Si bien es cómica y muy entretenida, yo me quedé con ganas de divertirme un poco más, pero quizás es que fui con muchas expectativas al ver la dupla que la protagonizaba, así que puedo decir que mi opinión es un poco subjetiva. Para que se entienda, esperaba más secuencias como la del...
Esta película será una comedia más para muchos espectadores, pero será una gran salida para despejarse a los matrimonios que ya tienen algunos años consolidados, y niños que lograron dejar lejos en el recuerdo a sus salidas de novios. Y digo que es una comedia más para muchos, porque esa gente verá algunos chistes buenos, algunas situaciones realmente graciosas y nada más. Pero quienes hayan logrado dejar a sus hijos con algún familiar o niñera, y esta sea su salida mensual para "estar solos", realmente la van a pasar muy bien. El guión no es gran cosa por el lado de la historia, pero si sabe explotar muy bien pequeñas situaciones de la vida cotideana de una pareja de ese estilo, que hay millones en el mundo. El carisma de sus dos protagonistas es una pieza fundamental en la historia. Y es un lujo que los actores secundarios que van apareciendo, sean de gran calidad. Seguramente los productores llamaron a muchos amigos para pedirles una pequeña participación, y los convencieron diciéndoles "vení que filmamos en uno o dos días y no te movés del set". Asi es como aparecen un Mark Wahlbergo o un James Franco solo en un decorado, pero con grandes participaciones. Una noche fuera de serie, o Date night, es para pasar un buen momento, olvidarse de la vida cotidiana, y disfrutar de estos "Thelma & Louise en una ciudad... y con hijos". Comedia simple, pero rendidora
Shawn Levy logro algo imposible: tener a Steve Carell y a Tina Fey en el reparto de su película Una Noche Fuera de Serie y no lograr ni siquiera un solo momento hilarante a lo largo de todo el film. Uno piensa a priori siempre a un Carell con su estirpe de cómico looser , haciendo alguna morisqueta graciosa o mostrando ese splastick que habitualmente nos entrega con su cuerpo grande y torpe e imaginábamos a una Tina Fey con su humor acido e inteligente como nos brinda en SNL o en la serie “30 Rock”. Nada de ésto ocurrió. Leavy no supo/pudo hacer comedia, como sí había concretado de buena manera en películas como Una Noche en el Museo. A cambio nos mostró la historia de un matrimonio de New Jersey de clase media que ve llegar una crisis porque sus parejas amigas comienzan a separarse y ellos notan que los motivos de esas separaciones son por situaciones similares a los temas que los aquejan en su matrimonio (hijos ruidosos , rutina laboral , decrecimiento de la pulsión sexual) , el plano inicial de la película con ellos despertándose ante un “ataque” matinal de sus hijos al ritmo de “Blitzkrieg Pop” de The Ramones nos hizo soñar con una película fresca y alegre. Nada de eso ocurrió. Phil y Claire Foster (Carrell y Fey) deciden tener una cita romántica en New York , en la mejor marisquería de la ciudad , para hacer algo distintivo, diferente, que los saque de su rutina diaria, cita a la cual acuden sin haber tomado una reserva previa. Obviamente no tenian lugar y son tratados como unos felpudos por el recepcionista tal como lo hemos visto en infinidad de películas. Ellos van a esperar a la barra que ocurra un milagro y ante la ausencia de una pareja solicitada para una mesa, ellos deciden hacerse pasar por los ausentes tomando su lugar y pasar la noche “diferente” a las habituales. A partir de ahí Leavy toma la conocida formula de Intriga Internacional donde por una confusión de identidad los Foster son perseguidos por la mafia pensando que eran la pareja que originalmente tenia reservada la mesa en el bar , los Tripplehorns. Lamentablemente detrás de la cámara no esta Hitchcock, entonces debemos conformarnos con una serie de persecuciones y escenas de acción de poca monta, con el cast incorrecto para ellas, apariciones y desapariciones de actores secundarios famosos (Wahlberg, Ruffalo, Franco) antojadizas e inexplicables y el final con la peor moraleja posible, esa que arenga que la rutina es normal en un matrimonio de mediana edad y que “all you need is love”.
Fiebre de sábado por la noche Si una enciclopedia cinematográfica incluyera la definición de “comedia liviana y/o pasatista”, Una noche fuera de serie (Date Night, 2010) sería su primera acepción. El ingreso de la comediante televisiva Tina Fey, rebajada al humor ATP, al mainstream pochoclero es leve y correcto, aunque sólo por momentos efectiva. El matrimonio de Phil y Claire está a punto de sucumbir ante la rutina. El par de hijos pequeños, los trabajos absorbedores y la casa para mantener parecen confabular para que la pasión encuadre en el tiempo pasado. Con la certidumbre de un próximo quiebre emocional y afectivo, ambos deciden sazonar la pareja con una noche fuera de lo común cenando en la glamorosa Manhattan. Pero nada saldrá como planean: confundidos con un par de ladrones informáticos, ahora deberán luchar por sus vidas. Quienes frecuenten las series de TV sabrán que Tina Fey es quizá una de las comediantes de más populares, ácidas y corrosivas de la actualidad. Guionista durante diez años del ciclo televisivo Saturday Night Live (insondable cuna de humoristas que van desde James Belushi y Chevy Chase hasta Will Ferrell y Adam Sandler), emigró en 2005 para concebir su programa propio, 30 Rock. Fue su pasmoso parecido con la candidata republicana a la vicepresidencia norteamericana y ex alcaldesa de Alaska Sarah Palin el motor de su regreso al clásico sabatino, y de allí al estrellato. Pero es justamente ese espíritu crítico y satírico que exhibe en la pantalla chica el que patea en contra aquí, su primer protagónico cinematográfico después de algunos roles secundarios (fue una de las profesoras en Chicas Pesadas (Mean Girls, 2004)). Da la sensación que el film de Shawn Levy (Una noche en el museo, Recién Casados) es apenas una versión light de todo su potencial, una simple muestra gratis de hasta dónde puede dar (véanla imaginar los diálogos de los comensales contiguos y sabrán de qué hablo). Es por eso que el film deja gusto a poco, a que pudo haber sido mucho más y mejor. Sin ser una mala película, Una noche fuera de serie permite un parangón con el fútbol vernáculo: Como Boca o River, arma un plantel mundialista para pelear el torneo local. Pero si el humor de Tina Fey viene en envase chico y descartable, Mark Wahlberg enseña una faceta feliz y hasta el momento desconocida, que es la parodia y la autoconciencia a la hora de reírse de sí mismo. El agente secreto de Una noche fuera de serie le cae como anillo al dedo luego del papelón que fue el rol dramático en Desde mi cielo (The Lovely Bones, 2009). Aquí no llora ni sufre sino que hace lo que mejor sabe: mostrar. Canchero y bonachón, Holbrooke es un torneado torso andante que repele a las camisas y remeras. El metraje se apoya en los enredos de la trama y las morisquetas de las criaturas que la componen. La cuestión es que no lo hace en medidas del todo justas. Con mucho del primero y demasiado poco del segundo (¿recuerdan al periodista de Steve Carell poseído por Dios en Todopoderoso (Bruce Almighty, 2003)?), el film se torna por momentos en un film lavado y con aspiraciones ATP, lo que da por resultado un humor demasiado naif y no siempre efectivo. Entretenimiento casi tan fugaz como su escaso metraje, Una noche fuera de serie es liviana como cerveza suave en una tórrida noche veraniega.
Una noche fuera de serie es exactamente la cara opuesta de El caza recompensas que se estrenó la semana pasada. Acá tenemos otra comedia de enredos que juega bastante también con el género de acción pero la diferencia es que la historia es graciosa y los protagonistas son muy buenos comediantes. En consecuencia, es más difícil que salgas del cine decepcionado si la idea es pasarla bien con una propuesta de este estilo. El director Shawn Levy (Noche en el museo) narra toda la historia en 88 minutos, donde presenta a los personajes, desarrolla el conflicto y se permite jugar con algunas escenas de acción, donde se destaca una muy buena persecución en taxi por las calles de Nueva York. Por lo general la gente no le da mucha bola a la producción que requiere esospocos minutos que vemos después en la pantalla, que en este caso debe haber sido la escena más difícil de realizar en todo el rodaje. La historia, que trata temáticas universales de las elaciones en pareja, junto con el dominio que tienen Tina Fey y Steve Carrell de la comedia convirtieron a este estreno en una de las propuestas más destacadas de esta semana que está para tener en cuenta.
Enredos y confusiones sin inspiración Phil (Steve Carell) y Claire Foster (Tina Fey) forman una pareja con dos hijos y un hogar en los suburbios de Nueva Jersey. Cuando deciden ir al restaurante más popular de Manhattan sin reservas, comienza el conflicto: Los Foster terminan haciendose pasar por los Tripplehorns, una pareja de ladrones que son perseguidos por un par de policías corruptos. El film no resulta ni gracioso ni entretenido, a pesar de tener persecuciones, acción y malos entendidos. La única escena que vAle la pena es la del restaurante, cuando Los Foster imitan y colocan voces a los diálogos de las parejas que se encuentran en las mesas vecinas. Sólo eso en extensos ochenta y ocho minutos. Carell no logra despertar la sonrisa ni con su look de “looser” ni con sus morisquetas. Tampoco lo hace Tina Fey, con el humor ácido que supo desplegar en 30 Rock. La trama, alimentada por confusiones, presenta los cameos de Mark Ruffalo, Mark Wahlberg y Ray Liotta, cuyas participaciones no agregan demasiado. Y mucho menos, los bloopers que se ven en los créditos finales. El tema de la falsa identidad podría haber sido aprovechado con los resortes propios de los films de suspenso de Hitchcock, pero quedan a fuego lento y con poca cocción. Y... sigue la lista de comedias tontas "made in Hollywood".
No sólo la rutina mata al matrimonio La vida matrimonial puede ser algo rutinario. La mayoría de los expertos en relaciones humanas recomiendan cambiar hábitos, hacer algo distinto, revitalizar la pareja. Influenciada por una mujer infeliz que se acaba de divorciar, Claire (Tina Fey) se impone provocar a su amante y dedicado esposo Phil (Steve Carell) a hacer algo más que cenar en familia y revisar la tarea de los chicos. Y allá van los Foster. Directo a un exclusivo restorán ubicado en Manhattan donde intentan conseguir una mesa sin haber hecho reserva alguna. Y no la consiguen. Pero Phil se ilumina y hace gala de una picardía muy cercana a nuestra argentinidad. Cuando una mesera llama a otro matrimonio reiteradas veces sin encontrar respuesta, Phil se hace pasar por ellos para ocupar su mesa. Esa decisión realmente va a hacer de esa noche algo especial. Porque un par de matones aparecen a mitad de la cena confundiéndolos con la otra pareja, y a partir de ahí los Foster van a hacer cosas que jamás imaginaron. Una de las premisas de la comicidad es colocar una cosa en el lugar incorrecto, y que se note. Un matrimonio de cuarentones con dos hijos, que viven en los suburbios de Nueva York, ella agente inmobiliaria, él abogado, de pronto se convierten en espías víctimas de una organización corrupta, con persecuciones, tiros y todo. La dupla Carell-Fey es pura química, se complementan muy bien y se cargan el filme al hombro. Contribuyen las breves participaciones de Mark Walhberg, James Franco y Mila Kunis para que la pareja protagónica destile su humor forjado en la mejor tradición de la comedia yanki, estilo Saturday Night Live. Sin embargo quien no acompaña tan bien es el director Shawn Levy, sobrevalorado por la saga "Una Noche en el Museo", quien lleva adelante el filme apoyado en la dupla actoral sin aportar demasiado, casi como si de un telefilme se tratara. Algo falla en el timing que Levy impone al relato, especialmente en la manera en que elige mostrar los gags, distante, ajeno, tedioso. Lo que nos remite al innecesario remake de "The Pink Panther", que Levy hizo en 2006, para caer en la cuenta de que la evolución no es lo suyo.
Comedia disparatada y muy disfrutable Tina Fey y Steve Carell, con una química especial El guión de Una noche fuera de serie no es particularmente novedoso, sorprendente ni innovador (se centra en las desventuras de un matrimonio con hijos bastante previsible que vive una noche de furia en la línea del film Después de hora y termina siendo perseguido por mafiosos y policías corruptos), pero la capacidad histriónica y la tan mentada química entre sus dos protagonistas la convierten en una comedia disfrutable. Con una formación similar y exitosos presentes en series televisivas (él, en The Office; ella, en 30 Rock), Steve Carell y Tina Fey se lucen y sostienen a puro humor físico, con una gesticulación perfecta y con un envidiable timing para cada línea de los filosos diálogos los poco más de 80 minutos que dura esta historia de enredos románticos y policiales. Tras el divorcio de una pareja de amigos, Phil y Claire intentan reavivar su matrimonio con una cita romántica en un restaurante de lujo. Como llegan sin reserva, no hay lugar, pero se hacen pasar por los Tripplehorns para conseguir una mesa. El problema es que los Tripplehorns son unos ladrones perseguidos por un par de detectives corruptos y por gánsteres. En su mejor trabajo hasta la fecha, el director Shawn Levy (Recién casados, La pantera rosa, Más barato por docena, la saga de Una noche en el museo) lleva a buen puerto un relato construido a base de fórmulas no demasiado ingeniosas. Su narración no decae y el mérito -quedó dicho- es compartido en este caso con la pareja central y con varios simpáticos personajes secundarios interpretados por figuras de jerarquía como William Fichtner, Mark Wahlberg, Mila Kunis, Mark Ruffalo, James Franco o Ray Liotta. Ellos se divierten en pantalla y logran transmitir esa alegría al público. Un disfrute compartido.
Lupa hiperrealista sobre lo cotidiano Phil y Claire están convencidos de ser “un aburrido matrimonio de New Jersey”. ¿Se están muriendo en vida? Algo así. Pero en esta nueva “fábula de rematrimonio”, la pareja se reconquistará tras atravesar una conmoción monumental. ¿Qué razón habría para ir a ver una comedia mainstream dirigida por Shawn Levy, cuyos antecedentes se reducen a un par de olvidables remakes (Más barato por docena, La Pantera Rosa) y a las vacuas y aparatosas Una noche en el museo y Una noche en el museo 2? Ninguna... Momentito, que hay una. Y de peso, como que se trata de Tina Fey, heredera genuina de los grandes del género, ex guionista de Saturday Day Live, factótum de la extraordinaria serie 30 Rock y guionista de la muy buena película Chicas pesadas. Aunque aquí sólo actúe, podría apostarse que metió mano en cada línea de diálogo. Otra razón es Steve Carell, claro, que tendrá cara de piedra, pero también muy buen timing para la comedia. También están Mark Wahlberg, James Franco, ese tipo perturbador que es William Fichtner... Y resulta que al guionista, un tal Josh Klausner (coautor de la próxima Shrek), no le falta inteligencia. Y que Fey & Carell tienen una química bárbara. Y que Shawn Levy no la arruina. Conclusión: Una noche fuera de serie está muy bien, merece verse, vale la pena. Sí, señor. Toda la primera parte se sostiene sobre esa especie de lupa ultrarrealista sobre lo cotidiano, que constituye una de las grandes virtudes del género. Con dos hijos chicos y pasada la barrera de los 40, los Foster, Phil (Carell) y Claire (Fey), atraviesan esa fase en la que, si logran juntar fuerzas para salir un viernes a la noche, a la vuelta están tan cansados que ni hablar de un “rapidito”. Una amiga confiesa que con el marido hacen el amor dos veces a la semana, y Claire lo interpreta como jactancia. La insatisfacción de Phil pasa por otro lado: le reprocha a Claire ser una especie de pulpo doméstico, que siempre hace antes que él todas las tareas de la casa. O ésa es al menos su excusa para hacer poco y nada. Phil y Claire está convencidos de ser “un aburrido matrimonio de New Jersey”. ¿Se están muriendo en vida? Si eso sucede, será la película la que les dé oportunidad de revivir. Una noche fuera de serie es lo que para el teórico Stanley Cavell eran muchas de las comedias “de salón” de Hollywood: fábulas de rematrimonio. En aquéllas (Lo que sucedió aquella noche, La pícara puritana, La octava mujer de Barbazul) la pareja se reconquistaba tras atravesar una conmoción monumental, que los ponía al borde de la aniquilación. Es lo que les ocurre aquí a los Foster, a partir del momento en que él tiene la brillante idea de hacerse pasar por otro matrimonio –mecanismo básico del género– para conseguir mesa en uno de esos restaurantes tan pero tan hot que los recepcionistas se comportan como divos. Ni Phil ni Claire sospechan que detrás de sus dobles (James Franco y Mila Kunis, que en una lúcida escena se comportan como espejo invertido de los Foster) andan un mafioso italoamericano (Ray Liotta), sus matones, una pareja de policías corruptos y hasta el mismísimo fiscal de distrito de la ciudad de Nueva York. Con el D. A. como muy desagradable perverso polimorfo (Fitchner está perfecto), cierta escena en una disco le da, a la “denuncia política” de Una noche fuera de serie, un poder de convicción que los thrillers políticos actuales ni por asomo tienen. A su turno, el objeto de deseo que interpreta Mark Wahlberg pone en cuestión la presunta fidelidad mutua de Phil y Claire. No hay duda de que Una noche fuera de serie sería mejor de no rendirse ante algún cliché hollywoodense, como una larga persecución automovilística llena de choques, frenadas y autos rotos. Pero así como está, está muy bien, porque hay una sintonía fina entre la inteligente descripción de personajes del guión y las actuaciones de Carell y Fey, que son gente piola. A propósito y dando por sentado el éxito de Una noche fuera de serie (en Estados Unidos se estrena mañana), ¿le abrirá la puerta Hollywood de una vez por todas a la Sra. Fey? Es de suponer que sí. Queda por ver si se animan a darle libertad absoluta, como en la tele. O si –como suelen hacer– prefieren pagarle fortunas para reconvertirla en peoncito sumiso, al servicio de cualquier berretada.
Cuando uno más uno no es dos Steve Carell y Tina Fey están desaprovechados en el filme. El proyecto sonaba atractivo. Porque tanto Steve Carell como Tina Fey son dos muy buenos comediantes. Surgidos en la televisión estadounidense, él aún en The Office, ella en 30 Rock, o ambos en distintos momentos en Saturday Night Live, cuna de talentos humorísticos. E inclusive ellos se han destacado al escribir sus propios libretos -en particular Fey en SNL. Pero no. En Una noche fuera de serie el humor, cuando hay situaciones que rondan la sonrisa, no es original ni inteligente, sino tirando al doble sentido más básico y ramplón. Ni siquiera en los créditos, con los outtakes, las tomas que quedaron afuera por distintos errores, motivan una mueca. Los Foster, Phil y Claire, son un matrimonio aburrido de New Jersey que van a cenar a un restaurante top en Manhattan, sin reservaciones. Y aprovechan que los Tripplehorn no aparecen al llamado de la maitre, se hacen pasar por ellos y se sientan a degustar el menú. Comedia de situaciones entre absurdas y equívocas, los Tripplehorn estaban chantajeando a un fiscal de distrito, por lo que unos policías que trabajan para un mafioso están tras ellos para que les den la prueba que incrimina al funcionario. Y así a los Foster les pasa más o menos de todo, y más o menos todo lo que usted ya vio en infinidad de comedias de este estilo, o algo parecido. La película del director Shawn Levy se asemeja más a su Recién casados que a Una noche en el museo o Más barato por docena. Lo que tuvo en cuenta, y termina a su favor, fue la selección para cubrir papeles secundarios a unos cuantos famosos, que no vamos a revelar aquí, porque el espectador se perdería el efecto sorpresa. Una noche fuera de serie pudo ser un nuevo vehículo para potenciar aún más a Carell y dar a conocer a Fey al gran público fuera de los Estados Unidos. Pero el resultado es tan poco afortunado que como consuelo queda verlos en la tele, donde sí exponen sus mejores recursos.
Más aburrido que matrimonio aburrido Lejos de lo mejor que muestra en televisión, Tina Fey desluce en esta comedia sin ideas, donde tampoco Steve Carell exhibe sus mejores dones histriónicos. Una película seria que no zafa de la rutina que quiere contar. Tina Fey construyó en TV uno de los mejores personajes femeninos de los últimos tiempos: Liz Lemon, la mujer ácida, solitaria, graciosa y, curiosamente, con la mayor dotación de sentido común de entre todos sus compañeros, responsable de los guiones para un programa de televisión cómico (algo así como persona-igual-personaje: Fey hizo lo propio durante diez años en Saturday Night Live). Fey brilla en 30 Rock, la serie que la actriz creó, produce y escribe, y con la que ganó cantidad de premios. Así, nos hemos acostumbrado a verla escupir las mejores líneas de diálogo, con un timing impecable. Y de eso mismo intenta agarrarse Una noche fuera de serie para construir la mujer que a ella le toca interpretar. Pero pierde en el intento y Fey queda disminuida en su paso de la televisión al cine. El suyo es un personaje que no deja ver más que la básica descripción que debe acompañar el guión: una agente inmobiliaria, madre de dos hijos, casada con un oficinista en un matrimonio que empezó a aburrirla; una mujer, en fin, que encuentra la vida cada vez más rutinaria. Preparar el desayuno, llevar a los chicos al colegio y así. El sexo es un trámite amable. La premisa de la película propone que esta pareja aburrida, cansada de sí misma (Fey y Steve Carell), pase una noche distinta y vuelva a encender la chispa, de la pasión o de lo que haga falta. Pero lo que debía ser una serie de sucesos a través de los cuales resurgiese el fuego perdido se transforma en la película seria de un matrimonio ídem, y la pareja protagónica deja de tener salvación al instante: efectivamente es una pareja aburrida, eso es lo que se ve en pantalla. Por lo demás, cualquier sugerencia sexual está reservada para los malos de la película, o para los personajes secundarios (Mark Wahlberg, James Franco, Mila Kunis), que por otro lado no tienen más utilidad que dar pie a la escena que los sigue. Son figuritas abandonadas por su director, Shawn Levy, que deposita todo intento de comedia en los protagonistas, y en la simple trama que los contiene, que cumple su resolución sistemáticamente y sin sorpresas, y pierde a cualquier otro personaje (como el de Mark Ruffalo), a diferencia de lo que había logrado con los simpáticos secundarios (algunos de ellos en miniatura) que acompañaban a Ben Stiller en las dos partes de Una noche en el museo.
Otra cita que termina mal La reunión amenazaba con comedia garantizada: Steve Carrell, el actor que hace relucir Virgen a los 40, Pequeña Miss Sunshine y hoy encabeza la versión estadounidense de The Office, más Tina Fey, guionista y actriz de Chicas malas y de la comedia televisiva del momento, 30 rock. Sin embargo, esa comicidad sutil que ambos logran por separado en la TV, en pantalla grande y juntos se diluye. En las series que ambos protagonizan, la clave está en el desarrollo de sus personajes bien definidos, con sus tics explotados en situaciones guionadas al detalle. Y eso es lo que falta en Una noche fuera de serie. El director, Shawn Levy (Una noche en el museo) cuenta una historia con buen ritmo, conflicto y fin, pero en lugar de dar espacio al desarrollo de sus personajes (incluso cuando tiene en sus manos a dos grandes actores de comedia) o a enredos que tengan un poco más de gracia (en todos los sentidos de la palabra), se queda en algunos gags y escenas de acción y humor efectivas pero previsibles: ahí está la persecución de autos en las calles de Nueva York, más allá aparece el baile ridículo que siempre funciona (Stiller lo exprimió mejor, de todas maneras, en Mi novia Polly), más acá la escena policial con terraza y helicóptero incluido. Y ya. El resto, es historia: una pareja de casados con hijos, los Foster, intentan avispar su matrimonio con una cita a solas. No hay lugar libre en el restaurante, así que se hacen pasar por otra pareja, los Triplehorn, y se quedan con la reserva de su mesa. Pero los Triplehorn resultan ser unos estafadores a los que persiguen unos mafiosos, que a partir de entonces perseguirán a los tiros a los Foster creyendo que son los chantajistas. Así, un matrimonio tranquilo se enreda en aventuras policiales que les da la adrenalina que perdió su vida cotidiana. Levy aprovecha poco la expresividad de Carrell y Tina Fey queda atrás, excepto por algunos monólogos neuróticos en los que asoma lo que mejor hace. La aparición breve de James Franco y Mark Walhberg añaden un plus a la historia. Por lo demás, el filme apela a eso que les pasa a tantas parejas que ya "se conocen demasiado" y no tienen más tiempo que para la casa, los chicos, la escuela y la oficina. En ese sentido, esa fantasía de adrenalina puede resultar un buen escape pochoclero, para reírse un rato o dos.
Es claro que una película que tiene por protagonistas a dos actores cómicos de caras tan reconocibles como la de Steve Carell (protagonista de la serie de televisión The Office y de películas como Virgen a los 40 y El super agente 86) y Tina Fey (más conocida por su trabajo como creadora y protagonista de la serie de televisión 30 Rock) va a depender esencialmente de sus figuras como mecanismo del humor. Si bien la historia tiene sus atractivos, son ellos dos -con la ayuda de algunos muy buenos secundarios- quienes llevan adelante el metraje con su gestualidad, su corporalidad y, sospechamos, una buena dosis de diálogos improvisados. Shawn Levy (director, entre otras, de Una noche en el museo y La pantera rosa; es decir, un artesano no demasiado destacado de la industria) presenta una historia que remite en su punto de arranque a Intriga internacional, de Alfred Hitchcock: una pareja tranquila de Nueva Jersey decide salir una noche a un restaurante de Nueva York para tratar de variar las cosas en su matrimonio y por una confusión de identidades terminan siendo perseguidos por mafiosos a lo largo y ancho de la Gran Manzana. Este disparador sirve tan solo como excusa para desatar una serie de situaciones que transcurren en una sola noche. Por supuesto, aquí la intriga sirve como base para las situaciones de humor. También hay otra base del cine clásico (más trabajada en los diálogos) que subyace en Una noche fuera de serie: la de la comedia de rematrimonio. Género que se inició en la década del treinta y ha sido retomado infinidad de veces, aparece muy claramente desde el comienzo. Los Foster (Carell y Fey) son una pareja habituada a su vida rutinaria, a depender siempre de los chicos y del trabajo, a no hacer nunca nada nuevo. En una cena con amigos descubren que una pareja de conocidos se va a divorciar y eso echa una luz de duda sobre su propia relación. Desesperados por hacer algo diferente para demostrarse que su vínculo no quedó enterrado por los años y la familia, deciden salir a cenar a "la ciudad". Ese acto de variación en sus vidas monótonas es el que abre la puerta a una aventura desquiciada que los arroja en pocos minutos a una situación de desprotección y amenaza. Como dijimos, si bien la idea es interesante, funciona en realidad únicamente gracias al equipo de actores, que pueden dar vida a personajes de una gran escala. Son muy interesantes los aportes de los actores secundarios: desde Mark Wahlberg (que se pasa toda la película sin camisa y amenaza a la masculinidad del personaje de Steve Carell), James Franco y Mila Kunis (una joven pareja de delincuentes en una muy corta escena) hasta Ray Liotta (en papel de mafioso).
Una comedia sumamente pasatista con algunos tibios arrebatos de humor es la que propone el siempre mediocre realizador Shawn Levy. La odisea del matrimonio Foster sólo interesa de a ratos, concretamente cuando la calidad interpretativa de sus actores principales logra hacernos olvidar que estamos en presencia de una fórmula que, sin ingenio ni innovación alguna, dispara blandamente ciertas verdades de perogrullo sobre el matrimonio, las responsabilidades paternas y la unión familiar. Mark Wahlberg jamás en su vida habrá ganado tanta plata por hacer tan poco...
Las comedias tiene comúnmente un público avisado, es decir, espectadores que van al cine a reirse o al menos a divertirse. Y quizás los hacedores cuenten con esa preferencia. La presencia de Steve Carrell pone en alerta a la platea y, considerándolo un famoso comediante, espera que su arte lo sorprenda. Pero finalmente tal seducción no sucede. Aquí una pareja intenta salir de sus rutinas encarando una noche especial, pero son confundidos con dos ladrones y perseguidos por la mafia y la policía. Así se desanuda un relato de enredos, situaciones inesperadas y desencuentros a granel. Sin embargo, la risa no aparece aunque uno haga fuerza. Se trata de un filme sólo para divertirse un ratito, porque con la disposición no alcanza.
Para que una comedia funcione se necesita un buen guión y un par de intérpretes que se saquen chispas. Todo esto marcha estupendamente en este divertimento negro que acumula dislates y carcajadas con los mejores recursos. Phil Foster (S. Carell) y su esposa Claire (T. Fey), componen una de las tantas parejas suburbanas que corren todo el día para parar la olla y cumplir con múltiples obligaciones. Una pareja alienada, sin rumbo. Hasta las salidas a cenar y al cine parecen programadas por un ordenador. Conscientes ambos de que semejante rutina está poniendo en serio riesgo su matrimonio, por una vez deciden cambiar el programa. Es así como acuden a un bistró de moda en Manhattan, donde un error de identidad va a zambullirlos, sin aviso, en una aventura vertiginosa. En una carrera contra el reloj, deberán enfrentar a dos policías corruptos, un mafioso y un taxista loquísimo. Si esto funciona y el espectador lo disfruta, se debe en buena parte a la formidable química que se establece de entrada entre Steve Carell y Tina Fey. Carell, de la estirpe de Don Adams (esos tipos que no ríen pero hacen reír), saltó a la pantalla grande en títulos como “Virgen a los 40”, “Pequeña Miss Sunshine” y “El Superagente 86”. Antes, se había hecho famoso como corresponsal de “The Daily Show with Jon Stewart” y más tarde en la serie “The Office”. Tina Fey, integrante de la exitosa troupe de “Saturday Night Live”, ganó popularidad en televisión con su imitación de la candidata republicana a la vicepresidencia Sarah Palin, y actualmente protagoniza la sitcom “30 Rock”. Juntos son dinamita pura y una fiesta para la platea.
Puede fallar ¡Steve Carrel y Tina Fey juntos! ¡Una screwball comedy (es decir, una comedia loca) al viejo estilo! ¿Qué puede fallar? se puede preguntar el potencial espectador cuando se entera del estreno de Una noche fuera de serie. Y la respuesta de un crítico, harto de comedietas de segunda que no cubren las expectativas mínimas es: “Todo”. Lo único bueno de esta película es cómo está retratada la ciudad de Nueva York y aunque no se puede decir que se la vea poco en la pantalla grande, son pocas las oportunidades en que no es destruida por alguna calamidad natural, un científico loco o alienígenas que buscan su lugar en el espacio. Steve y Tina hacen de un matrimonio aburrido de Nueva Jersey que tratan de revitalizar la pareja con una salida loca a la Gran Manzana. De este punto de partida anodino arranca esta comedia menos que mediocre, donde ni siquiera Ray Liotta se salva del papelón. Esperen a que la den en cable y cuando vean que está programada, sintonicen los canales de aire.
Dentro de la línea Cuando somos chicos habitualmente nos dan esos libros donde hay que pintar determinados espacios con crayones o lápices de colores tratando de no pasarnos de la línea, procurando mantenernos dentro de los márgenes. Esto nos hace sentir contenidos dentro de determinadas reglas que construyen una forma de entender el mundo que, por supuesto, luego se aplicarán a la vida adulta de manera un tanto más compleja. Bueno, todo este preámbulo un tanto simplista es para hablar un poco de Una noche fuera de serie de Shawn Levy, una comedia entretenida pero a la que le falta espacio para la subversión, que cuenta con dos de los comediantes más talentosos del planeta como pareja central pero que aparecen contenidos por el guión y la puesta en escena. Casi como si Levy les hubiera marcado que se mantengan dentro de la línea, ajustados a un guión que, por momentos, resulta perjudicial para el ritmo del film. Pero si, es pasable, entretenida, tiene algunos gags bien logrados, pero podría haber sido mejor. Es una película que con su temática adulta sobre parejas en crisis termina por perjudicar el tono más exaltado y cómico que se adivina en Tina Fey y Steve Carrell, y por eso aparece por momentos fragmentaria. Cómo es de imaginarse, esta comedia tiene un tema al cual le da mucha, quizá demasiada, importancia. El tema es el estancamiento de una pareja que aparece rotulada como ordinaria ante la repetición de la rutina laboral y familiar. Surge la posibilidad de hacer algo diferente una noche, ocupan el espacio de otra pareja en un restaurant y allí comienzan los enredos que hacen de esta película una screwball comedy. Tras esto comienza la faceta más original, que es una subtrama donde la pareja deberá enfrentarse a la mafia, policías corruptos y a una amenaza de muerte debido a una memoria con cierta información que compromete al fiscal del distrito (David Fichtner) y que les hará pasar una noche realmente “diferente”. Y la culpa es, lógicamente, el hecho de haber tomado el lugar de otra identidad. En el medio del desarrollo surgen achaques, discusiones y cuestiones que intentan buscar una explicación del estancamiento de la pareja, en el medio de la acción y los tiros, para llegar a una resolución previsible pero también entendible si conocen el cine de Levy y el planteo del cual parte este film. Esencialmente la película es eso, pero saliéndonos un poco del desarrollo lineal, hay ocasionalmente destellos dónde podemos ver la espontaneidad de un sketch de, por ejemplo, “Saturday Night Live”. En esos momentos podemos ver el talento de Fey y Carrell en toda su integridad, con espacios para la improvisación y los tiempos que, desafortunadamente, luego el director se encarga de romper con secuencias realmente disruptivas que atentan contra el propio ritmo de la película. Hay un ejemplo que es bastante representativo: la pareja se está escapando de una situación límite en un auto deportivo a toda velocidad y de repente comienzan a discutir por una cuestión marital. Esto, que de haber sido otro el director podría haber sido aprovechado como recurso para evitar que decaiga el ritmo narrativo, se transforma en una insólita e injustificada distensión del relato que aburre. Aburre por lo que dice, que no es más que una suma de frases hechas, y aburre por el tiempo que dura en el medio de semejante secuencia de acción. Por eso lo fragmentaria que pueda aparecer la película: algunas secuencias no fluyen junto al resto porque aparecen como sketchs aislados que, más allá de su indudable calidad, parecen de otra película. Algo así como el “gol de otro partido”. Por otro lado, el montaje y los puntos de vista durante los momentos de acción aparecen torpes y demuestran el problema del director para desenvolverse dentro de este registro. Sin embargo, y a pesar de las falencias, la película siempre cuenta con dos ases de espada de la comedia y alguna que otra referencia al cine policial con figuras del cine de acción actual como Mark Wahlberg o el mencionado Fichtner, que resultan en un acierto por la caricaturización con la que sobrellevan sus papeles. Y esto es, en definitiva, porque la película logra manejarse con solvencia dentro de esta premisa: logra, en efecto, parodiar con inteligencia varios de los lugares comunes del cine de acción. Pero se queda a medio camino y eso es lo que a uno quizá le moleste más. Con un director como Adam McKay o Edgar Wright quizá el material hubiera sido aprovechado de otra manera. Levy necesita incluir dentro de sus películas algún mensaje moral que, a diferencia de Judd Apatow (que también lo hace, aunque con mayor soltura), termina por estancar cualquier intento de subversión del guión pautado. Es casi como si a la pareja protagónica les hubieran dicho que se mantengan dentro de la línea. Por suerte, siempre hay espacio para atravesarla cuando se tienen herramientas incontrolables.
Una Noche Fuera de Serie es una comedia pasatista que, aunque no cumpla con las expectativas que generó gracias a la pareja conformada por Steve Carrell y Tina Fey, es una película que paga cada centavo de la entrada. Phill y Claire Foster son un matrimonio que parece estar condenado al fracaso gracias a la invasión de la rutina en su pareja. Para lograr salir de este fenómeno que los asecha deciden ir a comer a un exclusivo restaurant en el que es casi imposible conseguir un lugar, y es allí cuando su noche cambia por completo debido a que un peligroso mafioso intenta asesinarlos al confundirlos con otras personas. Tanto Carrell como Fey se mueven como pez en el agua, gracias a que este es el género predilecto de ambos. Por estos pagos no es muy conocida la linda Tina, pero en su curriculum encontramos que es la creadora de la serie 30 Rock y ha participado activamente en ese gran programa cómico llamado Saturday Night Live. La química entre los dos protagonistas funciona a la perfección y le dan esa cuota de realismo que necesita una comedia que tiene una historia como la que les comento más arriba. Bajo la dirección de Shawn Levy, quien tiene en su haber a cintas como Una Noche en el Museo y La Pantera Rosa, podemos ver como este realizador logra encadenar en muy buena forma todas las disparatadas situaciones que van sucediendo a lo largo de los 88 minutos que dura la película. Sin embargo creo que podría haberse hecho algo más que una simpática comedia gracias al talento que podemos encontrar en el reparto. Quizás el guión es el culpable de que por momentos la "intensidad" de las situaciones decaigan bastante, pero sin dudas si se hubiera ajustado un poco este detalle y algunos otros hubieramos estado en presencia de un producto mucho mejor logrado. Algo que me encantó fueron las participaciones especiales de los muy buenos actores que no voy a comentarles en qué momentos y circunstancias aparecen, como Mark Wahlbergh, Ray Liotta o William Fichtner, que le dan excelentes situaciones de humor que son una bocanada de aire fresco en los momentos en que la película cae en algunos baches. Como conclusión podriamos decir que Una Noche Fuera de Serie es una buena comedia, pero que nos deja con un cierto sinsabor ya que podría haber sido mucho más.
Aventuras para escapar de la rutina El film con Tina Fey y Steve Carell debe mucho de su encanto a la pareja protagónica. Ellos encarnan a un matrimonio que se hace pasar por otro para entrar a un lujoso restaurant y vivirán una situación límite que los hará conocerse mejor. Hasta el momento consideraba que Steve Carell, uno de los tantos nombres de la comedia estadounidense de hoy, no podía ir más allá de ciertos repetidos estereotipos y llegué a pensar que este nuevo film, que lo tiene como protagonista, apenas si podía considerar como un aceptable pasatiempo. Sin embargo, y esto es tal vez así por quien lo acompaña en esta nueva aventura, Tina Fey, puedo decir hoy que Una noche fuera de serie me provocó más de una sorpresa, en algunas secuencias. En esta oportunidad, el director de la remake de La pantera rosa -la primera de ellas- que vimos hace cuatro años ha logrado reunir a dos personajes que tienen mucho de aquellas parejas que protagonizaban las felices comedias de los años 40, que tras vivir una serie de inesperados hechos, se reencuentran en un lugar muy diferente del que debieron soportar en una vida rutinaria. Ambos, los personajes que interpretan Steve Carell y una muy expresiva Tina Fey (de gran parecido a Sigourney Weaver décadas atrás) componen a un matrimonio que repite milimétricamente los mandatos cotidianos, siempre desde el mismo ángulo de mirada, y que ya han pasado a ser buenos amigos o tolerantes hermanos. Viven en Nueva Jersey, a algunos kilómetros de la gran ciudad y una noche, en un intento por sentir algo diferente, pasarán a ser los actores de una impensada aventura. La trama base me lleva a pensar en cómo en estos personajes reconocemos a tantos que los precedieron. Y particularmente en algunas comedias de Alfred Hitchcock en el que el personaje central, seguro de sí mismo, estable, súbitamente, sin imaginarlo, se ve envuelto en una compleja trama en la que el riesgo ya no es de utilería. Como ciertamente lo vivía el personaje de Roger Thornhill, interpretado por Cary Grant en su film de 1959, Intriga Internacional (North by Northwest). Si el personaje recientemente citado era víctima de un error en un restaurant, aquí la situación que deberán afrontar los Foster, compuestos por Phil y Claire, con más de cuarenta años, también se va a desencadenar en un ámbito similar. Uno a la hora del almuerzo, ellos dos en el momento de la cena. Y en ambos films, a partir de un equívoco. Como en los films de Alfred Hitchcock, ahora, y tras ser intimidados por decir llamarse de una manera que no es la propia, la aventura que comenzarán a vivir va a poner al descubierto algunas conductas ya en situación límite, que apuntan, por otra parte, a un mayor conocimiento de ambos. Una noche fuera de serie se sigue, a veces, con gran entusiasmo. Y es porque la pareja protagónica logra una combinatoria deliciosa y burbujeante. Si bien el film adolece de los lugares comunes de persecuciones -demasiado extendidas y otras reiteraciones, despierta en el espectador ese vínculo de simpatía y de complicidad que suele llevar a añorar un esperado "happy end". Porque ambos, a partir de lo que viven esa noche, aprenderán a conocerse mejor, de otra manera. ¿Cómo es este matrimonio antes de lo que ni imagina que deberá afrontar y cómo lo será después? Y más aún ¿Qué es lo que fuimos conociendo de ellos a medida que transitaban esa carrera peligrosa, dominada por sobresaltos? Las distintas circunstancias le permiten a su director, de igual manera, trazar apuntes críticos sobre los comportamientos de la corrupción policial, operaciones e intereses de grupos mafiosos y hacernos partícipes sobre reacciones de la pareja en su esfera más íntima, mediante guiños irónicos. Una noche fuera de serie marca un puente con la tradición del género, recuperando algunos gags y provoca, en algunas oportunidades, respuestas hilarantes. A la manera del film de Martin Scorsese de 1985, Después de hora, los Foster despertarán a situaciones que lindan con el absurdo, que desconciertan, debiendo, de la misma manera, enfrentarse a personajes emblemáticos. Como lo logra Mark Wahlberg, que en esta alocada aventura recibe siempre a quienes tocan el timbre de su departamento con el torso desnudo; lo que logra en el personajes de Phil una marcada envidia y en el de Claire una incitación al placer. O bien como lo asume Ray Liotta, en su rol de capomaffia, en clara alusión a aquel otro film de Martin Scorsese, Buenos muchachos. Todo había comenzado esa noche con una pequeña jugarreta, Phil Foster ya en la entrada de uno de los restaurant más concurridos de Nueva York adopta otra identidad. Y esta pequeña trampita abrirá al ya cansado y abatido matrimonio de los Foster a una aventura. Mientras tanto el peligro, de alto voltaje, acecha. ¿Adónde lleva toda esta cabalgata de huidas, enmascaramientos, nuevas coartadas y grandes sustos? Aquí, nosotros, los espectadores, ya no tenemos tanto en cuenta el móvil y el fin. Pero lo que sí merece subrayarse es cómo, de que manera, y a través de qué medios sus protagonistas comienzan a experimentar un cambio y a replantearse toda una forma de vida.
Adrenalina en la noche. Steve Carell y Tina Fey, quienes ya se conocen de haber trabajado ambos en el popularísimo programa de humor estadounidense “Saturday night live (SNL)” se reunen aqui nuevamente. A esto apunta este film, mas que nada humorístico, que cuenta la historia de Phil y Claire Foster, una pareja promedio de New Jersey que lo único que busca es salir una noche a cenar a un moderno restaurante de moda, para así alejarse de su rutinaria vida de trabajar, cuidar los niños, cocinar, limpiar la casa, etc. Al llegar al concurrido lugar sin reservación y casi desesperados por tener su cena en paz, lejos del bullido hogareño, deciden tomar la reservación de otra pareja de apellido “Tripplehorn”, sin saber que esto le traerá grandes consecuencias. Un dúo de matones de la mafia, los secuestra, creyendo que son los verdaderos Tripplehorn y les reclaman la devolución de una “tarjeta de memoria” robada que al parecer contiene una muy importante información. Al ver que no pueden escapar de estos sujetos, deciden ir por sus propios medios en busca de los verdaderos ladrones y conseguir el preciado pequeño objeto y así salvarse. Pero en medio descubrirán que no es tan fácil, ya que el caso incluye a policías corruptos, un influyente político, la mafia y el negocio de la prostitución. ¿Podrá una aburrida y común pareja de cuarentones lidiar con todo esto? Este interrogante lleva a los mas alocadas situaciones en la gran cuidad, desde un imperdible “enganche de autos” con un moreno taxista, hasta la imponente presencia del físico privilegiado de Mark Wahlberg en un personaje que el cae como anillo al dedo. Historia bastante original, muchos momentos de buen humor y muy buena elección de los actores protagónicos y secundarios, acierta en privilegiar el humor por sobre el romance, aprovechando la “cara de nada” de Steve Carell y esa imagen de “chica de biblioteca” que inspira Tina Fey
La verdad que no se puede decir mucho de esta película; es una gran comedia con una historia muuuuuuy sencillita y obvia, empezando por la confusión en el restaurante y terminando con la clásica moraleja de que el matrimonio es tan divertido o aburrido como uno lo haga. Es sin duda el elenco soberbio el que se carga todo el peso y convierte esto es algo más que una diversión pasajera. Tanto Carrell como Fey están bárbaros y se sacan chispas mientras que hay varios secundarios que aparecen un ratito pero con papeles muy buenos (Wahlberg, James Franco, Mila Kunis y varios más) Poniéndome un poco hincha y solo por buscarle la quinta pata al gato, no me gustó mucho que esté filmada con el mismo tipo de vídeo digital que usa Michael Mann en sus ultimas pelis (Enemigos publicos, Collateral) que le da un aspecto granuloso a la cinta pero en este caso quedo muy bien para las escenas de acción, sobre todo una persecución en autos muy bien hecha. Bien por el director Shawn Levy que no se habia lucido mucho con sus anteriores (y exitosos) films (La saga 'Mas barato por docena', 'La pantera rosa', etc.) En conclusión, una muy buena comedia que sí, además, son una pareja con hijos le van a encontrar el "gustito extra"
Una noche fuera de serie no es la comedia hilarante que podíamos esperar sino apenas un correcto divertimento potenciado por dos protagonistas carismáticos. Digamos primero lo obvio: Una noche fuera de serie no está a la altura de los pergaminos de Steve Carell y Tina Fey. Dos estupendos comediantes con una sensibilidad particular para construir sus ficciones con un ojo en la realidad, no logran en el contexto de una comedia que echa una mirada sobre la pareja en estado de descomposición una película que crezca por encima de sus posibilidades. Sí es graciosa, sí tiene momentos logrados. Pero todo sabe a poco. Entonces, viendo frustradas las expectativas, veamos que es lo que efectivamente hay en esta comedia de Shawn Levy. Precisamente esto: dando por contado ya que la saga Una noche en el museo es una anomalía en la carrera de Levy, digamos que Una noche fuera de serie mejora lo hecho anteriormente por este director: al menos logra que se imponga la comedia por sobre el mensaje, más allá de una recurrencia excesiva al humor de tono grueso. Otra cosa que hay aquí es química: es evidente que Carell y Fey se conocen y se complementan muy bien, pero además la aparición en pequeños roles de James Franco, Mark Whalberg, Mila Kunis o William Fichtner aumenta esa buena vibra que se respira. Una noche fuera de serie utiliza el modelo todo-ocurre-en-una-noche-de-manera-alocada que ya se ha realizado incontable cantidad de veces para disimular uno de los problemas habituales de este tipo de comedias: su segmentación. Así, el formato de sketches, con personajes que entran y salen, no atenta contra la fluidez. También hay en el film, y eso gracias seguramente a la presencia de Fey, varias puntas que se dejan sin resolución, las cuales hubieran significado una definición moral. La película se centra sobre su pareja protagónica, los Foster, y salvo excepciones -un diálogo acerca de la pareja que corta la acción- importa lo que les pasa a ellos: un ejemplo es que nunca sabremos qué camino toman Haley (Kristin Wiig) y Brad (Mark Ruffalo). El film dice así que la resolución a la que llega, la posibilidad de re matrimonio, es una posibilidad pero no la única. Dicho todo esto, Una noche fuera de serie no es la comedia hilarante que podíamos esperar sino apenas un correcto divertimento potenciado por dos protagonistas carismáticos. Que teniendo en cuenta los componentes de acción que hay aquí y recordando la fallida Superagente 86, podríamos pedirle a Carell que retome la faceta de comediante más pura y encamine su carrera con mejores proyectos. Por lo pronto, la adaptación de La cena de los tontos con Paul Rudd y dirigido por Jay Roach puede devolverlo a la comedia directa, esa que lo hizo popular y apreciable.
Los dos comediantes más reconocidos de la TV norteamericana, Steve Carell ("The Office") y Tina Fey ("30 Rock"), comparten su primer protagónico juntos en esta típica comedia de acción. A pesar que los dos tienen una carrera cinematográfica despareja, el haberlos juntado representa el principal acierto de esta película, ya que ambos cuentan con mucho carisma y timing para la comedia. Juntos interpretan a un matrimonio con hijos, atrapado en la rutina luego de varios años de casados. Esta situación, con la que muchas parejas se identificarán, ofrece algunos de los pocos momentos divertidos gracias al trabajo de estos dos comediantes. Igualmente creo que están desaprovechados, atados a una flojo guión que no les permite aportar mucho. Por suerte, el director compacta todo en una hora y veinte minutos, mezclando comedia, algunas escenas de acción y la aparición de varios actores reconocidos en roles pequeños. Shawn Levy, quien ya había reunido un elenco variado en las dos "Night at the Museum", consigue aquí las participaciones de Mark Wahlberg, Ray Liotta, Mark Ruffalo, James Franco y Mila Kunis entre otros. Si bien supera el bajísimo nivel de otras recientes comedias, como por ej. "The Bounty Hunter" o "Did you hear about the Morgans?", mantiene ese clásico humor norteamericano que a mí no me entretiene. Es más, los errores de filmación del final son los que más sonrisas me sacaron.
Shawn Levy, director de comedias infantiles y familiares, intenta ajustarse al tipo de comedia que acostumbran realizar Steve Carell y Tina Fey. Sin embargo, al momento de la ejecución, ambos actores terminan presos de un guión que les da poco lugar para la comicidad, en un enredo previsible y reproducido hasta el hartazgo, que le abre el espacio a lo policial, pero que nunca consigue traducir lo disparatado del enredo en algo propiamente cómico. La combinación protagónica inédita daba lugar a la esperanza. El comediante cinematográfico del momento y una de las actrices y guionistas más deslumbrantes de la comedia televisiva actual, el protagonista de la remake americana de The office, y la creadora y cabeza de reparto de 30 Rock, otra exitosa serie televisiva. Con Steve Carell ya no hace falta probar nada, y a Tina Fey la hemos visto actuando y hasta escribiendo comedia para cine. Bastaba ver si entre ellos había química suficiente y si el guión que les tocaba interpretar los merecía. Date night nos muestra que les sobra química, pero han hecho lo posible con un material que se vale excesivamente de sus rostros desencajados para generar muy pocas risas. Desde el enredo que genera el vuelco hacia el policial (la pareja protagónica, harta de la rutina familiar, se hace pasar por otra para conseguir lugar en un restaurant de moda, y son confundidos por unos matones que buscan a la pareja en cuestión), no hay mucho, salvo un par de gags y, especialmente, la interacción de la pareja con el personaje de playboy que interpreta Mark Wahlberg, que nos pueda hacer recordar que esto se trata de una comedia. Y aunque la trama avanza sin problemas, atenta en los tiempos a la fórmula de lo que una comedia policial debería entregarnos, las situaciones que describe no generan la risa esperada, y hacen falta muchos más gags para que podamos considerarla una comedia hecha y derecha. Mientras tanto, tenemos a Carell y a Fey, que con sus respectivas caras de susto intentan, y por momentos logran, ocultarnos la falta de comicidad de esta supuesta comedia, acompañados por un elenco efectivo (el mencionado papel de Wahlberg, la pareja interpretada por Mila Kunis y James Franco, que merece muchas más escenas que las que tienen, y Ray Liotta, por enésima vez en su típico rol de mafioso) pero que no alcanza para hacer de esta película una comedia policial equilibrada, con su necesaria dosis de humor, sumada a la acción que no le falta.
Juntar en una película a dos de las estrellas que en la televisión de Estados Unidos más se destacan en sus trabajos como comediantes, Steve Carell ("The Office") y Tina Fey ("30 Rock"), es un sueño hecho realidad para todo realizador. Lamentablemente, aunque tiene sus momentos, el nuevo film de Shawn Levy no explota el talento de sus interpretes y brinda unas pocas y muy distancias, pero eficientes, risas.
Supónganse que se paran frente a la cartelera de cualquier cine y se encuentran ante la disyuntiva de ver una comedia de acción o una de acción con toques de comedia. ¿Cuál elegirían? No se preocupen, es una pregunta capciosa. Lo cierto es que podríamos aseverar que Cop Out es una película de policías sobre una base cómica, mientras que Date night -Una noche fuera de serie- es una película que es cómica desde su base y origen, pero que deriva en una película de acción (o de aventuras más que enredos). Y lo peor de todo es que el desarrollo que lleva a estos dos protagonistas a transformarse en héroes, detectives privados, sagaces fugitivos y hasta strippers no es para nada gradual, ni equilibrado, ni creíble. Cop Out es mucho más fiel al espectador, más previsible, más común, quizás también por todo eso, termina resultando mejor. Cuenta la historia de Jimmy Monroe (Bruce Willis), un policía bastante inepto que tiene entre sus más preciadas posesiones una tarjeta coleccionable de béisbol de la primera tanda que salió alguna vez: un objeto valuado en varias decenas de miles de dólares. Jimmy la necesita para pagar la boda de su única hija, pero cuando va a canjearla por dinero, unos ladrones de poca monta terminan por robársela y, por esas cosas del destino, tendrán que meterse con la mafia de drogas más importante de la ciudad para recuperarla. Las bondades de esta película no son demasiadas, pero están bien firmes: se trata de la clásica “buddy movie”, un filme sobre una pareja muy despareja de policías, en donde uno quiere ser serio y el otro (Tracy Morgan, famoso en el país del norte por el programa Saturday Night Live) no puede dejar de ser un payaso. En este caso nos encontramos con que el que quiere ser serio, también es bastante inútil, lo que ayuda bastante a generar una pequeña sorpresa para el espectador. Esa mínima elección distinta, la exageración en las puteadas y los toques de humor negro -o más ácido del típico de Hollywood- es lo único que nos hace percibir que quien está detrás de las cámaras es el particular Kevin Smith, realizador películas de culto como Clerks, Mallrats, Jay and Silent Bob strike back y de otras más ligadas al mainstream como La chica del sueter o Zack y Miri hacen una porno. Por su parte, Una noche fuera de serie es un filme que se apoya únicamente en la capacidad histriónica de dos grandes cómicos como Steve Carell y Tina Fey, ellos también de la inagotable cantera del legendario programa de sketches estadounidense Saturday Night Live. Lo que comienza por ser una película que nos cuenta en clave de comedia los pormenores de una pareja con dos hijos que cada vez se acostumbra más a la rutina, termina virando bruscamente en una película llena de persecuciones, tiros, autos chocados, robos, confusión, matones, etc. sin que estos supuestos enredos le brinden a la historia la posibilidad de ser más cómica, sino todo lo contrario. A medida que la confusión va tomando forma -la pareja es confundida por otra que es buscada por unos mafiosos-, la comedia se va desdibujando hasta quedar olvidada en una marejada de corridas, gritos, histeria y otras yerbas. A fin de cuentas, la floja justificación para que todo eso se sostenga es que finalmente la pareja logró evadir la rutina y hacer cosas inesperadas... Una vez escuché a un amigo decir que a Bruce Willis lo prefiere esquivando balas, caminando descalzo sobre vidrios rotos o tratando de evitar que un boeing se estrelle contra la pista de aterrizaje y no contando chistes. No me queda otra que retrucarle diciendo que yo prefiero que el que escape a gran velocidad en un Audi por Nueva York sea el simpático pelado y no Steve Carell. Sin dudas, termina siendo más molesto que un cómico se disfrace de superhéroe y no tanto que un duro se ponga el traje de bufón por un rato. O al menos esto es así siempre y cuando el guión lo acompañe, tanto a uno como al otro. Por el lado de Cop Out se puede celebrar la histriónica, exageradísima pero bastante simpaticona performance de Tracy Morgan, un payaso con todas las letras y la corta aparición de Sean William Scott, que como siempre, aparece para hacernos reír con esos chistes de los cuales da vergüenza reírse. Date night tiene sus momentos, en especial porque Carell y Fey llevan a la comedia en la sangre y no tienen manera de no hacer reir con tanto protagonismo. Hay una escena -me arriesgaría a afirmar que es pura improvisación- en la que se hacen pasar por asistentes de Will.I.Am en un restaurante fino, que es sencillamente genial. Pero el filme en general no hace más que derrapar más y más hacia el desinterés del espectador, al intentar surfear sobre la tabla agujereada que es su guión, no tan pobre desde el costado cómico como desde el lugar hacia donde se dirige la historia, en especial con ese pseudorelato de fugitivos y espionaje. Sin embargo, se podría decir que era de esperarse, puesto que su director es el responsable de comedias menores como Más barato por docena, Una noche en el museo y La pantera rosa, y sólo nos arrancó alguna risa tímida en Recién casados. Y como si eso no fuera suficiente, el señor Shawn Levy también fue productor de la flojísima Locura de amor en Las Vegas, entre otras basuras. Entonces, la próxima vez que se encuentren frente a la cartelera y tengan dos opciones, ¿qué verán? ¿Una con comediantes que se ponen en acción o una con tipos duros que se hacen los graciosos? Ante todo, mejor fíjense quién la escribió y después decidan. En este caso, Kevin Smith ganó sólo con la camiseta, porque en el filme su ojo cítrico ni se nota.
Hay que romper la rutina Si una película se evalúa en función de lo que uno esperaba cuando eligió verla, no caben dudas que "Una noche fuera de serie" es de esas comedias rendidoras que brindan con creces lo que prometían desde un principio. Hecha esta aclaración -dado que sencillamente no es una película que vaya a ser recordada como una genialidad ni mucho menos-, el guión de Josh Klausner (tiene entre otros en sus manos "Shrek 3") puede tener algunos pero cuenta con una catarata de situaciones hilarantes, muy bien entramadas y que logran su cometido básicamente gracias a dos grandes de la comedia actual americana como Tina Fey (con una importantísima carrera televisiva en "Saturday Night Live" y "30 Rock") y Steve Carell ("Virgen a los 40" "Super Agente 86" y en televisión "The Office"). Ellos encarnan a los Fosters, una pareja con hijos que busca escaparse de la "modorra" de la vida conyugal (máxime que una de sus parejas amigas se acaba de divorciar, a pesar de que eran "excelentes compañeros de cuarto"). Deciden entonces romper la rutina con una salida especial. Y la planean en un exclusivo restaurant de Manhattan, en el que por supuesto será imposible conseguir una mesa un viernes por la noche. Imposible, a menos que se hagan pasar por otra pareja que tenía una reserva. El pequeño detalle que no tuvieron en cuenta es que la pareja por la que se hacen pasar, está buscada por unos policías envueltos en un caso de chantaje, corrupción y "maffia". Persecuciones delirantes, ritmo acelerado y algunos gags completamente desopilantes -brillante el baile de caño de Fey y Carell para salvar su pellejo- van armando esta comedia blanca llena de enredos y situaciones aunque poco creíbles, sencillamente funcionales a que la historia siga avanzando. Los gags se ven potenciados por el histrionismo y el desparpajo que despliega Fey (que tiene algunas líneas de diálogo divertidísimas de puro ritmo de sitcom -en las que claramente se nota que ella misma dió rienda suelta a la improvisación-) y por la notable química que produce en pareja con Carell. Todas las situaciones que atraviesan los Fosters, nos terminan pareciendo verosímiles y divertidas gracias a que resultan completamente naturales en manos de esta pareja. Con un grupo de personajes secundarios que amenizan la tarea (Mark Wahlberg demuestra que puede salir de sus papeles más rutinarios y Ray Liotta nos regala nuevamente un mafioso arquetípico) y un excelente timing alocado, "Una noche fuera de serie" es una comedia fresca, para pasar el rato y para reirse a carcajadas. No mucho más que eso.... que no es poco para los tiempos que corren.