Snoopy & Charlie Brown, Peanuts la Pelicula, es una película de animación imperdible, con muchísima alma, que seguramente va a conseguir cientos y cientos de nuevos seguidores de Snoopy y Charlie. La historia es divertida, naif, simpática, adorable, dulce...
La esencia de Peanuts sigue intacta. Para los fanáticos de las animaciones del gran Charles M. Schulz, finalmente llegó a nuestro país Snoopy & Charlie Brown (The Peanuts Movie, 2015). Para los que crecimos con estas tiras cómicas y sus animaciones es todo un acontecimiento, ya que no se realizaban películas de Peanuts desde los ochenta -sin contar algunos especiales televisivos- y dicho film aparece quince años después de la muerte de su creador. Este proyecto, a cargo de su hijo mayor Craig y su nieto Bryan, narra una nueva aventura que en cierta forma reúne varias de las historias que ya hemos visto antes, pero de forma actualizada permitiendo a las nuevas generaciones encariñarse con los personajes y a las anteriores tener un viaje emocionante al pasado. Protagonizada por Charlie Brown y Snoopy, acompañados de sus amigos entrañables, se mantiene la esencia principal de su original: los valores humanos. Si bien Peanuts siempre ha sido un dibujo dirigido a un público infantil, lo interesante del mismo es que este grupo de amigos funcionaba como un microcosmos del mundo adulto, emitiendo ideas bastante existencialistas, haciendo del mismo mucho más que una simple historieta. Estos personajes creados en 1950 son llevados a la pantalla grande mediante una animación bien lograda, cercana al stop motion, que mantiene tanto los movimientos y los gestos de los personajes, y los rasgos esenciales del cómic original, como los trazos de su creador. Asimismo, reproduce algunos recursos estéticos característicos del mismo -como por ejemplo los trazos rápidos sobre el rostro de Charlie cuando éste se sonroja y las onomatopeyas- adhiriéndole un poco de textura y un sutil 3D que lo aggiornan a lo actual, pero que no lo modifican a diferencia de lo que sucedió con adaptaciones como Garfield (2004) o Los Pitufos (2011), las cuales echaban a perder por completo sus propiedades intrínsecas. Los vínculos entre Charlie y sus amigos (Linus, Lucy, Patty, Marcie, Schroeder, Pig-Pen, Franklin) y su hermanita Sally siguen vigentes, ya que aún hoy los niños pueden identificarse con los personajes, pues ello es lo principal de estas narraciones, la complejidad de los vínculos humanos. Mientras que C. Brown hace todo lo posible por conquistar a la niña pelirroja -emprendiendo un camino de autoconocimiento similar al del héroe literario en la Bildungsroman- en paralelo su fiel amigo y “mascota” Snoopy, mediante su tradicional máquina de escribir, narra sus enfrentamientos con su archienemigo, “El Barón Rojo” (un piloto alemán de la Primera Guerra Mundial: Manfred von Richthofen), quien le impide conquistar a la perrita Fifi. Esta intertextualidad no es casual, puesto que todo el mundo de los cómics de Schulz está impregnado de sus experiencias de vida: es sabido que combatió en la Segunda Guerra Mundial y que muchas de las cosas que sucedían cotidianamente en su hogar eran plasmadas luego en sus dibujos. Retomando lo mencionado anteriormente, puede concluirse que hay un paralelismo entre el inconsciente de Charlie Brown y el de Snoopy, quien divide su narración dentro de la narración en siete breves capítulos. Los pensamientos de Charlie Brown se esbozan, al igual que en el mundo del cómic, con una nube sobre su cabeza y poseen la misma estética que los dibujos originales de Schulz. En consecuencia, ambas versiones, la del hijo (Craig) y la de su padre Charles, conviven en pantalla. Craig decidió mantener las voces originales de Snoopy y Woodstock, las cuales eran realizadas por Bill Meléndez, director de algunas películas de Snoopy y voz también de algunos personajes de Fantasía (1940), Dumbo (1941) y Bambi (1942). Los niños de hoy utilizan toda clase de tecnologías, sin embargo los niños del universo Peanuts no usan celulares, se definen por practicar deportes, jugar con barriletes, bailar y tocar instrumentos. Para hacer encajar el mundo actual y el universo de su padre, Craig decidió utilizar el leitmotiv original (escrito por Vince Guaraldi), que caracterizó a las animaciones por años, y dos canciones de pop actual, pero que no son el hit del momento. El cómic del legendario Schulz tuvo influencia sobre varias animaciones posteriores, incluso algunas cercanas a nuestros días como Los Simpson y Mafalda, entre otras, por lo cual vale la pena que sea recordado. Snoopy & Charlie Brown es un hermoso film que sin dudas vale la pena que lo disfruten tanto niños como grandes, ya que después de todo remite a lo primordial del cómic: Charlie Brown quiere ser aceptado por los demás y poder hacer volar su barrilete, y Snoopy escribir y vivenciar una gran aventura.
De la cucha al cómic… y a la pantalla grande. Dentro de un sinfín de producciones animadas, llenas de esa energía vertiginosa que poco coopera con los infantes que padecen TDAH (Trastorno de Déficit de Atención, la “vedette” de los diagnósticos de la psicología infantil), obras que lo único que logran es que los más chicos salgan del cine hiper excitados, Snoopy & Charlie Brown (The Peanuts Movie, 2015) es un muy entretenido y tierno oasis en medio del desierto. Treinta y cinco años después su último largometraje -todos inspirados en la creación del fallecido dibujante Charles M. Schulz- Charlie Brown y el beagle más conocido del mundo de las historietas vuelven a la pantalla grande para meterse en el bolsillo de las nuevas generaciones de niños y niñas. Justamente para estar a tono con los tiempos que corren, la película dirigida por Steve Martino deja de lado las ilustraciones a papel y lápiz para llevar todo este universo a los dominios de la animación asistida por computadora, con un toque en clave stop motion que emula la técnica animada de las anteriores entregas, por una cuestión eminentemente nostálgica. Tanto el diseño de personajes como la ambientación dota a todos los elementos de una materialidad muy interesante, un mix entre las ilustraciones clásicas y lo mejor de la animación vía ordenador. El 3D potencia este estilo particular de animación, dándole una espacialidad muy fina al entorno que sumerge al espectador. La historia es simple y se apoya sobre dos líneas argumentales: por un lado, Charlie Brown se enamora de su nueva vecina y compañera de clase, intentando por todos los medios no avergonzarse a sí mismo todo el tiempo; por el otro, Snoopy tiene un enfrentamiento casi onírico con su archienemigo el Barón Rojo. Ambas historias tendrán por momentos puntos de conexión dramática y alternadamente una se apoya en la otra a través del relato. Es un film pensado de forma muy inteligente, principalmente por el hecho de mantener el espíritu más naif del producto original, apoyándolo con múltiples guiños -grandes y pequeños por igual- a todo el universo de Snoopy y Charlie Brown. La voz original del fallecido Bill Meléndez, que da vida a Snoopy y su amigo Woodstock, fue recuperada y reciclada de viejas grabaciones para ser utilizada en este nuevo film. Definitivamente es el punto nostálgico más alto. En el sentido más estricto de aquello referente a la estructura dramática, podemos afirmar que estamos ante un viaje iniciático del personaje de Charlie Brown, quien termina su aventura en el mismo lugar donde la inició, pero siendo otra clase de persona. Los más grandes podrán disfrutar de ver nuevamente a un personaje querido de su infancia, que ahora es actualizado para los nuevos infantes, y en medio de esto se desarrolla frente a nosotros una historia con una moraleja interesante sobre la perseverancia y la actitud positiva como la base de todo lo que decidimos llevar adelante.
Llega la primera semana de estrenos del 2016 y con ella la primera película de animación del año, un género que crece constantemente. Estamos hablando de "Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, La Película", dirigida por el inexperto director Steve Martino, siendo esta su tercera película animada junto a "La Era de Hielo" y "Horton", más un par de cortos animados. La pareja inseparable de Charlie Brown y Snoopy siguen intactos y lo demuestran en esta adaptación al cine de la famosa tira cómica de Peanuts, donde quienes se sentían identificados con el personaje de Charlie Brown por su mala suerte constante y los divertidos enojos, no hay duda que se encontraran con una más que grata sorpresa. Una de las cuestiones principales es que la película está orientada tanto para los niños como para un público mayor. Argumentalmente simple, nos encontramos con una producción que corre en paralelo dos historias principales que tienen como eje central el amor, donde por un lado tenemos a Charlie Brown y su drama con una chica que le gusta de la escuela a la cual no se anima a encarar por su personalidad tímida, haciendo esto que él busque decenas de opciones para llegar a ella indirectamente , mientras que Snoopy crea su historia imaginaria mediante la literatura estableciendo un mundo increíble con fuerte contenido histórico. De todas formas, ambas historias van de la mano fortaleciendo constantemente valores como la honestidad, lealtad o solidaridad y fomentando la amistad y el cariño entre pares, así como también en algunas partes deja a entrever una crítica al tan famoso y critico bullying que tanta repercusión tiene principalmente en los niños y jóvenes de todo el mundo. Si bien por momentos el guion es medio pesado para niños y apunta más a un público mayor, con uso de líneas que hacen referencia a hechos históricos o muy técnicos de vocabulario, la película en si lleva a cualquier niño a entretenerse solo visualmente con la cantidad incontable de cosas que le pasan a Charlie Brown y la repercusión tanto en su interior como en el ambiente que lo rodea generando escenas realmente cálidas para el espectador, con un diseño más que agradable para los ojos y que mantiene las características principales de la tira, sumando una banda sonora constante, principalmente instrumental y muy bien lograda, salvo en alguna que otra escena que parece media tirada de los pelos.
Renovación sin traicionar el espíritu original Casi 18.000 tiras cómicas publicadas en más de 70 países a lo largo de seis décadas. Cuatro largometrajes pensados para la gran pantalla y más de tres docenas de especiales televisivos. El mundo de Charlie Brown, Snoopy y demás amiguitos humanos y animales no es una novedad para nadie y su influencia en la cultura popular del siglo XX –no sólo en el terreno de los comics– resulta inconmensurable y genuinamente universal. Quinto largo oficial luego de una interrupción de 35 años, Snoopy y Charlie Brown Peanuts, la película, producida por el equipo de animación Blue Sky Studios (responsables de, entre otras, las sagas Rio y La era del hielo), dirigida por Steve Martino (Horton y el mundo de los Quién) y coescrita por el hijo y el nieto del creador de Peanuts, Charles M. Szchulz, cargaba sobre sus hombros con la responsabilidad de actualizar tecnológicamente ese universo familiar y célebre. Porque, condición aparentemente sine qua non para la animación mainstream contemporánea, si no es mediante trazos con volumen digital y en 3D... no se existe. ¿Cómo presentar una galería de personajes profundamente enraizados en la memoria colectiva a una nueva generación de espectadores jóvenes sin traicionar al fan o al adulto conocedor de psicologías, rasgos y ambientes?La respuesta fue no traicionarlos en absoluto, aunque potenciando al mismo tiempo la velocidad, la acción física y los aspectos más infantiles de una tira pensada originalmente para un lector de cierta edad (al fin y al cabo, Peanuts es hija dilecta del psicologismo de los 50 y el humanismo de los 60, como una de sus herederas locales, Mafalda). Por esa razón, la película es, sucesivamente, entrañable, entretenida, monótona, graciosa y esencialmente trivial. Más allá de los gags previsibles pero renovados con algo de brío (la imposibilidad de Charlie de hacer volar un barrilete, el berretín de Snoopy por la literatura, los amores contrariados de algunos miembros de la pandilla), Peanuts, la película está estructurada alrededor de dos líneas narrativas: el súbito y profundo metejón del viejo y bueno de Charlie con una nueva compañera de curso, pelirroja a más no poder, y la batalla imaginaria del fiel Snoopy contra el invencible Barón Rojo, ahora captor de un nuevo personaje concebido para la ocasión: la perrita franchute Fifi.Si un baile, un concurso de talentos y un trabajo escolar se transforman en nuevas demostraciones de la gran capacidad para el desastre de Charlie, sus reacciones son reencauzadas hacia un didactismo formador de carácter, el costado más pedagógico de un film que alterna la ironía con la seriedad del reformador. Lo mejor son aquellos pasajes que remedan cinematográficamente el “staccato” en la estructura de cuatro paneles de la historieta original: intro, nudo, repetición y remate a gran velocidad. Y la negativa a entregarse por completo a la dictadura del hiperrealismo 3D: por aquí y por allá aparecen onomatopeyas, rastros de un vuelo en forma de líneas entrecortadas, ojos y cejas dibujadas con un simple trazo de lápiz digital. Como contrapartida, a mitad de camino la falta de ideas originales hace que la subtrama de Snoopy gane demasiado espacio, transformando a la película, más allá de algunos gags simpaticones, en una no muy estimulante parodia del cine de acción. Excelente trabajo de voces de los actores y actrices infantiles (y un Bill Melendez, la voz de Snoopy desde hace décadas, redivivo gracias a la tecnología), aunque es muy probable que en las salas argentinas sólo pueda escucharse un doblaje al español neutro pergeñado por adultos aniñados.
Animación dulce y nostálgica Charlie Brown, Snoopy, Lucy, Linus, Franklin, Marcy, Sally, Peppermint Patty y el resto de la pandilla de Peanuts forman parte del imaginario de varias generaciones. Es que las tiras cómicas (exactamente 17.897) creadas por Charles M. Schulz durante cinco décadas eran disfrutadas por 350 millones de lectores de 2600 diarios de 21 países. Esos populares personajes del cómic eran, por lo tanto, una tentación irresistible para una industria de Hollywood ávida por reciclar historias de exitoso pasado con la tecnología del presente. Y nada mejor que Steve Marino, director de La era de hielo 4 y responsable de llevar al cine la creación de Dr. Seuss Horton y el mundo de los Quién, para este desembarco que combina un look old-fashioned con el despliegue de efectos 3D. El resultado, en ese sentido, es bastante vistoso y funcional. El guión -en el que participaron el hijo y el nieto de Schulz- tiene como protagonista a Charlie Brown, un perdedor perfecto que resulta entrañable y querible por su tozudez inquebrantable incluso en la acumulación de desventuras, malas rachas, torpezas y casualidades que siempre conspiran contra el éxito de sus iniciativas. En este caso, el niño pelado se enamora de una chica pelirroja que llega al vecindario y a su clase. Precisamente la dinámica del subgénero de conflictos escolares es uno de los principales atractivos del film, que tiene sus mejores momentos cuando apela al slapstick, a la comedia física y al baile. En cambio no es del todo lograda la subtrama que encabeza Snoopy, el perro ladero de Charlie, que aquí -como la ardilla Scrat en La era de hielo- tiene su película dentro de la película con romance (se obsesiona de una piloto) y batallas aéreas contra el Barón Rojo. Clásica y moderna, Peanuts: la película es una simpática propuesta de Blue Sky. Los productores de la saga de La era de hielo van a lo seguro, mantienen la sencillez e inocencia de la historia original, y salen airosos del desafío. No es un film rupturista ni demasiado audaz en el panorama actual de la animación, pero cumple con lo que promete. Niños y adultos nostálgicos, agradecidos.
Mucho más que nostalgia El filme animado muestra a los populares personajes en su vida cotidiana y compartiendo sueños. Respeto a los clásicos. En Snoopy & Charlie Brown: Peanuts, la película, Steve Martino cuenta una historia y a la vez homenajea a Charles Schulz, el sagaz autor de la famosa tira cómica que animó durante 50 años en diarios y revistas. Y que generó, claro, una galería de personajes estrella que el público decodificó entre el poderío del marketing y el rótulo de figura de culto. Nada sencillo llegar a un filme con semejante historia detrás, operando sobre un mundo infantil que era otro. Martino, que ya estuvo al frente de títulos como La era del hielo 4 y Horton, lo consiguió con sensibilidad. Y tal vez con un excesivo respeto destinado a mantener vivo el legado, que aquí es contenido pero también forma, nostálgica en el trazado, en el dibujo que se impone a la animación, como gran desafío para los tiempos que corren. ¿Un mundo plano en 3D? Conviven en la película varias historias de amor superpuestas. Las que mencionamos en el párrafo anterior, por las viñetas, por el dibujo, y las propias del filme. Ambas son visibles para el público joven y adulto. También es evidente que Charlie Brown, punto de origen de todo el mundo de Schulz, recupera terreno frente a su mascota, siempre más bendecida que él por el mercado. (¿Qué nos pasa con las mascotas?) Este niño esperanzado pese a sus miedos y cierta timidez, encara con valentía su objetivo. Su historia es real, mientras Snoopy escribe a máquina la suya propia. Y ambas se solapan y conectan en el filme. Un perro que escribe, que se imagina persiguiendo aviones en la guerra, cazando al Barón Rojo, conquistando a Fifi. Sueña capítulos y finales para su mundo que es ficticio y es real. Ese destello creativo ya es rupturista, como lo son estos niños, y todos los Peanuts, que tocan y escuchan a Beethoven, que leen a Tolstoi casi por azar, pero que a su vez lidian con los entresijos del éxito, el fracaso, la esperanza y la resignación. Ese mundo infantil con los adultos fuera de campo, sólo representados por unas voces distorsionadas de una maestra, de una madre que sólo los chicos logran decodificar. ¿Qué nos quieren decir? Y vemos las arbitrariedades que convierten a un niño como Charlie Brown en alguien exitoso o en un fracasado, con su sonrisa nerviosa dibujada. Y el impacto desmesurado e incomprensible que tiene en un niño su idea sobre lo que los demás piensen de él. Pura imaginación y un desafío al concepto actual del bullying. Hay una galería de nombres. Todos rescatados de las tiras, respetados sus nombres, como Woodstock, el pajarito amarillo que entró en la serie en los 60 y que debe su apodo al festival de rock cuyo símbolo era un pájaro con una guitarra. Eso es llamativo en la película, cómo con unos trazos, y unas pocas intervenciones pueden definirse personalidades, características profundas, rasgos dibujados en la pantalla del cine. Y un mensaje, extensión, exacerbación del legado de Schulz, la defensa de un niño, o de un hombre esperanzado, acosado por sus ansiedades, por los traspiés cotidianos, por la imagen que proyecta en los demás que se empecina en no rendirse, en no darse por vencido. Película para chicos, tal vez, con un dejo demodé que también se refleja en la ausencia de cinismo, en el contenido social.
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Infancia, divino tesoro Era hora que los personajes creados por Charles M Schulz tuviesen una adaptación en la pantalla grande. Porque si bien la serie Peanuts tuvo muchas versiones televisivas y especiales festivos, que potenciaron el sincopismo y la disrupción de las tiras cómicas, no fue el caso de Snoopy que con Snoopy & Charlie Brown: Peanuts, la película (Penauts, The Movie, 2015) logra finalmente llegar al cine con su espíritu ácido y corrosivo, sin perder de vista al público infantil. Si en las tiras cada uno de los personajes posee una función actante, aquí todas las miradas se volverán hacia Charlie, el incomprendido líder de la pandilla Penauts quien junto a su habilidoso perro Snoopy, intenta superar los obstáculos que a diario se le presentan. En esta oportunidad, la historia se centra en los esforzados intentos de Charlie Brown por conquistar a una nueva vecina y compañera de la escuela, una enigmática pelirroja a quién intenta demostrarle que el torpe, atolondrado e inútil de su YO anterior quedará sepultado para siempre, pero ya sabemos que el pequeño niño calvo no podrá borrar de un día para otro sus antecedentes. Entonces el film se enfoca en cómo Charlie, ayudado por Snoopy, trata de armar planes para seducirla durante todo un año lectivo emprendiendo una tarea titánica como aprender pasos de baile, leer en un día “La Guerra y La Paz” de Tolstoi, o lo que surja en el momento para conquistarla. Pero sin quererlo, un día su suerte inesperadamente cambia y se convierte en el centro de atención de todos. Sin revelar el porqué de este giro, esta suerte de deus ex machina que le sucede, no es otra cosa que un engaño que lo lleva a perder la atención de su enamorada. Steve Martino dirige la película con el ritmo de las tiras, que desde hace más de 65 años entretienen a grandes y chicos de todo el mundo. La evocación al pasado, con un espíritu lúdico de lo retro (los chicos leen libros, escriben con lápiz y papel, utilizan teléfonos de tubo, cero tecnología) permiten que la animación -aunque incorpora técnicas modernas- mantenga su relato dentro del universo de Schulz. Si Charlie sueña o piensa lo hace con trazos gráficos símil comic, si Snoopy piensa una de sus historias (que se intercalan en el relato) son sobre la Segunda Guerra Mundial y el amor por su novia Fifí, y si bailan al ritmo de la música lo hacen con temas de la década del 70, porque en el fondo tanto en la película como en la serie de historietas, Charlie es como un pequeño viejo, atribulado, pesimista, verborrágico, quedado en el tiempo, casi un pequeño Woody Allen que sigue apostando por sí mismo aspirando a ser mejor junto con sus amigos y su adorado perro.
Charles M. Schulz, para todos los que no lo conocen, ha sido una leyenda para las historietas de periódicos en Estados Unidos. Su tira "Peanuts" fue quizás, de las más importantes del siglo pasado en todo el mundo, por haber sido traducida a 40 idiomas y ser publicada en más de 75 países superando los 350 millones de lectores globales. La temática de la historia siempre fue, mostrar la inocencia de los niños de 6 años (aunque algunos niños de su grupo tengan menos) y cómo enfrentan los desafíos de su crecimiento, desde lo psicológico y emocional. Schulz era un adelantado a su tiempo. Lograba atrapar a grandes y chicos con la ternura de esa bandita de chicos encabezada por Charlie Brown y su mascota Snoopy, aventuras donde pequeños eventos conmovían su mundo y nos conectaban emocionalmente con esa etapa de nuestra vida. Muchos adultos amábamos a "Peanuts". Traer de vuelta a esa Charlie y su banda a la pantalla grande no sería tarea fácil. Blue Sky Studios (los creadores de la saga "Ice Age"), eran concientes de ello. Sin embargo, junto con los herederos de la obra de Schulz (nada menos que su hijo y su nieto) comenzaron en 2005, a delinear un trabajo conjunto para traernos un quinto largo (el último fue hace 35 años!) y nada menos que en 3D, acorde a los tiempos que corren. Para la tarea se puso al frente a Steve Marino, director de "Horton" y "Ice Age 4", quien fue el hombre de la compañía más interesado en el proyecto desde su inicio. ¿Qué podemos esperar de este regreso? ¿Snoopy y Charlie Brown en este 2016, habrán logrado retornar con un film que respete su rica historia o será sólo una adaptación más, en busca solo de un impacto en la taquilla aprovechando su popularidad mundial? Por suerte, esta cinta es un acierto, de principio a fin. Marino logra captar y recrear el mundo de estos increíbles personajes, y llenar de guiños la pantalla, para delirio de sus fans. El gran desafío es traer a estos personajes a un universo distinto (las tres dimensiones), sin alterar nada de su encanto original. En ese sentido, el trabajo de arte y animación es fabuloso. Hay en este "Peanuts", simplicidad y equilibrio. Nada se presenta invasor ni disruptivo, hay un balance cuidado del uso de las nuevas técnicas de animación, respetando el espíritu clásico de la historieta. La historia presenta a Charlie, en los días previos a la navidad. Su rutinaria vida con sus amigos se ve alternada por la llegada de una enigmática niña pelirroja que se muda justo enfrente de su casa. Casi de inmediato, nuestro adorable protagonista se sentirá atraído por ella y comenzará a explorar la posibilidad de hablarle, cosa bastante difícil para un chico con autoestima tan baja como Charlie... Siendo un imán para los problemas, es de esperar que la cosa se complique y que las intervenciones de Snoopy junto a su mejor amigo, Woodstock (el pajarito amarillo que lo acompaña todo el tiempo), estén a la altura de los mismos para ayudar a Charlie en su tarea de convertirse en alguien popular y que le permita acercarse a la nueva vecina para presentarse y concerla, sin sentirse perdedor como habitualmente le sucede. La película es un cuidado homenaje a la historieta, en todos sus aspectos. Incluso cuando se aggiorna a estos tiempos (la escena de aprender los pasos de baile, con "Better when I'm dancing" de Meghan Trainor como motor de la práctica, sin ir más lejos), nunca se despega del espíritu original de la obra. Hay un gran trabajo del guión para respetar las convenciones del mundo de Peanuts y eso se agradece, ya que todo luce clásico y dinámico a la vez, a la altura de lo que Charles Schulz, sin duda, hubiese querido para sus personajes. "Snoopy y Charlie Brown, la película", se destaca dentro de la discreta cartelera familiar de este verano en nuestro país. Tiene todo lo necesario para que adultos y niños, pasen un muy buen momento en sala, ojalá no pase tanto tiempo para volver a tener otra vez a esta banda en la pantalla grande. Auspicio regreso.
Charlie no se rinde La pandilla creada por Charles Schulz en 1950 vuelve al cine, esta vez en 3D y animado digitalmente. La buena noticia es que sus realizadores se han ocupado y supieron respetar el trazo clásico característico en la obra de Schulz, aún cuando no hay un lápiz de por medio. La historia es simple. Una nueva vecinita llega al vecindario y esto complica la ya de por sí complicada vida de Charlie Brown, siempre inseguro, tímido, torpe. Como decía el filósofo Adolfo Castelo, todo lo que un tipo hace en su vida es para levantarse minas. Y ahí va Charlie, todo ímpetu y ganas, se decide a superar sus miedos y ganarse la simpatía de la niña en cuestión. Paralelamente, su perro Snoopy libra una guerra cerrada como el As de la Primera Guerra contra el Barón Rojo. La propuesta es un bálsamo entre tanto ruido disfrazado de película. Desde la simpleza del dibujo, la música sin estridencias y un humor que hace base en el gag rápido y bien construido, la película ofrece algo más que entretenimiento, le da a sus espectadores un motivo para reencontrarse con chicos que remontan barriletes, juegan en parques o dejan volar su imaginación, aunque estos chicos estén dibujados. Es deseable que a los de carne y hueso se les pegue algo de todo esto.
Por primera vez, aunque no lo crean, los clásicos personajes de Charles M. Schulz llegan a la pantalla grande con una mezcla de nostalgia, dulzura, picardía y modernidad que pretende conquistar a toda una nueva generación de pequeñines. A pesar de tener un montón de galardonados especiales televisivos y películas derechito a DVD, muchas de ellas basadas en las clásicas tiras cómicas de su autor, tuvieron que pasar 65 años para que “Peanuts” llegara a la pantalla grande, curiosamente, con una historia realizada enteramente por computadora. Snoopy, Charlie Brown, Sally y el resto de la pandilla más influyente del género durante el siglo XX en los Estados Unidos, tienen la tarea de conquistar a una nueva generación de ávidos y jóvenes espectadores, rescatando el espíritu, la irreverencia y la nostalgia de su fuente de origen de papel y tinta. La gente de Blue Sky Studios, los mismos responsables de la franquicia de “La Era de Hielo” (Ice Age) entre otras cosas, tienen la complicada tarea de hacerles el honor a los emblemáticos personajes de Charles M. Schulz y no fallar en el intento. “Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, La película” (The Peanuts Movie, 2015) no nos cuenta ningún origen, ni nos da explicaciones, sólo se dedica a narrar una nueva aventura con esos pequeñines que ya conocemos de memoria. En esta oportunidad, el derrotista y taciturno Charlie Brown intentará dejar a atrás su extraña personalidad con la clara intención de conquistar el corazón de su nueva vecinita y compañera de clase: la chica del pelo colorado. Claro que las circunstancias siempre parecen estar en su contra y su nueva actitud positiva lo termina metiendo en más problemas que soluciones. Por otro lado, la fantasía se desboca de la mano de Snoopy y sus propias aventuras imaginarias. El perrito y su fiel compañero Woodstock deberán hacerle frente al más despiadado enemigo para rescatar a una bella e intrépida perrita. Entre la ternura, la problemática de este universo de la niñez y las complicaciones diarias de la vida, los personajes nos resultan tan familiares como novedosos, respetando el material original y agregando, aquí y allá, un montón de guiños para los espectadores y fanáticos más acérrimos. Como la tira original, “Peanuts” no necesita de artificios ni golpes bajos para conquistar a los más chicos con una historia sencilla plagada de comicidad y aventura, y a los más grandes con un humor que hila más fino y nos recuerda, a cada momento, que nunca hay que subestimar a los más pequeñines. Estéticamente, la película de Steve Martino -director de “La Hera de Hielo 4” y “Horton y el Mundo de los Quién”- se mantiene dentro de las líneas más clásicas de la animación salpicada por la historieta, jugando con cierto “naturalismo” mezclado con los elementos más destacables de las viñetas. “Peanuts”, al igual que sus personajes”, no es ambiciosa y conquista con su humor, naturalidad y montañas de ternura. Una primera gran aventura cinematográfica que podría sumar montones de secuelas exitosas, siempre y cuando, mantenga la frescura y la esencia de sus protagonistas. “Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, La película” está orientada a los más chiquitos, pero eso no quita que su infinidad de sutilizas (heredadas de Charles M. Schulz, obviamente) y su aventura desenfrenada conquiste y emocione a los adultos tanto, o más, como a sus menudos acompañantes. Todos somos un poquito ese Carlitos que atraviesa la infancia a tropezones buscando la aprobación por lo que somos realmente y no por los estándares que nos imponen. Dirección: Steve Martino Guión: Bryan Schulz, Craig Schulz y Cornelius Uliano Elenco: Con las voces de Trombone Shorty, Rebecca Bloom, Anastasia Bredikhina, Francesca Capaldi, Kristin Chenoweth, Alexander Garfin, Noah Johnston.
Para ir con los chicos y disfrutar como ellos Curiosa película. Los más pequeños serán atraídos por los bichos y las fantasías del perro escritor que quiere rescatar a Fifí de las garras del Barón Rojo. Los más grandecitos se identificarán con unos niños de su misma edad y similares inquietudes: juegos, aflicciones, ilusiones, el primer amor vivido con absoluta timidez, en fin. Pero quienes más disfrutarán serán los grandes, y no porque tenga chistes para grandes (no tiene ninguno), sino porque les traerá el doble recuerdo de sus propias infancias, y de la historieta de Charlie Schulz, que acá se llamó "Rabanitos". ¿"Rabanitos"? Si, ¿por qué no? "Peanuts" significa maníes, pero dicen que en sentido figurado significa pequeñeces, cosas de chicos, que es lo que son los personajes de la tira: Charlie Brown, su hermanita, Lucy la rezongona, Linus, la deportista y la humilde estudiosa, el melómano, el mugre, el negrito Franklin y "ese chico raro de nariz grande". Así los dibujó Schulz, sin ningún ayudante, desde 1950 hasta comienzos del año 2000. Medio siglo. Así también los llevó Bill Meléndez al cine y la tele de dibujos animados, desde 1965 hasta 2006, en un montón de especiales, una miniserie y cuatro largos, de los que sobresale "Snoopy, vuelve a casa". Meléndez hizo además las voces de Snoopy y su amigo el pajarito Woodstock para programas radiales y televisivos. Un acierto de este film, haber incorporado esas grabaciones a la banda sonora original. Otro, mantener el espíritu y el estilo que aman los seguidores de "Peanuts", y combinar con gracia las figuras tipo porcelana fría del 3D y la gráfica de la tinta china. Y asociar los desvelos del perro con los del niño, el animal en sintonía con su dueño, como corresponde, pero con distinto carácter. Y un acierto más, el primero: ¡la clásica fanfarria de la 20th. Century Fox interpretada al pianito por el pequeño Schroeder! Buena alianza de Alfred Newman con Beethoven, y buen uso del 3D. Guión, un hijo y un nieto del maestro, Craig y Bryan Schulz, con aportes de un amigo del nieto. Dirección, Steve Martino, codirector de "Horton y el mundo de los Quién". Doblaje en México, país donde llaman papilotes a los barriletes. Postdata. Como es sabido, "Peanuts" es el modelo de "Mafalda". Pero Quino marcó una diferencia: los razonamientos de Mafalda son tremendamente agudos. Los de estos niños son sÓlo razonamientos de niños, que a veces pegan, pero desde la inocencia. Ahí está la limitación, y también el encanto y la ternura.
Los buenos chicos llegan últimos Peanuts, historieta dibujada por Charles Schulz y publicada por primera vez en 1950, es la base de esta película de Steve Martino, que llega a manera de conmemoración de los 65 años que pasaron de aquella primera publicación. Charlie Brown y Snoopy son parte del imaginario colectivo de la cultura estadounidense y mundial, comparable a lo que hoy son los superhéroes de Marvel y DC (o lo que nunca ha dejado de ser Mickey Mouse), y su amplia influencia es aún fácilmente reconocible. De hecho, en Argentina Mafalda parece una variación de la historieta de Schulz, por las similitudes de tono y de tipo de personaje que desarrolla Quino; y también podemos observar su influencia en algunas tiras de Liniers. No nos dejaremos aquí llevar por la tentación de decirle ladrón al pésimo humorista que es Nik. Como primer acierto del director Steve Martino -que con sólo haber hecho Horton y el mundo de los Quién (2008), acumula más triunfos que el Martino que dirige Selección-, debemos señalar la elección del tipo de animación que muestra la película. Una combinación de animación por computadora con elementos de la animación tradicional, que también contiene algunos trazos similares a los que podríamos ver en la historieta, como las cejas o las líneas de movimiento. Martino juega con los escenarios en dos dimensiones propios de la serie de televisión de Peanuts, como podemos ver en la escena del baile en la escuela. Desde estas elecciones estéticas, el director empieza a configurar su película, que es entretenimiento y homenaje por igual. Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, la película incluye una cantidad de pequeños chistes recurrentes de la historieta (como Charlie haciendo terapia con Lucy o intentando sin éxito remontar un barrilete) alineados con la trama principal, que es acerca de Charlie luchando contra sus inseguridades para lograr conquistar a la niña nueva de la clase. Al mismo tiempo, vemos una subtrama con Snoopy imaginando un melodrama épico de aventuras y romance. Ambas tramas, finalmente, terminan funcionando como complementos, aunque no durante todo el metraje. Hay momentos donde se pierde la historia de Snoopy en pos de seguir avanzando con la de Charlie Brown. Esto, junto con cierto apuro de Martino por acelerar el ritmo de un film que quizás no lo necesitaba, son las principales críticas que podemos hacer de la película. Charlie Brown, ese melancólico irremediable, es una de las criaturas mas queribles sobre la faz de la tierra. Es uno de los pocos personajes cuya bondad de base es inalterable y por ahí radica su secreto. Charlie Brown se deprime pero nunca abandona, es inteligente y muy consciente de sus limitaciones, pero jamás interpondría su interés por encima del de los demás. Incluso, Charlie Brown es quien hace lo correcto aunque esto atente contra sus sueños. Esta es la exaltación melancólica y moral que hace la película de Peanuts, y es también su principal acierto, su forma de rescatar parte del espíritu de la historieta de Charles Schulz. Todos sabemos que los buenos chicos llegan últimos, pero llegan, lo cual no es poco.
Trasladar una de las mejores historietas del universo a la pantalla grande siempre es difícil. Las alternativas oscilan entre desnaturalizar el original (lo que sucedió con Garfield y la mezcla de actores y realismo digital) o aplicar la inteligencia. Es el caso de esta película, que recupera para el 3D, de un modo más inteligente que ingenioso, ese trazo de Charles Schulz que se creía simple y era tan complejo. Como los personajes, pequeños alienados en un mundo donde el adulto está permanentemente fuera de campo. Este film, que combina la peripecia de Charlie por hablarle a la Chica Pelirroja y la de Snoopy en su cruzada imaginaria contra el Barón Rojo (y mucho más, pero combinado en un guión que es muchyo más que un “grandes éxitos”) hace lo casi imposible: entender el universo que nació pesimista pero tierno (Charlie es un conjunto imposible de fracasos, aunque la película decide darle un poco de satisfacción) de Schulz y transformarlo en un mundo cinematográfico. El uso de la profundidad digital logra un efecto curioso: aunar en una sola forma visual esa doble característica de la historieta, de personajes de trazo limpio y claro, casi iconos, y la profundidad emocional lograda con pocos recursos. El mayor logro de esta película, que satisfará al niño y a quien ha gozado de la belleza de la tira original, consiste en haberla entendido y lograr una película que no depende de su recuerdo.
Preparando una comilona a base de maníes Ha llegado el invierno y la pandilla invita a Charlie Brown a que salga para jugar con la nieve que ha caído durante la noche, pero Charlie se obstina con volar su cometa infructuosamente. Durante la mañana los niños descubren que una nueva familia se está mudando, justo frente a la casa de Charlie Brown. Al día siguiente el misterioso vecino resulta ser una hermosa niña pelirroja de quien Charlie queda completamente enamorado y a la que tratará de causar una buena impresión a lo largo del film.peanuts 1 La película presenta como punto favorable un arsenal de recursos visuales que tributan el estilo del cartoon clásico y que otorgan cierta belleza plástica a la experiencia cinematográfica. Su mayor debilidad reside en no haber podido encontrar un argumento de suficiente potencia para sostener la dramaticidad a lo largo del relato. En principio, su asunto es extremadamente pobre, no tanto por el tema principal en sí mismo (Charlie quiere impresionar a una vecina recién llegada), sino por la escasa influencia que los personajes que rodean a Charlie tienen peanuts 5respecto de la trama, lo cual supone un lamentable desperdicio de posibilidades narrativas. Los principales obstáculos que se le presentan a Charlie son más bien del orden de un destino desfavorable, tan desfavorable y fortuito como los vientos que le enrollan sus barriletes en los árboles (el avioncito errático que destruye su espléndido resumen; una puerta que se atora y una mancha de jugo en la que se resbala, etc.). Este tipo de obstáculos son propios de la “slapstick comedy”, y se justifican en la medida en que el personaje desarrolla o lleva adelante vínculos de inadecuación en torno a sus objetivos, acciones, función que se le encomienda, etc. Nada de esto ocurre en el film. El relato no pretende ser una comedia disparatada, ni resaltar el carácter inadecuado del personaje… más bien lo contrario; pretende conmover con un personaje que desde la timidez, el tesón, y cierta autoconfianza consigue resultados que no puede lucir por circunstancias ajenas a su voluntad. De hecho, lo que más destruye el efecto potencialmente cómico es la capacidad de Charlie de llevar a buen puerto las aparentemente ciclópeas tareas que ha diseñado (ayudar a su hermana a obtener la medalla en concurso de talentos, lucirse con la danza en el baile de promoción, realizar un épico resumen escolar, etc.). Los fracasos de tales proyectos no se deben a ninguna inadecuación del personaje, sino a circunstancias complemente externas, casi como un Deus ex machina inverso, lo cual emparenta al relato más con la tragedia que con la comedia. peanuts 2El empobrecimiento del argumento, por otra parte, hace que el film necesite estirarse más de lo que puede dar dramáticamente. Esto se ha hecho por medio de dos recursos narrativos: 1) el incremento de situaciones en donde se nos muestra repetidamente la mala fortuna del protagonista; 2) la intervención del perro Snoopy, quien en la dimensión imaginaria va escribiendo una historia de amor en el contexto de la guerra. Sin embargo, ambos recursos terminan fracasando. En el primer caso, la repetición de situaciones sólo se justificaría en el caso de apelar al llamado movimiento paroxístico, donde una situación aparentemente sencillísima empieza a complejizarse de modo creciente y donde se van sumando un sinnúmero de resultados adversos que dejan cada vez más en ridículo al protagonista. Pero en este caso, las repeticiones no suponen incremento alguno de nada y dejan siempre a Charlie en las mismas condiciones desde la que ha partido, con lo cual se degrada el procedimiento a una mera replicación sin sentido narrativo preciso. A esto se suma, que la repetición tiene el desagradable efecto de generar altos niveles de previsibilidad en el decurso argumental, que impiden fortalecer no sólo los conectores del film sino el desenlace del relato. En el segundo caso, no queda claro cuál es la función de la historia paralela; si pretendió pasar por un contrapunto, es decirpeanuts 3, plantear otra cosa que pasa junto a la historia principal, entonces falta cohesión e integración de ambos elementos, que sólo contrapuestos no alcanzan a conformar una unidad dramática. Si en cambio la idea hubiese sido recrear simbólicamente un conflicto más terrenal, donde el barón rojo representara las propias inseguridades de Charlie, etc. esto no está muy bien desarrollado. El resultado es una segunda trama cuyo sentido no termina de precisarse y parece que en lugar de aportar (por complemento o por traducción) extiende simplemente en el tiempo un conflicto que no requería más de 20 minutos de cinta. Veintidos minutos es de hecho lo que duran cada uno de los episodios de la tira animada, lo cual hace pensar que no ha habido un genuino intento por realizar un largometraje; de pensar un contexto donde ubicar los personajes, de desarrollarles un conflicto de largo aliento que enmarque conflictos individuales, etc.
El regreso de "Snoopy y Charlie Brown" en versión cinematográfica es un dardo emotivo para los adultos que no termina de dar el blanco. Tierna, simpática, estéticamente bella, pero con un guion endeble y fuera de tiempo. Así se podría resumir lo que sucede con Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, la película, el filme que consiguió desde su promoción generar intriga/emoción/nostalgia entre aquellos adultos que supieron encantarse con el cómic creado por Charlie Schutz en la década de 1950, y que también tuvo su versión en serie de TV. Dirigida por Steve Martino (La Era del hielo 4) y escrita por Craig Schulz y Bryan Schulz (hijo y nieto del creador del cómic, respectivamente), la intención fue claramente respetar el corazón de la serie y mantener a los personajes en el mismo espacio físico y temporal en el que (los adultos) los conocimos. Aquí los teléfonos son sólo fijos, los niños juegan a remontar barriletes y el que se saca una gran nota en el colegio pasa a ser automáticamente un “ganador”. Charlie Brown, por supuesto, sigue siendo todo lo opuesto: un “perdedor” hermoso, tímido y enamoradizo, que tiene en Linus y Snoopy a sus dos laderos y confidentes. Su universo se trastoca con la llegada a su grado de una nueva compañerita, con quien no tiene el coraje de hablar pero de la que está apasionadamente enamorado. Afortunadamente la historia cobra más dimensión con los intentos de novelista de Snoopy a bordo de su casita roja, enfrentando al temible Barón Rojo en plena Guerra Mundial. Ese relato paralelo es el que plantea las mejores escenas, con un 3D bien utilizado, al igual que en toda película. Pero el cine de animación ha avanzado mucho más que eso en los últimos años, puliendo dos niveles de lenguaje simultáneos para divertir a grandes y chicos por igual, y sin ofender a ninguno. Cada uno a su manera se entretiene con los códigos propios de cada cual, vara que de algunos tanques de Pixar en adelante ha quedado muy alta. En este caso, la película parece ser un dardo que apunta a la fibra emotiva del adulto, con una historia demasiado pequeña y con pocos pliegues, mientras que para los más pequeños no termina de ser una comedia que los enganche o provoque algo más que un par de risas. En definitiva, esta adaptación cinematográfica peca de ser una especie de dibujito de televisión estirado para llegar al formato de largometraje (tal como justamente bromeaban ácidamente Los Simpson al comienzo de su película). Muchas veces a los clásicos es mejor dejarlos con el buen recuerdo que se tenía de ellos.
DULCE Y MELANCÓLICO Casi 18.000 tiras cómicas publicadas en 70 países durante 6 décadas. 4 largos entre 1969 y 1980 y más de 35 especiales televisivos. Si hay algo que las criaturas de Charles Schulz tienen es historia y le tocó a Steve Martino (director de la última entrega de La era del hielo y Horton y el mundo de los Quién) dar el siguiente paso. En realidad no le tocó sino que lo buscaron. Los familiares de Schulz, ni más ni menos, quienes quedaron impresionados al ver su adaptación del Horton… Desde el estreno de Bon Voyage, Charlie Brown (and Don’t Come Back!!) en 1980, lo último que se hizo para cine sobre Snoopy y Carlitos, pasaron tres décadas y media en las que ocurrió de todo. Charles Schulz murió en el 2000, Bill Meléndez (cuyo nombre real era José Cuauhtémoc Meléndez y quien fuera la voz de Snoopy) también murió, en 2008 a los 91 años y la tecnología avanzó de manera descomunal. Gracias a ella, del mismo modo en que Paul Walker volvió a la vida en Furious 7, para Peanuts, la película se reciclaron las viejas grabaciones de Meléndez para que el perrito no perdiera su histórica voz. Y aunque es la primera película de la saga Peanuts hecha en CGI, la gente de Blue Sky Studios tuvo el tino de no desechar el trazo grueso y a mano alzada que puede verse en los especiales que se hicieron para televisión ni tampoco los rasgos básicos de la tira cómica original. Lo mejor de Peanuts, la película es esa mezcla resultante entre el espíritu de ayer y la tecnología de hoy. Su argumento es simple: chico conoce chica. Charlie Brown, el adorable niño loser por excelencia, se enamora de la nueva vecinita del barrio. Snoopy, por su parte, se eleva en su clásica cucha-avioneta para enfrentar al Barón Rojo y rescatar a Fifi, su interés romántico. Así en la tierra como en el cielo, el niño y su perro intentarán, fracasarán, sufrirán y persistirán en la senda del amor, acompañados por los entrañables Linus, Schroeder, Patty, Lucy, Pig-Pen y el resto de la banda. No sería errado pensar en ellos como en Mafalda, Felipe, Manolito o Susanita pues si bien Schulz lanzó Peanuts en los ‘50 y Quino presentaba Mafalda 14 años después, ambos autores poseen al menos dos puntos en común: el tono existencialista y la defensa de los valores. La película está lejos de ser perfecta y el guión, escrito en 2006 por Craig y Bryan Schultz, hijo y nieto de Charles respectivamente, le dedica demasiado tiempo a la subtrama aérea de Snoopy, pero hay algo en la idea de infancia (sin computadoras ni celulares) que circula en Peanuts que es imposible hallar en otras cintas de animación. Más allá de la comedia, del baile y del humor físico hay un fondo dulce y melancólico, cierta ternura que nos invita a bajar un cambio. En ese sentido, Peanuts, la película, se despega de sus contemporáneas. Hasta se podría decir que atrasa. En esta época signada por la multiplicación de las pantallas, Charlie Brown todavía intenta remontar su barrilete. Bien por él.//∆z
Sentimientos que curan Escrita por Bryan y Craig Schulz –hijo y nieto del historietista y creador de Peanuts, Charles M. Schulz–, la película dirigida por Steve Martino renuncia a cualquier tipo de humor contemporáneo para apostar por un relato inocente que llega directo al corazón del espectador. El director de Horton y el mundo de los Quién intenta replicar todos los elementos de la tira cómica original mediante un delicado equilibrio entre el mundo digital actual y la animación bidimensional más tradicional para atrapar a todas las generaciones de espectadores por igual. Por eso utiliza la línea schulziana para dibujar emociones sobre los rostros en animación 3D de Charlie Brown, Snoopy, Lucy, Linus, Peppermint Patty y compañía que, apartándose de la estética hiperrealista de Pixar, busca a través de sus facciones y movimientos corporales esbozar un manifiesto sobre el enorme poder expresivo de la síntesis gráfica. La misma lógica minimalista se aplica al guion –una suerte de mezcla de algunos de los episodios más emblemáticos de la historieta– que fluye con una sencillez y un encanto sin igual. Lo que hace Martino es una transposición casi literal de la viñeta a la pantalla grande, por eso, si bien es cierto que sacrifica un poco la complejidad del argumento, lo hace en pos de no traicionar la particularidad del universo que intenta calcar, por lo que resulta algo casi imposible de reprocharle. Peanuts, la pelicula despliega dos vertientes narrativas: una que abarca todo lo que concierne a Charlie Brown y sus amigos, y otra, que como no podía ser de otra manera, se ocupa de lo que respecta a Snoopy y al mundo de fantasía sin límites en el que él y Woodstock se imaginan a sí mismos como pilotos de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un puñado de escenas de aventuras aéreas que carecen de diálogo, pero que están repletas de acción. La simpleza del guion, entonces, lejos de ser un problema para la película, se transforma en uno de sus aciertos, ya que va pasando de una historia a la otra sin dejar rastros en las transiciones, de algunas grietas que en manos de un director menos habilidoso, habrían sido inevitablemente visibles. Si hay algo que desprende la película es una gran ternura, que puede verse en una de las escenas más adorables donde Charlie Brown está dispuesto a aprender algunos pasos de baile para llamar la atención de la niña del cabello lacio y colorado. Para conseguir su objetivo se ayuda de huellitas desparramadas en el piso para marcar los pasos y, claro, de su fiel amigo, Snoopy, que le muestra cómo lo hace un verdadero bailarín al ritmo de "Bamboleo" de Gipsy Kings. The Peanuts Movie está llena de estos momentos entrañables que tienen como protagonistas a los personajes creados en 1950. Ver a Snoopy redactando en su máquina de escribir alguna de esas maravillosas historias que siempre hacía un bollito y descartaba en vez de terminarlas o enfrentándose a su archienemigo el Barón Rojo, a bordo de su casa-biplano de la Segunda Guerra Mundial, es remontarse a ese imprescindible y maravilloso legado que su editor original bautizó como Peanuts. A más de 60 años de su creación, Martino realiza un notable homenaje al universo delineado por Schulz. Su película es, ante todo, una carta de amor y de agradecimiento al inventor del famoso can y su pandilla, además de una trasposición libre de pretensiones, con un enorme cariño y respeto por la esencia de la historieta, cuyo único fin es recordarnos que la felicidad se encuentra en esos pequeños pero significativos momentos de la vida.
Si algo no está roto, para que arreglarlo, dice el dicho. Una frase muy cierta que le sienta de maravillas a Snoopy & Charlie Brown, una deliciosa aventura infantil que trae a la pantalla grande a los personajes que hace más de cincuenta años deleitan tanto a niños como a adultos por igual, con el gran salto de la tecnología 3D como aliciente principal. La nueva historia de esta pandilla sin igual es una trama muy convencional, pero no por eso menos satisfactoria. Charlie Brown sigue siendo el mismo chico despistado de siempre, y en su afán de demostrar ser algo más que el torpe del grupo, como lo estigmatizan una y otra vez, Charlie hará lo posible para salir de ese status quo en el que se ha visto encerrado durante su corta vida. Hay una gran lección de vida en el guión de Bryan y Craig Schulz - hijo y nieto respectivamente del creador de la historieta, Charles M. Schulz - que está apuntada a la platea infantil, pero que se deja ver por todo aquel al que los personajes le generen nostalgia. En menos de hora y media, la pandilla resume las (des)aventuras de Charlie de escapar su estigma social, a la vez que intenta superar sus propios miedos al hablarle a la chica nueva del curso. Mientras tanto, Snoopy y su amigo alado Woodstock se ven inmersos en su propia aventura, una lucha aérea imaginada en donde Snoopy es un aviador que se enfrenta a la amenaza del Barón Rojo con tal de salvar a la perra Fifi de sus garras. Sin bien toda la animación es bellísima y muy bien diseñada, es en las escenas donde Snoopy deja correr su imaginación que realmente la película se alza desde el suelo y se anima a volar alto, con momentos muy logrados donde el 3D brilla a pura plenitud. Si hay algo de refrescante es que no hay doble sentido, ni situaciones forzadas. Es pura y simplemente una historia infantil, contando un año lectivo en la clase de los Peanuts, con la hilarante voz de la maestra como ruido de fondo. Snoopy & Charlie Brown es un sentido homenaje al fallecido creador de los personajes, y una buena manera de empezar el año con buena animación.
Es una historia dulce, tierna, bien colorida y con personajes divertidos. Sencilla, adorable, entretiene a grandes y a niños y tiene una animación sencilla pero hay buenos diálogos e introduce a nuevas generaciones en este mundo, toca temas universales, te hace soñar y te deja buenas enseñanzas. La música es genial, contiene varias escenas hermosas y sobresalientes como la fiesta y el baile. Imperdible los créditos finales te van a ilustrar muy bien. Se encuentra nominada a los Globos de oro a Mejor película animada. Ha ganado un premio de “Críticos de Cine afroamericanos Asociación” (AAFCA) en el 2015.
Blue Sky Studios (mismos responsables de las franquicias “La Era de Hielo”, “Los Croods” y “Rio”) trae, por primera vez a la pantalla grande -y en 3D- a los clásicos y muy queridos personajes de la tira cómica “Peanuts”, creada por el historietista estadounidense Charles M. Schulz el 2 de Octubre de 1950. Era hora que la pandilla tuviera su adaptación cinematográfica. Dirigida por Steve Martino (“Horton y el mundo de los Quién”), la película sigue las aventuras de Charlie Brown (voz de Noah Schnapp) al intentar conquistar a una nueva vecinita y compañera de colegio, la Pequeña Chica Pelirroja (voz de Francesca Capaldi), y así dejar de ser un perdedor… muy optimista por cierto. Primero, debe armarse de valor y hablarle, así que en el proceso, lo ayuda su fiel amigo, el perro Snoopy (voz de Bill Melendez), quien por las suyas, y junto a Woodstock, también se embarca en su propia misión imaginaria (recordemos que el sabueso siempre ha fantaseado con convertirse en escritor). En este caso, para perseguir a su archienemigo, el Barón Rojo de la Primera Guerra Mundial, y así rescatar a una perrita llamada Fifi (voz de Kristin Chenoweth). La historia de “Snoopy & Charlie Brown – Peanuts La Película” es adorable, naif, tierna, sencilla y muy cómica, la cual no sólo captará la atención de un público nuevo, el de los más chicos, sino también a los adultos que crecieron con estos personajes cuya esencia y estética (animación clásica con guiños de los dibujos) han sido captadas a la perfección en esta producción de la que también ha formado parte el hijo de Schulz, Craig, como productor y guionista junto a su hermano Bryan. Para su realización se usó el sistema de doblaje que caracterizó a la caricatura; ésto quiere decir que no hubo adultos haciendo voces de niños, sino que en realidad se usaron pequeños actores de doblaje para hacerlo más real. El elenco de voces se completa con Venus Schultheis (Peppermint Patty), Mariel Sheets (Sally Brown), Alexander Garfin (Linus), Madisyn Shipman (Violet Gray), Hadley Belle (Lucy van Pelt). ¡No se la pierdan!
Un chico y su perro, la vida según Charlie Brown Ya sea por la emotividad, simpleza y belleza de sus viñetas en tira, la creación de Charles Schulz resulta ser una obra que disuelve la frontera entre la niñez y la edad adulta. A propósito de “Peanuts”- título original de la tira o comic strip- el célebre filósofo italiano Umberto Eco se refirió a la fascinante capacidad de Charles Schulz para escenificar desde el mundo de los niños un amplio catálogo de neurosis, incertidumbres y cuestionamientos propios de la madurez. Es allí donde reside la fuerza de la cómica y reflexiva tira de historietas que por mas de medio siglo cautivo a varias generaciones de lectores, hijos dilectos del psicoanálisis a temprana edad. El personaje principal de “Peanuts” es Charlie Brown, que acaso sea para muchos una canción de Coldplay, pero desde hace muchísimo tiempo se trata de un niño simple y tímido que vive en las viñetas con sus amigotes y su perro Snoopy. El personaje no es otra cosa que el otro extremo del trazo de grafito y tinta china donde su creador Charles M. Schulz se retrataba a la hora de recrear las vivencias de su infancia en viñetas en virtud de su modo de decir el mundo. Charlie Brown carga desde temprana edad la notoriedad de echar a perder todo aquello que emprende, ya se trate de remontar un barrilete, jugar al hockey sobre hielo o volar un barrilete, cualquiera sea la actividad que se ponga como meta concluirá en un desastre. Pero acaso sea la rúbrica distintiva del personaje su inagotable capacidad para jamás bajar los brazos, intento tras intento, Charlie Brown contara con su fiel compañero el perro Snoopy, sus queridos amigos y la siempre terrible Lucy. Ellos, su público habitual presto para arengarlo a continuar aunque se la pase trastabillando una y otras en su itinerario. Snoopy & Charlie Brown es una emocionante aventura que celebra con encanto y poesía la determinación ante la adversidad, la amistad y aceptación de las diferencias. Lejos de las viñetas o los especiales de TV (CBS, 1965), llega una tan ansiada como postergada adaptación a la pantalla grande, donde el mundo de Charlie Brown se pondrá una vez mas de cabeza cuando una niña pelirroja llegue a su clase robándose toda la atención y las miradas. Charlie Brown arremeterá contra todo tipo de peripecias, en una película con ritmo constante que no se olvida de enfatizar los gags pertinentes a obstáculos varios y la propia torpeza del muchachito para ganarse la admiración de la nueva chica del aula. Al menos por una vez la fortuna parece estar del lado del buen Charlie cuando se asignen trabajos prácticos en el aula escolar y nuestro héroe sea convocado a trabajar con la niña pelirroja. Finalmente los dados parecen haber salido a su favor, pero ésta no sería una aventura de “Peanuts” si no se tratase de una exquisita oda a los perdedores. Fidelidad al espíritu creativo de Charles M. Schulz “Peanuts” es la obra que prácticamente acompaño toda la vida profesional de Charles M. Schulz (1922-2000), quien se inspiró en sus vivencia en Minnesota para crear “Li’l Folks“ en 1947 para las ediciones de St. Paul Pioneer Press y posteriormente en Saturday Evening Post donde la tira sería (re)bautizada como “Peanuts”. Las aventuras de Snoopy, Charlie Brown y su pandilla han aparecido ininterrumpidamente en los periódicos estadounidenses y más de 75 países, desde 1950 hasta la muerte de su creador, Charles M. Schulz, en el año 2000. Datos del Museo Schulz en California registran que han habido 17.987 tiras publicadas en más de 2.600 periódicos en 75 países, además, Peanuts se ha traducido oficialmente a más 21 idiomas. En tanto que Snoopy la mascota de Charlie Brown, todo un icono de la cultura pop, acompaña las desventuras de su dueño a la distancia, dado que este peculiar canino se desprende de la trama principal de la película dando rienda suelta y alto vuelo a su imaginario: siendo el protagonista de sus propias aventuras piloteando su cucha voladora como el adversario del temible “barón rojo” quien aterrorizo los cielos de Europa durante la primera guerra mundial. Su adaptación a la pantalla grande celebra aquella conquista de Charles Schulz que explora la siguiente idea: los padres y los profesores se expresan con el sonido de trombón, al que los personajes de Peanuts, no escuchan o se desentienden de un lenguaje que no es el propio. Una referencia directa a los especiales de TV “A Charlie Brown Christmas”, realizados por Schultz para la cadena CBS en 1965, galardonados con varios premios EMMY, entonces como en la actualidad las voces de Charlie Brown, Sally Brown, Peppermint Patty, Lucy van Pelt, Linus van Pelt, fueron y son interpretadas por niños reales. El obstáculo decisivo de Snoopy & Charlie Brown es, sin duda, pasar de la forma breve, fragmentaria y autoconclusiva de la tira diaria a sostener la continuidad y peso argumental de un relato cinematográfico. Desafío que bajo la dirección de Steve Martino (Dr. Seuss’ Horton Hears a Who!, Ice Age 4), se resuelve hábilmente sin perder un ápice del encanto logrado por “Peanuts” desde hace 65 años, de modo que tanto las clásicas viñetas como la actual película resultan un alegre derrotero de ansiedades cotidianas compartidas por niños y adultos.
Tierna, audaz, sensible y respetuosa de sus orígenes, “Snoopy & Charlie Brown: Peanuts, la película” indaga en el universo infantil de una manera única. Lejos de las excentricidades del “nuevo cine de animación”, los colores psicodélicos y la hipocresía de los mensajes, este filme dirigido por Steve Martino (“La era de hielo 4”) protagonizado por los personajes de Charles Schulz, es un flashback a otra época. Con dibujos de trazos simples y una historia signada por inocencia infinita, Charlie y Snoopy relatan una pequeña pero gigantesca historia: la de un niño que sufre de bullying condenado al fracaso que intenta superarse a sí mismo y su amigo fiel, que intenta escribir su propia historia de amor. Los escenarios son variados: el vecindario, la escuela, el parque y un hermoso paisaje montañoso le dan el encuadre adecuado a este relato enternecedor. Lo más interesante de este relato es la construcción del universo infantil en el que sólo se escuchan las voces de los niños y los grandes no se ven y sus palabras se escuchan como un balbuceo inentendible. Mientras que el grupo de amiguitos recrean la crueldad y los desafíos de la etapa escolar. Y para los adultos deseosos de ver estos personajes en la pantalla grande por primera vez, después de haberlos disfrutado en la tira cómica, se van a encontrar con elementos significativos como el libro “Guerra y paz”, de León Tolstói, las referencias a la música de Beethoven y la llamativa ausencia de dispositivos tecnológicos como celulares y computadoras. Acá reina la máquina de escribir, las cartas a mano y los bailes de la escuela. Larga vida a este can que se adueñó de millones de corazones en todo el mundo.
Llega la versión cinematográfica y en 3d de los personajes creados por Charles M. Schulz dirigida por Steve Martino. Hace 65 años se publicaba la primera tira cómica de Peanuts. A lo largo de estos años, la serie acumuló fanáticos y se convirtió en algo popular para varias generaciones. La principal virtud de esta película es la de conformar al público más fiel, ya que mantiene su espíritu original, entre tierno y naif, y a la vez a aquel que recién se introduce en este mundo (aunque difícilmente haya alguien que no conozca aunque sea un poco a estos personajes). Así, la historia a contar es simple: la del nuevo año escolar para Charlie Brown, un niño introvertido y un poco torpe, que se enamora de la niña nueva, una niña pelirroja por la que querrá hacer diferentes cosas como aprender a bailar o leer todo “War and peace” de Tolstoi en un fin de semana para sorprenderla con un sobresaliente trabajo escolar. En el medio, su perro Snoopy escribe y vive aventuras increíbles. En el medio, otros personajes (siempre niños, los adultos aparecen fuera de plano y sus voces no son más que sonidos graves) terminan de aportarle color a una historia sin pretensiones y con mucho corazón. El resultado así es una película bien lograda, con nuevas técnicas de animación que no destruyen la imagen original de estos personajes animados, simplemente le agrega dimensión, con una historia sencilla pero efectiva y un humor que funciona en su tono más bien naif y tierno. Snoopy es una película que probablemente encuentre al espectador ideal en cualquiera de los siguientes grupos: el más infantil, y el adulto nostálgico.
En tiempos de reciclaje no es extraño ver a Snoopy dándose una vuelta por éste siglo. “¿Por qué no?”, sería la pregunta natural en Hollywood. Al igual ocurrido con un par de obras maestras del cine de animación estrenadas el año pasado, como “El libro de la vida” o “Los Boxtrolls”, “Snoopy y Charly Brown: Peanuts, la película” hace su incursión en el siglo XXI con una gran apuesta: Mantener la estética, la esencia y la mística intacta sin traicionarla en pos del supuesto gusto del público por la tecnología y el diseño de artificio. Bien artesanal en su forma, y principalmente el contenido. Dos historias en forma paralela conviven aquí. El deseo de Charlie Brown por sentirse aceptado, y parte de su entorno (en especial con una nueva compañerita que llega al cole), y por otro lado una historia de aventuras salida de la mente de Snoopy en su intento por plasmarla en papel. Así como ocurrió históricamente en el mundo de la historieta a nivel mundial, las tiras que abordaban las aventuras y situaciones de una pandilla de amigos del barrio han calado hondo en el corazón de los lectores, quienes iban conociendo un universo a partir del cual se veía reflejada la realidad social por medio de la simpleza de pensamiento de los chicos. Esta pandilla ha sido a Estados Unidos lo que Mafalda a nuestro querido país, y por ende ha pasado las fronteras por la universalidad de la problemática que a la larga se pudo vislumbrar. El director Steve Martino decidió mantener a rajatabla el universo creado por Bryan Schulz en 1950. lo cual resulta beneficioso para “Snoopy y Charly Brown: Peanuts, la película”. No hacen falta celulares, ni Internet, ni robots para plantear un tema que ha sido y es de todas las épocas. Los personajes entrañables vuelven con toda su idiosincrasia a pleno en una película que resulta tan nostálgica como entretenida. Bienvenidos los nuevos espectadores, pero este precioso recuerdo se guarda en el corazón de los más grandes también.
Pequeños grandes héroes Snoopy y Charlie Brown ó Peanuts es hoy día, a pesar de la muerte de su autor en el 2000, una de las historietas más famosas de la historia. Durante cincuenta años, entre 1950 y el 2000, su creador Charles M. Schulz, se contó la historia de Charlie Brown y su pandilla, en un mundo donde no existían los adultos y donde la mascota de Charlie, Snoopy, se convertiría en el personaje más popular de las tiras cómicas. La película que se estrena ahora intenta –y logra- ser leal a aquel universo y a la vez resumirlo y permitirle entrar a nuevas generaciones. El paso a la animación fue un éxito para Charlie y Snoopy, en particular el famoso especial de Navidad. Pero además de los cortometrajes, se hicieron varios largos para cine. Esta es la quinta película para cine de Snoopy y Charlie Brown, estrenada treinta y cinco años después del último de los films con estos personajes. También, y como era de esperarse, la primera realizada con animación digital, aun cuando se mantenga la simpleza de los dibujos originales. Charlie sigue siendo el chico inseguro, tímido, que sin embargo jamás se rinde a pesar de sus muchísimos fracasos y que mantiene siempre una grandeza moral y una enorme bondad. Snoopy, y su amigo Woodstock, son una dupla de memorable humor absurdo. La película también le da mucho espacio a las fantasías de Snoopy y su pasión por soñarse un intrépido aviador de la Primera guerra mundial. Eso aporta aun más humor y aventura a la película. Snoopy y Charlie Brown son personajes tanto para el público infantil como para el adulto y eso también se nota en esta película de una gran sofisticación, ajena a cualquier demagogia desesperada para sumar público a cualquier precio. El humor es excelente, pero también la película posee una gran dosis de ternura. Después de cincuenta años de ser desarrollados por su autor, los personajes del film mantienen su complejidad y perfección. Si aun hoy las tiras cómicas de Peanuts se siguen publicando en repeticiones, por algo será. La película está a la altura de esa grandeza.
En 1950 Charles Shulz creó a Snoopy y Charlie Brown, ellos formaban parte de la historieta con el nombre de “Peanuts”. Ahora, 66 años más tarde, de la mano de 20th Century Fox y Steve Martino (La Era de hielo 4) llega “Snoopy y Charlie Brown: Peanuts la película”. Seguramente mucho hayan leído alguna vez alguna tira cómica de estos niños particulares, en este mundo en el que los adultos no son más que un ruido molesto y ellos tiene que hacer cosas que quizás los niños normales no harían. Hay dos historias que ocupan la atención de la película, por un lado tenemos la principal, Charlie Brown es un niño con un pasado más que complicado, siempre generando problemas sin querer que hace que se aleje un poco de la posibilidad de ser alguien. Cuando llega una nueva vecina al barrio el se enamora y ve la oportunidad de ser una nueva persona, de tener un “borrón y cuenta nueva”. Durante todo el film deberá luchar con sus miedos y superarse a sí mismo.
Socios y sabuesos El recordado perrito creado por Charles Schultz hace su primera incursión en la pantalla grande de la mano de los creadores de La Era del Hielo, que demuestran que no sólo viven de animales prehistóricos animados A 16 años de la publicación de la última tira de Peanuts, la recordada historieta protagonizada por Snoopy (uno de los canes más famosos del noveno arte, que tantos productos supo vender con su imagen limpia y sana), llega por fin su primer film animado en 3D. El tiempo pasó y la figura del perrito, junto con la de su amo y amigo, Charlie Brown, no decayó en absoluto y los libros que recopilan sus aventuras (y que nadie en este país supo publicar aunque nunca es demasiado tarde), se siguen vendiendo en los países de gran tradición historietística, como aquí ocurre con Mafalda. En este contexto, la productora Blue Sky, la misma que este año atosigará los bolsillos durante las vacaciones de invierno con la quinta (¡quinta!) entrega de La Era de Hielo, eligió a este icónico personaje para cambiar darle un poco de variedad a su catálogo. De esta manera, los Peanuts, el grupo de niños que protagonizaban la tira, no sólo adquieren una apariencia en 3D que en nada modifica su esencia sino que también mantiene intacto el espíritu de la tira que apareció en los diarios estadounidenses durante cincuenta años y totalizó casi 18 mil apariciones. La historia comienza cuando Charlie Brown se enamora de su nueva vecina, que además concurre a su misma escuela, y busca la manera de encararla a pesar de su extrema timidez, hecho contra el que conspira también la facilidad con la que todo le sale mal. Pero Charlie cuenta a su favor con la inestimable ayuda de su perro Snoopy, un Beagle (raza que se revela después de todo este tiempo) que hará todo lo posible para que su amigo logre su cometido. En el medio ocurrirán simpáticas situaciones en la que el director Steve Martino –el mismo de la divertidísima Horton y el Mundo de los Quien- haga lucir a la inmensa galería de personajes como Lucy la consejera (que cobra sus cinco centavos libres de inflación por sus servicios) hasta el siempre confiable Linus, en todo momento. De esta manera, Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, la película se convierte en una genial oportunidad para que los niños no sólo de Argentina sino también del mundo entero conozcan a estos clásicos personajes, que además han recibido un tratamiento especial para que la adaptación desde el material original pase al 3D sin necesidad de agregarle elementos de actualidad pero sin quedar tampoco desfasado respecto de productos más recientes. Además, y como complemento, el director se las arregla para incluir de tanto en tanto, algunas de las viñetas clásicas de Schultz, muy bien justificadas.