un desquiciado, al que se le va un poco la mano con el entrenamiento. Pero la película de a poco va mostrando los argumentos de Richard, su modo de pensar, su convencimiento de que sus hijas tienen que entrenarse duro para cumplir el sueño al que están destinadas: ser las mejores, tanto en el deporte como en la vida. El filme se las ingenia para contar, en poco menos de dos horas y media, cuando dan sus primeros pasos en busca de un entrenador, cuando se entrenan en la canchita del barrio, cuando empiezan a participar en los torneos Junior, cuando consiguen su segundo y definitivo entrenador (interpretado magistralmente por Jon Bernthal) y cuando se mudan a Florida, donde Richard decide que las chicas no van a participar más en los Junior. Porque si hay algo que sabe el terco y metódico Williams es que las niñas tienen que crecer con normalidad, priorizando el estudio y la familia. Ya llegará el momento de dar el salto al nivel profesional. Por más que pueda parecer una publicidad de las tenistas (y una ficción que elogia la figura paterna), la película construye un personaje inspirador, que se planta ante los ventajistas de siempre, los mismos que quieren aprovecharse del talento de las chicas para hacerse millonarios. Richard está ahí para pararles el carro, para decirles no. Hay un momento clave: Richard obliga a la familia a ver Cenicienta, el clásico animado de Disney. Cuando terminan de verla, les pregunta qué les enseñó. Ante las respuestas insatisfactorias, Richard les dice que la película les enseña a ser humildes. De alguna manera, Richard está hablando de Rey Richard. Ese es el momento en que el mensaje de la película de la ficción se une con el de la que vemos en la sala. Al final quizás se ajusta demasiado a una fórmula de biopic documental que muestra fotos de los personajes reales, con el consabido efecto emotivo. Sin embargo, Rey Richard despliega una cantidad apabullante de herramientas y recursos narrativos, con un ritmo inquebrantable, para contar una historia más importante de lo que parece.
Reseña emitida al aire en la radio
Todos conocen a Venus y Serena Williams. Sus carreras extraordinarias son parte fundamental de la historia del tenis. Estas dos hermanas vienen haciendo historia desde hace mucho tiempo. También muchos conocen a su padre, Richard Williams, pero mucho menos. Su fama no va más allá del mundo del tenis. Rey Richard cuenta su historia, el trabajo minucioso y obsesivo que realizó para convertir a dos de sus hijas en las potencias más deslumbrantes del tenis mundial. Will Smith decidió producir este film protagonizado por él junto con la participación de las hermanas Williams como productoras ejecutivas. Es decir que se trata de una biografía completamente autorizada de la familia. Smith también tiene a su cargo el rol principal, imitando al padre de las tenistas, con un poco de sobreactuación, como buscando su Oscar. Nada grave, pero se nota que está actuando, haciendo un esfuerzo. Las actrices que interpretan a las hermanas, Saniyya Sidney (Venus) y Demi Singleton (Serena) son de un carisma tan natural que logran que la película recupere autenticidad más allá de su protagonista. Por otro lado, el guión resalta la figura de la madre, a la que le da al menos dos escenas de Oscar pero también de valoración en la educación de sus hijas, algo que otro film podría haber olvidado. Aunjanue Ellis, interpretando a Oracene Williams ya tiene su nominación en el bolsillo. Sin embargo, el gran mérito de la película consiste en que todos sabemos como termina y esto no impide que tenga emoción, incluso suspenso, en cada escena. Desde las calles del duro barrio de Compton, California, a los mejores torneos del tenis mundial, la historia de las hermanas Williams es conmovedora y sorprendente. Sus pocos recursos, el racismo del tenis, la falta de fe en ese raro padre, todo es puro drama. Richard es intenso, maniático y agotador, saber el final del camino lo hace tolerable y querible, porque si hubieran fracasado otra sería la historia. La película se esfuerza por mostrar un lado cariñoso y diferenciarlo de los padres que depositan sus frustraciones en sus hijos. La historia de la familia Williams merecía una película porque su drama tiene carácter cinematográfico. El lugar donde la película decide cerrar, también es inteligente y cargado de una enorme emoción. Su discurso es bien norteamericano. El esfuerzo, el trabajo y la dedicación, llegar hasta lo más alto por mérito propio y sin que nadie regale nada. En eso la película representa a la perfección el sueño americano.
Cada vez que sale una biopic para la pantalla grande entra mucho en juego, desde encontrar al actor justo para personificarlo y que la historia y esencia del protagonista se vean totalmente plasmadas ahí. En este caso hablamos de la bio de Ray Richard, padre de las premiadas tenistas Venus y Serena Williams. El actor encargado de interpretarlo es el querido Will Smith, quien en los últimos años estuvo produciendo y dirigiendo varios proyectos sin parar. Una historia que muchos desconocían, un padre que llevó a la fama a dos de sus cinco hijas para que triunfen en el tenis. Esta familia además de numerosa y atlética, es soñadora. Ray se ocupó de enseñarles desde cero a jugar al tenis, leyó revistas, libros y hasta miró cantidad de veces partidos para aprender y llenar de conocimiento a quienes iban a ser las futuras deportistas. En la película vemos cómo estas hermanas desde pequeñas aprendieron a ser gigantes como personas y en el deporte gracias al apoyo de su familia. Mucho camino recorrido en una época difícil por la discriminación racial, pero le hicieron frente y hoy se las reconoce por su humildad y destreza. El cast elegido es realmente excelente. Estuvieron muy bien representadas cada una de las partes, especialmente Demi Singleton y Saniyya Sidney, quienes estuvieron impecables interpretando a las hermanas. Ambas logran atrapar al espectador con su trabajo que sin dudas es producto de estar también junto con Will a su lado personificando a Ray porque el actor se destaca a todo momento y junto con las actrices se complementan. Por su parte, el actor Jon Bernthal también logra un eximio resultado con un gran personaje. El film está muy bien ambientado, tanto en estética como con la música. Si bien la historia es interesante, en cuanto al desarrollo quizás a la mitad el film se hace un poco largo porque hay partes que no aportan mucho a la historia. También se nota que hay ciertos aspectos de la vida de los personajes que fueron pasados por alto a propósito porque en su momento fueron realmente cuestionados, como ser la estricta manera que Ray tenía para enseñar y su aparición en cámaras todo el tiempo. Sin embargo, desde el primer minuto la película nos va dejando muchas enseñanzas de vida, lo cual me remonta a «En busca de la felicidad», film en el que Will también apostó por ello desde la producción y el resultado es excelente. Sin dudas, «Rey Richard» es la biopic del año y seguro tenga varios premios en su haber cuando se realicen las entregas. Se transmite mucho el espíritu deportivo, más siendo un deporte tan difícil en todo sentido como lo es el tenis, por su estructura y el poder tener reconocimiento. Al terminar de ver el film además de llorar y emocionarse, instantáneamente salís con ganas de ir a jugar tenis y copiar a las hermanas Williams, lo cual es claramente imposible. Pero salís realmente inspirado por semejante historia.
King Richard" ("Rey Richard") es la nueva película dirigida por Reinaldo Marcus Green, con guion de Zach Baylin, basada en un hecho real que cuenta la historia de la familia Williams pero especialmente centrada en un padre, y un pĺan: que sus hijas sean las mejores tenistas de la historia. El matrimonio formado por Richard (Will Smith) con Brandi (Aunjanue Ellis) tiene cinco mujeres pero su obsesión está centrada en Venus (Saniyya Sidney) y Serena (Demi Singleton). A ellas las entrena sin descanso y con una rigurosidad que del otro lado, puede ser molesta. Pero así era él, y así funcionó su estrategia. La familia, que se completa con Yetunde (Mikayla Lashae Bartholomew), Lyndrea (Layla Crawford) e Isha (Daniel Lawson) vive en Compton, y Richard lleva a sus hijas a entrenar a diario a un Club donde tiene que defenderlas de un entorno peligroso. Nada lo detiene ni lo hará salir de su esquema, cualquier obstáculo será sorteado aunque se equivoque, porque en su cabeza todo está perfectamente diagramado. En la historia participan diferentes entrenadores, al principio Paul Cohen (Tony Goldwyn) y luego Rick Macci (Jon Bernthal). Will Smith en el papel de ese padre comprometido pero inflexible, entrega un gran trabajo, al igual que el resto del elenco. Richard les exige desde el amor y les enseña a no perder jamás la humildad, aunque muchas veces su terquedad me hizo estar en la vereda opuesta, ya que Richard sigue su plan ignorando la opinión de entrenadores, managers, publicistas y hasta su propia mujer. Es apasionante ver (aunque sean pocas) las escenas que recrean los verdaderos partidos en este drama deportivo que se centra en la formación, despegue y consagración de dos estrellas del tenis mundial. Una película inspiracional, entretenida y muy bien lograda que los amantes del tenis van a adorar.
Basada en una historia real seguimos la vida de Richard Williams un padre de familia cuyo objetivo principal es convertir a sus hijas Venus y Serena en estrellas del mundo del tenis. Debido a su condición socioeconómica este no fue un camino fácil, pero Richard Williams sabía que tenía dos hijas con un talento extraordinario y estaba dispuesto a hacer todo lo posible para que tengan una gran carrera en el mundo del deporte. “Rey Richard: Una familia ganadora” es un drama biográfico estadounidense estrenado el 19 de noviembre de 2021 en Estados Unidos. Protagonizada por Will Smith estamos ante una película emotiva e inspiradora que sigue el arduo camino que recorrieron las famosas tenistas Venus y Serena Williams. Es un film algo largo pero su extensión está justificada. Contaron la historia casi al detalle y a pesar de durar más de dos horas no se hace pesado en ningún momento. Hay que tener en cuenta que el film se centra principalmente en la carrera de la hermana mayor y no tanto en la de Serena. A pesar de que conocía la historia aun así logré sorprenderme y sufría cuando las cosas no salían cómo la familia pensaba. El caso de estas chicas es sumamente inspirador y es una gran historia de superación que le muestra a mujeres de todo el mundo que con esfuerzo se puede salir adelante. Se destacan las actuaciones de Will Smith (Richard Williams), Sniyya Sidney (Venus Williams), Demi Singleton (Serena Williams) y Aunjanue Ellis (Oracene «Brandy» Price) Si les gustan las historias basadas en hechos reales entonces les recomiendo ver “Rey Richard: Una familia ganadora”.
El pasado jueves llegó a los cines argentinos, la película biográfica #reyrichard , la cual narra los inicios en el deporte de las célebres tenistas Venus y Serena Williams. Al parecer, el objetivo de la película es retratar y rendir homenaje a una figura fundamental en sus vidas: su padre, y su primer entrenador. Impulsado por una visión contundente respecto del futuro de sus dos hijas menores y utilizando métodos poco convencionales, Richard Williams (interpretado de forma conmovedora y más que convincente por Will Smith) posee un plan que, según él, llevará a Venus y Serena Williams de las calles de Compton, California al tenis profesional. Junto a su esposa Brandi (Aunjanue Ellis) hacen toda clase de esfuerzos y sacrificios como padres para poder cumplir con cada ítem de dicho plan, porque según él "Hay que planear cada día". En este trayecto que muestra los inicios de las hermanas atletas y que han logrado tantos triunfos y revolucionado el mundo del tenis gracias al apoyo y perseverancia de su padre. Asimismo, la película al ahondar en su contexto histórico y sociocultural expone temas como la desigualdad de clases y la discriminación étnica en Estados Unidos, y particularmente dentro del universo del tenis, un deporte históricamente de blancos de élite. A pesar de construir un relato entretenido (aunque extenso) y muy conmovedor #kingrichard , pone en evidencia que es una de esas típicas narraciones sobre el American Dream, en donde sus protagonistas que forman parte de una minoría social, después del sacrificio y la resiliencia logran alcanzar el éxito. Es decir, un relato esperanzador de "espíritus ganadores". La película expresa además que el padre de las tenistas Williams no sólo les enseñó las técnicas y disciplinas del deporte, sino también valores fundamentales como respeto y humildad. Es pertinente mencionar también que si bien al comienzo parece ser un relato idealizado de un padre, según avance la acción, esta figura también será cuestionada, y como cualquier humano se mostrarán de igual modo sus defectos, porque como explicita la canción de Nina Simone utilizada en el filme "Todo hombre necesita redención".
El director de 'Good Joe Bell' y 'Monsters and men', entre otras, estrenó en la pantalla grande la historia de Richard, el padre de Venus y Serena Williams, quien al nacer sus hijas ya tenía un plan elaborado para ellas: transformarlas en estrellas del tenis mundial. A lo largo de sus dos horas y media la película ilustra con detalle cómo este padre de familia numerosa y de bajos recursos de Compton, California intenta todo lo que tiene a su alcance, con esfuerzo, humildad y dignidad, para que sus hijas se transformen en las figuras del deporte que el plan por él elaborado establecía. Exigente, humilde, honesto pero también terco e irreprochable, la figura de Richard genera por momentos admiración y en otros rechazo. La idea de apegarse tan estrictamente a un plan que el mismo elaboró, sin consultar ni a su mujer (una extraordinaria Aunjanue Ellis) ni a sus hijas adolescentes, lo lleva a enfrentarse con su familia y el círculo que lo rodea: entrenadores, representantes, etc. Si bien la película tiene una duración prolongada de más de dos horas y media, Green decide narrar la historia de la familia Williams (en especial el crecimiento de Venus) hasta los quince años de la tenista. Así, 'Rey Richard' relata la adolescencia de las hermanas, las prácticas deportivas que tenían con su padre y cómo fue que empezaron a crecer profesionalmente. SENSIBILIDAD En relación al contexto social, Green hace referencia en determinados pasajes a la realidad de aquel entonces, sin embargo decide enfocar con más ahínco la historia deportiva y la relación de Richard con su familia. Will Smith desarrolla su personaje con una sensibilidad y pasión destacables. Su composición es impecable. La dupla con Aunjanue Ellis es sólida y fuera de la cancha de tenis, en el seno de la intimidad de ese matrimonio, ambos logran crear climas interesantes que colocan al espectador en otra situación totalmente diferente a la que se vive en el campo del juego. 'Rey Richard' es una película muy bien contada e interpretada, que será de agrado para los deportistas por el mensaje de superación, humildad y competencia leal, pero también para quienes desean pasar un buen rato frente a la pantalla grande y porqué no, dejarse emocionar por el sacrificio de este padre para cumplir el sueño de sus hijas.
VENTAJA WILL SMITH Serena y Venus Williams son dos de las más importantes deportistas de todos los tiempos, no solo por los resultados obtenidos en el tenis profesional sino porque además desde su condición de clase y raza se convirtieron en íconos, en símbolos que desde su individualidad abrazaron a toda una comunidad. Dos negras de una familia de clase trabajadora imponiéndose en el mundo del tenis fue algo inusitado. Este biopic que narra la historia de las hermanas tiene sus singularidades, porque en verdad las aborda de manera lateral, haciendo centro en la figura del padre, Richard, un tipo obcecado que cimentó, junto a su esposa, el camino de sus hijas, enseñándoles los rudimentos del deporte y acercándolas a los mejores entrenadores. La película de Reinaldo Marcus Green es indudablemente efectiva si la pensamos en lo estrictamente genérico, aunque sospechamos que se construye sobre una serie de manipulaciones evidentes. Lo que le importa al film es mostrar el camino de una familia de clase laburante, que tienen como empresa grupal (pero especialmente del padre) convertir a estas dos chicas en las máximas referentes del tenis mundial. Hay algo de la distancia entre los personajes y el objetivo buscado que resulta absolutamente absurdo, y eso vuelve a la película casi como un cuento. Uno adivina que don Richard debe haber sido un sujeto algo más complicado que lo que muestra la película, endulzando y aligerando muchas de sus actitudes, pero Will Smith (en un personaje que tal vez lo termina acercando al Oscar tan mentado) se encarga de hacer de esa criatura alguien imprevisible. ¿El tipo busca el éxito o que sus hijas se perfeccionen? ¿Deposita en sus hijas una serie de frustraciones personales o lo hace por ellas? ¿Por qué las otras hijas aparecen orgullosamente relegadas? Esa falsedad que la película aprovecha para construir un relato sin fisuras y concentrado en un objetivo puramente celebratorio, encuentra su mayor contradicción en un elemento que la película repite constantemente. Si por un lado don Williams pretende que sus hijas se formen como personas antes que como deportistas exitosas, la cercanía de contratos jugosos con grandes firmas de ropa deportiva es usada por la película como una reafirmación del éxito al que arribaron las hermanas. Entonces… ¿el espíritu deportivo o el éxito económico? Claramente todos los biopics aligeran cuestiones, o refuerzan catástrofes, para congraciarse o denostar al personaje de turno. El problema de Rey Richard: Una familia ganadora es que aquí esa manipulación se nota, está en la superficie del relato. En esa contradicción constante se balancea un film que en todo caso sabe filmar eso que muestra (el registro del tenis es perfecto) y se aprovecha de buenas actuaciones como la de Jon Bernthal o la frescura de Saniyya Sidney y Demi Singleton, revelaciones absolutas como las hermanas Williams.
Amarás a Will Smith sobre todas las cosas Tras la pre pandémica Bad Boys para siempre, Will Smith regresa a la pantalla grande con Rey Richard, un clásico, inspirador y edulcorado drama deportivo que cuenta los inicios de las icónicas tenistas afroamericanas Venus y Serena Williams a través de la figura de su perseverante y exigente padre, Richard. Podría resultar un tanto antipático criticar negativa y minuciosamente un drama deportivo de estructura clásica que, de manera eficiente, logra conmover y entretener en igual medida. Para colmo, se suma a esa virtud el hecho de que los protagonistas reales de esta historia hayan logrado triunfar en un contexto de adversidad racial y económica, y sin lugar a dudas, el camino de superación que atravesó la familia Williams es abordado en Rey Richard a través de una fórmula infalible, basada en que la emoción no opaque al humor y, fundamentalmente, en que conocer los sucesos reales no signifique la pérdida del interés. Tampoco puede obviarse otro atractivo -este, quizás, un poco más innovador- tan determinante como no estar frente a un típico drama biográfico centrado en personajes conocidos por todo el mundo. El gancho no es “una película sobre Serena y Venus Williams” sino “una película sobre el padre de las hermanas Williams”. ¿Es acertado este enfoque? Sin dudas. Entonces, ¿cuál es el problema? Fanático o no del tenis, probablemente sean pocos los que no sepan quiénes son Serena (Demi Singleton) y Venus Williams (Saniyaa Sidney) y lo que han logrado –y significado- tanto deportiva como socialmente, insertándose de manera profesional en un ambiente ocupado mayormente por blancos. Lo que puede no sea del conocimiento de todos es la trascendencia que tuvieron sus padres, Richard (Will Smith) y Brandi (Aunjanue Ellis), quienes desde el nacimiento de las icónicas deportistas proyectaron en ellas el futuro al que efectivamente llegarían. Ese “plan” de vida, resaltado reiteradamente por Richard en la película (y llevado a cabo especialmente por él), consistió en una estricta educación que relució algunas actitudes radicales de su parte, llegando a intervenir de manera impredecible y asfixiante en los primeros pasos profesionales de sus hijas e incluso en el trabajo de los entrenadores que supo conseguir para ellas, Paul Cohen (Tony Goldwyn) y Rick Macci (Jon Bernthal). El debut comercial como director de Reinaldo Marcus Green (en el que, además de Smith, resultan productoras las mismísimas Venus y Serena) recorre ese aspecto de la familia y, más allá de funcionar como un homenaje a la figura de Richard, sirve como excusa para que Will Smith sea objeto de halagos y potenciales nominaciones. La interpretación del recordado Príncipe de Bel Air contiene todos los rasgos demandados para las consideradas grandes actuaciones (aquellas que cuanto menos discretas, mejor) tanto por el público como la Academia, que van desde una complexión física efectista a un sinfín de escenas que le permiten ser el centro sobre cualquier otra cosa. Es así que durante las algo extensas -e innecesarias- dos horas y media de duración, Richard Williams es introducido como víctima de su contexto actual y pasado, para luego pasar a ser un entrañable manipulador que logra sus objetivos a través del carisma o la temeridad (porque cuantas más facetas incluya un personaje, mejor). Y claro, el protagonista debe ser adorable no solo cuando es virtuoso sino también cuando parece estar lejos de serlo. Ello no significa que el guion de Zach Baylin no busque apartarse de una conceptualización ideal de la figura paterna, similar a la que el mismo Smith interpretó en la recordada En busca de la felicidad (2007). Es por ello que le atribuye al patriarca Williams rasgos que no siempre generan empatía (por ejemplo, todas las discusiones que mantiene con su esposa, Brandi, lo dejan en una incuestionable posición equivocada), pero que, inmediatamente deben ser desplazados para dar paso al Rey Richard, ese padre incansablemente obstinado que hará lo posible porque sus hijas triunfen, sean humildes y se mantengan alejadas de cualquier vicio propio de la fama prematura. Desde ya, el regreso de Will Smith a la pantalla grande es una propuesta dinámica, compuesta de un gran reparto secundario y una ejecución que logra un equilibrio en todas sus búsquedas, amén de que a veces también sea víctima de ellas. Porque la idea es que nadie tenga muchas chances de pensar “esto no se qué tan bien está”. Amar a Rey Richard y, por consiguiente, al bueno de Smith, es el primer mandamiento.
Qué complicado todo, amigos. No, ya sé, no quieren quejas: se queja todo el mundo y usted no compra esta revista para que el crítico de cine le diga “qué complicado todo”. Pero así son las cosas por ejemplo con esta película que cuenta la historia del abnegado, increíble, dedicado, obcecado padre de las hermanas Venus y Serena Williams, dos monumentos del tenis femenino que marcaron una época. En realidad, cuenta la historia de Will Smith interpretando a un personaje abneado, increíble, dedicado, obcecado que le podría dar un Oscar, como hace cada tanto (que quiere un Oscar). Lo que nos deja la película: una más sobre triunfos deportivos que no cuenta más que la historia de los Williams. Pero, la película pasa por el costado del tema más importante: ese hombre en realidad está loco. En cierto sentido, estamos ante el reverso de una película de terror, por muy simpáticos que sean los personajes, por muy bien que nos caiga Will Smith. Es decir, estamos ante un film construido para no ofender a nadie que permite ver, en su propio artificio y sus ausencias, un cuento lleno de elementos perturbadores. Lo más interesante de esta película pasable es aquello que no se ve, la sospecha de un malestar que no termina de irse cuando salimos de la sala.
“King Richard” combina la historia de superación de aquel soñador que tiene un plan con la trascendencia hacia el estrellato deportivo de dos de las atletas más fascinantes del último tiempo. Serena y Venus Williams, previo objeto de estudio en el documental dirigido por Maiken Baird y Michelle Major -estrenado en 2013-, dominaron el tenis a nivel mundial. El efecto inspirador y motivador tras la gesta fue su padre, Richard. Un héroe moral que no carga las tintas de la negatividad lacrimógena que suele afectar a este tipo de cine. Se trata de la historia del típico underdog en el mundo del deporte, que tan atractivo resulta a ojos de la audiencia, desde improbables épicas de hazaña deportiva como “Rocky” y todo sucedáneo heredero. El working class hero que se supera a sí mismo siempre conectará con el mundo cinéfilo. Lo valioso de la propuesta dirigida por R. Marcus Green, reside en la concreción de un retrato que no endiosa a su objeto de estudio, agraciado por los matices dramáticos que provee Will Smith, un actor cuyo talento, a menudo, puede pasar desapercibido bajo la manufacturada receta del cine de acción comercial, pero cuyo amplio abanico interpretativo nos ha legado actuaciones memorables. Muchas de ellas, curiosamente, ambientadas en el mundo del deporte, como “la Leyenda de Bagger Vance” o “Ali”. La película se conforma en una biopic que genera positivismo, bajo la efectiva fórmula que adosa un conmovedor drama familiar a la infalible estrategia para alcanzar el éxito. El trabajo duro como método que ha dado fruto en numerosas historias de vencedores cenicienta. No hay otra forma que la extrema entrega para concebir una disciplina casi marcial. El personaje interpretado por Smith deletra la palabra ganadora sin titubear. Se sabe guardián del propio destino de sus hijas. Redacta un manifiesto. Visiona un diamante en bruto. O dos. Perfecciona los talentos que la divina providencia otorgo. Sabe del esencial sacrificio brindado. “King Richard” exuda el valor de la lucha a través de los obstáculos y nos inculca que el trabajo duro, la persistente dedicación y una meta clara a alcanzar pueden derribar cualquier probabilidad en nuestra contra.
Punto para el cine King Richard, la película recién estrenada y acá penosamente titulada El Rey Richard: una familia ganadora, es una muestra de que, quizás, Hollywood esté empezando a entender mejor -y con mayor beneficio para los espectadores- cómo sobrevivir a los tiempos que corren sin disolverse del todo en el intento. La ceremonia de los Oscars lleva transitados unos cuantos años de “desespectacularización” progresiva, cada vez con mayor presencia de cine compungido y “comprometido”, cada vez con menos estrellas que se molestan en ir, cada vez más atada al mandato de una diversidad exhibida sin demasiada convicción y con aún menor cantidad de gracia, y cada vez con más gente y más instituciones y más corporaciones con cara de pedir perdón por un montón de cosas a la vez. La última edición, la de 2021, el punto más bajo de los Oscar, debe haber encendido unas cuantas alarmas: la “gran ganadora” Nomadland (link) es no solamente un producto más artero y empaquetado que la más cínica superproducción basada en una marca previa blindada. Además, su lugar destacado representa todo un riesgo para la máquina industrial del cine y del espectáculo de los premios. Pero ahora -quizás como reacción, quizás simplemente porque el cine sigue- empieza a haber señales de alguna clase de resurgimiento, alguna clase de recuperación, por ejemplo con una película como King Richard, dirigida por Reinaldo Marcus Green. Dentro de algunos meses Will Smith ganará -y nada injustamente- el Oscar o estará muy cerca de lograrlo, y la película seguramente tenga unas cuantas nominaciones más. Y no estará mal: King Richard es una película que filma el tenis como casi ninguna otra en la historia del cine. Lo hace de forma espectacularmente precisa, contundente y comprensible en el juego y en la emoción y tensión que conlleva. King Richard tiene dieciséis productores, y si solamente el 25% de esa lista está presente en la ceremonia de 2022 los Oscars ya habrán recuperado buena parte de su ahora casi extinto glamour, de su interés, de su poder de venta y de su espectacularidad. Uno de los productores es el propio Will Smith, y otra es la actriz (y esposa de Smith) Jada Pinkett Smith. Y hay dos productoras más, insoslayables, en la lista: Venus Williams y Serena Williams. Las dos tenistas, de las mejores de la historia de este deporte -hay muy sólidos argumentos para sostener que Serena ha sido sencillamente la más grande- fueron las primeras jugadoras negras en llegar al número uno del mundo, entre muchos otros logros legendarios y cercanos en el tiempo. Parte de la historia de ambas, de su familia y principalmente de su padre Richard es la base de King Richard, relato de educación vital y deportiva, biografía de un hombre extraordinario, obstinado, terco y con un porcentaje de acierto en su visión que conmueve, deslumbra y hasta asusta. El señor Richard, y esto está abrumadoramente documentado, diseñó una vida de éxito en el tenis para dos de sus hijas que se cumplió con un nivel de concreción que, de haberse pensado como punto de partida de una ficción no basada en hechos reales se habría descartado inmediatamente como inverosímil. King Richard es una película fluida, seguidora respetuosa de recursos narrativos probados y sedimentados durante décadas, sobria en su decisión de seguir sus temas con claridad (a veces, sí, con algunos diálogos reforzados que asoman un poco didácticos para subrayar innecesariamente la importancia del significado de los hechos narrados). Y además de todo eso es una película que nos recuerda y le recuerda a Hollywood una sabiduría elemental: el cine puede contar todas las historias, también y sobre todo aquellas que pueden entender y nutrirse del aire de los tiempos, y hasta beneficiarse de ellos sin negar los poderes, placeres y emociones de este arte, de esta industria, de este vehículo potenciador de leyendas basadas en realidades y en fantasías, y en fantasías y en sueños que se convierten en realidades.
Este relato biográfico se ocupa de Richard Williams, el excéntrico y obsesivo padre de las tenistas Venus y Serena Williams, considerado el hombre que logró convertirlas en estrellas del tenis. Se exhibió en el Festival de Mar del Plata y se estrenará en cines el 2 de diciembre. Richard Williams es un rey poco convencional, pero no hay dudas que actúa y funciona como si lo fuera. Más que rey –es demasiado aplicado y trabajador para ese título– el hombre es el estratega y empresario más decidido y extravagante del universo deportivo. En esta curiosa biografía sobre el padre de las ya míticas hermanas tenistas Venus y Serena Williams, el director del reciente drama JOE BELL se centra en este particular personaje, considerado el principal responsable de que sus dos hijas se ubicaran en lo más alto del tenis femenino durante más de una década, algo que no es muy usual en ese deporte. Se trata de una historia de superación con todas las marcas de una película bastante convencional, pero Richard tiene muy poco de convencional y eso es, fundamentalmente, lo que le da a REY RICHARD su extrañeza, su personalidad. La película es tan contradictoria como ese padre obsesivo que tiene un plan escrito y cuidadosamente desarrollado para que sus hijas triunfen como deportistas pero que a la vez toma decisiones que muchos consideran inapropiadas o directamente absurdas. Pero aún con sus casi dos horas y media de duración, Green consigue lo que se propone: presentar a un personaje que bascula permanentemente entre la admiración y el fastidio, el carisma y la irritabilidad. Lo mismo que Richard produce en quienes se topan con él, producirá en los espectadores. Si bien la película no termina de explicar muy bien de dónde sacaron el talento para el tenis, lo que sí queda claro es que las Williams aprendieron el trabajo duro y obsesivo de parte de sus padres, especialmente de Richard (Will Smith), que siempre pensó que el deporte podría sacarlos de la pobreza, de la zona difícil en la que vivían en Compton, uno de los barrios más peligrosos de Los Angeles a fines de los años ’80 y principios de los ’90 en los que transcurre el grueso de REY RICHARD. Las lleva a entrenar literalmente todo el tiempo a una cancha pública que no solo está en bastante mal estado sino que la rodean miembros de peligrosas pandillas de la ciudad que tienen a Richard en la mira. Pero el tipo insiste, sin temor alguno, y hasta los enfrenta. Algo parecido hace cuando le toca lidiar con el mundo profesional del tenis: entrenadores, agentes, sponsors, clubes. Muy decidido a promover a sus hijas como sea, toma el mundo por asalto, de la manera más directa y obsesiva posible. Es la clase de persona que persigue a medio mundo para «venderle su producto» (hoy todos los que le dieron vuelta la cara parecen idiotas, pero en ese momento hasta era lógico dudar de un tipo con más pinta de vendedor de autos usados que otra cosa) pero que luego, cuando consigue lo que quiere, no hace más que enredar y hasta boicotear esas relaciones si no se ajustan a su plan. Es así que el film tendrá dos etapas principales. La primera, ligada a las enormes dificultades que tiene Richard para conseguir que entrenadores y profesionales le presten atención a sus hijas (el tenis es en Estados Unidos un deporte elitista y blanco, y lo era aún más entonces) mientras lidia con problemas en su barrio californiano. Lo que parece tener a favor es que sus hijas (son cinco en total) son todas chicas amables, respetuosas, divertidas y que jamás parecen presentarle una dificultad. Lo respetan más que temerle: el tipo parece haberlas convencido de su método «inspiracional» para salir del pozo con un obsesivo plan de estudio, trabajo y deporte. Su mujer Oracene (Aunjanue Ellis), al menos en esa etapa, es parte del equipo que sigue sus directivas. Luego, lógicamente, se rebelará ante algunas cuestiones. Cuando Venus –más que Serena, cuyo despegue es posterior ya que es un par de años más chica que su hermana y tiene mucho menor participación en la historia– empiece a ser tomada en cuenta en el mundo del tenis y uno crea que Richard logró su objetivo se dará cuenta que su plan tiene sus bemoles, sus rarezas y contradicciones. Digamos que «el Rey» no cree mucho en el sistema que lleva a las niñas a volverse profesionales muy jóvenes descuidando su educación y hasta su esparcimiento, y altera todo el tiempo las expectativas de los que creen en ellas pero están más preocupados en su éxito que en el hecho de que tengan una vida «balanceada». Los entrenadores Paul Cohen (Tony Goldwyn) y Rick Macci (Jon Bernthal) son algunos de los que no terminan por entender las decisiones de Richard. Y uno tampoco tiene muy en claro si el hombre realmente sabe cuánto él mismo descalabra ese balance. El propio Williams –o el guión de la película, ya que su vida personal es bastante más complicada de lo que se muestra aquí– es un personaje fascinante, tan áspero como admirable, de esos que uno ama y odia a la vez. Y Will Smith lo encarna de esa manera, con la convicción de alguien que nunca se siente «fuera de su elemento» por más que todos lo miren con fastidio o sorna, dependiendo las circunstancias. Para un hombre negro de clase baja, sin demasiada educación convencional, lograr meterse en ese mundo que lo mira con desdén es una tarea dificilísima. Y de la manera en la que Richard lo hizo –sin estar pidiendo permiso ni dando explicaciones, sino como una contradictoria topadora– aún más. La película pasa de momentos extraordinarios (sus peleas y enfrentamientos con Bernthal son muy buenos) a otros «inspiracionales» un tanto más clásicos, la recreación del mundo tenístico de los ’90 es muy efectiva y las actrices que encarnan a Venus y a Serena (la segunda queda bastante relegada en la trama pese a ser la más famosa de las dos) son creíbles adentro y afuera de la cancha. Estilísticamente la película no se escapa del formato tradicional del drama inspiracional que intenta rescatar algún Oscar para su protagonista/productor, pero a la vez la propia extravagante personalidad del tipo es la que le da su chispa, la que la saca del «piloto automático». REY RICHARD es un personaje peculiar, inolvidable, irritante y fascinante a la vez en una película que lo trata como la excéntrica realeza que fue.
Cálida, con momentos de intensas interpretaciones actorales y unas muy buenas recreaciónes de los partidos de tenis, King Richard, Una Familia Ganadora se destaca como drama deportivo sobre la perseverancia del padre Williams en contextos negativos, donde el racismo, la mirada elitista y las presiones aparecían en el camino a la cima de estos dos monstruos del deporte internacional.
Llegamos a la décima película camino a los Oscar, y esta vez nos cruzamos con las hermanas Williams, Venus y Serena, pero más que nada nos encontramos con la historia de cómo su padre las empujó (quizás un poquito de más) a ser las grandes tenistas que son hoy en día. Esta película cuenta con seis nominaciones a los premios: Mejor Película, Mejor Actor (Will Smith), Mejor Guion Original, Mejor Actriz de Reparto (Aunjanue Ellis), Mejor Canción Original y Mejor Edición. Cuando escuché de que se trataba el film me pareció un poco sospechoso, raro, pero a la vez normal (pues patriarcado) que hagan una película sobre EL PADRE de las famosas tenista y no sobre ellas, pero le di una chance. Es una película que seguramente si no estuviera en esta carrera hacia los Oscar no la hubiese visto, la premisa no es algo que sea de mi interés. No es una mala película, pero tampoco es LA película. Después de haberla visto tengo sentimientos encontrados con que sea una película sobre el padre. No es así al cien por ciento, tiene mucho sobre él, de cómo las empujó, como diseñó un plan antes de que nazcan (¿será de virgo este hombre?) para que sean unas tenistas famosas y conquisten el mundo del tenis. Un plan, siempre tiene un plan este buen hombre, algo que se repite por todo el film. Además de tener ese plan es una persona muy tenaz o testaruda, depende como lo veas. Entrenó a sus hijas sin saber mucho de tenis mas que ver videos e investigar (una investigación allá por los 80, complicada digamos), y se encargó de buscar algún entrenador profesional que las entre gratis. Es una historia que demuestra que si uno persevera y se mete de lleno lo que le gusta, se puede…pero en este caso el padre fue quien hizo lo imposible por sus hijas. ¿Tóxico? Muy probablemente. ¿Efectivo? Lo fue. Will Smith hace pocas cosas mal. Su actuación en este film es fenomenal. Hubo algunos minutos que detuve a ver como se movía, como hablaba, y créanme que es increíble la construcción del personaje que hace, no ves a Will Smith, ves a otra persona. Una actuación merecedora del Oscar. Su compañera de reparto, que también está nominada, hace una gran actuación también, hay una escena (voy a hablar de ella en la zona de spoiler) que es magnifica la actuación de Aunjanue Ellis. El resto del elenco está muy bien. Un actor que me parece a mí que ha evolucionado mucho es Jon Bernthal, otro que hace una gran actuación y una construcción de personaje impecable. Las pequeñas actrices que hacen de las hermanas están muy bien también. Leí por ahí que es un film predecible. Creo que esa persona no se percató que es una especie de biografía, que las cosas que muestra el film pasaron así y por ende si sabes un poco de la historia, te va a parecer predecible. Quizás algunas escenas están exageradas para generar más drama, pero en general está bien contada y desarrollada. Toca el racismo, pero no se abusa de este elemento para generar más drama. Muestra lo que es vivir en Compton, y como el padre tiene que luchar con algunos aspectos de la vida. Es una película larga, dura 140 minutos, pero la verdad que ni se sienten. A comparación de las últimas tres películas que vi, que duraban mucho o parecía que duraban una eternidad, este film es entretenido y llevadero. Tiene algunos momentos divertidos, pero sepan que, si lo ven, van a ver una historia real con mucho drama. Mi recomendación: Si te gusta el tenis, Venus y Serena, y queres conocer un poco su historia desde que eran pequeñas, mirala. Mi puntuación: 6.5/10 Zona de spoiler: La escena donde la esposa le dice que él no fue el único que hizo que sus hijas estén donde estén. Que ella aportó muchísimo desde las sombras porque no necesita el reconocimiento, me pareció fantástica. ¡Como le canta la justa de que por ser mujer o por no querer la fama no quiere decir que no haya sido parte de ese sueño, esa historia…uff! Me cansé de soltar onomatopeyas cuando la madre estaba en ese hermoso monólogo.
No deben existir muchas biopic centradas en personajes aledaños a grandes figuras de la historia. O al menos no con el reconocimiento que ha logrado King Richard desde que se estrenó hacia fines del 2021. Con su originalidad fuera de discusión, el debate apunta hacia otro lado. ¿Qué perdemos y qué ganamos a la hora de ver el punto de vista de Richard Williams y no de sus hijas, las extraordinarias Venus y Serena?. ¿Cuáles elementos son los que transforman a esta película en necesaria y distintiva? Reinaldo Marcus Green es quien se hará cargo de responder estas preguntas y de justificar la verdadera valía de la cinta. Veamos si sale airoso o no de este atolladero. • Los 80's llegan a las calles de Compton, California donde habita la numerosa familia Williams. A los padres Richard (correcto Will Smith) y Oracene, se suman 6 hijas mujeres (3 de un matrimonio anterior de Oracene), donde sobresaldrán las menores Venus y Serena. "Venus y Serena revolucionarán el mundo" dice Richard, y con un plan de 78 páginas demostrará que sus hijas tienen lo necesario para convertirse en estrellas del tenis profesional. En este camino repleto de obsesiones, tenacidad e insistencia, no faltarán obstáculos, aunque probablemente la mayoría se presenten con cierto aire de ligereza. King Richard es inteligente a la hora de introducir problemáticas, pero por momentos se siente demasiado atada o incluso límitada en términos dramáticos. Todo parece estar tan calculado que nada termina de conmover del todo. Como si el propio método Williams hubiese sido aplicado por el director, filmando algo preciso, que no moleste demasiado a nadie. • ¿Un film de laboratorio para brillar en la temporada de premios, quizás? Will Smith sonrie. Nosotros no tanto. La maduración no explorada de Venus y Serena, su crecimiento y su forma de ver el mundo aparecen tan de a poco, que nos dejan con ganas de mas. La coming-of-age que no fue y que hubiesemos deseado. Un método tan esquemático como la propia película que se encarga de relatarlo.
King Richard es una historia contada desde una manera particular, ya que toma dos estrellas de la vida real, las Tenistas Venus y Serena Williams y en vez de contar su historia directamente, vemos sus orígenes mediante la historia de su padre, un incansable defensor de sus hijas que las hizo esforzarse mucho, las guió de manera muy dura, pero finalmente logró que sean grandes profesionales, el filme invita a un debate sobre la vocación, el derecho a criar los hijos como una quiere, y el derecho de esos hijos sobre lo que quieren, su libertad, y como pueden ser usados también por los adultos. Un filma que valora el esfuerzo, emotivo y muy entretenido. La crítica completa radial en el link
El rey Richard: la familia Williams en toda su grandeza divina Cuando Nietzsche, en nombre del capitalismo (y esto sin saberlo), mató a Dios, mató también al rey y al padre, pero también a la madre, creando las bases así del actual sistema. Desde entonces, el padre, y por ende, la familia viene intentando salvar su posición ya anómica, tanto en teorías como en el audiovisual o los media en general. (Una buena interfase y suficiente plata son la promesa de remplazar a cualquiera de las mejores bibliotecas) Si uno historiza la representación de Dios y de Cristo, siendo lo mismo o distintos, según la época y el dogma, se puede hacer una relación bastante directa con la época en que esa imagen fue producida, desde las imágenes del pastor, primo inter pares hasta el del Pantocrator de la Alta Edad Media pasando por los retablos de Grünewald hasta el Cristo cósmico de Dalí; desde la introducción de los cultos marianos y sus representaciones como virgen sillar hasta el “Orana Maria” de Gauguin. El Cristo-Dios del Renacimiento no es el cristo del barroco; tampoco es el del film Contacto (Contact, Robert Zemeckis, EEUU, 1997) donde existe un infame comentario de un ficticio filósofo -Palmer Joss- que afirma que ningún ateo puede representar a la humanidad; es interesante pensar la cantidad de filmes sobre el espacio que están dedicados a reinstalar la religión en nuestras almas, desde visiones místico nietzscheanas como la de 2001, hasta regresos al edén como en Gravity o encuentros con discusiones metafísicas con el padre (Dios) en Ad Astra, o la visión místico materialista de Solaris (el libro de Stanislaw Lem y el film de y el film Tarkovski tienen pequeñas pero significantes diferencias) de las del ahora Dios que objetivamente es afrodescendiente, quizás intentando coincidir la arqueología con la historia (risas). El Rey Richard, no parece una historia sobre Dios, el lego me dirá que en todo caso es sobre el Padre de las hermanas Williams. Los que vemos cosas que no hay, o somos demasiado psicoanalizados, percibimos un gusto a que es una historia que usa (otra vez) a las hermanas Williams, para ser un film que en todo caso es una discusión sobre el significado del padre. En realidad parece una exposición medieval sobre el significado mismo de Dios, y así ser un objeto puramente ideológico, un vehículo ideológico liberal. Dice Vanity Fair[1] “ Hollywood no quiere que usted piense que es racista. Por eso, mete cada vez más afroamericanos en sus películas…. … por eso también los convierte en alivio cómico del protagonista, porque anda que no se rió usted con Whoopi Goldberg en Ghost, pero raramente verá a una actriz negra protagonista y laureada si la historia no es un conflicto racial histórico… …Hollywood no quiere que usted piense que es racista, así que la ausencia en las nominaciones de los Oscar de este año de Straight outta compton (que solo está nominada a mejor guión, que está escrito por dos blancos) , Idris Elba por Beasts of no nation, Michael B. Jordan por Creed y Samuel L. Jackson por Los odiosos ocho se explica muy fácilmente: no eran lo suficientemente buenos. Y ojo, tal vez no lo eran, pero ¿es tan grave cuestionarse que tal vez un organismo formado en su 94% por blancos puede no ser del todo representativo de lo que produce la industria del cine en Estados Unidos? …Hollywood no quiere que usted piense que son racistas. Por ello tiene mucha suerte de que su presidenta, esto es, su cara visible ya que es la encargada de comunicar las candidaturas de los Oscar sea afroamericana, a pesar de que la Academia está formada en un 94% por blancos…” En ésta misma línea, se puede decir que la aparición (de por sí forzada) de Billy Dee Williams como Lando Calrissian tuvo que ver con una acusación de racismo. Salvo para Mel Gibson o Darren Aronofsky que sus filmes bíblicos brillan por la ausencia de afroamericanos, Dios, o Cristo se ha vuelto afrodescendiente, Will Smith ya en La leyenda de Bagger Vance (The LeGend of Bagger Vance, Robert Redford, USA, 2000) hace el papel de Dios, como también en una forma laica y un tanto química (un Dios químico) lo hace Laurence Fishburne en Matrix (Matrix, the Wachowskis, EEUU-Australia, 1999) o también Denzel Washington en El libro de los secretos (The Book of Eli, Hughes Brothers, EEUU, 2010) y claro está el mismísimo Dios con aspecto humano, que es nada más y nada menos que Morgan Freeman. Es interesante también, la cantidad de filmes asociados al pensamiento liberal y el deporte. Esto, más que ser una extraña coincidencia, es producto de que en el deporte, y de cómo está mitologizada su narración a puro golpe de autosuperación, coinciden las peores ideas Liberales, obviamente mostradas desde su cara heroica y limpia de todo abuso, desde el infantil (cosa que por su propia substancia el film entrevé pero otra vez por propia substancia no puede terminar de transparentar) hasta el abuso de empresarios con posición dominante. La famosa frase “si ganan montañas de dinero, deben entregar cuerpo y alma” no es más que la reproducción de la más vil de las explotaciones humanas, sin hablar de la industria farmacológica, de la cual sólo se denuncia la rusa; todo deporte de alto rendimiento es insalubre decía el hijo de mi antiguo amigo Carlos en sus años de estudiante de la licenciatura en deportes. El film esconde (aunque lo dice) una triste realidad del deporte: el alto grado de componente genético que tienen todas estas actividades. El film también oculta, pero soslaya lo que “Un sueño posible” (The blind side, john lee hancock, EEUU, 2009) quiere naturalizar, y es la adopción de niños como inversión que hacen familias ricas, una discusión incluso, que implica teorías raciales sobre la situación de marginación que vive la comunidad afroamericana; de mendigo a millonario (Trading Places, John Landis, EEUU 1983) donde uno hermanos multimillonarios hacen una apuesta de un dollar sobre si un afroamericano pobre (delincuente off course), se le brindan condiciones óptimas, puede ser igual que un blanco rico, y si a un rico multimillonario educado en las mejores escuelas puesto en las calles no se vuelve un gandul. Dos detalles de color: una es que uno de los hermanos tiene una revista American Scientific en la mano que existe y discute ese mismo problema, el otro, es que el film hay que verlo en clave izquierda americana (comunicación personal de Landis) En cuanto al papel de Will Smith como un Padre (Dios) benigno se trasluce en por lo menos dos cosas, la aparente obsesión con atenerse a un plan; la Edad Media tuvo una discusión que todavía abre las aguas de la religión: ¿Dios tiene un plan divino? acá se afirma positivamente, que lo que le hace falta al mundo es tener un plan, que aparentemente ha perdido por un exceso de hamburguesas, french fries, y distracciones que nos lleva a ser abusivos, maltratadores y malos padres. Acá, en el film, el padre de las Williams está atravesado por la mirada mitológica que sólo el dinero puede dar, ¿qué cosa peor que el sufrimiento de un padre que soporta el maltrato, el desprecio y la furia pandillera, en bien de sus hijos? Par finalmente recibir el respeto de esos mismos que lo han maltratado, blancos, negros y latinos por igual, ¿no es acaso Cristo sufriendo y siendo crucificado ante la mirada incomprensiva de su pueblo? ¿acaso no son Serena y Venus el producto de su perfecto plan? La cuestión es tener un plan y atenerse a él, que el árbol dará sus frutos finalmente (teoría de por si libera y especialmente del derrame; ideología protestante por excelencia). No es acaso un film sobre Dios la de la relación entre Ric Micci y el padre Williams, el de una película de terror donde el joven técnico descree de las profecías, es pragmático y tecnócrata, descree del poder de D´s (el delirante plan de Rey Williams ) y duda el plan divino, donde el mismo se revela en su momento y lugar justo? El padre viendo el sufrimiento de su hija Serena, finalmente le revela (Cristo en la cruz, preguntando ¿por qué a mí? ) su plan para las hijas, que la voz en off afirma que se ha cumplido. Lo tramposo del film es que convierte la figura del padre (con reales acusaciones de abuso) en un padre a la carte de la nueva era, de un padre sensibilizado. Parecería que el director sigue las líneas de un curso obligatorio de sensibilización. Propuesto en principio por el consejo de asuntos Multiculturales de la Universidad de Columbia, como también la idea de incluir una “activación de advertencia” ante obras que contengan la posibilidad de inducir a situaciones de riesgo real o subjetiva de provocar una situación de abuso, que a ciencia cierta creo que rondan el 90 % de las existentes, (los museos a su entrada debería tener un aviso de cuáles obras de arte si y cuales no) También miente en la temporalidad de lo hechos; el proceso que lleva a las hermanas a ser las N 1 dura alrededor de 7 años (1995- 2002), tanto para Serena como para Venus Williams; de arduo trabajo para pasar de 453 al 1. cosa que el film sólo muestra el principio, convirtiéndose así más en un homenaje al padre de ellas que de un biopic sobre ellas. Esto promueve y facilita la reconstrucción (no deconstrucción) mítica del rol de un padre, porque finalmente lo que hay que salvar es al padre y por ende también a la madre, en definitiva lo que se salva es la idea conservadora de Familia. Lo que no entienden o parecen no entender los conservadores, aunque “los que cortan el bacalao” si, es que la disolución de la familia que se defiende (pareciera que ya sólo funciona como un nicho de consumo que hay que mantener, desde negocios inmobiliarios e easy, hasta los baby showers y cumpleaños de 15, casamientos y por qué no el del divorcio) es que el producto mismo de las necesidades del capitalismo ultra desarrollado es la desaparición misma de la familia, de los géneros y por qué no de las edades (muchas ONG defienden el el trabajo infantil por ser sostén de familia) y es también, de lo qué, de manera eufemística proponen las propias Wachowskis: que el futuro es de un dios farmacológico. ¡Gracias Hollywood por ayudarnos a mantener tan lindo el barrio! [1]https://www.revistavanityfair.es/cultura/entretenimiento/articulos/hollywood-racista-motivos-ausencia-de-negros/21769 Leer también la nota King Richard, de Marcus Green. Una emotiva historia de superación de las hermanas Williams, de Miguel Angel Silva.