Crítica publicada en YouTube
Simu Liu y Awkwafina como protagonistas, y los míticos Ben Kingsley, Michelle Yeoh y Tony Leung en importantes personajes secundarios, dan vida a esta película que no solo introduce un nuevo superhéroe al MCU sino que además intenta ser para el universo asiático algo parecido a lo que Pantera Negra representó para la comunidad afroamericana. Más allá de algunos a esta altura lugares comunes del universo Marvel, tiene sobrados atractivos para sostenerse en los cines (no será lanzada en simultáneo en streaming). -Además, un encuentro con el equipo de la película Con Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos Marvel cumple con varias deudas pendientes y -claro- abre nuevos caminos en su vasto universo de películas y series: potencia un nuevo superhéroe hasta aquí de segunda o tercera línea, ofrece un espectáculo de coreográficas escenas de artes marciales sostenidas con sofisticados efectos visuales y, así como Pantera Negra cumplía con el empoderamiento de la cultura y el orgullo afroamericanos, aquí lo hace con las milenarias tradiciones chinas y, más precisamente, apunta a conectar con los ABC (American Born Chinese). Pero, más allá de cuestiones de marketing y de corrección política en cuanto a representación de las minorías étnicas, lo cierto es que Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos funciona con razonable eficacia durante buena parte de sus 133 minutos (a quedarse a las dos escenas post-créditos que incluyen la aparición de populares personajes del MCU). Es cierto que, por momentos, la acumulacion de CGIs genera un efecto pastiche y que en la segunda mitad del relato la habitual tendencia de Marvel a acelerar el ritmo, inflar las set-pieces (aquí tenemos hasta un dragón gigantesco) y subir el volumen al mango provocan cierto aturdimiento y sensación de caos, pero hay que decir que este wuxia tecnológico combinado con comedia de enredos, enfrentamiento padre e hijo y el típico camino del héroe para trascender sus traumas y encontrar su verdadera identidad resulta bastante convincente en la mayoría de sus facetas. De San Francisco a Macao, de 1996 a la actualidad, de actores míticos como Ben Kingsley, Michelle Yeoh y Tony Leung a treintañeras figuras Asian Americans como Simu Liu y Awkwafina (al principios los vemos trabajando como valet parking de un hotel de lujo y tomando prestado un lujoso BMW rojo como gran “locura”, pero luego se convertirán en guerreros y eje de aventuras que los obligarán a cruzar medio planeta y enfrentarse a fuerzas oscuras), en Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos se percibe una permanente tensión (no siempre bien resuelta) entre sus aspectos más íntimos (la presentación de los personajes y sus contextos) y la necesidad de seguir añadiendo capas a la cebolla del MCU sin descuidar el tono épico y el torbellino de la acción. Ya en un análisis más propio del negocio que del terreno estrictamente artístico, habrá que ver si un superhéroe muy poco conocido y de origen chino puede seducir a públicos masivos. Atractivos tiene de sobra: desde una escena de lucha cuerpo a cuerpo con no pocos aspectos eróticos entre el padre del protagonista y villano de turno Tony Leung con los diez anillos del título y Fala Chen, muy en la línea de El tigre y el dragón; hasta otra dentro de un colectivo que recuerda a la de Bob Odenkirk en Nadie. Marvel utilizará a Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos como testeo, ya que -a diferencia de sus estrenos recientes que fueron también a la plataforma de streaming Disney+- este solo estará disponible en cines. Veremos si está a la altura de semejante desafío.
En piloto automático. No importa cuando lea esto: Marvel sigue expandiéndose, y pareciera que todas sus superproducciones desembarcarán a su tiempo en algo aún más grande de lo que significó el fenómeno de Infinity War. Tal vez me esté adelantando, sí; pero la realidad es que el “producto superhéroe” ya ha demostrado en varias ocasiones que no posee techo alguno (sobre todo en términos de presupuesto). En esta ocasión, le ha llegado su turno de mostrarse a Shang–Chi: una película dirigida por Destin Daniel Cretton, que narra los acontecimientos que tuvo que enfrentar Shang (interpretado por Simu Liu) para obtener los diez anillos de poder. Durante este camino recién mencionado se pondrá en juego una conocida ecuación cinematográfica que suele ofrecer Marvel para con sus películas: a un personaje enclenque lo persigue un pasado oscuro que en algún momento determinado lo obligará a mostrarse ante todos como un ser diferente y, por ende, estará destinado a partirse la madre con la búsqueda de salvar el mundo. En este caso el pasado que persigue a Shang son “los diez anillos”, una súper organización criminal que es comandada por su padre, conocido como “el Mandarín” (interpretado por Tony Leung), un hombre que gracias al poder de los anillos ha vivido cerca más de diez vidas, y su única intención a lo largo de ellas fue ir consiguiendo poder alrededor del mundo. Al menos así fue hasta que, en la búsqueda de una aldea secreta, conoció a Leiko Wu (Fala Chen); la mujer de quien se enamoraría y se transformaría en la madre de sus hijos. Pero como poco dura la paz, la muerte de Leiko significó una recaída total para el Mandarín, y este se vio obligado a entrenar a su hijo con el fin de que el niño se convierta en asesino y pueda así heredar el poder de los anillos. Lejos de querer esto, Shang decidió escapar con el fin de no volver a ver a su padre, dejando atrás a su hermana menor. Shang–Chi y la leyenda de los diez anillos es una película que a pesar de tener su núcleo central en las escenas de arte marcial (las cuales consiguen brindar grandes cuotas de acción y buenas coreografías) logra llegar a su apogeo gracias al constante alivio cómico encabezado por Katy (interpretada por Awkwafina) la mejor amiga de Shang, para luego dar un salto de calidad gracias a la aparición de Ben Kingsley, quien interpreta a Trevor Slattery (los fans recordaran su interpretación en Iron Man 3). Porque, a decir verdad y obviando la mega producción que conllevan todas las cintas de Marvel, esta debe ser una de las películas con el guion más flojo de todas: el desarrollo de los personajes es paupérrimo, la misión del antagonista parte de una ilusión obvia y descuidada, y el desenlace de los últimos dos arcos posee una pobreza narrativa abrumadora. Aun así, con aciertos y errores (y sin miedo al fracaso corporativo), Marvel sigue expandiéndose a un nivel nunca antes visto en el universo transmedia, y claro está que Shang–Chi (a pesar de los palos recibidos) no será la piedra en el camino, ya que la cinta logra definirse como un entretenimiento genérico y funcional. PD: ¿escena post – créditos? Sí, con caras conocidas y el pie hacia la posibilidad de una nueva aventura épica. U expansión. Llámelo como a usted más le guste.
Si había una película que, que en opinión general, nunca, nadie hubiera puesto como la primera de la Fase 4 del MCU, todos hubieran dicho que Shang Chi y la leyenda de los diez anillos, así que ahora vamos a confirmar o refutar dicha idea; ya que pudimos ver el film en estos días La historia nos cuenta la vida de Shang Chi, quien es en realidad hijo de un peligroso asesino milenario llamado El Mandarín. Mientras intentaba llevar una vida de anonimato, las fuerzas de su padre lo rastrean para llevarlo de nuevo con él; todo como parte de un plan que puede poner en riesgo a la humanidad. Shang Chi y la leyenda de los diez anillos llegaba con bastante bombo, sobre todo por parte de la propia Marvel, haciendo foco en la inclusión que representaba tener un personaje de ascendencia oriental, en lugar de darnos a entender si este film iba a afectar al MCU o no. Y todos sabemos que cuando se le da tanta importancia a algo que debería estar normalizado a día de hoy, por algo es. Y esta película lo confirma. El mayor problema que presenta este proyecto, es que se siente genérico, hecho en un molde, sin un ápice de personalidad. Ahí tenemos por ejemplo las secuencias de acción, que sí, se entiende bien lo que está pasando, incluso con el actor principal haciendo la mayoría de sus tomas; pero que con todo eso, no nos vamos a acordar de ninguna secuencia a la salida del cine. Y si eso lo combinamos con varios chistes que no solo no causan gracia, sino que además están mal puestos en la película. Vamos a tener como resultado que casi ningún momento serio dura más de veinte segundos, estando siempre interrumpidos por algún gag inoportuno. No estamos ante un caso como el de Thor Ragnarok, pero casi. Y para ir cerrando con lo malo, no podemos ignorar el hecho de las actuaciones. Por suerte la tenemos a Michelle Yeoh, quien demuestra ser la única que estudió actuación de un elenco que cuenta con otros actores conocidos, pero con papeles muy chicos, y quienes, sí tienen que cargar la trama, no dan el ancho. Eso sí, la película en su clímax, saca a relucir que viene de Disney, y muestra un CGI que es de lo mejor del año. Una pena que esto no se vea de forma constante, con algunas escenas que se nota demasiado el fondo de pantalla verde por donde se mueven los actores. En conclusión, Shang Chi y la leyenda de los diez anillos es un film pasable, pero que no aporta nada a nivel cinematográfico, o al universo al que pertenece. Quien les habla, no esperaba demasiado de la película, y eso fue lo que obtuvo. Quedan advertidos.
Una nueva película de Marvel llega a los cines con la promesa de incluir a un nuevo personaje de los cómics en el maravilloso universo cinematográfico. Shang Chi, un personaje de fuertes lazos con la cultura asiática intenta hacerse un lugar en el corazón de los fanáticos a nivel mundial. ¿Lo logrará? Esta historia gira en torno a los orígenes del experto en artes marciales y maestro en Kung-Fu: Shang Chi (Simu Liu). Hijo de un despiadado conquistador chino (Tony Leung Chiu-Wai) y una madre (Fala Chen) experta en artes marciales con orígenes mágicos de un pueblo llamado Ta Lo. La película explica incisivamente los orígenes del personaje, por lo que necesariamente se explaya en esto ya que conocemos muy poco sobre él. Por momentos, esto hace que se vuelva lenta y repetitiva dentro de un guion estructurado para que se luzca Simu Liu con su personaje protagónico. La puesta en escena es impresionante. La cultura china está reflejada al 100% en todo momento. Los paisajes, las vestimentas e incluso la música hacen que el espectador se ambiente en la cultura oriental. Como nos tiene acostumbrados Marvel el nivel de producción es altísimo, las locaciones, la cantidad de extras y los efectos especiales son impactantes. Nuevamente el equipo creativo opta por imponer determinadas cuotas de humor que muchas veces son excesivas. En este caso creo que otorgan cierto respiro a una trama que por momentos se vuelve bastante dramática. Me sorprendió satisfactoriamente que se utilizaran tantos elementos fantásticos en la creación de este personaje. Cuando se proyectaba la película de Shang Chi imaginábamos que sería un héroe sumamente terrenal y con poderes que ajustician la capacidad humana, pero finalmente no es tan así. Los elementos fantasiosos de un universo cultural tan rico, como lo es el chino, le otorgan una mística particular única a este nuevo personaje. Quiero destacar las coreografías de lucha. Generalmente pasamos de largo algo tan importante como esto porque solemos ver ciertas similitudes entre las secuencias de acción que existen en las diferentes películas, pero en esta oportunidad siento que lograron algo superior. Hay una mística muy interesante en los diferentes movimientos que se realizan en las peleas, hay una particularidad estética que le aporta autenticidad a este film por sobre el resto de la compañía. Me gustó mucho esta nueva película. Tiene frescura, aporta una nueva cultura, diversifica el universo cinematográfico de Marvel y sobre todas las cosas entretiene muchísimo al espectador. Shang Chi llegó para quedarse entre las filas de los grandes héroes del cine y esperemos verlo en más oportunidades. IDEAL para verla en el cine con un buen balde de pochoclos. Por Leandro Gioia
Todos peleaban al estilo kung fu La variedad de Marvel es la de una tienda de disfraces: los cambios son tan coloridos como superficiales. Para su última producción se ha vestido de cine de artes marciales y luce todos los clichés asociados con orgullo. Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos (Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings, 2021) no va a engañar a ningún aficionado del género, pero para los estándares del cine de superhéroes tiene algunas de las mejores coreografías jamás falseadas por computadora. David Callaham es el escritor y se copia a sí mismo al reproducir la estructura, temática, varias escenas y hasta la codificación de colores de Mortal Kombat (2021). Su mayor deuda no obstante es con el protagonista, que nuevamente resulta la parte más floja y hasta enajenada de la historia. El titular Shang-Chi (Simu Liu) es uno de los héroes más chatos de la banca de Marvel, un ser totalmente reaccionario a un entorno que lo tiene perdido o confundido la mayor parte del tiempo. No hay escena en la que no sea aleccionado o reprochado por alguien mejor capacitado o vastamente más interesante que él. Shang-Chi, caracterizado como un excelente luchador y de una inmadurez que una vez mencionada no importa a la trama, debe viajar de EEUU a su nativa China para enfrentar a su milenario padre (Tony Leung). Los motivos son del orden de melodrama familiar, esbozados lentamente en largas e innecesarias digresiones hacia el pasado. Por esta vez en el MCU, el villano resulta mucho más atractivo y convincente que el héroe: cruel y defectuoso pero con una motivación clara. Hasta la compañera platónica de Shang-Chi, Katy (Awkwafina), relegada a restarle seriedad a la película, resulta más simpática que él. Las escenas de pelea elevan el mediocre melodrama que hace de historia. Acostumbrado el cine de Marvel a la pantomima de héroes digitales intercambiando golpes con alienígenas, robots y monstruos que no están ahí, es un raro placer en un film de acción catar peleas entre seres humanos y poder apreciar el peso y la dimensión de la coreografía. Ya sea un bus descarriado en San Francisco o un club de pelea en Macao, la acción es tan creativa como intensa. En contraste, el acto final presume el retorno casi obligatorio de la bombástica computarizada, completo con reveses tan fantásticos que parecen salidos de otra película. Como film de acción y aventuras resulta entretenido, a veces inspirado en sus elaborados artificios. Posee también uno de los pasajes más graciosos que ha cosechado Marvel, cortesía de un personaje que regresa de la oscuridad de su filmografía. Shang-Chi depende de una fórmula cansadísima aún en sus pretensiones de homenaje cultural (que la propia China, al día de hoy, no decide si censurar o no), pero dentro de todo y más allá de los portentos de una ristra interminable de secuelas, logra la autosuficiencia.
Un nuevo héroe hace su debut en el expansivo e ilimitado Universo Cinematográfico de Marvel. Démosle la bienvenida a Shang-Chi.
Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos: la orientalidad al poder Shang-Chi y compañía Un nuevo héroe se aproxima en el mundo del MCU, desde costas orientales y con un tufillo a cosas que ya hemos visto. Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos es la nueva apuesta de Marvel para incluir diferentes representaciones y lo hace a todo trapo. ¿De qué va? Shang-Chi, debe enfrentarse al pasado que creía haber dejado atrás cuando queda atrapado en la red de la misteriosa organización de los Diez Anillos. Si, una de las sinopsis más escuetas que vamos a encontrar en las redes oficiales de Disney… pero todo eso responde a una falta de información sobre el personaje. Shang-Chi era un personaje relativamente poco conocido creado por Marvel Comics en la década de 1970. Cuando el equipo creativo de Marvel, dirigido por los productores Kevin Feige y Jonathan Schwartz, exploró los cómics de 40 años de antigüedad, encontró tanto inspiración como un desafío. “Aunque el material gráfico y la acción son increíbles, algo esperado de Marvel en la década del setenta, Shang-Chi necesitaba ser actualizado significativamente –dice el productor Jonathan Schwartz–. En 1973, Shang-Chi fue creado por los fanáticos del cine de kung fu, que pusieron al personaje en el centro de una historia de espías, que estaba muy de moda después del estreno, ese mismo año, de «Operación dragón». Mirándolo ahora, más de 40 años después, y considerando cómo se cuentan las historias en la actualidad, Shang-Chi no nos parecía apropiado para el público moderno. Tuvimos que pensar cómo queríamos que se escuchara esa voz en una película del Universo Cinematográfico de Marvel”. La versión moderna de Shang-Chi tiene una conexión estrecha familiar con la organización de los Diez Anillos. Esa que daba vueltas alrededor de Iron Man, que sobrevoló en sus tres películas en solitario y que tuvo una sorpresa en la tercera parte con la presentación de un falso Mandarín interpretado por el siempre funcional Ben Kingsley. ¿Tendremos la posibilidad de conocer al verdadero villano y de reivindicar a Ben? La respuesta a todo eso es SI, y les recomiendo ver Iron Man 3 (2013) y el corto All Hail the King (2014) antes de entrar al cine a ver al Shaun. Esta nueva apuesta del MCU se basa en la pata más oriental del cine, con escenas de pelea que remiten a los fotogramas de esas costas, o quizás representaciones más reconocidas en occidente cómo la película china La casa de las dagas voladoras (2004). El ritmo, la cadencia de los cortes en el montaje de los enfrentamientos, las miradas… todo tiene un mood muy poco occidentalizado. Además de nuestro protagonista, interpretado por Simu Liu se destacan Awkwafina (Locamente millonarios, Ocean’s 8: Las estafadoras) como la mejor amiga y alivio cómico, Katy; Meng’er Zhang como su hermana Xialing; Tony Leung (Con ánimo de amar, El arte de la guerra) como el padre y villano de la cinta; y participaciones de la incombustible Michelle Yeoh (El mañana nunca muere, El tigre y el dragón) y Benedict Wong (que a estas alturas tiene más cameos que Nick Fury en el MCU…). Un casting decididamente de ascendencia china, que intenta al igual que Black Panther ser coherente con las representaciones y estar a la altura. Mientras que Katy funciona a la perfección como la encargada del humor, lo de Xialing es todo misterio y presencia, lo que sorprende al ser el primer trabajo en cine de Meng’er Zhang. El Mandarín se encuentra un poco más desaprovechado ya que al comienzo de la historia su vida da un giro de 180%, dando más ganas de verlo actuar antes. Se repiten situaciones y tonos que recuerdan a la fallida serie de Netflix Iron Fist, ya que ambos personajes tienen muchos puntos en común, En este caso hay más presupuesto y eso se nota en las peleas y los ambientes mágicos que beben de la mitología oriental. Raya y el último dragón sería una buena película para ver en tándem con Shang-Chi. Las coreografías y las situaciones cómicas son los puntos más altos de una película que intenta en un principio ser “una de orígenes separada” pero termina teniendo muchos cameos en vano (no se coman el verso de The Abomination peleando contra nuestro héroe) y ciertas situaciones que nos hacen pensar: “con media hora menos y sin tanta venta del resto del MCU sería una película divertida de artes marciales y magia”. Tiene la responsabilidad y el peso sobre sus hombros de seguir preparando el terreno para lo que viene en Marvel / Disney, y eso le quita algo de frescura. Hay escenas post-créditos y un cliffhanger para lo que sigue, así que recuerden quedarse hasta el final. Divertida, con escenas de peleas épicas y vistosas, Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos se termina sintiendo algo larga en su afán de conectar puntos con el MCU que a mi forma de ver no son necesarios. Abre la puerta para el mundo místico, que tantas relaciones tiene con la magia y posiciona nuevos héroes, heroínas y villanos para seguir haciendo crecer este multiverso superheroíco.
“Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos”. Crítica El maestro de las artes marciales llega de una manera fresca a la pantalla grande. Rodrigo Rivas Hace 1 día 0 23 Shang-Chi la nueva película de Marvel Studios nos presenta y lleva por un mundo desconocido y de autodescubrimiento, en el cual el protagonista se enfrentará a su padre y a nuevos peligros. Dirigida por Destin Daniel Cretton, producida por Kevin Feige y el guion fue escrito por David Callaham. Su reparto está compuesto por Simu Liu, Awkwafina, Tony Chiu-Wai Leung, Meng´er Zhang, Fala Chen, Michelle Yeoh, Florian Munteanu, Wah Yuen, Ben Kingsley, Benedict Wong, Andy Le, Paul W. He y Tim Roth. Luego de los eventos de Avengers: Endgame, Shaun lleva una vida normal y corriente en San Francisco, pero un evento cambia las cosas nuevamente para él y tendrá que volver a luchar contra su pasado, del cual había escapado hace 10 años. Esto lleva a Shaun, o mejor conocido por su nombre real, Shang-Chi y a su amiga Katy a enfrentar peligros que nunca imaginaron. Maestro del Kung Fu La trama de la película es muy simple, aunque se hace un poco extensa en ocasiones. Empieza con mucha acción y de manera muy frenética para después decae un poco con la lentitud en la que se redunda en el pasado de los personajes, no solo en el de Shang-Chi, sino también en el de Wenwu y Leiko Wu, madre del protagonista. A pesar de ello, mantiene el estilo del cine chino, lo que lleva también por el camino del misticismo y no solo de las artes marciales. Nuestro héroe se irá auto descubriendo con el pasar de la trama, a pesar de ser alguien experimentado en el campo de las artes marciales, desconoce muchas otras cosas del mundo místico por haber estado escondido tanto tiempo. La comedia funciona bien al momento en el que tanto el protagonista como la coprotagonista, deben reaccionar a lo desconocido, ya que no se lo toman con simpleza debido a la naturaleza de lo que deben enfrentar o están viendo. Tiene una gran coreografía a la hora de los enfrentamientos, encabezada por el doble de riesgo y artista marcial Andy Cheng conocido por haber estado en incontables películas junto a Jackie Chan como doble y coreógrafo. El mandarín
Made in China "Tal parece en este ultimo año, que el gigante asiático marca el ritmo y el camino por él que el cine del omnipresente Disney transita. Lo vimos con Mulan(2020), Raya y el ultimo dragón (2021) y ahora le toca el turno a una muy buena historia de aventura ; Shang-chi and the legend of the ten rings (2021)." Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings, 2021. La película está protagonizada por Simu Liu como Shang-Chi, quien debe enfrentarse al pasado que creía haber dejado atrás cuando queda atrapado en la red de la misteriosa organización de los Diez Anillos. La ultima película de la Fase 4 del universo cinematográfico de Marvel deja en claro que estamos frente a lo que se le prometió a los espectadores: nuevas formas y nuevos comienzos. Y Shang-chi y la leyenda de los diez anillos, además de ser entretenida resulta un exultante tributo y homenaje al mejor cine oriental, a ese de Kun fu y al subgénero wuxia (artes marciales, magia, poderes y sucesos sobrenaturales). Destin Daniel Cretton dirige esta historia de orígenes, mechando con acertado pulso comedia, aventura y acción. Las secuencias de enfrentamientos se vuelven superlativas a medida que la película avanza, algo a lo que Marvel nos tiene acostumbrados. Por momentos se percibe, a nivel narrativo, cierto abuso de la utilización de los flashbacks, rompiendo con el tono y el ritmo propuesto. No obstante lo cual, una muy buena construcción de personajes y unas actuaciones repletas de matices se terminan imponiendo. Michelle Yeoh (El tigre y el dragón, 2000) sigue siendo una estrella del cine de acción, Simu Liu es mucho mas que una revelación y definitivamente Awkwafina (The Farewell, 2019) se corona como la actriz del momento con esta cinta, capaz de robarse cualquier escena. "El primer superhéroe asiático de Marvel está a la altura del mismísimo Iron Man, Shang-chi y la leyenda de los diez anillos, es mucho más que un espectáculo de artes marciales porque se convierte en una aventura épica digna de ver en la pantalla grande."
Una distinguida propuesta que se ubica en las grandes filas de Marvel Studios El MCU regresa a los cines con Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos y tal como lo hizo con Pantera Negra apuesta a la expansión cultural -en este caso la asiática- con mayores virtudes que desaciertos. Logradas secuencias de acción (aunque nunca falta el CGI desmedido), protagonistas que despiertan interés y una dosis justa y efectiva de humor hacen a la película un espectáculo destacado para disfrutar frente a la pantalla grande. Si hay que destacar una principal virtud del debut de Destin Daniel Cretton (Buscando justicia) en el MCU es el necesario equilibrio que ha construido entre todos los elementos que hacen al sello de este poderoso universo. Por ejemplo, si se piensa en Black Widow, tan solo por citar un estreno reciente, puede advertirse que el humor adquiere un protagonismo un tanto tedioso y que la acción, especialmente hacia al final de la película, no posee el mayor atractivo en materia de CGI. Claro, también perdía peso un elemento fundamental como lo es el interés por la historia, que se vio afectado por un demorado estreno y un abordaje mayormente viciado por las obsesiones de “la fórmula Marvel”. Sin embargo, en Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos todo confluye de manera armoniosa, lo que hace que, junto a la acertada expansión cultural, este poco popular protagonista se termine por convertir en una figura más que interesante para la continuidad de la franquicia. Tenemos a un héroe del que ya se anhelan nuevas participaciones (Simu Liu, el primer superhéroe asiático de Marvel), resultado de su versatilidad interpretativa y una imponencia para llevar a cabo explosivas coreografías de artes marciales; una acompañante en la que el humor se concentra efectivamente y de manera casi absoluta durante la película (Awkwafina), y que siendo secundaria termina contando con una relevancia casi protagónica; un villano tan funcional como lo supo ser el Killmonger de Michael B. Jordan en Pantera Negra e interesantes adiciones como la de Michelle Yeoh, que contribuyen a que Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos se distinga en relación a otras propuestas más genéricas del MCU. Obviamente, también hay cameos que funcionan mucho mejor bajo el factor sorpresa, siempre y cuando se tenga un recorrido previo por los otros títulos de la franquicia. Vale esta aclaración porque, aunque pueda no tener mucho sentido, estamos ante una producción que puede ser vista y disfrutada sin necesidad de ser un experto en este extenso universo, iniciado con Iron Man hace más de 13 años. Hay algunos excesos argumentales y visuales (los últimos minutos pueden hacerse un poco largos y abrumadores) pero en líneas generales, Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos logra destacarse no apostando a las reiterativas e insulsas estructuras de este tipo de películas y, a pesar del riesgo que pudiera significar introducir a un héroe con un recorrido desconocido, especialmente para quienes son ajenos los comics, suma a un prometedor personaje que rememora con creces varias influencias del cine de artes marciales y que, obviamente, según lo confirmado por Kevin Feige, ya tiene secuela confirmada. Hay dos escenas adicionales, tanto en la mitad como al final de los créditos.
Por Manuel Germano. Un heroe asiático con un pasado familiar tormentoso es la nueva estrella del mundo Marvel que llega a los cines, y con él, una mirada interesante sobre la comunidad asiática de San Francisco, leyendas milenarias y efectos visuales muy bien logrados. Shan-chi, sí. Poster oficial de la película. Shang-Chi (Simu Liu) es un treintañero que vive en San Francisco y trabaja como valet parking en un hotel de lujo hace años junto a su inseparable amiga Katie (Awkwafina). Ha decidido ocultar un pasado cargado de dolor, hasta que su cotidianeidad se ve afectada por la aparición de un grupo de asesinos enviados por su padre Xu Wenwu (Tony Leung), quien más allá de detentar el poder increible que le otorgan los “diez anillos” necesita algo que solo sus hijos tienen para lograr aquello que desea. Luego de muchos años sin mostrar quien realmente es, Shang-Chi se aventura en un viaje lleno de reencuentros, luchas, descubrimientos y emoción. Destin Daniel Cretton tiene claro que contar, y si bien por momentos “Shang-Chi…” puede resultar abrumadora por sus excesos narrativos y visuales, logra mantener la armonía y se convierte con solidez en una película de aventuras, con dos personajes protagónicos muy bien delineados, efectos visuales impecables y la dosis correcta de acción y humor. Las escenas de lucha cuerpo a cuerpo y batallas en el campo son impecables, Cretton nos traslada de un “mano a mano” en un bus por pleno San Francisco, a un ring en Asia y luego a un pueblo con animales fantásticos y una dragona poderosa. ¿Parece mucho? Quizás lo sea, pero todo está bien articulado, tiene un hilo conductor claro y lo más importante, nunca deja de entretener. Shang-Chi (Simu Liu) in Marvel Studios’ SHANG-CHI AND THE LEGEND OF THE TEN RINGS. Photo by Jasin Boland. ©Marvel Studios 2021. All Rights Reserved. La dupla de Simu Liu y Awkwafina es hipnótica, sus personajes son entrañables y muy humanos. Más allá del argumento principal de la película, “Shang-Chi…” también trata de la amistad, de los lazos de familia, de poder perdonar al otro y de seguir adelante. Estrenada en cines sin pasar por plataformas, la última producción de los estudios MARVEL sorprende por su calidad y actuaciones, se destacan los trabajos de Tony Chiu-Wai Leung, Michelle Yeoh, Fala Chen y Meng’er Zhang. Los efectos visuales y las escenas de lucha son impecables, el equipo técnico detrás de estos aspectos es numeroso y la calidad del producto da cuenta de ello, tal como suele pasar en este tipo de películas. “Shang-Chi, la leyenda de los diez anillos” llega a los cines para entretener durante poco más de dos horas a todo el público. Verla en el cine no solo es la única opción disponible (pues no estrenó en simultáneo en ninguna plataforma de streaming), si no que es lo ideal. Opinión: Muy buena.
Marvel/Disney nos vuelven a invitar a conocer un rincón menos conocido de su Universo Cinemático con Shang-Chi ¿Tienen otra ganadora entre manos? Tuvimos dos años enteros de abstinencia de Universo Cinemático Marvel en cines (Spider-Man: Far From Home se estrenó en julio de 2019, en un mundo precovid). Pero ahora, el 2021 amenaza con convertirse en el año con más superhéroes de la Casa de las Ideas en movimiento en la historia. La primera mitad del año le toco a las series de Disney+ (Wandavision, The Falcon and The Winter Soldier, Loki). Black Widow marcó el regreso a la pantalla grande, así como la despedida, tumultuosa, de Natasha Romanov. Siguen todavía Eternals, con su escala cósmica y elenco lleno de estrellas, y el regreso de Peter Parker, que ya está rompiendo records con el tráiler de sus aventuras por el multiverso. Ciertamente a Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos se le hace cuesta arriba a la hora de hacerse notar en esa cartelera desbordada. Pero tiene con que. Quizás parezca raro que a la hora de ofrecer una de artes marciales, Marvel haya elegido el menos conocido Shang-Chi sobre, por ejemplo, Iron Fist (que terminó pasando sin pena ni gloria entre las series nacidas del pacto Marvel/Netflix). En este sentido, hay aqui un claro intento por agregar diversidad en el MCU, lo que aporta algo de frescura a la ya trillada fórmula del origin story superheróico. Además, nunca me van a leer quejándome de nada que ponga más Awkwafina y Michelle Yeoh en nuestras vidas. Shang-Chi ofrece en este sentido un sabor específico de película de Marvel: la aventura autocontenida y mayormente librada del peso de conectar cada cosa con la saga inmensa que acumula decenas de productos audiovisuales. Es decir, es más Ant-Man y Dr. Strange, que otra cosa. Aunque los guiños y referencias son muchos y, la verdad, mayormente bien puestos. Sobre todo, por la habilidad de cierto veterano ganador del Oscar que se come la pantalla cuando le toca hacer de comic relief. Eso sí, se abusa un poco de Wong (Benedict Wong), hasta ahora el abanderado de los asiáticos americanos en el MCU. Quizás lo mejor que pueda decirse de Shang-Chi es que, al modo de Coco, logra no solo decorar una película de acción con mitología china y actores de herencia asiática, sino que toma prestado un poco de la estética y sensibilidad de los films chinos. SHANG-CHI La película de Destin Daniel Cretton (Short Term 12) abre con una batalla que parece sacada de una película xianxia o un juego musou a lo Dinasty Warriors. La acción es uno de los pilares de Shang-Chi, siendo la mayoría de las secuencias ingeniosas y bastante “táctiles” en las coreografías. La escena del colectivo doble que sale en los tráileres es un buen ejemplo de ello La otra pata fuerte de Shang-Chi es que, tomando nota de lo que funcionó en Black Widow, los guionistas Cretton, Dave Callaham y Andrew Lanham construyen el conflicto en torno al drama familiar y la tensión entre padre e hijo, lo que le da un centro de gravedad que ancla la película. Y, además, le da gravitas a un muy buen villano, algo en lo que Marvel fallan más veces de las que acierta. En este punto, ciertamente suma tener un gran elenco, que agarra los pocos momentos de caracterización que puede permitirse un tanque de Hollywood hoy día, y darle dimensión con su oficio. El casting sigue siendo el arma secreta de Kevin Feige. Si Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos no se sube al escalafón más alto del MCU es porque el drama y la acción fantástica no siempre fluyen con gracia, sino más bien que tironean la película en direcciones disímiles. Este es un film que desborda de ideas, mitología, arcos de personajes individuales, quizás demasiado. Por lo que termina siendo un poco demasiado largo y, en quizás su peor pecado, hace que su protagonista, cuya introducción es la razón de ser de la cinta, se pierda un poco en el barullo místico. Una crítica recurrente a las películas de Marvel es que sus terceros actos son devorados por una orgia CGI que mata un poco, o todo, del encanto que había granjeado hasta el momento. Usualmente, esta es una crítica que no comparto. Pero esta vez, les tengo que dar la razón. Un poco porque (quizás por apuro, quizás por falta de presupuesto), durante toda la secuencia final, que nos transporta a un mundo de fantasía oriental, los personajes como que no terminan de pegar del todo contra los fondos alla Episodio 1. Y otro poco porque, cuando aparece el villano final, la acción deviene en una cinemática de videojuego. No sabes si estás viendo el final de Shang-Chi o la tapa de un disco de power metal. Aun así, el saldo de Shang-Chi es bueno. Hace reír, por momentos sorprende, e introduce una batería de personajes nuevos al MCU que dan ganas de seguir viendo. A estas alturas, no le podemos pedir mucho más a muestra telenovela de superhéroes favorita.
Marvel apuesta y gana La nueva historia de origen de Marvel ofrece entretenimiento y calidad asegurada. Demostración refrescante del valioso aporte que hace la inclusión de diversidad étnica y cultural en un tanque pochoclero. Desde Pantera Negra Marvel comenzó un proceso de apertura étnica y diversidad cultural en sus personajes, saldando deudas con las minorías. En este marco de cambios entrada la Fase 4 del UCM se desarrolla Shang Chi y la leyenda de los diez anillos que -en opinión de este crítico- se posiciona como una de las mejores historias de origen de la factoría. Un combo de peleas con artes marciales bien coreografiadas, sólidas actuaciones y cameos que electrizan las vibras nerds logra una cinta que se erige sin dificultades como entretenimiento de calidad. Sorprendente en el mejor de los sentidos. La cultura asiática es hermosa e infinidad de películas lo dejan asentado. Shang Chi no es la excepción a la regla. Toma algunas características del folclore de la región y las mezcla con los 'condimentos' típicos del cine de súper héroes. Lejos de resultar insultante, el cóctel tiene muchos efectos logrados para destacar. Es cierto, el derroche de CGI -un clásico del UCM en las escenas más fantásticas- puede generar dolores de cabeza por el barullo de colores y luces pero es uno de los atractivos más buscados por el público. Aún así, en el terreno artístico la cinta bebe de películas como las emblemáticas La casa de las dagas voladoras y El tigre y el dragón en la búsqueda por recrear el estilo del cine oriental y el resultado es gratificante, cumpliendo con creces las expectativas. La estructura de la historia se completa con una fórmula típica del camino del héroe, siempre efectiva (con un buen guión detrás) en el cine mainstream. Hay también alivios cómicos ubicados entre escenas de acción; en general, plasmados en divertidas líneas de los personajes secundarios. Otro de los puntos fuertes reside en la capacidad del elenco -de alto nivel y muy ecléctico- para destacarse en su totalidad. Reconocidas estrellas como Ben Kingsley, Michelle Yeoh y Tony Leung se unen a los jóvenes Simu Liu y Awkwafina y todos logran sus minutos de gloria en los 133 minutos que dura Shang Chi. La película se anima a aspirar a un espectro mayor de cinéfilos por fuera de los fanáticos "termos". Es un misterio saber si logrará convencerlos. De algo sí se puede estar seguros: cumple todos los requisitos para convertirse en un éxito taquillero.
Hacía falta una renovación en el Universo Cinematográfico de Marvel. No solo no tanto de caras, tras las series que estrenaron en Disney+, sino que no estaría mal que se viera una película en la que uno sintiera más o menos lo mismo que con las primeras, hace ya poco más de una década. O sea: una de acción, y que si tiene artes marciales y viene con el combo de las fantasías de influencia asiática, que sea una como Marvel y Dios mandan. Palo y a la bolsa. Eso es Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos. Que como toda película que irá a iniciar una saga propia, necesita una presentación del personaje, su compañero/a de ruta, algún dilema moral -en el caso, enfrentamiento con su padre, que lo culpa por la muerte de su esposa, o sea de la madre del protagonista-. Lo que nunca, pero nunca debe faltar es la intriga. Y el humor. Y el despliegue. Y las ganas de ver más. ¿O acaso ir a ver una de Marvel no supone sumarse a un viaje divertido? Todo eso se cumple con la primera producción de Marvel en la que los roles protagónicos están cubiertos por actores y personajes de origen asiático. Shang-Chi es un joven que niega su destino. Vive en San Francisco, es valet parking de un hotel de lujo y se hace llamar Shaun. Allí trabaja con Katy, un personaje al que Awkwafina sabe y puede darle todos sus colores (alegría, desfachatez, compañerismo y, hasta llegado el caso, sensatez). Unos tipos decididamente malos -uno en vez de un brazo, ya verán lo que tiene- abordan a Shaun en el bus. Quieren su colgante, lo que origina una de las muchas y muy bien logradas secuencias de acción, con el autobús fuera de control, y nuestro héroe peleando como no podíamos imaginarlo. Hijo de tigre Es que Shaun (a estas alturas, Shang) es hijo de un inmortal, que tiene en su poder los diez anillos del título, lo que le dan un poder extraordinario. En el cómic original, dicen los que saben, el padre de Shang no era otro que el Dr. Fu Manchú. Aquí, y ahora, le dicen Mandarín, y lo interpreta la estrella asiática Tony Leung. Shang tenía una hermana (Meng’er Zhang), a la que no veía desde hace años, que también tiene ese colgante. Todo se irá desarrollando con extrema fluidez, pero, y parece que hasta en las películas de Marvel se cuela un pero, cuando la trama se mete más de lleno en la historia mitológica, digamos, en la última media hora, ese impulso con el que venía la película, no es que decaiga, no, pero como que queda en stand by. Bueno, lo demás, mejor lo ven en el cine, y si es en una pantalla bien, bien grande -el IMAX la estrena este jueves-, seguramente será mejor. Simu Liu tiene un ángel, un carisma que al personaje central le cae como “anillo” al brazo, más que al dedo. ¿Estamos ante una nueva estrella del cine? Muy probablemente. Hay algún que otro personaje que vimos en otras películas de Marvel -no se vayan cuando termine la acción, porque la escena postcrédito se las trae-, y si los personajes pelean y desafían la gravedad, no es grave. Todo lo contrario.
Llegó la Fase 4 de Marvel que combina series de la plataforma de Disney con películas en pantalla grande. Ya vimos las tres series que se habían anunciado y mientras esperamos Spider-Man: No Way Home y analizamos el trailer, se estrena Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos sobre un personaje nuevo para el cine pero no para los comics. La película está basada en el comic pero ya sabemos que el cine tiene su propia lógica y con una base ajena luego toma vuelo propio. Así que superado el tema de cuánto vale la pena que el cine se ajuste a la historieta, pasemos a la película en sí. Todo arranca con un prólogo en el que se ve a Xu Wenwu (el gran Tony Leung) conquistar diez anillos superpoderosos y armar una fabulosa organización criminal. Xu tiene todo el poder que se pueda imaginar y es inmortal, tiene todo lo que se puede querer pero se topa con una mujer que logra penetrar en su corazón e intenta retirarse. Varios años después, el hijo de esa pareja es un joven asiático que vive en San Francisco recibiendo huéspedes y estacionando autos en un hotel importante. Shang – Chi (Simu Liu) vive la vida de cualquier joven de la ciudad, tiene una amiga que trabaja con él y se divierte robando coches caros del estacionamiento para correr con ellos. Shang-Chi y Katie (Awkwafina) parecen pasarlo bien con esa vida pero una carta desde Macao va a cambiarlo todo. En esa ciudad la hermana menor del protagonista Leiko (Fala Chen) armó un enorme “club de la pelea” en la que personajes de avería compiten por dinero. Una vez que llegan a Macao, Shang-Chi va a demostrar sus habilidades. El padre lo entrenó desde niño para que sea un perfecto asesino y un experto en artes marciales. Antes de meternos de lleno en la Fase 4 con Spiderman, Marvel presenta este nuevo personaje que combina al mundo del manga con el del comic y con él de lo que se conoce como Universo Cinematográfico de Marvel (MCU en su sigla en inglés). El resultado es una película de inicio de un personaje con un mundo propio, con elenco asiático en gran parte y con sorpresas que no vamos a develar, pero que además de asegurarse que todo esto está vinculado al MCU que logró cautivar al público globalmente y “arregla” algunos baches o descuidos de la más de veinte películas de la Fase 3, aunque es muy posible que el productor Kevin Faige -la cabeza de todo-, haya dejado esos huecos a propósito para seguir dando sorpresas en las nuevas películas que se anunciaron y seguirán llegando. SHANG-CHI Y LA LEYENDA DE LOS DIEZ ANILLOS Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings. Estados Unidos, 2021. Dirección: Destin Daniel Cretton. Intérpretes: Simu Liu, Awkwafina, Meng’er Zhang, Fala Chen, Florian Munteanu, Benedict Wong, Yuen Wah, Ronny Chieng, Zach Cherry, Dallas Liu, Ben Kingsley, Michelle Yeoh y Tony Leung. Guion: Dave Callaham, Destin Daniel Cretton y Andrew Lanham, basado en los comics de Marvel. Fotografía: Bill Pope. Edición: Nat Sanders, Elísabet Ronaldsdóttir y Harry Yoon. Música: Joel P West. Distribuidora: Disney. Duración: 133 minutos.
"Shang-Chi es la película de Marvel menos Marvel de todas" es una afirmación que he leído bastante en estos días y estoy en total desacuerdo. Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos es una película de Marvel más, con todo lo que eso infiere. Lo bueno y lo malo. Como nunca leí un comic de este personaje no puedo valorar su adaptación de la viñeta a la pantalla. Lo que si puedo hacer es centrarme en el MCU y cómo encaja ahí. A priori es un film entretenido, obviamente bien ejecutado y donde pasás un buen rato en el cine. Pero no mucho más que eso. Si es verdad que por momentos adquiere esa identidad de película de artes marciales, pero se cae a cada rato una vez que “la fórmula Marvel” entra en juego. Es decir, situación seria interrumpida por un chiste (a veces bueno y a veces tonto) para luego sumarle acción y repetir esto una y otra vez durante los tres actos. Los que me leen hace rato saben bien que esa fórmula a mí ya me cansó. Pero obvio que es exitosa y que la mayoría del público disfruta. Así que aquí encontrarán más de lo mismo, pero con algunas diferencias. ¿Cuáles son esas diferencias? La más obvia es que tenemos al primer protagonista asiático del MCU y lo que señalé más arriba en cuanto a las artes marciales. La otra es que el cast no tiene ningún nombre de alta fama o larga tradición. Y por más que Awkwafina o Michelle Yeoh tengan su público o reconocimientos, no son masivos. Mismo caso de Tony Chiu-Wai Leung, en occidente no es alguien popular. Si es verdad que hay un personaje (secundario) que ya ha aparecido y que es muy famoso (y polémico), pero es spoiler y aquí no lo diré. En cuanto al protagonista, Simu Liu, es a quien más rescato. Está medido, nunca es ridículo pese a los chistes. Gracias a estos personajes la película fluye y la pasás bien junto con el gran despliegue visual. La puesta de Destin Daniel Cretton es la que indica el manual de Marvel: cero personalidad e identidad. Se abre un poco el juego para lo que vendrá en los próximos años (sobre todo en una de las escenas post créditos) y no mucho más.
Shang-Chi es a los asiáticos lo que Pantera Negra significa para la comunidad afroamericana en el universo cinematográfico de Marvel (MCU). La única (y fundamental) diferencia entre ambos es que el mundo ficticio de Wakanda y su personaje central aparecen con aventura propia después de la entrada de su personaje principal en Capitán América: Civil War. En cambio, este capítulo de afirmación y representación asiática comienza desde cero, lo que le permite a Marvel contar una historia que en principio le es completamente ajena y tiene mucho más que ver con otro mundo: las películas de artes marciales y sobre todo el wuxia, esa especialidad dominada por héroes y villanos que desafían la ley de gravedad combatiendo en escenarios de leyenda. La película se mueve con habilidad entre esos espacios míticos y la actualidad, y entre el arraigo a las tradiciones del Lejano Oriente y la asimilación de las nuevas generaciones a la vida en Estados Unidos. No es casual que se hable casi por partes iguales en inglés y en mandarín, y que la primera gran escena de acción (hay muchas y muy buenas) transcurra dentro de un colectivo en San Francisco. Las espléndidas coreografías de esas secuencias remiten mucho más a las tradiciones del cine asiático de acción que a la referencia contemporánea de Marvel. En ese sentido, Shang Chi es otra clase de superhéroe. Todas esas dimensiones se conectan con la leyenda del título, que alude a legados ancestrales, luchas fratricidas, cuestiones de familia, amores y ambiciones de poder que trascienden tiempo y espacio. La conexión principal involucra al dueño de un poder legendario (el gran Tony Leung) y su hijo (Simu Liu, excelente), que vive en principio ajeno a ese mundo. Toda esta perspectiva evoluciona con claridad, personajes comprometidos con su misión y un muy logrado espíritu humorístico en el que Awkwafina tiene mucho para decir. Eso sí: al relato le sobran unos cuantos minutos y el tramo final cae en la tentación de la grandilocuencia y el exceso de efectos visuales dispuesto para el gran despliegue de imponentes y monstruosas criaturas, otro guiño al cine asiático. Más atractivo y mejor aprovechado es el costado risueño, al que se suma el retornado personaje de Ben Kingsley. Desde allí empieza a construirse la conexión entre Shang Chi y el MCU. Esa integración empezará a hacerse más seria en las infaltables escenas poscréditos.
El Universo Marvel llega una vez más a la pantalla grande y afortunadamente sólo a los cines, (no en Disney+ por ahora) porque allí merece ser vista. Shang-Chi (Simu Liu) es el primer superhéroe asiático y surge del cómic de Marvel que vio la luz en 1973. Dirigida por Destin Daniel Cretton, la historia cuenta la Leyenda de los Diez Anillos, un arma que otorga poder y vida eterna a su poseedor, en este caso el criminal Wenwu (Tony Leung), padre de Shang y de quien este escapó de Macao a Estados Unidos. En la actualidad vive en San Francisco donde trabaja como valet-parking junto a su amiga Katy (Awkwafina) responsable de las secuencias más cómicas del film que descomprimen el peso dramático de una historia familiar densa y son realmente muy graciosas. Su química como dupla es palpable e indiscutible. Como cada vez que surge un nuevo superhéroe, Marvel relata su vida desde su nacimiento hasta el presente. Así veremos mediante flashbacks su historia personal y la de su padre Wenwu, que cambia por amor a su esposa Ying Li (Fala Chen). También se ven los primeros años de la familia y el entrenamiento en artes marciales que Shang recibe desde niño. La vida de todos se desmorona cuando su madre muere, no sin antes dejarles a Shang y a su hermana Xialing (Meng'er Zhang) un pendiente que será decisivo en el encuentro posterior con su padre. Contar más sería spoiler. Ben Kinsgley, (Trevor Slattery) y Michelle Yeoh, (Jiang Nan), tía del protagonista y líder de Tang-Lo aportan presencia y brillo. Hay mucho para resaltar porque es redonda por todos lados: el guion es sólido, el ritmo no decae en ningún momento, el elenco y los efectos visuales, perfectos, la estética del nacimiento del amor entre Li y Wenwu es hermosa al igual que la música. Las escenas de acción y las acrobacias, muy bien coreografiadas, (atención a la del autobús y la del rascacielos, sólo por mencionar dos) son puro disfrute. Como es habitual hay dos escenas post-créditos que aseguran continuidad.
Acción, humor, dragones y drama. Desempolvando los cómics, Marvel presenta en la pantalla grande uno de sus tantos superhéroes. En esta ocasión proveniente de Asia, más específicamente de China, conoceremos la historia de origen de Shang-Chi, personaje creado por Steve Englehart y Jim Starlin. Un joven que huye (a los Estados Unidos) de un pasado entre mitológico y mafioso, pero no por mucho tiempo, ya que su destino como héroe de acción con poderes milenarios, es inevitable. Mucha mística y filosofía asiática se despliegan para contar la historia de Shang (Simu Liu), un joven que es heredero nada menos que de uno de los lideres de la ultra organización mafiosa Los diez anillos. Criado para matar y a la orden de ser un experto en artes marciales, con un padre por demás de riguroso sobre todo después de la muerte de su madre, en una de sus primeras misiones, Shang toma la oportunidad y escapa. Radicado en Estados Unidos y trabajando con bajo perfil, estacionando autos de lujo, así oculta gran parte de su vida cantando en karaokes y divirtiéndose junto a su gran amiga Katy (Awkwafina, que es todo lo que está bien), hasta que el nombrado sino (o mejor dicho un enviado de su padre) lo encuentra en un bus obligándolo a desplegar todo una coreografía elegante y concisa de artes marciales. Aquí comienza la aventura para este par, que a partir de este suceso deberá asumir responsabilidades. Dirigida por Destin Daniel Cretton, quién también estuvo a cargo de Capitana Marvel, la película entre extensos flashbacks y escenas de acción pictóricas, indagará de dónde proviene Shang-Chi. Quiénes forman parte de su familia y cuál su legado. Además de lo legendario y tierras fantásticas donde habitan leones fu y dragones milenarios, también hay un flanco cotidiano donde la selfie, el hip hop y el trap, y sobre todo el humor, descomprimen el relato de solemnidad. Saliendo un poco del molde de la típica película de superhéroes de Marvel (parece que la Fase 4 tiene otras motivaciones), aquí encontramos a un protagonista que asume de manera orgánica su rol, además el combo brinda homenaje al cine de artes marciales y explora de cerca la psicología de su personaje, sin olvidar ese espíritu marvelita (sobre todo al final), abriendo paso a una pelea épica donde los efectos especiales son un poco abrumadores y por momentos plásticos. Hay química, espíritu y algo de aire fresco; es hora de asumir el poder de los anillos y dejarse llevar.
Marvel se niega a morir! La empresa saco de la galera un personaje que los introduciría a un nuevo genero y, de yapa, haría felices a sus amos chinos. Shang Chi llega al MCU como una propuesta que acercaría al público al genero de las artes marciales que tanto gustó, gusta y va a seguir gustando. Basado en, obvio, el personaje de Marvel Cómics creado en 1973 por el magnífico Jim Starlin en sociedad con Steve Englehart. La idea en principio era lukear con todo el publico que en aquel momento miraba series como KUNG FU o películas de Bruce Lee. La casa de las ideas fue pilla y compro los derechos de FU MAN CHU, personaje creado por Sam Rohner, y a partir de ahí diseñaron al heroe titular como el hijo heroico y experto en artes marciales de éste villano. La historia se toma un par de licencias copadas con respecto al material original. Se sigue a un Shang Chi (Simu Liu) haciéndose el boludo en California, huyendo de LOS DIEZ ANILLOS (sí, los mismos que secuestra a Tony Stark en la primera película), un grupo terrorista liderado por su inmortal padre, que es, nada mas ni nada menos, que EL VERDADERO MANDARIN, interpretado brillantemente por Tony Chiu. El protagonista cambia de enfoque cuando recibe pistas del paradero de su hermana Xialingv (Zhang Meng’er) y, en simultáneo, es atacado y asaltado por el clan maligno de su padre. Ésto lleva a Don Shang a irse a China a ayudar a su hermana en compañía de su insoportable amiga interpretada por Awkwafina. El genero de artes marciales cocinado a la Marvel Studios quedo mejor de lo que pensaba. En lo que es coreografías de lucha la película es un diez puntos, porque no solo anaboliza la acción frenética de películas como THE RAID, sino que también suma a los combates unas decisiones visuales loquisimas. En lo que es dirección, cortesía de Destin Daniel Cretton, el proyecto esta impecable, lo mismo con los colores utilizados para los personajes, homenajeando con total lealtad al cine de acción oriental que tan vivo se mantiene y que tanto amamos. Los actores principales estan bien y solo bien, ninguno de los héroes brilla ni explota de carisma, son héroes y ya, nada del otro mundo ni nada que vaya a ser recordado, ahora cuando hablamos del antagonista ahi si la cosa se pone interesante. En el párrafo anterior no, en el otro, les conte que el malo es EL VERDADERO MANDARIN, esto hace referencia a que el personaje ya apareció en el MCU, mas concretamente, en IRON MAN 3. La idea en aquella película de Shane Black fue polémica en su momento, ya que se eligió a Ben Kingsley (quien tiene una aparición en Shang Chi) para que interprete al villano y, en los trailers, se nos había presentado al personaje como una suerte de Osama Bin Laden. El hype estaba por las nubes y los fans se vieron estafados al ir al cine y encontrarse con que esa versión del malo era literalmente un actor puesto por el personaje de Guy Pearce, que era uno de esos malos de traje y corbata que tan de moda estaban en aquellos tiempos. En lo personal el planteamiento me pareció copado, que el terrorista sea una creación de las grandes corporaciones fue una movida copada y que funciono, pero pocos estuvieron de acuerdo conmigo y ahora Marvel busco redimirse con los fans trayendo a EL MANDARIN a éste nuevo proyecto. Tony Chiu nos brinda a uno de los mejores antagonistas que tuvo Marvel Studios hasta la fecha, un Mandarin (que niega ese nombre y hasta lo considera una ofensa, prefiriendo su nombre original Xu Wenwu) motivado por el amor. Al personaje se le otorgan los diez anillos de poder que lo caracterizan y con un diseño renovado que actualiza el concepto, la motivación de éste guerrero inmortal se basa en el amor mas que en el poder, ya que su plan es rearmar a su familia, en ningún momento planea asesinar a sus hijos, sino que quiere que éstos se sumen en su cruzada para traer de regreso a su difunta esposa y así volver a renunciar a su inmortalidad. Cabe destacar ésta otra licencia, el padre de Shang Chi en los comics es Zheng Zu, una reinterpretación de Fu Manchu creada cuando Marvel Cómics perdió los derechos de éste ultimo, pero en la película se decidió usar al popular nemesis de Iron Man para darle continuidad al universo. La película tiene algunas fallas con respecto al tono, un error común en las películas de Marvel. La comedia excede toda situación, cayendo en el cliche del chiste fácil y priorizando siempre al alivio cómico que, en éste caso, esta interpretado por la insoportablemente carismática Awkwafina. Simu Liu esta bien como héroe, pero no creo que su personaje logre transgredir demasiado, es poco probable que uno se pregunte por Shang Chi otra vez, al menos por ahora. SHANG CHI es buena a pesar de que no sea memorable. Visualmente es bastante rica y a nivel historia tenemos una aventura digna y familiar que va a dejar a chicos y grandes con ganas de tirar patadas y piñas a todo aquel que se atraviese en su camino … Porque eso es cool. Marvel Studios se niega a morir! Calificación 7/10
Durante la mayor parte de su metraje Shang-Chi no se siente en absoluto una película del Universo Marvel y en esta cuestión reside su mayor virtud artística. El director del thriller judicial Buscando justicia (Michael B. Jordan), Destin Daniel Creton, consigue introducir al público en el mundo de este personaje a través de una propuesta que no se aferra exclusivamente a la fórmula del cine de superhéroes. Shang-Chi es un personaje que nació a mediados de los años ´70 durante el fenómeno de Bruce Lee y el auge del género de artes marciales asiático en el continente americano. Este film reimagina el origen del héroe donde se toman algunos elementos de las historieta con el fin de introducirlo al universo cinematográfico. Algo similar ocurre con el Mandarín, interpretado por Tony Leung, que funciona como una adaptación libre del villano de los cómics, aunque mucho más digna de lo que se hizo en Iron Man 3. Ahora no esperen encontrar al mismo antagonista de los cómics porque esta va por otro lado. Durante los primeros dos actos de la trama Creton se aleja bastante de la fórmula Marvel al desarrollar el relato dentro del género de artes marciales de fantasía. Todas las secuencias de acción fueron realizadas por Brad Allan, discípulo de Jackie Chan, quien falleció el pasado mes de agosto a los 48 años. El artista marcial fue el primer miembro occidental del equipo de doble de riesgo de Jackie y en esta película tuvo la oportunidad de lucirse con secuencias magníficas que no pudo incluir en otros filmes hollywoodenses. El tratamiento de la acción que aporta Allan están muy influenciado por el cine de Chan con referencias directas a sus filmes, como Rush Hour o Rumble in the Bronx, además del wuxia de fantasía, estilo Iron Monkey y El tigre y el dragón. Una elección que refuerza por otra parte la representación de la identidad asiática que celebra Shang-Chi. Un tema que me sorprendió de este film es el contenido humorístico que retoma ese equilibrio que tenían las primeras producciones de Marvel antes que empezaran a derrapar con los personajes graciosos. En este contexto sobresale la participación de la actriz Awkafina, quien compone un personaje que representa la mirada del espectador que toma contacto por primera vez con el mundo de fantasía de Shang-Chi. A diferencia de lo que ocurrió con David Harbour en Black Widow, quien se encargaba de arruinar momentos dramáticos con intervenciones estúpidas, la actriz aporta comentarios graciosos pero nunca llega a ser una molestia e inclusive tiene algunos momentos más serios. El personaje cuenta con su propio arco argumental y conforman una dupla simpática junto al héroe. De hecho, el mayor contenido humorístico lo aporta otro personaje. Con respecto al protagonista, Simu Liu, la verdad es que los trailers promocionales lo presentaron con una imagen más fría que después no encontramos en el film. Liu tiene su carisma y consigue despertar empatía por Shang-Chi si bien queda la impresión que le falta un chapuzón en las aguas termales del héroe de acción. Su labor es decente pero en esta primera incursión todavía no demuestra que este personaje es el más grande artista marcial del Universo Marvel. De todos modos comparado con Iron Fist en la serie de Netflix es la reencarnación de Bruce Lee. En lo referido al reparto secundario, Michelle You y Tony Leung, especialmente, le aportan una jerarquía enorme a esta película y levantan la presencia de Liu, quien es menos conocido por el público general. La película de Shang-Chi encuentra sus mejores momentos hasta la llegada de clímax donde el ratón Mickey le marca el territorio al director, con el fin de recordarle que el estudio siempre tiene el control. En el acto final la trama se mete de lleno en la fórmula Marvel con una extravagancia zarpada de CGI y los infaltables monstruos gigantes que esta película no necesitaba. El espectáculo es impecable en lo referido a los aspectos visuales pero la tarea de Bradley Allan queda completamente opacada por el equipo de efectos especiales. Me hubiera gustado ver un duelo final entre Shang-Chi y el Mandarín que remitiera al cine de artes marciales clásico y el recuerdo de Bruce Lee, quien inspiró el cómic, más que el homenaje a Falkor y La historia sin fin. Salvo por ese detalle, esta producción no deja de ser lo más inspirado que brindó Marvel en el último tiempo y le aporta un poco de aire fresco y diversidad a una franquicia que se encuentra en proceso de reconstrucción tras el evento de Infinity Wars.
Un superhéroe entre el Feng Shui y la cultura pop Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos (Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings, 2021) es una nueva película del MCU (Marvel Cinematic Universe) que tiene la particularidad de tener un estreno comercial exclusivo en salas de cine y sin distribución en simultáneo en la plataforma de streaming Disney Plus, como se venía realizando desde la pandemia de coronavirus con otras producciones. Sorpresivamente Marvel Studios, de la mano del director y guionista Destin Daniel Cretton (Just Mercy, The Glass Castle, I Am Not a Hipster), logra un largometraje entretenido y sólido. Lejos de otros relatos del universo de superhéroes actuales, cuyos personajes carecen de profundidad psicológica, el sistema de personajes representado en Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos es coherente, cada uno de sus integrantes posee un devenir y una lógica verosímil propia. Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos es la historia de origen del futuro Shang-Chi (conocido también en las historietas como Brother Hand y Master of Kung Fu), cuya primera aparición en los cómics de Marvel es de 1973 y su representación individual fue en 1983. El film es narrado según la estructura tradicional literaria del camino del héroe y su viaje de autoconocimiento. El joven Shaun/ Shang-Chi (interpretado por Simu Liu, quizás un poco falto de expresión facial a nivel actoral), quien lleva una vida ordinaria en Estados Unidos, debe retornar a China para encontrar a su hermana, tras temer de las actitudes peligrosas del progenitor. Su padre (encarnado sólidamente por el consagrado Tony Chiu-Wai Leung), según se explica en el prólogo de la película, es un hombre que reina hace mil años gracias a la potencia mágica de diez anillos antiguos, que incrementan día a día su codicia. De este modo, padre e hijo se enfrentarán como en una tragedia griega o shakespeariana. Llena de referencias a las tradiciones milenarias chinas, uno de los elementos más destacables de la película son las escenas de peleas con artes marciales. Éstas son representadas mediante la poética de la danza y con una belleza visual sorprendente, que la aleja de las tradicionales películas de superhéroes norteamericanas y la acerca a films maravillosos como La Casa de las Dagas Voladoras (2004, Yimou Zhang), El Tigre y el Dragón (2000, Ang Lee) o La Ira del Espadachín Manco (1971, Cheh Chang). Según la filosofía oriental las leyes físicas, como la gravedad, pueden romperse, por eso es frecuente que en este tipo de cine veamos peleas en cámara lenta en el aire con movimientos que parecen imposibles, y todo esto está muy presente en Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos. Si bien hay un buen planteo y desarrollo del conflicto, además de un buen manejo de la comicidad, principalmente mediante ese personaje de Katy (Awkwafina) que funciona como el comic relief, al igual que la participación especial y sorpresiva del legendario Ben Kingsley, lamentablemente en el desenlace la exageración del mainstream se hace presente a través del exceso de efectos. En este sentido, la inclusión del primer dragón es atinada pero la aparición de una segunda criatura gigante, en lo que parece ya una pelea de kaiju, es realmente innecesaria porque la película ya tenía un buen villano. Es evidente que al cine de superhéroes actual le cuesta comprender que a veces “menos es más”. Por último, la película se enmarca dentro de la corrección política y étnica actual que intenta representar Hollywood en estos últimos años, pero en este caso lo hace con verdadero respeto hacia la cultura china y no desde el exotismo. Incluso hay que remarcar la inclusión de bastantes parlamentos en mandarín, así como la virtuosidad estética de los escenarios con Feng Shui. De igual modo, está presente el feminist-power desde el protagonismo del elenco femenino y particularmente la importancia que se le da a las mujeres en el film y cómo éstas son representadas con inteligencia, gran capacidad física y sabiduría, ejemplo de ello son los personajes de la reconocida Michelle Yeoh, Fala Chen y Meng’er Zhang, aunque admito que me hubiese gustado ver también a la hija mujer enfrentar a su padre. Para concluir, Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos es una entrega distinta dentro del MCU que logra con verosimilitud entretener al espectador aunque Marvel todavía parece no saber bien cómo integrar al protagonista dentro del equipo de los Avengers, según plantean sus dos escenas extras en los créditos finales.
Tras diez años de libertad viviendo en San Francisco, el pasado viene a buscar a Shang-Chi (Simu Liu) para obligarlo a enfrentarse con el destino del que pretendía escapar: su propia historia e identidad. Durante un milenio, el conquistador Xu Wenwu (Tony Chiu-Wai Leung) dirigió su ejército de guerreros y asesinos sin que nadie pudiera hacerle frente. La leyenda de los Diez Anillos que le dieron el poder de la inmortalidad y una gran habilidad en el combate tomó muchas formas, pero sOlo él podría confirmar cómo y dónde los consiguió. Durante todo ese tiempo, los utilizó para mantener bajo su control a gran parte del mundo conocido: primero por la fuerza directa, más tarde por métodos más sutiles. Pero lo que ningún ejército logró en mil años lo consiguió Li (Fala Chen), guardiana de la puerta de acceso a la mítica aldea de Ta Lo, que primero lo derrotó en combate y luego se ganó su corazón. Con ella, Wenwu encontró lo que le faltaba; abandonó sus planes de conquista para dedicarse a formar una familia y criar a Shang-Chi y su hermana menor Xialing. Fue feliz por algunos años, pero la paz dura poco para personas con tanta sangre en su historia. Veinticinco años más tarde ya no queda nada de esa familia; Li ha muerto, Shang-Chi y Xialing abandonaron a su padre y Wenwu nuevamente está decidido a arrasar con Ta Lo. Lleva años reconstruyendo su ejército y sabe que sus hijos guardan el secreto de su madre para encontrar la puerta. La leyenda de los Diez Anillos se tomó un descanso, pero todavía no está terminada. Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos: más que artes marciales. Ante el desafío de presentar a un personaje nuevo y muy poco conocido para el público masivo, la decisión de ignorar gran parte de todo lo anterior y apuntar solo para adelante le dio margen al director, Destin Daniel Cretton, para concentrarse exclusivamente en contar su propia historia sin tener que preocuparse mucho por hacer conexiones laterales. Así, sin respetar a rajatabla una historia previa, tampoco cede al temor de ofender a una horda de fans por detalles como el de fusionar a dos personajes en uno para moldear al villano de Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos, quizás uno de los puntos más altos de una película donde varios personajes secundarios están más y mejor desarrollados que su protagonista. Esto puede sonar extraño y hasta fallido respecto a lo que estamos acostumbrados a ver, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que esa mirada menos individualista es algo bastante común en el cine chino de artes marciales, de donde Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos visiblemente toma muchas de sus influencias. Una de las críticas más repetidas hacia el cine de Marvel es justamente hacia sus villanos, quienes suelen ser apenas caricaturas chatas sin mucho interés, puestas para no quitar la atención de un héroe carismático. Es exactamente lo contrario a lo que sucede en Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos, pues casi parece la historia de Wenwu contada desde la perspectiva de su hijo. A lo largo de los distintos momentos de su vida, Shang-Chi solo reacciona ante las acciones de su padre, que es quien realmente empuja la historia hacia adelante y tiene una motivación real para lo que hace. Mientras tanto, Shang-Chi comparte su camino con su hermana, su amiga incondicional Katy (Awkwafina) y su tía Ying Nan (Michelle Yeoh), acompañantes que no están a entera disposición del lucimiento del héroe sino que tienen sus propios conflictos o misiones que resolver a lo largo de la película. El resultado es justamente que el protagonista se luce menos de lo habitual en este tipo de propuestas, pero es discutible si eso es necesariamente algo malo (difícil no relacionarlo con el tan fallido como forzado intento de vendernos a Iron Fist como un personaje interesante o carismático) siendo que el resto del elenco balancea y completa la narración de Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos de forma satisfactoria. No deja de ser un producto masivo de Disney, por lo que Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos se siente en la obligación de explicar partes de su mitología de una forma que probablemente no haría si no tuviera impuesto el clásico pánico del estudio a dejar a alguien afuera, un problema recurrente en la franquicia que muchas veces le quita tiempo al desarrollo de la historia en sí y termina requiriendo de cierto abuso de las coincidencias para resolver problemas y justificar cameos. Aunque son dos cuestiones presentes, ninguna de las dos estorba lo suficiente como para ser un gran problema y la película logra mantenerse fiel a su concepto principal sin tener que hacer todo extremadamente explícito. Como es de esperarse, la acción y los combates cuerpo a cuerpo son una parte fundamental, con coreografías que combinan diferentes estilos de artes marciales que incluso hablan de la esencia de algunos personajes (no es casual que alguien con el carácter de Li utilice el tai chi como forma principal, mientras Wenwu refleja su furia en cada movimiento) pero que en general evitan caer en las versiones más etéreas del cine que toma como referente, salvo cuando tiene una necesidad narrativa. Algunas de estas escenas de acción no son muy originales (toda la secuencia en andamios de bambú es tan trillada que hasta parece una referencia en tono de broma) o extienden un poco más de lo que deberían y demoran la llegada al enfrentamiento final, pero en conjunto Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos nunca llega a sentirse estancada o aburrida. Y, en el fondo, es lo que menos se le podría perdonar a un producto de este tipo.
Es sin dudas la inauguración de una serie de películas con un nuevo héroe de acción. Ya en las escenas estratégicamente ubicadas cuando termina el film se anuncia los planes de esta nueva saga de Marvel. El protagonista Simu Lu tiene el carisma necesario, lo acompaña muy bien Awkwafina, con sus toques bizarros, la sofisticada Meng´er como la hermana del héroe, la famosa Michelle Yeoh y la novedad de un elenco de etnia asiática que hace que el comienzo sea con subtítulos, una verdadera audacia para el mercado norteamericano. Pero el libro basado en el comic de Steve Englehart y Jim Starlin escrito por Dave Callaham, Destin Daniel Cretton (Tambien es el director de la peli) y Andrew Lanham tiene el equilibrio perfecto entre batallas, enfrentamientos, fantasías más cercanas a la cultura asiática, animales fantásticos y una verdadera épica entre el bien y el mal con matices bien regulados. El realizador supo equilibrar los efectos especiales, con buenas coreografías de lucha, algunas como danzas, toques de diversión, y la complejidad de los personajes. Aún con un hombre ávido de poder, poseedor de los anillos y la eternidad, tiene matices, una historia de amor entre opuestos y una razón de ser, como para que sus hijos comprendan la dimensión de su carácter y el por qué del enfrentamiento necesario. Con esa historia sólida mas belleza estética, la receta resulta mucho más efectiva que la de algunos héroes tradicionales. Todo un hallazgo la inclusión de Ben Kingsley para explicar cómo se une esta historia con la saga de Avengers, y su cuota de humor.
"Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos": el turno del superhéroe chino. Con las artes marciales y las tradiciones chinas en el centro de la escena, la película parece solo destinada a congraciarse con el que hoy es el principal mercado cinematográfico mundial. Apenas dos meses después del estreno de la demorada Black Widow, y con la espuma por la demanda judicial iniciada por Scarlett Johansson a Disney por el lanzamiento simultáneo en salas y streaming lejos de bajar, Marvel continúa expandiendo su universo con la segunda película de la Fase 4, que prosigue las acciones luego del cierre a toda orquesta de la Fase 3 que significó Avengers: Endgame. Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos funciona, principalmente, como la presentación de un nuevo superhéroe, lo que se traduce en una película autónoma, una pieza relativamente ajena al andamiaje previo y que puede verse sin un manual que explique las relaciones entre los personajes ni los hechos ocurridos en las entregas anteriores. Que Shang-Chi sea de origen chino implica, en términos de marketing, lo mismo que la versión live-action de Mulán: la posibilidad de congraciarse con el que hoy es el principal mercado cinematográfico mundial. Conscientes de eso, los productores reunieron un elenco con leyendas del cine asiático (Michelle Yeoh y Tony Leung, este último habitual colaborador de Wong Kar-wai) y un par de protagonistas norteamericanos, pero de ascendencia china (Awkwafina y Simu Liu). La idea de una película de Marvel pensada para contentar a un colectivo particular enciende las luces de alerta, teniendo en cuenta que es una maniobra similar a la de Pantera Negra con los afroamericanos. Pero aquí no hay una celebración como la de la película protagonizada por el fallecido Chadwick Boseman: si allí había un intento culposo de empoderamiento para nada encubierto del black power, aquí la cuestión pasa por vehiculizar las acciones mediante uno de los géneros por excelencia del cine asiático como es el wuxia, con las artes marciales y las tradiciones chinas en el centro de la escena. Como señaló Diego Lerer, ese universo de patadas voladoras, espadas afiladas y múltiples giros en el aire lleva en su ADN el mismo requisito de la suspensión de la credulidad del mundo Marvel. Claro que aquí, como en casi todas las películas de encapotados, el asunto empieza a pasarse de rosca. Hasta su último tercio, Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos tiene los pies en la tierra y describe los orígenes del héroe de turno. Para eso se remonta unas cuantas décadas atrás, cuando Wenwu (Leung) se hace de los anillos del título y, con ellos, de una fuerza extraordinaria que lo hace inmortal. Demasiada tentación no intentar conquistar el mundo entero, como todo villano de Marvel. El problema es que se cruza con una guardiana de una tierra mágica a quien no solo no puede vencer, sino que termina enamorado y teniendo varios hijos. Uno es Shang-Chi (Simu Liu), que cuando la situación familiar se complica termina trabajando como valet parking en Estados Unidos junto a su amiga Katy (Akwafina, haciendo las veces de eficiente comic-relief). El pasado parece lejano, hasta que vuelve a buscarlo. Lo encuentra en un colectivo, lo que depara un enfrentamiento de un solo hombre contra un grupo de matones que recuerda a la de la reciente Nadie. Quien lo busca es su padre. Y allí arranca, entonces, el camino del héroe hacia el reencuentro con su identidad y su esencia mitológica. Un camino que lo llevará primero a Macao, donde deberá sortear los primeros obstáculos con peleas que el director Destin Cretton –proveniente del ala indie de la industria– tiene el tino de filmar sin abusar del montaje, dándole una espectacularidad física poco habitual para un tipo de cine donde espectáculo es sinónimo de efectos especiales. Tan poco habitual, que sobre la última parte Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos retoma aquella máxima según la cual mientras más grande, mejor. Llega el turno del despliegue visual, el ruido y las peleas con criaturas digitales. Marvel puede cambiar el color de piel de sus héroes, pero no sus mañas.
El universo cinematográfico de Marvel continúa su expansión a paso firme y vuelve a instalar en la pantalla grande una película efectiva y sorprendente. Shang-Chi quizás sea el personaje en ciernes menos conocido de la fábrica de superhéroes masivos, pero no por eso el menos interesante. Las fichas puestas en el joven karateca no solo significan una decisión arriesgada tras los eventos de Avengers: Endgame, sino también una apuesta total por llegar a nuevos públicos. Marvel iza una vez más la bandera de la diversidad racial (Pantera Negra significó la inclusión de la comunidad afroamericana, por ejemplo) con una película que tiene en sus filas a grandes estrellas, como Tony Leung, Ben Kingsley y Michelle Yeoh, y a actores y a actrices menos conocidos, pero igual de diligentes a la hora de repartir piñas y patadas voladoras, como los protagonistas Simu Liu y Awkwafina. El director Destin Daniel Cretton (El castillo de cristal) conjuga el fantasy, la aventura y la acción marcial con un protagonista que se abre paso a las patadas, en escenas de maniobras imposibles, capaces de subir la adrenalina tanto de los personajes como del público. Eso ocurre en una de las logradas primeras escenas en un colectivo en marcha, cuando descubrimos las habilidades físicas de Shang-Chi (Simu Liu), quien trabaja como valet parking en un hotel de lujo, junto con su amiga Katy (Awkwafina). Después de un prólogo que contextualiza el surgimiento de la leyenda de los diez anillos, y que presenta de manera elegante y expeditiva al padre y a la madre del protagonista, el filme se ubica en la actualidad para mostrar cómo Shang-Chi tiene que lidiar contra el regreso del padre, quien viene a buscarlo para que lo ayude a traer a la madre del más allá, donde supuestamente aguarda viva. Es así que el principal enemigo de Shang-Chi será su propio padre. Si bien la película pudo haber aprovechado más el dilema familiar de la trama, rápidamente advierte que su propósito no es hacer lecturas psicológicas del asunto, sino sacarles el jugo a las escenas de acción y entregar un entretenimiento puro y duro, con una fórmula que ya conocemos, pero que siempre introduce alguna novedad que permite disfrutar la película como si se tratara de la buena nueva del cine a escala planetaria. Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos es una ristra magnética de coreografías marciales prodigiosas, que se confunde con sofisticados efectos visuales propios del fantasy (hay una épica pelea entre dos dragones) y los derroteros trepidantes de la aventura más física. El filme es un espectáculo que tiene cuantiosos pasos de comedia para amenizar la historia cuando se pone un poco dramática, aunque nunca llega a ser una película pesada (a pesar de sus 132 minutos), sino más bien un filme que sabe mantener el tono de comedia con personajes entrañables. Por supuesto, Marvel siempre saca de la galera momentos que dotan a la película de sutilezas y genialidades. Por ejemplo, en la primera de las dos escenas poscréditos, que probablemente sea de lo mejor de un filme comercial sólido y superentretenido.
Reseña emitida al aire
Tengo sensaciones encontradas con respecto a la dirección que Marvel va delineando en este tiempo. Entiendo que están en un período de renovación del MCU y eso implica un paciente proceso de construcción de nuevos personajes que se extenderá por muchos años hasta consolidar un nuevo súper grupo como el que terminó siendo «Avengers» en sus dos entregas finales. Lo cual no significa negarse a lo nuevo. Simplemente, me pasa que comparo inmediatamente a los nuevos ingresantes, con aquellos que me conmovieron por décadas, y hoy, no terminan de generarme algo ni remotamente parecido a lo que sentí cuando ví, por ejemplo, la primera «Captain America» o el inicio de «Iron Man». No, no se que pasa (quizás haya que esperar) pero no transmiten la misma vibra. «Shang-Chi» entonces es un capítulo que claramente está pensado para generar pluralidad de nacionalidades en el mundo Marvel. Ya tuvimos «Black Phanter» dedicado a los afro descendientes y ahora, podremos abrir el mercado asiático con un propio héroe para esa comunidad. ¡Quizás en un año, hasta podamos tener un sudamericano en el Dream Team! Conjeturas al margen, el estudio convocó a Destin Daniel Cretton, cineasta con pocos buenos antecedentes («Just Mercy», «The Glass Castle», etc) como responsable del proyecto. A la luz de los resultados, cumplió con lo pedido, si es que eso fue plantear una propuesta vistosa desde lo técnica y que se integrara rápidamente al universo en curso. Desde la dirección, creo que Cretton flaqueó dirigiendo a actores centrales en el film (¡hizo lucir discretos a Tony Leung y Michelle Yeoh!) y quizás lo más alarmante sea que nunca sentí la emoción clásica de esta saga atravesando la cinta de principio a fin. Mil perdones por extrañar a aquellos que no están. La trama presenta a un simpático pibe, Shang (Simu Liu) que ha tenido que escapar del destino que su padre (Leung) tenía diseñado para él. Este último es el líder de una agrupación llamada «Diez Anillos», que ha venido creciendo en poderío en los últimos tiempos. No son buena gente, desde ya. La cuestión es que el papá necesita que su hijo reciba su herencia (lo piensa como un asesino líder) y no acepta un «no» como respuesta. Shang tendrá una compañera para poder enfrentarse al lado «oscuro» (Katy, léase Awkwafina) y la historia será una habitual curva de evolución en un personaje que no puede dar la altura al principio, pero que tiene el gen para desarrollar lo que de él se espera. ¿Qué esperar? Un recorrido lineal, algo de humor, muy buenas escenas de acción (esto sí es destacable) y CGI de súper calidad. ¿Los conmoverá el nacimiento de este nuevo héroe? Eso irá en ustedes. No fue mi caso. A pesar de haber pasado un tiempo de entretenimiento aceptable, no logró el voltaje que cualquier film de Marvel provocó en mí (incluso con la discreta y reciente «Black Widow») en su larga historia… Entiendo la necesidad de renovación pero debo decir que esta peli es de las más débiles en términos de argumento de los últimos años. Creo que hay que esperar el avance de las diferentes historias en juego en este año (lo que sabemos de lo nuevo de Doctor Strange para 2022, la sorpresa del regreso de Loki, Wanda, Visión y próximamente Hawkeye y más) para poder evaluar los nuevos ingresos al equipo. Hoy, todavía no siento la épica de otros tiempos. Aún.
Empecemos por el problema: muchas de las secuencias de artes marciales (las coreografías son excelentes, en general) incluyen momentos donde no se ve el cuerpo entero. Puede parecer un detalle de obsesivo, pero afecta el resultado final de esta versión superhéroes del tradicional género wuxia (grandes novelas con artes marciales) asiático. Aquí hay dos películas: la historia de un hombre que fue malo, se redimió por amor y volvió a caer en el mal ante la pérdida del ser amado (lo que además conlleva a un melodrama familiar) y la de una serie de leyendas fantásticas, un auténtico cuento de hadas. El lazo entre los dos estratos es Shang-Chi, el personaje que interpreta Simu Liu, y es su actuación -con todo el cuerpo- la que puede unir el registro cómico de Awkwafina con el trágico del gran Tony Leung (el favorito, y con razón, de Wong Kar-wai, tan comprometido aquí con su personaje como en Happy Together, aquí más cerca de su perfecta performance de Infernal Affairs, la versión original de Los infiltrados). Lo mejor de Shang-Chi es que la combinación de elementos funciona y que el espectáculo, en general, conmueve la vista y llega a una emoción real. Raro si se tiene en cuenta que es una obra tejida a puro lugar común.
Vuelven las historias de origen al MCU, solo que ahora Tony Leung (In the Mood for Love) es el villano. ¿De qué va? Tras 10 años bajo el nombre de Shaun, Shang-Chi debe desempolvar sus puños para poner fin a la amenaza de Xu Wenwu, el portador de los 10 anillos y su mismísimo padre. El símbolo de diez anillos entrelazados inunda la pantalla. Luego, una voz en off nos zambulle en la leyenda de dichos anillos, y de cómo Xu Wenwu (Tony Chiu-Wai Leung) eligió el poder de la inmortalidad ante la proclamación de una paz unificada. Pero sus maliciosas intenciones de dominar todos los imperios a la redonda queda en pausa cuando conoce a Li (Fala Chen), la mujer que traza un nuevo destino para Wenwu. Mientras ambos comparten miradas en una suerte de danza de apareamiento, los amantes se encuentran y se vuelven uno, dejando atrás la malicia y haciendo entrar la bondad y el entendimiento. Habiendo dejado los anillos atrás, Wenwu hamaca al pequeño Shang-Chi, fruto de un amor constituido, heredero del cariño de un padre contemplativo y una madre comprensiva. Pero la muerte de esta trae a flote el camino abandonado, el del dolor y la venganza, haciendo que Wenwu retome aquella misión de antaño, y poniendo en jaque el presente y el futuro de Shang, que debe dejar su niñez para transformarse en la proyección de su padre; un arma aniquiladora. Es así que Shang, ya crecido, abandona el camino de la violencia como así a su padre y a su propia tierra. Bajo en nombre de Shaun (hay un remate graciosísimo sobre este cambio de nombre), el hijo conflictuado, interpretado por Simu Liu, inicia una nueva vida en San Francisco, la cuál permanecerá en paz por solo 10 años. A partir de aquí inicia la aventura y, tal vez, una de las mejores cintas marvelitas de los últimos años. Destin Daniel Cretton, director de la magnífica Short Them 12, nos trae un respiro de aire fresco que no se sentía desde Black Panther. Y no, no es solo por su diversidad, sino por su inteligencia a la hora de plantearnos un conflicto interno que sobrepasa, por varios momentos, al externo. Esto es, por mucho, algo que destaca dentro de este universo, en donde la espectacularidad y el excesivo CGI (cosas que no faltan en esta) es el foco de atención principal. Desde el prólogo contemplamos el inicio de la dualidad que se presenta en nuestro villano, Wenwu; de emperador maligno a amante, de marido a padre. Esta herencia llega al mismismo Shang, pero a la inversa. Rodeado de amor y comprensión, el cordón umbilical de Shang se corta trágicamente, presenciando no solo la muerte de su madre, sino la de su padre. No una muerte física, sino simbólica. Aquella figura paterna justa y comprensible queda en la oscuridad, reviviendo de entre las sombras la tristeza y la obsesión de derramar sangre. Es así que Shaun, viviendo una rutina tan banal como la de cualquier mortal, suspende su propia superación entre copas y karaokes. Si, nuestro héroe sufre de depresión, pero ni él ni el espectador lo sabe, porque la compañía ratona se encarga de camuflar bajo gags y situaciones tan hilarantes como innecesarias un conflicto más que interesante. No me mal interpreten, dentro de los 20 chistes que tiran, me reí en unos 5, pero la verdadera pregunta que quiero hacer es: ¿Necesitamos de estas situaciones hilarantes para aplacar la transformación de personaje tan rica? Comprendiendo que la visión de un autor es casi nula en cintas como estas, creo que, luego de 13 años de películas de esta índole, podemos hacer un parate y reflexionar sobre esto. No vamos a cambiar nada, al menos no más que nuestra propia forma de interpretación y de disfrute de la misma, pero me resulta obligatorio plantear esta incógnita, por el bien de la creatividad artística. De todas formas, y sin irme a un análisis interpretativo de qué nos deja o no una película de MCU, cabe destacar que el humor que trae la cinta, por más cómodo que sea por momentos, resalta mucho más que un Thor juguetón o una familia de espías rusos horriblemente construidos por un simple hecho; nuestros personajes, tanto Shaun como Katy (Awkwafina), utilizan el humor como medio de escape. Entonces, con esta característica tan sencilla como efectiva, somos participes de charlas que nos hacen empatizar y hasta sonreír con la química que manejan ambos aventureros. Estas situaciones son las que dejan ver que la mano autoral puede hacer mucho con muy poco. En definitiva, y sin nombrar en detalle que las escenas de lucha y las coreografías tienen mucho más amor y planeamiento que una mera pantalla verde insípida y antipática, el film logra, gracias a un casting soberbio y a unas cabezas creativas que van más allá de vender un boleto para una montaña rusa, sostenerse por sí mismo, sin apoyarse constantemente en las bases de un mundo que brilló con anterioridad. Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos es sobre el legado de una vida no deseada, y la lucha constante entre abrazarlo y formar parte, o dejarlo de lado para sobrevivir en las sombras de la ignorancia.
Artes marciales, coreografías que desafían la gravedad y cine de acción. Asiático. El universo Marvel se expande hacia la historieta en su cruce con la tradición del wuxia, en el que todo puede suceder, para hacer foco en la historia y el origen de un héroe menos conocido que los de los multiversos alrededor de Avengers. Con personajes asiáticos, hablada en gran parte en mandarín, se centra en la historia de Shang-chin, hijo del poderoso y terrible dueño de los anillos (el fantástico Tony Leung, protagonista de Con ánimo de amar, entre muchas más) y de la “enemiga” que lo enamoró, Li Fa. Shang-Lin, crecido en el duro entrenamiento de las artes marciales y con unas dotes extraordinarias, vive como cuidacoches en San Francisco, y tiene una gran amiga, interpretada por la simpática Akwafina, la actriz célebre del cast, protagonista de La Despedida. Pero no hay presente normalizado que pueda apagar las llamas de un pasado, digamos tumultuoso, que pronto tendrá que enfrentar el bueno de Shang-Lin. El lío de proporciones que seguirá incluye grandes secuencias de peleas (violentas) y espectaculares escenas de acción, en las que lo fantástico se mezcla con lo que va quedando de un registro más realista y con la suma de caras conocidas en roles de peso: Michelle Yeoh, Ben Kingsley, a medida que se luce la capacidad del equipo de FX, en un rol cada vez más importante y estridente, como es ya marca de la casa. Ni falta que hacía: el director, Destin Daniel Cretton, sabe filmar y transmitir el nervio y la pasión que hacen de esta historia más de dos horas de película casi todo el tiempo atrapante. Un espectáculo muy entretenido, en el que se dan la mano las tradiciones -narrativas, estéticas- y las posibilidades de hoy.
LA ACEPTABLE MEDIANÍA MARVEL A esta altura, el corpus (también televisivo, pero particularmente cinematográfico) es tan extenso y está tan consolidado, que incluso permite que las nuevas obras aprenden y toman lecciones de sus predecesoras. Es como si hubiera una especie de “Manual Marvel”, que no solo indicara procedimientos, sino también posibles contingencias y hasta roles para cumplir para cada película o serie. Dentro de ese panorama, Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos cumple una función de presentación e introducción, pero también de descanso. Es que, luego de las múltiples novedades narrativas ofrecidas por las series WandaVision, Falcon y el Soldado del Invierno y Loki, y de esa especie de precuela obligada -y algo fallida- que fue Black Widow, el film de Destin Daniel Cretton es como una vuelta a lo seguro y conocido. Y eso que estamos ante una película que no solo debe presentar a un nuevo superhéroe, sino también un pequeño universo propio y, encima, cumplir con los mandatos de representatividad que indican los dogmáticos parámetros de la corrección política dominante. Pero Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos aprende de, por ejemplo, Capitana Marvel, a no bajar línea de forma muy explícita y, en cambio, incorporar todo el componente asiático a través de las materialidades utilizadas por la narración. En este caso, con la historia de Shaun/Shang (Simu Liu), un joven que vive una existencia sin mucho futuro en San Francisco, hasta que su pasado lo alcanza y lo obliga a retornar a Asia, donde termina enfrentado con su padre (Tony Leung), un hombre casi inmortal que conduce una misteriosa y poderosa organización llamada Los Diez Anillos. El propio Leung, junto a Michelle Yeoh (que tiene otro rol decisivo), desde sus portes de estrellas internacionales, son vehículos a un imaginario oriental -o sobre lo que supuestamente encarna Oriente- que abarca films de fantasía y artes marciales, como Héroe, El arte de la guerra y El tigre y el dragón, pero también relatos policiales como Infernal affairs. De todos ellos se alimenta la puesta en escena de Cretton para ir construyendo un marco propio. Lo cierto es que Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos va de menor a mayor, a medida que va dando carnadura a los protagonistas y progresando con los conflictos que plantea. Si el ser un film que apenas si tiene algunos lazos concretos con el Universo Cinemático de Marvel le juega a favor para avanzar con bastante autonomía; también necesita de ese espectador marveliano que le perdone unas cuantas arbitrariedades y cabos sueltos en su argumento. Recién en su segunda mitad consigue fusionar apropiadamente la combinación de drama familiar, donde la figura paterna encarnada por Leung juega un rol decisivo; con la comedia cimentada en lo referencial en la que el personaje de Awkwafina es el que tiene mayor peso. Y si bien despliega unas cuantas ideas visuales más que interesantes, también le falta mayor inteligencia y sensibilidad para otorgarle una dimensión más concreta y palpable al recorrido de su protagonista. Eso sí, a lo largo de todo su recorrido, Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos exhibe una consciencia precisa del tamaño y alcance de sus ambiciones y posibilidades. Por eso no pretende bajar mensajes altisonantes sobre la diversidad, la inclusión o las implicancias éticas y morales del heroísmo, por más que a la vez posea unos cuantos pasajes donde los personajes reflexionan sobre sus propias historias y dilemas. A Cretton le alcanza con delinear un cuento ya conocido sobre un héroe un poco a su pesar, que al confrontar con sus orígenes y formación termina encontrando su destino e identidad. De ahí que Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos sea una película tan efímera como aceptable, que incluso es bienvenida en la actualidad de una franquicia que todavía amenaza con ponerse demasiado solemne.
🎬Pelicula: Shang-Chi y la leyenda de los 10 anillos. La leyenda gira en torno a 10 anillos, unos armamentos sumamente peligrosos, que le otorga poderes y habilidades sobrehumanas a quién sea capaz de manipularlos. Shuan es el pseudónimo que utiliza Shang-Chi (Simu Liu) quien lleva una vida común, junto a su amiga y compañera de empleo Katy (Awkwarfina), en San Francisco California. La familia de Shang-Chi, conformada por su padre y su hermana Xu Xialing, se reunirán tras algunos encontronazos para juntos transportarse a Ta La, una aldea ubicada en una dimensión paralela que tendrán que defender pese a las diferencias y enemistades de un pasado cargado de conflictos no resueltos. 🐉 Marvel nos ofrece una película que parece llegar tímidamente a las salas y la propuesta resulta más que interesante para conocer y comenzar a encariñarse con el nuevo elenco de personajes. Lejos de entradas triunfales con aires soberbios, Shang-Chi llega con total armonía, lo que la vuelve diferente a todo lo antes visto. Es el primer largometraje de superhéroes liderada por asiáticos en el UCM, lo que permite un placer visual en los constantes homenajes a la cultura milenaria de las artes marciales. 👍🏻Una historia bien contada, un guión lleno de referencias y menciones a otros universos, que por momentos se vuelve ridículamente divertido, un cast bien ensamblado y cameos de personajes entrañables son motivos más que suficientes para no perdértela. El manejo del humor de Awkwarfina y Ben Kingsley encarnando a Trevor Slattery es realmente sobresaliente. 👎🏻El Mandarín pierde algo de fuerza como antagonista pero estoy siendo minucioso, no encuentro fallas significativas. 🍿No hay vuelta atrás, Shang-Chi y la leyenda de los 10 anillos llega a los cines para darnos la bienvenida a la Fase 4 del UCM. Recomiendo no levantarse de sus asientos sin antes ver las dos escenas post-créditos para seguir especulando con lo que se viene 👏🏻 Puntuación 8/10 🐲
Fase 4 en pleno desarrollo y expansión Marvel Studios sigue ampliando su catálogo de héroes y ahora le toca a un tapado, sin superpoderes pero con un gran legado detrás. Las cosas en el Universo Cinematográfico de Marvel parecieran estar, de a poco, empezando a apuntar hacía un horizonte. Por más que ese destino todavía quede lejos y algunas piezas aún no han sido presentadas, el juego ya está en marcha. Desde que la famosa “Fase 4” dio su inicio con WandaVision, las abundantes y repetidas teorías sobre el multiverso de Marvel están en boga de todos sus fanáticos pero, aparentemente, no es sólo eso lo que Kevin Feige tiene entre ceja y ceja y aquí es donde se presenta Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings. Una historia de origen de un nuevo personaje, del cual nada se sabía hasta este momento y que pareciera llegar a la gran pantalla para dos aspectos en particular. Por una parte seguir constituyendo una línea de héroes que estén en la tierra lidiando con problemas y situaciones no tan grandilocuentes y por otro lado la representación asiática en la gran pantalla. Ahora bien, ¿de qué va Shang-Chi? Bueno, en esta historia de origen se nos presenta a Shaun (Simu Liu) un joven que se gana la vida tranquilo, con un trabajo común y sin ver ningún foco de atención junto con su mejor amiga Katy (Awkwafina) de ningún tipo hasta que de buenas a primeras los fantasmas de su pasado los atrapan a ambos y ahí Shaun deberá revelar su verdadera identidad cómo el hijo del líder de los Diez Anillos, el grupo terrorista/secta que en su momento tuvo que lidiar con Iron Man en repetidas oportunidades, demostrando así habilidades para el Kunf Fu y diferentes artes marciales que lo posicionan como un luchador y asesino sin parangón. Él deberá enfrentarse a su padre y las pesadillas que lo atormentan antes de que termine liberando en la tierra fuerzas que están fuera de su comprensión. Con la dirección de Destin Daniel Cretton (Just Mercy) y el guion en conjunto Dave Callaham, Andrew Lanham y el propio director. Marvel apostó a “bajar un cambio” con respecto a la linea actual que viene manejando y despegarse, por un ratito, de los problemas universales y que pasan lejos de la tierra y después de haberle dado su merecido lugar a la película en solitario de Black Widow (2021) y The Falcon and the Winter Soldier (realidades totalmente diferentes) demuestran que las historias más terrenales todavía pueden hacerle ingresar una buena cantidad de dinero a sus billeteras. Pero de tanta rosca y manija que se la ha dado a esos problemas más grandes casi como que ver a esta altura una película sobre un personaje que, a grandes rasgos, es desconocido y que a priori la trama no consigue ese gancho directo con el público todo depende mucho de lo que el director y guionistas logren hacer para que esa sensación se disipe. Y ahí es donde radica el problema principal de la película, que lejos está de ser una mala película pero que no tiene lo necesario como para marcar la cancha a la hora de decir “el cine de Marvel volvió.“ Pero vamos por partes; Comenzando por los aspectos positivos, la cinta tiene algo más original que el resto y es que sus escenas de acción y coreografías de pelea están perfectamente alineadas y coordinadas, y con mucha participación real de sus actores estrellas. Eso, si bien todo está maquillado por el CGI (para pulir cuestiones pequeñas) le dan un toque realista y hacen un fiel homenaje a las películas asiáticas de antaño en donde la elasticidad y delicadeza de los movimientos eran más importantes que la brutalidad de los golpes. También en cuanto al tono estético, hay un poco de arriesgar a mostrar algo distinto, con algunas tomas que no son usuales en este universo o movimientos de cámara que le dan un toque autoral a lo que se ve. La producción en cuanto a los vestuarios es brillante y se nota mucho el hincapié que se hizo para reflejar lo más posible la cultura china. Y ya dicho eso, ahí empiezan los problemas. Problemas que el mismo director viene arrastrando en sus películas anteriores y que ya pareciera ser una marca en su estilo que es la de hacer películas torpes, con claras faltas de tiempo y de tempo para resolver cuestiones de guion y de que la esencia de la película nunca pueda verse en su esplendor. Grave problema teniendo en cuenta que estas películas suelen tener un ida y vuelta en cuanto a lo dramático que siempre son resueltas de determinada manera, y si bien el mecanismo es similar hace ese proceso más largo y con un remate peor. El humor que se usa en la película es, desde hace mucho tiempo, el que peor sentido tiene. Se nota forzado y forzoso, bajándole categóricamente la seriedad a una historia que tiene cierta oscuridad. El CGI alterna entre buenas y malas. En lo que tiene que ver con fondos de paisajes, escenarios enteros y la “gran foto” de la película es bastante mediocre, incluso peor que eso. A su favor, la inversión de la tecnología se hace notar en momentos clave y donde verdaderamente se necesita, está bien desarrollado. Aún sin estar a la altura de otras mejores, claro. La historia en general se ve, y se nota, muy estirada. Llega a tal punto que los últimos 40 minutos están de más y todo es estirado para que se redondee en un horario, ya estándar, de dos horas y cuarto. Por fortuna para la película y a pesar de todo esto que dificulta la experiencia, al ser una obra que apunta a las artes marciales, es lo suficientemente entretenida como para no aburrir pero si que se siente su exagerada duración. Así Shang-Chi hizo su debut en la gran pantalla, con una película que alterna buenos momentos con otros mediocres y que encuentra en sus puntos distintivos lo suficiente cómo para que sea decididamente una mala película. Seguramente habrá más del personaje, está todo establecido para que así sea, y quedará ver cómo se desenvuelve alguien que no tiene poderes cuando le toque compartir equipo con dioses o criaturas de otros planetas, porque ahí es donde apunta el futuro de Shang-Chi.
Critica emitida en radio. Escuchar en link.
Como en toda clásica película de artes marciales, la acción, lo místico y/o espiritual se encuentran reflejados en esta nueva película de Marvel. Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos (Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings, 2021) introduce al Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) un personaje poco conocido por quienes no son aficionados al mundo del cómic, que si bien debe cumplir con las expectativas de los “expertos” busca atraer a los “inexpertos” seguidores de la franquicia. Aunque desde un comienzo se presenta la Leyenda de los Diez Anillos, la historia de Shang-Chi (Simu Liu) es explicada luego de ser atacado, mientras viaja en autobús con su amiga Katy (Awkwafina), y debe defenderse para evitar que le roben un collar que le regaló su ya fallecida madre. A partir de ese momento, la vida del personaje se transforma al decir viajar a Macao a buscar a su hermana Xialing (Meng’er Zhang) para protegerla de su padre Xu Wenwu / Mandarin (Tony Leung). Al reencontrarse con el mundo del que había escapado durante su adolescencia, conocemos más la vida de un personaje que debe lidiar con la posibilidad de que su madre esté viva y por lo tanto ir a rescatarla con su padre; además de adentrarse en un mundo de dragones y fantasía, donde Shang-Chi, Katy y Xialing intentarán evitar que un milenario monstruo sea liberado. La película de Destin Daniel Cretton cumple satisfactoriamente lo que se propone y utiliza al personaje de Wong (Benedict Wong), ayudante de Doctor Strange, para enlazarlo al desafiante universo creado por Marvel. Como no podía ser de otra forma, las escenas pos créditos ilusionan al espectador con futuras apariciones del personaje en el UCM y ahora solo queda esperar hasta diciembre para el estreno de Spider-Man: Sin camino a casa (Spider-Man: No Way Home).
Esta nueva película de Marvel toma un personaje poco conocido del universo de los cómics para crear una bastante efectiva historia del origen de un héroe asiático con mucha influencia del cine de artes marciales. Si hay algún género al que las reglas aerodinámicas del universo de los superhéroes le caen como «anillo al dedo» (😉) ese es el wuxia, el cine de acción asiático histórico que ha dejado de lado conceptos tales como la gravedad hace ya décadas. Lo ha hecho más escondiendo cables que mediante efectos especiales digitales pero para lo que hoy nos importa digamos que es más o menos lo mismo: es un cine en el que la acción se utiliza coreográficamente y no necesariamente desde la lógica narrativa, un mundo en el que las reglas espacio-temporales son expandibles y el realismo es un concepto bastante lejano. ¿Qué mejor entonces que ubicar una ficha del mundo Marvel en este universo de luchadores que vuelan por los aires, dragones que echan fuego y mitologías milenarias y, convengamos, bastante incomprensibles? A SHANG-CHI Y LA LEYENDA DE LOS DIEZ ANILLOS la favorece, y mucho, esa conexión. Es como si de golpe ese mundo instagrámico, desprovisto de peso, de la gran mayoría de la producción Marvel encontrara a un familiar perdido u olvidado, un tío chino que hacía esas cosas con más ingenio y menos dinero décadas atrás. Y gracias a eso –además del talento de los coreógrafos y los actores y especialistas en artes marciales que hay en la película–, esta debe ser la única película de la compañía en la que la suspensión de incredulidad está asegurada de entrada. De todos modos, hay momentos –sobre todo en el final– que el equipo de efectos especiales lleva las cosas un poco demasiado lejos. Pero el espectador más conocedor del paño sabrá también que nunca hay del todo un «demasiado» en el cine de acción asiático. El otro punto a favor de SHANG-CHI es su independencia, al menos por ahora, del multiverso de aplicaciones múltiples. Es una película que se puede ver y disfrutar por sí sola, en sí misma, y salvo algunos cruces aquí o allá –además de las dos escenas post-créditos que incorporan a famosos personajes–, no hay que llevar el libro «Marvel’s Who’s Who» para entender qué cuernos pasa. Sí, es cierto, el tal Shang-Chi es un personaje casi desconocido hasta para los fans del estudio, pero eso que lo transforma en una dificultad en términos «comerciales» le da una libertad inédita respecto a lo creativo. O, al menos, una mayor a la que tienen la mayoría de los productos interconectados de la empresa. El tercer ítem que seguramente celebrarán los críticos vendrá por el lado de la representación. Así como PANTERA NEGRA fue excesivamente aplaudida más que nada por tener un universo casi completamente afroamericano, aquí pasará lo mismo por existir en un mundo en el que todos los personajes importantes son asiáticos, está hablada en buena parte en mandarín y no tiene ningún «occidental» como intérprete o supuesta conexión con el espectador. Los estadounidenses aman hoy eso –la discusión sobre la representación en las artes está que arde allí y todo el mundo se babea cuando un gran estudio hace esto–, aunque los que vivimos en otras partes del mundo estamos un tanto más acostumbrados a ver películas de otras procedencias y con elencos más multiculturales. Les faltó, sí, un director proveniente del wuxia o del cine de acción chino/hongkonés contemporáneo, pero como Destin Daniel Cretton es hawaiano de nacimiento y mitad japonés les pareció que con eso alcanzaba, ya que para los norteamericanos el resto de los continentes son todos más o menos iguales, como quedó claro en el cocoliche de acentos y paisajes iberoamericanos titulado THE SUICIDE SQUAD. De todos modos, Cretton, un cineasta que viene del cine independiente –realizador de films como SHORT TERM 12 y JUST MERCY— sale muy bien parado de la contienda, aportando lo que normalmente le piden a los directores en Marvel (trabajar con los actores, más que nada en las escenas de diálogos y dramáticas) dejando todo lo relacionado con la acción a los especialistas: la segunda unidad dedicada al «bardo». Contaré poco de la película en sí porque los «marvelianos» se ponen muy nerviosos y les parece spoiler hasta mencionar lo que pasa en la primera escena. La película comienza, perdón, con Wenwu (el gran Tony Leung Chiu-wai), mítico poseedor de los diez anillos del título que le dan un poder que, como pasa de Tolkien en adelante, tiende a transformar a quienes lo poseen en seres peligrosos y, claro, inmortales. El tipo va camino a conquistarlo todo hasta que, hace unos 30 años, se topa con una enemiga insospechada: Li Fa (Fala Chen), guardiana de una tierra acaso mágica, que no solo le presenta batalla desde lo físico sino que lo enamora. Se casan y tienen hijos, uno de los cuales es el tal Shang-chi, a quien él educa duramente en las artes marciales. Pero la situación familiar se complica. Ya verán… Más tiempo pasa y nos topamos en el presente con Shang-Chi (Simu Liu) en San Francisco, ciudad con altísimo porcentaje de población de origen asiática. El tipo trabaja estacionando coches en un restaurante junto a su gran amiga Katy (Akwafina, la más famosa en Estados Unidos del elenco, quien funciona como compañera de aventuras y comic-relief) hasta que, como suele pasar en estos casos, «el destino» viene a buscarlo –el hijo tiene algo que el padre necesita y manda a sus matones a conseguirlo– y es así como debe hacerse cargo de su pasado, de su historia y quizás de su futuro. De allí en adelante habrá violentas –y muy bien filmadas– escenas de acción, entre las que se luce una que tiene lugar en un bus en la propia San Francisco, que es la mejor de todas después de la inicial. La trama llevará a los protagonistas a Macao –la turística Las Vegas oriental– donde seguirán las peleas y aventuras para luego intentar encontrar la tierra donde empezó todo el baile y armar allí un conflicto bélico propio de una película de Akira Kurosawa mezclada con, bueno, otras cosas un tanto más «mágicas». Todo esto, claro, en función de un enfrentamiento familiar que tiene la lógica de STAR WARS grabado en el corazón: padres, hijos y todo lo demás también. Y eso incluye, en este caso, a una tía de Shang-Chi (encarnada por la mítica Michelle Yeoh, de EL TIGRE Y EL DRAGON, entre muchísimas otras películas), a su hermana Xialing (Meng’er Zhang) y a Ben Kingsley como un personaje que algunos recordarán de alguna otra película de Marvel, entre otros. SHANG-CHI Y LA LEYENDA DE LOS DIEZ ANILLOS funciona. Y por momentos funciona muy bien. Se desmadra un poco sobre el final –lo que ya es un must en el cine de Marvel, que siempre pone el volumen a once al final de cada show– pero no tanto como para que su gracia se pierda por completo, un poco también porque la lógica del cine de acción asiático asimila muy bien estos cambios de género hacia un terreno más claramente fantástico y, si se quiere, hasta grandilocuente. Simu Liu es un carismático protagonista y parece arreglárselas muy bien en el terreno de las artes marciales (seguramente habrá muchos dobles y efectos, pero no se notan en ese caso) y su química con Akwafina puede ser un poco arquetípica pero igualmente funciona. Y de más está decir que Leung mejora todo lo que toca y que cada escena suya transforma la película en una mucho mejor de lo que sería sin él. El protagonista de CON ANIMO DE AMAR, ASHES OF TIME y THE GRANDMASTER (entre muchos otros clásicos del cine asiático y no solo de Wong Kar-wai) es, sin duda, es el MVP de este espectáculo, de esta «origin story» y de lo que es, finalmente, otra puerta comercial que Disney abre allá por donde nace el sol.
Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos forma parte de la fase cuatro del Universo Cinematográfico de Marvel. Ojalá no lo hiciera, porque así la película podría tener una vida definitivamente independiente que le permita concentrar mejor su energía y sus temas. Todo lo vinculado con el resto de Marvel sobra aquí, no pega de ninguna manera, no vale la pena. La película ajusta personajes, corrige cosas para que no se asusten los cultores de la corrección política e intenta conformar a la mayor cantidad de amos posibles. Como método, esto último siempre es un problema, pero de alguna manera logra aciertos muy concretos que le permite sobrevivir a esto mamotretos cada vez más enormes y desabridos. Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos no es tanto un film de superhéroes sino más bien un wuxia. Es decir un film de artes marciales, acción y melodrama. No hay armas de fuego, sino espadas, lanzas, arcos y, claro, poderes vinculados con los diez anillos o artes de pelea milenarias. El tema familiar está en primer plano y la relación padre e hijos está muy marcada. Combina sin miedo la fantasía con las peleas y, por tratarse de cine Marvel, le agrega humor. A pesar de algunos baches y momentos algo alargados, la combinación funciona. Miles de años atrás, Xu Wenwu (Tony Leung) descubre los diez anillos que otorgan inmortalidad y poderes divinos. Establece una organización que va conquistando reinos y derrocando gobiernos a lo largo de la historia hasta llegar a finales del siglo XX. En una de sus búsquedas por el poder, Wenwu se enamora y forma una familia, pero las cosas no salen como las planifica. Su hijo Shaun (Simu Liu) se ha ido a vivir a San Francisco y lleva una vida normal sin referirse jamás a su pasado familiar. Claro que el pasado lo alcanzará y ese es el centro de la historia. La narración está bastante bien estructurada. La manera en la que se narra el prólogo y luego de llegar al presente se aprovechan los flashbacks para completar las piezas del rompecabezas. Lo hace de manera muy equilibrada y entretenida, aprovechando el amor del wuxia por la belleza para armar varias escenas que están asombrosamente por encima de la estética de los films de Marvel. Ni hablar del honor de tener a Michelle Yeoh y al gigantesco Tony Leung en roles importantes. Yeoh hace rato que filma en Hollywood, pero Leung, actor de docenas de clásicos del cine de Hong Kong, participa por primera vez de una película norteamericana. Es hasta emocionante verlo aquí, una verdadera declaración de amor por el cine oriental. Queda claro que es una película americana pero también una película oriental. Por su elenco, por estar hablada en dos idiomas y por el respeto por las tradiciones y los códigos genéricos de los países de oriente. Despareja pero mayormente sólida. Mucho más atractiva que los films de superhéroes tradicionales que se repiten unos con otros. Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos tendrá secuela y seguirá integrándose al UCM, pero es ideal para quienes solo deseen ver una de esas películas sin tener que conocer el resto.
Shang-Chi y la Leyenda de los 10 Anillos se siente fresca, hasta el punto de que parece escrita hace 10 años – cuando el MCU era un dechado de originalidad y no de lamentos y añoranza por la gloria pasada -. Es una prueba que, a veces, las aventuras Marvel funcionan mucho mejor sin estar atadas a un Universo Cinematográfico compartido – hay algunos vínculos aquí y allá, y el forzado empardamiento dado por los cameos de los títulos finales -. Lo que se propone Shang-Chi es hacer por la cultura asiática lo que Pantera Negra hizo por la afroamericana – con la ventaja de que el novato Simu Liu no es devorado por la historia y el elenco de secundarios como ocurría con el fenecido Chadwick Boseman, donde todo el mundo tenía mejores líneas y mas carisma que el héroe -. No es que Liu sea la nueva estrella fulgurante del cine asiático pero anda bien y, sobre todo, tiene un enorme soporte por parte de Awkwafina. En realidad es su película: la comediante brilla en todo momento y roba todas las escenas donde participa; pero, en un acto de enorme generosidad, le da grandes pies al novato Liu para que tenga sus momentos de gloria, haciendo la experiencia disfrutable y equilibrada. No todo consiste en el elenco; kudos para Destin Daniel Cretton por entender cómo funciona el Wu-Xia – el cine fantástico chino plagado de guerreros legendarios y poderes mágicos como El Tigre y el Dragón – e incorporar parte de sus mecanismos al género de superhéroes de manera transparente. También ayuda un montón tener un villano con enorme carisma, pies en la tierra y causa comprensible como es el de Tony Leung – lo suyo es una causa trágica en donde el destino le impide abandonar su vida criminal y vivir una vida normal, y ahora se encuentra enceguecido en una cruzada imposible para recuperar al amor de su vida -. Y cuando llega la acción, te quedás con la boca abierta. Oh, sí, por ésto es por lo que amamos al MCU. Es posible que Shang-Chi y la Leyenda de los 10 Anillos peque de indulgente – como el delicioso cameo de Ben Kingsley como Trevor Slattery, el supuesto Mandarín de Iron Man 3 y en realidad un actor mediocre devenido impostor -y la segunda parte se vaya en excesos de efectos especiales pero, por la mayor parte del tiempo, el filme funciona como una aventura ultra sólida y lo mejor que Marvel ha dado a luz en lo que va del 2021… incluyendo sus frustrantes series televisivas. Acá la historia de Shang-Chi – un héroe setentoso nacido a la sombra del kung fu exploitation desatado por el furor de Bruce Lee, Operación Dragón y tantas aventuras honkonesas de aquel entonces – ha sido modificada y pulida para no ofender a las audiencias chinas, enorme mercado comercial en donde toda superproducción norteamericana busca depredar unos millones. Por ejemplo Tony Leung es Xu Wenwu en vez de Fu Manchú, el legendario cerebro criminal de las novelas de Sax Rohmer y que en su momento Marvel dispuso de los derechos; tampoco recibe el sobrenombre de Mandarín pero es el mismo personaje, solo que ahora los anillos son brazaletes de origen alienígena que le dan inmortalidad y superpoderes a quien los posee. Shang Chi y su hermana Xialing son hijas del villano, el cual se enamoró de una deidad en la búsqueda del poder absoluto y ambos renunciaron a sus poderes para formar una familia y llevar una existencia terrenal. Claro, el sangriento pasado de Wenwu no es algo que se pueda olvidar o perdonar de un momento a otro y termina por pasarle factura con lo cual Wenwu regresa a las andadas y cría a sus hijos dentro de su reconstruida super organización criminal (¿La Liga de las Sombras?). Con el tiempo los pibes huyen, llevan vidas anónimas en extremos distantes del mundo y, cuando Wenwu siente el llamado del destino para revivir el espíritu de su amada, decide secuestrar a sus pibes los cuales tienen la llave de un lugar prohibido como si fueran amuletos que les regaló su madre. Lo que sigue es un duelo moral entre padre e hijos y una causa común con el pueblo donde vivió la madre de Shang-Chi, los cuales son guardianes de una amenaza que no precisa ser liberada caso contrario desencadenará el fin del mundo. El final no tiene mucho sentido y es excesivo (Cretton cae en los mismo pecados de Zack Snyder) pero al menos los personajes siguen manteniendo su linea entre semejante orgía de efectos especiales. Shang-Chi y la Leyenda de los 10 Anillos es super recomendable. Tiene momentos asombrosos y momentos muy cómicos. Es una gran aventura super entretenida que se descuadra un poco sobre el final. No, no tiene la profundidad de Pantera Negra pero como show pasatista es mas que válido y, considerando que salió de la nada y nadie tenia demasiadas expectativas sobre ella, termina resultando una muy agradable sorpresa.
Para cuando aparece el personaje de Ben Kingsley la historia termina de desbarrancar y se pierde cualquier motivación por lo que vaya a suceder. Marvel no quiere arriesgarse a modificar su preciada fórmula y la franquicia empieza a perder gusto.
Tras los eventos de «Avengers: Endgame», la película nos narra los inicios de Shang-Chi, un joven con grandes habilidades para las artes marciales que es perseguido por su padre y su ejército los Diez Anillos para sumarse a su poderosa organización que derroca gobiernos y conquista pueblos. Es así como deberá confrontar cuestiones del pasado y tratar de salvar el que fue su hogar. A pesar de haber visto muchas películas de origen de distintos personajes de Marvel, en «Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos» nos encontramos con una historia que le dio una vuelta de tuerca para no volverse una fórmula más y brindarle a los espectadores un film entretenido y novedoso. Es la primera película de un superhéroe asiático, retratando de buena manera parte de su cultura, tradiciones, historias, magia y mitología, y acercándonos a ella de una manera honesta y profunda. Además, no solo es inclusiva en sus formas, sino también presenta un elenco lleno de personalidades asiáticas. Simu Liu se pone en la piel de Shang-Chi, realizando un gran trabajo tanto físico como interpretativo. A pesar de tener un conocimiento de base de artes marciales, tuvo una preparación especial y más intensa para encarnar este rol y eso se nota en la película. Al hacer sus propias acrobacias, sus movimientos resultan más creíbles y realistas. También es un personaje simpático con el que podemos empatizar. Por otro lado, Awkwafina hace de la mejor amiga del protagonista, quien lo va a acompañar en esta aventura. Una vez más la actriz pone toda su gracia y humor al servicio de su personaje, funcionando como el comic relief de la historia, sobre todo en los momentos de mayor tensión. Por último, y si bien hay otros secundarios que sobresalen, Tony Leun construye a un villano bastante digno, que resulta ser un verdadero obstáculo para el protagonista, mezclando cuestiones personales con la mera rivalidad. Como ya nos tiene acostumbrados Marvel, pero con un nivel superlativo, nos encontramos con muy buenas secuencias de acción, con coreografías de peleas impactantes en escenarios originales y sorprendentes que ponen en peligro al protagonista y a los villanos en todo momento. Tal vez se abusa un poco del CGI en la parte de la magia y la mitología, brindándonos fondos o personajes sobrenaturales no tan logrados pero esto no empaña a toda la experiencia que nos ofrece. Con una secuela que ya se está desarrollando, «Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos» nos demuestra que todavía quedan buenas historias para contar dentro del MCU, sin caer en las mismas fórmulas de siempre. Ahondando en la cultura asiática con un elenco inclusivo, el film es sumamente entretenido gracias a su humor y grandes secuencias de acción.
El universo cinematográfico de Marvel vuelve a demostrar una vez más que es políticamente correcto. Nos encontramos con la primera película protagonizada por un super héroe asiático, ahora solo falta uno de origen latino y completamos. Shan-Chi no es una mala película, pero tampoco es buena. Está lejos de codearse con lo mejorcito de Marvel, pero cumple. Su conexión con el UCM está clara de entrada con la presencia del mandarín, pero luego establece otras conexiones a medida que va avanzando. Algunas son en forma de escena post créditos y otras son en forma muy sutiles. La película tiene buenas escenas de acción, peleas bien coreografiadas de artes marciales. He leído gente que está totalmente en contra y viceversa, a mi entender están bastante bien y son interesantes las peleas en todo el film, hay bastante de ellas. Hay un equilibrio entre la comedia, el drama y la acción. Cosa que a veces en las películas de Marvel no suele suceder. Tal vez porque el humor en este film está medio forzado y no causa risa (este párrafo arrancó como un halago y terminó siendo un golpe bajo). El CGI por momentos es bueno y por momentos parece de un film del año 2000. La primera escena donde se nota clarita la animación es en una de las primeras escenas del film cuando el mandarín va en busca de Ta-Lo y se encuentra con este laberinto movedizo. Los árboles… ¡por Odín que se ven super truchos! La banda sonora acompaña muy bien, no desentona, y esto es una constante en el mundo Marvel. La historia difiere bastante de los cómics, y a veces se queda a medio camino. Ya sabemos que Marvel (y con Marvel me refiero a Kevin Fiege) tiene la costumbre de modificar cosillas de los comics para acomodarlas en su futuro cinematográfico. Está claro que nada de lo que sucede en sus series o películas están al azar, veremos si estas modificaciones sirven para un bien común. Las actuaciones están…meh. Ningún actor o actriz se destaca por sobre los demás. Leí algunas críticas duras para con el personaje de Kate, representado por Awkwafina (hasta hoy no sabía quién era) que es quien aporta la comedia en el film. A mi entender no estuvo mal, pero tampoco bien. (creo que en esta crítica está saliendo mi lado libra a full). Por momentos la película se vuelve bastante predecible, llega un punto en el que sabes quién va a pelear con quien, que va a pasar para que los buenos ganen o se acerquen a la victoria…típico de Marvel y estas películas sin sorpresa…casi. Debo confesar que vi esté film únicamente porque en unas horas me voy a ver la nueva de Doctor Strange y me quería asegurar de no perderme algo que quizás era importante ya que aparece nuestro querido Wong. Mi recomendación: Suma algunas cosillas interesantes al UCM, mirala si sos team Marvelmeveotodaslaspelículas. Si no, ni la mires.