Bella y Thor se fueron al bosque... Tenía que ser atractiva una Blancanieves protagonizada por la estrella de la saga Crepúsculo y el nuevo Thor (Chris Hemworth, que interpretó al superhéroe intergaláctico en la película de Kenneth Branagh y en The Avengers: Los Vengadores). Kristen Stewart, después de cuatro películas como Bella entre lobos y vampiros, ya sabe algo sobre princesas en peligro y, aunque su rango de actuación sea tan acotado como siempre -mucho jadeo, mucha seriedad y el cuerpo rígido- es tan hermosa que llena la pantalla con sólo estar ahí, con sus ojos verdes y esa cara simple, adolescente. Chris Hemworth, como cuando es Thor, puede tanto ser bruto y rugiente como tierno (de esa mirada expresiva y chispeante mejor no decir más), y Charlize Theron es la perfecta tercera que faltaba para completar al dúo de novatos encantadores con una presencia fuerte, maciza, violenta incluso. Sólo que los tres no son Blancanieves, la reina malvada y el príncipe sino Blancanieves, la reina malvada y un cazador del pueblo que es menos un salvador que un compañero de batalla. Es que Blancanieves y el cazador toma al cuento muy libremente, como un concentrado que se diluye en un mar de aventuras y de épica medieval con reminiscencias fuertes de El señor de los anillos, Robin Hood y Juana de Arco. Esta vez, Blancanieves no es una niñita en peligro (como tampoco lo era en Espejito, espejito) que corre horrorizada por el bosque en escenas de pesadilla que inmortalizó Disney, sino una heredera atrapada en la torre del castillo que consigue escapar por sus propios medios, salir al mundo, solidarizarse con un pueblo oprimido y ponerse al frente de ese mismo pueblo como reina guerrera. La villana de Charlize Theron por su parte, más acorde con los tiempos que corren, es, como la creación de su colega Julia Roberts en la otra Blancanieves del año (Espejito, espejito), una mujer obsesionada con el poder, la belleza y la determinación de no envejecer nunca. Pero se trata de una belleza nula, carente de propósito o que, mejor dicho, es un fin en sí misma y tiene poco y nada que ver con el placer, con algún tipo de vitalidad. En Blancanieves, en cambio, la belleza representa la vida, y la vida es el valor y la capacidad de despertar una tierra desertificada por el mal. En este sentido, tal vez uno de los puntos más estimulantes de la película es que se le da a un cuento conformado por elementos mínimos -ya saben, la reina, la princesa, el hechizo- un contexto más amplio que constituye el mundo con identidad propia en el que se desarrolla esta versión (igual, los hitos del cuento, como la manzana envenenada y el beso a la chica dormida siguen estando ahí, muy bien incorporados). Así, el mal encarnado en la reina villana afecta a todos, desde los habitantes del castillo hasta la última ramita del último árbol del bosque oscuro, y el bien tiene su lugar natural en un refugio escondido al que Blancanieves y el cazador llegan guiados por los siete enanos, un jardín encantado -tal vez un punto demasiado digital, es cierto, pero vívido y contundente como todos los escenarios de la película- donde Blancanieves conecta con el mundo de las hadas, con las fuerzas naturales de la vida. Por eso, el enfrentamiento entre la chica pura de corazón y la reina –la verdadera manzana podrida- adopta proporciones épicas: no es Blancanieves sino que son la bondad y la magia las que necesitan ser salvadas. Y, por momentos, somos los espectadores los que necesitamos ser salvados de tanta seriedad, pero por suerte ahí están los enanos, un puñado de enanos de lujo, para descomprimir un poco.
Blancanieves de nuestros días Como bien corresponde a las súper producciones hollywoodenses contemporáneas, Blancanieves y el cazador (Snow White and the Huntsman, 2012) tiene una propuesta estética atractiva –lo mejor del film-, efectos especiales que imponen un ritmo intenso a las escenas de acción y un guión fallido que, a pesar de basarse en el clásico cuento, no se sostiene dramáticamente. La historia la conocemos todos, aunque hay un par de ideas de “adaptación”: cuando la reina muere, el rey cae en un pozo depresivo del cual huye casándose con Ravenna (Charlize Theron), la reina mala que odiará a Blancanieves por ser más linda que ella. En la misma noche de bodas, la reina mala y despechada, mata al rey y encierra a Blancanieves (Kristen Stewart). El reino cae en la oscuridad, y Ravenna conserva su belleza sustrayéndole la hermosura a cuanta niña del pueblo encuentre. Cuando las jovencitas lindas entran en extinción, sólo Blancanieves podrá devolverle la preciosidad, pero la princesa escapa al bosque y se encuentra con su aliado cazador (Chris Hemsworth). Desde allí unirán fuerzas para recuperar el trono en una épica batalla. Si pensamos en los cánones actuales de las películas consumidas por el público adolescente, veremos que Blancanieves y el cazador cumple con la norma. Pensemos que la historia ambientada en la Edad Media y con la actriz de Crepúsculo (Twilight, 2008) y el actor de Thor (2011), no puede hacer otra cosa que parecerse a El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo (The Lord of the Rings, 2001) por un lado, y a La chica de la capa roja (Red Riding Hood, 2011) por otro. Tratando de captar la magnificencia de la primera y cometiendo todos los errores conceptuales de la segunda, Blancanieves y el cazador queda a mitad de camino. Sin embargo se introducen un par de ideas en esta adaptación que la diferencian del cuento clásico: la idea del amor como defecto (el rey entra en un pozo depresivo cuando muere su mujer, Ravenna es mala por despecho, etc.), la belleza juvenil como única forma de poder -la pelea es por la belleza adolescente, algo ya presente en Espejito, Espejito (Mirror mirror, 2012)- y la figura épica del Mesías en el personaje de Blancanieves. Sin embargo las ideas llevadas por mal camino terminan derruidas bajo una historia que intenta por todos los medios de ser seria. El género fantástico tiene también sus códigos, cualquier justificación increíble (la aparición de un caballo blanco en medio de la nada) termina por socavar la verosimilitud del relato. La película culmina apostando a la espectacularidad de su puesta estética, que sostiene la narración durante la primera hora de proyección, pero cae precipitosamente en la segunda. En definitiva, si no se cuenta con un buen guión, no hay enano del bosque que pueda presentar batalla.
Un inspirado y lúgubre cuento infantil La tendencia de reciclar cuentos clásicos es una apuesta arriesgada y los ejemplos más recientes fueron Alicia en el país de las maravillas, La chica de la capa roja y Epejito, Espejito, ésta última con una versión fastuosa pero poco atrapante. Blancanieves y el cazador marca el debut en la dirección de Rupert Sanders y el resultado es altamente gratificante. En primer lugar, el realizador conserva los elementos originales del cuento infantil pero agrega sus cuotas de fantasía, violencia y magia que lo hacen mucho más sombrío. El film amenaza con convertirse en una nueva trilogía y la historia se desarrolla en un clima de persecuciones constantes cuando el cazador del título (Chris Hemsworth, el actor de Thor) se convierte en el protector de Blancanieves (Kristen Stewart, la joven intérprete de Crepúsculo) mientras escapan del ejército de la Reina diabólica que la quiere ver muerta. Esta impactante aventura sobre la ambición, el poder y la traición incluye castillos, un bosque (realmente) tenebroso habitado por extrañas criaturas y, como no podía ser de otra manera, suma la troupe de enanos que viven en el bosque. Estos pequeños seres, impulsados por magníficos actores como Bob Hoskins, Ray Winstone, Nick Frost, Eddie Marsan, Toby Jones, Johnny Harris y Brian Gleeson, luchan a brazo partido para defender a la heroína y terminar así con el reinado de terror. Para que una película de estas características funcione se necesitan buenos personajes pero también un buen villano. En ese sentido, la actuación de Charlize Theron (que no tiene problema en "afearse" como en Monster) en el rol de la bruja Ravenna es excelente, cargada de matices, y a ella se agrega un hermano diabólico (Sam Spruell) que tampoco se queda atrás. Un placer encontrarse con el mejor espíritu de la aventura que alcanza en esta superproducción una lograda inspiración visual (por momentos similar a la de Burton) y da rienda suelta a las andanzas de caballeros, princesas y guerreros con espada en mano.
Una versión del cuento de hadas llena de acción Nuestar los cuentos de hadas clásicos para transformar lo conocido, visto y repetido en otra cosa está de moda en Hollywood. Si los cómics aportan una fuente de material rico para construir películas dirigidas a un público mayoritariamente adolescente y masculino, la adaptación de cuentos de hadas popularizados y eternizados por Disney parece ser un guiño para el público femenino. Ese al que con darle un título, Blancanieves y el cazador, ya sabe de qué va la cuestión y sólo le queda acercarse al cine para ver en qué cambió la historia que ya conoce. No mucho. Blancanieves sigue siendo la niña más linda y buena del reino, huérfana de madre primero y muy pronto de padre también, cortesía de su madrastra, Ravenna, una belleza tan impresionante como malvada. Claro que interpretada con apropiada grandilocuencia por Charlize Theron esta villana tiene razones para utilizar la magia más oscura en pos de permanecer siempre hermosa. Abusada justamente por su aspecto físico y luego descartada, la atormentada Ravenna está decidida a mantenerse siempre joven y hermosa para sostener su poder. Y la única que puede arrebatárselo es la princesa que tiene encerrada en la torre. Un personaje al que Kristen Stewart le aporta una intensidad que la película derrocha por todos los costados. De hecho, en su intento de transformar el cuento de hadas en una fantasía de acción, más cerca de El señor de los anillos que de los dibujos de Disney, el film no consigue despegar. Con un diseño de producción, vestuario y efectos especiales impactantes, el desarrollo insinúa maravillas que no se concretan. Y por cada innovación, el relato visita los puntos más conocidos de la historia: allí está el espejito, espejito que revela quién es la más bella del reino aunque ahora se parezca más a un oráculo con forma humana que a un reflejo, la manzana envenenada, los siete enanos, el príncipe y el cazador. O el primer arrepentido del mundo de los cuentos de hadas que aquí es un veterano de guerra, borracho y traumatizado que hará de guía y general del ejército de Blancanieves. El papel con tanto despliegue físico como emocional es interpretado por Chris Hemsworth, un actor con más recursos de los que su trabajo como Thor había insinuado, a tal punto que logra robarles protagonismo a las eficaces Stewart y Theron.
El mal como espejo deformado del bien Por el modo en que le pone freno a todos y cada uno de los peores vicios del Hollywood actual, esta sorpresiva versión del clásico relato infantil reactualiza lo mejor del cine clásico, poniendo los cuentos de hadas a la luz del cine fantástico. Esta sí que es una sorpresa. Uno espera encontrarse con la vacuidad estándar de las superproducciones de Hollywood, la pereza creativa de todas las semanas, la falta de riesgo, el show de efectos, efectitos y efectismos, y en lugar de eso se topa con una flor de película, que recupera, relee y reactualiza lo mejor del cine clásico, poniendo los cuentos de hadas a la luz del cine fantástico y de aventuras, retomando la crueldad y oscuridad originales y haciendo todo eso con nervio, tensión, sentido del ritmo, dominio del medio, exuberancia y emoción. ¿De dónde salió este Rupert Sanders, héroe primordial de este gran triunfo ético y estético, a quien nadie conocía y de quien aún hoy, con Blanca Nieves y el cazador en los cines de todo el mundo, es bien difícil conseguir información, por mucho que se navegue? Una miniinvestigación a las apuradas permite sacar en limpio que el tipo es inglés, andará por los treinta y pico y tiene por único antecedente algunos comerciales y cuatro cortos. Con antecedentes o sin ellos, Mr. Sanders acaba de filmar una de las mejores películas que haya dado la industria en vaya a saber cuánto tiempo (excluimos del listado a los “grandes autores”). Una de las mejores y de las más importantes, por el modo en que le pone freno a todos y cada uno de los peores vicios del Hollywood actual. El primer mérito es del guión, que aborda el cuento sin una agenda previa. Lo que parece haber animado a la tríada integrada por Evan Daugherty, John Lee Hancock (que combina antecedentes tan buenos como Un mundo perfecto y Medianoche en el jardín del bien y del mal con otros tan malos como The Alamo y Un sueño posible) y el iraní Hossein Amini (guionista de Drive, otra de las grandes películas del año) no es la fidelidad, la parodia, el clasicismo o la posmodernidad, sino la simple libertad de hacer con la historia de los Grimm lo que mejor le venga a la película. Que funciona, así, de modo autónomo, con la “Blancanieves” de los Grimm como fuente de inspiración. La base está: el buen rey viudo se casa en segundas nupcias con una reina mala, que lo asesina, usurpa el trono y encarcela a su hija, Blanca Nieves (Kristen Stewart, perfecta). A quien, llegada a la adolescencia, ordenará asesinar, cuestión de que no le haga sombra con su belleza. A partir de ese momento y con la aparición del cazador, el guión profundiza sus libertades. La mayor de las cuales es convertir a la víctima propiciatoria en una guerrera de lanza y armadura, más próxima a Juana de Arco que al frágil corderito del original. Tanto como la película entera parece heredar más de Game of Thrones que de todas las versiones previas de “Blancanieves”. Además de darle una absoluta contemporaneidad a su obsesión por la juventud y la belleza, tal vez sea ésta la primera vez en casi doscientos años en que, sin dejar de ser una verdadera bruja, a la reina (Charlize Theron) no sólo se le dan razones para serlo, sino, mejor aún, un pasado que remeda al de la mismísima Blanca Nieves. El mal como espejo deformado del bien. Y vaya si en esta historia el espejo tiene un rol protagónico. Algo semejante puede decirse sobre el personaje del cazador (hosco, noble y bruto, Chris Hemsworth parece un John Wayne extrapolado), dueño de una historia trágica que también le da sentido, y de los enanos, que además de remedar a minihooligans (y de ser un seleccionado de grandes secundarios británicos, desde Bob Hoskins hasta Ray Winstone, pasando por Ian McShane, Toby Jones y Nick Frost), cumplen ahora una función mucho más decisiva que la de simpáticos comic reliefs. Ajeno a toda parodia, cinismo o cancherismo, Mr. Sanders se toma en serio la historia que tiene entre manos, sin confundir seriedad con solemnidad. No hay sobrepeso ni gravedad en Blanca Nieves y el cazador. Hay una narración que crece tanto como la propia protagonista. Crece y se cohesiona, gracias a un admirable equilibrio entre sentido narrativo e imaginería visual (los guerreros-fantasma del comienzo, el dorado espejo ectoplásmico, las negras metamorfosis de la reina), entre perversidades de palacio (la relación entre Ravenna y su hermano, rubios arios, está a un pasito nomás de la de sus incestuosos equivalentes de Game of Thrones) y escenas de acción. Escenas que el realizador filma –¡Cronos sea loado!– dándole a cada plano la duración necesaria para que pueda entenderse quién espadea con quién, y por qué. A diferencia de nueve y medio de cada diez realizadores à la page, que suponen que para que el público no se aburra, hay que hacerlo a mil por hora. Con la historia armoniosamente trasvasada de Europa central a la Bretaña celta y gaélica, lo único fuera de lugar en Blanca Nieves y el cazador, además de innecesario, es el haber hecho de la heroína una chica tan católica que hasta reza el Padrenuestro. Podría haber sido una Juana de Arco igual, sin necesidad de cruces o rezos.
Dura y despiadada Lejos del cuento original, esta heroína de armas tomar batalla por lo que quiere. Las adaptaciones literarias al cine tienen sus bemoles. Se puede ser fiel al pie de la letra, hasta cierto punto. Coquetear con la trama y mantenerla firme. O, como en el caso de esta Blancanieves y el cazador , utilizar el original como base, darlo vuelta como una media y realizar una película estilísticamente más jugada. Porque Blancanieves aquí no les hace la camita a los enanitos, ni canta con los animales del bosque. Tampoco el beso de un príncipe la rescata de la muerte. No. Esta Blancanieves tiene el alma de Juana de Arco. La reina Ravenna no es morocha, sino Charlize Theron; el cazador no es un mero súbdito del reino sino precisamente un cazador al que la reina le hace creer que si le entrega a Blancanieves muerta, le devolverá en vida a su esposa fallecida. Y el bosque encantado es en verdad tenebroso, los enanitos ya no son mineros sino que se encargan de robar en los caminos. La reina tiene un hermano pérfido. Y Blancanieves también tiene lo suyo. Prisionera en el castillo –difícil que plumeree y cante con los pajaritos-, Blancanieves decide huir cuando advierte que la reina la necesita para perpetuar su físico, volverse inmortal, ya que es maga y consume juventud. Pero la princesa no huye por el bosque, sino que primero se lanza al océano y luego cabalga. Hasta que sí, llega al bosque, se cruza con el cazador y hasta conoce la cueva de los enanos. El espíritu de venganza es lo que anida en el corazón de los personajes femeninos. Si la niñez de Blancanieves no fue buena desde la muerte de su padre (asesinado por su madrastra con una daga), la de la reina tampoco lo ha sido. Y la lucha será despiadada. Queda claro –clarísimo- que no es Blancanieves y el cazador una producción apta para los ojos de los más pequeños, que saldrán alterados, conozcan o no el cuento de los hermanos Grimm. Es un filme para adolescentes, con escenas de acción, magia y una carga dramática potente. Todo el diseño de producción está puesto aquí en aras de la espectacularidad. Los enanos (que no son enanos, allí está Bob Hoskins, por caso, como uno de los siete, y es ciego) parecen tales gracias a efectos similares a los de El Señor de los anillos, y si la verosimilitud se pone en juego, es parte precisamente del convite. Hay un arquero (Sam Claflin), William, hijo de un duque y amigo de la infancia de Blancanieves, para ponerle la cuota de romanticismo al asunto. Tanto él como Kristen Stewart dan el perfil exacto que requiere esta historia, lo mismo que Theron –exacerbada como malvada- y el musculoso Chris Hemsworth (Thor en Los vengadores ) cumpliendo con lo suyo. Como filme de acción, Blancanieves y el cazador entrega lo que se le pide. Pero la opera prima de Rupert Sanders seguramente va a dar mucho que hablar, y no sólo por alguna que otra estocada.
La princesa guerrera y la reina sangrienta Una Blancanieves interpretada por la ex Crepúsculo Kristen Stewart, una bruja, Charlize Theron, intensa y dramáticas y los siete enanitos en una revisión del clásico cuento que está vez no tiene mucho de infantil. Nuevamente el cuento de hadas de Blancanieves llega al cine. Esta vez adaptando un libro que nos muestra otra Blancanieves, enfocada definitivamente hacia un público adolescente y adulto. Espectacular, original en muchos aspectos, impactante en otros, esta película toma decisiones arriesgadas y consigue alcanzar muchas de sus metas. Al mismo tiempo hay que decir que todo el relato está marcado por una tensión entre las grandes ambiciones de la historia, y las concesiones que hace para no pasarse del todo al lado oscuro del relato. Para empezar hay que decir que la malvada reina, interpretada de forma excepcional por Charlize Theron, es un personaje complejo, intenso y dramático a punto tal que merecía una película para ella sola. Y me pregunto por qué no lo hicieron, ya que hubieran logrado algo verdaderamente interesante. Lastimada por su pasado, enojada con los hombres y temerosa de la vejez, la reina ha enloquecido y es mucho más que una villana, es la conciencia de que el mundo es cruel con las mujeres, en todo sentido. Hasta una relación casi incestuosa con su hermano tiene esta reina, asesina del padre de Blancanieves y esclava y dueña del famoso espejo mágico. ¿Cómo logra Blancanieves meterse en la historia? Con ayuda del guión y del director, sin duda, porque la sacan a la reina del medio y se meten al bosque negro con la joven, donde conocerá a los enanos que serán sus guardianes y sus leales guerreros. Una nota interesante: los enanos están interpretados por famosos actores británicos (Bob Hoskins, Nick Frost, Eddie Marsan, Ray Winstone, Ian McShane…) que efectos especiales mediante, pasan por enanos. Tal vez suene políticamente incorrecto, pero el resultado es asombrosamente efectivo. Pero llegamos a Blancanieves, que al estar interpretada por Kristen Stewart esto nos lleva a pensar directamente en Crepúsculo. Pero no es sólo eso. Mientras que hay un fuerte contenido sexual en la reina, en Blancanieves el sexo se reduce a nada, excepto a dos besos. Y como en la famosa saga protagonizada por Stewart, son dos los candidatos que giran alrededor de ella. Por un lado William, su amigo de la infancia, y por el otro lado el cazador viudo interpretado por Chris Hemsworth, quien al estar en el título el espectador ya va predispuesto a que tenga más chances. No es lo mejor de la película. Con apuestas fuertes pero con debilidades de mercado, esta Blancanieves no apta para niños es un espectáculo que vale realmente la pena, aun cuando no profundice tanto como quisiéramos.
La señora de los anillos Por su naturaleza misma, los cuentos de hadas fueron hechos para ser repetidos. La versión más vieja que conocemos es la que escribieron los hermanos Grimm, pero esa tampoco era la fuente. La historia de Blancanieves se había repetido durante generaciones de forma oral y se siguió repitiendo durante muchas generaciones más. Hoy, en una sociedad ya alejada del arte verdaderamente popular, pensamos en Blancanieves y pensamos en los Grimm, que al parecer le dieron su forma definitiva, así como cuando pensamos en cine pensamos en la Blancanieves de Disney, que al parecer le dio forma cinematográfica a aquel relato. Pero esta historia va mucho más allá. El 2012 dio a las carteleras de cine argentinas dos nuevas versiones de Blancanieves: Espejito, espejito se estrenó hace un tiempo, ahora llega Blancanieves y el cazador. Dos versiones diferentes de lo mismo, que vienen a demostrar que todavía hay tela para cortar en esta historia. Blancanieves y el cazador intenta recuperar los costados más oscuros y violentos de Blancanieves, con un enfoque que, en cierta forma, parece acercarse más al relato tradicional que a la versión Disney. Pero eso no quiere decir que el legado Disney haya sido dejado de lado. Por el contrario, Blancanieves y el cazador pone en evidencia, en diferentes momentos, su deuda con aquel clásico de la animación, al incorporar elementos que fueron creación exclusiva de aquella versión, como los pajaritos amables y el vestido de hombreras sobredesarrolladas que ya pasó a ser casi una marca registrada. Pero a la vez que deja en claro el homenaje, actualiza su contenido: Blancanieves (Kristen Stewart) tiene puesto el vestidito con hombreras, pero por debajo trae unos pantalones bien ajustados. Para seguir viva, la historia se adapta también a los tiempos que corren. Como suele pasar en las versiones de Blancanieves, el personaje que se termina robando la película es el de la madrastra/bruja malvada. Interpretada por Charlize Theron, la bruja no solo es la más bella del reino, también es verdaderamente perversa, viscosa, y fluctúa entre la juventud y la ancianidad con una fluidez mágica. El mayor problema de Blancanieves y el cazador probablemente sea Blancanieves: Kristen Stewart. Acostumbrada ya a los relatos mítico/románticos, Stewart tiene serios problemas para convencernos con sus ojos de una amplia gama de emociones. Sin embargo, el relato cargado de aventuras se lleva todo por delante y deja varios problemas por detrás. Así es como descubrimos, de paso, que Chris Hemsworth sí podía actuar. Y nos topamos con un lindo regimiento de enanos. Más allá del feísmo de algunos diseños digitales (como esas hadas espantosas y asexuadas), de algunos problemas narrativos (sobre todo al principio y al final), Blancanieves y el cazador nos sabe arrastrar con su relato, incluso cuando podemos suponer cada vuelta que se acerca. El peligro y la maravilla campean en esta película y nosotros le creemos porque ella cree en lo que está contando. Sin los elementos cancheros de metadiscurso que parecen un requisito en los tiempos posmodernos, Blancanieves... nos lleva adelante por montañas y bosques (muy al estilo de El señor de los anillos) hasta llegar a una versión casi Juana de Arco del cuento de hadas, con una protagonista fuerte, amores cruzados y bastante magia.
Este 2012 será recordado por el regreso por partida doble de Blancanieves al cine. Hace unos meses, fue estrenada Espejito, Espejito, dirigida por Tarsem Singh, con Julia Roberts en el rol de la bruja. Un film ligero, colorido (el director indio la tiene muy clara con el aspecto visual), orientado a toda la familia...
El cine valiente El póster auguraba lo peor: Blancanieves vestida con un traje de combate, una espada y un escudo. Parecía el colmo de la carencia de ideas del Hollywood actual, poner a un personaje clásico -de marcada pureza e inocencia- con armas guerreras. Algo hacía creer que todo estaba destinado al pastiche. Pero funciona...
Vistosa Blancanieves para adolescentes De un modo similar a la Caperucita Roja que el año pasado se enfrentó al hombre lobo, ahora es la historia infantil de Blancanieves la que recibe un tratamiento para adolescentes con todos los elementos del cuento original, pero dados vuelta para seducir a ese otro tipo de público. Kristen Stewart, la heroína de la saga de Crepúsculo y el superhéroe Thor (Chris Hemsworth) unen fuerzas para dar vida a esta fantasía heroica bastante original y llena de imágenes fantásticas alucinantes, además de dos o tres momentos de batallas épicas que en realidad no tienen mucho que ver con el asunto principal. Como en el cuento, hay una bruja malvada que se pasa la vida frente al espejo preguntando quién es la más bonita (Charlize Theron, sin duda, luce tan linda como mala) y luego, como no podía ser de otro modo, también están los siete enanos, ya que sin ellos la gente saldría del cine pidiendo que le devuelvan la plata de la entrada. Hay que aclarar que los enanos no solo son parte inseparable del relato de Blancanieves, sino que en este caso, además, aportan muy buenas actuaciones de reparto, empezando por la de Bob Hoskins, y animan la acción cuando la película empieza a ponerse demasiado lenta, ya que el ritmo no parece ser la gran cualidad del director publicitario Rupert Sanders. La película es demasiado descriptiva, tomándose todo el tiempo para plasmar el bosque siniestro adonde escapa la heroína, o el santuario de las hadas lleno de lisérgicos hongos con ojos, y la acción, bastante limitada de por sí por la trama minimalista, avanza poco en medio de tantas maravillas visuales. Al final, metida en una armadura al mejor estilo Juana de Arco, esta Blancanieves parece surgida de un film de acción, pero lo cierto es que entre la mescolanza y el divague éste es un producto más raro que realmente eficaz.
Un loco, loco, loco mundo En algún momento algo raro pasó en el mundo, los cuentos infantiles se dotaron de oscuridad y las leyendas terroríficas como los vampiros y los hombres lobo se transformaron en historias de amor dotadas de sensiblería adolescente. Blancanieves y el Cazador resume en su historia ambas corrientes. En este loco mundo hay una reina que desea tener una hija tan blanca como la nieve, con labios tan rojos como la sangre y cabello negro como el ébano. El resultado de este pedido es una niñita colorada y pecosa. Obviamente esta niña es llamada Blancanieves a pesar de las distancias. Blancanieves se convertirá en toda una guerrera y la pelicula se irá yendo más para el lado de El Señor de los Anillos que para la fábula. Este toque épico le sienta muy bien a la historia, sin embargo, las coreografías en las peleas le restan bastantes puntos. En el mundo de Blancanieves hay Trolls, Hadas, Enanos (obviamente), un Cazador (uno de los personajes originales del cuento de los Grimm) y el hijo de un duque, entre estos dos últimos y ella, obviamente hay un triángulo amoroso al que cuesta seguirle el hilo y eso sobre todo tiene que ver con que a Kristen Stewart es necesario subtitularle la cara. Sé que a los fanáticos de la saga Crepúsculo no les agradará este comentario pero sólo tiene 5 gestos y los dosifica a lo largo de toda la película azarosamente como si fuese la versión moderna del experimento Kuleshov. Algo que resulta muy bien logrado es la moraleja sobre la belleza interior ya que en ningún plano de la película Kristen Stewart es más bella que Charlize Theron, que por cierto en esta película demuestra su creciente flexibilidad y solidez en la actuación robándose el film a mano armada. Lo mejor de la película es sin dudas la estética y el manejo de cámara que realiza Sanders. La atmósfera y la correcta elección de encuadres y movimientos dotan de expresión a ese mundo que la trama a veces abandona. Blancanieves y el Cazador es una película entretenida que pudiera haber sido mucho más si la clasificación hubiese sido R en vez de PG-13, no por capricho mio sino porque en más de una escena la película requiere salir de esa oscuridad acartonada que se plantea. La perlita: Presten atención en cómo de una secuencia a otra el color de los ojos de Blancanieves cambia como si fuera un hipocampo climático de esos que te venden en Mar del Plata, ¿Será este un super poder a desarrollar en una próxima entrega?
Una madrastra para recordar La leyenda de Blancanieves es una de las clásicas narraciones de los hermanos Grimm. Algunos hablan de que era un cuento secular de narración oral, otros dicen que alude a la existencia real de una jovencita del castillo de Lohr, que existió una madrastra y varias desgracias y otros aluden a otra protagonista del siglo XVI, de características similares. El caso es que tenemos otra Blancanieves cinematográfica y van. Su director Rupert Sanders, venido del cine publicitario, con sus diferentes guionistas, rescata la vertiente pesadillesca de la historia. Todo es muy negro y bello. Aclaración: ésta no es una historia para niños. Una madrastra más que mala, mezcla de la Elizabeth Bathory ("La condesa sangrienta") y Popea, la mujer de Nerón, que se bañaba en leche para conservar la belleza. Un padre asesinado por la bella madrastra y hasta quince años de prisión para la niña Blancanieves, más parecida a Juana de Arco que a una princesita de ensueño. ESPEJO DEFORMANTE Esta versión es tenebrosa y bella, hasta el exquisito espejo que se derrite como un reloj de Dalí, en una increíble escena dorada. Ni los enanos son simpáticos y tienen las caras de conocidos actores como Bob Hoskins, pero en cuerpos diminutos. La pobre madrastra tiene la obsesión de ser joven y como la época carecía de afamados cirujanos plásticos, cualquier corazón de señorita joven (la leyenda le atribuía virtudes rejuvenecedoras) era una delicia culinaria para su sed de juventud. O sea que la buena madrastra era algo así como un vampiro en constante actitud de caza para no envejecer. Odiaba a su hijastra, más por la profecía del "Espejito, espejito", que le aseguraba que la niña era más bella. Todo parecía a favor de la mala, hasta que apareció el cazador. Filme de bellísimo diseño visual, con bosques salidos de la imaginería céltica, poblados de elfos, hadas y enanos, monos blancos, ciervos de majestuosa cornamenta y monstruos de fisonomía arbórea. ¿Qué hubiera pasado si el guión hubiera tenido la altura del diseño visual, o la interpretación de Charlize Theron? Todo hubiera sido maravilloso. DIALOGOS MINIMOS Pero hay cierta simpleza en el narrar, los impresionantes planos generales se contraponen a diálogos mínimos, o a esa falta de química entre Blancanieves y el cazador y hasta el príncipe joven, no hay quien la remedie. Sin embargo, uno se puede sobreponer a ciertas elementalidades ante las mágicas escenas épicas, donde cientos de soldados enfrentan fantasmas oscuros que se deshacen en puntos negros, o esa música hipnótica se alarga por la sala del castillo donde la madrastra dialoga con el espejo de voz cavernosa. La Theron es una bella arpía al más puro estilo expresionista, capaz de susurrar, seductora, para romper los tímpanos en la escena siguiente con sus alaridos impredecibles. Blancanieves está transformada en Juana de Arco, inexpresiva, pero carismática, con ese rostro tan particular de Kristen Stewart ("Crepúsculo"). Efectos especiales maravillosos, un bosque oscuro imposible de describir, pero donde hadas y monstruos se dan la mano. Blancanieves parece buscarse a sí misma y el cazador, muy bien interpretado por Chris Hemsworth, no consigue que la chica lo tenga en cuenta.
Belleza mortal Los cuentos infantiles tal como los conocemos son versiones edulcoradas, aptas para todo público, libres del sadismo y la crueldad que contenían las leyendas originales en las que se basan. Esto se lo debemos a los hermanos Grimm, alemanes que durante el siglo XIX se dedicaron a recolectar historias populares y convertirlas en relatos moralizantes para la familia. El director Rupert Sanders, experimentado en el campo de la publicidad y debutante en el largometraje, toma el riesgo de mostrarnos a una Blancanieves distinta y especialmente a su malvada madrastra, rol en el que se luce la bellísima Charlize Theron. Ambientada en épocas medievales, el filme nos cuenta el cuento de una forma diferente a la conocida. Los acontecimientos transcurren de otra manera, el relato evita apoyarse en la manzana y su efecto narcoléptico como también rehuye a la imagen del príncipe tal como la conocemos. En cambio nos ofrece intrigas, batallas y a una Blancanieves más combativa y desafiante que ayudada por el intrépido cazador se enfrenta a la despiadada bruja. El tono es oscuro y algunas escenas no recomendables para niños. De hecho, y aunque se ofrezca una versión doblada al castellano, el filme está bien calificado para mayores de trece años. Kristen Stewart no ofrece un registro muy diferente al que da en la saga "Crepúsculo". Es una actriz de recursos limitados que hace de su apatía un sello personal, y mal no le va. Como adelantamos, la actuación de Theron paga la película. "La belleza es el comienzo del horror que estamos dispuestos a soportar" decía Godard. En la bruja convive su esplendor físico con la desgracia. El espejo le es esquivo, señala a otra como más la más bella y desata el conflicto central. El relato tiene buen ritmo en general, notables efectos y una destacable dirección artística. Sorprende ver a Bob Hoskins y Tobey Jones como enanos, algo muy bien resuelto y que da a los famosos siete enanitos otra dimensión dentro de la historia. "Blancanieves y el Cazador" toma el riesgo de dotar a un cuento infantil con elementos más propios de la leyenda original, claro que sin exagerar, al fin y al cabo esto es un negocio; es Hollywood, ni más ni menos.
VideoComentario (ver link).
Blanca Nieves y el cazador es una de las producciones más logradas que brindó el cine con este ícono de los cuentos de hadas. El film es interesante porque en este caso el relato fue adaptado dentro del género de aventuras fantásticas que evoca a grandes películas del pasado como Leyenda (Ridley Scott) y Willow (Ron Howard) y al mismo tiempo mantiene los elementos clásicos de la historia e incorpora otros que siempre fueron ignorados. Un ejemplo de esto es el personaje del cazador contratado para asesinar a la protagonista (que formaba parte de la versión original de los hermanos Grimm) y por lo general siempre lo dejaban afuera en Hollywood. La película representa la ópera prima de Rupert Sanders quien opacó por completo la reciente interpretación de Blanca Nieves que pudimos ver en Espejito, espejito. Comparado con esto el film de Julia Roberts parece un piloto fallido de televisión de los años ´90. El trabajo de Sanders se destaca principalmente por la tremenda puesta en escena que crearon para ambientar la historia. Blanca Nieves y el cazador combina a la perfección los paisajes naturales de Inglaterra con un uso medido y equilibrado de los efectos digitales. En este caso las criaturas fantásticas como el troll que aparece en una escena o el reino de las hadas se ven totalmente reales y no te distrae es exceso de efectos especiales mal realizados como ocurre con otros filmes. La película parece haber sido encarada con la premisa de “Blanca Nieves narrada al estilo de Ridley Scott”, un artista que claramente influenció al director Sanders. De hecho, en la gran batalla con la que termina la historia en un momento falta que aparezca Russell Crowe y es Robin Hood 2. Resulta agradable ver a Kristen Stewart interpretar a una heroína en serio con sangre en las venas que es la antítesis de la mormona ultraconservadora Bella Swan, de la saga Crepúsculo, que vive únicamente para ser rescatada por un tipo. Esta Blanca Nieves guerrera tiene una postura menos pasiva ante la vida y eso la diferencia también de otras interpretaciones que se hicieron del personaje en el pasado. Chris Hemsworth hace un trabajo decente con el cazador para el rol que tiene en la historia, pero la verdadera estrella del reparto es Charlize Theron. En parte también porque le tocó el mejor personaje que es el de Ravenna, la reina malvada. Lo atractivo de Ravenna es que Theron no la encaró como una villana acartonada sino que la convirtió en una auténtica psicópata con serios problemas mentales. En este film la reina es una figura trágica y hasta termina por dar lástima pese a todas las cosas terribles que hace. El punto más débil de este estreno pasa por algunas cuestiones del guión. Creo a la historia le faltó trabajo en el campo del humor y el romance. Los enanos están muy desaprovechados y podrían haber servido para descomprimir un poco más el drama como hizo Simon Pegg en Misión Imposible 4. Sobre todo por las figuras de lujo que reunieron como Bob Hoskins, Ray Winstone, Nick Frost y Toby Jones, que podrían haber aportado muchísimo más. En las cuestiones románticas no sé si la idea es hacer una secuela, pero la trama construye un triángulo amoroso que luego queda completamente en el limbo como si no hubiera ocurrido nada. La verdad que no terminé de entender que quisieron hacer con eso. Más allá de estas cuestiones puntuales, en términos generales la película es muy entretenida y no va defraudar a ningún amante fanático de la fantasía.
Con las adaptaciones a la orden del día y la vuelta al centro de la escena de los cuentos infantiles, era solo cuestión de tiempo a que alguien conectara los puntos y desarrollara la idea de las reinterpretaciones de clásicos. Y si bien estas historias de niños pueden ya tener un origen oscuro (Caperucita Roja se muere con su abuela en el original de Charles Perrault), estas nuevas versiones buscan hacer madurar a las obras de los hermanos Grimm para llevarlas a un público más adulto. Si el año pasado hubo un intento fallido de la mano de la pobre Red Riding Hood, es con Snow White and the Huntsman donde se explora el potencial que las segundas lecturas puedan ofrecer cuando están bien trabajadas. Después de todo, y por obvio que resulte, no hay que olvidar que hace menos de dos meses se estrenó otra película completamente diferente aunque basada en la misma historia. Rupert Sanders, director de comerciales al que se le auguró buen futuro, hace su debut cinematográfico con esta adaptación, que construye sus logros a partir de una sorpresiva elusión de ciertos lugares comunes. Si bien hay puntos de contacto con la mencionada La Chica de la Capucha Roja (un villano desquiciado, un "trío" amoroso que asoma), es en sus diferencias donde reside su principal fuerza. Que en un film de sólido anclaje en el público adolescente lo romántico se haga completamente a un lado en pos del desarrollo de la aventura, hoy por hoy parece impensable y sin embargo sucede. Ese enfoque "oscuro" que se promete se encuentra en muchas oportunidades, con pasajes propios del cine de terror o escenas de una inusitada violencia. Por estos detalles es que se descubre el tono justo desde el guión, entre la solemnidad y la corrección de John Lee Hancock (The Blind Side, The Alamo) con la energía y ferocidad de Hossein Amini (Drive). Snow White and the Huntsman ofrece también una muy buena interpretación de la gran Charlize Theron, quien entrega una reina siniestra fuera de sí. Chris Hermsworth por otro lado cumple, más allá de que parezca apoyarse demasiado en su Thor, mientras que Kristen Stewart persiste en un loop actoral que, si bien funcionó particularmente en Adventureland, hace que todos sus papeles se vean similares. A esto hay que sumar la muy buena calidad de efectos especiales, con un paisaje de cuento de hadas incluido, así como las apreciables participaciones de destacados intérpretes de estatura normal como los combativos enanitos. Si bien se hace notorio que esto supone una revitalización de la película, también es justo señalar que por momentos se infantiliza, especialmente con las intervenciones del sabio Muir (Bob Hoskins). Con dos horas de duración que, si bien en su mayoría son fáciles de digerir, acaban por resultar algo estiradas, la primera película de Rupert Sanders supone otra verdadera sorpresa en este 2012 plagado de tanques que superan las expectativas.
Cuando vi los avances me imaginé que iban a inspirarse en lo que se cree que era la denuncia original del cuento: La Reina era en realidad una duquesa que secuestraba a las jóvenes de sus tierras y se creía que tomaba su sangre para ser joven para siempre. Mientras la simbología de la manzana siempre está relacionada con el tema de haber sido expulsados del paraíso, también están los enanos como denuncia del trabajo de los niños en las minas. Me imaginaba un reino devastado por el hambre, por la codicia y la autoridad de una mujer que usaba chicos y mujeres para que todo lo bueno se extinguiera. La película, desgraciadamente, se quedó a mitad de todo posible planteo. Esta es la historia del deseo de una madre que se convirtió en su hija y cómo perdieron el Reino por unas muy malas decisiones del Rey y la astucia de una bruja. Mientras en el cliché bien usado de la torre está presa su única rival, las otras chicas van secándose frente a Ravenna (una monumental Charlize Theron). Pero, claro, algo parecido al cuento tenían que conservar y para entrar a ese Bosque Tenebroso necesitaban al cazador. La fotografía, vestuario y efectos visuales son impresionantes, pero no llegan a cubrir las falencias del guión. De hecho, tiene tantas cosas tan robadas de tantas otras películas que creo que se hacen más notorias por el hecho de que la historia se cae a pedazos desde el momento uno. Todo el peso actoral cae sobre la gran Charlize, dejando muy poco en manos de Stewart y Hemsworth. Mientras ella es tan linda como inexpresiva hace que el tiempo agonice en pantalla, él es muy fachero también pero su falso acento, la idea de hacerlo narrador, son realmente poco funcionales al relato. Sala llena de nuevo, pero con gente que no hacía más que mirar los relojes. Y no es para menos: 50 minutos hasta que aparezca el protagonista masculino y ya habíamos visto como 150 transformaciones de la Reina. Ni hablar del cambio de ella que pasa a ver un Ciervo mágico y de meterse en el bosque de Alicia a ponerse una armadura y liderar un ejército sin supuesto entrenamiento previo…la verdad, no sé qué tenía esa manzana. Una adaptación que no quiso ser tal cual, no se animó a ser la original, le faltó desarrollo para ser una interesante…mucha forma y poco contenido.
Espejito espejito, se ve más oscurito. En épocas de un revisionismo histórico literario una nueva versión del clásico cuento de nuestra infancia Blancanieves llega a las salas porteñas de la mano de un director debutante como lo es Ruper Sanders. El tono del film es totalmente diferente a las anteriores versiones que hayamos visto y tal vez en ello resida su principal acierto: en apostar a una mirada oscura, épica y con un enfoque del relato que hace énfasis en otro aspecto de la historia. Blancanieves nace en el marco de una feliz familia monárquica, dueña de una belleza límpida e innegable es la niña adorada del reino. Pero la felicidad, como en los buenos cuentos, no es eterna y pronto su madre morirá sumergiendo al rey en una terrible depresión. Oportunamente rescata a una bella mujer: Ravenna (Charlize Theron) prisionera de un ejercito oscuro, se enamora perdidamente de ella y la desposa. Los verdaderos sentimientos de venganza y odio de la nueva reina aflorarán en el lecho nupcial donde le da muerte a su consorte, apoderándose del reino y exiliando en una torre a la huérfana princesa. Los años pasarán siempre marcados por la obsesión por lograr la belleza total de parte de la reina (la escena del baño de leche es memorable y esteticamente impecable). La fuga de Blancanieves (Kristen Stewart) de su presidio la llevará a la Reina Malvada a contratar los servicios de un cazador para recuperarla (Chris Hemsworth). Pero algo saldrá mal y el joven terminará emprendiendo con la adolescente un comienzo de rebelión contra el poder tiránico ayudado por los siete enanitos del bosque (Johnny Harris, Toby Jones, Ray Winstone, Eddie Marsan, Nick Frost, Brian Gleeson e Ian McShane) en una versión mas oscura que la que estamos acostumbrados. La puesta en escena del film es grandiosa y parte del encanto reside en la bellísima Reina Malvada que Theron (quien se roba la película y nos hace casi querer a la Reina Ravenna) sino también por la colaboración de la diseñadora de vestuario Collen Atwood quien fuera la mano derecha de Tim Burton en films como Gran Pez, Alicia en el país de las maravillas y Sweeney Todd. Un excelente film para compartir y ver como en materia de cuentos de princesas no todo esta inventado y que en ciertas ocasiones este cuento no ha terminado. @Cariolita
Bella, Thor y Siete Británicos Encogidos ¿Vieron alguna vez los programas de “variedades” estadounidenses tipo Saturday Night Live o El Show de David Letterman? A veces, los mismos incluyen sketchs satíricos donde inventan falsos trailers que parodian a los grandes tanques de Hollywood. Una de las burlas más representadas son las películas collage. ¿De que se tratan? Son aquellas obras que mezclan todas las fórmulas exitosas de los tanques de los últimos años en una sola película. Cuando se hacen estos trailers – collage con fines humorísticos, el resultado es genial Sin embargo, cuando se lo lleva realmente a un producto serio, con el fin de estrenarse en salas comerciales y generar verdaderas ganancias, los resultados suelen ser decepcionantes. Especialmente porque queda demasiada evidenciada la motivación de crear un producto redituable y no una obra artística. El lucro es lo más importante en la industria. Blancanieves y el Cazador no es mala idea y tampoco es la peor exposición de un collage de fórmulas y tendencias en una sola película. Pero cuando se empieza a reflexionar sobre ella, la conclusión es otra. Lo primero que llama la atención es la elección de los protagonistas, la historia y la estética. Tenemos el clásico cuento de los hermanos Grimm llevado a un determinado tiempo medieval, pero un indeterminado sitio geográfico. Se supone que es Europa. Las cruzadas, los arqueros, los grandes castillos feudales, la peste negra… Una hechicera rencorosa llamada Ravenna (¿una cuerva se podria denominar?) toma el poder del castillo del rey y encierra a la joven princesa Blancanieves en una torre. Al mejor estilo Femme Nikita, Blancanieves se escapa siendo ya adolescente y se trata de ocultar en el bosque. El hermano de la reina, manda a un cazador viudo y borracho a buscarla para capturarla, así Ravenna sigue siendo joven y bella por siempre. Teniendo en cuenta que Kristen Stewart y su lacónico rostro interpretan a Blancanieves, no asombra demasiado que el personaje sea muy parecido al de la saga Crepúsculo. La pobre chica no logra una sola interpretación realmente expresiva desde La Habitación del Pánico. Chris Hemsworth es el encargado de rescatarla, caracterizado física y psicológicamente como Thor. Es una lástima. Se nota que el forzudo carilindo tiene algo de carisma para salirse de su rol, pero lo mal aprovechan. Hasta el encuentro de ambos personajes, el film es divertido y entretenido. La narración en off nos lleva directamente a la fábula original. Queda demasiado evidente la influencia de El Señor de los Anillos y el cine de Ridley Scott (especialmente Cruzada, 1492 y Robin Hood). El tono fantasioso, incluso remite a La Historia Sin Fin, especialmente en el diseño del bosque. Sin embargo, después la mezcla de referencias queda más obvia, forzada e incoherente. Hay giros narrativos que aportan poco y nada a la historia. Los productores (no le echemos la culpa al novel Sanders) le agregan innecesariamente escenas inspiradas en Narnia o Harry Potter y alarga el metraje, provocando cierta monotonía. En consecuencia se cae en lo discursivo, dejando de prestar atención en la visual, que es acaso la mayor contribución creativa de Rupert Sanders. Pero Stewart y Hemsworth no conforman una buena pareja. Les falta química, carisma entre ellos. Uno nunca termina de creer si hay o no, romance entre ellos. En el medio, está además, el novio de la infancia de Blancanieves interpretado por Sam Claflin, tan inexpresivo como Stewart. El resto está en el cuento. Lo más original y verdaderamente increíble es la elección de los “enanos”. Son ocho actores de primera categoría, cuya altura y nacionalidad es promedio. Hoskins, Mc Shane, Marsan, Toby Jones, Winstone, Harris y especialmente Nick Frost, le aportan humor a una obra demasiado dramática y solemne. La banda sonora de James Newton Howard, la fotografía y los efectos aportan carácter épico. Asimismo, los re alentados y el clima frío, ayudan a dar una sensación parecida a un cuento de Alexander Dumas medieval. Pero esta sucesión de intenciones por parte de los productores juega bordeando el ridículo. Los diálogos son mediocres y risibles. El guión sorprende poco, el desarrollo de la historia es previsible. Muchas subtramas no llevan a un encuentro narrativo ¿Pero que se puede esperar? Finalmente, Blancanieves, se debe transformar en una heroína al estilo Juana de Arco para terminar con Ravenna, interpretada por Charlize Theron, por momentos, austera y contenida, pero en otras escenas, completamente eufórica y sobreactuada. Todo el análisis de la psicología del personaje, relacionado con su infancia y sumado al mensaje ecológico/político sobran de la película. ¿Era realmente necesario agregar una crítica al descuido que los malos gobernantes tienen del medio ambiente, y especialmente su relación con el petróleo (Ravenna nada en un espeso líquido negro que parece sangre de cuervo, pero podría interpretarse como petróleo)? No lo sé. Pero cuando se trabaja con tendencias y fórmulas, y no con el alma o la pasión artística, se terminan realizando estas obras demasiada artificiales e hilachadas, montadas como un video clip. Sin terminar de ser aburrida, por suerte, Sanders construye un entretenimiento medianamente agradable para espectadores con pocas pretensiones. Contó con toda la producción a su favor, y la sabe aprovechar. El problema es que una obra más, sin personalidad. Sanders plagia detalles mínimos de otras películas para referirse a esta. Hay una línea correspondiente a Nick Frost en que se admite un poco el carácter lúdico de toda la obra. Sin embargo, sin la presencia del alma o pasión, nos quedamos cortos. Violenta para muy chicos, naif para los más grandes, esta versión del cuento de los Grimm apunta a un público adolescente, mínimamente culto. Entre tanto pastiche, lo que vuelvo a resaltar es el efecto especial de haber achicado en tamaño, a seis ingleses que logran manipular a la protagonista para luchar. Un truco, no muy diferente al de los Hobbits en El Señor de los Anillos. El resto es cuento de hadas…
Blancanieves se pone oscura La nueva adaptación, con Kristen Stewart y Charlize Theron, ofrece una visión más tenebrosa del cuento de los hermanos Grimm. Esta nueva versión de Blancanieves trata de sacarle el máximo provecho a la veta mágica del cuento de los hermanos Grimm. Es realmente fantástica, tenebrosa y oscura, en especial si se la compara con la reciente Espejito, espejito, que viraba decididamente hacia la comedia. Blancanieves y el cazador es una adaptación que se vale de elementos de El señor de los anillos, Harry Potter y Crepúsculo para contar de nuevo el viejo cuento. De la primera, extrae el aliento mitológico celta (así aparecen hadas y un ciervo blanco, por ejemplo); de la segunda, el concepto de magia negra y la nariz aplastada de Voldemort en la reina villana cuando envejece) y de la tercera, el triángulo amoroso entre la princesa, el cazador que la rescata y el amigo de la infancia. Todo lo previsible que puede ser una historia contada mil veces es compensado en esta película por ese instinto fantástico que la guía desde el principio hasta el final. Si el conflicto básico del cuento es la lucha del bien (representado por Blancanieves) contra el mal (representado por la reina usurpadora, llamada Ravenna en alusión a los cuervos -raven en inglés-), aquí la oscuridad tiene mucha más fuerza que la luz. El reino de la tinieblas es realmente tenebroso. La gran virtud de Charlize Theron reside en que cree en el mal que encarna, lo vive intensamente en sus gestos y en su cara, y lo transmite como un aura siniestra. Además de su pasión por la eternidad, la belleza y la juventud, tiene una relación perversa con el hermano que la potencia como personaje. Claro que Ravenna ocupa un tercio de la película, tal vez menos, y todo el resto es rellenado con las peripecias de Blancanieves y el cazador (escoltados por los enanos y otras criaturas). Kirsten Stewart y Chris Hemsworth son atractivos, pasables como protagonistas, y todos los paisajes y lugares que atraviesan son maravillosos, pero es tan lineal y detallista la forma en que se los muestra que durante largos tramos la magia se vuelve sólo ilusión escenográfica con dos personas bellas perdidas en un sueño.
Una historia ambientada en la edad media, con un ritmo intenso, llena de efectos especiales muy atractivos, con un personaje de Blancanieves diferente al del cuento y orientada a un público adolescente. Antes de comenzar a comentar esta historia, cuando me enteré de esta nueva versión, me detuve a pensar que sucede con “Blancanieves”, un cuento de hadas del siglo XVI, narrada por Giambattista Basile, los hermanos Grimm y muchos otros, cuya versión cinematográfica más conocida fue “Blancanieves y los siete enanitos (1937)”,y que recientemente se estrenaron con esta dos películas referidas a este personaje "Espejito espejito" el estreno en nuestro país fue el reciente 5 de abril protagonizada por Julia Roberts y Lily Collins, dirigidos por Tarsem Singh. En esta oportunidad se le da una vuelta de tuerca al cuento de hadas. En este caso bajo el título “Blancanieves y el cazador”que cuenta con la dirección del debutante Rupert Sanders y como protagonistas: Kristen Stewart, Charlize Theron, Chris Hemsworth y Sam Claflin. Con una introducción en off se mantiene el cuento, cuando la reina muere y el rey se deprime, luego cae en la adaptación, el Rey en una de sus batallas conoce a Ravenna (Charlize Theron), impactado por su belleza y soledad, se casa con ella, la misma noche de boda esta lo mata, a Blancanieves la encierra en la Torre Boreal, el reino y el pueblo caen en la oscuridad. La Reina Malvada es ayudada por su hermano Finn (Sam Spruell) y por un circulo enorme que representa el espejo, ellos traen sus secretos que con el correr de la cinta iremos descubriendo, como la reina quiere mantener su belleza y juventud toma a las jovencitas y les sustrae su belleza (de forma diferente pero como si fuera Drácula, y escenas parecida al personaje “Lord Voldemort en Harry Potter") y luego será el turno de Blancanieves (Kristen Stewart) por su gran corazón y ser la más bella del reino. Obviamente esta logra escapar e ingresa al impenetrable Bosque Tenebroso, lleno de criaturas extrañas y misterio, es cuando entra en acción el cazador (Chris Hemsworth- el actor de Thor) contratado por la Reina Malvada. Un viudo que debido a esto se transforma en alcohólico, un gran guerrero que pero pronto se sentirá impactado por la belleza de Blancanieves, y llega el reencuentro con William (Sam Claflin), un amigo de la niñez y junto a otros personajes intentarán reordenar el reino. Un cuento clásico cuya historia se transforma en gótica, mantiene algunas cosas como: la manzana encantada, el espejo y otros elementos clásicos, ahora hay batallas gigantescas, motines, la lucha por la vida, varios personajes : el caballo blanco, flores, aves, entre otras criaturas, tiene elementos como los tuvo “Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario”, “Robin Hood”, “Juana de Arco”, “El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, 2001”, entre otras. Un cuento que nos habla sobre la envidia, la maldad, la belleza y la apariencia física. Aparecen los siete enanos (Bob Hoskins, Ray Winstone, Nick Frost, Eddie Marsan, Toby Jones, Johnny Harris y Brian Gleeson), con una corta participación, muy buena interpretación de Charlize Theron su personalidad fuerte y segura, Kristen Stewart cuya actuación es sencilla, no abandona el jadeo, pero a la hora de salir en pantalla se ve hermosa, con sus ojos verdes, un buen rostro, bien adolescente y todo envuelto en un relato bien oscuro.
Una carismática hechicera y no mucho más En esta versión cinematográfica de la clásica historia de Blancanieves hay una niña de piel blanca como la nieve y labios rojos como la sangre y una hechicera maléfica que sueña con apoderarse de todo. También hay enanos, un príncipe, un cazador y, además, algunas escenas de guerra medieval y una vuelta de tuerca de la historia de amor que buscan un nuevo rumbo en el clásico relato. Rupert Sanders hizo lo que tenía que hacer para lograr que su primera película sea un éxito de taquilla: contratar a Kristen Stewart. A pesar de su actuación acartonada e insípida, esta muchachita arrastra a miles de adolescentes adoradoras de La Saga Crepúsculo que no dudarán un segundo en fanatizarse con cualquier película que ella protagonice. Para contrarrestar a la niña vampiro, que hace exactamente el mismo papel que en su última película, está Charlize Theron. Ella es la hechicera Ravenna, que se casa con el padre de Blancanieves para matarlo en la noche de bodas y entregar el Reino al ejército de su hermano, acérrimo enemigo del Rey. Charlize, con su belleza impactante (¿no se suponía que Blancanieves era la más hermosa del Reino?), representa a una bruja profundamente herida que buscará venganza a lo largo de todas las vidas que viva y hará uso de la magia negra para mantenerse joven y bella. Las deficiencias del director al intentar profundizar en el pasado de Ravenna y el por qué de su odio hacia el mundo, son compensadas por la excelente actuación de Charlize Theron, que compone una caracterización totalmente realista, escalofriante y hasta conmovedora. Esta reina, sufre, se enferma de odio y también ama. Las escenas dramáticas entre ella y su hermano serán uno de los puntos altos de una película en la que lo bueno resalta bastante entre lo malo. Ravenna está convencida de que ser bella eternamente es lo único que puede salvar a una mujer de la ruina. Pero la magia comienza a flaquear y su verdadera edad aflora en el rostro de la bruja. Para solucionar el temita de su juventud pendular, el espejo le recomienda comerse el corazón de Blancanieves, que se encuentra encerrada en lo más alto de una torre desde la muerte de su padre. Al mejor estilo Prision break, Blancanieves logra escapar antes de ser capturada y ese es el momento en el que entra en juego el cazador (Chris Hemsworth) que, a cambio de la resurrección de su esposa, acepta el desafío de cazar a Blancanieves. Pero, como todo el resto de los seres vivientes del Reino, él queda encantado con ella y no puede entregarla (vale aclarar que la princesa establece una relación mística con todo lo que mira: hombres, pájaros, árboles y hasta trolls incluidos, aunque nosotros no le creamos ni una de sus lágrimas). Con elementos que nos recuerdan bastante a El señor de los anillos (y, por momentos, a Avatar) el film se transforma en ese punto en una aventura épica en la que Blancanieves, cortejada por el príncipe y el cazador, intenta reconquistar el reino de su padre. Esa princesa con armadura, cabalgando un caballo al frente de un ejército de quinientos hombres es, tal vez, el elemento más novedoso de esta adaptación. Los efectos especiales que dan vida a la magia y las batallas terminan siendo el gancho que mantienen al espectador atrapado y lo conducen hasta un final sutil que da un (pequeño) paso al costado de la escena pomposa que todos esperaríamos de una película del género.
Anexo de crítica: -Ignoto para la mayoría pero audaz en su propuesta que escapa de manera rotunda del cliché y el estándar de la mediocridad Hollywoodense, Rupert Sanders despoja a la historia rosa de Blancanieves para sumirla en lo que podría definirse como un anti cuento de hadas bajo una impronta de oscuridad y espesura dramática, sin perder las riendas de un relato que tiene todos los condimentos para la aventura, la épica y la gran interpretación de la sudafricana Charlize Theron que con su sola presencia y sensualidad perversa encarna a una de las mejores villanas de la historia del cine y deja a Blancanieves reducida a cenizas pese a los loables esfuerzos de la insípida Kristen Stewart.-
En el nombre de la venganza La malvada reina Ravenna ordena al Cazador que atrape a la fugitiva Blancanieves; quiere eliminarla para nutrirse de su juventud y para que nadie sea más hermosa que ella en el reino. Pero la joven se empeña en formar un ejército para disputarle el poder a la feroz monarca. La reina Ravenna es despiadada, fría y cruel; tiene una historia personal que la ha convertido en un monstruo, celosa de su belleza y de su juventud. Pero en realidad, lo que la desvela es conservar el poder que ejerce sin límites; cuando se siente amenazada, intenta defenderse y, de paso, alcanzar la inmortalidad aunque en ese empeño deba asesinar cruelmente a la joven Blancanieves, cautiva en el castillo real. Sobre este original enfoque de la conocida historia trabaja el director Rupert Sanders, y consigue elaborar una narración interesante aunque todos sabemos cómo viene la historia. Otro de los aciertos del realizador es la estética oscura y amenazante que adopta para todo el filme, que claramente está orientado a seducir a la platea de jóvenes y adolescentes. Sanders se desplaza entonces sobre un camino que abrió la saga de "El señor de los anillos" y que ya ha demostrado tener un fuerte magnetismo sobre ese público entusiasta y numeroso. La trama presta especial atención al personaje del Cazador, y lo muestra como un guerrero devastado por la muerte de su esposa, que desoye la orden de la Reina de eliminar a Blancanieves y que, por el contrario, se pone al frente de las tropas que recluta la legítima heredera del trono para recuperar el mando en el reino. En el medio están los artilugios mágicos que intenta la Reina para cumplir sus propósitos y la aparición de los siete enanos (otra vez, más cerca de los fabulosos seres presentados en la saga de Peter Jackson que de los encantadores mineros que Walt Disney ideó para su legendario dibujo animado). Estos pequeños habitantes del bosque se unen también a las fuerzas leales a Blancanieves para intentar el asalto final sobre el castillo dominado por Ravenna. La película está resuelta en un magnífico nivel visual y tanto la ambientación como las escenas de acción (batallas, duelos y persecuciones) resultan atrapantes. El director también acertó en la elección de los actores para encarnar a los personajes centrales, aunque puede criticarse una marcación excesiva en ciertos pasajes. La presencia de Kristen Stewart (heroína de la saga de "Crepúsculo") y de Chris Hemsworth (el semidiós Thor de los cómics de Marvel) asegura la concurrencia a las boleterías de todo un sector del público juvenil. Lo más atractivo resulta la versión del cuento, deliberadamente dirigida a los jóvenes y a los adolescentes y poco conveniente para los más chicos. La mezcla de magia, acción, violencia, pasiones desatadas y escenarios fabulosos produce un resultado entretenido y de muy buena factura técnica.
Es un cuento de hadas. Y no lo es. Es un cuento de hadas porque allí están el bosque encantado, con su princesa cautiva en una torre del castillo, el bosque encantado, el caballero que la rescata de su destino, la bruja malvada. Y no lo es porque el caballero no es lo que debería, la bruja no solamente es malvada, sino además vengativa y muy cruel. Y está Blancanieves, pero, bueno, ya se verá qué pasa después de que muerda la manzana envenenada. Y también está el cazador que tendrá un rol central en esta adaptación del cuento de los hermanos Grimm que como otros personajes no aparece en el original. Varios de estos elementos suman interés y amplian al perfil de la platea. El director Rupert Sanders parece decir que la inocencia en estado puro ya no es parte de este mundo, el de los espectadores que dos siglos después de su versión original podrán disfrutar de “Blancanieves y el cazador”. Con excepción de un uso excesivo de los efectos especiales y de escenas digitales, así como de un enfoque algo arquetípico de los héroes, el acierto del filme es que doscientos años después, aquella niña hoy tiene algunas cosas más que decir y hacer además de esperar que la rescaten mientras canta con los pajaritos en el bosque.
Tan blanca y remozada como aburrida Erase una vez, una Blancanieves remozada. Con fantasías de asidero más o menos histórico, reminiscencias a personajes puntuales ?Juana de Arco?, un cazador/leñador superhéroe, y enanos mineros desempleados. Blancanieves y el cazador encuentra una de sus matrices de argumento en el diálogo femenino entre la madrastra malvada, reina despótica ?cortesía de Charlize Theron, bellísima, caricaturesca?, y una Blancanieves de cara lánguida y piernas siempre cubiertas. A propósito y a la hora de la verdad, ¿qué espejo descerebrado podría preferir a Kristen Stewart antes que a la Theron? Es que en el principio todo era armonía. Hasta que llegó el día negro, de un ejército maldito, que engañara al amor del rey tan querido. Traición de serpiente femenina, que habrá de encerrar bajo murallas húmedas la tierna "belleza" de Blancanieves. (Ah... Recordar mismas situaciones pero en películas Hammer; concretamente: el destino perverso que sufre el escote desbordado de la progenitora de La maldición del hombre lobo, 1961. En fin, de vuelta a Blancanieves...). A la espera de un clavo torcido que la ayude en la huida, Blancanieves reza el Padre Nuestro. Sí, el Padre Nuestro. Luego, el devenir de una persecución que habrá de arrastrar con un manto de desgracias a quienes sin querer Blancanieves conozca. Pero, se sabe, nada de recompensas sin nada de tristezas. El cazador (Chris Hemsworth), ha cambiado el martillo de Thor por un hacha igualmente diestra. Se sabe, y no es esto revelación alguna, que no habrá de cumplir con su cometido, encandilado como se encuentra ante ella, tan parecida a su esposa perdida. ¡El ciclo de lo siempre mismo! Pero sin filosofía demasiada, sino mucho de teología barata. Si Blancanieves reza el Padre Nuestro, no sorprenderá verla en un paraíso extraterreno ?mundo Disney, de verdes fosforescentes y conejitos?, donde caminará sobre el agua al encuentro del "gran Ciervo" o algo así, salido como parece de un relato de Narnia (por si las referencias cristianas no eran suficientes). El séquito de apóstoles enanos acompaña la promesa de la luz venidera, con la posterior muerte y resurrección anunciada. Sí, la Hija del Padre. Y con gesta final à la Juana de Arco. Y va de nuevo: entre el rostro pálido en armadura de Blancanieves y el sudor sexual que desprende la reina, ¿quién osaría elegir a la niña de carita de porcelana? Nada mejor que morder la manzana. Y dejarse de embromar con tanto rey o reina de besos para siempre. El artilugio final de cambiar al besador está claro desde el vamos, y en nada altera lo siempre contado. Está bien, es ésta característica de todo mito, de todo cuento de hadas. Pero también, dada la cristiandad del asunto, es mirada de claridad actual, devota de una mística ordenadora.
Otra de Blancanieves, pero aquí no hay lugar para el color, el humor, la gracia, como en la protagonizada por Julia Roberts. Aquí el tono es oscuro, gótico, cercano al terror, con buenos efectos especiales. Una reina no sólo mala sino casi inmortal, transformista y oscura y una Blancanieves nada angelical que cumple su mandato de lucha. El musculoso cazador es el gigantón Chris Hemsworth (sí, el mismo de Thor). Charlize Therón se luce como maldita y Kristen Stewart hará las delicias de sus admiradores. Ideal para chicos sin miedo y preadolescentes que adoran la saga de Crepúsculo.
Una historia sencilla Hay una tendencia actual de correr del lugar típico en los filmes de genero, ya sea fantástico, de aventuras, o acción, a las damiselas en peligro, las que ya no son frágiles, ni ingenuas, naif, o bellas pero tontas. Ello empezando por la constitución del personaje de Evelyn, interpretado por Rachel Weisz en “La momia” (1999), de Stephen Sommers, hasta el de Nikita, interpretado por Anne Parillaud en el film homónimo (1990), de Luc Besson, pasando por el de Mathilda jugado por una jovencísima Natalie Portman en “El perfecto asesino” (1994), del mismo director, entre muchos otros ejemplos de las últimas décadas. Esta relectura actualizada del cuento de hadas de los hermanos Grimm va en ese sentido. Blancanieves (Kristen Stewart) no deja de serlo, pero es otra, es una joven mujer que luchara por recuperar el lugar que le pertenece sin perder la bondad que la caracterizaba en el relato original. Lo que podría aparecer como un catastrófico pastiche, termina siendo un muy buen producto clásico hollywoodense, pero despegado por su resolución a partir de determinados elementos puestos en juego por el director debutante. Así como la historia del personaje en su síntesis, también esta respetado el cuento original en cuanto a que aparecen todos los personajes y elementos del mismo, llámese el rey muerto, la reina Ravena (Charlize Thewron) usurpadora y mala, el espejo, la manzana envenenada, William el “príncipe”, encantador (Sam Claflin), a quienes se agrega en esta versión la figura de un cazador (Cris Hemsworth), el héroe del titulo. Sin olvidarnos de los enanos, toda una selección de actores “gigantes”, en su mayoría ingleses, Bob Hoskins, Ian Mc Shane, Eddie Marsan, Toby Jones, Ray Winstone, Johnny Harris, Nick Frost, Brain Gleeson, y Sam Spruell, que dejan de ser los simpáticos habitantes del bosque para ser desempleados de las minas cerradas del reino, quienes debieron refugiarse en ese espacio forestal para subsistir, posiblemente lo mejor del film en cuanto a presentación, carisma, construcción, desarrollo de los personajes y actuaciones, sin desmerecer al resto del elenco, nótese que son 9 los enanos, digo esto para que no vaya a creer que al final hay un error de continuidad. En cierto sentido y prolongando la estética impuesta en los últimos años, es posible reconocer en esta producción la influencia de otras tantas. En cuanto a los enanos hay mucho de los Hobbits de “El señor de los anillos” (2001), asimismo es reconocible en la construcción y desarrollo del personaje principal la influencia estética de “Juana de Arco” (1999), de Luc Besson, pero con agregados que suman, y mucho, principalmente el diseño de vestuario de esta joven. Es increíble como la “princesa” no va cambiando de vestuario casi a lo largo de todo el filme, sino que esa misma vestimenta se va adaptando a las acciones que determinan la progresión del personaje, para finalizar con una chaqueta y unos pantalones tipo cazadores que le permiten desplazarse por el bosque, antes de ser investida con la armadura, tal cual la nombrada “Juana de Arco”, para la batalla final. En ese mismo sentido aparece, si bien con muchos cambios de vestuario, el diseño de la reina malvada, desde el traje de novia con terminaciones siniestras y anticipatorias, el desmesuradamente sexual desnudo del baño en un liquido blanco y lechoso, pasando por la inmersión en un liquido parecido al petróleo, para terminar en un vestido negro con terminaciones de imitación a los cuervos, más allá de cualquier metáfora u alegoría. Ambas son protagonista y antagonista ya desde el vestuario (y esto no es una referencia futbolística), sino en pos de un discurso que se instala tanto desde el cuento, pero exacerbado en el filme, la importancia de “juventud divino tesoro”, y eterno. ¿Será una crítica oculta al perverso y redituable negocio de las cirugías estéticas? Como también podría leerse a modo demasiado ecologista el deterioro de la tierra, del reino, hasta dejarlo como un desierto incendiado durante el mandato de la malvada. Por favor no vaya a leerse este último párrafo en su versión localista actual, si bien el cine es política esta parte del análisis es más bien universal y naturalista. El relato tiene en su larga duración algunos pequeños baches o mesetas narrativas. Desde su estructura algunas escenas o secuencias parecen innecesarias, o que podría haberse resuelto agregar aquellos pocos aportes que presentan de otra manera con una mayor economía de imágenes. Pero esto no va en detrimento de la realización. El montaje es de esquema tradicional, pero con un ritmo más cercano al fantástico que al de acción, cada plano, cada corte, tiene el tiempo suficiente como para que nada sea confuso. Al mismo tiempo que la dirección de arte, especialmente la fotografía, se desdobla en tanto y en cuanto exterior e interior, la primera más cercana al impacto lumínico liberador de lo bello, la segunda más cercana a lo lúgubre. En el mismo sentido el diseño de sonido, con una banda musical, no sólo las composiciones originales para el filme sino, y sobre todo, la selección de temas conocidos que apoyan y acrecientan los momentos ya sea aportando al clima generado en la imagen como para el clímax de ascendente tensión implicado en los distintos momentos de la historia. Queda relegada la historia de amor. Sólo los espectadores sabemos quien despertó a la princesa con el beso del “verdadero amor”, y esto esta puesto así posiblemente por dos motivos, o más, uno es porque no tiene importancia en este relato, el segundo es que da pie a una segunda parte donde los contrincantes enfrentados por ganarse el corazón de Blancanieves sean el príncipe “encantador” y el cazador, ya que ambos terminan enamorados en esta seguramente primera parte. Un muy buen cuento de hadas, como buena propuesta para adolescentes jóvenes, entre 11 y 16 años, con algunos guiños para los adultos, pero dejando al margen a los más pequeños. (*) Realización de David Lynch, 1999.
Kristen Stewart está muy bien en su papel, aunque la supera Charlize Theron que interpreta brillantemente el personaje de la reina que desborda maldad hasta por los poros. La ambientación, la producción, el vestuario, los efectos especiales, la dirección y la fotografía son muy superiores al guión y son realmente los que hacen que sea placentero ver esta película.Si bien el relato...
TODO CAMBIA ¿Qué cambia primero? ¿La historia contada, el padre que la cuenta o el niño que la escucha? ¿El espectador o el cine? Tal vez la mejor manera de responder esto sea mencionando el caso de BLANCANIEVES & EL CAZADOR (SNOW WHITE & THE HUNTSMAN, 2012), el estreno de la semana que se conformó a partir de esa verdad definitiva: Todo Cambia. Podría decir que dicho cambio empezó con la trilogía EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, cuando los enanos y elfos del cine dejaron de ser inocentes criaturas melódicas del bosque para participar en épicas odiseas y batallas. Fue allí donde asomaron sus narices los productores hollywoodenses, quienes después comenzarían a olfatear entre las estanterías de libros, buscando un aroma a Tolkien en donde sea. Y lo hallaron en “Las Crónicas de Narnia” de C.S. Lewis, en la última novela de “Harry Potter” de J.K. Rowling y, aunque parezca imposible de creer, en “Alicia en el País de las Maravillas” de Lewis Carroll. Con la adaptación de esta última a cargo de Tim Burton en 2010, Universal Pictures recaudó altas cifras de dinero de entradas y le permitió descubrir una formula aparentemente exitosa: tomar un clásico infantil y reinventarlo ¿Por qué? Simple, fuimos nosotros los que cambiamos. Ya no buscamos desesperadamente el “y vivieron felices por siempre”, ya no odiamos por completo a los villanos y no le tememos tanto a la oscuridad. Hemos escuchado la misma historia una y otra vez, y nos aburre. Si no me creen, acuérdense (si es que pueden) de ESPEJITO ESPEJITO (MIRROR MIRROR, 2012), una adaptación mucho más fiel del cuento de los hermanos Grimm, que pasó casi desapercibida por las salas. Déjenle el beso, la boda y los animalitos limpiando la casa para los nenes. Queremos sombras, sangre, duelo de espadas y Charlize Theron bañándose en bolas. Lamentablemente, querer no es tener. Si bien BLANCANIEVES & EL CAZADOR nos prometía todo eso, es poco lo que entrega. El film se adapta al cambio para no morir y para llegar a los nuevos espectadores, pero no cambia del todo. Como resultado queda una insípida versión más oscura del relato, que falla al seguir contando con vestigios del cuento y de la película animada de Disney; sin mencionar los baches y clichés en el guión, y la pésima elección de Kristen “Crepúsculo” Stewart como la protagonista. Había una vez… una malvada Reina (Theron) que, para mantenerse joven eternamente, envía al Cazador (Chris “Thor” Hemsworth) a buscar a la princesa fugitiva Blancanieves (Stewart), la más bella de todo el reino y a quien planea quitarle el corazón. Pero al encontrarla, él decide abandonar su misión y unirse a ella. Con la ayuda de una banda de siete enanos (Bob Hoskins, Brian Gleeson, Nick Frost, Ian McShane, Eddie Marsan, Toby Jones, Ray Winstone) y del príncipe William (Sam Claflin), Blancanieves y el Cazador marcharán a la guerra para intentar derrotar a la Reina, y recuperar el trono que por derecho le pertenece. Cuando BLANCANIEVES & EL CAZADOR más se aleja de BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS (1937), mejor le hace. En algunas escenas (el Bosque Negro, bien al estilo Tim Burton; el espejo cobrando vida; el ataque del Troll u otras criaturas; la siniestra parte de la manzana o de la Reina convertida en cuervos), el film alcanza una oscuridad muy arriesgada y novedosa que le favorece bastante. Pero todo lo que construye se desmorona ni bien se presentan las fallas de esta producción. Hay penosos Momentos Disney (la escena con las hadas; el enano que invita a Blancanieves a bailar; el encuentro entre ella y el Troll), algunos lugares o personajes comunes de la narración (el enano que muere salvándola o el enano sabio) e indudables malas actuaciones (Stewart y Claflin casi siempre y, a veces, Hemsworth) que hacen que, en muchas partes, los 127 minutos avancen muy lentamente. Intenta desprenderse en más de una ocasión, pero BLANCANIEVES & EL CAZADOR está tan agarrada al cuento que su desarrollo y su final se vuelven muy predecibles. Aunque el film se permite algunos cambios interesantes (uno que otro muy tirado de los pelos), lamentablemente no sabe aprovecharlos. Si vieron la cinta, sabrán que me refiero a esa forzada “historia de amor” entre los dos personajes del título, que por cierto carecen de toda química. Su relación es débil, al igual que la de Blancanieves y el Príncipe, y ninguna de las dos termina de conformarse con solidez. Casi como si se estuvieran planteando las bases para un triangulo amoroso que se desarrollaría en las posibles futuras secuelas ¿Cómo? ¿Team Cazador y Team Príncipe? Se los suplico, señores productores: ¡NO LO HAGAN! No hay mucho para destacar en BLANCANIEVES & EL CAZADOR. Sí, su fabuloso diseño artístico, sus espectaculares efectos y su a veces lúgubre/a veces bella fotografía le dan a la película un buen acabado a nivel técnico. Y si tenemos en cuenta que es el debut como director de Rupert Sanders, el film es un verdadero logro audiovisual y ansío ver que le espera más adelante al realizador. Pero ni el Cazador de Chris Hemsworth (simpática aunque desaprovechada mezcla entre Aragorn con Jack Sparrow), ni la temible y sexy Reina de Charlize Theron (magnífica y lo mejor de la cinta) pueden evitar que BLANCANIEVES & EL CAZADOR se convierta en una película que se queda en medio camino entre una olvidable versión de una historia que todos recuerdan y un fallido intento de copiar el estilo de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS - con planos similares, calcos de Gimli y batallas menos épicas pero igual de efectivas -. Aprecio la intención de reinventar la historia y de darle más fuerza a sus personajes femeninos ya que, en resumen, entretiene. Pero en el minuto en que contrataron a Kristen Stewart como la protagonista, el film ya estaba condenado. No solo NO es más hermosa que Charlize Theron (la pifiaste, Espejo Mágico), tampoco es capaz de actuar, sostener el peso del film sobre sus hombros, decir una línea sin tartamudear o mantener los labios cerrados sin que se le vean lo paletones. Pero todo cambia y, lamentablemente, una “actriz” como Stewart es considerada hoy en día como sinónimo de taquilla y no como la manzana podrida del cine que en realidad es.
Basada en el cuento de los Hermanos Grimm, esta propuesta se destaca por darle un bien logrado giro a la clásica historia de Blancanieves, por su detallado diseño artístico, y por el trabajo actoral de Charlize Theron en el rol de la Reina villana de la historia, pero desarrolla un guión algo confuso por momentos e interpretaciones protagónicas que poco aportan al relato.
Reconstruyendo la esencia del mito Tomar un relato clásico y reversionarlo es lícito (“el mito son todas sus versiones”, diría algún antropólogo amigo, o algún consumado seguidor de Claude Lévi-Strauss), es un desafío, y también un gran riesgo artístico, sobre todo teniendo en cuenta que hace poco se vio en las pantallas otra reinterpretación del mismo, aunque en otra clave (“Espejito, espejito”). Si en el “Rey Arturo” de Antoine Fuqua se retomaban las investigaciones historiográficas sobre el origen del mito artúrico, en esta relectura se apunta a un tono de fantasía épica, recuperando los tópicos del cuento (la espina de rosa, el espejo, la reina mala, la heroína pura, los enanos, la manzana envenenada, el beso despertador) pero de una manera diferente, cambiando los detalles para sorprender a los que alguna vez supieron algo de esta historia, sea por las abuelas o por Walt Disney. Neocuento La historia aquí es más o menos así: el rey Magnus y la reina Eleanor tienen una hijita bonita llamada Blancanieves (Snow White). Pero la reina, débil de salud, fallece. Poco después, un ejército oscuro ataca el reino, el rey lo derrota y encuentra una prisionera bellísima, llamada Ravenna, de la que se enamora y con la que se casa. Finalmente esta mujercita frágil lo asesina, toma el poder y se revela como una hechicera despótica y narcicista, que se baña en leche como la legendaria Popea, y consulta a su espejo mágico sobre quién es la más bella. Además de su ego, sabe que en su belleza está cifrado su poder actual y su eventual caída futura. Hasta que un buen día, el espejo (atractiva reinvención del mismo) dice que no, que la más linda es Blancanieves, que está prisionera en la torre y ya alcanzó la madurez. Entonces vendrán las ganas de matarla, el escape y la selección de un peculiar Cazador (un alma en pena, en vida) para capturarla, y el encuentro decisivo entre la princesita desvalida en busca de aliados y el rudo antihéroe en busca de redención. Mitemas a la sartén Desde la historia escrita por Evan Daugherty, la dirección de Rupert Sanders, el diseño de producción de Dominic Watkins, la fotografía de Greig Fraser y el vestuario de Colleen Atwood se elabora una yuxtaposición de muchísimas cosas ya vistas, pero de una manera elegante y visualmente impecable. Y de todos modos, las fuentes en las que abreva son a su vez reelaboraciones de mitemas (una porción irreducible de un mito, un elemento constante que reaparece en diferentes historias) arraigados en imaginarios de diversas culturas. Hay bastante del imaginario del profesor John Ronald Reuel Tolkien (el árbol en el escudo de armas, símbolo de los reyes de Númenor y Gondor; los enanos como una raza de mineros; los ejércitos fantasmagóricos) y su representación visual a cargo de Peter Jackson (las tomas aéreas, las travesías por montañas, las batallas, las cabalgatas, el arquero infalible, la coronación); hay en la renacida Blancanieves, arengando a sus seguidores con su vestido blanco y descalza, y luego con su armadura y espada, una referencia a Juana de Arco, convertida en estandarte de batalla (al fin y al cabo, la primera heroína femenina); el Bosque Encantado, lleno de alimañas y esporas fétidas, y el santuario de las hadas, con su ciervo de gigantescos cuernos, son un homenaje a dos obras cumbres de Hayao Miyazaki (“Nausicaä del Valle del Viento” y “La princesa Mononoke”), también con sus heroínas más o menos predestinadas. Está también la cámara en mano, especialmente para los primeros planos, que se está poniendo de moda, como se pudo apreciar en “Los Juegos del Hambre”. Dicho esto, hay que decir que la puesta visual es sorprendente, que la reconstrucción del mundo medieval y sus técnicas de lucha es fantástica (aunque se mezquine la sangre, y la muerte en batalla luzca un poco difusa), que el vestuario de Atwood está a la altura de sus grandes trabajos, que James Newton Howard se afianza como uno de los musicalizadores destacados de Hollywood, y que el cuidado de la producción y la dirección de arte alcanza los mínimos detalles (por más princesa que seas, si sos una prisionera y luego fugitiva en un bosque, es natural que tengas las uñas romas y mugrientas; parece una perogrullada, pero hemos visto ejemplos en contrario). En primer plano Todo esto no luciría sin el elenco, especialmente los tres implicados principales, que llenan la pantalla con la belleza de sus rasgos y la claridad de sus gestos, y se “bancan” los primeros planos: Kristen Stewart (Blancanieves), tan firme como femenina, con sus labios entreabiertos mostrando sus simétricas paletas; Chris Hemsworth (el Cazador), con su apostura de galán imposible de derribar, aunque aquí no sea el divino Thor sino un guerrero en decadencia, vencido por el alcohol y los recuerdos; y Charlize Theron, con su mezcla de vampiresa fatal, gorgona agraciada y resentida social (por la historia personal que se va dosificando). Desgraciadamente, Cinemark trajo esta cinta sólo en versión doblada al castellano, por lo que se pierde la voz original de las figuras, pero como se dijo, ya con su presencia en cámara “garpan”. Sam Claflin apenas se muestra como William, el aspirante a Príncipe Azul (en realidad, el hijo de un duque rebelde, ya que nos gana la burocracia medieval), pero eso está propositado desde el vamos (la cuestión romántica toma caminos inesperados, pero difusos). Por lo que queda en cuanto a secundarios el lucimiento es para los enanos, particularmente en los casos de Toby Jones, Ian McShane y Bob Hoskins. Valga entonces esta vuelta de tuerca sobre el inmortal cuento, un buen relato de aventuras que está a la altura del “estado del arte” del cine de alto presupuesto, aunque no invente nada nuevo. Pero de eso se trataban los viejos cuentos de hadas: de que nos cuenten otra vez las historias que conocemos, y que el bien y la pureza triunfen, aunque de maneras a veces algo diferentes.
Esta peli pintaba para matarla como una boludez para adolescentes fanáticos de "Crepúsculo" y no lo es para nada. Es cierto que esta Kirsten Stewart haciendo la típica heroína media mosquita muerta que ya le sale de memoria pero cuando pela la armadura y espada le pone onda y en general se vale bastante bien en toda la peli, haciendo de la supuesta "protección" que le da el Cazador mas que nada un "quedate cerquita a ver que onda"... lastima que meten una subhistoria de triángulo romántico con un condecito que esta al pedo y que no lleva a nada fuera de un par de miradas porque sino casi se podía decir que la Blancanieves de Stewart es todo lo contrario (y mejorado) de su Bella. Igual lo mejor es que la historia tiene muchísimo tinte épico: empieza con la típica secuencia con un narrador contando el pasado que recuerda a los cuentos de hadas pero al toque se pone más heavy, con toda una trama de "elegido que tiene que cumplir su destino/recorrer su camino para derrotar al gran mal"... no es nada nuevo bajo el sol y se pueden mencionar cientos de historias con esa base (partiendo de "El señor de los anillos" que es el taratarataratarataraabuelo de estas epopeyas) pero sin duda no es lo que se espera ver en Blancanieves. Bien ahí y sobre todo bien la redistribución de los roles típicos: a la protagonista le cae joya lo de elegido, el Cazador es la mezcla justa de "protector/interés romántico/un toque de maestro" y bue, ¿para que formar una "comunidad del anillo" si ya hay un grupo de enanos que vienen gratis con la historia original? Igual el mejor rol, el que cae perfecto es el de la Reina Malvada ya que justamente es "La Reina": hay rebeldes que tratan de terminar con su tiranía, hay pueblos y villas que se mueren de hambre en un suelo infertil mientras la mina solo se preocupa por su belleza y hasta su influencia corrompe y envenena todo lo bueno y bello. Sauron un bebe de pecho al lado de esta mina. Hablando de posta, la Reina Ravenna es el personaje mejor construido, tanto desde lo visual en maquillaje, vestuario y en efectos de magia, hechizos y toda la sarasa mística como en la actuación de Charlize Theron, una mina que no tiene problema en hacer de la más frívola y cruel pero que en el momento justo sabe mostrar la hilacha de sensibilidad para que el espectador sienta una cierta ternura e identificación por ella. Como los buenos villanos. Hasta ahí los logros de la peli que sumados a un muy buen diseño de producción y fotografía bien gótico en trajes y escenarios (el bosque tenebroso es simplemente magnifico) hacen que valga la pena verla. A este director debutante, Rupert Sanders, hay que seguirle la pista porque puede ser un campeón. Ahora vamos a los palos: como ya dije la historia romántica nunca toma vuelo para ningún lado; es más, ni siquiera carretea. La química entre Stewart y Thor (perdón, Hemsworth) es nula y se queda en poco más que una transacción comercial. Pero no es tan culpa de los actores sino de que el guión no juega un poquito más con eso, no le da espacio a los personajes para que crezcan y se conozcan (en una forma de hablar) ni tampoco le permite al personaje del amigo de la infancia (que vendría a ser un Príncipe Azul de la B) ser un buen contrapunto. Y sobre todo, el mayor desperdicio: los enanos. En todo el grupo (que son más de siete) hay varios actores secundarios muy grosos (Bob Hopkins, Ian McShane y hasta Nick Frost!!) y logran sacar alguna sonrisa pero a fin de cuentas el peso que tienen en la trama es casi nulo y la verdad que es cuando la peli más pierde ritmo, donde se siente el efecto chicle de una trama muy simple. Es loco decirlo pero a esta Blancanieves los enanos le sobran. Y ni toquemos el tema de inconsistencias en la historia... bue, solo una para empezar: si la Reina ya sabía que Blanca era una pendeja preciosa que todo el pueblo se baboseaba, ¿¿por que en vez de hacerle creer a todo el mundo que estaba muerta directamente no la mató hace años???... pero como decía, este tema mejor ni tocarlo porque todo empieza con un espejo que dice que la Stewart es mas linda que la Theron.... ANDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA Para terminar repito que a pesar de sus fallos el film sorprende y entretiene con una producción muy cuidada y una base épica como variación del cuento infantil que es mucho más interesante que el supuesto "policial" que proponía "La chica de la capa roja" al cuento de Caperucita y el lobo. Lastima que Amanda Seyfreid decidió hacer aquella y no esta.
La magia de la fantasía ¡Éste es el tipo de fábula que nos gusta ver en el cine!, con un enfoque más adulto, pensado, oscuro, con maravillosas escenas épicas que componen una aventura digna de recomendar. Que me disculpe Julia Roberts, pero nada puede hacer en la competencia de adaptaciones sobre la historia de Blancanieves... ya se que una es comedia y la otra es una épica de aventuras, pero a lo que me refiero es justamente a la efectividad de un formato y otro... A una buena épica no hay que con darle. ¡Ojo!, tiene sus puntos bajos, pero en el redondeo final ofrece un entretenimiento más que digno y nos devuelve a esas aventuras de antes, que tenían el combo justo de fantasía, acción y comedia. Tiene algunas influencias de esa gran película de fines de los '80 llamada "Willow", entrañable y fantástica como pocas. En su fotografía, sus paisajes y personajes hay un poco de "El Señor de los Anillos" y otro poco de "Harry Potter", entretenimientos aventureros de calidad si los hay. En contraste con la crítica que hago siempre sobre los directores que usan elementos de otros éxitos del género y pretenden filmar una historia increíble con sólo mezclarlos de manera obscena, "Blancanieves y el Cazador" del director debutante Rupert Sanders logra aprender de los "highlights" ajenos y los transforma para ofrecer una ficción original y por sobre todo, entretenida. No todo es color de rosa en esta crítica... también hay algunos aspectos que creo podrían afinarse para la 2da entrega que ya ha sido anunciada pero sin fecha concreta de estreno. La 1ra queja es para el cliché de los diálogos pre asesinato... ¿hay algo más molesto que el villano hablando estupideces durante varios minutos mientras el héroe gana tiempo para ser rescatado? Hay otras técnicas más inteligentes para crear el suspenso necesario y que el héroe (en este caso heroína) salga finalmente vencedor del combate. ¡La charla pre asesinato me exaspera! La otra queja tiene que ver lamentablemente con Kristen Stewart, una elección lógica si se tiene en cuenta la cantidad de adolescentes que la idolatran, pero que a la hora de la interpretación deja mucho que desear... Tiene menos expresión que una cara llena de botox. Charlize Theron en cambio, está espléndida. Por lo demás, totalmente recomendable. Para disfrutar de un mundo fantástico que transporta lejos de la realidad diaria, un mundo épico lleno de aventuras y batallas mágicas que devuelven la mente del espectador a la niñez.
Algún estudioso sabrá por qué en este año hemos visto dos versiones del mismo cuento de hadas. El primero era en tono de comedia (Espejito, espejito), y este segundo en plan épica fantástica. En este caso el espectáculo funciona aunque se note el diseño comercial detrás (el actor de Thor, la chica de Crepúsculo, los productores de Alicia en el Paìs de las Maravillas, la ganadora del Oscar haciendo de villana, batallas y monstruos all'uso). Pero la ensalada funciona no porque alguno de estos elementos gane inusual peso, sino porque el cuento está bien contado, las secuencias de acción se entienden, y la idea “revisionista” de cambiar a Blancanieves de una doméstica de lujo a una chica que se vuelve guerrera no está del todo mal y en esta puesta en escena cuaja. Chris Hemsworth, el muchachito del cuento, no es un tipo demasiado histriónico, por cierto, pero resulta bastante mejor partido que un príncipe cantor. Un film que, detrás de su apariencia de puro entretenimiento, esconde algunas sutilezas.
Blanca Nieves y El Cazador llega a las salas de cine en medio de la "guerra de las blancanieves" con la aparente competencia del estreno de Espejito Espejito de Tarsem Singh. Aunque la segunda es más una especie de comedia romántica tomando como pretexto el cuento clásico de 7 hojas de los hermanos Grimm, la versión un poco más oscura, a cargo de Rupert Sanders (ópera prima), es la que nos ocupa en ésta "reseña". Y hay que empezar con el peor error que ésta película pudo cometer: Kristen Stewart. No voy a poner en tela de juicio sobre si tiene o no capacidad actoral, ni discutiré su poca expresividad facial frente a las cámaras. Lo que quiero pedirles, queridos lectores, es que me saquen de una duda existencial: ¿A quién le echamos la culpa de la elección de la protagonista? ¿A la gente encargada del casting, que seguramente le vieron potencial, considerando que la horda de fanáticos de la tan gastada, sobrevalorada (por fans) y mal adaptada saga de Crepúsculo podría aportarles muchos miles de dólares a su exhibición, o al director que consideró que tenía capacidad de actuación y que calificaba por encima de muchas otras actrices juveniles?. Creo que la crítica debería venir en otro sentido: la premisa del cuento es que Blanca Nieves es más hermosa que la "malvada" reina; entonces yo pregunto: ¿A quién se le ocurrió la brillantísima idea de juntar a Charlize Theron con Kristen Stewart? Es decir, ¿En qué universo la un-solo-gesto Stewart es más hermosa que Theron? Obviamente esto se comprueba conforme avanza la película, con la impecable actuación de Charlize. Y junto con el excelente diseño de vestuario a cargo de la dos veces ganadora del oscar Colleen Atwood, es lo que logra capturar medianamente nuestra atención en las casi dos horas en las que desperdiciamos nuestro dinero en el cine. Y si las chicas esperan atractivo visual por la presencia de Chris Hemsworth (a.k.a Thor) en el papel masculino, ni una sola vez se quita la camisa (¡lo siento chicas!) y demuestra que su papel sólo era para (una vez más) sacar dinero. Y lo más triste es que lograron su objetivo, a tal grado que ya autorizaron una secuela (es en serio, y no pregunten de qué se va a tratar, no tengo idea). Sin pena ni gloria, hay escenas que rayan en lo ridículo (el "discurso" para animar a la gente, el "ataque" del Troll), por no mencionar lo innecesario de otras y la falta de explicación y motivación de muchos personajes y situaciones. Lo único memorable es Theron y la escena del trailer donde sale desnuda de un baño de leche (y hasta creo que quedó a deber también). Si alguno de ustedes se atreve a visitarla, es bajo su propio riesgo. No se quejen de que no se les advirtió.
¿Quién es la más linda y poderosa? Blancanieves no es esta vez una muchacha candorosa y frágil. Nada que ver. Es una especie de Juana de Arco que necesita salvarse para rescatar a su reino, que cayó en manos de una malvada que mató al rey y encerró a Blancanieves en una torre del palacio. Pero el espejito le dice a la terrible reina que deberá cuidarse de esa nena que ya es una linda muchacha. Por eso necesita su sangre: para ganar eterna juventud y de paso, para eliminar una competidora al trono. Esta aventura fantástica descubre el lado oscuro del inmortal cuento y aprovecha a la perfección las posibilidades del cine digital sin empalagar con los efectos. Es una historia atrayente que habla de la belleza, como fuente de poder y de esclavitud; del coraje y la lucha entre el bien y el mal, pero sobre todo nos trae a dos mujeres que se sienten más cautivadas por el trono que por la hermosura. Un filme con algunas idea interesantes, con una Charlize Theron que acierta como la malvada y una Kristen Stewart linda y nada más. El final, que parece anticipar una segunda parte, dice que las que mandan siempre deben dudar. Y que toda reina no deja de preguntarle a su espejito, quién es la más linda y quien manda más. Y esta Blancanieves, encima, deberá despejar una pregunta crucial: ¿con quién me quedo de los dos? ¿Con el noble Willams o con el rústico cazador? Porque una cosa es el gabinete y otra, el corazón.
Vi el tráiler de Blancanieves y la leyenda del cazador unas cinco o seis veces antes de ver la película. En cada repetición se hacía evidente eso mismo que el título intentaba señalar: los siete enanitos y la carga lúdica e infantil de sus presencias habían desaparecido, y ahora solo quedaba la belleza, la oscuridad, la sangre, el bosque tenebroso y un cazador que ganaba en protagonismo y gracia. La presencia de Kristen Stewart constituía entonces el complemento perfecto, y la sospecha de que esta Blancanieves se vería afectada por la estética oscura y obsesiva al estilo de la saga Crepúsculo aumentaba cada vez más. Por suerte, una buena parte de esa sospecha no se cumplió. Los enanitos sí estaban y, a pesar de que la película comparte elementos con la trilogía vampiresca, el mundo que finalmente se crea permanece lejos de reducirse al esteticismo puro y porque sí. Sin embargo, la belleza es un elemento fundante de la acción. Todo poder – material o invisible– está determinado por el encanto de un rostro que, sumado a las ideas de pureza y sangre real (Blancanieves es hija de reyes), resulta tanto la gran amenaza de la reina como la mayor esperanza de salvación del pueblo. En la piel de Kristen Stewart ese aspecto fluye más fácilmente, no por su interpretación como siempre acartonada sino por el rostro impenetrable y modesto que junto a su presencia huidiza genera el misterioso impulso de protegerla. Pero si bien Blancanieves es el centro de todo espacio y también protagonista del relato, la historia parte siempre desde ella hacia todo lo demás, sin descuidar a los otros personajes ni al trasfondo social que atraviesa al lugar de los hechos. Esa es, quizás, la mayor virtud de la película: no concentrar sino esparcir, de lo que también se sirve la técnica en relación a los efectos especiales y que el travelling final –desde Blancanieves hacia atrás, dejando ver a todos quienes la rodean– ilustra con suma claridad. Apenas podría reprochársele a la versión de Rupert Sanders la necesidad de anticipar algunas de las sorpresas y apariciones repentinas, que tienen su aclimatación segundos antes de acontecer. Uno de esos momentos ocurre cuando el cazador y Blancanieves cruzan el puente para salir del bosque, y una calma silenciosa junto al plano general anuncia al monstruo que se levanta por debajo de ellos. Otro de éstos es algo más torpe y tiene lugar en una mañana en la que –típicamente– todos duermen y la protagonista se levanta a pasear sola: allí aparece la reina camuflada bajo el aspecto de un aliado y le ofrece la famosa manzana envenenada. La sospecha es clara desde un principio: el falso amigo de Blancanieves tiene los ojos marrón brillante (véase –¡uy!- Crepúsculo), aparente marca imborrable para delatar a aquellos que están poseídos y corrompidos por algo o alguien. Por lo demás, Blancanieves y el cazador sobrevive con originalidad a la versión del clásico cuento de hadas sin perderse en sus rincones más tentadores, ampliando sus márgenes y probando que siempre hay maneras de reactualizar y a la vez recrear aquello que parece agotado.
Dos películas sobre el mismo tema en apenas un par de meses resulta un exceso al que Hollywood nos ha venido acostumbrando últimamente. Primero fue Julia Roberts en el clásico personaje de la reina malvada en la reciente “Espejito, espejito” y ahora es el turno de Charlize Theron en idéntico papel. En “Blancanieves y el cazador” (“Snow White and the Hunstman”) el gancho mayor no es sin embargo la actriz ganadora del Oscar por “Monster” y además nominada por “Young Adult”, que definitivamente no será estrenada localmente. El mayor esfuerzo comercial está puesto en quien personifica a Blancanieves, la joven Kristen Stewart que ha venido ganando “fans” desde su exitosa interpretación del personaje de Bella Swan en la serie de films iniciada por “Crepúsculo”. Tal es su magnetismo y popularidad al punto que se la vio subiendo la alfombra roja en el reciente Festival de Cannes, al formar parte del reparto de “On the Road” de Walter Salles. ¿Qué ofrece de original esta nueva versión del famoso cuento popularizado por los hermanos Grimm? En verdad poco, pero en compensación una gran belleza visual que puede justificar su visión. El diseño de la producción revela varios hallazgos comenzando por el inevitable espejo, al que no le cabría el clásico diminutivo si se tiene en cuenta su gran dimensión y curiosa y variable geometría. Allí se irá reflejando el rostro muy bello de Charlize Theron, que sin embargo con el correr del tiempo (y del extenso metraje) irá sufriendo cambios que al final mostrarán su costado maligno y hechicero. Por su parte, la joven hija adoptiva irá también mutando pero no tanto en lo físico sino en su carácter hacia un personaje que recuerda notablemente, algo muy señalado por la crítica mundial, a Juana de Arco. No faltarán por supuesto los animalitos y otras criaturas del bosque incluyendo un gran reno blanco en una de las escenas más bellas de la película. Tampoco estarán ausentes, encarnados por notables actores, los famosos “enanitos” que no lo son en la realidad (Bob Hoskins, Ray Winstone, Toby Jones, Ian McShane) pero que por esas maravillas de los efectos especiales terminan siéndolo. Y habrá aún otro personaje central, al punto de figurar en el título del film. Nos referimos al cazador de Chris Hemsworth que es casi igual al Thor de la muy exitosa “Los vengadores”. “Blancanieves y el cazador” fue dirigida por el debutante e ignoto Rupert Sanders y si no se es muy exigente se deja ver no siendo recomendable para los más pequeños por escenas de fuerte impacto visual.
Siguiendo la estética y la temática oscura de "La Chica de la Capa Roja" (Red Riding Hood, 2011), la industria cinematográfica ahora nos ofrece una nueva adaptación -distinta y con un giro más que interesante- de otro clásico cuento de hadas, en este caso "Blancanieves". Dirigida por el británico Rupert Sanders (un premiado realizador de comerciales que debuta en el ámbito del cine con este film), "Blancanieves y el Cazador" contiene todos los conocidos elementos del relato creado por los hermanos Grimm (el espejo mágico, la manzana roja, la reina malvada y los siete enanos) a la vez que introduce en su trama algunos otros que reinventan tanto la historia como su protagonista. En este caso, a una Blancanieves (interpretada por Kristen Stewart) mucho menos víctima y con más actitud decidida y rebelde que termina convirtiéndose en la líder de un ejército que lucha en una impresionante batalla para recuperar el trono que le pertenece -que es usurpado por la villana de turno- y así sanar una tierra devastada por la oscuridad y plagada de maldad. Todo se origina cuando cuando su madre (Liberty Ross), muere como consecuencia de una enfermedad. Su padre, el Rey Magnus (Noah Huntley), combate su profunda tristeza y depresión contrayendo matrimonio con Ravenna (una excelentísima Charlize Theron), una mujer poderosa y con segundas intenciones. En la misma noche de bodas, quien se convierte en la reina malvada mata al rey (el espectador conocerá los motivos por los cuales lo hace) y encierra a Blancanieves en la torre más alta del castillo. Ravenna, quien mantiene su belleza absorbiendo la juventud de las doncellas del reino, se reserva a la más bella de todas para el final. Claro que no cuenta con que Blancanieves logra escapar, y en su huia termina en el bosque tenebroso, ese mismo al que el cazador (interpretado por Chris Hemsworth) es enviado a capturar a la muchacha. Pero, por el contrario, ambos se convierten en aliados, y en tierras alejadas y pobladas por gnomos, enanos y hadas, el dúo cruza su camino con los clásicos y diminutos personajes que aquí son interpretados por un grupo de destacados actores británicos: Ian McShane, Bob Hoskins, Ray Winstone, Nick Frost, Toby Jones, Eddie Marsan, Johnny Harris y Brian Gleeson. Ellos también forman parte de la odisea y brindan su ayuda. Sin duda, esta película es muy lograda en todos sus aspectos, aunque el guión escrito por Evan Daugherty, John Lee Hancock y Hossein Amini pasó por alto un elemento esperado en este tipo de producciones: el romanticismo y un problemático triángulo amoroso; pero le damos crédito por jugarse a no desarrollarlo y darle prioridad a las vivencias de la protagonista. En lo que respecta a lo técnico, cabe resaltar la dirección del propio Sanders, el diseño de producción, ambientación, vestuario, fotografía y estética; elementos acompañados por bonitos paisajes naturales. Y en cuanto al elenco, que se completa con Sam Clafin como William, un joven duque, y Sam Spruell como Finn, el vengativo hermano de Ravenna, la joven, talentosa -y a veces tímida- Kristen Stewart (lamentablemente encasillada al personaje de Bella Swan de "La saga Crepúsculo") logra un correcto desempeño como Blancanieves, aunque es difícil no encontrar gestos propios de la actriz que se ven reflejados en los distintos roles que ha interpretado a lo largo de su carrera.
Publicada en la edición digital de la revista.
Blancanieves pertenece a lo que se suele conocer (al menos en castellano) como cuentos de hadas. Aunque no siempre figuren Campanita o alguna de sus primas, los cuentos de hadas siguen una estructura más o menos similar, en donde hay una princesa fuertemente castigada y victima de la villana de turno, algún principe guapo que viene al rescate, y una parva de poderes mágicos en el medio. Desde Rapunzel hasta Cenicienta siguen dicho modelo, siendo lo único que las distingue las ligeras variaciones del relato intermedio. Los cuentos de hadas suelen tener diversos orígenes. Algunos son deformaciones de antiguas leyendas mientras que otros proceden de la imaginación de fervientes autores - como el caso que nos ocupa, cuya paternidad le corresponde a los hermanos Grimm -. En general sus contenidos son moralizantes y, aunque a uno le parezca extraño, suelen ser mucho más violentos en su versión original de lo que uno piensa. Lo que ocurre es que uno siempre asocia los cuentos de hadas a las correspondientes interpretaciones animadas de la Disney, las cuales han sanitizado el mensaje hasta volverlo níveo. De un tiempo a esta parte ha crecido la tendencia de reinterpretar los cuentos de hadas en términos mucho más liberales. Por ejemplo, transformar a Caperucita Roja y el Lobo en una pelea a muerte entre una adolescente descarriada y un violador / asesino serial en Freeway, o bien quitándole el cuero al grueso de los cuentos infantiles clásicos (y sus depuradas interpretaciones) en Shrek. Pero el gran impulso del reciclado masivo de los cuentos de hadas resultó ser el descomunal éxito de la trilogía de El Señor de los Anillos, la cual puso a la fantasía como género de boga. Cuando los productores de Hollywood se cansaron de fracasar con las adaptaciones de mediocres sagas de fantasía provenientes de costosos autores del momento - como La Brújula Dorada, la saga de Las Crónicas de Narnia, Los Seis Signos de la Luz, y un largo etcétera -, descubrieron que los cuentos de hadas estaban disponibles y, lo que es mejor, no pagaban derechos de autor. Así surgieron series televisivas como Grimm o Había una Vez..., amén de reinterpretaciones como Espejito, Espejito y la que ahora nos ocupa, ambas de este año 2012 y que terminan por basarse en la historia de Blancanieves. Ciertamente la versión de Blancanieves y el Cazador se encuentra en las antípodas del clásico filme animado de la Disney: acá las muertes abundan, y la versión brilla por su oscuridad y su tono adulto. En sí, Blancanieves y el Cazador se encuentra más emparentada con la trilogia del anillo de Peter Jackson que con los enanitos simpaticones del estudio del ratón. A mi me gustó mucho Blancanieves y el Cazador, aunque reconozco que dista de ser perfecta. La reina que compone Charlize Theron destila maldad por todos sus poros, y es una de las razones por la cual funciona la película. El otro que me encantó es Chris Hemsworth, al que siempre le ponen algo en la mano como para que se entretenga - acá le reemplazaron el martillo por un hacha! -. En cambio la que falla miserablemente es Kristen Stewart, la que sigue probando que es un invento cinematográfico surgido de la saga Twilight y sólo sabe moquear frente a la cámara. El problema con Stewart es que debe hacer de doncella guerrera... y, mientras lloriquea y corre, está ok, pero a la hora de calzarse una armadura y dar una arenga a sus huestes - el típico momento Viggo Mortensen de todas las películas épicas de los últimos 12 años - fracasa de manera monumental. Acá se precisaba que Bella Swan se transformara en Juana de Arco, pero sólo se disfraza de lata de sardinas lloriqueante; incluso resulta poco creible que una muchacha que jamás empuñó siquiera un Tramontina se transforme, en menos de cinco minutos, en una feroz y eficiente guerrera capaz de pasar a cuchillo a cientos de soldados. Como puede verse, la versión que trae Blancanieves y el Cazador es totalmente diferente a todo lo conocido. Están los pasajes clásicos que todos conocemos - los siete enanos, la reina bruja, la manzana envenenada, el principe apuesto -, pero el escenario es radicalmente distinto. Blancanieves huye y se une a una fuerza rebelde; el cazador está enamorado de la heredera; y la reina es una especie de vampiro metafísico que absorbe energia vital de todas las doncellas del reino. Hay choques masivos de ejércitos, y un bosque siniestro que parece la versión oscura de Fangorn. Y todo esto está orquestado con inusual soltura por parte del director principiante Rupert Sanders. La macana de Sanders es haber elegido a Kristen Stewart como protagonista - bah, los hechos posteriores (su publicitado amorío con la actriz) terminaron demostrando que Sanders estaba caliente como una pava con Bella Swan; otra que un fetichista que ha cumplido su fantasía -. Stewart no sirve, simple y llanamente, para el papel. Lo otro que tampoco termina por resulta satisfactorio es el perfil de los enanos, que son toscos comic relief. Lo suyo se alterna entre ser los primos de Gimli y ser malas imitaciones de Adam Sandler (cuyo original tampoco es muy potable que digamos). Blancanieves y el Cazador es uno de los filmes de fantasía más satisfactorios que he visto en los últimos años y que haya surgido a la sombra de El Señor de los Anillos. Tiene sus desprolijidades - como el final, que es algo abrupto y no resuelve todas las subtramas - y tiene una horrenda protagonista pero, por contra, es excitante, tiene una formidable villana y un espléndido héroe. Y, si esto da pie para una secuela, sería algo que me gustaría ver, siempre y cuando estuviera en las manos de Rupert Sanders.
"SUNTUOSA PRODUCCIÓN DE UN OSCURO CUENTO DE HADAS". Las adaptaciones cinematográficas de Blancanieves se inician en el cine mudo, presentando una lista bastante completa de versiones a lo largo de casi 120 años. Desde siempre el cine ha encontrado un aliado fundamental en la literatura, y específicamente, en este caso, en un cuento muy conocido mundialmente. ¿Cómo se podría narrar en pocas líneas? Érase una vez una reina que se pinchó el dedo y vio como tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Fue entonces cuando deseó tener una hija con la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el pelo negro como el ébano. Y su deseó se cumplió, naciendo la princesa Blancanieves. Pero la reina murió después de dar a luz y el rey se casó con una hechicera poderosa que le preguntaba a su espejo mágico quién era la más bella del reino. Con lo que no contaba la flamante emperadora es que, al cumplir los 17 años, la joven Blancanieves se convertiría en la más bella y, así, en una antagonista que no tenía en sus planes, y a la que intentará destruir. El director Rupert Sanders transforma el clásico con una puesta en escena realista y una cámara frenética que subraya las secuencias de más acción. Con travellings aéreos que describen fastuosos paisajes nevados, el suntuoso diseño de producción es uno de los puntos más destacados en esta remake. En cuanto al cast, la que más sobresale (o la única) es una espléndida Charlize Theron, quien da vida a Ravenna, esa reina tan poderosa como atormentada, mezcla de extrema belleza y extrema maldad. Kristen Stewart (de la saga "Crepúsculo") y Chris Hemsworth ("Thor", "Avengers") cumplen correctamente con sus roles; ninguno de los dos brilla o se destaca especialmente más allá de la corrección y, si bien tienen presencia cinematográfica (más él que ella), no podría afirmarse que bordan a sus personajes, como sí parece hacerlo Theron. Más sorprendente es no haber contratado a actores enanos para el rol de los famosos gnomos, sino que estamos ante la presencia de intérpretes de reconocido prestigio como Bob Hoskins, Toby Jones, Ian McShane, Eddie Marsan, Nick Frost o Ray Winstone, "achicados" por medio de la tecnología. Lamentablemente están algo desaprovechados, pero, a pesar de ello, el filme sale airoso y resulta disfrutable, aunque un poco extenso, pero su grandilocuentes efectos especiales (especialmente los de transformación y mutación) resultan un deleite que garantiza un buen rato.
Blancanieves se actualiza. El célebre cuento de los hermanos Grimm, en las últimas versiones cinematográficas (“Espejito, espejito” y la que comentamos) ya no es una narración para niños. Apunta al segmento adolescente y no es casual que la protagonice Kristen Stewart, heroína de la saga “Crepúsculo”. Aquí, la muchacha a quien la Reina (Ch.Theron) quiere ver muerta porque envidia su belleza, en contacto con el cazador a quien habían ordenado acabar con su vida, se convierte en guerrera. Las líneas de la narración sonsimilares, pero enfrentada aquí a la adversidad, la heroína cambia el candor por la fiereza cuando las circunstancias la obligan. Los enanos no explotan una mina de diamantes: ahora roban por los caminos. Chris Hemsworth encarna al rudo cazador que se convierte en maestro de su víctima en el arte de la defensa personal. Blancanieves será una chica de cuidado.