Una digna continuación que llega unos cuantos años tarde. La vida de Lloyd y Harry no se aleja demasiado de la última vez que los vimos hace ya 20 años. Pero en un giro del destino, las cosas comenzarán a cambiar cuando Harry necesita un trasplante de riñón y la única persona capaz de ayudarlo es una hija perdida, de quien recién escucha hablar. Con la ayuda de Lloyd saldrán nuevamente a la ruta para encontrarla, pero una vez más se verán envueltos en un plan criminal. Que veinte años no es nada Veinte años necesitaron pasar para que por fin tuviéramos una secuela de Tonto y Retonto (hagamos de cuenta que la precuela Tonto, Tontos y Retontos nunca sucedió). Siendo un chico de la década de los 80, tenía tan solo 10 años cuando se estrenó la película original y debo decir que no necesitaron pasar muchos minutos para darme cuenta que aquella sería mi película favorita por un largo rato. Luego crecí, me abrí a otro tipo de cine y nuevas películas favoritas fueron apareciendo, pero siempre guardé Tonto y Retonto en un lugar especial de mi corazón y es al día de hoy que si la encuentro por la TV la dejo y la miro con una sonrisa de oreja a oreja. Pero más allá de mi fanatismo por la primera entrega, siempre estuve abierto a la posibilidad de una secuela. Lamentablemente, Jim Carrey no pensaba lo mismo. A los pocos años de estrenada la película, la carrera de Carrey dio un vuelvo hacia el drama (interesante giro, debo agregar) y durante mucho tiempo se negó a aparecer en la continuación. Los últimos años no fueron muy buenos para la carrera de Carrey, quien empezó a ver con otros ojos la posibilidad de repetir su papel de Lloyd Christmas una vez más. Los hermanos Peter y Bobby Farrelly también están lejos de disfrutar del éxito y de lo que su apellido significaba para la comedia en los años noventa, así que rápidamente llamaron a Jeff Daniels (quien estaba en el pico de su carrera habiéndose llevado un Emmy a Mejor Actor por The Newsroom y dejando atrás a gente como Kevin Spacey y Bryan “Heisenberg” Cranston) y pusieron manos a la obra. Tonto y Retonto 2 es una película que apela en gran medida a la nostalgia que nos generó la primea. Incluso ambas historias tienen muchos (quizás hasta demasiados) puntos en común. Aquí Lloyd y Harry una vez más se ven involucrados en una trama policial la cual ignoran completamente, salen de viaje por las rutas de Estados Unidos en búsqueda de un personaje con el cual se da un juego de intereses entre los protagonistas, otro personaje se suma al viaje con intención de asesinarlos y hasta la resolución es muy parecida. A esto también debemos sumarle una gran cantidad de guiños al film original, la aparición de viejos personajes y otros que solo conocíamos por nombre y muchos chistes repetidos, pero modificados. Básicamente, Tonto y Retonto 2 es una reformulación, en todo sentido, de la primer película. Si bien el último párrafo puede hacer que muchos hayan terminado de confirmar sus sospechas, la realidad es que cuando Carrey, Daniels y los Farrelly están inspirado Tonto y Retonto 2 funciona de lo más bien, más allá de una sensación de que “eso ya lo vimos” nos acompaña en casi todo momento. Sí, muchos de los chistes ya los conocemos y sí, los chistes que se vieron en el trailer pueden no ser brillantes, pero por suerte se reservaron lo mejor para la película y no lo arruinaron en el avance. Ojo, esto no significa que todos los momentos cómicos que restan valgan oro. La película tiene sus altibajos a nivel historia y a nivel comedia. Como ya dije previamente la trama es muy similar y en todo momento sabemos hacia que lado está yendo, por lo que no guarda demasiadas sorpresas. Y en cuanto a la comedia, la cinta tiene demasiados baches en los que podemos pasar varios minutos sin emitir una risa, pero no se preocupen, las carcajadas siempre vuelven. A pesar de haber encarnado a estos personajes hace veinte años, Carrey y Daniels vuelven a interpretarlos con la misma frescura. El paso de los años es evidente en ambos, pero el talento permanece intacto. En el elenco secundario se destaca Rob Riggle (Comando Especial), quien continúa robándose escenas película tras película. También hay apariciones de Laurie Holden (The Walking Dead), Kathleen Turner (Cuerpos Ardientes) y Rachel Melvin con una simpática actuación como la supuesta hija de Harry. Conclusión Tonto y Retonto 2 queda muy lejos de su antecesora y pareciera tener miedo a intentar algo nuevo. Al parecer el pensamiento de sus actores y directores fue ¿para que arreglar lo que no está roto?. Pero lejos de terminar siendo un completo desastre la película tiene sus buenos momentos, y cuando apela a la nostalgia que nos genera la primera es cuando mejor funciona.
Como si el tiempo no pasara Finalmente la esperada secuela del dúo más disparatado llegó a los cines. Tuvieron que pasar más de 20 años para que uno de los protagonistas pudiera ponerse de acuerdo y volver al ruedo para que los hermanos Farelly, ni lerdos ni perezosos, pusieran manos a la obra. Si bien el film ofrece muchos puntos en común con su antecesora -para no decir que repite la misma fórmula del guión- el resultado de esta nueva entrega hubiese dejado mucho que desear si es que no se hubiese estrenado la precuela, producto mediocre y regular en comparación a éste. Mientras que en la anterior película tanto Harry (Jeff Daniels) como Lloyd (Jim Carrey) debían encontrar un maletín y a su vez estaban inmersos en una organización criminal, en esta aventura pasa lo mismo con la diferencia que buscan a una hija perdida de Harry. Una vez más, tanto Daniels como Carrey nos brindan una de sus grandes interpretaciones y lo dejan reflejado en el crecimiento a lo largo de 20 años. Por un lado, Daniels con la excelente interpretación en la serie The Newsroom por la cual obtuvo un Emmy como mejor actor, mientras que Carrey, quien siempre fue reacio a las secuelas, hacía muchísimo tiempo que no se lucía en un film. Son de destacar sus caracterizaciones con la sensación de que 20 años no fueron nada para ellos, además a los guiños de su película antecesora como por ejemplo contar con la aparición de Brady Bluhn, recordado por haber interpretado al muchacho ciego al que le venden un pajarito muerto. Mientras que las nuevas incorporaciones se lucen pero sin opacar a los protagonistas. En fin, la nueva secuela no ofrece nada nuevo y en muchos ratos es previsible pero seguramente las carcajadas no estarán ausentes en esta cinta que parece haber sido concebida por los Farelly para salvar su reputación después de producciones mediocres como Pase Libre (Hall pass, 2011) o el impresentable revival de Los tres chiflados (The three stooges, 2012).
En 1994 Tonto y retonto representó la ópera prima de los hermanos Farrelly, una producción que con el paso del tiempo se convirtió en una comedia de culto. Realizada con apenas 17 millones de dólares, la película recaudó más de 247 millones en todo el mundo y contribuyó a consolidar a Jim Carrey como una estrella de Hollywood. Ese mismo año el actor estrenó Ace Ventura y La máscara que también fueron grandes sucesos comerciales. Los idiotas Harry y Lloyd pegaron muchísimo en el público y luego reaparecieron en una serie animada de Hanna-Barbera y una precuela, en el 2003. Cabe destacar que los Farrelly no estuvieron involucrados en ningunos de esos proyectos que resultaron un fracaso. El programa de televisión fue tan malo que lo cancelaron luego de 13 episodios. 20 años después del primer film llega la continuación que no defraudará a ningún fan de estos personajes. Si te gustó la primera te vas a divertir con la nueva entrega, ya que mantuvo el espíritu y humor de la obra original. Carrey y Jeff Daniels están más viejos pero la química entre ellos sigue intacta y brindan momentos desopilantes. Nunca fui fan de los Farrelly y su estilo de humor irreverente que no es para todo el mundo. Siempre reconocí que los tipos saben hacer reír al público con situaciones incómodas, pero no me gusta la escatología que suelen incluir en sus producciones. Para mi sorpresa esta cuestión estuvo muy contenida en la nueva película y frente a las cosas que se ven hoy en día en las comedias norteamericanas, Tonto y retonto 2 no se excede demasiado en situaciones de mal gusto. Las escenas mas divertidas en realidad pasan por los diálogos disparatados y los enredos en los que se ven envueltos los personajes. Se lo extrañaba mucho a Jim Carrey en el cine y la verdad que su talento para hacer reír sigue vigente. Algo que se potencia encima con la dupla que forma junto a Daniels. En esta ocasión se incorporó al elenco Kathleen Turner, una de las actrices más populares de los años ´80, que protagonizó clásicos como El honor de los Prizzi (1985), Peggy sue, su pasado la condena (1986) y La guerra de los Rose (1989). Hace muchos años que no se la veía en un estreno comercial debido a varios problemas de salud y su adicción al alcohol que la alejaron de Hollywood. En el 2009 reapareció con la serie Califonication y empezó a trabajar en el cine otra vez. En este film aporta algunos momentos divertidos en un par de escenas que comparte con los protagonistas. Tonto y retonto 2 es por lejos el mejor trabajo que presentaron los hermanos Farrelly desde Loco por Mary. En este caso lograron brindar una buena comedia donde aprovecharon muy bien ese equipo tan especial que forman Carrey y Daniels. Reitero, si te gustó la primera película y sos seguidor de estos directores, la vas a pasar bien con la nueva historia de Harry y Lloyd.
Cuando nos enteramos hace unos cuantos meses de la realización de una secuela de Tonto y ReTonto 2, los interesados nos quedamos con algunas interrogantes ¿Podrá mantener el mismo estilo de la original? ¿Afectará en el dúo el paso del tiempo? ¿Será necesario hacer una secuela? ¿Y la precuela?. Es momento de resolver todas esas preguntas. Comencemos por el final; la precuela Tonto, Tontos y Retontos, bien gracias, se la ignora totalmente en esta secuela – lo bien que hacen – y por tanto nosotros haremos lo mismo. Sorpresivamente, para bien o para mal, según cómo se lo vea y según sea el cariño que se le tenga a la original, Tonto y ReTonto 2 es muy similar a su primera parte, hasta hay gags que funcionan mejor si se tiene fresca a aquella, el estilo es prácticamente el mismo, algo más zafado, pero poco ha cambiado. Veinte años han pasado desde aquella película que dio a conocer al dúo de hermanos Peter y Bobby Farrelly como apellido insigne de la dirección de comedias. Durante todo este tiempo, se intentó que las partes se pusieran de acuerdo pero nunca se llegaba a un acuerdo para continuar la historia con el mismo equipo. Es inevitable que el tiempo haga mella, cuando lo vemos a Jim Carrey y Jeff Daniels repetir sus roles de Lloyd y Harry como si todo fuese igual, algo nos hace ruído, perdonen pero ya distan de ser jovencitos y pareciera que ambos actores ya están para otras cosas; pero algo sí es seguro, la química de amistad entre ellos se mantiene fresca y estos roles no pueden tener otro rostro y personalidad que la de los actores. De la experiencia del paso del tiempo salen mejores parados los directores, que habiendo perdido algo de la magia y el toque para la comedia de sus primeros films (digamos cuando probaron el dulce de la NCA), aquí lo vuelven a lograr y son los que siguen filmando y creando humor como si todavía se encontrasen en 1994. La historia es tan solo una excusa y es lo que más nos hace acordar a la original por sus similitudes. Harry y Lloyd emprenden nuevamente un viaje de estilo road movie, esta vez buscando un riñon para Harry en uno de sus hijos no reconocidos (ya sabemos, supuestamente). En el medio, terminan involucrados inocentemente en una trama criminal de cacería. No hay mucho más para decir sin arruinar los chistes… solamente que en la hija de Harry, habrá más de un interés por parte del dúo. Alguno gags funcionan, otros no tanto, hay mayor cantidad de chistes zafados, pero sigue prevaleciendo la inocencia de ambos personajes, y ahí cuando el guión no responda, bastará con un gesto de cualquiera de los dos actores para que, aunque sea, se nos dibuje una sonrisa. Esto ya es cansino decirlo, la primer película dividió aguas, a quienes aquella no les haya gustado, les haya parecido de mal gusto, a esta ni se asomen. Quienes hayan extrañado al dúo por veinte años, o se hayan cansado de verlo por televisión, esta secuela entrega un film que no está a la altura del original, que intenta repetirlo (y eso en parte quizás sea lo que no le permite estar al mismo nivel), y que de todos modos ofrece un momento muy divertido y desprejuiciado. Respondemos el último interrogante, ¿Era necesaria? Probablemente no, pero las leyes de Hollywood mandan, y acá, entre nosotros, sabemos que el resultado pudo ser mucho peor. A divertirse sin ningún prejuicio.
EL SABOR DEL REENCUENTRO Si hay una película que muchos se cansaron de ver en la tele a lo largo de toda su juventud, y que además se bancaron muchas veces doblada o arrancada por la mitad, es la recordada “Tonto y Retonto”. Esta aventura llevó hace 20 años a Jim Carrey y Jeff Daniels a cruzar el país yanqui para devolver un maletín en Aspen a una sensual chica, de la que el primero estaba locamente enamorado. En el vigésimo cumpleaños de este clásico, el público se reencuentra con estos estúpidos en una secuela inesperada hasta el momento en que se la anunció. ¿Necesaria? No. ¿Merecida? Sí. Con una introducción fabulosamente resuelta en la que se reúnen este par de tarados, nos sumergimos verosímilmente y felices en este nuevo viaje. En esta ocasión, Lloyd está totalmente en la suya y Harry necesita urgente un trasplante de riñón. Por eso, salen en busca de un órgano vital que sea familiarmente compatible. Tras unos ligeros problemitas, Harry parece descubrir algo de su árbol genealógico que desconocía por completo: una hija abandonada. De esta manera, la persecución hasta su riñón da comienzo y las “boludeces” no dejan de florecer. Aunque resulta raro verlos en alta definición, lo mejor de todo son sin duda estos protagonistas. Parecen haber sido extraídos de un dibujito animado, por algo Hanna Barbera los caricaturizó en el ’95. Como debía ser, “Tonto y Retonto 2” cuenta con sus dos actores originales, que están aún mucho más tontos que antes, hace 20 años al menos eran jóvenes y su actitud podía estar un poco más justificada. Ahora están viejos, un poco gagas e incluso Jeff Daniels podría tranquilamente hacer de abuela. Él es el tonto, un poco más cuerdo, mientras que el corte-taza es el retonto. Excelentes las expresiones faciales de Carrey, su forma de hablar y los movimientos que realiza con el cuerpo. Su participación es impecable y una vez más demuestra que es un gran actor en distintas facetas. En cuanto a los chistes que encontramos podemos estallarnos con algunos y casi ni reírnos con otros. Los dialogados u obvios se exceden a tal punto que pueden cansar al espectador, y por eso, seguramente vayan a disfrutar más la primera mitad que la segunda. En líneas generales, lo mejor es el humor que entra puramente por los ojos. Esos chistes visuales obligan a los dos a actuar de forma estúpida, a meterse en lugares impensados o a participar de pequeños gags que no esperamos, incluso hay una parodia muy graciosa a una famosa serie que no voy a revelar. Si bien, ésta no le llega a los talones a su película original, en la cual los personajes hacen su presentación al público, “Tonto y retonto 2” es una digna apuesta de sus creadores: los hermanos Peter y Bobby Farrelly. El de 1994 había sido su primer largometraje, y aunque durante su carrera nos deleitaron con “Loco por Mary” (1998), “Irene, yo y mi otro yo” (2000) y “Amor ciego” (2001), en los últimos años no generaron mucho fanatismo con sus obras. Jim Carrey les agradece por poder repetir uno de los papeles que lo llevaron a la fama y Jeff Daniels debe agradecer porque era la única manera de que alguien vea una de sus películas. Aplausos para este reencuentro.
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Los gansos salvajes Jim Carrey y Jeff Daniels vuelven en una comedia de enredos, simple y efectiva, zafada e inocente. El humor de los hermanos Peter y Bob Farrelly hizo eclosión en Hollywood poco antes de que las comedias socarronas y guasas ganaran más y más espacios en las carteleras de los Estados Unidos y del mundo. El chiste con el gel del cabello de Cameron Diaz en Loco por Mary hoy parece de salón. Los Farrelly inauguraron con Tonto y Retonto (1994) una comicidad que, si quisiéramos encontrarle parangones nacionales, salta sin previo aviso de Biondi a Capusotto. Los personajes también son pavísimos o zafadísimos, y no hay duda de que Ben Stiller le echó el ojo a Lloyd y Harry a la hora de volcar a Derek Zoolander a la pantalla. Es que Lloyd (Jim Carrey) y Harry (Jeff Daniels) son dos gansos como no debe haber en el mundo real. Los Farrelly hacen hincapié en la confraternidad, el compañerismo y la solidaridad, al igual que en muchos de sus filmes, como bien supremo, aunque tamizado por el humor ridículo. Para quienes vieron Tonto y Retonto (y la recuerdan) hay muchos puntos de referencia, además de la casa donde vivían los personajes. Pasaron veinte años, pero los muebles son los mismos y el afiche de Bo Derek en la pared resiste el paso del tiempo. Igual que la inocencia de los protagonistas. Y si en la primera película eran perseguidos por error, aquí las confusiones se mantienen al día. Lloyd ha estado los veinte años internado en un “loquero”, y Harry yendo a visitarlo todas las semanas. Pero Harry necesita un transplante de riñón y, ya verán cómo salen, ambos irán tras el rastro de una hija que Harry no sabía que tenía, para que se lo done. O al menos eso intentan. Tanto Carrey como Daniels se han probado en relatos no necesariamente humorísticos, aunque al primero las morisquetas, se nota, le salen espontáneas. Hay chistes de salón, y otros como para taparle los oídos y los ojos a los más pequeños. Ah, atención que el verdadero final viene después de los créditos, que son igualmente pavotes. Pero la película termina luego de que pasen los títulos. Así que, a quedarse sentados.
Sólo para fanáticos En 1994, los hermanos Farrelly eran unos ilustres desconocidos e irrumpieron en Hollywood con una comedia que hacía un culto del patetismo de sus dos protagonistas así como de la escatología y del mal gusto. El film fue incinerado por la crítica, pero se convirtió no sólo en un sorprendente éxito comercial sino incluso en el punto de partida de un nutrido subgénero con apuestas similares. Dos décadas han pasado y tanto los directores como Lloyd (Jim Carrey) y Harry (Jeff Daniels) han envejecido. Sin embargo, contra todos los prejuicios, puede afirmarse que esta secuela no defrauda. Al menos, claro, para quienes disfrutan de este tipo de humor extremo, ampuloso, desatado, con esa apuesta al absurdo y al gag físico (slapstick) que proviene de Los tres chiflados y, más atrás, de los pioneros del género. La trama, como siempre en estos casos es lo de menos: Lloyd sale de un estado vegetativo (y de un encierro de 20 años en un neuropsiquiátrico). Ya reunido con Harry, se enteran de que éste podría tener una hija adolescente, que podría ser la donante para un trasplante de riñón que él necesita. Este ridículo punto de partida es el disparador para que ambos salgan de viaje y se lleven a todo y a todos por delante (muchas veces, literalmente). El estilo Farrelly es el de ir siempre por más, por todo. No hay límite, no hay freno. En medio de ese aluvión de desmesura e incorrección política surgen unos cuantos chistes logrados y situaciones hilarantes. Cada espectador sabrá si éste es el traje que mejor le calza.
Despues de 2O, vuelven Jim Carey y Jeff Daniels, con los hermanos Farelli. Para los nostálgicos de un éxito que se basa en el humor básico, ironías varias y un argumento delirante.
Y un día, Harry y Lloyd volvieron. Nadie esperaba volver a verlos, ya que la primera entrega es un clásico absoluto -obviemos la pútrida precuela, por favor- pero veinte años después, acá están. Lisa y llanamente, una de las mejores películas de los hermanos Bob y Peter Farrelly en años, Tonto y Retonto 2 vuelve a captar el espíritu de aquella desfachatada primera vez, con los dos amigos inseparables en camino hacia una nueva aventura. Gracias a un disparatado gag que justifica la ausencia de estos dos personajes durante veinte años -utilizado en el trailer, pero que no pierde su vigencia en el cine- Tonto y Retonto 2 vuelve a la comedia estilo road movie, en este caso para encontrar al retoño perdido de Harry, concebido mucho tiempo atrás. Muchas de las situaciones del primer acto no funcionan porque tardan en encontrar su ritmo, pero para cuando estos idiotas comienzan su camino, la aventura será imparable. Haciendo uso de varios golpes de nostalgia -que los fanáticos reconocerán instantáneamente- los Farrelly se desempolvan a sí mismos con situaciones cómicas fantásticas, que verdaderamente entienden las motivaciones y lo cabezahuecas que pueden llegar a ser Harry y Lloyd. Lo primero que uno puede llegar a pensar es que Tonto y Retonto 2 es una secuela que llega tarde. Todo lo contrario, es una continuación que llega justo a tiempo, ya que los protagonistas tienen sus cuerpos envejecidos pero su estado mental no ha cambiado ni un ápice. Eso mismo comprenden tanto Jim Carrey como Jeff Daniels, que se dan rienda suelta a recuperar el tiempo perdido con personajes aclamados en su filomgrafía. Por parte de Carrey, la elección es una muy obvia, ya que su carrera no ha estado teniendo el alto vuelo que tuvo en su momento, y por parte de Daniels, se nota el amor por su Harry porque tiene su carrera como actor serio asegurada -sin ir mas lejos, me remito a su excelente trabajo actual en la serie The Newsroom-. No tendrán la misma energía que en el pasado y así lo demuestra ese clip final en los créditos, que recapitula de alguna manera sus andanzas: ambos han envejecido, pero el carisma y la química están intactos. La sorpresa mayor es Carrey, cuyas morisquetas y juegos faciales todavía tienen chispa para rato. Inesperadamente divertida y orgánica en su tratamiento de los personajes, Tonto y Retonto 2 es una genial comedia, que funcionará mejor para aquellos que crecieron viendo a Harry y a Lloyd darse de a bastonazos en smokings celestes y naranjas.
Los dos chiflados A la crítica y a la cinefilia le costó mucho recibir a los hermanos Farrelly. Recuerdo cuando se estrenó Tonto y retonto veinte años atrás, y cómo, para cualquier cinéfilo, esa película representaba algo así como el anticine; lo más bajo a lo que se podía haber caído dentro del género. Porque la llegada al cine de los hermanos Farrelly escandalizó incluso a quienes estaban en contra de que la idea de que la comedia es un género menor. Admito que a mí, que en esa época tenía 14 años y estaba en plena transición hacia la “cinefilia dura”, también me género cierto rechazo Tonto y retonto (si bien era más bien fanático de una película como La máscara, que envejeció todos los años que tiene). Digamos que los Farrelly significaron en ese momento una especie de acabose porque tal vez, a algunos, este tipo de comedia extrema nos pareció, bueno, eso mismo; demasiado. Semejante repulsa me resulta, hoy en día, bastante risible si tenemos en cuenta que sí se recibía un poco más naturalmente el cine de un director como John Waters. Pero tal vez haya tenido que ver el hecho de que Waters siempre fue más bien un outsider, mientras que los Farrelly entraron con un pie en la industria al tener de protagonista a Jim Carrey, el comediante estrella del momento. Lo cual hoy en día me resulta una idea absolutamente esnobista y reprobable, pero bueno, en mi caso, tengo la excusa de la edad. Creo. En fin, que luego de que una obra maestra como Kingpin haya pasado totalmente desapercibida (aquí fue directo a video), de repente llegó Loco por Mary y todo cambió. O, bueno, algo cambió, porque hubo muchos contreras que lo siguieron siendo. Pero ya para la época de Loco por Mary, muchos percibieron que acá había algo; qué acá había unos directores con una mirada personal, con un modo de hacer comedia diferente, con un don de hacer comedias a la vez oscuras pero con corazón. Luego de Loco por Mary, los Farrelly mantuvieron un alto nivel de calidad -si bien la crítica, especialmente la estadounidense, les soltó la mano hace tiempo-, con picos de maestría como la extraordinaria Irene, yo y mi otro yo y las subvaloradísimas Inseparablemente juntos (en muchos sentidos la película más personal de los hermanos) y Amor en juego, donde jugaron a hacer una comedia romántica convencional (con guión de los enormes Lowell Ganz y Babaloo Mandel) y les salió una de las mejores de la historia, con grandes películas menores como Pase libre y La mujer de mis pesadillas y con otras algo fallidas pero no descartables, como Osmosis Jones o Amor ciego. En 2012 hicieron la película más extraña y deforme de su carrera, pero también la película que siempre quisieron -y estaban destinados a- hacer: su versión cinematográfica de Los tres chiflados. Este proyecto tardó muchísimo en concretarse, y tuvo una serie de elencos tentativos en los que se barajaron nombres como los de Russell Crowe, Jim Carrey, Jeff Daniels, Sean Penn, Woody Harrelson, Mel Gibson y otras superestrellas. Pero, finalmente, los Farrelly terminaron optando por un elenco de bajo perfil, y ese bajo perfil (si bien cuenta con inolvidables cameos como ¡Larry David haciendo de monja!) terminó extendiéndose a todo el film. Esto hizo que la película no fuera tan notoria, y que muchos se hayan olvidado de ella en el poco tiempo que transcurrió desde su estreno (encima, a los genios del marketing que la distribuyeron acá no se les ocurrió mejor idea que orientarla “al público infantil” -si bien ya en la primera secuencia incluye chistes sobre el cáncer- y la estrenaron únicamente doblada al castellano). Pero Los tres chiflados es una comedia excelente de timing perfecto; una de las más logradas de la filmografía del dúo. Lo que nos lleva de vuelta a su opera prima, Tonto y retonto -cuyos Harry y Lloyd no podrían haber existido sin Moe, Larry y Curly- y a la película que nos ocupa, su segunda parte -luego de una “precuela” de 2003 realizada por otra gente con mucho menos talento (si bien en un momento llegó a ser un proyecto de Trey Parker y Matt Stone) y de la que cuanto menos se diga, mejor-. Vista hoy (literalmente; hace un rato), Tonto y retonto es, bueno, una obra maestra. Este detalle me llamó bastante la atención ya que, si bien con los años aprendí a quererla, siempre me resultó una especie de primer borrador de todo lo que vendría después; una película cuya importancia dentro de la historia reciente de la comedia era mayor que su calidad. Pero no, la película es endiabladamente brillante: detrás de esa sucesión de momentos a pura escatología y slapstick y de su aparente estupidez se esconde una película que es pura sofisticación, que está construida con inteligencia, que está narrada de forma sólida y que hasta incluye algunos momentos altamente bellos desde lo visual. Y Tonto y retonto 2, que podría haber sido fácilmente una secuela fallida y retrasada (no en el sentido Farrelly del término sino en el de “llegar tarde”), es una dignísima sucesora de su primera parte, si bien la crítica estadounidense -en quienes, igualmente, ya bien sabemos que no hay que confiar en lo más mínimo cuando de comedias se trata- ya la está haciendo pedazos. Jeff Daniels y Jim Carrey están demasiado grandes para ser Harry y Lloyd y, por un segundo, el hecho de verlos tan avejentados (especialmente Daniels, ya que Carrey arranca la película en supuesto estado catatónico en un loquero, con pelo y barba larguísimos) nos hace pensar que estos Harry y Lloyd van a verse un poco cansados; que la película no va a poder ser el tour de force que fue su primera parte. Pero, como dije, esto dura un segundo, porque Tonto y retonto 2 va directo a los bifes y no para hasta el último segundo de su brillante escena post-créditos. A pesar de haber sido realizadas con dos años de diferencia entre sí, Tonto y retonto 2 es el opuesto de Los tres chiflados. Si aquella película era puro perfil bajo, en Tonto y retonto 2 los hermanos la juegan de maximalistas: aquí los Farrelly dejan de lado todo tipo de decoro -aquel decoro que hizo que la crítica les empiece a prestar un poco de atención-, y esa libertad -que en Los tres chiflados existía gracias a su perfil bajo- se respira todo el tiempo. Los Farrelly hacen humor con todo, con todos; sin importarles en lo más mínimo que estén haciendo el chiste más estúpido del universo. O, mejor aún, haciendo que cada uno de los chistes de la película compitan entre sí para ver cuál es el más estúpido del universo. Harry y Lloyd, veinte años después, resultan aún más patéticos e irritantes, y los Farrelly lo saben muy bien y nos lo demuestran todo el tiempo, acumulando capas y capas de desenfreno y locura. Pero, a la vez, nos presenta a unos personajes secundarios que se integran perfectamente a este universo. El mejor de ellos es sin duda el de Fraida Felcher, un personaje que apenas es mencionado en la primera película y que aquí aparece en forma de una Kathleen Turner enorme, con la voz más ronca del mundo, con una presencia increíble y bestial que le sienta tan bien al cine de los Farrelly como Jean-Pierre Léaud al de Truffaut. Fraida solía tener un tatuaje de un smiley arriba del culo pero, a fuerza de los años, los kilos y las estrías, se transformó en una carita triste. Un chiste perfecto que, en un principio, nos hace creer que el personaje se convirtió realmente en eso. Pero no, los Farrelly vuelven a hacer honor a su eterno amor por sus personajes y convierten a Fraida en un ser hermoso y feliz. Pero si bien Tonto y retonto 2 está atravesada por ese espíritu anárquico, disparatado y de un festivo trazo grueso, los Farrelly se permiten ciertos momentos de comedia sutil y apenas perceptible, como en una escena que transcurre en un restaurante mexicano donde los mexicanos son… bueno, no voy a spoilear pero, cuando la vean, préstenles atención a los mariachis. Ah, y es muy probable que no se den cuenta porque aparece enmascarado, pero Ice Pick, el roommate de Harry, es un tal Bill Murray (pueden verlo aquí).
Escatología melancólica y crepuscular Veinte años después de la película original, que fue todo un estandarte para lo que luego se conoció como Nueva Comedia Americana, los hermanos Farrelly batallan contra el óxido de los mecanismos humorísticos de fines del siglo pasado. La reciente Boyhood hablaba acerca del tiempo. Interestelar, el paquidermo más grande y bobo del prontuario de Christopher Nolan, hacía lo propio elevando la ambición hasta terminar ensayando, ni más ni menos, un abanico de formas para deconstruirlo y someterlo a la voluntad del hombre. Tonto y retonto 2 también aborda las consecuencias del tiempo, en este caso de manera lateral pero indisimulable. Esto no sólo por la conciencia manifiesta de las arrugas que mapean los rostros de Jim Carrey y Jeff Daniels; también por un tono tristón que marca el tercer eslabón consecutivo de la filmografía de Bobby y Peter Farrelly atravesado por la certeza de que el reloj avanza tanto de éste como de aquel lado de la pantalla.El quiebre arrancó a partir del momento en que los hermanos pasaron la barrera de los 50. La primera película con medio siglo a cuestas fue Pase libre, centrada en un grupo de casados que decide tomarse una semana para dedicarse pura y exclusivamente a la joda con el objetivo de insuflarle aire a sus alicaídos matrimonios. El salvajismo y la explicitud (recordar el estornudo y la pared llena de mierda en el baño) no quitan, sin embargo, la aceptación de la imposibilidad de volver al pasado: los hombres crecieron y ahora están, incluso contra sus voluntades, perfectamente conformes con las vicisitudes de la adultez. Los Farrelly siguieron reflexivos y se despacharon con Los Tres Chiflados, un homenaje a la serie homónima cuya blancura la convierte en una comedia anómalamente naif en los parámetros habituales de la obra conjunta. Y así llegaron a la secuela oficial (existe una precuela de 2003) de aquel film estrenado en 1994 que con el correr de los años adquirió un status de referencia para los estandartes de la segunda era de la Nueva Comedia Americana: fue, al fin y al cabo, la irrupción de la estupidez en primer plano, la aceptación de la escatología en el mainstream y, con esto último, el corrimiento de los límites acerca de lo mostrable y las maneras de hacerlo.Es justamente en la forma de aceptar ese rol canónico donde está el corazón de Tonto y retonto 2. Tal como ocurre con los últimos trabajos de Adam Sandler, otro exponente de la línea fundadora del NCA, el film es una batalla contra el óxido de los mecanismos humorísticos de fines del siglo pasado, encarnada aquí a través de la apelación a chistes de una tónica similar a los vistos dos décadas atrás y en un argumento prácticamente calcado. Habrá otra vez un viaje –desatado a raíz de la búsqueda de la supuesta hija de uno de ellos para pedirle el riñón para un trasplante– que servirá de excusa poner a estos boludones nuevamente en la ruta y desatar el habitual show de morisquetas de Jim Carrey, quien, como ocurre en diez de cada diez de sus trabajos, polarizará a la platea entre amantes y detractores. Lejos del tono contenido y ominoso de su Steve Gray en la aquí no estrenada El increíble Burt Wonderstone, el actor es el centro humorístico de un film que escupe mil chistes por segundo, incluidos los de los esperables pedos farrellyanos.Claro que lo que antes era provocador hoy está normalizado, y difícilmente alguien respingue la nariz o se sorprenda ante el zarpe de Tonto y retonto 2. Seguramente conscientes de lo anterior, los directores construyen una película anacrónica que elige hacerse cargo de su condición mediante un tono melancólico y crepuscular y que opera menos como secuela que como homenaje a la piedra basal del humor de los Farrelly y, con él, al paradigma cómico instalado por ellos: allí estarán, entonces, la camioneta-perrera, los cameos de personajes de la primera y los créditos finales ilustrados con imágenes de ambas películas para evidenciar que veinte años podrán no ser nada, pero que en este caso son todo.
Más de lo mismo “Amo el guión. Es exactamente idéntico al primero,” dice Peter Farrelly. “Si te gustó Tonto y retonto (Dumb and Dumber, 1994), te va a gustar esto, porque es más de lo mismo”. Curioso optimismo. Lo que siempre resonó (o no) con el público no fue el guión sino las actuaciones de Jeff Daniels y Jim Carrey como los notablemente idiotas Harry y Lloyd, y los gags en los cuales se involucraban sin mucho asco o pudor. Con unos tipos así el humor se encuentra en cualquier lado. No hace falta contar la misma historia dos veces. Pero los directores Peter y Bobby Farrelly no lo creen de esa forma, y envían a sus protagonistas en la misma aventura que vivieron hace ya 20 años: un road trip a través del desértico ombligo de Estados Unidos en busca de una elusiva femme cuya atención los enemistará. En el camino se les une un tercer tipo que tiene la misión secreta de liquidarlos (Mike Starr en la primer película, Rob Riggle en la segunda) pero nuestros infantiles imbéciles lo torturan con bromas pesadas. ¿Cuán imbéciles son Harry y Lloyd? Es la pregunta que guía la expectativa del público. Pueden conversar entre sí por teléfono en el mismo cuarto sin darse cuenta. No pueden distinguir un órgano humano de un bife asado (o una vagina de un pavo, para el caso). Y en un chiste robadísimo de Un loco anda suelto (The Jerk, 1979), uno de ellos ha pasado toda su vida sin deducir que es adoptado, a pesar de tener padres chinos. El ratio de éxito de los chistes es un poco disparejo. Los mejores ocurren cuando las estupideces de Harry y Lloyd rebotan contra un personaje serio, y la película provee el escenario ideal en la forma de una prestigiosa conferencia científica (en la cual son confundidos con científicos Nobel, obviamente). Kathleen Turner (!) y Rob Riggle proveen los mejores contrapuntos cómicos de la película. Harry y Lloyd no son tan graciosos cuando no tienen a nadie a quien irritar o torturar. Esto se demuestra cuando están solos, o en las escenas que comparten con Penny (Rachel Melvin) – la hija perdida de Harry, que es igual de estúpida que su padre y su amigo. La película podría haber sido mucho más graciosa. Y debería haberlo sido. La original gozaba del shock de sus gags, una vertiente de humor negro y el auge cómico de Jim Carrey. Y como dijo uno de sus directores, obtenemos más de lo mismo. Lo que no dijo es que el material ha sido lavado y desteñido por veinte años de otras comedias similares que han sabido imitar a Tonto y retonto mejor que su propia secuela. Tonto y retonto 2 no fue inspirada por ninguna idea particular excepto la de copiarse a sí misma y aferrarse a un semblante de nostalgia. Los créditos concluyen con imágenes de las dos películas, y lo único que logran es recordarnos cuánto más graciosa fue la primera.
Fanáticos agradecidos Vuelven Harry y Lloyd, para sorpresa de seguidores de Tonto y Retonto, una película que significó una suerte de clásico, dentro de una manera específica de hacer humor, para un cúmulo de seguidores. En 1994, los Farrelly se la jugaron con un torbellino de gags desopilantes repartidos entre distintas formas de irreverencia e incorrección política, algo que para muchos resultó un sinfín de risas y carcajadas, mientras que para otros una ridiculez absoluta. Si bien han transcurrido veinte años, en Tonto y Retonto 2 las cosas no cambian demasiado respecto de la proyección que sirvió de apertura; los chistes mantienen el mismo nivel de grosería y el desarrollo de la historia se percibe también muy similar al de la cinta de los ’90. La fórmula se repite, probablemente con menos poder sorpresivo, pero es correcto afirmar que se trata de una más que digna secuela que funciona especialmente para entendidos y fanáticos de la predecesora. Para quienes no le encontraron gracia a la primera será mejor abstenerse. Harry necesita un trasplante de riñón. Recibe una misiva que parece indicarle que ha sido padre tiempo atrás, por lo que no tiene mejor idea que intentar localizar a su hija para que ésta le done su órgano. Es entonces cuando nuestros protagonistas emprenden un nuevo y alocado viaje, con sus limitaciones y trastornos a cuestas. Jim Carrey se roba una vez más todas las miradas y es el principal responsable de los momentos más hilarantes que tienen lugar en la historia. El canadiense es el as de la expresión corporal y de las muecas, a niveles inalcanzables para cualquier otro comediante. Es capaz de generar un estallido de risas a partir de lo caricaturesco en que puede convertir sus gestos. Jeff Daniels lo acompaña de buena forma, se trata de un dúo unido por un gran feeling. Los hermanos Farrelly vuelven a arrasar como una topadora a la hora de dejar su sello y tono humorístico; exponen de modo desenfrenado una serie de situaciones nuevamente vulgares y desagradables que harán descuajeringarse a más de uno. Bromas o bocadillos hay para elegir, algunos algo reiterativos y poco novedosos; otros no muy inesperados pero jugosos. En la balanza pesa mucho más lo que hay por disfrutar y reír que lo que no contagia. Tonto y Retonto 2 se trata de una segunda parte que ofrece más de lo mismo pero en porciones sabrosas, de las que vale la pena repetirlas. Así como sucedía con la primera, y siempre abarcando el universo comprendido por quienes la apreciaron, resulta de esas comedias que se pueden ver varias veces y gozarlas del mismo modo. Aquí no hay lugar para desmenuzar agujeros en la trama ni nada por el estilo, es simplemente un producto cuyo único propósito es el de brindar entretenimiento a base de eventos sumamente desopilantes. LO MEJOR: se asemeja a la primera entrega. La química entre Carrey y Daniels. Momentos de carcajadas. Se pasa rápido gracias a su llevadero ritmo. LO PEOR: algunos chistes reiterativos. PUNTAJE: 8
Zonceras con arrugas La secuela de Tonto y retonto trajo de regreso los mismos personajes y los mismos chistes. El paso del tiempo se hace notar en los protagonistas. ¿Dos décadas es mucho tiempo? Aunque es probable que la respuesta más adecuada sea “depende para qué”, particularmente en el caso de la segunda entrega de Tonto y retonto vale decir que semejante lapso temporal se hace notar. Esa cantidad de años pasaron para que el público pueda volver a presenciar las estupideces que Jim Carrey y Jeff Daniels despliegan con sus personajes de Lloyd y Harry, esos tipos absurdos y bizarros que a mediados de los '90 hicieron despanzurrar de risa a los adolescentes y jóvenes. Y si bien la apuesta de los hermanos Farrelly y de los propios actores era arriesgada en función del tiempo transcurrido, puede decirse que el resultado no está mal. Después del desopilante comienzo que puede verse en el tráiler promocional, en el que Lloyd termina con una jodita que duró esos 20 años, el dúo emprende nuevamente viaje por los caminos para dar con una hija de Harry, quien debería ser la solución a un problema que tiene este último, sin ahondar en demasiados detalles. Como en la primera entrega, esto es la excusa para el inicio de una road movie en la que se desarrolla una sucesión de confusiones, que incluye trama criminal, los esperados gags físicos, el humor escatológico que hizo famosa a su antecesora y las morisquetas faciales de Carrey. Obviamente hay muchos anclajes con la parte inicial, al punto de que a lo largo de la película van apareciendo viejos personajes, y alguna que otra sorpresita (hay que prestar atención a los cameos). Lo mismo sirve. Sin el efecto sorpresa, lo que ofrece esta secuela es una historia similar, los mismos personajes, los mismos chistes y el mismo humor, y aun así la cosa funciona. El espectador que se cansó de ver por los canales de cable la primera entrega, en varios tramos de la cinta sabrá de manera precisa cuál es el golpe que se viene, la respuesta que sigue o el final de la escena. Pero también, de manera inevitable, la carcajada saldrá espontánea, y en definitiva ese es el trabajo que debe realizar una comedia. Tanto Carrey como Daniels demuestran lo bien que se desenvuelven en esto, y logran darle frescura a personajes que todo el mundo vio y conoce, lo cual es decir demasiado. Las caras de pavo, si se hacen bien, son efectivas de joven o de jovato (no hay que olvidar que el primero tiene 52 años y al segundo le falta una velita para los 60). Tonto y retonto 2 tiene algunos altibajos, sobre todo en el encadenamiento del humor, pero a diferencia de continuaciones que resultaron un completo desastre, en este caso dejará conformes a los que rogaban por el regreso de estos dos inadaptados. Claro, no se acerca a la primera. La primera no podrá superarse.
Sociedad de irresponsabilidad ilimitada Los hermanos Farrelly fueron una especie de terapia de shock para la comedia en la década de 1990. En pocos años, legaron tres obras maestras: Tonto y retonto, Loco por Mary e Irene, yo y mi otro yo. Y después empezaron a incurrir en el pecado de copiarse a sí mismos y de aplicar la fórmula del humor incorrecto casi de un modo reglamentario, más por instinto que por creatividad. Dos décadas después de aquel primer éxito, los Farrelly vuelven al principio y lanzan de nuevo a la aventura a una pareja protagónica que tiene todo el derecho del mundo a aspirar al podio de los personajes más idiotas de la historia del cine: Lloyd Christmas y Harry Dunne, encarnados por la magníficos Jim Carrey y Jeff Daniels. Si hace 20 años, cuando se los veía por primera vez juntos, uno podía apostar que tenían todo para convertirse en una dupla comparable a la de Walter Matthau y Jack Lemmon, ahora esa promesa incumplida por Hollywood se vuelve retrospectivamente melancólica. Pero a la vez ofrece una segunda oportunidad, un nuevo crédito con menos futuro, quizá, pero con idéntica rentabilidad potencial. La pareja Carrey-Daniels es demasiado buena como desaprovechar el negocio. Por supuesto, los Farrelly no pierden las mañas ni el mal gusto. Recurren de nuevo al amplísimo catálogo de situaciones vinculadas con fluidos corporales, enfermedades, deficiencias e impedimentos físicos y mentales. Son verdaderos especialistas en el arte de dar asco. El pis, las caca, los mocos, la saliva, los genitales conforman el cuerno de la abundancia escatológico de su humor. Un humor que tiene la forma de una perpetua secreción, de algo que el cuerpo necesita liberar para no envenenarse a sí mismo, y que por esa razón, en última instancia, está relacionado con la muerte. De hecho, como en ninguna de sus películas anteriores, la muerte es el objeto de risa casi exclusivo de Tonto y retonto 2. Planteada como una especie de road movie de la irrisión, lo que ahora mueve a los dos tontos por la geografía de los Estados Unidos es la enfermedad de Dunne, quien necesita un trasplante de riñón y se entera de que es padre de una chica que podría ser la donante más compatible. En esa sinuosa epopeya de barbaridades y malentendidos, los Farrelly aprovechan para burlarse de los más arraigados tabúes culturales. No hay tristeza, dolor o duelo que no sea susceptible de su sarcasmo. Y gracias a esa irreverencia fundamental –tan extrema que sin dudas es imposible ir más allá–, esta segunda parte, aun con sus pozos y mesetas cómicas, tiene tanto valor como la primera.
Secuela aún peor que el original Igual que el primer film de hace dos décadas (aunque si se lo piensa bien, un poco menos) detrás de la imbecilidad general, que de cualquier modo es punto central en este asunto, hay algunos gags que realmente hacen reír, a lo que hay que sumar una tendencia irremediable a hacer chistes con las cosas más espantosas, feas, tonta y malas que se les pueden ocurrir a los hermanos Farrelly. Todo esto no sería nada malo, excepto por algunos puntos. La verdad, no hay tantos buenos chistes como antes, ni tampoco hay manera de no darse cuenta de que ésta es una de las más postergadas secuelas de todos los tiempos (y más vale olvidar que hubo una precuela con otros actores, aunque de todos modos nadie se acuerda de ese film). Al mismo tiempo, lo cierto es que todo aquel que a partir de "Tonto y Retonto" odió para siempre el histrionismo hiperexagerado de Jim Carrey, lo odió un poco más a partir de títulos serios como "The Truman Show", y sin duda no lo sorprenderá saber que, convertido en todo un actor dramático, finalmente tuvo que aceptar a volver a encarnar al tonto original. Igual, Jeff Daniels siempre sostuvo los chistes más imposibles e impresentables (de ahí que seguro le paguen menos) y tampoco se puede dudar de la capacidad de Carrey para ser un tonto o retonto, o lo que sea, sempre que sea en esa dirección y no en los múltiples intentos por convertirlo en intérprete de asuntos más serios e, incluso, cuasi intelectuales. Al menos esta comedia boba y un poco forzada incluye estupideces al por mayor, e incorrecciones políticas de todo tipo y calibre, empezando por la mascota (escena casi zoofílica de la que mejor ni hablar) de Retonto, y la hija desconocida que le debería donar un riñón al otro colega.
Mantiene un corte muy similar a la anterior, cuenta con un humor negro, por momentos divierte, si te gustó la primera, esta sigue la misma línea con sus gags burdos y escatológicos, tienen buena química Jim Carrey y Jeff Daniels quienes por momentos resultan desopilantes con diálogos alocados y enredos, poseemos algún cameo de Bill Murray, Jennifer Lawrence, entre otros, además cuenta con una buena banda sonora. Un film que no ofrece nada nuevo, previsible y solo para fanáticos.
Si uno va al cine a ver un filme denominado "Tonto y Retonto" no va a buscar profundidad, ni arte, ni una enseñanza que nos sirva en la vida, sino que va a ver tonterías y estupideces, con la esperanza de las mismas lo hagan reir; en ese sentido el filme cumple, es muy graciosa, da risa, y bastante; ¿hace falta más análisis que ese? Recomendada.
Hubo una determinada época en la historia de Hollywood en la cual las secuelas de las comedias exitosas y rendidoras eran planteadas casi como remakes. Copiando la premisa básica los guionistas concebían un guión que mezclaba nuevos gags con los chistes ya probados y utilizados efectivamente en la anterior entrega. Tonto y re tonto 2 pese a estrenarse en el año 2014 sigue esta fórmula a la que nos referimos. Y curiosamente funciona bastante bien. Peter y Bobby Farrelly inauguraron su carrera en la comedia de la mano de Jim Carrey y Jeff Daniels en lo que se convertiría en un clásico de culto en materia de humor negro y absurdo. Hoy, 20 años después los realizadores envían a sus personajes en la misma aventura que los consagró como capos de la comedia hace ya dos décadas. Una buena pregunta es cuán efectivos serán estos dos personajes y sus chistes cuando las comedias han mutado tanto en los últimos años. Y la respuesta más sencilla es que si al ver el film de 1994 su humor nos sigue despertando carcajadas, probablemente la nueva cinta lo logre también. Para ser justos, la efectividad de su comicidad (y estupidez) tiene un promedio distinto a su primera versión. En esta oportunidad las gracias también se suceden una tras otra ininterrumpidamente, pero no todas causan gracia. Ahora bien, a un promedio de 5 chistes por minuto, con que uno solo nos cause gracia ya estamos hablando de un buen número de risas a lo largo de las casi 2 horas de metraje. Sujetada a un aire de nostalgia, al mejor estilo Los tres chiflados, Los hermanos Marx y tantos otros personajes cómicos clásicos, Harry y Lloyd reiteran gags y situaciones fotocopiadas de la primera película. Y como si fuera poco y sin siquiera intentar disimularlo, los créditos finales arrojan imágenes mezcladas de ambos films.
PENSAR EN NADA Una secuela de TONTO Y RETONTO (DUMB AND DUMBER, 1994) no sonaba como una buena idea. Teniendo en cuenta los últimos films de los directores responsables, los hermanos Farrelly, lo más sensato parecía ser prepararse para lo peor. Pero incluso después de eso y de ver las primeras fotos del rodaje, que permitieron comprobar el arrugado estado de los protagonistas, había algo que todavía nos hacía tener ganas de ver una continuación. El cariño que todos le tenemos a la original era y siempre fue el principal factor que le aseguraba espectadores a la segunda parte, pero tal vez había algo de morbo o de una especie de sentimiento compartido de custodia o de defensa sobre unos personajes, chistes y situaciones que el público hizo suyos: ahí estaba el deseo de confirmar si el mismo tipo de humor funcionaría dos décadas después y de comprobar si la química entre Jim Carrey y Jeff Daniels seguía intacta. ¿Y saben qué? No hay nada que temer. TONTO Y RETONTO 2 (DUMB AND DUMBER TO, 2014) no llega a ponerse a la altura de la primera (en el fondo sabíamos que nunca lo lograría), pero al menos no es tan mala como podría haber sido y mucho menos si uno tiene en claro qué es lo que fue a ver. En esta nueva aventura de Lloyd (Carrey) y Harry (Daniels), que salen a la ruta para encontrar a la hija del segundo, hay bastantes referencias al primer film, como era de esperar: muchos chistes se complementan con lo sucedido en el pasado, como boomerangs que hubieran estado girando de regreso durante 20 años, dándole un nuevo sentido a eso del timing humorístico. Y aunque los Farrelly repiten momentos y situaciones, muchas veces se preocupan por ir un poco más allá y retorcer algunos gags aunque sea media vuelta más con tal de no entregar dos veces la misma película, como fue el caso de ¿QUÉ PASÓ AYER? (THE HANGOVER, 2009) y su secuela. A 20 años, el impacto del humor irreverente y escatológico de los Farrelly tal vez no sea el mismo, pero Lloyd y Harry lograrán sacarle al menos una risa hasta al espectador más exigente. Quizás, y sólo por esta vez, lo mejor sea homenajear a este par de tontos y mirar a la pantalla pensando en nada. Ellos se lo merecen.
La vida por un gag. En los primeros minutos de Tonto y Retonto 2 hay una referencia a una escena de The Navigator de Keaton que marca el rumbo y que contiene el espíritu de la película: humor pavo con corazón. Justamente viendo esa película de Buster en el living de la casa de mi vieja, me puse a charlar con ella sobre cómo era posible que las pavadas del navegante nos parecieran geniales; cómo se logra profundidad con algo a priori tan simple como el humor físico. Bueno, seguramente no sea algo fácil de lograr y tal vez no haya explicación para poner a Keaton en una vereda y a pedorradas también simplonas pero horribles como la adaptación sacrílega de Los Tres Chiflados (también de los Farrelly) en otra muy lejana. Lo paradójico del humor bobo es que tanto para hacerlo como para disfrutarlo hay que estar atento, rápido, poner en juego al intelecto aunque no exista reflexión: para disfrutar la catarata de gags y chistes nabos de Tonto y Retonto 2 que, al igual que en la primera, no para nunca, hay que estar despabilado. Por ello y otras cuestiones (como la habilidad de tratar gran cantidad de temas sin la innecesaria solemnidad), no entiendo cómo todavía hay críticos amargados e intelectualoides que siguen hablando de la comedia como un género menor. El cine de los Farrelly, a pesar de haber influenciado -sobre todo en el humor escatológico- a la denominada “nueva comedia americana”, siempre estuvo lejos de sus tópicos y de su estilo de humor. En los Farrelly no hay culto a la adolescencia o al coming of age ni cierta búsqueda de realismo biográfico en las situaciones. Las películas de los hermanos en general, y sobre todo las Tonto y Retonto en particular, tienen algo de chiste infantil, buena onda, despojado del cinismo del mundo adulto (algo que también lograron los nuevos Muppets). Como si los subnormales que pueblan sus películas fuesen mejores que la mayoría. Por eso no hay burla jodida tinellesca a pesar de llenar la pantalla de zapallos. A diferencia de otros hermanos, los Coen, los nabos de los Farrelly son héroes y no víctimas de su discapacidad. Y esas buenas vibras son las que se notan, son el alma de su cine y de Tonto y Retonto. Esta secuela (la posta, no ese mamarracho que funcionaba en realidad como precuela) tiene una trama muy similar a la original, una bromantic road movie deforme en la que los dos amigos buscan a una chica. Pero los amigotes Daniels y Carrey ya no son dos treintañeros, y la madre de la chica que buscan es nada menos que la mamá asesina de John Waters: Kathleen Turner. Jetas surcadas, papadas y pliegues llenan los planos adrede, y hoy en día mostrar la vejez tan orgullosamente como en Tonto y Retonto 2 es más irreverente que todo el humor escatológico del mundo. El trío la rompe y los Farrelly suman otra joya a una carrera marcada por películas gigantes que además de a los dos héroes idiotas tienen en sus filas a glorias como Irene, Yo y Mi Otro Yo, Kingpin y Loco por Mary. Una carrera de la hostia, compañeros.
Tonto y retonto 2: veinte años a veces es mucho Hace 20 años los hermanos Peter y Bobby Farrelly, casi desde el anonimato, desembarcaron en la pantalla grande con "Tonto y Retonto". Su tipo de humor (irreverente, escatológico, de mal gusto, osado, absurdo, y podríamos seguir) le trajo un aire fresco al género de la comedia. De hecho, muchos de los largometrajes que vivieron después copiaron su estilo. Esa película -recordada hoy como si hubiese sido un hit pero que en su momento no tuvo tanto éxito- fue el puntapié inicial de su obra, y engrandecerían sus nombres con Loco por Mary" e "Irene, Yo y mi Otro Yo". Los largometrajes que les sucedieron tuvieron sus altos y bajos, pero sin dudas jamás renunciaron al estilo tan particular que los caracteriza. Lloyd Christmas (Jim Carrey) y Harry Dunne (Jeff Daniels) son casi con seguridad los personajes más idiotas y grotescos que pisaron la pantalla grande. Su popularidad logró que tuvieran una serie animada, Tonto y Retonto (Dumb and Dumber, 1995-1996); e incluso una precuela:" Tonto, Tontos y Retontos", bastante olvidable por cierto. Veinte años después del estreno de la primera, directores y actores retornan para revivir a estos íconos del cine en "Tonto y Retonto 2", para alegría de los fanáticos. Lloyd ha estado confinado los últimos 20 años en un neuropsiquiátrico en estado vegetativo. Su amigo de toda la vida, Harry, lo estuvo visitando y cuidando todo este tiempo, pero ahora no lo va a poder hacer más. Es que necesita un trasplante de riñón urgente o su destino es pasar a mejor vida. En ese momento Lloyd sale de su estado y "se despierta", sólo para decirle a su mejor amigo que durante las últimas dos décadas le estuvo haciendo una broma. Nuevamente juntos, saldrán al camino cuando se enteren de que Harry tuvo una hija y podría llegar a servirle como donante. Obviamente, todo se complicará mucho más de lo esperado. Si se están preguntando si esta secuela era necesaria, la respuesta es no. Eso no quita que la película está bien. Da la sensación que este film fue la excusa para reunir a viejos amigos, y tal vez haya sido así. Lo cierto es que podría haber sido un desastre y es un producto bastante digno. Lloyd y Harry fueron los personajes más tontos hace veinte años, y lo siguen ratificando en esta segunda parte. Hay referencias a la primera (aparece Brady Bluhm personificando nuevamente a Billy), algunos chistes son geniales, la química entre Carrey y Daniels está intacta y el humor de los directores sigue teniendo ese toque de originalidad de los que otros carecen y hasta envidian. La sensación es que los Farrelly están más grandes, por no decir viejos, y sus humoradas ya no son tan "potentes" o políticamente incorrectas como antes. Es como si la edad los hubiese aplacado. Los invito a que busquen el cameo de Bill Murray, no así el de Jennifer Lawrence que, aunque pidió hacer una audición para la película y actuó porque es fanática de la primera, después pidió que saquen esas escenas (hizo de Kathleen Turner joven). Quién sabe aparezcan en el DVD. Consejo: quédense a ver los créditos y, tal vez, se les escape alguna lágrima. Más allá de estas "sensaciones", el largometraje les brindará grandes momentos y hasta alguna que otra risotada. Como diría Forrest Gump: "Tonto es el que hace tonterías", y estos muchachos no se cansan de hacerlas todas juntas.
Dos corazones latiendo como si fueran uno Hace un rato ya que los hermanos más queribles del cine mundial no se complacen en exhibir groserías; o no lo hacen con esa enjundia, sumamente aplicada y precisa en partes iguales, que alguna vez fue una de las características más salientes de sus películas. Solo un poco cada tanto, una explosión, un parpadeo brutal, una breve incursión por los viejos, buenos tiempos. Tonto y Retonto 2 no hace falta decirlo, retoma a sus personajes originales tantos años después. La idea de emplear a los mismos actores, casi sin maquillaje, pone la cuestión del tiempo en un primerísimo plano. ¿Cuántos son los años que pasaron? Parecen un millón. Mientras Jim Carrey, siempre más o menos atlético, es capaz de disimular un poco las arrugas debajo de una buena cantidad de pelo terminado en ese flequillo absurdo, Jeff Daniels, con peluca escandalosa, enfatiza su costado de lumpen cansado, golpeado por la vida, con ojeras brutales y panza prominente. Es probable que no sean un millón, pero de todas formas son muchos años. Los Farrelly ya no se inclinarán con tanta dedicación a las obscenidades, pero el refinamiento adquirido, lejos de neutralizarlos, los ha vuelto más perspicaces y atentos. La estructura de la película se parece un poco a la de Los tres chiflados, ese hermoso objeto incomprendido, rebosante de melancolía y con sabor metálico en la boca. Se trata de salir a correr por un mundo que, básicamente, se las arregla mejor sin ellos. En las primeras escenas de esta nueva Tonto y Retonto nos enteramos de que el personaje interpretado por Daniels está por morir. Pero la buena noticia es que descubre que tiene una hija desconocida que podría salvarlo donándole un órgano. Deben encontrarla como sea, entonces, y después convencerla de la necesidad imperiosa de la donación: ciertamente, un asunto difícil. Como los hermanos chiflados de aquellos cortos venerables, los amigos se tienen fe sin importar lo negro que luzca el cielo, ni lo inalcanzable que parezca el horizonte. La inadecuación radical de ese par de tontos produce el humor, pero también una forma rara de piedad, que los directores saben deslizar siempre gentilmente, de película en película, como si quisieran entregarles a sus espectadores, sin ningún dramatismo pero con perseverancia, un recordatorio acerca de las desventajas de “no encajar”. Cada uno de los dos amigos por su lado es como un niño peligroso, tal vez un poco psicótico, capaz de cualquier barrabasada imaginable solo por diversión. Cuando se juntan se vuelven un caso de patetismo más acentuado todavía, porque para los Farrely los locos desahuciados siempre tienden a agruparse, con el fin de proporcionarse calor esencial los unos a los otros. El humanismo incandescente de los hermanos se exhibe en el departamento desastrado de Daniels, en el desfile de discapacitados a los que nunca se les niega una buena trapisonda (just for fun), en el paternalismo de los poderosos, en la soledad inconmensurable de esos dos que solo se tienen a sí mismos y a los que el mundo mira de soslayo, como a una parte sobrante. Tonto y Retonto 2 resulta ser tan buena y tan apreciable como cualquiera de las películas de este par de autores tan inteligentes y tan poco dados a dejarse arrastrar por esa clase de comicidad en boga que podríamos describir como adolescente. De ningún modo se trata de una excursión regresiva, ni de una vuelta a un presunto edén de obscenidades, menos emotivo, más dedicado al shock de fluidos y sonidos corporales. Como en Stuck On You (la película de los hermanos pegados al nacer), los protagonistas de Tonto y Retonto 2 no pueden en realidad no estar juntos todo el tiempo. Cada uno es una parte distinta del mismo corazón, aunque no lo sepan. El espectador, de todas formas, se dio cuenta hace rato del aspecto entrañable involucrado en el cine de los Farrelly: en sus películas, la emoción late siempre en el fondo de cada escena, como el complemento del esmerado efecto cómico que se desprende naturalmente de sus gestos zafios, de su barbarismo de relojería y de su bello slapstick a todo color.
Quien esto escribe, hace 20 años, odió a los hermanos Peter y Bobby Farrelly por “Tonto y retonto”. Con el tiempo, uno madura y descubre que hay algo en esta gente que ha decidido entrarles a los lugares comunes de la corrección política por vía del humor grosero. Que nadie se espante ni sorprenda: también esta clase de humor requiere de inteligencia. Solo así puede causar risa, porque la risa es producto cerebral como pocos. Aquí, veinte años después, estos dos idiotas absolutos se vuelven a encontrar y uno de ellos descubre que tiene una hija a la que sale a buscar. Por cierto que las intenciones no son del todo altruistas. Jeff Daniels, un excelente actor, logra que su Harry sea un ejemplo extraordinario de la noble profesión del payaso. Lo mismo Jim Carrey, pero en este caso hay una sabiduría forjada con años de ejercicio. Como sucede en las películas de terror –que tienen más de un vínculo con la comedia cómica– el espectador quiere y no quiere mirar, quiere y no quiere reír. Pero cuando finalmente la risa rompe la barrera de la represión, es porque descubrimos el lado absurdo de nuestras ideas más arraigadas. Sí, este texto parece un poco académico, pero es que los Farrelly han logrado tomarse en serio una de las profesiones más riesgosas y despreciadas: la de hacer reír con nuestro costado más grotesco. Aún imperfecta, una película libre, y eso solo ya es toda una declaración de principios.
Los reyes del absurdo Los fans llevaban 20 años esperando la secuela y al fin llegó: “Tonto y Retonto 2” aterrizó en los cines con su peculiar humor. Los mejores amigos Lloyd (Jim Carrey) y Harry (Jeff Daniels) vuelven al ruedo con sus aventuras y la estupidez a la orden del día. Esta segunda parte del gran éxito de 1994, dirigida por los hermanos Peter y Bob Farrelly, es una road movie que relata un viaje sin sentido pero con un único objetivo: descomponer de risa al espectador. Así, estos dos íconos del humor mundial vuelven al viejo barrio de su infancia, recorren las carreteras a su antojo y hasta se dan el lujo de manejar el auto con forma de perro que los catapultó a la fama. Por supuesto que en tanto tiempo la vida de los personajes cambió mucho, como el caso de Lloyd, que estuvo internado por 20 años en un psiquiátrico en silla de ruedas, y Harry, que tiene un grave problema de salud y necesita un transplante de riñón. Pero lo que no cambió es el compañerismo de estos mejores amigos, aún en las situaciones más desopilantes. Sin embargo, el guión abusa de los chistes sin dejar un momento para la seriedad y eso hace que los momentos de humor pierdan esplendor. Una película para fanáticos que demuestra que la primera vez siempre es mejor.
Es difícil dejar de estar agradecido con alguien que nos ha hecho reír, y es por esa relación con su público que “Tonto y Retonto” se ha convertido en un entrañable clásico con la cualidad de provocar un dejo de nostalgia a pesar de ser, antes que nada, una película algo grotesca y de mal gusto. Hay películas que funcionan en nuestras mentes como memorias que uno tiene. Películas que uno vio tantas veces que podés recordar donde y cuando la viste aquella vez que notaste algo nuevo en aquella escena, como si hubieras descubierto una nueva línea en la piel de una cara familiar, sin saber si es que nunca la notaste pero siempre estuvo ahí o si ahora que amas aún más a esa persona también aprendiste a mirarla mejor. Estas películas son tan cercanas a uno mismo que cuando sea que se las encuentra en la televisión no se necesita estar de humor para verlas: ya tienen un humor destinado en tu cabeza. Constituyen una parte de cómo vas a ver todas las películas que le sigan, como si se adoptara un nuevo parámetro de medición que va a determinar ese canon involuntario y personal con el que se empieza a reconocer categorías enteras de películas por medio de asociaciones que solo tienen significado para uno. Cuando se tratan de comedias, estas pueden servir para proveernos de la forma y el contorno del absurdo, para así saber cómo reírte de vos mismo cuando estás bajo, porque cuando algunos eventos de tu vida resulten demasiado grotescos para compartir con otra persona, siempre van a ser bien recibidos por la película. Pero la diferencia entre recordar un sentimiento, que no podés volver a traer más que en la memoria, y una película es que a esta podés repetirla una y otra vez. Solo si no fuera porque este es un tiempo donde solo paga lo novedoso y la repetición es pérdida, cuando la industria insiste en hacer secuelas de películas que por sí mismas no merecen ser vistas más de una vez. Quizás esto nos conduzca a olvidarnos de ese hecho aún más rápido y en el camino nos convierta en seguidores involuntarios de una franquicia, una marca. Mientras tanto, aquello que era de unos pocos ahora es de todos, porque sí, los cultos perdieron su exclusividad, ahora somos seguidores sin quererlo, alienados en una demográfica innombrable. Como una extensión del clásico, “Tonto y Retonto 2” no hace daño a la primera película. Jeff Daniels y Jim Carrey vuelven a sus roles de Harry y Lloyd después de grandes papeles dramáticos y algunos traspiés en comedias pasadas de moda en el caso de Jim Carrey, y después de pasar por el cine independiente, dramas y un Emmy por su actuación en The Newsroom para Jeff Daniels. Mientras que de los hermanos Farrelly se puede decir que nunca volvieron a capturar el Zeitgeist de la comedia como lo habían hecho a finales de los ’90 con “Loco por Mary”, que después paso a manos de las películas de Ben Stiller/Hermanos Wilson/Vince Vaughn, la primera era del “Frat Pack”, y después por la segunda parte de este: Will Ferrell/Adam McKay/Steve Carrell/Paul Rudd, y que hoy es capturado una vez más por Seth Rogen/Evan Goldberg/Jonah Hill/James Franco. Los Hermanos Farrelly tienen una gracia habitual y es la de hacer confundir la estupidez por inteligencia, y esto funciona como un guiño al público: hace más liviana la culpa que uno siente al reírse de un chiste idiota. Así es como se construye el chiste más prolongado y que en total acumula más remates, quizás el chiste de mayor calidad: las escenas donde Harry es confundido por un científico renombrado durante una conferencia tipo TED Talk y lo convocan a formar parte del jurado, dando lugar a que tras semejante presentación, cada comentario y anormalidad en Harry parecen las excentricidades de un genio, y cada pregunta estúpida que hace es tomada por el público como sarcasmo, lo que es una forma de hacer un chiste sobre el humor pretencioso que es habitual en estas charlas, aunque tal vez señale mejor a sus reidores. Pero no todo está dentro de esta clave humorística, la mayor parte es el humor de mal gusto característico en los Farrelly. En el mejor de los casos se podría decir que el plot de esta película se ríe de lo ridículo del plot de la primera, aunque sacrificando su propia originalidad en el intento. En el peor de los casos –y quizá este sea el verdadero- la película es solo un conjunto de gags que van a provocar alguna risa en el publico pero que finalmente no se acumulan en un todo efectivo. Cuando pedimos por “Tonto y Retonto 2”, como cuando pedimos por una nueva “The Big Lebowski” o por lo menos un spin-off, no sabemos lo que pedimos, y así nuestro instinto básico de querer más de aquello que nos gustó la primera vez nos traiciona: nos dieron más de lo mismo. ¿Satisfecho?
Cuento contigo Esto no es una crítica. Es una declaración de principios. Durante los veranos de mis años de secundario, una de las cosas que más disfrutaba era juntarme con mis amigas todos los días. Cada mediodía, sin excepción, arreglábamos la casa a la que íbamos a ir y nos juntábamos ahí religiosamente, a jugar a las cartas, merendar, fumar, meternos a la pileta, andar en bicicleta por la rotonda de Castelar, hablar de pibes, pasear a nuestros perros, planear la salida del fin de semana. Los encuentros eran rutinarios en tanto rituales inamovibles pero eso no atentaba contra su naturaleza liberadora. Era la sensación de juventud y amistad eternas. Éramos pendejas, nos adorábamos y no concebíamos otra cosa más que estar juntas, cada día de la semana y del fin de semana. La libertad más plena, más pura, menos contaminada. Cuando crecemos, esa libertad se pierde, por diversos y nefastos motivos. La facultad primero, el trabajo después, las parejas por último, ni hablar de los hijos. Extraño a mis amigas, extraño juntarnos todos los días, extraño salir a boludear a la calle, hablar como atolondradas sin escucharnos e interrumpirnos todo el tiempo, extraño esa vida. Siempre me sentí privilegiada en esto de las amistades porque gozo de la enorme fortuna de haber tenido amigas de puta madre que, al día de hoy, conservo, y en eso siempre me identifiqué con la frase final de Cuenta Conmigo, al rememorar esos años gloriosos: “Nunca más volví a tener amigos como los que tuve a los doce años. Cielos, ¿acaso alguien sí?” Yo, sí, pero no de la misma forma. A nuestros 31 años, la mayoría de ellas siguen siendo parte de mi vida pero la relación cambió y, por más que a muchos les parezca normal, para mí es absolutamente antinatural. Tal vez porque nunca me habitué a eso que llaman “la vida adulta”, que incluye vivir solo, pagar las cuentas, ocuparse del monotributo, mantener un departamento, formar pareja, “proyectarse” con la pareja, y vaya uno a saber qué otras giladas más. No, yo me quede ahí, anclada en ese tiempo, en esos 15, 16 años, en la libertad de la no responsabilidad, en el goce absoluto y puro, en el disfrute diario de mis amigas. Creo que nunca se los dije pero las extraño bocha y no la paso siempre bien en esta otra vida que tengo, no me llevo bien con el mundo “adulto”, con su gente, con sus códigos. Tonto y Re Tonto es justamente eso (si bien se trata de dos boludos y mi identificación va por otro lado) y por ese motivo es que me gusta tanto: porque habla de la libertad absoluta de dos amigos que mantienen su relación con el correr de los años exactamente igual a cuando eran pendejos. La 1 me fascinó por la escatología (la gloriosa escena del laxante, el pedo-llamarada, la lengua pegada al carrito de la nieve, el pajarito del ciego con el cuello encintado, el auto-perro, los mocos congelados), el placer de ver a un Jim Carrey en su más espástico esplendor y a un Jeff Daniels como la encarnación adorable del boludo alegre y tierno. Amo cada minuto de la 1, la venero y la revisito cada vez que necesito reírme y olvidarme de la mierda. Lloyd y Harry son dos amigos que emprenden un viaje y se divierten solos, sin necesidad de minas Hawaiian Tropic ni de nadie más. Son ellos haciendo boludeces ininterrumpidamente, y ahí está su encanto: en reivindicar la amistad más pura, más pueril, si se quiere, de dos tipos libres como niños, ajenos al universo adulto. El encanto de Tonto y Re Tonto 2 está en retomar la amistad más pura, más pueril, si se quiere, de dos tipos libres como niños, ajenos al universo adulto. Y Tonto y Re Tonto 2 retoma ese espíritu, con Lloyd y Harry ya grandulones, con patas de gayo y buzarda, pero con la esencia y el sentimiento vírgenes (entre otras cosas). Nuevamente, un suceso intrascendente los lleva a emprender un viaje, un tour de reencuentro (Lloyd pasó 20 años fingiendo estar catatónico en un psiquiátrico solo para hacerle una joda a Harry, que hasta llegó a incluir cambio de pañales cagados) pero con la familiaridad de siempre, como si no hubiesen pasado esos 20 años, ni para ellos ni para nosotros, los espectadores. Todo se vuelve familiar al instante, la química, los chistes (de nuevo el ciego con los pájaros pero en una escena de antología), las muecas, los enojos tontos, la reconciliación, la libertad, el juego de dos grandes imbéciles que no saben vivir el uno sin el otro. Tonto y Re Tonto me retrotrae a mi vida de secundaria, a mi vida con mis amigas, a la cotidianeidad de la relación, al acompañamiento mutuo, al disfrute de cada cosa minúscula y enorme, a la que probablemente haya sido la época más libre y hermosa de mi vida. Porque, después de todo, para eso existen los amigos y para eso los elegimos, para que nos hagan la vida más fácil y para que nos devuelvan la libertad que alguna vez tuvimos.
Solamente vos podés saber si este Tonto y retonto 2 te va a hacer reír a carcajadas o te va a exasperar. Cuando entrás al cine a ver esta película creo que ya sabés bien con lo que te vas a encontrar, por eso es que supongo que no vas a salir muy defraudado ya que lo que vas a buscar son las mismas morisquetas y gestos que...
Se va poniendo rancio el tema Llegó la esperada secuela de "Tonto y Retonto" con un envión un tanto raro. Primero hubo una especie de fiebre promocional en la que cada imagen, poster, spot o trailer que salía volvía locos a sus fanáticos. Esto hacía emocionar a los productores cuyas estimaciones marcaban uno de los estrenos más fuertes del año. Luego, ya cerca de su estreno, la expectativa fue cayendo muchísimo, con cada vez menos ruido y acciones promocionales. Evidentemente hubo alguna gestión de marketing que falló en el tramo final. Esto produjo que muchos espectadores se esteraran tarde del estreno en pantallas comerciales, que el film durara poco en cartelera y por ende que la recaudación no fuera la calculada inicialmente. Ojo, no le fue mal en recaudación, pero lejos estuvo de ser uno de los estrenos más lucrativos de 2014. Si a esto le sumamos que el guión que armaron los hermanos Farrelly y compañía era, en comparación con la primera "Tonto y Retonto", bastante más flojo, estamos frente a un proyecto fallido. Sí, a esta secuela le fue bien en números pero no volvió a enamorar a los seguidores de Harry y Lloyd, por el contrario les dio la sensación de que lo que parecía muy divertido allá por los 90s ya no lo es tanto y que quizás sus ídolos de la comedia quizás están mejor guardados en la memoria de cada uno y no resucitados de esta manera. Las gags de los Farrelly están medios rancios, con algunos aciertos, pero en líneas generales son mucho menos efectivos que lo que solían ser. Y es que el tiempo va pasando y lo que antes resultaba muy gracioso ya no lo es tanto. Últimamente estos hermanos directores de comedias vienen haciendo agua con sus proyectos. Unos ejemplos claro de esto fueron "Los Tres Chiflados" allá por 2012, "Pase Libre" estrenada en 2011 y "La mujer de mis pesadillas" del 2007. Muy lejos parece haber quedado el éxito de películas como "Loco por Mary", "Irene, yo y mi otro yo" y por supuesto la "Tonto y Retonto" original. ¿Qué es lo que falla? Principalmente la dinámica. Se nota que no han pensado una nueva forma de potenciar la comicidad de los personajes, sino que optaron por subirle el tono y exagerar de más el mismo tipo de humor que nos estregaron en los 90s. De hecho la secuencia de los post créditos da cuenta explícita de esto mismo que estoy criticando. Básicamente se comparan algunos de los mejores momentos de la uno con los que deberían ser los mejores momentos de esta secuela. Por su lado, los protagonistas Jim Carrey y Jeff Daniels están muy bien en la vuelta a sus roles, pero también los noté un tanto más cansados, como si no hubieran estado del todo copados con el proyecto. La chispa está ahí, pero le faltó iluminar más. Creo que Bobby y Peter Farrelly son dos tipos talentosos de la comedia que han perdido un poco el rumbo. Quizás se han puesto un poco viejos y no lo han notado, pero es evidente que deben buscar una nueva manera de hacer comedia o la balanza comenzará a desequilibrarse hacia el lado negativo. Ojalá nos sorprendan con algo más fresco en el futuro.